La vuelta 2009: Ataques, escapadas, ambiente, paisajes...revive los mejores momentos
BRUYNEEL habla de Armstrong, Contador y Astana - EZEQUIEL MOSQUERA “Rain Man” www.gruposr.com
número 11 PVP 4,10€
Entrevista: FRANCO PELLIZOTTI
El Club del Triplete: Ganar en las 3 grandes Etapa Reina: Con Txente García Acosta y Xabier Zandio en el pirineo navarro
Ciclismo mundial: ISLAS BRITÁNICAS Canarias, Ceuta y Melilla 4,10€
Escaladores: La salsa del ciclismo
Fotos: Tim De Waele
1 ª e ta pa : C o n t r a r e l o j
6 ª e ta pa : S p r i n t
Fabian Cancellara / Team Saxo Bank 808 delantera & Sub-9 disco
Thor Hushovd / Cervélo TestTeam 404
5 ruedas. 5 ciclistas. 5 victorias U n T o u r i n o lv i d a b l e
E t a p a 1 2 : Esc a p a d a
E t a p a 1 3 : Esc a p a d a
E ta pa 1 7 : M o n ta ñ a
Nicki Sørensen / Team Saxo Bank 404
Heinrich Haussler / Cervélo TestTeam 303
Fränk Schleck / Team Saxo Bank 202
Gracias a las victorias de Cervélo TestTeam, Garmin-Slipstream, y Team Saxo Bank, el Tour de Francia 2009 ha sido el más exitoso en la historia de Zipp. 5 diferentes ruedas y cinco diferentes ciclistas de nuestros equipos ganaron etapas de todos los tipos y en todas las condiciones en la edición de este año. Además de esas victorias, los ciclistas de Zipp ganaron el maillot verde y el blanco, hicieron segundo y tercero en la Contrareloj, y terminaron segundo, cuarto, quinto y octavo en la general. Los éxitos de nuestros ciclistas ponen de manifiesto la versatilidad y la calidad de la gama de ruedas Zipp. En total, siete de nuestros modelos fueron utilizados en el Tour de este año, una gama más amplia que la de cualquier otro fabricante. Desde el juego de 202 para escalar hasta el disco Sub-9, todas las ruedas de carbono de Zipp ofrecen perfiles de llantas aero toroidales, diseño de hoyos en el perfil tipo ABLC (efecto “pelotas de golf ”) , y bujes tremendamente precisos. Desde Speedway, Indiana, hasta los Campos Elíseos, sencillamente no hay alternativas para las ruedas más rápidas del mundo. Las puedes encontrar en tu tienda. Diseña tu propia rueda en zipp.com/ZEDTECH.
z i p p. c o m
Distibuye: Matxain
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PDLPRO es una publicación de GRUPO SR
Surfer Rule S.L. Errebellin Kalea, 2 20280 HONDARRIBIA tel: + (34) 943.64 62 64 fax: + (34) 943.64 32 32 www.gruposr.com PDLPRO Portada: Monachil Foto: T. DE WAELE
Director: JON BEUNZA jon@gruposr.com Director Editorial: PATXI VILA patxivila@gruposr.com Director de Arte: MIKEL CEBALLOS mikel@gruposr.com Diseño y Maquetación: MARISA BEUNZA marisa@gruposr.com ELENA MAGNANI elena@gruposr.com ARITZ LÓPEZ aritz@gruposr.com Fotografía: ANTXON EPELDE antxon@gruposr.com Redacción: OSKAR ORTIZ DE GUINEA Altimetrías: ANDER GUAZA/JUANTO URIBARRI/APM Colaboran Redacción: Jesús Gómez Peña, Luis Guinea, Marco Pastonesi, Ciro Tobar, Gaizka Lasa, Eva Montero, Hugo Coorevits, Juanto Uribarri, Jon Iriberri, Javier Figueiredo, Ginobartali. Fotografía Tim De Waele, Javier Figueiredo. Publicidad NÉSTOR ARANA: nestor@gruposr.com Departamento financiero: CRISTINA MALDONADO cristina@gruposr.com BLANCA MUÑOZ blanca@gruposr.com
06. OPINIÓN 12. TÉCNICA Y SALUD Aerodinámica • psicología
sumario 54. gente Rufino murgia e iñaki etxeberria
18. ENTREVISTA EZEQUIEL MOSQUERA
58. informe ambiente en portugal
24. CICLISMO MUNDIAL
Producción y distribución ÁNGEL HERNÁNDEZ angel@gruposr.com
GRAN BRETAÑA • IRLANDA
60. etapa reina
Suscripciones BLANCA MUÑOZ suscripciones@gruposr.com
con txente garcía acosta y
32. ENTREVISTA
xabier zandio en el pirineo navarro
Johan Bruyneel Imprime: LITOFINTER Distribución: DISPAÑA Precio en Canarias, Ceuta y Melilla (Tpte. incluido): 4,10 €. Depósito legal: M-25809-2007 Queda prohibida la reproducción total y parcial de los textos, fotografías y dibujos que se publican en este número salvo acuerdo expreso con los editores. PDL PRO PEDALIER es una publicación libre. La redacción no se hace responsable de las opiniones vertidas por los colaboradores ni de los textos y fotografías que lleguen a nuestras manos sin haber sido demandadas.
36. ESCALADORES
70. LA vuelta los mejores momentos de
la salsa del espectáculo
la vuelta a españa 09
42. ENTREVISTA
78. Pedaladas en el tiempo
franco Pellizotti
Merckx y gimondi
48. EXPERIENCIAS
80. TEsoros del ciclismo
Ganar en las tres grandes
murallas de ávila
EL PRÓXIMO NÚMERO (PDLPRO 12) ESTARÁ A LA VENTA LA 2ª QUINCENA DE NOVIEMBRE
pedalier 3
Agosto, el mes más duro T
odo evoluciona y el ciclismo no es menos. Antiguamente la temporada empezaba en la Challenge de Mallorca. Allí la mayoría de corredores aparecían con pocos kilómetros en las piernas con la firme intención de acumular kilómetros en condiciones benignas y donde clasificaciones y premios quedaban en un segundo plano. Eso duro poco y la temporada invernal empezó a ser cada vez más importante, presentarse en un estado de forma no óptimo se podía traducir en una serie de competiciones excesivamente exigentes que comprometían el resto de la preparación. Hoy en día la temporada empieza en Australia cuando los corredores todavía tienen la última uva de nochevieja en la garganta, las carreras de una semana de “preparación” han desaparecido y las medias que se hacen no tienen nada que envidiar a las del resto del año. La primera gran cita del año suelen ser las clásicas, que haciendo honor a su nombre, son, como mucho, distintas pero la dureza y la longitud no varía haciendo de nexo de unión y de comparación entre pasado y presente. Sin darnos cuentas, y después de alguna vuelta de una semana de renombre, nos presentamos en el Giro que devoramos ávidos de grandes puertos y gestas. Tras este, unos días de descanso, otras pruebas de una semana de nombre y a por la estrella del calendario, el Tour. El sol de julio seca los cuerpos de los corredores, la mente y el coraje. Castiga duro física y psíquicamente y aunque al otro lado del televisor no lo escuchamos, respiran, escupen, se enfrían, pasan noches buenas y otras no tanto, sufren y se deshidratan, los menos disfrutan y triunfan, hechos añicos. Y llega agosto. Se ha acabado el Tour, ¿y ahora? Ahora… la Vuelta. Para llegar bien a la Vuelta no queda otra que apretar en agosto, cuando todo el mundo está de vacaciones, el buen rollo nos invade por todos lados, el 99% de la población da rienda suelta a sus ansias. Al corredor que quiera hacer un buen final de temporada le toca aplicarse, multiplicar los sacrificios y los renuncios que hace durante todo el año, estar más atento que nunca a no despistarse y perder el norte. El final de temporada también da mucho juego. Estamos viviendo la Vuelta, queda el Mundial, alguna clásica importante. Disfrutemos de cada momento, veamos las últimas carreras del 2009 saboreando lo que nos brindan carreras y corredores, valoremos que en su justa medida el esfuerzo que todo el mundo del ciclismo hace para que disfrutemos hasta el último rayo de sol antes de que el mundo del ciclismo entre en su merecido y cada día más corto letargo invernal.
Circuito Assen (Holanda). Vuelta 09. Foto: T. de Waele
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Oskar Ortiz de Guinea
Me estoy volviendo loco E
l pasado 29 de agosto casi me tienen que ingresar en un psiquiátrico. Por loco, claro. Al menos, eso pensaba yo. He tenido que perder el juicio, me decía cada vez que veía la imagen. La bendita fotografía de un podio. En ella aparecía Fabian Cancellara, con semblante sonriente, vestido de amarillo y aclamado por 50.000 personas que abarrotaban un circuito de motos. Pues no, va a ser que la escena no se corresponde al Tour de Francia, donde el suizo había protagonizado la misma fotografía en tres prólogos. Esta vez se impuso en la Vuelta a España, realzando el caché de la carrera. Me percaté de que era la Vuelta y no el Tour cuando eché de menos el leoncito con el que obsequian a los ganadores. Al instante me di cuenta que la gran cantidad de público me había llevado a pensar en una repentina enajenación: el Tour en septiembre. Estoy chiflado. La paranoia, o el error, ya la sufre la Vuelta a España desde cuando cambió sus fechas de abril-mayo por el final del verano. El interés de ahora no es el que suscitaba entonces. Por lo menos, en España. Porque en Assen, Emmen, Venlo y Lieja, la afición se echó a las calles, algo casi totalmente desterrado en España, donde las cunetas sólo las pueblan la incipiente hojarasca que anuncia la cercanía del otoño. Al final, aquí tenemos lo que nos merecemos. Para empezar, porque nunca hemos valorado lo que tenemos. Y Óscar Freire es un claro ejemplo. Como sucede con el waterpolo, nos acordamos del cántabro cuando llega el Mundial. Por eso, y por nuestra incultura por las carreras de un día, Freire ha realizado la mayor parte de su carrera en el Rabobank. En Holanda lo adoran. Se comprobó en Assen, donde se llevó una de las más grandes ovaciones de la tarde, si no la mayor. Es inimaginable la misma escena en el Jarama o en Jerez. Sin embargo, uno, que aún mantiene un hilo de romanticismo, quiere creer
que el interés por el ciclismo sigue latente. Con el pulso bajo, pero vivo. De otro modo, en julio no habrían salido miles y miles de catalanes a recibir el Tour en Barcelona. Con que la tercera parte hiciera lo mismo durante la Vuelta, estaríamos salvados. Pero no. Aquí tenemos lo que nos merecemos también por cuestiones como que la Vuelta ponga alfombra roja a Ivan Basso (que tiene todo el derecho del mundo a una reinserción ciclista tras cumplir una sanción), pero siga haciendo un enorme vacío al Fuji-Servetto, un equipo español que está en la carrera porque recurrió al TAS. No debió de ser suficiente purga el excluir hace un año a esta misma escuadra, cuando se llamaba Scott-American Beef. Y así se entiende que esté en duda el porvenir de la formación de Matxin y Angoitia, en un momento en el que la crisis económica achucha; en el que al ciclismo, pese a su demostrada rentabilidad como escaparate publicitario, no le sobran patrocinadores; y en el que nuestro pelotón profesional se asemeja al mapa político peninsular, con gran parte de las comunidades autonómicas representadas en los maillots de diseño público. Por eso, cuando me paro a reflexionar en que la Vuelta a España interesa más en Assen que en Madrid, en que el Tour de Francia es capaz de convocar en Barcelona a una legión de espectadores que no perdonan la siesta durante la Vuelta; o en que algunas estrellas como Andy Schleck o Damiano Cunego vienen a la ronda española con la cabeza, y las piernas, en el Mundial de Mendrisio; pienso que, como aquella banda sonora de Azul y Negro, me estoy volviendo loco, poco a poco. Foto: T. De Waele
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Jesús Gómez Peña
Ciclismo sin memoria P
ocas enfermedades son tan tristes como esa que te roba la memoria. Lleva por nombre el de su psiquiatra descubridor: Alzheimer. Cruel apellido. El paciente se queda sin pasado. Es un mal degenerativo, silencioso, que al final anula a su víctima. Le obliga a vivir sin saber quién fue, qué hizo; sin recordar los abrazos o las sonrisas. Sin ayer. Sin nada. Septiembre es desde hace catorce años el mes de la Vuelta a España, la carrera sin memoria. Para comprobarlo basta con que el lector responda a un pequeño test: ¿Le suenan Dotto, Gabika, Stablinski, Antonio Suárez, Altig, Angelino Soler, Rof Wolfshol, Pingeon, Bracke, Tamames, Pesarrodona o Conterno? Ganadores de la Vuelta. ¿Cuándo fue la primera edición? Respuesta: en 1935, con salida en la Puerta de Hierro de Madrid. Era el 29 de abril. Y aquella Vuelta la ganó el belga Deloor, verdugo del ídolo local, Cañardo. El héroe, el tipo duro capaz de agarrar la bicicleta de un espectador para acabar la última etapa. Otros tiempos. Ciclismo de aventureros. De villanos y caballeros. Más de 50.000 personas acudieron a la Casa de Campo para aplaudir a los 29 supervivientes de aquella ronda inicial. Pero, ¿quién se acuerda? La historia del ciclismo es la de una huella que pisa otra huella. Eso lo saben bien el Tour y el Giro. En Francia, cada etapa, cada puerto, hacen referencia a Garin, a Lazarides, a Bobet, a Anquetil, a Merckx, a Hinault… Igual en Italia. El Giro viste de rosa cada pueblo. Fiesta popular. Verbena. Los viejos campeones son patrimonio del país. Iconos. España es diferente. Su ciclismo padece alzheimer, especialmente en la Vuelta. Y es triste, porque si la ronda española es una de las tres grandes lo es por su
pasado. Nació tarde. Antes rodaron el Tour (1903) y el Giro (1909). Y también carreras como las vueltas a Alemania o Catalunya (1911) o al País Vasco (1924). Pero la Vuelta creció como pocas. Resurgió tras la Guerra Civil. Vivió sobre el asfalto duelos con nombre de fútbol, como el que mantuvieron el Español de Berrendero y Trueba con el Barcelona de Cañardo y Escuriet (1941). Regó el sudor de Langarika y Bernardo Ruiz en los Monegros (1948). Reunió a 200.000 personas en Bilbao, en 1955, para ver pasar a Geminiani, Magni, Bauvin, Bahamontes y Loroño. Puso tarina a la enemistad entre el toledano y el vizcaíno. El bueno y el malo. El malo y el bueno. Qué más da. La esencia del deporte. España se paralizaba cada primavera. Un país testigo de cómo Altig batía a su patrón, a Anquetil (1962). O de la resistencia de Poulidor ante Julito Jiménez en Pajares (1963). O de la aristrocrática estela de Gimondi en Orduña (1966). O de la victoria de Ocaña en 1970, tras la contrarreloj final entre Llodio y Bilbao… O la de Merck y las dos de Hinault… Tantas cosas olvidadas. En los años ochenta, la Vuelta se abrió a la televisión en directo. El ‘boom’ mediático. Unipublic, entidad organizadora, guió la carrera hacia el éxito. Al futuro. Pero tachó su memoria. Inventó puertos como el Angliru, el Catí, Aitana o Los Lagos. Y también colocó vallas entre la gente y sus ídolos. La Vuelta se metió en autovías, se alejó del aliento popular y olvidó a sus abuelos en el geriátrico. La Vuelta que no han ganado ni Armstrong ni Induráin, mitos modernos, sí la vencieron Anquetil, Merckx e Hinault, mitos de siempre. Ya no es la carrera que pasaba por los portales de los pueblos. Ya casi no quedan abuelos de entonces para contar a sus nietos las historias de la cuneta. La Vuelta tampoco les ayuda. Cada año parece que empieza desde cero: esta vez viaja a Holanda, se aleja aún más. Olvida los Pirineos. Tiene prohibido el regreso al País Vasco, su cuna. Ni siquiera se refugia esta temporada en el Angliru o Los Lagos. Naide rinde homenaje al pasado. ¿Por qué no se rescata a Julio Jiménez, a Perurena, a tantos? Olvidados, como si la carrera padeciera alzheimer. Y sin espezanza de cambio. O quizá sólo una: que el Tour, copropietario hoy de la ronda española, le obligue a hacer memoria, a seguir su ejemplo y girarse hacia atrás, hacia el manantial donde todo empezó. Ahora se discute sobre si la solución para reflotar la carrera es devolverla al mes de abril. ¡Qué más da! El salto atrás debe ser mucho mayor. Hasta aquel 29 de abril de 1935, la fecha del bautismo. Así está la Vuelta, una carrera que se olvida.
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Luis Guinea
Y volver, volver, voooolveeeeer P
or cosas de trabajo me ha tocado estar en el aeropuerto de BiarritzParme todos los últimos lunes de julio desde 1995. Allí, a eso del mediodía, siempre regresan los supervivientes del Tour de Francia. Los familiares y amigos que esperan ansiosos al otro lado de la mampara de cristal, y de repente allí aparecen. Curtidos por el sol francés de 25 días, afilados hasta el extremo, con la marca del casco y de las gafas dibujadas en la cara, las venas de los brazos perfiladas debajo de la piel, la señal de los guantes y una enorme sonrisa al reencontrarse con los suyos. Es la vuelta de los héroes, da igual lo que hayan hecho, mejor o peor, su puesto, lo importante es que regresan a casa. El Tour de Francia 2009 ha visto una vuelta, la vuelta con mayúsculas. Lance Armstrong, el hombre de los siete amarillos en París, regresaba tres años después para buscar el octavo y, de paso, promover su fundación de lucha contra el cáncer. Ante Armstrong no cabe la indiferencia, o se le venera y admira, o se le odia. Para muchos la figura de un tipo que ha superado un cáncer mortal y después ha sido capaz de ganar siete tours seguidos nunca ha sido trigo limpio, aunque ningún control haya demostrado lo contrario. Sostienen que hay cosas que no pueden ser, y además son imposibles. Para otros, el tejano es uno de los casos más claros de superación que tiene la especie humana, un milagro andante. El regreso del tejano al hexágono ha mediatizado de punta a cabo no sólo la carrera, prácticamente la temporada, y también lo hará el año que viene, porque ya ha dicho que volverá. El return de Armstrong ha enseñado varias aristas del tejano. La primera, y más evidente, es la del Lance mediático. Abran la ventana de Google, con la búsqueda Lance Armstrong hay 6,1 millones de entradas; con su famoso Twitter (su bitácora on line), 1,18 millones casualmente los mismos que los de su Fundación contra el cáncer-, Lance Armstrong 2009 tiene 3,47 millones Si tienen la oportunidad de echar un vistazo a las hemerotecas, comprueben cuántas páginas le han dedicado los periódicos en el pasado julio; centenares. El Tour mediático ha sido suyo de calle, ha barrido, porque todo lo que haga Armstrong interesa. Y él maneja mejor que nadie el tempo
en los medios. Un comentario en Internet, una entrevista aquí, salir el día del prólogo o de las cronos con este maillot, que no es el del equipo, o la estudiada aparición de todo su merchandising de Livestrong, anunciar su nuevo equipo la víspera misma del Ventoux Aunque a los periodistas españoles les duela en el alma, el segundo Tour de Contador ha quedado en gran parte eclipsado por el americano. Deportivamente su regreso ha sido un éxito a pesar de que no se haya enfundado el octavo Tour. Rumbo a los 38 años, después de tres campañas apartado de la alta competición, tras superar una inoportuna fractura de clavícula que ha trastocado sus planes, subirse al podio de París es un triunfo. Cierto es que Armstrong ya no es el tirano que sometía al Tour a su antojo, al ritmo de su implacable molinillo en los puertos y sus cronos meteóricas. Armstrong no es el de comienzo de 2000 simplemente porque no puede serlo, porque es humano y la edad pasa factura. Su cara de derrota en la meta de Verbier es el mejor resumen. Solo, desencajado, incapaz de seguir el paso de Contador. Pero Lance ha sabido suplir todo eso con experiencia, oficio, conociendo su cuerpo y sus posibilidades mejor que nadie, dosificando cada esfuerzo El mejor ejemplo se ha visto en todos los puertos de los Alpes y en el Ventoux. Subidas medidas al milímetro, estratégicamente impecables. El Tour también ha servido para mostrar el regreso del Armstrong auténtico, de la ambición deportiva personificada, la del hombre que hará lo posible y lo imposible, que moverá los hilos que hagan falta para lograr su objetivo aunque tenga que organizar una guerra civil en su propio equipo. No es la primera vez que ha sucedido en el ciclismo, tampoco en el Tour de Francia. No lo olviden Lance Armstrong es norteamericano, y no sólo eso, es tejano. Tozudo entre los tozudos, y ha anunciado que volverá para ganar. Aunque sea con un viejo mito, aunque no aparezcan brotes verdes (tampoco en el ciclismo), nos espera un 2010 y un volver apasionante. Foto: T. De Waele
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Gaizka Lasa
Salidas televisadas, por favor L
os niños vienen de París, los reyes magos almacenan sus regalos en algún templo secreto de oriente y Eva trajo la manzana para que Adán la mordiera y extendiera el mal por el mundo. Seguro que se saben algún mito más. Teorías sencillas, o sea simples, para ahorrar explicaciones. ¿Cómo? ¿Por qué? Qué más da. Partimos de aquí. Atajamos. Es como cuando uno enciende la caja tonta y ve, ¡oh casualidad! a Juanma Garate, Tony Martin, Rubén Pérez, Postuma, Iván Gutiérrez y Samuel Dumoulin escapados. La emisión en directo parte de una situación que parece provenir de un misterio similar al de los casos mencionados. La respuesta queda saciada con el mito de la escapada. Un fenómeno cuyo origen se desconoce y cuya función se reduce a evitar el tedio en las etapas. Para qué recorrer el camino, atajamos. Hay una fuga, una diferencia y un pelotón del que tira un equipo. Ése es el marco que se encuentra el telespectador cuando aterriza en el sofá. El pack que le viene dado, como masticado ya para que no se atragante. La retransmisión de los primeros kilómetros de las etapas nos sirve uno de los mayores manjares que podemos degustar hoy los aficionados al ciclismo. Esos fuegos de pirotecnia que se lanzan en la parte inicial de carrera, de distintos colores e intensidades, con desorden, caos agónico, explosiones y estampidas, constituye la parte despreciada del producto ciclista. La pata negra que deleita los mejores paladares y que, sin embargo, se ignora. El estruendo de un pelotón a más de 200 kilómetros de la meta en busca de la aventura merece ser apreciado. Esos desayunos de Tour o Vuelta en los que asistimos desde el palco que nos aportan las cámaras en directo al banderazo de salida… ¡Qué exquisitez! ¿Cómo se configura una escapada? La pregunta alarga el camino. Respuesta, atajos. París, manzanas mordidas y templos de oriente. Pero ver el proceso es, en la mayoría de las ocasiones, un espectáculo digno de minutos televisivos. Desde que el juez baja la bandera se despeja la nube de coches y motos que preceden al pelotón. Como un preludio de los primeros latigazos. Una invitación. Arranca el primero. En las primeras filas del pelotón las antenas se agudizan. Las alarmas, activas. Mientras el primero se aleja y alimenta
las esperanzas de protagonizar la jornada va el segundo. A éste ya le sigue un tercero y por el otro corner de desata un ataque colectivo de hasta seis ciclistas, uno tras otro. El sexto cierra el grupo y se abre un hueco. Suficiente para que el pánico recorra los pinganillos de algunos equipos. Salen otros cuatro. El pelotón, panzudo y perezoso, se ha afilado de repente y derrocha tensión. Aparece el látigo, y desde su extremo delantero saltan las chispas. Uno, tres, cinco, dos más… Tras la agonía de un par de sprints para abandonar la disciplina del grupo llega la hora de la fe. Mirar hacia delante y poner los ojos en blanco. Si la compañía se implica, la aventura podrá tener futuro. Hay que exigir unos cuantos minutos de umbral al corazón, al que a cambio no se puede ofrecer ninguna garantía. Un esfuerzo solidario que no tiene por qué dar sus frutos. Mis minutos compiten contra los de otros tantos con mis mismos intereses. Unos por los otros, la casa sin barrer. Otra vez en pelotón. Pero sin una tiranía que establezca el orden los intentos de fuga se suceden. Otros tres, dos más, ahí van cinco. A pocos metros, el látigo. Y así continuamente. Un círculo vicioso que deleita al verdadero aficionado. Esos días en los que las parrillas de programación alardean de generosidad y nos regalan el espectáculo… qué lecciones más divertidas. Las salidas de la Fórmula1. ¿Cuántas comidas han retrasado? Son sagradas. Y duran dos curvas. Siete, ocho segundos como mucho. El fragor de la batalla en busca de la escapada puede durar 20, 30 o 70 kilómetros. Pero qué reconfortantes para el del sofá. Minutos hiperactivos, sin tregua. Puertos de tercera en el kilómetro siete de carrera que se convierten en infiernos donde el pelotón expulsa humo. Repechos al máximo donde el ácido láctico alcanza picos impensables tan lejos de meta. Bajadas arriesgadas motivadas por ese “ahora o nunca”. Peripecias, al fin y al cabo, que buscan la escapada. Y pensar que nos las perdemos. Foto: T. de Waele
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Psicología
Los trabajadores del equipo: El esfuerzo más generoso Por Eva Montero
L
a figura del llamado “gregario” sólo aparece en el ciclismo. Curiosamente, quien no conoce un poco nuestro deporte piensa que es individual y que todos compiten contra todos. Y no sólo no es así, sino que además estos trabajadores de equipo, como prefiero llamarlos, son los deportistas más generosos, porque su esfuerzo no suele verse y por tanto mucha gente no sabe ni qué es lo que hacen. En deportes colectivos siempre hay quien brilla más, como un delantero en fútbol o un alero en baloncesto, por aquello de meter más goles o encestar más, pero todos tienen su protagonismo. Qué sería de un equipo de fútbol sin portero, sin un medio campo que organice, un defensa que pare al delantero contrario. O un equipo de baloncesto sin un pívot que recoja los rebotes, o un base que distribuya el juego. Porteros, centrocampistas, defensas, pívots y bases salen en los medios de comunicación tanto o más que los delanteros o aleros, dependiendo de su calidad. En televisión aparecen todos, ocupen la demarcación que ocupen. En cambio, en ciclismo, aunque ya se empieza a valorar a los que trabajan para el líder, ¿cuántas veces salen éstos en los medios comparándolos con su jefe, por muy bien que hagan su trabajo? ¿Cuántas veces ha salido en prensa Benjamín Noval comparado con Contador o Armstrong? ¿Cuántos minutos de televisión han tenido como protagonista a Iñigo Cuesta en lugar de a Carlos Sastre? ¿Cuántas entrevistas le han hecho a Chente García Acosta comparado con Valverde, a pesar de llevar muchos más años como profesional? Buscando la definición de “gregario” en la RAE me he encontrado con cuatro definiciones: 1. adj. Dicho de un animal: Que vive en rebaño o manada. 2. adj. Dicho de una persona: Que está en compañía de otros sin distinción, como el soldado raso. 3. adj. Dicho de una persona: Que, junto con otras, sigue ciegamente las ideas o iniciativas ajenas. 4. m. Dep. Corredor encargado de ayudar al cabeza de equipo o a otro ciclista de categoría superior a la suya. Si nos salimos del deporte, el término, sobre todo en la acepción 3, resulta un poco negativo puesto que el seguimiento ciego de alguien que no es uno mismo puede tener nefastas consecuencias, sobre todo si recordamos lo que ocurrió antes de la II Guerra Mundial con la ceguera del pueblo alemán hacia Hitler. Tampoco el gregario tiene por qué tener una categoría inferior al jefe. Puede que tenga tanta o más clase pero prefiere no tener tanta responsabilidad. Un gregario en ciclismo, para mí, en términos generales, no le veo tan adorador hacia su jefe de filas (aunque le admire), sino más consciente de la importancia del trabajo conjunto, de ahí mi preferencia de llamarlos trabajadores. Trabajadores sobre dos ruedas.
