SUPLEMENTO CRÓNICAS NRO 33

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AÑO 1 - N°33

El Tío no es el diablo bíblico, no come personas ni devora almas

Págs. 6-7

El pasado invita a revisar lo que hicimos o dejamos de hacer

En Irán exponen una colección de rarezas del automovilismo

El acceso al conocimiento da impulso a la revolución social

Págs. 2-3

Pág. 4

Págs. 8-9

CEMENTO IP-4EL0PAÍS

TE EL MÁS RESISTEN

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E L C E M E N TO O S DE LOS BOLIVIAN LÍNEA GRATUITA 800 10 1707

FOTO: TOMADA DE RRSS

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LOS RECUERDOS SON COMO NUESTRA SOMBRA

La nostalgia del pasado Si no hacemos autocrítica, todo seguirá igual, sé que no es fácil, pero hay que intentarlo. Mientras el pasado siga insepulto será un fantasma espantando los sueños del futuro. Debemos cuidar que el discurso no se aleje de la realidad, al igual que sectores de la izquierda de antes se alejaron de sus principios. Homero Carvalho Oliva

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olví a leer algunos capítulos del libro Usos del pasado, qué hacemos hoy con los setenta, escrito por la socióloga argentina Claudia Hilb, un texto que demanda a nuestras convicciones y certidumbres políticas e ideológicas respecto a lo fuimos y lo que pudimos hacer; mientras lo leía mi memoria discurrió hacia el pasado, que para los aimaras es lo que está al frente porque es lo que podemos ver, a diferencia del futuro que no vemos. El libro testimonial de Hilb está conformado por seis ensayos, dividido en dos secciones: “Política, violencia, revolución” y “Moral, justicia e instituciones”. En relectura de los capítulos dos y tres, sobre la vigencia de la Revolución cubana y la el episodio de La Tablada, en la Argentina, recordé nuestros propios años setenta, la exaltación del mesianismo guerrillero, la violencia armada como medio para enfrentar a las dictaduras y tomar el poder para cambiar el mundo, para hacerlo más justo y más noble: “una generación que creyó posible instaurar un orden definitivamente justo”, como lo afirma la propia autora. Sin embargo, en el fin también estaba el germen de la propia destrucción de nuestros ideales, porque nos faltó y nos falta autocrítica. Necesitamos una severa revisión personal y social de lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado individual o colectivo. Hablar de los errores en primera persona y no recurrir al narrador omnisciente.

CONCEBIR EL PASADO DESDE EL PRESENTE

Tenemos que comprender que, así como el pasado tiene un peso sobre el presente, este también lo tiene sobre el pasado y han sido muy pocas las voces críticas de los setenta, por temor a que nos tilden de revisionistas, traidores o reformistas. Algunas de esas voces son las de los historiadores Carlos Soria Galvarro, Humberto Vásquez Viaña y Gustavo Rodríguez Ostria y otras que se han sumado a la revisión de la presencia del Che Guevara en Bolivia, apartándose de los panegíricos, intentando establecer la verdad histórica o por lo menos otra versión de los hechos. Leyendo el libro recordé los años en los que, muchos de nosotros, nos iniciamos como militantes de izquierda, cada uno en distintas tendencias. Cuando escribía este texto se me vino una cita de Paul Ricoeur: “y, sin embargo, no tenemos nada mejor que la memoria para garantizar que algo ocurrió antes de que nos formáse-

mos el recuerdo de ello” y luego otra de Gabriel García Márquez visitó mi mente en la que nos asegura que el pasado es lo que recordamos, de una parte de ese pasado les quiero contar, de un pasado absurdo, irreverente, loco y, sin embargo, real y maravilloso, de esos años intentando construir la utopía a medida de nuestros sueños.

CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA

El año 1975, cursaba el bachillerato en el colegio Don Bosco de la ciudad de La Paz y ya militaba en una organización de izquierda, un pequeño grupo que tuvo cierta influencia teórica en la denominada izquierda nacional. Me radicalicé tanto que no tomaba Coca-Cola porque era la bebida del imperio; tampoco leía autores norteamericanos para no ser alienado por la supuesta ideología que se filtraba en sus novelas, poemas y cuentos; no asistía a fiestas juveniles porque eran diversión pequeño bur-

DIRECTOR Marco Antonio Santivañez Soria

EDITOR DE CRÓNICAS Oscar Alarcón Ticona

CORRECCIÓN José Maria Paredes Ruiz

Redes Sociales

EDITOR GENERAL Oscar Alarcón Ticona

COLABORARON: Luis Oporto Ordóñez Homero Carvalho Oliva Claudio Sánchez Víctor Montoya Melina Valencia Achá

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo

www.ahoraelpueblo.bo La Paz-Bolivia Calle Potosí, esquina Ayacucho N° 1220 Zona Central, La Paz Teléfono: 2902587

JEFE DE REDACCIÓN Clayton Benavides Arteaga

FOTOGRAFÍA Jorge Mamani Karita


3 guesa y si lo hacía -como recuerda mi amigo Ernesto Matny-, era un aburrido porque me ponía a discutir de marxismo con el primero que encontraba, perdiendo a la oportunidad de enamorar a bellas muchachas. En los primeros años de la universidad me dejé ganar por la “cultura de la pobreza”, me vestía como obrero y quería vivir en un humilde cuarto en una de las laderas de la ciudad, ganar un sueldo miserable para quejarme del Estado opresor. Después leí a Jean Paul Sartre y a los existencialistas, luego vinieron los autores del boom latinoamericano y pretendí convertirme en un intelectual comprometido, cambié mis chompas de alpaca y chuspas por sacos de corderoy, bufandas y bolsos de cuero. Un día leí que Borges, el omnipresente, al responder una pregunta acerca de la literatura soviética afirmó con su ejemplar ironía: “¿Qué se puede esperar de una literatura cuya mejor novela se titula La tractorista ejemplar? Y decidí leer a los clásicos del odiado país del norte. Me estaba perdiendo de una gran literatura.

