INTERNET, SALUD Y PODER

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INTERNET, SALUD Y PODER: ESPACIALIDADES DE SALUD QUE SE PRODUCEN DESDE EL CIBERESPACIO ENTORNO AL TEMA DE LA SALUD EN MEDELLÍN

PERLA CECILIA TORO CASTAÑO

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA INSTITUTO DE ESTUDIOS REGIONALES INER MAESTRÍA EN ESTUDIOS SOCIOESPACIALES MEDELLÍN 2011


INTERNET, SALUD Y PODER: ESPACIALIDADES DE SALUD QUE SE PRODUCEN DESDE EL CIBERESPACIO ENTORNO AL TEMA DE LA SALUD EN MEDELLÍN

PERLA CECILIA TORO CASTAÑO

Trabajo de grado para optar al título de Maestra en Estudios Socioespaciales

Directora CLAUDIA PUERTA SILVA Doctora en antropología social y etnología

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA INSTITUTO DE ESTUDIOS REGIONALES INER MAESTRÍA EN ESTUDIOS SOCIOESPACIALES II COHORTE MEDELLÍN 2011


Nota de aceptación

Firma del jurado

Firma del jurado

Ciudad y fecha (día – mes – año)

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A Julio Ernesto, mi padre. Y a mi madre, Luz Elena, los ojos que le contarรกn del fin de esta meta.

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AGRADECIMIENTOS

Tan cerca y tan lejos. Tan real y tan imaginario. Así resulta siendo todo proceso de aprendizaje.

Eso que se siente cerca llega de la mano del conocimiento y en algunas ocasiones parece perderse como una ilusión. En cambio, eso que se siente lejos, siempre está ahí, esperando a que cuando llegue el fin del camino las emociones se conjuguen en un solo universo de gratitud y plenitud infinita.

Estas palabras buscan expresar unos sinceros agradecimientos a todas las personas que me acompañaron durante este proceso de aprendizaje, dos años de luchas, abandonos, conocimientos, certezas, aciertos y desaciertos.

A mi padre Julio Ernesto que aunque no está presente sigue recorriendo conmigo este camino. A mi madre porque supo reemplazarlo. A Sandra y a Cristina que les tocó hacer el papel de hermanas. A Ronal por su amor y paciencia. A mis equipos de trabajo de Telemedellín y de El Colombiano quienes me permitieron conjugar la vida profesional con la académica. A mis amigos por darme toda la inspiración. Y a mis interlocutores por brindarme la oportunidad de defender con ellos uno de los derechos más valiosos de un ser humano, la salud.

Cinco personas, con nombres propios, no pueden pasar desapercibidas en este proceso. Claudia Puerta, mi asesora, por soportar mis vicios periodísticos y respetar mi profesión con sabiduría. Catalina Montoya, por ser jefe, maestra y “académica entre los periodistas”, una combinación inusual. Carlos Uribe de los Ríos, porque me enseñó el valor de las palabras. Yan Camilo Vergara por ser el bit que complementa mis caprichos ciberespaciales y Santiago Osorno, un médico que se alejó del poder para conocer, con certeza, lo que significa el valor de ayudar al otro.

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RESUMEN

Con el paso del tiempo, el uso de Internet como tecnología y la producción social del ciberespacio como un espacio de flujos, se han ganado el lugar de problema científico y filosófico.

Éste, que es estudiado tanto desde las llamadas ciencias duras, como desde las ciencias blandas, no es un tema ajeno a los estudios socioespaciales, y es por esta razón que este trabajo ha buscado enfocarse en la identificación y caracterización de las espacialidades de poder que desde el sector salud se producen en el “ciberespacio medellinense”, localización que por si misma es ambigua pero que es conveniente destacar a la hora de identificar casos concretos en un territorio específico.

Los resultados de este trabajo de investigación, con el cual se busca optar al título

de

Magíster

en

Estudios

Socioespaciales,

están

centrados,

esencialmente, en la caracterización y comprensión de las espacialidades de poder en salud que se configuran en Medellín desde el ciberespacio, identificando cuáles de éstas contribuyen a un agenciamiento político en pro de la defensa del derecho fundamental a la salud.

Para lograrlo, se abordaron varios puntos entre los cuales vale la pena destacar una caracterización del ciberespacio dentro de la teoría socioespacial, apuntando a que éste es un espacio de flujos que se produce mediante la información y la comunicación.

Dentro de este espacio de flujos se identificaron entonces las formas de expresión de la salud y las espacialidades de poder que se configuran desde estas expresiones, para, finalmente, detectar cuáles de estas espacialidades contribuyen al empoderamiento y al ejercicio ciudadano del derecho a la salud, que pueden darse tanto desde el ciberespacio como desde el espacio y que

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pueden trascender la frontera entre lo virtual y lo corp贸reo, la realidad presencial y el espacio, la realidad virtual y el ciberespacio.

Palabras claves: Internet, Ciberespacio, Espacio, Espacialidades, Salud, Empoderamiento, Poder, Emociones, Derecho, Defensa, Medell铆n.

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN

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1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

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2. JUSTIFICACIÓN

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3. OBJETIVOS

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4. METODOLOGÍA

34

4.1.

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Ciberetnografía: una exploración, una necesidad, un cambio metodológico

5. PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS Y PRESENTACIÓN

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DE RESULTADOS 5.1.

Introducción teórica: el ciberespacio, el poder, la

47

comunicación, el espacio y la salud 5.2.

El ciberespacio: un espacio vivido y construído

65

5.3.

Espacialidades ¿Qué es eso que se hace con

85

el ciberespacio? 5.4.

La información y la comunicación: claves del poder en

104

el ciberespacio 5.5.

Las emociones y el agenciamiento político en el

120

ciberespacio. 5.6.

Espacialidades de salud: la comunidad de lucha y la

140

Movilización política 6. CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES

161

7. BIBLIOGRAFÍA

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LISTA DE FIGURAS

Pág.

Figura 1. Espacialidades de poder en salud en el ciberespacio de

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Medellín

Figura 2. Ruta de momentos metodológicos

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Figura 3. Maneras de ser, formas de ser y virtualización

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Figura 4. Virtualización

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LISTA DE TABLAS

P谩g.

Tabla 1. Interlocuci贸n con ciberactores en las redes sociales

x

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INTRODUCCIÓN

Esas diferencias sutiles, tan humanas y tan prácticas, tan distantes y a la vez tan cercanas que imponen los conceptos de espacio, territorio y lugar; de tiempo y temporalidad, hacen parte de un universo socioespacial propio que con este trabajo de grado más que marcar la llegada a un fin, le dan la bienvenida a un panorama conceptual, a un camino para percibir el mundo, que hace dos años no podría haber sido posible.

Como último paso del ciclo de formación de la Maestría en Estudios Socioespaciales del Instituto de Estudios Regionales Iner de la Universidad de Antioquia, se presenta este trabajo de grado el cual busca, en palabras generales, realizar una aproximación al ciberespacio desde las teorías socioespaciales, con el objetivo de identificar las espacialidades de poder que desde la salud se configuran en este espacio emergente y que a su vez pueden contribuir al empoderamiento y al agenciamiento político de este derecho que aunque en nuestra Constitución Política no es considerado como fundamental, sí lo es para muchas de las personas que contribuyeron a la realización de esta investigación.

Aunque la aproximación al tema no resultó sencilla, en especial porque a la luz de las teorías sociales, comparar el ciberespacio con el espacio es todavía una paradoja, sí fue satisfactoria puesto que, personalmente, pude aproximarme a un tema que para mi campo de estudio es apasionantes y que, adicionalmente, es novedoso y abre nuevas puertas de estudio y de investigación a la luz de la academia.

El ciberespacio como un espacio socialmente producido fue analizado a la luz de este trabajo desde los planteamientos propuestos por teóricos como Milton Santos, Edward Soja y Henry Lefebvre, considerados clásicos a la hora de abordar el pensamiento socioespacial y que fueron eje transversal en el plan

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curricular de estudio planteado por el Iner. No obstante, otros autores, que no se centran prioritariamente en la discusión y caracterización del espacio, fueron fundamentales en este proceso académico, sobre todo por su interés por estudiar las nuevas tecnologías, los procesos de virtualización y los flujos de poder que establecen la comunicación, la información y el conocimiento a la hora de interactuar y producir espacialidades desde el ciberespacio. Ellos fueron Pierre Lévy, Manuel Castells, Michel Serres, Marshall McLuhan y Jürgen Habermas.

Con respecto al poder, que en esta investigación se centra en la comunicación y el poder como alternativa para habitar el ciberespacio, fue fundamental la mirada de Manuel Castells, interrelacionada con el concepto de Campos expuesto por Pierre Bourdieu y que a la luz de un medio de comunicación que por primera vez es entregado a la ciudadanía, debate y confronta bajo un mismo ring las nociones de campos dominantes y campos dominados.

Por su parte, Martin Hopenhayn, Claudia Puerta, Robert Dover, McGregor y Esperanza Echeverri López hacen parte de la lista de estudiosos de la salud y de las representaciones sociales que contribuyeron a analizar el ciberespacio a la luz de este derecho social.

En cuanto a la metodología, aventura teórico - práctica que rigió esta investigación, marcaron una pauta fundamental autores como Arturo Escobar, quien invita a las prácticas etnográficas desde la virtualidad; Miquel Ángel Ruiz Torres, y las autoras Christine Hine y Amber Case quienes desde hace algunos años aceptaron el reto de investigar no solo el ciberespacio, sino también la ciberantropología, que tiene que ver más con las conexiones tecnológicas que con los universos que se configuran gracias a los dispositivos electrónicos.

El ciberespacio, como un novedoso centro de poder, impone entonces nuevas miradas para las agendas académicas, las cuales, además de aceptar el tema, también deben trabajar en una validación del mismo, pues, a la luz de la

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reflexividad, puedo afirmar, que uno de los grandes obstáculos que encontré a la hora de investigar y de poner en práctica los conceptos asumidos, fue la carencia de información y estudios respaldados por la academia que abordaran a Internet, no solo como un fenómeno, sino también como un centro, también podría ser objeto, de estudio.

Esta investigación se divide entonces en los siguientes capítulos:

Capítulo I: El ciberespacio: un espacio vivido y construido.

Capítulo II: Espacialidades, ¿qué es eso que se hace con el ciberespacio?

Capítulo III:

La información y la comunicación: claves del poder en el

ciberespacio.

Capítulo IV: Las emociones y el agenciamiento político en el ciberespacio.

Capítulo V: Espacialidades de salud: la comunidad de lucha y la movilización política.

Conclusiones: Encuentro de dos mundos. Lo virtual y lo presencial en la comunidad de lucha, vías, rutas y caminos para la movilización en salud desde Internet.

Este trabajo de grado está lleno de información, de comunicación y de noticias, una parte de la vida que considero tan propia, que considero tan mía y que modifica tantas percepciones de ver el mundo. El escenario real de Internet.

Después de la realización de este trabajo, puede concluirse de manera rápida y antes de adentrarnos en el panorama teórico que éste mismo expone, que ahora la salud tiene un nuevo campo de lucha. Está surgiendo de la mano del cambio que trae la llamada Sociedad de la Información y se configura como un

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nuevo escenario de participaci贸n pol铆tica; aspecto relevante si se contemplan los movimientos sociales como agentes del cambio hist贸rico, como opiniones dominantes que comunican y que ahora encuentran nuevas herramientas para hacerlo.

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1. EL CIBERESPACIO COMO ESPACIO Y EL PROBLEMA DE LAS ESPACIALIDADES DE PODER EN INTERNET PARA EL CAMPO DE LA SALUD

“La verdad es que yo no creo en nada de lo que me promete Internet o la Web, no creo en la promesa del mundo feliz. Pero pienso que eso no me impide conocer qué son esas tecnologías ni tampoco utilizarlas, lo cierto es que algo muy loco se está generando y nosotros tenemos el privilegio de experimentar ese cambio”. Alejandro Piscitelli

Con sabiduría y paciencia, Graham Gordon (1995, p.37) se preguntaba a mediados de la década de los 90’ por la llegada de Internet al mundo. Mediante una indagación filosófica el autor se atrevía a hacer una pregunta que en aquel entonces pudo haber sido adelantada, ¿nos enfrentamos a una tecnología humana nueva o novedosa?

Hoy, más de 15 años después esta pregunta todavía no tiene una respuesta fija y aunque son múltiples los intentos por definirla, todavía no se dispone de una verdad que esté dispuesta a ser refutada.

No obstante, sí existen algunas disertaciones convertidas en certezas que se han adelantado mediante discusiones, argumentaciones, exposiciones y estudios que involucran, fundamentalmente, la presencia humana y la reacción de los colectivos sociales frente al uso de Internet. Esta tecnología que a su vez resulta siendo argumento, experimento, movimiento y debate se ha ganado un lugar dentro de los estudios sociales, el cual no es ajeno al enfoque socioespacial.

Tan disruptivo como estimulante, el ciberespacio se presenta ante nuestros ojos como un mundo que para algunos es considerado paralelo y que para otros no es más que un nuevo lugar de interacción humana y de producción

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social. Éste, que es considerado “un espacio de flujos” por autores como Manuel Castells (2009), no es más que el producto de una conexión de redes, que adoptó este singular nombre en el año 1984 y que fue producto de la literatura de Ciencia Ficción.

Ese misterio que reúne Internet, está conformado entonces por dos referencias importantes: el sistema de cables que hace parte de un universo físico y que puede rastrearse y controlarse en el que John Agnew (1999, p.173) llama “Espacio estructural”; y el ciberespacio, ese espacio no territorial y no físico que por muchos años fue menospreciado y calificado como el “imperio de la irrealidad”, pero que ahora modifica las nociones de tiempo y de espacio en ese mundo que se ha dado a conocer como Sociedad de la Información.

Desde los estudios socioespaciales, puede afirmarse que tanto Internet como tecnología, y el ciberespacio como espacio de flujos emergentes, modifican las categorías de tiempo y de espacio.

Si hablamos del tiempo y de su relación con la tecnología, podemos lanzar la hipótesis de que los dispositivos electrónicos, que vienen al caso porque facilitan la conexión con el ciberespacio, están impugnando el tiempo y transformando el diseño de la vida cotidiana. El tiempo se está transformando, expandiendo y atomizando.

Esta afirmación puede sostenerse en un ejemplo clave: el consumo de la información. Si bien antes los lectores destinaban una parte de su jornada laboral para leer el periódico en las mañanas, escuchar un magazín radial mientras iban de sus casas al trabajo o ver un noticiero al medio día; ahora pueden informarse desde sus teléfonos inteligentes mientras hacen una fila en un banco, desde redes sociales como Twitter mientras esperan un bus o desde cualquier lugar que les posibilite una conexión a Internet, en las pausas de la vida cotidiana.

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En palabras del periodista argentino Pablo Mancini (2011), quien se ha encargado de estudiar el tiempo, las audiencias, el valor y la organización en el marco de los nuevos modelos que demandan los medios de comunicación, puede afirmarse que:

“El tiempo es clave. El divorcio entre la forma del contenido y la nueva temporalidad de la vida cotidiana retiene a los medios en un tiempo de consumo perecedero (…). El tiempo disponible de la audiencia se transforma, se fragmenta y se expande. Internet y la conectividad intersticial son motores y beneficiaros de esos tres procesos simultáneos. Y los dispositivos móviles muy particularmente. El prime time de Internet y de los medios digitales está dejando de ser los horarios de oficina, o el tiempo de exposición a una computadora porque la conectividad se expande hacia los espacios transitorios”. (Mancini, 2011, p.22).

Y si al tiempo se le suma la categoría de espacio, puede afirmarse – más adelante se profundizará en estas ideas – que ambas categorías actúan interrelacionadas. Podría entenderse entonces que la tecnología actúa en la organización socio-espacial de los grupos humanos. Pensamiento frente al cual Milton Santos (1996), en su libro ‘Metamorfosis del espacio habitado’, se ha expresado al decir que el territorio está siendo sometido a cambios constantes y que los factores tecnológicos, al igual que los políticos y los ideológicos hacen parte de esta transformación.

Lo cierto del caso es que la tecnología, más el flujo vertiginoso de información que hoy día navega en Internet, está aproximando los lugares, muchos de los cuales son criticados por responder a intereses hegemónicos del proceso de globalización.

No obstante, al hablar de redes y de interconexiones hay una visión en la que luego de 1996, profundizaría Santos (2000) en su libro ‘La naturaleza del espacio’. El autor analiza las redes materiales – podríamos referirnos a Internet cuando usamos este contexto – como “toda infraestructura que permite el

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transporte de materia, de energía o de información que se inscribe en un territorio”. Sin embargo, anota y es en este punto donde podemos hablar de una producción social – ciberespacio -: “La red es también social y política. Por las personas, mensajes y valores que la frecuentan, es una construcción deliberada del espacio como medio de vida, dispuesto a responder los estímulos de la producción en todas sus formas materiales e inmateriales, es decir en su cualidad de servir como soporte corpóreo de lo cotidiano”. (Santos, 2000, p.222).

¿Es entonces el ciberespacio un espacio? Si se conjugan Santos y Edward Soja (1996) pueden visionarse algunas respuestas, pues este último autor, quien se inspira en la obra de Henry Lefebvre, califica esta categoría como “un producto social sustanciado y reconocible”.

Retomando el sentido de los estímulos de la producción, vale la pena anotar que en nuestros días son varios los casos que se han registrado de movimientos sociales que nacen desde el ciberespacio como producto de una reunión social de miradas que terminan por alterar lo cotidiano. Es así como Egipto, Japón, China e incluso Colombia, solo por citar algunos casos, han sido testigos de movimientos políticos, de lucha por derechos, de la construcción de nuevas espacialidades que emergen como parte de ese fenómeno social llamado Internet, que está marcado por la tecnología y que afecta el espacio – tiempo en otras facetas humanas.

Una de estas facetas es la salud. Este concepto, que también hace parte de una producción social y que se configura como derecho, también se ha visto afectado y transformado por el flujo de la información que transita en la red de redes. Ahora puede hablarse de Salud 2.0, de Telesalud e incluso de movilizaciones sociales en defensa del derecho a la salud. ¿Puede transmutarse

en

el

espacio

tiempo

una

construcción

social

que

históricamente ha sido vinculada con el contacto y la presencia social corporal?

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La salud hace presencia en el ciberespacio desde varios aspectos informativos que apuntan a la prevención, la atención y la organización social en diferentes áreas entre las que vale la pena mencionar la salud mental, la física, la estética y la salud pública. Algunas de éstas propician un escenario de poder que es natural y eminente a la producción social del espacio; pero que ahora, a diferencia de otros momentos hegemónicos por los que atraviesan los flujos del poder, transitan entre lo dominante y lo dominado, dotando a pacientes y ciudadanos de herramientas comunicativas que si se analizaran a la luz de los campos propuestos por Pierre Bourdieu1 no son solo dominantes, sino también dominados. Estos campos de poder están dotados de un capital humano común en el que los conocimientos y las habilidades ciudadanas establecen nuevos flujos de poder.

No obstante y pese a que estos flujos de poder están tomando relevancia, existen escenarios donde el campo dominante sigue siendo representado en organizaciones hegemónicas como el Estado, la academia, los medios tradicionales de comunicación y la medicina hegemónica.

Con este trabajo se busca, entonces, presentar una serie de estudios que giran alrededor de la caracterización de Internet y del ciberespacio a la luz de los enfoques

de

estudios

socioespaciales

y

la

producción

de

nuevas

espacialidades que dentro de este contexto configuran otras alternativas de poder que si bien aún se disputan un lugar entre lo dominante y lo dominado, están haciendo que surja una nueva participación política desde el ciberespacio, aspecto relevante si se contemplan los movimientos sociales como agentes del cambio histórico de las sociedades.

Asimismo, busca incluir en la trayectoria investigativa del Iner aspectos metodológicos ligados a la ciberetnografía como un nuevo modelo de investigación social que conjuga la etnografía con Internet y las tecnologías

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BOURDIEU, Pierre. http://jaquevedo.blogspot.com/2008/03/el-campo-politico-porpierre-bourdieu.html (Consultado en 20:10:10). 19


digitales, un modelo que invita a la reflexión y a la discusión, alrededor de las alteraciones que la tecnología implica en los caminos epistemológicos, metodológicos y de interpretación.

En un resumen visual, podría plantearse que este trabajo de investigación aborda los siguientes puntos.

Figura 1. Espacialidades de poder en salud en el ciberespacio de Medellín

En esta figura se resumen los tres puntos problemáticos alrededor de los cuales fue planteada esta investigación.

Es necesario entonces responder a la pregunta de ¿cómo se caracterizan y cómo se comprenden las espacialidades de poder en salud que están emergiendo en el ciberespacio como un espacio de información y comunicación? Y ¿cuáles son sus implicaciones para la acción política en el ejercicio del derecho a la salud?

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2. JUSTIFICACIÓN

2011 fue, sin duda alguna, un año irrefutable a la hora de hablar del poder de la comunicación y de la expresión de ésta en el ciberespacio. Las redes sociales, enmarcadas en el concepto de red que se viene trabajando desde años atrás en las ciencias sociales, tuvieron un renacimiento, no solo en los movimientos de lucha, sino también en el ciberespacio, modelo de comunicación que como hemos venido expresando se hace posible gracias a la tecnología de Internet.

Gobiernos derrocados en Túnez y Egipto (Primavera Árabe), convocatorias de revueltas estudiantiles en Inglaterra, Chile y Estados Unidos y el movimiento de los Indignados registrado en diferentes países del mundo, tienen algo en común, fueron convocadas por una comunidad de lucha desde el ciberespacio, dotando el mensaje de un poder hasta ahora subvalorado.

Estas redes sociales se configuran como estructuras sociales que son compuestas por un grupo de personas que se agrupan alrededor de un objetivo común. Y que como ya lo hemos expresado en las palabras de Milton Santos (1996, p.2000), es social. Entre las relaciones que se tejen en estas redes sociales pueden contarse las de amistad, las de parentesco y las de estudio. También puede hablarse de organizaciones estatales e interestatales, punto en el que estas redes obtienen la relevancia de redes políticas.

Aunque en un impacto menos notable, este capital social también comienza a tener fuerza en el sector salud. Los hechos de agenda noticiosa, que antes eran relegados a las páginas o minutos de los medios de comunicación tradicionales, ahora son debatidos por la ciudadanía, no solo desde un enfoque preventivo, sino también desde un enfoque de defensa. Marchas, reuniones sociales, reflexiones y revelaciones de investigaciones que afectan el sector salud por cuenta de la corrupción colombiana han comenzado a ser discutidas por los ciudadanos desde diferentes espacios virtuales en los que pueden existir dos caminos: la consecución de objetivos y/o la expresión de influencias.

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Estas redes sociales que según el concepto filosófico expuesto por Gilles Deleuze (1997) y Félix Guattari (1997), pueden ser consideradas rizomas, por la multiplicidad de elementos que involucran y que no son lineales, cuentan con un componente novedoso que es aplicado gracias a la tecnología: la Teoría del Grafo Social, concepto traído de las matemáticas que estudia un conjunto de elementos y los interrelaciona entre sí.

Esto posibilita una conexión de intereses que mediante “nodos” y/o “vértices”, establece relaciones, las mismas relaciones que posibilitan la interconexión de la comunidad de lucha, lazos relevantes que deben ser analizados a la luz de los estudios sociales y que si se conjugan con el espacio – tiempo, visionan un novedoso camino a la hora de abordar los estudios socioespaciales.

Si empezamos entonces a aproximarnos a los estudios de las ciencias sociales, podemos acercarnos al concepto tradicional de “red social”. Durante más de un siglo de producción intelectual, este término fue utilizado (incluso hoy día se sigue utilizando) para denotar conjuntos complejos de relaciones entre miembros de los sistemas sociales, tanto en el ámbito interpersonal (comunidades) como desde el ámbito internacional (países).

Desde hace más de 50 años, J.A. Barnes (1954), antropólogo, comenzó a utilizar en la Escuela de Manchester el término red social para mostrar los patrones de lazos. Este concepto, a su vez, abarcaba otros conceptos que tradicionalmente habían sido presentados por otros científicos sociales, tales eran los casos de grupos delimitados como tribus o familias. Luego, el término comenzó a expandirse y otros académicos comenzaron a utilizarlo mezclando en la llamada teoría de las redes diferentes ramas de las ciencias sociales, tales son los casos de la sociología, la antropología, la psicología social, la economía y la geografía. Asimismo, se involucraron las ciencias políticas, los estudios de la comunicación, la lingüística e incluso, en nuestros días algunas ciencias exactas como la física y la biología han representado un apoyo significativo en esta construcción, todo por cuenta de los usos sociales que se

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le dan a la tecnología, donde se conjuga lo que Michel Serres (2008)2 llamaría “el conocimiento enciclopédico”, dándole cabida a una unión interdisciplinar de conocimientos donde no solo se involucran las ciencias duras y blandas, sino también otras corrientes del pensamiento como el arte.

Pero, ¿qué sucede cuando estas redes sociales encuentran un nuevo espacio que se posibilita gracias a los instrumentos tecnológicos y que al mismo tiempo es social, producido y vivido? Vuelve a aparecer la tecnología en los estudios socio – espacio – temporales como un fenómeno histórico e institucional, que aparece con la Revolución Industrial y que en nuestros días brilla con fuerza en la llamada Sociedad de la Información y del Conocimiento, que se visiona como fenómeno social por cuenta de la tecnología de cables interconectados entre sí y que recibe el nombre de Internet, conjunto que mediante sistemas palpables, posibilita la conexión con el ciberespacio, una plataforma de interacción social.

La llegada y masificación de Internet como tecnología al alcance de un tercio de la población mundial, ha consolidado el ciberespacio como, valga la redundancia, un espacio de comunicación e información socialmente producido. Desde éste, a su vez, se han comenzado a evidenciar comportamientos sociales que desde hace cerca de 10 años luchan por ser parte de la agenda académica de los investigadores sociales y que con el pasar del tiempo se han ganado un lugar como problema filosófico y de estudio social.

El ciberespacio es el producto de una tecnología que fue pensada como un proyecto militar y que, dadas sus bondades para comunicarse, terminó por convertirse desde hace más de 20 años en un medio de comunicación e información en el que se permite la interacción dentro de una realidad virtual.

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www.youtube.com/watch?v=x8zfzA_nNdA&playnext=1&list=PLF286D8EE5E416F26 (Consultado en 20:11:10). 23


Pero, es necesario aclarar que esta novedosa forma de ver el espacio, que en otros tiempos pudieron haber sido las conversaciones telefónicas o la búsqueda de una imagen televisiva, requiere de una infraestructura material que permite tanto el acceso como la interacción con la realidad virtual.

Por esta razón, el ciberespacio se constituye como un fenómeno complejo, tanto si se le toma por sí mismo como por los efectos y secuelas que de él provienen. Esta complejidad que resulta ser tan científica como técnica, material y social, es un espacio y tal como lo afirma el mismo Edward Soja (1989) cuando se refiere a los espacios socialmente construidos; su constitución y concretización resulta ser un proceso problemático. “El espacio es un producto social sustanciado y reconocible; es parte de una ‘segunda naturaleza’ que es incorporada a medida que tanto el espacio físico como el psicológico son socializados y transformados. (…) El proceso de constitución/concretización es problemático, pletórico de contradicciones y luchas (muchas de las cuales son recurrentes y rutinarias). (…) Las contradicciones se originan primordialmente de la dualidad del espacio como resultado (materialización y/o producto) y como medio (posibilidad y/o productor) de la actividad social”. (Soja, 1989, p.129-130).

Puede afirmarse entonces, sin mayores prevenciones, que el ciberespacio es un espacio en la medida en que posibilita la acción social, condición fundamental para la configuración espacial. Como lo afirma Rubén Blanco Merlo3, sociólogo español: es requisito de los espacios la existencia de la posibilidad de un “espacio potencial de interacción social”.

Este “espacio potencial de interacción social” se traduce en acción comunicativa cuando hablamos de Internet; lo cual, en términos de los postulados agregados por Jürgen Habermas (1997), caracteriza al ciberespacio como un espacio de la información y la comunicación. El contexto ciberespacial 3

BLANCO MERLO Rubén. http://www.ucm.es/info/teoriasc/blancomerlo.htm (Consultado en 02:11:10). 24


posibilita el desarrollo comunicativo al introducir códigos lingüísticos (textos, imágenes, sonidos y películas) unidos o separados.

Este entramado lingüístico refleja las relaciones de los actores entre sí y su contexto, el cual puede ser político, religioso, filosófico, científico y todas las demás áreas del conocimiento que se están transportando desde una realidad palpable hasta la llamada realidad virtual, término que en algunas nociones suele confundirse con la “vida irreal” o “vida potencial”, pero que ha venido defendiendo la idea de que las conexiones y el relacionamiento entre los internautas es real.

Esta realidad puede entenderse desde el proceso de acción comunicativa que establece el “ciberactor”, que como lo sugeríamos anteriormente, representa las relaciones de los seres humanos con el “mundo”. Asimismo, abre el paso a nuevas relaciones en las que existen mundos simultáneos que no necesariamente tienen la obligación de ser reales. Podría entonces describirse la relación entre “ciberactor” y ciberespacio desde la trilogía propuesta por Karl Popper (1984): mundo objetivo, mundo social y mundo subjetivo; relacionando éste, a su vez, con tres pretensiones de validez fundamentales a la hora hablar del impacto de las relaciones sociales que se establecen en Internet: verdad, rectitud y veracidad.

Independiente de qué tan real o no puedan resultar las personalidades que hablan desde el ciberespacio, pues el anonimato es considerado por algunos como “el gran tesoro de la red”, sí resulta cierto que la acción comunicativa que en él se teje y la condición de acción social entre “ciberactor” y ciberespacio, configuran otras formas de sociabilidad, las cuales pueden traducirse en relaciones de comunicación unidireccional como la búsqueda de información, la investigación y la lectura. Pero, también en relaciones de comunicación bidireccional donde, gracias a los procesos comunicativos, aparecen las redes sociales, las amistades en línea, el conocimiento y el networking.

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Los objetivos que persiguen estas redes sociales o redes de conocimiento también son variables y es así como pueden evidenciarse relaciones sentimentales, grupos de estudio, creaciones artísticas en conjunto que replantean los conceptos de tiempo y espacio; y el accionar político. Nos encontramos frente a la configuración de espacialidades emergentes que son producto de lo que hacemos en el ciberespacio.

Esta acción política tiene una relación directa con la comunicación, lo cual se traduce a su vez en un accionar en redes, redes sociales. Es así como Manuel Castells (2009), en su libro Comunicación y Poder, propone una vía para la autonomía y la autoprogramación personal, camino en el que se facilita una producción de los medios de comunicación de masas, desarrollando redes independientes que permitan la bidereccionalidad como un camino de producción y construcción de espacialidades de poder.

Desde ese gran espacio llamado ciberespacio, se configuran entonces espacialidades de poder que dan cuenta de lo que las personas hacemos en ese gran espacio, espacialidades que se configuran frente a nuevas alternativas de comunicación, que suelen ser, según las posiciones de algunos de los autores que se analizan en este trabajo de grado, más democráticas, más participativas y más colaborativas. Es en este punto donde aparece como tema pertinente el poder, el cual es estudiado recurrentemente en los estudios socioespaciales.

El poder, término reconocido por otros autores como “fuerza”, aparece como un factor inherente a la formación del espacio y a la configuración de espacialidades. Asimismo, cuando se habla de poder también aparecen las acciones políticas como formas de expresión del poder el en espacio, lo cual, a su vez, reivindica la idea de poder, ideas que son productoras de espacialidades.

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Esta acción política a la vez que se convierte en un aspecto fundamental cuando se habla de poder, también pasa a ser prioritaria en el ciberespacio a la hora de generar credibilidad, de conquistar a la comunidad de lucha, de obtener la atención de los interlocutores que buscan una causa en común. Entre más información y comunicación sea capaz de generar un sujeto, mayor será su acción política y por lo tanto mayores serán sus posibilidades de obtener el poder en la red de redes.

Aquel que más tiene la palabra y mayores opiniones genera es el “ciberactor” por excelencia a seguir. En la red de redes, por ejemplo, se habla de política 2.0 y de ciberactivismo y es así como en Colombia ya hemos sido testigos de estas manifestaciones. Las campañas electorales de Colombia en 2010 lo demuestran. Éstas estuvieron atravesadas por la presencia de las redes sociales como estrategias de la maquinaria electoral, tomando el ejemplo de Barack Obama, quien, haciendo uso de los social media como eje central de su campaña, logró en enero de 2009 convertirse en el primer Presidente negro de los Estados Unidos.

Asimismo, en otros países como España, Argentina e incluso Venezuela los mandatarios nacionales han incursionado en el manejo de estos nuevos medios de comunicación como una forma para acercarse a los ciudadanos y ejercer, de alguna manera, presencia en el ciberespacio y control en las espacialidades emergentes.

En 2011, nos enfrentamos a un movimiento similar que desde los entornos regionales y locales, propuso, interactuar y debatir con la ciudadanía en un proceso político en el que se eligieron Alcaldes, Gobernadores, Concejales y representantes en las Asambleas Departamentales, demostrando así que las espacialidades que se generan desde el ciberespacio también corresponden a modelos escalares desde el punto de vista geográfico y pueden localizarse en el caso de que esta localización, necesidad clasificatoria, sea necesaria.

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Muchos de estos dirigentes se han acercado al ciberespacio porque han estudiado y aprendido a conocer el potencial decisivo que circula desde las comunidades virtuales y las redes sociales, no solo estableciendo a la red de redes como un nuevo espacio construido y vivido, sino también refiriéndose a las redes sociales y a las comunidades como otros mecanismos de articulación y asociatividad humana, lo cual equivale a una validación del accionar político en la red de redes.

Pero, estas espacialidades no solamente surgen desde el sector políticamente dirigente, también se hacen visibles en un porcentaje de “ciberactores” dirigidos (no se encontraron cálculos unificados que midan el porcentaje) que ejercen relaciones de poder en el ciberespacio, que se agencian políticamente y que se movilizan para presentar, debatir o defender algo.

¿Cómo se expresa el poder tanto desde el sector dirigente cómo en el sector dirigido?

En el campo político, por ejemplo, se han masificado los Flashmob, nacidos gracias a la potencialidad comunicativa de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y se han gestado campañas que han terminado en grandes marchas nacionales, por ejemplo, la convocada desde la red social Facebook el 4 de febrero de 2008, en contra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-Ep) y a favor de los secuestrados de Colombia.

