LOS VIAJES SEDENTARIOS DE UN NOMADA EXILIADO
Este planeta es tal y como lo conocemos hoy, por culpa de un viaje, bueno en realidad por miles de viajes, por millares de viajeros. Viajes llenos de cíclopes y maremotos, llenos de esperanza y de designios. Viajeros, los unos románticos, los otros codiciosos, incluso alguno hubo que los escribió soñando. Pero mucho me equivocaría si no tuviera en cuenta que algunos pueblos no viajaron por placer, ni por codicia, ni siquiera por el ansiado ascenso al último escalón de la pirámide de Maslow. No, ni mucho menos, viajaron con un rifle apuntándoles la nuca y un apero escueto de bienes. Alguien y mucho odio les obligaron a viajar a un lugar vació y ancho donde a la entrada podía leerse “BIENBENIDO A TU EXILIO”, “ponte cómodo”. De entre todos estos dolorosos viajes, el ejemplo mas ilógico, es el que obligo a un pueblo nómada y viajero, a cambiar su eterno viajar por tiendas de campaña y oficinas de adobe. Una locura parecida a viajar para no poder seguir viajando. Donde los marineros y pescadores, ávidos de libertad, ya no volvieron a ver el mar, ni los mercaderes las ciudades, ni sus zocos. Nayim, nació en el 74 y de alguna forma su estrella beduina lo marco para viajar. Sin alcanzar su primer año ya viajaba en el atillo, sin atender al miedo que los disparos habían instalado en el seno de su familia y en el rostro de su madre. Y así viajo a Mauritania y un poco mas tarde a una ciudad de tela y barro donde derramo sus primeros apegos. A la ciudad del todo y la nada. Y luego, con seis años, viajo dentro de una gran hojalata, a Cuba, donde el régimen castrista lo acogió, alimento y educo, junto con niños de Mozambique, Angola, Namibia, Cabo verde,…, hasta superar el COU. “lo verde me hacia daño, había pájaros, bichos, lluvia.” En el año 84, otra hojalata, esta vez pagada por El Frente POLISARIO, lo llevo de vuelta a los campamentos de refugiados del Sahara Occidental. Pero su estrella beduina le marcaba un horizonte y le susurraba a viajar. Así que en el año 92 se vino a España, y siguió viajando dentro del país como si de su desierto robado se tratara. Su viajar insaciable le llevara en Diciembre a su tierra de arena vetada por el agua. Lo que me confirma que el hombre no elige sus viajes, los viajes escogen hombres. Y por eso hay pueblos que nacieron para un eterno y constante viajar, por eso y porque un fusil o unas rejas nunca han detenido a los hombres que son viaje. Basada en una historia real. Gracias Nayim, y perdóname hermano por la parte que me toca.