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Sacrificio y esfuerzo sin la recompensa de la gloria
El ciclismo, por ende, es de los deportes más sacrificados. Además de la exigencia física está la psicológica de, entre otras cosas, tener que entrenar solo y pasar muchas semanas al año lejos de la familia. Encima, no es precisamente de los mejor pagados ni de los mejor tratados por los medios de comunicación. Se supone que a mayor sacrificio, mayor recompensa, pero para estos trabajadores la única recompensa es cobrar a fin de mes y recibir las felicitaciones de su líder. No hay explosión de felicidad tras pasar la línea de meta, ni aplausos, ni ramo de flores, ni botella de cava, ni admiración de sus paisanos. Para cualquier lego en este deporte, es algo incomprensible, pero para los que conocemos el ciclismo, sabemos que no sólo es entendible sino que además la mayoría de estos trabajadores han elegido serlo. ¿Y por qué? Para responder esa pregunta estuve hablando con algunos de ellos y he encontrado muchas respuestas. Cada trabajador sobre ruedas es un mundo, como cada persona lo es, las etiquetas con calificativos estereotipados no sirven. Hay quien no ganó nunca una carrera en profesionales y no quiere ganarla, quien ha ganado alguna y espera ocasiones en que poder lucirse, aunque el resto del tiempo trabaje para un líder, y quien alterna labores de gregario con labores de jefe de fila.
¿Y que querías ser de mayor?
Dada la feroz competencia que hay en categorías inferiores para llegar a profesional, sobre todo teniendo en cuenta los pocos que llegan por la falta de equipos y patrocinadores, la mayoría de los que ahora trabajan para un líder ganaron carreras en cadetes, juveniles o amateur, sobre todo en esta última categoría. Algunos encargados de fichar corredores para un equipo no se preocupan de ver si se esfuerzan por ayudar a otros, se limitan a mirar las fotos que aparecen en prensa con los ganadores. Sólo en los casos de los equipos grandes, con filiales, se puede mantener la filosofía de equipo en categoría amateur, porque en esos casos se valora al bloque y no sólo al corredor que destaca. Pero otros equipos más pequeños lo que necesitan es un figura que salga en los periódicos para enseñárselos al patrocinador y que se imagine viendo el nombre de su firma comercial impreso en el pecho de un ciclista mientras levanta los brazos. Conociendo, por tanto, el dulce sabor del triunfo ¿cómo soportan estos ciclistas, cuando pasan a profesionales, dejar de ser protagonistas? En algunos casos el palo puede ser grande, si soñabas con ganar el tour y empiezas a currar para otros en el Trofeo Mallorca y no paras hasta el Giro de Lombardía. Estos ciclistas necesitan un tiempo para encontrar su sitio en el pelotón. La exigencia física del profesionalismo es muy superior a la del campo amateur y poco a poco irán asimilando que hay gente no sólo con más clase, sino con más cualidades psicológicas para ser líder, y que el “quiero y no puedo” le va a llevar a una decepción tras otra. Empiezan entonces a conocerse a sí mismos y a saber la medida real de sus posibilidades, más allá de sus sueños de cuando eran niños. Y a valorar su trabajo y su labor de forma independiente a como es valorado por conocidos y medios de comunicación. Por otro lado, aquellos que tienen la suerte de estar en un equipo grande, aprenden desde niños a trabajar en equipo y no sólo no les molesta sino que les hace ilusión: se sienten como los profesionales. Cuando la tendencia natural de la infancia y la adolescencia es pensar sólo en sí mismos, ellos aprenden justo lo contrario: a sacrificarse por los demás. La capacidad de dirigir tu esfuerzo y sufrimiento hacia la consecución de la victoria de un compañero, cuanto a más temprana edad se adquiere más grabado queda en las neuronas. Estos ciclistas están acostumbrados a trabajar para otros y a encontrar ventajas en hacerlo. Por ello su ilusión, más que ganar carreras, es llegar a profesional y poder vivir de lo que más les gusta: montar en bicicleta. Una persona que gana está acostumbrada a tener recompensa más allá de lo que supone dar pedales (reconocimiento, fama…) mientras que los que renuncian a su propia gloria por que gane otro corredor del equipo sólo disfrutan de un único reconocimiento a su trabajo: el agradecimiento de aquél al que han ayudado. Sin embargo, cuentan con otra recompensa que no depende de los resultados: su pasión por el ciclismo en sí.
Renunciar a tu carrera con el fin de trabajar para otros
Mucha gente se preguntaba por qué Roberto Heras se fue al US Postal cuando quedándose en Kelme podía haber optado a ganar un tour de Francia. Es evidente, como probablemente piense la mayoría de la afición, que fue una cuestión puramente económica. Pero pensemos que Roberto no era ciclista. Que era un pequeño empresario con un negocio que unas veces va bien y otras mal y que no tiene garantías de sacarle un rendimiento acorde al esfuerzo y a las horas que le dedica cada día. Además tiene unos empleados que dependen de cómo va su negocio para poder cobrar su sueldo a fin de mes. En ese momento, llega una multinacional y le ofrece llevar la división de ventas. Eso significa que va a tener un jefe por encima, por lo que no podrá siempre tomar sus propias decisiones, pero tendrá libertad para administrar su división como crea más conveniente. Le van a pagar muchísimo más y no tiene empleados a su cargo que dependan de su gestión para cobrar, la empresa es solvente y tienen la nómina asegurada, porque si la división de ventas no obtie-
ne resultados y tienen que reducir personal, les reubican en otra división. ¿Qué haría el empresario? ¿Seguir peleando por su pequeño negocio o irse donde tiene el pan asegurado con mucho menos esfuerzo, menos responsabilidad y sin tener del todo las alas cortadas? ¿Cabeza de ratón o cola de león? La similitud de este empresario ficticio es muy similar a la de Roberto Heras cuando estaba en Kelme: el equipo dependía de resultados para encontrar patrocinadores, y el jefe de filas es quién más presión recibe. Por otro lado, ir al US Postal le hacía renunciar a ganar el Tour, pero no a la Vuelta y otras carreras. Y hasta la repercusión mediática sería importante dado el tirón de Lance Armstrong. Para tomar la decisión de fichar por el equipo estadounidense, no sólo premió lo económico. Cuando se barajan opciones, se suele tener en cuenta la relación coste-beneficio. Casi siempre miramos más hacia el beneficio, y pocas veces pensamos en que si el beneficio no aumenta, también se puede reducir el coste. Y es que el coste de ser gregario es inferior al del líder
porque no tienes tantísima responsabilidad.
El peso de la responsabilidad
Si partes en una carrera como jefe de filas, tus compañeros se matan por ayudarte y después de estar varios días protegiéndote y dejándose las piernas por ti, pierdes en la última crono esa carrera por diez miserables segundos ¿qué les dices? Una disculpa parece insuficiente cuando los has visto tirar hasta quedar exhaustos para mantener tu primera plaza en la general. Ellos te dirán que son gajes del oficio pero… de haber ganado esa carrera estaba garantizada la continuidad del equipo para el año siguiente. Y toda esa gente que no sólo ha trabajado para ti dentro de la carrera sino también fuera, animándote, apoyándote, escuchándote en tus momentos bajos, puede irse al paro porque no has conseguido mantener la ventaja que llevabas en la última crono frente a tu rival. Menudo palo. Pobres muchachos. No es justo que tengan a un líder como yo…
El hecho de pensar que pueden fallar y no brindarle a sus compañeros la victoria que se merecen después de dejarse la piel sobre el asfalto por mantener tus opciones y las del equipo, es uno de los motivos por los que algunos ciclistas no quieren ser jefes de fila. Prefieren estar en la sombra y sólo piden que se les reconozca el trabajo. Entienden que ser líder es muy duro y que pueden fallar, con lo cual no necesitan sus disculpas, pero sí su agradecimiento. En ello coinciden todos los trabajadores sobre ruedas con los que he hablado: no resulta nada fácil trabajar si el líder es poco atento y considerado, pero eso, por fortuna, apenas ocurre. Porque todos, líderes y gregarios, han sufrido y sufren como perros para estar donde están, y cuando estás al límite las emociones se disparan y la persona que te ayuda se convierte en el más generoso de los mortales y el que te agradece el esfuerzo en el más amable y considerado. Sólo de esta forma se puede seguir trabajando, porque por mucho que te paguen, no hay dinero que compense tanto dolor de piernas y tanto sacrificio.
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Biomecánica Eficacia mecánica en el conjunto bici-ciclista
E
n el ciclismo actual, tanto en los materiales como en el rendimiento del ciclista, se tiende a buscar la máxima eficacia. Cada día se investiga y se innova con nuevos materiales en los que se busca ligereza, rigidez, aerodinámica y además, capacidad de absorción, cuatro características en principio incompatibles. Se pasó del acero al aluminio, más tarde al titanio y finalmente al carbono. Hoy, inmersos en la era del carbono se buscan nuevas formas de trenzado de las fibras, nuevos composites que aumenten la rigidez, a ser posible con menos cantidad de material para así mejorar la ligereza, sin olvidar que la forma diseñada además de proporcionar rigidez, sea lo más aerodinámica posible, con el plus de que además ha de absorber las vibraciones que producen las imperfecciones del terreno. Hoy nos vamos a centrar exclusivamente en la rigidez y la transmisión de potencia. A día de hoy es evidente, y nadie se lo cuestiona, que todo el material que usa el ciclista debe ser lo más rígido posible con el fin de que toda la potencia que generan los músculos de sus piernas se transforme en movimiento. Queremos un cuadro que no flexe lateralmente, un conjunto de bielas-eje de pedalier con una unión lo más sólida posible, unas zapatillas que se adapten al pie como un guante pero que además tengan una suela muy rígida, queremos el conjunto cala-pedal que mejor transmita la fuerza de la zapatilla al pedal, unas ruedas que no flexen lateralmente, sobre todo cuando nos levantamos del sillín para lanzar la bici, escalar o esprintar y todo esto para que no se desperdicie ni uno solo de los vatios que producen nuestras piernas. Todo esto es correcto, pero ahora imaginemos un ciclista perfectamente acoplado a su bici y pedaleando con fuerza. No es muy difícil darse cuenta que el tronco y los brazos no se mueven ni producen propulsión, por lo tanto al igual que la bici forman parte del chasis del conjunto bici-ciclista. Los elementos generadores de potencia son las piernas del ciclista y estas se anclan en su parte inferior al pedal y en su parte superior a la cadera y por extensión al tronco del ciclista. En la parte inferior lo que nos encontramos son partes materiales: zapatillas, bielas cuadro, ruedas. De que todo este material
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Por Ciro Tobar Fotos: T. de Waele
sea lo más rígido posible se encargan las marcas comerciales innovando con estructuras y materiales cada vez más ligeros y más rígidos. Sin embargo en la parte superior tenemos partes orgánicas, el tronco del ciclista, que también deberá ser lo más rígido y estable posible para que tampoco se disipen los vatios producidos en las piernas del ciclista, la cuestión es: ¿podemos hacer que el tronco del ciclista sea más rígido y por tanto más estable? Los ciclistas cuando van al gimnasio, si es que van, normalmente y salvo excepciones sólo se preocupan de trabajar los músculos de sus piernas o sea de mejorar su motor, pero y ¿qué pasa con el chasis en el que se anclan sus piernas? La musculatura anterior, posterior y lateral del tronco trabajando de forma simultánea y coordinada es la responsable de la estabilidad de nuestra columna vertebral y cuanto más estable sea, más efectivos y potentes serán los gestos de nuestras extremidades. Extrayendo lo que nos interesa de las últimas tendencias en “entrenamiento funcional” , el método pilates y la rehabilitación clínica de pacientes con hernias discales llegamos a un compendio de ejercicios y una forma de ejecutarlos que nos proporcionará un tronco sólido, fuerte y estable, todo ello sin ganar peso ya que esto es algo que no interesa al ciclista. Como hay que trabajar los músculos del tronco. Vamos a buscar mejorar el tono de toda la faja abdominal y lumbar para una mejor transmisión de la fuerza, en este caso del tren inferior. Los músculos que vamos a trabajar son principalmente los responsables de mantener la postura en bipedestación, estos influyen en la eficacia de cualquier movimiento que realicemos con nuestras extremidades y el pedaleo no es una excepción. Bien, podríamos decir que la base de estos trabajos es mantener posturas estáticas mediante contracciones isométricas de los músculos del tronco en desequilibrios controlados. El desequilibrio provoca una activación extra de la musculatura implicada en controlar ese equilibrio Los ejercicios consistirán en mantener una postura concreta durante un tiempo que será de unos veinte segundos a un minuto. Se debe considerar progresio-
nes desde posiciones más o menos estables hacia movimientos o posiciones de mayor inestabilidad, ya sea elevando el centro de gravedad, cerrando los ojos o utilizando superficies o elementos que provoquen inestabilidad como el bosu o el balón suizo. En una sesión enfocada a este tipo de trabajo habrá que elegir ejercicios que trabajen la musculatura anterior, lateral y posterior del tronco, serán básicamente: el recto abdominal, oblicuos externos e internos, el transverso del abdomen. El cuadrado lumbar, el psoas y glúteo mayor y menor. Pero no solo por el tronco se pueden disipar vatios, otro punto crítico de la anatomía del ciclista por donde podemos desperdiciar energía es el tobillo, si observamos el ángulo que se forma entre la tibia y el pie en un ciclo completo de la pedalada, veremos que en la fase de ascenso este ángulo tiende a abrirse y en la fase de descenso tiende a cerrarse. Los músculos responsables de mantener este ángulo lo más estable posible durante todo el ciclo de la pedalada son: por un lado tibial anterior y extensor común de los dedos, y por otro el tríceps sural formado por soleo y gemelo. Grandes variaciones de este ángulo a lo largo de un ciclo de pedalada provocaran que
dicha articulación actúe como un amortiguador absorbiendo vatios que no serán aprovechados para la propulsión. Aquí podemos actuar en dos líneas, una fortalecer la musculatura antes comentada y dos, reducir la longitud de la palanca formada por el pie (desde el tobillo al eje del pedal), moviendo la cala hacia atrás, aunque anatómicamente esta ha de ir colocada de tal forma que la cabeza del primer meta ha de caer justo sobre el eje del pedal, así que mejor fortalecer los músculos correspondientes y colocar la cala donde debe ir, ni más adelante ni más atrás. Así a bote pronto, pensar en ciclistas profesionales que cuiden estos aspectos de su entrenamiento me vienen a la cabeza Lance Armstrong o Juan Antonio Flecha, y si pienso en otros que pasan por alto estos aspectos probablemente me vienen a la cabeza muchos más. La preparación del ciclista es un puzzle de muchas piezas unas pequeñas y otras más grandes, tal vez el aspecto de la preparación que hoy destripamos sea una pieza pequeña, pero en la preparación del ciclista todo suma, igual que la nutrición, la psicología, las horas de sueño, etc. y a veces, la diferencia entre hacer primero o segundo está en esa pequeña pieza del puzzle.
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Preparación física El entrenamiento en altura
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on ya más de 30 años de investigaciones científicas y conclusiones sobre las consecuencias del entrenamiento en altura. Podría parecer que no hay nada nuevo que decir. Sin embargo, ahora que puedes instalar una “altitud house” en tu propio domicilio, si que resulta interesante comparar en que ha adelantado la tecnología simuladora de altitud y en que el estímulo genuino no puede ser imitado.
La altitud Como ya es sabido, el entrenamiento en altitud busca forzar la adaptación del sistema cardiorrespiratorio forzado por el estímulo que supone la menor presión de oxígeno con la que nos encontramos a medida que nos alejamos verticalmente del mar. El principio adaptativo es el aumento del número de glóbulos rojos que tenemos en sangre para paliar la ausencia de presión de oxígeno. Además de esto, las mitocondrias que se encargan de metabolizar el oxígeno, se vuelven mas económicas con lo que el rendimiento de la maquina se ve sensiblemente mejorado. Posteriormente, cuando bajamos de altura, durante un tiempo mantenemos esa adaptación que hace que seamos capaces de rendir más que en la situación anterior por que trasportamos y consumimos más oxígeno y a nivel del mar la disponibilidad es la máxima terrestre. La mayoría de autores coinciden en determinar una altura que ronda los 2000 metros (16-17% de oxígeno) y una estancia de entre 3 y 4 semanas para poder forzar una adaptación significativa y completa. Resulta complejo hablar
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Por Jon Iriberri Fotos: A. Epelde
de unas indicaciones perfectas por que no todos respondemos igual a la altitud. Los procesos de adaptación a la altura se controlan con la saturación de oxígeno que tenemos en sangre. Los pulsioxímetros pasan a lo largo del ciclo de indicar 80-82% a 88-90%, lo que indica que nuestra capacidad para metabolizar el oxígeno ha mejorado en ese tiempo. El ritmo respiratorio y la frecuencia cardiaca también aumentan bruscamente cuando subimos a cierta altitud y con el paso de los días estos parámetros se normalizan. Normalmente no suelen alcanzar los valores de nivel del mar, pero son un indicador muy fiable de si la adaptación va por un camino mejor o peor. Menores altitudes o menores duraciones a las propuestas por la literatura científica tienen efectos inocuos o incluso negativos en los sujetos que siguen estos planes, con lo que no parece muy eficaz hacer un uso parcial de este estímulo.
