MARIANA RODRÍGUEZ
TRISTE
g
ORRIÓN
MEMORIAS DE ROBERT LE VIGAN ENTRE EL ACTOR FAMOSO Y EL ANCIANO EXILIADO
MARIANA RODRÍGUEZ
TRISTE
g
ORRIÓN
MEMORIAS DE ROBERT LE VIGAN ENTRE EL ACTOR FAMOSO Y EL ANCIANO EXILIADO
Rodríguez, María Ana Triste gorrión : memorias de Robert Levigan entre el actor famoso y el anciano exiliado. - 1a ed. - Buenos Aires : el autor, 2009. 86 p. + CD : il. ; 21x14 cm. ISBN 978-987-05-7740-9 1. Narrativa Argentina. 2. Memorias. I. Título CDD A863 Fecha de catalogación: 20/11/2009
Ilustración: Clarisa Ines Rodríguez Diseño de tapa y edición: Gustavo Pedro Felix Tissier
A Florencia, Inés e Isabel A Papá
Triste Gorrión “Me hice pared entre cuatro paredes Y maté mis recuerdos para no sufrir” Robert Le Vigan (1967)
PRÓLOGO
M
ariana Rodríguez aborda la investigación histórica desde el periodismo, descubriendo pequeños episodios locales de valor internacional “Recuerdos de Tandil”, su primera publicación en 1996, es una recopilación de relatos en primera persona de inmigrantes que sumados uno a uno dan muestra del crecimiento de nuestra ciudad entre los años 20,30 y 40. La construcción de los edificios más importantes, la crisis económica, el devenir de una ciudad en constante cambio se refleja en los actos cotidianos de todos sus actores. En la feria del libro de Tandil de 2007, organizada por la Universidad Nacional del Centro, la Municipalidad de Tandil y la Cámara Empresaria presentó “El Alemán de La Elena”, una investigación de más de diez años de trabajo con forma de novela en la que alterna la historia de un republicano español que lucha por la liberación de Paris como parte de la Resistencia y el relato histórico de quien fuera nuestro vecino Johannes Bernhardt, General de las SS, colaborador de Franco, conocido en España como “el rey del Wolframio” quien aportó el 70% de los ingresos del III Reich durante la guerra. “Triste Gorrión” es una nueva investigación de la vida del actor francés Robert Le Vigan, personaje único e intrigante para quienes lo vieron pasar por las calles de Tandil
5
UNO
la
a r o d bi a cicleta vol 7
-Buenos días Robert -Bonjour Marcelita, ¿cómo estás?El pequeño hombre cerró el portón de hierro forjado que ocultaba el interior del patio lateral de su casa y tratando de que su perro no lo siguiera, hacía un esfuerzo para que sus patas no le ganaran de mano y sobrepasara la puerta. - Aller, Cucuní….!Apoyaba el caño transversal de su bicicleta sobre su cuerpo y con una maniobra ágil cerraba el portón con la llave que aún colgaba del cinturón con un largo cordón de cuero trenzado. Miraba hacia atrás para confirmar que no hubiera tránsito en ese momento y bajaba el cordón de la vereda ingresando a la calle Ituzaingó a toda carrera, saltando sobre su vehículo que ya había comenzado a andar el camino. Marcelita era una niña de cinco años que cursaba el primer año del jardín de infantes por la tarde y en la mañana, mientras que su madre hacía las tareas del hogar, correteaba por la vereda inventando juegos junto a amigos invisibles a los que todos los días les cambiaba el nombre. La pequeña lo saludaba con su manito e inmediatamente volvía a saltar la cuerda. Robert parecía joven y no lo era, parecía solo y no lo estaba, parecía un anónimo y desconocido personaje del pueblo pero en realidad no era así, la historia era otra.
8
El Barrio del Calvario, siempre fue algo solitario y familiar, los vecinos sabían con quienes convivían diariamente. Por las mañanas se saludaban cuando los hombres partían a sus ocupaciones o cuando las mujeres arrastraban a los niños hasta la escuela que se halla al final de la avenida o cuando los ancianos salían a la vereda a tomar el tibio sol del otoño. Se mencionaban por sus nombres, se preguntaba por sus familiares y se ofrecía sinceramente ayuda si alguien la necesitaba. A dos cuadras de la casa de Robert se yergue la cima de un cerro donde por iniciativa del obispo y astrónomo Monseñor Devoto se construyó en 1943 una réplica del lugar en el que dos mil años antes se crucificó a Jesucristo. Entre los árboles de un espeso bosque, un Vía Crucis, representado por grupos escultóricos demuestran el camino doliente que Jesús debió soportar hasta llegar a su muerte en una cruz de más de 15 metros de mármol francés que corona una gran escalera de 90 peldaños. El Calvario de Tandil mitad turístico, mitad piadoso atrae a miles de peregrinos y a turistas ávidos de productos regionales con sabores originarios del silencioso pueblo. Mirando hacia la derecha, Robert podía ver al Cristo, expuesto, sangrante, muerto… El rey de los Judíos como lo llamaron, había vivido y perecido entre tormentos que sólo los hombres pueden producir y él había acusado al mundo y a todas las generaciones por haberlo entregado.
9
Aquel judío errante podría perdonarle, estaba seguro, lo que nadie más le perdonó. La bicicleta que manejaba había sido fabricada en Inglaterra, negra, fuerte, con los frenos prestos para recorrer sin temor la barranca y desembocar en el cruce de las avenidas que atravesaba uno de los arroyos que bordea Tandil, una ciudad del interior de la provincia. Robert regulaba la velocidad un poco con el balanceo de su cuerpo y otro poco apretando las rígidas varillas, desandando la asfaltada ladera del cerro, sosteniendo contra el manubrio las bolsas tejidas donde pondría las compras del mercado. La velocidad hacía que se hinchara la capa negra que volaba a sus espaldas, a veces daba la sensación que la bicicleta podía despegar las ruedas del suelo y que su abrigo, como la cola de un gran barrilete lo llevaría volando lejos del pueblo. El colectivo amarillo de número 500 giraba desde la calle Ezeiza para tomar la avenida Monseñor de Andrea y seguir por la avenida España hacia el centro de la ciudad. Mery Fuentes, una niña de apenas diez años, miraba el mundo por la ventanilla mientras se dirigía a la Escuela Normal. Cuando el micro tomaba la curva, Mery estiraba el cuello para poder ver al pibe que le gustaba. El chico y el padre subían al auto justo en el momento en que ella pasaba y se encontraban luego en la entrada del colegio con un esfuerzo de sincronía que creía que ella provocaba. Otras veces no tenía la suerte de
10
ver a su enamorado, y casi siempre un hombre en bicicleta se emparejaba con el colectivo para bajar la cuesta sin mover los pedales. El hombre anciano llevaba boina y capa y Mery se distraía mirándolo en detalle e inventándole un destino. El viejo pequeño, barbado que aprisionaba entre sus dientes un palillo gastado, llevaba una boina que no le permitía ver su ojos pero estaba segura que cansados, tenían irritado los bordes como los tenía sus abuelas y las personas que de tanto mirar ya se habían cansado. Alguna vez le preguntó Mery a su mamá si conocía al anciano que volaba con su bicicleta pero ella no sabía de quién se trataba y con las señas que su hija le daba, sólo podía creer que sólo era una fantasía más creada por Mery. - ¿Que vuela con la bicicleta?, ¿que tiene una capa negra y va a hacer las compras? – - ¿Qué tipo de súper héroe utiliza una bicicleta voladora para ir a hacer las compras? – y ella abría los brazos tratando de explicarse lo que la niña le traía a casa de vuelta del colegio, miles y miles de interrogantes sobre un mundo que no alcanzaba a entender. - No, no es un súper héroe…sólo que su bicicleta….- y enseguida se distraía mirando cómo habían crecido los tallos dentro del germinador. La mamá la enviaba a lavarse las manos para comer la espesa sopa de verduras. Parecía que el tema había quedado olvidado, cuando el pequeño
11
hermano que quería saber más y volvía a atacar. - no, el hombre no vuela, la bici parece que volara – le explicaba Mery - pero la bici sí, ¿la bici vuela?- le preguntaba el niño – yo quiero pedirle a Papá Noel una de esas bicicletas que vuelan – - Mery, ¿podes dejar de meterle ideas locas a tu hermano en la cabeza? – la retaba la mamá – bicicletas que vuelan, qué chiste…, Papá Noel no trae esas bicicletas, trae autitos, medias y calzoncillos y eso si te portás muy bienLa mujer servía dos platos de sopa humeante que hacía que el frío que comenzaba en otoño y terminaba entrada la primavera se sintiera mucho menos. - te dije que la bici no vuela y el viejito tampoco – le decía remarcándole las sílabas amenazándolo con la cuchara mientras que se pasaba el dedo índice por el cuello para indicarle que estaba frito si seguía con el tema. Su hermano conocía los códigos, no se hablaría una palabra más. Lo inevitable era que ambos, en silencio, siguieran creyendo que aquel viejito de capa y gorra, bajaba con su bicicleta voladora la cuesta del Calvario.
