Curso ARGG0212 de Ilustraciรณn
Proyecto de: Paula Gรณmez Ortego Profesor: Paco Rosco
La aventura de Laika marcó un antes y un después en la carrera espacial. Y al mismo tiempo, conmovió muchísimos corazones. Su triste historia va de la mano del nacimiento del sputnik II.
Tras el éxito del lanzamiento de sputnik I (el primer satélite artificial en órbita), el líder soviético Nikita Jrushchov quería llegar más lejos lanzando otro satélite artificial, pero esta vez, con un ser vivo a bordo.
Se quiso que coincidiera el lanzamiento del sputnik II con el cuadragésimo aniversario de la revolución bolchevique. La aprobación para este lanzamiento se confirmó a mediados de
octubre, lo que dio al equipo apenas tres semanas para diseñar y construir esta nave espacial.
El primer pasajero, acordaron que sería canino. Más concretamente, callejero, por su habituación a condiciones
extremas de frio y hambre. De
tal modo que, a solo unas semanas de la misión, encontraron tres candidatos:
Laika, Albina y Mushka.
La vida de Laika cambió para siempre desde que los científicos espaciales soviéticos la encontraron vagando por las frías calles de
Moscú. Era una
perra mestiza de tamaño bastante pequeño y de unos tres años de edad.
Laika y sus otros dos compañeros fueron sometidos a exhaustos entrenamientos: Permanecer encerrados durante periodos de
veinte días en compartimentos cada vez más pequeños, estar en centrifugadoras que simulaban la aceleración del lanzamiento de un cohete, ser colocados en máquinas que producía los ruidos de la nave espacial y alimentarse con un gel nutritivo, entre otras cosas.
Vladimir Yazdovsky hizo la selección final de perros. Siendo Laika la elegida por su reducido tamaño y también su actitud sosegada y obediente. Aunque ella no sabía que por esa razón la arrebatarían la vida; el equipo espacial soviético si lo sabía con seguridad.
El 3 de noviembre de 1957 despegaba el sputnik II. Laika alcanzó la órbita terrestre. Pero, una parte del satélite que debía separarse, no lo hizo. También se perdió parte del aislamiento
térmico, llegando a los 40º bajo cero. Quedó monitorizado el estrés y la angustia a la que se enfrentó Laika en sus últimos momentos. Y, en tan solo cuatro horas, se dejó recibir cualquier señal de esta chiquitina para siempre.