La letra en blanco Vol.7 Monstruos literarios
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Coordinación: Patricia García Edición: Patricia García, Vicky Puche, Carmen Sanjulián Con ilustraciones de: Celia García Arrau Textos de: Mary Crowley, Agnès Girod, Stephen McFadden, David Mac
Millan, Seán Ó Fearghail, Ute Weber 2
INSTITUTO CERVANTES DE DUBLÍN
“MONSTRUOS LITERARIOS” Antología de textos del Curso de literatura y escritura creativa. Vol. 7 Instituto Cervantes de Dublín (junio 2014) *** En esta séptima edición de la revista La letra en blanco presentamos la selección que los alumnos han realizado de su trabajo de escritura creativa en español. Para aquellos que detecten expresiones algo exóticas, como siempre recordamos que intentamos modificar lo menos posible el estilo de cada autor. Los protagonistas de este volumen son los monstruos literarios. En clase hemos hablado de dictadores, a través de textos como “Un día de estos” (Gabriel García Márquez) y Los girasoles ciegos (Alberto Méndez). Se nos han aparecido dobles en “Helicón” (Cristina Fernández Cubas), muertos vivientes en “Overbooking” (Luis García Jambrina), ángeles caídos en “Un señor muy viejo con unas alas enormes” (Gabriel García Márquez) y muchas más criaturas indescriptibles en los microrrelatos de Ángel Olgoso. El monstruo literario por excelencia, la muerte, ha estado presente en los poemas de Antonio Machado y Federico García Lorca y, por desgracia, también en la realidad: hemos sido testigos de la muerte de uno de los grandes maestros de la literatura, Gabriel García Márquez. Una edición más agradezco encarecidamente la ayuda y el apoyo de las editoras Carmen Sanjulián y Vicky Puche. Esta vez además contamos con las ilustraciones de Celia García Arrau. También agradezco a mis alumnos la constancia que han tenido y todo lo que me han enseñado durante estos años: los buenos momentos los martes o jueves por la tarde, las risas y las geniales ideas. Hace más de tres años empezamos con el proyecto La letra en blanco para dar a conocer el extraordinario trabajo de los alumnos del curso de escritura creativa. Han sido tres años de sorpresas, en los que en todas y cada una de las sesiones aparecían nuevas dimensiones del texto que analizábamos. Los relatos y poemas de mis alumnos han sido una clara constatación de que la escritura creativa es una herramienta fundamental en el aprendizaje de lenguas pero también han demostrado que la escritura, en el idioma que sea, ayuda a leer, hablar, escuchar y pensar mejor. Con esta séptima edición, por motivos ajenos al curso, La letra en blanco dice adiós de momento. Mientras tanto, os dejamos estos textos monstruosos en los que no faltan el humor y la nostalgia.
Patricia García
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© Celia García Arrau
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Índice
UN MONSTRUO ENTRE NOSOTROS 1. La grieta en la pared, Seán Ó Fearghail EL CONVENTO 2. El hogar, Stephen McFadden 3. Cadena perpetua, Seán Ó Fearghail 4. Célula, Agnès Girod EL DICTADOR 5. El monstruo, Stephen McFadden 6. El poder y la máscara, Ute Weber LA REPRESIÓN 7. La represión, David Mac Millan UN SUEÑO 8. Unas historias del principito azul, Ute Weber UNA PESADILLA 9. Una experiencia desvelada, Mary Crowley UNA NOCHE DE VERANO 10. La luz del verano, Ute Weber 11. Una noche de verano, Mary Crowley LA MUERTE COMO MONSTRUO LITERARIO 12. La muerte, David Mac Millan 13. Las leyes de la naturaleza, Mary Crowley ESCRITURA LIBRE 14. Color ciego, Agnès Girod
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EJERCICIO: UN MONSTRUO ENTRE NOSOTROS
Inspirado en “Un señor muy viejo con una alas enormes”, de Gabriel García Márquez. Escribe un relato en el que des voz a un monstruo.
