Gaceta Morvoz Edición Tuxpan

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Gacet a Tuxpan Diciembre 2015


Mia Wallace

Compilación: Pedro Paunero. Armado digital: Éric Marváz. Portada: Arturo Pizá. Pintura: Mauricio Antonio Magaña Morales. Foto: Mia Wallace, Moroni Díaz García, Gris Ruíz, Alex Zmeckye, Éric Marváz, Arturo Pizá. Textos: Paulette Bayardo Gustin, Mia Wallace, María Garañona, Nina Salguero, Liliam Magaña Morales, Sixto Torres, Pedro Paunero, Omar Ortíz Agathokles, Mario Alberto Gutiérrez Zamora, Marváz. Derechos reservados: Editorial Morvoz. Impresión: Ex-libris.


Present ación.

Escribimos aquí autores de Tuxpan y de la Ciudad de México; nos hacemos ver y hacemos ver a través de textos e imágenes. Nos convoca el deseo, el amor y el olvido que es otra forma de decir que nos une la carne. Lo que nos hace hombres y mujeres. O mujeres y hombres. O centauros. Somos varios porque varias son las formas de amar y desamarse, de unirse y desunirse. De irse y de llegar. En las tardes del bulevar tuxpeño como en las noches de la Alameda Central capitalina, en mis largos años de espanto y asombro, en los largos años de maravilla y brevísima felicidad, he encontrado el reclamo de las parejas. Se buscan. Se unen. Se aíslan en un beso vampírico que los separa del resto y los unifica. Huyen hacia el agujero negro, comban la realidad. Cualidad única y unitaria del éxtasis. En cualquier pueblo o ciudad, en cualquier barriada cósmica, aunque la muerte y la desesperación reclamen, ellos, atendiendo al verso preclaro, como que viene de un poeta (es decir, de un ser sagrado y sangrando), de un John Donne…

Ningún hombre es una isla … el amor aún es un refugio, lo saben. Paul Bowles lo supo. Y a través de sus amantes que escapan al desierto y a la enfermedad, porque no quieren escaparse uno de la otra, lo supimos. Supimos. Acaso dormía en nosotros. Aunque a veces el cielo no proteja. Aunque se nos llague y supure en los genitales o en el corazón. En un apartamento “defeño”, en el Metro y “a la orilla de este río”, hemos sabido. Acaso el saberlo siempre está despierto como un león en el espinazo y seamos nosotros los que dormimos. Porque el amor es carne y el deseo es vorágine nos salvamos. En medio de la angustia y el ansia reclamamos a la musa o a la diosa o a la santa puta de las talegas. En un mundo sin dios y sin diablo, es lo mismo. Este es nuestro reclamo. Escribimos para…. ¿Quién, de verdad, sabe para qué escribe? Saberlo es abaratar el hecho, romper el hechizo, corromper la palabra que ya de por sí, en labios humanos, tanto perfuma como hiede. Estamos aquí en una tarde de los aún bellos atardeceres y en la grieta supurante de lo que fuera la región más transparente del aire. Nos sabemos distintos pero también iguales. Nos sabe el verbo, nos hiere el adjetivo, en esa cursilería nos reímos. En la incertidumbre, siempre, nos reafirmamos.

Pedro Paunero.


Maria Garañona.

Sí por alguna razón Dios existiera. Si acaso Dios existiera seríamos entonces, lo abrupto, el polo, media costilla, el fruto, el destierro, el diluvio, la traición, la puta muerta por lapidación, la bestia, lo que hay detrás del Edén y muy por debajo del cielo. Si Dios existiera, tendría la obligación de pedirnos perdón, por haber nacido manchados de rojo, heridos de muerte.

Moroni Díaz Detalles delatores Voy buscando tu corazón en cada fantasma, en la cima de una mentira y el centro de una manzana, la razón de querer ser partida en dos justo por el medio atravesada y hacia el horizonte aventando la mirada tú detrás del enigma, dando vida a la llamarada. Encuentros de culpa sin culpa de nostalgias, nos miramos a cada rato y entre tanto tus manos palpan, fungen como piel sintetizada adherida a mi estampa, las manos como brazas, los brazos como espadas las piernas son fusil y son ariete, en medio de ellas quedaré callada amando con M y sin poder decir nada. Eres a distancia un desconocido que cruza el alba luego las sábanas te dibujan y esta humedad encalla, mi boca es tu precepto perfecto, tu marlo el final de mi infancia.

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Maria Garañona.

Caprichos de semen y cemento. Te he montado en mi memoria como una imagen indestructible, una suerte de livianos pensamientos, preseas a tu ente desnudo y sin ente, semen y cemento de blanco espectro, ahí la dermis quebrantable y soberana, esa mirada de horizontes perdidos de lontananzas extrañas sin esperanza, mira el cristal que nos separa, es de lágrimas, y te miras en reflejo y la templanza no te extraña, cuantos silencios te rodean, cuantas llamas, yo entera a tu ciudad me entrego, con estas manos que son pecado y verbo y estas piernas que para ti son alas. Vámonos versando en este buque de papel, quédate silente, mira como sollozo, mira cuanto bebo, estamos juntos por antonomasia para volver a ardernos sin ser poesía, mejor carnada, una fama de sentencias de lujuria inmaculada, el perdón sin el olvido y la razón sin la palabra. Creemos para el sitio un nuevo testamento, tú como reliquia de estática estética, yo como lamento de libélula lastimosa y lastimera, y justo al costado del sacro encuentro un mundo arrodillado ante la lujuria de esta entrega.

Moroni Díaz

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Pedro Paunero.

Hipóstasis de los Arcontes. Yo no. Te encontrarás más sabia, y distinta, en tus voracidades. Mirarás por la esquina y me verás. Contemplarás el rostro de la muerte en el agua, en la tierra reseca, en el polvo cogido a la tormenta. En la tormenta. Sí, en la tormenta. En el epígono y su aguja moraremos. Tendremos una última oportunidad en este destierro de árbol vuelto leño, de luna arrojada al pozo, de candelabro aferrado al techo en pleno terremoto. Somos sabios en la cuesta y en la vertiente de Sísifo. Ya no gritamos sino hacia dentro, afuera es de cobardes. Es tiempo de incendiar los robledales. Es tiempo de reacomodar en su sitio a las estrellas. Renaceremos de nuevo -pues ya lo hemos hecho- de entre los charcos y el cieno, como el loto y el nenúfar soñando el sueño del eterno cocodrilo. Somos el patio al sol, expuesto a la sangre vertida del toro, el cuerpo de la puta en la noche vacía y el andar del caballero que a escondidas la busca. Un distinto rayo cayó para nosotros. En el trazo del pentagrama nos nombramos.

