Revista Comunista Internacional

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La REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL es una iniciativa de varias revistas teóricas y órganos periodísticos de Partidos Comunistas. Tiene su sede en Atenas. En el Consejo Editorial de la revista participan representantes de las ediciones: “Études Marxistes” (Partido del Trabajo de Bélgica) “Revista Comunista” (Partido Comunista de Grecia) “Szabadság” (Partido Comunista Obrero de Hungría) “Sotsialist Latvii” (Partido Socialista de Letonia) “Zeitung vum Letzebuerger Vollek” (Partido Comunista de Luxemburgo), “El Comunista” (Partido de los Comunistas de México) “Propuesta Comunista” (Partido Comunista de los Pueblos de España) “Sovietski Soyús” (Partido Comunista Obrero de Rusia) “Genelek” (Partido Comunista Turco) “Debate Abierto” (Partido Comunista de Venezuela). Edita y distribuye en España: Partido Comunista de los Pueblos de España Depósito Legal: M-12283-1990

Redacción:

C/ Carretas nº 14 - 6º, G-1 28012 Madrid Telf. y Fax 91 532 91 87 e-mail: propuestacomunista@pcpe.es

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Índice EDITORIAL .................................................................................

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CRISIS DEL SISTEMA Jo Cottenier y Henri Houben Partido del Trabajo de Bélgica .....................................................

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EL PARTIDO COMUNISTA ANTE LA CRISIS CAPITALISTA Comité Ejecutivo del PCPE . .......................................................

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LA CRISIS ECONÓMICA CAPITALISTA INTERNACIONAL: LA POSICIÓN DE GRECIA Y LOS ANÁLISIS DEL KKE Eleni Belu Miembro del Politburó del CC del KKE ...................................

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LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y LA PERSPECTIVA REVOLUCIONARIA EN HUNGRÍA Gyula Thürmer Presidente del Partido Comunista Obrero Húngaro . .............. 55 EN LAS RUINAS DEL NACIONAL-LIBERALISMO Victor Matjushenok Miembro del Consejo Editorial del periódico “Letonia Socialista” .......................................................................

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LOS ACUERDOS IMPERIALISTAS ACENTÚAN LOS COSTOS DE LA CRISIS EN LOS PAÍSES DEPENDIENTES Marco Vinicio Dávila Juárez Partido de los Comunistas (México) ...........................................

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LAS PECULIARIDADES ACTUALES DE LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y SUS RASGOS ESPECÍFICOS EN RUSIA V.A. Tiúlkin y M.V. Popov Partido Comunista Obrero de Rusia . .........................................

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TRASFORMACIÓN POLÍTICA DE TURQUÍA Y CRISIS ECONÓMICA GLOBAL Alper Birdal Partido Comunista de Turquía ..................................................... 111



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Editorial

Editorial “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”. Manifiesto del Partido Comunista K. Marx y F. Engels

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a publicación del primer número de la REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL expresa la necesidad de cooperación entre revistas teóricas y políticas de Partidos Comunistas que tienen posiciones comunes en una serie de asuntos teóricos e ideológicos fundamentales. Esta necesidad ha madurado por medio de la evaluación del período de retroceso del movimiento comunista internacional después del triunfo de la contrarrevolución en la URSS y los países orientales y centrales de Europa, así como a través de los asuntos a los que se ha tenido que enfrentar el movimiento comunista por el desarrollo actual de la lucha de clases. Los pasos dados hacia la cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros en el período pasado fueron muy importantes y necesarios. Consideramos estos logros esenciales, los apoyamos y seguiremos apoyándolos. Se ha logrado un cierto nivel de discusión, intercambio de información y coordinación, de posiciones y acciones comunes en varios asuntos. Sin embargo, es fundamental conquistar la unidad político-ideológica del movimiento comunista sobre la base del marxismo-leninismo, la defensa de las conquistas que trajo para la clase obrera a nivel internacional el primer esfuerzo histórico de construir el socialismo, así como la concepción única sobre el carácter del derrocamiento y de sus causas. Todo ello constituye condición previa para la superación de la profunda crisis del movimiento comunista y la revitalización del objetivo estratégico socialista. Por ello, afirmamos que, en paralelo a la continuación de esta cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros, como el encuentro internacional anual, es necesario reforzar la cooperación a nivel teórico entre las revistas teó-


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ricas marxista-leninistas. No nos olvidamos de que la principal condición para la formación de un partido revolucionario es el dominio de la teoría revolucionaria, lo que fue el foco de atención de la III Internacional Comunista (leninista), que este año celebra su 90º aniversario. Desde la primera publicación de su revista teórica, titulada “Comunista Internacional”, Komintern expresó sus principios organizativos y sus posiciones teóricas. La REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL, siguiendo la tradición leninista, es una publicación con un claro carácter político-ideológico. Es una publicación con un punto de vista y no un simple recordatorio de tesis de Partidos Comunistas, lo que ya se cumple con otras publicaciones, tales como el Boletín Informativo de los encuentros internacionales de Partidos Comunistas y Obreros, así como otras publicaciones partidarias. Nuestro objetivo es contribuir a la popularización y desarrollo de la teoría marxista-leninista con el análisis ideológico y posicionamiento político ante los modernos desarrollos en el capitalismo y los problemas de la lucha de clases. Consideramos que el reforzamiento de la orientación marxistaleninista en el seno del movimiento comunista internacional es una condición sine qua non para su necesaria reorganización. Las revistas teóricas y políticas de los Partidos Comunistas que cooperan en la publicación de la REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nos hemos unido en base a nuestra concepción común sobre asuntos importantes relativos al movimiento comunista internacional, la defensa de los principios del marxismoleninismo, del internacionalismo proletario, de la necesidad de la revolución socialista, de la dictadura del proletariado y de la construcción de la sociedad socialista. Unimos nuestras fuerzas: a) para contribuir a la reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional sobre una base marxista-leninista sólida, no obstante las diferentes aproximaciones en temas de estrategia; b) para subrayar expresamente el papel de vanguardia de la clase obrera en el proceso revolucionario, en las condiciones en que una serie de fuerzas disputan los criterios marxista-leninistas de pertenencia a la clase obrera y su papel dirigente en la lucha por el progreso social, por la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo; c) para defender los principios leninistas sobre el partido, en condiciones de crecimiento de la presión sobre los Partidos Comunistas para su cooptación por el sistema capitalista;


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d) para mostrar la necesidad de luchar contra las uniones imperialistas, tales como el FMI, la OTAN, la UE, etc; e) para defender la experiencia histórica del movimiento comunista internacional, con seguridad, sin rechazar la necesaria crítica y las conclusiones científicas que ayudarán al actual movimiento comunista internacional a dar pasos adelante. Consideramos que es necesario seguir la vía de las tradiciones revolucionarias de la Comuna de París, la Revolución Socialista de Octubre, la Internacional Comunista y la experiencia socialista de la URSS y de otros países. La reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional no puede llevarse a cabo sin una firme confrontación de las corrientes que actúan en el seno del movimiento obrero, tales como la socialdemocracia, todo tipo de oportunismo dentro del movimiento comunista, revisionismo, reformismo, nacionalismo, cosmopolitismo y liberalismo. Por ello, exponemos abiertamente, al conjunto del movimiento comunista internacional, nuestras posiciones, nuestra concepción y nuestra crítica al existente retroceso y distorsión del marxismo, y contribuimos al inicio de una discusión importante en sus filas para su orientación teórica e ideológica. Nos dirigimos a todas las revistas teóricas de los PPCC que apoyan los principios arriba expresados y quieran contribuir a este esfuerzo. Hemos estimado necesario dedicar el primer número de la REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL a la actual crisis económica capitalista internacional, que señala los límites históricos del sistema capitalista y acumula material explosivo que puede contribuir a los procesos revolucionarios en los años venideros. La crisis actual confirma el significado de la obra teórica de Karl Marx “El Capital”. Pone de relieve como asunto fundamental del trabajo teórico su asimilación creativa, es decir, el entendimiento profundo de las leyes de la economía capitalista para que podamos analizar los fenómenos que no se habían desarrollado plenamente en la época de Marx, tal como las nuevas formas de circulación del capital-dinero, los nuevos medios técnicos que aceleran la difusión de la información y los intercambios. La concepción marxista-leninista en el análisis de estos fenómenos es determinante para las conclusiones de la lucha política de la clase obrera en cada país y a nivel internacional, para el fortalecimiento del frente ideológico-político ante las propuestas reformistas y oportunistas de racionalización del capitalismo. Esperamos que los artículos que se publican en la revista contribuyan en esta dirección. Noviembre de 2009



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Crisis del sistema

Jo Cottenier y Henri Houben Partido del Trabajo de Bélgica

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egún el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crack actual sólo es comparable al de 1929. En aquella ocasión, tras el crack vinieron varios años de gran depresión: cierre de muchas empresas, tasas increíblemente altas de paro, recortes en los salarios, incremento de la pobreza. Fue el aviso previo a la Segunda Guerra Mundial. ¿Va a tener esta crisis las mismas consecuencias dramáticas o se podrá contener? De repente, los Estados han reaparecido. ¿Será eso suficiente para absorber el choque? Hoy en día, incluso los más acérrimos liberales están exigiendo más regulación para los mercados financieros. Pero, ¿se puede prevenir la crisis simplemente vigilando más las idas y venidas de la industria bancaria? ¿O hay algo más que eso? Para tratar de responder a estas preguntas tenemos que entender los orígenes de la crisis actual. Para ello, tenemos que remontarnos atrás en el tiempo.


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La economía global ya en situación desesperada en 1973 Estados Unidos salió de la Segunda Guerra Mundial como la potencia mundial incontestable, lo que consiguieron convirtiendo el dólar en la divisa mundial. Sólo los dólares se podían cambiar por oro, y el resto de divisas tenían una tasa de intercambio fija con respecto al dólar. Estas regulaciones se establecieron en el acuerdo de Bretton Woods (1944). EEUU utilizó el hecho de tener la sartén por el mango para hacer frente al comunismo. Su prodigalidad no conoció límites y las máquinas de imprimir dólares funcionaban a toda velocidad. En Europa Occidental, el objetivo del caro Plan Marshall era construir una sólida barrera contra la Unión Soviética y amordazar a la resistencia local. EEUU lanzó un plan similar de ayuda en el sudeste de Asia (Korea y Taiwán). La maquinaria militar creada para luchar contra los nazis se perfeccionó y se utilizó para luchar contra el comunismo. EEUU lideró guerras contra la “amenaza comunista” en Korea (1950-1953) y en Vietnam (1959-1975). También dieron apoyo a sus aliados sionistas en Oriente Medio durante la Guerra de los Seis Días (1967) y la Guerra del Yom Kippur (1973). La economía de EEUU en la época de la Guerra Fría estimuló un rápido crecimiento, pero, al mismo tiempo, era una fuente de inestabilidad. La productividad industrial creció rápidamente durante los dorados años sesenta: trabajo y capital se mantenían estables (en otras palabras, los salarios crecían tan rápido como la productividad). La distribución del ingreso nacional (en porcentaje de trabajo y capital) se mantenía estable. Sin embargo, todo eso no se produjo sin fricciones. El final de los 60 supuso el principio del fin para este largo período de crecimiento relativamente importante y estable. Se frenó el rápido incremento de la productividad y la capacidad productiva dejó de aprovecharse en toda su extensión. No se utilizaban todas las inversiones y descendieron las tasas de beneficio. Finalmente, los mercados se saturaron; estaba claro que se gestaba una crisis de sobreproducción. Todo estalló cuando, en 1973, los países de la OPEP cuadruplicaron los precios del petróleo (subieron de 2 a 9 dólares el barril). La segunda crisis del petróleo tuvo lugar en 1979, cuando los precios subieron de los 13 a los 26 dólares; en 1982, un barril costaba 32 dólares. Hay dos análisis sobre la crisis que comenzó en 1973: ¿Fue el resultado de los precios del petróleo –dicho de otra forma, fue un factor externo ocasionado por los productores de petróleo? ¿O fue la crisis del petróleo simplemente su punto de partida? Según este segundo punto de vista, el crecimiento global de la economía estaba


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en una situación desesperada en 1973 por culpa de los procesos internos recurrentes del capitalismo. Los mismos procesos que Karl Marx había descrito un siglo antes. Karl Marx nos permitió entender los procesos recurrentes del capitalismo. Explicó claramente por qué estos procesos conducen inevitablemente a las crisis de sobreproducción. Existe objetivamente una contradicción fundamental en la base del capitalismo: los medios de producción (fábricas, materias primas...) son de propiedad privada, mientras la propia producción tiene lugar en base a un modo cada vez más social. Esto es cien veces más cierto hoy que en la época de Marx. Los complejos aparatos productivos, extendidos a menudo por todo el mundo, trabajan en beneficio sólo de unos pocos accionistas. La única planificación existente tiene como objetivo acabar con la competencia. Para lograr esto, uno tiene que obtener más beneficios que la competencia y acumular más y más capital. Al elevar la tasa de inversión, cada parte espera ganar esferas de mercado frente a sus rivales. Pero, para lograr esto, los costes de producción deben ser reducidos y continuamente racionalizados para producir más utilizando menos trabajo (recorte de salarios). Este proceso lleva inevitablemente a la crisis de sobreproducción por la contradicción entre capacidad productiva y un decreciente poder adquisitivo de la gente. Marx lo resumía de la siguiente manera: “La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuvieran más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad” (1). Éste es el resultado del caos social, donde sólo funciona la ley del máximo beneficio. La producción no está organizada de ninguna manera para satisfacer ampliamente las necesidades de la sociedad.

Una crisis de sobreproducción muy larga y a cámara lenta Siempre que hay una recaída, los capitalistas plantean sus propias soluciones y saben que pueden contar con el apoyo y la ayuda del Estado. Su solución habitual a la crisis implica la destrucción de una parte de la capacidad productiva mediante el cierre de empresas y el despido de trabajadores. Los precios y los salarios se ven recortados. Las empresas más pequeñas, más débiles, desaparecen o son adquiridas por otras más grandes. Esto permite que la oferta nuevamente se adapte a la demanda. La tasa de beneficio vuelve a crecer, se vuelve a invertir dinero: comienza un nuevo ciclo. Como lo describió Marx, se trata de un proceso de crecimiento seguido de 1)El Capital, Volumen III, Capítulo 30.


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un estancamiento, una crisis y una recuperación que tienen lugar en un período de cinco a siete años: el ciclo económico. Sin embargo, esta vez hay algo más que una sencilla recesión cíclica “simple”. Desde 1973, se han producido repuntes y caídas, pero los picos son cortos y las caídas bruscas. Un período de crisis tan largo ya había tenido lugar anteriormente. La primera crisis importante que afectó a las grandes potencias económicas se produjo después de 1873. Acabó mediante la masiva exportación de capital y la lucha por una esfera de influencia en las colonias, que, al final, desembocó en la Primera Guerra Mundial. Fue la fase inicial de lo que Lenin llamó “imperialismo”: una etapa -la última- del capitalismo caracterizada por la fusión del capital bancario e industrial y la división del mundo entero en colonias. La segunda crisis estructural se produjo tras el crack de 1929 y finalizó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1973 hemos vivido en la tercera crisis estructural. Sin embargo, esta crisis está teniendo lugar bajo circunstancias especiales. Ya, en 1975, los esquemas de estabilización estaban siendo puestos en práctica en Bélgica. Cuatro “industrias nacionales” -carbón, acero, textil y vidrio- se desmantelaron con la cooperación del Estado, incluyendo la nacionalización temporal de la industria siderúrgica. Una segunda oleada de planes se lanzó en 1981, cuando se adoptaron medidas para recortar los salarios y los servicios sociales. El franco belga sufrió una devaluación y no se llevaron a cabo tres subidas salariales tras incrementos en los índices de precios. Los gobiernos desmantelaron la seguridad social y los beneficios de desempleo sin importarles las huelgas nacionales y las manifestaciones que firmemente se oponían a ello. Sólo en 1989 fuimos testigos de una pequeña subida que, para 1991, ya había terminado. La Comunidad Europea se ocupó del asunto a partir de 1985. Se adoptaron muchas medidas: el mercado común, en 1990; el Tratado de Maastricht, en 1991 (y divisa común); la liberalización del sector público durante los 90 y la Estrategia de Lisboa en 2000. En Bélgica, la oposición a estas medidas se expresó principalmente a través de una gran serie de huelgas contra el “plan global”, en 1993, y las huelgas contra el denominado “pacto generacional”, de 2005. El competidor estadounidense era el modelo de todas las medidas planteadas por la Unión Europea. Esto no es una coincidencia. Desde el inicio de la crisis, en 1973, la superpotencia Estados Unidos no ha cesado nunca de dejar su pesado sello en la economía global. Esto se hizo aún más claro en 1980, cuando la parte más derechista y agresiva de la burguesía estadounidense ganó poder con la presidencia


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de Reagan. Esta situación llevó a que se adoptaran medidas radicales que tuvieron mucha influencia en el desarrollo de la crisis en todo el mundo. Debido a algunas de esas medidas, la crisis se trasladó a otros países. Otras medidas ralentizaron la crisis transitoriamente e impulsaron artificialmente la economía global. Esto explica por qué esta crisis en concreto ha sido tan compleja. Las soluciones que EEUU ofreció han contribuido al colapso financiero actual. Un resumen de estas soluciones nos permitirá entender mejor cómo de seria es la crisis realmente y por qué la única salida a esta crisis de sobreproducción retardada es la masiva destrucción de capital. Seguir el ejemplo de EEUU sólo nos lleva al colapso A finales de los años 60, Estados Unidos tuvo que hacer frente a dos rivales que habían vuelto a la vida: Europa y Japón. Al mismo tiempo, Estados Unidos se encontraba enredado en la guerra contra la independencia de Vietnam y otros países en la región del sudeste asiático. La carrera armamentística con la Unión Soviética también era bastante cara. El grifo del dólar seguía fluyendo y grandes cantidades de dólares acababan en bancos europeos (los denominados eurodólares). Al comenzar Bretton Woods, en 1944, la Reserva Federal aún poseía el 60% del total de reservas mundiales de oro, pero, ahora que los bancos nacionales europeos estaban convirtiendo estas enormes cantidades de dólares en oro –una especie de segunda quimera del oro-, esa proporción cayó rápidamente al 15%. Así que Nixon tomó la decisión unilateral de detener la convertibilidad directa de los dólares en oro. Dos años después, se abandonaron los tipos de cambio fijos y el dólar comenzó a flotar. Perdió valor hasta 1979. Entonces, el dúo Volcker-Reagan comenzó a seguir una senda distinta. El abandono de Bretton Woods dio a EEUU más posibilidad de maniobra porque el dólar ya no podía ser devaluado mediante la reclamación de su valor en oro a la reserva federal de oro. Más que nunca, el dólar se convirtió en una divisa global, sólo que ahora el gobierno de EEUU podía también manipular el tipo de cambio a voluntad. Hasta hoy, han aprovechado mucho esta posibilidad. Durante treinta años, Estados Unidos revivió mercados financieros por todo el mundo. Utilizaron un triple mecanismo como palanca: el dólar, el crédito y la especulación, lo que llevó a un enorme incremento del tamaño de los mercados financieros. En 1980, el valor de los instrumentos financieros se estimaba en el equivalente al Producto Interior Bruto mundial (PIB). En 1993, ese valor era el doble de alto. Y, a finales de 2005, era más de tres veces superior, es decir, un 316% del PIB mundial. Entre 2000 y 2004, los títulos de deuda pública y privada representaban más de la


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mitad de este incremento. Esto muestra el creciente papel de la deuda y las compras apalancadas financiadas(2) como motor del proceso(3). En 2004, el comercio diario de derivados(4) alcanzó los 57.000 millones de dólares y el comercio de divisas los 1.900 millones de dólares. En conjunto, sumaban 76.000 millones de dólares al día. Eso es más que el valor de las exportaciones anuales(5). ¿Cómo apareció esta tendencia? Para mantener su posición preeminente, Estados Unidos siguió caminos en los 80 que contribuyeron a inflar la burbuja financiera. 1. En 1979, Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal, decidió, sin previo aviso, elevar los tipos de interés. En pocos meses, subieron de un 11% a un 22%. Tal porcentaje era increíblemente alto, especialmente con la depresión todavía muy presente. El hecho de que el crédito aún fuera desmesuradamente caro siguió frenando la economía. Una tasa de inflación del 10% suponía que los capitalistas perdían anualmente el 10% de su fortuna. La alta inflación es buena para quien está endeudado porque está devolviendo el dinero que debe con dinero de bajo valor. Los bancos, sin embargo, veían que los préstamos que habían concedido perdían el 10% de su valor. Reagan y Volcker rápidamente tomaron una decisión(6). Esta decisión también estuvo condicionada por el hecho de que la deuda previa a la alta inflación podía atribuirse a los altos salarios y los “excesivos” beneficios sociales. En resumen, los poseedores de capital querían que la lucha contra la inflación tuviera preferencia, y lo lograron. Como resultado, la inflación bajó al 2-3% a finales de los 80. Fue el primer gran regalo de EEUU al mundo financiero. Las consecuencias aparecieron rápidamente. La crisis empeoró y llegó a su cima. Las principales víctimas fueron quienes estaban fuertemente endeudados y no podían hacer otra cosa más que ver cómo los tipos de interés se incrementaban vertiginosamente. Fue un desastre para los países latinoamericanos. Los bancos occidentales habían concedido préstamos a países del Tercer Mundo, que se alegraron al ver que se inyectaba capital que ayudase a construir sus industrias. EEUU estaba en una particularmente buena situación económica: el 40% de 2)Una compra apalancada tiene lugar cuando un patrocinador financiero adquiere un porcentaje de control en la propiedad de una empresa y cuando un porcentaje importante del precio de compra es financiado por medio del apalancamiento (préstamo). Los activos de la compañía adquirida se utilizan como garantía del capital prestado, en ocasiones con activos de la empresa adquirente. Los títulos u otros documentos emitidos para las compras financiadas apalancadas no se suelen considerar inversión por los importantes riesgos que conllevan. 3)McKinsey Global Institute, 2006.


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todos los préstamos lo hacían sus bancos, y las empresas de EEUU recibían muchos pedidos de equipamiento para la industrialización de los países del Tercer Mundo, industrialización que, a menudo, estaba dando sus primeros pasos. Todo parecía prometedor hasta que los tipos de interés se dispararon y los países que habían pedido dinero prestado tuvieron que pagar en intereses más de lo que estaban ganando con sus exportaciones. En 1982, Mexico estuvo al borde de la bancarrota. En 1983 fue el turno de Argentina, y Brasil fue detrás, en 1984. Como es natural, la industria bancaria también se encontró en serios problemas pero, al mismo tiempo, se trataba de una nueva oportunidad para que Estados Unidos, vía el FMI, presionase para la adopción de estrategias radicales de reestructuración que abrirían las economías del Tercer Mundo a las multinacionales estadounidenses. En nombre del libre mercado, todas las barreras nacionales fueron derribadas en beneficio de las compañías transnacionales. La decisión de Volcker de subir los tipos de interés hizo al dólar más atractivo. El tipo de cambio del dólar dejó de caer y los altos tipos de interés ayudaron a atraer inversores. El camino estaba así despejado para la entrada de los dos siguientes elementos: el crédito y la especulación. 2. Los poseedores de capital también exigían una reforma fiscal. Reagan les concedió la Ley de Impuestos para la Recuparción de la Economía, de 1981. El tipo impositivo sobre los ingresos más elevados se redujo durante los años 80 y 90 del 70% al 28%, con Reagan y, en parte, con Clinton, en la presidencia. Como el ingreso de los más ricos de EEUU (1% de los ciudadanos) se incrementó un 50% durante ese período, el tipo impositivo medio sobre sus ingresos se redujo del 37% en 1979 al 29% en 1990. Esto supuso un incremento del 70% en la liquidez tras impuestos. Para los más pobres de EEUU (el 20% de los ciudadanos), sin embargo, el ingreso y la presión fiscal se mantuvieron igual. En 1980, ese mismo 1% de los más ricos ciudadanos de EEUU poseían el 30% de todos los activos, un porcentaje que alcanzó 4)Los derivados son contratos financieros, o instrumentos financieros, cuyo valor se deriva del valor de otra cosa (conocido como subyacente). El subyacente sobre el que se basa un derivado puede ser un activo (p.ej., mercancías, participaciones (acciones), hipotecas residenciales, inmuebles comerciales, préstamos, bonos), un índice (p.ej., tipos de interés, tipos de cambio, índices de bolsa, índices de precios al conusmo (IPC) – ver derivados de inflación), y otros elementos (p.ej., condiciones meteorológicas u otros derivados). Los derivados del crédito se basan en préstamos, títulos u otras formas de crédito. Los tipos principales de derivados son los forward, los futuros, las opciones y swaps. 5)Chandrasekhar, 12 de julio de 2007. 6)La política de Reagan se inspiró en los monetaristas como Milton Friedman, para los cuales la ortodoxia monetaria es el bien más preciado.


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rápidamente el 38% en los 80(7). En 1998, el 5% de los más ricos de EEUU poseía el 59% de la riqueza, es decir, más que lo que poseía el 95% restante. El consumo de los bien posicionados económicamente experimentó un doble incentivo. Primero, porque tenían mayores ingresos; segundo, porque el incremento de sus activos les proporcionaba cobertura si querían obtener préstamos. La parte del consumo privado en el PIB(8) se incrementó del 62%, en 1980, al 68%, en 2000. Esto se reflejaba en los ahorros de las familias de EEUU. El 50% de las familias norteamericanas con ingresos bajos casi no lograba ahorrar dinero, pero, independientemente de esto, los ahorros anuales hechos por todas las familias cayeron del 8% del PIB, en 1980, al 5%, en 1990, y al 1,5% en 2000. Se incrementó y se alentó la deuda privada. En 1980, las deudas de las familias norteamericanas suponía aproximadamente el 50% del PIB y alcanzaron el 65% en 1990, el 75% en 2000 y el 100% en 2007. El segundo elemento había entrado en escena. Este gigantesco crecimiento del crédito no tuvo lugar sin producir consecuencias para la economía global. El consumo de EEUU, que alcanza una media del 30% del consumo privado global, promovió la demanda global. De hecho, desde los años 60, las compañías multinacionales estadounidenses habían estado produciendo cada vez más en el extranjero: en Europa y en países donde el trabajo era barato. El consumo se incrementaba, lo que suponía que las importaciones crecían. Estados Unidos tuvo que enfrentarse, rápidamente, a un creciente déficit comercial. El creciente tipo de cambio del dólar (debido a los altos tipos de interés) tuvo un doble efecto. Por un lado, un dólar fuerte permitía a la gente comprar bienes de importación de mejor valor; por otro lado, también se atraía a inversores extranjeros. Así que los dólares que abandonaban el país cuando se pagaban las importaciones, se reinvertían como capital en los bonos del gobierno de EEUU y los bancos de EEUU. El dólar garantizaba que el sobreconsumo de la riqueza se perpetuase. En otras palabras, la economía de EEUU estaba siendo sostenida por el resto del planeta. 3. Al mismo tiempo, tuvo lugar una evolución crucial en la vida empresarial. Las empresas trabajaban cada vez más para la bolsa. Fue Jack Welch quien marcó la pauta. En 1981, Jack Welch era el Director de General Electric, con una plantilla de 400.000 trabajadores. Su ambición era convertir a General Electric en la empresa más 7)Luego, se mantuvo estable durante los años 90. Ésta es una estimación hecha por Henri Houben sobre la base del trabajo de Edward Wolff La creciente desigualdad en la riqueza de América. En Bélgica, se estima que el 1% tiene el 25% de todas las fortunas privadas. 8)El PIB (producto interior bruto) es el valor total de todos los bienes y servicios finales producidos por una economía concreta en un año.


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competitiva del mundo, y tenía sus propios métodos para alcanzar tal meta. ¿Cuál era el primer paso? Despedir al 10% de los trabajadores menos eficientes cada año. ¿Cuál era el segundo paso? Al estar la empresa en lo alto de la actividad industrial, introducirla en el mundo financiero. Esto es lo que Welch hizo con General Electric. Los ingresos del grupo se elevaron de 1.500 millones de dólares, en 1980, a 4.000 millones, en 1990, y a 7.300 millones en 2000. Los accionistas estaban exultantes. El método de Welch tuvo tanto éxito que pronto se convirtió en la norma en EEUU e, incluso, en todo el mundo empresarial occidental. Las ganancias se fijaban de antemano, generalmente alrededor del 15%, lo que era un índice mucho más alto que la tasa media de beneficio. Y el margen de beneficio ya se calculaba de antemano en los costes de producción. La deducción de beneficio se hacía antes, no después. Esto hizo que las compañías ahorrasen constantemente allí donde fuera posible y asumieran muchos riesgos financieros. Se precipitaron en el mundo financiero, trabajando principalmente con dinero prestado y contando con la palanca financiera(9). Los dividendos se convirtieron en el criterio último; la valoración bursátil de una empresa se convirtió en el único modo de medir su valor. Cuanto más alto fuera el valor de mercado, más inversores se atraía. Así es como apareció el tercer elemento. La industria de EEUU comenzó a centrarse principalmente en productos de alta tecnología y en actividades centrales de rama, es decir, en los sectores más rentables. La actividad secundaria se subcontrataba y, a menudo, se trasladaba a países donde el trabajo era más barato. Así es como se desarrollaron las maquiladoras mexicanas: de 620, en 1980, (con 120.000 trabajadores), llegaron, en 2006, a ser 2.800, empleando a 1,2 millones de personas. Una evolución similar tuvo lugar en países como Malasia, Singapur y Taiwán. Los mismos métodos se utilizaban en todo el mundo. Actualmente, muchos monopolios utilizan la regla del 15% para satisfacer a sus accionistas, y muchos monopolios europeos y japoneses ganan más con sus operaciones financieras que con su producción industrial real. 4. La desregulación financiera y la proliferación desenfrenada aceleraron el colapso financiero actual. Estados Unidos adoptó varias medidas tras el crack de 1929 y después de que varios bancos fueran a la bancarrota para intentar evitar que estos sucesos se repitieran. La Ley Glass-Steagall, de 1933, introdujo la separación de tipos de bancos según 9)La palanca financiera toma la forma de un préstamo (deuda), cuyas ganancias se (re)invierten con la intención de obtener una tasa de retorno más alta que el coste del interés.