Como éste son varios los grupos que se conforman alrededor de un gobierno, la gobernabilidad, la participación social, un decreto o una ley. No obstante, en Colombia la mayoría de éstos están mediados por el accionar de los gobernantes y por la política participativa en temas de violencia, corrupción política y el conflicto armado; pero existen temas tan fundamentales para el desarrollo como la educación y la salud, que no están teniendo esta misma visibilización en el ciberespacio.

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Por ejemplo, mientras que el grupo que convocó la marcha del 4 de febrero de 2008 aún sigue activo y participativo, otro creado en la misma red social el 6 de febrero de 2010 por una mujer llamada Gina Rojas, para convocar desde Facebook una marcha contra los decretos de emergencia social, se quedó sin participación y no mostró evidencias de la asistencia a la marcha nacional a la que más del 60 mil personas dijeron que asistirían para defender su derecho a una salud digna.

No obstante, recientemente y con miras a ser aplicada en las elecciones de octubre de 2011, la ciudadanía, las agremiaciones médicas y los pacientes, convocaron desde el ciberespacio a una propuesta alternativa de poder conocida como La Octava Papeleta, mecanismo de participación comunitaria que buscó introducir entre los tarjetones electorales que se votaron el 30 de octubre de 2011, una papeleta para que los ciudadanos votaran por el sistema de salud que deseaban. El proyecto, que se centralizó en la página web www.saludderechofundamental.org logró obtener varias firmas, movilizó a la ciudadanía e incluso realizó videos testimoniales y promocionales que rondaron en la web http://bit.ly/sjz2c8 y fueron visibilizados por cerca de cinco mil personas. Finalmente, no se logró introducir la papeleta en las elecciones pasadas; pero, los ánimos, las ganas y lo que muchos podrían llamar “la semilla” de pensar en la salud, quedó inmersa en la mente de varios colombianos que han seguido con cuidado las propuestas que se generan desde este colectivo de comunicación, que a su vez es un colectivo, una espacialidad, que busca la movilización social.

Asimismo, luego de los escándalos por corrupción política que se conocieron desde mayo de 2011 como “carrusel de la salud” también se han venido gestando movimientos participativos desde el ciberespacio, los cuales han desembocado en convocatorias a marchar, reuniones y capacitaciones.

Cuando comenzó a gestarse la propuesta de esta investigación en 2010, se evidenciaba en el ciberespacio una carencia de espacialidades de poder

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emergentes en el sector salud. Gradualmente, éstas han ido aumentando y puede hablarse de una relación naciente en la que se involucran las tecnologías, con el ciberespacio y la salud, modificando las ideas de tiempo y espacio dentro de las sociedades que se agencian para defender el derecho a la salud.

Tomando una porción de ese gran ciberespacio que es la ciudad de Medellín y entendiendo que existen unas condiciones de posicionamiento que hacen posible que los “ciberactores” tomen un lugar (jerarquía) dentro de las espacialidades que se configuran, vale la pena adentrarse en este universo teórico que combina dos aspectos relativamente nuevos dentro de las ciencias sociales: el ciberespacio y los estudios socioespaciales, tratando de encontrar conclusiones y/o aproximaciones que permitan establecer si este accionar político y su relacionamiento con estas espacialidades, puede constituirse como una propuesta de agenciamiento político que permita la defensa y la garantía del derecho a la salud.

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3. HACIA UNA INDAGACIÓN SOCIOESPACIAL DE LA RED DE REDES

Cuando

este

estudio

comenzó

a

gestarse

eran

tres

los

intereses

fundamentales: el espacio, el ciberespacio y la salud como un movilizador de la acción política. Al tratar de involucrar estos tres temas, encontré varias referencias que apuntaban a una relación entre el espacio y la salud; pero, el ciberespacio quedaba relegado en éstos como un medio de comunicación y de difusión y no como un posible centro – objeto de estudio.

Mi idea y propuesta inicial era estudiar esta nueva forma de espacio de relacionamiento social a la luz del derecho a la salud, como un mecanismo, una posible ruta de agenciamiento y de defensa. Al no encontrar un volumen representativo de experiencias académicas que me permitieran involucrarme más en el agenciamiento, decidí irme por las descripciones; caracterizaciones iniciales que, fundamentalmente, apuntan a dejar un sustento teórico, una aproximación socioespacial al ciberespacio y que se convierten en el centro teórico de esta investigación.

Fue así como finalmente, el objetivo central de este trabajo terminó siendo la caracterización y comprensión de las espacialidades de poder que en salud se configuran (están configurando) desde el ciberespacio, entendiendo y defendiendo éste como un espacio de información y comunicación que luego, aproximándome a las teorías expuestas por Manuel Castells (2009), pude definir como un espacio de flujos. Todo este camino, para establecer si estas espacialidades, algunas emergentes y otras que venían del modelo analógico de comunicación y que encontraban en el mundo de los píxeles otra forma de respaldo, contribuían a una propuesta de agenciamiento político que permitiera la defensa ciudadana del derecho a la salud.

Para lograrlo, tracé entonces una ruta de objetivos específicos que a su vez apuntaban a unas ideas metodológicas para recolectar la información. Primero, me propuse describir las condiciones que estructuran el ciberespacio como un

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espacio de información y comunicación, para identificar las formas de expresión que existen en el ciberespacio sobre temáticas de salud, realizando un rastreo por los temas que se tratan, los actores que participan y las motivaciones que encuentran éstos para participar de un ejercicio ciudadano.

La búsqueda demoró poco tiempo en comenzar a arrojar resultados y aunque desde el ciberespacio no eran tan masivos como los que tenían que ver con violencia, corrupción o conflicto armado, si existían pequeñas especies de oasis virtuales donde la salud, la ciudadanía y la defensa se unían en una espacialidad defensora, en un campo de poder alternativo.

Fue por esta razón que, como segundo paso de esa cadena que buscaba completar el objetivo inicial, la ruta siguió apuntando a la identificación de las espacialidades de poder de la salud que existen en el ciberespacio, para entender los efectos de éstas en el ejercicio ciudadano de la salud y la configuración de los campos políticos que en torno a la salud se presentan en el ciberespacio.

Estos campos, luego de la búsqueda que se expondrá en este trabajo, resultaron ser variados. Ligados tanto a la salud pública como a la salud clínica (atención, hospitalización y curación de la enfermedad), también estaban vinculados tanto a actos virtuales como actos presenciales, corpóreos. La realidad, se unía entonces en una sola; una de ellas convocaba por medio de mecanismos tecnológicos y la otra reunía los cuerpos en un mismo escenario, alargando así el tiempo de debate de los actos de movilización social. Caso que a la luz de la virtualización se constituye como una muestra clara de que tanto la realidad como la virtualidad son dos formas de habitar el mundo, dos caminos para ser.

Estos encuentros, que podían ser tan virtuales y tan corpóreos al mismo tiempo, marcaron el último camino de la ruta y en el cual se realiza el aporte que como estudiante de la maestría en estudios socioespaciales, puedo hacer

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al

conocimiento;

invitando,

además,

a

recorrer

nuevos

caminos

de

investigación que apunten a otros temas de estudio y a la implementación de nuevas metodologías.

Esta última parada trata entonces de explicar las interacciones entre las espacialidades de poder que desde la salud se configuran en el ciberespacio, y su relacionamiento con la presencialidad, para dar cuenta de cómo éstas pueden contribuir a un agenciamiento político entre la realidad y la virtualidad.

Los objetivos se cumplieron y aunque la caracterización puede resultar limitada porque el ciberespacio, al ser un espacio abierto y en constante producción, sigue creciendo, si pueden plantearse unos primeros datos de estudio, investigación y análisis que con el paso del tiempo pueden contribuir a la generación de nuevos estudios en este campo.

Un camino, que además de ser una entrada a los estudios sociales del ciberespacio desde un enfoque socioespacial, también representa un reto, un debate, una construcción y un aprendizaje para la academia.

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4. METODOLOGÍA

Como lo explica Miquel Ángel Ruiz Torres (2008, p. 1) “la etnografía enfrenta actualmente nuevos retos en un mundo globalizado definido por la sociedad de la información y por los espacios deslocalizados, entre ellos el ciberespacio”. Esta afirmación, más algunas búsquedas académicas que implicaban este trabajo y que involucraban recurrentemente la información del ciberespacio, marcaron la ruta metodológica de la investigación que hoy se presenta.

Como parte de una aventura, a veces sorprendente, otras veces intimidante y casi siempre autodidacta, decidí combinar la ciberetnografía con la etnografía, entendiendo la primera como la práctica de la etnografía en el ciberespacio y desde el ciberespacio, clasificación que es importante resaltar porque a la luz de Ruiz Torres (2008) son dos caminos diferentes. Para el autor, estudiar el ciberespacio puede hacerlo alguien que jamás haya navegado en Internet. “Sería suficiente con dotarse de una buena bibliografía o ser un trabajo etnográfico cuya pregunta de investigación esté centrada sobre el propio entorno digital”. En cambio, estudiar en el ciberespacio, resalta, requiere de la tecnología de Internet y aceptar que éste es “propiamente un canal, un medio, el contexto, nuevo “territorio” donde la vida social se desarrolla y no un objeto de investigación en sí mismo” (Ruiz Torres, 2008, p.129).

Por

su parte, la etnografía se asumió como el conjunto de métodos de

investigación que consiste en observar a los grupos humanos y que por años, idea que ha comenzado a ser refutada en las ciencias sociales, se ha entendido como parte de la antropología social. Un campo de estudio que usando un conjunto de técnicas, me permitió construir el dato, observando, contextualizando y revelando.

En la práctica, la concepción de que la etnografía estaba atravesando por diferentes cambios, planteamiento que también puede leerse en autores como Arturo Escobar (1994) y Christine Hine (2004), por cuenta de la presencia de

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los entornos digitales, me permitió trazar una ruta mediante la cual, el ciberespacio fue un lugar donde obtener y clasificar tanto información como informantes (prefiero la palabra interlocutores) que luego fue confrontado con el espacio. Lo cual quiere decir, que en la misma medida en que se combinó el trabajo ciberetnográfico con el etnográfico, también se estudió el ciberespacio y se estudió en el ciberespacio, pues antes de adentrarse en este universo de estudio, era necesario establecer, por medio de teorías y argumentos, qué se entendía por ciberespacio a la luz de los estudios socioespaciales.

Para ser clara metodológicamente, decidí hacer uso de la palabra ciberespacio4 para referirme a ese lugar deslocalizado en el que se presentan nuevos modelos de relacionamiento social y como espacio5 a los lugares localizados donde la presencialidad física y corporal es fundamental. Por su parte, Internet, se distinguió como la tecnología de cables interconectados que posibilita el acceso al ciberespacio por medio de diferentes canales de comunicación.

La investigación, entonces, estuvo enfocada a presentar una caracterización de las espacialidades de poder en salud que se configuran desde el ciberespacio, como un espacio de información y comunicación, tal y como se expresa en los objetivos. Para lograrlo se siguió una ruta metodológica simple que se conformó en cinco fases:

4

Vale la pena anotar que en el ciberespacio, la virtualidad se entiende como lo “no presencial”, lo que no está y carece de la presencialidad; pero que existe y que a su vez ocurre en el tiempo real. Conceptos en los que se ahondará más adelante, enmarcando estas concepciones en los planteamientos de Pierre Lévy. 5 Retomando los planteamientos de Ruiz Torres (2008), llamo espacio a eso mismo que él llama “realidad presencial”, es decir a la posibilidad de percepción de los sujetos sociales que se lleva a cabo mediante la presencia física inmediata de los mismos, y sin la mediación de tecnologías de la comunicación. “Está más extendida la fórmula de ‘vida real’ (real life), sobretodo en el mundo anglófono; no obstante, esquivo su uso para evitar la posible identificación de la ‘realidad virtual’ con la ‘vida irreal’, ‘vida potencial’ o ‘vida no existente’, nociones que introducen confusiones y son equívocas, dado que las interacciones de los internautas en el ciberespacio son experimentadas como reales en su sentido fenomenológico” (Ruiz Torres, 2008, p.120). 35


Primero, se diseñó e implementó la página web www.redsaludmedellin.org, cuyo propósito fundamental era ser una plataforma de interacción entre Perla (investigadora) y quienes producían el ciberespacio, entorno a los temas de salud. Este escenario me permitió preguntarme, durante varias ocasiones por mi papel como investigadora, pues en la misma medida en que era una “etnógrafa virtual” (palabras muy elevadas para una amateur que apenas comienza a experimentar), también brindaba información y pasaba a ser productora de ese espacio. ¿Cómo esperar recibir información siendo nueva en un espacio donde escasamente se pueden visibilizar conversaciones en línea? ¿Cómo lograr que las personas a las que me acerque quieran ser entrevistadas en la presencialidad? Fueron algunas de las dudas que me atacaron recurrentemente. Éstas pude resolverlas gracias a mi experiencia en el ciberespacio, campo en el cual y para el cual trabajo desde hace más de cinco años, y al acercamiento a varias lecturas que me permitieron establecer que esta clase de sentimientos eran comunes en varios etnógrafos. La constante duda por la presencialidad, los acercamientos tímidos a las realidades sociales virtuales, la aceptación y la poca teorización metodológica con respecto a la ciberetnografía, hacen parte de las listas de dudas que atacaron a otros que metodológicamente se han acercado a la ciberetnografía.

Para superar esta serie de inquietudes, decidí encaminarme en una fase (podríamos llamarla subfase) de este paso número uno que fue observar los modelos de participación de algunos agentes dinamizadores en salud, luego de haberlos clasificado según mis intereses, lo cual hice mediante un sistema de listas que se ubicó en la red social Twitter @redsaludmed. Así, pude empezar a establecer canales de comunicación con algunas personas que identifiqué como actores movilizadores en el tema de la salud y desde el ciberespacio. Para hacerlo, también me apoyé en una página de Facebook6, en la propia cuenta de Twitter7 y en una cuenta de Flickr8 desde donde iba dando balance

6

www.facebook.com/RedSaludMedellin www.twitter.com/redsaludmed 8 www.flickr.com/photos/redsaludmedellin/ 7

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de un proceso de antropología audiovisual que estaba fundamentalmente apoyado en fotografías, audios y videos.

Al finalizar este proceso, había interactuado con un número de personas que, definidas desde las mediciones que se pueden hacer desde Internet, se relacionan en el siguiente cuadro. Tabla 1. Interlocución con ciberactores en las redes sociales

Red Social

Variable de medición

Blog Red Salud Medellín

1.110 visitas

Cuenta de Twitter @Redsaludmed

284 seguidores y 114 mensajes

Página de Facebook

56 me gusta y 368 interacciones

Flickr Red Salud Medellín

100 visitas

Durante seis meses se realizó un proceso de acercamiento con la comunidad virtual agenciada en temas de salud. Éstos fueron los contactos de Red Salud Medellín.

Fue en este punto donde comencé a involucrarme con la ciberetnografía, concepto metodológico en el cual se ahondará luego de esta presentación. Básicamente, este proceso me permitió establecer relaciones virtuales e identificar desde esa porción de ciberespacio que llamé “ciberespacio medellinense” los ciberactores involucrados en el empoderamiento de la salud y los medios (mecanismos) mediante los cuales ejercían esa labor de empoderamiento. Asimismo, me facilitó conocer las convocatorias que se realizaban de marchas, reuniones, encuentros y manifestaciones para defender este derecho fundamental, de las propuestas que se generaban desde la red, de los horarios y lugares de encuentro. Fue un escenario que posibilitó las conversaciones mediante chats y la interacción masiva en lo que podría denominarse

grupos

focales,

mediante

la

implementación

de

chats,

construcción de conceptos conjuntos mediante wikis, las discusiones en foros y las teleconferencias.

37


La ciberetnografía permitió detectar algunos actores estatales, privados, mixtos y particulares que interactúan (interactuaban) en el ciberespacio buscando siempre o en algunos momentos una relación directa con el ejercicio del derecho a la salud. En Twitter, pueden mencionarse @supersalud, cuenta corporativa de la Superintendencia Nacional de Salud; @prospectador, investigador en Social Media interesado más en las relaciones entre seres humanos y redes sociales, pero que, ocasionalmente, analiza temas relacionados con la salud; @pilarpastord, cuenta personal de la Secretaria de Salud de Medellín; @sahvsergio, cuenta de Sergio Herrera, un habitante de Medellín vinculado al mundo de los negocios e interesado en proyectos administrativos del sector salud; @saludderechoant, cuenta de la Campaña por la salud y la seguridad social sin intermediarios, desde la cual se han convocado varias movilizaciones y desde donde nació la idea de La octava papeleta, que buscaba, mediante las Elecciones de 2011, darle participación a los ciudadanos para elegir el sistema de salud que desean; @JeRobledo, cuenta del senador Jorge Robledo quien ha realizado denuncias y recurrentes reflexiones alrededor del tema de la salud; @MediosSaluda, cuenta del sistema de medios del Programa de Salud de la Universidad de Antioquia; @siamisderechos, alias que representa en la red social a la página www.siamisderechos.org, que se establece como una respuesta de la comunidad ante la vulneración de sus derechos de salud; y @germanreyesf, cuenta de Germán Reyes Forero, médico y ex congresista del Polo Democrático, que se vinculó con denuncias de la violación del derecho a la salud y con invitaciones a movilizaciones en pro de la promulgación de la salud como un derecho fundamental.

En la última fase de esta investigación, Germán Reyes pasó de ser un agente de poder desde el ciberespacio, a ser oficialmente un candidato al Concejo de Medellín. Las redes sociales y el tema de la salud siguieron haciendo parte de su discurso, tanto en el ciberespacio como en el espacio.

38


Asimismo, el tema de la salud, al cerrar la escritura de este trabajo, tomó un nuevo rumbo en las redes sociales, puesto que se constituyó como uno de los temas claves a la hora de hablar de campañas políticas (agosto – septiembre de 2011).

El proceso de ciberetnografía pasó a ser etnografía (segunda fase de este proceso metodológico) en campo localizado luego de realizar varios contactos desde la virtualidad, de tener algunas conversaciones relacionadas con el tema de la salud, de participar de discusiones y de foros en línea. Se concertaron entonces varias entrevistas con diferentes actores; asimismo, se asistió a varias convocatorias, donde se pudo hacer observación de campo y registros de audio, fotografía y video. Luego de este proceso, en el cual participé durante tres meses, pude establecer unos personajes claves con quienes realicé entrevistas a profundidad, encaminadas a hablar del ciberespacio, de la información, de la comunicación, del poder, del empoderamiento, de la salud y de la defensa del derecho a la salud.

Entre los nombres entrevistados figuran Juan Diego Restrepo Toro, coordinador del Sistema de Información y Comunicación en Salud de la Universidad de Antioquia; un médico otorrino que pidió que su nombre no fuera revelado; Óscar Rincón, analista político y docente de la Universidad de los Andes; Alejandro Montoya, miembro de Resistencia Kultural, un grupo que le compone canciones de rap al sistema de salud; Jaime Gañán, abogado demandante de la Ley 1438 de 2011; Nora Nelly Graciano, representante del Comité de Participación Comunitaria (Copaco) de la Comuna 11, Laureles; Josefina Valencia, paciente con cáncer de seno de Fundayama; Germán Reyes Forero, médico y ex representante a la Cámara; Luis Casasbuenas Duarte, médico doctorado en ciencias de la comunicación; Luis Fernando Muñoz Ramírez, presidente de la Asociación Médica Sindical Colombiana y luego candidato a la Alcaldía de Medellín por el Polo Democrático Alternativo; Carlos Ballesteros, concejal de Medellín; Yuri Arango de la Liga Antioqueña de

39


Hemofílicos; y Víctor Correa, estudiante de medicina de la Universidad de Antioquia.

Las entrevistas a profundidad fueron realizadas con el médico otorrino, el doctor Luis Casasbuenas Duarte, médico y doctor en comunicación; Juan Diego Restrepo Toro, coordinador del Sistema de Información y Comunicación en Salud de la Universidad de Antioquia, Germán Reyes Forero, médico y ex congresista; Pilar Pastor, secretaria de Salud de Medellín; y un grupo de emprendedores en temas de salud, que han trabajado mediante una empresa llamada Glya, alrededor de la telemedicina y de las plataformas de redes sociales para acercar a médicos y pacientes haciendo uso de las TIC, ellos fueron: Diego Pérez, bioingeniero; Carlos López, médico profesional; y Víctor Pachón, administrador de empresas.

Durante todo el proceso de etnografía y de ciberetnografía se realizaron (tercera fase), constantemente, rastreos

bibliográficos

que permitieron

comparar la realidad consultada con las teorías establecidas y los estudios planteados por estudiosos, teóricos y académicos.

El proceso de sistematización (cuarta fase) de esta información se realizó haciendo uso de herramientas dispuestas por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), tales fueron los casos de Dipity9, plataforma que me permitió visualizar en una línea de tiempo algunos hallazgos de la investigación; Storify10 y el mismo sitio web creado para el proceso de ciberetnografía,

desde

donde

se

fueron

consignando

las

diferentes

experiencias del diario de campo; y una matriz de recolección, curación y análisis de la información que se realizó en la plataforma Excel y que facilitó este proceso de escritura.

9

www.redsaludmedellin.org/2011/05/diario-de-campo-etnografia-y.html www.redsaludmedellin.org/2011/05/medellin-se-convoco-desde-internet-y.html

10

40


Este trabajo de investigación se convierte en la conclusión (quinta fase) de este proceso, la organización y escritura de las teorías y datos encontradas, interrelación de conocimientos. Figura 2. Ruta de momentos metodológicos

4.1.

Ciberetnografía: una exploración, una necesidad, un camino metodológico

La metodología de investigación que propuso este trabajo de grado fue la ciberetnografía, término debatido y refutado todavía en la academia; pero que, básicamente, busca realizar una unión investigativa entre la etnografía, Internet y las tecnologías digitales, proponiendo éste como un campo de técnicas, recolección y análisis de la información que permite la reflexión y la discusión de algunos desafíos metodológicos que traen consigo los estudios etnográficos cuando se enfrentan a los nuevos espacios virtuales.

41


Este campo de estudio que emerge por cuenta de las modificaciones que las TIC están trayendo para el mundo, la sociabilidad y la interactividad, se propone como un eje metodológico transversal a las ciencias sociales, discusión por la que ya ha atravesado la etnografía y que ha sido defendida desde su transversalidad por sociólogos como Émile Durkheim y Pierre Bourdieu,

quienes

han utilizado la etnografía como metodología de

investigación en sus estudios.

Ahora se habla de ciberetnografía, desafío convertido en reto que ha tocado las puertas de la etnografía y que es usado para entender o designar las formas de hacer trabajo etnográfico en el espacio de interacción (ciberespacio) que configuran Internet y las tecnologías digitales como teléfonos móviles, redes inalámbricas, fotografías y otros mecanismos de comunicación. Este término, que también es conocido en otros entornos como “etnografía digital”, reúne varias conceptualizaciones que han sido realizadas para enfrentar la volatización del concepto clásico de territorio, vinculado con el espacio físico, y la presencia de Internet, tecnología que permite la aplicación de la etnografía en nuevos entornos que son deslocalizados. Entre la lista de conceptos que acoge el término figuran entonces: la ‘etnografía virtual’, propuesto por Christine Hine desde hace más de una década; la etnografía del ciberespacio estudiada por David Hakken desde 1999; la etnografía de/en/a través de Internet debatida por Baulieau en 2004 y la ciberetnografía, ya referenciada en este trabajo y propuesta desde 1994 por Arturo Escobar.

Básicamente, la ciberetnografía investiga las prácticas humanas a través de las técnicas de observación y recolección de la información que ha realizado por años la etnografía, manteniendo así los mismos rasgos metodológicos, pero aplicados a Internet, hechos que ya se han demostrado en trabajos como los adelantados por Philip Budka y Manfred Kremser (2004), Arturo Escobar (1994); o las etnografías de referencia realizadas por Daniel Miller y Don Slater sobre Internet y Trinidad (2000); la de Elizabeth Reid (1994), Anneth Markham

42


(1998), Mahoney y Faulkner (1997), O’Conell (2001), Jenkins (2001), Silverman y Wilson (2002), o la obra de referencia de Christine Hine, Virtual Ethnography (2001).

Otros antropólogos como son los casos de Ricard Faura, José Luis Picciuolo Valls y Joan Mayans también han defendido la pertinencia de la aplicación de la etnografía en el ciberespacio, argumentando diferentes motivos: es un espacio donde se producen relaciones sociales (mediadas por un ordenador), es un espacio con lenguaje, reglas y dinámicas propias, y una fuente inagotable de información que debe ser analizada por la antropología y otras ciencias sociales.

Picciuolo Valls, anotaba para defender este enfoque de la etnografía: “La antropología puede aportar algo al estudio de un espacio nuevo, donde se están generando nuevas reglas y donde por primera vez hay un contacto multiétnico generalizado. Ese espacio nuevo no se ubica en ninguna parte y genera sus propias reglas”. (1998, p.369).

Para complementar esta afirmación, vale la pena citar a Mayans, quien por su parte, señala: “El estudio de las formas y manifestaciones de la tele-presencia es un área de trabajo pertinente para los etnógrafos de lo cibersocial, puesto que en estas formas y manifestaciones se va a descubrir la materia prima de las relaciones sociales trenzadas a través de las comunicaciones mediadas por un ordenador”. (2002, p.256)

Por su parte, Ricard Faura, hace referencia a otras tecnologías diferentes a la computadora, pero que también permiten la conexión con el ciberespacio:

“La telefonía móvil, la sofisticación de los sistemas de información y, como factor más espectacular, la aparición de las grandes redes informáticas y la

43


nueva cultura que éstas han creado, la cibercultura, son campos abandonados por la investigación de la antropología, campos que por todo lo que representan actualmente, merecen tener un papel importante dentro de nuestra disciplina”. (1998, p.103)

Fueron estas defensas teóricas y metodológicas las que hicieron que en 1995 se empezara a hablar de la ciberantropología o Antropología del Cyborg, concepto que luego se dividió en ciberetnografía y en cyborantropología, que en palabras de Amber Case, hace que mediante la conexión a dispositivos electrónicos, los “humanos estemos siendo cada vez más humanos”11. Esta rama de estudio se enfoca, fundamentalmente, en la relación entre los seres humanos y la tecnología como mecanismo que posibilita la conexión con un nuevo espacio; mientras que, la ciberetnografía, estudia directamente las relaciones sociales que se producen en ese nuevo espacio.

No obstante, ambas corrientes están encaminadas e inspiradas en una misma preocupación: la tecnología, las conexiones a espacios deslocalizados y las relaciones

humanas.

Así

pues,

tanto

la

ciberetnografía

como

la

cyborantropología tienen como objetivo común el observar y analizar detenidamente los mecanismos, formas y procedimientos mediante los cuales las personas construyen y configuran un discurso científico que se convierte en algo significativo dentro de sus vidas cotidianas, adquiriendo así, la tecnología, el lugar de problema filosófico del que hablábamos al iniciar esta investigación.

Asimismo, tanto la ciberetnografía como la cyborantropología, se centran siempre en la figura del ser humano, del sujeto como centro de la antropología, concibiendo la máquina – ordenadores como un elemento modificador y no como un todo absoluto, buscando así respuesta al modo cómo las tecnologías llegan a participar como agentes productores y reproductores de los diversos aspectos de la vida social, por ejemplo el espacio, el tiempo y el territorio. 11

www.youtube.com/watch?v=AKhu4SGo0hY;www.youtube.com/watch?v=2EGsu_qe7 Mw&feature=related Conferencia presentada en el encuentro Fractal 2011, que se realizó en Medellín. (Consultado en 09:04:11). 44


Agrega Anastasia Téllez Infantes (2002) que el trabajo de campo en la World Wide Web (www), a pesar de tener relaciones con las características tradicionales de la antropología, representa unas formas diferentes de trabajar en campo, pues es necesario tejer una red de informantes, sin enredarse en ella y recibiendo el compromiso de lidiar con la subjetividad y la intersubjetividad,

asumiendo

así

algunos

cambios

metodológicos

que

reformulan los modelos de interacción, generando un modelo espacio-temporal distinto.

Con esta investigación se asumió entonces el reto metodológico de hablar del ciberespacio,

teniendo

conciencia

y

concibiéndolo

como

un

espacio

desterritorializado, pero que para efectos de la metodología, fue necesario volver a territorizalizarlo en Medellín, entendiéndolo, por lo tanto, como un espacio de adaptación y construcción social, un espacio organizado por los ciudadanos, con reglas y símbolos propios.

Siguiendo los planteamientos de Miquel Ángel Ruiz Torres (2008), en los que afirma que no todo el mundo tiene acceso a la red y que la mayoría de la “población permanece ajena al ciberespacio, preocupada por la supervivencia diaria”, fue que se decidió combinar ambas metodologías, ciberetnografía y etnografía, buscando entre ellas un complemento comunidades

virtuales

como

las

presenciales

en el que tanto las interactuaran

entre

sí,

reconociendo que a la hora de hablar de movilización social y de defensa, el ciberespacio juega un papel fundamental dentro de la comunidad de lucha, argumentando no solo una eficiencia y eficacia comunicativa, sino también el hecho de que pueda ser usado por las resistencias culturales que se niegan a integrarse en algún orden hegemónico, convirtiendo estos nuevos espacios en una puerta para la crítica, la lucha y el empoderamiento y asumiendo éste como un término tecnocrático en el que se combinan la técnica, el poder y la fuerza en la hipertextualidad.

45


Trabajar el y en el ciberespacio, representó para esta investigación la oportunidad de contar con más de un medio de acceso a la información, mediante la imitación de los métodos tradicionales de la etnografía en una nueva plataforma que permite la renovación de las técnicas, del análisis y de la interpretación, en la misma medida en que se renuncia a la idea del espacio como una porción territorio geográfico.

46


5. PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS Y PRESENTACIÓN DE RESULTADOS

5.1.

Introducción teórica: el ciberespacio, el poder, la comunicación, el espacio y la salud

Según lo afirma la Encuesta Nacional de Alfabetización Digital, realizada por el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (MinTic) en su último compilado general que fue presentado en diciembre de 2009, el 45 por ciento de la población colombiana ya ha tenido alguna clase de acercamiento con la alfabetización digital, en la cual pueden incluirse la educación, el Gobierno en Línea y el Internet Sano. De este porcentaje, el 7 por ciento considera tener habilidades insuficientes y un 47 por ciento dice tener habilidades básicas y acercamientos constantes a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tic) y conocimiento de su uso. Dentro de estos usos preponderan los laborales y educativos.

Si se cruzan estos datos con los entregados por el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE)12 en 2010, pueden encontrarse algunas similitudes en la penetración Nacional de la tecnología de Internet. El DANE presenta una cifra de penetración de un 48.4 por ciento de la población colombiana conectada. No obstante, al direccionar la mirada solamente en los hogares, las cifras tienden a bajar dependiendo del municipio, departamento o lugar colombiano del que se hable. Mientras que en Medellín, por ejemplo, el DANE entrega una cifra de penetración de un 48.1 por ciento, en ciudades como Quibdó ésta solo logra llegar al 22.5 por ciento.

Las razones que argumenta el informe para que en unos departamentos la penetración de Internet sea mayor y, en otros, menor, son distintas. Entre las que más se destacan pueden nombrarse la capacidad económica (presupuesto

12

www.dane.gov.co Estos datos se encuentran incluidos en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH). (Consultado en 08:01:11) 47


del municipio), la ubicación y la expansión tecnológica territorial que en cables y avances presenten los departamentos, dejando clara una de las ideas que problematizan este trabajo de grado: para hablar de conexiones e interacción en el ciberespacio, sigue siendo necesario referirse a una realidad presencial, porque es en el territorio físico, palpable, ordenable, planificado y presencial, desde donde se posibilitan los mecanismos técnicos que les permiten a los ciudadanos involucrarse en este nuevo escenario de interacción.

En Medellín, según el programa Medellín Digital, el 25 por ciento

de la

población tiene acceso a Internet gratis y se espera que en cinco años esta cifra sea del 35 por ciento; es decir, que un tercio de la población podrá acceder e interactuar con la realidad virtual sin ningún costo.

Las conexiones a Internet y la interacción con el ciberespacio, son consideradas por los gobiernos como una variante de desarrollo en la que inciden factores como la productividad, la satisfacción de necesidades, la generación de oportunidades de trabajo y el aumento de ingresos. No obstante, esta interacción se da en mayor o menor medida según la conectividad y colonización de las espacialidades emergentes que propician la conexión con el ciberespacio, un asunto que depende de la masificación tecnológica en el espacio localizado.

Para que exista esta interacción son necesarias las conexiones y por eso se hace importante caracterizar a Internet como una tecnología y al ciberespacio como el espacio producido cuando esa tecnología permite una interacción, relación que resulta compleja y que prioriza la existencia de la máquina para conectarse y acceder a los espacios de la realidad virtual.

Para hablar de las espacialidades de poder en salud que son configuradas en el ciberespacio, se necesita entonces abordar algunos puntos fundamentales, entre los que pueden mencionarse inicialmente: la caracterización del ciberespacio como un espacio de información y comunicación, la acción

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comunicativa y su relación con la acción política en el ciberespacio, la acción política y la configuración de espacialidades de poder en salud y, por último, la interacción que se teje entre estas espacialidades y su relación con el ciberespacio, un camino para proponer un agenciamiento político que permita la defensa ciudadana del derecho a la salud, que se ha venido configurando y del cual se da cuenta en esta investigación.

Internet, ciberespacio y virtualización

Vale la pena anotar que en muchos estudios académicos no se realiza una diferenciación precisa entre las palabra Internet y ciberespacio, pero, para méritos de este trabajo (ya se aclaraba en la metodología), hablaremos de ciberespacio porque es en este espacio cibernético donde se presentan las relaciones sociales; mientras que, Internet se entenderá como la tecnología capaz de llegar hasta un dispositivo por medio de una infraestructura determinada.

El ciberespacio no debe confundirse entonces con la Internet como tecnología palpable, sino que debe entenderse como el conjunto de relaciones y de interacciones que se producen en la realidad virtual que permite recrear esta tecnología. Por ejemplo, los portales web dedicados a la salud y las redes sociales desde donde emergen actividades en pro de la defensa de este derecho social, fueron estudiados no por su presencia en los servidores internacionales, sino por su impacto en el ciberespacio, siendo éste otra forma de configuración espacial.

