DOMINGO 31 DE JULIO DE 2022
AÑO 2 - N° 66
El Cuartito Azul, centro oculto de tortura Págs. 6-7 La gastronomía pone en valor las expresiones culturales orales
El fascinante viaje por tierras incaicas de Gloria Serrano y David Crespo Gastelú
Rodrigo Portales: Ni la pandemia ha mermado las ganas de hacer y estrenar cine en Perú
Págs. 4-5
Págs. 8-9
Págs. 10-11
ILUSTRACIÓN: MOVIMIENTO DE MUJERES LIBERTAD
Durante las dictaduras
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LA SABIDURÍA DE LAS CULTURAS ORIGINARIAS
Apuntes sobre literatura indigenista La literatura en lenguas indígenas-originarias apareció recién en las últimas décadas. Los escritores accedieron a la escritura en sus lenguas autóctonas y han producido diversos textos tanto en verso como en prosa. Víctor Montoya
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urante la época colonial no se conoció una literatura con temática indigenista y mucho menos con personajes de las naciones y pueblos indígena-originarios; empero, se encuentran descripciones sobre la realidad de los indios, de un modo general, en las obras de los cronistas del siglo XVI, como fray Bartolomé de las Casas, conocido como el primer “protector de los indios”, quien escribió la ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’ (1552), un alegato a favor de los indígenas, ya que en sus páginas denunció las atrocidades cometidas por los conquistadores contra las civilizaciones del
llamado “Nuevo Mundo”, intentando convencer a la corona española de que adoptara una política más humana de colonización y que no se los tratara a los indios como esclavos. Otro tanto hizo el cronista amerindio de ascendencia incaica Felipe Guamán Poma de Ayala en su ‘Primer nueva crónica y buen gobierno’, que presuntamente escribió entre 1600 y 1615. Se trata de una ampulosa obra en la que el autor describe las injusticias del régimen colonial y las condiciones infrahumanas en las cuales vivían los indígenas del mundo andino en el Virreinato del Perú. No faltan obras que abordan temáticas relacionadas a las luchas de resistencia de los indígenas contra los conquistadores ibéricos, como la escrita en versos por el poeta y soldado es-
EDITOR GENERAL Nicolás Fernández Motiño EDITOR DE CRÓNICAS Estéfani Huiza Fernández COLABORARON: Luis Oporto Ordóñez Claudio Sánchez Víctor Montoya Ivert Elvis Fuertes Callapino
pañol Alonso de Ercilla y Zúñiga, quien escribió sobre la conquista de Chile, la sublevación de los araucanos contra los conquistadores y la muerte de Caupolicán en su célebre poema épico ‘La Araucana’ (1569-89). Episodios similares se encuentran narrados en las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega y las obras del ecuatoriano Juan León Mera, la cubana Gertrudis Gómez de Abellanada, el venezolano José Ramón Yepes y el dominicano Manuel de Jesús Galván.
HISTORIAS DE LAS CULTURAS ANCESTRALES La literatura indigenista, particularmente en el género de la narrativa, tiene distintas tendencias desde su aparición. Según algunas investigaciones de carácter etnológico y
CORRECCIÓN José Maria Paredes Ruiz José Antonio Orellana Carpio DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo FOTOGRAFÍA Gonzalo Jallasi Huanca
Redes sociales
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antropológico, la literatura indígena del siglo XIX honda sus raíces en historias orales, mitos y leyendas de las culturas ancestrales, con una fuerte dosis de romantización e idealización de las civilizaciones precolombinas. Aunque la corriente indigenista del siglo XX cuenta con precedentes y buenos exponentes, es necesario precisar que esta literatura, en la que se retrata la realidad del indio y se lo defiende ante las discriminaciones sociales y raciales, tiene su punto de arranque en la novela ‘Aves sin nido’ (1889) de la peruana Clorinda Matto de Turner; una novela controversial para su época, debido a que en sus páginas se revela la injusticia, opresión y maltrato contra la población indígena andina por parte de la Iglesia.
DE ‘WATA-WARA’ A ‘RAZA DE BRONCE’ Como es natural, la realidad de un continente colonizado inspiró algunas de las obras más emblemáticas, como ‘Raza de bronce’ (1919) del boliviano Alcides Arguedas, pues desde que irrumpió en el ámbito de la literatura hispanoamericana fue considerado como uno de los principales representantes de la literatura indigenista; por lo tanto, no es casual que este autor sea uno de los escritores bolivianos más conocidos y reconocidos en la constelación de la literatura continental. La obra de Alcides Arguedas es una suerte de apología del indio y de su civilización, no solo porque describe a la sociedad boliviana con todas sus luces y sombras, sino también porque de manera consciente asumió una postura crítica contra el imperante sistema semi-feudal y semicolonial, que sometió a los indígenas al poder de sus “patrones” blancos y mestizos. ‘Raza de bronce’ es una novela que gira en torno a la realidad social de una comunidad aymara próxima al Lago Titicaca, donde los indígenas sufren atropellos por parte de los “patrones” blancoides, por el simple hecho de ser indígenas, sometidos a trabajos de esclavitud y condenados a vivir en condiciones deplorables. Cabe aclarar que ‘Raza de bronce’ es una versión más elaborada de su primera novela, ‘WataWara’ (1904), que no tuvo la misma resonancia cuando se publicó, aunque es una novela que contempla las relaciones socioeconómicas entre criollos, indígenas y mestizos, cuyas características conforman las tres piezas básicas de un mismo mosaico, donde cada uno de ellas ponen de manifiesto sus peculiaridades sociales, culturales, lingüísticas y religiosas, como en cualquier territorio multilingüe y pluricultural. Alcides Arguedas se caracterizó por su voluntad realista de describir la situación de los indígenas dominados por los grandes terratenientes y gamonales, quienes, valiéndose de su condición de amos de los sistemas de poder, se apropiaron de tierras ajenas desde el establecimiento del régimen colonial. No en vano el latifundismo ha sido uno de los temas fundamentales de la narrativa indigenista, toda vez que los autores se ocuparon de denunciar no solo las leyes puestas al servicio de los “poderosos”, sino también la explotación y servidumbre de los indígenas convertidos en peones o pongos, sobre los cuales los “señores” tenían el derecho de propiedad como si fuesen objetos o animales domésticos.
