DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2022
AÑO 2 - N°52
Una batalla contra la modernidad
Títeres, donde ganan los que pierden Pág. 5 La chiwka, el juego de la resurrección de Cristo
La ‘aristocracia’ en Nietzsche y la actualidad
Las heroicas mujeres en la Guerra del Pacífico
Pág. 4
Págs. 6-7
Págs. 2-3
2
DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2022
SUS ROLES ERAN DIVERSOS
Las heroicas mujeres en la Guerra del Pacífico Las ‘rabonas’ bolivianas acompañaron a los hombres al frente de batalla. Otro grupo de mujeres participó en el frente de guerra cumpliendo tareas en las ambulancias del Ejército, entre ellas destaca la figura de Ignacia Zeballos. Luis Oporto Ordóñez
Paralelo al curso de la guerra, el Obispo Juan de Dios Bosque, primer presidente de la Cruz Roja Boliviana, organizó a las matronas de La Paz para reunir insumos para equipar las Ambulancias y bordaron un estandarte para el cuerpo y los enviaron al frente de guerra.
N
ta Ana procedentes de Italia, el 20 de enero de 1879, para atender a los heridos. “Por un rasgo de exquisita delicadeza, las señoras de la ambulancia “Arequipa” recibieron a nuestros heridos en las camas que de antemano les tenían preparadas. A la mañana siguiente, después de ayudar a la curación, procedieron a distribuirles la dieta y el vino obsequiado por el señor Valdez y a alistarlos del mejor modo posible para la continuación de nuestra marcha”. Dalence recogió los nombres de Andrea Rioja de Bilbao, Ana M. de Dalence, María N. vda. de Meza y su hija Mercedes, que integraron el cuerpo de ambulancias, atendiendo a heridos, tomando a su cuenta “la lencería, la inspección de cocina y el aseo general de la ambulancia”. Vicenta Paredes Mier y Rosaura Rodríguez, llegaron desde Tocopilla luego de la invasión chilena, y pidieron ser enroladas en la ambulancia, siendo comisionadas como inspectora de cocina y cocinera respectivamente.
IGNACIA ZEBALLOS Entre ese puñado de mujeres descolló la cruceña Ignacia Zeballos Taborga, quien llegó hasta
el frente de guerra, para enrolarse como hermana de la ambulancia sedentaria y después fue transferida a la tercera ambulancia peruana. Su biografía es épica. Nació en La Enconada, Santa Cruz, municipio de Warnes, el 27 de junio de 1831. Contrajo matrimonio en dos ocasiones, enviudó en ambos casos. Luego del fallecimiento de su segundo marido, se trasladó a la ciudad de La Paz y se dedicó al oficio de costurera. En torno a su figura, se entrelaza la historia y la leyenda. La historia documentada señala que Ignacia Zeballos residía en Puno cuando decidió acudir al llamado de la Patria. Su testimonio es revelador. El 10 de septiembre de 1880, le escribe al presidente Narciso Campero. “Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”. Ignacia Zeballos había servido a la ambulancia del Ejército durante más de un año y medio, seis meses como voluntaria, tiempo que dejó un tesoro preciado en la ciudad peruana: “al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”. El intendente de Policía, César Sevilla, entregó la suma con
Ignacia Zeballos
anticipación. El presidente Campero, el 13 de septiembre de 1880, instruyó: “páguese por la caja nacional la suma de doscientos cuarenta bolivianos, a buena cuenta de los haberes que ha devengado”. La orden, luego fue endosada a Lindaura Anzoátegui de Campero quien reembolsó al Intendente de Policía, la suma en efectivo, el 18 de ese mes. La certidumbre histórica de su propio testimonio revela tres hechos hasta hoy desconocidos: a) Que en la época de la invasión del Litoral, residía en Puno (Perú); b) Que tenía una hija tierna, producto de su segundo matrimonio; y c) Que se identificaba como “viuda de Blan”.
