Imago. Fanzine Onírico

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imago

No. 1

El soñar es un proceso mental normal, pero definitivamente su lógica es aplicable al estado de psicosis.

enero / 13

Este fanzine no trata de análisis psicológicos sobre sueños sino de un intento de representación o “poner en imago”, ya sea con palabras o imágenes, de aquellos escenarios y situaciones oníricas que aparecen detrás de los párpados cuando cerramos los ojos.

En éste número se echará un vistazo al ilusorio y repetitivo mundo privado de 5 personajes.

Diseño y maquetación: Paula Vallejo De los Ríos http://pavdelosrios.blogspot.com.es


Como caigo en general.

Como me caigo de angustia.

Como me caigo de aburrimiento.

Como me caigo de cansancio.

Caigo en el sueño y, si caigo, es por efecto del sueño.

Me caigo de sueño.

Jean-Luc Nancy (Tumba de sueño)

Se anuncia y se emblematiza bajo la enseña de la caída, del descenso más o menos rápido o del hundimiento, del desfallecimiento.

El sueño resume todas esas caídas, las reúne.

Ilustración: David López


Dibujo: Paula Vallejo De los RĂ­os

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la cita

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- Ahora está soñando.

¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?

- Nadie lo sabe.

- Sueña contigo.

Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?

-No lo sé.

- Desaparecerías.

Lewis Carrol (Trought the looking-glass)

Eres una figura de su sueño. Si se despertara ese Rey te apagarías como una vela.


6 Me forzaba a ponerle atención. No quería ser ignorado, pero yo no lograba entender que quería…Solo sucedía y sucedía, una y otra y otra vez en la misma noche, y durante varias noches seguidas, causándome distracciones durante el día, y problemas de sueño en la noche. Desperté. Por la pequeña ventana de mi habitación apenas entraban unos pocos y pequeñísimos rayitos de luz que le daban un aire lúgubre a ese cuarto que pronto ya no sería mío. Ese cuarto, normalmente muy oscuro y tan atiborrado de cosas, que creaba cierta sensación de claustrofobia, ahora tenía una atmosfera diferente. Sigo con la vista los pequeños hilitos de luz intentando acostumbrar mis ojos, pero los siento tan pesados… no logro acostumbrarme, entonces me levanto y noto ese algo extraño otra vez, esa horrible sensación de estar en alguna otra dimensión, donde no puedo caminar bien, no puedo gritar satisfactoriamente, y lo peor… ¡no logro despertar! ¡No, no, no, otra vez no por favor! Salgo del cuarto y me dirijo al de mi hermana, cuando cruzo la puerta mis piernas fallan y mi cuerpo se dobla ansiando el suelo frío, pero logro sostenerme. Cuando entro ella está despierta, es de día y parece que fueran las 3 de la tarde en vez de la madrugada. Laura… dígame por favor si estoy soñando otra vez, y si lo estoy ¡despiérteme!

Ella sólo me mira con expresión ausente. Lina, deje de hablar bobadas ¿si? Despierto otra vez. Me siento aliviada por un momento, pero entonces vuelve a suceder. Siento los ojos pesados, y ese aire extraño. ¡Noooo otra vez nooo! ¡Quiero despertar! Esta vez intento cerrar los ojos con la esperanza de que cuando los abra, la sensación se vaya…Pero todo vuelve a suceder, los rayitos de luz, mi hermana y su expresión ausente, la desesperación, y despertar. Y despertar. Y despertar otra y otra y otra vez.

A la quinta vez ya no lo soporto, estoy desesperada por completo, y no me levanto confundida como las primeras veces. Voy donde Laura y grito con los ojos llenos de lágrimas luchando por hacer del desconsuelo algo más llevadero. ¡LAURA DESPIÉRTEME YA! QUIERO DESPERTAR! Su expresión es la misma. Despierto, todo vuelve a suceder, y ya estoy al borde de la locura. Me levanto y ya no soporto esa maldita expresión ausente de mi hermana. La zarandeo y grito con palabras ahogadas... ¡YA NO MÁS POR FAVOR LAURA!

