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El pataleo anexionista ante el rechazo imperial

La ignorancia es el peor manicomio al que se pueda condenar a un Pueblo” (Pedro Albizu Campos)

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Al anexionismo puertorriqueño le ocurre exactamente como al hijo del súbdito en los cuentos de Hadas que se ilusiona con la flamante hija del rey medieval esperanzado en que en algún momento ella lo reciba con los brazos abiertos para convertirse en su eterna compañera. Desde luego, en los cuentos de Hadas todo es posible. Estos suelen culminar con desenlaces francamente fantasiosos y alucinantes. Entonces, la pregunta se cae de la mata: Tras 125 años de dominación y rechazo absoluto de Estados Unidos hacia el tema de la estadidad federada para Puerto Rico, ¿Cuándo tiempo más necesitan los mercaderes del anexionismo para comprender que Puerto Rico nunca ha estado en la agenda de la estadidad federada por tratarse de dos países profundamente incompatibles? ¿Acaso el anexionismo no se da cuenta de que la metrópolis, de haber sido esa su propia conveniencia, nos hubiera declarado estado por decreto con el mismo ímpetu en que nos invadieron y conquistaron en 1898?

Establecida nuestra premisa, conviene recordar que en repetidas ocasiones hemos sostenido que el colonizado no tiene límites. Se trata de un ser que se visualiza a sí mismo impotente e incapaz de sobrevivir y superarse ante los retos de la vida sin la presencia y custodia del colonizador. De ahí la humillante y lastimosa expresión de los sectores más vulnerables y susceptibles cuando sostienen, y cito: “¿Qué sería de nosotros sin los americanos?”. Prefieren vivir bajo la custodia y dominio del implacable colonizador para sentirse protegidos y realizados por aquello de que “la estadidad es para los pobres”. Aprendieron a despreciarse a sí mismos y como tal, todo lo que proviene del colonizador es superior a lo nuestro. Incluso, rechazan el hecho histórico y antropológico de que somos una “nación” que, aunque invadida y ocupada, seguimos siendo un país de profundas raíces antillanas, caribeñas y latinoamericanas. Como tal, prefieren referirse a Puerto Rico no como país, sino como “isla” por considerarlo incompatible con su ideal de dependencia, sumisión y servilismo. Pero no nos equivoquemos. Puerto Rico cuenta con dos grandes tendencias anexionistas: (1) los que quieren la estadidad ahora y sin condiciones (PNP) y (2) los que la quieren a largo plazo pero con algún grado de puertorriqueñismo colonial (PPD). Resulta francamente desgarrador, por no decir humillante y deleznable, la cantidad de mercenarios profesionales de probada capacidad intelectual (académicos, abogados, médicos, ingenieros, economistas) engañando al electorado incauto a través de los medios de comunicación masiva. Estos ‘analistas’ a sueldo, incondicionales del bipartidismo corrupto y colonial, se la pasan demonizando al independentismo puertorriqueño mientras preconizan descaradamente la estadidad federada bajo el argumento engañoso de que ello representa mayores privilegios y beneficios económicos. Ambos han logrado convertir la dependencia perniciosa en una virtud existencial mientras prevalece la pobreza, la desigualdad, la criminalidad y la descomposición social que nos arropa.

¡Una Patria Nueva es un imperativo categórico!

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