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Evocando el romanticismo de la Polinesia Carolina Bórquez y Alfredo Gómez / Horcón Fotografía: Patricio Martínez
Toda la magia de la Polinesia se trasladó a una pequeña playa de la costa central del país para celebrar la boda de Carolina y Alfredo. Estos novios alguna vez soñaron con celebrar su matrimonio en Isla Pascua, pero el deseo por festejar su unión junto a la familia y amigos fue más fuerte y los decidió a organizar todo en Horcón, un balneario de la Región de Valparaíso, muy cercano a Santiago, donde una espectacular playa de arenas blancas y tranquilas aguas se convirtió en el escenario paradisíaco que soñaron, superando todas las expectativas, tanto de ellos como de los invitados. Tras decidir el lugar donde celebrarían su boda, Carolina y Alfredo comenzaron a preocuparse del traslado de documentos entre las iglesias correspondientes, una de las claves que señalan para que todo resulte a la perfección si se opta por realizar el matrimonio en un lugar diferente a la ciudad donde se reside. Preocupados por la comodidad de quienes los acompañarían en un día tan importante, los novios agregaron en los partes dos avisos: no usar calzado con taco, porque gran parte de la fiesta se desarrollaría en la playa, y que los hombres no llevaran corbata, pues la idea era lograr un ambiente más lúdico e informal. Así, llegó el día del matrimonio, el domingo 28 de noviembre recién pasado. La ceremonia religiosa se llevó en la acogedora iglesia de Puchuncaví, localidad situada a tan solo diez minutos de la playa de Horcón. Alfredo esperó a su novia vestido especialmente para una boda a orillas del mar, con un traje de diseño argentino en tonalidad beige, sin corbata, pero con un elegante foulard café en el cuello. Carolina lució un diseño estilo griego del trasandino Diego Vaz, de telas livianas y bordados con hilo dorado que se complementaron a la perfección con los tonos elegidos por el novio. Su peinado casual y relajado fue obra del estilista Daniel Ubilla, quien desde su salón de belleza Caoba (Rosario Sur 155, Las Condes) se trasladó a Horcón para acompañar a Carolina, peinarla y maquillarla. El delicado ramo de rosas blancas que complementó su look fue preparado por Luis Salinas (luis_novios@hotmail.com), profesional que también tuvo a su cargo la ambientación del templo y la fiesta. Durante el rito, los novios intercambiaron argollas confeccionadas por ellos mismos, un hermoso y romántico detalle que lograron gracias al regalo que les hizo una de las damas de honor: un curso para novios impartido por el joyero Caco Honorato. (www.cacohonorato.cl) Para el hermoso registro audiovisual de este matrimonio, los novios contrataron sin dudar al fotógrafo Patricio Martínez (www.patriciomartinez.cl), a quien le agradecen haberlos invitado a participar de este Espía BODA. Boda .cl Página 91 SoÑada
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Ya como marido y mujer, Carolina y Alfredo se dirigieron a la caleta de pescadores de Horcón, lugar donde los esperaba un bote de madera preparado especialmente para que la pareja diera un paseo a solas por la bahía. Lo abordaron y, bajo un arco de ramas de palma y flores silvestres, los recién casados navegaron por la costa para hacer su entrada a la celebración por mar. Ansiosos, 150 invitados los esperaban en tierra, junto al recinto del Club El Tebo. Este centro de eventos fue escogido, entre otros aspectos, por contar con una playa que les permitiría celebrar al aire libre, a orillas del mar y asegurando que personas externas no pudiesen intervenir en la fiesta, aún cuando estuvieran en un lugar público. La celebración constó de un delicioso almuerzo, elaborado exclusivamente con frutos del mar, menú seleccionado para complementar a la perfección toda la temática de una boda con estilo playero y polinésico. Fue preparado por el equipo de banquetería del Club El Tebo, recinto que les ofreció la música, precios especiales para el hospedaje de la mayoría de los invitados que se quedaron hasta el lunes y, como regalo para los novios, un cuarto especial para la noche de bodas. Durante toda la fiesta, el sello de la Polinesia se hizo sentir en el ambiente gracias a la decoración desarrollada por Luis Salinas, quien mantuvo el concepto usando muchas flores, nácar, conchitas y cristales. Los árboles, estos elementos suspendidos y movidos por el viento costero, agregaron el toque mágico que no debe faltar en una boda. En las mesas, el tema marino se conservó ubicando redes y creativos centros de mesa formados por fuentes transparentes con tulipanes, simulando ser peces de colores dentro de una pecera. Con ningún detalle dejado al azar, la torta (Daniela Maldonado/Cel: 09 9 834 19 85) fue decorada con delicadas flores y encintados que llevaban entretenidos mensajes para las invitadas solteras. En el cotillón, elegido en uno de los continuos viajes que, por motivos de trabajo, hacen los novios a Argentina, primó el concepto caribeño; se incluyeron flores y sombreros de diferentes formas. Y para los recuerdos de los invitados, Carolina y Alfredo entregaron imanes decorativos con una caricatura de ellos mismos, ideal para que familiares y amigos recuerden esta boda de ensueño, ubicando el obsequio en algún lugar especial de sus hogares.
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Detalles y sorpresas para una boda junto al mar
Carolina Morales y Juan José Lobo / Matrimonio en Maitencillo Fotografía: Patricio Martínez Después de tres años de pololeo, Carolina y Juan José decidieron casarse en el lugar que solían visitar para vacaciones: Maitencillo. Como encontraron en el recinto de Marbella Resort una infraestructura con todo lo necesario para la celebración que soñaron, no hubo más que esperar. Al comenzar con los preparativos, Carolina confío en Soledad Peña, una diseñadora de Viña del Mar que creó para ella un modelo entallado con larga cola. También le confeccionó el tocado y un ramo formado por calas, con aplicaciones de cristales azules, tono seleccionado para seguir la tradición de llevar algo de ese color. El día de la boda, en compañía de su madre y sus hermanas, Francisca y Caty quien viajó desde Australia junto a su familia especialmente para el matrimonio, Carolina se preparó en el Hotel Green, situado frente a la iglesia. Al entrar a la parroquia, lo hizo del brazo de su padre, cantando a capella la canción con la que comenzó su historia de amor junto a Juan José: “Nadie más que yo”, de la cantautora española Rosana. Fue la sorpresa que la novia tenía preparada para su futuro esposo, quien, a su vez, se preocupó de que las argollas tuvieran un detalle especial: pidió a la joyera María de los Ángeles Schulz que fueran confeccionadas en oro blanco, usando la argolla de matrimonio de su padre. Al acabar la ceremonia, los recién casados caminaron por el pasillo del templo bordeado por pétalos de rosas. Luego, como Marbella Resort es un club de golf, la pareja sorprendió a los invitados partiendo rumbo a la fiesta en uno de los clásicos carros usados por los golfistas. En tanto los invitados disfrutaban del cóctel en medio del campo, Carolina y Juan José bajaron a la playa por un acceso directo del recinto para que el fotógrafo Patricio Martínez los retratara, aprovechando el romántico escenario que les brindó el atardecer. Resultó muy entretenido, recuerda la pareja, pues la gente que pasaba por el lugar los aplaudía y fotografiaba. Al comenzar la fiesta, Carlos, el hermano de Carolina, regaló a los novios un coro que reemplazó el clásico vals con una versión de La Traviata cantada a capella. Fue un momento realmente mágico, porque mientras los novios bailaban, caían delicadas burbujas sobre ellos. Como Carolina y Juan José son estudiantes de derecho y la mayoría de sus invitados eran abogados, el motivo de la fiesta estuvo marcado por detalles alusivos a la profesión de los novios. La torta, por ejemplo, fue decorada con tres códigos jurídicos, un juez caracterizado como lord y ambos novios situados en un estrado. Las mesas, a su vez, tenían nombres de instituciones jurídicas y, en la entrada del salón, emularon un afiche de la película Legally Blonde con una fotografía tomada en la entrada de la Corte de Apelaciones de Valparaíso.
