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Castellanos y otros.
• En Elena Garro no hay ideolcgia movimiento, la revoluci6n mexicana referencia hist6rica.
• Una de las creaciones mas perfec hispanoamericana contemporanea,
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naci6 en Puebla, estudio Letras Espanolas en la UNAM y uabaj6 como core6grafa con Julio Bracho. Se dio a conocer como dramaturga en 1957 con tres piezas: AndaTSe pot IIJS ramIJS, Los pilam de dona Blanca y Un hogar s6lido. En 1963 fue representada otra obra suya, La senora en su bak6n, y ese mismo ano public6 su primera novela, Los recuerdos del porvenir, que gan6 el premio Xavier Villaurtutia 1963. Posteriormente escribi6 dos obras de teatro, La dama bobÂŤ (1964) y Felipe Angeles (1979). Es aurora de las siguientes novelas: Andamos huyendo Lola (1980), Testimonios sabre Mariana (Premio Grijalbo, 1981), Reencuentro de personajes (1982), La casa junto at no (1983), Y Matarazo no Ilam6 (1991), dellibro de cuentos La semana de colores (1964), y de Memorias de Espana 1937 (1992). Clasica de la literatura mexicana contemponnea y pionera del realismo magico, Los recuerdos del porvenir ha sido traducida a varios idiomas. ELENA GARRO
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Primera edici6n [Novelistas Contempo noviembre de 1963
Segunda edicion, Laurel, agosto d Š Elena Garro, 1963
D.R. Š Editorial Joaquin Mortiz, S.A Grup o Editorial Planela Insurgentes Sur 1162-30. , Col. de Deleg. Benito Juar ez, 03100 , D ISBN 968-27-0567 -3
Ilustracion de la portad a: Saul V Fotograffa de la autora: Rogelio C
Primera edicion [Novelisras Contemporaneo noviembre de 1963
Segunda edicion, Lau rel , agosto de 1993 e Elena Garro , 1963
D.R. e Editorial Joaqufn Mortiz, S.A. de C Grup o Editorial Planeta Insurgentes Sur 1162-30., Col. del Valle
Dd eg. Benito Juarez, 03100, D. F.
ISBN 968-27-0567-3
Ilustracion de la portada : Saul Villa
Fotograffa de la aurora: Rogelio Cuellar
llevadas en vilo por los jinetes. Cuando ellos cieron y las llamas quedaron convertidas en ce jovenes hurafias empezaron a salir por los broca pozos, palidas y enojadas por no haber particip desorden. Mi gente es morena de piel. Viste de manta calza huaraches. Se adorna con collares de oro al cuello un pafiuelito de seda rosa. Se mueve habla poco y contempla el cielo. En las tardes, sol, canta. Los sabados cl atrio de la iglesia, sembrado d dros, se llena de compradores y mercaderes. Bri los refrescos pintados, las cintas de colores, las c oro y las telas rosas y azules. El aire se impregna d de fritangas, de sacos de carbon oloroso todavia a de bocas babeando alcohol y de majadas de burro noches estallan los cohetes y las rifias: rclucen lo tes junto a las pilas de maiz y los mecheros de petr lunes, muy de manana, se retiran los ruidosos dejandome algunos muertos que el Ayuntamient Y esto pasa desde que yo tengo memoria. Mis calles principales convergen a una plaza s de tamarindos. Una de elIas se alarga y descien perderse en la salida de Cocula; lejos del centro drado se hace escaso; a medida que la calle se h casas crecen a sus costados sobre terraplenes de metros de alto. En esta calle hay una casa grande, de piedra, c rredor en forma de escuadra y un jardin lleno d y de polvo. AlIi no corre el tiempo: el aire quedo dcspues de tantas Iagrimas. El dia que sacaron e de la senora de Moncada, alguien que no recuer el porton y despidio a los criados. Desde entonce nolias florecen sin nadie que las mire y las hierba 12
llevadas en vilo por los jinetes. Cuando el cieron y las llamas quedaron convertidas en j6venes hurafias empezaron a salir por los br pozos, palidas y enojadas por no haber part desorden. Mi gente es morena de piel. Viste de ma calza huaraches. Se adorna con collares de al cuello un pafiuelito de seda rosa. Se mue habla poco y conternpla el cielo. En las tard sol, canta. Los sabados el atrio de la iglesia, sembrad dros, se llena de compradores y mercaderes. los refrescos pintados, las cintas de colores, l oro y las telas rosas y azules. EI aire se impregn de fritangas, de sacos de carb6n oloroso todav de bocas babeando alcohol y de majadas de b noches estallan los cohetes y las rifias: reluce tes junto a las pilas de maiz y los mecheros de p lunes, muy de manana, se retiran los ruidos dejandome algunos muertos que el Ayuntam Y esto pasa desde que yo tengo memoria. Mis calles principales convergen a una pla de tamarindos. Una de elIas se alarga y des perderse en la salida de Cocula; lejos del cen drado se hace escaso; a medida que la calle casas crecen a sus costados sobre terraplenes metros de alto. En esta calle hay una casa grande, de piedr rredor en forma de escuadra y un jardin llen y de polvo. Alli no corre el tiempo: el aire qu despues de tantas lagrimas. EI dia que sacar de la senora de Moncada, alguien que no re el part6n y despidi6 a los criados. Desde ento nolias florecen sin nadie que las mire y las hi 12
piedra aparente. Y como la memoria contie tiempos y su orden es imprevisible, ahora esto geometrfa de luces que invent6 a esta ilusoria una premonici6n de mi nacimiento. Un pun determina un valle. Ese instante geometrico s mento de esta piedra y de la superposicion que forman el mundo imaginario, la memori ve intactos aquellos dias; y ahora Isabel esta bailando con su hermano Nicolas, en el corre do por linternas anaranjadas, girando sobre con los rizos en desorden y una sonrisa encan labios. Un coro de j6venes vestidas de claro madre la mira con reproche. Los criados est alcohol en la cocina. -No van a acabar bien -sentencian las gen alrededor del brasero. -ilsabel! ~Para quien bailas? iPareces una
II
Cuando el general Francisco Rosas lleg6 a me vi invadido por el miedo y olvide el arte Mis gentes no bailaron mas delante de aque extranjeros y taciturnos. Los quinques se ap diez de la noche y esta se volvi6 sombria y te EI general Francisco Rosas, jefe de la Gua Plaza, andaba triste. Se paseaba por mis ca dose las botas federicas con un fuete, no da saludo y nos miraba sin afecto como 10 ha nos. Era alto y violento. Su mirada amarilla tigres que 10 habitaban. Lo acompafiaba su coronel Justo Corona, tambien sombrio, con rojo atado al cuello y un sombrero tejano 14
minosa permanecfa intacta la habian escamoteado, per palabra inesperada podia aguardabamos en silencio. vigilado de cerca por esos h a los arboles de ahorcados. ral nos producfa temor. Lo tristes y de cuando en cuan grito alargado y roto que re tarde. A oscuras su borrach cfrculo se cerraba sobre mf al abandono en que me en cion de haber perdido mi d estaba inquieto y zozobram Tambien el general, inc fuera del tiempo, sin pasad presente enganoso organiz da, y deambulaba en la noc de la Banda Militar. Yo call rrados y el Gallo pasaba con Temprano en la manana a los arboles de las trancas de haciendo como si no los vie
-Mas pecados p araJulia - se d eda Dorotea cuan te mp rano p asaba cerca d e las trancas de Cocula p beber su vaso d e lech e al pi e de la vaca. -iDios los tenga en su Santa Gloria! -agregaba m a los ahorcados, descalzos y vestidos de manta, qu dan indiferentes a la piedad de Dorot ea. "De los hu se ra el Reino de los Cielos " recordab a la viej a, y la rcs p landeciente d e rayos de oro y nubes blanqufsim re cia ante sus ojos. Bastab a extender la mano p a ese m orn ento int acto. Pcro Dorotea se guardaba ce r el adernan: sabia que una fracci6 n mini ma de co nte nia al ab ismo enorme d e sus p ecados y la s del presente ete rno. Lo s indios colgados obeded o rden perfecto y es taban ya d entro del tiempo nunca alcan zarfa . "Estan ahi por pobres." Vio s bras d esprenderse d e su lengua y llegar h asta lo s los ahorcados sin tocarlos. Su muerte nun ca serfa d e ellos. "N o todos los h ombres a lcanzan la perfe m orir; hay muertos y h ay cadaveres, y yo sere un c se dij o co n tri steza; el muerto era un yo d escal zo, puro que a lca nza el orden de la Glo ria; el cadaver menta do p or las h erencias, las usuras, y las rentas. n o tenia a quien decirl e sus p en samientos, pues v en una cas a medio en minas , detr as d e las tapias d de d on a Matilde. Sus pad res fueron los p ropietari m inas La Alhaja y La En contrada, alla en Tetela. ellos murieron, Dorotea vend i6 su casa gran de y la que hab ia sido d e los Cortina y en ella vivi6 h a d e su muer te. Una vez sola en el mund o , se d edic puntill as p ara el altar, b ordar ropones p ara el Ni y encargar alh ajas para la Virgen. "Es u na alma d ded amos d e ella . Cuan do llegab an las fiestas, D d ona Matilde se encargaban d e vest ir las im age d os muj eres encerradas en la iglesia cu rnplian 16
-Mas pecados paraJulia -se decia Dorotea cuand temprano pasaba cerca de las trancas de Cocula pa beber su vaso de leche al pie de la vaca . -iDios los tenga en su Santa Gloria! -agregaba m a los ahorcados, descalzos y vestidos de manta, que dan indiferentes a la piedad de Dorotea. "De los hu sera eI Reino de los Cielos" recordaba la vieja, y la resplandeciente de rayos de oro y nubes blanquisim reda ante sus ojos. Bastaba extender la mano para ese momento intacto. Pero Dorotea se guardaba cer el ademan; sabia que una fracci6n minima de t contenia al abismo enorme de sus pecados y la se del presente eterno. Los indios colgados obedecia orden perfecto y estaban ya dentro del tiempo qu nunca alcanzaria. "Estan ahi por pobres." Vio su bras desprenderse de su lengua y lIegar hasta los p los ahorcados sin tocarlos. Su muerte nunca seria c de ellos. "No todos los hombres alcanzan la perfecc morir; hay muertos y hay cadaveres, y yo sere un cad se dijo con tristeza; el muerto era un yo descalzo, u puro que alcanza eI orden de la Gloria; eI cadaver v mentado por las herencias, las usuras, y las rentas. D no tenia a quien decirle sus pensamientos, pues viv en una casa medio en ruinas, detras de las tapias de de dona Matilde. Sus padres fueron los propietarios minas La Alhaja y La Encontrada, alia en Tetela. C ellos murieron, Dorotea vendi6 su casa grande y c la que habfa sido de los Cortina y en ella vivio hasta de su muerte. Una vez sola en eI mundo, se dedic6 puntillas para el altar, bordar ropones para eI Nino y encargar alhajas para la Virgen. "Es una alma de deciamos de ella. Cuando lIegaban las fiestas, Do dona Matilde se encargaban de vestir las imagerie dos mujeres encerradas en la iglesia cumplian su 16
blancos. -Doro, ~me dejas ver tu cuarto? -pedia Isabe La {mica habitaci6n que ocupaba Dorotea te redes tapizadas de abanicos que habian pertene madre. Habia tambien imagenes santas y un ol 10 y a cera quemada. A Isabel le asombraba aqu siempre recogido en la penumbra. Le gustaba co los abanicos con sus paisajes menudos ilumina luna, la s terrazas oscuras en las que parejas desv minusculas se besaban. Eran imagenes de un am minucioso y pequeiilsimo, encerrado en aquella guardadas en la oscuridad. Permaneda largo r do esas escenas intrincadas e invariables a tra afios. Los demas cuartos eran muros negros p pasaban gatos furtivos y entraban las guias de l azules. -iNicolas, cuando yo sea muy vieja tendre
asi! -iCallate, muchacha, tu no estas hecha par sola... ! Ya sabes que cuando te cases te llevas lo que mas te gusten. Nicolas se ensombreda, el pelo negro y los
enturbiaban. -~Te vas a casar, Isabel? Apoyado en un pilar del corredor, Nicolas Isabel del cuarto de Dorotea con el rostro tran perdida en un mundo desconocido para el, Lo ba, 10 dejaba solo, rompia ellazo que los unia d Y el sabia que tenian que ser los dos: huirian los esperaban los caminos con su aureola de ciente, el campo tendido para ganar la batall Los dos debian descubrirla para que no se le alguna grieta. Despues se encontrarian con los los llamaban desde un mundo glorioso de da los Moncada, no morirfan en su cama, en el su 18
- Do ro , cll1 e d ej a s vcr tu c u a r to? -pedia Isa b el. La uni ca h abitacion qu e o cu p a ha Dorot ea ten ia la s p a rc d c s tapi zada s d e aha n icos q ue h abfan p crtc n ccido a su m adre. H abia t a m b ic n im.igcncs sa n tas y un o lor a pab i 10 y a cer a qu crn ada . 1\ Isabel lc a so m b r a b a a q u c l c u a r to sicmprc rc cogido e n la p enumbra . Le g us taha co n te m p la lo s a ha ni cos co n su s p ai saj cs mcn udo s iluminaclo s pOI la lun a , !a s tc rraza s oscu ra s e n la s q u e parc jas d csva n cc id as y mimi sculas sc b cs aba n . Era n im .igcncs d e 1111 a m or ir rcal minucioso y p c qu c fiisi m o, c nc c rrad o e n a q u c llas p rc n cla g lla rdada s e n Ia o scu ridad . Pcrruan c cia largo r.u o m ira n d o csa s cscc n a s inuin cad a s c in va r ia b le s a I raves d e lo a i-lOS . Lo s d en nis c u.ui o s c ra n m uro s n cg ros pOI' lo s qu e p nsabau g a lo s 1"111'1 ivo s y c u t rabun la s g ufas d e lo s m.uu o .izu lcs. - iN ico !'ls, CII;IlHlo yo sea lIlu y vic ja tcud r c Ull cu a rt o
axi! - i<:;illa lc , m u chach a , n i 110 es t,is h c c h a pal a qu ed'lll c so la . . . ! Ya sa bcs (JIll' c ua n rlo tc ca se s t c llc va s lo s a ha n ico
qu e 1ll,IS t c g us le n . N icol.iÂť sc c uso m hrccia, c l p clo lIeglo y lo s ( ~jos sc lc c u n n hi uh an . - (,I'e vas a cas a r, Isabel ? Apoyado e n 1111 p ila r del co rred o l, N ico \;'\s vcla sa lir Isahel del cua r to d e DOlol ea co n el l o st ro I ran s (,igu r ad o p eldida e n lin nllll Hlo d e scoll o cid o para c l. I. o Ir ai ci olla h a , ]0 d c.jaba so lo , IUlll pfa ell a zo qu e lo s unfa d e sd e lIil-IOS Y c l sa h ia qu e ten ian qu e SCI' lo s d o s: h ll irfa n d e: Ixt epe c lo s es p e r a han lo s ca m in os co n S li a u reo la d e po lvo rclu c ie llle, eI G\m p o telld id o p a ra ga lla r la h al a lla . . . cC u,iI Lo s d o s d eb ia n d e scubrirl a p ara q u e n o se Ics fuera pO ,dg lllla g r ie ta . Ik sp u c s se e ncon l r a rfa n co n lo s h {: ro e s q" lo s llamahan d e sd c un 1l111ndo glorios o d e c!a r illes. Ellos lo s !'v1on GIc!,l, n o m o rirfan e n su :::a m a , en d su d Ol d e IIl1 a 18
plejo a sus hijos. Sus palabras cayeron en el desp hora apacible y se perdieron sin eco por los rin jovenes, inclinados sobre el tablero de un juego no se movieron. Hada ya tiempo que su padre misma frase. Los drculos de luz repartidos en cion continuaron intactos. De cuando en cuand leve de una dama corriendo en el tablero abria una puerta minuscula por la que huia vencida. dejo caer su libro, subio con delicadeza la mech que y exclamo en respuesta a las palabras de s -iEs diffcil tener hijos! Son otras personas.. En el tablero blanco y negro Nicolas movie Isabel se incline a estudiar el juego y Juan c lengua varias veces para conjurar un pleito en mayores. El reloj martilleaba los segundos de de caoba. -Cuanto ruido haces en la noche -Ie dijo d mirandolo con severidad y amenazandolo con dice. -Son las nueve -respondio Felix desde su r deciendo a una vieja costumbre de la casa, se le escabel, se dirigio al reloj, abri6 la puertecilla despreridio el pendulo. El reloj qued6 mudo. F la pieza de bronce sobre el escritorio de su am ocupar su sitio, _ Ya por hoy no nos vas a corretear -come mirando las manecillas inmoviles sobre la cara celana blanca. Sin el tictac, la habitaci6n y sus ocupantes un tiempo nuevo y melancolico donde los gesto se movian en el pasado. Dona Ana, su marido y Felix se convirtieron en recuerdos de ellos futuro, perdidos en una luz amarilla e indivi separaba de la realidad para volverlos s610 pe la memoria. Asi los veo ahora, cada uno inc
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plejo a sus hijos. Sus palabras cayeron en el d hora apacible y se perdieron sin eco por los j6venes, inclinados sobre el tablero de un ju no se movieron. Hacia ya tiempo que su pa misma frase. Los cfrculos de luz repartido ci6n continuaron intactos. De cuando en cu leve de una dama corriendo en el tablero a una puerta minuscula por la que huia venc dej6 caer su libro, subi6 con delicadeza la m que y exclam6 en respuesta a las palabras d -iEs diffcil tener hijos! Son otras person En el tablero blanco y negro Nicolas mo Isabel se inclin6 a estudiar el juego y Jua lengua varias veces para conjurar un pleit mayores. El reloj martilleaba los segundos de caoba. -Cuanto ruido haces en la noche -Ie di mirandolo con severidad y amenazandolo dice. -Son las nueve -respondi6 Felix desde deciendo a una vieja costumbre de la casa, escabel, se dirigi6 al reloj, abri6 la puertec desprendi6 el pendulo. El reloj qued6 mud la pieza de bronce sobre el escritorio de su ocupar su sitio. -Va por hoy no nos vas a corretear -c mirando las manecillas inm6viles sobre la celana blanca. Sin el tictac, la habitaci6n y sus ocupan un tiempo nuevo y melanc6lico donde los g se movian en el pasado. Dona Ana, su mar y Felix se convirtieron en recuerdos de e futuro, perdidos en una luz amarilla e in separaba de la realidad para volverlos s61 la memoria. Asi los yeo ahora, cada uno
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rando un aire cargado de olores pantanosos que lI del jardfn. Y la impresi6n extrafia de no saber d6 encontraba, de hallarse en un lugar hostil, Ie had conocer las voces y las caras de sus nanas. La bug que lIameaba a traves de la puerta abierta de la Ie produda espanto y se ponia a llorar al sentirse viado en un paraje desconocido. "iNo llores, Mar llores!", Ie apuraban las criadas acercando a su ros trenzas oscuras. Y el, mas solo que nunca entre aq caras extrafias, lloraba con mas desconsuelo. "iQuie que tiene!", decian las criadas volviendole la espald poco a poco se reconoda en Martin, sentado en un de tule y esperando el desayuno en la cocina de su Despues de la cena, cuando Felix detenfa los relo rrfa con libertad a su memoria no vivida. El cale tambien 10 encarcelaba en un tiempo anecd6tico y vaba del otro tiempo que vivia dentro de el. En ese t un lunes era todos los lunes, las palabras se volvian cas, las gentes se desdoblaban en personajes incorp y los paisajes se transmutaban en colores. Le gustab dias festivos. La gente deambulaba por la plaza hec por el recuerdo olvidado de la fiesta; de ese olvid venia la tristeza de esos dias. "Algun dia recordar recordaremos", se deda con la seguridad de que el de la fiesta, como todos los gestos del hombre, exi tacto en el tiempo y que bastaba un esfuerzo, un ver, para leer en el tiempo la historia del tiempo. -Hoy fui aver al doctor Arrieta y Ie hable de lo chachos -oy6 decir a Felix. -~AI doctor? -pregunt6 Martin Moncada. ~Que de el sin Felix? Felix era su memoria de todos lo "~Que vamos a hacer hoy?" "mn que pagina me anoche?" "mn que fecha muri6 Justina?" Felix re
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cerse consciente en su memoria. Sorprendido mi alrededor y se encontraba cerca del brasero calien rando un aire cargado de olores pantanosos que del jardin. Y la impresion extrafia de no saber d encontraba, de hallarse en un lugar hostiI, Ie h conocer las voces y las caras de sus nanas. La bu que lIameaba a traves de la puerta abierta de l Ie producia espanto y se ponia a lIorar al sentir viado en un paraje desconocido. "iNo lIores, Ma lIores!", Ie apuraban las criadas acercando a su ro trenzas oscuras. Y el, mas solo que nunca entre caras extrafias, lIoraba con mas desconsuelo. "iQu que tiene! ", decian las criadas volviendole la espa poco a poco se reconocia en Martin, sentado en de tule y esperando el desayuno en la cocina de s Despues de la cena, cuando Felix detenia los re rria con libertad a su memoria no vivida. EI ca tambien 10 encarcelaba en un tiempo anecdotico vaba del otro tiempo que vivia dentro de el, En ese un Junes era todos los lunes, las palabras se volvi cas, las gentes se desdoblaban en personajes inco y los paisajes se transmutaban en colores. Le gust dias festivos. La gente deambulaba por la plaza he por el recuerdo olvidado de la fiesta; de ese olv venia la tristeza de esos dias, "Algun dia record recordaremos", se decia con la seguridad de que e de la fiesta, como todos los gestos del hombre, e tacto en el tiempo y que bastaba un esfuerzo, un ver, para leer en el tiempo la historia del tiempo. -Hoy fui aver al doctor Arrieta y Ie hable de chachos -oyo decir a Felix. ~AI doctor? -pregunto Martin Moncada. 2Q de el sin Felix? Felix era su memoria de todos "2Que vamos a hacer hoy?" "mn que pagina m anoche?" "mn que fecha murio Justina?" Felix
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tre ella y sus hermanos. Le humillaba la idea unico futuro para las mujeres fuera el matrimoni del matrimonio como de una solucion la dejaba a una mercancia a la que habia que dar salida a precio. -Si la nina se va y ellos se quedan, esta cas la misma casa. Es mejor que se vayan los tres, jo el nino Nicolas -aseguro Felix, pues a el le d la idea de que la nina Isabel se fuera con un d do. Todavia oigo las palabras de Felix girar entr ros del salon, rondando unos oidos que ya no repitiendose en el tiempo solo para mi. -No se, no se que voya hacer con ustedes -rep tin Moncada. -Estamos cansados -aclaro Felix y desapar volver al cabo de unos minutos con una bandeja reposaban seis vasos y una jarra de agua de ta Los jovenes bebieron de prisa su refresco. A es calor bajaba un poco y el perfume del huele de de los jazmines inundaba de tibiezas la casa. - Puc de ser bueno para los muchachos -ana cuando rccogio los vasos vados. Don Martin a sus palabras con una mirada. Mas tarde en su cama 10 asalto una duda: ty a sus hijos a las minas significaba violentar su "iDios dira! iDios diral", se repitio inquieto. No p mir: habia presencias extrafias en torno a su ca si un maleficio lanzado contra el y su familia de muchos siglos hubiera empezado a tomar form noche. Quiso recordar el dafio que rondaba a s solo consiguio el terror que 10 invadia cada Viern Intento rezar y se encontro solo e impotente para las tinicblas que 10 amenazaban. 24
unico futuro p ara las muj eres fuera el matrimonio. del matrimonio co mo de una solucion la d ejab a re a una mcrcancia a la que habia que d ar salida a cu preci o . -Si la ni na se va y ellos se quedan, esta casa la mi sm a casa. Es mej or que se vayan los tr es, c j o el ni n o Nicolas - aseguro Felix, pues a el le di s la idea de que la ni n a Isab el se fu era co n un d es d o. Todavia oigo las p alabras de Felix girar entre ros del sa lo n, ro n dan do unos oido s que ya no e rcpitiendo se en el tiem po solo para mi. -No se, n o se que voy a hacer co n ustedes -repi tin Moncada. -Estamos cansados - aclaro Felix y d esap arec volver al cabo d e unos minutos co n una bandeja e re posaban se is vasos y una jarra de agua d e tam Los j ovcnes bebi eron de prisa su refresco. A esa ca lo r bajab a un p oco y el perfum e del huele de d e los j a zmines inundab a de tibiezas la ca sa. - Puede ser b ue no para los muchachos - anad w ando rccogio los vasos vacio s. Don Martin ag sus palabras co n una mirada. Mas tarde e n su cama 10 asalto una duda: (y s a sus hij os a las minas sign ificaba viole ntar su vo "iDios di ra! iDios dira!", se repitio inquieto. No po mi r: hab ia p resencias extr afias en torno a su casa si u n maleficio lan zado co ntr a el y su famili a desd much os siglos hubiera empezad o a tomar forma n och e. Quiso recordar el dafio que rondaba a sus solo co ns igu io el terro r que 10 invadia cada Vierne Intcnto rezar y se cncontro solo e impotente p ar a c las tiniebl as qu e 10 amenazaban. 24
10 verde. - Y sonriente empez6 su trabajo. Dona Ana vino a hacerle compafiia y de las m Blandina empezaron a salir camisas, mosquitero lones, fundas, sabanas. Durante varias sernanas nosa hasta las siete de la noche. La senora Monc caba las prendas de ropa con las iniciales de sus cuando en cuando la costurera levantaba la cabe -[Julia tiene la culpa de que los nifios se vay jos y solos en medio de los peligros de los hom tentaciones del demonio! En aquellos dias Julia determinaba cl destino nosotros y la culpabamos de la menor de nue dichas. Ella pareda ignorarnos, escondida en za. Tetela estaba en la sierra a s610 cuatro hora / llo de Ixtepec y sin embargo la distancia en e era enorme. Tetela pcrtenecia al pasado, esta donada. De ella s610 quedaba el prestigio d su nombre vibrando en la memoria como un y algunos palacios incendiados. Durante la R los duefios de los minerales desaparecieron bitantes pobrisimos desertaron las bocas de l Quedaron unas cuantas familias dedicadas a ria. Los sabados muy temprano las vefamos l calzas y desgarradas a vender sus jarros en cl de Ixtepec. El camino que cruzaba la sierra gar al mineral atravesaba "cuadrillas" de ca devorados pOl' el hambre y las fiebres malig si todos ellos se habian unido a la rebeli6n z dcspues de unos breves afios de lucha habian vu mados e igualmente pobres a ocupar su lugar e do. A los mestizos, cl campo les producia mied
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-Desde aqui solo yeo el follaje; 10 ajeno se p 10 verde. - Y sonriente cmpezo su trabajo. Dona Ana vino a hacerle compafiia y de la Blandina empezaron a salir camisas, mosquite lones, fundas, sabanas, Durante varias sernana nosa hasta las siete de la noche. La senora Mo caba las prendas de ropa con las inicialcs de s cuando en cuando la costurera levantaba la ca -ijulia tiene la culpa de que los nifios se v jos y solos en medio de los peligros de los ho tentaciones del demonio! En aquellos dias Julia determinaba el destin nosotros y la culpabamos de la menor de nu dichas. Ella parecfa ignorarnos, escondida e za. Tetela estaba en la sierra a solo cuatro ho llo de Ixtepec y sin embargo la distancia en era enorme. Tetela pertenecfa al pasado, e donada. De ella solo quedaba el prestigio su nombre vibrando en la memoria como y algunos palacios incendiados. Durante la los duefios de los minerales desapareciero bitantes pobrfsimos desertaron las bocas de Quedaron unas cuantas familias dedicadas ria. Los sabados muy temprano las vcfamos calzas y desgarradas a vender sus jarros en de Ixtepec. El camino que cruzaba la sier gar al mineral atravesaba "cuadrillas" de devorados por el hambre y las fiebres ma si todos ellos se habfan unido a la rebelion despues de unos breves afios de lucha habfan mados e igualmente pobres a ocupar su luga do. A los mestizos, el campo les producfa mi 26
Las visitas sonrieron, hipocritas. Conchita, la hija ra Montufar, conternplo a Nicolas con admiracion dicha ser hombre y poder decir 10 que se piensa!" con melancolfa. Nunca tomaba parte en la platica; con recato, ofa caer palabras y las aguantaba esto te como quien aguanta un aguacero. La conversa volvio diffcil. -~Saben que Julia se encargo una diadema? -pr Tomas y sonrio para disimular la ira provocada palabras de Nicolas Moncada. -~Una diadema? -exclamo sorprendida la viud El nombre de Julia disipo el tema escabroso de lo y la conversacion se animo. Felix no habia deten relojes y sus manecillas tomaban al vuelo las palab salfan de los labios de dona Elvira y de Tomas y las transformaban en un ejercito de arafias qu destejia sflabas imitiles. Ellos, ajenos a su propio r arrebataban excitados el nombre de Julia, la que Ixtepec. Lejanas llegaron las campanadas de la torre de sia. EI reloj del salon de los Moncada repitio el g voz mas baja y las visitas huyeron con la velocida insectos. Tomas Segovia acompafio a dona Elvira y a Co traves de mis calles oscuras. La viuda aprovecho bras para hablar del tema favorito del boticario: la -y digame, Tomas, ~que dice la poesia? -Olvidada por todos, dona Elvira; solo yo, de en cuando, Ie dedico algunas horas. Este es un analfabetos -contesto el hombre con amargura. "~Que se creera este?", penso enojada la senora do silencio. Aillegar a la casa de las Montufar, Segovia esper temente a que las mujeres echaran los cerrojos y las
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Las visitas sonrieron, hipocritas, Conchita, la hi ra Montufar, conternplo a Nicolas con admiraci dicha ser hombre y poder decir 10 que se piensa con mclancolia. Nunca tomaba parte en la platic con recato, ofa caer palabras y las aguantaba es te como quien aguanta un aguacero. La conve volvio diffcil. -~Saben que Julia se encargo una diadema? Tomas y sonrio para disimular la ira provocad palabras de Nicolas Moncada. -~Una diadema? -exclamo sorprendida la vi El nombre de Julia disipo el tema escabroso de y la convcrsacion se animo. Felix no habia de relojes y sus manecillas tomaban al vuelo las pal salfan de los labios de dona Elvira y de Toma y las transformaban en un ejercito de arafias q destejia sflabas inutiles. Ellos, ajenos a su propio arrebataban excitados el nombre de Julia, la q Ixtepec. Lejanas llegaron las campanadas de la torre sia. El rcloj del salon de los Moncada repitio e voz mas baja y las visitas huyeron con la veloci insectos. Tomas Segovia acompafio a dona Elvira y a C traves de mis calles oscuras. La viuda aprovech bras para hablar del tema favorito del boticario: - Y digame, Tomas, ~que dice la poesia? -Olvidada por todos, dona Elvira; solo yo, en cuando, Ie dedico algunas horas. Este es u analfabetos -contesto el hombre con amargura "~Quc sc crcera este? ", penso enojada la seno do silencio. Aillegar a la casa de las Montufar, Segovia esp temente a que las mujeres echaran los cerrojos y
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cama: Ie daba miedo su cara dormida. "No se co con los ojos cerrados", y hundia la cabeza debajo sabanas para evitar que alguien viera su cara desco Se sentia indefensa en su rostro dormido. -iQue fastidio vivir en un pais de indios! Se apro del sueno para hacerle a una el dana -dijo averg al ver que su hija, a esas horas de la noche, se ocu tales menesteres en lugar de irse a la cama. Se ce cabellos con energia y se miro asombrada en el e -iDios mio! C:Esa soy yo? .. C:Esa vieja dentro d jo? .. C:Y asi me ve la gente? .. iNo volvere a salir a no quiero inspirar lastima! -No digas eso, mama. -A Dios gracias, tu pobre padre muriO. Imag sorpresa si me viera ahora. .. C:Y tu, que esperas sarte? Segovia es el mejor partido de Ixtepec. iC es un pobre hombre! iQue castigo oido toda la Pero C:esa soy yo? -volvio a repetir fascinada ante que gesticulaba en el espejo. Conchita aprovecho el estupor de su madre p a su cuarto. Querfa estar sola para pensar con en Nicolas. En la frescura de su habitacion pod jar la cara del joven, recuperar su risa. iLastima no se atreviera a decir nunca una palabra! En su madre hablaba demasiado, rompia el hechizo Segovia de marido! C:Como se atrevia a decir se locura? Cuando Segovia hablaba, a Conchita se ban los oidos de engrudo. Vio los cabellos de To sinti6 tocada por la grasa. "Si manana mi mama bra, hare un berrinche." Sus berrinches asustaba Elvira. Sonrio con malicia y acomodo la cabeza con b to. Debajo de la almohada guardaba la risa de N 30
agua para ahuyentar al espiritu del "Malo"; luego puso la Magnifica y el rosario entre las fundas de las almohadas. Desde nina, Elvira tomaba precauciones antes de irse a la cama: Ie daba miedo su cara dormida. "No se c6mo soy con los ojos cerrados", y hundia la cabeza debajo de las sabanas para evitar que alguien viera su cara desconocida. Se sentia indefensa en su rostro dormido. -iQue fastidio vivir en un pais de indios! Se aprovechan del sueno para hacerle a una el dano -dijo avergonzada al ver que su hija, a esas horas de la noche, se ocupaba en tales mcnesteres en lugar de irse a la cama. Se cepill6 los cabellos con energia y se mir6 asombrada en el espejo. -iDios mio! d,sa soy yo? .. msa vieja dentro del espe jo? .. ~Y asi me ve la gente? .. iNo volvere a salir a la calle, no quiero inspirar lastima! -No digas eso, mama. -A Dios gracias, tu pobre padre muri6. Imaginate su sorpresa si me viera ahora. .. ~Y til, que esperas para ca sarte? Segovia es el mejor partido de Ixtepec. iClaro que es un pobre hombre! iQue castigo oirlo toda la vida! ... Pero ~esa soy yo? -volvi6 a repetir fascinada ante su cara que gesticulaba en el espejo. Conchita aprovech6 el estupor de su madre para irse a su cuarto. Queria estar sola para pensar con libertad en Nicolas. En la frescura de su habitaci6n podia dibu jar la cara del joven, recuperar su risa. iLastima que ella no se atreviera a decir nunca una palabrat En cambio, su madre hablaba demasiado, rompia el hechizo. iTomas Segovia de marido! ~C6mo se atrevia a decir semejante locura? Cuando Segovia hablaba, a Conchita se Ie llena ban los oidos de engrudo. Vio los cabellos de Tomas y se sinti6 tocada por la grasa. "Si manana mi mama Ie nom bra, hare un berrinche." Sus berrinches asustaban a dona Elvira. Sonri6 con malicia y acomod6 la cabeza con beneplaci to. Debajo de la almohada guardaba la risa de Nicolas.
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to int r a smi sibl c. I.c a gradeci6 su pre sen ci a . N u n ca sab co n qui cn h a hia viv ido, p e r<> n o n ccc sii aba sa b crlo; lc b taha sa ber qu e hahia v iv ido co n a lg u ie n. Mi r o d cspuc Isabel, hundi rla e n un sillo u, co n la mi r ad a l"ija e n la lla d el quinqu e ; tam p o C() sahia qu ic n e r a s u h ija . A na ac t umbr nl»i d c ci r : " los hijo s so n ot ras perso nas" , aso m bra d e qu e sus h Uo s no Iu crun ella mi sma , Lc Ilc g{> cc r tc r a a ng us t ia d e Isab el. Feli x y s u mu] c r, o bs t in ad o s y qui c j u n to a sus quinqu c s, p a rcci an d e sconocer c l p eli g ro : h cl pod fa c o n ve r t irse e n un a cs trc lla l"u ga /., hu ir y cac r c l cs pacio sin (iL:j;lr hu cllas v isih lcs d e ella mi sm a , e n c IIlIIIHlo d OJ1( !c s(')lo la g roserf;, d e lo s o l~ ie tos to mn form "U n acrolit o es la vo lu u t:« ! Iurio s« d e la hui cln" se di] o re cord{> Ia e xtr ;II-lel.a d e es as m o le s a pag;Hlas, .ud idas e n p ropi ;\ ("('> le ra y (,o IH!c n a d a s a un a p ri si('>11 m .is so m b r ia la qu e h ahinu hu ido. " La vohuu ad d e se p ;lra rse d el To es c l infi cru o. " Isahcl sc le va lll(') de su si I 1<'1II , 10 c llco llira ha ag resi a e lla n o st >lo el p ;'pel, la C IS:' ClltC)"; 1 Ie h ;l(:f;1 ges los . D la s IHlClla s lIoel \<'s y sa l j('>d e Ia llahit ;lC i('lIl. " I Iace ya si IIICSCS q" c sc l"lI croll ." Ol vid ;lh :I qll e s us h erm:m o s ve ll a veces a Ixt cp e c , p ;\s;lI)all UIlOS d i:\s CO li el la Y Ille go gresah: 1I 1 a la s fIlill as d e T('( cl a. "!'via l-la lla Ie p edirc a p adre (pi e lo s lr;,ig a " y se ech(') Ia s:ib a lla e nc iln a d e la b el.a p a r;, n o vc r };l osc llr ida d ca lie n te y la s SO lll h ras q se int e gr;lh all y sc d e sillt c grahall e ll millare s d e plll osc uros, h a ci end o un r ui do e nsordecedor. Nico];is tamh icn lan guid e d a !<.;jos d e s u h enn an a . s us vi ; ~es d e re gre so a Ixt epe c , a l c r u l.a r la sier ra sec ;i r i(la, las pie dras c re cl a n h ;~ o lo s ca sco s d e su ca h a llo y Ill onl aii a s e ll o r mes Ie ce rra ba n cl p a so. Caha lgaba ca d o . Sent ia qu e s(')lo Ia vo lu n ta d lo g raria a b r irle un ca m e n a q u el laber int o d e pi edra . S in Ia ay u da d e s u im agi
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dar vuelta ala pagina de su libro y la mir6 como la v siempre: como a un ser extrano y encantador que co partia la vida con el pero que guardaba celoso un sec to intrasmisible. Le agradeci6 su presencia. Nunca sab con quien habia vivido, pero no necesitaba saberlo; Ie b taba saber que habia vivido con alguien. Mir6 despue Isabel, hundida en un sill6n, con la mirada fija en la lla del quinque; tampoco sabia quien era su hija. Ana ac tumbraba decir: "los hijos son otras personas", asombra de que sus hijos no fueran ella misma. Le lleg6 certera angustia de Isabel. Felix y su mujer, obstinados y quie junto a sus quinques, parecian desconocer el peligro: I bel podia convertirse en una estrella fugaz, huir y caer el espacio sin dejar huellas visibles de ella misma, en e mundo donde s6lo la groseria de los objetos toma form "Un aerolito es la voluntad furiosa de la huida" se dijo record6la extraneza de esas moles apagadas, ardidas en propia c6lera y condenadas a una prisi6n mas sombria la que habian huido. "La voluntad de separarse del To es el infierno." Isabel se levant6 de su sill6n, 10 encontraba agresi a ella no s6lo el pape1, la casa entera Ie hacia gestos. D las buenas noches y sali6 de la habitaci6n. "Hace ya si meses que se fueron." Olvidaba que sus hermanos ven a veces a Ixtepec, pasaban unos dias con ella y luego gresaban a las minas de Tetela. "Manana Ie pedire a padre que los traiga" y se ech6 la sabana encima de la beza para no ver la oscuridad caliente y las sombras q se integraban y se desintegraban en millares de pun oscuros, haciendo un ruido ensordecedor. Nicolas tambien languidecia lejos de su hermana. sus viajes de regreso a Ixtepec, al cruzar la sierra sec arida, las piedras crecian bajo los cascos de su caballo y montanas enormes Ie cerraban el paso. Cabalgaba ca do. Sentia que s6lo la voluntad lograria abrirle un cami en aquel laberinto de piedra. Sin la ayuda de su imagi
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vccinos, A h o r a narlic venia a a leg rar lo s elias . E era la so m hra d e Fr anci sco Ro sas. No qu cdaban g ad os" e n lodo c l pais. La s ge ntes I rataban d e a sus vidas a lo s ca p r ich o s del ge nera l. Isa b el tam cab a aco rnoda rsc, c nco n irar un marido y un sill m c ccr su tcdio. Mu y tard e e n la n o ch e en tr a ro n e n Ixrcpc c, ay uclo a d csm onrar. En c l corn cdor es ta ban sus p c n indol o s. Feli x le s sirv io una cc n a ca sc r a qu o lv id a r las tort illa s a zu lcs y cI qu eso a ficjo d e Tc nados sohrc la m esa, lo s trcs h crmano s sc mira no cicndo sc. N ico l.is habl aba s6 10 para Isabel. Do los oia d c sclc lojos. - Si no qui c rcn no vu clvan a la m in a -d ~ j o c l VOl. b;~j a . - iMa r tln , es t.is e n las nubcs l Sahcs qu e n cccsi di ne ro - co n test{) so b resa lta d a su muj cr. I'] scfior gu a n({) silc nc io, "Ma r tin, est.is e n l e ra 11II a [r a se ÂŤ(ue Ie repel Ian cada vel. qu e co c rror. ( Pe ro acaso vio lc n ta r la volunt ad d c sus h\j un c r ro r m ;ls g rave qu e el p crder un poco d e di e nte ndia la o pac ida d d e 1111 mundo en cuyo c ici so l l'S e l din ero. "Te ng o VOGlcilJll d e pobre" , d e c xc usa para su ruin a progrcsiva. Los dlas d cl h pa re d an d e lln a brcvcdad insoportabk para d ed esfue r zo del dill ero. Se sent ia a sfixiad o p Ol' lo s opaco s" co m o lIamaba a l d rc u lo qu e ()nllaba Ia d e Ixt epe c: sc d esinl egraban en intcreses sin imp ol vidaban su cOIHlici{JIl d c mort alcs, su c r ro r pro m icdo. EI sa b ia qu e cI p or vcnir e ra un re t ro ce de cia la mu ert c y la muertc cI cs tad o perfecto, cI precioso e n qu e cI h ombre n:cupera plena m en m em oria. POl' eso olvidaba la memoria d e "el h tal co sa " y miraba a lo s e ficac es co n a sombro.
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e ra la so m hra d e Fr ancis co Ro sa s. No qu cdaban si gados" e n todo c l pais. La s gc n te s lra taban d e ac sus v idas a lo s ca p r ich o s del ge neral. Isabel tambi ca ha acornoda rsc, c nco n irar un m a rido y un sillo n m c ccr su icdi o. Mu y tarde e n la n o chc c n traron e n Ixt cpc c. Is ay uclo a d c smont a r. En c l comcdor cs tahan sus p a pc nindol o s. Feli x lcs sirv io una cc na ca se ra <Ju e o lv id a r la s tort illa s a zu les y ct <Jll e so afi cj o d e Tc rc na dos sobrc la mesa , lo s I res hcrmanos sc mira ro n o ci cndosc. N ico las hablaha s6 10 para Isabel. Don lo s ola d csdc lc jos. - Si no qui c rcn no vuc lva n a la m in a - d Uo c l p VO l. h; ~ja .
- iMa r l in , es l;ls e n la s nubcs l Sabes <Ju e n c cc sit a d in ero -co n les ll) so b resa ltada su muj cr. I'] SCI-\or gll a r< \<,) si lcncio, "Ma rt In , es t.is e n la s e r a un a Ira sc <JII C lc repetian ca rla vel. <Jue co m e rror. ~ Pe ro acas o v io!c nlar Ia volllnt ad d e sus h\jo un e rror lI\;ls g rave <Jll e cI p crder un poco d e din e n te ndla la o paci dad d e lin mlllH!o e n cuyo cielo e so l l'S e l din ero. "Te ngo voca ci{m de pobre ", d e ef eXC lIsa para su ruina progresiva. Los dia s del ho pa re dan d e llna brevedad insoporlablc para d edic es fuerzo del din ero. Se se n lla as fix iad o po r lo s "c opacos" co mo lIam aha a l efrc u lo <Ju e (i)rmaba Ia s d e Ixt epe c: se desi nlegra ban e n inlerc sc s sin imÂťo o lv idaba n su co n d ic i6 n d e m ortal es, su e r ror prov m icdo . EI sa b ia <Ju e e l p orvenir e ra un re tro cede r v cia la mu ert e y la muerte cI es ta d o p erfe cto , eI m precioso e n <Ju e eI hombre n :cupera plcnament e m emoria. Por cs o o lv idaba la m cmoria d e "c1 lun tal cosa" y miraba a lo s e f icaces co n a somb ro . P
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caia irremediable sobre mf. Desde su cama dona Ana oy6 los rumores y se sinti6 asfixiada por el tiempo quieto que puertas y las ventanas de su casa. La voz de s g6: "Yo no quepo en este cuerpo." Record6la de su propia infancia en el Norte. Su casa de caoba que se abrfan y cerraban para dar pas manos; sus nombres sonoros y salvajes que se las habitaciones altas, donde en invierno flot a madera quemada. Vio la nieve acumularse e de las ventanas y oy6 la musica de las polkas en donde circulaba un aire frio. Los gatos monteses bajaban de la sierra y salfan a cazarlos, en medio de risas y tragos En la cocina asaban carnes y repartian pinone de las voces inundaba la casa de palabras est premonici6n de una alegria desbarataba un dias petrificados. La Revoluci6n esta1l6 una m puertas del tiempo se abrieron para nosotros tante de esplendor sus hermanos se fueron a Chihuahua y mas tarde entraron ruidosos en botas y sombreros militares. Venian seguidos y en la calle los soldados cantaban La Adelita.
Que si Adelita se fuera con o la seguiria por tierra y por m si por mar en un buque de g si por tierra en un tren milita
Antes de cumplir los veinticinco anos sus h fueron muriendo uno despues de otro, en Ch Torre6n, en Zacatecas; y a Francisca, su ma quedaron sus retratos y ella y sus hermana Despues, las batallas ganadas por la Revoluc 36
ca fa irremediable sohre mi. Desde Sll ca m a don a Alia oyt'> los rurnorc s d y se sint it'> a sl'ixiada por e l t icmpo qui cto q" e v p"ertas y la s ven ta na s d e su ca sa, La VOl. d e su W'): "Yo no <jllepo e n cs tc cucr po ." Rc cordo la i d e su propia infan cia e n e l Nort e. Su ca sa de ca o h a <Jil l' se ahtiau y cc r raban para d ar paso manos; sus nomhrcs so uo ros y salv aj cs <Jil l' se r las hahit ucionc s alt as , dond e e n invi crno flota a mad era qu cmacla. Vio ln ni c vc ac u m u la rsc e n de las vent alias y oyt') b 1I11'lsica d e la s polkas en d01J(1e ci rculaha un ai rc ["rio. Los g-alos montcscs h;!jal>all d e b sie r ra y sa lfa n a c lza rlo s, e ll m cdio d e ri sa s y trag-o s Ell la coc ina a sahau carnes y rcparuan pinoucs (It- la s vo ce s i.1111 Hlah ;1 1;1 C;lsa d e p .ilabru s est r premoll icil'lI I d e un a aleg-rfa d c sb araraha UIIO dias pcrrifirudos. L\ Rcvolucion csta llo una m pll erlas dclli empo se a h r ie ro n para nosolros. t;1I11 e d e es p le lld o r su s Ilerlll;\IlOS se ["Il eron a I Chihllahll;\ y .n ;ls tard e e ntra ro n I'llidosos en S botas y sombrero s mil il;tn ~ s . Veni;\Il scg- llid os d ye n b c d lc lo s soldados c lIllab a n I.a Arlditu .
Qll e si Ad el it;\ se ["lI era co n ol Ia seg lliria por lierr;, y por 1Il; si por m a r e n lin bll<jlle d e gll si por tierra e n lin li en milita
Anles d e cu m p lir lo s veint icinco ailos sus h rlleron muri endo lIno d e spllc s d e olro, e n Chi TOITet'lIl, e n Za cat e cas; y a Fr an cisca, Sll ma <ju edaron sus relralos y ell a y sus hennanas Despll cs , las b ;,talbs g-a n;,d as por Ia Revolu ci t
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su jefe, observaba el juego con ojo avizor. Pand tinero, seguia los movimientos de los militares; las expresiones de las caras cuando el ambiente peligroso. -iVayanse yendo que el general esta ganando Y con disimulo los demas clientes de la cantin recian poco a poco. "Si gana es que Julia no 10 qu eso se pone tan embravecido", deciamos con rego en la calle lanzabamos gritos que entraban en la provocaban la ira de los militares. Tarde ya, los cascos del caballo de Francisco R pian la noche. Lo oiamos correr las calles, camin blo oscuro, perdido en sus pesares. "~Que busca horas de la noche?" "Se anda dando valor antes a verla." A caballo tambien entraba en el Hote llegaba hasta el cuarto de Julia, su querida.
