Un Proyecto de Catequesis para los Agentes de Pastoral de la Salud Fundamentación del proyecto El siguiente proyecto está pensado para dar respuesta a las necesidades de los agentes parroquiales de la pastoral de la salud. La idea del mismo nace debido a que los ministros de la comunión y auxiliares de dicha pastoral de la parroquia "San Vicente Pallotti", de Empalme Lobos, se encuentran habitualmente con personas ancianas o enfermas en sus domicilios, que requieren de respuestas ante su situación. En estos encuentros, en un clima de intimidad y confianza, se recrea un diálogo muy enriquecedor. A pesar de esto, los agentes se descubren limitados para realizar un acompañamiento eficaz, debido a que: 1. Generalmente los sujetos de la pastoral experimentan los límites de la enfermedad y la vejez, a raíz de lo cual surgen en ellos preguntas muy profundas acerca del dolor, la enfermedad y la muerte. 2. Por otro lado, suelen ser sumergidos en realidades difíciles de sobrellevar sin que les resulte fácil encontrarles sentido. 3. Desgraciadamente los agentes no cuentan con un material sistematizado que los ayude para realizar lo antes dicho. A excepción de alguna bibliografía que describe los distintos momentos y etapas por los cuales el paciente puede ir transcurriendo su enfermedad o su vejez. 4. Por lo cual junto a los agentes de dicha parroquia hemos tomado esa bibliografía y elaboramos encuentros catequísticos que creemos pueden ser un buen subsidio para esta labor.
Contenido del proyecto Consideraciones generales La enfermedad es una de las situaciones de sufrimiento que interpela al hombre desde todos los puntos de vista, y lo hace con fuerza." Solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre, y se pregunta por qué" (SD 9) y dirige a Dios mismo esta pregunta. Pero el sufrimiento constituye también una interpelación del hombre para sus semejantes. De hecho, son numerosos los ámbitos en los que los valores morales de la solidaridad y del amor al prójimo se despliegan al servicio del que sufre (SD 29) realizando así la parábola del Buen Samaritano. ¿Cuál es el objeto entonces, del ministerio al servicio de la vida en medio de los que sufren? Ante todo realizar el Reino de Dios luchando contra toda forma de mal y de sufrimiento, es decir, evangelizar. Hay otra parte en nuestra vulnerabilidad que nos presenta un sufrimiento inevitable, ante el cual tenemos una misión y algo que hacer, superando la resignación pasiva que, por lo mismo, poco tendría de cristiana. Es aquí donde la luz que se puede hacer en medio de las tinieblas que comporta el sufrimiento producido por la enfermedad o la cercanía de la muerte consiste en acercarse al Misterio Pascual y tomar a Cristo como modelo de actitud. En, medio del dolor, se abandona confiadamente en los brazos del Padre siendo dueño de lo que aparentemente se le impone. La logoterapia de V. Frankl nos diría aquí: es el cómo del sufrimiento el que es
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capaz de dar un sentido, el por quién se sufre. La luz que ofrece el Misterio Pascual en medio de las tinieblas del sufrimiento es la luz que es capaz de mantenerse fiel a la misión de testimoniar el amor del Padre, incluso en medio de la incomprensión y de la apariencia de absurdo de la muerte en cruz. La dinámica del amor es la que ofrece un sentido al dolor y la que ha de inspirar todo ministerio al servicio de la vida. El dolor en sí mismo es un mal a eliminar o a integrar cuando se presenta ineliminable mediante la creatividad del amor que se traduce en servicio. Solo el amor es capaz de dar sentido a una vida en medio del sufrimiento porque éste se pone al servicio de quien lo experimenta y crea comunión en medio de la oscuridad. En efecto, la enfermedad, por su propia naturaleza tiende a separar la unidad psico-somática y espiritual; hace experimentar al cuerpo o a la mente como "enemigo", más que como un "aliado". La situación de exclusión social hace experimentar a la comunidad como distinta y distante, lejana de sí, desintegrada, diabólica. La atención a los que sufren los efectos de cualquiera de los límites de nuestra condición de criaturas pretende ser testimonio de la misión de Cristo: realizar la Salvación que toma cuerpo en el aquí y ahora en forma de salud, de salud del cuerpo, de la mente, de las relaciones afectivas, de las relaciones entre los grupos. De hecho cuando Jesús cura, no se limita a devolver una función física o psíquica al enfermo, sino que cura en sentido global: cura las relaciones, reintegra en la comunidad, da una misión, hace del enfermo un agente de evangelización atendiendo a todas las dimensiones de la persona. Jesús ha hecho presente la salvación ofreciendo salud. En sus gestos de curación manifiesta su identidad mesiánica. De igual modo, cuantos realizan el ministerio de asistencia a los enfermos, con los gestos de salud están realizando el apostolado que, por su propia naturaleza, es expresión clara de la caridad y proclamación silenciosa y elocuente del Evangelio. Todo gesto realizado con el que sufre que tiende a prevenir o afrontar la enfermedad, a aliviar el sufrimiento, es realización de la Buena Noticia; la noticia de que la vida se abre paso entre los obstáculos que se interponen. Ahora bien, dados los aspectos de deshumanización presentes en la asistencia sanitaria, en gran parte debidos a la parcialización o fragmentación de la persona enferma, el creyente será un buen agente evangelizador en la medida en que su disposición sea de una atención holística, integral, que abarque todas las dimensiones, desde el cuerpo a la mente, al mundo relacional, emotivo, espiritual y religioso. De este modo, se hará eco de la actitud de Jesús cuando se acerca a los enfermos y los cura corno personas ( Cf. Mc.5: 1- 20), no sólo como cuerpos doloridos: les acompaña a recuperar la serenidad, el dominio sobre sí mismos, les integra a la comunidad, les da parte en la misión evangelizadora; en definitiva: cura al "hombre entero". Seguir a Jesús significa, entre otras cosas, tener el coraje de emprender la apasionante aventura de escuchar de verdad al que sufre. Parece que la velocidad con la que vivimos y la idea que tenemos de ayudar al enfermo, nos lleva a un estilo relacional ante quien padece algún mal basado sobre todo en el lenguaje exhortatorio, en la dispensación barata de buenos consejos, de frases que generalizan y que pasan de largo de la especificidad del sufrimiento de cada persona concreta. Puede que tengamos una imagen de quien quiere ayudar al enfermo como la de aquel que habla, que anima que enseña, que catequiza, que exhorta. Quizás estemos demasiado acostumbrados a hablar incluso allí donde deberíamos sencillamente callar. A veces incluso a hablar no sólo inoportunamente, sino incorrectamente. Pensemos en la tan arraigada tendencia a invitar, movidos por una cierta espiritualidad, a ofrecer los sufrimientos al Señor, como si el fuera un sediento de sangre y de sacrificios como si el sufrimiento fuera en sí mismo objeto de don o moneda de cambio para comprar a Dios el restablecimiento de quién sabe que orden roto.
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Efectivamente, en el mundo del sufrimiento, sobre todo en el mundo de la enfermedad, un ministerio de extrema importancia es el despliegue de la diakonía en actitud y habilidad de escuchar activamente. El hombre sufriente de siempre, magníficamente presentado en le Libro de Job, protesta ante sus amigos porque no es escuchado, diciendo: "¿hasta cuándo afligiréis mi alma y a palabras me acribillaréis?' (Job 19: 2). Los amigos querían ayudarle, consolarle, pero no estaban en la disposición de humildad que requiere la actitud de renunciar a las buenas razones que uno cree que puede tener para consolar al que sufre. Las eternas preguntas que son lanzadas por las personas que sufren: "¿Por qué a mí?, ¿por qué ahora?", las preguntas que interpelan a Dios, con frecuencia no son preguntas que busquen una respuesta al modo humano.
"Hay preguntas que no son planteadas para ser contestadas, sino para que ellas interroguen a la persona que las plantea. Le alertarán sobre incertidumbres, incógnitas y misterios que – acompañantes inseparables y huéspedes familia res de la vida de cada día- alberga oficiosamente en su casa. Versan sobre realidades normales y sabidas, como la salud y la enfermedad, el bienestar y el sufrimiento, la satisfacción y la decepción, la esperanza y la desesperanza, el bien y el mal, la vida y la muerte. El hombre va zigzagueando por la vida entre estas polaridades, intentando encontrar equilibrio sobre la "y" en que ambas se dan la mano. (...) Las preguntas existenciales, vitales y trascendentes no son para ser contestadas, sino para ser vividas. Una respuesta objetiva, universal, definitiva, nadie puede esperarla: sería pretenciosa y vulgar, vana y deshumanizadora. La duda y la pregunta, la incógnita y el misterio, el temor y la esperanza son ingredientes irrenunciables de la vida humana. (...) Nos interesa su arte de plantearlas, su talante para asumirlas, su sabiduría para vivirlas con temor y respeto. Es quizá el modo mejor de humanizarlas y de que ellas nos humanicen." (González Núñez A., Antes que el cántaro se rompa, San Pablo, Madrid). El arte de escuchar se traduce en conseguir personalizar en la comunicación hasta el punto de que el que se siente escuchado perciba que esta siendo digno de consideración, acogido en el propio templo de la persona que presta atención. Personalizar significa ocuparse del significado único que lo que se oye tiene para quien lo pronuncia. Significa acoger los sentimientos únicos con los que el sujeto vive de modo intransferible el, impacto de lo que acontece a su alrededor o dentro de sí. Personalizar supone despojarse de muchos principios y convicciones y revestirse de un vacío acogedor. El que personaliza, el que realiza el ministerio de la escucha, inspira confianza para abrir el baúl sin escandalizarse ante lo que oye, sino admirando con sorpresa el maravilloso mundo que no está en el escaparate, sino en la trastienda de cada uno, que no está en la superficie sino en lo profundo. Para el que escucha con interés, una cosa no es importante en sí misma, sino que pasa a serlo, por insignificante que parezca, en el momento en que alguien los cuenta de sí. Personalizar con el que sufre evita la sensación de incomprensión que experimenta Job ante sus bienintencionados amigos consoladores, a los cuales se ve obligado a decirles:
"Ustedes no son más que charlatanes, médicos de quimeras todos juntos. ¡Oh!, si se hubieran callado, la única ciencia que les conviene! Pero escuchen mis cargos, por favor atiendan a la defensa de mis labios. ¿Creen defender a Dios con Palabras inicuas y su causa por razones mentirosas?¿Creen favorecerle al ser parciales?¿En defensa de Dios discuten? (...) ¡Guarden silencio! Pues yo voy a hablar, venga sobre mí lo que venza" (Jb. 13: 4- 8. 13). En cuantas circunstancias, junto al enfermo le decimos lo que tiene que hacer , cómo tiene que comportarse, nos saltamos esta actitud de la aceptación incondicional valorando sus sentimientos y no dejándole ser protagonista, de modo que haga uso de sus propios recursos. Escuchar da vida revitaliza, porque la escucha tiene en sí misma poder terapéutico.
