LA CIUDAD SUMERGIDA: ARISTOCRACIA Y PLEBE EN LIMA 1760-1830

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Alberto Flores Galindo H!STORIA/9

LA CIUDAD SUMERGIDA· ARISTOCRAtIA Y PLEBE EN LIMA, 1760-1&30 Segunda! edición ':

J

© EDITO L HORIZONTE, ag sto 1991 Nicolás de Piérola 995, casilla 2118, eléf: 279364, Fax: 612954, Lima 1, Pe ú. 1

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Edición de 1,000 ejemplares. Impreso e el Perú - Printed in Pe

EDITORIAL ,

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HORIZONI'E


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En 1988 Tito cambió el título de este ;libro por el de La ciudad sumergida, aw,qu,j conseroando el anterior en calidad de subtítulo. Quería, añadir una tercera parte al capítulo VI (Vivir separados) que igualn¡ente se intitulara "La ciudad sumergida" y <l'>nde tratarla (os distintos mundos que se ocultan en Limq, entre ellos el mundo andino. Lamentablemente, su enfennedad no le permitió la pre-

+n,ás,

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paración de ese texto; por lo que sólo lo consignamos en el índice, tal como él lo htcierabn elrjemplarque dejó corregido. 1 . • De aUí también hemos tomado, para incluirlas ·, en la presente edkión, las modificacinne~ que llegó a hacer: lnco!poró un nuevo epígrafe, amplió la dedkatoria y ci¡,nvirttó en interrogante el título del último capítulo. '

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Limí

agosto de 1990

Cecilitl Rivera de Flores 1


•... volvamos JlOr un minulD al siglo XVIII. Oso a tal invitación, porque el siglo XVIII. a más de bonito, está ~~ de sTlos y sorpresas de lo pasado y lofaMAmtN AvAN i

I

1

"La población subterránea de Lima es otra invisible metrópoli de "f,esos que duplica la cú.tdad visible. Cráneos y esql)eletns prehispánicos, a varios metros de projundidad, aderezados de plumas, mantns y collares, soportan el peso de otros cráneos y esqueletos de capa y .ispada, saya, sotana y crucifyo•. JORGE EDUARDO EfELSON.

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A mis padres A Carlos y Miguel

I


Índiee 1

Abreviaturas Abreviaturas Introducción A.A. A.F.A.

A.GI. A.GN. A.HRA.

A.M. AN.M. BN.,Lima B.N., Madrid

Archivo Arzobispal{Lima) Archivo del Fuero i}grario (Lima) Arch!vo General de¡Indias (Sevilla) Archivo General de la Nación (Lima) Archivo Histórico ·va Agüero (Lima) Archivo Municipal ima) Archivo Naval (Ma, "d) Biblioteca Nacional (Lima) Biblioteca Nacional (Madrid)

PRIMERA PARTE l.

I

El hilo de la madeja l. El siglo XVJJl 2. Un litigio La cuestión del trigo: una vieja polémica ' Una agricultura de exportación l. El triunfo de la caña de azúcar 2. Los valles de Lima 3: La producción agrícola a. Fuentes: los diezmos b. Cifras: la región c. Cifras: los_valles

3:

II.

Nota: La ortogr ía de los documentos c tados ha sido actualizada.

u;¡..'

Aristocracia en vilo l. Lima y la Mar del Sur 2_. El mercado interior 3. Efímero espl~ndor

12 15 [!

17 19 19 22 23 29

29 .32 38 38 42 44

47 47 52

59,

_70 SEGUNDA PARTE IV. · !Vidas de esclavos

, :l. Un ocultp tenlor

77

79 ',7_9.,


2, Cuestión previa: el número 3.p:ielcampo a. Las haciendas b, Descomposición del esclavismo · c. Cimarrones y palenques 4. En las ciudades · a. Artesanado y servicio doméstico: b. Un suicidio · 5. Sevicia 6. Caminos de la libertad

82 89 89 92 95 98 98 101 103 106

Rostros de la plebe l. Bandi 'os de la costa 2. Violen ia de todos los días 3. La ciu ad como cárcel 4. Tensió étnica 5. Una co edia humana: las tradicºones •

VI.

Vivir sep l. Pescad 2. Pueblo 3. La ciu

.

· Introducción

111 111 ll8 .1.28 · 132 141

1

ados res de indios d sumergida

' 1

115 15 149

Notas

154

TERCERAPAR ¿Una

VII.

163

soci dad sin alternativa?

l. Quiebra de la aristocracia mere

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ti!

2. Un motí : 5 de julio de 1821 3. Campos evastados

VIII. Colonia/is o y violencia Notas

Anexos Fuentes y Bibliogr a Agradecimientos

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165 165 170 175

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179 184 187 205. 213

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En Lima, la independencia fue proclam4da tardíamente y la expulsi6n de los realistas s6lo fue posible después de 1821 , mediante laintervenciónde los ejércitos de San Martín y Bolívar. La capital del virreinato peruano no alberg6 juntas revolucionarias y ninguna insurrección convulsionó su trayectoria; por el contrario, en esos años agitados, a caballo entre los siglos XVIII y XIX, la ciudad se convirtió en sinónimo de la oprobiosa dominación colonial: "del despotismo asiento", para utilizar una imagen corriente entre los escrit.Qres republicanos. A estos antecedentes se remite la imagen actual de una ciudad abúlica, tan gris como su cielo y tan mon6tona como sus inviernos. Pero es evidente que ya no leemos aRatzel y ningún determinismo geográfico nos parece verosín¡il. Entonces, ¿c6mo explicar la longevidad del orden colonial? Se ha recurrido, ~ara responder a esta pregunta, o recordar la solidez de suorganizaeiónadministra~va, laefectividaddel consenso religioso, la carencia de una conciencia nacional. .. Lejos de estos lugares comunes, vamos a buscar otras respuestas emplazándmlas en un territorio diferente: la estructuración social de Lima. No se trata de escribir una página de historia urbana, ni tampoco de historia política. Los personajes centrales de este libro son entidades colectivas: grupos y posibles:clases sociales. Alrededor de ellos ,:n-ganizaremos todo el texto, privilegiando la explicaci6n sobre el relato de acontepmientos. La narración cronológica dejará l¡;¡gar a un conjunto de aproximacione$ paralelas. Empezaremos por los de "arriba'': ingreso aparente a una estructt¡ra social; ello~ dominan, quieren


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'Cf~¡#ffioner. sus normas· de comportamienw y sus valoraciones.

aparei,en con ! , j[$'~q¡~ia en la documentación. Pero sólo entenderemos realmente ,l orden \'/}!l~g.(qtÚal cuando variemos de perspectiva y, en la segunda parte, nos ocu ,aremos , /*¡{i1{ilos·"deabajo". Elpunwde vistade los desesperados, empleando una e :presión I:ii'4f1 cineasta Pier Paolo Pasolini, permite desmontar los mecanismos de una 'ef'qciedad y pensarla como wtalidad. El texw abandona una síntesis quizá usiva S' se ,extiende en 'múltiples referencias: el entramado de la vida co · )í5?zinente, en la :tercera parte, rodas los personajes confluyen alrede independencia de is21.

PRIMERA PARTE

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I.: ELHILODE LA MADEJA ..

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.•qm/sin :¿i;¡~ 'llllÍl\ar el sigl\)XVIII:.lá.capitald~ vasto espaJio rolonial. andino embargo, a oüerehcia .de :fy[éxico, µbica desde si¡ flllldación enfa

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ptoxiq¡idad qel ·mar, a escasa.distailciaderCai)ao, su puerto I\atmaL Sede . de la butqcracia'ycentro mercaritil désde.dQndeesa: poderosa corp(lración que fue.el Tribunal del Consulado (mcrcaderes,y navi~~j.imulla Sil influiinci,a t.anto sobre el igl/,Cífico c"cla Mar del Si¡r, según acostumbral)qecii-los documentos de la \\poca~ ·. ~mo .sobre el interior del país. EnJ 700,Japqblación lirrteña¡fue calculada, con t<ldas las Í.1Ilprecisiones de la época, en;apenas ~7 ,000 habitantes,.pero eSll cifra, al J?íÓmédiarelsiglo,remout.andoelflagelo.delasepidemias,comieuzaaascender. En 17~2 llega: a los 52,000 y unos veinte años.d\JSpl:lés se calcula eiI más de 63,0Q() habit.antés. G:ifra reducida si se le comp&aconios13Q,0OO habitantes de la capital de NÚóya España, pero desde luego notable: en r¿lación a Santiago (a¡x,nas 10,00!) , ~abiiantes) e incluso mayor que BueIJos ~es (40,000). Es ne{:esario considerar, s; ¡itl~ás, qlle la ciu?lld fue c::1si arrasada por el¡ertem(lto de 17f6, de 11]llllei:if que _· _·_ ~eb.1e scrr~onstrwdaadaplándola alas nuevas costumbres querfClamaban grandes · · amb1en.tes¡ como .la Plaza de Toros, el Paseo de Aguas, la Alaíneda de Acho, los

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:. : :;;,UEnéste atenemos las cifras que' :--,·-· escenario,losdos actores '. .fundamentales, .sinos - .. ·.a-_... ~~io\l.uf los censcis,;parecen Ser lalnistocracia:ylqs !lst¡lavQs. purante el ;¡_¡e,rt94c¡ écjloíiiaI, en Lim¡j se otorgan4}! títulq~nobiliario~. volumtonlejanaJllente ~~dp,~Jos 234,~e Cub.i y San~D~¡io¡yfü~_170 de M~c'?,. E11. l;:l Gi~?11d /f~!\!e; ,Mcexageracmn algµna,. la élitll;Y\1Tein«1tm.as.,n11merq~p. e 1mppftanlll,. de :~oaipérica;1' sustentada en.las actividad~,¡nerc¡¡Jltjles... li[na recieuttl1niigra-

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LAOUDADSUMERGIDA

ELHILODELAMADEJA

· ción española, procedente de las regiones vasconavarras, incrementa su número y hace de Lima una de las urbes más hispanas del continente: 18,000 habitantes son censados como españoles (predominando peninsulares sobre criollos)) frente a los que se yerguen, en el interior del recinto amurallado de la ciudad, m~s de 13,000 esclavos, próximos a esa "gente de'color libre" (castas) que suman 1O,0KJO habitantes. Quizá teniendo presentes estas consideraciones numéricas, el poe ,y ensayista Martín Adán, en una tesis sustentada en 1937, asoció el destino de a clase alta colonial con la esclavitud.' ¿Qué reglas resultaron de las relacione entre estos personajes? ¿Pueden serrazonadas en términos de una sociedad de el 'S? ¿Cuáles serían esas clases? En las páginas que siguen, al responder estas pregun , veremos cómo termin3J\ dcsdibujándose algunas apariencias iniciales -el bin mio aristocracia-esclavos- dejando lugar a nuevos personajes. Hace falta, ~esde el inicio, despejar posibles prejuicios: las clases tienen que existir necesariamente en toda sociedad compleja ni son homologa les con una determinada cdndición económica. Toda clase es una maneraespecífi de expresar la totalidad soda!, donde los factores internos importan tanto comólas Jaciones de □.posición y c. 01 pleme~tación_con otros pos. Q~eremo.sdecir, '.;no 3:lP~·bras, que la clase so ial es, por encima de todp, una realidad temporal def mda r los hombresalviv supropiahistoria".3 Elanálisisdeclasederivaenunaa ro · ación $ru.

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apartida la estructura . c.ial. por.·la ví.a de la priase is,. social don._de.-aunque la definición no. se{,. e.l p.un;o_de sino el sultado. Entonces, una pueda tautolog¡co decirlo-- es u a realidad en movirnien , que no puede estudiarse en abstracto o a priori, y que; función de las circuns ncias que vive, soporta o gen~ra, pasa por diversos estad os: períodos de formacion, de hegemonía sobre una ~ociedad, de disgregación y ~ca~o. En cual.quiera de ¡estos n:omento.s resultan ind~sligables las relaciones eco om,cas, de .la cultura y la mentalidad que cohesmnan a los hombres. Es evidente qu una clase no es uná suma de individuos, pero también es cierto que no pueden ser mitidos: hay un inevita11le contrapmito.éntre clase y biografía, por eso "la historia social debe tratar de conciliar la dimensión colectiva con los destinos individuales".4 1 El escenanJ· de L. ima colonial carece'de límites definidos¡ mejor dicho, depende de los actores. Es evidente que no eillte una nítida división entre la ciudad y el campo~noo stantelamurallaylaspuertas-yquelavidaúrbanaseconfunde_con las actividade agropecuan.·as de los. valt próx.imos. P.ero.• mientra.5 la esclavitud tendrá un claro~igno regional, asentada undamentalmente enla capital y los valles de la costa cen al, desde Santa hastaN ca, la aristocracia·comercial, en cambio, tiende a e.xp dir progres.i~a.mente sn ,~o'?inio sobr.e los mercados del interior, articulando un red mercantil qnemcluire cmdades y pueblos andmos, como Cerro de Paseó o Cufco, junto con lugares tarl~janos como los puerto.s de Guayaquil<? Valparaíso. Pr,nsat Lima colonial en té~inos de "clase social" nos llevará de los medios urbanos al paisaje agrario y en 09asiones tendremos que distanciamos de los límites_ r~gion es, p3:a seguir ciertas trryectori~s c?lectivas o individuales. Qmza sea ,onvemente considerar, antes, las 1magenes que prevalecen sobre el siglo XVIII e el Jlerú. Aquí no ha sidp pensado como el "siglo de las luces", ni .

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21

tampoco como la edad del capitalismo emergente. Por el contrario, la declinación del orden colonial se asocia con una prolongada postración econóntica secular,'iniclada precisamente en esos valles de la costa central. La Ciudad de los Reyes pierde el rol hegemónico que habríátenido en elPacífico, incapaz de com~etii: con Buenos Aires, arrastrada porla ruina de sus campos, en la impotencia de una aristocracia carente de "ctralquier idea" o de "cualquier esfuerzo", como la defmió uno de sus descendientes, el historiador José de laRiva Agüero. Es frecuente referirse a la ''crisis del siglo XVIII". Aparentemente, estamos •l\llte un} afirmación qtre no admite réplica, ní siquiera duda. Sin embargo, vamos a apartamos de la rúta•habitual, que seríá, buscar nuevas corroboraciones, para dar marcha atrás, reabrjr el expediente de esa crisis )'ponerla entre interrogantes: ¿crisis? ,;¿dónde? ¿desd~ cuándo?, ¿para quié, nes?. Nuevas preguntas que parecen confundir todavía más ¡¡uestro derrotero .. El hilo para desenredar la madeja puede yncontrarse en los procesos judiciales. que con tanta frecuencia se repiten en esa Lima colonial, Estas fuentes abundan, no faltan en ningún archivo.· Podemos menci9nar, por ejemplo, los juicios ante el Cabildo y la Audiencia (causas civiles y criminales); ante el Superior Gobierno, el Arzobispado (cansas de negros, inmunida~es, divorcios), juzgados p~cu~~ como el Tribunal del Consulado o el Juzgado de SecuestJ'.os. Cualqmer litigio permite observar el comportantiento de las partes y los intereses en juego, siempre y.cuando desechemos imágenes simplistas que piensan al derecho. sólo como una imposición de la clase dominante; se trata más bien de un ten;eno de confrontación, donde por eso mismo tienen que salir a relµcir los intere$ y propósitos de los sectores populares: aunque sean más frecuentes los fallos en contra, el funciona- . ntiento'del sistema exige que ellos puedaniobteneralgunas victorias.y alC311zar ciertas reivindicaciones, a pesar de ser negros y esclavos.' ; . . . ·• Lo jurídico enV11elve a.la sociedad colonial .. Desde las primeras expedic10nes, . los conquistadores llegaron acompañados, aparte de un cura, por algún notario. En los legajos judiciales se encuentran a todos los personajes posibles: aristócratas, pequeños comerciantes, artesanos, curas, esclavos, bandoleips... Los litigios atraviesán el conjunto de la vida social, desdtc Iás empresas ~omérciales. hasta fas familias, pasando por situaciones extremas, tomo los crím~nes. Oc.urre que es.te horizonte :jurídico colonial es muy peculiar. Aunque la l~y es importante, las ocasiones de infringirla son múltiples; en una. sociedad dtjnde coexisten varios sistérmis culturales y se enfrentan diversas reglas de comportamiento. Hecha la ley, hecha:/!, trampa es un dicho demasiado.antiguo en el Perú. De allí la frecuencia de · . los procesps judiciales de toda índole, Evidentemente, como advierten Javier Tord y;€arlosLazo,• éstos no pueden ser leídos con ingenuidad.: Siempre es necesario ccimpatar y contrastar las opiniones: un juzgado no es un ~onfesionario, aunque, : · oomó•en el confesionario, a veces puede resultar más importante lo callado que lo ~iti4o. Pero muchos problemas quedan obviados si consideramos que a nosotros, · ~yo excepciones,.no nós interesa repetir el proce~o y dictaminar la culpabilidad o ')l)bcenqia.del reo; sino valemos del juicio para entender cómo. se estructuran las :rel~éio?es sociales.


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tí:CIÍJI)AD SUMERGIDA

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EL HIW DE LA MADEJA f

o se entabló ante el~uperfor Gobierno un curioso litigio 91tre el :.;JiL_,,<JéroFranc1sco Flores y los molinero¡¡ Jacinto CMvez,Manuel Salaz.ar r Juan ; }l!í~tz~smendi · ~lprim~ acus6a;IQS,<Jtt0S tres de pretender monqpo la /f;c,\1.~JfCJÓU ~ harina e_n la Cil_ldad peq~<l1~o a su gremio y' desde hteg ,a.los ' : . ;,'[99I~IDldCJre&; Cuálgmerqne1asooree!prec10 del pan sería reprochable ae lStres . · \~bnas;Enefecto, Chá:,-e~ ~íaatré_ndadostres moliµos,Sálaz.ardosy . · [[lendi ··• 'l\;~P:,sobre~n to:31 de diec\SletemolinC>s establecidos;.~nLima, de.los cuál sólo . p¡ís ~tabruunacttvo~, La acusación parecía fundamentada. Así lo entendi onlos ;J~e,cesqu~ cancelar_o~ las escrituras de arrendamiento. •El molinero Jacinto hávez .· .' (!~!SO ~ una ~~v1s1ón ~el fállo, pero su rec,nrso fuedesechado por extemp • ·eo .·.. y;en. con~1~erac_1on db la 1mperativa!nece¡¡ídad de combatir los monqpolios; . · ~ellj)ane.11c13, se hatadelenfr~ntamientoentre un panadero(viene alá m .nte la )fliª~en_ de Ul1 pequ ñ<J artesano),y tres rfüos empresarios· que quieren áJ · , ~n~fip10sa costad t°'h.:hici?dád; Pet"() srse.revisacon cuidado e1·•·.. ,•se

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1.t·· . ~.'.;·:··•.t.··.·sen . os·.·.:..·~.:~.·$";.~tras.;. En cuanto a Sálazar en,~dad· s610: p¡¡sdií!' molino que, además, pasó a stis manoscomo C(}DSec neta deUllaiianz;th<:C · acierto mayordomo. .. .. . . ,· • Porotro lado, laa .. . . .tedebilidad~fosy . áderos noes tal. Aunque sedividen endos_s!X'tores-:""los ab~edores() v.en_d~fesde pan y los pro<lúctoreS-c-, están ªl!l<:~ados.c(}n 1() q e cons1ipienfompal'\~~susmteieses. Comocon~uertcia del Jmc10, el panader . Joaqn1110y;tgne-obt,11Vqel arrendamiento delmolino de San .•Pedro Nol~;Fe · e Sf~,•~f.mis&.<jfi~o. arrienda.~• molino; yLuis .. F=.nz, tam:t>íén ... derp, sohc110 el atrendannentode dos mqlinos: r-(o se traía prec,~anientt,·/iepeq· eñ~ propietários'>Póll'Miguel de Castañeda yAmiizqm'bar; ·

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El sistema de endeudamiento y adelantos hacía que, para los .habitantes de fa ciudad o. los 111agi,strados del Superior Gobierno, no resultara tan evidente fa' articulación entre .personajes de .la. élite urbana y panaderos; es así como pasó ina<lvertido el intento de monppolizar el abastecimiento de pan. Aquéllos que ansiaban el monopqlio ác,i~ de "monopolistas" a quienes e$ apenas artesanos dedicados tradicionalmente al .(}fjcio de molineros, pero que, por esto mismq, áparecían como obstáculos parllSQsproyectos. Un fallo judicial favorable permitió,· de esta manera, !oque en fa práctica podría cá!íflcarse como un despojo .. Años antes, en 1779, en un e1<pediente elaborado por los abastecedores de pan, se reconocía l.a vinculación dependiente de los panadertis C!ln ~l capital mercantil: "De la .subsistencia del gremio [panaderos] ~nlta. la felicidad del Comercio y también la del público de tener un abasto promqvido y bnerio...'1" Lo último no fue tan cierto. · 3, LA CUESTidNDEL TRIGO: UNA VlEJA~OiÉMICA

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El. trigo fue siempre :cultivo conflictivo Jáel Perú. Traí;lo por ios europeos desde la conquista -en 1540 se estableció el primer molino-; consiguió implantarse en los válles serranos; pero su.mayor difu¡¡jón estuvo ert las áreas próximas a Lima, donde compitió victoriosamentecon el maíz, habiendo encontrado enla tierra y el clima condiciones favol:áblesa su desarrollq. La proverbial producción de trigo en lacostacentrál pemanaasombró a diversos cronistas, comoCiez.ade León (1550) o Bemabé Cobo (1640). Sin considerar el testi111ónio que ellos dejaron, la fertilidad costeña estuvo refrendada pqr el hecho que, luego de cubierta la demanda de. la. capital, lo.s excedentes permitieron mantener frecuentes exPQl'll!Ciones a Panamá de este grano, En el siglo XVII, los valles de la costa centrál peruana fueron la principál despensa triguera en el Pacífico: 100,000 fanegas en la capitál y sus á!Iededores y otras tantas en Chancay, Supe, Huarmey, Santa, áI norte; Cailete, Chincha, Pisco, áI sur.10 Sin embargo, áI terminar esa centuria, la situación cambió sustancialmente: . el Perú, de centro exportador, se convirtió en unaeconomíadefiqitaria, obligada, pqr lo menos desde 1707, a mayores impqrtaciones procedentes de¡Chile. ·.En la región central de ese reino, la agricultura ganó terreno a costa de las actividades ganaderas (producción de sebos y eneros) y se impuso la imagen de unpáisajé dominado por . · .J:¡s espigas. · · Siendo. et trigo un producto de primera necesidad," indispensable. por la crecientedem31lda urbana, estos cambios en la composición de los cultivos llamaron .la atención de cµálqnier contempqráneo. Mnchós creyeron encontrar una explica ción vero.símilenlos trastomosqnehabríaoc:¡si(}nadoel terremoto de 1687. Existía una cierta proxrmidad cronológica entre ese sismo y el inicio <j.el comercio CállaoVálparaísQ. La versión ya estaba snficientemen.te propálada en la década de 1710, cuando lit recogió Frezier,en su libro de viajes. 12 Años deSPnés, el autor que con may(}r detenfmiento se pcupó de la cuestión ¡!el trigo -el economista Bravo de LagnnaS:..C sostuvo fehaci~ntemente que, luego del terremoto, los granos quedaron ,

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2.4 • LACIUDAD SÚMERGIDA

EL HILO DE LA MADEJA

r$/Iª{!l®f•a'un' inútil y nocivo polvo del color del tabaco"," lo que permitió que, a'l'"&

•s••·ión/alguien sugiriera la presencia de una plaga. El tema reaparece •~ y, entre otros lugares, en un informe del Tribunal del Consltlado . :n,1790. Hipólito Unanue, un médico cuya capacidad científi I era . •'•ffiN,cpl~,':madió a modo de ex?Iicasión los IJ?Sib~es cambios cl_imátic : q_ue hiIBJ!.3!1 segw.do al terremoto.14 Jose María Pando smtenzó todas estas mterpre ac10n~''.éqiltlüyentes diciendo, en 1831, que el intercambio con Chile "es com~rcio .· ·nac.ii!o.delahorrible necesidad que sentía la capital y sus alrededores, cuando a fmes Ml'filgfu 17, de resultas del terremoto se perdieron las sementeras, v "ó la ~fü~eratura¡!e la atmosfera y no prooucfan trigo los valles de Lima y Cañe •. ".15 r::a iifjrinación era tajl!Ilte: el trigo había sido erradicado de la costa peruana Las inljlórtaciones de C~e no eran consecuencia de ninguna voluntad, sino de · previsibles .trastornos el· áticos y ecológicos desatados por un terremoto. 14 unanimidad de opiniones (aparente, como luego veremos) fue segui por muchos historiadores ontemporáneos16 qúe encontraron en la "crisis trigue " un argumento para propo er, a su vez, la imagen de una crisis agraria en la costa, uego de una crisis agraria e to!lo el virreinato, yfinalljlente, de una crisis general, ini ·iada al comenzar el siglo III. El historiador sevillano Céspedes del Castillo, e año 1947, publicó un lib que ha devenido clásico) en el que contrastó elcrecim ento del Virreinato del Río de_ la Plata con el decli~e [~eruano, insi_sti~ndo en los ef~tos . del terremoto, al que b1eron sumarse--regu el- las lluVJas musuales de ~ 701, 1720 y 1728, además de otro sismo acaecido n 1746.17 Febres Villarroel,,años después, atribuyó res eltamente, como lo hab • hecho antes Unanue o Pando, la "esterilidad de las tie "al terremoto de 1687.1 Demetrio Ramos, quien albergaba algunas dudas razona les sobre estas interpre iones, intentó sin embargo apuntalarlas sosteniendo pos· les efectos que habría te ido el terremoto sobre los sistemas de riego en la costa.19 ero también recordó ·guiendo a !<is viajeros Jorge Juan y Antonio de Ulloa la probable acción de 1W! plaga (el gorgojo) que habría coincidido con el sism , teniendo devastadores ~fectos en las primeras décadas del siglo XVIII.'° , 1 En esta casi unani ·dad de opiniones hay c¡ertas afirmaciones que no parecen demasiado convincen es. Nadie ha estudiado Icon detenimiento los efectos del terremoto. Los juicios reposan en observacion~ posteriores, algunas de ellas muy tardías, y en el establ imi~nto de una correlación (no muy evidente en términos cronológicos) entre llegada de barcos con! trigo procedentes •.de Chile y el terremoto de 1687. ede ser verosímil, de a~uerdo con la experiencia sísmica acumulada en el Perú, ue un terremoto-o, mejor dicho, toda una cadena de sismos como los de ese año-!afecte los sistemas de riego, destruya cultivos en determina~ do.s lugares y ocasioniuna. :sensible baja en la producción agropecuaria; pero. muy difícilmente se podría xplicar una supuesta po~tración agrícola: seculary todavía menos la casi erradica ión:de un cultivo.21 ¿Df qué manera un terremoto podría variar la calidad de jasl tierras? ¿Qué relación ir,do haber entre el terremoto y los cambios atmosféricoJ¡ ¿Por qué se asignan esos yfectos catastróficos y prolongados precisamente al terrenloto de 1687? No fue, evidentemente, el único transtorno 1

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sísmico que debió soportar el Perú colonial: habían ocurridos sismos de intensidad similar en 1582, 1586, 1604, 1619, 1650, 1655, 1664, 1687, 1690, 1699, 1716, 1725, 1732, 1734, 1743 y 1746, ninguno de los cuales acarreó variacidnes significativas o prolongadas en el clima, las tierras o los cultivos dela costa. Totlas las evidencias disponibles hacen suponer que, en la serie anterior, el sismo de mayor intensidad· ocurrió en 1746: entre los meses de octubre y febrero se pudieron advertir 430 movimientos telúricos, pero ningún autor pudo opservar después variación alguna en los cultivos,22 Las apreciaciones sobre la "crisis triguéra" reposan en fuentes de tipo cualitativo, ·• aisladas y dispersas, que no permiten fechar ni seguir con precisión el desarrollo cronológico del acontecimiento. El andamiaje empírico es demasiado endeble: citas de viajeros, pasajes en las Memorias administrativas de los Virreyes, juicios de autores d_e la época, añadiéndose que no siempfe fueron leídos con rigurosidad. Escasean los testimonios directos. La suma de fuentes tan deleznables, por más abundantes que sean, no avala ningún argumeítto. Por excepción, uno de los testun. · onios más interesantes es el reclam.o que en 11780 interpusieron los labradores de Lima solicitando una baja ,en los censos y en el nuevo cabezón que recaían sobre sus propiedades." La queja de li:Js hacendados co1,1tra el proyecto colonial de elevar los cabezones (el impuesto S0bre las propiedades¡y la producción agropecuaria) es vista como una expresión nítida, evidente, de la crisis agraria que asolaba al siglo. Sin embargo, habria que preguntarse si la reacción de los reclamantes no era en cierta manera inevitable y predecible, atendiendo a que el "cabezón" o alcabala de hacienda se·_había mantenido fijo e inalterable desde tiempo atrás."' Tanto los autores del sigloXVIll como los his'toriadores contemporáneos, unos y otros, en r~idad se hicieron eco de argumentos·dados por los propios comerciantes para explicar las importaciones de trigo chileno. Pero los supuestos efectos del térremoto y la consiguiente imposibilidad de sembrar trigo en la costa no fue una tesis aceptada por todos, aunque a simple vista pareciera resultado del consenso y hasta de la unanimidad. •Precisamente en el juicio que comentábamos páginas atrás, el molinero José Arisrriendi presentó un recurso en el que, para demostrar los verdaderos propósitos monopólicos que escondían tanto el litigante Francisco Flores como los panaderos, propuso ptra explicación sobre la reducción de los campos trigderos en la costa. Decía ,\cismen di que este hecho fue consecuencia delas "hostilidatles" desplegadas pof fos panaderos, quienes consiguieron imponer el precio de compra de las coséchas, bajándolo a un nivel tal que restaba cualquier beneficio itlos hacendados. Dado.que la importación de trigo chileno iba.contra el "ideal" económico de la a:Utosribsisténcia, fueron frecuentes las quejas frente a lo que cierto autor calificó como "miserable dependencia de otro Reyno" ."' No faltaron digpositivos proteccionistas, como anota Arismendi, que buscaron controlar el precio del trigo y apoyar· •a1os'llacendados locales, dando como resultado que hacia 1785 ó 1786 la producción ascendiera á40,000 fanegas. ·.Los panaderos respondieron consolidando su gremio · . y:bájando erprecio del trigo. ;Los labradores, a su vez, no pudieron resistir estas y· "ottas!molestias insufribles", viéndose obligados a dejar de sembrar. Diez años !


2§:

I!AOUDADSUMERGIDA

"!Ss,,,nollegaba,"la cosecha a seis u ocho.mil fanegas y las siguientes serán llillstá su total extinción que es a lo que aspiran los panaderos"_,,, D¡:rrante el , . ., . . .enio tJ85- l 789, las importaciones de trigo chileno ascendieron a liti suma de º~29..973 pesos, Argumentos similares, aunque pasaran inadvertidos p1rra ':'Iros .•'Jlj§~tiadores, fueron anotados anticipadamente en la Memnria (1756) d :! Vrrrey sis-so deVelásco, quien intentó sin éxito, durante su administración, re ormar et. '''si~teina de comercialización del trigo.27 , .. • · • ',.· · AÍios después, el cabildo de Lima realizó una investigación recabando ninucio- . . · sos,fuformes de los principales propietarios en los valles cercanos a Lim Mag~. lena; Bocanegra; Carabayllo, Ate, Surco. El resultado, luego de un lar . acopm sistemático de da\os, fue que podia sembrarse trigo e incluS<!) increm otar~e la . ,ptQducción. 28 Parel:e ser que el grano "criollo" -,-<;orno se dio en llamar a vanedad local-'- era de in~ ·or calidad al chileno y que, a su.vez, en los valles cen es del ReinodeChile,l condicioneseranadecuadasparaalcanzarmayoresren imientos. trigueros;' pelo investigación del cabild<] desmintió que se tr¡ltase de .cultivo erradicado de la sta. De hecho, nunca se! había dejado de sembrar y, a _que se había redu~id? ~i ificativamente su ptQdui:cfón, quiz~ por efecto pasaje o de ~ .plaga a pnnc1p10 de siglo (la roya), se habla mantemdo tercamente e .mucl:tM valles. En 1777, to el trigo criollo comó el de Santiago estaban tasa os en 28 · realtlS fanega; pe se calculaba que el pri~ero era en definitiv~ ,más ~<i'• porque.· molido rendía me os, aproximadamente un s 8 reales por debaJo del chfü¡no.. Esta · infurmación, sin e bargo, debe ser tomada con precaución, como proveqiente del gremio de panad .os.30 . • . • • • El problema d I trigo preocupó siempre la burocracia colomal. Una ])a¡a en la producción chile. a o la interrupción del c mercio con V~paraíso, podía111eiler · tenibles consecue cias para las economías populares de Llma y alrededores,,Por , otro lado, el siste a implicaba la s~b':'rclinai¡ión_ de la ciudad respec!O a un grupo.de mercaderes dedic dos al comercm mtercqlonial, dueí\os de .nav1os y .r·ec·uas de mulas. Manso de Velasco, que gobernó entre 1745 y 1756, se lamentaba que, no o])stante los afan s por fomentar a los haqendados, éstos er¡m i:n vano_, "~or~ue aumentando los dueí\os de los navíos estudiosamente las conduccmnes, dismmuian. · extremadamente di pre¡:io de los trigos para~ejar el come_rcio en.su m~o, y de este · .· mod.o con s.u a~Jpio hací~ pobre la tiei¡r~ y m~ten..1an s~ esten .... !ida.d co!'. la abundancia".31 Lqs CO!llerc1antes, al ser tarr¡b1én naVIeros, Podían ~on~larcuando yen qué cantidad llegaba el trigo al puertod~l Callao, conloq1!eteman ~b,ertas todas ·¡as posibilidadesparaespecular con el prllcio:.podían subrrloy ba¡arlo, porque además el trigo· llO er,i un producto que [s~ deteriorara rápidamente_ Y. para ~u conservación en el país existían las grandes ~odegas del Callao y B~llaVIsta. A m~ d.e.·,co.m.e· reían .. te.·sy!avie. s•.se. hici·.·e·r . onbodegu .. ero.s.elEs.ta.co~ encia:.derolesnacta. como cimsecuenci' a del ro. control monopólicó sobre comercm..udel tngo.. . Para el Virrey Manso de Velasco, no tu/bía la menor duda sob~~ la expHca~ión de los cambios p dllcidos en el paisaje agj-ario de la costa. Refinendose al tngo, decía: "y todos l?f carnpos que se ocupaban de estas grandi:5 semen~rai;, o se l?s. . dieron otros desti~os, o se dejaron incultos; porque el comercm de los tngos de Chile

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EL HILO DELA MADEJA

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sofocaba a los labradores embarazándolos la utilidad .... ". El verbo sofocar-quitar la respiración, casi ahogar- era el más adecuado para resumir la relación entré comerciantes y labradores. . · ·. · · .. · -Les opositores a este sistema tuvieron su mejor vocero en la figura de un aristócrata versado en conocimientos económicos y provisto de indudables cualidades com~ polemista. Nos referimos a Pedro Bfl!vo de Lagunas. y Casti)la, a11tor de un Voto C::onsultivo ... sobre la cuestión de1' trigo, publicado por primera vez en 1755 y reeditado con correcciones y añadidos en. 1761. Aunque admitía el argumento sísmico,precisabaque, poco tiempo después (párrafo que, al parecer, no Jue leído con detenimiento porlos partidariqs de la "crisis triguera"),las tierras :recuperaron su '.'antigua fecundidad", pero si no volvieron a cubrirse de espigas, fue por la imposibilidad de .remontar la competencia desigual que implicaban las . ·crecidas importaciones chilenas. ."Y solam~nte consiguieron que se mandase a vender con igualdad, tanto de los de Chile, .con¡o los de Lima, ..:Pero fue \nfructuosa porqueJos panaderos, mirando ~ un misrno fin conlos Dueí\os de. los Naví_os, quienes son deudores de los crecidos caudales que les ftan, en· los tngos, pus1ero11 tales resistencias en adrnit/rla, que los labradot1esse desalentaron e11 sembrarlos, por ··. no seguir un penoso litigio, en. el tiempo que bahía de aplicarse a la cultura del Cám!)O."c33 No existe. ningún sustento sólido desde.el purito de Nistaa_grario a la tesis que pretendía atribuir a factores naturales el relegamiento :del tngo. Como .el problema ha persistido dela colonia hasta nuestros días, diversps agrónomos se h3:11 ocúpado del .tema. Para el ingeniero Teodpro Boza --,-<;0rtoborando una tesis anterior de Pablo Patrón.,-, los efectos de la wya no pudieron prolongarse más de ·cuarenta aí\os a partir.de 1687; de manera que sugiere pensar más en factores económicos:, El ingeniero.Marino Lcli, actualmente jefe del programa de cereales de.la Universidad Nacional Agraria, sostiene una opinión similar." •~ · A lo dicho por Bravo de Lagunas, volviendo.al siglo XVIII, se hubiera podido aí\adir o explicaciones: .el magro .poder de.los hacendados; sú escasa organiza. • . . ción, frente a las diversas vinculaciones que se entablaban, COll)O veremos posterior. · mente, entre los mercaderes y la burocracia colonial. El desplazamiento del trigo · éontribuyó ala subordinación de los terratenientes y al ascenso dela clase dominante colonial'. Un testimonio de la época, que se puede aí\adir a los citados anteriormente, atribuyó el "quebranto que padecen" los hacendados alas dit-:icultades creadas P':'r Ios·comerciantes para la. siembra del trigo, "perdiéndose de este modo, la memona . otra vez de la semilla en los contornos de esta ciu<jad..." 35 ··: •.· ·. ·· Los grandes. comerciantes limeños insistieron la superior calidad del trigo . . .· chileno y, además, en supuestos beneficios que se habrían denvadó del cambm de ·•.,·, .· · cultivos. E.Herreno perdido por el trigo fue ganado por-la caí\a de azúcar y la alfalfa. . ..·· Li¡caña;a¡iane de cubrir las necesidades de Urna y los valles dela costa central, era . . irnprnscindible para el funcionamiento delcomercio con Chile: a la ida, los barcos . ... ri¡tvegatjan cargados a la mitad de su capacidad de panes de azúcar para retomar · ¡íl~~os <je granoS.36 La alfalfa permitía mantener el crecido número de mulas que . transpOitaban los productos y mercaderías entre Lima y Callao, o que unían a la • . capital ~on el interior; , Bravo de LaguruJ calculó ~e manera en extremo 32

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colls~¡¡vadora por lo que se verá en el siguiente capítulo- que en Lima liabía aliéélédor,de2;800 borricos. A ello debían añadirse un crecido número de caballos ¡ u~lizados por aproximadamente 1,500 ó 2 000 calesas. ·. 1 ['.- ·_- ~~:1Peto!:los cultivos, así como tienen exig~ncias técriicas, propician determiliadas re\~eipnes sociales. El trigo m8;fchaba acorde con medianas propiedades y no , n~es1taba de una fuerza de trabaJO numerosa. En cambio; la caña de azúcar llevó f .ª;Iá:formación de algunas haciendas extensas, pero sobre todo hizo impe ativo t · .4isponerde trabajadores estables. La siembra de la caña debía realizatsecui lado¡ s'.11fümte; empleando el sistema de "aporque"" y dosificando adecuadamen e los negos, al cabo de 18 rr¡eses podía procederse a la zafra. Este proceso era im sible · · si".nó se disponía de una fuerza de trabajo, para losténninos de la época, "cálifi da". · Ante la escasez de potilación indígena en la costa y ante la imposibilidad de s 1jetar 1 atlos mestizos, la e -a exigió el recurso a la fuerza· de trabajo que dían proporcionar los e_scl os. Dado el aprendizaje que requería el cultívo, se pr firio· a los negros que conoc an el español y estaban habituados a las costumbres de país· los'.'ladinos" en lugar e los "bozales". Ténninoracista, este último,queserví p~ denominar a los escla os recién arribados del Mrica, por su desconocimien o del español; se decía, hac endo un símil con los petros, que tenían un bozal. · . ·. En c~antoalaalfal a; alainversadelacaña,bra un cultivo que no teníama ores exigencias: serr¡~rada odía~endirvarias ~osech¡, sin mayores cuidados porq e, en todo caso, lod1f1c1l era rradtcarla. De alh que a uellas propiedades dedicadas !ieste cultivo no requirieran ás. ~x.igencias que unos p costra.bajadore.s, nec.esarios sobre todo ~n los momentos ,e siega: un trabaJo duro ,orque se acostumbraba ejecutar en laspnmerashorasdel ,cas1alamanecer,cuan lahumedaderamayorenLima.38 Junto con la alfalfa, bién como forraje, se cr.ntinuó sembrando maíz. Bs así_como la agri ultt~ra de expo~ción se¡impuso sobre la agricultura para el mercad? mtemo y, a par, se entablo una re];tción estructural entre los grandes comercian_tes que m nían y alentaban el intercambio de azúcar por trigo, y los esclavos sm cuyo trab jo este comercio no hab 'a podido funcionar. . ·

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II. UNA AGRICULTURÁ DE EXPORTACIÓN

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l. EL TRIUNFO DE LA CAÑA DE AZUCAR La caña de azúcar fue un _cultivo tan antigµo como el trigo. Sin embargo, su apogeo recién llegó durante el siglo XVIII, cuando_ la costa central peniana especialmente el espacio comprendido entre Santa y Cañete- se convirtió en la región azucarera por excelencia (ver mapa), eón rendimientos; que estuvieron por encima de los alcanzados en los valles del sui y que incluso, como veremos, afectaron sensiblemente a la producción de la eosta_norte. CUADRO!.

