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"Habitantes de una multitud de universos aterrizaron en la Tierra visitándonos de vez en cuando" Charles Fort
"El hombre es un espíritu, una criatura de otro mundo" T. Lobsang Rampa
"Los extraterrestres lo que están haciendo básicamente con nosotros es crear conciencia de su realidad, dándonos una dirección especial y llevándonos a expandir igualmente nuestra conciencia a un estado más elevado" J. Allen Hynek
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AGRADECIMIENTO
[A cuantos me distinguieron con su confianza, desahogando sin temor sus más escalofriantes experiencias. [A mi esposa Marilú, fiel y estoica compañera, quien padece cada peligrosa aventura de este arrojado periodista. [A quienes me facilitaron el estudio de cada caso. Y aportaron los medios para su estudio. [Al lector por su atención, valioso estímulo a cuanta investigación realizo y expongo.
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ÍNDICE PRÓLOGO........................................................... 7 I.ME ENFRENTÉ A UN CHANEQUE……………. 13 Creí tener una serpiente en mi cama Los niños, importante clave ¡Tengo que trabajar! II. ACOSADO POR LA MANO ¿FANTASMA?...... 27 La mano pachona ¿Parte del folclor? Similar a La Llorona III.HABLA MÉXICO: "Yo he visto fantasmas"…….36 IV.CONTACTADOS POR LA OUIJA……………… 48 Comunicación con y desde el espacio Un breve paréntesis Comunicación familiar con el futuro V.MISIÓN EXTRATERRESTRE EN MÉXICO……. 65 Salvadores y adivinos El testimonio de Paty Extraordinaria vidente "Estamos entre ustedes" Extraño y oportuno aviso Un final telenovelesco VI.VISITAS INESPERADAS DEL ESPACIO EXTERIOR. 88 Un marciano en su trabajo Tormentoso juicio Un dato más Can lastimado por un extraterrestre Al manicomio por ver siderales "Desaparecieron como en las caricaturas" VII.SECUESTRO EN TEPOZTLÁN………………………….105 ¿Aviso premeditado? Más preguntas El que persevera alcanza
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Se complica la odisea ¿Aún vivirá la mamá? "Seres con antenas de color verde" "Como salido del lodo" ¡Sigue vivo! VIII.BEBÉ ANFIBIO EN MÉXICO…………………………… 125 El hombre-animal, mezcla de siempre Ente con boca de sapo El hombre lagarto Bebé anfibio nacido en México Papá extraterrestre Emergió del canal de desagüe IX.CONTACTO CON EL HOMBRE-PÁJARO……………….. 139 Humano con pequeño pico Pájaro con cabeza de mono Increíbles murciélagos El hombre-lobo Los monstruos alados de México San Luis Potosí Monterrey Cohabitantes repudiados X.TERRÍCOLAS SEMBRADOS………………………………… 155 Inaudito encuentro Ignorancia oculta Figuras calvas en naves espaciales Comentario ex profeso ¿Con sangre de aliens? Salieron de la laguna Joven sembrada Científico híbrido Una opinión XI.CONTACTO OVNI………………………………………………175 Puebla: 5 astronaves en media hora No fueron los únicos
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Avistamiento grabado en la ciudad de México Jalisco, ¿refugio de platos voladores? Cazador de OVNIs "Como un puro gigante" Enfermó del hígado XII.ODISEA EN OCOTLÁN………………………………………..193 Acrobático vuelo Chapala, base extraterrestre Mi primer aterrizaje manejando avioneta y, mareado La nave de Ocotlán XIII.¿EXTRATERRESTRES CONTRA NOSOTROS?................ 210 Encuentro cercano con la muerte OVNIs vs. personal del aeropuerto Esferas inteligentes Marcado por extraterrestres Agresores temerosos BIBLIOGRAFÍA …………………………………………………….... 227
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PRÓLOGO
Indiscutiblemente el hombre de fines de siglo XX se encuentra abierto mayormente a la existencia de seres de diversos planos dimensionales o del espacio exterior que rondan su mundo físico de una u otra forma. Sabe con exactitud que no está solo ni en este planeta ni en el cosmos, porque conforme transcurre el tiempo, y se acerca al cambio de milenio, un acicate inconsciente lo impulsa a aceptar que criaturas de diversa índole giran en torno a él, manifestándose de distintas formas, ya sea etéricas, fantasmagóricas, plásmicas, ectoplásmicas, en sueños. O bien a bordo de naves procedentes de otras civilizaciones distantes más allá de donde alcanza su vista al cielo. Sí. Resulta altamente revelador, y al parecer cíclico, que cada vez que la humanidad pasa en el tiempo de un siglo a otro, su espíritu se altera concibiendo mutaciones internas a la par que figuras corpóreas que han de guiarla en este importante cruce de temporalidad limitada. Empero, diríase que el hombre no sólo desde tiempos remotos, sino que desde prácticamente se asentó en el planeta Tierra, ha sentido la compañía de uno o varios seres durante su breve existencia. Bien puede considerarlo el familiar querido que ha dejado de virir en el terreno tridimensional para convertirse ahora en su acompañante desde el plano espiritual; bien le asigna otros nombres que de cualquier modo no solamente no lo hacen sentir aislado, sino que en ocasiones hasta trastornos le causan: sustos, impactos, males psíquicos y orgánicos, como le aportan experiencias positivas o desagradables haciéndole ver de cualquier manera que entidades disímbolas deambulan entre su recorrer por el espacio-tiempo que tiene asignado en este mundo físico. Maestros, guías espirituales, el ser amado fallecido que regresa de otra dimensión a la criatura humana que se siente desvalida e impotente ante los ataques de la propia existencia (problemática cotidiana fundamentada en cierta forma en un aspecto kármico), son hoy por hoy parte fundamental de cada persona. Y se suman a ellos entes que surgen aparentemente de la nada para atosigarlo, inquietarlo y a veces hasta para ayudarlo en sus conocimientos y proceder ante la vida... Denominaciones de éstas las hay por ende en grado superlativo y a través del correr de los años, y enriquecen hasta el
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foclor mismo convirtiéndose las extrañas formaciones semi humanas en monstruos que aterran a los habitantes de una comunidad o a los vecinos que duermen plácidamente para verse de pronto asediados por humanoides que llegan inclusive hasta los acosos y agresiones sexuales, dejando en muchas mujeres, por ejemplo, lo que en términos modernos conocemos como seres sembrados, como leeremos en esta obra; sumada la acción -de algunas especies inteligentes del universo- a la creación de personas híbridas cuya naturaleza llega a presentarse en forma reptiloide o de ave -como también expondré a lo largo de CONTACTO: MEXICO. Pero en una generalidad, muchos de nosotros al perder al pariente más querido sentimos luego asignarle un lugar en nuestros corazones para que sea siempre nuestro guía y compañero inseparable. Es decir, lo colocamos en un plano extradimensional específico no muy lejano de nuestra tridimensionalidad. Y otros, refugiados en el seno religioso, como una ostra que se abre poco a la vida circundante, crean en su mente amigos espirituales a quienes conceptúan como el ángel de la guarda, bien la Virgen María o su hijo Jesús; aunque no faltan aquellos que han escogido a unos santos de su devoción para ser igualmente sus confesores íntimos, vigilantes y protectores fieles y compañeros de por vida... En pocas palabras, no obstante los avances indiscriminados de la ciencia y la tecnología, los cuales tienden a mantenernos como sus esclavos inmersos en un materialismo absoluto, paradójicamente nuestro ego parece haberse rebelado disparándose asimismo violentamente para mirarse con mayor detenimiento dentro de su ser apreciando que es parte de un mundo multidimensional, que pertenece a una línea directa de energía emanada de una ENERGIA SUPREMA a la par que, observando físicamente más allá de las fronteras celestes, por encima de la atmósfera de la Tierra, darse cuenta que definitivamente no puede ser el único ente inteligente creado en el vasto universo de oceános cósmicos. Y los ejemplos los tenemos a la orden del día: manifestaciones complejas que rayan en lo absurdo, surgen por doquier aterrando al terrícola a la par que fascinándolo con sus expresiones y actos... Por ello han surgido multitud de guías, personas con autoridad y experiencia, o sin ambas, las cuales se aventuran a dar sus veredictos, sus diagnósticos
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ante las enfermedades psicosomáticas y totalmente reales que causan los diversos tipos de entidades con las que nos enfrentamos seguido; entes que desde luego no han sido escogidos por nosotros, a diferencia de los seres amados y los concebidos acorde a nuestra religiosidad. Una prueba de este enunciado relacionado con ciertos espectros que acostumbran visitar a la gente cuando descansa, es la que aporta el doctor Michael Persinger, de la Universidad Lawrenciana de Ontario, Canadá. El hombre de ciencia llegó a revelar que aproximadamente un 30% de los pacientes que alguna vez acudieron a su laboratorio, aseguraban haber sufrido la presencia de personajes silenciosos de desconocida procedencia. Y otro no menos importante investigador, a la par escritor, el doctor David J. Hufford, ha publicado un estudio muy completo intitulado "El terror que viene en la noche" en el que afirma, entre otros conceptos, que uno de cada seis norteamericanos ha visto su dormitorio invadido por visitantes no deseados. En un episodio que se desarrolla siempre y más o menos de la misma forma: a media noche, despertando el testigo súbitamente y, mientras permanece en la cama con los ojos abiertos, descubre con estupor que no puede mover ni un solo músculo y que tampoco sus cuerdas vocales le responden. Luego empieza a escuchar unos pasos que se le acercan, a la par que percibir a una figura que se inclina a él para hablarle o mirarle. En todo tiempo -como expondré con casos averiguados por mí mismo o confiados por gente seria- experimenta la sensación de que algo le oprime el pecho mientras que su pareja en cama está totalmente inmovilizada y por ende ajena a la pesadilla que vive el individuo, hasta que de una forma inesperada el visitante se desvanece y con él la parálisis y los demás efectos que precedieron o se dieron durante el encuentro con este tipo de entidades nocturnas. -Aquí recuerdo lo ocurrido en la ciudad de México hace algunos años a una pareja que quiero mucho: Raciel López Varela, consagrado locutor que ha militado en lo mejor de la radio mexicana, y su esposa "Perlita" (como llamamos cariñosamente), otrora excelente intérprete vernácula. Ella me confió que viviendo como a la fecha en el noreste de la capital de la República, cierta noche que aguardaba a su marido que regresaba tarde de su turno en una emisora de radio, de pronto adormilada sintió la presencia de un extraño ser de corta estatura que se colocó atrás de su cabeza para ponerle una especie de cuadro al frente. "Me desperté al instante advirtiendo claramente sus movimientos y expresión gracias a la luz de un arbotante de la calle que se colaba por la ventana de mi alcoba. Después de retirarme el objeto, desapareció atravesando la pared de la
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habitación", dijo textualmente la visitada. Y precisamente no con ésta, sino con otra clase de criaturas no menos impresionantes, empiezo esta obra, ya que fui testigo y protagonista de la acción de unos entes que han grabado su nombre hasta en las leyendas y folcor de miles de comunidades de la Tierra; como prácticamente concluyo el libro con la horrible y traumática experiencia afrontada con valor, de un hombre de edad morador solitario de una cañada del estado de Jalisco, a no muchos kilómetros de la ciudad capital Guadalajara. Pero al hablar de estas apariciones de la noche, no puedo olvidar aquellas diabólicas que tanto terror y daño causaron a la población del medioevo. Sí, porque hemos de recordar que Europa vivió una auténtica invasión de esta derivación de visitantes nocturnos a los que se asignó el nombre de íncubos y súcubos. Las monstruosas figuras se dedicaban a atacar sexualmente a hombres y mujeres; y fruto de aquellos encuentros surgieron hijos ilegítimos, como se afirma fue el caso del margo Merlín: hijo de una monja seducida por un súcubo -los íncubos actúan con el hombre-. Al respecto quiero añadir que en la vasta literatura existente sobre la materia, destaca una obra intitulada Malleus Maleficarum que, escrita por los alemanes Kramer y Sprenger, habla de las experiencias con seres malignos que fomentaron la brujería negra entre los siglos XII y XVIII. En ella se puntualiza que dichos íncubos y súcubos pueden mantener relaciones sexuales con la víctima elegida, aun a espaldas del o la cónyuge, que yacerá completamente dormido. Además -asegura este tratado inquisitorial- las víctimas de estos peculiares demonios transformistas serán predominantemente mujeres. Dos aspectos que se repiten hoy en los recientes casos de abducción, como llegó a señalar inclusive Martín J. Pizarro en un importante artículo publicado en noviembre de 1993 y de los que en este tratado me propongo abundar y demostrar con casos sucedidos en mi país, México (englobados en la palabra contacto); experiencias que para mi fortuna se han convertido la mayoría de ellas, en inéditas, ya que estaban guardadas en el archivo del silencio y el temor hasta que conseguí rescatar para apoyar lo que bien pudiera ser la tesis de este trabajo de investigación. Es decir, que resulta verdaderamente alarmante el hecho de que cada vez nos asedie un mayor número de entidades que afectan hasta nuestra conducta alterando la vida cotidiana (y que incluso la gente al fin se atreva a denunciar abominables y penosas vivencias con seres diferentes a nosotros). Y estos entes habrá que distinguirlos de los extraterrestres; ello para que el lector juzgue por sí mismo hasta
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dónde una criatura de las que acosan a la humanidad es entidad, en su más pura y completa acepción terrícola, o bien extraterrestre, de procedencia físicamente ajena al planeta. Es menester, finalmente, aclarar que el contacto o la serie de contactos no tanto vividos en carne propia, sino verificados hasta donde me fue posible, no sólo ha sido o es con criaturas, sino con los objetos que muchas de ellas utilizan para venir a la Tierra; lo que vendría siendo un contacto visual, como lo que estudié en Guadalajara y su periferia, asombrándome la cantidad de contactos (la mayoría a distancia; otros de persona a tripulante del espacio) que guardan los hospitalarios jaliscienses, con quienes tuve fascinantes aventuras a grado tal que estuvieron a punto de costarnos la vida, como relato en el espacio dedicado a tal investigación ovnística en la Perla Tapatía. La acción de los corpóreos, ya como entidades, ya como alienígenas, me ha acicateado el gusto por continuar con mi tarea de investigación periodística y de divulgación sobre este tema, que como decía al principio, cada día abre más nuestra mente a nuevas realidades. Y es que mi andar entre los OVNIs y ciertos terrenos de la Parapsicología, me ha permitido ser desahogo de experiencias francamente increíbles, amén de espeluznantes algunas y todas dignas de consideración, ya que son respetables desde el momento en que son narradas por personas que no buscan publicidad, son serias y sólo revelan sus secretos a quien les da confianza al hablar por la televisión, la radio, la prensa escrita y en foros prestigiados, como me ha tocado hacerlo. Y al reunir un buen número de hechos, tras descartar otro tanto que no consideré con los elementos requeridos para difundirlos públicamente, me dispongo a hacerlos de su conocimiento para que de esta manera, amable lector, usted pueda enterarse de que, seres de otros mundos se han hasta mezclado entre nosotros -lo que a estas alturas ya no es gran noticia- es el hecho de cómo se han aparecido ante ejecutivos bancarios, gerentes de ventas de importantes cadenas hoteleras, artistas y escritores de primer orden. Y además han ejercido notable influencia, por ende, en sus vidas. Asimismo sabrá de cómo existen a la fecha seres híbridos animalescos que han llegado hasta secuestrar no sólo niños, sino jovencitos. Y tendrá, de esta manera, un panorama más amplio del complicado y complejo mundo extraterrestre que se combina en muchos ángulos con el de la parapsicología confundiendo nuestros conocimientos sobre ambas materias.
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Espero pues cumplir con la serie de objetivos que me propongo ahora en esta obra. Muy ajenos, enfatizo, a la imposición de un criterio, mas sí ligados a la difusión de cuanto atañe a un mayor número de personas, puesto que actualmente un alto porcentaje de ellas están ligadas a dichos campos -si no es que todos- sólo que unas cuantas se atreven a confesarlo. Esta es mi línea periodística de investigación. Y estas son algunas de mis experiencias personales que ahora, debido al tema, me nace el deseo y valor de cofesar. Por ello permítame el lector comenzar por ser el primero en narrar dos vivencias que jamás había revelado a estos niveles, para enseguida darle el lugar a los demás evidenciantes y víctimas de las entidades y los extraterrestres. Luis Ramírez Reyes
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I. ME ENFRENTÉ A UN CHANEQUE Un contacto tenido en México que jamás olvidaré, junto con el de la Zona del Silencio, del que hablo en "Alerta: Extraterrestres Aqu¡" (Editorial Diana), fue el que viví en el año 1981. Yo como usted, sabía de la existencia o leyenda de los chaneques. Éstos son unos duendecillos que reciben a través de la historia o de acuerdo al folclor de cada pueblo, diversos nombres. Se les conoce por ejemplo como gnomos en Europa; aluxes -en la parte sur de la república mexicana. Y muchos calificativos más. Empero, en rincones del estado de Veracruz y en Morelos, como en Guerrero y hasta donde tengo conocimiento (no dudo que más partes de territorio nacional) se les denomina básicamente chaneques. De esto también estaba enterado. Pero lo que ignoraba un día de mayo fue que habría de enfrentarme a estas criaturas. Y motivado por un gran orgullo, salir airoso -aunque no asustado- de los encuentros. Hoy he aprendido de acuerdo a clasificaciones europeas que efectivamente, no sólo existen, sino que son tan antiguos como la historia de la humanidad misma; que pertenecen a la misma raza o nivel de las hadas; que habitan en cuevas como las sílfides y dem s seres del mundo oculto... No en balde Gustavo Adolfo Becquer los hace protagonistas en alguna de sus leyendas en forma de espíritus. Por cierto la más conocida quizás sea "El gnomo", ambientada en Aragón, España. Y describiendo a este personaje como un ser transparente y diabólico que ríe a carcajadas, saltando de pena en pena, y muy semejante a un fuego fatuo. Supe igualmente, al leer y hurgar al respecto, que sin embargo en el norte del continente europeo se considera a los gnomos, duendes o chaneques como benévolos que ayudan a los hombres buenos de corazón que requieren de su ayuda, siendo enemigos de aquellos que son viciosos, delincuentes o que maltratan la naturaleza (como comprob‚ realmente según relato en seguida). Asimismo conocí, tanto en persona como en literatura, que perteneciendo al grupo de los llamados "seres elementales" se manifiestan en las casas por lo regular al anochcer, momento propicio para gastar bromas a los durmientes, tales como revolver toda la vivienda, molestar al ganado, quitar las mantas a quienes descansan o hacerles cosquillas con sus dedos helados.
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Y finalmente, antes de entrar en mi caso, considero necesario exponer algunas de las características más importantes de este tipo de criaturas. Ello a fin de facilitar la credibilidad a lo que viví con dichas criaturas. Las similitudes son por tanto las siguientes: A) Son seres interdimensionales y atemporales. Lo que significa que a diferencia de nosotros, no todos se rigen por las leyes físicas. Empero, viven como nosotros, en la Tierra y comparten nuestros espacios: ríos, bosques, montes e inclusive hogares. B) Poseen capacidad para materializarse en nuestra dimensión física y por tanto hacerse visibles a quienes desean, especialmente a los infantes, según mi propio testimonio. C) Tienen un carácter por general, muy juguetón. Les encanta confundir, asustar y asombrar a los humanos con sus trucos, invenciones y muchos juegos. D) Viven mucho más tiempo que los terrestres, aunque no son inmortales. Se dice que pueden alcanzar los 400 o 500 años, dependiendo de diversos casos. E) Son éticamente neutros y pueden ser perversos o benignos en función de nuestra forma de relacionarnos con ellos. Ya verá el lector cuánta razón hay en esta característica cuando lleguemos al incidente con los chaneques. F) Son inteligentes, en el sentido de que obedecen a un fin racional y concreto; algunos parecen poseer una inteligencia extemadamente desarrollada, pero todos tienen ciertas limitaciones que les hacen parecer débiles ante los humanos, aun disponiendo muchos de ellos poderes para nosotros incalcanzables. G) Poseen fuerza y poder capaces de afectar a nuestra voluntad y sentimientos si estamos en su campo de acción. Es decir -agregaría yo a esto- de que si empatamos en su frecuencia, o bien vibramos en la misma de ellos, nos pueden entender. Como fue mi caso. H) Y sumo a este conjunto de símiles o características de los duendes, gnomos o chaneques, una relacionada con los platillos voladores. Se trata de que bien pudieran tener que ver con éstos desde el momento en que cuando se les ha visto (por lo menos en México que es donde me consta) en la mayoría de las ocasiones se ha sabido de avistamientos en la región donde aparecen estos "hombrecitos". Creí tener una serpiente en mi cama Bien, pues he aquí la historia. En 1981 ya era amigo de un hombre enamorado y fiel conservador de la ecología y la naturaleza en su totalidad. Veterinario de profesión, lo
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conocí en 1974 porque trabajamos juntos en un programa de televisión producido por un muy popular y excelente productor, Alfonso Prado (quien fue en su tiempo hacedor de artistas como después fue Raúl Velasco) y conducido por el inolvidable y muy querido para mi -amén de haber sido mi maestro en conduccion por tv- Paco Malgesto. Sí. Me refiero a aquella serie que el lector adulto seguramente recordará : "Operación Convivencia", la cual se trasmitía por el Canal Dos de Televisa Méico en las mañanas con un perfil de servicio y entretenimiento. Y precisamente mi amigo tenía a su cargo una sección dedicada al cuidado de las mascotas, como a la conservación de la fauna -En aquel tiempo aun no estaba de moda la palabra "ecología"- y desde luego la flora. Inclinado por su profesión y gustos, como actividades, llevé desde entonces una muy buena relación. Me refiero al doctor Francisco Medina. Pasó el tiempo. En cierta ocasión, a principios de 1981, y luego de muchos años sin vernos, nos encontramos en los estudios de radio de las calles de Ayuntamiento de la ciudad de México, gracias a que ambos teníamos un amigo en común, muy querido: Gustavo Ferrer, destacado locutor de radio y televisión. Éste, quien conducía una serie sabatina infantil lo había llamado a colaborar para pronto ganarse el cariño de los pequeños, quienes de inmediato lo bautizaron por cierto como "Pancholín". Con el mismo aprecio nos empezamos a frecuentar hasta que a mediados de ese año en plena época de lluvias recibí una invitación a pasar un fin de semana en una casa de campo que había comprado en el pueblo de Moyotepec, perteneciente al estado de Morelos, colindante con el Distrito Federal y a escasos kilómetros de Yautepec. Distante de la capital Cuernavaca unos 50 kilómetros al este. Acepté gustoso porque, según me hab¡a explicado, la propiedad guardaba un huerto de considerable extensión en medio del cual se hallaba un árbol quemado por un OVNI tiempo atrás. A la par que los habitantes de aquel poblado aseguraban ver periódicamente platillos voladores haciendo circunvoluciones en sus cielos. Por tanto, el galeno quería mi opinión al respecto. Ya organizado, una tarde de sábado me presenté en su departamento de la avenida División del Norte con maleta de viaje en mano. Saludé a su esposa, la cual al
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preguntarle si nos acompañaría me contestó negativamente sin darme ninguna explicación. Recuerdo que solamente me dijo que no le gustaba ir a esa casa, lo que no dejó de intrigarme. Pensé para mis adentros cómo era posible que teniendo un lugar de descanso no se aprovechara ni se sintiera al menos un poco de interés por él. Pero tratando de ser respetuoso ante la respuesta hasta cierto punto indiferente de la mujer, que evitó por algo dar alguna explicación al respecto, no insistí para nada en averiguar la causa de su palpable desdén hacia la propiedad de la familia. La verdad la sabría al día siguiente. En esos momentos distaba mucho de conocerla. Sus hijos no estaban en casa y por lo visto la idea del veterinario era de ir solamente él y yo. Así partimos alrededor de las 19:00 horas en medio de una incesante lluvia que no cesó en todo el camino. Viajábamos a bordo de una camioneta debidamente equipada para trayectos largos y permanencia prolongada en el campo. Platicábamos temas vanales, aunque reincidíamos en los objetos voladores no identificados y mi ya marcado en ese tiempo- interés en ello. Como demostraba con programas de radio que tenía sobre la materia, a la par que artículos que escribía en diversos diarios y revistas del país. Yo notaba una desmedida inclinación del profesionista por estos fenómenos, hecho que acentuaba mi atención en su conducta. Al cabo de hora y media, casi dos de viaje, arribamos al poblado para dirigirnos a la salida y encontrar en pleno campo, a unos metros del borde de una cañada, la casa de la familia Medina, un inmueble rústico de una sola planta invadido por una vegetación exhuberante y un calor no menos agobiante, que el aguacero no atenuaba. Bajamos nuestro escaso equipaje del vehículo una vez estacionado en el garage de la propiedad campirana. Y protegidos con un paraguas entramos a la estancia principal, depositando nuestras pertenencias en el suelo para iniciar un pequeño recorrido por el interior de la morada. En breve est bamos instalados. Sentados en la sala y tras cenar algo ligero, Paco (como se le llama cariñosamente a los Franciscos en español) me ofreció una copa de buen vino blanco que disfruté con la agradable conversación que entablamos sobre los motivos. Entre otros temas, de la adquisición de la casa: un sencillo inmueble rodeado y abrazados de gigantescos árboles y enramadas; con una pila de reserva de agua de riego a un costado, al derecho, que daba inicio a un huerto de buen tamaño donde el
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amante de la naturaleza siembra y cultiva hortalizas a la par que frutos de diversos tipos relacionados con la región cá lida del estado de Morelos. En un momento de la plática recuerdo que al soltarle la pregunta a quemarropa del porqué la negativa de su esposa de pasar allí los fines de semana, al igual, según intuí que sus hijos -ya unos jóvenes en ese tiempo-, simplemente me comentó que por la sencilla razón de que había algo que no les gustaba. ¿Qué cosa?- inquirí al momento. Más intrigado que antes. Pero mi interlocutor eludió la pregunta inteligentemente con una frase intrascendente. Algo así como "Pues ruidos en la noche provocados por muchas causas, como movimientos de las plantas que están sobre los techos”. Etcétera. Nos encontrábamos uno frente a otro en el reducido espacio de la sala con una mesita de centro de por medio. El tiempo se nos fue veloz con la interesante charla donde no faltaron los platos voladores. El galeno me abundó un poco más con respecto al supuesto árbol "quemado por un OVNI" diciéndome que cuando adquirió la propiedad ya había ocurrido el incidente, consistente en que un objeto volador del espacio cierta noche lanzó un rayo contra el vegetal mutilándolo y dejándolo cortado y muerto. Como me prometió mostrarme al día siguiente. Amenaza de un horrible bicho Interesado sobre manera en su exposición, no reparé en una tarántula que descendía por la pared a mis espaldas. Me hallaba recostado en el respaldo del mullido sillón que descansaba a su vez en la pared revestida de cemento con un color amarillo carcomido por el tiempo. Paco la descubrió oportunamente. Y para evitar me asustara y con la impresión provocara un movimiento que inquietara al venenoso arácnido, me hizo un ademán que interpreté como advertencia de que algo estaba arriba de mí. Volteé la cara al techo, alto y atravesado por vigas de madera corroidas por las termitas, sin distinguir nada anormal. Empero, el veterinario trataba de disimular su angustia al ver que el peludo animal se acercaba lentamente hacia mi cabeza, que se encontraba cada vez a menos distancia de sus enormes patas. Finalmente, tras incorporarse rápidamente me ordenó: -¡No te muevas, Luis. Quédate quieto. Tienes un animal atrás de ti, que te quitaré‚ ahora! Inmóvil, miré cpmo el hombre se atravesaba para de un manotazo al alcanzar la pared lanzar a la tarántula lejos. Acción que me dejó sin habla por unos instantes, la que
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recuperé ante las palabras tranquilizantes de mi amigo: "No te preocupes; tenías una araña gigante a unos centímetros de tu cabello, que ya alejé‚ de ti". Recuperado de la impresión reanudamos la plática ya para concretar, pues al mirar el reloj, que marcaba casi la una de la mañana, decidimos retirarnos a descansar. Mi amigo me indicó la alcoba distante a unos pasos de la suya. Mi aposento era un cuarto bastante largo y ancho que guardaba unas cuatro camas. Dos ventanas que daban al jardín circundante se encontraban al costado izquierdo y frente al sitio que escogí para dormir a escasos metros de la puerta de hierro que cerré con seguro. En el fondo desconfiaba de mi amigo, pues no lo conocía lo suficiente. Y se sumaba a ello el ambiente que se respiraba en la casa: extraño e inquietante, especialmente por el ruido de la lluvia que caía a cántaros y dejaba pasar por los ventanales relámpagos que tornaban más tenebroso el sitio. Apagué la luz algo distante a mi cama y conseguí conciliar pronto el sueño, motivado tal vez por el cansancio y la impresión recibida minutos antes. Dormía plácidamente cuando "algo" me despertó instantáneamente. La habitación estaba totalmente oscura, pues en esos momentos ningún rayo se había atrevido a aparecer para iluminar el área. De pronto un objeto que no podía describir ni siquiera adivinar, cayó con peso a un costado de mi cuerpo, a mis espaldas. Lo primero que atiné a pensar fue que era una serpiente, lo que me dejó más helado. Pero antes de continuar la narración debo aclarar que tengo el sueño muy ligero; con cualquier movimiento o luz, o sonido cercano, me despierto. Quise entonces incorporarme para bajarme a encender el único foco que poseía la habitación. Pero el solo saber que implicaba caminar y que el supuesto animal podía agredirme, me lo impidió. Por lo que preferí no moverme en lo más mínimo de mi lugar, con la esperanza de que la "víbora" tampoco lo hiciera y no fuera a atacarme. Cerré los ojos dándome valor e intentando al menos dormitar. Sin embargo, impotente para conseguir mi objetivo, volteado como estaba desde un principio, hacia la ventana más cercana -a unos cuatro metros- protegida mi cara con una parte de la almohada, ya que la otra salía por atrás de mi cabeza, al cabo de unos segundos o unos instantes sentí que de nuevo caía "algo" a mi lado. Ahora era exactamente en la parte restante de mi almohadón, muy cerca de mi cerebro.
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Escuché claramente el ruido al caer el objeto, animal o lo que fuera, pesadamente atrás de mí lo que me electrizó y no me afectó el corazón por milagro. Impresionado como nunca, ignoraba qué hacer. Quería levantarme a encender la luz, pero a la vez temía que la "cosa" si me moviera y me atacara. Al fin un relámpago me hizo ver con extremada precaución, al voltear ligeramente la cabeza para apreciar lo que tenía a mi lado e intentar tocar con una mano, que no había nada. ¿Cómo? -me pregunté más sorprendido. ¿Entonces qué‚ es lo que ha caído sobre mi cama? Me incorporé‚ ya con confianza para dirigirme a encender la habitación. Una vez iluminada, revisé‚ con manifestado temor el piso, abajo de la cama, encima, a los lados... sin descubrir nada anormal. Intrigado, a la par que ya con cierta tranquilidad de que al menos no había sido lo que sospechaba: una serpiente o un animal cuadrúpedo de buen tamaño, a juzgar por el peso y el impacto sentido en la cama de algo que realmente caía no sé si del techo o la pared que rozaba la cama, agotado en extremo por la serie de impresiones, apagué la luz y ahora sí dormí profundamente. Al fin y al cabo -pensaba- ya al día siguiente -o mejor dicho en unas horas porque era la madrugada cuando ocurrió el incidente- averiguaría con mi amigo lo que en realidad me sucedió. De hecho recuerdo que en un momento deseé abrir mi alcoba e ir con mi amigo en busca de ayuda. Pero mi dignidad - me impidió hacerlo para no pasar ante mi anfitrión como un cobarde. Los niños, importante clave Me levanté tarde ese domingo, lo que revela que conseguí descansar. El día lucía claro, despejado y asoleado, según apreciaba desde la alcoba. Un buen baño me reconfortó y alegró más la vida. Al salir arreglado me topé en la cocineta con Paco Medina, el cual se disponía a preparar unos exquisitos huevos estrellados con frijoles y tortilla de maíz, como adivinando mis gustos. Acababa de preparar un delicioso y natural jugo de naranja de la regió, que me bebí casi de un sorbo para rogarle un poco más. Y surgió el saludo de rigor. Empero, el inquirirme cómo había pasado la noche, preferí mentirle a darle una serie de explicaciones que seguramente no entendería o no creería. Simplemente le contesté que
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muy bien, agradeciendo la cortesía de su pregunta, misma que regresé para obtener similar respuesta. El día, repito ayudaba a pasarlo muy a gusto. Nos invitó por ende a que, concluido el vasto almuerzo, diéramos un paseo por la huerta entre árboles frutales, zarzamoras, bugambilias, vegetales de diversas especies y demás. Recorríamos los andadores un tanto despejados. Yo muy atento a cada explicación del ecólogo, quien con orgullo me mostraba cada planta y los cuidados que le prodigaba para que creciera. Como sus compañeras, esbelta, amorosa -por el amor que en grado superlativo recibían de su horticultor- y por ende, pródiga en frutos. Así llegamos al centro del huerto. Nos detuvimos ante un árbol seco y quemado cortado a la mitad. Medía cuando mucho dos metros de altura el puro tronco que quedaba a la vista. Mi anfitrión me dijo que ése era el árbol del me había platicado. En cierta ocasión un objeto volador descendiente del cielo, en una noche muy oscura a escasa distancia lanzó un rayo acabando con la mayor parte de su cuerpo. Era todo lo que sabía Paco. Y en seguida me invitó a que lo estudiara para determinar cuánta verdad contenía la versión del OVNI. Huelga decir que no pude emitir ningún veredicto. Me faltaban muchos datos. Aunque estaba consciente que en los últimos meses se sabía de una serie de avistamientos en la zona morelense; especialmente en regiones donde abundan construcciones arqueológicas prehispánicas -como leeremos en el capítulo dedicado a Guadalajara-. De hecho es ya común ver platillos voladores en Morelos. Y la verdad es que desde tiempos inmemoriales. O para ser más precisos, una vez que se asentaron las primeras culturas mesoamericanas. Mi amigo me confesó que solamente tenía vagas referencias de este suceso, pero aun así esperaba una explicación un tanto satisfactoria de mi parte. Me disculpé por no crearle una fascinante historia en torno a dicho árbol que, efectivamente mostraba estar chamuscado y cortado no en forma sincrónica, sino como si alguien desde arriba hubiera proyectado un lásser sin una técnica apropiada; sin buen estilo -para entendernos mejor-. Obviamente ya no reverdeció para nada, como tampoco se volvió cenizas. Simplemente está allí: erguido a la mitad y destacando sobre el resto de la vegetación.
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Continuamos mostrándome la ancha propiedad. Adornada de mil colores de flores y plantas que recibían con deleite a las numerosas aves que anidaban en los frondosos árboles con un trinar que dibujaban el confortable el lugar. Al término de nuestro recorrido, mi guía amigo me invitó a tomar asiento en una de las dos sillas que antes del paseo había instalado a unos metros de la pila que sobresalía del suelo un metro y medio y a unos pasos de la entrada a la vivienda. Teníamos la vista al frente de una cañada coronada de casitas, como la del doctor. Y tras acomodarme y aceptarle una cerveza para seguir disfrutando del amigo, el paisaje, el día y el ambiente, comencé a entrar en confianza para de pronto revelarle lo sucedido la noche anterior, pidiéndole su opinión o preguntando si tenía idea de qué pudo haber sido lo que cayó sobre mí invisiblemente. El veterinario, corto para este tipo de respuestas por lo que empezaba a darme cuenta, se concretó a expresarme lacónicamente que prefería aguardara yo un poco. Pronto sabría la verdad. Y su tono me impidió insistir, dando a entender con un movimiento afirmativo de expresión, que estaba de acuerdo. Cambié pues el tema para entregarnos -como nos gustaba- a la conversación cuando se presentaron ante nosotros un par de niños. Niño y niña de unos nueve y siete años de edad, nos saludaron con inocente sonrisa que lanzó coqueta la mujercita a quien esto escribe; tras decirle el médico quién era y a qué me dedicaba. A pregunta expresa, Paco me dijo que los chicos le hacían el aseo en la casa una vez por semana; por ello se encontraban allí. Y al darme por enterado, me recomendó entonces preguntar a la parejita sobre mi incidente nocturno. Procedí más por cortesía que por convencimiento, pues me costaba trabajo aceptar que unos infantes me aclararían mi extrañísima vivencia que pudo haberme costado un paro cardiaco. Y al cuestionar en especial a la nena, que era la más grandecita, ella me contestó lo que sigue que jamás olvidare. "Son unos niños, como duendes, pero que aquí les llamamos chaneques, que acostumbran jugar con nosotros cuando llegamos a barrer y trapear la casa". - ¿Cómo son y cómo visten? -increpé asombrado por la revelación.
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- Como de nuestro tamaño (1.40 mts.). Pero muy delgaditos. Usan un calzoncito de mezclilla y nada arriba (dijo refiriéndose al torso). No tienen nada de cabello en la cabeza." -Dices que juegan con ustedes. ¿De qué manera? "Pues cuando llegamos a la casa, en cuanto abrimos la puerta nos salen detrás de ella y comienzan a correterarnos por todas partes hasta que se van". Yo no daba crédito a lo que escuchaba. Volteaba a ver al doctor Medina y éste con un ademán me indicaba que era cierto, a la par que me invitaba a seguir haciendo preguntas a los chiquitines. -Deduzco que entonces ustedes sí los ven. ¿Pero por qué no los miré yo? -inquirí más intrigado a la nenita, porque el chico no daba importancia a la conversación y ya estaba jugando con una escoba cerca de nosotros. La respuesta resultó ser muy reveladora: "Es que los chaneques se aparecen solamente a los niños porque si lo hacen con la gente grande, ésta les asusta" - ¿Es cierto eso? -pregunté a Paco con expresión dudosa. - Así es, Luis. – Y respondió en seguida a la interrogante que al momento adivinó en mi rostro: - Tú tuviste una experiencia con ellos. Sólo que se mostraron en forma invisible por temor a resultar agredidos. Es su costumbre. Además habitan muchos de ellos en esta región". - ¿Has tenido algún encuentro con estas criaturas, Paco? - Sí. Y no uno, sino varios, como mi familia... Ahora entiendes porqué se niegan a venir". -Por supuesto. Ya empiezo a comprender todo: tu esposa y su respuesta elusiva, como la que me diste hace rato. Pero ahora explícame: si se te han aparecido en las noches, ¿cómo reaccionas, cómo logras que se alejen y te dejen en paz? -Muy sencillo. Cada vez que se me presenta uno o varios, los mando a su mundo con palabras templadas. Y entonces, descanso. No vuelvo a saber de ellos. Permanecí pensativo unos segundos. Realmente me costaba trabajo digerir esa verdad, aunque en realidad ya sabía de la existencia de este tipo de entidades. No
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obstante, confieso que no mucho de su comportamiento. (Las características las conocí, como indiqué, al estudiar a fondo a estos seres). De cualquier modo me quedaron varias dudas que surgieron al instante. Mismas que traté de resolver dirigiéndome a la chica cuyo nombre, como el de su hermanito, lamento no haber retenido en mi mente, ya que esta experiencia jamás la había escrito, ni siquiera en alguna de mis memorias, pues distaba de llegar algún día a escribir este tipo de anécdotas que considero muy personales. Todo lo guardo en mi memoria. Y pese a que han transcurrido catorce años (a la fecha de redactar este acontecimiento en esta obra literaria), reconozco que la mente es superior a la computadora creada por el hombre, ya que almacena mejor todo lo que uno verdaderamente desea para aflorar en el instante que se solicita al cerebro la información. - ¿Sabes algo de platos voladores, de OVNIs? Y la infanta respondió con seguridad asombrosa: "Sí, señor. Aquí -refiéndose a la regiónse ven muchos. Especialmente por la cañada y este lugar, como en aquellos cerros", respondió señalando los sitios enfrente y a un lado de nosotros. Y como nota al margen, le diré a usted que al hurgar en esta materia efectivamente comprobé mis sospechas: que los chaneques, duendes, gnomos o como se les quiera llamar, incluyendo las hadas. O en pocas palabras, los seres que corresponden como apuntélíneas arriba, a los "elementales", guardan relación estrecha con las naves del espacio que nos visitan a diario. Comprendí también lo acontecido al referido árbol del huerto de Francisco Medina. Todo un misterio rodeaba la zona, digno de ser esclarecido. Mi anfitrión me sacó de mis cavilaciones con una disculpa disfrazada en un comentario: -Ahora sabes por qué no quise decirte nada al respecto cuando me cuestionaste sobre tu incidente, Luis. Porque seguramente a mí no me hubieras creído. Por ello preferí aguardar a que se presentaran los chicos del aseo, dado que es más fácil que les dieras la razón. Acepté complaciente la alocución de mi amigo, procurando que entendiera que no tenía porqueé dudar de él.
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Terminé la plática. Dejé a los chicos correr a realizar sus labores de limpieza.Y continuamos Paco y yo conversando para después degustar unos exquisitos quisos que preparó luego. Los consumimos en la huerta, gozando del buen tiempo (no muy caluroso por cierto). ¡Tengo qué trabajar! Llegó la noche. Tras pasar un día apacible y fresco, nos retiramos a dormir porque al lunes siguiente retornaríamos a la ciudad de México a las siete de la mañana en virtud de que yo tenía una junta de trabajo a las 9:00 horas. Me acosté alrededor de las diez de la noche luego de preparar la poca ropa que llevaba. Dormía profundamente cuando de repente la caída de algo nuevamente sobre mi cama, me despertó sobresaltado. Cuando reaccioné tras unos segundos de confusión y susto, ya con confianza me levanté a encender la habitación, seguro de que en esa forma no me molestarían los famosos chaneques. Sin embargo, como no puedo dormir con luz encendida, que además me daba exactamente en la cara, me incorporé por segunda vez para apagarla y al fin conciliar el sueño. Pero no me duró mucho el placer, pues no había transcurrido mucho tiempo cuando escuché y sentí otro impacto a unos centímetros de mi cuerpo, a la altura de la cintura. Comprendí en esos momentos que se trataba indudablemente de los juguetones seres, que querían sin duda retozar un poco conmigo. Sólo que ahora menos podía hacerlo, pues necesitaba descansar para atender mi junta de trabajo ese lunes. Y ya era la madrugada de este día. Recordé entonces lo que acostumbra hacer mi amigo cuando se le presentan en su aposento, aunque analicé la acción y no me convenció del todo seguir su ejemplo. Reflexioné y llegué a la conclusión de que esa clase de entidades, al cambiar de dimensión, deben entender por lógica a través de la mente, con el pensamiento. Así, decidí enviarles imágenes como una acción telepática con la esperanza de me entendieran y dejaran en paz. Me concentré rogándoles me permitieran dormir, pues debía descansar y levantarme muy temprano para viajar a México y cumplir con mis compromisos laborales. -¡Tengo qué trabajar! Váyanse, por favor! - exclamé mentalmente.
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Y coincidencia o no, los entes no volvieron a interrumpir mi sueño que disfruté para abrir los ojos cuando el doctor Medina tocó a mi puerta a las seis de la mañana para despertarme. En el camino de regreso, a bordo de la panel alemana conté a Paco el nuevo incidente y la manera como me deshice de las criaturas. Lo que disfrutó por la sonrisa que mostró en sus labios argumentando luego: - Ésa es otra forma de conseguir que se alejen de ti, Luis, mentalmente, aunque francamente no había pensado en ello. Qué bueno que lo hiciste. He aquí la historia de un encuentro con esos seres que consideramos por lo regular míticos. Aunque si bien no dudo por su naturaleza e ignorancia de las personas se les haya envuelto en leyendas y cuentos, hoy, a la luz de nuestros tiempos y con el avance en el estudio de los objetos voladores no identificados, puede y debe aceptarse su realidad. Al hacer una consideración de este suceso, invito al lector a tomar en cuenta las características expuestas antes de mi revelación para comprender mejor el caso. Se encuentran pruebas contundentes de su presencia, como se observa en la peculiaridad de ser interdimensionales, es decir que tienen la facultad de cambiar de dimensión ante los adultos; se tornan invisibles, no así para la gente menuda; son de carácter juguetón, como lo vimos al leer las confesiones de la pequeña. Varios aspectos de su conducta encajan en la clasifiación que dimos, como otra que agregamos igualmente a la tabla: me refiero a la extraterrestre. Sí. Yo insisto en que estos seres pueden tener una procedencia ajena a la Tierra, porque su presencia siempre o por lo regular está ligada a la de OVNIs. Y de esto surgen como consecuencia preguntas: ¿acaso ellos, los chaneques tripulan las naves de manufactura sideral? ¿Cómo viajan en las mismas? ¿De qué mundo vienen a la Tierra? ¿Que pretenden con los terrícolas, aparte de simplemente jugar o hacer bromas?... Muchas interrogantes hay al respecto, como las tendremos cuando veamos lo que ocurre con esas especies híbridas que ha habido y moran en el planeta mitad reptil, mitad hombre; mitad ave, mitad ser humano, que expongo en capítulos posteriores. Por lo pronto dejo al lector ojalá con la inquietud de estudiar más a profundidad a las criaturas bajitas que los cuentos infantiles tienen en sus páginas desde hace algunos
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siglos. Y de las que hasta la cinematografía las ha llevado al celuloide, como las apreciamos en las caricaturas de todos los días ahora por la pantalla chica, amén de los comics. Mucho hay de cierto, como personalmente lo constaté. Aunque también bastante de mito. Sólo el tiempo y los avances de la ciencia nos darán la verdad que buscamos. ……………………………………………………………….
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II. ACOSADO POR LA MANO ¿FANTASMA? Las entidades evidentemente poseen mil formas de manifestarse. Y mientras no estemos completamente seguros de que proceden de un mundo equidistante al nuestro, no les llamaremos extraterrestres, sino entidades simplemente. Aquí entramos, en este capítulo, a la Parapsicología, ciencia que estudia fenómenos que dejarán de estar bajo su dominio en cuanto encontremos las leyes psico-físicas que los rigen. Además de cobijar y estudiar otras realidades mucho más profundas, cuya verdadera esencia, el hombre tardará mucho más en descubrir, si es que alguna vez llega a ello. Tales definiciones las hace Salvador Freixedo en un libro que escribió intitulado "El Diabólico Inconsciente" cuya edición (Editorial Orión) fue patrocinada por el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Superaci¢n Humana y Televisa con motivo de la participación del autor en una serie de televisión muy importante a nivel mundial, "Encuentro". Producido y trasmitido en el año 1974 en México (y en la que tuve la oportunidad de colaborar en la rama promocional y en la coordinación de invitados en especial para un programa precisamente sobre este tema, la Parapsicología). Otra definición que también juzgo atinada es la de otro de los participantes en dicho programa: el doctor Germán de Argumosa, con quien igualmente hice gran amistad durante su estancia en territorio mexicano. El investigador considera por tanto esta ciencia la que estudia una serie de fenómenos que no tienen explicación dentro de la ciencia físico-natural. Hago el pre mbulo anterior para justificar a dónde pretendo llegar. Deseo en este capítulo someter a consideración del lector una de las manifestaciones que podemos decir caen en la rama de la fantasmogénesis (que la Parapsicología explica como la explosión del psiquismo del ser humano al perecer por un homicidio, suicidio o acto violento impregnando el medio ambiente para manifestar su esencia o energía en forma periódica. O bien para hacer más estricta la definición pongámosla en labios de Maurice Barnabell: "Los fantasmas son perdurables impresiones que dejan en el espacio-tiempo, las personas que han muerto en medio del dolor o la angustia, como víctimas de la violencia.
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Estos hechos producen una forma de energía tan fuerte, que puede llegar a impregnar una habitación"). De esta manera, procedo ahora a entrar en materia. Decía pues que las entidades pueden mostrarse de las más variadas formas. Muchas de ellas confundidas por tanto entre las fantasmagénicas. Y yo me atrevo a añadir que hasta pudieran las mismas entidades ser un medio de contacto entre seres del espacio y sujetos de la Tierra, como iremos leyendo en esta obra. Parece absurdo o exagerado tal consideración. Pero mayor inquietud causar al lector cuando le revele una experiencia que tuve a nivel familiar de muy chico con estas especiales e indefinidas manifestaciones que en principio podemos clasificar dentro de las fantasmogénicas. Aunque quizá al final del relato encontremos otra explicación. La mano pachona El título no dudo mover a risa. Pero hay algo dentro que guarda una historia, misma que con el tiempo he comprobado que no fue exclusiva de mi familia, sino de otras que coincidentalmente vivían por el rumbo de donde tuvo lugar la trama. Y conforme pasó el tiempo, en una ocasión me sorprendió ver un programa en la televisión mexicana anunciado en los periódicos con el título de "La Mano Pachona". Lo trasmitió un domingo en horario familiar el Canal 13 protagonizado por cierto por un actor de carácter y fama como Héctor Bonilla. La obra giró en torno a una mano que causaba la muerte de personas inocentes, hasta que finalmente lo hizo con quienes la desafiaban, en este caso delincuentes profesionales. No es en sí la línea de proceder que de muy joven pude captar en esta manifestación. Pero el hecho de ver que una empresa prestigiada de comunicación se atrevía a exponer al público un tema como éste, me hizo sentir que, pese a lo que argumentaban mis hermanos (quienes -los mayores- rechazaban categóricamente haberse enfrentado a este fenómeno alguna vez de muy pequeños; rechazo justificable como un temor inconsciente de aceptar una pesadilla vivida, recordarla y enfrentarse a dicha escalofriante experiencia), me alentó a investigar, hasta donde pudiera, la evidente realidad de una aparición. Oriundo como soy de la ciudad de San Luis Potosí, capital del estado mexicano del mismo nombre, viví en esta población hasta los 15 años para luego radicar en León, Guanajuato. Estudiar después el bachillerato de ingeniería en la Universidad de
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Chihuahua para mudarme a la ciudad de México a cursar la carrera -que no pude terminar y cambié a los tres años- de Física Nuclear. Contaba con unos ocho años cuando crecía con mis padres y con tres de mis hermanos: una mayor y dos menores (aún no nacían los otros tres) en el centro de la ciudad, una población histórica llena por lo mismo de leyendas de fantasmas, tesoros ocultos y miles de misterios desde el momento en que fue escenario no sólo de importantes acuerdos políticos, sino de cruentas batallas. Como dato adyacente, diré que la ciudad de San Luis Potosí fue fundada el 3 de noviembre de 1592 y entre tantos hechos históricos que conserva, se cuenta el que al entrar el presidente de México Benito Juárez a esta población, en 1863, la declaró San Luis capital de la República. Pero volvamos a la anécdota paranormal (¿o extraterrestre?) centro de este capítulo. Decía que morábamos en una calle del centro, la de Comonfort, en una residencia vetusta cuyo nombre se me quedó profundamente grabado: la mansión de los Perkinstein -¿Así se escribirá? -. Y el nombre posiblemente le diga a usted todo: una casona de la Colonia envuelta en mil enigmas, testigo de masivas masacres y por ende, teatro de explosiones psíquicas y acumulador de fuertes energías que como consecuencia periódicamente desataban en el terror. Recuerdo de ella, al mencionar la palabra terror, que poseía en la parte trasera un patio lleno de deshechos de material, preferentemente de madera, que daba a un almacén donde llegamos a encontrar calaveras y una serie de osamentas; en nuestros escondites de pequeños. Además en este lugar capté perfectamente la presencia de la mano que a continuación describo una vez que le explique algunas más de las características de ese antiquísimo inmueble, cuya fachada cubría sus dos o tres pisos altos que tenía, de la famosa piedra rosada de la entidad. En la parte interior había un extenso espacio que se ocupaba como garage con dos escaleras a los lados para subir a la primera planta donde se encontraban las habitaciones. Y al fondo, una escalera de piedra también, pero en este caso de caracol dentro de un cubo igualmente de roca, que permitía el acceso a la servidumbre para la cocina y el comedor. Bien, pues lo demás sobra detallar. Imagínese usted cómo serían los aposentos de una construcción tal vez del siglo XVIII: techos altos, espacios amplios, roca y madera labrada por doquier.
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La historia que vivíi no sólo con mi hermana la mayor, sino con mis primos y primas que habitaban casas vecinas, se desarrolló precisamente en la escalera de caracol mencionada. En algunas ocasiones jugando como todos los niños, a las escondidas, a alcanzarnos, y demás, nos llevamos un tremendo susto al ver aparecer ante nosotros, cuando descendíamos o subíamos por los escalones en la más completa oscuridad, una mano brillante, de color blanco, que surgía ante nosotros quitándonos el habla e inmovilizándonos por unos instantes. No retengo en la mente cuántas apariciones tuvimos. Pero sí conservo grabado que era un fenómeno impresionante, como de ultratumba, que al reaccionar nos hacía correr gritando y pidiendo ayuda. Huelga decir que nadie nos creía. Como siempre, los niños no son dignos de crédito; por lo regular. Empero, sí recuerdo que en medio de tanto escándalo que armábamos me llegué o nos llegamos -mejor dicho- a enterar que se trataba la fantasmagórica aparición de la "mano pachona". No tengo en mi cerebro más explicaciones quizás porque jamás pensé dedicarme -en aquella edad- al estudio de esta fenomenología. No obstante, muchos años después, supe al platicar en algunos círculos esta experiencia, que una familia igualmente la vivió morando en el barrio de San Miguelito, próximo al de nosotros y por aquella época. También, al escribir esto supe en una reunión donde conocí a una persona de San Luis Potosí, que su madre hablaba de la aparición: una mano grande muy peluda. De ahí su calificativo de "pachona". Aunque la verdad es que yo la tengo grabada en mi mente enguantada, muy blanca y generalmente empuñada. Igualmente averigüé que se ha aparecido, según la evocan algunas generaciones, en varias poblaciones coloniales de México, como Zacatecas, Aguascalientes, Puebla, León, la ciudad de Guanajuato... En fin, podría afirmarse que en el centro y parte del norte del país. Esto tiende a figurar como un mito, una leyenda y una tradición. Me explicaré: Sin duda el fenómeno existe desde la conquista de México. Y en un momento, ante la ignorancia de la gente que no tenía elementos evidenciales para comprender este tipo de manifestaciones, tranquilamente evitó preocuparse, tomarse la tarea de investigar. De ahí que remitió al baúl de las leyendas. Empero, a alguien se le ocurrió, una persona que tuvo conciencia de lo que podría ganar con esa creencia, tomarla como arma para asustar a los infantes obligándolos a portarse bien. Si desobedecían alguna orden, o se internaban en lugares prohibidos a la par que peligrosos, les salía a su encuentro la mano
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pachona. En pocas palabras, empezó desde tiempo atrás a utilizarse esta manifestación como sentencia en contra de los impulsivos y explosivos chiquillos. ¿Parte del folclor? Hoy no falta quien conserva una vaga idea de esta aparición. Más -repito- como leyenda que como hecho auténtico; según mis estudios. No obstante, por lo general las personas rehuyen el tema: no quieren preocuparse por él; no lo consideran importante; no creen definitivamente y la mayoría tacha a quien se interesa en el fenómeno, de orate. De cualquier modo, esto no significa que debamos descartar este concepto ante el escaso o nulo interés manifestado por una mayoría social. La mano pachona existe y ha existido, como seguramente existir. Y no debe tomarse como parte del folclor de un pueblo, como vimos sucedió con los duendes, hadas, selfos y demás en el capítulo anterior. Que a final de cuentas poseen estos mal llamados mitos, un trasfondo sumamente inquietante y real. La "mano pachona" como personalmente la vi (experiencia traumática como muchas que tuvimos todos los adultos de menores, difícil de erradicar de nuestra computadora cerebral), era una mano gruesa, de muy buen tamaño a la par que reluciente, con alta luminosidad propia y moviendo sus dedos -confieso que nunca nos preguntamos cuántos tenía-. Aparecía -en nuestro caso- en sitios oscuros y recónditos, aunque como indiqué también al principio de este relato, en lugares apartados y en especie de escombreras, aunque próximos (¿o ligados acaso?) a cementerios clandestinos. Sí, porque reitero que la mansión de los Perkinstein albergaba un terreno en la parte posterior derecha donde había deshechos de material de construcción junto a un almacén de vigas donde llevado en contadas ocasiones por mi curiosidad infantil, fui sorprendido por el hallazgo de calaveras y huesos de diversos tamaños ocultos debajo del cascajo y madera, callando el hecho para no ser reprendido por mis superiores "por meterme en sitios tan peligrosos"-como llegaron a decirme cuando me pillaban. La extraña enguantada la descubrí cierta vez que me asomé desde la ventana de la cocina. Era una tarde muy clara cuando, mirando hacia el patio lleno de escombros y con una extensión no pequeña (creo que tendría unos cinco por cuatro metros), mi vista se topó con una mano que moviendo sus dedos entresalía por las viguetas de madera que coronaban las numerosas pir mides de escombros.
