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Mar Para Bolivia

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EDICIÓN ESPECIAL $1000 Regiones I - II - XI - XII - XV $1100 / año 10 / N o 160

ARTE Y CULTURA

ENTREVISTAS A:

MAR PARA BOLIVIA

¿CHILE ALGUNA VEZ EL ENCLAUSTRAMI

LA NEGOCIACIÓN REALIZADA ENTRE 1946 Y 1950

En la historia reciente de nuestras relaciones con Bolivia existen antecedentes que permiten observar que algunos gobiernos de nuestro país quisieron e intentaron resolver el problema del enclaustramiento de Bolivia. Sin duda alguna, en el pasado esta intención fue evidente y llevaron a que nuestro país se involucre en gestiones diplomáticas cuyo objetivo principal fue resolver la centenaria demanda marítima de Bolivia.

Entre los antecedentes más importantes de las mencionadas gestiones de nuestra cancillería se encuentran las producidas entre 1946-1950 y la negociación de Charaña, llevada adelante entre los años 1975 y 1978. Los actores directos de las gestiones diplomáticas suscitadas entre 1946 y 1950 fueron, por parte de Chile, notoriamente el presidente Gabriel González Videla y el Canciller Horacio Walker Larraín y, por parte de Bolivia, el embajador Alberto Ostria Gutiérrez.

En una de las primeras reuniones sostenidas entre el mencionado presidente chileno y el embajador de Bolivia, el primer mandatario habría manifestado su deseo de llegar a un acuerdo que satisficiera gradualmente las aspiraciones de Bolivia. Posteriormente, en 1949, luego de producida otra reunión entre los jefes de Estado de ambos países, el presidente boliviano Enrique Hertzog y el embajador Ostria manifestaron que el presidente González Videla les habría mencionado que Chile, al satisfacer el anhelo portuario de Bolivia, dándole una salida libre y soberana al Océano Pacífico, habría efectuado una reparación histórica y que, en tal sentido, Chile no exigiría a Bolivia territorio alguno como forma de compensación.

Perú, casi un año más tarde, respondería aceptando la cesión a Bolivia de una franja soberana entre el norte de Arica y la Línea de la Concordia y proponiendo a continuación un área territorial bajo soberanía compartida entre los tres países, situada al sur de la frontera peruanochilena, entre la línea de La Concordia, la carretera Panamericana, el casco norte de Arica y el litoral del Océano Pacífico.

Dicha propuesta se sujetó a ciertas condiciones, la más importante consistió en que Bolivia también debía ceder a Chile una extensión de territorio equivalente al área de tierra y mar que le sea transferida. Ese mismo día, el gobierno chileno comunicó oficialmente al del Perú el acuerdo arribado con Bolivia, en virtud al Protocolo Complementario al Tratado de Lima de 1929 que obliga acordar previamente la cesión de territorio a un tercer Estado ubicado en territorio comprendido en el mencionado instrumento.

El 19 de diciembre nuestro gobierno presentaría oficialmente su propuesta mediante una nota diplomática aludiendo que “la respuesta chilena se funda en un arreglo de mutua conveniencia que contemplaría los intereses de ambos países y que no contendría innovación alguna a las estipulaciones del Tratado de Paz, Amistad y Comercio, suscrito entre Chile y Bolivia, el 20 de octubre de 1904” y que “se consideraría… la cesión a Bolivia de una costa marítima soberana, unida al territorio boliviano por una franja territorial, igualmente soberana”, indicando por último que “Chile estaría dispuesto a negociar con Bolivia la cesión de una franja de territorio al Norte de Arica hasta la Línea de la Concordia”.

LA REFLEXIÓN

La propuesta peruana también consideró la concesión a Bolivia del derecho a construir un puerto propio y de poseer soberanía sobre el mar adyacente al litoral del territorio bajo soberanía compartida. Sin embargo, cuando no existía mayor obstáculo que la discusión de la propuesta peruana para resolver el encierro de Bolivia, el gobierno chileno rechazó dicha propuesta arguyendo que se alejaba de los términos de la consulta que había sido formulada en virtud de la nota diplomática de 19 de diciembre de 1975 y que incidía en asuntos de exclusiva soberanía chilena.

