REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES

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LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES


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El lenguaje como cultura estas cuestiones.

Por Lucila Stanic

Si bien este mes la RAE (Real Academia Española) retrasó el trabajo sobre el lenguaje inclusivo en la Constitución por no considerarlo como “un asunto de urgencia”, es digno de destacar el hecho de que en dicha institución cultural comiencen a ser tema de debate

Aunque esta nueva modalidad tenga muchos detractores, la realidad es que el lenguaje no es nada más ni nada menos que parte de la cultura y, por lo tanto, un elemento culturizante. Lenguaje y cultura están íntimamente ligados, uno depende del otro para existir, sin palabras el hombre no puede pensar racionalmente. Se puede decir que en la medida que se desarrolle el lenguaje, mayor será la capacidad del individuo para construir conceptos, adquirir conocimientos, ela-

borar significados, pero a la vez, le sirve para trasmitirlos, para expresarlos. La polémica generada en torno al uso del lenguaje inclusivo, el cual utiliza la letra “e” o “x” en palabras como “todes” o “nosotrxs”, para no denotar género, se instaló en el país. De esa manera se está nombrando y reconociendo a todos los seres humanos y no se generaliza sólo en hombres. Es por eso que no hay que olvidarse de que el lenguaje crea y representa realidades, entonces si vamos a hablar de la raza humana, dirijámonos a todos, todas y todes, pues la población no es sólo masculina.

EL FÚTBOL TAMBIÉN ES DE ELLAS Por Emiliano Introcaso

Desde pequeñas, a las mujeres se les enseña que deben jugar con muñecas, cocinas y trajes de princesas. Pero las ganas de jugar, correr y, sobre todo, las ganas de patear una pelota se han hecho irresistible para ellas.

Algunas decidieron cambiar los patines y mallas de gimnasia por camisetas y botines. Las que se atrevieron a defender los colores de un club son las que más notan las diferencias con sus colegas: sin sueldos exorbitantes y muchas sin cobertura médica. Algunas de las trabas que alejan a las mujeres de las prácticas de fútbol son la falta de indumentaria femenina, la negativa de los clubes a brindar espacios para los entrenamientos y partidos, la ausencia de un sueldo mensual y, por último, las situaciones de machismo por parte de las instituciones.

“No estamos enojadas, sino un poco cansadas de que en la Argentina exista un prejuicio con el futbol femenino. Hay que cambiar la mentalidad: el fútbol también es de mujeres y la sociedad tiene que entenderlo” declaró Estefanía Banini, la volante argentina, luego de la Copa América de futbol femenino que se disputo en Chile. La pasión por este deporte no debe distinguir género, y pese a que muchos se empeñan en relegar a las mujeres a un segundo y tercer plano, esto de a poco va cambiando.

MANSPLAINING VS REDES SOCIALES

Por Magali Rengel El feminismo no es algo nuevo. Mucho antes de las entregas de premios o las alfombras rojas ya existía, la lucha de las mujeres por sus derechos estaba en las calles, en las casas y ya recibían sus respectivas críticas por ello. Pero en los últimos 10 años parece haber alcanzado a una

mayor conciencia social. Y, en parte, se debe a las herramientas de las que se ha hecho uso: las redes sociales. En los inicios de Instagram,Facebook o Twitter son cada día mayor la cantidad de cuentas feministas que se dedican a mostrar, a través de conversaciones o imágenes, el comportamiento de los hombres y las mujeres a la hora de debatir sobre cuestiones de género. El concepto se llama mansplaining: hombres que creen tener la razón y necesitan explicarle a una mujer qué debería hacer, indiferentemente de su conocimiento sobre el tema. El hombre siempre asume que sabe más que ella. En nuestro país la escritora y guionista de televisión Carolina Aguirre popularizo una cuenta de instagram llamada @charlasconraules que hoy cuenta con miles de seguidores que le mandan a diario capturas de pan-

tallas de conversaciones con hombres que intentan explicar el feminismo o que hacen burlas sobre tal movimiento. Por otro lado si buscamos en Google Trends y comparamos la búsqueda anual entre el término Feminismo y Machismo en el último año, el primero predomina contra el segundo donde su apari-

ción fue casi nula.

Hay algo que está claro, en nuestro país y en el mundo la revolución de las mujeres ya empezó y todo éxito conlleva haters, y con la cantidad de ellos que levantan los perfiles feministas nos podemos hacer una ligera idea del éxito y alcance de sus contenidos.


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Mujeres argentinas y la política

No más límites laborales Por Ludmila Espinola

Por Lucrecia Martinez Argentina tuvo importantes avances en la participación de las mujeres en la política: hace 70 años no tenían siquiera el derecho a votar. Luego Isabelita se convirtió en la primera presidenta mujer en el mundo y, después de más de 30 años, Cristina Fernández de Kirchner fue presidenta durante dos mandatos consecutivos. María Eugenia Vidal en Provincia de Buenos Aires, Alicia Kirchner en Santa Cruz, Claudia Ledesma Abdala en Santiago del Estero, Lucía Corpacci en Catamarca y Rosana Bertone en Tierra del Fuego, son parte de la primera temporada en que el país tendrá 5 mujeres al mando de gobiernos provinciales.