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Sueño cumplido en la Ciudad Jardín Grisel Núñez y Jorge Darrouy / Viña del Mar Fotografía: Patricio Martínez
“Hasta el día de hoy, familiares y amigos se acuerdan de ese día”, cuenta Grisel. Y es que todo resultó tan hermoso que, al mirar atrás, ella dejaría todo tal cual. En la parroquia Virgen del Carmen, de los Padres Carmelitas de Viña del Mar, Jorge esperó a su futura esposa vestido elegantemente con un traje de Rubinstein Novios, que complementó con colleras Giorgio Armani de su padre. Grisel, quien se preparó en el Sheraton Miramar, llegó a la ceremonia religiosa luciendo un vestido strapless con delicados toques de color, velo y tocado, creación de Pato Moreno. Complementó su look con aros y collar de brillantes, recibidos como herencia familiar, además de un elegante ramo con tulipanes y rosas de dos colores. Durante la ceremonia, participó el Coro iglesia Alma Campbell y los novios intercambiaron argollas de Joyería Carlos Varas, de Viña del Mar, mismo lugar donde Jorge eligió el anillo de compromiso para Grisel. Declarados marido y mujer, los recién casados se retrataron con el fotógrafo Patricio Martínez en la terraza del Hotel Sheraton Miramar, teniendo como fondo el mar y la ciudad. Luego, en el centro de eventos del Valparaíso Sporting Club, los esperaba un ambiente muy alegre creado por Constanza Fantuzzi; en él, tres tonalidades fueron las protagonistas: blanco, rosado y fucsia. Durante la fiesta, disfrutaron con el menú de Sofía Jottar, quien en todo momento se preocupó de los detalles, buscando reflejar la personalidad de la pareja. “Sofía nos recibió en su casa al momento de conocernos y, sin ningún compromiso, nos invitó a degustar uno de sus banquetes. En ese momento supimos que queríamos que se hiciera cargo del nuestro”, señala la novia. En la boda de Grisel y Jorge, la profesional presentó un menú de platos “muy gourmet”, con pescados, mariscos y filetes de carne rellenos con queso de cabra. Todo fue resultando de maravilla y continuó así con la presentación de la banda Celebrity, orquesta de gente joven y muy entretenida. Sorpresivos e interactivos, los músicos realizaron varios cambios de ropa e incluyeron dobles de varios artistas para las canciones interpretadas.
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Una fiesta a lo grande y ¡hasta que las velas no ardan! Catalina Ananías y José Masihy 12 marzo 2011 / Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y Club Hípico Fotografía: Patricio Martínez Catalina y José se conocieron hace tres años en un after office realizado en el Castillo Hidalgo. No tardaron en iniciar una bonita relación que, tres años más tarde, derivó en un matrimonio celebrado en otro emblemático lugar de la capital, el Club Hípico de Santiago. Esta vez, y casi como un símbolo de la pareja, la fiesta también incluyó un after. La historia de este último año fue así: tras el festejo de su segundo aniversario de pololeo, José sorprendió a Catalina pidiéndole matrimonio durante un viaje de vacaciones que hicieron a Cancún. Desde entonces, prepararon lo que querían fuera una fiesta a lo grande y muy animada. Catalina soñaba con una celebración al aire libre y, en la búsqueda de un lugar de este tipo en Santiago o cerca de la ciudad, las dependencias del Club Hípico resultaron perfectas para la pareja, que contempló 400 invitados para la cena y 200 personas más para la fiesta bailable. Una vez decidido el lugar, Catalina y José trabajaron diseñando los espacios en compañía del decorador Carlos Gaete (csgaete@hotmail.com) y, como José es dueño de una agencia de publicidad y actualmente se desempeña como director general del área Eventos de la firma, se encargó de gran parte de los detalles, entre ellos, la música, las luces y la instalación de pantallas. (Agencia Touch / josemasihy@touch.cl). Cuando se acercó la fecha de la boda, Catalina se hizo varias pruebas de maquillaje con la estilista que había escogido, Fanny Lorca, (fanny_lorca@ hotmail.com, teléfono: 981 59 00, Salón Soul Look), y una vez llegado el “gran día”, la profesional la maquilló y peinó en la casa de sus papás, mientras el fotógrafo Patricio Martínez capturaba las imágenes de ese momento tan especial. El tocado que Catalina usó incluyó un destalle muy especial, una delicada peineta confeccionada por su abuela materna, quien desarrolla hermosas joyas y, en esta ocasión, obsequió a su nieta una fina pieza hecha con cristales Swarovski (Pilar, teléfono: 07-794 35 22). Boda .cl Página 88 SoÑada
El vestido de novia se complementó con un velo y fue adquirido en Punto Clave. “Elegí un diseño con muchos vuelos y brillos, porque quería que fuera como el de una princesa”, señala Catalina. Su look también consideró delicados aros de oro blanco y diamantes, regalo de su padre en Navidad; zapatos Aldo, cerrados, pero con el detalle de la punta abierta; y un ramo de rosas ecuatorianas y mango de strass, obsequio que el decorador Carlos Gaete entrega a todas sus clientas. La novia se fotografió por última vez en la casa de su familia, antes de convertirse en una mujer casada, y partió rumbo a la iglesia Perpetuo Socorro junto a su padre, a bordo de un Cadillac Eldorado, regalo de bodas de un amigo de la pareja, quien tiene un negocio de vehículos antiguos (Antonio Carracedo, teléfono 09-519 83 02 / www.noviakar.cl). En el templo, José esperaba a Catalina vestido con un elegante traje de sastrería Cubillos. Como único accesorio, llevó un reloj Bulova de gran valor sentimental, pues perteneció al abuelo de José y le fue obsequiado por su padre. El sacerdote que ofició la ceremonia, de 82 años, fascinó a los novios por su espíritu ameno, invitó a que los asistentes casados renovaran sus votos; y aquellos familiares y amigos que quisieron recibir la comunión, lo pudieron hacer de manos de los mismos novios. Ya como marido y mujer, Catalina y José se dirigieron hasta el Barrio París y Londres. Ahí, el fotógrafo Patricio Martínez los retrato en un ambiente europeo donde había otra pareja de recién casados, quienes les pidieron como favor posar junto al Cadillac Eldorado y, sin problema, Catalina y José accedieron compartir su vehículo con ellos. En el Club Hípico, en tanto, los invitados disfrutaban de un extenso cóctel en un ambiente plagado de detalles pensados por los novios y protagonizado por matices otoñales, pero vivos (verde, amarillo y anaranjado). Resaltó especialmente el uso de cristales, el empleo de los espacios exteriores y el bar, punto donde el decorador desarrolló una espectacular lámpara con vasos y cristales. “Como era tanta gente, encarpamos la terraza del Club Hípico y diseñamos varios lounge en esa zona, con toldos y sillones, además de carritos de sushi, cordero al palo y shawarma” (comida típica de la cultura árabe)”, comenta Catalina. Como ella y José tienen ascendencia árabe, la entrada de los novios a la fiesta se hizo mediante un bello ritual en el que cinco mujeres de la familia de la novia y otras cinco de la familia del novio, ingresaron portando velas, como iluminando el camino de los recién casados, quienes accedieron al espacio mientras sonaba una melodía árabe. Boda .cl Página 89 SoÑada
