Cartas de amor primera entrega

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Ilustraci贸n Yelena Bryksenkova


Siempre que se habla del amor es necesario entrar a un espacio de intimidad, de acercamiento y efervescencia de emociones. Esta compilaci贸n de cartas en su primera entrega forma parte de una colecci贸n de personajes conocidos por todos nosotros.

Franz Kafka a Felice Bauer Khalil Gibran a May Ziadah Charles Bukowski a Linda King Edgar Allan Poe a Sarah Helen Whitman Winston Churchill a Clementine Ludwig van Beethoven a Antonie Brentano Salvador Dal铆 y Federico Garc铆a Lorca Martin Heidegger y Hannah Arendt


Franz Kafka a Felice Bauer ¡Fräulein Felice! Te pediré un favor que suena completamente loco, y que yo consideraría como tal si fuera quien recibe la carta. Es también una gran prueba incluso para la más amable persona puede ser sometida. Bien, el favor es: Me escribas sólo una vez por semana, así llegaría el domingo, porque soy incapaz de resistirme a tus cartas de cada día. Por ejemplo, yo respondo una de tus cartas, luego estoy acostado en calma aparentemente, pero mi corazón late a lo largo de todo mi cuerpo y sólo es consciente de ti. Yo te pertenezco, realmente no hay otra manera de expresarlo, aunque no es suficientemente adecuada. Por esta importante razón no quiero saber qué estás usando; me confunde mucho y no puedo lidiar con mi vida; y es por eso que no quiero saber por qué me tienes cariño. Si lo hiciera, ¿cómo podría tonto de mí, estar sentado en mi oficina, o aquí en mi casa, en vez de saltar dentro de un tren con los ojos cerrados y abrirlos solamente cuando esté contigo? Oh, hay una lamentable, triste razón para no hacerlo. Para ser breve: mi salud es apenas lo suficiente para mí, pero no lo suficiente para casarme, sin mencionar la paternidad. Pero cuando leo tus cartas, pasó por alto hasta lo que no puede ser. ¡Si sólo tuviera tu respuesta ahora! Te obligo y atormentó horriblemente a leer esta carta en la quietud de tu habitación, como ésta ¡nadie ha puesto en tu escritorio tan desagradable carta! Honestamente a veces me parece ser presa, un espectro en nombre de la felicidad. Si solo hubiera enviado la carta del sábado en la que te imploro no me vuelvas a escribir y en la que me hice una promesa similar. Oh Dios, ¿qué me impidió enviar esa carta? Todo estará bien. Pero, ¿hay una solución tranquila ahora? ¿Ayudará si nos escribimos una vez a la semana? No, si mi sufrimiento puede ser curado por algo semejante, quiere decir que no es serio. Y ya preveo que seré incapaz de soportar aún las cartas dominicales. Y así, para compensar por la oportunidad desperdiciada del sábado, te demando con la energía que me queda, en el final de esta carta: Si valoramos nuestras vidas, permitámonos abandonar todo. ¿Pienso que debo firmar “tuyo”? No, nada podría ser más falso. No, yo seré siempre esclavo de mí mismo, eso es lo que soy, y debo tratar de vivir con eso.

Franz


Khalil Gibran a May Ziadah 26 de febrero de 1924 Usted me dice que tiene miedo al amor; ¿Por qué es así, mi querida amiga? ¿Tiene miedo de la luz del sol? ¿Tiene miedo del flujo y reflujo del mar? ¿Tiene miedo de la madrugada? ¿Tiene miedo del regreso de la primavera? Me pregunto por qué tienes miedo del amor. Sé que el amor de un alma baja puede satisfacerle, así como sé que a mí no me puede complacer. Tú y yo nunca conoceremos lo que es mezquino en la mente. Queremos todo en cantidad. Queremos tener todo. Queremos la perfección. Digo, María, en esta aspiración está nuestro logro, porque si nuestra voluntad era sólo una sombra entre las muchas sombras de Dios, no hay duda de que íbamos a llegar a uno de los muchos rayos de su luz. ¡Oh! ¡María, no temas al amor! No tenga miedo del amor, amiga de mi corazón. Vamos a tener que someternos a él a pesar del sufrimiento que pueda traernos, la desesperación, la nostalgia, la perplejidad y la confusión. Escucha, Mary: hoy estoy en una prisión de deseo, que nació el mismo día que vine al mundo. Y hoy estoy obstaculizado por las cadenas de una idea tan vieja como las estaciones del año. ¿Puede mostrar indulgencia hacia mí en mi prisión, para que finalmente podamos emerger a la luz del sol? ¿Te quedarás conmigo hasta que estas cadenas sean destruidas y podamos caminar libremente y sin obstáculos a la cima de la montaña? Y ahora, acércate, acerca tu frente a mí – así, así, y Dios te bendiga y te proteja, compañera amada de mi corazón.