La Ley de Cupo Femenino favoreció el acceso de las mujeres a las candidaturas partidarias y a los cargos de representación popular. Sin embargo, "en la Argentina, al igual que en otros países de América Latina, persisten desigualdades de género que limitan el ejercicio pleno de los derechos políticos de las mujeres y su autonomía en diferentes esferas de la sociedad", señaló el documento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)

sobre Paridad de Género. Si bien la Argentina avanzó en el marco legal que protege los derechos humanos de las mujeres, y promovió la participación femenina en la vida política en condiciones de igualdad, el informe señala que el país "no cuenta con una ley de igualdad de género de carácter general, que incorpore metas y acciones de igualdad en los distintos sectores y áreas del Estado".

Mujeres en las calles Por Abril Saglietti Amato En Argentina, cada 30 horas una mujer es asesinada sólo por ser mujer. Frente a la necesidad de frenar la violencia machista, un grupo de periodistas, activistas y artistas se unió para crear el grito colectivo “Ni Una Menos”, con el que empezaron a salir a la calle. Rápidamente, se dieron cuenta que no estaban solas: miles de personas, partidos políticos, escuelas y militantes las acompañaron y lo transformaron en una campaña masiva que ya lleva varias luchas y grandes logros. El 3 de junio de 2015, en la Plaza del Congreso, en Buenos Aires, comenzó lo que hoy ya es una marea difícil de frenar: cientos de miles de mujeres se reunieron para decir basta de femicidios. Lo mismo se repitió en octubre del 2016, luego de que se conociera que una adolescente de Mar del Plata había sido violada, drogada, empalada y asesinada. Ese día, las mujeres de todo el país que se sumaron

¿Taxista? no, ¿Fútbol? no, ¿Construcción?, tampoco. Es real el estigma que existe hacia la figura femenina. A veces, la imposición de no poder trabajar de constructora, ser taxista, periodista deportiva o cualquier otro trabajo asignado socialmente como “trabajo para hombres”, es relacionada de manera directa a la diferencia de fuerza física. Pero la realidad, es que es una excusa para disminuir y desvalorizar la imágen femenina frente al empleo.

Si bien como sociedad se han roto algunas estructuras sociales, hay mucho para trabajar a nivel mundial. “En un principio, la actividad secretarial eran puestos ocupados exclusivamente por hombres, pero luego cuando la mujer empezó a romper con esa imposición y eran tan o más hábiles para las tareas de la oficina que los mismos hombres, fue mermando dicha imposición”, contó la historiadora y especialista en exploración laboral, Alice Kessler-Harris en una nota con The New York Times. Pero esa actitud arrolladora que comenzaron a tener las mujeres, desde el momento en el que deciden dejar de ser amas de casas y elegir su propio destino de vida, hasta superar a los hombres en algunas tareas, al parecer, siembra un sentimiento de inferioridad por parte de la figura masculina. “Hay un resentimiento masculino que desemboca en el acoso sexual y el enojo de los hombres con las mujeres, esto hace que se desquiten mediante una hostilidad sexual hacia ellas”, afirmó la especialista en exploración laboral y comparativa e interdisciplinaria de mujeres, Kessler-Harris.

al reclamo se vistieron de negro, pararon de trabajar y se movilizaron. Pero este año dieron un paso más: lograron que miles de mujeres se vistan de verde para reclamar por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Si bien desde 2007 el Congreso debatió el tema ocho veces, en esta oportunidad casi todos los argentinos se involucraron en el tema y plasmaron sus opiniones. Más allá de la resolución del Congreso, que

decidió rechazar el proyecto, lo más importante fue que el tema llegó a gran parte de la sociedad y se tomó conciencia de un tema que por décadas fue invisibilizado. Los hombres siguen matando a las mujeres y la violencia machista sigue existiendo en todos los ámbitos de la vida. Pero una cosa está clara: cada vez son más las mujeres que salen a la calle para reclamar sus derechos, que son muchos y no se cumplen.

Una experiencia realizada en la década del 2000, en la que contrataron mujeres para realizar tareas en la mina Wyoming, demostró que “un buen minero es alguien que se preocupa por sus compañeros y trabaja con responsabilidad, rasgos que las mujeres también pueden encarnar”, contó Jessica Smith, una profesora de la Escuela de Minas de Colorado, acerca de dicho proyecto. “Después de cincuenta años en los que las mujeres aguantaron sin quejarse o renunciaron a diferentes empleos, por fin están diciendo que eso ya no es aceptable”, concluyó Kessler-Harris. El acoso sexual no debe ser permitido en ningún ámbito y mucho menos para sacar a las mujeres de sus puestos laborales. La lucha femenina no puede permitir dar un sólo paso hacia atrás.



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