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La incisiva queja de Job ante sus amigos refleja a la vez la necesidad imperiosa de desahogarse y la actitud de sus amigos que no cesan de querer consolar a toda costa con razonamientos teóricos. Superar la actitud que nos lleva a un cierto encarnizamiento consultorio, bastante arraigado en el ejercicio de muchos ministerios al servicio de los que sufren, supone dar importancia, sí, al ministerio de la presencia, al valor del acompañamiento, pero dar un espacio también a lo que Nouwen ha llamado el "ministerio de la ausencia”, es decir dar espacio al vacío y a la falta de sentido en la acción pastoral y aprender a retirarse. Lo que vulgarmente decimos con la expresión "saber estar", debe incluir también el " no saber estar", y lo que normalmente queremos decir cuando insistimos en la escucha implica también la acogida de lo que el otro no dice o de aquello que evoca precisamente sinsentido y la falta de respuestas. Por eso Nouwen ha escrito: "Aunque el ministerio de la presencia es indudablemente muy valioso, necesita ser balanceado de continuo con el ministerio de la ausencia. Esto es así porque pertenece a la esencia de un ministerio creativo el convertir constantemente el sufrimiento por la ausencia del Señor en una comprensión más profunda de su presencia. Pero para que la ausencia pueda ser convertida en otra cosa, primero ha de ser experimentada. Por eso los ministros no cumplen adecuadamente su cometido cuando testimonian tan solo la presencia de Dios y se muestran intolerantes para con la experiencia de la ausencia. Si es cierto que los ministros son memoriales vivos de Jesucristo, entonces ellos han de buscar los modos concretos que hagan que no solo su presencia sino también su ausencia recuerde a la gente a su Señor.” Es necesario, afirmar y celebrar la ausencia, el vacío, la falta de sentido. La gran tentación del ministerio consiste en celebrar tan solo la presencia del Señor, olvidando su ausencia. Dice Nouwen que con frecuencia lo que más preocupa al ministro es dejar a la gente contenta y crear una atmósfera de apariencia de estar totalmente 0K... de este modo, todo queda recubierto y no se deja espacio vacío en el que se pueda afirmar nuestra básica carencia de plenitud. Se tiende a una superficial apariencia de felicidad y de sentimientos de presencia de Dios negando su ausencia., el dolor, la falta de explicaciones propia de nuestra condición y tan presente en la experiencia del que trabaja en el mundo de la salud y del sufrimiento. Parece que Dios también descansa y no invade todo el tiempo del hombre. El ministerio en medio del dolor ha de superar también la tentación de la inmediatez y del asistencialismo para convertirse en contemplación . Así afirma Nouwen: "El ministerio es contemplación. Es un descubrir cada
día la realidad y la revelación de Dios, así como la oscuridad del género humano. En esta perspectiva la pastoral individual no podrá limitarse nunca a la aplicación de una capacidad o una técnica porque, en último término, se trata de una continua búsqueda de Dios en la vida del pueblo a quien se quiere servir.” La acción del creyente será pastoral en la medida en que cumpla las siguientes características:
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el resultado que se busca en la atención de los enfermos es un crecimiento en las relaciones interpersonales y con Dios, de cara a una relación auténtica y sana con Dios, es decir, más en sintonía con los verdaderos sentimientos, a imagen del hombre bíblico que se dirige a Dios desde su sufrimiento concreto; la relación pastoral ha de reconocerá Dios corno último agente del proceso de curación, como dijo el mismo Jesús:"Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado, ese es veraz y no hay impostura en él.” (Jn. 7: 16. 18); un Dios que en virtud de su Alianza no abandona la que lo necesita (Sal. 27:10). El agente de pastoral debe inspirare en un contexto de ágape, es decir de amor de fraternidad que no implica necesariamente un componente sentimental, pero que no por eso es menos fuerte; es el tipo de amor que Jesús exhorta a cultivar hacia el prójimo, hacia nosotros mismos y hacia Dios. Más que una atracción natural o de sentimiento (filia) es interés, preocupación sincera, disponibilidad, prontitud, fruto de la acogida del amor de Dios;
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la acción pastoral se inspira en la tradición cristiana que comunica a lo largo de los siglos los contenidos de la fe, que se hacen salud para cada hombre que se encuentra con Cristo; los agentes de pastoral desarrollan el ministerio en el nombre del Señor y como miembros de la Iglesia; es decir, prestan un servicio eclesial; como ministerio tiene la función de testimoniar y realizar el Reino de Dios, tarea realizada como embajadores de Cristo (2 Cor. 5: 20); la acción pastoral tiende a profundizar en la relación de la persona de Dios, a hacer presente y operante la gracia en todas las circunstancias de la vida, a participar de la vida de Jesús, que es la verdadera salud para el hombre que se encuentra con él.
La atención pastoral al que sufre, supone, pues, una cierta teología y un modo de concebir y mediar la acción del Espíritu Santo. El concepto bíblico de pacto- alianza da a la relación pastoral un significado y una especificidad en cuanto que el proceso de relación será un camino entre tres: el agente de pastoral, el hombre doliente y la acción del Espíritu. (Las consideraciones generales de este trabajo, fueron resumidas de un texto de José Carlos Bermejo, de la
orden de San Camilo, escrito en la Revista Internacional de Teología Communio).
Contenido de los encuentros Los encuentros están articulados en tres grupos: 1. La existencia del mal. a. Experiencia del mal. Posibles causas de enfermedad. b. Enfermedad del cuerpo y del alma. c.
Sufrimiento físico y moral
2. Los modos concretos de posibles respuestas frente a las situaciones límites. a. Rechazo. b. Enojo. c.
Negación
d. Fastidio. e. Alejamiento. f.
Aislamiento
g. Soledad. h. Aceptación. i.
Perdón.
3. A. Desde la fe asumimos estas realidades. a. Valor redentor del dolor. b. Sacrificio. c.
Salvar con Jesucristo.
d. Fortaleza.
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e. Muerte. f.
Resurrección.
B. Los sacramentos de la sanación. a. Reconciliación. b. Unción de los en enfermos
Modo de utilizar el material Este material lo hemos pensado como subsidio, por lo tanto debemos tener en cuenta lo siguiente. No debe tomarse indiscriminadamente el orden de los encuentros, sino que atendiendo a la concreta realidad de los sujetos de esta catequesis se seleccionará el que más se ajuste a su situación. Ya que, el orden en que están presentados, es meramente lógico. Del mismo modo la situación presentada como punto de partida del encuentro, que se redacta como una simple motivación, puede ser reemplazada por la mismísima realidad del sujeto (este sería el mejor modo de presentar el momento catequístico de la "situación"). El desarrollo del encuentro no debe ser tomado como está redactado, debe atenerse a la dinámica propia de la visita, que como expresamos es abierta al diálogo, íntima, espontánea. Los encuentros se desarrollarán una vez por semana y tendrán una duración aproximada de 60 minutos. Además cada agente de la pastoral de la salud podrá seguir profundizando los mismos durante la semana, para no perder la riqueza de lo reflexionado. Esperamos que estos encuentros sean de utilidad a los agentes de la pastoral de la salud que los consulten y, a su vez , que los puedan utilizar en su labor con los mismos enfermos, a quienes va destinada su tarea pastoral
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Primera Parte Encuentro N° 1: la existencia del mal
Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud comprendan que el mal no fue creado por Dios y que además no lo quiere.
Hecho de vida: En una reunión de amigos surgió la siguiente reflexión: sentimos que fuerzas opuestas actúan en nosotros, ante el deseo de ser buenos, está la tentación de obrar mal, de dejarnos llevar por placeres, comodidades... Tenemos miedo de amar, de darnos sin reservas, somos egoístas... Omitimos tender la mano, escuchar, ver a nuestro prójimo, decir aquellas palabras que liarían f e l i c e s a n u e s t r o s h e r m a n o s , a c o m p a ñ a r l o s e n s u s a l e g r í a s y dolores... Nos dejamos llevar, a veces, por el rencor, por el resentimiento, aún con aquellos que decirnos amar... nos perdonar y perdonamos, aceptar y vivir la felicidad nos cuesta mal?...
Quedó flotando en el ambiente una pregunta... ¿Por qué actúa en nosotros esa fuerza llamada
Encuentro en la Palabra:
“El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. Y le dio esta orden: puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte”. Gén. 2: 15- 17). 7
La serpiente dijo a la mujer: “No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol se les abrirán los ojos y serán corno dioses, conocedores del bien y del mal. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió, luego se lo dio a su marido que estaba con ella y también comió". (Gén. 3:4- 6). Y el Señor dijo a la mujer: “multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos: darás a luz a tus hijos con dolor, sentirás atracción por tu marido y él te dominará". (Gén. 3: 17- 19).
“Por lo tanto por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron". (Rom. 5: 12). “Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte, también la gracia reinará por medio de la justicia para la Vida Eterna, por Jesucristo nuestro Señor". (Rom. 5: 21). Al principio de todo existe Dios... Dijo Dios: Haya luz. Ninguna cosa salió mala de la mano de Dios. En Él no hay lugar para el error de un artesano, cuya mano a veces falla. Todo ha salido de la Palabra de Dios, de su decisión: Todo fue hecho tal como lo deseaba: ..."Y así fue, y vio Dios que todo era bueno" (Gen
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"... Y creó Dios al hombre a su imagen". En medio de los animales sólo el hombre tiene conciencia, en la que habla el Espíritu de Dios. Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios, ya que le dio el poder sobre todo. El Templo de Dios que es la creación entera no es una obra del pasado. Todavía estarnos transcurriendo los seis días que el Señor trabajó. Sigue creando el universo, y en el universo por medio de las manos, la inteligencia y el corazón del hombre. Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas, sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males de la naturaleza y sobre todo de la realidad del mal moral, el pecado. ¿Por qué existe el mal? El hombre quiso decidir por sí mismo lo que es bien o mal para él, sin tener en cuenta a Dios. Dios quería hacer del hombre un hijo. Pero el hombre en lugar de ser hijo por el camino de la verdad y del amor, quiso ser dios por sí mismo y a su modo. Abusó de la libertad que Dios le dio desde el comienzo mismo de su historia, levantándose contra Dios intentando alcanzar su propio fin al margen. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta. La bondad de la creación, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre, con su alianza, con la encarnación redentora de su Hijo, con el don de su Espíritu, con la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que el hombre está invitado a aceptar libremente, pero también libremente puede negar o rechazar. ¿Por qué Dios creó un mundo tan perfecto que en él no pudiera existir ningún mal? Dios quiso crear un mundo no totalmente perfecto sino en camino a su total perfección. Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por elección libre y amor de preferencia. De hecho pecaron (Gén. 3:5) y así fue como el pecado entró en el mundo. Por su pecado Adán, perdió la santidad y la justicia originales que había recibido de Dios, no solamente para él, sino para todos los seres humanos.