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Tras la cena, que incluyó filete de res y risotto de camarones presentado con un diseño a cargo de Catalina, quien estudió gastronomía, los novios bailaron el tradicional vals y, a continuación, la novia sorprendió a los invitados con un número de danza árabe, disciplina que estudia hace tres años. La acompañaron su profesora y algunas mujeres de su familia y, luego, los invitados fueron convidados a bailar este ritmo. De éste, se pasó a temas actuales muy animados, mientras una pantalla gigante permitía ver en detalle a quienes estaban en la pista. Más entrada la noche, “nos subimos al escenario y comenzamos a repartir el cotillón, ayudados por los garzones. Lo elegimos personalmente en Carnaval (www.carnavalonline.cl) y pensamos cosas especiales para algunos de nuestros invitados”, señala la novia. La fiesta continuó hasta las 5:30 de la mañana y, cuando el Club Hípico debía cerrar, los novios, junto a unas 30 personas, se instalaron en un salón posterior, acompañados por el Dj y una barra para seguir con un after alrededor de una hora y media más. “Toda la gente nos dijo que lo pasó increíble y que parecía celebración de Año Nuevo. Nosotros queríamos eso, algo bien animado y resultó tal como lo planeamos”, cuenta Catalina. Y como consejo para las parejas que están organizando su boda, esta joven recién casada señala la importancia de elegir con cuidado una buena banquetera, idealmente siguiendo recomendaciones de conocidos y probando la comida: “También hay que preocuparse de la decoración, conociendo los eventos realizados por los profesionales. El Club Hípico, por ejemplo, nos permitió ver las fiestas que ahí se realizan y así preguntamos qué banquetero o decorador era responsable en cada evento”. Boda .cl Página 90 SoÑada
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Original y plagada de detalles: una boda de película Matrimonio Daniela Hugel y Franko Restovic 2 de enero de 2010 /Sport Francés Fotografía: Patricio Martínez
Lograr una fiesta realmente entretenida que representara su estilo. Ese fue el deseo de la pareja compuesta por Daniela y Franko, quienes, luego de seis años de pololeo, se casaron en la Iglesia San Juan Apóstol, de Vitacura. Un templo sencillo y acogedor, situado en una calle con posibilidad de estacionamiento a ambos lados de la calzada y muy cerca del Sport Francés (www.sportfrancés), el lugar que escogieron para celebrar. Se comprometieron en la Navidad de 2009 y desde ese momento se dedicaron a organizar y buscar cada uno de los detalles que requiere una boda. La intención de reflejar un estilo diferente estuvo desde el comienzo y partió con las invitaciones. Encargaron los partes a Paulina Hidalgo (paulina.chc@gmail.com), a quien le entregaron un motivo diseñado por los novios: una simpática ilustración con una pareja de novios. A la vez, redactaron ellos mismos el texto que convidó a su ceremonia. Todo muy personal. Aunque tenían muchas amistades, debieron acotar su lista de invitados y llegaron a cerca de 190 personas, sumando algunos más que asistieron a la ceremonia religiosa. Fue el caso de los alumnos de Daniela, quien es profesora de Enseñanza Básica y quiso compartir su matrimonio religioso con ellos, chicos de alrededor de siete años. A su vez, dos pequeños primos de Franko llevaron un canasto con pétalos de rosas y un cojín para trasladar las argollas de matrimonio. Todos ellos fueron el toque tierno de la ocasión. Para tener suficiente tiempo el día del matrimonio, Daniela comenzó a prepararse a eso del mediodía. Primero, se hizo las manos y, luego siguió con el pelo y el maquillaje, ayudada por dos profesionales del salón Mi Lady Señorita (www.myladysenorita), a quienes les había comentado con anterioridad cómo quería lucir. El vestido, un diseño de seda original de la firma española La Sposa, se complementó con algunos accesorios muy especiales: un delicado rosario de mano confeccionado con perlas de río (regalo de una tío) y un collar ideado por ella misma y elaborado por otro tío, el joyero Aldo Coggiola (www.coggiolajewels.cl), con las perlas de un antiguo anillo de su madre. Complementó con un llamativo velo, opción perfecta ante la sencillez del traje. Así, y luciendo un ramo de rosas en tono pastel, hecho por la misma persona que decoró la iglesia, María Emilia Holger (maholger@yahoo. com), la novia llegó en un vehículo de colección, modelo Lincoln, prestado por el jefe de Franko, quien les regaló la decoración de auto-
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móvil y la contratación de un conductor. A eso de las nueve de la noche, horario ideal para evitar el intenso calor del verano, en la iglesia la esperaba Franko, vestido con un esmoquin de Rubinstein Novios (www.rubisntein.cl), al igual que los padrinos. Para hacer algo diferente, durante la ceremonia, los novios se instalaron de tal manera que pudieron estar de frente a los invitados, creando una instancia más cercana con los familiares y amigos. Para el mismo objetivo, se compartieron lecturas y mensajes de amigos, entregando mucha emoción a la ceremonia. La música complementó el ambiente. Estuvo a cargo de Beltane (pedro.ortuzar@gmail.com), agrupación que toca música celta y usa gaitas, entre otros instrumentos. “Son maravillosos”, comenta Daniela y pueden interpretar versiones de cualquier tipo de música; como sucedió en esta boda, donde se musicalizó una canción de Iron Maden, a pedido del novio. Ya casados, Daniela y Franko se trasladaron al Barrio París y Londres, en Santiago Centro. Ahí, Patricio Martínez (www.patriciomartinez.cl) les fotografió en un ambiente como sacado de película con escenarios europeos. Después de alrededor de una hora, partieron al centro de eventos donde los invitados disfrutaban de un cóctel junto a la piscina. Los bonitos y cómodos espacios que les ofreció el Sport Francés fueron factores clave para decidirse por este lugar. También encantó a los novios que les proporcionaran la banquetería y la decoración del evento. La cena con menú mediterráneo y fresco, a propósito del verano, incluyó filete, con la idea de ofrecer un corte de gusto general. Pero como hay personas que no comen carne, se consultó a todos los invitados para poder servirles un plato diferente. Para adornar los postres y la torta, que fue encargada a Candelle (www.candelle.cl) con figuras de los novios y su mascota, la perrita Linda, se incluyeron pequeños y originales dulces de chocolate y cubierta de caramelo, pintada con un degradé en lila y la inscripción “Daniela y Franko”. Como esta pareja es amante del cine, escogieron las películas románticas que más les gustan y bautizaron cada mesa con el nombre de estas. En cada una, los invitados encontraron como obsequio un delicado saquito con dulces, una tarjeta de agradecimiento, preparada
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también por Paulina Hidalgo, y entretenidos confetis. Todo para reflejar el espíritu lúdico que querían proyectar los novios. Para la decoración, Daniela escogió el tono lila con algunos toques de fucsia, colores que se emplearon en las flores y en la iluminación. Encantada con la estética de la película Más allá de los Sueños, junto a la encargada de decoración del Sport Francés, se ideó ocupar pequeñas luces lilas en pilares y tarimas, entre otros espacios, creando un efecto parecido al de los jacarandás que aparecen en el film. Convencidos de que la música hace la fiesta, Daniela y Franko contrataron con varios meses de antelación a la banda Celebrity (www.celebrity.cl). No solamente tienen un variado repertorio, que comienza con temas clásicos hasta avanzar a la música más actual, sino que caracterizan increíblemente a muchos cantantes, resultando toda una atracción para invitados de todas las edades. Nadie dejó de bailar mientras Celebrity tocó, cuenta Daniela. Ella incluida, porque disfrutó cómodamente gracias a que usó, desde la ceremonia, zapatillas para novias (www.laragazza.cl), calzado que le acomodó más a su estilo y los invitados advirtieron solamente cuando Franko le sacó la liga en medio de la fiesta. Otra de las sorpresas de esta boda.