EL INDIGENISMO COMO MOVIMIENTO LITERARIO El discurso narrativo de la literatura indigenista establece una tesis sociopolítica sobre el indígena y su relación con el mundo urbano, donde están las instituciones del Estado, que resuelven la suerte y el destino de los habitantes del campo, cuyas opiniones no son tomadas en cuenta por los poderes de dominación, conformado por una selecta estructura social criolla y mestiza, las cuales manejaban los preceptos de inferioridad racial del indio, que era sometido a la autoridad y “supremacía” del hombre blanco, y una política que tendía a perpetuar la exclusión de las mayorías indígenas de la vida económica, social y cultural; dicho en pocas palabras, los indios debían tener obligaciones, pero no derechos. José Carlos Mariátegui, en sus ‘Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana’ (1928), planteó que el indigenismo era un movimiento de reivindicación y de lucha contra la discriminación social, política, económica y cultural por parte de las clases dominantes en los diferentes países latinoamericanos. Sus escritos permitieron que el problema de los indígenas se relacionara con la posesión de la tierra y sirvieron como fuentes de inspiración para varios autores que escribieron obras relacionadas a la temática de la usurpación de las tierras indígenas por empresas nacionales y extranjeras, como ocurre en la novela ‘Huasipungo’ (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza, cuya temática alude a la industria maderera y la explotación de las masas indias por una aristocracia brutal que, a su vez, estaba dominada por consorcios transnacionales. El indigenismo, como movimiento literario y artístico, se intensificó entre los años 1930 y 1960. Uno de sus mayores exponentes es el peruano José María Arguedas, quien, en ‘Los ríos profundos’ (1958), retrata la problemática del indio desde su propia experiencia vivencial. En esa novela, considerada por la crítica especializada la mejor de su producción literaria, narra el proceso de maduración de Ernesto, un muchacho de 14 años, enfrentado a las injusticias del mundo adulto, pero también a las injusticias sociales y raciales, sobre todo, contra los comuneros o indígenas del mundo andino, donde impera la violencia racial, social y sexual, y una suerte de división del país entre dos mundos que conviven a pesar de sus diferencias: la indígena y la occidental, el de los hacendados explotadores y el de los indios sojuzgados por un sistema despiadado, discriminador y patriarcal. La protesta indigenista alcanza su cúspide en ‘El mundo es ancho y ajeno’ (1941) del también peruano Ciro Alegría. Esta obra voluminosa y densa se ocupa de la lucha tenaz, obstinada y valiente de la comunidad india de Rumi en contra de los avasallamientos de un hacendado vecino, quien, amparado por jueces corruptos y testigos falsos, quiere arrebatarles sus tierras para expandir su ya inmensa propiedad y convertir a los comuneros en peones de sus minas y cocales. La dureza de las escenas, con indios levantados en armas y la brutal represión por parte de la guardia civil, se compaginan con un análisis de las estructuras políticas que hacen de los personajes, por su condición social y extracción racial, elementos integrados en clases sociales antagónicas, nada menos que en un país donde los
blancos y mestizos son los patrones, a diferencia de los indios que constituyen la vasta capa de peones y pongos. Los autores de la corriente indigenista abogan a favor de los indios, asumiendo una posición política que los identifica con las naciones indígena-originarias. Algunos resaltan los temas sobre la explotación, marginación, pobreza y el choque entre la cultura hispana y la indígena. En el caso de los autores bolivianos, el eje argumental de sus obras gira en torno a la servidumbre de los indígenas a través del pongueaje, como en ‘Surumi’ (1943) o ‘Yanakuna’ (1952) del cochabambino Jesús Lara, quien tiene a los campesinos vallegrandinos como protagonistas centrales de sus novelas que, tanto por el contenido como por el tratamiento del tema, son obras de protesta y denuncia social. Su novela ‘Yanakuna’, vinculada a la problemática social del indígena, pone de manifiesto el sufrimiento de los indios que son discriminados, tratados como esclavos y abusados sexualmente por los patrones. Asimismo, expresa las ansias de liberación del campesino quechua que buscan defender sus derechos y su dignidad humanas, frente a los terratenientes que se aprovechaban de la fuerza de trabajo para la producción agrícola, trabajando en tierras que les fueron arrebatadas a lo largo de la historia; una temática recurrente en varios autores nacionales, sobre todo, si se considera que en Bolivia, hasta mediados de siglo XX se contaba con un sistema agrario latifundista caracterizado por una desigual tenencia de la tierra y condiciones de trabajo de tipo semifeudal. Aproximadamente el 4% de la población era propietaria del 70% de la tierra productiva. Los indios no tenían más que una pequeña parcela, asignada por el hacendado, para el cultivo y la supervivencia, a cambio de una diaria prestación laboral en la hacienda, donde debían ofrecer servicios personales remanentes de la época colonial a la familia del hacendado. De otro lado, cabe señalar que los autores de la corriente indigenista no pertenecían a las culturas originarias, aunque actuaban como portavoces de las culturas oprimidas que no podían levantar la voz, salvo José María Arguedas, quien, a pesar de haber sido mestizo de nacimiento, convivió con los sirvientes indios de la hacienda, donde modeló su personalidad y asimiló el quechua como su lengua materna; factores que le permitieron penetrar en el alma de los indígenas, expresando de manera poética la realidad, folklore, tradición y cosmovisión del mundo andino. La literatura en lenguas indígenas-originarias apareció recién en las últimas décadas. Los escritores han accedido a la escritura en sus lenguas autóctonas y han producido diversos textos tanto en verso como en prosa. Esta literatura, sin lugar a dudas, refleja no solo el pensamiento y sentimiento de cada creador, sino que está impregnada de la sabiduría de las culturas originarias, de la tradición oral, la filosofía de los ancianos y el imaginario ancestral hecho con la armonía y la belleza que posee cada cultura. Sin embargo, se espera que en el presente y el futuro surjan nuevas voces, desde el seno mismo de las culturas originarias, para narrar con elementos estilísticos y patrones culturales de las naciones y pueblos indígena-originarios.
