Suplemento foro social alternativo

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Problemรกticas de la ciudad innovadora

Marzo de 2014 Suplemento especial

MISERIA Y EXCLUSIร N

EN LA CIUDAD INNOVADORA

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Problemáticas de la ciudad innovadora

2 Contenido

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Naranjal

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Moravia

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Expansión urbana

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Hábitat para el capital

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Viacrucis por un pan

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El paramilitarismo

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resistencia y memoria barrial

Diseño y concepto gráfico Yesid Zapata Impreso Centro de artes gráficas Periferia

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Presentación

a administración municipal de la ciudad de Medellín está que no se cambia por ninguna, desde que el año pasado recibiera el reconocimiento mundial que la declaraba como la ciudad más innovadora. En general, la ciudad se ha embarcado en un desarrollo acelerado que en las últimas décadas la ha puesto casi al nivel de las ciudades del primer mundo, al menos en lo que tiene que ver con la infraestructura necesaria para garantizar los procesos de acumulación de capital en una economía de especulación y primacía comercial y financiera. Esta es la materialización de un proyecto de la élite antioqueña, vinculada con el capitalismo financiero internacional, que arrancó desde Proantioquia, una asociación de empresarios privados articulados a la clase dirigente, que, a finales de los años 70, proponía volver los ojos hacia el Pacífico, donde los tigres asiáticos, Japón y China empezaban a desplegarse como grandes mercados, que dinamizarían la economía mundial en el siglo XXI. La idea era, en el marco de esta dinámica reorganizadora del comercio, convertir a Antioquia en la “Mejor Esquina de América”. Pero no era la mejor esquina para que los antioqueños viviéramos mejor sino para que los grandes capitalistas del mundo hicieran desde aquí sus mejores negociados y pusieran a rodar por el mundo sus mercancías y sus capitales. Esto requería una transformación radical del territorio en función de la circulación del capital, sobre todo de nuestros recursos naturales, entre ellos los mineros y energéticos. En esta transformación la élite antioqueña echó mano y organizó grandes ejércitos paramilitares que expropiaron y desplazaron a cientos de miles de campesinos, negros e indígenas de sus territorios, pues era allí donde se iban a construir las hidroeléctricas, los grandes proyectos mineros y, sobre todo, se iban a abrir las vías y construir los puertos secos por donde se derramarían nuestrasriquezas hacia el exterior. Así fue como Medellín, que abandonaba su vocación industrial para convertirse en el gran centro financiero y de negocios donde se transarían nuestros recursos, se convirtió también en una de las ciudades con mayor cantidad de desplazados en el país. Al tiempo, el territorio urbano de Medellín se transformaba en función de su nueva vocación económica. Se empezaron o construir las grandes estructuras para los hipermercados, los centros comerciales y los conglomerados financieros, a la par que a los pobres se les empezó a desplazar de los barrios que ellos mismos habían construido y a confinar en edificios en las zonas rurales, periféricas de la ciudad y se les condenó a un hacinamiento inhumano en apartamentos de 40 metros cuadrados, donde deben acomodarse familias hasta de diez personas. Pero ello era una exigencia del gran capital, que requería el centro de la ciudad y sus barrios más cercanos despejados, bonitos y atractivos para no perturbar la dinámica de los grandes negociados. Y en ello también se ha apoyado la elite paisa en el accionar paramilitar que le sirve no solo para la expropiación del territorio a los pobres sino para mantener el control social en un contexto donde la injustica extrema campea cada día. Esta es la ciudad que quiere vender como modelo el empresariado paisa y su administración municipal en el Foro Mundial Urbano que han convocado para la primera semana de abril, al cual asistirán empresarios, autoridades territoriales y urbanistas de todo el mundo. Lo que no podrán ver en este foro los invitados es la miseria y la exclusión a la que dicho proyecto de ciudad ha condenado a la mayoría de sus habitantes. Por eso queremos desde Periferia contribuir a visibilizar esta ciudad en donde los grandes capitales se multiplican en la misma proporción en que crece la miseria, y por eso se ha convertido en la ciudad más desigual de Colombia y una de las más desiguales del mundo. Este dossier es pues una contribución que pretende dotar de herramientas críticas al movimiento social que se prepara para realizar un Foro Contrahegemónico y Alternativo contra las pretensiones de la Administración Municipal. Cabe decir, además, que la visibilización tiene como objetivo, aparte de que los propios habitantes de la ciudad conozcan las circunstancias que estructuran su realidad, despertar la solidaridad nacional e internacional, porque lo que se cocina en Medellín bajo el rótulo de la ciudad innovadora, es una bomba de tiempo que, dadas las condiciones de desigualdad impuestas, la miseria creciente ante la prepotencia del capitalismo manchado de sangre por todas partes, puede explotar en cualquier momento, con consecuencias aún impredecibles.


Despojo

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aranjal es un nombre que concita recuerdos añejos, quizás de frutales, tal vez de aire fresco, pero acá en Medellín es un barrio de trabajadores, en donde más que naranjales lo que había en sus orígenes -allá en las postrimerías del siglo XIX cuando llegó un pirata urbano llamado José Domingo Garcés marcando con palitos lo que sería posteriormente una tierra apropiada para su familia-, eran frondosos mangos. Es un sector urbano cerca al centro de la ciudad, y ello, como la enorme riqueza de Colombia, concita buitres, capital con colmillos de vampiro. Desde mucho tiempo atrás, los burócratas municipales, los eternos mandaderos, habían hecho el trabajo visionado con mucha antelación en el acuerdo 38 de 1990 del Concejo de Medellín y en los posteriores planes de desarrollo de la ciudad: habían estudiado el terreno ya previsto para uso residencial y calculado las consecuencias de un desplazamiento de cerca de 3.000 personas, que para ellos no lo son. E implementaron censos amañados en 2009 y 2013, en donde desaparecieron a los trabajadores de los distintos talleres y negocios, y a los habitantes, violando en flagrancia el artículo 60 del decreto 1309 de 2009, el mismo que lleva en su seno la refundación urbana de Medellín.

El devenir del pueblo colombiano está amenazado por el Estado mismo en asocio del capital nativo e internacional: Ituango, el Quimbo, Cajamarca y Marmato dan cuenta de ello. Asi se hizo en el Chocó impulsando el ingreso de capital espúreo en la siembra de la palma africana, y asi se le ha permitido al ingenio Manuelita y a Sarmiento Angulo robar territorios en la zona oriental del país y en cuanto lugar se les antoje a esos malandros y a cuantas multinacionales quieran aprovecharse de ello. Naranjal, pues, hace parte del paisaje del despojo capitalista nacional. En una tarde de estas, antes de que arreciaran las lluvias, llegamos en medio de un sol canicular a una esquina de ese barrio de latoneros, pintores, soldadores, recicladores, cuidadores de carros, venteros ambulantes, dueños de graneros y de cafeterías, mecánicos y de un sinnúmero de habitantes pobres de este Medellín de la “innovación”. Nos sentamos en compañía de personas que ya habían saboreado ese trago en otras latitudes. En Cali, la misma ciudad que ha inspirado tantas canciones por su belleza y por el porte de sus mujeres, la misma lógica saqueadora había atropellado a un número grande de recicladores cuando se hizo un cambio en el manejo de las basuras. Alli saltó el “bochinche” de lo que le queda a los pueblos: la resistencia.