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LA GRIETA EN LA PARED
Llegamos aquí de la ciudad hace 5 años para construir la casa de nuestros sueños en el país. No tuvimos que invertir mucho tiempo en encontrar el lugar perfecto. Era un pedazo de tierra con vistas al lago, Lougharaghty o Loch an Arrachta, y reflejos de las montañas y el sol en las mañanas tranquilas del verano. Había un bosque a un lado en donde había unos cercados de la Edad de Hierro y un dolmen megalítico, o la Tumba del Gigante, como los habitantes del lugar la llamaban. Incluso hablaban de una gran batalla en el pasado distante, alguien mencionó los Tuatha Dé Danann o los Fir Bolg pero nadie tenía ningún detalle, excepto que fue hace mucho tiempo, que un gran rey había sido derrotado en la batalla, que lo mataron aquí y fue enterrado en la zona, tal vez, fue enterrado en la Tumba del Gigante. Estoy aquí soñando con el lago y el reflejo de las montañas durante una mañana tranquila mientras el sol sale, y sé que toda la tierra que veo es la mía, y que la gente es mi gente. No fue difícil obtener permiso de construcción, nadie se opuso. Aunque todos eran muy amables y estaban dispuestos a tomar una pinta con nosotros en el pub, de alguna manera parecían un poco incómodos en nuestra compañía. Por supuesto, como “extranjeros” en la ciudad no esperábamos que nos aceptaran de inmediato, pero imaginamos que después de un año o dos iban a empezar a pensar que habíamos vivido aquí toda la vida. Sea como sea ninguno de los lugareños se opuso a la construcción de la casa. ¿Qué es esta sombra frente a mis ojos? ¿Qué está bloqueando la vista del lago y de la montaña? ¡Mi lago y mi montaña! Pasamos por todo el proceso con las autoridades de planificación. Contratamos ingenieros para verificar que no había riachuelos bajo de la casa y que había sólo roca sólida debajo. Construimos los cimientos de hormigón sólido. Todas las normas se cumplieron. ¿En ese caso, por qué después de sólo un año en la casa empezó el suelo de la cocina a hincharse por el medio? Sólo un poco, pero era suficiente para desalinear todos los muebles de la cocina, suficiente para no poder cerrar las puertas. Se verificó el hormigón que habíamos utilizado en los cimientos. Todo era correcto, pero todavía el suelo seguía elevándose por el medio. Al final el suelo comenzó a resquebrajarse y un poco después una grieta aparecía en la pared.
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Ahora, cuando intento dar vueltas en mis sueños, no puedo girarme. Soy retenido como si una gran piedra me estuviera presionando. Con todo mi esfuerzo puedo moverme muy lentamente. Poco a poco la piedra comienza a moverse, el peso se levanta y el sol de la mañana comienza a brillar sobre mí. Lo consultamos con los expertos, ingenieros estructurales, ingenieros de drenaje, geólogos… sin embargo todo fue en vano. Destrozamos el suelo de la cocina, excavamos nuevos cimientos y vertimos hormigón de nuevo. Ahora estoy en la oscuridad otra vez y el peso me está presionando, es más pesado que antes. Pero si no puedo soñar, no podré ayudar a mi gente, a la gente de mi tierra. ¿Cómo se las arreglarán si no puedo guiarles y gobernarles, si no puedo asegurarme de que sus cultivos crezcan y que sus animales medren? Mi gente me necesita. Después de dos años nos dimos cuenta de que los vecinos parecían cada vez más cautelosos al hablar con nosotros. El problema no era demasiado obvio, todo el mundo todavía decía “Hola” en la calle, hacía comentarios sobre el clima, preguntaban sobre el jardín, pero nadie quería sentarse o tomar una pinta con nosotros en el pub ni pasar por la casa para tomar una taza de té. Todo el mundo era amable, pero un poco distante. Sin embargo, lo más extraño de todo era que nadie nos preguntaba sobre el problema del suelo de la cocina, o de la grieta en la pared, aunque para entonces toda la parroquia lo sabía y tenían que estar hablando sobre el problema entre ellos. Incluso cuando mencionábamos el tema siempre cambiaban de inmediato a una discusión sobre un partido de fútbol de la localidad, o alguna otra tontería. Se ponían nerviosos tan pronto como se mencionaba el tema. Tengo que quitar este peso. Tengo que caminar por la tierra de nuevo, para ver los reflejos del sol y de la montaña en mi lago por la mañana, para guiar a mi pueblo. Tengo que despertar de este sueño. Ha sido así desde entonces. Tan pronto como el suelo de la cocina se repara, comienza a levantarse de nuevo y a resquebrajarse. Tan pronto como la grieta en la pared se arregla, otra grieta se abre. Todavía disfrutamos la casa, la vista no ha cambiado, y no ha sucedido nada que dañe nuestra felicidad, excepto el costo de reparar el suelo de la cocina.
Seán Ó Fearghail 8
EJERCICIO: EL CONVENTO
Ejercicio inspirado en “La monja gitana”, de Federico García Lorca. Escribe un relato cuyo escenario principal sea un convento.
