SUPLEMENTO - CRÓNICAS

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DOMINGO 27 DE MARZO DE 2022

AÑO 2 - N°48

Los indios en la Guerra del Pacífico

Págs. 4-5 ¡Con qué hierbas me cautivas, Matilde!

La reconstrucción de los hechos, entre Mariño y la muerte de Únzaga de la Vega

La santa sigue recorriendo las calles

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PARTE II

TIEMPOS DE BOHEMIA

¡Con qué hierbas me cautivas, Matilde! Crónicas presenta a sus lectores la segunda parte de esta entrevista narrativa con Matilde Casazola. En ella el autor presenta una descripción del encuentro con una de las figuras literarias más importantes del país. Ernesto Flores Meruvia LA INSPIRACIÓN Existen ocasiones en las que la proximidad con la muerte genera una gama enorme de sentimientos e ideas (no sólo produce miedo) que, en el caso de la maestra, han generado un cambio radical y permanente en su vida. Como bien se sabe, ella enfermó de una grave tuberculosis y su restablecimiento duró alrededor de dos años. El primer año de enfermedad total tan crítico que la obligó a dejar el canto y la guitarra. El segundo ya de una recuperación lenta y gradual que le permitió volver poco a poco al trabajo artístico. En ese periodo la pintura, el dibujo y la poesía fueron su propia tabla de salvación. Muchos de los retratos que uno observa en su casa son justamente de esa época. En cuanto a su producción poética, adelanta que ya está en camino el tercer volumen de su Poesía Completa, que se está trabajando ya desde sus anteriores dos volúmenes con la editorial 3600, y es justo este último que contiene un libro escrito en el año que cayo enferma. Sobre él comenta que los primeros poemas son previos a la enfermedad y ya los finales pertenecen al declive, cuando las pérdidas energéticas ya se sentían. Después de Las Moradas Transitorias, en el tiempo que abarca toda su enfermedad, a partir de 1987, de vuelta en Sucre desde La Paz (donde radicaba), escribe Las Catedrales Subterráneas, título que hace alusión a los ecos, semejantes a los que re-

suenan en una catedral, que ella sentía dentro TIEMPOS DE BOHEMIA de su pulmón enfermo. Luego de la tuberculosis, Matilde tuvo que cambiar radicalmente de Casazola me dice que el artista necesariamente tiene unas fuentes de donde se alimenvida; eso provocó una mirada reflexiva hacia su ta su arte; y a veces éstas no suelen ser del pasado. Ella dice que su vida en la creación ha todo benignas; son también fuentes peligrosido como estar en un barco, en un mar, que se sas. Refiriéndose a su propio caso: el músico mueve mucho, permanentemente. Ése habría y el poeta están en un mundo que debe tener sido su lugar de apasionada creación durante algo de delirio. Uno tiene excesos de límites: muchos años, unos veinte años desde la publicación de su primer libro en 1967. Veinte años la tarde se vuelve noche; la noche se extiende, aunque ya haya amade febril producción, a la necido, continuando con que el cuerpo, el organismo ya no resistió más. La su visión onírica, un poco intensidad con la que vivía también con la mentira, terminó por superar la caporque ya es de día. Seguir pacidad de lo físico. Le preesos impulsos hace que gunté si consideraba esa se nos venga una fuerza época como mejor a la posde adentro. Las palabras Uno tiene excesos de terior. A lo que respondió de la maestra me recordaron, inevitablemente, a la que fue, sin duda, un tiemlímites: la tarde se po al que agradece. Fue herfigura de Víctor Hugo Visvuelve noche; la noche moso, pero hermoso como carra, quien murió de una se extiende, aunque lo es un viaje. Uno sabe que cirrosis grave. Pareciera ya haya amanecido, sólo es un viaje, partiendo que, en algunos casos, el de un lado, dejando cosas cuerpo no está a la altura continuando con su sin saber dónde ir, sin conodel espíritu, que éste lo sovisión onírica, un poco cer el porvenir; es justo eso brepasa por mucho con su también con la mentira, lo que hace tan emocionanfuerza. La maestra, en un porque ya es de día”. te la travesía. Pero llega un tono más bajo, me afirma momento en el que se tiene que el cuerpo es el que tiene límites, debe seguirle al que atracar, en ese momento las cosas se vuelven difeespíritu adonde vaya; y en rentes, es otra la historia. determinado momento se cansa, ya no puede seguir. Hay muchos ejemplos de artistas cuyos días no eran de veinticuatro horas solamente, quizá no tenían días siquiera, que murieron bastante jóvenes, y, cabalmente, en su mayoría de tuberculosis. Gracias a la medicina y a su médico (que, por cierto, fumaba) Matilde pudo vivir; pero murió a la vez. Esa mujer rebelde e intensa tuvo que desaparecer, se quedó en algún lugar de ese barco sobre las olas del mar siempre agitado. Morir para vivir. He ahí cuando ella ganó un gran respeto por el regalo de la existencia. Uno desprecia, no se da cuenta, dice ella, de la vida propia y del sufrimiento de los demás que se está jugando adentro de ese remolino. Matilde Casazola.