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Una tarde, un forastero con traje de casimir os rra de viaje y un pequeno male tin al brazo, bajo Parado en el anden de ladrillos rotos parecia su destino. Miraba a todas partes como pregu ~que es esto? Estuvo asi unos instantes, viendo c cargaban los fardos de ayate de los vagones. Er viajero. Los cargadores y donJusto, eljefe de es miraron con asombro. El joven parecio darse cu curiosidad que despertaba y atraveso con paso d el trozo de anden que 10 separaba de la calle de cruzo y siguio en linea recta hasta llegar al rio, Lo vadeo a pie y se dirigio a la entrada de Ixte de alIi, como si conociera el camino mas corto el pueblo ante los ojos admirados de don Justo 38
al general Francisco Rosas. Era el unico que lograba batir 10 con facilidad. El coronel Justo Corona, de pie detra.s de su jefe, observaba el juego con ojo avizor. Pando, el can tinero, seguia los movimientos de los militares; sabia por las expresiones de las caras cuando el ambiente se ponia peligroso. -iVayanse yendo que el general esta ganandol Y con disimulo los demas clientes de la cantina desapa redan poco a poco. "Si gana es que Julia no 10 quiere; por eso se pone tan embravecido", dedamos con regocijo, y ya en la calle lanzabamos gritos que entraban en la cantina y provocaban la ira de los militares. Tarde ya, los cascos del caballo de Francisco Rosas rom pian la noche. Lo oiamos correr las calles, caminar el pue blo oscuro, perdido en sus pesares. "~Que buscara a estas horas de la noche?" "Se anda dando valor antes de llegar a verla." A caballo tambien entraba en el Hotel Jardin y llegaba hasta el cuarto de Julia, su querida.
VI
Una tarde, un forastero con traje de casimir oscuro, go rra de viaje y un pequeno male tin al brazo, bajo del tren. Parado en el anden de ladrillos rotos pareda dudar de su destino. Miraba a todas partes como preguntandose: ~que es esto? Estuvo asi unos instantes, viendo como des cargaban los fardos de ayate de los vagones. Era el unico viajero. Los cargadores y don Justo, eljefe de estacion, 10 miraron con asombro. El joven parecio darse cuenta de la curiosidad que despertaba y atraveso con paso desganado el trozo de anden que 10 separaba de la calle de tierra, la cruzo y siguio en linea recta hasta llegar al rio, casi seco. Lo vadeo a pie y se dirigio a la entrada de Ixtepec. Des de alIi, como si conociera el camino mas corto, entro en el pueblo ante los ojos admirados de don Justo. Pareda 38
matrimonial de hierro blanco y mosquitero. El e se mostro contento. Don Pepe fue siempre pla obsequioso y la presencia de un nuevo huesped siasmo. -iHace ya tanto tiempo que nadie pasa por decir nadie que venga de tan lejos. La indiada ta; duerme en los portales 0 en el atrio. Antes agentes viajeros, con sus maletas llenas de noved casualidad el senor es uno de ellos? El forastero nego con la cabeza. -iUsted ve senor a 10 que he quedado reducid ta situacion political Ixtepec fue un lugar muy el comercio fue muy importante, y el hotel est pre lleno. IHabia que haberlo visto, con sus m el corredor, y la gente comiendo y hablando h tarde!. .. iValia la pena vivir aquel tiempo! Ahor go a casi nadie. Bueno, a excepcion del general coronel Corona, algunos militares de menor cat y sus queridas ... Dijo esta ultima palabra en voz muy baja y ace al extranjero que 10 escuchaba sonriente. El joven cigarrillos y ofrecio uno al patron. SegUn se sup despues, don Pepe noto que los habia extraido Simplemente habia extendido el brazo y los ciga encendidos aparecieron. Pero en ese momento no estaba en condiciones de sorprenderse de hecho Ie parecio natural. Miraba a los ojos de s hondos, con rios y con ovejas que balaban triste de ellos. Fumaron apaciblemente y salieron al cubierto de helechos humedos. Alli oyeron el m de los grillos. La hermosa Julia, la querida del general, en una bata de fulgurante rosa, con el pelo suelto y llos de oro enredados en los cabellos, dormitaba 40
Jardin. Don Pepe Ocampo, el dueno, Ie enseno una ampl habitacion con piso de ladrillo, plantas de sombra, cam matrimonial de hierro blanco y mosquitero. El extranje se mostro contento. Don Pepe fue siempre platicador obsequioso y la presencia de un nuevo huesped 10 ent siasmo. -iHace ya tanto tiempo que nadie pasa por aqui! decir nadie que venga de tan lejos. La indiada no cue ta; duerme en los portales 0 en el atrio. Antes llegab agentes viajeros, can sus maletas llenas de novedades. ~D casualidad el senor es uno de ellos? El forastero nego con la cabeza. -iUsted ve senor a 10 que he quedado reducido con e ta situacion political Ixtepec fue un lugar muy visitad el comercio fue fiUy importante, y el hotel estaba siem pre lleno. iHabia que haberlo visto, con sus mesitas el corredor, y la gente comiendo y hablando hasta m tarde! ... iValia la pena vivir aquel tiempol Ahora no te go a casi nadie. Bueno, a excepcion del general Rosas, coronel Corona, algunos militares de menor categoria. y sus queridas... Dijo esta ultima palabra en voz muy baja y acercando al extranjero que 10 escuchaba sonriente. El joven saco d cigarrillos y ofrecio uno al patron. SegUn se supo much despues, don Pepe noto que los habia extraido del air Simplemente habfa extendido el brazo y los cigarrillos encendidos aparecieron. Pero en ese momento don Pe no estaba en condiciones de sorprenderse de nada y hecho Ie pareci6 natural. Miraba a los ojos de su c1ien hondos, con rios y con ovejas que balaban tristes adent de ellos. Fumaron apaciblemente y salieron al corred cubierto de helechos humedos. AlIi oyeron el murmul de los grillos. La hermosa Julia, la querida del general, envuelta una bata de fulgurante rosa, con el pelo suelto y los zar llos de oro enredados en los cabellos, dormitaba en su h 40
gentes husmeaban por los balcones tratando de aquellos amores y de aquellas mujeres, tod y extravagantes y todas queridas de los milita Desde la calle se oian las risas de Rosa y hermanas gemelas, queridas las dos del teni Cruz. Eran nortenas y volubles y cuando se e ban sus zapatos a la calle. Si estaban content tulipanes rojos en el pelo, se vestian de verde y provocando miradas. Las dos eran altas y fue tardes, sentadas en su balcon, comian fruta sonrisas a los transeuntes. Siempre tenian las vantadas y ofredan generosas su intimidad a estaban las dos, tendidas en la misma cama puntilla blanca, mostrando sus piernas bien en medio de elIas el teniente coronel Cruz les los muslos al mismo tiempo que sonrda bios. Cruz era de buen natural y a las dos c igual. -iLa vida es la mujer y el placer! iComo qu prive de 10 que me piden si elIas no me privan Y se rda abriendo mucho la boca y mostran tes blancos de canibal joven. Por mucho tie el asombro de Ixtepec los caballos grises con blanca en la frente que les regalo a las herman te coronel habia recorrido todo Sonora para tan iguales. -iLo unico que se debe cumplir son los ca capricho contrariado, mata. iAsi me los pidier y asi se los di! Antonia era una costena rubia y melancolic llorar. Su amante el coronelJusto Corona Ie lle y serenatas, pero nada la consolaba y deda noche padeda terrores. Era la mas joven de t salla sola a la calle. "iEs una nina!" exclamaba de Ixtepec, escandalizadas cuando los jueves 42
al mi smo tiempo que sonrefa con ojos tur足 de buen natural y a las dos consentia por
la mujer y el placer! iComo quieren que la : m e p id en si ellas no me privan de nada... ! i en do m ucho la boca y mostrando sus dien足 canfba l joven. Por mucho tiempo fueron Ixt ep ec los caballos grises con una estrella .nte q ue les regalo a las hermanas. El tenien足 ia recorri d o todo Sonora para encontrarlos
qu e se d ebe cumplir son los caprichos! Un ari ado , mata. iAsi me los pidieron mis nifias
u na costeiia rubia y melancolica; Ie gustaba lte el co ron elJusto Corona Ie llevaba regalos -ro nada la consolaba y decfan que en la terro res. Era la mas joven de todas y nunca 111e. "' Es una nina!" exclamaban las senoras andalizadas cuando los jueves y domingos
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Su qu crida sc csco n d ia d e su mirada , lad so n r ic n tc, sc mi raba lo s hombros d csnud e n 1111 mundo lcj ano , sin ruido , co m o lo s I - iVe n le , Juli a! - su p lica b a vcncido cl ge m cclio ve st ir y sic m p rc ri sucna, moutaba e ballo d e su am ant c . Salian ÂŁI I g alope pOI' irs c d e lunada h a sta La s Calla s, cllug a r del a ca ba llo t.unbi cn . lo s segufanlos a sist cnr c s rc ir a m cdi.moch c , p ero no tenia c l d crc c axi , cor r ie n d o a la lUI. d e la luna, llcv ada ta ciiurno. En c l hot el las OlLIS cspc r a ba n la vu cli a d Luisa e ll c.u u iso n. e n una mano un quinq UII cig a rr illo , sa lfa al co rrcd o r a golpcar la s c ua rr os vcc i1I0S. -iA h rc lllc , Rufacl a! - il>( ja lc d e co sa s y vct c a dormir! - Ie c gClllel a s. - Vill ie ro ll porJulia y no va n a vo lvc r h a df,l - su p lica b a Lui sa p egando lo s labios a pu crl a . - Y a t i qu c (c import a. Du crm ct c . . . - N o sc qu e me pasa; lengo cI e SI(')m a go - Pues vetc a buscar a Alliollia, cs moc -co n lcs laball la s h ermanas COli b voz lIen A n Io n ia d csde eI olal"lo co n Iiguo e sc uc h se haefa la dormida. Ofa c<>mo Ral~lcl a , al fin quinquc , y e lla se esco n d fa d eb , ~jo d e las s,ib co n lo s (~jo s mu y abi ertos, perdida en aqu e x tra ii a. "A es tas hora s ( q ue e stara haci e Dc seguro todavfa m e anda buscando . .. " mes es qu e eI co ro n el Corona se la h abfa ro cos ta. Luisa lIam l) a su pucrt a. Antonia se tap6 44
a. y ve te a dormir! -Ie contestaban las
ia y no van a volver hasta que raye el pegando los labios a la rendija de la ior ta. Duerrnete.. . a; tengo cl est6mago frio. :ar a Antonia, es mochuc1o como tu rmanas con la voz llena de suefio. uarto contiguo escuchaba el dialogo y )fa como Rafaela, al final, encendfa el on dfa debajo de las sabanas calientes, ierto s, perdida en aquella oscuridad rras ~que estara haciendo mi papa? ie anda buscando... " Hacia ya cinco ICorona se la habia robado alia en la
l
uerta. Antonia se tap6 la boca con la
le procura EI homb -No po a ahogar. -Pues a contestaro -Cuand test6 la voz y le descub Antonia ron con cu -iEs gue cambiaron -iA po chupfn Pa Alvarez la -No ten a entregar Antonia trech6 cad
-No me entregue a el. .. Mejor lleveme co plico. EI capitan no respondio. Bajolos ojos si los de ella. -N 0 me entregue a eI. .. Alvarez la estrecho en silencio y la beso. -iPor favor, dejeme con usted! -sollozo An Y el sin responder Ie cubrio la cara con la se la dio a Corona, sin una palabra. A traves Ie llego el olor a alcohol pasado. -iVayanse todos! -ordeno el coronel. Lo capitan Alvarez se alejaron. EI olor se volvio in Nunca habfa tenido tanto miedo, ni siquiera que oyo aquella pregunta. -Antonia, ~ya se te aparecio el Cuero Mon En el corredor oscuro de su casa lleno de sombras unas ninas extranas Ie pegaban sus ca y esperaban la respuesta con ojos ansiosos. -No. -LJ a, ja, jar -se rieron malevolas-. Ya vas a la luna se baje y te de un mordisco entre las p chorredo de sangre... ! Antonia se quedo aterrada, sin poder mov dio de las sombras espesas de las ramas refl los muros encalados. -iEl Cuero Monico baja cada luna! Y las ninas se fueron corriendo. Nunca tuvo mas miedo hasta que se enco envuelta en la cobija frente al coronelJusto Co bajo la manta, y los ojos oscuros y pequenos de desconoddo se fueron acercando buscandol Antonia se revolvio en la cama sudando. "~D brisa del mar? En este valle se ahoga una" ... contiguo hablaban. -Vete a buscar a esa guera. De seguro esta 46
Ir 0 curo de su casa Heno de ramas y de fia extranas Ie pegaban sus caras curiosas e pue ta con ojos ansiosos.
e ri ero n malevolas->, Ya vas aver cuando e de un mordisco entre las piernas. iQue IOTe •• . .
redo ater rada, sin poder moverse, en me ra esp esa s de las ramas reflejadas sobre do . onico baja cada luna! fueron corriendo. , m iedo hasta que se encontro a solas ij fren te al coronelJusto Corona. Iste Ie ojos o scuros y pequefios de un hombre ueron acercando buscandole los labios. 'io en la cama sudando. "C:Donde esta la n e te valle se ahoga una" . . . En el cuarto
a e a guera, De seguro esta llorando.
-Va -e:Q -dijo -No C:No ve fin. Luis -iO orden. -iCa Luis amarg -Yo No soy Yo ten crcen -Mu dio Ra -iYo
hombre no se 10 merece! -Algo se ha de merecer. Tiene muy bonito do nos banamos en la poza he visto que tiene bros. Luisa mira a Rafaela con rencor. Era ver eran unas putas. Una imagen Ie vino a la im hombros de su querido cubriendo los de Raf insegura en medio de esas mujeres avidas d recieron estupidas, sentadas casi desnudas revuelta. Quiso irse, mira por las rendijas d manana clareaba. No tardarfa Julia en volve su querido y su cauda de hombres. Durante el dia las mujeres quedaban priva pania de los militares. Entonces se peinaban las hamacas, comian desganadas y esperaban la noche, llena de promesas. A veces, en la ban a caballo: Rosa y Rafaela en sus montur en su alazan, las tres riendo, con los pechos pajaros, sus dijes de oro, sus espuelas de pl en la mana que les servia para tirar de un g breros de los hombres que no se descubri Sus amantes las seguian. Ixtepec, fascinado, mientras elIas nos miraban desde 10 alto de alejaban meciendose en el pOlvo, al compa de sus caballos. A Luisa Ie dolfan esos paseos. Ella no s ver a Flores en la comitiva que seguia a los j ducia un llanto amargo. Sentada en el balc llamar la atencian de los hombres que pasab sus hombros desnudos, fumaba y lanzaba m cativas. Un soldado borracho se detuvo. -~Cuanto, guerita?
-iEntra!
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de anadas y espera ban la entrada de pro m esas. A veces, en la tarde, pasea足 l}' Rafae1a en sus m on turas g rises, J ulia ri end o, con los pech os sue ltos co mo Ie o ro, us espuelas de plat a y un fu ete . er via para tirar de un go lpe los so m足 ib e que no se descubrian a su paso. zuian. Ixtepec, fascinado, las veia pasar miraban desde 10 alto de sus ojos y se ) e en e1 polvo, al cornpas de las ancas m e 0 paseos. Ella no sabia montar y mitiva que seguia a los j 6venes Ie p ro足 argo. entada en e1 balc6n tr at ab a de de 10 hombres qu e pasab an. Mostr ab a udo fumaba y lanz aba mirad as provo足 o borracho se detuvo. ita?
sus asisten sali6 llora y ella pas co nt6 des
EI foraste estaba aun H ot el J ard pues las le tra taba a d rriendo h volvieron - (Po r q EI gene las man os se asus tab Ie ofreci6
tenido miedo al ver la huella morada del golpe en del fuerefio . -Julia, ~ por que tuviste miedo? - suplico otra ve neral, p ero ella como una gata esco nd io la cara e hombros d e su amante y Ie beso la garganta. - Dim e quien es, Julia.. . La j oven se desprendio de los brazos de su aman decir una palabra se tendio en la cama y cerro lo EI generalla conternplo largo rato. Las primeras s nar anjas de la n och e entraron a traves de las p ersian pies de Julia con los ul timos reflejos del sol cobrar vida efimera y transhicida, ajenos al cuerpo envuel bata rosa. EI calor de la tarde acumulado en los rinc ref'lejo en el espejo de la c6moda. En un vaso los j se ahogaban en su perfume, del jardin llegaban pesados y de la calle un po lvillo seco. Francisco salio de puntillas. Se sentia vencido ante el sile nci amante. Cerro la puerta con precaucion y llam o co don Pepe O camp o. Ese dfa mi suerte quedo echad EI forastero recibio los golpes en el rostro y sin de p alabr a cogio su maletin y salio muy despacio de Lo vi d e pie en el portal, impasible. Bajo la calle, ll esq uina y torcio hacia abajo, r umbo a Guerrero. la acera angosta, no buscaba nada, pareefa reflexio cruzo conJuan Carino, que a esa hora salia de la cas "cuscas" a dar su paseo diario. EI fuerefio no se as de la levita ni de la banda presidencial eruzada al J uan Carino se detuvo. - ml senor viene de lej os? -De Mexico, senor - contesto el forastero con c - Sen or presidente -corrigi6 J uan con seriedad - Perdon , senor presidente -acepto el fuerefio pidez. -Veame manana en la Presidencia. Las senorita gadas de la audiencia Ie ate nderan, De los locos que he tenido, Juan Carino fue el 50
e en tia vencido ante el silencio de su puer ta con precaucion y llamo con ira a o. Ese dia mi suerte quedo echada.
ibio los golpes en el rostro y sin decir una
male tin y salio muy despacio del hotel.
portal, impasible. Bajo la calle, lIego ala
iacia abajo, rumbo a Guerrero. Iba por
:10 b uscab a nada, pareda reflexionar. Se
irifio , que a esa hora salia de la casa de las
paseo diario. EI fuerefio no se asombro
la b an da presidencial cruzada al pecho.
nuvo .
re d e lej os?
efior -contesto el forastero con cortesia.
ente -cor rigio Juan con seriedad.
r pre id ente -acepto el fuerefio con ra足
na en la Presidencia. Las senoritas encar足
ncia Ie atenderan.
lIe h e tenido, Juan Carino fue el mejor.
En los heroes: Ie deda enfada -iNi iPara h EI n Si habi Juan C -iNi extranj EI di rino or entierr iban las de colo "Todos senor p tejo y la Juan C
Esa tarde trato de ayudar al forastero. Este ag ofrecimiento y siguio su camino. Juan Carino r unos instantes y se volvio para alcanzarlo. -Joven, no deje de venir manana. Atravesamo malos, estamos invadidos por el enemigo y no hacer todo 10 qu e qui sieramos, Pero, en fin , alg por usted. - iGracias! iMuc has gracias, senor presidente Ambos se hici eron una reverencia y se aleja ro reno dio vari as vueltas p or mis calles y volvi o de Armas. Indeciso, se scnto en una banca. Es rec iendo. Sentado alli par ecia un hu erfano. Al m fu e la explicacion qu e di o don Joaquin a d ona M llegar a su casa co n el forastero. Don J oaquin poseia la casa mas grande d e Ix patios y j ardines o cupaban cas i dos manzanas. j ardin sembrado d e arboles cop ud os se defendi con un follaje so mbrio . Ningiin ruido llegab a a situado en el centro d e la casa y cercado por co muros y tejados. Lo cruzaba n caminos de pi edr dos de helechos gigantes cre cidos al amparo de l A la derecha un pab ellon de cuatro habitacione salon a estejardin llamado "el jardin de lo s hel ec ventanas de la s habitaciones daban aljardin de a do "clj ardin de los animalitos". Los muros del sa dos al oleo eran una prolongacion del parque: de bosquecillos en penumbra atravesad os p or d e chaque tilla roja y cu ernos de caza al cinto per los ciervos y a los conejos qu e huian entre los arb matas. Isabel ,Juan y Nico las habian pasado muc de su infancia d escifrando aque lla caceria mimi - Tia, C:que pais es este?
-Inglaterra. . .
-C:Conoces In glat erra?
-C:Vo ? .. - y d ona Matilde se echab a a reir m m ente. Ahora que los nifi os habian crecido el
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ole cop udo s se dcfcndfa d el cie lo . -ing(m ruido llegab a a ese lu gar la ca a y cercado p or corredores, rzaban camin os de piedra bordea crecidos al amparo de la sombra. •n d e cuatro habitaciones abria su do "el j ardin de los h elech os". Las one daban al jardin de arras llama alito ". Los muros del sa lon pinta olongacion del parque: infinidad lu m b ra atravesad os por cazadores ernos de caza al cinto perseguian a que h ufan entre los arbustos y las colas habian pasado muchas horas do aquella caceria mimiscula. e?
a?
atilde se echab a a reir mi steriosa
nino habian crecido el pabellon
sas . La habita Matilde, su m turbulenta; no de casada, el ella una vieja tratar a las ge enrojecer y re nos. "Yo ya sol a sus sobrinos lir a la ca lle. C No sabia por q reir. - Po r Dios, nado la ri sa q - Si, no te cufiada, - Estoy tan Pero la seno recordar aque
a reir. -iHazme el favor! iVestir de gala a un pob La inesperada presencia de su marido acor extranjero la turbo y le produjo una especie de mentaneo: como si toda su soledad y el orden durante afios hubiera sido roto. -El joven es nuestro huesped por el tiemp -anunci6 don Joaquin, ignorando el disgus en los ojos de su mujer. Esta, despues de cr meras palabras con el fuereno, olvido su en acostumbrada aver llegar a su marido tray suerte de ani males: por primera vez recogf bre. Fue a la cocina a anunciar a los criados un huesped, aunque, en verdad, le hubiera cir: "Tenemos un animalito mas." Despues su marido y al extranjero al pabe1l6n. Queri su intimidad. -Aqui en "Inglaterra" se sentira usted mas in te ... Y miro con timidez al joven. Tefa, la criad puertas del salon de cacerfa y las de los dorm cendi6 los quinques. El fuerefio se mostr6 en con su alojamiento. Dona Matilde, ayudada p cogi6 la habitacion mas grande, tendio la ca ventana que daba al 'Jardin de los animalitos" recomendaciones a su huesped sobre c6mo d el mosquitero para evitar el paso de los murc por 10 dernas eran inofensivos. El joven se present6 bajo el nombre de Fel y deposito su maletin sobre una mesita. La cr el agua de la jarra, trajo pastillas de jab6n fran toallas limpias en las repisas del bafio. Duran senora se qued6 prendada de la sonrisa de su joven se retire a su pabe1l6n. Una vez a solas, le cont6 a su mujer la escena ocurrida en el H
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pabello n. Queria alejarlo de
eruira u ted mas independien足
en. Te fa, la criada, abrio las
' la d e los dormitorios y en足
'en o se mostro entusiasmado
latilde , ayudada por Tefa, es足
nde, ten dio la cama, abrio la
le 10 an ima litos" e hizo varias
oed obre como debia cerrar
paso de los murcielagos, que
D.
el nombre de Felipe Hurtado una mesita. La criada renovo illa de jab on frances y coloco del ban o . Durante la cena la
e la so nrisa de su huesped, El
Una vez a solas, don Joaquin
l ocurrida en el HotelJardin.
salia de su asombr ironia: se dio cuen como el. Ya tarde decidio to y apenas se 10 a das. Se paseo con t rernovio una piedr retroceder con un -iEs un alacran lejos. -iAh! Buenos d -iMatelo! Son no esta usted imp malevolencia. -N 0, yo soy de t Un vapor se leva olores hurnedos y sas con los tallos ll pesar de la violenc se llenaban de rum
meda, la fuente lucia su agua verdosa y en su su flotaban hojas en descomposici6n y enormes m ahogadas. De alli tambien surgfa un olor descom pantanoso. El jardfn que en la noche era lumino gro, cubierto de hojas misteriosas y de flores ad por la intensidad de su perfume, durante el dia taba de olores y presencias amenazantes para la extranjero. Sinti6 nauscas. -<.A que hora vuelve el senor? -Si no sale -contest6 burlonamente la criada. -iAh! Yo creia que iba a trabajar. -Sf va, pero ahi nornas. Y la mujer hizo una sefia con la cabeza, indica puerta abierta en el muro que comunicaba con e de los animalitos". -Tal vez sera mejor que no 10 moleste. Tefa no contest6. El extranjero sintio la hostilid mujer. De pronto pareci6 recordar algo. -Dfgame, (en d6nde vive el senor presidente? -(juan Carino? En Alarc6n, ya casi llegando a llas, cerca de la salida de las Cruces -contest6 asombrada. Hubiera querido preguntar algo pero ferencia del joven la hizo callar. -Voy a verlo. Volvere a la hora de la comida joven con naturalidad. Y Felipe Hurtado se dirigi6 al port6n de salida vio irse y tuvo la impresi6n de que iba pisando las sin dejar huella. -iQuien sabe de d6nde venga este hombre! Y senor no andarfa recogiendo vagabundos -corri6 a los criados que almorzaban en la cocina. -(Ya saben 10 que hizo en el hotel? -pregunt6 la recamarera. -Se quiso enredar con Julia y el general a poco junto con ella y con don Pepe. -Yo no creo que sea gente de buen vivir. Hoy
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ranjero intio la hostilidad d e la
ecordar a lgo . 'e el efior p resid ent e? rcon 'a cas i llegando a la s ori足 las Cru ces -contesto la muj er .d o pre u nt ar algo p ero la indi足 :allar. la hora de la co m ida -dUo el icio al por to n d e sa lida. Tefa 10 de qu e iba p isan do las p lantas
: ven a este hombre! Yo que el o vagabun do s - co rrio a decir )3J1 en la coci na. en el h otel? -pregunto Tach a,
'u ia <el ge neral a p oco 10 m at a epe. rite de buen vivir. H oy qu e fui
m ente p ara verl a repo ne uno del d dij o el viejo co n r bia salido al corre m as so mbrio. - (Quic n es ese Do n Pepe, con su po q ue decir, p - No se, mi ge No tuve tiempo d en seguida. . . - (Y con que d tos sin mi p er m is Pep e Ocampo er - No , m i gene diciendo que n o u sted llego . .. Lui sa, ec hada e di al ogo. -General , estu
Se vengaba asf de Julia y d e d on Pep e. Francisco Rosas no la mir o, -Of qu e habl ab an de Co lima - ag rego co n - iDe Colima! - repi tio Rosas, so m brio. H rido n o escuc harla . Sin contesta r se volvio a Don Pep e miro a Luisa co n od io . Esta sigu dose en su hamaca y des pues ella tambien en su habi tacion, Con d isimulo, el hotelero la puer ta de los amantes y trato de escuch go. -Dime, J uli a, C:por que tuviste miedo? - No se - co ntesto ella con voz re posada. - Dime la verdad, J ulia, C:quien es? - No se . . . Don Pepe p odia verla, acurrucada como u n la cabeza recl inada en un hombro y mirando c almendrados al general suplicante. "iEs malfs pes Ie sacarfa yo la verdad!" penso el viejo. La te nie nte coronel Cruz al h otel 10 hi zo retirarse pitacion de su puesto y de sus reflexiones. - iA.ndele! iDe escucha! -Ie d ijo riendose el - No se ria .. . - yel viejo co nto asusta do su EI teniente coron el Cruz par ecio p reocupar - iAh, qu e Julia! - d Uo sin ga nas d e refrse. Franc isco Rosas volvio a salir d e su cuarto. do, y se fue a la calle sin llamar a sus am igos. medianoche volvio borracho. -Julia, vamos a Las Canas . .. - No qui ero. Julia se nego por primera vez al capricho de EI general lanzo el vasa de los jacintos co ntra e la cornoda y este cayo hecho afiicos . La joven ojos. - C:Que hiciste? iEs de ma l agiiero! Los dernas huesp edes del hotel escucharon a estrepito . 58
illpli cante. "iEs m alisimal iA gol足 l." penso el viejo. La entrada del otel lo hi zo retirar se co n preci足 e us reflexio nes. . - Ie d ijo ri endo se el oficial. '0 co nto asustado su h isto ri a. l1Z parecio preocu parse. in ganas de refrse.
a alir d e su cuarto. Estab a pali足
lamar a sus amigos. A ntes de la
cho. ria ...
era vez al cap richo d e su amante. e 10 jacintos co ntra el es pejo d e cho afiico s. La j oven se tap o los
al agiiero! eI h otel escu charon asus ta dos el
con pis o d e pi qu e had a las rojo , unas fl or ahu mado am u es parcidas por en ro pa in teri o tacon torcido, -Temprano co n u na so nris -Perdone, b -Eres fueref sala. Y la muj er se no se hi zo es pe y eI oc upo el co de plomo en la -~Tu eres c1 la Lu chi echan -(贈1 amigo? Juan Ca rin o
rezo, tosi o un p o co y tomo la p alabra. - Sufrimos una oc upacio n y n o p odemos espe bueno de los in va sores. La Ca mara d e Comercio dencia Municipal y la Insp eccion de Poli cia esta n ordenes. Yo y mi go bier no ca recemos d e toda pr Po r eso d ebe usted cu idar sus p asos. - Anda enc ulado y no sot ra s la pagamo s - inte la Luc h i. - iNina! (Q ue lenguaje es ese? -protesto el se dente ave rgonzado, y agrego desp ues d e un sile n so- . H ay veces en que lo s cap ric hos conducen a a la lo cura. Sin exagcrar, p od em os decir que la jo ha vuelto loco a l ge neral Ro sas. - (Pien sas quedarte tie m po p or ad? -pregun chi. - N o 10 se . . . -Pues no te Ie arr imes much o . -Siga u sted los co nsejos d e Luc h i. Sabra qu e qu e tie ne un di sgusto co n la senori ta Julia nos e y n o s ahorca. . . Me nos mal que sus p ersecu cione n o llegan h asta el dic cionari o . . . -EI senor presid ente es un am igo d e los di c -dijo la Lu chi co n precipitacion. - (V co mo n o h e de serlo, si ellos encier ran to biduria del h ombre? ( Q ue hariamos sin los di cc Imposible p ensarl o . Ese idi oma qu e h abl am os s telig ible sin ellos. "iEllos!" (Q ue sign ifica ellos? N ruido . Pero si co ns u lta mos el di ccionari o enco "Ellos, tercer a p erso na d el plural. " EI extranjero se ec ho a refr, A l senor p resid en to su ri sa y, apoltro nado en su sillo n as troso, varias cuc haradas d e az ucar y re rnovio su cafe c m onia. Estaba co ntento: habia des p istado al ex pues si era cierto 10 q ue hab ia dich o , 10 im port 10 que n o habia d icho: que l~ pal ab r as eran p porque ex istian por ellas mi sm as y la d efensa de 60
n ej o de Lu chi. Sabra que cada vez .0 co n la sen orita Julia n os encarcela o mal que sus persecuciones todavia CClon n o . . . :nt e e un amigo de los d iccionari os ecipitacion .
e erl o , si ellos encierran toda la sa
: ue harfamos sin los diecionarios?
e idioma que hablamos se rfa in in !JIo !" cQ ue sig ni fica ellos? Nada. Un Iltamo el dic cionari o enco ntramos: a del p lural." ili 6 a refr, Al se nor presid ente Ie g us tnado en su sill6n as troso, se sirv i6 ~ zucar y removi6 su cafe co n parsi : to: h abia despi stado a l extranjero, que hab ia dieh o , 10 importante era 0: que 1'!.~.J~a l ab ras eran peligrosas ell mis mas y la defensa de los d ie
palab ras a del cua l n qu e no bi de las leng su lab or n ahorcar y ta do, n o c la manana sc ntfa el re de la vispe venir a la su poder. mi mi si6n Prim ero h puro. - iMet am nan.o.) . . . U Y es tud tranjero: e afios.
-~Y
que serfa confeti? .. La palabra produjo una feria en los ojos de Feli tado yJuan Carino se lIeno de gozo. La Luchi podia pasar horas escuchandolo. "ll.as no estuviera loco tendria mucho poder y el mund tan luminoso como la Rueda de la Fortuna", y la L qucdaba triste al ver aJuan Carino en la casa de las La joven queria descubrir el momenta en que Jua no se habia convertido en el sen or presidente y no l encontrar la hendidura que dividia a los dos pers por esa grieta huia la dicha del mundo; de ese erro el hombrecito encerrado en el prostfbulo, sin espe de recuperar su brillante destino. "Tal vez dormid que era el senor presidente y ya nunca desperto sueno, aunque ahora ande con los ojos abiertos" cia la joven recordando sus propios suefios y su co extravagante adentro de ellos. Por eso le servia m tazas de cafe y 10 trataba con cuidado, como se los sonambulos, "Si algun dia despertara". .. y e fiaba los ojos del senor presidente creyendo descu ellos al mundo asombroso de los suefios: sus espi cielo, sus palabras girando solitarias como amenaz arboles sembrados en el viento, sus mares azules so tejados. ~Acaso ella no volaba en suefios? Volab unas calles que a su vez volaban persiguiendola y a esperaban unas frases. Si llegara a levantarse en l de esc suefio, creeria para siempre en la existencia alas y las gentes dirian burlonas: "Miren a la Luc loca. Se cree pajaro." Por eso espiaba a Juan Carin ver si lograba hacerlo despertar. -Cuando desee pasar un rata perdido en las p venga por aqui; desde este momento pongo a su cion mis diccionarios -10 oyo decir la Luchi. -Le advierto que su invitacion no caera en sa -contesto risuefio el extranjero. -Poseo hasta tres vohimenes del Diccionario de
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de ellos. Por eso le serv ia much a s ba con cu idad o , co mo se tr at a a l1gU 1 dia des pertara". . . y esc udri足 r pre id ente creyendo descubri r e n rro 0 de los suefios: sus espirales al and o solita r ia s como amenazas, sus el viento , sus mares az ules sobre lo s o volab a en suefios? Volaba sobre ez volab an persiguiendola y abajo la . i llegar a a levantarse en la mi tad para siem pre en la ex iste ncia de sus n burlo na s: "Miren a la Lu chi. Esta Por e 0 espiaba a Juan Carino, p ar a de per tar.
ar un rata perd ido en la s p alabr a s
e e te m o m enta pongo a su di sp o si足
- 10 oyo d ecir la Lu chi.
u in vit acio n no caera en saco rota
extranj ero ,
ohim en es del Diccionari o de la Le n足
cio nes. iSon YJuan Ca - Ya es m as do la lu mb re desalifiad a p - c:La una p ien d o la ora jer que 10 de paredes y cam - iLa una y marco de la p - Es u na lib al mundo tan de p ie y se ac - Guard e m ble. Es un lib mi ster io. Ser co ntra cl Dic bre se p erde cae ria co nver
- Serfamos co mo los per ro s - explico la Luc hi. -Peor aun, porque ellos han orga n izado sus lad au n que a n osotros no s resulten in comprensibles. usted 10 que es un librepensador? Un h ombre qu e nunciado a l pensamiento. Y el se no r Presid ente aco rnpafio a su hu esp ed h a puerta d e la calle . -Mis recuerdos mas afec tuos os a d ona Matilde y J oaqufn aun que tengo el se ntimie nto gran de de n o nun ca p or esta su casa. Juan Carino se que do pensativo en el umb ral de la ta de entrada, haciend o sefiales de ad ios al extranjer se alejo en el res plan dor de las do s de la tarde. Lue rro tr istemente la puerta, volvio a la sa lita sucia y se e n el sillo n que habfa oc upado antes. Procure no v co lillas y la mug re que reinaban en el cuarto . - iSeno r p resid ente, nos canto el pajarito d e la g Al rato Ie traigo sus ta quitos -dijo la Lu chi tr at and a leg rarlo. A esas h oras las d ern as muj eres apenas es levantandose. En esos d fas e ra yo tan desdichado qu e mis h or acu m ulaban in formes y mi memoria se h ab ia co nve en se nsacio nes . La desdicha co mo el dolor ffsico i los minutos. Lo s dfas se co nviert en en el mi sm o df ac tos e n el mi sm o ac to y las personas en un solo per j e inutil . EI mundo pi erd e su vari edad, la lu z se an y los mil agros qu edan abolidos. La in ercia de esos repetidos me guardaba quie to, co ntem p lan do la fug til de mi s h oras y esperando el mil agro que se obst en n o prod ucirse. El porvenir era la repeticion del do. Inmovil, me dejaba d evor ar por la sed que roi es qu inas. Para ro mper los dfas petrificad os solo m e dab a el espej ismo in eficaz de la vio lencia, y la crueld ejerefa co n furor sobre las muj eres, los per ro s ca llej los indios. Como en las tragedias, vivfamos de ntro tiem po quieto y los perso najes suc urnbian presos e 64
no canto el pajarito de la glor ia! uito -dijo la Luchi tr atando de as dernas muj eres ape nas estaban an de d ichado qu e mis horas se mi mem oria se hab ia co nve rti do dicha co mo el dolor fisico iguala e convier ten en el m ismo dia, los . la p erso nas en un solo p ersona足 rde u variedad , la luz se an iquila bolidos. La in ercia de esos dias quieto, contemp lando la fuga imi足 :an do el mil agro qu e se ob stinab a nrven ir era la rep eti cion del p asa足 devorar por la sed que roia mi s o dia petri ficados solo me que足 de la violencia, y la crueldad se a mujeres, los perros callej eros y trazedia , viviamos dentro de un r onaj e suc umbian preso s en ese
La seno ra no a la misa el forastero. habia ven ido en el espejo. - iMir a qu padre no me tan amarillo! Co nc hi ta, a qu e su mad - jAlli esta esp ejo, enoja voy,Justino M Y la senor do guarda do mirarsedem ca co noci a u precision del pcrfc ccion de nes. Cua ndo
j a !", pidio llorando a sus am igas, co n te nta de p los caprichos que la habfan tiranizado tantos afi !ap ren da!", se d ccia mi entras sus am igas am o r cu erpo en una sabana cualquier a: en ese m ome duefia o tra vez d e su volu ntad y la impuso ven bre el difunto que palid o y contr aido p arecfa len furecid o contr a ella . - iComo se ta rda Matilde !' .. Las viejas hacen pacio - excl am o contrariada cu ando vio q ue su llegaba todavia a l a tr io de la iglesia. Mo st ro su dando p at ada s en el suelo. Conchita bajo los oj recfa que las frases y los ges tos de su madre a mi r adas d e los dern as que, aunque esperaban ta pacientes, 10 hacfan co n m as di simulo . - Es ca paz d e no ven ir. iLe g us ta tanto hacer resante ! Pobre much ach o , no sabe en la cas a d e ha caido. Conc hita lc hi zo una se fia p ara que ca lla ra. -(Por que m e haces se fias? Todos sabemos qu es ta lo co . Se cree el rey de lo s animales.. . - y rcir de su ocurrencia. No pudo co ntinua r su di scurso pues vio ven i cu en tro a dona Lola Corfbar aco mpafiada de su dolfo. - iAhi viene esa go rda! -dijo co n enojo. Do n a Lola no sa lfa casi nunca d e su ca sa. Tal v padeefa una gord u ra monstruosa. Tenia mi edo. d istinto del nuestro. "Si u no se quedara sin di n lc te n de ria una m ano ", decfa con te r ro r y perma to a sus ar marios de co pete a lto en donde los ce de oro formaban pil as parej as y co mpactas. Los domingo s los criados la oian , encer rada en su cu tar las m onedas. El resto de la sem ana p atrullab co n ferocidad. "N unca se sabe que no s guarda Di p ensamiento la a terraba. Existfa la p osibilidad de quisiera volverla pobre; y para prevenirse co n tra
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efta p ara que callara. -en . Todos sabemos que Joaquin de 10 animales . . . -y se ech6 a ru di cu rso pues vio venir a su en
onbar acompafiada de su hijo Ro la! -dijo con enojo. i nunca de su casa. Tal vez por eso on tr u osa. Tenia miedo. Un miedo - uno se quedara sin dinero nadie decia co n terror y permanecfa jun pete alto en donde los centenarios 1>Meja ' compactas. Los sabados y oian, encer r ada en su cuarto, con o de la semana patrullaba su casa se ab e qu e nos guarda Dios", y este a. Exi tia la posibilidad de que Dios ; y para prevenirse contra la volun
para comprom Dona Lola G tenciones perv dad de su hijo. - iYo digo q tantos desvelos -No te preo Dona Elvira la madre y el raci6n ilimitad habian sido de dafios cometid publico hicier menos podia h - iEs tan bue al broche de d admirar lajoya pens6 con iron y al volver a Ix conversar con
- iVa m ovi61a s m ojoneras! -dedamos al verlo ri ente de la ofici na del ge neral. En efecto , despues de ca da viaje, Ro dolfo , ayu sus pi stol eros tr aidos de Tabasco, m ovia las m ojo limitaban sus haci endas y ganaba p eones, choza g r atu itas. Baj o uno de los almendros d el atrio, e la mi sa d e sie te , estaba Ig nacio, el h ermano de A panader a. Obser v6 largo rata al hij o de dona L se acerc6 cortesmc nte a el y Ie pidi6 u n aparte que Ignacio era un agrarista . La verdad era mili tad o en la s fil a s de Zapata y qu e ahora lleva descalza de cualq uier campesino. Sus pantalo nes y su sombrero de palma estaban comidos por uso. - Mire, don Rodol fo, es m ej or que deje quie t j oneras. Los agraristas d icen que 10 van a m ata Ro d ol fo so nri6 y Ie volvi6 1aespalda. Ignaci o, do, se re tir6 y desde lej os co nte m p l6 la silueta m Rodol fo Gorfbar. Este no Ie co nced i6 ni una m ~ C ua n tas veces 10 habian amenazado? Se sentia m enor r asgufio a su persona costa ria la vida a d ag raris tas . EI Gob ierno se 10 habia prome tido au to r izado para aprop iarse de las tier r as qu e I en gana. EI ge neral Franc isco Ro sa s 10 apoyaba que ensanch ab a sus haciendas, el ge neral Fran c recibia d e m anos d e Rodolfo G orfbar una fuert dinero qu e se co nvertia en alhajas p ar a Julia. -" ~ Ve s c6mo una muj er es capaz de d ominar bre? iDesvergonzada, no s esta arru inan do!" Rodo lfo besaba a su madre p ara co nsolarla d sas que Julia le infligia co n su impud o r. Y para ofens a tambi en el le regalaba a lhajas a su madr -EI paga y los in di os no trabajan -Ia oy6 dec Se acerc6 a ella . Su voz 10 co nsolaba d e la las pal ab ra s de Ignacio. Se se ntia unido a su m un amor tierno y unico y sus m ejo res ratos los
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le ,'0Ivi 6 1a espalda. Ignaci o, mor tifica足
[ lej o contemp l6 la silueta m enuda de ue no le con ced i6 ni una mirad a mas. ib fan am ena zado ? Se sentia seguro . El per on a cos taria la vida a d ocenas de erno e 10 hab ia prometido y 10 h ab ia ropiar e de las tierras que le vin ieran Francisco Rosas 10 apoyaba. Ca da vez hacien d as, e1 general Francisco Rosas ~ Rodolfo Gorfbar u n a fuerte suma de ~rtfa en a lhaj as p ar a Julia. I mujer es capaz d e dominar a u n hom足 a n o esta arruinando!" u madre para consolarla d e la s ofe n足 I 'a con su im p udor. Y p ar a repar ar la e regalab a alhajas a su madre. d io no trab aj an -la oy6 d ecir. t voz 10 co nsolaba d e la dureza d e racio , e sentia unido a su m adre p or n ico ' sus mej ores ratos los p asab a en
co m pren der Dona Elv de dona Ma - (Te fijas n a Lo la refi dre se h ubie - sr, mam - iTe corn Do na Ma Se le habia h hu esp ed y v el fina l de l u n esfue rzo qu e invitarla Por la no c al corredor, ban dejas co n n adie se re u regocijo , p er apareci6 y e
a l forastero. Avergonzados, p ronunciaron b r y lu ego en sile ncio oc uparon sus sillas y con n o ch e. Un ca lor ardie nte fl ot ab a en el jard in, crecian desm esu r ad os entre las sombras y la tu sas de las montafias que me ro dean se ins cielo p or enci ma de los tej ados y oprim iero Las senoras en mudeciero n: sus vidas, sus am mas irnitil cs desfilaron deformadas p or la o calor inrnovil. EI forastero se refugio en el ri d el ir y ven ir de los abanicos para olvidar la h all arse frente a esas caras d esconocidas. Isa ta, condenadas a gastarse p oco a p oco entre sus casas, comieron co n desgano las go los ina esc urria la.miel ardiente. Tom as Segovia se es sar tar frases brillantes como cuentas, pero an d e sus am igo s perdio el hil o y las vio rodar por el suelo y perderse entre las p atas de las Mo ncada contemp laba la n oche d esd e un lug H asta el llcgaban a lgu nas palab ras d e Segov - iEs un ho mbre muy raro! - susurro dona do del extranjero . Ante el fracaso de la re u ni buscab a el camino de las co nfide n cias . Hur sor p re n d ido y la viuda Ie ind ica co n sefias lunta ria de Martin Mo ncada. Hubi era qu eri op in ion que ten ia sob re su amigo, pero terni esc uc hara. - iFu e maderista! - comento en voz muy baj u n res u men de las rarezas de Moncada. EI extranjero sonrio ante la confidencia de y n o supo que decir. - Co n Madero empezaron nuestras desdic p iro la viuda co n per fidi a. Sabia que una dis maria la conversacion moribunda. - En el principio de Francisco Rosas esta F dero - sentencio Tomas Segovia. La figura del general Rosas surgio en el c 70
entre las patas de la s sillas. Martin la n oc he desd e un lugar apar tado. palab r as d e Segovia. raro. - susu r ro dona Elvira a l oi el fraca 0 de la reunion, la se nora as confid encia s. Hurtado la mi ro le indico co n sefias la lejania vo icada. H ubiera querido decirl e la ~ u amigo , p ero te rnio que A na la rrn en to en voz muy baja par a hac er
za d e Mon cada. an e la co n fid e ncia d e dona Elvira raron nuestr a s desdich as. . . - su s ia. abia qu e una di scu sion reani no ri bun da. 'ranci co Rosa s esta Fr an cisco Ma ovia, I Ro as surgio en el ce ntro oscuro
talmente hi zo la veia en los g puebl o d e escl to en el p alco Ro sa s. -Desd e que larga n och e qu pre de espalda Sus amigos habia sido u n crioll a y ric a y indios. Su m ue el c~ pab le de Los afios d e g u sido a troces p de indio s pele f!.o les p er tene no Carr anza t el poder, en qu Despues, co n e
no tininico y voraz que s610 compartia las riquezas privilegios con sus antiguos enemigos y c6mplices traici6n: los grandes terratenientes del porfirismo. -Martin, ~c6mo puedes hablar asi? ~Crees sinceram que nos merecemos a Rosas? Dona Elvira MontUfar estaba avergonzada de las bras de su amigo. -No s610 a Rosas sino a Rodolfito Gorlbar y a su tones tabasquenos. Ustedes acusan a Rosas y olvida c6mplice que es aun mas sanguinario... Pero, en f otro porfirista facilit6 el dinero a Victoriano Huerta asesinar a Madero. Los demas callaron. En verdad estaban asombrad la amistad sangrienta entre los porfiristas cat6licos revolucionarios ateos. Los unia la voracidad y el o vergonzoso del mestizo. Entre los dos habian inaug una era barbara y sin precedente en mi memoria. -Yo no creo que ellos hayan pagado para ases Madero -dijo la viuda sin convicci6n. -Lujan pag6 seis millones de pesos a Huerta, qu Elvira -dijo Moncada con ira. - Tiene raz6n, Martin, y todavia veremos cosas p ~Para que creen que Rodolfito trajo a esos pistoler Tabasco? ~Para cazar perros callejeros? Don Joaquin al decir esto se estremeci6 pensan los innumerables perros famelicos y sarnosos que tro por mis calles empedradas, perseguidos por la sed, ig en su miseria y en su condici6n de parias a los mi de indios despojados y brutalizados por el Gobiern ".iLos pistoleros!" L~ palabraJodavia nueva nos aturdidos. Los pistoleros eran la nueva clase surgi matrimonio de la Revoluci6n traidora con el porfir Enfundados en trajes caros de gabardina, con los o biertos por gafas oscuras y las cabezas protegidas po 72
co Villa y de Felipe Angeles, se sintieron seguras. Pero los generales traidores a la Revoluci6n instalaron un gobier足 no tiranico y voraz que s6lo compartia las riquczas y los privilegios con sus antiguos enemigos y c6mpliccs cn la traici6n: los grandes terratenientes del porfirisI -Martin, ~c6mo puedes hablar as!? ~Crees sin que nos merecemos a Rosas? Dona Elvira MontMar estaba avergonzada dc las oala足 bras de su amigo. -No s6lo a Rosas sino a Rodolfito Goribar y a SIIS ma足 tones tabasquenos. Ustedes acusan a Rosas y ulvidnn a su c6mplice que es aun mas sanguinario... Peru, ('11 rin, y otro porfirista facilit6 el dinero a Victoriano I h H'I 1:1 para asesinar a Madero. Los demas callaron. En verdad estaban aSUllll>l,I(\OS d la amistad sangrienta entre los porfiristas c,Ilulli ull Ylos revolucionarios ateos. Los unia la voracidad y "I III ll-{cn vergonzoso del mestizo. Entre los dos habf:lll in,lllHlIl :,d una era barbara y sin precedente eD mi melllul iii. -Yo no creo que ellos hayan pagado pari! ,,~4t''lIJl(1I Madero -dijo la viuda sin convicci6n. -Lujan pag6 seis millones de pesoS a 111ll:11II. qll('1 hl" Elvira -dijo Moncada con ira. -Tiene razon, Martin, y todavia vercmUII (f, ... p"1)I c.,. ~Para que creen que Rodolfito trajo a CS(l1l plllloll'llI'I II Tabasco? ~Para cazar perros callejeros? Don Joaquin al decir esto se estremcdtl p"IIIUlIltlll l'l los innumerables perros famelicos ysartlos' 1'1 c 1111~ ()I,.lllln por mis calles empedradas, perseguidus pilI 1.1 NI:ll, IH 1I,"I'~ en su miseria y en su condici6n de pad,,'! ,. 1m II II IIl1llt~!'I de indios despojados y brutalizados pnl' "I ( 'I,ll "!~ pistoleros!" La palabrtlodav(il Jllln',1 aturdidos. Los pistoleros eran la nueva ( 1:181: 8111 ~h 1.1 tI,'1 matrimonio de la Revolucion traidora 1011 1"11"111 II 1'111111, Enfundados en trajes caros de gabard In,l, I till IIiN 'ti"" c II biertos por gafas oscuras y las cabezas PI(l!IW tl .1f1 r" ll 111'1
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to co n cautela dona Matilde para ah uyentar al Julia. -(Y en Ixtepec n o hay teatro? -dUo el fuere do la respuesta p or otra pregunta. -(Teatro? (Q uiere usted mas teatro del qu ta muj er? -repuso la madre de Conchita so mirando con aso mbro al extranj ero. - iEs una lastima l - aseg uro este co n tranq Los dern as se miraron sin sab er qu e decir. -La ge nte vive mas feliz. fueatTILes Ja ilu lefalta a Ixtepec es eso : iLa ilusionl - iLa ilusion l - repi tio melan colico el du ef la noch e oscura y solitaria cayo sobre ellos de tri steza. Nostalgicos, buscaron algo im pr 10 que no lograb an darl e forma y qu e nece cr uzar los innumer abl es dias qu e se exte ndia co mo un enorme paisaje de peri odicos viej hoja s se m ezclan co n groseria los crimenes, l anu ncios, todo revuelto, sin relieve, co mo hec de sentid o, fu er a del ticmpo, sin mem ori a. La fatiga cayo sobre las muj eres y los hom ron irnitiles. En el j ardin los insectos se dest otr os en esa lu cha invisible y activa qu e llen a rumores. "Las rat as estan agujereando mi coc d ona Elvira Montufar y se puso de pi c. Los de ron yjuntos saliero n a la no che. Felip e Hurtad a aco mpafiarlos . EI gr upo avanzo cabi zbajo p silen ciosas. O cupad os en evita r los baches y l de terreno, ape nas hablab an. Al llegar a la p nada vieron la luz qu e se escapa ba por las p baleen de Julia. - iAhi estan esos! -dUo d on a Elvira co n re (Que estarian haciendo? La imagen de un na los dej a taciturnos. Quiza Francisco Rosas Quiza solo la car a so nriente de Julia ahuye nta de pape! de periodico y en su lugar crccian lo
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a 10 crirnen es, las bodas, lo s elieve, co mo h ech os vaciados in me m oria. Ijere ' los ho mb res se mira in ecto se destruian unos a activ qu e llena a la tierra d e u reando mi cocina", se d ijo '0 d e p ie. Los demas la imi ta leo Felipe Hurtado se ofrecio mzo cab izbaj o p or mi s ca lles 10 baches y los desn iveles . .\ 1llegar a la pl aza ab ando :apaba por las persian as del ita Elvir a con rencor. imagen de una di cha aj e Fran ci co Rosas tenia razon. le Julia ahuyentab a a los dias I lugar cred an los dfas de so
.A
2Cual fue la leng palabras que ha sado ya much os Felip e Hurtado animal pequefio n och e. "Vino p o que Julia. "Vin o mon cuan d o des foraste ro. Su pad y so lfcito y trat o cias. - 2Piensa usted -dijo el senor Ma ojo s del forastero - Todavia n o 10 Pero, en fin , u
vez lc m ol este mi in di screcion - se ap res uro a decir c vio la fri aldad co n que su interl ocutor recib fa sus pal - No , ~p o r que su pone que me m olesta? Mas bien d ezco su interes -contesto el for astero . -La primera vez qu e 10 vi, pcnse qu e pertenecf elase de j ovenes d inarnicos que bus can un n egocio b te . .. Algo p ro du ctivo . . . -~Un n egocio ? -pregunto Felipe Hurtado como ra la primera vez que semejante id ea le cruzara cabeza. -iNo, nunca pense semejante cosa! - ag rego ccha a refr, - Pues imagfnesc, amigo mio, que Catalan creyo q usted inspector. Yo le ascgure que no hab ia nada ma de us ted que esa carrera. Felipe H urtad o se r io d e buena ga na. -iInspector! - com ento, co mo si la oc urrencia d Pedro Catalan fuera realmente graciosa. - iEs un charlatan ! -dijo don Ramon a g uisa de e p or su cu r iosidad y buscando la man era d e co nt in dialogo, pero Felip e Hur tad o hi zo ade rna n d e retira don Ramon n o le qu edo mas remedio que cederle e -iNo m e cabe dud a! iAhora sf que n o me cabe la m du da! - grito triun fante d on Ramon al entrar a su Sus hijas se precip itaron hacia el- . Este joven que s llamar Felipe H urtado "vino p or ella" - aseguro el Las muj eres se compadecfan a su paso y repeti p alab ras que seguian al joven por mis calles. El p ignorar la frase que iba de boca en boca y salia tr lamen te a campo abierto, en donde el sol pega fue tierra esta erizada de esp inas y las vfbo ras d uermen las p iedras . Los arrieros 10 cncontraban cerca del N jo, caminando 0 sentado en un a piedra, co n un lib ro mana y la cara afligida por un pesar qu e no le conoc A su regreso pasaba por la ace ra del H otel J ard in estaba en la ventana. Nadie los vio nunca da rse los b 76
si la ocu r rencia d e d on racio a. larno n a g uisa d e excusa manera d e co ntinuar el adernan de retir arse y a edio que cederle el paso. ue no me cab e la menor on a l entrar a su casa. - . E te j oven que se hace ella" - aseguro el viejo. paso y re petia n las a sr mi calle s. El pareda en boca y sa lia tr anqui足 de el 01 pega fuerte, la vibor a duermen ent re iraban cerca d el Naran足 riedra, co n un libra en la r que no le conociamos. ra d el Hotel Jardin. Julia [) nu nca dars e los buenos
fu mab a recargado en ban co n el a que los eran d evotas y asistian tud arisca d e Rosas h a sa lida. Lo veia rnos d es - iEsa muj er no tien Las m ujeres se iban avidez a Julia que se a -Sen a b ueno p rese que n o la admita en la Marfa y di rectora de l - iTodo el mund o t Moncada. -Pero (no te das cu a las j ovenes? Ade rnas n estas. Llev ada p or Franc o ir los co men tarios h o ignorab a mis voces, m sus ojos osc u ros se vei
-Quiero caminar -pidio la joven esbozando sa para excusar su capricho. -2Caminar? -pregunto Francisco Rosas y m ven por encima del hombro. Julia Ie mostro s perturbable. El general miro con atencion la frente. mn que iria pensando? 2Por que quer ella tan perezosa? Un nombre Ie vino a la m dirigio al hotel. -Dime, Julia, 2por que quieres caminar? Rodolfo Gorfbar, acompaiiado de dos de su tabasqueiios, esperaba al general en los port tel. Desde lejos 10 via venir con Julia y Ie sali sabiendas de que era inoportuna su presencia -General. .. -10 llamo con timidez. Rosas si no 10 conociera. -Una palabrita, general. .. -Veame despues -contesto Rosas sin mira
con Julia. Rodolfo Gorfbar se volvio a sus amigos. -Vamos a esperarlo -y se quedo paseand la puerta del Hotel Jardin. La experiencia el general no tardada en salir. Cuando se Julia era el momento en que concedia todas Rodolfito sonrio con beatitud. -iIndios cabrones! Sus hombres 10 miraron, escupieron por el ladearon los sombreros. Ellos podian espera ras. El tiempo corda veloz cuando la presa e y la expresion placida de su jefe les daba esa -Cuestion de horas -dijeron tragandose Julia se dejo caer de bruces sobre la cama. sas, sin saber que hacer ni que decir, se acerc Sus ojos apagados por el miedo que Ie inspi
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midez. Ro sas 10 vio como
.0
a
in mi rarlo y se alej o
am igos. edo pa ea n do del ante de ::-.-p . riencia le d ecia que C nd o se enojaba co n ncedia to da s las muertes.