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POLÍTICAS DE PROTECCIÓN Y SALVAGUARDIA
La gastronomía pone en valor las expresiones culturales orales Las tradiciones y técnicas de la elaboración de alimentos en el departamento de Potosí constituyen un patrimonio intangible para el país y puede convertirse en una ruta turística. Ivert Elvis Fuertes Callapino
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ocas autoridades municipales dentro de la jurisdicción municipal de Potosí, han tenido una visión que implique la protección de su patrimonio gastronómico. La celebración del taller de socialización de información técnica respecto a la gastronomía, convocado por la Comisión de Turismo, Cultura y Preservación de Áreas Históricas del Concejo Municipal de Potosí, ha puesto en contexto uno de los trabajos encarados por la desaparecida Unidad de Registro y Catalogación del Patrimonio Cultural (URC-PC), una repartición que empezaba a elaborar los primeros registros del patrimonio cultural material e inmaterial del municipio que dicho sea de paso, este trabajo iniciado en ambas áreas del patrimonio, han quedado prácticamente inconclusas. Sin embargo, los mayores avances han sido primero, la construcción de la ficha técnica de registro referente a la gastronomía que, a decir verdad, es el único instrumento de registro de gastronomía en Bolivia que fue gestado en Potosí, puesto que ni el ente matriz (Ministerio de Culturas) cuenta con un instrumento como este y segundo, las primeras fichas de registro de la gastronomía potosina, manifestados en la festividad de Corpus Christi, Ch’utillos y Navidad.
MEDIDAS DE SALVAGUARDIA Como medida de salvaguardia de la gastronomía potosina manifestada en las diferentes variedades culinarias que, además son parte de una sólida expresión cultural que es practicada por los habitantes del municipio de Potosí, se pone en valor las tradiciones y expresiones orales, además de los saberes o técnicas ancestrales. Vale decir que el patrimonio cultural inmaterial, se manifiesta en la gastronomía a través de estos dos elementos, puesto que estos componentes contribuyen a la identidad cultural de los potosinos. Por ello se justifica la necesidad de identificar y descubrir medidas de salvaguardia para fomentar y promocionar la variedad alimenticia expresada tanto en la cocina y la repostería tradicional potosina como parte de una política de gestión cultural que permita generar un mayor consumo de estos productos y segundo, para crear un proceso de empoderamiento social, componente que permitirá garantizar que el conjunto de saberes pueda ser transmitido a las futuras generaciones. A través de la puesta en valor de seis categorías alimenticias identificadas en la ficha técnica de gastronomía, las que se mencionan: los desayunos, los postres, la comida rápida y/o aperitivos, los almuerzos y/o cenas, las bebidas y otros. Este análisis previo, denota una vasta importancia, ya que infunde e impulsa la generación de una política proteccionista del patrimonio cultu-
5 ral manifestado en la gastronomía. Nuevamente haciendo mención a los trabajos preliminares que realizó la extinta URC-PC, logró identificar tres medidas urgentes que se deben encarar.
MEDIDAS URGENTES • Medidas de salvaguardia de las singularidades y las características únicas, genuinas y auténticas respecto a la elaboración de los diferentes preparados; • Consolidación de medidas de protección legal de este patrimonio para el fortalecimiento de la identidad cultural de Potosí y; • Generación de medidas de promoción y difusión, que consiste en emitir o emanar mensajes de los productos que consume el potosino.
¿CUÁL ES EL OBJETIVO DE SALVAGUARDAR LA GASTRONOMÍA POTOSINA? La presente propuesta, plantea la protección y salvaguardia de la gastronomía potosina, cuyas medidas permitan encaminar a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión (básicamente a través de la enseñanza práctica y teórica a las nuevas generaciones) y la revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos. Asimismo, la visión patrimonialista que se plantea nace a raíz de una visión estricta de la gestión cultural, que además debe estar en armonía y ampliamente articulada con la gestión pública, ya que es la única manera de que
el Estado, sea este gobierno municipal, departamental o del nivel central, puedan fusionar una sólida de protección integral del patrimonio gastronómico que a decir verdad, es bastante competitivo con la gastronomía de países vecinos como el Perú, que en cierta manera, es un destino turístico.
OBJETIVOS • Promover las prácticas, tradiciones y saberes ancestrales de la gastronomía típica potosina, a través de medidas de preservación, promoción y difusión de los productos preparados en el municipio de Potosí. • Implementar la Ruta de la Salteña Potosina, la Ruta de los Manjares Potosinos y la Ruta de los Picantes, para la diversificación de la oferta turística no tradicional del municipio de Potosí. • Fortalecer la Festividad de Semana Santa, Corpus Christi, Ch’utillos y Todos los Santos, a través de una política de gestión cultural basada en la gastronomía para el fortalecimiento de la identidad cultural del municipio de Potosí. • Rescatar y poner en valor las prácticas, tradiciones y saberes ancestrales de la gastronomía típica potosina, a través de la publicación del registro y catalogación de la repostería tradicional potosina expresado en la variedad culinaria de Potosí, como medida de salvaguardia.