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En otoño y con el paisaje de una viña: el sueño de dos colombianos Matrimonio de Paola Góngora y Nicolás Noriega 16 de abril de 2011/ Estancia El Cuadro Fotografía: www.PatricioMartinez.cl
“Desde siempre quise casarme en el día, en una viña y en otoño”, cuenta Paola. Por eso, tras seis años de relación, esta pareja de bogotanos escogió nuestro país para celebrar su matrimonio. A partir de las invitaciones, la pareja reflejó su gusto escogiendo partes con un motivo de hojas y uvas (www.indigo-invitaciones.cl). Convidaron a 114 invitados para compartir en Estancia El Cuadro (www.elcuadro.cl), donde la capilla con muros de vidrios permite ver el paisaje del viñedo y hay un agradable espacio para celebrar, además de opción para arrendar un carruaje. Como la ceremonia se hizo a mediodía, Paola escogió un vestido sin brillos (www.lacasablanca.cl) y, pensando en proyectar simpleza, solamente se hizo algunas ondas en el pelo y usó un tocado que arrendó (www.valeriamartinez.cl). Nicolás eligió un sencillo, pero elegante, traje negro para el día. Lo encontró en Novios Fontalva, donde las camisas se hacen a medida, con opción de llevar iniciales bordadas. Para la ceremonia incluyeron la tradición colombiana de las arras y contrataron música en vivo con instrumentos de cuerda en C&M Producciones Musicales (www.cmmusicos.cl). “Los fui a ver en dos matrimonios, con lo que tuve la certeza de que tenían muy buena calidad”, comenta Paola. El cotillón tuvo como tema el Carnaval de Barranquilla, incluyendo sombreros “vueltiaos” traídos de Colombia, flores para llevar en la cabeza y la presentación de un espectáculo de cumbia colombiana. En lugar de torta, se prepararon cupecakes con un diseño propuesto por Paola (leslyevinet@gmail.com), y para la fiesta, cuatro meses antes de la boda, se contrató a la orquesta de colombianos Café Moreno (www.cafemoreno.cl). Para un bello recuerdo fotográfico, se aprovechó la luz del ocaso y los colores del otoño. Además el fotógrafo Patricio Martínez ( www.Patriciomartinez.cl) junto a su equipo, realizó un hermoso video que se ve como una película de cine y con la misma calidad que sus fotografías.
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Al aire libre y con la magia del atardecer
Matrimonio de Andrea Aguirre y Sergio Serrano 28 de noviembre de 2010/ Sport Frances Fotografía: www.PatricioMartinez.cl
Durante diez meses, Andrea y Sergio organizaron su unión civil y una fiesta en el Club de Golf del Sport Francés (www.sportfrancés). En febrero de 2009 se decidieron por este lugar para realizar la ceremonia y la celebración, entre otros facores, pues tiene servicios de banquetería y decoración, además de mucha flexibilidad para aceptar propuestas. Buscando armonía con el espacio, Andrea eligió aminos de mesa color negro, tono que se combinó con el fucsia de las flores de centros de mesa, torta y ramo de la novia (www.losgnomoseventos.cl). Las flores escogidas fueron rosas, principalmente, por su durabilidad, explica Andrea. l fucsia combinó con el vestido de novia hecho en raso gris y delicado encaje onfeccionado por el diseñador Heri Levi, un cómplice perfecto, según cuenta Andrea.Los únicos accesorios usados como complemento fueron aros de perla una tiara de cristales Swarovsky para afirmar el pelo tomado que peinó Cristina Aránguiz (f: 8643367), quien trabajó en Canadá en los salones de Elízabeth Arden. Un cuarteto de cuerdas (www.agez.cl) interpretó versiones instrumentales de canciones contemporáneas; de Metallica para la entrada del novio y de Coldplay para el ingreso de Andrea. Los músicos también se encargaron de amenizar el cóctel, así como de la amplificación de la música y las palabras dichas en la eremonia al aire libre. Posteriormente, y mientras los invitados disfrutaban del óctel, el fotógrafo Patricio Martínez (www.patriciomartinez.cl) quiso aprovehar la luz del atardecer para retratar a los recién casados en bellos espacios del lub de eventos, áreas que él mismo se preocupó de ubicar antes de la boda. La ena se realizó en el restaurante del centro de eventos, espacio que les ofreció omodidad e intimidad para los 120 invitados, quienes se llevaron como regalo pasteles individuales (www.candelle.cl). La torta, así como el buffet y los pilares del espacio se iluminaron especialmente, efecto decorativo que Andrea destaca omo uno de los mejores recursos usados.
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> MATRIMONIO
MARÍA PAZ VALDEBENITO Y MARCO HUILCAMAN: “Decidimos recibir la bendición como familia” Fotografía: www.patriciomartinez.cl
María Paz es enfermera y Marco, médico. Se conocieron a principios de 2007, al coincidir en turnos de servicio de emergencias. Se enamoraron de manera fulminante. Para demostrar a todo el mundo que lo suyo era serio y, además como una locura, en el momento de mayor enamoramiento, a los dos meses de pololeo decidieron casarse por el civil. Lo hicieron cuando aún no se cumplía el año de conocerse. La ceremonia religiosa vendría después. Pero, por una u otra razón, se postergó. Primero fue la llegada del primer hijo, Martín, quien ya cumplió tres años. Y luego, el terremoto y la pérdida de la casa. Durante este invierno nació la segunda hija, Trinidad. Entonces, María Paz y Marco no quisieron esperar más y, con tan solo un mes de anticipación, definieron la fecha de su boda para el 26 de noviembre de 2011. Deseaban una ceremonia religiosa muy íntima y familiar. Por eso convidaron a poco más de 20 personas. “Queríamos que la gente que fuera estuviera contenta por el hecho de que nosotros nos casábamos y no porque asistieran a una fiesta, que fuera gente que conocieran nuestra historia o formara parte de ella”, cuenta María Paz. Dada la premura, la invitación se hizo personalmente. Pero sí quisieron renovar sus argollas y encargaron anillos de platino y dos brillantes para la alianza de María Paz, representando a cada uno de los niños. La ceremonia se hizo en el Santuario de Schoenstatt de Agua Santa, en Viña del Mar, con un altar al aire libre en un espacio rodeado de árboles y flores. El Coro de Familia Carla Cáceres, complementó el ambiente con letras de amor, manejando a la perfección la acústica del lugar. Como el padre de María Paz falleció hace un tiempo, se innovó: “Decidimos que como familia íbamos
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a recibir la bendición. Mi marido y mi hijo me esperaron y yo llegué con mi pequeña”. Luego, caminaron los cuatro hacia el sacerdote. María Paz, una novia rebelde como se confiesa, no tenía pensado usar un vestido tradicional, pero al conocer a la diseñadora Soledad Peña cambió de idea. Ella confeccionó también sus aros y tocado a tono con un vestido marfil, de líneas suaves, modernas y cómodas. Como fue una boda de día, Marco, por su parte, eligió un traje claro y con textura, además de una corbata de color vivo. En el Hotel Boutique Casa Higueras, en el Cerro Alegre de Valparaíso, disfrutaron con fabulosa vista y excelente e innovadora gastronomía. Celebraron con un almuerzo en la terraza del hotel, donde la panorámica hace la decoración. Frente a ese paisaje, los invitados pudieron escoger en un menú previamente seleccionado: trilogía de ceviche, causa de camarones y salmón encostrado, entre otros platos. Como no hubo torta, entregaron cupcakes con un mensaje de amor. Finalmente y durante la tarde, los recién casados recorrieron junto a Patricio Martínez algunos de los lugares de la ciudad-puerto para unas seciones de fotografía y vidéo.