Efectos de la altitud en el entrenamiento Como es lógico imaginar, el proceso de entrenamiento se ve notablemente alterado cuando realizamos una adaptación a la hipoxia. En normas generales se entrena menos y generalmente con peores sensaciones. Si bien es cierto que tras los 5-7 primeros días el cuerpo tolera mejor los entrenamientos, casi nunca llega a hacerlos como si estuviera al nivel del mar. Podemos concretar basándonos en nuestra propia experiencia que el volumen suele ser el 80% del que se realiza en normoxia, y la intensidad ronda el 90-95% del relativo a nivel del mar. Este es un fenómeno importante a la hora de enjuiciar el entrenamiento en altura pues nunca se puede entrenar lo que se programa
a nivel normal. Por lo tanto, en caso de que el estímulo hipóxico no estimule de forma satisfactoria el cuerpo, cabe la posibilidad de que el rendimiento neto final sea peor. Uno de los factores que después de todo este tiempo han quedado claros es que independientemente de que nuestras horas del día de reposo se pasen en altura – el entrenamiento, para que no pierda más calidad que la citada en el anterior párrafo, ha de realizarse a una altura inferior a la que se vive, y si es posible inferior a los 1000 metros. Junto a la dificultad para encontrar kilómetros suficientes sin perder altura, está el hecho de que la realización de esfuerzos prolongados en altitudes medias puede suponer tal carga de entrenamiento que en pocos días tendremos problemas para seguir con el programa establecido. Por lo tanto, el vivir y entrenar arriba ha de quedar aislado solamente para situaciones muy concretas y perfectamente controladas. Lo que habitualmente se suele hacer es vivir arriba 18-20 horas al día y entrenar abajo para mantener el estímulo lo más cercano posible a lo habitual. En este apartado de entrenamiento merece la pena mencionar que los parámetros de control del entrenamiento de carácter interno (pulso, lactato, parámetros ventilatorios…) están muy alterados en las estancias en altitud y además son muy individuales, por lo que es recomendable el uso de una sistemática de control de entreno basado, por ejemplo, en la potencia, o en los metros verticales dado que no están fuertemente condicionados por la altitud y nos permiten saber que cantidad del trabajo ha sido realizada con un patrón externo al de nuestra propia adaptación.
ponde a un numero de horas determinado, y cuanto más concentrado sea el estímulo, mayor respuesta generará. Por lo tanto, la comodidad de hacer altitud en nuestro propio domicilio no se puede equiparar a hacerlo en altura dado que las horas de exposición no son parejas. Para concluir, podremos decir que la adaptación de hipoxia normobárica –presión nivel del mar, las tiendas de campaña- o la hipobárica – presión atmosférica de unos 2000 mtrs- no producen efectos diferentes, sin embargo su utilización esta condicionada por factores – disponibilidad de tiempo, o exposición- que pueden hacer que las adaptaciones si que lo sean.
Diferencias entre el método clásico y los dispositivos de hipoxia domésticos La mayor diferencia entre la altura clásica (refugios, estaciones de esquí, hoteles de montaña…) y las tiendas de campaña con atmósferas empobrecidas por una máquina, se concreta en el número de horas diarias que se pueden pasar en ellas. Si en la tienda de campaña a duras penas aguantaremos 10-12 horas diarias, en las casas de altitud casi estaremos un 50% más sin darnos cuenta. Esta diferencia es la que equilibra la duración de los procesos de altitud que estimábamos en 3 o 4 semanas. Obviamente el cuerpo res-
Un nuevo concepto de tienda de ciclismo en gipuzkoa
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Mosquera
Ezequiel Foto: A. Epelde
“Sé de dónde vengo, y ahora valoro más lo que tengo; la suerte me ha llegado al final” Ezequiel Mosquera es un ciclista atípico. Comenzó a correr ya como amateur, con la única ilusión que salir en la carrera. Alcanzar la meta era un sueño a menudo incumplido. Ser profesional, no entraba ni en sus planes más utópicos. Pero ya lleva once años en la escalera profesional. Siempre hacia arriba. Por Oskar Ortiz de Guinea. Fotos: A. Epelde/T. De Waele
Ezequiel Mosquera (Cacheiras, A Coruña, 1975) llegó tarde al ciclismo y ha saludado la gloria en su madurez. Su primer sueldo profesional se lo pulió en gasolina como emigrante en Portugal. Ahora, lidera “con orgullo” el equipo de su tierra, el XacobeoGalicia, disfruta del presente, “de estar donde siempre quise estar”, pero admite que, por razones obvias, sentirá “un alivio” el día que cuelgue la bicicleta. Para los que desconocemos la zona: ¿eres de Teo o de Cacheiras? Nací en Cacheiras, que pertenece al municipio de Teo, al lado de Santiago. Cacheiras antes era una aldea, y ahora es casi un pueblo dormitorio de Santiago. Ahora vivo cerca, en unos adosados fuera de lo urbano. Me da alergia lo urbano. ¿Cómo fue tu infancia en Cacheiras? Pese a estar cerquita de Santiago, la vida era la habitual en una aldea. Mis padres y hermanos tienen un aserradero, y cuando no estaba en el colegio pasé muchos ratos jugando por allí. También ayudaba algo, y el abuelo nos daba unos duros. ¿En qué los gastabas? En phoskitos o así. El aserradero parece prestarse a las travesuras. De mis dos hermanos, quizá fui el más satélite, pero nada exagerado. Nuestros padres fueron serios y estrictos con la educación. La bicicleta no la usabas ni para ir al colegio. Al colegio íbamos en autobús. Tenía una bici de bicicross, pero nada más. En la zona no había tradición ciclista, salvo en Padrón. Eres un hijo más de la generación de Indurain. Sí. Como a todos, me tiraba más el fútbol, pero era malo y en las pachangas siempre era el portero (se ríe). Con Indurain, me empecé a tragar todo el ciclismo que echaban en la tele, que era mucho más que ahora. Tengo muchas carreras grabadas en la memoria, como la Vuelta del 93 que acabó en Santiago, con los duelos entre Rominger y Zulle. Recuerdo perfectamente los finales en alto de los Lagos o la Cruz de la Demanda, la lluvia que le daba un toque mágico… Así me animé a empezar a correr en amateur, pero sin soñar nunca con ser profe-
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sional, porque empecé muy tarde y en los primeros años pasé mucha miseria. Acabar las carreras era todo un logro. Un hermano tuyo también le dio a los pedales. Sí, Pablo, el mayor de los dos (José Luis es el pequeño). Salíamos los fines de semana, y a él se le daba mejor, pero tenía una cabeza más asentada que la mía y se centró en lo que se tenía que centrar, los estudios. De hecho, ahora lleva el peso del aserradero. Yo escogí otro rumbo, era un estudiante mediocre y pensé que para trabajar siempre tendría tiempo. Siempre te esperaría el aserradero. Sí. De hecho, con 17 años trabajé en una copistería. De los 18 a los 21, en el aserradero, hasta que comencé a lograr algún resultado. Entonces, mi padre fue a la tienda del director de mi equipo, el Leyma, que era (Xosé Manuel) Oliveira, que fue profesional con el Clas, y le preguntó ‘¿qué, al chaval le dejo que se dedique a esto o le pongo las pilas en el aserradero?’. Oliveira le contestó que tenía aptitudes, y en casa me dieron un par de años para que probara. Dos años comiendo la sopa boba… ¿Cómo lo llevaste? Me cambió el chip sobre la bici. Vengo de una familia de currantes. Mi padre, José Luis, tenía el aserradero, que da para lo que da, y mi madre, Hortensia, el taxi. Antes, si no rendía sobre la bici, siempre estaba la excusa del trabajo. Esos dos años, me hice más responsable. Entrenaba, me cuidaba y descansaba más, y lo noté. En 1997 ya gané alguna carrera y en 1998 alguna vuelta con el Aguas de Mondáriz, lo que, a través de Blanco Villar, me abrió las puertas en Portugal. Blanco Villar, tu primer director. Sí, antes de que él volviera a correr en Portugal, él dirigía el CC Padronés, que era el club de la zona y me acogió cuando empecé. En las primeras carreras, en circuitos, para cuando metía el pie en la cala ya me había descolgado y en la quinta me habían doblado. En la primera carrera en carretera, pasé el primer puerto con los primeros, y en la bajada me entraron calambres. En la segunda, me caí en una montonera y me rompí el codo. Y aun así persististe… Imagínate lo que me decían en casa. De todo, menos que siguiera con la bici (se ríe). Ahí tengo que agradecer mucho a Oliveira, que me conocía de verme en su tienda, y me fichó cuando yo no era nadie y él dirigía un buen equipo. Ha hecho mucho por muchos chavales. Ahora vamos cualquiera a su tienda, David García, Iván Raña o el que sea, y entramos alicaídos y salimos pensando que somos el mejor del mundo. Portugal tampoco era el edén. No, pero me daban un dinero que al menos me permitía ser independiente. El primer año, en el Paredes-Rota dos Moveis, el equipo era muy justito y sacaba justo para viajes. Corrí Algarve, alguna clásica, y después, en una vuelta de tres etapas en dos días, gané una etapa (Vuelta a Tierras de Santa María). Eso me ayudó a centrarme para ir mejorando. Le hiciste kilómetros al Ford Sierra. ¿Y eso? ¿De dónde lo has sacado? Es cierto, tenía un Ford Sierra 2000, gasolina. ¡Imagínate lo que tragaba! En el contrato no pude negociar los viajes, y entre ir y volver, de las 120.000 pesetas que ganaba se me iban 70.000 en gasolina (se ríe). ¿Te pagaron todo? No. No tengo nada contra la gente que me fichó en el Paredes, pese a que tuvieron problemas económicos y nos dejaron a deber dinero. Luego vino otra gente y me prometieron pagarme todo si me quedaba en el equipo. Seguí, pero nunca me pagaron. En el Cantanhede y el Boavista estuve muy a gusto. Y te rescató Óscar Guerrero. Estaba resignado a seguir allí, y apareció el Kaiku. No tengo nada contra Portugal, pero el contrato y el reconocimiento no tienen nada que ver en España. Siempre le agradeceré a Óscar que me diera aquella oportunidad, y también a Jon Bru, que fue el primero que habló bien de mí. Siempre que nos juntamos la gente que coincidimos en Kaiku, terminamos hablando del gran ambiente que tuvimos allí. Íbamos a correr con una gran alegría, siempre entre risas, aunque Óscar sabía meter presión cuando hacía falta. Ahí estuvo la clave. Es un gran director. ¿Necesitas que te presionen? No. La presión me la meto yo, y a veces creo que hasta demasiada. Hay gente que se relaja pronto y necesita que estén detrás, pero en mi caso cuando no ando o tengo alguna lesión ya le estoy dando vueltas a la hormigonera. En esos momentos, sobre todo es mi mujer (Miriam) quien me tiene que aguantar. Es una santa. Muchas veces nos contamos las penas en la grupeta. En tu grupeta hay varios compañeros de equipo. Somos David Blanco, Alex Marque y este año Iván Raña. Los días de fondo se juntan también Gustavo César Veloso y David García. Cuando corría en Portugal siempre había rumores de que saldría un equipo gallego, y al fin salió. Nos
La Vuelta se convirtió en su gran objetivo de la temporada. Subiendo Monachil. Foto: T. de Waele
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Mosquera hemos juntado gente que nos conocíamos de hace años, casi vecinos y defendiendo a tu tierra, algo que se siente de forma especial y con mucho orgullo.
El equipo nació con Valery Karpin, al que siempre le sorprendió la desunión que vio en el ciclismo, que no la conoció en el fútbol. Es así. Cuando en el Tour vi que los directores se juntaban por el tema del pinganillo, pensaba en todos los motivos que había habido para haberse juntado antes. Es lo de siempre: cada uno defiende su pan. El ciclista puede buscar esa unión y plantearse hacer un parón para protestar por algo, pero si luego el de arriba te dice que tienes que salir o no seguirás en el equipo, ¿qué haces? A Karpin hay que agradecerle que fue el primero que impulsó este equipo. El último invierno renovaste por dos años. ¿Te vas a quedar sin el carné de ciclista? El carné ya me lo he sacado con tantos años en el pelotón (se ríe). Este año teníamos la opción del Giro, al que no pude ir por una lesión. El Tour es un sueño para cualquier ciclista, pero me gusta este proyecto y valoro más estar aquí, con gente de casa, que en otro lado por algo más de dinero. ¿No te motiva correr en un equipo ProTour y aspirar a otro calendario? Sí y no. Antes de las dos últimas vueltas a España, le decía a mi manager que a ver si salía la posibilidad de ir a un equipo grande para trabajar para un gallo en la montaña. En un equipo ProTour el calendario es más grande y pasas muchos más días fuera de casa. Una cosa es el Tour, y otra la cantidad de carreras a las que tienes que ir y nadie se entera. ¿Cómo se ve el ProTour desde fuera? Desde luego, no es bueno para los que estamos fuera. Es una pena ver cómo carreras muy buenas han desaparecido o perdido la importancia al no estar en el ProTour. En Galicia tenemos la suerte de que la televisión gallega televisa las carreras a las que va el equipo. Pero luego un ciclista como Ezequiel Mosquera va a Burgos para probarse de cara a la Vuelta a España. Sí. El hecho de haberlo hecho bien en la Vuelta hace que la gente te pida que sigas ahí. Para equipos como el nuestro, la Vuelta es el gran objetivo del año. Si haces una buena temporada pero fallas en la Vuelta, eso va a pesar. No es algo que me guste, pero a algunas carreras acudes como preparación, aunque en Burgos ya tenía un buen nivel (ganó en las Lagunas de Neila). Has sido quinto y cuarto en la Vuelta. ¿Has tocado techo? Mejorar ya es subir al podio, y eso es muy complicado. Si pienso en quiénes me ganaron el año pasado (Contador, Leipheimer, Sastre), me pregunto qué hacía yo allí (se ríe). Me gustaría sobre todo ganar una etapa. La acariciaste en Fuentes de Invierno… Si llego a haber ganado ese día, no creo que hubiera tenido tanta repercusión como tuvo lo que pasó.. Sastre bromeaba y me decía que soy conflictivo. Me quedé con más pena en la etapa de La Rabassa. Con lluvia mi motor funciona muy bien y ese día iba fácil pero le dejamos mucha ventaja a Ballan y yo hice segundo.
¿Te hemos preguntado demasiado por Contador? Es normal. Al final el periodista busca un poco esa polémica. En el momento me dio pena que él y Leipheimer no me dejaran ni hacer segundo. No sé si fue cosa de ellos o de Bruyneel. La Vuelta a España tampoco es una carrera de sacos. Otro corredor igual habría actuado de otra forma. Al día siguiente lo hablamos, y entendí la situación. Prefiero ganar un día de soltarlos a todos y llegar solo. ¿Miras al DNI? Más que la edad, miro que pasé a profesionales en 1999. Han pasado muchos años, aunque en muchos de ellos no hice más de 50 días de competición. No estoy machacado. Me siento un afortunado. Cuando pasé, no esperaba llegar a este nivel. Entonces cobraba cuatro duros y oía a otros en equipos grandes quejarse porque se habían retrasado diez días con la nómina. De qué te quejarás, pensaba yo. Sé de dónde vengo, y ahora valoro más lo que tengo. A mí la suerte me ha venido toda junta al final de mi carrera. ¿Eres un ciclista tardío? Igual sí. Pasé tarde, no corrí la primera vuelta grande hasta los 31, mis mejores años son los últimos… José Ángel Vidal, mi director, que no llega a los 40 años, corría unos 120 días de competición, una locura hoy en día. Ahora se compite menos y llegamos más enteros a la treintena. Tengo otro año de contrato, y a partir de ahí lo que venga será un regalo. Si mantengo este nivel seguiré, pero si tengo que dejar el ciclismo no me costará asimilarlo. El día que lo deje, también será un alivio no tener que estar localizable todo el día. ¡Con lo que te gusta perderte descubriendo puertos! Sí. Tengo una buena lista, pero mejor que no se enteren los que organizan la Vuelta. Cuando tengo tiempo libre, me gusta escaparme con mi mujer sin rumbo fijo pero escapando de las grandes ciudades. Ir a los Picos de Europa, pasar a Cantabria, bajar a Burgos, tirar para Teruel… Al llegar al hotel tienes que mandar un fax a la UCI diciendo dónde estás. Muchas veces es surrealista. ¿Seguirías vinculado al ciclismo? No lo sé. A veces le he dado muchas vueltas pensando en lo que haré, y eso me impedía disfrutar del presente, de estar donde siempre quise estar. En la grupeta pensamos un poco así: disfrutar de lo que estamos haciendo, y la vida ya nos llevará a algún lado. El primer contrato de más de un año lo he firmado en el Xacobeo, así que estoy acostumbrado a no saber qué pasará después. Soy una persona de gustos sencillos. Como las famosas tortillas de Cacheiras… ¡Sí! Aunque las mejores son las de mi madre.
Subiendo el puerto de Bagargi en un entrenamiento en Pirineos. Foto: A. Epelde
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Ezequiel
Mosquera RAIN MAN
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lovía en Loiu (Bizkaia) la tarde en que conocí a Ezequiel Mosquera. Parece como si el agua que se derramaba copiosamente sobre el parabrisas de mi coche quisiera regar el crecimiento de una sólida amistad. Allí dentro, encerrados y viendo llover, hablamos de nuestra común “locura” por las montañas. No fue extraño que su pasión desbordante por los puertos duros y desconocidos me dejara totalmente impactado (siempre me he dejado arrastrar en su busca como si del más preciado tesoro se tratase). Cuando tras casi dos horas de animada charla le dije adiós, sabía en mi interior que en el pueblo de mis “aitites” se estaba fraguando el inicio de una bella camaradería con alguien bien lejano a mí, en origen y en edad, pero muy cercano en dos de la razones fundamentales de nuestra existencia: la bici y la montaña.. Desde entonces, las llamadas telefónicas y los mensajes de móvil empezaron a ser cada vez más frecuentes y, a través de ellos, quise trasmitirle todo mi apoyo en su carrera y, sobre todo, mi sencilla amistad: el tiempo se encargó después de que esa relación haya fructificado. El tiempo…y la lluvia. Siempre que hablo con él antes de una etapa de montaña, su terreno, sólo pide un deseo: que llueva. Él se siente más seguro cuando el agua empapa sus piernas y su cuerpo entero, mientras la mayoría de sus rivales (y amigos en muchas ocasiones) no quieren ni oír mencionar esa palabra odiada, “lluvia”, cuando escuchan el parte meteorológico de la jornada siguiente. Hace unos días fui a desearle la mejor de las suertes en las Lagunas de Neila, uno de sus puertos favoritos. Al comentarle en la salida que se preveía lluvia en cantidad para la etapa y en especial en los altos, me dijo: “¡Ojalá aciertes!”. No estaba demasiado animado tras haber sufrido más de lo esperado en las dos jornadas anteriores, pero se le escapó, con la noticia, una sonrisa de complicidad. A sus espaldas, su amigo y compa-
Por Juanto Uribarri ñero del Xacobeo, David García, me susurró –quizás para evitar algún comentario desabrido de algún rival- que él también quería que hoy lloviera: “A mí me va bien el calor, pero Eze tiene que ganar hoy. Que llueva, que llueva todo lo que quiera”.
Profecía cumplida. A las dos horas de carrera parecía que se había abierto el cielo sobre la comarca de Pinares. Por las ventanas de mi casa, a apenas 20 km en línea recta de las Lagunas, veía caer la lluvia de manera torrencial. “Yo creo que igual me he pasado un pelín en mis súplicas de mal tiempo” –le comenté a mi mujer. Entre ilusionado y preocupado por el cariz que estaba tomando la tormenta, llamé a Miriam, la mujer y mejor consejera de Eze, quien se hallaba en la playa con sus padres disfrutando del sol a la espera de poder ver en la televisión gallega las imágenes del final de etapa. “¡Qué alegría me das! A ver si con la lluvia tiene la suerte que tantas veces se le escapa” – me contestó muy animada. Dos horas más tarde le oía llorar de emoción en el mismo instante en que su marido atravesaba victorioso la meta de las Lagunas. Yo, por mi parte, no sabía a quién dirigir mi gratitud por la ayuda prestada en forma de “agua milagrosa”. Cuando al día siguiente hablé con mi feliz amigo, me sacó totalmente de mis erróneas suposiciones: “De lluvia nada, majo. No nos han caído más que unas gotillas en el primer collado de la etapa y luego sol y buen tiempo hasta el final”.
Ya veo que no me voy a ganar la vida como adivino. Aunque Ezequiel me ha dejado claro que es capaz de todo,…llueva o no. Ya veremos qué tiempo le hace en la Vuelta que está a punto de empezar. Si llueve, mejor. Pero si no es así, Ezequiel será fiel a su lema favorito: “Vamos yendo, vamos viendo”. Nuestro deseo también continuará siendo el mismo: que una copiosa lluvia de felicidad empape un más que merecido éxito en Madrid. Suerte, Rain Man, amigo.
Izquierda arriba: Encabezando el grupo de favoritos en la ascensión a Velefique. Foto: T. de Waele. Izquierda abajo: Atento y delante de Benatti y Taramae camino de Caravaca de la Cruz. Foto: T. de Waele. Derecha arriba: Subiendo Aitza en el stage Pinarello-Burguete 09. Foto: A. Epelde
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“Big, bigger, biggest..
CICLISMO MUNDIAL ISLAS BRITÁNICAS
Por Hugo Coorevits. Fotos: T. de Waele
Londres fue salida del Tour 07. La experiencia fue totalmente positiva y aspiran a poder repetirlo en pocos años.
.. The sky is the limit”
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os logros del nuevo rey del sprint, Mark Cavendish, están haciendo historia en el ciclismo británico e incluso irlandés. Mark es muy claro: “Sencillamente, me gusta andar en bicicleta. Y si además, gano dinero con esto, pues todavía mejor”. Al igual que ocurre con el ciclismo en Luxemburgo, el éxito de los corredores ingleses en carretera no es el resultado de una disciplina impuesta por la Federación británica de ciclismo o por la Federación irlandesa. Se trata de las personas, y en este caso, que marcan la diferencia en un país donde los medios de comunicación nacionales no se hacen eco de las prestaciones de los corredores en la carretera. El Reino Unido cuenta con unos medios impresionantes, pero no hay lugar para los resultados de Mark Cavendish en este último Tour donde consiguió seis victorias de etapa y donde también Bradley Wiggins vio cómo Lance Armstrong le impedía acceder al podio de los Campos Elíseos. “This Tour is very Britain” fue el titular del semanario Cycling Weekly, medio de referencia para el mundo del ciclismo. El manager del equipo de Cavendish es Bob Stapleton, un californiano adinerado que se ha valido de sus millones de dólares invertidos en el mundo de la comunicación para inscribir a “Cav” como el tercer ciclista en la historia en conseguir una portada en el New York Times, tras Greg Lemond y Lance Armstrong. Esto es lo que gusta a los británicos: el reconocimiento mundial. Cavendish, que nació el 21 de mayo de 1985 en Douglas, ciudad principal de la isla de Man pudo saborear a finales del año pasado la popularidad que le ha aportado aquella afición por el ciclismo que más tarde se convertiría en su profesión. Cuatro ciclistas fueron nominados el 1 de diciembre de 2008 al prestigioso galardón BBC sport Personality of the Year, aunque entre ellos no se encontraba Cavendish, que ya fue la revelación del año anterior en su segundo Tour con cuatro victorias de etapa al sprint. “Me han dado cuatro segundos en televisión. El equipo de ciclismo olímpico ha ganado el Team of the Year Prize, Dave Brailsford se ha hecho con el Coach of the Year y Chris Hoy ha conseguido el Sports Personality of the Year. Por lo que se ve, mis compatriotas no parecen apreciar mis cualidades”, manifestaba un contrariado Cavendish.