LA ‘RABONA’: AGUERRIDA COMPAÑERA, ESPÍA TEMERARIA Y CARIÑOSA MANCEBA En Bolivia, las ‘rabonas’ bolivianas acompañaron a sus hombres al frente de batalla. Otro grupo de mujeres participó en el frente de guerra cumpliendo tareas en las ambulancias del Ejército, entre ellas destaca la figura de Ignacia Zeballos. La valiente y temeraria actuación de la niña Genoveva Ríos, rescató la tricolor nacional, en un heroico episodio. Finalmente, ante la ausencia forzada de los hombres, en el interior de la República, miles de mujeres quedaron a cargo del hogar y tomaron bajo su responsabilidad la organización de kermeses para la recaudación de fondos y trabajos de beneficencia. ¿Quiénes eran aquellas mujeres aguerridas, llamadas despectivamente ‘rabonas’? Joaquín de Lemoine, la caracteriza como “una mestiza, baja de estatura, de formas turgentes, facciones incorrectas, tez cobriza, cabellera de ébano, cortada al nivel de la nuca, y de tal modo desgreñada que suele cubrir su rostro pálido, ajado, como el velo de la viudedad, de la inocencia”, cuya vestimenta era muy llamativa: “azul, acampanada y corta pollera de bayeta, rebociño rojo, sostenido en el hombro por un topo (prendedor) de bronce;
DIRECTOR Marco Antonio Santivañez Soria
EDITOR DE CRÓNICAS Javier H. Mancilla Luna
CORRECCIÓN José Antonio Orellana Carpio
Redes Sociales
EDITOR GENERAL Javier H. Mancilla Luna
COLABORARON: Luis Oporto Ordóñez Claudio Sanchez Ernesto Flores Meruvia Ivert Elvis Fuertes Callapino Estéfani Huiza Fernández Grober Loredo
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo
www.ahoraelpueblo.bo La Paz-Bolivia Calle Potosí, esquina Ayacucho N° 1220 Zona Central, La Paz Teléfono: 2902587
FOTOGRAFÍA Jorge Mamani Karita
3
pañuelo de vivísimo color envuelto en la cabeza a la manera de un turbante turco o de coiffure de campesina napolitana; zapatilla rebajada”. Se transportaban siguiendo a sus hombres, destinados a la carrera militar por largos años, algunos de por vida: “allá van cabalgadas en acémilas y asnos, llevando pendientes, tanto por detrás y por delante, como por uno y otro costado, útiles de cocina, comestibles, arreos harapientos de viaje, un niño de pechos a la espalda, un kepi en la cabeza, un fusil en la maleta, una fornitura en la cintura o una bayoneta en la mano”. Sus roles eran diversos. Servían como espías, haciendo labor de inteligencia, para advertir a su hombre de su destino, pero sobretodo, para atenderlo en su necesidad: “Han sido las primeras en saber el orden del día (...) Pero de lo que sí se cuidan es de tomar la delantera a las fuerzas militares, para esperar cada una su soldado respectivo en la jornada, con el desayuno formado de cuanto han podido plagiar en el camino. Rateras de oficio. Si se han demorado en la tarea, el soldado las castiga a golpes de sable, o si han andado listas, les da por premio su enfurruñado silencio. Semeja a la negra esclava bajo el látigo del amo (...) Al primer toque de corneta continúa el ejército su marcha. La mujer besa la mano de su adorado tormento, y sigue tras él”. Eran, también, mancebas, amantes dispuestas a todo, prestas a saciar escondidos deseos en el vivac: “acurrucadas en el suelo, la cabeza empolvada, forman abigarrados grupos en torno de fogatas. Aquí un pabellón de armas; allí el cuadro que forma una banda de música tocando un aire militar a la luz de unos cuantos faroles, más allá un grupo de banderas. Enjambre de carpas distribuidas sin simetría. Los fogariles se apagan, y la oscuridad los reemplaza. Al toque del tambor batiente, el silencio desaloja al bullicio. La multitud (hombres y mujeres) revuelta se refugia bajo las alas del sueño, es un harem al aire libre, un serrallo sin eunucos. Y en premio de ello, si el rapto fue el principio de su amor, el abandono será el fin”.