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su negocio (banca comercial y de inversión), y fundó la Corporación Federal de Seguro de Depósitos para asegurar los depósitos bancarios. También aplicó lo que se conoció como la Regulación Q, que tenía como objetivo prohibir una diferenciación en los tipos de interés según el tamaño de la riqueza del cliente. Sin esta regulación, los bancos podían atraer a clientes más ricos al ofrecerles mayores tipos de interés, lo que podría poner a los bancos ordinarios en peligro. Sin embargo, a principios de los años 60, estas restricciones legales se fueron levantando gradualmente y, en 1980, habían desaparecido completamente. Un creciente mercado de derivados (títulos financieros cuyo valor se determina por otros activos) vio la luz del día. Esto condujo a creaciones financieras sorprendentes. Los bonos se creaban con cualquier cobertura, incluso deuda. Se instigó una verdadera revolución en la financiación de la inversión y la compra. Las empresas ya no se sostenían sobre préstamos bancarios, sino que financiaban operaciones emitiendo títulos financieros. Alguna gente, incluso, se especializó en emitir estos títulos. Cuando Clinton llegó a la presidencia, se revocó la diferenciación entre instituciones financieras. Llegó la total desregulación. Otros países siguieron el ejemplo de EEUU. Los instrumentos financieros proliferaron y se convirtieron, a su vez, en objetos de especulación. Crecieron hasta tal punto que la tradicional relación entre banca e industria acabó adoptando formas completamente diferentes. En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin muestra cómo la fusión de los monopolios bancarios con los industriales crea lo que entonces se denominó capital financiero. Explica que la propiedad y el interés se vinculan porque, con el crédito, los bancos se convierten gradualmente en propietarios de la industria. Lenin concluye: “Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los bancos con la industria: he aquí la historia de la aparición del capital financiero y el contenido de dicho concepto”(10). El control del mundo financiero sobre la industria y su interrelación no se redujo, sino que los grandes bancos mercantiles fundaron instituciones financieras con estructuras mucho más flexibles que, preferiblemente, recurriesen a nuevos instrumentos financieros que fuesen capaces de aparecer con grandes sumas de dinero para las adquisiciones y trabajasen preferentemente en mercados internacionales, mientras, en general, los bancos mantenían fuertes vínculos con los mercados nacionales. El porcentaje del mercado habitual que los bancos y los corredores de seguros tenían de los activos financieros de EEUU se dividió por la mitad entre 1980 y 2007, reduciéndose del 70 al 35%. La parte de los fondos de capital privado, fondos de 10)Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo


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pensiones, fondos de inversión, etc., se incrementó en las mismas proporciones. Los fondos de inversión han ido experimentando un animado crecimiento desde 1990; realizan inversiones muy agresivas y alcanzan el 40% de las transacciones bursátiles. En 2007, 11.000 fondos de inversión gestionaban 2,2 billones de dólares. Para muchos, los fondos de inversión son el próximo agujero negro y creen que puede llevar a un nuevo cataclismo financiero. Hoy en día, unos pocos fondos privados gigantes (como KKR, Blackstone, Carlyle y Cerberus) controlan el mercado financiero internacional, lo que quiere decir que también controlan muchas acciones de empresas. Los bancos tienen un nuevo papel: conceden préstamos a estos fondos especializados. Por tanto, la definición de Lenin del capital financiero sigue siendo muy actual. Lenin también se refirió a la creciente separación entre el control de la producción y la capa de parásitos conocida como “cortadores de cupones”. Su libro fue escrito en 1916, hace casi un siglo, pero podría haberse escrito hoy: “Es característico del capitalismo, en general, que la propiedad del capital esté separada de la aplicación del capital a la producción, y que el rentista que vive completamente del ingreso obtenido del capital dinero esté separado del empresario y de todos aquellos que están directamente preocupados por la gestión del capital. El imperialismo, o el dominio del capital financiero, es el más alto estadio del capitalismo, en el que esta separación alcanza vastas proporciones. La supremacía del capital financiero sobre todas las demás formas de capital significa el predominio del rentista y la oligarquía financiera; significa que un pequeño número de estados financieramente “poderosos” sobresalgan por encima del resto (11).” La Unión Europea quiere catch up con Estados Unidos En la Estrategia de Lisboa (2000), la UE fijó el objetivo de alcanzar a la economía de EEUU en 2010, pero esta ambición ha ido incluso más allá. Dado que la crisis ha estado golpeando desde 1973, la burguesía europea fue incitada a buscar una nueva vida en la unificación de Europa, particularmente debido a la agresiva respuesta de EEUU a esta crisis. Durante los primeros años de la crisis, la intervención de las autoridades europeas se limitaba a reestructurar la industria siderúrgica y otras industrias amenazadas. Pero la Unión Europea quería alcanzar a Estados Unidos. En 1983, los administradores de 17 importantes monopolios europeos crearon una mesa de industriales europeos. Esta mesa europea esbozaría el programa del Acta Única Europea (1985) y terminó el proyecto de 1990 para un mercado único europeo. El proyecto fue lanzado por un 11)Lenin, op. cit.


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entusiasta Jacques Delors y su Comisión Europea. Las cosas se aceleraron en 1991 con el Tratado de Maastricht, que estableció una única divisa europea y una política exterior común europea. La Estrategia de Lisboa afirmaba claramente el gran objetivo de “hacer de la UE la economía más dinámica y competitiva del mundo basada en el conocimiento”. En muchos ámbitos se adoptó el enfoque de EEUU: reformas fiscales, ampliación de la carga de trabajo, privatización de la seguridad social, mercado totalmente libre, expansión de la bolsa, etc. Las ventajas competitivas de una débil protección social metieron a los países europeos en la vía del desmantelamiento de las conquistas históricas, como la seguridad social. La brecha entre los ricos y los pobres se amplió rápidamente también en Europa. Desde principios de los años 90, la UE dirigió la liberalización de las telecomunicaciones, los ferrocarriles y los servicios postales. Los servicios públicos, que, en Europa, son mucho más importantes en la vida diaria que en EEUU, se desmantelaron y transfirieron al capital privado. La reforma de Bolonia supuso que la educación europea copiara el modelo de EEUU, que tiende mucho más a satisfacer las necesidades e intereses de las empresas. El colapso de los países socialistas, en 1989, dio aún más fuerza a la ofensiva liberal. El miedo al comunismo había desaparecido, el capitalismo triunfaba. Sin embargo, los capitalistas europeos se enfrentaban a una mayor oposición a los planes de desmantelamiento. Incluso, a pesar de que los sindicatos no estaban organizados a nivel europeo aún, los planes se iban frenando en cada país como resultado de la movilización a nivel nacional. La economía burbuja no puede barrer la crisis En resumen, el hecho de que el consumo de EEUU haya sido enormemente estimulado desde 1973 no ha resuelto la crisis. Al contrario, ha ayudado a prolongarla. Tras 1973, el crecimiento nunca alcanzaría el nivel que alcanzó en los años 60. Como la espada de Damocles, la crisis de sobreproducción nunca cesará de amenazar la economía global. Cuando tiene lugar la sobreproducción, posteriormente se produce una plusvalía de capital (un exceso que no puede utilizarse para incrementar la producción porque choca con los límites del mercado). Este exceso de capital busca altos rendimientos, y ahí es donde el sector financiero echa una mano. Las condiciones para permitir esto se crearon con la desregulación financiera y el incremento del número de nuevos instrumentos financieros. Todo el asunto se intensificó aún más por el excesivo estímulo al crédito, ya que la concesión de créditos es una forma de crear dinero de la nada.


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Un gran paso hacia la proliferación financiera se da cuando la deuda se utiliza como cobertura para la emisión de títulos o derivados financieros –lo que se denomina titulización. Así, toda deuda puede ser convertida en un título, lo que significa que puede seguir siendo comprada y vendida y, como consecuencia, se convierte en objeto de especulación. De ahí en adelante, cualquier polo de crecimiento económico puede convertirse en la piedra angular de burbujas financieras. El dinero es prestado a los polos en expansión de la economía y esta deuda se negocia bajo la forma de títulos financieros. Los polos en crecimiento también hacen que la bolsa suba y, como resultado, las instituciones financieras y los especuladores tienen carta blanca. Así es como nacen las escandalosas burbujas financieras que atraen a inversores y especuladores. Aparece el capital ficticio, que se basa únicamente en la esperanza de un crecimiento sin fin. Más tarde o más temprano, estas burbujas acaban explotando inevitablemente. Ése ya fue el caso de la deuda del Tercer Mundo a finales de los años 70, la cual, como resultado, llevó al colapso de los países latinoamericanos en 1982-1984 que mencionábamos antes. La historia se repitió en 1997 con una gigantesca burbuja financiera en los mercados asiáticos. La devaluación de la divisa tailandesa causó el crack. Los efectos colaterales incluso se notaron en Rusia y Brasil. Los fondos de cobertura entonces se volvieron hacia las empresas de alta tecnología localizadas en Silicon Valley. Esa burbuja también explotó con el crack del Nasdaq en 2000. Así es como empieza la historia de la burbuja inmobiliaria. Tras el crack del Nasdaq y el 11 de septiembre, la Reserva Federal rebajó su tipo preferente(12) al 1% en un intento de impedir la amenaza de la recesión. Los bancos hipotecarios se aprovecharon agresivamente de los tipos bajos para emitir préstamos para la compra de viviendas. Ofrecían condiciones extremadamente favorables sin exigir demasiadas garantías. El mercado real estaba en plena expansión y todo el mundo pensaba que los precios seguirían subiendo, sin importar la solvencia(13) de los prestatarios: sus casas podrían ser embargadas, así como su dinero. Se permitía a los ciudadanos insolventes adquirir hipotecas en condiciones especiales. Esto es lo que se acabó conociendo como hipotecas subprime. El mercado hipotecario se disparó y las capas más pobres de la población aprovecharon la oportunidad. El número de hipotecas subprime creció del 8% (en 2001) al 20% (en 2007) del total de préstamos hipotecarios en EEUU. La desregulación del mercado financiero hizo el resto. Los bancos hipotecarios vendieron sus hipotecas subprime (junto con sus riesgos) a empresas especializa12)El tipo preferente es un tipo de referencia utilizado por los bancos. El término indicaba originalmente el tipo de interés al que los bancos prestaban dinero a los clientes preferentes. 13)La solvencia es la capacidad de una entidad para pagar sus deudas.


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das,(14) que emitían títulos en el mercado cubiertos por estas hipotecas. Como resultado de ello, los bancos hipotecarios podían seguir prestando dinero. Entre 2001 y 2006, la máquina siguió funcionando y las hipotecas de EEUU sumaban 11,5 billones de dólares. Estos títulos fueron esparcidos por todo el mundo en bancos, fondos de pensiones, bancos mercantiles, fondos especulativos y fondos de cobertura, quienes estaban particularmente aficionados a ellos. Cuando la Reserva Federal subió progresivamente el tipo de interés hasta el 5,25%, muchos nuevos compradores se quedaron sin un céntimo. Una gran cantidad de ejecuciones hipotecarias tuvo lugar y el mercado inmobiliario cambió. El número de insolventes se incrementaba trimestre a trimestre y, a finales de 2006, empezaron los problemas en los bancos y fondos de cobertura. La avalancha ya no se pudo detener y, en septiembre de 2008, la crisis bancaria alcanzó su cénit. Las consecuencias fueron devastadoras para los propietarios de las casas. Más de dos millones de propietarios perdieron la casa que acababan de comprar y se quedaron en la calle. Sin embargo, la crisis no se ha producido sólo en EEUU. En todo el mundo, más de 1 billón de dólares en bonos basura ha sido debitado (cargado en el debe) y, uno tras otro, los bancos están declarando pérdidas. La situación empeora cuando, como precaución, los bancos inundan el mercado interbancario porque la desconfianza general crece. Esta desconfianza llega al público y persiste la amenaza de serios problemas bancarios. Todavía no ha terminado ¿Cómo es posible que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria haya sido un golpe mucho más fuerte que el ocasionado por la burbuja anterior y que todo el sistema financiero se encuentre al borde del abismo? Ésta es la mayor burbuja financiera de la historia y ha contaminado a todo el sistema con sus bonos basura. Todas las medidas de protección y control gubernamental han sido desmontadas de tal manera que nadie es capaz de comprobar el verdadero valor de los títulos basados en hipotecas o cuál es su localización. Esto ha hecho inevitable una reacción en cadena. La seriedad de nuestra actual situación puede observarse por el pánico que ha llevado a prácticamente todos los Estados a proceder al rescate raudo de sus bancos y por la amplitud de sus intervenciones. Para medir esta amplitud, es útil conocer que los siete años de guerra en Irak y Afganistán han costado 750 mil millones de dólares. 14)Se denominan SPV’s (vehículos de propósito especial, en inglés)


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Esta cantidad es sólo un poco mayor que el plan de Paulson de 700 mil millones de dólares destinado a que el gobierno de EEUU adquiriese la deuda impagada de los bancos. Pero eso no es todo. Se gastaron otro par de cientos de miles de millones para rescatar bancos, como el Bear Stearns, y para nacionalizar instituciones financieras, como Fannie Mae, Freddy Mac y AIG. Sumando las diferentes intervenciones, el total se acerca a los 1,8 billones de dólares. Hay que señalar el dato de que el PIB de todo el continente africano fue, en 2007, de 2,15 billones de dólares. Es obvio que un agujero tan grande tendrá consecuencias nefastas en la deuda pública, en el presupuesto y, finalmente, en el ingreso neto del ciudadano norteamericano. Se estima que éste tendrá que desembolsar al menos 2.000 dólares. ¿Será capaz el Presidente de la Reserva Federal, Ben Shalom Bernanke, de encontrar un nuevo sector que infle una nueva burbuja y traiga algo de alivio? Es completamente improbable. El consumo de EEUU se ha colapsado y muchos inversores han perdido grandes cantidades de dinero en la Bolsa. Los instrumentos financieros y los bienes inmobiliarios han perdido mucho valor y no se pueden utilizar para cubrir nuevos créditos. Créditos que, por razones entendibles, la industria bancaria es reacia a conceder. El recorte de los tipos de interés para impulsar la economía tampoco es una opción, puesto que, estando al 3%, ya se encuentran en su mínimo. Está claro que la única salida de esta crisis de sobreproducción constantemente retrasada es la aniquilación de la capacidad productiva. Esto significa que lo peor está por venir. La crisis promete ser larga y profunda. Los países del Tercer Mundo serán los primeros en ver cómo sus exportaciones disminuyen, proporcionarán menos materias primas y, pronto, se encontrarán nuevamente bajo el dominio férreo del FMI y sus planes de reestructuración. ¿Asistimos al final de la hegemonía de EEUU? Durante muchos años, EEUU ha logrado hacer navegar su barco económico trasladando los efectos de la crisis a otros países. La forma en que EEUU impulsa artificialmente la economía también afecta al resto del mundo. EEUU ha sido capaz de tomarse estas libertades dada su posición como potencia económica mundial. Pero parece que, en este sentido, las cosas están cambiando. El casi colapso de los grandes bancos de EEUU y la desarticulación del sistema financiero global continuarán inevitablemente drenando la economía de EEUU, así como su autoridad. Las dificultades financieras de Estados Unidos van de la mano de la guerra contra el terrorismo, que lucha por mantenerse a flote e, incluso, llega a un callejón sin salida tanto en Afganistán como en Irak. La autoridad política de Estados Unidos en las instituciones internacionales y en el frente diplomático está siendo cada vez más


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disputada. El orden global está dando un giro y se está formando un mundo más multipolar. EEUU todavía es la mayor economía mundial. No obstante, en las últimas décadas la economía ha sido inflada artificialmente para que siguiera siendo el motor de la actual situación, y, por eso, EEUU está pagando ahora un alto peaje: su situación actual muestra un extremadamente alto déficit, lo que es principalmente atribuible a su descompensada balanza comercial. Como resultado de lo anterior, los dólares están siendo esparcidos por todo el mundo y vuelven a EEUU como inversiones o capital. Esto sólo será posible que continúe mientras el dólar siga siendo la divisa del comercio y las reservas internacionales. Sin embargo, el colapso del sector financiero, tarde o temprano, pondrá fin a esta posición excepcional. Las sumas astronómicas que el gobierno de EEUU inyecta en su industria bancaria sólo servirán para incrementar la deuda pública, la cual ya es de colosales dimensiones debido a los costes de la guerra. Cada vez menos países estarán inclinados a invertir incondicionalmente sus reservas en Estados Unidos y, de esta manera, a dar su apoyo a que el dólar sea la divisa de reserva internacional. Tarde o temprano llegará el final del imperio del dólar. Se va perfilando el papel de China. Como principal potencia emergente, el país ya tiene una importante influencia en la economía global debido a la creciente plusvalía de su balanza comercial y sus considerables reservas financieras. El déficit de Estados Unidos asciende a 800 mil millones de dólares al año. Según Zhu Min, Vicepresidente del Banco de China, Estados Unidos no podrá contar más con China para colocar los bonos estatales necesarios para financiar el rescate de los bancos estadounidenses. ¿Cómo reaccionará el imperio estadounidense? ¿Incrementando aún más sus gastos en la guerra y manteniendo sus aventuras militares? Por el momento, sigue siendo una cuestión abierta, pero es un hecho histórico que sólo la destrucción masiva de la capacidad de producción por medio de la guerra ha sido capaz de hallar la salida a la última crisis importante del sistema, la de los años 30. Una crisis del sistema tiene que solucionarse sustituyendo al propio sistema El dique ha acabado reventando. Tras el colapso financiero, tras el crack de la burbuja gigante, se está viniendo abajo todo el suelo de la crisis de sobreproducción, con la apariencia de una depresión larga más que de un breve período de descenso de actividad. Ni siquiera las enormes cantidades de dinero implicadas serán capaces de mantener este tsunami bajo control.


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En cuanto a las causas, los dedos apuntan en todas direcciones: es por las suprime, por los fondos de cobertura, por EEUU... Según Karel Van Miert, antiguo dirigente del SP.a (Partido Socialista flamenco), antiguo comisario europeo y administrador de la Philips, es a la carrera de los banqueros por el beneficio a quien hay que culpar del colapso. ¿Son tan codiciosos? Nada esconde el hecho de que tras esta carrera por el beneficio –encabezada no sólo por los banqueros, sino también por empresas como la Philips– yace una constante, un fenómeno recurrente. Karl Marx descubrió este fenómeno hace más de 150 años. Su conclusión fue que el capitalismo no puede existir sin crisis. Cuando se trata de dar soluciones hay un considerable consenso, desde los socialdemócratas a los liberales: es necesaria más transparencia, más regulación y más control. No, ya no se trata de la codicia de un puñado de gente. No, no se trata de la carrera por el beneficio de un par de banqueros. No, no se trata de aprobar regulaciones financieras, como muchos piden. No, la situación no se resolverá aplicando “el genuino libre mercado, el único que obedece a leyes”. La crisis es inherente al propio sistema. Nunca antes la humanidad había producido tanta prosperidad, ni tampoco había producido tanta pobreza. Es el trabajo de todos –y sólo el trabajo– lo que produce la prosperidad, no el capital. No es más que lógica elemental el exigir que la prosperidad producida colectivamente se utilice para mejorar las condiciones de vida de todos los seres humanos. Esto es imposible en una economía capitalista, que funciona según los intereses de una pequeña minoría y que, inevitablemente, conduce a la crisis. Por esto, todos los medios de producción importantes deben ser puestos en manos de la colectividad. 18 de noviembre de 2008 Jo Cottenier es autor de La Société Générale 1822–1992 (con Patrick De Boosere y Thomas Gounet) EPO, 1989 y de Le temps travaille pour nous (El tiempo está de nuestro lado) (con Kris Hertogen) EPO, 1991. Es miembro del Buró del Partido del Trabajo de Bélgica. Henri Houben, Doctor en Economía, es investigador del Instituto de Estudios Marxistas, especializado en el estudio de las multinacionales, la estrategia europea de empleo y la crisis económica. Este artículo fue publicado en Études Marxistes, n°84, Octubre-Diciembre de 2008 http://www.marx.be/FR/em_index.htm



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EL PARTIDO COMUNISTA ANTE LA CRISIS CAPITALISTA

Comité Ejecutivo del PCPE

Caracterización de la crisis y cambios en el modelo de dominación mundial La tendencia decreciente de la tasa general de ganancia, tal y como expuso Marx, es el punto débil del capitalismo, ya que el beneficio es el objeto, motivo y fin del capital. Su descenso efectivo, condicionado por la elevación de la composición orgánica del capital, es, en última instancia, la causa de la paralización del proceso de acumulación del capital, agudizando la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social del proceso de producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus resultados. La crisis es consecuencia del aumento colosal de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo humano explotado en fábricas y campos, que produce, a su vez, un incremento del capital, de plusvalía y de mercancías. Capital que no puede ser reacumulado a una tasa de beneficio conveniente. El problema no es abundancia de mercancías sin venta; el problema es abundancia de mercancías sin venta a una determinada tasa de beneficio. La causa de la crisis no es de ninguna manera una crisis de subconsumo. La clase obrera existe para el capitalismo como productora de valor, no como consumidora.


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Persiguiendo la obtención de un mayor beneficio, o el mantenimiento de la tasa promedio de beneficio, se produce, contradictoriamente, una caída tendencial de la tasa de ganancia; por lo que el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital. Para superar esos límites inmanentes al modo de producción capitalista, se han seguido durante las últimas décadas las siguientes líneas de actuación: – Intervención política para organizar a escala mundial el ciclo de valorización: A) Producir y realizar plusvalía a escala mundial mediante un aumento desmesurado de la productividad del trabajo. Extensión mundial de las relaciones de producción capitalista. B) Se anexionan territorios, mercados; se abarata la fuerza de trabajo, los productos agrícolas, las materias primas, etc. – Se ha provocado el aumento de productividad acompañado de una disminución del salario –devaluando el precio de la fuerza de trabajo como mercancía-, intentando compensar esto mediante el aumento exagerado del capital ficticio y del crédito. La economía financiera y especulativa se dispara para hacer frente al estancamiento de la tasa de beneficio, incrementándose el parasitismo como resultado del desarrollo capitalista en su fase imperialista. Tanto las crisis de sobreproducción de capital como las de mercancías, exclusivas del capitalismo, explicitan violentamente la irracionalidad del sistema. Esta crisis le sobreviene al capital con una virulencia difícil de medir y dominar, poniendo al descubierto los límites históricos y la caducidad del capitalismo. En este sentido, en el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros celebrado en Atenas del 18 al 20 de noviembre de 2.005, bajo el lema “Tendencias actuales del capitalismo y su impacto económico, social y político. La alternativa de los comunistas”, nuestro Partido advertía de lo siguiente en su contribución: “El riesgo de colapso económico mundial es mayor cada día. La economía globalizada demuestra que, a pesar de la alta concentración del capital, las ganancias representan cada vez un porcentaje menor de las cantidades millonarias que mueven las grandes multinacionales. Las operaciones de ingeniería financiera, con el objetivo de “maquillar” las cuentas de resultados de las grandes empresas, son práctica habitual para tratar de ocultar la situación, pero no pueden, en ningún caso, frenarla. El capital se encuentra con dificultades crecientes para completar su ciclo de reproducción ampliada. Altísimos niveles de especulación y el recurso a la financiarización no sólo no resuelven sino que complican aún más el panorama.”


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A la crisis de sobreproducción se le unen hoy otros problemas, crisis, si se quiere, que interactuando dialécticamente chocan a su vez con los límites del capitalismo en la producción de plusvalía y capital. Hay que señalar: – El pico de la producción de petróleo y sus consecuencias para los modelos de producción, de transporte, de urbanismo, de vida etc. La Agencia Internacional de la Energía asegura que los países en desarrollo pueden aumentar su demanda en un 47% -hasta los 121 millones de barriles diarios- en 2.030 y que las petroleras y los países productores deben gastar unos 100.000 millones de dólares anuales (76.500 millones de euros) para desarrollar nuevos suministros para mantener ese ritmo. – El cambio climático, quizá ya fuera de control para el sistema productor de plusvalía, y que afecta negativamente a los ecosistemas y a las condiciones de vida y trabajo de los pueblos. El planeta ha perdido en poco más de un cuarto de siglo casi la tercera parte de su riqueza biológica y recursos, y, al ritmo actual, la Humanidad necesitará dos planetas en 2.030 para mantener su estilo de vida, tal y como ha advertido el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF). – La catástrofe alimentaria, que condena a millones de seres humanos a morir por inanición. La cantidad de personas subalimentadas pasó de 850 millones a 925 millones a consecuencia de la escalada del precio de los alimentos en el periodo 2.007–2.008, según la FAO. Los precios de los alimentos se incrementaron, entre 2.005 y 2.006, un 12 %; un 24%, en 2.007, y cerca del 50 % entre enero y julio de 2.008. La crisis capitalista no será superada a través de medidas reformistas o de recetas keynesianas. Tan sólo por medio del aumento de la explotación, del saqueo y de la restricción drástica de cualquier derecho democrático puede el sistema capitalista remontar la crisis. Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista ya se preguntaban: “¿Cómo se sobrepone la burguesía a las crisis económicas?”, y respondían que “destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistando nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia una crisis preparando otras más profundas e importantes, y destruyendo los medios de que dispone para prevenirlas.” O la burguesía implanta su salida a la crisis, radicalizando la dictadura capitalista e introduciendo niveles crecientes de violencia para garantizar el proceso de acumulación de capital, o las grandes mayorías trabajadoras apuestan por una salida en términos de contraofensiva popular que beneficie a la mayoría social y no a la plutocracia.


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La sociedad moderna se estructura en torno a la contradicción capital/trabajo, por lo que todas las contradicciones que operan en esta sociedad chocan con la valorización del capital: la crisis alimentaria, energética, medioambiental, hidrológica; la discriminación de género a través de la jerarquía Las consecuencias de la patriarcal, destrucción del territorio, especulación crisis capitalista se agravan urbanística, discriminación racial y étnica, las por días para la clase obrera hambrunas y pandemias, etc. Todas las luchas y los sectores populares generadas en esos ámbitos deben dirigirse contra el poder de los monopolios, en la perspectiva de la superación revolucionaria del capitalismo. Las consecuencias de la crisis capitalista se agravan por días para la clase obrera y los sectores populares. El aumento constante del paro, los despidos planificados por la patronal para eliminar a los sectores de la clase con más derechos, el robo sistemático de indemnizaciones y finiquitos, el impago de horas extraordinarias, la rebaja de salarios, etc. están a la orden del día. En términos interanuales, la economía española ha experimentado una contracción del 4,2% del Producto Interior Bruto en el último año, con una tasa del -1,1% en el segundo semestre de 2.009, según datos del Ministerio de Economía y Hacienda. Todos los sectores productivos registraron tasas negativas de crecimiento respecto al mismo periodo del año precedente. El Objetivo de Estabilidad fijado para el periodo 2.010–2.012, prevé un crecimiento negativo para el 2.009 del 3,6%, datos con los que coincide el Gobierno español. La clase obrera española está siendo golpeada con dureza. El empleo a tiempo completo se redujo un 7,1% en tasa interanual. Según un reciente informe elaborado por los técnicos del Ministerio de Hacienda, el 63% de los trabajadores españoles perciben unos ingresos brutos mensuales La clase obrera española está inferiores a los 1.100 euros brutos (16,7 siendo golpeada con dureza millones de asalariados). Entre 1.999 y 2.006, las empresas españolas han visto aumentar sus beneficios netos en un 73%, más del doble que la media de la UE-15 (33,2%) o de la zona euro (36,6%), mientras que los costes laborales en España han aumentado durante este mismo período tan sólo el 3,7%, cinco veces menos que en la UE-15 (18,2%). El desempleo, según previsiones del Instituto Nacional de Empleo, se situará a finales de 2.009 en torno al 25%. Los datos económicos confirman que existe una relación directa entre el paro, la temporalidad y los niveles salariales. Geográficamente, los datos lo dejan claro: las comunidades con una tasa de desempleo superior a la media nacional también concentran unos índices de contratos temporales y de asalariados “mileuristas” mayores.


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La juventud trabajadora sufre especialmente esta situación, con jornadas incontroladas y salarios de miseria. Más del 60% de los contratos laborales impuestos a los jóvenes son temporales, siendo sus salarios un 30% inferiores, lo que hizo que durante 2.008 sólo un 21% de la juventud pudiese tener una vida económica independiente. La mujer trabajadora, en muchos casos, acude en socorro de la deteriorada economía familiar, aceptando trabajos en la economía sumergida pagados con salarios ínfimos y sin ningún tipo de derecho laboral. La oligarquía financiera expropia a las familias obreras que no pueden pagar sus hipotecas –lo que afecta especialmente al sector inmigrante de la clase– y hace un negocio multimillonario reapropiándose de las viviendas con morosidad. Durante el año 2.008, se registraron 58.686 embargos La oligarquía financiera expropia hipotecarios, más del doble que en el ejercia las familias obreras que no cio anterior y el triple de las computadas en pueden pagar sus hipotecas el año 2.006. Este número es superior al conjunto de los años 2004–2007, y la tendencia se agrava durante el primer semestre de 2.009. Muchos trabajadores son incapaces de hacer frente a unas cuotas hipotecarias que, a menudo, representan más del 50% de sus ingresos salariales. Esas cerca


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de 60.000 viviendas que han pasado de manos del pueblo trabajador a manos del capital en un año son el equivalente a la propiedad de una ciudad de unos 250.000 habitantes. Será en el segundo semestre de 2.009 cuando el desastre inmobiliario golpee con mayor dureza a los sectores populares, en un país con más viviendas sin vender que Estados Unidos. La dictadura del capital se expresa en su verdadera dimensión. El estado policial se configura por días con modificaciones legislativas y con el acoso y la represión al pueblo en cada lucha. La “libertad” burguesa se convierte en una pieza de museo y deja paso a la represión, el fascismo y el anticomunismo. Las condiciones descritas configuran un escenario donde es perentorio levantar la alternativa socialista frente al capitalismo agonizante, extendiendo la conciencia y la lucha organizada de la clase obrera y de sectores crecientes del pueblo trabajador. El partido necesario para la construcción del socialismo: su papel dirigente La crisis es una oportunidad única que afecta a la gobernabilidad del capitalismo y de su Estado: el poder político se hace más vulnerable. Se debilita la facultad para decidir qué producir, cómo y para quién. Se abren conflictos entre las diversas fracciones de la burguesía, que serán más o menos decisivos dependiendo de la capacidad de la clase obrera y sus aliados para intervenir en la lucha de clases buscando transformar la crisis económica en una crisis política que abra las puertas de la superación revolucionaria del capitalismo. Comienza un período en el que se debe intentar romper el aparentemente invencible totalitarismo en que la clase dominante sume a la mayoría trabajadora, cuestionando frontalmente el capitalismo. Un momento en el que la tarea principal del Partido Comunista consiste en organizar y atisbar fracturas para que la clase obrera dé nuevos pasos en términos de contraofensiva. La clase obrera debe jugar un papel decisivo en el conflicto social, aglutinando en torno a sus intereses a amplias capas populares que, movilizadas por contradicciones secundarias o por reivindicaciones parciales, deben inclinar la correlación de fuerzas a favor del socialismo. En el actual escenario de agudización de la lucha de clases, se hace urgente la reconstrucción del movimiento obrero y sindical en un sentido clasista y el impulso de las luchas populares; lo que requiere un Partido Comunista que, asumiendo el papel de vanguardia, impulse y oriente la lucha organizada de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador ante el incremento de la explotación y la infinidad de problemas que el capitalismo impone a las grandes mayorías.


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La elección entre socialismo y barbarie es el reto que enfrenta hoy la humanidad. Los Partidos Comunistas y Obreros debemos trazar las líneas estratégicas que permitan a la clase obrera debilitar el poder de los monopolios, abrir espacios de contrapoder y debilitar a los bloques imperialistas a favor de la clase obrera, a favor de la soberanía y de los pueblos oprimidos. El papel dirigente del Partido Comunista debe aportar una perspectiva estratégica a la lucha obrera y popular, debe construir la unidad de la clase obrera e impulsar su lucha organizada ofreciendo una alternativa de poder popular y socialista frente al poder de los monopolios y la dictadura del capital. La clase obrera requiere de la alianza con los amplios sectores populares que son afectados por las imposiciones del capitalismo monopolista. Para que se construya una alternativa de las mayorías frente a la oligarquía. Para lo que la lucha por la hegemonía, en un sentido leninista, es un requisito fundamental, cobrando renovada importancia la lucha ideológica. La conquista del socialismo, como todo proceso revolucionario, no surge de un día para otro, ni seguirá una línea recta. Tampoco será el resultado de un proceso espontáneo de lucha. El ascenso de la lucha política de la clase obrera requiere, junto a ciertas condiciones socioeconómicas objetivas que configuren un escenario revolucionario, de unas condiciones subjetivas que requieren de la intervención y de la orientación político–ideológica del Partido Comunista. En las condiciones en que se manifiesta la lucha de clases en España, y atendiendo a la correlación de fuerzas actual, es preciso levantar un frente social y político que se corresponda y exprese los anhelos de cambio de las masas, haciendo confluir las luchas obreras y populares contra el capitalismo en crisis en la perspectiva del socialismo. La clase obrera necesita un partido de tipo leninista La salida a la actual crisis capitalista se expresa en términos de socialismo o barbarie. Lo sucedido desde el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética, y en el resto de países socialistas europeos, con el incremento de la violencia imperialista en todos los órdenes (guerras, armamentismo, espionaje, represión…), el incremento de la explotación de la clase obrera, la constante pérdida de derechos laborales y sociales y la absoluta incapacidad del capitalismo para dar respuesta a los grandes problemas de la humanidad confirman plenamente la tesis de que esta es la época de la Revolución Socialista.


