en la escuela de las
e s cr i t v ra s NUMERO 5
MI PADRE ERA UN ARAMEO ERRANTE LOS PATRIARCAS DE ISRAEL En la escuela de las Escrituras
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SUMARIO
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LA EXPANSIÓN DE LAS NACIONES El entorno histórico-geográfico de la historia de Israel.
REBECA DA DE BEBER A ELIEZER. Obra de B. Murillo.
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ERRANTE, LEJOS DE LA CASA PATERNA Las migraciones de los nómadas.
en la e s cuela de las
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LA CASA DE DIOS
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HISTORIAS DE SALVACION
La integración del culto agrario cananeo con la religiosidad pastoril de los nómadas.
escritvras Redacción y diseño: fray Domingo Cosenza OP Esta publicación electrónica ha sido realizada para ser compartida en las redes sociales. Por eso está totalmente permitida su reproducción total o parcial por cualquier medio. Está disponible para ser descargada en el sitio: www.scribd.com/domingocosenza 2
En la escuela de las Escrituras
Los clanes asentados en Canaán comparten sus tradiciones hasta formar entre ellos una misma familia.
Reconstrucción del Templo escalonado de la ciudad de Ur. Irak. En el episodio de Babel se dibuja la imagen primordial de toda cultura humana y la ambición que la anima. Y es precisamente a partir de aquí donde se une la historia de los orígenes de Israel con la historia de toda la humanidad. Dios quiere hacer grande el nombre de Abraham, es decir, darle aquello que los hombres quisieron conquistar por sus propias fuerzas al edificar la torre. La reunión de todos los pueblos, de las naciones y de las lenguas sólo se realizaría en torno al Dios vivo, encontrado de nuevo y reconocido por todos. La vocación de Abraham era, pues, el punto de partida de este retorno de los hombres a Dios.
CAMINANDO DETRÁS DE UNA PROMESA En su conjunto la Biblia narra una historia de la salvación que Dios ha querido para todos los hombres. En las páginas siguientes nos concentraremos en el primer libro de esta historia, que trata no sólo de los «Orígenes» del mundo, sino, principalmente, del comienzo de la historia de Israel. Dicha historia se inicia con los relatos sobre los patriarcas, que tienen la intención de anunciar lo que Dios obraría más tarde con su pueblo. En algunos momentos la narración proyecta sobre la época de los antepasados las circunstancias propias del tiempo de los redactores, con sus instituciones y sus preocupaciones. Pero también refleja detalles de una lejana antigüedad. En un antepasado común, los narradores describen la elección y la vocación de Israel como pueblo de Dios; elección hecha manifiesta bajo
el signo de la promesa de la tierra. En el camino que Abraham emprende desde Oriente, ven no solo un hecho particular perteneciente a la historia más remota, sino también la característica fundamental de la vida de Israel como pueblo ante Dios. Separado por su fe de la comunión de las naciones, jamás asentado del todo en Canaán, sino también allí extranjero (pues muchas ciudades quedaban en manos de los cananeos), Israel era conducido por un camino especialísimo cuyo plan y cuya meta quedaban enteramente en manos de Dios. La peregrinación de Abraham estuvo marcada por la fe en Dios, ya que se puso en camino en medio de una incertidumbre absoluta: “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré” (Gn 12,1). fray Domingo Cosenza OP En la escuela de las Escrituras
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LAS NACIONES SE EXPANDIERON SOBRE LA TIERRA (Gn 10,32) El capítulo 10 del libro del Génesis nos brinda un texto, que no mencíona precísamente a «Israel», pero que inscribe adecuadamente sus orígenes en el marco de la historia universal de entonces.
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egún el libro del Génesis la nueva humani dad surgida después del diluvio no es una masa homogénea, sino que está ya clasificada por su origen de tres distintos padres: los hijos de Noé. El mundo conocido por la Biblia
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está formado por tres amplias familias étnicas: los Semitas, los Camitas y los Jafetitas. Figuran a la cabeza de la tabla como hijos de Jafet personas que llevan nombres de pueblos del
Placa sumeria de Ur. Representa, tal vez, una procesión triunfal, ya que el reverso ilustra un desfile de tropas.
norte y del oeste del mundo antiguo. El arco se extiende desde los medos hasta los jonios (Javán) en la costa occidental del Asia menor. Como hijos de Cam aparecen pueblos relacionados con Egipto, cuyo nombre en su propia lengua es Kemi («la tierra oscura»). Canaán, conquistado por Egipto, queda integrado en la familia. Las poblaciones designadas como hijos de Sem comprenden el amplio territorio que va desde Elam al este, pasa por Assur y llega hasta los arameos. El país donde se gestaría el pueblo de Israel estaba cruzado por una gran ruta internacio-
nal, que unía Egipto con Damasco y, desde allí, seguía hacia Mesopotamia. Fue recorrida, en los dos sentidos, por las caravanas comerciales y por los ejércitos extranjeros. Tal posición geográfica, además de regular las relaciones pacíficas u hostiles que mantuvo el pueblo con sus vecinos, facilitó los intercambios culturales. Puesto que la historia de Israel se desenvolvió en relación continua con estos otros pueblos, se ha ido precisando cada vez más la importancia de los descubrimientos arqueológicos del Cercano Oriente. Éstos nos proporcionan una gran cantidad documentos y objetos que nos ayudan a reconstruir los acontecimientos y la cultura del entorno en que fue transcurriendo la historia bíblica. Ofrecemos en primer lugar una descripción sintética del conjunto. En la escuela de las Escrituras
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En la encrucijada de los grandes imperios Las tierras bíblicas se hallan en uno de los cuernos de lo que se ha llamado la «media luna fértil». Se trata de una amplia zona del occidente asiático constituida por un conjunto de países relativamente fértiles, y en cuya concavidad se encuentra una de las regiones más ásperas y desoladas del planeta, el inmenso Desierto siro-arábigo.
Los HITITAS dan su nombre al país de Hatti, dominando con su imperio la región de Anatolia (actual Turquía) y disputándose con Egipto en el siglo XIII la zona de Canaán. Sucumbirán al asalto de los Pueblos del Mar en el siglo XII.
EGIPTO comienza su expansión hacia el Oriente después de haber sufrido la invasión de los asiáticos, que lo dominaron entre los siglos XVIII y XVI. Recuperada la soberanía persiguió a los invasores hacia Oriente y conquisto las ciudades cananeas (representadas por el tercer personaje de la ilustración de la derecha). En el Oeste dominó a los Libios (primera figura) y al Sur a los Nubios (segunda). Combatió a los Habiru que asolaban sus colonias cananeas (cuarto) y a sus competidores hititas (quinto). 6
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El cuerno oriental de esta media luna llega hasta el Gólfo Pérsico, y el occidental hasta el valle del Nilo. La parte central del creciente lo constituyen las altas cuencas del Eufrates y Tigris, que se reparten entre los actuales países de Siria, Turquía e Irak. En cualquier caso, la tierra de Canaán fue siempre en la antigüedad lugar de paso entre el poderoso imperio egipcio y los otros imperios de oriente: hititas, asirios, babilonios, persas.