VIUDAS DE POS - GUERRA Y MUJERES DE LA ÉLITE Hilaria Trujillo, vecina de Potosí, esposa del sargento 1° David Pardo del Batallón “Sucre” 2° de Línea,
acompañó a su marido y lo asistió en el combate del Alto de la Alianza, donde aquel perdió la vida. La viuda se refugió en La Paz, donde llegó venciendo el desierto, e imploró mediante carta de 8 de julio de 1880, dirigida al ministro de Guerra, Belisario Salinas, “se le pague los sueldos devengados de su marido de los meses de marzo, abril y mayo”. El Ministro le pidió que demostrara su condición y ella identificó y rogó a los jefes del sargento Pardo que atestiguaran. Dignos militares declararon por escrito: “éste combatió en el Alto de la Alianza donde lo vio muerto tendido en el suelo. Hilaria Trujillo lo ha acompañado en toda la campaña y vivían hace muchos años ilícitamente, le consta que ésta es pobre y sin recursos de ninguna clase, y al mismo tiempo forastera y le consta que estuvo impago por sus haberes últimos”. Luciana Lastra, natural de Potosí, viuda del cadete César Pimentel, acudió al Ministro de Guerra el 3 de julio de 1880, para solicitarle el pago de sueldos devengados de los meses de marzo, abril y mayo, afirmando que: “después de cinco años de servicio ininterrumpido a la Patria [el cadete César Pimentel] ha muerto en el combate que hubo lugar el 26 de mayo último en el campo de la Alianza, dejándome a mí en lejanas tierras y sin amparo alguno”. El comandante Ayoroa, suscribe el 9 de julio, que: “es justo el reclamo que hace la mujer de César Pimentel que murió en defensa de la Patria”. El sargento 2° Felipe Núñez, afirma que “la presentante lo ha acompañado al finado durante toda la campaña y en ella ha tenido dos hijos menores de edad”, hecho que el cura rector de la Catedral, presbítero Marcelino Ortiz, expide los certificados de bautismo de Mariano y Enrique. Ante la falta de respuesta, Luciana Lastra acude al presidente Narciso Campero. Con insensibilidad innombrable, el ministro Belisario Salinas, el 10 de agosto, “ordena que la ocurrente se haga discernir el cargo de curadora de menores”. La mujer acude al Juez Instructor, quien le otorga la calidad de curadora de menores. Finalmente, el presidente
Campero ordena a la caja nacional se pague “el valor que arroja la liquidación”, el 15 de septiembre de 1880. Luciana Lastra, al igual que otras viudas de guerra, cobró la ínfima suma de 18.40 Bs. Las esposas de los comandantes cobraban la tercera parte de los haberes de sus esposos, de manera expedita, como Adelaida de Camacho que recibió 80 Bs., o Paula Prieto, madre del comandante José Ruiz, a la que se autorizó entregar la suma de 150 Bs. El caso de Casimiro Corral, ministro plenipotenciario en Ecuador es ilustrativo, pues se le autorizó entregar a su esposa la suma de 100 Bs. mensuales.
LUJO Y BOATO EN MEDIO DEL DRAMA En esos álgidos y turbulentos meses, luego de la derrota del Ejército Unido en el Campo de la Alianza, la poetisa Lindaura Anzoátegui, esposa del presidente Narciso Campero, se enfrascó en la remodelación del Palacio Quemado, que se encontraba en deplorable condición, adquiriendo enseres por Bs. 713.20, todo perfectamente documentado: “64 varas de tripe rizado (papel de pared), catre de fierro sin toldillo ni parrilla, otro ancho corona de metal, dos lavatorios de metal, dos cancel (uno de salón), cuatro caballetes y una tinajera, tres mesas de cabecera, una tetera de plaqué, 17 varas de género adamascado para mantel y servilletas, platos, copitas, vasos para agua, copas para vino (y otras, finas), tazas para caldo, para té, para café, frascos para agua, cuchillos, tenedores, cucharas, cucharillas y dos charolas….”. Acudió a casas importadoras en La Paz y contrató servicios de selectos artesanos: “El pintor Manuel Gálvez, los cerrajeros Carmelo Gutiérrez y Donato Calatayud, los carpinteros Antonio Osorio y Andrés Velásquez y el maestro albañil Vicente Herrera”. El atribulado Presidente se vio en la necesidad de ordenar a la caja nacional el pago con la partida 9, del presupuesto general”, “Cuentas y comprobantes de los gastos extraordinarios de Palacio”, es decir, “gastos reservados”. Fue una guerra en la que la mujer de campaña, la rabona, fue sometida a trato humillante, tanto en el campo de batalla como en la ciudad de La Paz. Similar trato recibieron las mujeres de las ambulancias del Ejército. Las mujeres de la élite percibían toda clase de beneficios. La esposa del Presidente, la poetisa Lindaura Anzoátegui de Campero, mostró una insensibilidad hacia sus congéneres y dedicó sus esfuerzos a atender cosas superfluas, banales.
4
DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2022
TRADICIÓN ANCESTRAL DE POTOSÍ
La chiwka, el juego de la resurrección de Cristo Para desarrollar ese juego, que es parecido al hockey, se conforman dos bandos o equipos que se denominan los ‘ura kantus’ y los ‘pata kantus’ que representan a las dos zonas urbanas del municipio de Sacaca. Ivert Elvis Fuertes Callapino
Dentro del calendario litúrgico de la Iglesia católica, uno de los momentos o celebraciones religiosas más importantes es la fiesta de la Pascua que se celebra en el valle de Sacaca, Potosí. En ella resalta una manifestación singular al que sus habitantes llaman el juego de la chiwka.
