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Gènese.
SEMINCI
Viejos conocidos, nuevas experiencias ‘GÈNESE’, CINTA DEL CANADIENSE PHILIPPE LESAGE, SE CORONA EN LA 63ª SEMANA DE CINE DE VALLADOLID POR
HISTORIAS DE INICIACIÓN hay para cual-
quier público, desde películas crueles a cursis, atormentadas y hasta pausadas, pero poca duda cabe de que todas tienen como protagonistas a chicos y chicas que empiezan a ver el mundo a través de unos ojos distintos. Los relatos iniciáticos son historias de miradas que se están forjando, podríamos decir, abriéndose a lo desconocido, y esa pequeña verdad, por la que todos pasamos, palpita en Gènese, de Philippe Lesage, cinta ganadora de hasta tres premios en la 63ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Porque en Gènese asistimos al despertar emocional de tres adolescentes, Guillaume, su hermanastra Charlotte y Félix, en un largometraje dividido en dos. Lesa-
Paula Arantzazu Ruiz
ge observa a sus jóvenes personajes con parsimonia, a través de una cámara que se mueve merced deseos, impulsos y decisiones, cuyos sinuosos travellings desvelan las turbulencias sentimentales de los protagonistas. Espiga de Oro, premio a la dirección y a su actor principal, Théodore Pellerin, Gènese ha sido la inesperada ganadora de una Seminci que pisaba este año el acelerador y se hacía eco de las nuevas propuestas de los últimos nombres que han destacado en el circuito de festivales global, desde Desiree Akhavan con The Miseducation of Cameron Post, protagonizada por una espléndida Chloë Grace Moretz –y ex aequo en el premio a la dirección junto a la alemana A la vuelta de la es-
quina, de Thomas Stulber–, a la sueca Border, de Ali Abbasi y la película de los corrillos. En Cannes y en Valladolid dio que hablar y a buen seguro que continuará encendiendo debates, a pesar de quedarse sin premio. Esperamos que también se hable de La quietud, de Pablo Trapero, con la que el argentino ahonda en los traumas de la dictadura con un dispositivo telenovelesco y lynchano tan desconcertante como sugerente, así como de A Land Imagined, del singapurense Yeo Siew Hua, otro trabajo que se sumerge en lo onírico y en las historias desdobladas, o de La mujer de la montaña, de Benedikt Erlingsson, nuevo ejemplo del boyante cine islandés tratando de huir de etiquetas. Ya se sabe, cuantas menos, mejor.
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