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Mauricio A. Magaña


Pedro Paunero. In mare precipitatum...

Bajó por la línea de carnavales. En Nueva Orleans creyó verla vestida sólo con una ristra pesada de collares mientras, la cabeza echada atrás, un desconocido vaciaba litros y litros de cerveza en su boca abierta. El líquido, orina, oro caliente, le bañaba las tetas de pezones romos que asomaban entre los collares, escurría, chorreaba, hasta el sexo expuesto al día tibio, oloroso a cuerpos en erupción. Se acercó pero no era ella, lo supo por sus lunares y pecas que no sabían contar historias sino que apenas las escribían. Entonces abordó un barco. Descendió aún más, cual Orfeo. Arribó a Río y desencajó el cuerpo, samba rota, piel oscura, amplias caderas como mansiones abiertas. Creyó verla entre las casas y los loros que volaban, entre las plumas y la carne perlada, huyendo de diez hombres, veinte, más, hasta terminar en la playa en una orgía vieja como el mundo y así misma sin sombra de pecado. Cuando ellos se retiraron él se acercó, cauto, a sus piernas abiertas, a sus exudados salados, a su cara cerrada, envuelta en misterio y cansancio, a sus pechos como colinas verdes, cubiertos de hilos de saliva amarga y vio sus ojos, por fin, cuando los abrió a las estrellas. Pero no era ella y la dejó ahí, viva, exhausta, entregada al azar. Por la mañana atravesó el mar, entristecido. Tocó puerto en algún lugar del Lacio, siempre subiendo, hasta la ciudad de los canales. En un antiguo palacio se vistió como príncipe oriental y ansió sus labios, sus manos como orquídeas, sus piernas como el humus entre los robledales. Cantó canciones que hablaban de amores rotos y duelos a espada. Los enmascarados, lunas, soles, eclipses y planetas, escucharon conmovidos, conmovidos se retiraron detrás de las columnatas y a las góndolas. Detrás de las columnatas la buscó entre parejas y tríos que hacían el amor pero también practicaban el más dulce sexo y le dijeron que no estaba ahí, que les dejara o les mirara como un hambriento voyeur pero que decidiera. Que eso les enardecía. En Niza buscó entre la lluvia de pétalos mancillados y entre las flores arrojadas y debajo de los danzantes que andaban saltando entre los cabezudos, en el rocío y al sol y al llegar la tarde y al amanecer el día. La encontró detrás de un antifaz morado o eso creyó. Ella le vio y sonrió. Le invitó a seguirla, escapando por las esquinas y los callejones y así lo hizo, alcanzándola a medias, con el revoloteo de sus amplias faldas desapareciendo al doblar los edificios altos y antiguos. En una calle empedrada la amó. Parecía una nutria mojada, cubierta de leche.

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Pedro Paunero.

La amó dulce y amarga. Suya y ajena. En cualquiera de los movimientos al que un amante entregado se somete le tiró el antifaz y vio con asombro que era ella después de todo. Se separó. Su metálica erección cayó como si le hubieran cortado las alas. Así se precipitó en los mares de la sangre, en los mares interiores sin ruido y sin poemas o cantos. Aprisa, rápido, sin dejar de verla, se vistió. Ella se rompió las uñas en las piedras, furiosa, interrumpida en su desenfreno, aún las piernas abiertas, en el suelo. Quebrada en su deseo. Indignada y humillada en su apertura y cerrazón, en los muslos y en la boca, en el sexo y en las nalgas. Él aún llevaba los ojos bien abiertos y vacío el corazón cuando embarcó en cualquier puerto de cualquier país y miraba sin ver el océano, ajeno, arrojado, separado del día y de la noche, siendo otro, más pequeño o más grande aún, quizá y así, con los ojos abiertos que más nada miraban, lo enterraron en Larache, a un lado de la tumba de Genet, junto al mar blanco y sin recuerdos.

Gris Ruíz

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Pedro Paunero.

El hombre, la mujer, la playa. Una mujer y una toalla. La mujer sobre la toalla. La cerca el mar y las nubes en estampida. También la arena. La arena caliente. La mujer se abre. Se abre al aire, al día, al mar y a la sal. Se abre al mar. Abre las piernas. Las separa. Se abre ella. Ella se abre. Se abren las cortinas orgánicas del día. Se separa de la inmovilidad del día. Se hace líquida. Un hombre y su deseo. Se acerca a la mujer en la toalla, sobre la toalla. Lo cerca el mar. El mar lo cerca con oscuridad. El día se oscurece. Se vuelve torvo. El mar y el día y la sal y la arena se calientan. El hombre se tibia. El hombre se vuelve piel que quema. El sol quema en su piel. El hombre se planta ante la mujer. El hombre le oscurece el día a la mujer. El día se oscurece alrededor. La sal, las nubes, el mar que es un rumor de mar y es todos los mares, se alejan. No ven. Se alejan. El hombre... el hombre se vuelve estaca. La mujer que grita. Que es un grito. El hombre que es estaca. El hombre estaca a la mujer. Hay una estaca en la mujer. Hay una estaca y carne y fluidez y dureza y sangre en el medio de la mujer. Hay un hombre en el medio de la mujer. La mujer y el hombre separan al día. Se separan del día. El día que es oscuro huye. No hay día. Hay un hombre con su estaca, hay una mujer abierta, hay un hombre que es estaca en el medio de una mujer abierta. El día no se oye. No se oye el mar. El mar que fluye y se desliza. El día que huye. El hombre. La mujer. Hay sangre y calor de sol. Hay sal y agua de mar. Hay una mujer de la cual se separa el hombre que se sube los pantalones. Hay un hombre que se aleja. Hay una mujer que se sienta en la toalla a la cual cerca la arena y el mar que regresa. Una mujer que se levanta y se sube la parte baja del bikini. Hay un mar y un cielo. Hay un día que se recompone. Una mujer se aleja. Se separa de la arena. Un hombre se aleja. Se separa de la mujer. Arriba el cielo sigue siendo. Sigue siendo el mar que estalla en sal y agua sobre la arena de la playa. Un día. Un día que se recompone. Yo me recompongo. Dejo los prismáticos. Yo que he estallado. He estallado con ellos. No soy ni el hombre ni la mujer. He sido la playa y el hombre en la mujer y la mujer que ha permitido la entrada del hombre. Soy. Soy. Caigo en la butaca. Cierro los ojos. El día se cierra impávido y ajeno.