¡DESPIÉRTEME! Al ver que Sigue sin hacer nada, cambio de opción. Si no podía despertar, al menos podría hacer de la pesadilla otro tipo de sueño, imaginar otras cosas, al fin y al cabo ya lo había hecho antes y me resultaba muy divertido tener ese tipo de sueños lúcidos. Pero no lograba imaginar nada, la pesadilla copaba todo lo que podía pensar. Ya presa de la impaciencia, voy donde mi abuelo. ¡Si! Èl siempre sabe cómo solucionar todo. Entro a su cuarto y me sorprende agarrándome del brazo tan fuerte que me lastima. Me arrastra por el cuarto y saca los restos cortantes de una lata de atún, me coge la mano y yo intento soltarme, con las venas inundadas de tanta sangre transportada. El miedo me abruma, pensé que mi abuelo iba a ayudarme, y en vez de eso me coge un dedo y lo corta con la lata. El ardor se expande, a la par con mi desconcierto. Se expande no sólo por mi dedo sino por todo mi cuerpo. Y despierto otra vez.

Escenario onírico de: Lina Vallejo De los Ríos


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Dibujo: Paula Vallejo De los RĂ­os


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¡ESTÁS EN EL INFIERNO! ¡BRUTA!

Siento que se me acaba el aire, abro los ojos y estoy en el agua. ¡No resisto más!

¿Es que no te das cuenta? Respiro. ¡Puedo respirar bajo el agua! Nado por largo tiempo esperando llegar rápido a algún lugar. La fascinación sentida por la capacidad de respirar en el agua se ve opacada por el cansancio en las piernas y brazos, necesito descansar. No lo había pensado, pero puedo salir a la superficie, parpadeo varias veces y estoy arriba. Camino sobre arena muy caliente, el cielo tiene tintes rojizos y a mi alrededor sólo hay desierto. Parpadeo de nuevo y estoy ahora frente a una grieta, no cualquier grieta, una grieta enorme. Tengo la sensación que con cada parpadeo recorro una gran distancia en el espacio y aumenta más de una hora en el tiempo que estoy acá. Para pasar al otro lado del gran agujero hay que utilizar un puente de esos de tablas de madera amarradas entre sí con cuerdas, que se mueven de un lado a otro con la mínima ventisca y que rechinan con cada paso.

Empiezo a cruzarlo, miro hacia abajo y hay lava; miro hacia arriba y el cielo es cada vez mas rojo, al igual que la luz que me rodea. Siento miedo pero aún así llego hasta el otro extremo donde encuentro un templo griego en ruinas. Miro a mi alrededor, las paredes empiezan a derrumbarse, puedo ver el cielo, es negro ahora. Aparecen de la nada tres ángeles pero no parecen tener buenas intenciones.

Parece el día del juicio final, mi juicio final. Sólo se me ocurre rezar y cerrar los ojos, depronto termina, y si no, no me daré cuenta de lo que pasa. Abro un ojo, la curiosidad me gana. Mala idea, el suelo se está abriendo en dos y sale un vapor naranja de su interior. Siento pánico y cierro los ojos, esta vez con más fuerza que la primera. Todo es oscuro y sólo logro escuchar los rezos dentro de mi cabeza.

Escenario onírico de: Paula Vallejo De los Ríos


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... soñar con ellos, con él y su esposa, con su esposa y con él (mis vecinos). Entran en mi cabeza de noche, cuando descanso estirada plácidamente en mi cama y no me dejan tranquila. Repetidamente siento ese miedo, que van a volver a picar y gritar. Lo peor de todo es cuando, dentro de mi sueño, despierto, me pongo las zapatillas y me dirijo a la puerta, miro por la mirilla y lo veo a él, esa misma imagen que veía realmente cuando me picaba para discutir.