EJES DE ACCIÓN De acuerdo al plan de salvaguardia que se plantea en la presente propuesta, se sugiere desarrollar los siguientes trabajos encaminados a la puesta en valor de la gastronomía potosina, inventarios e investigación, registro y catalogación y promoción. Además, se debe implementar en los habitantes mensajes de inducción al consumo de productos típicos potosinos. A manera de conclusión, para asegurar y garantizar la identificación gastronómica con fines de salvaguardia, los diferentes niveles del Estado, deben confeccionar los registros poniendo énfasis la situación actual de cada uno de los elementos que son parte de la gastronomía, ya que este instrumento, permite identificar las cualidades y particularidades de los saberes ancestrales y las tradiciones orales que se vienen difundiendo hasta la actualidad.
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FUNCIONÓ EN UNA CASONA FR
El Cuartito Azul: si sale
Azules quedaban los cuerpos martirizados de hombres y mujeres, de cual San Román y, por herencia connatural, por Klaus Barbie, Guido Bena PARTE I
Nicolás Fernández Motiño
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l ‘cuartito azul’ o ‘cuarto azul’ funcionó en una casona frente al Palacio de Justicia, hasta 1964; y después reinstalado a pasos del Palacio Quemado en La Paz, hasta 1982. Hombres como Claudio San Román, Klaus Barbie, Guido Benavídez y tantos otros ponían en práctica lo mejor de sus conocimientos adquiridos en el extranjero, las artes del interrogatorio e investigación política, con aplicación de métodos científicos de tortura para un lento, muy lento, asesinato de opositores o sospechosos parecidos a un “comunista” enemigo de Paz Estenssoro, Barrientos, Banzer y/o García Meza. Azules quedaban los cuerpos martirizados de hombres y mujeres, de cualquier edad, ocupación o profesión, de ahí el nombre del cuartito aquel, dirigido por Claudio San Román y, por herencia connatural, por Klaus Barbie, Guido Benavídez y otros militares, policías y civiles contratados para vil misión. No tenía color que alivie tu golpeada mirada, ni calor que abrace tu fría piel. Nada azul, todo rojo sangre.
—¿BLANQUITA, LO RECUERDAS? —“…se me recluye en el famoso entonces Cuartito Azul, por haber sido el lugar de innumerables torturas y asesinatos de muchos presos políticos de la época (Banzer); un cuarto en el que se podía apreciar manchas de sangre tanto en la pared como en el piso. Era insalubre pues circulaban ratas y en el centro tenían un foco enorme de gran luminosidad, el cual estaba encendido de día y noche”. “Mi estadía en el famoso cuartito fue terrible, estuve incomunicada por cinco días sin probar alimento (…) No podía dormir bien por el frío que pasaba. Me cubría apenas con un saquito de lana que tenía encima en el momento de mi aprehensión”. —¿¡QUÉ HICIERON DE USTEDES, MUJERES…!? —A Sonia y a mí nos obligaron (los agentes) a desvestirnos y empezaron a agredirnos sexualmente los cinco hombres (…), y a mi compañera empezaron a violarla todos los agentes; desde la otra habitación yo podía sentir sus gritos angustiosos y las risotadas de los violadores. —Empezaron a flagelarme con un cinturón,
con la hebilla que se incrustaba en mis piernas. Eso duraba una hora o más. —Me quemaron el pecho con cigarrillos, me rompieron el tímpano con un lápiz recién afilado. —Me hizo sentar sobre hielo durante 24 horas, era un cubo de hielo y ahí me amarraron. Tenía puesta solo una bombacha. —MISTER STERNFIELD (JEFE DE LA CIA EN BOLIVIA) VISITÓ EL PRIMIGENIO ‘CUARTITO AZUL’ DE SAN ROMÁN, ESTE ENTRENADO POR EL FBI. ¿LO RECUERDA? —Era la cosa más sangrienta que vi en mi vida (…) piel, sangre, brazos, piernas. Sangre en las paredes. Sentía náuseas. San Román estaba contra los militares, era pro nazi. El general René Barrientos derrocó a su antiguo jefe político V. Paz Estenssoro, con pleno respaldo de la CIA y se hizo dueño del ‘cuartito azul’ y de otras ‘casas de seguridad’, de tortura y espionaje en plena función, una de ellas en el mismísimo Palacio Quemado. —ANEYBA —MILITAR DE CONFIANZA DE BARRIENTOS— LO VIO. ¿NO ES ASÍ?