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Han bastado dos décadas para comprobar que quienes se apartaron del marxismo–leninismo habían abrazado en realidad la línea de la integración en el sistema, del reformismo pleno y, en alguno casos, del más rancio anticomunismo. El abandono del marxismo–leninismo no fue sólo una cuestión formal. Conllevó la destrucción plena de algunos Partidos Comunistas que eliminaron el centralismo democrático para tratar de convertirse en maquinarias electorales de tipo socialdemócrata, desmantelando la estructura leninista, destruyendo el carácter revolucionario de la militancia comunista y renunciando a la dictadura del proletariado y, por tanto, a la toma del poder político, compartiendo en lo esencial la crítica imperialista a los países socialistas. Los hechos han confirmado que la clase obrera necesita de una estructura capaz de organizar y de dirigir la lucha por el socialismo. Una estructura partidista que, basada en los principios del centralismo democrático, sea capaz de combinar acertadamente las diferentes formas de lucha en función de las condiciones cambiantes de la lucha de clases. Una estructura capaz de dotar al movimiento obrero y popular de una estrategia de poder que parta de un análisis riguroso, científico, de la realidad. Una estructura clasista, organizada en Partido, consciente de que la lucha de la clase obrera en cada país es parte de la lucha de la clase obrera mundial y que, en consecuencia, levante la bandera del internacionalismo proletario. El período en que en nuestro país predominó la corriente de derechas “eurocomunista” se saldó con una derrota histórica para la clase obrera. Hoy, deben superarse definitivamente los vicios y desviaciones generados durante ese período, lo que implica recuperar las enseñanzas y el espíritu revolucionario del Partido Bolchevique y analizar detalladamente y defender las experiencias de construcción socialista durante el siglo XX. La revolución no es el resultado de un proceso gradual de reformas: es la lucha victoriosa por el poder y la salida histórica al capitalismo en crisis El Partido Comunista, a través del centralismo democrático, ha de impulsar una intervención política que unifique y dirija a la clase obrera, que, a su vez, ha de cohesionar todo un frente de alianza de clases con diversas capas populares enfrentadas al capitalismo monopolista. La amplia participación de las masas en la lucha de clases conlleva una experiencia extraordinaria. El papel de los comunistas es hacer que el proceso de lucha obrera y popular fracture y debilite el poder de las clases dominantes en la perspectiva de la revolución socialista.


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En España, la superestructura capitalista fue coronada con la monarquía borbónica, impuesta al pueblo por el fascismo como máximo exponente del poder de la oligarquía y de los terratenientes. La tesis revisionista defendida en España por el reformismo según la cual, en las condiciones de la monarquía parlamentaria, el socialismo se reduce a la mera lucha por la profundización de la democracia mediante un proceso de reformas, supedita la lucha de la clase obrera al marco democrático–burgués -obviando que, tanto la dictadura franquista como la actual monarquía parlamentaria, son dos formas históricas concretas de la dictadura del capital-, abandona la teoría marxista acerca del Estado y aleja a la clase obrera del objetivo revolucionario. Sin embargo, en las actuales condiciones de crisis capitalista, a la vez que tiende a incrementarse la lucha obrera, avanzan las aspiraciones republicanas en amplios sectores populares. Como en otros momentos de la historia de nuestro país, la reivindicación republicana se convierte progresivamente en la alternativa de poder de las clases populares. En los últimos años, se han dado importantes avances en este sentido, pasando de conmemorar y defender la experiencia histórica de la II República a luchar abiertamente por la III República. La necesaria contraofensiva obrera y popular, para el PCPE, debe implicar un proceso de intensificación de la lucha de masas que conquiste un proceso constituyente orientado a la proclamación de esa III República y a la derogación de la Constitución de 1.978; una alternativa cuyo objetivo central, para los comunistas, es constituir a la clase obrera de los pueblos de España en clase nacional en el poder. Por tanto, ese proceso debe darse sobre la base de los intereses del proletariado y sus aliados, que, en las actuales condiciones, para el PCPE, debe tener unos contenidos abiertamente socialistas. La estrategia hacia el poder obrero, hacia el socialismo, necesita romper todo compromiso con el imperialismo, bien en su expresión militar, con la salida de la OTAN, como con la integración de España en ese polo imperialista que es la Unión Europea. La Revolución Socialista no es una quimera, no es el resultado de un proceso gradual de reformas. El debate histórico entre reforma o revolución vuelve a cobrar plena vigencia. La reconstrucción en claves marxista–leninistas del movimiento comunista internacional, como en otros momentos a lo largo de la historia de lucha de la clase obrera, será un elemento determinante en el impulso del proceso revolucionario y del triunfo del socialismo en el siglo XXI, que será el siglo de la revolución proletaria triunfante o de la barbarie.



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La crisis económica capitalista internacional: la posición de Grecia y los análisis del KKE

Eleni Belu Miembro del Politburó del CC del KKE

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a economía capitalista internacional está padeciendo una profunda crisis caracterizada básicamente por una gran sincronización. Se manifestó inicialmente en 2007 en EEUU, en el sector de la construcción, a través de una depreciación del capital en las compañías financieras, dada la amplia circulación de derivados de inversión en préstamos hipotecarios garantizados precariamente. El peligro de colapso del coloso financiero de EEUU –que mantiene posiciones fuertes en el mercado internacional de capital dinero– causó un descenso gradual y generalizado de los precios en las bolsas más importantes del mundo. Fue la “punta del iceberg” de la manifestación de una crisis generalizada de sobreproducción, de sobreacumulación de capital. Una versión optimista de los datos y análisis actuales de las organizaciones económicas internacionales señala el año 2010 como el de mayor recesión. Ya se ha


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visto un incremento en el número de parados en 25 millones y se estima que otros 40 millones más se sumen a finales de año. En 2009 se estima que el PMB caerá un 1,7%, según el Banco Mundial, y un 2,75%, según la OCDE. Ésta estima que el comercio internacional caerá un 13,2% en 2009. El Fondo Monetario Internacional estima que la depreciación del capital dinero ha sido de 4,1 billones de dólares desde la manifestación de la crisis hasta hoy. El estallido de la crisis económica en Grecia En la economía griega, la crisis se manifestó con cierto retraso en comparación con el resto de la eurozona. Entró en fase de recesión en 2009, mientras en 2008 se frenaba la expansión del PIB. El elemento más importante es que el sector industrial (sector minero-extractivo, sector manufacturero, suministro eléctrico y de agua, según las estadísticas burguesas), que entró en fase de recesión en 2005, se hundió un 4% en 2007/2008. En 2008, todas las ramas de la manufactura estaban en recesión, excepto la rama de industria alimenticia (crecimiento del 1,2%). La crisis en el sector manufacturero se refleja en el gran hundimiento de las mercancías industriales (aproximadamente un 7%). El sector de la construcción ha sufrido un gran descenso (-9,4%). Durante el período 2002-2008 se ha notado una tendencia de caída importante de la producción en la mayoría de productos agrícolas básicos –excepto del trigo, el maíz y el melocotón. Según los datos proporcionados por Eurostat, el ingreso real agrícola cayó un 7,1% en 2008 debido al estancamiento de los precios de venta de los productores y el gran incremento de los precios de productos industriales. Según Eurostat, el ingreso agrícola neto como correlación del valor neto añadido en relación al coste se redujo en 2008 al 80,1%, en comparación con el año 2000 (=100)(1). En 2008, se produjo una gran caída de precios en la Bolsa de Atenas. Su valor total de mercado (como porcentaje del PIB), a finales de 2008, fue estimado aproximadamente en 1/3 del valor correspondiente a finales de 2007 (diciembre de 2008: 28%, diciembre 2007: 86%)(2). Una parte importante de esta caída se debió a la retirada masiva de inversores extranjeros en octubre de 2008. Independientemente de la fase del ciclo de la crisis, una característica particular de la economía griega es su condición financiera agudizada y deficiente a largo plazo. (1)Eurostat, Statistics in focus, 18/2009. (2)Informe del Gobernador del Banco de Grecia para 2008, p.36.


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El freno en el crecimiento del PIB –que se aceleró en el segundo semestre de 2008– empeoró dramáticamente los términos del crédito estatal. Los últimos análisis predicen una caída del 1% en el PIB de 2009. La amplitud de la recesión en la economía griega dependerá del rumbo de la crisis: a. En los países balcánicos, donde existen importantes inversiones de compañías con sede en Grecia. Esto tiene que ver sobre todo con economías que presentan altas tasas de crecimiento capitalista (por ejemplo, Rumanía creció un 7,7% en 2008, mientras se espera un descenso de 1,8% en 2009; Bulgaria creció un 4,4% en 2008, mientras se espera un descenso de 1% en 2009)(3). b. En el comercio internacional, del cual una gran parte se realiza por medio de transporte marítimo, lo que constituye una importante fuente de ingreso. c. En países europeos importantes, como Alemania y Gran Bretaña. De estos países procede una gran parte de los turistas que visitan Grecia, no sólo en el número absoluto de turistas, sino también en cuanto a número de estancias y gasto. Los efectos de la alta inversión de la UE en comparación con el hundimiento industrial y agrícola son contradictorios. Todo lo mencionado demuestra que el estallido de la crisis en la economía griega va a ser profundo. Hay quien dice que durará dos años. Agudizará las contradicciones sociales existentes a través del incremento del paro, del empleo a tiempo parcial y de la ampliación de las relaciones laborales flexibles. Según las mediciones burguesas, la pobreza ya ha crecido, con particular concentración (sobre ¼) en niños de hasta 15 años, así como personas entre 18 y 24 años. Es evidente que los índices de pobreza reflejan sólo una parte de la misma; no reflejan el hecho de que los salarios no están a la altura del crecimiento del PIB y de la productividad en una fase de reproducción ampliada en Grecia. El análisis del KKE hace diez años Para evaluar la actual crisis y predecir una salida de la recesión a nivel internacional y en Grecia, creemos que sería útil mencionar el análisis general sobre la crisis que hicimos hace diez años. También deberíamos recordar nuestra predicción sobre el período posterior a esa crisis. En 1998 se produjo otra fase de recesión. Comenzó en los países que hasta entonces se consideraban como “milagros económicos” y eran caracterizados como “tigres (3)Fuente: Banco de Grecia, p.67.


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asiáticos”. Afectó a las economías del sudeste asiático, así como a Japón y países de América Latina. En 2000 se manifestó también en EEUU, aunque con cierto retraso. El PMB cayó un 1% mientras el flujo internacional de capitales para inversión directa y el comercio internacional sufrieron una importante reducción. Fue ahí cuando la reflexión sobre la fortaleza del sistema capitalista reapareció por vez primera tras la victoria de la contrarrevolución en la URSS y en los países que estaban construyendo el socialismo. La burguesía expresó la preocupación por la posibilidad de que su política, en algún momento, tuviera dificultades en controlar el descontento y la reacción de los trabajadores y los pueblos ante las consecuencias de la crisis. Las diversas teorías sobre las causas de la crisis eran parte del esfuerzo por controlar la situación para asegurar la estabilidad del poder del capital. Estas teorías se centraron en la forma en que funcionaban las bolsas, enfatizaban la transparencia en la gestión de los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds) y las condiciones de los préstamos del FMI y del BM a los estados. En otras palabras, se centraron en la aparente disfunción en la esfera de la circulación del capital en su forma monetaria. En ese momento, el KKE estimó que había ocurrido una crisis de superproducción, de sobreacumulación de capital, igual que en años anteriores, con la crisis de 1973 como ejemplo más ilustrativo. Mantuvimos que se trataba de una crisis de sobreacumulación de capital independientemente de su forma inicial. A diferencia de las disputas burguesas –comenzando por el propio FMI– relativas a las medidas de gestión para la aceleración de la salida de la recesión o para una supuesta previsión de la recesión en EEUU y los otros países capitalistas, el KKE había predicho que la salida de la recesión, la recuperación y progresión hacia un nuevo rumbo ascendente de la reproducción ampliada capitalista llevaría al surgimiento de una nueva crisis de sobreacumulación más profunda y más sincronizada que la anterior. Además, el KKE avisó de que las condiciones de trabajo, los salarios y las condiciones de vida de la clase obrera en estos países no mejorarían, sino, al contrario, se deteriorarían incluso en la fase de desarrollo capitalista. Esta predicción se basaba en el hecho de que el grado de participación en la producción capitalista mundial y el mercado estaba cambiando en beneficio de las nuevas economías emergentes, con una gran población doméstica y fuerza de trabajo muy barata. Los derrocamientos contrarrevolucionarios, la erosión oportunista, la crisis del movimiento comunista y, en general, el retroceso del movimiento obrero y la asimilación de las organizaciones sindicales al sistema capitalista han llevado a esto.


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Así, bajo condiciones de reproducción capitalista ampliada, la tendencia a la baja del ingreso de los trabajadores prevaleció, mientras, a la vez, se incrementó el grado de explotación. Esta tendencia se concretó en decisiones estratégicas unificadas. En la UE, por ejemplo, estas decisiones se codificaron en la Estrategia de Lisboa, que promueve la restricción de los derechos de los trabajadores y pensionistas para llegar al objetivo de la denominada “reducción del coste del trabajo” en el mercado de la UE. En el período siguiente, los primeros diez años del siglo XXI, han tenido lugar nuevas fusiones y adquisiciones; se ha ampliado la interconexión internacional del capital, se ha intensificado la competencia capitalista internacional y la formación de alianzas y uniones regionales más o menos cohesionadoras. La tendencia a los cambios entre las economías capitalistas desigualmente emergentes se ha fortalecido. Esto lleva al fin del equilibrio de fuerzas en el mercado capitalista internacional que se formó hace 70 años. Al mismo tiempo, esta tendencia se ha expresado a través de nuevas exigencias estatales e interestatales de cambios en los acuerdos y cooperaciones internacionales (por ejemplo, en los acuerdos de la OMC, en la composición de los órganos del FMI y el Banco Mundial, en la composición de las reservas internacionales de divisa, en la divisa utilizada en el comercio de materiales industriales y en la expansión del G7). Durante el ciclo previo de crisis capitalista internacional esto no se podía detectar fácilmente. Sin embargo, en la actual crisis se ha convertido en una tendencia irreversible. Sobre esta base se ha desarrollado el nuevo ciclo de crisis económica capitalista internacional, el actual: comenzó en EEUU, se trasladó a la eurozona –puede que con mayor profundidad- y engloba a la vez a Gran Bretaña, Japón, Rusia, Turquía y países de América Latina. Hasta ahora, tiene un impacto en China e India a través de una recesión de la tasa de crecimiento. Análisis del KKE para la actual crisis económica mundial Se espera que la actual recesión sea de mayor duración que la anterior y que el tránsito a una nueva fase de revitalizacion y crecimiento sea apenas perceptible. No obstante, lo más importante son las predicciones que podemos hacer sobre la posición de la clase obrera y, en general, de los trabajadores por cuenta ajena y de la mayor parte de los autónomos, en la fase de recuperación de la recesión. Consideramos que la misma tendencia que se manifestó en las dos décadas anteriores –la de deterioro– continuará y empeorará. La única vía para evitar esto es la revitalización político-ideológica y organizativa del movimiento comunista


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internacional, la emancipación del movimiento sindical del gobierno y del sindicalismo amarillo, el abandono de los mecanismos de manipulación de la UE (ejemplo, el Consejo Económico y Social, etc.), la emancipación político-ideológica de más fuerzas obreras de la engañosa influencia ejercida por la denominada socialdemocracia -a través de viejas o nuevas formaciones políticas. Las contradicciones internas del capitalismo y el antagonismo capitalista internacional han alcanzado un nivel en el cual la clase obrera, los trabajadores por cuenta ajena que lo sienten en términos de ingresos y nivel de vida y los sectores más bajos de las capas medias únicamente pueden frenar el deterioro de su posición si contraatacan, si abandonan las trampas políticas del compromiso, del consenso, de la aceptación de una supuesta “colaboración de clases” para hacer frente a la crisis. El movimiento obrero y sindical pierde sus características de movimiento que lucha por los salarios, las horas de trabajo, etc., cuando sus órganos dirigentes, tales como la Confederación General Griega del Trabajo (GSEE), alcanzan acuerdos con la Federación de Empresas e Industrias Griegas (SEB) para hacer frente conjuntamente a la crisis. El movimiento obrero y popular puede y debe ser reagrupado con una orientación claramente antiimperialista, antimonopolista y anticapitalista. Debe utilizar, en todo país, cualquier grieta y vacilación en el gobierno burgués, con una correspondiente presteza en la orientación político-ideológica y organizativa. Afirmamos que cuando culmine el próximo ciclo de la crisis, cuando venga la siguiente fase de recesión, la gestión burguesa tendrá que enfrentar grandes dificultades, se formarán sucesivos gobiernos inestables, se agudizarán los desacuerdos en el seno de la UE y la defensa ideológica del sistema capitalista será profundamente golpeada. Con un poco de imaginación creativa, una imaginación basada en el análisis científico, podríamos decir que nos dirigimos a un nuevo 1929, o un nuevo 1937 (estas predicciones también las hacen los analistas burgueses y los centros imperialistas de estudios estratégicos a nivel estatal o interestatal). El papel específico de la socialdemocracia en el rescate del sistema Para salvar al sistema, liberales y socialdemócratas, desde Sarkozy a Obama, Brown y Lothar Bisky, todos prometen un “capitalismo humano, saludable”. La socialdemocracia internacional tiene una importante actividad. Se centra en el esfuerzo de culpar únicamente al “neoliberalismo” de la crisis, la supuestamente


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ineficaz fórmula, la equivocada proporción del mercado y la regulación estatal, regional e internacional. La socialdemocracia internacional se ha esforzado por convencer a las masas obreras y populares de que ha elaborado una nueva fórmula. En otras palabras, argumentan que han encontrado la proporción adecuada entre la política que promueve la concentración y centralización de capital, el apoyo a los monopolios, por un lado, y, por otro, la política que controla las irregularidades del mercado por medio de uno o varios bancos controlados por el Estado o por medio de la nacionalización de varias empresas problemáticas en la industria y el transporte. Las nociones de la “economía verde” y la “mejor distribución” constituyen los complementos esenciales de este esfuerzo. Las medidas inmediatas propuestas por la socialdemocracia no pudieron desviarse de la dirección de apoyo a los grupos monopolistas y a la reproducción capitalista. Es significativo el llamamiento que hizo la Comisión Stiglitz al G20 a centrarse en suministrar liquidez a la economía real, apoyando nuevos préstamos. En el Simposio de Atenas, G. Papandreu, presidente de la Internacional Socialista y, actualmente, Primer Ministro de Grecia, se centró de nuevo en la necesidad de asegurar la adecuación de capital de los grupos financieros. Esta política pone en peligro los ingresos populares, puesto que el pago de las amortizaciones futuras se realizará por los contribuyentes, la mayoría de los cuales son empleados y autónomos. La “economía verde”, en realidad, es una propuesta de gestión de los problemas medioambientales según los intereses y las decisiones del capital monopolista. Dirige las inversiones a la adopción de nuevas tecnologías, impulsando el desarrollo capitalista, mientras uno de sus objetivos es la reducción de la dependencia energética de la UE. Nuevas formaciones políticas -como el PIE (Partido de la Izquierda Europea)han aparecido en el seno de la socialdemocracia, principalmente la corriente que reclama la existencia de empresas estatales junto con el dominio de los monopolios, el “socialismo democrático”. Afirman que han descubierto –con más efectividad que otros partidos– el equilibrio entre el “mercado” y la “regulación”, el capital “privado” y el “estatal”. Además, afirman que para que esta solución sea más efectiva, las contradicciones en el seno de la UE deberían eliminarse por medio del fortalecimiento de sus estructuras y la formación de un gobierno de la UE. En realidad, funcionan como obstáculo ideológico-político en el desarrollo de la lucha de clases, en la maduración de la conciencia política, fomentando ilusiones de un capitalismo más humano y justo mediante una justa redistribución de la riqueza.


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Ocultan conscientemente que la fuente de la riqueza es la explotación del trabajador por el capital y que las relaciones en la esfera de la distribución se definen por las relaciones de propiedad sobre los medios de producción. Presentan la crisis actual como crisis del “capitalismo casino” y consideran que se debe al hecho que el mercado global, desde hace 30 años, no ha sido sometido a ningún control político. Creen, tal como la socialdemocracia en su conjunto, que la causa de la crisis es la denominada gestión “neoliberal”. De hecho, adaptan la vieja línea socialdemócrata de reformas a la actual situación de la UE. En lugar de monopolios estatales que sirvan a los monopolios privados, plantean el monopolio interestatal europeo; por encima de la gestión gubernamental de la nación-estado, plantean un fuerte gobierno interestatal supuestamente capaz de expresar los intereses generales en la UE y resolver las contradicciones entre sus estados miembros. En este marco, el Partido de la Izquierda Europea sostiene que el sistema financiero debe ser sometido a control público y social. Pide que cambie el papel del Banco Central Europeo para que pueda alinearse con criterios como el empleo, el desarrollo social y ecológico etc. En realidad, son “más papistas que el Papa”, ya que proporcionan una coartada socialista “de izquierda” al fortalecimiento de los mecanismos represivos existentes y a la aparición de otros nuevos. Su papel específico consiste en la renovación de la socialdemocracia para servir al sistema con más eficacia. Sirven a la manipulación ideológica cuando siembran la ilusión por una UE favorable a los pueblos, por una gestión a favor de los pueblos sobre la base del dominio económico de los monopolios. La desigualdad y las contradicciones en el seno de la UE son inevitables La actual crisis económica en la eurozona ha agudizado las contradicciones entre los estados miembros, incluso en su núcleo duro, como el KKE había predicho y afirmado. A pesar de la interrelación de capitales, a pesar de la estrategia común contra la clase obrera, el estado-nación sigue siendo el órgano que asegura el dominio económico de los monopolios y sirve a la concentración y centralización del capital, en antagonismo con otros procesos similares en otros estados miembros de la UE.


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La desigualdad capitalista existe en la fase de reproducción ampliada, así como en la de recesión, y se manifiesta, al nivel general de la producción, en la productividad laboral, en la proporción de las industrias, en los salarios, en las exportaciones e importaciones de mercancías porcentualmente en el PIB, en la entrada y salida de capitales. Esta desigualdad se refleja en la situación financiera de cada estado, en los diferentes tamaños de la deuda pública y los déficits, en los diferentes tipos de interés en cada estado tal como los establece el mercado internacional en base a la posición de cada estado en la eurozona y en el sistema imperialista internacional. Esta desigualdad hace imposible la formación de una política financiera común, incluso en condiciones de recesión. Esto se ha visto en distintas propuestas, como las de Alemania y Gran Bretaña, sobre las medidas y paquetes de gestión de la crisis. También se ha visto en la formación de tipos de interés por encima de los que fijaba el Banco Central Europeo. Las diferentes visiones sobre el Pacto de Estabilidad, sobre si se inclina por la flexibilidad financiera o la estabilidad monetaria, expresan las diferentes necesidades de los estados miembros, y no una falta de órganos de gobierno de la UE o un exceso de poder del Banco Central Europeo, como afirman el PIE y SYN/SYRIZA (socialdemocracia reformista griega –n.r.). En las actuales condiciones de recesión, la desigualdad se ha manifestado en la economía griega con mayor agudeza que en las fases anteriores. Se han agudizado problemas crónicos, como la deuda pública, el déficit comercial y el estancamiento a largo plazo de la industria manufacturera. La tendencia al cambio de la correlación de fuerzas en el mercado internacional Está claro que la intensificación del desarrollo desigual es un fenómeno generalizado en la UE y el sistema imperialista internacional. La característica general de la depreciación del capital durante la crisis no se manifiesta proporcionalmente en todos los estados, sectores y empresas (de capital privado o por acciones). Así, la recesión y la fase de estabilización y revitalización ocasionan reorganizaciones de la correlación de fuerzas entre las empresas, sectores y economías a nivel estatal. Sin embargo, cambios importantes se incuban en un período amplio que incluye más de un ciclo de crisis económica.


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La crisis actual cristaliza los cambios en la correlación de fuerzas incubados en los últimos 30 años, aproximadamente, en 3 ciclos de crisis, que afectaron a la mayoría de las economías capitalistas avanzadas. En los últimos 10 años estos cambios se han acelerado. En el período 1980-2008, la tendencia a la baja de la participación de EEUU, la eurozona y Japón en el PMB ha sido dominante. Por el contrario, la participación de China se ha incrementado (un 440% en el período 1980-2007) y China ha alcanzado la tercera posición tras la eurozona. Además, las participaciones de India y Rusia en el PMB también han aumentado (India un 110% en el período 19802007 y Rusia un 19,3% en el período 2000-2007). La participación de la eurozona ha caído rápidamente en el período 2000-2007 (un 12,8%), al igual que la participación de Grecia (un 24%, aproximadamente, el doble que la media de la eurozona). La tendencia hacia el empeoramiento de la participación se mantiene en 2008 y 2009 en cuanto a EEUU, la eurozona (incluyendo Grecia) y Japón. Las mismas tendencias se reflejan en la participación proporcional en las entradas y salidas (inflow/outflow) mundiales de capital para inversiones directas, aunque con algunas diversificaciones; más en concreto, en el período 1980-2006, China, Rusia e India vieron subir su participación en el crecimiento de entradas y salidas (con fluctuaciones), mientras EEUU vio cómo su participación descendía. Japón mantiene su parte en salidas mientras la eurozona aumenta su participación en entradas y salidas, manteniendo la primera posición internacional. En el período 1980-2006, la participación griega en las entradas se redujo (del 1,22 al 0,41%) mientras su participación en las salidas se incrementó (del 0%, en 1990, al 0,34%, en 2006). Durante este período, Grecia se convierte en exportador neto de capitales. La participación en las exportaciones e importaciones mundiales constituye otro índice importante. En el período 1980-2007, la participación en las importaciones y exportaciones reflejó las siguientes tendencias: EEUU tuvo una pérdida de participación en las exportaciones (del 11,1%, en 1980, al 8,41%, en 2007), igual que Japón (del 6,42% al 5,13%). La eurozona ha mantenido prácticamente igual su proporción, con fluctuaciones, manteniendo la primera posición (1980: 30,75%; 1990: 35,05%; 2007: 29,19%). No obstante, la pérdida del 6% en el período 1990-2007 no debe subestimarse. Grecia ha vivido una pérdida de su participación (1980: 0,25%; 2007: 0,17%). La participación de China ha experimentado un incremento espectacular del 890% (1980: 0,89%; 2007: 8,81%), tomando la segunda posición, por delante de EEUU. Rusia e India también muestran una


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tendencia alcista, pero todavía tienen poca participación (en 2007, Rusia, el 2,57%, e India, el 1,05%). La tendencia en la participación en las importaciones mundiales es la siguiente: la eurozona mantiene su primera posición en las importaciones, con una tendencia a la baja (1980: 34,28%; 2007: 28%). Grecia sigue al mismo nivel (1980: 0,51%; 2007: 0,53%). La participación de Japón se reduce (1980: 6,81; 2007: 4,41%) mientras la de EEUU crece (1980: 12,39%; 2007: 14,35%) -y mantiene la segunda posición en importaciones-, al igual que China (1980: 0,96%; 2007: 6,8%), que tiene la tercera posición. Además, Rusia e India reflejan un incremento limitado de su participación. También se están dando reorganizaciones en el ámbito privado (o de fondos corporativos). Según la lista de los 1000 hombres más ricos en Gran Bretaña, publicada en la edición semanal del “Sunday Times”, la mitad de los diez primeros aumentaron su riqueza durante la crisis en 1.054 millones de euros (un 43%), mientras el resto vio caer su riqueza en 33.738 millones de euros (un -242%). En condiciones de recesión, mientras el número de compañías con pérdidas se incrementa, hay empresas que todavía acumulan beneficios, bien con tasas reducidas o crecientes. En el segundo caso, por ejemplo, se incluye la empresa alemana Siemens, que, en el primer trimestre de 2009, alcanzó unos beneficios de 1.010 millones de euros, mientras, en el primer trimestre de 2008, sus beneficios fueron de 412 millones de euros (incremento del 145%), con un incremento anual de ventas del 5%. Fenómenos similares se dan en la economía griega. La estimación de beneficios de los 8 bancos principales (National, Alpha, Eurobank, Pireaus, Cyprus, Marfin, Agricultural Bank of Greece y Emporiki) para el primer trimestre de 2009 estimaba 610 millones de euros, mientras en el primer trimestre del año pasado los beneficios fueron de 1.195,9 millones de euros, lo que supone una bajada del 50%. La reclasificación de las acciones también se lleva a cabo en un subsector como el del transporte aéreo, entre Olympic Airways y Aegean Airlines. La reclasificación también se promueve por medio de amortizaciones, como las del Grupo Marfin (Vivartia y Olympic Airways), de la fusión ya incubada de nuevas empresas financieras en Grecia. Esta tendencia es obvia en el mercado internacional, particularmente en los sectores en los que la crisis de sobreproducción se manifestó inicialmente, como la industria automovilística.


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Así, un nuevo ciclo de centralización de capitales, que se había depreciado en la fase de recesión, se está preparando para entrar en una fase de crecimiento por medio del proceso productivo, el proceso de explotación de la fuerza de trabajo. La salida de la recesión busca ganar un beneficio adicional conquistando nuevos mercados. Crece el antagonismo, se discuten las viejas regulaciones y se establecen otras nuevas, incluso aprovechando las condiciones creadas por las guerras imperialistas. Estas tendencias pueden resumirse de la siguiente manera: EEUU sigue siendo la primera potencia en el PMB, pero con un deterioro de todos los otros índices. El crecimiento de China es impresionante, aunque no está a la altura de la productividad global (per capita). La posición competitiva de las mercancías de la eurozona ha mejorado (en sentido contrario, la posición de Grecia se ha deteriorado). La posición de China ha mejorado ostensiblemente, mientras, por el otro lado, es bastante obvio el deterioro de la posición competitiva de EEUU y Japón. La posición competitiva de India y Rusia se mantiene baja, pero con una tendencia al alza. La posición de Grecia se refleja en forma contradictoria. Por un lado, su participación en el PMB, baja; su posición en relación a las exportaciones, empeora, caracterizada principalmente por una participación relativamente menor que su participación en el PMB, mientras mejora la posición que ocupa en la salida de capital. El índice “posición de inversión internacional neta” para Grecia sigue siendo negativo (suma de Inversiones Directas, Inversiones en Cartera, Derivados, otras inversiones, Reservas de Divisa), en 183.944 millones de euros en 2008, aunque cae como porcentaje del PIB (2006: -83,6%; 2007: -94%; 2008: -75,7%)(4). En combinación con el desarrollo de otros índices económicos, ya mencionados, podemos afirmar que durante el período de integración en la CEE –y, particularmente, en la eurozona– la economía griega ha perdido en cuanto a la posición competitiva de su producción industrial doméstica (principalmente, la industria manufacturera), pero ha crecido la acumulación de capital y la exportación a inversiones directas. Debemos señalar, en este punto, que, entre los mil más ricos con actividad económica en Gran Bretaña, hay 10 griegos, 4 de los cuales están entre los 100 primeros (D.Leventis, M. Laimos, F.Niarchos, St. Hatziioannou). (4)Informe del Gobernador del Banco de Grecia, p. 157.