Por Álvaro Lopera Y ganaron: con acciones de calle y de tutela vencieron al Goliat burocrático que les quería aplastar. Vinieron esas personas y contaron de la victoria, y llenaron el ambiente de sano optimismo, pues por primera vez se escuchaba que unos cuantos hombres que sudan su salario en pequeños carromatos, habían derrotado una disposición municipal. Y ellos, los pares, quieren seguir haciendo lo mismo: hilando su tejido social con su trabajo, su convivencia y sus risas. Pues bien, acá los amos del poder municipal también quieren hacer lo mismo: negociar con los dueños de la tierra y sacar a empellones para la periferia de la ciudad a miles de inquilinos y trabajadores, desconociéndoles su heredad en

Fotos : Àlvaro Lopera

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En Naranjal avanza el despojo gansteril

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el sector y sus posibilidades de subsitencia. La táctica que están utilizando es similar a la de todo el país: los dividen y los amenazan individualmente para que se vayan con su música a otra parte, eso sí, sin saberse a dónde. Pero a lo anterior le agregan la mentira que aparece a diario en los grandes medios y en aquella prensa mercenaria que le vende el alma al diablo del presupuesto participativo, como el periódico La Once, dirigido por Nicolás Vanegas López. En su edición 51 de febrero de 2014, primera plana, imprimen la mentira que la EDU quiere que aparezca y que reza así: “Reubican talleres de vehículos pesados y livianos de los barrios Naranjal y Arrabal”. Falso de toda falsedad, pues la verdad es que a punta de amenazas desalojaron cerca de cien trabajadores que laboraron más de veinte años en una de las manzanas -la misma que ahora muestran como un trofeo derruido-, cuyos propietarios pertenecen a la familia Garcés; esta tramposa campaña busca sitiar por hambre a los negocios que sobreviven a la embestida del alcalde, el insufrible Aníbal Gaviria, personaje que dio la orden de tratar con cada habitante o dueño de tierra y evitar las negociaciones colectivas.

para después aplicarla a otros barrios tales como Sevilla, La Bayadera o Barrio Triste. La idea es que cunda la desmoralización para abortar la resistencia. Este barrio, ubicado en la zona aledaña a la plaza de toros de la Macarena, o sea entre las calles 44 y 47, y entre las carreras 63 y 65, aproximadamente 7 manzanas, será reconvertido, según la lógica de la renta de la tierra, en una gran entrada fiscal para las arcas de la ciudad, pues el catastro esperado por año es de cientos de millones de pesos, así los de abajo, los “proletos”, sean expulsados casi que con escoba,

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o de pronto, con gases y Esmad. Pero la gente sabe que si entre ella se extiende el virus del “sálvese quien pueda”, con mayor razón los van a correr y nadie se va a enterar. Queda pues el diablillo de la resistencia, el coraje de los de abajo y la solidaridad de sus hermanos de clase para que se evite aquello que ha parecido siempre una simple predestinación. Sabemos que las derrotas de los pueblos siembran la historia de la humanidad, pero también que muchas batallas se han convertido en grandes triunfos morales y éticos para el conjunto de los seres humanos que creen en la justicia y aún abogan por un mundo mejor.

El objetivo es pues que nadie vuelva a solicitar trabajos para su coche, o a imprimir algo en las litografías del sector, o a comer en sus restaurantes. Calcula el alcalde que el hambre los sacará más rápidamente que las medidas burocráticas o la misma policía y recuerda con nostalgia la medida de sellamiento de todos los negocios, allá en 1993, en la alcaldía del parapolítico Luis Alfredo Ramos. La EDU, Empresa de Desarrollo Urbano asociada a la alcaldía, pretende convertir este sector de la ciudad en una zona de estrato cinco o seis, pues el precio mínimo fijado por metro cuadrado es de tres millones seiscientos mil pesos. Naranjal sería la prueba piloto para la implementación del plan estratégico de renovación urbana, 4

Fotos : Àlvaro Lopera


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Moravia, crónica de un éxodo que no termina.

Por Juan David Ruiz

La señora tiene dos hijas estudiando y una orden de desalojo. Hoy vende papitas fritas en las escalas del metro porque la tienda que tenía en su casa ya no puede funcionar; no puede tener acceso a internet y teléfono porque el terreno sobre el cual se asienta su casa ha sido declarado de alto riesgo ambiental por la oficina de Planeación Municipal. Además, cuando llueve se le inunda el frente de su casa porque el alcantarillado, después de la adecuación que hizo el municipio, quedó fallando; y por si fuera poco, la oficina de Catastro Municipal ha declarado su vivienda estrato cuatro, a pesar de estar, según la misma administración, en terrenos de alto riesgo. Ella paga sus impuestos como cualquier ciudadano, cumple con sus obligaciones, pero no puede acceder a los servicios que por derecho cualquier persona tiene. Con las indicaciones de doña Cándida, llegamos a la casa de Wilson, donde nos reuniríamos. Cuando llegaron don Carlos y doña Edith Cruz, don Wilson nos contaba un poco más sobre la experiencia de la comunidad con el desalojo, lo que dio pie para que entrara en la conversación el caso de una familia en la

Fotos : Àlvaro Lopera

on las tres de la tarde, hora en la que habíamos acordado con don Carlos Bedoya el encuentro con otras personas de la comunidad moravita para hablar sobre el proceso de desalojo que empezó hace más de 10 años y que aún no termina. En la Estación Caribe del Metro le preguntamos a la señora que vende papitas dónde podríamos encontrar a don Carlos y esta fue la oportunidad para conocer primero a doña Cándida, una mujer trabajadora que, al igual que otros habitantes de la comunidad, ha visto afectado su núcleo familiar y su trabajo por la negligencia y las mentiras de los entes gubernamentales.

que todos son discapacitados. Aún permanecen en la casa, pero deberán desalojar como la gran mayoría lo ha hecho.

estas giraban en torno a las dinámicas propias de Moravia, por ejemplo el reciclaje o los recorridos por calles aledañas al barrio.

Lo que nos hace saber don Wilson es que las personas que aún permanecen en el territorio no lo hacen por falta de buena voluntad, más bien lo que les impide tomar la decisión son las condiciones tan inciertas bajo las cuales los obligan a entregar su territorio. Ellos han sido siempre conscientes de que en esta parte de la ciudad se desarrollaría un gran proyecto; pero piensan que las nuevas condiciones no deberían implicar que la calidad de vida desmejore, sino al contrario. Al menos eso era lo que les habían prometido.

Otro inconveniente es que el dinero que les ofrecen por sus casas no se corresponde con su verdadero valor. Pero el inconveniente no es sólo económico; ellos saben que muchos de los habitantes de Moravia que se han ido, llegan como extranjeros a otro territorio. Los habitantes oriundos de la zona les dicen que no se permite a personas foráneas vivir allí, lo que implica regresarse, sintiendo que ahora sí se han quedado sin nada, a sabiendas de que al volver sobre sus pasos no encontrarán en pie su antigua casa sino las ruinas.

“Uno de los problemas que tiene esa reubicación es la lejanía –dice don Wilson-, porque incrementa los gastos, los servicios aumentan, el transporte también, y allí donde los mandan a vivir hay que pagar administración y zonas comunes; desplazarse al trabajo ya es un problema”. Sin mencionar a aquellos que pierden toda fuente de ingresos, ya que

Esto hace parte del panorama de incertidumbres que don Wilson nos describe como parte de las razones que les impiden aceptar las peticiones de la administración, que se ha mostrado indiferente. La situación los obliga a permanecer y a no tomar una decisión que estaría en contra de ellos mismos, de su bienestar y el de sus familias. 5


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Despojo

Las razones que subyacen a esta negativa de abandonar el lugar se profundizan con el testimonio que nos brinda la señora Edith Cruz. Ella cuenta que muchas de las negociaciones se llevaron a cabo bajo amenazas. A ella, por ejemplo, le decían que si no aceptaba la reubicación, de igual forma la iban a desalojar y así perdería todo derecho de recibir la nueva vivienda. “Desde luego, cuando uno tiene familia y corre el riesgo de quedar en la calle y sin nada, esta afirmación intimida, atemoriza y confunde, porque si se hace real, las probables consecuencias son desastrosas”. Doña Edith no quería ser reubicada en un apartamento porque su familia es muy grande, conformada por cuatro hijos, ella y su esposo: seis personas que deberían cambiar su casa, por un apartamento de dos piezas, una salita y la cocina,en el que les toca dormir amontonados, cuando antes cada uno tenia su propia habitación. Pero dadas las circunstancias y obligada como estaba, “decidió” ir a buscar casa. En seis meses de ardua búsqueda encontró una muy buena en el barrio Buenos Aires; era una casa amplia y la persona que vivía allí la estaba vendiendo en 26 millones, doña Edith creyó ver una esperanza. Sin embargo, la EDU (Empresa de Desarrollo Urbano), como institución encargada y mediadora entre la persona que vende y la que compra, a espaldas de doña Edith, compró la casa en treinta millones, no para entregársela a ella y solucionarle el problema, sino para revendérsela en 42 millones. Al sentirse traicionada, llena de rabia y dolor, doña Edith fue hasta las oficinas de la EDU ubicadas en Moravia y les hizo saber que ella estaba bien enterada de la farsa que habían montado en un grotesco negocio de comisiones.

