LA POLÍTICA ARGENTINA
EN PERSONAJES HISTÓRICOS
CAVALLO Por Camila Faija “Me junté con Cavallo para preguntarle cuál era la deuda en Córdoba, uno no puede preguntar a Cristo la temperatura del infierno si no entró nunca. Tiene que preguntársela al Diablo”, aseguró el senador cordobés Luis Juez una vez. La convertibilidad, el aumento de la deuda externa y las privatizaciones constituyeron sus mayores críticas. Sus medidas no eran coherentes para un país de la periferia como Argentina sino para uno con mayor sostén económico. Domingo Felipe era muy estudioso, logró su primer doctorado a los 24 años en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Sin embargo, al momento de llevar sus conocimientos teóricos a la práctica durante su labor más relevante cómo encargado de la ad-
Llegó al gobierno menemista después del desfile de un par
ministración económica de Argentina, su desempeño no fue para
de ministros por el cargo y buscó poner fin a su obra maestra. En-
nada exitoso.
tre inversiones que se alejaban, una profunda desconfianza pública
Llegó a ejercer de Ministro de Economía dos veces en el ga-
en el sistema financiero y fuertes retiros de depósitos bancarios
binete, además de ocupar bancas dentro del poder legislativo en
después tantos ajustes, quiso evitar el derrumbe financiero con el
posiciones diferentes. Fue presidente del Banco Central, desde
“corralito”. Al parecer, el Plan de Competitividad de Cavallo fue
donde emitió el decreto que avalaba la estatización de la deuda
la frutilla del postre. Ni Fernando De La Rua pudo quedarse para
privada bajo el régimen dictatorial. ¿Quién diría que con aquella
ver como en sus manos el país caía destrozado.
firma iba a iniciar la cuenta regresiva la bomba que estalló con De la Rúa y él mismo al frente de la economía del país?
Sin embargo, no todo ha sido política en la vida de Domingo Felipe, también ha escrito ocho libros sobre la economía argentina
Su figura volvió a reaparecer cuando Menem-Cavallo era la
y el futuro que se aproxima. El último lo publicó en 2014,
fórmula que se desharía de los “problemas” que había dejado el
“Camino a la estabilidad: Cómo derrotar a la inflación para avan-
radical Alfonsín en su haber. A pesar de sus errores previos, la so-
zar hacia el desarrollo económico”. ¿Una vía para reivindicarse?
ciedad argentina confiaba en su criterio. Sin embargo, su brillante
Pareciera que quizás tiene planes para ocupar, una vez más, un lu-
idea de la Convertibilidad cómo remedio a la crisis causó destro-
gar en el gabinete.
zos jamás imaginados.
ISABELITA Por Candela Solano “A mí sólo me gustan los hombres asentados, y a ésos les llego siempre demasiado tarde". María Estela Martínez Cartas fue la última esposa de Juan Domingo Perón, quien lo acompañó hasta el día de su muerte. Chabela, como le decía Perón, era escuálida, de labios finos y patitas abiertas como los pollos. Tenía la virtud de ver sólo la superficie de las personas y ser menuda como un pájaro. En su carrera como bailarina conoció a Juan Domingo quien luego la elegiría como secretaria. Pero su esposo nunca la vio capaz de ocupar el cargo cuando falleciese, aunque en reiteradas oportunidades Isabel dijo que no le interesaba el poder.
Vivía aquejada por la ambición. Era una mujer hipócrita e impredecible. “Daniel” López Rega siempre trató de convertirla en Evita, “Daniel y yo somos los otros de todos ustedes” le dijo una vez a Cámpora. Le faltaba el mismo codo, el moño del rodete y el hombro del vestido que comenzaban a ponerle. Isabelita se concentraba en su fama aunque al mismo tiempo pertenecía a todos. Nacida en 1931, empezó su carrera como bailarina de flamenco, luego Faustino García la contrató como bailarina de tango. Corría el año 1961, cuando Perón tomó por esposa a Isabelita. Se habían conocido en Panamá cuando ella era segunda bailarina de la obra de Joe Herald, y Perón estaba refugiado allí.