DIRECTOR Marco Antonio Santivañez Soria

COLABORARON: Luis Oporto Ordóñez Homero Carvalho Oliva Ernesto Flores Meruvia Claudio Sanchez

EL CULTIVO DE UNA AMISTAD En una anterior visita, Matilde me mostró una imagen interesante. Quise ver de nuevo esa fotografía que me mostró la maestra,

CORRECCIÓN José Maria Paredes Ruiz

Redes Sociales

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo

www.ahoraelpueblo.bo La Paz-Bolivia Calle Potosí, esquina Ayacucho N° 1220 Zona Central, La Paz Teléfono: 2902587

FOTOGRAFÍA Jorge Mamani Karita


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se trata de una en la que está su madre Tula Mendoza y su hermana Gabriela en un patio de una casa (donde vivieron los padres de Matilde cuando se casaron) con don Mario Estenssoro Vásquez y sus hijos Gabriel Félix Estenssoro Lemaitre y Guido Estenssoro Lemaitre. Resulta que la señora Tula era muy, muy amiga de Elia Lemaitre Paradisse, la esposa de don Mario. “Creo que era su mejor amiga”, dice Matilde. De ese modo me contó una anécdota. Pasada la tuberculosis ella se había instalado de forma prácticamente permanente en Sucre. Ya con más salud, fuerzas y cambiada por ese brusco cambió de vida, empezó a revisar la cuestión religiosa. Lo que pasa es que a ella no le gustaba los ornamentos de eso tan profundo que era la filosofía de la religión cristiana. Relata que, a principios de los noventa, empezó a ir a la misa de las doce en la iglesia de Santo Domingo. Era una eucaristía tranquila que daba el padre Espada, porque iba poca gente. Las homilías que él daba eran de una visión serena. Esa misa le hacía bien. Justo don Mario, ya mayor, iba también a la misma, entonces solían verse. Una vez él la invitó a tomar té a en su casa, ahí manifestó que la música clásica podía ser de interés para ella, ya que conocía de su obra. El señor Estenssoro, de una jovialidad asombrosa, poseía una colección considerable de música en un estudio que él tenía en su casa. Empezó, pues, una costumbre de sesiones semanales para escuchar música después del té, los famosos lieder de Schubert, Schumann, Brahms, entre otros que, a decir del maestro tarijeño, servirían de inspiración para las canciones poéticas que componía Matilde. A ella le encantaba charlar con él y se entendían muy bien, hablaban mucho sobre música. Empezó una bella y memorable amistad, pese a la diferencia de edad que había entre ambos. La rebeldía fue el sello de los más fructíferos años de Casazola. Ella no está orgullosa de todo lo que hizo en esa época, sobre todo porque desaprovechó algunas oportunidades y no había valorado como

Voz que llega a los socavones del corazón y a los cielos del espíritu, llenándolo de estrellas. Y la guitarra… ella también recita en el idioma de las cuerdas”.

ella hubiera querido el cariño de personas que la apreciaban bastante. A esta sensación que me comenta le ha dado una solución. A su profesor Emilio Hochmann S., quien la apreciaba bastante, le hizo un retrato. De don Mauro Núñez Cáceres, a quien conoció a sus quince años, más o menos, cariñosamente recuerda que le hizo un charango; a él le dedicó algunos poemas y también el bailecito A don Mauro. El arte también puede ser redentor. Antes de irme, la maestra me invitó unas galletas. Interpretó una canción inédita, de las primeras que compuso, una zamba: Flor de Romero. Escucharla fue algo más que hermoso. Su voz cálida que sube y baja al cantar, al recitar. Voz que llega a los socavones del corazón y a los cielos del espíritu, llenándolo de estrellas. Y la guitarra… ella también recita en el idioma de las cuerdas. Honda resonancia de bella caída y pomposa elevación. Un diálogo inagotable entre el canto y la vibración. Se toman de las manos, la guitarra y la voz. Un paseo que parece eterno en las praderas del oído. ¡Con qué hierba cautivas, Matilde!


