RECOPILACION DE CUENTOS

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RECOPILACION DE CUENTOS

POR: ANA PAULA IBAÑEZ ARAUJO 2010



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CAPERUCITA ROJA


CAPERUCITA ROJA Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo. Caperucita

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Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas... De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella. ¿A dónde v a s , niña?le pre


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guntó el lobo con su voz ronca. - A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita. - No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta. Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles. Mientras tanto, el lobo se fue a casa

de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo. El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta. La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada. - Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!


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- Son para verte mejor- dijo el decidió echar un vistazo a ver lobo tratando de imitar la voz si todo iba bien en la casa de de la abuela. la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos lle- Abuelita, abuelita, ¡qué ore- garon al lugar. Vieron la puerjas más grandes tienes! ta de la casa abierta y al lobo - Son para oírte mejor- siguió tumbado en la cama, dormido diciendo el lobo. de tan harto que estaba. - Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes! - Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.

Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el Mientras tanto, el cazador lobo despertó se había quedado preocude su pesado pado y creyendo adivinar las sueño, sintió malas intenciones del lobo, muchísima


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sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó. En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

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LA CENICIENTA

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- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra. Te queHubo una vez una joven darás en casa fregando el muy bella que no tenía pa- suelo y preparando la cena cuando volvamos. dres, sino madrastra, una para viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Llegó el día del baile y Ceapesadumbrada Era ella quien hacía los nicienta trabajos más duros de la vio partir a sus hermahacia el Palacio casa y como sus vestidos nastras estaban siempre tan man- Real. Cuando se encontró chados de ceniza, todos sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos. la llamaban Cenicienta. Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.

- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina. - No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu


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también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.

En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce. - ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

una exhalación La llegada de Cenicienta Como al Palacio causó honda ad- atravesó el salón y bajó la miración. Al entrar en la sala escalinata perdiendo en su huída un zapato, de baile, el Rey que el Rey recquedó tan prenogió asombrado. dado de su belleza que bailó con Para encontrar ella toda la noche. Sus hermanastras a la bella joven, el no la reconociRey ideó un plan. eron y se pregunSe casaría con taban quién sería aquella que pudiaquella joven.


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era calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer Y así sucedió que el Prínctodo el Reino. Las doncel- ipe se casó con la joven las se lo probaban en vano, y vivieron muy felices. pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito. Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.

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Y L E S N A

L E T E R G


15 HANSEL Y GRETEL Allá a lo lejos, en una choza próxima al bosque vivía un leñador con su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel. El hombre era muy pobre. Tanto, que aún en las épocas en que ganaba más dinero apenas si alcanzaba para comer. Pero un buen día no les quedó ni una moneda para comprar comida ni un poquito de harina para hacer pan. “Nuestros hijos morirán de hambre”, se lamentó el pobre esa noche. “Solo hay un remedio -dijo la mamá

llorando-. Tenemos que dejarlos en el bosque, cerca del palacio del rey. Alguna persona de la corte los recogerá y cuidará”. Hansel y Gretel, que no se habían podido dormir de hambre, oyeron la conversación. Gretel se echó a llorar, pero Hansel la consoló así: “No temas. Tengo un plan para encontrar el camino de regreso. Prefiero pasar hambre aquí a vivir con lujos entre desconocidos”. Al día siguiente la mamá los despertó temprano. “Tenemos que ir al bosque a buscar frutas y huevos -les dijo-; de lo contrario, no tendremos que comer”. Hansel, que había encontrado un trozo de pan duro en un rincón, se


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quedó un poco atrás para ir ángeles de la guarda velaban su sembrando trocitos por el camino. sueño. Al despertar, lo primero que hizo Hansel fue buscar los Cuando llegaron a un claro trozos de pan para recorrer el próximo al palacio, la mamá les camino de regreso; pero no pudo pidió a los niños que descansaran encontrar ni uno: los mientras ella y su pájaros se los habían esposo buscaban comido. Tanto algo para comer. buscar y buscar se fueron alejando del L o s claro, y por fin muchachitos comprendieron no tardaron que estaban en quedarse perdidos del dormidos, pues todo. Anduvieron habían madrugado y anduvieron y caminado mucho, hasta que llegaron y aprovechando eso, sus padres a otro claro. ¿A que no sabéis los dejaron. Los pobres niños que vieron allí? Pues una casita estaban tan cansados y débiles toda hecha de galletitas y que durmieron sin parar hasta caramelos. Los pobres chicos, el día siguiente, mientras los que estaban muertos de hambre,


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corrieron a arrancar trozos de así que decidió encerrarlo en cerca y de persianas, pero en ese una jaula hasta que engordara. momento apareció una anciana. ¡Gretel no podía escapar y dejar a su hermanito encerrado! Con una sonrisa muy amable los Entretanto, el niño recibía tanta invitó a pasar y les ofreció una comida que, aunque había pasado espléndida comida. Hansel y siempre mucha hambre, no podía Gretel comieron hasta hartarse. terminar todo lo que le llevaba. Luego la viejecita les preparó la Como la bruja no veía más allá cama y los arropó cariñosamente. de su nariz, cuando se acercaba Pero esa anciana que parecía tan a la jaula de Hansel le pedía buena era una bruja que quería que sacara un dedo para saber hacerlos trabajar. Gretel tenía que si estaba engordando. Hansel cocinar y hacer toda la limpieza. ya se había dado cuenta de que la mujer estaba casi Para Hansel la ciega, así que todos bruja tenía otros los días le extendía planes: ¡quería que un huesito de pollo. tirara de su carro! “Todavía estás muy Pero el niño estaba flaco -decía entonces demasiado flaco la vieja-. ¡Esperaré y debilucho para unos días más!”. Por semejante tarea,


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fin, cansada de aguardar a que Hansel engordara, decidió atarlo al carro de cualquier manera. Los niños comprendieron que había llegado el momento de escapar. Como era día de amasar pan, la bruja había ordenado a Gretel que calentara bien el horno. Pero la niña había oído en su casa que las brujas se convierten en polvo cuando aspiran humo de tilo, de modo que preparó un gran fuego con esa madera. “Yo nunca he calentado un horno -dijo entonces a la bruja-. ¿Por que no miras el fuego y me dices si está bien?”. “¡Sal de ahí, pedazo de tonta! -chilló la mujer-. ¡Yo misma lo vigilaré!”. Y abrió la puerta de hierro para mirar. En ese instante salió una bocanada de humo y la bruja se deshizo. Solo quedaron

un puñado de polvo y un manojo de llaves. Gretel recogió las llaves y corrió a liberar a su hermanito. Antes de huir de la casa, los dos niños buscaron comida para el viaje. Pero, cual sería su sorpresa cuando encontraron montones de cofres con oro y piedras preciosas! Recogieron todo lo que pudieron y huyeron rápidamente. Tras mucho andar llegaron a un enorme lago y se sentaron tristes junto al agua, mirando la otra orilla. ¡Estaba tan lejos! “¿Queréis que os cruce?”, preguntó de pronto una voz entre los juncos. Era un enorme cisne blanco, que en un santiamén los dejó en la otra orilla. ¿Y adivinen quien estaba cortando leña justamente en ese lugar? ¡El papá de los chicos! Sí, el papá que


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lloró de alegría al verlos sanos y salvos. Después de los abrazos y los besos, Hansel y Gretel le mostraron las riquezas que traían, y tras agradecer al cisne su oportuna ayuda, corrieron

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dieciséis años te pincharás con un huso y morirás”. Al oír eso, un hada buena que estaba cerca, pronunció un encantamiento a fin de mitigar la terrible condena: “Al pincharse en vez de morir, la muchacha permanerá dormida durante cien años y solo el Aunque no haya sido beso de un buen príncipe la despertará.” invitada, la hada maligna se presentó al castillo y, al pasar delante de la cuna Pasaron los años y la de la pequeña, le princesita se convirtió puso un maleficio en una muchacha muy diciendo: “ hermosa. El rey había que fuesen Al cumplir ordenado l o s destruidos todos los husos Hace muchos años, en un reino lejano, una reina dio a luz una hermosa niña. Para la fiesta del bautizo, los reyes invitaron a todas las hadas del reino pero, desgraciadamente, se olvidaron de invitar a la más malvada.


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del castillo con el fin de evitar que la princesa pudiera pincharse. Pero eso de nada adelantó. Al cumplir los dieciséis años, la princesa acudió a un lugar desconocido del castillo y allí se encontró con una vieja sorda que estaba hilando. La princesa le pidió que le dejara problar. Y ocurrió lo que el hada mala había previsto: la princesa se pinchó con el huso y cayó fulminada al suelo. Después de variadas tentativas nadie consiguió vencer el malefício y la princesa fue tendida en una cama llena de flores.

Pero el hada buena no se daba por vencida. Tuvo una brillante idea. Si la princesa iba a dormir durante cien años, todos del reino dormirian con ella. Así, cuando la princesa despertarse tendría todos a su alrededor. Y así lo hizo. La varita


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dorada del hada se alzó y trazó en el aire una espiral mágica. Al instante todos los habitantes del castillo se durmieron. En el castillo todo había enmudecido. Nada se movía, ni el fuego ni el aire. Todos dormidos. Alrededor del castillo, empezó a crecer un extraño y frondoso bosque que fue ocultando totalmente el castillo en el transcurso del tiempo. Pero al término del siglo, un príncipe, que estaba de caza por allí, llegó hasta sus alrededores. El animal herido, para salvarse de su perseguidor, no halló

mejor escondite que la espesura de los zarzales que rodeaban el castillo. El príncipe descendió de su caballo y, con su espada, intentó abrirse camino. Avanzaba lentamente porque la maraña era muy densa. Descorazonado, estaba a punto de retroceder cuando, al apartar una rama, vio... Siguió avanzando hasta llegar al castillo. El puente levadizo estaba bajado. Llevando al caballo sujeto por las riendas, entró, y cuando vio a todos los habitantes tendidos en las escaleras, en los pasillos, en el patio,


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pensó con horror que estaban muertos, Luego se tranquilizó al comprobar que solo estaban dormidos. “¡Despertad! ¡Despertad!”, chilló una y otra vez, pero fue en vano. Cada vez más extrañado, se adentró en el castillo hasta llegar a la habitación donde dormía la princesa. Durante mucho rato contempló aquel rostro sereno, lleno de paz y belleza; sintió nacer en su corazón el amor que siempre había esperado en vano. Emocionado, se acercó a ella, tomó la mano de la muchacha y delicadamente la besó...

Con aquel beso, de pronto la muchacha se desesperezó y abrió los ojos, despertando del larguísimo sueño. Al ver frente a sí al príncipe, murmuró: ¡Por fin habéis llegado! En mis sueños acariciaba este momento tanto tiempo esperado.” El encantamiento se había roto. La princesa se levantó y tendió su mano al príncipe. En aquel momento todo


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el castillo despertó. Todos se levantaron, mirándose sorprendidos y diciéndose qué era lo que había sucedido. Al darse cuenta, corrieron locos de alegría junto a la princesa, más hermosa y feliz que nunca. Al cabo de unos días, el castillo, hasta entonces inmerso en el silencio, se llenó de música y de alegres risas con motivo de la boda.

FIN


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