Empezando con el pie izquierdo

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Era una fría mañana en el pueblo Ashfill, los primeros rayos de sol pegaban en la ventana de Elena, iluminando su rostro. De pronto sonó la alarma.

Elena se levanta con pereza, luego ve el calendario para darse cuenta qué ese día era su examen de admisión, seguidamente, se prepara para ir a la escuela y baja a desayunar. La abuela ve a la niña y saluda:

–Buenos días hijita, recuerda que hoy es viernes 13, ten mucho cuidado con las cosas que pasan en tu entorno y no andes de distraída como siempre.

Elena ve a su abuela confundida.

¿De qué hablas abuela? ¿a qué te refieres?

La abuela, con mucho enojo, le señala con una cuchara de madera a Elena.

¡Qué niña! ¿acaso no recuerdas lo qué te conté la otra noche? !hoy es viernes 13! ¡día de mala suerte!

Tomando con su tenedor un pedazo de hotcake expresa:

¡Ay abuela! ¡Usted con sus creencias! habla para luego llevárselo a la boca.

La abuela molesta, hace el mate de que le va a pegar con la cuchara de madera.

¡Mejor apresúrate o llegarás tarde! ¡No te olvides de llevar los zapatos de tu abuelo al lustrador!

Después de comer, la niña sale de la cocina entre risas, toma la caja de zapatos de su abuelo, agarra su mochila y se dirige a la puerta de la casa.

—¡Regresaré a la hora de almuerzo! ¡Nos vemos!—

En camino a la estación del autobús, estaba la zapatería, cuando iba a entrar, pasó precisa debajo de una escalera, ya que uno de los trabajadores estaba arreglando un cartel. De repente, el lustrador la vio.

¡Muchachita! ¡ten más cuidado! ¿acaso no sabes qué día es hoy? expresó él lustrador preocupado.

Hastiada, Elena retuerce los ojos y luego suspira para decir: Buenos días señor Nikolái, quería ver si le podía lustrar estos zapatos a mi abuelo. comenta entregándole la caja de zapatos a Nikolái para que la tome.

Oh de acuerdo, puedes venir por ellos después de la escuela, que te vaya bien, Elena.— dice tomando la caja y al mismo tiempo le da palmadas en su hombro derecho.

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Mientras él le dice eso a Elena, el señor Nikolái no se percata que su mano estaba llena de pasta para zapatos. Elena al ver su hombro, se diocuentaquesucamisablancaestabamanchada. —¡Aish! ¡mi camisa se ensució!— se queja Elena con disgusto, pero en eso,Elenarecordólaspalabrasqueledijosuabuela —Qué raro… ¿Será porque hoy es viernes 13 y pasé debajo de una escalera?Nah…Nocreoqueseaeso—susurraparaellamisma. Sabiendo que ya era tarde, ve el reloj, se despide del señor y sale corriendopararetomarsucaminoalaescuela.

Al llegar a la escuela, Elena muy preocupada por pensar en su examen, entra a su salón de clase sin saludar a nadie. Su mejor amiga Emma, que estaba delante de ella, no pasa desapercibida la actitud de Elena. Emmasedalavueltasentadaensupupitre.

Oye tranquila, sabes que lo harás muy bien, has estudiado bastante. Ten, te traje estos chocolates por tu esfuerzo dice Emma, mientras leentregaunacajamoradaconunlistónamarrillo.

Muchas gracias por confiar en mí Emma. agradece Elena, luego tomalacajaylaguardaensumochila.

Al pasar las horas, Elena finalizó su prueba, de la cual salió con una sonrisasatisfactoria.

Respiróprofundamenteyconcaradealiviodijo: —Alfinterminó…Estedíanofuetanmalodespuésdetodo…— Elena salió con entusiasmo de la escuela y se dirigió a la zapatería Durante el camino, sacó la caja de chocolates; que le había regalado Emma,paraempezaracomerlos.

¡Mmmmmm! ¡están muy buenos, y son rellenos! expresó Elena conlabocallenadechocolate,mientrassechupabalosdedos. Sintió como su cabeza empezaba a dar vueltas, y un terrible dolor se apoderadeella,asuvez,unruidoestremecedorseescuchó. Al escucharlo, se llevó las manos a los oídos y se apoyó en el árbol más cercano.

¡Hey!¿Estásbien? seescuchólavozdeGerminia. Elena dirige su mirada hacia arriba del árbol y se asusta al ver que la vozproveníadeunagata,ynodeunapersona.

