SUPLEMENTO - CRÓNICAS

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música

Invisibles en la
y el arte DOMINGO 23 DE OCTUBRE DE 2022 AÑO 2 - N° 78 Págs. 6-7 Págs. 10-11 Págs. 8-9 Págs. 4-5 Víctor Montoya responde cinco preguntas sobre el cuento breve La Fortaleza de las Papangas, memoria popular de Sucre La cuenca del río Parapetí, en agonía lenta y silenciosa

Potosí, patrimonio del mundo

Ahora El Pueblo

El libro Potosí, patrimonio del mun do, escrito por el profesor y escri tor de literatura infantil Delio Al caraz Masías, utiliza un recurso útil para los lectores más jóve nes, la ilustración, cuyo empleo hace que la lectura de la obra sea más amena.

El autor contó que la elaboración del li bro le llevó varios años de investigación y acumulación de material que se encontra ba disperso en la historia potosina, sobre todo del periodo colonial.

La obra está dividida en catorce capítulos,

en los que se abordan temas como el descu brimiento del Cerro Rico de Potosí (su cerro), las labores mineras, la mita, el sistema de la gunas, la ciudad, la guerra de bandos, los mo numentos religiosos, las plazas, calles, balco nes y arcos de triunfo, la Casa de Moneda, los títulos otorgados a la Villa Imperial, las figuras legendarias de este periodo, las tradiciones y leyendas. El libro concluye con un apartado sobre los hechos históricos de la revolución del 10 de noviembre de 1810.

El elemento esencial que le permite al libro te ner un mayor alcance al público son los gráficos, los dibujos y fotografías relacionadas al tema en cuestión, muchas de ellas son tan antiguas que fueron elaboradas en blanco y negro, motivo por

el cual se las imprimió en falso color para darle mucha más prestancia, explica el autor.

DATOS CURIOSOS SOBRE POTOSÍ EN EL LIBRO

Alrededor de 1600 la Villa se veía alterada con 800 jugadores profesionales y 300 vagabundos que no hacían nada, pero que se vestían de mane ra extravagante, comían y bebían en exceso.

En el renglón cultural se practicaba teatro, mú sica, comedia y mucha gente poseía buenas bi bliotecas. La pintura ocupaba un lugar preferente. La escuela potosina en el arte alcanzó renombre y superó a las de Quito y Cuzco.

La plata del Cerro Rico daba para todo e igual mente para todos, basta recordar que para la

2 DOMINGO 23 DE OCTUBRE DE 2022 DIRECTOR Carlos Eduardo Medina Vargas EDITOR DE CRÓNICAS Estéfani Huiza Fernández COLABORARON: David Aruquipa Pérez Ivert Elvis Fuertes Callapino Javier Claure Covarrubias Marcelo A. Maldonado Rocha Héctor Sánchez Caballero CORRECCIÓN José Maria Paredes Ruiz DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo FOTOGRAFÍA Gonzalo Jallasi Huanca Redes Sociales www.ahoraelpueblo.bo La Paz-Bolivia Calle Potosí, esquina Ayacucho N° 1220 Zona Central, La Paz Teléfono: 2159313
EL ‘MUNDO ABREVIADO’
El libro del escritor Delio Alcaraz Masías recupera la dispersa historia de la Villa Imperial, sobre todo en el periodo colonial.

procesión de Corpus Christi desde el templo de San Francisco hasta la Catedral en la Plaza del Regocijo desempedraban las calles y se las em pedraba, si se puede usar comparativamente este término, con barras de plata.

Para cada coronación de un nuevo Rey en Es paña, aunque la noticia llegaba demorada, en Po tosí se efectuaban grandes fiestas y procesiones con corridas de toros y aparatosos banquetes.

EL ‘MUNDO ABREVIADO’

Ahora bien, en más de dos siglos y medio de coloniaje se generaron innumerables historias desde todo punto de vista, que fueron motivo de análisis, relatos, leyendas y escritos de inconta bles cronistas e historiadores; de ahí que la his toria potosina contiene una larga lista de obras y autores, en particular en el Archivo de Indias, de Sevilla, España; pero también en los archivos de Lima, Chuquisaca y Potosí, lista que encabe zan Fray Bartolomé de las Casas, Garcilazo de la Vega, Bartolomé Arzáns Orsua y Vela y otros.

Es preciso reconocer que la difusión de la literatura virreinal potosina fue realizada con mucha dedicación principalmente por el Modesto Omiste Tinajeros y Julio Lucas Jaimes ‘Brocha Gorda’.

SOBRE EL AUTOR

Delio Alcaraz Masías nació en Potosí, el 20 de septiembre de 1958, profesor, escritor de literatura infantil, articulista, redactor e investigador. Trabajó por muchos años en

Potosí – Sucre; en cuyo evento se reorga la Sociedad Boliviana de Escritores y Poetas de Bolivia, fue su primer secretario fundador. Tiene más de un centenar de obras escritas en la temática educativa, que constituyen un valiosísimo aporte a la educación boliviana. Su libro Potosí, patrimonio del Mundo se pue de encontrar en la editorial Kipus o comuni cándose con el autor al 65327271.

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Delio Alcaraz Masías

LA IMPORTANCIA SEMÁNTICA DE CADA PALABRA

Cinco preguntas sobre el cuento breve

El escritor Víctor Montoya, en una entrevista concedida en Estocolmo, se refirió a las características que debe reunir un cuento bien contado. Qué mejor que un narrador, que cultiva el microrrelato desde hace años, para hablar sobre un género literario que cada vez gana más adeptos por su brevedad y precisión lingüística.

- ¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE EN EL CUENTO, SEGÚN TU OPINIÓN?