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SU APORTE FUE INVALUABLE

Los indios en la Guerra del Luis Oporto Ordóñez EL PROBLEMA DEL INDIO En los años previos a la invasión del Litoral de Bolivia, las autoridades militares de Chile estudiaron minuciosamente el desierto de Atacama y sus habitantes originarios. En su afán descriptivo identifican rasgos de las poblaciones originarias, a los que Vicuña Mackena califica como “hombres que desde remota edad, y aun desde antes de la conquista de la civilización, se hallan permanentemente consagrados a ese género de fatigosas exploraciones y son conocidos en el país con el nombre indígena de cateadores”. Chile suponía que los indios no se sumarían al Ejército boliviano, pues su visión era propia del darwinismo social de la época y los calificaba como “indios sencillos e ignorantes, que ni siquiera entienden el idioma castellano. Viven completamente extraños al movimiento político y a los sucesos que se desenvuelven en las provincias de la costa”. Por su parte, entre 1864 y 1875, la élite dirigente boliviana había decretado la destrucción de las comunidades indígenas, forzándolas a la exvinculación, tanto por el odio irrefrenable a esa raza indómita como su temor inocultable por su fuerza social, cuando ésta se desencadena. En su imaginario quedaba el recuerdo de la gran rebelión india de Túpac Katari y su indiscutible bravura en el límite de la temeridad, como lo demostró en la guerra de los 16 años por la independencia. Ese oculto sentimiento de la oligarquía no había variado, aun en pleno desarrollo del conflicto bélico. Así podemos colegir en la exigencia del Prefecto de Oruro que escribe al presidente Campero para que “se expropiase por la fuerza a los indios”. No solamente era el sentimiento de los políticos que defendían desde el Congreso los intereses de la oligarquía terrateniente. Por eso no extraña que el ilustrado diputado liberal, José Rosendo Gutiérrez (bibliógrafo de gran talla, obnubilado únicamente ante la aparición de Gabriel René Moreno), en 1880, arengaba “la destrucción de la comunidad indígena”. Formalmente, ante esa curiosa visión de “nación blanca” soñada por la enceguecida oligarquía terrateniente, los indios bolivianos estuvieron proscritos de incorporarse al Ejército, privilegio reservado a los ciudadanos.

INVASIÓN DEL LITORAL DE BOLIVIA Las tropas de ocupación de Chile avanzaron sin previo aviso de guerra sobre territorio boliviano, el fatídico 14 de febrero de 1879. La excusa del legítimo decreto del gobierno de Bolivia que imponía un impuesto de 10 centavos por exportación de guano, fue el detonante circunstancial. Chile había esperado pacientemente la oportunidad para avanzar hacia el norte, invadiendo terri-

torio desguarnecido, con tropas adiestradas durante largo tiempo y armadas hasta los dientes para arrasar el territorio del Litoral hasta alcanzar su objetivo estratégico: Lima. La información sobre la irrupción chilena, llevada por correos extraordinarios a cargo de postillones, llegó en diferentes fechas a las ciudades del interior de la república. Rápidamente las élites de las principales ciudades apoyaron al gobierno. En Oruro ofrecen el concurso de los esfuerzos personales de todos, los recursos que poseían y, si fuese necesario, su sangre, para reivindicar el territorio y la honra nacional; en Tarija, marcharon por las calles y firmaron un documento brindando todo lo que tenían como contribución a la defensa de la patria; en Cochabamba, eminentes ciudadanos se reunieron en comicio y marcharon por la ciudad; en Potosí hubo gran fervor cívico y desfile popular; en Sucre, se presentaron en el cuartel varios grupos de jóvenes pidiendo ser los primeros en marchar a la reconquista del litoral; en Santa Cruz y Trinidad hubo manifestaciones similares. Ocurrió lo mismo en las capitales de las provincias. En Colquechaca, la protesta contra chile la encabezó Aniceto Arce. Al frente, afirma Roberto Querejazu, estaban los indios, “marginados de la vida política, diezmados, hambrientos y enfermos de paludismo, ignoraron el drama internacional. Se dedicaron a alistar sus arcaicos arados, acompañando con lágrimas de alegría las lluvias que ese verano iban regando sus diminutas parcelas”. Como cruel paradoja de la historia, la correspondencia oficial del gobierno, enviada con urgencia a Antofagasta, fue llevada a bordo del vapor Cochrane y fue recibida por la autoridad invasora, quien encontró en ella: “una orden librada por el Ministerio de Guerra al prefecto para organizar con los trabajadores bolivianos de Carmen Alto (a tres leguas de Antofagasta) una fuerza que resista la invasión, armándola de los rifles que siendo [esta misma autoridad] prefecto un año antes había entregado en depósito a la Compañía de Salitres y Ferrocarril, es decir, a la misma personalidad que fue a pedir protección de Chile contra la ley de los 10 centavos y bajo la influencia del mismo gobierno chileno”.