FUERON AÑOS FEROCES

Leíamos a Pablo Neruda y a Mario Benedetti, poetas que ahora son vilipendiados por algunos jóvenes que se creen superiores, sin embargo, para nosotros, sus poemas fueron arengas para

combatir a las dictaduras y para enamorar a las muchachas bonitas que eran nuestros ejemplos de entrega a la revolución: apasionadas con las causas justas y solidarias con todos. En las guitarreadas cantábamos hermosas canciones de amor y protesta, así como tonteras como esa de “¿qué culpa tiene el tomate…?” Los setenta y los ochenta fueron años feroces, cometimos errores, nuestros líderes los cometieron y nunca hicieron un mea culpa, la mayoría ya están muertos y los que viven no lo harán; dejamos muchas tareas inconclusas porque creímos que la recuperación de la democracia era el fin, nos olvidamos que solamente es un medio para lograr un mundo mejor por el que hay que luchar cada día. Muchos de la generación anterior a la mía, animados por el espíritu del guerrillero heroico, se sacrificaron en las montañas y las ciudades. En mi generación también murieron muchos de nosotros, creo que nuestro mayor logro fue apoyar, decididamente y sin mezquindades, la huelga de hambre iniciada por las mujeres mineras: Angélica de Flores, Aurora de Lora, Nelly de Paniagua y Luzmila Pimentel, luego se sumó Domitila Chungara, eso nos reivindica porque logramos el retorno de la democracia. Sin embargo, nos dormimos en nuestros laureles y esa conquista se convirtió en una apariencia irrevocable.

EL PRESENTE Y EL FUTURO “Con argumentos sólidos y compromiso personal con el tema, Claudia Hilb explora sus propias incomodidades frente a una zona del discurso progresista que ha perdido potencia crítica. Porque pensar qué se recuerda y en qué términos, cuáles son las responsabilidades que cabe asumir frente a la violencia del terrorismo de Estado, en qué dirección se activan hoy en la Argentina las creencias y los ideales del pasado reciente es un trabajo intelectual y vital a la vez, necesario para articular una memoria crítica y una reflexión sobre lo político que se proyecten hacia los más jóvenes”. La historia le pasó la factura a la desprestigiada “democracia pactada” y producto de los errores, los olvidos, las injusticias, la corrupción y las masacres, fue posible el gobierno de Evo Morales. El pueblo estaba cansado y demostró su descontento en las urnas en repetidas oportunidades. En estos 39 años de democracia hemos avanzado en muchos aspectos y retrocedido en otros, el actual gobierno, como todos, tiene sus claroscuros y está cometiendo muchos de los errores que cuestionaba, “para algunos países el monstruo se llama historia”, dice Milan Kundera. El investigador Juan Pedro Denaday comenta en su reseña sobre este libro que “el cuarto capítulo explora las contradicciones entre la búsqueda de la justicia y la verdad histórica” , ejercicio teórico que deberíamos practicar los bolivianos más a menudo porque, como afirma Estefanía Rojas López, en otra reseña: “Aunque se pueda objetar que la disimulación de la verdad no puede desligarse de la política, la figura particular del totalitarismo es la manipulación de la realidad fáctica sustituida por una realidad ficticia”. Debemos cuidar que el discurso no se aleje de la realidad, al igual que sectores de la izquierda de antes se alejaron de sus principios. Ahora mismo me cuestionó si los términos izquierdas y derechas son válidos. Hay muchas palabras que se han gastado y perdieron su significado original, se devaluaron. Si no hacemos autocrítica todo seguirá igual, sé que no es fácil, pero hay que intentarlo. Mientras el pasado siga insepulto será un fantasma espantando los sueños del futuro. Los recuerdos son como nuestra sombra, necesitamos de luz para que se vean, la falta de luz hará que el olvido sea indemne y eficaz, estamos obligados a reflexionar si queremos un futuro de paz para nuestro país.

Generación dictadura.


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PERTENECIERON A LA FAMILIA IMPERIAL DE IRÁN, DERROCADA EN 1979

Atta Kenare

Exponen una colección de rarezas del automovilismo

RT / Ahora El Pueblo

FOTOS: AFP

Incluye un vehículo único, creado conjuntamente por Mercedes Benz, Porsche y Volkswagen, así como un Rolls-Royce Silver Ghost de 1922.

El Museo de Autos Antiguos, inaugurado hace un mes en las afueras de Teherán, ha conseguido superar en cantidad de visitantes al Museo Nacional de ese país en el transcurso de ese tiempo. Y ese éxito en gran medida se debe a la exposición de automóviles clásicos que pertenecieron a la familia imperial iraní, informa AFP.

