Resúmenes de obras peruanas famosas %28narrativa%29

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Literatura Peruana

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Literatura Peruana Don Fernando Pasamano prepara cuidadosamente los detalles para un magno suceso: un fastuoso banquete en donde invitará al propio presidente de la República quien es paisano suyo y lejanísimo pariente. Para ello decide renovarlo todo en la casa: tiró algunas paredes, agrandó algunas ventanas, cambió todas sus vestiduras; se preocupó tanto por la recepción que ordenó que construyeran un jardín hermoso donde antes no había nada. Luego se preocupó por el banquete, por la comida exquisita aunque al no saber qué servir, se hizo una encuesta en los mejores hoteles y restaurantes de la ciudad y luego se envió traer los potajes desde el extranjero. Don Fernando gastó casi toda su fortuna en los preparativos con algunas dudas comprensibles, pero su esposa le dijo que no importaba, que ya recuperarían el dinero con los beneficios que le reportara la presencia del presidente. Este, aunque, había dicho que le enviaría una respuesta positiva de su asistencia, cierta duda atemorizaba a la pareja. Como último recurso, se hizo que pintaran un retrato grande del supremo mandatario y lo colocaran en lo más alto de la sala; pronto llegó la respuesta con un sí del presidente. El día esperado había llegado. Los asistentes comenzaron a colmar poco a poco la casa, empezaron las presentaciones, las charlas, los brindis, las efusiones y corillos que se estila en acontecimientos así. Cuando llegó el presidente, don Fernando lo recibió con algarabía y comenzaron a servir el magistral banquete. Se comió y se bebió hasta la saciedad y regalo Don Fernando que quería hablar con el presidente y no podía porque la concurrencia no los dejaba solos, empezaba ya a impacientarse, pero hacia la medianoche pudo quedarse un momento a solas y le pidió los favores políticos que hacía tiempo deseaba. El presidente le ofreció generosamente la embajada de Roma y muchas otras cosas más para gran satisfacción de ambos. Mucho después, casi a la madrugada, al retirarse todos, solo quedaron don Fernando y su mujer muy contentos con las promesas recibidas. Pero al día siguiente despertó con los gritos desaforados de su mujer que llegaba alborotada trayendo el periódico, cuya desgraciada noticia relataba un terrible golpe de estado perpetrado en la noche aprovechando el banquete. El presidente había sido obligado a renunciar y había partido al extranjero.

Alienación (Julio Ramón Ribeyro) Roberto nació negro y seguro era feliz pero un día, muy jovencito, se percató de que su color era

motivo de absoluto desprecio en la sociedad limeña de entonces (años 40-50). Lo sabrá de la peor manera cuando una tarde recibe la peor ofensa de la chica que amaba secretamente: ella lo discrimina por su color oscuro: "zambo" le grita llena de repugnancia. Desde ese terrible momento, la vida del muchacho será un proceso progresivo de blanquearse a toda costa, de quitar de sí cualquier rasgo que le recordase su color o raza original. Aún más, no solo hacerse blanco, sino parecerse a un gringo, a un anglosajón norteamericano; por ello, aunque era hijo de una lavandera -y no vivía en un chalet como el resto de los chicos que frecuentaba- él siempre estaba allí donde solían jugar chicos blanquiñosos. El cuento inicia contando la historia de Roberto que, al igual que el resto, estaba enamorado de una niña llamada Queca, esta era hermosa de color capulí y la distinguían unas buenas piernas que hacian soñar a los ruidosos adolescentes de Miraflores; alegre, adorable y vivaz, la jovencita era el tormento juvenil del barrio, aunque ella no fíjase su atención en nadie en particular. Un día, desgraciada circunstancia, mientras ella jugaba vóley en el parque con sus amigas, un saque fallado hizo que el balón llegara hasta donde estaba Roberto. Él, emocionado pues Queca se acercaba le trata de entregar atentamente la pelota, pero ella lo ve: pequeño y de cabellos ensortijados. Entonces sucedió algo que Roberto jamás pudo olvidar, Queca corrió horrorizada diciendo ―Yo no juego con zambos‖. A partir de aquel día Roberto cambió. Estas palabras decidieron su vida; continuaba en el parque pero su mirada ya no era la misma, había perdido su inocencia, era un ser observador, calificador; y Queca también había cambiado: era mucho más hermosa y, claro, había conseguido un muchacho que al fin la llevo al baile de promoción, a partir de allí todos vieron sus sueños desvanecerse al ver a su dama con un gringuito rico, de buena posición. Pero Roberto la seguía espiando hasta que se dio cuenta de que era otro el que se casaría con ella, un tal Billy Mulligan, hijo de un funcionario del consulado de Estados Unidos; nadie sabía cómo se conocieron, pero el futuro era obvio. Poco a poco, Roberto ya no era el mismo, se había cambiado el nombre, ahora era ―Boby‖; se tiño el pelo con agua oxigenada y se lo planchó; se echaba talco para ser menos negro, y pronto se fijó en la ropa y como no le alcanzaba el dinero, iba a las casas donde remataban ropas de segunda y las compraba. Roberto que solo se preocupaba por su afectada apariencia perdió su empleo de repartidor en una pastelería, ya que el dueño era una persona que ya le había aguantado que se pinte el cabello, pero que se disfrace ya era el colmo. Así que Roberto eligió irse y buscar otro empleo en casa de gente gringa, pero era rechazado, entonces pensó

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El banquete (Julio Ramón Ribeyro)


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Allí se encontró con José María Cabanillas, un chico que tenía la misma ciega admiración por la cultura nortamericana, ambos eran reconocidos por su desempeño. Eran la parejita inseparable de amigos que decidieron vivir juntos alquilaron un cuarto y lo convirtieron en su refugio, con posters y música de Frank Sinatra, hasta que decidieron irse a los Estados Unidos. Erra difícil pero trabajaron duro, juntaron dinero y pronto se encontraban en una ciudad que los tragaba. Allí había muchos López, Cabanillas, de todas las razas y credos. Su dinero se les acabó en un mes y pronto no tenían donde vivir, estaban hartos de los hot dog, la ropa desgastada y no les quedo más que inscribirse al reclutamiento, cosa que era muerte segura, pero si lo lograban tenían garantizado nacionalidad, trabajo, medallas, así que sin otra cosa que hacer Roberto y su amigo fueron. Pronto se veían después de haber salido de un país sin oportunidades a estar volando con el uniforme y sus armas. Tiempo después la madre de Roberto recibió una carta donde le comunicaban que él había muerto: Luego regreso su amigo quien enseñaba su brazo mutilado, pero al fin con vida y contó como Roberto había muerto sin sufrir de un tiro en la cabeza. López había muerto y tenía derecho a una prima para su familia la cual nadie cobró. Y por otra parte Queca se fue a vivir al país de su esposo, a Kentucky, donde tenía todos los aparatos eléctricos, pero sus ojos fueron cambiando y su esposo, un alcohólico que le era infiel, la golpeaba con frecuencia y la insultaba por ser latina.

Doblaje (Julio Ramón Ribeyro)

Este cuento se relata la terca y extraña obsesión de un pintor inglés por conocer a su doble. Ese ser que es igual a uno y que se halla en las antípodas. Decidido, entonces, un día el protagonista miró un mapa y las antípodas de Londres era Australia. Lleno de ansiedad viaja a Sidney que era donde él deducía que encontraría a su doble. Muy pronto se dio cuenta de que era una idea descabellada semejante búsqueda. El hecho de ir preguntado a la gente si había visto a una persona igual a uno mismo era de locos o estúpidos. Aun así se quedó siete semanas en Sidney pero se quedó porque el amor tocó su corazón, conoció a una

chica llamada Winnie de la cual se enamoró casi a primera vista y ella de él. Alquiló una casa en las afueras de la ciudad y uno de esos días invitó a Winnie. Sin embargo, había un sentimiento extraño que no lo dejaba en paz ya que ella estaba rara y parecía que ya conociese la casa. Entonces él premeditadamente le dijo que fueran a caminar pero que no tenían como alumbrarse, ella de repente subió por las escaleras y trajo una lámpara encendida, esto molesto al pintor quien concluyó que ella ya había estado con otro hombre en esa casa y la corrió con palabras injuriosas. Al día siguiente reflexionó sobre su necia actitud y se dijo que la única solución sería disculparse con ella. La buscó en su casa pero Winnie no lo recibió y mandó decir que no lo quería ver nunca más. Decepcionado entendió lo absurdo de situación, así que al día siguiente agarró sus maletas y regresó a Londres. Al llegar a su casa encontró que todo estaba aparentemente igual, tal como lo había dejado, aunque sentía que había una presencia allí, algo inusual rodeaba el ambiente, como que alguna cosa no encajaba. De pronto tocaron a su puerta, era el botones y le dijo que ayer había olvidado su paraguas en el bar y si querría que se lo trajesen. Automáticamente dijo que sí, pero después se puso a pensar en lo imposible del hecho porque ayer él estaba en pleno vuelo por el Atlántico. Se sintió estremecido, corrió hacia su caballete de pintura cuyo lienzo dejó en blanco antes de irse- y observó con horror que allí estaba pintado, recientemente, el bello rostro de Winnie.