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Él debía elegir por todos. Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento, al dominio de la muerte e inclinada al pecado. El hecho de que Dios permita el mal físico y el mal moral es un misterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo conoceremos plenamente en la Vida Eterna. La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo ha dado bienes mejores que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5:20). Compromiso Meditar sobre todos los bienes que Dios nos brinda en su maravillosa Creación. Orar, conversar con Dios confiándole nuestras angustias, nuestros dolores, nuestras dudas, nuestras alegrías, nuestra esperanza... Oración (San Francisco de Asís) "LOADO SEAS MI SEÑOR". Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor tan sólo tú eres digno de toda bendición. y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención. Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su Autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que Tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor! Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: loado, mi Señor! por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: loado, mi Señor! Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor! Y por los que perdonan y aguantan por Tu amor, los males corporales y la tribulación: ¡Felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación! Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! No probarán la muerte de la condenación! servidle con ternura y humilde corazón agradecer sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, loado, mi Señor. Amén.
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Encuentro Nº 2: Experiencia del mal
Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran que el mal y el pecado ejercen su influencia sobre nosotros. Hecho de vida: (Cuando la tentación al mal nos sorprende). Cuenta una señora que con ocasión de tener que cobrar su pensión, que es muy escasa, creyó notar que el cajero le estaba pagando de más. Contó el dinero y siguió pensando que le sobraba plata. Y empezó en su interior a nacer una lucha: ¿Y si no digo nada?¿Y si no la devuelvo? A mí me hace falta. Mientras hacía estas cavilaciones la señora recordó que junto con la pensión le correspondía cobrar el aguinaldo. Y entendió que su proceder había sido equivocado. Desarrollo: Ya hemos visto y sabemos cómo entró el mal en el mundo, a través del obrar del hombre. Nosotros hoy, ¿cómo vivimos la experiencia del mal? No es necesario pensarlo mucho ni buscarlo lejos. El mal está y muy cerca de nosotros. Aunque a veces no querernos tener conciencia de eso. Este mal está en la violencia, especialmente la que se ejerce contra los niños inocentes, abandonados y golpeados, en los enfermos solos, en los abuelos desatendidos, en las familias desunidas, en el egoísmo, la envidia, en la corrupción expresada de diferentes formas. Todo esto lo podemos sintetizar en una sola expresión: FALTA DE AMOR. Esto es vivir de espaldas a Dios y a su plan. Como hemos visto en el encuentro anterior, El todo lo hizo bueno y por amor a nosotros, los hombres, sus hijos. Pero el hombre abusó de su libertad y así entro en el mundo el pecado y el sufrimiento físico. Ante todo esto ¿qué podemos hacer nosotros? ¿nada? Pensemos seriamente. Si decimos que es falta de amor, amemos. Cambiemos, porque si somos capaces de amar, todo a nuestro alrededor y en nosotros, cambiará... JESÚS LUCHÓ CONTRA EL MAL Y HA VENCIDO AL MUNDO. Encuentro con la Palabra: En el Evangelio, muchas veces, se presenta a Jesús atendiendo a los enfermos. Está con los pobres, los marginados, los que sufren de algún modo (Mt. 8:17). Nos promete estar con nosotros si nos reunimos en su nombre (Mt. 18:20), y estar con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt. 28:30). Jesús es amor. Él se da. Da atención, es presencia cálida, viva y afectuosa. Se entregó por nosotros. Nosotros decimos Señor una sola palabra tuya bastará para sanarme. ¿sentimos ese amor? ¿Lo dejamos a Jesús que nos sane de nuestros males? ¿Se lo contarnos o lo hacernos responsable de los mismos? Compromiso Ayudar al enfermo a perdonar a ejemplo de .Jesús. Él acepta y perdona por amor. Jesús dice NO al
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reproche y a las lágrimas. Tenemos seguridad en el amor que el Padre nos demuestra en el evangelio. Oración Confiados y sinceramente arrepentidos de nuestras faltas, juntos pidamos perdón. Rezamos el acto de contrición o el pésame.
Encuentro Nº 3: Enfermedad del cuerpo y del alma Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran que el sufrimiento debe conducir al que lo padece al encuentro consigo mismo. Hecho de vida: Hace ya algunos años a una mamá le tocó vivir una dura experiencia, a partir del nacimiento de su hija. Después de una cesárea le tomó una infección generalizada y esto provocó que toda su vida estuviese en peligro. Por algo más de un mes, se experimentó al borde de la muerte. Toda aquella enorme felicidad que significaba la llegada de su primera hija, se vio empañada por aquél difícil momento, durante el cual se preguntaba: "¿Por qué Señor a mí?... ¿Qué hice yo para merecer tanto dolor?", el cual se le hacía cada vez más irresistible. Siguieron sus interrogantes hasta llegarse a cuestionar sus veintiún años que entonces tenía. Cuando creyó morir porque ya sus fuerzas no le respondían y la desesperanza se reflejaba en lágrimas, se cruzó con un anciano sacerdote que también estaba muy enfermo y acababa de salir de su operación número treinta y seis. Le dijo que no tuviese miedo porque Jesús nunca la abandonaría y que nunca sufriría un dolor más grande del que pudiera soportar, que tuviese fe y que todo iba a salir bien. Su familia y amigos rezaron mucho por su recuperación; su esposo intentaba orar junto a ella; lo que les resultaba difícil porque su debilidad le hacía perder la memoria. Pero esto no fue un impedimento, ya que comenzaron a rezar lentamente para que ella pudiera repetir los fragmentos de la oración que su esposo le decía. Con mucha fe y esperanza pudo salir adelante. Con siete operaciones más, siempre le quedan ganas para dar gracias a Dios por todo lo que le dio, por todo lo que aprendió a valorar: su esposo, su hija, su hermosa familia, los amigos, cada nuevo amanecer para ver el sol y tantas cosas más. Quizás lo más importante que descubrió, fue que en esos momentos de su vida era cuando Jesús más cerca de ella estaba. Desarrollo Los dolores y enfermedades se han considerado siempre entre los más grandes problemas que angustian al hombre. El cristiano, aunque los padece que el mismo modo que cualquiera, los experimenta de distinta manera. Iluminado por la fe, encuentra sentido a su sufrimiento y por eso puede sobrellevarlo con mayor fortaleza. ¿Cuál es el sentido cristiano del sufrimiento? La Palabra de Dios nos enseña que este es un mal que debernos combatir. Dios quiere que luchemos contra las enfermedades y que busquemos la salud con todos los medios que tenemos a nuestro alcance.
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Cuando estamos enfermos tenemos que pensar que Jesús está cerca nuestro y nos ayuda a curar o a llevar los dolores de un modo diferente. En nuestra enfermedad no pensamos que Él se olvida de nosotros, al contrario, tenemos conciencia de su cercanía y del amor que nos tiene. Para encontrar el sentido total del sufrimiento, hay que referirse a la pasión y muerte de Jesús. Él aceptó el dolor, aceptó la muerte. El cristiano, con la aceptación de su propio sufrimiento, se une a Jesús, y con Él redime al mundo y al mismo tiempo confía que va a triunfar sobre el dolor y la muerte. A pesar de encontrar el sentido al sufrimiento, no es fácil sobrellevarlo. Aquí es donde Cristo acude a nuestro encuentro para ayudarnos a través del sacramento de la Unción. Este sacramento tiene por finalidad ayudar al enfermo, perdonarle los pecados y fortalecerlo de tal modo que lo ayude a curarse (si eso conviene a su salvación). Por eso, el cristiano que está en el momento del dolor o sufrimiento, puede considerar esta situación como una gran oportunidad para replantear su vida; no se ciega en el dolor, no se queda en la superficie de su ser, no se limita al aspecto de su situación física. El sufrimiento lo lanza al encuentro consigo mismo. Encuentro con la Palabra
"Todavía estaba hablando cuando llegó alguien de la casa del jefe de la sinagoga y le dijo: Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro. Pero Jesús que había oído respondió: No temas, basta que creas y te salvarás. Cuando llegó a la casa no permitió que nadie entrara con El, sino sólo Pedro, Juan y Santiago junto con el padre y la madre de la niña. Todos lloraban y se lamentaban. No lloren, dijo Jesús, la niña no está muerta sino que duerme. Y todos se burlaban de El porque sabían que la niña había muerto. Pero Jesús la tomó de la mano y la llamó diciendo: Niña, levántate. Ella recuperó el aliento y se levantó en el acto. Después Jesús ordenó que le dieran de comer, sus padres se quedaron asombrados, pero El les prohibió comentar lo que había sucedido" (Lc. 8:49-56). Compromiso No te quedes en el "por qué" paralizante, sino pasa al "para. qué" constructivo. Que tu sufrimiento te haga más rico en solidaridad con todos los oprimidos del mundo. Oración Señor, necesito tus manos para seguir bendiciendo, necesito tus labios para seguir hablando, necesito tu cuerpo para seguir sufriendo, necesito tu corazón para seguir amando. Te necesito para seguir salvando a los hombres mis hermanos. (M. Quoist)