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Desde entonces quedé con la fijación de este fenómeno que, si bien guardé en los más profundo de mi cerebro, ahora, al continuar con mi labor periodística de investigación de los hechos paranormales y ovnísticos -iniciada hace más de veinticinco años-, ha aflorado en una forma favorable para tratar de descifrar cuanto misterio del cosmos relacionado con el hombre. Y todo lo que surge como incomprensible para la mente en lo que a manifestaciones extradimensionales se refiere, surge a diario en la existencia humana. Similar a La Llorona Considero de cualquier modo que mientras más estudios se hagan sobre esta materia, más dudas irán apareciendo. Como todo lo que se investiga, entre más se hurga menos se aprende -al menos es mi ideología, parafraseando al gran filósofo y maestro griego Sócrates: "Sólo sé que no sé nada". Quizá por eso me atrae tanto este campo dual: parapsicológico-extraterrestre. Pero no me doy por vencido y sigo adelante. No en balde he recibido material tan subyugante que presentaré a usted, gentil y paciente lector, en páginas posteriores. Con aportaciones tan increíbles como comprobadas, hechos inauditos que nos lleva tiempo asimilar, especialmente cuando estamos acostumbrados a una vida de rutina laboral, familiar y social con los problemas que el ritmo impone. Bien, retornando al tema central de este capítulo, tras hacer un análisis objetivo del mismo, en medio de mis consideraciones ha aparecido la imagen de La Llorona, ese ser del que hablo en mi libro "-Alerta! Extraterrestres Aquí" (página 124). Un aparente mito que los avances científicos y la apertura de nuestras mentes nos ha permitido apreciar como ente íntimamente ligado a criaturas de otros mundos que aparecen, se manifiestan periódicamente en sitios alejados de las grandes civilizaciones raptando infantes, haciendo exclamaciones en medio de aterradores lamentos que inquietan, alarman y causan hasta fallecimientos entre los testigos: personas sencillas, con escasa educación que no por ello dejan de ser humanos con capacidad para distinguir entre una inventiva, un fraude, un mito y un hecho real. Remitiéndonos a este enigmático personaje, al hablar de su origen de acuerdo a los historiadores, en la página 126 refiero que Sahagún en una de sus obras donde menciona a la diosa Cihuacóatl como una mujer que aparecía con sus atavíos blancos, como los que se usaban en Palacio, el célebre estudioso afirma que dicha tradición de esta dama como la que con el paso de los años habría de asumir el nombre de La
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Llorona, es una tradición que persistía a la llegada de los conquistadores iberos a tierras mexicas. Y agrega que convertida aquella diosa en doña Marina, o sea la Malinche, (asegurándose además que dicho ser no era otro que La Llorona), vino a ser, como sostenía la gente de aquellos tiempos, un ente que venía a penar de otro mundo -la cursiva la pongo yo ahora- por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros a que la sojuzgasen. Bien, pues la ventaja de no sentirse uno lleno de conocimientos, sino avanzar siempre con sed de saber, sin dar por cerrado un caso investigado, y con la perenne inquietud de atrapar cualquier dato que pudiera enriquecer el tema, continué -y perdón por mi falta de modestia- muy atento en la lectura de cuanto me cautiva de extraordinario. Así descubrí algo que viene a complementar lo poco o mucho que sabemos de La Llorona. En un libro que publicó el pertinaz investigador Fernando Jiménez del Oso, cuyas obras se leen imagino en todo el planeta, se lee en el intitulado "Espectros y Fantasmas" (en este caso escrito por Frank Smyth, pero en la biblioteca básica del hispano), que en Irlanda se habla de un ser cuyas apariciones misteriosas, acompañadas de un llanto lastimero, anunciaban la muerte. Se trata de la conocida como "Banshee". Y sobre ella cuenta que una investigadora psíquica irlandesa presentó no hace mucho tiempo algunos testigos que afirmaban haber escuchado estos tristes gemidos que, cual cantos fúnebres, anunciaban luto en la aldea. Y uno de sus testimonios describía así este peculiar sonido: como grito lastimero, en cierto modo parecido al maullido nocturno de un gato solitario. Sólo que de gato no tenía más que eso, juró el hombre, que después pensó en la posibilidad de que fuera un ave agonizante o algo por el estilo. Pero lo importante es que era una especie de llanto que iba atenuándose hasta desaparecer. También explica el escrito que la "Banshee" ha llorado la muerte de los antiguos héroes irlandeses. Ejemplo de ello es que llegó a gemir ante la proximidad del fallecimiento del rey Connor McNessa y otros grandes hombres que, a través de los siglos, han figurado en la historia de este país europeo. Todo esto nos lleva a reafirmar nuestra creencia de que la Bansheee o La Llorona, la diosa Cihuacóatl, la Malinche o todos los nombres que la humanidad en su recorrer le haya impuesto, no es más un ser del espacio que sin estar sujeto a nuestro espaciotiempo suele manifestarse en determinados poblados, ciertas comunidades donde existen características definidas, tales como centros ceremoniales (piramidales) cercanos;
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fuentes de energía ya sea humana en conjunto o de otro tipo, según el avance de las civilizaciones; o bien terrícolas tiernos (en cuanto a su carne, como pueden ser los niños), que le proporcionan al extraterrestre sangre fresca para su alimentación o creación de especies híbridas, las cuales le permiten perpetuarse en este mundo, como le mostraré más adelante. Y ahora surge entonces la pregunta que usted seguramente se hará al llegar a este espacio: ¿Qué tiene que ver dicho personaje con la "mano pachona"?... Pues algo muy digno de consideración. La "mano pachona" bien puede ser una entidad que pierde su nominación como tal al involucrarse con el fenómeno extraterrestre. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que esta manifestación seguramente no viene sola. Yo me atrevo a asegurar que atrás de esa extremidad figura un cuerpo que no desea valga la expresión castellana- dar la cara. Es un ser que únicamente se limita a mostrar una mano consciente de la reacción que provocaría si el terrestre viera su total anatomía. Y qué bueno, porque si así nos llevamos buen susto, no sé si le estaría platicando a usted el incidente, si hubiéramos visto al ente completo. Por otra parte, ante la interrogante de ¿qué pretende? tal vez convenga reflexionar en que busca apoderarse de alguien en especial o simplemente llevarse a terrícolas fáciles de experimentar con ellos, puesto que un adulto, para empezar nunca se aparecería ante éste por la forma como respondería. Y en segundo lugar, porque no cumple con los requisitos para los fines del extraño intruso. Sí. No creo definitivamente que la "mano pachona" asuste por asustar. Tampoco que sea solamente una mano la que aparece o aparecía regularmente en pequeñas sociedades, vecindades, pueblos y casonas dentro de grandes urbes en las que se escenificaron indudablemente actos sangrientos. Y permanece en sus recintos la energía psíquica de cada uno de sus protagonistas. Debe tener, insisto, una misión, un objetivo en la Tierra. Y cuando aludo a este planeta me puedo remitir a la misma Llorona. Ambos por consiguiente es posible que posean el mismo origen: el espacio sideral, pues se sabe de ellos en el orbe desde tiempos inmemoriales -según aprendemos cada día más- en todos los rincones, formando -como decía- parte del folclor de nuestros pueblos hasta donde permanece la ignorancia o la indiferencia hacia estas criaturas. Falta, sin embargo, mucho por conocer de la "mano pachona". Pero por fortuna ya comenzamos a obtener datos que nos llevan a relacionarla, como parte de una imagen corpórea, con otros seres de procedencia inter estelar, los cuales siempre han utilizado
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hasta los más inconcebibles canales de comunicación con el ser humano, a la par que se han valido y se valen de diversos medios para contactar con la especie y crear entes que llevan su sangre. Lo que consiguen también a través de los más deleznables sistemas. Ello sin subestimar cuando contactan por instrumentos conocidos para ayudar a los sufridos y complicados terrestres. De esto hablaremos en lo que resta de CONTACTO: MEXICO. -----------------------------------------------------------------
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III. HABLA MÉXICO: "YO HE VISTO FANTASMAS"
El tema de los fantasmas es tanto o más importante que el de los OVNIs. En debates que llegamos a hacer por televisión en México, sobre ambas materias, en realidad quedó demostrado que la gente se inclina en general más por el fenómeno paranormal, por cuanto ocurre más allá de la mente y sus sentidos. Lo que le causa escalofríos, le provoca morbo a la par que incredulidad, como temor y angustia; y todo aquello que escapa a su razón. Los objetos voladores no identificados, en cambio, tienen sus militantes, cierto, pero en menor grado porque el terrícola tiende más a continuar asumiendo que, aunque haya qué reconocer que no podemos ser los únicos habitantes en todo el universo, difícilmente pueden viajar moradores de civilizaciones lejanas a la nuestra. Personalmente he comprobado lo anterior. Y no obstante haber sido el instigador de los debates públicos por el video ocurridos entre principios de 1991 y principios de 1994, sobre OVNIs y fantasmas, participando desde luego en casi todos, debo reconocer que, pese a haberse realizado el programa polémico sobre las naves de otros mundos y sus tripulantes, de más duración el 19 de julio de 1991 (tuvo un total de once horas con diez minutos y contó con un panel formado únicamente por estudiosos y conocedores de la materia -fue el único donde no figuraron escépticos- y del que refiero en "-Alerta! Estraterrestres Aquí"), en proporción se obtuvo más captación de público cuando se discutió sobre temas parapsicológicos, en especial los espectros y fantasmas. Esto no quiere decir que pretenda minimizar el concepto OVNI. Estoy tan a favor de él, que he escrito dos libros sobre el mismo inclinado un tanto m s a los seres que conducen esos vehículos redondos, ovalados, cilíndricos, en forma de trompo, cubo y demás. Y el comportamiento que guardan entre sí. Y lo que me interesa mayormente: su proceder con los moradores del Planeta Azul. De hecho, en la presente obra continúo con la línea y revelo casos que considero igual o más atractivos que en la anterior. -Esto prefiero que sea usted, gentil lector, quien elija y juzgue. Desde muy joven me ha gustado la manera de operar de la mente. He sido por tanto y
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como revelo en el capítulo anterior, testigo de manifestaciones fantasmagóricas. Sumadas a experiencias. Como la vivida cuando me topé con un búho gigante en mi etapa de estudiante de Bachillerato de Ingeniería de la Universidad de Chihuahua radicando en la capital de este estado mexicano. Más adelante, al rastrear la carrera espacial conocí el pensar del hombre número uno en la conquista del cosmos por parte de Estados Unidos: el famoso alemán Wernher Von Braun, creador de las fatídicas bombas V-2 (junto con Dornberger) y rescatado al final de la II Guerra Mundial por los americanos, de su centro de operaciones en Peenemunde (según relato en "Alerta OVNI" página 66 -EDAMEX-). Pues bien, al leer las memorias del primero, tomé conciencia de que el ser humano no está solo en el universo. Y al aceptar por consiguiente la existencia de alguien más allá de nuestros cielos, me decidí a entregarme en la medida de mis posibilidades al estudio de estas dos trascendentales ramas convertidas en ciencia: ovnilogía y parapsicología. En este capítulo quiero por tanto demostrar el marcado interés de la gente por los fantasmas. Que como sabemos no sólo se circunscriben a manifestaciones semihumanas, sino a objetos: buques, casas, camiones urbanos, aviones, automóviles, etcétera. A la par que animales: perros, gatos, aves, caballos y demás. El ciudadano de los últimos siglos ha dejado constancia de contacto con espectros variados, disímbolos. Las fuerzas sobrenaturales siempre han mostrado tener un poder ilimitado que el hombre aún no llega a conocer en su totalidad. Investigadores afamados han escritos innumerables obras sobre los millones de casos que ha habido y hay en el orbe, de apariciones paranormales; todas ellas apasionantes. En su tratado intitulado "Fantasmas: Entre la Leyenda y la Realidad" (de la Biblioteca Básica de Espacio y Tiempo), Elvira Marteles escribe lo siguiente en referencia a lo expuesto sobre la multiplicidad fantasmogénica: "Las apariciones fantasmales no siempre se refieren a figuras humanas. Leyendas que hablan de fantásticas visiones de jaurías enloquecidas de perros que participan en una infernal cacería, no son los únicos espectros de animales que según la tradición se conocen aterrorizando a las asombradas personas que cruzan en sus caminos, sino que se tienen testimonios de enormes gatos negros de relucientes ojos; perros del mismo color que se asemejan más a los asnos por su espectacular tamaño; caballos fantasmales que cruzan los bosques en plena noche; carruajes que, con la misma celeridad que el viento, corren por los caminos llenos de barro sin dejar la menor huella
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de su paso; y aviones de guerra que, en tiempos de paz, siguen surcando los cielos buscando un inexistente combate". Todo esto forma parte del bagaje de la fantasmogénesis, ramal de la parapsicología. Agrego a título personal. Por lo anterior, conozcamos lo que en México personas de todos los niveles, señoras, señores, jóvenes, niños y niñas, como adultos y adolescentes, revelaron por la vía telefónica -comprobado su número e identidad- a un programa de debate televisivo moderado por el periodista Nino Can£n y trasmitido a toda la nación por el Canal 2 de Televisa, en 1993. Los testimonios, entre los que se puede encontrar usted, si vive en México y reportó alguna vivencia fantasmagórica, son respetables y dignos como consecuencia, de aceptarse como la verdad del protagonista confidente. He aquí los casos que considero más relevantes: < La señora Quiroz (algunas personas no dieron más datos), de la colonia Polanco de la ciudad de México, dijo: "Hace 3 años falleció mi esposo. Antes de que muriera, escuché la voz de una mujer que me gritaba algo al oído. Nunca pude entender lo que me dijo, pero por la tarde dejó de existir mi marido. Además, tras su deceso se me ha aparecido. Lo he visto caminar por la casa e inclusive siento su presencia..." < Antonio Muñoz del estado de Aguascalientes: "Yo he sido chofer durante 10 años. En cierta ocasión, en la curva de la 'M' que está en el tramo Ojuelos-Aguascaliente, una mujer me pidió un 'aventón. Pero al acercarme a ella ésta se me atravesó alcanzando a atropellarla al no conseguir enfrenar. Me detuve esenguida y descendí de mi camión para atenderla, llevándome la sorpresa de no encontrar ni rastros de su cuerpo..." < Gabriela Aguilera, de Torreón, Coahuila: "Desde pequeña yo sentía la presencia de alguien en mi casa. Escuchaba su respiración e incluso cierta vez me tocó la espalda. Tiempo después, a través de un espejo vi al ser.
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Fueron solamente unos segundos... Más adelante tuve qué cambiar de residencia. Y en la que tengo actualmente no está; aunque sueño bastante a esa extraña figura..." < Strenia Trinidad, de Tijijiapan, Chiapas: "Mi abuela murió hace 2 años y yo la sueño muy seguido, sintiendo que intenta decir algo. Sólo que esto me causa mucho miedo y despierto antes de que exprese algo..." < Juan Ramírez, de San Juan Aragón, D.F.: "Mi padre dejó de existir cuando era yo un niño. Desde entonces todos los días a las ocho de la noche la puerta de madera de la entrada rechina y mi mamá se pone a platicar con mi papá; según me asegura. Él le ha revelado su intención de llevársela, pero ella le contesta que aún no es tiempo..." < Brígido Villanueva, de San Luis Potosí: "Yo he visto fantasmas y los he investigado..." < Señora Elena Gonzlez, de Torre¢ón, Coahuila: "Yo escucho voces en mi mente que me previenen sobre hechos que han resultado ciertos. Es un don que poseo. Mi padre tambión lo tuvo, sólo que lo fue perdiendo con el paso de los años. En una ocasión una voz me guió con unos amigos a unas grutas en donde encontré en una bolsita de tela, 16 monedas de plata..." < Octavio García Pérez, de Tlalnepantla, estado de México: "En mi casa se aparece una señora de cabello canoso. La cara como de una muerta y sus uñas de unos 20 centímetros de largo. Nos hace señas y gruñe. A mi hermana en una ocasion la rasguñó..." < Estela Rodríguez, de Culhuacán, estado de México: "En 1985, el día 2 de noviembre, puse en mi casa la tradicional Ofrenda de Muertos. En la sala hay dos masetas. Mi esposo y yo nos encontrábamos en la recámara. Nadie más había en la vivienda. Cuando bajamos a la sala, descubrimos tierra tirada en medio del recinto formando una cruz..." < María Elena Rosales, de la colonia Portales del D.F.
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"Por supuesto que creo en los fantasmas. Hace unos 15 años estuve muy grave una noche. Los médicos aseguraban que no amanecería. Mi hija en ese tiempo tenía 2 años de edad y recuerdo me dijo que en mi cabecera había una figura blanca que me halaba el cabello, pero yo no la vi para nada..." < Se¤or Mancera, de Guadalajara, Jalisco: "En las fiestas del poblado de San Juan de los Lagos hay fantasmas. Yo soy operador de un autobús y muchas veces he visto subir a dos o tres personas las cuales nunca bajaron del camión. Simplemente se esfumaron... < Graciela Calderón, de Coyoacán, D.F.: "Cuando era niña pasé cierto día acompañado de mi familia, frente a un panteón. Allí se nos apareció un esqueleto, mismo que nos siguió paseándose alrededor del automóvil. Tuvimos entonces que volver al cementerio y solamente así nos dejó en paz..." < Esther Cortez Ríos, de Ensenada, Baja California: "Desde pequeña platicaba yo con un señor. Después nos mudamos a un rancho donde periódicamente se me aparecía una mujer grande en una esquina de mi recámara meciéndose en una mecedora antigua. Esto me dio mucho miedo y la insulté para que se fuera, hasta que lo conseguí. Conté el incidente a mi familia y, averiguando con los vecinos, nos enteramos que efectivamente, la anciana había existido y fallecido no hacía mucho tiempo..." < Ana María Fuentes, de Ecatepec, estado de México: "En una ocasión mi hijo y yo escuchamos ruidos en casa, como si se hubieran caído o roto los vidrios de la vitrina. Eran las 12 de la noche. Nos salimos de nuestras recámaras para averiguar la causa y no encontramos nada anormal. Otro día, a las 7:30 horas me encontraba en la cocina cuando sentí que algo aleteaba cerca de mí. Inclusive incliné la cabeza y me zumbaron los oídos..." < Riversa Sosa, de Pedregal de Tezompa, Chalco, estado de México: "Hace 52 años se me presentó el rey Tenamascuicuitl diciéndome que no me espantara y quién era él. Luego traspasó la puerta y desapareció. Este mismo personaje se presentó
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ante mi hermano, días después, para mostrarle un tesoro que por temor se negó a buscar..." < Eduardo Ramírez, de Acappulco, Guerrero: "A un tío le apagaban la televisión cuando estaba viendo algún programa, entidades que nunca consiguió apreciar, mismas que le cerraban los cajones de su ropa cuando los abría para arreglarla..." < Guadalupe Cortez de Corona, de Querétaro, Querétaro: "Hace 2 años falleció mi madre y desde entonces todos los días se escuchan tres toquidos en el tocador de mi recámara..." < María Luisa Altamirano, de Jalapa, Veracruz: "Tengo una bebé de un mes de nacida. Un buen día empezó a llorar y subí al piso donde la tenía en la cuna. Encontrándola en el suelo sin las cobijas con las que la había envuelto. Además en mi casa se escuchan toquidos en la puerta que no son de ninguna persona, como compruebo en el acto. También hay ruidos extraños y al descender por las escaleras, siento que alguien intenta empujarme. Quiero aclarar que en este lugar, antes de ser zona residencial fue panteón..." <Eva Gualito de la colonia Agrícola Orienta, D.F.: "A mí se me han aparecido fantasmas en la tarde, no sólo de noche. También en una ocasión empezaron a caer piedras del techo de mi casa sin causa razonable. Lo más enigmático es que nunca lastimaron a nadie y el techo jamás estuvo agujerado..." < Claudia Cabral, de Villa de Cortés, D.F.: "Yo creo en los fantasmas. En una ocasión estando dormida me despertó el ruido de una víbora de cascabel. Mas al incorporarme de la cama y buscar, ni encontré nada ni escuché más ruidos. Aunque luego sentí la presencia de alguien..." < Doctor Fernando Rangel, de Guadalajara, Jalisco: "A mis hermanos entidades invisibles les han arrojado platos al cuerpo, halado el cabello y por más que buscan al causante no encuentran a nadie humano..."
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< Gretel Fernández, de Veracruz: "Tan creo en los fanstasmas, que una vez que me miraba por el espejo en mi casa cuando de pronto distinguí una sombra que pasaba atrás de mí. Volteé a verla mejor y ya no estaba..." < Laura López de Acosta, de Monterrey, Nuevo Le¢n: "Aquí en mi casa aparecen unos zapatitos que caminan por las estancias. Además cada Jueves Santos surge en las cuatro esquinas de la morada, una luz azul muy grande..." < Señora Gutiérrez, de Culhuacán, D.F.: "Una noche de 1954 en la calle de San Miguel, número 10 en Coyoacán, D.F., me habló un fantasma. Aguardaba yo el regreso de mi esposo. Y como no llegaba éste, atranqué‚ mi puerta y puse muchos objetos para que nadie pudiera entrar. Empero, estando acostada en medio de la oscuridad alguien me tomó de los brazos y dijo que mi marido no iba a regresar porque andaba de fiesta. Antes de eso recuerdo haber escuchado que se abría la puerta. Encendí la luz y la encontré perfectamente cerrada. Tiempo después se hizo una excavación en la puerta de la entrada y se descubrió un esqueleto enterrado a pocos metros. < Ernesto Javier Lara (13 años), de Mérida, Yucatán: "Hace 2 años estábamos en una fiesta de mi abuelita. Fui a la cocina a lavar un vaso, cuando de pronto vi cómo volaba un plato del trastero al piso..." < Daniel Olivares, de La Piedad, Michoacán: "A mi padre se le aparecía una persona en casa. Después de un tiempo se hizo una remodelación y se encontraron restos de un ser con la vestimenta del fantasma que se presentaba ante mi tutor..." < Mireya García, de Reynosa, Tamaulipas: "A mi hermana se le apareció un hombre vestido de negro recargado en la pared, mientras que a mi cuñada se le ha presentado una mujer vestida de blanco..." < Álvaro Ortega, de la colonia Portales, D.F.:
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"Yo creo en los fantasmas porque hace 3 años me sorprendió en casa una mujer de negro que me dejó muy impactado..." < Alejandra Rosario Alpuche, de Villahermosa, Tabasco: "El 2 de noviembre de este año 1993, a las 12 de la noche un grupo de amigos nos vimos al espejo sorprendiéndonos captar muchas nimas en torno a nosotros. Debo agregar que dos chicas cayeron desmayadas en el acto..." < C.P. Torres, de Ébano, San Luis Potosí: "No hace mucho mi sobrina pequeña se me cayó de un tercer piso y únicamente sufrió un desmayo. Al volver en sí aseguró que su abuelita la había cargado para no lastimarse al venirse abajo..." < Moisés Martínez Mendoza, de Veracruz: "En esta región veracruzana existe una gruta llamada La Malinche, en la cual se afirma hay un tesoro oculto. Asimismo se cuenta que cada año aparece La Malinche que ofrece el tesoro a quienes cruzan por sus alrededores advirtiendo que si no consiguen sacarlo, quedarán atrapados. Y en Chavarrillo, a un lado de Jalapa, cada luna llena surgen unos ancianos que incitan a la gente a entrar a unas cuevas para obtener oro..." < Diana Elizabeth Salazar, de Ciudad Victoria, Tamaulipas: "A mi prima se le apareció cierto día en su propiedad, una señora vestida totalmente de blanco, de pies a cabeza y a los pocos segundos se esfumó de su vista..." < Sr. Rodolfo García, de Tampico, Tamaulipas: "Por supuesto que creo en los fantasmas. Cada vez que llego a casa por la noche, capto una sobra que brinca por la cocina. Corro a ese lugar y cuando llego no encuentro a nadie..." < Lucía López, de Durango, Durango: "En la noche en mi morada se escuchan pasos, pisadas y descubro sombras blancas que cruzan de un lado a otro..." < Sandra Luz Cruz, de Tuxtepec, Oaxaca:
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"Cuando mi hijo estaba recién nacido, una vez lo acosté muy bien envuelto en medio de la cama y le puse dos almohadas para que fuera a moverse y caer. Me retiré un momento a la cocina y a los pocos segundos escuché su llanto. Corrí a verlo encontrándolo en el suelo, dormido y perfectamente envuelto. No había nadie más en casa..." < Nadia Anzaldo, de Puebla, Puebla: "En una ocasión que me encontraba reposando en mi cama, me sorprendió una extraña luz en mi habitación, la cual enseguida se convirtió en una sombra que llegó a una de las esquinas y se esfumó..." < Martha Yáñez, de Valle de Aragón, D.F.: "Hace unos días mi mam viajó a Veracruz por tierra, y asegura que al cruzar por la ciudad de Tulancingo, Hidalgo, todo el pasaje del autobús foráneo empezó a oler a lodo podrido. Un kilómetro más adelante se escuchó el estallido de una llanta, lo que obligó al chofer a detener el vehículo haciendo descender a los pasajeros. El último en hacerlo fue una muchacha vestida de negro, con un velo en su cara. Al bajarse, no se incorporó al grupo, sino que unos 10 metros adelante, y como a los 5 minutos, llegó un transporte nuevo que se estacionó abordándolo solamente ella y su equipaje. Y para mayor misterio y confusión de los usuarios, el camión en el que viajaban también era nuevo, descubriendo que en realidad la llanta no se había ponchado, sino incendiado..." < María Velázquez, de la colonia Roma del D.F. "El 2 de agosto de 1990 a las 5:10 horas una vecina murió en mis brazos. A los ocho días me desperté a las 5:05 horas. Y cinco minutos después escuché que alguien rascaba en la cabecera de mi cama, empezando mi perro a aullar sin cesar hasta que desapareci¢ el ruido y el can quedo tranquilo, a los pies de mi cama..." < Señora Cabrera, de la colonia Electricistas, D.F.: "Mi abuelita falleció a las 00:30 horas. Yo estaba en mi casa dormida con mi familia a esas horas cuando sonó mi despertador, el cual no había sido programado para tal efecto. Por otra parte, yo siempre experimento que una mujer anciana se sienta en mi cama..." < Irma Bosques, de Cancún, Quinta Roo:
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"Mis papás cuando eran estudiantes, un compañero los invitó a comer cierto día. Ellos asistieron gustosos y, a la semana siguiente los padres del muchacho cuando se enteraron de la reunión no lo podían creer porque aseguraban que su hijo había perecido un mes atrás..." < Teresa Porras, de Oaxaca, Oaxaca: "Cuando mi niña iba a expirar, descubrí una cara blanca en la puerta de la habitación y al momento la pequeña falleció. A raíz de eso, cada año en el mes de febrero suceden tragedias en casa y en particular a cada uno de los familiares..." < Niña Yoloxóchitl Flores, de Lago de Guadalupe, estado de México: "Hace tiempo escuché ruidos en el lavadero de mi casa. Al asomarme encontré a mi mamá lavando. Le grité y no me respondíó, porque en realidad ella estaba en su alcoba. Al voltear al lavadero, ya no había nadie..." < Señora Méndez, de Guanajuato, Guanajuato: "Vivo en una ciudad de muchas leyendas y tradiciones. Aun así, yo no creía en nada de los cuentos de misterio. Pero hace 6 años en mi casa se prendían y apagaban las luces sin que nadie interviniera. Además de que se oían pasos y unas manos en ocasiones me llegaron a izar. En esos momentos, sin saber qué hacer, sólo atiné a rezar e inmediatamente me soltaron, dejando en paz al fin..." < César López, de la colonia Juan Escutia, del D.F.: "En mi familia somos únicamente tres personas. Sin embargo, en ocasiones siento que alguien me sigue. Cierta vez estábamos acostados y habíamos apagado la luz de la recámara, cuando escuchamos que un ser clamaba: 'tengo miedo'. Aseguro que no se trató de ninguno de nosotros..." < María Elena García, de Ciudad Madero, Tamaulipas: "Definitivamente los perros sí captan hechos extraños. Cierta vez mi abuelito se encontraba muy enfermo y el can se metió debajo de su cama, como si viera algo, y muy asustado. A los pocos días mi pariente dejó de existir..." < Raquel Fonseca, de Tlalnepantla, estado de México:
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"Cuando era joven estuve interna en en el Internado Nacional Infantil. Se decía entonces que una mujer vestida de blanco se aparecía constantemente. Yo no creí en esa versión hasta que me tocó mirarla. El susto me hizo correr a envolverme en las sábanas de mi cama... < Claudia Asseneth Arriaga, de Tampico, Tamaulipas: "En casa se enciendan las luces solas. Yo habito un inmueble de dos pisos y, pese a estar todo alfombrado, se escuchan inquietantes pasos muy seguido. Incluso en una época, al regresar a mi morada se encendía el equipo estereofónico por sí mismo si yo lo deseaba..." < Eva Rodríguez, de Villa Panamericana, D.F.: "Vivía en Ciudad Juárez con mis hijos menores, cuando cierta vez comenzó a dolerme bastante un brazo llegándome el malestar a la cabeza. Los chicos fueron de inmediato a buscar un médico. Y mientras quedé sola, en el quicio de la puerta de mi recámara apareció una persona con un chal negro hincada y cubriéndose la cara, orando. Sentí que era mi madre. La llamé sin que hiciera el menor movimiento. Pero en cuanto regresaron mis hijos con el galeno, la imagen desapareció." < Jesús Martínez, de la ciudad de México: "Mis abuelos son de Veracruz. Unos días después de la muerte de mi tía abuela, mi abuelo asegura haberla visto vestida de blanco, apareciendo ante él breves segundos. Al poco tiempo dejó de existir también mi abuela..." < Señora Ruiz, de Tula, Hidalgo: "Mi esposo al estar dormido sentía que una mujer de negro se sentaba a su lado en su cama. Esto ocurrió repetidamente..." < Señora Patricia de Reyes, de Durango: "Yo tuve un novio que se murió. Y al cabo de un año empecé a captar su presencia, su olor... Lo que me causaba mucho miedo, pues no sabía además qué hacer..."
< Señorita García, de la colonia del Valle, D.F.:
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"En Santa Bárbara, California (EUA), existe un restaurante muy conocido por los fantasmas que hacen de las suyas, quitándole la silla a los clientes, cambiando los cubiertos en las mesas y asustando en los sanitarios. Mucha gente asiste a ese lugar para constatar la actividad y aparición de estos seres fantasmagóricos..." < Bernardino Cruz, de Cuajimalpa, estado de México: "En 1990 manejaba una noche cuando a unos 100 metros de distancia advertí sin saber cómo, a una mujer vestida de negro frente a mí. Pasé muy cerca de ella sitiendo en ese momento un desguanzo. Volví la cabeza y mirarla y ya no encontré a nadie..." < Luis Serratos, de Guadalajara, Jalisco: "En el año 1951 yo vivía en un rancho. En una ocasión se me apareció un coyote que me empezó a atacar. En un momento dado, el animal se transformó en un ser humano. Yo, paralizado de miedo, me puse a orar consiguiendo que la aparición se desvaneciera..." …………………….. * …………………. He aquí lo que ha vivido la gente en México en cuestión paranormal. Y esto, repito, es sólo el reporte de un programa de televisión donde se debatió, en el mes de diciembre de 1993, el tema de los fantasmas a nivel nacional y en no más de cuatro horas. Tales testimonios nos hacen reafirmar la creencia en alto grado de un pueblo en la realidad más allá de la razón. Asimismo lleva a considerar con objetivismo que la persona no se siente sola no tanto en el cosmos -punto de otra materia- sino en su mundo físico. Sabe, experimenta, presiente, que existe en torno a ella un universo extradimensional con seres cuya facultad les permite brincar de una cuarta a la tercera dimensión. Y al mencionar este salto, vamos a dar uno dentro de este contexto en el sentido de afectar otras dimensiones, mismas de las que se aprovechan ciertas criaturas no terrestres para contactar con el habitante del tercer planeta del sistema solar dentro de la Vía Láctea. ...............................................
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IV. CONTACTADOS POR LA OUIJA En el ancho mundo de la Parapsicología existe un apartado que, amén de escabroso posee tintes que poco se conocen en cuanto a la idea general que posee el ciudadano común de éste. Me refiero a la tabla ouija, un artículo de madera ligera que regularmente mide unos 35 centímetros de ancho por unos 40 o má de largo. Según las que hay en el mercado, en el lado izquierdo tiene la palabra No y en el derecho la palabra Sí. Ambas en letras de molde. En trazo de arco, en la parte superior está todo el abedecedario y más abajo, en sentido horizontal, los números del 1 al 9 y 0. Sobre ésta, mal llamada por cierto "mesita mágica", hay una pieza independiente igualmente de madera muy ligera y de forma triangular, con pequeñas patas de un material liso que permite deslizarse con facilidad. En el triángulo se ponen los dedos índice y medio; muy suavemente, casi sin tocarlo. Mucho se ha hablado de lo anterior. Entre otras cosas, se sabe que resulta muy delicado el juego -en el que pueden participar grandes y chicos- porque en cierta forma trae resultados negativos que en la mayoría de los casos son en sí provocados por el mismo sujeto, por la mente de éste. Es decir, que la ouija responde lo que el mismo subconsciente quiere revelar, manejando éste la tabla menor sobre el abedecedario o sobre la afirmación o negación. Reportes de algunas personas indican lo aseverado. Las revelaciones que expongo a continuación fueron obtenidas en el programa de televisión referido en el capítulo anterior. Pero ahora tienen relación con el tema que ocupa este espacio. Así una señora de Saltillo, Coahuila que solamente dio su nombre: María Esther, dijo textualmente por la vía telefónica: "Yo soy periodista. Confieso que en una ocasión descubrí a los asesinos de una niña por medio de la ouija". Otra persona, el señor Álvaro Hernández de Cárdenas, Tabasco, indicó: "Una prima estaba jugando con la ouija y al pedirle una prueba de su efectividad, en ese momento se soltó un aire muy fuerte dentro de la casa que se encontraba totalmente cerrada"...
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La señorita Deyanira Cruz Cárdenas, de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, declaró: "Una amiga que jugaba mucho con la ouija, cierta vez resultó posesionada por un espíritu que le provocaba ataques diabólicos hasta que la joven murió". Y una dama más, la señora Guadalupe Fonseca, de Santa Mónica, estado de México, dexpresó al debate televisivo sobre temas parapsicológicos: "Yo me encontraba jugando con la ouija cuando un fantasma me dio unos datos acerca de un terreno que era de mis esposo y, result¢ cierto"... Entre los jóvenes se estila entretenerse con ella llevándose la sorpresa de recibir como frases malas palabras e informaciones de cuanto ocurrirá de nefasto a parientes o amistades. Ello obviamente porque es un reflejo de los reales sentimientos del muchacho o la chica que maneja la tabla. Rodolfo Benavides, autor de "Dramáticas profecías de la Gran Pirámide", dice en su obra "Experiencias Paranormales" sobre este asunto, que el uso de la ouija debe limitarse a dos tipos de práctica: a juego eventual de salón como mera diversión y a verdadera experimentación parapsicológica o paranormal, a fin de encontrar explicaciones, o sea el saber el cómo, el porqué y en función de qué trabaja dicha tabla. Añade sobre la manera de operar, que trabaja en pequeño porcentaje del tiempo, por espíritus "chocarreros", como los llamó Allan Kardec. Y en alto porcentaje funciona por impulsos, quizás del subconsciente -como dije- del operador o la fuerza mental de alguno de los presentes. Esto en el caso de tratarse de un grupo de personas. Comunicación con y desde el espacio Sin embargo he descubierto que éstas no son las únicas funciones del popular objeto que nos ocupa. Leyendo fragmentos proporcionados por un buen ex compañero de trabajo, Adrián Serrano, de la obra "100,000 kilómetros tras los ovnis" del famoso J.J.Benítez, encontré que una agrupación de españoles afectos a los platillos voladores adoptó un sistema para comunicarse o sintonizar con seres allende las estrellas; tan tradicional como ancestral. E igual al que otro equipo de trabajo, sólo que éste del Perú conocido por sus siglas IPRI (Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias), llegó a usar. Se trata de la ouija, que en aquel caso consistía en la utilización de un vaso o copa por parte de los miembros del grupo Tenerife integrado por un médico, fotógrafos
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profesionales, técnicos en computadoras y electrónica, industriales, el presidente de la Asociación Astronómica de Canarias y demás personas. Ante lo dificultoso y subjetivo de la operación, Benítez se metió a fondo, como solamente él sabe. Y estuvo unos días al lado de ellos para comprobar la efectividad o engaño del sistema y objetivos de aquellos investigadores deseosos de hacer contacto con los extraterrestres tanto visual como personal. En 1975 tuvo el periodista el encuentro con estas personas en Tenerife, las cuales en los primeros meses no obtuvieron los resultados anhelados luego de muchos intentos. La razón era, como le explicaron, que pretendían constatar que aquellas comunicaciones que tenían en sí con seres o entidades desconocidas no eran fruto del subconsciente como manejaba al principio de este capítulo- o de una alucinación colectiva o de cualquier fuerza extraña e ignorada por ellos. La cual tal vez emanaba de sus propias mentes. Al fin el contacto deseado se dio. Es decir que la famosa ouija, en su construcción rudimentaria, facilitó la comunicación con objetos voladores del espacio plenamente identificados. ¿Cómo fue esto? Pues de acuerdo a lo que narra Juanjo (JJ Benítez) los operadores, cuyo número de inquietos buscadores y contactantes de OVNIS aumentó pronto, al cabo de unos meses de trabajo en el campo comprendieron que siempre que formulaban preguntas el vaso respondía con letras y números. Un miembro asimiló que aquel lenguaje tenía un gran parecido con el sistema alfanumérico utilizado en los ordenadores o cerebros electrónicos. Razón por la que sospecharon que aquellos seres trataban de trasmitirles unas respuestas en un código que quizás consideraban normal. "Al mismo tiempo -dijo textualmente el entrevistado por el periodista- tal y como te señalamos anteriormente, Juan José, se 'cruzaban' respuestas de entidades o seres que no parecían tener vinculación alguna con los extraterrestres. Nosotros los denominamos 'elementales". Por tal clasificación entendió manifestaciones de seres de nuestro mundo, las cuales se encuentran en un bajísimo nivel psíquico, a la par que en un estado de proyección mental inconsciente consecuencia de drogas, embriaguez, etcétera. Los contactos continuaron. Y cada vez con mayor claridad, hasta que un buen día toparon con unos seres que se identificaron como habitantes de Saturno.
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Incrédulos ante este anuncio, los investigadores los sometieron al momento a innunerables pruebas a la par que les tendieron varias trampas para comprobar su real procedencia. Empero, anotando cada información científica que recibían, al verificarla comprendían que sí estaban tratando con entes de aquel planeta. Esta relación llevó a los de Tenerife a preguntar si acaso ellos eran los tripulantes de los OVNIs que se ven sobre nuestras ciudades, campos y mares. A lo que los del espacio respondieron que efectivamente. Y agregaron algo que asimismo merece reproducirse íntegramente: "Pero también hay seres de Urano, Plutón, Marte, Venus y de otros astros del Sistema Solar". Al solicitar una prueba de la existencia de los saturnianos, y expresar la intención de verlos, éstos contestaron a través -como todo- de la ouija, que sí. Y que la aparición sería esa noche a las doce y media. Luego seleccionaron a miembros del grupo que debían asistir e indicaron el sitio exacto donde se presentarían. "Los Campitos", una montaña junto a la ciudad de Santa Cruz Tenerife. Llegaron puntual a la cita cinco naves de treinta metros de extensión y tripuladas cada una por seis pilotos. Antes habían marcado los distintos rumbos por los que aparecerían en el cielo. "No podíamos creerlo, dijo uno de los entrevistados a Juanjo. Tres objetos surgieron a bastante altura por encima de los edificios de la población cercana. En un momento la cuarta nave arribó por el horizonte de Las Palmas, mientras que la quinta no la vimos. Mas al regresar a la ciudad supimos que la mujer de uno de nuestros compañeros la había estado viendo desde su domicilio. Y aquel aparato se encontraba inmóvil precisamente sobre 'Los Campitos', sólo que nosotros no pudimos apreciarla porque la ocultaban unas nubes". Surgió entonces la pregunta obligada por parte del entrevistador, en relación a cómo eran los navíos del espacio. Y la respuesta igualmente merece tomarse textual: "Sólo vimos puntos de luz muy brillantes. Con los prismáticos los observamos mejor. Estaban a gran altura... Pero de pronto, a través de una nueva comunicación nos pidieron que mirésemos 'hacia la bahía". Lo que llamó más la atención de los hombres, ya que en Santa Cruz Tenerife jamás dicen 'la bahía'. Siempre hablan del puerto o los muelles.
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"Dirigimos obedientes la vista hacia allí y notamos que las naves, las cinco que nos habían anticipado, estaban en línea. Y al cabo de unos minutos, de esa manifestación que duró dos horas, empezaron a moverse en todas direcciones: subían, bajaban y se entrecruzaban. -Aquello fue todo un espectáculo - concluyó el interlocutor de Benítez. En el relato se aportan luego todo tipo de detalles, ya que los hombres no sólo miraron los vehículos del espacio, sino que tuvieron acceso a ellos y sus tripulantes. Yo solamente he retomado lo que concierne a lo tratado en este capítulo, aunque recomiendo desde luego al lector remitirse a este libro del periodista e investigador de OVNIs que se ha hecho mundialmente famoso por sus correrías por todo el orbe a la caza de objetos construidos fuera de nuestro planeta, a la par que convertido en centro de atención general por su obra continuada en varios tomos, "Caballo de Troya". Me refiero a J.J. Benítez. Comunicación familiar con el futuro El exponer un caso de contacto con alienígenas por medio de una tablita de madera con ciertas "propiedades" que permiten a quien la maneja obtener comunicación con quien se desea, no es el único motivo de este capítulo. Desde luego que es importante hacer énfasis en que la ouija en sí es muy delicada, nada recomendable para quienes no están seguros de lo que pretenden con ella, y mucho menos aquellos que simplemente -como argumentan quienes la venden en el mercado- sirve para divertirse logrando que dé respuestas con groserías. Y sirva para que el subconsciente del operador aflore lo que guarda en contra de algunos conocidos vaticinando para ellos sucesos fatídicos, como he comprobado en ciertos círculos de jóvenes. Pero existe otro caso que al resultar un tanto similiar al de Tenerife me parece propio de tratar. Por ello decía que no es el único incidente que me despertó la tentación o duda sobre la operatividad de la ouija, de la que inclusive en entrevistas que me han hecho no he recomendado; como una vez más lo hago aquí. Sin embargo, ello no quita que el aparato en ocasiones dé sorpresas. Traté lo de España por la relación que encontré tras leer el documento, con un caso de México protagonizado quince años atrás. Cuando me enteré en 1979.
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La historia es la siguiente: un día de enero de 1994, en la fiesta cumpleaños de una linda amiga, Karen Lara, a quien conozco desde hace tiempo y con la cual he trabajado periodísticamente gracias a que ella además me invitó a colaborar en un prestigiado diario de circulación nacional de México para escribir casos breves y concisos de avistamientos de objetos voladores no identificados y encuentros con extraterrestres. Decía que en la reunión me topé al llegar con un amigo escritor de televisión, teatro, cine y radio que goza de mucho prestigio en el país. Se trata de Mauricio Iglesias, el cual pese a habernos tratado poco en el tiempo que tenemos de conocernos, me abordó al instante para platicarme una serie de anécdotas que se relacionaban con el uso de la tabla ouija, por parte de él y sus hijos, años atrás. Nos aislamos prácticamente de los asistentes a felicitar a Karen (muchos por cierto, porque la mujer cuenta con infinidad de importantes amistades) no obstante habernos sentado en medio de la concurrencia en un amplio salón donde amables meseros atendían con eficacia a los invitados. Lejos de platicar asuntos vanales, como es usual en todo evento social, nos entregamos a una conversación que me mantuvo perplejo ante cuanto escuchaba de parte de mi interlocutor y donde solamente yo musitaba algo ya fuera para hacerle alguna pregunta, ya para incitarlo a seguir adelante con su apasionante exposición. Sentado a mi lado izquierdo con una copa en la mano derecha y en la izquierda sus cigarillos que consume seguido, empezó su relato: .- Fíjate Luis que una vez, hace como 15 años, estaba con dos de mis hijos en casa: Consuelo de 15 y Mauricio de 14. Aclarándote que más tarde el hombrecito habría de convertirse en un ferviente escéptico de lo esotérico y extraterrestre, mientras que la chica asumido una actitud un tanto temerosa y reservada. Alejado de ambos por encontrarse cada quien en su recámara, como mi esposa en otro aposento, el joven escuchó claramente mi llamado respondiéndome, como ocurrió luego a la chica que hizo lo mismo. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta, cuando insistieron ambos en saber qué deseaba yo, que para nada los había llamado. No obstante, como había sido tan clara mi voz, prefirieron dudar de mi negativa que aceptar un efecto extraño en sí.
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No trascendió el incidente –continuó mi testimoniante-. Pero al otro día se repitió y aquí fuimos los tres (no mi esposa que no daba crédito a lo que platicábamos) los que sentimos que alguien efectivamente nos llamaba para determinada acción. De pronto empezamos a sentir dentro de nuestro cerebro la necesidad de recibir una comunicación a través de un medio. ¿Cuál era? Poco después lo supimos: la ouija. Yo no estaba de acuerdo en su uso. Sabía los riesgos y peligros como fraudes que se tejen en torno a ella, pero fue tan tajante la orden en los tres cerebros, que decidimos ejecutarla. Y así lo hicimos. Adquirimos un artículo de éstos. Y cuando nos disponíamos a 'curarla' recibimos la instrucción de no hacerlo, pues bastaba únicamente con accionarla con nuestrras manos, tomando en cuenta que con ambas se forma un circuito y una corriente positivo-negativa derivada de la energía mental del cerebro. Es así como se captaría la comunicación con ese alguien que deseaba tener relación con nosotros. Procedimos a realizar unos trabajos que se convirtieron en prácticas y tareas casi diarias y llevadas a cabo por espacio de un año, escribiendo cada uno de nosotros cuanto recibíamos de información a través del movimiento de la tabla menor sobre las letras del alfabeto. Duramos casi doce meses retirados de esta actividad para volver a ella luego igualmente durante otro año. La verdad es que fue como una necesidad de reanudar la comunicación. Como si algo nos impulsara a pensar constantemente en ello –concluyó el revelador relato mi amigo. Yo no chistaba. Pese a la algarabía en torno nuestro, podía concentrarme y grabar en mi mente estas declaraciones nada intrascendentes, sino por el contrario pasmosas con una lógica, coherencia y verdad. Sólo interrumpía para cuestionar algo que en realidad no era necesario. Pues sentía que Mauricio conocía todas las dudas y sabía todas las aclaraciones. Sin embargo, interrumpí brevemente: -¿Con quiénes o qué ser se comunicaban? -Pues mira, Luis. Lo primero que nos dijo el ente que deseaba hacer contacto con nosotros (cuyo nombre por cierto me inquietó más porque era de un terrestre, cuando yo esperaba un apelativo diferente a los nuestros), fue que había nacido en el África mucho tiempo atrás y que venía del futuro, ya que al morir su espíritu se lanzó años adelante de nuestro planeta y de ese tiempo procedía.
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La manera de viajar era a bordo de uno de los OVNIs que conocemos normalmente. Su cuerpo era alto, de pelo platinado y piel muy blanca.Vestía un traje blanco ceñido al cuerpo. Le formulamos muchas preguntas que luego consideré eran muy simples. Creo que debimos aprovecharlo para conocer muchos conceptos y realidades. Aunque quizás en un momento sí inquirimos algo importante: era en relación al futuro de la humanidad; sólo que nos respondió que únicamente podía adelantar que se avecinaban tiempos muy difíciles - Estamos hablando de una experiencia familiar tenida en 1979) y no quiso entrar en detalles. Después habló de una cuarta dimensión; puertas de éstas de las que existen cuatro en México. Una de ellas localizada en Mitla, Oaxaca, la cual se encuentra tras un fresco de pintura elaborado en un muro subterráneo que recibe la luz del sol en determinada época del año. La puerta abre a Venus. Y yo pregunté si era el planeta para tal dimensión. A lo que el ente me respondió afirmativamente, aclarándome que no a nivel físico como nosotros lo conocemos, sino de exclusiva energía. -Más adelante se refirió a las culturas de antaño –sigue exponiendo Mauricio. En este momento dio un giro a sus revelaciones para hacerme un comentario: -La verdad es que yo siempre he creído que era cosa mía, pues mi mente dirigía tales movimientos de la tabla para respondernos. No lo dejé continuar porque aproveché para expresarle mis dudas sobre dichos trabajos en virtud de que, conocedor también de lo delicado y falso en ciertos aspectos de este juego, para mí es la persona la que mueve efectivamente -como decía mi interlocutor- por energía el adminículo; no otro ser. Empero, mi amigo tenía inquietud por saber qué ocurría en cambio con sus hijos, los que igualmente recibían respuestas. Yo le argumenté que quizás él podía sin darse cuenta, manipular sus mentes, es decir manejarlas telepáticamente y trasmitir cada respuesta para que sus manos obtuvieran la misma al mover la paleta letra por letra. -Es posible todo eso que sospechamos tú y yo, Luis. Por ello he querido escribir un libro como me lo han solicitado. -Yo de hecho fui uno de ellos, al juzgar sumamente interesante esas vivencias y someterlas a consideración del público. Ahora, meses más tarde al escribir estas líneas, sé que ya se lo propuso.
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Por mi parte, al aceptar Mauricio divulgar yo en esta obra sus incidentes con la ouija, aportándome parte de su material, de sus escritos, prometí no opacar su experiencia. Aproveché el paréntesis abierto en la conversación para cuestionarle en relación a su inclinación o no por el fenómeno OVNI. Especialmente antes de enfrentarse a la experiencia tratada. Mauricio dijo que sí la tenía e inició la siguiente confesión: "Fíjate Luis que yo de muy chico mostré afición por cuanto había en el espacio exterior. Mis padres entonces me regalaron un telescopio para mirarlo mejor, a la par que pusieron libros en mis manos sobre el universo. "Conforme transcurrió el tiempo fui aprendiendo más y más. Y mi interés por lo que oculta el cosmos y manifiesta a través de navegantes espaciales de un mundo a otro, visitando el nuestro, creció a grado tal que en la época de la gran oleada de México (1965) llegué a formar una sociedad investigadora de OVNIs que no duró mucho tiempo. "Y en lo que toca a haber visto una de las naves extraterrestres, pues creo que lo conseguí en 9 ocasiones. De entre éstas recuerdo cierta noche que actuaba con un grupo musical -también creado por mí-, en el Ocotal. Cerca de Acapulco y a la orilla del mar. Mirando al cielo al terminar nuestra presentación, advertimos sorprendidos tres luces que un tanto separadadas entre sí venían del horizonte marino hacia nosotros a muy considerable altura, que aun así permitía apreciar un buen tamaño de los bólidos. Al principio pensamos era un avión, por las tres luces estroboscópicas. Pero pronto nos dimos cuenta que éstas eran muy blancas, no las clásicas rojas y blancas de las naves convencionales. Y por si dudábamos, al llegar a nuestra posición bruscamente viraron 90 grados cada una a su respectivo lado, para luego desaparecer a toda velocidad. A diferencia de la lenta que traían en un principio. "Nos quedamos perplejos y asustados. La impresión aumentó cuando, buscando expectantes el regreso o paradero de los objetos voladores, al cabo de unos segundos éstos surgieron como exhalaciones detrás de nosotros y nuevamente en grupo para posteriormente perderse en el inifinito. La acción de los OVNIs provocó que el mar se retirara de nosotros arrastrando prácticamente los instrumentos de los músicos, que se daban toques eléctricos por el embate de las aguas que se compulsionaron para lanzarse mar adentro y luego retornar a su normalidad. "En otra ocasión, observando el firmamento con un telescopio hacia el rumbo de Toluca (oeste de la ciudad de México) desde mi casa en el sur del Distrito Federal, me topé con
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un OVNI que pude ajustar con mi aparato ya que éste permanecía estatico con cierto bamboleo. Así duró buen tiempo. Casi podría decir que una hora. Era el mediodía y mi familia igualmente vio el objeto con bastante nitidez, distinguiendo que se trataba de una especie de plato cóncavo en la parte inferior, con una cúpula en la superior. Sé que resulta difícil captar un objeto de éstos con un telescopio, pero aquella vez lo conseguí. Después supe que en diciembre de 1994 también había advertido la trayecoria de una nave de oriente a poniente y viceversa, al ponerse el Sol, para finalmente desaparecer tras dibujar un ángulo de 90 grados frente a él. "Por otra parte, te platico que en una ocasión compuse una pieza musical para cada planeta. En aquellos tiempos en que lo hice, no había transbordadores espaciales ni se sabía por ende lo que hoy se conoce de nuestro sistema planetario. Y en mis obras hablaba de características que más tarde la ciencia nos lo habría de comprobar. "Había tomado la dirección del grupo 5 en el espacio músico-vocal. Allá por 1965, el cual llegó a ser popular a nivel nacional. Y con éste compuse piezas en las que describía cada mundo de nuestro Sistema Solar, llevándome la sorpresa de que años más tarde una sonda espacial como el Voyager reportó las mismas características de los mundos que recorría a su paso. Para esto te aclaro que no soy ningún vidente. Únicamente me ponía en un estado de conciencia determinado y la información llegaba a mi cerebro. "Y es que debo reconocer que yo tuve ciertas facultades especiales desde peque¤o, Luis", me explicó mientras encendía un nuevo cigarrillo y ambos chocábamos nuestras copas de vino blanco para apurar un trago aprovechando una pausa que mi interlocutor hizo para proseguir: "A los 17 años de edad en la escuela preparatoria escribí un guión para cine, sobre la molécula microbiótica que entraba en una planta para conocer su interior. Extrañanamente -lo dijo apesadumbrado, insinuando un plagio- al poco tiempo se realizó una película de proyección mundial, sobre un viaje por el interior del cuerpo humano. Creo que -habló en tono reflexivo- había algo en mí que me facilitaba la visión de ciertas cosas... a la par que me preparaba para algo en especial en la vida, como fue la experiencia que tuve con mis hijos". Mauricio, un hombre de 57 años de edad con tupida barba y cabello canoso, de 1.70 de estatura, delgado y piel bronceada, platicó cordial. Y se sentía sincero, como entusiasmado con cuanto revelaba.
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Más tarde me hizo el favor de proporcionarme una copia de su primer contacto extraterrestre a través de la ouija con sus hijos Consuelo y Mauricio exactamente el 20 de diciembre de 1978 -aunque él data sus comunicaciones desde 1979. Por su importancia e interés, con la autorización de mi amigo reproduzco íntegro estos diálogos con un hombre del futuro a la par que de otro mundo. Frases que mueven a una seria consideración. - ¿Eres un ser luz? -Sí. - ¿Quieres hablar con nosotros? -Si. -¿Cuál es tu nombre? - Rubén. - ¿De dónde eres? - Del futuro - ¿Qué edad tienes? -No tengo edad ¨- ¿Eres un ser vivo? -Sí. - Si eres del futuro, ¿ De qué año vienes? -2579 - ¿Del año 2579? -Sí - ¿Cómo es posible que hables con nosotros? -Soy Luz del Saber. - ¿Eres de la Tierra? -Sí - ¿Dónde vas a nacer? - No podría saberlo hasta que me digan. - ¿Quién te lo debe decir? -El Ser Supremo - ¿Cómo se llama el Ser Supremo? -Olu - ¿Qué significa?
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-Amor y Luz - ¿Qué eres ahora? -Energía. - ¿Qué tipo de energía? -Sabia - ¿Eres Luz pura? -Sí - ¿Tú vives? - Sí... Existo... Pero ustedes no me verán hasta que alcancen su superación. - ¿Eres un ángel? -No - ¿Existen seres de otros mundos? -Sí - ¿Son distintos a nosotros? -No -¿Tienen un sistema de vida más evolucionado que el nuestro? -Más evolucionado. - ¿Han llegado a la Tierra en OVNI? -Sí - ¿Son pacíficos o agresivos? -Somos Luz - ¿Tú eres un ser que viene en los platos volantes? -Sí - ¿Eres extraterrestre? -Sí - Hace un momento nos dijiste que eras de la Tierra. -Lo fui hace mucho tiempo. Ahora ya no. - ¿Hay vida en el sistema solar? -Sí - ¿En qué planeta? -Asbetur. - ¿Está en nuestro Sistema Solar? -Sí, pero la mente actual no lo ve - ¿Es un planeta material?
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-Sí - ¿Está formado el planeta? -No... Se está formando. - ¿Estará para cuando nazcas? -Sí, porque allí estaremos todos nosotros. - ¿Nosotros también? -Sí - ¿Habremos muerto? -Recuerda que serás luz y amor. - ¿Hablas de un planeta que no existe? -Sí... Se está formando... - ¿Acaso es el Kojutek, entre Marte y Júpiter? -Sí. Sabes mucho de Luz... Sí, porque tienes facultades. - Aparte de ese planeta, ¿en el Sistema Solar hay vida? -No, posiblemente. - ¿No lo sabes? -No se me está permitido decirlo. - ¿Por qué? ¿Tenemos que descubrirlo nosotros? -Sí. La razón ustedes la saben. - ¿Estamos hablando en una dimensión espacio-tiempo? -Sí - ¿Qué es dimensión espacio-tiempo? - Tiempo y espacio - ¿Quieres seguir hablando con nosotros? -Sí. Pero no mucho tiempo... porque tengo que estudiar. - ¿Qué es lo que estudias? -La Verdad. - ¿Qué debo hacer para encontrar la Verdad? -Hay veces que te equivocas - ¿Por qué? -Porque no razonas con justicia. - ¿Es correcta la religión que llevo? - Sí. Siempre y cuando sigas por el sendero de Amor y Luz. - ¿Podemos hablar mañana contigo?
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-Sí. Tengo para que me entiendas, la Luz que el Señor me da - ¿A quéhora según nuestro tiempo? -A las doce de la noche. - Pero, ¿cómo te llamamos? -Con fe y amor -Pero, ¿cuál es tu nombre? -Rubén. -¿Rubén qué‚? -Rubén Gerkel... Hay preguntas qué contestar y no las han hecho... -¿No te has cansado? - Sí, un poco. Pero estoy muy contento con ustedes; son muy buenos... - ¿Viviste antes en la Tierra? -Sí - ¿Qué son para ti los OVNIs? -Seres creados por Dios que vendrán a su debido tiempo. - He oído decir que son una especie de ángeles o de arcángeles de los que habla la Biblia. ¿Es verdad? Nota del autor: recordemos que en ese tiempo, como quizá hasta ahora, muchas personas ven en los OVNIs no sólo los objetos, sino criaturas de otro mundo. -Sí - ¿Hacen mal esos seres? - El amor y la Luz no son malignos. - ¿Viven sin energía en el espacio? -No -¿Cómo viven? -Como el camino del saber. - ¿Son de carne y hueso? -Sí - ¿Dónde habitan? -En un mundo de gracia. De acuerdo, ¿pero viven en otro planeta? -Serbitalm
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- ¿En qué galaxia? -Se dice que es la Galaxia 59, Era del Sermón Final. - ¿Pero cómo se llama en nuestro idioma? -No lo verás sino a su debido tiempo. - ¿Cuándo es su debido tiempo? - Cuando dejen de brillar las estrellas. - ¿Y eso cuándo será? -1340 años luz - ¿Todos los OVNIs que vemos son iguales? -No. Los hay de otras galaxias. - ¿Ustedes no son los únicos? -No. Nosotros somos energía de Luz y Amor y ellos no. - Explícate. ¿Cómo son ellos? -Para que me entiendas, nosotros pertenecemos al Supremo, a Dios. Los que están acechantes en las constelaciones y los visitan más, pertenecen al mundo de los ángeles caídos, como ustedes les llaman. Están en constante lucha contra nosotros y hay unos terceros. Ellos son seres como ustedes que han evolucionado y los visitan para estudiar, aunque resultan algo distinto a ustedes. - ¿En qué son distintos? - En el color. Son entre blanco y azul verdoso. Más pequeños, sin pelo y de ojos grandes y rasgados. Por lo demás son iguales a ustedes en cuerpo. Esto por el medio en que viven. No son malos; son sabios. - ¿En qué constelaciones están ellos? - Ustedes les llaman distinto. Unos en Orión y los otros en las Pléyades. Creo que así las llaman ustedes. - ¿Es malo si hacemos contacto con ellos? - Con los pequeños, no. Los otros sí hacen mal. - ¿Tratarán de conquistarnos? - No se me es dado revelar el futuro. - ¿Pero conoces la respuesta? -Sí. Pero deja que tu mente descubra la verdad. - Debes estar cansado y nosotros debemos descansar -Sí Gracias. Que sigan igual de buenos y perdónenme. Adiós. Y hasta mañana.
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- No tenemos nada qué perdonarte. Adiós. -Adiós. Recuérdenme. -------------------....---------------- ¿Hay OVNIs distintos de los que hablamos ayer? -Sí. Son de otra dimensión. - ¿De algún planeta? -Sí - ¿Cómo se llama ese planeta? -Esto sólo te lo diré más adelante. Recuerden que hay cosas que no puedo decir - ¿Es que no lo sabes? -No es por saber... ¿Me perdonan? Me habla el Supremo. En un momento estoy con ustedes. - Por favor da gracias al Supremo por permitirte estar con nosotros - Así sea. - ¿Como sabremos que estás aquí de vuelta? - Me sentirán sus manos. ----------------------...------------------ ¡Estoy feliz de haber regresado! Aunque me regañó el Supremo. - ¿Por qué? -Por no darles la vara de la sabiduría - ¿Qué sabiduría? -Lo que ustedes deberán saber. - ¿Te es permitido decirnos quién era Hermes Trimegistro? -Sí. El hermitaño más sabio. - ¿Sabía más de lo que sabemos hoy? - Sí. Sabe que si está con la Luz lo sabe todo. - Las más grandes enseñanzas de Hermes son la tabla Esmeralda. ¿Está ahí la sabiduría universal? -Sí. Debes tener cuidado. - ¿Hermes era terrestre? -No - ¿Qué era?