12
DOS
13
Robert Charles Alexandre Coquillaud nació el 7 de enero de 1900 en Paris, en la Calle de la Carbonera. Su padre era de origen vasco y su madre bretona. Se cree que era hijo único, pero en algunas biografías dan a saber la existencia de dos hermanos más, una mujer y un varón. Solía decir que había nacido en el barrio de los galpones, una zona donde los vendedores de carbón guardaban sus caballos y sus carros y a donde también abundaban los prostíbulos de la más baja calaña de Paris. Siempre recordó con gran afecto los 18 años de su vida que paso en el barrio, desde donde marchaba a Villemomble, a cursar sus estudios. Su padre era Médico Veterinario, y quiso que Robert siguiera con su consultorio, sin embargo por influencia de sus profesores se acercó al teatro y ya nunca pudo pensar para él en otra ocupación que no fuera la actuación. Su nombre artístico lo adquirió cuando estudiaba las prefecturas de Francia y repetía sin éxito de retener a Le Vigan, una hermosa villa en el Departamento de la Gard, la que jamás conoció, pero tanto Le Vigan, como “La Vigue” fue el apodo que le pusieron sus amigos. Durante sus años escolares, Robert contó con un profesor de filosofía que le presentó a su amigo George Berr actor y dramaturgo francés que lo interesó en el arte dramático, blandiendo sus primeras armas en la comedia musical. En la Academia de Arte recibió elogios de sus
14
maestros y fue reconocido con una premiación, pero dejó sus estudios para ingresar en el 167º Regimiento de Infantería situado en Weisbaden, incorporándose al Servicio de Guardacostas. En los locos años 20, cuando su carrera se tornó su medio de vida y se convirtió en actor profesional, tomó definitivamente su apellido artístico y se codeó con un grupo de artistas de vanguardia que ejercían en diversas disciplinas. Dedicado por completo al teatro fue llamado para integrar compañías que ocupaban las principales salas parisinas: Teatro Imperial, Teatro de las Artes, Teatro de los Capuchinos, Comedia de los Camps Elysée, Teatro Pigalle, representando a Molière, Regnard, Bernard Shaw, Dostoievsky. Los elencos más encumbrados lo contaban entre las figuras principales, sin dejar de lado las operetas y las comedias musicales, aprendiendo de maestros como Louis Jouvet y Gaston Basty. En 1930 subió a escena “Donogoo” de Jules Romains, en el Teatro de la Avenida, con dirección de Paul Colline. Julian Duvivier, un veterano del cine mudo, quedó fascinado por la actuación de Robert Le Vigan e inmediatamente le propuso realizar el largometraje “Les cinq gentleman maudits” en 1931. A partir de allí Le Vigan comenzó una carrera meteórica encontrando en los set de filmación a Jean Gabin con quien compartió una pareja exitosa; juntos filmaron: “Le Tunnel”(1933) también con Madelaine
15
Renaud, “La bandera” en 1935, una adaptación de la novela de Pierre Dumarchais, la que transcurre en un Regimiento marroquí donde busca refugio un delincuente francés acosado por la policía y descubierto por el personaje interpretado por Le Vigan La carrera de ambos actores llegó a su punto máximo en “Quai des Brumes”, film de Marcel Carné de 1938 con guión de Jaques Prévert, que fue un hito dentro de la historia del cine francés. En 1935 se estrenó “Golgotha” de Julian Duvivier representando al primer Cristo de la historia del cine, accediendo a desmejorar su dentadura para componer una llamativa estampa del hijo de Dios. Tanto en Francia como en el resto del mundo a donde llegaban las películas de Robert le Vigan, era un actor famoso, caracterizándose por la ductilidad poco vista para encarar infinitos personajes: el pintor suicida del Muelle de las Brumas, el acosador, el Cristo, completándose con una dicción impecable de los que han nacido a su vocación en el teatro. Entre los set y los escenarios, Robert Le Vigan alternaba la vida con una serie de intelectuales que llegaban a su estudio de la Plaza del Teatro, en la calle Girardon donde vivía con su esposa Dèlaissant Alphonsine, con la que contrajo matrimonio en 1932. El pintor Gen Paul organizaba en su atelier de la Avenida Junot soirées a las que asistían personajes
16
de lo más singulares, en donde el maravilloso dibujante Poulbot se declaraba presidente de la República Libre de Montmartre o los escritores y dramaturgos René Fanchois y André Villeboeuf fumaban y conversaban en un sillón de la sala. Allí mismo Louis Ferdinand Celine comentaba a través de su nueva obra “Voyage au Bout de la Nuit” (1932) (Viaje al fin de la Noche), las catástrofes que esperaban que acontecieran en esos tiempos. En las reuniones todos escuchaban embelezados los comentarios del autor, sin embargo nadie podía imaginar hasta donde llegarían las consecuencias que tuvieron los que tomaron en serio los comentarios de Celine. El escritor y dramaturgo Marcel Aymé, un asiduo asistente de las reuniones de Gen Paul, escribió una novela llamada “Avenue Junot” donde se describen las noches de conversación y debate y donde narra las relaciones entre cada uno de los asistentes. Aymé no salio ileso de los comentarios post guerra y se lo acusó de colaboracionista a pesar de haber sido un hombre de izquierda como muchos de sus compañeros de parrandas. En cada rincón del Viejo Continente comenzaba a encenderse un fuego que no estaba del todo expuesto y las producciones artísticas comenzaban a reflejar la ruta que iban tomando los acontecimientos, influyendo sobre todo en el ciudadano común.
17
El cine propon铆a reflejar las historias de lo que les pasaba, a veces en forma burda, moviendo a risa, disimuladas en la sutil pluma de un escritor, pero nada mejor que la sensibilidad de un creador para pintar la situaci贸n que colgaba del aire.
18
tE lre sep Ăsa
19
Julio se llamaba como su mamá y vivían en un pequeño departamento pegadito al Cine Súper. Julia era la encargada del cine, limpiaba la sala, cobraba las entradas, atendía el kiosco de golosinas, recibía los rollos de películas y hasta se ocupaba de alimentar a Don Cosme, el hombre que manejaba el proyector. Don Cosme llegaba a la casa de Julia y olía dentro de la olla – Guisito…!- decía alargando las o, cosa que a Julio lo sacaba de las casillas porque veía que su mamá trabajaba tanto y encima tenía que darle de comer a Don Cosme. - No te enojes hijito, Don Cosme está muy solo y no tiene quien lo atienda, si no nos cuesta nada… y de paso hacés algo que está bien.Para Julia hacer las cosas como se debía era una forma de equilibrar el mundo, había tantas cosas malas que dar una mano, era para ella balancear para el lado de lo bueno, ella creía en los pequeños actos. Desde la cama de Julio se escuchaba el “continuado”: - Dime qué hora es niño – le decía John Wayne revisando el tambor de su pistola mientras que esperara en la estación de trenes la llegada del nuevo Sheriff a la ciudad. Julio escupía un pastito que masticaba mientras buscaba el redondo reloj que guardaba en el bolsillo
20
- Hora de levantarse - le decía Julia llevando la ropa del colegio en una percha. Otra vez se le había metido en el sueño y Julio se tapaba la cabeza con la colcha tratando de buscar la voz del cowboy en el calor de la cama. Era un buen chico, un chico tranquilo, su madre lo miraba y trataba de adivinar hasta dónde volaban los sueños del niño que se quedaba mirando al vacío. Ella comprendía que no todos los chicos crecían en un mundo de Oz donde un ciclón los llevara hasta un lugar fantástico con amigos de hojalata. Sus compañeros de colegio no conocían a Billy de Kid el joven pistolero del oeste, ni siquiera habían visto a Marylin, la mujer más bella del mundo ofrecer sus labios en technicolor. Los viernes, después del colegio era una fiesta, porque podía invitar a un amigo y juntos sentarse hasta que el cine cerrara sus puertas y mientras que Julia ordenaba la sala, ellos correteaban entre las butacas con pistolas imaginarias que simulaban con las manos. Muchas tardes Julio hacía la tarea dentro de la boletería acompañando a su madre que vendía las entradas anticipadas. Desde allí veía llegar al raro anciano que acudía con su perro salchicha sólo a mirar los carteles. El anciano se agachaba para leer los avisos de las películas justo donde se anunciaban los
21
nombres de los técnicos, maquilladores, iluminadores. Sacaba un par de anteojos del bolsillo de su capa y sin abrir las patillas los acercaba a las pequeñas letras, como si tuviera una lupa en la mano, hablando con su perro en un extraño idioma - Regardéz cucuní, mon vieil ami de nouveau – Y el perro lo miraba y le movía la cola. Nunca lo había visto dentro del cine, jamás compró una entrada, nunca lo vio en otro lugar que no fuera el foyer del teatro hasta donde se acercaba para ver los grandes cartelones donde se anunciaban las películas. Finalmente volvía a partir hablando con su perro. El viejo lo tenía intrigado, hasta que una noche, antes que comenzara la función Julio le preguntó a Don Cosme por el anciano - ¿Que si lo conozco?, claro que sí. El viejo era un muy buen actor francés que durante la guerra traicionó a sus amigos y se volvió espía- ¿y dónde vive, Don Cosme? – - Dicen que en el Barrio del Calvario, casi no habla con nadie, pocos saben que vive en Tandil, seguramente todavía lo están buscando…Todo aquello le producía una intriga incontenible a Julio que esperaba los días en que los avisos cambiaban para ver la estampa del anciano y su perro al que seguramente le
22
dictaba los mensajes cifrados que leía en la punta de los carteles de propaganda. - ¿Conocés algún espía, mamá?- No, no conozco a ninguno - le respondía Julia mientras que planchaba la ropa. -¿Sabés que al cine todas las semanas llega uno que habla en francés con su perro salchicha y él le dicta unos mensajes especiales que lee en los carteles del cine?- ¿Quien te dijo eso?- Yo lo vi y Don Cosme me lo confirmó. Dice que es un espía que en la guerra traicionó a los suyos y sigue recibiendo mensajes que se los lee a su perro…- Ay Dios mío! - decía Julia – Mañana vamos a verlo al Doctor Cabana para que te revise. Qué voy a hacer con vos hijito! – Julia no se acostumbraba a que su hijo soñara despierto y viviera la vida como si estuviera dentro de una película. El niño nunca más lo volvió a mencionar ni siquiera cuando junto a su madre, detrás del vidrio de la boletería, veía llegar al viejito francés seguido por su perro espía.