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> MATRIMONIO CARLA ZUNINO Y CLAUDIO FARIÑA: “Fue romántico y nos sentimos artistas por un rato”
Fotografía: www.patriciomartinez.cl
Carla y Claudio se conocieron el año 2005 en TVN, cuando ella era estudiante en práctica. Al tiempo, ambos periodistas se enamoraron, se fueron a vivir juntos y, el 31 de diciembre de 2010, cuando faltaban diez minutos para la medianoche, Claudio sacó un anillo y, con palabras en italiano, pidió la mano de Carla. Para convidar a su fiesta, los novios entregaron un parte hecho personalmente por la novia. En él, iba un mensaje especial para cada invitado. La cita fue el 7 de octubre a las 20:00 hrs. en Las Terrazas de La Reina, lugar donde disfrutaron de un servicio integral y una terraza con vista panorámica para la ceremonia civil. Antonia, la hija de siete años de Claudio, llevó las argollas, en tanto en el ambiente se escuchaba al Coro Para Celebrar. Con un elegante traje azul oscuro Caramel, Claudio recibió a su futura esposa. Lucía un vestido de Ana María Mancilla, con coqueta abertura que dejaba ver las piernas al caminar. El pelo cargado a un lado y el maquillaje resaltando los ojos fueron trabajo de Carlos Raúl de Truko y Danae Aranda (cel. (09) 8 752 96 03), respectivamente. La celebración se desató con la orquesta Intermezzo y DJ Pingüino, de Las Terrazas de la Reina. Pero era una noche de sorpresas. “No queríamos bailar el vals y decidimos atrevernos con un tango. Tomamos clases y bailamos Por una Cabeza”. Y durante el café, Carla le cantó a su marido con la ayuda de la orquesta. “Luego, él me devolvió el gesto cantándome Cama y Mesa, de Roberto Carlos. Fue romántico y nos sentimos artistas por un rato”. Boda .cl Página 120 SoÑada
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> MATRIMONIO
NICOLE BRENDER Y JONATHAN CUCHACOVICH: “Durante la fiesta nos levantaron en las sillas y nos dimos un beso” Fotografía: www.patriciomartinez.cl
Se conocían desde el colegio, sin embargo, en el año 2006 y durante clases de religión judía, compartieron realmente y comenzaron un pololeo. Cuatro años después, en una romántica cena preparada por Jonathan, él le dio un chocolate donde había guardado un anillo de compromiso. Ese día fijaron la fecha de su boda para un año después, el 29 de octubre de 2011. Se convidaron a cerca de 400 personas para una ceremonia en el Hotel Intercontinental, en Santiago. Al ingreso, los hombres recibían un kipot, gorro ritual judío que fue entregado como recuerdo. Otro detalle estuvo en las argollas de oro blanco: con una franja de diamantes para Nicole y un contraste de oro blanco brillante con oro blanco opaco para Jonathan (www.arteyjoyas.cl). Nicole se presentó con un vestido de Ingenue Novias, que llevó un cinturón desmontable con brillos, gris en la ceremonia y color ivory para la fiesta. Jonathan la esperó con traje negro y corbata morada Paco Rabanne en un altar decorado con flores colgantes, trabajo a cargo de Constanza Grisanti (www.fantuzzigrisanti.com).
El jazán (quien guía los cantos en el templo judío) se encargó de la música durante la ceremonia, en tanto en el banquete y la fiesta, también hechos en el hotel, la orquesta Juan Simón ofreció un espectáculo con melodías judías y comunes, ambiente en que –recuerda Nicole– “nos levantaron en las sillas y nos dimos un beso, un rito típico judío que forma parte de los bailes”.
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UN SUEÑO DORADO EN EL CAMPO JUNTO AL MAR (Foto: www.PatricioMartinez.cl)
A fines de enero de este año, Anita Molina y Daniel Sotomayor se casaron en un lugar al aire libre, teniendo de fondo los colores propios de las tardes de verano. Fue una fiesta inolvidable para celebrar el amor nacido hace cerca de cuatro años y festejar el compromiso de continuar una vida juntos. “Siempre soñamos con casarnos al atardecer, en un lugar conectado con la naturaleza, lejos de la ciudad”. El anhelo de Anita Molina, diseñadora gráfica de 33 años, y Daniel Sotomayor, ingeniero civil industrial de 36, se cumplió el verano recién pasado cuando se unieron en matrimonio después de una bonita relación, en la que –tal como ellos cuentan– han sabido apoyarse en las buenas y en las malas. “Nos conocimos hace cuatro años haciendo deporte. Íbamos al mismo gimnasio. Fue algo súper especial, conectamos de inmediato y no paramos de salir desde que nos conocimos”, señala Anita. El pololeo no tardó en venir y, cuando ya habían cumplido tres años juntos, un fin de semana largo de 2011, la pareja decidió volar a Río de Janeiro en un viaje que les cambiaría la vida. “Estábamos pasándolo increíble, aprovechando la playa, comiendo rico, etc., cuando se nos ocurrió ir al Cristo Redentor. Yo estaba embalada, tomando fotos y disfrutando de la vista preciosa de la ciudad, mientras él insistía en que fuéramos a una parte del mirador donde no había gente. Llegamos y ahí me abrazó, me dio un beso, me miró a los ojos y me dijo: ‘garota –así me dice–, tú sabes que te amo mucho y que me haces muy feliz’. Entonces, mete su mano al bolso y saca una cajita. Mientras la sostiene –mirándome– dice: ‘¿quieres casarte conmigo?’ Y la abre. Yo, ¡emocionadísima!, lo miré, le sonreí, le di un beso y lo abracé fuerte”, recuerda Anita. “¡Pero responde!” le pidió Daniel. Y Anita no tardó en contestar: “¡Pero obvio que sí, Sotito! –así le digo yo–. ¡Fue tan bonito todo! Me puse el anillo, que era espectacular, de oro negro con brillantes, muy moderno. ¡Precioso! Nunca voy a olvidar ese momento con el Cristo inmenso bendiciéndonos y una vista hermosa de todo Río”.