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-Un Rayo de Sol - ¿Te refieres a un ser de otro mundo? -Sí. Hasta aquí una mínima parte de la primera comunicación de Mauricio y sus dos hijos adolescentes con un ser de otra dimensión, y de otro mundo, a través de la ouija. Todo este relato me movió a pensar que quizás no resultaba tan incierto lo del ente. Me hace sospechar además que el escritor mexicano, que como referencia estudió los dos primeros años de ingeniería quimica en la Escuela de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México para después dedicarse a escribir; a la dirección teatral y luego ser actor, sin dejar su carrera de escritor, desde muy joven fue preparado para un encuentro de esta naturaleza. ¿Cómo? Pues como acostumbran determinados extraterrrestres: primero se dejan ver en sus naves ante el sujeto que, al captar su atención, se convierte en posible objeto de contacto y experimentación de diversa índole, a la larga. La experiencia de 1979 con la familia Iglesias y lo descubierto por J.J. Benítez en 1975 en su natal España (ambos casos en los que participa la ouija), me llevan a considerar por tanto- seriamente que la tal tablita no es solamente un juego como expresión energética mental. Cualquier entidad puede valerse de ella para comunicarse con un ser humano previa preparación de éste; como lo hemos visto en párrafos anteriores. Así, la experiencia de Mauricio en México, como lo investigado por Benítez en España, tienen por ende el sello de la verdad, de su verdad, admirada y respetada. Y sin el ánimo de ser reiterativo, considero menester seguir reflexionando sobre estas formas de comunicación de nuestros homólogos en el espacio sideral, que en el caso que presento en el capítulo siguiente, es aún más directa, de acuerdo a nuestro concepto frío de ver y apreciar una comunicación y una presencia un tanto más objetiva. Continuemos pues avanzando por este delicado sendero del contactismo extraterrestre efectuado preferentemente en México. ……………………………………………………………
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V. MISIÓN EXTRATERRESTRE EN MÉXICO
Como hemos visto en los capítulos anteriores, la forma de comunicación de los moradores de las estrellas con los del planeta Tierra resulta tan variada como compleja y hasta en ocasiones reprobable, como escribo más adelante. Y no es que sea repetitivo, sino que es conveniente enfatizar en este hecho para tener más conciencia no sólo de la real existencia de mundos habitados, sino de la comunicación que sus pobladores cuando viajan a la Tierra intentan y tienen con nosotros, a la par que los medios e instrumentos que utilizan. Es consabido que sus fines de llegar hasta acá desde sus moradas celestes, son muchos, y entre ellos figura uno que he de revelar y comentar: el de la misión en el Planeta Azul. En este capítulo quiero por tanto hablar de un aspecto misioneril espacial protagonizado en México hasta el año 1994, cuando al parecer hubo un desenlace en relaciones alienhumanas. Antes de entrar en materia debo decirle que tuve qué cambiar los nombres de las personas para proteger su identidad al tratarse de gente muy honorable en sus respectivas empresas y en el país. Hecha esta aclaración, entramos en materia, a una historia muy singular que contiene una serie de contactos acordes a un fin espec¡fico y con unos antecedentes que coadyuvarán a la aceptación de los extraordinarios sucesos que se relatarán en el curso de la narrativa. Salvadores y adivinos Terminaba diciembre de 1992 cuando una amiga, mujer encantadora con un puesto ejecutivo en importante empresa, me localizó tras una serie de intentos, por dedicarme yo a cumplir con los múltiples compromisos que surgen en esta temporada navideña. A la vez que organizarme un periodo de vacaciones con el objeto de elaborar mi libro "-Alerta! Extraterretres Aquí". Al visitarme en mi oficina en un momento que tuve desahogado, la dama de unos cincuenta años y a la que llamaré‚ Elsa, divorciada con una hija (que nombraré Paty), me
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expuso un caso familiar que según ella tenía urgencia de revelarme con la esperanza de tomar cartas en el asunto. Tras saludarla con cariño e invitar a tomar asiento frente a mí, ofreciéndole un café, fue directamente al grano; sin más preámbulos. "Luis. No hace mucho una amiga en Pachuca, Hidalgo, me solicitó dar clases de inglés a su hijo Rubén, un muchacho que ansiaba aprender este idioma porque -según me di cuenta más tarde- básicamente deseaba leer la historia y obra de Enoc, el profeta, en un libro americano, junto con otra obra, también escrita en esta lengua, pero sobre los objetos voladores no identificados. "Accedí gustosa y cuando conocí al joven advertí que tenía una prótesis en vez de la pierna izquierda. Al condolerme del hecho, le pregunté la causa y me narró que meses atrás había tenido un accidente en su motocicleta al estrellar ésta en la carretera de México a Pachuca, contra un camión que estaba parado a la vera de la autopista. Rubén salió disparado de la moto y el miembro izquierdo, desde el tronco, quedó totalmente zafado de su cuerpo y cerca de él al caer a tierra. -Sobra decir que el transporte huyó al momento dejando al herido solo. "Era de noche. Un tipo de un pueblo no muy distante de la vía asfáltica, al captar la desgracia acudió en auxilio del muchacho encontrándolo inconsciente tendido en la maleza. Se le acercó y no olvida el accidentado que sintió que le oprimió con un dedo la parte media de la frente. -Elsa me señalió la que parece ser la glándula que se dice tenemos atrofiada, misma que corresponde, como asegura Lobsang Rampa, al tercer ojo. "En ese instante la fuerza de la opresión calmó todos los dolores al herido. Y en ese estado permaneció hasta que en breve se presentó una ambulancia para trasladar al hijo de mi amiga a un hospital de la ciudad de México, ya que esta población estaba más cercana que la de Pachuca. "Mi estudiante me confesó que el individuo que lo atendió en el campo, llamó sobremanera su atención al salir de su inconsciencia porque era muy alto, de cabello rubio y ojos muy claros y mirada amable. Estos rasgos aumentaban su especial personalidad tranquilizando al malherido. Luego recordó que en el camino, con los ojos cerrados y en la camilla, al abrirlos vio a tres tipos sentados a su lado, muy parecidos entre sí. Y entre ellos distinguió a quien le ayudó en un principio. Los personajes le dijeron que no se preocupara, que se iba a salvar, no así la extremidad desprendida.
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"Pasó el tiempo y poco a poco fui sintiendo que comenzaba a desarrollar mayormente mis sentidos, como a tener afición por lo extraterrestre. Además hay algo que olvidaba revelarte, Elsa: cuando platicamos en el vehículo de socorro, ellos me confesaron que eran de otro mundo y que algún día me revelarían el lugar exacto del que provenían!" expresó mi interlocutor levantando impresionado el tono de voz. Más adelante, continuando con las clases que Elsa le impartía de inglés, el muchacho conoció a Paty su hija, una chica de 22 años. "Cierta noche nos invitó a ambas a cenar –continúo sincera la maestra con su relato- con un individuo que afirmaba ser extraterrestre y vivía en la ciudad de México con su novia. Mi hija -aún no entiendo porqué- rehusó radicalemte asistir. Yo captaba en ella mucho temor por conocerlo, por lo que accedí y acudí sola al compromiso. "En la casa de este personaje de alta estatura, piel muy blanca y ojos azules, muy hermoso y cordial, pese a estas cualidades algo en él me hizo sentir molesta –No sé la causa-. Y su forma de ser, al igual que la plática que sostenía con su compañera y Rubén, me provocaron una extraña inquierud y un automático rechazo. Yo esperaba que por ser de otro mundo, como aseguraba, se diera cuenta que me caía mal, pero por lo visto en esos momentos no lo advertía, ya que no cesaba de conversar y dirigirse a mí con frecuencia. - ¿De qué charlaba? -pregunté de inmediato. "Pues recordaban cuando estuvieron él y la muchacha en una casa de un barrio pobre dentro de una habitación oscura llena de manchas negras donde los espíritus malignos se atropellaban entre sí. Igualmente que en cierta ocasión visitaron la residencia de la pintora Sofía Bassi y de uno de sus cuadros salían cosas horribles. Y así por el estilo. No recuerdo muy bien todo lo que se dijo porque no fijaba mucho mi atención en esa conversación para mí desagradable. Yo deseaba de mi anfitrión la exposición de algo bonito, atrayente e interesante. No esos temas. "Pero decía que antes de llegar a esto el tipo me reveló que efectivamente pertenecía a otro planeta y que había varios de ellos entre nosotros. Para distinguirlos, bastaba con pasar la mano por la cabeza y darme cuenta que los de su grupo tenían la superficie ondulada, como los surcos de un fregadero -dio como ejemplo-. Yo me resistí cuando quiso que lo comprobara con él hasta que entre todos me convencieron a hacerlo y,
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ciertamente, lo que sería la mollera, o la parte superior de la cabeza que cubre el cráneo, estaba muy arrugada. "Bien, pues al final de la velada, de la que deseaba salir pronto, sólo que Rubén se oponía, escuché al despedirse éste al extraño individuo que le susurró a mi alumno: lástima que a tu amiga no le haya simpatizado... O sea que había leído mis pensamientos. No obstante en todo momento me comporté educada y atenta. "Con el tiempo mi relación con Rubén y su mamá se fue estrechando creando una bonita amistad, gracias a la cual comencé a llevar a Paty a su casa para que me acompañara en mis viajes de México a Pachuca. "En cierta ocasión, de retorno al Distrito Federal discutía con mi hija por un novio que ésta tenía y a mí no me convencía. Mi sexto sentido de mujer y madre me advertían de algo que no funcionaba. La niña, que tenía 18 años, lloró todo el camino. Y al arrribar a la ciudad nos detuvimos en la gasolinera a cargar combustible cuando, en medio del llanto y el rechazo de Paty a terminar con el noviazgo, se acercó a nosotras una bella mujer de avanzada edad y apariencia enigmática. "Alta y muy blanca de piel, se encorvaba por apoyarse en un bastón a la vez que vestía como las gitanas pidiendo limosna a cambio de leer la mano a los automovilistas. Al aproximarse al auto del lado que yo conducía, saqué unas monedas de mi bolso que, al depositar en sus manos advertí asombrada que eran muy lisas, extremadamente suaves (porque te aclaro, Luis, que siempre he tenido la tendencia a fijarme en las palmas de las manos). Pero no quise prestar más importancia porque venía atendiendo el problema de mi niña, que no contenía sus sollozos. "En ese instante, cuando la dama miró a la chica, en actitud amable se inclinó para decirle: no te preocupes, pequeña. Ya no llores, el muchacho no vale la pena; ya vendrá otro que sí te convenga. Olvida a aquél... "Como comprenderás -me comentó Elsa intrigada-, quedamos ambas atónitas. ¿Cómo sabía la desconocida que veníamos hablando de ese tema, causa del estado triste y lloroso de Paty?. "Impresionada, encendí el motor del auto tras pagar el llenado del tanque de gasolina, y salimos de la estación a toda velocidad enfilándonos hacia la casa recorriendo calles y avenidas en el más completo silencio. Cada una absorta en sus dudas y pensamientos.
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"Poco a poco, en los viajes a Pachuca acompañada de mi hija, ésta se fue congraciando con Rubén ganándose el muchacho su confianza. "Cierta vez la invitó a someterse a una hipnosis para realizar un viaje astral a un determinado sitio. La joven aceptó y en el diván de su estudio el hombre, desde luego mucho mayor que ella, la hizo relajarse totalmente con los ojos cerrados hasta quedar su mente casi por completo bajo su control. "Entonces la llevó astralmente a un aposento lleno de luz donde sobresalía un mueble especie de archivero que guardaba unos documentos. Le pidió abrir uno de los cajones y leer en voz alta el contenido de los documentos. Así lo hizo Paty, pero al darse cuenta a groso modo de cuanto decían, volvió a su estado normal abriendo los ojos angustiada. "Rubén molesto le reclamó su actitud y desobediencia, pero ella se negó rotundamente a continuar con la sesión jurando en su vida nunca someterse a una hipnosis de este tipo. "Más tarde el estudiante nos comentó a su mamá y a mí, tras disculparse conmigo del incidente con mi niña, que en realidad ‚ él ya había estado astralmente en aquel sitio. Y tampoco tuvo el valor de enterarse de la información guardada porque se refería ésta a desgracias que se cernían sobre la Tierra en fechas próximas. "A partir de ese momento, por mi parte comencé a notar un cambio en mi alumno en su manera de ser, actuar y hasta en su capacidad intelectual, misma que aumentó bastante de la noche a la mañana. "Finalmente quiero que sepas, Luis, que hace unos días Paty, que ya trabaja en una empresa del Paseo de la Reforma de la capital de la República, cierto día al salir de su oficina abordó un taxi para visitar a un cliente. "En el camino a su destino, sentada en la parte trasera del automóvil de alquiler, en un momento observó por el espejo retrovisor de enfrente los ojos del joven conductor y quedó muda. Eran exactamente los ojos de miel que en sueños mostraba un amigo muy querido para ella, el cual había perecido recientemente en un accidente. Además éste se le aparecía frecuentemente cuando dormía infundiéndole paz y diciéndole que no se preocupara por él, pues se encontraba muy bien. "Al advertir su asombro y malestar, el conductor volteó la cara (en un alto ordenado por un semáforo) a Paty para recomendarle: -No te alarmes, niña. Yo no te conozco, pero sé que tú has sido alegida para que nos ayudes. Así que no te resistas, por favor. Pronto te vamos a llamar para que colabores
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con nuestros fines. Como te darás cuenta, yo soy uno de los extraterrestres que estamos aquí en México para cumplir una misión determinada. El tono, según Paty, era agradable. El joven se mostraba bondadoso y decente, lo que tranquilizó a la chica y animó para iniciar una conversación con él mientras arribaban al sitio solicitado por ella. Elsa calló unos segundos con la vista fija en un cuadro con la fotografía de la Zona de la Silencio y la biosfera en medio, que colgaba atrás de mi sillón y evocadora continuó. "Esto es lo último que ha ocurrido con Paty. Ah, pero olvidaba confesarte que en un principio, cuando se iniciaron las relaciones entre los extraños hombres y Rubén, aquéllos pidieron a éste comenzar a propagar su existencia formando grupos de personas afines para extender y llevar a cabo sus propósitos, los cuales hasta la fecha ignoro". Tal revelación de mi amiga llegó de esta manera a su final prometiendo presentarme a su hija (si ella estaba de acuerdo) para platicar abundando en el caso y estudiando el mismo. Asimismo acordamos que me daría acceso a Rubén. La acompañé de esta manera a la puerta despidiéndonos y deseándonos lo acostumbrado en esas fechas decembrinas. El testimonio de Paty Pasaron los meses sin tener noticias de Elsa hasta que al fin, los últimos días de mayo de 1993 me llamó para notificarme que Paty ya había aceptado hablar conmigo. Me dio su número de teléfono para comunicarme con la joven y tras presentarme con ella a través de la línea nos citamos en un café próximo a su trabajo. A la semana siguiente, un jueves 3 de junio a las 20:00 horas nos encontramos Paty y yo. Sentados en un rincón del pequeño y confortable restaurante, con poca clientela y silencioso, se inició la charla luego de hacerle yo los honores debidos a una dama de porte distinguido, alta, piel clara con cabello castaño y espigada de cuerpo -como su mamá. Su expresión y gestos serenos se sumaban a su belleza, cualidades que invitaban a una amena e interesante conversación.
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Oportunamente una mesera se acercó a nosotros. Paty pidió un café mientras yo una limonada. Y servicio instantáneo, tras chocar su tasa con mi vaso en un acto de comprometer una sana y sincera amistad, encendió un cigarrillo y empezó a hablar... Antes diré que Paty ya tenía 23 años. Nació en 1970 y según me reveló su progenitora, vino al mundo en un rancho que tenía su esposo muy cerca de San Juan Teotihuacan. La chica me indicó después que la propiedad estaba más próxima a TexcocoCabe aclarar que esa región, como mucha gente sabe, es altamente magnética y muy visitada por los OVNIs. No obstante, Elsa me dijo que no recuerda haber visto nunca uno, quizá porque no estaba al acecho de éstos o porque no creía en ellos. Con una sonrisa Paty la joven me preguntó: -¿Por dónde empiezo, Luis? -Sabiendo desde luego, el motivo de mi encuentro con ella. Y sin darme tiempo a contestar, pero adivinando mis pensamientos, habló. -Fijate que cuando contaba con 5 años de edad teníamos una casa cercana a la capital de la república mexicana y junto a la de mis abuelos, en una enorme extensión de terreno que daba a una barranca. Una noche nos encontrábamos mi hermana y yo jugando mientras mi madre regresaba de una reunión. -Hizo una pausa para aclarar: - Pero antes de continuar debo decirte que yo no creo ni jamás he aceptado la existencia de fantasmas. - Y continuó. - La puerta de la sala, cerca de la cual me entretenía con mi hermana siete años mayor que yo, tenía un vidrio con bellos grabados. Cierta vez al voltear a ella distinguí del otro lado la figura de un hombre que me pareció ser un tío que vivía en Monterrey, Nuevo León. Le advertí a mi hermana y ella al mirarlo lo identificó efectivamente como nuestro pariente, uno de los hermanos más queridos de mamá. Salimos presurosas por él con la sorpresa de no encontrar a nadie tras la puerta, ni en los alrededores de la casa. Paty me aclaró en seguida que ambas hermanas poseen facultades psíquicas desde muy pequeñas, aunque ella pensaba que la otra la superaba. -Al volver madre a casa -siguió mi interlocutora- le notificamos que acabábamos de ver a mi tío. Ella no creyó esto por encontrarse su hermano, como te decía, en Monterrey. Así
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que nos reprendió por inventar esas cosas, no obstante jurarle que no mentíamos. Y en ese momento sonó el teléfono. Cuál no sería nuestra sorpresa que al tomar la llamada mi progenitora se enteró que mi tío, el hombre que habíamos visto horas antes tras el quicio de la puerta de la residencia, acababa de fallecer. Como comprenderás, quedamos mudas las tres mirándonos una a otra en busca de una respuesta a lo sucedido, a la par que acongojadas por la noticia. Yo crecí por consiguiente desarrollando extrañas facultades mentales. Veía y soñaba por ejemplo, cuanto iba a ocurrir. "Cierta noche capté a otra tía -igualmente muy querida- que venía a mí. Acariciaba mi rostro (esa vez que nos quedamos solas las mujeres con mi hermano mayor, que dormía profundamente) y la mujer me consolaba de una extraña desesperación que yo vivía, un estado inexplicable en el que había caído. Y me narraba luego cuentos hasta que me quedaba dormida. Al regresar mi madre me desperté y revelé lo ocurrido. No obstante, seguía sin prestarme atención a esa clase de percepciones. Nueva sorpresa recibió entonces. A los pocos minutos sonó el teléfono enterándose que también ese ser acababa de expirar. Lo mismo sucedió después con mi bisabuela y así sucesivamente”. Mi nueva amiga conversaba entre sorbos de café y fumadas de sus cigarrillos, muy seguidas por cierto, las cuales parecían ayudarle a recordar multitud de vivencias paranormales de su niñez y más tarde adolescencia. Su actitud franca denotaba una gran seguridad y lo que más me halagaba: confianza en mí, sintiéndome como un conocido de tiempo. Yo no interrumpía sus alocuciones. La historia de su corta vida me fascinaba y hacía pensar en deducciones que más adelante expongo. Pronto llegó precisamente a su etapa de adolescente, en la retrospectiva, y empezó a referirse a lo que yo más deseaba en cuanto a lo confiado por su mamá en mi oficina meses atrás: sus vivencias con seres de mundos lejanos. "Tenía 16 años de edad. Mi mamá daba clases de inglés e italiano a los hijos de sus amistades, pues recién habíamos radicado buen tiempo en Roma, España y después en la ciudad de San Diego, California.
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"En una ocasión me llevó a conocer a Rubén, en Pachuca, un alumno cuya madre pertenecía a un círculo de amistades divorciadas como mi progenitora, que acababa de separarse de mi papá”. Es menester aclarar al lector que Paty en realidad no sabía que yo estaba enterado de todo. Elsa había sido como siempre, muy prudente y prefirió ocultar a su hija la confidencia que me hiciera, dándome así la oportunidad de cotejar versiones. Todo lo manifestado por la señora lo había escrito, por lo que contaba con datos suficientes para ayudarme a conocer la verdad y profundizar en ella, como investigar más acuciosamente la historia. Asumiendo una actitud ingenua, le inquirí quién era Rubén. De esta manera comenzó por hablarme del accidente en la carretera a Pachuca y su encuentros con unos individuos que aseguraban ser extraterrestres, los cuales en el hospital revelaron al herido que lo habían escogido para ser parte de ellos, asignándole una importante misión en la Tierra como la que tenían sus coespaciales. En su narrativa llegó luego a la escena donde Elsa la presenta con Rubén debido, según le dijera su mamá, a que Paty estaba telepatiando al muchacho haciéndole saber que deseaba conocerlo. Pero dejemos que sea la protagonista la que cuente las vivencias, que como notará usted resultan muy parecidas a las de la maestra de idiomas en cuanto a relato. Aunque con mayores datos que refuerzan la calidad de la trama real. "Recuerdo Luis que cuando mi mamá me presentó con Rubén sentí algo muy extraño en mi interior, ya que además desde mi corta edad veía el aura o energía circundante, de las personas. Y al apreciar ésta en el muchacho de 23 años, me confundí más. Inclusive al darme su mano para saludar recibí una mayor impresión al sentir su energía muy diferente a la de los demás. Rubén me condujo, tras comunicarme delante de su mamá y la mía que yo era dueña de extraordinarias dotes paranormales, a su estudio donde hizo acostarme en un diván porque iba a proyectarme, a través de la hipnosis, al Universo. Yo, en esta corta edad de 16 años, intrigada a la par que inocente, obedecí sin chistar. Primero me relajé según sus indicaciones y luego, con los ojos cerrados, me hizo sentir que lanzaba uno por uno 7 rehiletes o aspas girando fuertemente. Éstas correspondían a los siete planos del Cosmos. Por tanto, yo llegaría al último.
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Poco a poco procedí y comencé a ver solamente especie de estrellas en un fondo oscuro hasta que me indujo a captar, al final del escenario, una puerta donde encontraría un habitáculo. Y cierto. Hasta él llegué encontrándome dentro de un cuarto pequeño que guardaba un archivero y un reloj. Rubén por su parte grababa cuanto yo refería con los ojos -como señal- cerrados y totalmente relajada. Me pidió abrir uno de los cajones y extraer un folder. Obedecí leyendo una fecha: 20 de octubre de 1971. Me convulsioné al instante. Duré respirando jadeante por espacio de dos minutos. Lo guardé. Momento en el que el psíquico me dijo que ahora conocería tanto a su maestro protector como al mío. Y así fue. De pronto aparecieron dos seres de mucha luz a los que no les veía los ojos, pero sí captaba que eran entidades muy bondadosas que me regresaron la calma, especialmente el que afirmaba ser mi guardián, que dijo llamarse Tao. No recuerdo el nombre del de Rubén. Tao se aproximó a mí revelándome que yo acababa de pasar por un momento crítico, equivalente a cruzar el umbral de la muerte. Así lo había tenido en la fecha en que leí en el folder y más tarde sabría por mi madre lo que me ocurrió ese día. - ¿Qué fue, Paty? -pregunté. - Pues más tarde me enteré que aquella vez morí clínicamente. Sí, Luis, como lo oyes. Y estuve más o menos dos minutos fuera de mí. Aquí señalo que al día siguiente de la entrevista con la sincera y especial empleada, al sentarme en la máquina a reproducir cuanto había captado mi micrograbadora, visité antes a Elsa para comunicarle mis impresiones de su hija. A lo que ella me aportó este dato relacionado con la experiencia revelada en el párrafo anterior. Paty al año seis meses enfermó gravemente y hubo de ser conducida del rancho a la ciudad de México a la casa de los padres de Elsa. Al circular cerca de la casa de los abuelos, la niña se complicó y dejó de respirar producto de un ataque asmático. Arribaron de prisa a la residencia familiar y acompañada de una de sus hermanas transportaron veloces a la enferma en una camioneta con el claxon pegado, como ambulancia, hasta el hospital más próximo; a escasas dos cuadras.
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La bebé respiraba jadeante por el estómago y estaba inerte. Emergentemente fue llevada al quirófano y luego a la habitación, donde fue instalada dentro de una campana rodeada de muchos aparatos. Allí, gracias a otra enfermera que desesperada penetró al reducido recinto y sarandeó a la pequeña contra la cama, ésta reactivó finalmente su respiración arrojando una flema que obstruía la tráquea. Tal fue el drama que sufrió Paty y que años mas tarde, bajo hipnosis, leyó -como afirmóen un extraño documento. Pero volvamos a Pachuca con el relato de la protagonista, la cual comentó que al final de su plática con Tao, éste le prometió que a partir de ese momento estaría más con ella; que podía conversar cuantas veces quisiera y que ellos (los extraterrestres) la cuidarían siempre. Desde luego que la joven no ataba gran cosa. Mucho menos cuando Rubén le ordenó abrir de nuevo el archivero porque allí se guardaba algo, una fecha que más que nada le interesaba a él. Ella obedeció. Pero al hacerlo y leer el contenido, nuevamente cayó en una especie de shock. Guardó violentamente el escrito que revelaba una datación muy importante. Y aunque recibió inmediatamante la instrucción de Rubén de extraerlo e informarle todo, la hipnotizada se negó rotundamente hasta que venció al guía. Y en tono suplicante consiguió que éste finalmente la regresara a su estado normal a base de una técnica parecida a los ejercicios de relajación y meditación trascendental. En este caso cambiando y retornando del plano séptimo al primero, en el que vivimos. Terminada esta sesión, el maestro reveló a la joven cuanto había dicho. Está de más decir que una grave impresión le causó el incidente, aunque ella sabía desde ese momento que contaba con un protector, al que a la fecha llama y del que recibe efectivamente ayuda y consuelo. Pero ahí no terminó la reunión entre Rubén y Paty. Más adelante recuerda la muchacha que aquél le explicó y notificó que con motivo de su accidente en la motocicleta, realmente lo habían contactado seres de otros mundos y dictado una misión muy especial. Asimismo le habían comunicado que Paty era otra de las elegidas, por lo que habría que prepararla empezando por conocer al extraterrestre más cercano a Rubén, de nombre Carlos. Ella se resistió desde el principio, pero el amigo del espacio, al enterarse de la negativa de la muchacha, empezó a llamarla insistentemente por teléfono para invitarla a su casa en México.
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La asediada experimentaba un fuerte rechazo por este personaje y Elsa, que trataba a solicitud tenaz de Rubén de convencerla a aceptar esta relación, no lo logró tampoco, ni menos cambiar su actitud. Más adelante Carlos invitó a madre e hija a cenar a su casa. Al principio Paty aceptó, pero llegado el momento rehusó por completo asistir simplemente porque "no le latía". La verdad es que según la protagonista, el trato con Rubén no le había parecido nada bueno. Y éste a su vez, que también captó una serie una facultades en la menor -como dije antes- quiso ir muy rápido en el entrenamiento y atracción de ésta a los propósitos de los extraterrestres. Reconociendo después que se había equivocado. Y efectivamente, la atormentada muchacha me confesó a este respecto que el contactado le llegó a expresar al despedirse ella de él tras la referida sesión hipnótica: "Lo siento, Paty. Creo que empecé de la Z a la A en lugar de la A a la Z. Precipité los actos y no medí las consecuencias ni el impacto que éstos tendrían a tu temprana edad". Todo ello alejó y causó tanta animadversión en la muchacha, que sumada al hecho de presionarla para conocer al extraterrestre (Carlos), aumentó el deseo de no saber nada de cuanto le ocurría de extraño. "Te juro, Luis, que ya no deseaba saber nada de mí ni de mis intuiciones. Quería olvidar mis paranormales actitudes. ¡Todo!" -me dijo en el momento de la revelación. Por otra parte, los detalles de la convivencia entre Rubén, Elsa y Carlos, que me narró la señora, fueron en aquella cita de café corroborados por la hija. Según se enteró después de la cena. Todo por consiguiente encajaba a la perfección. Enterado por la progenitora -como indiqué- de la historia de su hija, yo seguía con estricta atención las versiones apreciando que no existía ninguna contradicción en las declaraciones de ambas. Extraordinaria vidente Como un paréntesis en este relato, quiero comentar que al hablar de las inclinaciones paranormales de Paty recuerdo que efectivamente era muy notoria la premonición. Me explico. La chica me llegó a confiar que en una ocasión viviendo con su hermana mayor, ya casada y en Monterrey, Paty pasaba unos días con ella cuando un fin de semana la mujer y su esposo decidieron hacer un viaje a Laredo, Texas, con su hija pequeña a comprar ropa. Al platicarle el plan, la psíquica presintió una tragedia y le
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suplicó no hacer tal recorrido. Pero los parientes se negaron porque ya tenían los preparativos para salir. Paty suplicaba que al menos le dejaran a la niña, que ella la cuidaría en ausencia del matrimonio... Y por si fuera poco, en una comida que les ofrecieron unas amistades el día que se proponían dejar la ciudad, no faltó quien recomendó a la pareja que, ante la grave insistencia de Paty, si no desistían del viaje a Laredo al menos lo hicieran al día siguiente temprano; no esa tarde. Sin embargo los cónyuges no accedieron. Emprendieron la travesía con la menor en el automóvil. Y a unos kilómetros de la ciudad el coche se impactó con un trailer por la parte trasera a toda velocidad. Adelante viajaban desde luego el conductor y la hermana de Paty, embarazada además de unos meses. La niña dormía atrás. La señora iba muy reclinada en su asiento, por lo que al momento de incrustarse en el transporte pesado, ella pasó por debajo salvándose junto con la criatura en sus entrañas, mientras que la infante y su padre perdieron instantáneamente la vida. Huelga decir que la mujer nunca se perdonó el no haber hecho caso a su pariente, quien continuaba con su percepción extrasensorial. "Estamos entre ustedes" Saltándome muchas otras manifestaciones de su psiquismo, regresamos a la secuencia de los extraterrestres. La protagonista de la historia en su adolescencia conoció a un chico un tanto mayor que ella que hacía gala de grandes dotes artísticas. La muchacha pronto se enamoré de él atrayéndole sobre manera el color de sus ojos azules. Al corresponderse ambos, mantuvieron un hermoso y armónico noviazgo hasta que un buen día el chico empezó a cambiar de carácter y forma de actuar, cayendo en una profunda depresión que lo aisló de amistades y familiares; especialmente de su novia. Ésta, cuando en una fiesta se enteró que se encontraba el amado, acudió veloz y entusiasmada a él. Pero al verlo lo notó sumamente demacrado y delgado; totalmente otro. Al inquirirle la causa, el varón no contestó, alejándose de la enamorada al instante e ignorándola. Hecho que movió a Paty a abandonar la reunión muy acongojada. A los pocos días se enteró que su amor se había suicidado ahorcándose en el jardín de su casa, provocando un serio trauma, amén de la pena, a la chica. Transcurrió el tiempo propiciando que conociera a otro hombre. Era divorciado con tres criaturas, lo que no impidió se enamorara profundamente de él. Aunque que por la gran
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diferencia de edades y conflictos que tenía el tipo con su ex esposa, la relación resultó difícil, terminando al cabo de un año con Paty, muy lastimada por el fracaso sentimental, pues no obstante, aseguraba haberlo querido demasiado. A los pocos días del frustrado romance, había acompañado a su mamá a Pachuca y al regreso a la ciudad de México se detuvieron en una estación de gasolina a cargar combustible. De esto hablo al principio de las confesiones maternales. Cuando apareció la anciana vidente conminando a la hija a dejar al sujeto que la hacía sufrir. Volviendo a aquel café escenario de las pasmosas revelaciones desde los primeros años y juventud de la protagonista, expongo ahora otra de las historias igualmente narrada por Elsa donde también encontraremos puntos en común. Aunque con más detalles, porque no es lo mismo lo que el delator confiese a un ser querido en cuanto a sus experiencias y éste más adelante las revele, a que el o la afectada las explique personalmente. Veamos ahora otro pasaje narrado primero por la progenitora en forma breve. Ahora por la testimoniante. Me refiero al encuentro con el chofer de un taxi revelado como uno de los extraterrestres que acosaban a la inocente humana. Reproduzco enseguida su versión. En noviembre de 1992 Paty salió una mañana del negocio donde trabaja para acudir a atender un cliente. Al salir abordó un sitio de alquiler de los cientos de autos de alquiler que circulan por la metrópoli capitalina. Saltándome pormenores de la delación del chofer de ser uno de Ellos (los alienígenas que buscaban prácticamente favores de ella), vayamos a otros detalles que Elsa no informó. Ver página 70. Agrego que luego de identificarse el hombre, todo el camino le habló de su pasado ignorando la expresión incrédula de la muchacha, que no se atrevía a interrumpirlo. Empero, al llegar al lugar de la cita Paty ya le había comenzado a tomar confianza y lo estimuló para que continuara charlando. Entre otras confesiones le reveló que vivía en Ciudad Azteca (populosa zona habitacional al este de la urbe) con su señora madre. También le confirmó que pertenecía a una raza proveniente del espacio exterior. Y al llegar a este punto, la interlocutora le cuestionó ansiosa, aunque un tanto dubitante, de
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dónde venían exactamente. A lo que el del volante respondió: "De qué sirve que te lo digamos. Ustedes los terrestres manejan muchos nombres: Marte, Júpiter, Venus, etcétera. Pero nuestro mundo posee un apelativo que fácilmente podrías olvidar, por lo complicado de su pronunciación. Lo importante es que sepas que somos muchos, que estamos entre ustedes en esta ciudad y varias más del país. Con una misión específica que sólo te la diremos cuando aceptes colaborar con nosotros. Porque tú sabes que te hemos escogido por tus cualidades psíquicas. Pero te opones por miedo. Mas recuerda que jamás te hemos lastimado. En ocasiones reconocemos que obramos precipitadamente a través de algunos terrícolas elegidos, como fue el caso de Rubén en Pachuca la vez que te hipnotizó sin medir las consecuencias. Y otro caso fue el de Carlos, un ser tan impulsivo como aprehensivo que desea a toda costa te unas a nosotros. Pero ya llegará el día que comprendas que no te pasará nada malo y trabajes en nuestro equipo". Al descender del auto compacto Paty no atinaba a enteder lo que ocurría. Primero la dama de la gasolinera y ahora el chofer de un taxi. ¿Qué seguía? -se preguntaba constantemente. Extraño y oportuno aviso Y así se fue desarrollando su existencia. La secuencia de sucesos inexplicables para la mentalidad de la joven trabajadora, no cesaría. Meses después, para ser precisos el jueves 20 de mayo de 1993, tuvo lugar otro encuentro con ELLOS. Abundando en anécdotas y datos, mi amiga recordó a su abuelita materna con la que había vivido más tiempo con ella que con su mamá debido al trabajo de ésta. El ser resultaba su adoración. Y consecuentemente y por lógica, era correspondido. Sin embargo, por ese tiempo la mujer de edad llevaba meses enferma y atendida frecuentemente en un hospital y otro, permaneciendo en ocasiones más tiempo en ellos que en casa. "Un jueves 20 de mayo -empezó a comentar la nieta- me avisaron a mi trabajo que mi abuela nuevamente había tenido que ser internada de emergencia por agravar su estado. Mi madre no se encontraba en México, pero mis tíos y demás parientes la acompañaban.
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Ante la noticia abandoné de inmediato la oficina para acudir a verla al menos un rato, ya que al día siguiente volaba a Manzanillo a un seminario de ventas y regresaría hasta el domingo 23. A su lado, consolándola y tranquilizándome ella, me prometió que estaría en casa a mi regreso. Que no me preocupara, que podía cumplir con mis compromisos laborales... Empero, yo la veía tan delicada de salud que algo malo presentía. No obstante, obedecí su recomendación y viajé a la mañana siguiente, muy temprano. Arribé el sábado. Descansaba por fin con mi grupo en la playa al medio día, gracias a un alto en nuestras reuniones de trabajo, cuando súbitamente experimenté una rara sensación: un malestar que no explicaba. Y aumentó a grado tal que me alejé de pronto de mis amigos en medio de sus protestas y extrañeza por mi actitud. En santiamén alcancé el elevador para ir a mi habitación, advirtiendo que una mujer me seguía hasta acercárseme tomando ambas el ascensor del que igual que yo dejó en el tercer piso. En mi cuarto se encontraba una compañera dándose un duchazo. Al aproximarme a la puerta, la dama me interceptó para decirme que alistara mis malestas porque debía partir en el acto a la ciudad de México, ya que mi abuelita estaba a punto de expirar y me necesitaba a su lado. ¡Quedé perpleja! No me explicaba cómo la desconocida sabía de mi pariente y cuanto le ocurría en ese momento. De cualquier modo me resití a creerle pese a su insistencia, la cual se trocó en la revelación de que ella pertenecía al grupo de los extraterrestres que me asediaban, pidiéndome que me uniera a ellos. Que comprendiera que nunca me habían lastimado ni lo harían. Etcetera etcétera. Como sucedió con aquel taxista y la anciana de la gasolinera, a la par que con Carlos que procedió a Rubén. Que que si bien éste no era de la raza de ellos, se había aliado a la misma. Entonces me enfadé y quise alejarla cerrándole la puerta en su cara, cuando en medio de su resistencia me reveló que en cualquier segundo recibiría una llamada telefónica para que regresara a la capital del país. Pude sobreponerme a este encuentro consiguiendo que la otra persona se retirara. Mas cuál no sería mi sorpresa que, al entrar y ver salir del baño a mi amiga preguntándome qué sucedía, el por qué de tanto alboroto, al explicarle sonó el teléfono. Yo por supuesto me negué a tomar la llamada rogándole a ella hacerlo. Así procedió mientras yo me sentía descontrolada y agobiada por un terrible temor, el que se tornó en grave preocupación cuando mi compañera me dijo que me hablaba mi mamá
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de México. Yo no deseaba contestar. Estaba confudida y asustada, a la par que preocupada. No obstante, me resigné poniéndome el auricular en el oído derecho para escuchar, de mi madre, que le urgía mi presencia porque mi abuelita tenía las horas contadas. Caí desfalleciente del susto. Lupita me arregló el equipaje para partir rápido al aeropuerto. En el camino a bordo de un auto de sitio, yo, que siempre he sido muy extrovertida, que me fascina platicar y hacer amigos, no pronuncié ni una palabra, pese a la insistencia del chofer que amablemente me preguntaba si había pasado unas buenas vacaciones en Manzanillo. Arribamos a la terminal aérea y descendí del vehículo como exhalación para correr al mostrador de la línea que me llevaría al Distrito Federal. No olvidaba, para colmo de males, que mi boleto de avión era de cortesía y que éstos dif¡cilmente brindan acceso inmediato al pasajero. Lo que significa que hay qué esperar cupo y pasar por demás exigencias. Empero, tuve la suerte de que, ante mi seguridad al expresarme con el encargado de asignar lugares, de la necesidad de partir por una emergencia, éste me dio uno consiguiendo abordar la nave que también por fortuna estaba a punto de partir del puerto del Pacífico. En el aeropuerto internacional Benito Juárez de la ciudad de México aguardaban mi madre y hermano, quienes presurosos me condujeron al nosocomio en una de cuyas habitaciones yacía mi abuela casi inconsciente y en medio de muchos aparatos. Al llegar lloré con ella bastante tiempo, desconsolada, captando que en realidad la enferma no se daba cuenta de nada. Acariciando la arrugada mano, única que tenía disponible, sin implementos médicos. De esta manera estuve, con el resto de mis parientes, hasta que al día siguiente, domingo, dejó de existir. Ya no regresó a casa como ella me había prometido antes de irme de viaje", concluyó mi confesora dejando escapar por sus mejillas una lágrima ante el lamentable y triste deceso, y en medio de un sollozo que no pudo evitar. "Ya te imaginarás cómo quedé, Luis”. –Volvió al capítulo tras nuevo sorbo a su segundo o tercero (no recuerdo) café-. “Y además muy intrigada por la manera como había ocurrido el fallecimiento, enterándome por aquella enigmática desconocida que me abordó en Manzanillo.
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Mi adoración por mi abuelita, sumada a la impresión que me causó verla en sus últimos momentos, totalmente acabada tras ser una mujer muy bella, a la fecha me despierta. Conservo aún la imagen agonizante de ella y en aquel tiempo sufría más por eso. "No obstante, el miércoles 26 de mayo, tres días después, decidí comunicarme con Tao y explicarle mi pesar. Deseaba ver en sueños y en la mente a mi abuela rozagante, como era antes, no cadavérica. Mi protector, aquél que conocí cuando el viaje inducida hipnóticamente por Rubén en Pachuca -por si ya lo había yo olvidado a esas alturas de la plática-, me pidió que no me preocupara. Que él se encargaría de quitarme esa estampa. Y es cierto. Horas más tarde regaba las plantas de mi mamá cuando de pronto se me presentó mi abuelita muy hermosa como en sus buenos tiempos. Fue algo fugaz, pero vivido con todas mis facultades. Y esta imagen borró al instante la otra, la negativa, la triste". Un final telenovelesco Tales fueron las últimas declaraciones y anécdotas, como sucesos, de Paty: una chica abierta, sana, cordial y con una vivacidad que revela definitivamente ser una terrestre fuera del común denominador. ¿Por qué esta aseveracion? ¿Qué ocurría con ella en esa fecha de la entrevista? Recuerdo que al terminar casi su historia me asentaba que ya comenzaba a dejar de tenerle miedo a los extratarrestres. Que estaba en posición de aceptarlos y "colaborar con ellos" (sic). Y no sólo eso. Deseaba al fin conocerlos de verdad profundamente. Yo le recomendé entonces que tuviera cuidado. Pues ¿hasta qué punto le afectaría pertenecer a esos seres que decían proceder de otro mundo? Por otra parte, es posible que mi amiga haya sido abducida aquella vez cuando estuvo muerta clínicamente, de muy niña. Como narré casi al principio de este capítulo. Y desde luego que al ser llevada a una nave del espacio, pudo haber sido preparada para mostrar facultades especiales de tipo paranormal con el objeto de algún día formar parte de estos habitantes -a los que ella aludió- procedentes de otro lugar en el vasto universo. De esta manera, le insistí luego: ¿No sería mejor quedarte con la duda, Paty? O dicho de otra menera, ¿cambiaría en algo tu manera de pensar si aceptaras al menos tener contacto con esos seres que te acosan? La chica apagó su enésimo cigarrillo en el cenicero tras una profunda fumada y me contestó que no. Ella está muy segura de sí misma, de lo que quiere. Y la sentí muy positiva.
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Quedó con la mirada fija en la mesa, meditando la respuesta y al cabo de unos segundos alzó la vista dirigiéndomela para expresar: "Y si fuera yo ahora una especie híbrida, suponiendo que algún día ELLOS me inyectaron sus genes, pues me gustaría tener hijos para que éstos mejoraran la sangre y así sucesivamente hasta llegar a convertirse en una gran raza que ayude a la humanidad"... Quedamos callados unos momentos, como analizando junto con Elsa sus palabras que prácticamente dieron fin a la entrevista, la cual al dejar a las mujeres en su auto, tuvo como corolario la promesa de reunirnos nuevamente porque "Ahora soy yo la que quiero conocerte, Luis", me lanzó a manera de despedida arrancando el nuevo compacto y alejándose de mí, que sólo atiné a mover la mano en ademán de adiós. Interesado en esa interesantísima experiencia, inundada de una absoluta sinceridad que no permitía ninguna duda por la firmeza de cada exposición de los casos algunos de los cuales, como notará el lector, no tienen contradicción con los revelados por Elsa, una mujer que goza de muy buen prestigio social, familiar y laboralmente hablando, por su seriedad y sensatez, me dediqué a analizarlos y estudiar en conjunto acudiendo a literatura apropiada. Y a unos días de aquella cita encontré en un libro que acababa de salir a la venta. Firmado por Salvador Freixedo, personaje amigo a quien admiro como el maestro que ha sido para mí en estas lides, en el que el español recomienda, como yo también suelo hacer, no meterse con los entes del espacio sideral porque ellos acostumbran jugar con nosotros, engañándonos constantemente. "Hay que reconocer -dice a la letra el autor- que todo el fenómeno OVNI está permeado por las características de lo absurdo y lo ilógico". Y añade luego: "Da la impresión de que las circunvoluciones cerebrales de ciertos individuos tienen mucho qué ver con el hecho de haber llegado a ser contactados. De hecho, las personas con psiquismo abierto, es decir, médiumns, videntes, psíquicos, poseen mayor facilidad para ver OVNIs y llegar a ser contactados, que quienes carecen por completo de estas facultades. Por lo tanto, puede que aquéllos que van a ser contactos nazcan ya con un determinado tipo de psiquismo, mismo que los habilita para
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que, en determinado momento, se den las circunstancias y lleguen a tener la experiencia". Asimismo merecen reproducirse sus últimos comentarios para que lector saque sus propias conclusiones: "No negamos que hay ejemplos en que el humano -lo dice tras hablar de los contactos negativos, de las acechanzas nefastas, del engaño al terrícola, etcétera- que ha tenido contacto con ELLOS, haya salido beneficiado. Y esto durante un largo tiempo. Conocemos casos en el que el trato con estas criaturas del Cosmos ha resultado altamente positivo y de vital importancia para el contactado. Pero creo que los casos en que la relación ha sido perjudicial para el humano superan a aquellos en que ha sido beneficiosa. Es una especie de lotería en la que uno tiene que estar con los dedos cruzados, para que el premio que le toque sea de los 'buenos'. Sin embargo, no me cansaré de repetir que buenos o malos, debe tenerse mucho cuidado en todo lo que se refiere al trato con extraterrestres. Y de preferencia, no buscar su contacto, porque no sabe uno con quién se va a encontrar". Ahora bien, ¿qué sucedió después con Paty? Pues no supe de ella un buen tiempo. Casi un año. Hasta que cierto día me levanté de la cama pensando en ella y en Elsa; preguntándome qué habría sido de aquellas experiencias y en qué terminó la chica. Si se fue con los extraterrestres atendiendo la misión encomendada. O decidió hacerlos a un lado por completo. Había prometido llamarme por teléfono para reunirnos de nuevo y no lo había hecho. Yo por mi parte, absorbido por mi trabajo como jefe de Prensa y mis investigaciones ovnísticas, no había tenido tiempo de contactar con ninguna de las dos. Sin embargo, esa mañana al asistir a un desayuno en céntrico restaurante, al momento de estacionar mi auto advertí por el espejo retrovisor que un vehiculo aparentemente me seguía desde hacía unos kilómetros. Descendí de coche, que se aparcaba junto al mío, y descubrí con asombro a la par que placer, justamente a Elsa. Nos saludamos con cariño mientras yo le externaba que exactamente unas dos horas antes me había despertado con el pensamiento en ella y su hija. Y al preguntar por Paty, agregando que no podía arrancar de mi mente su imagen desde dos días atrás (era un lunes 25 de abril de 1994), la señora me respondió que había razón en recordarla tanto,
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pues precisamente ese sábado anterior la habían pedido en matrimonio. - ¿Cómo?repliqué más que asombrado por la coincidencia y la noticia del acontecimiento. Mi amiga en tono triste me platicó que en un reciente viaje que le habían regalado en su empresa, a Europa, conoció a un muchacho con el que congenió todo el tiempo. Se dejaron de ver al retornar al país, y en enero de 1994 al realizar otro viaje se topó nuevamente con el chico, el cual ante tan inesperado encuentro sin que ella lo esperara le propuso matrimonio, accediendo su hija al instante, pues le había confesado estar enamorada del muchacho pese a haberse tratado muy poco. De esta manera, decidieron casarse lo más pronto posible. "Pero lo que me preocupa, Luis -me dijo mientras cerraba con llave la portezuela de su auto- es que el hombre es de Palenque, Chiapas y allí piensan vivir. ¿Te imaginas a mi hija, que ha radicado en Europa y en diversos estados de la Unión Americana, vivir ahora en un poblado de éstos, alejado de la capital de la República, pequeño y con pocas diversiones?” A esto le recordé las características del lugar, asentamiento de la cultura maya y donde se encontraron los restos del rey Pacal o el bautizado como el "hombre de Palenque". Al que expertos de la NASA e investigadores afamados de OVNIs le adjudican un origen extraterrestre. A grado tal que en este campo se le denomina "El astronauta de Palenque". -Sí Luis. Lo sé. Pero no quise decirle nada a mi hija. Aunque me pregunto ¿por qué se va a ese sitio tan misterioso a la par que enigmático? Es más, ¿Por qué en forma tan intempestiva, como si el tipo tuviera mucha prisa?... Permaneció unos segundos mostrando seria preocupación y clavándome la mirada me dijo: -Sé lo que estás pensando y a lo que te refieres. Los supuestos extraterrestres quizás no la han dejado en paz. Y quien se casa con ella pudiera ser de ellos. Por ello el deseo anhelante de unirse a mi hija dentro de dos meses, en junio. Mas no puedo hacer nada por impedirlo. Nos despedimos para atender cada uno su respectivo compromiso. Yo me llené de dudas e intrigas, preguntándome quién sería en realidad el que se proponía desposar a Paty y qué pretendía con ella, argumentando que como era de Palenque, quería radicar alli. Con ella. Sobre terrenos donde se presume existen más
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tumbas de dioses mayas, como la que meses más tarde habría de descubrirse de una deidad femenina. Transcurrió el tiempo. Un buen día de enero de 1995, me encontré a Elsa esperando en una esquina un taxi. Al detenerme, nos vimos sorprendidos por la extraña ¿causalidad? de toparnos en una ciudad tan gigante como la de México con veinte millones de personas incluyendo la zona conurbada. Me acomedí tras saludarla, llevarla a su destino, escasas cuadras de donde abordó mi auto, Y en el camino, como ya solamente relacionaba a Elsa con Paty desde aquella serie de revelaciones que afectaban mi inquietud ovnística-paranormal, le inquirí sobre su hija seguro de que ya estaba casada. La respuesta me dejó helado. La chica siempre no había contraído nupcias con el compañero de Palenque. ¿Por qué? ¿Qué ocurri¢ entonces? -Pues fíjate que a unos días de la boda -ya con todos los preparativos-, como tenemos parientes en España y allá se mudó un muchacho de México, quien de muy joven fue el amor de Paty y viceversa, pero que por la edad, inmadurez e inexperiencia terminaron pronto su noviazgo, éste había hecho amistad con los míos.Y una noche (de allá ) se enteró por una prima mía que ya con los boletos del avión se alistaba para viajar a México y asistir a la boda de su sobrina, que la chiquilla que tanto había amado no se había casado como pensaba, sino que estaba a punto de hacerlo. Veloz el tipo tomó el teléfono para comunicarse con mi hija, la que esforzándose por creer lo que escuchaba, y más quién le llamaba desde tan lejos, sintió renacer aquel amor de adolescente. Y regocijada conversó con él para recibir de éste una petición de matrimonio. Mi hija sin pensarlo aceptó, decidiendo ambos casarse en España de inmediato. (Yo creo antes de que se arrepintieran -dijo esto bromeando). "Al día siguiente rompió con su compromiso y una semana después nos fuimos madre e hija a la Madre Patria. Para ver al fin a mi atormentada muchacha en la iglesia de blanco dichosa, recibiendo la bendición de Dios y el sacerdote santificando su unión con aquel hombre que en realidad había sido el amor de su vida. ¿Qué te parece, Luis? Yo solamente atiné a decir como solemos hacerlo en México en casos como éste: ¡De telenovela, Elsa. De telenovela!
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Y tras dejarla en las afueras de un edificio de oficinas, me enfilé a mi trabajo pensando en un final feliz de la historia de Paty, a la par que gustoso de saber que no había caído con los extraterrestres. Se había salvado de su influencia para continuar con la función más excelsa -en mi opinión- de todo terrestre: ser uno mismo para bien o para mal. Frase con la que acostumbro rematar mis disertaciones sobre la acci¢n de los extraterrestres con nosotros. Actitud y comportamiento de la que abundo con los casos que trato en las páginas siguientes. ------------------------------------------------------
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VI.VISITAS INESPERADAS, DEL ESPACIO EXTERIOR
Un marciano en su trabajo Hablaba en el capítulo anterior de encuentros de una chica con extraterrestres que se hacen pasar por humanos, en la ciudad de México y en otros lugares del territorio nacional. Pues al parecer los extranjeros del Cosmos suelen no solamente rondar por doquier en el planeta, sino que en el caso que me ocupa en esta obra, deambulan por calles y se presentan en edificios de la capital de la república mexicana. Asedian a la gente, además, de muchas maneras. Se comunican con quienes les interesa igualmente de variadas formas, como vimos en el capítulo IV donde utilizan hasta la tabla ouija para trasmitir mensajes y entablar diálogos con los terrícolas. De que están entre nosotros, ¡están! Empero, es menester abundar en esta materia debido a que conforme avanza uno en la investigación OVNI acreditándose ante la opinión pública, recibe de ésta aportaciones muy valiosas. Los afectados por la acción de los alienígenas desahogan sus crispantes experiencias, las cuales deben analizarse con un juicio envuelto en un escepticismo sumamente objetivo que coadyuve a comprobar cada incidente a fin de evitar enunciados falseados o carente de una base sólida. "CONTACTO: MEXICO" pretende ofrecer únicamente cuanto en esta nación ocurre en relación a la actividad no solamente ovnística -como leeremos más adelante- sino ovnináutica. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de que México vive desde hace décadas una más que oleada de platos voladores, sumada a gran afluencia de seres ya sea similares a nosotros, o distintos, que no descansan en contactar con los pobladores de este país. Inclusive considero que la ufología u ovnilogía (como usted prefiera llamarle) guarda en sus anales archivos con reportes de muchas naciones, mientras que de México no tiene mucho material. Pienso -y puedo estar equivocado- que en el extranjero existe poco o escaso conocimiento de cuanto contiene México de casos extraterrestres específicamente. De ahí mi propósito de presentar algo de lo mucho que sucede en ciudades de las entidades políticas a la par que en la capital azteca, donde se concentra la mayor población no sólo del país, sino del mundo.
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Hago tal introducci¢n para exponer algunos ejemplos que considero interesantes, de visitas y apariciones recientes de criaturas que se dicen venir de más allá de nuestra frontera celeste. En octubre de 1993 conocí en la casa de Enrique Islas, a un personaje muy singular que nos hizo partícipes de una vivencia más que interesante. Antes permítame ubicarlo en el lugar. Enrique y su fina como atenta familia nos ofreció al licenciado Arend Olvera -otro entrañable amigo- y a quien esto escribe, una comida porque en esos días ambos cumplíamos años de vida. Sentados en la mesa de jardín, nos acompañaba el ingeniero Enrique Islas, jefe del hogar; su hija Adriana con su esposo Juan Pablo Mercado; Ofelia (novia de Enrique, con éste) y Anamaris (hija de Arend) con su esposo Javier Morán García. Luego de partir el tradicional y exquisito pastel, como apagar Arend y yo las velas, atendíamos la videograbación que hacía el anfitrión, de esta grata e inolvidable reunión, cuando llegó invitado por el abogado un licenciado conocido de tiempo. Enrique sin proponérselo colocó la cámara entre Juan Pablo y yo sentados en un extremo de la mesa para atender a la nueva visita que, por ser la estrella del caso a referir, y dado el prestigio que goza en su medio banquero y en la sociedad, únicamente daré las iniciales de su nombre y apellido: VW. Narro este detalle porque ya comprenderá el lector la causalidad del hecho. VW tomó asiento justamente enfrente de Juan Pablo y de mí. Al piloto (éste último) le seguía su esposa Adriana, a su izquierda. Mientras que a mi derecha estaba Arend, quien tras la presentación de rigor nos hizo una breve reseña de quién era y a qué se dedicaba su amigo. "Es un profesionista que ocupa importante cargo en la casa matriz de una institución bancaria. Y lo más significativo es que acaba de tener un encuentro con un marciano en el área de trabajo". Intrigados, los asistentes nos volteamos a ver como queriendo confirmar entre sí lo que acabábamos de oir preguntando casi al mismo tiempo: ¿Qué dices, Arend? El afirmante movió la cabeza confirmando lo declarado para luego solicitar al banquero exponer su experiencia extraterrestre.
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Para tal fin, cuando el hombre empezo a hablar, yo como quizás los demás quise grabar la exposición. Sin embargo, consideré que a él no le gustaría si Enrique comenzaba a usar la videocámara o sacaba una grabadora. El hombre se veía y sentía sincero, franco y merecía un respeto especial. Además no teníamos aún confianza para interrumpirlo y pedirle se dejara grabar en video o en cinta. Pero el testimonio valía la pena conservarlo literalmente. De esta manera, advirtiendo que el equipo estaba entre el brazo derecho de Juan Pablo y mi izquierdo, como exactamente enfrente de VW, no tuve más remedio que concentrarme en dar órdenes mentalmente al esposo de Adriana y a ella de que oprimieran el obturador para captar al menos el audio del exponente. Y que éste al expresarse mantenía la vista fija en mí. Además de que resultaba de poca educación voltear a mis compañeros para recomendarles operar la cámara. Y surtió efecto la telepatía. De reojo vi que JPM, sin que el aludido se percatara, oprimió el botón de grabación. Para nuestra mayor sorpresa, cuando el hombre se retiró del convivio checamos el video y el tipo aparece perfectamente a cuadro, como si alguien hubiera colocado debidamente el teleobjetivo hacia él. Ahora bien, ¿para qué ese interés en hacer esto un tanto -confieso- clandestinamente? Pues para poder conservar las declaraciones textuales de un caso extaordinario y nada común, el cual relato a continuación reproduciendo las palabras de VW. Aclaro que Arend previamente nos había revelado la extraordinaria experiencia. Que ahora conoceríamos de su propio protagonista. "Un día del mes de julio del presente (1993) a la una de la tarde salí de mi oficina dirigiéndome por algo que presentía, a una de las salas de atención a clientes donde efectivamente, una persona que nunca había visto en mi vida, me aguardaba. –Comenzó revelando el banquero de nacionalidad japonesa. Era un hombre que me confesó en un tono muy sereno ser un marciano. Por supuesto que no le creí, de lo contrario hubiera hecho muchas preguntas al respecto. Empero, comenzó a hablarme del Universo y de la cuarta dimensión con amplitud de datos que me dejaron boquiabierto. Su fisonomía era delgada, estatura de como 1.80 y piel muy blanca.
