Matar o morir: el callejón sin salida para los niños soldados

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Matar o morir: El callejón sin salida para los niños soldados Por Lucía Noboa

En los últimos meses apareció en los medios de comunicación una noticia que ha debido de tomar por sorpresa a muchos: la Corte Penal Internacional (CPI) declaró a Thomas Lubanga, líder de la Unión de Patriotas Congoleños, culpable por haber reclutado a niños soldados para que fueran parte de su ejército durante los años 2002 y 2003 . Algunas personas se alegraron porque esta es la primera condena que se le imputa a una persona por el crimen de usar niños como soldados en un conflicto armado y otras cuestionaron la labor de la CPI, puesto que Lubanga había cometido otros crímenes de guerra que no se le estaban imputando. Sin embargo, hay quienes reaccionaron con incredulidad: ¿cómo puede haber una persona que reclute niños para matar? ¿Cómo puede permitir la sociedad que los niños se vean involucrados de esta manera en los conflictos?

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o que ellos no saben es que es gracias a una serie de factores mundiales, desde contextos violentos en algunos países tercermundistas hasta asuntos globales relacionados con las grandes potencias, que algunos niños deban formar parte del conflicto convirtiéndose en niños soldados. Para nosotros, la sociedad occidental, la idea de que un niño tome un arma y se vea obligado a participar de la guerra está fuera de nuestros parámetros. Nos parece algo extraño, barbárico, pero, para muchos niños del continente africano y en el planeta esto es nada más y nada menos que la realidad del día a día. En nuestro mundo donde la violencia es un mero factor de entretenimiento, no podemos concebir cómo la sociedad deja a los niños, las personas más desprotegidas junto con los ancianos e inválidos, llegar a involucrarse a tal grado en una guerra. Por eso, para encontrar alguna forma de entender sus acciones, alegamos que la culpa de la raza o de la falta de cultura, pero pocos saben que la verdadera razón de este problema es la violencia misma, aquella que reina en los países donde estos niños viven por la cual se ven obligados a elegir dos opciones en una callejón sin salida: matar o morir.


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¿Quiénes son los niños soldados? Para entender mejor este problema, empezaremos con la definición del término “niños soldados”. Según los Principios de Ciudad del Cabo (1997), observados por la UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) un niño soldado es: “todo menor de dieciocho años que forma parte de cualquier tipo de fuerza armada regular o irregular o grupo armado en cualquier capacidad, como por ejemplo, aunque no solamente: cocineros, porteadores, mensajeros y cualquiera que acompaña a estos grupos que no sean miembros de la familia. La definición incluye a niñas reclutadas para propósitos sexuales y matrimonios forzados. La definición, por lo tanto, no solo se refiere a un niño o una niña que porta o ha portado armas”. Aunque algunos organismos internacionales usan la definición de “niños soldados” de manera más estrecha, aludiendo solo a aquellos que participan directamente en el combate, el término de la UNICEF es un término más apropiado puesto que incluye a todo aquel niño que se ve involucrado en el conflicto usando un arma o no. Para este análisis utilizaremos la definición de la UNICEF, puesto que nos parece más apropiado para poder entender la realidad que deben vivir estos niños diariamente. Algunos de ellos son mercenarios o soldados y manejan fusiles y granadas como los expertos, otros son mensajeros o espías, o incluso hasta cocineros, porteros entre otros y, aunque cada uno cumpla funciones diferentes, los traumas y las vivencias que sufren todos ellos son las mismas.

Aunque algunos organismos internacionales usan la definición de “niños soldados” de manera más estrecha, aludiendo solo a aquellos que participan directamente en el combate, el término de la UNICEF es un término más apropiado puesto que incluye a todo aquel niño que se ve involucrado en el conflicto usando un arma o no.