CÁMPORA
Por Gonzalo Iglesias
YRIGOYEN
“Ha fumado mucho en estos días terribles (como presidente). La raya exigua de los bigotes se le ha teñido de amarillo”. Héctor José Cámpora, Presidente de la Nación entre el 25 de mayo y el 13 de julio de 1973, leal a Perón que se encontraba exiliado en Puerta de Hierro (Madrid). El Tío, como lo llamaban afectuosamente, conoció a Perón en 1944 en la ciudad de Junín donde habían sido invitados a la fundación de un hospital; desde ese día nada iba a desunirlos. Tiempo después El General lo eligiría a él como hombre de confianza para dirigir el país durante su exilio en Madrid. Cámpora también era cercano a la esposa de Perón, él estimulaba los amores clandestinos del coronel con Evita y ella, en reconocimiento, decidió adoptarlo. “Mi damo de compañía” lo llamaba. Incluso cuando ella padecía de cáncer, él se quedaba durante la noche velándola. Se desgastó mucho durante su presidencia. “Esta ya no soy yo” dijo alguna vez, siempre respondiendo a las decisiones del General, pese a que éste en el final de su presidencia le soltara la mano y se enojara con él: “me duelen las promesas que usted me hizo Cámpora, y que al fin no cumplió”.
Por Camila Faija
PERÓN
“Hombre no parecía. Perón era un autómata, un golem, lo que los japoneses llaman un bunraku. Varias veces distraído. Era una figura vacía, sin alma”, según lo define el teniente coronel Augusto Maidana, quien compartió parte de sus experiencias en Europa junto al ex presidente. “Luego, al volver en sí, se iba llenando con los sentimientos y los deseos de los demás. Usted salía en busca de un caballo y ya Perón se lo traía ensillado. Encontraba un refugio en la nieve y él lo esperaba dentro. Distraído, no se le veía odio, tristeza, felicidad, cansancio ni entusiasmo” Juan Domingo Perón fue fundador y jefe político del Movimiento Nacional Justicialista, nacido en Lobos el 8 de octubre de 1895, fue electo presidente en tres ocasiones: 1946, 1951 y 1973, a través de elecciones democráticas. Se casó en tres oportunidades. La primera vez fue con Aurelia Gabriela Tizón, una maestra a la que apodaban Potota. Su segundo matrimonio fue con Eva Duarte, Evita, para quienes la conocían, fue una actriz supo llegar a la presidencia en una oportunidad. Por último con María Estela “Isabelita” Martínez Cartas. Con ella vivió el más controversial de sus matrimonios, los ciudadanos no le perdonaban su profesión de cabaretera, mucho menos soportaron que fuese presidente después de la muerte de su marido, uno de los motivos por los cuales duro solo 49 días en el cargo.