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SIR CHRIS HOY El ciclismo británico tiene debilidad por la pista. Para ellos carrera implica persecución y rodar contra el cronómetro. Mientras Cavendish puede pasearse tranquilamente por el centro de Londres sin que le molesten, el caso de Chris Hoy es diferente. Este escocés de Edimburgo de 33 años entró a formar parte de la nobleza británica el pasado 31 de diciembre gracias a sus grandes resultados en pista. Ha conseguido ser siete veces campeón mundial (contra reloj, equipo y keirin) y ha ganado en cinco ocasiones la medalla de oro en las dos últimas Olimpiadas (tres en Beijing y dos en Atenas). Hoy es la personificación de la bestia de competición para los ingleses. Desde 2001 hasta hoy en día, él es el chico de oro del Track Racing. Sir Hoy ha sido el artífice de que Gran Bretaña se haya convertido en la tercera nación más fuerte del mundo en ciclismo en pista en los Juegos Olímpicos de Beijing. Durante los mundiales de 2008 en Manchester, el “Union Jack” (equipo británico) obtuvo nueve de las dieciocho medallas de oro. El éxito británico en pista es fruto del profundo e intenso trabajo que se lleva a cabo desde el Olympic Development Program que tiene lugar en la British Academy en Manchester. Cavendish también se formó allí. Una curiosidad: todos estos grandes talentos de esta generación han nacido fuera de Inglaterra. Bradley Wiggins es la última revelación. Vive en Londres pero nació en Bélgica. La gran bestia contra reloj, David Millar, nació en Malta y creció en Hong Kong pues su padre era piloto de avión militar. Las figuras históricas del ciclismo británico forman un grupo muy escaso. Brian Robinson fue en primer británico en ganar una etapa en el Tour en 1955. Junto a Tony Hoar, fueron los primeros en llegar Paris con sus bicicletas. Tras ellos, Barry Hoban, un sprinter que se estableció en Gante, Bélgica. El personaje clave fue Tom Simpson, el héroe y antihéroe que murió el 13 de julio de 1967 durante el Tour de Francia debido a una mezcla de fatiga, alcohol y anfetaminas en el Mont Ventoux. Este lugar fatal se ha convertido en un museo al aire libre anualmente visitado por miles de aficionados que depositan flores y todo tipo de objetos en su memoria. Además del mun-
dial consiguió vencer en San Sebastián en 1965, ganó el Tour de Flandes en 1961, la Milán-San Remo en 1964, el Tour de Lombardía en 1965 y la Paris-Niza en 1967. “En mis esfuerzos por ser tercero en el Tour, durante la ascensión al Mont Ventoux pensé en Tom Simpson”, explicaba Bradley Wiggins el pasado mes de julio. Robert Millar hizo cuarto en el Tour de 1984 y ganó el maillot de la montaña. El escocés era un tipo bastante tímido y solitario. Dicen que este hombre de 51 años ahora es mujer y que viviría actualmente bajo el nombre de Philippa York. El Daily Mail publicó esta noticia en 2007 pero la retiró posteriormente de su página web. Daily Brailsford, alma máter del ciclismo en pista en las islas, no es un dirigente al uso. Él es el artífice del éxito del ciclismo británico en pista y además quiere conseguir para el año que viene un equipo pro Tour. El problema es que el contrato de Cavendish con el equipo americano Columbia sigue vigente y Bradley Wiggins no ha decidido aún si dejará el Garmin por el Team Sky. El dinero no sería el problema en un equipo conducido por el tándem Dave Brailsford- Carsten Jeppesen (ex manager de Bjarne Riis). El esponsor es BskyB, la red de emisión por satélite propiedad de James Murdoch. Tienen intención de reclutar a 25 ciclistas, con los británicos como eje principal. Jóvenes con talento como Gerraint Thomas, Steve Cummings y Chris Froome estarían ya bajo contrato. Ben Swift (equipo Katyusha) y Dan Martin, que tiene aún contrato con Garmin serían otros dos fichajes.
DINASTÍA KELLY Y ROCHE El ciclismo irlandés tiene exactamente el mismo problema que el británico. Los pilares de este deporte en Irlanda son Sean Kelly y Stephen Roche, cuyo hijo Nicolas ha desarrollado desde sus inicios su carrera profesional en Francia. Pero la
relación entre los dos ciclistas no es nada buena. Ejemplo de ello es que durante la cena celebrada con ocasión del comienzo del Tour de Dublin en 1998, la Sra. Roche atacó verbalmente a Sean Kelly. Kelly, hijo de agricultor, se ha reconvertido en un agricultor afortunado y gentleman que además trabaja como comentarista en Eurosport. Patrocina un equipo continental que lleva su nombre. Irlanda es también la patria del presidente actual de la UCI Pat McQuaid, un ex ciclista modesto que desciende de una gran familia de ciclistas de Dublín. El Tour of Ireland es el tour nacional pero se ha visto recortado a cuatro días. Con Lance Armstrong, aunque se retirara a las primeras de cambio, entre los inscritos, el “tour de la isla verde” ha vivido una edición muy especial. En Inglaterra está el Tour of Britain, que es su joya más preciada. Por tradición, esta carrera acaba en el corazón de Londres, a lo largo de The House of Parliament y White House. El esponsor principal es London for Transport, el mismo que patrocinó la salida del Tour en Londres en 2007. La mayor empresa de transporte público quiere conseguir que los habitantes de Londres utilicen la bicicleta en sus desplazamientos y espera resolver a largo plazo el problema del tráfico en la capital inglesa. Londres juega también con la idea de organizar de nuevo “Le Grand Départ” del Tour de Francia en un futuro cercano. “Big, bigger, biggest”(grande, muy grande, el más grande) es el lema del ciclismo británico. “The sky is the limit” (el cielo es el límite). El ciclismo de carretera es de los deportes que menos éxitos ha proporcionado al país donde se inventó el fútbol. Los británicos no tienen grandes conocimientos del mundo del pedal en ruta y no saben qué hacer cuando una carrera pasa por sus carreteras públicas cerca de sus casas. Cavendish y Wiggins tienen aún mucho trabajo por delante para convencer a sus compatriotas de un deporte que cuenta con el handicap de venir desde el continente, desde tierra firme.
Cavendish y sus frenéticos sprints se han convertido en la gran referencia del ciclismo británico. Tour 09. Derecha: Sean Kelly. Stephen Roche, Chris Boardman en el monumento a Tom Simpson en Mont Ventoux. Chris Hoy, el ciclista inglés más laureado.
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MARK CAVENDISH Nacido el 21 de mayo de 1985 en Douglas (Islas de Man). Profesional desde el 2007. Vencedor de 10 etapas al sprint en el Tour en 2 años (4 en 2008 y 6 en 2009). Vencedor de Milan - Sanremo en 2009. Vencedor de 6 etapas del Giro en 2 años (2 en 2008 y 4 en 2009). Campeón del mundo Madison con Robert Haylens en 2005 y con Bradley Wiggins en 2008.
Mark Cavendish es apodado «el expreso de Man» pero también «Cav», «Little Cowboy», «Cannonbal Cav» y «Manx Missile». Es incontestablemente el sucesor de Mario Cipollini en la lista de sprinters legendarios. Sus metros finales son tan impresionantes como letales.
Presente y futuro DAVID MILLAR Nacido el 4 de enero de 1977 en Mtarfa (Malta). Profesional desde 1997. Ha ganado muchos prólogos y etapas contrarreloj, entre ellas una del Tour en el 2000. Una etapa del Tour en 2003. Campeón del mundo contrarreloj en Hamilton (Canadá) 2003, pero tuvo que devolver ese título más tarde, al admitir antes del Tour 2004 que había tomado EPO. Fue despedido por su
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equipo Cofidis y suspendido por 2 años. Volvió a competir en el 2006 con Cofidis Es «el caballo blanco» desde su vuelta habiendo ganado una etapa en la Vuelta 2006, el prólogo de París Niza y el campeonato británico en ruta y contrarreloj en 2007.
BRADLEY WIGGINS Nacido el 28 de abril de 1980 en Gante (Belgica). Profesional desde el 2002. Obtiene el título europeo del 2003 en pista tras Derny y se convierte en campeón del mundo de persecución. En 2004, es campeón del mundo de persecución en Atenas. Ya ha sido 6 veces campeón del mundo, con entre otros 3 títulos individuales en persecución y un maillot arco iris en el Madison con Mark Cavendish. Ha ganado el prólogo de los 4 días de Dunkerke y del Dauphiné Libéré del 2007. En el 2008, fue campeón del mundo de persecución por equipos y doble
campeón olímpico. En total cuenta con tres medallas de oro, una de plata y 2 de bronce. Ha sido cuarto en el Tour 2009. Bradley Wiggins es el hijo de Gary, ex-pistard que fue asesinado en Australia a principios del 2008 y lleva muchos años afincado en Londres. Es todo un profesional, un talento natural, meticuloso en su preparación como lo demuestra su actuación en el Tour de este año donde finalizaría cuarto en París, y estuvo luchando hasta el penúltimo día con Lance Armstrong por la tercera plaza.
ROGER HAMMOND Nacido el 30 de enero de 1974 en Harlington. Profesional desde 1998. Viene del mundo del Ciclocross, donde fue campeón del mundo junior en Leicester 1992. Siete veces campeón británico de ciclocross. Campeón de Gran Bretaña en 2003 y 2004. Roger Hammond llegó al Discovery Channel
de Lance Armstrong en el 2005 proveniente de pequeños equipos flamencos. Este sprinter que vive cerca de Bruselas fue quien apadrinó a Cavendish cuando debutó en 2007 en el T-Mobile/Team High Road.
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Nicolas Roche
Ben Swift
Nacido el 3 de julio de 1984 en Conflans-Ste-Honorine. Profesional desde el 2005. Vencedor de una etapa del Tour del Porvenir 2006, una etapa de la Vuelta a Limousin 2008 y doble campeón irlandés. Es el hijo de Stephen Roche, ex-campeón del mundo y vencedor del Tour. Tiene doble nacionalidad francesa - irlandesa, pero corre desde el 2006 bajo la bandera irlandesa.
Nacido el 6 de diciembre de 1987 en Rotherham Profesional desde el 2007. Vencedor en 2008 de la Coppa Placci, la Coppa Romita en Novi Ligure y una etapa el Giro de Val d´Aosta. Swift es un hombre rápido pero también puede escalar bien. Su formación viene de la pista. Con Geraint Thomas, ganó la UIV Cup en Dortmund 2005 y fue campeón de persecución por equipos en la categoría Elite.
Presente y futuro
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Geraint Thomas
Dan Martin
Nacido el 25 de mayo de 1986 en Cardiff Profesional desde el 2007. Corrió en 2005 y 2006 “a prueba”, y tuvo que esperar a que el equipo Barloworld le ofreciera un contrato en 2007. Es también un producto de la pista. En el 2004 fue campeón del mundo scratch, en 2005 campeón británico scratch con la élite, en 2007 y 2008 campeón del mundo de persecución por equipos.
Nacido el 20 de agosto de 1986 Profesional desde el 2008. En 2004 fue campeón junior británico, pero finalmente optó por correr para Irlanda. Stephen Roche, vencedor en 1987 de Giro - Vuelta - Campeonato del mundo, es su tío, Nicolas Roche su primo. En su primer año de neo-pro, ganó la Ruta del Sur, y el campeonato de Irlanda de Profesionales y de Elite. Ha sido el mejor joven este año en el Tour del Mediterráneo, y quedó segundo en la Volta a Catalunya por detrás de Valverde.
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JOHAN BRUYNEEL
LOS SECRETOS DE SU NOVENO TOUR
Por Hugo Coorevits Fotos: T. De Waele
“Gagner c’est la seule chose qui compte” (Ganar es lo único que cuenta) es el título del libro donde Johan Bruyneel esboza su historia. Ciclista capaz de enfrentarse a todo el mundo, en su segunda vida como manager y director de equipo ha causado furor. “Yo no quería cualquier trabajo. Quería ser campeón en mi etapa siguiente”
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ste hijo de joyero, belga de Izegem, ha necesitado exactamente diez años para dejar su huella imborrable en la historia del centenario Tour de Francia. Para frustración de los franceses, ha logrado “vencer” siete veces seguidas gracias a las victorias de Lance Armstrong en Paris. 2006 fue un año de transición, pero en 2007 regresó para dar un nuevo caché a Alberto Contador. Debido al pasado del equipo kazajo, a Astana y a Contador no les querían en el Tour de 2008. Sin embargo, este verano pasado se ha tomado la revancha y de qué manera… Ha vuelto a ganar con Alberto Contador, ha hecho tercero con Lance Armstrong, sexto con Andreas Klöden, ha sido primero en la clasificación por equipos y ha ganado tres etapas. “Creo que puedo decir que hasta ahora me había ido bien pero en el Tour no había conseguido nada tan bueno a nivel colectivo como en esta edición. Entiendo que en cierto modo esto pueda molestar a los franceses y a mis colegas. Cuando Lance Armstrong se retiró, pensaron en voz alta: ¡por fin se ha jubilado! Pero en 2007 llegó nuestro querido Alberto Contador como vencedor inesperado. Con el jodido Bruyneel… Pedimos perdón por haber ganado después también el Giro y La Vuelta con “El Pistolero”. Ganar de forma honesta trece grandes rondas en once años no es fruto del azar. He participado en el Tour diez veces como patrón de un equipo. He estado nueve veces al lado del campeón final sobre los pavés de los míticos Campos Elíseos. Ciertos colegas opinan que para mí es fácil: “Siempre tienes a los mejores
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en tu equipo”, dicen. Pero ¿por qué los mejores están conmigo? Me imagino que alguna vez se lo preguntarán ellos mismos. Esto tiene que ver con mi visión y concepto de lo que es ganar. Esto lo explico en mi libro “We might as Well Win”. Una historia que probablemente no será traducida al francés. Por esto los prejuicios en contra de mi persona son tan grandes”. De 1987 hasta 1998, Johan Bruyneel fue corredor profesional. Empezó en un modesto equipo belga, el SEFB y terminó su carrera en el equipo ONCE de Manolo Sáiz, en el que corrió de 1992 hasta 1995. Aconsejado por su padre, decidió acabar primero sus estudios superiores de Marketing antes de dedicarse por completo al ciclismo. Fue mucho más que un profesional sólido, un chico de segunda fila que ganó el Grote Landenprijs en Benidorm en 1992, que venció en dos etapas en el Tour, una de ellas contra Miguel Indurain en 1995 en la Lieja belga. Su mejor resultado final fue una séptima posición en 1993. Dos años más tarde fue tercero en la Vuelta donde ganó también una etapa. “Aún suelo pensar en mi carrera. Esta misma mañana lo he hecho. He estado viendo un vídeo del campeonato mundial en Oslo donde ganó Lance Armstrong. Como corredor, estuve correcto, nada más. Con mis cualidades físicas, saqué lo máximo de mi carrera, pero no fui un campeón. Estoy orgulloso de haber llevado el maillot amarillo y de ganar una etapa en la Vuelta. También de haber ganado la Vuelta del Porvenir. Mi mejor victoria es la etapa hacia Amiens en el Tour de 1993. Hasta que Cipollini recogiera el testigo durante el Tour de 1999, Amiens fue la etapa más rápida de la historia con una media de 49,7 kilómetros por hora. Fue un día que no olvidaré jamás porque la historia de mi padre está relacionada. Había fallecido algunas semanas antes del Tour, demasiado joven. Fue mi padre pero sobre todo fue mi mentor y me acompañó durante mi carrera como profesional. Yo estaba roto por el dolor y la pena, no tenía fuerzas ni para entrenar, pero me hice fuerte y pensé que sería bonito homenajearle ganando una etapa del Tour. Y fue en Amiens, un recorrido infernal en el que corrí completamente solo durante los veinte últimos kilómetros. Esta victoria significaba mucho. En todo lo que emprendes tienes que seguir lo que te dicta el corazón, pero de vez en cuando tienes que utilizar la cabeza”.
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Lance Armstrong Johan Bruyneel también ha hecho historia en su segunda vida. Este flamenco occidental de 45 años nació con un don especial para los idiomas. Es capaz de traducir fluidamente del holandés al francés, español, inglés, alemán o italiano. El azar le reunió en 1998 con Lance Armstrong. “Ya nos conocíamos como colegas, pero no había tenido ninguna relación especial con él en el pelotón. Nos respetábamos, y punto. Fue la temporada de 1998. Yo tenía 34 años y había decidido dejarlo tras 12 años en la carretera. Todavía no sabía a qué me iba a dedicar profesionalmente más tarde. Quizás haría algo en la asociación de ciclismo, que pasaba por momentos delicados en aquella época, o a algo relacionado con el marketing deportivo Hasta que recibí una llamada de Lance. “The Boss” me pedía ser director deportivo del US Postal Service, su equipo americano que él mismo definió como “The Bad News Bears”. En realidad, éramos completamente diferentes. Yo venía de un país donde el ciclismo es algo natural. En uno de nuestros primeros encuentros, Lance me preguntaba qué etapas podría ganar en el Tour. Le miré fijamente a los ojos y le dije: “Creo que lo mejor sería ir a por la victoria final” Hicimos un estudio exhaustivo del recorrido del Tour y exploramos cada una de las etapas. En realidad, fuimos los primeros en saber enfocar el Tour de una manera profesional”. “Estoy muy orgulloso de lo que he hecho. No sólo hemos ganado nueve veces el Tour sino también dos veces la Vuelta con Heras y Contador y otras tantas el Giro con Savoldelli y Contador. Además, ninguno de los ciclistas de mi equipo ha sido castigado por dopaje. Todo con lo que yo podía haber soñado en esta nueva etapa de mi vida profesional, lo he conseguido. Creo que mi virtud principal es mi capacidad de estrategia. Intento anticiparme a cada situación. En 1999 con el US Postal Service, hice exactamente lo mismo. Desempeñaba hasta diez funciones diferentes. Desde entonces, he aprendido ya a delegar en los demás”. “Mi relación con Lance es ahora especial y hace ya mucho tiempo que va más allá del ciclismo, del trabajo. Armstrong es el hilo conductor de mi vida como manager de equipo. No es un tipo al uso en nada de lo que hace. Siempre tiene las pilas cargadas, y desde que superó un cáncer testicular no se concede ni un momento de descanso. Lance nunca deja las cosas a medias. Ahí está su regreso triunfal. Es mi amigo del alma”.
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Alberto Contador Pero no todo era Lance Armstrong. También estaba Alberto Contador, el hombre al que él lanzó. La relación con Alberto es diferente. Bruyneel no duda en admitirlo. “No se puede comparar la relación. Ésta ha sido una relación entre profesionales con altos y bajos. A pesar de ello, creo que hemos hecho muchas cosas buenas juntos. Conmigo ha ganado cuatro grandes rondas. Al igual que Lance, Contador es un ganador. Tiene también un carácter particular. Como todos los campeones. Me imagino que algo habrá aprendido de mí. Espero que me guarde agradecimiento por ello”. “Después de este Tour de Francia, una parte de la prensa española no ha sido muy positiva conmigo. Es evidente que con Alberto yo no tenía los mismos sentimientos que diez años atrás cuando gané en los Campos Elíseos con Lance. El año 1999 junto a Lance Armstrong fue la culminación de un sueño. Fue muy emocionante. Después de aquello, ya nada ha vuelto a ser lo mismo. Sin que suene arrogante, ya sentíamos que aquello era el principio de una serie de victorias”. “2007 también fue un año importante con la primera victoria final de Alberto Contador, que todo hay que decirlo, fue toda una sorpresa. Sentí una enorme alegría pero las emociones, evidentemente, eran muy diferentes porque yo ya había vivido ese momento. Para mí hubiese sido una decepción tremenda si no hubiésemos ganado aquel año. Durante la carrera, nunca tuve la sensación de que no podríamos hacernos con la victoria final ni que no tuviésemos ningún control sobre el Tour. Fue un lujazo increíble y estoy muy orgulloso. Era como si yo condujera el Tour con un mando a distancia aunque uno de los botones no funcionara siempre como debiera.” “Pero no todo ha sido un camino fácil. Se ha escrito de todo sobre la guerra abierta entre Contador y Armstrong. Había momentos en que me llevaba las manos a la cabeza. Reconozco que ha sido un reto difícil, como difícil ha sido toda la temporada en sí. Primero, con los problemas de sponsor. Ya desde un principio fue difícil llegar a formar el equipo más fuerte posible, tomar la salida del Tour y además hacernos con la victoria. Todo el mundo pensaba que no lo conseguiríamos. Demasiado capitán para tan poco marinero, decían. Pero el resultado está ahí. Era mi prioridad. Hablé de ello con Alberto Contador en el TGV de camino a nuestro último punto de salida. Por supuesto que mi vínculo con Lance es mucho más fuerte debido a una relación de muchos años…No se puede comparar. Pero ante todo, y objetivamente, di prioridad al interés del equipo. La victoria del Tour fue sensacional. Alberto me dijo que apreció la manera en que dirigí al equipo desde el coche. A menudo he hablado de ello también con Lance. Y me ha dicho que en ningún momento se sintió mal por la victoria de Contador en Verbier. En este Tour, Alberto Contador ha estado por encima de los demás, ha sido mejor. Sabíamos que Andy Schlek estaría en el podio y encuentro brillante que el viejo Armstrong se haya colado entre los tres primeros. Su regreso ha sido triunfal, aunque en ocasiones ha sido muy duro, como la fractura de clavícula que sufrió tras su caída en la vuelta a Castilla y León”.
Astana Tras el Tour de 2007, Johan Bruyneel sopesó la idea de dejar de lado su profesión como manager. “Necesitaba urgentemente un nuevo desafío. Todo se vuelve una monotonía, y necesitaba un nuevo aliciente. Todavía no había encontrado el sucesor de Discovery Channel. Poco antes de la Vuelta desde Kazakhstan me llamaron para que recondujera al equipo Astana por la buena senda. El equipo era menospreciado por todo el mundo tras los escándalos de dopaje de Vino y Kashechkin en el Tour de aquel año. Transformar la imagen del equipo más odiado de los últimos tres años, ese fue el mensaje. Creo que dos años después, lo he conseguido”. “Ahora, a primeros de septiembre de 2009, me doy cuenta que salvo el Giro, hemos ganado todas las grandes rondas en las que hemos participado. No hay recorrido malo aunque 2009 ha sido una temporada en la que he dado mucho de mí. A finales de agosto tuve que ser ingresado en Marbella. Según los médicos, fue una infección viral. En mi opinión, mis fuerzas estaban al límite. Estos últimos años he trabajado duro”, nos comenta Bruyneel desde su casa en San Sebastián de los Reyes. Reside allí desde hace seis años junto a su esposa Eva María, su hija Victoria de cinco años y su hijo Christian, de cinco meses. Abandonó su ciudad natal, Izegem, en 1989. “En 1994 me instalé en España, un lugar donde se podía invertir aún a buen precio en aquella época. Al principio viví entre Alicante y Valencia, pero después me decanté por Valencia. España es un país donde se sabe vivir bien. También el buen tiempo es determinante para mí. Ya no podría vivir en Flandes. En invierno, tengo siempre la sensación de que han olvidado encender la luz. Ahora vivo en la montaña, a mil metros de altitud”. “Y sin embargo no estoy todavía preparado para quedarme en casa sin hacer nada. Al cabo de tres semanas, me vuelvo loco. Mi vida ha sido un no parar desde que tenía quince años. En estos treinta años me he retirado ya dos veces. La primera en agosto de 1998, como profesional. Tres semanas más tarde tenía a Lance Armstrong en línea. En 2007, era Slava Ekimov quien me llamaba para Astana” El nuevo desafío se llama ahora The Shack, el nuevo equipo de Lance Armstrong. Los caminos de Alberto Contador y Johan Bruyneel se separan. “Este equipo está basado en el modelo del Discovery Channel, y sin embargo, es bien diferente. Todavía me quedan sueños por realizar. Como poner en marcha en un futuro la Johan Bruyneel Cycling Academy en Estados Unidos, donde me gustaría reunir a los mejores talentos del ciclismo. El proyecto se desarrollaría en California. También está el World Bicycle Realease, un proyecto benéfico con el que colaboro. Empezó en Sri Lanka donde conseguimos llevar 36.000 bicicletas después del tsunami, para que las familias puedan desplazarse. Y en breve voy a viajar a Zambia donde también realizamos una gran labor benéfica y social mediante el proyecto, The Million Dollar Ride . Son cosas que me llegan al corazón”-
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Andy Schleck, Contador, Armstrong y Franck Schleck, llegando a 36Mont Ventoux. Tour 09.
el condimento esencial del espectáculo Por Luis Guinea Fotos: T. de Waele
Si no hubiera montañas el ciclismo no sería ciclismo, sin montañas no habría escaladores, y el espectáculo sería menor. Fisiológicamente son distintos al resto, ligeros, resistentes y al tiempo explosivos. Cuando los demás sufren, agonizan, ellos gozan y atacan, vuelan hacia las cumbres. El escalador, además, tiene un toque de genialidad, una forma de ser y de pensar que lo hace singular, distinto al resto. Suyo es el protagonismo en -al menos- un tercio de los días del calendario ciclista. Cualquiera de las tres grandes cuenta con un promedio de tres-cuatro
llegadas en alto, dos en el caso de las carreras de una semana y una etapa al menos en las de cinco días. Toda prueba de prestigio que se tercie cuenta con un gran premio de la montaña tener escaladores, grimpeurs, en el equipo es un aval de buena presencia en cualquier competición. Pero ¿cómo es el escalador? ¿de dónde viene? ¿cómo evoluciona? ¿dónde disfruta más? ¿en qué piensa? Purito Rodríguez, Gómez Marchante e Igor Antón lo explican.
