¡Ahí están pintados los músicos! La crónica ilustrada de Pedro Strukelj en el Festival Internacional de la Cultura de Boyacá 2018
Ahí están pintados los músicos! La crónica ilustrada de Pedro Strukelj en el Festival Internacional de la Cultura de Boyacá 2018
Strukelj es un apellido muy sonoro (sólo traten de pronunciarlo), dentro de la resonancia de esta palabra hay un mundo lleno de música que no para de explotar en la genial y creativa pluma de Pedro; arquitecto de formación, cronista e ilustrador quien lleva buena parte de su vida dedicado a “dibujar músicas”, trabajo maravilloso que además tiene como fuente creadora la manera en la que disfruta y percibe cada sonido de los artistas que se atraviesan por su camino. Innumerables cuadernos en los que nos ha venido contando la historia de la música latinoamericana y del mundo, a través de sus ilustraciones, hacen parte de la producción que se convierte en una pieza muy importante para nuestra música y que parece narrada, como sus dibujos, con un solo trazo que va uniendo las historias y apuestas de varios de los más destacados músicos, principalmente de América Latina. Pedro Strukelj es un artista nacidoen Lanús Argentina, vivió la mitad de su vida en México y llevala otra mitad en Barcelona;ha dibujado, entre muchos otros, a artistas como Leo Maslíah, Oscar D´ León, Dino Saluzzi, Alekos, Jorge Drexler, José Antonio Escobar; dejando en evidencia la capacidad única de su línea para percibirdetalles esenciales de lugares, momentos, sonidos y pensamientos, que van transcurriendo mientras él los dibuja. Expresiones como “dibujando música” o “¡Mira cómo suenan!”
(nombre de su exposición itinerante), nos recuerdan a personajes como Frank Zappa quien decía: “Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura”.En la obra del maestro Strukelj se amplían las posibilidades de la escritura, a través de la narración visual, lo que nos permite una lectura que no está condicionada por el idioma y que, como el mismo Pedro dice: “nos da la posibilidad de acercarnos de una manera más personal al recuerdo, porque todos alguna vez hemos dibujado para contar algo”. El Festival Internacional de la Cultura de Boyacá, FIC 2018, tuvo el privilegio de contar con la participación del maestro Strukelj, quien fue invitado para realizar la crónica ilustrada de los conciertos de la “Semana de la Guitarra FIC-UPTC ”Homenaje a Carlos Montaña” y de la franja “Música y Músicos del Mundo”. Una nueva oportunidad para narrar momentos mágicos que propiciaron músicos de la talla del violinista Alexis Cárdenas, los brillantes compositores Javier y Karina Contreras Galindo con el ensamble Extremo Sur; el cantautor español Pedro Guerra;Luis Pescetti y Juan Quintero; el gran luthier Santigo Canals; guitarristas como Coco Vega, Carlitos Montaña, Roberto Martínez, Ricardo Villanueva, Efraín Hoyos o Kurt Martínez; la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y su maravilloso espectáculo para niños, con la participación de la reconocida actriz colombiana Carmenza Gómez y la dirección del maestro Juan Pablo Valencia; la Orquesta de Tango de Bogotá dirigida por el maestro Giovanni Parra; la Orquesta de Cuerdas Pulsadas “En Púa” bajo la dirección del maestro Germán Posada; el Trío Palos y Cuerdas; el Trío Bartok y la sociedad Coral de Boyacá; Alejandro Sànchez-Samper con su taller de grabación y producción de músicas acústicas; así comoel musicólogo Jose Perilla con su “Preludio para la memoria”, actividaden donde nosmostró, antes de cada concierto unafracción del archivo sonoro registrado por la Radio Nacional de Colombia en este mismo festival en las décadas de 1970 y 1980 yque nos hicieron recordar a Don Gustavo Mateus y su incalculable trabajo y aporte a la cultura.