Los gallinazos sin plumas (Julio Ramón Ribeyro)

Efraín y Enrique eran dos pequeños hermanos, su abuelo se llamaba don Santos y ese tenía un chancho llamado pascual. El abuelo siempre levantaba a sus dos nietos para que trajeran comida en latas para el hambriento marrano. Pero lo que traían los dos niños, para el abuelo era poco y siempre se quejaba de que Pascual estaba flaco y que necesitaba más comida. Ellos tenían que traer comida de los basurales. Un día, Efraín se cortó la planta del pie con un vidrio cuando regresaba del muladar trayendo la comida a Pascual. Al día siguiente tuvo que ir a traer como sea la comida para el chancho, pero al regresar Efraín se sintió peor y le dijo al abuelo don santos. El desconsiderado abuelo no entendía nada, el prefería que su chanco estuviera gordo y lo que le pasara a su nieto Efraín no le interesaba nada. Al final, Enrique tenía que ir solo al trabajo y hacer doble trabajo por su hermano. Enrique trataba de traer lo mejor para Pascual.

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en hablar aquel idioma y comenzó a estudiar inglés por su cuenta, ver películas en inglés y se empapaba de la cultura que tanto admiraba. Se grababa frases y las repetía hasta el cansancio. Así se le vio por los lugares concurridos por gringos: aeropuertos, grandes restaurantes, siempre allí estaba él, solícito, obsequioso, obsevador. Pudo conseguir empleo de mozo y aprendió más palabras, hasta que se puso a estudiar en el ICPNA; era el alumno que nunca falta y era uno de los mejores.


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Furioso el abuelo intento de levantarlos diciéndoles que eran ociosos. Enrique trato de levantarse y decidió ir al muladar y llevo varias latas vacías. Al volver Enrique con los cubos llenos de comida, el chancho se lo comió y Enrique lloró por Pedrito y se enfrentó a su abuelo. Enrique empujó la pierna de palo de su abuelo con una vara, y este se resbaló y se precipitó de espaldas al chiquero. Enrique y Efraín aprovechan para huir mientras que al fondo se oía

El zorro de arriba y el zorro de abajo (José María Arguedas)

El zorro de arriba y el zorro de abajo es una novela que se diferencia del resto de la obra arguediana por los temas que trata: testimonio, lenguaje diaspórico, transculturación, globalización, diatriba a los poderes hegemónicos, migración, abuso de la homosexualidad, predominio de la oralidad, etc. Los sub-géneros que se fusionan en está original novela son diversos: discurso, diario personal, relato, drama, ensayo, poesía, canción, etc. Todas estas características revelan que este relato es al mismo tiempo una construcción literaria como también un documento casi histórico de lo que fue la sociedad peruana de la década de los sesentas del siglo XX y la vida del autor. Desde el introito-discurso, dado con ocasión del premio Inca Garcilaso de la Vega, se revelan ciertos índices de lo que para Arguedas fue prácticamente un proyecto: ―Pero este discurso no estaría completo si no explicara que el ideal que intenté realizar, y que tal parece que alcancé hasta donde es posible, no lo habría logrado si no fuera por dos principios que alentaron mi trabajo desde el comienzo.‖ (14) Estos diarios son reveladores sobre la personalidad ambigua, casi bipolar del escritor, que vivió entre ―confusión‖ y ―belleza más que deslumbrante‖ (14); una vida dicotómica que ponía sobre la tela del juicio elementos tan importantes como la ideología y el compromiso político:

―¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mi lo mágico" (14) Más adelante, en sus diarios, se vislumbran sus tentativas suicidas, sus lagunas literarias, la literatura como terapia, el arte y el compromiso literario y algunas definiciones de lo que es un escritor profesional o no, respondiendo a una definición de Julio Cortázar: [...] Y había decidido hablar hoy algo sobre el juicio de Cortázar respecto del escritor profesional. Yo no soy escritor profesional, Juan –refiriéndose a Juan Rulfo— no es escritor profesional, ese García Márquez no es escritor profesional. ¡No es profesión escribir novelas y poesías! O yo, con mi experiencia nacional, que en ciertos resquicios sigue siendo provincial, entiendo provincialmente el sentido de esta palabra oficio como una técnica que se ha aprendido y se ejerce específicamente, orondamente para ganar plata. (25) Se puede destacar que Arguedas expone una clara defensa a lo que significa la manipulación artificial o mecánica del arte, como afirma Julio Ortega en su ensayo Los Zorros de Arguedas: migraciones y fundaciones de la modernidad andina, ya no solamente por la tecnología, sino también por el sistema mercantil que explota la literatura como un medio de enriquecimiento. Posición política o no sobre lo que representa la literatura como tal para Arguedas, nos hace pensar de igual manera ¿Cuál es el propósito de la literatura y por antonomasia del escritor? ¿Cuál es el futuro de la literatura? ¿Será emergida en el mundo del espectáculo? Y como se pregunta Arguedas: ¿no es natural que nos irritemos cuando alguien proclama que la profesionalización del novelista es un signo de progreso, de mayor perfección? (26). Ya en la novela, lo primero que se puede destacar es el lenguaje; un lenguaje marginal, decadente, revelador, hasta cierto punto diaspórico: el idioma de los pescadores de Chimbote: -―!Padrazo, padrenuestro!‖, me rogabas anoche, mocoseando en el callejón del burdel. Putamadre, maricón Mudo; aquí ti’hago hombre. -Yo soy hijo de puta, patrón. Tú sabes. -No güevón. Aquí, carajo, a bordo, todos son putamadres menos el patrón (30) Otra vez vemos una característica que sobrevuela la obra arguediana: el sexo, la prostitución, los burdeles, el lenguaje de los costeños, que como en El sexto, revela un visceralismo voraz, vivo, a veces escatológico: -¿No vomitas? Entonces vas derecho a la anchoveta que Braschi, el culemacho, li’ha quitado a los cochos alcatraces (30)

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Un día Enrique trajo del muladar un perro a quien ambos le pusieron el nombre de Pedro; pero el abuelo quiso botarlo. Enrique convenció al abuelo al decirle que iría con su perro al basural, ya que este tenía un buen olfato para conseguir más comida para el chancho. Una mañana, Enrique amaneció resfriado y así se fue a traer comida para Pascual. Al día siguiente ya no pudo levantarse porque tenía mucha fiebre. Entonces el abuelo Santos insulto a sus nietos diciéndoles que no servían para nada.


Literatura Peruana La crítica a los poderes hegemónicos también está presente en la novela. Como en Todas las sangres, se ve el poder casi absoluto de las grandes corporaciones internacionales –relacionadas con las empresas pesqueras en este caso- y su dominio todopoderoso de estas sobre el pueblo, que, como en todos los casos, son ―los de abajo‖: Sólo desde esas alturas se manda, se dispone, se arregla, se pone en vereda a mezcolanzas tan peores que mierda de chancho de barriada, como es esta... país (99).