En el siglo X los ASIRIOS comienzan una incontenible expansión que llegará hasta dominar a Egipto, ralizando grandes deportaciones de los pueblos sometidos. Después de su ocaso en el siglo VII, los BABILONIOS heredan su imperio.
Los PERSAS finalmente extienden sus conquistas hasta Egipto a partir del siglo VI, hasta que Alejandro Magno se impone en todo el Oriente.
Los SUMERIOS fundaron el primer gran imperio de Oriente, desplazados más tarde por los ACADIOS en 2350 aEC. En la escuela de las Escrituras
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«Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Beersheba, y Abraham residió allí» (Gen 22,19).
BEER-SHEBA (el «Pozo del Juramento») fue un antiguo santuario cananeo en el desierto del Negueb, donde Abraham se estableció y «plantó un tamarisco e invocó allí el nombre de YHWH, Dios eterno [El-Olam]» (Gn 21,33). La reiterada expresión «desde Dan hasta Beersheba» señala que este sitio fue la frontera sur de los israelitas durante la época de Salomón (1 Re 5,5). Por otra parte la queja del profeta Amós contra los que dicen: «¡Viva el camino de Beersheba!» (Am 8,14) muestra que seguía siendo un santuario muy concurrido por los israelitas en el siglo VIII aEC. 8
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DIOS ME HIZO ANDAR ERRANTE, LEJOS DE MI CASA PATERNA (Génesis 20,3)
A comienzos del segundo milenio se produce en el Medio Oriente un gran movimiento migratorio, marcado por sucesivas invasiones del territorio donde están asentadas numerosas ciudades-estados. Las narraciones del Génesis sobre la época patriarcal reflejan un ambiente de pueblos pastores nómadas, que se mueven por las tierras ocupadas por los pueblos sedentarios. Es posible, entonces, que los antecedentes de las tribus y del pueblo de Israel puedan inscribirse en esos grandes movimientos migratorios en torno a los comienzos del Bronce Medio. En efecto, los textos de la época mencionan principalmente a los amorreos, pero hablan asimismo de otros grupos como los tuteos, janeos, benjaminitas y los habiru.
OSTRAKON (fragmento de piedra o arcilla) con parte de la historia de Sinuhé. Escrito en primera persona, el relato se presenta en forma de autobiografía funeraria en la que se mezcla la ficción con la realidad. Esta larga narración nos ofrece una descripción de las costumbres que existían entre las gentes del desierto que le dieron acogida cuando, fugitivo, estaba a punto de morir de sed. A través del relato podemos conocer el modo de vida de las poblaciones nómadas en la época de los Patriarcas de Israel. En la escuela de las Escrituras
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os antepasados de los israelitas, y los mismos israelitas al principio de su historia, llevaban una vida nómada o seminómada. En efecto, se narra que el antepasado común del pueblo, «Abram, tenía muchas riquezas en ganado, plata y oro. Después siguió avanzando por etapas desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde había acampado al comienzo» (Gn 13,2-3). Ahora bien, esta vida supone unas estructuras sociales y un comportamiento particulares. En el desierto la unidad social debe ser, por una parte, bastante restringida para permitir la movilidad y, por otra parte, bastante fuerte para proteger la propia seguridad. Esto lo realiza la tribu. Además, en el desierto, un individuo separado de su grupo debe contar con la acogida de los grupos que encuentra a su paso o a los que se agrega. Todos pueden tener necesidad de tal ayuda y todos la deben prestar: es el fundamento de las leyes de hospitalidad y de asilo. La Historia de Sinhué narra las andanzas de un funcionario egipcio entre los habitantes del
desierto después de huir de la corte del faraón. Allí encontró hospitalidad entre unos seminómadas que lo habían conocido en anteriores visitas al país del Nilo. La narración compuesta a comienzos de la XII dinastía faraónica, tal vez de la época de Sesostris I (1962-1928 aEC), describe la situación de la región de Retenu (actual Israel y Siria) en la época en que pudieron haber vivido algunos de los más antiguos antepasados de Israel. La población de Retenu, calificada globalmente de bárbaros por los egipcios, aparece en el texto como compuesta de: nómadas (los corredores de arena), seminómadas (los Setyu) y sedentarios (los Aamu). La descripción que se hace de los Setyu es bastante similar a la que el libro del Génesis hace de los patriarcas bíblicos, quienes también practican la hospitalidad (18,1ss), viajan a Egipto (12,10ss), socorren a los que son saqueados (14,12ss) y luchan por los pozos de agua (26,20ss).
Detalle de la pintura de la tumba de KHNEMHOTEP, funcionario egipcio durante la XII dinastía (Beni-Hasam). La escena completa retrata a un grupo de 36 nómadas, compuesto de hombres, mujeres y niños, que son representados ingresando pacíficamente en el país con sus animales y con obsequios para el príncipe. Ibsha, el líder del grupo (página siguiente) lleva un nombre semita y ostenta el título de hikau khasut (dominador de un país extranjero). A la izquierda la ilustración reconstruye su vestimenta.
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Los hermanos de José dijeron a Faraón: «Pastores de ovejas son tus siervos, lo mismo que nuestros padres» (Gn 47,3).
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«Caminando de acampada en acampada, Abram se dirigió desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde estuvo su tienda» (Gn 13,3).
TIENDA en el desierto de IRÁN. Tejidas con pelo de cabra, las tiendas habitadas por los pastores constaban de lonas negras (Cant 1,5) sujetadas mediante cuerdas a estacas (Is 54,2). Aún cuando las tribus llevaban varios siglos instaladas en el país de Canaán quedaba el recuerdo de la vida nómada y se decía: «¡Cada uno a sus tiendas, Israel!» (2 Sam 20,1). Todavía en el siglo VI aEC algunas familias, como los recabitas, no edificaban casas, ni sembraban semillas, ni plantaban viñas, sino que habitaban en carpas durante toda la vida (Jer 35,7).