RECLUTAMIENTO DE TROPA INDIA Las listas del Ejército acantonado en la ciudad de Tacna no muestran filiaciones indígenas, lo que confirma que estos no fueron reclutados para engrosar los batallones que marcharon al frente de guerra. En las listas de los 397 efectivos del Batallón “Sucre”, segundo de línea, figuran apenas dos soldados de apellidos de origen claramente indígena: Marcelino Choque y Mariano Quispe. Tampoco los hemos encontrado en las listas oficiales de los 81 efectivos del Escuadrón “Bolívar” y en las del Batallón “Grau” N° 7, de 219 plazas, donde sólo figura un soldado Juan Quispe. Formalmente, los indios boli-

TEMOR Y RESPETO EN CHILE SOB Para los comandantes y los intelectuales de Chile, todo individuo de piel cobriza era señal de indígena. A tal grado llega la confusión que miembros de la élite boliviana eran calificados como indios: “Era este el señor Julio (antes Lucas) Jaimes, indígena de Potosí; hombre laborioso, al cual no falta ni inventiva ni estilo ni menos audacia para escribir”. La tropa boliviana de ascendencia indígena asombra a Chile y despierta su sentimiento, mezcla de temor y respeto, dice de ellos Vicuña: “Son más

vivaces que mos habland cuando gene rio saber que ciendo jorna puede rendi campaña, ca dispensable emprender u un pedazo d


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UNA GUERRA SUSTENTADA POR LA CONTRIBUCIÓN INDIGENAL Los gastos del Ejército acampado en Tacna (Perú) consumían Bs 1.013.929,17 y la 5ª División del General Campero que deambulaba por el sur tenía gasto calculado en Bs 550.000. A despecho de la oligarquía, el principal sustento de la guerra fue la contribución indigenal en toda la república, que en realidad era lo que se tenía a la mano. Las rentas generadas por la contribución indigenal alcanzaban a Bs 693.373,70. Los derechos alcabalatorios de la coca que se remataron el año 1878 en Bs 212.100, pagaderos por mensualidades contadas desde 11 de junio “estaban consumidas 10 mensualidades, cuando menos”, en abril de l879. Confesaba, el ministro Méndez, al final del recuento, que: “a la verdad, los únicos recursos efectivos del gobierno central, que son hoy como en la conquista, el sudor y el tribu-

BRE EL SOLDADO ‘INDÍGENA’

nuestros indios; más despiertos, diríando en criollo. Es gente de pelea y aun eralmente viene mal calzada, es necesae pisando sus ojotas, devoran leguas haadas a pie que ningún ejército del mundo r; y esto sin comodidades, sin tiendas de asi sin rancho y apenas con la ración inque a cada soldado se reparte antes de una marcha: unas cuantas hojas de coca, de “llipta” y unos cuantos granos de maíz

tostado. Esto les sobra.... y así marchan y marchan atravesando nevadas cordilleras, desfiladeros horribles y las altiplanicies de los Andes con igual seguridad y ligereza que los huanacos y vicuñas”. El historiador chileno había sido testigo de estos hechos y escuchó sobrecogedores relatos de las hazañas de los indios urus en Chiuchiu y Canchas Blancas. El soldado indio merecía todo el respeto y si este integraba el Ejército de línea, otra sería la historia de esa guerra de ocupación.

to del indio, esto es, la contribución indigenal y el derecho o estanco de la coca (que es el tabaco junto con el pan de aquellos rebaños humanos), habían sido cobrados con anticipación”. Sin embargo, con la invasión de la provincia de Atacama, la contribución indigenal mermó en Bs 5.041, “perdidos con motivo de la ocupación de nuestro litoral”, afirmaba el apesadumbrado ministro de Economía Méndez: “Habrá que deducir también la quiebra sufrida en ese ramo de ingresos con motivo del hambre y de la peste que diezmaron la casta indígena, hace poco: igualmente que lo adeudado hasta hoy por varios subprefectos y que por de pronto no puedo ni calcular. Es pues, manifiestamente arbitrario y exagerado fijar Bs 690.248,70 por contribución indígena para la guerra, en el año pasado. Es seguro que no ha podido contarse ni con una mitad de esa suma”. ¿Cuáles eran aquellos gastos del Ejército en Tacna? El historiador Vicuña MacKenna, nos proporciona datos importantes: el traslado del parque militar, la movilización y equipo de columnas y batallones, la compra de armamento y vestuario y el socorro diario de cerca de mil rabonas que quedaron en La Paz.

