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Las elecciones presidenciales fueron anuladas
Alconcluir nuestro escrito de la semana anterior, apuntábamos como la Gran Comisión de la Cámara de Diputados en el papel de Colegio Electoral, el 9 de diciembre de 1913, declaraba nulas las elecciones presidenciales. Todo se realizaba apegado a las leyes. Así, lo estimaba quien se hizo del poder mediante engaños. La ampliación de su permanencia en el cargo ya tenía barniz de legalidad, olvidaba que las maderas corrientes no “agarran” bien ese tinte por más embadurnadas que se les den. Pero desde su perspectiva, la voz de pueblo, la única que le importaba según decía, se había hecho escuchar a través de sus representantes electos por la mayoría de los acólitos quienes seguían a su líder investido de salvador de la patria. La prensa libre, jornada tras jornada, daba muestra de serlo, destacaba en sus titulares la buena nueva. Demos un repaso al dictamen emitido y la forma en que fue reportado por aquellos corifeos de la objetividad.
Como aperitivo, recordemos las preferencias del actor principal, el periódico El Diario en su edición del 2 de diciembre del año arriba referido, anunciaba rimbombantemente una entrevista con Huerta. Por aquellos días, se rumoraba que existía una crisis en el gabinete del fulano y la publicación obsequiosa buscaba ser la primera en desmentirla. Para ello, no se guardaba ni una molécula de melcocha y plasmaba: “… haciendo justicia al señor presidente, debemos de decir que el alto funcionario tiene para la prensa una distinción y cariño especiales, lo que le ha merecido el cariño y el respeto de la misma.” Como puede leerse, siempre, han existido los que objetivamente entienden el mensaje del líder quien en aquel caso respondió que no existía ninguna crisis entre sus colaboradores, esa fue la entrevista tan presumida con la cual se “desvirtúan los rumores que, desde hace muchos días, han venido circulando en la metrópoli y que, a guisa de rumor, también, han atravesado las fronteras del país.” Pero no se crea que solamente la prensa apoyaba a tan preclaro sujeto, el 3 de diciembre, los integrantes del XXVIII Congreso Constitucional del estado de Chiapas emitían su respaldo a Huerta a quien consideraban “el único capaz de reestablecer el orden y la concordia en la república.”
Mientras tanto, como entremés, en la capital de la república, El País, un diario católico, se jactaba de lo que ahí operaba. En una nota del 8 de diciembre, daba cuenta de una visita que realizó el encargado del ministerio de gobernación huertista, el médico Ignacio Alcocer Rodríguez. Este sujeto era una muestra de que no solamente del sur le llegaban apoyos a Huerta, recordemos que el susodicho facultativo fingió como gobernador de Coahuila entre abril y noviembre de 1913. El redactor de El País tuvo a bien titular la nota en la primera plana: “El manicomio general de la Castañeda es un orgullo para la ciudad de México.” (Si usted lector amable se pregunta en donde quedaba eso, le comentamos que era en el sitio que hoy ocupan las torres habitacionales de Mixcoac ubicadas sobre el lado derecho del Periférico yendo de norte a sur). Alcocer, quien era un conocedor amplio de los manicomios en Europa, no quiso limitarse y “manifestó que México debe de estar orgulloso de contar con un asilo para locos como el de la Castañeda.” Le faltó recomendar que ahí debieran de ser situados algunos que andaban sueltos, pero seguramente recordó que eran sus compañeros de viaje y se abstuvo de recetar tal medida pues, de haberlo hecho, los hubiera distraído de concretar lo que tenían en- comendado. Como estaban muy hambrientos de cumplir su cometido, los acólitos del huertismo pidieron saltarse la sopa e ir directamente al plato fuerte. En ese contexto, ya instalados en el Legislativo, la Cámara de Diputados se dispuso a analizar, el 9 de diciembre, los resultados de las elecciones presidenciales realizadas el 26 de octubre. Una vez efectuado un análisis minucioso (¡!), mientras se atragantaban con el bocado, determinaron que aquello no era válido por estar plagado de irregularidades y eso en un gobierno como el de Huerta pues era ir en contra de sus principios, ¿Cuáles? Ante ello, veamos como los diarios publicados al dia siguiente daban cuenta en sus titulares de como se engulleron aquel platillo los monaguillos ansiosos. La versión inicial de como lo ingirieron fue proporcionada por El Imparcial, que de eso nada tenía ya que lo suyo era acomodarse al poder en turno, señalaba: “La Cámara de Diputados declaró ayer la nulidad de las últimas elecciones presidenciales. Seguirá rigiendo los destinos de la nación el señor general don Victoriano Huerta con el carácter de presidente interino.” En el cuerpo de la nota se indicaba que “en el publico reinaba grande ansiedad por conocer la decisión de la Asamblea popular, pues se decía que a este respecto las opiniones de sus miembros estaban muy divididas y que, si bien eran numerosos los diputados que votarían en pro de la nulidad de las elecciones, no eran menos los que las consideraban buenas y legales…”
De cómo se engulleron el platillo dio cuenta, en una versión segunda, El Independiente que, el 10 de diciembre, daba a conocer como “se declara la nulidad de las elecciones presidenciales. Continua con el carácter de presidente interino de la republica el general Huerta.” En el contenido de la noticia mencionaba que como el diputado José López Moctezuma ocuparía el cargo de presidente de la Cámara durante el mes de diciembre, por lo cual estaba imposibilitado para encabezar la Gran Comisión. Ante ello, en este cargo se nombró al coronel Miguel Ahumada. Según lo dado a conocer a las 4:55 de la tarde, se interrumpió la sesión de la Cámara para erigirla en Colegio Electoral. Indicaba que el dictamen de la Comisión fue aprobado por unanimidad y a la hora en que se dio a conocer el cuatro punto, que Huerta seguía como presidente, “fue recibido con una aclamación que brotó espontanea de las curules, ratificando el proyecto de ley.”
HALLAN CON VIDA AL OTRO CONDUCTOR