La organización tribal Antes de considerar los rasgos de la religiosidad de los nómadas y, por tanto, de los patriarcas bíblicos, nos detendremos a estudiar algunas características sociológicas del nomadismo. La tribu es un grupo autónomo de familias que se consideran descendientes de un mismo an12 En la escuela de las Escrituras
tepasado. A la tribu se la denomina según el nombre o sobrenombre de su antepasado, precedido o no de «hijos de». Pero, además de la descendencia de la sangre, otros elementos pueden intervenir en la constitución de una tribu. La comunidad de morada conduce a la fusión de grupos familiares. Elementos débiles son absorbidos por un grupo vecino más fuerte, o bien muchos
Sinuhé entre los seminómadas «Me puse en pie después de haber oído el mugido del ganado y divisado a los Setyu. Un jefe que se encontraba allí y que había estado en Egipto me reconoció. Entonces me dio agua, me hizo cocer leche, fui con él a su tribu y ellos me trataron bien... Pasé numerosos años; mis hijos se habían convertido en guerreros, cada uno de ellos dirigiendo su propia tribu. El mensajero que descendía o subía hacia la Corte se paraba a mi lado, pues yo hacía parar a todo el mundo. Yo daba agua al sediento, ponía en camino a aquel que se había extraviado, socorría a quien había sido robado. Cuando los Setyu iniciaron las hostilidades contra los jefes de los países extranjeros, yo aconsejaba sus movimientos, pues el príncipe de Retenu hizo que yo pasara muchos años como comandante de su ejército. Yo atacaba victoriosamente cada país contra el que partía, de manera que era despojado de sus pastos y de sus pozos; capturaba su ganado, llevaba conmigo a sus habitantes, tomaba su comida, masacraba a sus gentes que estaban allí, por mi fuerte brazo, mi arco, mis maniobras y mis excelentes consejos».
grupos débiles se juntan para formar una unidad capaz de permanecer autónoma, es decir, con capacidad para resistir a los diversos ataques. Puede suceder también que un grupo, demasiado numeroso para poder convivir y utilizar los mismos pastos, se divida y forme dos grupos, que viven independientemente. De esta manera se separaron Abraham y Lot (Gen 13,5-
13). Sin embargo, los deberes de parentesco subsisten y, cuando Lot es llevado cautivo por los cuatro reyes victoriosos, Abraham corre en su auxilio (Gen 14,12-16). Una tribu, en lugar de crecer, puede sencillamente ir disminuyendo y por fin desaparecer. Así sucedió con Simeón, cuyos restos fueron muy pronto absorbidos por Judá (Jos 19,1En la escuela de las Escrituras
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«Lot eligió para sí toda la región baja del Jordán y se dirigió hacia el este. Así se separaron el uno del otro: Abram permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma» (Gen 13,11-12).
9), pues ya no se la nombra en las bendiciones de Moisés (Dt 33). La tribu tiene una organización interna, fundada también en los vínculos de la sangre. La «casa paterna» es la familia, que comprende no sólo al padre, a la esposa o esposas y a sus hijos no casados, sino también a los hijos casados, con sus esposas e hijos, y a la servidumbre. Varias familias componen un «clan», que vive ordinariamente en el mismo lugar o, por lo menos se reúne para fiestas religiosas comunes y comidas sacrificiales (1 Sam 20,6.29). Lo rigen los cabezas de familia o «ancianos». En tiempo de guerra, suministra un contingente, evaluado teóricamente en mil hombres, que está a las órdenes de un «jefe» (1 Sam 8,12). El conjunto de los clanes constituye la tribu. La tribu congrega a todos los que obedecen al mismo líder, llamado «príncipe» o «principal» (Num 7,2). Cada tribu tiene un territorio que se le reconoce como propio y dentro del cual las tierras cultivadas están generalmente bajo el régimen de propiedad privada. Los pastos para el gana14 En la escuela de las Escrituras
El MAR MUERTO, en la región baja del Jordán, cerca de Soar, donde se encontraban Sodoma y Gomorra. Abram y Lot se separaron por ser un grupo demasiado numeroso para poder convivir y utilizar los mismos pastos. Así formaron dos grupos independientes. Lot se instaló en la zona de la izquierda de la foto, mientras que Abram se quedó en Mambré.
do, en cambio, son comunes. En el desierto, todo el mundo debe saber que tal aguada pertenece a tal grupo, pero sucede que a veces se disputan los títulos y surgen así contiendas entre los pastores, como entre los pastores de Abraham y los de Lot (Gen 13,7). Los servidores de Abimélek usurparon un pozo cavado por Abraham (Gen 21,25), e Isaac tuvo dificultad para hacer valer sus derechos sobre los pozos que él mismo había perforado entre Guerar y Beersheba (Gen 26,19-22). Si los conflictos relativos a las trashumaciones, a los pastos o a las aguadas no se resuelven amistosamente, como en los ejemplos bíblicos que acabamos de citar, dan lugar a guerras.
El caso de los habiru La lucha por la supervivencia dio lugar a la mención de un grupo de gente denominada como habiru en las cartas del archivo real de la ciudad de Mari, junto al Eufrates, en el siglo
«Mañana por la mañana ustedes comparecerán por tribus; la tribu que YHWH señale por medio de la suerte comparecerá por clanes; el clan que YHWH señale comparecerá por familias; y la familia que YHWH señale, comparecerá hombre por hombre» (Jos 7,14),
El conjunto de los clanes constituye la tribu, liderada por el «príncipe».
Diversas familias emparentadas constituyen un clan, regido por los cabezas de familia o «ancianos». En la guerra es dirigido por un «jefe».
La unidad de base es la familia o «casa paterna»
El episodio de Jos 7,14-18 expresa la jerarquía de los tres ámbitos de la organización tribal de Israel, mencionando la familia de Zabdí como parte del clan de Zéraj, integrante de la tribu de Judá. En la escuela de las Escrituras 15
Jacob dijo a Simeón y a Leví: «Ustedes me han puesto en un grave aprieto, haciéndome odioso a los cananeos y perizitas que habitan en este país. Yo dispongo de pocos hombres, y si ellos se unen contra mí y me atacan, seré aniquilado con toda mi familia» (Gn 34,10).
Izquierda: Una de las 350 cartas que fueron descubiertas en 1887 en Tell el AMARNA, la antigua corte de Amenofis IV. Arriba: Un «habiru» modelado en cerámica. Palacio de Ramsés III en Medinet Abú.
«Que sepa el rey, mi señor, que el habiru se ha levantado contra el país, don del dios del rey, mi señor, a mí, y le ha atacado. Y que sepa el rey, mi señor, que me han abandonado todos mis hermanos, y que yo y Abdi-Heba [príncipe de Jerusalem] mantenemos reyerta con el habiru».