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Agradable, más adelante en la conversación me dijo que habría de volver conmigo. Entonces le pedí su nombre y número telefónico, o mejor su tarjeta de presentación que quise cambiar por la mía. Pero el extraño no me dio nada. Se comportaba en forma diplomática y aseguraba conocerme muy bien. Por eso la visita. Insisto en que, como me resistía a aceptar su procedencia, no averigüé más de su naturaleza, confiado en que después de todo, al retirarse éste de la sala sabría por las edecanes quién había sido el bromista que permitieron el paso para quitarme el tiempo. De esta manera, al cabo de una media hora de charla se despidió el enigmático visitante de mí. Y yo prudentemente esperé breves minutos para indagar su identidad en los módulos de seguridad de la Companía. Y así ocurrió. Pronto llegué ante un grupo de edecanes y pregunté quién era y cómo se llamaba la persona que había estado conmigo. -¿Dónde? -inquirió una de las chicas. -En la sala 26- repuse muy seguro para escuchar de la empleada del departamento encargado de recibir a los clientes para conducirlos a las diferentes salas de atenci¢n personal, la siguiente frase: -No, licenciado. Allí no hemos llevado ni ha entrado nadie desde la mañana. -¿Cómo dice, señorita? -Yo vengo ahora de ese lugar donde atendí a un señor! -repuse indignado. La empleada me pidió acompañarla a la sala para verificar mi testimonio. Yo marchaba tranquilo, confiado en que como el individuo había estado fumando mientras hablaba, encontraríamos ceniza y restos del cigarrillo apagado. - ¿Fumaba el marciano? –pregunté yo en el acto y sumamente intrigado. Como también estaban los demás. - Sí –respondió firme VW- Y esa sería la prueba de la asistencia del desconocido. -¿Y qué pasó entonces? -preguntamos todos al unísono. - Pues que no encontramos nada, ni siquiera el registro de su nombre. Ninguna de las puertas y módulos de edecanes tenía noticia de esta persona. ¡O sea que en la sala 26 no había estado nadie! Tormentoso juicio Como comprenderá el lector, lo anterior provocó una amena polémica. Si se sitúa en el lugar de la escena, podrá apreciarla mejor. Nos encontrábamos -como decía al principio- Arend y yo celebrando nuestro cumpleaños festejados por la familia Islas, en su residencia del lujoso fraccionamiento El
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Pedregal de San Angel, al sur de la metrópoli mexicana y denominado así por ser asentamiento de la lava volcánica del extinto -hace cientos de años- Xitle. Verdaderas fortalezas alberga este sector escondiendo joyas de la arquitectura.Y la casa de los Islas no es la excepción. Nosotros departíamos en una amplia mesa redonda del enorme jardín posterior. Y tras disfrutar de una exquisita comida de pastas y mariscos acompañada de un vino blanco de importación, brindábamos luego de apagar también al mismo tiempo Arend y yo las velas del rico pastel de chocolate. Movimientos y gestos que Enrique seguía con la cámara de video, misma que después colocó -como dije antes- en medio de su cuñado Juan Pablo, piloto aviador de prestigiada aerolínea nacional y quien esto escribe. En esos momentos se presenté el singular personaje con una historia que obviamente causó impacto no obstante la aclaración de Arend de que el tipo -como lo comprobamosno fuma ni bebe; goza de ser un ejecutivo muy centrado con una gran cultura y ajeno por lo mismo a fantasear, menos en horas de trabajo. Imagínese usted lo que vino en seguida. Enrique hijo, un hombre de unos 35 años perteneciente a uno de los mejores grupos músico-vocales del país, Los Continentales. Y con quien he compartido junto con el licenciado Olvera avistamientos de OVNIs, amén de haber sido protagonista de apariciones de otros que ha incluso videograbado fuera de su casa, como le platicaré más adelante, abrió fuego con una pregunta directa: ¿Cómo sabía el banquero que el intruso era un extraterrestre? A lo que Arend saltó para, como buen abogado, explicar que porque así se lo dijo el visitante. Y más específicamente: que procedía de Marte. Empero, el músico y arreglista espetó escéptico: "O sea que cualquiera puede llegar a uno diciéndole que es marciano y el otro, como en el caso de VW, se lo cree..." El aludido se defendió en términos de que de esa manera carecía de argumentos para sostener tal afirmación del aparecido. Sin embargo, en lo que a él respecta fue diferente, ya que el peculiar individuo se puso a hablarle de una cuarta dimensión. Además de las que conocemos nosotros en la Tierra, tercer planeta del Sistema Solar. Y que ELLOS manejan el tiempo y espacio completamente distinto a nosotros. Esa es la razón por la que llegó ante el funcionario bancario.
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Arend de nuevo interrumpió para aclarar que VW es profesor normalista y licenciado en Derecho. En un tiempo fue prácticamente embajador de México en su país nipon de origen, donde permaneció trabajando por parte de su empresa, más de cinco años. Yo tomé entonces la palabra para preguntar al afectado si anteriormente se había interesado en los objetos voladores no identificados. Para recibir la siguiente respuesta: "Del fenómeno como tal, no. Pero sí estoy convencido desde siempre, de que no somos los únicos habitantes del universo." De nuevo entré al ataque: -Bien, regresando a tu experiencia, (por la confianza que pronto nos dispensó empezamos a tutearlo) fuiste a ver a las edecanes, una de ellas te condujo al sitio donde estuviste con el tipo y no encontraste ni residuos o señales del cigarrillo que aseguras había fumado. ¿Luego qué ocurrió? -Pues eso -contestó el hombre muy seguro-. Que ni el registro apareció del señor. Tampoco huellas de su presencia en la sala 26. ¡O sea que no pasó nada!" -asentó con énfasis para enseguida aclarar un tanto molesto: -¡Si yo hubiera sabido quién era, con quién me iba a encontrar, llegaría con todas las armas del mundo! - ¿Has experimentado algún cambio en tu personalidad, en tu intelecto, a raíz de esa experiencia? -inquirí. - Pues francamente sí. Por ejemplo, desde aquella vez me he vuelto más sensitivo y con mayor percepción.Y quiero agregar esto -dijo dirigiéndose a todos nosotros que lo seguíamos con atención y cierta incredulidad-: Le revelé la vivencia a Arend porque lo conozco desde muy jóvenes. (Yo nací en México, aunque de padres extranjeros) Y porque que mi amigo sabe bastante de OVNIs. Así, ante la referida experiencia Arend me invitó esta tarde a exponérselas. Aunque con todo respeto, no me importa si la creen o no. -Subió de nuevo el tono de su voz mostrando viva molestia. Con eso concluyó el tormentoso juicio en el que la víctima de un inusitado, incomprensible y hasta mofable incidente se vio envuelta al atreverse a revelar su vivencia en una reunión social. Ahora entiendo porqué casi nadie osa contar una experiencia OVNI o paranormal en una fiesta. Y si he juzgar más a VW, diré, al fin en su defensa, que tuvo razón en dar por terminada la sesión de pregunta y respuesta (¿inquisitorial?) con esa frase de: "No me importa si la creen o no".
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Un dato más Transcurrió el tiempo. Este periodista trató en vano de reunirse con el banquero amigo, con quien me había encontrado en dos eventos sociales más de Arend y Enrique. Sin obtener de él mayor informaci¢n. Y es que VW, como pude observar, es un hombre retraído. Quizá un tanto por la sangre que lleva en las venas (nada latina) aunque siempre he sospechado que es más por el efecto que le causó aquel extraño encuentro. El contactado por su parte, también hizo el intento de tomar un café conmigo. Para ello, pese a que regularmente nos hablábamos por teléfono para citarnos en algún lugar entre su centro de trabajo y el mío, nunca se dio el momento. La verdad es que yo estaba sumamente interesado en ese caso. Las aseveraciones del banquero me hacían ver en él mucha sinceridad. Como la experimentación de un cambio en su forma de ser y pensar, como suele suceder en el contactismo extraterrestre. Finalmente tuve la suerte de toparme con VW en cierta ocasión y por breve tiempo. Coincidimos en la casa de Enrique Islas cierta noche. Y ¿causalmente? sentados juntos en la sala de música del anfitrión, de pronto los escasos concurrentes se levantaron de su asiento para salir al jardín a ver algo que el de Los Continentales deseaba mostrarles. Aproveché entonces para insistirle en tono bajo lo de su experiencia y, como las veces anteriores, se resistía a hablar. Empero, la fortuna me ayudó y de sus labios salió esta frase que dio -debido a mi terquedad- pie a un enriquecedor diálogo. -No insistas, Luis. Mira, no tiene caso hablar más de eso. A mí me pasó aquello y no quiero revivirlo ni comentarlo. -Pero, déjame decirte que sí creo definitivamente en ese encuentro. Sólo que hay algo que no encaja en la historia. Permíteme una pregunta al menos: ¿Cómo fue que la edecán te condujo a la sala 26 y no había rastros de aquella visita? Y ahora sí conseguí una respuesta analítica: -Sí. Y fue la misma que me avisó que una persona me aguardaba allí. Por eso me dirigí al lugar y platiqué con ese misterioso individuo. Después le reclamé a la misma joven por qué negaba ese acto y con seguridad convincente me aseguró que ella para nada me había avisado de tal visita... No sé, Luis -movió la cara de un lado a otro en actitud reflexiva-. Pero a veces quisiera pensar en que nada de lo que ocurrió aquel día fue cierto. Sin embargo, sí vivi la experiencia. Pese a que ignoro cómo, pues platiqué con un hombre diferente que me dijo era marciano y que algún día regresaría a verme.
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De lo anterior puedo inferir que VW definitivamente pasó por una vivencia fuera de lo común. Algo especial tuvo un día en su trabajo que provocó cambios en su conducta y manera de pensar. Los contactos tienen esta característica, como expondré más adelante. Transforman al ser humano. Lo vuelven... digamos introvertido, uraño; y denotando siempre y a todas luces -a nivel preferentemente social, me refiero- que ocultan algo. Así creo de este ejecutivo. Hemos hablado a raíz de aquella tarde que nos conocimos, varias veces, aunque -como dije- solamente por teléfono. Y en las breves y lacónicas conversaciones revela tácitamente guardar el secreto de un encuentro tan especial que no lo deja vivir totalmente en paz. En cierta ocasión me confesó que ni su familia, esposa e hijos, está enterada de esto. Además que desde muy pequeño experimentó el deseo de saber más acerca de esos míticos seres que la religión católica bautizó como ángel de la guarda y demonio. A la par que hurgar más allá de las nubes, las cuales parecían atraerlo a sus entrañas para revelarle algún día cuanto existe tras ellas fuera de la atmósfera terrestre. Después ya únicamente fue, en los diálogos telefónicos, la consulta de si conocía a alguna otra persona que hubiera vivido un caso similar para contactar con ella y desahogar sus emociones envueltas en frustraciones, con el objeto de llegar a desligarse de aquello que lo atosiga interiormente. Le recomendé hablar con Javier Tena, conocido mío que se enfrentó cierta vez a dos seres del espacio, como explico en "Alerta OVNI". Pero tengo entendido que jamás se logró la comunicación entre ambos. Lo que sí me constó es que más adelante lo llegué a encontrar en un centro de meditación, al cabo del cual tras abordarlo me desahogó su creciente sentido espiritual que lo confortaba en sus constantes dudas hasta de su ser: “Quien era y qué hacía ahora en este mundo”. O sea –reapunto- que VW ya no era el mismo desde aquel encuentro. Finalmente supe por una pariente muy cercana, que había fallecido en medio de muchos tormentos mentales. Otro de los efectos del contactismo a los que nos exponemos los humanos. Can lastimado por un extraterrestre
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Consciente como siempre he estado ya no de la existencia, sino de la "polución" (Sí, creo que no conozco palabra más atinada) de los siderales entre nosotros, continué como investigador atrayendo más casos. Uno de ellos el siguiente. El 28 de abril de 1994 a las 12:30 horas recibí en mi oficina de Prensa a un par de actores que estelarizaban una obra tan discutida como temida por la sociedad capitalina, la que concurría a apreciarla llenando todas las noches la sala donde se escenificaba. Me refiero a "La Dama de Negro". Los protagonistas fueron a verme desde luego con el objeto de conseguir una entrevista para publicar en diferentes diarios del país y revistas. Como era mi línea ligada siempre a la promoción del grupo radiofónico para el que trabajaba. Yo conocía a Rafael Perrín, quien tenía una sección en un programa matutino con la encantadora, versátil y muy querida en todos los círculos de México: Janett Arceo. El hombre hablaba del optimismo ante la vida, de la necesidad de reír siempre y nunca llorar. Paradógicamente a los sustos que daba a los asistentes a su obra teatral todas las noches, representación que le confieso nunca me atreví a ver. Lo acompañaba otro actor de igual valía, aunque más disparado por la comicidad y que sin embargo, como buen profesional sabe interpretar a la perfección cualquier papel que le asignan. Se trata de Humberto Dupeyrón, un hombre con cuarenta años en ese tiempo en el medio artístico y como señalé, coprotagonista de esa obra adquirida por Perrín en Londres por ser una de las clásicas del suspenso. En la plática, como suele suceder conmigo, antes de entrar en materia novelesca salió a relucir el fenómeno OVNI. Y sin sospecharlo, Humberto tomó la palabra y me expuso la siguiente experiencia que consideré atractiva y digna de hacerla de su conocimiento en "CONTACTO: MEXICO". Cómodamente sentado frente a mí, al lado de Rafael, inició la historia con estas palabras que solamente eran interrumpidas al sonar mis teléfonos. Los cuales ante el peso de la narrativa pedí a mi secretaria no pasarme más llamadas. "Hace un año (principios de 1993) me encontraba en un departamento de la Zona Rosa (elegante sector metropolitano de negocios, restaurantes, oficinas, hoteles y edificios habitacionales por los que deambula la gente más snob y los artistas más pintorescos), en una fiesta de amigos.
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El anfitrión residía exactamente en la esquina que forman las bellas calles de Niza y Hamburgo, arriba de un concurrido restaurante. Pues bien. Departía con mis amistades alegremente cuando de pronto, alrededor de las doce de la noche sentí la necesidad de asomarme a la calle por el balcón del apartamiento para tomar un poco de aire fresco. Y al hacerlo descubrí abajo, en la banqueta, a un perrito lastimado que -pensé- había sido atropellado por un auto y con dificultad se arrastró hasta el pequeño espacio de jardín de la acera. Mi esposa al advertir mi alejamiento de los demás fue a mi encuentro para saber qué tanto llamaba mi atención afuera. Al llegar le expliqué el motivo de mi curiosidad y quise entonces bajar a auxiliar al animalito. Sin embargo, ella trató de disuadirme y convencerme regresar al convivio. Desdeñé sus recomendaciones y descendí pronto las escaleras del inmueble para acercarme al sufrido can, que se retorcía quejándose con alaridos lastimeros que sensibilizaron más mi corazón. Observándolo llegó a mí un joven andrajoso pidiéndome que no tocara al perrito. Yo supuse que me lo solicitaba para no exponerme a una mordida, como ocurre cuando están sufriendo los animales. Pero fue algo más que eso. Una revelación que me dejó electrizado: el mendigo me aseguró que al perro lo habían lastimado unos extraterrestres que recorren de vez en cuando la Zona Rosa dañando a personas y animales con un aparato muy pequeño, como un bolígrafo que emite extraños rayos. -Los humanoides –siguió mi peculiar informante- proceden de una galaxia cuyo nombre jamás he escuchado. También me dio una serie de explicaciones y datos acerca del espacio exterior, llenos de contenido estrictamente científico que apenas si entendía. - Quedé entonces perplejo con su alocución –regresó a confiarme el actor. -No comprendía cómo un tipo de esa clase, un pordiosero de los que caminan sin rumbo fijo por la ciudad, conociera tanto del Cosmos. Y continuó con el triste episodio. - El muchacho me instó luego a quedarme quieto y dejar en paz al cuadrúpedo argumentando que él en una ocasión les había arrebatado el referido artículo de rayos a los de las estrellas, descomponiéndose inexplicablemente casi al momento de la acción. Se proponía por tanto ahora arreglar y cambiar lo que llamó la polaridad para al invertir el efecto aliviar al cachorro. Incrédulo como expectante, lo dejé que intentara sanarlo cuando una patrulla de la polic¡a apareció ante nosotros para averiguar quiénes éramos y qué hacíamos en la calle a esas horas de la noche. Yo tranquilo me identifiqué con uno de los guardias del orden,
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explicándole que estaba en la fiesta del primer piso del edificio que se alzaba ante nosotros y al descrubrir al animalito accidentado salí a auxiliarlo. Por su parte, el limosnero se hizo disimulado evitando ser interrogado. "El automóvil arrancó perdiéndose de nuestra vista en breves segundos y permitié de esta manera al individuo que me acompañaba arreglar el adminículo moviéndole algunas piezas para luego dirigirlo al animal. Yo estaba estupefacto. A punto de presenciar algo extraordinario: supongo la cura de un can por medio de la emanación de un sensible rayo tipo láser, cuando mi esposa se asomó por la ventana instándome a regresar al convivio con cierta dureza y peocupación, como presintiendo que me enfrentaba a un hecho desconocido y por ende podía peligrar mi vida. "Accedí por evitar una discusión a plena calle, confiado en que esa noche había llevado mi video cámara portátil. De una zancada subí los escalones para tomar el aparato y grabar la escena del enigmático individuo creo yo disfrazado de pedigüeño. Mas me llevé la triste sorpresa de que al salir al balcón ya no estaba el muchacho. Pero sí miré al animalito que en esos instantes se incorporaba firme y comenzaba a caminar sin ninguna dificultad alejándose del sitio a paso lento". Humberto, tras reacomodarse en su asiento, volteó a ver a Rafael para enseguida dirigirme la mirada y comentar en tono de evidente frustración: "Imagínense cómo me arrepentí de no haberme quedado para ser testigo de la forma como operaba el aparato del espacio y apreciar mejor al extraño ser. Como seguir escuchando sus ideas de los mundos que habitan los supuestos entes que, según él se encontraban entre nosotros. Además, que en esa colonia se disputaban el control de los terrestres lastimando a unos y riñiendo entre sí". En mi oficina, su compañero y yo no dábamos crédito al apasionante relato. Tras un silencio que se hizo al concluir la exposición, comentamos brevemente el incidente que no invitaba al rechazo en virtud de que conocemos bien al destacado y versátil actor. Por otra parte, el motivo de la visita a mi despacho era realizar con ambos una entrevista para promover la actividad artística de ambos; como escribí al principio de este episodio. Es decir, la idea de los artistas no era extenderse en el tema OVNI si surgía conversación al respecto. Mucho menos -estoy seguro- de sorprenderme con cuentos de extraterrestres. Y de hecho, tras intercambiar opiniones del acontecimiento procedí a la
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entrevista periodística programada, despidiéndose los amigos al final luego de invitarme a sus representaciones, a la par que darme cada uno su número telefónico para (en especial en el caso de Dupeyrón) aclararme alguna interrogante sobre lo del perrito lastimado por unos supuestos extraterrestres. Al manicomio por ver siderales ¿Se ha preguntado qué haría, o cómo reaccionaría si se topara con un ser bajito, sin cabello y ojos rasgados que desciende de una nave ovoide o plativolesca, como toca tierra mediante la luz de un rayo? ¿Algún día se ha cuestionado también, sobre la manera como responderí a la gente que le rodea, al enterarse que estuvo frente a frente ante un hombre del espacio rubio, alto, envuelto en un halo luminoso, o bien enano con ojos saltones, color gris, verde o azul? Si no lo ha hecho, trate de ponerse en ese lugar para asimilar el pasaje en la vida de un joven que tuvo un inusitado encuentro con dos pintorescos personajes de muy baja estatura, con consecuencias nefastas no de parte de ellos, sino de los mismos coterrícolas. En este documento de las visitas inesperadas del espacio, como habrá notado expongo breves historias de casos verdaderamente asombrosos relacionados con los EBE's (entidades biológicas extraterrestres) y circunscritos a mi país, México, escenario de sorprendentes contactos con representantes de mundos lejanos. Bien, pues he aquí un episodio más de esta sin duda apasionante materia, en la que deseo que usted al navegar conmigo en estas líneas, disfrute el complejo e inacabable contenido. "Desaparecieron como en las caricaturas" "Pedro" (por ocultar su verdadero nombre a solicitud expresa), fue a dar al manicomio por asegurar haberse encontrado con dos alienígenas y recibir comunicación de uno de ellosMe explicaré. Un buen día se presentó ante mí luego de hacer una cita telefónicamente con mi secretaria para tratarme un asunto muy confidencial de OVNIs, un muchacho de mediana
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estatura, tez morena y un tanto fornido de cuerpo, cabello negro azabache y reflejando cierta timidez. Lo recibí como a todo el que se atreve a llegar a platicarme alguna vivencia sobre el tapete cósmico en el que me gusta volar mediante mis investigaciones y estudios, como propias experiencias. Como creo que lo primero que hay qué hacer con quien se presenta a exponer un suceso de esta naturaleza, es brindarle confianza, me levanté para, una vez que estreché su mano presentándonos ambos, invitarlo a tomar asiento y ofrecerle un café, mismo que negó agradecido. Sentado del otro lado de mi escritorio, en una oficina que siempre dije que más que de Prensa de radio era del espacio por tener grandes gráficas en cuadros de los transboradores americanos en plataforma, vuelo circunterrestre y aterrizaje; dibujos de alienígenas y una gigantesca fotografía de la Biosfera II (de la que hablo en"Alerta:Extraterrestres Aqu¡"). Asimismo esplendorosa exposición del símbolo de Epcot Center de Disney World, enorme esfera que alberga la historia de la comunicación en el hombre. Y otras más relacionados con el tema de los OVNIs. Decía que el visitante al sentirse envuelto en ese ambiente tan distinto de una oficina, se sintió estimulado para hacerme la siguiente revelación en la que dejaba captar el desahogo de una pesadilla y misma que, presintiendo muy interesante, me hizo accionar mi micrograbadora escondida en el primer cajón del lado derecho de mi mesa. "Un domingo del mes de diciembre de 1988, fui en compañía de un amigo estudiante, como acostumbrábamos, a jugar frontenis por nuestros rumbos de Cuautitlán Izcalli. Populosa zona del occidente de la ciudad de México, perteneciente al estado de México y a la vera de la autopista México-Querétaro. Invadida de fábricas, condominios, casas habitación y centros comerciales. "Lo hacíamos por lo regular cada fin de semana en unas canchas frente a una empresa ensambladora de automóviles y cerca de un pequeño lago allá por 'los Chapos'. "Eran las seis y media de la mañana cuando llegamos al lugar de reunión con otros compañeros, sentándonos en el suelo escaso de vegetación por la temporada fría, para aguardar al resto del grupo con el que solemos jugar en el frontón. "Entreteniéndonos con las piedras y platicando, de pronto en medio de la oscuridad (a esas horas aún parece de noche) sentimos como que el Sol salía a nuestras espaldas.
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Nos incorporamos como catapultas humanas y volteamos para saber de qué se trataba esa súbita luminosidad. "Mi amigo y yo quedamos estupefactos al apreciar el descenso de un objeto volador circular que parecía posarse en el seco pasto iluminando una gran extensión de terreno. Y luego distinguimos la presencia de dos diminutos y desconocidos seres, uno cercano a la nave del espacio y el otro muy próximo a nosotros. Las extrañas criaturas medían 1.20 metros, vestían un traje gris ceñido al cuerpo y su cabeza no era como las pintan ahora ustedes los ovnílogos: enormes y alargadas, sino normal. Sus ojos se veían rasgados y no tenían nada de cabello. En la cara mostraban una escasa nariz y boca. Y aclaro que no supimos su tipo de sexo. No salíamos de nuestro asombro cuando el que estaba más cerca se dirigió a nosotros hablando en perfecto castellano sin que le viéramos mover los labios. Entre otras cosas dijo que procedía de un lugar entre las estrellas y que pretendía estar en contacto con ambos. A la vez que nos reveló sucesos que más tarde comprobamos relacionados con la política mundial, sus gobernantes y cambios bruscos en el clima de la Tierra. No atinábamos ni a movernos. Nos sentíamos como paralizados no sé si de miedo o porque así lo habían provocado ellos". -¿Cuánto tiempo duró la visión? –pregunté admirado. "Unos veinte minutos. Al cabo de los cuales los enanitos grises regresaron al reluciente vehículo que en breve comenzó a elevarse para desaparecer como en las caricaturas". Pero ahí no terminó la historia. Yo estuve a punto de agradecer la breve e interesante confesión pasando a un obligado interrogatorio cuando mi interlocutor me hizo un ademán que interpreté como no interrumpir porque había más de este incidente. -Adelante, Pedro, le dije al captar su intención de proseguir: "Al otro día, lunes, me dirigí a trabajar a la armadora de autos donde mi función consistía en instalar los faros a los vehículos. Me sentía desde la experiencia, muy confuso y andaba cabizbajo. No decía nada a nadie porque habíamos pactado mi compañero y yo no revelar lo vivido para no ser motivo de escarnio por parte de amigos y superiores de trabajo que inclusive nos podían tomar como orates o bien creer que nos drogábamos.
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"En cierto momento, cumplía con mi deber cuando sin saber cómo, empecé a convulsionarme, llamando la atención de los demás. Uno de los jornaleros dio la voz de alerta para inmediatamente conducirme al servicio médico. Tras someterme a varios exámenes, el galeno determinó enviarme con un psiquiatra porque argumentaba que en medio de mis ataques hablaba de haber estado con extraterrestres y su navío platicando hasta con ellos. Recuerdos que me afectaban porque no dudo que en el fondo de nuestro ser nos hayamos impresionado seriamente Paco y yo. Y aquí comenzó a acentuarse la tragedia. En una clínica cercana a la ensambladora me revisaron haciéndome preguntas, a la vez que obligándome a contestar por escrito una serie de tests. Sin embargo, tanto el psicólogo como el psiquiatra no encontraron nada anormal en mí. Solamente algo les molestaba: que consciente de que había faltado a mi palabra, confesaba el suceso extraterrestre, hecho que al no creerme me tomaban como un enfermo de esquizofrenia. Esto provocó que fuera enviado a otro nocosomio para ser analizado nuevamente. En el siguiente lugar me inyectaron una sustancia que me hizo parecer un demente. De esta manera los seguidores de mi caso pudieron convencer a mis padres, que me acompañaban afligidos a todos los consultorios incrédulos además de cuanto aseguraba haber visto, de que realmente estaba afectado de mis facultades mentales. Sometido a la voluntad de los médicos, luchaba por hacer ver a los míos que no estaba enfermo. Pero el líquido inyectado comenzaba a debilitarme pareciendo entonces un orate. Después fui llevado a un manicomio, en el que permanecí encerrado ocho días. Resignados, mis progenitores aceptaron dejarme en este centro cercano a Cuautitlán, pese a mi esfuerzo porque me creyeran que había sido drogado en la clínica anterior en un cubículo apartado para que nadie advirtiera la acción y sí creyeran los psiquiatras mi desviado estado emocional y razonante. Sin embargo, recuerdo que el primer día, desesperado por el injusto trato y cautiverio, uno de los vigilantes sospechó y comenzó a aceptar mi cordura, afectada por estimulantes, de ahí que me recomendó que para no tener problemas en el centro de salud mental, actuara como paranoico. Obedecí sumiso, pues no tenía otra alternativa para salvarme. Y mientras conseguía salir de allí, tuve que soportar escenas horripilantes del trato despiadado de los vigilantes de los pobres loquitos, con éstos. Observando actos
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sexuales animalescos que me daban asco y lástima. Pensando cómo podía el ser humano caer tan bajo con sus semejantes. Al llegar el fin de semana y recibir la visita de los míos, sumamente impresionado con cuanto había presenciado rogué casi de rodillas a mis papás me creyeran que no estaba loco y me sacaran de ese lugar. Que para evitarme alguna represalia prefiero callar su nombre y ubicación. Al escucharme implorando su ayuda y comprensión, mi familia, gente de escasos recursos que por lo mismo no podía solicitar otra ayuda ni mucho menos un análisis en hospitales particulares, comenzaron a creer en mí. Y se sumaba a este cambio en su actitud el que mi tutor se acababa de enterar que mi amigo de aquel domingo en la mañana habia confesado y platicado el mismo encuentro con los siderales, a la par que manifestaba malestares similares a los míos y por ende, un rechazo de los suyos ante tal acontecimiento descrito. Esto coadyuvó por consiguiente a salvarme. Mis papás lograron convencer a las autoridades del manicomio que estaba aún en mis cabales y me dejaran abandonar el inmueble. Prometiendo, no obstante, mantenerme en observación. Mas al quedar libre no me vi exento de la crítica de mis congéneres, a cada a cada momento. La gente definitivamente no creía ni en mi amigo ni en mí. Y esto trascendió a grado tal que no fui aceptado más en mi trabajo ni en otros de la zona industrial. Lo que me llevó, en mis deseos de superarme y demostrar que nunca había mentido en relación al OVNI y sus tripulantes, a estudiar Diseño Industrial", concluyó el atormentado joven que tuvo la experiencia espacial a los 16 años de edad; lo que complicó mayormente la credibilidad de sus afirmaciones. A seis años de aquello, cuando fue a verme a la oficina, Pedro me confesó que aún sigue muy asustado porque periódicamente mira en sueños a los extraterrestres que continúan adelantándole sucesos sobre sus amistades y familiares, los cuales se van haciendo realidad poco a poco. Muchos ejemplos me dio de esto, de los que largo sería hablar. Lo importante es que, como suele ocurrir en los contactados -según he estado y seguir‚ remarcando-, ya posee cualidades precognositivas y un desarrollo de su cociente intelectual. Hoy en día es incluso un muchacho tranquilo, estudioso y trabajador. Ya se ha ganado la confianza de los demás y ha recuperado la suya. Esto debido en buena parte a que
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rehúsa comentar el encuentro con los de las estrellas. De ahí que me haya pedido no revelar nunca su nombre públicamente. Finalmente, un mes antes de iniciar mi trabajo de redacci¢n de este libro, recuerdo que me llamé por teléfono para invitarme a la representación de una obra en que interpretaba el papel principal en un teatro capitalino, Y aunque a nivel experimental, me hizo sentir que efectivamente, Pedro se ha ido superando combatiendo los traumas de aquel impactante suceso en llanos de Cuautitlán Izcalli. No obstante tenga el remanente (en cuanto a forma de ser y pensar se refiere) del Encuentro Cercano del Tercer Tipo, como calificó esta clase de acercamientos con los extraterrestres, el finado y célebre doctor J. Allen Hynek. Hasta aqui tres casos poco comunes de comunicación con ovninautas y entes de lugares apartados del Universo, protagonizados en tierra azteca. La aceptación o no de los mismos, por parte del paciente lector, exige la reconsideración de la existencia de seres dimensionados y el contacto con los de la Tierra a cualquier nivel social, religioso, político o económico. Asimismo nos lleva a inferir que todos nosotros estamos expuestos a enfrentarnos con alguien diferente. Como ocurrió en la ciudad de Monterrey al señor Gerónimo Flores en febrero de 1994. El hombre que llegaba a casa una noche con su hija a las 21:30 horas, se topó con tres humanoides que portaban una capucha rompe-vientos que cubría por ende su cara. Vestían un traje color gris que destacaba entre el chipi-chipi de la lluvia. Los extraños, de elevada estatura y forma de ser misteriosa, quedaron inmóviles ante la cercanía de padre e hija. Y así permanecieron hasta que al cabo de un rato, Gerónimo envió a su hijo mayor a comprar embutidos a la tienda de la esquina. Y éste regresó asustado porque tres personas muy altas y como robots, lo habían seguido de vuelta a casa, sin el menor intento de aproximársele. Mucho hay en relación a lo anterior. Así que si está de acuerdo, lo invito a continuar leyendo para conocer enseguida el caso de un secuestro a cargo de otro extraterrestre. Sólo que éste con forma de reptil. ………………………………………..
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VII. SECUESTRO EN TEPOZTLÁN
¿Aviso premeditado? Corría el mes de septiembre de 1992. Exactamente el lunes 7, un conocido me había invitado a comer pidiéndome pasar por él a su despacho. Cercano a uno de los más concurridos restaurantes de una prestigiada cadena nacional. Presumiendo de ser puntual, esa vez lo imprevisto del tránsito que por esos rumbos era más que fatal, llegué tarde a su oficina. Desalentado por no haber cumplido formalmente con la cita, y no lograrlo, pregunté a la secretaria dónde acostumbraba comer su jefe indicándome que variaba siempre entre los sitios periféricos. Salí por tanto frustrado no sólo por no poder comer con mi amigo, al que no veía desde mucho tiempo atrás, sino ante lo que había padecido de prisa, presión y desgaste emocional para que, por culpa del exceso de autos circulando por la zona, tuviera que comer solo; hecho que detesto. Caminé hacia la avenida de los Insurgentes, a dos cuadras, entrando a cuanto restaurante surgía a mi paso sin encontrar al profesionista. Al llegar a la esquina con la calle de Aguascalientes, recorrí el concurrido negocio de comida que se levanta desde hace tiempo en ese lugar, en vano. Me dirigí entonces al local de al lado y tampoco. Regresé desanimado y resignado a comer en el anterior, debido a que ofrece en su cocina unos platillos típicos que siempre han sido mis preferidos. Y detenido cerca de la barra donde come la gente que lleva prisa, observando las mesas para distinguir una vacía, una mujer me hizo señas de acercarme a ella. Atenta, y evitando malinterpretara su acción, al instante me preguntó si era yo Luis Ramírez Reyes. Respondí afirmativamente y ella extrajo de su bolso el primer libro que escribí intitulado "Alerta OVNI". Halagado por el hecho, aumentó mi satisfacción cuando, al revelarme su gusto por la obra, prueba de ello es que la cargaba siempre para releer algunos párrafos, me pidió autografiarle el documento. Procedí gustoso, a la par que agradecido por su deferencia. Y al intentar despedirme porque descubrí un lugar que desocupaban unas personas, la amable y educada dama, que aunque había un asiento libre a su lado en ningún momento me invitó a ocupar para -repito- no caer en un mal entendido (hecho que yo respetaba), me hizo una muy inquietante revelación.
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Una vez que supe que se llamaba María Cristina Carbajal Salinas, escuché una especie de recomendación que dio textualmente como sigue. "Quiero informarle que no hace muchos días fui con unos familiares jóvenes al cerro del Tepozteco, en el pueblo de Tepoztlán". -Como ilustración para el lector que no está familiarizado con este lugar, le diré que pertenece al estado de Morelos y dista unos cuarenta y cinco minutos del Distrito Federal. Casi en la cima se erige una pirámide amén de muy visitada por el turismo tanto nacional como extranjero, considerada sagrada por los antiguos habitantes del valle de Cuauhnáhuac. Además, por su ubicación geográfica resulta un centro de gran concentración de energía que emana también de un conjunto de ruinas arqueológicas que, como la primera, inundan la región situada al suroeste de la sierra y aledaña a la población. Hecho este paréntesis cultural, continuemos con la información de la señora Carbajal. "El propósito era, como el de todos los paseantes, ascender a la construcción prehispánica. Aunque al iniciar la subida me sentí imposibilitada de caminar porque calzaba unos tenis muy ligeros que lastimaban con las piedras mis pies. Por ello, pedí a los chicos que me acompañaban que avanzaran solos. Yo los aguardaría abajo, al principio del camino que conducía serpenteante al atractivo monumento piramidal. Nos encontrábamos en ese momento de la separación, en un sitio donde se halla un borde con una cruz que indica que allí se coronó al rey del Tepozteco. Lo rodea una especie de rellano, en el que se alza una casita construida de varas en la que a unos pasos de ella una veterana mujer guisa y vende antojitos mexicanos para los transeúntes. Para matar el tiempo, me puse a charlar con la buena marchanta. Al principio platicamos de la gente que visita la pirámide, para luego versar sobre las características singulares de la misma y su entorno. En este punto de la conversación, cuando me referí a Daniel Rousseau, autor peruano ya fallecido que investigó y escribió sobre las maravillas que esconde no sólo el Tepozteco, sino todo Tepoztlán, le pregunté qué tanto conocía de la zona en sí. La mujer que aparentaba poco más de sesenta años de edad y se veía cansada y triste, ocultando una tragedia, entró en confianza conmigo para revelarme un doloroso incidente más o menos en estos términos:
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-Tengo o tenía (no lo sé por desgracia) un hijo que trabajaba en este lugar y acostumbraba de muy chico subir a la pirámide frecuentemente. Antes debo advertirle que en estos lugares se ven muy seguido platillos voladores... Pues mi muchacho andaba de un lado a otro hasta que un día dejó de volver a casa. Lo buscamos por doquier infructuosamente: ni vivo ni muerto lo encontramos jamás. Pasó el tiempo y en una ocasión cerca de la cruz -la descrita antes- advertí la presencia de un ser muy extraño. Me impresionó fuertemente porque estaba de espaldas a mí. Era erguido, como una lagartija gigante, de unos dos metros de alto y con piel verdosa llena de escamas... De pronto volteó hacia mí captándole una apariencia muy diferente: parecía un americano rubio y cordial. Telepáticamente sentí que me decía, en medio de mi asombro y desconcierto, que no tuviera miedo, pues no me haría daño. Que mi hijo se encontraba muy bien, que no me preocupara por él. Así estaba sin dar crédito a la visión y a sus frases que perforaban mis sentidos, cuando distinguí a la derecha de la criatura a un hombre que avanzaba hacia acá a lo lejos. Le grité con todas mis fuerzas pidiendo auxilio. Mas al voltear a mi izquierda y dirigir mi vista a quien consideraba un enemigo (la extrañísima criatura) éste ya no estaba. Había desaparecido ignoro cómo. "Fue todo lo que me confió la mujer -continuó relatando su interlocutora ahora mi informante-, a la que no pregunté ni su nombre porque no se me ocurrió. Pese a que reconozco que la anécdota me causó un fuerte impacto. "Por eso le recomiendo averiguar este caso, pues dudo mucho que la pueblerina vendedora me hubiera mentido. Y no había razón para ello, pues nunca me identifiqué más que como una de tantas personas que circulan por ese sitio. Aunque eso sí, como dije antes, muy interesada en cuanto se habla del triste como revelador caso". Agradecí el dato. Y luego de algunos comentarios más sobre casos de objetos voladores no identificados, de sucesos como el que acababa de proyectar la televisión referente al descubrimiento de un ser esquelético de descomunal tamaño en una montaña del Perú, ligado el hecho con las naves tripuladas de otros planetas, (lo que por cierto tenía a la dama vivamente impresionada), me despedí prometiendo tomar cartas en el asunto de inmediato y confirmar aquel secuestro extraterrestre en Tepoztlán.
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Y como anécdota secundaria, déjeme contarle que al alejarme de la señora Carbajal, la cual me había dado su número telefónico -como yo el mío- para estar en comunicación constante, en lugar de ir a mi mesa, que desde luego ya estaba ocupada, decidí regresar a mi centro de trabajo y comer algo en el camino. Saliendo rumbo al Sistema Colectivo de Transporte METRO, pasé por un pequeño comedor público y, algo atrajo mi vista a la ventana del local sorprendiéndome: era mi amigo comiendo exactamente junto a ella. ¿Cómo? Podía haberlo hecho en alguna de las mesas del centro del negocio, o al fondo, no sé. Pero estaba precisamente al alcance de mis ojos. Ya se imaginará el lector lo que pasó luego. Entre a saludarlo y ya no comí solo como odio hacerlo, sino con quien había quedado. Más preguntas ¿Qué le parece lo anterior? ¿Le gusta llamarle casualidad o mejor causalidad? ¿Seremos acaso instrumento de entidades o seres del espacio exterior que desde algún punto, si no nos manejan, sí nos ponen en el lugar indicado para realizar tal o cual acción? Le confieso de antemano que cuando especulo sobre esto socialmente y alguien me pregunta si no tengo acaso contacto con seres de otros mundos respondo seguro que de ninguna manera. Aunque no descarto la posibilidad de que el hombre, al no estar solo en el Universo, viva rodeado de entes extradimensionales que colaboran en su desarrollo para bien y para mal; a la par que le propician hazañas, aventuras, actos para obtener determinados propósitos que inconscientemente se ha trazado en su existir. Y otra interrogante encajada en el caso expuesto, principio de una apasionante historia (así que no deje aquí la lectura; se lo recomiendo) es ésta: ¿Fue la cita con mi amigo, el armado de todo un tinglado o maquinación para enterarme de un caso sumamente especial de acción de los extratarretres? Tal vez sí. Porque, ¿de qué otra manera se explica que buscando al médico, un prestigiado homeópata, el doctor Roberto Cantú Galván, al que me unía en aquel tiempo una gran amistad, me haya abordado una mujer de las millones que viven en la macro metrópoli mexicana, para revelarme un caso digno de investigación y análisis, tomando como pretexto -quizás para creerle y acercarme a ella (porque no soy tan fácil de abordar)- el cargar mi primer libro en su bolsa y
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mostrármelo solicitándome además un autógrafo?... Y sumo a ello el hecho de que no volví a ver en mucho tiempo a mi galeno amigo. Extrañamente. ¿Qué tanto había realmente de importante en este incidente? -me preguntaba yo. Recuerdo que justamente en esa obra, "Alerta OVNI", hacía referencia a Julio Verne, el cual decía que la palabra casualidad era una grave ofensa a Dios, porque Él es causa y efecto. Entonces, ¿cuál sería el efecto de aquel encuentro causal en un restaurante equis buscando a un amigo de los -por fortuna- muchos que poseo y solamente para comer, como cualquier ciudadano?... Bien, pues las respuestas espero usted y yo las encontremos en lo que sigue. Sí. Porque no crea que allí quedó el asombro desvaneciéndose con el correr del tiempo. El que persevera alcanza Hay un dicho que así reza, ¿no es cierto? No sé si sea exclusivo de México, pero me gusta y creo que en el caso que me ocupa en este capítulo de "CONTACTO: MEXICO", me queda perfecto. Transcurrió el tiempo. Seguido me proponía, especialmente los fines de semana, ir a averiguar si efectivamente una señora había perdido a su hijo secuestrado por un “hombre-lagartija” - como llamó ella al monstruoso ente. El caso me repiqueteaba en el cerebro sin cesar. Aquellas palabras de la mujer que me llamó en un restaurante capitalino, sobre el acontecimiento probable de Tepoztlán, no me dejaban vivir del todo tranquilo. Muchas preguntas inclusive nacían en mi mente. Como ¿por qué a mí se me reveló esto? ¿Para qué, si habemos muchos investigadores de OVNIs en el país, y la mayoría de ellos menos ocupados en otras tareas como yo, que estaba entregado al periodismo de espectáculos dependiendo de una poderosa empresa como Televisa?... Traté en varias ocasiones de viajar a Tepoztlán. Incluso acompañado de algún amigo de suma confianza, en vano. Y no obstante mi trabajo estaba muy cerca de la salida a Morelos: a escasos kilómetros de la autopista México-Cuernavaca, de la que poco antes de arribar a esta última ciudad parte una desviación a la izquierda para en unos minutos estar en el valle sagrado de Tepoztlán, el cúmulo de mis compromisos y obligaciones laborales me hacían cancelar el viaje a última hora.
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Era paradójico esto, en verdad. Pues distaba cuando mucho sesenta minutos de mi trabajo a aquel lugar y no conseguía visitarlo. Y los fines de semana extrañamente menos, en virtud de que surgían imprevistos que me forzaban a cancelar mi propósito. Pero mi tenacidad, mi meta de algún día saber la verdad de ese supuesto secuestro, sobre todo por parte de un ser mitad humano, mitad reptil, me impulsaban a no claudicar. Y la perseverancia tuvo su premio. En varias ocasiones, la señora María Cristina Carbajal me había llamado por teléfono para preguntarme el resultado de mis averiguaciones. Y con mucha pena le contestaba que no había podido hacerlas. Ella me instaba, empero, a ejecutarlas, mas no se me concedía. Mas con este volar de las horas que hacen días, éstos meses y los mismos años, llegó el momento largamente deseado. Platicando a finales del mes de junio de 1994, con el entonces director del departamento de Informaci¢n de la compañía editorial de Televisa en Mñexico, licenciado Carlos Fernández -amigo de muchos años-, éste a punto de abandonar su oficina me comentó la petición por parte de un alto ejecutivo de hacer un reportaje con un resonado estigmatizado de nombre Giorgio Bongiovanni, para una de las publicaciones del Grupo. Al notarlo en cierta forma preocupado porque para empezar no sabía de quién se trataba, ni menos a qué periodista encargarle la entrevista, le dije a manera de consuelo que tenía antecedentes de ese personaje. Por lo que si necesitaba asesoría, contara conmigo. A punto estaba de salir despidiéndome de mano del ejecutivo, cuando me soltó a quemarropa la pregunta: -¿Tú harías el reportaje, Luis? -consciente de que en ese tiempo colaboraba sobre diversos temas periodísticos para la empresa editorial. -Sí- dije con gusto. Y el hombre tomó el teléfono para consultar al alto mando mi participación y recibir el visto bueno de su jefe quien tras colgar el aparato, agradecer mi ofrecimiento y ponerme en contacto con el representante del italiano. A fin de proceder a la entrevista que no sería en México. -¿Dónde entonces? –inquirí intrigado. -En Tepoztlán, Luis. Está hospedado en un hotel de ese lugar y sólo permanecerá hasta el jueves de la próxima semana. - Respondió Carlos. Quedé más que entusiasmado. Y mi expresión no fue pasada por alto por el director de Información, quien al momento preguntó - ¿Por qué esa cara, Luis? -Pues porque desde
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cuando necesito ir a Tepoztlán y ahora se me presenta la oportunidad. Claro, después del trabajo de Televisa-, aclaré. Se complica la odisea Feliz puse manos a la obra. Al fin sabríaa que pasó con aquel chico, si fue llevado por abominables seres del espacio, o especies híbridas con ellos, o todo fue una fantasía de una pobre mujer que no tiene otro quehacer, aparte de antojos mexicanos, que inventar cuentos de horror. Pero no todo estaba a mi favor. Esa tarde del 30 de junio de 1994, después de estar con Carlos Fernández en el centro de producción y distribución de varias de las más importantes revistas en español de América; y recibir la orden de proceder a la entrevista indicada, me comuniqué desde mi oficina con el representante de Bongiovanni, el cual me dio la cita para el siguiente lunes 4 de julio a las 12:00 horas en el hotel Tepoztlán, donde se hospedaría unos días más el psíquico para atender una gira de presentaciones y conferencias sobre las llagas que mostraba en manos, pies, frente y costado, de Cristo, como aseguraba el italo. El fotógrafo, por su parte, ya me lo habían programado para irse conmigo en mi auto. Por otra parte, el miércoles 6 de julio en lo que toca a mi vida familiar, debo decirle a usted, amable lector, que operaban por primera ocasión a mis hijas, las gemelas, de la vista. Jamás se habían sometido a una intervención quirúrgica. Razón por la que estaban más que nerviosas, tensas y obviamente necesitaban el apoyo aparte de su mamá y del mío. ¿Por qué saco esto a colación? Pues por el hecho de que como decía líneas arriba, no todo estaba de mi parte. Efectivamente. El viernes 1o. de julio me llama el mánager de Giorgio para pedirme cambiar la entrevista para dos días más. ¡Justamente el miércoles 6! Y por la mañana, a la misma hora en que harian las incisiones en los ojos a mis hijas. Caí en mi sillón desalentado y sumamente procupado. El peso de esa encrucijada: mi trabajo y la facilidad de atender el caso del secuestrado tras dos años de intentos frustrados, o la atención moral como padre a Lucía Alejandra y María de Lourdes (amén de la ayuda a mi esposa Marilú para llevarlas a casa al cabo de la operación que sería por su sistema que no requiere hospitalización- en el consultorio del doctor Gilberto Hernández Ortiz), era apabullante.
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Sin embargo, tuve un hálito de inteligencia. Y de pronto, antes de colgar el teléfono hice una proposición: ¿No podríamos recorrer la entrevista para la tarde?...Y tras la consulta expliqué a Daniel Muñoz (el que manejaba la agenda del estigmatizado), mi complicada situación de carácter completamente personal, apelando a su humanismo. Y éste por fortuna cedió. Pero no para en la tarde. Disculpándose por no poder ayudarme del todo, me cambió la cita para las 12:00 horas en vez de las 10:30, ya que la operación sería a las 9:30. De esta manera podría estar a tiempo estimando que haría de viaje del consultorio -que por suerte o ¿causalidad? se encontraba en ruta a la autopista a Cuernacaca- a Tepoztlán, unos noventa minutos. No hubo más prórroga. Pero al menos me daba tiempo de llevar a mis hijas y esposa con el calificado oftalmólogo citándome con el fotógrafo designado por la empresa, en la torre médica a las 10:30 horas. ¿Aún vivirá la mamá? 6 de julio de 1994.- Temprano salimos de casa para, sorteando el pesado tránsito matutino, llegar a la hora acordada, al consultorio médico. En el fondo me sentía preocupado no sólo por la delicada intervención oftalmológica que tendrían mis hijas, jóvenes de 21 años, sino por tener qué dejarlas solas en ese estado igual que a mi esposa, que por tratarse de dos operadas no le resultaría fácil regresar con ambas -cuyos ojos estarían vendados- a casa; muy distante del inmueble médico. Pero siempre surge un ser bueno en la vida. Mi cónyuge no ha dejado de contar con una tía, (nuestra generosa y muy querida “tía Negus”) que incansable ha estado con nosotros sobre todo desde que nacieron las mellizas. Ella nos solucionó el problema y yo pude atender mi compromiso laboral. Muy puntual llegó Alfredo Barrón, el fotógrafo, a la clínica. De la cual partimos a las 10:35 horas rumbo a nuestro destino consiguiendo arribar, conduciendo mi auto a gran velocidad por la poco transitada carretera, en virtud de ser entre semana, exactamente a las 11:30 al hotel donde me aguardaba Giorgio Bongiovanni; treinta minutos antes de lo convenido, tiempo que habría de servirme para ejecutar la siguiente tarea. Por lo que toca a mi familia, le había recomendado a mi esposa avisarme por el Skytel cuando ya estuvieran las tres mujeres en casa, para mi tranquilidad.
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Entrevisté al europeo mientras Rodolfo cumplía con la captación de gráficas para ilustrar la nota. Y terminada la sesión, mi tentación por ir al Tepozteco aumentó al ver que aún disponía de tiempo para ello y saber de esos seres de morfología reptiloide. En los dos años anteriores había investigado la posibilidad de existencia de este tipo de alienígenas encontrando que sí era cierto. A la vez que aportar pruebas más adelante. Y no únicamente de éstos, sino de otros igual de aterradores híbridos. De ahí mi ansia de dilucidar lo de Tepoztlán, pues podía haber mucho de importante en este supuesto secuestro. No obstante, ahora lo que faltaba era saber si vivía aún la testigo. Abordamos el coche y pregunté a Rodolfo, que ya estaba enterado de mis intenciones al concluir la entrevista, ¿me acompañas al Tepozteco? -Por supuesto, Luis! -Respondió entusiasta y colaborador mi compañero reflejando su espíritu de aventura. Y es que la verdad era eso, una aventura. Desde el momento en que habían transcurrido casi veinticuatro meses de la noticia, y en ellos surgido varios intentos de comprobar el caso, resultaba dudoso que consiguiéramos averiguarlo. La primera pregunta que me hacía era: ¿vivirá aún la mamá del muchacho secuestrado?... Con esa interrogante avanzamos al centro de Tepoztlán, que en náhuatl significa "lugar abundante de cobre" y cuya mención histórica data del 3 de junio de 1520, fecha en que el ejército español, con sus aliados tlaxcaltecas, tomó el pueblo por la fuerza para seguir después hacia la laguna de Zumpango. Su mayor gloria estriba en su iglesia, rica en retablos churriguerescos con una cueva de oro y el retablo mayor dedicado a San Francisco Javier, titular de la edificación religiosa. Esta iglesia en conjunto pertenece al siglo XVIII. Entre puestos de artesanías instalados sobre las adoquinadas callejuelas, y multitud de comercios invadidos de gente no sólo de la localidad, sino de otras partes que visitan este otrora valle sagrado extendido en las faldas de cerro Tepozteco y en la estribación de la sierra del Ajusco, buscábamos en la plaza un estacionamiento para de ahí emprender la caminata a la subida a la pirámide. Avanzábamos despacio cuando de repente sonó mi Skytel. -Seguramente es un aviso de mi esposa sobre el estado de las gemelas, pensé. Y entonces me detuve
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momentáneamente a leer con avidez la nota enviada vía satélite. Pero... nada. La pequeña pantalla de cuarzo proyectaba únicamente la palabra: solo tono. Quedé mayormente preocupado, pues comprendiendo que por estar el poblado en una hondonada, seguramente la señal que baja de un aparato circunterrestre no llega fielmente y el indicador marca que no recibe más que tono.
Aumentó por tanto mi estado de inquietud e incertidumbre. Resultaba indudable que el aviso procedía de mi familia, pero ¿en qué sentido? ¿cómo habrían salido mis hijas de la operación? ¿ya estarían en casa? ¿debía regresar a México, o continuar con mi plan, el que estaba a punto de realizar?... Pero mi actitud optimista se impuso. Me metí en la mente que el mensaje se referiría seguramente a que ya estaban las mujeres en el hogar, Y sin contratiempos, tras una intervención ocular exitosa. Y con esta idea reanudé la marcha hasta encontrar un céntrico y pequeño hotel donde pude dejar con seguridad mi automóvil. Eran las dos de la tarde y no había por ende tiempo qué perder. Descendimos rápido del vehículo americano. Yo con la micrograbadora en una de las bolsas de la camisa y Rodolfo con su equipo fotográfico guardado en un apropiado estuche negro. Al dejar el coche lo primero que pregunté a un muchacho que se acomidió a cuidarlo, fue "si conocía a una mujer que atendía un puesto de comida en la subida a la pirámide, cercano a una cruz"... -¿Cómo se llama ella y cómo es? -inquirió atento mi interlocutor. -Lo ignoro-, respondí apenado-. Únicamente sé que vendía sopes, taquitos y chalupas y que un hijo de ella desapareció extrañanamente tiempo atrás. Con esos escasos datos nadie pudo informarme del paradero y localización de la persona que buscaba. Empero, no nos arredramos. Fotógrafo y reportero nos lanzamos al logro de nuestro cometido. Caminábamos con el sol a plomo sobre nuestras espaldas y un agobiante calor, abajo de las banquetas para adelantar más por la cantidad de gente que deambula a esas
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horas del día. Y con dificultad por lo intrincado y pedregoso de la no muy angosta calle empinada hacia arriba. Ésta conecta, como vía principal de Tepoztlán, la entrada de la carretera que va también a Cuautla, Morelos, pasando por Oaxtepec y Cocoyoc, con el principio del camino a la pirámide de 20 metros con tableros llanos de relieves de piedra. "Seres con antenas y de color verde" Nos impulsaba el espíritu de aventura que ambos compartíamos. Se sumaba, en mi caso, la atracción por descifrar aquel misterio. Yo caminaba además con la idea fija de una humilde y sencilla mujer vendiendo tacos al inicio de la partida a la cima del cerro, sin dudar encontrarla y estimulándome porque sé que cuando algo cuesta trabajo de lograr, entre más se dificulta mayores probabilidades de éxito se obtienen. Inclusive decía para mis adentros: ¡Ahora o nunca, Luis, pues no sabes cuándo puedas regresar, pese a la cercanía al Distrito Federal! Alcanzamos finalmente la subida, a un kilómetro de donde dejamos el auto. Jadeantes, avanzábamos en silencio; cada uno absorto en sus pensamientos. Y al llegar, advertimos con sorpresa que allí había un estacionamiento.Lástima, pero ni modo de regresar por el auto. Empezando el ascenso, una vereda marcaba el inicio propiamente a la construcción prehispánica enclavada en el enigmático y legendario cerro del Tepozteco. Palabra que proviene, según algunos historiadores, de Tepoztécatl, nombre asignado a un dios que se veneró en ese lugar y que al morir ascendió a los cielos con su Padre. Lo que implica sitio, como el resto de Tepoztlán, de avistamientos de OVNIs y hasta, a decir de muchos testigos, refugio de naves extraterrestres. Vi entonces a tres mujeres que atendían sus respectivos puestos de artesanías mexicanas y comida. La primera, una de mayor edad, ofrecía a los paseantes todo tipo de antojitos mexicanos en una simple mesa cuadrada de madera y sentada en una silla igual de carcomida por las termitas. A su lado, una cubeta con refrescos enfriados con trozos de hielo. Algo, como una fuerza interior, me proyectó hacia ella, dejando atrás a Rodolfo sin darle ninguna explicaci¢n. Avancé rápido y le espeté tras darle las buenas tardes con una sonrisa, buscando no caerle mal, lo siguiente: -¿Puedo hacerle una pregunta, señora? A
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lo que respondió afirmativamente dándome pie a otra: -¿Usted llegó a perder un hijo hace tiempo, aparentemente secuestrado por extraterrestres? La humilde y sencilla vendedora, de estatura regular, morena encorbada con piel muy ajada, sorprendida por el cuestionamiento respondió denotando una paz muy singular y una resignación aparente: "No, señor". Pero su frase y el tono de su respuesta me hizo sentir que era la persona que buscaba. -¿Por qué razón? -se preguntará usted-. Pues por el hecho de que no creo que cualquiera llegue a formular esa interrogante a una marchanta y ésta viva acostumbrada a tales interrogatorios. De no ser cierto, bien pudo haberse molestado con ésa que consideraría tontería. Además algo me dictaba que esa mujer era el ser indicado. Y efectivamente, de inmediato comenzó a hablarme de su hijo hasta los 17 años de edad, cuando desapareció. Con una confianza extrema que quizás yo le infundí en mi necesidad de saberlo todo, inició por tanto la historia de su vástago revelándome -mientras yo sin que ella lo notara accionaba la micrograbadora- que éste de muy pequeño aseguraba ver luces en los cerros, las cuales aparecían cuando se iba la electricidad en Tepoztlán -¿O bien eran las causantes de ese fenómeno?- Y entonces subía corriendo a la cima, para contarle luego a ella que había visto unos platos encontrados que se abrían y de ellos salían "unos seres bajitos con antenas y de color verde". Definitivamente era la mujer indicada por la señora Carbajal aquel lunes 7 de septiembre de 1992. Y añado que la encontré, para mayor suerte, al iniciar el ascenso. Porque más adelante en la conversación que enseguida reproduzco, ella me reveló quejándose, que hasta hacía unos cinco días el Municipio la había obligado a bajar de la casita que tenía dos niveles arriba, donde atendiera inclusive su puesto de comida. O sea que si aún estuviera en aquel lugar, nosotros difícilmente hubiéramos dado con la señora. Ya que yo no disponía de mucho tiempo. Se sumaba a esto el que, por los años transcurridos desde que supe del incidente, aunados al crecimiento de la población en ese lapso, menos hubiera resultado fácil y pronto dar con la fritanguera.
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Por otra parte es menester enfatizar en que ni la interrogada, ni sus amigas que atendían sus respectivas vendimias a izquierda y derecha de la anciana, nos preguntaron quiénes éramos. En cambio poco a poco nos fueron revelando cuanto sabían de luces surgidas en el cielo frecuentemente; criaturas que aparecían descendiendo por el camino a la cúspide del Tepozteco; y demás. Las comerciantes se notaban sinceras, espontáneas. Pese a estar habituadas al paso de miles de turistas que visitan el lugar y compran sus artículos artesanales o sus guisos. Las tres por tanto han sido testigos de extraños sucesos y quizá al sentir -repitoconfianza con nosotros, desahogaron sus múltiples impresiones. "Como salido del lodo" Tras esta explicación vamos al foco central del capítulo. El atractivo toral que me llevó finalmente hasta su origen y verdad. A continuación le revelo el diálogo que sostuve con la protagonista testigo de la aparición de un ser reptiloide. Le aclaro que en las afirmaciones no habla de que su hijo haya sido secuestrado por este tipo de fenómenos orgánicos. Aunque si analizamos a fondo, comprenderemos que hay algo de cierto en aquello que por determinada y fiel razón me dijo la señora Carbajal Salinas (como confidencia de la cocinera-vendedora), que el hijo había sido desaparecido y llevado por este tipo de aberraciones pensantes. Extraje la grabadora de mi bolsillo cuando noté que el fotógrafo sin pedir permiso empezó a disparar su cámara a la entrevistada y el ambiente que la rodeaba, distrayendo la atención femenina. De cualquier manera, la oculté un poco bajo el brazo para evitar que la dependienta se inhibiera al saber que estaba grabando sus testimonios. Y regresé a la carga con mis preguntas. -¿Cuál es su nombre, señora? - Concepción Navarrete Gómez. -¿Desde cuándo vive en este lugar? - hace más de 15 años. Pero mi sitio de trabajo es el segundo parque, o segundo nivel de la pendiente. Donde se levanta una casita de varitas que habito -misma que me había descrito la notificante que estuvo con ella dos años atrás-. Aunque que me acaban de desalojar de allá gente de la presidencia municipal. Esto por el crecimiento de Tepoztlán, hacia esta parte del cerro del Tepozteco. -¿Ha visto OVNIs?
