Pantallas
PANTALLAS Miércoles, 3 septiembre 2014 Cultura|s La Vanguardia 18
’Lucy’ Scarlett Johansson encarna en la película a una mujer que evoluciona como ser humano cuando su cerebro se desarrolla gracias a una droga
Cuerpos en proceso PAULA ARANTZAZU RUIZ
En el largo viaje de la historia del cine a través del cuerpo hemos visto sombras, desfiguraciones, cuerpos gloriosos y rechazo a esas figuras idealizadas e imposibles, cuerpos reales y músculos abatidos, prótesis, desórdenes y hasta agujeros negros. “Nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo” sentenció Spinoza y es en esta máxima donde Lucy, la nueva película del francés Luc Besson con Scarlett Johansson, toma su punto de partida. “Soy capaz de cosas que jamás había imaginado”, le explica Lucy (Johansson) al neurólogo Samuel Norman (Morgan Freeman) al conseguir contactarle después de haber sobrevivido a un secuestro por parte de la mafia taiwanesa, a palizas y a transformarse en un cuerpo desconocido pero hiperdesarrollado tras haberse roto el paquete que portaba en su interior con una nueva droga de la que nadie sabe sus efectos. ¿Qué sucede-
ría si, como le pasará a la protagonista, tuviéramos acceso al 100% de nuestro cerebro? Lucy, en efecto, descubre en su propia carne que Spinoza estaba en lo cierto cuando sentenció sobre las posibilidades que promete un cuerpo. Pero la trama de la película va todavía más lejos, porque en el corazón de Lucy se inscribe la historia de un devenir, de un cuerpo en proceso que se asemeja
áreas de su cerebro, su conversión no sólo trastoca su percepción, sino también su conciencia, su conexión con el mundo y su encaje en el universo. El empoderamiento de Lucy en una nueva identidad posthumana que se expande como un rizoma y a la velocidad de la luz se integra en un mapa de personajes expuestos a mejoras corpóreas mediante avances tecnológicos y mutaciones mentales. En la película de Besson el catalizador es esa enigmática sustancia química, pero en la serie Dollhouse, de Joss Whedon, Caroline, la protagonista, se convierte en Echo merced un dispositivo que le extrae de su cabeza sus recuerdos originales para serle implantados otras personalidades, para transformarse, en última instancia, en un cuerpo desastrificado, abierto a conexiones y circuitos y hogar de múltiples identidades; mientras que en Transcendence, de Wally Pfister, Will Caster (Johnny Depp) desafía a la muerte en su nueva condición de avatar neuronal y omnipotente cuando su cerebro es
Habrá que indagar qué puede nacer de esa Lucy interestelar y suprema, de ese haz de energía que se proyecta aquí y ahora y hacia el infinito a esa masa sin órganos propuesta por el tándem formado por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su compendio Mil mesetas. Ella “hace pasar intensidades, las produce y las distribuye en un spatium a su vez intensivo, inextenso”, tomando las palabras de la pareja de pensadores, y, a medida que el personaje explora nuevas e ignotas
programado en el procesador de una inteligencia artificial. Johansson también ha interpretado a una computadora en la reciente Her, de Spike Jonze, que en vez de dominar las fuerzas de la naturaleza se enamora de su propietario, Theodore, y que, al contrario que el personaje de Johnny Depp, pretende devenir mujer; un proceLucy Guión y dirección: Luc Besson. Con Scarlett Johansson, Morgan Freeman, Choi Min-sik, Amr Waked, Yvonne Gradelet y Jan Oliver Schroeder, entre otros
La actriz Scarlett Johansson en su papel protagonista de Lucy, una mujer con poderes extraordinarios
so que le hará sobrepasar sus propios límites e inevitablemente abandonar a su amante para ir en busca de ese “lugar que no existe en el plano físico, donde está todo lo que no sabía que existía”. Por su parte, en Under the skin, de Jonathan Glazer, la actriz se pone en la piel de una extraterrestre que, como en el anterior filme, se humaniza tras el contacto abisal con nuestra especie. ¿Y si la alienígena Laura que protagoniza Under ... no fuera más que un clon de Lucy que regresa a la Tierra para devenir huesos y sangre y reencontrarse con esos afectos que dejó atrás cuando evolucionó a posthumana? Y es que a diferencia de las crepusculares Her y Under the skin o de las distopías de Whedon y Pfister, Lucy ansía entre explosiones, persecuciones y ánimo de blockbuster ser un mito fundacional. No en vano la película de Besson arranca con una imagen simulada del homínido Lucy, madre ancestral del actual Homo Sapiens y criatura que regresará a la trama para encontrarse cara a cara con la protagonista en uno de los momentos más conmovedores del filme. Ese brutal reconocimiento entre la homínido y la Lucy posthumana, ambas compartiendo mismo plano visual y emocional, no sólo certifica el propio devenir dimensional del personaje, sino que permite soñar un futuro de posibilidades aún por determinar. La Lucy prehistórica engendró nuestra actual civilización y en nuestra imaginación está el indagar qué puede nacer de esa Lucy interestelar y suprema, de ese haz de energía que se proyecta aquí y ahora y hacia el infinito. |