Charles Bukowski a Linda King “Me gusta cómo se mueve tu mano; esto me calienta más que el mismísimo infierno… todo lo que haces me calienta más que el infierno…” “…eres una puta, roja, caliente y arpía, hermosa, hermosa mujer… tú pones poemas nuevos y esperanza nueva y alegría nueva y trucos nuevos en el perro viejo, te amo, siento el vello de tu sexo en mis dedos, el interior de tu sexo, mojado, caliente, te siento con los dedos, tú contra la heladera, ese congelador maravilloso, tu pelo largo, salvaje, tus pájaros salvajes de tus cosas salvajes, caliente, lasciva, milagrosa… torciendo tu cabeza después. Llego hasta tu lengua, con mi boca, con la lengua… estábamos en Burbank y yo estaba enamorado, un amor de ultramar, mi buen dios, diosa maldita, mi aguijón, mi puta, mi mi mi mi mi golpe de aliento en tu vello paradisíaco, te amo, a ti y a tu heladera, donde nos atrapamos y luchamos…” Te deseo Te deseo TE deseo A TI A TI A TI A TI A TI A TI”


Edgar Allan Poe a Sarah Helen Whitman 14 de noviembre de 1848 Mi querida Helen Tan amable, tan real, tan generosa, tan impasible ante todo lo que habría conmovido a alguien que no fuera un ángel, amada de mi corazón, de mi imaginación, de mi intelecto; vida de mi vida, alma de mi alma, querida, queridísima Helen, ¿cómo podré agradecértelo como debiera? Estoy sosegado y tranquilo y si no fuera por una extraña sombra de maldad que se aproxima y me persigue, podría ser feliz. Que no sea absolutamente feliz, incluso cuando siento tu amor en el corazón, me aterroriza, ¿Qué puede significar? Puede que sólo sea una reacción inevitable después de unas emociones muy dolorosas. Son las cinco en punto y el barco acaba de arribar en el muelle. Tengo que coger el tren que sale de Nueva York para Fordham a las siete. Escribo esto para mostrarte que no me he atrevido a romper la promesa que te hice. Y ahora, queridísima Helen, sé sincera conmigo…” Por siempre tuyo

Winston Churchill a Clementine 23 de enero, 1935 Mi querida Clemmie: En tu carta desde Madras me escribiste algunas palabras tan esperadas por mí, sobre cuándo enriquecía tu vida. No puedo expresarte el placer que me dio esto, porque me siento siempre de forma aplastante tu deudor, si puede haber cuentas en el amor… Ninguna frase puede transmitir tu compañerismo y lo que ha sido para mí vivir todos estos años en tu corazón. El tiempo pasa velozmente pero, ¿no da felicidad ver cuán grande y creciente es el tesoro que hemos recolectado juntos, en medio de las tormentas y de las tensiones de tan agitados y en cantidad trágicos y terribles años? Tu amante esposo


Beethoven a Antonie Bretano 7 de Julio Buenos días Aunque aún estoy acostado, mis pensamientos van hacia ti mi Amada Inmortal, a veces alegres y otras esperando saber si el destino nos oirá o no. Sólo puedo vivir, contigo o sin ti. Sí, lo he sabido desde hace mucho tiempo, hasta que pueda volar hacia tus brazos me sentiré en casa, puedo enviar envuelta mi alma al reino de los espíritus a cambio de la tuya. Sí, me lamento. Lo entenderías si conocieras un poco más la fidelidad que te profeso. Nadie jamás podrá poseer mi corazón, nunca, nunca ¡Oh, Dios porqué se deber estar tan lejos de quien se ama! Mi vida en Viena, así como esta ahora es muy desgraciada. Tu amor me convierte en el más feliz y al mismo tiempo en el más desgraciado – A mi edad necesito una vida tranquila y serena. ¿Puede aspirarse a eso en nuestra relación? Ángel mío, acabo de escuchar la diligencia diaria del correo, por lo tanto, debo concluir aquí mismo, así podrás recibir inmediatamente la carta. Quédate tranquila— ámame — hoy — ayer. Que doloroso anhelo de ti — tú — mi vida — mi TODO. Adiós. ¡Oh, continúa amándome, nunca dudes del fiel corazón de tu amado! Siempre tuyo Siempre mía Siempre nuestro L.