Algunos meses más tarde, al ver paralizada la negociación fundamentalmente porque nuestro gobierno no realizó suficientes gestiones con el gobierno peruano a fin de obtener su aceptación al acuerdo arribado con Bolivia en 1975, éste país tomó la determinación de cerrar la negociación rompiendo relaciones diplomáticas con Chile en 1978.

No cabe duda, que diferentes gobiernos chilenos trataron de dar solución al problema de la mediterraneidad de Bolivia, involucrándose en negociaciones para buscar una solución efectiva y duradera a la referida cuestión, en las cuales Chile también buscó obtener ciertas ventajas o compensaciones, como la exigencia de canje territorial en 1975, pero sobre esto cabe preguntarse si ¿realmente será justo que nuestro país exija este tipo de compensaciones considerando que Bolivia cedió todo su litoral?

Como estas interrogantes también es posible preguntarse ¿Por qué el gobierno nacional se niega ahora a otorgarle a Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico? ¿Es coherente esta conducta con las actitudes tomadas en el pasado por diferentes gobiernos chilenos respecto al tema? ¿No será que esta actitud es perjudicial para la integración sudamericana?

Algunos meses más tarde, el 1 de junio de 1950,

Bolivia presentó a Chile una nota planteándole: “Que los gobiernos de Bolivia y de Chile ingresen formalmente a una negociación directa para satisfacer la fundamental necesidad boliviana de obtener una salida propia y soberana al Océano Pacífico, resolviendo así el problema de la mediterraneidad de Bolivia sobre bases que consulten las recíprocas conveniencias y los verdaderos intereses de ambos pueblos”.

En respuesta a esta nota, el gobierno de Chile respondió el 20 de junio de 1950 por medio de otra nota indicando que “está llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al Océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses”.

Cuando todo parecía ir a favor de la solución definitiva del problema marítimo de Bolivia, las gestiones fueron interrumpidas por una serie de especulaciones generadas por sectores políticos de oposición en Bolivia y Chile, que manifestaban que el acceso soberano de Bolivia al mar se produciría a cambio del uso de las aguas del Lago Titicaca por parte de Chile.

En ese marco, el Embajador boliviano

Guillermo Gutiérrez hizo entrega de una propuesta al entonces Canciller de Chile, Patricio Carvajal, en la que se solicitaba la cesión de una costa marítima soberana y una faja territorial igualmente soberana conectada a territorio boliviano cuya ubicación estaría entre la Línea de la Concordia y el límite norte de Arica. El gobierno de nuestro país demoró algunos meses en responder, primero lo hizo de forma verbal el 12 de diciembre de 1975, mencionando que la fórmula de solución sería al norte de Arica.

LA NEGOCIACIÓN DE CHARAÑA

Años más tarde, una vez más un gobierno de nuestro país volvería a tratar el tema en la conocida negociación de Charaña, llevada a cabo entre 1975 y 1978. Pues el 8 de febrero de 1975, el dictador Pinochet suscribió con el presidente Banzer de Bolivia la conocida Declaración Conjunta de Charaña según la cual Chile se comprometió a continuar “el diálogo a diversos niveles, para buscar fórmulas de solución a los asuntos vitales que ambos países confrontan, como el relativo a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia, dentro de recíprocas conveniencias y atendiendo a las aspiraciones de los pueblos boliviano y chileno”.

EL MEMORÁNDUM TRUCCO

Pese a ello, años más tarde la intención chilena de resolver el problema portuario de Bolivia mostraría rasgos de continuidad cuando nuestro Embajador en Bolivia, Manuel Trucco, hizo entrega de un Memorándum a la cancillería boliviana proponiendo al vecino país continuar la negociación que debió producirse como resultado del acuerdo de notas de 1950. Bolivia, como principal interesada en resolver el problema de su mediterraneidad, aceptó esta propuesta en febrero de 1962. Sin embargo, a raíz del conflicto surgido por el río Lauca ese mismo año, nuevamente las negociaciones no prosperaron.