Yawar fiesta (José María Arguedas)

Los primeros capítulos nos ofrecen el trasfondo histórico de los hechos dramáticos que van a seguir. Arguedas nos habla de un tiempo en que la ciudad de Puquio y los lugares aledaños eran propiedad de los ayllus, los mismos que después fueron invadidos por los Mistis (gente blanca), quienes se apoderaron de las tierras para la ganadería. Arguedas narra magistralmente olas preparaciones para la turupukllay, se oyen voces, suenan los wakawak`ras, trompetas que se tocan durante las fiestas. Luego aparece el ―misitu‖, el toro. El ambiente de la fiesta sube de temperatura y los ánimos se exaltan. Aparecen los problemas cuando el subprefecto prohíbe por mandato del gobierno central que la fiesta tenga lugar sin la participación de un diestro como se venía haciendo tradicionalmente en puquio. El pueblo de puquio no está de acuerdo con que se realice la fiesta de la manera como quiere el gobierno central y algunos puquianos que radican en Lima, quienes contratan un torero español. Llega el día de la fiesta taurina, y el pueblo puquiano impone su tradición.

Todas las sangres (José María Arguedas)

Fermín es el propietario de la mina Apark’ora y está tratando de explorarla, sin compartir el provecho con una compañía internacional la Wisther. Fermín Aragón posibilita la entrada del capitalismo en la Villa San Pedro, y cambia los destinos de todos los habitantes de la zona. Bruno Aragón es el señor hacendado tradicional, que siente una gran responsabilidad por la conducta y la salvación de sus colonos indios. Se opone a la ambición y al

deseo de lucro que dirigen las acciones de su hermano. Bruno está convencido de que la ambición convierte a los hombres en seres egoístas, le hace olvidarse de los demás y terminan perdiendo su alma. Por esa razón evita a toda costa que los colonos indios sientan tentación por el dinero. Demetrio Rendón Willka simboliza la alternativa india para resolver los problemas de la sociedad. En Rendón Willka se halla imbuida la idea de Arguedas de que el indígena es un ser con dignidad, capaz de ser un elemento productivo en la transformación del país. Rendón Willka es el ―ex indio‖, ósea el nativo transcultado, que ha perdido parte de su herencia cultural, pero que ha conservado sus valores tradicionales mas valiosos. Rendón Willka encarna la fraternidad entre todos los hombres, y la posibilidad de integración y liberación. La trama de la obra consiste en lo siguiente: Fermín explota la mina Apak’ora con la ayuda de 500 colonos indios enviados por su hermano Bruno. Así mismo trata de obligar a los señores antiguos de san pedro a que le vendan sus tierras de ―la esmeralda‖. Compra con sobornos a algunas personas dentro del grupo para que denuncien los planes de su vecinos, los antiguos propietarios se traicionan entre si, y para completar la situación caótica del pueblo, los indios de Lahuaymarca se niegan a trabajar sin sueldo, y abandonan el cabildo del pueblo ante la indignación de los señores. Fermín descubre un manto de plata muy grande dentro de la mina, y el ingeniero trata de menoscabar la posición de su patrón. Cabrejos es un agente secreto de la compañía de wisther, y su misión es de crear dificultades a Fermín, para que el trabajo en la venta de plata se retrase, y el dueño de los yacimientos se vea obligado a venderlos a la compañía. Utiliza la ayuda del mestizo Gregorio, quien planea una estrategia. Se sirve de las creencias indígenas sobre una serpiente gigantesca, el AMARU o espíritu de la montaña, y pretende ser esa serpiente que habita dentro de los socavones del depósito minero. Grita y asusta a los indios, creyendo que huirían de la mina, pero los colonos nativos les dan una sorpresa a Gregorio y al ingeniero Cabrejos, pues se quedan trabajando dentro de los túneles mineros venciendo su ―temor mítico‖. Cuando los nativos cuestionan los mitos porque estos estorban su desarrollo, ya están camino a un cambio cultural, selectivo. A pesar de este triunfo parcial de Fermín Aragón, la compañía internacional logra comprar a varios miembros del gobierno en Lima, y obliga a Fermín a vender la mina. La compañía consigue una orden judicial que obliga a los señores de san pedro a vender sus tierras de la branza en ―La Esmeralda‖. Los vecinos se niegan a venderlas, y como protesta

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Estas particularidades se comparan con aquellas del estadounidense Maxwell, que pueden ser el de quien ha vivido una experiencia de transculturación: una persona foránea que adquiere el lenguaje local, toca charango y toma chicha.


Literatura Peruana Entre tanto bruno a tenido su momento de ―iluminación‖ o epifanía después de matar a su amante Felisa (quien había intentado atacar a su nueva pareja), y decide dejar de practicar el sexo pecaminoso, y se une definitivamente a una mestiza, Vicenta , que será el vehiculo para su transformación. Ella espera un hijo suyo, que junto con el niño indio que le va a nacer a Rendón Willka, significan el futuro cambio para la localidad. Bruno, redimido por el amor, se empieza a acercar a sus colonos y termina ayudando a los comuneros de Paraybamba. Esto lo lleva a enfrentarse con el cholo Cisneros y don Lucas, hacendados abusivos. Cuando llega la compañía Wisther, Bruno se culpa por haber contribuido a la explotación de la mina, y decide purificar el mundo de los que han causado la contaminación. Mata al hacendado Lucas e intenta matar a su hermano Fermín, pero falla. Es llevado a la cárcel y allí espera saber los resultados de las acciones de Rendón Willka, la tercera opción en la encrucijada, viaja de incógnito, (con el apoyo de don Bruno) y cinvence a los indios de las haciendas de que ellos son fuertes, y que deben levantarse y tomar tales propiedades. Los nativos se levantan y expulsan a sus antiguos patrones. Rendón Willka es buscado y fusilado por las fuerzas del ejército. Pero el ya a cumplido su misión de despertar la conciencia de sus compañeros de cultura y a dejado abierto el camino para la liberación.

Los ríos profundos (José María Arguedas)

Narra la entrada de Ernesto y su padre, un abogado de provincias al Cuzco. Allí Ernesto pasa por una experiencia de descubrimiento y toma una posición de defensa de la cultura del mundo indio. En el segundo capítulo se narran los viajes continuos de Ernesto con su padre de pueblo en pueblo, y su llegada a Abancay. El tercer capítulo nos hace ver la situación de marginación del joven Ernesto y su padre Gabriel y su momento de separación, al quedarse internado en un colegio de Abancay. El joven Ernesto conoce en el colegio a personas de diferentes razas y de clases sociales contrarias. En el colegio religioso es escenario de los diferentes problemas juveniles. EL joven Ernesto se siente plenamente lentificado con la problemática social que sufre el pueblo de Abancay, en especial los colonos que eran

explotados. En los capítulos VIII, IX y X, se relata la brutal represión del ejército contra las chicheras, y se presenta el ambiente de pugna y hostilidad creciente, tanto en Abancay como en el colegio religioso. En el capítulo XI se narra la epidemia que se origina entre los colonos; pero lo más alarmante es que amenaza extenderse hasta la ciudad. Los estudiantes del colegio religioso y los pobladores deciden abandonar la ciudad al oír que la epidemia comienza a matar colonos. El adolescente Ernesto recibe una carta de su padre en donde le dice que vaya a vivir con su tío, el acepta muy gustoso porque sabe que allí estará junto a los indios y los colonos.

El mundo es ancho y ajeno (Ciro Alegría)

Los indios de la comunidad de Rumi, encabezados por el anciano alcalde Rosendo Maqui, se defienden de un déspota hacendado, don Álvaro Amenábar, quien, amparado por jueces corruptos y testigos falsos, quiere arrebatarles sus tierras para expandir su ya inmensa propiedad. En realidad lo que más apetecía el hacendado era convertir a los comuneros en peones para que laboraran en una mina de su propiedad, cercana a Rumi. Las tierras de cultivo tenían para él un valor secundario. Debido a ello la comunidad de Rumi se encuentra permanentemente acechada por el despojo; cuando esto al fin sucede, los comuneros se trasladan a las alturas de Yanañahui, tierras pedregosas y de clima inhóspito, de escasa productividad, pero que al menos les permite mantener viva la comunidad. No obstante, muchos comuneros huyen en busca de un futuro mejor y se emplean en diversas partes del Perú, viviendo experiencias muy duras y hasta fatídicas. Varios capítulos de la obra se dedican a relatar las peripecias de algunos de estos comuneros, como Amadeo Illas, Calixto Páucar, Augusto Maqui, Demetrio Sumallacta y Juan Medrano. Sin embargo, las agresiones del hacendado continuarían. Los comuneros, guiados por un abogado indigenista, apelan ante la Corte Superior para recuperar sus tierras, pero el expediente del juicio es robado, por hombres contratados por Amenábar, y el documento termina en la hoguera. Algunos comuneros se unen a la banda del Fiero Vásquez, famoso ladrón, y se vengan a su manera de la gente de Amenábar. Rosendo Maqui es acusado de ladrón de ganado, de incitador a la violencia y de dar refugio a bandidos, entre ellos al Fiero Vásquez. El viejo alcalde es encarcelado y muere en su celda tras ser golpeado por los guardias.

