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ME LLAMO...
Me llamo... Miguel de Cervantes
Me llamo... Miguel de Cervantes
«Viví con gran pasión las aventuras que me deparó el destino, y que me dieron la experiencia y el material que alimentaron mis libros, de modo especial El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.»
A partir de 9 años
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Escribí el más famoso de los libros de la caballería andante
Antonio Tello Òscar Julve ISBN 978-84-342-2761-3
Otros títulos Marco Polo Leonardo da Vinci Albert Einstein Saint-Exupéry Gandhi Alejandro Magno Vincent van Gogh Julio Verne Mozart Cleopatra Picasso Shakespeare Marie Curie Charles Chaplin Teresa de Calcuta Charles Darwin John Lennon
Miguel de Cervantes
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Proyecto y realización Parramón Ediciones, S.A. Dirección editorial Lluís Borràs Ayudante de edición Cristina Vilella Texto Antonio Tello Ilustraciones Òscar Julve Diseño gráfico y maquetación Zink Comunicació S.L. Dirección de producción Rafael Marfil Producción Manel Sánchez Cuarta edición: marzo 2007 Miguel de Cervantes ISBN: 978-84-342-2761-3 Depósito legal: B-13.484-2007 Impreso en España © Parramón Ediciones, S.A. – 2005 Ronda de Sant Pere, 5, 4ª planta 08010 Barcelona (España) Empresa del Grupo Editorial Norma de Amééé rica Latina www.parramon.com Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, la reprografía, el microfilm, el tratamiento informático, o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial.
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Hola... Nací a mediados del siglo XVI, en una época en que Europa vivía una gran transformación en todos los órdenes de la vida. Fue ésta la época de los grandes viajes que culminaron con el descubrimiento de un nuevo y fabuloso continente: América. Una hazaña que cambió la idea que hasta entonces teníamos del mundo, pues supimos entonces de la redondez del planeta, de los muchos territorios que podíamos explorar y de las muchas gentes y culturas que podíamos conocer. Asimismo, la popularización de la imprenta favoreció la difusión de los libros, y con ellos la lectura y los estudios. El deseo de saber y conocer era como una fiebre benéfica que nos llegaba a todos. Yo no escapé a este impulso y leí y viví con gran pasión las aventuras que me deparó el destino. Fueron muchos los acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna que me dieron la experiencia y el material que alimentaron mis libros, de modo especial El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
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18 / Me llamo...
Cómo quedé manco en la batalla de Lepanto Después de despedirme del joven monseñor y agradecerle su amparo, abandoné la grandiosa Roma tomando el camino de Nápoles. En esta ciudad se concentraba la poderosa armada con la que, al mando de don Juan de Austria, la cristiandad iba a darle la gran batalla al turco. Entre las muchas naves cristianas que llegaban al puerto napolitano, el 9 de agosto de 1571 lo hicieron, procedentes de Barcelona, las del tercio de don Miguel de Moncada. En ellas venía mi hermano Rodrigo y junto a él me enrolé en la compañía de don Diego de Urbina. Como no tenía buenas artes con la pica, lo hice como arcabucero (el arcabuz era una especie de fusil primitivo), con ánimo de dar guerra al turco, cuya flota amenazaba todo el Mediterráneo. La galera Marquesa,
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Miguel de Cervantes / 19 en la que iba embarcado, salió de Nápoles, pasó por Messina y Corfú y, por el canal de Cefalonia, entró en el golfo de Lepanto. Aquí tuvo lugar la gran batalla, el 9 de octubre de 1571, día que, en opinión del Cautivo, personaje del Quijote, «fue para la cristiandad tan dichoso, porque en él se desengañó el mundo y todas las naciones del error en que estaban, creyendo que los turcos eran invencibles por la mar...». Este día precisamente desperté muy enfermo y con mucha fiebre. Compañeros y el mismo capitán don Diego de Urbina insistieron en que, como no estaba en condiciones de luchar, me protegiese bajo la cubierta de la galera. Pero yo no estaba dispuesto a perderme la batalla. Así que, enojado, les dije: «Señores, en todas las ocasiones que hasta hoy se han ofrecido de guerra a Su Majestad, y se me ha mandado, he servido muy bien, como buen soldado; y ansí agora no haré menos, aunque esté enfermo y con calentura; más vale pelear en servicio de Dios y Su Majestad, y morir por ellos que bajarme so cubierta». En resolución, ante mi reacción y a pedido mío, el capitán me mandó a un bote con otros once soldados y bajé a luchar. Tomé bien en la memoria los adversos sucesos: explosiones, gritos de furia y dolor, olor a pólvora y a sangre. Todo era confusión sobre las aguas.
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Que habla de mi boda con una moza de Esquivias Los tratos amorosos con Ana Franca duraron algunos años. De esta relación, en 1584, nació una niña a la que reconocí y bautizamos con el nombre de Isabel de Saavedra. Este mismo año, el librero Blas de Robles me pagó una suma de dinero para publicar La Galatea, cosa que hizo al año siguiente el impresor Juan Gracián. También en esos meses, decidí viajar a Esquivias, tierra manchega de ilustrísimos vinos, para visitar a Juana Gaitán, viuda de mi amigo Pedro Laynez, y arreglar la publicación de un romancero que éste había dejado escrito. Pero la fortuna, me deparó una nueva sorpresa que muy pronto descubrirá quien leyere lo que sigue.
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Miguel de Cervantes / 35 Doña Juana consideró que yo, a mis treinta y siete años, era el candidato ideal para una joven de buena familia a punto de cumplir los veinte que recientemente había quedado huérfana, y me la presentó. Todo fue muy rápido por los arreglos y comedimientos de mi amiga y, el 12 de diciembre de 1584, me casé con Catalina de Palacios y Salazar. Y en verdad que os tengo que decir que el mío no fue un matrimonio feliz, pero con Catalina tuve por primera vez un hogar propio.
De los malos negocios en Andalucía Aunque fijé residencia en Esquivias y hacía frecuentes viajes a Madrid, mi nueva situación me obligó a dejar la pluma y las comedias y dedicar mis esfuerzos al mantenimiento de la familia. A esta sazón, poco dispuesto a trabajar en los viñedos de la familia y falto de dineros y amigos, aproveché que Felipe II preparaba una gran armada para luchar contra Inglaterra para conseguir un trabajo que me diera el sustento. Estando en esto, lo que conseguí fue un puesto de comisario encargado del suministro de trigo y aceite para la flota. Desde 1587 viví en Sevilla, de cuyos ambientes trato con detalle en Rinconete y Cortadillo, El celoso extremeño, El coloquio de los perros, entre las Novelas ejemplares, y El rufián dichoso, entre las comedias. En la comisión de mis funciones recorrí gran parte de Andalucía requisando trigo y aceite, lo cual me causó en más de una ocasión serios contratiempos.
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«Viví con gran pasión las aventuras que me deparó el destino, y que me dieron la experiencia y el material que alimentaron mis libros, de modo especial El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.»
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Escribí el más famoso de los libros de la caballería andante
Antonio Tello Òscar Julve ISBN 978-84-342-2761-3
Otros títulos Marco Polo Leonardo da Vinci Albert Einstein Saint-Exupéry Gandhi Alejandro Magno Vincent van Gogh Julio Verne Mozart Cleopatra Picasso Shakespeare Marie Curie Charles Chaplin Teresa de Calcuta Charles Darwin John Lennon
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