Con esta crónica sereafirma que la música es un fenómeno social, que se desarrolla en un contexto de relaciones humanas, anécdotas, vivencias, que la construyen y que en el Festival Internacional de la Cultura ha tenido, particularmente este año, un espacio para reunir en Boyacá a varios de sus más destacados artistas, junto a importantes exponentes del mundo de la literatura, el teatro, la danza, el cine, el patrimonio cultural, la cuentería, las artes plásticas y quegracias al trabajo de Pedro Strukelj podemos disfrutar a través de esta memoria,enriquecida congrabaciones en vivo de los conciertos realizados en el emblemático templo San Ignacio. Es muy importante dar las gracias al gobernador de BoyacáIng. Carlos Amaya y al director artístico del Festival Internacional de la Cultura de Boyacá Ing.Carlos Vargas, por la decidida gestión para abrir espacios culturales,que se convierten en el sustento del desarrollo del departamento y del país. Sin el apoyo de estas instituciones sería muy difícil tener una nómina de artistas de tanto nivel en Boyacá Las particularidades de festivales como el “FIC Boyacá”, que se desarrollan en ciudades pequeñas, permiten a los invitados yal públicocruzarse y compartir en espacios formales como los conciertos, talleres y conversatorios; e informales como las tertulias o los diferentes lugares de la ciudad; y contribuyen a que este encuentro sea especial y memorable. Aquí están pintados los músicos!
… nada menos que por Pedro
Strukelj, espero que disfrutentanto como yode esta maravillosa crónica ilustrada que queda como recuerdo del Festival Internacional de la Cultura de Boyacá. Daniel Saboya Coordinador de Música Festival Internacional de la Cultura de Boyacá 2018 Profesor Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC
Pocas semanas antes de salir para Boyacá, la gran pianista colombiana Claudia Calderón me había advertido sobre el frío de la región. -¡Imagínate que la plaza principal de Tunja tiene una placa que dice: La Esquina de la Pulmonía!
Salgo para Colombia corriendo, despuĂŠs de dibujar la crĂłnica de un congreso en Barcelona y tratando de explicar a los amigos que no voy a estar en tierra caliente ni bajo las palmeras.
Muchas veces los estereotipos son mĂĄs difĂciles de quitar cuando tienen que ver con pasarlo bien. -No, no hay palmeras, ni playa en el sitio donde voy-.
Luego de hacer escala en Newark, el avión que va de New York a Bogotá ya era como estar en Colombia. Tenía el tamaño de un avión de vuelo doméstico y despegó cargado de buen humor y casi puros colombianos
Al llegar a Bogotá, Don Enrique nos llevará en camioneta a Tunja, y nos mostrará en el camino el mismísimo Puente de Boyacá, sitial histórico de la guerra de independencia.
Llegamos a Tunja. La plazoleta de San Francisco es un maravilloso espacio pĂşblico conformado por edificios coloniales y modernos. Ambos pintados de blanco parecen no ser de ĂŠpocas tan distantes.
Es ejemplar la soluciĂłn de la plaza en esquina, la respuesta a la pendiente y la articulaciĂłn en diferentes pequeĂąas plazas con zonas verdes y escaleras. Da gusto ver un lugar tan bien hecho.
La calles del centro de la ciudad tienen la pendiente justa para que los autos empiecen en segunda pero en algĂşn momento de la cuesta tengan que pasar a primera.
Noche inaugural. Pedro Guerra tiene aquĂ una gran cantidad de admiradores que llenaron la parte frontal de la Plazoleta de las Nieves, tambiĂŠn conocida como La Plaza de los Muiscas.
Contra el frío nocturno el cantautor canario hizo todo lo que pudo para calentarse rondeado de los temas más populares de su repertorio. Me pregunto si las alusiones a los años 70’s serían compartidas por todos.
Tres niñas se retan entre sí, con versos encadenados y tomándose muy en serio la confrontación poética y musical entre regiones. Cada una tiene su actitud, su acento y sus músicos acompañantes propios.
La mĂşsica llanera es de la regiĂłn compartida con Venezuela y con el arpa va marcando el galope; el vallenato respira agitadamente con el acordeĂłn costeĂąo y la carranga de la parte andina se enciende a su manera.
Fuegos de artificio cierran la noche de apertura y anuncian un festival que tiene muchas รกreas y actividades en Tunja y en muchos pueblos y localidades cercanas.