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RENTE AL PALACIO DE JUSTICIA
es viva, seguirás muerta —“Heredamos el ‘tesoro de San Román’. (…) descubrí en los sótanos, una puerta muy bien asegurada (…) y me encontré con las oficinas de Claudio San Román, el temido jefe del Control Político del MNR”. Barrientos le dijo: “Que nadie más sepa; organiza que esté permanentemente custodiada por tu grupo (…)”. Era una veta de información pura para dar con los militantes y simpatizantes del ELN del Che —incluso para copiar el Diario del Che—; capturarlos, torturarlos y asesinarlos, hasta después de las venideras dictaduras de Banzer y García Meza. Don Klaus Barbie, el nazi criminal de guerra, estaba ya en Bolivia, diciendo: “Hay gente que no sirve para nada y que debe morir”. Sirvió a Barrientos, Banzer y García Meza con sus paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista, con Los Novios de la Muerte, Bolivia Joven, etc., brazalete tricolor en brazo, tal como hordas de noviembre de 2019, y saludo hitleriano. “Fueron muy crueles —recuerda la mujer obligada a sentarse sobre un cubo de hielo y amarrada de manos—, en esa época estaba Klaus Barbie como asesor de los torturadores. Estuve en el DOP en una pieza llena de agua a
la entrada (el cuartito azul, pues), a la mano izquierda. Las elenas (guevaristas) me pasaban papelitos: ‘Resistí hermana, porque ya vamos a tomar el poder’”. “A la abuela (Delfina Burgoa, 64 años de edad, esposa entonces de Fausto Reynaga y madre del Kantur Reinaga, comunista, elenista…) la maltrataron, la pegaron con tubos de cañería, la pincharon repetidas veces con las yemas de los dedos con alfileres condecentes (sin frazadas y ni comida)” y “me mostró sus algodones con sangre seca, le habían introducido alfileres en los senos”. Peor con otra compañera: “Ahora nos vas a cantar, Palomita”, o a otra que le introdujeron ratones en la vagina o: “de qué lloras si un hijo es una bendición”. ¡La habían violado! —OYE TÚ, ¿DE QUÉ CARAJOS DE DERECHOS HABLAS? —Del derecho penal del enemigo, de ese que no tiene derechos ni izquierdos para respirar bajo una asfixiante capucha. Sí claro, respira y elige: ¿al seco o al húmedo? —Submarino es el más antiguo y eficaz. Nada como el agua. En el “cuartito azul, hasta el cogote de agua y aquí sumergido en el turril, patas arriba”.
DON KLAUS Y EL RELATO DE LA VÍCTIMA QUE CAYÓ EN TRES OPORTUNIDADES: Una de las víctimas del ‘cuartito azul’ Klaus Barbie, nazi criminal de la Segunda Guerra Mundial Teresa Gisbert Claudio San Román, en un recinto situado en la calle Potosí frente al Palacio de Justicia, ejercía la dirección del control político. Allí se colgaba a los prisioneros de las muñecas, durante horas, hasta hacerles perder el conocimiento. Eran encerrados desnudos en calabozos durante varios días. Desnudos se los amarraba a una silla, se les conectaba un polo eléctrico a una oreja y el otro polo en los testículos. Permanentemente se los golpeaba con laques, palos y se les propinaba culatazos. Se les aplicaba también electricidad en brazos y piernas, exigiéndoles que firmaran declaraciones previamente redactadas a conveniencia de los torturadores, declaraciones en las que se inculpaba a parientes, amigos o desconocidos.
Libro consultado: Movimiento de Mujeres Libertad. Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras
ILUSTRACIONES: MOVIMIENTO DE MUJERES LIBERTAD
quier edad, ocupación o profesión, de ahí el nombre, dirigido por Claudio avídez y otros militares, policías y civiles contratados para vil misión.
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UNA SIMBIOSIS ARTÍSTICA
El fascinante viaje por tierras incaicas, de Gloria Serrano y David Crespo Gastelú “Si las narraciones de Gloria son acuarelas finamente plasmadas, las ilustraciones de Gastelú resultan poemas sutilmente inspirados, fuertes en su representación, armoniosos en sus movimientos, superiormente logradas”. Luis Oporto Ordóñez
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loria Serrano y David Crespo Gastelú, realizaron una larga –e intermitente—excursión por la región circunlacustre del Kollasuyo, partiendo de Copacabana el lago sagrado de los Incas. Publicaron sus impresiones en ‘Jirones Kollavinos’ (La Paz, Indoamérica, Editorial Escuela Salesiana, 1933), antecedidas por conceptuosas palabras de Alberto de Villegas quien de manera premonitoria afirma que “el indio americano está de regreso a la vida, mientras Occidente decae”, reforzado por apreciaciones de Walter Dalence: “el alma de esos campos parece anunciar con su misma grandeza, que así como fueron la cuna de los hombres, serán en el futuro, las tierras donde se plasmarán las razas gigantes del porvenir”. En el colofón, Gamaliel Churata reflexiona sobre “temas de religión y arte americanos”. En la vibrante narrativa de Gloria Serrano emerge su faceta de consumada etnógrafa, intercala con naturalidad vocablos del aymara y encara el desafío de interpretar la cultura Kolla en una mirada diacrónica que enlaza magistralmente el pasado con el presente, maravillosamente retratado con estampas de David Crespo Gastelú. Indulgente con el lector profano incluye un glosario imprescindible de 46 voces de la puna.