No obstante, es importante anotar que a la hora de estudiar los fenómenos del ciberespacio, es necesario entender la perspectiva tecnocientífica que éste acarrea y concebir que el mismo se genera a partir de interconexiones materiales que son presenciales y no virtuales. Es decir, que nos encontramos frente a un espacio que se genera a través de cables y de desarrollos científicos que están siendo mediados, regulados, difundidos o prohibidos por

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los gobiernos de turno en los países a lo largo y ancho del mundo, y que interpretando a Agnew (1999) dentro de la geopolítica, están marcados por un sistema estadocentrista. Sistema en donde la llamada trampa territorial es descrita por el autor como un problema contemporáneo que tiende a pensar y actuar como si el mundo estuviese enteramente constituido por Estados que ejercen su poder sobre bloques de espacio y de este modo se constituye como el único referente de la política mundial. De modo que en la dinámica de la Internet sigue estando presente, palpitando, hasta el punto de que en varios países del mundo las conexiones a Internet están prohibidas y en algunos casos como en el poder chino, el hecho de tener un café Internet puede constituirse en un delito.

Por su parte, las llamadas relaciones que se ejercen desde el ciberespacio y que son concebidas como virtuales, toman un papel importante en las teorías expuestas por Pierre Lévy (1999) alrededor de la virtualidad, ¿nos acercamos entonces a una promesa de realidad?

Al respecto el autor es claro y afirma: “La idea de la virtualización no solo es pertinente al campo de la comunicación y la información, sino que afecta los cuerpos, el funcionamiento económico, la sensibilidad y el ejercicio de la inteligencia. Alcanza hasta las formas de estar juntos, la formación del nosotros” (Lévy,1999, p.13-15).

Para el autor, el ser humano ha pasado históricamente por diferentes procesos de virtualización, hasta el punto de afirmar que “no hay un sentido total de realidad / virtualidad sino un surtido diferente de modalidades de virtualización” (Lévy,1999, p.15), un proceso que facilita la actualización entre los seres humanos. Incluso, propone el lenguaje como la primera forma de virtualización humana, comparando el significante y el significado con un proceso virtual ¿qué es una flor al ser nombrada? ¿Qué es una flor antes de que se nombre? Dice, “lo virtual y lo real no son opuestos, sino distintas formas de ser” (Lévy,1999, p.76). Agrega, que la “virtualización es un desplazamiento, no una

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transformación de lo real, sino más bien una continuación, una extensión de lo real, un proceso inexorable entre estos supuestos” (Lévy, 1996, p.76).

Si acercamos estas teorizaciones de la virtualidad a un contexto socio-espacial podemos afirmar que el lenguaje es una expresión de tiempo, mientras que la técnica es una expresión de espacio. Ambas se unen en un contrato social que es conocido, según Lévy como sociedad y que expresa diferentes formas del ser que pueden resumirse en el siguiente gráfico.

Figura 3. Maneras de ser, formas de ser y virtualización

Existen tres puntos fundamentales a los que se refiere Pierre Lévy (1999) cuando habla de lo virtual y que se resumen en esta figura: el problema de lo humano es la virtualización, por la construcción del lenguaje comenzamos a habitar un espacio virtual; y el lenguaje es un virtual que se realiza en una lengua.

Por último, antes de adentrarnos en una definición puntual de lo que este trabajo entiende por espacio y la sustentación de por qué el ciberespacio toma

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fuerza en las ramas de los estudios socioespaciales, vale la pena cerrar por ahora los planteamientos de Pierre Lévy al afirmar que para uno actualizarse tiene que destruirse antes, es en este punto donde radica el secreto de la virtualización (1999, p.18 ).

Por lo tanto, lo virtual es una especie de limbo persistente en el que los seres humanos pueden explicar y experimentar lo real y lo actual; es una invitación a resignificar, una condición constante y humana que no se opone a lo real, sino que abre camino para trabajar de diferentes formas.

Figura 4. Virtualización

Ex – sistir significa estar situado fuera de y es por esta razón por la cual la virtualización es una de las aproximaciones más cercanas a la existencia.

Luego de este recorrido que defiende la virtualización a la luz de la realidad y antes de entrar a hablar de acción comunicativa en el ciberespacio, vale la pena precisar que en este trabajo se entiende como espacio lo socialmente producido, atendiendo a las teorías propuestas por Henry Lefebvre que, alejándose del enfoque positivista, contemplan el espacio como una producción

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social y no como un simple contenedor, defendiendo la idea de un espacio organizado por los ciudadanos.

Es así como el espacio se aborda desde lo planteado en ‘La producción del espacio’ (The production of space), texto en el que Lefebvre (1974), entiende el espacio como aquel en el cual todo se puede interpretar, como el punto donde el universo converge y a partir del cual se puede comprender.

Asimismo, esta argumentación se basa en Eduard Soja (1989), quien se ha apoyado en Lefebvre para romper con las rígidas categorías binarias que hablan del sujeto – objeto y de naturaleza – social, con el fin de introducir una tercera categoría que es fundamental a la hora de estudiar el ciberespacio como un espacio para la información y la comunicación: el tercer espacio, frente a lo cual se hace necesario hablar de espacios percibidos (físicos), concebidos (codificados por signos) y vividos (donde lo percibido y lo concebido se relacionan). “Through his critical attack on the double illusion, Lefebvre opens the way to a trialectics of spatiality, always insisting that each mode of thinking about space, each “field” of human spatiality –the physical, the mental, the social- be seen as simultaneously real and imagined, concrete and abstract, material and metaphorical. No one mode of spatial thinking is inherently privileged or intrinsically “better” than the others as long as each remains open to the recombinations and simultaneities of the “real-and-imagined”” (Soja, 1996, p.65)

Este enfoque socioespacial desde el cual se aborda el ciberespacio, busca una reivindicación del espacio que se aleje de la célebre frase de Michael Foucault que afirma, desde una posición crítica, que “el espacio aun tiende a ser tratado como lo muerto, lo fijo y lo no dialéctico, mientras que el tiempo es la riqueza, la vida dialéctica, el contexto revelador de la teoría social crítica” (Foucault, 1980 citado por Soja, 1993, p.27-28).

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Asimismo, el ciberespacio como un espacio socialmente producido también puede plantearse en Milton Santos (1985) cuando en su texto ‘Espacio y Método’, da cuenta de la metamorfosis que vive continuamente el espacio como producto de una construcción social, característica que lo diferencia del territorio.

Santos realiza algunas reflexiones alrededor del espacio, que dan cuenta del mismo como un algo evolutivo que contiene y que está contenido. Por ejemplo, si nos ubicamos en la comunicación, podemos afirmar que la comunicación está en el espacio y que el espacio está en la comunicación, todo para comprender que en esencia el espacio es lo social y no está formado únicamente por las interpretaciones geográficas.

Esa acción social que caracteriza al ciberespacio como espacio, ese espacio de relacionamiento, es lo que permite entender el ciberespacio como un espacio de información y comunicación en el que se posibilita el desarrollo de la comunicación, mediante la unión de lenguajes que abordan el texto escrito, el hipertexto, las imágenes estáticas o en movimiento, y los sonidos, que a su vez se constituyen como nuevos elementos para entender el comportamiento humano, aplicando las técnicas y métodos de la etnografía.

Para

entender

el

ciberespacio

como

un

espacio

de

información

y

comunicación, es necesario hablar de las teorías de la acción social y las teorías de la

acción comunicativa,

frecuentemente confundidas según lo

afirma Ana Clara Torres: “La construcción del estado del territorio debe transmutarse a las teorías de la acción social – un territorio vivido” (Comunicación personal, 2010)13.

Según Pierre Bourdieu, la teoría de la acción requiere del análisis social. El autor expresa: 13

Así lo expresó la académica en un encuentro que tuvo con los estudiantes de la Maestría en Estudios Socioespaciales del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia (Iner), que se realizó el 29 de abril de 2010. 54


“La teoría de la acción que propongo (con la noción de habitus) equivale a decir que la mayor parte de las acciones humanas tienen como principio algo absolutamente distinto de la intención, es decir disposiciones adquiridas que hacen que la acción pueda y tenga que ser interpretada como orientada hacia tal o cual fin sin que quepa plantear por ello que como principio tenía el propósito consciente de ese fin” (Bourdieu, 1997, p.166).

En este mismo sentido de la teoría de la acción que es propuesto por Bourdieu, Habermas (1997) relaciona su concepto del mundo, que luego pasa a ser teoría de la acción comunicativa. La acción la modifican o construyen tres sentidos. Primero, el concepto ontológico de un mundo, que se plantea en términos de teoría de la constitución de la experiencia y adopta la pareja conceptual “mundo” y “mundo de la vida”. La tradición cultural compartida por una comunidad es la que forma el “mundo de la vida” que los miembros individuales encuentran ya interpretado en lo que atañe a su contenido. El “mundo de la vida” constituye el trasfondo de la acción comunicativa.

El segundo punto de la teoría de la acción es la necesidad de sustituir la versión cognostivista unilateral del concepto de espíritu objetivo, superándola con un concepto de saber cultural como diferenciador en distintas pretensiones de validez.

Por último, Habermas sostiene que sólo el mundo objetivo se puede entender como correlato de la totalidad de los enunciados verdaderos. Son por otra parte, los tres mundos los que constituyen conjuntamente el sistema de referencia que los participantes suponen en común en los procesos de comunicación. “Con este sistema de referencia los participantes determinan sobre qué es posible en general entenderse” (Habermas, 1997, p.121).

Con la teoría de la acción comunicativa (donde se conjugan acción y comunicación), Habermas propone el fomento de la racionalidad comunicativa del mundo vital, base para hablar de la teoría crítica de la modernidad. Habermas hace observaciones sobre cómo la interacción social del ser

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humano pasa de estar basada en ritos sagrados a la potencia del signo lingüístico, con la fuerza racional de las verdades sometidas a las críticas. Las estructuras de la acción comunicativa orientadas a un acuerdo se vuelven cada vez más efectivas tanto en la reproducción de la cultura como en la interacción social o en la formación de personalidades (individualidad).

Habermas se conecta entonces a este trabajo de grado desde su validez en las teorías comunicativas, las cuales, si se comparan con algunas de las teorías analizadas en los estudios socioespaciales, encuentran algunos puntos centrales de convergencia. Por ejemplo, si se compara la trialéctica de los tres mundos propuesta por este autor, con la famosa trialéctica espacial de la que hablaremos más adelante y que fue propuesta por Soja, puede verse como tanto los conceptos del mundo como los de espacio tienen diferentes formas de concebirse, las cuales pasan por la percepción de los sentidos, la vida y la unión de ambos que en Soja es llamado “Tercer espacio” y que en Habermas es reconocido como “Mundo objetivo”.

Asimismo, en Habermas se denota la importancia de la comunicación a la hora de construir el mundo, que también podría ser espacio, afirmando que es el acto comunicativo (sea verbal, corporal, semántico, proxémico, entre otros) el que hace posible el mundo de la vida, el mundo de la experiencia, el mundo que se teje socialmente, el mismo en el que se hacen posibles las ideas de cultura y de identidad, donde encuentra lugar y razón el hecho de comunicarse.

En los

medios de comunicación (para este caso Internet), se visibilizan

entonces actores sociales (individuales y colectivos), políticos, económicos, entre otros, donde encontramos la salud frente a las dinámicas de la comunicación que se expresan desde diferentes puntos de vista, los cuales, pueden trascender la frontera entre la información y la acción comunicativa, y que serán expuestos en la muestra de resultados que fue alcanzada por esta investigación.

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Comunicación y política

Al existir una acción comunicativa dentro del ciberespacio, vale la pena mencionar las teorías expuestas por Charles Popper que hablan de tres mundos: mundo objetivo, social y subjetivo; también se habla de la coexistencia de relaciones humanas, las cuales se evidencian en los procesos de representación que en el ciberespacio es necesario precisar si son reales o no, si se virtualizan o no, o si son simplemente transmutaciones de la identidad.

Estos procesos de representación son diferentes entre los “ciberactores” y es así como en algunos pueden ser más sobresalientes que en otros, con mayor liderazgo, poder de movilización o credibilidad.

La existencia de estas tres características, dotan de inmediato el ciberespacio de una característica política, la cual es vital para la existencia de los espacios mismos. Al decir que el ciberespacio es un espacio de relaciones sociales, ya se aproxima éste a una noción política que en Lefebvre se menciona así: “El espacio no es un objeto científico separado de la ideología o de la política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso parece ser puramente formal y el epítome de abstracción racional, es precisamente porque ya ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el foco de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y naturales; pero esto ha sido un proceso político. El espacio es político e ideológico. Es un producto literariamente lleno de ideologías” (Lefebvre, 1976, p.31).

Habiendo involucrado el elemento político dentro del espacio, pueden realizarse acercamientos epistemológicos sobre lo que parafraseando a Bourdieu podría llamarse naturalización de las configuraciones espaciales.

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Pierre Bourdieu dentro de sus teorías expone los campos de representación. En estos, a su vez, habla del campo político, definiéndolo como un campo de poder en el que la jerarquía juega un papel fundamental para estructurar los demás campos.

En el ciberespacio ya se habla de ciberactivismo para referirse a las manifestaciones que se basan en una acción colectiva que está mediada por la tecnología y que pueden llevarse a cabo tanto en el espacio como en el ciberespacio, alargado así el tiempo de la comunidad de lucha.

Diferentes organizaciones, fundamentalmente las que se aproximan a conflictos bélicos o ambientales, han utilizado el ciberactivismo como un mecanismo de protesta y es así como pueden encontrarse ejemplos de Amnistía Internacional, Greenpeace o AnimaNaturalis. También se habla de hacktivismo para referirse a varios principios que Pekka Himanen (2001) describe desde la pasión, la libertad, la conciencia social, la verdad, la anticorrupción, la lucha contra la alineación del hombre, la igualdad social, el libre acceso a la información (conocimiento libre), el valor social, la creatividad, entre otros aspectos que generalmente se visionan luego de hacer uso de las tecnologías de la información y la comunicación para manifestar de forma no – violenta una inconformidad, ya sea mediante denegaciones de servicios, robos de información, suplantaciones virtuales y otras acciones que contribuyan a promover una ideología política.

No obstante, aunque en varias ocasiones esta investigación estuvo tentada a dirigirse a estos campos del agenciamiento político, se decidió no profundizar en estos enfoques de estudio y asumirlos como una posible manifestación de las espacialidades de poder que en temas de salud surgen desde el ciberespacio, con miras a la realización de una caracterización de las espacialidades de poder en la salud que se configuran en el ciberespacio y encontrando, como veremos en la presentación de los resultados, que la salud

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no es un tema recurrente en la agenda de las organizaciones activistas que se gestan en Internet.

Retomando a Bourdieu, la acción política que se configura en el ciberespacio, como un campo donde nuevos sujetos, “ciberactores”, generan usos que se convierten en interacciones, supone cada vez el más fácil acceso a la información.

Asimismo, las conexiones a Internet se han convertido en una variante del desarrollo y del bienestar y por lo tanto los gobiernos disponen de planes y estrategias para acercar cada día más a los ciudadanos a una realidad virtual.

Y no solamente son los gobiernos, también el mercado está generando estrategias que permitan que cualquier persona pueda conectarse desde casi cualquier parte del mundo a la realidad virtual, atendiendo así a una suerte de “universalización” de esta tecnología, con la cual se hace posible que los individuos puedan participar en el universo virtual de un modo más recurrente que genera un compromiso para dar lugar a nuevos modos de acción política, los cuales se identifican en este trabajo como espacialidades, entendiendo como espacialidades las acciones de los seres humanos en los espacios y volviendo a retomar a Soja cuando dice que el producto social de la espacialidad es simultáneamente el medio y el resultado, la posibilidad y la materialización de las acciones y de las relaciones sociales.

Para hablar de estas espacialidades de poder (jerarquizaciones políticas) que se configuran desde el ciberespacio es fundamental dentro de esta investigación la presencia de Manuel Castells

quien considera que la

revolución introducida por las TIC crean una nueva era para la política. Afirma que se está produciendo, gracias a este escenario de hiperdesarrollo tecnológico, una virtualización de la cultura, proceso que describe como una transacción de una cultura centrada en lo actual a una cultura basada en la proliferación de lo virtual.

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Castells afirma que en la era de la información los ciudadanos son capaces de inventar nuevos programas para sus vidas, con los materiales de sus sufrimientos, miedos, sueños y esperanzas, alentando la importancia de los sentimientos humanos a la hora del agenciamiento político. Pero, que para esto es necesario conocer las formas de poder que establece la sociedad en la red y que es necesario no neutralizar el ejercicio injusto de dicho poder, si no sabemos exactamente quiénes tienen el poder y dónde encontrarlo.

El autor intenta entonces señalar y examinar el poder de los actores de nuestra sociedad mediática con miras al poder de la sociedad en red y la comunicación en

la

era digital.

Para

lograrlo

propone

un camino:

examinar

las

interconexiones globales y locales. Identificar los marcos mentales en las redes que enmarcan la mente. Practicar el pensamiento crítico en un mundo contaminado culturalmente. Finaliza, recomendando desconectar y reconectar el conocimiento, para que así éste puede cobrar sentido, lo cual Pierre Lévy define como: virtualización.

Este desplazamiento socioespacial también puede visionarse a la luz de las teorías expuesta por el filósofo Jean Baudrillard que dice que la cultura contemporánea se caracteriza por el desplazamiento progresivo de lo real por réplicas perfectas que se adecúan a una realidad comunicativa. Estamos frente a un espacio que cada vez es más comunicacional y más informacional, un espacio que democratiza la palabra.

Luego de visualizar la presencia de la acción política en el ciberespacio ya queda claro el interés de caracterizar y comprender las espacialidades de poder que se configuran en el ciberespacio. El por qué tomar una parte de ese ciberespacio dedicada a las espacialidades de poder en salud, se explicará luego de presentar algunos otros autores, que resultaron ser de importancia a la hora de hablar de estas espacialidades, puesto que se configuran dentro de un espacio que ha dejado de ser lineal y en el cual la concepción del tiempo y del espacio mismo es otra.

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Es así como vuelven a mencionarse autores como Gilles Deleuze y Félix Guattari, puesto que se hace necesario estudiar la interrelación de estas espacialidades dentro del ciberespacio como un espacio que además de informacional y comunicacional también es rizomático, puesto que permite un intercambio discursivo y conversacional ilimitado, por lo tanto se configura como espacio para pensar lo político desde diferentes puntos de vista que no tienen que ser lineales y mucho menos homogéneos.

Pero, este intercambio ilimitado también desemboca en la instantaneidad, por lo cual es importante señalar los postulados de Paul Virilio cuando habla de la velocidad del mensaje y por lo tanto de la contaminación de la información y de las ideas que se evidencian en el ciberespacio. Asimismo, otro teórico de la comunicación que resulta fundamental en esta exposición teórica es Marshall McLuhan, quien afirma que “el mensaje es el medio”, idea que ratifica al ciberespacio como un espacio que no es un mero contenedor.

¿Por qué la salud?

La posibilidad de accionar político en el ciberespacio puede convertirse en un continuum o un complemento del agenciamiento político en defensa de la salud como un derecho humano. Las Tecnologías de la Información

y la

Comunicación y la acción comunicativa que convierten al ciberespacio en un espacio para la información y la comunicación proporcionan una serie de caminos constructivistas que pueden contribuir a pensar en nuevas modalidades de formación social y ciudadana.

Estas modalidades de formación social y ciudadana que se están configurando desde el ciberespacio alrededor de intereses políticos, no demuestran aun un interés universal por la salud, mientras si lo hacen en otras espacialidades en las que se configuran los planes de gobierno, por ejemplo, en la economía y en los procesos políticos electorales.

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Relacionando esta hipótesis con los trabajos realizados por el grupo de investigación Recursos Estratégicos, Región y Dinámicas Socio-Ambientales (Rerdsa), puede anotarse que desde el grupo se ha venido estudiando el Fortalecimiento de la participación social en el régimen subsidiado de salud mediante TIC y otras estrategias educativas. Por eso se cree que con este trabajo se puede aportar a una identificación de las espacialidades de poder que en salud se construyen desde el ciberespacio, con el fin, de obtener un documento de estudio que garantice la relación de los actores (pueden ser “ciberactores” o actores) con el ciberespacio y la relación de los actores con otros ciberactores dentro de esta misma concepción espacial.

El derecho a la salud se entiende y se entendió en el trabajo de campo como un deber del Estado (McGregor, 2004)

que en el caso colombiano se

establece en el artículo 49 de la Constitución Política de 1991 y que afirma: “La atención de la salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud”.

Asimismo, la salud se abordó como una producción social que equivale a hablar de integración. Incluso, la Organización Mundial para la Salud (OMS) involucra en sus descripciones a la comunidad como parte fundamental en un proceso de construcción de mecanismos que aseguren el cumplimiento de este derecho natural como parte esencial en la vida de individuos y comunidades en general.

En este proceso de integración suelen aparecer no solo objetos y sujetos que se relacionan entre sí, sino también diferentes escenarios de desarrollo socioeconómico y humano, por ejemplo la historia, la cultura, el ambiente natural, la estructura social, la organización y las funciones del gobierno y de los sectores públicos y privados en particular, lo cual sugiere la idea de la salud como una producción social e histórica, la idea de la salud como un derecho que además de ser transversal y vital para la garantía de la seguridad humana,

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también es intersectorial, es decir, que para ser garantizado requiere de un Estado capaz de negociar con los demás sectores que se ven involucrados en el ejercicio del derecho.

Asimismo, como producción social, la salud está ligada a particularidades que determinan el carácter integrador de las mismas dentro de la sociedad y apuntan a diferentes objetivos sean estos curativos, promocionales o preventivos (todos se visualizan en el ciberespacio), sugiriendo así no solo una idea de seguridad, sino también una idea de bienestar en donde se ven intrínsecos el individuo, la familia y la comunidad.

La salud como producción social puede abordarse desde tres postulados: la salud como responsabilidad de una sociedad; la planificación y la organización en salud como mecanismos para lograr sociedades coherentes, eficaces, efectivas y eficientes (salud pública y planeación); y, por último, la idea de que los estilos de vida de familias y personas, su conciencia y su empoderamiento para ejercer el control social, son elementos imprescindibles a la hora de producir un espacio social organizado.

También es importante, según lo plantea la costarricense Aurora Sánchez Monge, la descentralización de la autoridad, la asignación de recursos financieros y la gestión comunitaria, condiciones que además de seguridad le brindan autonomía y poder de interacción y acción a individuos, familias y comunidades.

Esta mirada bio, psico, social de la salud, permite entender este concepto como una noción dinámica que está ligada a las condiciones de vida de los grupos sociales, a las ideas de una época y a las condiciones sociales existentes. El concepto de la salud ha cambiado y con el paso del tiempo, se ha entendido como una producción que se vincula con factores antes no concebidos, por ejemplo, el entorno, los factores de riesgo, los estilos de vida, la educación

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sanitaria, la tranquilidad y otra serie de factores que apuntan al fomento y a la prevención.

La salud como producto social se entiende entonces como un derecho integral que se traduce en el equilibrio y la adaptación del individuo para mantener la armonía consigo mismo, con los demás y con el entorno que habita, el cual también se caracteriza por su dinamismo.

Telesalud, salud 2.0 y salud en línea son algunos de los términos que recogerán la muestra de resultados investigativos que expone este trabajo de grado, los cuales apuntan a una nueva configuración social de la salud, que para algunos se constituye como una herramienta y para otros como un nuevo escenario de participación social.

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5.2.

Tecnología, ciencia ficción y espacios de relacionamiento: caracterización social del ciberespacio como un espacio vivido y construido a la luz de los estudios socioespaciales

Aquello que comenzó siendo un adelanto científico – militar que buscaba una conexión universal entre computadoras, se debate hoy día en los estudios socioespaciales como una novedosa forma de espacio que a su vez es productora de espacialidades. El ciberespacio, como producto de las construcciones sociales avanza en la configuración de un camino que busca ser epistemológico y que a la luz del conocimiento científico hace méritos para ser analizado, estudiado y debatido.

Internet es una plataforma que le da vida al ciberespacio, un término que fue acuñado en 1984 por la ciencia ficción y que desde entonces se ha venido configurando, construyendo y produciendo como un lugar de encuentro, de relaciones sociales y de movilizaciones que lejos de ser una novedad y dispuesto hace más de 20 años como una realidad, representa retos socioespacio-temporales en los que un terreno tangible reta a los medios intangibles para dar cuenta de otras nociones de comunidad, seguridad, espacio, tiempo, lugar, escalas, identidades, interfaces, interacciones, territorios, políticas y redes.

La gran mayoría de personas con quienes se interlocutó en el camino que condujo a esta investigación, no realiza una diferenciación precisa entre Internet y Ciberespacio, significando ambas lo mismo: “un espacio desde el cual se puede hablar con muchas personas en el mundo, sin tener que preocuparse por la hora ni por el lugar”, como lo afirma Mateo Agudelo, un estudiante de bachillerato quien a sus 15 años ya utiliza esta tecnología para hablar con la gran mayoría de sus amigos. “Lo hago desde mi casa en Rionegro. Hablo con los amigos del colegio, con los del barrio, con los del Nacional – equipo de fútbol con el que juega- que viven en Medellín, con mis primos de Cali y con otras personas que solamente 65


conozco por Internet” (Ciberespacio, chat de Facebook, ciberetnografía, 30 de abril de 2011).

Según plantea Fernando Broncado (2000), el hacer esta clase de diferenciaciones, puede llevar a comprender los cambios tecnológicos que actualmente se evidencian en el mundo. En este mismo camino, Mayans sugiere que esta diferenciación debe volver a revisarse y que el problema de Internet es, básicamente, un problema de concepto. “Lo realmente importante – o revolucionario, o reseñable, o realmente aprovechable- de Internet y, por extensión del ciberespacio, no radica en sus características tecnológicas puras sino en que se trata de una tecnología social. Dejando de lado el silogismo fácil de que toda tecnología humana no puede ser sino social porque todo lo humano es social, lo cierto es que el ciberespacio es un entorno que, aunque creado tecnológicamente, sólo puede entenderse en su dimensión social” (2003)14.

Parafraseando a Mayans, Internet no es un medio masivo como la televisión, donde se ejerce un poder comunicativo que debe ser administrado por otras personas, en los que hay un emisor y un público. En el ciberespacio, el rol del emisor obedece a un sentido de lo público, privilegiado y sorprendente. Un emisor que toma decisiones y que contribuye en la toma de las mismas. Un público activo.

Este problema de conceptualización desemboca en falsos entendimientos de lo que representa vivir en el ciberespacio, producir el ciberespacio y transformar el ciberespacio; afectando así la imagen de éste con respecto a la realidad, la identidad y las prácticas sociales. Por esta razón se hace necesario retomar una breve historia de Internet, tanto desde su entendimiento tecnológico como desde su cercanía con la ciencia ficción y su ubicación dentro de los estudios socioespaciales. 14

MAYANS, Joan. www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=158 (Consultado en 10:10:11) 66


Bruce Sterling15 (1993) es, probablemente, uno de esos nombres a los que siempre hay que referirse cuando se habla de Internet. Dado a conocer por sus aproximaciones a la ciencia ficción, también se ha garantizado un lugar como teórico de la historia de Internet. En un artículo publicado por la publicación inglesa The Magazine of Fantasy and Science Fiction, que fue traducido por Antonio Montesinos y titulado ‘Breve historia de Internet’ (Short history of Internet) el autor expone que esta tecnología, inicialmente pensada por la Rand Corporation, nace de una pregunta estratégica realizada por los militares estadounidenses durante la Guerra Fría: “¿Cómo se podrían comunicar con éxito las autoridades norteamericanas tras una guerra nuclear?” (Sterling,1993, p.17).

Fue así como, Paul Baran comenzó a imaginarse desde 1964 una red que para aquel entonces representaba todo un reto socio – espacio – temporal. “Los principios eran simples. Se asumiría que una red era poco fiable en cualquier momento. Se diseñaría para trascender su propia falta de eficacia. Todos los nodos en la red serían iguales entre sí, cada nodo con autoridad para crear, pasar y recibir mensajes. Los mensajes se dividirían en paquetes, cada paquete dirigido por separado. Cada paquete saldría de un nodo de fuente específico y terminaría en un nodo destino. Cada paquete recorrería la red según unos principios particulares” (Sterling, 1993, p.17).

Finalmente, tras varios sueños y estudios científicos que fueron realizados en la misma Rand, el Massachussets Institute of Technology (MIT) y la University of California in Los Angeles (Ucla), en 1969 se empiezan a conectar esta serie de nodos, luego fueron cuatro y fue así como se dio a conocer Arpanet, un sistema que le permitía a los científicos e investigadores compartir información con otros ordenadores sin pensar en la distancia. En los tres años siguientes Arpanet comenzó a popularizarse y a dar muestras de lo que significaba una

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Junto a William Gibson fue una figura de la destacada corriente de ciencia ficción llamada Cyberpunk, creando el término ciberespacio, para referirse a un mundo conectado en el que se podía vivir y del cual también se podía ser expulsado. 67


tecnología social, una red tecnológica que en forma de rizoma daba lugar a relaciones sociales que se establecían haciendo uso de un ordenador.

Estas relaciones sociales no tardaron en comenzar a tomar rumbos diferentes a los plateados inicialmente por los científicos. El nuevo espacio que proporcionaba Arpanet para el conocimiento científico, pronto comenzó a convertirse en un espacio social dedicado a intercambiar otra clase de información. Bruce Sterling narra estos usos sociales de la siguiente manera: “Lo que se movía por allí eran noticias y mensajes personales. Los investigadores estaban usando Arpanet para colaborar con proyectos, intercambiar notas sobre sus trabajos y, eventualmente, chismorrear. La gente tenía sus propias cuentas personales en los ordenadores de Arpanet y sus direcciones personales de correo electrónico. No es que sólo utilizaran Arpanet para la comunicación persona a persona, pero había mucho entusiasmo por esta posibilidad – mucho más que por la computación a larga distancia” (Sterling, 1993, p.19).

Luego de los años 80 y gracias al perfeccionamiento de la tecnología de Arpanet16, que se estandarizó en el conocido como TCP/IP (Internet Protocol) y pasó a llamarse Internet, esta nueva forma de comunicación comenzó a hacerse masiva. Incluso entre 1986 y 1990 diferentes entidades, no vinculadas con los organismos militares, se unieron al desarrollo de supercomputadoras. Vale la pena mencionar, por intereses de esta investigación, que los Institutos Nacionales de Salud de diferentes países le apostaron inicialmente al desarrollo digital, manteniendo por años un poderío digital en Internet.

En 1984 y por cuenta del boom que se vivía gracias a este nuevo medio, los escritores de ciencia ficción empezaron a fantasear con un nuevo universo, creado a partir de computadoras. Primero lo llamaron ciberinfinito y luego de 16

No es objetivo de este trabajo de grado concentrarse en aspectos técnicos referentes a protocolos de seguridad y de distribución de la información. Por el contrario, la idea es rastrear los usos sociales que acompañaron la historia de la tecnología de Internet. 68


ser publicada la novela ‘Neuromante’, del escritor William Gibson, comenzó a llamarse ciberespacio, haciendo alusión al mundo que se encuentra dentro de los ordenadores y las redes del mundo, pero que es definida como una “alucinación social consensuada”.

“El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el noespacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como las luces de una ciudad que se aleja...” (Gibson, 1984, p.50).

Básicamente, ‘Neuromante’, es una novela en la que se da cuenta de un futuro invadido por microprocesadores y en el que la información es la materia prima, haciendo así alusión a hackers cuyo poder crece en la misma medida en que crece su cantidad de información, algo similar a lo que expresa Manuel Castells cuando habla de la idea del poder social en el ciberespacio. La novela, en sí, da cuenta de un futuro distópico que se desarrolla en Norteamérica porque Europa se ha convertido en un vertedero atómico y Japón en una jungla de neón.

Esta imagen, que también tiene antecedentes en otras obras artísticas, literarias y cinematográficas, toma algunos elementos, fundamentalmente estéticos a la hora de narrar, de autores como Philip K. Dick (1928-1982), en las que el futuro se presenta como un mundo dominado por máquinas, androides y mundos cibernéticos que, incluso, prevalecen en la mente de muchos hoy día. Atomix17 es uno de ellos. En sus palabras, su historia con el ciberespacio pasa por varios momentos, los cuales, desarrolla en un mismo tiempo: los videojuegos, la posibilidad de estudio y un universo informativo. 17

Nombre del interlocutor en Internet y el cual prefiere conservar en esta investigación. Es estudiante de la Universidad de Antioquia, tiene 22 años y es usuario recurrente de Internet. Con el se hicieron dos entrevistas haciendo uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tic), durante el proceso de ciberetnografía. 69


“A mí antes no me gustaba Internet. Yo creía que eso era como lo más cercano a lo que uno ve en las películas cuando ve a los hombres convertidos en máquinas: cyborgs. En mí casa no había computador y tampoco lo veíamos como algo necesario. El contacto que yo tenía con los computadores era en el colegio, cada que teníamos clases de informática. Allí también saqué un correo electrónico que casi nunca usaba y usaba chats para conocer gente.

Cuando yo estaba terminando el bachillerato y me presenté a la universidad, mí papá se metió en una deuda y me regaló un computador. Nos dimos cuenta con el tiempo que el computador sin Internet no servía para mucho y pusimos Internet. Ya teniendo cerca, todo el tiempo, esta tecnología, comencé a navegar y a usarla mucho. Incluso mis papás empezaron a preocuparse y creían que yo me estaba volviendo adicto porque me veían trasnocharme y reírme solo frente a una pantalla.

Comencé con los videojuegos, pasando mundos y creando personajes de cosas que yo quisiera ser pero que nunca seré. Hubo un momento en donde sí pensé que las cosas se me estaban saliendo de las manos, pero fui capaz de pararlo solo y ahora todavía juego, pero también uso Internet para estudiar, hacer tareas con mis amigos desde el computador. Ya no nos reunimos, sino que acordamos las responsabilidades por chat. También lo uso para mantenerme informado, por ejemplo, ya no siento la necesidad de llamar o venir a la universidad cuando hay paro, sino que constantemente me conecto y voy revisando la página.

Si usted me pregunta que si yo diferencio Internet del ciberespacio, pues solo puedo decirle que Internet se cae cuando hay una tormenta, pero el ciberespacio sigue viviendo” (Ciberespacio, conversación que pasó de Twitter a Gtalk. 4 de marzo de 2011).