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queman el pueblo de san pedro y se marchan del lugar en derrota. Son acogidos temporalmente por una de las comunidades indígenas que les ayuda a ajustarse al cambio dignamente.


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Sin embargo, ante un segundo juicio de linderos interpuesto por el ambicioso Amenábar, los comuneros, por instigación de Benito, se levantan en armas para evitar el despojo. La sublevación es brutalmente reprimida por la guardia civil, aliada con los caporales de Amenábar los indios son asesinados fríamente con una letal ametralladora. La comunidad termina siendo aniquilada y Benito a punto de morir le pide a su esposa que huya, que escape.

recuperar sus tierras, pero el expediente del juicio es robado por hombres contratados por Amenábar y termina en la hoguera. Algunos comuneros se unen a la banda del Fiero Vásquez, famoso ladrón, y se vengan a su manera de la gente de Amenábar. Rosendo Maqui es acusado de ladrón de ganado, de incitador de la violencia y de dar refugio a bandidos, entre ellos al Fiero Vásquez. El viejo alcalde es encarcelado y muere en su celda tras ser golpeado por los guardias. Los años transcurren y una nueva perspectiva para la comunidad se abre con la llegada de Benito Castro, un antiguo residente de Rumi, hijo adoptivo de Rosendo, que retornaba tras 16 años de ausencia. Benito, que ha recorrido el país viendo las injusticias, y que además ha aprendido a leer y escribir, trae las ideas de la modernidad a la comunidad, la cual según su punto de vista debía abandonar supersticiones e ideas anticuadas que constreñían su desarrollo, aunque conservando lo mejor de ella, como era la ayuda comunitaria. Es elegido Alcalde y bajo su dirección, la comunidad, con sede en Yanañahui, resurge y empieza a prosperar. Sin embargo, ante un segundo juicio de linderos interpuesto por el ambicioso Amenábar, los comuneros, por instigación de Benito, se levantan en armas para evitar el despojo.

La serpiente de oro (Ciro Alegría)

Los indios que integran la comunidad de Rumi, encabezados por el alcalde Rosendo Maqui, se defienden de un déspota hacendado, don Álvaro Amenábar, quien, amparado por jueces corruptos y testigos falsos, quiere arrebatarle sus tierras para expandir su ya inmensa propiedad. Pero lo que en realidad más apetecía el hacendado era convertir a los comuneros en peones para que laboraran en una mina de su propiedad cercana a Rumi. Las tierras de cultivo tenían para él un valor secundario. Debido a ello la comunidad de Rumi se encuentra permanentemente acechada por el despojo; cuando esto al fin sucede, los comuneros se trasladan a las alturas de Yanañahui, tierras pedregosas y de clima inhóspito, de escasa productividad, pero que al menos les permite mantener viva la comunidad. No obstante, muchos comuneros huyen en busca de un futuro mejor y se emplean en diversas partes del Perú, viviendo experiencias muy duras y hasta fatídicas. Varios capítulos de la obra se dedican a relatar las peripecias de algunos de estos comuneros, como Amadeo Illas, Calixto Páucar, Augusto Maqui, Demetrio Sumallacta y Juan Medrano. Pero las agresiones del hacendado continúan. Los comuneros, guiados por un abogado indigenista, apelan ante la Corte Superior para

La sublevación es brutalmente reprimida por la guardia civil, aliada con los caporales de Amenábar y utilizando una ametralladora. La comunidad termina siendo aniquilada.

Los perros hambrientos (Ciro Alegría)

Los perros pastores Wanka, Zambo, Gueso y Pellejo defienden al ganado de los pumas y los abigeos. La pastorcita Antuca, una chiquilla de doce años, ama a su rebaño y a sus perros pastores. Ciro Alegría nos narra la desaparición del perro Gueso que fue robado por los celedonios y la muerte de otros dos perros: ―tinto‖ a dentellada del feroz Raffles y ―Mausser‖ que es volado con dinamita. Las peripecias van combinándose con las consecuencias de una sequía que, al malograr las cosechas, extiende el hambre. Estas terribles calamidades toman porciones catastróficas. A su vez, los hombres del ande se ven obligados a luchar tan brutalmente que las escenas de violencia se suceden. La situación se agudiza, de tal manera que el hambre de los perros les hace tan feroces que se comen a las reses, a quienes cuidaban. Todo cambia cuando cae la lluvia sobre la tierra devolviendo su equilibrio a la gente y los perros vuelven a ser los amigos del hombre. Una tarde la niña Antuca se hallaba con Mañu. Estaba tirado

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Los años transcurren y una nueva perspectiva para la comunidad se abre con la llegada de Benito Castro, un antiguo residente de Rumi, hijo adoptivo de Rosendo, que retornaba tras 16 años de ausencia. Benito, que ha recorrido el país viendo las injusticias, y que además ha aprendido a leer y escribir, trae las ideas de la modernidad a la comunidad, la cual según su punto de vista debía abandonar supersticiones e ideas anticuadas que constreñían su desarrollo, aunque conservando lo mejor de ella, como era la ayuda comunitaria. Es elegido Alcalde y bajo su dirección, la comunidad, con sede en Yanañahui, resurge y empieza a prosperar.


Literatura Peruana Ella se olvidó del cántaro y el agua. Cuando cayó la noche y escucho la voz de la Juana, que la llamaba, tenía aun las manos puestas cariñosamente entre las hirsutas lanas del cuello del Mañu.

Matalaché (Enrique López Albújar)

En la ciudad de Piura, don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga, es propietario de la fábrica de jabones ―La Tina‖. La hermosa hija de don Francisco, María luz, llega a la hacienda de su padre procedente de la ciudad de Lima, en forma inesperada. Se queda en la hacienda y como sirvienta le ponen a una vieja esclava Casilda, para que la atienda. Pasan los días y María luz se siente fastidiada y deprimida por el ambiente que respira, y por las costumbres de las personas del lugar. Una mañana, José Manuel ―Matalache‖, un mulato muy atractico y arrogante, saluda a la señorita María Luz, quien se encontraba en el balcón de su recámara. Ella se interesa por José Manuel y empieza a investigar sobre su persona y su oficio de ―Padrillo‖. Una mañana, la hija de don Francisco recorre la fábrica de jabones y cueros en compañía de Matalache y de la esclava Casilda. Al terminar el paseo descubre inesperadamente la ―alcoba‖ de la reproducción llamado ―matadero‖. En medio de la inmensa soledad, le viene al recuerdo la imagen del negro mulato. Esto se va tornando en una terrible obsesión que devora el alma a la dulce María luz. Ocurre lo inesperado: María luz terminan por enamorarse perdidamente de Matalache y este también se enamora de ella. La muchacha enloquecida de amor le confía el secreto a su esclava Casilda y le suplica que le prepare una cita amorosa. Esta prisa es porque el mulato afrontará un duelo de guitarra contra el famoso esclavo ―Mano de Plata‖ quien es el mejor en esos menesteres. Por ello, haciéndose pasar por Rita, cita a Matalache en la habitación de esta. Él no se da cuenta del cambio porque la habitación esta oscura y si ha ido es para dejar las cosas en claro con la esclava. No desea poseerla sexualmente, creyéndola Casilda, sino más bien le confiesa que ama a otra, a una mujer imposible. María luz al escuchar esto se emociona y revela su propia identidad. Él, al enterarse de que es su amada la que está allí, se siente el hombre más feliz de la tierra. Ambos se juntan en cuerpo y alma porque se aman verdaderamente.