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Encuentro Nº 4: El sufrimiento físico y moral Objetivo: Que el agente de la pastoral de la salud descubra el sentido cristiano del sufrimiento físico y moral. Hecho de vida Una vez un médico contó el triste final que tuvo un paciente en el hospital donde trabajaba. Este hombre agobiado por una penosa y cruel enfermedad estaba llegando al final de sus días. Le confió en esa oportunidad que su mayor dolor era el del alma, ya que su esposa, al enterarse de la enfermedad que padecía, lo abandonó para irse con su mejor amigo. Esa tristeza se le agudizaba ya que la única persona que lo visitaba era su vecino en el que había descubierto la intención de quedarse con sus pertenencias al momento de su muerte. Desarrollo El sufrimiento nos hace aprender que no sólo es pobre el que no tiene plata, sino también quien pierde ciertas certezas y seguridades. Somos tan pobres ante la espera de un diagnóstico, ante la amarga angustia de la inutilidad y dependencia, ante la pérdida de la autonomía para realizar los actos más íntimos. También somos pobres al momento de responder al por qué tanto sufrimiento cuando todo nos resulta absurdo. Hasta a Dios lo notamos lejano y distante. Somos pobres ante la presencia de una enfermedad crónica, terminal o la muerte. Solemos hablar poco de los sufrimientos, físico y moral; no estamos preparados para enfrentados, nos toman de sorpresa, nos hacen entrar en crisis y los vivimos en soledad y angustia... querernos escapar lo antes posible de ellos. El sufrimiento es huésped inevitable de la humanidad. Entra en nuestra casa sin avisar y sin permiso, y se hace compañero forzoso de nuestro viaje. Nos asalta el temor, se reciente nuestro trabajo, la familia, la economía, la casa. Rompe nuestra integridad y frustra nuestros proyectos. Se transforma en mil preguntas: ¿por qué a mí? ¿qué hice para merecerlo? ¿Dios, por qué me abandonaste? Durante el sufrimiento pasamos por diferentes etapas, por ejemplo: desesperación, enojo, abandono, entrega, etc. Los dolores del cuerpo, gracias a Dios y a la ciencia, tienen alivio. Pero... lo más difícil de curar son los dolores del alma, éstos nos dejan heridas muy profundas que muchas veces no cierran jamás. Algunos piensan que el sufrimiento es solamente negativo. Sin embargo, existe gente generosa que después de haber sufrido aprendió a estar atenta y a servir a los demás. A partir de haber vendado sus heridas, se solidarizaron con otras familias o personas, o trabajan en grupos de autoayuda. Descubrimos entonces que el sufrimiento nos adentra en un mundo de riquezas que tenemos que saber descubrir. ESTE ES TU DESAFÍO. Este desafío consiste en conocerte a ti mismo y desde ti lanzarte al otro. El sufrimiento es escuela de vida. Encuentro con la Palabra El que está enfermo que llame a los presbíteros de la Iglesia para que rueguen por él, ungiéndolo con el aceite en nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo; el Señor lo aliviará y si ha cometido pecado, les serán perdonados. Compromiso Tomemos como compromiso este ideal: unidos a Cristo en sus sufrimientos y aceptando sus dolores colaboremos en la salvación del mundo. Así nos hacemos acreedores de la promesa de Cristo, que ofrece la
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Vida Eterna a los que colaboran con Él. Oración GRACIAS, SEÑOR por haberme enseñado, durante mi enfermedad, a reflexionar y ensanchar mis horizontes. Me has dado tiempo para reflexionar sobre mí mismo y mi pasado, sobre mis posibilidades y mis expectativas. Muchas cosas que hasta hace poco me parecían importantes me resultan ahora secundarias. Estoy aprendiendo a apreciar las pequeñas realidades cotidianas y a valorar los gestos más sencillos y humanos. Gracias, Señor, por quienes han dado claridad y serenidad a mi vida, por quienes me valoran y me alientan, por quienes me comprenden y me hacen madurar, por quienes me recuerdan y vienen a verme. Gracias, Señor, por las miradas que comprenden, por los corazones que sienten, por las palabras que confortan.
(A. Pangrazzi)
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Segunda parte: Encuentro Nº 1: rechazo Objetivo: que el agente de pastoral descubra que el enfermo puede encontrar el camino hacia Dios, sin que el sufrimiento se convierta en un obstáculo. Hecho de vida: Nazareno estaba sobrellevando su enfermedad de riñón realizándose diálisis, y nos contó que su compañera Marcela, que padecía de una enfermedad similar, rechazaba todo lo que pudiera serle de ayuda para su mejor calidad de vida. Tampoco quiso seguir sus consejos rechazando su experiencia de vida respecto al tratamiento, la alimentación, cómo medicarse, etc. A tal punto llegó su rechazo que llegó a perder su vida por no querer aceptar los consejos de sus compañeros, que sabían como afrontar la enfermedad. Desarrollo: Sabemos que hay distintas etapas en el sufrimiento; generalmente al principio el enfermo experimenta el rechazo, a tal punto que el paciente llega a pensar que Dios está ausente y que es incapaz de impedir su mal. Por lo general el hombre piensa que el ser humano no debe sufrir ni morir y esto se acentúa en el caso de la propia enfermedad o del inminente peligro de muerte, sin embargo tenemos que hacer tornar conciencia de aceptar la propia realidad. Trataremos de lograr que el paciente llegue a tener una gran armonía interior. Debemos hacer presente a Dios, misericordia y salud de sus hijos, El nunca nos abandona. Encuentro con la Palabra: Salmo 86 (85), 1-6. Gracias, Señor Dios Todopoderoso, porque has permitido que llegáramos a. esta noche; te pedimos quieras aceptar con agrado el alzar de nuestras manos como prenda de la tarde. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Señor, inclina tu oído y óyeme, porque soy pobre y desamparado, protégeme, ya que soy devoto tuyo. Salva a tu siervo, ya que confía en Ti. Tú eres mi Dios, ten piedad de mí, que te ruego sin descanso. Alegra a tu siervo cuando a Ti levanto mi alma. Tú, Señor, eres compasivo y bueno, lleno de bondad con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, presta oído al clamor con que te ruego. Compromiso: Unirnos más a nuestro Padre Celestial y a su Santísima Madre en la oración, en el rezo del rosario, etc. Oración: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, porque has permitido que llegáramos a esta noche; te pedimos quieras aceptar el alzar de nuestras manos corno ofrenda de la tarde. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Encuentro Nº 2: Enojo (i) Objetivo: Que los agentes de pastoral se dispongan a ayudar al enfermo a despojarse del enojo, el cual no los conduce a nada; y que valoren y abracen las enseñanzas de María Santísima y de Jesús.
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Hecho de vida: Conozco a Nazareno desde hace tiempo, se mucho de su vida. El era una persona que llevaba una vida normal, trabajaba en un comercio, le gustaba mucho ir a bailar, salir, etc. En una fiesta familiar conoce a quien es su mujer. Después de un corto noviazgo se casan y a los seis meses de la boda Nazareno se enferma de los riñones; por causa de su enfermedad debe dializarse durante seis años. Por supuesto que nunca aceptó su situación. Durante esos años vivía permanentemente enojado, principalmente con Dios y la Virgen, también con los de su entorno. Pero luego de soportar todo eso llegó el día en que pudo ser trasplantado. A partir de ahí, su vida se transformó totalmente. Desarrollo: La enfermedad nos trae impotencias, algunas de ellas hacen aflorar el enojo que se manifestará con distintas expresiones. Algunas veces disfrazaremos nuestro estado diciendo que estamos tensionados. Quizás digamos que nos enojamos porque los demás nos mienten y nos ocultan nuestra verdadera situación. Este cambio de vida producido por la enfermedad nos desestabiliza de tal manera que nuestro humor cambia y no justamente para la mejoría. Rara vez aceptaremos que esto es enojo y no otra cosa detrás de la cual nos escudamos para nuestra protección. En este estado podremos acceder a hablar con alguien pero generalmente no escucharemos con atención sus consejos. Esta actitud no nos conduce a ningún lado, es como caminar en círculos sobre el barro. Hay que buscar una puerta por donde salir de este enojo. La vida de Jesús y de su madre nos pueden hacer reflexionar sobre nuestra vida y así valorar lo que aún tengo. Encuentro con la Palabra: Leemos en san Mateo 5,21-24. Compromiso: Sabiendo que hay muchas cosas que nos tensionan podemos comprometernos a responder de mejor manera a las responsabilidades parroquiales ya asumidas. Oración: Padre: Me pongo en tus manos, has de mí lo que quieras estoy dispuesto a todo, con tal de que tu voluntad se cumpla en mí y en todas sus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme sin medida, con una infinita confianza, porque eres mi Padre. Amén. Hno Charles de Foucauld
Encuentro Nº 3: Enojo (ii) Objetivo: que los agentes de pastoral experimenten que el enfermo ha de encontrarse a sí mismo para que pueda descubrir a Jesús y amigarse con El (Jesús nos acompaña siempre, en todo momento y lugar). Hecho de vida: María tuvo que operarse una rodilla, lesión de la cual nunca se recuperó ya que desde hace algunos años padece de diabetes. Debido a su enfermedad más tarde tuvieron que amputarle la pierna a la altura de su rodilla. María fue siempre una mujer muy creyente y respetuosa, pero esta situación la cambió totalmente. Ahora se la ve muy enojada, especialmente con Dios, porque ella dice que siempre ha sido creyente y que el Señor no escucha sus oraciones.
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Cuando la visitábamos en el hospital la encontrábamos llorando y protestando con los médicos y enfermeras; hasta se enojó con el sacerdote diciéndole que a ella no la quería porque era vieja y enferma. Desarrollo: Cuando descubrimos que estarnos enfermos o cuando el médico nos dice que lo estamos experimentamos el enojo. Este enojo que manifestamos es debido a la no aceptación de la situación que estamos viviendo, y no nos damos cuenta que el temor y el enojo nos impulsan a pelearnos con quien más queremos y tenemos a nuestro lado; también puede llevar a alejarnos de Dios. En algunas ocasiones, este enojo es parte de la culpa que aflora por ser nosotros mismos los causales de ese mal. En muchas oportunidades hasta las abuelitas más pacientes y tranquilas llegan a enojarse bastante al saber que están enfermas; no soportan estarlo porque han sido personas muy sanas durante toda su vida. También se enojan con el médico, con su familia y hasta les molestan las visitas de personas muy queridas que antes recibían con afecto y cariño... Encuentro con la Palabra: Salmo 73 (72), 21-28. Compromiso: Podemos leer y meditar el salmo 130 (129),1-8; o san Mateo 8.5-22. Oración: Señor, Tú quisiste morir por mí, despojado de todo: la enfermedad puede despojarme de mis fuerzas, de mis bienes; alejarme de mis familiares y amigos, puede privarme de mi vida misma si yo me enojo. Señor, si es posible, pasa de mí este cáliz sin que yo lo beba. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya; permíteme aceptar mi dolor. Amén.