- La autenticidad del tema, la originalidad del estilo y la intensidad narrativa. Una de las carac terísticas fundamentales del cuento, que se dis tingue entre otros de la novela, es su brevedad, que consiste precisamente en narrar una histo ria completa en pocas páginas y en poco tiem po. En esto consiste su ventaja sobre otros gé neros, en que puede ser leído rápidamente y ser capaz de sostener la atención del lector de prin cipio a fin, así como ocurre en los cuentos de Chéjov, Maupassant, Borges, Cortázar y Leopol do Alas, considerados maestros indiscutibles del cuento, porque sabían hilvanar una historia, irse al grano y llegar ensegui da al punto de destino, al desenlace.

La poca extensión del cuento no permite que se malgasten palabras. El narrador está consciente de que un cuento breve, bien concebido, es si milar a una obra de orfebrería. El cuento, tanto por su perfección como por su brevedad, está llamado a sobrevivir a la novela, pues el hom bre moderno, apremiado por la prisa y el estrés, tendrá más inclinación por una narración corta que por una novela de largo aliento.

- ¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL PRINCIPIO Y EL FINAL DE UN CUENTO?

- El principio y el final de un cuento, cuyo tema sigue un hilo argumental, están enlazados a la trama, a la disposición interna, que nos con duce al desenlace. Todo escritor que incursiona en el arte de narrar sabe que, de alguna manera, su cuento debe tener un principio que atrape la atención del lector y un final que, sin ser necesa riamente explícito, sea sorpresivo y eficaz. Guy de Maupassant demuestra su maestría a tra vés del desenlace inesperado que sorpren de al lector. Sus cuentos están llenos de efectos y precisiones en el manejo del hilo argu mental. Algunos de sus cuen tos tienen un final inesperado, un signo de exclamación; algo que dice ya mucho del cuentista y de su calidad literaria.

En mi caso, cada vez que me dispongo a escribir un cuento, pien so muchas veces cómo debo empezar y terminar el cuento, de manera que el tema que voy a abordar tenga una cohe rencia lógica y sea accesible para el lector. El cuento, aun siendo experimental, no tiene por qué ser un rompecabezas ni un laberinto sin sali da. Mientras más depurado sea el lenguaje y más transparente sea el argumento del cuento, siem pre tiene la ventaja de ser mejor. No creo en los cuentos donde el principio y el final no tienen ninguna relación ni en los cuentos que contienen trampas para despistar la atención del lector.

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Javier Claure Covarrubias (*)
Los microrrelatos en microlibros.

- ¿QUÉ ELEMENTOS TRABAJAS MÁS CUANDO ESCRIBES?

- Si se parte del criterio de que el principio y el final de un cuento son elementos importantes, en tonces se entiende que tanto la forma como el con tenido son otros elementos esenciales, que nos proporcionan la sensación de que cada una de las partes de un cuento están integradas en una tota lidad. En realidad, ninguno de sus componentes esenciales puede ser omitido; por el contrario, to dos sus elementos requieren ser trabajados con la debida atención durante el proceso creativo.

La invención y elaboración de un cuento im plica estar consciente de que cada uno de los ele mentos que lo constituyen son igual de impor tantes a la hora de escribir, sin que por esto se desmienta el hecho de que, durante el proceso narrativo, intervengan otros elementos subcons cientes, que no estaban previstos racionalmente desde el instante en que se concibió el cuento.

De todos modos, pienso que un cuento bien planificado tiene mejores posibilidades de ser un buen cuento, que otro que surge de manera espontánea, sobre todo si se considera que un buen cuento es como un pan bien horneado, que requiere una temperatura adecuada y una cocción que está en su punto. No siempre es fácil de lograrlo, pero tampoco es imposible si se tra baja con paciencia y rigor, haciendo hincapié en la importancia semántica de cada palabra y en los otros aspectos técnicos que intervienen en la elaboración del cuento.

- ¿CUÁL DEBE SER LA ESTRUCTURA DE UN CUENTO BIEN TRABAJADO?

- La buena estructura de un cuento depen de, en gran medida, del profesionalismo del na rrador, quien, además de dominar los comple jos recursos del arte literario, debe aprender a domar el lenguaje. La construcción de un cuen to, por decirlo de alguna manera, es similar a la construcción de un edificio, que requiere una planificación desde los cimientos hasta el techo. Es la única manera de evitar que se nos desmorone a media construcción.

En la prosa —y esta es mi opinión particular— no hay género literario más perfecto que el cuen to, que se concibe como un vaciado total. No como la novela que, por su propia estructura, es el resultado de la composición de varios temas y personajes yuxtapuestos. Al cuento primero

se lo concibe y después se lo escribe; no como la novela, que se la va inventando y estructurando conforme se la escribe, tropezando, cayendo y desviándose a veces de la idea central.

El cuento exige una estructura trabajada con precisión de joyero. No admite, por ejemplo, des cripciones extensas y temas entreverados que obstaculicen la agilidad del relato. El autor, sin re dundancias ni explicaciones didácticas, debe con tar una historia completa con brevedad, tratando de satisfacer con rapidez la curiosidad del lector. Es decir, al tener que narrar una historia con prin cipio, nudo y desenlace, con personajes, acción, ambiente e ideas precisas, con identidad propia, el narrador se ve obligado a concentrar el relato, o sea, a referir y precisar solamente lo fundamental.

El cuento bien estructurado es aquel que nos deslumbra como un fogonazo, porque, a dife rencia de la novela, es tiempo concentrado, qui zás por eso García Márquez dice que el esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela, una apreciación que nos da una pauta de lo que más o menos es el cuento, cuya estructura es bastante completa tanto por su brevedad como por la economía del lenguaje.

- ¿QUÉ OPINIÓN TE MERECE EL RELATO BREVE?

- El relato breve goza de buena salud y, como todo niño querido, ostenta muchos apelativos: microrrelato, cuento en miniatura, minicuen to, microcuento, minificción, etc. Ya dije que, en este género narrativo, como en ningún otro, se ensamblan la brevedad y la precisión idiomá tica. Claro que la extensión se presta a criterios relativos y es motivo de controversias, ya que unos consideran que un relato breve no debe sobrepasar una página; en tanto, otros aseveran que un relato breve, sobre todo el microrrelato, debe estar constituido por el título y unas pocas líneas, y que, aparte de tener un valor estético como toda obra de arte, debe tener la fuerza de conmover las sensaciones y los sentimientos del lector. Si esto logra el autor, incluso con un relato de ficción, entonces se debe deducir que ha es crito un buen relato, en el que la mentira acaba siento tan cierta que nadie la pone en duda.

