15 minute read

LA MECHA. COSASDELAELECTRICIDAD. ESTEBAN LANGA

electricidad Cosas de la

LA Mina Fe era propiedad ENUSA (Empresa Nacional En las reuniones en las que participaba, Leoncio solamente del Uranio Sociedad Anónima) y estaba situada en sugería, pero sabía que sus sugerencias eran siempre consideSaelices el Chico, un pueblo cercano a Ciudad Rodri- radas y aplaudidas. Las exponía con prudente y pausada voz y go, en la provincia de Salamanca. Se trataba de una explota- las manos entrelazadas sobre el regazo con gesto humilde. Si ción a cielo abierto situada junto al río Águeda, que com- bien los subalternos se dirigían a todos los jefes con el trataprendía tanto la mina, de la que se extraía el mineral median- miento de “señor”, Leoncio era el único que era destacado te perforación y voladura, la planta de molienda de este y la con el de “don”. Allí fue siempre para todos don Leoncio. de lixiviación para la obtención del concentrado de uranio. De aquella primera reunión salió una relación de posibles ENUSA era un importante consumidor de explosivos y su pro- colaboraciones que Unión Explosivos Río Tinto podría ofreveedor era Unión Explosivos Río Tinto, por lo que esta dis- cer a ENUSA a través de su filial Río Blast. Los dos trabajos tinguía a su cliente con una atención más destacables que llevamos a cabo especial, prestándole todo el asesora- En las reuniones en las fueron un estudio de vibraciones y miento técnico que pudiera requerir que participaba, Leon- unos ensayos para tratar de mejorar la para el empleo de sus productos y dise- cio solamente sugería, fragmentación en las voladuras. Duño de voladuras, como parte de su servicio gratuito de postventa, con el que se pretendía fidelizar a los usuarios a la pero sabía que sus sugerencias eran siempre rante todos los trabajos y cuando no contábamos con la presencia de don Leoncio, su espíritu sobrevolaba nuesmarca consideradas y aplau- tras cabezas, materializado en los mie-

Entonces yo era el director de Río didas. Las exponía con dos de sus adoctrinados seguidores. Blast, la ingeniería de Unión Explosi- prudente y pausada Aunque Leoncio era un buen profevos Río Tinto, encargada de ocupar- voz y las manos entre- sional y contaba con la aureola de ser nos de estos trabajos. Ello nos hizo mantener durante bastante tiempo una estrecha colaboración con la milazadas sobre el regazo con gesto humilde. el más experto en explosivos de su organización, abusaba de su fama hábilmente, magnificando todo aquello rena, tratando de mejorar la calidad de las voladuras, ensayan- lativo a la seguridad en la manipulación de estos. Establecía do nuevos explosivos, modificando esquemas y secuencias de normas que obligaba a cumplir a rajatabla a todo el personal encendido, etc. directo de la mina, exacerbando las recomendaciones de segu-

Mantuvimos un primer encuentro con los técnicos de ridad de cualquier tipo, muchas de ellas absurdas, que converENUSA para tratar de plantear la sistemática que seguiríamos tía en exigencias extremas a las que todo el mundo debía sopara desarrollar nuestros trabajos. En aquella entrevista me meterse, como si de mandatos divinos se tratara. Naturalmenreencontré con Segundo González Briones, compañero de te, en todas las actuaciones que llevamos a cabo en la mina carrera y otras fatigas, y conocí a otros notables que tuvieron contábamos con la colaboración de sus adoctrinados perforisuna importante participación en las aventuras y desventuras tas y artilleros y cada movimiento de cualquier tipo que se nos que vivimos posteriormente. ocurriera hacer, que no se realizara en la forma y manera pres-

Pero el personaje más relevante de la mina era un viejo Fa- crita por don Leoncio, constituía para ellos una flagrante cultativo de Minas, Leoncio García, que gozaba de un tre- transgresión de la seguridad, calificable como acto temerario. mendo poder por haber sido y ser hombre de confianza de un —¡Pero por Dios, señor Langa! ¡¿Qué hace usted?! –exclaalto cargo de la organización que se encontraba al máximo maba aterrorizado el artillero, cuyo nombre no recuerdo, penivel, muy por encima de cualquiera de los ro al que llamaremos Anselmo–. ¡Cómo se que constituían el organigrama de aquella le ocurre a usted tocar esa caja de explosivo explotación. Este alto cargo saludaba con así, sin más! ¡Antes hay que ir allí, a la engran alborozo a Leoncio y lo distinguía con trada de la mina, a descargarse previamente efusivos y profusos abrazos en sus visitas a de la electricidad estática en aquella toma Saelices, haciéndolo a la vista de todo el de tierra! ¡Son órdenes de don Leoncio! elenco de técnicos y directivos de la mina, La toma de tierra era la clásica pica de cosuperiores de Leoncio. Solía hacer además bre clavada en el suelo en un pocillo con sal frecuentes apartes con él, dejando claro con que estaba a trescientos metros de allí. ello que gozaba de su amistad y confianza. —Mira Anselmo –le decía yo entonces, Leoncio conocía su poder sobre sus jefes y lo ejercía continuamente, pero con gran sutile- Esteban Langa Fuentes armado de paciencia–, con la humedad provocada por la manta de agua que nos ha caíza, guardando las formas. Ingeniero de Minas do encima y el tiempo que llevamos arras-