Salvador Dalí a Federico García Lorca Cadaqués. Julio 1928

… Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo. La última temporada en Madrid te entregaste a lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una máquina de retratar …. Salvador Dalí.


Federico García Lorca a Salvador Dalí Barcelona, 31 de julio de 1927

Café de la Rambla. Mi querido Salvador: Cuando arrancó el automóvil, la oca empezó a graznar y a decirme cosas del Duomo de Milán. Yo estuve a punto de tirarme del coche para quedarme contigo (contiguito) en Cadaqués, pero me detenía el expresivo reloj pulsera de Pepe y la nariz de Pepe que echaba en la mañana al baño de María de París un canalito de sangre clara duro en su cara lastimosa. Al despedirme de los Qucurucuchs en el recodo de la carretera, te he visto pequeño comiéndote una manecita roja con aceite y utilizando un pequeño tenedor de yeso que te sacabas de los ojos. Todo con una ternura de pollo recién salido del cascarón y tiu tiu y de pirriti mano. ¡Ay! Ahora sudo y sufro un calor insoportable. Cadaqués tiene la alegría y la permanencia de belleza neutra del sitio donde ha nacido venus, pero ya no se recuerda. Va hacia la belleza pura. Desaparecieron las viñas y se exaltan día por día las aristas que son como las alas y las olas que son como las aristas. Un día la luna, mojada con elasticidad de pez mojado y la torre de la iglesia oscilará de goma blanda sobre las casas, duras o lastimosas de cal o de pan mascado. Yo me entusiasmo pensando en los descubrimientos que vas a hacer de cadaqués y recuerdo al Salvador Dalí neófito lamiendo la cáscara del crepúsculo sin entrar dentro todavía, la cáscara rosa palidísima de cangrejo puesto boca arriba. Hoy ya estás dentro. Desde aquí siento (¡ay! hijo mío qué pena) el chorrito suave de la bella sangrante del bosque de aparatos y oigo crepitar dos bestiecitas como el sonido de los cacahuetes cuando se parten con los dedos. La mujer seccionada es el poema más bello que se puede hacer de la sangre y tiene más sangre que toda la que se derramó en la Guerra Europea, que era sangre caliente y no tenía otro fin que el de regar la tierra y aplacar una sed simbólica de erotismo y fe. Tu sangre pictórica y en general toda la concepción plástica de tu estética fisiológica tiene un aire concreto y tan proporcionado, tan lógico y tan verdadero de pura poesía que adquiere la categoría de lo que no es necesario para vivir. Se puede decir: “iba cansado y me senté a la sombra y frescura de aquella sangre” o decir: Bajé el monte y corrí toda la playa hasta encontrar la cabeza melancólica donde se agrupaban los sabrosos bestecitos crepitantes tan útiles para la buena digestión “. Ahora sé lo que pierdo separándome de ti. La impresión que me da Barcelona es la impresión de que todo el mundo juega y suda con una preocupación de olvido. Todo es confuso y embístete cómo la estética de la llama, todo indeciso y desquiciado. Allí en Cadaqués la gente se siente no en el solo suelo todas las sinuosidades y poros de las plantas de los pies: Ahora veo como en Cadaqués me sentía los hombros: Es una delicia para mi recordar las curvas resbaladizas de mis hombros donde por primera vez he sentido en ellos la circulación de la sangre en cuatro tubitos esponjosos que temblaban con movimiento de nadador herido. Quisiera llorar, pero con el llanto sin conciencia de Lluís Salleras o con el canto estupendo de cuando tu padre tararea la sardana “una lagrima”. Me he portado como un burro indecente