El caso es que al final tuvo que firmar y su familia fue desalojada. Recuerda que apenas hubo sacado el último coroto entraron 6, 7 o 10 personas a tumbar la casa mientras su familia, que se sentía más que desplazada, tenía que aguantar sol, agua y hambre esperando en medio de la carretera durante horas y al cuidado de sus pertenencias, para meterse en la noche en un “apartamento” de dos habitaciones en miniatura, en un piso once y sin ascensor. Esa misma noche cayó un tremendo aguacero y le inundó el apartamento, porque las aguas se escurrían a chorros por los muros y por los plafones. Doña Edith no fue capaz de aguantar mucho tiempo en aquella casa. Pero ya no tenía otra opción. Ahora vive de arrimada donde su hermana, en el mismo barrio de donde la sacaron con mentiras y trampas. 6

Fotos : Àlvaro Lopera

Como en un intento de acallar su voz, algún funcionario de la EDU la llevó más tarde a hacer un recorrido por lugares que doña Edith describe como: un hueco, un sótano, o peor aún, al lado de una “plaza” de vicio, lo cual era un riesgo para sus hijos. “El pobre, al parecer -intuye ella- por la indiferencia de algunos funcionarios, sólo tendrá derecho a la peor parte”.


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a Ciudadela Nuevo Occidente – CON- está ubicada en el corregimiento de San Cristóbal, al noroccidente de la ciudad. Comprende 236 hectáreas, que representan aproximadamente el 45% del suelo de expansión de área urbana disponible para Medellín, en el sector antes llamado El Cucaracho. Allí no había alcantarillados sino pozos sépticos y los campesinos que lo habitaban sembraban maíz, cebolla y hortalizas. Hoy en el Cucaracho crece un cáncer de edificaciones que se expande a la zona rural de Medellín; lo que era considerado pulmón verde de la ciudad, está sufriendo todos los impactos ambientales y sociales derivados del desarrollo, como la violencia, pérdida de zonas verdes, desvío de cauces, inestabilidad geotécnica, etc. El proyecto CON, denominado “viviendas con corazón hacia territorios Equitativos” es una estrategia de gestión interinstitucional “frente

Por: John Jairo Duque.

a la ocupación informal en los asentamientos”. Allí se construyen urbanizaciones de interés prioritario VIP a donde traen familias de zonas consideradas de alto riesgo o destinadas a la construcción de proyectos viales o comerciales y turísticos. A las viviendas de interés social –VIScomo Villa Suramericana, construidas por Comfama, llegan personas de diferentes comunas y municipios que tienen cómo pagar la cuota inicial de las viviendas que allí ofrecen. En ocho años han llegado alrededor de 42.000 moradores que se hacinan en viviendas que parecen alcancías; en muchos casos viven hasta 14 personas en viviendas de 44 metros cuadrados. Y se esperan muchos más; así lo expresaba Jorge Melguizo Posada, secretario de Desarrollo Social en 2010: “La Ciudadela Nuevo Occidente la convertiremos en una nueva ciudad de 80 mil habitantes en el futuro”.

¿Y las fallas estructurales del suelo? Al respecto, la arquitecta Luz Bernal, de la Universidad Nacional, sostiene que por la capacidad de soporte del suelo se debería impedir sobrepasar los 80 mil habitantes. Igualmente los Lineamientos de Ordenación, Revisión y Ajuste al P.O.T 2013, observan que “el borde rural noroccidental presenta altas restricciones geomorfológicas, hidrológicas y geológicas”, y el borde rural suroccidental -corregimientos Belén AltaVista y San Antonio de Prado- “está amenazado por la presión de la actividad edificadora sobre la conectividad ecológica y la red de caminos antiguos y bienes patrimoniales”. Sin embargo, los proyectos habitacionales siguen avanzando en estas zonas. La Administración se contenta con anunciar, por medio del POT, que no hay otros suelos disponibles para

Fotos : John Jairo Duque

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ASI SE DA LA EXPANSIÓN URBANA EN MEDELLÍN

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proyectos como CON y los previstos en Altavista y San Antonio de Prado. Un estudio de INCIGAM -Ingeniería Civil Geológica y Ambiental- en 2011 indicó fallas de la infraestructura de once de las urbanizaciones de interés prioritario de CON, y el Diagnóstico Técnico Urbano Arquitectónico Financiero de los proyectos de vivienda de Isvimed en mayo de 2012 advierte en la Urbanización La Aurora una “posible ocurrencia de fenómenos de inestabilidad en taludes y laderas”, y recomienda un mayor control geotécnico. La expansión de las elites Los terrenos disponibles son para un negocio más lucrativo, como el caso de la llanura del río o las planicies en el municipio de Bello, de gran importancia en el proyecto de metropolitizacion del Valle de Aburrá, considerado la Puerta del Norte por ser geográficamente la entrada al “Aburrá Norte” (del que hacen parte Copacabana, Girardota, Barbosa). Alli tambien hay grandes inversiones. Es una de las zonas de mayor expansión urbana del Valle de Aburrá en términos de construcción inmobiliaria de vivienda y de lotes para la industria.

Economía

del comercio y los servicios llamado Centro Comercial Puerta del Norte fueron edificándose gran cantidad de proyectos inmobiliarios en poco tiempo sobre unos potreros del Cerro Quitasol, y lo más probable es que la mancha de edificios llegue a juntarse con la de Copacabana y la de la autopista. Los habitantes, a falta de espacios públicos comunitarios de ocio y recreación, visitan los impecables símbolos de la cultura burguesa: los centros comerciales.

$125.000 a $450.000, y en la zona 3 (la mayoría, barrios humildes de Bello) de $70.000 a $250.000. Al parecer, “los acaparadores del suelo” han convertido los tributos en “gravamen expropiatorio” para desarrollar abundantes proyectos comerciales y urbanísticos de los ricos, pues el alza en el impuesto predial se ha convertido en una estrategia de desplazamiento de los pobres en aquellos territorios donde la industria y el comercio tienen sus ojos puestos.

A su vez, en esta Conexión Vial Aburrá Norte se viene asentando gran cantidad de bodegas e industrias, pues el loteo se hace a precio bajo solo si es dedicado a estos usos. Además, la explotación de areneras en zonas riesgosas, la cantera vía oriente y la de Conasfaltos con su famoso megahueco de 3 millones de metros cúbicos, dejan mucho qué pensar. En las montañas y planicies que las circundan, las fincas de recreo hacen presencia. Es el caso del suntuoso proyecto Norteamérica en el Cerro Quitasol, el cual consta de 380 hectáreas, posibilitado además por el ajuste al POT de 2009, que implico “ampliar la zona urbana de Bello” y contaminó la quebrada La Seca. En cuanto a los nuevos avalúos impuestos, en la “zona geoeconómica 1” (entre estación Madera y Niquía, parte aledaña al río Medellín) el metro cuadrado de tierra pasó de

¿Qué se está proyectando? Mientras se aprieta en las laderas a los pobres para cederles territorios a los ricos, pululan alianzas público-privadas como las de Isvimed y EDU con Incil s.a.s, Coninsa Ramón H, Cálculo y Construcciones E.U, SAHA soluciones en Ingeniería, entre otros. Con estas alianzas se proyecta una gran metrópoli, con varias centralidades comerciales, de turismo y transporte en distintos barrios. “La ciudad vertical” (construcciones de hasta 22 pisos), que regula la ocupación de las laderas estratégicamente desde la institucionalidad, está formalizando hogares que no habían vivido nunca en edificios y los pone a pagar la cuota del apartamento, la administración, catastro y predial, y a competir por el espacio con los grandes proyectos comerciales y turísticos.