Todos estos cuestionamientos surgen si uno adopta una posición abierta y objetiva sobre el tema, permitiéndose buscar soluciones conjuntas en lugar de seguir postergando un problema que a la fecha tiene aproximadamente 135 años de antigüedad. Pensemos que ya es hora de resolver nuestras diferencias del pasado para caminar juntos hacia un futuro promisorio, donde la amistad y las buenas relaciones sean el motor del progreso y desarrollo de nuestros pueblos.

QUISO RESOLVER ENTO DE BOLIVIA?

20 / ARTÍCULO El Ciudadano

EL IMPERATIVO DE LA INTERDEPENDENCIA E INTEGRACIÓN EN LA RELACIÓN VECINAL DE BOLIVIA Y CHILE

Hoy, el mundo se ha convertido en un entramado de relaciones interdependientes entre todos los países sin excepción alguna. La mundialización y la globalización son los factores que aceleran esta interdependencia, desafiando las capacidades de los Estados para ponerse -paso a paso- con estos procesos.

POR BRUNO SOMMER

Al igual como sucede en las relaciones globales, las relaciones entre Estados vecinos se constituyen en un “pequeño mundo” donde sus relaciones políticas, económicas, sociales y culturales entre otras muchas, se estrechan aún más a tal punto que es difícil, en ciertas circunstancias, diferenciar dónde inician unas y dónde terminas otras. Sin embargo de ello, existen casos en los que la posibilidad de desarrollar este grado de interdependencia e integración vecinal no ha sucedido aún. Es el caso de las relaciones entre Bolivia y Chile.

UN MUNDO GLOBALIZADO El tema marítimo debería ser superado Es sabido que las dificultades entre ambos países tienen como punto de inflexión y principal tema de desencuentro la controversia sobre el enclaustramiento boliviano. Sin exagerar, éste asunto se ha convertido en la piedra angular para viabilizar y efectivizar un sinfín de potencialidades que ambos países podrían disfrutar mutuamente. En este sentido, muchas autoridades chilenas han aceptado y reconocen hoy en día que, de ser superado este encono sobre la demanda marítima boliviana, se abriría de manera indefectible una gran ventana de oportunidades para el intercambio comercial, el desarrollo de negocios incluso más allá de las fronteras y por sobre todo, la concreción de la integración bilateral y regional.

DESARROLLO DE POTENCIALIDADES ECONÓMICAS PARA CHILE Y BOLIVIA

Existen potencialidades que bien podrían aprovecharse entre ambos países como el desarrollo de la infraestructura interoceánica a la manera como lo tiene planteada la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), el aprovechamiento de recursos naturales que posee Bolivia y aquellos que están en ultramar. Es más, para Chile, la posición geopolítica privilegiada que ostenta Bolivia articulada a la realidad geográfica de ese país le permitiría desarrollar una “visión atlántica”, cosa que lamentablemente no puede hacer ahora a pesar de las buenas relaciones que mantiene con Brasil. Solo así Chile completaría el sueño geopolítico de algunos de sus grandes estadistas que en los siglos pasados deseaban verlo como un influyente actor bi oceánico, pues los accesos que hoy tiene para alcanzar las costas del Océano Atlántico le son muy onerosos casi equivalentes a los costos que tiene Bolivia para alcanzar los beneficios de la cuenca del Pacífico.