Un excelente narrador no solo concede vida a sus personajes con su aliento y talen to, sino que también motiva al lec tor a seguir el hilo del relato, iden tificándose con los personajes y las situaciones narradas, ya que la capacidad de crear ambien tes, situaciones y personajes es, de hecho, un don litera rio y una realidad que se confunde con la ilusión, como cuando un mago saca palomas por las mangas de la camisa.

* Poeta y perio dista boliviano re sidente en Esto colmo, Suecia.

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Víctor Montoya, autor de Microficciones.

(In)visibles en el arte y la música DE ANGOLA, LOS YUNGAS A NEW ORLEANS

Los afrobolivianos son uno de los pilares de la pluralidad, fueron desterrados, extraídos como seres desgarrados de sus hogares, pero se llevaron consigo sus instrumentos y parte de su cultura que ahora comparten con el país.

Cargando solamente sus cuerpos, los africanos subieron en varios barcos, los trajeron como multitud, sin nombre. Los sometieron al sis tema de esclavitud, aglomerándo los como bestias. Aunque se apropiaron de sus cuerpos no lo hicieron de sus espíritus, se lle varon sus instrumentos junto a sus lenguas y orígenes. Fueron desterrados, extraídos como seres desgarrados, se convirtieron en parias ya que fueron extraídos de sus hogares y se parados de sus familias, los sacaron de su há bitat, humano y natural. Hambrientos de fue go y de emancipación pelearon por conquistar ciudadanía, visualizar su identidad y acabaron transformando el arte y la cultura.

A continuación les invitamos a leer una cró nica que surge a partir de la interpelación de unas fotografías que me permitieron estable cer un puente entre sitios lejanos y distintos, y un itinerario entre música y arte.

INVISIBLES: LA FOTOGRAFÍA

Semanas atrás, el Centro de la Revolución Cultural, dependiente de la Fundación Cul tural del Banco Central de Bolivia, inauguró

la muestra fotográfica ( In)visibles, de Sharon Pérez y Carmen Angola.

La muestra retrata la cotidianidad afroboli viana, comunidad que un día del siglo XVIII se asentó en Sud y Nor Yungas, al igual que en los valles orientales, traídos para el trabajo en las minas de Potosí. En estos territorios construye ron su nuevo hábitat. Las fotografías captan lo extraordinario de la vida cotidiana, mujeres en situaciones de cuidado y ‘wawas’ (bebé, niño de corta edad) en situación de juego y recreo. Y, so bre todo, la belleza de la mujer afroboliviana y de pelo ensortijado. El conjunto, también, pre senta algunos símbolos de la transculturación de dicho pueblo que tomó elementos identita rios de la vestimenta indígena.

Como toda expresión del pueblo afroboli viano, estuvo acompañada de un grupo de saya (Tambor Mayor), que agrupa cantos, percusión y danza. El grupo reúne tambores de diferentes tamaños que son acompañados de mujeres con trajes impolutos, calados y de coloridos encajes que bailan manteniendo una manta en el ante brazo y que en la otra sostienen un bombín ca racterístico de las cholitas paceñas. Las mujeres marcan el paso a través del contoneo y bambo leo que empalma trenzas y hombros para tener su momento de mayor fuerza en el impetuoso movimiento de caderas.

El sostén rítmico de las drilla compuesta por hombres edades. Mujeres y varones diversa de colores, justamente goría a las tonalidades elegidas fa y la curadora en la selección fías, es decir “tonos de color y café, que permiten mostrar piel, de los rasgos comunes, ces, sus labios y sus manos”.

Acompañando a los tambores güiros, cabe recordar que gimen hispánico, de la decretó una prohibición tos de percusión, así como marimbas. No obstante, plazados por cajas de madera, originándose así el cajón to que acompaña a grupos géneros musicales. De tal convirtieron en un acompañamiento que quijadas o mandíbulas o tejoletas (que eran una las), todas con el fin de acompañar De qué modo esas bases de Angola, y otras patrias, momento en forma de cajas traía diferentes mecanismos rios golpes acompañando

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Marcelo A. Maldonado Rocha

música

las mujeres es una cua hombres de todas las varones son de una paleta justamente como una ale elegidas por la fotógra selección de sus fotogra color canela, chocolate mostrar matices de la comunes, resaltar sus nari manos”. tambores estaban los que en la Colonia el ré mano con la Iglesia, sobre los instrumen como los tambores y las obstante, estos fueron reem madera, mesas y sillas, peruano, instrumen grupos de jazz y diversos tal manera, las cajas se acompañamiento al igual mandíbulas de burros, maracas una suerte de castañue acompañar los cantos. rítmicas llegaron des patrias, primero o en algún cajas de madera, donde mecanismos y diferentes o va acompañando los cantos.

La herencia africana marcó la diversidad musical de nuestro país, particularmente donde se asentó la población negra, una vez que la Colonia se vio debilitada en la región de los Yungas”.

La presencia de esclavos africanos coadyu vó a la riqueza cultural, aunque su presencia está conectada a la demanda del mercado de plata potosina del siglo XVI, que no bastaba con la mano de obra de los mitayos indígenas, la diáspora africana surgió como alternativa. Por lo complicado del clima, la altura y las con diciones de trabajo, los africanos no se acos tumbraron al entorno potosino y su energía fue conducida a otras regiones.

Los afrobolivianos son uno de los pilares de la pluralidad de nuestro país, pero, por ejemplo, qué pasó con los descendientes de los esclavos africanos que llegaron a los valles orientales, que acabaron en el entonces Regimiento de Miz que, y a diferencia de los Yungas no se conoce ni su música y menos su danza, en resumen, poco se sabe de sus expresiones artísticas.