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Pedro Paunero.

Cantar del auto destierro. Cuando ella se fue, cuando se le murió lejos, sin que pudiera verla, él se entregó a la corriente de los días. Pero no lo hizo como un hedonista o un estoico ni como un cínico sino como un suicida. Lentamente se fue apagando como las horas o las velas. Vivió en las calles, durmió bajo los puentes, le dieron de comer al amparo de las catedrales. Un día alguien le sorprendió cantando dulcemente en los portales. -¿Qué cantas? -le preguntaron- ¿Qué idioma es ese? -Digo que ella era mi refugio y mi casa, en su cuerpo encontraba una guarida tibia, un techo para escampar la lluvia, en sus pechos me alimentaba y en su sexo descubría todas las respuestas. Respuestas que un segundo después del coito olvidaba o quería olvidar o hacía que olvidaba. Hoy ya no tengo casa. Lo he descubierto apenas. -Pobre de ti, lo lamento tanto... -¡No! -exclamó él en la cara del otro y en el momento más desamparado de la noche- Ahora lo sé: soy libre. ¡No tengo casa -gritó-, no tengo casa! Un día lo encontraron tieso como un leño. Sería diciembre, acaso enero. Tieso como un leño, los ojos como un vidrio que miraba el aire o la nieve o el hielo, el final de la calle, el principio del bosque y ese techo que no es techo, sino ese eufemismo llamado cielo.

Pedro Paunero (Tuxpan, Ver. 1973): Narrador, ensayista y crítico de cine para la U.N.A.M, el portal Correcamara y la revista Cine Toma. Ha publicado novela erótica (Labellum, año 2009), y ha sido antologado en las revistas Axxón y Próxima de Argentina, Korad de Cuba, Tiempos Oscuros y Alfa Eridiani de España, Hontanar en español de Australia, OjOs del Museo de Arte Erótico Americano de Colombia, El Café Latino de Francia, en el libro Tras la huella de Sade en España y Cuentos de Barrio (ed. Lectórum, México). Ha recibido dos veces el premio Tirant lo Blanc del Orfeó Catalán de la Cd. de México y el premio Miguel Barnet de la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana.

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Éric Marváz. Le chats.

Para: Gris y sus ojos. Como siempre: tus pasos son inaudibles: no sé por dónde vas a aparecer. Te mueves con soltura. Tu condición natural es ir desnuda. Llevas tu cuerpo ágil por toda la casa. A las cinco de la tarde te sientas en el sillón que está cerca del ventanal, escudriñas la calle, te abstraes. Bebes lentamente de un tazón azul, el líquido te deja un fino bigote blanco, tú lo limpias con la lengua sin dejar de mirar a la gente que pasa. Tu lengua rosada y libre, tu lengua juguetona y larga, tu lengua que habla y repite mi nombre dentro de una canción. Ritual de verano bajo un calor placentero que te moja, el sudor es el que te viste, brillas. Y hueles. Mi olfato te sabe, he aprendido de tus días frágiles, de los de calentura y de los nostálgicos; el de hoy es un durazno maduro. Me miras. Hago algunos caminos raros, me acerco al sofá, voy a la barra del bar, te acecho un poco, y voy hasta ti. Me sigues mirando. Abandonas el tazón por cualquier lado. Tus ojos aceitunados me sonríen. Dejo de resistirme y me siento cerca de ti, acaricio tu pantorrilla, tratas de alcanzar mi pelo, yo me muevo rápido a la cornisa: quiero tener tu misma vista, la calle está llena de gente que nada sabe. Ríes y me dices que soy un pequeño diablo. Voy escurriéndome al sillón, observo tu pubis, negro y poblado, huele a fruta. Con un poco de suerte me dejarás lamer, comer de ahí, lengüetearte sin pena la herida, saciarme yo… y tú. Debería tener con eso, debería pues ser feliz con nuestras liturgias, conformarme con que estemos juntos; pero mi condición me exige buscar los tejados y poner en cualquier hembra el amor que nos tenemos. Cosas de mi naturaleza.

Marváz

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Nina Salguero. GÉNESIS.

I Eva disfruta ser penetrada era deleite y había inocencia Los días de eterna luz permitían brillar de forma extraña a las estrellas... cada día sus manos descansaban en el sexo del otro y manantiales escurrían de entre sus piernas... Ellos bebían de sus sudores que se mezclaban con la tierra formando seres de barro quebradizo. II Prohibido aquel manzano de fruto diferente fue probado por Eva y al instante aquellas sensaciones en su cuerpo ardían y devoraban sus entrañas abrasaron a su hombre y se miraron de forma diferente ese día engendraron a Lujuria y a Placer, su orgasmo provocó un grito tan intenso, que despertando Dios cayó en la ira... y cubrieron los triángulos prohibidos mientras la serpiente se enroscaba lúbrica sobre sus cuerpos escribiendo la historia de su vida, sobre la hoja desprendida.

Marváz

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Nina Salguero.

Perros del sol… perros de luna. Ladran los perros del sol, ladran los perros de luna y en el frío de mis entrañas se adivinan las penumbras Ladra en viento y el rocío... de Zaruna las pupilas muerden mi lecho de muerte en la umbra... Ladra la muerte a la vida, la vida ladra a la muerte y en ésta perrera absurda se pasan las horas turbias. Los perros anuncian frío, ladran a lo que no vemos y entre perros de la luna y perros del sol afirmo... Que se desangran las tardes por las mordidas de perros y que el atardecer rojo es de promesas y anhelos Ladra mi alma a la tuya anunciando mil inviernos y los ladridos del cielo desnudaban los recuerdos. Los perros de sol y luna dormidos bajo los cierzos mientras que los cielos rojos ladridos acallan ciertos. Fragmentados arcoíris en tus ojos y en tu sexo.

Mauricio A. Magaña

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Nina Salguero. Ella sabía…

sabía cuando el agua salada se maridaba con el agua dulce Ella sabía y adivinaba el querer de los otros hacia los otros… Ella leía la baraja en su sangre borboteaba la gitana que era; Ella sabía identificar la savia buena de la mala, solo una vez se enamoró cuando soñaba cerca de los juncos cuando el ciruelo daba sus retoños y sus frutos y el aire hervía con olor a canela… Ella fue así, sus largos cabellos blancos hablaron con la locura con las rocas, con los genios, las tijeras cortaron el tiempo mientras que ella adivinaba lo incierto. Ella pudo haber adivinado el aire seco del desierto, desierto seco su vientre que jamás sintió un aliento. Ella sabía, sabía que jamás tendría sus besos.

