Domingo XIV del Tiempo Ordinario (6 de julio)

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“Vengan a mi todos los que están afligidos”

Domingo XIV del Tiempo Ordinario (6 de julio)


¡¡Indignados!! - ¡¡Agobiados!! • A veces se experimenta el sentimiento de que algo no funciona bien; que la vida que llevamos…no es vida.

• Hacemos del día a día un yugo insoportable y solitario.


¿Qué está ocurriendo?

• Nada nos satisface. • Nos desbordamos fácilmente ante los problemas. • Queremos respuestas para una felicidad pasajera.


• Nuestras propias dificultades y yugos personales nos abruman: “bastante tengo con lo mío”, y me hago egoísta. • Todo lo “descargamos” en los demás, o en las redes sociales. • Culpabilizamos a los otros.


• “Si a un pájaro le quitas las alas parece que le alivias el peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso;

Una anécdota

restitúyele el peso de sus alas y verás cómo vuela”. (San Agustín, sermón 126).


¿Dónde está la respuesta a nuestros agobios?

• En el retorno al Señor está la

solución a nuestras fatigas e inconsistencias

• Cualquier otra carga, te oprime y abruma, pero la carga de Cristo alivia todo peso, porque la carga de Cristo tiene alas y a veces nosotros se las queremos quitar.


Jesús nos acoge en su corazón • Hace unos días celebramos la fiesta del corazón de Jesús. Él tiene un corazón que acoge nuestra vida, que asume nuestros fracasos y preocupaciones.

“Vengan a mi los que están fatigados”.


• En su corazón debemos reclinar nuestra alma. • Poseemos su Palabra para orientar nuestro vivir. • Nos ha dejado la Eucaristía para ser invencibles. • Contamos con el auxilio de su Espíritu que, en el agotamiento físico y espiritual, siempre será un consuelo.


Somos otros “cristos” • Cuando aprendemos a poner en Cristo el peso de nuestra vida, aprendemos a VIVIR DE VERDAD. • Eso nos da la posibilidad, como cristianos, de ser respuesta y descanso para nuestros hermanos, pues somos imagen de Cristo.


• Por lo tanto, si la vida de

Cristo fue acoger a la humanidad: esta actitud es una exigencia para el discĂ­pulo.


¿Cómo aprender del Señor? Vida de oración: Una auténtica vida espiritual tiene como eje principal la oración. Es necesario propiciar en el alma un clima interior que haga posible prestar atención a las voces del “dulce huésped del alma”.


ď ąCultivar las virtudes como la humildad:

La vida humana es como un ĂĄrbol que hay que saber cuidar.

• La humildad permite tener la Gracia de controlar conductas: palabras, pensamientos, acciones, y no que ellas lo controlen a usted.


Vivir conforme al Espíritu: de la fuerza

del Espíritu derivan las maravillosas obras que realiza Dios. Eso hace que superemos múltiples tentaciones: 1. Tristezas. 2. Cargas negativas. 3. Egoísmos.


• Cuando uno deposita en el Señor los agobios, estos siguen ahí, pero se ha transformado la forma en que los asumo. • Se convierten en un reto, en la oportunidad de vivir la alegría y la esperanza, y es una manera de agradar a Dios.


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