Producción de caña de azúcar. Fines del S. XVIII

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Costa central Sur (Camaná-Tambo) Abancay Cusco Costa norte (Saña-Lámbayeque) . Costa norte (Trujillo)

350,000 arrobas 70 000 ,,, 35,800 " 24 200 " 16'000 .. : , 13,000 " ,

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Fuente: ·Pablo Macera, Trabajos (le historia, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1977, t. IV, p. 29

DurariteelsigloaIJterior, los valles delnorte_habían alcanzado cierta prosperidad . económic,a atribuible precisamente a· sus extynsos campos sembrados de _caña: entonces-podían exportar !)Se producto hasta PaIJaníá y _Lima,: e incluso tenían la posibiliitjd de enviar al);lll/OS excedentes a Ch)le. Un poderoso núcleo de terrate-

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LA OUDAD SUMERGIDA

UNA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

COSTA CENTRAL PERU WA

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nientes y comeroiantes se había erigido en esa región. Pero, al comenzar el siglo XVm;carastróficasinundaciones arrasaron con los campos de cultivo en·1720 y 172s; destruyend.oaJa propia ciudad de Saña, que de centro regional pasó a sér un lugar arqueológico. Los liacendados debieron endeudars~ con la Iglesia y las órdenes religiosas para solvenrar sus gastos. 'La situación se agravó por el elevado precio de _los esclavos; la competencia para• conseguir una fuerza de trabajo que comenzabaaescasear y el incremento en el costo de insumosiindispensables, como la cal.' .Todo esto hacía _difícil pero sobrellefable la situació11 de los terratenientes norteños_. Lo que no esperal)an, y nÓ pudie~n soporrar, r«e el embate fmal que provino .de Lima. , · En .efecto, la producción azucarera, consplidada en la c~sta central y luego de cubrir las exportaciones a Chile, invadió tambiéfiel norte: l!)s hacendados de esa :región, aparte de perdetlos mercados· del sur, vieron llegar competidores difíciles de superar. Por enton~es. habían sido. dewlazados tamb\én de Panamá como consecuencia de] crecimiento azucarero del pnibe. La po~bilidad de cambiar la . cana_-._ Jl_Q.r :¡em.bn.·os d.e trig·o· resultó.· inviab.\ee porque. el griµli .•. • ._º c.·hile.no.· ya ha.bía inundado el mercado de la costa central y lllf11bién llegaba a Tas puertas de Trujillo. Las deudas auruenraron ylas haciendas comenzaron a venderse a un ritmo inusual. Eldetetioro de las casonas, el abandono de 1ds instrumentos de labranza; la escasez y pésimas condiciones físicas de los escla{os, eran signo~ visibles. Una vieja aristocracia norteña tuvp que disgregarse.'! Al terminar ef Siglo; casi todas.las propiedades de La Libertad estaban eildeud;Ídas. · · En 1795, una inspección ocular del valle 4e Chicama(unq'defos más feraces del norte) permitió d¡;scubrír algunas p0sible~ causas: don y alentín del Risco y AIYiU'adP, dueíiO de la hacie¡\da Chiquiioy; dijo que antes fü¡bían producido trigos que se'd<lSlinaban a Panamá, Guayaquil YLima; pero sus "consumos se perdieron por ~l cf)llleJ:cio y comunkación cpn Chile";3desdeJ660 liabía producido azúcar ¡)ero, al igtialque con el trigo, silyentasólo floreció"hastaeléstablecimiento delos · · ingénios de >jZÚcar en Lima y sus coinarcas";'en esos mome11tos;lahacienda apenas l)acía "raspadoras yéhancaca·i y los censos qúe adeudaba ~ndíana70,000 pesos. ):(is propietarios o arrendatarios de Chiclín, San Jerónimo, Moyobltpe y otras diez haciendas más, reiteran, con variantés o adiciones; los mis,:Oos argumentos: Los testigos a·los que se recurre en lainspecdón también serefier~n a los ''trápiches" que sé han multiplicado en ias provincias deiLimá y Chancay. Pefula victoria alcanzada por la ~en la costa central no es atribuible, de ninguna iiianera; a. una superior ¡;alidad, mayores rendimientos o mejores condiciones climáticas. Se trálll -según . el parecer de los hacendados trujillanos- básicamente de. lás.facilidades que tuvo t;I cultivo para.expandirse, como consecuencia tanto de ahoqos en transporte como •;·de.la,delmm,.da chilena, por eso "prosperaron ~ejor que los d~esta ciudad, rebajando ·'. ·d,iariafüenteel valor del azúcar ert aquella capitaf sefueron rebajando los establecihíitmtds de esta ciudad hasta el término a que se ven reducidos ...".' Argumentos · iimilru;es habían sido sepalados antes por eljvisitador EscoJ/t:do (1784). · · ': :;Esindudable,entonqes;que los grandes comerciantes influyeron en las variacioiles en loscultivosde 1a;cosra. Pero, aunqudsea frecuente eiicontrarfos poseyendo '

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2.LOSVAILESDJELIMA

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. , .¿Qué significó en el paisaje agrario de 1 costa, .la victoria de la agricultura de exportación?, Evi ente.mente no fue, como en laactualidad, la imposición del monocultivo. El e aciq.cultivable más am.pilo.se·º.bicaba alrededor de la ci,udad de Lima, teniendo co o ejy al valle del Rímac, ~ue en realidad venía a ser Imlj especie de tronco ,del que 1.e derivaban o nacían .Im'I conjunto de pequeños valle~.: tierras

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UNA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

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·tí;~,.hay,que reparar en que, por lo general, no se trató de grandes hacien:las y, en , ,.tOJ:\(!'\QaSO, llegaron a ellas. vía herencia o alianzas matrimoniales y no como una ¡¡g!j~(dad empresarial strictu sensu. Fue poco fluido el traslado de capi':ales del . ~m~rc,io ,al• agro. ¿Por qué? La primera y más evidente explicación ,odemos iüP0~trarlaen las múltiples contingencias del campo, especialmente tra - tdosede wicultivo que exigía tantos cuidados como era la caña: años de sequía, se idos por lui:rtes lluvias, con inundaciones y destrucción de canales y campos; epide nias que .p.odían despoblar a las haciendas siempre escasas en fuerza de trabajo. Por :jemplo: en;l7611as inundaciones asolan el valle de Santa; en Chincha, durante los ·os 1785 y 1786, la sequía tuvo consecuencias catastróficas. Superar estas con · 1gencias exigía disponer d~ capitales suficientes y poder contrarrestarlas de rollando empresas agropecuarias que mantuvieran diversos cultivos en Jµgares ig ente I variados. •El año o parafa caña podía compensarse con las ganancias o tenidas gracias a la vid; 1 inclemencias en un valle serían atenuables con la anza en otros. Una empre a eficiente exigía, de esta manera, disponer.de .varios anexos. { Dificultades para 1 pequeña propiedad; beneficios para aquellasotras que. ograban formar especies d complejos autosuficientes, como lo fueron, en la cos central, las haciendas vec· as de San.José y Motoca'che en el valle de Nepeña:la primera producía·azúcar y anllevar (con el que se alimentaba afos esclavos) y la egunda 1 tenía vid y variado rebaños. Ambas pertenf ieron a la Compañía de Jesús 6 Todas .estas exigencias d la agricultura colonial r ultaban poco atrayentes para¡quienes p.odían obtener mej res ganancias meaiante I control monopólico de.! come.rcio; en cambio, eran solve tables por la Iglesia y, so re todo, por lás grandes co1poi"acfones religiosas. . , · · Las órdenesr uerían de las haciendas p mantener a sus numerosas comunidades. y sus práctic piadosas (que incluí311, por. ejemplo, centros de.ense.ñanza), pero lo que al prin ºpio fue una necesidad adhuirió una rápida autonomía meaiante el.crecimientodel¡pro.p1.·ed.ades·.:comp.ras,ifaad.osydona.ciones. Enunmnndo .. de escasa circulación monetaria, las instituci1nes religiosas lograban disponer de circulante suficien coino para oficiar de pi¡estamistas e incluso como especie de bancos,7 En.. la coi,los. jes.uitas se convierten en !.os terratenientes más pod.eros os: catorce haciendas e caña, quince de yid y s~s de panllevar. Censos y capellanías fueron así un mee · mo de control indirecto'¡sobre la propiedad agraria y vía segura para la adquisión. d. nuevas haciendas. Los PfPietarios de Trujill.o hubieran podido testimoniar el gran poderío que tenían las ór enes y la Iglesia en el campo.

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arrebatadas al desierto mediante trabajosas .obras de irrigación desarrolladas en los tiempos prehispánicos, LQs dos canales mayare~ fueron¡os ,de Surco y Magdalena. Elprimerorecorríamúltipleshaciendasychacrashastasudeseml¡ocadura~nel~, podo que, en el lenguaje corriente, de acequia fue ascendido a f1 categona den?: en tomo a él se formaron los valles de Ate y Surco, limítrofes con el valle de Lunn oPachacamac. LaacequiadeMagdalenanacíaalaalturadelaciudady,marchando en dirección sur-oeste,irrigapalos terren_os ¡¡elyacentes al puebloqel mismo nombre, ·. Maranga y las proximidades de Bellavista, En otraribe¡-a del Rímac, se habían formado el así llamado valle. de Lurigancho y, entre la capital y el puerto del Callao, aprovechando la desembocadura del río, Bocanegra, ~ue casi coJ/ridaba co~ el valle .de Carabayllo, estructurado alrededor del río (;hillon, al nort~ de la capital (ver mapa}. . ., · . · , • ' . Pero, excepción hecha de algunas propiedades religiosas condpcidas por jesuitas o agusti11os, y de las haciendas pertenecientes a <prtiz de Foron<4 (cuatro prop1eda,des cuya procjucción fue calculada en más de 37,opo pesos), el C?1.'de de las Lagunas, ,,<;ancho Dávilil o don Gaspllli de la Puente' ,~¡n,o</uctores de azocar _todos-, en esos , territorios persistía la media,na propiedad; de allf que, a veces, sena más adecuado referirse a '.'chacr;is'' y no a '!haciendas", E11178_0; fueron censa~as .un to~ de 230 ,propiedades en los alrededqres de Lima, desig,jaimente repartidas, ex1st1endo en ,Surco-48 en A.te 25 en Lurín 13, en Lima 11, en Magdale11a 17, Maranga 6, iBoCJ!!le~ 33, Carab;yllo 29, Lurigancho 23, a.todas las c~es podían s_umarse 25 .huertas. q,;ie se .encontraban en el-interior de los ~uros de ~Ima. Estos ~umeros, e~ ,sí m_isrnos,.no dicen mucl\o, podo que es necesario recurnr a otros dos 1~_cadores. Jos_ cálculos hechos por la administració.n colonial sobre su producc10n y los c:Ílllpuestos que debían pagar.'

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CUADRO2 Valle de Lima, Producción de hacienda'f Número%

Impuestos ' (pesos) Número % '

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_ 0-500 500-1,000 - l,Ó00-2,000 ''i,ó00-5,000 . ' +5,000

30 23 38 43 25

19 14 23 27 15

162

100

_,_

!s50 51-100 101-150 151-200 201:275 ¡'

84 46 13 1 'I

56 30 8

151

100

o

4

--·---

.-Nrita: Los dos cuadros omiten las' propiedades .religiosas.


-.:ildóoAo SUMERGIDA

UJ\!A AGRICULTIJRA DE EXPORTA□ÓN

0

iie§fumentos son una fuente confiable para aproximarse a la rique;:a de las 'l(Iciis.'.En 1770, sobre 118 testadores masculinos, apenas 8 eran hacmdados, ~'3'i fomerciantes; en 1810, la relación es 3 hacendados y 19 com rciantes, · : .;lo[iilifaparecen como labradores en 1770; cuarenta año.s después, aumen an a seis 'Yi\ií.tkun Íotal de 98 testamentos (ver anexo Vll). Aunque el gremio de la iradores ~ln~'lliiffde los cinco más importantes de la ciudad y quizá el segundo, a con nuación '.deí"Tribunal del Consulado, careció de la organización y el poderío po tico que 'ífoiiiton a tener los comerciantes, no sólo por su debilidad económíca, sin porque &~n~iida de ésta, los hacendados adolecían de una gran inestabilidad: tierras '\;/míbiaban rápidaihente de administradores y propietarios, las ventas eran frecuen\1,'s; cada diez o quince años, de manera casi inevitable, variaba el cond tor de la '.h.'·.·.ª.·;i·e. . n. <ll;º ch.acra.l Estos cambios. iban a1;ompañ..ados con el recurso a l.os ":lºs y 'cápellamas, los eni1eudam1entos que no solo fueron un pesado lastre para I rumosa agricultura de Tru ·110, sino que, dadas las frágiles condiciones de la prod ción, se les _encontraba po doq~ier. H7mos podiqo seguir coh cierta aproxim ción la~ -~anac10nes en la . nencia de la uerra en Ate¡ Carabayllo y Chancay entre o cuatro áños diferentes en e 1780 y 1836: ·son pocos los nombres que se repiten El caso dela familiaZab a, que llegó a poseer el !y!arquesado de Valle Umbro , es una excepción: eu 17 O, Francisco Zabala es•propietario de la hacienda q lleva su riom.bre, u.bicada e Ate.'. s.,·~u.e siéndolo·e·n ~ 799 y. 1820, f~ . ha. en~ q.u~ • 111rte para España, por !oque sus·prop1edades pasan bafo la conducc10n de dona Gf11IJanesade la Puente, su espo , quien seguía en poses~·,n de la mencionada haciendalen 1836. :í..á. marquesa, d e antes de la indepen encia, era también propie!a]ia de la hacienda Chuqui ta. •Otra excepción fuer n los marqueses dé Boza en ~hancay, que siguieron con ucie:ndo la hacienda del ismo nombíeyqueen 1839 adquirirían otras propiedades n el mismo valle. La coecentración de hac\endas en manos de una sola familia n er11 habitual en 1780. SF,á una consecuencia de los trastornos políticos y los ca bios económicos de la ~dependencia, en beneficio de algunos como los Sancho ávila, que en 1799 sólo eran propietarios de las haciendas El 1 Naranjal y Lomo! go, y en 1839 la testan¡enteña de la familia conduce además cinco propiedades impprtantes en el valle de Ate {ver anexo Il} Tal vez inspir do en referencias sirniláres, Victorino Montero en su Estado político ... (1747) spstuv.o que "en breves cír{u.los de tie.mpo son pob.res los hijosdel · hombre rico y plepeyos, si llegaron a ser Ibres los mJSmos, ¡¡ue por su nqueza fueron los primer~s" .10 La propiedad de la ·erra, por lo menos en la costa central, . no fue el princip 1 pilar para la constituci n.de la clase dominante colonial. La tenencia promedi no¡fue la plantación aiucarera centralizada y supuestamente eficiente, sino la· hacra con policultivos y loobre tecnificación.• UlJ ejémplo .muy. claro lo podemolencontrar en la mal ll~ada hacienda Puente, propiedad .del Caballero de la rden. de Cal.atrava don Lq1renzo. de la Pue.nte. áñez y c.ondu.cida por el arrendatari Juan José Arista: un pequeño comerciante, administrador de los diezmos de lea, qu como los recababa en prbductos--es decir, en "mostot- tenía interés de colocar os en Lima, para lo que !adquirió una recua de mulas ;y entró a administrar la charra con la intención de sembrar alfalfa y alimentar a susª·nimales. 1 . l .

35

El emplazamiento de la propiedad, en La Legua, localidad ubicada a mitad de camino entre Lima y el puerto del Callao, era adecuada para ese objeto. En 1766, la chacra fµe tasada en más de 11,000 pesos repartidos de la siguiente manera: CUADRO3

Tasación de la Chac~a Puente

0

1

lb•.

0

Esclavos Cultivos Ganado Oratorio Instrumentos

7,240pesos 1,519 " 1,288 " 1,000 " 246 "

Fuente: A.A., Diezmos, ,!leg. 34, Lima, 1768. . . ·' .

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.

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. .. i .Eran frecuentes las propiedades que, como!la chacra Pueniy, tenían una inver-

•.. sión bajísima en lampas, rejones y ap,eros de Übranza, .en contraste incluso con .el yalor ru,ignado al pequeño oratorio. Los cultivos, además.de la alfalfa valorada en . · 815 pesos, eran camote, maíz, trigo y el ganado;¡¡partede los borricos tasados en 724 pesos, incluía vacunos y ca];,allos. Lo más valioso de la propiedl\deran sus esclavos: · un total de 26, delos cuales 20 eran hombres; séis tenían más de 50 años; sólo siete eran criollos, pero la predmµi11ancia delos bozales no afectaba a una hacienda donde · iasJ¡tli9res eran, pqr definición, rutinarias y elementales. La:chacra Puente, .por . último, incluía un olivar, que no fue tasado. El .arrendamiento era por cuatro <lilos, ., calculado,en 1,800 pesos anuales; además,de 5% del valor de los pegros y 5% de la tasación de tierrás, ganado, aperos." Juan'José Arista había ex¡¡andido, en función de sus intereses mercantiles, los alfalfares. ''Porque en aquellos tiempos (decía el dueño refiriéndose al periodo anterior al arriendo) la mayor parte de sus tierras se ocupaban en otras sementeras, como las de trigo, muchos /naíces, y otros de ..<:Jil'e!entes: granos y semillas.. Pero en los años:t¡ue la tuvo D~)t Juan José toda la destinó ala yerbateña para mantener los ganados que necesitaba para el ejercicio de -bodeguero, de suerte que fueron muy cortas o ninguna las sementeras que cultivaba de esta especie; como es público y notorio uo sólo en aquel valle y puerto del Callao, sino también en esta ciudad".12 . Tasaciones similares (los mismos rubros y porcentajes equivalentes) encontramos en otras haciendas vecinas a Linia. . El retrato de .estas chacras podña continuar repitiéndose en otras propiedades limeílas. La chacraMiraflores, por ejemplo, constaba de 20 fanegadas, de las cuales tres eran ,improductivas y el resto quedaban !dedicadas a frutales y alfalfa, en .•· ....· désmedm de un olivar dad.o por "perdido" .13 Un caso quizá extremo fue el de la ·" ·'haciendaZárate en el valle deLurigancho: en pdco tiempo cambió hasta en tres oca,

J,

.


':.36

UNA AGRICULTURA DE ,EXPORTACIÓN

. -LAé:rubADSlJMERGIDA

CUADR04

Haciendas limeñas (Pesos) Haciendas: Ubicación:

Inquisidor Ate

· Alfalfares Sementeras y barbechos Ganados Esclavos Aperos y herramientas Oratorios j

Conde de V- a Señor Bocanegra 1

1,152.4 1,234 586 4,650

272 286.4 956 5,169 119

436

En aquellos lugares donde la población indígena fue dominante, plantas tradi,d cionales, como el maíz, pudieron ofrecer mejor resistencia. Fue, por ejemplo; el :, caso de Chancay donde .la producción maicera sobrepasaba las 15,000 fanegas.1 5 .;, Fue también, al sur de Lima, el caso de los valles de.Lurín y Mala, ubicados en el '. partido de Cañete. En ellos, al igual que en Huacho, podían encontrarsepequeños · · poblados dedicados a la pesca: una actividad verdaderamente monopolizada por la población nativa que encontró en el mar tanto ·un sustento material, como la posibilidad· de separarse de españoles y nt:gros, -para conservar sus prácticas tradicionales. Indios y pesca terminaron por id6ntificarse: fue, en cierta manera, una vertiente aparte en la historia de la costa colohial.10 ·

150

CUADR06 .!

Fuente: ,),..G, '., Notarios, José Maria La Rosa, 1822-24, 640, ff. 636-637 71~2 v.

Pob,lación indígena; Gr5ta Ce,ntral 1791 . •

si~nes de Jl!'Opie :o, apar<;ntemente tení~ cincuenta esclavos, pero «er{ e grandes, chicos, vieJos y lhdos y solo trabajan menos de treinta", atribuyéndose la escasez · de trabajadores as pérdidas constantes dJ tierras cultivables. Elll difíc evitar los daños --<:om;ec encia de las "avenidas'; (, recidas) delrío- y luego' ca · imposible . repararlos, de m era que, al poco tiemp , una descripción de la hacieridá resumía · . su situación pre ntándola como "pampa asa o abierta portrnlas partes!', donde no había galpón y e propietario, al igual que los trabajadores, habitaban eil "ranchitos _de pajl)'', semb do todos alfalfa;14 · · · · · 1 · _· _I.Jn paisajes mÍ!ar al que hemo~ des_ 'to para Lima y los valles próximos a la cap1tal, se enco trab~ en otros parajes de_ costa central (ver,mapá), · En Chane ay, Ruara!, Huacho Nepefü, y Santa, se rep -tía la·asociación entre caña de azúcar y ._ gran~":' hacie das¡ juntó a medianas propiedádes y chacras para<él forraje, - pers1st1endo red ctos, de propiedadcampe$ina alrededordel maíz: contrapunto entré la agricultura de exportación y los cultivds destinados al.me~ local. . · ·. ·._ · . . . ··

• .

•.

.

CUÁDRO 5

. ·. . . ,;

Chanca Ruara! Aucall a , Huacho Vegueta Huaura Barranc Supe Sayán ·

I

Fuente:

Haciend~s

17 4 -'. 1

l(i)

Caña, maíz y trÍgo Maízytrigo ,· Maíz y trigo Maíz.yfrijol Maíz ·- · · · Caña )'maíz

Maíz ·

i

Maíz Caña:

~

t,GJ., Lima, 694 y B.N., dma, C1463. 1

·l'rutos

1!í

1

····._•Partidos

!

Indios

1 1

rotal de

%

l\8bitantes

. Lima

. Santa

9,744 7,025 :6,607. 5,313 l¡í3

· Tótal

29,562

Cañete·

Jea

. Cblnlcay

62,910. 12,616. 20,576 11,417 3,334 110,853

j

15.4 55.6 32.1 46.5 26.1 26.6

J.?uente: A.G.I., Estado 73,38 e lnd/ferente, 1524..

.

Chancay, hacien~s y cultivos.179~ Villas ypueblos ·

37:_,;-

· ·

C:iiero donde el paisaje realmente cambiaba era a partir de Pisco: en ese valle, al Ig\i¡tl qµe en lea y Nazca, eflugar que en otros parajes correspoildía a!~ caña, lo tenía t1a;vid 0 .En sus inicios,Jahistoria d.., este cultivo estQvo exenta de los ~onflictos y · 'rifalidiides que acompañaron al trigo o a la caña. La prdducción vitivinícola •cÓl!sigu,ió111ercadose~les en la sierra peruana, la~iudad deLima,las poblaciones 'deJ,µáyaquil o Quito,¡iµiéluso Panamá. Sin embargo.la pi'oducción de aquellos v¡\!ltjii dhnde consiguióim¡xfüerse, atjiba dib,¡jando curvas febriles, con ascensos y brustji'sfé¡¡ídas, de granines(llbilidad, como resultado de fa dif!cil convivencia entre wi.plJ!Íi~c¡ sµmarnente <folicado y un muiidó \ural rutinario Y:!!OCCJ tecnificado. i:.: ·.,)\ plisar deJas dif\citltades y riesgos, "los señmes.1!e la viña" estuvieron entre é I<ii¡}~ri;it/Ínientes más \njp01;tantes de la cóstil:. figuraban algunos nobles, como el :<;:ii¡ídfhe)yj"of!teblancoi familias. tradicionales, cuyos árboles genealógicos se irembµIÍ1-Ílana los primérds conquistadores, CÓplO los Cabrera, dueños de la hacienda. .

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~!llf

.,LA'CTl:IDADSUMERGIDA

.

.

UNA AGRICULTURA DE EXPORTAOÓN

· P'>'ki?~~fy.,otras de más recienre data; como los Olaechea. Estas familillS-a ~!¡;¡¡lf,~;i!e•~~- pares de Lima- supieron unir la comercialización con la . Pr~~~f~" Y, .s• b:en su poder económico y político muchas veces se limitó, a los °l~~:defa localidad (lea y susinmediaciones),foe suficientemente sólido como ~q~F•·CllaJ!d0,Uegaron loo años dffíciles y los tiempoo de crisis, .no sé rieran af~~~s.:y menos arrastradas por el curso descendente de los ren ientos f!<:$'!9m1cos o parios trastornos políticosc17 . ze)!~·/ · 3.LA PRODUCCidN AGRÍCOLA

a. Fuentes: los diezmos

~

.-

l 1¡· . .seg~do · . pos fuentes po . _J?ermi~os dibujar, siquiera aproximadamente, el cursó" por la pm . cc1on agncola de la cqsta: las Cajas Reales y las entas ¡

~~mU:!~od:e':0·.szocbi peaspdoddie_Luna.dLarecadiud/lción fiscal colonial incluía ramo ... :·. · . · , on entea osme oonovenosdelosdiezmosen ados por la Iglesia a la Co na; en base a.estas cifra~, hemos pódido consl!rnir 11¡¡ serie que va de 1760a 182 · pero,Ios.librosde la Caja~eal de Lima que hemos.con íado nos ofrecen ~na s~m, total anual qlli: incluye t¡nto Iasreutas decinlales de ,costa como de la s1erraliID1 ?fe. Es prefenble, entonces, recunir a los propios <loclmen-

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tos.del Are.·?i.vo .Arzo );Pal. q~e. .•... aparte·.·. de s~r lu.na fue·nte.·. _más directa;.· p.osim.'ilitan.· sep~ 1~ sierra delo llanos y, dentro de estps, el monio recaudado cada ®o en '.ºs. J?nB.c.1pales. va·H·es Arzo·b·Nazca. i.sp.ado. de idió.. la··(.incluía e.o·.·sta. ce.·ntral ...e·n... c.·~to. rce · Part;dos que.';ran de s El ·a norte: lea,Lim~di Pis 0,. ·.v. Cañete Chincha), Mala, Lunn (ta?1b1en llam o Pachacamac), Surco, allao (que comprendía a Bocanegra), Lungancho, C b~:i¡llo, Chimcay, Huaura y Santá ,Una angóstafajaentre el · mar Y. la cor~ll~ra, !picada por ','alies segm~os de extensiones desér!Ícas. Las fuentes ecles1ast1cas os h·an.. permitl.'do e~table •er º.ria.• serie.. coro.ple. ta entre 1770 y. 1829 (vernnexo I). emc¡s desechado cifras e años anteriores por considerarlas poco c;cmfiables y, en o que se refier.e a las qu9 ~ublicat11os, han sido previamente · com.1:ulsadas con otr . (f¡'agmentana..s) pr.o.veµ.1entes. d~l Ar.ch.ivo.·. Ge.neraJ··. de. la. '."ac1on o de!Arch~vo Gen,eral _de Indias: los n?1,enoo obligaban a que 'la CorQru\ se mteresara en conf • ar I\JS cifras del: Arzob,kiad0, y seguir la inarcha de 1 recauda.ciones. ~ ' . • . • . . . · 1 . · . . · · •· · ... ·.: ..• ·· . · . A sunple VIsta, · defimc16n ~el diezmo 1s muy simple: deqma parte' de: la . co.sechaque s~entre ba~..•laiglesm. Pero.• d. fue. b. astan"6mas. • c=p.leja: el diezmopodíapag e enmonedaoenespecie, serrecolectadi:>directamenteo en ·

esas

.'ª.~ealida..

sud.efectoporunarr.e. d.atario. ,d. . e.máneFaq~~co•m··bina.·c.i. ónd.e'es.taspo·s.ib. ili.·dades debe tenerse en ene.o al ¡m?mento de uti · h QuiZá el caso ideal serial el de aquell'.18 rentas :dec1 ales r~un1das directamente por funcionarios eclesiásticos, recomendo hacienda . r tiac1enda•y pueblo pot pueblo, párá recibir las décin\as en · productos que ano an ~acientemente en Hb I etas contables: uA :diezmo d~ este 1

1

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39.,

.estilo puede serun termómetro bastante preciso delas fluctuaciones de la producción, agropecuaria. En. la costa central peruana, el caso fue en cierta manera opuesto. · Los diezmos del Arzobispado de Lima eran arrendados por el lapso de dos años . (excepcional1J1en1e este peño do podía reducirse a ,in año), previo •¡remate" que tenía lugar en junio (San Juan) o en diciembre (Navidad), al qu~ los postores se presentaban acreditando un fiador: este acto tenía lugar en el atrio<)e la Catedral, una mañana, siendo presidido por los jueces ordinarios de las re11tas decimales y apareciendo como testigos representantes de la Real Audiencia y de la Caja Real. 19 Los postores eran por lo general burócratas, peqtieños comerciantes o hacendados, . mientras que entre los fiadores (que mue.has veces oficiaban de prestamistas) no era raro en.contrar a un rico propietario o algún comerciante; como. Domingo Rarnírez · de Arellano.20 · No siempre el.remate funcionaba:.nosepresentaban postores, \o que ofrecían era demasiado pocoy, en casos·como éstos,.Ja conducción pasaba;directamente la : Iglesia. Un.primc;r sígno sobre la marcha de la ~gricultura en la costa puede estar · dado por un hecho muy simple: nunca, salvo cinFCJ o seis casos,;sobre 30 posturas · bianu.ales para 14 partidos (es decir, 420 veces) faltaron postores. A veces, los · nombres se repetían, aunque,lo !"ás probable es ~ue variaran. Ep uno u otro caso, debfa informarse previamen:te sobre la marcha. ~e la agricultUfll en el valle y las ganancias que se podían obtener, Evidentementy, la cantidad que recibe.la Iglesia ¡jene que ser inferior a la sumarecaudadaparap~rmiiir que recupere su inversión y obtenga beneficios adicionales el arrendatario. Hay aquí un m9iivo de tensión o conflicto entre la Iglesia, que especialmente desde la década de 1780 quiere aumentar S\IS rentas, y los pqstores que igualmeqte desean por lo menos conservar su tasa de ganancia. ¿Cuál era ésta? Difícil saberlo, pqr toda la complejidad que rodeaba a la recaudación de los diezmos. ,La recaudación se hacía en dinero o en productos. En productos sobre todo en los valles del sur, en lea, donde la producción .vitivinícola era lo suficientemente atractiva (y, además, fácil de conservar), para que los arrendadores pactasen con los · hacendados la. entrega del diezmo en botijas de vino o aguard¡.ente: como estos arrendatarios eran muchas veces pequeños comerciantes o exhacerdados, procedían a una.venta que pqr lo general les arrojaba beneficios.21 Pero, en 0tros valles, donde la heterogeneidad productiva era mayor o la comercializació~ de los "grandes productos", como los panes de azúcar, pasaba por los mercader4sdel Tribunal del Consulado·de Lima, la opción era reunirlos en dinero. Otro mptivo de tensión y conflicto, porque, en un mundo rural de circulación monetaria más bien escasa, los hacendado~ tenían que oponer resistencia. . · ·Pero tanto el diezmo en productos como en dinero se regía por muchos otros criterios. En ciertos valles, comoLurigancho, la norma era una suma fija establecida desde "tiempo inmemorial": no faltó el postor (presionado quizá por la curia) que buscó variar este acuerdo, útil por su estabilidad pero que restaba posibles ganan- · ciás'.22 · I;n otros lugares, el diezmo dependía de un convenio. bianual entre recaudado*es y productores, pero éstos buscaba), hacerlo tan estacionario como la alcabala de haciendas. Algunos querían limitar el diezmo a la agricultura comercia-

a


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40'

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UAOUDADSUMERGIDA

UNA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

1a\w1il'f~orléi queun motivo persistente de diferencias y conflictos fue dictaminar

1

si~Jfiñe!mo sé pagaba también sobre fa producción consumida por los propios , "~1§vpsdefahaciendaóporlos administradores. La Iglesia y los postores ·stenían ·qu~fá~obie las cosechas y no sobre los volúmenes vendidos. Cuando pa tban en . ·, clií'rerq/lós propietarios sostenían que debía limitarse a los ingresos mone irios de Iirílar,1erida; con lo que"severíafacilitadá su contabilidad. Sin embargo, mu r pocos . cfi,sffe¡'il(iú¡de contabilidad. ·. .• . • háciendas de la: Compañía de fosús tenfan libros de salarios; li ,ros de . coñiápilidad, seguían puntualmente la marchade su producción, de manera que era · fácHble afirmar con'claridad si éstaascendía o caía No fue el caso de lama oría de • pfoj1iooades de la costa: la chacra Puente, evidentemente, no tenía libros cb ,tables, p¡;ro ~ podría argumentar que es u.n mal ejemplo, por tratarse de una pr piedad pequeíia (casi sólo i\n alfalfar); en respuesta, podríamos mencionar mucho· ca'IQS, corrlo el de la hacien L.omolargo, de don Felipe Sancho'Dávila (aristócrata iméño, qué la tenía arren da a don Femando Piélago), qúien prescindía de li ros de contabilidad y no . ía con precisión cnánfü prodúcía; como quería seguir p gando el diezmo "en pla y• en efectos", es decrr, ·en una modalidad mix cierto administradorrecel so lé'entabló imjuicio, coµio resultado del cual seconcl 1yó que· "no se puede pum alizjir con toda individhalidad fa cantidad fija que le han producido los alfal ares'..:'"' José"ViUegás;lhacendado del Callao, en u juicio . iniciado en 1813 po á*o dediezmo,dice "quJcon motivo de que sólo hace d~s años· que maneja su Haci óda,no hlqxxlido hacertta:el día un cálculo cuenta: dylo que produce y a lo. que i~dé esto_ ~ne! año y.·•· ·.uch.·o,menos ~n el p.resente ed lo ~ue lo que pensaba cos har·era friJol..."24 El dm1mstrador de una chacra fec1na, . ubicada en Magdal na, se resistía•alpagn~dl diezmó arginóentando quelapenas había alcanzado ac secharuna "cantidad mu ·corta": el maíz yfrijol habían servido para el consumo de sus ','mismos criados",· mánera qne "com() el declarante no ti~nea. quien darlec :ºll\.de.lo. suy.opo•· e·.. stón~lahallev. ad.º. nisáll.ec.uantoprod.uce maque cantidad as 1ende al año lo que la c~cra da.;."25 · · ·. • · Los jesuitas tam iénjoponían resistencia fpago de lós diezrrios'aduciendo los múltiples r~uerim1 nto~ · de_ ,sus .o~ras. past<¡irales, pero :el Cabildo Ecl~iástico ' acordó rependas v~es qµe diezmasen .iII igual que cualqmer otra'orden rehgmsa o cualquier laico.'" · no d.·•e.•,Jos m·.u·c·h.6s·l·in·.·g.·ioli d.erivó en una inv•estigacíón; c.o.mo.' resultado de la cua los :Padres de la Comp:µiía de Jesús ·debieron presentar los , volúmenes cosecha os (in las haciendas·San Javier, San Pablo, San José (Nazca), SanRexis (Chinclit,Sa/!Juan (Huanra),La~uaca (Chaneay), San Juan (Surco) y . San Juan Bautista isco), desde 1756 has 1760. No obsiánte tratarse delos administradores. m, · eficientes: y cuidado.... s de.1 agr.o.colonial,. e.s in..tere.san .. te observar que las ci I se refieren a la próducción de vinos, aguardientes, panes de azúcar, aceite, rara[z figuran otros cultivos;! en el caso de San Javiery. San Pablo se anota que se sie bra también trigo, pall8f y frijol paraJa alimentación de los trabajadores de la h cie~da; pero el padre no anotó esa producciqn en la contabilidad.: eran cu.ltiv.os~• stab.les que d.epend.ían .. de la.abun. danda. de···ª.guas.z, Tam.pocci figuran cosechas ~1 Ias! tierras arrendadas. i La producción de lás "chatras dé esclavos" (ver capítfo IV) quedaba iguaime I te al margen de'ia estadístic~.28

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El diezmo fue, de esta manera, constante motivo de conflictos en la·sociedad'c, colonial porque su funcionamiento no estaba, en sentido estricto, reglamentado Y"'· quedaba sujeto a las relaciones particularistas que se hubieren entablado en un valle o a los acuerdos a que llegasen recaudadores y productores.. Pero la verdadera raíz·:• del conflicto es la tensión entre la economía monetaria y la economía natural: la ·· práctica de retinir el diezmo en dinero aparece éomo una imposición de la ciudad sobre el campo y se convierte en un, mecanismo permanente de succión de . excedentes. Un, hacendado que se resiste a.la paga en moneda argumenta diciendo que "la reducción a plata viene a hacerse a costa de mucha diligencia, destinando 3 ó 4 negros todos los días para que salgan a venderla (la produc~ión de su huerta), llevando de contado la pérdida de jornal que corresponde a su t'rabajo":29 ' Para la · . Iglesia, el sistema de arriendo resultaba beneficioso hasta por tres razones: tenía un ·. ingreso ~guro y constante, ~ste ingres9 era siefupre un dinero y dejaba a un tercero larelación'dií!!eta (y los conflictos consiguiente!/) con los productores. El arrendádor es ún intermediario tras del c~al no sólo está la Iglesia; también se bei¡eficia el . :, garluite; personaje oscuro'. 'que pasa fuitivamebte ·en. los documentos pero que ·• .obtiene ganancias seguras sin arriesgar nada: los descontentos cori el diezmo; aquéllos que se resisten a pagar esa Supuesta obUgación sagrada, dirigen sús quejas y reproches en primer lugar contra el administraliór: "él diezmero hace su negocio y cuál dé los interesados eri lamesá procura el suy<]: pero el labrador que riega con su sangré el terreno que la providencia fertiliza, ·no puede dejar de defenderse, dy_ clainar fde gritar ¡iórqué no le lleven fa capa en vez del sáyó...,0.30 Lá defensa de la capa nó siempre se expresaba en litigios abiertos (en los que; .podo gerieral,los'labradores teriniriabanperdierido;dadoque el juicio se interpé>nía ante la curia donde lá Iglesia era juez y parte); otro mecanísmo, quizá más usual;fue la''evásión: eludir el pago del' diezmo·por el'ganado de la hacienda, como· se· acostumbraba hacer en el valle dé Santa, o pcir sobrantes de la próducción de azúcar (raspaduras); como querían muchos hacendados de Chancay. Desde luego que el rriédiiiníás evidente era 'reducir en falsas declaraciones la producción, entregando ufüfstiína inferior a la cosechada. La carencia de libros• contables .c...en la mayoría delas propiedades-y lo éngórroso de todo proceso judicial, hacía que sólo en casos eSéandalosos el recaudador armara uná querella., , · . · ' . i , : , . 2eA-todo lo dicho debemos añadir otro conflicto. Teóricamente; los indios ria · debíaó pagar el diezmo, pero en la práctica esta .disposición ljurídica nunca ·se cúinplió, Casi nunca. No faltó el ProteciordeNallllales que en alguna ocasión, por· ejemplo en Chancay a fines del siglo XVIII, obligase a su cumplimiento. Pero la ,'Violación.de la norma se realizaba de varias,maneras: en algunas valles los indios esólo pagaban la yeintava parte de su producciónil en otros se.limitaban a aiezmar •, sobre ,aquellos·cultivos introducidos por los. españoles, no faltaban tasas partícula"' 'r~, C\'l!llO.en Pacaraos, donde.se quiso que)os: indígenas pagaran el 3% sobre el . :,• :.('g3ll,¡c)o de Castilla" y después se tranzó en 2% .l2 El regateo del recaudador con los ,, dndígenas era mayor que con los hacendados., La imprecisión aumentaba y los t; réÓnflictos eran frecuéntes: '"la insolencia de los indios.ha llegado a tanto, que el · · efecto fue menospreciar las órdenes, respondiendo á su intlinación", de manera que

cada


42' ;.