© Celia García Arrau
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EL HOGAR
La hermana Teresa estaba muy dolorida. Cincuenta años de arrodillarse le habían afectado las rodillas, y ahora caminaba con mucha dificultad. Sus manos, con las que había a menudo sujetado su devocionario enfrente del crucifijo en la capilla del convento, estaban nudosas de la artritis, y no tenían mucha fuerza. Sus ojos, antes brillantes, ahora se iban debilitando, y en efecto si no hubiera conocido tan bien todos los rincones del convento y su terreno, habría podido meterse en líos cuando se ocupaba de su deber. Se iba arrastrando con mucho dolor por el pasillo que daba a la cocina. Debía verificar las partidas y ponerlas en los estantes de la despensa. Antaño, por supuesto, habían cultivado gran parte de su propia comida. Sin embargo hace unos años la Iglesia había vendido gran parte del terreno, para cubrir ciertos gastos, y ahora quedaban solamente dos campos – los más próximos con sus filas detenidamente cuidadas de cruces de madera barnizada, los monumentos a las muchísimas monjas que habían vivido y muerto detrás de las murallas altas del convento – y el campo exterior. Cuando acabó de poner las partidas en los estantes, la hermana Teresa bajó al lavadero para poner unas ropas sucias en la máquina de lavar. Durante los días que la lavandería regía, esta sala estaba llena de chicas, lavando y planchando, cosiendo y arreglando. La hermana Teresa estaba encargada de supervisar a las chicas. Perezosas, muchas de ellas, necesitaban una mano firme. Algunas eran un poco cortas de alcance. Todas locas por los hombres, claro, chicas promiscuas de los barrios. Siempre se había asegurado de que no hubiera conversaciones entre las chicas y los jardineros. No querían ningún bebé más para darlo en adopción, había ya más que suficientes. Por supuesto algunos bebés no sobrevivieron, no fueron hechos para la vida. La hermana Teresa giró la cabeza hacia el campo exterior momentáneamente. Quizá era para bien. Concebidos en pecado. ¿Qué tipo de vida habrían podido esperar? A continuación la hermana Teresa cojeó a la nave, todavía llena de herramientas de jardinería, reliquias de los días en que el convento tenía jardines amplios, cuidados por los jardineros que vivían cerca. Hombres y chicos trabajadores y respetuosos, en general, quizá nerviosos de ser las víctimas de la lengua viperina de la hermana Benedicta. La hermana Benedicta estaba muerta hacía muchos años ya, y su cuerpo enterrado en el campo próximo, debajo de una cruz de madera, con su nombre y fechas grabados con cuidado en una pequeña chapa de latón. Los jardineros también se habían ido 10
hacía años, resultado de lo que ella había oído que se llamaban “recortes” en el mundo de afuera. Con dificultad la hermana Teresa cogió una pala pesada de la nave y la llevó al campo próximo. Delante de ella había una mañana de trabajo duro, no estaba segura de poder hacerlo. Se detuvo al lado de una cruz sin barnizar al extremo de una de las filas arregladas de cruces. La tumba de la hermana Brígida. La hermana María y ella misma habían enterrado a la hermana Brígida el año pasado. Habían estado de acuerdo en no notificar a las autoridades su muerte. Ahora solo quedaban dos en el convento, y corrían el peligro de que el convento pudiera cerrarse para siempre. ¿Entonces qué pasaría con ellas? ¿Serían llevadas a alguna residencia de ancianos, quizás? ¡Inconcebible! Habían estado de acuerdo en que este lugar era su hogar, donde habían pasado sus vidas y donde morirían. Ahora la hermana María también había fallecido. La hermana Teresa había traído su cuerpo aquí en la carretilla temprano esa mañana, y ahora tenía que enterrarla. Luego quedaría solo ella. Estuvo segura de que, cuando el tiempo llegara, alguien también le daría un entierro decente, con una cruz de madera y una pequeña placa de latón, y estaría tendida en paz aquí, en su hogar. La hermana Teresa cogió la pala y trató de cavar como los jardineros, con un pie sobre la pala. Sin embargo estaba demasiado débil, y ahora la cabeza le daba vueltas y se agarraba el corazón. Entonces se le cayó la pala de las manos, y ella también cayó a la tierra, para no levantarse nunca más. Luego un silencio se cernió sobre el convento, salvo el susurro del viento por el pasto, en el campo de fuera.
Stephen McFadden
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CADENA PERPETUA
La hermana María aprendió a contar en su septuagésimo cumpleaños. Contó, mientras se arrodillaba delante del altar, los cincuenta cinco años que habían pasado desde que había entrado en el convento en su decimoquinto cumpleaños. Contó en su mente los eventos grandes y pequeños de los años. El número de misas delante de este mismo altar, trescientas sesenta y cinco veces al año durante cada uno de los cincuenta y cinco años que había estado allí, además de los años bisiestos. Era un número demasiado grande para su imaginación. ¿Cuántas veces había dicho su rosario en el mismo lugar? ¿Cuántas Avemarías había dicho? ¿Era cada una de ellas oída por el dios de arriba? Contó los años. Contó veinticuatro años desde que la última monja joven había entrado en el convento. Contó diecinueve años desde que aquella misma joven monja se había ido. Contó a las treinta y dos monjas que estaban en el convento cuando ella entró. Podía recordar muy poco de la mayoría de ellas. Todas entraron antes de que sus vidas comenzaran, antes de que hubieran hecho algo por lo que ser recordadas, como ella misma. En el convento no sucedía nada que recordar. El tiempo se había gastado en la oración, en la lectura y en el trabajo. No había nada que recordar de su propia vida. Contó a las cinco monjas que quedaban y sólo una de ellas era más joven que la hermana María. Casi podía contar el número de años que aún le quedaban a cada una de ellas. Contó el número de años desde la última vez que había tenido un visitante. Al principio su madre y su padre habían sido autorizados a visitarla una vez al mes, una interrupción feliz de la pauta ininterrumpida de la vida, un cambio para saborear. Contó el número de veces que la habían visto antes de que salieran de su vida. Pero ahora no había nadie para recordarla. Había sobrinas y sobrinos, por supuesto, nacidos después de que ella entrara en el convento, a los que nunca había conocido. ¿Por qué deberían haberla visitado? ¿Por qué deberían recordar su cumpleaños? Contó, - pero no pudo remontarse hasta una época en que alguien recordara su cumpleaños.