«Al rey, mi señor, mi dios, mi sol, di: así dice Milkili, tu siervo, el polvo de tus pies. Me he postrado siete veces y siete veces a los pies del rey, mi señor, mi dios, mi sol. Que sepa el rey, que es fuerte la hostilidad contra mí y contra Shuwardata. Que el rey, mi señor, proteja a su país de la mano de los habiru. Si no, envíe el rey, mi señor, carros para recogernos y no nos abatan nuestros siervos».
Carta de Shuwardata de Gaza a Amenofis IV.
Carta de Milkili de Gézer a Amenofis IV.
El saqueo del país de Canaán
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Una delegación de las ciudades cananeas presenta tributos al Faraón. Tumba de Tutmosis IV (1422-1413 aEC).
XVIII. Se trataba también en ese caso de clanes que iban penetrando en el país en sucesivas migraciones, dedicándose al saqueo. En dichas cartas se hablaba de los nómadas de Ben Yamín (Benjamín), comandados por un davidum, que observaban el mismo comportamiento: «Reuní a los jeques de las ciudades de Ben Yamín y les hice la siguiente reprimenda... Primeramente hicieron saqueos y se llevaron muchos carneros. Yo envié tropas en su persecución y mataron a su davidum. Ni uno
solo escapó y recuperaron todos los carneros que se habían llevado. De nuevo han comenzado a realizar saqueos, y han robado carneros, pero yo he enviado tropas...» Las descripción de tales correrías se asemeja a las que se atribuye a los antepasados de las tribus de Simeón y de Leví en la ciudad de Siquem (Gn 34,25-31) y a la tribu de Benjamín: «Benjamín, lobo rapaz; de mañana devora su presa, y a la tarde reparte el despojo» (49,27). En la escuela de las Escrituras
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Procesión ritual según una pintura mural de la ciudad de MARI, en Mesopotamia. El amorreo representado ofrece una imagen del tipo humano al que pudo pertenecer Abraham.
También en la correspondencia que los reyes de la región dirigían como vasallos al faraón Amenofis IV (1379-1362) son mencionados unos extranjeros llamados habiru. En una de esas cartas (n. 271) el príncipe de Guézer se queja ante el faraón del saqueo realizado por aquellas gentes sobre las ciudades del país, aprovechando la debilidad momentánea de Egipto. De la misma situación desesperada le informa Shuwwardata, el príncipe de Gaza (n. 366). Teniendo en cuenta que en los relatos bíblicos el término hebreo es usado casi exclusivamente por egipcios o filisteos para referirse a los primitivos israelitas, y no por los israelitas para autodenominarse, estos habiru podrían ser entonces los integrantes de un grupo étnico muy amplio, que incluiría también a los antepasados itinerantes de Israel.
Los Patriarcas de Israel La Biblia refiere una larga serie de tradiciones referidas a Abraham, considerado el antepasado común del cual surgieron todas las tribus israelitas. Su nombre, ABIRAMU (mi padre es exaltado) es de origen amorreo, lo cual confirmaría la procedencia mesopotámica del clan. Los relatos aparecen relacionados con Hebrón, tal vez 18 En la escuela de las Escrituras
porque allí fueron conservados y transmitidos: «Y Abram vino a instalarse con sus tiendas junto a la encina de Mambré, que está en Hebrón y allí edificó un altar a YHWH» (Gn 13,18). Sin embargo, la mención de YHWH es un anacronismo, pues para la misma tradición sacerdotal judía este nombre divino sería revelado recién en los tiempos de Moisés: «Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El-Shadday; pero mi nombre de YHWH no se lo di a conocer” (Ex 6,2). “Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció YHWH y le dijo: “Yo soy ElShadday, anda en mi presencia y sé perfecto” (Gn 17,1). El-Shadday (EL de la Montaña) sería, pues, la advocación del dios cananeo EL adorado en el santuario de Mambré. La designación de Eliezer de Damasco como heredero de Abraham ante la ausencia de hijos (Gn 15,2), evoca una costumbre mesopotámica practicada en Nuzi, ciudad ubicada en la actual Irak, a 400 km al sudeste de Harán, lugar de
Siquem Betel Mambré (Hebrón)
El camino de los Patriarcas bíblicos está marcado por el curso de los ríos de Mesopotamia y por las poblaciones Cananeas ubicadas en la ruta que conduce a Egipto.
Beersheba
procedencia de Abraham según Gn 11,31. Según esa costumbre un hombre podía designar legalmente un heredero para su propiedad. Por lo general el designado sería alguien de confianza, que venía trabajando para su patrón, como Eliezer respecto a Abraham. Así lo muestra una tableta que refiere el siguiente acuerdo firmado entre dos hombres llamados Nashwi y Wullu: «Mientras viva Nashwi, Wullu le dará comida y vestido. Si Nashwi tiene un hijo, dividirá la hacienda por igual con Wullu». La tradición contenida en Gn 16 sobre el origen de los árabes ismaelitas alude a una práctica contemplada en el antiguo código legal babilónico de Hammurabi, según la cual un padre puede reconocer como hijos suyos a los hijos de la esclava. Este relato, además de vincular al clan de Ismael con el santuario de Lajay Roí (Gn 16,14), donde desde hacía mucho tiempo se estaría rindiendo culto a El-Roí (EL de la visón), apoyaría aún más la idea de una procedencia del clan de Abraham desde la región de Mesopotamia. Es posible considerar su inmigración dentro del contexto amplio del avance amorreo de comienzos del II milenio aEC. Las tradiciones referidas a Isaac sitúan el establecimiento de su clan en torno a Beersheba
Herencia y adopción en el antiguo Oriente «Si la primera esposa de uno le da hijos y si su esclava le da hijos, si el padre, en vida, les dice a los hijos que la esclava le había dado: «¡Vosotros sois mis hijos!», y si los ha puesto en el mismo rango que a los hijos de la primera esposa, cuando el padre haya ido a su destino, los hijos de la primera esposa y los hijos de la esclava se repartirán por igual los bienes del patrimonio paterno, (pero) el heredero, hijo de la primera esposa, tomará la parte de su elección» (Hammurabi 170)
(Gn 26,23), donde los cananeos adoraban a ElOlam (EL-Eterno; 21,33). La cercanía de Beersheba respecto a Lajay Roí, y la necesidad de compartir los pozos de agua de esa región desértica, habrían acercado a Isaac y a Ismael haciendo de ellos clanes hermanos. Los relatos correspondientes a Jacob sitúan a los integrantes de su grupo tanto al este del Jordán como en las cercanías de Betel (Gn 35,1ss), que ya era considerado por los cananeos un lugar En la escuela de las Escrituras
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Altar en las ruinas de la antigua Siquem.
«Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, y acampó a la vista de la ciudad. Después compró a los hijos de Jamor, el padre de Siquem, por cien monedas de plata, la parcela de campo donde había instalado su campamento. Allí erigió un altar, al que llamó «EL, Dios de Israel» (Gn 33,18-20). santo (cf. 28,17). El origen arameo de sus esposas (28,2) y el credo proclamado por los primitivos hebreos: «Mi padre era un arameo errante...» (Dt 26,5), señalaría un ingreso a la región central de Canaán desde el este del Jordán. El episodio de los ídolos sustraídos por Raquel a su padre Labán (Gn 31,19) remitiría otra vez a la práctica jurídica de Nuzi antes mencionada, según la cual al hijo de sangre le corresponde como legítima propiedad las figuras de los dioses paternos: Si Nashwi tiene un hijo, dividirá la hacienda por igual con Wullu, pero el hijo de Nashwi tomará [las estatuas de] los dioses de Nashwi». El episodio de violencia que tiene como protagonistas a los habitantes de Siquem, lugar de culto cananeo consagrado a El-Berit (EL de la Alianza; Jue 9,46), y a las tribus de Simeón y Leví, podría ser el recuerdo de un intento de estos clanes por establecerse en la región. Ambas tribus se asentarán más tarde en el sur, siendo la primera absorbida por un clan más poderoso: «su heredad estaba en medio de la heredad de 20 En la escuela de las Escrituras
los hijos de Judá» (Jos 19,1), y la segunda subsistiendo sin territorio como clan sacerdotal: «YHWH es su heredad» (Dt 10,9). Una época apropiada para fechar este incidente es la de las cartas de Tell el Amarna (s.XIV aEC), ya que en ellas el príncipe Abdi-Heba de Jerusalén informa al faraón Amenofis IV de la conquista de Siquem por parte de los habiru: «¿Debemos hacer como Labayu, que ha entregado el país de Siquem a los habiru?» (carta 289). Finalmente, el misterioso episodio del combate de Jacob en el vado de Yabbok y su cambio de nombre (Gn 32,29) hace pensar en la existencia de un jefe de clan llamado Israel, distinto de Jacob. Este grupo estaría relacionado con el santuario de Siquem, como el de Jacob lo estaba con el de Betel. De hecho, la divinidad a quien se consagró el nuevo altar en Siquem es «EL, Dios de Israel» (Gn 33,20). Ambos grupos se habrían unido más tarde, precisamente en Siquem (cf. Jos 24).
Jacob hizo este voto: «Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, YHWH será mi Dios. Y esta piedra que acabo de erigir, será la casa de Dios» (Gn 28,20-22).
Piedras rituales levantadas en Guézer.
«¡ESTÁ YHWH EN ESTE LUGAR Y YO NO LO SABÍA!» (Gn 28,16) La sedentarización de los clanes nómadas en el país de Canaán condujo a una toma de posesión no sólo de los territorios fértiles de los pueblos allí residentes, sino también de sus lugares sagrados y de las instituciones cultuales establecidas en la región. En la escuela de las Escrituras
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«ÉL se inclinó, besó sus labios; y sus labios eran dulces, dulces como lo son las granadas. Al besarlas hubo concepción, al abrazarlas hubo preñez» (Texto de Ugarit 52)
Izquierda: Estatuilla del dios cananeo EL, procedente de Meguido (s.XIII aEC). A la derecha: Figura de barro de una diosa de la fertilidad.
La religión agrícola cananea Los primitivos habitantes del país de Canaán formaron parte de un complejo movimiento migratorio de raza semítica que fue asentándose en ese lugar a partir del 3000 aEC (comienzos de la edad del bronce). Una vez sedentarizadas, estas gentes se agruparon en pequeñas ciudades autónomas que guardaban alianzas entre sí. De este modo quedaron ligados íntimamente a ese territorio que, al colonizarlo, habían arrebatado al caos primitivo. Según el pensamiento antiguo estos grupos semíticos habían creado el país de Canaán por el hecho de haberla organizado. Se trataba de un acto lleno de significación religiosa. Ya transformada en un cosmos, debía ser cuidada constantemente para que no volviera a caer en 22 En la escuela de las Escrituras
manos del caos, como podría ser el resultado de sequías, inundaciones o invasiones de otros pueblos. La edificación de un santuario donde se repitiera ritualmente el acto creador original permitiría asegurar cada año la permanencia del orden y reiterar la derrota del caos. La fiesta del Año Nuevo era la ocasión propicia para renovar el cosmos. Y los sitios elevados eran los más indicados para establecer los lugares sagrados, que se transformaban en el centro del mundo, los puntos donde la tierra se juntaba con el cielo. En todos los santuarios los cananeos se adoraba al dios EL, el padre de todos los dioses y de los hombres, el creador sabio, bueno y justo. Dado que la fertilidad del suelo se renovaba cada año, reflejando la vitalidad de los dioses, para asegurarla había que procurar que El y las otras diosas no dejaran de ser fértiles entre ellos. Por
El dios que domina la tempestad
«¡Oh príncipe Baal!, ¡oh Auriga de las nubes! Ahora a tu enemigo, Baal, ahora a tu enemigo debes aplastar, ahora debes destruir a tu adversario, y así posesionarte de tu reino eterno, de tu dominio por los siglos de los siglos» (Texto de Ugarit 129). Gracias al rayo Baal derrota a Yammu (el mar): «Saltó la maza de las manos de Baal, como un águila de sus dedos; golpeó en la cabeza al Príncipe Yammu, en la frente al Juez Naharu, y así se desplomó Yammu, cayó a tierra; se doblaron sus artejos, y se descompuso su rostro» (Texto de Ugarit 137).
Imagen de Baal encontrada en 1929 entre las ruinas de Ugarit, cercana a Rash-Samra, en la actual Siria. El abundante material allí descubierto, imágenes y textos, constituye la mayor parte de la documentación que permite conocer la antigua cultura cananea. El influjo de su mundo religioso fue muy profundo para los nuevos llegados al país. Por comparación al dios cananeo Baal, los salmos israelitas alabarán a Dios «que cabalga sobre las nubes» (Sal 68,5); y que tiene dominio sobre las tempestades (Sal 29,1-4). En la escuela de las Escrituras
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Consagración de una virgen como esposa de Baal «El día octavo las damas de honor la adornan y la llevan al tálamo nupcial. A continuación le dan un lecho, una silla y un escabel. Extienden sobre el lecho un tejido a la manera de Akkad, limpio de los de su habitación. Colocan una mesa en honor a Hulet. Un cantor toma la bandeja de la mesa y su hermana lava los pies y colocan un anillo de plata, de medio siclo de peso, en el agua que ha lavado los pies; su hermana la toma. La sacerdotisa sube a acostarse en su lecho».