Lo que es hoy Cochabamba, en la Colonia pertenecía a la Provincia de Santa Cruz, como parte del ‘hinterland charqueño’ (valles maice ros), no obstante, la ola africana no se enfocó en las empresas agrícolas. La primera oleada lle gó a los declives orientales, porque se buscaba descubrir, pacificar y poblar el Oriente, usando a los africanos de sirvientes o soldados en las in cursiones militares. Muchos se quedaron en la zona y establecieron sus familias ‘inter chacare ras’ con indígenas y mestizos. Desempeñando labores de vaqueros, vitivinícolas, pregoneros y otros. La segunda oleada, efecto del decreci miento demográfico de la fuerza de trabajo in dígena por la vorágine potosina y las epidemias traídas, se enfocó en trabajos domésticos, gana dería y agricultura. En ambas etapas, eran ven didos como piezas (bienes muebles) y propiedad personal (inalienable). Provenían de diversas etnias de las regiones de Angola, Congo, Bran (Guinea y Senegal), Soso o Xoxo, Sierra Leona, Costa de Barlovento y otros.

LA SAYA, EL JAZZ Y LA INFLUENCIA AFRICANA EN LA MÚSICA

La herencia africana marcó la diversidad musical de nuestro país, particularmente don de se asentó la población negra, una vez que la Colonia se vio debilitada, en la región de los Yungas. Desde este sitio es visible la influencia africana a través de la música y la vestimenta, véase el siguiente ejemplo:

Con un lejano origen angoleño, como la mayoría de los ritmos afrobolivianos, la afro saya es una danza, un canto y una polirrit mia; sus instrumentos son un juego de tres tambores llamados caja o bombos, hechos de corteza de árbol (o incluso con el tronco), una wancha o güiro y cascabeles. Los tambores

son: el tambor mayor o asentador, el menor o cambiador y el canjengo (…) hombres y mu jeres, vestidos con trajes bordados de franjas a colores. Una versión más melancólica de la saya, el mauchi, se interpreta en los entierros (1) . (Delannoy, 2006: 247-248).

Estas referencias muestran que existen pro ductos culturales, como por ejemplo el jazz, que surgió en otras partes de nuestro continente. El jazz es una forma de permanencia y manifes tación de la tradición. El jazz como estilo coliga tradiciones musicales, recoge la oralidad (cuen tos, leyendas y otros) y permite la permanencia de danzas, cantos tradicionales de los esclavos africanos, que articularon elementos de la tradi ción musical europea, asentados por más de dos siglos en el nuevo mundo, dando pie al proceso de mestizaje y/o aculturación, “ejemplificada de forma idónea en el eclecticismo cultural y la promiscuidad étnica que caracterizan la nación donde surge tal música” (2). Entonces, de qué manera la música popular europea se ensambló con las tradiciones africanas. “En Nueva Orleans estaba la influencia africana. De la Europa occi dental llegó el sentido armónico, la estructura tonal y los instrumentos usados (3)”. Pareciera que el jazz es el producto de la coligación de di versos mundos, “es la reunión de las razas, tan importante para el surgimiento y su desarrollo se halla en el símbolo de la ‘reunión’ a secas, que caracteriza (…) en su naturaleza musical nacio nal e internacional, social y sociológica, política, expresiva y estética, ética y etnológica (4)”.

La muestra fotográfica ( In-visibles) estará abierta hasta marzo de 2023. Además de infor mativa es visual y estética, elementos que le permiten entender los aportes de un pueblo tan rico en cultura y arte, como lo es el afrobolivia no, para la pluralidad del país.

1 Delannoy, L. 2006. Carambola. Vidas en el jazz latino. México: Fondo de Cultura Económica.

2 Aguilar, C. 2014. Cine y jazz Madrid: Ediciones Cátedra.

3 Dave Brubeck fue un compositor y pianistas de jazz. Además de impulsar el cool jazz, su composición de take five es una de las más icónicas y versionadas de la historia del género.

4 Joachim E. Berendt fue un periodista y crítico de jazz, autor de El jazz: de nueva Orleans al jazz rock Fondo de Cultura Económica. México, 1986.

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FOTO: FANNY CAROLINA QUISPE VARGAS

La cuenca del río Parapetí

Camiri tiene dos referentes naturales: el río Parapetí y la serranía Sararenda. Ambos cierran el círculo del agua, el círculo de la vida. Y si el agua es vida y la vida es agua, entonces podemos concluir que Camiri tendrá vida mientras sus dos vertientes respiren vigorosas y continúen navegando en la fragancia natural de las aguas que nos dan vida.

Su nombre, inicialmente, fue Con dorillo. Corrió el tiempo y entre los siglos XV y XVI cambia al de Parapetí, así lo afirman leyendas guaraníes. Este río se constituye hoy en la razón central de estos escritos. Forma parte hidrográfica de la región cha queña, muy vinculado con la esencia histó rica de pueblos asentados en sus riberas y áreas de influencia como, entre otros, los de la provincia Cordillera a los que le da pres tancia resaltando sus riquezas naturales e inigualable belleza geográfica.

Cuentan que, hace mucho tiempo, entre lo que hoy es Huacareta y San Juan del Piray, se en frentaron a muerte guerreros de dos pueblos ori ginarios: guaraníes que llegaban del sur explo rando nuevos territorios y los aguerridos pitis, que vivían en los márgenes de una corriente con dulces aguas cristalinas. El lamentable resultado fue una gran matanza. Guaraníes con flechas y lanzas y los pitis acompañados de sus mujeres combaten en un espacio encajonado del río. Lue go de largas horas guerreando, la corriente de aguas claras cambia de color tiñéndose de rojo por la sangre de los combatientes caídos. Los vencedores bautizaron este cauce con el nombre de Parapetí (color de los pitis). También se cono ce que en guaraní significa ‘matar’, río asesino o donde la gente se hunde para morir. Al margen de la etimología de esta palabra, los beneficios que nos traen y dejan sus aguas son muchos. Desde tiempos inmemoriales el caudal, a lo lar go de su camino, da vida y belleza en sus riberas, mientras discurre entre importantes pueblos, sin que los pobladores manifiesten el valor ali menticio que les proporciona ni lo hermoso de sus paisajes y playas donde ellos viven.