Desde la megafonía sortean entradas para el concierto de Fito Páez y Chocquibtown en el estadio La Independencia a personas que hayan nacido en un día elegido al azar.
La Plaza de BolĂvar es de una escala grandiosa, en principio parece estar en proporciĂłn a las nubes que la bordean desde lo alto y no tanto al tamaĂąo del centro de la ciudad.
En su lado oeste se prolonga un edificio muy antiguo, con un balcรณn que parece ser mรกs largo que la espalda mรกs larga del mundo, justo enfrente la catedral y en el lado sur un edificio moderno y digno de admirar.
Como un gladiador andino, el dibujante y cuentero Alekos, salió a conquistar un público de jóvenes con sus relatos breves y tejidos de música.
Cuenta historias donde busca nuestra inocencia, se la lleva, la revuelca con ironĂa, misterio y juegos de palabras, y nos la devuelve siempre enriquecida y con gusto a otra cosa.
El รกrea de Patrimonio Cultural organiza el encuentro entre una gran cantidad de representantes de diferentes comunidades originarias de Colombia.
Mientras cada uno interviniene los demĂĄs escuchan mientras hacen algo con las manos, tejen, pulen, doblan, hilan. Es su manera de escuchar, dice Ă ngela. Yo tambiĂŠn mientras los escucho hago algo con las manos.
El ĂĄrea de CuenterĂa despliega por varias plazas, teatros universitarios y bares del centro, un sin fin de momentos narrativos con invitados de todo el mundo.
El público conoce el código y en seguida están en comunicación plena. Historias calculadas que parecen anécdotas contadas de manera azarosa nos tienen atentos.
Pulcro y ávido, incluso con casa en Tunja, Efraín Hoyos entró alto y desgranó piezas de Villa-lobos a Gentil Montaña.
JosĂŠ Perilla escucha, repasando el programa y sus presentaciones de Preludios para la memoria.
Desde Estados Unidos viajĂł Kurt MartĂnez con una mirada rica y diversa del universo iberoamericano y supo jugar con un repertorio que no era obvio.
Tejió conjuntamente sonidos desde la España que cruzaba del siglo XIX al XX, pasando por la Argentina contemporánea hasta composiciones actuales de Costa Rica.
La Calle 19 sube colmada de gente en movimiento y se encumbra en un fondo de lomas y nubes como parte de un mismo lenguaje.
El cantor callejero actúa en el marco del festival y nos habla de dos formas de distintas de vivir la inmensidad con el clásico de Fredy Burbano: ‘De qué me presumes’.
La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia inauguró los conciertos centrales del Templo San Ignacio en el día de los disfraces con un programa familiar acompañados por la actriz Carmenza Gómez.
Dentro del repertorio pasearon clĂĄsicos de Tchaikovsky, Manuel de Falla, Georges Bizet, Edvard Grieg, Sergei Prokofiev, Camille Saint SaĂŤns o Gioacchino Rossini.
También tocaron el ‘Concierto para Máquina de escribir’ del compositor norteamericano Leroy Anderson.
En la parte final del concierto el director invitĂł a que los niĂąos pasaran a dirigir la orquesta. No fueron pocos los que jugaron a modular el tiempo como si estuviera hecho de autĂŠntica plastilina.
En la esquina de la carrera 8 y la calle 20, en pleno centro, se asoma la plaza de la Pila del Mono. Es un pequeĂąo mirador que se abre en alto hacia el horizonte del oriente, con una histĂłrica fuente central.
Sale agua de esta pila desde 1564 y antaĂąo era costumbre guardar silencio al pasar por ahĂ o estar recogiendo agua. La actual pieza de la fuente es una rĂŠplica; las nubes que pasan son originales.
José Perilla ha preparado los ‘Preludios para la memoria’. Breves audiciones de un selecto material grabado en el festival en sus primeros años, que da cuenta del altísimo nivel que tenía desde entonces.
Santiago Canals arrancó a sufrir con cuatro tangos del alma y nos recordó cómo y porqué antes del bandoneón, lan guitarra fue el instrumento primero y principal del tango.