Mujer CANANEA. Figura encontrada en Meguido (s. XIII aEC). Los cultos de orientación sexual estaban unidos a la prostitución sagrada y estaban muy extendidos entre los cananeos en la época patriarcal. Judá pregunta a la gente del lugar «¿dónde está esa santa que se sentaba en Enaim, al borde del camino?» (Gn 38,21), para referirse a la mujer desconocida con la que se había acostado días antes (38,15-16). En la época monárquica los profetas denuncian a los israelitas la práctica frecuente de estos actos (Jer 2,20; 3,6). El rey Josías tuvo que derribar «las casas de los consagrados que estaban en la Casa de YHWH donde las mujeres tejían velos para Aserá [Astarté]» (2 Re 23,7).
«Sobre una montaña alta y empinada has instalado tu lecho, y allí has subido a ofrecer sacrificios» (Is 57,7). eso el culto consistía en muchos casos en ejecutar ritualmente la hierogamia o unión que realizaban los dioses y diosas, para que el cielo siguiera fecundando a la tierra como el esposo a su esposa. Un texto de la antigua Ugarit (n.52) nos describe uno de estos ritos de fecundidad o matrimonio sagrado, que podría corresponder a un festival de la cosecha, celebrado bajo la tutela de los dioses astrales, donde oficiantes del culto ocupan el lugar de EL y de dos diosas hijas suyas. Mediante un acto de magia, asando un pájaro, EL quiere seducir a sus mujeres (pág. anterior). Sin embargo el joven dios Baal, señor de la lluvia, usurpa el puesto de su padre hasta llegar a apropiarse de sus esposas. De todos modos la más frecuentada por Baal será su propia 24 En la escuela de las Escrituras
hermana Anat, la diosa de la fecundidad y de la guerra, o Astarté según el resto de los cananeos. El ritual de entronización de Astarté renovaría la fuerza de la tribu y su fecundidad mediante la realización de un matrimonio sagrado. En la ciudad de Emar una joven elegida por sorteo y ungida como sacerdotisa encarnaría a la diosa y se desposaría con Baal (ver cuadro). El ritmo de las estaciones también quedó expresado a través de ciertos mitos, como la muerte y resurrección de Baal. Esta leyenda representa el fenómeno anual del retorno de la lluvia después de la sequía del caluroso verano mediterráneo. Al esperar la resurrección de Baal, los hombres desean el regreso de la estación de la lluvia.
Rebaño a orillas del Gran Río. Los pastores nómadas de Oriente se desplazaban siguiendo el curso de los ríos de Mesopotamia.
El dios de los padres Por comparación, era muy distinta la religiosidad de los clanes nómadas, como los mencionados, que comenzaban a saquear los territorios cananeos. Siendo hombres errantes que vivían de sus rebaños, la realidad cotidiana no estaba determinada por la fertilidad de la tierra para el cultivo, sino por la búsqueda de pastos para los animales. Cuando abandonaban un territorio, por sequía o inseguridad, el ponerse en marcha implicaba para ellos una verdadera aventura que los lanzaba hacia lugares desconocidos. Una aventura donde se jugaba la existencia entera de la tribu. La señal de partida dada por el jefe tribal debía provenir, por tanto, de una inspiración del dios del clan, el dios de los padres.
Esa inspiración la sentía como un mandato y como una promesa: Vete de aquí a la nueva tierra que yo te mostraré. Este dios no estaba ligado a un determinado lugar o territorio, como era el caso de los dioses cananeos, y no habitaba en un templo. Estaba, en cambio, relacionado a una persona que, como garante de una verdadera experiencia de Dios, determinaba la fe de los miembros del grupo y de sus descendientes. Esta relación quedaba expresada en la misma denominación de la divinidad. Así, se hablaba de:
«el Dios de Abraham y el Dios de Najor» (Gn 31,53) «el Terror de Isaac» (31,42) «el Fuerte de Jacob» o «la Roca de Israel» (49,24). En la escuela de las Escrituras
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«Alzando los ojos, Abraham divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol» (Gn 18,2.8). Arriba: ABRAHAM hospeda a los ángeles (Obra de Rembrandt). Pág. siguiente: Antigua ENCINA tradicionalmente relacionada con Abraham en Mambré. En el país cananeo el dios de los padres sería honrado a menudo reuniéndose en torno a altares levantados bajo las encinas, como hace Abraham en Moré (Gn 12,8) y en Mambré (13,18).
La designación común que se podría dar a los dioses de los nómadas es la de dios de los padres, entendiendo por padre al antepasado que había dado su nombre al clan. Ese dios patriarcal era concebido como señalando el camino y acompañando al clan en su marcha. Lo único que reclamaba era obediencia y confianza. Obviamente, no podía pensarse en rendir culto a ningún otro dios más que a él (henoteísmo). La alianza pactada entre él y la tribu beneficiaba a ambas partes, siguiéndose la glorificación de la divinidad cuando el clan prospera-
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ba, o su misma desaparición en el caso de que la tribu no sobreviviera. El dios de cada clan errante era un dios pastor. A él pertenecían los animales, así que el solo sacrificio de un animal destinado a la alimentación era considerado como un acto de culto; era una experiencia de comunión con ese dios. Estos datos pueden observarse como el fondo común de la experiencia religiosa de los nómadas del desierto de Arabia. Volveremos sobre el tema con motivo de la institución de la Pascua, durante la gesta del Éxodo.
«YHWH se apareció a Abraham junto al encinar de Mambré» (Gn 18,1).