L
a actividad es una costumbre antiquísima que, sin duda, es una expresión que otorga identidad cultural a los habitantes de esa localidad, aglomera a gran cantidad de residentes sacaqueños que arriban anualmente en ocasión de participar en la ‘chiwkeada’ hasta la ‘capital del agua dulce’ como es denominada por sus habitantes, ya que por sus calles corre el agua por acequias o canales pequeños. Durante la Semana Santa, todas las madrugadas, los sacaqueños ascienden a la quebrada Kimsa Falsuri, lugar donde se encuentra abundante agua natural, los habitantes ascienden desde las 3 hasta las 7 de la mañana, en busca del agua sagrada, se cree que durante esos días el agua ha sido bendecida y de hecho lo comparan como si se tratara de la sangre de Cristo, con este elemento elaboran sus alimentos del día, asimismo, en el camino, recogen algunas yerbas benignas con las que también elaboran las comidas del día.
EL JUEGO DE LA CHIWKA La chiwka es un juego típico de la Pascua en Sacaca. Jacinto Aldaba Mateo, responsable de Deportes, Cultura y Turismo del gobierno autónomo municipal de Sacaca, menciona que es una costumbre cuya data se desconoce. “Antes se empezaba a jugar desde el miércoles de ceniza, todas las noches los jóvenes practicaban para jugar en la Pascua, las calles se convertían en espacios donde los jóvenes entrenaban este juego, ahora un poco se ha perdido eso” indica. La chiwka es una especie de rastrillo curveado que se emplea para golpear una pelota de madera llamada la ‘mocha’, que es básicamente la raíz de un arbusto denominado ‘yanka o ajra wayu’ (una planta silvestre espinosa que es oriunda de esa región). Para desarrollar ese juego, se conforman dos bandos o equipos que se denominan los ‘ura kantus’ y los ‘pata kantus’; los uras conforman dos zonas del área urbana de Sacaca, la zona Miraflores y Waca Wayk’u por un lado (patas), y la zona de San Isidro y Yuraq Yuraq (uras) por otro, ambos juegan durante la tarde y la noche del Domingo de Pascua.
El juego es algo parecido al hockey, se emplean palabras que hacen referencia a que el equipo debe hacer determinadas jugadas o acciones durante el partido ‘muskhi, muskhi’ gritan los contrincantes una palabra que en el juego significa quitar el balón al adversario, o ‘puestos, puestos’, que significa que el público y los jugadores deben tener precaución, porque quien tiene la posesión del balón realizará una jugada que puede lastimar a alguien si es que el objeto golpea a la persona. La vestimenta que emplean los rivales en el juego de la chiwka, es casual, aunque todos llevan unas botas de goma para protegerse los pies, no hay una indumentaria específica, durante los últimos años el municipio innovó al entregar casacas rojas a los patas y azules a los uras para diferenciarlos. El juego es originario del poblado de Sacaca, no suele practicarse en las demás comunidades del municipio; son alrededor de 30 jugadores de cada grupo quienes practican el deporte, vale decir que alrededor de 60 jugadores se enfrentan en la tradicional calle Comercio de Sacaca ubicado en la zona de Miraflores, que es escenario donde se practica este deporte. No existe límite de tiempo para el juego, de hecho, la manifestación puede realizarse durante varias horas, hasta que uno de ellos recibe un revés por parte del contrincante, la intención de todo el juego, es que los adversarios deben dirigir el balón hasta un punto donde deben dar la vuelta la pelota; los uras deben hacerlo por las calles Uncía, Tarija y Comercio, mientras que sus rivales por las calles Comercio, Tarija y Uncía, vale decir, en sentido contrario. Pero, ¿qué implicancia tiene este juego con la celebración de la Pascua?, el profesor René Aguilar Ledezma menciona que este juego busca el encuentro de los uras y los patas. El escenario del encuentro se ubica en la esquina de las calles Comercio y Uncía
donde se permite demostrar una interrelación entre ambos grupos; al coincidir con la fiesta de la Pascua, la chiwka es un juego que demuestra la alegría y el regocijo de los habitantes de Sacaca por la resurrección de Jesucristo, y lo demuestran con esa manifestación, puesto que el juego expone la celebración y júbilo del bando ganador. Los habitantes celebran consumiendo la tradicional bebida, la chicha. El tradicional juego de la chiwka fue declarado Patrimonio Cultural y Turístico del departamento de Potosí, por Ley N° 036 del 05 de septiembre de 2012, para reconocer los elementos más relevantes de este juego.