Encuentro nº 4: Negación Objetivo: que los agentes de pastoral ayuden a descubrir que la negación forma parte de las etapas de la enfermedad. Hecho de vida: Sebastián tiene muchos problemas en su vida: no tiene trabajo, su esposa no está en buen estado respecto a su salud; esto contribuyó a que se cerrara en sí mismo manifestándose siempre de mal humor y negándose a todo. Un día se cruzó por su vida un señor que dedicaba un tiempo a actividades pastorales de su parroquia y se animó a abrirle su corazón. Charlaron largo rato. Hablaron también de la vida de Jesús, de lo mal que lo habían tratado... pero cómo lo había asumido y puesto en las manos de su Padre Dios para tener las fuerzas necesarias para seguir adelante. Hoy Sebastián es un hombre creyente y le da gracias a Dios todos los días por todo lo que el Buen Señor le da. Desarrollo: La negación es parte de la enfermedad que se manifiesta con síntomas de rebeldía, de no querer escuchar aun sin saber de qué se trata. A lo largo de la vida nos suele ocurrir por distintos motivos y no solamente por una enfermedad. ¿Qué hacer cuando aparecen estas manifestaciones de la negación en nosotros mismos? ¿Cómo actuar
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con los que se acercan a ayudarnos? Tengo que abrirme a los que desinteresadamente me brindan su ayuda y esforzarme en cambiar mi actitud de negación en la cual estoy sumergido. Acerquémonos entonces positivamente, hay que jugarse por el SI PUEDO, y poner a Jesús crucificado en ese SÍ. Seamos luz para la negación del otro y tratemos de buscar juntos el camino de la aceptación. Encuentro con la Palabra: Escuchemos las palabras del Evangelio según san Mateo (26,69-75: la negación de Pedro). Pedro después de negar a Jesús, lloró de angustia, sintió culpa por su cobardía, por su falta de fe. Toda negación nos lleva a la angustia, al dolor, al llanto. Jesucristo, siendo Dios, experimentó en su carne la debilidad humana. Confiemos en Jesús y pidamos que nos ayude. Compromiso: Buscar aliviar todo aspecto negativo en los otros y... en nosotros. Oración: Señor, hazme un instrumento eficaz de tu misericordia. Señor, bendice mi mente para que no sea indiferente ni insensible, sino solícito a las enfermedades de mi prójimo enfermo. Señor, bendice mis ojos, mis oídos, mis manos, bendice Señor mis labios para que no pronuncien palabras vacías, sino que expresen comprensión y gentileza que nacen de un corazón que ama. Amén
Encuentro Nº 5: Fastidio Objetivo: que los agentes de pastoral ayuden a reconocer que, luchando, teniendo confianza y contando con la fuerza de la fe, se puede vencer el fastidio. Hecho de vida: Uno de los hijos de Luís tenía problemas de salud. A diferencia del resto de la gente, él había asumido esa enfermedad de manera asombrosa. Algunas personas se preguntaban cómo hacía para estar tan bien, y elogiaban su optimismo que era contagioso. Luís respondía: "para qué voy a fastidiarme, si lo que tengo es un regalo de Dios, por lo tanto tengo que asumirlo y disfrutar lo que he recibido por amor a Dios. El Señor sabrá recompensar cuando llegue la hora oportuna". Desarrollo: La enfermedad trae consigo fastidio, cansancio, necesidad de gritar "no quiero ni necesito nada". Parece que nada nos va a servir, que todo es en vano; cualquier cosa causa desilusión, amargura. Esto suele ocurrir a lo largo de la vida, por distintos motivos, no sólo por una enfermedad. En estos tiempos en que todo tambalea, cuando todo nos da igual y parece que entre el bien y el mal no hay diferencia, corremos el riesgo de caer en fastidio, indiferencias, etc. Cuando todo esto sucede ¿qué hacer? ¿tengo salida?
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Por supuesto que sí. Descubriendo mis limitaciones, también reconociendo mis fuerzas, debo darme cuenta que preciso esa ayuda que viene de manera desinteresada por parte de un vecino,... Tal vez deba buscar en lo interior de mi vida el motivo de ese estado de fastidio en que hoy me encuentro, tal vez yo sea la causa principal. Quizás me olvidé de mis afectos, de mi confianza en Dios; el Señor jamás se alejó de mí y siempre me está esperando con su perdón y amor. Tengo que empezar de nuevo, comenzar a creer y esperar; empezar nuevamente a amar, a comprender, a escuchar al que me habla, ¿por qué no a rezar...? En la oración se encuentra la -fuerza necesaria para recomenzar una etapa nueva donde la esperanza dará paso a la alegría y a la confianza en una vida mejor. Encuentro con la Palabra: El Evangelio según san Mateo (7,7-11) nos dice: "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos; cuánto más el Padre Celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan".
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Compromiso: Buscar en la oración la fuerza que me falta. Oración: ENVÍAME A ALGUIEN, SEÑOR. Envíame a alguien, Señor, que tenga tiempo para estar conmigo; que venga a verme, que me regale su presencia y rompa tiernamente el pesado silencio de mis días. Envíame a alguien, Señor, que me sonría y piense conmigo; que se sienta libre para poner su mano en mi corazón dolorido y saque a luz mis más íntimos pensamientos. Envíame a alguien, Señor, rico de humanidad, rico de ti, que me ofrezca el don de tu Palabra, el alimento de tu Cuerpo y la comunión con tu Iglesia. Que un día, Señor, puedan oír de ti: "Vengan, benditos de mi Padre, porque estuve enfermo y me visitaron". Amén.
Encuentro Nº 6: Alejamiento Objetivo: que los agentes de pastoral sean medio para acercar al enfermo a Dios y reintegrarlos a la sociedad. Hecho de vida: El matrimonio González tuvo que enfrentar un dolor muy grande: se había suicidado su hija. Su reacción frente a esta muerte les trajo un alejamiento total de Dios. El enojo que tenían, el preguntarse por qué,... era tan profundo que esta familia estuvo 20 años paralizada, llena de dolor y sufrimiento y alejada del Señor y de su familia, la Iglesia. Desarrollo: El dolor o enfermedad, sea del cuerpo como del alma, trae junto a sí un estado de angustia que hace que el que sufre se repliegue sobre sí mismo. Esta situación lleva también al alejamiento de Dios, de sus familiares, de sus afectos... y se queda solo. Al experimentar esta sensación de decaimiento profundo se aísla, retirándose del mundo que lo rodea y también de Dios, viviendo una situación de encierro permanente. En algunos casos el que padece este estado puede terminar enfermo de depresión. Pero Dios sigue amando y esperando, quizás no tenga respuestas a los por qué, pero me muestre un camino para comprender para qué suceden estas cosas en la vida. Es muy difícil acortar las distancias surgidas del alejamiento, porque no se deja filtrar ni el más mínimo afecto; ni hay palabras que puedan alentar o explicar cuál fue el motivo. Solamente resta confiar en Dios y en su amor misericordioso, el Señor quiere hacer las pases reconciliándonos con El y con la sociedad. Encuentro con la Palabra: Leemos del Evangelio según san Mateo (25.31-40). Compromiso: Reconciliarme con Dios. Oración: Cuando el dolor arrecie, me volveré a Cristo.
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Cuando la nostalgia golpee, buscaré a Cristo. Cuando me venga el miedo, me refugiaré en Cristo. Cuando el dolor me venza, me pondré en la cruz con Cristo. Cuando no me pueda levantar, estaré postrado en Cristo. Amén.
Encuentro Nº 7: Aislamiento Objetivo: que los agentes de pastoral hagan descubrir al enfermo que el aislamiento es una actitud que se manifiesta frente a la enfermedad y que se puede superar. Hecho de vida: Martín tenía graves problemas circulatorios y debía enfrentarse a una operación donde le debían amputar una pierna. Esta situación a la que se enfrentaba fue motivo suficiente para cerrarse sobre sí mismo y así adoptara una actitud de aislamiento frente a sus seres queridos. No escuchaba consejo alguno, tampoco quería que lo visitasen, había elegido estar completamente solo. Ni siquiera el consuelo de Dios parecía ablandar su duro corazón y entendimiento. Por supuesto que Martín, con estos antecedentes, no aceptó que se le realice la amputación. Y así murió: en total soledad, aislado de todo y de todos. Desarrollo: Hay momentos donde la enfermedad ejerce fuertes presiones sobre el paciente, tal es esta fuerza que afecta todas sus capacidades, sus emociones, sus sentidos, su inteligencia, su voluntad y también su fe. El aislamiento tiene una conexión directa con el no aceptar su propia condición de enfermo. El querer salir es signo de aceptación de la realidad, de no aislamiento. Si me acepto tal cual soy, acepto también las condiciones de la vida. Si no acepto lo que me está ocurriendo hoy, es que no quiero seguir caminando. Y si esto pasa, el enfermo se paraliza de tal manera que ya no podrá salir de su propio mundo. El enfermo está limitado en sus capacidades y necesita más que nadie de los demás; el catequista tiene la responsabilidad de tratarlo y asistirlo con mucha paciencia y de crear un espacio de diálogo, abierto especialmente a la escucha. El aislamiento puede superarse si el paciente verdaderamente quiere hacerlo. Los agentes de pastoral han de llevarle alegría, darle esperanzas nuevas y ayudarlo a encontrar de vuelta el sentido de su vida, desde sus familiares y amigos que lo quieren sano, desde Dios que no lo ha olvidado y que lo ama. Encuentro con la Palabra: Leemos del Evangelio según san Marcos (2,1-12). Compromiso: Ser mejores servidores de los enfermos. Oración: Señor Jesús, te pedimos por todos los enfermos que sufren su enfermedad en soledad y aislamiento de sus afectos y de Ti.
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Tú que has tenido la experiencia amarga del dolor; Tú que exclamaste: "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?, has que confíen en Ti, has que encuentren consuelo en Ti. Que comprendan que el dolor se asume y se ofrece. Jesús, que sufres con los que sufren, dales amor, alegría y paz. Amén.