Por Candela Solano Nada mejor que el mismo Hipólito para definir los ideales que regían su mandato: “La política que apliqué en el gobierno era la que persigue la humanidad como ideal supremo de su progreso y bienestar. Aquella que hace plácida la vida de las sociedades y estimula sus actividades y venturas, en la vigencia de un ordenamiento legal equilibrado, entre las dos grandes fuerzas siempre combatientes: el capital y el trabajo”. No obstante, su actitud paternalista, al igual que su figura de padre en lo personal, demostró no ser lo que él decía. Ya de presidente, alejado del lujo que había rodeado a todos sus antecesores desde Avellaneda, Yrigoyen seguía viviendo en su modesta casa de la calle Brasil, en el popular barrio de Constitución. Desde la humildad gobernó al pueblo argentino. Aunque su debilidad por los sectores medios lo delataba, nunca planificó una buena jugada. Cuando asumió el poder nunca supo comprender las necesidades de sus “hijos”. Jamás otorgó medidas que favorecieran a la promoción social. Tampoco cambió el modelo económico, gran sofocador de las clases medias y trabajadoras. En pos de complacer los intereses de la alta sociedad y por miedo a un levantamiento militar, apostó por la represión de sus apadrinados, dejándolos hasta mudos o con suerte decepcionados. También fue conocido como el “peludo”, por su aversión a mostrarse en público. A sus seguidores los invitaba a charlar, por eso el “vidente” también se hacía llamar. Su supuesta capacidad para interpretar las demandas, necesidades e intereses de sus interlocutores eran su vigor, más tuvo que enfrentarse a otro gran temor, un desafío mucho más grande de lo que jamás pudo ni quiso imaginar: ser padre. Trajo al mundo ocho hijos con tres diferentes mujeres: Antonia Pavón, Dominga Campos y Luisa Bacichi. Así como llegaron, tres partieron antes de lo esperado. A sus hijos biológicos nunca los reconoció. Siempre les pasó dinero y les pagó estudios, pero nunca ofició de padre. Nunca les dio afecto. Si bien el trato de un padre en esos tiempos era de un carácter muy distante, el simple hecho de negarse a visitarlos revelaba su desinterés. Hipólito sabía que era un padre, tanto de su pueblo como de sus no herederos, pero le fue una tarea muy difícil intentar probarlo. No les dio cariño, los reprimió. No les dio amor, los negó. Al fin de su paternalismo, a eso llegó. En lugar de emprender una limpia y sólida retirada, Hipólito siempre apostó por más. Avanzó hasta que le dijeron basta, cuando las Fuerzas Armadas lo echaron para atrás. La crisis de 1929 le jugó en contra al radical, por eso el general José Félix Uriburu lo invitó a renunciar. “Yrigoyen con una ignorancia absoluta de toda la práctica de gobierno democrático, parece que se hubiera complacido en menoscabar las instituciones. Da pena cómo ese hombre, que encarnaba los anhelos de la libertad del sufragio, que tenía un puesto ganado en la historia al dejar su primera presidencia, destruyó su propia estatua”, resumió Marcelo Torcuato de Alvear el fin de la carrera política de su adversario radical.
EVITA
MARTINEZ DE HOZ
Por Camila Faija “La odiaban los biencomidos por pobre, por mujer y por insolente. Ella
Por Gonzalo Iglesias
los desafiaba hablando y los ofendía viviendo. Nacida para sirvienta, o a
"Martínez de Hoz fue el
lo sumo para actriz de melodramas baratos. Evita se había salido de su
padre de la dictadura, el jefe de
lugar”, así la describía Eduardo Galeano a María Eva Duarte. Antes de
Videla”, dijo una vez el histo-
convertirse en el carisma del peronismo y en la segunda esposa del Gene-
riador Felipe Pigna cuando le
ral Perón, la “abanderada de los humildes” tuvo un pasado artístico que
preguntaron por José Alfredo.
muchos consideraban poco digno.
Fue la mente maestra -o más
Oriunda de Los Toldos, del Partido de General Viamonte, desde
bien siniestra- de un plan de
chiquita se dio cuenta de que lo suyo era la actuación. En su primaria de
desindustrialización y valoriza-
Junín encontró en aquello su principal vocación.
ción financiera. Pero para lle-
Con tan sólo 15 años, decidió ir a probar suerte a Buenos Aires
varlo a cabo, debía deshacerse
con el título ya en mano, aunque con un sentido de la gran ciudad algo
de cualquiera que se interpu-
profano. De la fuerte ola de migración interna fue parte, más ni la
siera. Durante su gestión, hubo
“Década Infame” le impidió engrandecer su arte. Pequeños papeles en cine y teatro los primeros años fue lo único
represión y casos de tortura. La desaparición de personas no fue sólo idea de los líderes de la dictadura.