pieron p or el co lm illo y se odian e perar durante h o do Ia p resa es taba seg ur a : Ie daba esa ce rteza. tra ' n d ose las eses. ib r e la cama. Francisco Ro ecir se acerco ala ventana. , qu e le in spire el tedio de
a sus esp aldas, busc jabon, la s toall as. -Me voy a b afiar la h abi tacion, Rosa s qued o desmantel ado huella d e su cue r po el vacio . ÂŁ1 n o te nia una n och e alta p o r l r r a d e Ch ih uahua . E n o buscab a 10 qu e b la n o stal gia d e algo Queria escapar d e la qu edaba el co ns uelo lla, se p aso con Car Tampoco er a el p o cuent ro co n Julia tu del cielo d e la sierra d e alcanzar el cuer p que no fu era el re sp en su memoria seg u
la s calles y los h o mbres anteriores a el. Se en a ella co mo u n g uerrero so litario frente a tiada co n sus h ab itantes in visibles co m iendo pensando, recordando , y afue ra de los mu daban a l mun d o qu e vivfa ade ntro de Julia ir as, sus asa ltos y sus lag rimas eran vanas, la intacta. "La m emoria es la maldi ci6n de l h om y go lpe6 el muro de su cuarto ha sta hacerse el ges to que cl hacia ahora no que darf a pa el tiempo? cCuantas veces, mientras hablab gos, J u lia se paseaba desnuda en su im aginac sus p aso s, vefa sus ojos y su cuello m oviend o mundo hurn ed o de la s gacelas y ofa a sus habl ar de barajas y di nero . "La m em o r ia es re p itio co n amargura. La m emori a d e Julia ta cuando era el quien la llevab a d ormida en cr uzan do las ca lles de Ixtepec. Era ese su di able: n o poder ver 10 que vivfa adentro d mi sm o , m ientr as cl su fria vie n do los rayo s ella jugab a co n el ag ua, olvida da d e Francis sufrfa p orque ella n o olvidaba. Esta rfa bajo dando a otros banos y a o tros hombres que tr ansid o s. Se vio en much o s h ombres prcg esper an za de respuesta: "cEn que pi ensas, m Le lleg6 su p er fum e y la oy6 volver ca mi n so b re las loseta s rojas. Y la oy6 ca m inar en tos parecidos, dej ando tras de sf una s hue qu e hufan e n u n vapor leve y brevfsimo. Ju much os cuartos y much os h ombres la ofan raban su p erfu m e de vain illa qu e subfa en mu ndo invis ible y p erdi do . -Uulia! -Ia llam 6 sin volverse. La joven se acerc6. Francisco Rosa s oy6 ve d o vasto qu e se escondfa d etras de su Irente. un mu ro a ltfsimo que la separaba de el. "De fiandome", se di]o, y la vio galo pan do en p
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epee. Era esc su dolor irreme e vida adentro de ella. Ahora viendo 10 rayos secos del sol, vidada de Francisco Rosas que ba. Esta ria bajo el agua recor ro hombres que la esperaban o homb res preguntandole sin :En que piensas, mi amor? .. " ovo volver caminando descalza a ~vo camin ar en muchos cuar de i un as huellas humedas . \ brevi imo. Julia entraba en ~mbre la oian llegar y aspi ilia que ubia en espirales a un lver e. ci co Rosas oyo venir a ese mun detras de su frente. Su frente era e paraba de el. "Detras esta enga io a alo pand o en paisajes desco
siguieron a l mi pasar al genera buscando Rosa Muy entrada rojecidos, la ca el polvo.Julia 1 la cama y miro sentia perseguic por imperfecto con una volunta "pero no me a incline sobre su - Te dio muc por la frente. F en el pasado Ju siquiera era a e el, Rosas, la vei desconocido. - cEs a mi a q Julia retire la
y asustada se la guard6 en el pecha. Detr pados huyeron veloces unos recuerdos que a vislumbrar. Quieta en el cuarto perfumad cuarto de todas las naches, Julia parecfa la sin embargo el, Rosas, era otro hombre can una cara diferente. Se levanto y avanz6 hast otro, la besarfa como la habfan besado en e -Ven,Julia, yen con cualquiera. No impo cisco Rosas sea tan desgraciado.
Par la manana las criadas lIevaron la noticia: de las trancas de Cocula habia cinco hombr entre elIas estaba Ignacio, el hermano de A nadera. La mujer an daba gestionando que l bajar el cuerpo de su hermano y todos no s h dado sin bizcochos. -iPobres hombres, tal vez no quisieron tierras!. .. -explic6 dona Matilde al extran rer decir 10 que pensaba. Esta vez se tratab uno de sus amigos y la senora preferfa gua Estaba avergonzada. Felipe Hurtado no su Desde su lIegada era la primera vez que hab Ixtepec. Mir6 la mesa tendida para el desay una taza de cafe caliente y trato de sonrefr. hizo mas comentarios. -iEs Julia!. .. Ella tiene la culpa de tod pasa... ~Hasta cuando se saciara esta mujer desayuno! -grit6 dona Elvira y empuj6 can v fetera que Ines acababa de poner sabre la m se sirvi6 su cafe y mir6 de frente a su madr dia enojarse porque no habia bizcochos cua Ignacio estaba colgada al sol, muerto y tristi de haber pasado una vida aun mas triste? D habia vista atravesar el pueblo descalzo y ve ropas de manta viejas y remendadas. ~Cua
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y asustada se la guardo en el pecho. Detd.s de sus pados huyeron veloces unos recuerdos que Rosas alc a vislumbrar. Quieta en el cuarto perfumado, ident cuarto de todas las noches, Julia pareda la misma J sin embargo el, Rosas, era otro hombre con un cue una cara diferente. Se levanto y avanzo hasta ella. Se otro, la besaria como la habian besado en el pasado -Ven,Julia, yen con cualquiera. No importa que cisco Rosas sea tan desgraciado.
Por la manana las criadas llevaron la noticia: en el ma de las trancas de Cocula habia cinco hombres colg entre ellos estaba Ignacio, el hermano de Agustina nadera. La mujer andaba gestionando que Ie permi bajar el cuerpo de su hermano y todos nos habiamo dado sin bizcochos. -iPobres hombres, tal vez no quisieron entreg tierras!. .. -explico dona Matilde al extranjero si rer decir 10 que pensaba. Esta vez se trataba de cu uno de sus amigos y la senora preferia guardar si Estaba avergonzada. Felipe Hurtado no supo que Desde su llegada era la primera vez que habia muer Ixtepec. Miro la mesa tendida para el desayuno, se una taza de cafe caliente y trato de sonreir. La sen hizo mas comentarios. -IEs Julia!. .. Ella tiene la culpa de todo 10 q pasa... ~Hasta cuando se saciara esta mujer? .. iP desayuno! -grito dona Elvira y empujo con violenc fetera que Ines acababa de poner sobre la mesa. C se sirvio su cafe y miro de frente a su madre. ~Co dia enojarse porque no habia bizcochos cuando e Ignacio estaba colgado al sol, muerto y trisusimo d de haber pasado una vida aun mas triste? Desde habia visto atravesar el pueblo descalzo y vestido ropas de manta viejas y remendadas. ~Cuantas 82
dar sobre las piedras, triste buena gana se hubieran ido bar, pero el hambre que su a seguir en su cocina.
-iNo 10 cuenten delante de al ofr la noticia de la muerte con tristeza y mira la manan ba sobre las plantas. Hacfa gritado 10 mismo: "iNolo que no podfan decir las cri esa manana? Aquel dfa rec las telas blancas qu~ cubrf corda arrodillada frente al raso blanco y suelas amaril lencio como ahora delante se asoma a la olla del choco deleite. El, sin decir una p acerca al zaguan a esa hora 84
b'eran ido de la casa de dona Lola C ori足 re que u frian en el campo los obligab a tina.
d lant e d e la nina! -grita Ana Moncad a la muerte d e Ignacio. Su marido la oyo 6 la manana azul y 1uminosa que repo sa足 . H acia much os afios su madre h abia 0: i. 0 10 digan del ante d el nino!" ( Por ecir la criadas que Sarita hab ia muer to el di record a sin d ificultad la iglesia y que cubrian la cab eza de Sarita. La re足 re te al altar y record a sus zapatos d e la marillas. Las cr iad as guardaro n si足 ra delante del gr ito d e Ana y su madre del chocolate y as pir e su p erfume co n ecir una palab r a, salio de la co cina, se a e hora ab ier to y se fue a la calle . Era
futuro an sado fu es un p erso dado en la realida co afios y importan manana 1 tr e la s ma m ezclo c dia. Mira e p endulo p ermane -(Va l -No, nadie ad pobres s -Irem persu adi
saber que cuerpos reclamaba, ni de donde queria bajaran. -Puede ser que al senor se los devuelvan, siem petan mas a los de traje -dijo Felix, sabiendos descalzos.
-iNinas! iNinas! ll.evantense, por el amor de Dios Juan Carino cuando se entero de la muerte de I sus cuatro amigos. Las nifias oyeron su lIamado ron durmiendo. El senor presidente golpeo con l 1I0s a las puertas de las mujeres: nunca se habia tan desazonado. La vispera habfa visto a Rodolfo acornpafiado de sus pistoleros seguir al general e seo desordenado por el pueblo. "Este muchachit sangre", se dijo, y a su vez 10 siguio todo el rna. que hablara con el general y ya de noche, cuando co Rosas entre a la cantina, perdio la pista de G sus matones y volvio tranquilo a su casa. Durant no, algo Ie dijo que Rodolfito esperaba en las som salida del general borracho. Ahora no se perdon descuido. Volvio a llamar a las puertas de los cu las cuscas, pero estas segufan durmiendo. -INinas, asesinaron a cinco agraristas! iVamos mandancia Militar! -Senor presidente, se van a reir de nosotros. sirve protestar -rogo la Luchi. -(De nada? iIgnorante! Si todos los hombres de hubieran pensado como ni, todavia estariamos en de Piedra -respondio Juan Carino solemne. El Edad de Piedra Ie producia escalofrfos y esperaba los dernas hiciera el mismo efecto. Miro a las mu con atencion y repitio, lugubre. -Tal como me oyen: len la Edad de Piedra! Las mujeres asustadas guardaron silencio y s sieron a obedecer sus ordenes, ÂŁ1 revolvio sus rop
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-A la Comandancia. ~Gu cion? Nosotros nos reiamos y soeces ala invitacion de Juan las al vuelo. Despues de hab seguro de que su maldicion a En adelante contestaria a la v queria seguir contemplando Llego a la Comandancia Mil con regocijo. -iOra! ~Que se traen? ~Ya a resultar muy comodo! Las mujeres no contestaro senor presidente que llego m tesala del general Francisco atendia el escritorio, 10 miro -~Que desea, senor presid muy abiertos. -Haga el favor de anuncia de las cinco victimas.
El capitan Flores no supo qu e contestar.Juan C habia tornado de sor presa. Fascinado por los ojo s se levanto y de sapar ecio por la puerta que comuni el de spacho del general Rosas. -Sientense, y no olviden repetir a cora 10 qu e y a ese hombre. Las much ach as oc uparo n las sillas vadas de la y esperaron inrn ovilcs. Juan Carino repetia las m ne s en voz baja. Queria cargarlas de poder par el momenta de decirlas salieran con la violenc di sparo. La s voces de las muchach as ayudaria n . P hora, luego otra, y el rel oj de la iglesia di o la s oc noche. Juan Carino, extrafiad o, se ace rca a la pu la qu e habia desap ar ecid o el capitan Flores, escuc seg undos y llam a . Del otro lado de la puerta n senales de vida . El loco ag ua rdo un os m omentos a llamar. Le co ntesto el m ism o silenci o . Se asusto. sola violencia de sus maldiciones, aun antes de ser ciadas, habia sur tido efecto y Fr anci sco Rosas, e Flores y Rodolfo Goribar yad an muertos. Abrio l de un ernpellon. Queria cerciorarse: en el desp Francisco Rosas no habia nadie. -iEsto es una burla! -grito subitamente enfu ernpezo a dar voces y a decir palabras in coherente se hubiera vuelto loco. Las muchachas asustadas de calmarlo. Aparecieron unos soldados. -tQue escandalo es este? iFuera de aqui! -tEn donde se esco nd io Francisco Rosas? -iAy Dio s, que miedo! -dijo un soldado, imi voz de una mujer. -iLarguense! iEl seno r general hace mucho tie salio l ll.arguense 0 los det en go a todos!. . . Y los solda dos saca ro n a empellones a Juan a las muchachas. Cu ando se encontraron en la muj eres con las cha linas desgarrad as y el sin su s de cop a, am enazo :
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ni mo ilencio. Se asus t6. Quiza la icione , aun antes de ser pronun足 eto v Francisco Rosas, cl capitan \ dan muertos. Abri6 la puerta a ~ercior ars e : en cl despacho de "a nadie. it6 ub itamente enfurecido y ecir palabras in coherentes co mo si muchach as asustadas tr ataron n uno oldados. ~ te? Fuera de aq ui! i6 Francisco Rosas? ~ -dijo un soldado, imitando la lr CTeneral hace much o tie mpo que etenCTO a todos!. . . on a empellones a Juan Car ino y 00 e encontr aron en la calle , las de arr adas y el sin su so m brero
durmiendo tr aves de su vimos a su - (Te sie Do na Lo ans iedad. " ocurria den y sus amigo de d ona Lo En la ma de qu e Ros los ahorcad en la Coma doctor Arri las trancas de Ag ust in - iAy, se Agustin a co Desd e es Ixtepec, le
de olvidar la gordura y las palabras grotesca y se refugiaba en la lectura. Cuando cay6 la noche un m iedo siibito s mi s gentes. Do na Elvira, presa de pan ico , gr -iVam os a ver a Matilde! No queria estar sola. Ai llegar a la casa de se encontr6 con lo s amigos de costumbre s corredor, mirandose asombrados. 2Que ha cir? Ninguno se atrevfa a nombrar a Rodo que otro "pobre Ig nacio" se escap6 de sus l poco hablaron de la aparici6n de Juan Carin las "cuscas". Callados, bebian sus refrescos sus sillas para cerrar el efrculo y sentirse m la noche inh6spita. A Ig nacio habia que echa ra que nunca mas los asustara su cuerpo m el verdadero culpable fuera otro? Les costab fuera Rodolfito. Dona Elvira se movi6 inquie Q ueria hablar, romper el silencio que los ac de Felipe Hurtado. - Dicen que 10 esta volvie ndo loco. .. - d y enrojeci6 liger am ente a l llevar la convers Ella era la verdadera cu lpable . Las criadas din dej ab an los chismes en las cocinas y de a las mesas y a las reunio nes. Sus amigos la aprobacion, inc itandola a que dijera 10 que responsabilidad de Julia en la muerte de Ig n - 2Vieron la cara que tenia el general esta - sr, muy atravesada. - Figli rense que anoche llega al hotel a eso sin duda despues de haber colgado a ese pob a quien Dios perdone sus pecados, y como la manana desperto a don Pepe para que le comida especial porque Julia tenia hambre. - Me pregunto que hacen esos dos a esas sa la noche. iVelando como almas en penal - e Carmen Arrieta. 90
:Jvira e movie inquieta en su silla. el ilen cio que los acusaba delante -olvien do loco ... -dijo la viuda, e al lleva r la conversacion a Julia. ulpable. Las criadas del Hotel Jar足 en la cocinas y de alii pasaban ione. us amigos la miraron con a que d ijer a 10 que sabia sobre la en la mu er te de Ignacio. : tenia el general esta manana? :he llego al hotel a eso de las doce, her col ga do a ese pobre de Ignacio s pecad os, y como a las tres de do n Pep e para que Ie sirviera una e Julia ten ia hambre. ace n e os do s a esas santas horas de no al ma en penal -exclamo dona
regalos para las alhajas y regalaba a s biertos. - iEn eso doctor. - iLa tien -iPara es el medico. -La Revo ahora no le rojandose. -iEI botin -Doctor, Historia de R Isabel 10 pie, la tomo al jardin y s vio alejarse mismas [ras
se in clin e al ofd o de d oria Ca rme n. - iDue rme desnuda! - 2Qu c dic es? -Que Julia duer me desnuda. La esposa del doctor se encargo de pasar al vecino la preciosa revelacion. Cuando Isabel volviero n al grupo, Tomas Ie paso eI sec reta al Este se volvio hacia la j oven. -Hay veces en que un o esta de sobra en e -I e d ijo en voz muy baja. -Yo siem pre he estado de sobra - contesto I La noche avanzaba diffci lmente, llevando a crime nes del dia. El j ardfn em pezaba a qu ema za de sol y ause ncia de lluvias, y los invitados exc itacion que les produj o el nombre de J ulia a sus pen sami entos so mbrios. Se esforzaron en h elech os, to davia hu med os en medi o de la scq u calo r de esc afio yel cr ime n d e Rodolfit o los te tos . Volvieron a pensar en: "si julia vuelve a pe el ge ne ra l pob res d e nosotr os" y se 10 dij eron p par a C orfbar. Julia te nia que ser la criatura pr absorbiera nu estr as culpas. Ahora me pregun 10 qu e sign ificaba para nosotros. 2Sabrfa qu e ta nu estro destino? Tal vez sf, por eso de cuando nos mi r ab a co n benevolen cia. IX
Pasaron unos dias y la figura de Ig nacio ta l co ahora, colga da de la rama alta de un arbol, ro m luz de la manana como un rayo de sol estrella l tro de un espejo, se sepa ro de nosot ro s poco a volvimos a mentarlo. Despues de todo, solo er menos. De sus cua tro amigos ni siquiera reco los nombres. Sabiamos que dent ro de poco o
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n medio de la se quia. El gran iie Ro do lfi to los te nia inquie足 i J ulia vu elve a pelearse co n )" se 10 d ij ero n p ara di scul足 ~ er la cri atu r a p reciosa que hora m e pregunto si sabria o . : abria que tambie n era lOr e 0 d e cu an d o en cuando a,
ra de I nacio tal co mo la veo ta de u n arbol, rompiendo la avo de so l estrella la lu z adenJ ti e no otros p o co a p o co. No e de to do , solo era un indio o n i iq uiera recordabamo s : dentro d e p o co otros indio s
en la .ca sa ~e d go los inas circ u d e gala habl ab polftica. - Call es se va dad. - Es antico ns - iSu fr ag io e danteria Tomas Isab el. Esta sin sus h er m an os. p ar palabras su amenazaba dur - iAh! me p -interv ino Seg Los jovenes y H proponfa. - cDe qu iene - N a sa ben 1 Elvir a rego cijad
Las senoras protestaron. 2C6mo se atrevia Nicola cir semejante cosa cuando era ella la que no nos tranquilos? Viviamos en perpetuo sobresalto gracia caprichos de esa mujerzuela. -Es tan bonita que cualquiera de nosotros dari por ser el general. Una lluvia de protestas femeninas acogi6 las pa de Nicolas. -A ver usted, senor Hurtado, usted que la vio de 2es cierto que es tan bonita como dicen? -pregun enojo dona Elvira. Felipe Hurtado se qued6 pen Luego, mirando a los ojos de la viuda y como si bien sus palabras, declar6: -Yo, senora, nunca he visto a una mujer mas boni Julia Andrade. .. Se interrumpi6. Un silencio acogi6 sus palabra die se atrevi6 a preguntarle c6mo y cuando apren nombre completo, pues en Ixtepec s610 por Julia nociamos. La conversaci6n se volvi6 dificil despue confidencia involuntaria del extranjero. Sus amig tieron que sin proponerselo 10 habian llevado a dec que debia quedar oculto. -iSe quedaron todos muy tristes! -dijo Nicolas do de reanimar al grupo. -2Tristes? -preguntaron los otros sorprendidos. Hasta la casa de dona Matilde llegaron los acor la Banda Militar que tocaba marchas en la plaza. -(V por que no vamos a la serenata? -propuso Moncada. -Asi podemos ver a Julia. Y Nicolas se levant6 animar a los dernas a seguirlo. Alllegar a la Plaza la serenata estaba en su apog 94
bon ita como dicen? -pregunto con . Felip e Hurtado se quedo pensativo. 10 oj o s de la viuda y como si pesara d eclare : nca h e visto a una mujer mas bonita que in
. en silen cio acogio sus palabras. Na足 u ntarle como y cuando aprendio su p ue en Ixtepec solo por Julia la co足 .e acio n se volvio diffcil despues de la m aria d el extranjero. Sus amigos sin足 pon er elo 10 habian llevado a decir algo oculto . todo m uy tristes! -dijo Nicolas tratanI po. :gu ntaron los otros sorprendidos. le d ona Ma tild e llegaron los acordes de ue tocaba marchas en la plaza. o varnos a la serenata? -propuso Juan i I
ver a J ulia. Y Nicolas se levanto para a eguirlo . aza la serenata estaba en su apogeo. La
Franc -iA El g image pena y Hurta jo un entre sus ca finisim varias banca en el de las parec ramas les en E1 ge Lo 1ugar taba s 1a con vez en
Apenas si contestaba a las palabras de sus amigos. Las noches en que Julia no salia de su hotel, l languidecfa. Los hombres esperaban hasta muy tar final, convencidos de que esa noche no la Yerian , a su casa defraudados. Esa fue una de las iiltimas que la vimos. Estaba triste. Habia adelgazado un p nariz se Ie veia ahora mas palida y afilada: Toda ella tenia un aire de tristeza y lejania. Se dej var mansamente por su querido y apenas sonrcfa c este Ie cambiaba las pajuelas para que bebiera su re Melancolica, movia su abanico de paja y miraba a F co Rosas. -tPor que no 10 querra? -pregunto Isabel, mir la pareja desde lejos. -iQuien sabe! -respondio Conchita, buscando ojos a Nicolas que a su vez espiaba aJulia desde un del parque. Parecfa como si el joven quisiera apr para siempre la imagen transparente de la querida chita cnrojecio. Ella, como todas las jovenes de Ix envidiaba en secreto a Julia. Pasaba junto a ella ca miedo, sinticndose fea y tonta. Sabia que el resplan Julia di sminuia su belleza. A pesar de su humillacio cinada por el amor, se acercaba supersticiosamente esperando que algo se Ie contagiara. -iYo quisiera ser Julia! -exclamo Isabel con veh cia . -iNo seas barbara! -contesto Conchita, escand de las palabras de su amiga, aunque ella tambien 1 deseado muchas veces. Dona Ana Moncada observe ala querida con emb Cornpartia con sus hijos una adrniracion sin reserv -No se puede negar que tiene algo . . . -dijo a su La senora Monnifar la mira con reproche. -iAna, no digas eso! .. . Lo unico que tiene es e 96
Rosas, y el rostro -Estas enamo Felipe Hurtad algo insoportabl palabra sali6 de alejarse. Mir6 a d sentada en el bai fresca como una Para el, como pa la imagen del am con rencor en el lejana de las otra cada por sus pala raz6n. Vio de reo fea", se dijo Nico la partida subita La tristeza de J y de alli extender militares, repenti sombras de las ra Grupos de hom
los troncos de los tamarindos, lanzaron ayes que desgarraron la noche. Nada mas facil e que esa rapida aparicion de la pena. A pesa petas y los platillos que estallaban dorados e miisica giro en espirales pateticas. EI general se puso de pie, se incline anteJul separaron del circulo amigo. Los vimos aleja calle, entrar a los portales y atravesar eI zagu Una luz diferente los envolvia. Era como si visto que Julia se Ie habia ido para siempre. Antes de que la serenata terminara, eI gen salir. Venia muy palido. No llego a la plaza fue directamente a la cantina de Pando. "Llego borracho y toda la noche se la pasa susurro al dia siguiente don Pepe al oido de "Mientras mas la quiere, ella se Ie va mas l entretiene: ni las alhajas, ni las golosinas. An visto sus ojos aburridos cuando el se Ie acer 10 he visto a el sentado al borde de la cama, suefio." -Julia, ~me quieres? EI general, de pie frente a su querida, con abierta y los ojos bajos, lanzaba la pregunta joven volvia hacia el sus ojos melancolicos y -Si, te quiero mucho . . . -Pero no me 10 digas asi, .. -~Como quieres que te 10 diga? -pregun la misma indiferencia. -No 10 se, pero no asi. .. Caia eI sileneio entre los dos. Julia, inmovi sonriente. EI general, en cambio, buscaba a distraerla, e iba de un lado a otro de la habit -~Te gustaria que fueramos a caballo? -pr sando que hacia mucho tiempo que no pasea y echando de menos los galopes a campo ten -Si quieres. 98
n i las golosinas. Anda ida. Yo.~e cuando el se le acerca. Tamblen I bo rd e de la cama. espiandol e el
-iQue no . Los balco tI~mpo y ell mmgos. En
te a u querida, con la guerrera lanzaba la pregunta mil veces. La ojos me1ancolicos Ysonreia. i
1. .. te 10 diga? _preguntaba ella con i...
10 d os. Julia, inmovil, continuab~ en camb io , buscaba algo con que do a otro de la habitacion. leram os a caballO? _propusO, pen足 tiem p o que no paseaban de noche ) galop es a campo tendido.
"Va a pasar masiado cal ~Eran las gentes.en la dernasiado? Cocula mecf vos ahorcado muertes. La darla. Nadie mi asistentes pa
rigirle la palabra. Don Pepe 10 acompafiab del hotel y asustado 10 veia alejarse. Lueg silla de tule, vigilaba la entrada y se negab Clones. -Si. .. iVa a pasar algo! Anden, ande -respondia a los que se acercaban curio eras,
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"Va a pasar algo", se dijo en voz alta Damian Alvarez salio de su habitacion. H que su frase provocara una catastrofe, p dejaron intactas las paredes sucias de su las manos y se volvio inquieta en su cam entraba radiante por la ventana y la mise parecio insoportable. "Estoy cansada, tie go", repitio, y no avanzo en sus pensami a encontrarse con el dia que la esperaba. Se tapo la cara con las manos. No queria de la Pipila. "EI cuchillo se equivoco de c dicho frente a la mujer asesinada, y desde miedo inconfesado se instalo en ella y la o voluntad de los dernas por temor a provoc nos acecha a todos. Se sento en la cama y e Iidad de su piel y la inconsistencia de sus h la blandura de sus rodillas con la solidez d la cabecera y sintio una piedad dolorosa po ese Damian anda provocando que 10 mat al joven desnudo y a sus lagrimas derram de Antonia, la querida de Justo Corona, de que no volveria a verlo. Ella apenas co Una 0 dos veces habia visto desde lejos e mancha desdibujada de su rostro. Anton Damian Alvarez lloraba por no habersela que se la entreg6 al coronel Justo Corona. sabia en Ixtepec era ella, la Luchi. Alvarez tado en la cama, asf como su deseo de sac HotelJardin. "Ni 10 intentes, vas a morir" 100
equivoco de cuerpo", se habia i ada, desde esc momento un 10 en ella y la oblige a ceder a la .em or a provocar al crimen que ) en la cama y examino la fragi足 cia d e sus huesos. Compare :0 la olid ez de los barrotes de lad dolorosa por ella misma. "Y do que 10 maten" ... Recordo .grimas derramadas por causa Ju to Corona, y tuvo la certeza Ella apen as conoda a la joven. o de d e lejos el pelo rubio y la ro tro . Anton ia no sabia que r no habersela llevado la noche , Ju to Corona. La unica que 10 I Luch i. Alvarez se 10 habia conu de eo de sacar a la joven del ~ ,va a morir", le dijo la Luchi
h~bitacion
y las miedo frente a 1 c1 vado y los ho "~Que estoy hac cial y le habia vu buscando tu des vocar pleitos co Flores asustado una rifia. Las pa Damian. "Tres v 10 dejo llorar, se tras ?tro, mientr quenda de Justo la vida. Mejor h "iPuta, tii que sa zoo EI,cuarto qu separo a los mu aire. "~Y si fuera cara con la saba luz de las doce d
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Juan Carino llarno a su puerta y la Luchi prisa su vestido. Era muy raro que el loco e cuartos de las mujeres: -Pase, senor presidente.
-El joven Alvarez busca la desgracia. Va a p -2Usted cree, senor presidente? -pregunto aliento. Y mientras tanto, por mis cielos altos y azules de nubes, seguian haciendo circulos cada vez dos las grandes bandadas de zopilotes que vig ahorcados de las Trancas de Cocula. - iVa a pasar algol -repitio el grupo de amig en la casa de dona Matilde. Estaban cansados ternan nada que decirse. La noche se extendi larga y tediosa, igual a todas las noches. El cal las estrellas y bajaba a las ramas de los arboles corrfa y el dialogo estacionado en un tiempo repetia solo las imageries de Julia y de Francis -iY esos, encerrados en el hotel! Elvira Montufar estaba llena de rencor ante l de los amantes para no compartir con nosotr to. Nos ignoraban, eran inalcanzables, y las p devolvian pulverizadas sus sombras lejanas. Es y no buscaban compafifa. Los guiaba una altiv nosotros, encarnizados, desmenuzabamos alg gestos que escapaban incompletos a traves de del HotelJardin. -iLos vamos aver muertos! -sentencio don Isabel, al oirla, recorda los pasos nocturno do alerta que los acompafiaba, Ella era nina y sobresaltada con el ruido que venia de la cal tumbaba como si alguien caminara fuerte ad iglesia. -iNico!. .. iTengo miedo!. .. -y ella y sus escucharon como se alejaban aquellos pasos m calle volvia a quedar en silencio. 102
aa de lo s arboles, el aire n o
no en un tiempo invariab le uli a y de Francisco Rosas. h otel. de renc or ante la tenacidad 1>artir co n nosotros su secre足 can zable , y las palabras nos br lej anas. Estaban solos guiaba una altivez suicida y enuzab arnos algunos de sus lew a traves de los muros , - entencio dona Carmen.
. pasos nocturnos y el silbi足
13.. Ella er a nina y despertaba
e venia de la calle y que re足
uninara fuerte adentro de la
.. . . - y ella y sus h erm an os aquellos pasos malig nos y la icio .
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- N o se, - T il sabes todo. - Sf, pero no se q Ahora dona Ca japones, esp eraba l - Las criadas m pobres indios co lg Montufar dando so - iCuanto pecado en la memoria de quieren que les pas habfa dicho Dorote "-2Que le paso ta dos. "-Sebastian era b ueno, h asta que u raya. Don J ustin o 1 "- Mira, Sebastia "-Yo n o agarre n "Sebastian era co
Don Justino, que era recto e implacable, se "-Mira, Sebastian, has trabajado conmig y siempre gozaste de mi co nfianza. Dime d6 el d inero. "-Yo no agarre nada, patr6n - volvi6 a c dio. "- Te doy cinco minutos para que reflexio que si es un pecado robar, es mas p ecad o m "-Pero si yo no agarre nada, patr6n. "Y donJustino, ante la terquedad de Seb d6 azotar hasta que confesara. Al dia siguien de Elvira y fuimos a felicitarla. ~Y que vimo casa? A Elvira, sin saber que hacer, pues lo habfan fugado por la muerte de Sebastian mas a este indio terco c6mo qued6! Y nos para que vieramos el cuerpo de Sebastian t piedras, esperando la lIegada de sus familia sepultura." - iPob re Sebastian! -habian gritado los n con la historia de Dorotea. -~Ve n a d6nde conduce la mentira? A co cia de los j ustos. Dona Elvira habia olvidad y ahora compadecia a los indi os colgados Rosas. - Es natural que ahora cuelguen ellos si a ustedes - co ntest6 Nicolas. - iPor Dios, Nico, no vamos a empezar ot m6 el doctor con impaciencia. Y agreg6 co - So mos un pueblo joven, en plena eb u esto es pasaj ero. . . Este ca lor exalta los a pre ocurre 10 mismo en esta epoca del af enloquece. . . Las visitas se abanicaron: las palabras d mentaban el calor estacionado en el jardi aspiraron los perfumes pesados de la noch sus sillas austriacas miraron pensativos su 104
ier te de Sebastian. iMiren nada rno qued6! Y nos llev6 al corral <po de Sebastian tirado entre las rada de sus familiares para darle )
ibian gritado los nines asustados a.
:e la m entir a? A colmar la pacien足 'ira habia olvidado a Sebastian indios colgados por Francisco I
cuelguen ellos si antes colgaron
amos a empezar otra vez! -excla足 encia. Y agreg6 conciliador: 'en , en plena ebullici6n, y todo calor exalta los animos. Siern足 esta epoca del afio. El sol nos n: las palabras del medico au足 o nado en el jardin. En silencio -esados de la noche y quietos en on pensativos sus refrescos de
Cayeron las p di6 la mana fu -iLlueve! -e desgarrado po a la tormenta. de agua que d Las papayas a los pajaros ins suelo. El vient dose paso entr enloquecidos. Los invitad cima de los tej de la torre de relampagos. -<Quien ha bel sobrecogid misma pregun Se la habian daba y ahora, mo mirando e El viento le llev apart6 riendos
-iDigo -grito para hacerse oir- que es remos con cobija! iVa a hacer frio! Lo intempestivo de la tormenta la hizo do. -iPobrecito, ahi viene! -grito dona Ma hacia el jardin.
Hurtado avanzaba por el caminillo de pie pabellon con el corredor de la casa. Verlo contra el viento, inclinado para evitar el mas, con el pelo y el traje oscuro batido mana sosteniendo un candil encendido, e cinados, 10 vieron acercarse, abrirse paso los molinetes de viento. -Se debe haber sentido muy solito -dij con ternura. Hurtado llego hasta ellos. Venia risuefio sobre una mesita y 10 apago de un soplo. -iQue viento! Cref que me iba a llevar de los arboles de un pais vecino. Mucho despues, cuando ya Hurtado n nosotros, los invitados de dona Matilde como habia atravesado aquella tempesta encendido y las ropas y el pelo secos. Esa n ron natural que su luz permaneciera enc momento en que llego a lugar seguro. Isabel 10 recibio palmoteando de alegria riendose y dando patadas en el suelo. Hu por que, cmpezo a reir a grandes carcajad - iHay que hacer algol iNos carnbio la Isabel. -iSf! iHay que hacer algo! -corearon su
Nicolas saco su arrnonica de uno de los bol
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lo m u solito -dijo dona Matilde os. enia risueno. Puso su candil a a d e un sop lo . e me ib a a 11evar hasta las copas i vecino. ido ra H ur tad o no estaba entre de don a Ma tild e se preguntaron aquella te mp estad con el candil el p elo ecos. Esa noc~e encontra足 permaneciera encendIda hasta el luaar eg uro . . , oteando de alegria;Juan y NIcolas, en el uelo, Hurtado, sin saber a grandes carcajada s. o: '. os camb ia la suerte! -grita al o : -corearo n sus hermanos.
a de uno de los bolsillos del panta-
-Aqui esta -iLee en v -iSi! iSi! -a Felipe Hu una obra. Por los can agua que aco fluian magic manos 10 esc lluvia no am casa. Hurtad esa noche en poesia. No en todo la cantina de dejo quietos no la habian ba las cosech nosotros aqu El general, gar de costum
euando miraba distraidamente hacia la calle, inc se para buscar a traves de la puerta abierta el cie escrito por relampagos y olvidando los dados ade cubilete. En una mesa vecina Damian Alvarez y el tenien bebian solitarios y ofan caer la lluvia con tristeza. -Dios sabe 10 que uno piensa cuando llueve -c Flores. -Yo sf se 10 que pienso -contest6 Damian Alva -iPues callatelo! -aconsej6 su amigo. - Traigo mucha muerte -la voz de Damian era s -Va 10 se ... Ya 10 se... -No, no sabes.. . Soy un cobarde... Flores le sirvi6 una copa para que callara, pero sigui6 hablando. -2Los yes? iAllf estan y yo estoy aquf Y Alvarez sefialo el lugar que oeupaban el gen coronel y el teniente coronel. -iVamonos ya! -urgi6 Flores, asustado. -De aquf s610 me saca mi voluntad. iBebete u con el desgraciado! Nadie prestaba atenci6n al dialogo ni a la desd Damian Alvarez. Segufan todos observando la llu simismados en sus pensamientos. En la cantina esa nostalgia melancolica que s610 produce la llu ambiente era tranquilo y casi silencioso. Don Ram tinez, sorprendido por el agua, jugaba una partid min6 con otros parroquianos que no querfan afr tormenta. No era su costumbre quedarse en la cuando el general llegaba con sus hombres, pero do a mojarse 10 detenfa. De cuando en cuando Martfnez observaba a los militares. Lo hacia con ci6n, atisbando semioculto detras de sus interlocu -Los cielos cambian de la noche al dfa. Asf ca suerte del hombre. Tal era la voz taciturna y ondulante del gener 108
e toy aqui!
que ocu paban el general, el
Ire , a ustado .
i voluntad. iBebete una copa
u dialogo
ni a la desdicha de do ob ervan do la lluvia, en ento . En la cantina reinaba ue 610 produce la lluvia y el . ilencioso. Don Ram611Mar ua, j ugaba una partida de do ) que no querian afronta~ la n bre quedarse en la cantl~a on u hombres, pero el mie . cuando en cuando el senor itare . Lo hacia con precau lemis de sus interlocutores. I noch e al dia. Asi cambia la on dulan te del general. S610
gaba perdida horas, ni olor el que desapar diafana de su -iPerdi! -ag Ganar para daba cruzando Norte. Francisco R como si le do nunca quiso. -iQue lejos El teniente c zanos y el vien Julia, como de los ojos de viento helado de las copas d granizo que es no podia alcan paso a traves d
ya sabemos 10 que es la vida y 10 que que Por eso damos la cara sin esconder los ojo la gente de por aca es gente gananciosa, d Nunca se sabe con ella. Asf nosjuzgaba con rencor el coronel Ju -Parece que se contentan cuando uno s sas. -Pero la estan pagando -agrego Corona -Por alla no nos gusta ver sufrir al homb rendones. (Verdad, mi general? La voz de Cruz parecia conciliadora. Su jefe no 10 oyo, Hundido en su silenc eco de las palabras 10 llevaban a Julia y al en que vivia. Miro la lluvia con atencion y con los ojos con que ella la estaria viendo ah llovera esta noche para ella", se dijo con ama agrego en voz alta: -iCuando acabara de llover! Dio un pufietazo en la mesa. Sus acomp ron hacia fuera contrariados, como si la in tormenta fuera dirigida contra ellos. -iHay que hacer algo, uno se muere en e Rosas arrastro sus palabras, alargandola cales y luego cortando bruscamente el fina los nortefios. Sus amigos se miraron inqui que decir ni que proponer. -iSi pasara este maldito aguacero! - Y e a su alrededor y descubrio a don Ramon para evitar ser reconocido. -iMiren a esel (Por que se agacha? -preg
JO.