L

a colección incluye numerosos modelos de Mercedes Benz, Porsche y Volkswagen, las marcas de preferencia de la monarquía, que en 1972 fabricaron de manera conjunta un vehículo único, llamado ‘MPV Teherán’. Se trata de un monoplaza de pintura naranja diseñado especialmente como regalo para el príncipe heredero Reza, entonces de 12 años, para que aprendiera a conducir. Poseía dos llaves, una plateada que permitía circular a no más de 30 km/h y otra dorada, con la que sí se podía alcanzar la velocidad máxima, de 170 km/h. Actualmente, la colección incluye 55 auténticas rarezas junto con 2 carrozas y 4 motocicletas, una de ellas usada personalmente por la última emperatriz, Farah Diba. Asimismo, los fondos del museo incluyen cerca de 100 vehículos adicionales que aún están por ser cuidadosamente restaurados para sumarse a la exposición. Otra de las atracciones es un Rolls-Royce Silver Ghost negro, edición 1922, que medio año antes de la revolución de 1979 —que derrocó a la familia Pahlavi— fue trasladado a la sede del fabricante en Gran Bretaña para que

Mercedes Benz 500K edición 1934.

fuera reparado. Tras un arduo litigio con los representantes de la monarquía en el exilio, la República Islámica logró recuperarlo. Por último, uno de los protagonistas principales de la exposición es el Pierce Arrow ‘Modelo A’ de 1930, año en que fue el coche más costoso en EEUU, donde se vendía a 30.000 dólares de entonces. Una suma desorbitante, comparada con los 600 dólares que costaba en promedio un coche nuevo en el país norteamericano en esa época.

Al momento de ser comprado por Reza Sah, el fundador de la dinastía, el costo de este lujoso automóvil con parachoques, parabrisas y faros con acabados en oro cromado y el escudo imperial en las puertas, representaba cerca de una octava parte del presupuesto estatal de Irán. Todas estas joyas del automovilismo, ubicadas en unas instalaciones de 11.000 metros cuadrados, ya han sido apreciadas por más de 20.000 visitantes.


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UNA CREACIÓN MÁS ALLÁ DE SU CINE

Patty Diphusa de Almodóvar y otras chicas del montón El cineasta es una de las figuras más importantes del cine español contemporáneo, pero su obra trasciende las fronteras de su país y forma parte de la cinematografía universal. Claudio Sánchez

UN ARTISTA TOTAL

No resulta difícil encontrar libros escritos por cineastas, algunos de ellos sobre su propio trabajo, incluso alguno haciendo teoría.

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jemplos hay muchos, autores innumerables. “El otro día en un diario madrileño había una encuesta en la que un montón de intelectuales y gente del mundo de la sopa de letras votaban las novelas más importantes escritas en castellano durante los últimos siglos, y todos, TODOS, votaban mis CONFESIONES, incluso antes de Cien años de soledad”. De este modo reflexiona Patty Diphusa, el personaje creado por Pedro Almodóvar para la revista La Luna. El director manchego apunta en el Prólogo: “Cuando pienso en el futuro de este libro pienso naturalmente en la lista de ventas, y cuando pienso en ellas no dejo de preguntarme en qué apartado figurará, ¿en el de ficción, o en el de no ficción? No seré yo quien lo clasifique, porque Patty Diphusa y otros textos participa de ambos géneros.” Con esta ligera advertencia el autor se enfrenta a la lectura de un libro que se divide en dos partes, aquella que tiene al personaje de Patty, y una segunda en la que se reflexiona sobre la acción cinematográfica donde sobresale “Consejos para llegar a ser un cineasta de fama internacional”, o “Autoentrevista 1984”.

Pedro Almodóvar

MADRES PARALELAS

Almodóvar es una de las figuras más importantes del cine español contemporáneo, pero su obra trasciende las fronteras de su país y forma parte de la cinematografía universal. Este año el director estrenó Madres paralelas, una ficción dramática protagonizada por Penélope Cruz (actriz ya fetiche del realizador), Milena Smit (joven actriz española nominada por este papel a los próximos Premios Goya) y la ya reconocida Aitana Sánchez-Gijón. Madres paralelas “Es la historia de dos mujeres, Janis y Ana, que coinciden en la habitación de un hospital donde van a dar a luz. Las dos son solteras y quedaron embarazadas accidentalmente. Janis, no se arrepiente y en las horas previas al parto está pletórica. La otra, Ana, es muy joven y está asustada, arrepentida y traumatizada. Janis intenta animarla mientras pasean como sonámbulas por el pasillo del hospital. Las pocas palabras que cruzan en esas horas crearán un vínculo muy estrecho entre las dos, que el azar se encargará de desarrollar y complicar de un modo tan rotundo que cambiará las vidas de ambas”. Y sin embargo la nueva película es mucho más que esta sinopsis. Es una de las películas más logradas de su director en los últimos años, es la consagración de su realizador dentro de los “clásicos” por derecho propio dentro de las filmografías más actuales. Estrenada durante la más reciente versión del Festival de Cine de Venecia (Italia), pasó luego por San Sebastián (España) y luego en el Festival de Mar del Plata (Argentina), este último el único de Categoría A en América Latina. Netflix tiene ya los derechos de exhibición de la película que llegará a Latinoamérica a principios del 2022 cómo ya se ha anunciado.