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Tres meses de noviazgo De regreso en Santiago, la pareja comenzó con los preparativos de la ceremonia y fiesta de matrimonio; fueron tres intensos meses de noviazgo. Daniel y Anita querían compartir con sus amigos y familiares. Así fue como llegaron a sumar 300 invitados, todos los que recibieron un parte creado por la misma novia, quien además de ser diseñadora gráfica está dedicada a la pintura (www.molinadesgroux.com) y desenvolvió todo su talento artístico en elegantes invitaciones: sobre muy refinado en color plata, aludiendo al traje que el día de la boda luciría el novio. Por dentro, la invitación en tono marfil, como el vestido de novia. “Ambos conectaban perfecto, había armonía en todo el concepto”, señala ella. La cita era para el 28 de enero de 2012, a las 17:30 hrs, en Haras Palmira, un lugar de San José de Algarrobo que corresponde a un criadero de caballos pura sangre en medio de un precioso bosque, con jardines, piscina y hermosa vista. “Haras Palmira es de mi papá, Ildefonso Molina. Allí jugué y viví hermosos recuerdos con mi familia. Tenía que ser ahí”, cuenta Anita. Novios atentos a cada detalle Previo al día del matrimonio, los novios se trasladaron al haras y ahí alojaron, esperando la hora de la ceremonia. Fue la forma de estar al tanto de la instalación de la carpa para la fiesta, los detalles de la decoración y los diferentes preparativos necesarios para un festejo impecable. Como escogieron un lugar rodeado de naturaleza, Daniel y Anita debieron crear un altar. Con la cooperación de todos, ¡quedó de maravilla!: espectacular vista al bosque circundante, alfombra de sisal aportada por la empresa encargada de la carpa para
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la fiesta y varias corridas de sillas facilitadas por el banquetero. Con la intención de que los invitados no tuvieran problemas para llegar, los novios crearon señalización propia y mapas para viajar desde Santiago o Viña del Mar. Pensando en la comodidad de los asistentes, se ocuparon también de acondicionar el lugar para el estacionamiento de todos los vehículos contemplados. A la vez, prepararon especialmente la zona donde el haras tiene una cancha de tenis. Ahí, cubiertos por una carpa, en altura y con maravillosa panorámica del bosque y los jardines, todos juntos disfrutarían del banquete y la fiesta. Fue importante, además, ocuparse de los baños. Anita comenta que eligieron la empresa Baños de Lujo, de Matías Silberstein. “Son un espectáculo, es lo mismo que ir a un baño en tu casa pero en un tráiler. Los recomiendo al cien por ciento”. La más elegante de las novias A pesar de los pocos meses que la pareja tuvo para organizar la boda, Anita logró encontrar su vestido de ensueño. Lo halló en Miami, Estados Unidos, como parte de la colección 2011 de la diseñadora Carolina Herrera. “El concepto siempre fue sentirme yo misma, con un vestido glamoroso, elegante y romántico. De color marfil (ivory), que combina perfecto con mi tono de piel trigueña, el vestido es absolutamente maravilloso, único, de gran diseño y elegancia. Muy fino, de satín de seda, con un corte de brillo espectacular, detalles de brocado y encaje español. Es strapless, más opción de tiritas para mayor comodidad”, describe. Para el cabello, Anita escogió el pelo suelto y con ondas, peinado por Marcia Vivanco, quien trabaja en peluquería Oly (Av. Padre Hurtado con Av. Vitacura, Las Condes). La profesional también hizo el maquillaje y ayudó con el tocado, una bella tiara de pequeñas perlas que entregó un sello muy romántico a todo el look, complementado con un collar de oro –obsequio de Titita, abuela materna de la novia– y un ramo de rosas ecuatorianas en color marfil.
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El sueño comienza a hacerse realidad Cerca de las 18 horas del 28 de enero, comenzó a sonar la canción O Sole Mío, de Luciano Pavarotti. Era el anuncio de la llegada de la novia. Anita hizo entrada a la ceremonia del brazo de su padre, avanzando por el tapete de sisal que complementó como nada más lo podría haber hecho la ambientación al aire libre. “Personalmente, soñaba con el momento de bajar de los brazos de mi papá y llegar al altar con Daniel, fue realmente mejor que en mis sueños todo lo vivido ese día”, cuenta. Y ahí estaba el novio, elegantemente vestido con un traje color plata confeccionado completamente a medida y usando colleras de la misma tonalidad, todo encargado en Sastrería Cubillos. Acabada la ceremonia, y con la pareja llevando sus argollas de oro blanco (Paola Madain Joyas), sonó la melodía de Against All Odds (Take A Look At Me Now) de Mariah Carey. Comenzaba, entonces, la segunda parte del festejo Celebremos a los recién casados Un menú simple, para nada recargado, pero de alta calidad fue la elección que Daniel y Anita escogieron para el banquete de su boda. Lo encargaron a Paulo Russo. “Su trabajo es buenísimo, ciento por ciento recomendable, sobre todo si el matrimonio va a ser fuera de Santiago. Él es experto en montar todo en lugares complejos y que resulte espectacular”, asegura Anita Molina. Tan espectacular como el resultado de la banquetería, la decoración se lució. Fue un regalo que recibieron los novios y en la que destacó la presencia de los conceptos modernidad, elegancia y calidez“. Daba la sensación de que era una lluvia de varitas de oro que caía desde el cielo, en contraste con todo el fondo de afuera del bosque, generaba una calidez única. Predominó el dorado, el negro y los tonos marfil mantequilla de las rosas ecuatorianas. Las sillas eran doradas, el piso de la pista de baile era a rayas (dorado y negro). Las mesas cuadradas y cubiertas por un mantel negro para destacar todo lo que iba sobre ellas”.
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Ya caído el ocaso, una estructura de gran altura y laterales transparentes instalada por Carpas Venezia protegía de la intemperie. “Permitía una vista maravillosa del bosque de noche, parecía estar en un cuento encantado. ¡Bello!”. Ellos también se encargaron de la iluminación interior y exterior. Fue sensacional, porque logró iluminar todo el bosque y hacer que la atmósfera desde el interior fuera mágica. ¡Se veía de cuento! Realmente lindo, lo recomiendo ciento por ciento”. A la hora de la fiesta, Anita cambió sus elegantes zapatos Aldo, de taco aguja y plataforma, por sandalias con terraplén, un calzado algo más cómodo para disfrutar del baile con variados ritmos a cargo de Mike Music (www.mmusic.cl). Muy profesional, según aseguran los novios, fue contratado con tres meses de antelación e hizo pruebas de sonido previo, tanto en las zonas de la ceremonia y del cóctel, como al interior de la carpa. Todo quedó registrado gracias al trabajo de Patricio Martínez. “Gran fotógrafo y muy profesional, se nota que ama lo que hace”, asegura Anita. Junto a Daniel, optó por su servicio de fotografía y tráiler en calidad HD, un video con el making off de la producción, además de entrevistas a los novios y familiares, como si se tratase de una verdadera película.
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DISFRUTANDO AL ESTILO VINTAGE Y DESDE EL ALMUERZO HASTA LA NOCHE (Foto: www.PatricioMartinez.cl)
A principios de marzo de este año, Daniela y Cristóbal celebraron a lo grande, y casi durante todo un día, en una fiesta de matrimonio que vino a coronar años de relación y un amor que se renueva para seguir toda la vida. Daniela Vergara y Cristóbal Cortés, ambos ingenieros, de 34 y 35 años respectivamente, iniciaron su vida en matrimonio luego de 12 años y diez meses de relación. Su historia de amor comenzó en una fiesta de universidad. “Cristóbal me sacó a bailar pero yo no tenía ganas, por suerte era insistente y se quedó conversando conmigo, hasta que una amiga me fue a buscar porque ya teníamos que irnos. Para no ser tan aguafiestas, ella le dijo: ‘pero pídele el teléfono para que sigan conversando después’. Me llamó al día siguiente para salir y desde entonces nunca nos hemos separado”. Luego de tres años viviendo juntos, una mañana de sábado, en noviembre, Cristóbal despertó a Daniela con un beso y le preguntó si quería acompañarlo a un paseo. “Como estaba tan tierno, no puse ninguna objeción, además todo era muy misterioso y me gustó la idea de una sorpresa. Dijo que tenía que preparar una maleta, porque no íbamos a volver a dormir .Tenía todo organizado, me llevo al Sheraton Miramar a una habitación de vista ¡maravillosa! En la noche fuimos a comer al restaurant del hotel y, cuando volvimos al cuarto, había un ramo gigante de rosas rojas sobre la cama, una botella de champaña con dos copas y muchos chocolates. Yo estaba tan feliz que saltaba pensando que era una cortesía del hotel y, cuando me doy vuelta a celebrar con mi novio, veo que él saca una cajita donde venía mi hermoso anillo de compromiso y por fin me pregunta: “¿te quieres casar conmigo?”.