Semanas después, José Manuel derrota categóricamente a su rival, pero un suceso funesto opaca la celebración y la alegría de María Luz. Otra situación aún más grave le espera a ella: es que está embarazada y las consecuencias son impredecibles, todas malas, por supuesto Don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga al enterarse de lo sucedido se venga de José Manuel y ordena que dos fornidos esclavos lo lanzen a una tina hirviente de jabón. Poco después se cerró la fábrica ―La Tina‖ y se puso en la puerta un letrero que decía: Se traspasa, en San Francisco darán razón.

Paco Yunque (César Vallejo)

Paco Yunque es un niño provinciano, y del cual el autor relata, lo que sería su cautiverio dentro de la escuela. Paco Yunque es un niño provinciano, cuyo drama empieza el primer día que va al colegio, lugar que, paradójicamente, se constituye en una suerte de cautiverio, y reflejo de la sociedad desigual peruana. Paco llega por primera vez a la escuela de mano de su madre y se siente sorprendido al ver a su alrededor a tantos niños que juegan, ríen y saltan. Él que nunca había visto tal cosa, observa entre curioso y llenos de nervios. Ya en el aula se produce una lamentable confusión porque Paco Fariña y Humberto Grieve pugnaban por decidir con quién se sentaría Paco Yunque. El profesor se ve obligado a intervenir y mandar a Yunque con Fariña. Poco después, Paco y todos sus compañeros son testigos de cómo el profesor comete una gran injusticia al castigar al alumno Antonio Gesdres por haber llegado tarde y no castigar también a Humberto Grieve quien había hecho lo mismo. Pasado esto el profesor los puso a trabajar y dejo una tarea para que la realizaran de forma individual. Todos trabajaban, menos Humberto, quien en vez de eso, dibujaba peces, muñecos y cuadritos distraídamente. Al llegar la hora del recreo y después de salir todos del aula, Humberto roba la hoja de examen de Paco Yunque. Así, cuando los niños ingresan y el profesor pide los trabajos para corregirlos, todos entregaron sus pruebas, menos Paco Yunque. Humberto Grieve lo había sustraído y lo había hecho pasar como si fuese suyo. El profesor sancionó al pobre de Paco por no cumplir con su tarea. Cuando ingresó el director al salón de clases preguntó al profesor si ya tenía al mejor alumno del aula y el profesor dijo que sí, que era Humberto Grieve, por ser el ganador de la prueba. El director felicitó al niño, inmerecidamente. Mientras esto sucedía, Paco Yunque con la cabeza gacha solo atinaba a llorar impotente ante la injusticia, mientras que su amigo Paco Fariña lo consolaba.

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sobre las piedras. Su colgante lengua tenía un color pálido. Se trataba de un pero que podía esperar la muerte en medio de la soledad. Antuca había crecido junto con los perros.


Literatura Peruana El circo llega a Pisco. Abraham, un niño del lugar se detiene en el muelle para ver a los artistas olvidando ir a tiempo a su casa para evitar la preocupación de su madre. Entre los recién llegados ve una niña rubia que cautiva su atención. Apartir de allí la imagen de ella va con él a todas partes. El día de la función, Abraham y su familia acuden ansiosos y gozan de los primeros números del espectáculo; pero al llegar al ―Vuelo de los Cóndores‖, cuya estrella es nada menos que la frágil niña, Miss Orquídea, sucede algo trágico. Ella cae del trapecio y solo la red la salva de la muerte. El Vuelo de los Cóndores no se vuelve a repetir en los días siguientes. Días después Abraham descubre a Miss Orquídea sobre una terraza, inválida en su sillón. Se miran, sonríen y así día a día, porque diariamente se ven, un sentimiento callado va naciendo entre ellos que solo se manifiesta en dulces miradas y sonrisas. Entonces llega lo inevitable, el circo debe partir y con él la dulce niña. Abraham sigue con la mirada ―el vapor, que mancha con su cabellera de humo el cielo sangriento del crepúsculo‖.

La venganza del cóndor (Ventura García Calderón)

El capitán Gonzales tenía como sirviente a un humilde indio, a quien castigaba cruelmente con su látigo con puño de metal y una gema de oro por contera. Aquel día como tiene que viajar urgentemente a Huaraz, ordena de mala manera -a puntapiés- al indígena para que le ensillara un caballo. El pobre hombre fue a cumplir inmediatamente la orden de su abusivo patrón y no regresó nunca. Aunque, el capitán mandó buscar al asustado indígena en todo el puerto, no lo ubicaron. Al no poder localizarlo se marchó solo sin poder ocultar su inmensa cólera. Dos horas después, el narrador (que es García Calderón, su alter ego) ensilló su mula con la finalidad de proseguir su viaje. Ya subiendo a la cordillera se encuentra con el indio fugado y este se ofrece como su guía. Después de recorrer ambos un largo camino de la sierra, el humilde hombrecito le dijo que se detuviera y lo esperara un momento, tras lo cual se fue rápidamente. Transcurrieron los minutos y de pronto sonó en la montaña un poderoso ruido; algo rodó desde lo alto. Inmediatamente a 15 metros de García Calderón se atravesó un majestuoso vuelo oblicuo de cóndores y se puedo observar que una masa oscura, sangrante por todos lados, que al rodar iba dando botes y levantando mucho polvo. Allá abajo estaba el abismo y la horrible muerte. Al poco rato,

Aves sin nido (Clorinda Matto de Turner)

Don Fernando Marín, minero, y su esposa Lucia se identifican plenamente con el sufrimiento de los indios de Killac; socorren con dinero al Indio Juan Yupanqui para protegerlo de los cobros injustos a que lo sometían el cura Pascual, el gobernador Sebastián Pancorbo y los vecinos blancos, todos abusivos, todos poderosos. Las pérfidas acciones de estos miserables sujetos en Killac son extremadamente inhumanas. Por ejemplo: el rapto de la pequeña hija de Juan Yupanqui perpetrado por el cobrador de impuestos -con la complicidad de las autoridades- para luego vender a la niña en Arequipa. La ayuda que brinda don Fernando Marín salva a la hija de Juan Yupanqui. La solidaridad de la familia Marín con los indios humillados y maltratados simboliza la medición de un elemento externo y civilizador, ajeno a la estructura interna de la sociedad lugareña, que rompe el equilibrio tradicional de la explotación del indio. Los explotadores e sienten amenazados de afuera, por gente que no reconocen el equilibrio de la explotación, y por ello deciden suprimir la amenaza de manera violenta, recurso tradicionalmente efectivo para controlar la rebelión del indio. Organizan una asonada popular contra los forasteros para asesinarlos; los esposos Marín escapan a tiempo del atentado gracias a otra intervención providencial, en cierto modo otra vez ajena al lugar; se trata de Manuel, un joven estudiante de jurisprudencia, que con el exilio de su madre Petronila, se hace presente en la casa de los Marín para salvarlos. Manuel es hijastro del gobernador y este hecho crea disensión en el campo enemigo del indio; un elemento ideólogo interesante es que la salvación del indio en la novela indigenista tiene como punto de partida el cambio de la conciencia en algunas personas del grupo explotador, gracias a la intervención de un factor civilizador; de esta manera de plantear el problema comienza con ―aves sin nido‖. Antes de morir, Marcela Yupanqui confiesa un secreto a Lucia Marín, que será revelado al final de la novela, después de haber

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El vuelo de los cóndores (Abraham Valdelomar)

apareció el indio sorpresivamente preguntando si había visto rodar el cuerpo del capitán Gonzales desde el precipicio. Inmediatamente, al parecer muy consternado, el indio explica que a veces los atrevidos cóndores rozan con el ala el hombro de viajero, entonces este caía desde lo alto. El narrador reflexiona sobre la posibilidad de que tal vez haya un pacto diabólico entre los cóndores y los indígenas maltratados para vengarse de los abusos excesivos de sus patrones.


Literatura Peruana servido como ingrediente para crear un desenlace melodramático.