CHILE INVOCA LA EXTINCIÓN DEL TRIBUTO INDIGENAL: PROCLAMA DE EMILIO SOTOMAYOR Consciente la clase dominante chilena de la situación de los pueblos indígenas, excluidos de la ciudadanía pero reatados al tributo indigenal, decide usar como estrategia, la promesa de redimirlos, una vez consolidado el territorio invadido, bajo las leyes de Chile. Esta estratagema fue muy usada en la región de Canchas Blancas donde se vio el potencial indígena en guerra: “Que varios indígenas de Canchas Blancas y demás lugares recorrido por el célebre comandante de armas de Calama, José María 2do. Soto habían venido con la propaganda de que los chilenos les traían la absolución del tributo y la más amplia independencia de su raza. Los indios de las cercanías se habían venido a ponerse de acuerdo con los cholos de esta ciudad y todo pronosticaba que no estaban lejos de un tremendo cataclismo”. El coronel Emilio Sotomayor, jefe de ocupación de la línea del Loa, al tomar posesión de Calama, a orillas del río Loa, el mismo 23 de marzo de 1879, arengó a los habitantes de esa población: “Bolivianos indígenas. Desde este momento dejáis de ser tributarios. Ya no pagareis contribución por cabeza como las bestias. Os traemos la civilización y la libertad de industria. Ni contribuciones, ni impuesto de guerra, ni empréstito, ni gabela de ninguna clase tendréis que sufrir, ni los hijos de la desgraciada Bolivia ni nadie”. Eran palabras que se las llevaba el viento, pues el Ejército chileno persiguió con saña a los pueblos Urus, en su incursión a Calama y San Pedro de Atacama.

FOTOS: ARCHIVO

Pacífico

vianos estuvieron proscritos de incorporarse al Ejército, privilegio reservado a los ciudadanos. El historiador Vicuña Mackenna describe los métodos de reclutamiento, tanto en Chile como en el caso boliviano y peruano. Dice, el historiador: “Al llegar rumores de que el ejército enrolaría a la fuerza a los campesinos, algunos de ellos asustados parten a vivir a los cerros”, lo que puede ser la demostración que la oligarquía en Chile coincidía con la de Bolivia para vetar el reclutamiento formal de indígenas en sus líneas. Con relación al Ejército expedicionario que se organizaba en las ciudades y distritos de Bolivia, describe que las tropas “arrean indios en colleras”, y relata que “se ha dicho sin embargo después que el ministro de la guerra Othon Jofré solía soltarlos por un rescate de 50 pesos o un caballo.....”. Vicuña, siempre tendencioso en sus escritos, libraba una guerra mediática para ganar el apoyo popular a la invasión. Su análisis sobre la composición de la tropa boliviana confirma que se trata de ciudadanos reclutados en las ciudades importantes de Bolivia: “El resto de los batallones, cuyas plazas llegaban ordinariamente a quinientos soldados hábiles (…) componiendo su mayor número, que era de cinco a seis mil, antiguos soldados retirados o de levas juveniles y robustas hechas en todo el país durante los meses de marzo y abril”. Observó que en Arica las tropas solían identificarse por colores que representaban sus regiones, lo que llama poderosamente su atención, dando cuenta exacta de la apariencia exterior de la calidad militar de las tropas que habían bajado de la altiplanicie: “no se ven más que uniformes de distintos tipos y colores, artilleros, infantes, coraceros, hasta mujeres y niños venidos desde las faldas del Illimani, comerciantes, transeúntes y todo ese séquito que suele acompañar a nuestros ejércitos de Sudamérica, todo contribuye a imprimir al puerto, antes tan tranquilo, un sello especial de inusitada animación”.


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FOTOS: RRSS

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EL CINE LLEGA DESDE LUGARES INESPERADOS

La reconstrucción de los hechos, entre Mariño y la muerte de Únzaga de la Vega En 2020, la carrera de Literatura de la UMSA y el Instituto de Investigaciones Literarias publicaron “Rastros del doctor Mariño. Crónicas policiarias 1937-1959”, cuya edición estuvo a cargo de Marcelo Villena Alvarado. Claudio Sánchez

Una investigación hemerográfica que recupera artículos y crónicas policiales de más de dos décadas, en las que se intuye la presencia de Mariño, un personaje recuperado desde la ficción por Blanca Wiethüchter y Jaime Saenz, pero que tiene su origen en la realidad de la Policía Boliviana, o más precisamente en el Cuerpo de Carabineros.