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Estos datos confirman la afirmación del XVIII Congreso del KKE de que Grecia ocupa una posición intermedia en el sistema imperialista internacional, manteniendo la misma posición –la penúltima– en la eurozona, pero con una posición mejorada en el mercado de los Balcanes. Sobre ciertas interpretaciones burguesas relativas a la crisis Todo este desarrollo capitalista desigual y contradictorio en Grecia, en la UE, en EEUU y a nivel internacional no tiene ninguna relación con las teorías relativas al “capitalismo casino”, al “sobreconsumo”, etc. Sobre el “capitalismo casino” Se refiere a una teoría que culpa al sistema financiero de la crisis y de la recesión en la producción industrial. En el mejor de los casos, culpa a las estructuras y regulaciones existentes en el sistema financiero a nivel internacional, entre las cuales se incluyen el FMI, el Banco Mundial y los Órganos de Evaluación (empresas, en realidad) y a las instituciones estatales -Agencias de Calificación Crediticia. El aislamiento de los fenómenos de parasitismo y la caracterización de los mismos como “capitalismo casino” o como distorsiones del sistema financiero a nivel internacional es, cuanto menos, una excesiva simplificación –si no un engaño indiscutible. No fue por casualidad que los Acuerdos de Bretton-Woods se fueran al traste en la crisis de 1971-1973. El declive y el parasitismo (p.ej., el hecho de que en 2008 los derivados económicos a nivel internacional fueran equivalentes al 976% del PMB) son resultado del desarrollo capitalista en su fase monopolista, resultado de la propiedad por acciones de los medios de producción, resultado de la fusión del capital industrial y bancario -es decir, del capital financiero. Esta es la base del capital ficticio (p.ej., los denominados “títulos tóxicos”) o los precios ficticios en bolsa del capital industrial y comercial. Ésta es la base del parasitismo. No es extraño que la sobreacumulación de capital aparezca en compañías financieras que operan como centro de acumulación de todo tipo de ingreso no invertido (de los capitalistas y los trabajadores) y su transformación en capital. La propia naturaleza del capitalismo predispone una tendencia hacia la sobreproducción y la sobreacumulación de capital y, en su propia naturaleza, también hay


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una tendencia a la expansión del capital ficticio, así como cancelación obligatoria de la sobreproducción y la devaluación de capital. El crédito lleva a la sobreproducción, a la sobreacumulación de capital, hasta el inevitable momento en que la sobreproducción, la producción capitalista ampliada, finalice. Se interrumpirá cuando alcance sus límites y cuando las consecuencias de la anarquía y el deterioro (capital ficticio) de la producción capitalista hayan intensificado la contradicción entre capital y fuerza de trabajo. Sobre la “distorsión del sobreconsumo” del desarrollo capitalista Algunos teóricos proyectan la necesidad de “nuevos modelos” para la economía griega. Afirman que el extremadamente rápido desarrollo de Grecia durante el período 2000-2008, según los índices de nivel de vida de la ONU (Grecia ocupaba el puesto 24 de 175), fue resultado del sobreconsumo y el sobreendeudamiento del Estado, de los hogares y las empresas. Aseguran que este “modelo” ha agotado sus posibilidades, mientras que un nuevo modelo estará necesariamente más controlado, será más productivo y más austero. En relación directa con esto está la declaración hecha por el Presidente del Banco de Grecia. Este punto de vista trata conscientemente de reforzar el concepto del capitalismo en la conciencia popular. La dependencia directa que la gente tiene del sistema bancario (hipotecas, préstamos al consumo y tarjetas de crédito), el denominado “sobreendeudamiento” y no “sobreconsumo”, son características del capitalismo desarrollado. Esto es evidente con el sobreendeudamiento de EEUU, que ha tomado la forma de uso masivo de dinero de plástico. La teoría del sobreconsumo o su opuesto, el infraconsumo, no tiene en cuenta la fuerza motriz de la producción capitalista, que es el beneficio, la apropiación de plusvalía, y no la producción de valores de uso para la satisfacción de las necesidades sociales. Oculta el hecho de que, inicialmente, la anarquía y desigualdad se expresa entre los propios capitalistas que compran y venden mercancías entre sí mismos, que se usan entonces en la producción capitalista; no tiene en cuenta que la anarquía se expresa entre las ramas de la producción industrial. La anarquía y desigualdad de la reproducción capitalista se expresa, en primer y principal lugar, por una parte, en el intercambio entre los capitalistas bajo la categoría de producción de productos industriales, y, por otra, entre aquellos capitalistas bajo la categoría de producción de productos para el consumo directo.


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Como factor secundario relacionado, la anarquía se expresa en la esfera de la circulación de mercancías de consumo directo, en el área que se refiere al intercambio entre el consumidor y el empresario. Esto es, se expresa secundariamente como una debilidad en el gasto del consumidor debido al ingreso de la clase obrera, cuya intensificación está claramente en directa relación con el grado de explotación. En una crisis, la reproducción ampliada capitalista es abruptamente cortada. Con una recesión, la restauración de las desproporciones más extremas tiene lugar en parte instantáneamente para que se ponga en marcha un nuevo ciclo de reproducción ampliada capitalista anárquica. Resumiendo la crisis Lo que está teniendo lugar hoy, la devaluación de capital en toda forma (comercial, financiero) y la devaluación de la fuerza de trabajo (como mercancía), ha ocurrido repetidamente en el pasado, con su primera aparición a comienzos del siglo XIX, y volverá a ocurrir nuevamente en el futuro mientras exista el capitalismo. La inevitabilidad de las crisis se encuentra en el ADN del capitalismo: se encuentra en el contradictorio carácter mercantil de la producción capitalista de mercancías, en su anarquía y desigualdad, en su tendencia a asegurar primeramente el beneficio adicional capitalista con la introducción de nueva maquinaria que es más productiva, así como con la exportación de capital industrial a países con fuerza de trabajo más barata, factores que agudizan la contradicción entre capital y fuerza de trabajo, la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada de sus productos -debido a la propiedad privada de los medios de producción. El mismo impulso por el beneficio adicional lleva a la tendencia decreciente del porcentaje medio de beneficio. Una economía capitalista supone una fuerza motriz que lleve la reproducción capitalista a sus extremos, a acumular inmensos beneficios y a que la apropiación de plusvalía de la clase obrera adopte una forma de especulación monetaria. Significa que estos inmensos beneficios, expresados en diferentes formas de capital, y, por supuesto, en la esfera de su circulación (fondos mutuales, bonos, acciones en órganos financieros y compañías de fondos financieros para gestión de capital, Hedge Funds) reproducidos como capital, como valor autocreciente, deban ser reciclados en el proceso productivo: chupando nuevo trabajo impagado como vampiros, para que se transforme en mercancía, que luego se vende y se expresa como nuevo beneficio.


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La necesidad de la propiedad social y la planificación central: frentes de lucha La raíz de la crisis puede arrancarse únicamente con la abolición de la propiedad capitalista, con el fin de la anarquía de la producción capitalista, con la planificación central de una reproducción ampliada teniendo como objetivo la producción de valores de uso para la siempre creciente y ampliada satisfacción de las necesidades sociales. Sólo con una base de industria socialista se puede cambiar la distribución de la fuerza de trabajo, los medios y materiales de producción de la riqueza social. Sólo así se puede apoyar la producción agrícola cooperativa, puede perder el dinero su sustancia como forma de valor, como medio de distribución de plusvalía, puede desaparecer el carácter especulativo del Banco Central. Ése es el futuro; economía popular, socialista, la alternativa real a la barbarie capitalista. Ésta es la necesidad de hoy, de la que se mofan, bien directamente, las fuerzas liberales burguesas, o indirectamente, las autodenominadas “socialistas democráticas”, que distorsionan y difaman su expresión histórica inicial en la Unión Soviética. Sin embargo, es un hecho histórico que en la década de los 30 había dos mundos: un mundo desgarrado por la competencia y la crisis capitalista, y un mundo socialista que se caracterizaba no sólo por impresionantes tasas de producción industrial, sino por impresionantes tasas de desarrollo en la prosperidad social. La verdad confirmada históricamente es que la propiedad social y la planificación central fueron derrotadas cuando la lucha de clases no tenía el conocimiento y la fuerza para llevar a cabo la destrucción de toda forma de propiedad individual, de toda fuente de riqueza individual. Debido a estas posiciones relativas al otro rumbo de la producción social y la organización de la sociedad, el KKE es acusado de diferir la satisfacción de las necesidades inmediatas del pueblo trabajador al socialismo. Eso es una mentira consciente de los partidos burgueses y oportunistas. El KKE ha sido y será firme en su apoyo a las exigencias de derechos del pueblo trabajador, de la juventud, de los pensionistas, con coherencia en sus palabras y hechos, porque tiene una orientación estratégica.


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Por esta razón ha sido capaz y es capaz de defender coherentemente el derecho al trabajo a tiempo completo y estable, la protección social garantizada de los desempleados, de la maternidad, de los estudiantes universitarios que trabajan, de los derechos sindicales, de los ingresos de los agricultores, los derechos de los pequeños propietarios, de los inmigrantes y refugiados políticos, por la educación gratuita y exclusivamente pública, por la salud, las pensiones, la protección del medio ambiente, la lucha contra las negativas y antipopulares consecuencias de nuestra inclusión en la UE y la OTAN. El fortalecimiento político del KKE significa el fortalecimiento de una fuerza que puede luchar por los derechos, una fuerza de resistencia contra los nuevos ataques antiobreros y antipopulares de los patrones y del gobierno, así como una fuerza para arrancar nuevas conquistas, una fuerza para los intereses obreros y populares hoy y en el futuro.



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LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y LA PERSPECTIVA REVOLUCIONARIA EN HUNGRÍA

Gyula Thürmer Presidente del Partido Comunista Obrero Húngaro

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anto en Europa como en Hungría, las fuerzas capitalistas hacen enormes esfuerzos por ocultar el hecho de que el capitalismo contemporáneo está en una profunda crisis. No pueden negar la existencia de serios problemas del capitalismo, pero intentan demostrar que todos esos problemas pueden solucionarse en el marco del capitalismo y por medio de reformas capitalistas. Lo cierto es que la importante crisis interna del capitalismo no puede solucionarse por medio de reformas capitalistas tradicionales. Se hace cada vez más real la perspectiva revolucionaria para solucionar los problemas del capitalismo. Hungría es uno de los elementos más débiles del capitalismo europeo contemporáneo. El capitalismo húngaro está en una profunda crisis, independientemente de la crisis mundial. Pero esta crisis se está agudizando dada la crisis general del capitalismo. La crisis está lejos de ser resuelta, y nadie puede prever sus consecuencias. Bajo estas condiciones, no sólo debemos criticar al sistema capitalista, sino que debemos, al mismo tiempo, demostrar al pueblo la posibilidad real de crear un


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nuevo mundo. Debemos demostrar que el socialismo es una alternativa real al capitalismo existente. Esto significa que, en Hungría, el movimiento comunista debe entrar en una nueva situación, que implica nuevas posibilidades y nuevas tareas.

La crisis del capitalismo húngaro El capitalismo húngaro está en crisis y la crisis general del capitalismo hace la crisis húngara aún más profunda. La crisis del capitalismo húngaro contemporáneo se puede explicar por los siguientes factores: 1. La inmensa mayoría de la economía, la industria, el sistema financiero, el comercio y los servicios húngaros han sido vendidos a capital extranjero. Hungría fue el primer país de Europa Central y Oriental en abrir su economía a inversores extranjeros, en 1989. Según las estadísticas de la organización de la ONU encargada de las inversiones extranjeras (UNCTAD), a finales de 1990, la inversión extranjera directa (IED) en Hungría sumaba el 1,7% del PIB. Hoy, esta proporción es superior al 70%. En la UE, esta proporción es sólo del 40,9%; en Rumanía, del 36,7%. Casi el 100% de los bancos pertenece al capital extranjero. El 80% de la producción industrial procede de compañías multinacionales. La economía húngara depende mucho más del capital extranjero que la de cualquier otro país de Europa. Después de 2011, existe el peligro real de que la superficie agrícola húngara pueda ser comprada por capital extranjero. El papel decisivo del capital extranjero es una de las características del capitalismo húngaro. Hace 20 años, la contrarrevolución capitalista fue resultado de la actividad del capitalismo internacional, de la traición interna de las fuerzas revisionistas del Partido Comunista en el poder y de la actividad de la oposición burguesa. No había una clase capitalista húngara fuerte. La nueva clase capitalista se creó, en parte, a partir de elementos de la antigua élite gobernante del sistema socialista, quienes utilizaron su posición política para tomar parte activa en la privatización de la propiedad estatal, y, también, en parte, a partir de intelectuales y empresarios del período socialista; en parte, también, por nuevas generaciones que han aparecido en escena en las últimas dos décadas.


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El extraordinariamente importante papel del capital multinacional es resultado de diferentes momentos. En primer lugar, las fuerzas capitalistas eran conscientes del hecho de que el período de socialismo había sido un período exitoso en la historia húngara y que las fuerzas sociales de la sociedad socialista, la clase obrera y los campesinos cooperativistas, eran muy fuertes. Las fuerzas capitalistas estaban interesadas en liquidar las posiciones de estas clases y grupos sociales. Sólo vieron un camino: implicar al capital internacional. En segundo lugar, los intelectuales liberales siempre habían estado orientados hacia EEUU, Israel y las fuerzas capitalistas multinacionales y siempre habían considerado el importante papel del capital extranjero como algo absolutamente normal. Todos los gobiernos húngaros han apoyado las inversiones extranjeras al dar subvenciones recomendadas por decisiones gubernamentales, desarrollar exenciones de impuestos, otorgar subvenciones a la formación, a la creación de empleos, etc. La clase capitalista húngara está formada por diferentes grupos. En primer lugar, un pequeño pero influyente grupo de grandes capitalistas, que tienen posición en el área financiera, el comercio y los servicios. Están vinculados estrechamente al capital multinacional. En segundo lugar, cientos de miles de micro, pequeños y medianos empresarios en los ámbitos de la industria y el comercio. Su posición es muy débil. Están bajo la presión del capital de la UE y del capital chino. Sin un gran apoyo estatal, están sentenciados a muerte. Estos hechos, ahora que el sistema capitalista está en crisis, tienen importantes consecuencias. En primer lugar, el capital extranjero controla las áreas básicas de la economía húngara; tiene poder absoluto en el área financiera y controla el área más sensible, el comercio interior. Ya que no hay una fuerte producción nacional, hay muy pocas posibilidades de que Hungría se defienda por sus propios medios. Se puede ver claramente que las compañías multinacionales, al tratar de resolver sus propios problemas, reducen la producción y cierran sus plantas en Hungría, lo que contribuye al crecimiento del desempleo. 2. La brecha entre ricos y pobres en la sociedad se ha vuelto enorme. Ésta es otra razón de la crisis del capitalismo húngaro. La acumulación originaria de capital ha supuesto que el pueblo haya sido privado de sus recursos. Es resultado de la política de inflación, de la política impositiva y de la política crediticia de los gobiernos capitalistas de los últimos 20 años.


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Hungría tiene una población de 10 millones de habitantes, 9 millones de los cuales pueden ser considerados como personas que viven en unas muy precarias condiciones de vida o incluso en condiciones de pobreza, y sólo un millón puede considerarse beneficiado con los cambios sociales, con la entrada en la UE, etc. Como muestran las siguientes cifras, el número de los desesperadamente pobres, de quienes viven por debajo del umbral de la pobreza, se ha incrementado drásticamente en los últimos años. En 1993, según estadísticas fiables, el 27% de la población húngara vivía por debajo del umbral de pobreza. En Hungría había aproximadamente un millón de pobres en 1980. Hoy, su número excede los 2,5 millones. La décima parte más rica de la sociedad tiene 7,3 veces más dinero que la décima parte más pobre. Quizás sean los niños los que están en la situación más difícil, casi la mitad de la población con menos de 18 años vive en una familia que se encuentra bajo el umbral de la pobreza. En los últimos años, en el 53% de los hogares descendieron los salarios reales. Esto significa que en estas familias el incremento de los ingresos ha sido menor que el incremento de los precios. Está aumentando el número de los llamados pobres a largo plazo. Los pobres a largo plazo en Hungría provienen de distintos grupos sociales: los sin hogar, la población rural, especialmente los que viven en micro-comunidades, los desempleados o expulsados del mercado laboral, los hogares con más de tres niños, las familias monoparentales, las ancianas solteras y la población gitana. Un tercio de los pobres a largo plazo son de etnia gitana, aunque este grupo sólo supone el 5% de la población húngara. En los primeros meses de 2009, el ingreso medio en Hungría ha sido de 402 euros. Los trabajadores manuales perciben 295 euros, los intelectuales 511 euros. El salario mínimo es de 250 euros. Hay que tener en cuenta que los precios de consumo son prácticamente iguales a los de la UE. En los últimos 20 años, la clase obrera ha perdido sus ahorros obtenidos en la época socialista. Ahora los trabajadores utilizan sus últimas reservas, y muchos de ellos no tienen ya más reservas. Se puede decir lo mismo de los intelectuales, los profesores y los trabajadores sanitarios. La mayoría de la clase obrera y los intelectuales se ha endeudado ampliamente para comprar un piso, un coche, una televisión o, simplemente, para cubrir los costes de la vida diaria. Estos grupos sociales no pueden movilizar nuevos recursos para hacer frente a las consecuencias de la actual crisis.


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3. La tercera razón y elemento característico de la crisis en el capitalismo húngaro es el extraordinariamente alto nivel de corrupción. Hungría ocupa el puesto 39 en la lista de 179 países del Índice de Corrupción de Transparencia Internacional para 2007. A pesar de las leyes anticorrupción, la falta de transparencia crea continuos rumores sobre casos de corrupción en la gestión del gobierno. Las razones de estos fenómenos están vinculadas al propio capitalismo húngaro. En primer lugar, la privatización de la propiedad estatal supuso prácticamente un robo libre. Ahora, los diferentes círculos políticos y económicos luchan por una mayor participación en el dinero de la UE, en los pedidos estatales y en las inversiones centrales. En segundo lugar, el sistema legal es muy confuso, lo que beneficia a los que actúan en la economía sumergida. Hoy en día, aproximadamente el 30% del PIB es producido en la economía sumergida. En tercer lugar, el actual sistema político y legal es el resultado de acuerdos entre diferentes grupos de la clase capitalista realizados hace 20 años. Muchos de sus elementos ya han perdido su validez. Como resultado de esta situación, el Estado capitalista no puede cumplir algunas de sus funciones básicas, incluyendo el trabajo policial, la administración local, etc. Posibles vías de desarrollo El desarrollo futuro del capitalismo húngaro depende del desarrollo del capitalismo internacional y de los procesos que tienen lugar en los diferentes grupos sociales de Hungría. 1. Las fuerzas capitalistas internacionales no quieren perder Hungría. Hungría fue uno de los primeros países en cambiar el socialismo por el capitalismo, y sirvió como ejemplo de lo acertado de la política de EEUU y Alemania en cuanto a las contrarrevoluciones pacíficas. Ésta es una razón. La segunda es que el capital internacional ha invertido grandes sumas de dinero en Hungría. Hoy, las deudas de Hungría suponen el 97% del PIB del país. Las fuerzas capitalistas internacionales quieren recuperar su dinero y, por eso, están dispuestas a ayudar. En 2009, Hungría recibió 20.000 millones de euros como créditos stand-by. El FMI y las fuerzas capitalistas internacionales quieren una situación política más o menos estable en Hungría y la represión de todo posible movimiento anticapitalista, pero utilizando medios “acordes con los estándares de la UE”. La admi-


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nistración Obama parece entender mejor que los países de la UE que el colapso del capitalismo húngaro puede conducir a una serie de colapsos en la región. Todavía no han logrado convencer a sus socios de la UE para que inviertan mucho más dinero en la consolidación del capitalismo húngaro. Para EEUU, resulta bastante indiferente qué grupo de la clase capitalista gobierna políticamente Hungría. Le exigen a cualquier gobierno húngaro absoluta fidelidad a EEUU y a la OTAN, así como la participación en las misiones militares de la OTAN. En la política interna, la administración de EEUU espera una lucha consecuente y ejemplar contra el antisemitismo y las fuerzas comunistas. Los países dirigentes de la UE no expresan especial preocupación sobre la situación de los capitalistas húngaros. Según su experiencia, están convencidos de que en una Hungría miembro de la UE y la OTAN no puede haber revoluciones sociales, ni siquiera levantamientos sociales de gran envergadura. Los diferentes grupos políticos de la UE expresan sus simpatías por diferentes partidos políticos de Hungría. Parece que tanto Alemania como Francia no están satisfechas con la actuación del Partido Socialista Húngaro y no se opondrían a un cambio de gobierno. 2. La clase capitalista húngara está formada por diferentes grupos. El Partido Socialista Húngaro (MSZP) y la Alianza de Demócratas Libres (SZDSZ) representan al gran capital que está estrechamente relacionado con el capital multinacional. Tradicionalmente, están orientados política y económicamente hacia EEUU e Israel. La coalición de los socialistas y liberales ha sido una solución óptima para las fuerzas capitalistas internacionales durante mucho tiempo. Hungría toma parte activa en todas las acciones militares iniciadas por EEUU y la OTAN, de Kosovo a Afganistán. La mayor parte de la economía húngara se privatizó y se vendió, en primer lugar, al capital extranjero durante los gobiernos de estos partidos entre 1994 y 1998 y desde 2002 hasta ahora. El gobierno encabezado por el Partido Socialista Húngaro ha sido capaz de dividir a los sindicatos que luchaban contra el gobierno y de garantizar la “paz social”. Los socialistas fueron capaces de subordinar al MSZP a todas las organizaciones políticas y civiles de izquierda, con la excepción del Partido Comunista Obrero Húngaro. La coalición de los socialistas y los liberales ha declarado la guerra al antisemitismo y garantizado excelentes posibilidades de desarrollo para quienes pertenecen a la comunidad judía en Hungría. Según las estadísticas de diferentes organizaciones judías, en Hungría viven entre 50.000 y 200.000 judíos. La tasa de matrimonios entre judíos está alrededor del 60%.


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El gobierno MSZP-SZDSZ hace grandes esfuerzos, entre otras cosas, por cambiar la constitución e ilegalizar “la negación del Holocausto y la incitación pública al odio racial”. El gobierno, preocupado porque Hungría fuera el lugar de Europa donde tuvieron lugar algunos de los peores incidentes neonazis de los últimos meses, ha planificado la reforma en respuesta a la indignación pública por estas nuevas provocaciones. A pesar de todos estos acontecimientos, las fuerzas capitalistas internacionales no están satisfechas con la actual actuación de la coalición socialista-liberal. La política económica neoliberal ha llevado a un importante empeoramiento de las condiciones de vida. Millones de personas están insatisfechas y comienzan a expresar de diferentes formas su actitud antigubernamental e, incluso, anticapitalista. El empeoramiento de las condiciones de vida ha fortalecido dos tendencias en Hungría, el antisemitismo y las acciones contra los gitanos. La Fidesz –Unión Cívica Húngara- representa, en gran medida, a los pequeños y medianos capitalistas, aunque no rechaza al gran capital. Está más orientada hacia Europa y la UE en general. La Fidesz, que fue originalmente un partido liberal, es hoy un partido que intenta unificar a todas las fuerzas conservadoras y nacionalistas. Cooperan estrechamente con el Partido Popular Cristiano-Demócrata (KDNP). Durante su gobierno entre 1998 y 2002, la Fidesz básicamente cumplió las expectativas del capital internacional. Hungría tomó parte activa en la guerra contra Yugoslavia y el “proceso de democratización” de Europa Oriental. La política del gobierno de la Fidesz de apoyar las demandas de autonomía nacional de las minorías húngaras en Rumanía, Eslovaquia y otros países supuso la crítica de algunos países de la UE. Los círculos políticos de EEUU criticaron a la Fidesz porque, según su análisis, no luchaba lo suficiente contra el antisemitismo. La Fidesz, mientras apoyaba al capital multinacional, llevó a cabo muchas medidas de apoyo al capital húngaro, principalmente, a los medianos capitalistas. Desde 2002, la Fidesz ha demostrado que es el mayor partido de la oposición y que es capaz de influir en los procesos políticos en Hungría. Organizó las grandes manifestaciones antigubernamentales en 2005-2006 e impulsó un referéndum sobre asuntos básicos de política educativa y sanitaria del gobierno MSZP-SZDSZ. El congreso de la Fidesz declaró que es necesario crear una “nueva mayoría”, incluyendo no sólo a los aliados tradicionales de la Fidesz, sino a otras fuerzas políticas y también a sindicatos y organizaciones civiles.


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Al mismo tiempo, la Fidesz ha demostrado que no quieren exceder el marco de la democracia parlamentaria o violar las normas generales de comportamiento político de la UE. La Fidesz no apoyó las grandes manifestaciones sindicales de 2007-2009 aunque ello pudiera haberles supuesto buenos resultados. La idea de una nueva mayoría no se ha concretado y la Fidesz no se ha abierto de manera expresa a otros partidos. Los dos grupos de la clase capitalista húngara representados por los partidos políticos principales tienen intereses comunes y distintos. Todos ellos están interesados en mantener el sistema capitalista. No quieren cambiar el sistema político existente. Por eso no se modificará el límite del 5% para entrar en el parlamento. Todos los grupos de la clase capitalista luchan por lograr una mejor posición en las privatizaciones, en obtener dinero de la UE y en las grandes inversiones estatales. Al mismo tiempo, todos ellos saben que su lucha interna no puede amenazar el interés común de la clase capitalista. El MSZP quiere mantener el poder y la Fidesz quiere alcanzarlo. Ambos entienden que la UE sólo permite utilizar métodos parlamentarios. El MSZP utiliza diferentes métodos para conservar el poder. En primer lugar, les interesa la actividad del Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik). El Jobbik es la fuerza de choque de la clase capitalista, juegan un papel similar al que previamente jugó el MIÉP. El Jobbik cumple diferentes funciones. Al utilizar los sentimientos nacionales y eslóganes radicales anticapitalistas, pueden manipular a la gente. Son capaces de obtener votos de la Fidesz. Al mismo tiempo, utilizan otras “armas” que no usan otros capitalistas: el anticapitalismo, el antisemitismo y las consignas contra los gitanos. Pueden quitar votos también a las fuerzas comunistas. El Jobbik registró la Magyar Gárda, el movimiento extremista paramilitar Guardia Húngara, en junio de 2007, como “organización cultural” para “preparar a la juventud espiritual y físicamente para situaciones extraordinarias cuando sea necesario movilizar al pueblo”. Según ha dicho el Instituto Progresista en un informe, hay una mayor receptividad hoy en Hungría a los movimientos extremistas debido a la pobreza y la pérdida de empleos resultante de la actual crisis económica. En segundo lugar, los socialistas tratan de obtener todos los votos de izquierdas. No pudieron subordinar al Partido Comunista Obrero Húngaro al MSZP, pero fueron capaces de crear, en 2006, el “Partido Obrero Húngaro de 2006”, partido revisionista que critica verbalmente el capitalismo pero apoya al gobierno socialistaliberal.


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En tercer lugar, han ayudado al nacimiento de nuevas organizaciones, como el partido “Puede haber otra política”, el cual, junto con el Partido Humanista, puede crear una alternativa a los liberales. 3. En estas condiciones hay dos vías básicas por las que puede transitar la sociedad húngara: la vía del capitalismo y la vía de la revolución socialista. Desde el punto de vista de la alternativa capitalista, es de decisiva importancia el hecho de que el campo de actuación del capitalismo húngaro esté principalmente determinado por la enorme influencia del capital multinacional en la economía húngara, por la dependencia política, militar e ideológica de Hungría respecto de EEUU, la OTAN y la UE. Dentro del desarrollo capitalista –insistimos, dentro del capitalismo y no como alternativa al mismo– hay diferentes rumbos posibles. Uno de ellos es una mayor subordinación de Hungría al FMI, a la UE y a otros centros capitalistas. Los gobiernos húngaros servirán a los intereses del capital multinacional liberalizando completamente todas las áreas del mercado húngaro, liquidando los restos de las empresas húngaras y reprimiendo toda forma de protesta de las clases trabajadoras. Es la vía de abandono pleno de la soberanía nacional de Hungría, la vía de la limitación y opresión de los derechos democráticos. Esta política continuará si los socialistas siguen en el poder. Lo declaran abiertamente y lo manifiestan con la política actual. No tenemos ilusiones y no podemos tenerlas: esta política puede mantenerse de una forma u otra, incluso si la Fidesz alcanza el poder. La Fidesz también es un partido del gran capital, igual que el MSZP; la única diferencia entre ambos es que en la base social de la Fidesz hay muchos más representantes de la pequeña y mediana burguesía. Los comunistas húngaros no debemos apoyar ni apoyaremos esta vía. Los comunistas debemos saber que la vía neoliberal, pro FMI, empeorará las condiciones del pueblo y puede llevar a una mayor radicalización de las masas. Los comunistas debemos estar preparados para esta situación. Debemos luchar contra tal suceso, que conduciría a un giro radical derechista en la política. No hay verdadero peligro de que las fuerzas fascistas o, incluso, de derecha radical lleguen al poder. Las actuales fuerzas extremistas no son lo suficientemente fuertes y tal hecho conduciría a una inmediata intervención de la UE, como pudimos ver en Austria hace algunos años.


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Pero existe la amenaza real de que las fuerzas capitalistas utilicen la crisis en Hungría y el fortalecimiento de las fuerzas extremistas de derecha para establecer una “dictadura democrática” dirigida a “salvar la democracia”. En el marco de la vía capitalista de desarrollo, también podemos imaginar un rumbo que dé más oportunidades al capital nacional, a las pequeñas y medianas empresas húngaras. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que, para evitar el resentimiento de las masas y la aparición de conflictos sociales a gran escala, el capital haga algunas concesiones a las masas, intente mitigar los problemas económicos y sociales del pueblo. En cuanto a la política exterior, también puede ocurrir que Hungría siga un rumbo más equilibrado mientras mantiene su compromiso con la UE y la OTAN. Por ejemplo, puede desarrollar relaciones más estrechas con países árabes o latinoamericanos. Podemos observar el desarrollo de una alternativa similar dentro del sistema capitalista en muchos países de América Latina. Esta vía es posible en las condiciones del capitalismo. El actual gobierno y el Partido Socialista Húngaro se oponen. El principal partido de la oposición, Fidesz, que representa los intereses de los capitalistas medios húngaros, expresa su disposición a poner límites al capital multinacional, a apoyar a los empresarios húngaros y a limitar los ingresos del gran capital y dar más a las masas. La cuestión es si Fidesz –al llegar al poder– lo llevará a cabo realmente o buscará un acuerdo con el capital internacional. Esta vía no satisface plenamente los intereses de la clase obrera y supone únicamente mejoras provisionales. Pero esta vía supone algunas mejoras para las masas trabajadoras. Permite al PCOH cooperar con la pequeña y mediana burguesía sobre la base de la lucha común contra el capital multinacional, los supermercados y la explotación extranjera. Este rumbo tendrá éxito si somos capaces de transformar el resentimiento popular en fuerza organizada y, así, forzamos a los gobiernos capitalistas a que pongan restricciones al capital. El Partido Comunista Obrero Húngaro participa en la lucha sindical, en el movimiento contra los desahucios, en las acciones civiles para incrementar la influencia de los comunistas e instituir las fuerzas del descontento de las masas. Lenin escribió en “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”: “El proletariado debe llevar a término la revolución democrática, atrayéndose a la masa de los campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la revolu-


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ción socialista, atrayéndose a la masa de los elementos semiproletarios de la población, para destrozar por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía.” Otra vía es la vía de la revolución socialista. Está claro que los problemas básicos de la clase obrera sólo se pueden resolver en la vía de la revolución socialista que supere el capitalismo. Los comunistas húngaros siempre hemos mantenido esta posición, pero desde la contrarrevolución de 1989-1990 no habíamos hablado de la posibilidad de la revolución socialista. ¡Ahora debemos hacerlo! “La actual crisis es una expresión de una crisis más profunda, intrínseca al sistema capitalista, que demuestra los límites históricos del capitalismo y la necesidad de su derrocamiento revolucionario”. Esto se puede leer en la declaración conjunta de los partidos comunistas y obreros en Sao Paulo. Nuestros partidos también declararon: “Al enfatizar que la bancarrota neoliberal representa no sólo el fracaso de una política de gestión del capitalismo, sino el fracaso del propio capitalismo, y confiados en la superioridad de los ideales y el proyecto comunista, afirmamos que la respuesta a las aspiraciones emancipatorias de los trabajadores y los pueblos sólo se puede hallar en la ruptura con el poder del gran capital, con los bloques y alianzas imperialistas, y por medio de profundas transformaciones de carácter liberador y antimonopolista... Convencidos de la posibilidad de otro mundo, un mundo libre de la explotación de clase y de la opresión del capital, declaramos nuestro compromiso con la continuación del camino histórico de construcción de una nueva sociedad libre de explotación de clase y opresión, es decir, el socialismo”. El Partido Comunista Obrero Húngaro seguirá la vía de la revolución socialista. Ahora consideramos que es nuestra tarea básica y más importante el demostrar al pueblo húngaro que el capitalismo no es la única forma de vida. Debemos demostrar que el capitalismo nunca nos dará una vida mejor, nunca nos dará sitio en los parlamentos. Debemos obtenerlos por medio de la lucha consecuente y seria. Esta vía es realista y podemos crear un nuevo mundo, el socialismo. Naturalmente, recordamos las palabras de Lenin: “Toda revolución supone un brusco cambio en las vidas de muchas personas. A menos que el momento esté maduro para tal cambio, ninguna revolución real puede tener lugar”. Ahora mismo, no podemos hablar de una situación revolucionaria en Hungría, pero podemos hablar de la posibilidad de que el desenvolvimiento general de la crisis del capitalismo internacional y sus consecuencias en Hungría pueda llevar al surgimiento de una situación revolucionaria.