23
Cuatro
25
Luis Ferdinand Celine, nació en Francia en 1894, en una familia de trabajadores. Su abuela dejó una pequeña herencia fruto del trabajo como directora en una tienda de bordados, que le permitió recibir educación privada a la que accedían, en aquella época, sólo los ricos y los nobles. A los 18 años participó en la primera Guerra Mundial y fue herido gravemente, lo que le significó tener un brazo dañado, zumbidos en los oídos y dolores de cabeza que lo perseguirían durante toda su vida. Fue cónsul en Londres, en donde conoció a su primera esposa, Suzanne Nebout y vivió en África como representante de la ONU, contagiándose de Malaria. De vuelta en Francia estudió medicina y se casó con la hija de su profesor Edith Follet de la que se separó dos años después debido a sus largas ausencias causadas por los viajes que realizaba por el mundo entero. En 1932 publicó su primer novela y obra cumbre, “Voyage a bout du Nuit” (Viaje al fin de la Noche), recibiendo por ella el premio Renaudot, una de las distinciones más importantes de la lengua francesa otorgadas por los críticos literarios. La novela cuenta la historia de Ferdinand Bardamu, un héroe desilusionado, castigado y
26
enamorado de una prostituta que realiza un trabajo embrutecedor en las colonias francesas en el África, perseguidor del “sueño americano” que nunca ocurre. Allí sentencia con una verdad irrefutable:”los hombres de aferran a sus cochinos recuerdos, a todas sus desgracias y no logran salir de ahí. Con eso ocupan el alma. Se vengan de la injusticia con su presente revolviendo la mierda de su porvenir. Justos y cobardes, que son todos en el fondo, en su naturaleza”. Y más tarde amenaza: “Os digo infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados en sudor; os advierto, cuando los grandes de éste mundo empiezan a amarlos es porque van a convertirlos en carne de cañón”. Antisemitismo instintivo, anarquismo rabioso para Grisel Dexter y Rodolfo Bardini en “Celine, el profeta de la decadencia”. Tiempo después llegaron nuevas novelas, siempre el mismo y crudo tema que lo abrumó hasta la vejez: el racismo, la persecución: “Mort a credit” en 1936, “Bagatelles pour un massacre” en 1937, “L' ecole des cadavres” en 1938, siempre preparando el terreno, anunciando lo que ocurriría cuando Hitler hiciera pie en Francia. Lo cierto es que el Dr. Destouches, Celine, o como quieran llamarlo,
27
fue de los escritores más importantes de la lengua francesa admirado por sus opositores. Uno de sus adversarios políticos, Jean Paul Sartre escribió terminada la guerra: “Tal vez Celine sea el único que permanezca entre nosotros”. Etienne Lalou, novelista, cronista de L'Express y productor de radio y televisión dice: “Celine ha restituido al francés hablado sus títulos de nobleza, sin él una parte de la literatura moderna no sería lo que es. Siempre se lo menciona como un gigante de nuestra época aunque haya dicho en “Bagatelles pour un massacre”: Francia es una colonia del poder Judío, él (por Hitler) no ha dicho nada contra los bretones o los flamencos, sólo se ha referido a los judíos porque no le gustan, como a mí. O como ha dicho en “L'ecole des cadavres”.” Personalmente encuentro a Hitler o a Mussolini admirablemente magnánimos, infinitamente más a mi gusto, destacados pacifistas. En una palabra dignos de 250 premios Nóbel”. Celine y Le Vigan se conocieron dos años antes de que publicara la polémica novela cuando Celine se mudó a un departamento de la Rue Lepic cerca de su hogar y desde entonces es que se remontan los comentarios de que el escritor ejercía sobre el actor una
28
maléfica influencia. Parecía que los pensamientos de Celine se ejecutaban a través de los actos realizados por Le Vigan, sin embargo, como dijimos, nunca se persiguió a Celine con el encono que sí se lo hizo en con Le Vigan, a pesar de calificarlo como xenófobo hasta los huesos. En 1940 ya no había quien se interpusiera en el camino de Hitler, con el deseo de saciar tanta humillación sufrida después de la Primera Guerra, debiendo entregar a los franceses las tierras usurpadas, llegaba a Francia a hacer alarde del poder alemán sobre las tierras que iba conquistando. Mientras que en Paris confiaban en que la Línea de Maginot sería suficiente para parar la ofensiva, el Kaiser ingresaba por Luxemburgo al territorio francés arrasando con todo lo que se le pusiera adelante y de allí hasta el Arco del Triunfo por donde desfilaron sus soldados para festejar la victoria. Mientras esto ocurría, Charles de Gaulle desde la BBC de Londres llamaba con desesperación a su pueblo a seguir luchando, a no bajar lo brazos y a acompañarlo en la recuperación del país, pero ya nadie escuchaba, ni el mundo ni sus compatriotas. Inmediatamente después de la ocupación, los espectáculos teatrales de la capital, quedaron
29
suspendidos igual que el rodaje de películas. Los alemanes habían intervenido Radio Paris e hicieron un casting entre los actores más famosos para emitir programas pasatistas de “chansonniers” contratando a Maurice Rêmy y a Robert Le Vigan, ambos famosas figuras populares. Reêmy propuso hacer un sketch como en los teatros de revistas en donde trabajó, ridiculizando a un parlamentario de la “República Difunta” a través de un discurso pronunciado a su senado. Realmente se puede decir que en tiempos de paz el chiste sólo hubiera sido de dudoso gusto sin embargo, en las circunstancias que se vivían, las consecuencias fueron nefastas para Le Vigan que padeció por ese acto durante lo que siguió de su vida y lo que lleva de muerto. Con la ocupación alemana, después de las derrotas de Mayo y Junio de 1940 y la renuncia del Primer Ministro Paul Reymond, el Mariscal Petain, héroe de la Primera Guerra Mundial, vencedor en 1916 de la Batalla de Verdún, diplomático y militar de carrera, firmó un armisticio con los alemanes y consiguió gobernar ficticiamente un tercio del territorio al sur del Río Loira, instalando su gabinete en la ciudad costera de Vichy desde donde se
30
continuó con el plan de limpieza racial de Hitler. La vida en Paris fue volviendo, de alguna forma, a la normalidad ya que la ocupación Nazi en Francia no tuvo carácter cultural, muchas veces solo algunos pueden hablar de tormentos y horror, mientras que otros no percibían el cambio. La represión y la censura contra las personas judías fue total y absoluta y no solo contra artistas e intelectuales como Max Jacob. Los que no lo eran volvieron a lo suyo sin mucha información de lo que estaba pasando, a veces por ignorancia otras porque sinceramente no les importaba. No todos fueron resistentes, ni todos fueron perseguidos y la actividad continuaba como si nada pasara. Se volvieron a filmar películas, se montaban obras de teatro, Picasso vendía estupendamente sus obras y la censura nazi era mucho menos drástica que en la misma Alemania. Jean Paul Sartre, el referente ideológico de hoy en día, no solo no tuvo ningún problema sino que siguió publicando libros y estrenando obras de teatro, aunque también hay que decir que existían los denunciantes como Albert Camus, Raymond Aron y algunos más, pero fueron minoritarios.
31
Otra autora que describe el ambiente que se vivía en Francia en momentos previos a la ocupación fue Mary Jayne Gold, autora de “Cossroards Marseilles” (1940) en donde relata cómo, en una Paris bulliciosa declarada durante décadas la capital del mundo intelectual, la “ciudad arte” por antonomasia, con sus cafés y sus buhardillas poblada de artistas en una incesante tarea creativa, le daban la espalda a la situación de muchos intelectuales que arribaban al país desde las zonas ya ocupadas creyendo que estaban a salvo, sin embargo la persecución seguía para ellos y no encontraban refugio en medio de la fiesta. Los relatos recogidos por la autora son reales y pertenecían a quienes debieron huir a través de los Pirineos junto a un grupo de jóvenes norteamericanos y franceses que arriesgaron sus vidas para salvar la de figuras conocidas como André Breton, Marc Chagall, Marx Enrst, Hannah Arendt amenazados de muerte por el Reich. El estado estaba ausente de la creatividad artística y según dice el escritor español Carlos Semperin Maura en su artículo “France, splendeur et misère”, “cuando más Estado menos poesía”.