Escenario onírico de: Olaya Caraballo Pinto

Aunque las discusiones, afortunadamente, nunca llegaron a más, su “espíritu” deambula por mi cabeza mientras intento encontrar mi descanso. Un día encontré la puerta abierta y ahí estaba, en la cocina, en un despiste suyo le cogía la pistola que había dejado encima del mármol y no lo dudé, disparé contra él cuatro veces, quedó tendido en el suelo, me aseguré de que no reaccionara a mis golpes con el pie y me dirigí al salón y ahí estaba de nuevo, mi asombro era tal que miré a la

cocina y ahí seguía su cuerpo, se había duplicado, esta vez, ensangrentado, me lanzaba una granada, no me alcanzó, pero él volvió a caer al suelo, ya eran dos los cuerpos del vecino que yacían en el suelo de mi casa. La angustia es indescriptible, la sensación que sólo nos separa una puerta y de que si algún día llegara a traspasarla pudiera sucederme algo. Ese miedo hace que empiece a ser consciente, quiero salir del sueño, quiero despertarme, pero no puedo, mi cuerpo está despierto, mi mente, atrapada.

Tal vez sea lo que sienten las personas en estado vegetal, aquellas que no pueden mover ni un centímetro de su cuerpo pero son conscientes de lo que está sucediendo a su alrededor, pues lo mismo me pasa a mi, sé que estoy teniendo esa pesadilla de nuevo, quiero despertar, grito, me muevo e incluso me pego, pero no puedo salir de ese mundo, hasta que ELLA me despierta.


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Soy redonda, soy roja. ¿Un palo y una hoja salen de mi cabeza? ¡Soy una manzana! ¡Me van a comer! ¡Me muerden! No dolió. Escenario onírico de: Lina Vallejo De los Ríos


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Caminaba lentamente por pasillos angostos, todo tenía cierto tono caoba grisáceo probablemente por el polvo que cubría cada rincón de la biblioteca abandonada.

Escenario onírico de: Camila Velasco Restrepo

Acaricié varios libros sin detenerme e inhalé profundamente ese exquisito aroma tan familiar, ese que sólo se encuentra impregnado en las páginas de los libros buenos, esos que podría leer un millón de veces, esos que cambian la vida.

¿Y cómo no creer en la magia y el destino si tenía apenas 5 años cuando visité aquella solitaria biblioteca por primera vez? Desde el principio sentí que pertenecía a ese lugar, que hacía parte de mi. Pero dejó de ser mi lugar predilecto cuando el pasillo se vio interrumpido.

Toda la tranquilidad y la sensación de sabiduría y melancolía se desvanecía y era sustituida por confusión. No sin la necesidad de incentivarme una buena dosis valentía, bajé el primer escalón, temerosa, parcialmente consciente de lo que sucedería a continuación. Bajé el segundo escalón y resbalé, inhalé profundamente un soplo de aire y lo retuve hasta el final. Al ritmo del vals, zigzagueante como las hojas del ocaso de otoño, caí.

Lo esperaba, la caida fue lenta y placentera, y cuando estuve a punto de tocar el fondo,

desperté.


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“La pesadilla” o “El íncubo” (The nightmare) Johann Heinrich Füssli 1781

“Una muchacha está acostada. Se despierta y se aterra porque ve que sobre su vientre se ha acostado un monstruo que es pequeño, negro y maligno. Ese monstruo es la pesadilla. Cuando Füssli pintó ese cuadro estaba pensando en la palabra Alp, en la opresión del elfo.” Pero esto no es exactamente lo que ocurre: la mujer no despierta, sueña, y aunque quizás transita el territorio de terror puro que son las pesadillas, también puede estar teniendo un sueño erótico (de hecho el rostro recuerda algunas esculturas de Lorenzo Bernini), y el íncubo estar allí sólo observándola. La mujer en todo caso tiene una conexión con el caballo.

el clásico


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Escenario onĂ­rico de: Paula Vallejo De los RĂ­os


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Escenario onĂ­rico de: Paula Vallejo De los RĂ­os


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Escenario on铆rico de: David L贸pez


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Escenario on铆rico de: David L贸pez



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