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Adopción de las leyendas cultuales cananeas La llegada a los antiguos santuarios cananeos y el contacto con la cultura del lugar haría a los nómadas identificar al dios de los padres con la divinidad adorada en esos lugares. Esto significó una innovación en la concepción de la divinidad, puesto que el dios que en la etapa de vida nómada tenía una vinculación personal con el jefe o antepasado fundador del clan, se hizo autóctono y se vinculó con el santuario adoptado por la tribu. En lo sucesivo, las leyendas que describían la manifestación de la divinidad y la fundación del santuario, que legitimaban el culto en ese lugar, tuvieron como protagonistas al dios del clan y al jefe del mismo, a quien aquel se habría revelado. Y de este modo el nombre y los atributos del dios cananeo adorado en cada santuario podrían aplicarse al dios del clan que se estaba instalando en las cercanías del lugar santo. Por eso en la región de Hebrón el dios de Abraham comenzaría a ser venerado por los antiguos nómadas con el nombre de EL-Shadday; en Beersheba el Terror de Isaac sería llamado por su clan EL-Olam; en el desierto del Néguev los 28 En la escuela de las Escrituras
ismaelitas adorarían a su dios como EL-Roí; en Betel el Fuerte de Jacob se convertiría para sus fieles en EL-Betel; y en la región de Siquem los hijos del patriarca Israel honrarían a su Pastor y a su Roca (Gn 49,24) como EL-Berit. No debemos entender esta identificación como una simple asunción de la religión cananea. La religión de los primitivos hebreos en dichos santuarios continuó siendo monolátrica y henoteísta, puesto que, sin negar la existencia de los dioses de los demás pueblos, se continuó adorando a un solo dios. En esto siguió distinguiéndose del politeísmo propio de las otras culturas sedentarias. No debemos olvidar, por otra parte, que tanto el idioma hebreo como el árabe, siendo las lenguas sagradas de dos religiones intransigentemente monoteístas, continúan utilizando la misma raíz semítica para designar al Dios único y absoluto: El y Alláh. A pesar de la novedosa referencia a un lugar fijo, el dios venerado por los antiguos nómadas continuó manteniendo una vinculación única con el clan. Y así como dos clanes diversos podían poner como jueces de su pacto al «dios de Abraham» y al «dios de Najor» (Gn 31,53), que eran dioses que guardaban relación solamente con su grupo, así también el dios venerado por los hebreos en Siquem no fue considerado
Josué dijo a todo el pueblo: «Miren esta piedra: ella será un testigo contra nosotros, porque ha escuchado todas las palabras que nos ha dirigido YHWH; y será un testigo contra ustedes, para que no renieguen de su Dios» (Jos 24,27).
Foto: Piedra de culto levantada en la antigua SIQUEM. La tradición relataba que en «el lugar santo de Siquem Abram erigió un altar a YHWH, que se le había aparecido» (Gn 12,6-7). Allí también Josué reunió a las tribus de Israel para jurar un pacto de fidelidad a YHWH (Jos 24,1-28). El encuentro de la religión de los nómadas con el ambiente cultual cananeo se realizó con gran naturalidad. Fue el resultado del contacto frecuente de muchos grupos hebreos con los santuarios cananeos, pero también de la asimilación de su modo de vida agrícola. Así la impronta de la religión campesina, que ve en el acontecimiento de la siembra y la cosecha un fenómeno sagrado, se integró con el culto pastoril tradicional de sus antepasados nómadas. Si posteriormente Israel llegó a poseer una percepción más clara de su diferencia con todo lo cananeo, fue porque recogió el fruto de una larga experiencia con su mundo cultual.
por ellos simplemente como EL, el padre de la humanidad (ab-adam), sino como EL, dios de Israel (Gn 33,20). Como los relatos que narran manifestaciones divinas a los patriarcas bíblicos tienen como escenario lugares sagrados frecuentados aún siglos más tarde por los clanes considerados descendientes de aquellos, la función de estos textos es claramente la legitimación del culto allí practicado. Si se acepta que fueron asumidas por los hebreos las ceremonias y las denominaciones de la divinidad allí adorada, ¿se puede pensar que también se haya asumido la correspondiente leyenda cananea sobre el origen del santuario? De ser así, la leyenda cultual de Mambré originalmente habría narrado que allí EL-Shadday anunció a algún príncipe cananeo el nacimiento de un hijo. De hecho, los griegos contaban en sus leyendas que tres dioses anunciaron al padre de Orión su nacimiento. El clan establecido en la región de Hebrón habría, pues, referido a Abraham la leyenda contada en dicho santuario. La leyenda de cultual de Beersheba habría contado por qué a EL-Olam, a diferencia de otras advocaciones de EL, no se le ofrecían sacrificios humanos, sino animales. Sólo posterior-
mente Isaac habría ocupado el lugar protagónico. Y la de Betel habría descrito una manifestación de EL-Betel desde lo alto de una escala (¿cómo la escalinata de un templo mesopotámico?). La estela de dicho santuario concurrido por los israelitas siglos después no habría sido, entonces, levantada por Jacob. Todas estas tradiciones referidas a los patriarcas trataban de explicar por qué las generaciones posteriores seguían peregrinando a esos sitios. Lo que se conservó sin ningún tipo de cuestionamiento fueron las formas de culto de esos lugares sagrados. El dios de los padres sería honrado a través de piedras sagradas levantadas en su honor, como en el caso de la estela erigida por el clan de Jacob en Betel consagrada a ELBetel (Gn 35,7.14); o reuniéndose en torno a altares levantados bajo las encinas, como hace el clan de Abraham en Moré (12,8) y en Hebrón (13,18) en nombre de EL-Shadday; o plantando árboles, como el tamarisco de Abraham en Beersheba en honor de EL-Olam (21,33). Todas esas prácticas serán más tarde condenadas por los profetas de Israel cuando traten de consolidar el yahwismo. Pero para esa época ya constituían actos de culto muy arraigados entre la población, que recordaba que sus antepasados nómadas los habían celebrado. En la escuela de las Escrituras
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«TODOS ELLOS MURIERON EN LA FE, SIN ALCANZAR EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROMESAS» (Heb 11,13)
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os clanes nómadas que fueron llegando al país de Canaán en épocas diversas se habrían relacionado entre sí hasta reconocer una misma identidad cultural y un mismo origen étnico. A la vez, las tradiciones particulares de cada uno de los grupos se habrían entrelazando y armonizando a medida que éstos se relacionaban entre sí. Entonces el jefe de cada clan llegó a ser considerado como miembro de una única familia con un antepasado común.
Los sociólogos y etnólogos han verificado entre los beduinos árabes actitudes que se remontan a tiempos muy remotos. Cuando 30 En la escuela de las Escrituras
elementos débiles son absorbidos por un grupo poderoso más fuerte o se unen para formar una unidad con capacidad de resistir ataques desde
Sacrificio de Abraham. Mosaico de la antigua sinagoga de Bet Alpha (Israel).
«El que inmola no se niega a ello y el que es inmolado presenta el cuello» (Targum de Gn 22,10).
«Y los nah ben Zaid se unieron a los bene alHarit, se confederaron y se juntaron con ellos totalmente; y los yarm ben Rabban se unieron con los bene Zubaid, juntándose y viviendo con ellos, y toda la tribu, con sus federados, se entroncó al mismo antepasado». Al- Bakri. Citado en DE VAUX, Instituciones del Antiguo Testamento, p.28 Imagen: Caravanas recibidas en la corte persa (Persépolis. Irán).