32
El cine pudo haber tenido mucha menos importancia del que tuvo. Europa entera estaba en guerra y el plan de Hitler lo incluyó como arma de difusión incomparable, construyendo escenarios espléndidos acorde a la grandeza del Reino Nacional Socialista. Algunos se exiliaron en los Estados Unidos como Jean Renoir, sin embargo otros como Carné y Perret hicieron sus mejores películas. Durante la ocupación se realizaron 220 películas, 29 de las cuales fueron de “La Continental” compañía que montaron con capitales alemanes y mano de obra francesa, sin contar son un solo actor alemán en los elencos. H.G. Clouzot realizó “Le Corbeau”(1943), Tourneur “l'assessin habite au 21”(1942) y Cristian Jaques dirigió y “Synphonie Fantastique” (1942) con música de Berlióz que rememoraba a la misma Marsellesa retrasándose su estreno por exaltar, según Goebbels, el nacionalismo francés. El ministro alemán trató de reclutar algunos actores para que trabajasen en el cine alemán pero no consiguió que ningún francés lo hiciera. El cine germano no era del gusto del público francés, era poco sofisticado, con actores poco
33
profesionales, por lo que fue más interesante realizar cine en Francia que en Alemania. La producción cinematográfica nacional se dividía en tres polos: Paris con la Gaumont, Marsella con los estudios Marcel Pugnol y Niza con los sets de Victorino donde se producían los noticieros esos sí, con clara ideología antisemita, ensalzando las victorias y la cultura germana. Se formó un sindicato y todos los trabajadores del cine debían demostrar su carnet de afiliación para poder trabajar aunque algunos directores, como Marcel Carné pudieron hacerlo fuera de La Continental, realizando películas como “les visiteurs de la Nuit”(1942) y “Les enfantes du paradis” (1945) en donde colaboraron secretamente el escenógrafo Alexandre Trauner y el músico Joseph Kosma que por ser judíos no poseían el permiso de trabajo, formando parte del elenco Robert Le Vigan. En la Argentina de los años 70, ocurrió en algún punto, un momento similar. No todos los que se fueron del país lo hicieron por problemas políticos y no todos lo que se quedaron trabajando se los puede acusar de haber simpatizado con la junta que usurpó el gobierno democrático de nuestro país.
34
Los músicos argentinos Luis Alberto Spinetta y Charly García ofrecieron resistencia inmediatamente componiendo obras que se supone, fueron incomprensibles para la censura ya que de otra forma no se entiende cómo se permitió su difusión. “Las Golondrinas de Plaza de Mayo” (en alusión a las madres) del LP “El Jardín de los Presentes” de Spinetta (1975) ó “Pequeñas Anécdotas de las Instituciones” de García (1974), un long Play del vinilo de entonces, el cuarto en la discografía de Sui Géneris, cuenta los horrores que se vivían en la Argentina donde un “Señor Tijeras” se encargaba de recortar canciones y películas, velando por nuestra integridad moral, o “Alicia en el País” aunque no justamente la ideada por Lewis Carroll, veía cortar cabezas en los jardines de la reina, sin tener abogados ni testigos, temiendo el nefasto regreso de “los brujos”. Estos autores, junto con otros artistas, demostraron que existen trincheras desde donde luchar si se tiene un verdadero nivel intelectual que supere el del censor, aunque en nuestro país se necesitó mucho menos que en Francia de 1940, sería bueno volver a aclarar
35
que también en nuestro país no todos los perseguidos se fueron ni todos los que se fueron lo hacían corridos por la dictadura, muchos aprovecharon el movimiento migratorio creando un status del exiliado resistente que no tenían. El poder de escuchar y compartir ideales con un artista dedicado a un serio combate intelectual puede mantener en pie a un pueblo. Una pequeña imagen significativa, una melodía pegadiza, una idea lúcida logra movilizar a un país sojuzgado y oprimido, es la tarea básica de un artista comprometido. Muchas de las películas rodadas en la Francia de Hitler, “L'assassinat du Père Noël”(1941), “Les enfantes du paradis” ( 1945) se mencionan cuando se habla del cine de resistencia y de la oposición que mostró el cine francés a admitir la autoridad alemana. En la mayoría actuó Robert Le Vigan, en pocas se encuentra su nombre en el staff. Charles Chaplin, uno de los mayores resistentes intelectuales de nuestra época, brillante para sostener la lucha, fue perseguido y obligado al exilio. El genial autor también se pronunció en contra de la locura nazi con su film“The Great Dictator”(1940) en el que un barbero judío confundido con el siniestro Hitler, pronuncia
36
un discurso de concordia a toda la humanidad invitando a dejar de lado los odios raciales, para ejercer definitivamente la armonĂa entre los pueblos del mundo, lo que habla del gran humanista que fue.
37
38
Cinco
39
Con los aliados recuperando sus posiciones y asociados a los Estados Unidos de América, después de cuatros terribles años de enfrentamientos y conquistas, de cruda lucha contra los débiles, los indefensos y los desvalidos, de guerra cruel en donde solo pierden todos, lograron poner pie en Argelia y desde allí llegar a desembarcar en Normandía en Julio de 1944. Sabiendo perfectamente la suerte que corrían, los alemanes irrumpieron en el Hotel del Parque a donde hallaron a Petain durmiendo, y emprendieron la retirada dejando prácticamente la ciudad de Vichy abandonada. Los germanos le prepararon la huída al general francés, pero no muy convencidos de la derrota total lo trasladaban en camino hacia el norte pero trataban de no sacarlo del país para que realmente tuviera sentido el ejercer su protección, es decir, Petain dentro de Francia aún era el presidente, aunque virtual del país, afuera no era nadie. El primer destino fue el Castillo de Belfort, en la zona de Alsacia, pero en pocos días ya no fue lugar seguro porque los aliados seguían recuperando territorio a toda carrera y debió ser llevado a tierra alemana, al Castillo de Sigmarigen donde se convocaron los que antes formaban el gobierno francés en un concejo
40
cuya misión era velar por los intereses franceses en Alemania. Sigmarigen es un pueblo del estado de Baden Wütemberg cuya vida gira entorno al histórico castillo propiedad de nobles alemanes que en la época de la Reforma Protestante permanecieron fieles a Roma, mientras que sus parientes de Franconia formaron otra iglesia fundando el Ducado de Prusia, lo que dio origen al Estado Alemán. El castillo perteneció a San Fidel, que murió defendiendo el catolicismo y canonizado por el Vaticano como mártir. Hoy Sigmarigen sólo lo utiliza la nobleza para oficiar reuniones familiares y algunos salones están abiertos al público que llega en gran número a ese lugar. Algunos civiles que también habían apoyado al gobierno de Vichy, corrieron con el mariscal Petain escapando detrás de los soldados alemanes. En esos momentos de anarquía absoluta, cualquiera ejercía justicia con su propia mano, cualquier sospecha de haber tenido relación con el invasor era suficiente para ser ejecutado o para sufrir vejaciones de todo tipo. Una mujer violada que daba a luz a un hijo medio alemán era despreciada y condenada al hambre y la vergüenza si no perdía su vida en la venganza.