Pese a que el tiempo ha contribuido a que Internet sea entendido como un espacio social, fue solo hasta 1996 que comenzó a ser considerado como un reto dentro de la política internacional, la economía y los documentos académicos. El 8 de febrero, en Davos, Suiza, el activista John Perry Barlow, figura reconocida por ser miembro activo de la Academia Internacional de las

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Artes y Ciencias Digitales, escribió la ‘Declaración de independencia del ciberespacio’, documento en el que llamó al ciberespacio “el nuevo hogar de la mente”. “Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos. No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquella con la que la libertad siempre habla.

Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente” (1996).

Las palabras de Perry Barlow pueden retomarse en los sueños iniciales de la misma Rand para crear Internet: un espacio sin centro. Esta carencia de centro dota entonces al ciberespacio de una horizontalidad estructural, que aunque sigue reflejando desigualdades (sobre todo cuando se hace referencia a la tenencia de aparatos tecnológicos, las conexiones a Internet y la capacidad de accesos), no está estratificado y las diferencias no se viven en escalafones socio-económico-políticos

como

en

el

espacio

estructural

concebido

tradicionalmente en el que la economía global capitalista, las políticas internacionales y la relación inseparable entre estos dos aspectos son claves a la hora de concebir el espacio.

Pero este reflejo de la realidad también tiene que ver con los sueños iniciales de quienes pensaron Internet como un modelo reticular, modular, escalable y que pudiera extenderse por cualquier lugar, una estructura de red construida para no tener ningún impedimento geográfico que sigue sin tener un centro, aspecto que da cabida para retomar la idea del ciberespacio al interior del enfoque de los estudios socioespaciales.

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Es en este punto donde vuelven a tomar importancia autores como Edward Soja, Henry Levebvre y Milton Santos, quienes han conducido sus argumentaciones al hablar de un espacio socialmente construido. En una entrevista realizada por la socióloga Mariona Tomás, Edward Soja afirma que “nosotros hemos producido nuestros espacios y podemos cambiarlos” (2004), aserción con la cual dota al espacio de cualidades cambiantes que determinan la idea de una categoría que está en constante producción y transformación. Cambios que son determinados por los procesos humanos; pero, en los que también interviene la tecnología.

Santos, incluso, realiza varias aproximaciones a términos relacionales como tecnología y sociedad, tecnología e individuo, expresiones que de manera dialéctica dan a entender que la organización territorial y la social están y han estado influidas por el uso de la tecnología durante las diferentes etapas de la historia. En el tiempo, la tecnología ha sido un factor determinante a la hora de concebir el espacio geográfico como un sistema formado por un conjunto inseparable de objetos y de acciones (Santos, 1978).

Así pues, el espacio, al igual que el ciberespacio, no puede desligarse de la realidad tangible y de las visiones geográficas en la medida que es el saber geográfico el eje vertebral de los análisis espaciales. Ya autores como Gupta y Ferguson (2008) han realizado diferentes cuestionamientos alrededor de cómo los espacios y los lugares configuran el sentido común de las poblaciones y de los sujetos. Todavía no puede nacerse como humano en el ciberespacio, por lo tanto éste es adaptado a las necesidades sociales mediante una serie de mecanismos físicos que son posibilitados por el hombre. Lo que si puede afirmarse es que el ciberespacio es un espacio en la medida en que se establecen relaciones sociales, un espacio social en el que hay grupos, clasificaciones, conversaciones, comunidades en línea, comunicaciones, debates, luchas sociales y transformaciones.

Un espacio donde hay

producción más allá del sentido taxonómico, es decir más allá de las estructuras de cables; el ciberespacio se traduce entonces en un universo

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capaz de trascender las fronteras virtuales que son representadas en los programas informáticos, los protocolos y en las bases de datos.

Un espacio en el que puede incluso modificarse el tiempo, como pudo observarse en el trabajo de campo que hizo parte de esta investigación. El 4 de febrero de 2008 se realizó una marcha contra el secuestro, que fue convocada desde Facebook y que pasó a la historia en materia de movilización en Colombia. Retomando los sentimientos de indignación, ira y esperanza (más adelante se profundizará en la importancia de los sentimientos a la hora de movilizarse desde y en el ciberespacio), el 4 de marzo de 2011, en un contexto informativo en el que las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc) hacían entrega de 11 secuestrados y luego de que incumplieran las coordenadas de entrega de algunos de los liberados, se convocó a una nueva concentración nacional inspirada en los acontecimientos ya registrados tres años antes: “un llamado de atención ciudadano que comienza con una discusión en Facebook, que va a las calles y que luego vuelve a las redes sociales para seguir siendo debatido”, afirmaba en el mes de marzo de 2008 Eugenia Henao, quien lideró el proceso de concentración en Antioquia.

Con iniciativas como ésta, se demuestra que las plataformas sociales que ahora toman fuerza desde el ciberespacio pueden alargar el tiempo de debate. Si bien antes las comunidades de lucha eran convocadas, marchaban, debatían y se iban a sus casas. Ahora, ese acto de irse a la casa ofrece, además, la posibilidad y el reto, de seguir en el debate, generando reflexión, conectando la comunidad en línea. Omar Rincón, analista político vinculado como docente a la Universidad de los Andes y quien fue entrevistado en el proceso etnográfico de este trabajo afirma que esta clase de plataformas: “Son potentes por su gran capacidad de convocatoria, que es instantánea y rápida. Son personas que se juntan alrededor de un objetivo concreto, es decir, que es una fuente bien tomada de espontaneidad. Las personas se pueden juntar para hacer un flashmob, para divertirse en un bar, para hacer una cosa concreta. Las plataformas o redes sociales que se visibilizan en el ciberespacio

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son, entonces, una nueva forma de planificación de la vida cotidiana. Sirven para hacer política, para el agenciamiento, pero también sirven para rumbear y para pasarla bueno, involucran diferentes facetas de los seres humanos.

Eso digamos que tiene valor, lo que hasta ahora no se ha demostrado y que apenas está comenzando a demostrarse, es que ese tipo de convocatorias generen un movimiento sostenido en el tiempo.

Tienen entonces una capacidad enorme de comunicación que es instantánea, pero requieren a largo plazo medios de información de base local, que sean capaces de sostener la organización colectiva de la institucionalidad. Las redes sociales han demostrado mucho, pero todavía les hace falta en esa parte. Hay muchas convocatorias, mucho activismo se gesta ahora desde Internet, pero poca gente toma esto como una acción política y a la hora de la verdad uno se da cuenta de que nada funcionó.

Es necesario entonces enfocarse en generar mecanismos que conlleven a una acción política contundente, que es muy distinto por ejemplo a lo que pasó en Egipto, que las redes sociales se miran para mantener vivo un movimiento. Una medida para mantener conectada la comunidad de lucha que es buenísima y que más que conexión, garantiza la acción” (Conversación telefónica, 20 de febrero de 2011).

Como puede observarse, frente a declaraciones como ésta, el ciberespacio cada vez se dota más de cualidades reales que lo alejan del mito de la ciencia ficción que por años contribuyó a lo que retomando a Mayans es una falta de claridad conceptual. No obstante, sigue existiendo una falta de “seriedad”, que también podría traducirse en eficiencia o falta de resultados en los procesos que desde allí se sostienen. Esto en gran medida tiene que ver con las diferenciaciones

conceptuales

establecidas

desde

algunos

entornos

académicos donde se hace uso de las palabras realidad virtual para referirse al universo que se produce luego de las conexiones informáticas y de realidad para referirse al campo tradicional de interacción humana, estableciendo así la idea de que algo, valga la redundancia, es más real que otro algo. Aunque en

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este punto lo que interesa no es definir lo que es real y lo que no, pues como apuesta teórica (ya se aclaraba este punto en la metodología) la realidad es comprendida como el producto interescalar de las relaciones humanas; pero que desde la virtualidad también permite y potencia una conexión entre materialidades, humanos y tecnología; sí vale la pena aclarar que esta idea está ligada directamente a las nociones de tiempo y de espacio, dos categorías que por tradición histórica y retomando las ideas anteriores a la declaración de Rincón, han sido utilizadas por el hombre para explicar su mundo, ya sea desde la geometría como lo plantea Michel Serres (1996), o desde los momentos históricos que han configurado una idea de concebir el pasado.

Tanto el tiempo como el espacio se han visto modificados por lo que Román Gubern (1991) llama “nuevas configuraciones tecnosociales”, las cuales a la luz de metáforas como las planteadas por Platón y Hegel, pueden llegar a convertirse en un mito de la caverna, capaz de alterar los sentidos, el conocimiento y la construcción simbólica, ideas que configuran las categorías de tiempo y espacio. Las configuraciones tecnosociales nos llevan entonces a pensar en otras formas de concebir las distancias, las comunicaciones, las relaciones físicas, el tiempo. La tienda de la esquina está siendo reemplazada, al igual que las largas filas en el banco, los viajes de negocios, la educación y las reuniones para hacer tareas, como lo plantea Atomix en su declaración. Los cables de los servidores y la tecnología están generando un nuevo espacio que modifica nuestra relación con el espacio físico.

Es así como a la hora de hablar de la realidad, vale la pena apelar a esta como una categoría que define lo experiencial y lo vivencial, ligada al espacio como el producto de una construcción humana, un espacio construido real

y

simbólicamente que como afirma la chilena Gloria Bonder (2002), el ciberespacio “es un terreno intangible al que se accede por medios tangibles”.

Si se analizan estos postulados a la luz de la reconocida trialéctica espacial propuesta por Lefebvre e interpretada por Soja, y reconociendo que ésta

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implicó inicialmente la idea de producción económica, nos encontramos con una propuesta teórico y académica que entiende el primer espacio como un espacio percibido que puede ser entendido como el espacio geográfico que determina la realidad tangible, un contenedor. El segundo espacio como un espacio concebido que puede ser tomado como aquel en el que se ejecuta la práctica espacial histórica y teórica, en el que conviven las relaciones espacio – temporales representadas en los conocimientos de la geografía y de la historia. Y el tercer espacio como el espacio en el que cobra sentido la trialéctica porque es en éste en el que cobran sentido las relaciones de mutua implicación que permiten la emergencia de lo que podría denominarse un espacio de conciliación.

Pese a que el ciberespacio no puede encasillarse en una de estas tres formas de percibir el espacio, tampoco puede ser identificado como un tercer espacio por si mismo, puesto que la trialéctica espacial, base fundamental de la teoría socioespacial, no considera la intangibilidad del ciberespacio. Además, las clásicas formas de entender la virtualidad y la realidad, se establecen como una muestra de la mediación técnica y de la reacción de las relaciones sociales, que se vuelcan en nuevas formas de mediación tecnológica, que siguen dando vida al dualismo existente históricamente y que es representado como primer y segundo espacio.

No obstante, al afirmar que el ciberespacio es un espacio vivido, que es simbólico y que surge del uso que las personas hacen de los elementos tecnológicos, si puede contemplarse la posibilidad de que en algunos momentos, la comunidad de lucha, puede encontrar en el ciberespacio un complemento intangible, un espacio de debate o práctica para el tercer espacio donde expresarse o donde conciliar. Demostraciones de estos argumentos fueron brindadas por países como Egipto (Primavera Árabe) que en su revolución encontró en las redes sociales la forma de mantener vivo un mensaje; o que en casos como el terremoto registrado en Japón en 2011, se encontró en el ciberespacio otra forma de comunicarse y de salvar vidas, luego

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de que las instalaciones geográficas, y algunos espacios de representación vividos y percibidos, se rindieran a los pies de la naturaleza.

Así pues, el ciberespacio no desconoce el espacio como objeto de la geografía, pues se reconoce que del espacio geográfico depende la configuración de este espacio emergente que se construye y se reproduce gracias a la acción humana que es social, pero que también es histórica y está comenzando a escribirse. El ciberespacio, que en sí mismo se asume como una paradoja espacial y que es considerado un espacio sin centros, también puede situarse en dominios espaciales que hacen referencia a lugares de procedencia y que se convierten en reflejos de una geopolítica del conocimiento que ahora tiene un nuevo lugar y que se clasifica en pequeñas porciones del lenguaje como .ar, .co, .mex o incluso para diferenciar organizaciones de tipo comercial, organizacional o gubernamental.

En palabras del geógrafo español José Ortega y Valcárcel, citado por María Hernández (2001), esta idea del espacio como un producto social que no desconoce la importancia de la geografía, puede definirse de la siguiente manera: “El espacio como producto social es un objeto complejo y polifacético: es lo que materialmente la sociedad crea y recrea, con una entidad física definida; es una representación social y es un proyecto, en el que operan individuos, grupos

sociales,

instituciones,

relaciones

sociales,

con

sus

propias

representaciones y proyectos. El espacio se nos ofrece, además, a través de un discurso socialmente construido, que mediatiza al tiempo que vehícula nuestra representación y nuestras prácticas sociales. Es un producto social porque solo existe a través de la existencia humana y la reproducción de la sociedad. Este espacio tiene una doble dimensión: es a la vez material y representación mental, objeto físico y objeto mental. Es lo que se denomina espacio geográfico” (Ortega Valcárcel, 2004, p.33-34).

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La definición brindada por Ortega Valcárcel abre todo un universo teórico que si bien parece común a nuestros días, es importante considerar a la hora de hablar de un espacio social y de relacionar al ciberespacio como un espacio vivido. El espacio solo hace unos cuantos años comenzó a concebirse como una práctica social, pues durante el siglo XIX las ciencias sociales fueron influenciadas en gran medida por el historicismo y la temporalidad. Fue a finales del siglo XX cuando empezó a reconocerse la categoría de espacio dentro de la teoría social, abriendo así paso a la integración del pensamiento crítico. Este momento de la historia de las ciencias sociales fue conocido como el “giro espacial” y se instaló en la llamada geografía humana para discutir desde la interdisciplinaridad los problemas sociales contemporáneos.

Pero, esta búsqueda del componente social, también ha representado retos para la geografía, Luis Alberto Gómez narra este proceso de la siguiente manera:

“La continuidad y pervivencia del problema que a nosotros nos parece fundamental y que explicaría buena parte de la crisis de la geografía tradicional: la dificultad que ha tenido desde antaño nuestra disciplina – en muy diversos países- para la aprehensión de lo social, como elemento clave para explicar la configuración espacial de la sociedad. Esta dificultad se ha debido, en nuestra opinión, a que, por razones que son mucho más “institucionales” – el peligro de desaparecer como disciplina diferenciada – que “racionales” la geografía ha aspirado a alcanzar un objetivo imposible: pretender dar una explicación de la organización espacial de las sociedades industriales, cada vez más complejas en las que desaparecerían las conexiones significativas entre el hombre y el medio que le rodeaba y, simultáneamente, hacerlo mediante un planteamiento teórico que postulaba aquel tipo de conexión entre el hombre y su entorno, lo cual la obliga necesariamente a utilizar una vía indirecta de aproximación a lo social, a través de lo concreto con el paisaje” (Gómez, 1983)18.

18

GÓMEZ, Luis Alberto. www.ub.edu/geocrit/geo48.htm (Consultado en 10:08:11). 78


A la luz del ciberespacio, la geografía también sigue viviendo procesos de cambio. Ahora, las nuevas formas de organización del espacio no solo se traducen en la relación hombre – naturaleza y producción social, estas también son el producto de la llamada por Manuel Castells “Sociedad de la Información y el conocimiento”. Es así como el tradicional espacio geográfico también empieza a enfrentarse a las concepciones espaciales dispuestas por las tecnosociedades. Ahora, se habla, solo por mencionar un ejemplo, de geografía social virtual, de los mapas en Google y de la idea de georeferenciación que en palabras del estudioso Antonio Rodríguez de las Heras, definen que: “El espacio virtual es aquel que se diferencia de un espacio tangible en al menos un aspecto fundamental referente a las condiciones básicas mediante las cuales interactúan los objetos que en este habitan, tales como el tiempo y el espacio” (2009)19.

De este postulado se puede entender que según Rodríguez de las Heras, el espacio virtual se rige por leyes distintas a las que rigen el espacio en el que nos encontramos, por lo menos leyes sociales diferentes. Pero, qué pasa cuando se habla de una economía en la que los modelos de negociación cambiaron a los mercados online o cuando la cartografía recurre a Google Earth.

Es en este punto donde aparece la geografía virtual, una primera evidencia al acercamiento de las comunidades virtuales con la geografía, un hecho social que empieza a reclamar una re-ubicación cultural.

El periodista Francis Pisani afirma en su página web, que la geografía virtual es uno de los emergentes más poderosos de la complejidad; y sostiene que no solo son los software los que imponen el cambio, sino también las prácticas sociales las que dan cuenta de una nueva infraestructura que se une a una

19

RENGIFO, Iván Felipe. GUEVARA, Manuela. www.icesi.edu.co/blogs/identidadesavatar/files/2009/02/expo_espacio-digital-espaciovirtual.pdf (Consultado en 10:10:11). 79


subjetividad y una semiosis de los procesos de intercambio y las referencias identitarias. “Ya no intercambiamos solo cartas, fotos o videos. Nos enviamos mapas que representan tomas de nuestros diversos universos locales. (...) Abierto hace pocas semanas Wayfaring.com permite que cualquiera produzca mapas de su elección. (...) El blog GoogleMapsMania sigue las evoluciones de esta nueva pasión y ofrece miles de pistas. Una de las más recientes alude a mapas sobre los cuales jóvenes parejas marcan la evolución de su historia de amor comenzando por el lugar en el cual intercambiaron su primer beso. MiamiGasPrices.com permite encontrar y actualizar las gasolineras que ofrecen los mejores precios en Miami. Fon.com es una red española con vocación global lanzada por el emprendedor argentino Martín Varsavsky cuyos usuarios están invitados a compartir sus puntos de acceso a la red. Un mapa permite encontrarlos. (...) actividades académicas y sociales como el proyecto de investigación de lo "micro local" animado por el profesor François Bar de la University of Southern California (USC.edu). Este utiliza un mapa de Google en un estudio sobre la forma en la cual los habitantes de un barrio del sur de Los Ángeles utilizan los nuevos medios para difundir sus experiencias comunitarias. (...)” (2006).

Se evidencia entonces una reapropiación de los lugares y de los territorios en los que vivimos. Algunos podrían decir que se nos están escapando, pero lo que están imponiendo es nuevas formas de representación de la realidad en las que se unen la geografía y las redes sociales como las promotoras de un nuevo espacio: el ciberespacio.

¿Asumirá la geografía humana los retos implantados por la tecnología? Mientras desde la geografía se resuelve esta problemática, los estudios socioespaciales deben recibir el consejo geográfico de trascender los dualismos construidos históricamente entre unas y otras líneas. Asimismo, deberán asumir que el ciberespacio no es estructural y que como espacio rizomático puede ser controlado desde las redes informáticas; pero no desde la actividad social, la cual canaliza los mensajes y los transforma en

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comunicación, elemento social que no puede ser controlado una vez es emitido.

En el ciberespacio podría llegar a aplicarse parte de una revolución como la que propone Agnew (1999) cuando se refiere a la reformulación del espacio, generando así comunidades de lucha en las que pese a que sigue presente la idea de poder, se debate la historización de un estado idealizado de la teoría política y geopolítica de la era moderna.

Puede afirmarse que esas formas de concebir clásicamente el espacio permean hoy las relaciones sociales que se producen y se configuran desde el ciberespacio. Pese a que este no puede ser asumido desde un punto de vista estructural, si termina inmiscuido en las discusiones escalares que permean las teorías socioespaciales, las mismas que pueden ayudar a comprender las diferencias entre espacio y ciberespacio en forma de una coherencia espacial.

El ciberespacio se convierte entonces en espacio cuando luego de que se establecen conexiones físicas, comienzan a estructurarse una serie de relaciones sociales. El ciberespacio es donde ocurren dichas relaciones, donde se tejen procesos simbólicos y donde se mantienen los grupos e individuos que como comentan Miller y Slater al hablar del “(ciber) espacio”, son pensamientos que “han preocupado a la literatura de alto perfil, así como a la mayoría de la discusión pública y el sentido común acerca de la red, han asumido así una oposición entre lo real y lo virtual” (2011, p.04).

Manuel Castells llama al ciberespacio un espacio de flujos y un tiempo atemporal, una nueva lógica espacial opuesta a la organización espacial en la que predomina el espacio de los lugares. Una sociedad red. “Una sociedad red es aquella cuya estructura social está compuesta de redes activadas por tecnologías digitales de la comunicación y la información basadas en la microelectrónica. Entendiendo por estructura social aquellos acuerdos organizativos humanos en relación con la producción, el consumo, la

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reproducción, la experiencia y el poder expresados mediante una comunicación significativa codificada por la cultura.

La sociedad red es pues una sociedad global. Ello no significa, sin embargo, que las personas de todo el mundo participen en las redes. De hecho, por ahora, la mayoría no lo hace. Pero todo el mundo se ve afectado por los procesos que tienen lugar en las redes globales de esta estructura social”. (Castells, 2009, p.50-51).

El espacio de flujos es entendido entonces como una manifestación espacial dominante del poder, que se establece gracias a conexiones tecnológicas; pero que está en función de nuestras comunidades y en la que la condición pensante de los seres humanos se sigue presentando como un elemento fundamental, pero que no desconoce las relaciones sociales que se construyen y se configuran desde el ciberespacio, un mundo de relaciones sociales que en palabras del mismo Castells, no sería nada sin las conexiones humanas. “Sin movilización, Internet no funciona”, anotó en una entrevista realizada por la periodista Carmen Aristegui para la cadena informativa CNN (2011 www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=sDGZHscJTtQ).

Cuando Castells aporta su concepto de espacio de flujos, hace referencia a un espacio que organiza la simultaneidad de las prácticas sociales a distancia: ciberespacio, por medio de las telecomunicaciones y los sistemas de información. “Lo que distingue a la nueva estructura social, la sociedad red, es que la mayoría de los procesos dominantes, que concentran poder, riqueza e información, se organizan es el espacio de flujos” (Castells, 2009, p.62-63).

No obstante y pese a que es el autor español quien ha dotado de importancia el término a la luz del ciberespacio y de la sociedad de la información, los espacios de flujos son términos que también habían sido abordados por otros autores como Gilles Deleuze y Félix Guattari. Según el autor Víctor Manuel Silva Echeto, en su literatura, puede advertirse que en estos espacios de flujos se producen mutaciones de tiempo y espacio, y se desterritorializan

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(agenciamientos)

permanentemente

las

comunidades

por

ebulliciones

fronterizas. Los tres autores (Deleuze, Guattari y Castells) sustituyen las estructuras por la figura del ya mencionado rizoma, que conecta cualquier punto con otro punto cualquiera, no remitiendo cada uno de ellos necesariamente a rasgos mismos de la naturaleza. Los planos ya no contienen las ciudades, sino líneas de fuga y los diagramas pueden trazar líneas en ese rizoma que siempre se nos escapa.

Concluyendo, este espacio de flujos que es el ciberespacio se representa teóricamente como una nueva lógica espacial que puede describirse como un espacio constituido en la era de la información, en el que aparece el concepto de la ciudad global, ya antecedido por Marshall McLuhan cuando hablaba de la aldea global; una ciudad que no es un lugar sino un proceso mediante el cual los centros de producción y de consumo de servicios avanzados y sus sociedades locales auxiliares se conectan en una red global en virtud de los flujos de información, mientras que a la vez restan importancia a las conexiones de los entornos territoriales.

Es a partir de este punto que empieza a hablarse de la ciudad informacional, una sociedad basada en el conocimiento, organizada en torno a las redes y compuesta en parte por flujos de intercambio, entre los cuales el flujo de la producción y de la economía pasa a ser fundamental en la validación de esta ciudad informacional, retomando los postulados ya realizados por Lefebvre cuando hacía referencia a una ciudad equitativa espacialmente, involucrando para entonces el capital y la economía. Una nueva dimensión del espacio que en palabras de Harvey (1989) puede darse a conocer como comprensión o incluso aniquilación del espacio, aspecto que se ha ido formando como parte de nuestra cotidianidad y que cada vez toma un papel más relevante en nuestras sociedades.

El ciberespacio es entonces un espacio cuya lógica y estructura no se comprende y no corresponde a la planteada por la geografía física o la

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geometría

euclidiana.

No

obstante,

todavía

la

intangibilidad

sigue

representando un reto para las teorías socioespaciales, pues es evidente que el dualismo existente entre primer y segundo espacio, espacio percibido y espacio vivido, sigue operando a la hora de analizar el ciberespacio a la luz de este enfoque.

Por lo pronto, este trabajo de investigación plantea, recapitula y concluye entonces que el ciberespacio es un espacio al que se accede por la interconexión de ordenadores; pero que va más allá de un modelo tecnológico y se explota desde su potencial social, dando cabida a nuevas formas de relacionarse socialmente o de construir lo social.

Asimismo, el ciberespacio genera una serie de espacialidades (aspecto que se ampliará en el próximo capítulo) donde las lógicas basadas en lo físico son válidas y se producen entorno a la actividad social que no dependen de un lugar físico. El ciberespacio es una dimensión más accesible económicamente que otros canales de información y es este aspecto el que dota de poder al ciudadano, al habitante que por años se ha sometido a una hegemonía espacial y comunicacional. Ahora existen diferentes modelos de participación, que desde las lógicas más sencillas hasta las más complejas, facilitan el acceso a y la participación activa (agenciamiento).

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5.3.

Espacialidades

del

ciberespacio.

¿Qué

se

hace

con

el

ciberespacio? Representaciones de las relaciones sociales que construyen y configuran las personas desde el ciberespacio

La riqueza del ciberespacio es la pluralidad. Retomando la idea de que el ciberespacio es un espacio de flujos que incluso es reconocido dentro del urbanismo en los discursos de la ciudad global, vale la pena comenzar a hablar de las espacialidades que desde este lugar se generan, entendiendo las espacialidades como ese algo, propio, que en comunidad se hace con el espacio: dialogar, compartir, estudiar, producir, trabajar, protestar.

Desde el ciberespacio puede hablarse de espacialidades mirando hacia dos caminos. El primero de ellos es el que plantea esta investigación, reconociendo este universo como una conexión social que se realiza mediante ordenadores interconectados y en el que en un espacio social practicado se ejecutan diferentes tareas, que pueden ser conjugadas y encuentran en la tangibilidad y la intangibilidad una fórmula en la tarea de ser y hacer.

En segundo lugar, puede mencionarse el modelo de ciudad bit que se constituye como otra forma de habitar el ciberespacio y que aunque no hace parte de los objetivos de esta investigación, vale la pena mencionar, sobre todo por el cambio de paradigma que propone a la hora de estudiar la sociedad de la información desde un enfoque socioespacial.

La ciudad bit o ciudad de los bits como se le traduce en algunas otras ocasiones, es una propuesta del profesor William J. Mitchell (1995), quien en su libro ‘City of Bits. Space, place and infobahn’, acuña el término para referirse a un mundo conectado al cual pueden unirse diferentes personas para realizar actividades que, según Mitchell, no requieren de la geografía y de la materialidad para ser llevadas a cabo. Parte de la hipótesis planteada por el autor, afirma que muchas de las actividades culturales, sociales y económicas que antes tenían asentamiento en la ciudad, pueden desarrollarse ahora desde

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el ciberespacio. No obstante, esta propuesta que es calificada como radical por muchos estudiosos de las ciencias sociales, no se presenta solo como un modelo de habitar un solo espacio, sino también como una propuesta de diseño urbano que además de sugerir la conexión humana desde otro tipo de escenarios, también propone rediseñar los entornos urbanos tangibles, acoplándolos a necesidades básicas humanas: edificios inteligentes.

Desde la ciudad de los bits pueden generarse entonces otra clase de espacialidades. Básicamente, el modelo propone una ciudad que es vivida virtualmente y que no requiere de ningún “lugar geográfico arraigado” y que está habitada por ciudadanos – cibernautas “descorporeizados”. Según las descripciones de Mitchell esta propuesta se presenta frente a un cambio de paradigmas, una transformación que viene al caso y es influenciada por la parte electrónica, digital y virtual, que ha desplazado las construcciones físicas y las ha convertido en software. Un edificio puede ser ahora un programa que almacena bits y una ciudad bit se encuentra detrás de una fachada electrónica que no es convencional.

No obstante, Mitchell, pese a su propuesta “revolucionaria”, no puede evitar comparar la ciudad de los bits con los modelos de ciudad reconocidos hasta antes de la presencia de la era de la información (ciudad tradicional, ciudad de la disciplina, ciudad planificadora, ciudad del espectáculo, entre otras). Es así como utiliza las siglas MUDs, que hacen referencia a los Multi – User – Domains, para referirse a los barrios, simulando un juego de rol interactivo al que puede acceder cualquier persona que cuente con la tecnología de Internet. Mediante los MUDs, los cibernautas pueden crear su propia identidad y entrar en contacto con otras personas en viviendas, bares, parques, calles y otros elementos, contando así con la posibilidad de desplazarse al interior de este nuevo modelo de ciudad.

Actualmente, países como México y algunas ciudades que se encuentran ubicadas en España, Corea del Sur y en otros países del Oriente han

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implementando el modelo de ciudad de los bits, mostrando que desde estos lugares es posible entablar nuevos lazos sociales. La bolsa de valores, el supermercado, la universidad, el centro comercial, el cementerio e incluso en algunas ocasiones los centros médicos, encuentran cabida en la ciudad de los bits.

La propuesta de Mitchell cuenta con dos clases de seguidores, los que denominan la ciudad de los bits como un modelo de etopía en el que además de tejerse redes abiertas, también se potencializa la gratuidad y la democracia, venciendo así las barreras de acceso a espacios que no podría accederse desde la tangibilidad. Y los que consideran este modelo, como una distopía que, en el tiempo, tiende a acabar con las relaciones humanas.

Dejando claro que existen dos formas de concebir el universo ciberespacial, una más extrema que la otra, vale la pena retomar la idea de ciberespacio que propone este trabajo de grado, un espacio que como afirma Michel de Certeau (1988) es un espacio social practicado, que es socialmente significativo y que posibilita el estar ahí de diferentes maneras; es el resultado de una actividad social en la que los usuarios crean espacialidades, formas de habitar el espacio que no pueden concebirse desde otro punto de vista que el de una sociedad.

Así pues y antes de adentrarnos teóricamente en las significaciones y teorizaciones del término espacialidades, vale la pena aclarar que el término espacialidad, se diferencia aquí del espacio en la medida en que éste representa las formas de habitar el espacio, lo que se hace con él; de hecho, no es clara su definición en muchas de las teorías expuestas desde los enfoques socioespaciales y, asimismo, existen diferentes definiciones de espacialidad que pueden ser abordadas desde la arquitectura, la psicología, la geografía, la comunicación e incluso la matemática y la geometría.

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Como espacialidad, básicamente, puede entenderse una manifestación de los seres humanos en el espacio que para este estudio sería el agenciamiento político y la salud como movilizador de la acción política.

Si se le mira desde el punto de vista de la geografía, Denise Pumain, afirma que la espacialidad es un aspecto que reúne un conjunto de “condiciones y prácticas de la vida individual y social que están ligadas a la posición relativa de los individuos y los grupos, unos con otros” (2011)20.

Parafraseando a Pumain (2011), estas espacialidades, se construyen gradualmente y se constituyen como un paradigma explicativo de la geografía a la hora de establecer y explicar cómo los seres humanos ocupan la superficie de la tierra. En esta ocupación, se tejen diferentes clases de relaciones que pueden ser horizontales y verticales, dando así cabida a pensar en la horizontalidad del ciberespacio, aspecto destacado en páginas anteriores.

La discusión por las espacialidades comienza a darse en el campo de las ciencias sociales desde 1950, en el mismo momento en que el espacio era considerado, desde la geografía, de tres maneras diferentes. La primera, hacía referencia a la imagen del espacio desde las coordenadas terrestres. La segunda, más cercana a las definiciones socioespaciales, proyectaba el espacio como un espacio percibido, vivido o representado en la escala de los individuos, un espacio que se comporta, más allá de las fuertes variaciones subjetivas y culturales. Y, en tercer lugar, se agregaba la idea de los espacios individuales y la composición de sus interacciones reiteradas, donde el territorio está influenciado por flujos que circulan permanentemente.

El término espacialidades, comienza entonces a tomar forma en la medida en que el espacio geográfico comenzaba a volverse heterogéneo desde diferentes

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PUMAIN, Denise. http://www.hypergeo.eu/spip.php?article175 (Consultado en 10:09:11) 88


miradas, incluyendo, como eje fundamental de la teoría socioespacial, la repartición de riqueza con relación a la circulación de la misma.

Para Pumain cada sociedad organiza su territorio según una espacialidad que le es propia y que depende de sus valores y de sus normas, así como también de sus actividades y de su dominio técnico.

Pero en el desarrollo humano y en la educación infantil también encontramos el término espacialidad. En estas ramas del conocimiento, cuando se hace alusión a la espacialidad, se habla del conocimiento o toma de conciencia que un sujeto establece de sus alrededores, configurándose como parte fundamental de un sistema perceptivo en el que se recibe y se almacena información, vinculando la actividad cerebral con la motriz.

La psicología también realiza algunos acercamientos teóricos al término espacialidad, los cuales encuentran similitudes con las aproximaciones que se realizan desde el desarrollo humano. Es así como pueden encontrarse en autores como Friedrich Bollnow (1969), definiciones en donde se le explica como una vivencia del espacio o como una experiencia psíquica de lo vivencial, haciendo una comparación que constante y estrictamente relaciona las espacialidades

humanas

con

el

espacio

vivencial

del

hombre.

Las

espacialidades se constituyen entonces como las producciones del espacio, actividades que se vinculan con actos tan humanos como comer y dormir; y en otros tan complejos como habitar y existir. Para Bollnow, las espacialidades son el fruto de una experiencia, una forma de vivir el espacio que se relaciona con la vida humana.

Si vinculamos los tres puntos de vista, el de la geografía, el del desarrollo humano y el de

la psicología, podemos encontrar que aunque difieren en

ciertos puntos, también concuerdan en otros. Si el espacio fuera comparado como un simple contenedor, es claro, que desde ninguna de las tres disciplinas se concebirían las espacialidades como una experiencia humana en el espacio,

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demostrando que para hablar de espacialidades, es necesario reconocer el espacio como un espacio percibido y socialmente construido. Asimismo, las tres disciplinas, reconocen la necesidad de la presencia humana y de su relación con el espacio, sea esta corporal o mental, para hablar de las espacialidades.