POR TIERRAS INCAICAS En Copacabana (1929), describen las tres cruces de piedra que “aparecen como esqueletos que con los brazos abiertos atrajesen hacia sí. Indios creyentes a su llegada al Pueblo del Milagro recorren de rodillas la triple gradería que las rodea. Depositan en torno a ellas piedrecitas y cruces de paja que representan sus miserias y padeceres. Sequía… Mala cosecha… Muerte de algún animal… Rayo que destroza la casa vieja. Son los males que cree convertir en piedrecillas que abandonan con fe junto a las Tres Cruces de Piedra”. Tiawanaku, en 1929, es un “pueblito solitario, que vive añorando su pasada grandeza, su fantástico esplendor. ¡Pueblo callado y triste, cuánta calma esparces en el azul fantástico de tus montes!” Allí asisten al Viernes Santo y ven a “los indios enlutados que van a enterrar al Cristo. Parecen sombras de cuerpos invisibles. Silenciosos, taciturnos regresan a sus marcas. Un terror supersticioso martillea im-
placable sus almas. Ha muerto Dios...” Y descubren que “en esta noche los achachilas sueltan al crimen y la venganza que esperan abalanzarse sobre sus víctimas. El Viernes Santo es encubridor de las malas pasiones de los indios que se agazapan en el crespón de las sombras”. En Hacienda, Huathajata (1930), observan la venta de karachis. “En la paleta inmensa del lago, las balsas de totora son apenas unas manchitas de oro. Los yampus cansados de patinar apenas llegan. En su auxilio se meten las indias al agua con la pollera atrevidamente remangada. Insensibles a las dentelladas del lago que les muerde las piernas, se apoderan de los karachis que se retuercen todavía vivos. Los cuentan con agilidad y presteza. Y con ese pugilato con el frío y las olas recibe de pago contadas monedas que desaparecen en las manos fuertes del pescador. En la emoción mística de la tarde, apresurados se alejan los indios llevándose la kesana y la lloquena”. En Topohoco (1930), se topan con un kallapu. “Agobiados por la larga caminata, desfallecidos por el peso del kallapu, los cuatro indios caminan penosamente. Llevan el cadáver del compañero cuya vida fuera un obscuro e ininterrumpido batallar. Detrás siguen las mujeres. Ni una flor, ni un perfume, ni un canto suavizan la incambiable amargura del panteoncito aymara. Uno comienza a cavar la fosa. Interrumpiendo a menudo la fatigosa tarea con libaciones de alcohol y acullicus. Allí arrojan el kallapu, cubriéndolo con grandes paladas de tierra. Una cruz, pocas florecillas silvestres, mucho alcohol y coca, gemidos y gritos señalan la nueva tumba…” Hacienda Quilloma es un destino frecuente (1932), allí está la Capilla del silencio. “El viento llama con sus sones en derredor de la capilla. Y, entonces, adquiere la prestancia de un magnífico templo engalanado para las nupcias de la ñustha bella y triste con el Inca poderoso. ¡Capilla del silencio, despojada de galas y bellezas, tienes en recompensa la amistad de las estrellas que te adornan con sus hebras de luz!... ¡Gozas del halago de las pichitanccas y kurkutas, que te inciensan con cantos y amor!”.
EL RITUAL DE INVIERNO Sus notas sobre el ritual del invierno, son reveladoras. “Los indios, andan con firmeza sobre la nieve. Indiferentes a la magnificencia del espectáculo, insensibles al frío, se encaminan a celebrar el ritual solemne de la
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Mama-Pacha. Un túmulo de piedras sirve de altar de sacrificio, cubierto con un tari. Prosternados ante él, deshojan abundante coca, rociando con vino y alcohol. Una oveja negra espera sumisa el momento de la ceremonia. La víscera sangrante es la principal ofrenda a la Pacha-Mama quien en recompensa fecundiza los campos. Transforma sus estériles entrañas en surcos fértiles para la siembra. Y todos los años, en Santa Rosa celebran a la Pacha-Mama, bebiendo y bailando todo el día. La Wiphala gozosa ondula coquetona sus pliegues, en danza con el viento. Contagiada de la borrachera de sus hijos, baila incansable confundiendo sus colores. Juega con el titi que, colgado de la espalda del sacerdote de la tierra, parece cobrar vida y saltar con ellos …” Les fascina la Taika milluchiri. “Es Jacoba, la milluchiri de la comarca que vive en una capilla derruida, Hasta allí lleva una india a su llokalla, el pequeño capa-pollera que está enfermo. Con tres pedazos de millus, frota el cuerpo del enfermito, repitiendo extrañas plegarias, raras invocaciones. Y para que el mal salga con presteza, le hace escupir. Quema en el kheri las sales ocultándose del enfermo para que las dolencias no vuelvan”. Les encandila la Sawiri, “sentada a la puerta de su chujlla, teje una faja, la sólida wacka para el marido. Ha de lucirla en la próxima fiesta del Tata Santiago. Y siguen los dedos traviesos formando caprichosas figuras de original estilización. Ya son cóndores de majestuosa expresión. Ya exóticas avecillas. Ya parejas de novios en hierático aspecto. Signos y figuras que embellecen el tejido. Pasan al Titi Kaka (1932), y reponen fuerzas
en una Pascana, “lugar destinado al descanso. La quietud extiende su bello manto en todo el llano. Y todo duerme. También ha hecho alto la humilde caravana. Ocupados en la merienda, los viajeros se muestran indiferentes al encanto de la hora. Esbeltas y cuidadosas de su forma vagan las llamas. La inmensidad que agobia a los hombres, también las aplasta. Y, buscan donde dormirse para olvidar la extensión de los caminos …” Llegan al fronterizo Desaguadero (1932), para la venta de yuros. “El domingo espera la llegada de las mujeres que con el calor de su cuerpo le han de hacer dar cabriolas. Por fin llega una. Aunque es vieja y magra, el domingo la abraza con locura. El espacio vacío toma apariencias de mercado y comienzan a sentarse en semicírculo las vendedoras. Deshacen sus cargas y el ocre rojizo de los yurus pinta de bermellón el gris del suelo que sonríe. Variedad de tachos de euritmia pura y original, de diverso tamaño, dan momentánea animación a la plaza”. En La Paz (1932), suben al Calvario, el jueves del Achachila, al medio día… “El pito de una fábrica suena extraño y anacrónico en
este ambiente de encantador primitivismo, de sencillez supersticiosa”. Visitan Topohoco (1932), para la fiesta de la Cruz de Mayo. “Ante ellas pasan tawakos y waynuchos conduciendo cruces de madera. Viejas y ancianos se esfuerzan en caminar arrastrando la rústica reliquia. El temor al castigo, a la venganza de un ser invisible, les hace contemplar con idolatría la cruz que conducen. La estrechan con supersticioso afán convencidos que ha de darles abundante cosecha… Acrecentar el rebaño, coposos vellones para hilar …” Ch’iyar Jake (1933), es “un pueblo habitado por pobladores ennegrecidos por la pena que les revienta el alma. ¡Admiran la belleza de indias esbeltas con la pollera corta y plegada que les permite lucir la pantorrilla fuerte y torneada! Sombreros de grandes alas aumentan el misterio de sus caras bronceadas, haciendo más graciosa y pintoresca la rara silueta”. El estudioso argentino Roberto Henestrosa Raffo, sintetiza la simbiosis de los dos artistas: “Si las narraciones de Gloria son acuarelas finamente plasmadas, las ilustraciones de Gastelú resultan poemas sutilmente inspirados, fuertes en su representación, armoniosos en sus movimientos, superiormente logradas”.