La historia del río Parapetí se remonta a mucho más allá de fechas que hablan sobre los primeros escritos de esa cuenca pródiga. Más allá de la existencia de varios pueblos que se ali mentaron de sus ricas aguas y que en el devenir de sus vidas desaparecieron como tantos otros, guerreando o simplemente languideciendo; más allá de la llegada de los conquistadores españo les que se embelesaron cuando lo ‘descubrieron’ en su magnitud suprema y lo disfrutaron a su manera hasta que Bolivia recuperó su dignidad de nación libre y soberana; mucho más allá aún de hasta donde pueda alcanzar nuestra ima ginación. A pesar de ese largo tiempo, siguen aquí sus calmas y a veces bravías aguas frente a nosotros nutriéndonos cada segundo de su in alterable transitar; aunque, paradójicamente, la

retribución a esas entregas sin tiempo ni medida son ráfagas de acciones violentas que, conscien te o inconscientemente, lo dañan con la misma rutina de sus entregas.

EL CÍRCULO DE LA VIDA

Son las montañas de Chuquisaca, en el mu nicipio de Azurduy, las que tienen el orgullo de ser el feliz punto de su nacimiento. Delgadas corrientes de aguas cristalinas se deslizan zig zagueantes, gambeteando a las piedras bajo las sombras de especies vegetales lugareñas como nogal, espino blanco, timboi y sauce llorón; se observa desde su tierno origen la riqueza pis cícola en gestación que en su largo transitar se los identifica como sábalos adultos. Sus riberas se alimentan de verdolaga, yerba buena, pastos naturales; es una nutrida naturaleza que acom paña a esa simpática corriente que nada ni nadie osó detener. No solo que humedece los campos, también llega a saciar la sed de aves y muchos cuadrúpedos que, al caer la tarde y muy entrada las noches, llegan a sus correntinas aguas dulces. Las venas se van juntando hasta formar un naciente río que, desde su origen, presagia su futuro vigor; se orienta de norte a sur corriendo por el cañón del cerro Curi hasta cruzarlo de crin a cola dejando una estela de vitalidad; ingresa a los pueblos de San Juan del Piray y Huacareta cortando la serranía de Ibio dirigiéndose hacia el norte pasando campante la cordillera del Ingre. Los sauces lo esperan como si fuese un ritual inclinando sus verdes gajos hasta mojar suave mente sus hojas y alimentar de humedad ramas, troncos y raíces. Sus aguas se mezclan con el caudal del río Bañados, que viene a su encuen tro desde Monteagudo juntando torrentes en el cerro del Incahuasi. Allí es donde se vigorizan sus aguas con un caudal respetable topando con fuerza grandes piedras que aparecen a su paso flanqueados por imponentes farallones; ese es el lugar donde se integran las aguas del río Cañón Verde dividiendo por la mitad la gran serranía Sararenda, cadena montañosa que consagró a Camiri, durante muchas décadas, como el muni cipio generoso que entregó su riqueza petrolera para que Bolivia viva mejor.

Camiri tiene dos referentes naturales: el río Parapetí y la serranía Sararenda; ambos cierran el círculo del agua, el círculo de la vida. Y si el agua es vida y la vida es agua, entonces pode mos concluir que Camiri tendrá vida mientras sus dos vertientes respiren vigorosas y conti núen navegando en la fragancia natural de las aguas que nos dan vida.

Con dirección al naciente hacemos un alto en la visión para observar una pequeña catara ta en una angosta garganta lugar que se conoce

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EN

como ‘El Chorro’ que se encuentra en la parte alta del histórico ‘Pozo Cuatro’, para despejarse en una irregular cadena de milenarios pedre gones, los que parecerían cobrar vida cuando le llega un turbión. Haciendo una gambeta lle ga y pasa por el casi centenario ‘Puente Viejo’, recibiendo más abajo y en tiempo de lluvia las aguas de la quebrada Guapoy, haciendo su in greso a la localidad de Choreti, pasando por la comunidad de Itanambicua, recibiendo tam bién en época de lluvia las aguas de la quebra da de Membirai. Ingresa a Camiri, pueblo noble que saluda con ceremonial muestra de gratitud el torrente que alimenta a miles de sus poblado res tras el curso sereno y a veces bravío de sus aguas que circunda casi íntegro su perímetro territorial. Continúa su recorrido hacia el sur, recibiendo muy cerca las aguas de la quebrada ‘Kaukehuasu’, cuando ésta se halla con turbión. Siempre en la misma dirección y un poco más abajo recibe las aguas de la quebrada de Guai ruy pasando por la comunidad de Guirarapo. Llega saludando con su oleaje señorial y aho ra se dirige, surcando su cauce natural en direc ción al naciente. “La serranía de Tarimacua es la última montaña que despide al Parapetí. Mez clando sus aguas con arenas candentes lenta mente sigue un tramo por los llanos del naciente donde hace una enorme curva hacia el norte y se detiene impotente ante los arenales del ‘Isoso’ (en guaraní quiere decir agua detenida sucesiva mente). Cerca de la comunidad de Kuarirenda se detiene impotente ante grandes médanos; sus aguas pierden contacto con el astro rey y el río es absorbido por las sedientas arenas mientras mi llones de chicharras encaramadas en los troncos de leñosos árboles lloran con su atronador chirri do el entierro del benefactor fluido”.

EN DEFENSA DEL PARAPETÍ

La cuenca del río Parapetí Bajo es el hábi tat histórico contemporáneo y vital del pueblo guaraní-isoseño. Esta cuenca está ubicada en la llanura Chaco-Beniana y es la formación más septentrional del ecosistema chaqueño, cuyas precipitaciones disminuyen conforme se aleja de la formación andina y se aproxima al centro árido del sudeste. El área de los Bañados del Isoso re presenta un nicho de reproducción ictiológica im portante del río Parapetí, que es el eje central de la biosfera. La llanura de la cuenca se caracteriza por tener una de las áreas vegetales más inalteradas de la flora chaqueña, rica en especies de floresta seca neotropical y de fauna con alta densidad de especies pertenecientes a bosques secos.