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ndependientemente del personaje que convoca este estudio y de las cualidades que el libro tiene, en las que —por ejemplo— se rescata la restitución de una época desde los casos policiales más emblemáticos, donde también se hace un recorrido histórico que provoca al lector para seguir descubriendo más de lo sucedido. Donde también el estilo periodístico merece atención dentro de los posibles estudios de las formas de decir en aquellos años. El tomo invita a detenerse en episodios singulares, más allá de una totalidad, proponiendo nuevas lecturas sobre el pasado. Sin duda, uno de los casos más importantes de los años 50 es la muerte de Óscar Únzaga de la Vega, quien fuera jefe de la Falange Socialista Boliviana, el partido político de mayor oposición al Movimiento Nacionalista Revolucionario, al cual se le reconoce como autor (poniendo de este modo

referencias colectivas a un movimiento social que fue consagrado desde sus personalidades) de la Revolución Nacional de 1952. La crónica publicada en el periódico La Nación del 20 de abril de 1959, que recupera el libro, dice: “Cuando fueron apagados todos los focos subversivos, pasadas las horas 20, se recibió en la Asistencia Pública el llamado telefónico solicitando una ambulancia para recoger dos muertos de la calle Larecaja 188”. Se había producido un hecho de sangre, y continúa: “Constituida la ambulancia, recogió dos cadáveres, ambos con herida de bala en la sien derecha. En la Asistencia rápidamente fue identificado el jefe la Falange, Óscar Únzaga de la Vega, de 46 años de edad (…) el otro cadáver era de René Gallardo, de 28 años.” Días después de la muerte de Únzaga —sobre lo cual se ha escrito mucho— se hizo la reconstrucción de los hechos. Y es con esto que el interés crece por saber más de la historia, porque en esta justificación de las acciones hay elementos de un alto valor —sobre todo— para el discurso oficialista. En la crónica de El Diario, publicada el 15 de mayo, se lee: “Se Filmó. La empresa cinematográfica Acción, de propiedad del señor Waldo Cerruto, filmó ayer las partes fundamentales de la reconstrucción con el propósito de ofrecer un documental a la opinión pública. El señor Cerruto anunció que presentará un proyecto de relato de la película al Fiscal, sobre la base de las declaraciones vertidas por los testigos, para luego incluirlo en la película. La película se hizo con la conformidad de la comisión de los Fiscales.” A partir de la recuperación de este texto, se puede volver a la historia misma del cine boliviano, a la empresa de Cerruto (quien era cuñado de Víctor

Paz Estenssoro y quien había sido el mayor promotor de la creación del Instituto Cinematográfico Boliviano, ICB) que bajo el nombre de Acción hacía diferentes registros que acompañaban el discurso oficialista de la Revolución Nacional. ¿Qué queda de las productoras “independientes” de la época? Mucho se habla y se escribe de la producción del ICB —sobre todo de los noticieros— pero poco se ha dicho de las otras productoras de la época, las que también van en paralelo de la producción estatal. Se hace foco en personalidades del cine de esos años como Jorge Ruiz y se deja de lado todo aquello que puede haber estado siendo filmado en paralelo. Incluso si el objetivo final hubiera sido el mismo, fortalecer el discurso oficialista. Al cine se llega desde lugares inesperados, o todos los caminos llevan al cine, esta vez el libro sobre Mariño inventado/real procura una nueva mirada sobre los hechos. La cámara aquí juega un rol importante porque es a través de su encuadre y la opción de su posible montaje, que se cuenta una historia que marcó la historia del país. De nuevo el cine se convierte es un espejo para poder ver una realidad que sucede. La pantalla devuelve el hecho, desde un punto de vista que elige qué contar y en su intención de registro testimonial también se ve afectada por intereses que responden a coyunturas determinadas. Acción pudo haber filmado la reconstrucción de los hechos, pero esa reconstrucción también estaba alterada por el poder del gobierno de entonces, si nos dejamos llevar por lo que se dice, por lo que nos cuentan desde la oralidad y llega hasta nosotros.


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UNA NUEVA EDICIÓN DE SANTO VITUPERIO

La santa sigue recorriendo las calles “Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran”. André Gidé Homero Carvalho Oliva

En Bolivia es una hazaña que un libro de literatura contemporánea, ya sea cuento, novela o poesía, llegue a varias ediciones, me refiero a obras que no están incluidas en el programa escolar que los padres de familia están obligados a adquirir como las canónicas novelas Juan de la Rosa, de Joaquín Aguirre y La Chaskañawi, de Carlos Medinaceli, entre otras.