Fotos : John Jairo Duque

Al rededor de la construcción del Éxito de Niquía y del gran coloso

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OFICIOS DE LA PERIFERIA

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Por : Saúl Franco

Fotos : Saul Franco

a periferia ha tenido por tradición algunos oficios que en otras épocas eran bien valorados y gracias a ellos sus artífices gozaban de una vida con buenas condiciones económicas. El capitalismo y la gran ciudad los han degradado y creado otros. En la actual sociedad de consumo las labores artesanales que implican la aplicación de la fuerza, la precisión y la creatividad en los productos han pasado a ser vistos como trabajos de segunda y no tienen el valor que merecen; a la par, muchos obreros desempleados se han visto empujados a los oficios más insufribles o poco rentables.

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Economía

En Medellín se construye un hábitat para el capital: sin gente

Fotos : Corporacion Penca de Sábila

Por : Anyela Heredia

El caso del parque Arví, en Santa Elena, es un claro ejemplo. El territorio que las autoridades ambientales, Epm y el Área Metropolitana compraron y expropiaron a los campesinos de las veredas Mazo y Piedras Blancas por el interés general de proteger cuencas y bosques, terminó siendo de interés particular al ser entregado para su administración a una alianza públicoprivada sin consultar previamente a la comunidad. Mediante esa figura, que se desarrolla en todo el país, se da una nueva forma de privatización del uso del suelo, pues, como explica Héctor Lugo, el objeto principal de esas alianzas es adelgazar la responsabilidad pública y entregar la renta al sector privado.

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uando los habitantes de la ciudad pensamos en la relación campo-ciudad ni siquiera alcanzamos a imaginar un entorno rural en la urbe y su importancia como fuente de sustento para un grueso de la población e incluso para preservar la diversidad en la alimentación y en el hábitat. Medellín, por ejemplo, cuenta con cinco corregimientos rurales que bordean la ciudad y la proveen de aire fresco, de posibilidades de descanso, recreación y, cómo no, de alimentos. Cuando miramos el mapa del municipio encontramos que el área rural (72%) es mucho más amplia que la urbana (28%) y, sin embargo, pensamos en Medellín como una ciudad sin campo y sin campesinos. En eso coincidimos con las administraciones públicas que se han encargado de invisibilizar sistemáticamente la vida, la economía y el territorio campesino. Los compañeros de la Corporación Penca de Sábila trabajan desde hace más de 20 años en diferentes corregimientos en pro de la defensa y la permanencia de la vida y la economía campesina, ellos hablan de una especie de “complot” que niega incluso la existencia de campesinos y campesinas en el Valle de Aburrá. Esos campesinos que tradicionalmente 10

han habitado el territorio rural de los corregimientos, produciendo alimentos, protegiendo las fuentes de agua, administrando ellos mismos acueductos comunitarios, construyendo hábitat hoy son acusados por funcionarios públicos de “vivir en el lugar equivocado”. Las familias campesinas están siendo expulsadas de su territorio, por una parte porque las autoridades ambientales, con el argumento de que la ciudad está demasiado contaminada y estresada y que hay que proteger cuencas y bosques, pretenden declarar vastas zonas rurales como áreas de protección y conservación. De otro lado, el modelo de expansión urbana que en Medellín y el Valle de Aburrá está estrechamente ligado a la especulación del suelo, amenaza construir grandes proyectos urbanísticos a las afueras de la ciudad. Del interés general al particular En el país las áreas de protección y conservación son consideradas de interés general, de manera que es legítima la adquisición de áreas para conservar; pero las comunidades dan cuenta de cómo la protección termina favoreciendo solo intereses particulares.

Corantioquia y Cornare, como autoridades ambientales encargadas de desarrollar la norma nacional en lo que tiene que ver con la estructura ecológica principal, están obligadas a desarrollar una estrategia de protección y conservación. Y esa estrategia podría involucrar a las familias campesinas que allí habitan, pero la alianza público privada prefiere rentar el territorio, es decir, desarrollar en él una alternativa de protección que genere recursos, lo que lleva a que esas fincas, antes destinadas a la vida y la producción campesina, terminen siendo reforestadas por ejemplo con un bosque de pinos. Si bien es cierto que el bosque de pinos contribuye a la captura de dióxido de carbono, está comprobado que un proceso de regeneración natural del bosque nativo produciría mucho más oxígeno sin necesidad de cambiar la vocación del suelo, pero lo que hace rentable al pino es la producción de madera de la que se extrae celulosa para la producción de papel (detrás de eso está el interés de grandes empresas como Smurfit Cartón de Colombia). Al entregar esas tierras a operadores privados se transforma la vocación del suelo de diferentes maneras. En Arví, Comfama y Comfenalco administran amplias zonas del parque destinadas


Problemáticas de la ciudad innovadora conoce a ciencia cierta porque a pesar de que las administraciones están obligadas a hacerlo por ley, no existe un censo rural. La autoridad ambiental ha declarado el 100 % del territorio rural de Palmitas bien sea para zona de conservación o en alto riesgo. ¿Pero entonces, a dónde van a ir a parar todos los campesinos?La Aldea fue la primera vereda de Palmitas,

Fotos : Corporacion Penca de Sábila

para el ecoturismo, controlan la movilidad en el territorio y construyen aparatosos equipamentos de concreto en contravía de los parámetros de conservación. Los campesinos, en cambio, pasaron a ser parte de lo que hoy los promotores de los proyectos turísticos llaman cínicamente “paisaje cultural” o simplemente vendedores ambulantes.

En Palmitas existe ya un proyecto de parque ecológico campesino que deberá cumplir una función similar a la del Arví. En la publicidad del parque se ofrecen visitas a “experiencias turísticas de vida campesina”, las fincas en las que se conservan antiguos trapiches tradicionales (pese a que hace años que el Invima los prohibió) se ofrecen como una especie de museos vivos, donde campesinos y campesinas deben lucir los trajes tradicionales de la región. Cual animales en el zoológico la vida de los campesinos se vende y se ofrece al turista como algo exótico, que fue pero que hoy está en vía de extinción. El caso de palmitas San Sebastián de Palmitas es el último corregimiento cien por ciento rural de Medellín; es también el corregimiento más lejano, aunque eso cambió un poco con la construcción del túnel de occidente. Tiene aproximadamente 6.000 habitantes, una cifra que nadie

en un principio considerada un sitio de paso entre el occidente y el Valle de Aburrá. A raíz de la construcción de la carretera al mar la centralidad del corregimiento se trasladó de la Aldea a lo que hoy es la cabecera municipal. Hoy desde el Plan de Ordenamiento Territorial se proyecta convertir de nuevo a la Aldea en un centro suburbano uno, por su cercanía a la vía principal. Palmitas es un corregimiento 100% campesino, pero la categoría de suburbano uno en territorios rurales abre la puerta a la expansión urbana. Al haber dos centros suburbanos se corre el riesgo de transformar completamente el territorio. Actualmente existen 11 proyectos de intervención para el corregimiento, entre ellos el plan especial rural de La Aldea, que pretende dotar la vereda de infraestructura en salud, vías de acceso y construir un centro agroindustrial para la producción de café y un parque