De su cauce bebemos ávidamente todos los días el agua que nos alimenta dándonos vida y sa lud; también nuestros cuerpos se regocijan cuan

do nos deslizamos en esa corriente de placer que es como recibir un masaje de deidades chaqueñas. Estamos, no quedan dudas, en las orillas de lo que fue el tesoro más grande que la naturaleza nos re galó. Valorarlo en su real dimensión y preservarlo como lo más precisado que tenemos debe consti tuirse en un compromiso impostergable.

A lo largo de sus serpenteantes riberas viven pueblos de hoy y de antes; hombres y mujeres con sus niños y sus abuelos de razas milenarias entrelazados con el mestizaje de otros nuevos tiempos, que no encontraron mejor espacio para transitar sus vidas que cobijarse en el ensueño de un pedazo sideral. No en vano el río Parapetí, jun to a los bañados de Isoso (615.882 hectáreas), es uno de los 8 humedales reconocidos en Bolivia como sitio Ramsar; ecosistema de tierras inunda das en el que sus aguas actúan como controlador del medio, la vida vegetal y animal asociadas a ellos. Es el espacio natural preferido para la repro ducción, crecimiento y alimentación de muchas especies de aves, mamíferos, reptiles y peces. Es el amplio lugar donde decenas de comunidades indígenas pasan sus días disfrutando de este be nigno microclima planetario.

Pese a la providencial naturaleza y la fuerza de las riquezas culturales asentadas desde siempre en sus orillas, una dura realidad empieza a carcomer lo que parecía incólume hasta hace poco tiempo. La historia nos enseñó que, frente a los distintos tipos de amenazas constantes, sólo queda manco munar voluntades y esfuerzos para que nuestras voces suenen fuerte, se multipliquen, repercutan y lleguen a todos los oídos del ancho mundo; hoy merece atención el dedicarle un tiempo preciado, preciso y precioso a proclamar el mensaje de la de fensa de las corrientes y acuíferos del planeta y la del Parapetí en un lugar preferente.

El Parapetí es un cuerpo que empieza a ago nizar, pero duele más el sentir que es una agonía lenta y silenciosa. Antes que ningún otro pueblo, es Camiri quien recibe la peor parte por su alto grado de autocontaminación y otros males que se dieron por obra y desgracia de la degradación am biental, como la extracción de agregados (piedras, arena y ripio) que van dejando al río como un campo de batalla, cuadro que resalta por los da ños irreparables que se observan en varios pun tos de su cauce, favorecidos por campañas que funcionarios de la comuna alientan para recibir a cambio la prebenda que la corrupción alimen ta escurriéndola bajo las mesas y escritorios. La contaminación de sus aguas, con todo tipo de de sechos, es el equivalente a un holocausto nuclear. Se está cometiendo un genocidio y lo peor es que ¡lo estamos permitiendo!

Desde las orillas del Parapetí, Camiri finales de octubre de 2022.

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FOTOS: ARCHIVO

LA MEMORIA POPULAR DE SUCRE

Centro Cultural

La Fortaleza de las Papangas

El lugar se convirtió en una fábrica de hermosos recuerdos familiares, fotografías de las famosas papangas (madre y abuela) que, junto a la de Martha Gómez, refuerzan la presencia matriarca de grandes mujeres chicheras que conservaron recetas y tradiciones populares que hacen de este lugar un sitio de herencia cultural.

Laciudad de Sucre siempre nos rega la historias y lugares impresionantes. Con motivo de la inauguración de la muestra Patrimonio Industrial Mine ro, presentada en la Casa de la Libertad, invitamos a la señora Martha Gómez, una heroica mujer, heredera de un legado popular de sabores y recetas, que ella mantiene viva en el Centro Cul tural La Fortaleza de las Papangas, el mejor repo sitorio de la memoria popular en la ciudad blanca.

En medio de discursos y agradecimientos dis frutamos de una grata conversación sobre la im portancia de su espacio, enfatizando en el rol que tuvieron las chicherías en la vida cotidiana y en las decisiones políticas del país. En estos lugares se expresaba con mayor intensidad la democra cia por la congregación de las clases sociales. Si bien en los sitios donde se vendía la chicha eran propios de los pueblos rurales, estos ingresan a las venas del escenario urbano instalándose en las zonas periféricas de la ciudad de Sucre.

Historias del imaginario popular se cuentan a través de la literatura, muchas novelas, ensa yos, crónicas describen a estos lugares, el mis mo Tristan Marof en su insigne libro, la Ilustre ciudad: Historia de Badulaques (1950) narra: “En la puerta de una casa vieja, de techo bajo, del barrio de San Roque, se oía el gangosear de un armonio y jaleo de manos. (…) en las paredes inscripciones como estas: ¡Viva el 25 de mayo de 1809! En el centro del patio un hermoso ceibo daba sombra a la casa y se transmitía un aspec to amoroso y alegre. (…) El portón de la casa es taba tachonado de clavos góticos de la colonia. Al frente del portón, espaciosa sala de recep ción adornaba de banderines y faroles de color,

anunciaba la fiesta. (…) Lo más sorprendente era el espectáculo social. En medio de artesanos “li brepensadores” y políticos de toda laya, alterna ba juventud de alta sociedad que por la mañana daba lustre a la plaza y por la noche se divertía con cholas, abrazando talvez a sus propias cria das en un ambiente promiscuo y libre”.

Con todos estos argumentos, no podía ser de otra manera, teníamos que visitar La Fortaleza de las Papangas, este Centro Cultural nos daba la oportunidad de acercarnos al mundo de la chi chería, a ese espacio cotidiano de socialización, donde las cholas chicheras se imponen en una sociedad racista y prejuiciosa hacia todo lo que tiene origen campesino, indígena y popular.