Un problema ancestral El tema de los niños soldados, aunque parezca algo más bien reciente, es, por el contrario, algo que data de siglos atrás. Ya en la época de los imperios espartano y romano se convertía a niños en soldado y es una práctica que se ha ido repitiendo hasta la guerra de Secesión estadounidense y la Segunda Guerra Mundial. Pero actualmente, dada la proliferación de armas ligeras y la gran cantidad de conflictos armados en el mundo, el porcentaje de los niños soldados ha ido en aumento. La creación de armas como el AK-47 (un fusil de asalto considerada la arma ligera más usada en el mundo), las granadas y otras similares ha hecho que sea más fácil para un niño tener entre sus manos la capacidad de matar.


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Sin embargo, volvamos a nuestro tema principal, ¿qué es lo que lleva a los niños a formar parte tan activa en una guerra? Ya habíamos dicho antes que la respuesta correcta era la violencia, pero habría que especificar más a fondo a qué nos referimos exactamente con esta palabra. Antes de ello haremos una breve pausa para explicar las dos razones por las cuales los niños llegan a formar parte de un grupo armado. La gran mayoría de niños son reclutados a la fuerza, son secuestrados y obligados a matar a sus seres queridos para luego ser llevados al combate. Otro grupo de niños deciden ir ellos mismos a los grupos armados y alistarse como soldados, ya sea porque creen en la causa, por venganza o como un mecanismo de seguridad. De cualquiera de las dos maneras, eligen entre dos cosas: matar o morir.

Una situación que no termina “Toda una generación de niños no conoce otra cosa que la guerra. Los niños de la zona noreste, además de soportar el estrés diario de vivir en un entorno tan inestable y violento, se enfrentan al trauma de verse obligados a participar en los combates de los TLTE.” (Briggs 2005: 98)

Dada a que la razón por la cual los niños se convierten soldados es culpa de la guerra y de la violencia, si la decisión es un callejón sin salida, ¿cuál es la culpa de Thomas Lubanga y otros señores de la guerra? Es una respuesta bastante sencilla y a la vez también confusa.

La cita anterior extraída del libro de Jimmie Briggs, “Niños Soldado. Cuando los niños van a la guerra”, hace alusión a la situación de los niños en la guerra de independencia de Sri Lanka; sin embargo, esta cita también puede ser usada de manera más global para ejemplificar la lucha continua a la que se ven sometidos los niños en países en donde reina la guerra, el caos y la violencia. Para nosotros puede ser inimaginable un niño portando un arma, pero para los niños que no han conocido otra cosa más que la violencia, el tener que luchar puede ser, después de todo, solo un peso más sobre sus hombros e incluso, para algunos, una solución a sus problemas. Dada a que la razón por la cual los niños se convierten soldados es culpa de la guerra y de la violencia, si la decisión es un callejón sin salida, ¿cuál es la culpa de Thomas Lubanga y otros señores de la guerra? Es una respuesta bastante sencilla y a la vez también confusa. Si bien es cierto que hombres como Thomas Lubanga no inician la guerra ni son los únicos culpables de reclutar niños (puesto que algunas milicias apoyadas por el gobierno también lo hacen), sí son los culpables de prolongar el conflicto armado de tal forma que se puedan beneficiar de la guerra tanto económica como políticamente.


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El Congo como zona de conflicto Para poder entender mejor el caso de Thomas Lubanga, líder de la Unión de Patriotas Congoleños (UPC) y su ala militar el Ejército de Liberación del Congo, vendría bien una pequeña lección de historia y geografía. La República Democrática del Congo (RDC) es un país ubicado en el centro de África, cuenta con una gran riqueza minera y agrícola y forma parte de la región de los Grandes Lagos de África junto con Ruanda, Burundi, Uganda, Tanzania y Kenia. Tuvo una historia colonial cruenta, gobernada por Bélgica y una descolonización caótica. Luego de la declaración de la independencia, se iniciaron cinco años de guerra civil, alimentada por los conflictos étnicos de la región. En 1971, durante el gobierno de un dictador de nombre Mobutu, el nombre del país fue cambiado a Zaire y las consecuencias del genocidio de Ruanda llegaron al país. En el 2002, Joseph Kabila tomó la presidencia e inició un alto al fuego entre él y el presidente de Ruanda, Paul Kagame; sin embargo, los conflictos continúan hasta hoy en día.

