Crítica La Cordillera_Mk2

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EN SALAS

El lado oscuro de Tom

BARRY SEAL: EL TRAFICANTE DIRECCIÓN: Doug Liman REPARTO: Tom Cruise, Caleb Landry Jones, Domhnall Gleeson, Sarah Wright ESTRENO EL 1 DE SEPTIEMBRE

Tejemanejes en los Andes

LA CORDILLERA

El éxito de Leonardo DiCaprio con El lobo de Wall Street, el retrato de Martin Scorsese de las tropelías de Jordan Belfort, ha despertado en Hollywood el interés por otras historias reales de antihéroes producto del capitalismo desenfrenado. Doug Liman, un director de cosas claras y talento para navegar con personalidad dentro del cine industrial, ha visto la oportunidad de contar la historia de Barry Seal, un habilidoso piloto comercial que durante los años setenta y ochenta fue narcotraficante para el Cartel de Medellín mientras ejercía de confidente para la CIA y la DEA. Aficionado a subvertir la imagen de Tom Cruise —a quien disfrutó liquidando de forma reiterada en la estupenda Al filo del mañana—, al elegirlo como Barry Seal el director pone de nuevo a los mandos de un avión a la estrella de Top Gun para un relato sin ápice de mítica. Es un piloto con aspiraciones, que aprende a sobrevolar las circunstancias mientras lo zarandean fuerzas superiores; ya sean los hermanos Ochoa y Pablo Escobar, un improbable agente de la CIA (Domhnall Gleeson) o el mismísimo presidente Reagan. Igual que el montaje sincopado a ritmo de música ochentera que hace avanzar la narración por encima del esfuerzo actoral de Cruise, Barry Seal necesitaba mantener el vuelo porque sabía que al poner los pies en la tierra sería cuando su vida correría peligro. DANIEL DE PARTEARROYO

PAULA ARANTZAZU RUIZ

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© La Aventura

En la secuencia inaugural de La cordillera, la cámara se mete en los fogones de la alta política argentina mientras va adentrándose en el palacio presidencial a través de la cocina camino al despacho del líder. Aún no ha amanecido y la mano derecha del presidente está lidiando con un escándalo que amenaza con explotarles en la cara durante la cumbre de presidentes latinoamericanos que está a punto de celebrarse. Ese laberinto de pasillos filmado en steadicam descubre un mundo impenetrable, en el que solo sobrevive quien traicione con la misma sutileza con la que se mueve esa cámara sigilosa. Ya rozando el clímax del filme de Santiago Mitre, otra imagen enmarañada subraya que la historia que hemos presenciado está repleta de meandros peligrosos. La cordillera, así pues, es mucho más que un juego político y familiar sobre Hernán Blanco (un milimétricamente ambiguo Ricardo Darín), hombre común que ha llegado a presidente de la nación, sino la puesta en escena de un rito de paso: la ascensión de Blanco a las cumbres políticas. «El mal existe», confiesa en una entrevista, y esas palabras de aparente vulnerabilidad constatan que la ambición no tiene límites, pero sí un precio.

© Universal Pictures / © Warner Bros

DIRECCIÓN: Santiago Mitre REPARTO: Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Erica Rivas ESTRENO EL 29 DE SEPTIEMBRE


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