¿CÓMO LLEGAR A SACACA? Sacaca es la capital de la provincia Alonso de Ibáñez del departamento de Potosí; si quiere arribar a la localidad debe viajar a Oruro, puede tomar un bus o minibús de la Calle Tarapacá entre Av. del Ejército y Ayacucho de esa ciudad. Son tres sindicatos de transporte que recorren desde Oruro hasta Sacaca; el Sind. Mixto de Minibuses “25 de Agosto”, Sind. Mixto “26 de Marzo” y el Bus Mix Bustillos; los minibuses parten en cuanto el vehículo se llena, el pasaje tiene un costo de 20 Bs., mientras que los buses sólo parten en la noche y el costo del pasaje es de 15 Bs. Sacaca se encuentra a 106 km de Oruro, el camino que recorre a la capital del agua dulce es el que pasa por la fundición de Vinto, Sepulturas, Cala Cala y el municipio de Bolívar, en el lugar se puede pernoctar en alojamientos modestos, existen varios locales donde se
5
UNA BATALLA CONTRA LA MODERNIDAD
Títeres, donde ganan los que pierden “Señora, señor —decía un títere invitando a la última función— no pierda la oportunidad de compartir con sus hijos las más bonitas historias en el teatro de títeres”. Mientras duró la función, los ojos de esas mujeres abandonaron la duda y brillaron… mirando a sus wawas que se habían transportado a otros mundos. Grober Loredo
Los entrañables títeres, esas figuras grotescas que en sus historias asumen el papel de personajes avaros, codiciosos, ingenuos, encantadores, malandrines, poetas, farsantes o antihéroes; los mismos que hicieron vibrar a decenas de generaciones en todos los confines del planeta.
L
os titiriteros, bohemios o no tanto, los aprendices de brujo, los fracasados en la vida real, pero reivindicados en la convención del retablo, los que a través de cualquier triquiñuela le daban la victoria al más débil o se tomaban la justicia en sus manos, esos que tenían y tienen la osadía de mostrar en sus farsas la utopía realizada, granjeándose el odio real de los poderosos; los mismos que debían -y aún debenaceptar cabizbajos su gentilicio como insulto: ¡titiritero! Esos, títeres y titiriteros en nuestro país, habían perdido batalla tras batalla. Primero frente al cine que irrumpió con fuerza en las ciudades y los centros mineros — desde principios y buena parte del siglo XX—, donde alguna experiencia titiritesca había logrado germinar. Después ante la televisión —a partir de los años 70— que “trajo el entretenimiento al hogar” e indujo al abandono del tiempo compartido en comunidad. Más recientemente, frente a las nuevas tecnologías que acercaron a cada individuo “la posibilidad de disfrutarlo todo… solo”. En definitiva, los títeres perdieron la batalla ante la “modernidad”. Pero si de batallas se trata, ¿dónde están los rastros de dichos enfrentamientos? ¿Dónde quedaron registrados los caídos, los heridos, los desaparecidos? ¿Hay un memorial acaso o siquiera un epitafio?
Es que uno —por lo menos siendo titiritero de acá— necesita venir de alguna parte, tener raíces profundas, enorgullecerse de los que precedieron sus pasos y, a partir de una seña, un dato aislado, una referencia, se imagina un pasado glorioso, idealiza a sus protagonistas y convierte a los hechos irrelevantes en epopeya. Y en verdad el pasado suele ser más común, y pedir gloria a los que ya se fueron es un despropósito. Qué tal entonces si, mientras alguien se sumerge en archivos y hemerotecas buscando las piezas que nos permitan armar el rompecabezas de nuestra historia, asumimos la humilde responsabilidad de dejar un legado para los que vendrán. Aun sea un legado sin gloria. De esta manera en el futuro podrá leerse, en algún pasquín virtual, que en 2003 los titiriteros con sus títeres se tomaron un parque por asalto; que, antes de que vinieran las bestias a desalojarlos, descubrieron una duda profunda en los ojos de las abuelas, de las jóvenes parejas, de madres solas que pasaban la
tarde con sus hijos o nietos: “¿Después qué?”. Claro, el parque no era un lugar de recreo para los niños (re-creo, creo de nuevo, invento), sino una escuela del consumo desenfrenado: gaseosas transnacionales, caramelos de contrabando, helados del otro lado de la frontera, chorizos nativos, etc. “¿Después qué?”. “Señora, señor —decía un títere invitando a la última función— no pierda la oportunidad de compartir con sus hijos las más bonitas historias en el teatro de títeres”. Mientras duró la función, los ojos de esas mujeres abandonaron la duda y brillaron… mirando a sus wawas que se habían transportado a otros mundos. Que títeres y titiriteros perdimos muchas batallas, es posible que sea cierto, pero todavía quedan muchas batallas por dar, al menos ese fue el compromiso que asumimos esa noche del 15 de julio de 2002, cuando en familia tomamos la decisión de dedicarle nuestra vida a los títeres, para darle a la Patria un arte digno para su infancia.