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Punto de partida. Materia prima especial. Tour de Francia en 1974. ¿Por qué el escalador es un ciclista especial? Los “Se nace en parte, pero es una faceta que si no se “Los escaladores deseamos que lleguen doctores Jesús Hoyos -médico del equipo Caistrabaja mucho se pierde y rápido”, dice Joaquim las montañas para coger aliento se d´Epargne-, Alejandro Lucía -Universidad Rodríguez, escalador del Caisse d´Epargne. “El Europea de Madrid- y Jorge Chicharro -Univerescalador nace por genética, lo dice la gente porque en el llano se va a fuego. sidad Complutense- realizaron un estudio hace veterana. Se nace con un don y hay que saber Subiendo, disfrutamos en momentos un tiempo publicado en International Journal explotarlo”, explica Igor Antón, escalador del Sports Medicine en el que, tras un completo Euskaltel. “Hay que nacer y hacer, pulir tus cuapuntuales, a veces no te hace falta estudio a un buen número de ciclistas, evidenlidades, porque si no es como si no las tuvieras”, ciaron que el escalador es diferente en todo, dice Ángel Gómez Marchante, del Cervelo. ni atacar con el ritmo vas para adelante. tiene unas peculiaridades definitorias. Según Pero el escalador también lo pasa el estudio, son más bajitos (1,76 metros por los ¿Cuándo y cómo se descubre? Entre los es1,82 que promedian los contrarrelojistas y llatudiantes, no se sabe el motivo, pero los hay mal, cuando no estás del todo en forma neadores), más ligeros (64 kilos por 72), tienen brillantes en el instituto que se dan el tremendo sufres mucho”. una mayor capacidad de consumir oxígeno, lo batacazo en la universidad, y justo al contrario. que les permite hacer más esfuerzos, más largos En el ciclismo y entre los escaladores sucede un y sostenidos (74,8 mililitros de aire por minuto y poco lo mismo. Igor Antón, por ejemplo, siemkilo, por los 70,5 de los contrarrelojistas). Todo pre ha sido un amante de la montaña, y no solo eso se traduce en que a la hora de realizar esen bicicleta. Sus padres acostumbraban a llevarle fuerzos máximos, agónicos, la musculatura del escalador los solventa mejor, genera a La Rioja, a Gredos y también a los Pirineos. “Yo lo descubrí en juveniles en Gernika, menos ácido láctico y lo “lava” mejor 6.6 del escalador, por el 5.0 del llaneador. Por tenía menos cuerpo que los demás, y cuando había una rampa veía que iba fácil, más todo eso un escalador se defiende mejor en las subidas. fácil que el resto”, comenta Antón. Para otros como Joaquim Rodríguez el verdadero descubrimiento del escalador no El tópico, ¿se hace o se nace? Si se repasa la historia, seguro que aparecen ciclistas se produce hasta que no se llega a profesionales, simplemente por una cuestión de que fueron notables escaladores porque, por casualidad, nacieron en el pueblo Y al madurez. “En las categorías inferiores todo el mundo sube más o menos bien y no hay que obligatoriamente se accede ascendiendo por el puerto X, y de la costumbre y la grandes puertos en los que hay que ser capaz de aguantar al límite más de media hora. repetición surge un buen escalador. Pero la inmensa mayoría de los escaladores lo Hay muchos amateurs que llegan con el cartel de buenos escaladores en aficionados, son por un don natural. “O se es escalador o no se es, pero no se hace a un escalador. llegan a profesionales y no marchan”, explica el catalán. Puedes pulir defectos o mejorar cosas, pero un escalador no se hace. El que no vale para subir, no sube”, explica Txomin Perurena, ganador del premio de la montaña en el Una especie en evolución. Las etapas de las grandes han evolucionado. Antes había
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muchas de más de 200 kilómetros, incluso 300, y largo que me eches. No es que tengas más o pero rara vez había llegadas en alto. Ahora el menos capacidad de sufrimiento, sino que te “Yo sufro mucho más en una crono Giro el Tour o la Vuelta siempre incluyen dos o sientes cómodo subiendo”, dice Rodríguez. “Yo larga que en el puerto más duro y tres metas en alto en su menú. Cambia el escecreo que todo ciclista disfruta sufriendo, sino, nario, cambian los artistas. Gaul siempre subía no sería ciclista. Y el escalador cuando está largo que me eches. No es que tengas con las manos en la parte baja del manillar, Babien quizá disfruta más de ese punto agónico. más o menos capacidad de sufrimiento, hamontes lo hacía con las manos en la cruceta No sé si tenemos más perrería o no, con buey un bamboleo característico, a Delgado siemnas piernas te da tiempo a pensar y a plantear sino que te sientes cómodo subiendo. pre le gustaba colocarse el último del grupo y cosas, si vas fastidiado”. hacerse el muerto antes de soltar un hachazo El mundo del escalador es el mundo al revés, Creo que todo ciclista disfruta y romper todo en mil pedazos, Rominger donde ellos gozan los demás sufren, y donde el sufriendo, sino, no sería ciclista. Y el siempre subía atascado, duro, pero de pedalaresto van cómodos (etapas llanas y con aire) los da eficaz, Pantani era liviano, como si danzara escaladores las pasan canutas. “Los escaladores escalador cuando está bien quizá disfrusobre un alambre el pasodoble de Contador deseamos que lleguen las montañas para coger ta más de ese punto agónico”. te tortura hasta que te ahoga. Las carreras han aliento porque en el llano se va a fuego”, dice cambiado, los escaladores han evolucionado, se Antón. “Nosotros en las montañas disfrutamos corre de otra manera. “Antes el escalador era esen momentos puntuales, a veces no te hace falcalador, atacaba al principio de los puertos y se ta ni atacar con el ritmo vas para adelante. Pero iba”, argumenta Perurena. “Ahora tiene que ser el escalador también lo pasa mal en los puertos, un ciclista completo, tiene que andar en todos los terrenos si quiere conseguir algo”. cuando no estás del todo en forma sufres mucho”. La evolución de la especie, pero también la personal. El escalador no sube igual a los 18 años que a los 25 y menos a los 30. Evoluciona. “Con la edad te vas conociendo Sus fuentes de inspiración. Sostiene Txomin Perurena que los escaladores son cicada vez más y mejor, y lógicamente con mas años eres capaz de aguantar puertos clistas especiales “porque tienen un punto de genialidad que no tiene el resto”. Cada más largos y ritmos de subida más intensos y te tomas las cosas con más filosof ía. grimpeur es cada grimpeur con su punto de excentricidad, y su punto en común con Cuando eres joven eres más chisposo, te calientas más, con los años, después pierdes los de su especie, en los que se fija, se inspira y a veces hasta se les copia. “Creo que velocidad, vas más diésel, pero regulas mejor”, explica Rodríguez. el escalador tiene que ser uno mismo, tener su estilo. Hombre, en algunas subidas sí que te fijas en lo que hacen otros, cómo va la gente. Si vas bien Contador es una El plus del escalador. La montaña es posiblemente el medio más hostil para el cirueda que nunca falla, pero corres el riesgo de que te funda. Entonces te refugias en clista, donde el sufrimiento alcanza su punto más agonístico, donde se exige el máxigente más diésel como Sastre o Gesink, que si se cortan ya sabes que probablemente mo al corredor. “Yo sufro mucho más en una crono larga que en el puerto más duro van a empalmar”, explica Joaquim Rodríguez. “A mí me gustaba Perico Delgado por-
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que andaba ataque arriba, ataque abajo y él solo rompía el pelotón pero también me gustaba Escartín porque sabía muy bien poner su marcheta desde abajo, tirar de sufrimiento y llegaba con los mejores”. Otros han tenido el ejemplo en casa. “Yo siempre me he fijado en Laiseka. Él fue un escalador puro y siempre que ganó lo hizo a base de ser muy constante, muy cabezón. Yo aprendí de él que no siempre tiene que ganar el que es más fuerte, a veces si eres constante, saltas por una esquina y les sorprendes a todos “, comenta Antón. “El escalador yo creo que es más zorro a la hora de buscar la victoria”.
“Un sprinter tiene que sufrir al máximo los 40 segundos que puede durar un sprint, nosotros sufrimos los 40 minutos que puede durar subir un puerto a un esfuerzo máximo y con el corazón en la boca. Hay que trabajar todos los días las piernas, pero también la cabeza y la capacidad de sufrimiento”.
Una psicología distinta. ¿Qué pasa por la cabeza de un escalador antes de lanzar un ataque? ¿por qué lo lanza antes o después? ¿cómo es capaz de tener claridad de ideas después de cientos de kilómetros y en un terreno hostil como es un puerto? “Un esprinter tiene que sufrir al máximo los 40 segundos que puede durar un esprint, nosotros sufrimos los 40 minutos que te dura subir un puerto a un esfuerzo máximo y con el corazón en la boca. Y esa capacidad de sufrimiento no sale así por así, la entrenas todos los días. Hay que trabajar todos los días las piernas, pero también la cabeza y la capacidad de sufrimiento. Cuando vas subiendo un puerto piensas en todo lo que has entrenado, en lo que te has tenido que sacrificar, y dices para ti, no me suelto yo de esta rueda ni por los cojones, y ahí sigues”, dice Marchante. “Yo creo que el ciclista sufre igual sea escalador, esprinter o contrarrelojista. Y para ser un buen corredor hay que tener buena cabeza, tener las cosas siempre claras y saber qué es lo que quieres. El ejemplo más claro es el de Contador.
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El esprinter es muy intuitivo, tiene que pensar rápido. El escalador quizá tiene más tiempo para pensar, es más estratega, puede decidir mejor cómo y cuándo moverse, puede jugar la partida más lentamente”.
Siempre ganan solos. Haga un ejercicio de memoria. ¿Cuántas victorias concretas al esprint, con nombre, apellidos y ciudad recuerda? Hay tantas, que muy pocas. ¿Cuántas escapadas con éxito recuerda? Salvo que hayan sido cabalgadas históricas, pocas también. ¿Cuántas etapas de montaña o llegadas en alto se han quedado en el disco duro de su memoria? Bastantes más. Los escaladores tienen un halo, algo, que les hace especiales. Su carácter y sus victorias. Siempre solos, siempre agónicos. “Igual somos especiales es porque siempre ganamos solos y eso la gente lo valora más. En España, Francia o en Italia ganar en una gran cumbre tiene muchísima más repercusiones, somos corredores más valorados”, comenta Antón. “Para los escaladores es fastidiado porque primero es dif ícil ganar y después es más dif ícil todavía repetir, cosa que para un esprinter resulta mucho más sencillo. Pero los escaladores tenemos una ventaja, somos solitarios, ganamos solos, y cuando lo hacemos podemos celebrarlo mejor y disfrutarlo durante más tiempo y más intensamente”, explica Gómez Marchante. “Pero los escaladores tenemos una ventaja. Nosotros cuando subimos o vas a llegar a una cima, notas el calor y el ánimo de la gente, el aficionado está encima, te anima a ti y en esas circunstancias disfrutas, se agradece que esté la gente y te da un punto más”.
LOS ESCALADORES DE CADA DÉCADA Los héroes en blanco y negro de los 30-40, Coppi y Bartali Fausto Coppi y Gino Bartalli quizá son los primeros mitos de las cumbres. Su duelo durante prácticamente dos décadas con una guerra mundial de por medio, creó la primera gran leyenda en los puertos y dividió a Italia en dos. Coppi ganó tres veces la montaña y otras tantas en el Giro, se llevó 22 etapas en Italia y 9 en el Tour. En 1952 ganó el mismo año en Alpe D´Huez -fue él quien estrenó la mítica cima- Sestriere, el Puy de Dome. En los 18 años que estuvo en profesionales, el gran Bartalli se llevó siete veces la montaña del Giro y 16 etapas, dos maillots de puntos en el Tour y 12 etapas. Los 50-60: Gaul y Bahamontes, dos hombres de leyenda Hay imágenes que para los buenos aficionados permanecerán siempre en la retina de los aficionados. Aquel infernal 8 de junio de 1956 coronó a Charly Gaul con aquella victoria al borde de la congelación en el Monte Bondone después de una granizada infernal en Costalunga. Un episodio que forma parte de la historia del ciclismo, o la escabechina que montó a pie del Loituel dos años después y que hizo que sólo terminaran la etapa 74 ciclistas. Ganó dos veces la montaña en el Tour y otras tantas en el Giro. Bahamontes fue el primer récordman en la montaña del Tour con sus seis maillots de la montaña, y también uno de los ídolos del deporte nacional de la época; sus gestas, y su estilo engancharon con todo un país necesitado por entonces de referentes sociales y deportivos. Bahamontes y Gaul trataron de poner en jaque a Anquetil allí donde corrían, y lo consiguieron. En 12 años de profesional se llevó 6 maillots de puntos del Tour (7 etapas), 2 de la Vuelta (3 etapas) y una del Giro (una etapa). Los 70, los alter ego de Meckx Eddy Merckx ha sido el gran fenómeno del ciclismo mundial. Además de sus 15 maillots (5 amarillos del Tour, 5 rosas del Giro, 1 amarillo de la Vuelta y 3 arco iris), su superioridad en todos los terrenos le llevaron a ganar también dos veces la montaña del Tour y una la del Giro. Merckx los barrió a todos. Van Impe creció en maillots de la montaña de forma casi paralela a Merckx, fue su alter ego en la montaña. En 12 temporadas conquistó seis maillots de la montaña en el Tour, donde ganó siete etapas. Luis Ocaña, el español de Mont de Marsan, nunca ganó la montaña del Tour, pero en ella se dejó la vida. Su caída en el descenso del Col de Mente en 1971 cando vestía de amarilllo y le aventajaba en más de siete minutos a Merckx le marcó, a pesar de que dos años más tarde pudo tomarse una cumplida venganza y llegó de amarillo a París. Y en la montaña también, y con un escalador como protagonista, se terminó la leyenda de Merckx. Los tres ataques de Bernard Thevenet camino de Para Loup cerraron la posibilidad del sexto Tour del Caníbal. Los 80, El descubrimiento de los colombianos y Delgado Los de los 80 fueron los que comenzaron a globalizar a los escaladores, con la irrupción de los colombianos en el ciclismo europeo, y en especial en el Tour de Francia. Lucho Herrera es el nombre propio del ciclismo sudamericano, el abanderado de los escarabajos colombianos. Fue él quien a comienzos de los 80 comenzó a globalizar el mundo de los escaladores. Ganó dos etapas en el Tour, dos veces el premio de la montaña en el que estableció un récord absoluto de puntuación: 440 en 1985. Se llevo también una Vuelta a España, dos etapas, dos montañas y una colección de grandes cumbres en el Giro: Terminillo, Monte Generoso, Tres Cimas de Lavaredo. Después vinieron Fabio Parra, los Cacaíto Rodríguez, Saúl Morales, y más tarde Botero, Ardila y Soler. Pedro Delgado les quitó la siesta a muchos españoles, sus demarraje por el córner en el Tour de Francia hicieron afición. En 12 temporadas ganó un Tour, dos vueltas y también cuenta con una surtida colección de cumbres: Lurz Ardiden, Villard de Lans, los Lagos, Valdezcaray Los 90 entre Pantani, Virenque y Jiménez Los escaladores de los 90 devolvieron al aficionado la figura del ciclista con una marcada personalidad, carisma, y un punto estrafalario. Los tres ejemplos de señores de las cumbres responden a ese biotipo. Richard Virenque fue un ídolo nacional en Francia, también un tipo odiado. Tiene el récord de maillots de puntos en el Tour (7) y coleccionó un buen número de cumbres en el hexágono: Luz Ardiden, Cauterets, Courchevel, Morzine o el Ventoux. Marco Pantani posiblemente ha sido el último escalador de leyenda. Nadie ha volado como él en las cumbres, ahí están sus ocho victorias de etapa en el Tour (Alpe D´Huez, Ventoux, Guzet Neige, Plateau de Beille, Les Deux Alpes o Courchevel), y otras tantas en el Giro (Merano, Aprica, etc). Jamás nadie subió tan ligero y violento como él ni ha tenido una personalidad tan marcada, ni una identificación tan grande entre el hombre y el mito como en su caso; tampoco un final tan trágico como el de aquel 14 de febrero de 2004 en Rimini. José María Jiménez, el Chava, ha sido el último escalador español de carisma. Fue un auténtico Curro Romero de la bicicleta, dio lo mejor y lo peor, y la Vuelta el medio en el que mejor supo expresarse con 10 victorias parciales y cuatro maillots de la montaña. Nunca brilló en el Tour ni en el Giro, y su semejanza con el caso de Pantani también engrandeció su leyenda. De arriba a abajo: Jose María Jiménez. Marco Pantani. Lucho Herrera y Virenque.
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ยกLevanta el culo papรก!
Franco
pellizotti Por Marco Pastonesi Fotos: T. de Waele
El podium en el Giro 09 ha supuesto su consolidaciรณn entre los mejores y un importante paso en autoconfianza.
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“Levanta el culo papá” Lo que quería decir Giacomino, cuatro años y medio, cascada de pelo rizado rubio, se entendió el lúnes 26 de Mayo de 2008 a las 16 horas 13 minutos, cuando su padre, Franco arrancó en la salida. Levantando el culo. En el día y en la etapa que de alguna manera le cambiaron la vida. Franco Pellizotti, “Pelli” para los amigos, pensaba en ese día desde noviembre, la apuntó en diciembre, la soñaba desde enero y la reconoció 10 días antes del Giro. Cuando el tierno Giacomo le incitó e invitó a “levantar el culo”. Papá Franco afrontó los 12,5 km contra el reloj entre San Virgilio di Marebbe a Plan de Corones “para dar sentido a ese Giro”. A tope, como un telesilla a pedales. “Todo empezó con más entrenamiento y menos carreras. Más puertos y menos llano. Más semanas de concentración. La amistad de los compañeros, la confianza del equipo. La convicción de poder pasar de hombre caza etapas a hombre de general. Había trabajado duro para aguantar tres semanas, sobre todo la tercera. Después de los cuatro días de Maglia Rosa, quise esconderme un poco, recuperar energías f ísicas y mentales y concentrarme en aquellos tres días de montaña. Estaba bien, intenté atacar, no hay que ser conformista. En el Giau, nadie me ayudó y acabó ahí. En el Fedaia tal vez quise hacer demasiado y no conseguí nada, pero me fui a la cama con la serenidad de aquel que lo ha intentado y la amargura de quien ha dado y no ha recibido. Faltaba la cronoescalada, un desaf ío a la ley de la gravedad. Intenté regular en la primera parte, el Furcia, para dar todo en la segunda, Plan de Corones. Era la primera vez que utilizaba desarrollos así de ágiles, el último kilómetro era durísimo.
Ha sido el puerto más duro de mi vida, aunque es verdad que comparándolo con un Zoncolan por ejemplo, corriendo solo contra el reloj, te puedes gestionar mejor, no te tienes que morir detrás de los adversarios. Pero de todas maneras, si quieres ganar tienes que ir a muerte. Como pasa siempre, al ser “la primera vez” que se subía tuvo un sabor especial, ha sido mi victoria más bonita”. Una victoria que es como un cuento. El tierno Giacomino que jugaba con una Maglia Rosa en el autobús, Vincenzo Nibali, con el mismo número de estrellas de capitán, que consultaba tiempos intermedios, hacía clasificaciones, conjuros. Vladimir Miholjevic, el croata, mucho más que un simple gregario, que cuando estaba por llegar Contador, el último que estaba en grado de hacer caer el paraíso, gritaba la cuenta atrás “menos 20, menos 10, menos 5…” Estefano Zanatta, el director, colgado de la moto que le seguía gritaba “¡Pelli, has ganado!”. Y Claudia, su mujer que lloraba. Los tifosi que cantaban y bebían. Pelli fue coronado. Y el tierno Giacomino comentaba “Ya lo decía yo”. Franco Pellizotti, el campeón nació ese día, pero la carrerilla empezó en Latisana, provincia de Údine, Friuli, extremo noreste italiano, el 15 de Enero de 1978. Profesional desde 2001, debutó con Alessio y desde el 2005 corre con Liquigas. “Pelli” es una cabeza llena de rizos rubios y morenos, una nariz afilada de corredor, dos ojos despiertos y una perilla casi invisible. Siempre tiene una sonrisa preparada. Vive en Mareno de Piave, al lado de Treviso. Ahora él y Claudia no tienen sólo a Giacomino,
Izquierda: Fedrigo le superaría en el sprint final y le corataría sus aspiraciones de ganar una etapa en el Tour del 09. Derecha: Sin embargo, aquella escapada fue la que le metió en la lucha por el maillot de la montaña, un logro que le exigió a estar atento en todo momento pero que le volvió a situar entre los corredores más destacados de la temporada.
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Francopellizotti
también está Giorgia. En la caja fuerte de las victorias no está sólo Plan de Corones, también la etapa de Peschicci del Giro 2006, la del Blockhaus del 2009, el cuarto puesto del Giro 2008 y el tercero del 2009. También está el maillot de la montaña del 2009 del Tour. Además de otros importantes triunfos en País Vasco, Tirreno, París Niza… Su mote huele a mar “El delf ín de Bibionne”, “Bibionne Dolphin” se lee en el tubo de su bici. “Es extraño para un escalador como yo. Llevo las montañas en el ADN, mis padres provienen de Carnia, mi padre de Paularo, mi madre de Artia Terme, dos pueblitos a los pies del Zoncolan, pero regentaban el bar “Angela” en Bibionne”. Entrena en la tierra de Ottavio Bottecchia. Donde su abuelo luchó en la primera guerra mundial, la gran guerra, sobrevivió a la retirada Rusa pero volvió sin un pie.