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n la actualidad sé que, de Amores imperfectos, libro de cuentos de Edmundo Paz Soldán, saldrá la séptima edición el próximo mes; la novela El abrigo negro, de Sisinia Anze tiene varias ediciones y en mi caso Santo Vituperio, mi novela más exitosa, la próxima semana saldrá su décima edición. La explicación es que son obras que gozan de la preferencia de los lectores. Para mí es un orgullo y una satisfacción como escritor que una de mis obras goce de esa predilección. Como dice Vargas Llosa “se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias”, yo escribí Santo Vituperio intentando explicarme Santa Cruz de la Sierra y su escritura fue un viaje de descubrimiento. A continuación, para animar a los lectores que aún no han leído, les copio algunos fragmentos de reseñas, críticas y comentarios que se han escrito sobre esta obra publicada originalmente el año 2003 que explican el éxito de esta obra: Martha Cuba Cronkleton, literata peruana, experta en literatura latinoamericana, afirma: “Mientras Inés de las Muñecas era asesinada en una sombría calle de San Lorenzo de la Sierra, Julián Paz Sanabria encendía el computador para continuar escribiendo un artículo periodístico”. Desde la primera vez que leí esta línea, supe que Homero Carvalho tenía un proyecto interesante en sus manos: un asesinato, un periodista escritor y una ciudad: San Lorenzo de la Sierra que no es otra que la ciudad de Santa Cruz. La importancia de la ciudad en esta obra es innegable: ella no es sólo telón de fondo o espacio donde se desarrollan los hechos, es prácticamente un personaje. (…) Santo Vituperio no se limita a ser una mera representación descriptiva de los aspectos físicos y geográficos de la ciudad de Santa Cruz. Se trata más bien del escenario donde pugnan los sueños y pesadillas, los anhelos, los impulsos y miedos, la hipocresía, la falta de solidaridad, y hasta la hostilidad de sus pobladores. Una ciudad que se mece

entre la tradición y la modernidad, rural y cosmopolita a la vez”. Alcides Parejas Moreno, historiador y novelista: “La novela se ha convertido en una valiosa fuente para estudiar las ciudades: no se puede conocer París sin recurrir a Balzac, ni Madrid sin las novelas de Galdós. Santo Vituperio, de Homero Carvalho, que tiene como telón de fondo la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, está llamada a convertirse en un referente para todo aquel que quiera asomarse al alma de la ciudad de los montes, como la bautizara el francés D’Orbigny. Es una novela en la que el autor busca, encuentra y transmite el aroma cruceño, algo poco frecuente en nuestra literatura. En la medida que nos guste o no lo que veamos reflejado, Santo Vituperio será una novela cuestionadora y desmitificadora.” Adolfo Cáceres Romero, investigador y escritor: “Hay humor negro en esta novela, como en las grandes obras Boris Vian. Hay humor paradojal. Crítica social, sobre todo cuando señala las supercherías que forman parte de los conglomerados humanos medianamente cultos. Desde luego que en esta obra también interviene la iglesia católica. No era para menos, el pueblo santificaba a una prostituta asesinada en las calles de esa gran ciudad”.

Rodrigo Urquiola, escritor: “¿Quién es Inés? Una puta santa. ¿Cómo ha llegado a ser puta? Eso no es lo que importa. ¿Cómo ha llegado a ser santa? La ciudad la ha hecho. ¿Cómo? Un periodista –¿qué mejor expresión de la existencia e imponencia de la ciudad que un cronista cualquiera de lo que sucede en ella?– encargado de escribir un artículo sobre el fenómeno del café en varias de sus expresiones (el grano primigenio, los cafés donde se reúnen los bohemios, el café y la conversación, etcétera) ha decidido, en un momento de iluminación ociosa, en un momento de inspiración azarosa, después de leer una nota cualquiera de la prensa roja, el asesinato de una prostituta, encender una vela y propagar el rumor de que esa prostituta muerta, Inés, la puta santa, hace milagros a quien tenga fe en ella. Y el efecto es tal que la ciudad –esta ciudad inventada que inventa– hace que los milagros sucedan y que la figura de Inés de las Muñecas atraviese las fronteras de la misma iglesia y sea venerada por el pueblo: en las calles de San Lorenzo de la Sierra pueden encontrarse souvenirs y amuletos que le rinden pleitesía”. Enrique Rocha Monroy, escritor: “La novela es redonda, como decía Balzac, una novela tiene que ser como el globo terráqueo, empezarla en el ecuador y terminarla en el polo. Santo Vituperio es el retrato de la vida bohemia de Homero Carvalho que magistralmente sabe expresar la sierpe de recuerdos, larga y apretada en las páginas de su memoria y sus laberintos, traducida en aguas transparentes.” Lucio Paz Rivero, columnista: “Homero con su nueva obra incursiona casi de golpe en el primer plano de la narrativa latinoamericana. La intensidad de su visión alucinada envuelve poderosamente al lector. Se destaca el manejo de un lenguaje narrativo que está hecho, además de ciertas técnicas, de estructuras complejas y perspectivas temporales variadas. Se destaca principalmente su escritura de enorme tensión y hechizo. Aunque la estructura de la nueva obra de Homero es bastante compleja, está sutilmente trabajada. Es por eso que la lectura de “Santo Vituperio”, es ágil y envolvente. El autor no se involucra directamente en la narración, más bien compone, ensambla distintos elementos y su labor creativa está en ello y en no enjuiciar la acción de la novela. Homero se muestra como un creador original, teniendo presente que crear no es inventar cosas de la nada. Crear es saber colocar juntos elementos distintos. Es en el juego de los planos donde se da “el juego de los espejos” de la novela, en el cual la realidad de la ficción dentro de la ficción, se iluminan y codeterminan mutuamente para ofrecernos una dimensión rica de la historia narrada”.