6
DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2022
EL MODERNO SEÑOR ESCLAVO
La ‘aristocracia’ en Nietzsche y la actualidad El ser humano actual, desde que nace, está casi condenado a ser ordinario, a ser común en un mundo de comunes. Supuestamente todos pueden ser todo. Dice que lo importante es ser feliz y nada más. Ernesto Flores Meruvia
Mucho se habla sobre el concepto de “aristocracia” nietzscheana entre los filósofos y los no filósofos. ¡Es más!, muchos creen trabajarla. Y como todo aquello que se suele pronunciar con facilidad, también ahí, en esa posible metida de pata, acostumbra reinar la vaguedad. Por otra parte, hemos de considerar cuánta importancia tiene este concepto en nuestros días, y con ello, inevitablemente abordaremos la transformación que ha sufrido el mismo. De ahora en adelante, las referencias sobre la aristocracia o todo lo relacionado a ella se las tratara dentro del espectro filosófico de Friedrich Nietzsche.
S
e sabe que las clases o jerarquías siguen vigentes al día de hoy. También se sabe que el juego jerárquico sigue efectuándose con vistas a seguir en tal rumbo. Existe pues en la sociedad ese anhelo de “ascender”, una ansiedad por escalar de clase; sea por las razones que fuesen. Por lo que bien podríamos afirmar que
la idea de “pathos de la distancia” no se ha perdido en lo absoluto. El apetito meramente material por un trecho notable entre “tú o ellos” y “yo o nosotros” sigue vigente. Ahora bien, para manifestar el afán por ese alejamiento en el correcto sentido aristocrático es necesaria la claridad del “pathos misterioso”. ¡Clarividencia interna!, en este punto se requiere eso. Si los yerros se exponen es porque se ha omitido el sentido interno de la diferenciación humana. ¿Acaso el hombre de hoy busca ampliar constantemente su alma? ¿Se pesquisa estados más elevados? ¿Existe una búsqueda por la autosuperación del hombre? ¿Hay para el ser humano de hoy, algo sobremoral? ¿Se presenta acaso una función moral propia que se sobreponga a lo que, cotidianamente, se acepta de forma banal? ¿En el hombre actual reside algo que vaya más allá del bien y del mal? ¿De verdad será que el hombre moderno indaga sobre estos asuntos? ¿Será? La respuesta es… Eh aquí la clave. Lo que se indaga para elevarse no es la fortaleza física, sino la psíquica. ¡Incluso algo mucho más profundo! Por esa ineptitud espiritual, por esa mediocridad al momento de pesquisar adentro, la aristocracia de hoy se asemeja cada vez más a la plebe de ayer. Lo fundamental en el concepto no es pues meramente su sentido o su función, sino que ella debe ser, empero, la justificación de ambas. Eso es lo que le brinda el carácter bueno y saludable. Así, en cuanto el hombre aprenda a crear valores consecuentes y al mismo tiempo causales a su con-
texto individual, es decir, de acuerdo a lo que se efectúe como perjudicial o benéfico para él, es pues cuando habrá adquirido la “moral de señores”; para este proceso se requerirá un sentido “elevado”, ya será imprescindible aquel pathos misterioso. Por el contrario, la “moral de esclavos” será propia de los hombres incapaces de este desarrollo. Comprendida la diferencia, debemos rendir consciencia de quién define entonces los valores de aquellos que correspondan a la segunda moral. Si un cuerpo social crea los valores y el otro los acepta, este segundo terminará pues asumiendo los primeros. Además de la asimilación casi automática y natural, ¿Qué otra labor ha de cumplir el segundo cuerpo social y para quién o respecto a quién? Podrían existir dos respuestas, la primera: para sí mismos, y la segunda: para los hombres de la moral de señores (aristocracia). Para la primera, la tarea podría ser cualquiera, según el beneficio que se desee alcanzar; una cuestión que Nietzsche no respondió. Para él, el quehacer de los hombres de la moral de esclavos se regía siempre en correspondencia a los seres superiores. Gracias a la “voluntad de poder”, que es la esencia de la vida misma, era obvio que las funciones “plebeyas” se redujesen en dirección a los que contenga más avivado el instinto de la voluntad de poder, “los hombres elevados”. Para el filósofo alemán, de esto se sigue que la explotación es algo justificado y que la tarea única de la sociedad es ejercer su existencia a manera de
7
armazón o de apoyo para el grupo selecto de hombres que son potencialmente capaces de elevarse. Eh ahí el nombre de “moral de esclavos”, que también podría ser: “moral de la utilidad”. Algo curioso es que, de ser esta labor imprescindible, ambos grupos seguirían una relación dialéctica de mutua dependencia, un relacionamiento recíproco. Para muchos, seguramente esto último les suena bastante. Nos podemos dar cuenta que, cuanto entendemos comúnmente como aristocracia y cuanto hay en ella como un concepto en la filosofía de Friedrich Nietzsche, existe una muy significativa diferencia. Ahora bien, vamos a pasar a hablar en términos comunes, contrastando los caracteres que hacen la idea actual de aristocracia una verdadera mofa de mal gusto a lo anteriormente explicado. Ya que la palabra ha sido puesta; ¡hablemos pues de gustos! Porque el “buen gusto” forma parte aquello que causa esa brecha mencionada con anterioridad. Esa es una virtud, abarcadora de otras, que el hombre superior ha de poseer. Empezando su aplicación al arte. Nos detendremos por un momento a pensar, específicamente el caso de la música, si es que la diversidad de gustos