La vida de Franco no tiene nada que ver con la de su abuelo. “Es la vida de cualquier corredor, concentraciones, viajes, entrenamientos, trabajo especifico. Semanas de preparación en altura. Muchos puertos, muchas horas, mucho fondo. Las ganas de ponerte un dorsal, la emoción de la primera carrera del año, volver a ver amigos y colegas con los que compartes carretera, escuchar el ruido de las ruedas cuando se va a mil por hora, reencontrar el escalofrío de la competición”. El escalofrío, ya. “La victoria y la derrota están prácticamente unidas, las separa un suspiro. El Giro, por ejemplo, en el 2008 fui cuarto por dos segundos, pocos pero a la vez demasiados, basta uno sólo. Me pregunté mil veces donde pude perderlos durante 3.500 kilómetros. Menos mal que subió al podio Marzio Bruseghin, mejor el que cualquier otro, es mi amigo”. Amigos de bici y de bar, de kilómetros y de “ombre”
(ombre: modo en el que se llama coloquialmente a un baso de vino en la región de Veneto). Cuando empezaron tenían tan pocos tifosi que durante un periodo compartían “club de fans”.
El 2009 fue el año de la consagración y eso que no empezó de modo optimista. “Cuando me enteré del fichaje de Ivan Basso, me quede mal. No me lo esperaba. Me habría ido a otro equipo. Después me hice el loco, me comunicaron que tendría carta blanca y que la carretera decidiría el líder entre Basso y yo. Yo había demostrado que podía ser el capitán. Si me preguntan que tipo de corredor soy, respondo que soy un corredor, basta, depende del objetivo. Este año puse el ojo en el Giro, lo sentía dentro. Después hice el Tour pero sin pretender luchar por la general, a la primera de cambió renuncié a la general y ahí empezó otro Tour, el del maillot de la montaña. Para mí el maillot de puntos rojos equivale a un puesto entre los cinco primeros, es un cansancio distinto pero extenuante, los días que hay muchos puntos en juego estás todo el día en tensión, a bloque, de todas maneras subir al podio en los campos Eliseos es una gran satisfacción”. Pelli tuvo que luchar duro en sus inicios, “Pasé a profesionales en un equipo pequeño, no había grandes figuras y me faltaban puntos de referencia. Intenté robar los secretos de la profesión de aquí y allá, mirando, copiando, imitando. En este deporte se crece despacio, año tras año. Se pasan fases de maduración. Se gana en fondo y resistencia, se pierde en fuerza y chispa. Ir a un equipo más fuerte y estructurado como Liquigas
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me ha ayudado”. Le ha ayudado la familia. “Estuvieron a punto de operar a Giorgia. Nada grave, un quiste en el ombligo, pero era un bebé. Yo tenía que irme a una concentración. Decidí que me iría de todos modos porque era un período decisivo de mi preparación, sé que mi mujer me respetaría y apoyaría y eso es imprescindible para tener serenidad y tranquilidad”. Giacomo es especial, su héroe no es su padre Franco sino Gino Bartali “Tenemos en casa un dvd de la vida de Bartali y desde que lo vio es “tifa” de Bartali.” A Pelli le ayuda también un psicólogo, un motivador. “Se llama Andre Mazzola, ha trabajado con deportistas de élite como el jugador de fútbol Beppe ´Signori ó el
piloto de motos Mattia Pasini. He cambiado mucho, se han dado cuenta en casa también, no es sólo una cuestión de autoconvencerse sino también el hecho de saber que cuando crees que has dado todo, se puede dar un poquito más”. Y así andan los corredores, a caballo entre dar y recibir, saben que tienen que aceptar todo: “Yo espero siempre que no llueva, pero luego corro aunque nieve, porque sino en vez de ser ciclista habría jugado a ping pong. En cuanto al tema del antidoping, la disponibilidad es total. La verdad que el tema del ADAMS es tan pesado que muchas veces me dan ganas de sustituir ese sistema por un buen GPS. De este modo sabrán siempre donde estoy, total, no tengo nada que esconder”. Es más, Pelizzotti, en vez de esconderse quiere descubrirse. “Pienso ya en el 2010,
Arriba de izquierda a derecha: En el podium final del Giro 09 junto a Menchov. En el Giro 08 vestiría la maglia rosa por primera vez. Plan de Corones, con su hijo y talismán Giacomo celebrando la victoria, En el Giro 09 volvió a hacerse con una etapa, su ambición ganadora ha crecido mucho en las dos últimas temporadas. Abajo izquierda: Junto a Voigt y Fedrigo escapado en el Aspin. En el Giro 09, tuvo que compartir galones con Basso, pero supo estar siempre con los mejores. Abajo centro: Podium de París con sus hijos Giorgia y Giacomo. Derecha abajo: Escalador, batallador, trabajador...Pelli tiene las cosas claras, sabe lo que quiere y cree en él. Tour 09.
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Francopellizotti creo que puedo ganar una carrera de 3 semanas. Quiero concentrarme en el Giro, saliendo como líder único y devolver el favor a Basso en el Tour de Francia. Quiero tener al menos una vez la posibilidad de jugar yo todas las cartas sin tener luego remordimientos”. El gran doblete Giro-Tour de este año, aunque no haya sido el ganador pero si uno de los protagonistas, apenas le ha cambiado, se regaló un Porsche Cabrio Gris antracita después del Giro que recogió después del Tour. Franco no deja de ser un Joven de 31 años con los gustos de la gente de su edad, el cantante Vasco Rossi, una Ducati Monster para subir los pasos sin cansarse, un gran “txoko” para juntarse con los amigos “mi especialidad es el “spiedo” (uma especie de brocheta típica de su zona) que lleva tres tipos de carne, cerdo, ternera y pollo y brindamos con Prosecco o el
vino de Bruseghin que se llama Amets (Amets: sueño en vasco) “. Cuando Franco no tiene suficiente con sus aventuras, se regala otras, divididas en palabras, en capítulos, en libros, “las de Carlos Ruiz Zafón, el primero fue “La sombra del viento, luego “El juego del Ángel” y finalmente también “Marina””. Y así sigue Franco su proceso. “En Liquigas tengo contrato hasta el 2010, aquí me encuentro bien y me gustaría ser la bandera del equipo, pero nunca digas nunca jamás, es más nunca digas siempre. El ciclismo no es como el fútbol, no existe el que se queda en un club de por vida como Beppe Bergomi en el Inter ó Paolo Maldini en el Milan, todas las historias tienen un ciclo”.
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periencias
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LaPlantilla delTriplete Por Jesús Gómez Peña. Fotos: T. de Waele
Son pocos los ciclistas con victorias en etapas de las tres grandes vueltas, como Gárate, Lastras, Simoni, Gerrans, Menchov o Zabriskie
Fondo: Juanma Gárate acariciando la victoria en Mont Ventoux. Tour 09 Insertadas: Victorias: Juanma Gárate, en el Giro, Pablo Lastras en el Tour. Denis Menchov en el Tour.
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e que los milagros existen hay un testigo: Juan Manuel Garate. El relato de uno de esos hechos excepcionales corrió por la vía más moderna, el email. El ciclista guipuzcoano recibió ese correo electrónico unos días después de ganar en la cima del Mont Ventoux. “Era de unos aficionados holandeses. Una pareja. Me contaban que antes del Tour estaban esperando un hijo y que le iban a llamar como el ganador en el Ventoux. Pero el bebé se adelantó y nació antes de esa etapa. Así que tuvieron que decidirse por un nombre y le pusieron ‘Manuel’. Luego, cuando llegó la etapa y vieron que yo –Juan Manuel- iba en la fuga, empezaron a alucinar. Y más cuando gané. Gritaron: ‘Milagro. Milagro’”. Existen. En el deporte, la victoria es la única manera de no perderse por el desagüe de la memoria. Ganar es la meta. Tan lejana casi siempre. Por eso es algo casi inalcanzable vencer en etapas de las tres grandes vueltas, el Tour, el Giro y la Vuelta. Un triple logro así parece fácil en el palmarés de los elegidos: Anquetil, Bahamontes, Gimondi, Hinault, Julio Jiménez, Klobet, Poblet, Rominger, Ullrich, Fignon, Fuente, Van Looy, Moser o, claro, Eddy Merckx. En esa lista selecta lucen también los velocistas: Abdoujaparov, Blijlevens, Cipollini, Maertens, Petacchi… El triplete pertenece a los mejores y a los más rápidos. Y sólo unos pocos francotiradores se unen a esa relación. Tipos certeros, con puntería cualquiera que sea el coto. Ahí figuran, por ejemplo, Bettini, Cubino, Lucho Herrera, Jalabert, Lasa, Lejarreta, Aitor González, Menchov, Simoni, Zabriskie, Lastras y Garate. Son pocos y especiales. Aitor González, por ejemplo, nunca supo lo que había hecho. Cuando superó a Nicolás Jalabert y Mengin en la meta de Nimes, en el Tour 2004, sumó la victoria número cien del ciclismo español en la Grande Boucle. Y cerró el tríptico: etapas en la Vuelta, el Giro y el Tour. Pero ni se inmutó. Recibió el premio como si nada, con el gesto rutinario de quien firma una transacción económica. “Claro que es una victoria especial –declaró aquella tarde-. Pero no por ser la número cien de España, sino porque la he conseguido yo”. A su comentario le echó una larga carcajada. Más serio, como ausente, vivió Zabriskie su etapa en la Vuelta a España, la de Caravaca de la Cruz, en 2004. Así lo narró este inquilino de la burbuja: “Ha sido una fuga larga, en solitario, de 120 kilómetros. ¿En qué pensaba? Iba cantando, pensando en las películas que había visto y en la que me gustaría ver. En las cronos hago lo mismo”. Hay otros modelos de ciclistas con tres dianas. Pablo Lastras, por ejemplo. Un dorsal que no espera: ganó en su primer Giro (2001), en su primera Vuelta (2002)y en su primer Tour (2003). El debutante con más tino. “Hasta aquel Giro, que era mi primera gran vuelta, se me conocía más por las lesiones y la operaciones quirúrgicas que por los resultados en las carreras”, cuenta el corredor madrileño. Con razón. Con 25 años, Lastras era un ciclista sin tiempo para serlo. Era un paciente. Y su currículo, un parte médico: fracturas de clavícula, de fémur, de una vértebra dorsal, de costillas; operaciones en el menisco; extirpación de quistes en la rodilla… En eso, llegó su primer Giro. Y aquella etapa con final en Gorizia, en la frontera con Eslovenia. “Fui a esa carrera sin nada que perder. Y supuso mi relanza-
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miento. Me metí en aquella escapada con gente muy buena, con Elli, con Lombardi, con Di Grande. Tenía que jugármela desde lejos. Les engañé. Había dado relevo Elli y le tocaba a Lombardi. Entonces ataqué. A 180 pulsaciones, hay que ingeniárselas”. Esa victoria le cambió. Le revistió de confianza, el combustible imprescindible. Y llegaron más. Las dos etapas de la Vuelta. “Para mí aquella Vuelta era un reto. La afronté con mucha tensión. Me comían los nervios. Bajé de peso hasta los 65 kilos –hoy pesa 68-. Era una época de mi vida muy especial. Mi madre estaba ya muy enferma, y ella es la que más me ha aguantado siempre”. Buscaba un regalo para ella, para Rosa. Lo encontró en Córdoba. Esa mañana, antes de la etapa, fue con su director Jaimerena y con Mancebo y Flecha a memorizar aquellos últimos kilómetros de la etapa. Ensayo matinal. Por la tarde, le tocaba premio. “Ese día salí a ganar. En los abanicos, todo el equipo se quedó con Mancebo. Yo no. El director me dijo que adelante, que podía ser mi día. Corrí con seguridad, pero sin riesgo. Fui valiente”. Por la mañana se había citado con el repecho situado a la salida del alto de San Jerónimo, al borde del balcón que colgaba sobre Córdoba. Por la tarde, el chico de los huesos rotos consoló a su equipo, el ibanesto, por la retirada de Mancebo. “La segunda victoria, la de Villalva, también fue en un día de perros”, recuerda Lastras. “Corrí muy arropado por el equipo. Chente estuvo increíble en el llano, me llevó en carroza. Y Santi Blanco me subió Navacerrada. Para mí era un día muy especial. Había corrido allí con nueve años, en categoría promesas. Iba tranquilo, confiado,
Izquierda de arriba a abajo: El selecto club del triplete de ciclistas que siguen en activo: Simoni, Zabriskie, Pettachi y el australiano Gerrans, que con su victoria en Murcia en la Vuelta 09 era el último en llegar al club. Derecha: A Pablo Lastras su “olfato cazaetapas” le ha valido para levantar los brazos en las tres grandes.
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seguro de mí mismo”. Y acertó. Le quedaba el Tour. Y allí también hizo diana a la primera.“Me superó la grandeza de esa carrera. El nivel organizativo, los medios de comunicación… No fui consciente de lo que había hecho, de haber ganado una etapa. Creo que he visto el DVD sólo un par de veces. No sé por qué. Lo tengo cerca. No me hace falta verlo. Algo así no se olvida”. Ese día cogió otra vez la fuga buena, la de Lelli, Nardelo, Da Cruz, Cañada y Voeckler. El instinto. “Mi estrategia era no dudar. Y no lo hice. Gané por cabezonería. Iba muerto. Esprinté por el lado donde pegaba el viento en contra. Nadie lo esperaba”. Para esa fecha, Rosa, su madre, ya no estaba. “Y mira, gané justo el día de su cumpleaños”. Segundo regalo. Tercera victoria en una grande. Aquella tarde, en San Martín de Valdeiglesias, sonó un cohete. Y no eran
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fiestas. Así que Emeterio, que andaba en la tarea diaria, irguió la espalda y se dijo: “Eso es por Pablo”. Por su hijo, que andaba en el Tour. Y tiró hacia el pueblo, a buscar una tele para ver aquel tercer milagro. “La primera victoria fue la que más influyó. Sin aquella etapa en el Giro, no hubiera sido el corredor que soy”, resume. Luego probó con las clásicas. “No sé, quizá no les cogí la distancia”. Se ajustó al tipo de ciclista que ha querido ser. “Soy realista. Siempre he sabido cuál es mi sitio”. Ahí sigue: con 33 años y “la misma ilusión que un debutante”. Pese a que su calendario está casi monopolizado por carreras lejanas, en el extranjero, su ánimo sigue intacto: “Aún no me he levantado ningún día sin ganas de entrenarme”. Nunca se sabe cuándo puede llegar otro hecho extraordinario. “Te juro que lo he soñado esta noche. Te lo juro”. Juanma Garate lo repetía despierto una tarde del pasado mes de julio. “He soñado que me escapaba en el Ventoux, que me cogía Contador y que, generoso, me dejaba ganar. Te lo juro”. Pese al sueño, el ciclista de Irún se había levantado “desanimado, apático”. Fue Flecha, su compañero en el Rabobank, el que le encendió. Le contó historias del Ventoux. El mítico. Garate recordó su sueño. “No se lo dije a nadie porque se iban a reír”. Es un corredor con los pies en el suelo. De infancia dura y al aire libre. De esos chavales que han nacido para superar obstáculos. Cuestas. Las más altas. El Ventoux, el Gigante de Provenza. Antes, al principio de su carrera deportiva, había disfrutado con otra dificultad, el diluvio en Vinaroz, el pueblo sin alcantarillas donde ganó su etapa en el Vuelta (2001). “Llovía tanto que no sabíamos si la meta la iban a poner en la variante, tres kilómetros antes. Aquel triunfo se lo debo a Mariano Piccoli”. Su cicerone en el Lampre. “Mariano dio muchos palos aquel día. En cambio, yo iba atrás, con miedo por la lluvia. Era un día muy peligroso”. El viejo Piccoli se arrimó al nuevo, al vasco emigrante. “Me echó la bronca”. Y le dio el gran consejo: “Juanma, cree en tí mismo”. Un rato después, su vida como ciclista había cambiado. “Me vi de frente con José María García, que venía a hacerme una entrevista”. La del vencedor en Vinaroz. El éxito en el Giro (2006) fue distinto. Garate salió a por él en primera persona. “Era al final de la ronda, faltaban sólo dos jornadas de montaña, y yo estaba entre los diez primeros de la general. Parsani, mi director, me dijo que estuviera tranquilo, que esperara a la última etapa.
Pero le dije que no. Que me la iba a jugar a todo o nada. Bettini me apoyó. Me dijo que hiciera lo que yo creía que debía hacer”. Garate conocía bien aquel recorrido. Lo tenía calcado en el disco duro. Di Luca, Sella, Patxi Vila y Valjavec, entre otros, le acompañaron en la aventura, camino de los veinte kilómetros de subida a San Pellegrino, la meta. Atacaron muchos; Garate aguardó hasta que se movió Di Luca. Y ya no paró. Sólo Voigt fue capaz de atraparle. Y de hablarle: “Me extrañó que me aguantara. A seis kilómetros, aceleré y él me gritó para que parara. Me dijo que no me iba a disputar la etapa, que le bastaba con ser segundo”. Garate dudó. “¿Seguro?”, le insistió al alemán ya cerca de la meta. “Que sí, que sí. Es mi palabra”. Y la cumplió. “Era el broche a toda mi trayectoria en el Giro”. Ahí, en esa victoria italiana, Garate notó ya que todo triunfo tiene algo de milagro. “Dos días antes de San Pellegrino, mi mujer me mandó por fax la ecografía de nuestro bebé. Le dije que le iba a dedicar la etapa. No pude al día siguiente y me quedé con rabia. Por eso salí a por todas el día de San Pellegrino”. Pero no fue el único: la hermana de Basso anunció en el pelotón que Iván acababa de ser padre. Y, claro, el italiano también buscaba un ramo de flores. Basso era el peor rival posible. “En la salida le felicité por lo de su hijo, pero le dije que tenía un problema, que yo también iba a ser padre y que quería una etapa para el bebé”, cuenta Garate. El guipuzcoano se adelantó y llegó primero a San Pellegrino. “Después, en broma, le dije a Basso que ya podía ganar él”. Y así fue: una etapa después, Basso levantó los brazos en Áprica y ató su Giro. Para el broche de su triplete, Garate eligió el mejor final posible: el Ventoux. “No me imaginaba la repercusión que ha tenido. El otro día, en un entrenamiento, paré a echar agua en un pueblo francés y se acercó la gente para preguntarme si era el vencedor del Ventoux. Era la etapa de la que todo el mundo hablaba, la más esperada, la que decidía el Tour. Todos los aficionados al ciclismo se acuerdan de dónde estaban esa tarde”. Garate andaba de fuga por Provenza. El paraíso francés. Pedaleaba sobre su sueño. “Te lo juro, lo había soñado”. Y el milagro se cumplió. Lejos de allí, en un hogar holandés, los padres del pequeño Manuel, gritaban: “¡Milagro! ¡Milagro!”.
Página izquierda (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): Aitor González además del triplete tiene la victoria española número 100 en el Tour. Pablo Lastras en La Vuelta. Pablo Lastras en su etapa del Tour. David Zabriskie en la Vuelta. Juanma Gárate en la Vuelta. Página derecha (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): Pettachi en el Tour. Juanma Gárate en el Tour. Simoni en el Giro. Menchov en la Vuelta. Menchov en el Giro.
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RM ufino urgia Masajista del Por Gaizka Lasa
R
ufino Murgia luce un rostro que transmite paternidad. Ha criado tres hijos en el entorno casero de Lazkao y decenas de corredores en la familia más amplia del ciclismo. Siempre con el mismo afecto. Al calor de un hogar en el caso de Xabier, Urtzi y Maite, reconfortando la hostilidad de los alojamientos pasajeros en el de los sufridos corredores. Junto al cabezal o ante la camilla, pero siempre complaciente. El instinto paterno le ha impedido ampliar el radio de actuación como masajista auxiliar de equipos ciclistas profesionales. Hasta hoy. Sus tres semillas han florecido bajo los valores inherentes al deporte y campan a sus anchas. El mayor como director en categorías inferiores dentro de la prolífica comarca del Goierri. El segundo pedaleando en el campo amateur y la tercera siguiendo los pasos del anterior. Ambos, campeones de España de Triatlón. Rufino tenía permiso para volar y el primer billete que le ofertaron vino con el sello de la seriedad rusa. “Cubría la Vuelta a España del año pasado con el Tinkoff y a algunos auxiliares nos dieron la oportunidad de entrar a formar parte del proyecto que patrocinaría Katusha. Dije que sí y estoy contento”, explica Rufino, sin apartar la vista de sus raíces. Campechano. En casa promovió en 1987 el conjunto Renault Goierri, junto con otro de los históricos del ciclismo guipuzcoano, Juan Luis Juárez. “Iba de director y ejercía también de masajista”, recuerda. En 1992 inició el ciclo del Caja Rural, donde se ganó el afecto y la confianza de corredores como Chente García Acosta, Lopez de Munain, Latasa, los Flores… Hijos que ha ido dejando por el camino. Se embarcó en el reto de Labarca Baqué en 2003 y una temporada más tarde se le abrieron las puertas de una de las mansiones más respetadas y veneradas del sector, la estructura de José Miguel Echávarri y Eusebio Unzúe, por aquel entonces representando a la marca Isles Balears. Oscar Guerrero le reclutó para construir un equipo de su confianza en 2005, en el Kaiku y repitió compañía en 2007 con Fuerteventura. Pero al margen del compromiso adquirido con estas escuadras Rufino dejó su huella en numerosos bloques como el TVM, el Big-Mat o el Lampre, con quienes trabajó en el Tour y la Vuelta de 2002. Y por si su experiencia necesitara más pruebas también ha asistido al mundo del BTT desde el comienzo del Orbea y en la selección española a partir de 1997. Ahora acata la disciplina rusa. “Todo está bien estructurada. Tenemos todo lo que necesitamos. Muchos medios”. Trabaja en contacto con la frialdad rusa. “En este equipo no cumples tanto la función de madre como en otros más cercanos. No mantengo una relación tan estrecha a nivel personal con los corredores como en Kaiku o en Isles Balears. Se juntan varios factores. Ellos son así, más autónomos, y yo también soy
Katusha
Foto: A. Epelde
de los que por mi carácter me cuesta entrar. Luego está el idioma, que siempre es una barrera, aunque todos los rusos de desenvuelven bien en italiano. De todos modos, no llegar a intimar tampoco se convierte en un problema. Estamos para lo que estamos. Se trata de buscar el equilibrio e intentar averiguar si el ciclista quiere olvidarse del mundo cuando llega a la camilla o necesita hablar un poco. Pero por lo general en el Katusha ejecuto y callo. Desempeñé más la función de psicólogo con Chente, Verdugo, Egoi, Urtasun o Azanza, con los que me une algo más que la crema y la camilla. En cuanto a Dioni Galparsoro… es diferente a todos. Único”. Entre los corredores que le toca mimar en el día a día hay uno que simboliza la solemnidad rusa, Sergei Ivanov. “Coincidí con él ya en el TVM pero pese a ser un viejo conocido no es fácil acercarse a su intimidad. Me acuerdo que en un momento distendido le conté mis recuerdos sobre una etapa del Tour del Porvenir que él ganó en el Grand Bornard cuando yo trabajaba para la Fundación Euskadi. Podía provocar una mueca de nostalgia, una sonrisa o algún comentario anecdótico, pero ni se inmutó. Es tremendamente distante y reservado. Apenas habla. Lo hace en la carretera. En general los rusos no son demasiado amigos de las tertulias en la sobremesa. Se lleva más el ordenador portátil y la individualidad”. Pero en un equipo tan globalizado como el Katusha, Rufino también destaca personalidades más abiertas y joviales. “McEwen por ejemplo es un tío muy campechano, como podemos ser en Euskadi. Natural y agradable. Si das un paso más hacia la simpatía está Stegmans. Un crack. Está como un cencerro pero es noble y sincero. Uno de los que pone ambiente. También Pozzato responde al perfil del típico italiano que se encarga de amenizar las veladas y aportar la gracia allí donde se encuentre. Muy alegre, de los que dinamiza la mesa. Es muy sincero y natural dentro de esa aureola de campeón que lleva. Me llevé una grata sorpresa con él y es uno de los corredores con los que mejor relación mantengo. Aunque el que se lleva la palma en impartir lecciones de alegría es Horrach. Éste sí que es un elemento. Chistoso como él sólo, de los que no deja títere con cabeza. Se mete con todo pero tiene ese tacto para llevarse bien con todos. Entre otras cosas por su profesionalidad cuando se trata de trabajar. No se ve todo el trabajo que hace. Es un currante nato cuando se trata de ayudar a los compañeros y eso le lleva a ser tan respetado. Tiene la doble faceta. La diversión, la animación, la broma y la amenidad fuera de la competición más una estricta profesionalidad dentro. Un tío muy válido”.
