Murray Lerner

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BOB DYLAN

En su anterior edici贸n, el festival Beefeater In-Edit inauguraba una l铆nea arqueol贸gica de vital importancia con su ciclo sobre D.A. Pennebaker. Este a帽o, sigue por el mismo camino rescatando a otro imprescindible del documental musical: Murray Lerner.

MURRAY LERNER get up and dance

MARY TRAVERS

1 1 0 C I N E . M U R R A Y LE R N E R

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Para Murray Lerner, el documental musical va más allá de los clásicos perfiles de artistas, su reivindicación, su altarización. El cineasta, homenajeado en la edición de este año del Beefeater InEdit: Festival Internacional de Cine Documental de Barcelona (que se celebrará del 27 de octubre al 6 de noviembre), defiende firmemente la interacción con el público y la música en directo como la esencia del género. “El público forma parte de la música”, me responde vehemente al otro lado del teléfono. Ganador del Oscar de la Academia por “From Mao to Mozart: Isaac Stern in China” (1981) y con otras dos nominaciones en su haber, Lerner dedicó a H parte de su tiempo para explicarnos anécdotas y reflexiones sobre su profesión. Huelga añadir ‘de la que es un maestro’. Tu cinta “Festival!” es el primer documental musical sobre este tipo de eventos. ¿Imaginaste durante el rodaje que los festivales llegarían a ser tan populares y comunes como son hoy en día? Era del todo consciente. De hecho, la idea que tenía cuando estaba finalizando la película iba en esa dirección: que el documental se convirtiera en una suerte de trabajo artístico y que tuviera una salida comercial. Y así son hoy en día los festivales. Por eso la titulé “Festival!”: el documental debía ser un resumen, un compendio de muchos festivales, del concepto de festival. La película fue rodada a lo largo de varios años… ¿Cómo te planteaste el rodaje y la posproducción? ¿Recuerdas cuántas horas de material acumulaste? El documental se centra en el Festival de Newport entre los años 1963 y 1966. Rodamos centenares de horas. Si no recuerdo mal, unas 125 horas entre conciertos y demás. Fue un trabajo titánico editar todo ese material. Por suerte, trabajamos con un gran montador, Howard Alk, que conocía bien el género, ya que había montado el clásico “Cry of Jazz” (1959), de Edward Bland, y “Don’t Look Back” (1967), de D.A. Pennebaker. La idea era montarlo como si estuviéramos haciendo música. ¡Y creo que lo conseguimos! Recuerdo que, en muchas proyecciones, el público se levantaba de los asientos y se ponía a bailar. De algún modo, era revolucionario. ¿Cómo convenciste a la organización del Festival de Newport para que te dejaran grabar año tras año las actuaciones? Muchos otros cineastas había propuesto rodar los conciertos. No fui el único. Pero les gustó mi acercamiento a la música, mi filosofía, cierta idea de integridad... Creo que piensan que dignifico la música, la idea de creación y de interpretación.

RS

¿Podrías desarrollar más cuál es tu acercamiento a la música en tanto que cineasta? Creo que presento la música siempre con coherencia e integridad. Para mí, hay una idea de creación con la cámara que busca involucrarse. No estoy hablando de registrar a un músico o un concierto. Más bien, es como si me convirtiera en un fan de la música que filmo, me pierdo en ella, como si intentara hacer música con mi cámara. La nominación al Oscar de “Festival!” debió ser toda una sorpresa… Sin duda. Con la nominación, la

Academia no sólo reconocía la calidad del trabajo documental, sino también el cambio de los tiempos. Aun así, hay que remarcar que, en aquellos años, no era necesario el visionado de un documental para ser nominado. No es algo que suceda hoy en día, pero para entonces era una práctica común. Por eso no acabó ganando, imagino. Pero el hecho de estar nominados fue muy satisfactorio y ayudó a que la película se viera en cientos de salas de cine.

música, sobre conciertos. Estos últimos me parecen imprescindibles y no creo que nadie haya sido capaz aún de capturar la esencia y el sentido de la música. ¡Ni tan siquiera yo! (Risas) No creo que los documentales musicales sean ahora más relevantes que cuando yo comencé a filmar. Por supuesto, hay más canales de televisión y más difusión, se ha hecho mucho por el género, pero eso sólo ejemplifica la creciente influencia del documental musical. Y seguirá creciendo. H

Fuiste uno de los testigos del famoso abucheo a Bob Dylan en el Festival de Newport de 1965. Más que testigo, fuiste quien lo registró en cine… Cierto, estuve allí. Fue muy intenso. En mi opinión, la decisión de Dylan de hacer un set eléctrico me parecía fantástica. En la banda sonora de mi documental se puede escuchar perfectamente la mezcla de abucheos y música. Con todo, no creo que la gente estuviera tan cabreada. En esos años, se abrazaba el folk como si no hubiera nada más, pero ese no era el problema: no se escuchaban las letras, el mensaje de las canciones. “Maggie’s Farm” es uno de los temas de Dylan que mejor cantan la opresión, “Like a Rolling Stone” es sobre la alienación en la sociedad… La gente que lo abucheó no estaba pendiente de las letras, siempre lo tuve claro. Por suerte, los abucheos no duraron mucho tiempo.

Paula A. Ruiz. Más info: in-edit.beefeater.es

LEONARD COHEN

¿A ti te convenció el cambio de Dylan del folk al rock? Creo que la música eléctrica, con guitarra eléctrica, supuso un cambio revolucionario. En esta se daba una idea de urgencia, de nervio, que englobaba una nueva manera de pensar. De algún modo, con el sonido eléctrico la gente entraba en hipnosis, entraba en la música y sentía la descarga eléctrica de la melodía. ¿Cuáles crees que son las reglas de un buen documental musical? Como he apuntado antes, creo que hay que hacer música con la cámara. No se trata de filmar, hay algo más sutil: interpretar a través de la cámara lo que la banda está tocando. Por ejemplo, en el concierto de The Who que aparece en “Message to Love: The Isle of Wight Festival”, recuerdo que mientras estaban tocando un corte de “Tommy” cambié la lente de la cámara para captar mejor la intensidad de esa actuación. Fue un cambio no muy preciso pero, a mi parecer, muy efectivo. Los montadores no estuvieron de acuerdo conmigo, pero yo estaba tratando de captar una sensación: estaba haciendo una película. Es muy importante tener eso en cuenta. Tienes que intentar imprimir tu propia visión, no dejar que los demás te digan lo que tienes que hacer. En definitiva, el objetivo es que el público responda. Ahí se ve si estamos ante un buen documental musical o no.

RY

PETER, PAUL AND MA

Con un documental sobre U2 inaugurando el Festival THE WHO de Cine de Toronto y otros tantos colándose en las programaciones de los certámenes de cine, además de eventos especializados como el Beefeater In-Edit, ¿crees que el documental musical está viviendo una época dorada? ¿A qué te refieres cuando hablas de documental musical? Una cosa son los documentales sobre músicos, sobre personas que hacen música, y otra distinta los documentales sobre

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