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Consideramos que nuestra tarea principal es preparar al partido comunista para tal situación. Las experiencias históricas muestran que las verdaderas situaciones revolucionarias no se aprovechan si las circunstancias subjetivas no existen en el momento oportuno. Fortalecemos nuestra formación marxista-leninista. Los miembros y activistas del partido deben entender la actual situación y el verdadero significado de la vía revolucionaria. Estudiamos la experiencia histórica de las revoluciones socialistas en Hungría con el objetivo de utilizar las experiencias que se puedan aplicar hoy. Estudiamos la experiencia de los partidos comunistas de Grecia, Portugal, Brasil, Venezuela y otros países en la organización y estímulo de una mayor actividad de las masas. El partido organiza a sus dirigentes sobre nuevas bases. Estamos creando “centros locales revolucionarios” con el equipamiento informático móvil necesario. Creamos “grupos de combate” móviles que pueden participar en diferentes manifestaciones, acciones callejeras y actos solidarios. Construimos una nueva organización juvenil con gente joven profundamente dedicada a la idea de la revolución. Hemos comenzado a ir directamente a las fábricas a hablar con los trabajadores. Las experiencias son muy positivas. Estamos abiertos a toda iniciativa anticapitalista y antimonopolista y participaremos en toda acción social que luche contra los supermercados, contra la política de vivienda neoliberal, contra los desahucios de quienes no pueden pagar el gas o la electricidad. Hemos creado un sistema más efectivo de medios alternativos, utilizando el periódico semanal Szabadsag (Libertad), internet y otros medios. Hemos creado un amplio sistema de páginas web de organizaciones locales, utilizando la tecnología de Youtube y otras nuevas tecnologías de internet. Luchamos por una cooperación más efectiva de fuerzas comunistas en el ámbito internacional. El PCOH ha abandonado el PIE porque no está de acuerdo con la política revisionista y oportunista del PIE. Estamos seguros de que no necesitamos una “nueva cultura política europea”, sino que necesitamos una muy consecuente lucha contra el capitalismo, por los derechos de las masas trabajadoras. No sólo


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debemos criticar al capitalismo, sino organizar la lucha diaria de los trabajadores. Queremos acabar con el capitalismo; la Izquierda Europea quiere mejorarlo. Nos basamos en el marxismo-leninismo, teoría y práctica de la lucha de clases, y los principios del internacionalismo proletario. La Izquierda Europea, desgraciadamente, se basa en el reformismo. La Izquierda Europea lucha contra el capitalismo sólo verbalmente, pero, en la práctica, ayuda a fortalecer la imagen “democrática” de la Unión Europea, del Parlamento Europeo y del sistema capitalista en general.

Lenin dijo: “No se puede predecir el momento y el rumbo de la revolución. Está gobernada por sus propias leyes, más o menos misteriosas; pero, cuando llega, es irresistible” Debemos estar preparados.



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EN LAS RUINAS DEL NACIONAL-LIBERALISMO

Victor Matjushenok Miembro del Consejo Editorial del periódico “Letonia Socialista”

Letonia en la situación de crisis global del sistema Aunque los países bálticos y de Europa Oriental, debido a su participación en la OTAN y la UE, se suelen denominar en conjunto como países de la “Nueva Europa”, las circunstancias políticas y socioeconómicas son diferentes en cada uno de ellos. Además, a causa de numerosos factores, Letonia está en oposición incluso a sus países vecinos, como Estonia y Lituania, aparte de Polonia y República Checa. Consecuentemente, son diferentes los medios ideológicos y los medios de propaganda utilizados antes y ahora por los regímenes burgueses para tomar y mantener el poder. Si observamos desde fuera lo que pasa en Letonia, sin tener en cuenta dichos factores, es difícil recibir una imagen auténtica: desde la especificidad del espectro político y las preferencias de los votantes en las elecciones a los factores que influyen en la protesta social y las dificultades concretas del trabajo político entre las masas.


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La contrarrevolución letona: nacionalista en su forma, capitalista en su contenido El derrumbe de la URSS, que tuvo lugar en 1991, como resultado de la presión ejercida por el capital internacional y la traición de los líderes del país, se desarrolló bajo circunstancias diferentes y muy específicas dependiendo del status administrativo y la estructura étnica de cada región. Si en Rusia o en Bielorrusia dominaban la conciencia pública mitos e ilusiones acerca de una orientación totalmente democrática y enfocada al mercado, en Letonia, en cuanto el denominado Frente Popular de Letonia (FPL), tras la crisis de poder, se sintió fuerte, la visión de una “reforma socialista” fue rechazada inmediatamente y el apoyo de fuerzas externas imperialistas despejó el camino para la restauración de la república burguesa letona del tipo de la de los años 1920-1940. El apoyo a la restauración del poder burgués provocado, en primer lugar, por la propaganda del FPL y, luego, por interés personal mercenario de los antiguos propietarios, tenía el carácter de una “nostalgia histórica” romántica original en una parte de la sociedad y, por otro lado, se basaba en las amplias ilusiones en ese momento sobre la abundancia del mercado. Esto permitió a fuerzas antisocialistas apoyar la demagogia sobre los “valores universales”, la “democracia” y el “libre mercado” prácticamente hasta agosto de 1991. La paradoja es que la república letona burguesa de 1940 ni era un ejemplo de democracia, ni lo era tampoco de notoria libertad de mercado. En 1934, el primer ministro Karlis Ulmanis, no sólo había dado un golpe de Estado, disuelto el parlamento, ilegalizado los partidos y establecido una dictadura militar y policial, sino que también desarrolló varias medidas de regulación económica estatal y administrativa, especialmente en las esferas del comercio y la producción agrícola. Básicamente, estas medidas arrojaron resultados positivos en el contexto de la crisis económica de aquel período y, por eso, incluso después de décadas, el período de la dictadura burguesa, con rasgos considerables de etnocracia, permaneció en la conciencia de las masas como “época de prosperidad y orden”. También a causa de estos recuerdos nostálgicos, uno de los factores psicológicos más importantes para la restauración del capitalismo en Letonia es el nacional. Esta particularidad afectó también a la acción del Partido Comunista Letón (PCL) durante aquel período y ha predeterminado la complejidad de la situación en el movimiento de izquierdas hasta nuestros días.


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Es obvio que si el FPL y otras fuerzas políticas, incluyendo a los derrotistas del PCL, hubieran defendido sólo la restauración de la estructura capitalista, no habrían tenido un apoyo tan masivo. No obstante, el pueblo letón tenía bastante educación política y los derechos sociales (como el seguro de paro, la atención médica gratuita, garantizada por el Estado, educación y vivienda) recibidos durante décadas, prácticamente durante una generación, eran tan notables que la gente afrontó la propaganda del mercado liberal con bastante escepticismo. Las dudas sobre los sentimientos nacionales, los cuales, por naturaleza, no pertenecen a la esfera racional, sino a la emocional, acabaron suponiendo no sólo una desorientación política de buena parte de la población, sino también permitieron su división según criterios nacionales, calificando de esta manera a los partidarios del socialismo como “enemigos de los letones” y otorgando a la contrarrevolución burguesa cierto tinte de “movimiento de liberación nacional”. Es más, actualmente, el espectro político letón está dividido no sólo según el criterio sociopolítico (los partidos de la derecha expresan los intereses del capital y los de la izquierda los de los trabajadores asalariados), sino también según criterios étnicos. Los partidos letones no son sólo liberales, conservadores o socialdemócratas, sino nacional-liberales, nacional-conservadores o, incluso, ¡nacional-socialdemócratas! Además de estos partidos, están los partidos centristas y centroizquierdistas, quienes tratan de resolver los problemas nacionales a través de acuerdos o, simplemente, evitando mencionarlos en sus programas. Por último, está el Partido Socialista de Letonia; este último es un caso único, que realmente defiende las posiciones del internacionalismo marxista clásico. En su IV congreso, los socialistas declararon: “La política del régimen actual es posible porque estábamos divididos; intentan dividirnos bajo criterios nacionales. Está hecha a propósito, así es más fácil manejar al pueblo y hacerlo callar. ¡Estamos en contra de esta política!” (1). La desindustrialización como método de lucha contra el movimiento obrero Uno de los fenómenos característicos en los países donde ha habido una restauración del sistema capitalista fue que la desaceleración económica causó la destrucción de la economía, ante todo del sector productivo. Muy significativo, y quizás el ejemplo más representativo de aquella serie de hechos, fue Letonia, quien, durante la época soviética, era una de las repúblicas más desarrolladas de la URSS. Aparte 1 “Partido Socialista de Letonia. Documentos Históricos”.Riga, 2006, p. 134


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de la recesión inevitable provocada por la ruptura de relaciones económicas desarrolladas con otras repúblicas de la Unión y los países del campo socialista, así como la transición hacia métodos capitalistas de gestión, la razón evidente es el carácter depredador de la privatización, la acumulación primitiva de capital por parte de la nueva burguesía y la aspiración de importantes empresas europeas y mundiales por tomar el control total o, simplemente, liquidar, como competidores potenciales, a los sujetos económicos de Europa Central y Oriental y la antigua Unión Soviética. Al mismo tiempo, en el proceso participaron otros muchos intereses, incluyendo algunos muy específicos que se pueden mencionar en el caso de Letonia. Las acciones del gobierno burgués en cuanto a la destrucción de la economía productiva se definieron por una combinación de los siguientes factores: a) Cumplimiento de las “órdenes” del gran capital extranjero en cuanto a la liquidación de los mercados de materias primas y la destrucción de posibles competidores. b) Privatización de los activos materiales por parte de la nueva burguesía y de los antiguos dirigentes soviéticos, y también por una élite del partido con ánimo de lucro. Es una típica variante depredadora de la acumulación originaria de capital. c) Destrucción de las grandes concentraciones obreras, consideradas como base de la consolidación de clase y de la protesta sociopolítica. d) Aplicación del concepto nacionalista del “estado étnico”. e)Falta de expertos profesionales para la dirección de grandes estructuras industriales entre las nuevas capas dirigentes. Los dos primeros factores son habituales en muchos países del antiguo campo socialista. En cuanto a los demás, hacen falta algunas explicaciones. La cuestión es que, aparte de la energía y los medios de comunicación y transporte, que son la base para unas condiciones de vida normales en el siglo XXI, hoy en día, Letonia prácticamente no tiene industrias que mantengan el valor, la producción y la mano de obra de la etapa anterior. La mayoría de ellas, básicamente en el ámbito metalúrgico, la producción de herramientas, la ingeniería mecánica, eléctrica y microeléctrica, en las que trabajaban decenas de miles de obreros, fueron prácticamente destruidas en la última década del siglo pasado. No caben dudas de que la situación es muy particular. Los líderes del país, negando totalmente el socialismo, tendrían que haber


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entendido que tal destrucción de la industria perjudica no sólo la potencialidad económica del país, sino también su propia existencia. No obstante, la avidez y el miedo a una posible protesta social reforzó aquellos argumentos y, en 2004, Letonia entró en la Unión Europea con una “industria” que se caracterizaba por un nivel de equipamiento y un número de trabajadores más propio de industrias de principios del siglo XIX: el 76% de todas las empresas que operaban eran micro-empresas con hasta 9 trabajadores, y, el 20%, empresas pequeñas con entre 10 y 49 trabajadores.(2) La nueva burguesía recubrió el miedo de clase con retórica nacionalista, que ya se había puesto en marcha para la toma del poder y había demostrado su eficacia. Había calificado a los sectores de la gran industria como ámbitos “ajenos a la mentalidad del pueblo letón”, “ impuestos por fuerzas externas” y, por tanto, sin futuro en un estado étnico. En el programa del FPL del año 1989 se demuestra tal enfoque: “El FPL estima que ... en caso de necesidad, sería imprescindible la planificación de la remodelación o, incluso, el cierre de algunas empresas.”(3) Como resultado de su política, resulta que esta extraña “necesidad” se refería a todas las empresas. Aquí debemos aclarar que la composición étnica de la población urbana y, en particular, el empleo en la industria, difería significativamente de otras áreas: debido a algunos motivos históricos, la mayor parte del personal de ingeniería y producción no era letón. Una parte de él (pero no todo, como afirmaban los ideólogos nacionalistas) llegó a Letonia de otras regiones de la URSS entre los años 50 y 80 del siglo pasado. Por ejemplo, entre 1976-80, la proporción de crecimiento de mecánicos en el cómputo del crecimiento de la población urbana fue del 71 %, y, en 1981-82, del 67%.(4) Esta situación ha servido, después de 1991, como “base legislativa” para la privación de sus derechos civiles y los de sus descendientes (!), equiparando su posición a la de los inmigrantes ilegales, a pesar de que esta gente había obedecido las leyes vigentes en aquella época y se había trasladado dentro del territorio administrativo de un solo país, la URSS. Utilizando la misma demagogia y los sentimientos nacionales, los gobernantes, en nombre del mantenimiento del poder, pudieron imponer a los votantes la idea 2 Ibid., p.534 3 Programa del Frente Nacional de Letonia. Riga, Avots, 1989, p.16 4 “Las tendencias futuras en la población de la República Socialista de Letonia”. Riga, Zinatne, 1986, tabla. 2-4


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delirante del peligro para el desarrollo nacional en el caso de que existieran en el país personas de otro país, que hablaran otro idioma, y la necesidad de destruir la base industrial para facilitar su salida de Letonia. La mayoría de los no letones que trabajaban en la industria no ha abandonado el país (vinculaban su vida a Letonia, que, para muchos de ellos, era su tierra natal -los “extranjeros” son, por regla general, personas nacidas en Letonia). Hoy en día, 18 años después, en este país viven más de 300.000 “extranjeros”, que se ven desgraciadamente afectados por los objetivos sociopolíticos básicos de la derecha nacionalista. Bajo la capa del nacionalismo, no sólo se ha producido división social, sino también una pérdida masiva de solidaridad y conciencia de clase. Los trabajadores de los grandes sectores industriales destruidos se han convertido en pequeños comerciantes, en artesanos, en trabajadores del sector agrícola. Los administradores de las grandes empresas colectivas agrícolas se convirtieron en propietarios de grandes parcelas y explotaciones, y los agricultores volvieron a la economía agrícola de subsistencia. Una parte de los obreros, a causa del caos económico, simplemente vieron degradada su condición de miembros de pleno derecho de la sociedad. Un dato muy característico es el siguiente: aunque haya habido períodos difíciles en cuanto a las condiciones sociales y económicas, e índices alarmantes de paro y garantías sociales muy limitadas, en Letonia, después del año 1991, no se ha producido ni una sola huelga en el sector industrial. El salto fallido del “tigre báltico” Cabe señalar que, en los primeros años 90, se avanzó rápidamente en la creación de nuevas estructuras y atribuciones estatales. Estos éxitos fueron en gran medida formales, hacia el exterior, propagandísticos y demostrativos, pero, no obstante, crearon la ilusión de que la derecha nacionalista cumplía con las obligaciones contraídas. Por ello, a pesar del colapso económico y el hecho de que las condiciones económicas eran, para gran parte de la población, muy difíciles, las condiciones sociales eran bastante estables. Esto se debe a diversas razones. En primer lugar, la carga emocional que resultó de la restauración de la independencia estatal. Para hablar con precisión deberíamos referirnos sólo a la recepción de la soberanía formal, en unas condiciones de pura dictadura y manipulación externa de las autoridades locales por parte del capital internacional; pero, en cuanto a la conciencia general, no parecía haber diferencia. Si para los ciudadanos de Rusia, por ejemplo, la década de los noventa significa no sólo dificultades económicas y falta


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de bienes materiales, sino también humillación moral asociada al colapso del viejo Estado y la incapacidad del nuevo de llevar a cabo las funciones internas y externas, para los letones eran tiempos bastante creativos: nuevas estructuras de poder y de gestión del Estado, del sistema monetario, la policía, el ejército, etc. En este caso, además del factor moral, había uno material: en un período de colapso de la industria y las grandes empresas agrícolas, el ámbito público y, más que nada, el servicio público, no sólo suministraba un salario fijo, sino también el máximo posible de garantías sociales, perspectivas de autorrealización y carrera en el sector público. A esto hay que añadir el apoyo político y, en parte, económico a la restauración del sistema capitalista por parte del imperialismo internacional y el buen uso de la “ventaja de la posición geográfica” y de la potente infraestructura creada en la época soviética en forma de carreteras, oleoductos y puertos. Durante el saqueo total del legado económico socialista, Letonia fue lugar de paso de materias primas valoradas en miles de millones de dólares, y los flujos financieros dejaban una mínima pero significativa parte para un país pequeño en forma de impuestos y otros ingresos diversos. En este caso, el tránsito y la exportación de capital tenía frecuentemente un origen dudoso, incluso desde el punto de vista de las nuevas leyes del mercado, que también influyeron en el comportamiento de los políticos locales y las características de los partidos políticos, que servían a los intereses de la nueva burguesía. Aparte de los casos de corrupción real, han aparecido centros específicos, zonas de mayor prosperidad, en Riga, Ventspils, Jurmala, lugares de desarrollo de los negocios de tránsito, de concentración del capital bancario y de residencia de los “nuevos ricos”. En consecuencia, aquellos grupos de trabajadores que estaban empleados en esas áreas, o que trabajaban para los propietarios del capital, tenían más rasgos de pequeñoburgueses que de proletarios. Todo esto lo entendió la gente que era activa y que defendía las posiciones marxistas. En 1995, en el primer congreso del PSL, en las resoluciones especiales se incluyó el fragmento siguiente: “La dirección que lleva el Estado en nombre del máximo órgano legislativo, el Gobierno y el Banco Central conduce a la degradación del país. Las fuerzas políticas actualmente en el poder han convertido la economía en su propia fuente de recursos y resuelven frenéticamente sus problemas de propiedad”.(5) Sin embargo, la crítica de los socialistas hacia la estructura sociopolítica y las acciones de las autoridades, dados los factores anteriormente citados, fue percibida por la sociedad de manera muy débil, aunque en general la injusticia política y social y la discriminación étnica eran más que claras en el país y una buena parte 5 “Partido Socialista de Letonia. Documentos Históricos”, p. 68


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de la población soportaba condiciones bastante duras: incluso los índices oficiales (subestimados) de paro llegaban, según qué regiones, a un 27% de la población activa, y, por otra parte, 20.000 niños no estaban escolarizados y 710.00 habitantes (¡de un total de 2,3 millones!) no disfrutaban de los derechos civiles básicos (por lo tanto, quedaban excluidos de la vida política, incluso a nivel municipal). Sin embargo, el Partido Socialista de Letonia, bajo condiciones tan difíciles y sin aliados políticos, consiguió diputados en el parlamento letón, lo que demuestra la existencia de un gran número de simpatizantes. En cuanto a la economía, es más que evidente que el sector de transportes y construcción y, más precisamente, el de los servicios, son objetivamente auxiliares del manufacturero. Por ello, las consecuencias del colapso de la industria a gran escala y de la agricultura colectiva ya habían producido efectos en los últimos años de la década de los noventa del siglo pasado. Por razones diversas, hubo problemas en el sector del tránsito, en las ramas y empresas que se mantuvieron al servicio del mercado interno letón y las exportaciones a Rusia, porque recibieron mucha presión por parte de grandes competidores europeos (principalmente, la industria alimentaria y ligera). El tipo de cambio de la divisa nacional, el lat, sobreestimado por parte del Banco de Letonia, tuvo consecuencias muy graves para la economía. En estas circunstancias, las fuerzas políticas gobernantes del país aprovecharon para incorporarse a la OTAN y la UE. Aparte de lo obvio, es decir, que era resultado de la presión del imperialismo internacional (siendo, ante todo, política de EEUU), la posibilidad de incorporación a la UE suponía para la derecha letona una salvaguarda de la quiebra social, económica y política. Cuando la perspectiva de la integración se hizo real, y ya era necesario convencer a la población (contrariamente a las autoridades, la población desconfiaba de la integración), el Ministro de Economía de entonces declaró y admitió abiertamente que, si no se producía la incorporación a la UE, el país estaría condenado a un catastrófico déficit de pagos. Por lo tanto, los gobernantes acordaron integrarse bajo condiciones desventajosas, tanto económica como socialmente, y dichas condiciones no se sometieron al escrutinio público. La posición del PSL, que analizaba objetivamente las ventajas de la integración europea, fue identificar a la UE como una unión del gran capital europeo, creada para garantizar, en primer lugar, sus propios intereses de clase. V.I. Lenin, hace casi cien años, hizo una estimación muy precisa sobre tal unificación de Europa: “Desde luego, son posibles los acuerdos temporales entre los capitalistas y entre las potencias. En 6 Lenin, V.I. “La consigna de los Estados Unidos de Europa”. Ed. Gospolitizdat, Moscú, 1952, vol.21, p. 310


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este sentido, son también posibles los Estados Unidos de Europa, como un acuerdo entre los capitalistas europeos... ¿Sobre qué? Sólo sobre el modo de aplastar en común el socialismo en Europa”.(6) Por lo tanto, para los socialistas letones, fueron claramente razones políticas las que hicieron que se promoviera la entrada en la UE de estos países; su aceptación previa en la OTAN lo demuestra francamente, ya que no estaban de ninguna manera preparados para esa entrada en cuanto a los criterios económicos. Al mismo tiempo, el Partido Socialista trató de utilizar las oportunidades de contacto a nivel del Parlamento Europeo para establecer vínculos más estrechos con representantes de partidos comunistas y obreros de los países europeos y establecer con ellos una cooperación fructífera en interés de los trabajadores letones. Incluso en 2000, cuando estos asuntos apenas habían comenzado a comentarse en la sociedad, el PSL había definido claramente su posición: “... no vemos la viabilidad económica y política de la adhesión de Letonia a la UE. Al unirse a la UE, Letonia perderá la mayor parte de su independencia económica, política, cultural, toda la economía nacional en sentido global”.(7) Desde la integración de Letonia en la UE han pasado ya cinco años. Las consecuencias a corto plazo de la falta de preparación de Letonia y la actitud francamente aventurera e irresponsable de los políticos de la derecha, quienes estaban ocupados, ante todo, en la integración económica europea, demuestra que la posición socialista era la correcta. La presencia de Letonia en la UE no ha aportado prácticamente nada al pueblo en materia de seguridad social o en cuanto a garantía de derechos civiles y políticos: el sistema de garantías sociales es, como antes, débil e imperfecto, las prohibiciones políticas siguen ahí. Las condiciones salvajes y humillantes de los “extranjeros” se mantienen; la persecución de opiniones políticas, también. No obstante, las inyecciones monetarias de las estructuras de la UE y la actividad del capital internacional (principalmente, financiero y especulativo) han provocado un aumento de la actividad económica. El crecimiento del PIB alcanzó un record del 11% en 2007, permitiendo que los propagandistas de la derecha hablaran de Letonia como si fuera “el tigre económico del Báltico”, y permitiendo también la alianza de los partidos de derecha nacional y liberales para obtener la victoria en las elecciones parlamentarias de 2006.

7 “Partido Socialista de Letonia. Documentos Históricos”, p. 191


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Así, la economía real ha sufrido unas consecuencias considerables: la industria azucarera está destrozada y hay graves dificultades en los sectores agrícola y pesquero. Aún más perjudiciales han sido las actividades incontroladas de los bancos extranjeros en el país y la fiebre del crédito y la especulación sobre los bienes inmuebles, provocada por los bancos con el consentimiento silencioso del gobierno. Y eso a pesar de que, en el siglo XIX, en su obra “El Capital”, Karl Marx escribió sobre la doble naturaleza inherente al sistema de crédito y solvencia: “De una parte, el desarrollar los resortes de la producción capitalista, el enriquecimiento mediante la explotación del trabajo ajeno, hasta convertirlos en el más puro y gigantesco sistema de juego y especulación, reduciendo cada vez más el número de los contados individuos que explotan la riqueza social y, de otra parte, el establecer la forma de transición hacia un régimen de producción nuevo.”(8). Evidentemente, las consecuencias negativas empezaron a expresarse ya antes de la crisis actual del sistema capitalista. Y esto no debería sorprendernos, si tenemos en cuenta el crecimiento de la deuda externa de Letonia: Año, trimestre, millones de lats

2004 III

2005 III

2006 III

2007 III

2008 III

Deuda externa (neto)

2 002.4

2 787.5

4 275.8

6 940.2

8 684.0

En 2008, el gobierno letón llegó a acuerdos con el FMI, el Banco Mundial y la Comisión Europea para recibir créditos por 7.500 millones de euros hasta finales de 2009 (5.122 millones de lats) y la deuda pública total es ya más de dos veces superior al presupuesto anual. Para un país tan pequeño como Letonia, esta situación, combinada con la destrucción de la economía productiva y la ausencia de recursos naturales para exportar, significa la servidumbre por deudas, prácticamente sin posibilidad de solución, y la pérdida de toda independencia. Para el pueblo, esta situación supone el deterioro significativo de la prosperidad material y de la seguridad social. La pasividad social: rendirse es más fácil que luchar En las condiciones de crisis social y económica que se desarrolla en Letonia desde el principio de los años noventa del siglo pasado, sería lógico esperar que hubiera un ambiente de protesta y actividad por parte de los trabajadores, sobre cuyos hombros se están cargando el peso principal de las consecuencias de la restauración del capitalismo, los errores y los abusos de poder de los partidos burgueses de derecha. Sin embargo, hasta los acontecimientos del 13 de enero de 2009 (cuando se produjeron en Riga enfrentamientos con la policía, ante el intento de penetración en el edificio 8 “El Capital”, C. Marx y F. Engels. Textos, Ed. Gospolitizdat. Moscú, 1961, vol. 25, p. 485


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del Parlamento, y disturbios en las calles), en el país no había nada que se pudiera llamar protesta social seria. El PSL, a través de sus organizaciones de base, con la ayuda del periódico “Letonia Socialista”, una página propia en internet y varias acciones, tanto en las campañas electorales como en fechas de importancia histórica (como el 1º de mayo o la celebración de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial), siempre ha explicado a los trabajadores lo que está pasando en el país, sus causas y sus consecuencias, y propone la alternativa. No obstante, debemos reconocer que, a pesar de la popularidad de las ideas socialistas entre los trabajadores (algo que se expresa también por la cantidad de votos recibidos por el PSL en varias elecciones), aún no ha habido una consolidación a nivel de demandas sociales y económicas y de incremento de la conciencia de clase. Las razones, mencionadas anteriormente, de la pasividad social a comienzos de los años noventa, durante el período de la restauración capitalista, que conducen a una posición residual de los sectores obreros activos en la última década, se dan porque, después de la integración de Letonia en la UE, las fuerzas políticas dominantes pudieron “exportar” una parte de los problemas sociales graves. Los más sensibles, como el paro y los salarios bajos, fueron eliminados con la apertura de los mercados laborales en países como Irlanda y Gran Bretaña. En el informe al XI Congreso del PSL se señalaba: “La gente se va a trabajar fuera no porque Letonia sea un país desagradable, sino porque, viviendo y trabajando aquí, no pueden apoyar a sus familias. La gente está dispuesta a sufrir privaciones, a separarse de la familia y parientes para vivir, para mantener a sus ancianos padres, cuyas pensiones miserables ni siquiera cubren las necesidades básicas, y para que sus hijos puedan estudiar.”(9) Dada la circunstancia de que en dos horas (duración del vuelo de Letonia a Gran Bretaña), el parado letón llega a un país en el que incluso el salario mínimo es cinco o más veces superior al que podría obtener en su patria, es muy difícil convencerle de que no aproveche esta posibilidad y se quede para lograr una mejora en las condiciones de vida en su patria por medio de la lucha de clases. A estos procesos se añade la denominada “fiebre del crédito”. Los trabajadores de los países europeos están familiarizados con los métodos utilizados por los grandes bancos internacionales, y la experiencia de la vida bajo el capitalismo les hace reaccionar de manera más adecuada a las promesas generosas de los anuncios bancarios. Los letones (igual que los habitantes de otros antiguos países socialistas) están psico9 “Partido Socialista de Letonia. Actas del XI Congreso”, Riga, 2008 p.