Gris Ruíz

Nina Salguero: NACI DONDE SE VENDE LA CARNE POR METROS Y EL FRIJOL POR LITROS, DONDE LAS PIEDRAS HABLARON Y ME ENSEÑARON A SENTIR LA POESIA. MI INCURSIÓN EN EL SUPLEMENTO CULTURAL VERSATILE, ME HIZO SABOREAR CON SUPREMO DELEITE LOS DIFERENTES ESTILOS LITERARIOS; BLOGUERA, COMENTARISTA EN LA RADIO Y COLUMNISTA EN UN ROTATIVO LOCAL, MUERO UNA Y OTRA VEZ EN MIS VERSOS.

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Liliam Magaña Morales. Todo poema. I Todo poema tiene una puerta, una luz, un pan, un vino, el lecho donde durmió, un nombre extrañamente perdido… II Sé que está la puerta, con la luz apagada. Yo fui el pan, que mordiste a conciencia, a placer, con lujuria: desgarraste entre tus dientes uno a uno mis gemidos, y absorbiste tirano, dulcemente, el nenúfar que flotaba en el agua de los muslos… Yo provoqué el temblor, la profundidad, la garganta, y abrí la grieta para beber, la vía láctea de tu miembro: Se derramó la noche, se nos escapó el tiempo, y sólo sobrevivimos como animales ferozmente hambrientos y mil veces agotados…

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Zmeckye


Liliam Magaña Morales. Ya es la hora de partir: Se cerró tu espalda, se extinguió la luz, se acabó el pan, el vino… Tu nombre no se ha perdido, Porque hay serpientes que dormitan La nublada vigilia del instinto, y tal vez, pero sólo tal vez sienta nostalgia: Ayer en un rincón Me hizo el amor Tu viejo fantasma…

Gris Ruíz

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Liliam Magaña Morales. Tu nombre.

Tu nombre lo escondí en una de estas líneas: Tu nombre lo deposité bajo el manto soleado en un nido de hormigas y amamanta una reina con un pulgar extendido. Tu nombre huele a lagunas cuando el viento suspira, Tu nombre se escribe en el abecedario de un insecto cuando vuela, y roza el oído de los amantes cansados. Tu nombre se desliza en la penumbra que hace la luz y sombra de la luna, y amanece, dormido en el beso de un pezón florecido.

Moroni Díaz

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Liliam Magaña Morales. La mujer serpiente.

La mujer serpiente dormita en los brazos del amante, febril, cansada… Su pelo de hojas es mecido por el viento, dormita, y su veneno resbala hasta los muslos; tiene el cuerpo de una aguja, y la apariencia de un niño que se mece en la cuna, gime a veces, con voz salida desde el pecho, corta, o largamente; tiene el sonido de una mujer con muchos hijos, aunque ella no tiene ninguno. Mira como si conociera el mundo desde antes, y los secretos resbalan por sus ojos amarillos, llora, gime, el amante no despierta y ella guarda entre sus manos los sollozos… Mauricio A. Magaña

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Liliam Magaña Morales. Haz un poema de odio.

Haz un poema de odio y te amaré toda la vida, haz un encuentro donde tú no sepas cuánto, pero me muestres todo. Haz que yo no sepa que pienso en la mentira, y sin embargo, tus hombros sean torres rectas y castísimas. Haz que yo lo crea, y me entregue sin lenguaje en un rostro de mil caras, para que no sepas quien te ama, y sin embargo, haz que tú lo creas,

Gris Ruíz

y al acariciar mi cuerpo de calles recorridas, tú seas el primero, de los cien que fueron antes… El primero, porque tú lo crees, y haz que yo lo sepa.

Liliam Magaña Morales: Egresada de la Facultad de Biología de la U. V. en Tuxpan, Ver. En 1989. Colaboradora del grupo “Esquife” que publicaba en el suplemento dominical del periódico “La Opinión”, en Poza Rica , Ver. (Años 90’ S ). Ganadora del primer lugar en Cuento y Ensayo del Primer Concurso Nacional de Cuentos y Ensayos de las Esc. Secundarias Técnicas en 1979 en Chihuahua, Chih.

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Pizá

Pizá

En este mundo de parafilias tan diversas hasta la palabra “tabú” se antoja cursi. Ya lo dijo alguien, la fotografía es la capacidad técnica para crear imágenes falsas con apariencia verdadera.

Pizá

Pizá


Ent revist a a Art uro Pizá. Por Refugio Pereida.

Para el escritor Teofilo Gautier “El verdadero paraíso no está en el cielo, sino en la boca de la mujer amada”, para ti como fotógrafo que explora las diversas geografías del cuerpo, ¿en dónde se encuentra el paraíso? Me encantaría decir que la tierra prometida es ese lugar oscuro justo bajo la falda; así te hubiera contestado unos años atrás. Pero ya no estoy tan joven. He aprendido algunas cosas. Bueno, eso quiero pensar. No hay goce que no conlleve a alguna especie de tormento. Vivimos en una cueva y casi todos los edenes resultan ser, a la larga, espejismos que simplemente hacen la vida más soportable. Hay promesas de paraíso en los pliegues de una axila; hay promesas de paraíso en los pelos que van del ombligo al coño. Incluso hay asomos de plenitud cuando olisqueamos el calzón usado de nuestra amada. Recuerda, por favor. ¿Podrías levantar algunas hojas secas y moldear el árbol donde pende tu recuerdo de la vida y su incendio sexual? Si es una frase almibarada para saber cuándo descubrí “el diablo en el cuerpo”, entonces te puedo decir que fue de la forma más trivial y común: con las primas y vecinas. A veces me encueraron, a veces yo encueré. Imposible poner en palabras ese morbo infantil y el miedo a ser cachado. Pero creo que tu pregunta no iba por ahí. ¿O sí? ¿Qué suceso en tu vida fue tan impactante que te llevó a tomar la cámara y dirigir tu mirada maliciosa a los cuerpos desnudos? ¿Te consideras malicioso? No tuve ninguna epifanía o jalada por el estilo. Trabajé mucho tiempo en agencias de publicidad. Alguna vez se necesitaron imágenes de modelos y edecanes para no sé qué estupidez. No había quien las hiciera. Las hice yo. La mayoría quedaron espantosas. Así empecé. Una cosa llevó a la otra. No soy malicioso, soy obsceno. ¿No fuiste tú la que me dijiste ‘viejo cochino’?