Encuentro Nº 8: La Soledad Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud ayuden a los enfermos a aceptar la ayuda que le quieren ofrecer, los que esperan compartir tiempo con ellos, y así rechacen la enfermedad. Hecho de vida: Conversar con el enfermo a partir de alguna experiencia suya de soledad. El agente puede suscitar el diálogo también desde la propia realidad del enfermo o con preguntas como estas: Qué feo es estar solo, no? ¿Alguna vez conoció a alguien que viviera solo? ¿Qué es lo más feo de estar solo? ¿Alguna vez estuvo solo? , etc. Desarrollo: A veces nos pasa que por alguna situación particular experimentamos muy fuerte la soledad. Esta soledad se manifiesta de modos muy diversos, por ejemplo: evitamos recibir personas; cuando recibirnos a alguien nos cerramos al diálogo, y si dialogamos evitarnos los temas que más nos duelen. Cuando comenzamos a sentir el cansancio, el agotamiento, la desilusión, el descontento... la soledad está a la puerta. Junto con la soledad se acerca a nosotros la posibilidad de muchos otros posibles males. Comprender que este estado es el punto límite al cual puede llegar el anciano o el enfermo y lograr reconocerlo es el comienzo de la solución. Cuando esto se logra la persona debe abrirse arriesgándose a compartir su situación, a dejarse alcanzar por el amor de quien está junto a el. Aceptar la comprensión, la escucha, la compañía de quien se ofrece es el mejor camino de sanación de la soledad. El enfermo también debe reconocer la presencia vivificadora y constante del Señor junto a el, debe aprender a aceptar que el Señor resucitado está a su lado y comparte su suerte. Encuentro con la Palabra: “Tres amigos de Job se enteraron de todos los males que le habían sobrevenido y llegaron cada uno de su país. Los cuales se pusieron de acuerdo para expresarle sus condolencias y consolarlo. Al divisarlo de lejos no lo reconocieron... Después permanecieron sentados en le suelo durante siete días y siete noches, junto a el sin decir una sola palabra, porque veían que su dolor era muy grande. Luego de esto Job rompió el silencio". (Job. 2:11- 3: 1). Ver también Romanos 8: 31- 39 Compromiso: Nos comprometemos a dejarlos iluminar por la Palabra en nuestras propias soledades y a buscar el abrirnos a los hermanos, para poder iluminar y acompañar a los que están solos en su dolor. Oración: Señor Jesús mi alma está triste y apenada. Me siento solitario y desolado, Todo me resulta fatigoso y molesto. Por eso acudo a Ti, consolare y anímame. Que pueda abrir el corazón a mis hermanos, Y pueda escucharte en ellos. Que no rechace su consuelo y su amor y acepte Su compañía.
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Amén.
Encuentro Nº 9: La Aceptación ( I ) Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud reconozcan en la aceptación el mejor camino para la salud y la paz del enfermo. Hecho de vida: En muchas ocasiones visitando enfermos en hospitales o clínicas encontramos que les han regalado flores o tarjetas en las cuales les desean lo mejor. Que se reponga de su enfermedad, que pronto vuelva a estar bien, etc. El paciente en general se sonríe y/o agradece la atención. Nosotros nos quedamos en cambio sin saber que es lo que esta pensando o sintiendo en lo más íntimo de su ser; si esta o no aceptando su condición de enfermo... Desarrollo: Por lo general, rara vez aceptamos la voluntad de Dios. Pensamos que El nos abandona en nuestros momentos más difíciles y en verdad Jesús nunca nos abandona. Es en esos momentos cuando debemos acercarnos más a El, con nuestra entrega a su voluntad, rezando, etc. Lo que si es muy difícil de disimular es la no aceptación de nuestra situación. Cuando un médico nos comunica de nuestro estado, por lo general decimos por lo bajo, "esta bien" o "y... bueno", tratando de disimular nuestro dolor, y es ahí donde comenzamos a tratar de vivir intensamente, planeamos salidas, reuniones y distintas ocupaciones y trabajos. Todo esto lo hacemos, tal vez, para no darnos tiempo a pensar y evitar de este modo el sufrimiento. La paciencia de Dios es realmente infinita para con nosotros. Nos regala paciencia, hasta que podernos alcanzar la aceptación. En muchas oportunidades aceptamos el dolor o el sufrimiento ajeno, pero no tanto el propio. Después de convivir un tiempo con otra persona que sufre, aprendemos a aceptar lo ajeno y luego comenzarnos a sentirnos un tanto felices. La verdadera aceptación se mide en la medida en que puedo decir: SOY AMADO POR CRISTO Y QUIERO QUE EL SEA EL CENTRO DE MI VIDA .Para alcanzar la serena aceptación de las distintas adversidades de la vida, una persona enferma desea hablar y tomar la mano de un amigo. Nosotros también alcanzamos la aceptación de nuestras heridas cuando tornamos la mano de un amigo, especialmente la mano de Cristo. En la medida en que vivimos las Bienaventuranzas vivimos la aceptación y somos más felices y saludables, enfocados no en la pena de las heridas sino en la superación personal a partir de ellas. Para esto es también muy importante la oración, la reconciliación, etc. Encuentro con la palabra: "Jesús al ver a toda esa muchedumbre subió al monte. Allí se sentó y sus discípulos se le acercaron. Comenzó a hablar y les enseñaba así: Felices los que tienen espíritu de pobre porque a ellos les pertenece el reino de los cielos. Felices los que lloran porque serán consolados. recibirán la tierra en herencia. y sed de justicia porque serán sacia porque obtendrán misericordia. paz porque serán llamados hijos de porque ellos verán a Dios. Felices los pacientes porque Felices los que tienen hambre dos. Felices los misericordiosos Felices los que trabajan por la Dios.
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Felices los de corazón limpio Felices los que son perseguidos a causa de mí por que de ellos es el reino de los cielos. (5, 1 - 10 ). Compromiso: Buscar en nuestra vida, especialmente en momentos más o menos recientes, algún tipo de sufrimiento que hayamos experimentado. Determinar si lo hemos aceptado y buscar el sentido que tuvo para nosotros. Oración: Señor Jesús sana nuestros cuerpos y nuestros ánimos. Con tu paciencia en el sufrir curó Jesús la impaciencia de todos los enfermos y de todos los que los cuidan. Vos sabés bien qué fácil resulta perderla cuando estamos en medio del sufrimiento. Saná nuestra capacidad de amar, de tal manera que podamos resistir el dolor y ofrecerlo a Dios Padre como vos lo hiciste. Jesús Hijo de Dios, Ten misericordia de nosotros. (Cada uno dice una intención personal y rezan el Padre Nuestro.)
Encuentro Nº 10: La Aceptación (II) Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud ayuden a los enfermos a aceptar la realidad que les toca vivir y compartir sus sufrimientos con Jesús. El lo hizo por nosotros hagámoslo con El. Hecho de vida: Cuando le diagnosticaron a un paciente que tenía leucemia sufrió un shock muy grande y pasó por todas las etapas del sufrimiento que hemos enunciado en el prólogo de -este trabajo. Pero la aceptación al fin llegó. Esto sucedió cuando pudo comprobar que el sufrimiento en Cristo tiene un valor y significados diferentes, gracias al acompañamiento de algunas personas que lo ayudaron a trascender su horizonte. Desarrollo: El sufrimiento que se carga sólo, además de ser más pesado, termina por lo general en el hastío y el sin sentido. Iluminar desde la fe al enfermo lo fortalece y orienta, lo ubica y enriquece. Lo mismo que a quienes lo acompañan. La tarea de hacer encontrar al enfermo con el Señor Jesús es importantísima. Por eso además de la ayuda meramente humana y de acompañamiento afectivo del enfermo, es fundamental el diálogo de fe entre él y el agente. Cuando las personas descubren la solidaridad del Señor, que junto con nosotros tira del carro del dolor, experimentan la compañía y cercanía de un Dios que es capaz de darlo todo. Jesús aparece como el compañero de camino, que consuela, como en Emaús, y que como en el Calvario compartido ofrece también compartir el Reino de los Cielos. Encuentro con la Palabra: "Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados que yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, así encontrarán alivio. Porque mi carga es suave y mi yugo es liviano". (Mt. 11, 28 -30.). Otro texto: Col. 1, 24 -29. Compromiso: Que los agentes ofrezcan los sufrimientos pequeños o grandes que tengan por alguna persona o situación que necesite la ayuda del Señor como modo concreto de vivir la Palabra de Dios anunciada anteriormente.
Oración: Rezar con el salmo 30 (31). Tomarlo del Libro del Pueblo de Dios.
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Encuentro Nº 11: Aceptación (III) Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud ayuden a los enfermos a sentir que Dios está siempre junto a nosotros. Y que nosotros podremos hacer mucho junto a El. Hecho de vida: Marta es una señora discapacitada que vive sola. Su familia es de otra localidad. A pesar de sus dificultades y de que no es visitada a menudo por nadie, ella a aceptado su situación y no culpa ni a Dios por su discapacidad ni a su familia por la distancia y ausencias que esta provoca. Desarrollo: Todos sabemos que Dios es bueno y que todas sus obras también lo son. Por eso cuando se presenta el dolor y el sufrimiento nos cuesta encontrar el origen. Y así surgen las preguntas tan comunes: ¿por qué a mí? ¿Por qué a él? La respuesta a estos interrogantes se puede encontrar en la conversión al Dios vivo. Desde el principio Dios nos asoció a su vida. Nos dio parte en su misión. Y así lo afirma al decir que "el que quiera seguirlo cargue con su cruz cada día, renuncie a sí mismo y lo siga." De este modo la Única salida sana al problema del sufrimiento es encontrarle sentido uniéndolo a la vida del Dios de la Vida. Encuentro con la Palabra: Jn. 9, 1 -41. Compromiso: De todas las experiencias dolorosas que hemos sufrido a lo largo de la vida seleccionar una y tratar de descubrir qué hemos aprendido de ella o qué hemos sacado de provechoso de ese momento. Oración: Cantamos la canción CREO.