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Contó a los seis sacerdotes que habían dicho misa en el convento desde su llegada, y recordó sus nombres. Algunos ahora estaban muertos y ¿le recordarían los otros en sus nuevas parroquias? El sacerdote que estaba diciendo la misa ahora, el padre Ulimbze, pronto se mudaría después de tener unos pocos años de experiencia, tal vez a una nueva parroquia en Nigeria. Él no la recordará. Continuaba contando: - el número de madres reverendas, - el número de entierros tranquilos en la parte posterior de la capilla del convento, - el número de rosarios que había gastado, - el número de cenas silenciosas en el refectorio, - el número de madrugadas oscuras para la oración, - el número de inviernos fríos cuando tenía que romper el hielo en la cuenca para lavarse la cara, - el número de pasos a su celda tranquila vacía, - el número de veces que había caminado a la celda, - el número de veces que se había ido de la celda.
Y así contaba, sus labios se movían lentamente, sus ojos semicerrados. Contando los años, los meses, los días, las horas, los minutos en círculos de números cada vez mayores, perdiéndose en la serie cada vez mayor de los dígitos.
Y así encontraron a la hermana María.
Seán Ó Fearghail
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CÉLULA
Célula: pequeña celda, cavidad o seno (RAE)
Afuera, se escuchan las campanas... Las paredes del edificio tiemblan con cada nuevo sonido... La pintura de mi célula se desmorona poco a poco. ¡Ah esta célula! Dos por tres metros. Un largo pasillo con una serie de puertas que dan a un mismo corredor, idéntico en todos los detalles. A menudo, digo que los constructores sólo crean cajas que han reproducido veinte veces. Cinco vigas de madera, una ventana de veinte por veinte centímetros (lo suficientemente grande para toda la célula). Así, una de las posesiones más preciadas es una hoja de papel que permite en invierno evitar que el frío interfiera en la célula. El calor me limita, pero a veces el frío es tan vicioso que una tras otra las partes de mi cuerpo sufren picaduras de frío. De esta célula, me sé de memoria cada esquina, cada rincón, cada pared, cada casilla del cuadro, cada grieta. Me quedo veintitrés horas al día en estas paredes. A veces, me pregunto por mis predecesores, sobre las marcas en la pared, las líneas verticales que le recuerdan a uno contar el paso de los días, o si las huellas son de color rojo porque están hechas con la sangre de una persona interrogada. De hecho, no sé nada de la historia de este edificio. Sin embargo, he optado por aislarme del mundo. Me escondo en esa célula para ser la única que conoce sus secretos más oscuros.
Agnès Girod
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EJERCICIO: EL DICTADOR
Ejercicio inspirado en “Un día de estos”, de Gabriel García Márquez. Escribe un relato en el que aparezca la figura del dictador.
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EL MONSTRUO
No había pasado mucho tiempo antes de que el monstruo hubiera vencido toda la oposición y se hubiera instalado en el Áras an Uachtaráin, según se creía, después de haberse tragado de un solo bocado al Presidente, al parecer, con sumo gusto. El monstruo explicó con claridad en una etapa temprana que no tenía ningún interés en la crueldad por la crueldad, y que, siempre que no hubiera ningún desafío a su supremacía, estaba dispuesto a vivir y dejar vivir a los demás, hasta cierto punto. Por otro lado, y el monstruo explicó esto muy claramente, cualquier indicio de resistencia o deslealtad sería aplastado sin piedad. Después de un tiempo, la situación se normalizó, en cierto modo. Las tiendas volvieron a abrir, los niños volvieron a la escuela, y los autobuses y trenes volvieron a funcionar de nuevo. La vida cotidiana volvió a sus ritmos y ciclos antiguos, y, paulatinamente, la gente empezaba a relajarse. Por razones obvias los ministros del Gobierno eran inicialmente reacios a imponer su autoridad, o incluso a verse en las inmediaciones de los edificios del Gobierno. En realidad, sorprendentemente, la ausencia del Gobierno apenas se notó en la vida de los ciudadanos durante mucho tiempo. Sin embargo, con el tiempo, el pueblo empezaba a aburrirse de la ausencia de escándalo y cotilleo político, que habían presidido la conversación de la gente desde la fundación del Estado, y las preguntas empezaban a surgir sobre qué exactamente hacían los políticos hoy en día, para ser dignos del pago continuado de sus sueldos. Fue en este momento en que el monstruo hizo saber que no tendría ningún inconveniente en que el Gobierno cumpliera sus funciones normales, siempre que esto se hiciera en conferencia regular con él, por supuesto. Las reuniones semanales entre un pequeño grupo de ministros y el monstruo rápidamente se convirtieron en el centro de rumores y especulaciones. Un consenso surgió sobre el monstruo, que quizá de un aspecto monstruoso a la manera tradicional – a saber con la piel verde y escamosa, colmillos horribles, aliento ardiente, etc. – a su manera no tenía un aspecto demasiado malo, como monstruo. También, una opinión general se formó, y se decía que aunque el monstruo podía ser totalmente despiadado si era provocado, era fundamentalmente firme pero justo, y trabajaba para el bien común. De hecho, a pesar de sus maneras bastante formales y sus opiniones muy conservadoras, según parecía tenía un buen sentido del humor (aunque un poco mordaz). Un taxista que afirmaba ser el primo del vecino de un miembro del Gobierno, dijo con autoridad, que el monstruo era un seguidor de los Dubs, y pensaba asistir a la próxima final de GAA. 16