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Ent revist a a Art uro Pizá. La sexualidad generalmente se vive en diversas etapas de la vida, ¿tu ojo de fotógrafo llegará a atrapar el erotismo de algo más que cuerpo firmes? No me considero un fotógrafo de ‘cuerpos firmes’. No sé de dónde sacas eso. Haré desnudos siempre y cuando haya alguien dispuesto a quitarse la ropa frente a mí, sea hombre, mujer, travesti o variante de todo lo anterior. Firme o floja, tersa o agrietada, mientras haya piel, habrá foto. Para dedicarse a la fotografía erótica, hay que traspasar límites, ¿qué tabúes has saltado con tu cámara? En este mundo de parafilias tan diversas hasta la palabra “tabú” se antoja cursi. Ya lo dijo alguien, la fotografía es la capacidad técnica para crear imágenes falsas con apariencia verdadera. ¿Cómo le pides a tus modelos que se desnuden? Encúerate, ahí hay una bata. ¿De qué te es difícil desprenderte cuando te enfrentas a una o un modelo desnudo, con quien no existe un apego emocional? En realidad no me desprendo de nada. Al contrario, robo. Y lo hago hasta que me harto. La imagen queda sustancialmente mejor, valga la estupidez, cuando hay cierta complicidad entre el que dispara y el que se deja disparar. Lograr ese nivel de intimidad, he ahí lo complicado. ¿La sexualidad podría ser como una representación de la vida fuera de la habitación? Esta pregunta supera mis entendederas, quizá porque está mal formulada o quizá porque el Internet y los medios han hecho pomada la diferenciación entre lo público y lo privado.

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Pizรก

Pizรก


Ent revist a a Art uro Pizá. En seguimiento a la pregunta anterior ¿Somos amantes, violadores, frees, apasionados? Tú, ¿cómo te consideras? He sido amante, violador y apasionado. No se puede ser todo. No se puede ser siempre. He maltratado pero también me han quitado la piel con pelapapas. Hay momentos y etapas para todo. ¿Es difícil no enamorase cuando existe un juego de seducción entre fotógrafo y modelo? Efectivamente hay un juego de seducción y de acechamiento, pero –hablo por mí- no el que comúnmente se piensa. Eso del fotógrafo enamoradizo y follador, tipo Mauricio Garcés, es un cuento muy sobado. Hay deseo y odio entre el que aprieta el obturador y la que posa, cierto. Pero a la hora de la toma te preocupas más por el foco, el ISO, la luz, el f-stop, por veinte mil pendejadas... que por calmar el fuego de la entrepierna. Después de la sesión suceden cosas más interesantes. A veces. ¿Qué prefieres, erotismo o pornografía? Y, ¿por qué? Es como preferir el atole al champurrado. Todo mundo pretende saber el límite entre erotismo y pornografía, eso es emputante. Por lo menos para mí, las fronteras no son claras entre la sensualidad con decoro y lo descaradamente voluptuoso. No quiero morder la carnada. Siguiente pregunta. Al autor de “El libro blanco”, uno de los libros más crudos, que habla de la pedofilia y el incesto, Jean Cocteau, en una entrevista en la que le preguntaron ¿qué cosa preservaría de Museo del Prado en caso de incendio? El escritor francés surrealista contestó: “El incendio”. ¿Tú qué salvarías? De chico vi con mi hermano el testamento de Orfeo y quedamos prendados. La película es un delirio absoluto: el propio Cocteau interpreta a Orfeo que, a la larga, es condenado a vivir eternamente. Hicimos algunos intentos de obrillas inspiradas en Orphée, hasta pensamos en hacer nuestra propia película. Por suerte nunca se dio. Ya más grande leí el dichoso Libro blanco y, la verdad, me pareció aburrido.

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Ent revist a a Art uro Pizá. Salvaría “Las tres Gracias”. ¿Cómo podría perder la humanidad esos tres culos fofos, desparramados, llenos de celulitis alegre? ¿Qué te mueve, el papel o la piel? El cuero. ¿Hay alguna imagen que has querido atrapar y que aún no lo has logrado? Me gustaría tener más tiempo, más espacio y más modelos para sacar imágenes que ni siquiera he imaginado. Necesito darme la oportunidad para que esas cosas sucedan. Platícanos, ¿dónde estudiaste fotografía? ¿Puedes darnos algún dato curricular? Jamás he tomado una clase formal de fotografía y se nota. Aprendí con libros y de forma, digamos, pragmática. Jamás tuve un tutor ni fui ayudante de alguien. Me salté todo eso, para bien y para mal. Me empeciné. Nunca me interesó gran cosa la fotografía. Nunca hasta que agarré una cámara por necesidad. La ironía: ahora doy clases de eso mismo que jamás quise aprender en un pupitre. ¿Alguna otra disciplina cultural?, ¿algo más que quieras agregar? Los franceses llaman esprit de l’escalier a esa acción o frase que se nos ocurre cuando ya pasó la cosa, cuando ya no importa. Quizá mañana tenga ese “ingenio de escalera” para terminar esta entrevista, pero será ya muy tarde.

Pizá

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Mario A. Gut iérrez. El amor y Psique.

Tu mirada me cautivó Me atrajiste a ti, firme pero suave, Te hice el amor con la mirada Cuando me perdía en tu hermosa sonrisa…… Después, cuando oí tu voz, un mar y cascadas de agua brotaron en mí Sentí lo que sienten las abejas cuando sorben la miel Sentí la loca ebriedad de las mariposas Cuando hacen el amor a las flores con su boca……. Pero entonces me enfermaste de nostalgia Me hiciste esclavo de la luna, siempre buscando tu reflejo en la noche Me hiciste esclavo de tus mariposas, De esas que vuelan sobre tu cuerpo, De esas que te besan el cuello, tus caderas y tu espalda, De esas que te besan cada noche De esas que te hacen el amor con su boca….

Gris Ruíz

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Mario A. Gut iérrez. La locura y el águila.

Una mañana de locura amarré mi corazón al pecho de un águila.

Con un grito se apartó de mí… me dejó en el medio de la llanura.

Voló hacia las nubes, voló hacia las ilusiones.

Se perdió entre los perfiles de las montañas, donde los vientos abrazan, donde los destellos besan. Voló hacia los horizontes, se perdió de vista en los lechos del cielo y la tierra. Es por eso que no puedo estar tranquilo. Por eso siempre el desasosiego en mi alma, por eso los cantos de amor,

Por eso las búsquedas en todos los cielos.

No he vuelto a ver el ave, no sé donde pueda estar….