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- A veces. Son unas luces muy potentes que aparecen en las noches. Me imagino que eso se llama OVNIs. - ¿Se ha encontrado con algún ser diferente a nosotros en esta zona? - Sí. Hace unos seis días como a las seis de la tarde me crucé en la subida al cerro con dos señores que vestían túnica blanca y no pisaban el suelo. Se veian a muy pocos centímetros de él (el piso). Eran de estatura regular y ellos bajaban mientras yo subía por esta vereda -Señaló al angosto camino ascendente-. De pronto se me acercaron para después alejarse desapareciendo de mi vista. Yo antes escuché que venían bajando tras aparecer como si se hubieran dejado caer de alguna parte, entre los árboles. Y al pasar junto a ellos, no me fijé bien en sus facciones. Así que no sabría precisarle de qué color era su piel. Solamente aprecié su figura y brevemente. Desde entonces me la paso mirando al sitio donde me encontré con ellos y con la duda de quiénes serían. Aunque, como dicen por aquí, resulta normal ver seres y luces que descienden de los cerros y del cielo. - ¿Cree usted en los extraterrestres, Conchita? -le dije cariñosamente para aumentar su confianza. -Pues sí, porque fíjese que un día vi un animal muy extraño que estaba parado contra una enorme roca. Era de color plomo por detrás. Como si hubiera salido de un lodazal. Parecía lagartija gigante. De pronto volteó a mirarme y entonces noté que era normal por delante. Burlón, sentí que me preguntó en mi cerebro –comunicación al parecer telepática; pensé- si me había asustado. Yo le dije que no, pero la verdad es que estaba petrificada, pues no atinaba a saber qué clase de ser era, ya que lucía sumamente feo. ¡Algo espantoso! Me distraje un momento –continuó la dama- porque distinguí una figura que venía de frente. Y cuando volví mis ojos al monstruo horrible por detrás y humano por delante, ¡ya no estaba! Enseguida se aproximó a mí la persona que viera segundos antes y, al revelarle la aparición, me explicó tranquilamente, sin inmutarse por el encuentro, que ya sabía de esas criaturas, las cuales adoptan la personalidad de la gente y andan entre nosotros. Y finalmente me recomendó que cuando vea ese tipo de seres, como luces en el cielo, me concentre profundamente y entonces tendré un contacto extraterrestre. Después me explicó la apacible y resignada testigo que dicho monstruo, que surgió de pronto frente a ella cuando pasaba por una pared rocosa, apareció antes de que su hijo
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se extraviara. Contrariamente a lo que yo sabía en el sentido de que era un ente de esta naturaleza, quien había secuestrado al vástago. Por tal motivo, empeñándome en saber todo sobre el chamaco, le cuestioné. -¿No cree que esa clase de animales o concepciones semihumanas, se hayan llevado a su muchacho? -No lo sé señor -respondió ahora dubitativa-. Pero jamás he vuelto a saber de él desde que desapareció cuando me avisó que partía de la casa a buscar trabajo. - ¿Cuál es el nombre del muchacho, y cuántos años tenía? - Carlos Enrique Esqueda Navarrete. Contaba con 17 años de edad. Ahora tendría 27. Expresó reflejando una profunda y marcada tristeza en su rostro. -¿Entonces ya lo da por perdido definitivamente? -Sí. Por desgracia, dijo mirando al bosque que adornaba el imponente Tepozteco, como buscando entre sus secretos, a su primogénito. -Y en cuanto a los seres, ¿ya no ha visto más a aquellos que encontró bajando del monte? - Para nada. Será porque ya hay más casas en esta zona; como más gente. - ¿Por qué no supone que Carlos esté con ELLOS? - Porque ya hubiera tenido noticias. Yo siempre le ruego a Dios que me haga saber lo que ocurrió: un accidente en la carretera, en el campo... No sé. Y ahora que me van a quitar la casa, que es lo único que me queda, y que me ataba a ella para esperar por si algún día regresaba mi hijo, o sabía de su paradero, pues voy a quedar peor. Unas lágrimas empezaron a correr por su rostro lastimado por el Sol, el polvo y los a¤os. Se las enjugaba con el rebozo negro que le colgaba casi hasta las rodillas, cuando una mujer amiga de ella se aproximó a nosotros. Era de baja estatura, regordeta y de un tipo que por su manera de hablar, cortadamente el español y su acento, me pareció yucateca. Aunque luego me aclaró ser de Chiapas y vivir en Tepoztlán desde hace buen tiempo. Saludó a Conchita, quien al regresar el mismo con un gesto, volvió al tema de su hijo para aportarme datos de su vida de niño, los cuales me servirían después para determinar la causa de su extraña desaparición.
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- De pequeño gustaba mucho de andar por los cerros detrás de las luces que aparecían cuando se iba la electricidad en el pueblo. Creo que era un chico con bastante imaginación, a juzgar por todo lo que me contaba. - ¿Y qué tanto sabe usted de los OVNIs? - Que deben estar conducidos por alguien, aunque muchos nativos de aquí lo nieguen. Pero yo pienso que existe vida en otros planetas y que de esos vengan a la Tierra, porque hace como unos 3 ó 4 años vimos unos aparatos redondos por encima de nosotras, a baja altura. Y escuchamos un ruido como si se tratase de fierros que chocaban entre sí, iluminando los objetos todo el parque nacional. Recuerdo que eran varios, por cierto. La amiga que acababa de llegar intervino en la conversación para revelar que ella había visto igualmente hace tiempo un OVNI que despegó del suelo y dejó quemado el pasto y la tierra. Su forma también era redonda. Al decir esto la señora Navarrete expresó: "Mi hijo Enrique me aseguraba que así dejaban los objetos la hierba, quemada. Asimismo, cuando se elevaban tras posarse en ella. Y es que él era muy afecto a los OVNIs, por eso seguido me decía impresionado: -¡Ya bajó la luz, mamá. Ahora vuelvo! Y subía al cerro por más que yo le rogaba que no se acercara a ellos porque podían causarle algún daño, como electrocutarlo, por ejemplo, en el lugar en el que descienden; como afirma la gente. A esto me respondía que no me preocupara, pues se trepaba a los árboles para mirarlos desde allí. Y que nunca se acercaba a los aparatos". -¿Solamente captaba estos navíos? - No. También me contaba que veía unos “muñequitos”, como de 25 centímetros de estatura, vestidos de verde y con unas antenitas. Yo me mortificaba cuando el chamaco me relataba esto y me argumentaba que no hacían nada los seres. Únicamente descendían de su nave, la cual era como dos platos hondos encontrados; la abrían, salían de ella y luego platicaban entre sí". -¿No hablaron en algún momento con Carlos Enrique? -inquirí buscando un motivo por el que posiblemente se lo hubieran llevado más adelante. Pero la respuesta fue negativa. -Para nada. Solamente conversaban entre ellos, mientras el chamaco, como le dije, los observaba desde lo alto de un árbol hasta verlos subir a su plato volador y partir al cielo". ¡Sigue vivo!
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Otra de las mujeres que a corta distancia atendía la venta de artesanías, interesada en la plática tomó la palabra para asentar que ella igualmente ha visto los círculos quemados que decía la chiapaneca. Y que esto ocurrió en el cerro del Tesoro o Sachi, cerca de allí. En ese momento las tres marchantas comenzaron cambiando bruscamente la charla, a quejarse de que por una orden girada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la presidencia municipal de Tepoztlán, debían quitar o cambiar los puestos de comida y artesanías en el camino de ascenso y descenso de la pirámide. Esto, amén de lamentarlo por ellas, me hizo sentir afortunado de haber ido esa vez, ya que si me hubiera tardado más tiempo, no encontraría a la susodicha y apesamadremujer, qued ndome para siempre intrigado con su caso. Por su parte, las amables vendedoras agregaron que llevaban ocho días situadas en ese lugar, donde las encontré. "Batallando con las autoridades por permanecer definitivamente allí" – expresaron emotivas. Aunque dudaban estar más tiempo e ignoraban a qué parte las mandarían. Conchita, acongojada con esta confesión, temía perder su casita de paja. Y se sumó a su pena la revelación de que a ella la habían operado dos veces de un tumor en el estómago y pronto sería sometida a otra intervención quirúrgica, de la que ahora dudaba salvarse. El silencio se hizo entre las mujeres, el fotógrafo y este investigador. Extrañanamente, pese a la hora que era, casi las tres de la tarde, desde que llegamos no había pasado nadie por allí. Ni mucho menos interrumpido la reunión cuyas declaraciones seguía con mi grabadora mientras Rodolfo Barrón las captaba con su fino equipo fotográfico. Volví al tema de los OVNIs para hacer a un lado los problemas que sentía no poder ayudar a solucionar. Pregunté a mis interlocutoras sobre los fenómenos de los cortes de energía. Me refiero a los apagones frecuentes no solamente en Tepoztlán, sino en todo el valle (mismos que en una ocasión en que vacacionaba con mi familia me tocó vivir, pero sin responsabilizar a ningún platillo volador) y la aparición de luces moviéndose en las alturas. Conchita se adelantó para confirmar esto. "Hemos visto luminosidades en los cerros al irse la luz del pueblo. Y en ocasiones las descubrimos aquí abajo. Otras veces sobre la pirámide o en los cerros vecinos."
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"Una noche, una luz muy potente reflejó todo el valle. Hace como cuatro años". Indicó la vendedora de artesanías. Y la de Chiapas expresó, en su inentendible español, que el año anterior (1993) el último día de éste una gigantesca bola de luz surgió por encima de un monte a la derecha del sitio donde se encontraban. Ella salió a las doce de la noche con los suyos para observarla asegurando que parecían ‘unos reflectores enormes”. "Don Chabelo invitó cenar media noche Año Nuevo. Salimos ajuera y vemo allí bolas de luz. 'F¡jense bien', nos pidió señor y explicó cómo nubló cielo, cómo va a llover temprano. Y así jue. Don Chabelo vive no lejos de aquí. Tiene como setenta años", dijo la simpática chiapaneca. Y atraído por su forma de hablar, le pregunté su nombre. Me dijo llamarse Isabel. Iba a pronunciar su apellido, cuando interrumpió la tercera amiga para confirmar que ella también había divisado aquella noche de fin de año dicho objeto en el espacio, coincidiendo con las demás en que tenía forma de triángulo. "Tal vez tiene secreto pirámide; hay algo metido en ella", volvió a declarar Isabel. Miré el reloj. Eran cerca de las cuatro de la tarde, por lo que decidí concluir la entrevista despidiéndonos Rodolfo y yo de las señoras, que gentiles nos tendieron su mano con una sonrisa que reflejaba candidez y espíritu limpio, como honestidad. Estaba a punto de alejarme de Conchita, cuando ésta recordó de pronto un hecho muy importante, amén de altamente revelador. El fotógrafo y yo nos detuvimos a prestarle atención y escuchamos lo siguiente. "Hace dos años, una hermana que vive en la ciudad de México, exactamente en el cerro del Ajusco, me enteró que mi hijo le había llamado por teléfono y revelado que se encuentra en un lugar donde está muy bien y bastante contento. Que allí no hay envidias, ni problemas, ni nada malo. Mi hermana se llama Teresa Navarrete y agregó que Carlos Enrique le había pedido que me avisara de esto y que más adelante se comunicaría de nuevo.Yo pensé, para mis adentros: Qué bárbaro muchacho. Despué de ocho años nforma dónde se encuentra y después... nada. Pero yo en las noches le hablo y le pido que me diga dónde está, como a Dios que me ilumine para saber su paradero" - ¿Es hijo único? –pregunté a la mamá. - No. Tengo tres. Pero ahora con mi tercera operación creo que ya no saldré con vida. Por eso le hablo en esta forma tan triste. – Comentó sollozante. Y comenzaron de nuevo a rodar lágrimas por sus mejillas, las cuales yo, tratando de aliviar y consolarla, limpié con un beso diciéndole que seguramente su hijo vive ahora en un mundo muy cercano al nuestro y desde allí la acompaña. Que le rezara a él para que
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la ayudara a salir adelante. Que fuera valiente, que sonriera como cuando lo veía a su lado retozando. Y es que no había en verdad palabras ni actos para sacar a la pobre mujer de ese estado. No obstante hice el intento al desperdirme con un beso en su frente y una caricia. Por su parte, Rodolfo procedió igual, consolándola con otro sentido beso para decirle adiós. Y en esa forma nos retiramos, compartiendo su pena, deseando en el fondo que la atribulada mujer se salvara de la operación. Y con la esperanza de que en cierta forma al fin Conchita se reuniría con su hijo en ese mundo interdimensional al que seguramente llevaron aquellos entes que veía jugar desde chiquillo. Para de esa manera dejar de padecer su madre enfermedades, vejaciones, mortificaciones, penas, su posible y temido cáncer en el est¢mago y aquel desalojo de su vivienda, como su pequeño negocio de comida. A la vez que lo más importante para ella: la incomprensible ausencia de su hijo Carlos Enrique Esqueda Navarrete. He aquí una historia que no por dolorosa pierde interés para la ovnilogía. La secuencia, el desarrollo que tuvo desde el principio con motivaciones un tanto incomprensibles, como hechos, acontecimientos y demás, invita a una seria reflexión. Algo hubo en esto de extraterrestre, sin duda alguna, como de acción por parte de aliens disfrazados no como acostumbramos verlos en ilustraciones, sino como inclusive nos lo han dibujado en el cine y la televisión. Recuerdo al mencionar este último medio, aquella serie intitulada "Invasión extraterrestre". En ella los invasores del espacio aparentaban una fisonomía como la nuestra, pero al quitarse la tela o piel que cubría su rostro, mostraban ser unos repugnantes reptiles. Y de este tipo de entes hay mucho más de lo que pudiéramos imaginar. En el siguiente capítulo estudiaremos y ahondaremos en ellos. Antes de concluir bástenos tomar en cuenta que, si bien doña Concepción Navarrete Gómez rehusó declarar que su vástago fue secuestrado por aquel "hombre lagartija salido del lodazal", como nos afirmó originalmente doña María Cristina Carbajal Salinas por sus aseveraciones y relatos, al igual que los primeros años de Carlos Enrique atraído por objetos celestes y sus "enanitos con antenas que salían de ellos", se deduce que no resultaría nada descabellado el pensar que el joven de 17 años fue llevado por entes
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camuflageados o híbridos a un mundo cercano dimensionalmente a la Tierra. En medio de una vida totalmente pacífica ajena a los males que azotan nuestro planeta. No es el único caso, ni de rapto ni de aparición de estas abominables entidades, como leeremos en el siguiente capítulo especialmente referente a lo segundo. Aunque no por ello -reitero- pierde importancia desde un ángulo humanitario y para la ovnilogía. Sí, tengamos presentes que No siempre los feos son hostiles. ……………………………………………..
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VIII. BEBÉ ANFIBIO EN MÉXICO
El hombre-animal, mezcla de siempre La combinación de especies en la Tierra es una acción que data de toda la vida. Desde que el hombre inició su desarrollo en este planeta, ha llevado a cabo experimentos sanguíneos no sólo con su misma raza, sino con la fauna y la flora, para llegar más adelante al grado de mezclar por ejemplo animales con humanos. De hecho en el museo turco de Ankara se muestran lo que en el caso que me refiero se utiliza la palabra hibridez, (del griego hybris, que significa ultraje y se relaciona con el animal o vegetal procreado por dos individuos de distinta especie; o bien formación de dos elementos de distinta naturaleza y origen) para designar a animales cuadrúpedos con alas, humanos con caras de águila, caballos con el cuerpo de un hombre hasta el dorso, etcétera. Aberraciones -si así podemos calificar estos actos- que existen exhibiéndose no solamente en este lugar, sino en infinidad de partes. Incluso no dudo que usted tenga como adorno de su sala o biblioteca el cuadro o estatua de un pegaso, réplica de la misma Esfinge egipcia -león con cara humana- o figuras como las descritas. Y muchas más. (Hasta la sirena en sí está considerada especie híbrida). La historia de esta mezcla, como dije, es tan antigua como el ser humano mismo. Pero permítame tocar aunque sea ligeramente algo de lo muchísimo que se ha efectuado y que viene a mi mente. Englobado en lo que pomposamente se ha dado en llamar desde el punto de vista científico, la ingeniería biogenética, recuerdo el dato de que en mayo de 1987 el profesor Bruno Chiarelli, de la Universidad de Florencia, escandalizó a la opinión pública al admitir que es muy posible crear y criar hombres simiescos. Para ello basta fecundar el óvulo de una hembra de chimpancé con el semen de un varón humano. Por otra parte -relacionado con la inercia que llevo-, es importante señalar que científicos de la Universidad de California llegaron a efectuar una mezcla de oveja y cabra a base de un procedimiento biotécnico. El producto de laboratorio fue la parte delantera de una oveja y la trasera de una cabra. Experimento y animal al que se llamó desde luego, cabroveja.
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Largo pues resultaría hablar de esto como historia, contenido y repercusión. Además se saltaría del contexto de este capítulo, ya que a donde pretendo llegar es a otra parte un tanto más objetiva y por ende en un noventa por ciento cincunscrita a México. El 10 de agosto de 1994 se dio a conocer mundialmente la noticia de que unos paleontólogos habían encontrado restos de un anfibio que podría ser el puente de la evolución entre la vida terrestre y la marina. La información leída por mí en un prestigiado diario de circulación nacional, agrega que la criatura se halló incrustada en una piedra en la parte norcentral de Pensilvania. Y la agencia que notificó tal hallazgo, la Reuter, añadió que los hombres de ciencia calculan que el ser tenga de 363 a 365 millones de años. Ente con boca de sapo En la ciudad de San Luis Potosí, capital mexicana del estado del mismo nombre, el 3 de octubre de 1965 la Prensa reveló un extraño e increíble (para la redacción del diario y muchos de los lectores de aquel tiempo) incidente ocurrido a un joven en febrero de ese mismo año. Se trata de que Francisco Estrada Acosta, de 19 años de edad, dedicado a la entrega de frascos de agua purificada, y en su tiempo libre dedicado a la caza menor utilizando una resortera, fue escogido por un individuo al que bautizó como "marciano" para ser conocido por el muchacho. Cierto día salió de su casa ubicada en la fracción de Morales, donde se levanta una gigantesca planta minera (ojo con esto: minerales=energía), para entretenerse hiriendo aves o "cazándolas", según él y siguiendo el curso del Río Santiago que cruza la ciudad. Así llegó a la presa de San José. Y a la altura de la contrapresa. Cuando se agachó a levantar un proyectil con qué dotar su arma, sintió la presencia de alguien que estaba a su lado. Muy grande fue su sorpresa al verse, al incorporarse, frente a un tipo "alto, con cabeza en forma de hueso de mamey en la que brillaban dos ojos fosforescentes y sobresalía una boca de sapo", declaró textualmente. El extraño le tendió la mano, muy parecida a las aletas usadas para la natación y experimentó, al contacto de ella con la palma de su mano, una piel escamosa y fría, como la de un pez o reptil anfibio. Ni tardo ni perezoso dio la media vuelta y abandonó el sitio como un poseído, tras alcanzar a distinguir que el monstruo tenía en vez de pies también aletas, como las extremidades superiores.
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La impresión del aventurero cazador fue tal, que su familia hubo de someterlo a una "limpia" o "barrida" de una curandera para aliviarlo y quitarle el trauma. Y como en el caso que referí de aquel chico que vio junto con un amigo a unos enanos de otro mundo, en Cuautitlán Izcalli, Francisco Estrada se abstuvo de revelar esta experiencia buen tiempo por temor al ridículo o a ser tomado por un orate. Empero, al paso de los meses, y al enterarse de la oleada de OVNIs que vivía el país en ese año, se animó a platicarla no sólo entre sus amistades, sino públicamente. El hombre lagarto Este suceso, que no tuvo más trascendencia como nos hubiera gustado, pese a que fue investigado por el acucioso ufólogo potosino Rubén Manrique para emitir un veredicto positivo (respetuoso como cualquier otra corriente que pudiera haber en contra), me recuerda la aparición a la señora Concepción Navarrte Gómez, de un hombre-lagartija como salido de un lodazal (según relato en el capítulo anterior) en Tepoztlán y en otro tiempo. Aunque no exactamente igual. Empero, conserva cierta similitud, como la existente en el siguiente acontecimiento ocurrido no en México, sino en el vecino territorio de la Unión Americana. Una criatura, denominada hombre-lagarto por la gente de la localidad, fue vista en varias ocasiones asustando a ésta, en el pueblo de Browntown, Carolina del Sur. El drama tuvo lugar a finales del mes de junio de 1988. Y uno de los principales protagonistas fue un joven de 17 años residente del condado de Lee. De nombre Chris Davis, resultó atacado por un humanoide de color verdoso que salió del pantano Scape Orr, a cuatro millas al sur de Bishopville. De acuerdo a su confesión, el monstruo medía poco más de dos metros de altura y sus manos tenían únicamente tres dedos. Sus ojos eran rojos y la piel verde y húmeda como la de un lagarto (cuidado con este reptil porque sobre dicho saurio me centraré pronto en el tema de este capítulo al intitularlo -le recuerdo- "Bebé anfibio en México") y mostraba escamas como las de las serpientes. Todo esto fue captado cuando Chris había estacionado su auto al lado de una carretera cercana al pantano. Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando circulando por allí sufrió la ponchadura de un neumático. Acababa de arreglarla en el momento en que apareció la criatura. Aterrorizado, el muchacho abordó el automóvil de un salto, encendiéndolo para acelerar rápidamente, mientras la figura lo perseguía tras solamente y por fortuna, alcanzar a dejar unos arañazos en la defensa del vehículo.
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Una declaración del sheriff del condado de Lee, Liston Truesdale, indica que Davis no fue el primero ni el ínico que había padecido la ira de este abominable ser. Otros dos residentes de la zona, Tom y Mary Waye, reportaron un incidente en el cual la misma aberración, la de Scape Orr, les había mordisqueado el carro. Por otra parte, el patrullero Chester Lighty igualmente llegó a recibir numerosas quejas del monstruo, entre las cuales destacaban las de dos personas muy respetables en el pueblo, las cuales aseguraron haber visto al enigmático salir del pantano cuando ellas sacaban agua de un manantial. Luego fueron perseguidas hasta echarlas del sitio donde aparentemente se refugiaba el ente. Investigaciones posteriores por ejemplo del biólogo Mat Knox, que trabajaba para la organización estatal encargada de supervisar la fauna de la zona, descartaron la posibilidad, al estudiar las huellas del hombre-lagarto, de que se tratase de una vaca, un venado o una zorra. Empero, el hombre de ciencia quedó sumamente intrigado al no poder llegar a ninguna conclusión definitiva sobre ellas. Lo anterior se liga también con el hecho de que en Estados Unidos, según reportes en mi poder, se han dado muchos casos muy parecidos al de Scape Orr. Y si traigo éstos a colación es porque considero que están relacionados con los extraterrestres, desde el momento en que las apariciones de los repugnables seres anfibios éstas se han acompañado de objetos voladores no identificados en los cielos, como marcan algunos reportes. No todos, como en lo que toca a lo de San Luis Potosí y antes Tepoztlán, donde al menos no hubo forma de averiguarse si en torno a las criaturas híbridas o no, algún OVNI sobrevolaba los alrededores. Pero sí se dio el caso en la intersección de la carretera 82 y Grady Crossing, cerca de Europa, Mississippi (EUA): Early Patterson, un veterano de la guerra de Vietnam y morador de este lugar, afirmó haber observado la noche del 17 de octubre de 1973 un objeto que yacía a todo lo ancho de la vía y que, por lo tanto, impedía el tránsito. Su auto, al parecer por culpa del aparato había sufrido una falla en el sistema eléctrico, por lo que estaba detenido a menos de noventa metros de distancia de la extraña nave. Ésta tenía la apariencia de "una taza con su platito". Y de la cúpula salió una criatura semejante a un pez. "Su cabeza era como la de un pez gato, con una boca parecida a una ventosa por la cual respiraba aire. Sus dos brazos se prolongaban a los lados y al final se convertían en aletas, en el lugar que normalmente corresponden a las manos. Su piel era verde-azulosa y cubría un torso semejante al humano, con dos piernas que
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terminaban en pies, con dedos unidos por una membrana", dijo el testigo en una entrevista que le hicieron en la estación de radio WROB en West Point, Mississippi. Después se supo que Early no había sido el único que lo vio, sino que hubo seis personas más que se encontraban en un automóvil directamente detrás del suyo, las cuales observaron con detenimiento y pavor este fenómeno. Las declaraciones de los testigos, finalmente, coincidieron en que el ovninauta estuvo a la vista por espacio de unos cinco minutos, antes de retornar al objeto y marcharse perdiéndose en un cielo despejado de nubes. Bebé anfibio nacido en México ¿De dónde vienen o cómo nacen este tipo de cuerpos animalescos? ¿Son siempre producto de una mezcla de genes, o descienden directamente de un mismo árbol troncal? Michel Granger, en su obra "¿Terrestres o extraterrestres?" (Editorial Plaza & Jan‚s), refiere sobre el tema que ciertas leyendas de las que hablaba Plutarco en el año 50 A.C., narran que en la antigüedad hubo seres humanos nacidos de una burra o de una cabra. Asimismo escribe el autor del libro mencionado, que en noviembre del año 1965 una mujer iraquí en Bagdad fue asesinada por su marido, con la aprobación de los padres de ella, porque había dado a luz a un caballito. La familia por tanto creyó que la mala esposa había manchado su honor con un animal. Se pregunta luego Granger que si es posible que, a dos milenios de aquellas leyendas, se den casos similares, y que la gente de los pueblos no se haya enterado aún de la posibilidad de un fenómeno de esta clase. Más adelante comenta que al ser interrogados los médicos sobre el extraño alumbramiento de Bagdad, éstos declararon un nimemente que se trataba de una deformación de un feto humano, excluyendo categóricamente toda eventualidad de fecundación de la mujer por un animal. Argumento semejante me esgrimió una doctora cuando, en un debate por televisión sobre los OVNIs y su personal a bordo, y que duró toda la noche en una trasmisión nacional, a las seis de la mañana, molesto –a la par que comprensivo-porque tanto los escépticos como muchos de los que estaban a favor del fenómeno, no me dejaban exponer ampliamente mis conocimientos, sorpresivamente extraje de mi bolsa unas
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fotografías correspondientes a un bebé anfibio que el moderador Nino Canún, movido por su original asombro, pidió mostrarlas con todo detalle ante las cámaras. Al final de la discusión y el escándalo que provoqué, una persona del público asistente al programa se incorporó de su asiento identificándose como practicante de la carrera de Medicina y me objetó la exposición diciendo que el recién nacido no era otro que un humano con deformaciones congénitas. Confieso, por si se pregunta usted ¿cuál fue mi reaccion? Que no quise rebatir. En primer lugar porque ya estaba cansado de tanta polémica a lo largo de ocho horas, desde las once de la noche -la emisión concluyó a las siete de la mañana- y en segundo porque, seguro de mi verdad, preferí ignorar olímpicamente a la disidente quedando callado. Respetando con mi silencio su actitud. Ahora bien, ¿qué quiero decir con esto? ¿A qué me refiero en realidad? Al caso de un infante que vino al mundo en México con características marcadamente anfibias. Sí, como lo lee. La historia es la siguiente: Gerardo Soto, un buen amigo inquieto y estudioso de los OVNIs y la Parapsicología, cierta vez me detuvo al salir en auto de mi trabajo, presionado porque estaba retrasado para cumplir con una importante cita. Era una tarde de octubre de 1993. El hombre se notaba preocupado y nervioso. Insistente en que lo atendiera unos segundos, al expresarle el motivo de mi aprensión, disculpándose por no haber hecho cita conmigo me mostró de golpe unas impresionantes fotografías describriéndolas una por una. No supe qué hacer en ese momento. Gerardo aguardaba y estudiaba mi reacción parado frente a la ventanilla de mi lado. Mas consciente de la responsabilidad de mi compromiso, se impuso la obligación y tuve que rogarle visitarme al día siguiente donde le prometí- le daría todo el tiempo que deseara. Y efectivamente. En punto de las once de la mañana estaba el portador de tan importante caso, en mi oficina con las gráficas en mano. El material se refería a un bebé con los rasgos de un pez, o lagarto. De un animal anfibio, en una palabra. - ¿Cómo se dio esto? -le increpé al instante sumamente interesado a la par que aterrado.
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-Te contaré el caso, Luis. -Contestó mi diligente colega al acomodarse en su sillón encendiendo un cigarrillo para revelar la fascinante historia. "Una amiga, de 17 años de edad de nombre (a quien llamaré Nadia respetando su real identidad), a principios de este año 1993 viajaba como acostumbraba en su auto compacto de la ciudad de México a Poza Rica, Veracruz, cuando a la altura de la zona arqueológica de Teotihuacán distinguió un OVNI en el cielo azul, limpio de nubes, para de pronto darse cuenta que ya estaba en el lugar de destino con su vehículo cargado de productos de belleza, los que vendía en el interior del país. "No se explicaba qué había pasado. Miró su reloj de pulsera y marcaba las once de la mañana, la misma hora que tenía cuando empezaba a dejar la metrópoli y circulaba por la autopista México-Pachuca que corre próxima a las famosas pirámides constituidas en patrimonio del mundo: el complejo de Teotihuacan. Al preguntar a una persona que pasaba cerca de ella una vez que se detuvo en una callejuela de Poza Rica, ésta le indicó las dos de la tarde, o sea tres horas después. ¿Qué ocurrió en este tiempo que no recordaba? ¿De qué manera llegó ahí sin darse cuenta, con un marcador diferente al real? ¿Acaso su reloj se había detenido, aunque ella lo veía desde que reaccionó tras percatarse que se encontraba en la ciudad a la que se dirigía distante unos trescientos kilómetros, funcionando normalmente?... No ha sabido la causa. "Sin embargo, a raíz de eso se empezó a sentir débil y con mareos a grado tal que decidió visitar al doctor para enterarse por éste que estaba embarazada. Hecho que la sorprendió como nunca porque, amén de ser virgen, -¡Ni siquiera tenía novio.No era posible! -Reclamó airada al galeno. Mas los exámenes no mentían. "Pues bien. Alos siete meses Nadia dio a luz en la clínica que te ruego no divulgues tampoco su ubicación y nombre. Es... de... (dio los datos) En ésta nació de ella una extrañísima criatura con ojos con doble membrana, boca grande con labios muy gruesos, semejando una rana; cuatro dedos muy unidos y escasa nariz; protuberancias a manera de costras en el cuerpecito que parecen ser pedazos de caparazón como la de las tortugas. "Ya te imaginarás la reacción de la chica y la del ginecólogo, como personal de ayudantía en el parto. “Un gran alboroto estuvo a punto de armarse en el nosocomio, el cual fue evitado por órdenes superiores a fin de que no trascendiera el híbrido alumbramiento.
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"El ser permaneció tres semanas en incubadora, como muestra una de las fotografías que le tomaron y te enseño -donde incluso en algunas de ellas se aprecia la mano enguantada del profesionista-, tras nacer en septiembre de 1993. De acuerdo a los galenos, entre tantas peculiaridades no aceptaba ningún láteo; solamente hierbas". Gerardo, que hablaba entre fumada y fumada, apurando su cigarrillo denotando una fuerte impresión, me explicó después que hacía unos días la joven, que lo tenía por confidente, le había revelado tal pesadilla y que inclusive le permitió ver a su hijo, el cual ocultaba ante los demás. Me dijo también que los doctores (ginecólogo y pediatra) de la clínica donde vino al mundo el ente, no quisieron saber más de éste, guardando un hermetismo total al respecto. Eludieron toda responsabilidad y lo dieron de alta antes de un mes. Al cuestionarle sobre cuanto observó en el niño, me aseguró que Nadia le dio permiso también de realizarle algunas pruebas, dándose cuenta por ejemplo que casi no acepta la luz artificial; únicamente la infrarroja; que ya le empezaban a salir escamas en la parte dorsal; que emitía muy curiosos sonidos de su boca; y que le había comprobado doble párpado en cada ojo. Quise por consiguiente entrevistarme con la mamá. GS prometió convencerla, pero nunca se pudo. Ella de momento accedía, pero de inmediato cambiaba de opinión, pues no quería que se hiciera publicidad ni amarillismo del chico que, feo o bonito, era su hijo y le causaba especial ternura una vez que pasó su trauma de concebir una criatura de esa naturaleza. Le consolaba o le consuela -porque al escribir esto aún viven ambos- que ella no consumía drogas ni bebía licor, como tampoco fumaba. Era, o tal vez siga siendo, una jovencita sana y sencilla con estudios de primaria y secundaria a la par que una gran habilidad para las ventas. Aseguraba, eso sí, que algo o alguien le decía en su interior que el híbrido no estaría mucho tiempo en la Tierra. Que era de otro ser y que sería llevado al mundo de éste, puesto que aquí en el Planeta Azul no podría vivir además. Pasaron los días. Una noche cuando estaba a punto de entrar yo al aire participando como parte de un panel en los clásicos debates que hacíamos en ese tiempo por la televisión sobre fenómenos ovnísticos y fantasmogénicos, se presentó fuera del set Gerardo Soto con las fotografías del niño anfibio obsequiándomelas y autorizándome mostrar por el video si lo deseaba.
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También me proporcionó el nombre de uno de los analistas que examinó genéticamente a la criatura, identidad que me resisto a la fecha mencionar porque no estoy autorizado, de parte del profesionista, a revelar. Empero, el resultado de las investigaciones en laboratorio indican representar el recién nacido a una especie de saurios o reptiles. Después vino lo que le narre antes de que exhibiera y hablara del caso casi al concluir el debate televisivo. La verdad es que no me atrevía a hacerlo porque el mismo Canún, que parecía presentir lo que traíamos entre manos los panelistas, al principio de la polémica nos pidió tomar en cuenta que en ese mes, diciembre de 1993, la gente menuda estaba de vacaciones, por lo que recomendaba no tocar temas u ofrecer aspectos escabrosos que asustaran a los menores. Empero, acicateado por un compañero, Luis Andrés Jaspersen de San Luis Potosí, quien tocó el tema -a las seis de la mañana- de los híbridos, sentí llegada la oportunidad de mostrar las fotografías. Para ello le cuento que, consciente de que -ignoro la causa- se me estaba bloqueando la intervención plena a cada momento, advirtiendo que el moderador, quien parecía estar en mi concepto del lado de los oponentes a mis exposiciones, se encontraba sentado a mi derecha. De esta manera aproveché para motivar su curiosidad que supuse infantil -como todos en edad adulta la tenemos- y lentamente extraje de la bolsa interior de mi saco las gráficas en color del infante que por fortuna (nuevamente pienso: ¿causalidad?) guardaba en el lado izquierdo de tal manera que Nino podría captar por situarse, como dije, a mi derecha. De lo contrario hubiera sido imposible que viera lo que traía escondido. Para ello me cercioré de no estar a cuadro en la pantalla. Las cámaras se entretenían captando los alegatos de los demás compañeros. Y el responsable del programa cayó en el juego. En esos momentos tomó la palabra, en medio de la acalorada disputa que provocó el de San Luis con sus para mi gusto interesantes teorías sobre los híbridos y me pidió mostrar aquello que celosamente ocultaba en mi traje. Así lo hice, causando viva expectación no sólo de mis colegas y el auditorio del estudio, sino de los televidentes con las fotografías que muestro en esta obra para ilustrar lo expuesto a través de la pantalla casera. Como igualmente indiqué al principio de este relato.
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Siguió avanzando inexorablemente el tiempo. Yo no cejaba en mi propósito de entrevistarme con la madre del pequeño híbrido. No obstante, ella en cierta forma me eludía pese a las gestiones de Gerardo, mi contacto. Éste más adelante llegó a comentarme que la chica había prácticamente huído con su primogénito de la ciudad de México cambiando su residencia a un pueblo de Veracruz. Acababa -en cierta ocasión que hablamos por teléfono- de ver al ser. Había pasado un año dos meses y según mi informante obviamente estaba más desarrollado, con mucho más parecido a un reptil, a un anfibio; más crecido y... "definitivamente horrible en nuestro concepto de la belleza", Ah, pero eso sí, mostrando cualidades excepcionales; me expresó el testigo de confianza. Y como siempre, acompañó a esta calificación la promesa de reunirme pronto con la mamá en una de sus visitas a la capital. Papá extraterrestre ¿Qué ocurrió realmente a Nadia? ¿Qué tanto hay de verdad en esta historia? ¿Es el nonato efectivamente un ser híbrido, producto de la mezcla -como explicaba al inicio de este capítulo- de dos tipos de sangre o genes diferentes, o simplemente una deformación congénita a causa de la ingerencia de drogas o exceso de pastillas anticonceptivas, por parte de la mamá, una jovencita de condición humilde y escasa cultura pese a haber terminado su educación académica básica como poseer habilidades para los negocios? Como siempre en estos cuadros surgen mil interrogantes aun cuando se tuvieran contundentes pruebas, ya que después de todo, si uno no quiere creer, no lo hará aunque se le ofrezcan todos los elementos probatorios. Un hecho es irrefutable: las fotografías. Sí. Podríamos pensar en que el acontecimiento se adornó de fantasías, inventadas por cualquier persona en busca de crear un suspenso especial o bien obtener publicidad y más beneficios a cambio. Al respecto le explico que al momento de escribir estas líneas, Nadia no deseaba ser divulgada. Días antes de comenzar la obra, Gerardo me llamó para confirmarme que la jovencita aceptaba la difusión nuevamente de las fotografías y la exposición del caso. Pero solamente a mí. A nadie más. Y con la súplica de no revelar su nombre ni paradero. Inclusive le revelo que uno de los panelistas -que por ética no diré‚ su nombre- de aquel programa que referí de polémica televisivo, y de reputación mundial el hombre, éste llegó a ofrecerme dinero por las fotos, de parte de una muy leída publicación europea. Y como
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el ufólogo, en México otras revistas me pagaban excelentemente para poner al híbrido en portada. Sin embargo, siempre me opuse. No se me hace ético aprovechar una pesadilla de esta naturaleza para lucrar. Pienso en la mamá y no creo le guste saber que la gente se aprovecha de la tragedia con su hijo para hacer dinero y amarillismo. Siempre he conservado ocultas las que considero pruebas sustanciales. Y hasta hoy, con autorización verbal, exhibo una aquí como parte de un tratado serio expuesto para una editorial seria, como es DIANA. Empresa editorial mexicana que realizó CONTACTO: MÉXICO. Por otra parte, ¿qué hay de aquellas preguntas formuladas en párrafos anteriores? Pues mi opinión es ésta: Nadia resultó abducida, o sea llevada contra su voluntad a una nave del espacio como la que descubrió cuando manejaba por la zona piramidal magnética de Teotihuacan. En ella fue sometida a un acto de unión sexual por parte de uno de los tripulantes del navío. En aras de embarazar a la muchacha, como es usual en varias especies extraterrestres que buscan tener hijos -y lo han coseguido- con los de la Tierra. Como la misma Biblia dicta cuando refiere que los hijos de los dioses, viendo hermosas a las hijas de los hombres, copularon con ellas y tuvieron descendencia. En fin, de esto hay abundante material desde el nacimiento de la Humanidad. El caso es que la vendedora de cosméticos se sometió, si no a experimentos múltiples de sangre, ovulación, ritmo cardiaco, etcétera, también, como resulta normal en los alienígenas "estudiosos", a un proceso de fecundación que duró, como se me notificó, siete meses; no los nueve regulares. ¿Y el autor de la gestación? Pues indudablemente un extraterrestre tipo anfibio, cuya fuerte sangre domina al parecer en la madre, como ilustran las fotografías tomadas a diez días del nacimiento en una clínica de la ciudad de M‚xico. Nadia tuvo lo que se llama en ovnilogía missing time, es decir un tiempo perdido. Ignora lo ocurrido en ese lapso cuando se enfilaba por la carretera hacia Poza Rica, Veracruz. Cuando la retornan al auto su reloj sigue marcando la hora del hecho de la abducción, aunque ya está en su lugar de destino con otro tiempo indicado por los relojes de la población. Los EBEs se conducían en otro espacio-tiempo. Quizá por ello el reloj pareció haberse detenido.
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Doble nacimiento de bebé reptil en el mismo hospital
Pero el asombroso caso no quedó ahí siempre como único. Años después de documentar el inusual nacimiento en un nosocomio de la ciudad de México, en la primera edición de CONTACTO: MÉXICO, me enteré de que justo diez años atrás del bebé de Nadia en el mismo hospital capitalino se dio acontecimiento similar. Hecho que marca un precedente sinigual en la historia médica seguramente mundial.- Desde luego, de ser totalmente verídico, ya que ambos episodios –salvo el de la vendedora Nadia- no cuentan con fehacientes pruebas. Aclaro. La historia la conocí de esta manera. Un afamado productor de radio me reveló cuando lo conocí años más tarde. Ajeno por
completo a la vivencia anterior, que en 1983 nació en importante hospital de ginecología y obstetricia, uno de sus primos hermanos. Pues bien. En esos días la familia tuvo conocimiento de algo incomprensible: en su parto, una mujer tuvo a un niño más de facciones reptiles, que humanas. Por ello, al pariente del productor le comenzaron a apodar "el primo coco" (de cocodrilo) en recuerdo del insólito incidente. Emergió del canal de desagüe Y esto que a todas luces sorprende, cuenta con un archivo enorme de antecedentes, algunos de los cuales expuse anteriormente. Asimismo considero menester añadir un dato estadístico con respecto a las abducciones, aportado por el ilustre doctor Atlee Spoor y reproducidas sus declaraciones por Henry Weber en el "Star" del 7 de mayo de 1988: Los alienígenas raptan cada año a unas diez mil personas y la cosa se está poniendo peor a medida que necesitan más gente para sus trabajos. Agrega el científico que en un principio, los extraterrestres echaban mano de los descarriados y de los transeúntes, pero que ahora se llevan a la gente de cuello blanco y clase media. No quiero ser un profeta de calamidades -dijo categórico el célebre investigador-, pero preveo el día en que toda la raza humana va a estar en peligro. Finalmente el comentario del periodista consigna que el doctor Spoor, avalado en sus enunciados por cierto por otro experto en OVNIs, Hugo Genzer, de Suiza, basa sus
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cálculos en el estudio de miles de personas desaparecidas, tal como figuran en los archivos de la policía europea. Y lo que resulta más extraño es que un 18% de estos individuos aseguraron haber visto un OVNI o un extraterrestre poco antes de esfumarse. La implicación obvia es que primeramente fueron seguidos y luego raptados. Aunque el rubro anterior no se relaciona estrictamente con el caso de la chica mexicana, sí nos sirve esta información para darnos cuenta someramente de cómo se dibuja el panorama de las abducciones en general. Pero volviendo al terreno de los hombres-reptil, recuerdo que en una reunión con personas inquietas por este tipo de fenómenos surgió una mujer de unos cincuenta y cinco años que dijo haber sido funcionaria pública. Lo más interesante de su alocución fue cuando reveló un misterio que las autoridades habían callado durante mucho tiempo: En una ocasión trabajando en el canal de desagüe por el oriente de la ciudad de México, emergió de las aguas negras un horripilante ser entre humano y reptil de gran tamaño. Su aparición provocó pánico y desconcierto entre los trabajadores. A grado tal que se decidió acabar con el monstruo y ocultar el hallazgo a la Prensa. Y por ende, a la opinión pública". Indicó muy convencida la dama sin mencionar cargos ni departamentos oficiales. Y ello a propósito de mi exposición del incidente que me ocupa en estas páginas. Y un ejemplo más para concluir. En un poblado norteamericano, Loveland, perteneciente al estado de Ohio, en 1955 se reportaron varios avistamientos de reptiles bípedos a la orilla del río Miami. El 25 de mayo de aquel año, un hombre que conducía del trabajo a su casa a las tres y media de la mañana vio de pronto a tres grotescas criaturas de tórax muy amplios, bocas como de rana y crestas en la cabeza. Una de las ellas portaba una especie de vara que lanzaba chispas. Y al detener el terrícola su automóvil, observó perfectamene a los monstruos por espacio de tres minutos percibiendo un fuerte olor "como de alfalfa recién cortada, con un ligero aroma de almendras". Expresó más tarde a las autoridades del condado, en especial al jefe de la policía John Fritz, quien se lanzó a la tarea de verificar la versión sin encontrar nada fuera de lo común a la vera del río. Aunque consciente de la sinceridad del testigo. Esto tiene relación con el ser de 1.20 metros de estatura, con cara de rana, bípedo y piel rugosa descubierto el 3 de marzo de 1972 por dos oficiales de policía en la misma región yanqui. Los testigos aseguraron que el ente saltó sobre una barandilla y descendió por un
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malecón que daba al río Little Miami. Los encuentros siguieron durante una temporada, hasta que se dejó de hablar y saber del asunto relacionado con las ranas humanoides. Como apreciará el lector, la literatura está plagada de estas anécdotas, de sucesos increíbles que constatan la existencia y apariciones de criaturas reptiloides que caminan erguidas y manifiestan inteligencia. ¿Serán todas las que he expuesto, híbridas? ¿Tendrán relaci¢n por ende, directa con extraterrestres? ¿Procederán algunas de estas criaturas de algún mundo lejano, antes de mezclarse con sangre terrícola? El tiempo nos dará la respuesta, como lo hará con el planteamiento que presento en el siguiente capítulo sobre otro tipo de malformaciones humanas: los hombres alados. ……………………………..
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IX. CONTACTO CON EL HOMBRE-PÁJARO Las formas de vida pensantes, fuera de la Tierra, no tienen que ser necesariamente iguales a las nuestras. Las hay de distintos colores y aspectos fisonómicos, como hemos visto en los dos capítulos anteriores al referirme a los seres-reptil; como otros tipos (los cabezones de muy corta estatura y color gris, verde o azuloso, por ejemplo) que expongo en mi anterior obra "Alerta: Extraterrestres Aquí". El vasto universo alberga por ende seres con las más variadas características y los más extraños comportamientos, actitudes éstas que escapan a nuestra lógica e imaginación. Y al penetrar en este capítulo al mundo de un tipo de especies cuya naturaleza no deja de ser apasionante independientemente de que su anatomía nos resulte totalmente repulsiva, la de los seres-ave, nos daremos cuenta que ciertamente el hombre de hoy, como el de antes y no dudo que el del futuro, se enfrenta a criaturas que parecen salir de los libros y películas de terror, producto de la ciencia-ficción. ¿De dónde provienen exactamente estos pavorosos e híbridos entes? Pues honestamente le digo que no lo sé. Y creo que la ovnilogía no registra fiel y objetivamente el origen de estas creaciones pensantes. Sólo me atrevo a afirmar que están relacionadas con civilizaciones estelares. Y que, como veremos más adelante, bien pudieran haberse mezclado con genes terrestres para tener como resultado una criatura híbrida, como fue el caso que relaté de la muchacha mexicana que vendía productos de belleza. O es posible que otras para nosotros horripilantes especies, procedan de algún lugar del cosmos. Su historia por consiguiente data del principio de la Humanidad. Está ligada con ella desde siempre. Y esto lo sostengo porque cuando un buen amigo me notó interesado en el tema estudiando cuanto podía del mismo, me obsequió una fotografía que sacó en uno de los muchos templos budistas que se levantan en Japón. Miguel Angel García vivió en ese país oriental entregado a los estudios un considerable tiempo y me contó que los hombres alados y hombres-pájaro que tanto me atraían y cautivan (desde el punto de vista científico) adornan en estatuas este tipo de
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edificaciones religiosas en territorio nipón, como él lo advirtió y registró en película fotográfica. Humano con pequeño pico Ahora bien, muchísimo material existe sobre este campo. Hay miles de documentos malditos sobre criaturas terroríficas aparecidas estos últimos años en todo el mundo. Y éstas parecen goterones caídos de las cornisas de las catedrales para cobrar vida en nuestro medio, como afirma Guy Tarade en su obra "La Pista de los Extraterrestres" (Editorial Everest). El célebre escritor comenta algunos casos que merecen citarse antes de llegar a México, mi patria en la que he conseguido rescatar algunas experiencias hasta cierto punto espeluznantes a manera de contacto con mis paisanos -como es el tema central de este libro donde trato el contactismo de varias formas: con entidades extra o interdimensionales; extraterrestres con anatomía similar a la nuestra; y aliens monstruosos e híbridos; pasando por el contacto visual de los objetos voladores no identificados. De esta manera, Tarade informa que una especie de hombre-pájaro fue vista una noche lluviosa en el departamento del Var, y que un gigante peludo, que perdía sangre en abundancia, aterrorizó a un grupo de jóvenes ufólogos apostados en el desfiladero de Vence, sobre la dantesca llanura de St. Barnabé. Y he aquí más electrizantes relatos que guardan los archivos de la ovnilogía. El 8 del mes de octubre de 1966, el gerente de una importante cadena de almacenes, Thomas Ury, de Virginia, se dirigía a su casa circulando a unos 120 kilómetros por hora cuando de pronto advirtió a una extraña criatura que se enfilaba a su auto describiendo círculos cada vez más cortos para finalmente sobrevolar el vehículo a la altura de los postes telefónicos. De acuerdo con su confesión, se trataba de una criatura de color gris negruzco con un pequeño pico, cuerpo con aspecto humano y la envergadura de sus alas medía cerca de 3.50 metros. El señor Ury gozaba de gran prestigio en su comunidad, por lo que no se podía dudar de su testimonio en virtud incluso de ser una persona ajena a las fantasías. Y prueba también de su avistamiento, fue el hecho de que meses más tarde el impresionante animal fue visto por varios habitantes del estado americano, los cuales confirmaron
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haberlo observado surcar los aires realizando proezas de agiliad, y sus desplazamientos eran acompañados de un ligero zumbido. Por otra parte, a finales de ese mismo año, para ser exactos en noviembre de 1966, una jovencita de 16 años, llamada Connie Carpenter, pidió protección a la policía después de haberse enfrentado con su auto, cuando transitaba por una carretera a las 10:30 horas, ante una criatura alada de gran tamaño que se precipit¢ hacia ella evitando ésta el choque gracias a una hábil maniobra, pero quedando la infeliz terriblemente impresionada por el espantoso rostro de aquel volador de grandes ojos luminosos color rojo. Tres meses más tarde, unos desconocidos intentaron raptarla. Cabe añadir que la investigación que se llevó a cabo sobre este caso, reveló que varias personas que habían visto al infernal pájaro, erróneamente, temían ser secuestradas. Asimismo hay noticias de que el 2 de noviembre de 1962 dos indios navajos tuvieron una experiencia que nunca olvidarán. Willie Begay y Guy Tossie avanzaban por una carretera a las 21:30 horas en su auto cuando un flash de luz blanca los deslumbró por completo, casi cegándolos. El vehículo entonces aminoró la marcha hasta detenerse totalmente. Los hombres descubrieron en ese instante que el incidente lo había provocado un objeto volador de dos metros de diámetro coronado por una cúpula cuya posición inclinada probaba que estaba abierta. De ella salió un ser alado que alzó el vuelo y revoloteó a la altura de de Willie, precipitándose sobre el coche e intentando tomar el volante. Se trataba de un cuerpo horroroso de 1.10 m. de altura, aproximadamente, y una cabeza de 70 centímetros de diámetro más dos miembros rematados en dos dedos con forma de pinza. El auto, dicta la crónica, se puso a andar solo, como empujado por el OVNI, y Guy saltó a tierra huyendo en busca de auxilio. Por su parte, el ave, acompañada de Willie, comenzó a expresarse con gritos que parecían querer comunicar algo. Y a los pocos segundos, más muerto que vivo el testigo que quedaba en el automóvil vio al ente subir al aparato del espacio y tomar éste altura en un santiamén, dejando tras de sí una estela amarilla.
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Pájaro con cabeza de mono La policía de Río Grande, estado yanqui de Texas, informó haber recibido cientos de quejas de habitantes de la localidad que en el mes de diciembre afirmaban haber sido seguidos varias veces por un ser enorme mitad hombre, mitad pájaro. Y en esa misma entidad política, a los cuantos días, el 3 de enero de 1976, en el condado de Willacy un ave gigantesca de color blanco con cabeza de mono atacó e hirió a Armand Grimaldo, hombre que debió ser hospitalizado al sufrir contusiones múltiples. Increíbles murciélagos También entre los murciélagos se han dado casos de hibridez, en los que quizás no exista una conexión con las estrellas. Pero esto no quita que las historias que le narro enseguida, sean espeluznantes. El 7 de enero de 1976, en la ciudad de Brownsville, perteneciente igualmente a Texas, y casi en la frontera con México, Alverico Guajardo dormía en su coche-camping cuando una serie de ruidos sordos en el techo, lo despertaron. Se incorporó asustado y tomando un puñal que tenía a la mano, salió a capturar al intruso que había escalado la casa móvil. Encendió los faros de su coche para ver de qué se trataba. Para descubrir electrizado un extraño animal de cerca de 1.50 metros de altura con grandes alas. Su cara era la de un murciélago, cuyos dos ojos se clavaron en el explorador, el cual alcanzó a ver que poseía un pico largo y delgado, como la hoja de una espada, dando a la criatura un aire amenazador. La visión por fortuna no duró mucho tiempo. En breve desapareció en la oscuridad de la noche dejando a Alverico tan traumado como desconcertado, deshaciendo la casa de campo para volver de inmediato a su hogar. Otro caso de este tipo de quirópteros es el del doctor Clement y cuatro colegas. Los científicos cierto día descubrieron una extrañísima criatura mientras capturaban y tatuaban murciélagos cafés en un sitio cerrado cerca de Granville, en la parte este de la Foresta Nacional Green Mountain en Rutland, Vermont. Del Weekly World News tomo esta información traducida por Gerardo Guzmán Martínez. La nota explica que al capturar al especimen y llevarlo a laboratorio, encontraron que no tenía nada de normal, pues mostraba una cara humana y apéndices. Su cerebro era el
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doble de grande de los demás murciélagos. Incluso se mostraba excesivamente dócil y agusto al verse rodeado de humanos, casi como si fuera inducido por algún lazo genético no observado. Su tamaño era sumamente pequeño. Fuertes brazos y piernas, así como inteligencia y "lo suficientemente listo como para acomodarse en una taza de té a dormir, como aparente habilidad para imitar palabras humanas básicas", declaró uno de los analistas que por instrucciones del doctor Clement guardan celosamente el animalito y evitan sea examinado por otros laboratoristas. Algo similar, pero de enorme tamaño, 1.80 metros, fue visto por varias personas de Virginia Occidental (EUA) en noviembre de 1952. Los testigos de la aparición juraron que el que calificaron como hombre-murciélago, poseía además grandes ojos rojos y alas de unos dos metros de ancho. Y en la tarde del 26 de ese mismo mes, la señora Ruth Foster declaró haber visto aterrizar sobre el césped frente a su casa, una criatura de semejantes características. "Era un ser alto, con ojos rojos y saltones; su expresion era divertida y me pareció que carecía de nariz", reveló la mujer a las autoridades y a los invetigadores de lo insólito. El hombre-búho Han aparecido en la Tierra asimismo otras especies aladas, tales como hombres-búho. En su obra "Les peuples du Totem" (Ediciones Atlas), Normal Bancroft-Hunt presenta la escultura conmomerativa de un ser que representa a un hombre-búho, llamado Thlinkits, de Yakutat, y que de acuerdo a la leyenda había vivido hasta 1890 debido a que en Icy Bay pereció al caer de un árbol y su cuerpo no se encontró jamás porque fue devorado por las cornejas (aves rapaces nocturnas de la misma familia de los búhos), pero en el árbol del que cayó se talló su imagen. Al enterarme de estos incidentes me viene a la mente (y compruebo) aquel gigantesco búho que se me apareció de joven en la casa que habitaba con mi familia en la ciudad de Chihuahua, capital del mismo nombre, a principios de los años sesentas. La pavorosa entidad me causó tremendo susto que me lanzó a esconderme en mi recámara. Fue traumático descubrirla. Aclaro, empero, que no registro haberle notado algo de humano. Pero sí impresionarme el anormal tamaño. Algo así como unos dos metros de altura.