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Los primeros detalles Un ambiente campestre pero elegante, una fiesta tan larga como se pudiera y comida que sorprendiera a los invitados. Así eran los anhelos de la pareja al momento de comenzar a organizar el matrimonio. “Recorrimos todos los alrededores de Santiago buscando un lugar que cumpliera con todos los requisitos, cotizamos con los mejores banqueteros y, por fin, luego de un año y medio, encontramos lo que estábamos buscando en la Viña Tarapacá. Es un lugar hermoso, la casona y jardines están muy bien cuidados. La vista de los cerros, los viñedos, es maravillosa y el ambiente es muy tranquilo. Tiene una piscina preciosa y en los jardines, árboles muy antiguos que le dan una elegancia natural”, cuenta Daniela. Buscando invitaciones elegantes y modernas, hallaron modelos maravillosos en Lobly Cajitas. “Elegí uno muy chic, con sobre negro, tipo pétalo, y en el interior un parte en tonos blanco y negro, muy sobrio, pero con un diseño tipo patrón en el que usamos un logo vintage que replicamos también para los menús de las mesas. Además, esta empresa nos dio la opción de diferenciar los partes para invitados de novio y novia. Los de novia eran más delicados, tenían un ribete de cinta fucsia y el sobre cerraba con la misma cinta junto al nombre de los invitados; en cambio, las invitaciones del novio tenían ribete de cinta gris y sus sobres cerraban con una pestañita donde iba el nombre de los invitados”, señalan. ¡Llega la novia! A las 13:00 hrs del 3 de marzo de este año, la hora de la ceremonia, un carruaje dispuesto por la Viña Tarapacá se detuvo en
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el sitio acordado para la llegada de la novia. Como era cerrado, había expectativa por ver cómo lucía Daniela. Cristóbal algo sabía del look de su futura esposa, pero como manda la tradición, no la había visto. La esperó vestido con un traje de Rubinstein Sastres, un Barros Jarpa con plastrón, pañuelo burdeo y camisa con las iniciales D y C bordadas en la manga de la camisa y al lado de las colleras. Cuando su novia bajó del carruaje, todos la vieron avanzar con su vestido color ívory inspirado en los años 20, un traje plagado de detalles que Daniela adquirió en La Casa Blanca, pero que ajustó a sus gustos hasta hacerlo único. De escote corazón y entallado hasta la cintura, lució con bordados y un cinto desmontable, cambiado según cada etapa de la celebración: dorado para la ceremonia (cálido y elegante), rosado para la tarde (romántico) y negro para la fiesta de noche (audaz). Fascinada con lo vintage, Daniela usó un tocado que encontró causalmente en una vitrina, mientras caminaba por Nueva York. Con velo y tipo malla, éste fue un detalle que le entregó un estilo muy antiguo y romántico a su imagen. “Fue sensación en la fiesta”, recuerda la novia. Peinada por Candida Medeiros, bajo el tocado, su cabello fue arreglado con ondas pegadas al rostro y semi suelto en la espalda, acorde con la propuesta de Daniela. Complemento de todo fue el ramo y los zapatos. Anita Cuevas, dueña de Eryan, le ayudó a elegir las flores de su bouquet. “Fue redondo, con distintas flores, todas en color rosado oscuro. Quedó tan lindo que después lo mandamos a enmarcar con un sistema especial que tiene esta misma empresa”. En cuanto a los zapatos, hubo fortuna. Cansada de no encontrar modelos de zapatos que le gustaran, Daniela comenzó a
mirar opciones en internet y así fue como encontró en Facebook una niña que tuvo el mismo problema cuando se casó y decidió importar calzado para novias por encargo. Finalmente, el día de la boda, Daniela llevó un modelo dorado, de taco alto con terraplén y un detalle de flores al costado. Ceremonia al aire libre Aunque es complejo lograr que un sacerdote acepte realizar el rito de matrimonio fuera de un templo, Daniela y Cristóbal lo lograron. Con la aprobación lista, formaron un altar con los implementos de la iglesia de Isla de Maipo y ubicaron un espacio con sombra donde dispusieron sillas blancas sin funda para los invitados. Preparado aquello y, una vez que llegó la novia, un cuarteto de cuerdas de Agez Producciones comenzó a interpretar la canción Lady in Red, escogida para la llegada de Daniela y especialmente arreglada para la ocasión. No había amplificadores, todo debía sonar natural. Así, la novia avanzó camino al altar, en un ambiente decorado delicadamente por la dueña de Eryan. Todo era en tonos azules y violetas, destacando el detalle de bastones de los que colgaban pequeñas jaulas albergando flores. Al momento de intercambiar argollas, la sobrina y ahijada de Daniela se encargó de llevarlas. Confeccionadas por Mao Novios, los novios escogieron alianzas de dos colores. La del novio con una base gruesa de oro amarillo y, sobre ella, una argolla de oro blanco bruñido. Y para la novia, oro y platino con siete diamantes corte brillante y estilo cintillo.
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Banquete y música de ensueño La celebración comenzó con un cóctel y terminó con una animada fiesta en la noche. El escenario de todo fue la hermosa casona y los jardines de la Viña Tarapacá, donde se incorporó una terraza contigua gracias al uso de una carpa, entregando un espacio perfecto para la banda y la pista de baile. Decoración estilo vintage y muchas flores fue lo protagónico del ambiente. “Usamos detalles como jaulas colgantes en el techo y botellas antiguas en las mesas, donde pusimos los arreglos florales. Siempre me gustó el vintage y se incorporó en todos los detalles”, señala Daniela. Tal como en la ceremonia, lucieron los tonos azul y violeta, esta vez, en liciantus, hortensias y flores silvestres. Toda la banquetería estuvo a cargo de Ambrosia. “Para escoger el banquete, elegimos las opciones que más nos gustaban por sus ingredientes, sabores y presentación. Ambrosia, tiene cocteles muy originales. La calidad de sus ingredientes y presentación nos dejaron muy contentos. No descuidaron ningún detalle y siguieron todas nuestras instrucciones”. Durante el cóctel, las melodías de música moderna, especialmente arregladas para el cuarteto de cuerdas de Agez, amenizaron la jornada, mientras los invitados disfrutaban de variedad de preparaciones y cinco tipos de tragos muy frescos, ideales para la hora del día. También jugos de frutas naturales (frambuesa y piña albahaca) y agua mineral saborizada con limón y menta. A la hora del almuerzo, compuesto por dos tipos de entrada y plato de fondo en base a pescado (Oil Fish con puré de arvejitas a la menta, acompañado de zanahorias glaseadas y shiitaki salteados), la música en vivo también estuvo presente, esta vez, a cargo de un intérprete brasileño de bossa nova (voz y guitarra), contratado con Agez Producciones.
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Finalmente, el postre servido a la mesa (una tarta de citrón quemada con frambuesas decorativas) se combinó con un buffet con más de 11 preparaciones, suficiente para toda la tarde y la noche. Momentos inolvidables Luego del almuerzo y avanzadas las horas de ese 3 de marzo, hubo mariscos “al libreto” y diversidad de preparaciones, como tapaditos de roast beef con mostaza de dijon y mini pan pita con tomate, queso de cabra y rúcula, además de tres corderos al palo para dar la bienvenida a la noche. También fue momento para gozar un diaporama con la historia de la pareja, incluidas fotos de sus viajes. “Hemos estado tantos años juntos que tenemos la suerte de conocer muchos países y lugares maravillosos. Fue complicado poder mostrarlo, ya que al ser de día no se podía proyectar con un data show porque había mucha luz. Entonces, contratamos unas pantallas led que se ubicaron en seis partes distintas de la carpa para reproducir el diaporama”. A llegar la noche, y fieles a su idea de una fiesta entretenida y extensa, se preparó una pista de baile con juegos de luces propios de una discoteque. De la música se ocuparon la banda Seres y el Dj que trabaja con ellos. “Quedamos muy felices – cuenta Daniela–, entendieron muy bien cuál era el estilo que más nos gustaba y no paramos de bailar en toda la noche. Se complementaban con el Dj en forma perfecta. Los bronces fueron imprescindibles para que la fiesta prendiera y durara toda la noche”.