que sus ojos vieron posible, ¡vaya que la carrera de María Eva no fue simple. A “Los Jazmines del 80” y a “Grandes mujeres de todos los tiempos” les debió su consagración como actriz, que no podría haber logrado sin antes con “Oro blanco” en radio teatro demostrar su idiosincrasia y un distintivo matiz. Fanática de la poesía, Duarte Ibarguren también gozaba de un buen pasar. No obstante esto no le impidió iniciar su militancia social, participando de la creación de la Asociación Radial Argentina, la primera agrupación de trabajadores de radio de corriente sindical. Al poco tiempo, su vida cambió. Tenía 24 años cuando al coronel Perón conoció. En un acto de beneficencia por los afectados del terremoto de San Juan no se imaginó que encontraría el amor en el Luna Park. Esa misma noche con él partió, y semanas más tarde, Juan Domingo y su "chinita" como pareja la prensa
Descendiente de una familia aristocrática de estancieros, presidentes de la Sociedad Rural Argentina, José Alfredo Martinez de Hoz llevaba en sus venas la sangre de la burguesía. Más fueron sus ideologías importadas de la escuela monetarista de Chicago, las que lo llevarían a lidiar con el empresariado. Fue gerente del Chase Manhattan Bank, director de la Ítalo Argentina de Electricidad, presidente de la Petrosur, y gracias a sus relaciones con los Rockefeller llegó a ejercer como titular de Acindar. Si bien este último sería marcado en el historial de José Alfredo, en la planta de la acería en Villa Constitución de Santa Fe, de una represión sindical más tarde se pudo dar fe. Sin quitar que sería campo de pruebas para las prácticas represivas durante el “Proceso” ejercidas. VER Ya tenía experiencia en el Gabinete durante la presi-
fotografió.
Una persona con gran energía y talento, así la clamaba el periodis- dencia de José María Guido, cuando, por medio de los grupos mo de la época. Sin embargo, recibiría críticas poco gratas sobre su nuevo ultraliberales Perriaux y La Plata, le presentó al dictador Jorge amante, que, además de militar, conforme avanzaba en el poder, más cer- Videla un nuevo plan económico antes del golpe de Estado. Aunque siempre contó con el apoyo de la burguesía agraria e ca estaba de conducir el “volante”. Eva Duarte dejaría de ser la gran locutora y actriz para mudarse con su amado. Para el 17 de octubre ya
industrial, no bastaría con el ancla salarial. Si quería combatir a los activistas sindicales, tenía que tomar medidas radicales.
vivía con quién había provocado semejan-
En el curso de sucesivas entrevistas con los líderes
te altercado. Y, como si fuera poco, el 22
del Ejército, diseñó en conjunto un sistema de espionaje y vigi-
ya era oficial: era la mujer del futuro Ge-
lancia para acabar con el obrero organizado y la militancia. Sin
neral.
la cultura del miedo, ¿qué hubiera sido del plan de Jose AlfreSiendo “Evita” fue repudiada no
sólo por ser mujer y no provenir del patriciado, sino que su obra política y social afectaba los intereses de la oligarquía y los sectores resentidos que a la política argentina habían hegemonizado. Como había anticipado Marysa Navarro, la denigración de la carrera artística fue posterior al “ascenso político”.
do? A pesar de todo, Martínez de Hoz se creía un argentino más, una víctima del sistema dictatorial. Como le confesó una vez al periodista Bernardo Neustadt: “No somos unos ogros que han sacado del fondo de una caverna para hacer sufrir a la gente. Somos seres humanos que han sido sacados de su vida familiar convocados por las Fuerzas Armadas”.
¿Cómo una pordiosera de campo podría gozar de semejante honor? Nada mal para la ilegítima de un estanciero conservador y de una puestera. A los sectores del privilegio logró “molestar”, con una tarea redistributiva y de ayuda social. Su discurso populista hizo harapos sus primeros atributos de glamour. Pero para ese entonces, ya no era una escuálida muchacha que vivía en una pequeña casa de hormigón, ahora sus descamisados seguidores la llamaban María Eva Duarte de Perón.