Los dernas se volviero n a mirar a don Ra -Por 10 mismo que deciamos, porque e son buenos para murmurar y no para dar la dio Corona. 110
uia vien do ahora: "Siempre e dijo con amargura, y luego r! . Sus acompanantes mira足 co m o si la insolencia de la ellos. . d' I e rnu ere en esta quietu . , alargan dola s sobre las vo足 :amente el final, como todos miraro n inquictos, sin saber
l
uacero l -Y el general mira don Ramon que se agacho ac h a? -pregunto con eno足 nirar a don Ramon Martinez. rno , porque estes nada mas no para dar la cara -respon-
del brazo y 10 con de Pando miraron decir una palabra -Senor Martine cia galantemente Don Ramon se malo intimal' un p los convenciera d lor. Sus ideas sobr atropelladas. Era seriamente con lo ataco de frente su EI general 10 oy afirmativos mient regularidad. -iAqui nos hac tienda a nuestro ti de grandes masas voluciones. iAIgu Ramon ya medio aparicion del gran
atrasado que era Ixtepec. Ixtepec daria luego el resto del pais feudal y estupido, fuera de la histo na que el lefa en los periodicos. La industria, l y las guerras europeas 10 llenaban de desprecio tros problemas caseros y mezquinos. -iNunca hemos padecido una crisis! Aleman sa actualmente por una crisis importantisima solo tenemos motines de hambrientos y de floj gusta trabajar y la fuente de todo progreso es Por eso necesitamos a un jefe como usted, mi g -iAh! ~Alguien como yo... que los haga traba testa con sorna el general. -iExactamente! -confirmo el viejo. -Pues esta bueno saberlo. -Para ser una gran potencia, nos hacen falt como usted... El general parecio que empezaba a aburrir necedades de su invitado. -iDejese ya de discursitos y pongase a trabaj brusco Francisco Rosas. -Pero, mi general, yo Ie explicaba mis ideas. -No son ideas; Pando, traigame una escoba el companero quiere trabajar -grito el general -Mi general, yo hablaba de otra cosa... -iPando, una escoba! -volvio a ordenar Ros Pando se acerco con una escoba que entrego a Rosas. El general la puso en las manos de don este, sin saber que hacer ante la mirada del milit de pie y sonrio. -Barra la cantina -ordeno Rosas. Don Ramon dio unos pasos y los oficiales, sen mesas, 10 miraron con jubilo. El senor Martine dar algunos escobazos y su sumision aumento e de los oficiales. Afuera la lluvia coreaba las ri jovenes. Solo el general siguio serio, indiferent do su cognac sin hacer caso de don Ramon. Lo 112
ezaba a aburrirse con las
>ongase a trabajar! -corto
kaba mis ideas... arne una escoba, que aqui -grito el general. :>tra cosa... o a ordenar Rosas. lba que entrego a Francisco manos de don Ramon y mirada del militar, se puso o 10 oficiales, sentados a las enor Martinez trato de . ion aumento el alborozo .a coreaba las risas de los erio, indiferente, bebien足 don Ramon. Los oficiales
arrastrar a su amigo -iDejame, desgra Francisco Rosas l forcejeo de los dos -iEstas borracho -iDigo que ahora de la chingada! Y Damian Alvare mesa de sus superio don Ramon y en l do acompasado de capitan Flores sujet tro a la calle. Hasta las injurias y los gri tia con su amigo en Damian Alvarez? Lo reojo al general; est guio bebiendo su co la invisible presenci instalo como la disc Don Ramon apro
y con los ojos llenos de lagrimas desapar de las letrinas. De la calle solo llegaba el ruido insis ~Adonde se habia ido Damian AJvarez? yeron adivinar sus pasos titubeantes ace miraron en silencio a su jefe. Francisco copas mas. Pareefa muy tranquilo cuand noches a sus asistentes y salio de la cantin paiifa y sus amigos se quedaron inmovile iba rriuy derecho en busca de la noche. lugar quedo desierto y Pando fue a lla seguia llorando en las letrinas. -iEs un desalmado! -No se preocupe, don Ramon, fue u el cantinero avergonzado frente a sus la diffcil que el senor Martinez olvidara.
Los Moncada y Hurtado cruzaban la pl mojadas por la lluvia cuando tropezaron capitan Damian AJvarez tirado en medio el uniforme empapado y sus cabellos se m sos mecidos por el agua que caia sobre el buena media hora. XI
EI dia amanecio radiante y nuevo. Las h por la lluvia brillaban en todos los tono campo llegaba un olor a tierra nueva y d medos se desprendia un vapor cargado d crecido despues de tantos meses de sequ su cauce amarillo llevando ramas rotas y dos. Por el aire fresco de la manana corrio el general mato al capitan AJvarez." Hab 114
uaban la plaza con las caras tropezaron con el cuerpo del o en medio del arroyo. Tenia cabellos se movian capricho足 caia sobre el desde hacia una
ue o. Las hojas fortalecidas o los tonos del verde. Del nueva y de los montes hu足 [)r cargado de esencias. E1 rio, leses de sequia, avanzaba por ~ rotas y anima1es ahoga足 laIiana corrio 1a voz: "Anoche varez." Habia quien oyo un
manga de la guerr oficial. A eso de las cu zo el pueblo acom Comandancia. Iba -"iMejor hubier mala nunca muere! con que entraba a muerte de Ignacio mis calles. No habi tenia miedo y pref oscurecer, en la ca por el descanso de llevaba la senora y los criados. A noso En el hotel no s abrieron las puert tambien ellos habi sas, muy palido, se guardia frente al c
-iPobrecito, morir a los veintitres anos! Antonia las miro asustada. Le pareda inc recuerdo tibio del cuerpo de Damian fuera cuerdo y que nadie, nunca mas, volviera a calor que la acompano a ella toda una noche -~Y por que fue? -pregunto la jovencita c -~Tu tampoco 10 sabes? -dijeron perpIej nas. -No... No 10 se -murmuro Antonia. Y 10 sabia. Las tres jovenes se quedaron absortas bus que de la muerte de Damian Alvarez. -Fue por Julia -afirmo Luisa desde la pu ella ni las otras creyeron sus palabras. La mu tica del capitan ensombrecio los cuartos en l secuestradas las mujeres. Al amanecer volvieron los militares a camb y a afeitarse. Venian hoscos. Tomaron un y despues se presentaron de nuevo en la C Militar donde los esperaba Damian Alvarez uniforme atravesado por las balas y todavia la lluvia que 10 acompano en su muerte. M fue el entierro y ese lunes quedo en mi memo lunes que enterraron a Damian Alvarez". Se honores y su nombre estuvo en boca de todo Despues de unos dias empezamos a olvida murio por causa de Antonia, la hija del gachu Justo Corona no 10 olvido. Tiro su pistola al Ie dijo nunca que hizo la noche de la muerte pues volvio al hotel cuando ya rayaba el dia. Ya no volvimos aver el agua. Un calor b ardiente devoraba las matas de los montes y vo el cielo. Ardian los jardines y las cabezas de - Ya se sabe que cuando el calor sube asi oc cias -deda don Ramon para no salir de su c
charon su ausencia para ir al cuarto de Antonia. -iPobrecito, morir a los veintitres aftosl Antonia las miro asustada. Le pareda increfble que el recuerdo tibio del cuerpo de Damian fuera ya solo un re cuerdo y que nadie, nunca mas, volviera a sentir aquel calor que la acompafto a ella toda una noche. ~Y por que fue? -pregunto la jovencita con miedo. ~Tu tampoco 10 sabes? -dijeron perplejas las herma nas. -No... No 10 se -murmuro Antonia. Y de verdad no 10 sabfa. Las tres jovenes se quedaron absortas buscando el por que de la muerte de Damian Alvarez. -Fue por Julia -afirmo Luisa desde la puerta, pero ni ella ni las otras creyeron sus palabras. La muerte enigma tica del capitan ensombrecio los cuartos en los que vivian secuestradas las mujeres. Al amanecer volvieron los militares a cambiarse de ropa y a afeitarse. Venfan hoscos. Tomaron un cafe caliente y despues se presentaron de nuevo en la Comandancia Militar donde los esperaba Damian Alvarez metido en su uniforme atravesado por las balas y todavfa humedo por la lluvia que 10 acompafto en su muerte. Muy temprano fue el entierro y ese lunes quedo en mi memoria como "el lunes que enterraron a Damian Alvarez". Se Ie tributaron honores y su nombre estuvo en boca de todos. Despues de unos dfas empezamos a olvidar a aquel que murio por causa de Antonia, la hija del gachupfn Paredes. Justo Corona no 10 olvido. Tiro su pistola al rfo, y a nadie Ie dijo nunca que hizo la noche de la muerte de Damian, pues volvio al hotel cuando ya rayaba el dfa. Ya no volvimos aver el agua. Un calor blanquecino y ardiente devoraba las matas de los montes y volvfa invisible el cielo. Ardfan los jardines y las cabezas de los hombres. - Ya se sabe que cuando el calor sube asf ocurren desgra cias -deda don Ramon para no salir de su casa. Pensaba 116
lores y sus nubes? ~D6nde el esplendor del v como un topacio? Nadie se preocupaba de m caia envuelto en llamaradas naranjas detras d azules. Se hablaba del calor como de una m olvidaba que la belleza del aire incendiado p rostros y los arboles humeantes en un espej profundo. Ignoraban las j6venes que el refle era el mismo que el de la luz inm6vil de agosto yo me veia como joya. Las piedras adquidan formas diferentes y una sola me hubiera emp s610 moverse de lugar. Las esquinas se volvi oro. Los contrafuertes de las casas se abultab de la tarde y se afilaban hasta volverse irreale amanecer. Los arboles cambiaban de forma. los hombres sacaban sonidos de las piedras llcnaban de tambores. ~y que decir de la igl crecia y sus muros no pisaban tierra. La siren apuntaba con su cola de plata hacia el mar, n agua. Un canto de chicharras inundaba el val ba de las bardas, aparecia cerca de las fuent las chicharras eran las unicas que agradeci llegara a la mitad del cielo. Nadie miraba tornasoles. Todo mi esplendor caia en la ig un no querer mirarme, en un olvido volunt tras tanto mi belleza ilusoria y cambiante s renacia como una salamandra en mitad de l vano cruzaban los jardines nubes de maripo nadie agradecia sus apariciones repentinas. Francisco Rosas cubda mis cielos, empaiiab mis tardes, ocupaba mis esquinas y se intr conversaciones. Quiza el unico que me apre lipe Hurtado y el unico tambien que sufda en que habian caido mis gentes. Tal vez por por Isabel, invent6 la obra de teatro. Su fe
~D6nde quedaba mi cielo siempre cambiante en sus co足 lores y sus nubes? ~D6nde el esplendor del valle amarillo como un topacio? Nadie se preocupaba de mirar al sol que cafa envuelto en llamaradas naranjas detras de los montes azules. Se hablaba del calor como de una maldici6n y se olvidaba que la belleza del aire incendiado proyectaba los rostros y los arboles humeantes en un espejo purfsimo y profundo. Ignoraban las j6venes que el reflejo de sus ojos era el mismo que el de la luz inmovil de agosto. En cambio, yo me vefa como joya. Las piedras adquirfan volumenes y formas diferentes y una sola me hubiera empobrecido con solo moverse de lugar. Las esquinas se volvfan de plata y oro. Los contrafuertes de las casas se abultaban en el aire de la tarde y se afilaban hasta volverse irreales en la luz del amanecer. Los arboles cambiaban de forma. Los pasos de los hombres sacaban sonidos de las piedras y las calles se llenaban de tambores. ~y que decir de la iglesia? El atrio crecfa y sus muros no pisaban tierra. La sirena de la veleta apuntaba con su cola de plata hacia el mar, nostalgica del agua. Un canto de chicharras inundaba el valle, se levanta足 ba de las bardas, aparecfa cerca de las fuentes inmoviles; las chicharras eran las unicas que agradecfan al sol que llegara a la mitad del cielo. Nadie miraba las lagartijas tornasoles. Todo mi esplendor caia en la ignorancia, en un no querer mirarme, en un olvido voluntario. Y mien足 tras tanto mi belleza ilusoria y cambiante se consumia y renacfa como una salamandra en mitad de las llamas. En vano cruzaban los jardines nubes de mariposas amarillas: nadie agradecfa sus apariciones repentinas. La sombra de Francisco Rosas cubria mis cielos-, empanaba el brillo de mis tardes, ocupaba mis esquinas y se introducfa en las coo~ersaciones. Quiza el unico que me apreciaba era Fe足 lipe Hurtado y el unico tambien que sufrfa por la inercia en que habian caido mis gentes. Tal vez por eso, ayudado por Isabel, invento la obra de teatro, ~u fe en la ilusi6n
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Todos rieron. Dona Ana Monc cuando sus hijos subian a escena un minaba sus ojos. Por primera vez los en el mundo imaginario que deseab -Decia usted la verdad. En Ixte -y tambien ella se echo a reii. Luego escucho a Hurtado que se lamentaba sus palabras prestadas dejaron de alu teatrales y sonaron como si fueran p Julia. -iQue triste es todo! -interrump Felipe Hurtado callo y todos volv sorio. Su frase los devolvio ala figur , y aJulia impavida escondida detras rame Julia!" decian que Ie pedia. YJ ojos almendrados y Ie regalaba una rompio el silencio. Empezo despac mitad de la frase se detuvo y miro nos. Ahora, despues de muchos anos, che. A Isabel en mitad del tablado, a como aturdido por un recuerdo sub las y aJuan, con los ojos interrogant en escena; a Conchita sentada entre jovenes, jugando con un cordelito y da. Recorro la casa y encuentro en e de los lazos de colores, las capas hi Isabel. Vuelvo al pabellon y escuch palabras dichas por Isabel y que pr cion: "iMirame antes de quedar con Las palabras de Isabel abrieron u mediable. Aun resuenan en el pabel asombro alIi sigue como la premoni esperado. Los tres hermanos se mir 120
cuando su hermano termin6 el parlamento. Todos rieron. Dona Ana Moncada estaba <;onte cuando sus hijos subian a escena una luz inesperada minaba sus ojos. Por primera vez los veia tal como era en el mundo imaginario que deseaban desde ninos. -Decia usted la verdad. En Ixtepec faltaba la ilus -y tambien ella se ech6 a reir. Luego se qued6 pensativ escuch6 a Hurtado que se lamentaba en escena. De pro sus palabras prestadas dejaron de aludir a aquellos amo teatrales y sonaron como si fueran palabras del gener Julia. -iQue triste es todo! -interrumpi6 Isabel. Felipe Hurtado ca1l6 y todos volvieron del mundo sorio. Su frase los devolvi6 ala figura patetica del gene y aJulia impavida escondida detras de sus pestanas. "i rame Julia!" decian que Ie pedia. YJulia se asomaba a ojos almendrados y Ie regalaba una mirada ciega. Isa rompi6 el silencio. Empez6 despacio su respuesta y mitad de la frase se detuvo y mir6 asustada a sus her nos. Ahora, despues de muchos anos, los yeo a todos esa che. A Isabel en mitad del tablado, a Hurtado junto a e como aturdido por un recuerdo subito y doloroso; a N las y aJuan, con los ojos interrogantes y listos para en en escena; a Conchita sentada entre la madre y la tia de j6venes, jugando con un cordelito y esperando ser lla da. Recorro la casa y encuentro en el sa16n de dona M de los lazos de colares, las capas hilvanadas, el manto Isabel. Vuelvo al pabe1l6n y escucho todavia flotantes palabras dichas por Isabel y que provocaron su interr ci6n: "iMirame antes de quedar convertida en piedra!. Las palabras de Isabel abrieron una bahia oscura e i mediable. Aun resuenan en el pabe1l6n y ese momento asombro alIi sigue como la premonici6n de un destino esperado. Los tres hermanos se miraron a los ojos com 120
-U~elo,
aver si se te ocurre 10 que se Y dona Elvira, sonadora, se qued6 c mano mirando con dulzura su brazo re 10. -Debe ser muy azucarada la carne d me ocurri6 que tiene un saborcito a fla -iMama! -~A que sabra Tomas Segovia? El, di morenito. ~Te has fijado que no va a lo loso de Hurtado porque a el nunca se Ie una troupe de teatro ... Y dona Elvira se durmi6 sin recordar a encontrarse con suenos nuevos y liger Era muy dulce saber que podiamos espectadores de la vida violenta de los darnos cuenta nos alejamos de los balco din para acercarnos a los de dona Mati ron dias halagiienos. Los animos de los se calmaron. La misteriosa muerte de D vi6 de tregua a los celos de Francisco R Julia seguia imperturbable, encerrada e La aparici6n de Julia en la serenata, domingos de no verla, nos devolvi6 en dias anteriores al teatro. Olvidamos tod en la plaza. Venia con uno de aquello tonos rosa palido, escarchado de pequen lucidos, centelleante como una gota de a enroscadas al cuello y los cabellos ahum como plumas ligeras sobre la nuca. Dio v nas apoyada en el brazo de su amante ella con respeto, como si llevara junto a za indecible de la noche. Nada podia l impasible. Las gentes se abrieron para avanz6 como un velero incandescente ro 122
sentada frente al espejo de su tocador. -No, mama, no 10 lei. -Leelo, aver si se te ocurre 10 que se me ocurri6 a m Y dona Elvira, sonadora, se qued6 con el peine en mano mirando con dulzura su brazo redondo y gordezu 10. -Debe ser muy azucarada la carne de los giieros... S me ocurri6 que tiene un saborcito a flan. : . -iMama! -~A que sabra Tomas Segovia? El, diga 10 que diga, morenito. ~Te has fijado que no va a los ensayos? Esta c loso de Hurtado porque a el nunca se Ie ocurri6 organiz una troupe de teatro ... Y dona Elvira se durmi6 sin recordar aJulia, dispues a encontrarse con suenos nuevos y ligeros. Era muy dulce saber que podiamos ser algo mas qu espectadores de la vida violenta de los militares y casi s darnos cuenta nos alejamos de los balcones del HotelJa din para acercarnos a los de dona Matilde. Aquellos fu ron dias halagiienos. Los animos de los invasores tambie se calmaron. La misteriosa muerte de Damian Alvarez si vi6 de tregua a los celos de Francisco Rosas. Unicamen Julia seguia imperturbable, encerrada en su tristeza. La aparici6n de Julia en la serenata, despues de vario domingos de no verla, nos devolvi6 en un instante a lo dias anteriores al teatro. Olvidamos todo por verla entra en la plaza. Venia con uno de aquellos trajes suyos d tonos rosa palido, escarchado de pequenos cristales tran lucidos, centelleante como una gota de agua, con sus joya enroscadas al cuello y los cabellos ahumados meciendos como plumas ligeras sobre la nuca. Dio varias vueltas, ap nas apoyada en el brazo de su amante que avanzaba co ella con respeto, como si llevara junto a el a toda la bell za indecible de la noche. Nada podia leerse en su rostr impasible. Las gentes se abrieron para darles paso y el avanz6 como un velero incandescente rompiendo las som
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-iQuedate otro ratito! -iAguafiestas! -iDejenla, sus motivos tendni! -coment6 - Tengo sueiio -replic6Julia. Decidida, hi dejar a sus amigos. . Un grupo ruidoso atraves6 en esos mome entr6 a la plaza: eran los Moncada; riendose sa suya sonora y contagiosa, venian acompa tado y de Conchita. Recuerdo la frase de Nic un peso por una carcajada!" y mostr6 a su h sa facil, una moneda de plata que ella gan echando la cabeza hacia atras y enseiiando l de sus dientes. Julia, indecisa, no acab6 de despedirse. A ci6n, Rafaela la invit6 a sentarse. -iQuedate! Mira, ya llegaron esos... -~De que hablaran que vienen riendose? hermana. -iAdivinar! Hay veces en que me gustari gente de aqui -contest6 Rafaela. Julia aprovech6 el diaIogo de las herma sentarse, aparentando indiferencia. EI grupo de j6venes pas6 frente al de Hurtado disminuy6 el paso y dej6 de relr. Se no 10 habia mirado. EI rostro del general Fr unos minutos antes apacible, se descompus teniente coronel Cruz intervino en la conve -~y para que quieres conocer a unos m merolico? Dijo esta ultima palahra con desprecio reojo al general, para que este se diera cue nificancia del forastero. -Pues no 10 se... -contest6 Rafaelita, qu gUn interes en conocer a aquellas gentes. 124
hacia Rosas para decirle algo al oido. -iQuedate otro ratito! -iAguafiestas! -iDejenla, sus motivos tendra! -coment6 Luisa. - Tengo sueiio -replic6Julia. Decidida, hizo ademan dejar a sus amigos. , Un grupo ruidoso atraves6 en esos momentos la cal entr6 a la plaza: eran los Moncada; riendose con aquell sa suya sonora y contagiosa, venian acompaiiados de H tado y de Conchita. Recuerdo la frase de Nicolas: "ilsa un peso por una carcajada!" y mostr6 a su hermana, de sa facil, una moneda de plata que ella gan6 al'instan echando la cabeza hacia atras y enseiiando la fila guerr de sus dientes. Julia, indecisa, no acab6 de despedirse. Al ver su tur ci6n, Rafaela la invit6 a sentarse. -iQuedate! Mira, ya llegaron esos ... ~De que hablaran que vienen riendose? -pregunt6 hermana. -iAdivinar! Hay veces en que me gustaria conocer gente de aqui -contest6 Rafaela. Julia aprovech6 el diaIogo de las hermanas y volv sentarse, aparentando indiferencia. El grupo de j6venes pas6 frente al de los militare Hurtado disminuy6 el paso y dej6 de rdr. Se diria queJ no 10 habia mirado. El rostro del general Francisco Ro unos minutos antes apacible, se descompuso. Entonces teniente coronel Cruz intervino en la conversaci6n. -~y para que quieres conocer a unos mocosos y a merolico? Dijo esta ultima palabra con desprecio y mirando reojo al general, para que este se diera cuenta de la in nificancia del forastero. -Pues no 10 se... -contest6 Rafaelita, que no tenia gun interes en conocer a aquellas gentes. 124
-Luchi, ~tienes envidia de Julia? La Luchi se quedo pensativa unos minu -~Por que me 10 preguntas? -Quiero saber por que no la quieren las -Tal vez porque a ninguna de nosotra como a ella -contesto la Luchi con enter abrazo a su cuello. Las criadas del hotel contaron que el ge a su cuarto, golpeo a su querida con el reb guna compasion". ElIas desde el corredor golpes y la voz entrecortada del hombre qu jarse. De Julia no se escucho nada. Luego e a buscar a Gregoria, la vieja ayudante de sabia de muchos remedios. -No quiero que venga el doctor Arrieta vaya usted a remediar a la sefioritaJulia. La voz de Francisco Rosas estaba rota. A las once de la noche la vieja salio del su casa en busca de hierbas. A su vuelta, cu cuarto de los amantes, el general salio para profundidades del jardin. Gregoria prepar y aguas limpiadoras y con elIas curo la pie da de la mas querida de Ixtepec. Luego hi cocimiento para que Rosas quisiese menos parecia no oir los consejos de la vieja. -Mire, sefioritaJulia, echele esto en la co antes de meterse en la cama con usted. Pero yo Ie di la hierba, porque me mata... Julia, echada en la cama con los ojos ce testo. Gregoria se empefiaba en consolarla - Ya vera, nifia. Con el favor de Dios va rerla. Cuando un hombre se pone asi, hac vida a la mujer. Pero primero Dios se va a al pronto que usted, ya 10 vera. Julia se dejaba curar muy quieta. Tembl 126
Salio de la plaza y se encamino a casa de la Luchi. -Luchi, 2tienes envidia de Julia? La Luchi se quedo pensativa unos minutos. -2Por que me 10 preguntas? -Quiero saber pOl' que no la quieren las mujeres. -Tal vez porque a ninguna de nosotras nos quieren como a ella -contesto la Luchi con entereza y luego se abrazo a su cuello. Las criadas del hotel contaron que el general, al llegar a su cuarto, golpeo a su querida con el rebenque "sin nin guna compasion". Ellas desde el corredor escucharon los golpes y la voz entrecortada del hombre que parecia que jarse. De Julia no se escucho nada. Luego el general. salio a buscar a· Gregoria, la vieja ayudante de la cocina, que sabfa de muchos remedios. -No quiero que venga el doctor Arrieta. Le digo que vaya usted a remedial' a la seiioritaJulia. La voz de Francisco Rosas estaba rota. A las once de la noche la vieja salio del hotel para ir a su casa en busca de hierbas. A su vuelta, cuando llamo al cuarto de los amantes, el general salio para perderse en las profundidades del jardfn. Gregoria preparo cataplasmas y aguas limpiadoras y con ellas curo la piel ensangrenta da de la mas querida de Ixtepec. Luego hizo tambien un cocimiento para que Rosas quisiese menos a lajoven. Esta parecia no ofr los consejos de la vieja. -Mire, seiioritaJulia, echele esto en la copa que se bebe antes de meterse en la cama con usted. Pero no Ie diga que yo Ie di la hierba, porque me mata... Julia, echada en la cama con los ojos cerrados no con testo. Gregoria se empeiiaba en consolarla. _ Ya vera, niiia. Con el favor de Dios va a dejar de que rerla. Cuando un hombre se pone asf, hace pagar con la vida a la mujer. Pero primero Dios se va a aliviar hasta mas pronto que usted, ya 10 vera. Julia se dejaba curar muy quieta. Temblaba y bebfa pe 126
en que la costena Marta lleg6 a Ixtepec conJuan Hasta aca 10 trajo para que Nieves Ie diera su Anos fueron y vinieron. Marta muri6 en su tie tros 10 supimos por Juan Urquizo que a pie, y c de tonto que Ie puso Nieves, pas6 por Ixtepec d Mexico. Desde entonces se present6 en mis call ces por ano: una cuando iba para Mexico y otr regresaba. Sus viajes tenian por objeto estar e el dia de la fecha de la muerte de Marta. Hada ses de ida y seis meses de vuelta, siempre a pie 10 vefamos de regreso sabiamos que habia pasad justo. Asi vivia tranquilo sin darse cuenta de su desg bia sido comerciante, sus mulas iban cargadas d cia, y la gente, al verlo con los huaraches rotos, desgarradas, la piel renegrida por el sol y los azules que nunca, Ie tenia compasi6n. Nadie co familia, porque Juan Urquizo era espanol. Al p Ixtepec, don Joaquin 10 recibia en su casa, orde Ie pusieran jabones y toallas en el bano de ladrill Ie daba ropa limpia. Juan Urquizo aceptaba la ca beneplacito. Se quedaba una noche y un dia en y de madrugada emprendia la ruta hacia Mexic la costa, segun fuera de ida 0 de venida. Dona M suplicaba: -Mire, don Juan, rep6sese aqui unos dias. Juan Urquizo no podia aceptar reposo. -Dona Matilde, es usted buenisima, pero no p tarle a Marta. Un dia que pierda y no lIego a la c de noviembre. ~No sabe, dona Matilde, la desg me ha ocurrido? .. Marta muri6 en esa fecha y n dejarla sola. .. Es el unico dia que tengo para h ella... ~La recuerda, dona Matilde? YJuan Urquizo seguia llorando hasta que la se sabia 10 que sabiamos todos, Ie deda: -No llore, donJuan, ya no estalejos el14 de no 128
Hasta aca 10 trajo para que Nieves Ie dier Anos fueron y vinieron. Marta muri6 en s tros 10 supimos por Juan Urquiza que a pie de tonto que Ie puso Nieves, pas6 por Ixtep Mexico. Desde entonces se present6 en mi ces por ana: una cuando iba para Mexico regresaba. Sus viajes tenfan por objeto es el dfa de la fecha de la muerte de Marta. ses de ida y seis meses de vuelta, siempre 10 vefamos de regreso sabfamos que habfa justo. Asf vivfa tranquilo sin darse cuenta de su bfa sido comerciante, sus mulas iban cargad da, y la gente, al verlo con los huaraches r desgarradas, la piel renegrida por el sol y azules que nunca, Ie tenfa compasi6n. Nadi familia, porque Juan Urquiza era espanol. Ixtepec, donJoaqufn 10 recibfa en su casa, Ie pusieran jabones y toallas en el bano de l Ie daba ropa limpia. Juan Urquiza aceptaba beneplacito. Se quedaba una noche y un df y de madrugada emprendfa la ruta hacia M la costa, segun fuera de ida 0 de venida. D suplicaba: -Mire, don Juan, rep6sese aquf unos dfa Juan Urquiza no podfa aceptar reposo. -Dona Matilde, es usted buenfsima, pero tarle a Marta. Un dfa que pierda y no llego de noviembre. ~No sabe, dona Matilde, la me ha ocurrido? .. Marta muri6 en esa fec dejarla sola. " Es el unico dfa que tengo p ella... ~La recuerda, dona Matilde? YJuan Urquiza segufa llorando hasta que sabfa 10 que sabfamos todos, Ie deda: -No llore, donJuan, ya no esta lejos el14 128
pre espantadas por la fuerza del animal. -Muy alto, ninas, muy alto, donde se encuentra todo bueno. La refresqueraJuana, sentada detras de su puesto, co los dedos rosas remojados a fuerza de rayar limones sob su teja, dejaba de insultar a los "guachos" que venian beberle los refrescos de colores y dormitaba con los pa pados a medio cerrar. Javier no jugaba mas con los montones de canastas. bajaba bien el sombrero de paja y, tendido en un petat espiaba las piernas de las pocas mujeres que acertaban pasar cerca de su puesto. Los cocheros sentados al pescante se quedaban quiet y solo se oian las patadas de los caballos espantandose l tabanos. Las tardes se repetian iguales. EI doctor Arrie era el unico que seguia trajinando a aquella hora, traid y llevado por las fiebres que en tiempo de calor y sec abundan en Ixtepec. Fue una tarde asi cuando Julia sali6 del HotelJardin. esa hora las queridas hadan la siesta. Las persianas ech das hadan presentir brazos desnudos y cabellos humedo Don Pepe Ocampo trato de detenerla. -iPor favor, senorita Julia, no salga! -iMuy mi gusto! -dijo Julia, despectiva. -EI general no debe tardar. No se fie de sus palabra Estoy seguro de que va a volver antes de la hora que dij -Pues ahi me 10 entretiene usted un rato. -iSenorita Julia! -suplico el viejo yendo de un lado otro del zaguan para impedirle el paso. Julia 10 miro c frialdad y se detuvo a esperar que el viejo terminara s carreras. -Tenga usted compasi6n de mi. No puedo dejarla sal piense en las consecuencias... si llega a enterarse. -No Ie diga nada. Yo vuelvo en seguida. -Y Julia e pujo a don Pepe y salio a la calle. Iba sin pintar, con l 130
pre espantadas por la fuerza del animal. -Muy alto, ninas, muy alto, donde se encuentr bueno. La refresqueraJuana, sentada detras de su pu los dedos rosas remojados a fuerza de rayar limon su teja, dejaba de insultar a los "guachos" que beberle los refrescos de colores y dormitaba co pados a medio cerrar. Javier no jugaba mas con los montones de can bajaba bien el sombrero de paja y, tendido en u espiaba las piernas de las pocas mujeres que ac pasar cerca de su puesto. Los cocheros sentados al pescante se quedaba y solo se oian las patadas de los caballos espanta tabanos. Las tardes se repetian iguales. El docto era el unico que seguia trajinando a aquella ho y llevado por las fiebres que en tiempo de calo abundan en Ixtepec. Fue una tarde asi cuando Julia salio del Hotel esa hora las queridas hadan la siesta. Las persia das hadan presentir brazos desnudos y cabellos Don Pepe Ocampo trato de detenerla. -iPor favor, senorita Julia, no salga! -iMuy mi gusto! -dijo Julia, despectiva. -El general no debe tardar. No se fie de sus Estoy seguro de que va a volver antes de la hora -Pues ahi me 10 entretiene usted un rato. -iSenorita Julia! -suplico el viejo yendo de u otro del zaguan para impedirle el paso. Julia 10 frialdad y se detuvo a esperar que el viejo term carreras. _ Tenga usted compasion de mi. No puedo de piense en las consecuencias... si llega a enterar -No Ie diga nada. Yo vuelvo en seguida. -Y pujo a don Pepe y salio a la calle. Iba sin pinta 130
EntroJulia a la casa, mirando a todos lados con sus de almendra; buscaba a alguien escondido en la som Dona Matilde aparecio en el corredor. Venfa asustada, los parpados hinchados por el sueno y una mejilla con las marcas del encaje de la almohada. Julia se qu aturdida, como si de pronto su visita no tuviera objet -Perdone, senora, iperdoneme, por favor! soyJulia drade... -Va tenfa el gusto... es decir, la conocfa de lejo -interrumpio turbada la senora. Con un gesto Ie indico que la siguiera por e1 corre sombrio. Las dos mujeres avanzaron con aire de miste Los pasos sonaban huecos sobre las losetas rojas. "~A habra venido esta muchacha? .. iOjala que todo esto acabe mal! ... " Se iba diciendo la senora, mientrasJulia vidaba las palabras que habfa preparado para explica situacion. "No dire nada... No podre... ", se repitio J cuando llegaron a la puerta de la sala. Entraron sol nes al cuarto fresco y profundo. Pocas veces se utiliz aquella sala habitada por pastores de porcelana que se gilaban sobre consolas negras y por mujeres pompeya tendidas en terrazas, con los cabellos coronados de ro y a sus pies tigres mansos dorados. Habfa abanicos, es jos, ramilletes de flores y en 10 alto del muro principal imagen de bulto del Sagrado Corazon con unas velado encendidas. Sobre un sillon estaban los trajes termina de Isabel y Conchita. Dona Matilde los recogio. -Perdone, son los trajes de teatro. -Y sonrio mort cada por la palabra. ~Que pensarfa su visita? iTrajes teatro en una casa decentel -Son mis sobrinos que van a hacer una representac para nosotros, la familia... Las dos mujeres tomaron asiento en el estrado del lon y se miraron desconcertadas. Julia, ruborizada, tr de sonrefr, miro a la senora y luego se miro las puntas los dedos. No podfa hablar. Dona Matilde a su vez, no sa 132
Dona Matilde aparecio en el corredor. Venia asustad los parpados hinchados por el sueno y una mejil con las marcas del encaje de la almohada. Julia se aturdida, como si de pronto su visita no tuviera ob -Perdone, senora, iperdoneme, por favor! soyJul drade... -Va tenia el gusto... es decir, la conoda de le -interrumpio turbada la senora. Con un gesto Ie indico que la siguiera por el co sombrio. Las dos mujeres avanzaron con aire de mi Los pasos sonaban huecos sobre las losetas rojas. " habra venido esta muchacha? .. iOjala que todo e acabe mal!. .. "Se iba diciendo la senora, mientrasJu vidaba las palabras que habia preparado para expl situacion. "No dire nada... No podre... ", se repiti cuando llegaron a la puerta de la sala. Entraron nes al cuarto fresco y profundo. Pocas veces se ut aquella sala habitada por pastores de porcelana que gilaban sobre consolas negras y por mujeres pompe tendidas en terrazas, con los cabellos coronados de y a sus pies tigres mansos dorados. Habia abanicos jos, ramilletes de flores y en 10 alto del muro princip imagen de bulto del Sagrado Corazon con unas vel encendidas. Sobre un sillon estaban los trajes termi de Isabel y Conchita. Dona Matilde los recogio. -Perdone, son los trajes de teatro. -Y sonrio m cada por la palabra. ~Que pensaria su visita? iTra teatro en una casa decente! -Son mis sobrinos que van a hacer una represen para nosotros, la familia... Las dos mujeres tomaron asiento en el estrado lon y se miraron desconcertadas. Julia, ruborizada de sonrefr, miro a la senora y luego se miro las pun los dedos. No podia hablar. Dona Matilde a su vez, no 132
crista!' La senora sinti6 un vertigo. - ... S610 unos minutos -insisti6 la voz de J muy cerca de los oidos de dona Matilde. Corrie fdos y los granizos desaparecieron. La senor la, muy quieta, con las manos entrelazadas so mirandola con sus ojos oscuros y alertas como gacela. Felipe Hurtado apareci6 en el marco d Julia se puso de pie y fue a su encuentro, cami despacio y los dos desaparecieron por el corr Matilde se ech6 a llorar. La sorpresa de esa visiones provocadas por la presencia de Julia mas camino que el de las lagrimas. 0 tal vez se vieja. Julia y Hurtado cruzaron el jardin y entrar bitaci6n del forastero. Iban enlazados, al pas los helechos, como si pertenecieran a un orde Los criados los espiaban desde lejos. -iVino Julia! -Dijo bien don Castulo, adelante de los p hombre van los de una mujer. -Y buscaron e huellas brillantes que habian traido a Felipe Hu Ixtepec. El grupo de los sirvientes se qued6 debajo d comunicaba con la cocina mirando con fijeza be1l6n cerrado. Adentro estaban los amantes. dan diciendose? El pabe1l6n habia entrado e quietud, el jardin tambien estaba placido y has llegaba el beneficio de los suenos. La torre d dio las cinco de la tarde, el cielo empez6 a cam lor y las ramas de los arboles se hicieron mas o pajaros guardaron silencio y los primeros pe crepusculo se esparcieron por la casa. Pasaba el pabe1l6n seguia quieto. -Lo pagan con la vida... Los criados se quedaron tristes al ver la m 134
- ... S610 unos minutos -insisti6 la voz de Julia muy cerca de los ofdos de dona Matilde. Corrieron frfos y los granizos desaparecieron. La senora po la, muy quieta, con las manos entrelazadas sobre mirandola con sus ojos oscuros y alertas como los gacela. Felipe Hurtado apareci6 en el marco de la Julia se puso de pie y fue a su encuentro, caminan despacio y los dos desaparecieron por el corredo Matilde se ech6 a llorar. La sorpresa de esa tar visiones provocadas por la presencia de Julia no h mas camino que el de las lagrimas. 0 tal vez se sin vieja. Julia y Hurtado cruzaron el jardfn y entraron e bitaci6n del forastero. Iban enlazados, al paso, m los helechos, como si pertenecieran a un orden di Los criados los espiaban desde lejos. -iVino Julia! -Dijo bien don Castulo, adelante de los paso hombre van los de una mujer..- Y buscaron en el huellas brillantes que habfan trafdo a Felipe Hurtad Ixtepec. El grupo de los sirvientes se qued6 debajo del a comunicaba con la cocina mirando con fijeza hac be1l6n cerrado. Adentro estaban los amantes. ~Q rfan diciendose? El pabell6n habfa entrado en u quietud, el jardfn tambien estaba placido y hasta l llegaba el beneficio de los suenos. La torre de l dio las cinco de la tarde, el cielo empez6 a cambia lor y las ramas de los arboles se hicieron mas oscu pajaros guardaron silencio y los primeros perfu crepusculo se esparcieron por la casa. Pasaba el t el pabellon segufa quieto. -Lo pagan con la vida... Los criados se quedaron tristes al ver la man 134
Ie pareci6 que la voz de lajoven acumulaba en su casa t las sombras de Ixtepec. Mir6 a Felipe Hurtado, recon su rostro amable a esa hora sombrio y como la primer que 10 via se reconcili6 con el desconocido. "EI des siempre escoge un rostro imprevisto", se dijo resigna -Yo Ie ayudare a seguirlo -prometi6 a sabiendas de ya nada podfa separar su suerte de la de los j6venes. Julia se oprimi6las manos y se alej6 unos pasos. Lu sin ruido, corri6 veloz hacia el zaguan, 10 abri6 y se f la calle. Felipe Hurtado corrio en su busca, pero el ruid la puerta que se cerraba de golpe 10 detuvo. Se qu unos instantes indeciso frente al port6n cerrado, se la mana por la frente, sac6 un cigarrillo, 10 encend sin decir una palabra cruz6 el jardfn y se encerr6 e pabell6n. - Vayan a decir a mis sobrinos que hoy no hay teatr Y de la senoritaJulia, ini una palabra! -grit6 con feroc dona Matilde y por segunda vez se ech6 a llorar aqu tarde. XIV
Julia no volvi6 al hotel por donde habfa venido. Par viaje de regreso busc6 calles extraviadas. Iba despacio minando muy cerca de los muros de las casas. Parecfa asombrada. Entre las dos luces de la noche las gentes q cruzaban no la reconocfan. Detras de ella ib~~ueda ~s {antasmjp se deshacfa de su(filemiilli!J' sobre las lliSJle la calle igaILcayendo para siempre sus domin de fiest~ los rincones iluminados de sus bailes, susJ v..ados, sus amantes inutiles, sus gestos, sus alhajas ... ti6 que Ie estorbaban los tacones, se quit6 los zapato cuidadosa los coloc6 en el umbral de una casa. Lleg6 136
las sombras de Ixtepec. Mir6 a Felipe Hurtado, reco su rostro amable a esa hora sombrio y como la prime que 10 vio se reconcili6 con el desconocido. "El d siempre escoge un rostro imprevisto", se dijo resign -Yo Ie ayudare a seguirlo -prometi6 a sabiendas d ya nada podia separar su suerte de la de los j6venes Julia se oprimi61as manos y se alej6 unos pasos. L sin ruido, corri6 veloz hacia el zaguan, 10 abri6 y se la calle. Felipe Hurtado corri6 en su busca, pero el rui la puerta que se cerraba de golpe 10 detuvo. Se q unos instantes indeciso frente al port6n cerrado, se la mana por la frente, sac6 un cigarrillo, 10 encen sin decir una palabra cruz6 el jardin y se encerr6 pabe1l6n. -Vayan a decir a mis sobrinos que hoy no hay tea Y de la senoritaJulia, ini una palabra! -grit6 con fero dona Matilde y por segunda vez se ech6 a llorar a tarde. XIV
Julia no volvi6 al hotel por donde habia venido. P viaje de regreso busc6 calles extraviadas. Iba despac minando muy cerca de los muros de las casas. Pareci asombrada. Entre las dos luces de la noche las gentes cruzaban no la reconoci;m. Detras d~a iban ~ed sus lantas~ se deshacia de su(1fiemori.yy sobre la ras)le la calle iban carendo para siempr~s dom de fiesta, los rincones iluminados de sus baile_s, sus v..ados, sus amantes inutiles, sus gestos, s_us alhajas .. ti6 que Ie estorbaban los tacones, se quit6 los zapa cuidadosa los coloc6 en el umbral de una casa. Lleg 136
Tefa. La noche caia sobre el jardin y la casa a replegaba sobre ella misma. Llamaron al porton de entrada y los criados y se precipitaron al zagmin. -~Quien es? -pregunto dona Matilde acerca cho a la puerta, como quien espera a un enemi -IYo! Joaquin ... -contesto el senor desde el de la puerta, asustado por el tone de voz de "Ya sucedio", se dijo. Los criados quitaron las corrieron los cerrojos. -Uoaquin, sucedio algo terrible! El senor palidecio. En su paseo por Ixtepec enterado de la visita deJulia y sabia que el pueblo una desgracia. "No podia acabar bien", repetia Ixtepec a coro nos habian echado las persianas, se habian reco temprano y las calles estaban quietas. Los esposos entraron en la habitacion de la s poco rate don Joaquin salio del cuarto y se dirigi lIon a Hamar a la puerta. Estuvo largo rate golp maderas, pero nadie contesto. Queda convence Hurtado de que huyera; Castulo 10 llevada a T 10 tendria escondido hasta que pasara el peligro ida a donde mejor quisiese. Pero el huesped no razones. Sumido en la oscuridad de su cuarto, cio sordo a los golpes dados en su puerta y a la que 10 llamaba. Quien sabe que pensaria el fo solas consigo mismo, tendido en su cama, sin m Los perros presentian el miedo de sus amos y el jardin inquietos. Los criados sentados en cir cocina hablaban en voz baja, fumaban con calm ban los ruidos de la noche. De cuando en cuando hasta eBos los golpes cautelosos que don Joaqu dando en la puerta del cuarto del joven. Castu morral de la comida listo y la "vibora" bien Bena esperaba que el huesped saliera para emprende 138
Tefa. La noche caia sobre el jardin y la casa asustada replegaba sobre ella misma. Llamaron al porton de entrada y los criados y la sen se precipitaron al zagmln. ~Quien es? -pregunto dona Matilde acercandose m cho a la puerta, como quien espera a un enemigo. -iYo! Joaquin ... -contestt'> el senor desde el otro l de la puerta, asustado por el tono de voz de su mu "Ya sucedio", se dijo. Los criados quitaron las tranca corrieron los cerrojos. -iJoaquin, sucedio algo terrible! El senor palidecio. En su paseo por Ixtepec se ha enterado de la visita deJulia y sabia que el pueblo esper una desgracia. "N 0 podia acabar bien", repetia Ixtepec a coro. Los v nos habian echado las persianas, se habian recogido m temprano y las calles estaban quietas. Los esposos entraron en la habitacion de la senora. poco rata donJoaquin salio del cuarto y se dirigio al pa lIon a llamar a la puerta. Estuvo largo rata golpeando maderas, pero nadie contesto. Queria convencer a Fel Hurtado de que huyera; C<istulo 10 llevaria a Tiztla y 10 tendria escondido hasta que pasara el peligro; luego iria a donde mejor quisiese. Pero el huesped no queria razones. Sumido en la oscuridad de su cuarto, perma cio sordo a los golpes dados en su puerta y a la voz am que 10 llamaba. Quien sabe que pensaria el forastero solas consigo mismo, tendido en su cama, sin moverse Los perros presentian el miedo de sus amos y vigilab el jardin inquietos. Los criados sentados en drculo en cocina hablaban en voz baja, fumaban con calma y atis ban los ruidos de la noche. De cuando en cuando llegab hasta ellos los golpes cautelosos que don Joaquin seg dando en la puerta del cuarto del joven. Castulo, con morral de la comida listo y la "vi'bora" bien llena de pes esperaba que el huesped saliera para emprender el via 138
unto a las paredes y a las sabanas. Afuera se oi hojas podridas de los arboles. El ir y venir de lo produjo un ruido sofocante. La noche de los tr vorada por miles de alimanas se agujereaba po costados y los esposos oian mudos la invasion de -Tengo miedo... Pobre muchacho, tan bu es. -~Por que no dices tan bueno como era? -r su marido con violencia. -Si. .. Tan bueno como era. A eso de las once de la noche una absurda tra sucedi6 al desasosiego de una hora antes. Quiza resultado del miedo que el generalles inspiraba era tan temible como 10 imaginaban y todo sald de boca. Los relojes marcaron los minutos con noche empez6 a correr con su velocidad acos Los ruidos que agujereaban a las sombras ce intensidad de los olores se disolvi6 en perfum Los esposos se tendieron en la cama y escucharo campanadas. -iDios nos oy6! -dijeron. Felipe Hurtado, a oscuras y a solas con sus p tos, esperaba. Dona Matilde trat6 de imaginarlo te ala noche. -Es muy hombrecito. No acept6 dejarla sola correr su misma suerte -dijo don Joaquin. Los esposos trataron de imaginar al joven: ~e saria a esas horas? Estaria entregado al recuerd revisando las huellas dejadas por su paso... Ta ba por ella. -~Tu crees que la quiera mas que el general? la senora. -No se... Tu que los viste juntos ~que piensa Dona Matilde no supo que contestar y los do avergonzados de su repentina curiosidad: violab fianza de su amigo; el misterio del amor debia 140
hojas podridas de los arboles. El ir y venir de los insec produjo un ruido sofocante. La noche de los tr6picos vorada por miles de alimanas se agujereaba por todos costados y los esposos oian mudos la invasi6n de agujer -Tengo miedo ... Pobre muchacho, tan bueno com es. -~Por que no dices tan bueno como era? -respond su marido con violencia. -Si. .. Tan bueno como era. A eso de las once de la noche una absurda tranquilid sucedi6 al desasosiego de una hora antes. Quiza todo era resultado del miedo que el generalles inspiraba, quiza era tan temible como 10 imaginaban y todo saldria a pe de boca. Los relojes marcaron los minutos con orden y noche empez6 a correr con su velocidad acostumbrad Los ruidos que agujereaban a las sombras cesaron y intensidad de los olores se disolvi6 en perfumes suav Los esposos se tendieron en la cama y escucharon las do campanadas. -iDios nos oy6! -dijeron. Felipe Hurtado, a oscuras y a solas con sus pensamie tos, esperaba. Dona Matilde trat6 de imaginarlo solo fre te a la noche. -Es muy hombrecito. No acept6 dejarla sola. Prefi correr su misma suerte -<iijo don Joaquin. Los esposos trataron de imaginar al joven: ~en que pe saria a esas horas? Estaria entregado al recuerdo de Jul revisando las huellas dejadas por su paso... Tal vez llo ba por ella. -~Tu crees que la quiera mas que el general? -pregun la senora. -No se... Tu que los viste juntos ~que piensas? Dona Matilde no supo que contestar y los dos callar avergonzados de su repentina curiosidad: violaban la co fianza de su amigo; el misterio del amor debia quedar 140
III
Francisco Rosas, sin apearse de su montura, se agarr a los barrotes del bakon. - Ya ve usted, senor Melendez, vengo aqui en busca d un conejo. Don Joaquin se echo a rdr. -iAh, que mi general! Pero no vaya a ser que con tanta dianas se Ie escape entre las matas. El general, sin soltar los barrotes, se bamboleo como fuera a caerse. Iba borracho. -iQue esperanza! -~Y de que conejo se trata, mi general? Francisco Rosas 10 miro desdenoso y se afirmo con br en su caballo. -De uno muy mentado que se ha metido en su hono rable casa. -iAh, que caray! iMatilde, trae la botella de cognac, v mos a beber un trago mi general y yo! Don Joaquin quer distraerlo; pensaba que una actitud amistosa 10 desarm ria. El general se volvio a agarrar a los barrotes e inc1in la cabeza. Pareda muy cansado y con ganas de llorar. -iCorona! iPasame el Hennessy! Con la botella en la mano, el coronel surgio a cabal de la noche. Rosas cogiola botella que Ie tendia su segundo y se ech un trago; despues se la paso a don Joaquin. -iMuchachos, echense "Las Mananitas" pa' despertar un cabron! La Banda Militar obedecio la orden del general. Y estas son las Mananitas que cantaba el Rey David y a las muchachas bonitas se las cantamos as!. Despierta mi bien, despierta...