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SOLO EN 2021 SE ESTRENARON MÁS DE 60 LARGOMETRAJES
Rodrigo Portales: “Ni la pandemia ha mermado las ganas de hacer y estrenar cine en Perú” El grueso de la producción encontró su espacio de exhibición en plataformas de streaming, porque llegar a las pantallas de los cines e incluso de la televisión resulta muy adverso en todo sentido. Claudio Sánchez
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on motivo de un aniversario más de la Independencia del Perú (28 de julio) presentamos una entrevista al crítico peruano de cine Rodrigo Portales. Comunicador egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y Diplomado en Periodismo y Análisis Cultural por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Ha colaborado en las revistas Butaca, Tren de Sombras, Godard! y en Diario Uno. Cofundador y redactor de Cinencuentro. Fue presidente de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (Apreci). CLAUDIO SÁNCHEZ (CS) ¿Cuál es el estado actual de la producción peruana luego de la Pandemia? RODRIGO PORTALES (RP). - Superados los picos alcanzados por la pandemia en Perú, el 2021 trajo consigo un lento y paulatino retorno del cine peruano a las salas que estuvieron cerradas desde marzo de 2020, y del mismo modo
las productoras retomaron sus rodajes que se vieron interrumpidos o postergados por el confinamiento. Desde la reapertura, superan la decena los largometrajes peruanos que llegaron a exhibirse en los multicines, algunos como Un mundo para Julius, con relativo éxito de público (más de 42 mil espectadores), pese a las restricciones sanitarias que aún se mantienen y que merman de todos modos los ingresos de taquilla. Sin embargo, los exhibidores persisten en sus añejas malas prácticas de relegar los estrenos nacionales a pocas funciones y en los peores horarios. Todo apunta a que seguirán actuando así para recuperarse de las pérdidas económicas, atiborrando la cartelera comercial con versiones dobladas de los “tanques” de Hollywood. Por fortuna, diversidad de propuestas circulan desde hace tiempo por streaming, canal que se expandió y consolidó como efecto de la pandemia global, y que los cineastas peruanos aprovechan con más frecuencia para llevar sus obras al público. Prueba de ello son los ingresos a Netflix de películas como Wiñaypacha (Oscar Catacora, 2017), Canción sin nombre (Melina León, 2019) y La cantera (Miguel Barreda, 2021), la consolidada presencia de cine nacional en plataformas como Movistar Play y Cineaparte y los 26 festivales virtuales realizados en varias ciudades del país durante el 2021. CS. - ¿Cuántos largometrajes peruanos se estrenan por año? RP. - Solo en el 2021 se estrenaron más de 60 largometrajes peruanos en cartelera comercial, espacios alternativos y principalmente en alguna plataforma online (50 películas), lo que demuestra que ni la pandemia ha mermado las ganas de hacer y estrenar cine en Perú. El grueso de la producción nacional encontró su espacio de exhibición en plataformas de streaming, porque llegar a las pantallas de los cines, e incluso de la televisión, les resulta muy adverso en todo sentido. CS. - ¿Qué es el cine regional? RP. - Se llama cine regional peruano al realizado en las regiones de Perú, con excepción de Lima capital y Callao, por productores y cineastas que viven y trabajan allí. Desde mediados de los años 90 se han hecho películas en casi todas las regiones, siendo las de mayor actividad Ayacucho, Puno, Junín, Cajamarca, La Libertad, Lambayeque y Arequipa. La mayoría de estos fil-
mes han sido exhibidos en sus lugares de origen con acogida del público, pero son casi desconocidos en Lima y el extranjero. Es un cine de una gran variedad de géneros, estilos, contenidos y también un semillero de creatividad del que han surgido obras como Wiñaypacha, de Oscar Catacora; Manco Cápac, de Henry Vallejo; o ‘Casos complejos, de Omar Forero, que figuran entre lo mejor que ha dado el cine peruano en este siglo. CS. - ¿Cuál es la participación de la mujer en el cine peruano de hoy? RP. - Si bien en los últimos años el trabajo de
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CS. - ¿Cuál es el estado actual de la crítica de cine en Perú? RP. - En general percibo, y no solamente en Perú, que el ejercicio de la crítica de cine como profesión en los medios convencionales se encuentra en situación de franca minoría frente a otros contenidos como la reseña o la información promocional que son los hegemónicos. Desde hace tiempo la crítica se ha refugiado en la web y redes sociales donde se ejerce con mayor libertad, extensión y variedad, e incluso —dependiendo de sus editores— con apertura al debate y la discusión. Pero su alcance e influencia como tales son muy reducidas en el gran público, excepto en los círculos universitarios, de festivales y cinéfilos, de donde provienen quienes la ejercen con mayor o menor regularidad y que sostienen revistas como Ventana Indiscreta, de la Universidad de Lima, o páginas como Cinencuentro, Desistfilm, entre otras.
las cineastas peruanas ha ganado cierta visibilidad y protagonismo, el trabajo detrás de cámaras sigue siendo principalmente masculino. Se calcula que solo el 11% de ese trabajo lo ejercen mujeres como directoras y guionistas. Entre 1972 y 1992, alrededor de 110 mujeres ocuparon cargos detrás de cámaras en más de una producción filmada en el país. Es un reflejo de las desigualdades de nuestra sociedad y el problema no es exclusivo de Perú, por lo que reducir esa disparidad se convierte en un desafío que tiene que involucrar no solo a la comunidad cinematográfica en su conjunto, sino a las autoridades.