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lógicamente indefensos ante la tentación del crédito. Durante la recuperación económica de los primeros años tras la integración en la UE, un número importante de trabajadores, no sólo del servicio público y de negocios pequeños y medianos, sino también de las ramas de algunos monopolios, del transporte y de la construcción, tuvieron la posibilidad de comprar un piso, muebles de lujo o un coche nuevo. Claro que se trataba de compras a crédito, con estimaciones infladas especulativamente de bienes inmuebles y con complicadas y exigentes condiciones de pago. Pero, en aquel momento, a estas personas les parecía que se hacían realidad las promesas de la “sociedad de consumo” y la “igualdad de oportunidades” del capitalismo moderno. Los intentos de explicarles el error de tales engaños, el peligro de caer en las redes bancarias o, especialmente, indicar los fallos de la situación económica del país, no fueron tenidos en cuenta. La esencia de la conciencia pública de la generación que hoy en día es laboralmente activa, que no ha conocido los beneficios y garantías del socialismo real, que ha crecido en la primera fase de restauración de la barbarie capitalista, combina esta situación con la influencia de la propaganda burguesa falsa. Por ejemplo, en un sondeo entre alumnos de secundaria (jóvenes entre 17 y 19 años) para estimar su actitud hacia conceptos sociopolíticos y éticos básicos, un tercio de los participantes percibía positivamente conceptos como “socialismo”, “solidaridad”, “altruismo”, pero negativamente el “comunismo” o el “colectivismo”. Eso demuestra problemas serios en la comprensión de las bases sociales por parte de la nueva generación, contradicciones en sus opiniones y sus creencias. Por una parte, en base a las historias de los miembros mayores de la familia, de acceso a fuentes objetivas de la información, el concepto de “socialismo” no provoca emociones negativas. Por otra parte, sobre la base de la ideología oficial estatal, expresada en el contenido de los manuales y programas escolares de historia y ciencias sociales, la campaña política de la UE para igualar al nazismo el comunismo, en cuya vanguardia están los políticos de la extrema derecha letona, se provocan ciertamente sentimientos negativos hacia el “comunismo”. La destrucción de las grandes empresas industriales y su división ha influido bastante en el comportamiento de la gente. Acciones tales como reuniones sindicales y piquetes con exigencias económicas muy leves y limitadas que han tenido lugar en Letonia demuestran esta fragmentación. Prácticamente, todas ellas se hicieron por separado: maestros, médicos, agricultores, policías, trabajadores de empresas pequeñas destruidas se movilizaron con exigencias exclusivas de cada sector y nunca


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expresaron voluntad de alcanzar objetivos comunes. No se puede pasar por alto que casi todos los grupos ya mencionados de insatisfechos se hallan en la esfera no productiva. En cuanto a los productores, únicamente los agricultores han emprendido acciones como la ocupación de carreteras o “manifestaciones de tractores” en Riga, que tuvieron lugar el invierno pasado. Sin embargo, sus exigencias, por una parte, tenían un carácter muy específico de su sector, por otra, únicamente expresaban su deseo de obtener las subvenciones presupuestarias y, en este aspecto, no se diferenciaron mucho de las protestas de los funcionarios. Hay que tener en cuenta que a la mayoría de estos agricultores no le interesa la agricultura. Siendo propietarios de grandes terrenos y, frecuentemente, también de las empresas de elaboración, tienen capital, contratan a mano de obra y, objetivamente, son representantes de la capa media de la burguesía rural. La ausencia de solidaridad afecta a casi cualquier protesta u oposición a las políticas derechistas del gobierno. Por ejemplo, durante el referéndum del 2008 sobre el cambio del sistema de pensiones, los partidos en el poder consiguieron convencer a los jóvenes trabajadores de que se abstuvieran, ya que, en la caja social, el incremento en el pago de la jubilación a los pensionistas actuales podría dañar a sus ahorros futuros. El referéndum fracasó a causa de la baja participación. Una situación similar de contraposición de intereses de los trabajadores se produce en los pequeños y grandes hospitales rurales y urbanos, así como en las escuelas, provocada por la realización de “reformas” en la educación y en los servicios de salud pública, que sufrirán los efectos de la crisis por medio de recortes presupuestarios llevados a cabo por los partidos de derechas. El eslabón débil de la restauración capitalista La presente situación socioeconómica mundial, agravada por factores internos específicos, ha llevado al pueblo a la pérdida de la confianza en la capa dirigente de Letonia y a conflictos con la policía el 13 de enero –que fue sólo el primer aviso a las autoridades. En el futuro próximo puede verse radicalmente afectado el orden político en el país. Por primera vez en dos décadas, el bloque de centro-izquierda “Centro de Unidad”, donde está el PSL, con firmeza ocupa el primer lugar en las preferencias de los votantes. En las elecciones al Parlamento Europeo, el bloque obtuvo dos escaños, uno de los cuales lo ocupa el presidente del PSL, Alfred Rubiks. En las elecciones municipales, el “Centro de Unidad” recibió la mayoría en una serie de ayuntamientos, incluso en la capital (aunque en coalición con un partido de centro-derecha). Hay una oportunidad real de que este bloque de fuerzas obtenga una


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mayoría o “una minoría de bloqueo” en las elecciones parlamentarias. Así, Letonia puede convertirse en un “eslabón débil” entre los países del antiguo campo socialista, que, en este último período, han adoptado constantes tendencias derechistas. Esta opción es posible en base a varias razones. Ante los graves problemas sociales y económicos, la población de Letonia inevitablemente se preguntará: ¿Por qué ha pasado, quién es el culpable y cómo se puede resolver esta situación? La respuesta sobre el culpable es obvia, incluso para aquellos sectores de la población que son totalmente apolíticos o que están lealmente adaptados a los poderosos. Además, los partidos de la derecha, dentro de los límites de la ideología dominante del liberalismo de mercado, no pueden ofrecer alternativas para salir de la crisis. Así, empieza a verse afectado también al segundo componente ideológico del esquema actual letón: el nacionalismo. Engañado durante años por sus propias ideas (que fueron apoyadas también por una serie de medidas de proteccionismo nacional -por ejemplo, en el campo de la educación o la selección de personal), el pueblo comienza a pensar que si los líderes mintieron sobre “el mercado autorregulado” o la “justicia social en el capitalismo”, sería probable que también mintieran sobre las amenazas provenientes de gente de otra nacionalidad, cultura y lengua. Si esta percepción se enraíza en una parte considerable de los trabajadores, será capaz de derribar uno de los obstáculos para la solidaridad en la lucha por el cambio del sistema social en Letonia: la desunión nacional. Conscientes de esto, los políticos letones recientemente han desplazado su atención de la oposición interétnica a la búsqueda del enemigo externo. Y han optado por el vecino: la Federación Rusa, hacia quien se dirigen reproches históricos y políticos, incluso exigencias materiales. En el fondo de esta política está el concepto de la “ocupación soviética” y ¡en Letonia incluso existe una comisión estatal para estimar el daño supuestamente provocado por la URSS de 1940 a 1991! El Ministerio letón de Asuntos Exteriores y los diputados letones de derecha en el Parlamento Europeo trabajan en la misma dirección, consiguiendo calificar la ideología comunista de criminal e igualarla a la nazi. Característicamente, estas acciones no sólo no son condenadas por los influyentes partidos socialdemócratas, cristianodemócratas o, incluso, “socialistas” europeos, sino que reciben un claro y directo apoyo de los mismos. Además, al evaluar las perspectivas políticas de Letonia, es necesario recordar que su gobierno ha perdido importantes cotas de independencia y casi no tiene capa-


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cidad de maniobra ante los problemas económicos y sociales básicos, a causa de la crisis y la deuda acumulada. Cualquier gobierno, incluso uno de izquierda, independientemente del porcentaje de apoyo que disfrute dentro del país, recibiría una fuerte presión, no sólo de los nacional-liberales locales, sino también de la mayoría de derechas de la UE, estructuras como el FMI y el capital internacional. Una transformación social en Letonia sólo será posible con el apoyo del movimiento comunista internacional y de la izquierda y el crecimiento de su fuerza y autoridad, de la solidaridad en la lucha contra los monopolios y las uniones imperialistas en las circunstancias de la crisis y de la unidad de la clase obrera con otros sectores nacionales. Y, finalmente, el rumbo al socialismo a nivel nacional y europeo es posible sólo si se producen cambios revolucionarios radicales.



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LOS ACUERDOS IMPERIALISTAS ACENTÚAN LOS COSTOS DE LA CRISIS EN LOS PAÍSES DEPENDIENTES

Marco Vinicio Dávila Juárez(1) Partido de los Comunistas (México)

En el capitalismo las crisis son inevitables La crisis actual del modo de producción capitalista demuestra la actualidad del marxismo-leninismo y de las tareas revolucionarias en la lucha de clases del proletariado y su organización de vanguardia, los partidos comunistas. Al mismo tiempo, su carácter general coloca la necesidad, a resolver con urgencia, de la elaboración de una estrategia común de los partidos comunistas y obreros para desarrollar una fuerte y decidida intervención en un período agitado, como el que se abre en perspectiva histórica. Marx, Engels y Lenin demuestran a lo largo de su obra que el capitalismo, al igual que los anteriores modos de producción, no es eterno y que en su seno surgen contradicciones, que agravan la vida de las masas y colocan en el orden del día la necesidad de sustituirlo por vía revolucionaria. Es imposible el desarrollo estable del 1 Director de El Comunista, órgano del Comité Central del Partido de los Comunistas.


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capitalismo, cuyas características consustanciales son las crisis cíclicas de sobreproducción y sobreacumulación. Es necesario anotar también que vivimos la fase imperialista del capitalismo y que la crisis también agrava la situación de los países dependientes, sobre los que se pretende cargar los costos de la crisis. Como sabemos, y lo comprueba la crisis en curso, los monopolios colocan sobre la clase obrera y los países dependientes un peso mayor del desastre(2), mientras ellos aseguran sus ganancias. Bajo el imperialismo, la desigualdad se acentúa, dividiendo al mundo en un puñado de grandes potencias opresoras y una mayoría de países oprimidos. Lenin advirtió que el ritmo de desarrollo no es uniforme, sino profundamente desigual. Mientras la fase premonopolista del capital alienta la independencia nacional, en la fase imperialista se generan diversas formas de dependencia. En sus estudios y trabajos sobre la cuestión nacional, Vladimir Ilich Lenin plantea la distinción entre los países que son política y económicamente independientes de aquellos cuya independencia es sólo una formalidad y que, sin embargo, son dependientes económica y financieramente. La política de saqueo que caracteriza al imperialismo adopta las formas más variadas: superexplotación de la fuerza de trabajo, intercambio desigual, uso irracional de ciertos recursos. La dominación ejercida por los países más poderosos afirma al capital monopolista y reporta enormes ganancias económicas y muchas otras grandes ventajas a los centros imperialistas. La consolidación de los monopolios intensifica las contradicciones inherentes al sistema: al mismo tiempo que provoca rápidos procesos de crecimiento, profundamente anárquico y desigual, engendra una tendencia al estancamiento y la descomposición. Al concentrarse la producción y, sobre todo, el capital en una minoría de consorcios gigantescos dominados por la oligarquía financiera, y también grandes cantidades de dinero en los centros financieros de los países dominantes, se generan las condiciones para la descomposición y el parasitismo. El parasitismo, que caracteriza a la oligarquía financiera, exhibe las contradicciones de un régimen de explotación

2 Así, por ejemplo, la investigadora de la Universidad Obrera de México, Laura Juárez Sánchez, afirma con razón que aquellas naciones que se subordinaron a las políticas económicas de la restructuración capitalista conocida como neoliberalismo, acentuando la dependencia, “pagarán el mayor costo de la crisis económicofinanciera, particularmente su población trabajadora. Consideramos que México es uno de esos países debido a que profundizó su relación de dependencia con Estados Unidos al firmar un tratado comercial totalmente desventajoso, que lo llevó a realizar con este país 85,7% de sus exportaciones, 53,4% de sus importaciones y 62,6% de la captación de la Inversión Extranjera Directa, lo que derivó en hacerlo más sujeto de sus ciclos económicos y en estar más dominado por sus grandes empresas trasnacionales, que avanzan en el control de sus sectores estratégicos.”


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incapaz, que se expresa en el militarismo y en la guerra y crisis cada vez de mayor intensidad. En el Informe de la Dirección Colectiva al VIII Pleno del Comité Central del Partido de los Comunistas se expresa lo siguiente sobre la presente crisis: “La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) anunció que oficialmente EEUU entraba en recesión el 1 de Diciembre del 2008. Inicialmente, fue presentada tan sólo como crisis inmobiliaria, como crisis de los créditos subprime desde marzo del 2007; hicieron lo posible por contener la información de una crisis económica profunda del sistema capitalista con centro en el imperialismo norteamericano. Aceleradamente, una tras otra, quiebran las inmobiliarias, los bancos, la industria, los servicios. A cada monopolio le va llegando la hora; a EEUU le siguieron Inglaterra, Japón, la Unión Europea y los países capitalistas dependientes. En un primer momento, se quiso presentar esta crisis como restringida al sector financiero de EEUU, tan sólo como la quiebra de la New Century Financial Corporation, del banco Ver Stearns, del IKB (banco de industria alemán), del Merrill Lynch, del Citi Group, del Morgan Stanley, del Goldman Sachs, del Lehman Brothers, del Hypo Real Estate, del Bank of America. Y en una medida esto es verdad, pero no tan sólo, pues se trata de una primera manifestación de una crisis no sólo norteamericana, sino mundial; no sólo del sector financiero, sino del conjunto del sistema; no sólo del neoliberalismo, sino del capitalismo, del imperialismo. Podemos decir que la bancarrota financiera global es la primera manifestación de la crisis general del capitalismo. Estalló la burbuja financiera y no podía ser de otra manera, puesto que la especulación, la preeminencia del capital especulativo sobre el capital productivo, no tiene otro destino. Ahora, sin embargo, no queremos detenernos en este fenómeno, sino demostrar que esta crisis mundial lo es del conjunto del modo de producción capitalista, muy superior a la de 1929, ya que los márgenes de la estabilización capitalista no son los de entonces y porque se conjuga con una crisis energética, productiva, ambiental, alimentaria y política; es, además, una crisis de la unipolaridad alcanzada por el imperialismo norteamericano en el marco de la contrarrevolución en la URSS y el campo socialista. Además, al igual que se derrumban los indicadores de la bolsa de valores, se derrumban los mitos en que se basó el fundamentalismo monetarista del neoliberalismo para anunciar la muerte del marxismo, del comunismo.”(3) 3 La crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. Edición mimeografiada del Comité Central del Partido de los Comunistas; marzo del 2009.


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Vigencia plena de la teoría marxista-leninista sobre el imperialismo como fase superior del capitalismo La contrarrevolución de los años 90 no sólo se limitó a los retrocesos temporales en la construcción socialista para la clase obrera y los pueblos de la URSS, RDA, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bulgaria, Rumanía, Hungría, Mongolia, también de Albania, y para los procesos en curso en Afganistán, Etiopía y Yemen. Significó también la imposición de regresiones a las conquistas del movimiento obrero en todo el mundo a través de la reestructuración capitalista conocida como neoliberalismo. Pero también significó la guerra de Irak y los esfuerzos para asegurar América Latina como zona de influencia exclusiva del imperialismo norteamericano. Es ese curso contrarrevolucionario del “fin de la historia” el que coadyuva a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre EEUU, Canadá y México. Cuando las fuerzas populares y revolucionarias empezaron a reorganizarse, vinieron en auxilio del imperialismo una serie de posiciones ideológicas del oportunismo y del reformismo. Duros ataques a la centralidad de la clase obrera, hablando del fin del trabajo y de la irrupción de sujetos emergentes; también se lanzo la idea del no-poder y el “innovador” desdén por la cuestión del Estado y la conquista del poder; otra de las campañas fue sobre el partido político de la clase obrera, relanzando el “culto a la espontaneidad” y al movimientismo, pretendiendo escindir lo político de lo social y de las luchas económicas; pero uno de los planteamientos más peligrosos fue el debate alrededor del imperialismo levantado por Negri y Hardt. Aún y cuando hace falta sistematizar más el debate en este período que ya abarca una década, si se percibe que coordinada o no, se trató de una embestida contra aspectos fundamentales del marxismo-leninismo, trayendo al presente argumentos antaño derrotados, no sólo del anarquismo, sino de Bernstein y Kautsky. Esto, por supuesto, incidió negativamente en el desarrollo de la lucha de clases, que, en el último período, subió de intensidad, al masificarse el cuestionamiento a la dominación capitalista y la guerra. Mas, sin embargo, las fuerzas oportunistas contemporáneas se han ceñido a esas coordenadas (por ejemplo, el Partido de la Izquierda Europea, partido colaboracionista del capital, y todos aquellos que han decidido someterse e integrarse a proyectos imperialistas como la Unión Europea y también muchas de las organizaciones de la izquierda desdibujada y excomunista que actúan en Latinoamérica, como es el caso del Partido de la Revolución Democrática, en México -que acepta el TLCAN (Tratado del Libre Comercio de América del Norte), planteando sólo modificaciones muy ligeras que en nada alteran su carácter imperialista). Como sabemos, en la gran obra teórica El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin resume los rasgos fundamentales que caracterizaron la transformación


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del capitalismo de la libre concurrencia en capitalismo monopolista de la siguiente manera: “ 1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.”(4) En su lugar, los oportunistas y reformistas recurren a las viejas ideas de Carlos Kautsky del ultraimperialismo sembrando la confusión sobre una “tendencia natural” a la integración y un desarrollo pacífico del capitalismo, pretendiendo justificar las guerras de expoliación, despojo, conquista, con las mismas justificaciones que en la Edad Media utilizaron los Cruzados: como guerras entre occidente y la civilización contra los bárbaros, como guerras de buenos contra malos. Aquí y ahora no pretendemos sino sentar el precedente que la actual crisis también desploma a esas baratijas ideológicas que concurrieron al mercado para vender una izquierda no violenta, moderna, inteligente, dialoguista y colaboradora que podía ocupar una silla en la junta de administración de los intereses de los capitalistas: el Estado. La teoría marxista-leninista del imperialismo es crucial para explicar porqué la crisis está hundiendo a países como México y otros de Latinoamérica, puesto que los acuerdos comerciales y proyectos interestatales presentados como tabla de salvación se están convirtiendo en el ancla que lleva al fondo. Los proyectos de expansión y dominación imperialista en América Latina: la experiencia mexicana En 1994, inicio del TLCAN; 15 años después, el balance es contundente: el TLCAN y la iniciativa para extenderlo a todo el Continente en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) confirman la existencia de la política imperialista, a pesar de los disfraces que adopta su discurso. 4 Lenin, Vladimir Ilich; Obras Escogidas en 12 Tomos; Editorial Progreso; Moscú; Pág. 459


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Este acuerdo se pretende generalizar a toda América. A pesar del gran descalabro que sufrió la iniciativa norteamericana de un acuerdo total, lo cierto es que, a través de acuerdos bilaterales y regionales, insiste en su proyecto, acompañándola de acuerdos militares y represivos. Es importante señalar que la primera derrota del ALCA se debió a la gran resistencia popular, social, política y armada. Cabe señalar el papel central de la Revolución Cubana, que logró agrupar, con su convocatoria a los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA, en un solo frente, a movimientos obreros, campesinos, fuerzas sociales y a los intelectuales y artistas, articulando jornadas continentales y planes de acción que prestaron un gran servicio; otro rol lo jugó el proceso bolivariano de Venezuela; fue decisivo en esa batalla el papel de la resistencia colombiana al Plan Colombia y al Plan Patriota, fundamentalmente de las FARC-EP. La creciente oposición de la clase obrera mexicana y de los campesinos e indígenas al TLCAN contribuyó a concientizar a los pueblos sobre el riesgo de aceptar el ALCA(5). Con el eufemismo del libre comercio(6) Estados Unidos pretende, en América Latina, asegurar su hegemonismo frente a la Unión Europea. Como TLCAN, CAFTA, Plan Puebla-Panamá, ASPAN, acuerdos bilaterales son la misma estrategia, acompañados de planes represivos militares, como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida, así como de la instalación de bases militares norteamericanas por doquier(7) y la reactivación de la IV Flota. Contando, en primer lugar, con la inercia de la llamada desideologización, el imperialismo se maquilló y, en nombre de la “libertad”, la “democracia”, el “libre comercio”, la “interdependencia”, “nuevo orden mundial”, intentó sofocar cualquier resistencia a su política de dominación neocolonial en América Latina. Fueron las condiciones de la contrarrevolución internacional las que impusieron el TLCAN, calificado por investigadores y académicos como la compra-venta de México(8) (el cual sólo encuentra una analogía con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, terrible mutilación del territorio nacional de México después de la injusta guerra de 1847-1848 y que legalizó el despojo de 2.263.866 km2); por lo que, 15 años después, el TLCAN arruinó el campo 5 Tampoco se puede olvidar el importante papel de la rebelión indígena y campesina mexicana contra el TLCAN, justamente el día que entraba en vigor, el 1 de enero de 1994. Organizada en Chiapas, en el sureste mexicano, por el EZLN, el levantamiento armado expresó con crudeza que el acuerdo imperialista es una condena de muerte para los pueblos indios. 6 Bien sabemos que el capitalismo ya no se encuentra en la fase de la libre concurrencia, la cual históricamente ha quedado en el pasado. 7 Recientemente, una nueva base militar en Colombia, la de Palenquero, que, por supuesto, está orientada a continuar la guerra sangrienta contra ese hermano pueblo y sus fuerzas revolucionarias, pero que alcanza la región andina, el Caribe y Centroamérica. Por cierto, entre otras cosas, confirma que el Presidente norteamericano continúa el rumbo de sus predecesores. También Obama ratificó todos los recursos prometidos por Bush a la Iniciativa Mérida, desacreditando a la izquierda oportunista de México, que habla de una nueva era y que saludó entusiasmada la elección del demócrata norteamericano.


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mexicano, la soberanía alimentaria y la planta productiva nacional introduciendo el dominio de los monopolios norteamericanos en la tierra y los recursos naturales, sobre todo en los energéticos. El gas ya está en manos de las empresas extranjeras. Los monopolios ya han irrumpido en áreas que anteriormente estaban reservadas exclusivamente al Estado por mandato de la Revolución democrático-burguesa de 1910 (es el caso de la electricidad y el petróleo). Entre los efectos están la intensificación del despojo y la explotación. El desempleo en el campo y la ciudad, la emigración permanente. El grado de dependencia del capitalismo mexicano con relación al imperialismo es total. Es el comprador principal y casi único del petróleo producido, el destino casi exclusivo de nuestras exportaciones, y es también la fuente de nuestra segunda aportación económica, que son las remesas de los trabajadores mexicanos migrantes, que, desde noviembre del 2008, han caído en un 3 %. Desde que Felipe Calderón tomó posesión de la presidencia de la República, la situación económica del país ha ido empeorando en perjuicio de los trabajadores, principalmente: el autodenominado “presidente del empleo” no ha realizado una sola acción que de manera efectiva impacte en el nivel de vida de los trabajadores. Ahora que sabemos que el crecimiento para el 2009(9) será prácticamente nulo debido a la recesión que atraviesa el país, apenas 0,5% según diferentes estimaciones, el Gobierno Federal se ha dedicado a implementar varios planes anticrisis, todos dirigidos a fortalecer la economía familiar, el poder adquisitivo de los trabajadores y fomentar el empleo, aunque, de manera curiosa, todas las acciones de dichos planes están dirigidas a transferir grandes cantidades de recursos económicos a las empresas privadas. Las medidas del Gobierno Federal no están encaminadas a resolver los problemas de los trabajadores, las presiones económicas continúan acentuándose. La inflación durante el año pasado fue de 6,53%, el doble de lo estimado, y la vaticinada por el gobierno para este año es de 6,28%, la devaluación del peso frente al dólar es de más del 38 % desde enero de 2007 a febrero de 2009 y el PIB, hasta julio del 2008, fue de 1,2%. 8 Entre otros, el académico John Saxe-Fernández, en un estudio del mismo nombre, donde documenta que el TLCAN significa para México la anexión, que completaría la expansión iniciada con la violenta guerra de 1847 contra México, previa anexión enmascarada de Texas y las adquisiciones de otros territorios, como la Louisiana. En su libro La compra-venta de México dice: “Para Estados Unidos, la Louisiana Purchase y el Tratado de Guadalupe, de 1848, fueron cruciales en su ascenso como potencia continental, hemisférica e internacional, por las dimensiones geográficas y los recursos minerales y, posteriormente, de hidrocarburos que la naturaleza generosamente había depositado en ellos.” 9 Es curioso que el Gobierno y la burguesía hayan montado una campaña de propaganda alertando que la crisis norteamericana no nos afectaría, y que cualquier efecto negativo en la economía sería resultado de grupos de provocadores especializados en sabotear.


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Las manifestaciones de la inconformidad laboral se expresan de diferentes formas; una de ellas son los emplazamientos a huelga. Estos emplazamientos tuvieron un aumento de 46,33% al pasar de 7.390, en 2006, a 10.814 que hubo el año pasado (durante el mes de enero de este año ya van 1.162 emplazamientos). La gran mayoría de estos emplazamientos son por aumento de salario, pero prácticamente ninguno logra romper el tope salarial impuesto, que para este año, según palabras del Secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, no será superior al 6%. Todo esto lo que muestra es el aumento del descontento de los trabajadores a la crítica situación laboral. Es verdad que en promedio sólo entre 25 y 40 emplazamientos llegan a la huelga, pero, en algunos casos, el impacto, tanto social como económico, abarca grandes regiones o ramas de la producción, como el caso de la minería, en donde las huelgas de Taxco, Guerrero, Sombrerete, Zacatecas, Met Mex Peñoles (en Coahuila y Cananea) o Sonora han tenido resonancia nacional e internacional. En el caso del campo, la situación es todavía peor: según datos de la Universidad Obrera de México, en los últimos doce años se perdieron dos millones de empleos rurales, con un 85,5% de pobreza, de la cual un 55,3% está en la pobreza extrema. La migración rural es de 45% de las familias ejidales con por lo menos un miembro en EEUU, y 80% con un miembro al menos fuera de su comunidad. El TLCAN al acentuar la dependencia de México está inmediatamente provocando efectos devastadores. Estabilizar el tipo de cambio como resultado de la especulación ha costado al país más de 20 mil millones de dólares de la reserva del Banco de México. La clase trabajadora sufre el alza especulativa de alimentos(10); el exceso de deudas causó que 10.250 empresas se declararan en quiebra; los trabajadores mexicanos han perdido 53.000 millones de pesos de sus ahorros para el retiro –pensiones- debido a que fueron invertidos en instrumentos financieros internacionales, lo que significa el despojo del 10% de sus ahorros. La caída del empleo en EEUU en el sector de la construcción hará que 3 millones de migrantes mexicanos regresen al país. La economía mexicana pasó del estancamiento crónico a la franca recesión, y muestra ya los efectos de la crisis externa en la planta productiva, el sector financiero, las finanzas públicas y en el mercado laboral. Cayó la actividad industrial en 11,1% en enero de 2009. Las exportaciones totales bajaron 30,5%; las petroleras, 55,3%, y, las manufacturas, 25,9%, entre enero y febrero; Los ingresos presupuestarios del Gobierno 10 Mientras que el salario mínimo general recibió un aumento salarial de sólo 12,6%, los precios de los comestibles, en tanto, llegaron a incrementarse hasta 339,4%, como en el caso del ejote; el pollo, 243,4%; el aceite, 107,7%; el arroz, 139%; la sal, 77,2%; el pan blanco, 53%; la tortilla, 42,8%; la harina de trigo, 54,4%; el frijol, 35,5% y el huevo, 49,8%.


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Federal disminuyeron 9,9%, debido a los menores montos derivados de la actividad petrolera y a la menor recaudación fiscal, entre enero de 2008 y enero de 2009. Se redujo 44,4% la producción automotriz, al pasar de 340.036 unidades a 189.l80 unidades en el primer bimestre de 2009; en el sector maquilador, se observó un caída de 31,5%, al pasar 6.299 millones de dólares a 4.313 millones de dólares entre 2007 y 2008. No obstante que los trabajadores llevan casi tres décadas de sufrir el despojo sistemático de su fondo de vida, la burguesía y el gobierno decidieron que sean, de nueva cuenta, ellos los que paguen el costo de la crisis económico-financiera: se mantiene el tope salarial con el propósito de seguir abaratando los costos de las empresas, no obstante la escalada especulativa de los alimentos, lo cual mantiene en rezago permanente los salarios respecto a la inflación. A la pérdida del poder adquisitivo de los salarios se suma la pérdida de los empleos: en 2009, no sólo no se crearán plazas para satisfacer la demanda de los jóvenes que se suman al mercado laboral, además se cancelarán los puestos de trabajo ya existentes: si consideramos que según cálculos del Banco de México, la Población Económicamente Activa (PEA) aumentará en un millón trescientas mil personas, y, si tomamos los cálculos de la Secretaría de Hacienda y Crédito público (SHCP), que refieren que se perderán hasta 300 mil empleos, entonces tenemos que habrá un déficit de empleo de por lo menos un millón seiscientas mil personas. No obstante, consideramos que la pérdida de plazas y el déficit de puestos de trabajo será mucho mayor, si tomamos en cuenta la tendencia a la disminución de los trabajos formales desde 2008 a la fecha: según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), perdieron su empleo 538.068 trabajadores, lo que significó una baja de 107.600 plazas por mes, en promedio, entre octubre de 2008 y febrero de 2009. Sólo en la industria maquiladora de exportación (que es de las más afectadas por la recesión estadounidense y la devaluación del tipo de cambio), se perdieron 64.404 empleos entre octubre de 2008 y febrero de 2009. Respecto a la industria del vestido, se perdieron 40 mil empleos y cerraron 350 negocios en 2008; por otra parte, la industria minera perdió 2 mil empleos directos y 20 mil indirectos, mientras que 2.500 se encuentran en paro técnico; asimismo, el sector azucarero calcula que se perdieron al menos 10 mil empleos en 2008, debido a que se liberó la importación de azúcar por las disposiciones del Tratado del Libre Comercio de América del Norte. La precarización del trabajo se profundiza aún más en épocas de crisis: los paros técnicos son un mecanismo que los empresarios vienen utilizando para adecuarse a las necesidades del mercado (por ejemplo, para disminuir la producción cuando caen las ventas; es decir, no tienen como objetivo conservar el empleo). En los hechos, los empresarios, además de aplicar los paros técnicos, reducen salarios y prestaciones y terminan por despedir a los trabajadores: en la empresa General Motors, por ejemplo, después de una serie de paros técnicos, despidieron alrededor de 600 trabajadores; Además de la permanente erosión salarial, los paros técnicos, la reducción de los salarios y


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el desempleo, los trabajadores más pobres del país continúan siendo los pagadores de impuestos cautivos: entre enero y septiembre de 2008, las personas que ganaban hasta diez salarios mínimos contribuyeron más al Gobierno Federal que aquellas que perciben más de cien veces el salario mínimo. Finalmente, los trabajadores terminaron por endeudarse ante el deterioro salarial, el desempleo, el oneroso pago de impuestos y la precarización general de sus condiciones de trabajo y de vida, dentro de las que se encuentran problemas de salud y accidentes. Nuevos ropajes de las viejas recetas Los acuerdos imperialistas condenan no sólo al pueblo de México, sino a los pueblos del mundo. Muestran cuán importante es la contradicción entre el imperialismo y los pueblos y cómo esa contradicción está atravesada por la que existe entre capital y trabajo. El hecho de que México sea un país dependiente no anula el hecho de que haya monopolios de origen nacional que estén exportando capitales, como es el caso de los monopolios de CEMEX, TELMEX y Televisa, Grupo Elektra, Televisión Azteca, por citar algunos, y que estos hayan sido beneficiarios del TLCAN. De hecho, estos grupos monopólicos, en sintonía con los norteamericanos, están planteando -en abierta repulsa a los dogmas que pregonaron en los 90, cuando fueron beneficiarios de la privatización del sector estatal de la economía- que se requiere de la intervención estatal; así lo analizó el Comité Central del Partido de los Comunistas: “… es importante ir al fondo de la cuestión desde nuestra posición clasista y nuestra ideología marxista-leninista y desenmascarar cualquier intento de salida capitalista, aunque recurran al rostro humano, a salidas para presentarnos un capitalismo con rostro humano. Como comunistas, nos queda claro que la crisis actual es la manifestación de contradicciones insalvables en el modo de producción, y que, por todas sus características, es una crisis de sobreproducción y de sobreacumulación que abarca al conjunto del sistema capitalista en el mundo. No hacemos concesión al planteamiento de que es posible una reforma neokeynesiana. Nos corresponde, en este período abierto, tener como norte la revolución socialista, trabajar en ese único sentido, abriendo perspectivas verdaderas a la clase obrera y a los pueblos. En el caos, se buscan chivos expiatorios; y, en el banquillo de los acusados, sientan al neoliberalismo sus propios creadores; por una necesidad tienen que pisotear los argumentos que hace dos décadas presentaban como el fin de las ideologías, como el non plus-ultra de la libertad y la democracia. La rueda de la historia cobra venganza inexorablemente, pues dos décadas en el reloj de la Historia de la humanidad son apenas


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un segundo y el triunfante discurso neoliberal es apenas hoy un discurso maloliente e insepulto. Así, por ejemplo, su mito fundacional, de que la base de la libertad es la mano invisible, el laissez faire, laissez passer, el libre mercado -que fue la construcción ideológica que sustentó el proceso de reestructuración capitalista- ha tenido que ceder a la entonces descalificada y repudiada intervención del Estado en la economía: nuevamente el Estado engorda, se pone obeso, en desesperada maniobra para impedir la bancarrota total. Al Estado rinden nuevamente culto los grandes medios de comunicación y renace el discurso proteccionista. Las privatizaciones dejan su lugar a las estatizaciones. Pero ello genera ilusiones muy peligrosas, alimentadas por la socialdemocracia, que consideran progresistas medidas como las adoptadas por Bush y, ahora, Obama, apostando a una reforma capitalista que arroje un nuevo Estado del Bienestar.”(11)

Dos siglos de lucha por la independencia: el socialismo es la perspectiva En el X Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, efectuado en Sao Paulo, algunos de los partidos presentes aprobaron la declaración Sobre el bicentenario de la independencia en América Latina y el Caribe(12) que indica la lucha contra el colonialismo, principalmente español. En ella se pone de relieve la tarea planteada por la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros de América Latina que se efectuó en La Habana, en 1975, de la búsqueda de la segunda y definitiva independencia. Los procesos liberadores del siglo XX, desde la Revolución Mexicana de 1910 hasta la Revolución Cubana de 1959, colocan a los procesos actuales en la dialéctica de antiimperialismo y revolución socialista. De otra manera, a pesar de rasgos liberadores, termina por recomponerse la dominación de las clases explotadoras. La Revolución Mexicana es un ejemplo de ello, puesto que coloca la siguiente interrogante: ¿de qué sirve que el Estado tenga el control del 70% de la economía si este Estado es burgués? La Gran Revolución Socialista de Octubre tuvo el mérito de romper el hielo, de indicar el camino. Inauguró la época de la transición del capitalismo al comunismo. Hoy es imposible desvincular las tareas de emancipación económica de los países dependientes sin colocar la cuestión de la conquista del poder político por la clase obrera y la construcción de la sociedad socialista, lo que tiene como premisa a los partidos comunistas y al marxismo-leninismo, ideología de la clase de vanguardia en la presente época. 11 La crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. 12 10° Encontro Internacional de Partidos Comunistas e Operários; editado por el PCdoB; pág. 48



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LAS PECULIARIDADES ACTUALES DE LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y SUS RASGOS ESPECÍFICOS EN RUSIA

V.A. Tiúlkin y M.V. Popov Partido Comunista Obrero de Rusia

I. De la teoría general de las crisis 1. Las causas de las crisis del capitalismo radican en la misma naturaleza del capitalismo, en su contradicción fundamental entre el carácter más y más social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación, que lleva a la anarquía de la producción en la búsqueda de las ganancias. Esto significa que la causa profunda de la crisis radica en la contradicción entre el trabajo y el capital. Al hablar de la contradicción entre trabajo y capital, queremos decir, ante todo, la contradicción entre el fin de la producción capitalista (o sea, la producción de plusvalía) y la aplicación del trabajo socializado de los productores directos, obreros asalariados, para la producción y la reproducción. El fin de la producción capitalista es la extracción de la plusvalía. En la producción capitalista dominan la anarquía y los antagonismos, que llevan a la ampliación irrestricta de la producción capitalista. Las propias relaciones capitalistas y el fin de la producción capitalista frenan la tendencia a la ampliación irrestricta de la producción.