Encuentro Nº 12: El Perdón Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran que el encuentro personal con Jesús es el camino más cortó para perdonarse y perdonar. Y puedan ayudar a los enfermos a hacer tal encuentro. Hecho de vida: Una mujer, desde muy pequeña, había sido agredida, de diversos modos, por su propio padre. En su ingenuidad aceptaba estas agresiones como normales. Al crecer y descubrir lo perverso de dichas actividades comenzó a rechazarlas y con ellas a su padre, por supuesto que también sentía una gran culpa personal, aunque no era culpable de nada. Pero, tanto para con su padre como para con ella misma, había elaborado un gran sentimiento de rechazo, que en algunos momentos se convertía en verdadero odio. En esta situación se había convencido de lo imposible de darse y de dar el perdón. Como estos sentimientos le causaban mucho dolor, entendía que lo mejor para soportarlo era taparlo, no recordarlo... pero esto le era imposible y aquello le ocasionaba problemas psicofísicos. Desarrollo: Tratar de disimular, ocultar, ahogar un sentimiento de culpa y/u odio, puede producir en nosotros cualquier tipo enfermedad. Por eso es indispensable para la salud psico- físico-espiritual alcanzar el propio perdón y perdonar, ya sea a los otros, a la vida o a Dios, según sea a quien culpemos. Cabe preguntarse de todos modos cómo podemos llegar a perdonar semejante dolor, cómo perdonar a quien nos hizo tanto mal El agente debe ayudar a experimentar al enfermo el perdón sanador de Dios, para que desde ahí pueda perdonarse a sí mismo. Y desde esta doble reconciliación lanzarse a dar el perdón. Jesús nos ofrece la curación de toda la persona, nos cura el cuerpo y el alma, nos ayuda a perdonar y perdonamos. Pongamos toda nuestra confianza en le amor incondicional de Dios. Creer en el amor de Dios no es fácil, requiere donación personal; no tranquilizar egoístamente la conciencia o dejar indiferente el corazón,
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sino hacerlo más generoso, más libre y más fraterno. Libre de tantas esclavitudes que terminan por dejarnos vacíos y angustiados e impiden el verdadero amor y la auténtica felicidad. (Juan Pablo II, en Bs. As, 12/ 04 /87). Iluminación: Colosenses 3: 13- 17. Compromiso: Comprometernos a rezar por nuestra propia curación y por el perdón que debemos recibir y dar. Oración: Salmo 32 (31), tomado del Libro del Pueblo de Dios.
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Tercera parte: a. Desde la fe asumimos estas realidades Encuentro Nº 13: Valor redentor del dolor Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran que aprendiendo a amar en el dolor salvamos al mundo con Cristo. Hecho de vida: ¿Qué valor le damos los cristianos al dolor? Frecuentemente oímos decir: ¿Por qué tanto dolor en este mundo? ¿Tiene sentido el dolor para después terminar en la muerte?... “En el tiempo de la poda, pareciera como sí el árbol derramara lágrimas; el insensible podador corta las ramas
sin compasión, despoja al árbol de sus brazos y ralea su ramaje sin piedad... Por cada una de sus heridas el árbol destila la sangre de su protesta; es como si el alma del árbol levantara el grito contra semejante atropello.
Sin embargo, ello sirvió para que esa alma se contrajera, se replegara durante largos días de invierno y así no fuera alcanzada, en la interioridad de su savia por el frío que mata. Luego vino la primavera y los brotes anunciaron que el árbol no solo no estaba muerto, sino que había recuperado la vida, nueva pujanza., nueva fecundidad en flores y frutos." Desarrollo: En tu vida el dolor desempeña el papel del podador, tú podrás tal vez quejarte con permiso; pero si tienes fe, si unes tu dolor al dolor redentor de Cristo, te podrá servir de nueva fuerza en tu vida. Mirando a Cristo que aceptó el sufrimiento y la muerte para llegar así a la vida gloriosa, comprendemos mejor el sentido de nuestro propio sufrimiento. Se fortalece nuestra esperanza, por que confiarnos en que " al participar en el sufrimiento de Cristo", llegaremos también a participar de su Gloria. Es como si oyéramos a Jesús: " no tengas miedo yo estoy contigo... si sufres conmigo llegarás también
conmigo al cielo".
Unido a Cristo en su sufrimiento y aceptando sus dolores el enfermo colabora con El en la salvación del mundo. Así se hace acreedor de la Promesa de Cristo. Encuentro con la Palabra: "Al presente me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. (Col.1: 24). ( Hebr. 5 : 7 -10). La Palabra nos ayuda a comprender el sentido redentor del dolor. Muchas veces cuando faltan las palabras aparece esta luz, que nos da esperanza, fortaleza y consuelo. Sufrir descubriendo en la fe que Cristo asume nuestro dolor y lo hace más liviano. (“Aprendan de Mí que soy manso...”). Compromiso: "Fuera de la cruz no hay otra escalera para llegar al cielo" ( Sta. Rosa de Lima). Oración: Señor Jesús, que mostraste tanto cariño por los enfermos y continuas tu obra de redención en todos aquellos que sufren, mira benigno la cruz de la enfermedad que pesa sobre nuestros hombros y ayúdanos a cargarla con fe y amor. Tú no quieres que los hombres sufran, pero de los males que nos afligen extraes frutos de redención y salvación. Danos la paciencia necesaria para poder soportar los dolores y la fuerza para luchar contra las enfermedades del alma y el cuerpo. Danos el coraje de decir en las horas más amargas de la vida que se "Haga Tú voluntad..."
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Encuentro Nº 14: Sacrificio Objetivo: Que los agentes de la Pastoral de la salud comprendan que la aceptación del dolor por amor lleva al ofrecimiento, que como el de Jesús se convierte en sacrificio. Hecho de vida: María, la madre de Jesús y madre nuestra, supo lo que significaba el sacrificio. Su vida estuvo marcada no solo por su gran fe, sino también por la generosa capacidad de ofrecerle todo a Dios, buscando siempre que se haga Su Voluntad. Sin duda alguna su sacrificio más grande fue ofrecer a su Hijo al pie de la cruz. María permanece de pie junto a su hijo, ofreciendo con amor su dolor, con la esperanza puesta en su Señor y confiada de que el sacrificio de Jesús engendra nueva Vida para todo el género humano. Desarrollo: Pretender que en la vida no haya dificultades y no tengamos que realizar esfuerzos es pura utopía. La vida del cristiano no se comprende sin la cruz, esta toma forma en las distintas circunstancias diarias de nuestra vida. A veces nos cuesta comprender que "hay más alegría en el dar que en recibir”, y nos cuesta pensar que Jesús se sacrifico dándose. Nuestras manos deberían aprender de las de cristo que abiertas en la cruz se dan para todos. Aprender a damos en el consuelo, en la comprensión, en la ayuda, en el fortalecer, dar dándonos... Sacrificar nuestro tiempo, nuestra comodidad, nuestras estructuras para ponernos en el lugar del otro, para sufrir con el otro, conlleva una gran cuota de generosidad, de entrega y de amor, pero nos hace plenamente partícipes del misterio de donación del Señor Jesús que se ofreció el mismo en sacrificio para manifestarnos la salvación. Encuentro con la Palabra: " Después de las amarguras que haya padecido su alma, verá la luz y será colmado. Por su conocimiento mi siervo justificará a muchos y cargará con todas sus culpas" (Isaías 53: 11). Leer también Filipenses 2: 5- 11. Compromiso: Comprometernos a ofrecerle al señor nuestros pequeños sacrificios diarios al Señor, por nuestros hermanos que más sufren en el cuerpo y en el alma; Tratar de realizar una visita a alguien que lo necesite, ofreciéndole al señor este sacrificio de tiempo y dejando la comodidad. Oración: A veces se sufre más de lo que Dios quiere, porque se sufre como El no quiere. Todos los que pretenden un Cristo sin cruz encontrarán una cruz sin Cristo, insoportable de llevar sobre los hombros e insoportable de llevar en el corazón. Jesús nos llama a tomar la cruz y a seguirle. El se sacrificó por nosotros a fin de que sigamos sus huellas. Su Madre, está asociada más íntimamente que nadie al misterio del sufrimiento de Cristo que dio la vida para salvamos. Por eso Señor por medio de tú Madre te pedimos que nos ayudes a sacrificarnos por vivir como tú, que sepamos darnos a los que sufren para darte y para participar contigo de la salvación que nos ofreces con tu sacrificio redentor, (Oramos con la oración del Magníficat o la cantamos...).
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Encuentro Nº 15: Salvar con Cristo Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran el valor de los sacramentos en el camino de fortalecimiento de los enfermos. Hecho de vida: Una vez escuche un médico que contaba la experiencia con un enfermo terminal. El paciente del que hablaba era un enfermo terminal, en un hospital. Era un hombre muy joven y con los días contados. El muchacho pasó por todas las etapas del sufrimiento: rabia, ira, fastidio, enojo. Después de charlas con el médico compartiendo algunos mates él fue aceptando poco a poco su realidad y se fue sintiendo más acompañado y confortado en la parte espiritual; también sintió que aún no tenía algunas cosas resueltas y que el tiempo se le acababa. Entre esas cosas no resueltas estaba el hecho de no haberse casado con la mujer con la que vivía. Le pidió a su médico que ya lo sentía como a un amigo que por favor le trajera un sacerdote y que él fuera el padrino, y las enfermeras los testigos; de inmediato fueron a buscar unas masitas. Y en esa cama del hospital, no sólo recibió el sacramento, sino que también lo festejó Desarrollo: ¿qué es un sacramento? Un sacramento es un signo del amor de Dios. Los sacramentos son acciones salvadoras de Cristo por medio de la iglesia. Todavía hoy en nombre de Cristo, la iglesia usa estos gestos instituidos por El, para transmitir la vida divina a los hombres. La iglesia hace a Cristo presente entre nosotros y nos ofrece la salvación, particularmente por medio de la Palabra y los sacramentos. Jesús cura a los enfermos no sólo por compasión, sino para demostrar al mundo la grandeza de Dios y la llegada de la salvación. Jesús resucitado vencedor de la enfermedad y la muerta, también hoy se preocupa de los enfermos, como lo hizo en el tiempo de su vida en Palestina pero no se presenta en forma física, sino que actúa por medio de los sacramentos. En la unción de los enfermos, Cristo en la persona del sacerdote visita al enfermo. Este sacramento es pues un verdadero encuentro con Cristo que acompaña al enfermo con su misericordia en el momento difícil de su vida. Pero también Jesús se ocupa de ellos haciéndose presente a través de la iglesia en nosotros los bautizados. A través del sacerdote en la confesión, de los ministros que acercan la comunión, de los agentes que transmiten la Palabra, Jesús fortalece y alivia al enfermo. Iluminado por la fe e incorporado a Cristo que venció todo mal, el enfermo recibe fuerza y ánimo para luchar contra su enfermedad. La esperanza en la victoria final junto a Cristo le da valor para salir victorioso de las pruebas. El Señor nos dice: "te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”. Encuentro con la Palabra: "Al ponerse el sol todos los que tenían enfermos de diversos males se los traían; el les imponía las manos a cada uno y los curaba". Lc 4,20. Otros textos: Lc. 5,13. Mc 5,41. Mt. 26,26.-Mt. 28,18-20.Mt 11,28. Compromiso: Fortalecernos con la gracia de los sacramentos para poder ser instrumentos de salvación del Señor. Oración: Recibe, Señor, y transforma: Nuestros miedos en confianza
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Nuestros sufrimientos en crecimiento. Nuestras amarguras en paz del alma. Nuestra espera en esperanza. Nuestra muerte en resurrección. Amen.