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Eran alrededor de las 18:00 horas. El fantástico animal de pronto lo vi sobre una barda que protegía escalera tirada de la azotea, donde estaba la habitación de la servidumbre y la cocina. Todo esto invita a considerar la realidad de esta clase de animales vertebrados ovíparos con plumaje. Los monstruos alados de México San Luis Potosí La república mexicana no se escapa a la aparición y acciones de los seres alados. Tal como revelé en espacio anterior. En especial los que he referido como hombres-pájaro, han causado fuerte impresión en los testigos dejando una aguda impresión en o los testigos. Rubén Manrique es un hombre de unos treinta y cinco años de edad -al escribir estas líneas- que en su desarrollo en la capital del estado de San Luis Potosí, trabaja con esmero y profesionalismo en la investigaci¢n del fenómeno OVNI desde hace bastante tiempo. Sus importantes logros lo han llevado a figurar en debates por televisión y radio, a la par que participar en congresos a nivel mundial (sobre el tema, desde luego) y escribir en prestigiadas publicaciones. Nos conocimos precisamente en una emisión televisiva de polémica ovnística y nació entre ambos una sincera amistad, pues el profesionista es una persona sencilla y sana, que no presume de cuanto sabe (bastante) de la materia. Simplemente está siempre dispuesto a dar la mano, a facilitar sus averiguaciones y trabajos a quien se lo solicita. Y así ocurrió conmigo. Entregado al estudio que me ocupa en este capítulo, al enterarse de mi tarea diligentemente y sin que yo se lo solicitara, me ofreció y proporcionó una valiosísima información que le trasmito a usted en "CONTACTO: MÉXICO". El 31 de agosto del año 1967 tuvo lugar en la ciudad de San Luis Potosí un suceso que llamó la atención de la ciencia y constituyó todo un caso en el extraño mundo del fenómeno OVNI, antojándose quimérico y fantastico; no obstante fue sometido a una rigurosa y metódica investigación para detectar su veracidad contra el choque de nuestra
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formación cultural, académica, ideológica y dogmática. Como califica Manrique y que delato a continuación. Ese día, el velador de una obra en construcción en terrenos a la salida de la población en ruta a Querétaro frente a la carretera 57 que conduce luego a la capital de la República, el señor José Padrón se disponía a dormir en su pequeña casa de láminas de asbesto, cuando entre la una y dos de las madrugada escuchó afuera unos ruidos, como de fuertes tumbos, que lo obligaron a salir para saber de qué se trataba. Todo se imaginaba el buen hombre menos que llevarse la grave sorpresa de toparse frente a un "bultote" que avanzaba dando grandes zancadas. El ser monstruoso poseía dos gigantescas alas que comparó que con las de una avioneta. Los sonidos eran por tanto producidos por las extremidades inferiores que se aferraban a la tierra para prepararse a emprender el vuelo. Tras percatarse de esto, el vigilante regresó a su morada al borde del pánico y esperando que amaneciera para comentar el incidente al ingeniero encargado de la obra, el señor Enrique Rueda. Al día siguiente, el profesionista al enterarse del acontecimiento junto con varios peones midió una serie de huellas que en número de seis lucían frescas y muy claras en torno al dormitorio de don José. Sus dimensiones, que fueron publicadas en conjunto con la aparición, en el diario "El Sol de San Luis", eran de 35 centímetros con una profundidad en la región palmar de aproximadamente 5 centímetros. Por su parte, el peso del objeto que causó estos pronunciados rastros se calculó en 300 kilogramos y la separación media entre una y otra huella era de 1.46 y 2.10 metros. Más tarde Godofredo Antelmo de la Fuente, afamado estudioso de los fenómenos tanto naturales como inusuales, imprimió algunas huellas en yeso para arrojar luego datos como éstos: la extensión cubierta por el extraño bípedo volador fue de 18 a 21 metros. Su trayectoria se marca en línea diagonal, en una orientación cardinal de noroeste-sureste, bordeando una cerca de alambre de púas a distancia direccional, desde la carretera, de 74 metros, casi paralela a ésta. Resulta interesante hacer un paréntesis en la crónica de Rubén Manrique para leer lo que citó textualmente el rotativo potosino sobre este drama. Después continuaré con la exposición del ovnílogo a fin de ofrecer a usted un panorama más completo de la visita de
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la bestia alada a la periferia de la otrora "Ciudad de los Jardines" (hoy urbe que no se escapó de la acción contaminadora del avance industrial). "El Sol de San Luis". Viernes 1o. de septiembre de 1967.- MISTERIOSAS HUELLAS EN UN SECTOR. Parecen de un ave gigante y causan pavor y conjeturas. Los invariables sucesos ocurridos en el mundo actual han originado una lógica inquietud y el despertar de la imaginación de los seres humanos que en repetidas ocasiones han visto aparecer en el firmamento a los platillos voladores identificados con las siglas de los "OVNIs" e incluso se han hecho los tripulantes, visibles a los humanos. La imaginación y la inquietud de que hablamos -sigue diciendo el periódico- despertó ayer en un grupo de trabajadores en una obra de albañilería frente al motel Santa Fe sobre la carretera central. La aparición de una huellas de animal que se asemejan a las de un avestruz o bien un cóndor, hicieron pasar sobre la mente de ese grupo, mil y una conjeturas, pues mientras unos aseguraban tratarse de un monstruo, otros decían que podía ser un habitante de Marte o Venus, o bien un simple tripulante de un OVNI. El ingeniero encargado de la obra, Enrique Rueda, intrigado sobre las diferentes versiones, hizo comparecer en el sitio de las huellas a EL SOL DE SAN LUIS y promover así el interés de los catedráticos y estudiantes de la Universdad Autónoma Potosina para determinar a qué animal o ser extraño, pertenecen. Lo cierto es que ahí están dichas huellas y son semejantes a las de un cóndor. Inclusive parecer ser que el animal daba grandes zancadas, pues las huellas citadas están separadas de 1.46 a 2.10 metros; la planta, conjuntamente con la de las garras, mide 35 centímetros y éstas eran por cierto cinco, mismas que todo indica se aferraban a la tierra asegurando el paso. El velador de la obra José Padrón, sólo acertó a decir a EL SOL DE SAN LUIS que él, entre la una y dos de la mañana de ayer, vio un bulto que corría al sur, pero no le dio importancia. Sin embargo, por la tarde se mostraba inquieto y procedió a lavar los ventanales de su casita para observar desde allí la posible vuelta del ave, del marciano o tripulante del OVNI. Esta es la información que inmediatamente circuló el diario de la localidad en términos un tanto escépticos y mordaces por parte del redactor, subestimando el obvio susto que
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tuvo el cuidador de la obra al encontrarse con una criatura que rompió el silencio de la noche rondando su dormitorio. Pero no terminó allí la historia. A la noche siguiente regresó el ovíparo ser. En esta ocasión acompañado de otro idéntico, el cual parecía seguirlo -como relata en un articulo mi amigo Rubén- a cierta distancia. Ambos tocaron tierra dejando ahora un total de doche huellas. Según revelaciones de don José. Y cuando Godofredo Antelmo de la Fuente se entrevistó con éste, el velador declaró: Los vi perfectamente. Eran dos bultos muy grandes que se dirigían al sur, como para la sierra de San Miguelito. En esos momentos sentí que temblaba la tierra. Y francamente me causó mucho miedo esto. Huelga decir que la noticia corrió como reguero de pólvora por toda la ciudad, provocando que cientos de curiosos acudieran con cámaras fotográficas y de cine Super 8 (aún no salían al mercado las videocámaras). Desde esa noche -continúa Manrique- el ingeniero Rueda dispuso redoblar la vigilancia tras comprobar un total de doce huellas frescas en el suelo con las mismas características de las anteriores. Por su parte, Godofredo apuntó en sus investigaciones lo siguiente: "Junto a la huella final en esta última aparición de 12 huellas, notamos tronchada la rama de un mezquite que crecía en ese lugar; como si hubiera sido rota con violencia al paso de los veloces bultos misteriosos. Su espesor al medirlo nos dio 8 centímetros, de una rama maciza y recubierta de espinas propias de este tipo de árbol leguminoso americano. Solamente algo con gran fuerza física pudo romperla de esta manera. Y en los exámenes que hicimos palmo a palmo, no encontramos ni pelos o plumas en el vegetal cortado". Y para darle más peso al acontecimiento, esa misma noche del 1o. de septiembre de 1967 unos turistas norteamericanos que acampaban en el trailer park del motel Cactus aseguraron haber visto volar sobre sus vehiculos una extrañas figuras gigantescas con alas del tamaño de una avioneta Piper Club, a medio kilómetro del lugar de las referidas huellas en la construcción. La Prensa se ocupó nuevamente de este caso. El sábado de septiembre declaró lo siguiente: NUEVAS HUELLAS MISTERIOSAS Ahora vieron dos gigantescos bultos
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Otras seis gigantescas huellas aparecieron ahora por fuera de los límites de la construcción que frente al motel Santa Fe se levanta, y su existencia la pudieron constatar decenas de personas que estuvieron en aquel lugar al conocer la noticia publicada en EL SOL DE SAN LUIS. Mil y una conjetura se esparcieron nuevamente sobre el origen de las pisadas que se encuentran en aquel sitio. Y la fantasía popular iba desde que procedían de un ser ultraterrestre, hasta la de una fiera no conocida. El velador del lugar, José Padrón, aseguró ayer a este diario haber observado antenoche, ahora dos gigantescos bultos. Sentí temor y no quise acercarme a ellos ni hablar, pues carezco de armas para hacer frente a una situación difícil". Por su parte, el ingeniero encargado de las obras, señor Enrique Rueda, dispuso que anoche se reforzara la vigilancia, pues ha surgido la curiosidad, un tanto tensa, por averiguar de qué se trata. Personas a pie, y a bordo de diferentes vehículos, armados unas con cámaras fotográficas y fílmicas, observaron las gigantescas huellas. Ahora bien. Resulta importante señalar que estos sucesos tuvieron lugar por aquellas fechas coincidentalmente con los que se dieron en los alrededores de Point Pleasant, Virginia Occidental (EUA). En esa región, casi exactamente un año antes, el 1o. de septiembre de 1966 se apareció un extraño personaje el que según los centenares de testigos llamaron simplemente "The Bird", pero los periodistas de todos los Estados Unidos bautizaron como "The Mothman" (el hombre-mariposa o el hombre-polilla). El ser estaba provisto de un par de alas, que no movía al volar, lo cual no le impedía situarse encima de un automóvil y seguirlo durante largo trecho, por grande que fuera la velocidad del vehículo. Crónicas de aquellos tiempos sostienen que entre 1966 y 1967 se efectuaron cerca de treinta observaciones perfectamente documentadas del extraño ser en el valle del río Ohio. Cabe indicar que en esta zona, de Point Pleasant y su periferia, existe o existía un complejo industrial con importantes y numerosas fábricas de productos químicos en la cuenca del río mencionado. Y por último merece tomarse en cuenta que el mundialmente famoso investigador de objetos voladores no identificados, John Keel, entre diciembre de 1966 y junio de 1968 visitó estos lugares para interrogar a fondo a un gran número de
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testigos del sonado "Pájaro". Su concienzudo estudio lo llevó a sostener que existe una relación directa y muy especial entre el hombre-pájaro y los OVNIs. Monterrey, Nuevo León A finales del mes de julio de 1994 recibí una llamada telefnica del ingeniero Marco Antonio Reynoso B., presidente de Fundaci¢ón Cosmos, A.C. Investigación Científica, de Monterrey, Nuevo León. El destacado ovnílogo, con quien igualmente tuve oportunidad de estar en un debate televisivo sobre los navíos del espacio sideral, sólo que en su tierra, no en el Distrito Federal y al que desde entonces (1991) me une gran amistad, me confesó que una persona acababa de tener "un encuentro cercano con un hombre-pájaro". Como por esas fechas comenzaba a preparar el material de "CONTACTO: MÉXICO", la noticia me hizo saltar de mi asiento rogando a mi interlocutor abundara en la declaración. Y así procedió. Explicando que la criatura era mitad humana y mitad ave, med¡a 1.60 metros y su excesivo plumaje mostraba un color gris; incluso sus patas parecían de gallina (sic). "Empero, -agregó Reynoso- no podemos oficializar nada aún hasta no poseer evidencias, que buscamos en estos días (la conversación tuvo lugar exactamente el 14 de julio por la mañana). Pero sí debo aclararte que esto no representa una novedad para nosotros. Hace años se supo de un individuo que pescaba en una presa cercana a la ciudad de Monterrey cuando de pronto escuchó el aleteo de enormes pájaros. Era de noche y al día siguiente, al salir el Sol, se buscaron rastros infructuosamente, de ese incidente". Yo pedí a Marco Antonio enviarme en cuanto tuviera más datos, toda la investigación por escrito. Y efectivamente, a los quince días recibí n texto en el que se revela lo que transcribo literalmente sobre los extrañs seres alados de Monterrey. "Durante las dos útimas semanas del mes de julio de 1994, por los alrededores de un cementerio cercano al rancho El Sabino, propiedad de uno de los integrantes de Fundació Cosmos, A.C. localizado en la carretera Allende-Atongo, fue vista merodear una enigmática criatura alada mitad humano mitad pájaro que nos fue de inmediato reportada para proceder a su investigación. "Los hechos ocurrieron como sigue: el miércoles 20 de julio de 1994 un trabajador del rancho se dirigía a comer a su casa. Eran alrededor de las once de la mañana. Tomando
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el cotidiano camino que lo llevaría a pasar cerca de un cementerio, y sin imaginar lo que más adelante le deparaba el destino, el hombre avanzaba tranquilamente cuando de repente y sin darle importancia, bislumbró una figura que salía de una vereda convergente a unos 50 metros. Al principio pensó que se trataba de alguna otra persona, pero conforme se fue aproximando vio con sorpresa que en realidad era un ser mitad humano mitad pájaro, el cual ni se sorprendió ni se exaltó por la presencia del labriego. Continuó el ser avanzando y al llegar a un cruce con otro camino comenzó a esponjarse y a desplegar sus enormes alas dando la vuelta. El del campo apuró entonces el paso y al acercarse a dicho cruce de caminos, la aparici¢ón le llevaba poco más de un kilómetro de ventaja, apurando la marcha para verla perderse más adelante entre las curvas del desolado paraje. "A los cuantos días, el lunes 25, el híbrido fue visto por una mujer deambulando por el campo santo. Informados de este nuevo incidente, tomamos cartas en el asunto y programamos una expedición para averigar la verdad de esas apariciones del ser alado." "De esta manera, el viernes 29 nos dirigimos hacia el rancho El Sabino los investigadores ingeniero Carlos Salinas G. y señores Ernesto Estrada Bustos, Esteban Muñoz González, Leopoldo Zambrano Enríquez y yo en mi calidad de presidente. Marchamos provistos del equipo necesario, como radios de comunicación, cámaras de video y fotográficas, binoculares, linternas de mano, etcétera. "Arribamos cerca de las ocho de la noche a nuestro destino y procedimos a preparar el equipo. Luego iniciamos un recorrido por las veredas donde fue descubierto el ovíparo humano sin encontrar indicio alguno de su paso por esa zona. Empero, más tarde, como a las 23:30 horas, nos introdujimos al osario. Era una noche despejada de nubes y con Luna llena, así que contábamos con una vista perfecta del lugar sin necesidad de las lámparas sordas. Reinaba por tanto una paz indescriptible y la temperatura estaba bastante agradable adornándose con un aire reconfortante. "En este terreno decidimos separarnos para cubrir todos los corredores del panteón. Mas no tuvimos éxito en nuestras pesquizas, así que dos horas después nos retiramos a descansar en nuestras respectivas casas de campo". "A la mañana siguiente nos enfilamos al arroyo Mireles, el cual recorrimos durante varias horas encontrando solamente el esqueleto de un animal del tamaño de un perro mediano. Sin embargo, lejos de desalentarnos continuanos recorriendo el cauce de las aguas con la esperanza de localizar algún vestigio o huella, pero la suerte nunca nos favoreció.
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"Por la tarde optamos por entrevistar al trabajador y grabar su testimonio en video. El hombre delato que la criatura mostraba un plumaje gris y la mitad de su cuerpo hacia la cabeza, era de un humano, mientras que el resto estaba cubierto de plumas y patas como de una gallina con dos enormes alas en la espalda. Quiso alcanzar al increíble animal, pero finalmente temió una agresión de su parte y desistió, amén de que el alado en un momento del intento de acercarse el terrícola a él, emprendió la huída dejándolo muy atrás y entre las curvas del camino. Y enfatizó en que no era la primera vez que lo veía", concluyó el reporte de Fundación Cosmos. Más adelante mi informante explica que la investigación de los casos referidos, aunque haya sido en vano, hizo revivir algunas experiencias tenidas por algunos de los integrantes del grupo. Y entre las vivencias me revela éstas: En la Semana Santa del año 1984, Héctor Urdiales se lanzó a la tarea de investigar un área posterior del cerro de la Silla, la cual forma una especie de cañón a manera de herradura sumamente árido y solitario, motivado por algunos reportes de avistamientos de un bípedo alado rondando aquella región. El camino -explicó Marco Antonio- que conduce a esa parte es la carretera a San Roque, y donde termina continúa una ruta hacia Ojo Azul. Y más adelante, pasando un arroyo lleno de Sabinos (árboles de color rojo claro propios de la zona), Héctor se topó con algo que le pondría los pelos de punta a cualquiera. Acompañado de un amigo se dirigieron ambos a un pequeño estanquillo en un pueblo prácticamente abandonado y atendido el negocio por un hombre minusválido al que Urdiales conocía porque lo había visto comparecer en un programa de televisión conducido por el licenciado Alvarado Ortiz y trasmitido por el Canal 2 de Monterrey, en torno al enigmático hombre-avíparo de la comarca. Los investigadores lo entrevistaron enterándose que el comerciante había llegado a ver la sombra del monstruo cuando cruzaba por su tienda, inclusive a distinquir su silueta. Éste les recomendó por tanto acampar en determinado sitio con la esperanza de descubrir a la bestia y ellos pronto levantaron su campamento en el área indicada. Así pasaron el día y la noche sin ninguna novedad, pero a la mañana siguiente, peinaban uno de los lados del arroyo cuando distinguieron un mosquerío entre las hierbas a un costado de un grande y fuerte Sabino.
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Se acercaron presusoros, a la par que precavidos encontrando las vísceras en descomposición de un animal. Enseguida se percataron que del tronco del árbol chorreaba sangre y empezaron a seguir el rastro con la vista hasta topar sus ojos con un brazo del vegetal, a una altura de 8 ó 9 metros, donde vieron un jabalí abierto en canal y montado sobre la gruesa rama del Sabino. Aquella escena los horrorizó y causó profundo desconcierto, ya que no había explicación de la manera como el animal estaba allá arriba en ese estado. Además de que un hombre difícilmente lo pudo haber hecho, desde el momento en que el árbol no contaba con ninguna rama baja para poder escalarlo. Se sumaba a ello el que ningún tipo de felino de esa región es lo suficientemente grande y fuerte como para destazar y trepar a un cuadrúpedo de por lo menos 100 kilogramos, a esa altura. Solamente cabía la posibilidad de que hubiera sido la acción de un depedrador alado de enormes proporciones. Y según sus cálculos, el jabalí tenía un día, máximo dos, de haber encontrado ese trágico fin. Lamentablemente en aquel tiempo los amigos no contaban con equipo fotográfico, menos de video y no tuvieron por ende una prueba sólida de la existencia de un ente gigante carnívoro volador. Marco Antonio Reynoso también tiene algo que contar sobre este tipo de fenómenos. "En el otoño de 1979 tuve una experiencia aterradora. Cursaba el último semestre de mi carrera de ingeniería civil y llevaba por tanto una carga muy pesada de materias, a la par que trabajaba y preparaba mi tesis, razón por la que por lo regular llegaba siempre tarde a casa, un edificio antiguo y muy grande con techos altos. La cocina estaba al fondo y no se apreciaba fácilmente desde la entrada. Cierta noche regresé a las 22:00 horas y no encontré a nadie. Únicamente vi encendida la cocina con una luz blanca. A ella me dirigí notando la mesa semi cubierta por la cortina de la ventana. Al llegar, impulsado por el hambre que tenía, una figura de perfil apareció de pronto parada sobre la mesa. Era de unos 30 centímetros de alto y su cuerpo, tipo humano, lo cubría un pelo negro brillante mostrando una ala desplegada como de murciélago, también de unos 30 centímetros. Su cabeza no la pude apreciar, ya que la cubría la tela del cortinaje. Todo esto ocurrió en segundos. Mi pensamiento en aquel instante fue de avalanzarme sobre aquel peculiar cuerpo y atraparlo contra la cortina, y al tratar de cumplir con mi
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objetivo, la tela se replegó súbitamente al cubo que daba al exterior derribando botellas y demás objetos que se encontraban sobre la mesa, al mismo tiempo que desapareciendo la incomprensible criatura sin dejar rastro alguno. Salí veloz al patio, hacia donde daba la ventana, con la esperanza de mirar mejor a la extraña aparición. Pero fue inútil. Aquel hecho, debo reconocer, cambió por completo mi vida, ya que desde entonces se remarcó mi pasión por lo desconocido que venía gestándose desde que tenía ocho años de edad. Y esto me llevó a integrarme más adelante, en 1980, a OVNI Club Internacional, A.C. en busca de más información sobre mi experiencia. En éste por cierto encontré entre los expedientes, el caso de una señora de la Colonia Contry que había reportado la visión de un ser igual al que yo vi el año anterior en mi casa". Y la exposición del regiomontano concluyó conque años más tarde, en 1986, crecieron los avistamientos de los alados. Un biólogo belga radicado en la Sultana del Norte (como se designa también a Monterrey), de nombre Sergio Leguyón, y a aquien conoció Reynoso en una conferencia, según el extranjero llevaba a cabo estudios para un doctorado en Zoología sobre ciertas especies de seres alados, posiblemente pterodactilos, o tipo el "Mothman" americano, de los cuales contaba con suficientes pruebas de su existencia, tales como fotografías y huesos. Inclusive afirmaba saber dónde había nidos de éstos. Relataba igualmente que la zona trasera del cerro de la Silla guarda cuevas donde llegaron a morar estas bestias. Así como en un pueblo llamado China, en Nuevo León, a la par que en un lugar remoto de la China comunista, país que aún conserva santuarios de estos fósiles vivientes. El científico, que había mandado construir unas jaulas para llevarse estos especímenes vivos a Bélgica, sostenía que los mismos eran confundidos a través de la historia, con brujas, vampiros y hasta La Llorona; mismos que emitían un extraño chillido y caminaban en dos patas. Su color era gris pardo o negro y los ojos rojos. Medían 3 metros de alto. "Desgraciadamente de pronto le perdí la pista y no alcancé a mirar algunas de las pruebas que celosamente guardaba y que aun así estuvo a punto de mostrarme. Empero, la reputación y seriedad del zoólogo y biólogo perduran en varios círculos de la población y la comunidad científica", añadi¢ M. A.Reynoso como corolario de su informe oficial enviado para consideración no sólo del autor de esta obra, sino de los lectores en general.
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Cohabitantes repudiados Por lo anterior no podemos más que estar conscientes de que las formas de ser de estos humanoides con alas, pequeños, medianos o muy altos, resultan una verdad ya inobjetable ante tantos y tantos ejemplos que demuestran su existencia, la que data desde los tiempos mas remotos y de los que leemos en su historia que civilizaciones antiquísimas hablan de un dios alado bautizado como Samirza Yo-Ha. Igualmente conocido como Samirza Rucatl, Mirtcha o el Gran Antepasado. Esto nos lleva a tomar en cuenta que -como decía al principio de este capítulo y el anterior- que no sólo nos acompañan en nuestro viaje planetario por la vida del hombre y el sistema solar entes semejantes o iguales a nuestra fisonomía, sino que cohabitan con el terrícola creaciones pensantes totalmente diferentes a nosotros, las cuales repudiamos y vemos como aberraciones por manifestar éstas, a manera de hibridez, aspectos humanos mezclados con reptiles o aves. ¿Se comunican con el hombre? Pues hemos visto que algunas especies sí, mientras que otras lo intentan y unas más simplemente no les interesamos. Tal vez porque hasta su ritmo frecuencial difiere del nuestro y aunque nos ven y los vemos, no es posible entendernos. Como nos ocurre incluso con coterráneos y los animales no razonantes del Planeta Azul, ¿no cree usted? En las páginas siguientes lo invito a conocer otra clase de entes que únicamente se diferencia de nosotros por tener genes extraterrestres mezclados con los de los humanos para ofrecer a nuestra vista apariencias normales. Sí, siempre apariencias, porque dentro esconden un misterio que exige ser esclarecido y una naturaleza, aunque estremecedora, digna de conocerse. ……………………………………………..
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X.TERRÍCOLAS SEMBRADOS
Inaudito encuentro Decía en el capítulo anterior que los extraterrestres que circulan entre nosotros no tienen porqué seguir un mismo patrón de conducta ni provenir de una similar rama troncal. Es decir, ni todos de un mundo equis, ni ser de naturaleza global. Y al hablar de formas de comportamiento, éstas resultan tan normales como disímbolas y seguidoras de una línea para mi gusto antilógica, puesto que muchos de los ovnipasajeros o tripulantes de los navíos estelares asumen posturas con el terrícola que escapan a su sentido común, inspirándole actos incomprensibles que van por ende en contra de las normas morales y sociales. De nuestros hábitos generales, en una palabra. Sobre este enunciado, leemos en "Los habitantes ocultos del planeta", escrito por Magdalena del Amo y Salvador Freixedo, que efectivamente es uno de los rasgos comunes de las entidades ya sean extra, inter y ultradimensionales o específicamente extraterrestres. Me refiero a lo que ellos califican como comportamiento ilógico absurdo. Asumiendo que la lógica de estos seres no es nuestra lógica y su comportamiento nos resulta tremendamente absurdo la mayoría de las veces. Ya hablaremos casi al final de la serie de características afines -a manera de resumende las formas corporales pensantes humanoides que viven con nosotros como forasteras del universo. Otros más llevan como autómata al de la Tierra por un sendero tan equivocado como perjudicial con respecto al prójimo, solazándose sus manipuladores invisibles con la clase de atropellos que hacen cometer a su contacto en una forma "involuntaria". Sí, la califico como tal porque el sujeto cuando reacciona, reclama no haber hecho (tal o cual daño) "voluntariamente", declarándose inocente de su o sus fechorías. Algunas criaturas cuya fisonomía es rechazada automáticamente por nuestros sentidos, como las que expongo en "CONTACTO: MÉXICO" en los tratados I, VIII y IX, simplemente se exhiben en medio de juegos con los humanos para finalmente huir escapando de los intentos de cacería por parte de éstos. O bien haciéndose pasar por
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deidades para ser adoradas por el o los pueblos (las masas) que se aborregan supeditándose a sus caprichos a través de una liga religiosa. Y esto último aclaro que no es privativo de los repugnantes híbridos, sino de muchas criaturas del cosmos que se aprovechan de nuestra debilidad para manejarnos a su antojo. Con este pronunciamiento empiezo a entrar en el foco central del capítulo que mantiene nuestra atención, el que he intitulado "Terrícolas sembrados" y parto de la nota Inaudito encuentro. Decía que las manifestaciones y formas de aquellos que proceden de planetas cercanos o muy equidistantes del nuestro, como es de todos sabido suman muchas, a la vez que resultan tan variables como incomprensibles, inimaginables, complejas. Tal y como lo hemos visto con algunos ejemplos a lo largo de esta obra. Y ahora nos toparemos con otra clase por demás singular, ya que se esconde con sutileza extrema, entre usted y yo quizás. Me refiero a la gente denominada en ovnilogía sembrada. Consiste la aplicación de este término, en unos seres humanos que se conducen "aparentemente" como todos nosotros, pero que en su interior resultan muy distintos y manifiestan paulatinamente poseer "algo" que los hace diferentes de sus congéneres. Muestran -y de esto abundo más adelante- amén de rasgos, inclinaciones poco comunes que se disparan dentro del contexto humano y llevan, al momento de someterse a un test ex profeso, sangre de otros entes provenientes de algún lugar del espacio exterior. Pero para comprender tales aseveraciones es menester hablar con ejemplos. El 7 de agosto de 1992 recibo alrededor de las once de la mañana una llamada telefónica en mi oficina de Prensa, de una señora que me solicitaba una cita para su hija, la cual me había visto por televisión y al parecer le había causado no sólo grata impresión, sino algo tan especial que tenía vivos deseos de conocerme en persona. La mujer, cuyo nombre con el de su hija me veo obligado a ocultar a ruego de ambas y su familia, me dijo provenir de un pueblecito del sureste de México cuyo nombre confieso jamás había escuchado.
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Tomé nota del lugar, para darme una idea de a quién iba a atender más tarde, así como de la hijita que además -como me notificó su mamá-, había comprado mi libro "Alerta OVNI" y quería un autógrafo. Ellas estaban de visita en la ciudad de México y retornarían a su tierra de residencia a la siguiente semana. Aunque peque de franco y maleducado, diré que por la ignorancia de la clase de persona que estaría en la tarde en mi despacho, a horas de bastante trabajo, pedí a mi secretaria que apuntara la cita concedida a las cinco y que a los quince o veinte minutos me librara de ella para no perder tiempo con quien no tenía -repito- la menor idea de la clase de persona que recibiría. Y no es justificación, pero cuando uno se desenvuelve y presume de ser ejecutivo, no se da fácilmente el lujo de antender a la gente que por sí lo desea, sin un motivo de trabajo determinado. Menos por una causa que considera instrascendente. A las 17:00 horas se presentó puntual una chica que al entrar a mi privado me levanté‚ más que por cortesía por admiración. Se trataba de una joven muy hermosa, de piel blanca, pelo castaño. Alta, muy bien formada y vistiendo una minifalda. No daba crédito a lo que mis ojos veían. Embelesado la saludé de mano rogándole tomar asiento. -En esos instantes recordé lo acordado con mi secretaria y traté de recurrir a la telepatía para pedirle que diera marcha atrás; que al contrario, en lugar de avisarme de otra cita interrumpiendo la que tenía, no me recibiera a nadie más ni me interrumpiera. Halagada por mi reacción de hombre, que aunque respetuoso no podía dejar de contemplar su porte, se situó frente a mí explicándome que el motivo de su visita era conocerme en persona y pedirme un autógrafo al libro que mucho le había impactado. ¿Por qué? –pregunté, pues confieso que no estoy o estaba acostumbrado a que una persona equis se fije en quien esto escribe cuando sale por televisión y escribe un libro. Mucho menos que se desplace desde tan lejos para manifestarle ser su admiradora. Ella me aclaró que simplemente le había atraído mi forma de desenvolverme en mis comparecencias por la pantalla casera paralelamente a mi manera de escribir y al contenido de la obra. Me confesó asimismo, que pese a su juventud (tenía 18 años de edad), le gustaban los objetos voladores no identificados. De hecho, desde muy niña le cautivaba todo lo
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relacionado con el espacio sideral: sus estrellas, planetas, satélites, soles, aerolitos, cometas, constelaciones, galaxias. Y hasta los habitantes que debería haber en muchos de esos mundos, los cuales envían frecuentemente representantes a la Tierra. La verdad es que me extrañó la forma de ser de una muchacha que según alcancé a estudiar antes de encontrarme con ella, provenía de un rincón de la sierra bordeado por un lago donde no por subestimar a estos lares, sino que por lo regular en este tipo de poblados se carece de los avances culturales de nuestras grandes urbes. En comunidades menores, poco acceso se tiene al desarrollo profesional. Y escasas por ende resultan las aspiraciones de escalar a niveles galácticos, como me dio a entender la que pondré por nombre K por lo que explico luego. K, independientemente de su grácil figura y manera de desenvolverse nada provinciana, me había interesado más por sus inclinaciones. Sí, porque me confesó que no leía otro escrito que no estuviera relacionado con los OVNIs, a la par que aspiraba llegar a trabajar en la NASA. Yo recordé en esos momentos cuando a su edad mi literatura favorita era la cienciaficción y mi sueño pertenecer a este organismo estudiando y planeando viajes entre las estrellas. Los anhelos de la jovencita la habían hecho dispararse entre las chicas de su edad y estudiar una difícil carrera de ingeniería en computación, en prestigiada universidad cercana a su terruño. Como comprenderá el lector, esto me parecía fascinantemente increíble. Especialmente cuando, tras afirmar que había muchos aspectos nada comunes en ella que algún día podría conocer -si lo deseaba-, me hizo la revelación de que según su mamá cuando ella nació, a los tres días estando ésta convaleciente de la hija en su casa, un plato volador sobrevoló la región .La gente salió a la calle en la noche a ver el objeto que pasó en varias ocasiones rasando los techos de las casas en especial la de K, como le comunicaron asustados los vecinos a la familia. Conversamos luego de temas generales, insistiendo mi interlocutora en platicar de OVNIs. Y al hablar de éstos llegó a asegurarme por ejemplo que ella había sido testigo de dichas naves una noche en que una cuadrilla de objetos celestes cruzó por su pueblo y
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fue seguida por familiares y amigos, quienes disfrutaron de un espectáculo tan impresionante como hermoso, pues las luces avanzaban lentamente en formación rasgando el firmamento. Estábamos entregados a una amena charla, cuando inoportunamente llegó a verme una amiga. K no ocultó su desazón haciéndome sentir que deseaba seguir más tiempo en mi oficina solazada con nuestra charla de máquinas celestes. Y pese a hacer esperar a la nueva visita, no tuve más remedio que despedir a mi encantadora y enigmática -por lo que dejaba entrever por su manera de expresarsenueva amiga. Resignada se despidió no sin antes pedir me dejara tomar una foto, la cual rechacé diplomáticamente por pena, experimentando que el color rojo explotaba en mis mejillas. Y pese a sus ruegos, no cedí. En cambio, le prometí vernos de nuevo la siguiente semana (ese día era viernes) en un café cercano a donde había llegado con una familia conocida. Allí estaría ella con su mamá, que en esa ocasión -¿causalmente?- no había podido asistir. La verdad es que el encuentro con K me había dejado sumamente complacido a la par que intrigado. Había algo en ella que no podía explicarme, y que esperaba -como sucedió- averiguar más adelante. De hecho -como señalé- la chica me lo había advertido no sé si insconscientemente o dueña de una facultad paranormal que le hacía ver algo del porvenir. Ignorancia oculta Un día antes de la cita me vi obligado a cancelar el compromiso con K. -¿Por qué motivo, Luis? -Preguntó consternada por la vía telefónica. -Por un compromiso inesperado con un alto ejecutivo de la empresa para la que trabajo, -dije en tono igualmente desalentado. Y es que ella partiría luego a su estado e ignoraba cuándo volveríamos a reunirnos. Ante eso solamente atiné a proponerle una cosa: ser buenos amigos (como empezábamos a comportarnos) y escribirnos. -A veces resulta tan tonificante, a la par que catártico y como desahogo escribir, que vale la pena hacerlo especialmente con un amigo(a) con quien no existe el menor compromiso ni el deseo de quedar bien.
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K aceptó no existiendo otra alternativa. Y así fue. Con motivo de mi cumpleaños y aniversario de bodas, en octubre recibí una linda carta felicitándonos a mi esposa y a mí (doble; por ser ese día también el de mi nacimiento) la cual leí a mi cónyuge y contesté pronto. Desde entonces se inició una verdadera y limpia relación. K me contaba cuanto le ocurría en sus estudios, con sus papás y hermanos. Me hacía crónicas de todo lo que surgía en su entorno; me revelaba algunos de sus secretos, en los que empezaba yo a percibir algo extraordinario en ella. No obstante mis presentimientos, me conduje despacio hasta no llegar el momento, tal vez al madurar nuestra amistad, de confesarle la opinión real que tenía de ella desde el punto de vista ovnístico. Sólo le decía en las misivas o por teléfono (porque usamos este medio varias veces charlando largos minutos), que algo dentro de mí me indicaba que esta relación no era normal. Que no resultaba natural que dos personas separadas enorme distancia se cartearan con tanta frecuencia a la par que se llamaran telefónicamente manteniendo nada más que una sincera amistad. La verdad, repito, yo no podía darme el lujo de eso. En ese tiempo la naturaleza de mis funciones como jefe de Prensa de importante medio de comunicación, alternada con la redacción de artículos sobre diversas materias, y sumada a la coordinación de invitados a programas de polémica ovnística por la televisión, como participación en éstos; y algo más: mi línea de investigación espacial y paranormal para continuar con mi incipiente carrera de escritor, no permitía dedicarme a escribir y contestar cartas a una joven estudiante de profesional que vivía demasiado lejos hasta para frecuentarla los fines de semana. Al año siguiente me notificó que viajaría a la ciudad de México, lo cual nos dio mucho gusto porque al fin nos encontraríamos de nuevo. Y efectivamente. El 8 de febrero de 1993 una tímida y bella joven provinciana me aguardaba a la salida de un restaurante del norte de la metrópoli acompa¤ñda de una amiga. En punto de las dos de la tarde me vio estacionar mi auto y saludarla desde éste para pronto acercarme a saludar a ambas señoritas, con las que me dirigí a la mesa donde me esperaba la familia de K para cenar.
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Concluidas las presentaciones de rigor, iniciamos una conversación primero formal para luego tornarse más natural. Donde los parientes hicieron gala de su sencillez pueblerina y fina educación. Hablamos de nuestras respectivas familias, costumbres y demás. Y cuando tocamos mi afición por los OVNIs, K mostró entonces un vivo interés fijando su vista en mí con el deseo de conocer más de cuanto ella suponía estaba enterado. Sin embargo, antes de abrirme tal y como era, preferí que su mamá expusiera. A fin de conocer el camino que recorrería en ese momento. Y entonces vino una revelación que, aunque ya la conocía, opté por fingir. La ama de casa haciendo referencia a la infancia de K, me comentó a propósito de los platos volantes que precisamente a los tres días de nacida la niña unos objetos del espacio "Andaban rondando la casa, según nos informaron los vecinos. Yo no pude constatarlo porque estaba convaleciente en cama, pero lo creí". Aseguró textualmente la distinguida y guapa mujer cuya edad no rebasaba, como su marido -que permanecía atento y confirmando con un ademán cada aseveración de su compañera- los cincuenta años. Se hizo un silencio en ese instante, mismo que aproveché para mostrar mi -repitoactuada sorpresa y recibí una mayor cuando de los labios femeninos salió la siguiente y franca reflexión maternal: "Quizá andaban buscando a mi hija". Al escuchar eso, volteé a mirar la expresión del padre de K y éste con gesto sonriente y un movimiento de cara me reveló un es posible. Lejos de callar, asumiendo que era una broma reí respetuoso aceptando chuscamente tal posibilidad. Empero, mi mente empezó a trabajar a más velocidad con respecto a la idea que sobre K iba tomando forma. Más adelante la madre me comentó que la razón de haber bautizado a su hija con el nombre que lleva -muy original por cierto- era por sentir mucha admiración por una mujer mexicana conocida con ese apelativo. Y cuyo contacto con extraterrestres la colocó en un relevante sitio en el campo científico internacional. La verdad es que no sé de más personas del sexo femenino que se llamen así. Por otra parte, le confieso a usted que yo preferí (para respetar su verdadera identidad y no herir ninguna suceptibilidad de la familia de la estudiante) usar una letra que resulta ser una constante en ciertos nombres que conozco de habitantes de otros planetas: la k. Como Ram-Kar, Markus Ra, Firkon, Kar-El. Y otros asignados a los espaciales.
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Figuras calvas en naves espaciales Todo iba muy bien en la cena, en el convivio, hasta que un detalle se hizo manifiesto. Al comportarme tal y como soy, con la confianza que quienes me rodeaban sentado yo al frente de la mesa, me permitían tener. Y sumada ésta a mi carácter extrovertido, de pronto advertí que a la señora, que como buena madre usaba ese tan admirable y delator sexto sentido, no le resultaba del todo aceptable. Y entonces comencé a experimentar un evidente rechazo de parte de ella. Por algo K ni levantaba la cara mientras consumía su carne a la tampiqueña que lucía tener muy buen sabor. Únicamente alzaba tímidamente la vista de vez en cuando. Al principio creí se debía a una natural forma de ser producto de su corta edad. Pero no. Su actitud era porque como hija percibía mejor que yo el desagrado de su progenitora hacia mí. ¿Por qué? Me pregunté en esos momentos y tal vez usted haga lo mismo. Pues considero que por el hecho de haber aquilatado la suspicaz mujer mis conocimientos sobre las naves del espacio y sus ocupantes, tal hecho le previno la posibilidad de saber algo que sobre su niña ocultaba con extremado recelo. Y esto fue más notorio cuando al abandonar el restaurante, al pedirme los señores aguardar un poco antes de despedirse de mí la familia con la amiga que los acompañaba, porque deseaban efectuar algunas compras en el interior del negocio en el que nos encontrábamos, discretamente la madre, quiem mostraba un gran carácter, negó permiso a K de quedarse conmigo a platicar. Al poco rato regresaron las cuatro personas para finalmente desearles buen retorno a su lugar de origen. Quedando todos cortésmente a las respectivas órdenes, como marca el protocolo y la buena educación. A raíz de ese segundo encuentro dejé de recibir carta de K. Y entonces, como en una telenovela apareció un amigo de ella que pronto se hizo también mío sirviendo como enlace entre ella y yo. Por él me enteré de la intuída por mí, molestia de la mamá de K y su prohibición de continuar con nuestra amistad. Empero, igualmente supe, al comenzar a indagar sobre K por tener al fin a quién recurrir para el caso, que la estudiante era muy introvertida, propensa a aislarse frecuentemente de los demás, como amante de refugiarse en la lectura, especialmente de casos de OVNIs y sus tripulantes.
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Buscando una correspondencia de su parte, decidí anexar a una carta un test ufológico que adapté de uno americano elaborado por un hombre de ciencia, y publicado en prestigiada publicación científica norteamericana. Se trata de que el sujeto defina, mediante la respuesta a preguntas sutiles, y sin que sepa la forma de calificar (para no propiciar alguna trampa), si es cien por ciento terrícola; si posee todas las características de un alienígena; o bien si guarda genes extraterrestres que lo revelen como supuesto híbrido. K, ajena a mis propósitos, por suerte pudo contestarme el 24 de abril devolviendo dicho test igualmente palomeado en cada una de los diez preguntas divididas en tres respuestas. Entre las que tomaba como desahogadas confesiones, comenzaron a desfilar unas sumamente interesantes. Por ejemplo, frecuentemente soñaba con figuras calvas con trajes ajustados al cuerpo, las cuales siempre tenían relación con platos voladores. Además estos entes se la pasaban vigilándola y en ocasiones acosándola. "Y experimento esa sensación extraña tan, pero tan real, que nada más porque sé que es un sueño, no me preocupo”. Me escribió K textualmente para añadir a manera de reflexión y consuelo: "A lo mejor a todo el mundo le ocurre así. No sé. Pero hace poco -la misiva databa del 24 de abril de ese mismo 1993- recordé que de chica constantemente soñaba que me convertía en otra cosa. Una cosa que no sabría nunca cómo describírtela, Luis. Era una sensación horrible al momento de transformarme en aquello… Aunque aclaro que en el sueño. Y el ser en que me convertía era algo más bajo que mi estatura (K debe medir cerca del 1.80 metros)" Comentario ex profeso Aquí hago un paréntesis para hacer la observación de que muchas veces las personas que tienen este tipo de sueños, es decir que ven al dormir tipejos con ojos saltones, enanos que actúan con el o la elegida de diversas maneras (de las que hablar de ellas nos alejaría del tema) y terminan haciéndola sentir al despertar que todo fue una pesadilla, pueden en realidad haber vivido dicha experiencia. La cual para evitar un trauma, los extraterrestres bloquean su mente de manera que lo hecho por ellos sea tomado como dije: simple sueño. O en su gravedad, pesadilla.
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¿Con sangre de aliens? Concluido el comentario anterior, prosigo con el revelador caso. Aparte de lo explicado por K en su misiva, en el test descubrí con mayor interés que la chica bien puede tener sangre extraterrestre resultando por ende una mujer híbrida o sembrada. Que si bien parece lo mismo, entiéndase que el primero es simplemente tener sangre alien, mientras que lo segundo se refiere a genes de alguna criatura espacial que en la vida del sujeto manifiestan conducta diferente al común denominador de sus congéneres. Y no consiguiendo controlar mis emociones, consciente del daño que pudiera provocar en una chica sana, ajena a las complicaciones del mundo extraterrestre, aun así le comuniqué al contestar su carta, que necesitaba ampliara su información con respecto a sus extra naturales vivencias. Deseaba saber por tanto, qué más soñaba o había soñado; cómo era ella en su rutina cotidiana de estudiante e hija de familia, como hermana, a la par que en el ámbito social y religioso, etcétera. En todo el tiempo de nuestro trato llevaba apuntes a manera de bitácora, de cuanto observaba y conocía de mi enigmática amiga. Desde el momento en que un sentido especial de sabueso e investigador me dictaba que -como he repetido varias veces- K no era una chica común. Y que nuestra relación menos. Más bien guardaba una razón (causal) de ser. Es por ello que advertía que la estudiante de ingeniería en sistemas de computación poseía dotes telepticas, pues entre nosotros, en varias ocasiones en que me preguntaba qué había sido de ella, o simplemente pensaba en K, ésta me llamaba por teléfono. Aptitud psíquica que me reveló manifestaba con otras personas. Igualmente la sentía demasiado sensible (aclaro que nada romántica porque nuestra amistad no llevaba esa línea) a tal o cual frase o acontecimiento. Apasionada de los OVNIs y sobre todo de la manera de ser y actuar de sus tripulantes, de los que cuando charlábamos telefónicamente de temas generales, tendía a cambiar la conversación para hacer comentarios de avistamientos o me refería la lectura de algo relacionado con los extraterrestres. Y menciono que por teléfono, porque al momento de escribir este libro a principios de 1995, únicamente nos hemos visto dos veces -lo que le hará a usted sin duda reflexionar más sobre este clase de amistad. Por algo yo experimentaba una extraña necesidad por saber de ella.
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Pero volviendo al caso, decía líneas arriba que contesté su carta rogándole abundar en datos en relación a sus misteriosos sueños donde vía transformarse en un ser difícil de concebir para ella. Asimismo, le revelaba que según sus respuestas en el test pudiera llevar sangre alienégena. La misiva la puse el 27 de abril. Mas al paso de unos días sin saber de ella, asenté lo siguiente en mi libreta: La respuesta de K no llega, ni creo que la tenga. Atento al apartado postal, la semana pasada no recibí nada, cuando sus cartas difícilmente se atrasaban. Por tanto, temeroso de que K se hubiera asustado ante mis deducciones de su origen real y no quisiera contestarme más (recordemos que es muy joven para enfrentar una realidad de esta naturaleza), preferí hablarle por teléfono a la casa de unos parientes con los que se hospedaba para atender la universidad. El lunes 24 de mayo lo hice a las cuatro de la tarde. La encontré y al revelarle mis temores y que no había recibido su correspondencia, me enfatizó que precisamente ella me había contestado el día 6 de mayo y en forma abundante. Extendiéndose por ejemplo en explicaciones sobre su nacimiento y el embarazo de su mamá. "Fueron dos hojas por ambos lados, Luis", me dijo para, ante la preocupación de que a esta fecha no hubiera recibido tal carta, ampliarme la información que reproduzco enseguida y misma que, por precaución, grabé igual que todas las convesaciones telefonicas. Entre otras cosas me relató: "Cuando mi madre estaba embarazada de mí, durante los nueve meses, en ocasiones se acostaba a descansar en el día quedando inmóvil regularmente (inclusive en las noches). En esos momentos sentía que alguien se sentaba junto a ella, le acariciaba la frente y le daba un beso. Esto la asustaba mucho. Una vez se encontraba mi papá a su lado y mi mamá le contó cuanto le venía ocurriendo. En otra ocasión, al lograr abrir los ojos distinguió claramente a una persona. Era como una sombra negra sentada a su lado. Mi progenitora pensaba entonces que se trataba de mi abuelita, que por fallecida ya no me conocería. "Nací y a los pocos meses enfermé. Siendo sometida a análisis de sangre. Al ver los resultados, el médico encontró y reveló a mi progenitoria que mi sangre era muy rara, dando a entender que no correspondía a la normal. Y hay más cosas, Luis, que de momento no recuerdo, pero que te las narro en mi carta, muy larga como te dije. Lástima que no te haya llegado".
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Yo finalmente la animé diciéndole que no se preocupara. Conocemos lo tardado del correo. Pero aun así ella protestaba porque habían pasado casi veinte días y este retraso o pérdida era la primera vez que se daba. Con excepción de la época navideña. Concluimos la plática y permanecí pensativo en mi sillón. Por fortuna era una hora en que no había actividad laboral. No me exponía a interrupciones. ¿Que habría pasado? ¿Tendría que ver alguien en el retraso de la carta que impedía además recibirla? Recordé la experiencia del audiocassette desaparecido misteriosamente en el aeropuerto de Monterrey, el cual contenía grabación de la fórmula del activador iónico sanador; revelada por su creador -a dictado telepático de los extraterrestres- Rolando Quiroga, del que hablo en "Alerta: Extraterrestres Aquí". Y ello me hacía suponer que, como siempre, lo que no debe ser, no se lleva a efecto. De cualquier manera había rogado a mi buena amiga que escribiera de nuevo narrándome sus experiencias y cuanto me había dicho en la correspondencia dada por extraviada. Y le recomendaba sacar una copia por si ocurría lo mismo. -Según yo desafiando al destino o a quien se opusiera. Yo por mi parte, en el momento de recibir la misiva le llamaría para que no estuviera con pendiente. Salieron de la laguna El jueves 27 de mayo recibí finalmente la carta deseada. Aquella que dábamos por desaparecida. Me comuniqué al instante con K, la cual se alegró con la noticia cancelando el documento que empezaba a prepararme y agregando un dato más que había recordado en los últimos días: A los ocho años de edad anhelaba llegar a ser astronauta. Lo que me llevó a inferir que desde muy pequeña tenía una necesidad muy profunda, de algún día dejar este planeta para ... -Ni ella lo sabría- deduje tras analizar la interesante confesión. Pero era muy prematuro juzgarla así. Faltaba tiempo y sobre todo lo que más ansiaba: reunirme personalmente con ella para cotejar varias de sus declaraciones. Sólo que pese a haber hecho el intento varias veces, nunca se dio un tercer encuentro.
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La tardía misiva tenía fecha del 3 de mayo.Y efectivamente, como me lo había anunciado K, abundaba en información. Empero, me refutaba algo. Un aspecto en el que no estaba de acuerdo. Se relacionaba con mi suposición de la hibridez. A este respecto, textualmente argüía: "Si realmente tuviera algo de hibridez, no sería tan burra, pues batallo mucho con las matemáticas. Por lo menos resultaría más inteligente". Yo le expliqué sobre este punto, cuando hablamos por teléfono, que la inteligencia no se mide en el aprendizaje paulatino de una materia en particular. Enseguida me confiesa que con respecto al sueño de sus transformaciones, fueron, -y aquí veo que se sale por la tangente sin querer- cuando estaba muy chica, a la edad de cinco años, "Precisamente cuando tenía las apariciones en mi casa, de un hombre que veía en la puerta de mi recámara. Estos sueños eran muy constantes. Mas no logro recordar el lapso de tiempo en que se dieron". Luego relata cuanto me había comentado telefónicamente, sin alterar ningún testimonio. Como comprobé al comparar grabación con escrito. El interés del cúmulo de revelaciones aumentó cuando en la misiva leo algo que omitió en la comunicación verbal del 25 de mayo: "Mi mamá soñó una vez que me enfermé de bebita, que una nave salía de la laguna que tenemos cercana y de ella descendía una pareja, la cual afirmaba ser mis padres, preguntando a mi madre por mi salud" A esto se sumó un dato que me había dado tiempo atrás en el sentido de que en cierta ocasión una familia entera había visto, junto con las autoridades de la localidad, emerger y acuatizar platillos voladores en la extensión de agua enorme y con una profundidad hasta la fecha desconocida. Este testimonio pude obtenerlo después de labios de uno de los testigos, quien en un audiocassette me grabó con detalle la escena que paralizó a los espectadores, los cuales acordaron en esos momentos callar para no crear especulación y escándalo al respecto. Joven sembrada Lo anterior nos lleva a considerar seriamente el caso que tuvo como final un silencio absoluto a partir de las extraordinarias y dignas de considerar en serio, confesiones. Estudiando con acuciosidad la historia de K, encontré en un tratado de Salvador Freixedo ("Biografía del Fenómeno OVNI" -Biblioteca Básica de Espacio y Tiempo) lo siguiente:
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Hay otros casos en que a una mujer casada los extraterrestres le extrajeron un óvulo y lo manipularon, volviendo a implántarselo en el útero, en donde posteriormente fue fecundado de una manera natural por su marido. Esta manera más fina de actuar, ya no es obra de los grises, sino de otros alienígenas más evolucionados cuyo propósito es lograr ejemplares más perfectos. De hecho, la criatura que nació como fruto de esta experiencia tiene un cociente intelectual fuera de lo normal y unas cualidades físicas excepcionales, no pareciéndose en casi nada a sus demás hermanos. Pudiera ser, por ende, que en esta clasificaci¢n entrara K. Es decir, que originalmente ELLOS llevaron a su progenitora (aparentemente en un sueño inducido) a la nave y le extrajeron una muestra de óvulo para llevar a cabo la operación indicada. Esto trae a mi mente lo que llegó a declarar Christa Tilton, una muchacha de Oklahoma que fue sometida a experimentos genéticos por parte de extraterrestres en la base subterránea de Dulce, en Nuevo México (ver "Alerta: Extraterrestres Aquí", al mismo Freixedo al coincidir en un congreso de OVNIs en Tucson, Arizona. La mujer le narró la forma como en repetidas ocasiones la habían llevado los del espacio -contra su voluntad- a uno de sus vehículos para manipularle todos sus órganos reproductivos, llegando a fecundarla repetidas veces y extraerle los fetos. Empero, en otra sesión no le quitaron al hijo y tuvo a éste normalmente, aunque como fruto de las manipulaciones que los aliens realizaban en sus ovarios. A este respecto el afamado ufólogo y parapsicólogo –con quien desde algunas décadas me une gran amistad- asevera que "Aunque parezca alucinación por parte de las mujeres, en la actualidad especialmente en determinadas regiones, hay muchísimas féminas cuyas funciones generativas están siendo manipuladas sin que se den cuenta. Además, los frutos de sus entrañas tienen un mayor o menor componente extrahumano cuyos alcances y propósitos desconocemos por completo". Esta acción por parte de los ovninautas es la que llamo yo sembrar, ya que la persona que nace de ese manipuleo o de esa inyección (¿inseminación?) de genes alienígenas en la terrícola. Crece como una sembrada, o sea como un ser que porta sangre de otro mundo (no necesariamente en alta proporción) y paulatinamente va demostrando características especiales tanto en su desarrollo físico como en el intelectual. Todo esto al analizarlo para llegar a dicha conclusión, me hizo además comprender la actitud hostil de la mamá de K. Su rechazo desde un principio cuando supo a qué me
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dedicaba -sumado al hecho de que conoció mi libro, me vio en televisión y palpó mi forma de pensar -se debió sin lugar a dudas al temor de que fuera a descubrir la verdadera identidad de su hija y comunicárselo. Secreto que esconde con justificada razón de madre. Científico híbrido Es muy importante dejar en claro que K no es el único caso de ser sembrada producto de actos extraterrenales. Tal vez alguna lectora pudiera parecerse a la chica referida y poseer igualmente genes de otro tipo de seres más evolucionados que los humano.Acto que oculta por motivos muy respetables. Pero los hombres no se escapan de caer en este contexto. Veamos: A principios del mes de septiembre de 1994 tuve una plática con el presidente de un asociación juvenil que estudia los OVNIs en la ciudad de México, un muchacho serio que me fue presentado por cierto por los señores Carlos A. Guzmán Rojas y Francisco Domínguez de la Rosa. El primero, en una reunión de trabajo que tuvimos en casa de Guzmán Rojas en la que estuvo como invitado especial, me habló de conocer el caso de un joven al parecer sembrado, y que ofrece características muy similares a las de K. Me explicaré: La mamá del supuesto contactado y sembrado, al enterarse que se estaba investigando a su hijo, y que el mismo andaba revelando sus experiencias y presentimientos con respecto a su verdadero origen, montó en cólera y arremetió contra los de la recién formada sociedad estudiosa ovnística, prohibiendo al vástago dirigir la palabra a cualquier investigador de esta materia. El afectado, tras haber sido sometido a una hipnosis regresiva en la ciudad de Puebla, dando a conocer con más detalles su caso, decidió refugiarse cerca de los volcanes aislándose de la familia y la sociedad para que no lo acosaran con preguntas. Y escogió esta zona porque desde hace algunos años se sospecha la existencia de una base extraterrestre entre el Popocatépetl y el Ixtaccíhuatl -como sostengo en el capítulo siguiente- en los máximos montes nevados que coronan varios valles en su entorno, incluyendo el de México. De ella salen según se afirma, los numerosos OVNIs que la gente ha divisado.
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Muchos aspectos altamente reveladores hubo en la disertación de AB (siglas del director del grupo estudioso de los objetos voladores no identificados, y conocedor directo de la historia que me ocupa), como los que siguen: "PV llegó a mí llamándome primero por teléfono porque había visto anunciada mi asociación en una revista especializada. Hicimos una cita y luego otras más. El tipo requería ayuda porque estaba viendo unos seres pequeños muy cabezones, de grandes ojos y estatura como de unos 20 centímetros, por las noches junto a sus pies. "Asimismo señaló que existe una carretera (y esto lo reconfirmó bajo hipnosis) por la que los entes marchaban hacia una base que se oculta más allá de la capital del estado poblano. Agregó que se le presentaban físicamente en su recámara y al cubrirse la cabeza para no mirarlos más, los intrusos se escondían o simplemente desaparecían. Cierta vez sus padres, por el trauma que comenzaba a presentar el muchacho, lo llevaron con un doctor que según el testigo de los extraterrestres se trató de una persona que jamás volvieron a ver. El galeno les reveló orginalmente -tras unos análisis- que PV tenía una sangre muy extraña, totalmente distinta a la terrestre. De ahí que determinaron cambiársela. -¿Como a K?- me pregunté. Días después la familia regresó a hablar con el médico que había tratado al muchacho. Y en la clínica donde se hizo la consulta y le practicaron los exámenes, el personal aseguró que nadie conocía al titulado... Huelga hablar de la reacción de los parientes". A raíz de estas revelaciones nos comenzamos a llevar mejor PV y yo, adquiriendo aquél más confianza conmigo para revelarme vidas que había tenido antes, como extrañísimas facetas de su existencia actual que nunca comentó con nadie. Llegó asimismo a hablarme de vivencias muy personales que yo había tenido y ocultaba celosamente." Y tras dar un sorbo al refresco que Carlos había colocado frente a él en la mesa de la sala, como degustar parte de la exquisita botana que los anfitriones saben servir en esa casa, ahondó más en la trayectoria de su investigado. "PV, nacido en la ciudad de México, estudió la carrera de arqueología. En ella se ha desempeñado con éxito. A sus 24 años de edad, manifiesta una extraordinaria inteligencia no sólo en el campo científico, sino en las relaciones humanas. En ocasiones acostumbra por ejemplo delatar aspectos muy escondidos de las personas que le rodeamos, como si leyera nuestra vida.
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"Ha pasado por momentos francamente incomprensibles, pues está seguro que en alguna ocasión estuvo en un laboratorio que llamó espacial en el que encontró expedientes relacionados con su persona y se topó con seres muy luminosos que le marcaron una misión a cumplir en la Tierra". -Aquí recuerdo a aquel muchacho que estudiaba inglés en Pachuca, de nombre Rubén, del cual hago referencia en el capítulo V. Sobre todo cuando hizo viajar astralmente a Paty, mediante hipnosis, a un salón apararentemente custodiado por unos seres de luz donde en una especie de arhiveros se guardaban documentos que hablaban de su vida. Mas la impresión que recibió la joven al leerlos fue tal, que regresó de su estado –al normal- negándose a ejecutar más esa orden. Asimismo me viene a la mente cuando los extraterrestres que lo salvaron del accidente le confiaron una misión determinada en el planeta. O sea que las ¿coicidencias? o más bien semejanzas en los contactados, continúan haciéndose evidentes. Casi para concluir el presente capítulo comentaré los rasgos más comunes de los seres ajenos a nosotros, que he relatado en esta obra. Mientras tanto volvamos con PV, para decir que de acuerdo al dirigente del nuevo grupo invetigador de OVNIs en el país, éste le reveló a finales del mes de agosto de 1994 que se marcharía a un sitio escondido de Puebla, más allá de la capital del mismo nombre, donde permanecería un buen tiempo. Tras el cual retornaría y buscaría a su amigo confidente. -Al escribir estas líneas, no teníamos noticias del sembrado y contactado, pero si consigo tener luego acceso al caudal de experiencias que seguramente ha de obtener en su misterioso retiro PV, entre alienígenas, escribiré la continuación de este como el anterior, asombroso caso. Una opinión He aquí lo que han vivido dos personas, un hombre y una mujer -que además no se conocen- en México. Contacto con puntos coincidentes que dan un toque más de realismo a los extraterrestres de los cuales aún duda mucha gente y no sabemos todo lo que esconden. Entre los símiles destacan la sangre diferente a la normal humana cuando se somete ésta a sus primeros exámenes. Ciertas habilidades y tendencias que saltan al común
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denominador de los demás. Marcada fascinación por los seres del espacio y sus naves. Y la rotunda negativa de la madre a tratar, el o la hija (que nació bajo condiciones relacionadas con algo o algún inidentificable ser cuya capacidad no le permite asimilar) con quienes nos dedicamos al estudio de esta materia. Sobre lo anterior considero que los experimentos a los que fueron sometidos primero sus progenitoras para tener el vástago la calidad de sembrado, no deberían de alarmar ni menos escandalizar a ninguno de los integrantes de la familia, como a la sociedad en sí. Es momento de enfrentarnos a un hecho irrefutable: seres de todo tipo existen, conviven con la especie humana y se valen de ella de mil maneras. Empero, reitero mi respeto a la mujer mexicana que, como toda típica latina, todavía adolece de los prejuicios, tabués religiosos y atavismos que la sociedad le ha contagiado desde siglos atrás. Sí, porque a diferencia de los países altamente desarrollados donde la sangre no se parece a la nuestra y por ende el criterio resulta más elevado para confesar sin pena toda experiencia extraterrena de carácter sexual, los que vivimos por lo regular como tercermundistas estamos inmersos en complejos provocados por vivencias que escapan a nuestro alcance intelectual. Y por ende, a nuestra idiosincracia. Es posible -vuelvo a lo mismo- que entre los lectores de esta obra exista alguna madre que haya pasado por esa manipulaci¢n de óvulo en la que resulta en cierta forma inseminada de genes de los visitantes nocturnos que aparenta soñar. Para al momento de la copulación con el esposo se mezcle sangre alienígena con terrestre y de esta manera el o la bebé nazcan con fisonomía humana. Sí, pero con dotes e inclinaciones que solamente a los de otro planeta pueden achacarse; como ocurrió en los dos casos expuestos: el de K y el de PV. De ser así espero, señora, que con estos pronunciamientos coadyuve, aunque sea con un granito de arena, a concientizarla junto con su familia de esta inobjetable realidad para que pronto salga de su profunda pena, de ese injusto remordimiento que puede atormentarle. Y digo injusto porque estoy seguro que usted no subió deliberadamente a una nave espacial para ser sometida a trabajos genéticos por parte de sus tripulantes. De ahí que le recomiendo afrontar con estoicismo -característico de toda madre- su realidad y delatar estos hechos a los especialistas en el campo OVNI.