trando el culo por el suelo, ya nos hemos descargado hasta miedos, todos los que don Leoncio había conseguido meterle de la lujuria. Además, eso no es para los explosivos, eso sería en el cuerpo con sus absurdas prescripciones. en todo caso como prevención en el empleo de detonadores —¡Cuidado con esa caja! ¡Pero, cómo estás utilizando un eléctricos, pero no para los que nosotros vamos a usar, que cuchillo de acero! ¡¿Qué hacéis?! ¡¿Cómo dejáis caer los son especiales, de alta insensibilidad. cartuchos en los barrenos?! ¡Eso es peligrosísimo! ¡¿Cómo —¡Que no, que no! –insistía Anselmo–. ¡Que don Leon- eres capaz de tocar el explosivo sin haberte descargado a tiecio nos lo tiene dicho! Que tenemos que llegarnos hasta allí, rra?! ¡No podemos usar radioteléfonos con detonadores hasta la pica y agarrarnos a ella un rato, y luego ya venimos eléctricos cerca! aquí y tocamos el explosivo. Que si no, nos la cargamos. ¡Uy, No callaba un momento. Afloraban todos sus temores y uy, uy! Como se entere don Leoncio... era como una mosca cojonera, consiguiendo ser un estorbo

Me costó convencerle, pero con mis dotes de persuasión y en el trabajo, en lugar de un colaborador. Yo pretendía quiuna explicación técnica entendió. tármelo de encima, pero Enrique no se movía de nuestro la—Mira Anselmo –le expliqué pacientemente–, verás, es do. Lo teníamos allí clavado permanentemente, mientras se que yo como soy de la empresa que fabrica los explosivos, los justificaba diciendo que cumplía órdenes directas de don cartuchos me conocen y me llevo muy bien con ellos. A mí Leoncio. me respetan y no me explotan en la mano. Pero a vosotros Cargábamos un barreno, coordinábamos a través de los rano os conocen y tenéis que hacer las cosas tal y como dice dioteléfonos con los de los equipos de medida y disparábamos. don Leoncio. Ellos entonces registraban la señal. Así íbamos detonando —¡Qué cachondo es usted, señor Langa! –respondía An- uno tras otro todos los barrenos preparados para las pruebas, selmo, dejándome un ratito tranquilo. seguidos de cerca por el infatigable y aterrorizado Enrique.

Uno de los trabajos más significativos que realizamos fue Yo accionaba el explosor en todos los casos para coordila confección de un estudio para evaluar el nivel de las vi- nar la detonación de las cargas con los aparatos de registro. braciones producidas por las voladuras en el entorno. Con Utilizaba un explosor “Beethoven” de la mina. Estos equiello se definirían las cargas máximas de explosivo que podrí- pos funcionan combinando un generador y un condensador. an contener los barrenos y su secuencia de disparo en las vo- El generador se acciona mediante una manivela. Este proladuras, para que la vibración producida por estas en el en- porciona la energía eléctrica necesaria para cargar el contorno no alcanzara niveles perjudiciales para las edificacio- densador. Los detonadores eléctricos se conectan a los bornes existentes en los pueblos y cortijos de los alrededores. nes del explosor, o lo que es igual, a las placas del condensa-

El estudio, como todos los de este tipo, se llevaría a cabo dor. Al accionar el mecanismo de disparo el condensador se disparando barrenos de ensayo, con diferentes cargas explo- descarga a través del circuito conectado, iniciando los detosivas y registrando las vibraciones producidas por ellos, en nadores. diferentes puntos del entorno. De los resultados obtenidos, y La tensión producida en los bornes de la máquina alcanza tras su tratamiento mediante el oportuno cálculo, se podían 1500 voltios. Esa tensión sería mortal si se aplicara sobre diseñar los parámetros de las futuras voladuras, para asegurar cualquier persona, si no fuera porque el tiempo del paso de la su inocuidad para las estructuras del entorno, al no superar corriente es muy pequeño, tan solo el de la duración de la un límite de vibraciones prefijado. descarga del condensador, unas milésimas de segundo.