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IEtñaki xeberria
Mecánico del
U
n oiartzuarra de 43 años pone nombre y apellido al esplendor que siempre lucen las dos marcas que ruedan representando al Saxo Bank en las mejores carreras del mundo: Specialized y Skoda. Este año cumple sus bodas de plata ensuciándose las manos para garantizar el brillo de otros. En la sombra, pero arrojando luz a cada mínimo atisbo de avería, percance o problema. Una pieza clave sumergida entre piezas. Las entradas de la frente delatan 25 años en el gremio. El mejor aval. Bjarne Rijs no tiene un pelo de tonto. En 1984 comenzó una carrera de fondo que ha conocido los engranajes mecánicos de más de una docena de equipos ciclistas. El Seat Orbea aficionado fue su lanzadera y desde entonces ha sido algo más que un mero testigo de la evolución del material que rodea al mundillo profesional. Más bien mecenas y protector. Tras los tres primeros años el equipo pasó a denominarse Orbea-Caja Rural y en 1991 Paternina se hizo cargo de la esponsorización. Un año más tarde probó el sabor de la frustración con la aventura fraudulenta de CH-CS para recobrar la seriedad con Festina en la misma temporada. Su décimo aniversario en la profesión coincidió con el nacimiento de la Fundación Euskadi, proyecto en el que estuvo involucrado hasta 1997. Un nombre propio figuró como común denominador de tantas escuadras, como reconoce el propio Iñaki. “Parecen un sin fin de estructuras y cambios, pero al final me moví entre la misma gente durante todos aquellos años. Era el equipo auxiliar de Txomin Perurena”. En 1997 atendió con gusto a las diferentes llamadas que demandaban sus servicios, “pero sin ningún compromiso con un equipo”. Un año más tarde comenzó su segundo ciclo en Festina hasta el 2002, cuando Juan Fernández se lo llevó al Coast. Aquella estructura se caducó en dos temporadas y en 2004 recaló en el Saunier Duval, penúltima estación de un viaje en el que Iñaki nunca se preocupó por el billete de vuelta. Con su profesionalidad, talante y garbo por maleta no tenía razón para ello. En 2006 ingresó en el ejército ciclista de Bjarne Rijs, el CSC, y desde entonces se ha ganado condecoraciones cotidianas que le convierten en uno de los pilares de la estructura del hoy llamado Saxo Bank. Desde semejante pedestal echa la vista atrás y reconoce que “los tiempos han cambiado. Antes teníamos más trabajo en arreglar desperfectos. Ahora somos cambiadores de piezas. Se pide nuevo y se acabó”. Iñaki es un oiartzuarra cuya residencia oficial figura en Bidania y que habita por el mundo. “Además de las carreras que me tocan la sede donde organizo el material está en Luxemburgo. Y a Dinamarca acudo antes y después de cada temporada como punto de arranque y de llegada de cada cam-
Po r G ai zk a La
Saxo Bank
sa Fo to : T. de Wae
le
paña a nivel mecánico”. En cuanto a las peculiaridades del equipo destaca que “me hagan hacer la mili cada año cuando me libré de ella en su día. Me refiero a esas concentraciones de las que no se libra ni la oficinista ni el autobusero ni María Santísima en invierno. De los cuatro años que llevo el primero estuvimos en Dinamarca, el segundo en Sudáfrica, el tercero en Noruega y el cuarto otra vez en Dinamarca. Donde peor lo pasé fue en Noruega, con 15 bajo cero y yo que nunca me había puesto esquís. Con un trineo y un destino al que llegar durante tres días”. Ideas del alma máter, el capo. “Estoy contento con Rijs. Es como figura en los medios, muy serio y exigente, pero cumple. La verdad es que hay pocos momentos en los que le haya visto más risueño y distendido. En la última concentración del invierno vino tras la cena a la mesa masajistas y mecánicos y empezó a disparar anécdotas para nuestra sorpresa. Y en la Vuelta a Suiza tuvo a bien invitarnos a cenar a la casa que tiene allí a todo el equipo auxiliar”. De Andy Schleck cuenta que “ante lo que pueda parecer no vive obsesionado con la bicicleta las 24 horas. Es de los que sabe desconectar. En lugar de estar con los pies para arriba como manda la tradición en su gremio apareció con una caña de pescar en el día siguiente de la Amstel Gold Race. Venía de pasar un rato distraído. También es de los que hace vacaciones totales durante tres o cuatro semanas al año. Tiene las cosas muy claras. Su hermano Frank es de otra manera. Más estricto. Hasta no hace mucho vivía más pendiente del hermano. Viven muy unidos. Demasiado a veces, como se vio en el Mont Ventoux”. De otra pasta dice que son Cancellara y Voigt. “El primero, alegre y afable, el segundo más todavía. Al suizo le gustan los momentos de humor y mantiene una relación admirable con todos los compañeros aunque cuando coincide con O’Grady siempre comparte habitación con él. El alemán se las sabe todas y es más chistoso. En el apartado mecánico es de los de la vieja usanza. Te coge las herramientas y se pone las medidas él solito a su gusto. Puede llamar la atención pero para ser estrellas de este deporte no hay ninguno que se lo tenga creído o que den más trabajo de la cuenta a los auxiliares. Bueno, uno de ellos es un poco cabezón con los desarrollos, Gustav Larsson. Siempre me pide platos más grandes que los demás. En la Vuelta al País Vasco de este año sin ir más lejos, con los repechos que había por Zalla, me pidió que le montara un 56. Le dije que no tenía aunque había uno guardado en el camión. Tampoco se enfadan. Es buena gente”.
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Un día en la Grandissima
M
e habían hablado muy bien de la Grandissima. Ciclistas, aficionados o incluso periodistas que tuvieron la oportunidad de vivir esos días intensos del mes de agosto en Portugal contaban maravillas sobre su Volta. Era un asunto que tenía pendiente desde hacía dos o tres años, pero siempre me daba pereza bajar a cruzar la raia (frontera), aunque algunas etapas estén a apenas dos horas de casa. Pero este año tocaba y la ocasión la pintaban como nunca. Cuarta etapa, domingo y una clásica, la jornada con final en Nossa Senhora da Graça, un puerto no muy duro de 8 km pero situado en un entorno precioso, ya conocido y recorrido infinidad de veces hace varios años en “O melhor rali do mundo”, el Rallye de Portugal. Pero ese es otro tema que no viene ahora a cuento. Me gusta la forma que tienen de ver la vida los portugueses. Apasionados como pocos en todos los deportes, pero con una perspectiva a la hora de presenciar cualquier tipo de actividad muy diferente a lo que solemos hacer en España. Dicen que los 10 días de la Grandissima se convierten en fiesta nacional. Más o menos como cuando el Rallye de Portugal en su máximo esplendor recorría medio país, ya que este quedaba totalmente paralizado al paso de los coches. Con los ciclistas pasa lo mismo. Riadas enteras de gente en los bordes de las carreteras y las pequeñas poblaciones por las que pasa invadidas de aficionados y curiosos. Y es que la Volta no es muy asidua a visitar grandes ciudades. La PAD, organizadora de una ronda que en 2009 ha cumplido nada menos que 71 ediciones, busca el calor y la sencillez de los portugueses, gente encantadora que siempre pone facilidades. Al menos así lo he vivido cuando he visitado el país con el que tantas cosas nos unen a los gallegos. Llegué a las cercanías de Mondim de Basto con suficiente antelación, así que tenía dos horas para subir el puerto en bicicleta y esperar en la cima a los ciclistas. Decir que el ambiente en los tres primeros kilómetros era impresionante es quedarse corto. No soy muy asiduo a ver ciclismo en directo, pero una vez allí comprobé que todo lo que me habían contado era cierto. La fiesta, la invasión de bicicletas que llegaban de todas partes (de carretera y de montaña), las botellas de Super Bock (cerveza portuguesa) o las extravagancias de los portugueses inundaban los 8 km de la subida, ya cerrada al tráfico desde el día anterior, pero sin ningún impedimento para subir. Ascendí con mucha calma, pues la temperatura era superior a los 35º C, pero eso me valió para analizar con calma cada detalle y ver el espectacular entorno que me rodeaba. Los guardinhas (Guardia Nacional Republicana, lo equivalente a la Guardia
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Civil de aquí) dejaban hacer, a pesar de que las primeras unidades del pelotón se aproximaban a pie de puerto. Así pasé bajo la pancarta del último kilómetro y en la meta pude ver a través de una pantalla de plasma como ascendían la penúltima dificultad de la jornada. Se ve que lo viven y lo disfrutan. Luego descendí unos 500 m y entablé conversación con un matrimonio asturiano que se había desplazado de vacaciones a ver algunas etapas. También había gallegos, pero no muchos. El año que viene habrá que organizar alguna expedición, porque teniéndolo tan cerca y en fin de semana el espectáculo lo merece. Además con un equipo de la tierra y con David Blanco como candidato a la victoria, la cita debería estar marcada en rojo en el calendario. Pude ver casi todo el resto de la etapa en una pequeña televisión de unos aficionados. Quizá lo de menos sea el paso de los ciclistas, porque con tanta gente apenas reconoces a los tuyos. Queda el consuelo de poder charlar un rato con ellos junto a los coches, si bien el espacio es muy limitado en este puerto. Lo dicho, si tenéis la oportunidad os recomiendo acudir. Disfrutaréis casi como en el Tour y no es una exageración, porque los portugueses convierten a la Grandissima en una carrera de gran calibre. Es una pena que las televisiones no apuesten por ella y que la señal no salga a nivel internacional. Dos horas en directo todos los días y un amplio resumen por la noche. Suficiente para los que nos gusta el ciclismo de verdad. Ya me diréis cuánta gente veis en las etapas de la Vuelta a España.
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odo empezó en Burguete. A finales de julio una treintena de cicloturistas de toda España compartíamos etapas de ensueño con dos profesionales de relumbrón: Ezequiel Mosquera y Patxi Vila. ¿De ensueño, hemos dicho de ensueño? Para algunos fue todo lo contrario y apenas podían dormir pensando en lo que les aguardaba a la mañana siguiente. Los cinco recorridos previstos por SRevents asustaban al más valiente y no había más remedio que tomárselo con calma…por si acaso. Y por las tardes el anhelado descanso, escuchando las amenas disertaciones de nuestros nuevos amigos del pelotón navarro: Jon Bru, Imanol Erviti y Xabier Zandio. Fue muy fácil intercambiar un par de frases (nos entendimos a la primera) con este último y quedar para diseñar una ruta por estos parajes tan hermosos y, al mismo tiempo, tan tremendamente duros que abundan en los Pirineos más occidentales. APM se encargaba de buscar la concatenación de algunos de los puertos ascendidos en esos días para completar un recorrido que pudiera adaptarse al de una posible Etapa Reina en cualquiera de las Grandes. Xabi y algún amigo se encargarían de dar el OK y aventurarse a realizarla en próximas fechas, cuando su “calendario laboral” se lo permitiese. Nosotros cumplimos sin demora con nuestra parte del acuerdo: la ruta que aquí veis estaba lista en pocos días. Ahora faltaba el Visto Bueno definitivo de Zandio y su compañero. Gran alegría al saber que se trataba de otro genio del pedal a quien conocimos precisamente hace unos años, cuando nos sacó de un apuro, perdidos como estábamos en una de las mil pistas asfaltadas de este lado de la cordillera pirenaica. Sí, habíamos conocido en el 99 a Txente García Acosta descendiendo por las rampas de Artaburu, cuando nuestro despiste era tal que no sabíamos no en dónde estábamos. “¡Coño, Txente! –se nos escapó al darnos cuenta de quién era nuestro interlocutor; ¿qué hace un tío de Tafalla por estos andurriales?” Respuesta rápida y amistosa: “¡Hombre, compatriotas! Me he venido hasta aquí con un amigo cicloturista a entrenar para el Tour, porque Miguel también lo hacía y mira cómo le ha ido. Por cierto, ¿no me cambiaríais una rueda del 27 o más por esta
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mía del 23?”. El “cachondo” de Txente nos había dado, quizás sin darse cuenta, un par de claves del secreto de estos puertos: no hay mejor lugar para entrenar en montaña que éste tan familiar para Indurain y más vale venir prevenidos si no queremos retorcernos de sufrimiento en tantas rampas terroríficas como aquí se concentran. Lugar de la cita para el encuentro: la capital del Cid. Fecha: cualquiera de las de la Vuelta a Burgos. Elegimos el final de etapa en la ciudad del Arlanzón y fuimos testigos del desgaste físico que una jornada de las llamadas de transición, sin ningún puerto, había dejado en las piernas de los corredores. ¿Culpables?: Eolo y nuestros dos amigos, que se habían dedicado a tirar de un pelotón a velocidades de vértigo para buscar la victoria de su equipo, el Caisse d’Épargne. Para que luego digan que hay etapas de relleno… Teníais que haber visto a Xabier Zandio, sobre la camilla, recibiendo los mimosos cuidados del popular Vicente Iza (“¿Popular yo? Sí, en los carteles” –nos diría el veterano masajista del conjunto navarro) y pasando revista al recorrido de la Etapa Reina, mientras Txente se sentaba a nuestro lado en la cama vecina. La rodilla de Xabi le está creando problemas en estos meses y, aunque no va a poder repetir su fenomenal victoria del pasado año en la ronda burgalesa, se muestra satisfecho y agradecido a Vicente por sus atenciones: “¿La rodilla? Bien, bien. Sigo con algo de miedo, ¿no? El fin de semana pasado ya corrí Getxo y Urkiola, y ya bastante bien. Y ahora pues llevo aquí tres días. Pero bueno, más que nada te acostumbras un poco a llevar ya mes y pico, que cada vez que sales vuelves con dolores, jodido a casa, pedaleando con una pierna porque la otra te da pinchazos, ¿sabes? La cabeza te va ahí: a ver las sensaciones, a ver… Pero ayer y hoy ni me acuerdo de la rodilla, vamos. Tenía cosas más importantes en la cabeza.” “¡Y tanto! Hoy ha ido todo el rato tirando, más que yo. A los dos nos ha tocado de salida, hasta que ha empezado a apretar el aire de costado, y abanicos y eso. Era un circuito y el aire entraba de culo, de costado, de cara. Mucha tensión –comenta Txente.
Y añade Zandio: “Falta nos hace que luego alguien nos ponga las piernas a tono”. El punto final al tema lo pone el experto, Iza: “Tienen un físico impresionante, o sea, tras una etapa reina, les noto que han tirado de clase y de mucha fuerza de su cuerpo, claro. Llegan reventaítos. Es impresionante cómo recuperan, claro. Físicamente son unos monstruos, están preparados. En 24 horas ya están los tíos recuperados. Son una máquina, gente que está muy preparada, profesionales muy serios en su trabajo: entonces, claro, se recuperan fenomenal”.
¿Qué hace un chico como tú en un sitio como éste? Siempre nos gusta conocer a las personas, más que al ciclista, aunque es algo bien difícil de separar. Xabier Zandio nos contesta el primero: “¿Qué por qué estoy aquí? Siempre me había gustado el ciclismo, ¿no? No hay antecedentes en casa y es más, mi madre no me dejaba, claro. Y al final mi hermano Iñaki (somos 6 y yo el pequeño), que era deportista y jugaba a pelota, con uno de sus primeros sueldos de profesional me compró una bici y empecé en el Villavés. Tenía un vecino que corría en ese club y… poco a poco: los primeros años fatal y luego ya empezamos a correr en carretera. Y se me daba más o menos, siempre p’arriba, aunque no es que sea muy flaco, pero se me ha dado bien el subir. Te vas fijando que arrancas y los demás van jodidos, y siempre te picas un poco, ¿no? Y así hasta hoy y ya veremos, ya veremos lo que nos queda”. Es el turno de Txente García Acosta: “Allí en Tafalla, en el barrio de Las Torres donde he vivido toda la vida, pues había bastante afición. Entonces allí estábamos todos los chavales; era la época de la bici. Mi ídolo de crío era Indurain. Cuando yo empezaba, ya había ganado el Tour del Porvenir y estaba a gran nivel. Pues ahí ya empezamos todo el barrio a andar en bici. Mi padre tenía mucha afición, no de andar sino de ver por la tele. En el Tafallés nos montaban en un autobús, bocadillo
y a las carreras. Tuve mi primera bici de carreras a los 11 años y a los 12 ya gané mi primera carrera: en Peralta, me acuerdo muy bien. Y así, poco a poco, año a año, aquí estoy: el pasado año hice mis bodas de plata con la bici”. Bien, Ya sabemos qué hacen en un sitio como éste, pero… ¿y cuando no están en carrera? “A los dos nos va el estar en casa, con la familia” –responden a la vez. “Cada vez me cuesta más estar lejos de Ainhoa, mi mujer, y de Josu (3 años) y Jone (de 2). Se me da bien lo de hacer de padre. Soy muy casero: me gusta poco salir, muy poco” –nos dice Zandio. En una entrevista anterior, a la pregunta de si vendería su alma al Diablo por ganar un Tour, su respuesta fue bien significativa: “Ganar el Tour es algo grande, pero hay cosas más importantes, como la familia”. Y hoy sigue pensando lo mismo: “Yo creo que ahora tampoco es demasiado el tiempo que pasamos fuera de casa, hace años era mucho peor. Hoy andaremos entre los 70 y los 90 días de competición. Antes pasaban de los 100, pero vamos, de calle. Por lo tanto en ese aspecto te toca menos salir…, a Dios gracias, claro”. Y más que debe sufrir alguien al que le gusta tan poco el avión como al pamplonés: “Odio el tener que coger un avión. Vuelas en un trozo de plástico. He llegado a conducir 800 km para ir de una carrera a otra”.
Izquierda: En los 4 primeros kilómetros de Burdinkurutzeta la pendiente media no va a bajar del 10% y con Arrieta a la cabeza, la batalla estaba servida. Derecha: Xabi y Txente mano a mano en un recorrido en la que la labor de equipo puede ser decisiva.
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Izquierda de arriba a abajo: El entorno de St Jean de Pied de Port es espectacular en lo que a “puertazos” se refiere. Ahusky(Apanize es uno de los muchos ejemplos en los que nuestra grupeta pudo comprobar la intensidad de sus rampas. Txente y Xabi suelen hacer muchas escapadas a toda esta zona. En Burdinkurutzeta. Derecha: Los intereses económicos son lo que casi siempre terminan de definir los recorridos de las grandes vueltas. Si no fuera así, el filón del pirineo navarro sería inagotable. Burdinkurutzeta.
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La verdad es que las apariencias engañan. Le habíamos conocido en Burguete días antes con sus simpáticas trencillas que no es que le mostraran precisamente como el padre tradicional: “Unos llevan pendiente, otros se pintan el pelo de color y yo me dejo trenza. En las contrarreloj igual pierdo un segundo por kilómetro -se reía. Hoy, en la camilla de masaje en Burgos, ya no las luce y…como que ahora tiene más aspecto de padre formal. Es un decir, porque no ha perdido con el corte ni un ápice de su simpatía y encanto personal. Sabíamos que a Txente le encanta la fotografía y que siempre se le ve acompañado de una cámara digital para sacar fotos y más fotos, con las que poder mirar atrás con nostalgia cuando diga adiós a su querida bicicleta. Cuántas anécdotas tendrán que escucharle Aitor, de 4 años y medio y la peque, Marina, de uno y medio, los días que tengan al “aita” en casa, mientras María, la orgullosa madre, les mirará con embeleso. Y luego, antes de que se queden dormidos, Txente les leerá esos cuentos que también él aprendió en su niñez. No puede por menos que recordar con pena, como tantos otros padres con menos motivos, esos momentos inolvidables de la vida familiar que se han perdido: “Recuerdo que me fui a la París-Niza y mi hijo apenas se tenía un poco de pie; volví y ya andaba. Son cosas que te pierdes. Por eso, cuando vuelves, para compensar me paso todo el rato con ellos y termino el día leyéndoles cuentos para que se duerman”.