Ricardo Villanueva entra inspirado sumando a la secuencia de la guitarra latinoamericana y cuenta historias del mundo rural de Perú, donde fábula y narración se tejen. No estamos lejos de ahí.
Un momento especial para la guitarra ayacuchana. De toda la gama musical que recorrió y nos enseñó Raúl García Zárate, Ricardo tomó algunos preciadísimos trazos.
Pedro Nell Martínez desde el centro de templo nos habla de su participación en otros años del festival, y muy bien acompañado por Roberto Martínez toca.
El patio de la casa de Juan de Vargas es simplemente magnĂfico. En las vitrinas del corredor descansan piezas originales de la casa y si uno quiere puede hacer una visita al interior.
Sentándose a contemplarlo es fácil viajar en el tiempo. Imaginar la América antigua, los viajes a Europa, el comercio, sus leyes y sus injusticias. Y quizá llorar.
La Orquesta de cuerdas pulsadas de Medellín, ‘en Púa’ ofrece un concierto, invitando a participar a jóvenes intérpteres de Boyacá a que se sumen al escenario.
El repertorio se pasea por diferentes regiones de Colombia y llega hasta Italia e Israel. La interpretaciĂłn de piezas complejas por intĂŠrpretes tan jĂłvenes da gusto y esperanza..
El trío Palos y cuerdas de los hermanos Saboya se plantó en su ciudad natal acompañado por lujo venezolano del violín: Aléxis Cárdenas.
Agilidad y virtuosismo se tejían con naturalidad al pausado fluir del trío. Fueron pasando algunos temas del disco ‘Cita en París’ y también repertorio compartido y alguna pieza de León Cardona.
Un momento, hacia el final del concierto, Aléxis Cárdenas quedó sembrado como una espiga en el Templo San Ignacio y entonó Tonada de luna llena, de Simón Díaz.
Viajó desde Estados Unidos Alejandro Sánchez que dispuso en varios conciertos un equipo de grabación y gracias a ello podremos escuchar estas maravillas después del festival.
Villa de Leyva es una leyenda cuando uno viene a Tunja. Todo mundo insiste en que hay que visitarla. El turismo ha reconocido que aquĂ hay un cĂĄlido microclima y son muchos los hoteles y casas de hospedaje.
La plaza tiene las dimensiones de un helipuerto galáctico. Esto nos habla de la gran importancia y riqueza que tenían aquí los mercados en épocas antiguas.
Hilanderas de la Sierra Nevada de Santa Marta viajaron hasta aquĂ para encontrarse con hilanderas locales. Para iniciar la jornada, juntas hacen una rueda de presentaciĂłn y se pasan unos breves cordeles.
Esta es una de tantas actividades de intercambio que desde el Ă rea de Patrimonio se organizan en pueblos y localidades cercanas a Tunja.
Con el porte del caballero que no depende de su armadura para serlo, subiĂł Roberto MartĂnez al escenario. Su manera de tocar nos muestra dulzura y conocimiento profundo de diversas mĂşsicas.
Junto a un repertorio de piezas colombianas y de autores incluso cercanos a ĂŠl, sumĂł algunas mĂşsicas del mundo flamenco.
La velocidad en el modo de tocar del peruano Coco Vega tiene un aire ligero de costa y a la vez contenido. “No se olviden que Lima es costaâ€? decĂa para aclarar su contexto.
Con una guitarra engalanada dejรณ muestra de una gran variedad de sonoridades, polkas, valses y marineras.
Carlos Montaña demostró plenamente su valor con un toque maravilloso. Músico con una versatilidad única que nos recuerda el aporte de la dinastía de los hermanos Montaña a la guitarra latinoamericana.
Esa misma mañana el propio Montaña nos había estado contando de sus viajes por el mundo con el trío que formaba con su hermano. Incluso nos contó historias de los años setenta en el Irán del Ayatola.
El músico argentino Juan Quintero realizó un taller sobre cómo cocinar canciones; desde donde pensarlas e interpretarlas. Terminó con una hermosa rueda de participación en forma de preguntas, canciones y caramelos.