El Almodóvar de Madres paralelas no es el mismo de los años ochenta a donde corresponde Patty Diphusa, pero conserva su esencia, y por esto resulta tan interesante leerlo en el ahora, intentando ubicar lo escrito dentro de su propio tiempo en un dialogo con lo más actual de su creación. El libro del cineasta contribuye a descubrir la atmósfera y el carácter de sus personajes, tal vez ya hoy, alejados de todo lo que representa “el destape español” o “la movida madrileña”. Almodóvar, ganador de dos Premios Oscar, primero con Todo sobre mi madre (1999) y después con Hable con ella (2003) es ante todo un “escritor”. Suyos son los guiones de sus películas más importantes, pero no sólo lo hace para el cine, sino que también ejercita su escritura en otro tipo de textos que forman parte de la cultura cinematográfica, sí, pero también nutren la cultura popular. Estos escritos suyos ponen en valor la creación del cineasta más allá de su cine, contribuyendo también a una mejor comprensión de este. El cineasta manchego es un artista total, se le conoce por sus películas, pero también por su música, por escribir las letras de muchas canciones que forman parte de diversos cancioneros. Y claro, es mucho menos difundida su obra literaria, a la que ya él mismo duda en ubicarla dentro de la ficción o la no ficción como lo hemos visto. Se podría decir sencillamente “es que es Almodóvar” y aquí hay un sí y un no como respuesta. Lo es, sí, pero no siempre lo fue. Y más allá de serlo ahora, él no dejo de ser un “autor” y con esto lo que vemos en pantalla está más allá de ser únicamente aquello. Es una pulsación de todo lo que quiere hacer y ser, por eso es que Madres paralelas resulta una pieza importante dentro de la última etapa de su carrera, porque aquí hay madurez, pero no se aparta de su opción primera de ser él mismo. Almodóvar no es uno más, es Almodóvar, y todo lo que se pueda decir de él siempre quedará corto o chico o chato. Porque siempre su obra acepta una nueva lectura, porque esa es la cualidad del arte, su capacidad de abrir los sentidos a las expresiones más diversas.


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NO COME PERSONAS NI DEVORA ALMAS

El Tío no es el diablo bíblico En la concepción de los mineros contemporáneos —y de los “mitayos” de la época colonial—, el Tío, además de ser un dios nativo de las profundidades, es en el fondo de sus creencias el único dueño de los yacimientos minerales y el protector de sus vidas. El personaje sobrevivió a los embates de la colonización. Víctor Montoya Cuando los conquistadores llegaron al territorio de las civilizaciones originarias del llamado “Nuevo Mundo”, a finales del siglo XV, trajeron no sólo caballos, lebreles y armas de fuego, sino también un nuevo idioma y una nueva creencia, una nueva moral y una nueva forma de ver las relaciones humanas desde el punto de vista de los principios cristianos basados en las “Sagradas Escrituras”.

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partir de entonces, el catolicismo se constituyó en la religión de las fuerzas invasoras, de los opresores, de los conquistadores, quienes utilizaron la Biblia como un instrumento de adoctrinamiento y dominación, permitiéndoles la catequización de las masas indígenas que, a diferencia del catolicismo monoteísta y lineal, tenían creencias politeístas y de pensamiento cíclico. El proceso de catequización estaba destinado a dar a conocer el mensaje de Jesucristo, contenido en los cuatro evangelios, invitando a hombres y mujeres a adherirse a la fe y sumarse a la comunidad cristiana. Para cumplir este objetivo debían utilizarse los mismos materiales de enseñanza y adoctrinamiento en todas las colonias, y el mejor método para evangelizar a los indígenas era a través de sus propias lenguas nativas o “dialectos”, como las denominaban los españoles.

LA RELACIÓN CON EL “SUPAY”

Los misioneros comenzaron también su guerra contra las supersticiones y los espíritus a los cuales adoraban los indígenas, considerándolos hechuras e instrumentos del demonio deseoso de establecer su dominio sobre la voluntad de los humanos. Las supersticiones, según los catequizadores, eran las “supervivencias” de la idolatría pagana y había que combatirlas a sangre y fuego, debido a que lo supersticioso era aquello instituido por los hombres para crear ídolos, venerarlos y rendirles culto, como al “Supay” que era adorado como si se tratase de Dios; peor aún, si el “Supay”/Demonio era un ser con quien los indígenas mantenían algún tipo de relación cercana y hacían “pactos” al margen de las buenas costumbres cristianas. El proceso de catequización en tierras conquistadas estuvo centrado en la extirpación de idolatrías asociadas con el diablo. En un comienzo se consideró que las creencias paganas de las civilizaciones precolombinas eran manifestaciones demoniacas y una potencial amenaza contra la religión judeocristiana. Así que, desde un comienzo, la catequesis fue violenta con la destrucción de los “ídolos” indígenas, habida

cuenta de que la misión de los “fieles” no solo consistía en expandir territorios sino en extender la fe católica en las tierras conquistadas.

ENTRE LO PROFANO Y LO SAGRADO

En el proceso de cristianización de los “mitayos”, se explicó que los “ídolos” ancestrales, como el Tío de la mina, a quienes los indígenas rendían tributo considerándolo deidad del subsuelo según la cosmovisión andina, era un “ídolo” maligno y su culto una práctica satánica, aun sabiendo que, al menos en el contexto boliviano, no hay Tío sin mineros ni mineros sin Tío. Los catequizadores, aferrados a su eurocentrismo y su religión monoteísta, confundieron al Tío con el diablo bíblico y con los personajes malignos de otras creencias de allende los mares y, por lo tanto, se empeñaron en extirparlo de la mente y la vida de los “mitayos”. Los cristianos se empeñaron en inculcar la idea de que el “Supay” era la personificación del diablo y se inició una gran campaña de difamación y deformación del “Supay”, no solo otorgándole poderes malignos, sino también transformando su imagen como la de un monstruo con cuernos y cola, con hábito de comer personas y devorar almas. Sin embargo, todo esfuerzo por abolir al dios del “Ukhupacha” (mundo subterráneo), al “Supay” (diablo bondadoso) de la cosmogonía andina, fue una cruzada inútil, ya que este personaje de arraigo ancestral logró sobrevivir a los embates de la colonización y se mantuvo vigente a través del sincretismo religioso entre lo profano y lo sagrado durante la colonia, como si se tratara de una suerte de simbiosis de lo místico y lo cristiano, habida cuenta de que el “Supay”, que se preservó en la cosmovisión y mitología andina, era una suerte de demonio, soberano del mundo subterráneo y dios en el territorio de los muertos; tenía ambos sexos y representaba el bien y el mal. Aun así, algunos lo consideraban un ente generoso con las personas que le rendían pleitesía y lo invocaban para que los ayudara a cumplir con sus deseos.