LA'Cll:JVAD SUMERGIDA

UNA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

etadmini$tr.idor de los diezmos de Huarochirí pedirá que sus cobradores.vayan acompiúiadospor soldados." . . En las condiciones descritas, las cifras de los diezmos de Lima sóloproporcionan ~ apro~imación a la marcha de la producción agrícola, en la que resulta verosímil pensar queJas rentas decimales estén por debajo de la.producción real. ¿En qué porcentaje?, Imposible determinarlo con alguna precisión, porque las drmas de .eludir el pago fueron múltiples y porque las mismas investigaciones hec ,as en ese entonces no arribaron a resultados seguros.

. DIEZMOS, LlMA. 1770-1829

120 110

100 90

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80

b. Cifras: la regi~n

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70 60

· . Enire 1770 y 829 las rentas decimales pasan por tres fases: un primé momento que, empieza en 770-71 con la recaudación de 66,223 pes?s y. prosi e ejl-un ascenso que, aun ne lento y nada espectacular, es constante hastaJ794- 5, cuando llega a.los 98,040 sos; a continuación, sibien el ascenso no se interrum e, se trata de una fase de cíe estagnación, aunque.en el bienio siguiente cae a 85, 67pesos, Juego se recup para llegar ocho años ~espués a l?s lCJ? ,209 pesos, de. d?nde nuevamente ser uce a 104,525, para alcapzar despues la cuna de todo I penodo: l ll,39lpesosen 814-15. Deallíenad~lanteseproduceundescensope ndicular y agudo de la e a, que lle¡!li a su punto bajo .en 1824-2~ con la recaudación

¡·.

34 de30,514pesos .• ·erov.iene·. inm.•edia.·tam· en..•..el un·que.partió ar.ápida···.·rec. . pe.ra.c.ión.59q.•años u~.•.e.•n.antes. cu·a·tto años alcanza prác camente el mismo nivel elºdiezmo Las guerras e la independencia, es ecialmente desde la de 1810, tuvieron un con nido fatídico para la a ·cultura de la costa: el comercio de exportación se in errumpe con la pérdida~ Valparaíso pór parte del Virreinato de Lima; las nav.es e h~cían el tráfico entre. ese puerto y e. l Callao deben emplearse. militarmente. y, mo epílogo, la flota ercante limeña quedará destruida. .La. interrupción en · tráfico comercial afecta de manera directa a la agricultura de exportación. En nces, la curva termina tr:¡zada por el curso ~tacionario !le la otra . vertiente: los cu! ·vos!para el mercado locaL En febrero de 1~21, el Arzobi$po de Lima admitía la" uiebra de los diezmos"· Los valles se convierten en escenarios de levas, mo · ·entos de. tropas y enfreptamientos militares. ·Al terminar las guerras, el país t vo que importar azúcar.'¡; · , · . , Pero a los e~ tos de una coyuntura política y comercial adversa en la década de . 1810, se suman ambios anteriores reflejí\dos lejanamente por las recaudaciones decimales. Por e momento, sólo nos limitamos a una enumeración: la expulsión de los jesuitas y un adn\inistración ppco efitiente de sus propiedades, la libertañ de · comercio, con I que Lima pierde el c~trol monopólico sobre el Pacífico, la

década

1

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compet·e.~cia. s A.ires que arr.e?:1 ·.ªelos comerc.iante·s.peruanos . l. azucar do~inio sobre Chile y,de~ueno·. fi, almente, la amputacmn mercados para los panes de y.. también para las botijas de vino y pisco, bbligadas a retroceder en el terreno que habían ganado norte del virreinato. ! · · !

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AAOII

., Si establecemos en números índices las renías decimales costeñas del Arzobispado, la tendencia puede quedar dibujada con mayor claridad. Tomemos corno base el punto de partida en la serie: la recaudación correspondienwa -1770-71. CUADRO7 1770-71 1774-75 1784-85. . 1794-95

100

104 117

148

1804-05 1814-15 1824-25 ·. 1828-29,

167

168 46 103

·.·. El incremento es claro, aunque no debe ser exagerado: los diezmosno,consiguen duplicarse. La media aritmética de los veintinueve años es de 82,640 pesos; lo que· era·cuatro veces menos que la recaudación más baja conseguidá en el Arzobispado de-México entre 1770 y 1790. El monto de los diezmos limeiíos fue inferior.al recaudadoenobispadosmexicanos comoPuebla,Valladolid, Guadalajara, sóloalgo , superior~ Oaxaca y similar a Durango. Tampoco experimentaron los índices de . crecimiento que se observan durante esos mismos años en Chile, Potosí o México, nitlas bruscas fluctuacione~ que se dibujan en Cochabamba.37


·44,? · :{:X:0ÜDAD SUMERGIDA é:.@ifras: los valles

45

UNA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

l~ la misma manera como el paisaje en los valles de la costa varía uno a otro, ·eli~mportamiento de los diezmos observa una marcha desigual. En el intl,rior de •las disparidades locales, es posible reunir a los trece partidos ( excluyendo d10men:táµllaillente a Yauyos) en tres grupos.38 El primero, definido por un mov miento ,,nervioso y constante de las curvas, que en medio de fluctuaciones ascie ,de con .¡iitideZen Pisco, lea y Nazca. En estos dos últimos lugares el diezmo se m ,ltiplica por tres. En Pisco, sólo por dos; inicia su descenso (una caída casi perpen licular) al promediar la déqda de 1810, paralelo con el descenso iqueilo, mientraS e Nazca · esta'fase se había iniciado prematuramente diez años antes. Es la región , la vid, El segundo gru¡jo está compuesto por aquellos valles donde las curvas ienden persistentemente, a,\mque en ri1rnos más lentos y de manera menos pron n.ciada: · Súrco, Callao, Carabayllo, Huaura; en esos valles de la costa central, el mo imienc6" de las rentas deéim es es arrastrado porlaagricultura de la caña, cultivo qµ , a pesar · 'de su limitada imp rtancia geográfica, consigue una evidente significació econÓ:- , mica, resultado de a hegemonía del sector ej<portador. El caso de Cañete stuV\}a me.dio carninp en . los dos grupos. anteripr,~: era, lógico, porque mien .. eida localidad de Chine a.predominaban las parras;.en el mismo valle de Cañe 1>;por. el conlrario,lacaña e.azúcar. Todos estos e s difieren nítidamente del tercer grupo, formado.·P?t Mala. Lurín; Lurigancho Santa, donde el diezmo se mantiene.al mismo nivel, col) escasas variaciones entre 1 70 y1795 en Mala, cas~·inguna en Lurín, con@ imperceptible movimiento asee ente en Lurigancho y Sant.L. En esta última Joc¡¡lidad se .•· encontraban las _ha iendas de San José y S Jaci~to {Nepeña}; pe~ laproducci~~ en ellas no logro' 1 ponerse al volumen de , . agncultura de panl(t:vary des<:endio demaneranotoria.. esdelaexpulsióndelostsuitas. (1767.).39 E·l.~alle.·.d.e . . bió·sppo·rtar .. años difíciles a ca sa de las variaciones m teorológicas, por lo qué incluso la ganadería desplaz a los cultivos. El río San sirve de lúnite, ª"eces infranqueable por el incremento n el caudal de sus aguasl con la costa norte., . " •· ' · En este pano , a, donde predominan lo~ matices y las varían~. elcaso en cierta manera excepcion es Chancay, donde el diezmo tiene una tendencia descendente en todo el períod . Debemos recordar laiinportancia que allí.siguió teniendo la agricultura del go y el maíz y la ganÁdería porcina En ese valle fueron significativas las celas que en el interior las haciendas estaban bajo posesión d.· e lo·.s _escla;os; ª. proliferación de es,· chacras res.·tó tierras. ·ª.. lo..s .cul.tivos comerclllles. . .· . , , · . . ·. · Dt¡rimte elsig o XVIII, mientras la agricultura de la costa norte peruana inicia:., un_<k:scensoirrev _rsible, la vecina costaAentral_modifica la 0mposición desu : .' paisaie -~grano y 1gue un curso,coml?~lal/1~nte mverso. _¿Cuál fue la verdadera dunensmn del as enso en la produccmn a¡incola? Los diezmos son apenas una ~e~ aproxima q~e permite seguir lej311arne~te•la ~hade ia produpció~. Es logico suponer qu{ las sumas recabadas por ¡os amendosb1anuales fuesen ¡nfenores a los mgresos efectivos que reportaba ca¡ partido. Entonces, en la re¡rudad, el

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Lima - Diezmos 1770 - 1829 (Miles de Pesos) MILES PESOS

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LAOUDADSUMERGIDA

incremento agropecuario debió ser mayor. No estamos ante la postración. económica que con tintes sombríos nos dibujaron algunos historiadores. El_ sigl\> XVIII en lacosll\ central no parece amoldarse a la imagen de una centuria en crisis. Pero de ninguna manera sería iícito proyectar a esos tiempos ¡1a imagen contemporánea de la agricultura peruana, con sus latifundios y su monop ·oducción. Predomina cuantitativamente la mediana propiedad. En algunos valles, os campe•sinos parecen irreductibles. El triunfo de la caña de azúcar o de la a cultura de •exportación no equivale a la erradicación de otros cultivos. De esta manera, la vida rural en la costa durante la segunda mitad del transcurre en un enfrentamiento incesante entre la producción para externo y los he~rogéneos cultivos destinados al mercado interior o la utosubsis-tencia. Conflic~ silencioso, en el que no se trata sólo de impersonal procesos agrarios; la ~:~¡dad entre los cultivos, en definitiva, trasluce la tensió social~ mismodesp , ientodel trigo por la caña no derivó de un trastorno eco! 'gico, sin9 del dominio con ' guido por el capital comercial. El campo nos remite la ciudad.

Ill ARISTOCRACIA EN VILO " ... para'el bien del Estado y del Coi,,zercio que hoy-~$ ez alma del Universo" A.GN. Tribunal delQJnsulado, Con1encioso, leg. q55, "Autosen1Í-éelSeñorCondedeSan lijó~ y los albaceas de Juan Felipe Orueta". 1

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LUMA Y LA MAR DEL SUR

i.

Durante ·la primera mitad del siglo XVlII, ehnonopolio comercial hizo del Callao él único "puerto mayor" en la Mar del Sur y de Lima'éasi la única metrópoli · en Sudamérica; Puerto yciudad estaban 'en <)efinitiva unidos y ambos se constituyeron en un centro de acopio y redistribuciónimercantil. Esta:imagen fuerecogida, tiempodespués,por JorgeJWll) y Antonio de Plloa: ''Luego que el comercio del Perú se restituye a Lima, después de haber concltiido sus compras· en Portobello, todos -generalme1,1te abren sus tiendas y ponen almacenes para empezar las ventas, y suplir -a los que bajan de las provincias interiores_ y de toda la síerta a emplear su corto caudal"·. 1. Desde que la economía peruana-se reestructuró después de la prolongada · depresión que recorrió casi todo el siglo XVII, su estructura pareció reposar en dos pilares: de un lado, los intercambios marítimos; teniendo comd escenario e!Pacffico, desde f'anamá hasta el (::abo de Hornos, y, de oiro lado, el vas/o espacio andino. Un territorio eiridentemenie dilatado, casi podñamos- decir de$mesurado, para una ciudad que bordea los 50,000 habitantes pero imprescindibléde organizar, porque sólo la unión de escenarios tan diversos'-'-CQmO Valparaíso,.U!ma o Potosí-'---podría compensar la debilidad del mercado interior y superar esas- rémoras -q11e-eran la persistencia de la economía natural y la escasa división del trabajo, Eélificar un mercado interno colonial fue el desafío que ·debieron afrontar los •comerciantes lunefios:2 • · - • ! - - ·· · 1<--- - - -··•Él rliónopolio comercial convirtió,aLimÍI en la sede d~unpoderoso grupo de comerciantes¡ vinculadós a familias de la iiristoeracia ~tropolitantvo a casas mercantil;,s españolas, que se dedicaron a lak actividadesde:importacióh-exportaéión de mercaderías. Inicialmente fuérono utilizar un¡,término de la época, •·"cargádores'.', -Un ejemplo sería' José María Enrile, quien' había Ílliéiado su·giro 1 1 1 :

~ara


48

AR!SfOCRACIA EN VILO

LA CTUDAD SUMERGIDA

comercial en Cádiz, desde donde estableció posteriormente sólidos inte~,ses en el -comercio limeño, como importador de telas. 3 Otros, como los Querejazu, se

afincarían definitivan1ente en Lima.aunque teniendo ramificaciones de s'1s empresas en localidades tan distantes como La Paz,4 mientras que los Condes de :asaJijón prefirieron mantenerse en la península, en Cádiz, desde donde podían controlar mejor sus·intereses y negocios tanto en Lima como en Quito.' Los Con es de San Isidro siguieron en posesión de haciendas y casas en Sank1nder, lejano res ,aldo para sus actividades limeñas.• Los Sancho Dávila no olvidaron que deseen ían de los Marqueses deVelarde, en San Román. Antonio y José Matías de Eliza de fueron dueñós dela casa solar de Echeverria (Navarra). En 1770, 10% de los te ;tamentos limeños son dick1dos por nacidos en España; en 1810 aumentan a 14%.7 Entre los cincuenta person*jes de la "clase alta" limeña que figuran más adelante ( ,uadro 3), quince nacieron jen · la península. De hecho, un funcionamiento efi az de 101/'·negocios exigía I oritar con. relaciones personales o de parentesco e Cádiz o cualquierotra lo alidad española. Sin negar Iü portancia,de ese puerto;sureño, los nuevos comerci tes, como el conjunto,de la lasealta peruana, crecierbn también al compás de las m graciones procedentes del país vasconavarro: de ~llí vendrían, entre muchos otros, los hermanos menci nados líneas atrás, ARton'· o y José Matías Elizalde, los astañeda, RamírezdeAre no,Izcue,Mendiburu,F rrer,Abadía,Larreta... EnLi, atuvo su c,:,ntro de operac ones la compañía Sobrio s.de Aguevere y Lastra, y q1 esta ciudad se estableció Joa uin Lostra.• Entre los te tamentos de 1770 .y 1810,.como lugares de nacimiento fi urar¡ Navarra, Santande , Vizcaya, Guipuz.coa, junto c<Jn Cádiz, Sevilla y Catalu a. Todo esto·fue expre ión.de un movimiento migr~torio más va~to: de los pa ajeros que pasan al Pe , entre 1787 y 1814,,70% .vienen de las provincias,11orte as de España y 46% era vascos. EnJos négocios, dosfacto,es 1 . decisivos para formación de empre¡s fueron las :alianzas · familiares y_ la procedencias co ún (los paísanos). A I postre, ·el com.ercio limeño acabó bajo .-c~mtrol de_ estos migrant~s de primera o segu_nda ,generación, .que· c_onsiguipron imponerse las amilias criollas e inclusq a linajes tan antiguos como los Aliaga, descendientes d los primeros fundadore~ de la ciudad.' . , El antiguo in rcall1bio de metales prec¡osos delas minas pci:ua11as por productos manufacturados europeos sería continua~o m.edia11te eldcsarrollo del comercio intercoloniaL L. rela¡iva autosuficiencia del espacio americano :--'subrayada, entre otros, por Carlos Senipat Assadourian- tbnninó por conf<>rii: cien;¡ independencia económica a las olonias y por acicatear~¡ tráfico mercantil entre ellas"' Dentro de

a

fue u¡colonia el siglo era una zona de frontera, e..s. teChile cont·e.xto de .emo•. s. .e...ntardía. ten..de.rTodavía !.as rel.ac¡·o.nncs entreXVIII Lim. a.·ye.·l R.ein. o. dc··.·.C. h.·i.·l..e•. pero entonces 1 nuevo territorio se ha ía expandido desde los fértiles valles centrales tanto. cia el norte, donde la m nería conquistó tierras al desierto; com.º. hacia el sur, do, de 1). pesar delos arauc nos se pudo desarrollar una'importante actividad ganact¡,ra. ¡ El motor paraJa i¡JcÓi:poración de.estas "tierr;is nuev.as" per.sis..tía en lare¡!ión c.e.otra! de V.alparaíso¡y Sru_iti_ago, donde de. ac~erdq c.;ºº. V.icuña Mackenna, el trigo pasaba a tener el rol hegemomco que antes tuvieron~¡ sebo o los

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metales preciosos. Aunque el nuevo cultivo desempeñaría un papeldecisivo enia expansión del mercado interior chileno, su pro¡,alación fue wr efecto inducidcfpor la demanda de una: economía más poderosa: en los capítulos anteriores nos hemos referido a los cambios en el paisaje agrario de la costa peruana f el impulso creciente al intercambio de azúcar por trigo. · Este comercio intercolonial permitió la hegemonía de los mercaderes limeños eri el Pacífico. En efecto; ocurre que ese tráfico, mercaritil sólO podía organizarse a partir de. un núcleo poderoso de comerpiantes! · Se trataba de productos dificUes de transportar, que por su cantidad y peso requerían d.e naves de gran calado. ·Esta limitación se·acentuaba teniendo.en cuenta qu~ la distancia entre Callao y Valparaí so no era nada despreciable y sólopodía navegarsé duranre seiS meses del año. En invierno, los riesgos de naufragios auniéntab~. Estás, desde luego, no desaparecían en las otras estaciones ni en otras rutas, por lo que no sori raros los casos de comercia:nies que perdían sus naves y mercaderías.'º Enlospréstamós marítimos elinteréscomercial teníalajustil'icaciónsuficibnteparaduplicarsede6a 12%. Algo similar acontecía con los seguros, que dnratite las guerras 'de la independencia ascenderían. hasta 15 %. 11 ,Superar cualquier riésgo exigía un costoso mantenimiento de las .embarcadémes y algunos propietarios 4-"navieros", páj:avolvera_utilizar un término dieciochescdc- terminabaii:por disponer de peqneñas flotas privadas, como fue el caso de Juan• Miguel de .Castañeda con sus. naves "Teresa", "El Aguila" y . 1 .· • . ' ,._· - _. . ' "Serena"; el de Francisco de Izcue con las embarcaciones«Grampuz", "Catmen" y "Nancy''; o el de Miguel de Mendibúru, duefio de las fragatas "Begoña", "Santa Bárbara,, y del bergailtíff"Perla., .12 ·1 · '· · · El cómercio peruano0(:hilenoexigióel desarroUo de una n'11"erosaflota mercante en el Pacfüco. Tanto esto como fa construcción y mantenimiento de barcos de gran calado (navíos y fragatas), garantizaróri que esos intercambios se volvieran coto privado de los grandes comerciantes iiineños. Si bien las ganancias no eran desp~eciabies, los costos en las operaciones reservaron a unairlinoríael ejercicio dél gran comercio. Entre.18l2 y 1818~poco antes del declive definitivo-'-en el Callao . pudieron contarse 81 fragatas, 76 bergantines; 13 goletas, 16 paquebotes y otras 18 embarcaciones menores. Años antes, en 1789, un recuento de la flota.surta en la Mar .deJSúrproporcionó estas cifras: 8 navíos, llfragatas, 14 paquehótes; 33 én total, de. kis cllllles, según el Mercurio Peruano, 29 pertenecían a empresarios limeños,2 a navieros de Guayaquil y 2 a chilenos; desdeluego, estas cuatro últimas embarcaciones _erari las de menor calado, aptas parael tráfico de cabotaje; de un puerto a ótro, • pero indti!es para trar¡sportar un cargamento demasiado pesado. Otra fuénte sefiala que el tráfico en el Perú y Chile era realizado específicamente por 2I'navíos y fragatas limeños. En 1790 anclaron en el Callao. 27 navíos pmcedentes del sur: 18 veníán de Valparaíso, 7 de Concepción y 2 de ambos puertos" (ver anexo III) . Casi todas las embarcaciones salían porlás mismas fechas del Callao: "Podo regular salen de este puerto en una mismaternporada, con sóló la diferencia de día.s; . y su regreso es con igual diferencia". 14 Los navieros limeños lograron compatibilizar sus intereses estando. todos agremiados en el Tribuhal'del Consulado·~"la columna dd estado y el apoyo más firme yretomendable de \o,s gobiernof'"_::_, en 1

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ARISTOCRACIAENVIW . . ... . .

.LAOUDAo SUMERGIDA

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el ilttetior(lelcualformaban un grupo específico. A los mencionados líneas atrás, ,P<l4em<ls ailaclir al Conde de Torre Velar4e, el Conde de San Isklro, la Gondésa de 1/ista ,Florida, el .Conde de Santa. Ana, Félix Colmenares, Vicente ~ Larriva, Domingo de Larrea, Ortiz de Foronda, etc. Todos ellos consiguiero I imponer precios UJnto en Lima como en Santiago. Aquí está el origen de una rolongada tiyaijdad entre esas .dos dudades,. reconocida incluso por el ,cabil l limeño: '.'~ie¡npre reclama Chile del reprobado arbitrio en. que los Navieros d ~ Lima se épaligru;r estudiosamente en detener sus buques, pai:a estrechar a los co :echeros y comprare! trigo al precio que les sugiere su ".oluntarie¡lad..." .16 Tiempo d ,spués una .versión similarseríaesgrimidaporelhistoriadorchileno Benjamín Vic - Mackenna, quien en sui historia de Valparáíso recurrió a comparar la cohes ón de los c:omcrcianteslifeños con "una sola mano", de manera, que a Chile terminaría llegando e impoiuendose, en definitiva, un único comprador." Pero, al argen de""'.Jas exageracion~s, consecuencia de la escasa simpatía que' congregaron os comerciantes tanto 'en ima como en Santiago, lo cierto es que se tratába de n sistema monopólico que erminó por reducir Chile ala condición de una subcolci a peruana. Se formaron, en I transcurso, algunas "cdmpañías", com.o la de Elizald, y Larreta (1792). Hemos i dicado anteriormentequ~estasempresas mantuvieron carácter familiar. , · ·j · El control s bre los barcos fue acompañado con la edificación de grandes bodegas en el uerto del Callao, dondd los comerciantes podían alinacenar y conservar sus m rcaderías; la abundancialpermitía, al mismo 'tiempo, cc¡ntrolar los flujos_ de ida y v nida de los barcos. ,En 1 82, por ejemplo_, los navieros s~ resisten .a parllr esperan que el Cabildo decrete! alza en el prec10 del pan.18 AI igual que D~mingo Ramír z de Arell'.1110, muchos o .os comerciant':8 fueron tambi_én prop(etanos de bodeg que termmaron emplaz das en la localidad de Bellav1sta; casi a m.itad decarni.no entre Lima y el pu.erto. Ajlí se ins.taló. una fu.ndación, ind. ispensa···.b.le para la repaiac ón de los barcos, y unJhospital consagrado al cuidado de los tripulantes. Lo barcos, en conclusión, fferon el instrumento para el dominio de Lima sobre Chil . Siempre fueron construidos en América, al ncirte del Callao, en el puerto de Gu aquil, donde funcionab~el mayor astillero de toda la Mar del Sur. Guayaquil di~p nía de una rada adecu~ct¡i para la cons1:'Dcción de naves de gran calado, ademas e contar con todos los msumos necesanos: maderas, brea, tela de los obrajes de Q ·topara las velas.,. El astillero contaba entre 250 y 320operarios.19 Pero Guaya uil no sólo fue, en definitiva, el astillero de Lima. Era también el puerto de ingres 1 hacia Quito, y del espadoJormado entre esta ciudad y ese puerto, se importaban ~ aderas paralas constrticciones urbanas, cacao, telas y tejidos procedentes de os ob.rajes quiteños. A sh vez.• desde el Perú se interna.ba en esos territorios azúc y• vinos. Lima seguía oficiando, hasta 1778, como centro redistribuidor d m~rcancías. Por eso, de Chile, además del trigo, se prosiguió importando el sdbo para las velas de la ciutlad, que, a su vez, se reexportaba a Quito. A veces, Santi:lgo desempeñaba tambiéh la función de intermediario con otros espacios colonikles:' ocurría con la ye 1ba del Paraguay, por entonJes de gran consumo en Li)na, que venía por tierr desde· Buenos Aires. Es ~sí como el

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i.

51. .

intercaml,io (!e azúcar por trigo per11ütió djnamizar algunas acti~dades manÚfat: tureras (el astillero, al Jado de fa .q:instiucción, es la. industria .clásica delas sodedades precapitalistas) y; además; articular una dilatada! cadena de intércáriis '' · bios, J;:l Tribunal del Consulado 4eLima, éuya Junta General tenía200 rnieinbros, · ·.· · se conyirtió, con.este sus,tento, enla,mayo¡-cOrporación empresarial dela época,·. En 1815,sus Cl,lpitales fúeron calculados en cerca de Yóoo,OdO 4e pesos/muy por . encima delos que podía disponer la Caja de Censos, la Renta lle Tabacos e, incluso, ó la Casa .de.. Mone¡Ja.29 En il79l•fúeron censados en Lirna393 · . la Caja ' • Real ·, 11.. ' • comerciantes. . . . . .. .., Los protocolos notariales perinitén'áproximamos a las condicionesmatetiales (deudas, préstamos, capitales, esclavos, ptopiedadés, etc.) de un sector de la población. Es evidente queestabarnás predispuesto para un iµventário o paratestár quién tenía algún bien o algo,que dejar a sus.descendientes. fero este juicio puede. matizarse teni~ndo cuenur que, en·1no;s9bre 230 casos fichados,14% son hijos naturales., 50% no saben firmar, Bo/ose decla¡:anpobres, 62%no poseen ni siguiera

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Los testamentos confirman el rol hegemónico de los comerciantes, quienes, al .parecer, concentraban el escaso capital dinero circulante. Las mayores forturiás legadas en l 770(ver cuadro !)corresponden ~mercaderes. E¡ccepdón,hechade un ctiraca, un religioso, un pol:lre [?] y otro que rio indica oficio,:los. catorce testadores que dej¡m dinero en efectivo són comerciantes. Las cantidades van desde los 2,000 pesos.hasta los 60,000p~sos. En l810, de 23;testamentos en los que se deja dinero, 6 son de comerciantes. En términos absolutos,han disminuido; aunque la proporción se mantiene pero las fortunas alcanzan niveles inferiores a cuarenta. añcis antes: desde 113 pesos hasta un extremo solitario de.63,056 pesos. para dibujar con mayor claridad las dimensiones de estas riquezas monetarias, debemos considerar que 60,000 pesos equivalían aproximadamente a 120 esclavos, · · CUADRO! Testamentos, Lima, 1770 · , Capital/dinero eri efectivo 50pesos 215 ·. 800 Entre 2,500-3,000 4,500 6,000 7,000 12,000 22,000 27,000 43,500 60,000

1 (curaca) . 1 (sin esp.) · 1 (pobre) ' · 3 (2 comerciantes y 1 religioso) 1 (comerciante) !

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Fue'nte: A. G. N., Protocolos Notariales,-TeStáméiitos, 1770.'

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ARISTOCRACIA EN VILO

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52

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LA CITJDAD SUMERGIDA

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.;i:!f'.gii¡ié¡itl,lasrentas .en.inn . · •.·. ··.er ..···arern.. .· .· . .º. s. .· e.vem ..dela en.te.: a) se mcreme. ntan.aumentan las ª.le.·abalas almo¡arif~,12go, Caja Real de L~a ?astay.lae.· l.década de l770; b) e) ·.br..

,\i!)tie176/ly 1795 se duplican las acuñacmn_es monetanas e!' _marcos de P ata. En

Jó.t ajtexos. incluimos las cifras co~espondientes a las. em1S1ones de º: Yplata ;IJ~has enJa Casa de Moneda de Luna. La curva ascendente, quepo~ trazarse ifuista fines del sigll) XVIll, refleja de muchas maneras.el anmento e/l los tercambios y la consiguiente demanda de una moneda que, por su v?1or, era ap. _no para iei,¡iequeño comercio. sino para las grandes transaccmnes, esas que m1 ,aron el ·,apogeo fugaz de los mercaderes limeños." . . _ _. _ ; _ 1:x Finalmente se J}rodujo un cambio en la f1sonomia misma de la c1~dad. Luna se .:extendió llegando~ las 400 hectáreas. Se elevaron nuevas _construcc1~nes como_la :plaza de toros (17 -8) oel PaseodeAgiias (1773). Apai:_ecie~n los pnmer s cafes, •"empeianilo por el· arnado del Comercio: en total ~anan siete, signos de una v~da __ urbana que sereno aba. Obviamente, el hecho más un portante fu~ larecon trucc1?n "de casi toda la ciu d, arrasada por el terremptode 1746. Las anuguas con trucc1_0nes de piedray la riilo füeron reemplazada~ por las _nuevas, hechas de un matefi?1 "ménos apreciado ocialmente -caña de Guayaquil, ba=, y adobe- ro mas ·. resistente a los m vimientos sísmicos. A pesar de la ca~~fe d~ 174 1 , con · cqnsiguiente dese nso demogr¡ífico en esa década, :Ja pablacmn de Lu~a cp~s•t"º rec . . ·uperárse, no O stante que, como ve·re.mmts.•, pers.JSUan. frecuen.tes epidemias.

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CU102

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Lima-Po1blación 1746 1755

lf/91 1812 1820 i. Fuente: A.G.I. Esta

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Jo,OOO habitantes 54 000 " ' ' ~2,627 " 03,900 "

f·ººº 1527.

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1Córdoba y Urrutia, Indiferente General, ticas..., Lima, 1839, t.!, p 33.

Jqsé Maóa,

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2. EL MERCAD INTERIOR La moneda scasas acuñaciones y deJilllY alto valor-' ~¡¡slucía una profunda grieta en la estruc ura ~onómica colonial: i¡i coexistencia del·~ comerdo cm~ las áreas de economí nanp-al. En Guayaquil sy ti:n~ que permu~ gener~s 1e Casu!la, v_inos y aguardien s pi;¡rmadera y cacao. E~te ú!U~o product? ~n ocas10n7s termina sustituyendo a la moneda, como ocurre ef Chiloe con los.Jamones Y ~n algunos

11

parnjes de la sierra con la coca En Tarapacá no queda otro recurso que.la venta ''al fiado": "La provincia estaba, como lo está hoy, y ha estadosiel)'IW, sujeta a venaers¡;, muypqco al contado y casi l(Jdoal fiado", 24 aunqueen este caso se trata más de crear dependencias que de compensar.Iaausencia de moneda. Se pocltía argumeniar qúe, en los ejemplos mencionados estamos ante territorios distantes d}Lima, pero casos . similarys se repiten eri los tambos de los valles próximos ala capital y entre fos documentos contables delcomei,;iante Ramíréz ~e Arelláno hemos encontrado, por ejemplo, el recibo.di' venll\ de un esclavo pagado ,enzurroriesde yéi;ba del Paraguay, otro producto que, por su demanda y escasez,; terminaba sien~o una especie de moneda natural." . . .. . . ,. . ' .. . . .. : Los comerciantes advirtieron, desde luego, todos los íncon'(enientes y dificul-, tadeli que se podían derivar de un mercado sumamente estrechq: 'La proximidad· entre Lima y el mar facilitaba los intercambios_ con,Ía península·y fos.espacios coloniales.vecinos, pero un~ vez que las mercaderías arribaban afpuérto comenzaba el problema más difícil: cóm.o introducirlas en eliinterior de_ ün espacio qüe, aunque vasto, ofrecfa múltiples o~sfáculos para la comtlnicación. : · ·_ · ....· . . . ·• .. De Lima partían diversas rutas. l'rimero hacia elnorte; bordeando el·.·mar y : . . . •. ·. ·. ·.. • . . . -1 . . . . . ·. . •, recorriendo los poblados costeños, como Chancay, Huacho, en dirección a Truji!Io; ruta dif~ciLcua~do en los l)'lyses de verano_ cree~ la descarga de¡/o~ríCJs arrasando con los 1mprov1sados cammos o destruyendo los puentes, comCJ ~as1 todos los años oc¡¡rría en Santa o Jequetepeque. Entonces había que ampararseen la navegación ca_letera, con la ayuda d~ bµenas radas y puertos, como el de ;Huanchaco. Una situaciónsimilarserepetíaenlacostasur,dondeiµclUsoerapreferiblerecurriralmar para transportar desde Pisco a Lima las bótíjaide aguardiente,·sorte:indo así Iós peligros del desierto, pero más al sur, la costa se.toruaba escarpada, prácticaínente, esos territorios pe11J1aneéíari cerrádos al intercambio marítimo hastaArica, desde donde, a. sµ ve?, salían por lo menos· tres rutas: .una haciá la región minera de Tarapacá, otra en dii-ec_ción a la ciudad de Arequipá y de allí enC.iscoy,finalinente, Jaque Ilevab~ a La J:'az y Potosí. El poblado V\'CinO de Tacna,' contandocoh las facilidades.de unváüe fértii ,se convirtió en sede de "un gremio de,lárrieros dé mucha consideracjón" y en sus ah-ededores se podían ver pastando hast¡i 5,000 mulas. 26 Desde la propiaLima salían otras tres rutas que, ascendiendo Iá cordillera, se interuaban en el abrupto espacio andino: porelvallé deLúriganchb yde a]]fa CiÍí)ta, don<le.unabra defa córdi1lera perinitía el acceso a _Cerro dd Paseo; otra ruta remóntaba el curso del río Rímacy, pasando Chosica, ~lfat.ucana, San Mateo, Ilegabh á las a1tµras'deYaulí y Morococha,paraludgo descénderalfértil vaHedel Man tare> y ,;rribar ~ la ciiidad dé Jauja, escala obligada en una evenfual marcha ha'ci~ Ayacucho 'o inc[riso Cúsco; la ÍerCera era una nita sustítuforia que· ascendía la cotdiiiera desde el• v~cino _valle de ·Pachacamaé, pasandó por los• pantanos. de Cieneguilla y por el'prieblo'de Huarochirí, par'\ desembocar _también en la sierra central."' Todas estas rutas exigían del concurso de mulas y arrieros. Pero este _medió· de transporte tenía ériaderc:is!múy precisos qiieselubicaban en lo~ lejanos territorios de Sa1tay J\Ijuy: desdé allís~ abastecía de acémilhs á todo el virr~inato,iin¡iulsando, el funcionamiento deurtadilatada ruta, trajinada sobretodo a parfüdéla segunda initad del siglo XVIII, mediante la que se unía Dima-con Buenos Aires.~ · .;; , :


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¡t. ·• . ··.f.\1'6tJDADSUMERGIDA ·~ no pudieron ser improvisadas, Siguiendo a veces antiguos caminos

ARISTOCRACIA EN VIW

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~Taiiafu~ro ~ificadas_ siete.mpre popodí. r ~t~}fi:° secfar· d~ los 3?1~· eros, " ano 1nOSmconvemen S que .. •. . an ueJlVarse ue 1OS. uerrum S, en

'? es~ado y conbrusc~s_preciJ_Jitaciones ~l~v.iales.. Sin embargo, estos

s.fíSlCOS no fueron los umcos m los ITiás. difítjleS. Para elTnbun,~ del ,laprincip¡tl barr~ se énconiiabiíenesáespecic¡i de aiitos,disisteil :ia en !.•·· • ••· w,. ,.•◊(de la cual se esforzaba por persi$j:irJá may◊rit;Úia población ihdí ~ena. f, '1ll#~~fi:m1nte'nonecesitab~ bien al~o, ''.Jiues_ellos '1º vistenr~ de . ,tilla, !,\··· • S).!IO"d~la. II~rra. q'/e ellos nusmos trabaJan, y la 1Ienen en abundanclll..." .29 Pero •~{ifde,~ta~adeu¡anda. parecía quebrarse era en algllllos centros urbanos, ,orno . .. Cüpi fAiequipa,fordéando .cada unolos 30,000 habitantes, y,desde luego, n los ·.· ~'.p,~rnentqsn_iinero~. ElsiglqXVill,contra~gunassuposi_ciones,fue __ nario j .· dela,rec'1perac1ón m nera peruana: los rendinuentos se duphcaron espec nte f e~~é l'/.76y 1812: ta fase ascendente se había inicia.do tielilj)O antes, a p . de 172() ei\Potosí, pero, a medida que iranséurrió el siglo, los ée'/tros rriás din· nicos estuvietcniene!Bajo . rú,eilCerro.dePasco,HúarochiríyYauli,siirnlvi _ene! -· · -. riorte los yacimien . de Huáfgayoc. EnJ79 l,(!a población de Pasooft,te tal ulad? 6,776 hal)itantes, . ro el empadronador prel,isaba que "en esta doctrinal s más ¡ . dirsus habitantésno o estables, a cáusa que subsistencia en ella pende de fruto •· .~~las minas, y.~ •• esinás o 1T1enoséste, así a prop◊rcióncrece o dismiimye el número de las person .;.""' Todas estas ciicu~··.tancias permiten entender qud Liina buscas~ pdoritariain. nte suani_culac_ió~esp.ac· .· ~oto con Cus~o y Arequip~. en el sur¡µ¡dino, comoson los espac10s mmeros de Sierra central o del actual allipláno boliviano. . . .- · ·. · . . . ·· . . . ·-. ·-•· · . • .:Sin. embargo, co viene no exagerar el rol que pudo desempeñar la demanda · minera. En el Perú, siá actividad duería sus cialmente de la mineríá en Nueva Espalia{México). A uísetratabadeunconíun .demediánasypequeñasempresas, dirigidas por mi netos que llegaban "apenas a c fü sus gastos'' ,31 subordinados a los somerciantes (a qui nes recurrían solicitand préstamos) dueñOs de uno o dos "J)Ozos" trabajados un promedio de dobe óperarios; ubicados en lugares apar1ados; ya sea po los: desiertos circundantes, como ocurríá'en el mineral de .Guatajaya, o por lael ·vada altitud, como en MbrocochayCerro de Paseo. Algunos casos se alejaban de ta imagen endeble, coll)O el minero Miguel de Espinach en . Hualgayoc; c"ori 167 · ·. ·os y 17"pozos",o ~tías de Urita, condos "pozos" pero 243 operarios.32 P os comerciantes liineñoltuvieron la audacia suficiente para incursionardirectam nte en la minería, como Fedro Abadía, factor de la Compañía de Filipinas e introdú tor de la máquina a vapo1para el desagüé del~s minas." Otras dos_excepc!ones fu on_Isidro de Abarca, pri9:del Tribunal de Minería, _YJuan _dé Arri ..eta, mmero en Ca.íl.ªtam.bo. En 1770, ¡n los. testamentos de Lona, solo encontramos a un m erq y en 1810, dos.34 . : . El conjunto de I minería peruana llegó a reclutar más de 8,000 operario~, pero estos trabaja\lores, p su escasa concentracióq y evidente disper$ión geográ¡;ica, no crearon la demanda suficiente para iinpulsari de inanera espontánea el comercio interno. En estas llnstancias, los propio~ mercaderes limeños tuvie'?n que

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buscar lós medi.os para expandir la estrechez del mercado colonial. Conviene a esÍá altura desechar la. imagen rutinaria de un capital comercial estéril y parasitario.· Los' c5>mercianU:s_ lin;ieños Stil(ieron desan-ollar ~a capacidad de inv~?tiva c~si h_astael limite perm11ldo por las crrcunstanc1as, al edificar, desde la capnal, una m1nncada r~d mercantil que pretendía abarcar las provincias del interior. · ;Esta red articuló' circulación y producción. .· · · · · · :· _¿Cómo funcionaba la red?.· Dos fueron los[ instrumentos más iinportantes. Pnmero, se trató del empleo de un mecanismo clásico en una sociedad colonial: la imposición del mercader sobre. el consumioor, ejetcidaa través dcl "reparto"a q~e tenían derecho los corregidores. Estos últimos eran una combinación entre jueces Y comer,iantes; autoridade~ provincianas que, en! compensación su trabajo y Icis co_stos del cargo, tenían la potestad de colocar diversos productc¡s (mulas; telas; reJones) en (os lugares que esta\mn bajo sui°;'isdic¡:ión, de acuerd~ a .un arancel que, en la mayorlll de las veces,era v101lldo, se obligaba a los indios ' .. especialmente '· cuando . -,

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Red mercantil!