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2. Bajo la anarquía de la producción, de vez en cuando, una parte del capital acumulado (como mercancías, medios de producción y dinero) no puede ser utilizada como medio de explotación, fuente de ganancia adicional. Entonces, tiene lugar un alto en la producción y, después, su decrecimiento, o sea, se desarrolla la crisis de sobreproducción. 3. Esta contradicción arriba señalada determina la intención de cada capitalista de incrementar su oferta en el mercado, a la vez que baja su demanda de medios de producción y la demanda de los objetos de consumo de sus obreros por la disminución de sus salarios. Bajo cualquiera forma del capitalismo, esto, lógicamente, conduce a las crisis de superproducción con cierta regularidad vinculada con el ciclo de la reproducción del capital fijo. Bajo el capitalismo, evitar las crisis es imposible. Su origen se explica por los procesos siguientes. Como se sabe, el capitalismo es la economía mercantil universal, es decir, la economía mercantil desarrollada hasta tal grado que la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. La fuerza de trabajo es el conjunto de las potencias físicas y espirituales que se aplican cada vez en la producción de los bienes materiales y de otra índole. Es la mercancía sui generis capaz de crear un valor mayor que su propio valor. 4. Por la organización espontánea de la economía mercantil capitalista, aún cuando a los trabajadores asalariados se les pague por completo el valor de su fuerza de trabajo (un caso muy raro), tarde o temprano llega el momento en que el volumen de la masa producida de mercancías supera en mucho la demanda solvente, siendo su parte mayor la demanda de la población mayoritaria trabajadora, y, otra parte, la demanda de medios de producción por los empresarios capitalistas. Así viene la crisis. De tal modo, el capitalismo, como un sistema económico mercantil, desde su nacimiento está preñado de crisis. 5. Este hecho fue señalado especialmente ya en los primeros programas del Partido Socialdemócrata Obrero de Rusia (bolchevique) y Partido Comunista de Rusia (bolchevique)(1). “La principal peculiaridad de esta sociedad es la producción mercantil basada en las relaciones de producción capitalistas, en las que la parte más importante y considerable de los medios de producción y circulación de las mercancías pertenece a una clase de personas numéricamente pequeña, mientras que la inmensa mayoría de la población consta de proletarios y semiproletarios obligados por su situación económica a vender permanente o periódicamente su fuerza de trabajo, es decir, alquilarse a los capitalistas y crear con su trabajo los ingresos de las clases superiores de la sociedad... 1 Leni V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 38. P.417-419.


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Este mismo progreso técnico permite, además, a los empresarios emplear en proporciones cada vez mayores el trabajo de la mujer y del niño en el proceso de la producción y circulación de mercancías. Y como, por otra parte, ocasiona una reducción relativa en la necesidad de trabajo vivo de los obreros por los empresarios, la demanda de fuerza de trabajo desciende necesariamente por debajo de su oferta, en virtud de lo cual aumenta la dependencia del trabajo asalariado con respecto del capital y se eleva el grado de explotación del trabajo. Este estado de cosas dentro de los países burgueses y la constante agravación de la rivalidad entre ellos en el mercado mundial dificultan más y más la venta de mercancías que se producen en cantidades cada vez mayores. La sobreproducción que se manifiesta en la forma de crisis industriales más o menos agudas, seguidas de períodos más o menos largos de estancamiento industrial, es una secuela inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad burguesa. Y, a su vez, las crisis y los períodos de estancamiento industrial arruinan aún más a los pequeños productores, aumentan aún más la dependencia del trabajo asalariado respecto del capital y conducen aún más rápidamente al empeoramiento relativo y, a veces, absoluto de la situación de la clase obrera. Por lo tanto, el perfeccionamiento de la técnica, que significa el incremento de la productividad del trabajo y el aumento de la riqueza social, condiciona en la sociedad burguesa el acrecentamiento de la desigualdad social, la ampliación de la distancia entre los poseedores y los desposeídos y el crecimiento de la inseguridad de la existencia, el desempleo y toda suerte de privaciones para capas cada vez más vastas de las masas trabajadoras”. 6. Hace falta subrayar especialmente que prácticamente nunca, en ningún país desarrollado del mundo, el valor de la fuerza de trabajo se paga por completo por el precio de esta mercancía, o sea, por los salarios. El valor de la fuerza de trabajo se define como el valor de los medios indispensables para la reproducción y desarrollo normales (que correspondiesen al nivel del progreso técnico-científico, de la cultura de la sociedad y del avance de la lucha de la clase obrera) de las fuerzas físicas y espirituales del trabajador y de su familia. Cabe mencionar que esto lo entendían bien, por su intuición, los representantes más avanzados de la clase burguesa. Por ejemplo, a Henry Ford, destacado organizador de la producción y creador de los primeros conveyers en la industria automotriz, le pertenecen las palabras siguientes(2): “Pagamos al hombre por su trabajo; ¿cuanto debe dar este trabajo a su casa, a su familia? ¿Cuanto a él mismo como ciudadano del Estado? ¿O como padre? El hombre cumple su trabajo en la fábrica, y, la mujer, en casa. La fábrica debe pagar a ambos. En otras palabras, al cumplir el hombre trabajador sus obligaciones respecto a sí mismo y su 2 Henry Ford. Mi vida.


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familia, al vestirles, nutrirles y asegurarles las ventajas de su nivel de vida, ¿tiene además el derecho de excedentes en la forma de acopio? ¿Debe todo esto gravar los cálculos de nuestra jornada laboral? ¡Creo que sí!” Por supuesto, a Ford no le preocupaba tanto la justicia social como la necesidad para la producción de mayor demanda de consumo, así como evitar el peligro para el capitalismo de las eventuales conmociones sociales. Sin embargo, su posición era avanzada en mucho, no sólo para la primera mitad del siglo XX, sino también para nuestro tiempo. Lo que los mejores representantes de la clase burguesa entendían, los típicos lo ven de otro modo. Se ilustra bien por el ejemplo de la Rusia de hoy: en el año 2008 (antes de la crisis), el salario promedio se acercaba a 16 mil rublos mensuales, y el valor de la fuerza de trabajo expresado en rublos (dependiente de la región, modo de trabajo, cantidad de hijos) oscilaba entre 160 y 240 mil rublos mensuales; es decir, hoy día, el salario constituye entre 7 y 10% del valor de la fuerza de trabajo. 7. Como es sabido, el trabajador crea el valor de su fuerza de trabajo durante su tiempo necesario, y todo el resto de la jornada, o sea, el tiempo suplementario, trabaja para el capitalista creando la plusvalía que después forma parte de la masa de mercancías; bajo la organización espontánea de la economía capitalista, esta masa puede quedarse sin la demanda correspondiente, y, de vez en cuando, sí se queda sin ella. La pequeña obra de Lenin “El salario de los obreros y las ganancias de los capitalistas en Rusia” es un notable ejemplo del cálculo de la medida de la explotación de los obreros en base a los datos estadísticos del año 1908: “Comparemos ahora el salario de los obreros y las ganancias de los capitalistas. Cada obrero (estos parámetros fueron calculados por Lenin –nota de los autores) recibe por año, término medio, 246 rublos en concepto de salario y proporciona al capitalista una ganancia de 252 al año. De aquí se desprende que el obrero trabaja menos de la mitad de la jornada para sí mismo y más de la mitad para el capitalista. Si tomamos, por ejemplo, una jornada media de 11 horas, resulta que el obrero percibe renumeración apenas por 5½ horas e incluso algo menos. Las 5½ restantes las trabaja en balde, sin recibir retribución alguna, y todo lo que produce en esa media jornada constituye las ganancias de los capitalistas.(3) Más detalladamente, el tema de la teoría de Carlos Marx de la realización y de lo inevitable de la crisis de sobreproducción queda expuesto en la obra de V.I.Lenin “El desarrollo del capitalismo en Rusia”(4). Vladimir Ilich menciona que la formulación de Marx “la última causa de todas las verdaderas crisis sigue siendo siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas, que se opone a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas, así como que el límite de su desarrollo 3 Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 22. P. 25. 4 Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 3, p. 46-48.


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fuese sólo la capacidad consumidora absoluta de la sociedad” es, sin dudas, acertada, pero, en ningún caso (!), puede limitarse a ella. En la formación del mercado interno, el papel de los medios de producción es mucho mayor que el papel de los bienes de consumo. El análisis de las leyes de la circulación del capital constante también muestra lo inevitable de las crisis capitalistas. 8. Así las cosas, subrayemos una vez más: en el curso espontáneo de la reproducción capitalista vienen inevitablemente, con cierta regularidad, tales momentos de crisis cuando la demanda solvente sobre los bienes de consumo y medios de producción es mucho más pequeña que la masa existente de mercancías y servicios. Viene la crisis y surgen otras preguntas: ¿qué determina la duración de los períodos entre las crisis y hasta qué grado puede regularse? II. Algunas medidas capitalistas para estabilizar la situación y dilatar el momento del inicio de la crisis siguiente 9. Hoy día, los teóricos apologistas del capitalismo declaran que, supuestamente, han encontrado los métodos para evitar las crisis por medio de la organización estatal de la autorregulación de la economía de mercado en el capitalismo. Entre las medidas, en esta dirección, las más conocidas son los esfuerzos de Roosevelt para superar la Gran Depresión y la así llamada política keynesiana. Todas estas medidas han sido analizadas en detalle por la teoría comunista; queda probado que tanto las salidas de la crisis como los así llamados períodos sin crisis se logran por medio de las formas más refinadas y potentes de explotación de los trabajadores. Para confirmar la efectividad de estas medidas, alegan que, en la historia del capitalismo de postguerra, faltan las conmociones tan profundas como la crisis económica mundial de 1929-1933. ¿Acaso el capitalismo sí encontró el modelo de regulación sin crisis, y qué mecanismos regulatorios nuevos se emplean para aplazar la crisis? 10. Hallamos pertinente subrayar que, sin duda, el socialismo, o, más exactamente, su influencia, jugó el papel decisivo en la mitigación y el aplazamiento de las crisis imperialistas consecutivas. La existencia del pujante campo socialista, encabezado por la URSS, los eminentes logros del socialismo en cuanto a garantizar los derechos sociales de los trabajadores, hacían que los capitalistas, para evitar el crecimiento del malestar de los trabajadores dentro de los países capitalistas desarrollados, elevaran notablemente la media del pago al valor de la fuerza de trabajo, así como invertir recursos muy considerables en el desarrollo de la seguridad social de Estado, educación, salud pública, progreso técnico-científico y la modernización técnica, introducir elementos de regulación estatal de la economía, etc.


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11. La introducción del modo de vida “a crédito” resultó una invención muy eficaz para los capitalistas en la que involucró a individuos, empresas y hasta Estados -todo, siempre y en todas partes, depende del crédito en dimensión y escala muy grande. La mayor parte del valor de la fuerza de trabajo de los obreros no se les desembolsa directamente, sino se les presta a interés. Así las cosas, pareció que la sociedad vivía normalmente, se mantenía la demanda, pero la deuda iba creciendo, creciendo… hasta cierto límite. 12. La distribución de los valores, producidos con el progreso técnico-científico y el crecimiento de las fuerzas productivas, se efectuaba de modo muy desigual. Y esta desigualdad iba creciendo, también a escala internacional. Como señaló V.I. Lenin en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo”(5): “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de la estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población de la Tierra por un puñado de países adelantados... El capitalismo ha reservado ahora a un puñado... de países particularmente ricos y poderosos que, con el simple “corte de cupón”, saquean a todo el mundo”. Pero los amos quisieron más y más. En la segunda mitad del siglo XX se impulsó con fuerza la tendencia al enriquecimiento por medio del capital “bursátil-financiero”, con la introducción de los “valores” de muchas variedades: acciones, letras de cambio, obligaciones, vouchers, valores de Estado, etc. No hay que pensar que esto fuera algo nuevo por principio o cualquiera invención del capitalismo moderno. Ya Engels señaló en un anexo al tercer tomo de “El Capital”, capítulo “Bolsa”: “Junto con esta acumulación, crecía la masa de los rentistas, gente aburrida de la tensión constante ligada con los negocios; sólo querían divertirse o tener apenas las leves ocupaciones de directores o miembros de los consejos observatorios de sus firmas. Y, ...para aliviar la aplicación de la masa de capital monetario que así se puso en estado movible, se han creado las nuevas formas jurídicas ya en todas partes, donde faltaban antes, para las sociedades anónimas limitadas y se han bajado las obligaciones de los accionistas que antes eran responsables en dimensiones ilimitadas... De aquí la transformación paulatina de la industria en empresas accionistas... Lo mismo con respecto del comercio... Lo mismo respecto de los bancos e instituciones crediticias... En la esfera de la agricultura, lo mismo... Y la aplicación de capital en el extranjero, todo en acciones...etc.”(6) En el siglo XX, y, más aún, en el siglo XXI, surgió una gran multitud de formas de existencia parasitaria; su perfección tecnológico-intelectual puede causar admiración. Sin embargo, todas ellas caben en aquella definición del clásico del siglo XIX: “la masa de gente aburrida de la tensión constante”. 5 Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 27. P. 305, 308. 6 Marx C.; Engels F. El Capital. Tomo III. Anexo II. Bolsa.


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Los así llamados “valores”, supuestos reflejos objetivos del valor real de la producción, en realidad se inflaban bajo el impacto del agio mercantil, a veces se caían, mas en la perspectiva larga iban creciendo, creciendo, creciendo. 13. Cabe señalar que el capital logró arrastrar a estos procesos de “capitalización creciente” de la economía a estratos bastante numerosos de trabajadores, así como a la masa de los empleados y empresarios pequeñoburgueses, ante todo en los países desarrollados. En este proceso, jugó un enorme papel la propaganda de las clases gobernantes para inculcarles los sueños de enriquecimiento posible por azar y el culto al consumismo. El presidente ruso V. Putin, en su discurso final del 2005, señalaba con verdadera excitación el ritmo record (¡máximo en el mundo!) de crecimiento de la capitalización de la economía rusa –hasta unos 80% anuales. Invitaba a los ciudadanos a participar en esta inversión exitosa en la economía nacional por medio de los distintos fondos comanditarios de inversiones; o sea, la burbuja financiera se inflaba con la participación directa del poder estatal. 14. Con el desarrollo de las tecnologías informáticas computarizadas, las burbujas financieras carentes de todo seguro pasaron a inflarse con intensidad aún mayor. Sin embargo, vino el momento en que los estratos mayoritarios de la población no pudieron ya pagar sus obligaciones por deudas y otros gastos considerables. La burbuja reventó, se levantó la primera ola del pánico y, después, el proceso pasó a crecer como una avalancha, propagándose tanto geográficamente como a las entrañas de la estructura social de la producción (de la esfera financiero-bancaria hacia la producción real). 15. Cabe subrayar, una vez más: en nuestro tiempo, también se mantiene el elemento fundamental de la crisis de la sobreproducción –la solvencia de la parte mayoritaria de la población es menor que la oferta formada. III. Las peculiaridades rusas de la crisis actual 16. Ante todo, las peculiaridades rusas están condicionadas por el hecho de que el capitalismo ruso, ya entrante en la fase imperialista, acaba de salir del período de algo así como una “acumulación originaria” de capital. El modo fundamental de la formación de los capitales rusos fue el saqueo, bajo el lema de privatización, de la enorme propiedad de todo el pueblo creada por el trabajo de varias generaciones de ciudadanos soviéticos en los tiempos del socialismo (hasta las leyes se privatizaron, se violaban a cada instante por los privatizadores porque frenaban en algo su saqueo). Cualquier capitalismo viene acompañado del crimen y de la corrupción. El capita-


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lismo ruso tiene un carácter aún más criminal y rapaz, lo que se expresa en los hechos siguientes. 17. Como se ha dicho ya, en Rusia es muy bajo el nivel de pago del valor de la fuerza de trabajo: el salario promedio constituye apenas 7-10% del valor de la fuerza de trabajo. Esta situación es impuesta a los trabajadores por su adversario de clase en las condiciones de atraso del sindicalismo y la limitación extrema de las oportunidades legales de lucha con un régimen policíaco cada vez más acentuado. Así, el bajo desarrollo de la lucha económica actualmente es una de las causas del bajo nivel del pago de la fuerza de trabajo en Rusia. 18. La mayoría absoluta de los capitalistas rusos no se atiene a las normas técnicamente fundadas de la reproducción del capital fijo –prácticamente no cumplen la cuota de amortización para la restauración y desarrollo de los medios de producción. De hecho, estos fondos se convierten en los ingresos de los propietarios (las ganancias transferidas hacia los off-shores, los altísimos salarios de los ejecutivos, los bonos, etc.) y se excluyen del ciclo “producción–circulación”. O sea, del ciclo productivo se quitan los recursos indispensables para la reproducción simple, sin hablar ya de la ampliada. Para dar a entender de qué sumas se trata, digamos que la estadística oficial de Rusia evalúa el valor de sus fondos productivos fijos en 60,4 millones de millones de rublos; el coeficiente medio de la renovación de fondos (2007) oscilaba entre 1,9% (la producción de la energía eléctrica) y 6,6% (la producción manufacturera). Según las normas soviéticas, en la producción manufacturera este coeficiente tendría que ser no menos de 13%. O sea, la falta anual de inversiones en la economía real, sólo por la línea de amortización, sin hablar ya de la acumulación, suma no menos de 6 millones de millones de rublos. Es uno de los factores que explican el crecimiento del número de los “millarderos de dólares” en Rusia, también en el período del gobierno de Putin (de los 13, en 1999, a más de los 100, en 2008). Por una parte, la violación de las leyes de la reproducción del capital fijo llevaba a la disminución de la carga de la industria rusa y a pérdida de los empleos, lo que, a su vez, reducía la masa monetaria que podría llegar a los trabajadores y formar su demanda. Por otra parte, esto llevaba a la degradación de los fondos fijos y del nivel técnico de la producción, ante todo, de las ramas de alta tecnología. Respectivamente, tanto el volumen de la producción real como el pago de la fuerza de trabajo declinaban. 19. Una manifestación nueva y poco estudiada de lo específico de Rusia es la llegada a los mercados en formación de la enorme cantidad de los valores reales


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que no eran mercancías en el socialismo: los fondos fijos de la producción, bienes inmuebles de toda clase, casi todo el fondo de la vivienda, las tierras, los bosques, etc. Convirtiéndose en mercancías sin aplicación del trabajo actual, inflaban la masa monetaria circulante que se concentraba en su gran parte en el polo de los “hartos”. Para consolar a la masa mayoritaria, se le proponían programas del gobierno como “Vivienda accesible”, que se hacía menos y menos accesible (en 2007-2008, los precios se duplicaron hasta 7 y 4 mil dólares por un metro cuadrado en Moscú y San Petersburgo, respectivamente). 20. Hasta las autoridades reconocen que el nivel de la corrupción en Rusia actual es muy alto (según ciertas evaluaciones, la circulación de este tipo iguala a más de un tercio del presupuesto anual del Estado). Esta redistribución “sombría” de recursos monetarios incrementa aún más la desigualdad a favor del polo de los “hartos”. Así las cosas, cuando los apologistas actuales del capitalismo dicen que la crisis de hoy tiene una naturaleza absolutamente nueva, que no ha habido tal crisis hasta ahora, que se trata de una crisis financiera sin sobreproducción etc., debemos contestar que de ninguna manera es así. La enorme masa de la población carecía de los recursos monetarios reales, o sea, de la demanda solvente, y también el capital ruso mostraba una demanda de medios de producción por debajo de lo normal. Esto era la causa del comienzo de la crisis. El impulso lo dio el reventar de la burbuja financiera en EEUU y el pánico posterior. Este proceso se acentúa con el predominio en la economía rusa de la exportación de materias primas, la caída de los precios del petróleo y otras materias primas, y la enorme deuda externa de las corporaciones rusas (a fines del 2008, más de 500 mil millones de dólares). Por la caída del mercado de valores en Rusia en 75% (marzo del 2009), tres veces más profunda que en EEUU, y el enorme endeudamiento de las corporaciones privadas por los créditos bajo fianza de las acciones ahora devaluadas de sus empresas, no podemos excluir la mayor absorción de una parte de la economía nacional por el capital transnacional. Es poco probable que de esto resultara el saneamiento de las ramas técnicamente avanzadas de la industria manufacturera y productora de máquinas. Todo indica que la situación será utilizada para exterminar a los competidores, y, en las ramas productoras del combustible y materias primas, afianzar su dependencia de las corporaciones transnacionales. Así las cosas, subrayemos otra vez: desde el punto de vista de la ciencia, se trata de la crisis de sobreproducción capitalista en la época del imperialismo, o sea, de la crisis normal, inevitable y esperada.


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IV. ¿A expensas de quién? La superación de la crisis y la contraposición de las actitudes comunista y oportunista 21. Es muy difícil adivinar los pormenores y la profundidad del desenvolvimiento de la crisis. Dependen de muchas circunstancias, mas la dirección general de la política de la burguesía es muy clara. Primero, los gobiernos burgueses se esforzarán por quitarse la responsabilidad de la crisis y colocar toda la culpa sobre los “chivos expiatorios” reales o creados artificialmente. Ya se han encontrado y se encontrarán unos estafadores financieros, funcionarios y estructuras bancarias gravemente errantes, etc. El gran capital está listo para sacrificar a cualquier persona o autoridad para salvar de la responsabilidad al capitalismo como tal, al mismo sistema de la estructuración del ser social afianzada sobre la forma de apropiación capitalista privada. Segundo, se proponen y se propondrán decenas de medidas, planes, modelos de “cambio” del sistema existente, para cambiar algo y no cambiar nada en la raíz, o sea, en la base del régimen capitalista. Con todo esto, queda absolutamente claro que la burguesía tratará de cargar todas las privaciones de la salida de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. En condiciones semejantes, la historia y la práctica del movimiento comunista conocen dos tácticas. Durante las crisis, el ala oportunista tiende a apaciguar la situación y evitar los conflictos sociales, asume la “actitud patriótica responsable”, alineándose de hecho con las autoridades para salvar a los productores nacionales y al mercado nacional. Llaman a los ciudadanos a llenarse de paciencia y responsabilidad y no “menear el bote” para sobrevivir juntos en los tiempos duros. Es verdad que los oportunistas se ven obligados a apoyar ciertas reivindicaciones progresistas ante el gobierno, o sea: introducción de las medidas de la regulación estatal, como la nacionalización selectiva, el apoyo social a los desempleados, trabajadores y otros ciudadanos del país. Sin embargo, estas medidas tienen un carácter contradictorio y sirven una orientación fundamental: evitar las amplias protestas de los trabajadores y la reducción de las ganancias capitalistas. En Rusia, tenemos un ejemplo reciente de tal coincidencia de los intereses de la oposición parlamentaria oportunista y del gobierno burgués. En 1998, bajo la crisis económica, el gobierno declaró el impago de deuda, lo que provocó la devaluación momentánea del rublo en cuatro veces. En aquel momento, por todo el país crecían las protestas de los trabajadores que demandaban cancelar la deuda de sus salarios, que sumaba muchos miles de millones de rublos. La amplitud y la radicalidad de aquel movimiento superaban todos los ejemplos conocidos antes en la historia


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moderna de Rusia. Las protestas asumieron las formas del bloqueo de carreteras y ferrocarriles, hasta del ferrocarril estratégico de Trans-Siberia, lo que iba a llamarse la “guerra de rieles”. En el momento más agudo de la situación, se cesó al gobierno de los “jóvenes reformadores”, encabezado por el primer ministro S. Kirienko. Se cargó sobre él toda la responsabilidad de los errores en la dirección económica. Se nombró al flamante primer ministro E. Primakov, viejo cuadro de Gorbachov. Él proclamó el rumbo “patriótico nacional” para salvar la economía de la patria. Le apoyó la oposición parlamentaria, hasta el Partido Comunista de la Federación Rusa, que delegó a su representante Yu. Masliukov al gobierno. Este “gobierno de la confianza popular” tapó los enormes huecos de las deudas del salario con los miles de millones de rublos devaluados. Logró bajar la ola de las protestas populares. Ayudó a la clase gobernante y a todo el régimen burgués a superar la crisis por medio de otro saqueo al pueblo, segundo por su tamaño después del saqueo de 1991. La devaluación del rublo en cuatro veces dio cierto alivio a la industria rusa. Al pasar el período más agudo de la crisis (de agosto de 1998 a mayo de 1999), el “gobierno de la confianza popular” cumplió su función y se le cesó. Se nombró de primer ministro (mayo-agosto de 1999) a S. Stepashin, anterior Ministro del Interior, y después le siguió V. Putin, Director del Servicio Federal de Seguridad. Aquí tenemos el ejemplo clásico: las privaciones de la salida de la crisis se cargan sobre las espaldas de los trabajadores con la ayuda de la oposición “patriótica” (y, de hecho, oportunista). Hoy día, la historia se repite: otra vez las autoridades llaman a la responsabilidad de la oposición, al consenso nacional, al máximo esfuerzo, al cambio de cuadros en el bloque gobernante-financiero-económico, etc. El ala oportunista de la izquierda apoya esta línea de una u otra forma. Aconsejan al gobierno el amplísimo abanico de medidas “constructivas”: desde la impresión de “obligaciones del crédito estatal anticrisis, que podrían comprar todos los que deseen” (¡seguramente, el comprador será el gran capital!) hasta la “verdadera competividad en el proceso político, la renuncia de las autoridades a la presión administrativa, el retorno a las elecciones en su función inicial de comparación de programas y la posibilidad de la libre votación ciudadana”. En opinión de los líderes del PCFR(7), bajo estas condiciones “se puede hablar de algún formato de interacción y realización de medidas anti-crisis”. 7 Ver los materiales de la rueda de prensa en «Pravda”, 10-13.04.2009.


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Distintas de esto por principio son las tareas de los comunistas ortodoxos y su táctica en el período de la crisis. La tarea en que los comunistas deben trabajar no es apaciguar la situación, sino utilizarla para explicar las verdaderas causas de la crisis y propagar la necesidad del máximo desarrollo posible de la lucha propia de la clase obrera. Las demandas de los comunistas deben, por una parte, contener las reivindicaciones que reduzcan la presión sobre los derechos e intereses socioeconómicos de los trabajadores, y, por el otro, orientar la resistencia hacia el logro de nuevas oportunidades de la lucha política y económica en el período del debilitamiento de todo el sistema capitalista. La tarea mínima de los comunistas es ayudar a la clase obrera a salir de la crisis más organizada, más cohesionada y más combativa que antes de ella. En algunos países con cierta combinación favorable de circunstancias, el desarrollo de la crisis puede desembocar en una situación revolucionaria. Los comunistas deben estar listos para ello, y no asustarse, ni tampoco asustar a las masas trabajadoras, por el peligro de una explosión social. V.I. Lenin decía: “Quien lucha de verdad, naturalmente lucha por todo; quien prefiere la mediatización a la lucha, naturalmente señala de antemano los pedacitos con los cuales tiende a satisfacerse en el mejor de los casos (en el caso peor, le satisface aún la falta de lucha, es decir, se reconcilia por largo tiempo con los señores del viejo orden...”.(8) 22. Hoy día, entre algunos personeros de la izquierda, se puede escuchar la tesis: el sistema mundial del capitalismo llegó a la bancarrota final; las conclusiones que la comunidad mundial hará de la crisis llevarán a un mundo plenamente distinto, ya no capitalista, sino algún otro mundo más racional, perfecto y justo; la tarea de los comunistas es coadyuvar a estos procesos, demandar que se mueva en esta dirección, etc. Por ejemplo, G. Ziugánov, Presidente del PCFR, en su rueda de prensa el 9 de abril de 2009 declaró lo siguiente: “Es la crisis del sistema capitalista en su conjunto. La salida de ella sólo puede estar en la dirección socialista. En Occidente, los políticos más clarividentes y los especialistas cultos ya lo han entendido y toman medidas correspondientes a nivel estatal; pero, en nuestras estructuras de poder, este tema ni siquiera se discute”. (Cabe señalar que de los partidos comunistas occidentales no hemos escuchado ninguna declaración semejante sobre la orientación socialista de sus gobiernos). Permítasenos no sólo estar en desacuerdo, sino oponernos con fuerza a semejantes declaraciones. Los recursos del capitalismo no quedan agotados, ni a escala mundial ni tampoco en cada uno de los países capitalistas. Más aún: cabe reconocer que uno 8 Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 10. P. 197 . 9 Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 27. P. 424.


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de los recursos fundamentales del capitalismo actual, o sea, del imperialismo, es el notable fortalecimiento del oportunismo en el movimiento de la izquierda. El propio imperialismo posee una gran experiencia y enormes recursos para dirigir los procesos de la formación de la opinión pública. Se sabe que en los períodos de crisis, una de las salidas es el camino de la fascistización política y desatar nuevas guerras. Sin embargo, en todos los casos, aún cuando no haya fascistización aparente del sistema, la burguesía combate ante todo a las fuerzas clasistas de izquierda. Para esto, los capitalistas se han apoyado siempre, y seguirán apoyándose, en aquellos partidos oportunistas que, por su denominación y fraseología, más se asemejen a las organizaciones revolucionarias, y van a apoyar su lucha contra las organizaciones ortodoxas de los marxistas. Expresándonos de manera figurada, en una situación muy apretada, los propios capitalistas izarían la bandera roja, cantarían “La Internacional” (encontrando primeros cantores entre los oportunistas que conocen las palabras del himno proletario) y se llamarían a sí mismos constructores del socialismo moderno del siglo XXI. Así las cosas, hoy día, en las condiciones de crisis, en la elaboración de la táctica comunista de la organización de la lucha contra el imperialismo, sus defensores y cómplices, aquellas palabras proféticas de V.I. Lenin son más actuales que nunca: “Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vacía y falsa”(9).

Autores V.A. Tiúlkin, Primer Secretario del CC del PCOR-PRC M.V. Popov, profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo, Doctor en Ciencias Filosóficas



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TRASFORMACIÓN POLÍTICA DE TURQUÍA Y CRISIS ECONÓMICA GLOBAL

Alper Birdal(1)

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¿Cuales son las ventajas y desventajas de mirar a la actual crisis del sistema capitalista desde una perspectiva histórica de largo plazo? La desventaja explícita de tal perspectiva es que, cuando se definen términos históricos largos (en otras palabras, períodos diferentes del sistema capitalista), muchas especificidades y las dinámicas realmente existentes de la lucha de clases son necesariamente descartadas o reducidas a meras simplicidades. La investigación de las hegemonías del sistema capitalista establecido a escala mundial oculta las particularidades de las relaciones en países diferentes con estructuras hegemónicas en diferentes momentos de la jerarquía determinada. Mirar a “largo-plazo” lo hace inevitable. 1 Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Turquía (TKP), editor de la revista teórica del TKP Gelenek.