A final de los años noventa, Ituri, una región de la República Democrática del Congo rica en diversos minerales como el oro, el petróleo, el coltan y diamantes, se convirtió en el frente de batalla de milicias rebeldes, fuerzas del gobierno y potencias extranjeras que luchaban por el poder y el control de los recursos naturales. El conflicto étnico, sobre todo entre Hemas y Lendus, dos de los grupos étnicos mayoritarios en la RDC, fue manipulado y alentado por todas las partes con fines políticos y económicos.

A final de los años noventa, Ituri, una región de la República Democrática del Congo rica en diversos minerales como el oro, el petróleo, el coltan y diamantes, se convirtió en el frente de batalla de milicias rebeldes, fuerzas del gobierno y potencias extranjeras que luchaban por el poder y el control de los recursos naturales. El conflicto étnico, sobre todo entre Hemas y Lendus, dos de los grupos étnicos mayoritarios en la RDC, fue manipulado y alentado por todas las partes con fines políticos y económicos. En Junio del 2000, cientos de soldados de la etnia Hema recibieron dos meses de entrenamiento militar en Uganda y, a su regreso, el comerciante Thomas Lubanga se convirtió en su portavoz y en el líder de lo que luego sería la Unión de Patriotas Congoleños.

Lubanga no está solo Durante los años 2002 y 2003, Lubanga junto con el Ejército de Liberación del Congo, también conocido como las Fuerzas Patrióticas para la Liberación del Congo (FFPLC), el ya mencionado brazo militar de la UPC, se vio involucrado en diversos combates y masacres en contra de la etnia de los Lendus apoyado por las tropas ugandesas. En el 2003, rompió lazos con Uganda y se alió con Ruanda, rechazando el acuerdo de fin de hostilidades en Ituri. Tras el asesinato de nueve cascos azules de la ONU en Bunia, el gobierno de la RDC mandó a


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capturar a los responsables. El 10 de febrero del 2006, la Corte Penal Internacional dictó la detención de Lubanga por reclutar y utilizar a niños como soldado y fue capturado siete días después. El caso de Lubanga, por supuesto, no es el único. Ni tampoco es África el único continente que enfrenta el problema de los niños soldados. El anteriormente mencionado libro de Briggs cuenta la historia de niños soldados en Ruanda, Colombia, Sri Lanka, Uganda y Afganistán, cinco países que pertenecen a tres continentes muy diferentes entre sí, pero que a la vez enfrentan el mismo problema. Y, aunque los orígenes y características de la guerra y los movimientos armados en cada uno de estos países difieren entre sí, el centro del problema sigue siendo el mismo: la violencia y la incapacidad de los altos mandos (sea esta intencionada o no) por encontrar una solución hacia la paz. Aunque se ha usado la referencia de estos cinco países, dicha afirmación no solo se limita a ellos ni a la República Democrática del Congo sino a todos aquellos que cuentan con niños entre las filas de un grupo armado.

Repartimiento del botín

El caso de Lubanga, por supuesto, no es el único. Ni tampoco es África el único continente que enfrenta el problema de los niños soldados. El anteriormente mencionado libro de Briggs cuenta la historia de niños soldados en Ruanda, Colombia, Sri Lanka, Uganda y Afganistán, cinco países que pertenecen a tres continentes muy diferentes entre sí, pero que a la vez enfrentan el mismo problema.