ITINERARIO DE LA BUENA CHICHA

Nos dirigimos a la calle Junin 877, a pocos pasos del Comando Departamental de Policías en la Plaza Zudáñez. Ingresar a ese lugar es re troceder en el tiempo, una primera sala con una escenografía típica de una chichería tradicional, las mesas y sillas de color celeste me recuerdan a las historias de Gerardo Rosas el Q’iwa Gerar do, quién encima de las mesas zapateaba al rit mo de la cueca y los bailecitos, emulando a un flamenco criollo, y de repente escucho su voz, el equipo de música tiene de repertorio su famoso bailecito ‘Clavelina deshojada viditay, no derra mes tu semilla, si eres hija de familia…’

Distintos elementos resaltan en la chiche ría, el ataúd con cirios, el juego del sapo, un car tel que dice ‘LA BUENA CHICHA’, y de frente un estante festivo con diversas botellas de colores, distintos elixires preparados con recetas tradi cionales, las mistelas (licores) de distintas frutas (guayaba, tumbo, y otros), el anisado deja sentir su aroma y brilla la presencia del empulado (chi cha embotellada) o como decía el querido Luis

Ríos Quiroga, “el champagne popular”, abrir una botella tiene todo un proceso ritual y un sabor sin igual. Cierra el panorama una vitrola, una guitarra, y fotografías de Sucre y de la mentora, madre y pro pietaria de este sitio bohemio y pícaro.

Un letrero manifiesta Revalorizando nuestra cultura e identidad, siempre estarán presentes Las Papangas.

Martha Gómez y Alfredo Gamón, grandes anfi triones, nos invitan a sentarnos y llega el famoso ‘Melgarejo’, un vaso grande con aproximadamen te un litro de chicha, que en otro tiempo, según nos cuentan, era servido caliente, se colocaba en el mismo vaso un fierro incandescente, según la familia Gómez el resultado de esta alquimia era más nutritivo que un caldo.

Luego de ese recibimiento, lo primero que consul to es sobre la procedencia del nombre ‘Las Papangas’, muy nostálgica comenta, es producto de la vieja tra dición sucrense de apodar a las personas resaltando algún aspecto particular, en este caso hacían referen cia a los aretes que lucían las propietarias, que, se gún escritos, el papango es el fruto verde de la papa que fue relacionado con el tamaño de la pedrería que las cholas de antaño usaban en ocasiones especia les. Martha Gómez recuerda que su mamá fue la úl tima que usó estos aretes de hasta tres papangos en cada lado, eran muy pesados por el oro y piedras, solo usaban en festividades importantes, era en esos mo mentos que la gente reunida al verlas llegar elegantes con sus mejores galas y sus tremendos aretes mur muraban “¡ya vienen las papangas!”.

De allí el origen del nombre ‘Las Papangas’, las anteriores generaciones de la señora Martha insta laron las primeras chicherías en el barrio de Santa Ana, en el callejón de los gatos, fueron dueñas y se ñoras de este recóndito lugar y transmisoras de la sabiduría gastronómica, imagino que alguna vez tuvieron encuentros o grescas con otras chicheras

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famosas de Sucre, como la chunchuna, la tigre sa, la pastita y otras más, que aún están en la me moria popular de Sucre.

CHICHERÍA ARISTOCRÁTICA

Como una caja de sorpresas, nos invitan a visitar un segundo ambiente, que, al abrir una estrecha puerta, se ingresa a un lugar de en sueño, según doña Martha es una “chichería aristocrática”, donde llegaban personalidades, como maestros, ministros, presidentes, hasta obispos acudían a este templo de la buena chi cha. Aún conserva entre sus tesoros un libro tipo Biblia, que Martha nos cuenta como anéc dota, que, en la antigua chichería tradicional de las Papangas, un clérigo acudía habitualmente a servirse un plato de comida y a tomar una ja rrita de chicha, la propietaria recibía los mejo res halagos, ella recibía los cumplidos con gra cia, pero siempre quedaba preocupada, porque veía que el clérigo terminaba rápido la jarra de chicha, un buen día se atreve a decirle… —Padrecito, no debe tomar tan rápido la chicha.

—No te preocupes, hija.

Sonriente se iba con el libro bajo el brazo has ta que un buen día, después de años de frecuen cia, llega el momento de la despedida del país, y va adonde la mujer que lo había atendido tanto tiempo y le había dado los mejores recuerdos y sabores, como prueba de cariño y gratitud, le ob sequia el infaltable libro que llevaba bajo el brazo, se sorprenden cuando descubren que el libro era

hueco, en realidad era una petaca de licor, que en todo ese tiempo fue un recipiente de chicha.

Memorias y recuerdos inundan el lugar, los si llones con telas bordadas, un comedor tallado en madera con cubiertas de las mejores telas, un pia no donde su hijo Jesús Alfredo nos interpreta unas hermosas cuecas y bailecitos tradicionales, algu nas de su creación, pronto dará su concierto como examen para convertirse en músico de conserva torio. Martha nos invita a bailar cuecas y bailecitos, estos ritmos por demás tradicionales que permi tían los encuentros de clases sociales que siempre estaban en disputa y confabulándose, todo como en aquellos tiempos, el salón para nosotros, custo diados por fotografías y trajes de cholas antiguas que dan al lugar un aire de antaño, solo los flashes de las cámaras fotográficas perpetuarán esta visita.

HERENCIA CULTURAL

La visita al Centro Cultural La Fortaleza de las Papangas es obligatorio para conocer la rica gastronomía sucrense. El lugar es una verda dera fortaleza donde se protege y conserva la memoria, es vigilante a las posibles pérdidas de saberes, está siempre alerta para levantar la voz ante la ausencia. El lugar se convirtió en una fábrica de hermosos recuerdos familiares, fotografías de las famosas papangas (madre y abuela) que junto a la de Martha Gómez refuer zan la presencia matriarca de grandes mujeres chicheras que conservaron recetas y tradicio nes populares que hacen del lugar un sitio de

herencia cultural, testimonio de la época de oro de las chicherías, una industria popular que nutrió la economía de la ciudad.