Francisco Rosas, a caballo, escuchaba la musica sin h 142
Francisco Rosas, sin apearse de su montura, s a los barrotes del bakon. - Ya ve usted, senor Melendez, vengo aqui en b un conejo. Don Joaquin se echo a reir. -iAh, que mi general! Pero no vaya a ser que co dianas se Ie escape entre las matas. El general, sin soltar los barrotes, se bamboleo fuera a caerse. Iba borracho. -iQue esperanza! -~Y de que conejo se trata, mi general? Francisco Rosas 10 miro desdenoso y se afirmo en su caballo. -De uno muy mentado que se ha metido en s rable casa. -iAh, que caray! iMatilde, trae la boteHa de cog mos a beber un trago mi general y yo! DonJoaqui distraerlo; pensaba que una actitud amistosa 10 d ria. El general se volvio a agarrar a los barrotes e la cabeza. Pareda muy cansado y con ganas de llo -iCorona! iPasame el Hennessy! Con la boteHa en la mano, el coronel surgio a de la noche. Rosas cogio la botella que Ie tendia su segundo y un trago; despues se la paso a don Joaquin. -iMuchachos, echense "Las Mananitas" pa' des un cabron! La Banda Militar obedecio la orden del genera Y estas son las Mananitas que cantaba el Rey David y a las muchachas bonitas se las cantamos asi. Despierta mi bien, despierta...
Francisco Rosas, a caballo, escuchaba la music 142
Dona Matilde lleg6 hasta la puerta del pab con suavidad. El extranjero apareci6; en 10 vinaban sus ojos tristes. Qued6 frente a la s ech6 a llorar. - Ya ve, hijo... Vienen a buscarIo... EI huesped desapareci6 en su cuarto, para recer con su maleta en la mano. La voz ap del generailleg6 hasta el y dona Matilde. -Mire, don Joaquin, no quiero matarIo a casa. Felipe Hurtado abraz6 a la senora. -Adi6s, dona Matilde, y muchas gracias. done tantas molestias por alguien que ni usted quien es. A la mitad del corredor se detuvo. -iDigale a Nicolas que estrene la obra de Los criados 10 miraban irse a traves de sus taban a medio vestir, con los cabellos revuel ansiosas. "Nunca se perdonadan haber mur y haberIo servido de tan mala gana." Ixtepe ba como elIas, desesperado por la suerte de que se nos iba tan misteriosamente como h Y era verdad que no sabiamos quien era aq habia venido en el tren de Mexico. S610 aho rda pensar que nunca Ie preguntamos cual ni que 10 habia traido por aqui. Pero ya era en mitad de la noche. En la calle Francisco caracolear a su caballo. Un soldado llevaba ra por las riendas: era para don Joaquin. A llevadan en medio de las patas de los anim da seguia tocando. La noche esperaba a s forastero se despidi6 de los criados; a ning darIe la mano. Ellos miraban al suelo dejan llanto. 144
-~Por
que no? -respondio Rosas llevandose la botell a la boca, para luego pasarsela a don Joaquin. Dona Matilde llego hasta la puerta del pabellon y llam con suavidad. EI extranjero aparecio; en 10 oscuro se ad vinaban sus ojos tristes. Quedo frente a la senora que s echo a llorar. -Va ve, hijo ... Vienen a buscarlo... EI huesped desaparecio en su cuarto, para volver a apa recer con su maleta en la mano. La voz apesadumbrad del generaillego hasta el y dona Matilde. -Mire, don Joaquin, no quiero matarlo adentro de s casa. Felipe Hurtado abrazo a la senora. -Adios, dona Matilde, y muchas gracias. Perdone, pe done tantas molestias por alguien que ni siquiera sab usted quien es. Ala mitad del corredor se detuvo. -iDigale a Nicolas que estrene la obra de teatro! Los criados 10 miraban irse a traves de sus lagrimas. E taban a medio vestir, con los cabellos revueltos y las cara ansiosas. "Nunca se perdonarian haber murmurado de e y haberlo servido de tan mala gana." Ixtepec entero esta ba como ellos, desesperado por la suerte de un foraster que se nos iba tan misteriosamente como habia llegado Y era verdad que no sabiamos quien era aquel joven qu habia venido en el tren de Mexico. Solo ahora se nos ocu rria pensar que nunca Ie preguntamos cual era su tierra ni que 10 habia traido por aqui. Pero ya era tarde. Se ib en mitad de la noche. En la calle Francisco Rosas haci caracolear a su caballo. Un soldado llevaba otra montu ra por las riendas: era para don Joaquin. A Hurtado 1 llevadan en medio de las patas de los animales. La Ban da seguia tocando. La noche esperaba a su victima. E forastero se despidio de los criados; a ninguno dejo d darle la mano. Ellos miraban al suelo dejando correr s llanto. 144
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estaba amaneciendo y aillegar a las trancas topo con la noche cerrada. Se asusto al ve Ixtepec seguia la noche. Nos dijo que es mas da por la manana. En su miedo no sabia si c frontera de luz y sombra. Estaba dudando cu sar a un jinete llevando en sus brazos a una de color de rosa. El iba de oscuro. Con un b a la joven y con el otro llevaba las riendas de mujer se iba riendo. El arriero les dio los bu -iBuenas noches! -grito Julia. Supimos que era ella por las senas del traj y las cuentas de oro que llevaba enroscadas a al galope. Al salir de la noche se perdieron por el ca cula, en el resplandor de la luz rosada del arriero entro al pueblo y nos conto como dormia redondo y negro con las figuras inm calles y en los balcones. -Era un mar negro, rodeado por los albor -dijo. Nunca mas volvimos a oir de los aman
tiempo anduvimos perdidos en ese espacio inmovil. Un arriero entro al pueblo. Conto que en el campo estaba amaneciendo y aillegar a las trancas de Cocula topo con la noche cerrada. Se asusto al ver que solo Ixtepec seguia la noche. Nos dijo que es mas negra rod da por la manana. En su miedo no sabia si cruzar aque frontera de luz y sombra. Estaba dudando cuando vio sar a un jinete llevando en sus brazos a una mujer vest de color de rosa. ÂŁ1 iba de oscuro. Con un brazo dete a la joven y con el otro llevaba las riendas del caballo. mujer se iba riendo. El arriero les dio los buenos dias. -iBuenas noches! -grito Julia. Supimos que era ella por las senas del traje rosa, la r y las cuentas de oro que llevaba enroscadas al cuello. Ib al galope. Al salir de la noche se perdieron por el camino de C cula, en el resplandor de la luz rosada del amanecer. arriero entro al pueblo y nos conto como todo Ixtep dormia redondo y negro con las figuras inmovilesen calles y en los balcones. -Era un mar negro, rodeado por los albores del cam -dijo. Nunca mas volvimos a oir de los amantes.
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a las otras delante de sus ojos. -Por un tiempo es mejor no visitar a M parece? -Si, mama -respondia Conchita apes Extranaba el pabe1l6n y el corredor de teatro y las platicas habian terminado, nu aquellas noches. La voluntad del genera era que Conchita estuviera triste. -Les va a caer una desgracia. Ni cre perdone 10 de Hurtado. Dona Elvira vaticinaba al oscurecer, a tana y mirando con nostalgia las persiana Melendez. Dona Matilde clausur6 el pabe1l6n y se encerraron en su casa. S6lo su herman visitarla. Se decfa que don Joaquin estaba mu nadie se acercaba a informarse de su sal guardaron los trajes de teatro sin termin se fueron a Tetela sin decir adi6s a nad tiempo antes de que Nicolas yJuan volv Francisco Rosas vagaba sin rumbo po amaneceres 10 vefan volver borracho y lo arrastrar sus botas sobre el empedrado d general s6lo quedaban sus pasos tamba dose contra sus dias. Por las mananas la taban: -<Lo oyeron anoche? Iba a casa de las La Luchi temia su presencia: llegaba compania de sus amigos, se dejaba caer e un vasa de cognac en la mana esperaba noche. Le daba miedo volver al cuarto de donde encontraba el eco de la voz y la hue Julia. Cualquier palabra que aludiera a alg de Felipe Hurtado Ie ponia en guardia y 150
lagro y no 10 vi. .. ", y las tardes pasaban iguales las unas a las otras delante de sus ojos. -Por un tiempo es mejor no visitar a Matilde... ~No te parece? -Si, mama -respondia Conchita apesadumbrada. Extranaba el pabellon y el corredor de dona Matilde. El teatro y las platicas habian terminado, nunca se repetirian aquellas noches. La voluntad del general Francisco Rosas era que Conchita estuviera triste. -Les va a caer una desgracia. Ni creas que Rosas les perdone 10 de Hurtado. Dona Elvira vaticinaba al oscurecer, asomada a su ven足 tana y mirando con nostalgia las persianas cerradas de los Melendez. Dona Matilde clausuro el pabellon y ella y su marido se encerraron en su casa. Solo su hermano Martin venia a visitarla. Se decia que don Joaquin estaba muy enfermo, pero nadie se acercaba a informarse de su salud. Sus sobrinos guardaron los trajes de teatro sin terminar y una manana se fueron a Tetela sin decir adios a nadie. Paso mucho tiempo antes de que Nicolas yJuan volvieran a Ixtepec. Francisco Rosas vagaba sin rumbo por el pueblo. Los amaneceres 10 veian volver borracho y los vecinos 10 oian arrastrar sus botas sobre el empedrado de mis calles. Del general solo quedaban sus pasos tambaleantes estrellan足 dose contra sus dias. Por las mananas las criadas comen足 taban: ~Lo oyeron anoche? Iba a casa de las cuscas. La Luchi temia su presencia: llegaba sombrio y sin la campania de sus amigos, se dejaba caer en una silla y con un vasa de cognac en la mana esperaba que avanzara la noche. Le daba miedo volver al cuarto del HotelJardin en donde encontraba el eco de la voz y la huella del cuerpo de Julia. Cualquier palabra que aludiera a algo sucedido antes de Felipe Hurtado Ie ponia en guardia y de un punetazo 150
Iba del brazo de Hurtado, riendose com ches en que Francisco Rosas la llevaba a Canas. Otro contaba en voz baja haber vi traje en la feria de Tenango y como cuan saludarla se Ie hizo perdediza. -iDe seguro de miedo a que yo Ie dij paradero! Otros mas creian en su muer noches la risa de Julia rodando por las fantasma. -Anoche oimos su risa subiendo y ba Correo hasta que se metio por la rendi los Melendez, peno por el jardin y luego pabellon. AlIi se paso la noche con el rie de verla tan desgraciado por ella. Y mirabamos al general pensando qu mas poder que el. Francisco Rosas senti mos y se alejaba como los tigres antes de -iPobre hombre! Ana Moncada dejo caer el bordado p de los visillos el paso de Francisco Rosas. camisola militar abierta y los ojos cerrado -iMiralo, Isabel, ahi va! LEI solo se cas acerco al balcon y por encima del hombro la figura alta del general, inmovil en su de calles para ir a la cantina a emborrachars -iPobrecito! Isabel volvio a ocupar su silla y clavo fe en el rostro impasible de su madre: "Ya sas, que esjusto que expie su pecado"... en que desaparecieron Julia y Felipe Hu ba vueltas por el corredor y las habitac pisando sombras resbaladizas que la obl caer de silla en silla. No queria visitar a s contrarse con la invisible presencia del fo en el jardin. Tampoco queria ver el pab 152
ticias de ella: uno la habia visto pasea.ndose por Mexico Iba del brazo de Hurtado, riendose como en aquellas no ches en que Francisco Rosas la llevaba a caballo hasta La Canas. Otro contaba en voz baja haber visto el brillo de s traje en la feria de Tenango y como cuando el se acerco saludarla se Ie hizo perdediza. -iDe seguro de miedo a que yo Ie dijera al general s paradero! Otros mas crelan en su muerte y olan por la noches la risa de Julia rodando por las calles como u fantasma. -Anoche olmos su risa subiendo y bajando la calle de Correo hasta que se metio por la rendija del porton de los Melendez, peno por el jardin y luego se encerro en e pabellon. AlII se paso la noche con el riendose de Rosas y de verlo tan desgraciado por ella. Y mirabamos al general pensando que Hurtado tenIa mas poder que d. Francisco Rosas sentia que 10 miraba mos y se alejaba como los tigres antes de saltar. -iPobre hombre! Ana Moncada dejo caer el bordado para espiar detras de los visillos el paso de Francisco Rosas. Iba ahora con la camisola militar abierta y los ojos cerrados sobre SI mismo. -iMIralo, Isabel, ahl va! &1 solo se castigo! La joven se acerco al balcon y por encima del hombro de su madre vio la figura alta del general, inmovil en su desdicha, andando calles para ir a la cantina a emborracharse. -iPobrecito! Isabel volvio a ocupar su silla y clavo ferozmente la vista en el rostro impasible de su madre: "Ya se 10 que pien足 sas, que es justo que exple su pecado"... Desde la noche en que desaparecieron Julia y Felipe Hurtado, Isabel da足 ba vueltas por el corredor y las habitaciones de su casa pisando sombras resbaladizas que la obligaban a dejarse caer de silla en silla. No queria visitar a sus tIos: temia en足 contrarse con la invisible presencia del forastero flotando en el jardin. Tampoco queria ver el pabellon en donde 152
cartas con las mujere -iEsto es muy trist Y el padre de Isab que hablaba del "pro brar la confusion y 10 -~Que te parece? hija podia decirle alg no contesto; cansada del periodico. ~Que p lloviendo desdichas s dio las buenas noche -Papa, ~cuando vi puerta. -iDejalos alIa! -res bel no Ie interesaba n -iEstoy muy solita! Su padre la miro in to permanente de su Isabel, descorazona la luz sobre su mesita Estada siempre sola. 154
I
chos revolucionarios". Entre los porfiristas catolicos y l revolucionarios ateos preparaban la tumba del agrarism Hacfa menos de diez anos que las dos facciones habia acordado los asesinatos de Emiliano Zapata, de Francisc Villa y de Felipe Angeles, y el recuerdo de los jefes rev lucionarios estaba fresco en la memoria de los indios. L Iglesia y el Gobierno fabricaban una causa para "quema a los campesinos descontentos.
-iLa persecucion religiosa!
Martin Moncada leyo la noticia en el periodico y se que do cabizbajo. El pueblo hostigado por la miseria entrari en esa lucha.
Mientras los campesinos y los curas de pueblo se pre paraban a tener muertes atroces, el arzobispo jugaba a la cartas con las mujeres de los gobernantes ateos.
-iEsto es muy triste!
Y el padre de Isabel arrojo con violencia el periodic que hablaba del "progreso de Mexico". Su tarea era sem brar la confusion y 10 lograba.
~Que te parece? -pregunto dona Ana, para ver si su hija podia decide algo que la sacara de su estupor. IS';lbe no contesto; cansada y distraida, escuchaba las noticias del periodico. 2Que podia importarie a ella que siguieran 1I0viendo desdichas si ella era ya tan desdichada? Apatica dio las buenas noches. -Papa, 2cuando vienen mis hermanos? -dijo desde la puerta. -iDejalos alIa! -respondio impaciente su madre. A Isa足 bel no Ie interesaba nada; solo pensaba en ella misma. -iEstoy muy solita! -dijo con rencor. Su padre la miro inquieto. Le preocupaba el desconten足 to permanente de su hija. Isabel, descorazonada, emro en su habitacion, deposito la luz sobre su mesita de noche y se desvistio en silencio. Estaria siempre sola. El rostro que aparecfa en sus suenos 154
inclinaba sobre el quinque y 10 apagaba d tres ninos quedaban en sus navios, solos, ru -Nicolas, ino quiero a mi mama! - Ya se que nunca la quieres en la noch nino. "~Cuando volveran mis hermanos? .. " de Isabel Moncada cruzaron pensamiento ennegrecieron la noche.
-~Tu
entiendes algo de 10 que pasa en M quieren estas gentes del Gobierno? -No se, mama -contest6 Conchita, que colas Moncada y en sus dias gastados uno paredes de su casa. ~Ves? Nadie entiende nada. Dona Elvira arroj6 los peri6dicos al ci6 con impaciencia en su sill6n. ~Que hacer? Habia voluntades extranas a la su uno a uno los pequenos placeres cotidian ban nunca 10sJustinos!", pens6 sin ningun por bautizar asi a los tiranos con el marido. Ella no pedia nada: oir cantar a sus ca las fiestas, mirar al mundo adentro de su con sus amigos. Y no 10 lograba: enemigo tian en crimen todos los actos inocentes. los dias tranquilos ni las fiestas. Rencoro ri6dicos tirados por el suelo. -iInes, recoge los peri6dicos! Este sal6 rita. Entr6 Ines sin hacer ruido, el traje viol negras impasibles, se inclin6 y luego ten la senora. Dona Elvira busc6 curiosa las f -iQue carita! iQue carita! ~Ven? Nun
Su voz era distinta~ Daba unos pasos por el cuarto, se inclinaba sobre el quinque y 10 apagaba de un soplo. Los tres ninos quedaban en sus navios, solos, rumbo ala noche. -Nicolas, ino quiero a mi mama! - Ya se que nunca la quieres en la noche -respondfa el nino. "~Cuando volveran mis hermanos? .. " Y por la cabeza de Isabel Moncada cruzaron pensamientos sombrfos que ennegrecieron la noche.
-~Tu
entiendes algo de 10 que pasa en Mexico... ? ~Que quieren estas gentes del Gobierno? -No se, mama -contesto Conchita, que pensaba en Ni colas Moncada y en sus dfas gastados uno a uno .entre las paredes de su casa. ---<Yes? Nadie entiende nada. Dona Elvira arrojo los periodicos al suelo y se me cio con impaciencia en su sillon. ~Que otra cosa podfa hacer? Habfa voluntades extranas a la suya destruyendo uno a uno los pequenos placeres cotidianos. "iNo se aca ban nunca 10sJustinos!", penso sin ningun remordimiento por bautizar asf a los tiranos con el nombre de su marido. Ella no pedfa nada: ofr cantar a sus canarios, guardar las fiestas, mirar al mundo adentro de su espejo y platicar con sus amigos. Y no 10 lograba: enemigos lejanos conver tfan en crimen todos los actos inocentes. Nunca volverfan los dfas tranquilos ni las fiestas. Rencorosa, miro los pe riodicos tirados por el suelo. -iInes, recoge los periodicos! Este salon parece una ga rita. Entro Ines sin hacer ruido, el traje violeta y las trenzas negras impasibles, se inclino y luego tendio los diarios a la senora. Dona Elvira busco curiosa las fotograffas. -iQue carita! iQue carita! ~Ven? Nunca sonrfe. Esta 156
pre una interminable espera. Llegaron las senores de Ixtepec y se mezclaron con los in por primera vez el mismo mal los aquejara. "~Que pasa?" era la pregunta que estaba de todos. A las siete de la noche aparecieron soldados: lIevaban el rifle al hombro con la da. Impasibles, tomaron posiciones para ce retirada de los invasores del atrio. Se exte murmulIo; los soldados oyeron lIegar hasta jada del rencor y permanecieron inmoviles. calientes de la noche bajaron de las copas de y cubrieron el atrio. Don Roque, el sacristan, se abrio paso en dumbre. Venia lleno de polvo y con el pelo -iVayanse a sus casas! La multitud permanecio sorda a la voz d y el atrio se lIeno de fogatas, de cirios enc rezos. Al amanecer llegaron los habitantes d vecinos y la muchedumbre aumento, se leva polvareda que se confundio con las pregun de las fogatas, los jarre burro! y los olores preparada al aire libre. Grupos de borracho rados en el pOlvo; las mujeres envueltas en reposaban inmoviles. Los anos han pasado y aquella inmensa n velamos a la iglesia se aparece en mi memo ridad de una luciernaga; tambien como una me escapa. Aparecio la raya naranja que anuncia la m subio por el cielo y nosotros seguiamos en niamos sueno y sed pero no queriamos ab iglesia en las manos de los militares. ~Que ella, sin sus fiestas, sin sus imagenes que es cientes los lamentos? ~A que nos condenab entre las piedras y a trabajar la tierra seca? ~A 158
espenibamos? No 10 se, solo se que mi memoria es siem pre una interminable espera. Llegaron las senoras y los senores de Ixtepec y se mezclaron con los indios, como si por primera vez el mismo mal los aquejara. "~Que pasa?" era la pregunta que estaba en los labios de todos. A las siete de la noche aparecieron los primeros soldados: llevaban el rifle al hombro con la bayoneta cala da. Impasibles, tomaron posiciones para cerrar la posible retirada de los invasores del atrio. Se extendio un gran murmullo; los soldados oyeron llegar hasta ellos la mare jada del rencor y permanecieron inmoviles. Las sombras calientes de la noche bajaron de las copas de los almendros y cubrieron el atrio. Don Roque, el sacristan, se abrio paso entre la muche dumbre. Venfa lleno de polvo y con el pelo en desorden. -iVayanse a sus casas! La multitud permanecio sorda a la voz de don Roque y el atrio se lleno de fogatas, de cirios encendidos y de rezos. Al amanecer llegaron los habitantes de los pueblos vecinos y la muchedumbre aumento, se levanto una gran polvareda que se confundio con las preguntas, el humo de las fogatas, los iarre burro! y los olores de la comida preparada al aire libre. Grupos de borrachos dormfan ti rados en el polvo; las mujeres envueltas en sus rebozos reposaban inmoviles. Los anos han pasado y aquella inmensa noche en que velamos a la iglesia se aparece en mi memoria con la cla ridad de una luciernaga; tambien como una luciernaga se me escapa. Aparecio la raya naranja que anuncia la manana; la luz subio por el cielo y nosotros segufamos en el atrio; te nfamos sueno y sed pero no querfamos abandonar a la iglesia en las manos de los militares. ~Que harfamos sin ella, sin sus fiestas, sin sus imagenes que escuchaban pa cientes los lamentos? ~A que nos condenaban? ~A penar entre las piedras ya trabajar la tierra seca? ~A morir como 158
caras sudorosas y los velos negros ajados. -Debemos salir antes de las doce -dijo cada. -Voy aver al general-anunci6 Dorote marejada de fieles la separaba de sus amig -iVoy con usted! Dona Ana se abri6 paso entre la gente p donde estaba Dorotea yjuntas salieron a la qued6 sola esperando la vuelta de su ma dumbre la traia y la llevaba como el agua me acuatica. Fascinada, se dejaba llevar de un ti6 que un poder ajeno a ella la apartaba llevaba a un lugar desconocido donde se e -iHijo de siete madres no vera la luz de La amenaza corri6 de boca en boca, Isab y alejarse girando entre los pilares de la Rosas atraves6 mares de centellas y abajo, daron las palabras dichas en la iglesia. " se dijo la joven, y la imagen del general s cabezas de los fieles. Francisco Rosas viv do diferente del nuestro: nadie 10 queria nadie; su muerte no significaba nada, ni mismo: era un desdichado. Tal vez como manos tampoco habia encontrado el secre desde nino, la respuesta que no existia. "... Isabel, ~crees que los montes existen La voz nina de Nicolas lleg6 a sus oidos y en llanto se fue a la manana en que ella y s escaparon de su casa y un arriero los devol ya muy entrada la noche. Habian subido a noso lleno de iguanas y cigarras. iEso no Desde sus tierras pedregosas vdan los mon azules, hechos de agua, muy pegados al ci los angeles. Los vecinos comentaron dela rojas por el sol y sus lenguas hinchadas p 160
se encontro con Isabel y su madre. Las tres llevaban las caras sudorosas y los velos negros ajados. -Debemos salir antes de las doce -dijo la senora Mon cada. - Voy aver al general -anuncio Dorotea mientras una marejada de fieles la separaba de sus amigas. -iVoy con usted! Dona Ana se abrio paso entre la gente para llegar hasta donde estaba Dorotea yjuntas salieron a la calle. Isabel se quedo sola esperando la vuelta de su madre. La muche dumbre la trafa y la llevaba como el agua mece a una planta acmitica. Fascinada, se dejaba llevar de un lado a otro. Sin tio que un poder ajeno a ella la apartaba de la gente y la llevaba a un lugar desconocido donde se encontraba sola. -iHijo de siete madres no vera la luz del dfa! La amenaza corrio de boca en boca, Isabel.la oyo llegar y alejarse girando entre los pilares de la nave. Francisco Rosas atraveso mares de centellas y abajo, muy abajo, que daron las palabras dichas en la iglesia. "No nos teme", se dijo la joven, y la imagen del general surgio sobre las cabezas de los fieles. Francisco Rosas vivfa en un mun do diferente del nuestro: nadie 10 querfa y el no querfa a nadie; su muerte no significaba nada, ni siquiera para el mismo: era un desdichado. Tal vez como ella y sus her manos tampoco habfa encontrado el secreta que buscaba desde nino, la respuesta que no existfa. "... Isabel, 2crees que los montes existen?" La voz nina de Nicolas llego a sus ofdos y desde la iglesia en llanto se fue a la manana en que ella y sus hermanos se escaparon de su casa y un arriero los devolvio a sus padres ya muy entrada la noche. Habfan subido a un monte espi noso lIeno de iguanas y cigarras. jEso no era un monte! Desde sus tierras pedregosas vdan los montes verdaderos: azules, hechos de agua, muy pegados al cielo y a la luz de los angeles. Los vecinos comentaron delante de sus caras rojas por el sol y sus lenguas hinchadas por la sed: "iLos 160
un olor a naftalina y a perfume se esc Su padre entr6 en la habitaci6n. EI no delante de el Isabel baj6los ojos, se sint llegaron lasooce campanadas de la to Moncada se miraron y esperaron. Uno se oyeron los primeros disparos; pare -Va a haber muertos ... -insisti6 A La calle se llen6 de carreras y quej la gente y esta hufa despavorida ante das de los mauseres. Don Martin ence volvi6 el rostro a la pared. Le pareci6 se salpicaba de sangre. -iPapa, papa! A mi no me entien -grit6 Isabel abrazandose a eI. -iCalmate! -dijo su padre alisando -iNadie! -insisti6 Isabel sacudida -Estas muy nerviosa... Y dona Ana se fue a la cocina a pre tila para la nina Isabel. A las cuatro de la manana los ultimo abandonaron sus puestos. Bajo los a mujeres con las cabezas rotas a culat las caras destrozadas a puntapies. Sus traron fuera de allf y los soldados vict puertas de la iglesia y echaron caden rejas del atrio. Luego, excitados por la lazos algunos perros callejeros que hu abandonada por los cat6licos. En la m querido por los gobernantes se habia sol brillante, los cadaveres de los per sangrentados, los huaraches impares p y las ollas de comida rotas eran desp los pobres. Cordones de soldados vig Ese dfa Ixtepec no abri6 ni sus bal 162
Uevar por sus pasos precisos a un futuro q u ~ ~ tusidez. Su madre abrio el ropero para guardar el chal un olor a naftalina y a perfume se escapo de sus puerta Su padre entro en la habitacion. El no habia ido al templo delante de ellsabel bajolos ojos, se sintio culQablS. Lejana llegaron las aoce campanadas de la torre de la iglesia y lo Moncada se miraron y esperaron. Unos minutos mas tard se oyeron los primeros disparos; paredan cohetes. -Va a haber muertos ... -insistio Ana. La calle se lleno de carreras y quejidos. Dispersaban la gente y esta huia despavorida ante las descargas cerra das de los mauseres. Don Martin encendio un cigarrillo volvio el rostro a la pared. Le parecio que la cal del mur se salpicaba de sangre. -iPapa, papa! A mi no me entiende nadie ... INadie -grito Isabel abrazandose a el. -iCalmate! -dijo su padre alisandole los cabellos. -INadie! -insistio Isabel sacudida por los sollozos. -Estas muy nerviosa... Y dona Ana se fue a la cocina a preparar una bebida d tila para la nina Isabel. A las cuatro de la manana los ultimos invasores del atri abandonaron sus puestos. Bajo los almendros quedaro mujeres con las cabezas rotas a culatazos y hombres co las caras destrozadas a puntapies. Sus familiares los arra traron fuera de alIi y los soldados victoriosos cerraron la puertas de la iglesia y echaron cadenas y candados a la rejas del atrio. Luego, excitados por la pelea, cazaron a b lazos algunos perros callejeros que husmeaban la comid abandonada por los catolicos. En la manana el orden ta querido por los gobernantes se habia restablecido: bajo sol brillante, los cadaveres de los perros, los rebozos e sangrentados, los huaraches impares perdidos en la huid y las ollas de comida rotas eran despojos de la batalla d los pobres. Cordones de soldados vigilaban el destrozo. Ese dia Ixtepec no abrio ni sus balcbnes ni sus come
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tejados. Francisco Rosas oia los gritos y so. "iMira, Francisco, te vale que soy mans sonriente, buscaba la cara del que profe Pareda que habia olvidado aJulia y que a tros a quien buscaba. Si tuvo miedo no 10 a los pocos dias convirtio al curato en C litar y una tarde senalada mando hacer u las imagenes del templo. Asi fue como vi a y vi tambien su manto convertido en una azul. Cuando esto sucedia los militares en y volvian cargados de papeles que arrojab sin ningun sobresalto. En la plaza quedo cenizas que se disperso poco a poco. EI padre Beltran desaparecio. Dedan q ~Por donde? ~Por el camino de Tetela, po Yo no 10 vi salir ni sabia que anduviera Se deda tambien que estaba detenido e los militares pensaban matarIo cualquier prefedamos creerIo andando por un cam de Rosas, con su larga sotana flotando verdes. "Fue a avisar 10 que sucede y vendran nos." Y mientras esperabamos, aparecier carteles pegados en las puertas de las ca En los carteles estaba el Pano de la Vero tro de Cristo y una misteriosa leyenda: "iV Tambien empezaron los balazos nocturn soldados muertos en el mercado; algunos dedos engarrunados por la muerte la cu con la que cenaban pozole perfumado d hombres de Ixtepec desaparedan y en contrabamos los cuerpos de algunos, mu en los llanos que me rodean. Otros mas para siempre 0 se iban a no sabiamos don el uso de las linternas sordas para ayuda 164
escupe ala cara Ie cae!", gritaban desde los arboles y tejados. Francisco Rosas oia los gritos y disminuia el so. "iMira, Francisco, te vale que soy mansito!" El gene sonriente, buscaba la cara del que proferia la amena Parecia que habia olvidado aJulia y que ahora era a no tros a quien buscaba. Si tuvo miedo no 10 demostro p a los pocos dias convirtio al curato en Comandancia litar y una tarde senalada mando hacer una hoguera las imagenes del templo. Asi fue como vi arder a la Vir y vi tambien su manto convertido en una larga llamar azul. Cuando esto sucedia los militares entraban al cur y volvian cargados de papeles que arrojaban a la hogu sin ningun sobresalto. En la plaza qucdo un monton cenizas que se disperso poco a poco. El padre Beltran desaparecio. Decian que habia hui ~Por donde? ~Por el camino de Tetela, por el de Cocu Yo no 10 vi salir ni sabia que anduviera por mis mon Se decia tambien que estaba detenido en Ixtepec y los militares pensaban matarlo cualquier noche. Noso preferiamos creerlo andando por un camino seguro, l de Rosas, con su larga sotana flotando entre las mil verdes. "Fue a avisar 10 que sucede y vendran fuerzas a sal nos." Y mientras esperabamos, aparecieron los prime carteles pegados en las puertas de las casas y del cur En los carteles estaba el Pano de la Veronica con el R tro de Cristo y una misteriosa leyenda: "iViva Cristo R Tambien empezaron los balazos nocturnos. Amanec soldados muertos en el mercado; algunos llevaban en dedos engarrunados por la muerte la cuchara de plo con la que cenaban pozole perfumado de oregano. hombres de Ixtepec desaparecian y en las mananas contrabamos los cuerpos de algunos, mutilados y tira en los llanos que me rodean. Otros mas se nos perd para siempre 0 se iban a no sabiamos donde. Se proh el uso de las linternas sordas para ayudarse a camina 164
-Nos va a ensuciar de sangre -dijo una sa.
-Es cierto. Mejor esperamos al rato, q Se oy6 el ruido de un zaguan que cruji cas cayendo. Las voces guardaron silencio. Cruzaro plegaron en el port6n del Correo y des ~Quien era el piadoso? Dona Matilde en la calle llevando en la mana un quinque e z6 tentaleando entre las sombras que su a romper. -~D6nde? ~D6nde, hijo mio? .. Los asesinos echaron a correr y la sen rrera se detuvo. "Van a dar la vuelta a l caerme al llegar a la esquina" y no pudo sos se alejaron veloces y la noche volvi6 al al suelo por el miedo, la senora miraba s ridad que la rodeaba y que su pequena Sinti6 que los segundos caian sobre ella cenizas. Desde la acera de enfrente las M ban a traves de los visillos. Tambien ella por el miedo y fascinadas veian a dona M taba y bajaba el quinque como si estuvier sombras. "Apenas tengo tiempo" y trat6 ro el suelo se hundi6 bajo sus pies. Nunc cuenta de 10 alejado que quedaba su balc de su casa. Cuando lleg6 a su ventana e cio que se produce en ellugar donde se crimen; el cuerpo no estaba y la sangre h las piedras. "Se 10 llevaron", y dona Mati gante los barrotes y el muro ensangrenta de enfrente los MontUfar Ie hacian senas "Ojala que Nico yJuan lleguen a su casa" ojos ardientes la espiaban desde la cont 166
-Sf, luego venimos a recogerlo. -~C6mo que luego? Hay que llevarselo ahorita. -Nos va a ensuciar de sangre -dijo una voz que sa.
-Es cierto. Mejor esperamos al rato, que ya no Se oy6 el ruido de un zaguan que crujfa y de un cas cayendo. Las voces guardaron silencio. Cruzaron la call plegaron en el port6n del Correo y desde allf es ~Quien era el piadoso? Dona Matilde en camis6n la calle llevando en la mana un quinque encendido z6 tentaleando entre las sombras que su luz no al a romper. -~D6nde? ~D6nde, hijo mfo? .. Los asesinos echaron a correr y la senora al o rrera se detuvo. "Van a dar la vuelta a la manza caerme al llegar a la esquina" y no pudo avanzar. sos se alejaron veloces y la noche volvi6 al silencio. al suelo por el miedo, la senora miraba sin mirar ridad que la rodeaba y que su pequena luz no de Sinti6 que los segundos cafan sobre ella como e cenizas. Desde la acera de enfrente las Montufar ban a traves de los visillos. Tambien elias estaban por el miedo y fascinadas vefan a dona Matilde qu taba y bajaba el quinque como si estuviera co~ura sombras. "Apenas tengo tiempo" y trat6 de avan ro el suelo se hundi6 bajo sus pies. Nunca se hab cuentade 10 alejado que quedaba su balc6n de la de su casa. Cuando lleg6 a su ventana encontr6 cio que se produce en ellugar donde se ha come crimen; el cuerpo no estaba y la sangre hufa rapid las piedras. "Se 10 llevaron", y dona Matilde mir6 gante los barrotes y el muro ensangrentado. De l de enfrente los MontUfar Ie hacfan senas que ella "Ojala que Nico yJuan lleguen a su casa"... Un gr ojos ardientes la espiaban desde la contraesquin 166
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mezcl6 con el perfume de las ramas condujeron a una habitaci6n que habi tran. El orden antes implacable de aqu trocado por un desorden de colillas, d Has groseras en el encalado de los mu sostuvieron imagenes santas suspend torvo del Jefe Maximo de la Revoluci bia otorgado el Dictador, y la cara r Obreg6n. _~Y el padre? -pregunt6 Juan Mon -Anda huido ... -contest6 un sold -Ahora es ley que los padres ande se huy6 -agreg6 otro de los hombres -~A que horas nos van a soltar? -di teo -Nomas que llegue el general. El n se trata de colgar pelados. Los hermanos guardaron silencio sieron a jugar a los naipes. EI cuarto cigarrillos amargos y de gritos. -iTercia de espadasl -iCaballo de orosI -iRey de copas! Los nombres de las cartas brillaban cuarto sucio. Cada reina, cada caballo manchados y dejaba entrar a los pers la noche. -Un "Farito",joven... -ofreci6 hu dados. Nicolas acept6 sonriente el ta -Para espantar el sueno -agreg6 excusa. Nicolas encendi6 los cigarrillos y los ojos. -La vida no es como uno quisie
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curato convertido en Comandancia Militar. Al cru patio sembrado de naranjos, un fuerte olor a alco mezclo con el perfume de las ramas de los arboles condujeron a una habitacion que habia sido del padr tran. ÂŁ1 orden antes implacable de aquel cuarto habi trocado por un desorden de colillas, de papeles y d lIas groseras en el encalado de los muros. Los clavo sostuvieron imagenes santas suspendian ahora el torvo del Jefe Maximo de la Revolucion, titulo que bia otorgado el Dictador, y la cara regordeta de A Obregon. -~Y el padre? -pregunto Juan Moncada. -Anda huido ... -contesto un soldado. -Ahora es ley que los padres anden detenidos, p se huyo -agrego otro de los hombres. -~A que horas nos van a soltar? -dijo Nicolas imp teo -Nomas que Hegue el general. El nunca se tarda c se trata de colgar pelados. . Los hermanos guardaron silencio y los hombres sieron a jugar a los naipes. ÂŁ1 cuarto se Heno de hu cigarrillos amargos y de gritos. -iTercia de espadas! -iCaballo de oros! -iRey de copas! Los nombres de las cartas brillaban unos segundo cuarto sucio. Cada reina, cada caballo derribaba los manchados y dejaba entrar a los personajes lumino la noche. -Un "Farito",joven... -ofrecio humilde uno de dados. Nicolas acepto sonriente el tabaco. -Para espantar el sueiio -agrego el hombre a gu excusa. Nicolas encendio los cigarrillos y los dos se mir los ojos. -La vida no es como uno quisiera que fuera 168
y se negaba a hablar del gobierno car co, via c6mo despues Obreg6n asesin6 el poder para mas tarde pasarselo a C sigui6 vendiendo sus collares de pape de oro y sus panuelos de seda, mientras bierno asesinaba a todos los antiguos empezar la persecuci6n religiosa, Abac da de fantasias desaparecieron de los m que se habia ido a la sierra y que desd sublevaci6n de los "cristeros". -No 10 vimos, general-respondi6 m -Se Ie esta juntando mucha gente -d gano. -Parece. Francisco Rosas levant6 una mana e da. -Nos vemos, Moncada... Y Rosas les dio la espalda. Los herma rato. Rayaba el dia cuando cruzaron el
III
Por la manana dos noticias rodaron de sas tiene miedo de Abacuc" y "~No sab ron a don Roque, y ahora andan busca se perdi6." En la Comandancia Militar la desap del sacristan provocaba la ira de Franc -iMe 10 encuentra y me 10 trae! -gr nelJusto Corona. El coronel baj6los ojos y se mordi6lo de la manana, seguido de un piquete la busqueda de aquel muerto caprichos 170
las armas y se dedico al pequeno comercio. Viajaba pueblo en pueblo, montado en una mula, vendia barat y se negaba a hablar del gobierno carrancista. Enigm co, vio como despues Obregon asesino a Carranza y to el poder para mas tarde pasarselo a Calles. :ÂŁ1, Abac siguio vendiendo sus collares de papelillo, sus arraca de oro y sus panuelos de seda, mientras el grupo en el bierno asesinaba a todos los antiguos revolucionarios. empezar la persecucion religiosa, Abacuc y su mula car da de fantasias desaparecieron de los mercados. Se de que se habia ido a la sierra y que desde alIi organizab sublevacion de los "cristeros". -No 10 vimos, general-respondio muy serio Nicol -Se Ie esta juntando mucha gente -dijo Rosas con d gano. -Parece. Francisco Rosas levanto una mana en senal de despe da. -Nos vemos, Moncada... Y Rosas les dio la espalda. Los hermanos salieron del rato. Rayaba el dia cuando cruzaron el porton de su c
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Por la manana dos noticias rodaron de boca en boca: " sas tiene miedo de Abacuc" y "2No saben? Anoche m ron a don Roque, y ahora andan buscando su cuerpo q se perdio." En la Comandancia Militar la desaparicion del cue del sacristan provocaba la ira de Francisco Rosas. -iMe 10 encuentra y me 10 trae! -grito furioso al co nelJusto Corona. El coronel bajolos ojos y se mordiolos labios. A las o de la manana, seguido de un piquete de soldados, in la busqueda de aquel muerto caprichoso. Con cara adu 170
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-iAl rato va a apestar, mi coronel 10 hallamos! -dijo el primer soldado pechas que habia leido en los ojos de Justo Corona 10 escuch6 sin decir se dirigi6 hacia la esquina, desde alIi que habia que recorrer para llegar al La entrada de la casa de la vieja estab men que la entrada de la casa de los M el suelo las huellas de sangre. La ca pendicular a la calle del Correo, estab imposible encontrar ninglin rastro. Co abajo la puerta de Dorotea. -2La vieja vive sola?
-Bien sola, mi coronel.
-2C6mo es? -insisti6 Corona.
-iUy! iYa esta reteabuelita! -se rier -iBien dobladita! -agreg6 otro risu - Ya Ie dijimos que no fue ella la que vuelta. 2Y que gan6? iNada! El muerto -La deberia haber visto, mi coron busca. Justo Corona regres6 a la calle con avidez hacia la puerta de dona M -Esa fue la que sali6 de mitotera, 2 - Ya Ie dijimos que de salir isali6! nada -dijeron impacientes los soldad Corona se llev6 la mano a la barbi actitud del hombre que medita sobre el cual no encuentra soluci6n. De la espiaban. El coronel vio las sombras a claros y con ferocidad cruz6 la calle y s de las MontUfar. Con alegria examin ce cargada de anillos que servia para golpes. -iPunta de beatas, ya van aver!
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-iUn difunto es un difunto! Corona mir6 a sus hombres con desconfianza. -iAl rato va a apestar, mi coronel y por el puro he 10 hallamos! -dijo el primer soldado para disipar las pechas que habia leido en los ojos de su coronel. Justo Corona 10 escuch6 sin decir una palabra. Lu se dirigi6 hacia la esquina, desde alIi calcu16 la distan que habia que recorrer para llegar al zaguan de Doro La entrada de la casa de la vieja estaba mas cerca del men que la entrada de la casa de los Melendez. Busc6 el suelo las huellas de sangre. La calle de Alarc6n, pendicular a la calle del Correo, estaba barrida y rega imposible encontrar ningtin rastro. Corona mir6 de ar abajo la puerta de Dorotea. -~La vieja vive sola? -Bien sola, mi coronel. ~C6mo es? -insisti6 Corona. -iUy! iYa esta reteabuelita! -se rieron los soldados -iBien dobladita! -agreg6 otro risueno. _ Ya Ie dijimos que no fue ella la que sali6, sino la de vuelta. ~Y que gan6? iNada! El muerto ya se habia larg -La deberia haber visto, mi coronel, busca y bus busca. Justo Corona regres6 a la calle del Correo y m con avidez hacia la puerta de dona Matilde. -Esa fue la que sali6 de mitotera, ~verdad? -Va Ie dijimos que de salir isali6! pero que no h nada -dijeron impacientes los soldados. Corona se llev6 la mana a la barbilla y se qued6 e actitud del hombre que medita sobre un problema el cual no encuentra soluci6n. De la casa de enfren espiaban. El coronel via las sombras a traves de los vis claros y con ferocidad cruz6 la calle y se dirigi6 ala pu de las MontUfar. Con alegria examin6 la mana de b ce cargada de anillos que servia para llamar y dio v golpes.
-iPunta de beatas, ya van aver!
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llevo una mana al pecho para con corazon que se ofan correr por to ~Cantar detras de unas rejas? defensa. -Sf, jovencita. Conchita bajo la cabeza y dona -Anoche se cometio un crimen sinos ocultaron el cadaver. El de es encontrar a los culpables y a l donde irfamos a parar si pudieram libremente a nuestros enemigos! Las mujeres no contestaron. ~D crimen 10 habfan cometido elIas? ~ que elIas, indignadas, acusaran a l que hubieran hecho los Moncada, oculares de los hechos! Y eso era 10 La senora miro con intensidad a s sus pensamientos, pero Conchita e dose las palabras que Ie habfan d boca cerrada no entran moscas!" A cada instante marco su infancia, se 174
Corona saco un ci a fumarIo con deleite quiera de las dos muj nombrar a los pajari cio. Consideraba la c la responsabilidad a en su silla, miro a Co frase que no la comp --<Que pueden hac -Decir que vieron na sintiendo que iba p -iEstabamos dormi por la casa a esas hor --<A esas horas? iA -Quiero decir que de la noche -contesto -Las mujeres son mucho antes de morir -Si hubieramos ofd Justo Corona se mo to. Sabfa que Ie mentf
del militar. La voz de Corona son6 trag -iSenora Montufar, vamos a catear cho declararla c6mplice de un crimen. -Haga 10 que guste -dijo la senora. Justo Corona se volvi6 a la sirvient atontada la escena. -iAnda!, ve y diles a mis muchacho que dos se queden vigilando la entrad -La sirvienta desapareci6. _ Tengo 6rdenes de encontrar el cu los encubridores -agreg6 solemneme Corona. Conchita y su madre guardaron sile da acompanada de un grupo de sold una hora la casa de las MontUfar qued rona vaci6 los roperos, las c6modas, mesas, baj6 los colchones al suelo, gol Luego revis6 el jardfn, busc6 en las b las criadas. Volvi6 al lado de la seno Ifvidas de ira, escuchaban el destrozo sillas. El coronel las via decididas al di6 con una inclinaci6n de cabeza. Al volvi6. Cualquier dato que tengan sobre cuerpo dfganlo para evitarse un casti En vano esper6 unos segundos. La pegaron los labios. Una vez en la call llevar de la ira. Se sabfa burlado e in terquedad de esas mujeres. Sus solda tratando de disimular la derrota de su -iLo peor del mundo es tratar con -iMuy cierto, mi coronel! iMuy cie -Abusan de la cortesfa del hombre -Son ladinas, mi coronel. 176
-iEI cadaver estaba en esta calle! ElIas callaron y ocultaron sus ojos de la mirada sev del militar. La voz de Corona sono tragica: -ISenora Montufar, vamos a catear su casal Siento cho dec1ararla complice de un crimen. -Haga 10 que guste -dijo la senora. Justo Corona se volvio a la sirvienta que contempl atontada la escena. -iAnda!, ve y diles a mis muchachos que vengan a que dos se queden vigilando la entrada. -La sirvienta desaparecio. _ Tengo ordenes de encontrar e1 cuerpo y de deten los encubridores -agrego solemnemente el coronel J
Corona. Conchita y su madre guardaron silencio. Volvio la da acompanada de un grupo de soldados. En meno una hora la casa de las MontUfar quedo desconocida. rona vacio los roperos, las comodas, los cajones d mesas, bajo los colchones al suelo, golpeo las almoha Luego reviso el jardin, busco en las bodegas, interro las criadas. Volvio al lado de la senora y de su hija lividas de ira, escuchaban el destrozo sin moverse d sillas. El coronel las via decididas al silencio y se d dio con una inc1inacion de cabeza. Aillegar ala puer
volvio. Cualquier dato que tengan sobre la desaparicio cuerpo diganlo para evitarse un castigo severo. En vano espero unos segundos. Las Montufar no pegaron los labios. Una vez en la calle el coronel se llevar de la ira. Se sabia burlado e indefenso frent terquedad de esas mujeres. Sus soldados iban cabiz tratando de disimular la derrota de su jef~. -ILo peor del mundo es tratar con mujeres! -iMuy cierto, mi coronel! IMuy cierto! -Abusan de la cortesia del hombre -agrego Cor -Son ladinas, mi coronel. 176
usted fumar, haga el Corona apago con -iNo faltaba mas! Los esposos no Ie como al intruso que Ie pertenecen. Entro ~Nada?