Antes de terminar este análisis, procederemos a ocuparnos de un tema que concierne a los niños soldados y a los conflictos en los países donde ellos viven que, aunque parezca no tener relación, es una de las razones más importantes sino de la existencia, sí de la permanencia de los conflictos. Se trata de las potencias internacionales que, de una u otra manera, permiten que dichos conflictos continúen para así poder beneficiarse ellos. Continuando con nuestro antiguo ejemplo, la DRC cuenta con grandes yacimientos de minerales entre los cuales los más importantes son los diamantes y el coltan, un mineral usado principalmente para construir aparatos tecnológicos, y es por ello que existe alrededor de este país un complejo entramado empresarial convenientemente diseñado para repartir el botín. Entre los beneficiados, se cuentan los países de Estados Unidos, Alemania, Bélgica y Kazajstán y las multinacionales que comercian con el DRC que, de alguna manera, financian el conflicto enfocándose solo en sus beneficios personales. “El verdadero problema es que no hay voluntad política para poner fin a la utilización de menores como soldados y esclavas sexuales (…) Aquellos que pueden hacer algo, los países occidentales que se benefician de las guerras africanas para acceder a los recursos naturales del continente y venden las


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armas que matan, no quieren terminar con esta realidad de la que se sirven para hacer negocios de sangre.” (Caballero 2012) La cita anterior de Chema Caballero resume las implicancias occidentales en estos conflictos y nos ayuda a concluir este análisis con otra de las grandes razones por las cuales la violencia dura y perdura. Esta razón es la existencia de intereses políticos y económicos, o lo que es lo mismo: el ansia de poder y dinero, de grandes potencias, países y empresas que están dispuestos a beneficiarse a costa de los demás, aunque eso implique consecuencias negativas que pueden llegar a afectar incluso a su propio pueblo. Y ¿por qué ir tan lejos? ¿Por qué culpar solo a occidente? Culpar solo a occidente es tan parcial como culpar solo a los gobiernos de los países en guerra. Ambos son responsables y ambos han de cargar con el peso de mucha sangre en sus manos.

Conclusión

Las grandes potencias mundiales, los presidentes de sus propios países, los señores de la guerra, el ejército, las milicias y las guerrillas, los soldados adultos, todos ellos parecen conspirar contra los niños, les importa poco sus derechos, su vida, su muerte, la pérdida de la infancia y todo lo que eso conlleva.

Las grandes potencias mundiales, los presidentes de sus propios países, los señores de la guerra, el ejército, las milicias y las guerrillas, los soldados adultos, todos ellos parecen conspirar contra los niños, les importa poco sus derechos, su vida, su muerte, la pérdida de la infancia y todo lo que eso conlleva. Crean un espacio de guerra y de violencia y lo alimentan a tal punto que el grupo de personas que debería permanecer más alejado del conflicto, el que debería ser el más protegido, se vuelve el más afectado, el que debe cargar con el peso de los pecados de los demás. Sí, hay niños que deciden alistarse ellos mismos en el ejército, hay niños que matan, que torturan, que violan, pero ¿quién los puede culpar? ¿Qué otra solución hay? Matar o morir, después de todo sigue siendo un callejón sin salida.

Bibliografía APARICIO, Sonia (2003) República Democrática del Congo. La guerra del coltán En: El Mundo BRIGGS, Jimmie (2005) Niños soldado. Cuando los niños van a la guerra. Editorial Océano: España CABALLERO, Chema (2012) Thomas Lubanga condenado, ¿y ahora qué pasa con los menores soldados? En: El País


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KUTINO, Fernando (2009) La República Democrática del Congo. CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado): Madrid VEGA, Mónica (2011) Niños y niñas soldado. La educación para la paz en los procesos de reintegración. Instituto HEGOA: Bilbao VÉLEZ, Sheila (2010) ¿Quién es Thomas Lubanga? En: Corte Penal Internacional (La Haya) “Thomas Lubanga: El señor de la guerra sin piedad con los niños”. RPP (Radio Programas del Perú) 14 de marzo del 2012



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