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MércadO externo -

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Meiéado interior j•

ECONOMIAMONETAIÚA

• ECONOMIANATURAL

Lima

· Provincias

_,.. : · . _Corregidor · _". / ._ Coffierci_ante Comerciante ~local · · _· _ -• . ,· /itinera1~1e· -•-·- Arriero ----Minero Mercader · ;'..._ /Tendero Corredor-....____ . Cajonero

· habilitaciones y

◄ préstamos

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◄deudas y' trueque -►

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l!acendado,.


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LA CIUDAD SUMERGIDA

acomp~ pi-Óductos de los que podían prescincfu-. Los corregidores, ,lesde que ascendían al pµesto, mantenían relaciones de dependencia con los con¡ ~rci~~s: ell,os .les prestaban el dinero necesario para postular al cargo y luego lo · hab1litab¡¡¡Í": de mercancías, poniendo. a su disposición las reservas de sus ,odegas o adelántáIÍdoles el dinero que necesitasen. A su vez, los corregidores ;eneraban nueva_.s dependencias: directamente con los indios o a través de rugun autoridad local, como el curaca.35 · · ·.. Junto a este conducto impositivo, que a la postre desembOCllba_en el e msumidor indígena;· fos mercaderes edificaron un complicado sistema de interm iarios que tenía como princiipal eslabón a un comerciante itinerante: Ím pequefio mpresario que,.ya sea.por préstamo monetario o habilitación, se surtía de mercaderí sen Lima, to¡¡ ayuda de lof arrieros partía hacfalas provincias, do~de,. ~ su vez medi~te m1evos préstam!.,adelantos o permuta, entregaba esas mercad~nas a un omerc1ante. provi.·ncian ... o,_a nhacendad. ·. ooald.ue.fiodeun_.·cain·pamentominero;és s,asuvez, empleando a v es también la compulsión o nuevos endeudamientos, rrninaban colocando los p netos entre los consumidores indígenas. Tanto en el ·aso de los corregidores co o en el de_ los comerciantes itinerantes, el sistema de omerciali, záción se ampar ba en medios extraeconóipicos, como los lazos de pare tesco o las re.·l.aciones de de n.dencia que se formul¡ban en. el interior de las haci ndas o los campamentos m neros. . Podríamos · strar lo dicho con la m~ción de algunos casos concretos. Un grupo de pequeñ. comerciantes habilitad .sen un gran almacén de L.ima, formaron una "compañía" que se traslada al puerto e Arica. ·Allí se dividen en tl:es grupos: uno recorre La az, Oruro, Chuquisaca Potosí; el otro, Moquegua, Tarapacá e Iqui51ue; y el te ro esl;llblece en Tacna '¡ ·enda y casa ~ calidad de matriz para sururlos de lo q e necesiten" .36 De manera suntlar procedieron otros dos empres_a, rios: en julio de 1775, uno de ellos, Mantiel Gómez, parte para la villa de Paseo llevando diversa merca ... derías. Allí vende~todo. Instala un..ª. tienda y regres.a a Lima trayendo dinero y "pifias" (plata recién xtraída). Forma una "compañía" con Lorenw Carne! , que aporta 1,000 pesos, e los cuales se in~ierten 800 en adquirir nuevos produc , y ~ntonces vuelve a salir el 18 de setiembre para llegar a Cerro de Paseo cinco ' ;después. Terminailils las ventas, baja a la capital el 15 de noviembre, p.ar·a§'.po•co. tiempo regr•. esar ll~vando aguardie.nte,ja.bón, telas, pescado seco, yerba del P guay, pasas ...37 Otro ej~mplo podría ser el-0e Pascual de Amaya, tenientedeinfan ríaycomerciante,quel\bgaalcerrode Yauricochatransportando telas y aguardien¡tc ; allí entrega todas sus mercaderías al minero y hacendado Joseph Barrientos, atendiendo a que, por supermahencia en el lugar, encontraría los medios · para vender esofproductos, pero éste, a sli vez, termina contrayendo otras deudas con los mineros e la región, a quienes debe adelantar telas o aguardiente y que, en el mejor de los e os, terminan pagándolJ con plata piña38 Esta relación acabó en un juicio entre l comerciante y el niinerp. Resultan muy frecuentes, tanto en la audiencia como n el cabildo, los litigios por .incumplimiento o demora en el pago de deudas. En 1810, en plena crisis mercantil, en los testamentos, 39 indican algún tipo de préstamd y 40 admiten deudas. U~ comerciante debe 3,685 pesqs, un noble 9,000 pesos y u, labrador 14,000: Otro prestamo asciende hasta los 168:,065 pesos.

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ARISTOCRACIA EN VILO

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Una variante de los casos mencionados anteriormente podría serToribio Silva:· compró al fiado o al contado efectos de Castilla a diversos comerciantes, como eE Conde de San Isidro, Manuel de Saldívar, Miguel Maticorena, ylos remitió al Cosco para expedirlos en la tienda de su·socio Mauricio de Clavos: Vicente Femándei siguió la ruta opuesta: fue hastaPiura transportando efectos qu~ pertenecían a Benito· Pereira: entre ellos, paños de Inglaterra; tafetanes de Italia, listonería de Ná¡ioles; junto ll una'variedad de productos locales, todos los cuales sumaban 15,887 pesos. Una tercera parte de las venias serían para el comerciante que seguía en Linia. De esta manera, el crecimiento comercial i¡ue experimenlll la economía peruana entre 1750 y 1780 no es sólo atribnible -como cree JürgenGolte- al comercio impositivo de los corregidores.· Intervinieron también los propios grandes comerciantes linieños, los arrieros y los comerciantes itinerantes o viajeros; como se les denominab,i por entonces, Es probable· que desde el interior mismo de las comunidades se produjeran algunos cambios, 1m sensible incremento en la división del trabajo, acorde con el creciniiento demográfico que, al parecer, evidencia la l~~~ffón i~dígena: 610,000 habitantes en 50, 700,000 en 1800 y 760,000 en

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... Javi<"r Tord, en un decisivo artículo, -lía mostrado gráficamente cómo los · ingresos_ por éimcepto de comercio se triplican en la Caja Real de Potosí, ascienden casi v_erticalmente hasta 150% tanto en Oruro como en La Paz; una curva siniilar se repite en Arequipa; yen Cusen se incrementan cirico veces más.40 -Es la expresión en gráficos y números del proceso de imposición de la capital sobre las provincias del interior. o, si se quiere, de la edificación de un. espacio mercantil.· Pero nada de . esto pudo estar exento de conflictos. El país se levanta contra Lima; mejor dicho, los campesinos contra la explotación mercantil; proliferan· lós motines contra los corregidorns y, precisamente entre 1750 y 1780, se agolpan la mayoría de alzamientos y rebe,liones rurales del siglo.41 La revolución tupamarista encontrará aquíuno ·delos motores que permiten congregar ensu derredor a amplias-capas sociales, Aunque füe derrotada, se pmduce luego la sustitución de los corregidores por los in_teiide~tes. Esto no significa, necesariamente; la desaparición de los odiados repartos. En algunos casos serán ejecutados por las nuevas autoridades, a1 margen de' cualquier reglamentación, pero la necesidad del sistema, que nacía no sólo de la imposición de Lima sino también del limitado 'mercado interior, queda en evidencia cuando l_a Corona discute con el Tribunal del Consulado la posiblidad de organizar otro mecanismo similar al reparto. .. · · La red mercantil limeña no funcionó nunca como un mecanismo de relojería Rápidamenie acabaron contraponiéndose los intereses mercantiles de provincías con la acción de los corregidores, Ambos sistemas, el comercio itinerante y el comercio ·impositivo, entraron en competencia. En .Arequipa, los mercaderes locales interpusieron tin proceso ante el Tribunal del Consulado contra el corregidor Femandp de Piélago, que pretendía obligarlos a que se abastecieran eriel almacén propiedad de esa autoridad.42 En Arica hubo ,un enfrentamiento similar. Pero, a pesar de todos los inconvenientes obstáculos enumerados, los grandes comerciantes limeños comenzaron a crecer amparados no sólo en el comercio de

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LA OUDAD.SUM:ERGIDA

ARISTOCRACIA EN VILO

exportación-importación, sino recurriendo también al mercado interno. Sin embargo, la edificación de este espacio recién empezaba y los lazos que los qnían al país eran bastante débiles. Raro era el mercader limeño que no viajase a la pe 'únsula para supervisar sus negocios, visitar parientes o enterarse de las novedades de Madrid, dqnde algunas grandes tiendas encontraban en ellos espléndidos cons .mi<lores de ropas y .objetos de lujo, atentos siempre a las últimas modas europeas " pero esto. qmtrastaba con el escaso contacto que mantenían con los pueblos en e interior del país: allí .se limitaban al recurso de los intermediarios. Para la ari tocracia, el comercio no era un deshonor, siempre y cuando no se ejerciera con las propias manos. Aparte de las provincias, la propia ciudad de Lima era un impo pero allí también fue necesario introducir algunos mecanismos que . circulación corilercial. Las ventas corrían a cargo ya sea de los tend os o de los cajoneros (pr !ietarios de pequeños puestos de abasto ubicados alr dedor de la Plaza Mayor o en sus cercanías). En cnalquier cajón podí:n,i encon se los .más diversos produ tos: martillo, alambre, fierro, junto con cintas, chomp fr;mcesas, además de té,. é, yerba del Paraguay; aguardiente, incluso "chaf tes" (entre espada y puñal .·Y, a veces, libros. Una yariedad ~";'ilar se podía ene ~trar e~ las· . pulperías. En bio, los tambos tenctíap a especializarse en el expen o de vinos y aguardientes. Al igual que en otros CllSj>S, los gran.des importadores n m~tenían . relaciones dir tas con los pequeños co11Jerciantes, sino que rec~an l\ un mtermediario llamado corredor, quien por. lo gf eral pagaba en efecuvoi P9"° a.él no le q.ued. aba otroUr urso. que. emplear.. elsist··· to.s yocultase deudas...para. colocar. .los productos. práctica admitida era ma que..d·eeladelan. corredor el ,~omb~e del almacenero o ayQrista que lo proveí ; a su vez, el comprador debia evitar la curiosidad de reguntar. · · ·· . · . . . .. . Muchos embros de la aristocracia mercantil llegaron a diversifi~ar sus intereses en o actividades. Oficia~an de prestamistas, como los hermanos Elizalde o Ag stín Quijano. En 1770, 123% de los testado!es limeños se habían beneficiado co oprestamistas, mientraS 31 % tenían deudas al momento de monr. Los préstamos más frecuentes era de ~.000 a 1,500 peso~.44 Los comerciantes.. incursionaban ven1nalmente en algunru/ actividades manufactureras Elizalde; por · ejemplo; tenía na fábrica de lona (abastecía a las naves del comercio). No.existía especializació mer¡:antil. Otrafm;ma !idpaliar los riesgog. {!na actividad frecuente fue el arriendo de cajones, tiendas o pulperías. Mencionaremos algunos casos: el Marqués de M, ntemira era propietario lle una tienda en el portal .de Escribanos."' Manas de Er lde¡]e arrendaba una pillpería a José Linares. Juan de Encalada arrendaba otra cdnvento de Santa RoJa. Lo mismo hacía.José Gonzales, Conde de Fuente Go es. Los eslabones de 1~ cad~na prose~fan c~ando el arrendatario llevada adells¡¡ pequeña empresa con un .. parudano ., alguien queaportarni con su trabajo. L · es.por ejemplo, recurruta un ''partidario" que vendía _los !!ºduetos •de su tienda e pueblos, haciendas y tambos de los alrededores de Lima. La relació mál; frecuente recibió ~l nombre de "al partir". Algui~n, por lo general un aca,udalado comerciante, co¡ocaba el dinero, arrendaba l¡i uenda o el .

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cajón y otro, a cambio de administrar el negocio, tenía derecho a la mitad de lai utilidades.. Así funcionaba la bodega de Miguel de Castañeda sita en la calle de Pescadería, y la fábrica de lona propiedad de éste y de su hjjo político Joaqum de Asín, teniendo como socio "al partir" de utilidades a un tai Quintela.47 En otros casos, el propietario se limitaba a arrendar el negocio, como ocurrió, por ejemplo; con la panadería que tenían la Condesa de Vista Florida y el Conde de Torre Velarde. José María Sancho DáviJafüe propietario de hasta once tiendas ... De estos contratos no siempre quedaba constanoia nota.gal. Es así como:entre Jaaristoeracia mercantil y los sectores:populares emergieron heterógéneas capas medias, en apariencias independientes pero en realidad subordinadas, de uria manera u otra, al capital comercial: ·arriend0s, adelantos, sistemas de "al partir" o préstamos (al·interésdel 6%), garantizabaniesta dependencia. En Lima fueron censados 287 pulperos, además de 48 abastecedores y 60 fabricantes, . a los ql)e deberíamos añadir el número indeterminado de panaderos y molineros, para·tener así una idea aproximada del 'artesanado y erpequeño comercio. Pero en las capas medias de)Jenincluirse también 1Js labradores (niás de 300); medianos propietarios en los valles cercanos a la capital, a· los que hicimos alusión en el capítulo anterior; la burocracia, compuesta; entre otros sectores, por más de,400 empleados; y finalmente los intelectuales, bajo cuyo. nombre habría que incluir a médicos (21), abogados (91), estudiantes {366), cirujanos (56), notarios. (13), escribanos (58), periodistas, etc.49 Volviendo a utilizarlos testamentos, después de comerciantes y hacendados, las ocupaciones,más frecuentcs'son artesanos, religioso, burócrata; escribano, marinos" {ver anexo VII). Al margen de las críticas . úmidas que algunos escritores realizarían .a la adm inistracióncolonial·(el abogado Baquíjano frente al.virrey Jáuregui), .en general este sector social no pudo desarrollar rina praxis indepcndiente,y propia. Crecieron al amparo de los grandes comerciantes. Muchos de ellos ~panaderos y pulperos, por ejempiO--:- eran igualmente peninsulares. ·Compartían la fidelidad al monarca yla defensa de los intereses metropolitanos: La biografía delmédico Hipólito Un\mue, fiel a la causa realista hasta el final (consejero deí Abascal, emisario de Pezuela),atinque al poco tiempo colaboraría con San Marún ydespués con Bolívar, no fue lln derrotero excepcional: simboliza claramente a un grupo social que quedó . a la deriva; cuando no fue arrastrado al remolque de la aristocracia, mientras otros· miembi-os, paralelamente, se desgajaban y caían en las capas sociales más pobres de laciudad. · · 3. EFÍMERO ESPLENDOR

La historiade la clase alta colonial tuvo un episodio previo: al comenzar el siglo XVII, desde Lima, un conjunto·de comerciantes y banqueros, muchos de ellos portugueses, degplegaron empresas y nego~ios. El punto;de partida.fueron los asientos de esclavos; mediante los cuales organizaban, desde Portugal, el tráfico negrero entre Africa y América, Luego vino \a adquisición de haciendas y minas y,


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LAOUDADSUMERGIOA

finalmente; eLestablecimiento del llamado Banco de Juan de la Cueva,51 pero todo esto se derrumbó en pocos años por acción combinada de la depresión económica europea,la crisis de la minería peruana y, por último, la Inquisición ~1e, en 1635, apresó a unos cien "señores del comercio": cerca de treinta y cinco 1an ajusticiados y el resto presos o desterrados.52 La recomposición de la clase alta 1lonial debió esperar hasta el siglo siguiente. · Entonces, la aristocracia mercantil limeña no era de antigua data, :ién formada al compás del siglo y de los incrementos en las actividades m tiles. A los miembros reclutados a través de Ja migración vasco-navarra; hab ' · que añadir aquellas familias que, e.orno los Vega del Rhen o los marqueses de V le Umbroso, se trasladaronµe Ayacucho o Cusco a Lima. Tantó en 1770 como en 810, 21 % de los que realiz,jban testamentos eran originarios de provincias. En.cualqu ·erade los casos,casi siempre se produjo )lila asociación strechaentre los comercian es y la administración colonial. Hemos mencionado· e sustento que encontraron e el monopolio comercial y el recurso al mecanismo · positivo del reparto, pero úizá ambos sistemas exigieron que los comercianies más integr¡i-· sen la alta bur racia. Es así como es frecuente encontrarlos de óidore : Querejazu, Ortiz de Fo nda, Bravo de Rivero; Felipe Sancho Dávila fue al uacil; como Alcaldes.deL mafiguraronSebastián~' Aliaga,JoséMaría:SanchoD'vila,Miguel de Oyague, J sé Colmenares; Agustín Qnijano fue gobernador del , ercado; casi todos los men ionados tenían algún car o dentro del ejército: Coronel de Dr¡igones como Oyagu , o de Caballería com!José Gonzále.z y Fernanctcr Ou,illo de Albornoz. D sde luego que entre los c gos ll)áS preciados estuvierqn, junto a.los puestos públi º.s, l.o.s de PrioryCóns es. del Trib.una!. de.t·C·o·.n.sulado.·;, d.eten.tadó·s., entre otros, p r Antonio Elizalde, el nde Villar de Fue.ntes, Francisco de Izcue, Joaquín Azc a, Isidro de Abarca, Jo~uín Ferrer (ver anexo IV). , . . La culmi ación en la carrera de comerciante fue casi invariablemente el ingreso a al a orden nobiliaria. E · Lima, durante la segunda mitad del'siglo XVIII, se.pro uceiuna verdadera inflac ón de títulos: ascieiiden casi verticalmente, deochod3 elquinqu.eniol76!-65acin.cuentaytresentr.el. 7.86-9.0,y. eneBustro sigúiente, no enta y uno. En adelante ~e producirá un descenso igualmente brusco, hasta los nu~ve que se otorgan entre [821-25. Des.de l.u.~go que las órdene..S no. estaban reñia¡is con el comercio, mientras no fuese ejercido directamente.. Por el contrario, au que 'en apariencia era sólb .una recompensa porJos servicios al Rey y la Corona, 1 cierto es que una sólidifortuna era un respaldo indispensable. El historiadorP bloMacerallegaasosten rquesiunnoblenosevinculabaalcomerció o a la buroc cia, .estaría condenado a a miseria." En definitiva, el incremento de nobles obed ea un total de 161 que u/igresan en la nueva orden de Carlos III, para lo cual un r uisito más importante q¡~e la hidalguía y la constancia de no haber desempeíladé oficios "bajos", era poder abonar la suma exigida: esa orden se creó como un mto de solventar nuevos ibgresos a la monarquía,54 . : Un des ti. o individual, el de Domihgci Ramírez de Arellano, no~ puede ayudar a precisar o , s rasgos de esta aristoqracia mercantil. Había naci40 en Viguera, Logroño, el 8 de mayo de 1742, y pasó a América cuando en 1764 fll'leció su tío, el

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Garate, Juan Bautista -Gonzalei-Gut,errez, ;Joseph (+ 1804) González y Fuente, Jóséph ¡+1825). zcue, Javier de Lamo y ZúñiP,ª• Joaquín Larreta, Mat as (+ 1815) Lartiva, Vicente .avalle, Josa Antohio (+ 1815) López, Miguel Men~iburu,MiQuel de More1ra, Francisco (+ 1848) .· _ Ortiz de Foronda, José (1765) ·. . · Orrantia,-Domingo de (1728-1780) . Oyague, Miguel (+ 1816) . . Puente y Castro, Esteban de la Ouerejafü, ;Jbsé d.e · . Ouerejazu y Mollinedo, Antonio (177-1792) Ouijano, Agustín Ramírez de Arellano, Domingo (+ 1811) • •

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.. (1) comercio (casa comercial, bodega, tien-da); (2) armac!0r (propietario de naves); (3) manufactura; (4)

_ servicios (panadería, pulpElría, et_~-); _(5) créditos; (6) minas;. (7) haciendas'; (8) obrajes. (A) Cabildo; (8) Aud1encIa; (C) EJerc1to; (D) Otms, . '· '- · ·!M) Suscriptor del. Mercurio Peruano (1790-1795). , Bajo el rubro haciendas quedan incluidas chacras y pequeñas propiedades. Fuentes:

'Afohlv~ Generalde la Nación, Protocolos Notariales (índiceT~rán); Tribunal del Consulado (H. 3, L.N. 907, L.N. 975, L. N. 1031 ). . . ; -. · Arc.hivo Histórico Rlva-Ag0ero . . . . • Clément, Jeán-Pierte; Indices del Mercurio PerUano'1790•1795, Lima, Biblioteca Nacional, 1979. Lohmann, Guillermo. Los ministros de la Audiencia dé Lima, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoame- ricanos, 1974, -- . , -- 0 . . . Me~diburu,. Manuel. Diccionario Histórico Biográfico del. Perú, Lima, Imp. Enrique Palacios, 1932. Varela y Orbegoso, Luis. Apuntes para la historia de la sociedad colonial, Lima, Librería Moreno, 1924.

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64-

LA CillDAD SUNIERGIDA

ARISTOCRAOAENVILO

ORDENES NOBILIARIAS LIMA, 1700-1825

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doña Josefa Ramírez, que se casaría con Gas.par de Osina, miembro del Consejo de, su Majestad y oidor, un arisiócrata que, duranie ~ guerras de la independencia; emigraría al Callao, ocupado por los realista$. J _. ,-•._. . _La aristocracia limeña. desarrolló rasgQS yndpgáJnicos:. "IJrul sociedad dentro de la sociedad", sostenía el historiador Jorge Guillermo Legnía. Pariente cen;anode los Ramírez de.Arellano fue José María Sanch<JDávil¡¡,, casad<i> con la Marquesa de Corpa.. El matrimonio similar del Marqués de Valle Umbroso con doña Grimanesa de la Puen1e _unió un liqaje cusqueño c9n ujlo de Lµna Alianzas matrimoniales como éstas garantizaban la estabilidad delos ~to!lls dominantes. Eranimprescindibl_es dada la imbricaci<ín enl:ref8lllilias y elllJ>~ mercantiles. Un caso tlxtryffio pero ilustrativo fue el .!le Juan Miguel de Ciistaiieda, qui¡m i,óJp tuvo cuatro hijas mujeres y escasamentt1 agraciadas; 1emefQSQ'de :c¡¡a]qui~r arribista, optó por "importar'.'. a cuatro aristócratas peninsular~s. para casarlos :;con ellas, uno .de .los cuales fue Joaquín de Asín: un navarro con e~qu°'tomp¡utirí,i la .conducción de una fábrica de pólvora. , . · :· j'> .:'> ;, . , , Junto_ a la endogami~, otrp rasg? que traztel perf¡j ~e la apstocracia colouial_ es el luJo, en alguna med1(1a denunciado por ~l,econom1sta l.¡\,quanda: las runpJias c_asonas de Limaa<,1omaclas con lie¡1zos, mµibl(lS )'platería;l' algunas, como la de Osambela, provistas de un adecuado miradot Pa.ra.des!le allí pbservarla llegada d'é los barcos al Callao; mientras otras, como la ~tlc§ru,tañeda, exhibían con orgullo en la fachadalaproa_de un navh Habita.dones ¡jlta$:)',anchas, enla tradic\ón de la casa solariega levantina, alrededor de un patio centraí rectangular, mientras en la parte · posterior, un segundo patio y, en dirección opuesta al vientq, los cuartos de los esclavos, para que el aire se llevase supuesrosmalós olores.Las dos secciones dé la casona quedaban separadas y comunicadas a la vez por un angosto callejón. La biblioteca y las calesas completaban el mobiliario, Su extensión ideal era dé 1,200 varas cuadradas." · Pero; más allá de la amplitud interior, otros rasgos distintivos de estas casonas diecioches~s fueron las paredes exteriores altas; los balcones y las' -ventanas .enrejadas. A mediados del siglo XVIll se desárrolla una actividad artesanal_ de amplia demanda: la barrotería de hierro o bronce con piezas fundidas. · Mamparas y ventanas de rejas se pueden observar todavía;por ejemplo, en la llamada Casa la Riva .. Protegían y adornaban; a veces se les recargaba con adómos rococó. Fueron tan frecuentes en las fachadas limeñas que, con¡parado con,!La Habana dé Alejo Carpentier (la ciudad de las columnas), podríamos llamar a Lima la ciudad de las rejas. Ellas separaban con nitidez alá aristocracia;cuya vida familiar transcurría con más frecuencia en las salas y comedoresinteriores,de laplebe, que invadí&lasplazas y calles de la ciudad, como veremos más adelante. · · Algunos aristócratas. consideraban :cceoro9,e[_ Co!lpe _dy Casa Jijpn en carta dirigida a Miguel de Jijón, residente .en Lima7 a! lujo como un i,mperativo de su condición: "aunque no sea por propia comm(idrufy gusto, estamos [... ] precisados a conservar la decencia necesaria para que no se'burlen los émulos"." Pero no era un sacrificio tan grande si atendemos ala multitud de distracciones que enmarcabán la vida4e la aristocracia, El Conde de laVega}ie!'.'&l\en, aparte.de'veladas fámiliares ¡

Carlos m Malta

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25 30 35 40 45 50 55

Fuente: El gr" 100 se basa en cifras pr0p0r ionadas porLobnuµmVi~ena. $~llerriio. Los. ame canos en las órdenes nobi iarias:(1529,-1900),_-Madrid. Instituto G_onzalo Fern' dez de Oviedo, 1947, t. l, - LXXV-LXXVI. .

comerciante drés Ramírez de Are !ano, quien al no tene~ d~scendientes, lo designó com su heredero universal:'; J?omingo _t?vo como P1:°c1pal rubro de sus actividades el comercio de exportac10 -1mportac10n, Fm, prop1etano de la fragata "Nuestra Señ ra de las Mercedes". En 1ps protocol()snotariales aparece comprando azúcar a hace dados de \:añete. La intepi~ba en Chile, de donde a s11 ve~ embarcaba trigo. Pero n9 se detenía en Valparaís~, smo que conunuaba hasta Chtloé, para de allí importarjueros. · ~- . : . .. • . Sobre ele eCallao-Valpar. ru_' s _o.· su.s e_ g•oc1.oss.eex .. pan·di· er.·on_aescalacon. unental _____ · En su archiv, se puede encontrar un intensa correspondencia con_un emJJleado suyo, Bemar O Rqca, establecido en G ayaquil, al igual que con otros comer~iantes, tanto en CElrr de!Pasco como_enPot?sí. Poseyó m1_a r_ec_• ~a de mu_1_as .. pr .. ºP_ia Yu.· n obraje en la ·erra. Al comercio sumol finalmente, el ofic10 _d_~ prestamista. . . , . El ma · onio con CatalinaBaquíj~o y Carrillo leperm1uo entr¡rr en po3:s1on de la hacienda Pahdo, cerca de Lima. j_Esta era hija d~l Conde ~e '.'1sta Flonday heredóeltítu~. Ji\an BautistadeBaqmJano, su.padre, vmo alPeru dupmteel p~mer-. tercio del si lo X'Vill. Poseyó barcqs, casas__ y hacien_das. A su z, Do_ mmgo._· Ramírez de ellano pertenecía a la orden de Calatrava Fu~ tam~¡en Cap1tán_?e Alabarderos Prior en el Tribunal del ~onsulado. De su matnmom9 tuvo una hIJa, 1 ' . i

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LA ClliDAD:SUMER.CIDA ARISTOCRAC[kEN VILO

(IÍanquétéS como ei que pintara Tadeo Escalante en un "árbol de la vida", sobre los rriúros ilé Acomayo), el juego de naipes, las corridas de toros, era _gran, aficionado a la cacería y, al igual que otros, frecuentaoa los pantanos de Surco cerca de la hácfondaVilla), donde podía ejercitarse en la caza de venados o pato salvajes." Ottós-"signos exteriores de riqueza" eran los perros, los caballos, las alhaJas, las escópetas y un costoso· vestuario. De especial significación fueron las :alesas. En ellás se exhibían los aristócratas todos los domingos recorriem;lo la ameda que h~bíaedificado el Virrey Ama!. Pero, evidentemente, más importante q 1e cualquiera.'de los mencionados era la posesión de otros hombres: el número de esclavos.60 . De la combinación de estos rasgos tradicionales con los elementos i novadores meriéionados págirias atrás derivó la edificación de un peculiar mercad de trabajo: Se requería de jbrnaJeros y asalariados para poner en.funcionamiento s•circuitos mércantiles. Frierza de trabajo esclava paralas haciendas y también co o símbolo de status en las ' iudades. Artesanos que sustentasen los pedidos derej o platería. La relación.po ía seguir. Pero esta demanda era tan fluctuante e irtes -ble como el devénir mism del capital comercial limeño. Para saciarse requ ría de una heterogeneida ínuy amplia de oficios. ; A esta situación se ª':orno aba más el jornalero event al que el asalariado penpanente. La desocupación te . poraJ y el subempleo son actores constitutivos al esplendor,mercantiL Fueron:s mplemente el reverso. S ría erróneo considerar estos rasgos del mercado la oral como anómalos o m giriales.. Eran. parte iinptrscihdible de la es~.uctura éo.:'.'onial. - CUrRO 4 -

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tes habían sido celosos defensores del monopolio. Rara ellos, el contrabando era un ·•~orr~ndo _c11:°en" y 7xigían que quienes lo perpetrasen f9esen ahorcados sin rn1se1;c~rdia. ~'! pudieron sentir ninguna simpatía por la aper(ura de nueve puertos deEsp~a y Amenca, decretada en 1765. Amenazaron con entregar las llaves de sus tie~das y cajones, anunciaron una inminente ruina general. Similares protestas.se ~epll¡eron cuando, en 1777, se crea el Virreinato del Río de la Plata: el Atlántico se impone so~re !a Mar del Sivy, aunque la poblac,ión de Lima sig'!e incrementándose, en fechas sunil~s la de Buenos Aires ge multiplicará por cinco. Apareée, de esta manera,_ un polonvalen el continente, y tanto lcis hacepdados coino los comerciantes de Sanna¡;o quedan al acecho· de cuanto. puec¡a favorecerlos i,,n el conflicto. La hegemonia ~e los merc~d~res limeños se det~riora. Al año siguiente, Carlos III ~ecr~t¡t ~l hb~e c-~~~rc10: para _e! !ribunal gel Consulado fue u~a especie' de mst1tuc1pnaltzacmn .del tráfic!) ilícito.62 Abnr Arica: como pqerto libre equivalía, glosando nuevamente los i;,areceres de la corporación limeña,':a la amputación de todo el Alto Perú.63 · ·. i · •. Li~a pierde? de esta rit.anern y en pocós años, el respaldo colonial que siempre 1~ hab~ coqfend_o la c;~rona española. Quifá, esto hubiera aproximado a los comerciantes hacia pos1c10nes reformistas, e Hf cluso separatistas, si no mediaban

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Pero el sus nt<1 del esplendofmercijntil era sum~ente,frágiÍ, ~ojnopmli,~flifü;J: experimentar! a medida que el sig)o XVIIII se aproximaba a·su fm. Los comerc1an°Ci 1

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económico) en Historia del Perú, t N, Lwa, Mejía Baca, 1980, pp. 549 y 550.


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LACilJDADSUMFRGIDA

ARISTOCRACIA EN VIW

.,'íi,iís,:citcunstancias: paralelamente, en las áreas del interior, donde reposaba ~~lYdecíiuno8-'el otro!J!!ar del fu~ esplendorm~antil, los m_?tines ¡ubanos · y'1'ilráles·desembocan en una gran rebelion", que covuls10na, con Tupac maru II, .á'lbdo e!Ctisco· y después, con Túpac Catari, se propala hasta La Paz. El .hbuna1 deticonsulado se compromete, entonces, a mantener 1,000 hombres · ,,rulos y, además, otros 1,000 uniformados para combatir a los insurgentes," a I , que se silinarán ~gunos donativos particulares, como el de Querejazu, ascendien :a 2,000 ~~<ls. Comprendieron que España seguíasi~ndo la mejor garantía de su ery que, a pesar de la abolición del reparto o la apertura del libre comercio, el des o de la aristocracia limeña estaba indisolublemente ligado a la Corona: ''Las Am' icas son una parte int,;granlp y muy principal de la monarquía española Unidas fu ti amente a. ella y conspiran\lo siempre a su mayor lustre, prospeyídad, es muy · ffcil que ningún poder,extrlmo consiga transformarla en ningún evento».05 Sabem que el vaticinio no se curhplió. Pero los comerciantes se aferraron casi'.con des ración a este proyecto, rlo obstante que los cambios desencadenados. podas eformas borbónicas se sin eron rápidamente en sus libros de contabilidad y en el sode sus a¡-cas._ Después d un brusco ascenso en las recaudaciones de la Caja:Re deLlma en la década de· 70, antes que termine ./se período se inicia un dese nso que, dibujando una fe · inestabilidad; proseguirá hasta terminar el siglo. U a trayectoria similar será eguida por los ingresos er la recién creada aduana de ILirna (ver gráficos). I, ! . En 1787, un ercader limeño describ~ los intercambios como muy :abatidos, señalando como ansa el libre comercio~. "1 s muchos reg.istros que han conduc.ido bastante ropa, e i finita mercería, pnes no hay calle en que no se vean dos o tres · tiendas de este gé ero, fuera de que los acenes se hallan abarrotados sin poder vender ni al fiado orqueno se encuentra pep;ona segura de vida ymnertecon quien hacer dependenci "."' Se benefician navíos y comerciantes extranjeros: inundan el escaso mercado. Mientras para los merd/'deres locales las cobranzas se hacen difíciles. Aumen los juicios por deudas. La morosidad interfiere los negocios. Terminan falland incluso los más cumpli<los. Juan Domínguez, vecino de Lima y comerciante, que se enorgullecía de haber ~agado puntualmelite las habilitaciones que le hacían los maceneros, en 1797 tierle que admitir "la injuria de los tiempos: la común y gener d~adencia en que se hálla el comercio, mé ha venido a tocar en desgracia de ex rimentar la adversidad";lse hallaba bordeando "la ruina total".67 Acabó partiendo para Trujillo, a la esper~ de mejor suerte. Ese mismo año los ingleses amenaz ban la costa. Se.teme queje! Callao termine bloqueado.- La fragata "El Carmen" op por no salir, enterada qup otra fragata se encontró con una goleta inglesa; los dem' navieros deciden exigjr que se forme un convoy armado. El azúcar se queda n los almacenes del pueio y corre el riesgo de deteriorarse." El precio del trigo akciende, perturbando la vida en la ciudad. Aunque estos problemas d~ ape~as po1os rr¡.eses, 1797 sería~ ru\tesa!a en el callejón sin salid~a donde se dirigia casi mexprablemente el comerc10 limeño. ; Desde dos ~os an.tes, Ignacio de Leq~anda había constatado los in ... icios de la crisis mercantil. Las acuñaciones mone ,. as y las cifras de laCajaReaij confirman 1

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~u versión. E:I fen?meno afecta incluso a las adquisiciones de tftulos nobiliarios . 'Este comercm esta en notable decadencia, así por la división del Virreinato, escasez de dinemy co~pradores, com? también por los muchos efectos que hay en esta Plaza por CUfO mo11vo no saben que hacer las gentes .. ,''" : Así empezó el epílogo de un drama que, visto desde. su inicio, pudo tener otro desenlace:_ bruscamente se interrumpió el proceso que llevaba a la edificación de una cl~se dommante colomal. L:¡i aristocracia limeña; liderada por los comerciantes del Tnbu?31 delC_onsulado, no sólo tenía un mismo ~ustento:material, sino que además parecia C_?hes10~e co~ proyectos políticos propios, la opción a favor de una mtegrac10n mayor c?n España, la procedencia común de sus mien\bros, los lazos de paren~sco Ylosháb1tos colldianos. Pero, ante to\lo, la aristocracia se defmía en ese empen~ por dommar a las ec?nomías vecinas de Quito y Santiago y, paralelamente consu:nrr un~ ~asta red ~ercantil que significar~ la imposición de Lima sobre ¡0 ~ espac10s andmos. Las dificultades para crear esté mercado interno coloriial-te q~e sobrepasa los lín:1i_tes denuestrainvestigación,Lpermitirían entender las déb{: ratees que, en defmillva, umeron a la aristocrac¡a,con el país. A la postre, quedó suspendida enn:e el gran comercio de exportaci9n y los vastos espacios interiores. ~n _alguna medida, su trayectoria resume esa all)bivalencia de un país provisto de millares de puerto,,Y c~etas que le proporcionajl comunicación,, cómoda con todo ~I resto del_ ~U?do , mientras de espalda al mru¡ se podía contemplar "un terreno i~enso, divtdido por t¡randes e inaccesibles cordilleras, multitud· de caudalosos nos, tarab1t¡¡s o pasos dificultosísimos .. .''7º


70

NOTAS

LA OUDAD SUMERGIDA

Notas

·:cap. I )

J. Lohmann Villena, Guillermo, Los americanos en las órdenes nobiliarias ( '529-1900), Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1947, p. LXXIV. Vargas U :arte, Rubén S.J. Títulos nobiliarios en el Perú~ Lima. 195_8. Puente Candamo, José Agu tín, "Planes monárqüicos de San_Martín" en Cuadernos de-Estudio, Lima,, Universid d,Católica. Instituto defuyestigaciones Históricas, t.II, -1947.-Sobreel tema también se ianocupado Enrique Torre;s Saldamando, Javier Prado, Luis Varela y Jorge B_asadre. Es e último,_ en La iniciación lie la República, Lima, E. Rocay, 1929, t. l, pp.1-2, se asombr _del cre~ado número que álcanzó la aristocracia colo:nial: un duque, 58 marqueses, 5 c_ondes Y vizcondes, m~J.s cruzados y fijosdalgos. ; : .