DIOS NATIVO DE LAS PROFUNDIDADES

La extirpación de idolatrías en las culturas ancestrales obligó a los indígenas a cubrir a sus deidades con rostros cristianos; de lo contario, corrían el riesgo de ser juzgados como herejes y ser sometidos a terribles suplicios. No en vano el Tribunal de la Santa Inquisición del virreinato peruano, cuya misión consistía en combatir la herejía, hechicería, bigamia y blasfemia, fue implacable como la Santa Inquisición de la época medieval europea, incluso se condenó a la hoguera a varios apóstatas que cuestionaban la fe cristiana. En la concepción de los mineros contemporáneos -y de los “mitayos” de la época colonial-, el Tío, además de ser un dios nativo de las profundidades,

‘El Tío del Sumaj Orq’o’. Foto de Jean-Claude Wicky.


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Estatuilla del Tío de Potosí.

es en el fondo de sus creencias el único dueño de los yacimientos minerales y el protector de sus vidas. De él depende el éxito o fracaso de las labores en el subsuelo. Su creencia en este ser sobrenatural, sumada a su fe cristiana, les impulsó a imaginarlo mitad humano y mitad demonio. Su efigie en barro y cuarzo moldearon los mismos mineros, y la colocaron en un paraje especial de la galería, para sentir su presencia y rendirle pleitesía, ofrendándole hojas de coca, aguardiente y cigarrillos. Algo más, en determinadas fechas, de acuerdo al calendario minero, le ofrecen banquetes como una forma de agradecimiento por los favores recibidos, sacrificando una llama blanca en un ritual conocido como la “wilancha”, y “ch’allando” las rocas minerales, con invocaciones, libaciones de bebidas espirituosas y hasta con bailes acompañados con bandas de músicos. No olvidemos que el Carnaval, aparte de ser una manifestación cultural y folklórica de gran trascendencia tanto a nivel nacional como internacional, es una celebración tradicional de reciprocidad entre el hombre y las deidades andinas. Los mineros, el viernes antes del sábado de Entrada del Carnaval, tienen la costumbre de rendirle culto y venerarle al Tío (Wari o “Supay”) con un convite, sobre todo, en los departamentos de Oruro y Potosí. Le dan de fumar, “pijchar”, beber y comer (preferentemente una llamita blanca). Asimismo, adornan su cuerpo envolviéndole con serpentinas multicolores y echándole con mixturas y confetis. ¡Todo un acto ritual milenario en el ámbito minero!

FUE CONFUNDIDO CON EL DEMONIO EUROPEO

Es probable que el aspecto demoniaco del Tío sea el resultado del proceso de catequización, ya que los misioneros, a tiempo de inculcarles a los indígenas los conceptos del bien y del mal, les referían el relato bíblico que cuenta la derrota de Luzbel después de una batalla sostenida contra el Arcángel Miguel. Como es bien conocido, Luzbel, que al principio era un ángel perfecto y vivía en el reino de

los cielos, al hacerse vanidoso y querer recibir la adoración que por derecho le correspondía a Dios, fue expulsado del reino celestial junto a su séquito de ángeles rebeldes que llegaron a encarnar los siete pecados capitales. Luzbel perdió su belleza entre las llamas del infierno, que según la creencia popular se encuentra en el subsuelo, y renació como Lucifer, como el señor de las penumbras y el príncipe de las tinieblas, como el diablo que, a poco de romper las cadenas que lo sujetaban en un profundo abismo del infierno, vagó por el mundo desafiando la fe de los humanos y poniendo en jaque a la religión. Así nació la eterna disputa entre Dios y el diablo, entre el Bien y el Mal. De modo que el Tío de la mina, al ser una deidad subterránea, fue confundido con el demonio europeo, con el diablo o Satán del mundo bíblico. Si bien es cierto que el proletario moderno, empleado en un sistema de producción capitalista, no es el arquetipo del “mitayo” de la época colonial, obligado a trabajar en la mina contra su voluntad, es cierto también que reproduce algunas de sus características, como sus mitos y leyendas, que se transmitieron de generación en generación y por medio de la tradición oral, donde el sincretismo religioso y el mestizaje se manifiestan por medio de los ritos, creencias, costumbres y modus vivendi, que identifican la esencia de las tradiciones ancestrales de las culturas originarias. Además constituyen el soporte esencial de la identidad del indígena que, aunque abandona su vida campestre y se proletariza en la mina, sigue conservando su mentalidad proclive a las supersticiones y, desde luego, sigue conservando su creencia en el Tío de la mina, que en su vida es tan importante como cualquiera de los personajes de la religión católica, traídos por los conquistadores ibéricos al continente Abya Yala, donde existían civilizaciones que profesaban otras religiones y tenían otros dioses que, como el Tío de la mina, sobrevivieron en una suerte de simbiosis donde lo sagrado y lo profano se funden en la mente y el corazón de los creyentes.