Economía ecológico campesino; pero ninguno de esos proyectos va a ser operado ni rentabilizado por la comunidad campesina de Palmitas, nuevamente será una alianza público-privada la que se encargue de rentabilizar el territorio. Según la comunidad, Palmitas sí necesita infraestructura de desarrollo, pues cuentan que es un corregimiento representativo de lo que es el olvido del campo: no hay sitios de reunión para las comunidades, no hay colegios, el trasporte es escaso y costoso, pues no hay vías de comunicación entre veredas y un pasaje hacia la cabecera municipal puede costar hasta 20.000 pesos. Sin embargo, insisten en que no necesitan transporte urbano sino movilidad de baja densidad que conecte las veredas, y que, por el contrario, todo lo que se proyecta desde la administración pretende transformar la vocación del corregimiento de rural a urbana. Esa intención se hace evidente en el documento de acuerdo tomo 4 de la revisión del POT. Allí se determinan, entre otras, las áreas para el aprovisionamiento de alimentos del municipio de Medellín de la siguiente manera: 355,8 ha en Santa Elena, 16,2 ha en San Cristóbal, 26,9 ha en San Antonio de Prado, 111,2 en Altavista y ninguna en San Sebastián de Palmitas, para un total de tan solo 510,3 ha. Como explican los compañeros de Penca de Sábila, esos planes van dirigidos a desconocer la existencia del territorio campesino y las familias que allí habitan; por una parte no reconocen los servicios ambientales y de protección que esas familias han prestado históricamente y, por otra, niegan la posibilidad de que sean ellas las que garanticen el suministro de alimentos para la ciudad. Desconocen, además, un hecho fundamental: que en Colombia y en el mundo el 70% de los alimentos proviene de las manos de los pequeños campesinos, que son quienes garantizan la diversidad; la agroindustria no produce más del treinta por ciento de los alimentos y con muy poca variedad. “Poner en riesgo la 11


economía campesina de pequeña escala es poner en riesgo la alimentación de la humanidad”. Desconocer la existencia de un hábitat campesino es negar los derechos a miles de familias que todavía habitan el territorio rural y es una gran torpeza desde el punto de vista ambiental y social. Si se tiene en cuenta que Colombia es uno de los países con más biodiversidad en el mundo, las estrategias de protección y conservación deberían estar direccionadas a la protección de la biodiversidad, pero la característica rentista del modelo no permite diseñar políticas en las que las familias campesinas se involucren en la conservación del bosque nativo y la construcción del hábitat.

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Economía

afuera con la de la ciudad construyendo localidades urbanas más amables.

en la construcción del cinturón verde se invirtieran en la diversificación de las fincas campesinas y en garantizar canales de comercialización adecuados para que sus productos lleguen a las plazas de mercado de la ciudad sin la intermediación de las mafias mayoristas? ¿Qué pasaría si en lugar de construir proyectos ecoturísticos desde una visión colonizadora y racista que percibe a los campesinos como seres exóticos para adornar el paisaje y rendirle servidumbre a los turistas, esos dineros se invirtieran en la organización de cooperativas campesinas para la implementación de propuestas de turismo social y ambientalmente sostenible, utilizando y rentando el territorio que ellas mismas han construido?

Los “arbolitos policías” del cinturón circunvalar de Medellín, en cambio, ni contribuyen a conservar la diversidad ni van a frenar la expansión, mucho menos aportan a la consolidación de los barrios de la ladera. Más bien son una suerte de muro de contención, de barrera para que los pobres no pasen hacia el Valle de San Nicolás, que es hacia donde se proyecta la expansión urbana de los estratos 5 y 6 de la ciudad. Eso explicaría quizás porque la construcción del cinturón verde está ligada a la construcción de bases militares y CAI (Centros de Atención Inmediata de la policía) periféricos y explica también el alto nivel de especulación en los precios

Esas preguntas no encuentran cabida en las proyecciones del POT. Mientras Corantioquia compra a diestra y siniestra predios para la conservación y presiona al municipio para que defina las zonas de uso agrícola (no con el fin de aumentarlas, sino de disminuirlas), los planes de convertir a San Cristóbal y San Antonio de Prado en comunas de Medellín avanzan. Avanza también el llamado Plan de integración de los tres valles (occidente, san Nicolás y Aburrá), que transformará completamente la vocación del suelo de Palmitas y Santa Elena.

¿Para qué un cinturón verde? Paradójicamente, se insiste en la construcción de huertas urbanas para el aprovisionamiento de alimentos y en la construcción del mal llamado cinturón verde, con el pretexto de garantizar la seguridad verde y frenar la expansión urbana. En el mundo, comenta Hector Lugo, los cinturones verdes han sido pensados como espacios de integración y no de segregación, son espacios para conectar el hábitat urbano a la estructura ecológica principal, algo así como corredores biológicos a través de los cuales se conecta la biodiversidad de 12

de los terrenos que colindan con el valle como las veredas Perico, Pantanillo o el Llano en Santa Elena. El cinturón verde de Medellín ya existe y de forma natural, está en Altavista, Palmitas, San Cristóbal, etc. Una integración a la ciudad desde el punto de vista de hábitat reconocería que las familias campesinas de estos corregimientos pueden garantizar la diversidad biológica, cultural y alimentaria de todo el municipio. ¿Qué pasaría si los 549 mil millones de pesos que se invirtieron solo este año

Avanza así el desalojo de las familias de los barrios periféricos que han sido declarados de alto riesgo a la par que se valorizan sus terrenos en favor de los grupos armados que controlan y comercializan el territorio. De esta manera nos imponen un hábitat esquizofrénico sin parques, sin pájaros, sin perros ni gatos en las calles, sin tiendas ni panaderías, sin vendedores ambulantes, sin niños estorbándole al tráfico, sin gallinas ni cerdos y sin el canto del gallo en las mañanas, pero con espacios de ocio “ecológico” para alimentar la añoranza de aquello que hoy desdeñamos. El hábitat de una ciudad sin campo y de un campo sin campesinos.


Economía

Problemáticas de la ciudad innovadora

Viacrucis por un pan

E

n Medellín es común ver a la gente de la periferia tocar las puertas de los barrios de clase media para pedir limosna, como un reflejo del desempleo en una ciudad industrializada que le da la espalda a las laderas. La Mano de Dios, es una de tantas historias. Pero también se ven las romerías desde las laderas de La Cruz y la Honda y en general de todos los asentamientos suburbanos a donde han ido a parar los desplazados que la violencia paramilitar expulsa del campo y en la ciudad no encuentran ninguna oportunidad para sobrevivir. La mañana apenas se asoma por entre las nubes negras y el sol comienza a expulsar los primeros rayos. Son las cinco y media de la mañana cuando las mujeres abren la puerta de sus casas y salen con sus niños detrás, cuan gallina con sus pollitos, para comenzar la romería. Afuera se encuentran todas y comienzan el descenso hacia Belén.

Fotos : Fundación Generación Vida

Por : Juliana Pérez

Desde el barrio La Mano Dios, ubicado en el corregimiento Altavista, cien personas bajan cada sábado a pedir alimento, ropa o ayuda económica en los establecimientos comerciales y en las viviendas del barrio Belén. Las que integran la procesión son principalmente mujeres cabeza de hogar, desempleadas que buscan en las caminatas conseguir el sustento semanal para su familia. Primera estación: el barrio Viviana tiene el cabello cogido, una camisa rosada, sudadera gris y tenis. Su piel blanca y tersa refleja unos los 26 años. Uno, dos, tres…nueve y diez. Sí, están completos los niños, baje rápido tía que nos están esperando. Soy Viviana, llevo diez años viviendo aquí en el barrio. Ese que ve ahí, el monito de botas, es mi hijo, tiene cinco

años y está en prescolar. Los demás no, ellos son mis primitos. Todos vivimos aquí en esta casa, somos en total catorce personas, 10 niños y cuatro adultos. Yo sola mantengo a mi niño, porque el papá me dejó y me amenazó con que si lo demandaba me mataba o me quitaba al niño. Vea yo le cuento. Nosotros llegamos al barrio hace diez años, cuando se nos quemaron los ranchitos en Enciso. ¿Se acuerda de ese incendio, el 6 de marzo del 2003? Eso fue horrible, parecía el mismísimo infierno. Dicen que el barrio lo mandaron a quemar los de un combo, otros dijeron que unos políticos –dice en voz baja- pero el caso es que nos hicieron mucho daño, porque nosotros teníamos allá unos ranchitos de palo y plástico, era un barrio de invasión de desplazados por la violencia. 13