2. Adán M~tí De lo barroco e,i el Perúi Li:mi•Universidad Nacional

Yt?I d~ San

Marc¿s, 1968 p. 234. Este libro sé inscribe dentro del ciclo intelectual co ~inporáneo de interpreta 'ones de la ..realidad nacioilal", en la estela de''Le Pérou C ritelTlf'orain (García Cald ón) o los 7 Ensayos... (Mañátegui). . _· . . 3. Thompson, E ward, Tradición revuelta y ~onciencia de clase, Barcelon~. rít~~ª• 1979, p. 34. Estahi ótesis fue inicialmente propyesta ~r Thompson como culrn.m¡acmn de-~a investigación de largo aliento sobreLafotmacwn de la clase obrera, Bar~elona, Laia, 1979. 1 • 4. Geremek, Br islaw, Les marginaux pari iens auxXIV et XV siecles, París, Flammanon, 1976, p.111. 5. Thompson, E ward, "Modcs de domina ti~ et révolutions en Angleterre'' en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, París, ju , 1976, n. 2-3, pp. 133-151. 6. Lazo, Carlos Tord, Javier, El tumulto ese avo en lahaciendaSanJosé deNepeñ.a, 1779, Lima, 1978, . 9 y SS. 7. A.GN., Su!·orGobierno, leg.24, cuad. 697, 1795. 8. A.GN..Not osJoséMaríadelaRosa. 18 8-1819,f. 635;FranciscoLuque, 1771, f.621; JosephdeAiz orbe, 1777,f.17;FranciscolLuque, 1779,f.640;MartínMoreldelaPrada, 1808-1814, f. 442. Sobre los panaderos A.GN., Superior Gobierno, leg. 24, cuad. 697, 1795 y N., Lima, D 9605, 1817. 1 9. A.GN., C-2, remios, leg. 3. \ 1O. Boza, Teodorp, El _t;igo y sus po~ibilidades de cultivo en los valles centrales de la costa,_ Lima, Escuel Nacmnal de Agncultura, 944. 11. Según el v· y G Serna (1821), el con mo de trigo en Lima fluctuaba entre 150,000 y 200,000 f egadas. A.G.1. Lima, 800. • __ , . 12. Frezier, M., elation du voyage de la Me, du Sud aux cotes du_ Chili et du Perou, fatte pendanl les nées 1712, 1713, et 1714, .arís, 1732, p. 212. Sin la menor duda, sosueoe que desde el erremoto de 1678 (sic) ya o se produce trigo. ~ . 13. Bravo de La as, Pedro, Voto consulliv que ofrece al Excmo. señor don lose Antonio Manso de Ve asco'... , Lima, Oficina de lo Huérfanos, 1761, p. 2. 14. Unanue, Hip ,lito, .Observaciones sobre ~l clima de Lima, Ma9rid, Impr~~ta de Sa:ha, 1815. "El t , emcito de 1687 hizo infec dos nuestros campos para el tr1~0 [...] Vemte

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años después empezaron los cam¡x,s a re_cuperar su primera fecung.id~ pero ~l golpe recibido por nuestra agricultura fue niortal", pp. 4243. . -. 15. Pando, JoséMaría,Aná!isis y a¡npliación de/manifiesto presentado al congreso del Perú; Lima, Imp. J. Masías, 1831, p. 51. . · !,. . · 16. Las ex~pcione·s, el siglo pasado, fueron Vicuña-Mackenna ¡~ Chile y .Manuel.de Mendiburu en el Perú. Contemporáneamente, Emilio Romero y Sergio S_epú_lveda tampoco se hicieron eco de esaargumentaci6n. lgualmentecrítico·fue Ruggiero Romano. 17. Céspedes del Castillo, Guillermo, Lima y Buenos Aires, Sevilla, Escuela de Estudio.s Hispanoamericanos, 1947,p. 54 , ! : 18. Pebres Villarroel, Osear, "La crisis agrícola en el Perú ·e1 último tercio del siglo XVIII" enRevistaHistqrica, t.XXVIlI, Lima, 1964, p.102. ., 19. Ramos, Demetrio, Trigochileno. navieros del 9allaoy hacendadqs limeñosentrela_crisi;s agrícola del siglo)<Vll y la comerclal de la p~únera mitad del XVlll, Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1967, p. 29. ; 20.Loc. cit., p. 30 21. Cfr. Giesecke, Alberto y Silgado, Enrique, Terremotos ene/Pe~ú. Lima, Rikchay-Perú, 1981. ; 22. Llano Zapata, José Eusebio, Narración circUnstanciada de.la deplorable.catástrofe · sufrida en la ciudad de Lima e inundación del p1,ierto del CallaO, Lima, Imp. La Libertad, ~~~ ... , 23. ArchivoHistóricoNacional,Madrid, leg. 20.300y BN,;Madridleg. 19.262. Estafueote estásicn40 estudiada por Eleami Cáceres. -Anterioffi1ente·fue utilizada por.Encamación RodríguezyMiguelMaticorena •,·;_ -.... ,_ _- , .~ _ . 24.. Rodríguez Vicente, Encamación,·_ "Há.ciend¡¡s: y J::iacerid_ados ~ _Lima hacia-17,81" ~ . Revjsta de lruiias, Madrid, año XXXIII":xxxry, ene. 73-dic. 74, p. 638. 25. B!avo de Lagunas, Pedro, ops-cit., p. 2 26. A.GN,, Superior Gobierno, leg. 24, cuad. 697,: 1795, 27. Manso de V elasco,-José Antonio,Memorias de ?os-virreyes... , t.- V.; Lima, Librería F_elipe Bailly, 1859; p. 126. Sobre el coinercio Perú-Chile, cfr. VicuñaMackeTITI.a, Benjamín, Historia de Va/paraíso, Valparaíso, Imp. A]bión de Coxy T~ylor, !869, vol. 2, p. 167. 28. A:GN., Cabildo, Causa Pública, leg. 9; 1797-1800. La copia me fue.geotilmente proporcionada por Victoria Espinoza. . ·· ·:- _ ·. -. ,_, . 29., Sepúlve_da,-Sergio, "El trigo chileno en e¡merc.ad.o mundial" en/nformacio~sGeográficas,Santiago de Chile, 1956, pp. 14 y ss. ,¡ · 30.'A.GN., C 2, Gremios, leg. 3. 3L'Manso de Velasco, José Antonio, op.. cit., p._ 1_2~. .-_'¡_ , _ 32. Op. cit., p.126. SeglÍn e!Diario de Lima (1791), la esterilidadhabifadurado iólo cuarenta ~os; ·al terminar el Siglo, ya no _existía_. : 33. Bravo deLaguoas, Pedro, op. cit., p. 3: 34. Boza, Te.o doro, op. _cit.· Entrevista al ingeniero agr6~10mo Marino Loli,.r~aJizada por -~do Panfiche (oct:1982). . . 35.A.GN., C-2, Gremios, leg. 3. . . . , : . . ,: 36. De Ricketts, cónsul británico, a C¡iruring,Lima,1cliciembre de 18~6: ''En 1789, cuando el comeicio florecía :~ajo los españoles [ ...] el total de 'las exportacion_es- a Chile_ ~ra de 458.317 dólares y el de las importaciones 629.~00" (p. 24). '·'.Auoque. el trigo ha sido y continúa siendo una ptodu~ci6n de buena calidáp. _eµ mu<;:has part~-'df;!l .Pe:rú, s~ cantidad es totalmente insuficiente pará-lademanda,-y ndha:y esperanza de aumentarla por la falta de cultivadores. Anteri0rmente la.pródUcción r~uerida eraobtetjida 4e Glµle.,." (p. 38).

:

0


72

t?k(Ím)Áo SUMERGIDÁ

Atl<Iióííill~i~éiiidiiF(comp:), lnfor~s de loscónsules británicos, Lima, I«tituto de ··. Estudi?s'Peruanos, 1975, voti ... ·. · 37til'Rlll.;AfSiembrá de caña en ,EÜfaranjal. •Jll ''aporque'' significa sembrar cada planta

-·independientemente, protegidél. eri-SU:_tallO-poI,un pequeño montículo_.

38, 'Giláe TaboiÍda,Fiancisco,Memor,asde losvirrejle& .. ;t. VI, Lima, Librería Fe ipeBáilly, ,c•·,Í859/pc85.···· ª)'.(,2i:'.;

Notas ( :::ap; II) l. Rlll11írez, Susan, The sugar estatÍ!st,ftheJ,a,nbayeque Valley, 1670-1810, \/isconsin, Llmd Tenbre Center, 1974.

.. .

2> ·Sobre:la 'atisio_o/acia nortefüi~:_cdiisaj.t'ai;'1..é~:~i0s QuiñoneS, Jorge. «_Lamba· eque en_el siglo XVIIT' en'f?_evistadellnslitutoPerUQ.flOdelnvestigacionesGenealógica , t.I, Lima, 1946, pp. 89-152. . . . . '. 3; ·A.FA:, "Expe ente de inspecciónocu!ár.de'Íal; haciendas del valle de Chic ta" (1795), copiamanuscr· de 1902,- t_íz~-- ;;, . 4'. A.FA., loe~ cit. ·" , .· - . _ . -.-,'. 5. A.FA:; op. cit., f. 72. El Vrrrey1'e<iddro·d* Croix constataba la ruina de I haciendas trujillaoas,Me rias de los t. V,!Lima, Librería FelipeBailly, 18 9, pp, 134° 135. Ver tamb énA.GJ:, Lima,•9J4iy773.! 6. A.GN.; Tempo alidades, lef31\;Cj't,;K,apspli; Wilfredo, Sublevaciones de se/avos en e/Peru, s.XVJ ,Lnna, Un1vers1éJadfücardoPalma,l975. . 1 .

15.

~iez;o~,_ le~~ _35.· Mac_era,-Pabl?• "Infonnaciones·geográfic~ del Perú colonial" en 4JO; e istoria, t. I, Lnna, Instituto Naci'onal de Cultura, 1977 •p 215 ·. 16 • Ver capitulo VI. Sobre Chi!ca y Mal fr A GN . . . • · · 1780. . a, c . . ., Tnbutanos, leg. 2, cuad. 32, 1764-

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17. Die~mosS, leg. 3~. El Conde de Monteblanco fue propietari~, a partir del 7~6 de , as - a.cien as an fose y San Rexis en Chincha. Silverio Berna.les fu • .. •Chunchang11, Pisco. Claudio Fernández Prada, dueño de Larán ' . e hacendado en 18 st · ~:ci~due os q~e pesa~an sobre las ~rdpiedades rústicas, los

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~1~i1\'' S~res

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cíati a Umftasación invariable. 9~sff;-~amentepara{lhi;roriado,r, <!bedeprinci~ale~ haciendas-de Huaura fu_e el siguiente: , por eJemp o, e cabezon de las -

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1

Haciend<lS

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1

Viicahuara Ingenio Andahuasi

140 60 30 70 150

Casa.blanca Arguay Sari Nicolás

7-. Lohrnann. Gu· lcf,lll_?,-·'.~~~~._y-_tféd:~O;~iJa_:Áínérica_esp_añola. Notas sobJ;~ hipótesis de trabajo y fu "teiále:infoririaói9ff;,én:!{!stbriá,-·separaia,-s.f. "En cuanto a ~a fuent_e de

:.':icizª

73

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virreyes.,.,

origen eclesiás ·co ~ice;-~hrif~ll~~' JJ1:1;Jd~f suscribirse sin temor á incurrken grave paralogismo la· severació~ d,é}:;ói,fa.tQ)'..ópi;:tt;-,) de que la Iglesia 'fue la gran'.prestamis., orienta ión preferente tendía hacialos créditos inmobiliarios",

NOTAS

12.Loc. cit. 13. AA., Diezmos, leg. 34, 1760-69. 14. AA., .Piezmos, loe. cit. ·

40

Fuente: A.GN.; Aduanas, c 15, legs. 132,133. 0

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1

}~· 1t)~fzmos, !ég. 34. T";11bién ~er ~l Reglaruehto en el leg. 33. : -· -. :• ~ocume~fi?s del comerciante Ranúrez ·cte Arellaiio. . 21. Sp~!_e los diezmos_1queños, ver A.A. Dieznios leg .3 6 . . . , 22.AA., Diezmos, leg:37.. ' ' . : • =

8. "Relaci~n de~ 223"ha:,i~~das·d.'°_e···•.l.·•.º.• ..º.in.!' .. ·.vaj.le.s dé Lima ~.on ~ó·m·inade_propi.etar..ios, producción e puestos , Lnna,_28.de febre o·de 1780, reproducida por-Miguel Mallco-

rénaenLos ide, logo~ . JoséBaquíjd.izoy C rillo, Lima, Colecció_nDocumentaldelalndepenq:nci~ d l Peru,· .19?_6, :c_t._-Y0!:~-3. ~f·J0-40. En _adelante ~erá c~tado sólo ~?mo "Relac10n... .A G N., Arch1vo_fyi.()reyta. ca3al25, TestamentodedonMatias de QuereJazU.

A.. G N ..•. Notari s A.gu.stfu.de..p·..º'.tal.auza.·· .. •..• .• 1.7~·4--·.· .l.· 76. 9., f. 872 y An.· ton. ioLuque, 1811-1812, f. 384.A.H.RA , documentos deRannrezd Arel!ano: A.GN., NotanosM1guel Antomo

·

23. ~:~ el juicio Sobre la rebaja de· di~zmos en Ia"huertaLasso, Miraflores (~17~2) enAA., leg. 24.A'.A:;Diezmos, leg. 43. 25.AA-, Diezmos, ieg; 44. · 2~._AA:, i)iezmos, leg. 35. . . . · . .1 · . 27.AA., Diezmos leg 35 ''T tim · d ¡ · 28:AA•..•.•·D•-1 .. '¡ : • _e~ orno ... e_ospadresdelaCompañíad<:desús" • ., 1ezmos, ~g. 36. -. ·· • -· 1 29,AA:, Diezmos, ieg:43, .1 30: AA,, Diezmos, leg. 42. . 3L BN., Lima, C 513, 1794. 32. AA:, Diezmos, Ieg. 35, 1770. . . 3 ,3-~~- ~i1~os,Ieg. 35. Sobre diezmos, vertambié~BN.: Linia, D8; 1806, D6119, C4486 1

deAraoá, 18 180?,f. nyJoséMárfad !aRosa, 1818-1819,f. 635. . . 9. Maticorena."M guel,: "ReláciQ,tt.'.:_.,:--_:sobre·i-biericia de la-tierra en1Limay sus.valles~ ver AA., Diezmos, eg. 39.A.G N,,·'A·g.u.¡is,cua.<l..)3.3.19.95; Juzgado de Secuestros, leg. 3, OL 27 y Cabildo,- Causas Públicás,/leff· 9/--qórdova y- Urrutia, José María, Estadística histórica, geog áfica,.industrialy_Cómercial... , Lima, Imp.·defustrüccióhPrimaria. 1839, pp. 18,_ 19, 88 90. Labrado(éS-a·v_eces¡inónimo de hacendado y otras de_tnedianó propietario; d hecho, lá ma_rotí_a/é_)abr_ &,res limeños correspondían a ésta última 10.

t~:~~~::

Vict rino: Estadop~Ítti&.#IP} rú,p. 7 v., col. Zegarra, BN., Lima_ Citado ~~~acera, P lo, res et~p~:-~~:1~.1esa{fp_~_lo de la conciencia naciona~, Lima, .1955,

f

11. AA., Diezmos, leg. 34, 1768.' •

·

6

34. Ver·Ja se":rie eStadística completa en el anexó I 35.BN., Lima, D6697 yD816. , . 36 Paodo José Mar' · · · 52 S .

.

. ·· ·

.

!~;e:.t~~t:::~:~~t~~1én .

·

·

. -~ti;go,· Aboli:;;~/~_:'l;~la;itu~~: 37 · son, Brooke, Ritmos rurales y conflictos de clase dllr . I · 1 bamba" en Desarrollo Económico, Buenos Aires, jÍil.-set ~~t~n~;g8~

.

· Távara,

;:'{~t~;¡~-~~: ·s


74

LAOUDAD SUMERGIDA

, -NOTAS

rescano, Enrique, Origen y desarrollo de los p~obl~masagrario~ de!'féxicc~, México, Era, 1976, p. 69. Cannagnani, Marcello, Les mecamsmes de la vie econonaque dans une société colonia/e: le Chili (1680-1830), París, Sevpen, 1973. 38. y auyos, aunque_es elnombrede una_l_op_alidadserrana. figllfaentrelos par dos dela.costa. Heffi()s re_spe~do este criterio al T(?~~ el recuento final de las recau cienes .. ¿Pud? tratarse _de yanaconas? · 39. Kapsoli, Wilfredo, op. cit., cap. II. 40.. Ver el capítulo IV.

. Nota (Cap. III) l.

Jorge Juan_~ ulkj~~ )):ritonio, Noticias secretas de América, Londres, T

2.

t~~~ ~xpolic¡ó~ ~ ~ste capítulo emplearemos Iá categoría ,;mer~lldo · teIIl0 colÓnial"

yfor, 1826, t I,

6

en la acep1 ión que ha sido propuesta por Marcello.Ca:r:n.iagnam: un _ercado ql,le se estructura partir de la imposición coloni_al, sin que rc~?onda. nec~ 1ame~te, a ~a variación alitativa en la división del trabaJo y la separac1¡:m entre agncu tura e mdustna. Cfr. lasco clusiones de Les mécanisme1 de la vie économi'que_(ians unes iété coloniale, París, Sev en, 1973. ·¡ 3. A.GN., hivo Moreyra, Caja 125. ' 4. A.GN., lo . cit. I · · 5. A G N Tr bunal del Consulado, Contencioso, leg. 155, 1789. 6. A:cN:'. hivo Moreyra, Caja 132.. 7. A.GN., p ·tocolos Notariales. Tesw{ientos,. Hemos rev:i,sado todos ¡10s testamerttos limeños d 1770 (230 casos) y 1810 (182 casos), gracias a lacolaboraciqn de Magda!_':11ª . Chocano. Ante-la imposibilidad de ~abajar sistemátic3:?ente toda l;:i,,d~~~entac1?n• optamos reste procedimiento. Los notarios.de L}ma 1:º ~taban_es~c1al~adc:,s,_ ~1:Ilº que recibí a todo tip.o de clientes e infrveníanen cualq~e~ FIPª ~e _transacc1on. _L~ dos fec...has ese gidas, 1770 y 18_10, s.e ubi~ . en los do~ p.olo. s.c.'°.nólog1c.·os d.e n.u.e.str.o li.hr_o. La prime a fecha es previa a la ~ IS merc~til, la segunda es la ;µitesala de la indeperi.de cia. . . . 8. Malamud, Carlos, "El fin del comerci colonial: una compañ_ía com~rc1al g~~1tana del siglo XIX' en Revista de Indias, n. d!-152, ene.-jun. 1978, p .. 299. . . . 9. Maticoren' Miguel, "Los vascos en. ellPe·ru·~ .. enS':f;./e.me.nt.o,.Do,nmical, de E_l <?omerc ,°,_ Lima, 30 , e diciembre de 1979, p. 12 Ver tamb1en Ma!amud; Carlos, op. cit., p. 290 . 10. Naufrag on, pür ejemplo, "Soled_ad')• "~alv:rd~".' nav~os,d;_Barto~omé..Pcif!~ v~ino de Lima, endiburu, Manuel, Diccwnario histortco~bwgráfico, ..Llilla, Imp. Enn_que Palacios, 932, t. VIII, p. 348. También naufragó "El Fuerte" de Femando Romero, A.GN., T ºbunal del Consulado, L.~. 907. La fragata "Leocadi.a" rumbo. a Panamá, A.GN., p otocplos Notariales, Aizc~t; 1800-01, Protocol? 1, f. 227 .. · • • 11. Seguros !díar;i. convenirse en EspañJpero no en LlIIla. , . ·- _ _ . 12. A.GN., otocolos Notariales, Mar' .. de Prada, 1808-14, f. 442.. Me.nd,buru,. op. cit., t VII, p. 3¡6. Ver anexo III. . . . 13. Mercuri Peri. o, Lim. a, 1791~ t. I •.. 24. Carmagn.aru, 1;1arcello, cit., p. 55. 14. A.GN., 3, UN. 1031, f . .140. · . 15. A.GN., , .L. 7-15, Municipalidad de Lima, 7 diciembre 182L 16. A.M., le 1.-sinhumerar. · ' 1

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17. Vicuña Mackenna, Benjamín, Historia de ValparatSo, Valparaíso,·_Albio de Cox._y Taylor, 1869, t. JI, p. 326. . .. .. . 18. AM., Actas de Cabildo, 23 de mayo de 1782. .• . . . . . ,. 19. Whmann vp1ena, Guillenno._ Historia lnaríti.rrJa _fiel Perú, ~iglos XVTI-Xyrrr; Lim,~ Talleres Graficos_S.A., 1972-75, t. N, p. 266. A.GN., Real Jfacienda, Astillero de Ouayaqm¡, 2 legaJos. · ·20. A.GJ., Lirría, 751. . . 21, A.G.l., Indiferente, 1527; .. , . .. .. ¡ 22. A.GN., Tribunal del Consulado, LN. 1031, f. 142 v. 23. Las cifras del 9µadro 2 deben.ser tenidcl5.como.provisl0nales.: Todavíanadieha_estudíado co;1_ el detenimient_o l)ecesario la 4em<:"Jgré!fi~.de.Llma en.el siilo Xvni._ Falta inéluso ia cnuca de fuentes _sobre el material_ censal disponible.'_. Lo~ es.tudios_.cie__FerrÍando Í?once s9b:re Arcq~pa no..han_tenido eyo,,lam~ntablemente:· ¡m_Lim~~·- . __ -. · 24. A.GN., Tribunal del Consulad~, Contenci9so,1~g:155,c178~. _·.. . .•. . _ . 25. ¿.H.RA., Documentos de Rarmrez.deArellano, A-I,77. lJonM.ariano Garagay pagó el nnporte de un negro esclavo en 400 p;,sps e¡1yerba (l n9). , .· 26. Mercurio Peruano, Lima 28 ocn,,bre.fle) n2, n;l?0, pp. 132-133_. 27; A.GJ., Mapasy Planos, Perú y Chile, Jeg. 33.. • •.. . . .. . , 28. Al r~spei::to, consultar el testimonio-·de -C~o c}y_ l_a.~aiid~Ja;·El ldzwÍllo.de -~iégos

caminantes.

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29. A.GN., Tribunalde)Consulado,H;3;L.N.1031,f.186.v.30,,A.A,,Estadís¡ica,Jeg,4,)779-1800, ; ;., : ·. ·. ·., •. . .. . ·. 31. Fisher, John,Minasy mineros en.el.Perú cOioniCll, Lim~ Instituto <;lé Estudios P~an~S " -,, 1~77, ~- 77:,· Ver-qul1.bién la~ inve~tj.ga~ione~-d~-M?g4aJyi;i.a thqc~0 Y, ,CéSar ESpinoza'. 32. Loc.,c,t.,p, 78. . :·· .1 . .·. . . . · · . ·. • · 33. A.G.N, Protocolos Notaria¡;,., M.,:.uelSµárez, 1897:1?09, f;876. (dem, 1810-1811, f. . ·442;Jdem, 1820-25,•f. 880 ... • . . .. . · .... ,. . .. . , • . .. · . 34. A.GN., Protocolos.Notari:.ie$, Testamentos, 1770-1810. ·. ' · ··: .. 35. A modo de ejemplo- me_ncionar~_m,os: lu-r_e1~iones e:µtre,-.e_l-~ur_ac?-. !Je· _l_luachq ·Diego Samanamu.d y-su correg1do,.a·_qu1t11 ll~gó _a_deQe:r:,2,4,~6 ~so_§. B_Jv..,. ~957: 36. A.GN., Tnbunal del Co115~)ado, Cont¡,nciºsq, l~g. 1.46, 176'!-65, · · 37. A.GN., T~bunal del Consulado, Coqteocioso, leg. 149. 1776-77. . . _ . 38. A.GN., Tribunal del ~onsulado, Contencioso, leg .. 146,.!764,65 .. ,. . . · 39. Estas cifras proyienen:.<;le_:_l~ estiÍnaciones·-1'.~~d~ pQr,Volhner: .'oonther BevOlke~ rw~gspolitik und B~0lkerungsstr.uktur im .Vizekonigreich Pe}ú.. ;u Ende-de; Kolonicil Zeu, 1741-1~!1, t~sis de doctorado, Universidad de Colonia, )965, pp. 367-368. · 40. Tord, Javier, Sociedad colonial y fiscalidad" en Apuntes, añd-N, n. 7, 1977, p. 23. 1 41. Ver Flor~s Gahndo, Alberto, "La revolución tupamarista y los pueblos andinos" en Allp':-';chis, Cusco, 1981, n. 17-18, pp. 253-265. No hemos podido consultar todavía la vers10n final de la tesis que Scarlett O'Phelan dedicó al tema· O'Phelan, Scarlett, "Túpac Amaru Yl~ sublevaciones del siglo _XVIIl" en TúpacAma~u JI, Lima, Inide, 1976. 42. _Tnbunal del Consulado, Contencioso, leg. 149, 1776-77. También leg. 146, 69 43. Luna, Julio, "Viajes por motivos de salud" en El Comercio, 24 de agosto de 1978, p. 2. 44.A.GN., Protocolos Notariales, Testamentos, 1770. 45. A.G N., Tribunal del Consulado, Contencioso, !eg. 150, 1778-79. 46. A.G.N., Juzgado de Secuestros, leg. 6. . 47.A.G.N., Tribunal del Consulado, Contencioso, leg. 161, 1795. . 48. A.GN., Inquisición, leg. 60, 1789. Ver el inyentario de los bi~nes de Sancho Dávila en 1

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LA CÍUDAD SUMERGIDA

AH.RA:, G-328. 49. A.GJ., Indiferente, 1527. 50. A¡G'.N,. Pr~\ocolos Notariales, Test3!1\entos, 1770y 1810. • ¡ 5-L-Jtt~ -~-;1a:--'Ct1eva '~stá ··siendo estudiado··en una vasta -investigaci6 1 proyectada por Matgatita Suárez. 52. A.GN., Inq,¡isición, leg. 61, siglo XVJil. Reparaz, Gonzalo, "Los po durante los siglos XVI y XVII'' en Mercurio Peruano, Lim11, n. 472, rril 1968, p. 434. 53. Macera. Pablo, Trabajos de historia, L II, Lima. Instituto Nacfonalde :ultura, 1977, p. ¡70. 54, Lolunann Villena, Guillermo, Los americanns en las órdenes rwbi/' ·' 1-ládrid; ·Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 194?; t. I; pp. 55, AHRA.,1Docurnentos de Raniírez de Arel!ano. ·56. Chauny, <Jlilber~ Arquitectura residencialenLima, 1746-1820, Lima, ·s, Univ!'l'sidad _ . Nacionalide Ingeniería, 1975, pp, 65-66. · · __ · • · _·._ 57,·Haith-Te , é, Entilio; "Historia dela casa urbana virreinal enLlma"enR istade/Archivo .Nacional del Perú, LXXVI, Lima, 1962, p. Ty ss. 58.A.GN., 'bunal del Consulado, Contencioso,leg. 155,'1789i 59. Pácheco élez_. César, "Las conspiraciones del conde de la Vega-del- llien en R."evista ·· Históric Lima, 1954; LXXI, pp. 31S'425, . 60. A.GN., 'bunal del Consulado, Cor¡1encioso, leg. 159, 1792-93. 61.A.GN., 'bunal del Consulado, H0 3J LN. 1227; leg, 344óf. 7. '. 62. Maticore a, Mig\101, "El comercio Jitlre de 1778"·~ El Comercio, 12 denÓviembre de 9 63: ~ ribun~ del Consul~o. LN. 975, f. 294. Sin embJgó, una opinión discre te fue planteada en el Merc'j;;io Peruann, el comercio libre, ~gún urio de sus · redactor , compensó la pérdida de ~uerios Aires y c,casioiió la prcspb,idad de Lima.·_ 64. . A.GN., ·_bunal del.Consulado, H-3,.·LN. 907, f. 2_1·2--215. ;.LN. 975;t 138-i39 y LN. 1031, f. 54. ·· · ' . ' 65.A.GN., ribÚ?¡al del Consulado, H-3 L.Nc-1173, leg. 327,.f. 53 v, · · 66. A.GN., 'burtal del Consulado, Contencioso, leg. 160, 1'794. . _ · 'bm¡al del Col)Sulado, <;otcioso, leg.162. 1'796-97 · · , 1

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69. A.G N., "bunal del Consulado, Con cioso; l~g, 157, 1790. · 70. Rávago, 'qqé, ElgranmariscalR(vaAgüero, Lima.'1959, p. 255. !

SEGUNDA PARTE


1

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IV, VIDAS DE ESCLAVOS !

1: UN OCULTO TEMOR . Freiitealesclávonegró,laclase~oriíipántd.colónialsentíadesconfianzayteirior: Sériumiyntos subteriáneós y preconscientes; de manera qué pocos textos los triíslucen> No. sé originaban enun descóilócimientó de la coridicióh del esclávo (comóante lós mdi<is, cuyas aspiracioriésy culnrránopódían ser comprendidas por lá aristQcracia), siilci•'en la.amenaza de una! láiente rebelión que desituyera las haciendás y saqueara las ciudades. Los furléionario~ me1r9politanos preguntan rfiter~damente por elánimcí tle los negros, •se teme quepíiedán, inflítrarseagitadcires que SQli.vianten los carripos y' cómO siempre, est~peligro tierie la imagen'espécífidi dél;extdnjero, trátese de inglés o francés: ·se hace una relación de !<idos ellos, por niencís 'ips resideQtes ;,ir Lima, pero esto· no i es suficiente cuantó'l.os· agitadores' púede~Heg¡u-co!\ embarcaciones que amban alacóstapreiéxtandofotemi11tbios ll}~~~"~ntiles, eri misioneséi~ntíficas;o con aquelfüs otrosnavíq~ qu~ vieneii.¡itraídos· pé,r lllrt,e;ien~¡íi,sca de balleni\. ;Ef tein~ ala repeliónnegra ~acr~ienta ~ llledi<la qg~ ll~t,m tJOtifiaS ele.los nic¡tirir,S e11 Vén.étu~lá, lo~ palenqü9s d~ Nllev.a ~~¡j¡¡ y;sobriiódo, cuando lcis limeños sé enteran de la ievóltición de :aaití (20,:21 y22 i ' • 1·' · · · · · ; .. , · . '· · - ·' -, -- -, -· · · : - - - _. · -, · .-, · ... '·' .- ·· ·" " · · ,-~-I ·. ..- . - - ·- ·, - · ·- '·· · ·•, de junio dé 1793) yde"éómo los negros bozales de esa isla consiguieron expulsara f lqs nfüiceses y proclalliaiunarepublica mdepe11diente. ¿Podríasuceder I<.> IIllSmoen

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17ªº•

~p~e~l\r ¡¡ste $ordo ,'t\\!llcn: 11 ;IO$iesplavos., •. E11 ;· Papl iilqµietud de l9s, .cgn¡e1yjl.11)%'!Jimeños,;coqe\ll i:umor q\le TúP11c AmllIJl;lI habfil) pro91a¡t)¡tdo en et, QusCQ uq.baiJ,doJitorgando libertl!dalo$.;negro$:.en.e~región;~apo!Ji;!ci~n.e,s.clavl) ·11.;gaba;llpenasa los 280 ;)!abitante$,de ¡nan~¡-a, tal que.o s.e;!f<!taha'de un ef!icto, sit\¡.bólicj> o estaba dirigid~ a ¡ratar ~: propiciru¡ Ul)ltlvantanúe~toen !ltrt1síe?io11es;; ,.peí heéh9, por entonces se próducman; como¡ veremos más ail!;lante, motines ene ·al~uriasfü1ciendas de Sánt¡t y Cañete'. ,La.posijlili<lad de nil alzainiento detnegros -

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80

VIDAS DE ESCLAVOS·

LA OUDAD SUMERGIDA

y mulatos" ,junto con indígenas e incluso "chunchos" de la montai\a, es mencionada con recelo por uno de los personajes del Drama de los palangana,; Veterano Y

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Aii~s antes, cuando sucedió el terremoto de 1746, con~ deva;tación_ de la ciudad, la ruina, el peligro de las epidemias, las tensiones habituales e agudizaron y se temió igualmente que ala calamidad física sucediera un alz.amien >d~escla~?s. José Eusebio de Llano Zapata, cronista de esos días, recoge es a 1mpres10n: "Después de la pérdida de la guarnición del Callao no tenía el Virre m_ás que 150 soldados de tropa arreglada, y otros tantos milicianos(...) dobló las g rdias en todas partes para reprimir las insolencias del Pueblo, y sobre todo la los negros_ ~ esclavos puso tres patrullas para que incesantemente rondasen, y de te modo evito los robo~, lo~ pleitos, y los asesinatos temibles entre tanta confusió ".,' . Para expjicar el temor al ne~rc:,, dos imá~en~s invitan a la refle on: 1~ comb1: nación entre casta y clase y el numero. Exphquemonos. En cuanto lo pnmero, SI revisamos lak categorías utilizada$ .en el censo de 1791 encontram s que p~ los empadronad I res existen "éspañoles", ':'indios", "mestizos", "~en~ _d , colo! li?re" Y "esclavos"; nicamente en el caso de estos últimos parecen comc1dir os.mtenos clase (como inónimo de raza o gn¡pq étnico) y, por ailadidura, co. las c3;te~onas cuiturales ( a supuesta ideología afyoamericana). La confl~enc1 armom:'11 de estos tres · rios era excepcional. El ~igl? XYilI se ~~tenzab~demográficamente por el incremento en la trasclll\lhlzac1ón y el mes~Je: n9 ~m¡nos de ~O'/"de la población fue c.º.nsiderada mestiz·. jEn. m11ch.os cas.º.s., .la. m.ovili.\llj.d econom,ca Y.. las alianzas atrimoniales habían•I~tructurado la C()rrespondencta entreyp_os Y• . otros, siend lo común que unapeÍ.so1'1--como sei\ala Jan Szemin5"'-,-P~~ese ser indio por la asta, considerado espailpl en términos culnµ-ales y, en funcmn de su· oficio (arri o o artesano), vincnl1l\10 a los mesuzos; o, c~mo ~~• el caso _ele los. · curacas, qu siendo indios podírupkrtenecer a.· la adm1mstrac..10n co.lon~al? ser considerad s ¡m igual con la nc,bipza espailola e m9lus~ gozar de múlttples. privilegios Ollómicos. Nada s~il¡¡r aparentemente s~cedía con lo~ esclavos, Y esto, a la ve.. quelos difereiiciaba !IÍ~dameJ}te del_conJUill\> de l:i población .c?l<>mal, al separar~~· les daba ~a potenq~. coh~!encta de ~po, qut, los hacia poc~ asim..ilables a los mecanismo.s de d·. 'f1mac10n. co.nv.enc.1onal..es, . -:'p~n.tem.en.·te.•. s1 fueran cie s estas consideraciones; rstaríamos ante .el sector mas umficado en las heterogén capas popularf:S de la'co)oni~. Difícil sería~~.contrar ?trº. gn¡po. e·n. una situación clara de opos1c1ón con el conJunto de lasoc1~d, Ubicados al final del. padrón, ap ecían a simple vista comp los más explotados tanto por lo que s~ puede suponer a rea de su condic_ión ec9110mica, como por las,valonz3:1:mnes soc~e~ de· la época I lector contemporáneó, a esta altura, pu~e sennr_ la tentacmnd~ proyectar bre;el esclavo coloniaU! imagen del proletarta~o en ttempos de Marx._ el escaso n ero compensado ¡íor sul.importante rol económico, pero sobre todo por. su cohesi co\no consecuencia del emplazamiento subalterno :en la estf?Clnl:3 social. El elo resulta nítido. ·pefo, antes quede formulaciones claras, la his[?na requier.e d(! ª~.io.nes verosímilesJ¿Es ~s~ cierto? ¿Qué era un esc~vo. del s1~lo XVIII perfumo~ ¿Cuáles eran sus asprracmnes? Se, trata, para! evitar cll3;1qmer, proyecciói anacrónica, de encontr: la verdadera imagen del escJavo colonial.

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81

Empecemos preguntando a los cortíemporáneos: ¿Qué era para ellos un esclavo? Las defin!ciones,enaparienc~. sonmuysimples yno admite11dudas. En 1821,poco antes del m,greso de San Martín a Lima, Frandsco José Colmenares, propietario de la ch~cr~ V1cen~llo, se que,Ja del_a fuga de o~ho esclavos que ~e habrían incorporado al e1erc11O patnota y c~ns1dera tmprescmd1ble protestar potque<'no teniendo los Est:lavos voluntad propia separados por todo: derecho de la clase de personas, eslái! reputados por cosas, y en este caso exentas de hostilidad como cualquiera otras pro1;iedades: .. Cuando se vendía una haci~nda o una panadería -ejemplos que hubiera podido menc,on:ir Colmenare8-' se vendían con s115 esclavos correspondientes YJ al leer las tasacmnes en los protocol,os notariales, se·tiene la impresión que eran eqmparables a los aperos olos hornos.· Enlos contratos de compra-venta, el esclavo era simplemente un objeto: "no tenía ~señala el' historiador Frederic Bow~e~~ ~~s digni~d que un caballo"•4 Al comprarlo se revisaba previamente su cond1c1ón f1S1ca, atendiendo a cualquierposi!lle lesión, el estado de su dentadura, sus ~tecedentes y, al momento de fijar el pf!"'CiO, aparte de :estas· circunstancias, 1mponaba saber si era nacido en América (ladino o criollo) o sí recién había arribado de!Africa (bozal), la experiencia en el trab/ijo,.su estado civil, la sumisión a sus amos, la edad. ·Requisitos múltiples sobre los cuales· las opiniones no podían ser unívocas y que hacían, ¡¡pr consiguiente, freduentes los litigips entre compradores: a lo largo de todo este proceso, la voluntad¡ o siquiera la opinión del esclavo no contaba en absoluto. . . .· , . , . . · En efeclo. _Para corroborarlo alitamos las páginas de un periódico de la época, el Dwno de Lima, para localizar allí una no\'c<losa sección clonde se recogían las preocup:!ciones,sotidianas: los avisos. Al un díadcnovi_embre de 1790, bajo el rubro ventas , podemos leer: "En la Calle de Sla. Rosa, CasaNum. 759 se vende un Caballo bueno, se da en précio equitativo'!.· "Enla Calle de las Comedias. Casa N, 1364 el_ Dr. D. Mariano Baldivicso, vende un Negro bosal, aguador.y tapicro se nombra V1ccnle,_casado·con una Negra nombrada ~1ai-íá dcI·carmcn, carnicera en b Plaza Mayor su precio será equitativo".' Lo primero que define al esclavo, ~~~~nc_es,_cs el-hecho de tener un precio: existía un mcrcadoi.de esclavos donde se P?d,an comprar. ~l sol_o hecho de serun hombre comprado establecía una distinción n!u~a con su prop1etano. Pero, como siempre, más importantp sería el autoconvcncurnento de los amos, quicn_es se si_nticron respaldados no tanto por su dineroComo por el derecho y la supuesta superioridad intclcclual, Lodo lo 4ual fue compendiado por el comcrcianle limeño Amhrosiq Albújar, para quien el amo, por "ley y razón", era _superior al siervo.'_ Albújar debió comparlir esa concepción aristotélica de la socIC~a_d que la ascmeia al cuerpo humano.y donde cada órgano 1enía una función csp~1f1ca e mamov,blc: la cabeza para dirigir y pensar, los pies en el suelo para c;a1111?~; ~os esclavos estaban destinados a trabajar y no. podían aspirar a una · cond1eton diferente, ¡,orque de lo conlrario_podría peligrar todo el equilibrio social. En lagegura conciencia de la superiorida\l estará el suswnto de la prepolencia y . a vec:s crueldad e1erc1das por los propietarios. Un esclavo:fue acusado en cierta .. o.cas10n de robo por su amo, a lo que replicó pidiendo que se hiyiese una averiouación '.( recurriendo a la justicia; no sería atendido por:su señor, para quien"allí no había más justicia que él que lo quería casligar, pues le ha~íá costado su pjata que efectivamente lo mando a amarrar de p1ps y manos de una e,calera y le tiró diez y ocho azotes que

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azar,

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LACIUDA0 SUMERGIDA

después dejándolo en la misma situación de amarrado_se fue a encender YchuP,~ un cigarró, volvió a continuar dándole más azotes cuyo numero ~~pu\io c9nt:rr··· . Un ejemplo :extremo ·pero posible. El e_scl~vo era una mverSion c¡ue ~,nra que ser rentable y productiva, pero esto no significaba que, ~~f haber s1~0 amprado, el d11eñéulispusiera de él a su antojo y quedara .perm111\io cualqwer abuso.. !,os .esclavos, como veremos, consiguieron cambios significativos en es l s1~c1on e incluso llegaron a imponer conwcio~es a sus am~. Pero_ ~stas co ,cesmnes no fueron suficientes para desterrar esa idea tan arrrugada, seg_un la c ~ los negros esclavos' eran homologables a cosas o instrumentos de trabaJo; ;

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2. CUESTION PREVIA: EL NUMERO

·• .Pasemos ~ocuparnos de la conwción objetiva de los esclavos e ~ezando por saber cuántos ¡eran¡ La esclavitud en e[Perú.no tuvo d ~ demo . ~co_ que en Venezuela (8. ,000).o el Caribe (proporción de JO al), Slil ser tan. significante como en Chil el nuestro fue un caso intermewo. En! 791 fueron cen .os 40,357 esclavos en el territorio del virreinato wruano, lo que significaba qu el11? ape~ 3.7%, perdido en una demografía dominada por 1_~ indígenas y los tesnzos. ~m embargo, esto último no ocurrió., porque¡ la poblacmn escl~v~ no estu o wsa:ibmda de manera 11 · orme sino que su afin;ento estuvo conwcm~do ,r las diferen. cias r_egionale de la colonia: los negros_ fueron escas_o_s en, la sierra y 1bun\iaron e_n_ la costa, en el ·nterior de la cual predo , maron en la region ~ntral. ¡ La Intend cia,deLitnacomprendíl al iguaJ que e) Arzobispado, ~esde el valle de Santa has el valle de Nazca, incluy .ndo los espacms ~anos qmi actualmente forman los d artamentos de Ancash, Litna, Paseo y Junm. La. mayoría d~ los esclavos de la ntendencia se encontrab en la costa, donde llegaron a sumar mas de 29,000 habi tes, !o que equivalía a 2617% de la población ~tal en la ~osta central peruana,equi arablealnúmerodeindioksuperioralde~oles,mesuzosoc~tas considerados ·, dividualmente, de maneta tal que la escasa ~portan~ra de~ográfica a escala del v einato se compensaba, fn esta región, con: el crecido numero que alcanzarán ali los ,esclavos. 1 · ·· CUADRO! 1

Perú: Población esclava, 1791 1

Intendencias

Es Javos

Lima Tarma . Trujillo Arequipa Huancavelica Huamanga Cosco Totll '

%

73.7 0.5 11.7 '13.0 0.1

o.o 9.1

40,$47 •

1

Fuent ; A.G.I., Estado, legs. 7 y 38.