Pero mi alma me dice que sigue volando, pues hasta mis oídos llega el latir de mi corazón. parar.

Y sigue vibrando y sigue latiendo, como un tambor que no quiere

¿Cuántos horizontes abrazará con su amor? ¿Cuántos campos reverdecerán al ritmo de su latir, bajo la influencia de sus armonías? Vas y vienes sobre el pecho de un ave, que sean muchas las aventuras que te esperan.

Te escucho venir, te escucho llegar, delante de mí vas.

Con todas las fuerzas de mi ser, con todo el aliento que hay en mí te alcanzaré, allá donde tu llamado me reclame, tú que vuelas sobre el pecho de un ave.

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Mario A. Gut iérrez. La mañana y el río.

Bella es en verdad la luz cuando besa por primera vez. Bello es el cantar y el trino cuando su voz atraviesa los brazos abiertos, cuando viaja por los corredores de hojas. ¡Ah que bello romance, ah que bello cantar! Entre las almas de verde mi voz vi correr, adivino entre lo firme y lo frágil todo un mundo que no se ve. ¡Ah que bello momento, todo mío es! Entonces miro el lecho del rio ante mí, y su voz y el aliento de las montañas, todo llega a mí. El hada del musgo.

Sobre mi ventana besa un árbol Y cada noche, un hada ha de llegar. Y mira mis sueños desde sus ojos bellos, Desde su frente limpia e inocente. Su alma enamorada esta de las ilusiones que teje mi mente, de la magia que se despierta en mi alma. Ha hecho un plan y lo lleva cabo con firmeza, Y así, noche tras noche llega a mí, Polvo de estrellas sobre mí deja caer, Magia de verde y musgo, magia de luna y estrellas

Moroni Díaz

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Mario A. Gut iérrez. La danza en el viento.

Madre… ¿llueve allá afuera? Oigo el viento, el agua golpeando el suelo. Y los espíritus del trueno danzando en el techo. ¿Está lloviendo madre?... por qué voy afuera. Voy a correr con los olores de la humedad y el lodo, Voy a volar siguiendo las rutas de las aves perdidas, Siguiendo a los perros calles abajo, saltando sobre agujeros del tiempo. Mojando mis talones desnudos, por un lugar desconocido, misterioso, un lugar al que solo los locos podemos llegar. Esta más allá de las colinas del viento, más allá de cualquier melancolía. ¿Sigue lloviendo madre? A los tollanos. ¿A dónde van tollanos sus pisadas hoy? ……si me los encontrara en el camino que me dirían? ¡Me dirían en donde nació la aurora? Sus huellas caminaron a la orilla del mar, en sus voces hubo cantos de iluminación y llegaron a Tamoanchan. Y allí el colibrí canto y fue su hogar. Pero no terminaría ahí su andar, Y llegaron a donde las montañas tienen su cuna, Y allí la golondrina de fuego hizo su nido, Y allí la luz se difundió como un faro, como un faro en la alta mar.

QFB Mario Alberto Gutiérrez Zamora: Egresado de la Facultad de Ciencias Químicas de la UANL, actualmente docente de las materias de Química y Biología en la escuela Secundaria Técnica No. 75. Adicto a la música, la ciencia y la poesía. Nacido en Poza Riza de Hgo. Veracruz, ha vivido la mayor parte de su vida en nuestro querido Tuxpan.

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Omar Ortíz (Agat hokles). En ese lugar soy suicida.

Me bastaba con ser entraña para estar en el sitio conocido, ahí donde se mide el punto del rocío por las mañanas, donde se bautiza por las tardes el amante distinguido, y de noche se danza hasta que la muerte equivoque su camino. Es el sitio blando en que reposo una vida desahuciada, y me apodero a muerte de esos labios de callada algarabía me albergo en esa sombra que juega a ser brigada tan mordaz como embistas, tan letal como dispongas, la lengua en defensa esperando la húmeda emboscada. He quedado silente como silente es el espacio con que amas, sin embargo crea de memoria esa gana que protesta bronca, mariposa brava de vuelo leve y vuelco inhiesto y tormentoso, tiendes a ser primavera, principio concupiscente de un verano brioso. Entonces anegado en ese principio al que llamamos verbo, me declaro traidor, cómplice, esclavo y merodeador infinito, es tu sitio mi sitio predilecto, como origen de vida… la mía. Podemos desaparecer sin ser tomados en cuenta, el exilio nos corresponde y atiende a nuestros espasmos, nos extrañará el ansia y someteremos al mal con nuestro encierro, yo buscando una forma de no depender de esa oquedad celeste tú a la espera de arrancarme el alma e inundarme completo.

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Omar Ortíz (Agat hokles). Nunca son suficientes poemas de amor.

Hace un par de días pensaba en ti como lo hago todo el tiempo, y pensaba entonces que nunca son bastantes los roces o los besos, por lo tanto he decidido varias cosas y todas ellas se refieren a ti y a todos esos días en que me has mirado y he pretendido tenerte cerca, escribiendo todas las palabras que te he inventado y son ininteligibles aún para el más osado, todo te define, corrompernos en cualquier momento, que si la boca y los cuerpos, que si la ropa no nos ayuda y manos nos faltan para saborearnos a cada rato. ¿Por qué no jugar a desconocernos y otra vez encontrarnos? Júrate que he muerto y que soy otro yo pero más liviano, olvídate de que existo y ámame como sabes que me gusta, como siempre me has amado. Si hemos sobrevivido a la tormenta es porque una década se nos ha arrodillado. Con el fin de que me halles inédito, y de amor efímero me llenes los corazones, haré de cuenta que nunca te he amado, que somos la equivocación perfecta, una pareja despistada que nada sabe de pareja, y que la vida nos importa un poco, nunca tanto, pensaré que somos célibes y nos odiamos que no nos entendemos y de hablar ni hablamos, ahora digamos algo cierto, que iniciamos el incendio y no ha llegado la hora de comenzar a apagarlo. Hidalgos de faenas largas, promesas cortas y pensamientos peligrosos, senderos violentos de bocas rojas y sucias y necesitadas de carne, pedazos de tierra y agua arrancados de una estampa tenebrista, veteranos en el arte de amar con elocuencia y desquicio, veranos que no acaban, inviernos que no llegan, amantes atemporales. Elogiemos a estas ganas que nos siguen de sombra y que no hace falta más que mirarnos para caer cómplices y tomar como trinchera cualquier espacio silencioso para estallarlo, para hacerlo trisas con todo y la moralidad barata que le acompañe, seamos el siglo nuevo, el Paraíso indecente, el credo culposo, la razón para que el mundo dance sin ropas y se ame tanto,

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Omar Ortíz (Agat hokles). seamos esa culpa que inmola a los célibes y beatos, la causa de que Dios no exista y a la lujuria se le adore a cambio. Hemos sido la inocencia, su muerte y su penitencia, la maldad herida con todos sus demonios y manjares, el inicio de un tiempo, la causa de vida de dos pretextos, la salida de la soledad y la dolencia, la apertura de un hogar, la llave de una puerta, el candado de una cadena perpetua. A veces creo que el amor nos estorba, nos limita para no matarnos, no comprende que nosotros lo hemos inventado durante tantos años, y pasarán otras décadas y otros siglos y seguiremos igual de hambrientos, uno del otro, amando, amando, amando, amando, amando, amando.