Imagínese que a mí se me murió mi mamá unos años antes del incendio y mi tía me adoptó. Mi mamá me había dejado una neverita y un televisor y las cositas de la casa, pero todo se perdió con la quema, sólo quedó lo que llevábamos puesto. Luego de eso nos reubicaron aquí, pero estas casas no eran como usted las ve hoy, primero ni tenían puerta, porque la Junta de Acción Comunal se robó parte de los materiales para las casas, a esa gente la metieron a la cárcel por eso. Adaptarnos fue muy duro. Hubo amenazas, se robaron muchas cosas y todo llegó tarde, hasta el acueducto, porque EPM no quería ponerlo. El caso es que aquí estamos. El barrio tiene 5 hectáreas y cada casa es de 35 metros cuadrados. Aquí vivimos aproximadamente 400 familias. Segunda estación: el recorrido Entre la gente que emprende camino está Mariela. Lleva puesta una gorra y un suéter de lana. A su lado camina su esposo, ambos llevan sus manos de piel arrugada sobre un carrito de mercado de El Éxito en el que recolectan los enceres del recorrido. Como tres horas nos demora el viaje –comenta Mariela-. Pasamos prime-

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Seguridad y Política

ro por las carnicerías donde nos regalan huesitos para la sopa de la semana, espinazo y patas general mente. Luego por las tiendas a ver si nos regalan arroz o panela o algo, pero es más difícil porque los tenderos viven es de vender. Ya después comenzamos a circular por el barrio de casa en casa.

Cuando terminamos de dar toda la vuelta nos vamos hasta la 76 y cogemos bus, a veces los conductores nos llevan, otras nos toca subirnos a pie porque uno cómo va a gastarse la platica en pasajes.

Eso es lo más difícil, porque toque allí y toque allá y la gente muchas veces se incomoda. Claro, también hay personas que lo entienden a uno y nos dan aceite usado, y ¡jum!, uno feliz porque tiene con qué fritar. Es más, algunos ya nos conocen y nos dan hasta ropita. Por ejemplo, en estos días le dije a una señora que mi nieta estaba estudiando enfermería en el SENA y ella me regaló este uniforme. Mire, está bueno, no es si no lavarlo y queda como nuevo. Bueno, de pronto no tanto, pero así le toca a uno.

La última estación del viacrucis es la muerte, pero para los caminantes es el descanso, el renacimiento. Con las manos cargadas de limosnas y el cansancio a cuestas los habitantes de La Mano de Dios saben que siempre pueden terminar el recorrido donde Álvaro.

Ah, y cuando a uno no le alcanza eso para la semana, pues se la rebusca reciclando en el barrio. Pero eso es muy duro, pues mi esposo y yo estamos sin trabajo. Además, uno a esta edad y enfermo no lo contrata nadie. Mire, aquí llevo la bolsa de los medicamentos, lo mío son doce pastillas diarias para la presión y lo de él son unos inhaladores porque sufre de asma.

Fotos : Fundación Generación Vida

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Última estación: “caen por última vez”

La última parada es una mesita donde les dan pan con agua de panela caliente. Álvaro vive en Belén y es el creador de la Fundación Generación Vida. La fundación nació un día en el que él les ofreció a los caminantes una jarra de jugo y se sentó a conversar con ellos afuera de su casa. “Desde ese día yo sentí que los hacía sonreír y eso me cambió la vida. Por eso cada ocho días sin falta saco la mesita, el pan y el agua de panela y les doy”, asegura. Viviana, los niños, Mariela y su esposo comen y descansan antes de emprender el viaje de regreso. El cuadro de las personas sentadas lo interrumpe una mujer blanca con las mejillas sonrojadas como las de los campesinos de tierra fría. Hola, yo soy Cecilia Martes, yo vengo con ellos desde Mano de Dios. Es que yo quería decirle que si de pronto sabe de alguien que necesite una empleada del servicio me avisa. Yo tengo tres hijos, estoy sin trabajo, y me queda muy duro mantenerlos sola. Es que el desempleo es un martirio y sobre todo cuando uno es pobre. Vea, le voy a mostrar a mis niños, saca su celular y la foto de la pantalla son un niño y dos niñas sonriendo.


Problemáticas de la ciudad innovadora

Seguridad y Política

EL PARAMILITARISMO TIENE SU FUNCIÓN EN LA CIUDAD INNOVADORA

Por: Rubén Darío zapata

incluyó los grupos paramilitares de la ciudad, organizados bajo la estructura del bloque Cacique Nutibara. Ya hace parte de la historia patria el reconocimiento de que tal desmovilización fue una farsa, que los jefes de los grupos se mantuvieron resguardados, que pagaron a jóvenes desempleados de los barrios para que se presentaran como integrantes de los grupos, y que entregaron armas inservibles y de juguete, mientras mantuvieron su arsenal guardado.

A

ntioquia ha sido uno de los departamentos más golpeados por el fenómeno paramilitar en las últimas décadas. De hecho fue en este departamento donde nacieron los hermanos Castaño y donde pusieron, en principio, sus dotes militares al servicio del narcotráfico, primero, y luego del proyecto político de ultraderecha y antisubversivo. Por eso ha sido Medellín también una de las principales ciudades receptoras de desplazados, no sólo del departamento de Antioquia, sino de los vecinos como Córdoba y Chocó, que también fueron epicentro del accionar paramilitar de los hermanos Castaño y sus aliados. Y eso, desde luego, trastocó la dinámica social de la ciudad y vino a complicar aún más el ambiente de violencia y desempleo que ya reinaba en ella. Pero eso no fue lo peor. A finales de la década de los noventa, algunos bloques paramilitares integrados a las Autodefensas Unidas de Colombia, desarrollaron un plan de control territorial en la ciudad, supuestamente para combatir la insurgencia que estaba instalada en sus periferias. Pronto se vio, sin embargo, que era una estrategia de control social para prevenir la insurrección popular ante el proyecto de ciudad que se gestaba

Foto : Surimages international agency

y las grandes obras de infraestructura que transformarían el paisaje y la vida en la urbe, en favor de la construcción de un gran centro de negocios. En octubre del 2002, bajo el gobierno nacional de Uribe Vélez, se desarrolló en la comuna 13 la Operación Orión, un despliegue conjunto entre la fuerza pública y los grupos paramilitares, para recuperar el control del territorio donde hacían fuerte presencia algunas milicias de las Farc y los CAP, Comandos Armados del Pueblo. Después de la carnicería y la cacería de brujas desatada allí, la institucionalidad cedió prácticamente el control territorial en esta comuna a los grupos paramilitares, al igual que lo fue cediendo en otros territorios. De hecho, la operación Orión, tan famosa y publicitada, fue apenas la culminación de una serie de operativos similares, con el despliegue de una dinámica de guerra urbana, que se dio en otros barrios y comunas, como ocurrió con el asentamiento de desplazados de los barrios la Honda y la Cruz, con el desarrollo de la Operación Estrella Seis. En el 2004, el gobierno de Uribe Vélez adelantó un proceso de desmovilización con las AUC, que

Del Bloque se desmovilizaron en Medellín 865 hombres, muchos de ellos reclutados para tal desmovilización por fuera de la real estructura militar, mientras más de 8000 siguieron delinquiendo y ejerciendo el control armado en los barrios de la ciudad. El paramilitarismo acabado

no

se ha

“Nosotros tenemos claro que el paramilitarismo nunca desapareció – explica Fernando Quijano, presidente de Corpades-. Aquí el gobierno de la llamada seguridad democrática planteó por decreto el fin del paramilitarismo y desarrolló un proceso de supuesta desmovilización de las AUC para acabar con él. Pero primero, de los paramilitares apenas se desmovilizó un porcentaje muy pequeño. Segundo, sus ejércitos quedaron ahí. El caso de los urabeños es una prueba fehaciente de que el paramilitarismo apenas estaba en proceso de reorganización, restructuración y expansión. Aunque hoy se presenten como Bacrim, para nosotros ellos visten, calzan, trabajan, piensan y actúan como paramilitares”. Según Quijano, el 70% del territorio del Valle de Aburrá está controlado por el crimen, por estructuras de paramilitares y mafias asociadas, integradas en unas 350 bandas. Antes del pacto del fusil, desarrollado en julio del año pasado, un 70% de estas bandas estaban controladas por la famosa Oficina de Envigado 15