100.0

VIDAS DEESUAVOS

! 83

Pero en la costa la disllibución tampoco fue uniforme; estando 60% de los . esclavos en un solo partido, Litna, donde fueron censados 17 ;881, cantidad equiparable a la población española de la localidad y a considerable distancia de las minorías indígenas o mestiza El partido de Lima estaba font¡ado por la capital del virreinato, el puerto del Callao, los valles aledaños a la ciudad y, además, los valles . vecinos de Carabayllo y Lluin.. Pero aquí tampoco era uuifohne la disllibución de los esclavos: la mayoría terminaron concentrados en el interior de las murallas de la Ciudad de los Reyes, donde los esGlavos acabaro11 consti¡uyendo 25.6% de la población urban.a. A su vez, esos 13,479 esclavos de Lima eran 33.4% del tótal, lo que sigilificab~, si añadimos fa considerablédispersión de la esclavitud rural en valles y haciendas de la costa, que la esclavitud tuvo un significativo componente urbano en el.Perú colonial. · CUADRO2 '

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·•Población '' . de la '· ciudad ' i de Lima, 1791

Eclesiásticos Españoles Indios Mestizos Castas . Esclavos Total

1,939 18,047 4,332 . 4,807 10,023 13,479

% 3.6 34.2 8.2 9.1 ·· 19.0 25.6

52,627

99.7

Fufnte: A.GJ., legs. 73 y 38; Indiferente General, leg. 1524.

Dentro del recinto urbano, la población esclava terminaría predominando en las parroquias de La Cátedra! y San Lázaro: la primeraeraelcenm¡ mismo.dela ciudad, donde alrededor dela Plaza Mayor se agolpaban tanto las casohas, como callejones y pulpeijas, lugares verdaderamente tugurizados; la segunda, antiguo arrabal de_ .. camaroneros,estaba hacialas afueras,·en dirección del camino que salía para Irujillo,,entre el río y la recién construida Alaníeda: área pppulosa y de visible pobreza.. La demogr.ifía dio un peifil contrastado a la ciudad, de Lima. Un siglo antes, en la capital, había sido indiscutible el predominio negro: en 1636 fue la cátegoría _más numerosa de la ciudad con 13,620habitantes, por encima de fos 10,758 e~pañoles. La disminución relativa de los, esclavos que ~e produciría después se explica por la baja creciente en las itnportaciones y por el paralelo incremento de las "caslils" ,_es decjr, el regultado del mestizaje1negro. Mientras qúe a principios del · siglo XVII apénas se contaron· 900 castas, fines' del siglo siguiente habían áscenciido a más de 10,000: la demografía mosiraba así el proceso de integración del negro a la cultura urbana Volveremos sobre el tema.

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LA CIUDAD SUMERGIDA

VIDAS DE ESCLAVOS

Es sistemático el predominio de hombres sobre mujeres en la pobladón esclava de Lima. A su vez, si nos remitimos a los inventarios !estamentales, el número de niños resulta insignificante.

cambio en las rutas mercantiles de la Mar del Sur. Las partidas cada vez eran menos numerosas .. ?ltimallegaría en 1~ 12, durante la administra~ión del virrey Abasca!. Esto tranqmhzo a muchos, para qmenes los negros y las embarcaciones donde se les' transpo~taba eran portadores de virus y epidemias, pero preocupó, en cambio, a los comerciantes y angustió a los hacendados. El predominio de los negrosen la ciudad de Lima había sido conseguido en desmedro del campo, lo cual tornaba más grave la escasez de esclavos en _las haGie'!das. u ¡Un indicador conveniente de lo qúe . acabamos de señalar pueden ser los bautizos de esclavos mayores: bautismos numerosos -cinco o_diez personas- de bozales recién arribados. La tendencia nítida era a disminuir. : · ·· : .· El elevado precio. de los esclavos, unido ¡t la escasez crónica, condujo a que los amos trataran de recuperar lo más rápidamen,te posible una inversión que no estaba . exenta de riesgos. El esclavo podía accidentarse, nada lo garantizaba contra una epidemia, incluso podía morir, todo lo cu.al 4carreaba sólo gastos a su propietario. Asu vez, como los esclavos no estuvieron librados ala exclusiva voluntad de su amo se 19gemaron encontrando diversos medios ¡¡ara conseguir la ansiada liberta<), con lo que el propietario al comprar un esclavo se kntía iniciando,Una especie de carrera

1:ª

CUADRO3 Esclavitud en Lima, 1770 Due- Escla- Escla'. Niños vos vas ños Con 1 esclavo(s) 2 3

4 5 7 18 21 35 44 86 94

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7 4 3 4 1 1 1 1 l 1

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N.'ota: El cu dro_.~e basa exclu_sivamen}en. los testam.en.íos mascuµIlos:_ 1.18 cas.os _en ,

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100

Fuente: A. .N., Protocolos Notariales, Testamentos, 1_770.: ' total.

Bautismo de negros adultos; San Lázaro . 1802-1820'

384

138

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· A) Perú los esclavos lle~aban vía Buenos .Aires y Valparaíso: otra expresión del

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La poblac --n negra tendió a dismin ir al terminar el sigloXVIIL Los 13,479 esclavos cen dos en Lima en 1791 se konvierten enl2,263 en 1813, y terminan reducidos a 8 89jiete años después.•!. Dos circunstancfas contribuyeron a es~e descenso dem gráfico: .el elevado predio de los esclavos y las trabas que ,debm soportar su-co ércio. Entre 1760 y 18l0, el precio promedio de un esclavo joven y en buen esta o físico fluctuó entre 409,pesos y 650 pesos, y lo que en los térmings racistas de laé oca;era una "herram. i.en9" de tr.abajo_, fue tam.bién )IIl ar. t,í.culo de lujo, si tenemos en cuenta que al terminar e¡ siglo una calesa costaba 300 pesos.'. Los comerciantes en~nciaban que en Lim~ el esclavo costaba por lo menos 20% más que en Bueno Aires. En 1813, Gaspar lico fue más precisq al señalai; que mientras en Lima el pr cio de un esclavo sobrepasaba los 500• pesos, en el Río .de la Plata su ' 1 valor flucttiab entre los 180 y 200 pesos. 10 · .

90 80 70

60

50 40 30

20 10

Fuente:

AÑOS Archivo Arzobispal. Libros de bautismos de negros e indios. Parroquia de San Lázaro.

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VIDAS DE ESCLAVOS

LAOUDADSUMERGIDA

contra el tiempo y su siervo, en la que terminaba _con éxito_ si con ;eguía hacer producir.al esclavo hasta los límites de sus poSibilidades físicas. Pen~ qu~ el esclavo .era una inversión y necesitar recuperarla en el ~orto plazo condujo mev1ta- · blemente a la sobreexplotación de su fuerza de trabajo. _Dado que :1 esclavo se · resistía el amo inevitablemente replicaba con la v10lenc1a Un co elato de esta situación fue el deterioro en ciertos servicios que debían recibir los ~!avos: en algilnas: haciendas era corriente v~rlos !"al vestidos, con ropas .~. :shilac_~adas, convertidas en ameos por el uso mtens1vo y prolon~ado. La , 1entac1~n no abundaba en carnes, pero sí en harinas, tomándose monoton~: el ~go aguardiente, y los días domingo un manojo de tabaco, era la regl~ que m~VItable nente genero situaciones de "hambre silenciosa" o mala alinlentación crómca. ~ ·. ~-luego_ q~e • hubo excepciones en aquellos casos donde el patemalismo co!'s1. 010 per~ISttr: · familias de esclavos vinculadas generacionalmente a algunos linaJ :s o a ciertas · órdenes religjpsas. · _ _ . . .. __ . Durasjo adas de trabajo_y ca_rencias alm_1~n!Jc1as h1c1eron d víctimas pro icias para las ep1deIIllas que, penodic,:unente, fueron _ . · región: en 17 18 hubo una epidemia en que se preten~1ó aplacar con proc~!ón de San Roque; repitió en 1723 y en 1(42; cuatro anos después se . _ucma una epidemia de bardillo, nombre genéri~.o con ~¡ _que se denomm_'.1b~ ttfus (ver la nota 14); en 749 fue la viruela, que se repettna en 1764;_el ano 1 79 hubo otra epidemia; en 781 el puerto del Callao ~ebió soportar u!'.ª epidemia 1~~s; en 1~84 la mortalidadl ascendió en Linla a ca'lsa del saramp10n, que se rewtto dos anos después y n¡varnente en 1790 y nps.12 De 60~ ~!avos d~I¡rr_ados en los testamentos e 1770, pasaron a 335 9n 1810. Hlpolito Unanue i~dic~ba q~e el "pasmo" (p udismo) era endé~ico _tn. )os vall-·es.. En 1818, º~-epide!"_ia _se prolonga dur te tres meses y .su rrradi Cion, mortal_ llega hasta lea Los episodios de Ja indepen encia que culmman con 1 1 sillo de Luna acarrearo!', finalmente? una · intensificad· de las enfermedades, tnerando induso una baja ·en .la natalidad, -observable e la populosa parroquia d San Lázaro. . . Bautismos. 1San Lázaro

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(17{\8-1820) I

No. 300 250 200

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o-L-l--'-----+------:----r--'-Fuente:

Archivo Arzobispal, Libr ! s de Bautismo, San Lázaro.·

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. Una de las epidemias más desvastadoras fue la de tabardillo, producida en 1796: comenzó en el pequeño poblado serrano de Calpa, de donde pasó a la hacienda Andahuasi, causando, la muerte a 74 personas y propal:jndose a Végueta (10 muertos), Huacho (300 muertos) y Huaura (44 muertos). En la vida de las haciendas de la región no fue, en cierta manera, un año excepcional. Cada cierto tiempo, un valle o alguna localidad debían soportare! febril ascenso en las curvas de mortalidad, reflejado en las fuertes hendiduras que se pyñtlan en las pirámides de edades. En 1770, Ja hacienda San Gerónimo de lea, aparte de soportar una mala cosecha, fue desolada por una epideljlia y ''casi Uéga a faltar gente", pasa¡,do de 90 los enfermos y entre los muertos figuró la esposa del propio administrador .14 En 1786 se produce una epidemia de viruela en La Huaca y Chlµ1cay. · Algunas veces, las epidemias venían del campo a la! ciudad, pero otras la dirección era inversa. En Linla, la propagación de enfermedades se veía favorecida por el desaseo reinante en la ciudad: calles':donde la basura se iba sedinlentando, recorridas por acequias y desagües, excesivamente populosas; era frecuente encontrar los restos fétidos de perros o acémilas, ijue sumados a los desperdicios de las chinganas, proporcional)an el. alinlento cotidiano de los gallinazos y generaban la hediondez reinante, es¡i\'('ialrriente en los mrises del sofocante verano de Linla. Por entonces comenzaron a introducirse las vacu~as, pero los !imyños, tanto delas clases altas como bajas, tenían más confianza en las rogativas y procesiones. Cuando en 1802 se produce una ~pidemia de viruéla, el Cabildo acepta la petición mayoritaria de sacaren procesión a Nuestra Señora del Rosario." Escenas similaresserepetiáan durante la epidemia de 1818. Al .momento de indagar por las causas' de las epidemias, las opiniones en el Cabildo o el Superior Gobierno parecen coinddir en la accipn propagadora de los negros bozales: se pide que sean sometidos a cuarentena, se les quiere mantener por un tiempo alejados de la ciudad, se exige que sean vacunadós (inv.ento reciente del siglo), se reélama igualmente aseo en los galpones y en los barcos... Dejando de lado cualquier análisis sobre los fundamentos biológicos ile esta especulación, lo cierto fue que se sumó así otro prejuicio contra el negro: un agen\e (a pesar suyo) de la muerte. Teniendo presentes estas elaboraciones del "sentido :común" debió escribir su libro el médico crioHo Baltazar Villalobos: un detenido análisis de la epidemia de 1794, donde•argumentó específicamente contra aquéllos que razonab?n la medicina mediante citas de autores clásiéos 'y reemplazó la lectura por la observación, atribuyendo al ambiente físico la propagación del tabardillo. 16 Pero un libro nunca ~s suficiente para derribar la tozudez de los prejuicios y no quedó rota la asociación entre esclavitud y epidemias, donde lo único que realmente no admitía duda es que, en años de epidemias, la muerte encontraba sus i;nayoresadeptos en los barrios.populosos de Linla o eii los galpones de las haéiendas: precisamente entre o esos esclavos agotados.por dur¡is jomadas,y deficientemente .alimentados. Las epidenjias dieron su cµota de muerte para acrecentar la cróni~a escasez de esclavos.


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VIDAS DE FSCLA VOS

LAOUDAD,SUMERGIDA

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3. EN EL CAMPO

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a. Las haciendas

SAN GERONIMO, 1,767. '¡CA

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IQUE. J,777. CARABAYLLQ

3530 . _ · 20253035 Fuente: Archivo Oenttal de la . Natjoo, Tribumtl de. Scciiestros, Lcg.12.

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Fútn:C: An:hivo General de la Nación. • Temporalidades. Leg. 13. .

La vida de los esclavos en el campo aparece asociada coh dos cultivos: la caña y layid. No repetiremos lo dicho en el segun¡lo capíllllo; sóló interesa recordar que _ambas plantas exigían disponer de una fuerza de trabajo numerosa pero, sobre todo, estable_ y disciplinada, con miras a desarrollat monocµltivos de exportación. Fue en torno a caña y la vid que se fonnarim las más extensas eficientes haciendas coloniales, muchas de las cuales tenninaron administradas wr los jesuitas y, luego de la expulsión de éstos (1767), por el Estado español a través de Temporalidades, hasta el momento de ser vendidas o arrendadas a sus nuevos conductores laicos." Todo lo anteriorpodría hacer suponer que muperosas poblacipnes negras se habrían concentrado en los galpones de las negociacitjnes azucareras 6vitivinícolas, pero ya vimos Cómo las haciendas dé entonces no fueron tan extensas. como lasdeahora; sólo ' __ ' . ,· ',, ,1 . . ·, ' • por excepción la pobl;lción esclava excedía a los400 habitantes, como en_elcaso de Villa, en el valle de Surco. San Francisco Rd/!'.s, una de las r;iás grandes haciendas de vid, tenía 302 negr\ls; El Ingenio, en,Huaura, dispo(\ía de 256 esclavos; Bocanegra, 270; La Huaca, 230 y Andahuási, 228, Entre I 00 'y 200 esclavos laboraban en San Gerónímo (lea), Caucato (Pisco), Collique (Carabayllo) yMotocache (Nepeña). _ . _ Un porcentaje nada despreciable de la po\,lación esclava rural se encontraba en las medianas y pequeñas propiedades: hac_i~ndas menores; chacras; chacarillas, donde los esclavos eran empleados para cultivos como el maíz, la alfalfa, frijoles, crianza dé cerdos, recolección _de leña:. La hacienda Puente, camino. al Callao, disponía de 26 ésclavos, la Chacarilla de 24 y !afine~ de Santa Beatriz apenas tres. En lós alrededores del pueblo deMagdalena,próximo a Lima, salvo la hacienda Marang~ que disponía de 123 esclavos, la maxoría eran como'las haciendas Oyague (42 esclavos), Pando (44), Mirones (6), Desamparados (7), Palomino (11), Ascona (23), Borda (120).18 En el campo, aparte de !)ispersa, la poNaciónesdava estaba fragIDentada, a diferencia de lo que contemporáneamente se podría observar_en el Caribe, por ejemplo, en Haití.19 _ _ _ , __ , _- _ -_ _ '; Los grandes propietarios de la costa, como ya indicamos, preferían a los negros criollos:_ con ellos era más factible desarrnliar lbs lazos paternales y, además, se podía esperar que eslllvieran entrenadofen-cultivos tan laboriosos como la caña o tan delicados como la ~id. El control sobre la fuerza de trabajo reposaba en dos mecanismos ~lásicos, la violencia y _el consenso, que a su vez tenían una presencia _física nítida en las casas haciendas: no era posible describirlaS sin indicar la capilla -- o adorat'orio, gel'leralmente en buen estado, s~a cual fuere la marcha económica de la empresa y, por otro lado, no faltaba algurui habitación -n\uchas veces ubicada en el interior de la propia f'IIS3hacienda-que ~irviera dé cárcel y donde se dispusiera _ de@ cepo, cadenas y látjgos. En la hacienda Sal! Juan, la cá¡:cel estaba próxima a las habitaciones y en Collique, debajo del ri\iiador, j@to alla sala y el corredor_

Fuén~:' Ardiivo o.;,.,..t de \a Nación. Tc:mpwalidadcs. Leg. 71

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LA CTUDAD SUMERGIDA

VIDAS DE ESCLAVOS

delantero de la casa, de manera tal que todos podían estar enterados de su e:dstencia: pendía como una amenaza latente.20 Quizá por desviación profesional, los jesuitas y otras órdenes reUgio i; (franciscanos y dominicos, por ejemplo) prefirieron el recurso a 1~ prédicas reli j<?sas Yla implantación de un rígido calendario de festividades y ntos que; propo nonando horas de descanso conducían al esclavo hacia un fiel cumplimiento de nonnas y disposiciones.21 Pero la gestión de una h~cienda -co~o la entendie onpor Jo menosfos padres de la Compañía de Jesus- no fue_ solo prop\cma_ ~ látigo y prácticas piadosas: hubo que realizar algunas concesmnes casi mev1 bles a los esclavos. Ocurre que cualquier negociación se hubiera dirigjdo a una · nexorable quicbra si pretendía cubrir todos los gastos necesarios para la _reprodu :ión de s_u fuerza de trabajo:¡ alimentarlos, vestirlos, proporcmnarles medicmas y_ os servicios. El escaso desarrollo del mercado interno impedía solventar poco on rosarnente todos esos gaJtos, de manera que no hubo otra alternativa sino dej que los propios esclavos consiguieran .parte de _~u sustento familiar proporci .nándoles pequeños camp s de cultivo dentro de las haciendas: se trató de las llamad~ . "chacras de ese! vos", sobre las que han e$crito Pablo Macera y Manu_ Burga. El sistema no hubiera podido ser patent¡ado por los jesuitas peruanos. Exi~.tía en el esclavismo no americano, en el área. ~el Cáribe, en Venezu~la y el I rasil .. En todos esos lugare los esclavos poseían (en~-alidad de usufructuanos o arrencllltiuio~, pero nunca e.n·p piedad) campo_s de. culti. i•. 111.._P.re.scin.di.'bl._es_p_ ~a_c.ubri_,._r detenn_1nadas necesidad s. Pero en la costa pero ael sistema llego en cierta ml¡lllera a sus lúnites arncnaz do al propio equilibrio in emo de la hacienda. Veamos ~on mayor detenimiento las características de estas", hacras de esclavos". ; ·. En la hacien La_ Huaca, por ejemplo l 1a esclava Dioriísja:de Jesús qisponía de su terreno, dond criaba 200 gallinas (cad~una av_al~ada en 4 reales, lo qúe hac~ un equivalente de I Opesos), cuyo producto comercialIZaba hbr,;lllente_en la l~1~d 1 cercana de Chan ay. Aunque ella reconoda que el esclavo no podia ten,er nmgun bien, en la prácti a estp quedabáreduci.do a¡unafónnula que, en todo caso, se "':ataba pero no se cump a.23 Otros esclavos cnafüm ganado porcmo. No faltaban ha~1endas · donde los negro tuvieran hasta caballos 1mulas. Las chacra.s fueron cn:ciendo a costa no siempre del monte (de nuevas tietj:as que etan ganadas para. la agncultura), sino que, a vece , la expansión se hacía e4 desmedro del propio hacen~do. En 1;a misma hacienda La Huaca, el administrador nombrado por Temporalidades, atnbuía la mala sit ción de la empresa a "el ~mento de Cochino~ y Bestias que tien~n. los Negros, cuy ganado perjudica a la co echa de maíces que se hace en beneficio de la misma Hac enda para la mantención ,e ellos...""' En otros lugares, los esclavos sembraban, ale de hortalizas y gran~s, algodón, con lo cual las ')>equeñas º_, _

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se_ _m_ente.ras." qu.e i,n_érementarse. ~n _oc.·ucaje,_Haciendas ap_· arte _ _ .• _ de. que re.star-.t1.·e_ rr __ as., a la hacienda, llegtuv ero. n an__mvadir propiedades llmutrofes. ojledec1an ~I modelo de un "s ñorío de producción", ddnde las tierras estaban concentradas baJO la conducéión d rect¡ del propietario, parbían marchar a convertirse en "señoríos de arrendamient"; donde la propiedad s~ dividía en tierras del señor y parce!~ de los campesinos. •

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a la_ haci~nda ~ar~ !os esclavos comenzaron, a ser indispensables porque, como· dec1'.1 la c1tadaD10m~iade Jesús,_ el producto de sus 200 gallinas¡leera necesario para vestirse ella, ~u mando y su~. hiJos e meluso para su manutención diaria, dado que ?º le era suficiente el poco fn1ol y los mates de harina que recibía de la hacienda Se Justifica la chacra; ~e esta manera, por la incapacidad de la haci6nda para reproducir la fuerza de trab1\)o esclava. Pero ocurre que, una vez cubiertas indispensables nec~1dades, los esclavos. llegaron a !"Omercializar. su producción, con Jo que tennmaro~ anulando_ otra nonna de la vida en los galpones: la supuesta inamovilidad. Para mtercamb~Jos productos de sus chacras tenían que ir a una población . cercana, lo cual sigmficaba romper con el estrecho mundo de la hacienda, tomar contacto. con otros esclavos, quebrar la disciplina... De esta manera el sistema de "chacra de esclav?s", que algunos jesuitas justificaron como unmedlo de retención de fuerza de trabaJo, a la ¡iOstre y como consecuencia de su deterioro tuvo un efecto inverso. Los hoi:anos perdieron su antigua rigidez. En la noche. ya n~ estaban todos los negros recogi~os en el galpón. Aumentaron! así las ocasiones (y las tentaciones) par~ fuga,:, cambiar de amo, irse al monte, uni,ise a una partida de bandoleros. No habia, hacienda que no contara con sus cimarrones: dos o cuatro esclavos que apr~v~haba11 de cualquier ocasión para desaparecer.. El cimarronaje se volvió endeuuco. · . · . La chacra de esclavos implicó la introducción de "rasgos feudales" en el interior del sistei_na esclavista. 25 En efecto, la centralización, la dirección unificada de una P~tac1011 dedicada al monocultivo, comenzó a descomponerse desde elinterior mism<l, de.la e~presa y el esclavo tenninó asemejándose al campesino yanacona de la_costa. No solo eso, Las chacras, al crecer, acabaron reproduciendo el enfrentauuento clásico _entre fa economía campesina y la economfa forratenieilte; en otras palabras:, la agncultura !'ara~¡ merca~º-imemo v~rsus la ~gricultura para el exterior. Fue un_ av,ance l~nto, silencmso, casi '!llpercep,tible. Lo que al principio era una · conces1ón gratmta (d~sde la _Perspectiva de los_ amos), en la práctica se acabó transfonnando en un mamov1ble derecho de lós esdavos. Algunos própietarios · comenz.aron a culpar,al s1s~ma de chacras de cuantos inconveni~ntes se producían. Tal v~z, ~? parte teman razon cuando sostenían que por esas sementeras se habían relaJado !os negros. _ · _,· .. .• · : P~ro, VIsto el problema desde la óptica de.los esclavos, las chacras no eran .sufi_c1entes para compensar los excesivos esfuel'Zos que requería el laboreo de las h~i~ndas'. D~ la escasez de esclavos, los propietarios procuraban aprovechar al maxuno la capacidad de trabajo de los negros, lo que daba como resultado el crecido número de enferrno~ y lisiados .. En_ ~an Gerónimo, por ejemplo, de 96 esclavos varon~, 6 estaban enfermos, 20 lisiados, 3 anulados para el trabajo por ser - " y "n.-dícu1o de--cuerpo", . · habría.que . añadir c¡ue.· 54' respeetlvam . _ . , en te, "loco"; ''19nto teman menos de 9 o más de 50 añ,os y que dos habían huido.,.. En El Ingenio sobre 156 varones, 9 estaban accidentados, 19tenían más de 60 años y56 menos'deJO, además_de ,17 enfennos y _uu fugjtivo.~ EnLa Htjaca, sobre 114 negros, 15 padecían · 28 En Belén sobre 112 esclavos de hennas,'·: gota, llagas e meluso habia un leproso. :'', ' " , ,_

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Las '.'chacras de esclavos" pennitieron una independencia del trabajador frente··

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LAOUDADSUMERGIDA

29 estaban lisiados y heridos, muchos de los cuales arrojaban "sangre por la boca"_,,, En San Juan, de.75 esclavos, 11 estaban en malas condiciones.'° Si a estos antecedentes sumamos lo dicho sobre las epidemias, no ·;orprendeque, en ciertos años, la mortalidad sobrepasara a· los nacimientos. En 1 Huaca, entre diciembre de 1767 y diciembre de 1768, la relación fue de 8 na imientos y 13 defunciones, y en El Ingenio, durante ese mismo año, 7 y 16, res ectivamente.'1 Estos y otros números dispersos traslucen la dura existencia de los :sclavos en las haciendas, pero, además, tenían un significado desolador para 1 s propietarios: indicaban que el sistema esclavista de la costa condenado a su prop· reproducción por la escasez de esclavos y las dificultades en su internación, te ía límites muy precisos para su desarrollo. No era viable. Si se añade la eros· 'n interna que significaba ia propalación y expansión de las "chacras de esclavos , sólo.quedaba concluirquclelesclavismo,deformadodesdeuniniciopo.re.lsistema '°.lon·i·al,···es· ..·.ta.·b.. en descompfusición. La explicación de este desafortunado desenlace (desafortm¡ado desde la per peeti va de los amos) tenía su origen en la imposibilidad e impl~men~ un sistema plantaciones en una economía con escasa circulación oµetana, débüdivisión del bajo, limitado mercado!inlerior y cada vez más dificil •culacióne011 · Europa· P alelamente a la variación]en ritmos y direcciones del c ercio e¡¡terior .· peruano, al terminar el siglo XVIII se produjo un cambio a iniStrativo q\:ie

VIDASDEESCT.AVOS

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HACIENDASJESUITAS-PRODUCCIÓN DE!PANES DE AZÚCAR 1

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trastocaría 1funcionamiento de las aciendas: la expulsión d.e los.lt.su.itas. b. Descom osición del esclavismo

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Los jes itas se habían desempetado como los propietarios ~ás modernos, Y eficientes la costa. Cuando se profuce su expulsión, en 1767, este hecho acarrea inevitables cambios en la gestión de sus empresas que terminan perturbando a la producció agrícola. Aunque·e1 fenómeno no afecta el nivel de las recaudaciones decimales, con excepción del vallb de Chancay, sí se nota. con nitidez en la producció particular de algunas ha4endas.32 Pocas lograron mantener o aumen~ sus rCndim entds, como Bocanegra_ Oinicialmente El Ingenio; en ?tras, se _o}?servo por el con io: un significativo desFnso, co11;0 ocurrí? ~n. Villa, Macacona, San Gerónimo, La Huaca, Motocache y San Josc." Se 1~1c1a;dé esta manera: el desmantel miento del sector modemo en el agro colomal. · El proceso tendra su pro.·lo.ng.aci ·n c9n lacrísis co. mercia~de 1810y las.gu.erra•'s de l.ai.ndepende~.cia De manera qu la crisis agraria inicias gestación antes que la crisis comercial. . , La elisión de los jesuitas y incremento de las. chacras de esclavos qmza podrían ex lic4r esa "relajación" de~costum.·.br.es. queº.b~.ervar.on de.•s.de_un inici~ los nuevos ad inistradores: los escla os parecían no suietarse a horarios precisos, algunos oían hasta armas, las c acras justificaron que poseyeran sus propios instrumen os df' labranza, la comercialización de sus pi:oductos v~idaba la ausencia de algunol·· Se volvieron frccuent¡:s los robos, El Director General de TemporaJidades, 9 decir, el fun<;ionario re~ons~bl~ _de la co~ducdón dp esta especie de "reforma ~grar:ia" sectonal que fue la expu1s10n de lo~ JCsmtas, tuyo que pro.mover un auto el Superior Gobiem I refiriendo la grave situacióri existente en las

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FUE~E: NlcqLÁS cusHNER., LOROS OF TIIELAND~ALBANY,1,900.PP.g¡.99_ .A.G.N; TEMPORALIDADES, 1..EGS.71,08, 84 y 88.

haciendas que. habían pertenecido antes a la Compañía donde '1os domésticos cometen excesivos robos de caña, aceitunas y leña, queluego se los compran en las casas de abastos Ytambos'\ ·~n esta clase de robos se han¡'cebado" los negros de las_ haciendas de San Juan, Vma, Santa Beatriz y Bocanegra, para los cuales exige drasucas ~anc10n';! porq~e, de.lo contrario, !~ desobedie~cia puede propalarse a otras propiedades: En Lima, fac1lmente, vendtan sus robos: en la ciudad existía un mercado clandesuno." · Los robos eran expresión de uria situación general: el no acatami_ento a los nuevos amos. Sea como fuere, los esclavos estaban familiarizados con ~l_ntmo de trabajo y las relaciones paterrtales impuestbspor los jesuitas. Los adm1mstrad_ores colomales pretendieron m~tener y elevar'la producción disminuye~do los dms fenados:y restando ciertos beneficios de los esclavos. Fue así como se m1t:resaron por las _c_hacras y, sin llegar a comprender ei porqué de ese sistema, optaron por su abohc10n, _En otras p~br~s, sólo ~pararon en los prejuicios que acarreaba a la ad_~m1s~ac1ón centralizada ~e la hacienda; pero desatendieron por completo la func10n mdispensable que teníán para el sustento de la familia esclava.


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VIDAS DE ESO-AVOS

LAOUDAD SUMERGIDA

La administración de Temporalidades, frente a las chacras de esclavos, trató d: revertir la tendencia que había regido hasta entonces, y leja! de toleJrflas, ~usco reducirlas y suprimirlas: el argumento central fue que absorb1an _dem ,iado uempo a los esclavos y que, a causa de las chacras, descuidaban los culUV<?~· ,a €;COnomia terrateniente pasa así a la contraofensiva. Desde luego, se pretendio ue es~ fuera inmediata y tuviera rápidos éxitos, porque "no hay derecho que se autonce una. práctica tan perniciosa al amo, pues ni el esclavo debe sujetarse-~ o a ley, que al ordenado [.. ,] de su Señor; ni es regular que su indulgencia se extien contra sus propios intereses, me es igualmente foIZoso reclamar la justific~ción e V. El,. ~fin de que en la providencia que se expidiese se orde;1e del pr0P_IO mo o, q~e dicho Subdelegado proceda a quitar, y remover semeJantes obstáculos, haciendo se vendan los expresados bestias y cochinos, ~ediendo su product? ~ ~a ?,rjel dueñ~ de la Haciend~ para en parte-del compensativo de tan graves pe!Jm~10 . . Se pens_o que la chacra ,ira una concesión y que, así como en un momento se hizo, en otro podia suprimirse. P ro la situación era más complicada dado qudos terr. s Yganad~s · del esclavo e necesarios para su sustento y que, por Otro lado, el sis ema se hab~a desarrollado e un grado talque tenninó pareciendo más un ~erecho q e_ una gracia de los propie ·os: de la posesión se h4b_íapasado a 1~ propiedad el! u~a,_ La labor d Temporalidades se complico en la medida en que sus_ .m1stra~ores eran nuev s, recién llegados a las h ciendas, carentes de cualq~1e 1 ~mculación 1 con los traba adores, en la ignorancia completa sobre sus aspiracione~. .P~ añadidura, co la sali?a de los jesuitas,_~n algunas hacien~as, como S~ J?se, babia corrido unru orsegun el cual laesclaV1rud llegaba a su fin. los pardos y cnollos eran libres y los bo ales sólo tendrían que tritbajar por diez años más. In~uidos tal ~ez . · por estas ide ; "se pusieron en peor eslado que nunca, de mo~o que no obedccian a cosa alguna ue se lesniandaba [...] andaban en copiadas trabaJando en al~a cosa 1 y otros en nad . Si se les quería correg~· cosa alguna: sea el que fuere, ~alian todos, a palos y p adas y cuchillo"." En misma hacienda de San Jose, el es~lavo Francisco Tej da "alborotaba e inducía a los demás esclavos a la rep~~nancia ~;/ trabajo, acon jándoles públicamente que no obede~can_ al adm101strador . · Aumentaron I s en_ otr'.18 haciend . se_ de~truí.an ffilS. te.nosame_nte. los ap~ros, los esclavos s. res¡stian a suJetarse a .nueva Jornada; .. No faltaron los moUnes, "mal -. - dor~" Yen dirigidos con quienes eran, según los1 esclavos, · os .,aclm"1mstra defensa de su chacras. Los administi½dores se reafinnaron en la n~cesidad de reprimir lo qu para ellos era "orgullo" Y¡ "altanería" de los negros.• Lo cierto es que, desde enton , se tomó pennanente la tensión entre señores y esclavos en las haciendas. · . , · I· · . . · . · · El valle de epeñafueqmzaelmásconvulsionado. Ocurneronmounesen 1768 en Sa_n_ Jacinto en_ j 779 en San José y e~ 1786 en Motocach._e. En tod_os los casos.se trató de alz ientps aislados, que no \IIegaban a trascender los linderos de las haciendas y q e sólo aspiraban a refonnas en la conducción de la empresa. No .eran pocos los que 1 entaban la expulsión d~ los padres dela ~ompañíay a¡¡oraba_n otros tiempos. Des ,e !µego que el mal trato po fue monopoliza_do por Ten;woralidades. Reimplantar e¡ deteriorado poder de lor señores fue un eJemplo segµi.do en otras

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haciendas. En el valle de Mala, el administrador de la hacienda San José del Monte quiere someter a sus esclavos a los rigores de la disciplinf y así controlar a esa "indómita gente", que sólo obedecía a su "muy desenfrena$ voluntariedad", pero sólo consigue propiciar un motfu de esclavos en 1786: apresan a un caporal y le aplican 25 azotes, en otra ocasión abandonan las sementeras y, finalmente, dos esclavos interponen un juicio en el AIZobispado contra el administrador." El caporal de San José no fue el único que salió malherido luego de sus infructuosas gestiones. Cerca de Lima, en la hacienda Chµquitanta, ese mismo año, un grupo de negros raptan a Manuel Alvarez, ayudante del administrador y "lo introdujeron en el monte entre. siete y después que descansaron volvieron p\Jf segunda vez a darle azotes" ,40 como consecuencia de lo cual agonizará y morirá en Lima. .Los motines de negros acabaron asi dirigidos contra quien visualizaban como el «enemigo inmediato'\ ,Carecieron de capacidad para propalarse, difundirse y movilizar a grandes masas. La praxis apar~íarigurosamenie condicionada por la fragmentación ocupacional de las haciendas,

c. Cimarrones y _palenques Los,mcitines, en definitiva, no fueron mut frecuentes. Ocurre que los esclavos, ante la 'ofensiva de los propietarios, tenían !otras alternativas: la primera y más evid~nte era la hQida de lás haciendas, es decrr, la opciól'l por el,cimarronaje.. En este caso, la geografía venía al auxilio del rebelde: los valles de la'costa de ese entonces estaban.rodeados por'áreas boscosas, lugarell donde los pantanos y el crecimiento hirsuto de la '.'caña brava" dificultaban el áceeso, a la vez que ocultaban fácilmente a cualquier hombre. Pero los cimarrones no sólo recurrí¡m al monte; podian encontrár un refugio igualmente seguro enfa ciudad, en la propia Lima, que con sus 52,000 habitantes' y 4_00 hectáreas era una verdadera metrópoli, de acuerdo con las escalas del siglo XVIU peruano .. En lo~ abigarrados callejones y tugurios de. San Lázaro era imposible localizar a un negro fugitivo. La ciudad proporcionaba así la solidaridad de los, libertos, sin embargo, muchos prefirierlin la protección de pantanos y cañaverales. . . · Casi no hemos encontrado padrón de población de haciendas en el que no figure algún cimarrón. En várias la situación era alarmante, como en. Belén, donde figuraban doce esclavos huidos: las edades de casi todos eilos fluctuaban entre los 20y 30 años y estaban acusados de "robo" o "ebriedad".41 Siempre había unamptura en el inicio de la aventura de un cimarrón: un pleito con el administrador, un robo descubierto, a veces podía tratarse de un crimen... Por otro lado, los cimarrones tenían que subsistir de alguna manera y para eIIo el monte éra poco pródigo, de maneraquesóloquedabaasaltaraalgúnviajeroorobarenlashaciendas.Esasícomo forzosamente hubo una estrecha relación entre cimarrones y bandidos. · · En las cercanías de Villa, los pantanos y totorales delazonaprotegían a mi grupo de cimar¡unes, que frecuentemente asaltaban!a esa hacienda y otras propiedades. Dado que el lugar apenas estaba a tres leguali de Lima, fue percibido como una amenaza y se mandó contra esos negros, cuyo número se ignoraba, una partida de


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VIDAS DE ESCLAVOS

LACIUDApSUMERGIDA

ciento cincuenta hombres de caballería, que no pudiendo penetrar en la maleza, optaron porecharle fuego.42 El monte de Bocanegra, cerca de la desembocadura ?el río Rímac,• 'también servía de refugio a los cimarrones, de man_em que v1v1an relativamente cerca de las haciendas, convirtiéndoseen·una tentac1ó~ permanente para otros esclavos. Su sola presencia, a la vez que mostraba la deb1h~1d del estado colonial, era una propaganda en favor de la fuga. No extrafla que de Bocanegra frecuentemente huyeran esclavos.43 En 1780, la misma hacienda es 1enazada por veinte cimarrones.44 En otras ocasiones, los esclavos preferían poner I máximo de distancia entre ellos y las haciendas, como ocurrió con dos esclavos de San Nicolás, en Supe, o con tres negros de la hacienda Macacona en lea, que desd esos lugares llegaron a Lima. La libertad conquistada por el cimarrón era insegura: seignoraba :uánto podía durar. En algunos casos se anota que el esclavo es un cimarrón que I eva cuarenta años fuera de 1~ hacienda, en otras, apenas dos o menos. Pero la captor , para la cual el Cabildo of' e cada vez recompensas más elevadas, no signifi el fin de la •'profesión" d un cimarrón. Por el contrario, eran frecuentes losreinci cntcs,como lo ilustra la vi a del negro Anaclcto, esclavo de Bocanegra: "Uno d, los negros, según el ac!Íni istrador, de más perversas inclinaciones''. que no dura ás de cuatro o seis días en l trabajo, se resiste a los arrestos y toma a fugar.45 E casos como éstos, no basta a protección del monteo ele la ciudad y se vll~lveinevi . ble la ayuda de alguna ban a. Fue, en cierta mane la biografía del ésdavo M~rianillo,. que trabajaba por e año de 1805 en la hacien San Nicolás: disgustado pqr el mal trato del administra or, huye a una hacien vecina, Andahuasi, donde ~s apresado, Vuelve a huir, sta vez a Cañete; y deal , a lea, dondeintenta trabajar Como arriero pero termina iéndose a otros tres ne os y con ellos regresa a Supe para asaltar, Lo apresan en 806. AJ año siguiente ha ugado de la cárcel y forma otra banda, con dos esclavos f •itivos, también de San¡·colás, que acabarájl incorporándose a una banda de saltea res de caminos, queac 'an en las inmediaciones de Chancay Y_ que están dirigidos orlos"chinos" Ja~in.toR yesy·M.anu.e!C.·arn·p·os. Lab_andac.ons.1gu.e. persistir y aso a una vasta regron co rendida entre Su¡¡e y Canete, pero sus aventuras term nan cuando todos caen presos. Marianillo será condenado a recibir 46 200 azotes y a años de destierro en el presidio de ValdivÍi1. • • • El cimarra aje no se comprende sin los palenques: este amencamsmo servia para designar n lugar improvisadamedte fortificado. En efecto, se trata de una modalidad de rotesta social negra por]la cual un grupo de esclavos, hombres y mujeres, busca an un lugar apartado, d<:rde, protegi_dos por muros de cañ a y barr_o, 0 intentaban re uclf sus formas trad1.cmnales de vida. El palenque es la ocasmn para tratar de cuperar una cultura qu1 aprcce irremediablemente peroida.. Este obsesivo prop - ito lleva incluso a repeti'.\_Viejas rivalidades e,ntre los grupos é~i~o:, del Africa que. uchas veces ponen en pej1gro la subs15tenc1a de toda la ~omunulad, Su mayor auge . ue alcanzado a fines del~iglo XVII e inicios del sigui~n:e. Entone.es los palenques crngregaban poblaciones ?umerosas. Al termmar el s111lo XVlli, en cambio, si bie se pueden encontrar f'1 Huacho, Supe, Bocanegr¡¡, Taboada, 1