Pero, además de las posiciones presentadas por la geografía, la educación, el desarrollo humano y la psicología, que se ponen de acuerdo en diferentes puntos, ¿cómo más pueden entenderse las espacialidades desde un enfoque de estudio socioespacial? Es en este punto donde vale la pena citar de nuevo el término espacio, con el fin de establecer una diferenciación entre éste y las espacialidades. Aunque estos dos términos suelen ser usados indistintamente por algunos teóricos, como espacio, este trabajo de investigación entiende el lugar de la multiplicidad, de la diferencia y de la heterogeneidad y que en este caso puede ser espacio (cuando es tangible y presencial) y ciberespacio (cuando es intangible y no presencial). Mientras que, la espacialidad es el efecto de la lógica que opera sobre los espacios, es la distribución y el uso social que los humanos realizan sobre el espacio; demostrando así que todo espacio es generador de espacialidades que son resultantes de los recorridos y/o prácticas que en él se efectúan y de las lógicas bajo la cual se opera el espacio.

La espacialidad se convierte entonces en una forma de definir y determinar el significado del espacio, la cual además de hablar del espacio, también propone problematizar la temporalización, dando así importancia al tiempo, elemento que por años dominó el conocimiento social y que pese a ser reevaluado a partir del giro espacial, sigue siendo necesario a la hora de entender que la espacialidad también engendra temporalidades e identidades, también puede presentarse como el tiempo vivido en los espacios, el tiempo que deviene de los recorrido que en él se realizan.

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Esto es lo que Foucault llama una forma de poner a dialogar el espacio con el tiempo: espacialidad. “Vivimos en un tiempo de la simultaneidad, de la yuxtaposición, de la proximidad y la distancia, de la contigüidad y de la dispersión” (1967, p.1), resalta el autor cuando habla de las espacialidades emergentes.

Siguiendo en la misma línea que sugiere que en la espacialidad dialogan el tiempo y el espacio, también vale la pena destacar a Leonor Arfuch quien diría que “la temporalidad también es espacialidad. Geografías, lugares, moradas, escenas donde los cuerpos se dibujan que es a menudo la marca más conciente de la cronología, el anclaje más nítido de la afectividad. El espacio se transforma así en un espacio geográfico” (2005, p.88).

Por su parte, Doreen Massey (1999), resalta que las espacialidades, lejos de ser entidades fijas y estables, son el producto de recorridos, que son amplios, diversos y dispersos. Es por esta razón, que puede afirmarse que las espacialidades se arman y desarman constantemente, son condición de la diversidad que navega entre el espacio inmenso y global, y el espacio íntimo y local. Asimismo, en Massey también puede leerse una figura que funciona a la inversa: sin espacialidades no existiría el espacio, puesto que éste es la “esfera en la que coexisten distintas trayectorias, la que hace posible la existencia de más de una sola voz. Sin espacio no hay multiplicidad, sin multiplicidad no hay espacio” (Citada por Arfuch, 2005, p.37).

La espacialidad da cuenta entonces de prácticas y discursos que además de acercarse al espacio, al territorio y al tiempo, también es el producto de movimientos identitarios y constructivos. Pero, ¿qué sucede cuando hablamos de espacialidades en el ciberespacio? Vale la pena anotar que podemos referirnos a las espacialidades desterritorializadas, que aunque tienden a ser pensadas bajo la figura de los “no lugares” propuestos por Marc Augé (1993), no pueden compararse con éstos, puesto que los “no lugares” se caracterizan,

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como veremos a continuación, por no crear identidad, ni relación, sino soledad y similitud. “Los no lugares mediatizan todo un conjunto de relaciones consigo mismos y con los otros que no apuntan sino directamente a sus fines: como los lugares antropológicos crean lo social los no lugares crean contractualidad solitaria (...) Los no lugares de la sobremodernidad tienen la particularidad que se definen por los textos que nos proponen su modo de empleo”. (Augé, 1993, p.98).

Las no espacialidades desterritorializadas que se gestan a partir de la relación de los seres humanos con el espacio pueden variar tanto como las espacialidades que gestan los seres humanos a partir de su recorrido por los espacios socialmente producidos y configurados. A esta conclusión pudo llegarse luego de realizar el proceso de observación incorporado en la ciberetnografía y que, como resultado fundamental, visualiza cuatro clases de espacialidades que se pueden dividir en miles y que probablemente, no existe y no existirá la forma de realizar el inventario de las mismas. Estas son: el acceso a la información; la relación entre el trabajo, el comercio y los servicios en línea (en este punto estarían incluidas las espacialidades de salud); la generación de contenidos y el conocimiento; y las nuevas relaciones sociales (punto en el que se incluyen las redes sociales y otras formas de agenciamiento y empoderamiento político).

Estas espacialidades, según Víctor Solano, comunicador experto en social media21 y quien es reconocido como uno de los blogueros más influyentes de Colombia, “aparecen y desaparecen en la medida en que se facilita el acceso al ciberespacio mediante conexiones a Internet y, en la medida en que estas conexiones son más veloces, pues esto agiliza los mecanismos de comunicación” (Conversación telefónica, 04 de abril de 2011).

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También conocidos como medios sociales. El término hace referencia a las redes sociales, mecanismos mediante los cuales se conectan los seres humanos y establecen nuevas relaciones sociales. 92


Las opiniones expresadas por Solano durante la construcción de este trabajo de investigación, se relacionan en diferentes puntos con las teorías expuestas por Manuel Castells. Para el bloguero colombiano, el acceso a la tecnología, tanto desde computadores personales, como desde móviles; y las conexiones públicas que se expanden por diferentes lugares de Colombia, facilitan la conexión del tejido social. “Internet no es quien hace las cosas, los que hacen las cosas, las convocatorias, los actos solidarios, los que convocan, son los seres humanos. La red22 está para hacer cosas buenas y para hacer cosas malas, la decisión la toma cada persona o cada colectivo” (Conversación telefónica, 04 de abril de 2011). Esta declaración puede mirarse en paralelo retomando a Castells cuando dice que Internet: “No es simplemente una tecnología; es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos” (Castells, 1996, p.158).

Hablar de cifras internacionales del uso de Internet es difícil. Se puede hablar de penetración, como se expresaba en los inicios de la información teórica que presenta este texto, e incluso pueden establecerse cifras de usuarios por plataformas; pero, definir el número total de internautas o ciberactores, podría terminar siendo una tarea de dimensiones gigantescas y tal vez inabarcables. No obstante, los usos sociales que han involucrado las nuevas plataformas sociales, esas que presentamos como nuevas relaciones sociales, han hecho que el ciberespacio sea reconocido como un continente, incluso, redes sociales como Facebook, cuentan con las cifras de usuarios que les permitiría, en

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Algunos interlocutores usan la palabra red como sinónimo del ciberespacio o de Internet. En la gran mayoría de las ocasiones, usan red para referirse al tejido social. 93


comparación con países como China, ser el tercer país más grande del mundo, solo por hablar de cuantificaciones.

Pese a que desde muchos puntos de vista las cifras no se consideran importantes, cuando se habla de generación de espacialidades desde el ciberespacio, estas cobran un valor especial, sobre todo porque la tecnología de Internet se ha caracterizado, si se le compara con otros medios de comunicación, por conquistar los usos sociales de una manera vertiginosa y acelerada. Las cifras que recoge Sterling, por ejemplo, nos remontan al año de 1969 cuando se conectaron los cuatro ordenadores que inicialmente le dieron vida a Internet. Para 1974 fueron 62 ordenadores; en 1983 la cifra llegaba a 562; en 1986 a 5.089; en 1993 superaba las 1.300.000 conexiones y en el año 2000 estas sobrepasaron los 125 millones.

Este crecimiento ha llevado a que la información y la comunicación en el ciberespacio figure como la primera espacialidad, la primera forma de vivir en este espacio; sobre todo porque éste se ha convertido en un escenario que es incluso capaz de agrupar las nuevas y las viejas prácticas humanas. Es así como encontramos en el ciberespacio casos de parejas que se conocen en salas de chat y luego trascienden a un contacto físico y presencial; o amigos que luego de entablar una conversación en Twitter alrededor de un gusto común como la música, deciden conocerse y conformar una comunidad de aficionados que se encuentran ocasionalmente en la presencialidad, pero que mantienen una relación en la que se comparten canciones, dialogan y discuten alrededor de un tema en particular. “Utilizo Internet todos los días, por la mañana, para hacer una revisión de los diarios y mirar las noticias de Colombia y del mundo. Ya no veo noticias, no compro periódicos y solo de vez en cuando escucho radio, sobre todo cuando voy manejando. En algunos momentos del día, que nunca son fijos y generalmente son cuando estoy esperando o cuando quiero darme un descanso, miro en mi celular a ver qué está pasando en las redes sociales, por ejemplo en Twitter, que es otro lugar desde donde puedo salir informado”

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(Conversación en chat luego de entablar una relación vía Twitter, 03 de marzo de 2011).

Respondió @RichardRiosP, como se identifica en Twitter, luego de entrar en un diálogo con él sobre las prácticas que ejercía en el ciberespacio.

No obstante, pese a que el ciberespacio representa la llegada del medio de comunicación más potente hasta el momento, en el que se integran todas las clases de audiencias y de ciudadanos, alrededor de este giran diferentes clases de opiniones, encontrando frecuentemente lo que Graham Gordon llama los tecnófilos y los neoluditas, usando el primer término para referirse a los amantes de la tecnología, y el segundo, haciendo alusión al ludismo, corriente que se vivió durante los años de la Revolución Industrial, siglo XVIII, y que se expresaba en un odio por las máquinas. Los neoluditas, entran entonces a ser esos nuevos sujetos que ejercen desprecio frente a las prácticas sociales que se gestan desde la llegada de Internet.

No obstante, esta tecnología ha avanzado tanto, e incluso ha interpuesto en tantos escenarios al ciberespacio, que la gran mayoría de personas, tienen algo que ver ahora con Internet, ya sea porque cuentan con un correo electrónico o porque son aficionados a la red. Es así como el uso de Internet (mecanismo que facilita la conexión con el ciberespacio) puede centrarse en tres clases de públicos: aquellos que solo usan la tecnología porque tienen una necesidad u obligación precisa; aquellos que tienen conocimiento de herramientas que les permiten acceder a listas, correos, sitios, páginas, portales, bases de datos, programas y aplicaciones: navegar; y aquellos que sin duda alguna, tienen un manejo amplío no solo de la tecnología de Internet, sino que también comprenden desde un punto de vista social los flujos de la información y de los comportamientos sociales en el ciberespacio.

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Las espacialidades del trabajo

Tras abordar aquella espacialidad del ciberespacio en la que se gestan redes de información y comunicación, es necesario ahondar en otras espacialidades. Es así como nos encontramos frente a la relación trabajo, comercio y servicios en línea (punto en el que advertimos puede verse influenciada la salud), segunda espacialidad que pudo establecerse en el proceso ciberetnográfico.

El modelo económico ha sido por años fundamental a la hora de hablar de la naturaleza del espacio y en el ciberespacio no se establece una excepción. Cuando las bolsas de valores comenzaron a tranzar sus movimientos en línea, cuando las empresas nacientes que se dedicaban a nuevos desarrollos en Internet como Google comenzaron a desbancar los grandes imperios económicos, y cuando comienza a practicarse el comercio electrónico, el ciberespacio empieza a ser tomado en serio, vive un renacer de credibilidad que está sustentado en el poder económico.

Esto se debe en gran medida a que luego de pasar por el plano productivo, la tecnología de Internet y el ciberespacio le han brindado a las empresas el poder de llevar a cabo un proceso considerado fundamental desde los años 80: reestructurar el sistema capitalista, llevando a que la economía actual se caracterice por ser informacional, global, funcionar en red, y poner sobre un mismo universo la información y el conocimiento, variable fundamental para la productividad y la competitividad, aspectos centrales en las políticas de la gran mayoría de los países capitalistas.

Esta espacialidad que se relaciona con el comercio, el trabajo y los servicios en línea se da por cuenta de la relación entre Internet y la nueva economía, términos usados no para hacer referencia a las empresas que producen y diseñan Internet, sino para hablar de las nuevas formas de relacionamiento que tiene todo el sistema empresarial a través de Internet, en el ciberespacio. Esa es la nueva economía. En palabras de Yan Camilo Vergara, gerente de

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Medellín Digital, programa de la Alcaldía de Medellín que trabaja desde el año 2007 por la alfabetización digital de la ciudad, la relación entre economía, Internet y ciberespacio, puede darse a través de diferentes caminos: “Cuando se habla de economía en Internet podemos mencionar varios puntos, algunos tan sencillos como los cambios en las plataformas de trabajo, otros tan novedosos como la implementación de nuevos cargos laborales que nacen por la llegada de Internet, los modelos de negociación y las transacciones bancarias; y otros tan importantes y debatidos como la innovación.

Prácticamente, Internet como tecnología y el ciberespacio como ese lugar de encuentro, han llegado para cambiar diferentes modelos y formas de encontrarse. Por ejemplo, hoy día se puede hablar de E-Commerce (comercio en línea) desde diferentes puntos de vista que reúnen tanto el mercado global, como el regional y el internacional.

En este panorama también entra a jugar un papel muy importante el asunto de la cultura del emprendimiento, pues desde el ciberespacio se pueden tejer conexiones que no hubieran sido posibles sin la tecnología de Internet, esas redes de contactos que llaman Networking. Muchas empresas, incluso, han llevado sus modelos de negocio a páginas de Facebook y es desde este lugar donde venden, sin la necesidad ahora de un local o de una presencia física en el mercado. Solo ponen fotos de sus productos, los contactos encargan y se les hace el envío. ¿No es acaso esta otra forma de mover la economía?

El acceso de las grandes, medianas y pequeñas empresas al ciberespacio ha sido incluso uno de los grandes objetivos

que se han propuesto los

organismos internacionales y en Colombia es meta clara del Ministerio de las Tic y de los gobiernos locales y regionales.

En cuanto el tema social, es claro que también cambia. Un claro ejemplo es el teletrabajo. Desde 1990, cuando se comenzaron a masificar las Tecnologías de la Información y la Comunicación, las empresas y el mercado comenzaron a darse cuenta que era posible ser un poco más flexible con los contratos laborales. Incluso, no tardaron en darse cuenta que tener a una persona

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trabajando desde su casa, podía ahorrarles grandes costos de contratación. Hoy día son muchas las personas que teletrabajan y solo se reúnen con sus jefes y compañeros de vez en cuando y para concretar cosas muy precisas.

Asimismo, existen otras formas de producir desde el ciberespacio. Hoy, incluso, se habla de las industrias del conocimiento. También podemos encontrar los negocios que se dedican a desarrollar herramientas que permiten interactuar en este nuevo espacio, por ejemplo los buscadores, los software en línea, las páginas

y

los

portales.

También

encontramos

bibliotecas

en

línea,

universidades y hasta cementerios” (Conversación presencial, 15 de abril de 2011).

En esta misma línea que involucra las espacialidades productivas, la economía y los servicios, puede mencionarse la Telesalud, mecanismo que se debate entre lo humanitario y lo comercial, pero que también cobra fuerza en el mercado. Cuando se afirma que se debate entre lo humanitario y lo comercial, se hace referencia a que cuando se habla de la salud practicada como servicio desde el ciberespacio, se sigue presentando la problemática institucional que por años ha caracterizado al sector salud: la obligatoriedad que tienen los estados de garantizarla como un derecho fundamental versus la idea de comercializar los servicios de salud.

No obstante, proyectos empresariales como Glya, cuyos integrantes fueron entrevistados en el proceso de recolección de información de este trabajo de grado, afirman que desde el ciberespacio es posible unir ambos conceptos, el social y el económico, considerando que este nuevo espacio de interacción social apunta hacia una transformación social que se hace posible gracias a la tecnología y a la salud. Glya, tal como la definen sus integrantes, es una plataforma de interacción social que permite que médicos especializados puedan atender personas a la distancia, siempre que sean casos en los que la enfermedad lo permita. Estos servicios en línea, pueden vincularse tanto con la prevención como con la salud pública y la atención de la enfermedad.

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Glya funciona como una red social que fue desarrollada por Diego Pérez, bioingeniero; Carlos López, médico profesional; y Víctor Pachón, administrador de empresas. En palabras de Carlos, lo que busca esta línea de la economía en la que se involucra la tecnología de Internet con la salud es “aumentar la cobertura de los servicios de salud, independiente del estrato social, la raza o el lugar donde se vive, siendo ésta una herramienta de apoyo clínico en la que haciendo uso de la multimedia, podrá darse respuesta a algunas personas, atendiendo en tiempo real y desde cualquier lugar” (Entrevista en Campus Party, Bogotá. 29 de junio de 2011).

Esta hipótesis ya ha sido demostrada en algunas pruebas piloto realizadas por el grupo. Diego, cuenta que una vez tuvieron una experiencia en la que se conectaron tres ciudades para atender una sola población. Diego también hizo parte de un proyecto llamado Telemap, en el que la Universidad de Antioquia, haciendo uso de la telemedicina, atendía a las víctimas de las minas antipersonales. Asimismo, fue asesor de la Ley 1419 de 2010, mediante la cual se establecen los lineamientos de telesalud en Colombia y se le ordena a las EPS comenzar a usar esta tecnología para realizar un mayor cubrimiento. “El piloto se hizo en la Guajira. Las herramientas estaban en Medellín, ciudad en la que conectamos un satélite y los médicos especialistas estaban en Bogotá. Carlos estaba en La Guajira, yo estaba en Medellín y los médicos estaban conectados desde la capital. Al principio la población se sentía rara hablando con la pantalla, pero luego, se acostumbraron a que los médicos estaban allá y mediante fotografías y ayudas audiovisuales, se pudieron establecer muchos diagnósticos iniciales, por ejemplo, algunos casos de enfermedades de la piel” (Entrevista en Campus Party, Bogotá. 29 de junio de 2011).

No obstante y pese a que quienes conforman Glya saben que el modelo funciona, no puede desconocerse que la emergencia de esta espacialidad, el cambio de una espacialidad corporal y territorializada, a una no corporal y no territorializada, causa impactos en las sociedades. Según piensa Carlos, quien

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además ejerce como médico, el temor, además del cambio de plataformas, obedece a muchos aspectos. “Primero está el temor constante de perder la relación médico – paciente, este es inmutable entre la mayoría de los seres humanos. Pero esto es ante todo una costumbre cultural, porque si usted hace el trabajo de analizar, cuánto tiempo se demora un médico revisando a un paciente, va a ver que es muy poco. En ocasiones no supera los cinco minutos y es más, en otras ocasiones lo que se realiza es una entrevista de escritorio a silla en la que el médico jamás toca al paciente.

Por otro lado, ya los mecanismos tecnológicos están inventados; pero los modelos no pueden ser exitosos hasta que no exista un cambio de paradigma. Sin querer comparar la salud con los bancos, la telemedicina sí pasa por un momento similar. Antes todos tenían temor de ir al cajero y ahora nadie reniega porque tiene que hacerlo. Por esta razón sabemos, que para hablar de telemedicina, también tenemos el reto de realizar un cambio cultural” (Entrevista en Campus Party, Bogotá. 29 de junio de 2011).

Con Glya, según Víctor Pachón, es posible realizar comercio electrónico de servicios de salud. Asimismo, la plataforma permite ser un eje social de interacción entre médicos y pacientes que se conectan a dialogar. Y, por último, puede hacerse uso de la comunicación multimedia a la hora de realizar consultas, es así como la red social destinada para prestar este servicio, también permite subir audios y fotografías, conversaciones e incluso la calificación del servicio.

La generación de contenidos, la información y el poder

La tercera espacialidad a la que apuntan los hallazgos de esta investigación está relacionada con la generación de contenidos, aspecto que como veremos en el siguiente capítulo tiene una relación directa con el poder, y la gestión del conocimiento. Esta espacialidad, según el bibliotecólogo y estudioso de Internet Santiago Villegas, es la que permite que haciendo uso de metadatos y 100


etiquetas (sistemas de clasificación) pueda hablarse, ahora o en un futuro, de inteligencia artificial, rama de las ciencias de la comunicación que dota a las máquinas de un poder racional para tomar algunas decisiones que han sido direccionadas por los seres humanos.

La generación de contenidos y la gestión del conocimiento, que en el ciberespacio

pasa

a

ser

conocimiento

colaborativo,

se

visualiza,

fundamentalmente en los entornos educativos virtuales, los cuales están sufriendo un proceso de transformación que cambia radicalmente no solo los sistemas de aprendizaje, sino también la docencia y las formas de relacionamiento que viven los seres humanos en estas etapas de la vida.

Ahora se habla de educación y formación a distancia, prácticas sociales que adquieren un significado distinto para la educación y que se presentan desde lugares que por años han sido localizados y que ahora son lugares no territorializados, el campus virtual, la universidad virtual, el aula virtual, los espacios de discusión. Incluso, algunos estudiantes se reúnen para tomarse un café desde la virtualidad y conversar de temáticas diferentes a las establecidas por el sistema curricular.

Las metas de cobertura educativa que se proponen los gobiernos, han sido, fundamentalmente, uno de los aspectos centrales para promover el desarrollo de estas espacialidades. Al no poder brindarse una total cobertura educativa geográfica que garantice educación y capacitación para toda la población deseosa de obtener conocimientos, el ciberespacio se presenta como la solución, evitando los flujos y desplazamientos humanos, la infraestructura educativa y por ende, la organización del espacio geográfico.

En esta misma espacialidad, vale la pena mencionar, que el ciberespacio se convierte en una forma de acceder y difundir el conocimiento, reemplazando al libro como la herramienta preferida para realizar esta transmisión. Este se establece como un proceso de desterritorialización de acceso al conocimiento

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que permite incluso, repensar el qué hacer de las ciencias haciendo que éstas se expandan o se relativicen.

Las redes sociales, un universo de espacialidades

Como última espacialidad, es necesario mencionar las nuevas formas de relaciones sociales que pueden visibilizarse en el ciberespacio, punto en el que se incluyen las convocatorias, el agenciamiento y el empoderamiento político. Estas nuevas formas de relacionamiento, que actualmente se dan desde las llamadas redes sociales, entre las cuales vale mencionar algunas de las más utilizadas en Colombia: Facebook, Twitter, Youtube, Flickr, Tumblr, Delicious, LinkedIn, Foursquare, entre otras, suponen nuevas formas de ser social que alteran

las

costumbres

comunicativas,

expresivas,

lúdicas,

laborales,

económicas, políticas, de consumo y de decisión de la población. Esto quiere decir, que en la medida en que estas formas sociales se transforman, todo el entramado social se ve afectado y es en esta espacialidad, donde pueden explicarse muchos de los cambios que viven la economía, el conocimiento, la política y la educación. Al igual que en la calle, en los centros comerciales y en otros lugares de la “ciudad vitrina”, en el ciberespacio también existen múltiples lugares de exhibición como salas de chat, tiendas y bancos. Además, estas redes sociales, permiten rendir cuenta de los movimientos que se realizan desde el espacio tangible y corporal, es así como puede verse como muchas personas muestran en Facebook las fotos de sus últimas vacaciones o como otros usan el sistema de georeferenciación Foursquare para informarles a sus amigos en qué lado de la ciudad o del mundo se encuentran.

Luego de realizar este recorrido, se hace evidente que las Tecnologías de la Información y la Comunicación están cambiando no solo la idea concebida por años de espacio, sino también los usos sociales que se hacen de éste. Estos cambios suceden en la medida en que la accesibilidad, la velocidad y la

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amplitud de la tecnología de Internet, que facilita al acceso al ciberespacio, son mayores.

Es innegable entonces que Internet afecta los modos de relación de los seres humanos, lo cual representa, que estamos asistiendo a un cambio histórico que como puede leerse en Gordon no se presentaba desde la imprenta y que involucra cambios en la manera de concebir el territorio, el espacio, la realidad física, el juego, las relaciones sociales, la economía, la política y el conocimiento. Cambios en la manera de entender a las personas y a las naciones y giros definitorios en la percepción del tiempo y del espacio.

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5.4. El poder en el ciberespacio: de los espacios estructurales, a los campos de poder, la comunicación y la comunidad de lucha

“No deberíamos ceder la tradición a los conservadores”. Guiddens.

Desde que comenzó a gestarse la idea de Internet, no solo se advertía un cambio, sino que también se advertía un temor. ¿Cómo poder controlar un sistema que no tiene centro? Ésta ha sido por años una de las preguntas que ha rondado entre los gobiernos a lo largo y ancho del mundo.

Asumir el poder en el ciberespacio, es entender que al igual que en el espacio presencial, corporal y territorializado, en éste existen diferentes matices de dominio, potestad, autoridad y mando, las cuales, a la luz de los estudios sociales, también deben ser definidas a la hora de realizar una investigación.

Esta partió, como se expresa en el planteamiento del problema, de la idea del poder como un elemento fundamental a la hora de hablar del espacio. Pero, también concibe el poder desde tres puntos de vista que serán analizados en este capítulo. El primero de ellos lo relaciona con los espacios estructurales, puesto que éstos, plantea Agnew, siempre han estado relacionados con el poder estadocentrista y pueden controlarse. Desde que comenzó a gestarse la idea de Internet, los gobiernos se han preguntado por el cómo hacer para controlar el flujo de información, sin encontrar respuesta más de 40 años después. ¿Pueden los gobiernos o los poderes políticos, religiosos y económicos controlar las formas y modos de habitar en el ciberespacio?

En segundo lugar, se ahondará en la idea de los campos expuestos por Pierre Bourdieu, puesto que con la democratización que viene implícita al ciberespacio, los campos dominantes y dominados toman otras formas que tienden a reestructurar las estructuras sociales, valga la redundancia, tradicionalmente concebidas: ¿qué papel juega el ciberespacio en la teoría de

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los campos? ¿Puede el ciberespacio ser leído desde la teoría social? En tercer lugar y como último elemento a analizar cuando se habla del poder, se ahondará en la comunicación y la información como dimensiones que dotan al ser humano de poder en el ciberespacio, surgiendo así espacialidades con nuevos liderazgos que permiten que desde el ciberespacio se gestione una comunidad de lucha que posibilita el agenciamiento y el empoderamiento, que para este caso es político.

Como eje transversal a estas posiciones, fundamentalmente teóricas, se presentarán parte de los hallazgos que con proporción al poder encontró esta investigación. Solo por mencionar algunos casos, vale la pena hablar de la relación entre la medicina, sea esta tradicional o hegemónica, con los pacientes, que siempre ha establecido, solo desde el aparente, simple y básico acto de comunicar una relación de poder. Asimismo, la producción de conocimiento desde el ciberespacio, también se ha visto perjudicada por la poca aprobación y credibilidad que le ha dado la academia a esta nueva forma de espacio, convirtiendo así a muchas universidades en poderes hegemónicos que en el espacio territorializado tendían a ser contra hegemónicos.

Iniciando entonces este recorrido teórico por lo que podríamos llamar “el mundo teórico del poder” nos encontramos con Agnew (1999), mencionado en párrafos anteriores. A la hora de hablar del poder este autor hace un llamado constante a la esencia estructural del espacio, a la organización, una relación constante que puede presentarse desde tres aspectos. Primero, el autor hace referencia a la historización de un estado idealizado de la teoría política y geopolítica de la era moderna convencional. Segundo, al rol de los distintos discursos geopolíticos en diferentes épocas y su visión global asociada a lo que el autor británico denomina “estadocentrismo de la imaginación política moderna”. Y tercero, en unión de estas dos ideas, al planteamiento, que también podría traducirse en invitación, de tomar seriamente las ideas de “orden mundial” brindadas por los diferentes poderes hegemónicos, con miras a una renovación en las maneras de ver el mundo.

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Esta renovación, que es básicamente expuesta desde el campo de la geografía y de la política, apunta a un aspecto que podría considerarse fundamental dentro de los análisis que pueden derivarse de la lectura de Agnew (1999): la idea del poder asociada exclusivamente a los estados territoriales; primer punto que entra a debatirse cuando se concibe el poder desde el ciberespacio, un universo que se expresa territorialmente en la tecnología, pero que posibilita la conexión con el ciberespacio, un universo social que como afirma Manuel Castells “no puede controlarse” (2011).

La fórmula definida entre la estructura del Estado – Nación es lo que Agnew denomina la “trampa territorial”, descrita como un problema contemporáneo que tiende a pensar y a actuar como si el mundo estuviese enteramente constituido por estados que ejercen su poder sobre los bloques de espacio y de este modo se constituye como el único referente geográfico de la política mundial.

A su vez, la trampa territorial también puede resumirse en una triada en la que directa o indirectamente se sugiere que “sin el poder estadocentrista, el espacio ocupado sería inamovible”. La primera idea de este conjunto afirma que los estados tienen un poder exclusivo dentro de sus territorios, aspecto que se traduce en soberanía. La segunda hace referencia a que los asuntos nacionales y los asuntos exteriores son realidades esencialmente separadas y reguladas por normas diferentes. Y, como tercero y último postulado, aparece la idea de los límites del estado que definen los límites de una sociedad.

Estas nociones, a la vez que afectan el concepto de espacio, también relegan el territorio a una visión contenedora (la sociedad contenida en el estado), resultado de una proyección histórica en la que se relacionan la geografía y el poder, característica que es abordada por Heriberto Cairo (1997).

Cairo, quien se refiere a la necesidad de liberarse del “fetichismo del estado”, afirma que las relaciones políticas son siempre relaciones de poder y es frente

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a esta idea que realiza una indagación geográfica y política que comprende varios aspectos de análisis, que en escala podrían clasificarse así: el análisis de la política territorial, las referencias de los bienes públicos y de la elección racional, las geografías políticas marxistas y neomarxistas, la geografía política humanista, las geografías de poder, y las teorías geográfico – políticas postmodernas o postestructuralistas.

El autor de origen español, deja claro, citando a Claude Raffestin (1980) que “en toda relación circula el poder, que no es ni poseído, ni adquirido, sino pura y simplemente ejercido, por actores provenientes de la población. Esto produce el territorio, partiendo de esta realidad dada que es el espacio” (Raffestin, 1980, p.45. Citado por Cairo, 1997, p.61).

Antes de establecer la relación entre estos postulados y el ciberespacio, puede advertirse entonces que tanto Agnew como Cairo, proponen un debate al interior de las ciencias sociales, que apunta a la presencia de una geopolítica crítica, en la que la noción de lugar retoma fuerza como parte de un análisis del espacio global. No obstante, a esta propuesta podrían añadirse otros puntos que ayudarían y focalizarían el pensamiento socioespacial desde un espectro más amplio, por ejemplo, el acto de pensar, desde la geopolítica crítica, la relación entre el ciberespacio y el estadocentrismo, siendo el ciberespacio para algunos pensadores la posibilidad antes considerada utópica de concebir un espacio donde la participación sea democrática, la distribución re pensada y el poder del estado no se establezca como la única noción de identidad.

Se deja entonces la sugerencia de ver el mundo como un conjunto estructurado, donde se incluye la cartografía de lo desconocido, lo difícilmente representado desde los modelos cartesianos y euclidianos (punto en el que probablemente podría estar el ciberespacio), la lucha por la supremacía y donde se evalúe, de manera crítica, la continuidad y la periodización de la imaginación geopolítica moderna, que puede traducirse en las nuevas

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geografías del poder que reposan en tres niveles: la geografía civilatoria, la geopolítica naturalizadora y la geopolítica ideológica. En palabras de Agnew: “En la actualidad, el cambio social y el desarrollo económico están cada vez más determinados por la capacidad que tengan las localidades y las regiones de acceder a las redes globales y que en este contexto, no tendría sentido concebir el poder como algo singular y permanentemente unido a los territorios de los estados. Sin embargo, la lealtad a una espacialidad de poder estable, sigue teniendo un atractivo considerable” (Agnew, 2005, p.97).

Este atractivo considerable del que habla el autor es el que por años ha perseguido al ciberespacio. Pese a que esta tecnología fue pensada como una red sin centro, para evitar que unos estados invadieran a otros, el uso militar de la misma y la interacción de las fuerzas armadas, políticas y diplomáticas con el ciberespacio, no ha sido una variante dominante a lo largo de la historia. La ciudadanía se apoderó del ciberespacio mucho antes que los gobiernos, las grandes empresas y el enorme sistema financiero, convirtiendo el proceso de digitalización en un poder, un fenómeno explosivo del que aún no se conocen todos sus alcances.

En Sterling este poder puede leerse desde el uso social que la ciudadanía le ha dado a este espacio considerado reticular. “¿Por qué la gente quiere estar en la Internet?”, se preguntaba el autor en el año 2000. Fundamentalmente la gente quiere estar en Internet porque tiene libertad, porque puede acceder al poder de ser por sí mismo sin depender de los demás. El ciberespacio representa para muchos una suerte de anarquía moderna y funcional. Esto en gran medida se debe a que no existe una empresa llamada Internet S.A., o Ciberespacio S.A., eludiendo así la presencia de mandos, censores oficiales, jefes y accionistas. La democratización del ciberespacio radica en el hecho de que cualquier nodo puede comunicarse con cualquier otro nodo, dependiendo de una conexión tecnológica y no de una decisión política.

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Aludiendo a Lefebvre cuando habla del orden social, el ciberespacio es también una ganga. Se establece como un conjunto que no cuesta dinero según las distancias (diferente de los sistemas telefónicos). Y como una conexión en la que el ser humano es responsable de su tiempo, de su máquina y de su propio trozo de línea (espacio).

Pero, definitivamente, lo que más le gusta a las personas de Internet es la libertad. Dos grupos focales que participaron en esta investigación, cada uno de ocho personas que tenían como tarea, haciendo uso de wikis, definir las ventajas de navegar en el ciberespacio, dijeron que en ese lugar no tenían tanto control como en la vida corporal. Según Sterling, esta libertad se asemeja a una especie de “anarquía” que representa a Internet y que es ésta la razón fundamental para que por años, los gobiernos hayan tratado de controlar el ciberespacio. “La “anarquía” de Internet puede parecer extraña e incluso poco natural, pero tiene cierta profundidad y sentido. Es como la “anarquía” del idioma inglés. Nadie alquila el inglés y nadie lo posee. Como angloparlante, depende de ti aprender a hablar inglés correctamente y usarlo para lo que quieras (aunque el gobierno proporciona fondos para ayudarte a que aprendas a leer y escribir algo). Aunque mucha gente se gana la vida usando, explotando y enseñando inglés, el “Inglés” como institución es una propiedad pública, un bien común. Mucho de esto ocurre con Internet. ¿Mejoraría el inglés si “Idioma Inglés S.A.,” tuviera un consejo de administración con su director ejecutivo al frente, un presidente y una asamblea? Probablemente existirían muchas menos palabras en el idioma inglés y muchas menos nuevas ideas” (Sterling, 1993, p.22).