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Finalmente, como prometí, deseo hablar de esos rasgos comunes en los agentes extrahumanos que circulan entre nosotros, pasan cerca de uno o nos visitan y ejecutan todos sus caprichos con la especie terrícola. Los tomo de mis buenos amigos -citados varias veces- Magdalena del Amo y Salvador Freixedo. Estos son en síntesis: <Interés en los asuntos humanos, es decir los dioses, extraterrestres, hadas, chaneques o gnomos, seres extra, inter y ultra dimensionales, como apariciones de tipo religioso que desde la antigüedad a la fecha nos dan mensajes, anuncian catástrofes, juegan con nosotros, dictan cartas y libros, etcétera. Siempre relacionado con nuestros intereses. <Relatividad del tiempo. La manera como lo toman es tan diferente que descontrola, como cuando un terrestre es llevado a una nave y en ella pasa un corto tiempo, mientras que en la tierra han transcurrido varios días. <Abducción de personas. Como le hemos subrayado, es cuando transportan a alguien en contra de su voluntad a su navegación sideral para someterlo a estudios y experimentos diversos. <Zonas específicas de avistamiento. Seleccionan lugares donde se levantan torres de alta tensión. Como veremos en los siguientes y últimos capítulos referentes a manifestaciones ovnísticas en Guadalajara. Asimismo lagos, lagunas, centros arqueológicos generadores de mucha energía, lugares públicos donde las pasiones, angustias, frustraciones y demás males segregan tanta adrenalina que atraen a ciertas especies del cosmos. Al igual que desiertos y volcanes. Amén de regiones de alta actividad sísmica. <Huellas físicas como las que han dejado al posar sus aparatos o tras ejecutar determinadas tareas en nuestros suelos. <Comportamiento ilógico-absurdo, como lo vimos en párrafos atrás. <Poderes que otorgan para bien o para mal a muchos contactados. <Conducta sexual. De la que también traté y ejemplifiqué anteriormente. Este es el panorama extraterrestre que vive el hombre de hoy (y que ha vivido el de ayer y visualizará el del mañana), de una manera general. Contacto escenificado en México que no he limitado porque en adelante versará sobre otra de sus formas: la visual, tenida aparte de la capital de la república, en el estado de Jalisco, donde constaté interesantes hechos que avalan la seguridad del asentamiento de razas superiores entre
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nuestras comunidades. A la vez que me enteré al escribir estas líneas de un grupo de extraterrestres que en la ciudad de Guadalajara trabaja con los de la tierra en pro de la salud y bienestar de sus criaturas; grupo que lejos de mantenerse en el anonimato, da la cara de una manera tan inteligente que solamente quienes han sido elegidos, o están preparados, los aceptan y comprenden, como siguen sus enseñanzas y sistemas. Lo invito pues a compartir conmigo una aventura inolvidable, llena de matices y salpicada de riesgos hasta de muerte, vivida en los últimos meses de 1994 en La Perla Tapatía (Guadalajara) luego de haber tenido contacto visual en Puebla y pasar por el de un amigo en la ciudad de México. …………………………………………
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XI. CONTACTO OVNI
Puebla: 5 astronaves en media hora Después de recorrer parte del ancho mundo de las criaturas nacidas allende las estrellas que se han prácticamente inmiscuido por doquier en la Tierra, a la vez que delatar experiencias tenidas con entidades correspondientes a los seres de otras dimensiones, descansemos la lectura para pisar otra faceta del contacto extranormal: la visual. Sí.Como hemos asentado repetidamente, el planeta entero ha sido asiento y escenario de millones y millones de navíos procedentes del espacio exterior. Y sus habitantes, testigos oculares de éstos en gran, regular y menor escala. Sobra por tanto la literatura al respecto, como abundan las personas que con autoridad o sin ella están entregadas a este estudio y difusión de mil maneras, hasta lucrando y engañando al prójimo. Gente sin escrúpulos abusa de la ignorancia de la gente como la inquietud de ésta por conocer del tema, timándola de una u otra forma. Pero también existen terrícolas serios y profesionales que saben investigar a fondo el tema OVNI y no reparan en comunicarlo al prójimo sin hacer negocio ilícito con él. Aquí aprovecho para citar a uno de los cientos de reconocidos estudiosos que hay en el mundo, como el caso del señor Marcelino Requejo Alonso, entregado a la averiguación objetiva del fenómeno OVNI desde hace 22 años, escritor en revistas de alta circulación y prestigio mundial a la par que estrecho colaborador de J.J.Benítez en su natal España. De él recibí cuando grababa en la computadora la presente obra, un muy valioso e interesante material de sus investigaciones en la provincia de Zamora en lo referente a 1994 basadas en su hipótesis de que tanto esta región como la de Orense, en el límite de la frontera con Portugal, representan el camino de regreso de los objetos voladores no identificados una vez que concluyen sus incursiones por España y otros países europeos. Estudio que agradezco en todo lo que vale, por este conducto y hago, con satisfacci¢n y orgullo, pública mi gratitud.
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Quiero aclarar por consiguiente que con este preámbulo penetro en el terreno físico de las naves construidas fuera de la Tierra porque en lo personal me ha tocado en los últimos tiempos (meses al momento de escribir esta obra) tener contacto visual con los OVNIs. Algo que representa una novedad porque confieso con honestidad que, fuera de una que otra extraña formación momentánea en el cielo, alguna vez, no había sido testigo fiel. Como usted quizás, de un avistamiento. Pero antes de explicar lo que vi, permítame ponerle en antecedentes. En 1994, di por primera vez una conferencia sobre platos voladores y ovninatuas en la ciudad de Guadalajara. Junto con un experto de aquella población, el arquitecto Daniel Domínguez (del cual hablo por cierto en "Alerta: Extraterrestres Aquí" por experiencias de teleportación y avistamientos que llegó a tener cuando radicó en la ciudad de México). Al término del evento fui invitado por unas personas a dar una vuelta en avión sobre una vasta región jalisciense, periférica a la capital Guadalajara. Esto tuvo lugar al día siguiente y con la finalidad de enterarme de la exagerada casuística OVNI en el bello estado. No pude aceptar la atrayente propuesta porque ya tenía compromiso y por la noche retornaba al Valle de México. Empero, me quedé con la tentación de realizar ese propuesto vuelo sobre sitios donde se han hasta posado los aparatos extraterrestres. Además se me planteó, como mayor atractivo, la posibilidad de enfrentarme a uno de éstos en las alturas y a bordo del avión propiedad de uno de los tapatíos que me hizo la cordial invitación. Y a quien llamaré –ocultando su identidad por razones obvias- Andrés Rivera. Esto fue lo que me incitó a efectuar una investigación de cuanto se me había dibujado. Y desde aquel 4 de febrero de 1994, fecha de la por fortuna exitosa exposición ovnística en la población referida, no dejé de proponerme cumplir con mi propósito hasta que finalmente lo logré en el mes de octubre de ese mismo año y aprovechando el viaje para planear con mi colega D. Domínguez el Primer Foro Abierto de OVNIs y Extraterrestres que dábamos en el país. Cuya fecha determinamos sería el 19 de noviembre en el moderno y espacioso auditorio de la Cámara de Comercio. Pero vayamos ahora sí a lo que tuve ocasión de presenciar antes en cielos poblanos.
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El viernes 18 de febrero Enrique Islas y yo fuimos invitados por nuestro mutuo y dilecto amigo el licenciado Arend Olvera a su casa campestre enclavada en la sierra de Puebla, conocida como "Finca don Antonio" y exactamente a 4,950 metros de Zacatlán de las Manzanas ("tierra de zacate") y a 220 kilómetros del Distrito Federal en dirección a Huauchinango; dentro de la misma entidad. Se trataba de pasar el fin de semana y averiguar si era cierto lo que un psíquico que asegura tener contacto con extraterrestres, había adelantado "por instrucciones de éstos": que el sábado 19 de ese mismo mes se manifestarían naves del espacio en algunos puntos de y vecinos a la ciudad de México. A las doce del día partimos a la propiedad. Nos acompañaban dos hijos del dueño, Arend Olvera Manríquez y su esposa Fernanda con Anamaris y su marido Javier Morán García; Miguel Olvera, padre del por cierto renombrado abogado mexicano catedrático entre tantas ocupaciones, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y como ayudante del licenciado su inseparable y fiel "Chuchito", como le decimos todos de cariño. Enrique, con quien iba yo en su auto, llevaba equipo de video y fotografía altamente profesionales. Asimismo un telescopio de buen tamaño para admirar la Luna y los planetas en una noche que algo dentro de nosotros nos advertía sería espectacular. Por nuestra parte, cada quien cargaba con cámara fotográfica y yo además con mi micrograbadora y binoculares. Avanzábamos, luego de pasar por la capital poblana, sobre la carretera 119 que comunica a Poza Rica. Viajábamos las nueve personas en tres automóviles el primero de ellos conducido por el anfitrión, quien a punto de llegar al poblado de Zacatlán (*) nos hizo hacer un alto total por una desviación marcada en el camino. * Ciudad de casi veinte mil habitantes y a dos mil metros sobre el nivel del mar, como famosa por su excelente producción de manzanas (de ahí su nombre completo), amén de ser, aparte de rica en ganadería y minería, la única población donde hay una fábrica de relojes gigantes que se colocan en fachadas, torres y demás. Pese a tener a la vista nuestra última etapa para a unos minutos arribar a la casa de descanso, nos vimos obligados a dar un gigantesco rodeo de dos horas por un camino de terracería muy transitado, ya que toda la carga vehicular de transporte pesado, autobuses foráneos, autos y camionetas, fue dirigida por esa casi vereda serpenteante debido,
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según nos enteramos, a que un camión de carga había volteado adelante de la intersección vial y como portaba material líquido venenoso, la policía de caminos no sabía en qué tiempo se resolvería la situación quedando la zona fuera de peligro por aspirar el aire tóxico. De esta manera, desalentados emprendimos el rodeo. Eran las cuatro de la tarde. Avanzábamos lentamente en medio de fuerte polvareda provocada por los vehículos. Y entre mis lamentos provocados por nuestra larga pérdida de tiempo, recuerdo que de pronto salió de los labios de Enrique, que conducía escuchando mi desahogada frustración, la siguiente frase que estoy seguro ni siquiera la pensó. Simplemente asaltó su mente y brotó de su boca: "No te preocupes, Luis. Te garantizo que esta noche viviremos algo inolvidable". Obviamente no hice caso de la positiva advertencia, aunque agradecí y festejé su buen humor y confianza. A las 18:00 horas arribamos finalmente a la extensa finca de treinta mil metros cuadrados de Arend Olvera. Ésta se levanta a un lado de la ruta que va de Zacatlán de las Manzanas a Huauchinango pasando por una zona tan turística como enigmática muy relevante: el Valle de Piedras Encimadas, donde la supuesta erosión ha hecho que grandes formaciones rocosas adopten figuras caprichosas. Además lugar, como comprobamos al día siguiente, de mucho magnetismo. Nuestro cansancio desapareció cuando vimos frente a nosotros un área cuya primera cara que da al visitante es un enorme huerto con trescientos manzanos. A un costado, a la izquierda, una casa en construcción que tendría bajo techo una alberca de muy buen tamaño. Y encabezando un espacioso terreno boscoso, la típica cabaña para las visitas, enclavada casi a los pies de viejos y gigantescos como robustos pinos, cuyas ramas parecían cobijar la confortable y pequeña edificación de troncos. En una hora, a las siete de la noche, estábamos instalados. Arend me invitó a recorrer el bosque, acompañados ambos de su asistente al que seguíamos iluminando el camino entre los apretados y numerosos árboles, que silenciosos atendían nuestro paseo nocturno balanceando sus troncos y verdes hojas, gracias a un suave aire que acentuaba lo frío del ambiente.
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Enrique y los demás habían terminado de emplazar cámara de video, fotografía y telescopio en espera de un suceso inesperado. O simplemente para disfrutar la imponente bóveda tachonada de estrellas, las que se dejaban ver ante la debilidad luminosa de la Luna que estaba apenas en su cuarto menguante. Contemplaban los muchachos la noche, cuando un grito de Enrique se escuchó en toda la comarca: "-Arend, Luis, vengan! ¡Un OVNI va cruzando el firmamento!". Eran las 19:15 horas. Apuramos el paso entre los obstáculos que había en el camino de regreso a la explanada donde se hallaba el resto del grupo de pie, admirando el avance de un luminoso objeto que sigzagueaba entre las estrellas y mismo que no alcanzamos a ver cuando nos reunimos con los demás. Sin embargo, recuerdo muy bien que ante mi frustración Arend expresó de una manera que el grupo, atento al espacio celeste abierto entre el bosque y la ciudad de Zacatlán, escuchó con fe: ¡Cálmense. Ya vendrán más OVNIs! -¿Por qué tan seguro? ¿Trataba acaso de animarme porfiado en que se repitiera la escena? Nadie objetó. Continuamos con la vista fija en las alturas cuando a los pocos minutos apareció como entre las copas de los árboles y en dirección igualmente hacia la cadena de montañas, una masa de luz muy brillante que ceremoniosamente avanzaba como advirtiendo nuestra inenarrable emoción. En un momento, y casi en nuestra vertical, se detuvo milésimas de segundo para continuar su desfile nada regular, pues parecía esquivar los astros para luego, próximo a la sierra, acelerar al máximo y desaparecer. No dábamos crédito. Yo con los binoculares que colgaban de mi cuello, no atiné a usarlos motivado por la impresión. Nadie se movía de su posición ni pensó siquiera en el equipo de videograbación y fotografía. Al poco tiempo apareció un tercer objeto, luego un cuarto y finalmente un quinto. Quise acercar la vista con los catalejos. Pero éstos sólo sirvieron para perderme de las maniobras de los navíos siderales, pues algunos de ellos cruzaron más veloces que los primeros y yo no alcancé a fijarlos con mis lentes de larga distancia. Todo esto sucedió en media hora, entre las 19:15 y las 19:45. No hubo más que expresiones de entusiasmo. Empero, sí recuerdo que Enrique en un momento lanzó un haz de luz de su lámpara sorda. Y como sé que es usual, pareció que uno de los objetos detuvo su avance causándonos un velado estremecimiento.
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Arend e hijo, Miguel, Fernanda, Anamaris, Javier, Enrique, Jesús y quien esto relata, quedamos sin habla por unos minutos. Presas de un silencio sepulcral que jamás había experimentado. Al fin hubo reacción que se tradujo en consultas de parte del grupo esperando una opinión al respecto, de mi parte. Mas únicamente atiné a decir: No cabe duda, hemos sido testigos del paso de objetos voladores no identificados como tales, en muy poco tiempo. Hecho inusitado a la par que extraordinario. Joven la mayoría de los presentes, no faltó quien tras la prolongada pausa que procedió a los avistamientos, reclamara la falta de grabación de las imágenes. ¿De qué sirvieron las cámaras de video y foto fija, instaladas coincidentalmente en dirección de donde cruzaron los objetos, sobre seguros tripiés, aparte de las que cada uno cargaba colgando de la cintura o del cuello? No cabe duda que la impresión general se trastocó en un mutismo; en un paralizamiento de nuestros movimientos y en una atracción enajenada. No volvimos a ver más. Nos retiramos a jugar cartas, escuchar música o ver televisión. Dentro de la casa y la cabaña. Huyendo del aire que se se había convertido en helado viento que calaba hasta los huesos. Yo, sin embargo, me resistía a aceptar lo que había visto. Siempre, desde mi adolescencia, soñé con divisar un objeto del espacio como los que apreciaba en los periódicos, revistas, el cine y la televisión, a la par que me platicaba la gente y estudiaba con pasión. Empero, hoy no concebía tal manifestación extraterrestre por la sencillez de su comportamiento. Esperaba más de las luces voladoras, tipo esferas avanzando en la misma dirección cada una. Como no soy partidiario de los juegos de mesa, me limité a escudriñar el firmamento en busca de una respuesta a mis interrogantes. Y así permancí buen tiempo sentado fuera de la cabaña. Protegido por caliente ropa de invierno. Observando el cielo y la inescrutable sierra. Halagados mis sentidos por la instrumental y bella música que Enrique reproducía en una fina grabadora la cual tornaba más subyugante el sereno paisaje nocturno. De pronto surgió por encima de las oscuras y majestuosas montañas una luz dividida en tres que llevaba una dirección definida acompañada del conocido ruido de los aviones que parten o aterrizan en alguna población cercana. O bien utilizan esta región como aerovía. Esto me hizo palpar la diferencia de las visiones anteriores, misma que fue
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reforzada cuando una hora después vi el paso fugaz de un meteorito, comprobando que lo primero efectivamente correspondía a objetos celestes no identificados. No fueron los únicos La visión anterior resultó ser mi primera apreciación directa de los aparatos dirigidos por criaturas pensantes procedentes de algún rincón del universo. El escenario me hace recordar que corresponde a una zona rica en centros arqueológicos, como es el estado de Puebla colindante con Tlaxcala, Veracruz, como Hidalgo, Morelos, México, Oaxaca y Guerrero. Entidades igualmente dueñas de tesoros piramidales emanadores potentes de energía. Asimismo, el paso o la ovniruta puede deberse a la que siempre se ha estimado exista: una base extraterrestre entre los volcanes Popocatépetl e Ixtaccíhuatl a la par que el Pico de Orizaba. Y deseo aclarar que ésta no fue la única vez que se vieron los OVNIs en la propiedad de los Olvera. Desde aquel viernes 18 de febrero he sabido por Arend y su familia frecuentemente observan las circunvoluciones de luces blancas en el referido canal aéreo. Se han sumado a estos desfiles fenómenos tales como el que cierta vez comprobaron asustados padre e hija, la menor llamada Erika. Estaban sentados fuera de la casa, al medio día, cuando intempestivamente apareció ante ellos una luz de buen tama¤o y color rojo encendido que descendió como exhalación en un árbol cercano. Para luego de detenerse una fracción de segundos y ascender a toda velocidad perdiéndose en el espacio. Lo anterior nos permite inferir que una fuerte actividad OVNI se lleva a cabo en la entidad poblana y sus alrededores. No en vano hubo una oleada muy pronunciada hace unos años, entre 1990 y 1993. Concretamente en el triángulo que forman los poblados de Atlixco, Metepec y Atlimeyaya. Y como Puebla, tras lo que refiero enseguida de la experiencia de Enrique Islas en su residencia en la capital de la república mexicana, Guadalajara no se queda atrás en la visita de extraterrestres y asentamiento de éstos. Veamos.
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Avistamiento grabado en la ciudad de México He hecho mención de un hombre entregado a la música con poco más de treinta años de vigencia. Me refiero al citado Enrique Islas, quien al igual que Arend Olvera conocí gracias a que les simpatizé una época en que intervenía más seguido en la televisión y me honraron entonces con su amistad. El artista con quien vimos los 5 OVNIs en Zacatlán de las Manzanas, vivió una experiencia digna de contarse como algo un tanto diferente. Salía de su residencia en el Pedregal de San Angel, zona de suntuosas residencias convertidas en verdaderas fortalezas situada al sur de la metrópoli azteca, una noche del 29 de marzo de 1994, casi un mes después de haber presenciado el desfile de Puebla. Eran las 19:40 horas cuando al voltear la cara a la izquierda, y sobre la calle de Risco, en sentido este-oeste, descubrió una bola luminosa de buenas dimensiones, como la de un balón de futbol soccer. Suspendida aparentemente a un costado de un árbol distante unos dos kilómetros de su casa e inclinada la copa de la planta hacia un costado; también izquierdo. Al día siguiente me llamó para invitarme a cenar a fin de revelarme con detalle lo experimentado la noche anterior. Sentado en su estudio de música, invadido de aparatos e instrumentos, como guardando finos muebles que rodean a una pantalla grande de televisión, con videocaseteras de distinto formato y una computadora con impresora y fax, el testigo comenzó a hablar: "Anoche me encontré con un objeto muy extraño al salir con mi auto, de casa, Luis. Y como en realidad era la segunda vez que me topaba con ese círculo -la primera, constatado igualmente por mi padre y varios vecinos, tuvo lugar en agosto de 1993 y en la misma dirección y no imprimí ninguna gráfica- decidí ahora sí grabarlo con una cámara de video Super 8. "De esta manera, salté del coche dejándolo sobre la acera para correr a avisar a mi progenitor -ingeniero con el mismo nombre-. Y solicitando ayudarme a montar el equipo de videograbación antes de que desapareciera el OVNI. Empero, la falta de previsión para este tipo de incidentes nos preocupó de momento, pues la batería de la cámara estaba agotada y esto nos llevó a conseguir extensiones eléctricas suficientes para conectar el equipo a un enchufe cercano, a la par que buscamos entre mis videocassettes, uno virgen.
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Por fortuna la aprensión no nos entorpeció montar a tiempo tripié y cámara, localizando el objetivo y recibiendo energía del interior del inmueble para operarla. Accionamos pronto la grabación, dejando correr la cinta mientras mirábamos con incredulidad y sorpresa que la gigante luz -comparada con las pequeñas que comenzaban a surgir al atardecer de un día limpio de nubes y Luna con baja intensidadempezaba a desplazarse hacia abajo -para nuestra perspectiva- lentamente, como descendiendo en un rumbo que estimamos era por el sudoeste de la ciudad; sobre la Magdalena Contreras y a la altura del Cerro Judío. Lo más increíble es que no alteraba su dimensión conforme parecía que no se alejaba repito-, sino bajaba no sabemos exactamente en qué sitio. En un momento ignoro la causa, la perdimos de vista. No la cámara que operaba con el zoom automático siguiendo la luz que irradiaba colores blanco y azul entre múltiples destellos, haciendo que la masa pareciera viva al expanderse y contraerse. Así estuvo por espacio de siete minutos cuando por su descenso, por cierto no en forma vertical, sino como escuadra primero a la derecha del pino y luego hacia abajo, desapareció por completo de nuestra posición". Tras dicha revelación me mostró el video en que tal y como lo dijo el genial arreglista, se dibuja perfectamente en la pantalla un objeto que al principio está inmóvil para luego comenzar a moverse en dirección horizontal a la derecha y hacia abajo después. Esto a velocidad palpablemente mínima. Esa noche me quedé hasta tarde porque junto con su papá nos pusimos a amplificar las imágenes cuadro por cuadro comprobando un objeto volador no identificado en el aire y ovalado; a diferencia de como se capta a simple vista (redondo) y con una sombra que pudiera pensarse en un campo magnético a su derredor, misma que se alargaba hacia la derecha en una franja que disminuía su grosor al final y mostrando en general un vehículo que bamboleaba en forma centellante entre un enorme árbol torcido en su parte superior y un poste de luz (de acuerdo con el ángulo visual de los testigos). Esta maniobra observada de manera tan fiel e impactante, impresa en una cinta de video con mucha nitidez, y captada la imagen junto con la luz de un automóvil que pasó en esos momentos, como se aprecia en la fotografía que tiempo después tomó Enrique para este libro, me pareció tan interesante que la exhibí públicamente en un programa de televisión que por su contenido informal, ameno y divertido a cargo de dos muchachos
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que sin guión improvisan sus carcajeantes puntadas, ve todo México. La emisión, que se trasmite en varios canales y en distintos horarios, se llama "El Calabozo". Y es importante asentar que la reacción del teleauditorio, como la de los conductores, fue muy favorable, a grado tal que hubo qué repetir la proyección para que la gente apreciara mejor el movimiento del objeto en relación a árbol y poste. Jalisco, ¿refugio de platos voladores? El estado de Jalisco es uno de los más prósperos e importantes de México que aparte de poseer una ciudad que es la segunda más poblada del territorio con un enorme acervo cultural y económico, Guadalajara (su capital), se caracteriza por su riqueza minera (oro, plata, cobre, hierro, cinc, mercurio y n¡quel), industria textil, cerámica y agrícola. En esta entidad que se ubica al occidente del país, existe una población llamada Ocotlán al sureste de Guadalajara y a 82 kilómetros de ésta. Hoy paso de la nueva autopista que conecta con la ciudad de México. Ocotlán se ha hecho famosa mundialmente amén de su producción, por haber sido plataforma de un objeto volador procedente de más allá de las estrellas. Sus características, como veremos, han llamado la atención de muchos investigadores de fama internacional entre los que recordamos a J.J.Benítez. Se suman a ellas, como leeremos en las siguientes páginas, visitas frecuentes de navíos siderales que hacen pensar en la toma de tierras jaliscienses como una especie de refugio por parte de éstos. Me habían hablado bastante de este OVNI hasta que conseguí averiguar qué tanto había al respecto y el por qué de su sonada popularidad. De esta manera, el jueves 6 de octubre de 1994 volé a la Perla Tapatía luego de haberme armado el arquitecto Daniel Domínguez (de quien he referido y lo haré más en esta obra y la siguiente) un programa de investigación muy completo. Luego de ser recibido por mi entrañable amigo en el aeropuerto, en la noche, me llevó a hospedarme, como siempre que voy a esa ciudad, a su casa. Atendido como rey por su esposa Rosy e hijos Roxana y Dany. A la mañana siguiente me esperaba un muchacho muy cordial que era el mismo que en mi anterior visita con motivo de la conferencia que referí a principio de este capítulo nos había invitado a dar un paseo en su avioneta particular sobre la zona de avistamientos y
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el lugar exacto donde apareció el impresionante OVNI de Ocotlán. Aquí me aguardaba el testigo presencial y descubridor del objeto, Raúl Domínguez. Cazador de OVNIs Puntuales nos presentamos Daniel Domínguez con Andrés Rivera, un joven de 35 años de edad. En su restaurante, un exclusivo lugar de comida internacional, al recibirme con una cordialidad que sentí innata en él, adornada por una franca sonrisa, me trató como si fuésemos amigos de siempre y nos habíamos dejado de ver unos meses. Y consciente de que yo iba no a asuntos sociales, sino a trabajar, a saber cuánto había de los OVNIs mentados, se fue directo al grano. Por mi parte, accioné mi micrograbadora frente a él y registré para usted, estoico lector que ha llegado hasta aquí -y espero que siga hasta el final- una amplia información como la que reproduzco textualmente. "Te contaré Luis que en el balneario de Suchitl n (en la periferia de Guadalajara), se han visto muchos OVNIs, precisamente cerca de Ocotlán, a donde iremos en unos momentos en mi avión. Inclusive se han observado en la planta Nestlé‚ que se levanta a la orilla del poblado. En esta industria un técnico encargado de verificar cada equipo, en pocas palabras del mantenimiento, en cierta ocasión advirtió una fuerte caída de luz que afectó los sistemas. "Y al mismo tiempo varios vecinos se alarmaron al paso de un platillo sobre la región, el que primero sobrevoló la zona y luego descendió. Debo hacer énfasis en que el ingeniero, que me pidió no revelar su nombre, posee los reportes escritos de cuando se le cayó la lectura de los equipos". Luego, sentado tras su escritorio de una oficina pequeña, pero bien arreglada, con un acuario a la entrada, y tras ofrecerme una limonada, empezó a darme antecedentes del objetivo principal de mis estudios ese día: la entrevista con Raúl Domínguez en Ocotlán para conocer pormenores de su impresionante y aventuresco encuentro. Me mostró algunas fotografías de las cerca de cuarenta que tomó el testigo el 24 de abril de 1993. Sobre una de ellas me explicó: "Este platillo rodeado de luces (ver ilustración que me proporcionó el autor) normalmente las apaga y aparentemente cierra sus escotillas, según se ha comprobado. Como observarás, parecen dos cazos invertidos, de cobre; de este color incluso. Y cuando sus
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tripulantes quieren asomarse, suben las escotillas y encienden las luces, estos cuadritos que están a la mitad del aparato en toda su circunferencia". Enseguida me enseñó otra gráfica donde se aprecia claramente la escotilla abierta y se palpa la luz interior, como la de un domo. Aunque subrayó que Raúl conserva una donde el aparato luce todo iluminado. Y así seguí fijándome en las exposiciones para adaptarme y compenetrarme de lo que más tarde conocería. Me relató, por otra parte, y cuando nos levantamos para salir del restaurante, que su novia Bety llegó a divisar un OVNI emergiendo de las aguas del Lago de Chapala y sumergirse poco después en ellas muy cerca de la isla de Mezcala. Quiso retratarlo, pero no lo consiguió. Y esto era el principio de un caudal de notas ovnísticas que me deparaba el destino con gente tan honesta, franca y magnánima, como la que empezaba a conocer en Guadalajara. Nos dirigimos por su automóvil no sin antes mostrarme el elegante restaurante que se destaca en una frondosa avenida que converge en la ya un ícono glorieta de la Minerva. En el camino grabé lo siguiente: "Una vez un avión bimotor despegó de Guadalajara a la ciudad de México y a los pocos minutos, se topó con otro avión. Pero aparentemente, porque el segundo inició una aproximación muy marcada a la nave comercial hasta que se desvaneció cuando se encontraba muy cerca, con peligro de colisión. Tras este incidente el aparato terrestre tuvo que regresar al aeropuerto por una falla que registró en su sistema eléctrico. Más tarde aclaró que en realidad habían sido dos los objetos no identificados, mismos que captó en pleno vuelo. Uno de ellos hizo maniobra de acercamiento a su aeronave mientras el otro permanecía alejado". Enfilados al aeropuerto civil, para realizar los trámites requeridos a fin de volar el aeroplano particular, no hablábamos de otro tema que no fuera el de los OVNIs. Mi micrograbadora captaba fielmente las pasmosas revelaciones, mismas que atendía a la vez con marcado interés entre preguntas y comentarios. Poco platicamos de su vida y mi vida privada, pues no había tiempo qué perder. Me había costado mucho esfuerzo y sacrificio hacer ese viaje dejando asuntos importantes de trabajo. De ahí que debía por tanto dedicarme a aprovechar esa gran
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oportunidad de conocer a fondo la actividad extraterrestre en esa singular y muy turística zona del país. Mi nuevo amigo me dijo pertenecer al Grupo OVNI Ocotlán. "Tenemos más de año y medio trabajando en este campo y la verdad es que no siempre vemos este tipo de materiales del espacio exterior", confesó sincero para agregar: "Muchas veces hemos estado bastante tiempo atentos entre los cerros, pastizales y ríos. Regresando a casa decepcionados. Sin embargo, cierta vez luego de permanecer varias horas en una llanura atisbando en el cielo, nos retirábamos desalentados a las 22:30 horas cuando al abordar la camioneta en la que viajábamos nos atrajo un resplandor enorme encima de las nubes y avanzando hacia nosotros. Pensé al principio que serían las fuertes luces que portan los aviones 727 en el tren de aterrizaje para iluminar entre las nubes primero y después en tierra. Pero me equivocaba. Aquello resultaba increíble. Cuando la luminosidad estaba sobre el grupo, nos cubrió a todos. ¡ParecÍan las dos de la tarde! Nos miramos unos a otros tratando de entender lo que veíamos y volteamos a ver el fenómeno.Yo cargaba una cámara, pero no quise usarla para no perderme el avistamiento en lo que la preparaba y afocaba, como disparaba. -Aquí recordé lo de Zacatlán de las Manzanas: que no usamos el equipo de captación quizá por el temor de no contemplar a la perfección todo el espectáculo. "La cosa ésa -continuó mi interlocutor- dio dos giros y fue perdiéndose hacia el Lago de Chapala. Decidí entonces comunicarme de inmediato a la torre de control de Guadalajara y recibí esta respuesta: Sí. El objeto viene enfilado hacia la pista 10. Y enseguida me aclaró el controlador aéreo que nunca se habían visto fenómenos de esta naturaleza. En alguna ocasión captaron varios, pero ninguno como el que estaba sobre todos nosotros. Y es que el aparato era como un huevo gigante luminoso verde turquesa que despedía destellos a los lados, como los aviones en la noche. Lo seguimos con la vista hasta perderse dentro de las aguas del lago referido, extensión lacustre de unos 10 kilómetros de ancho por 60 de largo que se ubica al oriente de Ocotlán con profundidades, especialmente en donde acuatizó el OVNI, hasta de 60 metros. Andrés puede decirse es todo un cazador de naves del cosmos. Usa su monomotr como cualquiera el auto. Diariamente vuela dos o tres horas en torno a Guadalajara en busca de nuevas apariciones y rastreando este tipo de objetos.
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En la lluvia de anécdotas me reveló otra por demás asombrosa. “Era una tarde. Llevábamos sesenta minutos de vuelo y los ecos (término aéreo con el que se designan los objetos voladores no identificados) no pasaban. Íbamos en la avioneta un piloto, Bety mi novia y yo. Volábamos sobre Villa Hidalgo, 80 kilómetros al noreste de Guadalajara. Empero, vimos algo que comprobamos enseguida con el servicio de radar, mismo que nos informó que teníamos un eco en nuestro rumbo. "Como un puro gigante" "Entonces traté de incrementar la velocidad para acercarme, pero lo mismo hizo aquella luz, la que nunca nos dejó aproximarnos pese a que yo imprimí la máxima potencia a la nave. De pronto nos dimos cuenta que estábamos ya sobre Aguascalientes y la luz continuaba adelante, por lo que decidí regresar y, cuando efectué el viraje, el objeto, que estaba oscilando, realizó una vuelta completa hacia la izquierda y nos pasó por abajo a velocidad increíble. Te puedo hablar de unos mil kilómetros por hora, cuando nosotros volábamos a unos 120 nudos (300 kilómetros) cuando mucho. Y se perdió bajo nosotros. Se trataba de una masa de luz anaranjada bastante extraña. Y algo más curioso ocurrió entonces: tomamos varias fotografías con ASA 1600, para exposición de baja luz, e inclusive nos acabamos la película. Y al revelar el rollo salieron todas las gráficas negras, pero no como cuando se velan, que se ven transparentes, sino como si el material fotográfico fuera virgen: un negro total. Empero, las primeras fotos que imprimimos de día, en un atardecer cuando nos dirigíamos al rumbo señalado, salieron muy bien. Específicamente de la número 24 en adelante. Cuando empezamos a dispararle a esa aparición utilizando la misma Canon automótica, salió el negativo como crudo; negro por completo. Sin desalentarnos seguimos tras los ecos. Cada tercer día lo hacíamos sin resultado alguno. Hasta que se me ocurrió volar hacia el eco. Y así lo hice cuando se nos advirtió de la presencia de uno de éstos próximo a nosotros. Con la sorpresa que el objeto nos cruzó a 300 metros. Lo que me lanzó a hacer un viraje de regreso para tratar de emparejarme a él. Guiado por el radar del aeropuerto, ya que el tipo de avión que tengo no posee esa clase de equipo. Lo logré y de repente se traslaparon los ecos viéndose en la pantalla solamente uno (ignoro si sería el mío). Entonces le informé al radarista que haríamos una prueba: dar un viraje brusco, fuera de lo normal, para averiguar si el OVNI procedía igual. Y de esta manera, tras ir con el eco encima, viré a la derecha, a 90
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grados, como operación de combate. La respuesta fue que el eco nos siguió, siempre atrás de nosotros. Esto nos da a entender que dichos ecos son inteligentes. Que no era una falla del radar, o sea una recurrencia -Así se llama cuando se envician los radares, es decir cuando se manda una señal de radar a Centro Monterrey y el radar de Guadlajara alcanza a captarla saliendo entonces de ella un eco... Diremos fantasma, que no existe. "Recuerda, Luis -dijo volteando hacia mí al hacer alto en un semáforo- que el radar envía señales. O más bien impulsos. Lo capta otro, que no debía recibirlo. A ésos se les denomina ecos de segunda recurrencia. Bien, pues aquella vez hablamos con los técnicos y pudimos checar el radar de Guadalajara, el cual suponíamos andaba mal. Pero nos aseguraron que para nada, pues tenía el máximo ajuste; trabajaba perfectamente. Esto nos impulsó a salir de nuevo haciéndolo sobre Lagos de Moreno (Jalisco). Yo portaba unos binoculares autofocus –continuó muy motivado Andrés-. Al enterarnos, seguimos al primer eco cuando de pronto, usando los catalejos busco hacia arriba, no hacia abajo porque este tipo de radar civil -el de Guadalajara- nada más deteca horizontal, no vertical. Empezamos a rastrear y en una de ésas pasó una mancha, indefinida, por los miralejos. Volví a buscar y de nuevo la ubiqué: era como un tubo, como el fuselaje de un avión DC 10 de unos 100 metros de largo y a unos 30 mil pies (9 mil metros). Mientras que nosotros volábamos a 12 mil (3 mil 600 metros) y el radar seguía detectándolo. Al tenerlo el objeto a la vista, enfilé la avioneta a ese rumbo gracias al HSI, un director de vuelo, y curiosamente en el radar se apreciaba que yo lo iba siguiendo, por lo que confirmé sería efectivamente un OVNI. La masa voladora avanzaba como a base de brincos. No se desplazaba como nosotros, sino que saltaba y retrocedía como para brincar el doble. Cuando vi eso pensé que podría ser una ilusión óptica, pero no. Inclusive comprobé que tampoco era una mancha en la mica del avión, ya que a esa distancia los binoculares no la enfocan por la cercanía. Y en cambio el aparato se veía muy definido. Y comprobaba esto cuando el intruso empezó a meterse en una nube muy alta. Lo que me demostró que no podía ser un efecto de la ventana de la Piper. Además despedía vapor blanco por debajo, como una especie de bruma que se apreciaba claramente en el especie de puro. Lo que no permite ser distinguidos los vehículos del espacio, fácilmente".
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- ¿Qué tamaño le calculaste? -pregunté acercando más la grabadora a mi amigo. "Unos 100 metros de largo, como te dije antes. O sea más grande que un DC 10. De la mitad para atrás, era como un fuselaje, mientras que la otra, que captamos mejor, tenía lo equivalente a unas antenas. Lucía como un puro gigantesco; una nave nodriza quizás". – Contestó AR para comentarme que desde ese avistamiento se ha puesto a estudiar tardes enteras los movimientos y rutas de esta clase de objetos advirtiendo que poseen una vía muy difinida. Por ejemplo, salen de San Ignacio Cerro Gordo y vuelan diagonalmente para el noroeste y luego cambian al instante de rumbo hacie el norte. "Y eso es siempre, Luis. Todos siguen ese patrón por la zona mencionada. Y de regreso igual. Además de que hay unos que van y otros que vienen", complementó el joven piloto aviador para atender mi siguiente pregunta: - ¿No habrá allí un área arqueológica que los atrae? "Efectivamente. Y como a unos 35 kilómetros al suroeste, en Chicomostoc, dentro del estado vecino de Zacatecas. Por el rumbo de Juchipila existen además unas extrañas cuevas y profundos cañones que al parecer ocultan algo que atrae la atención de los visitantes del cosmos. Según muchos reportes que tenemos. Y supuestamente por donde se pierden como ecos en el radar, es por cierto la Zona del Silencio que comprende, más al norte, la convergencia de los estados de Coahuila, Chihuahua y Durango. Se dice que pudiera ser ésta una salida desde el área de Cerro Gordo, por Tepatititlán, Jalisco, hacia la zona magnética que tú conoces, Luis". -Yo con un movimiento de cabeza asentí. Y mi compañero añadió, sin el ánimo de reclamarme, que precisamente cuando me hizo la primera invitación, en la conferencia del mes de febreo, estaban ocurriendo esta serie de avistamientos. De cualquier manera yo me disculpé por no haber podido corresponder. Andrés me explicó luego que los OVNIs se presentan en estas regiones circundantes a la capital de Jalisco, por etapas. Lamentablemente en octubre, la época en que me encontraba no era una de éstas. La casuística OVNI había disminuido. Enfermó del hígado Recordó en esos momentos, en los que afloraban sus numerosos recuerdos y anécdotas mientras atendía el volante del auto (y hecho que me revelaba que el tipo no podía ir maquinando fantasías, sino que se dejaba llevar por reminiscencias) que en julio
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apareció un eco a las 17:30 horas correspondiente a un objeto volador no identificado que emergiódel Lago de Chapala y tomó dirección noroeste. Vecinos del norte de Ocotlán vieron la luz muy grande que avanzaba a baja altura sobre los árboles subiendo y bajando, como explorando el terreno. En otra ocasión, cuando se construía la autopista Guadalajara-México hubo un objeto de naturaleza no terrestre estacionado sobre la misma a poca altura y al lado izquierdo del camino -como lo registré en la fotografía que me enseñó en su oficina, de una persona que imprimió dos gráficas al circular por la vía antes de la inauguración oficial-. Esto nos llevó a deducir que los avistamientos aumentaron cuando se estuvieron "volando" los cerros para levantar la carpeta asfáltica entre y sobre ellos. -Yo aduzco a la energía que se desprende en dichas explosiones. Le hice el comentario de cómo aprovechan algunos seres del espacio exterior -y absorben- la energía de los lagos (el agua), las hidroeléctricas, termoeléctricas, plantas de electricidad, torres de alta tensión y centros piramidales. Sobre esto comentó que el Grupo OVNI Ocotlán se reúne cada lunes en la Casa de la Cultura del poblado para evaluar las informaciones de sus integrantes, los cuales comunican avistamientos y estudios de éstos en la región. En dicha agrupación destaca Raúl Domínguez López con su célebre OVNI de Ocotlán y demás experiencias, al igual que el ingeniero Luis Barajas, el cual ha hecho dibujos del comportamiento OVNI en la zona. Inquirí interrumpiendo su inercia: ¿Qué has sentido cuando ves esta clase de naves? "Una emoción indescriptible. Y eso porque siempre he ido o estado acompañado. Pero por ejemplo Raúl, que los ha visto solo, la primera vez enfermó del hígado (ya verás por cierto las fotos que conserva de estos aparatos). Y la verdad -afirmaba con gran seguridad mi informante conduciendo mientras tanto con destreza en un intenso tránsito que se agravaba tal vez por la hora, la una de la tarde- es que este fenómeno, palparlo es como el pastel que se da a un niño: primero lo prueba y después desea más y más. Empero, si se le sigue dando –sobre todo en exceso- puede causarle daño al estómago". Con este caso concluyó el desahogo de casos AR, coincidiendo su para mi gusto interesante aportación de datos, con el arribo al aeropuerto civil de Guadalajara para efectuar los trámites respectivos y obtener permiso para volar su nave, misma que tenía deseos vivos de conocer porque presentía una aventura como las que me atraen como periodista e investigador: llena de emociones y riesgos; algo atractivo qué platicar, en una
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palabra. -Distaba mucho de imaginar que viviría un estremecedor episodio que amenazaría hasta mi vida misma-. Y de ello me referiré en el siguiente capítulo como preámbulo de la descripción -a cargo del testigo- del prometido OVNI de Ocotlán. ……………………………………………………
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XII. ODISEA EN OCOTLÁN
Acrobático vuelo Éste y el restante capítulo continúan el relato de cuanto viví y capté (contacto visual) con alienígenas en Jalisco. Como todo lo que entrañó de peligro y misterio, narró ahora lo que procedió una vez obtenido el visto bueno para usar pista y espacio aéreo con dos motivos: conocer la extensísima zona de avistamientos de OVNIs, con sus supuestos sitios de aterrizaje. Y entrevistar a Raúl Domínguez en su lugar de residencia y escenario de su encuentro físico comprobado, con una nave del espacio. Del aeropuerto civil, ubicado a un lado del internacional, nos dirigimos a los hangares. Al cabo de caminar un buen tramo, entre aviones de diversos tipos, alcanzamos el suyo donde lucía su fina avioneta turbocargada de cuatro plazas, monomotor y que por lo mismo vuela mucho más rápido que los demás aviones de su clase. Abordamos a las 14:13 horas. Rivera encendió la máquina y nos enfilamos primero a cargar combustible mostrándome en el trayecto el manejo de todos los instrumentos, hasta la manera de reabastecerse de gasolina o kerosena, a la par que checar niveles de ésta en las alas. Lo hacía con tanta acuciosidad, que presentí que planeaba dejarme la nave en un momento dado. ¿Habría adivinado mi pasión por la aviación?... Aunque siempre fue mi anhelo tripular una nave, no esperaba que ese día lo hiciera. Tras llenar los tanques, solicitó permiso y ayuda a la torre de control para el despegue y mantenimiento de la ruta de vuelo fijada previamente en la hoja de especificaciones. Yo advertí que usaba un lenguaje muy familiar con los operadores y controladores aéreos, quienes a punto de despegar nos desearon "muy buen viaje". A las 14:34 de ese viernes 7 de octubre despegamos con destino a Ocotlán, Jalisco. En un momento estábamos volando sobre un sitio donde mi amigo, que domina su avioneta como uno de nosotros un sencillo automóvil, asegura haber visto platos voladores sobre un claro de un cerro carente de árboles. "De ahí incluso aparentemente salió uno de los objetos, Luis", me señaló soltando el volante luego de inclinar la nave a la derecha para que yo pudiera sacar fotografías, las cuales se sucedieron por espacio de una hora sobre diversos sitios, tales como el cerro Suchitán entre Santa Cruz el Grande y Cuautitlán, revelándome que cuando hay oleada de OVNIs éstos se ven a diario en dicha zona. La última –oleada- por cierto había tenido lugar el día anterior, por el cerro del Chiquihuitillo,
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el que visitaríamos pronto y que mucha historia esconde; como el lector se enterará más adelante. Y en uno de los llanos que me mostró donde se decía había descendido un objeto, se apreciaba un buen espacio de tierra quemada, con una extraña marca. "Lamentablemente no hemos podido ascender hasta allí para estudiar el terreno porque no nos autorizan los dueños, que seguramente ocultan algo en esa parte", dijo al respecto y platicando como si tuviera piloto automático el aparato, pues no accionaba aparentemente nada y movía las manos y cuerpo como si estuviéramos en la sala de casa. Yo no apartaba la grabadora que portaba en mi mano izquierda siempre dirigida a Andrés. Por fortuna el ruido del motor no era obstáculo para captar fielmente cuanto me decía: todo importante como apasionante, noticia. Sobrevolamos un área de unos cien kilómetros sobre una alfombra tapizada de bosques, cuyos fondosos árboles nos regalaban un hermoso paisaje. Rincones que captaba mejor con mis prismáticos que colgaban del cuello y la cámara fotografica que no soltaba de la mano derecha. Todo era una acrobacia perfecta. El avión ascendía y descendía como se inclinaba a la derecha o a la izquierda igual que un papalote. Recuerdo que al elevarnos el aeropiloto me preguntó si me gustaba volar en un avioncito como el suyo y le contesté afirmativamente, revelándole lo que expliqué líneas atrás. Que uno de mis sueños de adolescente fue pertenecer a la Fuera Aérea de Estados Unidos.Y cuando estaba a punto de lograrlo, mis padres no me dieron su autorización por avecinarse la guerra de Vietnam. Mi madre, con ese premonitorio sexto sentido que caracteriza a las mujeres, especialmente a las progenitoras, rotundamente se negó a firmar los papeles donde autorizaba mi ingreso a dicha corporación. (Esto lo agradecí más tarde cuando, en su lecho de muerte, me hizo ver que tenía razón en no haberme permitido incorporarme a las filas del ejército del aire americano cuando nos enteramos que en el conflicto de oriente enviaban por delante a soldados mexicanos). Luego quiso saber si no me mareaba en estos vuelos y lo negué muy seguro, pues no creía que ninguno se pareciera a los tumbos y virajes de la montaña rusa. "Pues ahora verás, Luis". Me espetó y efectuó un movimiento brusco ascendente para de inmediato bajar en picada donde casi se me sale el corazón. Fueron sólo segundos, que
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hube de reír a carcajadas festejando la broma de mi compañero, aunque recomendándole no repetir. Chapala, base extraterrestre Y emprendimos la travesía aérea rasando los sitios visitados por los extraterrestres y danzando aéreamente a baja velocidad para que yo pudiera imprimir en mi cámara todas las imágenes, como ocurrió no solamente en el célebre cerro del Chiquihuitillo, donde vio el magnificente OVNI Raúl Domínguez, sino en el turístico y legendario a la par que apacible, Lago de Chapala. Al llegar a esta gran extensión de agua, una vez que brincamos las montañas que custodian la eternamente radiante Perla Tapatía, se dirigió en primer término a la isla de Mezcala, peñón de origen volcánico que emerge con una amplia extensión de terreno y forma de dos aspas a manera de nebulosa. Dicha ínsula, sin duda la mayor de la laguna, es poseedora de una interesante historia relacionada con epopeyas de la independencia de México. Asimismo cuna de José Santana, líder de los indígenas de su pueblo. Y más tarde gobernador (en 1816) de una tierra que sintió el fragor de encarnizadas batallas por espacio de varios años. Pero también esconde un misterio: una base submarina de naves de otros mundos en donde moran seguramente habitantes muy diferentes a nosotros desde tiempo atrás. (Mi entrevistado de Ocotlán abundará en esto). Girando en torno al pedazo de tierra, notamos por ejemplo un área de aguas tranquilas, superiores a las del resto del lago, donde abunda la pesca, como también sitio en el que según infinidad de reportes se han visto sumergir y emerger platos voladores que se dirigen por lo regular al Chiquihuitillo. Y sus maniobras las realizan de preferencia en las noches. Descendimos -creí que volaba en un hidroavión- hacia un islote cercano que mostraba el tular completamente aplastado. ¿Por quién o quiénes? Pues posiblemente por un vehículo sideral que rasó la superficie enclinando los tules hacia la dirección que llevaba; supuso Andrés, el cual dos veces sobrevoló esta zona para darme oportunidad de tomar fotografías a una distancia tal que, con el avión volteado de mi lado creía que estaba a punto de tocar con el ala derecha la isla de unos 15 metros de largo (ver ilustración). Sobre esto el conductor me explicó que ninguna persona puede pisarla porque en realidad no es de tierra, sino de lirio sobre el que crece el tule. "Por eso la causa de ese
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aplastamiento, que por cierto no estaba anteayer. Debió ser por un OVNI, que al acercarse acuatizando en este segmento y la isla de Mezcala, con el viento debilitó las plantas", añadió mi informante para luego mostrarme el presidio que se levanta como único vestigio de cruentas luchas, en el centro de Mezcala: un enorme castillo construido de roca, como se aprecia en las fotografías que tomé, que habla de emanación de energía por cuanto hubo en él de asesinatos, castigos, suicidios y demás. Ese cuadro me hizo pensar en manifestaciones al por mayor de fantasmogénesis (figuras fantasmales), lo que mi interlocutor me entendió, porque asegura que en una ocasión en que acampó con el grupo investigador de Ocotlán, en los alrededores del penal, escucharon en la noche ruidos de cadenas, lamentos, gemidos, y otros fenómenos aterradores. Cabe añadir que no sólo en esa parte se ven OVNIs, atraídos tal vez por la cantidad de energía –repito- que se genera producto de tantas calamidades humanas. Mi anecdotista me habló de un amigo piloto dueño de una casa de campo en el oriente de la laguna, en la que han visto descender platos voladores y perderse entre las aguas a escasa distancia de ellos y en noches muy claras, lo que tiene a la familia desoncertada. Pero continuemos con la travesía aérea para llegar a describir mi... Primer aterrizaje, mareado Sí, como leyó. Dejamos la laguna para acercarnos al cerro Suchitlán, en el que el piloto investigador vio también salir un extraño aparato de su cima -en cierta ocasión- y me señaló la marca que dejó. "Allá está abajo. Obsérvala, Luis", me lo pidió emocionado. Lo cual no sólo lo hice, sino que fotografié al instante. Y si no lo conseguía, el aviador daba una vuelta de 180 grados para que lograra mi propósito. En este lugar me dijo que había tomado fotos del OVNI que luego vería en la casa de Domínguez. Después volamos el Chiquihuitillo, monte del que mucho trato adelante. De ahí nos acercamos a la autopista recién inaugurada, que comunica –como expliqué antes- a Guadalajara con del valle de México y viceversa. Me mostró el lugar donde se había aparecido el objeto cuya gráfica aprecié en su oficina. "Esta zona, muy próxima a Ocotlán, como puedes ver, es igualmente ventana de muchos avistamientos", expresó mientras volábamos a 300 metros de altura en términos generales. Porque en el trayecto sentí varias veces que rozaríamos algún árbol o podía saltar a palpar alguna huella dejada por un navío del espacio.
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La forma manera de volar, con tanta destreza y un alarde acrobático, me causó un fuerte y extraño mareo. Y digo extraño porque, como me notó luego Andrés, nunca me cambió el color rosado de la cara por el pálido. Sí. Tuve que reconocer contra mi orgullo y voluntad, que cuando arribábamos a Ocotlán experimentaba un malestar que solamente la palabra mareo podía explicarlo, aunque dudo fuera esto en realidad por lo que me sucedió luego. En un momento, al confesar mi molestia, me pidió fijar la vista en el cielo, que esplendorosamente limpio adornaba los verdes y esplendorosos paisajes. Enseguida abrió una escotilla del piso para que me entrara suficiente aire. Obedecí respirando profundo, pues no deseaba perderme un segundo la experiencia de volar en forma como ésa, ni de gozar del bello panorama que la naturaleza nos ofrecía. Me sobrepuse lo que más que pude. Para continuar disparando mi cámara y hurgando con mis binoculares los rincones por y de donde supuestamente han salido los OVNIs. Sin embargo, cuando minutos más tarde comenzamos a sobrevolar el pueblo de Ocotlán, dando varias vueltas en corto para saludar a Raúl Domínguez López, quien afuera de su casa aguardaba vernos, tras haberle avisado Andrés por el celular de nuestro arribo y pedirle recogernos en la pista de aterrizaje de la planta Nestlé, las sacudidas y volteretas aéreas me regresaron el mal consistente no en un vacío del estómago, sino de un desajuste total de mi cuerpo. Yo empero, no dije nada al piloto, pero creía morir cuando, ajeno a mi estado, feliz volaba sobre la catedral y la plaza principal invitándome a seguir disparando mi cámara; fotografías que no me explico cómo salieron tan bien. Y en un momento, al enderezar la nave y enfrentarnos a una imprevista y fuerte turbulencia, yo pedía a gritos (interiormente) aterrizar, ¡bajarme del avión! Empero,mi amigo, ignorante de las turbulencias -valga la palabra- que me atormentaban, Decidió dar otra vuelta sobre la ciudad para presentarme a RD desde las alturas. Y al verlo, me pidió: "Observa, Luis, allí sigue Raúl. Salúdalo, pues tiene muchos deseos de conocerte".Yo no podía ya ni hablar. Únicamente hice un ademán de saludo al aire, sin atreverme a voltear más abajo. En el instante en que la avioneta avanzaba totalmente inclinada de mi lado para ver mejor a dicha persona. Finalmente determinó el intrépido aviador tomar pista. Y para colmo -aunque reconozco que resultó sumamente emocionante- a punto de aterrizar me dijo a manera de
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ordenamiento: "Hazlo tu, Luis" (refiriéndose a la acción de aterrizar la nave). -¿Queeé?protesté. Y en tono convincente y contagiante de una seguridad extrema, expresó: -Sí. Tú puedes. Es muy sencillo. Sólo toma el timón con ambas manos y los pedales. Saca el primero halándolo hacia ti para levantar la nariz del avión hasta que sientas que las llantas traseras -que ya había expulsado del tren de aterrizaje- toquen la pista. Enseguida, suavemente, poco a poco, vas metiendo el timón hacia adelante para enderezar el aparato hasta que la rueda delantera toque piso.Después controlas la Piper con los pedales alineado a la raya blanca punteada que nos marca la mitad de la plataforma pavimentada. Yo no daba crédito a la acción. Hice caso como autómata. Olvidé -de momento, aclarola fuerte mariada o extraño malestar que me aquejaba y procedí... En el fondo creía que mi amigo controlaba el avión, pues de reojo vi que llevaba las manos asidas al timón que le correspondía, lo que me tranquilizó. No obstante, por si las dudas maniobré como si efectivamente tuviera el mando, concentrándome en la operación hasta su final. En esos instantes pasaron por mi mente los riesgos de un aterrizaje; los miles de accidentes que ha habido. Pero me sobrepuse a todo temor y, con una seguridad salida de la necesidad de evitar una tragedia, actué atendiendo al pie de la letra las indicaciones elevando al punta de la avioneta mientras -eso sí era cierto- el piloto controlaba la potencia del motor. Y despacio, muy despacio, fui conduciendo a tierra el aparato hasta conseguir sentir el roce de las llantas traseras. Para luego, con suave inclinación, la delantera, en el pavimento. Una vez en tierra, Andrés me recomendó mantenerme sobre la línea blanca en medio de la corta pista controlando y manejando la rueda delantera con los pedales derecho e izquierdo. La verdad es que esto lo hice zigzagueando, escuchando la voz de mi amigo que conteniendo un tono casi de angustia me dictaba: “¡Derecha, Luis... izquierda...!" Porque ya en tierra, nada me importaba. Maniobré la monomotor zigzagueando. Como un conductor con copas. Y al concluir el para mí interminable trayecto en plataforma, me pidió girar a la izquierda deteniendo el vehículo para luego dejarme lanzar un fuerte suspiro que se trocó en estallido de satisfacción y felicitaciones de mi conductor. La nave de Ocotlán
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Raúl Domínguez aguardaba acompañado de su hija Verónica de 20 años de edad, la cual fuimos, tras las presentaciones de rigor, a dejar a su casa para trasladarnos a un restaurante en las afueras de Ocotlán, en un lugar apacible a la orilla del imponente Lago de Chapala. De esta manera proceder a la programada entrevista sobre sus experiencias con ese OVNI que he visto en importantes publicaciones de circulación internacional. En cuanto a mi incomprensible y difícil de explicar malestar, pues éste me regreso al tocar tierra. Y al comentarlo a Andrés, éste me "tranquilizó" diciendo en broma y dándome una palmada en la espalda: "Anímate, Luis, pues ahora será peor tu problema. Desde el momento en que estuvimos una hora volando, ascendiendo y descendiendo. Esto aumentará la sensación de vaivén, en tierra". –Yo reí forzado. Me abstuve de responder. Aclaro que días después recibí información de que existe una zona magnética en el Chiquihuitillo. ¿Será por los OVNIs? A consecuencia de esto mucha gente se marea regularmente al pasar o visitar esa región. Inclusive en ocasiones las brújulas se alteran, como demás instrumentos de navegación, a la par que hay una fuerte corriente de vientos entre dicho cerro y el del Tecolote. Por lo que haya sido, nunca olvidaré esa molestia que me duró unos 45 minutos no obstante haber tomado limonadas y comido unas exquisitas empanadas de pescado. Al igual que tacos de hueva de Carpa, que me recomendó luego Andrés durante la plática con Raúl, la cual reproduzco a continuación: Sentado frente al autor de la famosa historia del platillo volador de Ocotlán, con Daniel a mi derecha, y teniendo como escenario atrás del testigo, unos juegos infantiles que en medio de un florido jardín miraban a Chapala, inicié la entrevista accionando la micrograbadora que coloqué entre el hombre de unos sesenta años de edad y este periodista, en la mesa. Para ello solamente pude expresarle, a causa de mi serio transtorno que disimulaba al parecer muy bien, ya que nadie se acomedía a recomendarme algo para aliviarme: -Por favor, hábleme de usted y cuénteme su experiencia con el famoso OVNI de Ocotlán. ¿Cuántos objetos de éstos ha visto además. ¿Y cuándo fue la primera vez? Y esto bastó para que el comerciante, que entre paréntesis guarda cierto parecido con Rolando Quiroga, el contactado de Monterrey de quien hablo en "Alerta: Extraterrestres Aquí", no me diera pie a más preguntas, comenzando el relato de esta manera.