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la aútosubsistencia Salen desde esos parajes para asaltm;, con lo cual termin~ : · delatando su presencia El1 1761 se organiza una expediciór contra el palenque dé Carabayllo, ubicado a una legua del río Chillón, en un lugar "intraficable de los caminos", por su "aspereza"y la "fragosidad del monte".:' Van veinte soldados, dirigidos por los alcaldes de Lima y Chancay, y acaban destruyendo el palenquey apresando tres negros y. tres negras, .calificados como ''forajidos y. montaraces». Probablemente, otros esclavos alcanzaroOafugar, pero !acierto es que eran grupos reducidos, incapacitadospara vivir de. su propia producdón.48 .Cuando no asaltan, tienen que ofrec¡,rseco1M jornaleros en las haeiendaspróximas, Los administrado, res simulan ignorar que' son cimarrones y, apremiados por la escasez de esélavos·, aceptan sus· servicios. . . 'El palenque, al igual que el cimarrortaje, deriva en el ba~dole¡ismo: a fines del sigloXVIII ycomiénzós del XIX estefenómenose tornará endémico en los caminos y valles de la costa. El bandol?rismo,'adifer~nda de los palenques, no será sólo una expresión negra del malestar social; por el contrariQ',Comóveremos en el siguiente capítulo, las bandas tendrán ilQa composieión pluriém1ca.. La decadencia del palenque nó es sólo atribuible amejoresmectíbsctecónírofo unaacción más efectiva de la represión colonial.· La causa está enesá \enclencia a laintegtaciónque se puede · observar en la cultura n~gra. El ideal de recuperar la vida africana n? cousigue un sustento sólido, porque por entonces.se ha pefdid?elpareritesco tradicional, casino se utilizan las lenguas aborígenes,49 mientras se incrementa paralelamente el mestizaje con los otrQs grupós étniccisde laéolpnia, Es portqdoesto que siempre llamarán nuestra atencióh esas pocas\:omunidadéS negras de la costa qué, solitaria . y tenazmente, han sabidQ rriantener,hasta lioy, sus propias tradiciones: Se fonnaron · en la proximidad de las haciendas e .incrementaron sus habitantes a tosta de cimarro,nes o Übertos: Fue eleaso de El Carmen, cerca de Chincha, o La Bailda y El Ir¡genio,enNazca.· El procesodeintegráción deJaéult.uranegra,.entonces, tuvo rasgos má.s nítidos en la ciudad que en el campo. Fue ún camino diferente del que · , .contemporáneamente siguieronlos campesinos andinos: en lii,sierra, especialmente en .el sur y desde la segunda mit,id del siglo, lós motines rurales se cónvie.rten en . .rebeliones que, su vez, cuhninan en fevoludones como la~ de Túpac Amaro U . (l780)y los hermanos Angtilo (l814). La vuelta alTáwarttinSuyo es una verdadera · ~speranza colectiva que embarga a los con1unetos; ct,,maiiera que esas rebeliones no• · se entenderían sÍlj el. renacer· dé· 1a .cultura andina. qué las ~ustenta: et quechua · recupera el terreno perdido, se difunde el teatro y ¡a pintura es ganada por colores y motivos indígenas, los nobles indios se ~sfoerzanpor hacer reconocer sus títulos. . La scicie.dad incaica es recreada en la memoria 'colectiva y planteada como al temativa al ord.encolonial: seformaba uria utopíaái!dina, El componamiehto distinto de los negros responde a que, en definitiva, son una "íriinmfa'.'; ·a la que no•se puede reclamar respuesta uniforme y masiva :frente ·al orden colonial porque la diversidad ocu¡iacional anula fa cohesión; dísgrega·.a los esclavos e impide una ·acción concertada.'°. Dotante fa independencia· no existiÓ.'ur\ ''movimiénµ¡ de Jiberadón negro'' parangonable con el criolkilo elindígena. ·

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LA QUDAD SUMERGIDA

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4. EN LAS ClT)DADES

a. Artesanado y servicio doméstico · Hemosindicado el contenido relativamente urbano de la escla 1tud. En Lima estabaJa mayor concentración de esclavos de la colonia, pero és s, a su vez, se hallaban desperdigados en múltiples oficios y actividades. La más ignificativa _;_ o, mejor dicho, la que reunía un mayor número de trabajadores- er 1 el servicio en las casas. El esclavo era un lujo, un "objeto" de ostentación p ra los grandes comerciantes, pero también una necesidad para los profesionales, 1 s burócratas o los pequeños empresarios, y quizá una fuente indispensable de in esos para unas capas medll\8 que lindaban con la pauperización. Cualquier perso ,a que quisiera diferencjars de los pobres de la ciudad debía tener por lo menos un esclavo.. Es así como la de anda urbana compitió con las haciendas en la posesión e trabajadores. En 1770; e 38% de testamentos lim~ños se indican esclavos. Al term nar el siglo XVID fueron censados en Lima 11,132 g' ientes, que se .dividían en ,229 esclavos y 2,903 de bastas libres. Esto significa q e el 82.59% de la poblaci' esclava de Lima estabJ dedicada -,aparentemente, como veremos luego--- al rvicio doméstico, distribryéndose, en primer lugar, en as 500 grandes casas de la iudad y en los monasteryos, comunidades y hospital ,.: estos últimos tenían en to 445 esclavos. 51 Hay q!e añadir a continuación las hu,ertas, donde los esclavos la raban o cuidaban cultivo que se hacían en el interior de los muros de la ciudad. n las casas las ocupad nes eran múltiples: cocinar,, lavar, cuidar y amamantar los..niños, reparar la vi1ien.da.. Hab.fa otras más especializadas: ser calesero; r ese entonces, en Lima pbía alrededor del,500 calesas. Alguno esclavos permanecí:m ~ o más generacioqes al servicio de una casa; otros, por e contrario, cambiaban co frecue.ncia de amo; lo.. que s.ignificaba. a vec.es recorrer lu ares muy diversos. La esclava Rosa Montenegro había nacido en Santiago d • Chile, en la casa de don Juan Santa Cruz, quien la vendería a Josefa Santibáñez vecina de Cailloma, de dbnde Rosa pasó a Arequipa. Allí-al parecer, por sus "vi ios"¡ y "malignidad"- c~bió inuchos amos, inclÚidQ .el cura auxili'.ar del obispo e Aj-equipa. Se ignora (:\iimo llegó a Lima, donde su primer amo acabó depositánd la en una panadería. Estuvo fugitiva, hasta que la compró María Hurtado de en.d.oza, quien, a su vejla vendió por"prostitu.ción" y.acusada d.e tener varios "$cios". 52 Una ci.erta icaresca rodeaba· 1a vida de estos escla.vos; fácilmente ueden deslizarse al m do lumpen de la ciudad. . Pero la ayoría de los esclavos ~o vivían precisamente en nna gran casa. De 87 dueilos de ~scla,.vos q.ue hace.n testan¡entos en 1770, 65 ti.enen.meno,s. de 5 esclavo.s.; en el lado opu~sto, sólo uno tien~ ¡94, sigue otro con 86, otro con 58... Siendo propiedad e personas de menores Íljgresos, los esclavos no podÍal) ser desperdiciados en idades domésticas sino 9.ué el amo trataba de recuperar. s.·u inversión y ·ganar algú dinero a costa del trabajo de su siervo, para lo que eran mandados a ' ' buscar j al, es decir, salir a las ptazas, ponerse en las esquin~, a la espera de

ªij' '

1

!

VIDAS DE ESCLAVOS

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!gi_nuatdaen que condtra~ sus servicios, teniendo la obligación de entregar una deter-·. l3l1ll o semanal a su ·p · tar1·o. Al · · suma · . ropie . gi¡nos de estos esclavos• consigudieron gran mde!>l;ndencia y no tenían la obligacióh de vivir en la casa c1ei' amo, e manera que podían. tener su propia familia' ' . EnLim fu . ' . . , a eron c~nsados 363 jornaleros. Esos eran los estables pero por defim1c1on, un negro ,Jornalero te , ., . • , :biero~ alcanzar un número sustan1::;n::~~~\!t~ri~ii:esm;1!~~~: al YmeJor remun~das eran las de-carpintero (12 pesos) yalbañil (U pesos), 0 lado de ellas ex1suan otras, como las de ¡¡guador, encargado del alumbrado::. 1

CUADRO4

Esclavos en Lima, l 770 ·. Due- Escla, /Escla, Ni, ños · V9S

Con 1 escl~vo (s) . 2 3

4 5 6 7 8 10 16 18 21 29 35 44 58 86 94 Varios

27 23 8 7

5 1 4 1 1 1 1 1 1 1 l. 1 1 1 1 87.

:vas

13 22 14 16 9 3 17 1 7 7 14 21 18 23 ,5

Sin ños esp. Total

-

14 '24 10 12 11 3 11 7 3 9 4

11 12

5 3 38

35

13

27 56 24 ' 28 5 25 6 , . 28 8 10 16 18 21 . 29 ,' 35 34 : 44 55 58 86 94 94 Varios

--,-- . -- --. -,--. 225

177

13 188

603 · + varios

Fuente: A.G.N,,ProtócolosNotarialies, Testamentos, 1770. 1


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·LA tl;uOAo_SUMERGipA

VIDAS DE ESCLAVOS

Según ehitmo. de llegada de los barcos al Callao se incremeniaba la demanda de trabajadores para el puerto, de cosechadores de alfalfa o de arrieros pat,1transpDrtlll" y dlstriquir las mercaderías desde el Callao afama La construcción de dificaciones en la ciudad, frecuentes en la segundarrtitaddelsiglo, también demanda iajomaleros eshicionales. 53 · . · -_ Los negros jornaleros pasaban por oficios distintos y recorrían los nas variados lugares de la ciudad. Acabaron así en contacto estrecho con otros ,pos sociales qué estaban en condición similar: los semiernpleados y los desocupa Js que, en su mayoría (en términos étnicos) eran ubicablés entre las castas.54 Aquí e tará el origen de una especie de subcultura urbana que, en las proximidades de lac · inalidad y el bandolerismo, se fue formando por esos años. Las acuarelas del obi po Martí11ez de Compañóni(l781) recogieron el contraste entre los esclavos de acienda, que mantenían todhvía sus ropajes africanos;c~n los negros de Lima y o ras ciudades, vestidos a la ' anera occidental. Entre los aportes culturales negros estuvieror¡ la música y las d zas. Algún viajero recuerda con precisión los ritmos onoros, otro alude a los in trumentos improvisados ;<tronco hueco, quijada de as o, palos), no faltan mencio es a la sensualidad de los movimientos. 55 A los. egros de]Jen atribuirse tam ién ciertas variaciones eh la dieta de la costa: Lo que ocurrió en el Perú con esto. migrantes africanosfüe :un verdadero proceso de acu turación. · . A pesar q e los esclavos se veían \'9n frecuencia en las calles, e incluso podían pertenecer a 1 misma cofradía, las exigpcias de sus amos hacían que~foera a veces bruta·ll·a. comp tenci·a.entre. ellos para co.r..seguirtra.bajo... Y· al·.canzareljo.;rn.al d.·eseadci. Una esclava r fiereque cuando su amo ¡1,a compró estaba embarazada y, dos meses despuésded . alu·z· ,lae.nvióalacalle º9.nlaoblig.aci.·ón. dee.. 11.m;gar.·les¡,ispesoscada mes." Una vi da espera conseguir alg9n "corto ~livio" que le permita "sostener su estado" comp ando una esclava a la que destina a v~nder en las calles .y conseguir joma1.s1 1 . _- ·:/( .. - . - . . . . . -.· _- . Cuandoelamo,no.requeríad.elossel'f'.'iciosde. un.· ese·.·lavo.,~staba.· des.~ohtentoco.n él o no podías ]ventar sus gastos, recomía a venderlo. Le poma un precio y el prop10 siervo; como , uando salía en busca de jbrnal, tenía que recorrer plazas, mercados y calles ofrccié dose en venta, para lo que disporiía de. un tiempo limitado; S1 .no cumplía erare rimidoo castigado. Alg*nos esclavo~ se quejaban delelevado precio · en que habían sido. tasados y la imposibilidad consiguiente de encontrar casay amo. "En el día[! 91] no es cosa tan fácil que los esclavos hallen quién los compre en té.rmi. nos. tan reciso. dentro de esta ital, y es.. pec·.ialm.. en.te cuando su prec·.io es. · crecido".58 , . j. _ . . .· ·· .. Una cond cióri diferente, caracterizada por su estabilidadfoelaqueconsiguieron los .artesanosi•· )'ero aquí no se trató t/nto de esclavos como de mulatos y negros libre. s. E.ranb stan. terri.eno.sh.u.meroso~yseencon. tralJ.an. dis. tri..buido···s·e··.nac.i.iv.idades. tan variadas orno zapateros, alfareros herreros o barberos.''. Segun el parecer del 1 barón Alejan ro de Humboldt, su trabajo .les producía más de lo nefesario para el sustento inc uso·algunos pudieron retinir capitales de 10 a 15,000 di¡ros: fueron las I excepciones. En efecto, terminaron a emiándose.. '

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CUADROS

· Gr¡mios men(}res, Lima 181~ Gremios

Contribución ·anual

· Zapateros . · Alfareros . · . Z°'.'"adores, curtidorés y cuerderos CaJones de fierro viejo · l{erradores · Carpintertjs . · Cajones de Ribera . Boticarios · Chocolateros Plateros' .· Cereros . Herreros; brol\éeros, ·hojalat6ros Carroceros . •. . . . i · Manteros y coicheros . Tiradores ..··. Sombrereros·.. ..

590

. 91 233 . 287

10,

352. 439· 225 240

500

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Fµent~: A.G.I.,

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"Expedient~ seguido por la Jurita Extraordinarfa de Tdburtales , para fac1~~ ar~1tnos con ~ue auxiliar a la _Real Hacienét~-en las-urgentes necesidlldos del d,a , l.1ma, B,Rmz, 1815, p. 43. También en Timothy, Anna; The fall of the ro_yal-gove~nmellt in Pe_rú, Universify of Nebraska,: 1979. ·

b: Ún suicidio ~n los inicios detsigloXIX: lacondiciónde los negro~ en Lima se deterioró . sen~1bJemenie.. ~SlS Cllmerc1al que comenzaba a afectar a laciudad repercutió e11 unan oto~ baJa en_ la dern.anda de trabajo y en los jornales, a pesar de lo cual, los . . .ru¡io~ m'.1°teman ;el rn1sm~·mvt;I de exigencia a sus esclavos.•. Algunos optaron por · la fqga, mcorpora11dqse a los grupos marginales de l,i ciudad o saliendo erí busca de .... losm?11tes ! las partida$ de bandoleros;"' f>ero a la mayoría sólo le quedó.asumir • _la -~e~.1-~~:~cmn o. e~ -_!odo·: ~aso!. recurrir ª: e·se-. "consllelo:,de·- infelices" qrie, en· def1¡11c10n d~!Men;uri~ Pe7:uano,erala religióff;Tarnbiéri quedab¡¡.¡¡n camino más . de$~erado. elsmc1dm, que como señala! Christine .Hünefeldt en· su excelente es~díQ ~obrel?s negros d~fama, era''el chatjtajemáximo" porque perdiendoÍayida .. els,~rxo,perdia todo.sudmero el amo, Fue tma amenaza frecuente sólo excepcionalmente e1ecutacfa, ·· · · ·· · · · · ' ' ' · ·· · · •· ·· · ' · ·. · · · ·

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VIDAS DE ESCLAVOS

LAauDADSUMERGIDA

Hipólito Unanue, en sus Observaciones sobre el clima de Lima (obra impresa en Madrid en 1815) decía que "en las poblaciones civilizadas del Perú", dentro de las

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que estaría seguramente incluida la cap~ta!• el~ui;idiº. era i~orad.o, ~-rcuns.cri_.bi?n• dolo a los lugares apartados, donde v1v1an ·mdígenas aleJados de ' la protección benéfica de la religión cristiana".61 Probablemente desconocía que es años antes, en la Alameda del Pino, dentro de su propia ciudad, el sereno babia d scubierto una mañana de mayo el cuerpo pendiente de un naranjo de un negro 11 1ado Antonio, de casta Angola, de más de cuarenta años, casado, con cinco hijQs. ~!indagar las causas del. suicidio se descubre que era esclavo y que su amo le recia aba la entrega de seis reales diarios, para lo que no era suficiente su oficio.de agua or, por lo que tenía que conseguir otros empleos, pedir dinero prestado y endeu se más. Su situación se agravó cuando una de sus'hijas enfermó gravemente. Fu entonces que tomó la resolución definitiva: un 13 de mayo de 1812, como todos lo días, muy de mai\ana, fue ia Alameda, escogió el tercer árbol' y se ahorcó. El gest era producto de la desesp1ración pero tenía un objetivo muy concreto 'que se (1 scubre luego, cuando, com@ consecuencia del juicio, las autoridades prestan at;mci na esa familia de esclavos condenan al amo a que <jtorgue una reparación a la vi da y los hijos en la cantida de 150 pesos; consiguen así tm alivio siquiera pasaj o.62 Antonio había trabaj o durante treinta años para su amo: su caso, adem • de ilustrar el deterioro del ábitat urbano al terminar la colonia, muestrapatétic ente el escaso valor de una ".i~a, especialmente si pbrtenecía a un esclavo no mu~ joven y con numerosa fa Iiia. ·· Para Ant nio, probablemente, su !ragedia personal y familiar era imputable a dori Ignacio elén:dez, su amo, a quidn había servido eón "honradez", ·"juicio" y "conducta", in ser debidamente redompensado. Al suicidarse 1consiguió un beneficio p su familia y un doble prrjuicio económico a su amo: la pérdida del esclavo y el p go dela indemnización. Una solución como la de Antonio pudo tentar a muchos ese avos. La fragmentación bcupacional bloqueaba la emergencia de una conciencia d grupo a pesar de la mi~eria y la explotación, dejando abiertos en c~mbio los e inos individuales: hay ~n parentesco implícito entre este suicidio, el cimarronaJe el bandolerismo; en t<idos esos hechos, la decisión personal prima sobre la opci 'n colectiva. 1 · Pero, par entenderaAntonio, hacen falta otras consideraciones. Para él; Su vida transcurrías. Jo en dos ámbitos: la relhción con su familia y la dependencia de su

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desconcertad~ y sorprendido. Toda una red de intermediarios se interponía paraq~~ estos personaJes contrapuestos y antagónicos no alcanzaran. a visualizarse coii nitide~. La con~ie?cia social devenía casi inevitablemente opaca y confusa Én esiÍ red de ~termediar!os, donde se agolpabanindístintamente]profesionales, artesanos; peq~enos comen:1antes, _dueños de pulperías y chinga~as. arrieros, panaderos, burocratas, la anstocracm encontraba una barrera y una protección frente ·al encrespado universo. social urbano. ½1, frag~e~tació~ social de los ne~~ se vio acentuada --como ha explicadb tambifn Chnsune Hunefeldt-:- P.ºr las diferentes \'inías de las que provenían, pero especralmente por eUu~ distrngo qu~;se entabló entry "criollos" y ''bozales": confundrr los nombre_s era msultarlos. S1 a esto sornamos lo dicho reiteradamente sobre la f~gme~~ción ocup_acional, la dispersión en el; plano de la ciudad y la co:'1petenc1a _frauc1da por el JOmal, debeipos concluir qu~ estos esclavos de Lima mas que a la imagen de una clase social, se ásemejaban a una masa indiferenciada. ~o s_e JJO<l;rí3 hablar d~ una élite. negra: sól<¡ algúnos individuos alcanzaban cambios s1g~f1cat1v?~ en su ~on?ición (~ventuaJmente_ un artesano, por ejemplo). La desmtegrac10n y la ni1sena eran tendenc1¡1s socmles que ímpedían que emergiera cualqmer proceso de_ díferenciacié\n inter!/a o que .se forn¡aran estratos y grupos. 5.SEVICIA

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amo. Erad.ifí ilve.rmásal.láy.,d.escub.-~-quép<idíahab.erdytr.ás. dela. fi·g·u·. r_.ª. d·.el_seño.r; por lo tanto, gnoraba que, en su calid d de jornalero y aguatero, ·era sólo el.úllimo .eslabón de na cadena que, remon da, llevaría a encontrar. que tras Ignacio Meléndez se ncontraba algún mercadbr con el que posiblement€,estaba endeudado · y que lo as iaba tanto como él debí~ presionar a Antonio. A su vez, tras. de ese mercader, se 'a verosímil tropezarse con la imagen señera de un poderoso bodegue' ro o_ na".iero .detentador de alg!1n tíjulo nobiliario y respetado pprsonaje de la Audiencia y I Capildo, como un Querejazu, un Castañeda; un Ramíryz de Arellano, quienes, por u parte ignoraban por coµipleto las desve_nturas de Anionio y que, de haber sido in errogados sobre cualqnie' responsabilidad en ese su_ici~o, se hubieran

· "ALaMolina_novoymás ·porqlf,e echan aiotes"sin CesaT". Canci6Il J)Opular limeña

En noviembre. de 1775, el negro esclavo José Calderon presentó un recurso ante l~s tribunal~ eclesiásticos· de Lima -que recogemos 'casi al azar entre otros eJemI?los poSibles-para den_~nciár lbs repetidos castigos que debía soportar y que culmmaron cuando, cu ocas10u de haber regresado tarde ·ala chacra, su.amo Jo 5onduce a_?aragay, propiedad vecina qu~ tenfala repµtación de ser un lugar . horroroso , contra la cual menudeaban queJas y protestas ante el Superior Gobierno por parte de esclavos golpeadós y malheridos. "Requcido el suplicante a la Chacra de Garagay se le castigaba todos lós días y mucM más si a las cuatro de la mañana no ~stab~ en pie pa_ra la siega de. :Ilfalta: rigor q~e perseveró el tiempo de . seis meses mclmdo~ los ~as (¡~~ estuvo en. la panadería siendo muy digno de exponerse a_la Supenor Justtficac10n de V. Ex. que entre los castigos se comprendió uno que ha mventa,do la crueldad cual es el de haberlffazotado cubriendole la cara Yla _cabe~a con_uu costal sin advertir la muerte que por falta de ambiente para·Ja resplfac10n podra sobrevenirle".63 · · · ror esos mismos años, la negra Cataliqa del Cas1illo presenta un recurso ante el Cabildo PW:ª prot~tar por el maltrato a que el padre Juan de la Reynaga, de la orden de San Felipe Nen, somete a su hijo en'una hacienda de La Rinconada: "lo ha castigado cuatro veces, mandándole dar ahites, la primera porque no salió breve al


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VIDAS DE ESO..AVOS

LACIUDADSUMERGlDA

corfo déj~ hierba; la se•ündá porque halláJJdose enfermo dicho mi hijo, no pudo puptµallj]enÍe asistir al ttabajo, tercera ig~almente IJ?rq~e no salió puntual_mente al corte de la hierba, y la cuarta porque hallandose accidentad.o no s!levanto de su c,µ.;,t,i>íaJ(j que dpadre replicarácÍiciendo que no fueron tantos lo; azotes que e.stálian. J.· µs.tifica:dos po._n¡.ue el.es~.la~o;era.. un alb.orotado.r y saW.ea~o. ede cammo.s, El señor podía adm1mstrar la 1usuc1a, literalmente, con su propia. nano. Lo que se.critica es el abuso en la potestad de blandir el látigo, mientras e la defensa se iríterili)1egar que i\o existiese moti~o alguno o que fuese un tastigo excesivo. La violencia noesiáprohibida. Se discute simplemente lacruelqad qu el amo puede imprirrlir as.us actos. Pero estos dos casos, e? parajes dif~re~t~s co no Gar~gay y La Rin9onada, ¿son excepcionales? ¿Se explican por el aislamiento que, leJos d~l amparo de la,s autoridades, posibiHtaabusos? ¿O, por el contrano, son aconteCI, ¡nieritós nof!fales en la vida de los es,dav?s? ·. . .•. . Revisemos otros casos: en una zapatena de-Ja Cmdad de l,os R es, el maestro zapate;o soslccha que un esclavo ha cometido unr?lxl, ~ por sólo esta intuición "metió. o cn~crró en un cuarto, le pt¡So un par de grillos y por ano de Juan Evari•elista le mandó dar de rato ~h rato ciento cincuenta y más azot s de tal suerte que¡; pusie n las sentaderas hechas \Jna llaga y aú~ en esta últim s~m~~a se le : acabaron de errar la:S heridas" .6? Co~o consecuenc1a del castigo te ·mmo . confe.sando" el ro o: probablemente fue el tecurso obhgado para evitar o¡ras heridas. La viole cia 'fioe las reladones de .los diversos grupos sociales. Ventura · Sinfuentes, p dalilirey amantede un~cura, temiendo la competencia sexual de su esclava, la s mete continuamentea.~ !pes y palos que le mf1eren ~ontus10n~~ y hen.·ctas..(,6 A un.as veces, las acusa.·c.1 f.es no. r.eqme·r·en .la m~nor fu~da.menta.c10n . . 'En otras, se atá de presunciones: par iera que los amos disponen de la facu}.tad de eq uivoc e a costa de los esclavo . Un se~?r acus~ a su escla~_o de ladran y borracho, pe o. que es una. evidente bxag~racmn termuta tras:uc1end_ose en las propias pala . as del acusador: "Bien erttendido que nunca ha vemdo que1aa m1casa p<Jr caúsa de iéh[! negro por lo que 11olne consta queh~rarobado a persona :iigu_na más qpe a rn_ , y e}O un pedacillo ~e cefa y no ~;"3 cos~ -~ El su~~esto_ ladrón solo · había comet1 o un hurto que, tratándo~e de un pedac1Ho de cera , tema que ser de menor cuani· o quizá fue simplemente una pérdida. . •· . . . . . S·e.·re1.·t·c.ra .con.· fr. ecue.n.cia quejas. c i m.º. las de.! esc.la.vo Juan Ignac10. , ~men d_1ce que don Jos - Antonio de los Ríos., sn o, "me maltrata l¡lfandemente sm mol!v~ alguno no m~s que en un día, m~ halló agarra!!dO dos chod?S en el choclar agarro un cuchillo me tiró tres puñaladas d las cuales una me dm en un bn1zo [.. ,] Y nórnntento c n esto me metió eri e1ce , fuera de muchas roturas de cabeza''.·" Esto sucedió en 1 83. Ese mismo año, un. estJgo advierte al Arzobispado de Lima que "en lo.'absolu o y general, es grande elr¡igori~.mo..•con.que.en. es.ta Ciud.~d se m'.'"._ejan los amos y tan a los miserables esclavos ."En efecto, srnno revisa los1mc10s interp\lesfos ntr(iru,nos y esclavos enláAudiencia, el C:abildo, el SuperiorGob1_emo o Jo..s ttibun es eclesiástico~ (.~ec..c!ón..·1'Cau.·sas de Negr.·os". de_I_.Arch?o Arzobispal de Lima) ti ne que conclmr me½tablemente que la acusac1on mas frecuente, el delito m tiva un mayor núm.ero d1'· litigios es la sevicia: crueldaá excesiva. Es

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inevitable descartar la imagen de una convivencia patemalc En todo caso, eI,aino termina siendo para el esclavo un padre excesivamente severo. Podríamos enumerar muchos otros ejemplos: una negraidenuncia haber recibido cincuenta azotes de la própia mano des u dueño; un esclavopermaneció nueve meses eh el cepo de úna hacienda en lea; una esclava pierde un ojo cónsecuenciade golpes recibidos de su amo; otra termina con unamano quemada,.. No siempre se.recurre a·un intermediario (otro esclavo, elcaporal de hácierida, el ayudante de un maestro artesano),sino que muchas veces, somo en los ejemplos mencionados; es el propio dueño que de su "puño y letra".(en este caso, ''puño y látigo") enseña al esclavo qué es lo justo y:cómo debe comportarse.7° Resulta que la autoridad y el poder en una s?ciedad como Lima del siglo XVIII no se inide sólo poi- el título nobiliario, las dunensiones de una mansión, el número cte·navíos, la riqueza de una bodega; el dinero que mueve una casa comercial ... Se mide también pór el domíriio que se tiene sobre los hqmbres: el número de esclavosly la sumisión de éstos. Por eso que una justific~ción reiterada de la sev.icia es la "i*sofoncia" y la ''altivez'' de esclavos, q\l.e enrealidad expresan en el compórtam/ento cotidiano esa ansiá de lib,ertad que día a día compromete a más riegros; ' · · . La sevicia tuvo un inevitable correlato [en la vida cotidiana: la venganza. Pero los casos donde los esclavos optan por ejecutar su propia justicia y devolver la violencia que reciben de sus amos, son más bien excepcionales. Estas pocas ocasiones tienen lugar más en el campo (contra caporales o administradores) que en la ciudad; sin embargo, son muy frecuentes en Lima fas denuncias acerca de suprn,stas amenazas de esclavos fugitivos o presos contra sus antiguos' señores. Algunos de ellos se pas~an por la ciudad)uego de haber:purgado sus penas y al enw~trarse frente a frente con el amo o el denunciante, la agresividad se trasluce por lo,menos en la mirada. Un español q1.1e se enfrentó cuchillo en mano con un esclavo que pretendía huir de una panadería, pide que éstesea trasladado a otra ciudad, porque "se anda paseando con tanta desenvoltura y atrevimiento que procura ponéi-seme delante c~antas ocasiones, se le proporcionan con ademanes de provoCaciór de modo que temo precipitarmey castigar porrµi manoa este delincuente"," oquizá teme ser herido nueyamente.' Una, familia denunció que valiéndose de la nochey el sue_ño de sus amos, la esclava Bernarda de Salas 'se apoderó de las llaves de Ias·arcas, y trató de .hurtar el dinero ,alli guardado, sin éxitd porquefüedescubierta '.Y luego vendida: a pesar de haber trascurrido dos años desde estos acontecimientos, cjicha familia teme que la negra; cualquier noch~, quizá acompañada por salteadores ·y ladJ:ones, penetre a la casa (cuyos resquicios tenía que conocer bien) y todos «acabasen con nuestras vidas y camlal. .."7i . ·. ·.· Los amos no se conforman con la detención del esclavo, sino que, pcir lo general, exigen el destierro: a lea, Chancay, incluso Valdivia en Cl¡ile. Cuanto mayor sea la diS1:3-Ticia, más segur:9 se sienten. Comien;.za a Iarvarse así_ una cieéta paranoia qrie .se origina en un razonll!hiento muy elemental: si el esclav.o nó admite la superioridad .del amo puede emplear coiúra éllas mismas' armas y la sevicia se puede transformar euveng~za. Entre señqres y escl~v~s ;hay separacióf\ pero no la su_ficiente protecc1on. Por lo menos es el sentim1ento de los amos: en la parroqma de la

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LA CTUDAD SUMERGIDA

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Catedral se confunden las casas de unos y otros, pero a~emás, conviven de?tro de uná m-iSllla vivienda. Este contacto ~to, esta rel~c16n cara .a cara, ~: ?orno acrecienta J_os abusos, también ofrece múltiples ocasmnes de re:;pues~. S1 este siervo -razonaba un amo refiriéndose a su esclavo-,,-- 9-uedando residente en la ciudad diligenciase mi muerte, o la de mi esposa en 0~10 a la Jenta hecha ~º?:º debemos suponerlo a pensar con probabilidad que considera~ s ! feroz cond1c10n trabajase para darme la muerte ¿no tendría en este hecho la pnn ,pal parte todo lo que le preste patrocinio a este siervo?".7' ___ . - Sin. embargo, los actos. de venganza -como ya d1J1IDO - no fueron tan frecuentes como temidos. Se les espera aunque no se produce~. N?s encontr~os así con que ese "oculto temor" al negro que indicamos al 1 ,cm del capitulo, contamina la vida de todos los días en Lima: desconfianza, recelo preocupac1on P?r una ame ' a inminente... Pareciera que el temor al ?egro no n_a~e t? dela creencia en el agi~orextranjero o del posible impacto del eJcmplo haiu__an , smo que emerge del trato otidiano entre aristócratas y esclavos o, de manera mas neral, entre amos y siervo El temor al negro es u?a proyección de kis_ señore :_ es el temor a la violenci de ellos mismos, a la sociedad sobre la cual se levan , a las reglas que han imp esto.

6. CAMII OS DE LA LIBERTAD~. ' _ En un grupo de_ esclavos .en una plaza de L__ima ejecula\luna parodia de la paradad alcaldes (burla de laaris cracia), enla que se emplea up~tand~e donde aparece n negro que tien_e coloca~~ en el cuello una c~de_._~~: oprobioso s_1mb~!º de la escla 'tud.'4 Un testigo de la época se asombraba.del amor a!ª libei:tad que compart an los esclavos: no tenpmos que contag_ü\rnos de su mgenui~d; las explicac oncs de ese anhelo tenni~an por ser demasiado a~undantes. La busqueda de la lib d ~s uno de los factor e que ri•gen el.com~-. _ 1ento de los negros, P~!º para ale zar esa meta los posib es senderos se div~den y hace falta una opcmn previa, ue por lo general es indifidual. DeJando? un lado 1~ huida al monte, al palenqu O a la ciudad y la incorp9ración a una paruda de bandidos, 9-uedab~ otros caminos que.no e,oigían necesariiim~nte la ruptura con el ordenamiento socia_!. A es • al\Ufa, es imprescindib/e md1car que, en e¡ transcurso de los tres siglo~ colonial s, los esclavos adquirierfn algunos derechos. Hum?oldt enumera cu__atro. buscar mejor amo (generabner.te con anuencia_del '.'°tenor); casarse segun su gusto ( nque requerían la auto~ización d~l prop1etano para que se realizara el matrim nio); comprar su libertad;¡y poseer bienes.75 Estos derechos eran fácilmente · labl por amos que estaban convencidos que tratando con un escl~vo se ~~~renla a una "cosa", pero losinegros se iniciaron paralelamente en un adiestramicntofínimo en los mecanismos legales. Encontr~o? ~pru;o en el -~echo que el estado olonial admitía estar stiJeto a un corpus Jund1co, :f1 funcmn del cual actuabi instituciones como la Ai¡diencia, el C~bildo y la!gles1¡¡. B~scar?n conocer la legis rión tanto como los in •genas y, al igual que estos, supieron mterponer

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VIDAS DE ESCLAVOS

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litigios contra sus amos. Es evidente que algún abogado o cura los auxiliaba preparando los recursos, pero, dada la frecuencia de juicios entre amos y esclavos, éstos tenían que disponer de algunos conocimientos mfiiimos para iniciar y mante, ner los procesos. Sorprende todavía más que, en algw\as declaraciones orales de esclavos, éstos supieran replicar diestramente a sus amds, incluso criticarlos por-un deficien17 conocimiento de la legislación o del razonainiento jurídico. Los sorprendidos somos nosotros, pero no los jueces y autoridades coloniales, habituadas a estos enfrentamientos. Fue, como señalaFerriando Trazegniés, "un caso de resistencia al poder", pero discrepamos con él cuando lo califica de insólito.76 Manuela, una zamba esclava, de ,25 años, argumenta así contra los padres de Santo Domingo, propietarios de la hacienda Palpa: "Ahora se dice por parte del Convento que los Esclavos son viciosos para encubrir el exceso que se cometió en la venta separada de los cónyuges. Si bastara decir que un hombre es facineroso para estimarlo por tal, nadie hubiera_ inocente, ni sin acu~ciones. Para que se crean los vicios, es necesario que se prueben en forma ésifCílica;, porque. el Derecho que es arte de prudenciayequidadhaestablecidopor,¡egladejuzgar,quenadiesepresumamalo, I?ientras no se pruebe tal" y continuó a¡ciendo: 'No se,alcanza con que moral, se mfaine la persona di,, un negro por ser de ),a mísera condición de Esclavo, sólo porque importa la infamación a los intentos .del· Convento.•."7' La familiaridad _con el razonamiento jurídico no se entiende.siri la asunción de la cultura occidental por el negro,78 Esto, a su vez, facilitó el empleo de otros medios para conseguir la.libertad. · Uno de los más,ingeniosos fue el matrimonio.entre dos esclavo_s residentes en lugares distanciados. Dado que la Iglesia defendía la unidad en la familia, imposible sin vicia marital, los tribunales eclesiásticos disponían C\ue uno de los contrayentes se _trasladara al lugar donde vivía el otro esclavo, con lo que su runo se veía obligado a venderlo, a veces a un precio inferior al habitual. cosa que era aprovechada por los esclavos para comprar su libertad. Eran frecuentes los casos de esclavos que, luego de múltiples esfuerzos (como jornaleros, por ejémplo), conseguían reunir los 450 ó 500 pesos en que estaban tasados y asíconseguir ser hombres libres. Si los amos se resistían, les _entablaban juicio. Pero, desde luego, no era fácil reunir sumas semejantes: requería muchas veces el trabajo concertado de una familia, lacolaboracióndeunacofradía,elauxilio del barrio ... La compra.de la libertad erafactible cuando b1 esclavo tenía el respaldo de haber acatado lalegalidad vigente: se había portado bien con su amo,nunca había sido detenido y ni siquiera-había sentido la tentación de} cimarronaje. De manera tal que, si bien era un resquicio dentro de la aparente rigidez del sistema, termina por ser -empleando una métafora de Javier Tord y Carlos Lazo- una especie de "mecanismo envolvente", que aseguraba la sujeción de;los esclavos a la sociedad colonial. · , En el mismo sentido, existía otro c¡unino posible para la libertad: la dación · gratuita de este don por el amo. Era un camino excesivamente prolongado y poco seguro porque el esclavo podía exteriorizar todas las muestras de fidelidad posible y nunca recibir el an~iado premio o, en todo caso, sólo conseguirlo en la vejez. Pero aq¡¡íintervenía con frecuencia el auxilio!de curas y frailes,junto con la presión que


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LACfUDAD SUMERGIDA

los sieryos ejercían sobre los señores gracias a su posible compenetración con las prácJícasreligibsas. Existía lo que se definía como "caridad": on:o signo de la supcrioridaddel amó, porque se ejecutaba de arriba hacia abajo, per i al esclavo no leinteresaban·estas especulaciones, sino los hechos, y ocurre.queci ,rtasocasiones eranpropicrns paralas obras caritativas. Dos fueron las másfrecuen ,s: el bautismo y ta·defunción, actos centrales precisamente de Ja vida cristiana. Es frecuente encontrar en los testamentos (tal vez como arrepentimien\Q postr ro o búsqueda desesperada de indulgencias) que el amo conceda de inmediato o · ,dique la fecha para liberar:al esclavo, añadiendo a veces otras compensaciones. · in los libms de bautismo de Pisco. hemos podido observar cómo, con ocasión del i cremento en la familili de ima esclava, se libertaba al recién nacido o se prom tía hacerlo en determinada fecha. En los protocolos notariales.· aparece la fi . . juñdica de la 1 "libertád gr ciosa" en premio al "buen siervo" o como recompensa por determinados ;Sei;.vic_i s.79 . · · · Qtr~ ca ino -esta vez cori tintes realmente sórdidos~ era la elaci6n sexual con los am s. Fue más frecuente entre esclavas y señores 'y oe , en el caso de aquéllas qu pertenecían á familias pobres, sin posibilidades decoro rarsu libertad, te11íerido'e compensación atractivos físicos, que en ese caso la sclava buscaba resaltár par , de uria manera notra, s~uciral amo.,Aveces era a la inversa: bajo la promesa e la libertad, el amo trata~ade conseguirel favor sexual de su servidora Est. os·•.h..._ec.es h.·. sban f.u·eron .. bastante..hab. i.tu·,~escer e.ntre. ·aq.ué~os. q~e, por.· .·g.u.: na P.. r.ohi.bici·o·' expresa, condenados a satis clalldestmamente su·al··seocualidad, comon ocurría con os frailes, curas.ypárroe s. Desde luego tj_uerio siempr~secumplíacon la promesa y, una vez conseguidos os favores.de una·esclava, sé buscaba por el contrario r te.· nerla: era factible no hl\biendo., como resulta lógico suponer, testimonio escrito obatorio. Los amos, además, siempre podían replicar recurriendo a un estereotip que pesaba especialmenth sobre las esclavas, por él que se confundía sus prácdcas s xuales libres con la prosilitución. Cuando la esciavaMercedes Olavide -uncaso ntre muchos- denuncib al presbítero don Pablo.Barrón por haberla seducido, acer vida marital con ell~y no cumplir su promesa de libertád, un testigo pretende (1 sechar fácilmente la validez de las acusac,iortes de esta manera: ·"el ridículo texto de reducción y del violencia a que se ,acoge la Esclava, como si necesitase .lia, urta vif ramera, y pública prostituta, como notoriamente lq es, para · . entregar s cuerpo a la torpeza, no digo yo a personas del carácter y representación de don lo, pero aúna!. más fatineroso, y delincuente; y" esto con la mayor esp.ontan.e da·.ª· .•Y c.on so.licitación, c m.o lo.tiene·n. de. ·co. s.tum.bre..e.sta. vil'p·or·dón del. bajo pueb o...".80 · · · · .. ·

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d·.ela ..E·..!·o.ei··.tfv.i~m.~i~i~. •~.:.n~.i~=.eln.n~ . . t:.s~:~~. ~.t·i~.-n.. ~:.. . toda j.u;.J~ se resistí a l1!5 prpposiciones de~ri·§.~~.ª.dv.ºi.~.í.! s~s amos...coman riesgo de soportar.en su..· íntensida la v. iolencia de que ésto eran capaces: fue el casó, por ejerriplo., de. la esclava N tiviciad y por ese motivo acabó trabajando forzadainente en una panadería, dond¿ se lera. pó la cab~za; no ¡,ue suficiente)' el. amo.latrasl~dó.asu h.acienda en Mach,w, dónde el mayordomo la azotó y, no coritento con esp, el propio señor

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, tomó el látigo. 81 La frecuencía del deseo erótico de los amos hizo que circularaenlaJerga legal u~ nue-:o término:. "sevicia espiritual" .. La, esclava que conseg,iia' probar que habm temdo _relacmnes con su dueño (\'.olup.taria o forzadamente)c acaba~a cons1gmendo la hbertád, en casugo por la falta de continencia desu duéño . De allí que no se podía dar fácilmente crédito a cualquier !tcusación de violaéion'. aunq~e era un sendero sórdido y difícil, también conducía a la libertad. S1e"'.pre hay exce~ciones, como aquella historia de un inglés, que trabajaba en una hacienda .de Col~que y que S€ enamora de una negra en Lima: no sábe su nombre,_ la llarn! María, se vuelven amantes y, cnando se entera que es esclava, a pesar que la _due~ mterp~ne un proceso contra él acusándolo de robo, se esfuerza por cons_egmr su l!bertad. 2 El contraste entre éste y los casos anteriores resalta con mayor mudez los rasgos melodramáticos del fdi~o; Sólo queda repetir su tópico: el melodrama en la.vida antecede a su mvencmn literaria · . Al inicio de este capítulo la imagen del esclavo col¿nial parecía muy nítida: el escl~vo_ :ra negmy el negro era esclavo, (ma tautología que indicaba la supuesta '.150Ciac1on entre casta y clase y que defüúa aparentemente al sector social más · mte~~o eni:re las clases subalternas de la~olonia. P~ro luego, al dibujar con mayor .prec1S1on .la _imagen del esclavo, paradójicamente, ésta se fue diluyendo entre_ el campo Yla?~dad, en los barracones y callejones, para multiplicarse no en dos sino en '!1uchas1m~g~nes, c?nsecuencia de la inestabilidad del mundo colonial. Durante el ~1glo XVIU1ran declinando aquellos 1!1ovimientos sociales. que habían expresado el mtento de recuperar una identidad afncaµa a través delos palenques,reempíazados porotro~, como el bandolerismo,donde, al igual que en·la vida cotidiana, los. negros conv1_v~n con otras castas. La cultura negra en la costa peruana no alcanzará · .· los rasg~s mt1dos que tuvo. en Brasil o Cuba."· Si sé trata de decirlo. en pocas . palabras. esclavos eran una clase en disgregación. Podían enfrentarse a la · aristocracia, pero no alcanzaban a proponer ninguna alternativa. Demasiados ra~gos;diferenciaban ala ~sclavitud en el Perú y Haití: aquflos esclavos eran una · mmona a esc_ala del vmemato, fragmentada en ocupaciories múltiples en la costa. central, e? el mtenor.de un sistema.que no estaba precisamente en expansión como· en elCanbe.. . . · . . · . . • .· . · • · · . Persiste.todavía la tend_encia a _imaginar la estructura social de la colonia como · integrnda por personaJCS mamov1~les.. Pero, como todos .los estereotipos, éste · tampoco resiste a la men~r mdagac1on. ·Los esdavos se trasladaban, desempeñaban·. . uno Yº'.'º oficio; p~cas b10grafíasrcsultan monótonas o reiterativas, tenían distintos . .amos e mcluso pQdian encontrar atajos ene! propio aparato de dominación colonial par~ alc~;"'ar la hbertad, Existían_ los desesperados, los. verdaderos ''condenados de . l.a nerra , como_cl negro J\,ntom?; pero elsistema, en medio de sus injusticias flagrantes y su :'1olencrn, depba ciertos resquicios disponibles. Teníaµ que existir. · Era unprescmd1b_leque, cuando se enfrentaban en la Audíenciáoel Cabildo un amo · y un.esclavo, no siempre ?~nara el primero, para que así funcionara frente altribunal, .· po~ lo ?l~nos, la sunulac¡on d~ u~a eqQidad a pesar .de la esclavitud, yla apariencia de Jusu_c_1ano obstante ~l colomal1smo. Smembargo, no debemos exagerar: que esa poblac10n negra estuviera en constante ebullición y movimiento no significa {Jue

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LA CIUDAD SUMERGIDA

existieran canales de ascenso social (movilidad vertical). El negro podía dejar de. ser esclavo, pero conseguir la libertad no equivalía a remontar la pobyeza. Pareciera qne la miseria económica era una especie de sello indesligable de t condición del negro'en la colonia, más difícil de romper qµe las cadenas. Prue ,a final de esto último es que la asociación entre negritud y pobreza persiste hasta aoy en el Perú.