El cura personaje licencioso y uno de los instigadores de la asonada contra los Marín, rápidamente enferma y muere. Los otros complotados corren el peligro de ser enjuiciados por crimen; parecería que los mecanismos de la justicia, que no está del todo ausente, se movía para castigar a los culpables; pero nuevamente son burlados por las autoridades (el gobernados Sebastián y el juez de paz) encargados de hacerlos funcionar. Los culpables en Killac, atentados por el nuevo subprefecto, le echan la culpa de la asonada a otro indio, el campanero champú, que no tiene nada que hacer en el asunto, pero, por ser indio era la victima natural e inevitable dentro del sistema de explotación. El indio champú va a la cárcel, se apropian de su ganado, su mujer martinas acude donde los Marín para pedir ayuda; se repite el patrón de la salvación providencial. Los Marín cansados de vivir en un medio tan injusto y temeroso de otras represalias, resuelven marcharse a lima. Los Marín antes de la partida, dan un banquete a las personas más importantes que eran los más culpables, para con loable propósito cristiano logra persuadirles de que cambien sus costumbres ancestrales en nombre de la moral. Las cosas terminan como terminan con la llegada a killac de una orden judicial de encarcelamiento para los culpables del crimen. Manuel, entenado del gobernador, gestiona y logra la libertad del indio champú y también la de su padrastro; así quedan libres tanto el culpable como el inocente. Los Marín se marchan y Manuel los sigue para pedir la mano de margarita. El final de la novela es cuando Manuel y margarita descubren que son hermanos, hijos del Obispo Pedro De Miranda Y Claro, producto de una época en que los dignatarios de la iglesia no solo tenían los privilegios de la riqueza sino también la prerrogativa de los señores feudales.

Collacocha (Enrique Solari)

El campeón de la muerte (Enrique López Albújar)

Liberato Tucto consulta el destino de Faustina en la hoja de coca que últimamente le sabe amarga. Faustina, su única hija, ha sido raptada un mes atrás y no ha vuelto a dar señales de vida. Y Allí estaba Liberato, chacchando junto a su puerta, desconcertado, pues la coca le daba respuestas confusas. Sabía el afligido padre que el raptor Hilario Crispín era un golfo perdido, era ocioso, amigo de malas juntas y seductor de mujeres. Su corazón estuvo a punto de salirse del pecho cuando de entre las sombras de la noche surgió la torva figura de un hombre. Este era nada menos que el malhadado raptor quien se presentó ante él y vació un costal lleno de fétidos restos humanos, al mismo tiempo que le gritaba, altanero, ―viejo aquí te traigo a tu hija para que no la hagas buscar tanto, ni andes diciendo por el pueblo que un mostrenco se lo ha llevado‖. Y sin esperar respuesta de Tucto tomó el costal y de un golpe terminó de vaciar vació el contenido horripilante. Y luego ferozmente, Hilario Crispín, agregó: ―no te dejo el costal porque puede ser para ti si te cruzas en mi camino‖. Por otro lado, Juan Jorge era el más respetado Illapaco (matador de hombres) y a él acudió

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Las niñas Yupanqui, que se habían quedado huérfanas son adoptadas por los Marín. Margarita Yupanqui en manos de la novelista es apenas un recurso para insertar en la novela la trama romántica; sin ella el paso de la narración descansaría sobre la denuncia indigenista: Manuel se enamora subidamente de Margarita, como complemento de su figura como héroe salvador de los Marín. Las preocupaciones de Clorinda Matto de Turner exige el castigo de los personajes culpables, así la intención moralizante de la novela romántica se hace evidente.

Se inicia con la llegada del ingeniero Fernández, quien reemplazará al ingeniero Díaz en las obras de caminos cerca de la laguna Collacocha. El ingeniero Díaz explica a Fernández que la cabaña donde se encuentran pertenece a la central dos, que está justo al centro de dos túneles, por uno de ellos se va a la central tres; luego viene una serie interminable de túneles, puentes y quebradas, en lo alto queda la laguna Collacocha. De pronto entra Echecopar, hombre rudo de hablar pausado y enérgico, gran amigo de los indios que trabajan en los túneles, y empieza a dar órdenes por un dictáfono a todas las centrales. Luego aparece Soto, quien tiene a su cargo la central de Collacocha e informa a Echecopar que el nivel de la laguna ha descendido 60 cm en 6 horas, lo cual significa que la presión del agua ha aumentado tanto que se ha agrietado el fondo provocando filtraciones que podrían terminar en un aluvión; Echecopar no da importancia a la noticia pues llegaba en ese momento el primer camión proveniente de la selva con destino a la costa, conducido por Jacinto Taura, quien informa haber visto un pequeño arroyo a la entrada del túnel, lo que significa que el agua empezaba a filtrarse. La desgracia se presenta, el aluvión sepultó hombres y carretera. Después de cinco años se sabe que Echecopar ha construido al lado el cementerio, junto a sus cholos, y él mismo limpia y cuida las tumbas de los que murieron en el aluvión, interiormente se siente culpable y los recuerdos no lo dejan vivir.


Literatura Peruana Y así sucedió. La terrible cacería duró una hora y el horror desorbitó al asesino de la doncella que no pudo escapar a los certeros disparos del Illapaco. Finalmente el raptor terminó despedazado por los balazos. Juan Jorge le sacó los ojos al muerto y le cortó la lengua, guardando ambos órganos en su morral. El macabro ritual termina con el festín que realiza el sicario comiéndose el corazón de Hilario Crispín para aumentar su valor y su ferocidad porque su víctima es un cholo muy valiente.

Ushanan Jampi (Enrique López Albújar)

En la plaza todos se encontraban reunidos para ver el ―juicio‖ de Conce Maille al cual se le debía aplicar el ushanan jampi pero un indio agrego que mejor se le aplicara el jitarishum y si volvía al pueblo se le aplicaría el Ushanan Jampi. Como todo Yaya era algo malo para su orgullo bajar de las montañas, pasando una semana volvió al pueblo a escondidas para ir a su choza y visitar a su madre y chacchar coca pero los vecinos se alertaron y trataron de capturarlo pero huyo , a medio camino quedo acorralado pero tenía una escopeta y amenazó con matarlos a todos . Los yayas astutos enviaron a José Facundo para convencerle de que se rindiera y así lo dejarían en libertad, pero este le engaño y los Yayas le aplicaron el Ushanan Jampi, es decir la pena de muerte, y parte de su columna vertebral lo dejaron a orillas del Chillan. A los seis meses aún quedaban algunos de sus restos en la puerta de su choza unos colgajos secos amarillentos grasosos que era sus intestinos de Conce Maille que mandaron a colocar los yayas.

Los ojos de Judas (Abraham Vladelomar)

Este cuento está ambientado en la ciudad de Pisco, puerto ubicado al sur de Lima y lugar de muchos relatos famosos del autor. En este caso se narra las experiencias de un niño durante la quema del muñeco de Judas, costumbre propia de estas regiones peruanas. Abraham, el narrador, recuerda a su padre empleado de aduana, que por razón de su trabajo, recibe y controla los barcos que llegaban al puerto. Así, en este capítulo II lo dedica a la descripción del cuadro hogareño del niño con profunda veneración: ―Mi padre que era empleado en la Aduana tenía un hermoso tipo moreno. Faz tranquila, brillante mirada, bigote prodigo (…) Mi madre era dulcemente triste‖; también nos presenta a la hermana menor.

Una noche, el padre comenta secretamente, un oscuro incidente ocurrido a una vecina con esposo encarcelado por una presunta venganza y delatado por su propia pareja. La conversación narrada en el capítulo III, se efectúa después de que Abraham despierta sobresaltado al oír nerviosamente que un tal Fernando asesinó a un tal Kerr y que la mujer del asesino, Luisa, se ha visto obligada a delatarlo por temor a la retención de su hijo menor. Posteriormente como represalia, sufriría el rapto de su hijo. El capítulo IV es sumamente breve, se describe como el niño narrador se va quedando dormido a orillas del mar mientras le parece ver acercarse la silueta de una mujer de blanco. El niño Abraham despierta en el capítulo V y halla sorprendido en su bolsillo una medalla de plata con la imagen de la Virgen María por lo que al siguiente día regresa al mismo lugar. Al encontrar a la ―señora blanca‖, se entabla un importante dialogo referente a la fiesta popular del día sábado de gloria, donde la figura de Judas pretende quemarse frente al lodo le pueblo. El niño niega varias veces perdonar al ―traidor‖ a pesar de las reiteradas preguntas de la mujer. Finalmente, en el capítulo VI, Abraham se enfrenta no solo a la muerte de la ―señora blanca‖ sino también a la cancelación de su candor cuando comprende violentamente su culpa, como resultado de sus respuestas inhumanas y carentes de piedad para perdonar Judas y por el conocimiento del lugar donde debía producirse la muerte. El pequeño narrador se siente profundamente culpable del fallecimiento de la misteriosa mujer. Valdelomar nos ayuda a concluir a través de dos acontecimientos cargados de tensión: el naufragio y el cadáver de la ―señora blanca‖ y; el descubrimiento del protagonista como agente de la muerte de una figuro poseedora de características virginales y misteriosas que la niñez del protagonista se ha cancelado, debido al acontecimiento trágico que marco indeleblemente su personalidad.