41
Para salvarse, una corte de franceses se instalaron en las afueras de castillo con la excusa de pedir entrevistas que Petain no concedía, en un intento desesperado por estar seguros. Los aliados si bien seguían de muy cerca los movimientos del ex Jefe de Estado, no estaban dispuestos a atacarlos ni por aire, ni por tierra. El lugar era humildemente provisto de alimentos y remedios ,cuando a duras penas se conseguía asistencia. Entre la horda de gente que invadía trenes abandonados en los bosques se encontraban algunos famosos funcionarios, capaces de reconocer sus pecados frente a un tribunal. Gente de todo tipo, de toda inclinación política que simplemente trataba de salvarse. Entre los concurrentes Louis Ferdinand Céline, Lucette su segunda esposa, Robert le Vigan y su gato Bebét deambulaban por los pasillos del castillo formando parte de un elenco de personajes que encontrarían en la historia la forma de pagar su deuda pendiente. Muchos años después de haber cumplido la condena en la cárcel danesa de Vestergsel, desde el pabellón K destinado a los condenados a muerte, el Dr. Céline escribió “D'un Châteu l'autre” (1951) relatando la odisea pasada mientras escapaban cuando su
42
profesión de médico le otorgaba algunos privilegios dentro del castillo a cambio de atender a los enfermos y llevando sólo un poco de alivio a los que sufrían y morían en racimos entre brocatos y fina vajilla que no contenía ningún alimento. El libro no fue escrito para recordar un momento de su vida que seguramente hubiera deseado olvidar, el motivo fue ayudarse en su economía hogareña ya que instalado en Moudon, en su consultorio donde trabajaba gratuitamente, subsistía con lo que Lucette cobraba por dictar clases de danzas. Pobre, olvidado y enfermo, recibiendo repudios explícitos hasta de sus pacientes escribió: “Si compras uno de mis libros me ayudarás…” asegurando que lo obtenido por el mismo le servirá para pagar la calefacción ya que las secuelas de la guerra y el calabozo lo habían dejado enfermo para siempre: “Cinco años de hiel, ese fue el costo… sé todo lo que me han robado, tengo el inventario en el coco” En uno de los capítulos de “D'un chate l'autre” menciona a Le Vigan, su amigo La Vigue, en medio de una alucinación que le provocara la malaria, lo encuentra portando las monedas destinadas a Caronte, quien en la mitología griega acompaña a los difuntos a cruzar el río de la vida y de la muerte. Robert,
43
vestido de “gaucho de las pampas” estaba a punto de cruzar cuando se encuentran y recuerdan el momento en que el actor lo defiende ante el tribunal que lo juzga. Celine se menciona a sí mismo: “soy un traidor acabado, despedazador de judío, saboteador de la Línea de Maginot. No se hagan ilusiones, no crean una palabra de tanto horror, pero de una cosa estoy seguro, me hostigarán hasta la muerte. Cabeza de turco de los racistas, materia prima de la propaganda” Finalmente en ese capítulo cuenta la disputa a trompadas entre los dos hombres por un motivo que dice no recordar y la separación que verdaderamente fue para siempre. Robert se dirige a Bélgica y Lucette Celine y Bebét, el gato que Le Vigan compró en una tienda de mascotas, son apresados en Copenaghe el 22 de diciembre cuando trataban de esconderse en los tejados de Ved Strader 20, un local de la cadena de panaderías Lenôtre, frente al Nacional Tidentan, el periódico que daría la noticia del arresto de Celine Para Celine fueron cuatro años de cárcel y la posible condena de muerte, sin embargo cuando salió de prisión comenzó a pagar su verdadera condena, la social, el remordimiento y el odio, la locura y el miedo patológico a
44
cualquier otra dominación de raza reflejado en sus últimas cartas escritas a Le Vigan donde anuncia, ésta vez, la dominación oculta es la del poder amarillo. Lucette Destuche, la hermosa Lilí , publicó un libro de memorias “Celine secrèt”(2008) donde cuenta que en realidad a pesar de encontrarse en Moudon completamente vencido, seguía representado el papel del loco desaforado que despreciaba a los que llegaban hasta allí para ver al mounstro. Como su brazo derecho se encontraba inutilizado saludaba con la mano izquierda sabiendo que se podía tomar ese acto como un insulto. Cuando supo lo que realmente había pasado en los campos de concentración quedó horrorizado, pero jamás fue capaz de decir “perdón, estaba equivocado”, siempre aseguró que había escrito sus libros en los años 1938 y 39 donde la realidad era otra, porque fueron pensados en un contexto histórico concreto, en una época especial y a ellos mismos les implicó haber arruinado gran parte de sus vidas. Para Robert Le Vigan el final fue diferente, sus penurias que fueron relatadas como en una novela en el libro de su amigo, para él fueron pura realidad de dolor y soledad.
45
46
Seis
47
Cuando las tropas aliadas comenzaron a recuperar territorio francés, Robert Le Vigan supo que su vida corría peligro si no huía. Habiendo perdido absolutamente todo, dinero y ropas en un bombardeo, viajó en tren a encontrarse con su amigo Louis Ferdinand Celine que antes de hallarse en Sigmarigen, estaba en las termas de Baden Baden ya que también él sospechaba su suerte si no se alejaba de Francia. Se dijo que ellos tomaban champagne en las termas mientras que el mundo se venía abajo, pero el balneario no era ajeno a lo que ocurría en toda Europa y pintar el lugar de descanso como un oasis donde se gozaba de una vida de propaganda, solo logró aumentar el odio y la culpa que se les adjudicaba a los dos. Celine había tratado de conectarse en Alemania con sus colegas médicos para recibir algún tipo de protección, pero la situación era peligrosa para ellos en cualquier ciudad germana ya que allí se los sospechaba de espías de la Resistencia, sumado a esto el que se tratara de dos personajes conocidos a través de los medios de comunicación, por eso es que decidieron esperar en el castillo el desenlace final. Una vez en Sigmarigen obtuvieron privilegios por ser Celine el único medico de la comitiva y
48
pudieron vivir entre los tantos que se hallaban refugiados dentro del castillo hasta que la suerte de Alemania estuvo echada y debieron seguir huyendo, Robert Le Vigan a Bélgica donde fue apresado y juzgado un año después de su arresto, el 16 de noviembre de 1946. Al juicio asistieron algunos de aquellos jóvenes que compartieron la dicha de los años felices en Montmartre. Madeleine Renaud, Duvivier y otros amigos trataron de intervenir para que el juez fuera indulgente con él, sin embargo también estuvieron los que como Christian -Jaque, su director en “L'assassinat du Père Noël” trataron de no involucrarse declarando cuánto ayudó él mismo en sus Films a fortalecer la voluntad resistente, igual que Jean Renoir que lo trató de obsesivo sexual o Jean- Louis Barrault director de cine que no hizo más que apoyar su condena. Un momento especial fue cuando el nombre de Celine apareció en el debate, parecía que la sola mención del escritor enardecía a los abogados, los que le sugirieron que dijera que había sido para él una mala influencia en su vida para mejorar su posición, sin embargo en su alegato dijo que Celine había sido un gran patriota y que ya estaba bien, que lo dejaran tranquilo a él y a Celine. Los miembros del jurado fueron realmente
49
rigurosos a pesar de que el fiscal había pedido la horca para Robert y no lo concedieron. Cinco años de trabajo forzosos, además de corresponderle la “Indignidad Nacional”, “Muerte Civil” y la confiscación de todos sus bienes, fue una condena excesiva para quien se lo acusa de colaboracionista por su actuación en el programa “Ici La France” de Radio Paris o demasiado indulgente para quien denunciaron a sus compañeros de trabajo. En el campo de Noé había más de ochocientos condenados por colaboracionistas, había gente de la Gestapo y también había periodistas imprudentes, pasando por milicianos y corredores de bolsa desgraciados, allí fue elegido por el Capitán de Fragata Labat para dirigir el coro en los oficios religiosos. En 1948, el Gobierno de Francia decretó la amnistía a un centenar de hombres y fue beneficiado con la libertad condicional, viajando a Paris para reencontrarse con su vida. Otros artistas como Robert Le Vigan cayeron en desgracia después de la liberación de Paris, hombres y mujeres de cine fueron acusados de haber colaborado con la ocupación y aunque trataron de explicar que sólo siguieron trabajando en sus oficios, fueron despreciados tanto en forma personal como profesional:
50
Arletty y Corinne Luchaire, el escritor Louise Chavance, los directores Sacha Guitry, Enri Decoin y Albert Valentin tuvieron un mismo destino después de la liberación: la vergüenza y el olvido. Cuando Robert Le Vigan regresó a Paris, los amigos que quedaron a su lado, aquellos de la “Avenue Junot” le dieron la bienvenida con una cena en la casa del cantante Paul Colline en donde decidieron patrocinarlo para que rehiciera su vida. Todos hicieron un fondo común que sirvió para abrir una pequeña librería en el centro de Paris que sirviera para su manutención, pero el pequeño augurio de sus camaradas duró muy poco ya que los franceses conocían el rostro de Le Vigan tanto como su historia y no dejaba de recibir agresiones verbales y físicas hasta que a través de su querido amigo Julien Duvivier consiguió un papel en un film que se realizaba en Barcelona y violando su libertad condicional se presentó en la películas “El Correo del Rey” de Ricardo Gasconi y “Ley del Mar” de Miguel Iglesias, ambas rodadas en 1950. De todas formas tampoco en España fue bien recibido y tuvo que interceder Duvivier con el mismísimo Franco a quien conoció durante la filmación de “La Bandera”(1935), para que
51
consiguiera un permiso de trabajo. Estando en España fue contratado para trabajar en la Republica Argentina, la idea de alejarse de Europa lo hacía feliz y creía que en Sud América podría quitarse la ropa de condenado para volver a vivir su vida. La primera dificultad que encontró era que no tenía documentos legales para viajar. Habiendo violado su libertad condicional y al ser su condición frente a la justicia francesa la de fugitivo, dicho por él mismo en un documento incluido por Edgardo Cosarinsky en “Boulevard del Crepúsculo”(2001), llegó a Buenos Aires en “un desembarco libre de camaradas” como le dio a llamar. El cine argentino era famoso por su calidad y sus estrellas reconocidas en todo Latinoamérica y también en España. Robert Le Vigan venía a protagonizar un pequeño papel en “La Orquidia”(1951) de Eduardo Arancibia, en la que representaba al moribundo padre de Laura Hidalgo pereciendo en pantalla. La Embajada Francesa alertada de las intenciones que tenía Le Vigan de radicarse en nuestro país, montó una campaña de desprestigio que llegó a la Argentina antes de que él mismo hiciera pié en el Puerto de Buenos Aires, por lo que no volvió a conseguir
52
ningún otro papel y tuvo que realizar diferentes tareas para ganarse la vida. Fue taxista, lavador de autos y hasta realizó cursos de producción avícola pensando que podría dedicarse a criar pollos o vender huevos. Estando en Buenos Aires conoció a un aristócrata francés que lo empleó como chófer y secretario personal debiéndose ocupar también de sus propiedades, una de las cuales se hallaba en Tandil. En Tandil conoció a su segunda esposa Edmée Bellemer, nacida en Blaye en Gironde, que después de divorciarse de su esposo Argentino Gonzáles Moreno, vivía junto a su hija en la casa de la calle Ituzaingó donde Robert encontró refugio. Después de haberse divorciado de su primera esposa en 1943, Robert y Edmée se casaron y él tomó nacionalidad argentina.