Internet es una institución que se resiste a ser institucionalizada y eso se demuestra en iniciativas colombianas como la conocida Ley Lleras, cuya discusión y socialización entre el estado y la ciudadanía, atravesó todo el proceso de investigación de este trabajo (incluyendo su hundimiento en el Senado de la República), y que busca controlar algunos accesos y formas de

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practicar la vida en el ciberespacio23. Esta ley encuentra algunos equivalentes en España con la Ley Sinde y en Francia con la Ley Hadopi, países en los que los intentos de regulación del ciberespacio han terminado generando nuevas formas de organización y activismo social, conocidas ahora como hacktivismo y que se han involucrado en el universo social, para apoyar, mediante sabotajes a las plataformas de información, otras luchas, por ejemplo, las que por años se han promovido desde la salud, la educación y la seguridad social. Encontramos como caso puntual el movimiento conocido como Anonymous, que en los últimos días ha representado una muestra de contrapoder que, criticada por muchos y alabada por otros, y que ha puesto a tambalear a los poderes tradicionales: gobiernos, grandes medios de comunicación y empresas.

En una entrevista realizada a un vocero de Anonymous, que pidió no ser identificado por los riesgos que corren (en Colombia la violación a la intimidad se constituye como un delito), se dijo: “La situación de protesta en el ciberespacio está demasiado complicada con la policía. Nosotros no somos criminales, ni delincuentes, queremos que los medios nos ayuden en eso. Nuestra forma de protestar es pacífica. Para pertenecer a Anonymous solo basta con unirse a las operaciones. Para protegernos de las amenazas del gobierno, hemos realizado alianzas. Por ejemplo, tenemos una con ColombianHackers, un movimiento muy exclusivo que no pasa de cinco personas, pero que juntos hemos dado muchos golpes cuando se habla de seguridad informática. Nuestra idea, fundamentalmente, es luchar por un Internet libre y apoyar otras causas que nos indignan, por ejemplo la negación de una educación gratuita. Queremos un ciberespacio donde se pueda seguir construyendo el conocimiento colaborativo, donde no exista el control y que, siendo muy soñadores, sea un derecho para todas las personas del mundo y para todas las generaciones, un derecho que no se cobre” (Entrevista realizada por correo electrónico, 22 de agosto de 2011 ).

23

Vale la pena anotar que hasta el momento en el que se finaliza este trabajo de grado, la Ley no ha sido aprobada. 110


Pero este interés por Internet, como lo decíamos anteriormente, no es nuevo. Pese a todo este panorama de defensa, hay muchas clases de intereses tanto sobre la tecnología como sobre el ciberespacio. Los negocios quieren que Internet tenga una base financiera. Los gobernantes quieren que el ciberespacio sea regulado. Los académicos quieren este espacio emergente para investigar y los militares para la seguridad. Retomando a Sterling: “Esta Internet sin cabeza, anárquica y con millones de tentáculos se está extendiendo como el pan de molde. Cada ordenador con la potencia suficiente es una espora potencial de Internet y hoy los ordenadores se venden a menos de 2.000 dólares y están dispuestos en todo el mundo. (...) El futuro de Internet pasa por ser más grande y con velocidades exponencialmente mayores. La comercialización salvaje de la información” (Sterling, 1993, p.24).

Sea como sea y pese a los esfuerzos por controlarlo, Internet sigue hoy sin tener un centro. El ciberespacio no es un espacio estructural

pese a los

múltiples intentos de los grandes gobiernos y corporaciones para controlarlo, ya sea en nombre de la seguridad nacional, los intereses económicos, la moralidad o la censura. En el ciberespacio, parafraseando a Mayans (2003), es difícil hacerse con las mismas cuotas de poder y reproducir y beneficiarse de la misma estratificación jerárquica del mundo que impera fuera de él, lo cual molesta sobremanera a los gobiernos.

El poder del ciberespacio, desde el punto de vista estructural, radica en que es un espacio en el que no tenemos experiencia, un espacio que no hemos vivido y que se diferencia de los parámetros espaciales de la geografía euclidiana, los cuales se han transmitido en diferentes generaciones.

Queda claro entonces, que además de ratificar nuevamente al ciberespacio como un espacio, éste, por ahora, no puede concebirse desde un punto de vista estructural. El ciberespacio no es una superficie en la que se distribuyen cosas, sino el medio gracias al cual es posible la existencia de relaciones sociales y su disposición, es decir, de las formas como se distribuye la vida, lo

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cual equivale a hablar de relaciones de poder que en Foucault pueden leerse como una organización reticular que se da mediante la creación de nuevas espacialidades, por ejemplo, las espacialidades de poder.

Pensar la espacialidad equivale entonces a pensar en el poder y en el caso del ciberespacio, es pensar este universo como un espacio que no es estático ni permanente y que puede deslindarse, al mismo tiempo, de las mismas relaciones de poder que hacen posible su existencia.

Es en este punto donde vale la pena retomar la idea de los campos, también conocida como espacios sociales de acción y de influencia, propuestos por Pierre Bourdieu. Para el sociólogo francés el concepto de campo se relaciona con un conjunto de fuerzas que entre agentes e instituciones, posibilitan diferentes formas de lucha frente a un dominio o un monopolio, estableciendo así otra mirada de poder. Los campos se caracterizan por las relaciones y alianzas que establecen los miembros que en ellos se reúnen, con miras a una identificación colectiva que les permite generar lo que podríamos llamar una comunidad de lucha. Según Bourdieu, se consideran fundamentales, a la hora de definir los campos, aspectos como el capital y el habitus (incluye la enseñanza, el lenguaje, la estigmatización y la nulidad), los cuales están interrelacionados entre sí.

La estructura de estos campos suele componerse de actores que son productores, consumidores y distribuidores de un bien que para el caso del ciberespacio sería la información. Éstos, a su vez, dependen de instancias reguladoras que están directamente ligadas a los campos del poder.

La relación entre capital y habitus está determinada por el volumen de capital que en el campo se aporta, por la trayectoria que los actores han recorrido al interior del campo y por su capacidad para aplicar las reglas del campo. Por su parte, la capacidad de los individuos de hacer uso efectivo de los recursos con los que cuentan es una función del habitus al campo en cuestión,

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constituyéndose

así

como

el

sistema

subjetivo

de

expectativas

y

predisposiciones adquirido a través de las experiencias previas del sujeto.

Vale la pena aclarar, que al hablar del capital, no se hace referencia solo a un sistema económico, éste también puede entenderse como un capital operativo que en consecuencia es un producto del campo, por ejemplo, en el campo académico las investigaciones hacen parte del capital producido. En esta medida, las distintas especies de capital cobran y pueden cobrar efectos en diferentes campos que están definidos por las relaciones de fuerza que el capital ejerce sobre ellos y por las acciones de los sujetos para conservar y adquirir dicho capital.

Lo que relaciona directamente la teoría de los campos de Bourdieu con el ciberespacio, es la configuración de autonomía que en ellos se establece, incluyendo influencias de dominación entre ellos mismos, todos naturales a la estructura social. Un aspecto fundamental para entender el concepto de campos, se encuentra en la teoría marxista, pues Bourdieu, aunque se aparta de algunos puntos identificados por Marx, sigue teniendo presente en sus postulados, las sociedades definidas desde la lucha de las clases, que afirman que las posiciones sociales no son continúas y que pueden cambiar según las estructuras, las actividades y los roles, no siendo siempre el dinero un factor determinante a la hora de obtener una porción del poder.

En el libro ‘Campo de poder, campo intelectual’, Bourdieu se explica que:

“Un campo es un sistema de relaciones sociales definido por la posesión y producción de una forma específica de capital. Cada campo es – en mayor o menor medida – autónomo; la posición dominante o dominada de los participantes en el interior del campo depende en algún grado de las reglas específicas del mismo. El conjunto estructurado de los campos, que incluye sus influencias recíprocas y las relaciones de dominación entre ellos, define la estructura social” (2002, p.30).

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En consecuencia, el campo puede leerse como un espacio de lucha, al entenderlo como un sector determinado de la actividad social, que por Bourdieu recibe el nombre de estructuras simbólicas. Entre los campos que pueden encontrarse en Bourdieu, se encuentran el arte, los sistemas educativos, el mercado, la vivienda y los medios de comunicación de masas, siendo este último campo uno de los que entra a interactuar en el concepto de poder que se establece con la llegada de Internet y la conexión al ciberespacio. Sobre todo, porque el ciberespacio se ha caracterizado en los últimos años por ser un medio de comunicación e información, que además de ser de masas, está al alcance de todas las personas que tienen acceso a conexiones de Internet, modificando así la estructura mediática, aspecto que vale la pena mencionar pero que no se establece como un punto a profundizar en esta investigación.

En cada uno de los campos expuestos por el autor francés, los participantes (mencionados en párrafos anteriores) desarrollan actividades, buscando obtener bienes o servicios que solo estos campos específicos les pueden entregar o proveer.

Si se analiza el ciberespacio como un campo, puede hablarse entonces de múltiples campos, así como de múltiples espacialidades. En estos campos existen productores, distribuidores y consumidores que interactúan todo el tiempo entre sí y que incluso pueden ejercer los tres roles al mismo tiempo, surgiendo incluso nuevos términos como prosumidores, que son quienes producen y consumen al mismo tiempo haciendo uso de las plataformas virtuales. Entre las instancias legitimadores, podría decirse que existen los gobiernos, las universidades, los institutos de investigación y los gobiernos que aunque hoy día hacen presencia en el ciberespacio no siempre lo hicieron durante varios años, aspecto que contribuyó a generar creencias en contra del capital, que para este caso, el caso del ciberespacio, sería la información y la generación de contenidos y conocimiento.

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El doctor Luis Casasbuenas Duarte, médico y doctor en ciencias de la comunicación, resume esta carencia de credibilidad entre el campo y el capital, en lo que podría denominarse un habitus de los seres humanos, una forma de administrar el capital que no ha sido explotada y que ha sido subvalorada. “Necesitamos una disrupción. El problema con el que ha cargado Internet hasta el momento es que nunca lo vieron como algo que iba en serio. La academia apenas lo está comenzando a validar. Solamente es sentarse y ver cómo en una revista académica escogen los artículos. Seleccionan varios y los que se consideren mejores, van a las publicaciones impresas. Los que no se consideran fuertes en argumentos e investigación, se llevan a Internet. Puedo dar otro ejemplo, las citas que se hacen en los trabajos académicos. Si usted en este trabajo de grado llena dos hojas de cibergrafía (los links que consulta en Internet) y solamente pone media de bibliografía, van a decirle que no tiene rigor académico. La misma academia se ha encargado en varias ocasiones de acrecentar esa brecha sin entender que las sociedades han cambiado. Lo que sigue existiendo entre creer o no creer en Internet, es una relación que solamente puede nombrarse como una relación de poder” (Entrevista, 14 de julio de 2011).

Así pues, puede establecerse que al definir campos en el ciberespacio, puede hablarse de un capital que es conformado por la información y la generación de contenidos y de conocimiento que en el caso de la red de redes suele ser conocimiento colaborativo. En la administración de este capital, habitus, radican otras relaciones de poder que son las que se ven reflejadas directamente en el ciberespacio.

A mayor cantidad de información – contenidos y/o conocimiento, mayor poder se tiene en el ciberespacio, haciendo alusión a lo que inicialmente se planteaba en Neuromante: quien más información tiene, mayor poder posee en el ciberespacio. Por esta razón las sociedades que se desligan del ciberespacio, han recibido en conjunto el nombre de Sociedad de la Información, aquella en la que las tecnologías facilitan la manipulación de este bien que impacta

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directamente las actividades sociales, culturales, políticas, económicas y hasta religiosas. Sociedades en las que, como nunca antes, la información, los contenidos y el conocimiento, han podido viajar sin circunscribirse a los parámetros de espacio – tiempo que impone el mundo físico.

Esta relación entre comunicación y poder puede leerse en el libro de Manuel Castells que lleva el mismo nombre ‘Comunicación y Poder’, publicado en el año 2009. En entrevistas realizadas al autor, éste expone que antes de hablar sobre Internet y tecnología, es necesario hablar de política. Detrás de la red de redes, tal como se expresa en el texto existe un sistema de medios económicos e ideológicos, que se describen en el mundo globalizado, uniendo así tres mundos en uno solo, un universo tecno – comunicacional y político.

El ciberespacio facilita algo antes no imaginado y es la conexión directa de las masas a un medio de comunicación al que por primera vez tienen acceso personas del común, constituyéndose así en una mirada sociológica del poder que trasciende la tecnocracia y que es llamada la comunidad de lucha, indispensable, según Castells para la permanencia del poder de Internet.

“La tecnología de redes y la organización en red son sólo medios que reflejan las tendencias inscritas en la estructura social. El actual proceso de globalización tiene su origen en factores económicos, políticos y culturales… pero…

las

fuerzas

que

impulsaron

la

globalización

sólo

pudieron

desencadenarse porque tenían a su disposición la capacidad de conexión en red global que proporcionan las tecnologías digitales de comunicación y los sistemas de información” (2009, p.51).

Esta comunicación de masas a la que se refiere Manuel Castells puede visibilizarse en las redes sociales. Según Castells es comunicación de masas porque puede llegar a una audiencia global con el acto de colgar un vídeo en Youtube, un blog con enlaces, sistemas de sindicación (RSS) una cuenta en Twitter o en Facebook o cualquier forma de comunicación que haya surgido de la llamada Web 2.0, también conocida como web colaborativa.

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Juan Arellano, editor de Global Voices en Español, programa que hace presencia en diferentes países del mundo y que busca la democratización de la información mediante los blogs, afirma que estos contenidos se autogeneran y se autodirigen a una audiencia que en un comienzo es limitada, pero que con la fuerza de Internet puede llegar a ser ilimitada, cobrando así el mensaje una fuerza potencial conocida como “autocomunicación de masas”, llamando la atención sobre la capacidad que tienen ahora los seres humanos de realizar una producción individual/artesanal.

En una entrevista, ya mencionada, que fue realizada a Manuel Castells por Carmen Aritegui en CNN (2011), Castells afirmaba: “Internet es un enorme instrumento de movilización. Puede generar la movilización y ampliarla, pero sin movilización Internet no funciona. Por eso, los políticos burocráticos desconfían de Internet, porque más bien les genera problemas (…).

La información siempre puede encontrarse, siempre y cuando exista Internet. Pero, no se puede controlar a Internet. Yo he participado en muchas comisiones internacionales donde los gobiernos lo primero que me preguntan es cómo podemos controlar Internet, cuando les digo que no se puede, me echan de la comisión (…).

Yo he estudiado muy a fondo el tema de China, por ejemplo. En China interceptan los mensajes y las paga el mensajero. Al mensajero lo detienen, pero el mensaje sigue. Entonces, si tú eres el mensajero es un problema, pero si eres el mensaje vives eternamente. El que lo ha enviado la paga, pero el que lo recibe lo recibe y pueden ser millones. Entonces en el caso de China están bloqueados Facebook y Twitter, pero hay miles de Facebook chinos y miles de blogs que funcionan de otra manera, o sea, hay una gran densidad de autocomunicación de masas.

Tenemos ahora un caso empírico que es el de Egipto. El gobierno egipcio bloqueó durante cinco días Internet, primera vez que alguien lo hace, pero no

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se bloqueó todo. Se bloqueó el 93 por ciento, pero el siete por ciento seguía (correspondiente a las redes telefónicas celulares). Pero, lo importante en este caso, fue que se organizó una comunidad de internautas en el mundo, con una serie de sistemas técnicos que permitió que la información llegara a todas partes.

Es complicado, pero es sencillo entender una cosa: fue a través de las líneas de teléfono fijas, que no se podían cortar porque cortaban al país, que se empezaron a llamar a diferentes ordenadores y computadoras en Suecia, que automáticamente enviaban mensajes a todos los números de fax de Egipto y del fax se iban a Twitter, generando así un sistema de comunicación multinodal que terminaba en pasquines o en afiches en las calles.

En conclusión, esto no lo para nadie y por eso están aterrados los gobiernos. Dos tercios de los ciudadanos del planeta desconfían de sus gobiernos. En la era de Internet se puede utilizar o para que los ciudadanos acaben con sus gobiernos o para que los gobiernos al final intenten conectar con sus 24

ciudadanos” .

Así pues, puede concluirse que está surgiendo una participación política desde el cibespacio, participaciones que pueden calificarse en palabras de Edward Soja como espacialidades o en palabras de Pierre Bourdieu como campos que emergen de estas espacialidades; aspectos relevantes si se contemplan los movimientos sociales como los agentes del cambio histórico, como opiniones dominantes que comunican y que ahora encuentran nuevas herramientas para hacerlo, las cuales yacen en el ciberespacio y son facilitadoras del poder.

Asimismo, puede decirse que a manera de reflexión y parafraseando a Manuel Castells cuando afirma que “Internet no soluciona problemas y que lo que hace es tener una fuerza potencial de movilización”; vale la pena afirmar que sin los problemas sociales el ciberespacio no funciona. Solo cuando hay movilización de defensa, este espacio de información y comunicación puede trascender 24

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=okuu1-AcrrY (Consultado en 03:04:11). 118


como un amplificador del mensaje. El poder se sigue concentrando en los seres humanos y no en la tecnologĂ­a, la diferencia son los usos sociales y los mecanismos de prĂĄctica que con ĂŠsta se ejercen.

119


5.5.

Las emociones y el agenciamiento político en el ciberespacio: ¿cuándo y por qué se moviliza la comunidad de lucha?

El 4 de febrero del año 2008 en Colombia se registró una movilización que hasta nuestros días es reconocida como histórica. Millones de personas vestidas de blanco inundaron las calles de las principales capitales de Colombia, e incluso algunas del mundo en las que se concentra población colombiana, para rechazar el secuestro y pedir la libertad de los 3.200 secuestrados que para aquel entonces anunciaba el gobierno colombiano que se encontraban en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farc-Ep.

“El baño de democracia”, calificativo con el cual se conoció esta manifestación se caracterizó por dos cosas: primero, por ser la marcha con mayor cantidad de personas participantes que se registraba en Colombia, y segundo, había sido convocada desde Internet. Seis jóvenes con una característica en común: eran colombianos y cuyas edades oscilaban entre los 22 y 34 años, se reunieron para adelantar la protesta que para aquel entonces se encontraba bajo un contexto informativo en el que habían sido reveladas algunas imágenes de los secuestrados encadenados y la recordada fotografía de Ingrid Betancourt en la que aparecía en huelga de hambre y que fue el ícono contra el secuestro en varios países del mundo.

La herramienta elegida por los seis representantes fue Facebook. En esta plataforma, que empezaba su penetración en Colombia, país en el que esta red social se caracterizó por tener más influencia que en otros de América Latina, se creó un foro en el cual comenzaron a opinar colombianos residentes en diferentes lugares del mundo, logrando en poco tiempo que más de 160 ciudades se comprometieran con la causa que llamaron “Un millón de voces contra las Farc”.

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“Esto demuestra que los colombianos estamos cansados de las Farc, de sus acciones violentas, queremos decirle al mundo no más Farc”, expresaba en febrero de 2008, ante el periódico El Tiempo, Carlos Andrés Santiago, uno de los convocantes del foro, que luego fue grupo y que terminó convertido en evento. Los nombres de quienes convocaron a la gran marcha que es conocida como la iniciativa de movilización ciudadana más masiva de la historia de Colombia, son: Oscar Morales, ingeniero civil que comenzó a invitar a sus amigos a debatir desde Barranquilla, y los primeros cinco de sus conocidos en atender al llamado: Carlos Andrés Santiago de Bucaramanga, Álvaro González y Cristina Lucena de Nueva York, y Pierre Onzaga y Rosa Cristina Parra de Bogotá.

Luego, el grupo de Facebook terminó convertido en página web y fue así como se dio iniciativa a www.colombiasoyyo.org. Otros 2.000 grupos ciudadanos en apoyo a esta red y en contra del conflicto nacional se crearon en ese febrero de 2008 en esta misma red social. Algunos aspectos a tener en cuenta en esta convocatoria y que retomaremos más adelante son: los colombianos se sentían indignados, políticos y personas de la farándula apoyaron esta convocatoria, y los grandes medios de comunicación, como fueron el caso de El Tiempo, Semana, El Colombiano, El Espectador, RCN y Caracol, apoyaron y difundieron las iniciativas desde sus plataformas.

Dos años después, en 2010, y luego de que diferentes manifestaciones sociales copiaran la fórmula definida por “un millón de voces contra las Farc”, un grupo de personas vinculadas al mundo de la salud: Andrés Rojas, Liliana Ramírez, Aníbal Rueda, Diego Pereira y Felipe Andrés Palacio (perteneciente a la comunidad universitaria de la UPB en Medellín y creador de la iniciativa), convocaron a los colombianos a una nueva marcha, esta vez en contra de los decretos de emergencia social en Colombia. La cita fue programada para el 6 de febrero.

En la invitación realizada por los organizadores puede leerse:

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“Somos colombianos y colombianas unidas contra los decretos de emergencia social creados en Colombia 2010, en especial al 128, 131 y 133 que hacen endeudar a los colombianos, multan a los médicos con 5 a 25 millones de pesos si formulan algo fuera del POS y otras aberraciones por ese estilo. Hemos estado convocando e invitando a nuestros amigos y contactos desde el 23 de enero a participar de una marcha el 6 de febrero. A través de mecanismos de participación ciudadana pacífica y debates argumentados, buscamos la derogación de los decretos, así como crear conciencia sobre las necesidades sentidas respecto a la reforma de la salud en el país.

Por favor inviten a todos a unirse a este grupo, personal de la salud, pacientes y evitemos que estas aberraciones se ejecuten. Los decretos son inconstitucionales porque violan el artículo 215 de nuestra Constitución que dice: “El gobierno no podrá desmejorar los derechos sociales de los trabajadores

mediante

los

decretos

contemplados

en

este

artículo”.

Obviamente, los derechos sociales se desmejoran con estos decretos restringiendo el acceso a la salud” (Consultado el 11 de septiembre de 2011 https://www.facebook.com/group.php?gid=263272692915).

Este grupo sumó más 264 mil miembros que debatieron alrededor de los decretos de emergencia social. Paralelo a éste, también se creó el grupo llamado “Marcha 6 de febrero en contra de los decretos de emergencia social” el cual, administrado por Gina Rojas, sumó más de 60 mil miembros bajo la siguiente petición: “la salud es un derecho fundamental, por tanto los colombianos exigimos por medios legítimos su cumplimiento a cabalidad”.

Lo que ocurría en ese enero de 2010 era lo siguiente. El gobierno colombiano, entre todos los intentos por reformar el sistema de salud de Colombia, propuso una serie de decretos en los cuales, según informaron los medios de comunicación, “se eliminaban los servicios de salud que estaban fuera del POS”, esto llevaría a que los pacientes tuvieran que pagar por estos servicios con su patrimonio, cesantías, ahorros pensionales

e incluso préstamos

bancarios. Representaba el fin, el bloqueo de las tutelas en materia de salud.

122


Según las declaraciones del gobierno colombiano, la Emergencia Social, como fue conocida, buscaba subsanar los déficits del sector salud. El decreto 128, por ejemplo, cambiaba el nombre de los no POS (es decir los servicios de salud que no se encuentran en las tarifas del Plan Obligatorio de Salud de las EPS), por “prestaciones excepcionales en salud”, lo cual era traducido en servicios de salud financiados total o parcialmente por los afiliados que los solicitaran.

Finalmente la marcha se realizó. Según información de la Revista Semana, solamente en Bogotá, participaron más de 32 mil personas. En Medellín, según “PuraCyberShot”25, usuario que se ha encargado de registrar varias de las manifestaciones en salud y luego las ha compartido en el ciberespacio, asistieron entre 4 mil y 5 mil personas a la manifestación.

Juan David Escobar, quien se identifica en la red social Twitter como @Elreticente y es reconocido como uno de los tuiteros más influyentes de Medellín, y con quien se interactuó en el proceso de esta investigación, escribió en su blog: “Si las encuestas y sondeos de opinión que preguntan la opinión de pocos (1.000 ó 2.000 personas), y que tienen teléfono, y que están en casa, y que tienen animo de contestar, son capaz de subir y bajar, y como es nuestro caso, mantienen presidentes e ideas de estado, pues creo yo, que un grupo de Facebook que tiene como fans (amigos) más de 200 mil perfiles debe servir para tumbar los Decretos de Emergencia Social, que terminarán de acabar el sistema de salud (el traguito) que nos debe salvar la vida. Y, sí se puede, tumbar esos canallas que revisten las medidas que nos ahorcan, como grandes ideas que salvarán la nación.

25

En Medellín parte de la memoria de la movilización quedó registrada en un video que se encuentra publicado en la red social Youtube http://www.youtube.com/watch?v=EFl-dTet6lE (Consultado en 10:10:10) 123


Bueno, por lo menos hubo citación a marcha pública de repudio a las medidas desesperadas de un gobierno que se va y aun no está cansado de apretarnos el cuello. El sábado 6 de febrero, en diferentes ciudades, de Colombia, se marchó y se gritó.

El gobierno dice que no alcanzamos a entender lo que dicen los decretos. Dice Álvaro Uribe, se deben escribir “como versos de poetas populares, que se entiendan”. Como si el problema de nuestra salud fuera de lingüística jurídica, sino de espíritu político. Mientras otros gobiernos se dan la pelea de no dejar morir a sus ciudadanos, aquí nuestra política lo que trata de hacer a toda costa, es enriquecer a sus amigos intermediarios prestadores de salud.

Y mientras tanto, mi mamá que es enfermera, y que atiende todos los días usuarios en turnos larguísimos de urgencias, no ha recibido su sueldo hace dos meses. Y algún compatriota está esperando una asistencia médica indispensable para seguir su vida. Y, seguro muchas historias dolorosas más que si hasta ayer tenían algo de esperanza, hoy, gracias a políticos y asesores médicos y jurídicos sin alma y corazón, ni inteligencia, sus necesidades hacen parte ya de las utopías en el país de Macondo”26.

Los decretos de emergencia social lograron ser detenidos. Los medios de comunicación masivos apoyaron, esta vez en menor medida, la iniciativa con difusión y varias personas, vinculadas con las políticas o el servicio de salud, salieron a las calles para tomar registro de lo que ocurrió ese 6 de febrero en varias ciudades de Colombia, registro que todavía se encuentra publicado en el ciberespacio.

Un año después de haberse registrado esta marcha que contribuyó a detener los decretos de emergencia social en Colombia, las manifestaciones convocadas desde las redes sociales ya hacían parte de la cotidianidad de muchos ciudadanos. La fórmula se ha repetido tan seguido que incluso, hay quienes dicen que hoy día en nuestro país es un “muy fácil convocar a una 26

http://www.juandavidescobar.com/2010/02/marcha-en-contra-de-los-decretos-de.html (Consultado en 10:10:10). 124


marcha por todo. Voy a convocar a una marcha para que no hayan más marchas”, advierten algunos con tono jocoso.

El año 2011 estuvo inundado de marchas que convocadas desde Internet buscan defender algo o protestar por algo. Solo por mencionar algunos casos, puede hablarse de defensa de los animales, defensa de la educación pública, marchas de enmascarados, de usuarios de servicios de telecomunicaciones, contra el secuestro, por la libertad de expresión, por el orgullo Lgtbiq e incluso para donar “dinero ficticio” a un senador, Juan Manuel Corzo, quien afirmó que su sueldo no le alcanzaba para pagar la gasolina de su carro y el de sus escoltas. Algunas de estas iniciativas han nacido en el ciberespacio; pero, otras, han encontrado en el ciberespacio un segundo motor de convocatoria, uniendo

así

las

realidades

presenciales

y

virtuales,

corporales

y

descorporalizadas, territoriales y desterritorializadas.

Durante el proceso etnográfico de esta investigación, se rastreó y se asistió a cuatro de estos eventos de movilización que fueron convocados desde el ciberespacio. El 4 de marzo se realizó en la Plaza de las Luces la concentración “sin piedad contra las Farc”. El 29 de marzo se marchó desde la Comuna 13 hasta el Estadio para decir que “Toda vida es sagrada” y protestar por los asesinatos de los jóvenes artistas de San Javier. El 7 de abril se realizó una marcha y una concentración para lanzar la Campaña por la salud y la seguridad social sin intermediarios; y el 24 de mayo, se realizó la marcha en contra de la corrupción del sistema de salud colombiano.

La del 4 de marzo, concentración de la que hemos hablado en capítulos anteriores, fue una iniciativa liderada por un grupo de personas que apoyaban al ex presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez y sentían que el presidente Juan Manuel Santos no había procedido de la “forma correcta” en el proceso de liberación de 11 secuestrados que iban a ser entregados por las Farc. El grupo guerrillero había incumplido las coordenadas de entrega de dos de ellos, acto que fue leído por los manifestantes como “la oportunidad para mover a

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Alfonso Cano27, jefe y miembro del secretariado de las Farc, del lugar en el que se encontraba en las selvas colombianas”, dijo Eugenia Henao, quien lideró la convocatoria en Medellín.

Inicialmente, esta protesta había sido pensada como una marcha, pero, el gobierno local no autorizó a que se realizara una marcha en la ciudad de Medellín y terminó convertida en una concentración que se caracterizó por ser poco asistida, muy diferente a la marcha realizada el 4 de febrero de 2008 y que perseguía fines similares a ésta. Algunas de las madres de los secuestrados que asistieron hasta la Plaza de las Luces, dijeron que el pueblo colombiano no asistía a estas marchas porque ya no estaba la imagen de Ingrid Betancur y se había superado la Operación Jaque, donde habían sido liberados, además de Betancurt, los tres contratistas estadounidenses que se encontraban en manos del grupo guerrillero. Pero, también dijeron que estaban allá, paradas, frente a la concentración, porque no perdían la esperanza de recuperar a sus hijos con vida.

Lo cierto del caso es que esta concentración no logró convocar al pueblo colombiano y tanto en Medellín como en otras ciudades del país y del mundo la palabra común fue desolación. Vale la pena anotar que, en este caso, los medios de comunicación masivos no apoyaron el evento en difusión, ni tampoco en cubrimiento. Solo el periódico antioqueño El Colombiano, en un acto que fue calificado como “alianza con Álvaro Uribe Vélez”, hizo cubrimiento y difusión de la concentración.

El sábado 26 de marzo de 2011, en las horas de la noche, fue asesinado en la Comuna 13 de Medellín, San Javier, un hopper (artista de hip hop) conocido como Yhiel. Tenía 17 años y era el cuarto joven artista que en menos de un año había sido asesinado en esta zona de la ciudad. Desesperados, tal vez temerosos y sobre todo llenos de “indignación e impotencia”, como afirma

27

Este personaje fue asesinado el 4 de noviembre de 2011 por las Fuerzas Armadas y la Policía Colombiana. 126


Jeihhco Castaño, los ciudadanos reaccionaron a la noticia publicando posts de Twitter en los que se invitaba a gritar, a no quedarse callados y a decir que “toda vida era sagrada”. Para el domingo 27 de marzo el hashtag (etiqueta) #Todavidaessagrada hacía parte de los Trending Topic nacionales, es decir, que era el tema más conversado por los colombianos en la red social Twitter.

Impulsado por el dolor y dispuesto “a no quedarse callado”, como insistía en las entrevistas que se le realizaron, Jeihhco Castaño decidió empezar a convocar a una marcha para gritar que toda vida era sagrada y protestar por el asesinato de jóvenes artistas en la Comuna 13. Pronto, el tema se popularizó y llegó a los grandes medios de comunicación desde donde también comenzó a hacerse difusión del evento. En la noche de ese domingo 27 de marzo y luego de que los gobernantes de la ciudad y del departamento se pronunciaran para repudiar el acto y apoyar la marcha que se gestaba desde San Javier; el reconocido cantautor antioqueño Juanes expresó desde su cuenta de Twitter el apoyo incondicional a esta iniciativa, afirmando que aunque no podía estar presente en el evento, si lo estaría de corazón, además, insistió en su apoyo incondicional a las iniciativas juveniles que estuvieran a favor a la paz.

Esta sola declaración representó no solo la mediatización total de la marcha, sino también el reconocimiento de la misma en los niveles local, nacional e internacional. El 28 de marzo varios medios de comunicación colombianos titularon artículos que en general decían: San Javier marchará para decir que toda vida es sagrada. Funcionarios públicos, otros artistas y personajes de la farándula, ciudadanos del común, académicos y universitarios comenzaron a usar masivamente desde el ciberespacio la etiqueta #TodaVidaesSagrada y a comprometerse con la asistencia a la marcha.

El 29 de marzo, martes, siendo las 2 de la tarde, comenzaron a llegar personas de toda la ciudad hasta la estación San Javier del Metro de Medellín, lugar en el que se había concertado comenzaría la marcha que había nacido como una propuesta de un colectivo de jóvenes en el ciberespacio. De los barrios que

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hacen parte de la Comuna 13 también comenzaron a llegar personas y siendo las 2:30 de la tarde más de cinco mil personas estaban listas para marchar a favor de la vida. El recorrido comenzó al ritmo de Son Batá, chirimía que se unió a la convocatoria y que con todo el sabor de la costa pacífica colombiana recordó el valor de la vida. Tras salir de San Javier se tomó la calle San Juan, hasta llegar a la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, lugar donde se realizó un concierto del que participaron talentos locales y nacionales.

Luego de la marcha y tras preguntarle a Jeihhco Castaño, quien lleva en el movimiento hip hop de la Comuna 13 más de 15 años y es líder de la Red Hip Hoppers Elite, por los motivos que lo habían llevado a pensar esta iniciativa, respondió: “Son varias cosas. Obviamente hay un dolor, un cansancio y una impotencia de ver que hay tanta vida que ha caído en las calles con esta locura que está viviendo Medellín. Lo otro es que nuestros procesos son espacios de vida y hay que hacerlos visibles ante el mundo. Hay que exigirle a la población civil, al Estado, a la Fuerza Pública y a la justicia que no haya más silencio.