T-Tú…Ha-hablaste...

Oye,tranquila,solosoyunasimplegata.Noteharédaño.

Lo que me faltaba…. Una gata negra que habla, creo que me voy a desmayar. opinósarcásticamenteElena.

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A lo lejos, Elena observa como un perro callejero se acerca a ella. —Espera, ¿qué dijiste? ¿acaso tú crees qué solo los humanos pueden hablar? pregunta Canelo sentado en el césped. ¿Qué pasa? ¡estoy alucinando? ¿acaso me he vuelto loca? preguntó con desespero para luego salir corriendo asustada hacía la zapatería. Cuando llega a la zapatería, busca rápidamente al señor Nikolái y con horror, le cuenta lo que le acaba de pasar. Jajajajaja ay muchachita, los jóvenes y su imaginación dice Nikolái dándole le da pequeñas palmadas en su cabeza.

¡Pero es verdad! ¡me acaba de suceder!

Niña, cómo es posible que una gata y un perro hablen, ¡esas son solo ideas tuyas! habló con burla, uno de los clientes de Nikolái.

Con enojo, Elena toma la caja de zapatos de su abuelo y se retira hacía su casa. Al llegar, con cansancio, deja la caja de zapatos en el sofá. —¡Abuela ya vineeee!— grita Elena desde la sala. —¡Está bien hijita! ¡ya casi está listo el almuerzo!— Elena con pereza, sube a su habitación para cambiarse el uniforme de la escuela, saca la caja de chocolates de su mochila y se dirige a la nevera; para agarrar una de sus paletas favoritas sabor a fresa. Salió al patio en busca de aire fresco, cuando de la nada chocó con su viejo triciclo y se le cayó su caja de chocolates. ¡Oye! ¡ten más cuidado! ¡aparte de que me olvidas, eres muy despistada!— expresa con enojo Truliing. —¡Es verdad! ¡lo siento, lo siento! un momento… ¿El triciclo me acaba de hablar?

¡Claro que puedo hablar! ¿cómo no hablar? ¡si me tienes en tan mal estado! ¡ya no hay respeto para los triciclos! ¡hasta se me pinchó una llanta!— dice con molestia Truliing.

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¡Yupi! ¡chocolates! grita Milly con alegría, mientras tomaba uno de los chocolates que estaba en el piso.— Elena estaba petrificada, no podía creer que los animales y los objetos le hablaran. Mientras trataba de asimilar lo que había sucedido con el triciclo y la hormiga, escuchó un zumbido. —Oye tú, ya que no te la vas a comer, ¿me la puedo comer yo?— La pobre chica no responde ante la pregunta de la abeja, Betty se da cuenta que Elena no le hace caso, por lo que se deja llevar por su enojo y le pica en el labio inferior. Al recibir el impacto de la picadura, Elena reaccionó. —¡Aauch! ¡mi labio!—

¡Eso te pasa por no darme paleta! Entre dolor y preocupación, deja caer la paleta y entra nuevamente a la casa en busca de su abuela. —¡Abuela! ¡abuela! ¿dónde estás?— grita con dificultad. La abuela, con el corazón en las manos, muy preocupada fue hacía Elena dejando atrás todo lo que estaba haciendo. ¡Hijita! ¿qué te pasó? ¿estás bien?

¡Me pico una abeja! ¡me pico una abeja en el labio! ¡y de pasó me habló!— gritó con desespero.

La abuela extrañada, toca la frente de Elena con el torso de la mano izquierda.

Hijita, ¿segura qué no tienes fiebre?

—¡No! ¡no tengo fiebre!—

Elena decide contarle todo lo sucedido a su abuela, desde cómo se manchó su camisa para ir a la escuela, hasta las raras alucinaciones; dónde los animales y los objetos le hablaban.

Ay Elena, yo te dije que tuvieras cuidado, todo eso te pasó porque hoy es viernes 13, pero nunca me haces caso y con eso de que los animales y los objetos hablan, ya son alucinaciones tuyas.

De la nada, la gata se acerca a ellas.

—Tu abuela tiene razón Elena, debes tener cuidado; más ahora que es viernes 13. apoya Germinia a la abuela mientras estaba en el piso, lamiendo su pata derecha.

L-la g-gata… titubea la abuela, para luego desmayarse.

Te lo dije…

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