‘Diablo’, Óleo lienzo, 1959, C. familia Alandia Pantoja, Bolivia.


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LAS BIBLIOTECAS OBRERAS EN LAS MINAS

El acceso al conocimiento para impulsar la revolución social La clase minera comprendió muy temprano el poder de la información, lo que la llevó a organizar bibliotecas actualizadas versadas en conocimientos de cultura general y de las tendencias políticas socialistas. Luis Oporto Ordóñez La revolución social de 1952 fue impulsada por la acción de masas de los trabajadores organizados en el interior de sus organismos matrices, como la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia y la Confederación de Trabajadores Fabriles de Bolivia.

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l sector minero definió dos líneas de acción, una de carácter legalista terciando exitosamente en las elecciones, con las que se logró conformar un bloque minero parlamentario, que se incorporó en dos escenarios políticos deliberativos, el primero al interior de la Convención de 1938, en la que el Bloque Parlamentario Minero, conformada por la FSTMB y el POR, tuvo rol protagónico y en la legislatura ordinaria de 1947. La segunda fue la acción de masas, esencialmente subversiva y revolucionaria, usando la huelga general como mecanismo de control político, en su afán de tomar el poder político. La dirigencia histórica del movimiento minero se caracterizó por su alto nivel político y de dominio de las tendencias ideológicas en Bolivia en general y en las minas en particular. El temprano entrismo político del Partido Obrero Revolucionario y del Partido Comunista de Bolivia, implantando las escuelas de formación de cuadros, que fue un ariete contundente para movilizar a las masas mineras. La clase minera comprendió muy temprano del poder de la información, lo que la llevó a organizar bibliotecas actualizadas versadas en conocimientos de cultura general y de las tendencias políticas socialistas. Con ese fin, los obreros se organizaron para disponer una mita de su salario destinada a la adquisición de libros para su Biblioteca Sindical. Los mineros eligieron a delegados que viajaron a Santiago de Chile y Buenos Aires para seleccionar y adquirir los títulos de su interés.

MULTAS PARA COMPRAR LIBROS

La gerencia de la Patiño Mines en la mina de Catavi terció en la iniciativa de dotar de una biblioteca al campamento minero, para cuyo fin tramitó una disposición oficial para que las multas disciplinarias de 1941, que ascendieron a la suma de

Bs 52.669,75 sirvieran para la adquisición de libros “con los que se deberían formar bibliotecas populares en las diferentes secciones de la empresa”. Amparados en esa autorización, se invirtió “la totalidad de la suma citada, habiendo además la empresa, contribuido con la donación de muebles para dichas bibliotecas”. Las obras de esta biblioteca diferían de las anteriores, como señala el Gerente General Pierce Holme: “la empresa ha tenido especial interés en que los libros adquiridos sean de verdadera utilidad, tanto para la cultura general del obrero como particularmente para que pueda superarse mediante la lectura de obras prácticas en el oficio en el que trabaja para ganarse el sustento diario”. En el fondo era el mismo obrero el que pagó con su salario la implementación de estas bibliotecas populares, pues las multas se descontaban de sus haberes. El aporte de la empresa en la dotación de muebles y estantes fue también simbólico, pues fueron construidos por los obreros de las


9 sociales, que juegan un rol importante en la promoción de los cambios culturales”. La propuesta iba más en sentido de un club de lectores que de una biblioteca, es decir que “las tareas profesionales y las de orden social exigen de todos los sectores de trabajadores un continuo perfeccionamiento orientado a obtener mayor eficiencia en el trabajo, que se lo logra por medio de la lectura de información y de estudio en libros y publicaciones especiales”. Después, la Comibol instaló bibliotecas en los principales campamentos mineros. Las escuelas, sin embargo, nunca lograron alcanzar este anhelo.

La dirigencia histórica del movimiento minero se caracterizó por su alto nivel político y de dominio de las tendencias ideológicas en Bolivia en general y en las minas en particular”.

INTERÉS DE COMIBOL

La Corporación Minera de Bolivia tuvo interés genuino en desarrollar una biblioteca central y emuló la experiencia del sindicato de trabajadores mineros. En 1964, el gerente general Hermann Schippers dispuso la creación de una Biblioteca Central dependiente del Departamento de Relaciones Públicas de la Comibol, designando a María Eugenia Alborta como responsable del centro de lectura, instruyendo para ese fin que “todos los libros y revistas que se encuentran en las diferentes reparticiones sean recogidos por el inventariador (de apellido Ceballos) para ser centralizados en la nueva biblioteca, donde estará a disposición de todo el personal que tenga necesidad de consultarlos”. Con el golpe de Estado del 4 de noviembre de 1964, el Gral. René Barrientos impuso en la presidencia de la Comibol al Gral. Juan Lechín Suárez, con rango de ministro de Estado”. Lechín “dispu-

so que ésta sea provista con publicaciones útiles y de consulta inmediata, tales como estatutos, reglamentos, disposiciones legales sobre minería, diccionarios”, enfatizando “la necesidad de que se forme una buena biblioteca en la entidad”. El jefe del Departamento de Relaciones Públicas (de apellido Villagómez) eleva a consideración del directorio “una carta de oferta de venta de 1.500 libros de Don Moisés Alcázar por el precio de $us 3.000”, instruyendo Lechín al director Ricardo Urquidi “la revisión de los documentos y el informe definitivo al directorio”, quien luego reporta que “se trata de una biblioteca de cultura general, cuyo contenido comprende obras nacionales, históricas, literarias, filosofía y ensayos. Los técnicos del Departamento de Asuntos Sociales de la Gerencia de Relaciones Industriales de la Comibol presentaron un proyecto para el establecimiento de Cooperativas de Bibliotecas Especializadas, dirigida a una selecta comunidad de grupos profesionales, “como son los maestros, médicos, enfermeras, trabajadoras