-Nada, mi corone No quedaba mas r acompano hasta la pu ~y no oyo usted llevo el cadaver? -iNada! Los viejo licia. -iEsta vieja alzada rona cuando se enco La manana estaba muros y los tejados. media. -iMas de dos hora to con enojo. 178
-Senora, ~no sabe usted que es un delito lanzar ac
ciones infundadas? -Si, senor, 10 se, pero este no es el caso. Eran u
soldados. -Primero hay que encontrar el cuerpo y luego ac al criminal -dijo Corona, rencoroso. -Aqui no encontrad. ni 10 uno ni 10 otro -replico d
Matilde. Corona guardo silencio. "Esta vieja es peor que la enfrente -se dijo-; ya sabre 10 que ella sabe y entonc bajare los humos." Para hacer algo busco en el bolsillo de su guerre paquete de cigarrillos y encendio uno; distraido em a fumarlo cuando oyo la voz de dona Matilde. -Perdone, a mi marido Ie molesta el humo. Si q usted fumar, haga el favor de salir del cuarto. Corona apago con rapidez el cigarrillo y sonrio.
-iNo faltaba mas!
Los esposos no Ie devolvieron la sonrisa. Le mi como al intruso que ocupa un lugar y un tiempo q Ie pertenecen. Entro un soldado. -~Nada?
-Nada, mi coronel. No quedaba mas remedio que despedirse. La sen acompano hasta la puerta, Corona hizo un ultimo in ~y no oyo usted nada que pueda indicarme qu
llevo el cadaver? -iNada! Los viejos oimos muy mal-y 10 miro co
licia. -iEsta vieja alzada si que es mala! -exclamo Jus rona cuando se encontro otra vez en la calle. La manana estaba ya muy alta, el sol pegaba so muros y los tejados. Corona miro su reloj: eran las
media. -iMas de dos horas viendo cartitas y chanclas! -c to con enojo. 178
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Corona se rasc6 la cabeza y mir6 per bres. Estos paredan decirle: "~No se 10 ya?" "~Verdad que esta muy abuelita?" unas sillas de tule y se las ofreci6. -No se moleste -Corona se precipit sillas de las manos de su huesped; despue el estrado y ocup6 una de las sillas. -~Quieren un vasito de agua? ~O un A nadie se Ie niega un trago de agua 0 u Y Dorotea, en medio de las protestas rigi6 al jardfn a cortar rosas, jazmines y -iCaray, mi coronel, semejante alambr de poder con el difunto que era garrido -AI rata se muere, ya se esta desd -agreg6 otro soldado. Volvi6 Dorotea. Corona, sentado en encontr6 con un ramo de rosas y jazm Dorotea reparti6 vasos de agua fresca bebieron agradecidos. Se sinti6 ridfcul aquella ancianita. -Senora. .. empez6. -Senorita, nunca me case -corrigi6 D -Senorita -volvi6 a empezar Corona Anoche muri6 alguien en estas cercanfa sapareci6... La Comandancia gir6la or casas de la vecindad y como su casa esta e tenemos que proceder. -Esta usted en su casa, general, dispo -repuso Dorotea subiendolo de grado. Corona hizo una sena a sus hombres y ron en las habitaciones, eljardfn y los co permaneci6 al lado de la mujer dandole los pocos minutos volvieron los primero 180
los rodea ha dejado de existir. -No tengo d6nde recibirlos ... Los revolucionario quemaron la casa... Corona se rasc6 la cabeza y mir6 perplejo a sus h bres. Estos parecian decirle: "~No se 10 habiamos d ya?" "~Verdad que esta muy abuelita?" Dorotea aca unas sillas de tule y se las ofreci6. -No se moleste -Corona se precipit6 a arrebata sillas de las manos de su huesped; despues el mismo fo e1 estrado y ocup6 una de las sillas. -~Quieren un vasito de agua? ~O un ramito de fl A nadie se Ie niega un trago de agua 0 una flor. Y Dorotea, en medio de las protestas de Corona, rigi6 al jardin a cortar rosas, jazmines y tulipanes. -iCaray, mi coronel, semejante alambrito! ~C6mo de poder con el difunto que era garrido? -AI rato se muere, ya se esta desdibujando to -agreg6 otro soldado. Volvi6 Dorotea. Corona, sentado en su sillita ba encontr6 con un ramo de rosas y jazmines en la m Dorotea reparti6 vasos de agua fresca que los sol bebieron agradecidos. Se sinti6 ridiculo persiguie aquella ancianita.
-Senora.. , empez6.
-Senorita, nunca me case -corrigi6 Dorotea.
-Senorita -volvi6 a empezar Corona- no se asu Anoche muri6 alguien en estas cercanias y su cadav sapareci6... La Comandancia gir6 la orden de cat casas de la vecindad y como su casa esta en el area afe tenemos que proceder. -Esta usted en su casa, general, disponga 10 que -repuso Dorotea subiendolo de grado. Corona hizo una sena a sus hombres y estos se a ron en las habitaciones, eljardin y los corrales. El c permaneci6 al lado de la mujer dindole conversa los pocos minutos volvieron los primeros soldados 180
boca y el perseguia a enemigos invisibles espejo y avanzaba por pIanos sin fondo y insulto de un arbol 0 la amenaza de un te reflejo del silencio y de una cortesia que y la plaza. Asi Ie habian arrebatado a Ju con gritos que nadie proferia y ensefian flejadas en otros mundos. Ahora se la muertos equivocados de los arboles y el confundia las mafianas con las noches y los vivos. Sabia que se paseaba en el refle reflejado en el espacio. Desde que llego Ie extravio en esos pasadizos sin tiempo alIi la seguiria buscando, aunque Ixtepec palabra que correspondiera con el hech escamoteaban los dias, Ie cambiaban el o las semanas pasaban sin que Ie ensefia Perdia su vida buscando las huellas de J descomponian en minusculos puntos lu rraban el paso dejado por ella en las a extrafio se habia apoderado de ese pueb Justo Corona se acerco a su jefe. Tam manos vadas: Ixtepec se Ie escurria com Los dos miraron a la plaza tendida co piedra. Las gentes iban y venian sin ocup sus cavilaciones. Yo sabia que detras de s espiaban a los militares ya esas horas se r del cuerpo de don Roque para escabull de sus asesinos: "iSiempre fue ladino!". 10 dije, a ese ni muerto 10 agarran." -Las beatas no van a permitir que n sagrado. No tardaran en venir en com permiso de enterrarlo. Francisco Rosas dijo estas palabras p vencido ante Corona. lLas beatas! ~Que 182
vida en Ixtepec: tambien Corona se desintegraba en luz ajena. ~y el, Francisco Rosas? Lo perseguian gritos boca y el perseguia a enemigos invisibles. Se hundia en espejo y avanzaba por pIanos sin fondo y solo alcanzab insulto de un arbol 0 la amenaza de un tejado. Lo cegab reflejo del silencio y de una cortesia que Ie cedia las ace y la plaza. Asi Ie habian arrebatado a Julia, enganand con gritos que nadie proferia y ensenandole imagenes flejadas en otros mundos. Ahora se la mostraban en muertos equivocados de los arboles y el, Francisco Ro confundia las mananas con las noches y los fantasmas los vivos. Sabia que se paseaba en el reflejo de otro pue reflejado en el espacio. Desde que llego a Ixtepec, Juli Ie extravio en esos pasadizos sin tiempo. Alli la perd alIi la seguiria buscando, aunque Ixtepec nunca Ie die palabra que correspondiera con el hecho. ÂŁ.1 10 sabia escamoteaban los dias, Ie cambiaban el orden a las fec las semanas pasaban sin que Ie ensenaran un domi Perdia su vida buscando las huellas de Julia y las call descomponian en minusculos puntos luminosos que rraban el paso dejado por ella en las aceras. Un o extrano se habia apoderado de ese pueblo maldito. Justo Corona se acerco a su jefe. Tambien el teni manos vadas: Ixtepec se Ie escurria como una serpi Los dos miraron a la plaza tendida como un espej piedra. Las gentes iban y venian sin ocuparse de ellos sus cavilaciones. Yo sabia que detras de sus caras inoc espiaban a los militares y a esas horas se rdan de la agi del cuerpo de don Roque para escabullirse de las m de sus asesinos: "iSiempre fue ladino!" ... "iUyl, sie 10 dije, a ese ni muerto 10 agarran." -Las beatas no van a permitir que no se entier sagrado. No tardaran en venir en comision: a pe permiso de enterrarlo. Francisco Rosas dijo estas palabras para no decl vencido ante Corona. iLas beatasl ~Que Ie importa 182
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de Ixtepec para unirse a los alzados. Ab dia y en la noche aparecfa dando un ala blos vecinos. Mataba a los soldados, libera incendiaba las carceles y los archivos. Los gian juntando sus alaridos a los suyos y d detras de su caballo que volvia a desapar cuetos de la sierra. Alguna noche Ixtepe "iViva Cristo Rey!", y eso serfa la ultima n co Rosas. -iYa no tarda en venir! Y nos refamo nuevo incendio de Ixtepec. -iDe que llega. .. llega! Y ni siquiera mirabamos a las ventana dancia Militar donde estaban los militar el general y sus ayudantes eran nuestras p
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A las seis de una tarde morada lleg6 un era el de Abacuc. Sus soldados acampa encendieron fogatas, asaran cochinitos y canciones de fusilados. Andaba puerta por puer buscando pluma y papel para escribir una carta a la mentada Isabel. ..
Los miramos con rencor "iDesgraciado zan del placer de morirse por quien quie general aparecio. Venia a inspeccionar la nana se paseo muy derecho subido en un que daba tumbos sobre el empedrado de l 184
y su nombre corda de pueblo en pueblo. A medianoche los hombres cogian los caminos secretos y se escapaban de Ixtepec para unirse a los alzados. Abacuc dormia d dia y en la noche apareda dando un alarido en los pue blos vecinos. Mataba a los soldados, liberaba a los presos incendiaba las carceles y los archivos. Los hombres 10 aco gian juntando sus alaridos a los suyos y descalzos corria detras de su caballo que volvia a desaparecer en los ver cuetos de la sierra. Alguna noche Ixtepec oida su grito "iViva Cristo Rey!", y eso seda la ultima noche de Francis co Rosas. -iVa no tarda en venir! Y nos reiamos saboreando nuevo incendio de Ixtepec. -iDe que llega... llega! Y ni siquiera mirabamos a las ventanas de la Coman dancia Militar donde estaban los militares espiandono el general y sus ayudantes eran nuestros presos.
IV
A las seis de una tarde morada llego un ejercito que n era el de Abacuc. Sus soldados acamparon en la plaz encendieron fogatas, asaron cochinitos y cantaron viej canciones de fusilados. Andaba puerta por puerta buscando pluma y papel para escribir una carta a la mentada Isabel. ..
Los miramos con rencor "iDesgraciados, ni siquiera zan del placer de morirse por quien quieren!" Un nue general aparecio. Venia a inspeccionar la zona. Por la m nana se paseo muy derecho subido en un coche de mo que daba tumbos sobre el empedrado de las calles. Al n 184
espantados; ya habia entregado... Francisco Rosas se qued6 pensativo despacho conJusto Corona. -Alguien los organiza, por eso muerto ... -Los muchachos 10 aseguran -dijo -Pues Ixtepec se burla de mi. -Hay que imponer un castigo ejem -~A quien? -A los responsables de la desapari sacristan. Justo Corona dijo estas palabras pen tilde. Rosas no supo que contestar. ~Q ponsables? No 10 sabia. S6lo sabia qu rici6n de don Roque, Ixtepec habia dirigia desde las sombras aquellos gri turnos. -Una de esas mujeres 10 enterr6 en vivo y es el que dirige estajarana. Haga y si encuentra la tierra removida 0 los dos ibusque! Alli esta el sacristan. Me mismo que a la encubridora. Por segunda vez Justo Corona seg de soldados se dirigi6 a la calle del Co iba a catear la casa de dona Matilde I que la visita del coronel. La senora p MontUfar y a Dorotea. Cuando Justo C encontr6 en las tres casas las mismas novedad sobre el cuerpo de don Roque tres casas habian removido los ladrill jardines estaba pareja y las plantas inta las piedras y las hierbas no se habian anos. El coronel regres6 desalentado 186
~Estan seguros de que muri6?
-Si, mi general, Ie abrimos la cabeza como un jarr -Le eche la luz en los ojos; los tenia bien abiert
espantados; ya habia entregado... Francisco Rosas se qued6 pensativo y se encerr6 e despacho con Justo Corona. -Alguien los organiza, por eso dudo de que
muerto ... -Los muchachos 10 aseguran -dijo Corona, mole -Pues Ixtepec se burla de mi.
-Hay que imponer un castigo ejemplar.
-~A quien?
-A los responsables de la desaparici6n del cuerp
sacristan. Justo Corona dijo estas palabras pensando en don tilde. Rosas no supo que contestar. ~Quienes eran lo ponsables? No 10 sabia. 5610 sabia que desde la de rici6n de don Roque, Ixtepec habia cambiado. Al dirigia desde las sombras aquellos gritos y crimene
turnos. -Una de esas mujeres 10 enterr6 en su jardin, 010 vivo yes el que dirige estajarana. Haga otro cateo, co y si encuentra la tierra removida 0 los ladrillos rem dos ibusque! Alli esta el sacristan. Me 10 trae como mismo que a la encubridora. Por segunda vez Justo Corona seguido de un p de soldados se dirigi6 a la calle del Correo. La voz iba a catear la casa de dona Matilde Ie lleg6 a est que la visita del coronel. La senora pas6 la alarm MontUfar y a Dorotea. Cuando Justo Corona se pre encontr6 en las tres casas las mismas actitudes y n novedad sobre el cuerpo de don Roque. En ningun tres casas habian removido los ladrillos. La tierra jardines estaba pareja y las plantas intactas. En los c las piedras y las hierbas no se habian movido en m anos. El coronel regres6 desalentado a la Comand 186
sion, salio del despacho de su superior si Por la noche se presento en casa de las "c dias que no iba a visitarlas y las muchach con frialdad. El capitan fingio alegria y gramofono al mismo tiempo que pedia b dos. La Luchi se sento a su lado. En van de sentirse como antes; estaba triste: nun guna vez tendria que espiar a esas mujere habia caido? -~Que te pasa? -Ie preguntola patron -No se, este pueblo se ha vuelto muy ganas de largarme lejos de aquf. La Luchi bajo los ojos; Flores la miro hubiera gustado decirle que estaba harto pesinos, que no entendia el rencor de Cor obcecada de Rosas, pero no podia decir complice y estaba alli tratando de averigu dian costarle la vida a la muchacha. ~y por que la Luchi? ~Que podia saber jer como ella, aislada del mundo, encerr mala? iNada! La certeza de que la mujer e de la desaparicion del cuerpo del sacrista Cumpliria con la orden recibida y luego aligerado la invitaria a bailar. No sabia qu empezar, el era soldado, no era policfa. -iCuantas cosas se cuentan en este pue -Sf. .. -respondio ella laconica. -~Has oido 10 que cuentan del sacrista -No. -Me pregunto que sucederia con su cu La cara de Luchi cambio y miro al ofici ros; este sonrio para restar importancia a habia molestado a la muchacha. -Ustedes 10 mataron y ahora quieren a 188
la mirada resuelta de Francisco Rosas y los ojos rencor de Justo Corona. Avergonzado por la pequenez de s sion, salio del despacho de su superior sin decir pal Por la noche se presento en casa de las "cuscas". Hac dias que no iba a visitarlas y las muchachas 10 recib con frialdad. El capitan fingio alegria y echo a and gramOfono al mismo tiempo que pedia bebidas pa dos. La Luchi se sento a su lado. En vano Flores tr de sentirse como antes; estaba triste: nunca penso q guna vez tendria que espiar a esas mujeres. ~Hasta d habia caido?
-~Que te pasa? -Ie preguntola patrona.
-No se, este pueblo se ha vuelto muy triste... T ganas de largarme lejos de aqu1. La Luchi bajo los ojos; Flores la miro de soslay hubiera gustado decirle que estaba harto de fusila pesinos, que no entendia el rencor de Corona ni la a obcecada de Rosas, pero no podia decir nada; el complice y estaba alli tratando de averiguar cosas q dian costarle la vida ala muchacha. ~y por que la Luchi? ~Que podia saber una pob jer como ella, aislada del mundo, encerrada en un mala? iNada! La certeza de que la mujer estaba al m de la desaparicion del cuerpo del sacristan 10 tranq Cumpliria con la orden recibida y luego con el co aligerado la invitaria a bailar. No sabia que decir n empezar, el era soldado, no era policia. -iCuantas cosas se cuentan en este pueblo!
-S1. ., -respondio ella laconica.
~Has oido 10 que cuentan del sacristan?
-No. -Me pregunto que sucederia con su cuerpo... La cara de Luchi cambio y miro al oficial con oj ros; este sonrio para restar importancia a la pregu habia molestado a la muchacha. -Ustedes 10 mataron y ahora quieren asustarno 188
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qued6 sin aliento al oir que seguian ar ras. Tal vez la Luchi habia encontrado escondfa, celosa de sus pupilas. Se apod extrano que se apodera de los curiosos man a un secreta; el coraz6n Ie lati6 c un dolor agudo en el pecho. Trat6 de m oscuridad del cuarto: la Luchi cruz6 el tibulo y lleg6 ala puerta de entrada. "iQ 10 tenia!" -Por aqui, senor presidente -susurr61 al sal6n acompanada de Juan Carino y por la casa oscura. Desilusionada, se disp su escondite cuando apareci6 la Luchi llevaba un gran bulto bajo el brazo y de sal6n, atraves6 el vestibulo y se fue a l<i c se trae esta?" Oy6 que la Luchi dej6 la y decidi6 seguir esperando. Pas6 una h con dulzura la puerta; en el umbral del s segunda vezJuan Carino llegando de la c intern6 por segunda vez en la casa oscura qued6 boquiabierta. Se disponia a irse oy6 nuevamente el rechinido de la pue luego el clie del cerrojo. Esper6 tremula a la Luchi con el mismo bulto bajo el br -~Otra vez eres tu? -dijo la Taconcito -iMe andas espiando! -contest6 la L ira. -El senor presidente se trae algo ... E y no ha salido. -lSi 10 vuelves a decir te rajo la cara! -a Desde esa noche su vida se volvi6 in siguiente, cuando todo Ixtepec hablaba d del cuerpo de don Roque, ella no pud la conversaci6n. La Luchi no la dejaba 190
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polvadas y lucian s -iCorona! iCoro el general. ~Serfa p la cara? Justo Cor men Arrieta, dona cruzaban en ese m mandancia Militar. -iMirelas, viene ra can elIas! -Vienen a devol cisco Rosas sonrio Los militares se l la para cerciorarse estaban en su lugar llos y luego se echa la partida! Las senoras atrav jos; conducidas po despacho de Rosas. Este las hizo pasa
segundo que observaba de pie, impacie -2En que puedo servirlas, senoras? Las tres senoras se echaron a reir. P Justo Corona sac6 un cigarrillo y pregu si podia fumar. -iNo faltaba mas! -exclamaron las tr El general, a su vez, encendi6 un cig humor tom6 asiento frente a elIas. Las a reir y se miraron turbadas. "Es asomb es", se dijo dona Elvira. -2En que puedo servirlas? -insisti6 R dad. -iGeneral, vinimos a ofrecerle un ram z6 dona Elvira con aire pomposo y con la juventud y el buen parecer de su adve Los ojos amarillos del generalla mir el significado de su frase. -Hay que aligerar el aire... No pod ta violencia. Queremos ofrecerle nues acabar con esta guerra civil tan perju nosotros ... La esposa del doctor se ca1I6; la mir interlocutor Ie hizo olvidar el resto de s Elvira Moncada sali6 en su socorro. -iCuando uno ve la cara de su enem migo! -Hemos sido tan egoistas con ustedes Elvira, y en ese momento era sincera: guapo al general Francisco Rosas y olvid nos habia hecho. Asombrado, Justo Corona no perdia maba y observaba a las mujeres sin en proponian. Francisco Rosas sonri6, ent dos y esper6 el final del discurso de la e 192
sin atreverse a mirarlo a los ojos. El general, galante, les. ofreci6 asiento y cruz6 una mirada de complicidad con su segundo que observaba de pie, impaciente, a las mujeres. -~En que puedo servirlas, senoras? Las tres senoras se echaron a relr. Paredan nerviosas. Justo Corona sac6 un cigarrillo y pregunt6 amablemente si podia fumar. -iNo faltaba mas! -exc1amaron las tres a cora. El general, a su vez, encendi6 un cigarrillo y de buen humor tom6 asiento frente a ellas. Las senoras volvieron a relr y se miraron turbadas. "Es asombroso 10 joven que es", se dijo dona Elvira. -mn que puedo servirlas? -insisti6 Rosas con amabili足
dad. -iGeneral, vinimos a ofrecerle un ramito de oliva! -lan足 z6 dona Elvira con aire pomposo Ycontenta al descubrir la juventud y el buen parecer de su adversario. Los ojos amarillos del generalla miraron sin entende el significado de su frase. -Hay que aligerar el aire ... No podemos vivir en es ta violencia. Queremos ofrecerle nuestra amistad par acabar con esta guerra civil tan perjudicial para todo
nosotros ... La esposa del doctor se ca1l6; la mirada at6nita de s interlocutor Ie hizo olvidar el resto de su discurso. Don Elvira Moncada sali6 en su socorro. -iCuando uno ve la cara de su enemigo es menos ene
migo! -Hemos sido tan egofstas con ustedes ... -suspir6 don Elvira, y en ese momento era sincera: encontraba mu guapo al general Francisco Rosas y olvidaba los males qu
nos habfa hecho. Asombrado, Justo Corona no perdia una palabra: f maba y observaba a las mujeres sin entender 10 que proponfan. Francisco Rosas sonri6, entrecerr6 los parp dos y esper6 el final del discurso de la esposa del docto 192
tas y los gritos nocturnos con las pa Rey!" cesaron. Mis noches volvieron a magicamente disipado con la palabra en un frenesi que s6lo encuentra par ria con la locura que me posey6 dur Centenario. Recuerdo aquellos dias v memoria se confunden con los dias a de dona Carmen B. de Arrieta. Aquel pudiente se fue a Mexico y los que no bamos con avidez melanc6lica las not nos llegaban de la capital. i"Eramos lo dicha! Y aunque tambien celebramos la Independencia, mis fucgos de artif gala se hundieron en el polvo levantad desbordantes de embajadores extranj brillantes y los cohetes de Pekin que in Ahora la fiesta al general Francisc la estela luminosa dejada por las fiesta querian olvidar a los colgados de las Nadie nombraba a los muertos aparec reales. Mis gentes preferian el camino ces de Bengala y de sus lenguas surg como un hermoso cohete. Juan Carin do. Levantaba sin cesar su sombrero d a los vecinos y sonreia satisfecho: es Las palabras que en esos dias andab sus palabras predilectas y podia por un descubrirse sin temor. Su sombrero e bras malignas. En su casa hablaba en del arte de la fiesta. -iEs una de las Bellas Artes! -explic a las muchachas que escuchaban trist tivos de la fiesta a la que elIas no irian -iVa llegaron las luces de Bengala! 194
da en llamas. Los carteles con el pano de la Ver6n el rostro de Jesucristo dejaron de amanecer en las tas y los gritos nocturnos con las palabras "jViva C Rey!" cesaron. Mis noches volvieron a la calma. El m magicamente disipado con la palabra fiesta se con en un frenesf que s6lo encuentra paralelo en mi m ria con la locura que me posey6 durante las fiesta Centenario. Recuerdo aquellos dfas vertiginosos y memoria se confunden con los dfas anteriores a la de dona Carmen B. de Arrieta. Aquella otra vez, la pudiente se fue a Mexico y los que nos quedamos e bamos con avidez me1anc6lica las noticias luminosa nos llegaban de la capital. iEramos los desterrados dicha! Y aunque tambien ce1ebramos e1 primer sig la Independencia, mis fucgos de artificio y mis tra gala se hundieron en e1 polvo levantado por las carr desbordantes de embajadores extranjeros, las caba brillantes y los cohetes de Pekfn que incendiaron la c Ahora la fiesta al general Francisco Rosas corr la estela luminosa dejada por las fiestas anteriores. querfan olvidar a los colgados de las trancas de C Nadie nombraba a los muertos aparecidos en los ca reales. Mis gentes preferfan el camino brevfsimo de ces de Bengala y de sus lenguas surgfa la palabra como un hermoso cohete. Juan Carino era el mas do. Levantaba sin cesar su sombrero de copa para s a los vecinos y sonrefa satisfecho: estaba de vaca Las palabras que en esos dfas andaban por el ai sus palabras predilectas y podfa por una vez ser cor descubrirse sin temor. Su sombrero estaba vado d bras malignas. En su casa hablaba en terminos br del arte de la fiesta. -IEs una de las Bellas Artes! -explicaba con arro a las muchachas que escuchaban tristemente los p tivos de la fiesta a la que ellas no irfan. -iYa llegaron las luces de Bengala! -anunci6 194
renovada, repetia las ramas de las aca faroles japoneses que abrian caminos lu y en los prados. Don Pepe Ocampo d bajo los arboles y las cubri6 con tarla evitar el paso de los insectos. El maestr musicos bajo los naranjos y sus violine de augurios. Un resplandor solar salia el zaguan hasta la calle oscura. Llegaron los invitados y el pueblo a la casa se abria paso y los nombraba. -iAhi van los Olvera! -iVa llegan los Cuevas! Ellos, riendose y hablando en voz el port6n con un gesto de arrojo com una hoguera. Los pobres, "montoncito los llamaba Dorotea, se contentaban de los balcones abiertos y ansiosos re de la fiesta. "iIsabel esta de rojo!" "ID un abanico de plumas blancas!", anunc balc6n vecino. A las nueve de la noch comisi6n de senoritas encargadas de ir Hotel Jardin a recoger al general y a vimos irse. -iVa vienen con ellos! Y nos precipitamos cerca del zaguan de las j6venes acompanadas de los mil -iVa vienen! IYa vienen! Nos abrimos para dar paso al invita El general Francisco Rosas, alto, sile brero tejano echado para atras, las bo el pantal6n y la camisola militar de ga reci6 entre nosotros rodeado de las t en el zaguan de los Arrieta. Lo vimo primera vez que 10 vieramos. Venia se Mayor: reconocimos a Justo Corona, 196
un hermoso abanico de reflejos. La fuente, con el a renovada, repetia las ramas de las acacias adornadas faroles japoneses que abrian caminos luminosos en el a y en los prados. Don Pepe Ocampo distribuy6 las me bajo los arboles y las cubri6 con tarlatanas naranjas p evitar el paso de los insectos. El maestro Batalla sent6 a musicos bajo los naranjos y sus violines llenaron el fol de augurios. Un resplandor solar salia por los balcon el zaguan hasta la calle oscura. Llegaron los invitados y el pueblo aglomerado fren la casa se abria paso y los nombraba. -iAhi van los Olvera! -iVa Began los Cuevas! Enos, riendose y hablando en voz muy alta, cruza el port6n con un gesto de arrojo como si se lanzar una hoguera. Los pobres, "montoncitos de basura" c los lIamaba Dorotea, se contentaban con la generos de los balcones abiertos y ansiosos recogian los ped de la fiesta. "ilsabel esta de rojo!" "iDona Carmen t un abanico de plumas blancas!", anunciaba otro desd balcon vecino. A las nueve de la noche salio de la ca comision de senoritas encargadas de ir hasta la puert Hotel Jardin a recoger al general y a sus asistentes
vimos irse. -iVa vienen con enos! Y nos precipitamos cerca del zaguan para ver la lie de las jovenes acompanadas de los militares. -iVa vienen! iVa vienen! Nos abrimos para dar paso al invitado de honor. El general Francisco Rosas, alto, silencioso, con el brero tejano echado para atras, las botas muy brill el pantalon y la camisola militar de gabardina clara recio entre nosotros rodeado de las tres jovenes y en el zaguan de los Arrieta. Lo vimos como si fu primera vez que 10 vieramos. Venia seguido de su E Mayor: reconocimos a Justo Corona, al capitan Fl 196
caba racimos de flores y las rompfa con lo Segovia se inclino ante ella. La joven 10 m molestaba la pretendida belleza de aque no, de cabellos rizados y facciones delica una mujer. ~Bailas, Isabelita? -No. Tomas Segovia no se inmuto ante la neg silla y complacido se sento al lado de su de unos instantes busco un papel en uno y 10 tendio a Isabel que 10 cogio interrog -Mi ultimo poema. .. Esta dedicado a Eljoven boticario segufa entregado a fa amor a la poesfa era invariable. Isabel le desgano. ~Esa soy yo? -Sf, criatura divina -afirmo Segovia pa dar mayor enfasis a sus palabras. "2Que ella 0 cualquier otra? Amo a un ser insen Sf a la Poesfa. .. con mayu.scula... ", se d tristeza. -"iCual pluma en los confines del olvi interrumpiendolo en sus pensamientos. una carcajada que atraveso la fiesta e hizo mirara sobresaltado. Tomas no se ofendio rio alegre de su amiga. Su risa Ie sirvio p teorfa complicada sobre "el arte malefic rfa". Isabel 10 dejo hablar. Descorazonad de su amada, Segovia se alejo de ella para a un pilar vecino desde donde podfa obs Le gustaban los amores "imposibles"; Ie d exquisito del fracaso". Isabel se quedo otra vez sola entregada tos poco halagiienos. Su padre se Ie acerc 198
Isabel, solitaria, se refugio cerca de un pilar una silla bajo las guias de la buganvilia. Distraid caba racimos de flores y las rompia con los dientes Segovia se inclino ante ella. La joven 10 miro sin molestaba la pretendida belleza de aquel hombr no, de cabellos rizados y facciones delicadas com una mujer. -mailas, Isabelita? -No. Tomas Segovia no se inmuto ante la negativa; ac silla y complacido se sento al lado de su amiga. de unos instantes busco un papel en uno de sus y 10 tendio a Isabel que 10 cogio interrogante. -Mi ultimo poema. .. Esta dedicado a ti. .. Eljoven boticario seguia entregado a fabricar v amor a la poesia era invariable. Isabelleyo el po desgano. -tEsa soy yo? -Si, criatura divina -afirmo Segovia parpadea dar mayor enfasis a sus palabras. "~Que mas da ella 0 cualquier otra? Amo a un ser insensible a l Si a la Poesia. .. con mayliscula... ", se dijo Seg tristeza. -"iCual pluma en los confines del olvido!" -le interrumpiendolo en sus pensamientos. Y la jov una carcajada que atraveso la fiesta e hizo que su mirara sobresaltado. Tomas no se ofendio por el rio alegre de su amiga. Su risa Ie sirvio para elab teoria complicada sobre "el arte malefico de la ria". Isabel 10 dejo hablar. Descorazonado por e de su amada, Segovia se alejo de ella para refugia a un pilar vecino desde donde podia observar a Le gustaban los amores "imposibles"; Ie dejaban exquisito del fracaso". Isabel se quedo otra vez sola entregada a sus pe tos poco halagiienos. Su padre se Ie acerco. 198
S610 Justo Corona segufa atentame menores gestos de su superior; parecf raba con frecuencia la hora en su reloj animada por las bebidas caracoleaba e risas corrfan por el jardfn y Corona im acechando a su general. Despues de la cena el baile se reanu citurno, volvi6 a su puesto, cerca del a el corredor. Justo Corona se reuni6 c tuvieron un diaIogo en voz baja. Isabe vista: vio cuando Corona hizo una se bailaba alegremente y c6mo este detuv gi6 a los demas oficiales. Los militare torno al general que miraba a cada ins reloj pulsera. Isabel, muy palida, fue en de la casa. -Quien sabe que pasa. .. -susurr6 dona Carmen. La senora se sobresalt6 y mir6 acong po de los militares. Estos, que parecfan donar la fiesta, recogfan sus sombreros los ojos. -2Que hacemos, nina? -pregunt6 a -iDetengalos! -suplic6 Isabel. Dona Carmen se precipit6 hacia los pedirles el paso. -<Por que tan temprano, general? -El deber, senora. -iNo, no! Si no han bebido nada. que una copita... El general Francisco Rosas la mir6 c vitados dejaron de bailar y contempla grupo que forcejaba por irse y a la an tfa en que se quedaran todavia un rato 200
que sus asistentes 1 que les llevaba pare -iEncadene las p aeercandose veloz h brado y sin saber p de el dependia algo Joaquin 10 pusiera Con entusiasmo bailaban sin interru desde los balcones ridos gozosos. La d lieor que fueron fes En el esplendor d paso entre la much los Arrieta. Con ca piquete de soldado La cara indigena y haeer caso de la se tinuaba bailando co Francisco Rosas de
La fiesta se paraliz6. En vano el ma encadenando una pieza tras otra. Do n6 a Rosas hasta la puerta de una hab e Illescas desaparecieron cerrando l Los militares, mudos, se miraron co invitados inquietos miraban la puer desaparecido Francisco Rosas. El senor Moncada se sirvi6 un gran bebi6 de un trago. "~Habria ocurrido silla y se dej6 caer con los brazos co vada. La musica huy6. ~Que pasa? -pregunt6 el maestro do del jardin. Don Pepe Ocampo cor -IUnjarabito, maestro iUnjarabito Yel 'Jarabe" llen61as copas de los ar por el corredor y subi6 por los aires h En la cocina las criadas preparaba cafe. Sudorosas, corrian de un lade pa las brasas; estaban contentas de tom mas lucida de Ixtepec. Apareci6 Cha venia palida y sin aliento. -ijesus!. .. iQue susto nos dio seno La beata envuelta en su rebozo negr -iLloveran brasas sobre los maldit ran las llamas para proteger a los justo ra para dar paso a los monstruos infer bailaran de gusto viendo c6mo la ti elegidos y Satanas refulgente de llam tenedor al rojo vivo, vera esta danza mundo desaparece en una gran llama ~Que pasa, senorita Chayo? -preg asustadas por las palabras y la actitud ~D6nde esta Carmelita? .. iLlam -iSientese, senorita Chayo!. .. Le v -dijeron las criadas contrariadas por
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pareja y seguido de Illescas se dirigi6 a la duena La fiesta se paraliz6. En vano el maestro Batal encadenando una pieza tras otra. Dona Carmen n6 a Rosas hasta la puerta de una habitaci6n y e e Illescas desaparecieron cerrando la puerta tr Los militares, mudos, se miraron con aire culp invitados inquietos miraban la puerta por la q desaparecido Francisco Rosas. El senor Moncada se sirvi6 un gran vasa de co bebi6 de un trago. "~Habria ocurrido?" Isabel b silla y se dej6 caer con los brazos colgantes y vacia. La musica huy6. -(Que pasa? -pregunt6 el maestro Batalla de do del jardin. Don Pepe Ocampo corri6 a su en -IUnjarabito, maestro iUnjarabito! Yel 'jarabe" llen61as copas de los arboles, ava por el corredor y subi6 por los aires hasta el cie En la cocina las criadas preparaban ollas g cafe. Sudorosas, corrian de un lado para otro re las brasas; estaban contentas de tomar parte e mas lucida de Ixtepec. Apareci6 Charito junto venia palida y sin aliento. -iJesus!. .. iQue susto nos dio senorita Chay La beata envuelta en su rebozo negro avanzo -iLloveran brasas sobre los malditos! iA..ng ran las llamas para proteger a los justos! iLa tie ra para dar paso a los monstruos infernales, los bailaran de gusto viendo como la tierra se elegidos y Satanas refulgente de llamas de az tenedor al rojo vivo, vera esta danza infernal mundo desaparece en una gran llamarada pes -~Que pasa, senorita Chayo? _preguntaron asustadas por las palabras y la actitud de la m -(Donde esta Carmelita? .. iLlamen a Car -iSientese, senorita Chayo!. .. Le vamos a -dijeron las criadas contrariadas por la subi
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-dijo en voz m haciendo un ge -iMusica, m La orquesta, se lanzo con un pasos del gener corredor y segu mas militares. desencantados Flores cerro el invitados que 1 colta traida por -Siga tocand pir la fiesta -or Los invitados un charleston. -iBailen por Nadie se mo cayeron inutiles de fiesta. Don 204
-Les dije much buscaramos otra s -~Otra solucion tUfar parecio muy La duena de cas protestas de su am bras y los gestos d -iQue desastre! - Y dona Carm busca de su marid baile. -~Te acuerdas d -~Miedo? .. Yo es el dia que he ten temer. Lo peor es detras de los dias y apoyandose en l se apoderaba poco Isabel y el doctor A su mujer Ie hizo u padre, muy palido,
rraneo de las hormigas, compli los donde no cabia ni siquiera u memoria era capas de tierra y eso era la memoria de los mue hormigas; solo pasadizos estrec sin salida a las hierbas. -Siempre supe 10 que esta pas Nicolas... Desde nifios estamos Las palabras de Isabel provoc tierra silenciosa borraron el m Martin Moncada perseguia su m -No hables asi, hijita... Recordo donde estaba y recor lluvia de siglos se desplomo so ~Acaso el no habia desatado la los cuerpos de sus hijos? ÂŁ1 fue aquclla locura. Ahora no encon habia empujado hasta ese minu caminado dias degos. "Hubiera cido." Agacho la cabeza; no que sido mejor que no naciera." Sus 206
-iFracas6 todo! -dijo Isabel en voz alta. -No te precipites. Todavia no sabemos nada di6 el tratando de creer en sus palabras. ~Que mas quieres saber? iEstamos presos! -Nosotros no ... Si todo hubiera fracasado, menos dejaria salir de aqui seria a nosotros. Isabe sin esperanzas; su padre no crda en sus palabra -Vamos a bailar -dijo el para ahuyentar un m miento. -Yo ya no bailo, quiero irme de aqui -pidi6 I Martin Moncada trat6 de imaginar c6mo seria sin ese dia oscuro que proyectaba sombras en s ria y 10 dejaba en un lugar absurdo en donde n reconocia la voz de Isabel. (A d6nde queria irse? Habia entrado al mun rraneo de las hormigas, complicado de tuneles los donde no cabia ni siquiera un pensamiento y memoria era capas de tierra y rakes de arbole eso era la memoria de los muertos, un hormi hormigas; s610 pasadizos estrechos abiertos en sin salida a las hierbas. -Siempre supe 10 que esta pasando... Tambi Nicolas... Desde niiios estamos bailando en es Las palabras de Isabel provocaron derrumbes tierra silenciosa borraron el mundo subterran Martin Moncada perseguia su memoria. -No hables asi, hijita... Record6 d6nde estaba y record6 aJuan y a Nic lluvia de siglos se desplom6 sobre la fiesta d (Acaso el no habia desatado la caida de los si los cuerpos de sus hijos? El fue uno de los entu aquella locura. Ahora no encontraba la memo habia empujado hasta ese minuto de musica r caminado dias ciegos. "Hubiera sido mejor no cido." Agach6 la cabeza; no queria ver a Isabel sido mejor que no naciera." Sus hijos, empuja 206
Dona Carmen se Ie acerco cordial y Ie tomo de la ma para conducirlo hasta un grupo de jovenes. ~Quien de ustedes baila con el capitan? Las jovenes se ruborizaron. La senora repartio sonri y llamo a los criados con las bandejas de las bebidas, p estas quedaron intactas; los esfuerzos de la senora Arri eran inutiles, la fiesta se habia paralizado. El miedo flo ba entre la musica dejando quietas las ramas de los arbo y a los invitados. Los ba1cones silenciosos nos anunciab la catastrofe sucedida en Ixtepec. -iTengo mucho calor! -suspiro Conchita, que se ha acercado tristemente a su madre. -iQue cosas dices! iQue calor ni que nino muerto! tengo mucho frio... -y la senora MontUfar arrojo violencia su abanico que cayo sin ruido en el jardin. Conchita se ruborizo y se tapo la cara con las ma como si fuera a echarse a llorar. -iMama, no hagas eso!. .. Luego dicen que tienes tos de viuda. ~Tener frio es un gesto de viuda? iQue pueblo leng raz! -y dona Elvira parecio aproximarse a una de sus cr de ira tan conocidas en Ixtepec. - Tambien yo tengo frio y tengo calor -intervino Joaquin con voz monotona. -iVete a bailar, nina! iVete a bailar que aqui vamo morir todos esta misma noche! -ordenola senora exa rada. -No quiero bailar. .. Ya son las tres de la maiiana pondio Conchita dispuesta a provocar con su desobed cia la colera de su madre. Tenia sueno y estaba triste. se atrevia a llorar pues si lloraba Ie pedirian explicacio y Nicolas Moncada era su secreto. ~Las tres de la manana? .. iDios mio, las tres d manana y ese hombre no regresa! Dona Elvira despues de estas palabras se quedo qu y con los ojos muy abiertos. A su alrededor algunas p
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sus trajes envejecian co Los hombres hablab de cafe con manos in luces del dia los hacia t seguia intacto vigiland En la cocina Charito sencia prolongada de silencio. Era inutil hab dos. Sentada en una si por la falta de sueno, l -T6mese un cafe, se La mujer acept6 el c en sus pensamientos q obtusos. -Lo que va de anoc las criadas. Las demas absortas en su fatiga, n que fuera la casa se hab la caloc6 en una 6rbit nocturno se convirtier llorar los ojos de los in
del general. -~No ha llegado ese hombre? -No, mama, no ha llegado -Ie rrida de oir una y otra vez la misma la hubiera escuchado no estarian e senora no la dejaba hablar y Conch nunca las hendiduras peligrosas q hecho por dona Elvira para engan te su asombro, los mayores acepta disparate de su madre y Conchita dona Elvira, enferma de miedo, pre habia vuelto su enemigo. "~Para q ~Para saber toda la magnitud de su miro impavida a su madre. -~No ha llegado ese hombre? -No, mama, no ha llegado. La pregunta insistente la sacaba pensar a solas escondida en la som cion. Cuando menos habia escapad las dos de la tarde y a las nauseas e tido la fiesta. Ya no vela las mesas de comida sobre los cuales volaban tad. Asombrada habia contemplado prados y en el corredor corchos, pe vadas, papeles y basuras brotadas de inmundicias. Conchita se habia esta invasion de mugre. Las guirna marchitas y los trajes de las mujere gunas parejas todavia bailaban baj que se habia vuelto feroz. Escond blanca se sentia segura. Hasta ella los soldados patrullando la casa de Don Joaquin entro ala habitacio tado de su amiga, se acerco a la ve 210
senora incorporandose trag -Asi no veriamos 10 que don Joaquin. -iSon mas listos que noso mio dona Elvira. -Dios ciega al que quier Afuera los criados repar la vispera. Los invitados te de comer y miraban afligid maestro Batalla arrojo el su decididamente al capitan F -iSenor capitan, esto es casa. Mire que cara tienen m Algunos invitados se un unos minutos parecio que t -iSon ordenes! iSon orde EI miedo les hizo enmud marcha que fue interrumpi linista. El incidente provoc se precipitaron al jardin y l
Tomas Segovia vomito con viol a socorrerlo. EI siguio sentado en estuviera en su lecho de muerte, y conveniencia. Separado con bruta rimas y de silabas, se desentendio y con la cabeza inclinada sobre un rata sin inquietarse por su lugar y De pie junto a un pilar, el capitan mo quien observa a un muneco ro acerco al militar. ~Cuando va a terminar esta bu EI capitan Flores parecio morti ojos. -No se, no se nada... Yo solo r -~6rdenes? ~6rdenes? -~Que quiere usted que haga? EI medico parecio reflexionar. con curiosidad y Ie ofreci6 un ciga -iNada! Y los dos hombres charlaron de de cal brillante, olvidados de la pre 212
horror. El barullo lleg6 hasta el cuarto donde estaba
Elvira. -iVa muri6 el primero de nosotros! -grit6 la sen El jardin se incendiaba en el resplandor seco de la tro de la tarde. Los prados cenizos, las ramas inm6 las piedras humeantes se consumian en una hogue Un coro mon6tono de grillos cantaba su destrucci sol giraba enviandonos sus rayos inflexibles. Ningl tro de humedad, ninglin recuerdo del agua venia a nos del juego de reflejos sedientos. El tiempo no av y las montanas que guardan al sol desaparecieron de zonte. Derrumbados en las sillas, calcinados y sin es zas, aguardabamos. Los criados descalzos y con los resecos ofrecian refrescos de colores. Nosotros los
mos pasar. Tomas Segovia vomit6 con violencia y nadie se a socorrerlo. ÂŁ1 sigui6 sentado en la misma silla, c estuviera en su lecho de muerte, ya lejos de todo p conveniencia. Separado con brutalidad de su mu rimas y de silabas, se desentendi6 de 10 que habia y con la cabeza inclinada sobre un hombro dormit rato sin inquietarse por su lugar y sus ropas man De pie junto a un pilar, el capitan Flores 10 observ mo quien observa a un muneco roto. El doctor Ar acerc6 al militar. -(Cuindo va a terminar esta burla? -dijo rojo El capitan Flores pareci6 mortificarse y escon
ojos. -No se, no se nada... Yo s610 recibo 6rdenes. -(Ordenes? (Ordenes? -(Que quiere usted que haga? -gimi6 Flores. El medico pareci6 reflexionar. Luego mir6 a con curiosidad y Ie ofreci6 un cigarrillo. -iNada! Y los dos hombres charlaron de politica junto de cal brillante, olvidados de la presencia de los
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las sillas en que yacian. Tal vez Elvir zon y todavia sucedian cosas en el m mundo? ~Y a quien Ie interesaban ya capitan Flores que se precipito a abri co Rosas seguido por sus hombres en en la casa del doctor Arrieta. Nadie salio a recibirlo y los ojos ma sar como si no 10 vieran. Ya no impo mujeres se dejaron mirar sin llevarse sus cabellos desgrenados. Los hombre inutilidad de cualquier gesto, se qued brado, Francisco Rosas contemplo el hombres lucian frescos y limpios. El y a tabaco suave los envolvia y solo los saban su desvelo. El general apenas de Flores. Parecia indeciso frente a a Dona Carmen salio a recibirlo. -iComo se tardo, general!. .. Pero ne a todos esperandolo, tal como ust dibujo una sonrisa. El generalla miro -Lo siento, senora, no pude volver El doctor se acerco a su mujer y s una inclinacion de cabeza. -Doctor, tendre el gusto de que us El doctor Arrieta no contesto. Su aun mas palida. - Tambien la senora -agrego Ros Carmen. -~Debo llevar algo? -pregunto ella -Lo que usted guste, senora. Un grave silencio acogio sus palab invitados se pusieron de pie y se acer grupo formado por el matrimonio y Rosas. -Mis hombres van a registrar la ca 214
tado morir. Unos golpes de aldabon no los resucitaro las sillas en que yacian. Tal vez Elvira MontUfar teni zon y todavia sucedian cosas en el mundo, pero 2en mundo? 2Y a quien Ie interesaban ya esas cosas? So capitan Flores que se precipito a abrir el zaguan. Fra co Rosas seguido por sus hombres entro por segund en la casa del doctor Arrieta. Nadie salio a recibirlo y los ojos macilentos 10 viero sar como si no 10 vieran. Ya no importaba su llegada mujeres se dejaron mirar sin llevarse siquiera una ma sus cabellos desgrenados. Los hombres, convencidos inutilidad de cualquier gesto, se quedaron quietos. A brado, Francisco Rosas contemplo el espectaculo. "ÂŁ1 hombres lucian frescos y limpios. El mismo olor a l y a tabaco suave los envolvia y solo los ojos hinchado saban su desvelo. El general apenas si contesto al s de Flores. Parecia indeciso frente a aquellas gentes Dona Carmen salio a recibirlo. -IComo se tardo, general!. ., Pero, ya ve, aqui no ne a todos esperandolo, tal como usted 10 deseaba. dibujo una sonrisa. El generalla miro con ironia. -Lo siento, senora, no pude volver antes, usted 10 El doctor se acerco a su mujer y saludo al milit una inc1inacion de cabeza. -Doctor, tendre el gusto de que usted me acomp El doctor Arrieta no contesto. Su cara palida se
aun mas palida. _ Tambien la senora -agrego Rosas sin mirar a
Carmen. -2Debo llevar algo? -pregunto ella con inocenc -Lo que usted guste, senora. Un grave silencio acogio sus palabras. Algunos invitados se pusieron de pie y se acercaron con ca grupo formado por el matrimonio y el general Fr Rosas.