La crítica del monstruo estaba muy mal vista, y era también peligrosa, y las personas que aventuraban aún críticas leves de la criatura o su Gobierno tendían a no verse otra vez. Sin embargo, los informes sobre los alaridos terribles en el Áras en mitad de la noche fueron descartados como fantasías morbosas, y se aceptó que en verdad el monstruo trabajaba siempre por el bien del país, y se merecía el respeto y agradecimiento de la gente por su dedicación desinteresada. Al final, mientras se acercaba el segundo aniversario de la aparición del monstruo, un grupo de empresarios que había encontrado favorable el ambiente de comercio bajo el reinado del monstruo particularmente simpático, propusieron la construcción de una estatua del monstruo enfrente de los edificios del Gobierno. Esta propuesta fue mencionada al monstruo por los ministros. Después de unos días el monstruo hizo pública su respuesta por las vías normales. Estaba de lo más agradecido por este reconocimiento a la ardua labor y sacrificio que suponía la realización de la estatua propuesta. Sin embargo no podía aceptar para nada algo tan ostentoso como esto. En cambio, sólo requería que cada familia del Estado le entregara a su primogénito como pago de un impuesto especial o sacrificio. El monstruo explicó claramente que no habría excepciones a esta demanda.
Stephen McFadden
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EL PODER Y LA MÁSCARA
Le parecía una tarea bastante fácil hecha en menos de una hora. Después de una discusión acalorada en la clase de historia sobre cómo nacen y caen dictaduras, el profesor les dio la tarea de escribir un relato sobre un dictador poderoso en la historia y su influencia en la vida cotidiana de la gente. El día de entrega era el lunes próximo. Ricardo empezó el mismo día a investigar. Y de repente se dio cuenta de que no era tan fácil como esperaba. Lo que algunos (historiadores) declararon “Una patria excelente para vivir” otros describieron como un país desastroso para su población. Más y más se preguntó “¿Qué es el poder? ¿Y quién tiene poder en una sociedad?”. Hasta que empezó mirar a su alrededor con otros ojos, como por ejemplo a los campesinos que vendían sus productos en el mercado de los productores. Si en el siglo pasado habían sido una capa social bastante poderosa, poco a poco habían perdido su influencia. Cuanto más leía sobre grandes culturas que de repente cayeron en la insignificancia o hasta en el olvido, y más difícil le parecía empezar su tarea. Ni el domingo, cuando se fue a caminar por las montañas pudo dejar de pensar en el tema. La niebla en las montañas le recordaba que las fuerzas de la naturaleza eran inalterables y que siempre habían tenido un impacto grande sobre todas las culturas. Regresando a la casa pasó media noche terminando su ensayo sobre el poder y estaba muy orgulloso con su resultado escrito en diez hojas. Como tema escogió la historia europea no tan lejana: la construcción del Telón de Acero y su caída, mucho más rápida, de lo que todos esperaban. Pero al día siguiente entregó al profesor apenas media hoja escrita en el bus: “El poder más impactante en la vida del hombre fue la construcción del reloj. Si antes fue solamente el cambio de días a noches lo que determinó la vida cotidiana humana, con la construcción del primer reloj empezó el fraccionamiento del día y poco después la dictadura de la velocidad, culminando en que una milésima de segundo puede definir el éxito o el fracaso de algunas vidas. ¡Una milésima de segundo, medida solamente con un reloj especial!” En ninguna época ha habido una rebeldía contra el reloj, pues el reloj es el poder con la máscara perfecta.
Ute Weber
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EJERCICIO: LA REPRESIÓN Inspirado en “La monja gitana”, de Federico García Lorca. Escribe un texto en el que la represión aparezca como personaje principal.
represión. (Del lat. repressĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de represar. 2. f. Acción y efecto de reprimir. 3. f. Acto, o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales. 4. f. En el psicoanálisis, proceso por el cual un impulso o una idea inaceptable se relega al inconsciente.