La situación en la población civil de Llallagua, aledaña al centro minero de Siglo XX, era distinta, pues carecía de apoyo oficial. A mediados de la década del 50 los oblatos crearon un centro cultural en Llallagua, ocasión en la que el padre Mauricio Lefevbre, a su retorno de Chile, trajo “una buena cantidad de libros para el Centro Cultural y Deportivo” que inauguró en Llallagua el 15 de agosto de 1955, que vino a ser la primera biblioteca en esa ciudad aledaña al campamento minero de Siglo XX. Hacia 1964, en la Villa Imperial de Potosí, los obreros cultivaron cuatro bibliotecas singulares, según datos consignados por Adolfo Vera del Carpio. La Sociedad Mutual y Cooperativa de Artesanos Unión Obrera, organizó su Biblioteca con 1.280 libros, 200 folletos y 160 títulos de revistas nacionales y extranjeras, informativas y recreativas. Disponía de espaciosa sala de lectura, con capacidad para 15 lectores a la vez y atendía en horario nocturno, por dos horas. El bibliotecario Isaac Flores Ponce levantó un Catálogo de la Biblioteca de la Sociedad Mutual y Cooperativa de Artesanos “Unión Obrera”. La Federación Obrera Sindical, “organismo de prestigio e importancia dentro de las actividades sociales, cuyas inquietudes se manifiestan a través de una diversidad de actividades tendientes a la superación de la clase laboral”, formó su Biblioteca con 780 libros, que disponía de una amplia sala para atender a 20 personas y atendía en horario nocturno. En el campamento Pailaviri, se organizó la Biblioteca “El Minero”, enclavada en el corazón mismo de la empresa minera Unificada. Finalmente, el Sindicato Central de Metalúrgicos, formó su Biblioteca en la que denota su carácter técnico. (Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Archivista. Docente titular de la carrera de Historia de la UMSA).

FOTOS: COMIBOL / RRSS

maestranzas y carpinterías, trabajo por el cual no percibieron un pago extraordinario. Es curioso, pero la Patiño Mines le prestó muy poca importancia al desarrollo de una biblioteca en su oficina central. El magnate Simón I. Patiño era lector compulsivo de periódicos e informes oficiales, más no de libros. Un inventario revelador muestra 348 títulos de impresos, siendo la mayoría de ellos publicaciones oficiales, tales como Informes de la Asociación de Industriales Mineros, informes de sus empresas mineras, de la Sociedad Internacional del Estaño, boletines oficiales de ministerios, sociedades de ingenieros, del Banco Minero, Banco Nacional, Banco Mercantil, Banco Central, estadísticas de metales, colección oficial de leyes, redactores del congreso, etc. Se pueden ver obras técnicas de autores extranjeros y nacionales.

INICIATIVAS SINDICALES


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FOTO: FACEBOOK / NOCHEZTLICALLI, MUSEO ECOLÓGICO DE GRANA COCHINILLA Y NOPAL

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POR SIGLOS PERMANECIÓ EN EL OLVIDO

México reactiva una industria prehispánica saqueada por España Desde la época prehispánica se tiene registro del uso de la grana cochinilla, un recurso que llegó a ser el más exportado durante la época de la conquista de los españoles a México y que por siglos permaneció en el olvido de su propia raíz. Sputnik / Ahora El Pueblo En la década de los 70 México recibió un peculiar pedido desde Alemania: 50 toneladas de grana cochinilla, un recurso que por aquellos años había permanecido en el olvido y su producción era básicamente nula.

P

ara ese entonces hacía casi 200 años que no se hablaba de la grana cochinilla en México, señala Yolanda López, maestra y cofundadora de Nocheztlicalli, Museo Ecológico de Grana Cochinilla y Nopal, en el estado de Oaxaca. Fue tras la petición de los extranjeros que los ojos de las autoridades y productores se enfocaron de nuevo en este insecto cuya preservación requiere todo un proceso que lleva meses. El tinte rojizo extraído de la grana cochinilla tiene sus primeros registros en los códices prehispánicos y durante la época de la Colonia la exportación de este recurso llegó a ser hasta de 750 toneladas, afirma la también investigadora en entrevista con Sputnik. La grana salía del puerto de Veracruz con destino a Cádiz, España, y de ahí se repartía a países como Alemania e Inglaterra.

Pero la grana cochinilla siguió viajando en el Viejo Continente en donde se usó para teñir desde seda hasta madera y el tinte que se extrae del insecto fue usado por artistas como Vincent van Gogh, quien usó este material en su famosa obra La recámara de Van Gogh en Arlés”.