La operativa se basaba en perforar un determinado número Terminamos la serie de disparos y mientras los operarios de barrenos en puntos localizados de la explotación, donde recogían los equipos de registro me dispuse a destruir los dese llevarían a cabo posteriormente los ensayos, preferente- tonadores que nos habían sobrado, operación que haría solo. mente en fechas festivas para no interferir con la actividad Era ya casi anochecido y le pedí a Enrique que me llevase en cotidiana de la mina. En el trabajo participaron cuatro ope- su todoterreno a la zona donde habíamos dejado preparado rarios de la mina, el artillero, el bueno de Anselmo y dos un agujero para enterrarlos y destruirlos disparándolos, desayudantes para transportar los explosivos hasta los barrenos pués de conformar con ellos un mazo con una pequeña carga de ensayo y realizar la carga de estos, mientras que por parte de explosivo dentro del conjunto que actuase como multiplide Rio Blast éramos tres los participantes. cador, asegurando así la explosión de todos.

Mientras yo me ocupaba de coordinar la carga de los barre- —¡Pero... pero... es casi de noche! –Enrique continuó exnos y realizaba personalmente su disparo, mis dos compañeros presando sus miedos–. ¡No podemos disparar estos detonaregistraban las vibraciones producidas con los correspondientes sismógrafos. Don Leoncio, al no poder estar presenel condensador del equipo dio electrones dores casi de noche...! ¡Dice don Leoncio que solo se puede disparar con luz del día! te en toda la operativa, encomendó a de sobra para todo lo Era un absurdo tras otro con unas un tal Enrique García, un joven inge- que estaba conectado normas que nada tenían que ver con niero de ENUSA, que se nos pegara du- a él, es decir, para los las específicas oficiales para estas larante todo el trabajo, para actuar como detonadores y para mí. bores. Ni el Reglamento de Explosisu chivato. Enrique era un hombre que vivía aterrorizado. Mientras yo me entendía perfectamente con el artillero y Éramos dos circuitos puestos en paralelo vos, ni las ITC´s sobre su manejo contemplaban la necesidad de realizar aquellas inútiles acciones. Con palos ayudantes, a los que me había gana- y hubo corriente ciencia infinita, claridad y extrema do entre bromas y veras, Enrique era eléctrica para ambos delicadeza expliqué a Enrique cuál era irreductible. No cesaba de expresar sus y en alta tensión. la situación:

Enrique era el culpable y ahora, para —¡Enrique: me tienes ya hasta los estrangularlo, iba a trangularlo, iba a disponer tan solo de cojones! –le dije educadamente–. Te puedes ir a tomar por el culo con o sin recomendación de don Leoncio –continué cariñosamente–. Lárgate de aquí disponer tan solo de la mano derecha. ¿O tal vez con la cantila mano derecha. ¿O tal vez con la cantidad de carga eléctrica, un montón de culombios que me había tragado, podría electrocutarlo agarrándole y déjame solo de una puta vez porque, dad de culombios que de los cuernos? Venía ya hacia mí y por ley, hay que destruir los sobrantes y me había tragado me observaba con extrañeza viéndome vamos a hacerlo o te lo llevas tú a tu podría electrocutar- hacer aquellos gestos. casa y los guardas en la nevera o pasas por la de don Leoncio y os los repartís entre los dos. lo agarrándole de los cuernos? Dando vueltas a mi alrededor, sin atreverse a tocarme, preguntaba insistentemente por lo ocurrido. Tenía mie-

Con estas insinuaciones logré por fin que se callara la boca do al contacto físico con mi cuerpo por si todavía me queday salió de najas a esconderse tras el coche. Enterré la carga, ba carga residual y se acababa llevando él otro chorro de elecconecté la línea al explosor y me retiré unos cuantos pasos pa- trones. Pero en aquellos momentos yo no era capaz de ocura disparar. Enrique comenzó entonces a llamarme de nuevo. parme de algo más que de tratar de recomponer mi brazo. —¡Esteban, por Dios, ponte a cubierto! –gritaba histéri- Mientras regresábamos a las oficinas, ya vacías, había recuco–. ¡Estás muy cerca! ¡Es muy peligroso...! ¡don Leoncio di- perado la movilidad del brazo, pero me quedaba un hormice que...! gueo en los dedos que trataba de mitigar chupándomelos con