Nosotros como Elite tenemos un lema que es “Revolución sin muertos”, que se traduce en un festival de hip hop que se hace en el mes de octubre, pero que representa todo un accionar que lleva ya más de nueve años proponiendo un cambio desde otras vías.

De la movilización del martes 29 de marzo aprendimos mucho. Sobre todo aprendimos que hay muchas formas de divulgar nuestros procesos y que Internet es una herramienta muy potente para hacer eso. No hicimos nada que nos valiera plata y solamente empezamos a conversar en las redes sociales y de una surgió la iniciativa. Lo segundo que aprendimos, es que no siempre los acuerdos se cumplen. Cuando la cosa se volvió tan masiva en Internet y vimos que tanta gente iba a ir a la marcha, le pedimos el favor a la Secretaria de Gobierno de la Alcaldía de Medellín de que no enviara policías, se comprometieron a que en la marcha no iban a haber personas con armas. Pero, hasta allá, llegaron los policías armados.

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Lo más importante de todo esto es ver que la gente se está movilizando por la vida y la cultura y que Internet es un motor que está ayudando en todo esto” (Entrevista realizada dos días después de la marcha, 31 de marzo de 2011).

Pocos días después de esta marcha, el sector salud convocó, también desde el ciberespacio, a otra movilización que se llevaría a cabo en las horas del medio día del jueves 7 de abril de 2011. La iniciativa buscaba lanzar la Campaña por la salud y la seguridad social sin intermediarios.

Lo más novedoso de esta marcha era que asociaciones médicas que no habían sido cercanas al tema de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) hicieron uso de las redes sociales, creando una cuenta en Twitter que hasta hoy todavía tiene vigencia y que figura bajo el alias @Saludderechoant y una cuenta en Facebook que puede encontrarse como Campaña Salud Antioquia. El lanzamiento de la campaña se hizo con una marcha que finalizó en una concentración en la Plaza Botero y estuvo presente entre las 12 del medio día y las tres de la tarde. Durante la concentración se presentaron grupos de teatro, de hip hop y otros talentos locales que tenían algo en común: luchaban por la salud y llevaban esta manifestación al arte.

El evento no fue multitudinario como otros que se convocan desde Internet, tampoco logró capturar la atención de los medios masivos de comunicación y solo unas cuantas personas que pasaban por el lugar de acopio decidieron preguntar por lo que se estaba haciendo en ese momento. Tampoco asistieron miembros de los gabinetes municipales y departamentales. En general, el quórum del evento

lo completaron cuatro clases de perfiles: asociaciones

médicas,

que

políticos

trabajan

por

la

salud,

estudiosos

de

las

reglamentaciones de salud en Colombia y personas que sufren de alguna clase de enfermedad y que se han visto afectadas por el modelo del sistema de salud colombiano.

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Entre las declaraciones que se registraron en el proceso etnográfico puede contarse la de Josefina Valencia Duque, una paciente con cáncer de seno que pertenece a Fundayama, un espacio donde las mujeres que padecen de esta misma enfermedad, encuentran un grupo de defensa. Ella afirma que el sistema de salud colombiano no es bueno y que en el caso de los pacientes con enfermedades crónicas, como ella, un mal servicio o una mala atención pueden llegar a representar la vida. “Lo que me motiva a participar en estas campañas y movimientos es la falta de atención eficiente a los usuarios. Me interesa trabajar por las falencias que tienen todas las personas en temas de salud. Es necesario defender la salud como un derecho fundamental, esto quiere decir, que sea primordial, porque si lo dejan de atender a uno, puede morirse, es la vida la que está en riesgo. Hay pacientes a los que los atienden muy bien, pero hay otros a los que no y la atención debe ser la misma e integral para todos.

Estamos recogiendo firmas con la Mesa Intersectorial de la Salud para exigir que no haya intermediarios que son los que más afectan la prestación del servicio. Yo también hago parte de los Martes por la Salud, un grupo de personas que nos reunimos al frente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, todos los martes, para comentar lo que va pasando con la salud en Colombia, informarnos y ver qué podemos hacer” (Entrevista realizada durante la marcha, 7 de abril de 2011).

Alejandro Montoya también asistió a la marcha. Él fue uno de los artistas que hizo parte del encuentro. Es líder de RKL, Resistencia Cultura, un grupo de rap que le canta a la salud. Además del arte dramatizado que hacen, con historias que cuentan episodios que regularmente se viven en las clínicas, Alejandro es vendedor ambulante y por lo tanto no puede acceder a una EPS y tiene que conformarse con la atención que el Régimen Subsidiado de Salud pueda ofrecerle, la cual, como el mismo califica, la gran mayoría de las veces, “parece pidiendo limosna”.

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“Nos interesa mucho lo de la salud porque todos nos enfermamos, a mí me parece que es injusto que por ser de bajo estrato nos toque más duro que las personas que tienen más modo. Hay personas que no tienen la manera, por eso nos pegamos a la lucha.

Nosotros trabajamos con Informal, una asociación de venteros ambulantes que trabaja en los buses y por eso queremos luchar por tener mejores condiciones de salud. Tenemos Sisbén y por ejemplo yo fui un día porque tenía un dolor de muela y no me quisieron atender porque el Sisbén no atiende odontología y solo los que hemos sentido un dolor de muela sabemos lo grotesco que es eso.

Nosotros queremos generalizar la salud, porque somos Resistencia Cultural y tenemos que seguir resistiendo hasta frente el Estado. La manera de nosotros aportar es con la música” (Entrevista realizada durante la marcha, 7 de abril de 2011).

Lunes 2 de mayo de 2011, cinco días antes de cumplirse un mes de haberse realizado la marcha que lanzaba la Campaña por la salud sin intermediarios, la W Radio anuncia irregularidades en la contratación del sistema de salud colombiano. Inicialmente se habla de billones de pesos en pérdidas y fraudes, producto de un carrusel compuesto por servidores públicos del Ministerio de la Protección Social, el Fosyga y particulares. Dos días después, 326 Eps comienzan a ser investigadas, se habla de pérdidas superiores a los 30 mil millones de pesos, además, se conoce el dato de cinco personas detenidas. Este hecho, según el presidente Juan Manuel Santos, es "el primer eslabón de una cadena".

La corrupción en los servicios de salud se ha vuelto mediática y cientos de personas comienzan una protesta desde las redes sociales, con el fin de decir que están cansados de la corrupción en Colombia. Los puntos básicos que denunció el medio de comunicación radial fueron: que desde 2006 hasta la fecha existe un carrusel de contratación en el sector salud (involucra 2010, año en el que se propusieron los Decretos de emergencia social), que esta investigación podría llegar a ser un escándalo de corrupción mayor al reportado 131


en Bogotá entre el ex alcalde Samuel Moreno y los hermanos Nule, y que más de 25 personas han sido vinculadas por los delitos de concierto para delinquir, prevaricato por acción, cohecho propio por apropiación y enriquecimiento ilícito de particulares.

En las redes sociales comienzan a popularizarse los grupos en contra de la corrupción en salud y en Twitter, la etiqueta #Carruseldelasalud se convierte en una de las más populares. No obstante, más que una discusión entorno a la calidad de la salud y a la defensa de este derecho fundamental, la indignación de la población se expresa en protestas y arengas que van en contra de la política y de los servidores públicos.

El tema pasa a ser de interés nacional. Óscar Naranjo, director de la Policía Nacional, revela datos de la investigación. “Para esta operación contamos con colombianos valientes que decidieron dar un paso al frente para darnos datos que permiten este proceso de judicialización”, (Declaraciones públicas realizadas por la fuente en rueda de prensa ante los medios de comunicación). El carrusel de la salud es calificado como un acto de corrupción en el que se desenmascaró una mafia en la que intervienen políticos y empleados oficiales.

Los hechos noticiosos de corrupción hacen que los colombianos y el mismo gobierno nacional, empiecen a preguntarse por la pertinencia del actual sistema de salud colombiano. La discusión avanza más desde la ciudadanía que desde el Estado y es así como se convoca a una marcha para el 24 de mayo de 2011, con el fin de protestar en contra de la corrupción en el sistema de salud y exigir la derogación de la Ley 100. La marcha fue difundida por medios de comunicación locales, regionales y nacionales; pero, quienes la organizaron eligieron las redes sociales como el motor de convocatoria.

El 24 de mayo, saliendo del Parque de los Deseos, cerca de las urgencias de la Clínica León XXIII, comenzó la marcha a la que asistieron los mismos cuatro perfiles que hicieron presencia en la marcha del 7 de abril; pero, también se

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contó con la participación de ciudadanos del común y corriente, que no tenían vínculos, ni por enfermedad, ni por tema de estudio, ni por trabajo, con la salud; pero, que exigían “cambios de fondo y no más pañitos de agua tibia al modelo de salud colombiano”.

La marcha se realizó en paralelo, desde las 9 de la mañana, en Bogotá, Cali, Cartagena, Barranquilla y Medellín, lo cual le dio el estatus de marcha nacional. Entre las propuestas que realizaron los marchantes, se apuntó a que el sistema de salud colombiano tenía que migrar al bienestar y ser de enfoque preventivo, para así poder evitar al máximo el gasto en enfermedades. Germán Reyes, médico de profesión que para aquel entonces era reconocido como un ex representante a la Cámara de Representantes y que luego fue candidato al Concejo de Medellín, pero no logró quedar electo, dijo durante la marcha que “un pueblo que no tenga salud, que no tenga educación es un pueblo condenado al subdesarrollo. El modelo de salud colombiano hay que sacarlo del negocio” (24 de mayo de 2011).

Por su parte, Carlos Ballesteros, concejal de Medellín y también médico, dijo al respecto del sistema de salud colombiano, “estamos hablando de un sistema de salud estructurado sobre la base de la intermediación financiera, que definitivamente fracasó. Hay que eliminar la intermediación, no volver al sistema anterior, sino un sistema donde haya una bolsa común, recursos equivalentes al seis por ciento del Producto Interno Bruto nacional y unos controles eficientes. Eso está inventado desde hace mucho tiempo” (24 de mayo de 2011).

Mientras tanto, Yuri Arango, quien hace parte de la Liga Antioqueña de Hemofílicos en Medellín, nos contó que estaba “marchando por un grupo de personas que padecen de una patología crónica y que debido a la burocracia de nuestro país nos ha cobrado muchas víctimas. Hoy estamos marchando por la vida y en contra de la muerte” (24 de mayo de 2011).

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Robert, quien no estuvo dispuesto a entregar su apellido durante la conversación que se realizó durante la marcha, dijo que se había enterado de la misma en televisión y en Internet. “Estoy marchando porque tenemos un sistema de salud, desde hace 19 años, que es completamente mercantilista. Estamos dejando que la gente se muera” (24 de mayo de 2011).

Y fue a la muerte, ese personaje poco deseado, al que la marcha para protestar contra la corrupción le hizo un homenaje estético. Durante todo el recorrido, pudieron observarse no solo lápidas reales de personas que habían muerto en el llamado “paseo de la muerte”, que consiste en remitir a un paciente de clínica en clínica, sino también ramos fúnebres y un personaje especial que bajo un disfraz de la muerte asesinaba a los marchantes con una hoz en cuyas puntas se podía leer “Ley 100”.

Luego de la marcha, varias EPS fueron intervenidas, pero ninguna de ellas fue sancionada. El gobierno colombiano no anunció cambios importantes frente al modelo del sistema de salud colombiano. Hasta hoy no se conocen más noticias del llamado #Carruseldelasalud. Los medios de comunicación se quedaron callados y en las redes sociales el tema comenzó a ser reemplazado por otros.

Los sentimientos y el poder de la mente en la autocomunicación de masas: la adhesión emocional de la opinión pública en Internet

Si se analiza con detalle cada uno de los acontecimientos que se expusieron anteriormente, existe algo común a todos ellos: los sentimientos. En algunos casos fueron de indignación, en otros de rabia, en otros de impotencia y en otros de miedo, pero, lo más importante es que puede visibilizarse cómo, a la hora de buscar la movilización ciudadana, el poder de la mente, las emociones y las creencias, pasan a ser fundamentales.

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Parafraseando las palabras del periodista J.L. Dador en 1992, podría decirse que los términos cognitivos y/o racionales que antes remitían a las personas a valores como la eficacia, la eficiencia y la prosperidad, hoy día están siendo reemplazados por términos más sentimentales o emocionales que apuntan al afecto, la simpatía, el desprecio, el dolor, la rabia y otras pasiones.

Este tema ya ha sido abordado desde las ciencias sociales por autores como Manuel Castells (2009) quien en su libro ‘Comunicación y Poder’ deja claro que la gente se moviliza cuando siente algo y por George Marcus (2002), quien el su libro ‘The Sentimental Citizen: Emotion in Democratic Politics’, traducido al español como ‘El ciudadano sentimental. La emoción en la política democrática’, realiza una argumentación contestataria y transgresora en la que expone que la emoción es natural al comportamiento político de los hombres, hablando entonces de la teoría de las emociones cuando se refiere a los comportamientos políticos y las formas de actuación de los seres humanos en esta esfera en la que la movilización se concibe como una acción política.

Richard Sennett (1978) y Gilles Lipovetsky (2005) también advirtieron la importancia de esta hegemonía de lo emocional en la cultura contemporánea, lo cual, según ambos autores, tiene como consecuencia la emergencia de un espacio en el que la racionalidad no lo es todo, y en el que, si se compara con los enfoques socioespaciales, los sentimientos y la articulación de las ideas dotan al espacio de nuevas identidades. El espacio vivido y el espacio producido, es también un espacio emocional.

“Por primera vez, esta es una sociedad que, lejos de exaltar los órdenes superiores, los eufemiza y los descredibiliza, una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegación estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista” (Lipovetsky, 2005, p.12).

Así pues, cuando se habla de marchas y de decisiones de movilización, lejos de ser una decisión meramente racional, la participación que se construye ahora desde la red es una colaboración emocional. En Manuel Castells puede 135


leerse que la emoción fundamenta la razón y que la racionalidad ya no basta para movilizar masas, ahora, es necesario acudir a palabras como interés, análisis y movilización (2009).

Para llegar a esta conclusión, en la que se expone una movilización política mediada por los sentimientos, Manuel Castells realiza un recorrido que es abordado en el tercer capítulo del libro ‘Comunicación y poder’ y que relaciona la mente con el poder político, tomando para las ciencias sociales, postulados de la neurociencia que ya habían sido adelantados por autores como Antonio y Hanna Damasio, George Lakoff y Jerry Feldman. Demostrando, en este mismo camino, que eso que propone Michel Serres de un “conocimiento enciclopédico e integral” (2008), debe ser natural a la sociedad red, un conocimiento en el que la neurociencia, la psicología, la ciencia cognitiva, la lingüística, las matemáticas y las teorías de la comunicación, comienzan a darle giros al mundo que hoy conocemos.

Redes de mente y poder, nombre que recibe el capítulo tres, resulta ser clave en este libro de Castells (2009), puesto que al realizar una comparación, una transición analítica entre la racionalidad y los sentimientos, el autor aporta un nuevo modelo de visibilización a su teoría de las redes: ciudadanos que en el ciberespacio se adhieren emocionalmente el uno al otro. Esta relación es llamada por el autor como una integración del análisis político con los procesos cognitivos, explicando que las relaciones entre emoción, cognición y acción política son los elementos fundamentales del poder cuando se habla de una sociedad en red; asumiendo que el poder y la comunicación son diferentes, pero que se relacionan y se persiguen constantemente.

Como afirma el mismo autor en una entrevista realizada por La Vanguardia, de España: “Comunicación es compartir significado a través del intercambio de información, y poder es la capacidad de algunas personas, organizaciones o

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instituciones de hacer que otros actúen de forma que favorezca los intereses y los valores de los que tienen el poder”28.

Básicamente, el autor español expone que el poder funciona sobre la mente a través de los mensajes, para lo cual, la capacidad para emplear con éxito la violencia o la intimidación requiere del enmarcado individual y colectivo de las mentes. En palabras del propio Castells, éstas, que podríamos llamar colectividades, requieren de: “La construcción independiente de significado, sólo puede llevarse a cabo si conversamos esos terrenos comunales con las redes de comunicación que Internet ha hecho posible, una creación libre de amantes de la libertad. No será fácil porque quienes ostentan el poder en la sociedad red deben cercar la comunicación red mediante redes comercializadas y vigiladas con el fin de cerrar la mente pública programando la conexión entre comunicación y poder. (...) Sin embargo, la mente pública se construye mediante la interconexión de mentes individuales como la suya. Así que, si piensa de otra manera, las redes de comunicación funcionarán de otra manera, con la condición de que no sea usted solo, sino muchos, los que estemos dispuestos a construir redes de nuestra vida” (Castells, 2009, p.552-553).

De esta cita pueden deducirse aspectos que resultan fundamentales para nuestra reflexión y que además de estar transversalmente permeados por un enfoque socioespacial, también desglosan las ramas de poder globalizado al que asistimos en la actualidad, el poder de una globalización dominante detrás de la cual existen diferentes clases de redes informáticas por las cuales transitan unos flujos de fuerza y de poder que están configurando otras clases de valores. Redes en las que se fomenta una cooperación horizontal (renuncia a la verticalidad hegemónica), en las que se admite la creación libre y el pensamiento crítico, compitiendo con contravalores como la competición en si misma, el individualismo, la acumulación y el ejercicio injusto del poder. Como

28

RODRÍGUEZ, Alex. “El poder está en las mentes”. http://bit.ly/vPZBNu (Consultado en 20:10:11). 137


ya se dijo anteriormente, tejiendo una anarquía de la que todavía no se conoce un resultado final.

Si comparamos los ejemplos presentados anteriormente, con los adelantos teóricos expuestos en este capítulo y que son sustentados en Castells, puede verse cómo lo individual, eso propio que hace que los seres humanos funcionemos

como

una

racionalidad

abstracta,

termine

por

generar

organizaciones colectivas, el primer paso para gestionar una comunidad de lucha.

Ahora, si relacionamos a Manuel Castells con George Marcus, puede afirmarse que Marcus, en general, tiene una mirada conciliadora entre la emoción y la razón y sus postulados afirman que no puede haber racionalidad si antes no existe la emoción, contradiciendo así la visión de varios movimientos políticos en los que se afirma que la razón y la emoción están siempre enfrentadas.

Para entender un poco más a Marcus es necesario tener en cuenta que es profesor del William College y que cuando habla de contradicción de partidos políticos, se refiere en el caso de la obra que cita a los ciudadanos emocionales, al partido Demócrata estadounidense, que según los estudios del autor, siempre confronta como a dos enemigas a la razón y a los sentimientos. Para Marcus el ser humano es una composición universal, un complemento, por lo cual dice que tanto la razón como los sentimientos, llegan a ser complementarios. “La política democrática no puede ser sólo un espacio de deliberación en calma. Debe ser también un ámbito de sensaciones (a sensational place), un lugar que atraiga y comprometa a los espectadores” (Marcus, 2002, p. 48).

Tanto en Marcus como en Castells puede visibilizarse entonces una relación constante entre la emoción, el pensamiento y la acción, pasando por diferentes sentimientos. Marcus apunta en su texto al entusiasmo, la ansiedad y el rechazo; y Castells complementa con el miedo, la ira y la impotencia. En ambos

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autores puede verse cómo la emoción, en nuestros días, es leída como algo indispensable a la hora de hablar de la acción democrática y de la evolución de las instituciones mismas.

Es así como las movilizaciones analizadas, en el proceso de ciberetnografía y etnografía que presenta esta investigación, corresponden y ejemplifican un contexto actual en el que la política, el poder, los medios, los sentimientos y la esfera pública, se configuran en lo que podría llamarse un proceso de “sentimentalización o emocionalización” que complementa la razón.

Puede concluirse que este fenómeno que en Internet toma fuerza, advierte que las emociones, los sentimientos, la mente y por ende el poder, son fundamentales a la hora de establecer una comunidad de lucha. En Michel Maffesoli puede leerse: “La posmodernidad inaugura una forma de solidaridad social que ya no se define de manera racional en una palabra contractual, sino que, por el contrario, se elabora a partir de un complejo proceso conformado por atracciones, repulsiones, emociones y pasiones, que tienen todos una fuerte carga estética” (Maffesoli, 2007, p.14).

Asistimos a un momento de la historia humana en el que por cuenta de la tecnología informática, se incrementan las relaciones sociales, las relaciones de comunicación y las alternativas de poder. Al mismo tiempo, en que se realiza una reconstrucción crítica de los enfoques mentales humanos, apuntando a lo que antes era considerado una utopía, un mundo donde la participación, la libertad y la justifica, no fueran solo la promesa de un futuro.

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5.6.

Espacialidades

de

salud

que

se

configuran

desde

el

ciberespacio alrededor del tema de la salud como un agente movilizador de la acción política

Las tumultuosas muchedumbres que antes solían reunirse para defender un derecho, ahora tienen una nueva herramienta para hacerlo: el ciberespacio. La llamada por autores como Manuel Castells, “Sociedad de la Información”, sigue produciendo cambios y transformaciones importantes en las formas como nos relacionamos los seres humanos. Estas relaciones que a su vez son jalonadoras de la producción social de nuevos espacios y espacialidades, pueden observarse tanto desde las prácticas cotidianas como desde las argumentaciones teóricas que buscan caracterizar, estudiar y comprender la ciencia, la tecnología, la sociedad y sus implicaciones en las ciencias sociales.

Pero, ¿puede modificar el ciberespacio todas las prácticas humanas? ¿Existe una fórmula secreta que permita excluir la presencialidad de las agendas investigativas actuales? La respuesta, aunque pueda herir pasiones y defensas en pro de la ubicuidad, la conectividad y la interacción en línea es no. Por lo menos, no por ahora.

Pese a que el uso generalizado de la tecnología y el flujo de la información digital han introducido cambios importantes en la vida social contemporánea, como lo plantea Arturo Escobar, existen algunas prácticas que son físicas, humanas y sensitivas que siguen arraigadas a una tradición y que hacen parte de un momento de la historia que algunos consideran pasado pero que, para otros, siguen haciendo parte del presente.

La materia prima de esa otra tradición que se debate entre el presente y el pasado de las relaciones actuales, es inmensa y variada. Está constituida por canales de comunicación no verbales; pero sí corpóreos. Que se conectan, no mediante redes, pero sí a través de fluidos sanguíneos. Que mueren y se

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apagan en un sistema de datos y necesidades clasificatorias. De cuerpos que no se desvanecen por la propagación de un virus informático.

No obstante, la salud como derecho fundamental y el cuerpo humano como espacio de movilización y lucha, han encontrado en el ciberespacio, en la intermediación de los bits, un espacio del que emergen diferentes clases de espacialidades, algunas de las cuales están directamente relacionadas con la movilización y la participación política, siendo la salud uno de los aspectos que invocan a la comunidad de lucha a movilizarse.

Estas espacialidades, algunas de las cuales son fuertes y otras que son apenas ideas emergentes y sin consolidación, pueden presentarse tanto individual como colectivamente en las cuatro clases ya mencionadas (que a su vez se subdividen entre sí): acceso a la información, la relación entre el trabajo, el comercio y los servicios en línea (en este punto están incluidos los servicios de salud); la generación de contenidos y el conocimiento; y las nuevas relaciones sociales, punto en el que se incluyen las redes sociales y otras formas de agenciamiento y empoderamiento político.

En este capítulo se busca entonces presentar los resultados encontrados en los que se caracterizan las espacialidades de salud que se configuran desde el ciberespacio alrededor del tema de la salud como un agente movilizador de la acción política. Es decir, que así como en el tercer apartado de este cuerpo teórico, se describieron las espacialidades encontradas en el ciberespacio desde su más amplia generalidad, en éste se precisará en las espacialidades de salud; pero, no solo en casos de salud como bien pueden establecerlo la telesalud, la salud estética o la salud preventiva, sino aquellos en los que estrictamente se visibilicen algunos de los siguientes aspectos: son espacialidades que emergen desde el ciberespacio entorno a la salud, existe alguna manifestación de poder, sea ésta reflejo de un modelo estructural o un campo de poder, y se presentan como espacialidades desde las cuales la

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comunidad de lucha se agencia alrededor del derecho fundamental de la salud como un agente movilizador de la acción política.

Antes de adentrarse en la descripción de estas espacialidades y su funcionamiento,

vale

la

pena

precisar,

recordar

y

aclarar,

que

las

espacialidades de salud que se tomaron en cuenta son aquellas que, en general, surgen de múltiples procesos sociales que se presentan en el ciberespacio, reconociéndolo como un espacio, una producción social en la que el accionar político hace parte de una caracterización transversal. El poder es natural a la configuración de los espacios y la acción política es natural a la configuración del poder.

La acción política de la salud en el ciberespacio, puede clasificarse, a su vez, desde varios puntos de vista. Primero, pueden contarse las personas que mediante mensajes en posts o blogs, generan espacialidades de salud que podrían nombrarse “esporádicas” y que aparecen como una temática entre un sin número de temáticas variadas; por ejemplo, el caso de Juan David Escobar, @elreticente, quien escribe constantemente sobre salud; pero no se dedica exclusivamente a escribir sobre este tema, sino que lo intercala con otros contenidos que van desde lo político, atravesando lo económico, lo fantasioso e incluso lo personal. Segundo, en espacialidades de la información y de la comunicación, que buscan informar a los ciudadanos sobre sus derechos en salud, definiéndolo como el único tema a tratar, para así darles un poder de conocimiento

de

las

realidades

sociales

y

una

aproximación

a

la

argumentación. Tercero, en las espacialidades que buscan un fin concreto de lucha desde el ciberespacio, un fin de movilización, de manifestación y de protesta política en pro del derecho a la salud. Y cuarto, en espacialidades que buscan brindar información y comunicación, pero que al mismo tiempo convocan a luchas en las que la descorporalización y la corporalización se encuentran cara a cara para defender una acción o un hecho puntual, es decir, que se establecen como espacialidades que desde el ciberespacio, buscan

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convocar a la comunidad de lucha a encuentros presenciales con miras a la movilización.

Asimismo, estas espacialidades pueden ser de corto o de largo aliento. Esto quiere decir, que pueden ser temporales, generalmente este tiempo (entendido desde las manecillas del reloj) está ligado a un evento o a una coyuntura política. Pero, también puede extenderse a un proyecto en el que más allá de lograr una movilización se sigue generando un debate, se sigue alentado a una participación ciudadana que generalmente se establece desde la información, la comunicación y el debate, una comunicación constante que como se dijo en párrafos anteriores posibilita la extensión del tiempo (lo alarga, lo flexibiliza) para la comunidad de lucha.

En un orden consecuente con las configuraciones sociales y aceptando que antes de constituirse en comunidades y colectividades, los seres humanos crean, gestionan, producen y sostienen su propio universo, vale la pena empezar a abordar la configuración de espacialidades individuales que se configuran desde el ciberespacio entorno al tema de la salud como un agente movilizador de la acción política.

Germán Reyes Forero, por ejemplo, es médico, fue presidente de la Asociación Médica Sindical de Colombia (Asmedas) y también ocupó un cargo de Representante a la Cámara entre el año 2006 y el año 2010. Es jubilado del seguro social y durante 30 años trabajó en el sector Público Prestador de Servicios de Salud, experiencia que lo convierte en un conocedor de la seguridad social y la salud, lo cual pudo demostrarlo en el periódico Momento Médico, del cual fue editor durante varios años.

Pese a ser una figura de reconocimiento público, cuando se habla de su imagen en el ciberespacio ésta no tiende a ser popular y reconocida como sí lo es en la presencialidad. Consciente de esto, desde enero del año 2010 comenzó a involucrarse en lo que él llama “el furor de las redes sociales”,

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atendiendo a un llamado de pertenecer a la red social Twitter, en la cual, en primera instancia fue tímido pero ya es una figura reconocida. Luego hizo parte de Facebook, plataforma en la que cuenta con un perfil propio, personal y más íntimo; y una fan page en la que cualquier persona que esté interesada en su trabajo puede informarse de las propuestas que adelanta, ya sea como candidato político, dirigente o como un ciudadano que con sus acciones moviliza a la opinión pública.

“Estos aparatos [señala el celular, un smartphone] son muy útiles. A mí me gusta jugar acá, decir cosas y la gente me responde. Muchos me acompañan en iniciativas como éstas” (24 de mayo), dijo mientras marchaba en contra del carrusel de la salud. Actualmente, Germán Reyes Forero cuenta con 275 seguidores en su cuenta de Twitter y ha publicado 1.187 posts, entre los cuales se incluyen fotografías de diferentes manifestaciones y marchas para defender el derecho a la salud, que es, como él mismo afirma, el objetivo principal de su proyecto político y de su proyecto de vida. También cuenta con una página web personal en la que se presenta como un político vinculado con el Polo Democrático Alternativo y en la que puede encontrarse información de seguridad social y salud, derechos humanos, política y actualidad de la agenda legislativa de Colombia http://www.germanreyesforero.com)

Al preguntarle por el uso de las redes sociales, Germán reconoce que son herramientas indispensables en nuestros días a la hora de realizar convocatorias. “Lo que ha cambiado, lamentablemente, no es la lucha. En Colombia seguimos teniendo los mismos problemas estructurales en el sistema de salud. Pero, sí contamos ahora con muchos otros mecanismos para informar, para llegarle a más gente, todo, haciendo uso de la tecnología” (Entrevista durante la marcha en contra de la corrupción en la salud, 24 de mayo de 2011). A la hora de relacionar la lucha por la salud, con la protesta, responde:

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“Un pueblo que no tenga salud, que no tenga educación, es un pueblo condenado al subdesarrollo. Entonces, el tema de la salud que es bienestar es un tema fundamental para la población y nuestro sistema de salud, desafortunadamente, a pesar de que tiene recursos muy importantes porque son 38 billones de pesos, de todos los recursos que aparecen de los impuestos, de las contribuciones de los contribuyentes, de los Copacos, de las cuotas moderadoras; a pesar de que tiene toda esa plata el sistema de salud es ineficiente, es ineficaz, es corrupto, no mejoran los índices de salud de la población, antes por el contrario se empeoran, después de la reforma se empeoraron, pasamos del 3.5 ó 4 por ciento del PIB, en 1990, al 8.5 del PIB en recursos de la salud; es decir que subió; sin embargo, si se revisan los índices de la calidad de salud, la población colombiana no ha mejorado su estado de salud, eso está demostrando que la salud está siendo ineficiente. ¿Para qué nos sirven entonces estas luchas? Para proponer un modelo, una reforma en el sistema de salud. Pero, ¿dónde está el foco de la reforma de salud que nosotros proponemos? El modelo de salud nuestro se metió en la dinámica del negocio, en favorecer a unos prestadores de servicios de salud llamados EPS, los cuales acumularon una gran cantidad de recursos de cuenta de los recursos que eran destinados a la salud, recursos que debían ser para prevención, para promoción, para atención, para atender a toda la población en salud, terminaron en el patrimonio de los aseguradores. Un punto central de nuestra propuesta es acabar con las EPS y no es solo una protesta, es una propuesta que tenemos ante el Congreso de la República, las protestas las hacemos porque es una forma de llamar la atención, pero esto es todo un universo. Tenemos que acabar con la intermediación financiera, con eso podremos hacer un sistema de salud mucho más eficiente, que respete a los médicos, a las instituciones y a los pacientes” (Entrevista durante la marcha en contra de la corrupción en la salud, 24 de mayo de 2011).

A esta misma lucha se une el médico otorrino que contribuyó a esta investigación y que como dijimos en páginas anteriores prefiere que no se revele su identidad, puesto que el hacerlo puede llevarlo a tener problemas como médico especialista ante la entidad que trabaja. Él, encontró en las redes sociales una posibilidad de hacer su propia lucha, de convocar a la ciudadanía a defender el derecho a la salud desde el anonimato, sin que su nombre fuera

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revelado, sin exponer su ocupación, su trabajo, su sustento, ante las directivas de las clínicas.

Cuando se le pregunta por los motivos de su lucha, responde: “Lo que pretendemos con todo esto es hacernos visibles, mostrarle a la ciudadanía, a las personas que se le violan los derechos humanos que hay gente organizada, que hay con quien organizarse, que hay gente que sufre las mismas cosas que ellos, los mismos problemas. Que tenemos en Colombia la posibilidad de hacer una ley de salud distinta, que tenemos los recursos y que solo necesitamos una movilización masiva. Nosotros tenemos los sistemas financieros y los recursos para tener una salud como la de los países desarrollados, podríamos pagar el POS contributivo y sobraría para otros programas que beneficien a toda la población con una mejor calidad en servicios de salud. La salud es un derecho y no cualquier derecho, es un derecho fundamental” (Entrevista durante la marcha en contra de la corrupción en la salud, 24 de mayo de 2011).

Este médico hace parte del Movimiento Salud, que se identifica en Twitter como @Saludderechoant y que se define como un “grupo de organizaciones sociales, de pacientes, gremiales, etc., que buscamos que en Colombia la salud y la seguridad social sean derechos fundamentales”.

Pero, antes de finalizar la descripción de estas espacialidades individuales y empezar a caracterizar la configuración de espacialidades colectivas, como es el caso de @Saludderechoant, vale la pena mencionar un aspecto que hace diferentes la participación de Germán Reyes Forero y del médico otorrino y que a su vez es una variable interesante y podría calificarse de fundamental a la hora de analizar el ciberespacio: la identidad. Si se observan los motivos por los que Germán Reyes ingresó a las redes sociales, al ciberespacio, puede observarse que para él era necesario tener una identidad digital que correspondiera con su identidad corporal y presencial, una sola persona que buscaba reconocimiento en dos escenarios. Mientras que, en el caso del

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médico otorrino, el ingreso al ciberespacio representaba una “posibilidad de ser y hacer” algo que no podía ser y hacer en su cotidianidad.

La identidad, aunque no se presenta como un tema fundamental en este trabajo, si es importante a la hora de abordar los movimientos de lucha que se gestan desde el ciberespacio, pues estas espacialidades en la misma medida en que pueden emerger por cuenta de actores sociales reales, también pueden aparecer por cuenta de actores sociales que también son reales, pero que se configuran como un universo paralelo o como un alter ego de personas o entidades que al no encontrar un escenario de expresión en la presencialidad, optan por expresarse, detrás del anonimato o detrás de un alias ficticio o un personaje en construcción que solo habita en el ciberespacio.