El hipocampo de oro (Abraham Valdelomar)

La casa de la señora Glicina era pequeña y limpia. En la aldea de pescadores ella era la única mujer blanca entre los pobladores indígenas. Alta maciza, flexible, ágil, en plena juventud. Mas la señora Glicina no era feliz: era viuda y estéril. Un día apareció un barco extraño, llegó a la orilla en el crepúsculo con un gallardo caballero. Aquella noche pernoctó en la casa de la señora. Durmió con ella sin que ella le preguntara nada, porque ambos tenían la conciencia de que eran el uno para el otro, se confundieron con un beso, y al alba, la dorada nave se perdió en la neblina. Aquel amor breve fue como la realización de un mandato del destino. Y la señora Glicina fue desde ese momento la viuda de la aldea.

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Liberato Tucto para vengar a su hija. Ofreció cuatro toros al mercenario y exigió que lo matara de diez tiros, siendo el décimo el que lo eliminara.


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Hebaristo, el sauce que murió de amor (Abraham Valdelomar)

Evaristo Mazuelos, el farmacéutico de P. y Hebaristo, el sauce fúnebre de la parcela eran dos vidas paralelas, dos ojos de una misma y misteriosa y teórica cabeza, dos brazos de una misma desolada cruz, dos estrellas insignificantes de una misma constelación. Mazuelos era huérfano y guardaba al igual que el sauce, un vago recuerdo de sus padres. Así como el sauce era árbol que solo servía para cobijar a los campesinos a la hora cálida del medio día, Mazuelos solo servía en la aldea para escuchar las charlas de quienes solían cobijarse en la botica; y así como el sauce daba una sombra indiferente a los gañanes mientras sus raíces rojas jugueteaban en el agua de la acequia, así él oía con desganada abnegación, la charla de los otros, mientras jugaba, el espíritu fijo en una idea lejana, con la cadena de su reloj, o hacía con su dedo índice gancho a la oreja de su botín de elástico, cruzadas, unas sobre otras, las enjutas magras piernas. Mazuelos estaba enamorado de Blanca Luz, hija del juez de Primera Instancia, una chiquilla de alegre catadura, esmirriada y raquítica. Si Hebaristo, el melancólico sauce de la parcela en vez de ser plantado en las afueras de P., hubiera sido sembrado como era lógico, en los grandes saucedales, su vida no resultaría tan solitaria y trágica. Aquel sauce, como el farmacéutico Mazuelos, sentía, desde muchos años atrás. La necesidad de un afecto, el dulce beso de una hembra, la caricia perfumada de una unión indispensable. Envejeció Evaristo, el enamorado boticario, sin tener noticias de su amada Blanca Luz. Envejeció Hebaristo, el sauce de la parcela, viendo secarse, estériles, sus flores en cada primavera. Solía, por instinto, Mazuelos, hacer una excursión crepuscular hasta el remoto sitio donde el sauce, al bordo del arroyo, enflaquecía. Sentábase bajo las ramas estériles del sauce y allí veía caer la noche. El árbol amigo que quizás comprendía la tragedia de esa vida paralela, dejaba caer sus hojas sobre el cansino y encorvado cuerpo del farmacéutico. Un día el sauce esperó vanamente la llegada de Mazuelos. El farmacéutico no vino. Aquella misma tarde el carpintero de P. … enviado por el dueño de la ―Carpintería y confección de Ataúdes de Rueda e Hijos‖, llegó con una tremenda hacha y taló el sauce. Por la misma calle venían juntos el sauce y el farmacéutico, ahora si unidos para siempre. El sauce sirvió para el cajón del farmacéutico. El alcalde municipal del pueblo, tomó la palabra en el cementerio: ―aunque no tengo las dotes oratorias que otros, agradezco el honroso encargo que la sociedad de socorros Mutuos a depositado en mí, para dar el último adiós al amigo noble y caballeroso, al empleado cumplidor y al ciudadano integérrimo, que en este ataúd de duro roble‖… y concluía: ―Mazuelos tú no has muerto. Tu memoria vive entre nosotros. Descansa en paz‖. Al día siguiente el dueño de la funeraria, lleva al

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Pasaron tres años, tres meses, tres semanas y tres días y ella se dirigió hacia donde se oculta el sol. Caminaba la viuda por la orilla de la playa y se encuentra sucesivamente con un pescador de perlas, otro de corales y un niño que pescaba carpas. Ellos le advierten que no se aleje porque pudiera salir el hipocampo desde el fondo del mar. No les hace caso y continúa hacia el sur. Ya se ponía sol, caía la noche. Entonces un animal rutilante surgió entre las aguas agitadas y, en las tinieblas. Y empezó a llorar desconsoladamente. - ―¿Por qué eres tan desdichado señor?- interrogó la viuda- Un rey bien puede decirle a sus súbditos que le de todo lo que tienen pero no la felicidad. Si mis siervos supieran que su rey podía tener deseos insatisfechos, perdería todo respeto hacia la majestad real y me creerían igual a ellos. Mi reino caería hecho pedazos. Estos ojos que veis no me durarán sino hasta mañana. Cada luna yo debo proveerme de mi nueva copa de sangre, que es la que me da a mi cuerpo esta constelada brillantez; y si no la consigo volveré sin luz‖ Luego, agregó, mirando fijamente a la viuda:-―A propósito, que ojos tan bellos tenéis, señora mía. Os parecen bellos -repuso la señora - por que vos lo necesitáis pero de mí sólo me sirve para llorar…‖ - ―¿Qué darías, Oh rey de oro, por conseguir estas tres cosas?‖ ―Daría todo lo que me fuera solicitado. Hasta mi reino. -Yo ame a un príncipe que vino del mar hace tres años- dijo la señora- Yo os daría mis ojos, os llenaría la copa de sangre y si vos me dierais el secreto para que nazca el fruto de mi amor tal como yo lo deseo. -―púes bien - dijo el Hipocampo de oro- Vuestro hijo nacerá. Oídme y obedéceme: Cuando me entreguéis tus pupilas, me des la copa de sangre y la flor de azahar moriréis en seguida, pero vuestro hijo habrá nacido ya. ¿Estás resuelta?‖, -De acuerdo- dijo la señora Glicina y partió en busca de la flor de durazno en azahar. Avanzada la noche, regresó desfalleciente con su trofeo y se la entregó al hipocampo. De inmediato se arrancó los ojos y este se los puso en sus cuencas ya vacías. Luego se rasgó el pecho y la sangre salió hacia la copa y el rey del mar la bebió, ansioso -―¡Ahora dame mi hijo! – exclamó la señora. - Sea. ¡Adiós! Tú lo quieres así. Mañana, después del crepúsculo morirás, pero tu hijo vivirá con la virtud del amor, para siempre‖. -―Gracias, ¡Oh rey del mar! ¿Qué vale lo que te he dado cuando tú me has dado un hijo?‖… Más no lo oyó el hipocampo de oro porque ya había hundido en el mar dejando una estela rutilante entre las ondas frágiles


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Ña Catita (Manuel Ascencio Segura)