La última visita fue con el presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Boli via, don Luis Oporto, quien disfrutó de estas his torias degustando un delicioso sándwich de en rollado y un escabeche de patitas acompañado de ricas mistelas. Martha lo invitó al habitual re corrido que incluía el baile de salón y, ¡sorpresa!, revivimos el juego del sapo, un juego de antaño donde participan varias personas, cada jugador lanza los tejos (fichas o moneda) consecutiva mente, una vez terminado su turno se procede a contabilizar el puntaje alcanzado, así sucesiva mente, en medio de risas y expresiones de satis facción nos deleitamos, hasta que don Luis logra ingresar el tejo en la boca del Sapo, todas y todos gritamos: ¡Sapo! Señal que concluye el juego.

Martha Gómez, en un efusivo grito, brinda por la buena suerte, es la primera vez que se logra esta hazaña en La Fortaleza de las Papangas, muy feliz continúa contándonos sus proyectos, reconocemos que se trata de un último reducto de la legítima cul tura popular que se encuentra en franco proceso de extinción en la ciudad de Sucre. Martha no se queda ahí, tiene un ambicioso proyecto cultural y turístico que es poner en valor la zona de Santa Ana, ofertan do paseos y estadía vivencial en este hermoso ba rrio, gran aporte para su querida ciudad.

Nos despedimos con un ¡¡¡Salud, pronto vol veremos, Fortaleza de las Papangas!!!

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David Aruquipa. Martha Gómez y su mamá María Luz Gómez.

PROMUEVE SITIOS Y ATRACTIVOS DE LA REGIÓN

Relato de 28 años de la carrera de Turismo en Uyuni

Ivert Elvis Fuertes Callapino (*) (**)

Uyuni, la ciudad con tradición fe rroviaria, durante la primera dé cada del año 1990 comenzó a vi vir el ocaso de esa actividad. Sin embargo, los primeros turistas quedaban fascinados con el aún poco cono cido salar de Uyuni, de hecho, el año 1995, la Reserva Eduardo Abaroa apenas registró 4.859 visitantes, un número ínfimo al que ahora sue le registrar la flamante carrera de Turismo que nació en la ciudad de Potosí el 26 de junio de 1987, bajo el denominativo de Técnico Supe rior Guía de Turismo (según destaca la Resolu ción Nº 35/87 del Consejo Universitario).

La decana de la Facultad de Ciencias So ciales y Humanísticas de la Universidad Au tónoma Tomás Frías (UATF), Teodosia Gon zales Choque, indica que un 18 de octubre de 1994 iniciaron las actividades académicas de los cursos de Extensión Libre Turismo e In glés. Gonzales y Guido Ballivián Delgado se consolidaron como los primeros docentes de esta unidad académica.

“Llegamos a Uyuni, y al día siguiente ini ciamos la interrelación con los estudiantes, primero eran cursos, pero después se solicitó que Turismo sea una carrera. Ese año la mo dalidad era cíclica, es decir, se inscribían y te nían que concluir sus estudios a nivel de téc nico superior”, menciona Gonzales.

LAS PRIMERAS PROMOCIONES

En 1997 salió la primera promoción de egre sados a nivel técnico superior, sin embargo el hito que marcó la historia de esta insti tución fue el proyecto que el equipo do cente presentó a la carrera de Turismo de

la Villa Imperial, para que la denominada sub sede pueda formar profesionales a nivel licen ciatura, un trámite que duró alrededor de tres años. El 2000 fue aceptada la propuesta y al año siguiente fueron cinco graduados.

La responsable académica de esta carrera, Jhovana Maly García Condori, recuerda que es tuvo junto a los flamantes titulados de la pri mera promoción, entre los que nombra a Eu ler Osvaldo Lázaro Bello, Marcela Maldonado Oros, Santusa Nina Choque y Anacleto Copa.

LA FALTA DE INFRAESTRUCTURA

El mayor problema de esta unidad acadé mica, desde su creación, fue la falta de un in mueble propio, Gonzales recuerda que, pese a compromisos de autoridades locales de proporcionar un inmueble a esa carrera, no obtuvieron respuesta.

Entre 1995 y 1997 se otorgaron ambientes del sindicato de ferroviarios, pero estos eran constantemente ocupados por reuniones del gremio, ello derivó a que docentes y estu diantes soliciten otros predios ya que, poco tiempo después, el sindicato los desalojó y dejó en la calle a la flamante carrera.

Gonzales recuerda que ese año fue tan di fícil que se llegó a pasar clases por más de un mes en el kiosco de la plaza Arce, eso motivó a que los estudiantes tomaran por la fuerza el inmueble del Banco del Estado, ya que no había predisposición por parte de las autori dades uyunenses de dar solución al tema.

Este hecho ocasionó que el entonces rector de la Universidad Autónoma Tomas Frías, Abdón Sosa, y el vicerrector Gonza lo Pool amenacen con que la casa superior de estudios se retiraba de Uyuni. El peregri naje permitió que varias instituciones ofre cieran sus infraestructuras, entre ellas el ex

Banco Minero, ex Correos, un ambiente en la Avenida Ferroviaria, otro en plaza Arce. Pool decidió tomar el ex Banco Minero. El inmueble es testigo, hasta hoy, del proce so de formación de los estudiantes de la re gión sudoeste de Potosí, quienes testifican el 28 aniversario de la carrera de Turismo, sede Uyuni de la UATF.

(*) Es socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí – SIHP.

(**) Es docente universitario de la Universidad Autónoma To más Frías - UATF.

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En 1994, un grupo de jóvenes inquietos guiados por decididos profesionales inició las actividades académicas en una de las regiones más atractivas del país. Pese a la falta de ambientes, hoy continúan impulsando el desarrollo de Potosí.

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