JPIC. Migraciones Climáticas

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Comisión interfranciscana de

Justicia y Paz e integridad de la Creación

MIGRACIONES CLIMÁTICAS Hablar de temas relacionados con las Migraciones puede parecer reiterativo, porque cada vez es de más actualidad en todos los medios, si bien no es algo nuevo, es un tema ligado al de la movilidad humana, un derecho de toda persona, que es y ha sido una constante a lo largo de toda la historia. En esta ficha, nos vamos a centrar en las Migraciones climáticas, un problema global que aumenta cada año por el impacto del Cambio Climático y la degradación ambiental. Se estima que, en dos o tres décadas, habrá más de 1.000 millones de personas desplazadas por cuestiones relacionadas con este fenómeno, que afecta a los propios medios de subsistencia y se ha convertido en la primera causa de desplazamientos forzados para tantas personas, obligadas a abandonar sus países por la destrucción del hábitat.

ENERO 2019

mento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, principalmente CO2, provocando alteraciones en la misma. Podemos citar, como ejemplo de este impacto: el aumento drástico de las temperaturas, con el consiguiente deshielo de los glaciares y la elevación del nivel del mar, olas de calor y de frío, inundaciones, huracanes, desertización, acidificación de los océanos, contaminación de aguas, tierras y aire, aumento de enfermedades tropicales, etc. En las causas, está el actual sistema de producción y consumo, basados en un crecimiento insostenible que está dependiendo del abuso de materiales y energías no renovables. Pesa mucho la influencia de empresas transnacionales (sólo 100 de ellas han generado más del 70% de las emisiones de

¿QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO? CAUSAS Y EFECTOS Cambios en el clima se han dado siempre, por causas naturales o por la intervención humana. Pero en los últimos cien años, esta intervención ha sido tan fuerte que ha provocado una alarma mundial por sus efectos, dramáticos e irreversibles. El cambio climático está ocasionado por el ingente au-

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GEI desde 1988), que acaparan miles de has. de tierra para cultivar palma aceitera, cacao, algodón, caucho… y utilizan grandes cantidades de abonos químicos y fitosanitarios; la sobreexplotación de recursos, como en el caso de Mali con el oro, o de Nigeria con el petróleo o el gas, que contaminan tierras y ríos con plomo, arsénico u otros, constituyendo, igualmente, una grave amenaza para la salud y provoca conflictos por el dominio de los hidrocarburos, tráfico de marfil, coltán, diamantes, etc. con el consiguiente efecto destructivo, vertidos tóxicos, armas químicas, etc.; la ganadería intensiva que produce grandes cantidades de GEI y conlleva, además, un amplio uso y contaminación de tierras y de agua, deforestación y erosión de suelos, provocando sequías y desertización. Son conocidas migraciones masivas por causas medioambientales en el Cuerno de África, Bangladesh, India, Yemen, países de la Amazonía, etc. Es un sistema escandalosamente injusto, porque aunque el cambio climático afecta a todo el planeta, son los países empobrecidos, que contribuyen en menor medida al calentamiento global -porque su consumo es mucho menor- los más perjudicados, al estar más desprotegidos y carentes de medios para adaptarse a sus efectos, mientras sus riquezas son esquilmadas para satisfacer el modo de vida del Norte global. Podemos

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citar el caso de los pueblos indígenas, de quienes viven en zonas costeras y el de las mujeres, que representan alrededor del 80% de personas desplazadas en el mundo por causas medioambientales y climáticas, dado que las sequías, el empobrecimiento de los suelos y la desertificación, complican la tarea de abastecimiento familiar del que son mayoritariamente responsables, siendo también, junto con las niñas las que, en el trayecto migratorio para escapar de esta situación, se enfrentan en mayor medida a la violencia sexual y al tráfico de personas.

PERSPECTIVAS DE FUTURO ¿ESTAMOS A TIEMPO? Ante esta realidad, crece la preocupación por el cambio climático y sus consecuencias críticas para la humanidad y el planeta. Desde hace décadas, la ONU y otros Organismos internacionales debaten y llaman a tomar medidas. El IPCC ha lanzado un mensaje claro: el cambio climático ya está aquí y existe la oportunidad de adaptarse a sus impactos, pero hay que actuar de manera inmediata. “Los años próximos son, probablemente, los más importantes de nuestra historia” (Debra Roberts). Ban Ki-Moon, ex-Secretario General de la ONU, dijo recientemente que “el mundo alcanzó un punto de no retorno en materia de cambio climático”. La FAO alerta de que el hambre en el mundo ha aumentado por tercer año consecutivo, al tiempo que ha aumentado el número de multimillonarios que mantienen su riqueza en paraísos fiscales o en fórmulas opacas, sin contribuir al bien común. Uno de los eventos más importantes, la COP 21 (París, 2015), propuso medidas de cambio en los esquemas energéticos que, básicamente, nos debieran llevar a un mayor desarrollo de las energías renovables y a incrementar la eficiencia energética. Otra propuesta fue que los países industrializados pongan en común un fondo de cooperación para ayudar a los países en desarrollo a hacer la transición energética y la adaptación al cambio climá-