Zmeckye

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Omar Ortíz (Agat hokles). Visitas al edén.

Éramos el tiempo cuando el tiempo sabio era, cuando no era cuestión de tiempo la eternidad, luego fuimos aves voraces de vuelos y vuelcos llenas de furia por la sinergia de consumirnos, de merendarnos a la luz suave y roja del siglo en el que las prosas eran inviernos, y éstos a su vez querían ser poesía como nosotros, en un momento llegó la hora de redimirnos, de expulsarnos del espanto, abrirnos al suicido, de temer sin miedo al temor de poder abatirnos, luego la humedad regresó otra vez a confundirnos, a extraviarnos del perdón sin tener un juicio girando a los principios del verbo mismo. Entonces y ahora otra vez los más impuros, los que no callaron y nunca concluyeron, de los que una mano se convierte en enredadera y la prisión de los bardos en pandemia sin nombre los que no eran laicos más bien soberbios, bastardos sin paternales referencia del abismo herejes del amor sin entendimiento ni paraíso, suplicio inmaduro de maduros frutos y silencios, los que se saben sin conocerse, los que se enredan sin liarse, los que se conocen sin llegar a saberse aquellos que ya conocidos, se sienten para no tocarse, o se tocan sin saber que conocidos se sienten, así tu cuerpo de ansiosa indiferencia, tu razón violenta, la cúspide de tu aroma entre blanco esperma. Vengan los banquetes crapulentos en tiempo de célibe hambruna los licores más baratos y más rijosos en momento de sequía, venga el reino de los santos para el cadáver que habitamos, el alado sentimiento que sin alas nos mantiene disipados, venga el regocijo sin culpa, el sonido sin piedad de vida, el hartazgo, el vicio de sabernos a escondidas escondidos, la catarsis y el espasmo, el orgasmo sin pretexto de salida, vengan los Edenes, las pasiones, el amor sin mis amores, la culpa sin culpables, las salivas sin sabores, las rabietas

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Omar Ortíz (Agat hokles). los amenes sin perdones, los hocicos, las miradas, las quimeras, los bufones, el momento de encontrarnos, de perdernos, de mirarnos, de suplirnos y no acordarnos, de marchar... Venga a nosotros vil reino, hágase tuya mi voluntad, igual ardemos en tierra, igual ardemos de infiernos.

Marváz

Omar Ortíz Ruíz (Agathokles): Músico, porta y loco. Con más de 6 libros publicados en diferentes editoriales, se presenta en todos los foros posibles del país. Fundador del proyecto Hyperversos y co fundador de editorial Morvoz.

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Mia Wallace.

Delirios para un amor imposible. Siempre te digo que te quiero porque no tengo miedo de hacerlo, eso debe salir y no congelarse en mi pecho, dejé de temer sobre muchas cosas pero lo que si me aterra y te lo digo honestamente es que te conviertas en un recuerdo, de esos que tengo ahí archivados, de los que me duele remover porque el polvo del olvido irritará mi mirada. Prefiero tener tus ojos marrón vivos, tu corazón latiendo junto al mío y tener la certeza de que nos une un hilo invisible pero que sientes lo que yo siento a pesar de no tocarte. Mi amor, has hecho maravillas de las ruinas, eres capaz de dibujarme un paisaje diferente a cada instante con sólo mirar tu sonrisa en esa foto. Mi amor somos tan diferentes, tú allá, yo aquí, pero nos une el mismo cielo, la duda por un momento nos nubla la vista y el corazón nos dice que debemos amarnos y perder el sentido de la realidad. Ven a perderte conmigo, descubre todos mis lados, siente el sabor de mis deseos y acaricia la textura de mis miedos para ahuyentarlos, cobija mi cuerpo en esas frías mañanas, háblame de ti en varias noches de insomnio, pero nunca pienses que no te quiero. Soy vulnerable, siempre lo he sido. Puedo llorar días enteros y escribir vidas completas, descifrar tus anhelos, darte de beber el veneno de mi alma. Entonces me dirás todo lo que te reservaste millones de pasados, todo lo que tienes destinado solamente para mi. Mientras yo escribo presiento que tú duermes amado mio y créeme que no quisiera despertarte, es la pasión que está carcomiéndome la cordura y no me deja un segundo de tranquilidad entre tanta dopamina. Te siento respirar a lo lejos tenue, suave, como si estuvieses en el mismo sitio que mi corazón. Se cierra la puerta de tu ausencia y logro conciliar un segundo de sueño, todo me lleva a ti en ese recuerdo de tu piel tibia acariciando mis hombros y tus tímidas miradas escondiéndose en una sonrisa limpia que me despierta de ese letargo. No quiero vivir sin ti, no podría, ha sido un segundo pero ya te llevaste toda mi vida. Estrella Nava Fuentes (Mia Wallace): Periodista egresada del Centro de Estudios Universitarios en Radio y Televisión (PART). Editora Web en esmas.com de 2004 a 2006. Creación de contenidos y blog independiente. Fotógrafa y reportera freelance.

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Sixt o Torres.

Bloqueo emocional. Con la mente fría y calculadora las ideas ya no afloran son cinco sentidos perdidos la mente casi explota. El llamado sexto sentido no obedece como cuando un caballo se desboca no hay ira, no hay enojos ni siquiera hay sonrojos. Aunque la pena sea escrita en la memoria de un loco, abstracto pongo la única mirada de mis desvelados ojos. Permaneciendo clavada en el abismo pernicioso, donde no hay caminos ni vórtices rocosos. Siempre, siempre pasa lo vivo con desvelos, solo los ronquidos estallan los sonidos del silencio. Donde se divaga como hoy en las palabras que expreso donde se quedaran grabadas en el papel reciclado por el tiempo. O quizás permanezca una eternidad en las notas del Facebook donde algún usuario compartirá; lo que vivo, lo que siento. Marváz

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Sixt o Torres. Ya lo sé.