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LA REPRESIÓN
„Represión‟ es una palabra que se emplea bastante pero yo no estaba seguro de si la entendía muy bien. Así que hice lo que cualquier estudiante del Cervantes habría hecho: la busqué en el diccionario de la RAE. (¡Es que quería saber si alguna vez yo fui reprimido o no!). Resulta que, aparte del acto de reprimir, la represión es un “acto, o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales” y “en el psicoanálisis, proceso por el cual un impulso o una idea inaceptable se relega al inconsciente.” Gracias a Dios, no he sido jamás contenido, detenido o castigado con violencia por actuar políticamente o socialmente. Pero se me ocurre que se podría especular con que alguna gente sufre, por lo menos, la amenaza de violencia, si no la violencia en sí, en sus barrios o en la calle o sus casas. Sin embargo, para ser incluida en la definición de „represión‟, la represión tiene que ser motivada por la actuación política o social de la víctima de represión. Parece, según la lógica que se me ocurre, que se diferencie entre una víctima común y corriente de violencia y quien la sufra por motivos de represión. Conocí a una mujer que opinaba que todo era político, incluso la forma de ser de uno mismo. “La persona es política”, solía decir. Para ella, la violencia de género, que se dirige en su mayoría a las mujeres, era un ejemplo más de la represión que sufrían ella y muchas mujeres. Hay que tener en cuenta que una mujer no podía ser miembro de un jurado cuando ella era joven. Y tampoco podía seguir siendo funcionaria después de casarse. Estos actos de represión, según ella, formaban parte de la sociedad que evidentemente quería contener, detener o castigar a las mujeres. Conocí a un hombre que solía ir a un bar para tomar una cerveza. El bar se conocía por ser un bar gay. Una noche, un grupo de hombres atacaron ese bar y a quienes estaban dentro. Le rompieron algunos huesos en el ataque y fue hospitalizado. Él también opinaba que el ataque fue un acto de represión. En esa época, ser gay se castigaba bajo el código penal. Así que cuando fue a la comisaría para denunciar el ataque, ¡el policía tenía que considerar dos posibles delitos y abrir dos investigaciones! Bueno, espero que el policía tuviera sentido común. La sociedad a través de sus instituciones, como por ejemplo la Iglesia o el Parlamento, puede promover actitudes que empeoren la vidas de algunos. Siempre ha sido así. Sin embargo, a la vez, estas mismas instituciones han intentado mejorar las circunstancias de quienes antes estuvieran discriminados 20
o sujetos a actos de represión. Esos vaivenes, en el sentido de mejorar y empeorar, han sido parte de nuestra historia mundial. Pero ¡yo sigo sin estar reprimido alguna vez en mi historia! Y eso me hace pensar en el inconsciente y en la otra definición de represión. ¿Cómo podría saber si yo voy relegando todo al inconsciente o no? Se dice que hay que estudiar los sueños para descubrir eso. Y para soñar, hay que dormir. Y si todavía no estás durmiendo, te sugiero que lo intentes para conocer al inconsciente mejor. ¡Que duermas bien!
David Mac Millan
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EJERCICIO: UN SUEÑO Versiones basadas en el poema “Soñé que tú me llevabas…”, de Antonio Machado.
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UNAS HISTORIAS DEL PRINCIPITO AZUL
I Soñé que tú me llevabas a la cima de la montaña. Aquí estamos en la cima cubierta por la niebla, acabamos peleando por no haber llevado ropa contra el frío. ¡La prisa es mala consejera!
II Soñé que tú me llevabas a los lugares más maravillosos del mundo. Sin duda lo has hecho. Pero cargándome a mí sin contribución alguna de mi parte acabaste antes del tiempo con tu fuerza. ¿Y yo? Yo desaprendí a caminar a solas. Ahora, ¿qué haremos?
III Soñé que tú me llevabas 23
a nuevos horizontes a la cima de la montaña y al fondo del mar. No. No es cierto. Jamás soñé que tú me llevarías a ningún lado. Quiero caminar. Me encanta caminar. Pero si tú quieres te invito a que caminemos juntos. Juntos nos abriremos nuevos horizontes.
Epílogo Soñé que tú me llevabas a las estrellas. Lo lograste. La caída a la tierra me despertó. Hasta ahora no entiendo qué vuelta he dado durmiendo para caerme de la cama.
Ute Weber
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EJERCICIO: UNA PESADILLA Alguien no puede dormir…
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UNA EXPERIENCIA DESVELADA
El tema de la clase de geografía le preocupaba enormemente a Zoe. Por una vez toda la clase estaba absorta en el tema: el calentamiento global. Escuchaban, preguntaban y participaban en la discusión. Como era 2014 no era difícil convencerlos de que el clima había cambiado. Ya tenían las pruebas: las catástrofes naturales, la reducción a gran velocidad del área helada del Océano Ártico, las condiciones meteorológicas extremas, la escasez de agua potable y como consecuencia de todo, la propagación de enfermedades. Para deberes, la clase tenía que escribir un resumen con el título “¿Qué puedo hacer yo?”. Por la tarde, Ciara, la amiga de Zoe, vino a su casa y juntas hicieron el ejercicio. Charlaban, reían y compartían sus ideas y su conocimiento. Como era fin de semana acordaron que se encontrarían al día siguiente para jugar al tenis. Esa noche Zoe se acostó temprano y tenía ganas de un fin de semana sin trabajo escolar. Leyó un rato antes de acomodarse para dormir. Normalmente se dormía de inmediato. Pero esa noche cuando apagó la luz volvió a pensar en la clase del día: el cambio climático. Intentó no pensar en el tema pero las preguntas permanecían. ¿Ha cambiado el clima? ¿A qué se debe este cambio? A lo lejos... Dieron las doce. Estaba completamente espabilada. En vano probó a relajarse. Intentó llevar sus pensamientos hacia algo más agradable. Siempre volvía al tema: el cambio climático. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Qué puedo hacer yo? Se sintió culpable por no hacer lo suficiente, por ejemplo caminar al colegio en vez de ir en coche; y por no dejar en standby los aparatos y apagar la luz cuando salía de una habitación. Dio la una. Le inundaron los pensamientos. En la oscuridad las sombras cerca de la habitación le inquietaban. ¿Cuáles son las consecuencias del calentamiento global? Quizás debería hacer una lista para lograr soluciones. Tendría que encender la luz a la hora en que debería tenerla apagada.