tico. Y es que la dimensión de las transformaciones que se necesitan no tiene precedentes y requiere un gran esfuerzo y una gran inversión. Recientemente se ha celebrado la COP 24 para implementar los Acuerdos de París, y se ha aprobado el Pacto Global por una Migración Segura, Ordenada y Regular (al que el Papa envió 20 propuestas), lo cual indica que se están dando pasos, aunque aún hay mucho por hacer.

PISTAS DE ACCIÓN Son muchos los desafíos que se nos plantean, como ciudadanos/as, cristianos/as y franciscanos/as. Los últimos Papas, especialmente el Papa Francisco, nos lo recuerdan insistentemente: “Es trágico el

aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental (…) llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna” (LS 25), “Sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona…” (LS 13). Esta encíclica ha marcado un punto de inflexión, con un planteamiento exhaustivo del problema y claras medidas a tomar. El capítulo primero describe con precisión el tema que estamos tratando aquí (Cfr., p.e, L.S. nº 25, 26, 49, ss.). Asimismo, el Papa nos recuerda que “Este sis-

tema ha fracasado y hay que pasar de una vorágine consumista a una vida sobria y sencilla”, “¿Quién puede resistir tanta vergüenza de ver tanta muerte y tanta destrucción de la Casa común?”. Nos encontramos ante un doble reto: atender a las víctimas y a las causas, es decir, a los que se ven obligados a emigrar y-en palabras del Papa-: “al pobre más po-

bre de los pobres, que es hoy la madre Tierra, la hermana Tierra, que decía S. Francisco”. En ambos casos está en juego nuestro estilo de vida “para que todos tengan vida…” (Jn 10,10). El consumo puede ser un elemento transformador y de cambio del modelo productivo, si con él apoyamos productos y servicios de empresas soste-

nibles con impacto positivo, conservación de los bosques, implementación de nuevas tecnologías, reducción de residuos y de emisiones de GEI, uso de energías renovables, etc. Pero, sobre todo, si el sistema actual lleva al crecimiento como única salida a la crisis y esto conlleva un aumento de consumo de energía que, unido al aumento de la población, supondrá más emisiones de los transportes, más hidrocarburos, más materias primas…con las consecuencias que hemos descrito, se impone -y ya se está dando en algunos casos- otro modelo: decrecimiento, vivir con menos, fomentar la economía de lo común, más manual, tendente al autoabastecimiento… (Ted Turner: “La vía de la simplicidad. Hacia un mundo sostenible y justo”). Porque no se trata sólo de la destrucción del entorno sino de la de los seres humanos, transformados en meros productores y consumidores. No es una “defensa bucólica de la naturaleza”, sino de una lucha por salvaguardar al ser humano y a su hábitat. Vigilar nuestra huella ecológica; fomentar buenas prácticas en este campo; reducir el consumo, concretamente de carne, por su impacto ambiental, además de otros; usar energía renovable; no despilfarrar agua ni otros recursos y tantas que se han dicho ya en estos medios (Fichas, Guía para colegios, etc.). Conocer y apoyar algunas de las acciones -que hoy se dan en muchos lugares- de solidaridad, acogida, denuncia, incidencia sociopolítica, reivindicación de políticas migratorias respetuosas con los derechos humanos de las personas migrantes reconocimiento jurídico de los refugiados climáticos… Sensibilizar, desmontar mitos, prejuicios y estereotipos al respecto, en nuestras conversaciones, en la educación, evangelización, redes sociales…Dejarnos interpelar y orar por estas causas (Mt 9,3638). Y, como Francisco de Asís, ser hermanos, desprendidos, libres, pequeños, porque sólo la fraternidad y la ternura podrán vencer cualquier violencia. 3


Nos preguntamos:

1. 2. 3.

Ante las catástrofes naturales y el drama de tantos migrantes, muerte incluida en muchos casos ¿Somos conscientes de la repercusión de nuestras acciones en ello? Hacer una lectura y reflexión de la LS con espíritu de autocrítica y conversión, en cuanto a consumo y tipo de energía, alimentación, gestión de residuos, etc. ¿Cómo nos implicamos en esta realidad de las migraciones climáticas, en cuanto a sensibilización, formación, en nuestras relaciones personales y en compromisos de acción concretos?

y no olvides...

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