contigo que eres lo mejor que hay para mí. A medida que pasan los minutos lo veo claro y tengo verdadero sentimiento. Pero esto sólo aumenta mi cariño por ti y mi adhesión por tu pensamiento y calidad humana. Esta noche ceno con todos los amigos de Barcelona y brindaré por ti y por mi estancia en Cadaqués pues las plazas del exprés estaban tomadas. Saluda a tu padre, a tu hermana Ana María a quien tanto quiero y a Raimunda. Acuérdate de mí cuando estés en la playa y sobre todo cuando pintes las crepitantes y únicas cenicitas, ¡ay mis cenicitas! pon mi nombre en el cuadro para que mi nombre sirva para algo en el mundo y dame un abrazo que bien lo necesita tu Federico. ¡Hace un calor espantoso! ¡pobrecito! Que hagas el artículo de mi exposición y que me escribas hijito.

Martin Heidegger a Hannah Arendt ¡Queridísima!

Gracias por tu carta. Si solamente pudiera decirte cómo soy feliz contigo, acompañándote mientras tu vida y mundo se abren de nuevo. Puedo ver apenas cuánto has entendido y cómo todo es providencial. Nadie aprecia jamás la experimentación consigo mismo, por esa circunstancia, todos los compromisos, técnicas, moralización, escapismo y cerrazón puede inhibir y torcer la providencia de Ser. Esta distorsión gira en torno a cómo, a pesar de todos nuestros sustitutos para la “fe”, no tenemos ninguna fe genuina en la existencia y no entendemos cómo sostener cosas como esas por nosotros mismos. Esta fe en la providencia no excusa nada y no es un escape que me permitirá terminar conmigo de una manera fácil. Solamente esa fe –que como fe en el otro, es amor- puede realmente aceptar al “otro” totalmente. Cuando vi que mi alegría en ti es grande y en crecimiento, eso significó que también tengo fe en todo lo que sea tu historia. No estoy erigiendo un ideal, aún menos estaría tentado jamás a educarte, o a cualquier cosa que se asemeje a eso. Por suerte, a ti, que eres y seguirás existiendo con tu historia, así es como te quiero. Sólo así es el amor fuerte para el futuro y no sólo el placer efímero de un momento. Sólo entonces es el potencial del “otro” también movido y consolidado por las crisis y las luchas que siempre se presentan.


Pero tal fe también se guarda de emplear mal la confianza del “otro” en el amor. Amor que pueda ser feliz en el futuro ha echado raíz. El efecto de la mujer y su ser es mucho más cercano a los orígenes para nosotros los hombres, menos transparentes, por lo tanto, providencial pero más fundamental. Tenemos un efecto solamente en cuanto somos capaces de dar. Si el “regalo” es aceptado siempre inmediatamente o en su totalidad, es una cuestión de poca importancia. Y nosotros, sólo tenemos el derecho de existir si somos capaces de que nos importe. Nosotros podemos dar solamente lo que pedimos de nosotros mismos. Esta es la profundidad con la cual yo mismo puedo buscar mi propio Ser, que determina la naturaleza de mi ser hacia otros. Y ese amor es la herencia gratificante de la existencia, que puede ser. Y así es que la nueva paz se desprende de tu rostro, el reflejo no de una felicidad que flota libremente, pero sí de la resolución y la bondad en las cuales tú eres enteramente tú. Tu Martin

Hannah Arendt a Martin Heidegger 1929

Querido Martin, Habrás oído hablar probablemente ya de mí por otras fuentes al azar. Toma la ingenuidad del mensaje mío, pero no la confianza de nuestra reunión pasada en Heidelberg, una vez más consolidada. Entonces vuelvo a ti hoy con la misma seguridad y con la misma petición: no te olvides de mí y no te olvides de cuánto y cuán profundamente nuestro amor se ha convertido en la bendición de mi vida. Este conocimiento no se puede sacudir, no hoy, cuando, como salida de mi falta de inquietud, he encontrado un hogar y un sentido de pertenecer a alguien, y esto es algo que puedes entender mejor que todos. Oigo a menudo cosas sobre ti, pero siempre con esa reserva peculiar e indirecta que a uno le da simplemente al hablar sobre un famoso nombre -que es algo que puedo reconocer apenas. Y quisiera preguntar -casi tormentosamente, cómo estás, en qué estás trabajando, y cómo Freiburg te está tratando. Beso en la frente y en los ojos. Tu Hannah.


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