musicales responde necesariamente a una división jerárquica. ¡Para nada! ¿O es que acaso todavía no nos damos cuenta de que todo el mundo pareciera encantarse con la misma música? El deseo por tener más en común es en parte el culpable, ¡el terrible consumismo! ¿Cómo es posible cosificar algo tan humano y sobrehumano a su vez, cómo es el arte? ¡Pero que osadía tan estulta! Ese deseo es pues para el aristocrático nietzscheano, algo de pésimo gusto. No hay un criterio con el cual elaborar juicios de valor para con el arte, simplemente es algo que sigue la conducta de un superfluo rebaño. En ese sentido, no existe una creación y, por tanto, no hay tal elevación del hombre. Creo que este ejemplo es suficiente para darse a la idea respecto a otros aspectos similares; en todos ellos reside el problema de algo así como una “religiosa aceptación”, no se presenta siquiera la más mínima señal del cuestionamiento ni de subversión. Pareciera ser que la
Ahora en cambio, vemos que cuestiones modernidad se pinta lánguida, sin acicates ni absurdas, que más materiales no podrían esperanzas, larga y duradera, como un sendero ser, son las que forman tal capital económipantanoso siempre estático: ¡un verdadero paraíso de la pereza! co. No hace falta ejemplificar en esta parte, ni ¿Y entonces, en qué se basa el sentido aristoentrar en detalles. Ahora todo es: “cuánto tiecrático moderno? ¿Qué es lo que da vigencia a nes y te diré quién eres” o, dicho de otra forma: “cuánto cuestas es cuanto vales”. Un crital término? A saber, los parámetros con los cuales se realiza la clasificación social y por los cuaterio lamentable y por demás absurdo, para les aflora una jerarquización, son en su mayoría dar sentido al termino aristocracia de adjetivos iguales o peores. Es como si se tratara de económicos. Podríamos puntualizar también un fuego artificial. Cada chispa de la cola bota algunos aspectos raciales, religiosos y culturales que juegan determinantemente en algunos mediocridad. Pinta que al final el espectáculo es atroz. ¡Ni hablar del capital racial! Pues casos sociales, pero por ser de menor incidencia no las trataremos aquí. Concentrándonos en quien ha leído verdaderamente a Nietzsche aquello que, al fin y al cabo, termina por ser el sabe de los halagos realizados a los mismísimos judíos en “Pueblos y patrias”. He elemento principal de tal tipificación humana, el capital económico es, sin luahí cuando podemos deducir que gar a dudas, el metro con el cual ni su propia hermana Elisabeth se mide a las sociedades. Esta tuvo la buena voluntad de entenderlo, o quizá sí, y justaverdad es tan evidente que mente habría omitido eso se reafirma constantemente en los procesos cotidiapara sus antojos políticos. nos y en las circunstancias El ser humano actual, en las cuales tales procedesde que nace, está casi sos se efectúan: desde la condenado a ser ordinario, a ser común en un alimentación, por ejemplo. mundo de comunes. SuQué comemos y dónde, se ha puestamente todos pueden convertido en un factor que ser todo. Dice que lo imporayuda a definir el capital económico individual de cada sujeto tante es ser feliz y nada más. No Nietzsche dentro de un determinado cuerpo sohay límite alguno para la mediocricial. Sin embargo, el tópico de las comodidades dad. ¡Claro! Porque todo es cuestión de gustos. Todo puede ser y no ser. Todo es relatimateriales puede ser algo discutiblemente aportante a la formación de una aristocracia nietzsvo… ¡Cómo puede ser! Estos preceptos nos cheana, en cuanto no se transforme en una sunestán llevando a las altas cumbres de la mituosidad innecesaria y ridícula. No olvidemos seria, por eso ya no puede existir una aristocracia sana y saludable de la que hablaba que esas condiciones también son importantes, Nietzsche. Lamentablemente ese tipo de pues la autosuperación del hombre requiere, en pensamientos son los que tiran por el abisbuena medida, de ellas. Para llegar a la ansiada mo al hombre, haciéndole pensar que se cae extramoralidad es menester tener los problemas de orden material solucionados o por lo hacia arriba, y él, muy ingenuamente, se lo menos medianamente resueltos, ya que no ha cree. Si alguien quiere destacar por algo o en de ser tarea fácil ni sencilla, para el hombre, el algo, por más estúpido que sea, lo hará; ahora dirigirse hacia las alturas, un emprendimiento la originalidad no tiene nada de original, no de tal hazaña requerirá, sin duda, de una gran tiene más de vacuo que de cómico. Porque concentración y, por tanto, de una mente despeasí se le permite al hombre moderno, ¿o no? jada en ese sentido. No ve que todo vale ahora…
8
DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2022
UNA PIEZA CLAVE DEL CINE LATINOAMERICANO
La nana y sus desnudos La película chilena dirigida por Sebastián Silva maneja un relato útil y complementario, narra más de lo que se muestra. Resiste el paso del tiempo, porque su propio cuerpo es más complejo que una simple historia de familia. Claudio Sánchez
La nana (2009) es una película chilena dirigida por Sebastián Silva y protagonizada por Catalina Saavedra. Reconocida internacionalmente y alabada por la crítica en su país como también en el extranjero. Esta cinta se ubica en una corriente que el cine de la región había estado explorando en aquellos años. Prestando atención al trabajo doméstico y las interacciones al interior de la familia de clase media-alta en relación a quienes forman parte de ella sin serlo.