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Probablemente eso alertaría a la familia. Lo haría mañana y lo conseguiría con el apoyo de su familia. La familia ya recicla todo lo que puede. ¿Podría hacer más? Sólo pensar en el problema la hizo temblar. Intentó pensar en algo más alegre. Siempre volvía a pensar en un futuro lúgubre. Dieron las dos. Estaba cansada y aún estaba desvelada. No podía conciliar el sueño. No podía relajarse con esos pensamientos poco halagüeños dando vueltas en la cabeza. Pensaba en la gente del Tercer Mundo y la escasez de agua potable. Hay un quinto de la población mundial que no tiene agua potable. Si la temperatura sigue aumentando, la cifra podría duplicarse. Esa era una parte de la información que había visto en el video en clase. Se quedó dormida pero no estuvo fuera mucho tiempo... Dieron las tres. ¡No aguantó más! Necesitaba el apoyo de sus padres. Encendió la luz. Fue en vano. Sus padres debían de estar dormidos. ¡No era justo despertarlos! Fue a la cocina y tomó un chocolate con leche. Siempre su abuela le decía que ayuda al sueño. Volvió al dormitorio. Otra vez se acomodó para el resto de la noche. El chocolate produjo el efecto deseado. Dieron las cuatro. Le venció el sueño y no despertó hasta que su mamá la llamó a las diez.
Mary Crowley
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EJERCICIO: UNA NOCHE DE VERANO Inspirado en “Una noche de verano”, Antonio Machado.
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LA LUZ DEL VERANO
Una noche de verano - estaba abierto el balcón y la puerta de mi casa – para que entrara la luz de la Ilustración. La casa se llenó. Brillaba. Hasta que llegaron los primeros visitantes que trajeron consigo la trinidad de los oscuros fantasmas: La ignorancia. La superstición. El fanatismo. Ute Weber
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UNA NOCHE DE VERANO Una noche de verano iba caminando por el paseo; los árboles proyectaban su larga sombra justo empezaba a oscurecer. Paulatinamente salió una media luna, destacaron las formas ambientales dejando inquietante y extraño el ambiente. El tordo músico y los pardillos se quedaron callados. En la calma un arroyo rumoroso que gorgoteaba en el fondo me recordó que la vida sigue su curso inexorable sin tardanza parecía decir: „déjate llevar por la corriente‟. Caminé bajo la bóveda celeste, rompió el silencio el chirrido de los grillos; de la lejanía llegó a mis oídos el canto del ruiseñor, se oyó por todas partes como si pronosticara un renacimiento de la naturaleza. Mary Crowley
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EJERCICIO: LA MUERTE COMO MONSTRUO LITERARIO A raíz de la muerte de Gabriel García Márquez en abril 2014. Escribe un texto en el que la muerte sea personaje.
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LA MUERTE
Me resulta curiosa la manera de jugar de los niños. Sin duda, jugar es algo muy necesario para su desarrollo psíquico. Y, por supuesto, incluso hablábamos mis hermanos y yo de la muerte mientras jugábamos. Fijaos en los nombres de los juegos a los que solíamos jugar, por lo menos en nuestra familia: tres versiones de un juego de guerra “los británicos y los alemanes”, “los américanos y los japoneses” y “los vaqueros y los indios”. Debo explicar que las reglas del juego eran que mis hermanas fueran siempre alemanas, japonesas e indias y que mis hermanos y yo, menos numerosos, luchábamos para los ganadores. Afortunadamente, morir significaba que podías volver a vivir en el siguiente ataque. Y para perder otra vez, si eras niña. A la gente mayor de edad le encanta leer historias y cuentos en los que alguien muere y ¡más aún si es un asesinato! ¿Cuántas películas incluyen un asesinato? ¿En cuántas telenovelas muere alguno de los protagonistas? Pero, no en la vida real, gracias a Dios. En ese sentido, morir en una película o jugando como niños no es para tanto. Nadie va al cielo de verdad. Así que morir no es para siempre. Hay remedio, por lo menos. Se puede llorar y luego recuperarse. Y estos simulacros sirven para ayudarnos en nuestra preparaciones para lo inevitable. Entonces pasamos a la siguiente fase. Nos fascinan los documentales que tratan de accidentes aéreos y de los asesinos en serie. ¿Por qué? Me pregunto si existe algún país de Occidente en el que no se hable de tal cosa, por lo menos, en la prensa. Hablar de morir, en inglés, es una manera de decir que algo disminuye, posiblemente durante poco tiempo: mi ordenador „ha muerto‟ (la pantalla se ha paralizado), mi móvil „ha muerto‟ (la batería se ha descargado), mi coche „ha muerto‟ (el motor no funciona) e incluso la conversación „ha muerto‟ (nadie tenía nada más qué decir). Algo que suena bastante triste es cuando se dice que el amor „ha muerto‟ (un desenamoramiento). Eso se acerca un poco más a la realidad de la muerte, al hecho de que no se puede recuperar algo que se pierde para siempre. Por otro lado, se habla también del amor que nunca muere como en la vida eterna después de la muerte. Me gusta, si no es ninguna indiscreción decirlo así, todo lo que se celebra relacionado con la muerte: la misa, las ceremonias, la gente que acompaña al difunto hasta el entierro. 33