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"Exactamente el 24 de febrero de 1993 a las 6:00 horas vi el primer OVNI y por espacio de unos quince minutos. No estaba muy lejos, pero desgraciadamente en el campo no puede uno hablar de distancias por falta de referencias. Y en la oscuridad menos, ya que a esas horas aún no sale el Sol". Empezó a dar cuenta el robusto hombre de piel bronceada y en un tono tan tranquilo como ameno, a la par que convincente. Ya había comido, lo que sirvió para que no interrumpiera su larga exposición de noventa minutos que trataré de resumir. "Posteriormente con mi hija Verónica llegué a apreciar un platillo volador en un cerro, ascendiendo y bajando. Y más adelante, el 20 de septiembre del mismo año, me topé con otro que pasé en dirección norte-sur aquí, en Ocotlán. La nave tenía forma de trompo, no de plato como aquél que retraté en febrero. "Debo advertir que a mí el fenómeno OVNI nunca me había llamado la atención hasta que cierta vez vi un video grabado en Ocotlán en un cerro donde según unos policías de Jamay -pueblo vecino de éste-, lo miraron elevarse ante ellos y dirigirse al Chiquihuitillo. Los guardianes del orden afirmaban que un sábado se encontraban algunos de ellos en su rondín cuando al subir por una brecha al cerro Jamay hasta la cúspide, descubrieron elevarse el platillo sin dejar huella alguna. Descendieron entonces asustados por su vehículo para huir veloces hasta el palacio municipal de la comunidad donde al lado trabajaba un fotógrafo, al que pidieron llevar una videocámara para regresar a grabar al OVNI. De esta manera, más tarde captaron que el aparato realizaba una serie de evoluciones entre ellos y el Chiquihuitillo. "A los cuatro días el hermano de dicho hombre de la cámara me mostró el video apreciando que se trataba de una luz solamente que efectuaba movimientos muy bruscos en un tiempo de 22 minutos. "Lo corrí en la videoreproductora varias veces porque no daba crédito. Hasta que finalmente me convencí que no era un avión ni un helicóptero. De ahí por consiguiente, mi inquietud de empezar a rastrear enigmáticas luces en el firmamento. "Tiempo después se formó un grupo entregado a la investigación de los navíos procedentes de otros planetas y con éste, una noche vimos, frente a Ocotlán, una formación de 7 bólidos que subieron y bajaron de un cerro frente a la laguna para pasar a ras de las aguas como planeando. De pronto viraron todos hacia el mismo lado, el izquierdo y se alejaron hacia la parte contraria del lago. Entonces empecé a comprobar que algo había allí, por lo que decidimos subir al Chiquihuitillo, donde se apreciaba mejor el espectáculo, sólo que al acercarnos no captamos nada.
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"Yo nunca me desanimé, a diferencia de mis amigos, con excepción de uno que cierta noche se quedó conmigo en mi camioneta observando en el campo, el cielo. Y alrededor de las 23:30 horas apareció una especie de aerolito que entró sobre la curva de Pontitlán para a los pocos segundos estar sobre nosotros flotando cadenciosamente. De color ámbar, el objeto fue después a descender del otro lado del cerro, el derecho de nosotros, donde se detuvo un tiempo. Apagó sus luces y al encenderlas apareció en otro sitio. Mostró por tanto esa peculiaridad: apagarse para cambiar de lugar. No sé si por la velocidad a la que se desplazaba tan rápido no se podía ver, mas cuando frenaba, sí. Por otra parte comprobamos un hecho más: cuando la nave espacial estaba flotando en el espacio, pasó cerca una comercial y aquella disminuyó su intensidad lumínica hasta casi apagarse quedando como una brasa. No obstante, al alejarse el avión de pasajeros, volvió a irradiarse. Esto singifica que manifestaba movimientos inteligentes. "Todo ello me estimuló para seguir buscando OVNIs. "Nuestro grupo se desbarató pronto, en enero de 1993, ante el desaliento de la mayoría, que no siempre presenciaban el paso de platillos voladores en las noches de campamento. Mas yo desde mi casa sí los captaba y rastreaba con binoculares. "Me di cuenta que les llamaba sobre todo la atención la excavación para el levantamiento de la autopista Guadalajara-México, a un lado justamente del Chiquihuitillo. Y para ello había qué dinamitar las toneladas de roca y piedra que estaban en la ruta trazada. Todo esto hacía que dos o tres veces por semana un OVNI recorriera dicho tramo cruzando el cerro en diagonal sobre la vía de comunicación. Sintiéndome en ese momento más repuesto de cuanto me aquejaba, pregunté algo que aún no sabía bien en relación a la existencia de magnetismo en ese monte. Ante lo que el exponente explicó. "Tal vez exista un campo magnético en él o en sus cercanías, porque hemos comprobado que las baterías de las lámparas sordas y cámaras se descargan pronto aun siendo nuevas." Asentó el entrevistado. Cuestioné también si habría radiactividad en la zona contestándome negativamente, aunque aceptando -repito- un nivel de carga magnética, lo que me hizo razonar sobre mi supuesto mareo, adjudicándolo exclusivamente a este campo en el Chiquihuitillo cuando al mes siguiente que regresé a Guadalajara a presentar el I Foro Nacional Abierto de OVNIs y Et's con Daniel Domínguez, en un tiempo libre Andrés Rivera invit¢ a su novia, mi esposa y a quien esto escribe, a volar hasta las playas de Jalisco, entre ellas Melaque,
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Barra de Navidad, Careyes y demás. Recorrimos más de cien kilómetros disfrutando el mar y sus arenas a muy baja altura, como maniobrando en torno a los hoteles y jugando con las nubes, sin que nada nos alterara. Nadie ni menos yo, experimentó el mínimo malestar durante dos horas que duramos sobre la avioneta que en ocasiones parecía moverse como avión de control remoto. Pero sigamos con el de Ocotlán. "En lo personal he llegado a la conclusión de que el atractivo principal de estas naves de procedencia estelar parecer ser el Lago de Chapala, ya que inclusive todos los ribereños afirman que entran y salen éstas de sus aguas. "Es más -agregó mientras bebía un poco de soda- sospecho que más bien sea la laguna una entrada a cavernas en los cerros y que el tan nombrado Chiquihuitillo esté hueco por dentro con acceso a Chapala. Y digo esto porque existe un detalle: en un tiempo el monte poseía un respiradero en la parte superior cuando el lago estaba con sus aguas a alto nivel. Incluso el mismo cerro mostraba una grieta por la que salía aire caliente. En cuanto descendió el líquido contenido, la abertura se tapó por completo. O quizás esconda un túnel abajo por el que se puede llegar y que se comunique con una base submarina cercana al Lago. "Ahora bien, este fenómeno data de muchos años. Uno de los fundadores del museo de Ocotlán, recién fallecido y de nombre Federico Ávila, admirado y querido en toda la ciudad, me llegó a confesar que cuando éste se mudó a Ocotlán, procedente de su natal Ciudad Guzmán (Jalisco) en el año 1913, estaba de moda ir a la laguna a presenciar la ‘entrada y salida de un aerolito’, como decía la gente. Y él fue de los que disfrutaron de tal espectáculo", señaló Ra£l agradeciendo con un ademán al mesero que le ofrecía otra bebida. Muñeco del espacio intocable Aproveché la leve pausa para dar un breve giro a la plática e inquirir si han descendido seres de ese cúmulo de aparatos no identificados. Mi nuevo amigo, el cual pidio tutearnos al adquirir confianza conmigo, volteando a ver a Andrés para luego continuar dirigiendose hacia este periodista, tomó aire para narrar dos casos que aclaraban mi duda. "Circulan en la región algunas versiones no comprobadas de apariciones de extraterrestres. Una de ellas me la dio un joven que vive en el pueblo siguiente, Zula. En
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1985 regaba los jardines de la hacienda de sus padres, cuando apareció ante él y dos amigos más que lo acompañaban en la fresca noche, un ser de 1.20 a 1.30 de estatura despidiendo una intensa luz. Surgió a unos tres metros de distancia y los testigos huyeron del lugar en el acto. Empero, el informante reveló que alcanzó a apreciar bien al extraño, el cual no era cabezón pero sí tenía los ojos inclinados para atrás. Se notaba con intenciones amistosas, pero ante la sorpresa que les causó no supieron luego a dónde se fue ni qué hizo después". "Por otra parte, una tía me platicó que hace como 30 años vio a un hombrecito de este tipo, de día. No era luminoso ni portaba escafandra, pero sí un traje que le cubría todo el cuerpo, excepto la cara. "El primero en verlo fue un primo hermano (hijo de mi pariente) que a los seis años de edad jugaba canicas en el patio trasero de su casa cuando se le apareció. Lo vio tan bonito, que se le figuró un muñeco al que intentó tocar, sólo que al aproximársele el humanoide retrocedió y esto alarmó al infante, el cual corrió a contar a su mamá el incidente pidiéndole fuera a verlo con él. Desde luego que la señora no le creyó y hasta lo reprendió delante de otros parientes por sus mentiras. Pero el chico insistió halándola del brazo y tirándole unas lentejas que limpiaba para la comida, hecho que irritó a la mujer, la cual salió tras el infante con un leño para castigarlo. "En su carrera el pequeño y horripilante ser le salió al paso causándole una impresión tal al verlo con los ojos saltones como de mosca, y sin párpados, que cayó desmayada al piso. Al escuchar el golpe, los familiares acudieron a axuliarla. Y una vez que volvió en sí, miró electrizada con los suyos a la criatura en una especie de saltimbanqui dando brincos, controlando el aparato con dos pedales y un panel horizontal en la parte superior con instrumentos. Después operó el objeto brincando hasta la barda más cercana para de ahí a una bodega vecina y finalmente a un paracaídas enorme y redondo que permanecía en lo alto (yo pienso era un platillo volador -comentó el entrevistado) y desaparecer con él en un santiamén". De esta manera concluyó RDL la serie de revelaciones para referirse por último al tan mencionado y esperado OVNI de Ocotlán. Se acomodó de otra forma en su silla y entró en materia haciendo ademanes de manera que mantenía a quienes lo escuchábamos muy atentos a los interesantes relatos. Como preámbulo me indicó que duante varias noches había estado observando con su familia desde su casa, un extraño y grande aparato no identificado que por las noches
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volaba entre el Lago de Chapala y el Chiquihuitillo. Esto, tras inclusive fotografiarlo desde la azotea, lo hizo tomar la decisión de acercarse a él por el cerro y retratarlo al amanecer. "Ante esta serie de avistamientos, y presintiendo que ese día vería el plato volador, una madrugada tomé la mochila de caza, aprovechando que era la temporada y mi deporte favorito, guardando la lámpara especial dentro de ella. No quise despertar a mi esposa ni a nadie tomando los objetos en la oscuridad de la casa. Abordé mi camioneta y pronto arribé a un terreno de mi propiedad en las faldas del Chiquihuitillo. Aunque para llegar a él debo pasar por la huerta de un vecino cerrada la pequeña puerta de madera con un candado cuya llave no tenía, lo que me obligó a dejar el vehículo afuera y saltarme la reja luego de extraer de la maleta la lámpara de mano que probé y funcionó. Así empecé a caminar cuando me salieron unos bravos perros de los que me escondí para luego huir a toda carrera entre la milpa y alcanzar un arroyo donde encendí la lámpara y ésta no respondió. Extrañado, pero más hurgido por los canes que estaban a punto de darme alcance, gracias a la luz de la Luna pude cruzar las aguas deteniéndome a arreglar mi equipo conectando el cable del encendido a una batería que cargaba de 6 voltios. Empero, tampoco ésta generó corriente, no obstante ser nueva. "Oculto luego entre los maizales, descubrí de pronto el OVNI del lado oriente y a unos metros de mí, detenido a la altura de las antenas de comunicación celular. "Eran las 4:45 horas. Yo permanecí agazapado viéndolo. Lucía hermoso y yo deseaba con fuerza se acercara más a mí para tomarle una fotografía. Ah, pero para esto recuerdo que cuando lo vi por primera vez, me sentí indefenso no sabiendo para dónde correr si se me aproximaba. Entonces descubrí un árbol de mezquite escondiéndome tras él. Allí quedé observándolo y aguardando a que amaneciera más para retratarlo con definición. La mañana no aclareaba y los minutos se me hacían horas. "Se me ocurrió por tanto hacer el intento de fotografiarlo con el obturador abierto, por lo que tomé la bolsa donde cargaba la cámara, percatándome con frustrada sorpresa que en mi prisa y nervios, al salir de la casa había tomado la cartuchera de la escopeta en vez del estuche de fotografía. ¡Y allí estaba el OVNI, flotando ante mí, que rabiaba de coraje! "Quedé acongojado mirando el objeto cuando uno de los perros que me husmeaban me localizó y trató de atacarme, defendiéndome con cuanto proyectil estaba a mi alcance consiguiendo alejarlo. En esos momentos volteé la vista al platillo y ¡ya no estaba!
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"Desesperado tomé el equipo dejado en el suelo y emprendí la carrera a buscar a la nave al otro lado del cerro. Y es que entra una excitación cuando ve uno estos aparatos, Luis exclamó Raúl para continuar. "Recorrí el monte con la esperanza de localizar al del espacio, hasta que amaneció, retornando desalentado a casa... "Pero a la madrugada siguiente recuperé mi ánimo decidiendo no darme por vencido. Por lo que regresé tras ese desafiante como singular objeto que no había conseguido retratar. "Para ello pedí prestada la llave del predio que debo atravesar para alcanzar el mío en el monte. El señor Ramón Cortés, su dueño, accedió sonriendo maliciosamente. A lo que yo rectifiqué que no era lo que pensaba, para lo que requería abrir el candado. Es más repuse- reirá de verdad cuando le confiese mi real propósito: pretendo fotografiar un platillo volador que ronda por estos lares. "El tipo quedó mirándome unos segundos para preguntar en tono de protesta: -¿Y por qué cree que he de burlarme? ¡Esa cosa tiene más de diez años viéndose por aquí! -¿Cómo dice? -inquirí sorprendido- Sí. Y por la parte de abajo el OVNI lanza una luz blanca que ilumina la montaña. - ¿Con qué motivo? ¿Qué buscan estos artefactos? -Pues dinero. ¿Qué más pueden buscar en el monte durante las noches? -Repuso el adulto que de acuerdo a su mentalidad juzgaba así las maniobras de este tipo de vehículos y seres que los tripulan. Añadiendo que tenía constancia de que toda la orilla de la barranca al pie del cerro era también alumbrada por la nave del espacio, de la que aún no encontraba explicación de aparecerse. "Al fin logré entrar con mi camioneta hasta donde necesitaba, por un camino de terracería muy angosto. Y lo hice varias veces sin resultado alguno. No conseguía ver el OVNI. "Igual transcurrió el mes de marzo. A principios de abril me hallaba muy abatido y cansado por tantas desveladas aguardando ver mi ansiado objetivo que francamente se me había convertido en una obsesión. "Acudía al lugar yo solo, pues ya nadie aceptaba acompañarme y permanecer hasta las cuatro y media de la mañana en espera de la aparición de un objeto desconocido para nosotros. Inclusive mi esposa trataba de disuadirme temiendo que me fuera a ocurrir algún accidente o un asalto. Pero yo no claudicaba en mi propósito.
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"Por fin en Semana Santa de ese cuarto mes del año llegó a mi tienda de ropa un hombre a comprarme unas camisas. Era un pescador procedente de un pueblecito cercano. Y conversando amistosamente con le pregunté si no le representaba mucho problema el lirio de la laguna para pescar. A lo que me respondió tajante que para nada, porque allí donde desciende y se sumerje el platillo volador no se acerca el lirio, expresó con gran seguridad y aplomo. Yo, empero, no pude contener una ligera sonrisa, negando con ella la presencia de estos aparatos en la zona lacustre. No obstante el tipo, lejos de molestarle mi mal disimulada burla, me espetó: -No cree en ellos porque no los ha visto en la madrugada. Pero nosotros nos metemos a pescar al lago como a las dos de la mañana y observamos cuando entran y salen de éste. "La verdad yo me resistía a aceptar tal versión porque me había hecho a la idea de que esta clase de naves habían sido elaboradas para volar, no para acuatizar. Por ello cuestioné a mi cliente si ¿no sería que cuando llegan a la laguna se retira un área de agua y los vehículos apagan sus luces? A esto aclaró que les consta que los OVNIs entran porque avertimos perfectamente cómo disminuye la intensidad de luz al máximo y empiezan a perderse bajo las aguas. Al cabo de unos minutos los vemos emerger. Prueba de cuanto le afirmo es que en estos días se ven salir más o menos al amanecer para perderse entre el Cerro Grande y el Chiquihuitillo. "Este señor fue por ende quien me dio la clave del sitio donde se captaba el objeto volador y la hora aproximada en que lo hacía. "Comprendí entonces que no había tenido suerte porque acudía al lado opuesto de dichos montes. "De esta manera, el 24 de abril de 1993 decidí marchar al sitio exacto, entre ambas montañas. En esa ocasión al fin me tocó ver pasar uno. Aunque nunca esperé que me cruzara tan cerca, a unos doce metros. Además lo miré salir de improviso, y sin dejar escuchar el menor ruido. Solamente cuando se detuvo en mi vertical, escuché un ligero zumbido, como el de un panal de abejas. "Por primera vez llevé un can conmigo; un cachorro Pastor Alemán de tres meses que por juguetón se metió entre un zarzal persiguiendo a un conejo. Tuve que liberarlo con un palo, trabajo que me cansó y obligó a reposar sobre una piedra bajo un árbol para esperar pacientemente.
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“Transcurrió el tiempo. De pronto el perro empezó a gruñir. Ya había algo de claridad y gracias a ella busqué el motivo de la reacción del animal, como la cercanía de una persona o una bestia. Mas enseguida cambió el comportamiento de la mascota y de agresiva pasó a dócil comenzando a gemir y a pegárseme al cuerpo. Dos veces la hice a un lado con el pie derecho, molesto. Empero, en la última que la lancé lejos de mí, la sentí sumamente nerviosa porque en ese momento creía ver algo, que hizo al Pastor Alemán tirarse de panza al suelo con el hocico sobre la hierba. Y en ese instante salió intempestivo el plato volador del cerro, volando en dirección diagonal hacia mí. Y venía tan bajo que temí ser derribado por el disco de unos veinticinco metros de diámetro (la altura no la pude calcular porque surgió, como dije, de pronto). "Yo cargaba mi cámara lista. Una Minolta con telefoto de 200 mm porque estiamaba verlo -como en febrero- de lejos. Mas el vehículo se proyectó de tal manera que confieso que si hubiera estado de pie, habría emprendido la carerra. ¡Qué retratarlo ni qué nada!... "Estaba, como mencioné, sentado sobre una roca recargado en el tronco de un arbusto y éste en cierta forma me dio seguridad y protección con su follaje. "Por su parte, el OVNI al cruzar por donde me situaba dio medio giro a la altura de la falda del cerro y siguió el contorno del terreno. "Marchaba a esas horas tan despacio que pensé caería en algún lugar, pues avanzaba como dando bandazos, o bamboleándose más bien. Porque cuando iba muy rápido lo hacía en línea recta, no así ahora. Por eso temí que estuviera fallando. "Delante de él estaba una barranca, donde pareció frenarse un poco. Siguió luego para ascender a los pocos segundos quedando en mi ángulo visual y a no mucha altura. Tomé la cámara y oprimí el disparador. Empero, dos ideas me inquietaron: que los tripulantes del navío en forma de sombrero fueran a pensar que les apuntaba con un arma y se defendieran lanzándome un rayo; o que de nuevo no funcionara mi equipo, como ocurrió la primera vez cuando extrañamente la batería se descargó sirviendo antes de llegar al punto de observación. "Apreté confiado el obturador y escuché el sonido de la máquina, indicándome que sí trabajaba. Por lo que continué sacando fotos hasta que se retiró la nave. Acabándome la película. "Todo tembloroso me disponía a abrir el compartimiento del rollo de la cámara, cuando reaccioné y primero coloqué el telefoto para luego extraer la película, que al cambiarla por una virgen cayó de mis manos. Y es que no atinaba a instalarla bien.
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Finalmente lo logré y activé el enrollado automático para imprimir por lo menos seis fotografías más. Ahora con ASA 400 y más calma, afocando debidamente porque antes no sé cómo tomé las fotos. En verdad estaba seguro que no saldría ninguna de aquellas. Y no era tanto el miedo como la aprensión, la que me traicionaba. El miedo fue únicamente cuando apareció ante mí la increíble construcción extraterrestre. Sobre todo cuando vi que se alejaba. Recordé un dicho que reza: ‘Enemigo que huye, puente de plata’. Por tal razón me tranquilicé. Y así permanecí, como me lo había propuesto. "Al tomar las fotos reparé en un detalle observado una noche como a las once: encontrándose el plato a un costado del cerro, de estar detenido en un segundo se disparó a toda velocidad dejando solamente un rayo en el cielo, como un rayón. Esto me hace considerar que dichos aparatos para lograr tales movimientos deben portar seres que los tripulan. Es decir que transportan inteligencias superiores a la nuestra que maniobran sus vehículos de la manera más inusual e incomprensible para la tecnología terrestre". De esta manera concluyó el protagonista de la historia con esta reflexión que se apoyó en un ejemplo. "El 6 de enero de 1994 -recordemos que la entrevista se hizo el 7 de octubre- me reportaron un platillo volador sobre la eucalera, a un lado de Ocotlán (palabra que significa lugar de eucaliptos) que lamentablemente no pude apreciar porque a esas horas, 11:30, el Sol para mí estaba de frente, mientras que en otro lugar los testigos lo tenían a sus espaldas. Éstos me aseguraban que vibraba mucho, es decir ondulaba en su posición estática. Además de que aparecía y desaparecía ante su vista. "Por todo esto creo que los navíos del cosmos entran y salen de diferentes dimensiones, pues se materializan y esfuman a voluntad. Seguramente -dijo en tono más pensativo el entrevistado- pasan a una cuarta dimensión". Cuestioné al respecto si no será que somos nosotros los que, como vibramos distinto inclusive entre sí (no se diga con relación a los extraterrestres) no todos captamos estos objetos en el cielo o posados en tierra.
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Mi interlocutor opinó que más bien ELLOS son los que cambian su estado frecuencial. Porque en el caso último que expuse, cuantos veían el OVNI notaron cómo de pronto empezó a vibrar a alta velocidad, dando la impresión de que se iba para atrás y se tornaba difuso, borroso, dejándose de divisar. Ello sin ninguna nube y en medio de un cielo muy azul. Lo que comprobé a esas horas. Aunque -repito- por el mismo astro rey no tuve oportunidad de mirar al del espacio exterior. En lo personal considero que son ambas cosas: terrícolas y alieníneas junto con sus transportes, vibramos por lo regular en difrente escala. Y de esta forma concluyó la entrevista y grabación de las a todas luces fascinantes experiencias, como audaces aventuras que vivió Raúl Domínguez López, un ocotlanense serio, sincero, amable como sencillo que oculta definitivamente el haber tenido, entre tantos avistamientos, un Encuentro Cercano del Tercer Tipo con los ocupantes de los vehículos siderales. En dos o tres ocasiones sutilmente le tendí una trampa para que cayera y me dijera la verdad. Pero prevaleció su astucia y rehusó hablar de tratos con los ovninautas; hecho que como reciprocidad a su confianza y tiempo brindado, como amistad franca, prefiero respetar. Andrés Rivera pidió la cuenta del consumo en el restaurante que había deleitado la plática con música de los 60s interpretada por Ray Conniff. Como si el programador de la música ambiental conociera lo que me gusta esta orquesta y sus interpretaciones. En breve nos despedíamos los tres de los diligentes meseros que atentos habían escuchado la interesante exposición a prudente distancia. Todo marchaba a la perfección. Mi salud había mejorado y, el material logrado representaba un bagaje informativo para mí, que iba feliz en la pick up con mis dos nuevos amigos ajeno a una maldad del destino que como pesadilla y amenaza de muerte, se cernía sobre nosotros. Incidente que narro en el capítulo que sigue, final de la obra, para llegar luego a un caso de contactismo francamente espeluznante efectuado también en México. Y del que hasta donde tengo noticias, nadie ha hablado. Constituyendo éste, otra primicia para usted.
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XIII. ¿EXTRATERRESTRES CONTRA NOSOTROS?
Encuentro cercano con la muerte Decía en el escrito anterior que al término de la entrevista sobre la manera como un hombre se enfrentó con valor al encuentro cercano con un platillo volador en su lugar de residencia, Ocotlán, Jalisco, abandonamos el restaurante donde se llevó a cabo la reunión de tres amigos: Raúl Domínguez (estrella de la historia ovnística), Andrés Rivera, responsable como Daniel Domínguez de la cita y quien me condujo a los anteriores. Y el autor periodista deseoso de compartir la importancia de los extraordinarios sucesos con sus semejantes. Y qué mejor que a través de la palabra escrita. Como hago en este documento. Bien, pues del encuentro nos dirigimos a la casa y negocio de ropa de RD para conocer a su esposa Yolanda al igual que mostrarme las fotografías del famoso OVNI que había captado prometiendo proporcionar más tarde una copia de las más importantes y enviármelas a México. Hecho que cumplió sin reparo. Eran las 18:00 horas. La tarde estaba asoleada y fresca. Muy apacible debido al suave sabor de provincia que posee Ocotlán, singular lugar ribereño que invitaba a quedarse más tiempo disfrutando de su gente y artesanías y esa paz inefable a la par que incomparable. Pero la Madre Naturaleza es impredecible en su conducta. El piloto de la aeronave empezó de pronto a mirar el cielo en dirección a Guadalajara y se acercó a decirme al oído: -Creo que es hora de retirarnos, Luis. Se avecina una tormenta y resulta peligroso volar dentro de ella en aparatos pequeños como el mío. Su actitud era tímida y mostraba pena debido a que el comprensivo amigo no deseaba interrumpir el acucioso interés que yo mostraba fascinado por cuanto me mostraba y
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señalaba Raúl. Y embebido por su material fotográfico, no presté importancia a las palabras de Andrés Tal vez a causa de mi ignorancia de la navegación aérea en medio de mal tiempo. De cualquier manera nos despedimos de la mujer de nuestro anfitrión en la calle. Y en eso nos topamos con un vecino de nombre Pedro Flores, quien descansaba en una silla de madera sobre la banqueta. Hombre de edad y regular estatura, amable aceptó la presentación con nosotros y a mi pregunta de si había llegado a ver algún objeto volador no identificado respondió afirmativamente describiendo el aparato que observó cierto día al oriente de la población. Señalando con el dedo índice la dirección para añadir que era como del tamaño de un Volkswagen. El avistamiento tuvo lugar el 26 de agosto de 1993 a las 22:00 horas y fue visto igualmente por varios vecinos. Interrumpí al buen hombre para decirle adiós porque al voltear hacia Andrés Rivera lo noté inquieto mirando sin cesar las nubes. Acto que me hizo razonar que la situación era seria. No había tiempo qué perder. Cruzábamos la calle para abordar el vehículo de Raúl cuando otro vecino, un fotógrafo que nos veía desde afuera de su negocio en la esquina de nosotros, nos saludó y pidió acercarnos a él para apersonarse conmigo revelándome sus testimonios de cuanto ha visto en la región ocotlanense. A medio calor de la plática, advertí al piloto ahora más nervioso que antes. Sólo que pensé- por educación y falta de confianza conmigo -como indiqué en un principio, era la primera vez que nos tratábamos, de ahí que no se atrevía a cortar el hilo de la serie de testimonios que yo recababa. Me había conducido en su avión a eso. A obtener valiosa información de cuanto ocurre en materia OVNI en Ocotlán. Por ello, no consideraba justo romper el ritmo de mis reportajes. Empero, el cambio de tiempo reclamaba tomar precauciones. Así, cuando el hospitalario hombre de la lente nos invitó a pasar al interior de su establecimiento para mostrarme un video de las circunvoluciones de unos objetos celestes tuve que decirle decidido: -Lo siento, don Javier (Muñiz) pero mi amigo está muy preocupado porque tenemos que regresar en su avión a Guadalajara y como se dará cuenta, amenaza lluvia. Él sabe porqué debemos partir sin más demora. Ra£úl y el fotógrafo nos comprendieron. Y tras despedirme con la promesa de regresar algún día para disfrutar de sus videograbaciones, abordamos la camioneta de carga del primero para partir veloces a la pista aérea.
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Al arribar, André descendió de un salto corriendo al monomotor con la llave de la portezuela (única que tiene del lado del copiloto) en la mano. Lo vi tan angustiado, que lo seguí con la misma prisa despidiéndome de Raúl en el momento de abordar. Más con un ademán que con un abrazo como hubiera deseado ante la forma de tratarme. No terminaba de acomodarme en mi asiento, cuando AR encendía tras asegurar la puerta, el motor tan aprensivamente que ni siquiera probó alerones ni checó instrumentos. Así inició el despegue. 18:45 horas.- El cielo se empezaba a poblar de grandes y gruesas nubes negras en el momento en que ganábamos altura y virábamos a la izquierda de la pista de Ocotlán rumbo al aeropuerto civil de Guadalajara. La lluvia protagonizó la escena borrascosa en el acto, convirtiéndose en nuestro implacable verdugo azotando con coraje la Piper Arrow. El piloto maniobraba todos los controles: abría y cerraba botones del enorme tablero. Movía palancas y abrió la comunicación con la torre de control de La Perla Tapatía fijando nuestra posición. Yo por mi parte, con la micrograbadora en mano no perdía detalle del trabajo y reacciones, como expresión de mi preocupado y profesional amigo. A la par que apreciaba cómo avanzaba la nave entre densas nubes arriba y abajo de nosotros. En ocasiones, las inferiores se desvanecían un tanto para dejarme apreciar los montes cubiertos de bosques cuyos árboles parecían querer devorarnos ansiando nuestra caída, reclamándonos para sí. Andrés maniobraba luchando por salir de esa encrucijada. De esa impresionante jaula que también amenazaba con atraparnos y aniquilarnos tras sus rejas. En medio de ese cuadro, accioné el botón rojo de la micrograbadora dictando a manera de crónica cuanto vivíamos en esos minutos que nos parecían horas. Mi instinto periodístico me obligó a hacer a un lado el miedo y dejar registrada una constancia de estos cruciales momentos. Pensé que nos estrellaríamos, confieso, viendo de cerca las copas de los pinos. Empero, no quise trasmitir mis temores a Daniel porque, amén de programarlo, o
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mortificarlo más de lo que supongo iba, atendiendo el control de la avioneta. Y me exponía a distraerlo. Adelante de nosotros se veía amenazante una barrera de nubes negras, prorrumpiendo en una tempestad que sentí se empeñaba en derribar el avión, que en esos instantes se sentía frágil ante los embates de la lluvia y el viento. En medio de esta inolvidable pesadilla, el audaz tripulante buscaba afanosamente un espacio para cruzar la cadena de montañas que separa Ocotlán de Guadalajara. De pronto le pregunté - evitando una voz entrecortada- qué riesgos corríamos concretamente. A lo que mi amigo respondió seco y en forma directa: - Este tipo de aviones no cuenta con radar. Observa esas cortinas cargadas de más lluvia a las que nos dirigimos. Son grandes tormentas que si entramos a cualquiera de ellas, nos exponemos a colisionar ya sea con un pico de monte o un árbol demasiado alto". - ¿Y por qué no ascendemos? Si estamos cerca de Guadalajara y el aeropuerto en primer plano, no es mejor eludir los torrenciales aguaceros pasando por arriba? - Inquirí como buen ignorante e ingenuo pasajero. - No, Luis -respondió tajante con la vista fija al frente y controles-. Porque ascender significa forzar la máquina debido a la presión de la lluvia que tenemos sobre nosotros. Eso equivale a dos cosas: gastar más combustible y aminorar la velocidad. Tenemos pues que volar a baja altura. Pero necesitamos visibilidad para no impactarnos con alguna cima o vegetal. - ¿Entonces qué alternativa tenemos? - Estoy buscando un espacio menos cargado de nubes para cruzar. Una vez del otro lado de la coordillera, estaremos ahora sí bajo el alcance del radar del aeropuerto para que éste nos adyude a aterrizar. Sus palabras hicieron crecer en mí la idea o el temor sembrado en mi interior, de matarnos. Mirando a través de la ventana derecha y sujetado fuertemente porque la avioneta oscilaba como una pluma en el aire, sentí cómo mi vida se proyectaba de golpe en mi pantalla mental. Comprendí entonces que había quizás obrado muy mal al forzar en cierta forma el viaje a Guadalajara -que desde cuándo pretendía realizar- porque inclusive mi esposa, quien siempre ha respetado y estimulado mis decisiones, ahora se había opuesto. Hoy entendía que su sexto sentido le dibujaba una tragedia y no se atrevía a
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advertírmelo porque sabe que no me gusta me programen negativamente al querer, con la mejor voluntad, recomendar me cuide mucho y prevenirme de algún accidente. Igualmente pensaba que tan importante material que cargaba de testimonios de OVNIs en la región jalisciense, no debía llegar a su destino. Que alguna fuerza en este caso extraterrestre -no puedo explicarlo de otra manera- pudiera oponerse a la difusión de las numerosas declaraciones sobre asentamiento de bases alienígenas ya sea en el lago o en una montaña. Obtenidas durante el día. Y muchas reflexiones más. Aun así tomé con resignación el grave riesgo de estrellarnos. Grababa toda esta vivencia y no precisamente con voz quebrada, sino serenamente. Como un buen y valiente reportero que narra una aventura hasta el final de su vida. Tomaba la grabadora como si fuera la caja negra: si perecíamos y alguien llegaba a encontrarla, escucharía mis experiencias, mis últimas palabras... Y no necesariamente de miedo, sino de estoicismo y conciencia ante una muerte inminente y segura. Pensaba también que así es la vida de un periodista e investigador: exponer a diario su existencia, vivir fuertes emociones, aventuras, combatir batallas. Todo esto por cumplir con el bello apostolado de comunicar a la opinión pública. De llegar a ésta en forma objetiva y veraz, lineal y transparente. Volteé a ver a Andrés quien de pronto, conduciendo la Piper en busca como decía de un claro en el cielo para pasar evitando las paredes de agua completamente oscuras, y girando la cabeza de un lado a otro en espera de su objetivo, exclamó lleno de júbilo: - ¡Al Fin, Luis! -Mira allá (a la derecha de nosotros, pero a regular distancia). Hay un área despejada. Con menos nubes en el frente. ¡Vamos. Ojalá consigamos salir de esto pronto! Fijó de inmediato el rumbo a ese punto moviendo ligeramente el volante. Yo clavé mi vista en ese claro nubáceo. Pero alcanzarlo se me hacía eterno. El motor se ecuchaba lento. Yo quería sacar la mano y "remar" agitándola para llegar cuanto antes. Pero no. La avioneta marchaba para mí lentamente, no obstante volaba a la velocidad máxima de crucero que es de 300 kilómetros por hora. Volví a accionar la grabadora, conteniendo cuanto expresé en esos instantes de zozobra en medio de una atronadora y golpeante lluvia que caía sobre el avión entre nubes, oscuridad y soledad. Escenas dantescas que me hacían pensar en una puerta a
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otra vida que se nos abría para que al morir cambiáramos de posición en la Tierra y habitáramos otra dimensión. Pero los nefastos presagios se disolvieron pronto. Conseguimos salvar las cúspides. Y en el instante de hacerlo, Andrés me pidió voltear hacia atrás invitándome a apreciar cómo el cielo cerraba sus puertas a aquellos aterradores nubarrones que nos impidieron el paso minutos antes. ¿Te das cuenta, Luis? ¡Nos tardamos unos segundos más y, no pasamos!", dijo entre alterado y satisfecho. Yo quedé paralizado contemplando el cuadro. La escena que llamaría espilgberiana (en honor de Steven Spielberg), en el diría mortal vuelo nos topamos de pronto con un cinturón sellado de nubes, que de la nada se nos abre mostrando un hueco para que lo cruzáramos. Y al hacerlo, se cierra. So pena de aniquilarnos si no conseguíamos trasponerlo a tiempo. Respiré profundo (no dudo que el tripulante también) Y el alivio renació en ambos. Pero al menos a mí me duró poco cuando reaccioné –saliendo de mi pesadilla- y pregunté a Andrés en mi manifiesta ignorancia: ¿Y ahora cómo vamos a aterrizar? ¿No derraparemos por la tormenta que continúa abatiéndose sobre nosotros?... -No, Luis. No te preocupes -expresó tranquilo mi amigo-. Ya escuchaste, el radar nos está guiando. Mis compañeros de la torre de control y radaristas nos van a ayudar a hacerlo. Por mi parte, yo a base de aumentar y disminuir la potencia del motor daré tracción a las ruedas. Sin embargo, al enfilarse a la pista que se ofrecía a nuestra vista a unos metros, una luz roja en el tablero se encendió alcanzando yo a leer abajo de ella el aviso de "Red alarm". Sorprendido quise saltar de mi asiento -pero no pude por el cinturón de seguridad- al preguntar: ¿Y eso? –señalando el botón central en el tablero. ¿Qué significa, Andres? Pero éste, ocultando para mi gusto la verdad, con el objeto de calmarme solamente dijo: -Olvídalo. Únicamente accioné el turbo y operé el tren de aterrizaje. Pero observa, ya se apagó. -Y así ocurrió, por fortuna. Pero eso no bastaba. Este reportero amante del misterio y las visitas de inteligencias procedentes de las estrellas, como los supra alcances de la mente, mientras no estuviera en tierra no me sentiría completamente a salvo.
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Grabé de nuevo mis impresiones: “Estamos aterrizando en estos momentos. El avión se mueve de un lado a otro debido al fuerte viento que no deja de azotarnos sin piedad. Corto la grabación para continuar después del aterrizaje y no distraer al piloto... Pero no, mejor cambio de opinión y sigo grabando. Quiero dejar testimonio de estas emociones en un momento tan crítico... Estamos pues tomando pista en medio del torrencial aguacero acompañado –para colmo- de granizo”. En esos instantes Andrés interrumpió mi crónica para llamar mi atención a sus maniobras. -Observa, Luis. Controlo la nave con pedales y motor. Entro con velocidad, pero pronto haremos un toque en tierra suavecito. (Segundos de silencio en ambos) ¿Viste? -dijo al ejecutar la operación de la manera más diestra. Lo que me provocó al sentir que pisábamos suelo, exclamar emocionado como dando escape a la presión y tensión del viaje que tanto había reprimido: -¡Perfecto, Andrés! -Ni... ni... (mencioné líneas aéreas comerciales que me abstengo de reproducir) realizan aterrizaje tan excelente en estas condiciones! -Bravo! -Y aplaudí mientras mi bonachón amigo sonreía satisfecho y agradecido. Una vez en plataforma y detenernos por completo apagando el motor, lancé un suspiro condicionado: -¡Puf, al fin! ¿Nos espera acaso una copa de buen vino blanco, o mejor dicho una botella? -¡Claro que sí, Luis. Y de la más cara! Ya verás lo que te tengo preparado en el restaurante para esta noche. Organizo una cena con nuestros amigos, en tu honor. Por ejemplo, ¿qué te parece acompañar esa bebida con un exquisito pescado de lenguado? -Estupendo, Daniel. Ya se me hizo agua la boca.- Respondí ante su gentil propuesta. OVNI vs. personal del aeropuerto Tras guardar la avioneta en su respectivo hangar, nos dirigimos primero a que conociera la sala de radar del Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo, en la planta baja y a un costado de la torre de control. Y después a ésta. En ambas partes fui muy bien recibido. Me di cuenta cómo quieren a Andrés Rivera. Y creo que ese aprecio me lo extendieron, porque luego de explicarme para qué sirve cada instrumento de control de vuelos y aterrizajes, como las operaciones en sí de sus complicados y modernos equipos computarizados, me narraron una buena cantidad de anécdotas con objetos voladores no identificados, o ecos para los radaristas. Casos
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Que por razones entendibles no me es ético contar. Ni menos dar nombres de los muchos y muy buenos amigos que hice en este lugar. Únicamente considero merecedor de revelarse un incidente que tuvo lugar en dicho aeropuerto. “Cierta noche -me reveló uno de los operadores de vuelos- a una hora en que no hay nada de tráfico aéreo aproveché para dar mantenimiento a una de las pistas principales. Llamé por consiguiente a una unidad de ASA (siglas de Aeropuertos y Servicios Auxiliares) para que encendieran las luces en el nivel 3 de la pista con el objeto de cambiar los focos fundidos, ya que cada 30 metros debe haber una luz en ella. En breve se procedió a la tarea. El área estaba despejada. Únicamente la unidad móvil y el personal se encontraban a la orilla de la pista, cuando a los veinte minutos de faena el grupo descubrió que una potente luz se aproximaba a éste a gran velocidad. Uno de los trabajadores llamó por teléfono a la Torre en tono de protesta, pues habían quedado en que se podía dar mantenimiento por ausencia de tráfico aéreo. Y al cabo de revisar siete lámparas apareció un avión que prácticamente se precipitó sobre los iluminadores, estando a punto inclusive de voltear la camioneta al subir éstos apuradamente a ella y el conductor acelerar a fondo, virando violentamente a la derecha para evitar el impacto del aparato aéreo contra ellos y salirse de la pista por el movimiento brusco del transporte. Sin embargo, la nave nunca aterrizó y quien recibió la llamada preguntó al quejoso dónde estaba el mencionado avión que ni siquiera se había visto pasar ante la Torre. Nadie supo contestar, ni describir el tipo de aeronave que embistió al personal de iluminación, reconociendo además que ni siquiera emitió sonido alguno el agresor. Se hicieron las investigaciones de rigor y el reporte fue que una fuerte luz había cruzado vertiginosamente la zona y la pista a muy baja altura, casi rasándola. El chofer de la unidad aseguró inclusive que antes le tocó captar por el espejo retrovisor unas luces supuestamente correspondientes a un avión que se precipitaba contra ellos. Y al ver que efectivamente, no cambiaba de dirección, al abordar todos los empleados la camioneta el del volante la sacó precipitamente del posible punto de colisión. No se volvió a saber del aparato volador no identificado. Quedando todo en el más profundo misterio.
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Esferas inteligentes Largo e indebido sería, como dije, revelar todos los casos que escuché de registros de ecos en el aerodromo tapatío. Pero conservo con gratitud y aprecio los muchos e interesantes relatos del personal que me dio toda su confianza sólo por el hecho de ser amigo del querido Andrés Rivera. Éste me llevó luego a la cena con el resto de nuestro grupo encabezado por Daniel Domínguez. Fue una velada relajante donde departí, me desahogué divertidamente de la pesadilla aéreaY conviví con amigos tan agradables como, amén del anfitrión y su novia Bety, Luis ySilvia González, Carlos y Rocío Moncayo. Y otros más. Al día siguiente me esperaba otra jornada igual de interesante al enterarme de un suceso francamente increíble y desconcertante. Fui llevado primero a dar una vuelta por los alrededores de Guadalajara en compañía de los mismos que me habían agasajado la noche anterior, con excepción de las esposas de Luis y Carlos. Recorrimos sitios tan atractivos como el fraccionamiento La Herradura, Las Bugamibilias, y la vasta región conocida como La Primavera, sector de la cadena montañosa que pertenece a la Sierra Madre Occidental. En cada etapa era informado de avistamientos que me tenían perplejo, y de los que interminable sería narrar. Sólo quisiera referir que en La Herradura, hermosa colonia boscosa, adornada por verdes montes y exuberante vegetación, los muchachos me contaron que en uno de los campamentos realizados allí llegaron a ver un OVNI de 250 a 300 metros de diámetro con el que tuvieron comunicación a través de la luz emitida por sus respectivas lámparas sordas. "Todos vimos pasar azorados la gigantesca bola ígnea frenando su avance cuando dirigimos a sus supuestos tripulantes, señales luminosas con nuestras linternas", dijo en pocas palabras Luis Gonzalez para agregar que junto con la gran masa, vieron una serie de luces que desfilaban en torno a ella en forma zigzagueante. Esto fue un sábado de octubre de 1993. Al día siguiente los investigadores se sentían sumamente cansados. "Como si hubiéramos caminado durante toda la noche", explicó mi informante. Y por su parte, Daniel Domínguez relató que por esos terrenos una familia se reunía en un festejo con cerca de cuarenta personas cuando de pronto alguien distinguió algo suspendido en el cielo de enorme dimensión, entre 150 y 200 metros. De dicho objeto
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redondo se empezaron a separar pequeñas burbujas, las cuales salieron en línea recta hacia la casa del dueño aproximándose a éste. El sitio fue a cierta distancia de donde nos encontrábamos entre rocas, hierba, árboles y montes, dentro de La Herradura. Al llegar a unos dos kilómetros de la hacienda, las esferas se empezaron a alinear en forma paralela a su paso frente a la residencia campestre mostrando un brillo interno, no deslumbrante, pero sí intenso. Y a poco comenzaron a aumentar de tamaño llegando a tener hasta 20 metros de diámetro. En esos momentos la euforia y alegría de los invitados se trocó en pánico. El propietario quiso sacar una de las armas de su colección, pero comprendió que de nada serviría. Pronto las burbujas, traslúcidas, redujeron su tamaño hasta unos dos metros de diámetro. Sumaban 20 en total. Y al estar más cerca de la casa, la gente se refugió en el interior: unas personas llorando, los niños gritando y los hombres impactados. A los pocos segundos una pequeña esfera entró en la construcción atravesando las paredes inmovilizando de pavor a los testigos. Esto tuvo lugar on domingo de Pascua de 1991.Refirió el investigador. Marcado por extraterrestres Todo este tipo de apariciones de bólidos de disímbolas maneras y con tanta frecuencia, deben obedecer a una causa. Y ésta la encontré cuando en entre los interrogatorios que hice ante el cúmulo de avistamientos y las características de la extensa región, recibí la información de que allí se levanta una termoeléctrica e hidroeléctrica; misma que avisté desde una pendiente, llamada Santa Rosa. Además existe en efecto una zona arqueológica en La Primavera. Lo que explica que al ser focos generadores de alta energía, ésta sea consumida por algunas sofisticadas naves provenientes del Universo. Por cierto que en este lugar que alberga la colonia residencial Las Bugamibilias, esa noche del sábado 8 de octubre de 1994 me tocó -sólo yo faltaba- ver un OVNI. Platicando en los jardines de una suntuosa mansión con Daniel Domínguez, (diseñador y constructor de la misma) en una fiesta a invitación de los dueños, ambos vimos pasar un objeto volador no identificado a considerable altura de nosotros, que como luz de un rojo vivo no tenía nada qué ver con un avión, helicóptero o globo sonda. Avanzaba parsimoniosamente de este a oeste y en dirección a La Herradura. Y al hacer un comentario miréndonos uno a otro Daniel y yo, cuando volteamos a seguir el objeto, éste ya no estaba. Nunca hizo el menor ruido ni más movimiento que el lineal que llevaba. Lo cual vino a reafirmar mi creencia de OVNIs en una forma mayúscula, en Guadalajara.
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Atraidos tal vez por los vestigios arqueológicos, campos magnéticos, presas y lagos, como torres de tensión que abundan en la periferia de la capital del estado de Jalisco. Y en uno de sus rincones, perdido en un cañón enclavado en la sierra y como parte de La Primavera, se encuentra un anciano de 84 años de edad que habita solitario una humilde vivienda. A él nos dirigimos solamente Daniel Domínguez con Andrés Rivera y Bety tras despedirnos de Luis y Carlos. Era la una de la tarde cuando arribamos a la casita de campo que se pierde en uuna hondonada tras cruzar a pie un arroyo seco que remata en un hermoso paraje invadido por el silencio que rompe de vez en cuando un ave (no hay ningún can que cuide siquiera al hombre). Nos recibió la hija Bertha Pérez de Ortiz que visitaba a su padre, don Apolonio. Con su esposo y una hijita de ocho años. Una vez presentados, nos sentamos en torno al amable y natural hombre de edad que con una sonrisa nos atendió afuera de la vivienda bajo un techo que nos protegía del candente Sol. Aclaro antes de reproducir la confesión de cuanto de impresionante ha vivido el octogenario, que se me había indicado que este hombre no solamente lo contactaron extraterrestres, sino que le dejaron una grave marca en la cabeza. Y ésa era justamente la razón de nuestro viaje hasta su morada, a 26 kilómetros de Guadalajara por la carretera que va a Nogales, Sonora. El lugar se llama La Venta del Astillero o Pinar de la Venta y pertenece al gigantesco municipio de Zapopan, Jalisco. Así, al conocer a Apolonio Pérez sentí emanar de él una energía muy favorable que le ayuda a vivir como a él le gusta; aislado de todo el mundo en única comunicación con la naturaleza. Andrés inició la exposición rogándole partir del principio de sus poco comunes anécdotas. Cada uno a su lado, Daniel Domínguez y quien esto escribe grabábamos sus paralizantes relatos. "Había pasado la II Guerra Mundial -comenzó a hablar el sereno hombre que como soldado participó en ella- y fui llamado de Hermosillo, Sonora, para un trabajo -nada qué ver con la milicia- de superintendencia en el Molino La Fama. Como no me gustó el empleo, regresé a casa. Circulaba en una motocicleta yo solo, por una carretera de Sinaloa que en varios tramos costea el mar, cuando disfrutando éste advertí al voltear
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arriba a la derecha, que un platillo volador muy grande, de unos 20 metros de diámetro, me seguía. Era muy bonito, con un color dorado fino y la distancia que me separaba de él no era mayor a los 100 metros en un ángulo de 45 grados. “Me detuve para observarlo con mayor atención y el objeto procedió igual. En ese tiempo ya se hablaba de OVNIs, pero yo no creía en ellos. Aunque en ese momento cambié por completo de opinión. La nave estaba detenida en el aire, sin balancearse siquiera, lo que me permitió ver seis orificios a su alrededor. Nunca pude mirar la parte de arriba, pero sí aprecié que poseía una redondez perfecta que no mostraba uniones. Traté de distinguir algún ser dentro sin resultado alguno. Pasado mi asombro, reanudé la marcha esperando que el plato me siguiera a casa, pero no ocurrió así, pues se separó de mí cuando en un determinado sitio la cinta asfáltica se aparta del oceáno Pacífico para internarse en el desierto. Mientras que el aparato continuó al parecer por encima de las aguas, alejándose por completo de mi vista. "Esta visión la tuve hace como cuarenta años. Y como con el paso del tiempo he visto más de este tipo, pienso que me andan siguiendo los del espacio", dijo sonriendo el hombre de edad. Acción que imitamos los escuchas. Don Apolonio vive solo porque así escogió cuando dejó de gustarle la vida de la ciudad. Originario de Acaxico, Jalisco, estudió la primaria solamente, pero aprendió por sí mismo las materias que la vida le exigía para superarse. Tiene dos hijos en Estados Unidos que con su hija, la que lo acompañaba esa vez, le han dado seis nietos y siete bisnietos. Su principal experiencia que comparte con su soledad, la platicó de la siguiente manera. "Un día antes del 10 de mayo de 1989, unos rateros se llevaron cuanto tenía. Luego llegó la época de lluvias y por el mes de julio, una noche dormía en este sitio dentro de una camioneta camper, cuando a las 2:15 horas una luz excesivamente blanca iluminó toda la región. Despertado por ésta, recordé que cierta vez mi madre vio en su recámara un ánima (alma del purgatorio, según leyendas de algunos pueblos), lo que me hizo pensar en lo mismo y empecé a buscar a éstas entidades por todos los rincones del camarote sin encontrar nada. Regresé a la cama y al cabo de breves segundos sentí la descarga de unos rayos del grueso de un lápiz en la parte izquierda de mi cara. -Señaló el lugar que inclusive es notorio a simple vista.Se trata de una herida en un costado del ojo con la cicatriz de un agujero en el centro, como casi se aprecia en la ilustración.
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Zumbaba como soldadura eléctrica y los nervios de mi cabeza, sentía que saltaban desvalijándome todo el cuerpo mientras me retorcía de dolor. Asustado, me vino a la mente aquel platillo volador que vi años atrás y pensé luego que tal vez fueran sus ocupantes los que ahora venían a verme y causarme daño. Estaba en estas reflexiones cuando vino la segunda descarga aún más fuerte. Intenté asirme del piso de la camioneta, que se guardaba bajo un techo junto a la cocina. Pero no lo conseguí. Pasada la descarga me invadió un coraje más intenso, el cual me lanzó a enfrentarme a los culpables de esa agresión jurándoles, mientras les exigía salir de mi aposento, que no podrían acabar conmigo. Sin embargo, al callarme recibí otro rayo aumentando mi ira y consiguiendo incorporarme para abrir la puerta y captar que en ese instante se desvanecía la luz. Salí del vehículo y caminé en medio de la más absoluta oscuridad sin percibir nada extraño. No entendía lo ocurrido. Me preguntaba si habría sido obra de brujos o de los extraterrestres. Y no crean que por vivir solo estoy afectado del cerebro. Siempre he estado en mi juicio". Palabras que confirmó al momento su hija añadiendo que jamás ha tendido a inventar historias o a divagar. "Al día siguiente -continuó el declarante- unos parientes vinieron por la camioneta y se la llevaron unos días. Por lo que empecé a dormir en una alcoba. La primera noche lo hice tan profundamente, pese a que no acostumbro dormir más de cuatro horas diarias, que me levanté intrigado por tanto tiempo de descanso. Al sentarme en la cama experimenté un agudo dolor de cabeza que me hizo tocarme la cara notando muy hinchada la mejilla izquierda. Y al tomar un espejo para verme, en ese instante me salió un hilillo de sangre del ángulo superior izquierdo, junto al ojo. Me vi arrugas encurvadas en la misma mejilla, las cuales caían como cortinas en lo que aparecieron más derrames sanguíneos. La cara mostraba un rojo subido. Me la tocaba y aumentaba el dolor, que se extendió a los ojos de tal manera que al abrirlos y cerrarlos crecía el ardor.
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Y se sumó a esto el descubrimiento de un orificio como una uña y redondo, con dos como gajos y las tres heridas cosidas hacia adentro. Algo así como si me hubieran taladrado el cerebro." Agresores temerosos A las tres semanas explicó que una fuerte erupción le empez a salir en toda la cara mirándose como un monstruo y provocando la burla de médicos y amistades, ya que además el lastimado echaba la culpa a criaturas de otro mundo. Y el mal aumentó a tal grado que en la entrevista nos dijo: "Creí iba a morir, pues con con el tiempo llegué a ver con un solo ojo, de lo hinchado que estaba. Por tal motivo decidí ir a perecer tirándome por algún barranco, en donde nadie me encontrara. Acto que llevaría al cabo al empezar la agonía. Estaba en estas reflexiones cuando vino a verme una hija que se recibió como médica homeópata. Ella, de nombre Refugio Pérez de Brambila, me curó finalmente a base de granulitos y soluciones líquidas que al principio hasta visiones me hacían tener". Concluyó el octogenario entrevistado. Lo que sigue merece ser tomado con las reservas del caso considerando que es la verdad de un buen hombre que sufrió una agresión por parte de entes que lo dejaron marcado y que el mismo relaciona con visitantes de algún planeta lejano. Continuemos por tanto con su relato. "Impulsado por el coraje al recordar a quienes me causaron todo este mal en la cara, me lancé a buscarlos para vengarme de ellos. Recorrí las barrancas vecinas con cuchillo de monte en mano. Mas al séptimo día de infructuosa búsqueda, me asaltó la idea de que si los extraterrestres me atacaron de noche, de noche debía enfrentarlos. Así caminé alumbrado por la Luna llena entre árboles, piedras, arroyos, montes y demás. Cuando finalmente descubrí a lo lejos a tres figuras que desde la montaña se dirigían aparentemente hacia mí. Sentí miedo, temiendo que fueran narcotraficantes. Por lo que me escondí tras un roble para darme cuenta pronto que eran los personajes que buscaba.
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Se trataba de aparentemente unos hombres que montaba cada uno un enorme alazán. Los cubría una capa roja que cobijaba al animal y mostraban sus ropas gracias a un viento tenue que circulaba en la región. De pronto advertí la presencia de un perro junto a ellos y la desaparición súbita de sus cuadrúpedos. Y más de cerca, me fijé que uno de los entes era un joven como de 30 años. Cabello color café y grueso. Con cara fornida. Impresionante como se veían los demás criaturas de 1.75 a 1.80 metros. Que cuando me descubrieron y se aproximaron a mí ya no llevaban capa, pero sí unos trajes metálicos de una sola pieza pegados al cuello y al cuerpo. Ojos sumidos, no grandes y frente muy resaltada. Su mirada era penetrante y la piel roja, como quemada por el sol con ciertas arrugas en el rostro. Fuera del joven, los dos restantes eran unos ancianos como yo, sólo que con cara de niño. Y con voz de infante, limpia y clara, habló uno de ellos: - Estamos perdidos. ¿Nos puedes indicar dónde está la bajada a la cañada? –Sí. Con gusto -respondí balbuceante y desconcertado-. Yo los llevo (pensando que en la travesía sabría la verdad de ellos). En el camino uno de los enigmáticos seres me preguntó si yo era el que moraba en la casita solitaria. Y al responder afirmativamente, se voltearon a ver entre sí encogiéndose y cubriéndose el rostro. Lo que me permitió comprobar que no me equivocaba al identificarlos como los agresores. Animado por lo que sospeché fueran en realidad, les pregunté de qué planeta venían, pues estaba seguro no eran de este mundo, ya que además les había visto los pies y en lugar de zapatos mostraban una especie de pesuña pequeña abajo y alrededor de unos piecitos angostos; igual que las manos. Añadí a mi interrogación qué motivo los tenía en la Tierra. Y esto aumentó su miedo, por lo que empezaron a separarse entre sí temblando. Hecho que me intrigó más pensando que tal vez les había intimidado mi sentencia de que conmigo no podrían. Ahora ellos me consideraban un hombre valiente e invencible. De ahí su actitud temerosa. Más adelante los noté tranquilos y repetí la pregunta. Pero fue el acabóse: se asustaron y temblaron más sin contestar para nada.
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Pronto llegamos a la bajada a la cañada, que al detenerme a escasos metros de ella, se la señalé. Yo conservaba mi enojo y deseos de desquitarme de cuanto me habían hecho, pero el miedo reflejado en ellos extrañamente impedía vengarme. El perro, que igual que los caballos había desaparecido por unos rayos lanzados por uno de los ancianos, regresó y descendió con el joven entre las peñas, atrás de los viejitos. Recuerdo que uno de éstos me tributó palabras de agradecimiento con cierta timidez, como queriendo llorar y en actitud defensiva. Después de esto los seres decendieron a una velocidad increíble hasta alcanzar una meseta y continuar su paso. Yo los seguí con la vista desde arriba hasta que se perdieron. Volví a casa y al cabo de dos semanas, una noche los vi llegar apurados con su can los tres personajes entre el cerro. No por la vereda, sino flotando. Se detuvieron frente a mi casa. Yo deseaba en esos momentos ya no pelear, sino platicar y que me informaran de dónde venían, c¢ómo era su mundo, etcétera. Y estaba en esos pensamientos cuando uno de ellos me preguntó por la bajada que días antes les había indicado. Mas de pronto no recordé nada, ni mucho menos a ellos. ¡No sabía quiénes eran, por Dios!... Me disponía a averiguar sobre su verdadera identidad, cuando opté mejor por resolverles su problema, advirtiendo que uno de los extraños tenía algo como antenas entre los cabellos que le brillaban. Quedé en casa más inquieto que antes. No entendía quiénes eran estos individuos. Regresé a mi recámara y al sentarme en la cama me vino a la mente su real identidad. Entonces me sentí un tonto por haberla olvidado y fui corriendo tras ellos, buscándolos sin éxito. Y a la fecha no los he vuelto a ver. Así se dio por terminada la historia don Apolonio Pérez expuesta por él mismo. Un afable ex militar que derrama paz y proyecta un humanismo fuera de serie sumado a una candidez especial. El veterano vive feliz en medio de su soledad. En un predio protegido por una gigantesca pared de roca por uno de cuyos extremos corre el agua que da nacimiento a
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un arroyelo que adorna, como las plantas, el modesto albergue de ladrillo que circunda una alambrada de metro y medio de altura. Su experiencia es digna de tomar en cuenta, desde el momento en que en ningún momento ninguno de los entrevistadores lo sentimos incongruente o fantasioso. Por otra parte, y ya para terminar, no olvidemos que, como dije al principio de esta obra y repetí a lo largo de ella, los extraterrestres poseen las más variadas, disímbolas e ilógicas formas de proceder con el ser humano, a la par que diferentes fisonomías. El contacto con el terrícola existe desde siempre y no dejará de tenerse. Y siendo tan preocupante y propio de todos los lugares del planeta, quise entregarme al trabajo de investigar expresamente sobre las distintas maneras de darse preferentemente en mi país y trasmitir los resultados a través de la literatura en esta obra que he intitulado "CONTACTO: MÉXICO". Espero haber aportado algo a usted, paciente y gentil lector. Respetando la opinión que se forme ante cuanto ha recorrido en estas páginas. Como agradezco el haber compartido conmigo aventuras, impresiones y odiseas que nunca pensé vivir. FIN
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BIBLIOGRAFÍA
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