Pensé en atizarle con el explosor en la boca, a ver si de esa fruición. Rendido ante la insistente presión de Enrique, enmanera podía detener su verborrea, pero conseguí contener- tre chupetón y relamido de los dedos, le conté lo ocurrido. me. Luego, ya más calmado podría estrangularlo. —¡Joder, joder, Esteban! –se lamentaba Enrique–, si ya de-

Descompuesto por las voces de Enrique, comencé a girar cía yo que se estaba haciendo de noche... Si cuando don Lela manivela observando impaciente el movimiento de la oncio dice... aguja del indicador de carga. El explosor estaba apoyado en —¡Coño, Enrique! –le dije de nuevo haciendo gala de mi el suelo y para mantenerlo en posición estable lo sujetaba exquisita educación–, no me toques más las pelotas con la con la mano izquierda mientras accionaba el generador con puta noche y con don Leoncio de los cojones. Aquí no tiene la derecha. La izquierda la había situado sobre los bornes de nada que ver la noche, tengo la culpa yo por poner la mano la máquina, sujetándola durante la carga. Los terminales se en los bornes de mierda del explosor al disparar, pero tamencontraban desnudos y mi mano estaba haciendo contacto bién vosotros, incluido don Leoncio, por tener el explosor entre ambos. con los bornes desnudos, que debéis haber sustituido por al-

El run, run, run, run del ruido del giro del generador se guna razón, quizá porque se rompieron los originales, porque mezclaba con las voces de Enrique que seguía en su línea, de fábrica vienen protegidos, justo para que esto no ocurra. hasta que, alcanzada por fin la carga, apreté histérico el bo- De modo que mejor te callas, a ver si voy a hablar yo tamtón de disparo, sin haber retirado la mano izquierda de los bién de vuestra seguridad. bornes. Naturalmente, el condensador del equipo dio elec- Enrique se la envainó, lo que quería decir que mi sutil partrones de sobra para todo lo que estaba conectado a él, es lamento había dado en el blanco. Relaté lo ocurrido a mis decir, para los detonadores y para mí. Éramos dos circuitos compañeros que se ocupan del registro con los sismógrafos. puestos en paralelo y hubo corriente eléctrica para ambos y —¡Coño, pues te ha debido gustar el calambrazo –decían–, en alta tensión; nada de miserias. Menos mal que por el sis- porque viéndote como te chupabas los dedos...! tema de descarga del aparato, el calambre duraba muy po- Naturalmente, esto provocó el cachondeo generalizado, al quito tiempo, lo que me permite poder relatar ahora esta que me incorporé al haber superado el susto. El evento se fildesdichada aventura. Los detonadores explosionaron, mien- tró a todo el grupo, lo que motivó el choteo inmisericorde de tras simultáneamente yo recibía un calambrazo brutal. Salté Anselmo, el artillero. como si me hubieran impulsado con un muelle. Levité. Mi —¡Qué, señor Langa –decía el mariconazo–, hoy se irá usbrazo izquierdo salió disparado hacia arriba quedándoseme ted a descargarse a la pica de don Leoncio, ¿no?! Igual tiene bloqueado en la misma postura del saludo que Hitler dirigía usted que tirarse allí una horita agarrado, porque dicen que a sus tropas cuando pasaba revista, con el antebrazo en ver- ha pillao usted más carga eléctrica que una batería Tudor. tical, pero no con la mano extendida, sino bloqueada, como Igual hoy no nos hace falta el explosor porque puede usted una garra, en la misma forma en la que sujetaba el explosor. sacar la voladura agarrando los cables con las manos. Supongo que ofrecería una imagen como si me dispusiera a Tenía gracia el muy cabrón. arañar a alguien. —Anselmo, macho –yo le seguí el rollo–, en la empresa —¡Hostias! –me asaltó el pánico al pensar que mi extre- me llamarán el “iluminao”, no por las ideas sino por lo que midad se quedara bloqueada en esa postura. ¿Me iba a quedar luzco de noche. Si sigo así me voy a poner intermitentes en así para siempre? las orejas para avisar de los desvíos cuando vaya por carrete-

Aterrorizado, me bajaba el brazo una y otra vez agarrándo- ra. ¡Ven “pa’cá”, cabronazo, que te dé un abrazo...! me la mano agarrotada con la derecha forzando hacia abajo —¡Una leche, le toco yo a usted! ¡Ni me arrimo! –contesel brazo izquierdo, pero cuando llevaba aquella hasta mi cin- taba entre risas. tura y la soltaba, el brazo volvía a la posición original como Y al final acabamos todos de jolgorio. accionado por un resorte, quedando de nuevo como para Todavía no se conocían los Táser en España, pero yo ya lanzar un zarpazo. Enrique era el culpable y ahora, para es- había probado algo parecido. Era un privilegiado. •

This article is from: