Si decides ser feliz gpsf

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Paola Sol贸rzano

Si decides ser feliz


Índice Capítulo I

Capítulo XXIV

Capítulo II Capítulo XXIII Capítulo V Capítulo VI Capítulo VII Capítulo VIII Capítulo IX Capítulo X Capítulo XI Capítulo XII Capítulo XIII Capítulo XIV Capítulo XV Capítulo XVI Capitulo XVII Capitulo XVIII

Capítulo XXV Capítulo XXVI Epílogo


Capitulo XIX Capítulo XX Capítulo XXI Capitulo XXII Capitulo XXII

Dedicatoria A mi bella familia, que siempre me ha apoyado en todo. Los quiero muchísimo.


Sinopsis “Si quieres obtener lo que deseas, debes luchar por ello.”


Capítulo I Hoy era un gran día para la joven Paula Ruiz, se encontraba en el aeropuerto internacional de Maiquetía, a solo horas de cumplir su más grande sueño. Ese sueño por el que había luchado por dos años, ese sueño que no la dejaba dormir cada noche, ese sueño por el que se sacrificó. No fue fácil para Paula, llegar a este gran momento, su familia siempre la apoyó, aunque era un grupo pequeño, ella no dejaba de hablar de lo increíble que sería ir a estudiar una carrera fuera del país, su ambición


más grande era crecer, y conocer nuevos lugares, y

su lugar

seleccionado en este caso era Madrid- España. La madre de paula era una mujer morena de cabello corto y negro, muy alegre y un poco sarcástica, su vida ya rozaba los cuarenta años, para Paula ella era el ser más importante en su vida, su trabajo como peluquera la había ayudado a estar hoy donde estaba. Toda la familia de la joven se encontraba en una mesa de un café en el aeropuerto esperando que la hora de partir se aproximara. —Estamos muy orgullosos de ti Pau. —Dice Mili la mamá de Paula. —Espero que no se te haya olvidado nada ¿tienes todo? —Preguntó María José la abuela de la joven. —Si abuela, lo tengo todo. —Contesto ella. —y ¿Por qué España? —Preguntó Kevin el novio de su hermana mayor Rosi que estaba sentado a su lado. —No lo sé, siempre me ha interesado conocer Europa. Además es un lugar precioso. —Es cierto, España es un país muy hermoso, cuando yo fui a Vigo… ¡Quede enamorada! —Exclamo Rosi. —Lo sé, vi las mil doscientas fotos que tomaste.


—jajaja, todo un encanto. —Dímelo a mí. —Replico paula con una sonrisa. —Disculpen, ¿van a pedir algo? No pueden estar ocupando esta mesa si no van a consumir nada. —Dice un joven camarero con cara de sueño. —Bueno si, yo quiero un café grande con leche, son como ocho horas de vuelo, quiero estar despierta y alerta. —Eso mismo dije yo cuando viaje, y acabe con todo el café que quedaba en la casa, y como a la hora y media quede dormida en el brazo del obeso hombre ronquidos que estaba en el asiento de al lado. —Ajajajaja, no creo que me toque tu misma suerte, así que de todas formas pediré el café. —Que sean cinco con leches. —Dice Ángel el padrastro de Paula al joven mesero.

La pequeña familia disfruto con la futura viajera, las pocas horas y minutos que le quedaban con ella. Compartieron sus bromas, Paula dijo sus habituales chistes malos, y todos rieron en la mesa número cinco de la cafetería, en el aeropuerto de Maiquetía. Al faltar media hora para que Paula partiera, Mili decidió hablar unos momentos a solas con su


pequeña hija en una de las mini tiendas de recuerdos que había por todo el aeropuerto. —Estoy tan feliz por ti, pequeña. —Lo se mama, yo también lo estoy. —te echare mucho muchísimo de menos. —Yo más a ti. —Su voz sonaba nostálgica y sus ojos se entornaban vidriosos. —Por favor te cuidas y haz muchos amigos. —Dijo secándose una lágrima con el cuello de su blusa gris. —Está bien mama. —La abrazo. —

Perdona, soy una vieja llorona, los siento. ¿Ya decidiste lo que vas a comprar?

—Mmm, si creo que si… elegiré esta pequeña muñeca con traje de joropo. —De acuerdo. —Mira lo que pone aquí en las alpargatas. —Paula te he dicho que no veo nada sin lentes ¿Qué es lo que pone? — “Venezuela, tierra de gracia.”


—Qué lindo, espero que te de buenos recuerdos.

Quince minutos mas tarde, en los altavoces del aeropuerto ya se anunciaba que los pasajeros con destino a Madrid deben ir formandose en la fila de imigrasion con sus papeles y pasaportes en mano.

—Bueno llego la hora, te echaremos de menos. —Dijo Rosi abrazando a su hermana menor. —Cuídate por favor. —Dijo mili. —Llámanos cuando puedas. —Añadió Rosi. —Está bien, lo haré, por favor cuídense mucho todos, los quiero infinitamente. —Se despidió la joven de sus familiares. —Haz amigos, y enfócate en tus estudios… como siempre lo has hecho. —Que Dios te bendiga Paula. —Culmino Mili.

Todos los parientes de Paula se quedaron abrazados viendo como la más joven de la familia, caminaba hacia un nuevo mundo para ella. Todos sabían lo difícil que había sido llegar hasta este momento, que ella tanto anhelaba.


Mili más que nadie, había sido testigo de todos los trámites y papeleos que había tenido que someterse con su hija. Había sido testigo de todas las puertas que toco, de todo el arduo trabajo para sobresalir en el bachillerato, y en lo feliz que se sentía por ver a su hija logrando todos sus objetivos. Ella sabía de lo que era capaz su hija, Paula era una de las mejores alumnas de su colegio, Nunca recibió una queja de sus profesores ni del personal administrativo, y verla ahora marchándose la ponía entre dos sentimientos: Tristeza y alegría. Tristeza porque no tener a su pequeña a su lado la hacía sentir un poco sola, y alegría porque se sentía orgullosa de todo lo que había conseguido su hija.

*

* *

Viajar en Avión. Una nueva experiencia para ella, dado que nunca había salido antes del país. Por suerte para Paula no le toco sentarse al lado de un hombre obeso con problemas de ronquidos, en lugar de eso estuvo junto a una anciana muy elegante que devoraba un sándwich de pavo con pasión y deleite.


Por un momento Paula pensó, que describir a aquella mujer como elegante no era precisamente el mejor adjetivo, la anciana iba vestida muy formal, pero su comportamiento y actitud no demostraban para nada que fuera muy educada. —

¿Quieres un poco? —Le pregunta la mujer con la boca llena de trozos de pan y lechuga.

—Muchas gracias, pero no. —Le respondió paula educadamente con una sonrisa. —Ohh lo siento, es que está muy bueno. Y llevo todo este tiempo con los pelos de punta, viajar en avión es uno de mis más grandes miedos, y la comida me ayuda a manejarlo. Este es solo el primero, empaque veinte sándwiches de veinte centímetros iguales que este todos con carne de pollo. ¿De verdad que no se te antoja? —No, yo no como carne. —Uhhh, pues no empaque ninguno totalmente verde. —Dijo con la boca llena. —Tranquila, está bien. —Por cierto mi nombre es julia. —Mucho gusto. —Le responde cordialmente la joven estrechando su mano con la anciana. —Yo soy Paula.


—Un placer Paula, es un bonito nombre para una bonita jovencita. —Jajajaja, vaya pues gracias. —

¿y que te lleva ir a España?

—Voy a estudiar. —Caramba, que bien. Yo voy a visitar a mi hijo y su esposa, lleva allá unos cuantos años, él también fue a estudiar. Cuando finalizo su carrera se casó con una preciosa Española, y ahora vive allá. —Que bien. —Lo siento si hablo mucho pero, es que el despegue me pone un poco alterada. —No se preocupe ya hemos dejado de tocar el suelo —

¿De verdad?

—Sí, hace un par de minutos. —Caramba y ni me di de cuenta.

Paula pasó dos horas enteras escuchando todo lo que comentaba la anciana, la verdad era que ella se estaba muriendo del sueño pero no quería ser mal educada. Así que escucho atentamente todo lo que julia la anciana, tenía para contarle.


—Y bueno así fue como conocía mi marido Robert, después de veintitrés años juntos el murió, pero para ese entonces mi hijo William ya estaba en España, para él fue más duro no poder venir. Y bueno se te están cerrando los ojos y no has parado de bostezar, te dejo descansar. —Bueno. —Fue lo único que alcanzo decir Paula, estaba súper agotada, ese día había estado más nerviosa y feliz que nunca. Con tanto movimiento de aquí y allá, y de allá para acá, al fin podía pegar ojo en toda una semana de noches en vela. Hace ocho meses que había recibido la carta de admisión a la universidad, y sus pensamientos de lo perfecto que sería, habían estado rondando en su cabeza todas las noches.

Por fin Paula Ruiz podía dormir en paz, porque todo lo que había querido, lo estaba consiguiendo y no había nada por lo que preocuparse, o estar ansiosa.

—Bienvenidos sean todos los pasajeros a bordo, al aeropuerto internacional de Barajas, en unos breves minutos estaremos aterrizando, gracias por viajar con nuestra aerolínea y disfruten su estadía.


La voz del anuncio hizo despertarla se quitó un poco la manta que la envolvía y miro por la ventana. Hacia una bella tarde, el sol estaba resplandecía, enmarcando un bello tono de azul en el cielo. Poco a poco el avión empezó a descender hasta que por fin toco el piso, paula se levantó de su asiento evitando despertar a Julia que aún seguía durmiendo en el asiento de al lado.

Capítulo II Eran Las 3:33pm Cuando Paula salió de la entrada principal del aeropuerto de Barajas, había una camioneta con el logotipo de la Universidad, con dieciséis puestos esperando por ella, y por un grupo de jóvenes extranjeros que iban por las mismas razones que la joven. Un hombre alto de mediana edad y con gafas de sol, los esperaba en la entrada del vehículo dándoles la bienvenida e invitándolos a subir. Paula tomo asiento junto a una rubia que llevaba el cabello recogido y unos audífonos conectados a su reproductor de Mp3


La chica rubia tomo la iniciativa para presentarse con Paula. —Mi nombre es Claudia. —Dijo la joven atándose su larga cabellera con una liga. —Mi nombre es Paula. — ¿Eres de Venezuela? —Inquirió la rubia. —Sí, y ¿tú de Colombia? Lo digo por tu acento. —Pues sí, que casualidad ¿no? —Dijo con una gran sonrisa Clau. —Mucha. —Es bueno conocer personas que vienen casi del mismo lugar que tú. — Continúo Claudia. —Dímelo a mí, si te soy sincera soy pésima haciendo amigos. —Si te soy sincera, yo también. —Se mofo la joven de largos cabellos dorados.

Las chicas rieron al mismo tiempo, unos pocos minutos empezaron a llegar los pasajeros que faltaban, y todos tomaron su puesto en diferentes asientos de la camioneta.


Después de quince minutos la camioneta ya había emprendido camino. Y después de unos quince minutos más ya habían llegado a su destino: La zona residencial para estudiantes universitarios. Cada uno de los jóvenes de distintos lugares del mundo se habían bajado del vehículo, y el hombre con gafas que había manejado la camioneta les entregaba una hoja con un folleto junto con la respectiva llave del apartamento que iba a ocupar cada uno de ellos.

A Claudia le había tocado compartir su piso con una chica corpulenta que venía de México. La idea le decepciono un poco a Paula era la primera persona con la que había tratado y exceptuando a Claudia no conocía a nadie más. Cuando el hombre dijo su nombre, Paula se acercó a él. —Mi nombre es Alfredo, seré su orientador, si tienes algún percance duda o algún problema puedes acudir a mí, en esta hoja tienes mi dirección pero no estoy muy lejos vivo en la plata B esa que vez por ahí. — Dijo Alfredo apuntando con su dedo índice un pequeño edificio blanco de ocho pisos detrás de Paula. —Primer piso, apartamento número 3, también puedes encontrar mi número de teléfono al final de la hoja, este folleto son las normas de convivencia, lo básico, nada de fiestas, ruidos nocturnos, ni fumar dentro del edificio. Esta es tu llave, eres


suertuda, tu compañera de piso aparentemente no vino, así que estarás todo el semestre con el piso para ti sola. Tienes todo lo que se necesita, comida, agua, luz, gas, y computadora con internet, para realizar tus trabajos e investigaciones, te diré lo que le digo a todos, si eres de las que comen mucho sufrirás porque cada mes te suministran lo necesario, café, pan, queso, nata, huevos, carnes, arroz, etc. —No tengo problemas con eso. —Venga vale, entonces ya sabrás tú…Esta es tu llave no la pierdas, y en caso de que la pierdas toca mi puerta, tengo una copia ¿vale? —Vale. —Venga guapa, acomódate y bienvenida. —Dijo Alfredo estrechando su mano y dándole un beso en cada mejilla. —Muchas gracias. —Respondió la joven agarrando el mando de su maleta.


Capítulo III El pequeño edificio de color beige era muy acogedor, en el ya residían estudiantes de semestres anteriores que ya estaban perfectamente instalados en sus respectivos pisos. —Ya llegaron lo nuevos, Rubén. —Dijo Iván a su compañero de piso, Rubén. —Que emocionante. —Respondió sarcásticamente Rubén a su amigo, que miraba por la ventana mientras él jugaba un videojuego en Play4.


¿No vas a venir a darles la bienvenida? —Preguntó Iván.

—Colega, estoy muy ocupado aquí, ve tú. —Dijo Rubén, sin apartar los ojos del televisor de plasma. —Hay chicas muy monas ¿de verdad no quieres venir? Venga, que nos tomará unos cinco minutos joder. —Sólo cinco minutos. —Espeto Rubén. —Amargado. —Como digas.

Los dos jóvenes se quedaron parados en el pie de la escalera, viendo a cada uno de los nuevos vecinos cruzar la puerta de la planta. —

¡Eh pilla ahí! esa sí que esta echa un lio con esa pesada maleta. — Dijo Iván a Rubén, señalando en dirección a una pequeña jovencita de cabellos castaños hasta los hombros. — ¿Por qué no vamos a ayudarla?

¿Estás de coña? —Respondió el amargado joven a su compañero.

—Venga, hay que ser caballeros. Muestra solidaridad. —Dijo con entusiasmo Iván.


Rubén comenzó a bajar los escalones de mala gana, mostrándole a su amigo que iba a ayudar a la joven, pero solo porque le daba un poco de lastima verla a arrastrar esa enorme cosa. —Estas echa un lio tía, ¿Quieres que te ayude a subirla? —No, gracias puedo sola. —Respondió. Rubén miro con cara acusatoria a Iván que espiaba la escena desde arriba, Iván sabia de que tipo era Rubén, de esos que prefieren estar solos, y viven la vida como un ermitaño, ensimismados, y asocial. Lo único que se le ocurrió a Iván, fue animarle en silencio para que se presentara con la joven. —Mi nombre es Rubén, vivo en el piso cuatro. —Mi nombre es paula, y... —Paula saco la hoja que le había dado Alfredo hace un momento y leyó el número del piso en el que viviría. —También vivo en el piso cuatro. —Respondió mientras avanzaba con su maleta rosa por el quinto escalón. —Mmm…—Rubén ya no sabía más nada que decir, pero Iván seguía animándole desde arriba para que fuera más amable y se ofreciera a ayudarla otra vez. —De verdad que te puedo ayudar con eso, no me importa. —Insistió el joven.


—Te dije que puedo sola… —Dijo paula sudando y jadeando mientras arrastraba su enorme maleta por el siguiente peldaño. —Pero gracias. Pasaron como cinco minutos y Paula veía con cansancio todos los escalones que le faltaban para llegar a su piso, la escalera en total tenía cuarenta y cinco peldaños, y ella tenía que subir tres pisos más. Se sentó un rato en uno de los escalones para recobrar fuerzas, Rubén había desistido por completo de tratar de ayudarla pero sin embargo seguía viendo como aquella testaruda chica se las arreglaba para subir su enorme y pesada maleta rosa. Al cabo de unos siete minutos Iván se ofreció a ayudarla, pero la joven respondió con la misma evasiva, que le dio a Rubén: —Puedo sola. Paula llego jadeando y empapada completamente de sudor a su apartamento. Era todo lo que ella había imaginado. No era algo del otro mundo, pero aunque era pequeño, para ella era acogedor y todo lo que siempre había querido, y mucho más porque le recordaba a su antigua casa, las paredes estaban pintadas de blanco había una tele enfrente de un sofá, a su derecha y la cocina a su izquierda.


Lo primero que hizo fue quitarse su mojada blusa blanca y arrogarla al piso, luego se arrojó al enorme sofá en forma de L de color beige, y estuvo así hasta que el cansancio saliera de su cuerpo, luego de quince minutos enteros y placenteros sin moverse un pelo, decidió levantarse y empezar a desempacar, no tenía intención de mover de nuevo su enorme maleta rosa así que se tiró al suelo de madera y comenzó a sacar todo lo que había empacado. Comenzó sacando todas sus prendas de vestir e ir llevándolas a los cajones de una linda cómoda de caoba que había enfrente de su cama, al cabo de unos momentos ya había terminado la tarea, y ya estaba sudando otra vez, así que opto por darse una merecida ducha. Sentir el agua corriendo por su morena piel la hizo sentirse muy a gusto, y por primera vez en diez meses sonrió de la manera más espontanea que podía tener.

Al salir de la ducha se puso una camisa vieja color gris de su padre que le encantaba usar como pijama, era cómoda y fresca. Estaban a principios de agosto y el calor del verano aún se sentía como al comienzo de este. Decidió ver un poco de tele antes de hacer otra cosa. Por suerte y privilegio tenía televisión por cable, así que se puso a ver comiquitas y series infantiles que le encantaban desde siempre.


Al terminar un episodio viejo de la serie animada Phineas y Ferb, sonó unos toques que provenían de la puerta. Al abrirla se dio cuenta que se trataba de Iván. Iván había quedado encantado con ella desde que la vio arrastrando su grande y pesada maleta rosa, así que se llenó de valor y llamo a su puerta, para preguntarle cómo iba todo, y para ver si necesitaba algo. Paula por otro lado era pésima para hacer nuevos amigos, era del tipo que prefería estar sola, así que los pocos amigos que tenía solo le hablaban de vez en cuando. Pero al ver lo buena onda que era Iván no quería ser cortante ni mucho menos odiosa con él, como era de costumbre que actuaba cada vez que un chico se interesaba por ella. —Todo bien, gracias por preguntar. —Respondió con una sonrisa educada, —

¿No se te ofrece nada? —Inquirió Iván.

—Nop, todo correcto. —Dijo ella levantando su pulgar derecho. —Vale, si se te ofrece algo vivo ahí al frente, solo toca mi puerta y estaré para lo que necesites. —De acuerdo, muchas gracias.


Capítulo IV Al día siguiente todos los nuevos jóvenes ingresados en la universidad debían ir a una charla de bienvenida, y entrega de horarios de clases. Todos estaban presentes en la sala de reuniones, tanto como alumnos y profesores, escuchaban atentamente cada una de las palabras que decía el orador y el director del instituto. El horario de Paula era exactamente el que había leído un par de minutos antes en una de las carteleras informativas que poseía los corredores del campus de abogacía.


Claudia estuvo a su lado en todo momento, ya que se sentía un poco cohibida ante todo el proceso, Al contrario de Paula que recibió la charla y el recorrido con una sonrisa de oreja a oreja. Por un momento la joven se llegó a preguntar dónde estaban sus amables vecinos: Rubén e Iván. En ocasiones recorría los lugares con la mirada a ver si los llegaba a encontrar. Pero todo el evento finalizo y no hubo rastro de ellos. Regreso a su departamento en el preciso momento que todo acabo, no se detuvo en hablar con nadie, ni siquiera con Claudia, ni la compañera de piso de Claudia: Mia, porque quería ordenar, y preparar todo antes del primer día clase, que sería en cinco días. Los primeros días de paula en su nueva vida, resultaron muy productivos y positivos, ordeno todos y cada uno de sus libros alfabéticamente, limpio todo el piso, cambio las fundas de la cama. Sin duda alguna ya estaba más que preparada para comenzar su vida de universitaria el día siguiente. Esa misma noche por fin logro ponerse en contacto con su familia en Caracas, su madre fue la que entendió el teléfono fijo, hablaron durante un buen rato, de todo lo maravilloso que había sido la experiencia. Hasta que al final Paula tuvo que cortar con la llamada porque ya eran las ocho de la noche y de Madrid a Caracas son seis horas de diferencia, así que su madre se estaba desvelando por hablar con ella.


Se fue a la cama, justo después de despedirse de Mili. Paula se despertó con el sonido irritante de su despertador que marcaba las seis en punto de la mañana. El día anterior ya había arreglado todo, decidió por sus jeans negros ajustados (Que eran sus preferidos) su blusa holgada blanca, su bléiser gris y sus zapatillas rojas. A los treinta minuto estaba más que lista para salir, tomo un último sorbo de su café con mucho cuidado para que no callera ninguna gota en su blusa, y cerró la puerta tras ella.

La primera clase que vería seria Historia del derecho Europeo, eran dos horas completas en el aula cinco. Había estudiado el croquis de la universidad millones de veces, no había forma de que se perdiera, en el inmenso edificio. Había memorizado donde quedaba cada cosa, desde la biblioteca hasta el gimnasio. Al entrar al inmenso salón de clases, se dio cuenta que era la primera alumna que había entrado, no había nadie más, así que se tomó su tiempo para elegir donde se sentaría Opto por sentarse en el medio de la segunda fila, espero pacientemente a que el resto de sus compañeros llegaran.


Al cabo de quince minutos el aula cinco se llenó por completo de jóvenes y caras nuevas para ella. Se sorprendió un poco al ver que Rubén entraba por las puertas, ella juraba que estaba un semestre adelantado, pero aparentemente no era así. El asiento junto a ella estaba vacío. Rubén también se percató de su existencia, pero solo la miro, y volvió a colocar la vista al frente. Por un momento Paula pensó que Rubén iba a tomar el asiento que estaba al lado de ella, pero no fue así el joven se dirigió a la parte de atrás. El profesor entro al final, después de que cada alumno hubiera tomado su lugar y acomodado en él. El profesor Benedito era el profesor más viejo de toda la universidad, enseñaba ahí desde hace más de cuarenta años. En su larga vida como docente se había topado con toda clase de personas, pero las que menos soportaba era las que le interrumpían mientras él explicaba una clase. Su política era: “Aprende a escuchar para poder hablar.” Cuando termino de presentarse, comenzó lo que Rubén llamaba: “El habla sin fin”


Ya había estado en la clase del profesor Benedito en el semestre anterior, pero la calificación que obtuvo estaba muy por debajo de la aprobación, así que tenía que repetir, todas y cada una de las evaluaciones para poder aprobar el semestre. Rubén no dejaba de mirar el castaño y ondeado cabello de Paula, miro cada movimiento que dio, en lo que transcurría de la clase, no podía dejar de verla, ni un instante, observo cada vez que la joven levanto la mano para responder las preguntas que el anciano profesor formulaba para la clase. Rubén pensó que era la típica cerebrito, porque nadie más sabía las respuestas, de las interrogantes del docente, ni siquiera el, que ya había oído anteriormente la misma clase. Las palabras del profesor se escuchaban como murmullo en su cabeza, mientras seguía contemplando el espaldar de Paula. Paula por el contrario, no dejaba de tomar nota de todo lo que decía el maestro, anoto cada palabra que salió de su boca, para luego repasarla cuando llegara a casa, como siempre hacia en bachillerato. Al terminar la hora, todos los alumnos salieron despavoridos del aula. Paula comenzó a guardar sus libretas, en su mochila, y se dirigió a la salida, reviso su teléfono móvil, porque era ahí donde tenía su horario de clases (ella ya sabía que clase venia) pero quería asegurarse que su siguiente clase era la de Economía una vez más.


Rubén la vio al salir, pero no se molestó en ir a saludarla. Aún estaba receloso, por como ella lo había tratado antes, era un chico orgulloso, y no estaba acostumbrado a que nadie lo tratara con indiferencia, y mucho menos las chicas. Hace seis meses atrás había causado estragos en las hormonas de la población estudiantil femenina, por supuesto que como todo cavernícola ensimismado y egocentrista que era, no le hacía caso a ninguna, y si lo hacía, era solo para una cosa: Sexo, sin compromiso. No le interesaba tener ninguna relación con ninguna y mucho menos un noviazgo. A todas se les caían las bragas, por aquel chico de piel blanca y pálida, con ojos verdes obscuros y cabellos claros siempre cubierto por una gorra plana hacia atrás, llamado Rubén Gonzales. Pero Paula era la excepción su primera reacción al verlo no fue quedarse muda, ponerse nerviosa, ni comenzar a reír con una tonta, todo lo contrario, con un poco de suerte para Rubén apenas y llego a mirarlo. Y algo tenía claro Rubén, pero muy claro, y era que paula no era como las demás. Era todo lo contrario.


Capítulo V Por fin todas y cada una de las clases del día habían terminado, Paula decidió ir a la cafetería antes de regresar a encerrarse en su fortaleza anti personas. Se había encontrado con Claudia y Mia, así que las tres chicas se sentaron juntas en una de las mesas de la espaciosa cafetería de la facultad. —

¿Qué tal tus clases, Pau?

—Excelentes ¿qué tal es el campus de medicina? —Quiso saber Paula. —Blah, blah he tenido que soportar cuatro horas enteras de parloteo eterno. —Dijo Claudia exasperada.


—Vamos, Clau no creo que haya sido tan malo. —Créeme yo también estuve ahí y sí que lo es. —Intervino Mia. Después de tertuliar todo lo que debían, interrumpió el sonriente Iván acercándose a las chicas. —

¿Qué tal el primer día? —Pregunto Iván apoyado en la mesa con una mano y mirando a Paula.

—Todo bien. —Dijo Paula mostrando sus pulgares en alto. —Vale, pues si necesitas un guía, o no sabes dónde encontrar algún sitio me dices. —Añadió Iván guiñándole un ojo a Paula. —Seguro. —Respondió paula con el mismo gesto. —Adiós. —Adiós.

Claudia espero que Iván se alejara lo suficiente para poder exclamar: —

¡Oh por Dios! Dime que ese bombón tiene algo contigo.

—Ehh… no, apenas y lo conozco. —Yo sí que quiero conocerlo. —Dijo Mia observando a Iván en su mesa que estaba justo detrás del asiento de Paula.


—¡Ay, por Dios! pero ustedes sí que están locas, apenas hemos cruzado palabra. —y ¿cómo fue? —Se ofreció a ayudarme a subir mi maleta el primer día, y luego toco mi puerta para saber cómo estaba. —Eso es una señal clara. —

¿De qué?

¡Pues de que le gustas! —Dijeron Claudia y Mia al mismo tiempo.

Shh, ¿quieren bajar la voz? Ahora toda la gente nos está mirando.

Vamos paula, júrame… —Comienza a decir a Claudia.

Nos. —La interrumpe Mia.

Bueno júranos que le vas a decir que sí.

¿Que sí qué?

Pues que si se te ofrece algo y que aceptas todas y cada una de las ayuda que esté dispuesto a darte.

Lo que ustedes no saben, y el tampoco, es que yo sé dónde está cada rincón de este edificio, no necesito guías ni nada, así que, la respuesta es un rotundo: No.


Bueno como digas, partidazos como esos no se te presentan todos los días. —Continua Claudia.

¿Nos acompañas a nuestra planta? —Pregunta mía a paula

Bueno. —Accede ella.

Mia y Claudia Vivian en otra planta, ya que ellas compartían otro campus de la misma universidad, como eran de medicina les toco la planta D y Paula estaba en la B les tomo solo unos instantes despedirse de sus amigas y regresarse a su edificio.

Claudia entro en su apartamento maldiciendo, por lo obstinada que podía ser Paula. —Pero vamos, es joven, bonita, y lista, y no puede darse una oportunidad para vivir su vida. ¡Es tan seria! —Se quejó. —No exageres, apenas y la conoces. —Dijo Mia, desde el baño. —No interesa, solo hay que verla para saber que tiene siglos que no se ríe.


Paula no fue así siempre, antes era una joven, risueña, expresiva y súper extrovertida, pero hace dos años, las responsabilidades de forjar un buen futuro, la habían alejado de esas pequeñas cosas de la vida como lo era disfrutar. Poco a poco fue perdiendo el contacto con sus amigos, del bachillerato, y si hablaba con ellos era de vez en cuando y si ellos se ponían en contacto con ella. Se alejaba a sí misma, de cualquier “distracción” como ella le llamaba a todo aquello que no la acercara un paso más a su meta.

Capítulo VI —Pero que indiferente es la tía esa joder… —Te dieron calabazas Iván, ya supéralo y búscate a otra que si te haga caso… Y ya está. —Que te den Rubén, yo quiero es esa, ¿tú que te piensas? ¿Que todos somos iguales que tú? ¿Que por qué una tía no se baje las bragas a la primera hay que buscar otra que si lo haga? —En mi caso así funciona.


—Que estas mal Rubén, en la vida uno no puede irse siempre por el camino fácil, las cosas que valen la pena requieren sacrificios. —Hablas con si ella fuera la mujer de tu vida, joder sí que eres rapidito para enamorarte. —No es eso, es solo que ella… Paula es diferente. —Eso dicen todos los tíos cuando quieren ligarse a una tía. —Continua Rubén desde el asiento de su ordenador. —Pero es verdad. —Créeme, que si le dices eso a ella, te va a mandar de paseo otra vez, conozco su tipo, es de las que tienen una lista en su diario con todas las cualidades que busca en un hombre, si es que lo está buscando porque lo único que le falta es llevar un cartel guindado al cuello que diga: “Aléjese” y te apuesto que una de las cualidades que tiene escrita es: “que sea original” y si luego vas tú y le dices: “eres diferente” ya perdiste. Eso es lo menos original que existe. —Joder, hablas como que si la conocieras de toda la vida. —No, pero es fácil adivinar. Paula no tiene una lista escrita, pero si tiene una lista mental, la cual lleva a todas partes, y cada vez que un chico se le aparece, ella mentalmente abre su lista, y comienza a repasarla.


Su lista era toda una película, porque nadie en la vida real, podía llenar cada una de las expectativas que ahí ponía. Era algo exagerado de su parte, pensar que si lo había, pero siempre se repetía a si misma que todo era posible. Tampoco es que era algo del otro mundo, solo cualidades en el sexo opuesto que todas las mujeres anhelaban que su pareja tuviese, como: divertido, detallista, trabajador, atento, romántico, etc., lo usual, claro y nada fuera de lo común en algunas de sus exigencias. *

* *

La segunda hora ya había terminado, y todos los jóvenes universitarios estaban disfrutando de su hora de descanso, tumbados en el verdoso y perfectamente cortado césped de la facultad, algunos charlando, comiendo, y otros leyendo. Lo típico. Iván se sentó junto a Rubén en una de las mesas de jardín que habían y después de quince minutos enteros de buscar a Paula con la mirada, por fin la localizo, sentada bajo la sombra de un árbol cerca de la biblioteca, leyendo un libro y tomando sorbos de una bebida de te frio, que vendían en la cafetería. —Joder, es tan perfecta.


—Basta ya colega, me estas asustando, llevas todo el rato actuando como un psicópata, deja ya de verla. —Dijo Rubén con su mirada fija en su IPhone. —Es que no puedo, ayer soñé con esos carnosos labios, con sus oscuros y almendrados ojos, con esa combinación tan perfecta que hay en su cabello ondulado y liso. —

¿y qué hay de sus pechos? —Inquiere Rubén aun tecleando la pantalla de su celular.

¿que tienen sus pechos? Yo los veo normales.

—Exacto, al igual que lo es ella. —Dijo mirando a su amigo a los ojos. —No es normal tío, en mi vida había visto semejante mujer. —espeto Iván aun con la mirada en la silueta de Paula. —Hablas como si estuvieras enamorado, me estas empezando asustar, ¿Por qué no vas y hablas con ella de una puñetera vez? En lugar de actuar como un capullo. —No sé qué decirle, cuando estoy cerca de ella me quedo paralizado, hasta yo me estoy empezando a dar miedo, lo que me pasa con ella no es normal, jamás me pongo tan nervioso cuando estoy ligando con una tía. —

¿Entonces confiesas que solo quieres ligar con ella? y claro está que también te la quieres follar, ¿no?


—Joder Rubén, eres un animal, no sé cómo puedes tener novia enserio, yo jamás dije que me la quería follar. —

¿Ah, entonces no te la quieres follar? ¿Y quién te dijo que yo tengo novias? Corrección: solo amigas con derecho a roce.

—Joder basta ya, tú sabes perfectamente a lo que me refiero. —Jajajajaja, pero que era broma tío, no te lo agarres a pecho —A veces suele ser un gilipollas de primera. —Lo sé, pero por lo menos no me la paso todo el jodido día mirando a una tía, en plan sádico… —Es que no sé qué otra cosa hacer, de verdad. —Ya te dije, ve a hablarle, no seas un borde. —

¿Pero qué coño le digo?

—No sé, lo típico, invítala a salir, pregúntale si se adaptó, que se yo… —Bueno. —Ve a por ello tigre. —Le animo divertido Rubén. Iván se puso en camino hacia Paula, estaba tan nervioso como cuando hizo la prueba de admisión en la universidad. Le temblaba la voz, le sudaban las manos, y tragaba saliva a cada tres segundos.


Rubén quiso observar como transcurría la escena desde su mesa, vio cómo su mejor amigo y compañero de piso comenzaba a alejarse, y también se fijó en aquella chica sentada a lo lejos leyendo un libro, que volvía loco a su amigo. Por un momento le presto más atención a Paula, y todos los movimientos que hacia mientras leía, se fijó como se llevaba un mechón de su castaño cabello detrás de la oreja, como tocaba sus labios con los dedos, y como rozaba la ñema de sus dedos con sus uñas, por un momento le pareció fascinante cada gesto que la joven hacía, hasta que sus ojos enfocaron la silueta de Iván acercándose a ella y retomo el curso de sus pensamientos. Se acomodó la gorra poniendo la visera hacia tras, como de costumbre, y vio como Iván trataba de hablar con Paula. —Hola, ¿qué tal vas? —Pregunto él. —Hola, pues todo bien, muchas gracias por preguntar. —Respondió ella. —

¿Me puedo sentar? —Inquirió tímidamente.

—Sí, claro. —Dijo Paula observando como él se acomodaba a su lado. <<Por lo menos no estas temblando ni tartamudeando macho, vamos dile otra cosa. >> — Se repitió mentalmente Iván. —

¿Qué lees? —Logro decirle.

—Hermoso desastre de Jamie MaCguire. —Respondió Paula.


¿Te gusta mucho leer? —Continúo él.

—Pues la verdad es que, sí. <<Si, preguntas, hazle todas las preguntas que puedas. >> —Siguió Iván hablándole a sus pensamientos. —

¿Qué género prefieres? —Volvió a preguntarle.

—Amor, tragedia, y amor y tragedia. —Wau, ¿en serio? ¿Por qué te van esos libros? —No lo sé, tal vez porque nunca he creído en los finales felices, y es tonto ya que este libro es mi favorito, y termina con un final feliz.

Era la primera vez en mucho tiempo que Paula hablaba tanto con una persona, usualmente sus conversaciones eran breves, y repletas de silencios incomodos. Ella no le daba a las demás personas pie para seguir conversando con ella, siempre decía lo justo, ni más ni menos, pero por alguna extraña razón Iván había conseguido entablar una conversación de más de quince segundos con ella.


La hora de descanso término, antes de que paula terminara su té frio y guardará su libro, Iván le propuso acompañarla al aula de su siguiente clase. Paula no lo rechazó, mostro una amigable sonrisa y camino junto a el, por los pasillos, hasta dar con el aula número ocho que era donde su siguiente clase de derecho constitucional estaba por comenzar. Iván pensó en mil maneras de invitarla a salir antes de despedirse, pero tampoco quiso actuar desesperado o muy ansioso, pero a la final pensó que esa era su oportunidad. Ella estaba siendo más receptiva con él y no quería desperdiciar ni un día más de poder conocerla mejor.

¿Qué te parece salir conmigo el sábado? —Preguntó.

La mente de Paula comenzó a maquinar cualquier tipo de excusa para rechazarlo, pero la verdad es que Claudia tenía razón al decir que Iván estaba como quería. Así que pensó: Era alto, era atento con ella, solidario, agradable, divertido, amigable, estudioso, cortes, y sus ojos azules realmente eran hermosos, no había forma que Iván no tuviese una oportunidad con ella. Pero pensó que sería demasiado pronto andarse enrollando con alguien a la primera, así que decidió transitar por el usual camino: el decirle que no, a todo el mundo.


—Lo siento, pero no puedo el lunes tengo mi primer examen y debo estudiar. —Vale, no hay problema, ya será para la próxima vez. Te veo luego. — Dijo Iván marchándose. —Vale.

Paula se sintió un poco mal, porque por más que Iván intento disimular su mirada de decepción Paula logro percatarse de ella.

Las clases del viernes por fin habían terminado. Paula se encamino hacia su casa, y de camino se topó con Iván Y Rubén. Rubén estaba al tanto de todo lo que había ocurrido, la cara de Iván cuando entro a la clase de derecho civil no era normal, claramente algo había salido mal. Le tomo media hora completa, desahogarse con Rubén quien escuchaba atentamente todo lo que su amigo le decía al terminar la clase. —

¿Entonces te dijo que no?

—Sí, me dio la excusa que tenía que estudiar para el lunes. —Joder macho, estas jodido.


—No me digas lo que es obvio, lo único que no entiendo es por qué me dijo que no, antes de que le preguntara, estuvimos hablando, se mostró más amable que cualquier otro día, incluso hasta se rio de algo de lo que dije. —Pues no lo sé, chicas como ellas no son para nada predecibles, puede que solo le gustes en plan amigo. —

¿Tú crees?

—Pues sí, no le veo otra explicación. —Es que mírala, es tan jodidamente hermosa. —Dijo Iván mirando como Paula se despedía de Mia y Claudia y entraba por la puerta del edificio. Rubén coincidía con su amigo, después de obsérvala detalladamente en dos ocasiones, no cabía la menor duda de que Paula sin duda alguna era excepcional, le gustaba su sonrisa, y su hermoso tono de piel aceitunada, ni tan obscura ni tan clara, justo en el blanco, pensó, también recordó su forma de ser, y lo irritante que podía llegar a ser. —No la pierdas tío, esa tía vale la pena. —Es la primera vez que te oigo hablar bien de las mujeres. —Ella lo merece, joder que no es como ninguna de las tías que he conocido. Tienes razón al decir que ella es totalmente diferente. A ver y que no es de este planeta.


—Deja de flipar Rubén, ¿Qué te parecemos si nos echamos una partida en la Xbox? —Colega pensé que nunca lo pedirías. —Dijo Rubén divertido, y secando una lagrima invisible de su mejilla.

Capítulo VII Claudia y Mia, quedaron con Paula para hacer una pijamada. Paula no se rehusó, le venía bien socializar un poco luego de estudiar y repasar tanto cada una de sus materias. — ¿y entonces te invito a salir y le dijiste que no? —Pregunto Claudia. —Pues sí. —Respondió Paula —

¿Y por qué lo rechazaste? —continuo ella.

—No, lo sé. Talvez es porque no estoy lista para una relación. —Dijo paula llevándose una fresa a la boca. —Nadie lo está, pero si nunca lo intentas ¿Cómo vas a poder estarlo?


—Es solo que…No quiero un novio o mejor dicho, no quiero cualquier novio. —Ya, pero Iván no es cualquier tío. —Se nota que le gustas, ¿por qué si no siempre está pendiente de ti? — Añadió Mia. —Mia tiene razón, deberías darle una oportunidad. —Dijo Claudia.

Eran las tres de la mañana y las chicas aún seguían riendo y charlando. Claudia contó un poco de su vida, cuando vivía en Colombia. Claudia era la menor de cinco hermanas, en una casa en barranquilla, se había criado con su mama, su abuela y sus dos tías. Cuando cumplió diecisiete años gano una beca para estudiar en el extranjero, era una de las sobresalientes en su curso, pero ese año su madre enfermo y tuvo que posponerla. La madre de Claudia murió de cáncer el mes pasado, y Claudia cambio su beca de ingeniería civil por la de medicina en especialización en la rama de oncología. Escucharla decir todo eso le partió el corazón a Mia y paula que escuchaban lo que les contaba Claudia.


Cuando Claudia termino de contar su historia se le humedecieron los ojos y Paula y Mia se apresuraron para abrazarla. Al cabo de un rato Mia dijo: —Tengo un hijo. Todas se quedaron en silencio y rompieron el contacto y se quedaron mirándola durante un tiempo. —Tengo un hijo. —Repitió Mia. —Se llama Alejandro. —Dijo enseñando una foto desde su teléfono de un niño moreno sonriendo. —Solo tiene tres años, lo tuve cuando tenía dieciséis. Ahora vive con mis padres, que lo cuidan. Ellos al principio no quisieron apoyarme, pero luego mi novio me dejo cuando se enteró de mi embarazo, entonces mis padres me animaron a que siguiera con mis estudios para poderle dar una mejor vida a Alejandro. Me iba bien en la preparatoria, y mis padres tenían una buena economía, así que decidieron mandarme aquí, y no hay ni un día que no extrañe estar con mi bebé, me siento culpable de haberlo dejado…Siento que no estoy siendo una buena madre para el…Siento que cuando volvamos a vernos no me reconocerá o no se acordara de mi…De que yo soy su mamá… Y que poco a poco dejará de quererme. —No te sientas así, recuerda que todo esto lo estás haciendo para él, para darle lo mejor a su vida.


—No te sientas mal, todos tenemos que hacer sacrificios para poder tener al final grandes resultados.

Capítulo VIII ¡Bienvenido Septiembre! oficialmente todos los nuevos alumnos había cumplido dos meses en la universidad. Las clases estaban viento en popa, la mayoría de los jóvenes ya se habían adaptado y hecho nuevos amigos, incluso otros ya habían visitado la oficina del director por meterse en líos, como fumar en el pasillo o llegar retardados a las clases. Paula e Iván se hicieron muy amigos, en las semanas de convivencia que tuvieron por el campus de la facultad. Paula le dejo en claro que no quería tener una relación por el momento, él lo entendió pero aún seguía


viéndola como algo más que una amiga, pero desistió por el momento de conseguir algo más con ella, y se conformó con ser su amigo… Por mientras. Iván cada vez que tenía un momento libre se acercaba a conversar con ella, y en la hora de descanso siempre la observaba desde lejos. Paula siempre hacia lo mismo, si no estaba leyendo un libro y tomando te frio de durazno, estaba hablando con Claudia y Mía. Pero aun así, Iván le parecía fascinante todo lo que ella hacía. Rubén por otro lado ya se estaba hartando de ver a su amigo actuar como un gilipollas. La última clase estaba por comenzar, y el profesor Benedito ya estaba en su escritorio esperando a que todos sus alumnos entraran y tomaran asiento. Paula se sentó en su puesto usual, y Rubén hizo lo mismo yendo hacia la parte de atrás del salón de clases.

El profesor Benedito, ya había planeado la última evaluación para la aprobación del trimestre que equivalía a la mitad de la nota del primer semestre. Había decido por asignar una evaluación en pareja. Y ya había pensado en el primer dúo que iba a formar: Rubén y paula.


Paula era la más lista de la clase y Rubén el menos integrado, así que pensó que ambos deberían hacer un gran esfuerzo y trabajar en equipo por aprobar la evaluación. Luego de ver asignado las parejas dejo la mejor para el final: —Rubén González y Paula Ruiz ustedes van a trabajar juntos el resto del semestre. Los alumnos de la última que se sentaban con Rubén se echaron a reír. —López y compañía me pueden explicar ¿qué les hace tanta gracia? Digo, para que lo compartan con el resto de la clase. —Se quejó el maestro. — ¿Qué espera González? tome asiento junto a la señorita Ruiz —Continuó. Rubén se levantó inmediatamente de su mesa cogiendo su libreta y bolígrafo y posteriormente sentándose junto a la silla vacía que estaba al lado de Paula. Paula no dijo ni una palabra y Rubén tampoco, ambos escucharon atentamente las instrucciones para la elaboración del trabajo que dictaba el profesor. Al terminar la clase todas salieron del aula y Mario López y los cinco chicos que iban siempre con el estaban esperando que Rubén saliera.


¡Enhorabuena tío! Que te haya tocado con la tía más buena y más inteligente de la clase es la leche… disfruta tu momento de gloria, pero cuidado, esa tía es mía. —Dijo Mario riéndose.

Déjate de gilipolleces por favor. —Dijo Rubén ignorándolo y yéndose a la salida.

Paula antes de salir se acercó al escritorio del docente, estaba un poco consternada por la decisión que este había tomado en ponerla a trabajar junto a Rubén. —Disculpe profe, no quiero ser grosera ni nada pero ¿por qué me tocó a mí con Rubén? Es que no lo entiendo. —Sé que Rubén no es el mejor de esta clase incluso es el alumno que peor va en la materia, pero tú eres la mejor alumna que tengo y colocarlo contigo va ser lo mejor para que él pueda integrarse. Considero que tú vas a hacer para él una buena influencia, además si el no colabora en el trabajo puedes informármelo y así yo le pondré la nota que corresponda.


Capítulo IX Rubén e Iván se encontraron en la salida y se quedaron charlando un momento con Luis y Pablo unos colegas de ambos que conocieron el semestre anterior. Hablaron durante un rato y luego se despidieron.

—Adivina quién es mi compañera de estudio…


¿Quién? — Pregunto Iván.

—Adivina… —No sé, tío que se yo. —Paula. —

¡Vaya! y hablando de la reina de roma y ella que se asoma. Mírala ahí va.

—Espera voy hablar con ella. —Dice Rubén mientras trota hacia paula. — ¡Eh paula esperad! —Grita y esta se detiene. —

¿Qué pasa?

—Mira vamos a ver, ya sé que no estás muy contenta con lo del trabajo en equipo que tenemos que hacer juntos… —Pero si yo no he dicho nada. —Tu cara cuando nombraron tu nombre tras el mío hablo por si sola, te voy hacer sincero, a mí no me va el rollo de trabajar en equipo y honestamente no creo poder… —Ya va espera, no me molesta trabajar contigo de verdad, pero si piensas que yo voy hacer todo el trabajo y al final voy a colocar tu nombre en el estás muy equivocado, si quieres cooperar y trabajar conmigo perfecto,


pero si prefieres desentenderte está bien, lo entiendo, yo por mi lado y tú por el tuyo y listo, fin de la historia. Tienes dos opciones. Tú eliges. —Vale, ¿qué te parece si te pasas esta tarde por mi casa? —A eso de las seis, estaré en tu puerta. —Dijo marchándose.


Capítulo X Al llegar al apartamento Rubén se lanzó al sofá mientras Iván sacaba una Coca-Cola bien fría de la nevera. —

¡Jodeeeeeeeeeeeer, pero que pesadita esta Karen! —Exclama Rubén mirando la pantalla de su teléfono.

¿Por qué? —Pregunta Iván sentándose junto a él.

—Acaba de enviarme un mensaje de texto diciéndome que acaba de llegar a Madrid y que quiere verme y hablar de “nosotros.” Perfecto justo lo que me faltaba. —Tal vez sí, deberías hablar con ella, después de todos ustedes salieron durante mucho tiempo y si vino de suiza hasta aquí, sólo para hablar contigo se nota que de verdad está interesada. —Pero vamos a ver, hace un mes que lo dejamos, joder ¿por qué no lo supera y seguimos cada una por nuestro lado? Le deje bien claro que no quería volver hablar más del tema cuando llamo la semana pasada. —Entonces dile que no te interesa.


—Eso es lo que hago. Pero ella no lo pilla. —Joder Rubén, estas siendo un poco gilipollas con ella. —

¿Yo gilipollas? No fui yo quien hizo que se acabara lo nuestro, fue ella la que se lio con todo Zermatt mientras me juraba amor y me escribía que me extrañaba. Lo siento ella jodió todo ahora que se aguante.

¿Entonces que le piensas decir?

¿Tú qué crees? La voy a mandar a freír espárragos.

—Espero y no te estés equivocando —Ella se encargó de equivocarse por los dos. —Fue la relación más larga que tuviste nunca. —Y desde esa no quiero más ninguna, estoy harto de toda esa mierda. —Como digas, solo te digo que lo pienses mejor ya que… —

¡Para! dejemos el tema hasta aquí, me voy a des estresar jugando a la consola…

—vale, ¡recuerda que paula viene dentro de media hora! —joder es cierto, que día tan pesadito me está viniendo hoy.


Luego de haber acabado con dieciocho oponentes en el Mortal KomBat Rubén decide que se siente mejor.

¡Rubén, colega Paula ya está aquí!

—Joder lo que me faltaba para hacerme el día aun peor. —Dijo Rubén refunfuñando par si mismo mientras se dirigía al salón para recibir a Paula. Justo a las seis en punto de la tarde como lo había dicho paula se encontraba en la entrada del apartamento. —hola paula. —bueno yo os dejo, que lo pasen bien. —Se despide Iván. —Sí, seguro nos divertiremos un montón con el libro de historia. —dijo sarcástico Rubén—y bueno ¿por dónde empezamos? —Pregunto a la chica —He hecho bastante, hice un resumen desde la página 58 hasta la 123, que te parece si lo leemos y luego lo redactamos, serviría de base para el primer capitulo —Espera, ¿eso lo que tu llamas un resumen? ¿Estás de coña cierto? —No, ¿por qué lo piensas?


¿Le dices resumen sesentaicinco paginas?

—Tu léelo ¿vale? Ya después vemos lo que sirve y lo que no. —Entendido mi general. —se mofo Rubén haciendo un saludo militar con la mano. Ambos estuvieron en silencio por varios minutos, leyendo y tomando notas, hasta que Rubén termino de leer el resumen de paula y dijo: —Me parece que hacer un análisis sobre esto es muuuuuuuuuy aburrido y de esperar, seguramente el resto del curso hará la mismo yo propongo hacer un cuadro comparativo sobre el principio de la introducción de la jurisdicción en algunas civilizaciones, abarcara toda la información de tu “resumen” y podemos poner puntos de referencia ¿Qué te parece? —Por qué no quieres hacer mi análisis? —Ya te dije es muy aburrido y es lo que todos seguramente optaran por hacer, entonces ¿Qué opinas de mi idea? —entonces me estas llamando una aburrida y poco original? —Lo siento no esperaba ofenderte, pero si, técnicamente llame a tu trabajo aburrido. —

¿Sabes qué? ¡Me largo! trabaje durante horas y horas en eso que tú llamas: aburrido, soso y poco original.


Paula tomo sus cosas y se marchó dando un portazo a la puerta al salir. —

¡Valla con el carácter de esta tía!—Exclamo Rubén en voz alta.

Capítulo XI

¿y ahora que quieres? —preguntó ella aun enfadado al verlo en el lumbral de su puerta.

—Siento haberte ofendido y hacerte cabrear, solo quería decirte que el primer capítulo de nuestro proyecto está terminado, cuando te fuiste me tome el tiempo para hacerlo. Ten—Dijo Rubén extendiendo una carpeta roja con hojas blanca sobresaliendo—Use algunos párrafos de tu “resumen” así que tú también tienes créditos por él, si quieres puedes echarle un vistazo y cambiar lo que no te parezca. Paula tenía el rostro inescrutable, no decía ni mu y entre los dos solo había miradas. —De verdad lo siento mucho. —No te preocupes, al fin y al cabo somos un equipo ¿no? Tampoco fue muy adecuada mi reacción, yo también lo siento.


¿Qué te parece si vamos a tomar algo? Digo para hacer las paces…si te parece.

—Yo no bebo. —

¿Ya cenaste?

—Iba a eso. —Te invito a una pizza. Paula pensó…pensó…pensó…y pensó durante muchos segundos. Se preguntó así misma: ¿será una buena idea? —Venga vamos, solo será un momento. —La animo Rubén. —Bueno pero déjame cambiarme. —

¿Por qué? Estas perfecta.

¿Estas consiente de que llevo pantalones cortos y estamos a principio de otoño, verdad?

—Vale te espero aquí, doña sarcasmo. —Si quieres pasas. —

¡Caramba esto está más limpio que el palacio de la reina! — Exclamo Rubén mirando a su alrededor. — ¿Eres una fanática de la limpieza o algo así?


—No, ¿Por qué lo dices? —inquirió paula saliendo de su habitación y ajustándose el botón de sus vaqueros. —Lo digo por como tienes esto, nada está fuera de su sitio es impresionante, ¿ya estas lista? —Si vamos. *

* *

El Burger King donde eligieron entrar estaba muy solo, solo se veía una pareja sentada en el fondo del local y otra más sentada cerca de la puerta. Rubén y paula tomaron asiento en una de las mesas junto a la enorme ventana de vidrio que daba a la calle. Todo estaba muy tranquilo, — Normal, era lunes y eran las nueve de la noche— sonaba una canción del dúo estadounidense he is we en los altavoces del establecimiento. —Me encanta esa canción. —Dijo paula sonriendo. —Nunca la he oído. —Es de un grupo que me gusta mucho llamado hi is we la canción se llama give it all. —

¿De qué va?


—Habla sobre volver a intentarlo, sobre una segunda oportunidad, sobre las cosas bonitas que puedes hacer por una persona. —

¡Valla! Entonces ¿eres una romántica?

—Nunca he dicho que no lo fuera. —Sueles mostrarte tan fría como un hielo cuando alguien se te acerca… ¿Por qué? —Quiso saber Rubén. —Soy así… Supongo. —No lo creo. —

¿Qué hay de ti? —Inquirió paula.

—No creo en el amor. Pienso que es basura. —Lo dices solo porque alguien te ha lastimado. —Entonces a ti nunca te han lastimado y por eso crees en esa basura, ¿verdad? —Puede ser. —Suspiró Paula. —Nunca me he enamorado. No tengo una historia que contar. Pero como toda chica sueño en silencio con una. —Entonces crees en los príncipes azules. —No exactamente, solo creo en las historia de amor que leo en los libros.


Era la primera vez que paula hablaba sobre si misma con una persona, le gustó la idea de por fin expresarse con alguien. No pensaba en otras cosas, solo hablaba. Era como…como…ser libre. Cuando acabaron con el ultimo trozo de pizza, salieron delo establecimiento y comenzaron a caminar por las calles de Madrid. Hacia un poco de brisa que le alborotaba el cabello castaño a paula. La universidad estaba muy cerca del centro de la ciudad, así que caminaron de vuelta a casa. Durante el trayecto ninguno de los dos dijo nada. Solo caminaban en línea recta. Cuando llegaron a la planta no se oía ni el zumbido de un zancudo todo estaba en silencio y la luz de la luna se colaba por las ventanas de los corredores de cada piso. El ascensor seguía dañado. —De verdad que lo pase muy bien. —Gracias, yo también. —Entonces… nos vemos mañana ¿vale? —Vale, hasta mañana. —Adiós. —Dijo Rubén muy muy pegado a la puerta. Era la primera vez que tenía una cita con una chica que no terminaba en sexo.


Al día siguiente todo el mundo estaba en el gimnasio había una charla con todos los alumnos de todas las facultades de la universidad, solo querían informar que habían vacantes para alumnos que quisieran dar o recibir clases de tutoría, ya que se acercaban las vacaciones de navidad y querían que todos los alumnos que llevaran materias pendientes pudieran aprobar. —Entonces… ¿vas a dar clases de tutoría? —Digamos que no soy una persona muy segura, no creo tener el estómago para hablarle a un extraño durante dos horas tres días de la semana. ¿Qué tal tú? —Estoy del otro lado de la montaña paula, soy yo quien debe recibirlas. —

¿Por qué te cuesta tanto? Sé que inteligente y tienes excelentes ideas. Aun no sé cómo es que tienes tan bajo rendimiento académico.

—Escuchar un parloteo no es lo mío. —

¿Qué es lo tuyo?

—No lo sé, los videojuegos supongo. —Entonces piensa, que estas en uno. Imagina que tu misión es alcanzar un diez en cada materia y para ello debes pasar muchos niveles y mundos, que vendrían siendo los exámenes y los trabajos. Considera que


estudiar es aprender la técnica y la estrategia para ganar la batalla y cada vez que pases un mundo o un examen es porque estas más cerca del objetivo de juego ¿Qué te parece? —

¡Jodeeeeeeeeeeer! nunca me lo había planteado así.

—De nada. —Dijo Paula sonriendo. El día se hizo muy largo para todos los alumnos de la facultad. A la hora de salida ninguno se quedó para charlar ni a por un bocadillo en la cafetería siquiera. Paula paso toda la noche buscando información en google sobre todas las investigaciones que tenía. —Como de costumbre. — Lo extraño era que Rubén hacia lo mismo: tomaba notas, investigaba, resaltaba algunos párrafos de su libro y hacia análisis sobre todo. —Me alegra que Pau te esté dando una buena influencia. —Dijo Iván sentándose en una silla que estaba al lado del escritorio de Rubén. —No sé, creo que estoy inspirado. —

¿tu inspirado?

—Pues sí. —

¿Quieres que echemos una partidita en la consola?


—Ahora eres tu quien está siendo una influencia para mí,. En este caso una negativa influencia. —Venga va suficiente estudio por una noche. —Vale, vale pesado.

Capítulo XII Ya es miércoles, y el día ha estado muy suave. Solo dos materias que ver y a casita. Nada mal. Pensó Paula, sentada en una de las mesas de la cafetería. — ¿Está ocupado este asiento? —Le pregunto una chica con acento alemán muy alta y rubia de ojos verdes, que nunca había visto antes. —No, adelante. —Dijo paula señalando la silla vacía que estaba frente de ella. —Gracias. —Dijo la desconocida sentándose— entonces… ¿eres nueva aquí? —Pregunto sonriendo. —Sí. —Se limitó en contestar Paula. —Y ¿cómo te llamas? —Paula.


¿A que venía todo esto? pensó Paula. —Un placer paula yo soy la novia de Rubén. —Dijo la chica estrechando su mano y sonriendo aún más. —Ehh… un placer. —Dijo desconcertada paula. —

¿No sabias que Rubén tenía novia? —Pregunto cambiando su sonrisa por un gesto más serio.

—Ehh…no. —Pues yo soy su novia, y ayer casualmente estaba por el centro de Madrid y los vi… ¿Paseando? —Disculpa pero yo no… —No guapa disculpa, Rubén ha sido mi novio por más de tres años, no voy a permitir que ninguna zorra del caribe venga a quitármelo ¿entiendes? —Creo que te estas equivocando. —

¿Qué haces tú aquí? —pregunto Rubén a la chica, apareciendo de la nada.

—Solo vine a verte, mi amor. —Dijo ella sonriendo. —

¿Por qué? Te dije que no quería verte.


—Venga Rubén, no puedes estar enfadado conmigo por mucho tiempo, yo me equivoque y lo siento. —Dijo la chica intentando abrazarlo. —Mira Karen lo nuestro ¡S E-A-CA-BO, déjame en paz de un puta vez! —Dijo Rubén alzando la voz consiguiendo llamar la atención de todos los presentes. —Esto no se queda así. Me las vas a pagar capullo.. Joder ¿Cómo te atreves a rechazarme? Y ¿por esta idiota de aquí? —Dijo Karen señalando a paula— ¡Ja! Por favor. —concluyo marchándose. —

Siento que pasaras por esto...tú…tú no te lo merecías.

—Tranquilo, ¿Quién es ella? —Es mi ex novia. —Ya veo. —Lo nuestro se terminó hace varias semanas, pero a ella le cuesta superarlo. —añadió Rubén porque sentía que le debía una explicación, aunque no sabía porque. —Está bien, no me debes dar explicaciones. —Dijo ella secamente. —Lo sé. ¿Puedo sentarme? —Inquirió. —

Claro.


Paula ya había terminado de almorzar y lista para levantarse Rubén le dijo: —

¿Qué te parece si salimos hoy?

—No gracias. —Respondió Paula.

*

* *

—Karen me monto un numerito en la cafetería en pleno almuerzo. —Dijo Rubén sacándose la camisa por su cabeza. —Entonces por eso estas molesto. —Espeto Iván desde la cocina. —Estoy molesto por que también estaba paula. — ¿Paula? —sí, Paula. — Y ¿por qué paula? —Parece que nos vio cuando salimos anoche. — ¿Saliste anoche con ella? —Si, después de que termináramos el trabajo.


— ¿y qué tal? — ¿Qué tal, qué? —Pregunto desconcertado.—Pues normal, solo somos amigos. —

¿amigos?

—Sí, amigos, ella es mi amiga ¿Qué problema hay? No me digas que estas celoso. —Celoso, no, porque ella por desgracia no es nada mío, pero a ti te conozco y sé que a tus “amigas” te las follas. —Joder, ¿tú también? — ¿Te gusta? —Pregunto secamente Iván. —No pienso responder eso. —evadió Rubén. —

¿Por qué no? ¿Somos colegas, no?

Rubén aparto la mirada de Iván y se quedó en silencio un momento << ¿Me gusta?>> Se preguntó. Es muy guapa, muy inteligente y con un carácter de mil demonios —Admitió para sí mismo— —

¿no piensas responderme? —Insistió Iván.

No podía mentirle a su mejor amigo de toda la vida. Iván no se lo merecía.


¿Entonces te gusta? —Pregunto mirando fijamente los ojos de Rubén

—Perfecto, —añadió al ver que este no le respondía— lo que me faltaba. —dijo marchándose furioso y dándole un portazo a la puerta al salir.

En la soledad de la sala Rubén suspiro. No quería perder una amistad tan valiosa como la de Iván por una chica, que apenas conocía y lo mandaba de paseo cada dos por tres. Era obvio que le atraía paula. Es una chica linda muy linda, inteligente, independiente, capaz con un fuerte carácter y ese carácter era lo que más le gustaba. No se parecía en nada a las chicas con que había tratado en su pasado, todas ellas eran presa fácil, con un chasquido de dedos ya las tenía en el bote. Y la sequedad y lo cortante que era paula le hacía querer estar más cerca de ella. Al irse a dormir llego a una conclusión, pero ¿esa decisión era la correcta? Lo descubriría mañana cuando hablara con Iván.


Capítulo XIII


¡Buenos días! —Dijo Rubén tomando asiento en uno de los taburetes de la barra de la cocina.

—Buenos días. —Respondió secamente Iván. Era más que obvio que aún estaba molesto por lo de anoche. —Venga tío, no puedes seguir enfadado conmigo. —No estoy enfadado contigo ¿por qué he de estarlo? —Entre paula y yo no hay nada, y nunca lo habrá, solo somos compañeros de trabajo, ni siquiera amigos, sólo lo dije por ser educado y por etiquetar lo que hay entre nosotros que vuelvo y repito; no es más que una relación de trabajo, sólo eso y respondiendo a tu pregunta de anoche la respuesta es: No, no me gusta, no me gusta nada la verdad, es una tía seca y amargada, es perfecta para ti, harán buena pareja. Iván seguía mirándolo fijamente a los ojos y finalmente sonrió. —

¡venga ya colega! dame un abrazo.

—Me alegro de que lo hayas entendido. —Dijo sonriendo Rubén sonriendo y dándole un gran abrazo a su mejor amigo.


Ya habían pasado las primeras dos clases, y la siguiente era la de historia todos los alumnos ya estaban entrando en el salón de clases. Paula ya estaba sentada en su puesto usual cuando vio a Rubén entrando por la puerta y le desconcertó un poco el hecho de que no se haya sentado junto a ella. Al terminar la clase el profesor Benedito pregunto a sus alumnos como iban con el trabajo que había asignado unos pocos contestaron que bien pero otros se acercaron para hacerle algunas preguntas. Paula al salir quiso hablar con Rubén para seguir avanzando en su investigación quería preguntarle si podían reunirse esta misma tarde. Pero este respondió: —Pienso que deberíamos investigar cada uno por su lado y al final juntar ideas. Así que estos son tus puntos. Toma. —Dijo el secamente y extendiéndole una hoja con varios escritos en bolígrafo azul. —Me avisas si ya tienes algo. Paula se quedó descolocada ¿A que venía esto ahora? ¿Por qué él se estaba comportando así? ¿Estaba enfadado con ella? ¿Por qué? —Se preguntó a sí misma. Ni siquiera tuvo tiempo de responder ya que este se había marchado al instante.


Al llegar paula a casa encendió su portátil y abrió la página de google para comenzar con la investigación. Al cabo de un buen rato decidió meterse a la cama y dormir. Los días pasaron hasta llegar a la última semana de septiembre. Rubén siguió distante y frio con Paula a tal punto que cuando hablaba con ella respecto al trabajo ni siquiera la miraba a los ojos. Eso la desconcertaba aún más. ¿A qué venia todo eso? Aunque no entendía el porqué, tampoco se atrevió a preguntárselo. Un día en la cafetería ella se acercó a su mesa para aclarar unas cosas sobre el trabajo. —Necesitamos corregir estos párrafos y anexar la bibliografía, para eso tienes que decirme de dónde has conseguido la información y… —Ahora no tengo tiempo, luego te la paso por correo ¿algo más? — interrumpió Rubén. —Eh… no… uh… nada más. —Estupendo. —Dijo marchándose.


Capítulo XIV Octubre llego y el otoño además de traer brisas y fuertes vientos, con algunas que otras lloviznas, también le trajo un año de vida a Paula. Todos los de la planta estaban invitados a la fiesta sorpresa que Iván, Claudia y Mia le estaban preparando. Hasta Rubén estaba colaborando aunque se negó en admitirlo todo el tiempo mientras inflaba los globos. Era una fiesta sorpresa para celebrar los diecinueve años de Paula. Claudia se había enterado porque un día en casa de Paula su madre llamo para preguntarle cómo iba a celebrar semejante evento. Entonces reunió a todos los más conocidos y se juntaron para prepararle la sorpresa. —Por supuesto con el permiso de Alfredo el orientador y conserje de la planta. — Decidieron aparentar no saber nada y Mia la saco de la casa con la excusa de que la acompañara a recoger algunas ropas para el invierno. —Aun no entiendo por qué te empeñas en usar mi baño si vives dos edificios después. —Ya te lo dije Paula mi vejiga y yo necesitamos vaciarse ¡ya!


—Ya Mia pero no entiendo por qué te empeñ… —

¡SORPRESA! —saltaron gritaron todos desde sus escondites.

Realmente paula quedo sorprendida a muchos de los que estaban en su casa los conocía solo unos pocos rostros no le sonaban. Todos los presentes eran alumnos de la facultad, claro. A unos los había conocido entre clases, a otros de la biblioteca y otros con los que se había topado por los pasillos del campus. Iván fue el primero en abrasarla. Paula estaba un poco abrumada por la situación. Pero sonreía, eso era una buena noticia. —

¡Felicidades guapa!—Exclamo Claudia abrasándola de segunda.

Luego todos corrieron en ir a abrazarla, — Menos Rubén. —hasta Mario López se le veía entusiasmado con todo el asunto. Paula corrió a su habitación a cambiarse, dudó por mucho tiempo, si ponerse el regalo de mía y Claudia: Un hermoso vestido rojo ajustado al cuerpo que le llegaba hasta las rodillas. Pero al final las chicas lograron convencerla.


Estas fantástica Pau, créeme. —Dijo Claudia.

¿No crees que es demasiado? Porque me siento mejor con mis jeans además tengo una camiseta preciosa que…

—Tía que es tu fiesta, debes estar despampanante, ¡venga, ya mujer! —Dijo Paty una amiga de Claudia y Mia de la facultad de medicina. —

¿Tú crees? — pregunto tímida paula mirándose al espejo.

—Que sí, que sí. No seas tonta y sal. —Espeto Mia. —Bueno, pero no tengo zapatos para este vestido. —Por eso no te preocupes…—Dijo Paty— ¡Tachan! —exclamo sacando de una bolsa de regalos unos zapatos de tacón del mismo color que el vestido. —Ahora ya estas lista. Sal. —Añadió claudia sonriendo. —Gracias chicas, de verdad. —Musito paula dándole un abrazo a las tres.


Capítulo XV —Fuifuiu! —Exclamaron silbando todos los presentes cuando Paula apareció en el salón. Rubén al verla se quedó estupefacto era la primera vez que veía a paula maquillada y con un vestido —

¡Jodeeeeeeeer! —Exclamo para sí mismo.

—A que no es una preciosidad la Paulita—Dijo Mario dándole un codazo en el brazo a Rubén y acercando se a la cumpleañera. —Hola Rubén—saludo Kim. —Ehh…hola. —Le respondió Rubén si apartar los ojos de la hermosa morena de cabello castaño hasta los hombros, de ojos almendrados y con un pinta labios del mismo color que su vestido y zapatos. —Este… me preguntaba si ¿querías bailar conmigo? —Inquirió Kim con una tímida sonrisa. En los altavoces sonaba rude de Magic —No gracias, guapa.


—Entonces… ¿te veo luego? —Dijo Kim agarrándose el cabello y aun sonriendo. —Seguro. —Respondió Rubén guiñándole un ojo. —Vale, adiós. La velada siguió todos seguían riendo, bailando, cantando y comiendo la comida mexicana que preparo Mia. — ¡Ehh, tíos vamos a poner el karaoke! ¡Chicas contra chicos! ¿Quién se anima de primero? —Que la cumpleañera haga los honores—Dijo yayo el novio de Paty. — ¡Si, paula tú vas primero! ¿alguno de los caballeros que quiera ser destrozado en el karaoke por mi amiga? ¿Alguno? ¿Alguno? ¿Nadie? Bueno perfecto que el micrófono decida. A ver, a ver, de tin Marín de do pin guey—Dijo apuntando con el micrófono a Rubén. — ¿yo? No, ni de coña. —Venga tío, no creo que seas tan malo. — ¿Qué Rubén, tienes miedo? —Pregunto divertida paula. — ¡Joder! Venga ya. Empecemos con esto. — ¡Yupi! —Exclamo Paty—Empecemos con algo suave. —Dijo encendiendo el cacharro.


—Estoy lista—Dijo paula. En los altavoces empezó a soñar Rosas de la oreja de vangoh era una de las canciones favorita de paula y siguió la letra a la perfección Rubén al oírla cantar se echó a reír. — ¡Joder tía! cantas muy, muy, muuuuuuuuuuuy mal. —

¿Qué? ¡Pero si yo canto bien!

—Cantas bien pero se oye mal. —A ver tú, don perfecto. En lo altavoces empezó a sonar me muero por conocerte de Alex Ubago.

…Mantengo la esperanza de ser capaz algún día De no esconder las heridas que me duelen al pensar Que te voy queriendo cada día un poco más… Por un momento era imposible para Rubén dejar de mirar a los ojos a Paula parecía que cada palabra de la canción era una confesión para ella. Al final la canción termino y todos soltaron un merecido aplauso. — ¡Uau, no sabía que cantabas! —No lo hago. —Eso ha sido estupendo, de verdad.


Sabía que cualquier otro comentario “simpático” podía hacer que todas las distancias que había puesto con ella durante los últimos meses, se acortarían un poco más. Así que giro sobre sus talones y camino hacia la ventana.

La fiesta siguió bastante bien el resto de la noche, algunos chicos ya se estaban marchando a sus pisos, porque ya se estaba haciendo demasiado tarde.

—Bueno Pau, hasta lueguito, Estuvo chida la fiesta. —Dijo paco un compañero de la clase de economía. —Gran fiesta, paulita. —Dijo Jimmy otro compañero de economía. —hasta luego Pau, otra vez felicidades. —Se despidieron Paty y su novio Dim. —Gracias Pau, gran fiesta. —Se despidió más atrás un compañero de la clase de derecho constitucional. —Adiós chicos, gracias por venir. —dijo la anfitriona de la fiesta cerrando la puerta. —Bueno sí que esta echo un lio este salón. —Pues sí, tocara limpiar.


—Te podemos ayudar si quieres. —No chicos, ya ustedes hicieron mucho por mí. Yo me las arreglo. Vayan a descansar. —Bueno tu igual paula, que tengas dulces sueños. —Gracias Mia, tú también. —¿De verdad no quieres que te echemos una mano? Vamos, que para nosotros no es ningún problema. —Insistió Mia. —Que no que no que estoy bien. —Bueno chicas yo las acompaño. —Dijo sonriendo Iván. —Jo, Jo que caballero. —Dijo divertida Claudia. —Siempre preciosa. —Replico Iván. —Y un alago, nada mal, por una noche. —Jajajajaja, payasos. Descansen. —Se despidió Paula. —

¡Ahhh! —Suspiro paula al ver toda clase de resto de comida en el piso de su sala. —Bueno será una larga noche si quiero que esto quede perfecto.

Comenzó recogiendo todos los vasos de bebida que estaban por todas partes. Se bajó de sus tacones y se hizo un moño en el cabello.


¿Dónde están todos?

—Madre mía, el susto que me has dado. —Volteándose para ver a Rubén. —Jajajaja, lo siento. ¿Dónde están todos? —Se han ido ya es muy tarde .Deberías de marcharte tú también. —

¿Qué estas hiendo? —Pregunto.

—Estoy horneando galletas ¿tú que crees que hago? —Ja, ja que graciosa. Vaya lio que te han dejado aquí. —Pues sí. —Bueno paula, que tengas buenas noches. —Hasta luego. Al abrir la puerta para salir se retractó y se giró preguntándole: —

¿no quieres que te eche una mano?

—No gracias. —Venga tía, cada vez que quiero ayudar siempre me evades. —Bueno está bien, — Suspiro la chica— ayúdame a limpiar la barra de la cocina. Abajo del fregador tienes todo lo que necesitas. —Vale, vale. — dijo Rubén. —Mandona. —susurró entre dientes.


—Que sepas que te he oído.

Pasaron horas recogiendo limpiando y ordenando. Luego de dos horas terminaron del todo. —Quedo mucho más limpio que antes. —Reconoció Rubén sentándose con Paula en el sofá y admirando el resultado de su trabajo. —No voy a negarlo, tienes talento. —Jajajaja, ¿tú crees? —Pregunto entre risas Rubén. —Pues claro. ¿Una Coca-Cola? —Me vendría bien. Ya se estaba haciendo muy tarde, y al terminar la bebida Rubén decidió que era tiempo de marcharse. —Bueno pues, tengo que irme. —vale, muchas gracias otra vez. —No hay de qué.


Capítulo XVI Los días de octubre siguieron pasando y las hojas de los árboles se volvieron amarillezcas y rojizas y el verdoso césped de la universidad fue tapado por una capa de hojas secas que se desprendían de las ramas de los árboles que adornaban el jardín de la facultad. Rubén notaba que Iván seguía entusiasmado por paula y eso le hizo volver a levantar una frontera con ella hasta llegar el punto de tener una discusión.


—Eres una obtusa y no te gusta oír opiniones, solo escuchas tu propia voz. Eres una egoísta y estoy harto de tener que trabajar contigo lo odio, lo aborrezco. Me enferma tenerte cerca. —Se acabó yo también estoy harta de ti, ¿sabes? Eres un gilipollas con todas las letras ¿y sabes algo? hablaré con el profesor no pienso seguir escuchándote ni un minuto más. —Pues vale, haz lo que quieras. —Eso es exactamente lo que voy hacer. —Me parece estupendo. —

¡Perfecto! —Grito exasperada.

—Eh, tío pero ¿qué os pasa? ¿Ha que vino todo ese numerito? —No quiero hablar con nadie, joder. Estoy hasta los cojones de todo. Rubén subió furioso las escaleras de las planta y al estar frente a la entrada le dio un puñetazo a la puerta. Estaba enfadado, con todo el mundo, hasta con el mismo ¿pero por qué? Era frustrante estar tan confundido, quería ir a pedirle disculpas a Paula pero a la vez sentía un gran enfado hacía ella pero ¿por qué?


Paula se dirigió con paso firme a la universidad, estaba claro que seguir trabajando con él era algo imposible.

—Profesor no aguanto mas, quiero un cambio de compañero. — suplicó paula llorando. —Pero ¿te has vuelto loca? Estamos a mitad del trimestre, es imposible cambiarlos a estas alturas. —No aguanto más trabajar con él y el siente lo mismo. —Pero a ver, cálmate ¿quieres un poco de agua? —Lo único que quiero es que me cambie de compañero. —Pero ¿qué fue lo que sucedió entre vosotros? —Discutimos, nosotros no servimos para trabajar juntos. —Yo no puedo hacer nada, o lo arregláis o perderán la nota. —Perfecto, lo que me faltaba. —Dijo aun mas enfadado y marchándose de la sala de maestros.


—eh, ¿Paula pero que te pasa? —Preguntó Claudia que se encontraba en el pasillo. —Nada. —Dijo Paula evitándola. —

¿Cómo que nada? Si estas echa una magdalena. Vamos cuéntamelo.

—He discutido con Rubén. —Pero ¿por qué? —No sé por qué, de repente se ha enfadado y me ha empezado a decir un sinfín de cosas. —Definitivamente ustedes parecen un matrimonio. —Él es un voluble un día está bien conmigo y al otro ni siquiera me mira a los ojos. No entiendo por qué es así. —Nunca sabrás si no se lo preguntas. —

¿Preguntarle? No quiero dirigirle la palabra el resto de mi vida.

Al pasar los días las cosas entre ambos no cambiaron mucho. Por fin el invierno asomaba su llegada y los días eran más fríos. El mantenimiento de la universidad comenzó a presentar fallas eléctricas en algunos pisos. Alfredo el conserje y orientador de los alumnos tenía que


encargarse de pasar piso por piso para ver cuáles eran los apartamentos que tenían la falla eléctrica.

—Definitivamente guapa, no tienes electricidad. —Dijo Alfredo con un destornillador en las manos frente a un enchufe. —

¡¿Qué?! Y ahora ¿qué hago?

—El Director va a realizar una reunión con todos los alumnos esta tarde para hablar sobre este problema. Comienza a las tres de la tarde. Date prisa paula, si no quieres llegar tarde.


Capítulo XVII —Bueno jóvenes como alguno de vosotros sabéis hemos estado presenciando fallas eléctricas en las instalaciones y en algunas plantas, a causa de las bajas temperatura del invierno. la señorita del fondo, dígame. Dijo el director señalando a una joven que tenía el brazo levantado pidiendo la palabra. —Profesor ¿cómo es que los alumnos sin electricidad van quedar? —A eso iba, señorita Uzcategui. —Lo que propongo es que los alumnos cuyos pisos no tengan corriente se muden a los pisos que si tienen electricidad. Tengo entendido que todos ustedes ya se han hecho muy muy amigos además es solo la planta B y de E que tienen problemas, no creo que vaya ser un gran sacrificio. Además en pocas semanas ya estarán de vacaciones navideñas, solo serán un par de semanas de convivencia cuando mucho mientras que nos arreglan el problema. Dicho eso pueden retirarse.


—Ashhh, lo que me faltaba sin luz sin casa y con este frio polar ártico. — enuncio Paula al entrar al portal de la planta —eh guapa, ¿qué paso en la reunión? —Preguntó Alfredo fregando el piso. —Pues parece que tengo que encontrar a alguien dispuesto a acogerme en su casa mientras arreglan la electricidad. —

¿Y ya tienes pensado con quien vas a mudarte?

—Nop, pero ya me las arreglare Alfred, muchas gracias. —Espeto la joven subiendo por las escaleras. Aun el ascensor seguía dañado.

*

* *

¿Qué tal una partidita en la FIFA 2013? —Inquirió Rubén a Iván entrando en el edificio.

—Te voy a dar una paliza, colega. —

¡JA! Ya veremos bocazas.

—Eh Rubén ¿puedes venir un momento? —Le preguntó Alfredo.


¿Qué quieres Alfredo? ¡Iván adelántate, ahorita subo!

—Tengo entendido que Iván se va mañana a Portugal. —Sí, su familia quiere pasar mucho más tiempo con él. —Quería pedirte un favor. Ya imagino yo que sabes lo de las fallas eléctricas. —Sí, oí un par de cosas sobre el asunto. —Bueno el piso de Paula es uno de los afectados, y necesito que la acojas en tu casa hasta que le arreglen el problema. —

¿Por qué no me lo pide ella?

—Sé que ustedes no se lo llevan muy bien, y no creo que ella vaya a preguntártelo —Entonces tú estás haciéndole el trabajo sucio. —No es eso, si no que tú vas a tener espacio de sobra. Venga chaval ¿Qué te cuesta? —

¿Ella sabe algo de esto?

—No. Pensaba que ibas hacer un caballero y llamar a su puerta he invitarla a tu casa. —Tienes una imaginación asombrosa Alfredo.


—Joder, Rubén ¿nunca puedes hacer algo bueno por nadie? Por lo menos hazlo por mí, ¿quieres? La chica no tiene donde ir. —Está bien, pero que sepas que lo hago por ti. —Gracias, sabía que había que tenías un poco de caridad humana. —Claro es solo caridad humana. —Eh, y trátala bien, sé amable y atento con ella. No quiero que se sienta incomoda ¿entendido? —Y también voy hacerle de chacha, no te jode.


Capítulo XVII —Bueno pues llego el momento, Alfredo me debes un gran favor. ¿Cómo se supone que le diga? «Ehh paula, ¿quieres irte a vivir a mi casa?» Joder, después de todo lo que paso entre nosotros ¿tengo que ser amable con ella? venga joder términos con es esto de una puta vez ¿qué tan difícil pude ser? Ni que fuera la princesa Leticia, joder. Después de tomar una fuerte bocanada de aire Rubén llama a la puerta de paula con los nudillo. —

¿Qué pasa? —Dice ella un poco sorprendida de ver a Rubén.

—Me entere de lo de tu problema con la electricidad. Iván se va mañana con su familia y bueno… uh… me preguntaba si ya tienes donde ir. —

¿Me estas ofreciendo asilo?

Rubén puso la cara más seria que tenía ¿en serio ella se estaba comportando chula con él? No estaba para sus ironías ni sus desplantes. —Vale, muchas gracias. —Estupendo. —

¡Eh, Rubén! muchas gracias de verdad.

El asintió y entro a su casa que estaba justo enfrente de la de ella.

*

* *


¿y bien?

—Y ¿bien qué, Claudia? —Pregunto dándole un sorbo al café. —

¿Cómo es eso de que te vas a quedar en casa de Rubén?

—Ya te lo dije, él se ofreció a darme refugio mientras arreglan la electricidad. Además no sería capaz de quedarme en casa de otra persona. —Ya lo sé, pero por desgracia en mi piso tampoco hay luz. —

¿Y qué piensan hacer?

—Pues Paty nos va a echar una mano. —Ah, vale. —Espero que tú y Rubén no terminen quemando el apartamento. —Yo tampoco estoy muy segura de que podamos convivir pero, bueno es lo que hay. —Entonces, ¿te veo luego? Mi clase de anatomía comienza dentro de un rato —Seguro.

¿Estás seguro que vas a poder vivir bajo el mismo techo que Paula? —Dijo Iván cerrando la cremallera de su maleta.

—Que si pesado, tampoco es que somos enemigos. —Ya lo sé, pero te conozco Rubén a veces sueles ser una piedra en el zapato.


—Te aseguro que tratare de comportarme. —Eso espero, y espero que hagáis las paces. Parecen perros y gatos. —Es ella que se pone pesada. —Si te soy sincero no sé quién es peor si ella o tú. Definitivamente ambos tienen un carácter de mil demonios. Bueno en fin ya tengo que irme mi mama me va a pasar a recoger dentro de poco. —Mándale recuerdos. —Por supuesto, bueno colega nos vemos. Te echare de menos estas vacaciones. —Y yo a ti. —

¿Piensas ir a ver a tus abuelos?

—Si, como todos los años. —Estupendo, le mandas recuerdos de mi parte. —Seguro. Adiós Iván. —Hasta pronto, Rubén. —Dijo rodando sus maletas.

Después de dormir toda la tarde, Rubén se despertó oyendo que tocaban a su puerta.


—Joder, y ¿quién es a esta hora? —Hola. —Dijo paula. —Eh…Hola. ¿Qué haces aquí? —pregunto bostezando y un poco desconcertado. —Me voy a quedar unos días contigo ¿lo olvidaste? —Oh cierto, cierto. Pasa. Ponte cómoda. —Gracias, ¿te desperté? —Sí, bueno no importa. —Ohh y ¿quién esta preciosidad? —Dijo paula refiriéndose a una pequeña gatita que se enrollaba en sus tobillos. —Es la gata de Iván, —Ohh es preciosa ¿Cómo se llama? —Bianca. —Ohh pero que nombre más mono tienes, Bianca. —Dijo paula llenando de mimos a la pequeña gata blanca. — ¿Cómo es que antes no la había visto? —Suele esconderse en mi cuarto. ¿Quieres que te muestre donde vas a dormir?


—si, por favor. Conduciéndola por el pasillo , abrió el picaporte de la habitación del fondo. —Bueno esta es la habitación de Iván, ponte cómoda. —Vaya, nunca pensé que Iván le gustara tanto leer. —Dijo observando una estantería repleta de libros. —Sus padres viajan mucho así que le traen libros de la historia del país al que van. —Es Impresionante la cantidad de libros que hay en esa estantería. ¿Los habrá leído todos? —Supongo. —le gusta mucho Megan fox. —Dijo viendo un enorme poste de Megan fox posando en la pared del fondo. —Y ¿a quién no le gusta? —Rubén,muchas gracias de verdad. —No hay de qué. —Creo que ya sabes dónde está todo, es la misma distribución de tu apartamento. —Sí, muchas gracias.


—Bueno pues que tengas buenas noches. —Gracias, tú también. —Vale. —Dijo cerrando la puerta al irse.


Capítulo XVIII Antes de dormir paula se envolvió en una toalla preparada para darse un baño. —Ahh pero que delicia es bañarse con agua caliente con este frio que hace. —Susurro deleitándose mientras el agua caliente corría por su cuerpo. Cerró el grifo mientras se tomaba su tiempo para enjabonarse. Rubén desde su habitación oyó que el agua seso y asumió que paula ya había salido, al entrar en el baño deslizo la cortina de la ducha, y para su sorpresa: —

¡Ahhh, joder llama a la puerta!

¡Oh lo siento lo siento, no sabía que estabas aquí!

—¡Sal de aquí de una buena vez! —Disculpa, disculpa, lo siento mucho. —Dijo Rubén nervioso y cerrando la puerta. — ¡Para la próxima le pones el seguro! —Grito ya afuera del cuarto de baño.


¡Ay madre santa! Pero qué horror. Espero y no haya visto nada. — Se dijo así misma arrugando la frente.

Termino de bañarse algo nerviosa, tomo sus cosas de higiene y salió.

—Ya puedes pasar. —Dijo paula al ver a Rubén recostado de la pared del pasillo y con una toalla alrededor de su cintura. —No estaría de más que pusieras el seguro a la puerta. —Pensé que al oír la regadera supondrías que yo estaba dentro. —Luego deje de oírla, y por eso supuse que habrías terminado pero descuida no vi nada la cortina y el vapor del baño lo impidieron. —Estupendo. —Ahora si me permites yo también quiero ducharme, —Adelante. Todo tuyo.

Luego de ponerse la pijama paula estaba muy inquieta para meterse en la cama, pero en la intimidad de la habitación de Iván, se echó a reír. Tenía gracia lo nervioso que se puso Rubén y le dio gracias a Dios por que el no vio nada que pudiera avergonzarla cada vez que lo mirara a la cara. Salió de su habitación metiéndose una sudadera por la cabeza.


Se sentó en el sofá gris de Iván y Rubén y encendió la tele de plasma buscando algún programa de televisión para distraerse. En eso salió Rubén con un pantalón de pijama de cuadro y colocándose una camisa blanca por encima —

¿Te apetece cenar? —Preguntó el.

—Sí, ¿sabes cocinar? —No realmente. Pero puedo pedir pizza a domicilio. —

¿Trabajan a estas horas de la noche?

Sí, no es tan tarde apenas son las diez.

— ¿Qué te parece si mejor yo cocino? —

¿Qué sabes hacer?

¿Haz probado alguna vez una arepa?

— ¿Una arepa? No, nunca. —Entonces cenaremos arepas a lo venezolano. —Vale, estupendo. ¿Necesitas ayuda? —No, pero gracias por preguntar.


¡Jo! Esto está muy bueno. —Dijo Rubén dándole el ultimo mordisco a su cena.

¿Te gusto?

—Bastante. —Lo que se consigue con un poco de harina de pan. —Dijo sonriendo. —

¿Qué piensas hacer estas navidades?

—No se la verdad. No tengo dinero para pagar un boleto ida y vuelta hasta Venezuela. —Tal vez me quede aquí con Claudia y Mia si es que ellas no tienen planes. —

¿No extrañas a tu familia?

—Bastante, pero hablamos siempre por Skype y por chat, ya sabes. ¿y tú qué piensas hacer? —Siempre voy Zermatt al pueblo donde crecí. —

¿Zermatt? Jamás he oído de él.

—Es un pueblito en los Alpes suizos. —Vaya, que hermoso debe de ser. —Sí, es un lindo lugar en el invierno.


—Ya me lo imagino. Me encantaría conocerlo algún día. —bueno, yo he acabado estaban muy ricas esas arepas tuyas. —A puesto que sí. —Ya me encargo yo de los platos. —Vale. Buenas noches Rubén. —Buenas noches paula. —

¿Rubén?

¿Sí?

¿De verdad no viste nada?

—Que no, pesada. —Vale, está bien. —Que descanses. —Tú también.


Capítulo XIX La mañana siguiente, era tan fría como las anteriores, Paula se levantó de su cama y se dirigió a prepararse un café. Era sábado y todas las tareas pendientes ya las había adelantado. Escucho la puerta de la habitación de Rubén cerrarse. —

¿Quieres un café?

—Si, por favor. ¿Qué tal dormiste? —Bien. Ten tu café, está un poco caliente. —

¿mucho frio?

—Un poco, sí. —

¿quieres que revisemos el trabajo?

—Vale, voy a por mí portátil.


Luego de leer y releer lo que ya tenían hasta hora, se sintieron complacidos con el avance. —Todo correcto. —Haz echo un gran trabajo, Rubén. —tú también. —Dijo mirándola a los ojos. Por un momento a Paula le paso por la cabeza querer besar a Rubén, y a Rubén le paso lo mismo, ambos se miraron los labios pero ninguno de los dos se acercó. Sus respiraciones se volvieron rápidas y jadeantes y seguían sosteniéndose la mirada. —

¿Cuál es tu problema? —Dijo Rubén.

¿Mi problema? ¿Cuál es el tuyo? —Dijo algo enfadada ella.

¿Sabes, que? Déjalo así. — Se levantó bruscamente del sofá y le dio un portazo a la puerta de su recamara. Paula hizo lo mismo y se encerró.

Frustración y rabia, con que así se siente. —Dijo tumbándose boca abajo en la cama de Iván. Al final se quedó dormida.


Rubén inicio sección en su cuenta de Hotmail. Decidido a enviarle un correo a un viejo amigo de la infancia que vivía en Zermatt. Necesitaba un buen consejo

De: Rubén Gonzales Asunto: Consejo. Fecha: 22 de Noviembre de 2013 20:05 Para: Tomas Fiërd. Amigo, te conozco desde que teníamos seis años, nadie me conoce mejor que tú. Necesito que me des un consejo.

La respuesta llego casi de inmediato.

De: Tomas Fiërd. Asunto: Por supuesto, que sí. Fecha: 22 de noviembre de 2013 20:07 Para: Rubén Gonzales. Hola extraño, ¿en qué te puedo ayudar?


Me alegra tener noticia tuyas… PD: No vuelvas a desaparecer. ;)

De: Rubén Gonzales. Asunto: Una chica. Fecha: 22 de noviembre de 2013 20:09 Para: Tomas Fiërd. Creo que tengo sentimientos por una chica y me asusta. Me asusta que pase lo mismo con Karen.

De: Tomas fiërd Asunto: Explícate. Fecha: 22 de noviembre de 2013 20:11 Para: Rubén González. ¿Qué clases de sentimientos? ¿Hablas de amor? PD: No creo que nadie fuera tan retorcida como Karen.


De: Rubén Gonzales. Asunto: Creo… Fecha: 22 de Noviembre de 2013 20:14. Para: Tomas Fiërd. Creo que, si. Me pierdo en su mirada, se me hace difícil no dejar de verla y no querer besarla cuando la tengo cerca. Soy un gilipollas Tomas. Me he comportado como un verdadero capullo con ella, la he evitado, insultado, lastimado, apartado de mí y solo por no querer lastimar a Iván. Creo que a él le pasa lo mismo que a mí, pero no lo culpo, es imposible no quererla.

De: Tomas fiërd. Asunto: Tu felicidad está por delante. Fecha: 22 de noviembre de 2014 Para: Rubén Gonzales. Que fuerte, estás enamorado Rubén, de eso no cabe la menor duda, pero te daré un consejo. Si quieres algo lucha por ello, decide ser


feliz, lucha por esa chica. Si ella siente lo mismo que tú te aseguro que no hay razón por la cual no intentarlo. Seguro que si Iván te aprecia tanto como tú a él lo va a entender y lo va a tener que aceptar. PD: espero verte pronto por Zermatt.

—Gracias amigo mío. —Susurro Rubén a la pantalla de su ordenador.

¿Y ahora qué? Le debo unas disculpas a Paula. Pensó.

—Eh, pequeña…Paula…eh, Paula despierta. —dijo Rubén tratando de zafarla de la cobija. —Déjame en paz. —Dijo paula con la cabeza enterrada en la almohada. —Lo siento ¿vale? —Eres un imbécil. —Dijo aun boca abajo. —Sé que soy imbécil, y tú también lo sabes, todos lo saben.


¿Cuál es tu punto entonces? —Dijo ladeando la cabeza en la almohada viéndolo por fin a la cara.

¿Me perdonas por ser un imbécil contigo? Tú no te lo mereces ¿vale?

—Me ignoras, me gritas, me insultas, y un minuto eres amble conmigo y al otro estas peleando. No entiendo por qué. No te entiendo a ti. —Yo tampoco me entiendo. Debería de encontrar a alguien que me entienda para que luego me explique. —Pobre de ese alguien. —

¿tregua?

—No confió en ti. Cada vez que hacemos “las paces” luego volvemos a pelear. —Creo que puedo hacer algo para que me perdones. —

¿Qué cosa?

*

* *


—No me puedo creer, que te vas a ir al pueblo de Rubén estas navidades. —Dijo sorprendida Claudia ayudando a Paula a bajar su maleta rosa. —Ni yo, pero me lo propuso como forma de hacer las paces. — Espeto Paula. —Ustedes dos pelean más que un matrimonio en crisis y créeme que yo lo sé. Aguante las peleas de mis padres todos los benditos días. Luego se divorciaron, fue como la aparición del sol después de una gran tormenta. —Dijo Paty. —Que exagerada, eres Patricia. —Se rio paula. —Sabes, yo creo que te vendría bien. al fin y al cabo esto va estar más solo que un desierto. —

¿Y tú que piensas hacer? —Colombia está muy lejos amiga mía, ya Paty se encargara de emborracharme para fin de año. —Seguro que nos divertiremos mucho juntas por Barcelona en casa de mis padres. —Cuídense mucho ¿vale? —Dijo despidiéndose paula.


—Seguro y tú también. Abrígate bien. —Dijo abrazándola Claudia. —Hablando de abrigos ese abrigo te queda estupendo. —Gracias, un regalo de Mia desde México. —Dijo mirándose el abrigo color beige que llevaba puesto. —Adiós chicas las echare mucho de menos.

¡Y nosotras a ti! —Dijeron ambas chicas al mismo tiempo, diciendo adiós con la mano.

El taxi con Rubén dentro ya la estaba esperando. Abrió la ventana y les dio un último adiós a sus dos amigas. —

¿lista? —Más que lista, Gracias. —Me alegro..

Capítulo XX


El túnel ferroviario de Lötschberg estaba poco transitado. Había mucho, mucho pero mucho frio en el andén de la estación. Los dientes de paula tiritaban y se abrazaba así misma. —mucho frio? —Creo que me estoy congelando. —Quieres un chocolate caliente? —Po… por…fa…fa…favor. —Dijo tartamudeando. —Vale ya vuelvo. Vigila las maletas.

—Me da dos chocolates calientes por favor— Dijo Rubén al anciano que entendía un quiosco dentro de la estación. —Tenga. —Dijo el anciano extendiéndole dos vasos de chocolate humeando. —Muchas gracias. Al regresar al andén vio a paula sentada en un banco con el equipaje al lado. Le dio la bebida al verla temblando de frio. —

¿mejor? —Le pregunto a paula mientras esta se lo bebía. —Sí, mu…mucho mejor, aunque me queme un poco la lengua.


—Venga vamos ya llego el tren.

Ambos se situaron en la puerta de entrada donde un señor le pedía amablemente los tiques para abordar.

—Adentro está más calientito, tranquila. —le dijo y ella le respondió sonriendo. —Muchas gracias, que tengas buen viaje. —les deseo el señor de la puerta en alemán.

Paula se sentó en el asiento de la ventanilla mientras Rubén guardaba las maletas en el compartimiento de arriba. —

¿estas mejor? —Sí, muchas gracias. —Dijo quitándose su gorrito negro de la cabeza. —Puedes dormir si quieres. El cantón de Valais está un poco lejos. —Le dijo. —Ehh… si quieres puedes apoyar tu cabeza en mi hombro, para que estés más cómoda. —Le sugirió. —Gracia, Rubén. —sonrió.


Luego de tres horas llegaron a su destino. Un taxi los estaba esperando fuera de la estación para llevarlos a la comuna de Zermatt. Por el camino paula veía por la ventana disfrutando del paisaje y Rubén la observaba.

La casa de los abuelos de Rubén estaba en los Alpes mucho más lejos de la aldea.

Un chico con un trineo les ayudo a subir las maletas por helada y complemente blanca colina. La casa de los abuelos de Rubén es totalmente de madera obscura, el techo está cubierto por una capa de nieve. Es bastante grande a decir verdad. Sus abuelos están afuera, viéndolos llegar. —Hola abuelos. Los he echado mucho de menos. Ella es paula una amiga. —Dijo Rubén en perfecto alemán.


—Un gusto de conocerlo. —Respondió paula agradeciéndole mentalmente a Rubén por haberle enseñado unas cuantas frases en alemán por el camino. —El gusto es todo nuestro. —Dijo la abuela. —Buena ella es jodie y él es Joe. —Dijo Rubén presentando a sus abuelos —

¿Qué tal si entran? Se deben estar congelando. —Dijo jodie en español.

—Caray yaya, veo que haz practica tu español. —Joe me ha estado ayudando. Los abuelos de Rubén eran convencionales. La abuela de Rubén, jodie tenían un largo cabello blanco atusado en un tranza. El abuelo de Rubén era alto de piel blanca y con barba, tenía puesto un gorro de piel de animal y botas. El interior de la casa era todo de madera pareces y piso. Había una chimenea enfrente de un enorme sofá en forma de L con una alfombra de oso debajo de una mesa de madera se parando el espacio, la chimenea tenía una encimera en donde lucían varios portarretratos. La cocina estaba junto a una enorme ventana de vidrio y en el fondo había una escalera que daba a la parte de arriba.


—Los llevare a sus habitaciones. ¿No te importa que paula se quede en la habitación que era de tu madre verdad? —No, tranquila. —Dijo subiendo las maletas. —Bueno guapa, aquí tienes estas mantas para abrigarte, tienes un baño justo ahí. —Dijo jodie señalando una puerta junto a la cómoda. —Vale, muchas gracias jodie. —No hay de que querida.es la primera vez que Rubén trae una chica a casa. Así que ponte cómoda y siéntete como en casa. —Dijo dulcemente. —Muchas gracias de verdad. —el almuerzo estará listo en pocos minutos. —

¿almuerzo? Pensé que ya se está haciendo de noche.

—Querida el sol se oculta a las tres de la tarde. —caray. La mesa lucía un gran mantel blanco de cuadros rojos, había velas y un gran venado en el centro. —

¿Les dije que paula era vegetariana?

— ¡valla! ¿enserio? —Pregunto Joe. —Sip. —Respondió tímida paula.


—No hay problema querida, también hice ensalada y pan. Sírvete adelante. —Gracias. Buen provecho. —Bueno quizá mañana tú y Rubén salgan un poco y paseen en trineo. — Dijo la abuela. —

¿Qué te parece, paula? —Pregunto Rubén.

—Suena estupendo. —Sonrió.

Al terminar el almuerzo Rubén y paula se ofrecieron a recoger y a lavar los platos, los abuelos de Rubén fueron a la aldea a comprar unas cosas. —

¿Qué te pareció?

—Todo es muy lindo, hace mucho frio pero me encanta. Gracias por invitarme. —No iba a dejar que pasaras las Navidades solas. —Has sido muy amable, Rubén. Aprecio lo que estás haciendo por mí. —

¿Quieres que yo seque los platos?

—Sí, gracias. Oye, ¿y donde están tus padres ellos vienen para navidad, no?


—Mis padres murieron, paula. —

¿murieron? —Pregunto con los ojos como plato.

—Sí, cuando yo tenía siete años —Lo siento mucho. —No me gusta hablar de eso. ¿Quieres salir a jugar en la nieve? —Pensé que nunca lo pedirías. Afuera el frio acentuaba su fuerza, no nevaba pero la nieve hacia que las botas negras de paula se hundieran al caminar. Era la primera vez que sentía algo así. Rubén estaba como a un metro de ella lanzándole pequeñas bolas de nieve. —

¡Ohh me las vas a pagar pequeña sabandija! —grito paula sonriendo.

¡No creo que tu puntería sea muy buena! —Respondió el a lo lejos.

¡¿Es un reto?!

¡a que no me pegas ninguna! —la reto Rubén.

¡¿Qué gano si lo hago?!


¡Lo que quieras!

¡¿estás seguro de eso?!

¡Si, seguro. Vamos intenta pegarme!

Lo que no sabía Rubén era que Paula jugó béisbol cuando era pequeña y fue una excelente bateadora en ese entonces. Calculo meticulosamente su tiro y ¡bum! Justo en el blanco. La pequeña pelota de nieve se estrechó contra el pecho de Rubén. —

¡Ja, toma, bocazas! ¡¿Qué te creías?!

—Joder, ¿dónde aprendiste a lanzar así? —Le pregunto acercándose a ella. —Jugué béisbol una temporada, mi padrastro fue un gran maestro. Ahora vas hacer exactamente lo que yo te diga. —No me gusta para nada tu expresión. —Considero que lo que tengo en mente es peor que mi expresión.


Capítulo XXI —Jajajajajajaja, no me puedo creer que estés vistiendo solo calzoncillos en medio de la nieve. —¿Pu... Pu…puedo pasar, ya? Rubén saltaba como un conejo en medio del frio y el blanco paisaje, cumpliendo la apuesta. —Sí, ya puedes entrar. Pero antes una foto. Sonríe. —Se mofo paula disparando el flash de su cámara.


—Eres un pequeño monstruito ¿sabías? —Había una pizca de diversión en su voz. —Si algo ya me han comentado. —Dijo ella aun burlándose de él. — ¿quieres ir a las montañas? Quiero mostrarte algo. —Me encantaría.

Era un poco más de las cuatro de la madrugada. el frio penetraba como una daga en el estómago, no te dejaba mucho espacio en la cabeza para pensar en otra cosa. Al llegar a la punta de una empinada colina a unos ocho metros de la casa de los abuelos de Rubén, se sentaron de unas gruesas mantas de color azul en medio unos pocos pinos cubiertos de copos de nieve. Al recostarse en ellas, Paula pregunto: — ¿Por qué me haz traído aquí? —quiero que veas algo. Mirando fijamente al cielo obscuro. Paula, Espero, espero, espero, espero y espero, pero nada pasaba solo se veía el obscuro cielo bañado de muchas estrellas y la enorme luna dando su cálida luz.


Ya impaciente pregunto: — ¿Qué es lo que se supone que debo de ver? —Espera un poco y veras.

Paso un rato más y por fin llego lo que esperaban.

El cielo comenzaba tornarse de un azul más claro, esparciendo pequeños rayos de luz de un amarillo intenso acompañados de un bello morado que enmarcaban algunas nubes. la luna seguía adornando el amanecer junto con la minúscula luz de algunas pocas estrellas. En el fondo de algunas montañas se veía el sol asomándose tímidamente detrás de ellas. Sencillamente era uno de los paisajes más bellos que jamás ella había apreciado. —Ohh esto es precioso Rubén, de verdad. — ¿Valió la pena esperar? —Francamente, sí. —Me alegra oírlo. — Sonrió. — ¿un poco de café? —Por qué, no. —Le sonrió de vuelta aun mirando el cielo embelesada.


El momento que compartían les sirvió para hablar y hablar de muchas cosas, compartiendo ideas, pensamientos y actividades que cada uno apreciaban. Luego de un rato decidieron regresar para desayunar, Bajando por la colina en completo silencio.

—Pensé que se iban a perder el desayuno. —Dijo la abuela Jodie al verlos entrando. —Ni hablar estamos famélicos, paula y yo. —Pues siéntense, las torrijas ya están listas. — ¡Ohh esto está realmente bueno!—Exclamo Paula engullendo un trozo de torrija.

***

El reloj marcaba las 1:03 de la tarde, Rubén quiso darle una sorpresita más a paula. Estaba muy de buenas, dos sorpresas en menos de veinticuatro horas. No era muy usual en el estar de excelente humor, pero por alguna razón, estaba más feliz, más contento inclusive risueño.


—Paula, ¿puedes venir un momento? —Dijo girando su cabeza para ver la silueta de Paula moviéndose por la cocina. —ehh, si, dame un minuto que aún estoy lavando los platos del almuerzo. —Vale. Paula era una de las personas más impecables del mundo, nada podía tener una mancha o estar fuera de su sitio. Todo tenía que estar perfecto. Después de trabajar duro en la cocina, considero que todo estaba lo suficientemente limpio para darlo por terminado. Rubén seguía sentado en el sofá, viendo la televisión y tomando chocolate caliente. —uff, por fin termine. — Dijo limpiando el sudor de su frente con el dorso de la mano. —Joder, sí que te tomaste tu tiempo. —Admitió Rubén. —A ver ¿qué mosca te pico? — ¿A mí? ¿Por qué? — ¿que querías decirme? —Ahh, solo quiero que salgamos. —Vale, déjame cambiarme.


—Date prisa, no quiero que se haga muy tarde. —Vale, vale.

—Tardas siglos en arreglarte, ¿me pregunto si todas las mujeres son así? — ¿Siglos? Deberías conocer a Claudia y Mia, esos si son siglos, vamos que solo me he tardado unos cuantos minutos, impaciente. —Estupendo, vámonos.

El sol de la tarde se asoma detrás de las nubes, su brillo era minúsculo pero ahí estaba, brindando un poco de calor en medio de la nieve. La colina donde se encontraban Rubén y Paula era muy empinada, les había costado un poco subirla. — Y bien? Que hacemos aquí? — Ya lo veras. —Musito Rubén al momento de que apareciera un pequeño y rubio niño como de seis años con un trineo de madera acarreado por unos cuatro lobos siberianos. —Ven quiero presentarte a alguien. —Dijo tirando de su brazo. —Paula, el Greg, Greg ella es Paula.


—Es mucho más bonita de lo que dijiste. Un placer bella dama. —Dijo el pequeño niño besando los nudillos de Paula. —Valla, el placer es todo mío. Por cierto no sabía que comentabas de mí. —Dijo Paula, dirigiendo su mirada a Rubén. —Todo el tiempo, es de lo único que habla cuando jugamos a juego online. —Pequeño, chivato. —Dijo espelucando la pequeña melena dorada de Greg. —Este pilluelo de aquí, quiere enseñarte a montar en trineo ¿Qué te parece la idea? —Dijo sonriendo ampliamente y mirando directamente a los ojos de paula. Los intensos ojos verdes de Rubén eran hipnóticos, y más cuando te miraban acompañados de una sonrisa tan desbaratadora como la que dibujaba su cara en estos momentos. —Me da un poco de miedo la verdad, nunca he hecho esto antes. —Ohh vamos, no dejaría que nada en este mundo te dañara. —Dijo sinceramente Rubén. Al oír aquello el corazón de paula empezó a latir muy rápido, aquellas palabras estaban cargadas de tantas esperanzas, y sabía muy bien porque, Rubén había traído a su vida, esa ilusión que evito por tantos años, arrastrando toneladas de inseguridades, decepciones, y pensamiento erráticos de que estaría sola por el resto de su vida, sin la más mínima posibilidad de encontrar a alguien que llenara


sus expectativas. Rubén no era perfecto, bueno realmente ningún ser humano lo es, eso estaba claro en su mente, pero sus imperfecciones eran perfectas para ella. Él era precisamente lo que ella necesitaba. En ese momento fue que pudo admitirlo, que reconoció lo que emanaba de su interior. Con una sonrisa en los labios respondió. —Hagámoslo, chichos. — ¡Eso es! —Dijo Rubén. —Ven toma asiento. —Dijo al instante que paula se colocaba sentaba en el asiento de madera de trineo. Rubén procedió a ajustar su cinturón. —Oye, no pretenderás que me deslice sola o ¿sí? —Por supuesto que no Greg, ira contigo. —No tengas miedo primor, He manejado este bebe toda la vida. —Estas en buenas manos, el chaval es todo un profesional. —Relájate y disfruta. —Dijo el pequeño Greg tomando su sitio y ajustando adecuadamente su cinturón alrededor de su torso. —Bueno ahí vamos. —Con una agitada de soga, los canes empezaron a correr, colina abajo, haciendo que las cuchillas se deslizaran por la nieve. El trineo empezó a moverse realmente rápido, provocando un subidón de adrenalina en el cuerpo de paula. Era realmente excelente ir en trineo,


y la bajada hizo que paula exclamara: —¡Ujuu! — Paula giro su cabeza hacia atrás para ver a Rubén saludando con la mano desde arriba. Al bajar cuesta abajo el trineo quedo totalmente horizontal en la superficie y detenido completamente. — ¡Eso fue increíble! — ¡Lo se dame esos cinco! —Exclamo Greg.

***

Eran las nueve de la noche y paula no podía pegar ojo, ¿era el frio? Algo le pasaba que la ponía inquieta y pensativa pero al final se durmió. A la mañana siguiente los abuelos de Rubén dejaron una nota en la nevara diciendo que habían ido a la aldea a comprar algunas cosas. Rubén toco la puerta de paula extrañado porqué aún no había bajado a desayunar. Decidió subir las escaleras e ir a tocar su puerta para ver lo que sucedía. — ¡paula son las ocho de la mañana ¿no vas a desayunar?! Paula no respondió. — ¡¿Paula? ¿Estás bien?!


Nada, no respondía. — ¡¿Paula? Me estoy preocupando ¿estás bien?! Silencio. — ¡Joder voy a pasar! —Dijo al mismo tiempo que le daba una patada a la puerta. La vio ahí tirada en la cama envuelta en mantas. —Joder como estas de helada. —Su voz sonaba preocupada y la abrazó— ¿Por qué no avisaste? Hubiera traído más mantas para ti. —Te…te…tengo…mu…mu…mucho…frr…frio. —Dijo temblando. —Buscare ayuda.

*** —La chica está presentando una primera etapa de hipotermia, rumbo a la segunda etapa. —Dijo Henry el medico más cercano de la aldea. —

¿Cómo lo sabe? —Pregunto con voz preocupada Rubén.

—Es incapaz de tocar su pulgar con su meñique, ese es el primer síntoma de que los músculos ya no funcionan. Debe mantenerla los más abrigada y cálida posible, todo cuidado es poco. Así que asegúrese de que este


caliente el resto del día. Si la temperatura corporal sigue descendiendo llámeme. Aquí está mi tarjeta. —Muchas gracias Henry. Lo acompaño a la puerta. —Otra cosa, la chica no ha parado de tartamudear su nombre. Creo que lo necesita. —No se preocupe, yo cuidare de ella.

Al despedir al doctor, subió como una flecha por las escaleras hasta el dormitorio de paula.

— ¿Qué…qué pa…pasa? —Preguntó paula, su voz apenas era audible. —Tienes que mantenerte caliente, bajaremos para que puedas sentarte frente a la chimenea. Te prepare una taza de chocolate caliente. Y envolviéndola en las mantas y cogiéndola en sus brazos la bajo al salón donde cuidadosamente la sentó en el sofá frente al fuego de la chimenea.

— ¿Estas mejor? Ella asintió.


— ¿puedo abrazarte? Ella volvió a asentir. —Gra…gracias. —No tienes por qué agradecerme. Además todo esto es mi culpa, no debí mantenerte todo ese rato afuera, soy un imbécil de verdad lo siento… Paula lo hizo callar colocando un dedo en sus labios. —No…No…es tú…cul…culpa. —Sonrió. Toda la tarde estuvieron en esa posición el rodeándola con sus brazos y ella respirando en su pecho. Mentalmente ella le agradecía por ese gesto tan noble que estaba teniendo el. El por otro lado aspiraba su aroma, la sentía cerca y aunque no enunciaba las palabras le estaba diciendo lo mucho que la quería. —

¿quieres subir a descansar?

Ella asintió.

La dejo en su cama envuelta en muchas mantas. Pero sus dientes tiritaban todavía. —Iré por más cobijas.


Rubén regreso con tres sabanas más y las estiro por su tembloroso cuerpo. — ¿Puedes dormir? —No…no sé. — ¿Quieres que me quede hasta que te duermas? Paula asintió. —Bien. Rubén se acomodó en el borde de la cama mirándola a los ojos. Es preciosa, dijo mentalmente. Delicadamente puso un mecho de cabello detrás de su oreja y ella sonrió débilmente. Luego de un rato de observar y observarla hasta verla quedarse dormida, llegó a la conclusión de que la amaba, simplemente la amaba. A ella a su carácter a todo lo que tenía que ver con ella. No cabía la menor duda de que haría por ella cualquier cosa. Apago la lamparita de noche. Le dio un último vistazo al cuerpo dormido de Paula y salió de la habitación. En mitad de la madrugada algo lo sobresalto haciéndolo despertar de golpe salió de su habitación para ver como seguía paula.


Al abrir la puerta se la encontró tirada en el piso con algunas mantas envolviéndola todavía. Se apresuró en recogerla y en colocarla de nuevo sobre la cama. —Pero, ¿qué te paso? —sonaba muy nervioso. —So...Solo…que...querí…a…ir…al…baba…baño. —Por Dios paula, estás muy helada. Voy a traerte una taza de té. —Ru…Ru...Rubén. — ¿sí? —¿Pu…pu…puedes

que…quedar…te…co…con…mimi…go…esta…

no...Noche? —Por supuesto que sí. Iré a traer tú té. —Gra…gracias. —Dijo aun temblando. Luego de que ella se bebiera el té, Rubén trajo sus propias mantas y se acomodó junto a paula, volvió a abrazarla y mantenerla calientita. Ella mentalmente volvía a agradecerle. Rubén estaba siendo muy atento con ella. Durante todo el día no la soltó ni un instante. Y en la tarde cuando sus abuelos llegaron él le explico todo lo que había sucedido. Le dio el mismo la sopa de apio que su abuela le preparo y la mantuvo acurrucada y cerca del fuego.


Rubén sentía la respiración de paula y pensó que estaba dormida y como ella no podía escuchar lo que él tenía para decirle. El comenzó: — ¿Sabes? Nunca me he sentido así por una chica, nunca, una vez llegue a pensar que sentía amor por Karen, pero estaba totalmente equivocado, al verte a ti entendí lo que es entumecerse por dentro, lo que es sentir que el corazón se te sale por la boca, lo que es sentir que tu pulso se ponga a cien. Durante todos estos meses me negué a mí mismo a reconocerlo. No quería admitir que me estaba enamorando de ti, tal vez por no querer lastimar a Iván o por no querer lastimarme a mí mismo. Pero un gran amigo me dijo aconsejo que decidiera ser feliz, y lo estoy intentando. Tal vez tu no sientas lo mismo que yo, pero estoy dando un gran paso contándote eso, sé que no puedes oírme, y probablemente esa sea la razón por la que te esté confesando esto ahora. —Pu…pu…puedo…oírte. —Murmuro ella. —que…. Se…sepas que… a mi… me… me… pasa… lo…. mismo. Al oírla hablar Rubén se tensó, pero al oír lo mismo su sorpresa se convirtió en una gran sonrisa. Como respuesta el, la abrazo aun mas y ella respondió aferrándose a su abrazo.


La noche paso lenta para Rubén quien no dejaba de sonreír mirando al techo. Aún seguía sosteniendo a paula mientras esta dormía profundamente. Al día siguiente esta ya estaba mejor, el medico regreso para chequear su estado. —Todo va marchando muy bien. Su temperatura corporal ya alcanza los 30° centígrados a este paso se recuperara en menos de lo que canta un gallo. —Muchas gracias doctor. —Dijo estrechando la mano el abuelo de Rubén.

En la habitación de paula estaba con jodie tomando una sopa de especies. —Tienes mejor cara. —Fue gracias a Rubén, él ha estado muy atento conmigo. —Ohh, mi hermoso nieto. Nunca antes lo había visto tan atento con algo que no sean sus videojuegos. Me alegra saber que te quiere tanto. —Y yo a él. —Vosotros, ¿no sois novios? —No, no lo somos.


—Dale tiempo es algo obtuso y obstinado. —Dígamelo a mí. —Sonrió paula. —Hola. —Dijo sonriendo Rubén entrando en la habitación. —Tienes mejor cara. —Dijo mirando a paula. —Sí, estoy mejor gracias. —Bueno yo os dejo solo. —Musito la abuela marchándose. —Me alegra saberlo. Ella sonrió. —

¿Qué tal tus músculos?

—Aun siento un poco entumecidas las piernas pero nada grave. —Aun estas un poco fría. —enuncio el tocándola. —¿Quieres que te prepare un baño? —

¿Podrías?

—Por supuesto. —Está bien muchas gracias. Cuando él estaba llenando la bañera ella dijo desde la cama: —No sabes lo mucho que anhelo un baño, ya me siento sucia.


—quieres que te ayude a levantarte? —Dijo el regresando a la habitación. —Si, por favor. —Si quieres puedo llamar a la abuela para que te ayude a desvestirte. —No, gracias, yo puedo sola. —ella lo dijo solo porque se avergonzaría muchísimo si la abuela de Rubén la ayudara a desvestirse.

Al entrar en el baño se zafó de todas las ropas que tenía puesta y las arrojo al suelo. El total fue: tres camisas, cuatro sudaderas, cuatro pantalones de algodón, dos chaquetas y un abrigo, más los siete pares de calcetines. El agua de la tina estaba muy tibia fue tan agradable sentir ese calorcito en su piel. Que se quedó ahí por un buen rato. Al cabo del tiempo el agua empezó a perder su calor y ella salió. Busco entre sus cosas ropa limpia y se vistió. Estaba mucho mejor la verdad. Bajo las escaleras y no vio a nadie. Se paró frente a la chimenea y entonces vio las fotos que enmarcaban los portarretratos. Había una de una joven de cabello rubio y ojos marrones sonriendo y cargando a un niño de ojos verdes y cabello claro, vio otra con la misma chica de antes abrazando a un joven muy parecido a Rubén. Entonces se dio cuenta de que ellos eran los padres de él. Le sorprendió ver otra foto con los padres de Rubén, y Rubén de


pequeño abrazando a otro niño como de su misma edad. ¿Quién era ese niño? Se preguntó. Se parecía bastante a la madre de Rubén. Decidió abrir la puerta de la calle y en el porche de la fachada estaba Rubén tomando un vaso gigante de chocolate humeante. —

¿Quieres sentarte? —Dijo al verla.

—Sí, gracias. —El de inmediato la envolvió en la gruesa manta que cubría sus hombros. —

¿Quieres un poco? —Dijo ofreciéndole chocolate.

—Sí, gracias. —El saco otro vaso igual al que el sostenía en sus manos y vertió la humeante bebida en el vaso que sostenía paula. Al probarlo, ella soltó: —Está muy rico. —Mi madre hacia el mejor chocolate y me enseño hacerlo. — ¿Aun la recuerdas? —A veces, sí. Pero más recuerdo a Sam, era mi hermano. —

¿Qué le paso?

—Iba en el auto con mis padres cuando tuvieron el accidente. —entonces a si fue que murieron.


—Sí. —Lo siento mucho de verdad. —Descuida. —Le sonrió. Se abrazaron mientras ambos veían sentados desde el porche de la casa como nevaba. —Rubén —

¿sí?

¿Es cierto todo lo que me dijiste anoche?

—Muy cierto ¿Por qué? —Porque estoy asustada, muy asustada realmente. —admitió mirándolo a los ojos. —Jamás he sentido cosas así por nadie. —Ni yo, pero no tengas miedo, no pienso lastimarte ¿vale? — dijo acariciando su rostro y sin nada más que decir la beso presionando suavemente sus labios con los de ellas. En ese preciso instante ambos sonrieron. —Llevaba mucho tiempo deseando hacer eso. —Me alegra saber que tú te sentías igual. —Es perfecto estar aquí así contigo, no quiero que nunca se acabe.


—Ni yo. La nieve continúo descendiendo del cielo frente a ellos, y ellos continuaron observándola. — ¿Tienes frio? —No. —Sonrió. —Ven—Dijo poniéndose de pie y extendiéndole su mano— quiero presentarte a alguien.

En las pocas casitas de madera que se veían alrededor de la casa de los abuelos estaba un bar, en donde todas las personas vecinas podían ir a calentarse con chocolate caliente, con el fuego de la chimenea, o ir a tomar una cerveza, incluso a cantar al karaoke. Al entrar a la taberna se sentaron en uno de los taburetes de la barra y ambos tomaron un vaso de chocolate caliente. — ¡Ohh parece que ya llego quien esperábamos! —Rubén se levantó camino a la puerta y Paula se giró en su asiento para ver de quien se trababa. Rubén abrazaba y saludaba con un puño a un joven rubio muy alto que vestía totalmente de negro.


—Querido amigo ella es Paula. Paula él es Tomas. —Dijo Rubén acercándose a ella y Tomas extendiéndole su mano a la joven. —Un placer bella dama ¡Valla! parece que es más guapa de lo que me comentaste. Paula tenía una sonrisa de oreja a oreja dibujada en la cara. Tomas era todo un caballero y sin duda alguna todo un conquistador. —El placer es todo mío. —Respondió aun sonriéndole. — Por cierto, no sabía que le comentabas sobre mí. —Dijo dirigiéndose a Rubén. —Pues sí, lo hace. —Dijo Tomas sonriendo. —¿Buscamos una mesa? —Seguro. —Accedió Rubén. —aquí esta genial. —Dijo paula sentándose en una de las mesas junto a la tarima. Tomas se encargó de hacerle todo tipo de preguntas acerca de ellos, ¿Dónde se conocieron? ¿Cómo? Y la más importante de todas: — ¿son novios, ya? —Joder tío, acabas de estropearlo todo. — ¿A si? —Sí. —Afirmo. Se giró a paula y la vio directamente a los ojos. —Tenía pensado preguntártelo hoy.


—Pensé que ya estábamos saliendo, pero adelante. Tomas los veía con una sonrisa de medio lado, se sentía tan feliz por su amigo, al fin había encontrado una gran chica. — ¿Qué te parece sí, me haces el chico más feliz de todo el mundo regalándome tus sonrisas, permitiéndome estar a tu lado, haciéndome reír, cabreándome con tu mal carácter y tu sarcasmo, dándome la oportunidad de tomar tu mano y abrazarte, hacerte llorar de la risa cuando tengas un mal día y no querer jamás que te vallas de mi lado… que te parece? Paula tenía una sonrisa que le partía la cara en dos, eso era sin duda alguna lo más bonito que alguien le haya dicho. Asintió como una loca varias veces y lo abrazo muy muy fuerte como si su vida dependiera de ello. —Me parece estupendo. —Respondió Paula besándolo en los labios —Ustedes dos son adorables. —Dijo Tomas observándolos. —Ella lo es. —Dijo Rubén. —No, tú lo eres. —Okey, okey ya ambos lo son. —¿Qué tienes planeado para navidad? —Inquirió Paula obviamente queriendo cambiar de tema.


—No lo sé, tal vez valla a Bilbao a visitar a mi familia. —Tu familia es de Bilbao? Pensé que eras de aquí. —Mi madre lo es, mi padre es suizo. Ellos se divorciaron cuando cumplí doce, así que alterno las navidades, un año con mi madre y el siguiente con mi padre. —Wow, ¿y eso te agrada? —La verdad es que si, aunque preferiría que aun estuvieran juntos pero bueno, me da la oportunidad de viajar todos los años. Es genial por un lado ¿Qué hay sobre ti? —Soy de Venezuela, toda mi familia esta allá. — ¿Cómo llegaste aquí? —No te lo he contado, pero ella es una cerebrito. —Dijo Rubén sonriendo. —La verdad es que, obtuve una beca para estudiar fuera. Pase dos años enteros solicitándola y gracias a mi promedio la obtuve, y bueno aquí estoy, parece más fácil de lo que es. —Valla, entonces sí que eres una genio. —Vez, te lo dije. —Añadió Rubén. —No lo creo, solo me aplico y ya está ¿Qué hay sobre ti? ¿Estudias?


—Sip, estoy estudiando idiomas en la universidad estatal. Me va bien a decir verdad. —Eso es genial. Estuvieron hablando de todo un poco durante varias horas, cuando ya estaba oscureciendo del todo decidieron despedirse, Rubén le hizo promete a Tomas que se iba a pasar por Madrid en el verano para charlar un poco y echarse unas partiditas en la consola.

Los días pasaron volando como que si el tiempo quisiese llegar de primero en una maratón. Rubén y Paula no podían estar mejor el uno con el otro, realmente lo que sentían era amor. Una fuente inagotable de amor incondicional creció en sus corazones llenando cada espacio y cada vacío. Risas, abrazos y besos, de eso vivían cada día. Era casi imposible estar separados, así que nunca lo hacían. Los abuelos de Rubén, jodie y loe los observaban fascinados, como ambos se comportaban como lo hacían ellos cuando eran adolescentes.

Así trascurrieron las pocas semanas del mes de diciembre.


El paisaje frio de invierno aun adornaba el ambiente, haciendo que ambos jóvenes se acurrucaran para ver películas mudas, y para aplacar el frio del otro.

Capítulo XXII La mañana siguiente era la del veinticinco de diciembre, todos se habían levantado muy temprano para preparar la mesa y poner el arbolito, paula se ofreció a cocinar algunos platos que eran tradicionales para ella, como las hallacas y el pan de jamón. Los abuelos de Rubén habían ido al pueblo a comprar el pavo y el vino y Rubén seguía colgándole guirnaldas al árbol de navidad. Todo estaba quedando precioso digno de una nochebuena para recordar. Paula llamo a su familia para desearle buenos deseos La video llamada por Skype resulto ser muy conmovedora. En la pantalla del portátil de paula, se veía el comedor de su casa, con toda su familia reunida cenando, estaba su mama, su padrastro, su abuela su hermana y su cuñado todos sonriéndole a la web cam. Ella al verlos se emocionó


mucho e hizo lo mismo colocando su portátil en la otra punta de la mesa para que su familia viera su cena navideña con los abuelos de Rubén y el. Al terminar la cena todos se levantaron y se abrazaron dándole gracias a Dios por ese bello momento. Rubén había comprado un obsequio para paula. —

¿Qué es? —Pregunto cuando este le entrego una caja blanca con un lazo rojo.

—Ábrelo es para ti. —No tenías por qué molestarte. Quito el lazo y destapo la cajita, — ¡Ohh, es precioso! —exclamo sacando un esfera de vidrio que tenía en su interior una casita como la de los abuelos de él, la cual si la agitabas daba la sensación que nevaba. —Gracias es preciosa. —Como tú. Ella le sonrió muy ruborizada.


Capítulo XXII Llego nochevieja, faltaban tres minutos para que sonaran las campanas anunciando que el año viejo se iba y dándole la bienvenida al nuevo año. Paula estaba sentada en su habitación hablando por Skype con su mamá. Se viro para ver quien tocaba su puerta y ahí en la entrada de su habitación estaba Rubén parado con dos velas en cada mano. —Pasa —dijo ella. — ¿quieres bajar? Ya van a colocar el conteo en la televisión — si por supuesto. —tomando su portátil con ella bajo las escaleras. Aún seguía la video llamada con su madre. —Cuando el contador llegue a cero, soplas la vela y pides un deseo. Ten. —Y le entrego la vela. Se pararon frente al televisor con la mano derecha sosteniéndola vela y con la mano izquierda sosteniendo el portátil.


El conteo ya había comenzado:

¡3! ¡2! ¡1! ¡O!

— ¡FELIZ AÑO! —Se escuchó, junto con un sin fin campanas. Los abuelos de Rubén seguían abrazados en el porche de la casa y ella ya había soplado su vela y pedido su deseo. Lagrimas corrían por sus ojos al sentir esa emoción tan familiar que aparece en tu corazón cada vez que un nuevo año está comenzando. Rubén sostuvo su rostro entre sus manos y le dio un largo beso que la hizo estremecer. —Tú fuiste mi deseo. —Dijo él. Al oír eso su corazón se ensanchó tanto que sentía que se le iba a salir del pecho y se echaría a correr. —Y tú fuiste el mío. —dijo ella. Felicidad mucha pura y dura, felicidad. Así era como se sentía. Nada en este mundo se igualaba a lo que ella sentía por él y el por ella.


Mili observaba la escena encantada al otro lado de la pantalla. Al fin su hija había encontrado el amor, de la mejor manera posible.

*

* *

Las vacaciones navideñas terminaron y a principios de enero era tiempo de regresar a casa. Luego de una larga y cariñosa despedida, ambos jóvenes volvieron a Madrid a seguir con sus vidas, en el avión Paula se durmió en el brazo de Rubén. Este por más que lo intentaba no podía dormir ¿Cómo le iba a contar todo lo que había pasado entre ellos a Iván? Y ¿cómo este se lo iba a tomar? No quería perder a Paula y mucho menos a Iván, eso estaba claro pero las circunstancias eran difíciles y complicadas en ambos casos. Al salir del aeropuerto cogieron un taxi que los llevara a su destino. Paula lo notaba distante, Rubén no dijo palaba en todo el viaje, y eso la preocupada de algún modo. — ¿Qué te pasa? —preguntó.


—Nada. —Respondió con su cara inexpresiva. —Me vas a contar que te pasa, de una buena vez? —Ya te dije que no tengo nada. —no te creo. —Es…sólo…que… —Vamos, no te cortes, dime. —Iván. Me preocupa pensar que mi amistad con el acabe por lo que nosotros tenemos. —Iván, debe de entenderlo, yo nunca le di razones para que él se ilusionara. —Lo sé, pero a veces suele ser muy emocional. —Ya hablaremos con él. —No encuentro ni siquiera, las palabras adecuadas para explicárselo. —Ya las encontraremos…juntos. —Dijo tomándolo de la mano. —De acuerdo. —Dijo plantando un beso en sus labios, lo que a ella le hizo sonreír.

*

* *


— ¡Por Dios, como te extrañé, paula! —Exclamó Claudia en el lumbral de la puerta del apartamento de Paula. — ¡Valla pero que cálida bienvenida! —Espetó Paula abrazándola con fuerza. —Oh Pau, como te eché de menos ¿Qué tal tus vacaciones? —Se integró Mia. —Te vez bien. —Dijo sonriendo. —Me siento bien. Las mejores vacaciones de Navidad de mi vida, seguramente. —Valla, valla ¿y eso por qué? —Pregunto coquetamente Claudia batiendo sus pestañas. —Desembucha. —Sonrió Mia. — ¿Por qué mejor no me ayudan a desempacar? —Oye, ¿estas tratando de desviar el tema? —La regaño Claudia. —Eso no te va a funcionar, te aviso. —Solo entren, por favor. *

* *

Mientras desempacaban, Mia contó lo increíble que se lo pasó en Acapulco con sus primos, y su adorable hijo Alejandro que cumplió sus cuatro años, el veintitrés de diciembre. Claudia por


otro lado relató los acontecimientos de todas las noches que se fue de marcha con Paty por los clubes nocturnos de Barcelona, hasta conoció a alguien en noche vieja, que según ella es encantador. —La ultima sudadera para guardar. —Dijo cerrando el tercer cajón de la cómoda. — ¿Y tú que tal paula? No has dicho casi nada, ¿Qué tal te fue con casanova? Sonrió por el apodo que le coloco Claudia a su chico. —Rubén es increíble, la casa de sus abuelos es preciosa, y bueno los Alpes fue toda una aventura para mí. —y ¿que hay sobre ustedes? ¿Arreglaron todas sus mierdas? —Se puede decir que algo más. —wou, wou. Espera—Dijo Claudia poniendo ambas al frente. — ¿Cómo que algo más? —Sí, ¿a qué te refieres? Paula les respondió con una sonrisa amplia y con la mirada más picara en sus ojos. —Ohh por dios, ¿es lo que me estoy imaginando? ¿Ustedes dos…? Paula mordió su labio inferior sonriendo y asintiendo.


—No lo puedo creer, eso es fantástico. —Dijo Mia, casi gritando. —Sabía que no me equivocaba al pensar que ustedes parecían un matrimonio. Vez te lo dije. —Dijo volviéndose a Mia. —Síp, tiene razón. Me lo dijo. — ¿Y bien? quiero saberlo todo. —Continuó Claudia. Paula empezó a relatar todos los momentos preciosos y no tan preciosos que pasó con Rubén, incluso les mostró la fotografía que le tomó, cuando él estaba en calzoncillos en medio de la nieve cumpliendo su penitencia. También les conto cuando se puso malita, logro preocuparlas por un momento, pero era más que obvio que ya estaba tan sana como siempre. Charlaron toda la tarde y mitad de la noche, hasta que las chicas decidieron regresar a su planta.

A las diez con treinta y siete minutos de la noche, Rubén llamó con sus nudillos a la puerta de Paula. —Hola extraño—Le sonrió esta. —Te vez preciosa. —Eh… muchas gracias, es la primera vez que alguien me dice que estoy preciosa cuando mi cara está cubierta de mascarilla verde.


—Cabe destacar, que siempre estás preciosa. —Valla, dos cumplidos en menos de una hora, si fueras un vecino común pensaría que quieres que te dé un poco de azúcar. —Pero no soy un vecino común, ¿cierto? —Cierto. — ¿y tú punto es? —Mi punto es, ¿qué demonios haces aquí? — ¿Qué? ¿Ahora un novio no puede visitar la casa su novia? —No a estas horas. Por cierto me encanta que digas que soy tu novia. Amo como suena. —Sonrió. —Yo también lo amo, créeme, bien me preguntaba, si te interesaba jugar algún videojuego conmigo. —¿En que eres bueno? —En todo de hecho. —En todo, ¿eh? —Sip. —¿tienes mortal Kombat? —Eh… Por supuesto.


—Entonces prepárate para que una chica pateé tu trasero. —Dijo cerrando la puerta detrás de ella. — ¿no piensas lavar tu cara? —No, me la puedo quitar hasta dentro de quince minutos, ¿Qué pasa? Dijiste que me veía hermosa, ¿no es así? —Dijo batiendo sus pestañas y sonriendo ampliamente. —De hecho dije que estabas preciosa. —Dijo abriendo la puerta de su casa.

Acomodándose en el sofá gris que estaba en medio de la sala y prendiendo la tele de plasma, Rubén inserto el juego en el PlayStation. Era momento de elegir a los jugadores, Paula eligió a la vampiresa de nitara como jugador y Rubén a Kenshi. La primera pelea estaba por comenzar. Rubén con su mando en la mano se apresuró a atacar con su espada y paula en un ágil movimiento de dedos, logró hacer que su jugadora lo esquivara. —Te dije que era buena. —Veremos. —Sonrió, acercando su jugador al de Paula.


Paula procedió a atacarlo, y Rubén hizo que su jugador moviera su espada, haciendo que Paula retrocediera un poco, luego se aproximó a él en un rápido movimiento, abalanzándose y mordiéndolo en el cuello, lo que hizo que la pequeña muñeca escupiera un pedazo de carne, luego salto sobre él y lo derribo. —Te gane. —Admitió ella sonriendo. —Aún no hemos terminado. —Dijo el sonriendo y arrugando la frente. Jugaron varias rondas y en todas Paula lo venció. —Wou, wou ¿Cómo hiciste eso? —Pregunto sorprendido al ver como paula hizo una maniobra que hizo que su luchador callera tendido en el piso lleno de sangre. —No lo sé. —Respondió ella sonriendo coquetamente. Luego de veintisiete vencidas de paula, Rubén se dio por vencido. — ¿Me dejaste ganar? Eso fue realmente fácil. —creo que me he vuelto a enamorar de ti. — ¿Ah sí? —Sí, jamás he visto a alguien jugar así y menos a una chica. ¿Quieres quitarte eso ya de la cara? Me muero por besarte ahora mismo. —Lo que tú digas. —Dijo dirigiéndose al baño.


Al enjuagar su cara, se miró en el espejo del baño ¡Por Dios! No se ha podido borrar esa sonrisa boba de su cara en toda la noche. — ¿mejor? —Pregunto Sentándose en el sofá. —Mucho mejor. —Dijo el poniendo sus manos a cada lado de su cara. — Eres la mejor luchadora de todos los tiempos. —Dijo besándola en los labios. Un beso largo y apasionado. Luego de unos segundos Paula echo su cabeza hacia atrás deteniendo el beso en el instante. No quería que pasara a algo más, en primer lugar porque no estaba lista para dar ese paso tan importante en la relación, en segundo lugar apenas y tenía un mes con Rubén, lo que quería decir que no había la suficiente confianza, no la necesaria para perder la virginidad esa noche. Si, así es jamás lo había hecho con nadie, supongo que era más que obvio. El movimiento evasivo de paula hizo reaccionar a Rubén, pensó que ella creería que se estaba propasando. —Lo…Lo siento. —Tartamudeo. —Descuida, solo que ya es muy tarde. — ¿quieres que te acompañe? —Cariño, vivo enfrente. —Tienes razón, cúlpame por querer pasar más tiempo contigo. —Buenas noches, nos vemos mañana.


—Que descanses. Al cruzar el pasillo y entrar a su apartamento, Paula se dispuso a dormir, colocó la alarma en el teléfono y apago la lamparita que estaba en una pequeña cómoda al lado de su cama. Pasó exactamente dos horas mirando el techo y escuchando los ruidos nocturnos de la calle que se infiltraban en el cristal de su ventana, sin duda alguna el culpable de su insomnio tenía nombre y apellido y una hermosa mirada color verde, ¿Cómo es que en tan poco tiempo, se había enamorado tanto de una persona? Por unos instante escarbo en su mente buscando el sitio y el momento en que empezó a sentir cosas por Rubén, era más que obvio que al principio lo veía como el típico pringado que iba de flor en flor sin ningún dolor. Tenía expectativas muy altas en los hombres, tal vez vio algo más en Rubén en algún momento, ¿Cuál? No lo sabía, lo único que sabía era que nada se comparaba con aquello. Después de unos minutos más dando vueltas y recordando todo su viaje a Suiza, consiguió quedarse dormida. La mañana siguiente floreció con el irritante sonido del despertador. —Por Dios santo, debo cambiar ese tono. —Dijo Paula Bostezando, estrujándose los ojos y callando el molesto ruido. Lo primero en su pantalla del teléfono era el icono de un nuevo mensaje de texto, al instante la cara se le ilumino con una exagerada sonrisa. Sabía quién lo


enviaba, era más que obvio por la gran foto de Rubén sacando la lengua que cubría toda la pantalla. *Buenos Días, pequeña ¿Cómo dormiste anoche? Yo sinceramente no pude, es loco, pero antes dormía para soñar contigo, ahora no duermo pensando en ti.* Con una enorme sonrisa en sus labios escribió: *sabes, cada vez que me dices algo como eso mi alma se eleva. Siento que te amo cada día más, y no podía dormir anoche, pasaste una eternidad en mi cabeza, debes dejar de enloquecerla* Se paró rápidamente de la cama y se lavó los dientes. Con la boca llena de pasta dental leyó la contestación de Rubén. *Me alegra oír eso, ahora ¿serias tan amable de abrir tu puerta? necesito besarte, si no el que enloquecerá seré yo.* Escupió los restos de pasta antes de enjuagarse, y como un rayo paso por el pasillo, abriendo deprisa la puerta de la calle. Ambos sonreían escandalosamente, tanto así que con solo verlos hacia que te dolieran las comisuras de la boca. Ninguno de los dos se dijeron nada, pero sus ojos sí que sabían hablar. Amor puro y verdadero emanaba desde lo más profundo de su ser, como y cuando no se sabe pero ahí estaba, tan brillante y tan visible como un faro de luz en la costa


del mar. Sin más que nada, se besaron. Era casi imposible separarse el uno del otro, habían vivido tan poco juntos, se conocían precariamente y sin embargo, ahí estaba el sentimiento inundador en sus corazones. Dicen que los amores sin ¿Cómo? Y ¿Por qué? Eran los mejores, no había mucho que pensar, mucho que conocer solo era espontaneo, algo que era capaz de mantenerse a flote por más mínimo que fuera, no habían recorrido mucho juntos, pero si había que caminar y ¿que mejor forma que agarrados de la mano? —Te amo. —Suspiro él. Y hay estaba la palabra esa palabra capaz de transformar todo en un mismo microsegundo. —También te amo. —Suspiro ella. Tan sincero y real como lo había dicho el.


Capítulo XXIII Era cinco de enero, faltaban tres días para el reinicio de clases, y la sonrisa tonta de enamorados aún no se iba de la cara de Rubén y Paula. El trascurso de su última semana de vacaciones la disfrutaron caminando tomados de la mano por el parque, comiendo helados y yendo al cine algunas noches. Vamos todo lo que una parejita de novios hace, usualmente. Esa tarde la habían pasado fuera de casa. Un paseo por las calles de Madrid era de lo más romántico. Luego de charlar y tomarse algunas que otras fotos con la Nikon de Paula, se dispusieron a regresar a la planta.


Rubén le sugirió ir a cenar a su apartamento pero paula ya había quedado con Claudia y Mia en una especie de pijamada. Se despidieron con un casto beso en los labios y separaron sus caminos.

Al llamar a la puerta del piso de Claudia y Mia, estas la abrieron en conjunto recibiendo a paula en un gran abraso de oso invitándola a entrar. —Como las quiero chicas. —Y nosotras a ti. —Dijeron al mismo tiempo. —Aunque no te perdonamos, tu abandono de toda la semana. —Ay vamos Clau, la chica ahora está en una relación. Hablando de relación ¿Cómo va eso? —Increíble, Rubén es magnífico. —eso es lindo oírlo.

Blah, blah, hablar de chicos en una pijamada es fundamental. Claudia, contó que el chico de Barcelona le estuvo mensajeando en la semana, y bueno Mia nada de nada, aun no estaba lista en ningún aspecto para


comenzar una relación, o eso más o menos era lo que ella decía, pero es obvio que todos quieren ser amado por alguien. De eso se trata ¿cierto? Venimos a este mundo para ser complementados, por algo o por alguien, mayormente por alguien, y nos pasamos la mayor parte de esta buscando a ese alguien, porque vivimos con la mentalidad que al encontrarlo seremos felices, sin tomar en cuenta que la felicidad no solo es el amor, forma parte de amar y de ser amado, pero no lo es todo, tampoco se puede simplificar en un estado de ánimo transitorio o momentáneo, simplemente es sentirse completo, contigo, con el mundo, con todo en general. Para muchos puede significar algo este concepto pero para otros no. Independientemente de que sea o no la felicidad, en esta vida debemos decidir ser feliz, no solo para complacernos si no para complacer, porque muchas veces nuestra felicidad es la razón de la felicidad de alguien más. —Mia, Mia ¿Cuándo te vas a dar una oportunidad? —Resopló Paula. —Es cierto mujer, ya sal de ese caparazón. —La regaño Claudia, untando su cucharilla de helado de vainilla. Paula inhaló aire por la nariz. —Respira aire puro, eres joven, bonita, y divertida, alguien que estuviera realmente loco no se fijaría en eso. —Vamos chicas, tengo como veinte kilos de más.


— ¿y qué? Que tu aspecto no te deprima, acéptate y amate tal cual eres, porque si tu no lo haces nadie lo hará por ti. —Dijo Claudia. —Solo un demente me querría. —Son los dementes los que inventaron el amor. —Sonrió Paula. —Eso es cierto, mira Paula y Rubén quien iba a decir que después de tantas peleas iban a terminar amándose tanto. —Como dicen por ahí, los que pelean se aman. —Espeto al fin Mia.

*

* *

La mañana siguiente ya por fin era sábado, la luz del sol de las siete am, les pegaba directamente en el rostro gracias a las enormes puertas francesas que estaban en la sala del piso de Claudia y Mia. La primera en levantarse fue Paula, le dio tiempo de asearse y preparar el desayuno antes de que sus dormilonas amigas lograran saludar la fría mañana del sábado. — ¡Vamos, vamos a despertarse! —Exclamo dándole a la sartén con una cuchara. —Santo Dios, y ahora ¿qué mosca te pico? —se quejo Claudia boca abajo.


— ¡Vamos, chicas es hora de levantarse arriba, arriba! —Dijo quitando sus cobijas. — ¿Estás loca verdad? Ningún ser humano madruga un sábado. — refunfuñó Mia. —Bueno, pues ya tienes la excepción ¡ARRIBA! —Siguió animando Paula. —Vale, vale, por el amor de Dios, ¡ya desperté! ¿Vale? ¿Lo ves? Ya desperté. —Dijo Claudia quitándose hebras de cabello rubio de la cara. —Les hice el desayuno, espero que les guste los panqueques un poco quemados. —Que considerado, de tu parte. —Musitó Claudia tomando asiento en una de los taburetes de la barra de la cocina. —Lo sé, soy un amor. —Paula querida, a veces las personas habla con sarcasmo. —Quiso aclarar Mia. —Sí, lo sé. —Sonrió. Luego de acabar con el desayuno, se alistaron para salir al centro comercial, y hacer unas compras de último minuto.

* * *


—Bueno queridas mías lo primero en la lista son, faldas de verano y sandalias de corte bajo. —Aún falta mucho para el verano. —Señalo Paula, viendo como una mujer de unos veinte años paseaba a una bebita en un coche rosa por el primer piso del centro. —Ni tanto, confía en mi hay que ir por ello. —Dijo Claudia examinado un pedazo de papel con tinta azul. Entraron a todas las tiendas de prendas para mujer que habían en el centro, no hubo una en la que no compraron algo, sin embargo Mia estaba un poco irritada, al no encontrar en diversas oportunidades la talla que buscaba. —Oh vamos mujer, en esa tiendo solo compran calaveras. —Trato de convencerla Claudia. —Sí, créeme que ni yo entro en las jeans tan pequeños que venden. — Añadió Paula. —Venga, joder ya quita esa cara, ya verás que encontraremos algo en lo que te veas fabulosa. — ¿Tú crees? — ¿Que si lo creo? Estoy totalmente segura de eso.


Al entrar en la última tienda el ánimo de Mia se elevó un poco, compro algunas prendas bellísimas, y en todos los artículos que vendían tenían su talla. Al ver como lucía en un vestido color turquesa, paula y Claudia sonreían mientras que Mia hacia una especie de pasarela en el área de probadores. El teléfono de paula vibro, al desbloquear la pantalla el icono de un nuevo mensaje apareció como notificación y la imagen de Rubén sacando la lengua alertaba el emisor del mensaje. El mensaje ponía: *Necesito hablar contigo es importante*

Al leer aquello un pequeño pánico se acumuló en su estómago ¿a que venía esto ahora? ¿Qué ocurría? —

¿Qué ocurre? —Inquirió Claudia arrugando su frente. La cara de Paula se había transformado por completo paso de” extrema sonrisa-que dividía-su cara-en-dos” a la expresión de “algo– anda-mal”

—No lo sé, Rubén acaba de mandarme un texto quiere hablarme. Lo siento pero voy a tener que irme. —Oye pero ¿todo está en orden?


—Eso es lo que voy a descubrir, por favor discúlpame con Mia, pero de verdad debo irme. —No. tranquila, estaremos bien, tú ve. —Gracias, clau. —Se despidió abrazándola.

***

El recorrido en el metro se tornó eterno y al fin al bajarse de la estación que le correspondía, el camino hacia las residencias universitarias no tenía fin, camino tan rápido como pudo que estaba su frente se llenó de una ligera capa de sudor. Al subir las escaleras no titubeo en llamar a la puerta del apartamento de Rubén pero nadie respondió, intento tres veces más y nada. Quiso mandarle un mensaje, pero decidió que era mejor esperar a que llegara y este fuese a hablar con ella. La tarde se tornó amarga en el piso solitario de Paula, recibió mensaje de Claudia, preguntando como estaba todo y a que se debía aquel rollo del mensaje, pero Paula no le respondió. A las seis y media de la tarde se escucharon pasos en las escaleras y Paula decidió echar un vistazo por la mirilla de la puerta. Vio a Iván y a Rubén


abrir la puerta de su apartamento, junto con dos maletas a cada lado de ellos. Era obvio lo que significa. Iván había regresado de sus vacaciones. Preocupación dura y taladrante fue lo que sintió la joven, ¿será que algo iba a cambiar en su relación, y por eso había recibido ese mensaje de Rubén? Se preguntó, decidió no atormentar a su cabeza, lo dejó estar y antes de sacar conclusiones, prefirió esperar a oír lo importante que tenía Rubén para decirle. Al apagar su lamparita de noche y colocar su alarma en el teléfono, se dio cuenta que Rubén no le había dejado ningún mensaje. Algo raro estaba pasando, ¿será que era por el regreso de Iván? La pregunta la mantuvo despierta por muchos minutos hasta que le empezaron a pesar los ojos y se durmió. El sonido irritante de la alarma anunciaba el comienzo del día. Al desactivarla se percató que no había ningún mensaje de buenos días de Rubén. Entonces decidió ella dejarle uno. *¿Qué, Hoy no hay mensaje de buenos días?* La contestación fue inmediata. *lo siento bonita, anoche me acosté súper tarde ayudando a desempacar a Iván que llego de viaje en la tarde.*


Ella respondió: *lo sé, los oí llegar anoche ¿Cuándo pensabas decírmelo?* Y él respondió *supongo que te lo estoy diciendo ahora* Ella contesto: *me refiero a que podías habérmelo dicho ayer mismo. Por cierto ¿a qué se debe tu mensaje, de “tenemos que hablar”? ¿Qué va mal? El contesto: *preferiría hablarlo personalmente* A lo que ella respondió: *bien, como quieras* Algo no precisamente qué, la hizo enfadar ¿Qué era? ¿Su mensaje serio diciendo “tenemos que hablar”, que no le haya mensajeado el resto del día de ayer, que no le haya mandado su usual mensaje de ¨Buenos días” o que sentía que la llegada de Iván iba a afectar lo que tenían o bien todas las anteriores? Retiro esos pensamientos de su cabeza y continúo con su rutina de la mañana, hasta que leyendo un párrafo de su libro favorito, fue interrumpida con el llamado de la puerta.


Era Rubén el que estaba parado al otro lado del lumbral de la entrada. El corazón de Paula latía a ciento por uno, más de lo normal cuando lo veía, pero esta vez no solo era emoción lo que sentía si no miedo. Miedo a lo que el podía decir. —Hola extraña. —Sonrió. Al menos su tono sonaba casual y como de costumbre. —Hola extraño. —Lo saludo y le devolvió la sonrisa, pero la de ella era una sonrisa de alivio. No va tan mal después de todo, pensó. —Pensé que tenías algo que decirme ¿Qué es? Ven pasa. —Tengo miedo. —Confeso sentándose en el mueble. —De que ¿Por qué? —Pregunto Paula arrugando la frente y sentándose junto a él. —Miedo a perderte, no lo sé. — ¿Lo dices por Iván? —Exacto, tampoco quiero perderlo a él, ha sido a mi amigo desde que era un niño. —Tranquilo, no va a pasar nada malo, te lo aseguro. Él lo va a tener que entender y aceptar. —No lo viste como se puso, cuando le confesé que tú y yo salimos a comer una pizza. Se puso furioso, en ese momento ya yo estaba sintiendo


cosas por ti, pero para no lastimarlo creé una barrera impenetrable entre tú y yo, no quería lastimarlo a él, pensé que si te apartaba de mí, mis sentimientos cambiarían, pero no fue así. Me enamore tanto de ti Paula, que no podía pensar, y me daba coraje cada vez que tenía que fingir odiarte, pero luego no pude más, decidí ser feliz. Ser feliz a tu lado, darme una oportunidad e intentarlo, le doy gracias al cielo todos los días de mi vida, por tener el valor de confesarte esa noche que estaba loco por ti, y estoy el doble de agradecido haberte escuchado diciéndome que te sentías igual. Te amo, y esa es mi verdad. La única que se, y en la única que creo, pero… —Shhu. —Lo hizo callar colocando su dedo en sus labios. —No hay peros que valgan, tú me amas, yo te amo, no existe espacio entre eso. Me alegra que fueras sido sincero conmigo. Respecto a Iván lo solucionaremos juntos ya veras, si él te aprecia tanto como tú a él, querrá que seas feliz, y lo terminará aceptando. Rubén se acercó a ella y la abrazo, sabía que sus palabras le transmitían confianza, podía creer en todo lo que ella le dijera, y por un momento se olvidó de todo, estando en sus brazos era la mejor forma de hacerlo.

Después de charlar Rubén se despidió de Paula, asegurándole que mañana hablaría con Iván, explicándole todo. Paula por su lado, estaba


inquieta, no quería irrumpir en su amistad y mucho menos acabar con ella, sabía que sus acciones estaban acarreando consecuencias, pero ¿Cómo puedes dejar de lado tu felicidad? No es egoísmo, ni mucho menos, pero los seres humanos venimos a este mundo a disfrutarlo al máximo, la frase cliché: “La vida es una sola, vívela como si fuera el ultimo día.” Aplica muy bien en todo momento en el que tu felicidad se vea afectada.

A las 5:03 de la tarde Paula quiso visitar a Rubén, suponía que para ese entonces ya Iván estaba a al tanto porque Rubén le habría contado lo suyo. Toco varias veces la puerta y luego abrió, el sonriente de Iván. Era más que agradable para Iván volver a ver a paula, los sentimientos que tenía por ella estaban a flor de piel y aún más cuando la tenía tan cerca. —Paula que gusto volver a verte, te extrañe muchísimo todas las vacaciones. —Exclamo. Era más que obvio para paula que Rubén no le había contado nada a su amigo, o si no, este se lo tomo mejor de lo que esperaban. —Hola, Iván, también es gusto volver a verte.


—Y ¿que tal como lo pasaste con Rubén, en Suiza? —Muy bien gracias. ¿Rubén no está en casa? —Ehh no, se acaba de ir un momento al mercado, a comprar unas cosillas. Ven pasa por favor. —No es necesario de verdad, puedo esperar a que venga en mi casa. —Ohh vamos, es un nuevo año, pensaba que mis deseos de noche vieja se iban a ser realidad. —No entiendo ¿a qué te refieres? —Paula necesito hablar contigo, todas las vacaciones estuve pensado sobre esto, y llegue a la conclusión de que lo correcto es decirte lo que siento por ti. Desde la primera vez que te vi quede flechado por ti, no sé si te diste de cuenta, pero la cosa es.... que te amo Paula Ruiz, y si no te lo dije antes fue porque soy un cobarde, pero ya no más, no quiero pasarme la vida pensando en que voy a fallar sin ni siquiera intentarlo. Listo lo dije. La mente de paula era un laberinto ¿qué camino tomar para huir? No sabía Estaba perdida, muy perdida. No respondió absolutamente nada.

Iván comenzó a preocuparse, la expresión de paula era inescrutable, ni un gesto ni una expresión. Nada.


Y por el otro lado, al final del pasillo se encontraba Rubén con una bolsa llena de comida en cada mano, escuchando todo lo que pasaba, en el frente de la casa. Iván al ver que Paula seguía sin decir ni mu dijo: —Estas muda? Por favor dime algo. —Pe…perdona, no tengo nada que decir, esto es un shock… Mira Iván yo… siento mucho, decirte esto, pero… es que yo y Ru…. — ¡Hola colegas! —Interrumpió Rubén. —Por Dios el súper, sí que estaba lleno, al parecer las compras navideñas no son tan caóticas, como las de enero. Por cierto ¿Qué hacéis aquí ustedes dos? —Ehh nada, Paula quería verte. — ¿A sí? —Yo…yo.... yo solo…. —Tartamudeo la chica. —Ahh ya, el trabajo de historia está más que terminado tontita, te lo pasare por email, en un momento. —Rubén trato de desviar el tema, lo mejor que pudo, pero el nudo en la garganta que tenía lo estaba ahogando, su mejor amigo se había enamorado de la misma chica que el, no había escapatoria para darle un poco de color a la imagen. —Paula ¿qué te parece si te quedas a cenar? —Le propuso Iván.


—No gracias, tengo cosas que hacer. —Su voz sonaba como un gemido, estaba reprimiendo las lágrimas que amenazaban rodar por sus mejillas. Rubén lo noto, de inmediato al ver sus ojos vidriosos. —Venga tía, no seas aguafiestas. —Insistió Iván. —Iván creo que Paula, prefiere estar sola, déjalo ya, colega. —Vale, entonces nos vemos mañana, en el reinicio de clases no? —Por supuesto.

Al cruzar, el pasillo Rubén seguía con la mirada cada uno de sus pasos. Paula voltio su cabeza, y sus ojos llorosos, se encontraron con los de Rubén. Rubén en un rápido movimiento seco los suyos y ella entro a su apartamento, cerrando la puerta de un portazo. — Este es el fin. —Dijo mientras deslizaba su espalda por la pared hasta que, quedo sentada en el piso. —No me puedo creer que todo terminara así. —Musito entre el llanto, en la soledad de su salón. Abrió las cortinas de la ventana del balcón, y llamo a su Mama, la última vez que hablo con ella fue cuando llego a Madrid, de sus vacaciones de navidad.


La voz de mili era reconfortante para ella, hizo un gran esfuerzo en mantenerse fuerte, y no mostrar debilidad en su voz. Pero mili, sabía que había algo raro en su tono. — ¿Estas bien? —Pregunto angustiada su madre. —Un poco mama. — ¿Por qué, que sucede? —Es Rubén. Creo que lo nuestro es imposible. — ¿Por qué lo dices? Ustedes llevan tan poco tiempo juntos, no creo que sea imposible. Paula procedió a explicarle resumidamente todo lo que pasaba en su relación, y todo lo que pasaba referente a Iván. Mili escucho atentamente, hasta que paula termino. Mili Dijo: — Lo único que puedo decirte es que, si su amor es tan fuerte y tan grande como dicen, nada puede destruirlo, y mucho menos una tercera persona. Hija mía, las relaciones de pareja son muy complejas y mucho más cuando son tan jóvenes como lo son ustedes. Las cosas pasan por algo, espera a que la marea baje. Hablen las cosas, no digas que está terminado, cuando ninguno de los dos lo ha acabado. Vallan con calma, el amor se disfruta en segundos, y se vive en años. ¿De acuerdo? —Si mama, muchas gracias. Tus palabras siempre me hacen sentir mejor.


—Gracias, mi cielo, pero ese es mi trabajo, estoy aquí para ti ¿vale? Cuenta conmigo para todo. —Está bien mama, te quiero un beso a todos en caracas. —Muy bien, mi cielo, Te quiero mucho más. —Y colgó. Hablar con mama siempre es reconfortante. Pensó. Mañana era el reinicio de actividades académicas en la universidad, así que se acostó temprano, pero no sirvió de nada. La preocupación rondaba por su cabeza una y otra vez, ¿Qué pasaría mañana? ¿Se terminaría todo? ¿o es que ya se terminó? Recordó lo que dijo su madre: “no digas que está terminado, cuando ninguno de los dos lo ha acabado” se aferró a ese pensamiento, y consiguió dormir.


Capítulo XXIV Bienvenido el regreso a clases. Oficialmente las vacaciones navideñas habían terminado, los jóvenes universitarios estaban más que listos para retomar el curso académico que les quedaba por delante. El rector de instituto ya había dado la bienvenida a todos los estudiantes, y su discurso usual, de nuevo año. Paula y Rubén, aún no se dirigían la palabra después de lo que pasó la noche anterior. Se vieron un par de veces por los pasillos, pero ninguno de los dos procedió a dar el primer paso. Paula era demasiado orgullosa para ser ella la primera en iniciar una conversación al igual que Rubén. Así que ninguno de los dos quería mostrarse débil. A cambio de eso decidieron jugar a ser fuertes.


El día paso, más rápido de lo que canta un gallo. Las clases eran breves ya que los docentes solo informaban las evaluaciones que iban a realizarse en el trascurso del semestre. La cafetería estaba más llena de lo usual, todos y cada uno de los estudiantes pasaban su hora libre sentados en las mesas y comiendo algún bocadillo. Claudia, Mia y Paula, se sentaron en unas de las meses de afuera, el césped jardín se estaba bañado en una fina capa de rocío ya que en la mañana había lloviznado, lo que significa que el tiempo atmosférico estaba frio y nublado.

—Joder tía, yo alucino con tu cara. —Dijo Paty. —Por Dios Santo Paula, ¿no puedes poner un rostro más deprimente? — Ironizo Mia. —Dejadla en paz, debe estar pasándola mal. —Dijo Claudia. — ¿Pueden para ya, con esta gilipolles? —Dijo molesta Paula—Muchas gracias. —Lo siento mucho tía, es que odio verte así. —Sí, paula solamente estamos preocupadas por ti.


Paula las observo a sus tres amigas con ojos vidriosos pero no dijo nada. Cruzando la puerta de entrada de la cafetería estaba Rubén e Iván. Rubén logró localizar a Paula con la mirada, estaba sentada enfrente de Claudia, Paty y Mia, se veía triste escarbando en la comida con su tenedor de plástico. Al verla así, su espíritu se rompió le dolía tanto como a ella, todo lo que estaba pasando. —Tío, debo hablar un instante con Paula sobre el trabajo de historia, discúlpame un momento. —Tranquilo, iré buscando una mesa. Caminando dudosamente hacia ella y un poco nervioso, repaso en su mente las palabras exactas que debía decirle. Al acercarse a su mesa Paty, Mia y Claudia, le pusieron mala cara. Rubén se encontraba justo de tras de Paula, y Paula al ver la expresión que tenían sus amigas en la cara se giró hacia atrás en su asiento, y observo el semblante serio que tenía Rubén plasmado en el rostro. Rubén respiro hondo y dijo: —Necesitamos hablar. Paula asintió, se levantó agarro su mochila y comenzó a andar detrás de Rubén. No tenía tiempo de ponerse orgullosa y rechazar esa pequeña posibilidad de arreglar las cosas o simplemente terminar todo. En uno de los bancos que estaban detrás de la biblioteca tomaron asiento.


—Primero, siento mucho no haberte escrito ni hablado contigo durante todo el día. De verdad lo siento. —¿Tu punto es? —Mi punto es que… yo… simplemente esto no funciona ¿vale? —¿como que no funciona? Hace menos de dos días estábamos bien, me decías que me querías, planeamos arreglarlo juntos, y ahora… simplemente se acabó. —Entiéndeme vale, esto también es difícil para mí, yo tampoco quería que las cosas terminaran así. —Entonces, ¿admites que si se iban a terminar tarde o temprano? Por Dios ¿cómo pude ser tan imbécil? —Entiende por favor, ¿Qué esperas que haga? —No lo sé, por lo menos luchar un poquito por lo nuestro, hace dos días me prometiste que íbamos a solucionarlo juntos, ¿Qué paso con eso? ¿Se fue todo a la mierda, en el instante que aparece Iván? —Escuche lo que te dijo anoche, es mi mejor amigo, el único que he tenido durante toda mi vida, el único que ha podido soportar todas mis mierdas y mis cambios repentinos de humor, no puedo simplemente dañarlo por mi felicidad, eso sería muy egoísta de mi parte. —Algunas


lágrimas aparecieron en su rostro, pero rápidamente las enjuago con el dorso de su mano — ¿y qué hay de ti? ¿Tú no mereces ser feliz? ¿Qué paso con el siempre juntos? ¿Qué paso con hacerme feliz todos los días de mi vida? ¿Eso no importa para ti? Porque para mí sí, y no me quiero pasar el resto de mi vida retorciéndome por tus palabras. —Su voz se quebraba con cada palabra que salía de su boca. —Esperaba que esto sería una reconciliación, esperaba que esto sería un: “Vamos a volver a intentarlo y enfrentémoslo juntos.” Pero me equivoque, siempre he sido ingenua o tal vez creo demasiadas expectativas, gracias al cielo, que siempre hay personas como tú que me ayudan a poner los pies sobre la tierra y no dejar que mi imaginación vuele tan lejos. —Yo…Yo no quería hacerte daño ¿vale? —Dijo quebrantándose Rubén. —Creo que ya me has hecho bastante. —Dijo dándose la vuelta. Entonces paula se giró y dijo: —Y otra cosa, por un momento creí en todas tus palabras, que tonto de mi ¿verdad? —Clavo su mirada en los ojos verdes y vidriosos de Rubén para luego observar como una lagrima rodaba por su mejilla justo al mismo tiempo que rodaba una por la de ella. ***


El apartamento estaba más vacío que de costumbre, no había luz, ya que todas las ventanas estaban cerradas y ocultadas detrás de las cortinas, las luces estaban apagadas, y Paula seguía sentada sobre el sofá, con sus auriculares en los odios, escuchando las canciones más corta venas de su repertorio. Hacia eso siempre que estaba triste, supongo que para estar peor. La hermana mayor de Paula, Rosi, se puso en contacto con ella. Paula le comento todo lo que había pasado, por medio de una video llamada en Skype. Rosi siempre, tenía un consejo para darle, una palabra de aliento o simplemente actuaba de brújula y la orientaba. Era una mujer hecha y derecha había pasado por todo tipo de cosas durante sus veintitrés años de vida, sabía qué hacer y qué no hacer en cualquier tipo de situación, y como hermana mayor, jugaba su papel a la perfección. La semana trascurrió, y Paula seguía encerrada en su apartamento, no respondía mensaje, ni atendía llamadas, estaba totalmente aislada. Claudia, Mia y Paty, pasaron a verla durante todo el fin de semana, ya que durante la semana había estado decaída, triste y aislada. Era obvio que lo estaba pasando muy mal, como toda relación que acaba mal. Rubén hacia lo mismo, no había ido a clases ningún día de la semana y se la pasó todos los días encerrado en su cuarto jugando videos juegos. No quería hablar, salir, incluso comer.


Iván ya lo había notado extraño, varias veces toco su puerta preocupado, pero, nunca hubo una contestación, si no fuera porque el único baño de la casa estaba en el corredor, había pensado que Rubén estaba muerto. Iván salió de la casa y en el pasillo de las escaleras se topó con Mia, Claudia y Paty, que tenían cara de derrota porque Paula no se había dignado a abrir la puerta. —Venga tías, vámonos ya. —Susurro Paty. —Espera un momento. ¡Paula, por favor abrid de una vez la puerta! — Llamo Claudia de nuevo. —No sirve de nada, es mejor que nos vallemos, ya tendrá que salir. — Dijo Mia. —Oye, ¿me pueden explicar que está pasando? —Pregunto Iván. — ¿Qué aun el cobarde de tu amigo, no ha tenido los huevos suficientes para aceptar de una buena vez que estuvo saliendo con Paula? — ¿Cómo? —Pregunto confundido Iván y arrugando la cara. —Pues sí, entérate. Gracias a la cobardía de tu amigote, por no decirte nada y tener miedo a herirte, lo oculto todo, al punto de no querer encararlo y mandar todo a la mierda. —Soltó Claudia. —Un aplauso, se ha ganado el título del Capullo del año, felicidades. —Yo.. yo.. no…—Tartamudeo Iván.


—No lo sabias. —Dijo Mia, completando la frase incompleta de Iván. — es mejor que lo sepas de una vez. —Añadió. Las chicas se marcharon desapareciendo al bajar las escaleras. La cabeza de Iván era un verdadero lio, no se enteraba de nada, se sintió confundido, dolito e incluso atemorizado, la única cosa que debía hacer era hablar con Rubén.

Entro de prisa al apartamento y llamo a la puerta de Rubén, pero este no respondió. —Rubén, abre la jodida puerta, necesito hablar contigo ¿vale? Necesitamos hablar. Rubén oyó lo que decía su amigo, pero hiso caso omiso. Iván respiro hondo y exclamo. —¡Lo sé todo ¿vale?! Ya me enterado de lo tuyo con Paula, solo quiero hablar contigo, hermano, solucionar las cosas. Al oír aquello toda fuerza de Rubén desapareció, sus lágrimas comenzaron a salir incontrolablemente de sus ojos, y no tuvo más remedio que levantarse de la cama y abrir la puerta. La expresión de Iván era seria, pero fruncía sutilmente el ceño.


—Lo sé todo colega, que sepas que no estoy enfadado contigo. Rubén le abrazo, al menos oír eso era reconfortante. —Yo… yo… lo siento muchísimo. —No hay de que disculparse, Rubén. Es de paula de quien estamos hablando, es imposible no enamorarse de una tía como esa. —Yo la perdí tío, la perdí, por mis miedos, mi cobardía, mi estupidez, la he perdido para siempre, la tía no me quiere ver ni en pintura y lo peor de todo es que la entiendo. Soy un gilipollas, un gilipollas con todas las letras y en mayúscula. —No digas eso ¿vale? Ella también lo está pasando mal, me acabo de encontrar a sus amigas en el corredor, no quiere abrirles la puerta, se ha paso todo el fin de semana encerrada, hoy no fue a clases, y la semana pasada parecía un zombi andando por el campus. —Y todo es por mi culpa, si vieras como se puso, cuando cortamos, en el momento que la vi llorar quería abrazarla, besarla como nunca, y volver a decirle que todo estaba bien, pero en ese momento no estaba seguro de nada, lo único seguro que existe es que la amo, y no pude decírselo cuando me dijo todo aquello. —No te preocupes vale, ya tendrás que volver a hablar con ella, no es como si se fuera a morir o ir del país. Quedan cuatro años para terminar


la carrera, es mucho tiempo, intenta solucionarlo, ahora dúchate come un poco, y sal a tomar aire puro. —Eres el mejor, Iván. —Por cierto, siento mucho haberme entrometido en lo vuestro, yo no sabía, fui un idiota al no darme cuenta que estaban loco el uno por el otro, también siento haberme hecho ilusiones con ella, Paula siempre me repitió que me veía como un amigo, pero yo y mi cabezota fueron testarudas, de verdad lo siento, espero que me perdonéis algún día. —Y ese día, es hoy. Es de Paula de quien estamos hablando, como tú mismo dijiste; es imposible no enamorarse de ella.

Capítulo XXV —¿Ya sabes lo que le vas a decir? —He estado pensado estos últimos tres días, ciertamente la he cagado a lo grande, en mi mente formulo las cosas que tendría que decirle para que me perdone, pero cada día que pasa siento que ella me odia, cada vez que nos topamos en algún sitio, me ignora, hace como si yo no existiera, en


clases ni siquiera me mira, pareciera que fuera invisible para ella, inclusive termino ella sola el trabajo que mando el profesor Benedito, que entrego ayer de parte de los dos, no responde mis mensajes, siento que de verdad me odia, y eso me jode, me jode muchísimo, su indiferencia me hace pensar que todo el amor que me dijo que sentía, se ha convertido en odio, y no entiendo como en tan poco tiempo, ha sucedido eso. Entonces por otro lado estoy yo, amándola cada día mas, intentando una manera de unir de nuevo las cosas, buscando una manera de recuperarla, pero ella me lo pone tan difícil, que no sé qué hacer sinceramente, no la quiero perder, pero siento que ya la he perdido. —Vamos, colega, en todos estos años de amistad contigo, jamás te he escuchado hablar así. De verdad la quieres, no espero que te rindas, sin luchar un poquito más. Único que te puedo decir, es que intentes mil formas de hablar con ella, y aclararte tú mismo, si la perdiste por completo o no. No lo sobras si no hablas con ella. —Es justo lo que quiero hacer, agotaré todos mis recursos, perderé mi orgullo si es preciso, pero no pienso dejarla ir tan fácilmente. —Es la primera vez que te oigo hablar así sobre una chica, ella es especial sin duda alguna. —Es más que especial.


*

**

Es domingo, para Paula el día de ir a la lavandería de la universidad y lavar la ropa sucia de la semana. Los domingos a las tres de la tarde no esta tan concurrido el lugar, solo hay tres chicas más poniendo lavadoras a funcionar. Rubén la vio cargando el cesto, y aprovecho el momento para intentar por fin hablar con ella. — ¿quieres que te ayude? —Pregunto sinceramente. Paula al verlo, se puso un poco nerviosa, pero aun su expresión era seria. —No gracias. —Dijo. — Puedo sola. —Ya estuvimos en este momento un tiempo atrás ¿recuerdas? Cuando nos conocimos. —¿A qué quieres llegar exactamente? —Yo solo quiero hablar conmigo. —Creo que todo lo que tenías que decirme ya lo has dicho. —No todo, en ese momento no me dio tiempo de decirte toda la verdad, sinceramente Paula estoy muy colado por ti, te amo, y deseo sinceramente volver a recuperarte. —Que lastima, ya es demasiado tarde.


— ¿Por qué lo dices? ¿Ya no me amas? — ¿Decidiste acabar todo, para decirme después que me amabas? —No has respondido a mi pregunta. —De que sirve que yo te amé o no, si no tu no vas a tener el valor de enfrentar lo nuestro, de luchar por lo que tenemos, entonces dime lo tú. —Está bien ¿vale? Me equivoque y lo siento, joder lo siento muchísimo y no sabes cuánto, lo he sentido después de haber jodido lo que teníamos, solo quiero saber si aún me quieres, para tener las fuerzas de seguir luchando por rescatar lo nuestro. Así que dime, por favor. —Apártate de mi camino. —No, hasta que respondas. —Por favor déjame pasar. —Paula… —Rubén, por favor apártate de la puerta.

Entrando Mia y Claudia al cuarto de lavandería, observaron a Paula su cara era todo un poema, bueno uno triste francamente, como el poema “¡Adiós!” de Alfonsina Storni, o peor.


—Oye, creo que estás haciendo las cosas mal, puede que Rubén fuera un cabronazo, el mayor de todos, pero supongo que merece que le escuches. —Es verdad lo que dice Claudia, Paula, no puedes simplemente amargarte y fingir odiarlo, sabes que no es así, sabes que aun sientes algo por él, no sigas jugando a ser fuerte, algunas veces la fuerza tiene el poder de rompernos y hacernos daño. No permitas que eso pase. — ¿De qué sirve mi amor, si cuando yo se lo di, el simplemente quiso borrarlo? Sabes, he estado pensando en todo esto, y llegue a la conclusión de que no quiero estar con un tío, que prefiere lastimarme antes de lastimar a su mejor amigo. —Lo entiendo Paula, pero ponte en su lugar, La única familia que tiene Rubén son sus abuelos. Iván y él se conocen desde el colegio, a mí también me daría miedo perder una amistad de tantos años por una tía. —La cosa es que yo no era cualquier tía, al menos eso fue lo que él me hizo creer, pensé que yo era especial para el, pero a la primera me aparta por miedos. Yo le ofrecí mi apoyo, le ofrecí enfrentarlo juntos y el no quiso, ahora ya es tarde para arrepentimientos. —Por el amor de Dios, ¿cómo puedes ser tan testadura? Al menos escúchalo. —Está bien ya, Claudia, dejemos esto hasta aquí ¿vale? Ya he escuchado suficiente.


Capítulo XXVI Días de reflexión: ¿Qué hacer cuando el primer amor te rompe el corazón, por no herir los sentimientos de su mejor amigo, que también esta colado por ti? Por desgracia esa respuesta para ese tipo de pregunta no sale en Internet. —Paula, Paula, Paula, es hora de que te animes un poquito. —Pensó en voz alta. Marco el número celular de Claudia, y quedo con ella para dar un paseo en la Plaza Mayor.

***

—Te vez mucho mejor, paulita. Pensé que no volvería a ver esa sonrisa en tu rostro.


—Me encuentro mejor, la soledad y la calma, a veces son la mejor medicina después de una decepción. —Ya has pensado mejor las cosas, supongo. —Pues sí. — ¿A qué punto llegaste? —Aun lo quiero, Claudia. No se olvida algo tan fuerte en tan poco tiempo. —Lo sé, aun te veo dolida. —Porque lo estoy, sabes Rubén ha estado llamándome, intenta volver a hablar conmigo, después de lo que paso el Domingo. — ¿y? —No sé si estoy lista, para volver a encararlo y hablar con él, decirle lo que siento, exponerme otra vez para que me haga más daño, tengo bastante abierta la herida, para correr el riesgo de que le echen sal. —Yo pienso, que deberían hablar, antes de que las cosas se enfríen demasiado. — ¿tú crees? —Estoy cien por ciento segura de ello, ¿Qué más os da? No van a perder nada hablando un par de minutos.


—Es cierto. —Además es mejor un par de minutos de sinceridad, que una vida llena de dolor. No te resistas tanto, deja que todo fluya. —A veces siento, que me traje a mi hermana mayor a Madrid. No sabes lo mucho que agradezco tus consejos. —Musito sollozando. —Todo este bien, tontita, para eso están las amigas. Venga ya, dame una abrazo. —Dijo estrechándola en sus brazos. —Y sécate esas lágrimas, vas a ver que todo estará bien.

*** Lunes, comienzo de semana. La universidad estaba repleta de estudiantes por los pasillos, como de costumbre. La primera hora, consistía en la clase de historia del derecho Europeo, con el profesor Benedito. Paula, como siempre era la primera en llegar, tomo asiento en su usual puesto, y espero que los demás estudiantes llegaran. A los cinco minutos comenzó a llegar el cuerpo de alumnos junto con el profesor, y justo antes de que Benedito cerrara la puerta, entro Rubén, tomando asiento en el asiento vacío que estaba al lado de Paula, lo que hizo que esta se sintiera un poco incomoda y nerviosa a la misma vez.


El profesor dio inicio a su oratoria, pero Rubén no estaba lo suficientemente concentrado en lo que decía, si no en la mirada fija que tenía Paula al frente. Paula actuaba como si el no existiera, no sabía qué hacer ni cómo actuar así que prefirió ignorarlo.

—Mírame por favor, sé que sabes que estoy aquí, lo que no entiendo es por qué me ignoras. Paula asimilo sus palabras, no tenía nada que decir respecto a eso y decidió guardar silencio y segur fingiendo que escuchaba las palabras del profesor. —Vamos, solo mírame, necesito saber que no me odias. —Déjame en paz, vale. —Susurro aun mirando al frente. No estaba lista para hablar con él, sabía que si decía otra cosa se iba a desmoronar en plena clase y no quería eso, quería mostrarse fuerte e indiferente. —Solo quiero estar contigo, paula ¿es que no lo ves? Yo también lo estoy pasando mal. Pienso en ti a cada segundo del día, no hay descanso en mi mente, te tengo siempre presente. Dime ¿qué tengo que hacer? Dilo y lo hare. Harija cualquier cosa por ti, me arrepiento de haberlo estropeado todo, solo quiero una oportunidad. —Te dije que me dejaras en paz.


— ¡JODER, ¿QUE TENGO QUE HACER PARA QUE ME PERDONES?! — Exclamo casi llorando. — ¡NADA, NO HAGAS NADA, SOLO DEJAME EN PAZ! —Grito ella arrugando la frente y conteniendo las lágrimas. —Señor Gonzales y señorita Ruiz, no voy a tolerar este tipo de comportamientos e intervenciones en mi clase, se retiran los dos del aula, ahora mismo. El primero en salir por la puerta enfadado fue Rubén. Paula recogió su cuaderno de notas con el corazón latiéndole tan fuerte como para pensar que se iba a salir del pecho. Al salir del salón, estaba Rubén en el pasillo y la jalo por el brazo. —Necesitamos hablar quieras o no. —Suéltame y déjame en paz. —Joder Paula, estoy tan perdido sin ti solo quiero que me escuches. —Ya te he escuchado, no quiero oír más. — ¿Por qué eres tan testaruda? Sé que todavía me quieres, lo noto en tu mirada, ¿Por qué lo haces tan difícil para los dos? Paula se giró y corrió por el pasillo, hasta llegar a la zona verde que estaba detrás de la biblioteca, justo en el mismo lugar donde rompieron su relación.


Estaba lloviendo, y Rubén corrió detrás de ella, Paula se paró en seco en medio de la lluvia. Rubén tenía razón, no tenía caso seguir haciéndolo más difícil, lo único que tenía claro era que lo amaba, ya los dos habían sufrido lo suficiente. Paula se giró para ver a Rubén parado justo detrás de ella todo mojado, al igual que ella. Tomo aire, suspiro y dijo: —Te amo, y esa es mi única verdad, pensé que tenía el poder suficiente para transformar mi amor en odio, pero no pude, lamento haberte tratado tan mal, lamento haberte hecho daño, yo… Y fue en ese momento que el la callo con un beso. Un beso bajo la lluvia, cualquiera diría, que este final estuvo de típica película romántica, en donde ella corre hacia sus brazos y el la levanta haciéndola girar, al tiempo que la besa como si su vida dependiera de ello. Gran final, para una simpática historia de amor…Supongo.


Epílogo Cuatro años dos meses y seis días, exactamente. —Gran día para graduarse Paulita, felicitaciones. —Se acercó Claudia. —Es casi imposible de creer, que ya estamos en la ceremonia de graduación, me parece que fue ayer cuando llegue a este lugar. —Oye por cierto ¿dónde está tu familia? —Me Preguntó Mia. —Están allá. —Dije señalando hacia atrás. —En las sillas del fondo. — Añadí, Saludando con la mano a Mamá, a mi abuela, a mi padrastro y a mí hermana Rosi que estaban sentadas a unos cuantos metros. —Qué suerte, aparentemente mi familia no consiguió asientos. Mirad a mis tías, parecen que están al borde de la locura paradas allá, con este calor. —Se mofo Claudia. —Al menos el programa sirve para echarse aire. —Continuo Paty. —Shuu, callaos, que ya va hablar Rubén. —Susurro Mia. Rubén se veía tan hermoso como de costumbre, era casi imposible acostumbrarse a esa mirada de color verde intenso que tenía, Era tan alto que cada vez que quiera verle los ojos tenía que subir mi cabeza, y cada vez que quería besarlo tenía que ponerme de puntitas. Tan cautivador, como para amar cada parte de lo que él representaba, su manera de ser,


de pensar, incluso de soñar. Habíamos pasado por tanto en tan poco tiempo, que en mi mente no había lista de expectativas que valiera, para mí solo existía el, y nada más que él, es tan loco enamorarse perdidamente de alguien que las imperfecciones se convierten en perfecciones, los pequeños detalles en grandes momentos, y las impredecibles historias, en el pasado de una persona. Deje atrás mis miedos y mies inseguridades para decidir ser feliz, al lado del hombre que amo. Mis pensamientos me distrajeron del bello discurso que ensayo Rubén miles de veces antes de la ceremonia, que hasta me lo sabía de memoria. Luego de la entrega de títulos, y de sacarnos la foto grupal, al fin tuvimos tiempo de ir a almorzar con nuestras familias, los abuelos de Rubén y mis parientes habían llegado hace tres días, así que ya se conocían, supieron integrarse bastante bien en el tan poco tiempo que convivieron. En plena comida, Rubén llamo la atención de todos los presentes en la mesa, supongo que querrá decir algo importante. —Escuchad por favor, hace cuatro años, conocí a la mujer que hoy en día se ha encargado de sacarme tantas sonrisas, la que se ha encargado de brindarme su amor incondicional, hoy esa mujer está sentada a mi lado, —Dijo bajando su mirada hacia mí. —mirándome con esa sonrisa de oreja a oreja que me hace perder la cabeza, supongo que ella ya sabrá


a que se debe este numerito, es tan inteligente que creo que me dirá en cualquier momento: ¡Si, si quiero casarme contigo! Antes de que se lo proponga. —Arrodillándose ante mi Rubén saca de su chaqueta una pequeña caja de color negro. —Entonces Paula Ruiz, ¿me harías el honor de casarte conmigo? No puedo formular ninguna palabra, lo único que hago es abrazarlo y dejar que las lágrimas corran por mis mejillas estoy tan feliz, que no creo que exista espacio para nada mas en mi cuerpo y en un momento de ímpetu le digo: —Si, si quiero. —No puedo imaginarme una vida sin ti. —Y yo no puedo verme en un futuro, sin ti sujetando mi mano.

Fin “La vida tiene buenos y malos momentos, recordemos los buenos y aprendamos de los malos. No siempre la vida te sonríe, hay veces que te empuja para que caigas y vuelvas a luchar por lo que quiere. Recuerda que tu felicidad está por delante de todo, así que hoy es el día de decidir ser feliz. ” —Solórzano Paola.



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