FOTOS: RRSS
CS. – Canción sin nombre y La teta asustada (Claudia Llosa, 2009) son quizás dos de las películas más representativas del Perú de las últimas décadas. Ambas abordan desde distintos puntos las consecuencias de la época del terrorismo. ¿Cómo está viendo el cine peruano esos años? RP. - Se sigue abordando ese periodo de nuestra historia reciente desde varias miradas y tratamientos, en ficciones y documentales. En los primeros filmes peruanos sobre aquella época lo principal era ilustrar y recrear los hechos y poner en pantalla a las víctimas civiles del conflicto interno; luego ha aparecido una cierta mirada posconflicto, enfocada en indagar en las secuelas sociales y psicológicas de la violencia política y en las causas y motivos de los victimarios, sean estos terroristas o fuerzas del orden. Pero la cantidad de realizaciones sobre estos temas sigue siendo minoritaria dentro del cine peruano, aunque tengan repercusión y ganen premios en el extranjero, como ocurre con La teta asustada o Canción sin nombre.
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RECUERDOS DE UN RECITAL
Los Jairas, la poesía hecha canción Nunca había vivido experiencia alguna, por ello, me permito rememorar aquel inolvidable concierto a los amantes del folklore, pero sobre todo, a Los Jairas. José A. Orellana Carpio
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principios de este siglo se suscitó un espectacular concierto del conjunto boliviano Los Jairas encabezado por ‘Yayo’ Jofré; el show deleitó al público de ese entonces, que no solo se encandilaba con las interpretaciones musicales cargadas de emociones, sino que además se identificaban con sus letras. Todo ello transcurría en un abarrotado Teatro Municipal. Los asistentes vivían y sentían las melodías hondamente, Las interpretaciones de ‘Yayo’ eran elocuentes. Luego de cada canción, se vivía un clima propicio de agradecimiento y ovaciones de pie. Cursa en mi memoria que aquel escenario, de repente quedó a oscuras, con una tenue luz que apuntaba a las cortinas. Cuando estas se abrieron apareció ‘Yayo’ Jofré, vestido todo de negro sosteniendo una zampoña y a un lado le acompañaba un guitarrista. ‘Yayo’ tomó el micrófono y prácticamente se robó el protagonismo cuando empezó a dirigirse al público. Durante esos minutos evocó sus andares por el exterior, desde que partió de Bolivia en la década de los 60. Me acuerdo bien, que miró hacia arriba, a uno de los palcos y se dirigió a su mamá, a quien dedicó la canción que iba a interpretar; mencionó el nombre de la misma ‘Mama Crisó’ y dijo con emoción ‘para ti, mamá’. Ese inolvidable momento robó unas lágrimas al público.
Era tal la emoción de los asistentes, que alguien lanzó una rosa blanca y luego cuál eco, el escenario municipal se tiñó de rosas y flores blancas. Mientras empezaba la canción, Yayo Jofré cerraba los ojos y zampoña en mano, ante un silencio total pero lleno de emoción, hacía vibrar el corazón de aquellas personas. Imagínense cuando terminó la melodía, nadie dejaba de aplaudir dirigiendo sus miradas al escenario y a los palcos. Nunca había vivido experiencia alguna, por ello, me permito rememorar aquel suceso a los amantes del folklore, pero, sobre todo, a Los Jairas. Terminada la canción, el mismo intérprete anunció otra, algo más alegre, por cierto, que todos aplaudían a rabiar, el nombre es ‘Gringo bandolero’, que prácticamente se cantó en un solo coro. Y tenía que llegar la cereza sobre la torta, era la despedida y volvió la emoción cuando se anunció la canción, la misma era otra inolvidable melodía, de nombre ‘Memorias’, que la interpretó con una honda fuerza vocal para el placer y deleite de todos. Y luego empezó el famoso “otro”, “otro”, “otro”, todavía con las cortinas cerradas que luego se abrieron. Empezó a tocar ‘Refranes’, que el que más y menos cantaba en un delirio total. Finalmente, ‘Yayo’ Jofré agradeció a los presentes y dio fin a uno de los conciertos más inolvidables a los que asistí. En mi criterio y decididamente Los Jairas convirtieron sus canciones en poesía, con un mensaje de vida que perdura hasta nuestros días.
Me he permitido de esta manera, recordar y rendir un homenaje a Edgar ‘Yayo’ Jofré y Los Jairas; artista recientemente fallecido y quien fue el principal nexo para que el mundo conozca más del folklore boliviano. Como alguna vez, le dije: Hasta el próximo cafecito, que ahora será eterno. Gracias Don Yayo por sus canciones y el sentimiento.
MEMORIAS En la corteza de un tierno arbusto grave tu nombre cuando partí, pasaron días, pasaron meses, pasaron años y no volví. Cuando el arbusto creció tan alto leer su nombre jamás podí con triste pena, con amargura mis ilusiones perdidas vi. Bellos momentos en mi memoria que no los puedo jamás borrar, Bellos instantes que aún los conservo como reliquias de un tierno amor, Bellos instantes que aún los conservo como reliquias de un gran amor.