Aunque es muy triste y me emociona incluso, siempre estaré orgulloso de haber estado allí para despedirme de alguien por última vez. ¡Pero espero que no pase muy a menudo! David Mac Millan
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LAS LEYES DE LA NATURALEZA En mi niñez íbamos con frecuencia a quedarnos con mis abuelos en el campo. El hogar estaba aislado con pocas comodidades. A nosotros los niños no nos importaba. Pasábamos los días paseando por los campos donde recogíamos nuestra educación medioambiental; aprendíamos sobre las mariposas, los pájaros y sus nidos; cómo encontrar las diferencias entre los huevos del mirlo y el zorzal; lo ingenioso del nido del carrizo; la pequeña entrada al lado para frustrar a los depredadores. Sabíamos cuándo llegaba la primavera por el sonido del cuclillo en las praderas. Nunca lo veíamos pero su cucú resonaba nítido por las tardes. Nuestra abuela nos enseñó la canción:
Viene el cuclillo en abril Canta su canto en mayo En junio silba una melodía feliz En julio se prepara para volar En agosto se va volando.
Nuestro abuelo nos dijo que el cuclillo nunca construye un nido, que pone huevos en el nido de otro pájaro pero ¡no antes de echar los huevos del dueño! Cuando íbamos a buscar nidos siempre intentábamos ver un huevo de cuclillo. En la temporada de primavera es cuando más trabajo tenían mis abuelos. Esa temporada era la época del nacimiento de los corderos y mi abuelo pasaba más tiempo en las praderas y con frecuencia en las montañas cercanas. Su mayor preocupación era la supervivencia de los recién nacidos en los primeros días de su existencia. Corrían peligro de ser atacados por los depredadores. El zorro era el principal culpable. Solamente cuando descubrimos los restos de un cordero recién nacido al lado de un riachuelo entendimos por qué mi abuelo salía temprano con una escopeta en bandolera. Mi hermana menor preguntó a mi abuela si nuestro abuelo era cazador. “No”, respondió mi abuela, “¡hay que darle una lección al Señor Zorro!” De vez en cuando, por las mañanas se rompía el silencio. Se oía un “puuuum” y después un silencio sepulcral. Esperábamos el regreso de mi abuelo con una mezcla de expectativas y miedo. Mi hermana menor se asomaba a la ventana de arriba para ver regresar a nuestro abuelo. Se puso alegre cuando lo vio con las manos vacías. Sabía que el Señor Zorro había escapado otra vez y
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sonrió. Nunca le iba a decir nada sobre el cuerpo de zorro que encontramos en el granero. Su cuero estaba en venta e iba a desaparecer dentro de poco. Afortunadamente, nuestra abuela protegía a mi hermana contra el miedo. Se aseguraba de que ella estuviera dormida antes de la narración de cuentos que era la costumbre por las tardes, sobre todo la noche que supimos de la banshee. Una pareja de vecinos tenía facilidad como narradores. ¡Claro! Nosotros los niños creíamos que los cuentos estaban basados en hechos reales. Además la banshee en la casa de mis abuelos era un hecho establecido aunque no creían en brujas ni en magia. Para rematarlo algunos de los vecinos aseguraban haber oído el gemido de la banshee. Para aclararlo, la banshee era un espíritu de mujer, un llanto que presagia una muerte. Persigue solamente a la gente con el prefijo „O‟ o „Mac‟ en el apellido, por ejemplo O‟Brien o MacNamee. Se sostiene en el aire cerca de la inminencia de una muerte. Para la familia del muerto no es visible. A veces la víctima no está en casa. No obstante cuando la persona muere no le cabe la menor duda que la banshee está presente. La banshee gime con toda su fuerza como un alma en pena. Su llanto: una señal de que está ahí. El gemido podría durar quince o veinte minutos. Aunque soy escéptica aún vivo obsesionada por el miedo a la banshee.
Mary Crowley
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EJERCICIO: ESCRITURA LIBRE
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“COLOR CIEGO” Rojo, verde, azul, amarillo, cian, magenta, blanco, negro … Rojo, verde, azul, amarillo, cian, magenta, blanco, negro...
¿Abre los ojos?
Abro los ojos. De repente, una luz cegadora deslumbra mis pupilas negras en midriasis.
Midriasis. Miosis. Midriasis.
Dilatadas al máximo, los reflejos pupilares generan un mundo blanco, blanco como la nieve, sin ningún otro color elemental.
Soy Color Blind.
Agnès Girod
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FIN
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