Ya vemos cómo la familia es uno de los mejores argumentos de ambos. Pero la bici siempre ha tenido más peso en sus apuestas personales, por lo menos de momento: y es que hay que trabajar para vivir. Txente nos cuenta sus inicios en el profesionalismo: “En mi caso me fue bastante mal, porque noté mucho el salto de categoría. Me acuerdo yendo siempre entre los tres últimos y al final me pasaban los otros dos... Luego fui encontrando mi sitio en el pelotón y aprendí mucho de gente como Marino Alonso y Joserra Uriarte. Eran trabajadores natos y yo sabía que en Banesto me fichaban para trabajar. Entonces, a base de observar y fijarme en los demás, fui aprendiendo el oficio”. Y ya son 26 los años encima de una bicicleta, con 12 Tours y otras tantas Vueltas a sus espaldas, con victorias de etapa en ambas: “En cuanto al Giro, pues qué le vamos a hacer. En Italia se corre muy pronto y yo prefiero el calorcito, porque rindo más”. También Xabier Zandio, otro treintañero aunque no lo aparente (Txente nos comenta que él es “casi cuarentón”), lleva un puñado de años en esto. En su haber cuenta con pocas victorias, pero de prestigio: la Vuelta a los Puertos (2005) y la Vuelta a Burgos (2008). Comentaba en Burguete a los participantes del stage que no echa en falta grandes éxitos: él también sabe lo que se le pide y cree que lo hace bien. Incluso tembló el pasado año ante la ocasión de oro que se le presentó en Burgos al colarse en una escapada bidón y tener que asumir el rango de líder del
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equipo. Habrá que recordarle que lo bordó y… ¿por qué no repetir? A ninguno de los dos les agrada pensar en la retirada…mientras el cuerpo aguante. Txente lo tiene muy claro: “Yo estoy ahora en torno a los 30.000 kilómetros al año: ya puedes ir calculando los que llevo en el cuerpo. Esta próxima será, si todo va bien, mi Vuelta número 13 y me lo planteo año a año hace mucho. Primero habrá que acabar esto y luego…Ganas sí tengo: ¡cómo para no tenerlas con la grupeta que tenemos! Lo pasamos muy bien. ¡Anda que no ha habido días que con una hora me iba para casa, y me han llamado y…cinco horas! Es un lujo” Xabier asiente con la cabeza y se deshace en elogios del ambiente que viven los de la “grupeta de Pamplona”. Entre ambos nos detallan el listado de los más habituales…”que no se nos olvide ninguno que igual se mosquean: Imanol Erviti, Arrieta, Jon Bru, Koldo Gil, Denis, Vladimir, Latasa, Juanjo Oroz, Etxarri, y dos colombianos y un ruso…nos entendemos por señas. Seguramente seremos la grupeta más grande de España. Un día echando cuentas hasta 14 podemos contar. Y todos al puerto de Etxauri. Es el lugar de nuestras grandes peleas. Tenemos ahí medida cada curva: si a esta curva llego en tanto tiempo, es que ya estoy bien”. Y seguro que con su siguiente comentario rompen algún esquema preconcebido de más de un cicloturista “obseso”: “Siempre ha estado como mal visto parar a tomar el café, pero es un rato muy importante para el grupo, Pues andas tus tres horas, paras, haces otras dos o tres …como que ameniza bastante, ¿no? Aparte de que sales de otra manera, te tomas un café, un bollo, y andas con más ganas”.
Pero a lo que íbamos Con el derroche de ilusión que nos están trasmitiendo, casi se nos olvida que aquí no hemos venido para charlar distendidamente de tantas cosas interesantes, sino
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para darles “trabajo” en PDLpro. Como se ha dicho, en Burguete se había empezado a fraguar el recorrido de la Etapa Reina de este número de la revista. Un recorrido alrededor, pues, de dos argumentos bien atractivos. Por un lado, Burguete y la colegiata de Roncesvalles son el inicio del Camino de Santiago y el próximo será de nuevo Año Santo Compostelano. Por otro, estos eran los lugares de entrenamiento del inolvidable Miguel Indurain. No estaría mal –pensamos- rendir un homenaje a dos de los más grandes patronos de España: uno, el más representativo de nuestro santoral y el otro, la gran figura del ciclismo hispano. Pero queríamos aprovechar bien las posibilidades montañosas que ofrece este Pirineo navarro y perfilar una etapa que permitiera la victoria sólo de los más grandes. Se la planteamos sin necesidad de mapa alguno: se conocen todo este entorno al dedillo. “Oye, muy bien lo de empezar en Villava –dice Zandio, al que se le ve el plumero de sus comienzos en el club de la localidad natal de Miguel-: así nos evitamos el tráfico del centro de Pamplona”. Nuestra ruta sigue después el Camino Jacobeo en sentido contrario, superando los primeros altos de la jornada (Erro y Mezkiriz) hasta llegar a Roncesvalles y dejarnos caer Ibañeta abajo en busca de la ciudad de inicio de su peregrinación para muchos europeos, St. Jean-Pied-de-Port. Al llegar a esta bellísima localidad, cuando parece que nos alejamos de las montañas, trazamos un bucle de nuevo hacia el sur para enfilar en dirección a las cumbres pirenaicas. De eso se trata, ¿no? Y, ¡por fin!, conseguimos sorprender a ambos: “¿Qué col es ese de Apanize (Ahusky)? No lo hemos subido nunca ninguno de los dos”. Les explicamos dónde se ubica (han pasado por su pie montones de veces) y les damos las referencias necesarias para cuando tengan que ascenderlo: algo más de 10 km al 8% de media… un coloso de categoría especial. Cuando luego oyen el nombre de Burdinkurutzeta ya les suena de sobra: por eso les empiezan a entrar temblores de sólo pensarlo. Es que van a ser otros 9 km al 9% y, tras un breve descenso de un par de kilómetros, continuar subiendo hasta los Chalets de Iratí y el Col de Bagargi, situados
7 km más arriba. “¡Jo, menos mal que por lo menos no nos hacéis subirlo por el otro lado, que eso sí que es la leche…!” – suelta con sorna Txente. Pero es que inmediatamente enlazarán con el “coco” de los Pirineos, el Emperador, Larrau. Hacemos constar en este punto que el de Tafalla pasó en cabeza por su cima en la última ocasión que el Tour llegó hasta aquí. Nos comenta: “Iba junto a Gorka Verdugo y me dije: ¿por qué no voy a darme el gustazo de entrar el primero en mi tierra? Y así conseguí coronar Larrau antes que nadie”. Pero parece que no está muy de acuerdo con nosotros y se atreve a plantearnos un dilema: “Pues yo creo que es más duro Artaburu, donde os conocí (¡quién me iba a decir a mí que ahora ibais a estar metiéndonos en este fregado). Pero calla…, es mejor que no os demos pistas”. El descenso a Otxagabia y la vuelta por lo que ellos llaman “las Abaurreas”, será sin duda la puntilla para los pocos componentes de un hipotético grupo que hasta aquí llegara, aún a 40 km de meta. “¿Grupo? ¿Habéis dicho grupo? Ahí ya iríamos a lo sumo de dos en dos” –tercia Xabier, con cara de circunstancias pensando en lo que le espera para completar la sesión fotográfica. “Y la puntilla en Garralda, donde siempre nos damos caña en la grupeta a ver quién corona el primero en Lapizea. Esta vez no creo que haga falta echar un sprint, porque ni nos veremos… ¡Lo menos salen 4.000 m de desnivel acumulado en la etapa!” –añade Txente. Y no andará muy lejos, no. Y-¿por qué será?- enseguida le vienen a la cabeza los momentos malos que ha tenido que pasar escalando puertos. “El que más impresión me ha dejado es ese que subimos en el Tour del año pasado. La Bonette…no sé qué (Restefond le aclaramos nosotros). ¡Madre mía, qué duro era aquello! Yo creo que lo que más”. Y ahora es Vicente Iza quien interrumpe a Txente: “Parecía que estabas en el Giro, tío. Llegabas arriba y seguía una carretera que daba la vuelta; si parecía que ibas a llegar al cielo. Era impresionante”. De nuevo el tafallés: “¡Y el último kilómetro al 10%! Mira si he subido puertos, ¿eh? No sé qué desnivel tendrá, porque por
ejemplo el Mont Ventoux ya son 1600 m: también impresiona, pero a mí aquél sí que me dejó huella”. Y a continuación entre los tres siguen citando nombres y más nombres de puertos de fama. Ahora habla Zandio: “El Angliru es el peor, una monstruosidad, pero como a la gente la va el espectáculo…” A Txente ya no hay quien lo pare: “Jó, y los que nos ponen en la Vuelta este año, ¿qué?: Velefique, Aitana que lleva por delante todos los puertos de Alicante, …el Xorret no lo conozco pero ya me han hablado de él, ya”. Mencionan también a Pailhères, Balès, Glandon, Croix de Fer,… hasta de que han asfaltado una subida al Veleta por la Alpujarra de la que les ha hablado Alejandro Valverde. Mejor será que lo dejemos aquí o tendremos que abrir una nueva sección de Etapa Reina también en otros países. Aunque, cuando acudan ellos dos y algún amigo (me dicen que como les acompañe Arrieta les va sacar los ojos) a hacer el recorrido de esta Etapa Reina para obtener las fotos que aquí os ofrecemos, estamos casi seguros de que nos van a sacar cantares a estos cicloturistas “locos de las cumbres” que con tanta osadía nos atrevemos a darles la vara con nuestras ocurrencias, por mucho Santiago y Miguel con que intentemos justificarlas. ¿Nos seguirán saludando en el futuro?
Izquierda: Ahusky, Burdinkurutzeta y Larrau son los grandes colosos del recorrido, pero tanto la parte inicial por el valle de Erro, y la final por la zona de las Abaurreas y Lapizea, son un continuo sube y baja que pasa factura. Derecha: Txente y Xabi subiendo Ahusky junto a Arrieta. La presencia de Arri en cualquier salida supone intensidad de entrenamiento.
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Izquierda: Atravesando Burguete. Derecha: Subiendo Erro. Queremos agradecer a Txente y Xabi su total colaboración para llevar a cabo el reportaje. Fue una jornada intensa en la que cayeron más puertos y kilómetros de los previstos. No nos queremos olvidar de Arrieta que nos acompaño durante toda la jornada y se encargó de “calentar” el ambiente en los puertos. Tambien de Karpets que estuvo con nosotros durante la primera parte del recorrido y de los cicloturistas Delgado y Asensio ““el gran Riblon” que una vez más volvió a tener palabras para todos. Gracias.
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Coronando Bales. Foto: A. Epelde
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Foto: T. De Waele
Una de capos.... La vuelta empezaba a poner a cada uno en su sitio. Estábamos en laprimera gran etapa de montaña. Se subía Aitana entre la niebla. La vigilancia entre los favoritos es total. Cunego ya había saltado a por Moncoutie y a por su primera victoria. En el grupo Ivan Basso, Cadel Evans, Joaquim Rodríguez, Alejandro Valverde, Samuel Sánchez, Valjavec y Robert Gesink esperan su momento.
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Fotos: T. De Waele
Holanda supo dar un nuevo color a La Vuelta. El público se volcó y los escenarios típicos de las clásicas del norte dejaron huella. Arriba: Cancellara en el pavé. Abajo: Carreteras estrechas, rotondas, cruces... mucha tensión. Derecha abajo: Salida en Assen. Izquierda arriba: El Columbia fue el dominador de los sprints pero sin embargo, hubo margen de maniobra para todos como lo demuestra la victoria de Borut Bozik en Xátiva. Bozik y todo su equipo Vacansoleil supieron responder a la invitación de la organización.
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Fotos: T. De Waele
Izquierda arriba y derecha abajo: El sur y el Mediterráneo han sido los grandes protagonistas de La Vuelta. Los paisajes típicos de estas zonas han marcado buena parte del recorrido. Izquierda abajo: El esloveno Taramae no olvidará fácilmente la ascensión a Xorret del Cati. La pendiente le pudo y acabaría exhausto y viendo como le adelantaban muchos corredores. Derecha arriba: Cunego ha sabido jugar sus cartas. Sus victorias en Aitana y en La Pandera (en la foto) han dejado claro que sabía a lo que venía.
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Fotos: T. De Waele
Arriba: Monachil resultó uno de los puertos más espectaculares y que más juego dio. Gesink marca el ritmo por delante de Evans, Valverde, Mosquera y compañía. Abajo: Samuel Sánchez fue de menos a más. Es un corredor valiente y ambicioso, de los que no se da fácilmente por vencido. Llegando a La Pandera.
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Fotos: T. De Waele
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: El diablo estuvo en Holanda. Michael Boogerd visitó a sus excompañeros. Carlos Barredo lo pasó muy mal y acabaría retirándose por culpa del estómago. Feliz cumpleaños Breschel. Ballan y Rodríguez en la llegada a Lieja donde poco antes de la meta se organizó una montonera de miedo. Con Cancellara siempre hay un hueco para el humor. ¡Ese maillot verde! Cordero, vistó la vuelta. Avituallamiento. Cunego. Morenazas. Indurain se acercó a tierras murcianas. Olé y Olé. Vinokourov se dejó ver pero acabaría retirándose.
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Mendrisio 1971 -
Pedaladas en el tiempo Texto: “ginobartali” Fotos: archivo Miroir du cyclisme
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etiembre en ciclismo significa, sobretodo, Campeonato del Mundo. La única carrera profesional que se sigue disputando bajo la fórmula de los equipos nacionales, con sus defensores y sus detractores. No es sólo ese aspecto el que la hace distinta. La recompensa para el vencedor es inigualable. No hablamos del premio en metálico, que varía mucho en función del país para el que corre. Tampoco nos referimos a las posibilidades de mejora de contrato que surgen a menudo para el afortunado. Se trata, sobretodo, de ese precioso maillot arco iris que el campeón podrá lucir durante todo un año. Esa simbología que nos devuelve a los tiempos más románticos de nuestro deporte y que pervive en un entorno muy profesionalizado. Los símbolos en el deporte. Esto daría para un artículo entero: la chaqueta verde que se le impone al vencedor del Masters de Augusta de Golf, junto con una invitación de por vida a participar en el torneo, la cuchara de madera del que pierde todos los partidos en el Seis Naciones de Rugby (antes cinco y cuatro), los tenistas de blanco en Wimbledon, el pelotari vencedor del campeonato manomanista, que se gana el derecho a jugar de rojo durante todo el año, ... El ciclismo no se queda atrás: maillots amarillos, maglias rosas, farolillos rojos,..., pero el maillot arco iris, ése sí que marca. Setiembre es un mes complicado para un ciclista: El que ha tenido un buen año llega a menudo poco motivado a esas fechas, el que ha corrido mucho llega cansado, y el que ha estado lesionado o por debajo de su nivel se siente presionado por la falta de resultados. Ahora, la Vuelta en setiembre tampoco ayuda mucho: quien disputa la Vuelta dif ícilmente estará en forma para el Mundial. Y sin embargo, todos los grandes campeones de la historia del ciclismo han luchado por ganar un mundial. Algunos no lo consiguieron (Miguel Indurain, Jacques Anquetil, Gino Bartali), pero muchos sí (Alfredo Binda, Fausto Coppi, Rik Van Looy, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Lance Armstrong....) . Fausto Coppi, el Campionissimo, ganó la edición de 1953 en Lugano, apenas a 20 km de Mendrisio, sede de la prueba de este año. Había arrasado en el Tour del año anterior (los organizadores tuvieron que doblar el premio al segundo puesto a mitad de carrera para que hubiera algo de emoción), y muy probablemente, también habría ganado en 1953. Pero hizo lo que hoy día sería impensable en un ganador potencial de Tour: no correrlo para preparar mejor el mundial, carrera que aún no había ganado. La gloria antes que el dinero. Ahí queda eso. Evidentemente, en un circuito bastante duro, arrasó. La cercana Mendrisio ya fue sede de de una edición legendaria del mundial, la de 1971. No sólo se repite sede, sino también la Torrazza de Novazzano, una subida de 1,700 km que resultó decisiva entonces y también lo será este año, estando muy cerca de la meta.
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Montjuich 1973: Merckx y Gimondi No será tan fácil sin embargo presenciar un duelo como el que libraron Eddy Merckx y Felice Gimondi. Por un lado, el campeón bergamasco de 28 años, con un palmares que incluía ya Tour, Vuelta, 2 Giros, GP de las Naciones, Giro de Lombardía,... Había renunciado al Tour de ese año, recibiendo por ello muchas críticas desde su país. Brillar en el Mundial arreglaría las cosas. Y por otro lado, el “monstruo”, el caníbal, Eddy Merckx, 26 años entonces, un palmares de escándalo a esa edad (y lo que quedaba...): 2 Giros, 3 Tours, 1 campeonato del mundo, 4 Milan Sanremo, 3 París Niza, 2 Paris Roubaix, 2 Liejas,..., y una ambición como no la ha habido nunca en el ciclismo. Eddy Merckx (5 consonantes y una sóla vocal, menudo apellido complicado) era favorito en todas y cada una de las carreras que disputaba. En ese año de 1971, ya llevaba más de 40 victorias. La carrera transcurre con cierta lentitud, tanto es así que tardan 5 minutos más que los aficionados en recorrer las 10 primeras vueltas, (unos 165 km). Hay una escapada de 4 hombres por delante, pero Merckx parece apático, lo cual no deja de sorprender a todos. Pero a cuatro vueltas del final, el “monstruo” lanza un ataque demoledor, quedándose únicamente 6 ciclistas en cabeza. Los que no han podido enlazar pierden toda esperanza: con Merckx por delante, no hay nada que hacer. En menos de 30 kilómetros, el pelotón perderá nada menos que 5 minutos. En el sexteto de cabeza, hay 2 ciclistas muy peligrosos: Guimard y Pintens. Cyrille Guimard, más conocido posteriormente por su faceta de director deportivo con Hinault y Fignon, había sido en los 70 un gran esprinter con capacidad para pasar la media montaña. A falta de 2 vueltas, es Gimondi quien ataca, y sólo “El caníbal” puede responder. Hasta el final, Gimondi se muestra más que generoso en sus relevos, dando la impresión de conformarse con el segundo puesto. Así será. Merckx se impone con claridad en meta, logrando su segundo mundial. Gimondi no parece demasiado apenado: Ha hecho un carrerón, y quedar segundo detrás de Merckx es casi una victoria en esos tiempos. Además, los 2 hombres mantienen una buena amistad fuera de la carretera. En efecto, estando Merckx en cualquier carrera, las opciones del resto del pelotón se reducían muchísimo. La preciosa película “La bici de Ghislain Lambert” tiene una escena que describe muy bien cómo vivían los ciclistas su presencia: es en un modesto criterium belga, antes de la salida. El protagonista se siente como nunca, y va a por la victoria. Sin embargo, un compañero le avisa: “él” está aquí. Efectivamente, Eddy Merckx en persona va a participar, y las ilusiones del pobre Ghislain Lambert de desvanecen incluso antes de la salida. Como si de niño hubiera caído dentro del caldero del druida Panoramix, el de los
comics de Asterix, Eddy Merckx ganaba y ganaba sin cesar, de febrero hasta octubre. Venció en más de 500 carreras profesionales, un record que perdurará aún muchos años. Y cómo ganaba: siempre dando la cara, al ataque. No hay más que hojear revistas de esa época para comprobar la cantidad de fotograf ías de muy diversas carreras, en las que Eddy Merckx aparece en primera posición de pelotones más o menos numerosos. Sin embargo, a veces fallaba, y sus rivales debían de estar muy atentos para conseguir esas victorias que se le podían escapar. Así fue como Felice Gimondi pudo tomarse la revancha en el Mundial de 1973 disputado en Barcelona. Fiel a sus costumbre, Merckx provocó la selección a 100 kilómetros de meta, llevó una vez más el peso de la carrera, pero falló ante el asombro general en la última recta de meta, llegando finalmente en cuarta posición, por detrás de Gimondi, un jovencísimo Freddy Maertens y el recordado Luis Ocaña. Pocos confiaban ya en una gran victoria del bergamasco, eclipsado durante años por el belga. Sus seguidores tenían asumido que sólo podía optar a recoger las migajas que Merckx pudiera dejar. Incluso desde su entorno más cercano le animaban a dejar la bicicleta, teniendo además una buena posición económica tras años de carrera profesional a muy alto nivel. Pero Felice, con esa actitud y determinación de los grandes campeones, no quería retirarse sin ganar a Merckx en una gran carrera. Su triunfo se festejó en Italia con más entusiasmo que su Tour de 1965, y supuso una bombona de oxígeno para un ciclismo transalpino en horas bajas. Merckx, Gimondi, Coppi, Armstrong, Hinault, Indurain, Ocaña, ... grandes campeones que fueron decisivos para que esta singular carrera sea una de las grandes citas anuales del calendario ciclista.
Arriba de izquierda a derecha: Merckx-Battaglin-Gimondi-Lazkano giro73: Eddy Merckx en cabeza del Giro de 1973. Detrás, Battaglin, Gimondi y el malogrado Santi Lazkano. Merckx-Ocaña-Gimondi Mundial 73: Eddy Merckx provocando la selección en el mundial de Barcelona de 1973. Detrás, Luis Ocaña y Felice Gimondi. Merckx en cabeza: Una imagen habitual en la carrera de Eddy Merckx: en cabeza, provocando la selección en el pelotón. Izquierda: Maertens-Gimondi-Ocaña mundial73: El podio del Mundial de 1973 de Montjuich: Freddy Maertens, Felice Gimondi y Luis Ocaña.
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Las murallas de Ávila tesoros ciclistas Por “ginobartali” Fotos: T. de Waele
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doquines. Unos vencedores prestigiosos. Un decorado único. Estos ingredientes hacen de la llegada a las murallas de Avila un auténtico tesoro ciclista, digno de esta sección. La Vuelta propuso un final de etapa en Avila por primera vez en el año 1971, y desde aquella edición, ha vuelto en otras 21 ocasiones. Este año será la vigésimotercera ocasión. Aunque la llegada no siempre se ha situado cerca de las murallas, son éstas quienes han contribuído a que el lugar sea ya un escenario histórico en el mundo ciclista. Tanto es así que frente a ellas se levanta en la actualidad un monumento al ciclismo, considerado el deporte rey en la provincia de la cual, a pesar de su escasa población, han salido grandes ciclistas. Desde Julio Jiménez, apodado “el relojero de Ávila”, hasta Carlos Sastre, pasando por Angel Arroyo y el recordado “Chaba” Jimenez. No se trata de una llegada en lo alto de un puerto de montaña, aunque hay que decir que la ciudad se encuentra a más de 1100 metros de altura, siendo la capital de provincia más alta de España. Pero los recorridos propuestos son siempre de media o alta montaña, lo que hace que estas etapas resulten casi siempre movidas y emocionantes. La pendiente a lo largo de los 1300 metros apenas llega al 5%, pero el piso adoquinado añade dureza, de forma que quien termina ganando es a menudo un gran corredor. No hay más que ver entre la lista de vencedores a nombres como Hinault, Fignon, Jalabert, Vandenbroucke o Tony Rominger. Casi nada. La llegada más recordada a Avila fue en aquella legendaria edición de 1983, en la que un pletórico Hinault destrozó a un jovencísimo Gorospe en Serranillos para asestar el golpe definitivo a la prueba. Más reciente en el tiempo es el triunfo de Laurent Jalabert en 1995, tras una exhibición desde el primer puerto de Serranillos. Aún quedaba mucha vuelta pero la contundencia de su victoria en las murallas fue definitiva. Aunque sin duda, el triunfo de Vandenbroucke en 1999 quedará como el más espectacular, tras un demoledor ataque en los 2 últimos kilómetros. Tan espectacular que era dif ícil de creer, como desgraciadamente el paso del tiempo y de los acontecimientos alrededor de este hombre parecen haber confirmado. De cualquier forma, sucedió allí, a lo largo de esas murallas casi milenarias.
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Al día siguiente, fue Jan Ullrich quien se impuso en una Contrarreloj cuya parte final, como no podía ser de otra forma, también las bordeaba. Sin embargo, la prestigiosa lista de vencedores sería insuficiente para que el lugar fuera catalogado como tesoro ciclista. Sin las imponentes murallas, esto sería imposible. Unas murallas bendecidas por el obispo Pelayo en el año 1090, y en un estado de conservación excepcional. De hecho, es el único recinto amurallado que se conserva en Europa tal y como se construyó. Por ello, se trata ciertamente de un escenario único que ofrece un plus de motivación a los ciclistas para dar lo mejor de ellos mismos. Así, el tramo adoquinado junto a las murallas ha ido dejando un imborrable recuerdo tanto en los ciclistas que por allí han transitado como en las retinas de los espectadores. Y que siga por muchos años.
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