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Contra los nuevos fanatismos TEONA STRUGAR MITEVSKA PRESENTA EN ‘DIOS ES MUJER Y SU NOMBRE ES PETRUNYA’ UNA FÁBULA EN LA QUE DENUNCIA EL AVANCE DE LAS IDEOLOGÍAS RETRÓGRADAS Y QUE ESTE AÑO SE HA ALZADO CON EL PREMIO DEL PARLAMENTO POR
Paula Arantzazu Ruiz
“Macedonia es una sociedad patriarcal y muy machista”, cuenta Teona Strugar Mitevska, directora de Dios es mujer y su nombre es Petrunya. “Hemos pasado de un periodo igualitario, durante los años de la ex Yugoslavia, a sufrir una guerra terrible en la que todo saltó por los aires. Desde entonces, somos hipernacionalistas e hiperreligiosos”, afirma con voz serena la cineasta, preocupada desde How I Killed a Saint (2004), su ópera prima, por las transformaciones ideológicas de su país tras la caída del régimen comunista y las guerras en la zona de los Balcanes. Si en aquel filme y en el siguiente I Am From Titov Veles (2007) la directora exploraba el devenir de la Macedonia postcomunista, en Dios es mujer y su nombre es Petrunya mira de manera frontal al problema global de los extremismos a partir de un suceso local de 2014, cuando en un concurso religioso en el que un sacerdote lanza una cruz al río para bendecir al hombre que la agarre, una mujer se lanzó a por la reliquia. ¿Quién no desearía esa bendición, máxime si eres una joven en paro a quien repudia hasta su propia madre?
“Cuando Petrunya logra la cruz –señala la cineasta– está transgrediendo muchas otras normas no escritas que tienen que ver con la grandilocuencia nacionalista, con la justicia social y con la política actual de mi país”, dice Strugar Mitevska. La mujer en la que se basa Dios es mujer y su nombre es Petrunya tuvo que huir a Reino Unido, pero su acción, además de ejercer de poso narrativo, ha sido ejemplo para que una chica se lance este año al agua a por la cruz, con “la aprobación de la curia”, explica la directora, para quien el proceso del filme ha supuesto una experiencia que va más allá de lo cinematográfico. “Tuvimos problemas en el rodaje porque la gente del pueblo no veía con buenos ojos que quisiéramos contar esta historia. Y fue un esfuerzo constante pero interesante, porque al final nos entendimos. Habitualmente, el debate nace una vez has acabado la película, pero en esta ocasión tuvo lugar antes, durante y después del rodaje. Ha sido lo más parecido a un proyecto de corte social que he vivido nunca”. ‘DIOS ES MUJER Y SU NOMBRE ES PETRUNYA ’
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