Ya lo sé, es cuando tú quieras siempre surgiendo del reclamo del egocentrismo nato y puro dónde la vanidad es descaro. Ya lo sé, tú dominas el juego las piezas de tu ajedrez se mueven a tu disposición dándome el final jaque mate. Ya lo sé, eres indescifrable incógnita hasta los huesos solo tú determinas el momento guardando celosamente los secretos. Ya lo sé, me atrae ese suspenso la duda, aumenta mis deseos alimenta mi espíritu y el ego los que dormían o estaban muertos... Frialdad. Duele el silencio el no haber un sí o un no más que las palabras que se lleva el viento, es tu indiferencia como una tortura parece sustento.

Moroni Díaz

Duele el silencio es como este frio calando entre los huesos ni el mejor abrigo parece retenerlo ni el sol es tan fuerte para repelerlo.

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Sixt o Torres.

Declaración por el facebook.. Te declaro mi amor por el Facebook al no encontrar palabras frente a ti la mente se turba, se confunde por ti tu mirada congela la mía al instante balbuceo sin dejar de mirarte tu hermosa presencia enloquece mi ser no sé lo que quiero o pueda hacer al no tener valor y enfrentarte aunque el único fin sea conquistarte Te declaro mi amor por el Facebook difícil fue hacerlo por inbox fluido aún sigo creyendo no fue mi mejor cumplido pero, no me arrepiento confesarlo no sé cómo lo escribo en el teclado si tengo el corazón entre mis manos, para dártelo Otro día más… Son las 7:20 de la tarde en el puerto lo tenue de lo gris invade nuestro cielo no hay bello atardecer sobre el río que despierte sobre el viento solo el fulminante calor del bulevar continuado en las palmeras secas. Son las 7:25 de la tarde en el puerto los paseantes van y vienen otros, detenidos están sombreados por la obscuridad que se acerca y que sí irá en otro día que se aleja y muere.

Gris Ruíz

Sixto Torres: Nacido en Tuxpan de Rodríguez, Cano Ver. Locutor e Informático certificado, notificador de oficio, un poco de Poeta desde los 12 años; enamorado de la vida y de lo más hermoso: la naturaleza y las mujeres; feliz, soñador, pero; sobre todo libre de espíritu y de pensamiento... siempre en la búsqueda de la verdad y de la justicia divina.

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Paulette Bayardo Gust in. Mise en Abyme (Monólogo)-

A momentos no me reconozco. Sentir que ya no eres quien creías ser. Y digo quien creía ser, con comillas. Debo suponer que ya no soy. Ya no soy quien debía ser. La experiencia deja cicatrices. Las cicatrices son tatuajes. La vida te tatuara por completo el ser. Soy una minúscula chispa de este universo. Y tengo un universo hecho de pequeñas cosas. Me estoy despidiendo de esa mujer. Esa mujer que un día me obligue a ser. En la vida hay dos caminos el que debes seguir y el que no. Lo escuché toda mi infancia. Si en verdad solo te encontraras y únicamente con dos vertientes…. Llega el tiempo. Me ha llegado. Dejar de vivir la vida planeada para vivir la que nos corresponde. Vi salir el sol en los días que viví. Lo veo ahora que he cambiado. O tal vez este comenzando a ser YO. Un día pensé que tenía el control. Bastante ilusa. Prefería morir a dejar la anorexia. Dejarla... ¿Cómo podría dejar lo único que era mío y bajo mi total control estaba? Nunca, nunca lo tuve. Quise creer que sí, y fui buena convenciéndome. Si no te afecta te agota. Si te afecta demasiado es tu ruina. Si no vuelves a creer en las personas, esa soledad te aplasta. Si vuelves a creer te aplastan. No sé en qué pensaba cuando decidí darme una oportunidad... Una oportunidad de que la vida me mostrara una vez lo ruda que puede ser. Pero en tu corazón algo te dice toma esta oportunidad, rompe las reglas. Tú corazón es demasiado ingenuo, demasiado infantil, demasiado claro. Demasiado sentimental para sobrevivir a estas épocas. Y crees que cuando alguien te cuenta la historia está diciendo la verdad como tú: así de sincera y clara. Es mejor sentir. ¿En verdad? Sí, bueno, es mejor sentir que te parten en dos a ser un psicópata. Tuve el impulso de seguir a un hombre ciego, llevaba un tiempo observándole. Preguntándome si debía preguntarle, lo que quería preguntar. Cuando decidí ir a preguntar acababa de subir a un taxi. Quería preguntarle si podía enseñarme a “ver” la vida. Quería preguntarle si podía evaluarme y decirme que tan ciega soy. Estaba preparada para recibir un golpe, y lo tendría merecido por entrometerme en una vida ajena, por haberlo observado. Después de eso cualquier cosa que dijese me haría ver lo que no estoy viendo. Tengo DEMASIADO ímpetu. O soy demasiado suicida. Soy la espera de la espera… Paulette Bayardo Gustin: Nacida en 1986, diseñadora, fotógrafa y administradora de ascendencia belga.

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Moroni Díaz Mooni Díaz García: Originario de Papantla Veracruz. Estudios universitarios en área de ciencias biológicas titulado como Ingeniero agrónomo parasitólogo. Estudios autodidactas en artes visuales desde los 15 años de edad a la fecha. Miembro fundador de la asociación “Arcoiris A. C.” de Tuxpan, realizando estudios ecológicos y de biodivérsidad, así como etnobotánica y de rescate histórico. Actualmente realiza estudios comparativos de la cosmología prehispánica con la física moderna.

Mauricio A. Magaña Mauricio Antonio Magaña Morales: Realizó estudios en “La Esmeralda”, Esc. de Artes Plásticas incorporada a Bellas Artes. Ha expuesto en Alaska, Canadá y México, actualmente se traslada cada sábado a la zona rosa de la Ciudad de México, dónde expone obra, tarjetas y dibujos a pluma. Galería Hum Shiang Juneau Alaska E.U. 1987. Casa de la Cultura Portales Delegación Benito Juárez D.F. 1989. Obra seleccionada en el octavo: Concurso de Cartel “ Con nuestro ingenio”. “Invitemos a leer” Organizado por el CNCA formando parte de una exposición Itinerante que se presenta en varias ciudades de la República Mexicana y el extranjero 1998 - 2000

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