Algo más de 40 jóvenes se apretaron en el patio, entregadísimos escuchando el modo en que Juan maneja el tiempo dando consejos. Hay que sentir lento, sin preguntarse, pero también ponerle horas.
El cuentero cubano Aldo Méndez siempre estaba ahí. Preguntando ¿Pero cuándo me dibujas?, ¿Cuándo me dibujas?, y nunca coincidíamos, hasta que sucedió, en la Plazoleta de San Francisco.
AhĂ contĂł un par de historias de esas interminables, en forma de zoom infinito, donde ratones y reyes entran en bucles de moralejas y despropĂłsitos y se muerden la cola.
Llegó el momento de la parte más abstracta de este viaje musical y la conducción viene a cargo del trío Bartok, compuesto por tres músicos boyacenses que abordan obras del armenio Kachaturián y del propio Bartok.
Para estas piezas, Pedro Strukelj, el autor de estas crónicas ilustradas, decidió improvisar dibujando un telón abstracto que acompañaba en cada movimiento el desarrollo de las piezas.
‘Las Cartas al Rey de la Cabina’ es el nombre del despliegue absoluto de intimidad, música y palabra que realiza Juan Quintero acompañado de Luis Pescetti.
En un diálogo más contenido que relajado, los dos artistas argentinos van avanzando sobre la noche y sus materiales. La mayor parte del público estaba ya entregada desde la primera sonrisa y el ritual sucedió.
Con un formato de cuarteto y venidos desde el sur de Chile, Extremo Sur se plantó firme con una música que exigía una escucha atenta y cómplice. Obras de una intensidad elevada nos hicieron viajar.
Las piezas estaban construidas como con trozos de roca de mar y hielo puro, muy bien cortado. De alguna manera aludĂan doblemente a un paisaje frĂo y agreste y a una serie de historias misteriosas.
Con alegría y desparpajo esta formación coral salió a degustar al público con una repertorio diverso. Elegantes y nerviosos, en seguida estaban en forma y a la altura de la situación.
Terminรณ su particiรณn con un arreglo de la obra de Jorge Velosa, con gracia y planta coreogrรกfica. Entre risas y aplausos el coro cerraba su participaciรณn en el festival.
Gran despliegue tanguero que llega desde Bogotá para cerrar los conciertos en el centro de Tunja. El público entregadísimo al armado sonido de la orquesta que dirige Giovanni Parra.
Repartieron tangos clásicos al modo de Pugliese y Troilo y también hubo Piazzolla y tangos cantados. Después de ‘Volver’ nos fuimos que empezaba la fiesta.
Después de cenar muchos de los músicos invitados al festival se fueron reuniendo en torno a la pura posibilidad de que “algo” empezara a sonar.
La música comenzó así, reuniéndose, y es gracias a estos momentos abiertos que se conservan sanos y fuertes los encadenados generacionales.
Compartir estas horas de la noche con un referente de la canción como es Carlos Montaña fue como abrir un espacio en el tiempo y vivir la época dorada de los tríos románticos.
Aléxis Cárdenas estuvo sometiendo al maestro Montaña a un perfecto interrogatorio sobre su manera de interpretar y entender los “mandamientos” del mundo del Bolero.
Diego Almanza se encargó de organizar las comidas durante el festival y en esta noche de encuentro musical pudo degustar en primera línea de un festín único.
Laura LucĂa fue una de las varias personas que pasaron de ser oyentes a ser cantantes en alguno de los giros inesperados de la noche.
Cuando amaneció el sr. Almanza trajo la claridad y la certeza. Teníamos que ir a desayunar a la plaza, y así lo hicimos.
Salimos a la frescura de la mañana y un taxi ligero nos llevó al festín final. Nos recuperamos con unos tamales hechos en la mismísima gloria.
Al día siguiente, de regreso a Barcelona y esperando el enlace ante nubes alemanas, mi entorno vuelve a tener más acero que arepas y más ventanales perfumados que música y cultura de verdad.
Las nubes andinas han quedado lejos, pero son inolvidable recuerdo de un festival grande en todos los sentidos. Vuelvo con la certeza de que a Barcelona le harĂa falta hacer un festival de esa manera.