Si la puesta en camino suponía para un nómada la aventura de separarse de su pasado, el relato del holocausto de Isaac suponía para el patriarca Abraham abandonar todo su futuro. La tradición más remota de esta narración pudo haber sido un relato de fundación de un santuario en el que, a diferencia de otros lugares de culto cananeos, no se ofrecían víctimas humanas. En efecto, en momentos críticos algunos pueblos de origen semítico ofrecían, ya no las primicias de sus cosechas o de sus rebaños, sino a un niño primogénito. Las tradiciones sobre la guerra de Joram de Israel y Josafat de Judá contra Meshá de Moab referían que, en lo más crítico del combate, el rey de Moab tomó a su primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo alzó en holocausto sobre las murallas (2 Re 3,27). Y las denuncias de estos sacrificios que formularán los profetas posteriormente confirman que también los reyes de Judá sucumbieron a la tentación de ejecutar las mismas medidas con sus hijos en momentos de crisis. De acuerdo a todo esto, la antigua tradición del sacrificio de Abraham encontró una concreción en la prescripción ritual del «rescate de los primogénitos» (Ex 34,19-20). La tradición insistió en la necesidad de imitar la confianza de Abraham, que no ha negado su hijo, su único (Gn 22,12). Pero también Isaac es propuesto como ejemplo. Puesto encima del altar y devuelto a Dios por su padre, toda su existencia y su futuro estuvieron en las manos de Dios, como también antes lo había sido su nacimiento prodigioso. Por eso en el siglo I EC el Targúm de Gn 22,14 agregó en este relato, a la obediencia de Abraham, la docilidad de Isaac. La convicción acerca del carácter voluntario de la ofrenda de Isaac hizo que en adelante la plegaria judía apelara a su atadura para obtener la gracia de Dios:
«Cuando los hijos de Isaac se encuentren en un tiempo de angustia, acuérdate de la atadura de Isaac su padre y escucha la voz de su súplica. Escúchalos y líbralos de toda tribulación». En la escuela de las Escrituras
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El Amigo de Dios La escena del sacrificio del hijo de Abraham, según el Corán, muestra la obediencia total del padre y del hijo a las órdenes de Dios. Esta es una de las cimas del abandono en Dios que es el constituvo del islam [o «sumisión»]. Por eso Dios lo tomó por «amigo».
«Dimos a Ibrahim la buena nueva de un muchacho benigno. Y, cuando tuvo bastante edad como para ir con su padre, dijo: "¡Hijito! He soñado que te inmolaba. ¡Mira, pues, qué te parece!" Dijo: "¡Padre! ¡Haz lo que se te ordena! Encontrarás, si Dios quiere, que soy de los pacientes". Cuando ya se habían sometido los dos y le había puesto contra el suelo... Y le llamamos: "¡Ibrahim! Has realizado el sueño. Así retribuimos a quienes hacen el bien". Sí, ésta era la prueba manifiesta. Le rescatamos mediante un espléndido sacrificio y perpetuamos su recuerdo en la posteridad. ¡Paz sobre Ibrahim!» (Cor 37,101-109). «¿Quién es mejor, tocante a religión, que quien se somete a Dios, hace el bien y sigue la religión de Ibrahim, que fue hanif? Dios tomó a Ibrahim como amigo» (4,125). Sacrificio de Abraham, según una miniatura persa. La tradición islámica identifica al hijo con Ismael.
«Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a El» (Cor 2,136). afuera, los grupos parejos se hacen hermanos, o se afilian (se hacen hijos) de otros más numerosos. El parentesco, en este caso, expresa las relaciones comerciales, sociales y religiosas que grupos diversos fueron estableciendo a lo largo del tiempo. Y de este modo los hijos de Jacob se afiliarían a Isaac, como resultado del continuo intercambio de las tradiciones de Betel y Beersheba a través de los peregrinos y de las caravanas que se dirigían a Egipto, como se hacía todavía en el siglo VIII aEC (Am 5,5). Por otro lado la cercanía entre Beersheba y Hebrón, y por consiguiente entre los clanes que allí habitaban, pudo llevar a que la adaptación de la leyenda cultual de Hebrón, hecha por los descendientes de Abraham, transformara a su antepasado fundador en padre de Isaac. 32 En la escuela de las Escrituras
Al relacionarse los clanes entre sí, combinando sus tradiciones a través del recurso genealógico, el dios paterno de un clan llegó a ser el dios de los otros clanes agrupados. Por eso se pudo considerar como una misma divinidad el dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de Israel. Las tradiciones particulares de cada clan mostraban a su antepasado no únicamente como fundador del santuario que ellos frecuentaban, sino también como depositario de una promesa que lo había puesto en marcha. La confianza en el dios paterno hacía que la esperanza de encontrar dicha y prosperidad, tierra y descendencia numerosa, fuese experimentada como una promesa cierta de salvación. Por eso el abandono del desierto y la instalación en la fértil tierra de los cananeos después de tantas dificultades fue considerado como el comienzo del cumpli-
Sacrificio de Abraham. Obra de Caravaggio.
«Juro por mí mismo -oráculo de YHWH-: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar» (Gn 22,16) miento de la promesa hecha antiguamente por el Dios de los padres. Era la realización de su pequeña historia de salvación. Con la fusión de las tradiciones de los distintos clanes se forjó una única historia de salvación. Cuando el israelita ofrecía a Dios los primeros frutos de su campo recitaba un antiguo credo en el que proclamaba: «Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa...» (Dt 26,5). Así expresaba algo que consideraba como una nota característica de su pueblo: de una vida errante había pasado a vivir una vida sedentaria; se había afincado en un territorio y había
establecido allí su patria. Las historias de los patriarcas no fueron transmitidas, entonces, simplemente para informar cuanto ocurrió en aquellos tiempos. En estas tradiciones se fue acumulando la experiencia religiosa de las distintas generaciones en torno a una convicción central: Dios hizo una promesa a los antepasados de Israel. Por eso, mientras que otras culturas sedentarias habían olvidado casi por completo su primitivo origen errante, Israel siguió teniendo siempre conciencia viva de sus orígenes. Y así el Dios de Israel conservó en gran parte los rasgos del dios de los nómadas, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Ese Dios siguió siendo un Dios errante y peregrino. Y por eso la fe del pueblo se mantuvo incluso fuera de la tierra patria. Dios marchó siempre a donde los avatares de la historia llevaron a Israel. En la escuela de las Escrituras
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Dijo Jacob a sus hijos: «Yo voy a reunirme con los míos. Sepúltenme junto a mis padres en la cueva que está en el campo de Efron el hitita, en la cueva que está en el campo de Makpelá, enfrente de Mambré, en el país de Canaán, el campo que compró Abraham a Efrón el hitita, como propiedad sepulcral: allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara; allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lía» (Gen 49,29-31).
La cueva de Makpelá, donde los patriarcas fueron enterrados, está situada cerca de Hebrón. Herodes el Grande puso los cimientos del imponente edificio que hoy se visita. 34 En la escuela de las Escrituras
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