-Mis hombres van a registrar la casa.
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ral. -Lleven las pruebas ala C con simpleza. Luego agreg6 -jEn el nombre del Gob nidos los senores Arfstides ta, Joaqufn Melendez y Ros estan acusados de rebeli6n usted a los detenidos a la pr EI doctor, su mujer, Char nos atadas a la espalda, fuer piquete de soldados. Despues el general pidi6 dos y levant6 un acta que fi -Pueden ustedes retirars ellas hasta nueva orden. Nadie se movi6. Esmbam quiso alegrarse y grit6 a Ba -iEche muska, maestro! EI maestro Batalla no dio -rEchenos un Ave Marfa nando. 216
-Cuidado, Pardinas, que viene armada. La beata, como si 10 hubiera oido, dejo caer los y se acerco al general. -Aqui esta la beata -dijo con suavidad. Los soldados la sujetaron por los hombros y la c ronjunto a don Joaquin. -iUsted estuvo en el alboroto de anoche! -Ie dij riente Francisco Rosas. El coronel salio de las habitaciones. Traia much peles, los mismos que aparecian pegados en las pue ventanas con la divisa: "IViva Cristo Rey!" Los so traian ademas rifles y pistolas. Dona Carmen y el d los miraron asombrados como si ignoraran que en s se guardaban esos carteles y esas armas. -Encontramos esto en el cuarto de la senora, mi ral. -Lleven las pruebas ala Comandancia -contesto con simpleza. Luego agrego, cambiando el tonG de -iEn el nombre del Gobierno de Mexico quedan nidos los senores Aristides Arrieta, Carmen B. de ta, Joaquin Melendez y Rosario Cuellar. Los aqui c estan acusados de rebeli6n. iCoronel Corona, con usted a los detenidos ala prisi6n militarl El doctor, su mujer, Charito y don Joaquin, con l nos atadas a la espalda, fueron colocados en medio piquete de soldados. Despues el general pidi6 la lista completa de los dos y levanto un acta que firmaron todos. -Pueden ustedes retirarse a sus casas y permane elIas hasta nueva orden. Nadie se movi6. Estabamos hipnotizados. El g quiso alegrarse y grit6 a Batalla con voz despreocu -iEche muska, maestro! El maestro Batalla no dio senales de vida. -iEchenos un Ave Maria! Batalla se acerc6 re nando. 216
a donJoaqufn al orden de su casa. La s en una mecedora y Estefanfa empezo evitando mirar a su ama. -No sabemos que paso con Dorotea balazos. Ella no ha dicho nada y nosot movido. Despues que se fueron de aqu mos la balacera en la casa de Dorotea.. -Llamenla por la barda -ordena con Tefa y Castulo se acercaron con cuid dividfa la casa de dona Matilde de la d dos en el muro, trataron de ofr alglin del jardfn vecino: un silencio hueco 10 un cielo oscuro y unas estrellas naranja sucedfa en el caseran ardido de Dorote Sobrecogidos por el silencio, Estefa ron a buscar una escalera, la recargaro y empezaron a escalarla para ver 10 qu lado. Apenas Castulo habfa asomado l alarmada grita: -~Quien vive? -iHombre de buena ley! -contesta C se con rapidez. 218
pesadilla que amenazaba no acabar nunca, y no repa las lagrimas de Estefania ni en el desorden de los cu revueltos; pareda que un huracan hubiera visitado la -Anoche vinieron, revolvieron todo y se llevaro rifles del senor. .. Nos prohibieron salir a la calle.. -Vamos a hacer mi cama -la interrumpi6 dona M mirando los colchones tirados en el suelo. -~Y el senor? -Se 10 llevaron. -iSe 10 llevaron! Las dos mujeres se miraron. Habia alguien que se ba a la gente, que la sacaba de su casa para esconde un lugar oscuro. "Se 10 llevaron" era peor que mori taron por callar. No existia la palabra que pudiera re a don Joaquin al orden de su casa. La senora se dej en una mecedora y Estefania empez6 a arreglar la evitando mirar a su ama. -No sabemos que pas6 con Dorotea... Anoche balazos. Ella no ha dicho nada y nosotros no nos h movido. Despues que se fueron de aqui los soldad mos la balacera en la casa de Dorotea... -Llamenla por la barda -orden6 con fatiga la se Tefa y Castulo se acercaron con cuidado a la tap dividia la casa de dona Matilde de la de Dorotea; dos en el muro, trataron de oir alglin ruido que v del jardin vecino: un silencio hueco 10 habitaba; un cielo oscuro y unas estrellas naranjas miraban sucedia en el caser6n ardido de Dorotea. Sobrecagidos por el silencio, Estefania y Castu ron a buscar una escalera, la recargaron contra el y empezaron a escalarla para ver 10 que sucedia d lado. Apenas Castulo habia asomado la cabeza, u alarmada gri t6: -~Quien vive? -iHombre de buena ley! -contest6 Castulo agac se con rapidez. 218
el encargo. Castulo salio de la cocina y se diri senora para darle la noticia; entro de p de asustarla. Dona Matilde no se movio juco. En voz baja el hombre anuncio la y la senora, sin mostrar sorpresa, Ie or Comandancia Militar a pedir el permi cuerpo de su amiga. -Si al amanecer no has vuelto ver por ti. -A estas horas vale mas la vida de u un cristiano -respondio el hombre. -Asi es -asintio Tefa y se acurruco a Castulo tenia miedo de salir a la os y encontrarse en esas soledades. Sabia patrullada y que los soldados no tend deracion con eI. Cualquier palabra, el sospechoso Ie costarfa la vida. Cegado los primeros pasos en la noche. Una mana 10 agarro por un hombro -~A donde va? -A la Comandancia, senor. -iEche a andar! Seguido por dos hombres lIego has tro gran actividad: el patio estaba ilum titud de mecheros de petroleo, grupo ban y saHan, hablaban y rdan con alb a una oficina y 10 pusieron delante d escribian en maquina. Castulo bajo lo a formular su demanda. El soldado explico su caso. -iEspere! -Ie dijeron con sequedad -Yo quisiera saber. .. -empezo el tilde. 220
cansan -mumuro Ignacio, el jefe de la paila grand mismo tiempo que se ponia de pie para ir a cumpli el encargo. Castulo salio de la cocina y se dirigio al cuarto senora para darle la noticia; entro de puntillas, tem de asustarla. Dona Matilde no se movio de su sillon d juco. En voz baja el hombre anuncio la muerte de Do y la senora, sin mostrar sorpresa, Ie ordeno que fuer Comandancia Militar a pedir el permiso para levan cuerpo de su amiga. -Si al amanecer no has vuelto veremos que hac portio -A estas horas vale mas la vida de un alacran que un cristiano -respondio el hombre. -Asi es -asintio Tefa y se acurruco a los pies de su Castulo tenia miedo de salir a la oscuridad de la y encontrarse en esas soledades. Sabia que la casa e patrullada y que los soldados no tendrian ninguna c deracion con eI. Cualquier palabra, el menor movim sospechoso Ie costaria la vida. Cegado por las sombra los primeros pasos en la noche. Una mana 10 agarro por un hombro. -~A donde va? -A la Comandancia, senor. -iEche a andar! Seguido por dos hombres llego hasta el curato. En tro gran actividad: el patio estaba iluminado por una titud de mecheros de petroleo, grupos de oficiales e ban y salian, hablaban y relan con alborozo. Lo llev a una oficina y 10 pusieron delante de dos oficiales escribian en maquina. Castulo bajo los ojos sin atrev a formular su demanda. El soldado que 10 acompa explico su caso. -iEspere! -Ie dijeron con sequedad. -Yo quisiera saber. .. -empezo el mozo de dona tilde.
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La noche de la fiesta de dona Ca puerta de la casa de la Luchi y los rojo permanecieron cerrados. La en la cocina tenian el aire inutil q tirados en los basureros. En noc fealdad las volvia rencorosas. No a las otras, se parecian demasiad revueltos y los mismos labios obt desalino comian sus tacos con des obscenas. -iVan a ver! iVan aver! Sentada en el suelo con la bat cornia parsimoniosa su tortilla y misma frase. -iCallate ya! -Ie contestaron la - Ya se esta amontonando la de -repitia. -No vamos aver nada -Ie cont empellan. -Les digo que Ie van aver la car la Taconcitos y se arrincona som rando las brasas como si leyera en anunciaba. -iEstas borracha! -dijo Ursula. Las demas la miraron con desp miendo aburridas. A las diez de la la cocina. La Taconcitos no se mov mirarla: sabia 10 que iba a oir. -iArreglense, miren que caras trona mirandolas con disgusto. Las mujeres se alisaron los cab dose la boca con el dorso de la m
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VII
La noche de la fiesta de dona Carmen nadie llamo a puerta de la casa de la Luchi y los balcones del salonc rojo permanecieron cerrados. Las muchachas reunid en la cocina tenian el aire inutil que tienen los despo tirados en los basureros. En noches asi la certeza de fealdad las volvia rencorosas. No querfan verse las un a las otras, se paredan demasiado, los mismos cabel revueltos y los mismos labios obtusos. Agobiadas por desalino comian sus tacos con desgano y hadan alusion obscenas. -iVan a ver! iVan aver! Sentada en el suelo con la bata abierta, la Taconci cornia parsimoniosa su tortilla y deda una y otra vez misma frase. -iCallate ya! -Ie contestaron las otras impacientes. - Ya se esta amontonando la desdicha. .. Ya van av -repitio. -No vamos aver nada -Ie contesto Ursula dandole empellon. -Les digo que Ie van aver la cara a la desdicha -repi la Taconcitos y se arrincono sombrfa junto al fogon, rando las brasas como si leyera en ellas las desgracias q anunciaba. -iEstas borracha! -dijo Ursula. Las demas la miraron con desprecio y continuaron miendo aburridas. A las diez de la noche entro la Luch la cocina. La Taconcitos no se movio, ni siquiera se dig mirarla: sabia 10 que iba a oir. -iArreglense, miren que caras tienen! -ordeno la trona mirandolas con disgusto. Las mujeres se alisaron los cabellos; algunas limpi dose la boca con el dorso de la mano, siguieron inert
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muerte fuera saber que nos van a asesina Alfaro, tu vida no vale nada!" Pronunc voz alta para ahuyentar un pensamiento cuerpo muy adentro de ella misma. Si s610 ella sabria el horror de su muerte vida frente al asesino que la acechaba de remoto de su memoria. Se detuvo en el 1l0r6 unos minutos. Luego abri6 la puert tenia que esperar la senal para la partid tran. La calle estaba quieta, inm6viles la nopales de las cercas de enfrente. La Luc de esperar. ~Que esperaba sino ese mome llegaba nunca? "iDios mio, quitame el m reposo!" En ese momento se perfil6 cerc de los nopales la silueta alta y corpulent que hizo una senal y se qued6 quieta. L a la senal, entorn6 la puerta y volvi6 a verla, las muchachas dejaron de reir. -Padre, ya espera don Roque. Los M Las Cruces. 224
sido por mis amigos hace ya mucho que e -acepto el padre. Juan Carino bajo los ojos con modestia tnin se echo a refr alegremente. Las much ron y el cuarto del senor presidentc se anim tarios y con risas. -iEllos buscandolo, padre, y usted aqui to! -No me dejaban dormir con sus gritos. -Son muy escandalosos. La Luchi cerca de la puerta miraba con tr dote. "~Que vale la vida de una puta?", se gura, y de puntillas salio de la habitacion y a oscuras. Las voces se apagaron y se enco vesando habitaciones vadas. "Siempre sup a asesinar", y sintio que la lengua se Ie enf muerte fuera saber que nos van a asesinar a Alfaro, tu vida no vale nada!" Pronuncio voz alta para ahuyentar un pensamientoqu cuerpo muy adentro de ella misma. Si mo solo ella sabrfa el horror de su muerte y e vida frente al asesino que la acechaba desde remoto de su memoria. Se detuvo en el za lloro unos minutos. Luego abrio la puerta y tenia que esperar la senal para la partida tran. La calle estaba quieta, inmoviles las s nopales de las cercas de enfrente. La Luchi de esperar. ~Que esperaba sino ese moment llegaba nunca? "iDios mio, quitame el mied reposo!" En ese momento se perfilo cerca d de los nopales la silueta alta y corpulenta d que hizo una senal y se quedo quieta. La L a la senal, entorno la puerta y volvio a la verla, las muchachas dejaron de refr. -Padre, ya espera don Roque. Los Mon Las Cruces. 224
"No es posible, no es pos siendo mas y mas posibl la cabeza entre las manos empapado de sudor. -iNinas!. .. iNinas! -ll res levantaron la cabeza. -Si, senor presidente.. -Escuchen esto: "Vini ron a palos, que Dios ayu que los malos... " Las muchachas no con - Vieja sabiduria hispan sar de ser espanoles, en al duyo elloco para excusa partidario del cura Hidal -2Que horas son, seno las mujeres que habia ent Carino: -2Como quieres que te las estrellas? -contesto m queria decide que la hor
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mauseres yJusto Corona entro triunfan Luchi. Con un brazo empujo a las mujere linterna sorda se dirigio al saloncito. EI d sobre la figura deJuan Carino sentado c un personaje oficial. EI coronel se que empezo a reir a carcajadas, sin quitar la del senor presidente enfundada en la Beltran. Los soldados miraron divertido -iEnciendan unos quinques! -ordeno de rdr. Las "cuscas" obedecieron y trajeron luc sobre las mesas del salon. -iTres de ustedes cateen la casal -o sus soldados sin dejar de mirar a Juan C palido e inmovil. ~Quien trajo aqui al cura? -pregunto minutos. Las mujeres yJuan Carino guardaron -~De donde venia Beltran? -repitio C voz. -Coronel, haga el favor de no gritar
-ordeno Justo Corona. Los soldados, sin ninglin miram senor presidente y luego a empello casa. -iYa cantad.n a coro! -dijo Coro Las mujeres bajaron la cabeza. L ta y ellas no hicieron nada por pon en los cuartos desbaratados. Asusta cocina. -~Tu crees que suelten al senor p -Yo creo que 10 van a fusilar -c acurrucada junto al fogon apagado. ~A que hora volvera la Luchi? -su -Yo creo que no va a volver nunc En vano esperaron las ninas el re las once de la manana una de ellas y se encontro con las caras aburrida vigilaban la casa. -~No sabes que fue de la Luch mente. -Esta tirada en Las Cruces -Ie quedad. Paso el dia y nadie vino a la cas za. Sucias y atemorizadas ellas se qu coeina. Cayo la noche y ya muy tarde mandancia Militar a pedir el cuerp ellas se ofreeieron a cumplir la delic do las llevo desde su casa hasta la pre En la ofieina se encontraron a Cast -~Que horas seran, senor? -preg -Yo digo que ya seran las dos bien el criado de dona Matilde. Y las m guieron esperando. 228
otra. -iOfensas! -dijo Rosa. -~Ofensas? -exc1ama el hombre. -Sf, ofensas para nosotras -dijo Raf mano del hombre con disgusto. ~Quien puede ofender a mi placer? -iEsas!. .. Las decentes que no nos i -~Las decentes?.. iNo sabes 10 qu tes! ... -dijo Cruz con desprecio mient rrfa los cuerpos de las hermanas para a la ira. Las javenes se apaciguaron, cerra raron con delicia el olor a frutas que inv Una voz que venfa del corredor llama al Este se desprendia de las hermanas q dado quietas y de puntillas salia del cua desaparecido, Rafaela se senta en la cam hacia la puerta por la que acababa de sal jada, oya las voces alegres de los hombr para ir a la fiesta de dona Carmen. ~Listo, coronel? Ya llegaron las senor
-Ahora mismo -respondieron las herm -iNo me dejen sola! -suplic6 Antonia. Tambien Luisa pareci6 preocuparse. L levantaron de un saIto. Su decisi6n las lle -iComan! -dijo Rafaela tendiendo un sante de fruta. Luego se dej6 caer en una seriedad. -iA ver si Cruz aprende a ser mas hom -iNo se ofende al placer! -agreg6 Rosa -Lo deberfan haber visto antes de irse estaba -y Rafaela seiial6 la cama. -Lo dejamos alborotarse para que no so Hay que subirlos muy alto y luego dejarlos ~Deverdad se van? -pregunt6 Antoni -iClaro que nos vamos! Y las hermanas descolgaron sus trajes naron sobre la cama. Luisa pensativa fum mientras las miraba preocupada. Despues y anunci6 con voz ronca: -Yo tambien me voy. -iVamonos las cuatro y cuando lleguen volamos! Y las hermanas se echaron a refr 230
del general Francisco Rosas. Unos segundos despues los pasos calzados con b brillantes recorrieron el corredor, llegaron al zaguan perdieron en la calle. -IMe las va a pagar! -iEste cree que todo se arregla en la cama! -respo Rosa. Y las hermanas, temblorosas de ira, miraron en d dor buscando venganza. Luisa y Antonia entraron si mar. -~Que les pasa? -pregunto Luisa al ver las caras compuestas de las gemelas. -iNos vamos al Norte! -2Se van? .. ~Cuando? -Ahora mismo -respondieron las hermanas. -iNo me dejen sola! -suplico Antonia. Tambien Luisa parecio preocuparse. Las herman levantaron de un saIto. Su decision las lleno de ener -IComan! -dijo Rafaela tendiendo un canasto sante de fruta. Luego se dejo caer en una silla y dijo seriedad. -iA ver si Cruz aprende a ser mas hombre! -iNo se ofende al placer! -agrego Rosa. -Lo deberian haber visto antes de irse a la fiesta estaba -y Rafaela senalo la cama. -Lo dejamos alborotarse para que no sospechara Hay que subirlos muy alto y luego dejarlos caer. .. -2De verdad se van? -pregunto Antonia, incredu -iClaro que nos vamos! Y las hermanas descolgaron sus trajes y los am naron sobre la cama. Luisa pensativa fumo un ciga mientras las miraba preocupada. Despues se puso d y anuncio con voz ronca: -Yo tambien me voy. -iVamonos las cuatro y cuando lleguen de su fie volamos! Y las hermanas se echaron a relr imagina
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en el caracol", Ie dedan en el sal6 ella sentada en una silIa dorada co zas y miraba sus pies que colgaban Su tia Mercedes calzaba zapatos de servir por una criada vieja, acaric cuando en cuando miraba un reloj de una cadena de perlas que dividi de su traje. Su tia Mercedes la quer que habia lefdo su muerte en los pe ginar su casa de cortinas de brocad su abuela y habia vivido siempre so nas y de criados. "Que pensaria si m pueblo?" Le pareci6 que desde el je invisible Ie llegaba la voz de su t Eligi6 dos vestidos y con ellos hizo queria llevarse nada de su pasado d cirse la palabra puta. Silenciosa y g de nina, sali6 con respeto de su cu taci6n de Antonia. No habia pensa sus hijos itan remotos! Su amiga a vadas. -~Que til no vienes? -Si, si voy... -(Sin nada? -Sin nada. Todo 10 de este cuart nia haciendo una mueca de asco. Encontraron la habitaci6n de la den, los zapatos, los frascos y la ro por el suelo. -iOn momentito, un momentito cajadas sobre un bulto al que amar -(V c6mo van a cargar con eso? lando los bultos y las maletas que y -No Ie vamos a dejar las porquer
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verde de su hermana y 10 agit6 conjubi gas. -iVamonos! Apagaron el quinque y espiaron el co so el silencio que reinaba en el hotel s hombres. Leonardo y Marcial, dos sold la ronda por los jardines llevando en paras encendidas. Las j6venes espiaro veladores y cuando sus luces se fueron tos del agua, ellas, descalzas, con los za corrieron veloces hasta el zaguan. AlIi, esperaron unos segundos y luego levan los cerrojos, entreabrieron la puerta y se Desde afuera entornaron el port6n. Le los cohetes y los violines de la fiesta Caminaron cautelosas a la caballeriza. rango de Francisco Rosas, estaba borr con alegria. ~Una paseada? .. iC6mo no, senorit les ensillo los caballos! El hombre no pareci6 darse cuenta d
-Cada cabeza es un mundo. Rafaela tuvo la certeza de que no 10 e bre sabia que pensaban huir. Le llegaro reposados: "Sus razones tendran." -Fausto, 2no quiere estrenar un som joven Ie tendi6 varias monedas de oro. -2Para que, nina Rafaela, si se van l Las j6venes dejaron de rdr. Las pa las pusieron tristes. -Mucho agradecemos los de Ixtepec rado tanto tiempo -dijo Fausto acaric caballo gris de Rafaela. Esta guard6 el ofenderlo. -Estuvimos muy contentas en Ixtepe para devolver la dadiva del cumplido. -La nina Antonia es la primera ve Tampoco la nina Luisa sabe montar.. rando las mechas rubias y la cara palida los ojos azules de Luisa. -Si, Faustito, pero ya ve, todo llega. no! -El placer se acaba... -concluy6 Fa en 10 mas profundo de la caballeriza pa el caballo del coronelJusto Corona. Sus en el estiercol y su voz son6 grave bajo la Luisa encendi6 un cigarrillo. Estab en el caballo de Rafaela y luego en el d evitar el sentir miedo al pensarse entr nas. Trat6 de olvidar el frio que Ie subia t6mago. "El placer se acaba" ... 2A d6n Serian las queridas de alguien. Rafael cara que ocultaba la palabra alguien. L pueblos y otros uniformes sin cuerpo y militares se habian vuelto absurdos de 234
extravagante de sus deseos. Las jovenes empezaron a con jubilo y Fausto se volvio serio. -Cada cabeza es un mundo. Rafaela tuvo la certeza de que no 10 enganaban: el h bre sabia que pensaban huir. Le llegaron sus pensamie reposados: "Sus razones tendnin." -Fausto, 2no quiere estrenar un sombrero nuevo? joven Ie tendio varias monedas de oro. -2Para que, nina Rafaela, si se van las hermosuras Las jovenes dejaron de relr. Las palabras del hom las pusieron tristes. -Mucho agradecemos los de Ixtepec que nos hayan rado tanto tiempo -dijo Fausto acariciando las anca caballo gris de Rafaela. Esta guardo el dinero: no qu ofenderlo. -Estuvimos muy contentas en Ixtepec -respondio para devolver la dadiva del cumplido. -La nina Antonia es la primera vez que me visi Tampoco la nina Luisa sabe montar. .. -dijo Fausto rando las mechas rubias y la cara palida de Antonia y l los ojos azules de Luisa. -Si, Faustito, pero ya ve, todo llega. iEnsillele el A no! -El placer se acaba... -concluyo Fausto internan en 10 mas profundo de la caballeriza para ir por Aba el caballo del coronelJusto Corona. Sus pasos se apag en el estiercol y su voz sono grave bajo la boveda de pi Luisa encendio un cigarrillo. Estaba preocupada en el caballo de Rafaela y luego en el de Rosa, y no p evitar el sentir miedo al pensarse entregada a las he nas. Trato de olvidar el frio que Ie subia por la boca d tomago. "El placer se acaba" .. , 2A donde irian ahor Serian las queridas de alguien. Rafaela quiso adivi cara que ocultaba la palabra alguien. La esperaban pueblos y otros uniformes sin cuerpo y sin prestigio militares se habian vuelto absurdos desde que se d 234
a medida que Ixtepec empobreda. Asustadas, llegaro port6n entornado del hotel y 10 empujaron con suavi entraron y echaron los cerrojos. Las esperaban dos sombras agazapadas junto al m -Se dara parte de su salida -dijo una de las som avanzando hacia elIas.路 Rafaela se separ6 de los veladores y se dirigi6 a su bitaci6n. Las otras la imitaron dignamente, llevando zapatos en la mano. - Tenemos que dar parte -repiti6 Leonardo dando a tender que el tenia autoridad sobre elIas. Despues h~ soldados profirieron palabrotas, aseguraron los cerr y continuaron su marcha silenciosa por el jardin del h Las j6venes pusieron orden en el cuarto de las her nas. Estaban asustadas y no quedan dejar huellas d intento de huida. -2Vieron c6mo corda la gente? -Si, sucedi6 algo terrible ... Y miraron los muros del cuarto que las tenia prisi ras. No podian escapar a sus amantes. La nostalgia po libertad que unos momentos antes las habia dejado plejas, se volvi6 intolerable y el Hotel Jardin las llen terror. En la calle las carreras terminaron y el pueblo vi6 al silencio. Ixtepec estaba preso y aterrado como e En el jardin las linternas de Marcial y Leonardo conti ban girando; en las calles, las linternas de los sold tambien giraban buscando culpables. Alguien llam6 a la entrada. Rafaela apag6 el quinq las cuatro se precipitaron a espiar el corredor. Volvi a llamar con violencia. Las j6venes vieron la luz de nardo llegar al zaguan. A los pocos instantes la silueta de Francisco Rosas apareci6 en el corredor. -lViene con una mujer! -susurr6 Rafaela. El general avanz6 por el corredor del HotelJardin ac
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(iqueza r el poder oculto de los Gorfbar a ~dida qve Ixtepec empobrecia. Asustadas, m .ron enWfnado del hotel y 10 empujaron co or,hi' 'ntr'aron YeC aron os cerroJos. as espef~ban dos sombras agazapadas jun L Se dara parte de su salida -dijo una de l . -/ zando llacia ellas. IvaJ1afaela se separo, d e Ios ve Iad ores y se d'Ing . it~l=ion. Ltls otras la imitaron dignamente, ll tos en ltl mano. mp<1TenernoS que dar parte -repitio Leonardo . Jer que tl tenia autoridad sobre ellas. Desp teo. ados pfofirieron palabrotas, aseguraron l Soldptinuarol'1 su marcha silenciosa por eljardi yco ~s joveoes pusieron orden en el cuarto de L Estabafl asustadas y no querian dejar hu nas. 'd , to de bv1 a. lnte{l , , I ;> iVieroo como corna a gente. - ~i sucedio algo terrible ... - ~irarol'l los muros del cuarto que las ten Y No podian escapar a sus amantes. La nost as .{tad que unos momentos antes las habia lb,,: s se volvio intolerable y el Hotel Jardin l pleJ~; En Itl calle las carreras terminaron y el terrv . I d v., ~I silencio. xtepec ~staba p res9 yaterra 0 lO t Ijardio las linternas de Marcial y Leonard eJ girandO; en las calles, las linternas de lo pien giraban buscando culpables. tam 19uien Jlamo a la entrada. Rafaela apago e A uatro se precipitaron a espiar el corredor Ias <J â&#x20AC;˘ I . Las Jovenes ., . Ia aJIlar coP VlO enCla. vleron <lll iO llegaf al zaguan. A los pocos instantes la Qaro R ., I d tl FranciscO osas apareClO en e corre or. e IViene can una mujer! -susurro Rafaela. Ej general avanzo por el corredor del HotelJa )a
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"Quiero saber que fue de mis hijos", decian las ca su madre. Las muertes de sus hermanos Ie llegaron en fechas escritas por la mana de Sabina, su herma Joven. -iMartin, quiero saber que fue de mis hijos! -r mientras miraba a su marido y a su cuarto con ext No podia explicarse el olor a nieve ya lena que flo su alrededor. ~Y si estuviera viviendo las horas de un futuro i do? Se levanto de su cama y se dirigio al bakon. Ab maderas. Queria recibir el aire helado de la Sierra huahua y se encontro con la noche caliente y emp de Ixtepec. El horror del paisaje la lanzo sollozand su cama. Su marido la dejo llorar. El ir y venir de en el que se mecia Martin repetia una y otra vez el n de Isabel. -iEs mala!. .. iEs mala!. .. -grito Ana Moncada dose culpable de la maldad de su hija. Miro su ca miedo y se oyo diciendo: "~Vienes?" Con esa mism bra habia llamado Rosas a Isabel y su hija se fue co la oscuridad de los portales. Ella, despues del nacimiento de Nicolas, habia do a su marido cada noche: "~Vienes?" Recordo a noches; endulzaba la voz como Francisco Rosas y ba a Martin: "~Vienes?" Y su marido sonambulo av hasta su cama, hechizado por aquella Ana descono juntos veian aparecer el alba. "iQue viva! iQue bonita! iSe ve que la hicieron c to!", oyo decir a la comadrona que banaba a Isabel nacida. "Las ninas hechas asi, asi salen", agregola Ana enrojecio desde su cama. Martin Ie lanzo un da de codicia. Todos sabrian su lujuria gracias a la de su hija. Se mordio la boca con ira. Isabel habia al mundo a denunciarla. Se juro corregirse y 10 cu
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I nad h . "·v de NIColas 'ft e. c" ;>" R I.1 noY,z c ~eneS. ec r omo . I IQvGi/ FranCISCO 'T su rna / 11Cs>" l:\ido sonam Jh.' !J por aq\ f'''~adr~lba. \.leIla Ana d ~et elf ,·S l. I b fa. j e v,\\ . "y ani; ~ que la hlC jL rona ql., I fOlila / .\le banaba a Itl Jh S aSI, as.. " , 'I "<:ch1 cam J salen , ag 1~llePs<le /(1/an sa'l~artfn Ie la 'f! u,. Il'c;?S sab 'ui110a graC In" ./ 11 0ca co~ :J ~1° la YS' • / ~ ira. Isabel IIl'nl~ , e Juro . "'t lana. correglrse
()sai.
-Senor, aqui esta Castulo -murmur6 Felix sin a cruzar la puerta de la habitaci6n de los espos Martin Moncada no se movi6 del sill6n mec mujer levant6 la cara de la almohada. -Senor, aqui esta Castulo. Viene de la Coman La senora se incorpor6 en la cama mientras seguia meciendose en el sill6n. -Vengo a avisar. .. -empez6 Castulo con to sabiendo que hacer con su sombrero-. Vengo a que a las cuatro entregan los cuerpos... Martin Moncada no hizo ningiln gesto. La mir6 con los ojos muy abiertos. -~Que cuerpos? -pregunt6 con inocencia. -Los de Dorotea, la Luchi y... el nino Juan. Castulo bajando los ojos. -ml cuerpo del nino Juan? -repiti6 la madr -Si, senora, alli esta... Lo acabo de ver. .. se enjug6 una lagrima. -~y el del nino Nicolas no 10 van a dar? -preg Moncada. -EI sali6 vivo. .. Esta detenido. .. -contest contento de dar una buena noticia. -Vamos -dijo el padre poniendose de pie. Y seguido de los criados sali6 de su casa y s la Comandancia Militar.
Al amanecer los criados de dona Matilde lev cuerpo de Dorotea. Sobre los ladrillos polvor zaguan qued6 una mancha oscura. Los milita permiso para recogerlo pero no para velarlo en casa, y Castulo, ayudado por Tefa, envolvi6 al c una sabana y sali6 con el en brazos a buscar asilo de las hermanas de Charito. Alli 10 amortajaro
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10# y FeliX!e present6 en el c
10 .de Cast~lo.
lu1° - mur lO.ur6 Felix sin atre ha;bita~i,6nde los esposos. e OVlO d~l sill6n mecedor 1at almoh'lda. 0. Vien~de la Comandanc IU1 1'0, en, la c:::Jh.. ....11 a mientras su m
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, C nfpezo ~stu10 con torpeza stY sombr~to_. Vengo a avis os cuerT\os [1 l l' ... o ningtin gesto. La seno 'I hif
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Jnto con inocencia.
h:geI h' y... ~l nino Juan... -ac l,U liS.
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-reJliti6 la madre. ;Lo acab() de ver. .. _y Ca ,.'
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~:sta Jete~i~o... -contest6 Ca ,., notlcla. .IUell I~dr fomend\)se de pie.
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~OS Je dona Matilde levantaro ,Sabrd los ladtillos polvorientos ,I' Iilanchl oscura. Los militares di 1)~erIope{O no pata velarlo en su pr l)Qado ppr Tefa, ~nvolvi6 al cadave ()ne] en brazo,s <\ buscar asilo en la 'l(f Charito. Alh 1(J amortajaron y Ie
tao Subieron la cuesta llena de piedras y de e sol estaba ya muy alto cuando encontraron ado vigilando un paraje desamparado. -~Aquf fue? -pregunto una de elIas con la por el calor y el polvo. Los hombres se rieron con cinismo. Uno de una hierba seca y antes de contestar la mordio veces. -Aquf mero -dijo minindolas de soslayo. -Aquf los agarramos a todos como a pajarito companero. -Alguien se chiveo -contesto una de las c rencor. -Yo dirfa que sf. -Y el hombre siguio mascan ba y ensenando desdenoso sus dientes blancos. -Desde las cinco de la tarde estabamos esco la nopalera. A eso de las diez de la noche, vi llegaban los Moncada. Venfan desde Tetela y tra ballos para el padre y para don Roque. Luego vi a la senorita Chayo con las canastas de comida al sacristan, seguido por el padre y por la Luch estaban montando sus caballos, el teniente cor nos dio la orden de detenerlos ... En la balace dos y se escapo el sacristan. .. EI soldado inter relato. Las cuscas se sentaron sobre unas pied ron con ojos secos ellugar en que habfan muer y Juan Moncada. EI cielo alto y redondo estab Se ofan los cantos de las cigarras y nada indica hubiera ocurrido una tragedia. -iAqui merito cayola Luchi! -dijo un soldad do con la bota un lugar espinoso. -iY aca cayo Juan Moncada! -dijo el otro con el pie un lugar mas alejado. -Nosotros no sabemos quien soplo. Solo sa 242
de su presencia, se sintieron llenas de piedad po tao Subieron la cuesta llena de piedras y de e sol estaba ya muy alto cuando encontraron ados vigilando un paraje desamparado. ~Aqui fue? -pregunto una de elIas con la por el calor y el pOlvo. Los hombres se rieron con cinismo. Uno de e una hierba seca y antes de contestar la mordio veces. -Aqui mero -dijo minindolas de soslayo. -Aqui los agarramos a todos como a pajarito companero. -Alguien se chiveo -contesto una de las c rencor. -Yo diria que s1. - Y el hombre siguio mascan ba y ensenando desdenoso sus dientes blancos. -Desde las cinco de la tarde estabamos esco la nopalera. A eso de las diez de la noche, vim llegaban los Moncada. Venian desde Tetela y tra ballos para el padre y para don Roque. Luego vim a la senorita Chayo con las canastas de comida al sacristan, seguido por el padre y por la Luchi estaban montando sus caballos, el teniente cGr nos dio la orden de detenerlos ... En la balacer dos y se escapo el sacristan... El soldado interr relato. Las cuscas se sentaron sobre unas piedr ron con ojos secos ellugar en que habian muert y Juan Moncada. El cielo alto y redondo estaba Se oian los cantos de las cigarras y nada indicab hubiera ocurrido una tragedia. -iAqui merito cayo la Luchi! -dijo un soldado do con la bota un lugar espinoso. -iY aca cayo Juan Moncada! -dijo el otro s con el pie un lugar mas alejado. -Nosotros no sabemos quien soplo. Solo sab 242
feretro negro Ie vaciaba el cuerpo de toda sen No era el, no era Martin Moncada el que c calles de Ixtepec. Habia perdido la memoria d y era un personaje desconocido que perdia lo de su cuerpo en las esquinas derruidas de un ruinas. Paso de largo frente al porton de su ca -Aqui es, senor. .. Felix tomo a su amo pOl' el brazo y con introdujo en su casa. Tras el, se cerraba solem puerta, se cerraba para siempre. Nunca mas verlo pOl' mis calles.
Ala misma hora en que se cerro la puerta de lo el general Francisco Rosas empezo el interroga presos. El sol entraba alegre en su despacho ilumin lices y los misales encontrados en casa de Do habitacion contigua estaban las armas y los ca ros hallados en las casas de los invitados. Franc enfundado en su uniforme de gabardina cla distraido mientras Corona ordenaba los papel critorio y el taquigrafo afilaba las puntas de Estaba preocupado. El triunfo no Ie habia p alegria que esperaba. La presencia de Isabel to habia arruinado el exito. Francisco Rosas bakon, mil'o la plaza y busco con los ojos el do enfrente de la Comandancia Militar. "AlIi e con rencor. ~Por que se habia ido con el? Cuan en los portales y se la llevo a su cuarto a sabie Juan estaba muerto y Nicolas en la carcel de la penso en el triunfo total sobre Ixtepec. Ni si como era la joven que caminaba junto a el a m Al entrar a su cuarto y mirarla de cerca, Ie mo
mala calidad de la tierra del cementerio y el re feretro negro Ie vaciaba el cuerpo de toda sen No era el, no era Martin Moncada el que ca calles de Ixtepec. Habia perdido la memoria d yera un personaje desconocido que perdia lo de su cuerpo en las esquinas derruidas de un ruinas. Paso de largo frente al porton de su ca -Aqui es, senor. .. Felix tomo a su amo par el brazo y con s introdujo en su casa. Tras el, se cerraba solem puerta, se cerraba para siempre. Nunca mas verlo por mis calles.
Ala misma hora en que se cerrola puerta de lo el general Francisco Rosas empezo el interroga presos. El sol entraba alegre en su despacho ilumin lices y los misales encontrados en casa de Do habitacion contigua estaban las armas y los car ros hallados en las casas de los invitados. Franc enfundado en su uniforrne de gabardina da distraido mientras Corona ordenaba los papel critorio y el taquigrafo afilaba las puntas de E:staba preocupado. El triunfo no Ie habia pr alegria que esperaba. La presencia de Isabel to habia arruinado el exito. Francisco Rosas s bakon, miro la plaza y busco con los ojos el do enfrente de la Comandancia Militar. "AlIi e Can rencor. ~Por que se habia ido con el? Cuan en los portales y se la llevo a su cuarto a sabien Juan estaba muerto y Nicolas en la carcel de la {)enso en el triunfo total sobre Ixtepec. Ni siq Como era la joven que catninaba junto a el a m 1\1 eotrar a su cuarto y mirarla de cerca, Ie mol ~44
se dijo, y en ese momenta se dio cuenta de cometido un error irreparable. EI coronel Corona y el taqufgrafo esperaban nes. Rosas sigui6 mirando hacia el hotel. "IAlH repiti6 con violencia. "AI volver Ie dire que se se opone yo mismo la sacare a la calle... iRepu palabra 10 hizo sonrefr. Imagin6 las caras alarm vecinos ante su nuevo escandalo, y los ojos obs Isabelle volvieron a la memoria. No era ella la sustituir aJulia. EI nombre de su amante 10 llev sado de vainilla. La dulzura de la piel de Julia s aguda en las yemas de sus dedos y oy6 su voz ll Asustado pOI' el recuerdo, se volvi6 hacia Coro -iQue pase el primero de esos pendejos! -d mo tiempo que se prometfa lleno de ira: "L hotel, la saco... " Los detenidos pasaron uno p te su presencia. Cuando lleg6 el turno del pad el general sonri6. La vista del sacerdote luciend y el pantal6n rayado del loco Ie produjo alegria -Sf, senor, se Ie dara ropa interior limpia, pe usted vestido como esta. Es una prueba... El sacerdote no contest6. Rojo de ira, firm6 raciones y sali6 del despacho de Rosas sin desp Entr6 Juan Carino. Francisco Rosas, tratando ferencia, se puso de pie y 10 escuch6 como si fuera el presidente de la republica. El loco pa fecho, pero al ofr que tendria que asistir al juic con la sotana del sacerdote, esta1l6 en c61era: ~EI general ignora que desde 1857 existe la s entre la Iglesia y el Estado? -No, senor, no 10 ignoro -contest6 humild general. -Entonces, 2c6mo se atreve a volver perma fortuito cambio de investiduras? iQuiero hacer
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'as carnosas. No quedaba lu ,se ahogaba... "Ocupa todo momento se dio cuenta de r irreparable. O(la y el taquigrafo esperaba mirando hacia el hotel. "iA Ida. "AI volver Ie dire que s lola sacare a la calle... iRep hreir. I m agin6 las caras alarm heVO escandalo, y los ojos ob '1\ a la memoria. No era ella la I (lombre de su amante 10 lle La dulzura de la piel de Julia Its de sus <:ledos y oy6 su voz l 'ectJerdo, se volvi6 hacia Coro pri mero cie esos pendejos! -d e prometia lleno de ira: "L Lo5 detenidos pasaron uno p CuaO do Ileg6 el turno del pad I. La vista <:lel sacerdote lucien ado del 10<:0 Ie produjo alegri Ie Mra ropa interior limpia, pe Jno esta. Es una prueba... o contest6. Rojo de ira, firm6 del despacho de Rosas sin desp rino路 FranCisco Rosas, tratand o de pie y 10 escuch6 como si I'1te de la republica. EI loco pa que tendtfa que asistir al jui b1 sacerdote, estaIl6 en c6lera: .gnor a que ciesde 1857 existe la \r el Estado? 100 10 ignoro -contest6 humild
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':::01l10 se atreve a volver perma de investiduras? iQuiero hacer
ron bandos en los cuales se acusaba sedicion, traicion a la patria y asesinat nombres conocidos del general, el pre un personaje de nombre riguroso: Su reeleccion. Asi volvimos a los dias oscuros. El se jugaba con minuciosidad: vecinos y sino urdir muertes e intrigas. Yo mir das con tristeza. Hubiera querido lle mi memoria para que vieran a las gen tas: nada quedaba de sus lagrimas y d en si mismos, ignoraban que una vida cubrir los infinitos sabores de la men noche 0 la multitud de calores de que lores. Una generacion sucede a la otra los actos de la anterior. Solo un insta descubren que era posible sonar y dib manera, para luego despertar y empe rente. Y descubren tambien que hubo pudieron poseer el viaje inmovil de los cion de las estrellas, y recuerdan ellen animales y las ciudades abiertas en el Durante unos segundos vuelven a las su infancia y el olor de las hierbas, pero que decir adios y descubren que en un esperandoles y sus ojos se abren al pai disputas y sus crimenes y se van asom que hicieron con sus anos. Y vienen o repetir sus mismos gestos y su mismo a las seguire viendo a traves de los siglos no sea ni siquiera un monton de polvo pasen por aqui no tengan ni memoria La fiesta de dona Carmen rompio chizo del Hotel Jardin y sus habitant 248
a su puerta: los soldados loricia sobre ellos. EI lun tuales se acusaba a los d la patria y asesinato; los f del general, el presidente Inbre riguroso: Sufragio
dias oscuros. El juego d iosidad: vecinos y militar e intrigas. Yo miraba sus Ilbiera querido llevarlos a Ille vieran a las generacion lIe sus lagrimas y duelos. laban que una vida no bas sabores de la menta, las l Ide colores de que estan he 16n sucede a la otra, y cad 'rior. Solo un instante ant posible sonar y dibujar el :0 despertar y empezar un til tarn bien que hubo un tie vi~e inm6vil de los arboles li, yrecuerdan ellenguaje ci lll~des ab'lertas en eI alre . por 8QIldos vuelven a las horas q °t Qe las hierbas, pero ya es ta QesCl)bren que en un rincon 1~IOjos se abren al paisaje som 11"11tl enes y se van asombradas 1 14, ' â&#x20AC;˘ anos. yVlenen otras gen ,?>8 gestos y su mismo asombro : ?>~ traves de los siglos, hasta e â&#x20AC;˘ I- ~I) I1lonton de polvo y los h d>,t~ngan ni memoria de que ~I\a Carmen rompio para sie atQin y sus habitantes deja lIS
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Rosas. Isabelle pedfa pequenos servici Ie algunas prendas interiores de vestir urgencia. Al oscurecer Gregoria entra los modestos paquetes y las noticias de naba al bano, Ie secaba la espalda, Ie ce y Ie regalaba palabras de afecto. Isabe la escuchaba sumisa. -~Que dice? -preguntaba Rafaela a -Nada, no tiene remordimientos. -~Sabe la muerte de su hermano Ju -Sf, yo se la dije y se quedo muy cal -Lo peor es que el general no la qu -A la {mica que quiere es a la difun Gregoria. Y era verdad. La presencia de Isabe la ausencia de Julia. Su sombra ligera sada poria voz y el cuerpo de su nue noches, antes de entrar a su cuarto, se Ie digo que se vaya." Luego, frente a e piedad avergonzada Ie impedfa echarla cido con 10 que eillamaba "su debilida mal talante y se metfa en la cama sin Lajuzgaba mal. ~Como era posible qu estuviera en su cama despues de 10 q en su familia? Francisco Rosas trataba pasaba adentro de Isabel, pero no ente gada ni los ojos sombrfos de su nueva entendfa las conversaciones indecisas 'Jamas me arrepentire bastante de hab portales." -iDuermete! iDuermete! -repetfa e contrarla sentada mirando el baile de tadas en el muro poria luz del quinqu una palabra, se desnudaba y se metfa rar con fijeza al techo de la habitacion
_heW': ped~a pequeiios servicios, c
pre(ldas lnteriores de vestir que n Io,cureter Gregoria entraba a 1l1sp~quetes y las noticias de Ixtep Jl.nO, Ie secc\ba la espalda, Ie cepilla I3ha ral~bras de afecto. Isabel se hd la svm1sa, ;.dlce? -pr~guntaba Rafaela a la si 110 t jene temordimientos.
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~c la dije Yse quedo muy calladit res que 1:1 general no la quiere. ~iea que quiere es a la difunta Ju
~rdaJ' La presencia de Isabel vol de Julia. Su sombra ligera se esf ~El vot y el cuerpo de su nueva qu 1[L tes Je entrar a su cuarto, se prom ~C~ Se -vaya. ~ Luego, frente a ella, u ~!U"'gOI1zadaIe impedfa echarla a la qUe elllamaba "su debilidad" ap e ~ y stJ metia en la cama sin dirig /1: mal路 ~C0tno era posible que una :~I~n st1 caITla despues de 10 que h i,lL ia? franCisco Rosas trataba de a ~I~~tro de ISabel, pero no entendfa ~15 ojo!i SOITlbrfos de su nueva quer Q!tl~ copversaciones indecisas soste 11Il: c:;;arrepentite bastante de haberla :1.
