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Riqueza geológica y respeto por las reglas de juego, factores decisivos para ganar competitividad minera
La pandemia del coronavirus COVID-19 ha dejado expuesta la fragilidad del planeta ante una catástrofe sanitaria de magnitudes no vistas. Con una lenta pero sostenida recuperación en la gran mayoría de los países, también queda demostrado que la minería, como madre de industrias, es uno de los pilares para la reactivación económica global.
Los minerales y metales experimentan un tiempo de bonanza: cotizaciones muy por encima de los promedios de años pasados, demanda en crecimiento y oferta comprometida para los próximos años son las luces que muestran la perspectiva de la industria minera mundial. En este contexto se presenta una gran oportunidad, tal vez única, que permite forjar las bases para transformar a Argentina desde su actual status de país con minería al de país minero: no se trata de un imposible de momento que pocas jurisdicciones cuentan con el potencial del subsuelo argentino.
En el plano regional se observa una serie de circunstancias políticas, económicas y sociales que podrían convertirse en una ventaja competitiva para traccionar inversiones: Chile y Perú experimentan escenarios muy diferentes a los de años pasados, cuando eran los grandes jugadores de la región. Ello no significa que los países de referencia pierdan su atractivo, pero los inversores serán más cautos para destinar sus capitales a dos jurisdicciones que calificaban muy alto en el informe anual confeccionado por el Fraser Institute.
La pregunta es ¿cómo podría beneficiarse Argentina? Las inversiones mineras son selectivas, puntuales, y la riqueza del subsuelo es condición básica e indispensable, pero no suficiente y tampoco representa garantía: si Argentina desea captar una porción de inversiones requiere ganar mayor competitividad. Y, para ser más competitivos, es preciso el respeto a rajatabla del marco normativo existente, circunstancia que otorga previsibilidad para los tomadores de decisiones, responsables máximos del destino de inversiones multimillonarias.
Es necesario anticiparse a los escenarios que se asoman a menos de cinco años: para ello es preciso sostener la legislación vigente, aprovechar la geología de nuestro país para atraer inversiones que deriven en una mejor calidad de vida, para los habitantes de las comunidades donde se localizan los emprendimientos, y también para todos los argentinos de la mano de infraestructura, generación de proveedores y emprendedores, aportes en materia tributaria, entre otros. El momento para la minería Argentina es ahora. No lo dejemos pasar.