Este fenómeno, aunque criticado por muchos, también ha sido defendido desde otros escenarios. Incluso, a la hora de hablar de la comunidad de lucha, hay quienes califican el anonimato como “el gran tesoro de la red”. Sin embargo, se sostiene que el anonimato total no contribuye a la formación de nuevos escenarios de empoderamiento en los que además de convocar a la comunidad de lucha, se genere un cambio social.

Mayans afirma:

“En un contexto social y cultural en el que la mayoría de la población se siente censada, clasificada y controlada, como si de una ficha dentro de una inmensa base de datos se tratara, el anonimato parece poder convertirse en un sueño tan apetecible como irrealizable. Al mismo tiempo, uno de los aspectos mencionados de forma más recurrente en las comunicaciones mediadas por ordenador es que proporcionan, precisamente, una forma de interrelación anónima. Esta es, al menos, una opinión general entre gran parte de los usuarios y la mayoría de los medios de comunicación de masas que, con más o menos rigor, tratan el tema. Sin embargo, esta opinión no es plenamente compartida por todos. Tanto aquellos que tienen suficientes conocimientos

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técnicos, como diversos estudiosos de estos fenómenos sociales, piensan que un completo anonimato en Internet puede no ser posible o deseable” (2000)29

Además del daño que puede acarrear para una construcción social el hecho de que el anonimato o las dobles personalidades se apoderen de la red, también existen otros factores importantes a tener en cuenta cuando se habla de esta clase de fenómenos en Internet. Vale la pena comenzar citando un aspecto meramente técnico y que es conocido como “las pisadas en el camino”. Este aspecto hace alusión a que en la medida en que se navega en el ciberespacio se van dejando datos mínimos que pueden hacer que con una investigación se llegue a la identidad verdadera del navegante, es decir, que en la medida en que se navega en el ciberespacio, se van dejando datos que pueden hacer posible la ubicación exacta del navegante, aspecto que nos presenta el anonimato en el ciberespacio como una simple ilusión de ser desconocido.

Previo al auge del ciberespacio, traído por cuenta de Internet, y en 1963, Goffman advertía que:

“El individuo conocido por otros puede o no saber que lo conocen; los otros a su vez, pueden estar enterados o no de que el individuo sabe o ignora que lo conocen. Además aún cuando crea que los demás no saben nada de él, no puede nunca estar totalmente seguro de ello. Dejando a un lado cuánto es lo que se sabe o lo que se ignora, todo esto tiene importancia, puesto que en un individuo

el

problema

de

su

identidad

personal

y

social

variará

considerablemente según el conocimiento o desconocimiento que de él tienen los presentes, y en tal caso, según su propio conocimiento o desconocimiento de este hecho. Hay que advertir que aún cuando las calles de las grandes ciudades

ofrecen situaciones

anónimas

para los

que se comportan

correctamente, este anonimato es biográfico, es difícil de encontrar algo así como el anonimato complejo aplicable a la identidad social” (1963, p.84).

29

MAYANS, Joan. http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=28&llengua=gl (Consultado en 11:11:11) 148


Pero, del anonimato también pueden desprenderse otras dos palabras que aplican para el caso del ciberespacio: la intimidad y la espontaneidad. Siendo la primera un factor que muchos consideran un valor para proteger, razón por la cual, para no revelar datos personales, terminan optando por el anonimato o por una doble personalidad, que les permita guardar sus secretos más íntimos, sin necesidad de dejar de participar de este universo social. Por su parte, la espontaneidad hace referencia a las facilidades que existen para hablar cuando no se está dando la cara, cuando no hay un control social, y que ya han sido abordadas desde la psicología por autores como Freud.

Para concluir, autores como Goffman y Rheingold (este último viene teorizando desde 1993 asuntos de las comunicaciones virtuales), afirman que aunque el anonimato no es un asunto nuevo, pues también se presentaba en los espacios palpables, físicos y territorializados, si aumenta su poder en la sociedad de las redes, lo cual se facilita por el proceso de descorporalización y en muchas ocasiones, por la idea de la virtualidad.

No obstante, ambos

autores coinciden al afirmar que cuando existe el anonimato no se cierran los canales de comunicación porque para que éstos existan es necesario que existan dos interlocutores, los cuales hacen posible una co-participación en la estructura social y este despliegue, según Goffman, no se destruye por la presencia del anonimato, pero si puede llegar a alterar la construcción de la interacción.

Así pues, tanto Germán Reyes Forero, como el médico otorrino juegan dos papeles de identidad diferentes en el ciberespacio; pero, como bien lo expresa el párrafo anterior, este hecho no compromete la comunicación y la coparticipación, pues los canales, los flujos comunicativos y las conversaciones siguen existiendo. No obstante, a la hora de validar los movimientos de lucha, en los que podría decirse que por reglamentación y constitución no sería necesario esconder nuestros rostros, sí puede afirmarse que el médico otorrino, al no contar con la posibilidad de mostrar su cara libremente, pues algunos intereses personales y profesionales se lo impiden, no puede contribuir

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plenamente a una interacción en la que se garantice, desde el ciberespacio, un agenciamiento político que a nombre propio pueda ser expresado en la presencialidad.

Retomando la exposición de las espacialidades que desde la individualidad permiten el agenciamiento político en temas de salud, vale la pena citar el caso del doctor Luis Casasbuenas Duarte, médico que luego de finalizar un ciclo de su carrera, empezó a cuestionarse por las relaciones de poder existentes entre el llamado “doctor” y el paciente; razón por la cual, terminó especializándose en temas comunicativos, enfocándolos siempre en el sector salud. Aunque el Doctor Casasbuenas Duarte no tiene presencia en redes sociales, a la hora de consultar los temas de comunicación y salud sí es un referente fundamental tanto en el espacio como en el ciberespacio, ya sea mediante artículos que se encuentran colgados en la web o mediante su participación en grupos de investigación como Nacer, que ahonda en el tema de la salud sexual y reproductiva.

Afirma el doctor Casasbuenas que es necesario que los médicos entiendan un poco más de comunicación, no solo para entablar relaciones diferentes con los pacientes, sino también para saber cómo proceder a la hora de agenciarse, de buscar un camino de defensa, ya se de sus derechos profesionales o de la salud como un tema de interés general y fundamental para el desarrollo de los pueblos. No obstante, anota que el tema del poder atraviesa siempre estos canales comunicativos y que no es gratuito que los médicos no entiendan mucho de comunicación porque a muchos les conviene más tener un paciente sentado del otro lado de su escritorio callado, un paciente que sepa cuál de los dos lados es el poderoso, un paciente que vea a el médico como un sujeto de poder. Este aspecto puede ser reconocido como medicina hegemónica, la misma que según algunas de las personas que participaron con Red Salud Medellín durante el proceso de ciberetnografía, no aceptan los saberes populares dentro de su consultorio y mucho menos, se encuentran en capacidad de validar aspectos tan esotéricos como el instinto, la misma

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medicina que según los consultados se constituye como el primer eslabón a superar cuando se habla de lucha, de agenciamiento y de defensa. . “Aceptar decisiones hace parte de la comunicación. Cuando me jubilé me fui para Barcelona a estudiar estos temas porque siempre había criticado la poca ingerencia que tiene la comunicación en la salud. Así con el pasar del tiempo fui viendo que no era solo una inquietud mía y que existe toda una rama del conocimiento, poco abordada, que es la de la comunicación en salud, que aborda desde las relaciones médico paciente y la forma de acercarnos los unos con los otros, independiente de las plataformas o mecanismos tecnológicos que se utilicen para hacerlo, hasta los medios de comunicación que existen para informar de estos asuntos entre las personas especializadas, y los medios de comunicación que existen para trabajar en la prevención, la promoción y la atención en los temas de la salud.

Lo que puedo decirle de Internet en todo este proceso es que a Internet lo está matando la falta de rigurosidad. Le faltan lugares y personas serias, que con nombre propio comiencen a validar todos estos procesos, ya sean comunicativos o de lucha, que al fin y al cabo también son comunicativos.

Internet tiene un poder muy grande y lo que se necesita es validarlo. Tiene un principio que es activo por naturaleza y desde el ciberespacio se puede convocar para defender la salud, para protestar por delitos de lesa humanidad (como es el caso de quienes se roban el dinero de la salud) e incluso para tumbar a un gobierno. Lo que nos hace falta ahora es validez para poder generar confianza.

Pero esto no es solo una responsabilidad de los que se mueven en Internet. Es también una responsabilidad de todos, de los gobiernos, de la academia, de las clínicas, de los colegios, de las empresas, entre otros. Los médicos, todavía, cuando se les habla o hablan de Internet parecen mirando algo despectivo. Es una lucha de poderes. Por ejemplo, si usted quiere ver un médico escandalizado, no es sino que le llegue un paciente a decir que leyó en Internet algo sobre su diagnóstico, su enfermedad, ¿por qué las da miedo? Porque a la medicina todavía le hace falta darle valor a los saberes.

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Resumiendo, Internet es un medio que como diría Eduard Punset es disruptivo y puede generar diferentes clases de oportunidades. Es un medio desde donde la promoción y la prevención pueden brillar e incluso con aspectos como la Telesalud o la Telemedicina, puede considerársele como un mecanismo interesante. Ahora, lo que falta, como lo he dicho todo este tiempo, es hacer que sea creíble para todo el mundo” (Entrevista realizada el 14 de julio de 2011).

Lo que valida la existencia de personas como Germán Reyes Forero, el médico otorrino y Luis Casasbuenas Duarte, es la importancia de la individualidad a la hora de generar procesos colectivos. Si bien los tres tienen vidas diferentes y se enfocan en diferentes temas de estudio o de trabajo, los tres trabajan en un objetivo común: la salud. Asimismo, puede afirmarse, al relacionar estos comportamientos con los estudios socioespaciales, que la individualidad es fundamental a la hora de hablar de colectividad y que es el trabajo que cada persona ejerza y que luego pueda convertir en un trabajo mancomunado, el que hace posible no solo la construcción y configuración del espacio o del ciberespacio, sino también la emergencia de espacialidades.

Espacialidades colectivas: la fuerza de las individualidades toman un nombre general

Luego de analizar tres ejemplos de espacialidades individuales que en temas de salud posibilitan el agenciamiento político, vale la pena empezar a exponer algunos de los ejemplos encontrados de espacialidades que tras pasar por procesos individuales logran la asociatividad y por lo tanto vincular diferentes clases de intereses en un solo nombre, en una colectividad.

Estas espacialidades, las cuales llamé espacialidades colectivas, terminan siendo las que mayores impactos generan ya sea en el espacio o en el ciberespacio. Es decir, que cuando una de ellas se pronuncia, logra la fuerza de un movimiento colectivo. Por ejemplo, si Dora Cristina López hace un

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llamado personal porque su EPS no quiso atenderla, es diferente a cuando una agremiación de pacientes se pronuncia frente a una situación como ésta. Ambos mecanismos de participación son validos y legítimos; pero, a lo largo de la historia, los movimientos sociales se han caracterizado por su capacidad de involucrar a las ciudadanías en luchas que conllevan a alcanzar objetivos comunes.

Entre estas espacialidades colectivas que posibilitan el agenciamiento político en temas de salud, pueden encontrarse asociaciones de pacientes, asociaciones médicas, asociaciones de

usuarios y otras entidades que

agrupan a estas tres clases de perfiles y que lo que persiguen es la defensa del derecho fundamental a la salud.

Entre los casos que se estudiaron en esta investigación existen cuatro en los que vale la pena ahondar por diferentes motivos. Primero, porque involucran diferentes clases de perfiles que se relacionan con la salud, segundo porque son iniciativas que varían entre lo ciudadano y lo institucional y tercero, porque encuentran en el ciberespacio el espacio “ideal”, “perfecto” para comunicar sus decisiones y convocar. Estos cuatro casos corresponden a Comunicación para la salud, iniciativa liderada por la Universidad de Antioquia; el Observatorio de Salud, por el derecho fundamental a la salud, que hace parte de la Personería de Medellín; Salud derecho fundamental, movimiento que es liderado por médicos, gobernantes y ciudadanos; y Sí a mis derechos, movimiento nacional que busca “mejorar la capacidad de respuesta de las organizaciones no gubernamentales y de base comunitaria, a través de una efectiva gestión de conocimiento y trabajo en red alrededor del ejercicio ciudadano de los Derechos en Salud”.

Las cuatro espacialidades colectivas tienen varias cosas en común. Primero, abordan temas de salud. Segundo, involucran las redes sociales entre sus estrategias para acercarse a los usuarios. Tercero, se encuentran en Internet, informando y entregando contenido. Y cuarto, tienen presencia tanto en el

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ciberespacio como en el espacio, pues se establecen como comunidades que aunque se conocen y se agencian desde el ciberespacio, alargan su tiempo y espacio de encuentro en el espacio físico, presencial y palpable, para conocerse y debatir, lo cual en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) recibe el nombre de comunidad. Vale la pena anotar que la relación también se presenta en el sentido contrario, del espacio presencial al ciberespacio, como ya lo hemos advertido en otros ejemplos.

Juan Diego Restrepo Toro es quien coordina el sistema de información y comunicación en salud de la Universidad de Antioquia, más conocido como Comunicación

para

la

salud

y

que

puede

encontrarse

en

www.comunicacionparalasalud.com, que tiene como objetivo ser un medio de comunicación dedicado a los temas de salud y que sea abierto a la comunidad, muy diferente de otro de los proyectos que también está a su cargo http://saluda.udea.edu.co, el cual se enfoca en la promoción y la prevención de la salud de los cotizantes y beneficiarios de la IPS Universitaria. Saluda, a su vez también cuenta con el Programa Saluda en Familia, la Revista Saluda y Saluda Radio.

Con respecto al tema de Comunicación para la Salud, que es en el que centramos nuestro interés, puede decirse que es un portal que fue lanzado el 7 de marzo de 2011, en el que participan varias universidades y el grupo Nacer de la Universidad de Antioquia, el mismo del que hace parte el doctor Luis Casasbuenas Duarte. Éste, según declaraciones de Juan Diego, fue lanzado como la continuidad del I Congreso de Comunicación y Salud, que fue realizado por Extensión de la Facultad de Comunicaciones y el grupo Nacer, ambos de la Universidad de Antioquia. El objetivo fundamental era alargar el tiempo de debate y destinar un nuevo espacio a conceptualizar en temas de salud y comunicación; además, de llevar estos temas hasta el idioma español, puesto que en habla hispana solo existen dos iniciativas como ésta, una en España y Comunicación para la Salud.

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“Con todas estas iniciativas le queremos dar la vuelta al problema de la salud y empezar a trabajar en dos áreas que son muy olvidadas: la promoción y la prevención. En Colombia estamos acostumbrados solamente a hablar de salud cuando aparece la enfermedad y es mediante éstos dos caminos que se hace posible que los ciudadanos estén informados y puedan enfrentar el momento de la enfermedad con conocimientos; pero, también con información que les permita defenderse.

Por eso, desde Comunicación para la salud siempre estamos muy enfocados a conceptualizar el tema de la salud y de la comunicación desde las experiencias de la gente, desde la vivencia de los pacientes. En todo este proceso, en el de la experiencia, cuando echamos mano del periodismo y de la comunicación para contar historias, aparece el tema de la defensa del derecho, porque nos ayuda siempre a mirar más allá de la enfermedad. Los ciudadanos deberían de estar más informados de cuáles son sus derechos en salud”. (Entrevista con Juan Diego Restrepo, 14 de marzo de 2011).

Comunicación para la salud es un portal que como lo afirma Juan Diego Restrepo cuenta con gran variedad de temas, todos relacionados con la salud; pero, que desde enfoques diferentes persiguen el objetivo de mantener una comunidad de pacientes informados, primer punto que se hace necesario a la hora de hablar de una comunidad que tenga los conocimientos suficientes para defender el derecho a la salud, el mismo que se hace vigente solo cuando las personas se encuentran en un estado de enfermedad, como pudo detectarlo una observación que se hizo en la red social Twitter durante 15 días y que abordó los temas de salud. En ésta pudo detectarse que solo cuatro personas iniciaron conversaciones en salud, animadas por un solo aspecto: estaban enfermas ellas o uno de sus familiares y tenían problemas para que desde las EPS se les brindara una atención digna y oportuna.

Daniela Gómez Saldarriaga, quien en 2010 era estudiante de periodismo, también realizó un sondeo similar a éste y puede consultarse en http://bit.ly/vPu0wf. En el escrito final ella informaba que haciendo uso del hashtag, etiqueta, #actualidadmedellin se observó que 24 trinos (nombre con el

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que se designa cada uno de los posts que se publican en Twitter) hacían referencia al tema de la salud, de ellos 13 remitían a noticias que figuraban en otros medios (agenda de medios de comunicación) y solo siete tenían que ver con anécdotas relacionadas al tema de la salud personal. Por esta razón, ella decidió titular el artículo publicado en De La Urbe Digital, “Twitter: el lugar de mis noticias”.

Medios de comunicación en línea como Comunicación para la salud, que también se apoyan de las redes sociales para acercarse a otra clase de públicos, se convierten en espacialidades de la información y la comunicación que validan la existencia de estos temas en los medios de comunicación masivos, aspecto que no es muy abordado en los llamados mass media, pues, cuando éstos se refieren a temas de salud, generalmente lo hacen para hablar de adelantos científicos, procedimientos estéticos, innovaciones, entre otros. Muy pocas veces, se refieren a la salud como un tema político y ciudadano.

Para buscar la salud como un tema político y ciudadano, además de reafirmar la idea de la salud como un derecho fundamental, existe el Observatorio de la salud, que hace parte de la Personería de Medellín. Esta iniciativa, al hacer parte de un organismo de control que es legítimo ante diferentes autoridades de la ciudad, trasciende las fronteras entre espacio y ciberespacio, llevando el mensaje tanto en una página web que puede consultarse ingresando a www.personeriamedellin.gov.co/observatoriodesalud, como en algunas clínicas y hospitales de la ciudad, donde se encuentra ubicado un buzón en el que los usuarios pueden diligenciar algunos formularios que dan cuenta del estado de la salud en nuestra ciudad, el mismo que luego puede verse reflejado en los informes de estado de los derechos humanos en Medellín, que publica la Personería anualmente. La salud figura entre los derechos sociales y es poco apetecida en los medios de comunicación locales, puesto que la violencia siempre termina por llevarse el puesto número uno.

El Observatorio se define así:

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“La Personería de Medellín y La Facultad Nacional de Salud Publica de la Universidad de Antioquia, con el apoyo de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas del Alma Mater, iniciaron desde el 3 de Agosto de 2009 un proyecto de Observatorio por el Derecho a la Salud, dirigido a fortalecer en la ciudad de Medellín la protección, el cumplimiento y el respeto por el derecho a la salud, en el marco de la Constitución Política y el Derecho Internacional.

El Observatorio pretende generar y consolidar diferentes espacios públicos físicos y virtuales abiertos donde los actores involucrados y la población en general, puedan identificar, visibilizar, analizar, valorar y solucionar de manera conjunta los problemas prioritarios que afectan los derechos ciudadanos en materia de salud. Éste procura ofrecer a los diferentes actores municipales los elementos necesarios para la conformación, participación y evaluación de las acciones adelantadas por las instituciones estatales y privadas que tienen la competencia y responsabilidad legal de garantizar la vida, la salud y los derechos conexos con ella, en particular el derecho al ambiente sano y al libre desarrollo de la personalidad y espera contribuir al fortalecimiento de una respuesta social articulada que optimice los esfuerzos para reducir y controlar estos problemas” (2011).

En el ciberespacio, el Observatorio de la salud, también brinda información noticiosa y estadística; testimonios y foros donde quienes tienen acceso a Internet y están interesados en el tema de la salud pueden dejar consignados sus mensajes. No obstante, y pese a que existe la posibilidad para expresarse, la brecha digital en tecnología (apropiación digital) afecta el curso esperado por el organismos de control, y las participaciones en los foros escasean. En tres meses de observación que se le hizo a este portal, no ingresó ningún tema de debate a los foros. Esta situación puede verse ligada a nuestros modelos de participación y al analfabetismo digital; pero, también existe un compromiso por parte del organismo de control, de moderar e incentivar la participación ciudadana en estos espacios, para lo cual es necesario que exista un proceso de capacitación en el que los ciudadanos aprendan del uso de computadoras y de Internet, reconociendo el potencial de estas herramientas a la hora de defender su derecho a la salud.

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En un camino similar el Observatorio de salud, pero sin hacer parte de un organismo gubernamental, y como parte de una iniciativa ciudadana, existe Salud derecho fundamental, organización en la que participan ciudadanos, médicos, pacientes y personas del mundo de la política vinculadas con el tema de la salud. Esta iniciativa comenzó en dos cuentas de redes sociales en Facebook y Twitter y ahora cuenta con una página web cuya dirección es www.saludderechofundamental.org. En ésta publican noticias, campañas, videos y también dejan un espacio para encuestas.

Jorge Alejandro Peláez Silva y Walter Mauricio Gallego Medina son dos de las personas que han acompañado las comunicaciones del grupo y son voceros de la iniciativa que fue lanzada el 7 de abril de 2011 y que es liderada por la Mesa Intersectorial de Antioquia por la Salud. Desde esta espacialidad colectiva de agenciamiento político y defensa del derecho a la salud se han liderado campañas como la de la Octava Papeleta, con la cual se busca que los colombianos tengan la oportunidad de decidir el sistema de salud que desean. La iniciativa no alcanzó a ser llevada a las urnas el 30 de octubre de 2011, pero se sigue trabajando para que sea llevada a votación democrática. Incluso, profesores de enfermería y de medicina, han aprovechado los espacios de la Asamblea de Estudiantes de la Universidad de Antioquia para hablar de la campaña.

Además de convocar a marchas, a espacios como los Martes de la salud, a conversatorios y a foros tanto virtuales como presenciales, desde Salud derecho fundamental, también se han realizado videos con participación colectiva y ciudadana. Tal es el caso del promo de “La Octava Papeleta” http://bit.ly/sjz2c8, del cual participaron tanto ciudadanos como reconocidos personajes de la cultura en Medellín y que gracias a los movimientos virales que pueden darse desde Internet, ya ha sido visto en Youtube por más de 5 mil personas, llevando un mensaje de agenciamiento político y participación desde otros escenarios.

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La última de las espacialidades colectivas analizada y presentada en este capítulo de hallazgos (son más y puede seguirse ahondando en este tema como objeto de investigación) es Si a mis derechos, una iniciativa nacional que fue lanzada en Bogotá y que cuenta con varios caminos para hablar de la salud como un derecho fundamental. Primero, recoge un observatorio nacional. Segundo, cuenta con un Centro de capacitación comunitaria. Tercero, tiene un Centro de asesoría en línea. Cuarto, cuenta con un Banco de experiencias ciudadanos y como quinto elemento cuenta con un banco de recursos, reuniendo así las propuestas de Comunicación para la salud, el Observatorio de salud e incluso la campaña Salud derecho fundamental. No obstante Si a mis derechos, se garantiza por haber logrado poca participación ciudadana desde su lanzamiento en junio de 2011.

Esta iniciativa es liderada por RASA (Fundación Red de Apoyo Social de Antioquia), que tiene sede en el barrio Florida Nueva. En palabras de Gustavo Campillo, presidente de RASA, la iniciativa fue lanzada porque: “En este perturbador escenario de corrupción del Sistema de Salud, donde prácticamente no pasa un sólo día sin que las noticias nos evidencien lo que es sabido desde hace varios años y que el Gobierno no se había atrevido a enfrentar en razón a los diversos interés que los movilizaban para no hacer nada o hacer lo menos posible y con ello "librar responsabilidades" los ciudadanos debemos estar atentos.

Y hago este llamado en razón a que una vez que se les ha cerrado la llave de la corrupción a las EPS no les queda otra fuente de compensar sus utilidades económicas sino la negación de los servicios de salud, es decir; ya no será tan fácil que por la vía de recobros ilegales, facturación indebida, cobros de servicios a personas fallecidas o inexistentes sigan desangrando el Sistema de Salud y por lo tanto la opción más inmediata y menos visible es la negación de los servicios.

Recordemos que el Estado vía Fosyga les gira a las EPS tanto del régimen contributivo como a las del régimen subsidiado los recursos para la atención de

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toda la población asegurada de manera anticipada; una vez al año en el primer mes y sí usted o yo no solicitamos servicios de salud, ese recurso ya no regresa al Sistema sino que se queda en los bolsillos de estas empresas, y sí usted demanda los servicios y ellos pueden contener estas demandas o dilatarlas en el tiempo a través del acto de negación de servicios esa fracción del valor girado que no es utilizada también es parte del negocio.

Por lo anterior el escenario que se nos viene o que ya está sucediendo es que las EPS van a presionar a sus médicos y a sus redes de prestadores de servicios de salud para que éstas y éstos nos nieguen lo más que sea posible, con certeza me atrevo a asegurar que entraremos y de hecho ya se esta sintiendo así, en una etapa de incremento de todo tipo de barreras de acceso a los servicios de salud, incluidos los exámenes de diagnóstico, las cirugías, el suministro de medicamentos y en fin todo tipo de servicios.

Por esto debemos estar alerta y recurrir a los mecanismos de exigibilidad de los derechos tales como la tutela para que nuestra salud no se vea afectada o deteriorada, no hagamos parte del juego, a servicio dilatado o negado; derecho protegido de manera inmediata, ese debe ser el lema.

La plataforma SiaMisDerechos estará para acompañarles en este proceso, no duden en contar con nosotros y recuerde "Juntos somos más fuertes" Contamos con usted” (2011)30.

Entre las espacialidades analizadas, puede observarse que Sí a mis derechos cuenta con un enorme potencial de participación, puesto que desde la conceptualización del sitio mismo en el ciberespacio, ya invita a compartir, a informarse, a agenciarse y a participar. Ahora, la respuesta debe venir de parte de la ciudadanía. Evidentemente, Internet se presenta como un escenario, espacio, de participación activo, pero, en todo proceso de comunicación, como lo podemos concluir de la teoría que sustenta esta investigación, debe existir

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SI A MIS DERECHOS, http://bit.ly/t5UHi2 (Consultado en 11:11:11). 160


un emisor y un receptor, regla básica a la hora de establecer comunidades, regla básica a la hora de hablar de movimientos de lucha. Como puede observarse en todos los ejemplos anteriores, las espacialidades de la colectividad son generadoras de movimientos legítimos y es en este punto donde radica la importancia de su existencia a la hora de agenciarse para defender políticamente el derecho a la salud.

A su vez, estas espacialidades colectivas también deberían de buscar la forma de unirse entre sí, para lograr una mayor visibilización del nosotros. Internet es un camino interesante para hacerlo. Ahora, como bien puede resumirse luego de exponer estos casos puntuales, solo falta disposición, validez, legitimización y credibilidad frente a los procesos que pueden generarse desde la red de redes.

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6. CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES

ENCUENTRO DE DOS MUNDOS. LO VIRTUAL Y LO PRESENCIAL EN LA COMUNIDAD DE LUCHA, VÍAS, RUTAS Y CAMINOS PARA LA MOVILIZACIÓN EN SALUD DESDE INTERNET

Varias son las conclusiones y los retos que pueden extraerse de este proceso de investigación, el cual se entrega con satisfacción puesto que luego de haberme enfrentado al objeto de estudio, comprendo y ratifico la necesidad y exigencia que tiene el mundo moderno de estudiar las temáticas, ya sean sociales o exactas, que trae consigo la llegada de Internet y la construcción del ciberespacio.

En este caso puede expresarse, de manera general, que el reto de estudiar la red de redes desde su impacto social, entra a ser parte de un conjunto de saberes que deben apostarle a la interdisciplinaridad, entendiendo que las sociedades y los espacios no son homogéneos, sino que se configuran y se transforman cada día.

En el marco de las ciencias sociales, campo del conocimiento en el cual puede ser clasificada esta investigación, el ciberespacio representa diferentes retos, no solo desde su conceptualización, sino también desde su aplicación, pues además de convertirse en un tema de estudio con todo el potencial posible para explorar, éste también se configura como un universo social en el que pueden ser aplicadas técnicas y metodologías de investigación ya reconocidas e históricas, tal es el caso de la etnografía que ahora pasa a ser llamada ciberetnografía.

Probablemente, una de las ramas de este conocimiento social que más está llamada a atender a este reto de conceptualización y aplicación es la que cobija a los estudios socio – espacio – temporales, puesto que al hablar de ciberespacio, no solo se hace referencia a otra forma de espacio y de

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espacialidad, sino que también se empiezan a derrumbar barreras físicas y geográficas e incluso se empiezan a modificar conceptos tradicionalmente concebidos desde este enfoque de estudio, tal es el caso de la trialéctica espacial que con la llegada del ciberespacio empieza a dar cuenta de la necesidad de nuevas categorías en las que para hablar de espacio no sea condición fundamental la geografía, un reto y tal vez una molestia para muchos.

Para que esto ocurra; no obstante, se hace necesario que tanto el ciberespacio como espacio e Internet como tecnología atraviesen una serie de procesos en los que los seres humanos busquen la estabilidad y el acceso a las plataformas; pero, también la total penetración de la alfabetización digital, así como la generación de procesos de credibilidad y veracidad que permitan que la masa poblacional en general adopte esta tecnología no solo como algo novedoso, sino como un invento nuevo que ha llegado a cambiar el ser y el estar de los seres humanos, si se pone en palabras de Pierre Lévy cuando hace referencia a los procesos de virtualización.

Internet y por consecuencia el ciberespacio representan un cambio para la historia humana, una innovación disruptiva que, como fue en su momento la llegada de la imprenta de la mano de Gutenberg o el invento de la rueda, cambian y modifican el espacio – tiempo de los seres humanos.

La comprensión del espacio y el alargamiento del tiempo son apenas dos de los factores que pueden mencionarse con la llegada de Internet, los mismos que

representan

un

reto

para

los

futuros

magísteres

en

estudios

socioespaciales, llamados a indagar en este tema, ya sea como objeto de estudio, o llamados a indagar el ciberespacio como un nuevo espacio para la consulta y la participación social. Recordemos que estudiar el ciberespacio se diferencia de estudiar en el ciberespacio y este último punto, estudiar en el ciberespacio, debería de empezar a ser parte fundamental de la labor de los nuevos etnógrafos.

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Ahora, si hablamos del tema del ciberespacio y de la salud, éste también se presenta como un reto, al igual que en otros espacios de conocimiento. El reto puede ser abordado tanto desde la conceptualización, como desde la aplicación, ya sea que el ciberespacio sea reconocido como un medio de comunicación o que sea reconocido como una plataforma virtual desde la cual se hace posible la atención de pacientes, proceso que es reconocido como la telemedicina y que en Colombia ya se concibe como un factor obligatorio e inherente a las Empresas Prestadoras de Salud.

Si hablamos de participación democrática y agenciamiento político, es evidente que la lucha por la salud puede incluirse desde la participación, la educación, el ciberactivismo y la política 2.0. Esta participación puede lograrse desde diferentes caminos, algunos simples y unidireccionales (de una persona a muchas y sin retroalimentación) y otros bidireccionales, donde se configura una comunidad que debate y se encuentra en torno a un interés particular.

Con respecto a los ciudadanos, es evidente que las emociones y el momento por el que atraviesen sus vidas es fundamental a la hora de hablar de la defensa del derecho a la salud. Internet, se presenta entonces como un lugar que no es controlado por los grandes medios de comunicación y en cual la ciudadanía puede expresarse ya sea a favor o en contra de las Empresas Prestadoras de Servicios de Salud, ya sea porque algo les duele o porque algo les indigna, ya sea porque tienen rabia o simplemente porque quieren despertar algún sentimiento de solidaridad hacia otras personas que atraviesan una situación similar a la suya. En este punto podría hablarse de una organización desde Internet, que sea liderada por sus participantes, usuarios y que posibilite en el caso de la movilización la configuración de nuevos escenarios ciudadanos que trasciendan el espacio físico y puedan desplazarse hasta el espacio virtual y viceversa, uniendo así dos experiencias de movilización que se gestan desde dos escenarios diferentes.

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En general, existen cinco conclusiones que son pertinentes a este trabajo de grado, que más que cerrar una discusión, quiere dejar abierto un panorama de estudio que pueda ser de utilidad para futuras investigaciones. Primero, es posible decir que está surgiendo una participación política desde el ciberespacio entorno a la defensa del derecho a la salud, participaciones que pueden calificarse en palabras de Edward Soja como espacialidades. Aspecto relevante si se contemplan los movimientos sociales como agentes del cambio histórico, como opiniones dominantes que comunican y que ahora encuentran nuevas herramientas para hacerlo, las cuales yacen en el ciberespacio.

Por otro lado, pese a que este surgimiento es evidente y que puede tender a tener ecos en los medios de comunicación tradicionales, en Colombia la defensa al derecho a la salud por sí sola no convoca multitudinariamente como si es el caso de otra clase de problemáticas humanas y gubernamentales. La violencia de nuestro país, el conflicto armado y la corrupción no nos ha permitido pensar en la defensa de nuestros derechos. En salud, todavía somos para Internet una parte de las ciudadanías de la inexistencia. Nos encontramos frente a un camino de construcción.

Además,

los

medios

de

comunicación

tradicionales,

convocados

por

monopolios empresariales y sistemas estatales, todavía inciden en las movilizaciones que se gestan desde el ciberespacio local (si puede llegar a llamársele así). Todavía hacen parte de lo que Habermas llamaría un proceso de acción comunicativa. No obstante, ese proceso donde se conjugan comunicación y poder está siendo ahora modificado porque con la comunicación la gente hace cosas y la comunicación que se gesta desde Internet es la esencia de un movimiento social que está surgiendo.

Así mismo, cuando se habla de salud, el ciberespacio se configura como un escenario de convocatoria potente. No obstante, todavía necesita trascender a una movilización y a un proceso de agenciamiento político donde más que comunicación se posibilite la transmisión del mensaje. 165


Como última reflexión, y parafraseando a Manuel Castells cuando afirma que “Internet no soluciona problemas y que lo que hace es tener una fuerza potencial de movilización”, vale la pena afirmar que sin los problemas sociales el ciberespacio no funciona. Solo cuando hay movilización de defensa, este espacio de información y comunicación puede trascender como un amplificador del mensaje, de lo cual puede deducirse que a la hora de convocar a la comunidad de lucha, se hace necesario la presencia del espacio y del ciberespacio.

Espacio virtual y espacio físico, la conexión es lo que hace la comunidad de lucha.

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