53
54
Siete El Angel
El hombre que conocĂ
55
Tenía apenas seis años y recién comenzaba con las primeras letras cuando mi madre decidió enviarme a estudiar francés. Ella creía que podía aprender el idioma sin dominar la ortografía. En su casa habían aprendido de su abuelita que hacía una rica ensalada entre los dos idiomas y que no se podía escribir en ningún lado, pero se entendía perfectamente cuando la familia se reunía en algún aniversario. Mi hermano se encontraba cursando los años superiores de la Aliance Français que funcionaba justo en frente del Cine Súper, en un edificio dedicado a la Asociación Sadi Carnot nucleando a todos los descendientes de franceses en Tandil. Monsiur Camps era el director y único profesor y Madame me había tomado como su alumna confiando que con un poco de música y otro de poesías comenzaría a aprender los rudimentos de la lengua de Boudelaire y de Rimbau. - ¿madame, voulez – vous un peu du té?- Je suis la plus petite de ma famille Antes de que terminara la clase la puerta vaivén se abría y discretamente detrás del panel de madera y vidrio escarchado color amarillo, se podía ver la silueta de un hombre que se arrancaba la boina de la cabeza y que
56
ingresaba en puntas de pie a mi salón para que sus pasos no hicieran crujir los pisos de pino tea. - Bonsoir Robert - Bonsoirr Margheritte- respondía el anciano - Bonsoir ma petite fille – me decía y se sentaba contra la pared, junto a una larga mesa hecha de caballetes y tablas donde dormían viejas revistas Paris Match que nadie renovaba. Siempre se sentaba en el mismo lugar y encendía un pipa que inundaba la clase de un olor chocolatado. Para terminar, Madame tocaba una canción en la melódica y yo cantaba alegremente los pesares de un gallito que ya no cantaría más debido a su fallecimiento inesperado. Nunca entendí de qué se trataba, por qué había muerto sin razón el gallito, sin embargo nada me importaba porque no podía sacarle los ojos de encima al anciano. Le observaba cada detalle de su ropa gastada, nunca había visto a nadie que usara dos camisas juntas. Su cara, aquella estampa envuelta en el humo de su pipa hacía que mi imaginación volara dos veces por semana, cuando veía que el papel tapiz de la pared húmeda y un poco roto, dibujaba dos perfectas alas a sus espaldas, creyéndome que en realidad Robert no era de éste mundo, sino un ángel jubilado que estudiaba francés en sus
57
tardes libres. Un día sí que me animé. Terminada la clase y antes de retirarme me acerqué a la mesa y apoyé mis codos sobre las revistas rotas. - Monsieur Robert vendrá usted a la fiesta del 14 de Julio, voy a cantar la canción del gallito y Madame va a tocar la melódica…- Seguro ma petite, vendré y gracias por la invitación…Lo esperé, incluso retrasé mi actuación con la excusa de un fuerte dolor de panza, después le dije a Madame que me había olvidado la letra de la canción, pero la toma de la Bastilla se había realizado con todo éxito en la función de títeres y solo quedaba mi número. No volví a verlo, no pregunté por él, tenía miedo de haber descubierto su oculto papel de ángel y que por mi culpa no se le permitiera mas estudiar francés en sus ratos libres. No volvimos a cantar la canción del Gallito, se me volvía triste y penosa por eso cambiamos por otra con la que contábamos cerezas: - Dix, onze, douce elle son lá toutes rouges…Los Paris Match jamás se renovaron, ni el papel tapiz de la pared con humedad. Cuando Monsieur y Madame Camps dejaron de enseñar francés fue más fácil tirar abajo el edificio, como el viejo cine Súper y olvidarnos de los niños que fuimos, de lo que creímos.
58
Nada se podrá olvidar jamás, ni siquiera la imagen del viejito que volaba con su bicicleta por las escarpadas calles de Tandil. “Cada vez que un niño deja de creer en sus sueños, un hada muere en algún lugar….” Peter Pan. (J.M. Barrie 1904)
59
Ocho
61
Cuando Robert Le Vigan llegó a Tandil ya muchos extranjeros llegados de toda Europa habían encontrado un hogar. Nadie preguntaba, nadie quería contar su historia pretérita y para la gente del lugar todos eran personas sin pasado. Aquí se amanecía todos los días con la esperanza de olvidar la guerra, la muerte, el hambre y la vida que ya no servía de tarjeta de presentación, sin embargo algunos eran más considerador que otros de acuerdo a lo que habían logrado rescatar de la Europa en ruinas. En medio de todos ellos se hallaban Robert y Edmée, dos extranjeros que como los otros perdieron su identidad para tomar la de los sin sombra, los exiliados, los que ya nada le recuerda a su niñez, no había olores ni calor que les devolviera una vida feliz. Edmée estaba divorciada de su esposo y se supone que también oculta en el anonimato que le otorgaba una ciudad alejada 300 km de la Capital Federal. Ella lo protegió y juntos vivieron como un matrimonio de muchos años, ellos no alternaban con mucha gente y nadie se metía en sus vidas. En 1958 Le Vigan fue llamado por el director Daniel Tinayre para hacer una prueba de cámara para la película “La Bestia Humana” adaptación de la novela de Emilé Zola, con los
62
primeros actores Roberto Escalada y Ana María Lynch. Como Robert Le Vigan aún no tenía buena pronunciación en español seguramente habrían tenido que doblarlo, pero ya se había contratado Massimo Girotti, un actor que no tenía ni la experiencia ni la fama que había alcanzado el francés, sin embargo debían respetar lo convenido y como dos doblajes encarecían demasiado el film, Robert debió volver a Tandil sin el papel. Para ganar un poco de dinero, Robert tomaba alumnos particulares de francés. Algunos los visitaba en su casa, otros lo recibían en la propia pero en general, si bien se sabía que había sido un actor de cine nadie preguntaba mucho más, incluso su vecino de al lado, llegado el Presidente de Gaulle a la Argentina, lo invitó a mirar por televisión el desfile de homenaje que le brindó el Presidente Ilia, y aunque un poco ofuscado agradeció en una actitud que nunca había demostrado, sincerando finalmente su posición política con su vecino. En los años 60 un reportero de Clarín lo vino a buscar a Tandil y a doble página se comentó en la ciudad la identidad del actor, luego, todo volvió a la calma, sin embargo en una visita de Jean Gabin a la Argentina, entrevistado por
63
Pipo Mancera se pusieron en comunicación con Le Vigan a través del teléfono de su vecino, que recuerda haberlo visto llorar como un niño cuando pudo conversar con su compañero de “El muelle de las brumas” Era afecto a escribir cartas, casi habitualmente se llegaba hasta el correo para despacharlas, casi todas tenían como destino su país, algunas otras esquelas eran para sus alumnos o con motivo de algún agradecimiento especial a quien se preocupaba por él. Todas las mañanas hacía el mismo viaje, recorría el Monte del Calvario con su perro Cucuní, juntaba hongos que crecían en las cortezas de los eucaliptos y volvía a bajar del cerro para ir a hacer las compras al centro de la ciudad. Cuando comenzó con la tarea de profesor de francés, Monsieur y Madame Camps, pensaron que podría también dar clases en la Aliance pero el Consulado Francés no lo permitió, volviendo a controlar sus pasos y evitando toda posibilidad de que Robert Le Vigan volviera a Francia. Madelaine Renaud, su amiga, estuvo en Tandil visitándolo y rogándole por su regreso, pero al haber adquirido la nacionalidad argentina debía contar con la visa de parte de la Embajada de Francia para entrar a su país y
64
sabía que eso jamás sería concedido. Ayudado por los amigos desde Europa, enfermo de cáncer e intervenido quirúrgicamente en la Capital Federal, Robert vivía en la más absoluta pobreza, trataba de recibir unos fondos que le enviaran de una asociación de actores que reconocieran una especie de pensión por los años trabajados en Paris, sin embargo nada llegaba, todo era difícil de gestionar, ni siquiera prosperó la idea de realizar una grabación magnetofónica de la lectura de “Nord”(1960) obra que compone la trilogía junto con “D'un chateau ll'autre” (1957) y “Rigodón” inédita hasta 1969, relatando su escape de Francia después de la recuperación de Paris. Para realizar éste trabajo, Robert le Vigan y su esposa Edmée, cedieron los derechos de las grabaciones, realizadas en un estudio bastante casero de la Capital Federal a Herve Le Boterf, un amigo escritor del matrimonio con quien mantenía una relación epistolar abundante. Tratando de hacerle llegar algún dinero para poder afrontar los gastos de su enfermedad intercedió ante la viuda de Celine, la que nunca aprobó la grabación del disco. Una frustración más, una negativa más que acumulaba en su vida, la que se apagó el 12 de octubre de 1972, atendido por sus vecinos y
65
amigos, asistido por su médico personal con el que había mantenido largas y profundas charlas sobre su vida, justamente su alumno de francés. Como dijimos, Robert Le Vigan, en el film “Boulevard del Crepúsculo” (2001) de Edgardo Cosarinsky, hace una confesión sincera de lo que él mismo pensaba de su situación como condenado a la muerte civil y mencionaba a la muerte como la única salida para encontrar la calma, cuando el entrevistador le pregunta si teme su llegada él responde:”La muerte llega, y cuando llega es una cosa buena”. Edmée lo siguió dos años después, ella quedó alojada en la casa de unos amigos primero y luego en un asilo de ancianos y yace en la misma tumba que Robert, ambos recordando aquel apellido que lo distinguió entre los franceses, entre los actores, entre los traidores. Ya no se menciona su nombre en los staff de las películas que protagonizó, los jóvenes de su país sólo pueden ver sus trabajos cinematográficos a través de las viejas películas que se emiten por televisión. Su tumba, igual que la de Edmeé está sin pagar en el cementerio local y la Embajada Francesa no se hace cargo de los pocos euros que significan seguir manteniendo un lugar en el
66
cementerio de Tandil para que sus huesos no vayan a dar al osario comĂşn, condenĂĄndolo a la ignominia completa. Todos podemos estar tranquilos, el indigno, el infiel, el asesino, el soldado, el pintor suicida, el Cristo estĂĄ muerto y olvidado hasta hoy.