VISIÓN DE FUTURO: LA INTEGRACIÓN Y LA INTERDEPENDENCIA ENTRE VECINOS Esta visión de futuro es la que queda trunca al no verse resuelto el acceso soberano de Bolivia a todo ese vasto y rico mar de posibilidades. Por ejemplo, solo en el ámbito del comercio bilateral, estudios recientes realizados por la ALADI, expresan que al presente, la relación comercial entre Bolivia y Chile está regida, fundamentalmente, por el Acuerdo de Complementación

Económica Nº 22, sin haberse podido desarrollar una mayor arquitectura comercial a pesar de haberse detectado un conjunto de productos con la posibilidad de expandirse, tanto en el mercado boliviano como en el chileno. De acuerdo a Guillermo Pou Munt, presidente de la Cámara de Exportadores de Bolivia: “Son más de 302 productos que se exportan a Chile, montos evidentemente pequeños, pero clara señal del potencial de crecimiento de este mercado, ¿Por qué no se hace más para ingresar los productos bolivianos a Chile? ¿Por qué Chile no aprovecha mejor las condiciones de su relación con Bolivia? son preguntas que yo mismo me planteo desde hace tiempo y considero que parte de esto se debe a que si bien el boliviano en general es bienvenido en Chile, el mercado no tiene predisposición a la adquisición masiva de los productos de

Bolivia, dado que no se ha hecho un esfuerzo real de vinculación y relación comercial entre nuestros países, sobre todo para posicionar la producción boliviana, lo cual no ocurre con el ingreso del producto chileno a Bolivia, que además de no encontrar impedimentos de ningún tipo, ha sido promocionado en el mercado local”. De hecho, existen productos que Bolivia exporta al mundo pero no a Chile, aunque este país sea demandante de los

“EN LA SOLUCIÓN DEL ENCLAUSTRAMIENTO

DE BOLIVIA, CHILE TIENE MÁS POR GANAR

QUE PERDER”

Nº 160 ARTÍCULO / 21

“SIN EXAGERAR, ÉSTE ASUNTO SE HA CONVERTIDO EN LA PIEDRA ANGULAR PARA VIABILIZAR Y EFECTIVIZAR UN SIN FIN DE POTENCIALIDADES QUE AMBOS PAÍSES PODRÍAN DISFRUTAR MUTUAMENTE”.

mismos. En síntesis, los dos países tienen una gran oportunidad de construir un contexto de mayor cooperación e integración vecinal, superando las diferencias históricas y avanzando hacia una visión de futuro compartido.

UNA VISIÓN COMPARTIDA DEL FUTURO Una visión estratégica compartida implica la puesta en común de objetivos y capacidades al servicio de un fin realizable en el largo plazo. Bolivia y Chile deben saber qué

vecindad quieren para las próximas décadas, pues las acciones cortoplacistas e individualistas se agotan en poco tiempo y tienen consecuencias imprevistas que derivan en otros problemas sobre los que se aplica más esfuerzo, volviendo a iniciar el ciclo de manera infinita. En cambio, si Bolivia y Chile optan por compartir una visión estratégica a su relación vecinal, ésta configurará un eje de actuación completamente distinto, conscientes ya de cómo se tejen las redes de la interdependencia regional o mundial, de saber cómo afecta cada movimiento del uno hacia el otro y qué consecuencias tienen la acción y la inacción.

LO IMPERATIVO: CONSTRUIR UNA RELACIÓN DE CONFIANZA Y SOLIDARIDAD Para Bolivia y Chile, hoy por hoy, es la única manera de no renunciar a una relación de confianza, mutuamente interdependiente y sobre todo próspera para ambos pueblos y la región es ser solidarios. Este es un imperativo para resolver sus diferencias y controversias que aún fungen como un lastre en el proceso de integración regional. En este sentido, es importante tener presente lo que la teoría y la práctica internacional han demostrado, a efectos de entender lo que implicaría un mejor relacionamiento bilateral, es que la interdependencia no equivale simplemente a un incremento cuantitativo de los intercambios o de las interacciones sino que para que ésta se produzca es indispensable que de los intercambios e interacciones se deriven efectos de valor sustantivo para ambos países.

“PARA BOLIVIA Y CHILE, HOY POR HOY, ES LA ÚNICA MANERA

DE NO RENUNCIAR A UNA RELACIÓN

DE CONFIANZA, MUTUAMENTE

INTERDEPENDIENTE Y SOBRE TODO

PRÓSPERA PARA AMBOS PUEBLOS Y LA

REGIÓN”.

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