(que habría que llamar mejor Oficina del Valle de Aburrá), de historia mafiosa, vinculada a la escuela de sicarios de Pablo Escobar; el 30% estaría en manos de los urabeños, que han venido cogiendo a las bandas y transformándolas en bloques paramilitares; el caso más concreto es el bloque Sierra (de las autodefensas gaitanistas de Colombia) en la comuna ocho, que tiene entre 200 y 250 hombres; también Los Chivos, y había indicios de que los llamados Chichos, de Kenedy, estaban al servicio de los Rastrojos. Después del pacto del fusil hubo un reacomodo, se reorganizaron en finanzas y en territorios, y empezó una marcada influencia de los urabeños sobre la Oficina. “La tendencia es que los urabeños van a tomar el control, aunque ello pueda provocar guerras internas”. Uno de los argumentos que defiende la tesis del fin del paramilitarismo es que estas bandas ya no se enfrentan a la guerrilla, pero Quijano no está seguro de eso. Además, según él, el paramilitarismo va más allá del enfrentamiento con las guerrillas. “Es la forma de impedir que surjan nuevos procesos, que surja oposición, que surja una nueva propuesta de país. En el caso de Medellín, está impidiendo que cambien las cosas, que cambie el status quo, que cambien los que han dirigido esta ciudad por décadas y décadas. En eso está el paramilitarismo y eso es lo que hace diariamente, desactivar toda posibilidad de cambio social”. Así está el paramilitarismo hoy El control territorial que ejercen los grupos paramilitares, o mal llamadas bacrim, en los barrios periféricos y en el centro de la ciudad es evidente. En ello emplean, según las investigaciones de Corpades, unos 13.500 hombres en armas. Ellos imponen en los barrios un régimen de terror para ejercer el control que las instituciones parecen haberles delegado. Se sabe que son estos grupos armados los que resuelven en los barrios el problema de la criminalidad, de los robos, del 16

Problemáticas de la ciudad innovadora

Movida social

consumo de droga, etc. Ellos cobran las deudas impagables y resuelven hasta los problemas de pareja en los hogares.

endeudamiento, jugándose en ello la vida si no pueden pagar, por la dificultad de acceder a un crédito para sus necesidades en el sistema financiero.

Su principal estrategia de terror, más allá del escarmiento público, es la desaparición forzada. “En cada comuna hay una casa del terror – comenta Quijano-. Allí torturan a la gente y desmembran personas”. Eso explica que la cifra de desaparecidos en la ciudad en los últimos cuatro años supere las 1200 personas. “Podría ser más, porque mucha gente no denuncia. Este año, por ejemplo, la gente apenas está denunciando desapariciones de años anteriores. Hace dos semanas encontraron dos

También se financian del cobro de vacunas: todo negocio en los barrios y en las calles del centro paga vacuna, los buseros, los taxistas y hasta las obras públicas que se desarrollan en la calle. Y, desde luego, los hogares de los barrios pobres. También manejan buena parte del negocio de la prostitución en la ciudad, contrabando, apuestas ilegales, tráfico de armas y microtráfico de drogas, entre otros. En el caso de Medellín, estos negocios podrían estarle

Foto por :Surimages international agency

cuerpos en Villa Tina, que llevaban tiempo de estar enterrados ahí. Porque lo de las fosas comunes también es una práctica de estos grupos. Se sabe que en la Escombrera hay sepultados más de trescientos cuerpos, y que en la Sierra, por los lados de Hogares Claret, hay otras fosas comunes, igual que en otros barrios periféricos y semirrurales de la ciudad”. Además, hay que anotar que, de alguna manera, estas estructuras han evolucionado en verdaderas empresas del crimen que manejan unas finanzas abultadas, producto, por ejemplo, del pagadiario (con unos intereses entre el 20 y el 30%); muchos pobres de los barrios, tenderos, vendedores ambulantes y hasta comerciantes de la ciudad acuden a este tipo de

reportando ingresos a estas estructuras criminales, según Quijano, del orden de unos 10 billones de pesos al año. A parte de eso, también han capturado una parte del presupuesto público. “Hay unas secretarías muy sensibles, donde estas estructuras, a través de sus corporaciones y fundaciones, meten gente, además del clientelismo y la politiquería. Se sabe que ellos han metido la mano en el Inder, a través de las Jornadas de Vida, y, sobre todo, se nutren del Presupuesto Participativo”. Pero, además, hay que dejar claro que el paramilitarismo hoy no se limita a la acción delictiva y empresarial. Estas estructuras también han construido base social, en un proceso de conquista y colonización del


Problemáticas de la ciudad innovadora

territorio, que se ha dado por décadas. “Después del 2004, con la llamada paratranquilidad o donbernabilidad, empezaron a construir sus fundaciones y corporaciones que en ese momento llegaron a ser entre 300 y 350. Proyecto Propes, Proyecto Pesebre, la Sierra con Futuro. Obviamente la Corporación Democracia y Cordas”. Además, han estado reclutando y comprando liderazgos sociales y comunitarios, así fueron construyendo su base social. “Se dice que entre el 2008 y 2013 realizaron cientos y hasta miles de asonadas contra la fuerza pública y eso da la medida de cómo está funcionando el asunto. También de las diversas estrategias de control social que están implementando”. Un modelo de seguridad compartido Una tesis que ha sostenido Quijano desde hace mucho tiempo y que cada vez más parece confirmarse es que en esta ciudad se ha construido un modelo de seguridad compartido entre la ilegalidad y la legalidad. “El crimen le sirve y le está sirviendo al modelo de seguridad de la ciudad”.

Esto significa que hay una vinculación real entre el paramilitarismo mafioso y un sector de la institucionalidad de esta ciudad; alianzas muy fuertes con un sector del poder real de esta ciudad, del poder institucional y político que se nutre de la acción militar y económica de las estructuras paramilitares. “La pregunta es: ¿dónde se lavan los recursos de estas estructuras? No es propiamente vendiendo empanadas. Obviamente, el sistema financiero está metido hasta los tuétanos en eso. Hacen alianzas en construcciones, en comercio y en otras esferas de la economía, aparte de las alianzas criminales”. Así las cosas, queda claro, al menos para algunos investigadores independientes, que estas estructuras sobreviven porque tienen protección oficial. “Hay una nómina paralela; los funcionarios que le sirven a las mafias y al paramilitarismo están pagados por ellos y no son solamente policías. Hay miembros del Ejército, hay miembros de las administraciones municipales, de la Fiscalía, de todos. Esa nómina puede ser entre el 30 y el 40%. Y nosotros nos preguntamos: ¿Cuándo

Primero le sirve para evitar los levantamientos populares, de la gente que está desplazada, de más de 100 mil familias que están desconectadas de los servicios públicos, de la gente que no tiene ingresos para sobrevivir. “Desde luego, en la medida en que la pistola ilegal esté en los barrios y en los corregimientos, siempre va a servir como un disuasivo frente a la posibilidad de organización y levantamiento”. Y es evidente que en la medida en que el modelo de ciudad profundiza cada vez más la desigualdad y violenta los proyectos y las formas de vida de la comunidad en sus territorios, necesitará mayor apoyo en estas estructuras criminales para mantener el “orden”. “Porque los ilegales le están recordando a la gente que si se levanta será vista como subversiva, como guerrillera, y que ellos no van a permitir que la subversión y la guerrilla estén en los barrios”.