De acuerdo con los registros históricos, los productores de grana cochinilla en México durante la Colonia eran explotados y el recurso era una moneda de cambio en las tiendas de raya a por frijol o maíz. Hartos de la explotación a la cual eran sometidos, los productores de grana se unieron a la lucha independentista iniciada en 1810. Pero la grana cochinilla siguió viajando en el Viejo Continente en donde se usó para teñir desde seda hasta madera y el tinte que se extrae del insecto fue usado por artistas como Vincent van Gogh, quien usó este material en su famosa obra La recámara de Van Gogh en Arlés. De acuerdo con información de la Secretaría de Cultura de México, tras la falta de producción en el país, el tinte se convirtió en Europa en un instrumento propio de las élites. Por casi dos siglos, en México dejó de producirse este material que en Europa fue sustituido por las anilinas; sin embargo, fue un alemán quien decidió retomar el uso de la grana cochinilla para teñir ropa debido a las alergias causadas por los tintes no naturales. En 1970, en México se descubrió que la grana cochinilla solo se producía en tres especies de nopales ubicados en el estado de Oaxaca y era producida únicamente por tres familias. Fue así como nació la lucha por su preservación que desde hace más de 50 años ha sido encabezada por Nocheztlicalli.


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LA VIDA SIN EMBARGO LA CONDUJO POR OTROS CAMINOS

“Un apapacho que todos necesitamos”: la artista que retrata a usuarios del metro de CDMX Conoce la historia de la chica que aprovecha sus viajes en el metro de la Ciudad de México para retratar personas. En sus dibujos, que ya son virales en redes sociales, refleja la indiferencia, la felicidad o el enojo. Eduardo Bautista / Sputnik Mundo De niños todos quieren ser bomberos, astronautas o policías. Andrea Aguilar tenía un sueño diferente: adentrarse en la mente humana. Un mundo incógnito que, pensó, podría descubrir si estudiaba Psicología y Neurología.

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a vida, sin embargo, la condujo por otros caminos. Como la persona sensible que siempre ha sido, Andrea desarrolló una cercanía con todo lo que estuviera relacionado con el arte. Sobre todo con el dibujo y la pintura. No lo dudó mucho y se decantó por una carrera: artes visuales. Egresada de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y formada desde muy pequeña en los círculos los Scouts de México, esta mexicana de 25 años utiliza sus traslados en el metro de la Ciudad de México para incentivar su pulso artístico y perfeccionar su técnica. ¿Cómo? Dibujando de improviso a los pasajeros, sin que estos se den cuenta que están siendo utilizados como modelos. “Empecé a dibujar personas en el metro desde hace mucho tiempo, desde que estudiaba en la universidad, sólo que apenas se me ocurrió grabarlo y subirlo a mis redes. De un día para

otro mi trabajo se volvió viral”, dice Andrea Aguilar en entrevista con Sputnik. En urbes tan gigantescas y caóticas —reflexiona— la reacción natural de las personas es la retracción, como las tortugas que se esconden en su caparazón para evitar ser molestadas. El escritor mexicano Carlos Monsiváis decía que la intimidad en la Ciudad de México es una licencia poética: no existe. Y aseguraba que, “entre la demasiada gente, cada individuo, así no lo acepte o no lo admita, se atrinchera en el mínimo espacio que la ciudad le concede”. “Casi todo mundo va metido en sus asuntos. No tenemos la empatía de acercarnos a alguien para saber cómo está, qué necesita, qué siente. La gente [en las grandes ciudades] transita ensimismada, metida en sus propios problemas sin expresar una sola palabra”, dice Andrea. Pero hay un lenguaje visual al que pocos prestan atención. Y es a éste al que Andrea le interesa para hacer sus retratos. “Es diferente la expresión de alguien cuando lleva cubrebocas. De algún modo, la mascarilla provoca que ya no tengamos control pleno de nuestras expresiones faciales. Si alguien se ríe, quizá no se note en la sonrisa, pero sí en la mirada, el ceño o la nariz… Ya quiero ver cómo serán nuestras expresiones faciales cuando acabe la pandemia, porque sin duda el uso de cubrebocas transformó nuestra manera de gesticular”, asegura. Andrea no pide permiso a sus modelos para di-

bujarlos. Lo hace de forma instantánea, mientras la persona, generalmente, está distraída. Cuando acaba el retrato, se lo regala a su modelo. “Nunca cobro, se les doy como un pequeño regalo, porque a veces como seres humanos debemos sentirnos reconocidos e importantes. Es una forma de elevar la autoestima”, subraya. Para hacer sus obras, esta dibujante mexicana utiliza dos técnicas: pastel al óleo y con plumones de acrílico, y a lápiz sobre el ticket del metro. “Esta segunda técnica es la más compleja, porque el espacio que tengo para dibujar es muy pequeño y el tren se va moviendo”, afirma. Lo que más le sorprende es que ya hay gente que la reconoce cuando se sube al metro. “Me preguntan que si soy la chica que pinta”, comparte. Sin embargo, su fama no es sinónimo de rentabilidad. Sólo cobra cuando alguien le escribe por redes sociales y le pide que haga algún retrato. Su verdadera fuente de ingresos está en el taller de diseño industrial donde trabaja. En su lado artístico, lo que más le interesa es el diseño escenográfico, el dibujo y el grabado. ¿A qué se debe que los dibujantes de los subterráneos de todo el mundo son tan virales? Andrea responde: “Al hecho de que todos pasamos mucho tiempo en el metro, casi siempre callando y adentrándonos en nuestros problemas. Por eso, que alguien tenga el detalle de acercarse a ti para alegrarte el día con un dibujo, acaba convirtiéndose es ese apapacho que todos necesitamos”.


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