E
l caso boliviano tiene a su mayor representante, en este mismo sentido, a la película Zona Sur (2009) de Juan Carlos Valdivia. Cada una con sus particularidades y como respuesta a sus contextos locales, estas películas son referentes de su tiempo y convocan a repensar las relaciones laborales al interior de una casa. La nana es la historia de Raquel, la empleada de la familia Valdés quien ha trabajado junto a ellos por más de veinte años. Luego de ser diagnosticada con una enfermedad se ve enfrentada a la búsqueda de una nueva trabajadora del hogar que pueda ayudarla durante su convalecencia. Raquel verá amenazada su fuente de empleo y se obstinará en complicar la vida de quien llegué para ayudarla. La aparición de Lucy hará que esto cambie. En uno de los afiches oficiales de la película se ve a Raquel con una máscara frente al espejo. De alguna manera esto sintetiza el argumento de La nana, ella dejará de ser ella, para poder conservar su trabajo.
Volver a ver una película suele ser un ejercicio necesario para descubrir cada una de las capas que componen su estructura. Verla más allá de la primera impresión. Poder llegar a ella con nuevas preguntas, con distintos ojos, porque el tiempo también juega un rol importante cuando se retorna a aquello que parece ser conocido. No todas las cintas “aguantan” más de un visionado. Y muchas de ellas con el tiempo pierden vigencia. Sin embargo, La nana cuenta con valores propios que la convierten en una pieza importante dentro de las cinematografías latinoamericanas más contemporáneas. La nana tiene escenas de desnudos, que no están presentes en exceso, y son absolutamente justificadas. Es desde ellas que se puede ver el sentido de la película desde otro punto de vista. Si bien son complementarias y útiles al relato, también en su existencia independiente pueden narrar algo más de lo que se muestra. Raquel en la ducha, bañándose para estar limpia en el lugar de trabajo, que en su puesta en escena es muy blanca y pálida en la paleta de color. Raquel que se presenta en el dormitorio de los patrones y el señor sale del baño desnudo, pero queriendo esconderse, cómo si se violara su intimidad. Los espacios privados que todavía existen, aunque la empleada esté constantemente en ellos. Ella no es parte de la familia, no puede ver aquella desnudez. La travesura de Lucy al quedarse en el jardín, fuera de la casa, porque Raquel le ha cerrado las
puertas, y ella decide tomar sol quitándose la ropa haciendo un topless. En esta escena, Raquel se divierte, se da cuenta que no es necesario “cubrirse” tanto, que la naturalidad de los cuerpos es también importante. Hacia el final, una escena de sexo truncada, en la que Raquel admite no haberlo hecho antes. Y aquí el descubrimiento de uno de los rasgos más importantes en la personalidad del personaje, la empleada ha dejado de ser ella misma en beneficio de conservar su trabajo, de seguir siendo parte de la familia. Sin alterar su propia cotidianeidad. La nana es una de esas invitaciones a ver las películas desde otros lugares, desde diferentes perspectivas, descubriendo más allá de su argumento lineal los elementos que profundizan la psicología de los personajes y las situaciones. Por eso esta película resiste el paso del tiempo, porque su propio cuerpo es más complejo que una simple historia de familia. Con esta mirada sobre los desnudos en la película, prestando atención a estos detalles, se intenta abrir los ojos para con otras realizaciones, las que muchas veces utilizan el artificio de la desnudez con objetivos más bien distintos, sin necesidades dramáticas sino como herramientas simplistas para captar la atención del espectador curioso. La nana es mucho más que su propia historia, pero es desde ahí que se hace, desde ese lugar de enunciación que la completa con elementos mucho más profundos.