Movida social

Ejército, comandante del batallón Cacique Nutibara acantonado en Urrao y con presencia en Andes”. También está el asunto de las Convivir, cooperativas de seguridad privada del centro, que son una mezcla entre la legalidad y la ilegalidad. Ellas son, al decir de Quijano, la mano oscura del Estado, la que hace los “trabajos” que no podría hacer la institucionalidad. “¿Quién los ampara? Un sector importante del comercio, un sector importante del empresariado, un sector importante de la institucionalidad. Ellas son las que ayudan a generar esa supuesta tranquilidad del centro de Medellín. Como lo hacen las bandas en los barrios”. Justo la tranquilidad que necesita la administración para desarrollar sus grandes eventos como la Cumbre de la OEA y ahora el Foro Mundial Urbano. De esta manera, en esta ciudad progreso y criminalidad avanzan de la mano. Por donde va el progreso avanza la criminalidad, abriéndole campo, quitándole obstáculos. Los grupos ilegales son los que ayudan a mover pobres, y así hacen bajar los costos de la vivienda en un sector

Foto por :Surimages international agency

se va a discutir en esta ciudad el tema del cartel de los oficiales? Porque las decisiones no las toma un patrullero simple, o un funcionario de tercera línea. Las decisiones se toman en los altos niveles. En Urrao, por ejemplo, quien protegió hace poco a Carlos Pesebre fue un coronel del

cuando necesitan llevar el progreso institucional. Eso lo logran con los enfrentamientos y el caos que crean, para que el comercio y la administración lleguen y compren a precios irrisorios. Por eso el año pasado fueron desplazadas más de seis mil personas dentro de la ciudad, y en el 2012 la cifra superó los diez mil. 17


Problemáticas de la ciudad innovadora

E

Medellín también es escenario de resistencia y memoria barrial

n 1968 se realizó en Medellín la Segunda Conferencia Episcopal convocada por el Vaticano II, un evento internacional de grandes magnitudes, donde se congregaron sacerdotes de varios países del mundo. En ese entonces el padre Vicente Mejía y decenas de pobladores más se dirigieron al Seminario Mayor para mostrar que Medellín tenía problemas sociales graves y que los visitantes no podían pasar por esta ciudad sin reconocer la desigualdad que se escondía en los barrios populares.

Fotos : Álvaro Lopera

Para esta época, en la ciudad se estaban desarrollando algunos barrios de origen informal como El Popular, El Socorro, Moravia y Puerto Nuevo; dichos barrios se formaron al pulso de sus habitantes organizados, quienes no solo construyeron sus viviendas, sino también las escuelas, las sedes comunales, la iglesia, las vías, el barrio y hasta la comuna. La Administración local estuvo muy al margen de estas

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Movida social

Por: Claudia Serna Cardona

construcciones y de las necesidades más sentidas de la población. Hoy, 45 años después, es innegable que algunas cosas han cambiado en la ciudad, contamos con construcciones ostentosas en barrios populares que nos hacen merecedores de reconocimientos tales como la “ciudad más innovadora del mundo”, tenemos un sistema de transporte masivo con sus metrocables, contamos con escaleras eléctricas y parques biblioteca, entre otros. Sin embargo, somos una ciudad más empobrecida, con altos índices de desempleo, falta de acceso a agua potable, hay en ella miles de familias sin vivienda digna, un conflicto urbano que solo nos deja descansar por su propia cuenta y bajo acuerdos como el “pacto de fusil”, una ciudad con jardines que esconden la miseria de sus habitantes, una ciudad con grandes proyecciones como modelo, pero que desatiende a sus ciudadanos más vulnerables.

Según el último informe de derechos Humanos de la Personería de Medellín, se estima que la ciudad tiene un “déficit habitacional de 84.725 hogares, 40.722 por déficit cuantitativo y 44.033 por cualitativo”. Aproximadamente “25.000 viviendas (están) en zonas de alto riesgo no recuperable, 52 barrios en desarrollo incompleto o inadecuado, 38.000 hogares en hacinamiento severo y 34.000 viviendas carecen por lo menos de un servicio público básico”. Aun cuando la Administración Municipal es conocedora de este déficit habitacional, profundiza esta problemática hasta volverla agónica como consecuencia de la transformación urbana con la cual, a punta de arena y cemento, quiere moldear la ciudad, higienizando las zonas precarias aledañas al centro e implementando megaproyectos estéticos para llamar la atención de la inversión extranjera.


Problemáticas de la ciudad innovadora Sin embargo, así como algunas décadas atrás la vida florecía en los barrios populares por cuenta de la solidaridad y el convite, hoy encontramos en Medellín diferentes expresiones de resistencia y organización. Por donde se le mire y a disgusto de los poderes que dirigen esta ciudad, encontramos luchas por el derecho a la vivienda en barrios como Moravia, Puerto Nuevo, Pinares de Oriente, El Popular, Ciudadela Nuevo Occidente, Bello Oriente y otros más, que se oponen al despojo urbano al que las quieren someter para dar paso a megaproyectos como el Cinturón Verde Metropolitano, el Corredor Metropolitano de Servicios o la ejecución de planes parciales como Naranjal, Arrabal y Pajarito. En Moravia, a raíz de la ejecución del plan parcial, desalojaron del territorio a más de 2.000 familias que fueron reubicadas en diferentes barrios de la ciudad, la mayoría de ellas en Ciudadela Nuevo Occidente, a una distancia considerable del lugar donde

hicieron tejido social y donde habían construido sus redes económicas y familiares. Debido a la desarticulación y el desarraigo que tuvieron que enfrentar, agravado por el conflicto urbano que vive esta zona de la ciudad, el aumento de los costos de transporte, servicios públicos domiciliarios e impuesto predial y la precariedad de las construcciones, han constituido la veeduría Pasión por Nuevo Occidente. Un grupo de personas que resiste a las imposiciones por parte del Instituto de Vivienda de Medellín -ISVIMED y lucha porque se le solucionen los problemas causados por la misma administración municipal. Esas problemáticas que denuncian los habitantes de Ciudadela Nuevo Occidente son las que otras comunidades en proceso de expropiación no van a tolerar. Por eso se constituyeron organizaciones como la Mesa de Concertación del Morro de Moravia y la Veeduría del proyecto Puente Madre Laura en Puerto Nuevo, que al ver las condiciones de vida de sus

Movida social antiguos vecinos, formularon propuestas relacionadas con el reasentamiento integral en el territorio. Exigen es por el restablecimiento de los derechos no solo a la vivienda, sino también al empleo y a las compensaciones necesarias que respeten el hábitat digno. Así mismo, bajo la exigencia de que las obras urbanas que se realicen en los territorios deben contar con el consentimiento de la población, se levantaron Mesas de Concertación en Moravia, Puerto Nuevo y Pinares de Oriente. Por medio de la Mesa de Vivienda de la comuna 8 y la Mesa de Desplazados han exigido, en el marco de la ejecución del proyecto Jardín Circunvalar (articulado al Cinturón verde) no solo una intervención de cemento, sino un mejoramiento barrial integral, que erradique problemas como el riesgo del suelo, la falta de acceso a servicios públicos domiciliarios regulares, el hambre y el desempleo. Ese tema del riesgo del suelo que se ha convertido en la excusa perfecta de la administración municipal para evadir la responsabilidad de inversión social en los territorios y propiciar en su lugar el desalojo de la población, es un tema al que la comunidad de Patio Bonito, del Barrio Popular ha debido enfrentar. Ha interpuesto algunas acciones jurídicas a la alcaldía, en las que la responsabiliza de incidir en la generación del riesgo del suelo, por la que ella misma expropió más de 100 viviendas, con sus intervenciones inconclusas.

Fotos : Álvaro Lopera

La Mesa Interbarrial de Desconectados es también un ejemplo de resistencia en la ciudad. Conformada desde 2009, congrega personas y organizaciones de diez barrios de la ciudad, haciendo uso de herramientas jurídicas pero también políticas de exigibilidad. Consideran que, ante la mercantilización de la vida, los sectores populares no tienen otro camino que el de la resistencia y la lucha por dignidad. Hoy como ayer, Medellín es escenario de resistencia, no solo a partir de la denuncia y la protesta sino también en la construcción de propuestas por una vida digna. Se destaca en ellas el protagonismo de las comunidades en la construcción de este territorio; aspiran a no ser incluidos en la ciudad global, sino a que se respeten las construcciones populares que se han forjado bajo la lógica de la necesidad y con el pulso de la organización comunitaria. 19


Problem谩ticas de la ciudad innovadora

Apoyaron esta publicaci贸n:

www.periferiaprensa.com 20


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