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BODA EN EL CAMPO: Tradiciones chilenas con glamour
(Foto: www.PatricioMartinez.cl)
Un fin de semana del año 2004, Nicolás Fossatti (26) y Camila Michilini (25) se conocieron en un rodeo celebrado en el pueblo de Litueche. Él, ingeniero agrónomo, practica el deporte desde los 13 años y ella es una periodista hija de un conocido corralero de la Región de O’Higgins. Como para entonces ambos tenían otras relaciones sentimentales, comenzaron a salir recién en marzo de 2005, una vez que ambos quedaron solteros. Finalmente, iniciaron un pololeo el primer día de mayo, continuando una historia de amor que durante los seis años siguientes fue forjando un vínculo que llevaría a Nicolás a tomar una importante decisión que concretó justo el día de su sexto aniversario: “La invité a comer a un buen restaurante y luego, en mi casa, le tenía preparada una sorpresa con el techo lleno de globos de helio, todos con forma de corazón, y un gran ramo de flores donde había una carta en cuya última frase le pedía que nos casáramos. Mientras la leía, yo estaba detrás de ella esperando su reacción con un anillo de compromiso en la mano”. Aquel campo que los conoce tan bien… Durante los siguientes siete meses de noviazgo, Nicolás y Camila organizaron la celebración de su matrimonio, preocupados de que fuera una fiesta a tono con sus aficiones. “Ambos somos de raíces muy arraigadas en el campo, nos conocimos en una fiesta de tradición chilena y nuestras vidas siempre han girado en torno al rodeo y al mundo rural. Por ello queríamos algo muy chileno, pero diferente. No una fonda o algo parecido”, comenta el ingeniero. Todo comenzó a concretarse cuando la pareja inició la entrega de partes, personalmente para quienes viven en Santiago y por correo tradicional para aquellos de otras provincias. La invitación mostraba el diseño hecho por una amiga de los novios: moderna y sencilla, combinaba vivos tonos y un pequeño collage con fotos de la pareja en color sepia. “No era algo que siguiera mucho el concepto del matrimonio a la chilena, pero fue un punto en el que quisimos romper el esquema”, señala Nicolás. Todo lo demás transportaba al campo: el papel invitaba para el 10 de diciembre de 2011, a las 19:30 hrs, en una parcela de Cale-
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ra de Tango propiedad de su familia, donde tienen sus caballos, medialuna y pesebrera. “Es un lugar muy especial, no solo para nosotros, sino para todos nuestros amigos, pues ha sido testigo de innumerables asados, fiestas, rodeos, etc. Es como una gran casa de todos nuestros amigos y familiares”. No había espacio más perfecto para hacer la fiesta y también la ceremonia, sobre todo, porque Nicolás y Camila no se identifican especialmente con una religión y no les interesaba hacer el rito dentro de un templo. Pero al elegir un sitio tan conocido y familiar para todos quienes les acompañarían en el día de su boda, los novios tenían un gran desafío: “La idea era que cada uno de los invitados no viera que se trataba del mismo lugar de siempre. Y creo que eso se logró, pues el espacio realmente quedó increíble, parecía otro, totalmente distinto. El gran artífice de que pudiéramos lograr plasmar la chilenidad y tradiciones que nos identifican, pero con elegancia y un concepto más ‘chic’, fue nuestro amigo y wedding planner Joaquín Bravo. Él se la jugó mucho e hizo un gran trabajo, con el que quedamos felices”, cuenta Nicolás.
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Ceremonia al atardecer Los casi 600 invitados que acompañaron a los novios en el día de su boda presenciaron una ceremonia al aire libre, en un potrero con pasto, donde los asientos no eran sillas, sino elementos propios del ambiente: alrededor de 300 fardos de alfalfa distribuidos no paralelamente como los asientos de cualquier ceremonia, sino como si se tratase de un coliseo, formando una circunferencia, pero con varias filas. Y en el centro, los novios. Para comodidad de los invitados, se cubrió cada uno de los atados de pasto con telas de muchos colores. “Creo que lo que nos ahorramos en sillas, lo gastamos en tela. Pero, en fin, se vio precioso”, asegura el joven agrónomo. En este bello escenario, y luciendo traje de huaso corralero, el novio llegó a la ceremonia montado a caballo para recibir a su futura esposa, quien arribó minutos más tarde, en carreta y vestida con un femenino traje de livianas telas, de Olivia La Novia. Caía la tarde, y con los colores del ocaso veraniego, para entonces sonaba en el ambiente un trío de violines interpretados por amigos de los futuros esposos. “Siempre quisimos tener eso en nuestra ceremonia y, aunque no tuvimos tiempo de probar sonido antes al aire libre, afortunadamente, con una pequeña amplificación la música se escuchó bastante bien”, cuenta Nicolás. Fueron cuatro intervenciones con melodías contemporáneas no religiosas que los novios eligieron especialmente: “Corazón valiente”, “Muchacha ojos de papel”, “Cálido y frío” y “Can´t help falling in love”. La pareja también eligió la participación del pequeño sobrino de Camila para llevar las argollas y la compañía del pastor anglicano Mark Lennon, amigo de la familia de la novia, cuya colaboración –sienten Nicolás y su mujer– fue un componente muy importante para hacer de la ceremonia algo muy especial.
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Celebrando el ritmo de chinchineros y cueca Una vez finalizada la ceremonia, los recién casados montaron juntos a caballo y los invitados caminaron hasta el lugar del cóctel y posterior fiesta, en un circuito por los corrales que los llevó cerca de vacas, gallinas y otros animales típicos del campo chileno, en una ruta con piso de aserrín, alumbrada por velas y acompañada por la música de alegres organilleros. El destino era una gran carpa negra, de 40x30m y a doble altura, dentro de la que se instaló un escenario y pista de baile. Como se trataba de un terreno particular, los novios podían hacer lo que quisieran y hasta la hora que ellos desearan.. El delicioso cóctel, que contenía tártaro de atún, rolls tailandeses en masa de arroz, broquetas de congrio, brochetas de cordero y merquén, rollos de jamón serrano y queso crema, se hizo en las afueras de la carpa, en un lugar donde la naturaleza aportó con álamos, ciruelos y liquidámbares, entre otros muchos árboles. También había grandes pajareras llenas de aves de colores, sillones, fardos de alfalfa y braseros que ayudaban a entibiar el ambiente ya instalada la noche. Y adentro de la carpa, el juego de decoración se lució con varias “islas” formadas por preciosos elementos: carretas antiguas de campo, fardos, jarrones y frutas, entre otros. Toda la cuidada ambientación fue un trabajo conjunto del wedding planner a cargo y del banquetero Benjamín Johnson, quién además hizo disfrutar a los comensales de una cena compuesta por entrada de atún grillado en mousse de pastelera y plato principal preparado con plateada de wagyu y polenta. No hubo nada al azar en esta boda a la chilena con toque chic. A propósito de la afición por los caballos de los recién casados, la torta de la fiesta –con cinco pisos y vivos colo-
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res– tenía a la caricatura “Tiro Loco McGraw”, en versión hombre y mujer. Y, después de la cena, antes de la fiesta propiamente tal, un grupo de chinchineros volvió a deleitar con un espectáculo que dio paso a la presentación de DJ Mauricio Terrazas y la Sonora Juventud de Peumo, agrupación amiga de los novios que los acompañó para que, en lugar de vals, cumplieran su deseo de bailar tres pies de cuecas. “Fueron tocadas en vivo por la banda y con una cueca compuesta especialmente para nosotros”, relata Nicolás. La fotografía y video estuvo en las manos profesionales de Patricio Martínez quien rescató cada instancia de forma natural, quedando así un registro que permite a los novios poder revivir cada momento.
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