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SEGÚN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE WARWICK

Los orangutanes “desarrollan su propia jerga” igual que los humanos “Los grandes simios, tanto en libertad como en cautividad, nos están ayudando por fin a resolver uno de los enigmas más antiguos de la ciencia: el origen y la evolución del lenguaje”.

Un equipo de investigadores ha demostrado que los orangutanes salvajes no tienen un lenguaje fijo, sino que utilizan distintos registros vocales y los adaptan al grupo social con el que viven o se comunican.

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egún un artículo de la Universidad de Warwick (Inglaterra), publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, la interacción social moldea y transforma el “vocabulario” de los simios, lo mismo que con los humanos.

PARALELISMO DIRECTO CON HUMANOS Este hallazgo no sólo demuestra que los orangutanes salvajes tienen distintas “personalidades vocales”, sino que, según sus autores, establece un paralelismo directo entre nuestro desarrollo y el de nuestros ancestros evolutivos. Para hacer el estudio, el investigador del departamento de Psicología de Warwick Adriano R. Lameira y su equipo grabaron las llamadas de unos 70 simios de seis poblaciones de oranguta-

nes de los pantanos y las selvas de Borneo y Sumatra, en el sudeste asiático, la mayor muestra analizada jamás en un estudio sobre el comportamiento vocal de los grandes simios. Estas poblaciones de orangutanes se diferenciaban por su densidad de población, desde grupos que socializaban intensamente hasta los más dispersos.

MULTITUD DE VARIANTES SONORAS En las de alta densidad, los orangutanes empleaban gran variedad de llamadas originales y probaban multitud de variantes sonoras que modificaban o abandonaban constantemente, mientras que los ejemplares de las poblaciones más dispersas y con menor densidad se decantaban por llamadas más establecidas y convencionales. Aunque los grupos más dispersos no experimentaban con un número tan elevado de sonidos novedosos, cuando introducían una nueva variante de llamada la conservaban y, por tanto, su repertorio de llamadas era más rico que el de los orangutanes de las poblaciones de alta densidad, que descartaban continuamente nuevas variantes de llamadas. Si la comunicación de las llamadas de los orangutanes está moldeada socialmente, es probable que también sea el caso de nuestros antepasados simios directos y extintos, apuntan los autores.

LA INFLUENCIA SOCIAL EN ORANGUTANES El estudio sugiere que la influencia social — aunque previsiblemente modesta al principio, antes de la aparición de un lenguaje primitivo plenamente operativo— podría haber aumentado de forma constante, dando lugar finalmente a las innumerables formas en que el lenguaje está determinado por quienes nos rodean. “Los grandes simios, tanto en libertad como en cautividad, nos están ayudando por fin a resolver uno de los enigmas más antiguos de la ciencia: el origen y la evolución del lenguaje”, comenta R. Lameira.

EL SURGIMIENTO DEL SIMIO PARLANTE: EL HOMO SAPIENS “Ahora podemos empezar a concebir un camino gradual que probablemente condujo al surgimiento del simio parlante, nosotros, en lugar de tener que atribuir nuestras habilidades verbales únicas y nuestra cognición avanzada a la intervención divina o al azar de la genética”, explica. El investigador está convencido de que los orangutanes pueden ofrecer “muchas más pistas en la vida de nuestros parientes vivos más cercanos”, aunque para ello es necesario “garantizar su protección y su conservación en la naturaleza”. “Cada población que desaparezca se llevará consigo destellos irrecuperables de la historia evolutiva de nuestra especie”, advierte.

FOTO: TWITTER / @SUZIESZTERHAS

DW / Ahora El Pueblo


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