67
Nueve
El hombre que conocí Marcel Duchamps “Desnudo bando las escaleras” (Articulo escrito por la artista plástica Angeles Unzué para Tiempos Tandilenses publicado en 1998)
69
En la primavera de 1972 asistí al más mísero entierro que jamás hubiera podido imaginar: un ataúd en el suelo del hall cerca de la puerta de entada, ninguna flor, pocos amigos, éramos dos o tres personas y su esposa Edmeé que repetía como en una oración “Mon pouvre petit, mon pouvre petit…” Ahí, frente a nosotros yacía el hombre que había conocido la fama más encumbrada, la gloria, la miseria, el olvido, el fin… la condena más cinematográfica y terrible que puede sufrir un actor: el fin, el momento en que todo acaba, en que la magia termina cuando el gran cartel de la pantalla anuncia que ya no hay más para dar, que los protagonistas, los mágicos personajes que nos arrancaron sonrisas y lágrimas de emoción, vuelven a ser comunes mortales y las luces de la sala nos encuentra con los ojos llorosos caminando sobre deshechos momentos de suspenso traducidos en papelitos que riegan el piso. Luchó y perdió como otras veces, eso no era lo importante, eso lo conocía. Se lo llevó la enfermedad y octubre de 1972 pasó inadvertido para todos. Robert Coquillaud se estaba despidiendo de la vida que fue espléndidamente rica y cruel, cuando la moneda sencillamente cae de canto. Me había cruzado muchas veces con él. Una
70
figura extravagante con largo capote canadiense, boina, riguroso bastón, un personaje fuera de serie que llamaba la atención. Me interesó, después me enteré que había sido un famoso actor francés refugiado en la Argentina algunos años después de la guerra. Decían que había sido protagonista de “El muelle de las Brumas” pero no podía identificar a éste pequeño anciano que recorría las calles de Tandil en bicicleta, entre los protagonistas. Un día lo interpelé sin previa presentación., él ignoró mi desconsideración y me atendió cortésmente. Hablaba un castellano puro, casi sin acento. Yo había terminado la Alianza Francesa y deseaba practicar. Segura de su rechazo le pedí que me admitiera como alumna, meditó unos instantes y luego aceptó, a partir de ese momento se desarrolló una relación maestro alumna que duró tres años. Puntualmente llamaba a su puerta en Ituzaingó 927 y escuchaba la voz de Edmeé del otro lado que decía:”Robert on sonne”. El acudía impecable en sus humildes ropas y pasábamos dos horas en su pequeño estudio que no se interrumpían por ningún motivo. Era un hombre sombrío, de pocas palabras, lo que más me llamó la atención fue su apretado
71
silencio sobre lo que incumbía a su privacidad. La primera clase, no bien pronuncié una frase se echó para atrás espantado: “Qué vilain accent”. Me quedé helada, yo leía a los autores franceses más importantes, me había recibido dando exámenes en Mar del Plata y Buenos Aires con felicitaciones y puedo decir que me sentí ofendida, pero cuando escuché de su boca la misma frase lo comprendí, entre su pronunciación y la mía existía un abismo. Para la siguiente clase preparó los ejercicios que deben rendir los jóvenes actores de la Comedia Francesa. Pasábamos mucho tiempo frente a un espejo corrigiendo los sonidos nasales y a pesar de todo él no se fastidiaba con mis errores, cuando hacía una corrección la marcaba en el margen con diminuta letra roja. Una vez se río hasta las lágrimas cuando leyó mi trabajo, me había indicado hacer una redacción y para que yo pudiera desarrollar un vocabulario extenso y sencillo propuso como tema “La Granja”, por ese entonces yo ignoraba el argot francés. Robert comenzó a leerlo y estalló en una carcajada y también llamó a su esposa para que escuchara el disparate, sin embargo yo estaba segura de no haber cometido ninguna falta. Me explicó que el párrafo donde me refiero a la pata, había puesto con toda inocencia:
72
“Elle s'eloigne donnant la queque” queriendo decir que se alejaba dando la cola con un gesto de desprecio, sin embargo “dar la cola” hacía referencia al miembro masculino. Seguidamente me compré un diccionario de argot francés. Qué de porquerías decía! Y pensar que Madmoiselle Cabou, mi primera maestra me había hecho creer que los franceses no decían palabras obscenas. Después del prime año ya hablábamos con mas confianza de todo, menos de él, de Francia o de la guerra. Me encantaba hablar de literatura con Robert, leer a Prust, Giraudoux, Celine… un día me dijo: “mi mejor amigo fue Marcel Aymé, Celine también fue mi amigo, pero él no me respetaba…” Otra vez hablamos de la guerra de Argelia, me contó los entretelones de esa guerra atroz, solo una vez como si lo hubiera hecho sin querer, pero con todo el sentimiento se le escapó: “los verdaderos resistentes fuimos nosotros, los que nos quedamos”. Por supuesto yo no emitía ni media palabra, solo escuchaba. Tiempo después llego a Buenos Aires la Comedia Francesa y Madelaine Renaud llegó hasta Tandil, se presentó en mi casa y me pidió que tratara de convencerlo para que regresara a Paris. Jamás me comentó Le Vigan la visita, pero supe que había rechazado la oferta.
73
Construyó un sólido muro entre el actor francés y el anciano exiliado que en ese momento ya no deseaba derribar. Nunca habló de sus películas ni de los directores que habían hecho con él sus obras más encumbradas y luego lo rechazaron desconociéndolo. Detrás de la fachada inmutable, austera, de rostro sin expresión se ocultaban cien personajes vividos ardorosamente por él, ignorados por mí. Ahora conozco los acontecimientos de esos años trágicos y Le Vigan se me aparece como en un cuadro cubista de Marcel Duchamp: “Desnudo bajando las escaleras”. Una multitud de figuras superpuestas ocultándose una detrás de otras, sin dejarnos saber cuál es la real: la estrella fulgurante en un cielo de estrellas, la del hombre que ama a su gato Bebét el que heredó Celine cuando partió de Sigmarigen, dejándole sólo sus mejores recuerdos, su vida y su dolor.