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La ventaja de tal periodización, por otra parte, es que permite a uno desarrollar una noción sobre varios fenómenos dentro del contexto de las leyes del movimiento del modo de producción capitalista a nivel histórico-mundial, más que ocuparse de todos esos fenómenos uno por uno. Abstracciones teoréticas sobre las leyes del movimiento de todo el sistema permite al analista investigar la conducta de un solo país o región sobre la base de estas construcciones teoréticas. En otras palabras, dentro de este marco analítico, el movimiento o la conducta de un sistema entero se consideran como determinantes sobre el movimiento o la conducta de sus partes. Debido a su profundidad y extensión, la actual crisis actual trae a nuestra mente las cuestiones relativas al movimiento del sistema de producción capitalista como un sistema histórico-mundial. Uno debe ver como una gran ironía de la historia que el orden del mercado haya declarado su “victoria final” en la esfera ideológica inmediatamente después de la desaparición del socialismo real; y, sin embargo, sólo dos décadas después, la pregunta que surge es: ¿cómo continuará el capitalismo?. Actualmente, el punto histórico de referencia más frecuentemente mencionado es el crac de 1929 y la Gran Depresión de los años 30. Sabemos que esta turbulencia habría de llevar a una nueva guerra mundial, que cambió la jerarquía imperialista. La referencia a 1929 tiene sentido dentro de este alcance; la jerarquía imperialista actual también puede cambiar después de un shock intenso. Los marxistas académicos desde hace mucho tiempo han estado interesados en la cuestión: ¿cómo se verá el mundo después de tal cambio?. La deficiencia más grande de apreciar la crisis del sistema capitalista y el período en el cual estamos de esta manera es la indiferencia que esta apreciación implica para con el “factor subjetivo” de la historia, es decir, reduce los impactos de la lucha de clases en el curso de la historia a un tipo de “distribución de probabilidad”. Según tal idea, el derrumbe del sistema como resultado de intervenciones revolucionarias es sólo un aspecto dado, una probabilidad, dentro del espectro de la distribución predeterminada; por consiguiente, esta perspectiva, que anula el papel de la subjetividad, no permite desarrollar un esquema analítico que reconozca el proceso en cuanto a oportunidades, necesidades, desventajas, tareas y responsabilidades puestas ante el sujeto revolucionario de la historia. Entonces, ¿cómo avanzamos?, ¿cómo construimos nuestro método analítico? Por supuesto, percibimos el mundo a través de la lente del marxismo-leninismo. De este modo, no estamos en una posición de agotarnos con una búsqueda interminable de metodología. Tenemos nuestra metodología de percepción de los cambios his-


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tóricos, y, como materialistas, por supuesto, no trivializaríamos el movimiento de factores objetivos, pero, como estudiantes de la lógica dialéctica, nos enfocaríamos en la superficie de interacción entre factores subjetivos y objetivos, y comprenderíamos la fuerza y el sentido de los vectores que surgen en este espacio. Entonces, la pregunta crucial para nosotros no es cual será el futuro del capitalismo y nuestra tarea no debe ser especular sobre la forma de la jerarquía imperialista en las próximas décadas. Preferimos mirar las posibilidades de una revolución socialista que pueda surgir en este escenario. Las rivalidades, tensiones y luchas de poder entre las fuerzas imperialistas tienen significado solamente dentro de este contexto. Permítanme tratar un poco más sobre la crisis de 1929 como punto de referencia otra vez. La pregunta fundamental no es cómo el imperialismo reaccionó antes de la Gran Depresión y si estas reacciones se pueden repetir en la situación actual, sino que debemos mirar los conflictos históricos acumulados por la Gran Depresión, y el desarrollo desigual de estos conflictos y sus contradicciones. ¿En qué territorios y sobre qué dinámica de lucha de clases creó oportunidades revolucionarias esta gran crisis del sistema capitalista? ¿En qué grado pudieron la clase obrera y las masas trabajadores del mundo utilizar estas oportunidades? Y, ¿cómo pudo reestructurarse el imperialismo después de la catástrofe que creó?. Utilizar la perspectiva de largo plazo que mencioné al comienzo podría ser útil en este sentido. Sin embargo, para evitar o al menos minimizar las desventajas de esta perspectiva, podemos construir nuestra perspectiva a partir de los círculos en los cuales las contradicciones del sistema se habían acumulado en el sistema como un todo. De este modo, podemos facilitar, aunque no podamos superar, la tensión entre el análisis concreto de la situación concreta de la lucha de clases y la periodización histórica del movimiento del sistema entero.

La Gran Depresión como un punto histórico de referencia Uno de los grandes descubrimientos de Lenin en su análisis del imperialismo era que los territorios en los cuales las contradicciones del sistema capitalista se acumulan son, como una regla general, determinados más que determinantes dentro de la estructura hegemónica dada. Sin embargo, entre otras consecuencias, los períodos de crisis expresan un aumento en el potencial de tal territorio a ser determinante, a tener un impacto en el curso de la historia.


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Si nos centramos en la Gran Depresión como un momento interno de un período largo de una crisis recurrente desde 1870, reconocemos los impactos de un territorio, un territorio marcado por la gloriosa Revolución de Octubre, que era determinado antes, pero se convirtió en determinante. Al considerar, desde el punto de vista de largo plazo, que se extiende entre 1870 y 1929, podemos decir que el derrumbe de la lógica colonialista del imperialismo británico se había determinado, en el análisis final, por la ruptura de Rusia del sistema imperialista. Por lo tanto, podemos conceptualizar 1929 como un punto histórico de referencia en vista de la ruptura de Rusia y su impacto acelerador en el surgimiento de muchos territorios en el Este que cambiaron de una posición determinada a una posición determinante. Mientras que la Revolución de Octubre alteraba el Este, convirtiéndolo en algo radicalmente diferente, cuando se compara con lo que había imaginado el imperialismo, la Gran Depresión señaló el derrumbe final del imperialismo colonial británico. Cuando los costos de mantener la lógica colonial superaron el excedente económico extraído de las colonias y semi-colonias, la hegemonía británica se desmoronó. Lo que se convirtió más esencial para el imperialismo, a principios del siglo XX, era asegurar el flujo de pago de deudas al capital financiero, más que asegurar que las naciones subordinadas suministrasen materias primas y productos agrícolas a los países imperialistas. Sin embargo, esto solamente aumentó el endeudamiento de los países subordinados, pues hizo el mecanismo de transferencia de recursos coloniales inviable, porque la presión que se puso sobre el campesinado pequeño y mediano los llevó a la bancarrota. En un libro sobre los impactos globales de la Gran Depresión, un erudito alemán lo ilustra así: “Una vez que el patrón oro fue abandonado por la mayoría de las naciones, adoptaron políticas de devaluación competitiva. El problema con muchos países de la periferia era que ellos ni siquiera podían hacerlo, por ser colonias que no tenían ningún control sobre sus políticas monetarias y económicas. Los soberanos coloniales tenían sólo sus propios intereses en mente. Como el caso de India mostrara, los británicos sacaron provecho de mantener la economía de esta gran colonia desinflada y deprimida lo que llevaba a más flujo de ‘oro de angustia’. Desinflar economías coloniales era una tarea con la cual ninguno de los poderes coloniales quería cargarse. Además, mientras anteriormente el acceso a materias primas y producir era la razón fundamental de adquirir y mantener colonias, la depresión había reducido los precios de todos los productos primarios hasta tal punto que el colonialismo ya no era necesario para ese propósito. Sólo las deudas


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nacionales de estas colonias, que se acumularon en el pasado, hicieron necesario guardar a estos deudores bajo control. Hasta este punto, la red de crédito estaba todavía en su lugar, mientras había retrocedido en todos los demás aspectos.”(2). En vista de estas contradicciones intensificadas, ¿cómo puede uno ignorar la gran influencia de la antorcha independentista encendida por la Unión Soviética? En realidad, el surgimiento de los movimientos anticolonialistas de liberación nacional no estaba entre los efectos, sino eran las causas del derrumbe del imperialismo colonial británico. Mirando la crisis actual bajo la luz de esta referencia histórica, de entrada podemos destacar lo siguiente: debemos admitir que la crisis del capitalismo de finales de los 1960s y comienzos de los 70 se ha aproximado a un final con la crisis global actual. Por supuesto, no quiero decir que el sistema capitalista ha estado en una crisis permanente desde finales de los 60 hacia adelante. Las últimas cuatro décadas muestran un período durante el cual el capitalismo no pudo superar los factores estructurales y sistémicos que causaron la crisis de los 60 y comienzos de los 70, pero pudo lograr aplazar la “solución” por diferentes medios. La expresión que se refiere al final de poder mantener sostenible este acto de prórroga, sucesivamente, insinúa que el capitalismo se quedó sin posibilidades de superar estas causas estructurales y sistémicas(3). 1929 como referencia histórica tiene sentido en esta coyuntura. Sin embargo, el mismo punto de referencia pierde todo sentido cuando miramos la situación de los territorios donde las contradicciones y los conflictos del sistema se acumulan. Las mismas cuatro décadas no han marcado ninguna ruptura importante de algún país del sistema capitalista, ninguna transformación de posición determinada a la posición de ser determinante por una revolución socialista se ha marcado en estos países. Además, muchos de los países ex-socialistas, que definitivamente sostendrían tal ruptura, se convirtieron en parias del imperialismo y se arrastraron a una posición de subordinación por éste. Este hecho tiene mucha importancia para evaluar la salida posible del imperialismo de este período histórico, a lo cual nos referimos como posible terminación de una época.

2 Rothermund, Dietmar, The global impact of the Great Depression, 1929-1939, Routledge: London and New York, 1996, p.16. 3 Giovanni Arrighi llama a esta crisis “la crisis señal” y “la crisis terminal” de lo que el llama “ciclos sistémicos de acumulación” (Arrighi, G., The Long Twentieth Century, Money, Power and the Origins of Our Times, Verso: London, 1994). Aunque uno puede o no estar de acuerdo con la teoría de Arrighi de “ciclos sistémicos de acumulación”, como categoría de periodización de la historia-mundial capitalista, el énfasis sobre la continuidad de la crisis “señal” o “terminal” de una estructura hegemónica dada parece apropiado.


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Aún ante la presencia de una fuerza que se convirtió en determinante en el curso de la historia por haberse desprendido del sistema capitalista-imperialista durante la crisis terminal de la hegemonía británica, la transformación de la jerarquía imperialista tuvo un período destructivo de casi dos décadas. Hoy, bajo condiciones en las cuales no existe ningún actor semejante, tenemos razones válidas para esperar una transformación del sistema capitalista-imperialista todavía más tormentosa y que llevaría a consecuencias más destructivas para las masas trabajadoras de nuestro planeta. ¿Una jerarquía imperialista centrada en China? Antes de considerar tal posibilidad seriamente, nuestro problema debe ser centrarnos en los efectos funestos de la transformación larga, dolorosa y destructiva que espera a los pueblos del mundo. He mencionado hace poco que primero debemos mirar a los lugares donde el imperialismo acumula contradicciones por este motivo. Se pueden evaluar, en este contexto, Europa Central y del Este; y Turquía, que tiene muchos rasgos comunes con esta región, especialmente en cuanto a dinámica económica, aunque bastante diferente en cuanto a aspectos políticos. La situación económica de países subordinados durante la crisis En la economía mundial, un panorama llamado por muchos economistas “desequilibrios globales” surgió especialmente después de la crisis asiática de 1997-1998. La crisis asiática llevó al derrumbe de muchas economías de Asia Oriental porque eran incapaces de asegurar la entrada suficiente de fondos para cubrir sus deudas, lo que sucesivamente causó serias devaluaciones de sus monedas. Por consiguiente, muchos de estos países utilizaron sus monedas depreciadas para recargar sus industrias de exportación, principalmente basadas sobre la explotación intensiva de su mano de obra barata; por lo tanto, a partir de entonces empezaron a acumular excedentes de comercio exterior. Esto también era concebido como una precaución por estos países; una lección duramente aprendida por el derrumbe de 1997-1998. De ese modo, durante la década posterior a la crisis asiática, la demanda de consumo en auge en Estados Unidos, alimentada por el sobreendeudamiento, era financiada, gradualmente a mayor amplitud, por los excedentes acumulados por los mismos países de Asia Oriental, así como por los países exportadores de petróleo que disfrutaban de sus precios, que estaban por las nubes después de la invasión de Iraq.


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La tabla I traza la transferencia de fondos a países imperialistas en datos de diferentes regiones desde el horizonte de la crisis asiática (1996) hasta el horizonte de la crisis actual (2006). Tabla I: Equilibrio actual de cuentas de la economía mundial (mil millones de dólares estadounidenses) 1996

2003

2006

36

-302

-597

-118

-527

-812

Japón

66

136

170

Otros países occidentales

88

89

45

Periferia

-85

228

684

Exportadores de petróleo

39

109

423

China

7

46

250

Otros

-131

73

11

49

74

-87

Centro imperialista EE.UU.

Flujos informales

Fuente: Compilado por “The Independent Social Scientists Group” del FMI, World Economic Outlook, 2007 (Bagımsız Sosyal Bilimciler, 2008 Kavsagında Türkiye, Siyaset, Iktisat ve Toplum, Yordam Kitap: Istanbul, 2008, p.28).

Como los datos presentados en la tabla I muestran, después de la crisis asiática, la mayor parte de los déficits de cuenta corriente de EEUU se ha financiado por países subordinados, particularmente por exportadores de petróleo y China. Hasta 1996, los excedentes de economías occidentales fuera de EEUU cubrían los déficits de EEUU, así como los déficits del resto del mundo. Sin embargo, en 2006, vemos un cambio dramático, que se marca por el hecho de que el excedente de China, de los exportadores de petróleo, etc., alcanza a cubrir casi 83 por ciento del déficit de cuenta corriente de EEUU.


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Pero hay otro grupo de países que volvieron a configurar sus economías para la exportación a mercados occidentales, por lo que han quedado más expuestos todavía a la crisis actual por requisitos exageradamente altos de préstamo. Tabla II presenta esta bifurcación en economías subordinadas. Tabla-II: Tasa de crecimiento del PIB y balances actuales de cuenta de países escogidos antes y durante la crisis (%)

Turquía Rumanía Rep. Checa Mexico Argentina Colombia Hungría Tailandia Sudáfrica Korea del Sur Malasia Chile Filipinas Polonia China India Brasil Egipto Indonesia

Tasa media de crecimiento 2006-2007 (A) 5.8 7.1 6.5 4.2 8.6 7.2 2.6 5.1 5.2

Tasa media de crecimiento 2008-2009 (B) -2.8 -0.7 -0.8 -3.0 2.2 1.1 -3.1 -0.5 0.5

5.2 5.0 4.7 6.2 6.5 12.3 9.6 4.9 7.0 5.9

Diferencia (B – A)

Balance actual de cuenta(*) 2006-2007

Balance actual de cuenta(*) 2008-2009

-8.6 -7.8 -7.3 -7.2 -6.4 -6.1 -5.7 -5.6 -4.7

-5.9 -12.0 -2.8(**) 0.6 2.0 -2.3 -7.1 3.4 -6.8

-3.8 -9.0 -3.1(***) -1.3 2.9 -2.9 -5.7 2.4 -6.2

0.6

-4.6

0.6

1.3

0.5 0.8 2.4 3.0 8.8 6.4 2.2 6.0 5.1

-4.5 -3.9 -3.8 -3.5 -3.5 -3.2 -2.7 -1.0 -0.8

15.8 4.6 4.7 -3.7 10.3 -1.0 0.7 1.8 2.7

15.6 0.7 2.9 -3.9 8.9 -2.2 -1.5 -0.9 0.5

Balance actual de cuenta como porcentaje del PIB. Los datos de 2009 son cálculos del FMI. Datos de la “Oficina Estadística Checa”. (***) Datos sólo del 2008. Fuente: Compilado de FMI, World Economic Outlook, datos de Octubre de 2009. (*)

(**)


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La tabla II recoge diecinueve países que tienen un PIB mayor que 100 mil millones de dólares estadounidenses, en cuanto al descenso en sus tasas de crecimiento. En general, observamos que los países que tenían un alto déficit de cuenta corriente antes de la crisis sufrieron una tasa menor de crecimiento, en promedio. Los primeros nueve países en la lista muestran un promedio de déficit de cuenta corriente sobre el PIB de 3,6% en 2006-2007, mientras que los últimos diez países tenían un promedio de déficit de cuenta corriente sobre el PIB de 3,5% en el mismo período. También observamos que estas economías se afectan mucho más por la crisis que las del segundo grupo, como se muestra en el brusco declive de sus tasas de crecimiento(4). Los países que pertenecen al grupo de déficit alto dedicaron el período de boom de crédito entre 2002 y 2007 a atraer flujos de capital a corto plazo manteniendo tasas altas de interés. Cuando la expansión de crédito se fue a la bancarrota, la mayoría de estos países se quedaron con un sistema bancario disfuncional y una estructura industrial dependiente de insumos importados, que, a la postre, los hicieron más vulnerables ante los efectos de la crisis. Estos países, la mayoría de los cuales están en Europa Central y del Este, han pasado las últimas dos décadas bajo la vigilancia del FMI y, aún así, cayeron en manos de esta misma institución otra vez, a pesar del hecho de que los programas que esta institución imperialista les impuso han sido causantes de las vulnerabilidades arriba mencionadas. La concentración de países que pertenecen a esta categoría en Europa Central y del Este no es una casualidad, debido a dos razones: Primero, todos los países ex-socialistas han vivido bajo la vigilancia directa o indirecta del FMI después de su transición al capitalismo. Segundo, la integración con la Unión Europea ató a estos países severamente a las recetas neoliberales. Aunque Turquía no ha experimentado este proceso de transición, estos dos aspectos son válidos con ella también. Conforme los países de Europa Central y del Este se han convertido en el patio del capital financiero de Europa Occidental, a la primera oportunidad se les han quitado los medios de soberanía económica a través de las políticas del FMI y la UE. Todos los mecanismos que salvaguardaban el desarrollo independiente y la industrialización, distribución igualitaria de ingreso, pleno empleo y seguridad social universal se erradicaron a favor de la integración y con subordinación a los monopolios imperialistas, que tiene como resultado un aumento inaudito de la pobreza e injusticia económica, y el derrumbe de la infraestructura industrial y agrícola en un cortísimo período de tiempo. 4 Por supuesto, hay excepciones, como Polonia, que todavía no ha sentido los efectos de la crisis.


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La pérdida de soberanía económica ha avanzado junto con un nuevo trazado de las fronteras políticas. Aunque en algunos casos este procedimiento se impuso y practicó “pacíficamente” (por ejemplo, la desintegración de Checoslovaquia), en otros, como Yugoslavia, se implementó por medio de masacres e invasiones imperialistas. Hoy día, mientras los países imperialistas utilizan fondos públicos masivos para rescatar a sus monopolios, las recetas del FMI que se imponen a los países subordinados preconizan la austeridad fiscal, reducción aún mayor de los gastos de seguridad social, para asegurar el repago de toda deuda a toda costa. En este sentido, podemos decir que la bifurcación entre las economías más débiles del sistema capitalista mundial continuará ampliándose, arrastrando a algunos hacia el fondo. El primer reflejo de la hegemonía burguesa bajo condiciones tan graves es la intensificación del racismo y la xenofobia. Sin embargo, junto con esta respuesta inicial, uno debe esperar la aceleración de la transformación política de esta región según las “nuevas” tendencias del imperialismo y la rivalidad creciente entre los poderes imperialistas. Nuevas divisiones y nuevos conflictos en aspectos religiosos y étnicos tocan a la puerta otra vez. Podemos observar este estado de cosas de manera más evidente en Turquía. Crisis y economía turca: el desastre que se acerca La economía turca sufrió una dura crisis en 2001. Efectivamente, Turquía sufrió crisis más profundas y más frecuentes cuando las recetas neoliberales se adoptaron plenamente durante los años 90 y la sumisión económica al imperialismo de la UE se había completado con el acuerdo de Unión Aduanera. La crisis de 2001 era la más catastrófica, pero la crisis actual ya la ha superado en muchos aspectos. La tabla III presenta algunos indicadores que señalan el daño de la crisis hasta ahora. Tabla-III: Algunos indicadores de la influencia de la crisis sobre la economía turca Tasa de crecimiento del PIB (%) Tasa de desempleo (%)(**) Tasa de desempleo entre las edades 15 y 24 (%) Utilización de la capacidad en la industria manufacturera (%)

2001 -5.7 8.4 16.2

2002 6.2 10.3 19.2

2003 5.3 10.5 20.5

2004 9.4 10.8 20.6

2005 8.4 10.6 19.9

2006 6.9 10.2 19.1

2007 4.7 10.3 20.0

2008 0.9 11.0 20.5

2009(*) -10.6 15.6 26.5

71.6

76.1

78.5

81.5

80.3

81.0

81.8

78.1

67.0

(*) Los primeros 6 meses. (**) Las tasas de desempleo para 2001-2003 se basan en proyecciones viejas de población, mientras las de 2004-2009 se basan en nuevas proyecciones. Fuente: Instituto Estadístico de Turquía


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Los impactos de la crisis actual han empezado a agravarse profundamente desde Octubre de 2008. Después de esta fecha, el desempleo avanzó lentamente a un nivel históricamente alto, o sea, una tasa oficial de 16,1% en febrero de 2009(5), y la tasa de utilización de la capacidad en la industria manufacturera cayó otra vez a su nivel históricamente más bajo, o sea, a 64,7% en el mismo mes. A pesar del duro golpe recibido por la economía real, como no existían señales alarmantes de un “derrumbe financiero”, como sucedió en la crisis de 2001, el gobierno del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), descaradamente, intentó subestimar los efectos de la crisis. Aunque, a diferencia de 2001, no sucedió un derrumbe financiero y aunque el sector bancario ha reducido sus riesgos después de la crisis anterior, el endeudamiento de las corporaciones no-financieras con los acreedores foráneos ha aumentado a saltos y aprietos durante 2002-2008, o sea, durante el mandato del AKP. Por lo tanto, los requisitos de préstamo externo de la economía turca han seguido aumentando rápidamente en este período. Aunque el sector bancario no lleva riesgos tan graves como los de 2001, tal riesgo se desplazó al balance general de corporaciones privadas. La tabla IV presenta algunas estadísticas sobre la posición de la moneda extranjera de corporaciones no-financieras. Tabla IV: Activos en moneda extranjera y pasivos de corporaciones no-financieras (en mil millones de dólares)

63,424

77,862

80,830

89,014

92,473

82,382

Cambio entre 09.08 y 12.08 -11

100,250

139,401

155,072

167,543

172,138

161,036

-6

16

-36,826

-61,539

-74,242

-78,529

-79,665

-78,654

-1

28

2006

Activos Pasivos Posición neta

2007

03.08

06.08

09.08

12.08

Cambio entre 12.07 y 12.08 6

Fuente: Banco Central de la República de Turquía, Financial Stability Report, Mayo 2009.

Otra repercusión de este tema es la importancia y la intensidad creciente en la integración entre el capital monopolista turco con el capital imperialista financiero. Esto se revela especialmente en dos aspectos: Primero, la ola de privatizaciones más grande se ha lanzado por AKP durante 2002-2008, lo que transfirió las ganancias disponibles a los conglomerados creados por monopolios turcos y extranjeros. Segundo, como los monopolios en Turquía se han anexado más a los monopolios extranjeros, comenzaron a integrarse en la red de subcontratación de corporaciones extranjeras, especialmente en las regiones bajo ocupación estadounidense. 5 La tasa oficial de desempleo subestima considerablemente la tasa “real” de desempleo, que alcanza a 29,3% en el mismo mes según nuestros cálculos. La tasa real de paro se puede calcular incluyendo a gente que está lista para trabajar, pero que no busca activamente un trabajo, el subempleo y el empleo temporal en la definición de desempleo.


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El entrelazamiento mayor de la clase capitalista turca con el capital imperialista tiene una implicación política crucial. Cuando esta fusión devastó la infraestructura industrial y agrícola de la economía turca, los vínculos de la burguesía turca con la República de Turquía como una entidad política han disminuido a un nivel que es probablemente el más débil en toda la historia del país (pérdida de su ideología nacionalista). Mientras el capital se iba concentrando más y más en los servicios y el comercio, mientras la clase capitalista en Turquía se fusionaba cada vez más con los monopolios extranjeros y se conviertía en una parte de sus redes de subcontratación, la burguesía turca ha sido un partidario militante del plan imperialista de transición, que, en última instancia, minaría la existencia del país como una unidad política. Además, conforme la confluencia entre la esfera política y el dominio de la acumulación capitalista aumenta, Turquía se ha convertido en un país que se puede manipular mucho más fácilmente por el imperialismo. La tabla V presenta un ejemplo de tal manipulación y de lo que queremos decir con la “confluencia creciente” entre política y procesos de acumulación. La tabla compara el período entre octubre del 2008 y febrero del 2009 y el período entre octubre del 2007 y febrero del 2008 en cuanto a flujos de capital. Debemos tener en cuenta que los impactos de la crisis mundial se intensificaron especialmente después de octubre del 2008. Tabla V: Flujos de capital en Turquía: Oct. 2007-Feb. 2008 v. Oct. 2008-Feb. 2009 (en mil millones de dólares)(*) Capital extranjero Capital interno Capital informal Reservas Balance de cuentas corrientes Flujos netos de capital

Oct.2007-Feb.2008

Oct.2008-Feb.2009

21,168 -1,531 545 -334 -19,841 20182

-12,695 -1,866 14,872 -5,080 -5,080 311

(*)”Menos” significa salida de capital y déficit externo, mientras que “menos” en reservas significa “acumulación de reserva” y “más” significa descenso en reservas. Fuente: Compilado por Boratav, Korkut, “Ekonomik Bunalım, Finansal Kriz”, www.sol.org.tr, 26.04.2009.

Me gustaría citar a Boratav, quien proporciona una explicación muy clara del funcionamiento del mecanismo: “El balance de la crisis en los primeros cinco meses, como se mostró en la tabla arriba expuesta, es la siguiente: la entrada neta de capital extranjero por valor de 21,2 mil millones de dólares en el mismo período del año anterior se convirtió en salida neta de 12,7 mil millones de dólares. Esto implica una ‘inversión’ en cuanto al flujo de fondos


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extranjeros, que señala un shock externo duro, que equivale a 5,1% del ingreso nacional de 2007. “Sin embargo, miremos la suma de todos los movimientos de capital, incluyendo flujos extranjeros, internos e informales: en los primeros cinco meses, a los 12,7 mil millones de dólares de salida neta debido a los flujos extranjeros se añadió una salida de 1,9 mil millones de dólares de flujo de capital (informal) debido a la burguesía nativa. Pero, esta ‘hemorragia’ debida a los capitalistas extranjeros y nativos se compensó más que necesariamente con la entrada de 14,9 mil millones de dólares de capital informal. Este misterioso ‘fondo externo’ ha registrado entradas netas cada mes; por ello, los movimientos de capital después de octubre de 2008 todavía podían tener saldo positivo (311 mil millones de dólares). ( ) La cuestión decisiva aquí es que esta entrada de capital informal de 14,9 mil millones de dólares impidió que los mercados financieros fueran atrapados por la crisis. (... )”(6). El gobierno de AKP, todavía apoyado especialmente por el imperialismo estadounidense, pudo ganar la iniciativa ante los grandes grupos capitalistas de Turquía, probablemente hasta el punto que no había podido alcanzar ningún partido burgués hasta hoy, al utilizar esta transitividad (confluencia) entre la esfera política y la acumulación de capital. El reaccionario AKP emplea esta fuerza para su propio beneficio en dos dimensiones: primero, mediante la movilización de las redes comunales de sectas religiosas como una fuente de “acumulación primaria” y, por supuesto, también mediante el saqueo de fondos públicos, el AKP creó y reforzó sus propias bases de capital. Segundo, al utilizar sus “conexiones especiales” con el imperialismo estadounidense, el AKP logró crear mercados y oportunidades nuevos para la mayor parte de los monopolios. A medida que se desarrolla la crisis, la segunda dinámica a la que nos referimos anteriormente, se ha agotado. Sin embargo, el control sobre los fondos públicos y las conexiones con el gobierno también se han vuelto más importantes, lo que dota al AKP de la oportunidad de establecer coaliciones con varios monopolios. Los mismos monopolios que parecen estar en conflicto con el gobierno, un día pueden cambiar totalmente el sentido porque esperan que el AKP saque más conejos del sombrero. Pero, hay un determinante en todas estas relaciones, o sea, el imperialismo. En el centro de una región, cuyo mapa todavía está en la fase de volverse a trazar, que ha sido el escenario de guerras y ocupaciones, o sea, en el centro del infame Gran Oriente Medio del imperialismo estadounidense, ahí está Turquía, con todos sus complejos dinámicos socio-políticos. Para realizar su diseño, que abarca desde Asia 6 Boratav, Korkut, “Ekonomik Bunalım, Finansal Kriz”, Portal de Noticias Sol, www.sol.org.tr, 26.04.2009.


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REVISTA COMUNIS TA INTERNACIONAL

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Central a los Balcanes y hasta Europa Central, el imperialismo estadounidense necesita formar una Turquía como entidad completamente alineada con sus esfuerzos militares y políticos. Con este fin, Turquía debe someterse más al oscurantismo de la reacción religiosa, porque una Turquía más “islámica” que “laica” es mucho más funcional. La transformación del estado turco según el diseño del islamismo moderado es un reflejo de este requisito. Además, el procedimiento prevé la intervención de Turquía en los conflictos de la región, de los cuales ella misma es una parte, conforme a los intereses estadounidenses. Los esfuerzos para establecer una relación de patrocinio entre el estado kurdo pro-estadounidense (que se establecerá en el norte de Iraq) y Turquía es un ejemplo de esto. Tal relación de patrocinio empujaría a los kurdos en Turquía a las rodillas de Barzani, o sea, a las de EEUU. A cambio, la clase capitalista de Turquía espera sacar una mayor parte del petróleo iraquí y más trabajos de subcontratación en los negocios de la construcción. La crisis conlleva otro factor que lleva al desastre de Turquía. El país se convirtió en un territorio donde la rivalidad entre EEUU y la UE se intensifica. Como la tasa de participación de 43,1% en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, en junio, demostró, las instituciones de la UE y la UE misma han perdido legitimidad y credibilidad entre las masas rápidamente. Además, los imperialistas europeos también recibieron un golpe duro con la crisis. Todos estos sucesos señalan una necesidad para la UE: tiene que ser más proactiva en política internacional. Turquía, que se convirtió en un país que está en plena sintonía con la visión estadounidense sobre la región, representa un problema para la UE, que busca un cambio de postura en asuntos internacionales. La transformación de Turquía hacia una posición de más conformidad con las necesidades de Europa, especialmente con la “Europa de Alemania y Francia”, es también importante respecto a las políticas de la UE hacia el Oriente Medio, y también hacia Rusia y el Cáucaso. Pero el imperialismo de la UE no está tratando de ganar terreno en un espacio vacío; el espacio ya está ocupado por EEUU, y aún más con la administración de Obama. Por consiguiente, es inevitable que la crisis acelere el proceso que hace de Turquía el escenario de disputas entre estos dos poderes imperialistas. Oportunidades revolucionarias La imagen hasta ahora es deprimente, eso es seguro. Por eso la llamamos “un desastre”. Sin embargo, sabemos que los saltos revolucionarios pueden y deben llevarse a cabo bajo condiciones tan deprimentes.


Partido Comunista de Turquía

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Turquía es un país capitalista con una clase obrera amplia, a pesar del hecho de que la clase obrera de Turquía no ha subido al escenario político desde hace tiempo. Pero la crisis actual puede significar un período en el cual la conciencia de clase de las masas se reanime. También es posible que formas nuevas de organización y lucha surjan sobre esta base. También hay oportunidades que se pueden utilizar para golpear la legitimidad de la hegemonía burguesa. A pesar de las victorias que el imperialismo ha logrado en los últimos años en Turquía, la posibilidad de levantamientos en busca de independencia y liberación todavía son válidos. Conforme Turquía se convierte en un escenario de competencia entre los poderes imperialistas, esta disputa puede crear espacios que pueden servir para favorecer la lucha antiimperialista, a pesar de todos los aspectos destructivos del mismo tema. El imperialismo y el gobierno del AKP han avanzado bastante en el camino de hacer la sociedad más reaccionaria. Sin embargo, el conflicto entre la reacción y la postura ilustrada no se ha resuelto completamente. Una sensibilidad entre amplios sectores de la sociedad vinculada a secularismo (laicismo) y republicanismo todavía está presente. Esta esfera también puede utilizarse como una oportunidad revolucionaria para conectar masas más amplias, para adoptar la idea de que la única alternativa factible es una república socialista. Turquía está al borde de un desastre. Hasta ahora, la crisis ha intensificado y acercado este desastre aún más. Pero, también han aumentado las oportunidades de un levantamiento revolucionario. La clase obrera de Turquía es la única fuerza que puede lograr detener este desastre; es la única fuerza capaz de romper completamente todos los vínculos con el imperialismo y es la única fuerza que puede construir una república nueva, socialista, en Turquía.


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