Encuentro Nº 16: La Fortaleza Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran que por medio de la virtud de la fortaleza, somos capaces en nuestra debilidad, de soportar los dolores y sufrimientos, con dignidad. Hecho de vida: "Un hombre que no podía aguantar nada hermoso. Cuando en un oasis encontró una pequeña y sana palmera, tomó una pesada piedra y la puso en el centro de su copa, se río y se fue. La joven palmera intentó desesperadamente liberarse de esa pesada carga, se sacudía e inclinaba hacia todos los lados, pero todo era en vano. Entonces se agarró más profundamente en el suelo, hasta que sus raíces alcanzaron una veta de agua hasta entonces desconocida. Esta fuerza de la profundidad, y la luz y el calor del sol desde la altura, hicieron que pudiera desarrollarse como una palmera majestuosa, capaz también de levantar la pesada piedra. Después de años volvió el hombre para gozarse del resultado de su maldad. En eso, la palmera más fuerte de todas, inclinó su copa, le mostró la piedra y le dijo: "debo darte gracias. La carga que me impusiste me ha fortalecido". Desarrollo: Según el diccionario fortaleza es la capacidad de soportar la adversidad. Para los cristianos es la virtud moral que asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Dicho en lenguaje corriente sería el coraje para enfrentar todo aquello que la vida depara: luchas, sacrificios, enfermedades, separaciones, muertes, desarraigos y muchas otras contrariedades; y a pesar de todo mantenernos en el bien. También la fortaleza nos es útil para vencer las tentaciones, el miedo. Nos ayuda para el momento de la renuncia. Encuentro con la Palabra: Leemos el salmo 118,14 y Jn 16,33. Compromiso: Tratar de descubrir en nuestra vida cotidiana cuales son las situaciones que reclaman de nosotros mayor fortaleza. Tratar de mirar a aquellas que nos producen mayor desasosiego y ponerlas en las manos de Dios pidiendo poder tener más fortaleza para sobrellevarlas o superarlas. Oración: Rezamos con un salmo tornado del Libro del Pueblo de Dios: 31 (30) 2-6 y 15-18.
Encuentro Nº 17: La Muerte Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud profundicen en el sentido cristiano de la muerte y puedan así transmitirlo a los demás. Hecho de vida: Una señora nos ha contado que siempre conversa en familia acerca de la vida y de la muerte. Y este tema no es nada complicado para ella. Por eso cuando su esposo estaba a punto de morir le pareció muy normal que terminara sus días en la casa, con sus recuerdos, sus cosas y entre sus hijos y nietos. Desarrollo: La muerte casi siempre nos parece injusta e incomprensible. ¿Qué nos pasa cuando nos ponemos a pensar en nuestra propia muerte.
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La muerte es el fin de nuestra vida terrena. La muerte es contraria a los designios de Dios. Entró en el mundo a causa del pecado del hombre. Quizás no nos damos cuenta que desde que nacemos pasamos por diferentes tipos de muerte. (Buscar que entre todos vayan definiendo algunas de esas formas ). Para nosotros, cristianos, la muerte debe ser el último acto humano, la última decisión nuestra debe ser morir. El Señor nos manifiesta con su propio ejemplo esta actitud a tomar. El afirma "Nadie me quita la vida yo
la doy”.
Encuentro con la Palabra: "Yo les digo amigos míos, no teman a los que mata el cuerpo y no pueden hacer
nada más" Lc 12,4.
“O acaso no se han dado cuenta que los que hemos recibido el bautismo de Cristo, hemos sido sumergidos con El, para participar de su muerte. Así pues por el bautismo hemos sido enterrados con Cristo en la muerte para resucitar también con El. Porque si en verdad nos unirnos con Cristo por la semejanza de su muerte, así mismo nos unimos a El en su resurrección.” (cf. Rom. 6,3-5). Compromiso: Buscar en la propia vida alguna situación de muerte que todavía no puedo asumir y buscar sanar ese dolor. Pedir a Dios la gracia de poder hacerlo. Oración: Para reafirmar el sentido de nuestra vida y nuestra fe untos rezamos la oración del Credo.
Encuentro Nº 18: La Resurrección Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud reafirmen su fe en la resurrección, profundicen el tema y puedan enriquecer a los enfermos visitados con su fe renovada en la resurrección. Hecho de vida: Para este tema partimos de lo que ellos saben acerca de la resurrección. Por eso conviene que comience con las siguientes preguntas: ¿qué es resucitar? ¿quiénes van a hacerlo? ¿Cuándo? ¿Cómo? Y las preguntas que puedan surgir a cada uno de los participantes. Desarrollo: La resurrección de los muertos es la esperanza de los cristianos. La fe en la resurrección es casi una consecuencia lógica en la fe en un Dios creador de todo el hombre, cuerpo y alma. Además como el mismo Señor nos dijo, nuestro Dios no es un Dios -de muertos sino de vivos. Es la muerte la separación del alma y del cuerpo. Este cae en descomposición mientras que el alma que es espiritual va al encuentro de Dios a la espera del cuerpo en el momento de la resurrección. Todos los hombres que han muerto van a resucitar, los que han hecho el bien resucitarán para la vida y los que han hecho el mal para la condenación. Cristo resucitó con su propio cuerpo, del mismo modo, en El todos resucitarán con su propio cuerpo. No con este cuerpo limitado que se enferma y muere, sino con un cuerpo glorioso corno el suyo. Esto ocurrirá el último día. Cuando Jesús venga a juzgar a los vivos y a los muertos y a transformar toda la creación, llevando a plenitud la obra que ya comenzó. El fin del mundo será el día del encuentro definitivo de toda la creación con su creador y de toda la humanidad con su Padre. Este será el encuentro de amor más grande que jamás haya existido. No es un día para temer sino para esperar. Por eso con toda la iglesia debemos clamar a Dios diciendo VEN SEÑOR Encuentro con la Palabra: Leemos el texto de la primera carta de Pablo a los tesalonisenses en el capítulo 15.
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Oración: Cantamos: "Toma mi mano hermano"
B. Los Sacramentos de la sanación Encuentro Nº 19: La reconciliación Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran la necesidad de la reconciliación con Dios y los hermanos, para sobrellevar con serenidad sus dolores. Hecho de Vida: " Bien alto y derecho había crecido un pino Paraná, orgulloso contemplaba sus largos y anchos gajos. Un día se posó un pájaro encima suyo, puso su cabecita sobre la corteza y escuchó corno unos gusanos por debajo de ella comían la madera. El pájaro hizo con su pico un agujero en la corteza, sacó los gusanos afuera y se los comió. El pino Paraná se puso mal, los loros de todos colores que se sentaban sobre sus ramas le gustaban, pero ese pajarito no. El orgulloso pino insultó al pájaro y este huyó volando. Los gusanos pequeños crecieron, los grandes engendraron otros muchos pequeños y juntos y despacito comieron el tronco, pero el árbol no se dio cuenta hasta que un día el viento tumbó al orgulloso pino Paraná. Desarrollo: El pecado va quitando de a poco nuestra posibilidad de vida interior. La estructura del pino es la nuestra y los gusanos son nuestros pecados... Dice san Pablo: "si decimos que no tenemos pecado, nos engañarnos a nosotros mismos. Si confesamos nuestros pecados, El, por ser fiel y justo nos perdonará de todo mal." El pecado nos hace perder la amistad con el Dios de la Vida y el Amor, nos quita libertad y nos quita capacidad para obrar el bien. Por eso Jesús asumió nuestra condición humana, para liberarnos del pecado y hacernos experimentar la misericordia de nuestro Padre, que siempre quiere para nosotros una vida nueva. El sacramento de la reconciliación realiza en nosotros la sanación interior que nos permite vivir en amistad con el Señor y con nuestros hermanos. El perdón del Señor nos restaura interiormente y nos permite experimentar el amor que nos salva y plenifica. Nos da la paz y nos hace otra vez imagen y semejanza de Dios. Encuentro con la Palabra: Leer completo el texto de II Cor. 5: 1621. Compromiso: Acercarnos con confianza al sacramento de la reconciliación experimentando cuánto nos ama el Señor y manifestando este amor en una respuesta generosa en perdón ofrecido a alguna persona que tengamos que perdonar, y en perdón pedido a alguien a quien hayamos lastimado. Oración: Señor, que no tenga yo ningún hombre por enemigo, y que sea amigo de lo que es eterno. Que ame, busque y logre sólo lo que es bueno. Que desee la felicidad de todos os hombres y que no envidie a ninguno. Y hasta donde alcancen mis fuerzas preste la ayuda necesaria a todos los necesitados. Que poco a poco trate de ser mejor persona para mi bien y para poder servir con humildad. AMEN.
Encuentro N° 20: El Sacramentro de la unción de los enfermos Objetivo: Que los agentes de la pastoral de la salud descubran la necesidad de que el enfermo reciba la
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unción de los enfermos y de cómo ésta acompaña en el sufrimiento a la persona. Hecho de vida: Miguel Angel, el gran pintor, cuando tenía 86 años dijo a una condesa:" Espero que Dios me llame pronto" la condesa a su ves le preguntó si estaba cansado de vivir, pero Miguel Angel le contestó:" No, no estoy cansado de vivir, yo estoy sediento de la vida. Desarrollo: Entre todos los participantes del encuentro conversan acerca de la siguiente pregunta. ¿ Qué harías si supieras que tienes sólo un día más de vida? Se busca en cada una de las respuestas las diferentes actitudes y se analizan a la luz de todos los encuentros anteriores y a la vez se analiza el lugar que cada uno le dio a Dios en ellas. Jesús resucitado, vencedor de la enfermedad y de la muerte, hoy se preocupa de los enfermos. Y como dijimos en el encuentro 14 a través de los sacramentos y de la persona del ministro que los administra. El ministro al ungir al enfermo nos recuerda a Jesús atendiendo y consolando a los enfermos, imponiéndoles las manos. Encuentro con la Palabra: Leer St. 4,13-15. Oración: Ya declina el día quédate con nosotros y con tu iglesia. Ya se acerca la noche y los enfermos le temen. A los que duermen, vigílalos, tú eres la luz. A los que sufren, alívialos, tú eres la paz. A los que ya no soportan, cálmalos, Tu eres dulzura y fuerza A los que están dormidos, protégelos, tú eres la esperanza. Quédate con nosotros, Señor, Tú eres la vida. AMEN.
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