74
FILMOGRAFÍA COMPLETA DE Robert Le Vigan
75
FILMOGRAFÍA COMPLETA DE Robert Le Vigan (1931) – Radio Follies de Jean Tarride (1931) – Les Cinq Gantlement Maudits de Julián Duvivier (1932) – Le Chien Jaune de Jean Tarride (1932) – L' Eternelle Chanson de Robert Vernaz (1932) – La Jaune Fille et un Millon de Fred Ellis (1932) – En Douane de Antonin bideau (1932) – Coquin de Sort de André Pellenc (1932) – Madame Bovary de Jean Renoir (1933) – Le Tunnel de Curtis Bernhardt (1933) – Le petit roi de Julien Duvivier (1933) – Le Médicis de service de André Cerf (1933)- Know au de la Triomphe de Medicine de Roger Groupillères (1933) – L' Homme la Barbiche Louise Valray (1933) – La Femme Ideale de André Berthomieu (1933) – Bouborooche de André Hugon (1934) – La Rue sans Nom de Marcel Aymé (1934) - Le Prince des Six Tours de Robert Vernay (1934) - Marie Chapdelaine de Julián Duvivier (1934) – Famille Nombreuse de André Hugon (1934) – Bien Mal Acquis de Earl m: Welch (1934) – L' Article 330 de Marcel Pagnol (1934) – L' Afaire Coquelet de Jean Gourguet (1935) – La Bandera de Julian Duvivier (1935) – Gólgota de Julian Duvivier (1935) – La Ronde du Brigadier Bellot de Raymond Ruffin (1935) – Jeróme Perreau héros des Barricadas de Abel Gance (1936) – Un de la Legión de Christian – Jaque
77
(1936) – Romarin de André Hugon (1936) – Les Matines de L' Elseneur de Pierre Chenal (1936) – Jenny de Marcel Carné (1936) – Hélêne de Jean Benoît – Levy y Marie Epstein (1937) – L' Homme de Nulle Part de Pierre Chenal (1937) – Regain de Marcel Pagnol (1937) – L' Occident de Henri Fescourt (1937) – Franco de Port de Dimitri Kirsanoff (1937) – La Femme du Bout du Monde de Jean Epstein (1937) – La Citadelle du Silence de Marcel L' Herviré (1938) – Tempête sur L' Asie de Richard Oswald (1938) – Les Disparus de Saint Agil de Crhistian – Jaques (1938) – Quoi des Brumes de Marcel Carné (1938) – Le petit Chose de Maurice Cloche (1938) – Ernest le Rebelle de Christian Jaques (1938) – L' Avion de Minuit de Dimitri Kirsanoff (1939) – Le Veau Gras . Una adaptación de Henri Blanchon, realizada por Bernard Zimmer (1939) - Le Dernier Tournant de Pierre Chenal (1939) – Louise ( Comedia Musical ) de Abel Gance (1939)- La Charrette Frontôme de Julián Duvivier (1940) – Paradis Perdu de Abel Gance (1940) – Le Monde Temblera de Richard Portier (1941) – La Romance de Paris de Jean Boyer (1941) – L' Assessinat du Pêre Noel de Christian Jaques ( 1942) – Chambre 13 de André Hougon (1942) - Patrouille Blanche de Christian
78
Chamborant (1942) – Dédë La Musique de André Berthomieu (1942) – Vie Privée de Walter Kapps (1942) – Andorra ou Les Hommes d' Airain de Emile Couzinet (1942) – Le Mariage de Chiffon – de Claude Autant- Lara (1942) - Les Affaires sont Les Affaires de jean Dreville (1943) - le Grande Marnière – de jean Marguenat (1943) – Groupi Mains Rouges de jaques Becker (1943) – Ne le Criez pas sur les Toits de Jaques Daniel Norman (1943) – Untel père et fils de Julián Duvivier (1943) – L' Homme qui Vendit son Âme de jean Paul Paulin (1944) – La Collection Ménard de Bernard Roland (1945) – Bifur de Maurice Cam (1951) – El Correo del Rey ( España) de Ricardo Gascón (1952) Ley del Mar (España) de Miguel Iglesias. (1952) La Orquidea ( Argentina) de Ernesto Arancibia (1952) Rio Turbio (Argentina) de Alejandro Wehner Obras de teatro en las que participó Robert Le Vigan (1918- 1919) Teatro Imperial L' Arlequin – Revelions le cochon –Les Vierges du Nil – Salome, vieerge folle – La pupille à Poposs (con Marcel Dalio y Jean Bochard) (1919 -1920) Repertorio clásico (Molière, Regnard,
79
etc)en el Albert 1º (1920) Creación de “Fintje a de la voix” opreta de Fonson Au “Gymnase”, representada en Trianon Lyrique (Oct 1920 – jul 1921) “L' homme de genie” de François Curel – “La maison du Bon Diu” d' Edmond Fleg “ Le Bonheur” de Charles Oulmont – “Galathée” d' A. Mortier En el Théâtre des Arts. (1923) “L' iditot”de Dostoievsky en el Teatro Albert 1º (1924) “Divin Mensonge” en el Teatro Des Capusines. Gira en el interior del repertorio de Molièr “George Dandin” “Le Misanthrope” (1925) “La Grand Catherine” de George Bernard Shaw en El Thèâtre des Arts – “Les Mariage de Le Trouhadec” de Jules Romains en la Comedia de Champs Elysêes (1926 – 1927) en el Studio des Champs – Elysée “ Maya” De Simon Gantillon – “L' homme du destin” de G. Bernard Shaw – “La Cavalière Elsa” “L' etrange êpouse Du professeur Stierbecker” (1927 -1929) “Moulin de la Chanson” revista musical de Mauricet, Jean Boyer, Colline – “La Boîte à Fursy” –
80
“Humourican Legion” revista de André Dahl (1929) En la Comedia des Champs – Elysées: “Barbe Blonde” “La peur des corps” y “Le Commisaire est bon Enfante” de Coutreline – “Amphitryon 38” de Jean Girardaux con gira por el interior. (1930) “Avenue 1930” revista de Paul Colline puesta En escena en el Thèâtre de l' Avenue llevada en gira al Interior- “Donogoo” de Jules Romains (1932)- Reposición de Henrie - René Lenormand “Le Feu du ciel” (1933 – 1935) en la Comedia de Champs Elysêe con Dirección de Louis Jouvet – “ Intermezzo” de Jean Giraudox - “La Machine infernale” de Jean Cocteau “Petrus” de Marcel Achard- “ Le Grand Large” de Sutton Vane – “Le Mariage de Le Trouhadec” – “Knock” De Jules Romains. (1936)En el Teatro de L'oeuvre “Une femme libre” de Armand Salacrou. En el Teatro “Des Noctámbules” “CGT roi” revista de Paul Colline (1940) En el teatro Ambassadeur “Le Misanthrope” de Molièr – En el Teatro L' Alhambra “La peur des corps” comedia en un acto de Courteliene. Teatro ABC, un sketch con cuatro presentaciones con Germaine Dermoz.
81
Bibliografía: “Robert Le Vigan, le mal aimé du cinéma” – Edición France – Empeire 1986. “Robert Le Vigan , Le genial maudit du cinéma française-“ Claude Bayle 1988 “Crossroard Marseilles” Mary Jayne Gold 1940 “France Splendeur et Misère” Carlos Semperum Maura 2003 Movimiento Bambú - España. “El Cine Francés durante la ocupación alemana” Homero Alsina Thevenet - Uruguay 2004 “Seminarios de Cine Instituto Goethe” Ricardo Parodi “El Castillo de los Príncipes de Suabia” Pedro Ignacio Dalmases Revista Clio nº55 España 2006 “ De un castillo a otro” Louis Ferdinand Celine –Ed Burgues S.A. . Barcelona, propiedad de la Biblioteca Rivadavia de Tandil “Celine Secreto” Lucette Destuches Veronique Robert ed Veintiséis Letras – 2008 “Peter Pan” – J.M. Barrie 1904
82
agradecimiento...
Mi agradecimiento a Marta y Mario González Tellagorri que recorrieron Paris buscándome un libro y me lo consiguieron. A José Martínez Suárez por hacerme llegar una copia de “Boulevard del Crepúsculo” Y por ser un señor tan encantador. A Pablo Añeli que me hizo dar el primer paso en ésta historia, enviándome por correo la primera información que tuve de Robert Le Vigan
83
Índice Prologo
Pag. 5
Uno – la bicicleta voladora
Pag. 7
Dos
Pag. 13
Tres – el espía
Pag. 19
Cuatro
Pag. 25
Cinco- el Angel
Pag. 39
Seis
Pag. 47
Siete – el hombre que conocí
Pag. 56
Ocho
Pag. 60
Nueve
Pag. 68
Filmografía de Robert Le Vigan
Pag. 75
Agradecimientos
Pag. 83
Índice
Pag. 85
85
TRISTE
g
ORRIÓN
M A R I A N A
R O D R Í G U E Z
MEMORIAS DE ROBERT LE VIGAN ENTRE EL ACTOR FAMOSO Y EL ANCIANO EXILIADO
D
esde la Calle de la Carbonera en Paris, hasta el Barrio del Calvario en Tandil, Robert Le Vigan recorrió el camino de una larga vida llena de glorias y de calamidades. Después de haber protagonizado más de 70 films, entre los que se encuentran los más recordados del “Cine de Calidad” francés, la culpa de haber apoyado al régimen nazi en la ocupación, se le metió como una peste entre los huesos y lo dejó muerto en vida. Condenado a 6 años de trabajos forzados, a la vergüenza ciudadana, a la confiscación de sus bienes y forzado al destierro, buscó en la Argentina un lugar donde poder quitarse su ropa de convicto y continuar su carrera cinematográfica, hallando siempre a alguien que le recordara su pasado. El Muelle de las Brumas, La Bandera, El Túne., Los Niños del Paraíso, El Asesinato de Papá Noel, Goupis Manos Rojas, El Gólgotha, son algunos de los títulos que protagonizó. Pareja cinematográfica de Jean Gabin, amigo íntimo del escritor Luis Ferdinand Celine, se exilió en Tandil donde murió como un perfecto desconocido. Su estampa recorriendo la ciudad en su bicicleta mientras el viento hinchaba su capa, quedará en el recuerdo de muchos que jamás imaginaron su verdadera historia.
ISBN 978-987-05-7740-9