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insensatas de su hermana. El era hombre de una sola memoria Moncada querian alejarlo de ella y hundi anteriores a su amante. Habia caido en u lastima al sentirse tan perseguido por la -Duermete -volvio a ordenar en voz El amanecer los sorprendio despiertos do les trajo el desayuno, los vio palidos en orbitas distintas. El criado deposito la mesita y luego, como era ya costum Rafaela. -No durmieron. -~Estuvieron cavilando? -Si, andan huyendo -afirmo Leonar Rafaela entro pensativa en su cuarto dad al teniente coronel Cruz. Su herm dormia. -<Yen, mis amores? ~Ven como no fui a la fiesta. Me fui a agarrar al cu cada que se nos andaban escapando do Cruz a sus queridas cuando al di fiesta de dona Carmen regreso a s tel. -~No me felicitan? -pregunto al ver guardaban silencio. -No, mas te valiera haber ido a la fies -~Que dices? -grito Cruz. -Que mas te valiera bailar que pers padre. Cruz se echo a reir. No entendia a las que la risa era la mejor manera de venc caprichos de sus amantes. Las jovenes s
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Tarr1 bien Nicolas estci dentro de la m
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chos -volvi6 a suplicar el hombre. Las hermanas interrumpieron los rezos, la cama y 10 miraron con seriedad. Cruz se al ver que se disponian a hablar con el. L atentamente y luego dormiria con ellas. En la piel acanelada y sinti6 que toda su tristez en cuanto sus dedos corrieran libres sobre -(Que queremos? .. Que dejes libre al -~Que 10 deje libre? -grit6 Cruz, asusta -Si, que Ie protejas la fuga. Entonces t antes. -No me pidan eso, mis ninas -suplic6 C -Pues entonces, vete a tu cama -orden6 -No puedo dormir, dejenme que les h -dijo angustiado. Rosa se estir6 como un gato y se desliz6 bana; su hermana la imit6, y las dos se abr tas a dormir. El qued6 fuera de aquel para enlazados y se volvi6 cabizbajo a su cama d respirar a las hermanas. Melanc6lico, hun la almohada. Estaba en un mundo hostil, existia fuera de el, con una voluntad y uno tos de los suyos. Cerr6 los ojos y trat6 de seria alguien que no fuera el, c6mo serian "Ni siquiera se si ellas gozan del mismo pl dijo apesadumbrado y cuando ya la luz de vesaba las rendijas de la puerta. Despues, t se 10 habia prometido, nunca mas su vid de antes. Acompanada de su hijo Rodolfito, do lleg6 a la puerta de los Moncada a dar e muerte de Juan. La sorprendi6la luz singular, la soledad rodeaba la casa mas bulliciosa de Ixtepec 254
If la O-a vida sera como antes. qJq~i<lllieren; yo siempre les cumpll l sfhc~lcar el hombre. apteIllerrumpieron los rezos, se sen ipf0n '1\1 con seriedad. Cruz se sintio dilPOlllltnlan a hablar con eI. Las es lll'go. Cl o dormirfa con ellas. Entonces dlY s111i:inti6 que toda su tristeza se e dPoS !s corrieran libres sobre sus cu r#?s:\? .. Que dejes libre al padre ~ejC hb~re? -grito Cruz, asustado. pfoteJl~jas la fuga. Entonces todo se d~(l
es·/s o, mis ninas -suplico Cruz. nces, "vete a tu cama -ordeno Rafa to Jor~ir, dejenme que les haga un 'ado. .irO c°ttrno un gato y se deslizo debaj ara l~a imito, y las dos se abrazaron . EJ qU~d6 fuera de aquel paraiso de '.e v'0lvli6 cabizbajo a su cama desde d It h~rm'anas. Melancolico, hundio la t. E5:a~a en un mundo hostil, un m ,al td6 el, con una voluntad y unos dese yoP' C-err61os ojos y trato de imagi ., n qP~ 1\0 fuera el, como serfan Rosa , tJ 5e S1 elias gozan del mismo placer q .Ulnfl:>.ra~o y cuando ya la luz de la ma nd~~as de la puerta. Despues, tal com • prc9m~tido, nunca mas su vida volv
~ad~a d~ su hijo Rodolfito, dona Lol .'ouerfT ta lie los Moncada a dar el pesa IlJUuaj~~',
eI1dPlO la luz singular, la soledad y el si casl sa 1l)as bulliciosa de Ixtepec. Se s
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sin haber presenciado por dentro la derr Moncada, que para ella, segtin 10 proc1am era la vergiienza de Ixtepec. Los dias pasaron del lunes al domingo inmovil y cerrada. Los criados iban al me ban las frutas y los puestos renovados y co silencio imperturbable. Los vecinos se a les buenos dias y ellos se alejaban desden compartir su invariable secreto. Era inut llamaran a la argolla de bronce; la respue traves del porton apenas entreabierto er rna: "Los senores no reciben a nadie." D no iba nunca a visitarlos, se comunicaba a traves de los criados. Encerrada en su casa, esperaba que e bleciera para que Joaquin y los ninos v sas, no aceptaba 10 que sucedia en su f viaje", se decfa una y otra vez hasta con Joaquin se habia ido a pasear a Mexico Por las tardes estudiaba con fervor los p espectaculos en las paginas de los diario pelfculas y los restaurantes que retenian su marido en la capital. Dona Elvira, en paciente un dia tras otro que la puerta d cerrara sobre sus palabras amistosas: "Y de todo ... " Habia perdido su buen hum devolvia la imagen de la tragedia en las b se habian formado debajo de sus ojos. -iPobre Isabel! -suspiro una manan oido de la desconfiada sirvienta que Ie c la casa de sus amigos. -Si, pobrecita nina... La culpa la tie -Siempre supe que esa mujer era u dichas -respondio la senora esperanza
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¡oment6 la se en el brazo d III derrota de >foc1am6 muc
orningo yla c nal mercado, dos y continua OS se acercaba desdenosos, s I:ra inutil que l respuesta que lerto era siem IlMie." DOIh Ma lllUIlicaba Con su
)a que el orde niOos volviera a ell su familia. hasta convencer a Mexico can sus crvor los program los diarios eima c retenian a sus so Elvira, en cambio la puerta de los M istosas: "Yo teng bueD humor y e " dia efllas bolsas o sus ojos. . una Jllaiiana acer .enta qve Ie cerraba )s
culpa la tieneJulia fIlujer era una fue â&#x20AC;˘ a esperanzada, al
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anos ... Pero asi era ella: iuna golosa! M que iluminaba sus objetos de cristal y y se sinti6 reconfortada por la belleza estaria de Dios que les tocara a los M Ines con la bandeja, su traje lila, sus p trenzas negras que flotaban en la luz d la tarde. La senora busc6 los ojos rasga sonri6 agradecida. Conchita se dej6 servir sin levantar La criada baj6 los parpados y sali6 de ligereza. -Mama, Ines esta de novia con el s asistente de Corona... -~Que dices? -grit6 dona Elvira de dor sobre el plato. -Que Ines es la novia del sargento Ill chita marcando las silabas. La senora oy6 las palabras de su hija estupidos; los balcones se oscureciero brill6 peligrosamente la jarra de plata que Ie habian envenenado el agua. -~Sabes 10 que eso quiere decir? mirando con severidad a su madre-. Y con crueldad, y comi6 con parsimonia que adornaban las chalupitas mientra inmovilizada por e1 terror-. No busque el soplo -insisti6 la hija despues de un La senora levant6 los ojos y se prep rrible pero en ese momento la bella Ine llevando con reverencia la bandeja br ella estuviera el coraz6n de un sacrifica tap6 la cara con las manos y Conchita, serVlr. 258
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de los heroes disecadas en los libros manana del bautizo cuando nos diero Basta decir la magia de una cifra espacio inmediato que habiamos olvi octubre es para siempre en mi memor elj!1icio de los invitados. Al decirlo ya esta aparente piedra, estoy abajo, entr plaza, en los pasos de mis gentes que d se encaminaron alIi para seguir la sue El juicio ocurria adentro de la Coman embargo nosotros seguiamos paso a los gestos que sucedian a puerta cerr junto a nosotros mirando las copas de momento me llega la frescura de su su mirada vacia de ramas y de hojas sombra inmovil que repetia el mism vez con la precision minuciosa de u tiempo inmovil los arboles no camb estrellas estaban fijas, los verbos ir 0 v Francisco Rosas detenia la corriente deshace las palabras y los hechos y infierno circular. Los Moncada habia hallar el ir y venir de las estrellas y de l luminoso que gil'a alrededor del sol, distancias estan al alcance de la ma escapar al dia unico y sangriento de abolio la puerta que nos lleva a la m y rencoroso los culpo de las sombr habia acumulado sobre nosotros. El g la existencia de unas calles, y a fuer se Ie volvian irreales y solo las tocab sombras que hallaba en sus esquinas 10 cobraba en crimenes. -Viene de dormir con la hermana
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Llegaron las mujeres vendiendo c cas; nosotros comemos antojitos, mie patriotas nos fusilan. Detras de los barrotes de una ven Pepe Ocampo miraba 10 que ocurna hombres se acercaron a su ba1con. -iDfgale a Isabel que estan juzga El hotelero los miro con desprec con los ojos la fachada lejana del cu ~No Ie importa la suerte de su h -Un hombre se agarro a los barr burlonamente al dueno del hotel. -iA1cahuete! -Ie gritaron muchas Al ofr los gritos ofensivos don Pep ordeno a sus sirvientes que cerraran los ba1cones. El hotel quedo aparta la calle sin presentar blanco a los gri -iVamos a subirnos a las ramas d entrar por el tejado para sacar a Isab por la vida de su hermano! -iVamos! -corearon docenas de v
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los arboles para alcanzar los tejados y entrar a del hotel; otros trataron de forzar las puertas. entonces una algarabia que corrio pOl' todo Ixt Comandancia Militar llego la orden, que nadie de desalojar la plaza. Las puertas del cuartel s y dieron paso a la caballeria. Ante el empuje tes, la gente se disperso lanzando gritos; sobre quedaron aplastados los sombreros de petate cascos de los caballos se enredaron algunos mujeres. En el espacio luminoso de una manan so del padre Beltran y sus amigos se convirtio de Nicolas Moncada. El joven nos hizo olvidar y a los otros enjuiciados. El padre, Joaquin, Ju Charito, el doctor y su mujer pasaron a la categ comparsas en la tragedia de la familia Moncad de Ixtepec se fijaron en Nicolas y sus frases y atravesaron milagrosos las paredes del curato a la plaza para correr de boca en boca. Sabia joven rehusaba la comida que Francisco Rosas del hotel para los procesados y que no acepta limpia que Ie ofrecian los militares. PorIa noc cubeta que Ie llevaba uno de sus guardianes unica camisa. -iViva Nicolas Moncada! -gritaban mis calle dos. El grito se multiplicaba ahora, como antes caba "iViva Cristo Rey!", y llegaba hasta la sala PorIa noche, acurrucado en su catre de campa 10 escuchaba melancolico mientras buscaba las gestos que emplearia al dia siguiente delante de Se sabia en un callejon cuya sola salida era la m "Nos iremos de Ixtepec, nos iremos" ... ha el y sus hermanos desde ninos. Juan era el pr habia encontrado la salida; cuando se acerco a ba tirado boca arriba mirando para siempre a l
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tcada! los gatos los hombre It.ar los tejadoS y entr In de forzar las puert ,t que corrio por todo lIego la ordeI1, que n Las puertas del cuart Iol11eria. Ante el empu lanzando gritos; so los sombreros de pet lilt se enredaron algun II) luminoso de una ma I y sus amigos se convir I, tl joven nos hizo olvi .lill)s. El padre, Joaquin, \I mLljer pasaron a la ca I Af;t'<lia de la familia Monc I Ilfl ~n Nicolas y sus frase p I)S(ls las paredes del cura )Iler de boca en boca. Sab '1l111ida que Francisco Ros I~rocesa.dos y que no ace lllllos militares. Por la n vaba unO de sus guardian
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Moncada.! -gritaban mis ca lliliplicaba ahora, como ante Rey!", y llegaba hasta la sa rucado en su catre de camp nc61ico mientras buscaba la tria al dia siguiente delante d lIej6n cuya sola salida era la e Ixtepec, nos ireII1os"... h S desde oinos. Juao era el p la salida; cuando se acerc6 iba tnirando para siempre a
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-El que deberia salvarlo es su amigo Rodol Ie siga bendiciendo las tierras que se roba... Los muchachos se echaron a relr de la vio hermana. -iTonta! Es la puerta de huida. "La puerta de huida" ahora se cerraba bru ma celda de la carcel de Ixtepec. En aquel inst arboles de su casa, creyeron que podian volv per la maldicion de Francisco Rosas y asi s Luego, pensativos, tiraron piedritas a las fil gas que huian de prisa llevando las hojas r acacias del jardin. -iSon ladronas las Franciscas! ... Y aquella ultima tarde, los tres se echaron a Nicolas bautizar a las hormigas con el nom cisco Rosas. -~Crees que salgamos con bien? -pregun de la sombra de "Cartago". -iQuitate de "Cartago", vente junto a "Ro Juan cruzando los dedos supersticioso y toca za del arbol de la victoria para ahuyentar la del arbol de su hermana. Bajo las ramas de "R ron con rencor de Ixtepec y recordaron las cara regordeta de dona Elvira: "A veces la se simples." -Si pasa algo malo, Rodolfito hara un nego profeticos. En las noches de la carcel, la tarde y sus p gaban fragmentadas. "Si pasa algo malo" ... impregnada de olores y de sensaciones de u moto. Su pasado no era ya su pasado, el Ni blaba asi era un personaje desprendido del 10 recordaba desde la celda de la carcel. No 264
te irnporta que el cura viva 0 muer
-COntestaron ellos.
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S llaches de la carcel, la tarde y sus pa fctgtnentadas. "Si pasa algo malo" ... O ~ctda de olores y de sensaciones de un ~ pasado no era ya su pasado, el Nico SI era un personaje desprendido del dttba desde la celda de la carcel. No
III
-Nadie nos instig6. Isabel,Juan y yo planeamos tamos el plan sin los consejos de nadie, por nuestra voluntad. Al oir el nombre de Isabel, dicho como si fuera dad del acusado, Corona se mordi6 los labios y se aver si Francisco Rosas estaba en la sala del jui ausencia 10 tranquiliz6. "Se burla de ellos. Abacuc va a entrar a Ixtepe dijimos convencidos de que el ejercito que esper entrada una de esas noches para salvarnos. Algun yeron leer en las palabras de Nicolas que la salvac vendria de Isabel. La joven no habia entrado al traicionarnos. Estaba alli, como la diosa vengado justicia, esperando el momento propicio. -iVa no Ie griten! iElla esta alli porque alli debe d -iDesde nina fue muy hombrecito! Y vefamos a Francisco Rosas con codicia. ÂŁ1 seg zanda la plaza a pie, ignorando a los vecinos qu unian bajo los tamarindos a dar vivas al herman querida; no asistia al juicio, se quedaba en un cuart no jugando a los naipes y conversando con alguno ayudantes mientras otros Ie traian las noticias de 10 cedia en el jurado. Cuando Ie repetian que el joven en declararse culpable, interrumpia el juego y se a nerviosamente ala ventana para mirar a los partida Moncada que llenaban la plaza. Parecfa muy abat voluntad de los hermanos 10 llevaba a un terreno q conoda: se sentia incapaz de juzgar a Nicolas y de con su hermana, pero ya era tarde para que pud tomar camino. ~Que podia hacer? Asustado, entra tarde en su habitaci6n para encontrarse con Isabel je rajo brillaba abajo de sus ojos oscuros junto al q -iApaga la luz! Su voz se habia deshabitado. Ya no encontraba
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tIle, pero Nicolas queria m
tig6. Isabel,Juan y yo plan los consejos de nadie, por
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pacio, pero llegarian. No podian abandonar tan desgraciado. iEI doctor Aristides Arrieta condenado a m 'olvimos a esperar, sin palabras y sin amena ope que tardaba tantos anos en llegar. Uoaquin Melendez condenado a muerte!" Y si Isabel nos traicionaba? .. ~y si no ll 'stros? ~y quienes eran los nuestros si era rfanos a quien nadie oia? Habiamos vivido la espera que ya no teniamos otra memoria iNicolas Moncada condenado a muerte!" Tambien Nicolas debia morir? Nos volvim "1'1 ventanas del HotelJardin, inmovil y ajeno Illreeia muy lejano con sus muros rosa y sus re â&#x20AC;˘:, It un extrano adentro de las calles de Ixtepec. I 'Ill) que se habia convertido en enemigo y su pr u Ilil agravio a nuestras penas. Adentro estaba I ~, Cltlranjera. Las mujeres se pusieron a llorar; lo :0) con las manos en los bolsillos, dieron patadas ~ Ynliraron al cielo para disimular su congoja. "iRosario Cuellar, cinco.anos de carcel!" "iCarmen B. de Arrieta, libre bajo fianza!" "Ullan Carino, libre por no gozar de sus facu 'fodo habia terminado de acuerdo con la v ¡zollos extranjeros y nosotros no nos ibamos de la ~u~ guiarnos esperando. . El sol se incendio detras de mis montes y los p cviv'v1Ven en los tamarindos comenzaron su algara ~rll)a. En cualquier dia de mi pasado 0 de mi futu ~&Jhay las mismas luces, los mismos pajaros y la 0Aiio s van y anos vienen y yo, Ixtepec, siempre e los militares salieron del curato, sacaron in .1U~US panuelos, se limpiaron el sudor y se fueron 'MI'lI hotel. ~A quien Ie importaba nuestra ira 0 n ,â&#x20AC;˘.h~ritnas? No a ellos que se movian tan apacibl ia~68
suelo que empezaba a volverse ligeramente estaba dicho. En su cuarto Francisco Rosas con el torso conoda frente al espejo. Una cara extrana 10 el fondo del azogue. El general paso la bro sobre la superficie del espejo para partir en que tenia frente a si, pero el rostro, en lugar y desaparecer como se descompone y desa tro reflejado en el agua, siguio mirandolo espejo Ie devolvia una imagen desconocida sus ojos amarillos eran manchas de aceite q desde un mundo vegetal; la luz de la lampa gir de un rincon sombrio en cuyo fondo bril la cal. Se enjabono nerviosamente las mejill zar la cara que 10 miraba y puso un interes afeitarse. Desde la cama, Isabel medio desnuda 10 -2Por que te levantas tan temprano? Se sobresalto. Las palabras de ia joven mundo cadaverico del espejo. Se corto ella la espuma del jabon se volvio rosada como l helado de fresa. La cara grotesca del espejo -iQue preguntas haces! -contesto furios -2Es cierto 10 que va a suceder? Las palabras de Isabel entraron al espejo -Va 10 sabes... Ya 10 sabias -respondio brutalidad. Isabel guardo silencio. Rosas se volvio al e minar de afeitarse, luego se vistio muy desp corbata con esmero, eligio dos panuelos q en agua de colonia y se los guardo preocup sillo de atnis del pantalon. La joven, fascina movimientos. La sombra alta de Francisc 270
Icion. La plaza estaba 6viles, la gente callab volverse ligeramente
w Rosas con el torso d o. Una cara extrana 10 ':1 general paso la broc espejo para partir en d to el rostra, en lugar d descompone y desap lla, sigui6 minindolo imagen desconocida Ilmanchas de aceite qu 'Htlal; la luz de la lampara I/wio en cuya fondo briIIa Illl'l viosamente las mejiIIas tll.lba y pusa un interes m
allel media desnuda 10 ve n1as tan temprano? ,~S Palabras de ia joven 10 del espejo. Se corto el labi I sc Volvio rasada como la c ,a ~ara grotesca del espejo 10 a..S haces! -cantesto furioso.
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Isabel entraron al espejo com Yet 10 sabias -respondio el h
lencio. Rosas se volvio al espe Ju.ego se visti6 muy despacio to, eligio dos paiiuelos que <t y se los guardo preocupad 'l.J1 tal ol1 . La joven, fascinada, ~ombra alta de Francisco Ro I
I !
III
por los hombros. -Isabel, oyeme, si, sabia que tu herma muerto... La muchacha 10 miro. Tiritaba como si frio. -Si 10 sabia -insistio Rosas. -Por eso me llamaste. Siempre supe qu -Yo no -dijo el, desalentado. Solto a la gio en un rincon del cuarto. De espaldas Ie to del furor de Isabel que abria los cajones y revolvia la ropa, lanzando las camisas, lo corbatas al suelo mientras buscaba algo sin -~Que buscas? -pregunto asustado. -No se ... No se 10 que busco -dijo ella en la mano y dandose cuenta de que no bu El general se acerco a ella, Ie quito el fra y luego 10 dejo caer al suelo. -No busques, no hay nada... Todavia no no hay absolutamente nada. -~Nada?
-Nada -repitio Francisco Rosas, seguro cion. -Nada -repitio Isabel, mirando su traj abrochar. El general se sintio aliviado. "Nada son cu significan nada", y la nada era estar fuera de esa vida, era no volver a caminar el mis tantos aiios: el sosiego. -Pues dame a Nicolas... -Me 10 hubieras pedido antes -gimio do que todavia habia algo y que el seguiri dia en dia como una piedra lanzada en un fondo. -Antes. .. -repitio abrazandose a Isab 272
I;U'~f~ la entrada y cerr6 la puerta. Isab
.Il~ traje rajo y empez6 a vestirse. El ge ,-,' Qombros. s:l\llel, 6yem e, si, sabia que tu hermano ,
tcP路..
rjfl~chacha 10 mir6. Tiritaba como si tu
no sale. Vaya a llamarlo, Pardinas, se esta -dijo Justo Corona mirando su reloj puls lampara. Pardinas se acerc6 a la puerta del cuar m6 con energia; Ie lleg6 la voz constern coronel. -<Quien? -Mi teniente coronel, ya son las cuatro - Ya voy -respondi6 Cruz. Adentro, Rafaela y Rosa rezaban en vo pie frente a elIas, vestido y afeitado, tratab perd6n. -<Que quieren que haga? No me puedo denes. " ~Quieren que me fusilen a m!? O que quieren? .. lSi, quieren verme tirado a balazos! ~Y para eso me fingieron afecto han querido es verme muerto. INinas, 6ig hombre que ama a la vida. Soy muy distin ~Para que sirve un cura? No ama a las mu Para el es igual morir que vivir... y ahora se va al cielo. .. En cambio yo no gozo de otro cielo que el que ustedes me regalan. Las hermanas, arrodilladas, continuar -Esta bien, me voy... -dijo Cruz acerc ta. Esper6 unos instantes y al ver que sus biaban de actitud, dio un punetazo en el -IQuieren verme batido en mi propia 10 van a lograr! -y sali6 dando un portaz
XIII
Una raya naranja finisima se levant6 del h
Illlev.ron las gem rdin"s, se esta 10 SU I'eloj pulse
I.. Iluert~ del cuarto I~ vo? consternad
I, y.l Son .Ias cuatro d CrIll.
los.. rezahan en voz 10 y 'Ifeitado, trataba
Itaga? No me puedo 0 me [usilen a mR Oi lileren verme tirado, d Ihe fingieron afecto? S tnuerta. INiiias, 6igan f~ Vida. Soy muy distinto -e ~l fa! No ama a las mujere J I~ : qUe vivir... yahora qu â&#x20AC;˘ ~IC Illllbio yo no gozo de o Itr(jUS.tedes me regalan... 8' my. dllla~~s, continuar~n '. -<iDa Cruz acercand IliUlt ir! dio es y al ver que sus am dl eb ll~ punetazo en el mu '~5aIttldo en mi propia san 0 dando un portazo.
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y hasta el aire cobraban cuerpo. Sintio que llevaba sobre los hombros todo e mundo y una fatiga muy antigua Ie volvio inter distancia del hotel al curato. Cuando Rosas atraveso las vallas de soldados ban ala Comandancia Militar, algunos grupos d y hombres vengativos se acercaron a los balco bel para llamarla por su nombre, gritarle hija injuriarla; con voces cargadas de ira Ie relatab sucedia en la calle. -iVa llegaron al curato! Y golpearon a las maderas del balcon, pero permanecio cerrado a las palabras de Ixtepec. En la Comandancia Militar Francisco Rosas e propia voz dando ordenes absurdas. En el prim a cargo del capitan Flores irian el padre Beltran Arrieta. Flores dio un paso al frente y se cuad jefe. -Lleve doble escolta -agregolaconico Franci En el segundo peloton, a cargo del capitan irian Nicolas Moncada y don Joaquin. Julio Pard sin pestaiiear al general. "ICaray, a mi me toco disgustado y trato de no dejar traslucir su con Rosas 10 llamo aparte. -Procure que cuando lleguemos al cemente cada ya no ande por ahi. .. El capitan 10 miro sin entender sus deseos, p recio mas prudente no hacer ninguna pregunta -Antes de cruzar el rio disperse a los curiosos al grueso de la escolta -agrego Rosas sin camb de voz. No Ie gustaba dar explicaciones a sus su -Pero... -empezo Pardiiias. -No hay pero, capitan. El teniente coronel Ie a otro prisionero. 276
I\pret6 el paso. por pnmera vez avanzaba iliferente; el humO s~nabia dLsipado, y los a r hasta el aire cot>.-abm cuerpo.
Sinti6 que llevaba.lObre lOs hombros t ItlUndo y una fatig a lliuy antiJg ua Ie volvi6 distancia del hotel aj curato.
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Francisco Rosas 10 interrumpio con vio -iNo importa quien sea! Que se prepa mer peloton y diez minutos despues sal presos -agrego mirando con disgusto al c Los corredores y el patio de naranjos se y venidas, de ordenes perentorias, de voce muerte de los demas es un rito que exig absoluta. EI prestigio de la autoridad resid en el despliegue de fuerzas inutiles. Hasta soldados llevaba ese dia un rostro solem ble. Inmoviles, con los rifles en alto y la b esperaban la entrega de los presos. EI ge Rosas salio de la Comandancia Militar seg po reducido de ayudantes. A caballo se camposanto. La gente 10 vio irse y se pa boca en boca, de calle en calle. -IVa salio Rosas al cementerio! -grita los balcones de Isabel. La joven no oyo lo nian de la calle. Inm<?vil, avanzaba en unes las noches y los dias eran ilusorios. Fuera espaldas ala luz, se descomponia en otras ban formas inesperadas. EI cuarto del Ho objetos que 10 amueblaban pertenedan a cual habia salido sin cambiar de postura. monios de un pasado abolido. Lo unico futuro fuera del tiempo en el cual avanza de un previsto final. Las voces callejeras nadas en las habitaciones de las otras que expulsada por los gritos, se precipito al c contro con Luisa que se dirigia al cuarto Sentadas en el suelo, las hermanas vieron a sus amigas. Luisa se dejo caer en la ca se paso la mana por los cabellos opacos ojos estaba sucio como el azul de su bata 278
tonces, aos milagros no existfan? ~Sus rezos hab ineficaces? .. "Tal vez todavfa llueva fuego antes suenen los disparos... " -Me quiero ir con mi papa... -gimi6 Antonia -~Y la otra? -Esta encerrada. -iPobre Isabel! -grit6 la costena Antonia. -~Pobre? Que se largue, el no la quiere. -~Y por que se la hajo? -preguntaron inocen las gemelas. -iPor hacer el mal!. .. Es malo... iMalo! -grit nia posefda por una rabia subita. -Es cierto, por hacer el mal. .. -iMalo! Somos iguales a el y esta noche la vid zara como antes -sentenci6 Luisa. - Te equivocas, nunca sera como antes -Ie res Rafaela. XIV
En el patio de la Comandancia Militar colocab presos. EI primer pelot6n se organiz6 para salir a EI padre Beltran vestido con la levita y el pantal6n de Juan Carino, ocup6 su lugar entre los soldad sargento Ie at6 las manos a la espalda; el sacerdote hacer en silencio. Sucio y demacrado el doctor mir6las manos del padre que empezaron a tomar u rojo oscuro. EI mismo sargento se acerc6 a el y con Ie at6 las manos y 10 coloc6 allado del sacerdote. Justo Corona grit6 unas 6rdenes incomprensib retumbaron en el patio y el primer pelot6n se marcha, pas6 bajo los naranjos y sali6 a la calle todavfa muy suaves. Lo recibimos en silencio. "Y
tares que marchaban mon6tonassobre el empedrad la plaza. Giraron ala izquierda y bajaron por la calle del Cor buscando el camino mas corto al cementerio. Los arb estaban graves con las ramas quietas. Poco a poco las v se fueron levantando: "iYa se llevaron al padre y al doctor!"
Luisa acarici6 la medalla que llevaba colgada al pe Era un gesto inutil: la medalla no la apartaria de la no inmediata que estaba yaadentr9 del hot~l. -iLimpiame las botas! Se salpicaron con la sangre cura. Y Luisa obedeci6 sin titubear la orden de su am y limpi6 las botas de Flores hasta dejarlas pulidas c espejos. Aceptaria siempre la abyecci6n en la que h caido. "~adie cae; este presente es mi pasado y mi ro; es yo misma; soy siempre el mismo instante." Vol acariciar la medalla del Divino Rostro y la dej6 desliz sobre su pecho. Alli estaba desde el dia de su primer muni6n, tan igual al dia de hoy que Ie pareci6 que e mismo. Cuando el primer pelot6n bajaba la calle del Cor apareci6 a caballo el coronel Justo Corona seguido d grupo de jinetes. EI coronel trataba de parecer indiferente, pero s ra contraida y la rigidez de sus hombros denunciaba emoci6n. Era ya tarde para que trataramos de liberar condenados y sin embargo Justo Corona marchaba a y miraba de soslayo los balcones entreabiertos y los vis descorridos para dar un adi6s mudo a las victimas. D minutos despues el segundo pelot6n conduciendo a 280
pareda preocupado por guardar el paso, como si n siera quedar mal en su ultimo paseo por lxtepec. T cara cansada, pero se hubiera dicho que la carcel bfa rejuvenecido; un gesto infantil presidia sus adem Al salir a la calle con las manos atadas a la espald colas nos mir6 con una amplia mirada circular, mi asombro, mitad de alegrfa; luego levant6 los ojos ya llevando el paso. -iAdi6s Nicolas! -gritaban desde los balcones a del joven que caminaba en mangas de camisa. Los a 10 sacaban de su asombro; sobresaltado se volvia y re sonrisas relampagueantes. Al pasar frente a la casa d Matilde baj6los ojos; allf se quedaban para siempre e hermanos jugando en "Inglaterra". Record6 sus bo verdes y sus cazadores de chaquetilla roja. "Seguir verdes en esta manana de sequfa"; Ie llegaron las pa del teatro confundidas en las voces de Hurtado y de s6lo su hermana vivfa fuera de su memoria, cogida y de noche de su mano. "iNo se puede quedar aqu Abajo, mirandolos, estaban su madre y su tia senta dos sillas iguales; su padre muy lejos detenfa los rel a pesar de su gesto los minutos avanzaban veloces camino que llevaba hacia el cementerio: "Nos irem Ixtepec... " Don Joaquin no quiso ver las ventanas cerradas casa, "allf vivf"; todo era un sueno, un hermoso sue ciplinado en donde cada frasco y cada gesto vivia a de un minuto exacto. El desorden de esa manana b6, y se volvi6 a ver a su sobrino que tambien 10 m iQue extrano que los dos murieran ala misma hora tiempos eran diferentes! Era mejor no decirse nada La manana avanzaba tenue. Las vacas que a esa h Han al campo se cruzaban con los condenados. Los
que alguien se ocupe de ellos!", y los vio buscar en la suras algo que lIevarse a la boca. En las casas nadie h encendido fuego. Las gentes miraban el cortejo; alg mujeres seguian al peloton que lIevaba a Nicolas; o mas adelante, acompafiaban desde lejos al padre y al tor. La casa de los Moncada estaba tan silenciosa com yeo ahora desde esta altura; sus ventanas estaban ya c das guardando para siempre el aire extrafio de la ma de los fusilamientos. Nicolas y su tio lIegaron a las orillas de Ixtepec y el tan Pardifias disperso a las mujeres que seguian al cor Solo los militares y los presos tomaron el camino del posanto. Por esos parajesJulio Pardifias debia proteger la fu Nicolas Moncada; de cuando en cuando el militar se v a mirar al joven que ajeno a su proxima libertad cam ba seguro de su muerte. Debajo de un piru espera asistente de Cruz con el prisionero de la carcel munic Desde lejos, Pardifias vio a los dos hombres fumando las ramas del arbol. Del otro lado del rio, a unos ci de metros, se dibujaban las bardas blancas del cem rio; detras, en la colina, brillaban las cruces minuscu azules sobre la tierra amarilla. "jAhi va Nicolas!" El grito devolvi6 su forma a las sombras en las q desintegraba Isabel. La joven se pusa de pie y se ac a la ventana para oir mejor los rumores que llegaba la plaza. EI mismo grito se empefi6 en repetirse y en sobre ella como una lluvia de piedras. No entendia. "iYa se lIevaron a Nicolas al camposanto!" Una voz extrafia pegada a las rendijas de la persia entr6 en los oidos como si quisiera confiarle un se grave. Se alej6 de la ventana y desconoci6 otra vez el c 282
-iVe a pedir la vida de tu hermano! -ordeno Rafae Vnas mujeres de ojos de piedra la miraban. Isabel contesto; nunca las habia conocido. Recordo unas s natas y unas jovenes girando en la musica como colas cometas. Ella no habfa entrado en ese estruendo de alh y platillos. La desconocida se acerco, Ie abrocho el ves y busco sus zapatos extraviados entre las ropas tiradas el suelo. . -Rosa, ve a buscar a Gregoria. Rosa salio en busca de la vieja. Los ojos de las muje esperaron fijos, fuera del tiempo, como las manecillas reloj detenidas por la mana de Felix. Entrola criada. -Acompafla a Isabel al camposanto para que pida la vida de su hermano. -Me la prometio -recordo Isabel. -iTe engaflo! La tomaron del brazo y la pusieron frente al por cerrado del hotel. Las mujeres discutieron con don P Ocampo, levantaron los cerrojos, abrieron las puertas empujaron a la calle. Se encontro en la plaza rodeada un gentio oscuro que se movia como un animal infor Gregoria la cogio de la mano. "짜a se llevaron a tu her no al camposanto", Ie dijeron las bocas acercandose ha humedecerle el rostro con saliva. "Hija ingrata, tus pad estin llorando su desgracia." Y los ojos oscuros brilla un instante cerca de los suyos iluminados con la luz los sueflos. No podia avanzar: giraba sobre si misma mo en aquella noche, dentro de la iglesia, en que busc Francisco Rosas y se separo de los suyos. -Abran paso... Mecida por el odio, Isabel perdia el rumbo y los minu se hundian en el ir y venir de los pasos y las voces. -Abran paso... -suplicaba Gregoria.
-iAnimas que lleguemos, nina! Delante de elIas la calle bajaba rapida hasta la sal pueblo. La luz del amanecer la afilaba convirtiend una espada estrecha. Se echaron a correr y sus pa repitieron sobre las piedras y los contrafuertes co mil carreras las fueran persiguiendo. Los vecinos de los visillos sonreian. "Es la nina Isabel, pobrecita piro Castulo que espiaba desde el tejado de la casa tia Matilde. S610 Castulo deseaba que Isabel obtuv vida de su hermano, Ixtepec entero queria que expi pecados. Llegaron al rio. En octubre la corriente va muy la hermana de Nicolas 10 vadeo a pie y salio al otr con el traje rojo chorreando agua. Gregoria, empa vio como el rio se llevo su rebozo. -No Hore nina, Dios nos hara Hegar a tiempo... En el camposantofusilaban. El general de pie j unas tumbas, muy cerca de las fosas abiertas, prese las muertes. El capitan Flores se acerco a dar el tiro de gracia dre Beltran y la sangre corri6 presurosa sobre el duro de la camisa de Juan Carino. La primera luz manana ilumino la cara del sacerdote que se habi dado extranamente fija. 'jovencitos, ustedes no tie razon; por eso cometen crimenes... " Las palabras nor presidente estaban vivas en la levita ensangre Flores trato de no mirarla. "iCuanta confusion! ~P esa cara extrana debia morir con las palabras y el tr â&#x20AC;˘ ;> " su amIgo.... Don Joaquin con los ojos bajos, miraba sus zapat se hundian en la tierra removida que pronto caeria su cuerpo. "Que raro estar abajo; yo siempre la he nado por encima." ~Por que iban a esconderlo a de 284
pie y calzado con los zapatos negros de'la fiesta. " no me desvisto ... ", se dijo asombrado. En ese d un desacuerdo entre las horas y los hechos. "Esta para mi esposa", dijo una voz conocida, y la frase s rebotando de tumba en tumba, llenando la manan voz de Arlstides Arrieta. Las palabras enmudecie una descarga mas sonora que la anterior. Donjoa que sus zapatos se hundian un poco mas en la t aquella ceremonia y que la luz avanzaba suaveme iluminar el final de la fiesta mas lucida de Ixtepe -iMi general, yo no soy invitado! iYo solo soy c El orden de la fiesta de dona Carmen se rom las palabras intrusas del desconocido, que junto abierta para Nicolas Moncada proclamaba su ca no invitado. Una descarga y un tiro de gracia cal protestas del intruso. El orden se restablecio y don supo que habia llegado su turno y que el porton d de su amiga se cerraria para siempre sobre el. "iO en el cielo acepten a los animales!", y recorda suerte de los perros callejeros de Ixtepec. "~Quien los recogera ahora?" Y penso intensam el cielo, tratando de imaginar los rostros de los ang verla en unos segundos mas. Pero no tuvo tiempo entre la tierra ensangrentada sus ojos estaban to busca del rostro de los angeles protectores de lo cuando Pardinas vino a darle el tiro de gracia. Despues se produjo un silencio asombroso. El santo olia a polvora, los militares callaban delan muertos que se desangraban en abundancia y con su sangre la armonia de las cruces azules y d sas blancas. Las cabezas y los pechos rotos vivian intensa y desordenada y el cementerio azul y bl recia reprocharles su presencia. Los militares se incomodos. ~Para que habian matado a aquellas
oy6 la descarga. Fascinados, los oficiales miraron la Nicolas, tirada en la manana, llenandos una carrera y detras de unas tumbas a del teniente coronel Cruz. Venia sudan -No se dej6 conducir, mi general. . toda carrera agarr6 este camino -dijo e los ojos del cuerpo de Nicolas. Francisco Rosas dio un punetazo a u piedra y sin decir una palabra se mord -Yo digo que no Ie gustaria la vida.. bre, asustado por la c6lera del general. -iAl que no Ie gusta es a ti, hijo d grit6 Cruz enfurecido. Francisco Rosas se mir6 la mana sor que Ie produjo el golpe. Pens6 que iba golpear la cruz de piedra con mas fuerz vidaron a los muertos para mirar iracun habia dejado escapar a Nicolas. Rosas tes al joven tirado entre la tierra y lueg 286
solo, dejado de la suerte. Se sintio muy desgraciad so con rencor en Nicolas que con los ojos vidrios muerte miraba su derrota. Los Moncada Ie ensen mundo de la compania y cuando entraba en el,co se 10 arrebataban para dejarlo otra vez solo, entre la nada de sus dias. Lo habian enganado y el habia limpio. "Nunca mas perdonare a nadie", se dijo d recordo las palabras enganosas de Isabel y la car llosa de su hermano. Pero algo se habia rota en el que en adelante sus borracheras solo serian de alc Su carrera de general mexicano acababa de ah en la sangre de un jovencito de veinte anos. mn qu Nicolas? En algo que el habia entrevisto esa man vida entera se precipito sobre las tumbas silenci Ixtepec; una sucesion de gritos y descargas 10 dej lizado; Isabel y Julia se rompieron en el estrepito fusilamientos, sus noches de la sierra y sus dias d nicion saltaron hechos pedazos. Se vio de pie, sin en ese camposanto oloroso a polvora, oyendo a un que cantaba sobre una de las tumbas. Habia cinco m tirados a sus pies, y Nicolas miraba sus espaldas. " ra que, Francisco Rosas?", se dijo con miedo de a llorar delante de sus subordinados que guardaba cio respetuosamente y miraban el suelo. Pero Fr Rosas, que no queria la compasion de nadie, se andar por el caminillo del cementerio. Nunca pen la muerte de ese mocoso 10 afectaria de esa maner "iServia para mas... que lastima!", y quiso huir d posanto en donde tambien el acababa de morir. Se vo para no correr. "Lo peor es el cuatrero", se di olvidar los ojos de Nicolas. Nunca mas podria ver de nuevo los ojos de Is "Yo no soy invitado, mi general. .. " ~Y a el quien 1 invitado a Ixtepec? Tambien el era un fusilado de
de la tierra llena de luces y de olores, ajena a sus El coronel Justo Corona a galope tendido 10 segu de lejos Isabel y Gregoria los vieron pasar. La jove con los ojos al caballo de su amante corriendo ba dorada de octubre. -Va huyendo -y se dejo caer sobre una piedra. conocida del Hotel Jardin que Ie habia abrochado tenia razon: la habia enganado. -Si nina, va huyendo. .. Gregoria se acomodo Isabel y lloro con la dulzura de los que conocen l cha y la aceptan. Se ensimismo en sus lagrimas, sin Isabel, perdida en una soledad sin llanto. No solo a los Moncada: una desdicha encadenaba a otr cha, y pocas veces Gregoria tenia tiempo de recor llorarlas. XV
El sol se levanto con fuerza y el campo se lleno de c cigarras y zumbidos de viboras. Ya tarde, despue terrar a los fusilados, los soldados regresaron al En el camino hallaron a las dos mujeres sentada piedras y al reconocer a Isabel se alejaron de pri goria fue en su busca. Queria saber 10 que habia s en el cementerio. Volvio con Isabel y la joven Ie miedo: se vela muy extrana vestida con su traje rojo sentada en la mitad del campo. Nose atrev cirle 10 que Ie habfan contado los soldados. La mi rato. ~En que pensaba esa ultima invitada de la f Ixtepec, cubierta de sedas rojas? De la noche ilu con luces de bengala solo quedaba el traje rajo se al sol sobre las piedras.
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Isabel no contesta. Gregoria inquieta, Ie toca la queria romper el hechizo de esa manana, igual en cia a todas las mananas. -Es un pecado, nina. - Y Gregoria mira hacia posanto en donde estabanJuan y Nicolas. -Nina, usted ya no tiene casa... Ninguna palabra podia conmover a Isabel; esta moniada. - Tampoco puede volver al hotel. .. La vieja tuvo la impresian de que Isabel no la o querfa levantarse e irse de ese lugar que la ensord su silencio. -Vamos al santuario, nina; alli la Virgen Ie sa cuerpo a Rosas. S~....alabras giraron en el mundo sin ruidos d El futuro no existia y el pasado desaparecia poco Mira al cielo fijo y al campo imperturbable e iden mismo: redondo, limitado por montanas tan perm como ese dia redondo, limitado por dos noches Isabel estaba en el centro del dia como una roca en del campo. De su corazan brotaban piedras que por su cuerpo y 10 volvian inamovible. "iA las est marfil, una, dos, tres... !" La frase del juego in llegaba sonora y repetida como una campana. E hermanos se quedaban fijos al decirla, hasta que a quien habian senalado en secreto pasaba por tocaba y rompia el encantamiento. Ahora nadie a desencantarla; sus hermanos tambien estaban fi siempre. "iA las estatuas de marfil, una, dos tres. palabras magicas se repetian una y otra vez y el dia estaba fijo como una estatua de luz. Gregoria Ie desde un mundo ligero y mavil que ella ya no co La mira sin pestanear. -Vamos, nina. La vieja se puso de pie y cogia a Isabel por e
Sclntuario en el que ahora me encuentro y desde el cua contemplo. Desde aquf las yeo rodeando al pueblo, Gregoria no quiso atravesarlo: Ie dio miedo que vi a Isabel y que Isabel los viera. Y me fueron rodea caminando por las faldas de los cerros que me guar A eso de las cinco de la tarde se sentaron debajo de un p el calor las hizo buscar su sombra. Gregoria recorda cerca de allf vivfa Enedino Montiel Barona, el mas s yel mas cortes de mis vecinos. Ahora su choza ya so un monton de piedras y hace ya mucho que murieron palomas y que Gregoria dejo a Isabel debajo del pin! ir a pedirle un socorro. Enedino, como buen pobr dio 10 que tenfa: un atado de tortillas, un poco de sal guaje de agua fresca. Isabel bebio el agua y Gregoria r de sallas tortillas y las comio con sabiduria. A esas h nadie habfa preguntado por ellas. En Ixtepec el dfa pa agobiado de desdichas y cada uno se inclinaba sob mismo esperando el final de aquellas horas que pare no querer irse de mis esquinas. ~Y la Virgen podra borrar esta manana? -Con el favor de Dios, pero no hay que pensar ni un en Francisco Rosas, nina. Hay que ir con el pensami ocupado en la Virgen, y cuando lleguemos a sus pies se acordara de nosotros y al bajar la cuesta ese hom se habra ido para siempre de sus pensamientos; al sujetara la Virgen con sus propias manos. Isabella escucho con atencion y observo como mas ba su tortilla. El nombre de Rosas Ie era apenas fami su pasado hufa de su memoria; solo quedaba esa man formada por coincidencias asombrosas y reducida a goria comiendo su tortilla. Se levantaron y continuaron su camino. Como a las te de la noche las dos venfan subiendo la cuesta que a miro, Gregoria rezaba en voz muy alta y de pronto palabras tomaron formas de conos azules, lagartijas 290
me engan6." Dijo Gregoria que la nina Isabel se volvi ojos espantados. Llevaba sangre en las r rojo desgarrado y polvo gris en los rizos.路 hundiendo y su ultimo resplandor naran sombrfos a la seda roja. La joven se puso correr cuesta abajo. -iAunque Dios me condene quiero ver sas otra vez! Su voz sacudi6 la colina y lleg6 hasta Ixtepec. De sus ojos salieron rayos y una rizos negros Ie cubri6 el cuerpo y se levan de polvo que volvi6 invisible la mata de pelo para encontrar a su amante, Isabel Monc Despues de mucho buscarla, Gregoria la h abajo, convertida en una piedra, y aterra Algo Ie decfa que la nina Isabel no queria muy sembrada en el general Francisco Ros acerc6 a la piedra maldita y se dirigi6 aD misericordia. Toda la noche la pas6 Gregor la piedra cuesta arriba para dejarla a los pi allado de los otros pecadores que aqui yac subi6 como testimonio de que el hombre am Despues baj6 a Ixtepec a contar 10 sucedid Pasada la medianoche Juan Carino sali cruz6 el pueblo. No quiso aceptar la liber que nadie caminaba mis calles. No querfa vistiendo la sotana; Ie parecia una ofensa gos muertos. Los golpes del aldab6n sob cuscas. Ya habfan olvidado su existencia y guntaron detras de la puerta: -2Quien es? -Uno que fue -respondi6 elloco acept ci6n futura de fantasma.
Pasaron las semanas y los meses, y comoJuan Carino no tros nunca mas volvimos a ser nosotros mismos. Tamb Francisco Rosas deja de ser 10 que habia sido; borrach sin afeitar, ya no buscaba a nadie. Una tarde se fue en tren militar con sus soldados y sus ayudantes y nunca m supimos de eI. Vinieron otros militares a regalarle tier a Rodolfito y a repetir los ahorcados en un silencio d rente y en las ramas de los mismos arboles, pero nad nunca mas, invento una fiesta para rescatar fusilados veces los fuerenos no entienden mi cansancio ni mi pO tal vez porque ya no queda nadie para nombrar a los M cada. Aqui sigue la piedra, memoria de mis duelos y fi de la fiesta de Carmen B. de Arrieta. Gregoria Ie p una inscripcion que ahora leo. Sus palabras son cohe apagados. "Soy Isabel Moncada, nacida de Martin Moncada y Ana Cuetara de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el mero de diciembre de 1907. En piedra me convert cinco de octubre de 1927 delante de los ojos espanta de Gregoria Juarez. Cause la desdicha de mis padres muerte de mis hermanos Juan y Nicolas. Cuando ven pedirle a la Virgen que me curara del amor que tengo p el general Francisco Rosas que mato a mis hermanos, arrepenti y preferi el amor del hombre que me perdi perdio a mi familia. Aqui estare con mi amor a solas co recuerdo del porvenir por los siglos de los siglos."
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PRIMERA PARTE
I. Aqul estoy, sentado sobre esta piedra apa II. Cuando el general Francisco Rosas lleg6, III. -No se que hacer con ustedes ..., 19
IV. Recuerdo la partida de Juan y Nicolas, 25 V. Todos los dlas, 35
VI. U~a tarde, un forastero, 38
VII. EI forastero, que ignoraba esta vida, 49
VIII. ~Cual fue la lengua, 75
IX. Pasaron unos dlas, 92
X. "Va a pasar algo", 99
XI. EI dla amaneci6 radiante y nuevo, 114
XII. EI encantamiento se rompi6, 121
XIII. Desde aqul yeo la casa de Gregoria, 127
XIV. Julia no volvi6 al hotel, 136
SECUNDA PARTE
I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. XI.
Despues volvl al silencio, 149
Cala la tarde, 157
Por la manana dos 'noticias rodaron, 170
A las seis de una tarde morada, 184
Desde su balc6n Francisco Rosas, 191
Tambien yo me sorprendl del entusiasm La noche de la fiesta de dona Carmen, 2 -iLes juro que yo no voy a la fiesta!, 229
-iMartln, quiero saber que fue de mis hi Por la tarde se abrieron los comercios, 24 ~De d6nde llegan las fechas y a d6nde va
XII. XIII. XIV. XV. XVI.
El 5 de octubre se dijo en Ixtepec, 267
Una raya naranja finfsima, 274
En el patio de la Comandancia, 279
El sol se levant6 con fuerza, 288
Pasaron las semanas, 292
Hecho en Mexico / Printed in M