Esta obra teatral es definitivamente la más importante del Costumbrismo y también una de las mejores del siglo XIX. En ella se resume todo el humor y la chispeante gracia propia de la producción literaria de Manuel Ascencio Segura. Ña Catita, el personaje principal –cuyo nombre da título a la comedia- es considerada la figura dramática de mayor relieve y la mejor lograda de todo el teatro peruano. Debemos aclarar que no es un personaje original sino que su origen está en la chismosa trotaconventos del drama español, y, qué duda cabe, en la imagen de La Celestina de Fernando Rojas. Pero la caracterización que le imprime Segura, ese típico sabor criollo en el habla, en su performance a lo largo del argumento la consagra a Ña Catita como limeña y peruana criolla por excelencia. Sucede que los esposos don Jesús y doña Rufina tienen una hija ya casamentera: Juliana. La madre, en quien antes ha operado la mediación de Ña Catita una anciana pícara, chismosa e intrigante, pretende ligar el destino de su hija al de don Alejo, hombre mayor, tipo donjuanesco que finge alta prosapia y dorada comodidad, refinamientos y de clase acomodada. Juliana, todo candor y dulzura, sin embargo, corresponde a la amorosa pasión de don Manuel, mozalbete pobre y sin porvenir, y se opone tercamente a los designios de su madre. Así, no se deja seducir por el futuro prometedor que le augura su madre al lado del otoñal galán, ni se amedrenta ante sus amenazas ni presiones. De igual modo desoye los melosos consejos de Ña Catita. Pero las cosas salen mal para los jóvenes amantes (Juliana y Manuel): ella está a punto de ser prometida en matrimonio a Don Alejo (Sin importar las protestas de don Jesús y los desconsuelos de Manuel). En aquel momento, oportunamente, llega don Juan, un viejo amigo de la familia, quien involuntariamente, desbarata las pretensiones del entusiasmado don Alejo. En efecto, recién llegado del Cuzco, entrega al empavonado novio una carta que le enviara su mujer. Rufina desfallece de espanto y llora su desgracia al descubrirse engañada por el maduro novio. Ña Catita, por perversa y proxeneta, es arrojada de la casa. Se termina asegurando el casamiento de Juliana y Manuel, en tanto que don Jesús, por intercesión de don Juan, perdona las bellaquerías de Rufina. Esta obra fue estrenada en la noche del 24 de enero de 1845, y reestrenada con agregados el 7

de septiembre de 1856, triunfando merced al genio de la actriz Encarnación Coya.

Un mundo para Julius (Alfredo Bryce Echenique)

Un mundo para Julius describe, con profunda sutileza, el mundo de la oligarquía limeña, aunque el ambiente, los personajes y las situaciones podrían desarrollarse perfectamente en cualquier ciudad latinoamericana. La obra constituye una crítica mordaz, aunque amortiguada por la ironía, el humor y la ternura presentes en el texto, de esa oligarquía. En el seno de esta clase social privilegiada, el protagonista de la novela, Julius, un niño de una extrema sensibilidad y, en cierta medida, triste y melancólico ("sabes que tu vida estará llena de esos momentos, de esa amenaza de pena que ya es tristeza"), intentará encontrar su lugar, creciendo a caballo de dos mundos opuestos: el de la extrema indiferencia y frialdad de su familia, y el del afecto y el calor de la servidumbre. A lo largo del libro vemos cómo Julius vive su infancia entre los cinco y los once años inmerso en un mundo de lujo, de exquisito buen gusto (simbolizado por el club de golf), pero sumamente frágil y poblado de "gente bronceada, de deportistas ricos, donde nadie era feo o desagradable", unos personajes superficiales y vacíos. Su madre, Susan, simplemente "linda", es una peruana de origen inglés educada en Inglaterra, frívola, y superficial, incapaz de sentir ni mantener ninguna relación afectiva auténtica ni con sus hijos ni con nadie de su entorno, pero siempre con un darling a punto en sus perfectos labios. Juan Lucas, padrastro de Julius y segundo esposo de Susan ("nadie tan feliz como Juan Lucas; bueno, él siempre estaba feliz o a punto de irse al golf o a una de sus haciendas [...] o a un cóctel") es un ser frío que vive volcado en su intensa vida social, y que desprecia profundamente todo aquello que rezume una cierta sensibilidad o ternura, como el mismo Julius, de quien opina que "era un imbécil nato", o la servidumbre: "Nunca veía a la gente que le abría la puerta, era parte de su elegancia". Sus hermanos mayores Bobby y Santiago, víctimas y reflejo de su entorno, son fríos y materialistas. Bobby es un adolescente caprichoso y emocionalmente inestable, que tiene como héroe y modelo a Santiago, el mayor de los hermanos, un "mártir de la táctica", por quien su madre "a duras penas recordaba que en los Estados Unidos había un rubio igualito a ella, Santiago, que pedía y pedía dólares en cartas que empezaban de amor maternal y terminaban de negocios, de amor a Juan Lucas". En la mirada de Santiago, Julius descubrirá el reflejo del vacío absoluto. Con su hermana Cinthia, un ser frágil y sensible, Julius establece una relación y una complicidad que van más allá de su prematura muerte a causa de una afección pulmonar. Por otra parte, Julius crecerá rodeado de otro mundo bien distinto: "la sección servidumbre ejerció siempre una extraña fascinación sobre Julius, la

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señor Urzueta una factura por un ataúd de roble por 18.70 soles. El alcalde reclamó airadamente que el ataúd no era de roble sino de sauce. El señor Rueda le dijo que era cierto; pero que entonces como se vería en su discurso la frase ―duro sauce‖ en vez de ―duro roble‖. El alcalde pagó sin chistar.


Literatura Peruana las más tristes (como la de su sórdida profesora alemana de piano, nieta del mismísimo Beethoven según Juan Lucas), pasando por las escenas casi esperpénticas, como la descripción de los personajes y el ambiente taurino de la ciudad de Lima. Se trata de una novela en el más puro estilo tragicómico, que invita a la reflexión sobre la injusticia, la frivolidad y la falta de estima desde la aparentemente ingenua mirada de un niño.

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fascinación de "no lo toques, amor; por ahí no se va, darling". Julius se refugiará en la servidumbre para obtener el afecto que su familia -su madre-, casi siempre ausente, es incapaz de proporcionarle; unos personajes que gozan con el simple espectáculo de ver comer al pequeño Julius en su comedor infantil, que rebosan amor como bien reconoce la misma Susan: "En todo están cuando se trata de... ¡qué bárbaros para querer!". Así pues, Julius se sentirá atraído y ligado a estos personajes: Vilma, "la chola hermosa", su niñera adorada, que acabará siendo la víctima del capricho de su hermano Santiago; Nilda, "la Selvática, la cocinera, la del olor a ajos", que fascina a Julius con sus relatos de la selva, y acabará en la calle por sus formas poco al gusto del señor Juan Lucas; Arminda, la lavandera de la familia; los mayordomos Daniel y Celso, este último admirado por Julius por tener la custodia de la caja del Club de Amigos de Huarocondo (un lugar tan mítico para Julius como la Tambopata de las historias de Nilda); y por último Flora, la encargada de los niños en el nuevo palacio, y de apodo "Decidida", por su desparpajo y seguridad en sí misma. La admiración y la estima que Julius siente hacia ese mundo se plasma en uno de los pasajes más emotivos del libro, cuando el niño, con sus estratagemas, consigue que el ataúd de Arminda, contradiciendo las órdenes de Juan Lucas, salga, con todos los honores, por la puerta principal del palacio, vengando así, a modo de recuerdo hacia su hermana, el entierro de segunda que tuvo el ama de Cinthia. Pero en alguna situación el niño Julius entrará en contradicción con este ambiente con el cual está emocionalmente tan implicado, pero que por posición social le es ajeno. De ahí el engorro y la turbación que le produce la aparición de la pobre Arminda el día de su cumpleaños con "el regalo de una mujer pobre a un niño millonario", quedando como contagiado de la reacción de sus padres: la mirada indiferente de Juan Lucas, para quien "Arminda no importaba", mientras Susan "interesadísima [...] seguía la apertura del paquete con un delicioso y falso entusiasmo". El libro nos relata también sus primeros años de escuela, en un colegio de "monjitas americanas y realmente buenas" en el que se refleja la estructura de esta sociedad, vislumbrándose en la relación entre los niños el germen de la injusticia que la rige. Julius, una vez más, se comportará al margen de esta sociedad clasista: ya sea con su vínculo de amistad con el personaje más menospreciado por el resto de sus compañeros por su origen humilde, como por el sentimiento de pena y remordimiento que le provocarán las bromas crueles de sus colegas a los compañeros pobres, o con la venganza sutil e inteligente urdida por Julius contra el matón de la clase. El humor y la ternura nos acompañan en las innumerables anécdotas que pueblan esta novela, desde las más entrañables (como la decisión de Nilda de pegar las orejas de Julius a su cabeza con cinta adhesiva para intentar corregir su defecto) a


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