V. ROSTROS DE LA PLEBE

LBANDIDOS DE LA COSTA .

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· Si "bandolerismo equivale a libertad", como dice Eric Hobsbawm, no nos puede sorprender que los bandidos proliferara)l en las loinas, hitas y valles de la costa peruana: al comenzar'el siglo XIX,'las actas del Cabildo de Lima recogen con frei:Úencia los temores de comerciantes y viajeros, para quienes salir de la ciudad significa correr el riesgo inminente de uri asalto; aparte de reclamar• protección, exigen i¡uelos bandidbs .sean apresados d muertos: que se les erradiqúe... Pero el fenómeno termina por,adtj_uirir característi¡:as endémicas. Eó 1812, un funcionario espalto!, junto' con una numerosa comitiva; emprende el largo y pesado •viaje de• Arequipa a Lima: más de treinta· días· attavesaódo ·desiertos, parajes ·yermos y desoiados: Llegan alca y,luegode un imprescindible descanso, prosiguen y, cuando faltan todavía 56 leguas, es decir, nueve días para entrar a l!.ima, comienzan a tomar p~ecauciones: "no nos apartarnos de ,la rocua en toda la jornada porque desde allí decían que empezabá el peligro de salteadbres".1 Raro•eráel viajero solitario: En la región comprendida entre ka y Húacho era imprescindtl¡le viajar enla compañía de arrieros y, así, tanto el número como la posibilidad que el grupo portase armas de fuego, podía disuadir a eventuales asaltantes, que enton~ se limitan a observar desde el monte o los riscos. Hay parajes que son conocidos por la fotensidad de los asaltos: las lomas de I:.achay, la pampa de "MedioMundo" ubicada entre Chancay y Ancón,Lomo de Corvina al sur de la capital, las inmediaciones de haciendas como Bocanegra y Villa. Incluso el pueblo de Bellavista y las afueras del Callao, son poblaciones amenazadas por bandidos que incursionan en sus suburbios. El camino entre Lima y el puerto es·un•riesgo permanente: no se le puede transitar de nochedgual sucede con otras rutas; como las que llevan de Lima a Cerrb de Paseo por Santa Clara o·Canta: los bandídos se apostan en la esperanza de divisar a un minero, a cualquier grupo· de comerciantes itinerantes o algún desprev~nido funcion3.\"ÍO español. Lo mismo ocurre en el puente de• Surco. Hay siempr~ el peligro que¡•en un rapto de audacia, 1


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LA OUDAD SUMERGIDA

los salteadores penetren en Lima, pero las murallas desempeñan una imprescindible función protectora: fueron edificadas como defensa ante un eventual ataque extranjero (la imagen mítica de los piratas), pero acabaron desempeñand 1, un papel más prosaico convertidas en barreras del bandolerismo. Pero, como en otros casos, el miedo tiende a exagerar la acción ! los bandidos: la criminalidad no tuvo rasgos de violencia incontenible. Los asa! ntes se limitan a apropiarse de objetos de valor, pocas veces matan o hieren a sus v ctimas, los que se resisten sólo acaban golpeados; se puede encontrar por exc :pción el. caso anecdótico de un viajero a quien dejan desnudo en medio. del desierto. Las autoridades, sin embargo, insisten en reiterar una imagen terrorífica le los bandidos, De Rojas, un criollo chacarero,residcnte en Sayán, que ejerció el b mdolerismo en Chancay, dice que "es constante a todo el valle eltemor que se 1 tierte.[ ...]y que a la casa q~e llega le dan lo que pide, a la buena o a la mala com sueedió·en la Haciemla Palpa ...".2 El y sus hombres (menos de seis) hab an conseguido atemorizar o sólo a viajeros o hacendados, sino incluso achacar ros y pequeños propietario , a quienes obligan a entregarles alimentos, darles prot cción. y proporcion~les e . nto n_ecesiten, exigiendo,además rapidez y eficiencia e estos ·servicios. Ignacio Ro ses tratado como un "co~de": lacomparación,áunque · nunciadacomo unreproch , puede traslucir el respeto que alca.nzaron algunos b . didosyellugar . competitiv con los aristócratas enJa! imaginación popular.El 12 enoviembi-qle . 1814termi a trágicamentela trayectJria d"' Rojas cu.ando,descubicyto.poi un grupci ·· de soldado en.el maizal.de la hµctienda Caqui, les hace frente y cae muerto. Localizar] • fue una tareadifícii: el ca¡¡itán que dirigió la Msquedae¡j¡pezórevisanc!o los pueblo , registrando. todos los galpones de haciendas, recori/endo los más

se

variadosn··· c.. ºn.es. de~ val.·le. sin.ob.·t. e.11e,:alg.un. ª.·.p.·is. ta.:·T·. amp.·º.·co.cn.contr·o·· ,laa.):u.d.ª. q.ue esperaba d las autcndades, dc1Sub4elegado de Chancay o del Alcalde, qillenes no. tenían la enoueferencia precisa sbbre el bandido, Rojas. aparecfa así como _un personaj~. bicuo. Sólo cuando se !ofrecieron cien pesos a quien pro¡iorcionase · . mformac¡ , etband1do pudo ser hallado. . . ·... .. . · .. . . .. . . Ignaci de Rojas tenía fama de h~bre generosoy, para mantener ese cierto halo m~tico_ qlJ. com.,enzó a e.nmarcar. su fi.gur.a, acostum.·brn.ba as.;ü.tar vestido ,con una · "capaver botella"; color que, c<J o contrastaba con Ja ·arena, era v1s1ble a la distancia. ~us captores; ala postre,ladmitierm1 qué era "de mano pródiga.·•; por lo

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i~;;ºd.·~.~º ~:n···"el P.¡~. -~.i·o·e~. .·~.:;:·s. ::te·ifí·. o una . rápidarn ...ía.ª!.~~.;.,·1·1). e para evitar concw~os.~de gentese::·u·\.i~.-.·.r·d··.1.~.las.s!·~ que porunaiara. ~:.se;.d~. curiosidad, 3 piedad m entendida·haccri más bien ·un tumultuoso concurso ..." . · .. ·. .. . ·. La tra ectona de Rojas,. comiándido, fue corta pero intensa, .Un asalto de P.· ...

meno. cu.· tes tía l•o lle.·vó a p.risió.n .ant. . ..de lo.s 2.Oan.- º. s.• d·e·d·on.d.é fu. g.·.ó, .b·.us.có r.···efu··· g¡.·o en losrmo y fue formando suce ivas bandas con esclavos y mestizos. Asaltó a un minero en Ancón, robó en las· , ed.iaciones de Sup.e, hizo otrq robo en Huacho, atacó a un eligioso que viajaba ac.o¡npañado por un esclavo,..• Volvió a caerpresos y volvió a fugar. Pero la versión so re el terror impuesto porRoj¡is ria era deUodo infundad .Hasta ahora su biografía areceajustarse;ü modelo cli\sico delbandolero . . . . . . . . . 1. . . . . .

ROSTROS DE LA PLÉBE

ZONAS DE BANDOLERISMO

COSTA CENTRAL , S. XVl1I Bandolertsllll y palenques · Casma 1

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ROSTROS DE LA PLEBE

LA OUDAD SUMERGIDA

social: robaba a los ricós y ayudaba a los pobres. Pero ocurre que los "serranos" Y los "indios" estuvieron también entre sus víctimas. En las Io:nas de 1:achay, atoínpfiiiadopot el esclavo·cimarrón Julianillo, asaltó a uno campesn:os Y, ·• posteriormente, él y un mestizo llamado Gregario Vega asaltaron t otros mdi~enas en un paraje cercano: no extrafiaentonces, que fueran persegmdos por los mdi?s de Huacho. Es probable, incluso, que su captura no haya sido tanto consecuencia de . una delación alentada por la recompensa pecuniaria, como la eve tual venganza de . algunos campesinos. · . . . . .· ; Hechos similares se repiten en las histonas de otros bandidos Manuel Bravo, . un bandolero mestizo de lea, ayudaba a los cimarrones y a los ese avos chacareros; • incluso en cierta ocasión llegó a libertar a un grupo de negros qu eran conducidos encadenados de Caucato a la hacienda Bujama, pero la simpatía para_ los esclavos contrasta i:on la conducta que tiene frente a los indios: les roba co o s1 fueran neos españolts, sin hacer discriminación alguna. Entre Caiiete e lea, Bravo asalta a un 0 grupo de es indígenas, a los que despoja de tod?· ~s adelante a ca un_as chacra~. Los indi yanaconas de esos lugares se convrrlleron en los p rsegmdores mas tenaces d los bandoleros, reclaman con insistencia la intervenc ón del cuerpo de Dragones 4 Caso excepcional sería el de Pedro León que, cuando s de sus hombres dieron m ene a un indio, él mismo los entregó a las autoridad~s ., . · . . Noex afia,portodo lo anterior)que alrevisarlacompos1c1ondelas bandas casi 1 no se ene entren indios. Entre más lde veinte bandoleros ---exch.ndos muchos casos inciertos dudosos-procesados dntre 1791 y 1814, encontrarnos negros esclavos libertos zambos chinos, alguno~ mestizos, incluso criollos, pero no hay un solo 0 índio. E la única'relación de pres s de la "cárcel de la ciudad" que hemos podido encontr , atendiendo a la proce encía étnica de los condenados, resultau las siguiente· cifras: CUADRO! Cárcel eal de la ciudad (1796) Casta de lod resos Blancos Mestizos Mulatos Zambos Negros Chinos Indios Cholos Sin respues ,

15 12 7

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59 ¡ ·ente: A.G.N., Superior ¡obierno, Ieg. 26, ctiá<I. 774, 17~6. 1

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De los seis indios que figuran en la relación, sólo dos eran considerados "salteadores de caminos". Si aiiadimos que ocho de los blancos estaban encarcelados bajo la acusación de una cuantiosa defraudación asdendente a 5,000 pesos (un acontecimiento excepcional), tendremos que la criminalidad encontraba mayores adeptos entre los grupos étnicos mixtos: a los 12 mestizos, poqemos suínar2 cholos y 14 castas (mulatos, zambos y chinos), con lo que dl)ría la cifra de 28 presos, Lamentablemente, sabemos poco acerca•de sus ocupaciones: podemos indicar que, de) total de encarcelados, sólo nu~ve eran esclavos. En lo que se refiere alos delitos: 9 estaban condenados por homicidio, 4 por intento de homicidio, 16 por asalto de caminos y 23 por robos, restan otros 7 por delitos diversos, Las bandas que proliferaban en la costa estaban, en su mayoría, compuestas por hombres jóvenes, cuyas edades fluctua])an entre los 20 y 30 años. Raro era el bandido que estabá casado, pero ninguno de. ellos dejaba de tener una o más convivientes. En lo que se réfierea ocupaciones, éstas se reparten por igual entre oficios del campo (gaiián, esclavo de hacienda) y de la ciudad (sastre, jornalero, zapatero, albaiiil), casi no hay ninguno que responda carecer de ocupación. Estos datos interesan para anotar que el bando!drismo nofue un fenómeno,exclusivamente rural. Muchos bandidos provenían de las ciudades y en fas calles y tugurios deLima hallaban tanta protección como en los mimtes. Todavía más: la ciudad era el único lugar donde podían encontrarse personajes tan di versos y heterogéneos, de ocupaciones variadas y de procedencia étnica indistinta, para ponerse de acuerdo; unirse y salir a recorrer los. caminos. Fue el caso precisamen~ de la banda dirigida por Manuel Bravo, ury mestizo mencionado líneas atrás, desertor que abandonó a su tropa en.lea y se refugió en Lima, donde :intenta sobrevivir como sastre y poder así mantener a su amante, una "china" llamada Andrea Mansilla, pero la penuria econ,ómica.Heva a que ambos se asocien con dos esclavos ,cimarrones y un.negro . libre, adquieran una pistola, tres sables y cuatro caballos y, teniendo coniobase de operaciones una cása ubicada en San Lázaro, cerca de la'quinta de Presa, procedan a organizar frecuentes incursiones entre Lima e Ica.6 : Las biografías· de. estos bandidos se inscriben exé!usivamente en la historia de ias capas más bajas de la socieda.d colonial. No hay un solo terrateniente, mayordomo de hacienda, uf menos , · . aristócrata que recurriera al camino de la ilegalidad o el 'delito. . ·· · ·: .-< · Lasbandas eran poco numerosas: un promedio de cinco hombres.7 Estaban por loge11eral mal pertrechadas: pocas veces dispon.en de armas defuego;por lo común, portaban unos sables hechos por ellos mismós con hojas Viejas y ní9hosas, dientes en los filos y una improvisada abrazadera, Eran llamados "chafalcite.s'': se convirtieron fácilmente en el arma siml)ólica de los bandidós dela cost¡¡ y el hecho que así fuera,trasluce la escasa peligrosidad del"bandolerismo.8 Emplearon también esas hojas dentadas y puntiagudas, especie de lanzas, a las que el hampa limefia continúa llamando "verduguillos". Por el número y por las armas, resultaba lógico qué sus víctimas frecuentes fuesen los viajeros desprevenidos. Aítemaban los asaltos de caminos con eventuales acciones de cuatreraje: así procedían por 1793 Ignacio Risco y sus hombres en los alrededoresi de Chincha y Pisco. De esta manera se enfrentaban con personajes que eran apenas eslabones finales en la red organizada


ROSTROSDELAPLEBE

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LACllIDAD SUMERGIDA

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por el capital mercantil limeño, sin perturbar significativamente .la .vidaide la;;i· aristocracia. No sabemos -antes de 1821- de ninguna hacienda amenazada·;o · · atacada por bandidos; tampoco de enfrentamientos ·con fancionarios coloniales•,:: (corregidores, intendentes, subdelegados). I!,a violencia del~s bandidos termina en una cierta esterilidad, aunque, el bandolerismo no se refugia en áreas económicacmente marginales, sino que llega a establecerse en las mismas rutas mercantiles y· amenaza las puertas dela capital. Pero es sólo una amenaza: laimaginacióncolonial exacerba la acción de los bandidos. como /resultado de lai combinación·entre eL recurrente temor dela clase dominante y el entusiasmo que el bandido; como-hombre·• libre, despierta en una .sociedad qne admite el trabajo esc;lavo, El pueblo y llic:. aristoqraciacoinciden; aunque por motivos diferentes, en la-mitificaciórrdetmismt:V personaje: comparando a los bandidos con condes.y dándoles títulos eomoi'capítán, de bandidos" o atribuyéndoles crímenes atroces, uniendi;> casi en una· misma,, biografía dos sentimientbs contradictoriosqqe nacían de lasrelacionesentr&blancos,, y negros, es decir, la obsesión por la libertád con elmiedó. Algunos personajes;•. como el zambo llamado "Rey del Monte!', consiguieroniinusitadas·simpatías: .: _·. vestido de monigote se presentaba en las coiridaS de toros, haciendo reír.a niños·y ·. adultos; años des¡iués sería ajusticiado en 1J.horca, junto con tres compañeros; en:cc octubre de 1815.' En cierta manera, el bandolerismo termina por ser funcional• a la•,sociedadu colonial; ·No ataca ni a los centros de poder; ni a los mecanismos de extracción de·,· excedentes. Agu(\iza, porotro lado, las tensiories entrenegros e indiós.·Nó,consigiie,ecser erradicado,. pero tampoco llega·a -unirse-con ningún•movimiente-de:masas;,. Diferencia sustaricial con los bandidos que; por esos, mismos años; recorrian-'los , llanos de Venezuela y que se alistaron durante las guerras de la:independerit;ia;, . primero con elrealista Boves y después con Bolívar;. En la cbsta peruana-habi:á·que•·:· esperar hasta 1821.para que las bandas, convertidas en montoneras, realicen algunas> acciones de envergadura y adquieran cierta perspectiva política. Pero; antes; no,,, pasan de pequeños grupos, escasamente articulados. Quizá debamos atribuir,, precisamente, a la combinación entre bandolerismo y cimarronaje (la fµga como · alternativa frente a la hacienda) el que fueran poco frécuent~s las sublevaciones de esclavbs. Al fin y al cabo, el bandolerismo es esencialmente "reformista'':· en el mejorde los casos, se limita a castigar o,sancionar alrico, per0nodesea·su abolición como. clase. En una sociedad donde, además, la clase, don\inante tenía .sólo una ·relaciónmarginal con la propiedad terrateniente, elbandolensmo·no-'representaba ninguna amenaza directa. Las ruias comerciales podían volverse peligrosas, el oficiodecomercianteitineranterequeríadeéiertasptecauciones;perolaaristocr.icia. mercantil permanecía oculta tras, los· mil rostros· de sus futermediarios, sin.lser. · percibida,por hombres como Rojas,o Bravo. Ellosignoraoan·que,.con sus actos·, desempeñaban también,elpapel de conductos porlos qué,sulesembolsabllll las tensiones sociales, evitando así una repentiriaruptura en lo~'diques de contención, Se repite lá opacidad que .observarnos en la t:onciencia:social de los esclavos. El bandolerismo, en!la costa, bloqueó inblriso otras modalidades decla protesta·• social.· ,Hemos hablado de·ladecadenciá de·\os palenques:·pbr el escaso número de · '

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ROSlROS DELA PLEBE

LA<llúDADSUMERGIDA

sus. miembros y la poca organización, tenninaron recurriendo al asalto en los caminos,:.\)) abigeatQ o el rpbo en las haciendas para poder subsistir; y así se confm1die10n coµ el bandolerismo, hasta el punto que, al terminar-el siglo, en los testimonios:jul:liciales,el término "palenque" es apenas sinónimo de 'lugar de residencia"... En. otras palabras: la rebeldía negra 'termina sustituida por m movimientosoci,µ que,,_casi por definición, era plu¡iétnico. •_ Librado:a-,sus propias _fuerzas, el bandolerismo no consigue tran armarse cualitativamente._ Al igual que con otros aspectos y personajes de la sociedad colonial; analizado con detenimiento, parece perdersus trazos nítidos, des ibujarse, convemrse. en unmoyimiento impreciso, Mientras para los negros, Roj ·-o Bravo podían ser "bandoleros sociales'', para los chacareros indígenas de C 1ancay y Huacho eran. sirn'ples _"crimiuales". El bandolerismo no fue esa " pecie de venganzacontra el señor''." que Fernand Braudel observ_ó en las costas de Mediterráneo; aquí pare& alejarse de la historia consciente de las clases popul es, para reducirse sólci a 1 expresión del malestar. social, un signo del deterio o de las haciendas, del ini io de. la crisis comercial y de la descomposición po ítica que antecede a la ind pendencia. La persistencia del bandolerismo, a p ar de su debilidad interna, no se entiende sin considerar la patética debilidad d LEstadó colonial. Así co o el bandolerismo no consigue conquistas significatiyas en su neb~loso enfren iento con_tra el orden colpnial, tarripo_co puede ser d~~btado; no mo_nrádemue_rter pe_~ll-na,smo__d~unap_rolc¡:'gadaagoma,porconsunc10_~,muchas_· décadas después, ec1en en los m1c10s del ,ligio XX; En alguna medida¡ esto fue sospechado por autoridades, pero mienlfas el bandolerismo formara [parte del _· paisaje de la costa , por serun fenómeno en~émico, se convirti~ra en ci~rta manera en algo habitual_, . o tenía qu_e temer realjnfnte la ansto-cra-c¡a co.lom_ ~- Era, en última instancia, e recurso desesperado de punarrones que, como Dommgo Mene · doza o esos negro apodados "El Gavilán" · "Rey del Monte", asaltaban cerca de Surco.2.VIOLEMCIAD TODOSLOSDÍÁS .

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• Hay una_-ev~· de_ te d~spropo-rció-n e_ntre 19s ~etos. de·I·os bandi-·dos y las p.enás que · reciben en los unales. La ley prescnbrn taJantemente. la muerte para, los· salteadores de· e inos. s_e cumplió en mu9hos ca.sos. En 1772,_ fueronahorc. actos_ en la plaza de de Lima Manuel ~ez, el alférez Juan Pulido, por.haber capitaneado .una~da, y cuatro negros clf Carabáyllo; al año si~ente s~an aj¡¡s.ticiados_ once resos.- Da.do es.te destino µiexorabl._e_; al.gunos b.andid.os prefe.nan _ ·. morir, como·Igna io de Rojas, enfrentándose a los spldados y con las armas en la mano. Sólo el deferro o la prisión prolonJr,ida sustiniían a la muerte. · _ · .. ¿Por qué estos castigos? La violencia ~lnía una funcipn ejemplificadora: no se ejercí_ª_ reca_tadamt~tei. en lugar.es reserva os,Jejós. deJos_ cu_ria.sos, '_ Todo 1_0, contrario: el escen'lrio preferido erala plaza ,rincipal de la dudad. '.'Ningún esclavo era castigado en.p vadp", según pudo.obser¡var wmiam Bennet Stevenso11, viajero

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e historiador inglés. No estaba prohibida la tortura en,los interrogatorios, hasta efüob punto de obligar a muchos cimarrones a admitircrúnenes no cometidos: Iaconfesión,;.: ;; arrancada por la violencia podía disculpar al reo, pero nadie pensaba en incriminar.- ,.-q al verdugo (un oficio como cualquier otro). Aquéllos que se libJiabande la horca no. ., podían evitar los azotes en público. El negro Anacleto, un cimarrón, recibió 20(L . : azotes, recorriendo las calles de Lima precedidoipór un pregonero que explicaba sus faltas.u Manuel Chambo, procesado por abigeato, fue condenado también a200 azotes por las calles y otros 25 en el poyo;Je !aplaza mayor.12 Cuando el negro Pedro. ; León fue acusado del homicidio de dos indios (al parecer, no tuvo más responsabi.-, lidad que la "mala fama" de bandido y el temor que en Surco despertaba su nombre), el fiscarpidió la pena de muerte; pero, a falta de pruebas,;sólo tendría que asistir al .- .: ahorcamiento de sus dos supuestos cómplices, Toribio Puente y IDomingo Mendoza, quienes serían sacados de la prisión con.-una soga de esparto al cuello, conducidos a la plaza mayor, "en donde esiaFáuna horca de tres palos" y colgados . .Terminado el suplicio; a ambos se les cortaría la cabeza. (forno escarmiento, serían fijadas y exhibidas ,en una escarpia :cercana al puente de Surco. Pedro-León, aparte de . contemplar todo; debía pasar, como expresrul\~nte se'prescribía en la sentencia; · debajo de la horca, después 1de lo cual partiría cuatro años a la isla presidio de.Juan Fernández-, en el Reino de Chile.13 · Existía la convicción -por lo menos entre los magistradós:de la Audicnci_aque las faltas debían serp.urgadas. El castigo eta físico y visible: en una época.en. . · que se descuóría tanto la calle tomo los espectá~ulos públicos (toros,teatrc, gallos, paseos, café), terminó siendo un espectácúlo mM; casi una distracción. El principal.-. verdugo de Lima tenía el significativo mote de ':Festejo". Era imposible imaginar. · la plaza de armas sin el palacio virreinal y sin la horca: resulta asíque en el centro de la ciudad figuraban los símbolos de la violencia. ¿Porqué? .En cierta manera.se · trata de un rasgo común con otras sociedades del "antiguo régimen". En Venecia podían observarse, como nos lo ha indicadoRuggieroRomano, símbolos parecidos. Pero la pregunta, en realidad, no es porel castigo, sino. por la desproporción entre · éste y el delito, es decir, por esta aparente inflación de la violencia. Quizá los bandidos fueron la ocasión ejempltficadóra contr~ un peligro que se anidaba en el iitteriot de tos muros dela ciudad: la frecuencia de asaltos en las propias : calles de Lima. Una deplorable iluminación protege los robos ~octilmos. Pero, a · medida que transcurre el siglo; éstos suceden incluso de día yen los lugares inás · públicos: las principales calles; el puente, la plaza, los atricísde las iglesias, Se roban carteras; sombreros, capas": Surge' una palabra para designar estos héchos: el· · "capeo". Poracción- de los "capeadores", desde !Cls tiempos del Virrey Amat, se consideró peligroso atravesar de noche el puente sobre el Rímac. Hacia 1798; allí .- · se habíá estableddo, literalmente; Esteban. Villapán, ún carterista cuyo oficio original era: ·el dé sastre, pero que «tiempo ha qúe no trábaja" .14 Por" entonces, se volvió corriente el asalto noéturno a los domicilios ºescalando paredes", a pesar de la protección que podían gatantizar los perros y1as armas de los propietarios. ·se•·. formaron verdaderas bandas urbanas. Un buen ejemplo podría serla banda de Antonio Gútiérrez.1¡ Era un zapatero andaluz -que fue apresado en 1772, cúando tenía 25 ó 26 añosi' ·En su itinerarioc


no

LAOUDADSUMERGIDA

delictivo figuraban el robo a la huerta de un paisano, el sevillano Francisco Durán, . luego un asalto más audazeu la casa de Ventura Tagle. Viajó a Buenos Air\>S, estuvo preso,. pero, como muchos otros fugó sin gran dificultad. Por enk?Il\'es había formado una banda que tuvo entre seis y siete miembros. Todos v1v1an en un conventillo en San Lázaro que les servía como base. para diversas oper ;iones: el robo de la platería de una casa o el hurto a una negra chicharronera. Las víctimas, de esta manera, muchas. veces eran personajes de una pobreza similar. Por esos. mismos años, otra banda, así como asaltó. una tienda de platej"ía, ro ó en una chingana A Gutiérrez lo llamaban capitán: tenía una pistola, esmeril y c allo, pero · quizá para disculpgrse ante las autoridades, él presentó una imagen. más democrática: "la dirección 'etáinutua, y recíproca entre todos apuntando cada o a lo que tenía por convenienteéneUogro de sufüL.". Amparado en estas con · . raciones, I durante elproce empleó el término "compañía" en lugar de banda.e Al una razón tuvo: el funcfo · iento eficaz de esa asociación exigía,junto con un . bajo en . equipo; artic · clandestinamente con! otros sectores sociales. A arte de la protección de lo vecinos (a los que·se debía gratificar en fiestas o e ... ganas), primero sereque ' delcontactoconinformantessobrelas casas quepodí nasaltarSe (los esclavos éstiéos eran los mej~s), el auxilfode•algún m· · queJes proporcionase as (en es~ caso fue esejalfére~ Juan~• ahorca fl mismo , año en que fue.a esado Gunerrez) y, al finjil, algu¡enaqmen vender el bcjtíll (en una ocasión., fue el . yo.rdom..º.d.e,la_chacra.··!.• nte <!ue intercam·· ... bíó la plata l~brada por un caballo). T una red dehcnva que repetía en el caso de otras bru)das, como la de !'4iguel n.'6Se ~ncuentran así vi que aparecen en distintosjpasajes de .·· . este¿:rod~u ad()S y serniempleados.llos jornaleros eventuales cuyas vidas dependían delíi ·odellegada de los b:a;s, las recuas demtjlas, .elincremeuto en las edificacion¡~anas o la demanda los talleres, contribuyen a que aumente o disminuya, se ún elperíodo,Ja marq ~ una masa urbana que convive.con los ·salteadores de inos, En térruinos étnicos, estos trabaja\lores eventuales son. . mestizos ocas ..· (especialmente zam~ y mulatos), de m\lfiera que, a.su frágil condición econ mica; añade!lla 1:xclµsió~ social: no pertenecen a mnguno de. los tre·.sgru.po. '·.dos{hlan···cos,n·egi,·osoinjlios)yd.ebe·!l· so·portar·····•.··.. ·.e.lmenosp·rec···1.·.o.:q.ue desde la conq · ta:queda reservado a trn\OS los mesnzos, .·• e$0S hombres de ~das destruidas"...p o las definiciones y los cálificativos que se ruljuntan a los térmmos "zambo" y "in . to''. son todavía peores¡"casta infarne" ''lapeorymás vilde la,. tierra"P El .doc ·•rManano de la Torre, cfl.l!ónígo de la Santalglesia Metropolitana. de Lima, aña ' oiras precisiones poco edificantes:. "La regla general es q~e toda . mistura. con In ·o y espaílol produce :~r:os, que es derivación del.verbo latino miseo y la me con negro origina m s que es una analogía de los i;nuloswmo animales de te era especie",18 A los zrurtbos, ~.su vez, se les•~c~~cab~ c~to robo o crimen ocum Bennet Stevenson -cbntagiado de los preJmC10$ limenos--.- les adjuntó Jós e ,- cativos de "cruel; verigativo e implacable", junto: con los de "perezoso, estúpido;y provpcador"._" / • . . . . ·. j Francisco. oreyra y Matute, m1emb~ de la burocracmcolonial, Vjllculado por parentesco a lo grahdes comerciantes di) Lima y pmpietari(i de tierra/; y casas, en

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ROSTROS DE LA PLEBE .

12! ·.

un informe de ~.Audiencia de Lima fechado en agosto de 1814, hacía las siguientes ; observac1on~s: las castas, que ha<:<'n el mayor número de la población son gentes· ... enterarnen~ mmorales, sm educación, ni principios de honor que los contengan en los Justos \imites de s1;1 deber; así es que son demasiado frecuentes los crímenes de hurto, heridas Yhom1~1d10s y todo género de exceso... "20• Las castas se habían m~r~mentado ~n el Siglo XVlll: estos •hombres, excluidos , y menospreciados, ediftcaro_n sus vidas en conte~tació? cotidiana a la legalidad y religiosidad vigentes. P~a nadie era un secreto la liberal1dad en sus prácticas sexuales, el predominio de · h1Jos natur?.1es Ylas parejas formadas al margen de la'Iglesia: la asociación entre ladrones y amanc1as". • , · . .CUADR03

Bautisn1os San¡Lázaro* · Años 1760 1770 1780 1790 1800 1810

Legítimos 83 107 99 142 183 162.

%

n.6

69 66.9 . 62.2 60.4 57.2

Natu- Í · rales \% . 33 48 48

83

119 121

28.4 31 32.4 36.4 39.2 42.7

Nose indica %

1 3 l

0.6 1.3

0.3

Total 116 155 148 228 303 283

~uente: A.~., L~ros de bautismos de españoles, San Lázard 1760-1810. En el archivo figuran separadamente los bautismos dé indios~

Lós po~entajes inás altos de ilegitimidad •corresponden a' las castas. El año · 1800, por e1erpp)o, del total de hijos naturales {U9), casi todos espécificaron su .. proc~dencia etmca y entre mesnzos, mulatos, cuarterones, i chinos, zambos y .. reqmnterone_s sumaron 66. E_~tas cifras son corroboradas por in)'ormación notarial: .. ~ara 1770 resultan 14% de h11os ~turales y para 1810, 13%.21 • Porcentajes, todos estos, ~uy ele~ados en comparacmn con las parroquias de Europa, e incluso con las . de ~?1le. Hacia 1770, una muJer se jactaba públicamente de tener tantos amantes que .. cada~. p_one a un hoin~re ~n Valdivia", es decir, lo remitía a prisión.22 Sería per~ente anadir_ q':'e la Pf?Sllluc':"n no es una actividad clararn'ente delimitada. Be 1~ eJerce en las VIVlendas improvisadas delpuerto, en las pulperías y chinganas de Lnna, en "oyos" cerca del hospital y las bodegas de Bellavista.23 , . El aumen~ de la plebefue observado con preocupación por el viajero Haencke: · 'Es de. advertir_ ~ue, aunqu~ en general crezca la masa total en la población, ofrece la mayor atenc1_on que este; aumento de pobladores es de número, y no de calidad: ~erto1:s, manneros, polizones, vagos, gente sin otrafortuna que su persona poca disnncmn y mucho problema".· Después de ieñalar su crecida presencia ~n los


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LA OUDAD SUMERGIDA

ROSlROS DE LA PLEBE ·

asientos mineros, añadía que "abundan no poco en la capital"." _Otro testigo indicaba; de manera más rotunda, que en Lima "la mayor parte de la g~nte es oc10sa y vagabunda" y la situación era de tal manera alarmante que "apenas van comdos diez días del presente mes [setiembre, 1780] y ya se han hecho d ce hurtos de magnitud".25 · · Ccintra esta población se fundó en 1787 el ramo de policía y en 17 10 la plaza.de alguacil de ociosos.26 Se hizo obligatoria la iluminación de la ciudad, por lo menos entre 8 y 10 de la noche, y se estableció un servicio de serenos y p trul~s, estos últimos para vigilar los almacenes de los comercrantes. Las puertas d, la cmdad se mantenían cerradas entre las 11 de la noche y las 4 de la madrugada. .ro no fueron suficientes estas medidas. La población de Lima se incrementaba co stantemente. Tanto en 1770 como en 1810, 21 % entre los que hicieron testamentos en Lima eran provincianos.r El fenómeno, a su vez, obedecía al crecimiento demo áfico que el virreinato experimentaba en casi todas sus regiones, en· algunos gares desde medianos dellsiolo XV!l, en otros desde inicios del XV!ll. Esta po !ación nueva terminó oblig 1~ a migrar, liberada de aquellos lazos que la unían a sus comunidades y condenada uchas veces a conseguir sólo empleos temporales o as JIDarse a esos vagabundos, n frecuentes en ciuda~ como Ayacucho o Cusco. El vagab daje era visible en fas calles de Lima El tema moti ó dos. sendos artículos en el ercurio Peruano. En 1190 de ellos se de~cribió ~,"innu erabl~ !(opa de mendigos [que] huyen al. orden, ljborrecen la disciplina . E1 1 Arzobispado pretendió ate ,uar la situación admi?i~fando una Casa de ~o~res, ~,¡sde ~ 732; El Virrey Amat vo que crear un hosp1c1tEn las casas de m1Sencor~a hab1íl mas~~ 28 un centenar_ d ocupan..tes. Uncen.so m __ u·j-~r:'8 in.digen_tes, Pº_sienor, a 18.~9, \fil_ºJº la cifra de 9 4 pobres, compuesta po mválidos, anclllllos, vmdas... D1ec10cho habían sido 'abandonadas" por sus aric\os. Pero estas cifras comprendían únicamente a os "pobres vergonzantes!', es decir, personas que en el pasado liabían tenido una c dición acomodada.29 Eli 1770, 13% de testantes se declaran como "pobres". L mayoría de vagabundos preferían habitar en las plaza_s de la ciu_dad. . En 1810, la in uisición procesó a un negro que ganaba el Pª!' pasea11do por las calles una gavillad pen¡os, gatos y monos, a los qu_e había enseñiro a baiJat:: el hecho fue referido por viajero Julian Mellet y ~?st~normente recogido por R1car~ Pahua._ Los vagos no faltaban a las comidas captalivas que diarramente se repartian en San Francisco, e la Recolección de los Def,alzos y, en general, en toc\o_s los_ conventos y monasteri!. El Arzobispado ofre~ía una limosna mensual ! algunos_ pobres c1_ ._

conseg. uían ner~e-bajo su llegado pro.tec.ción_,_j M .•. nc_por h.·º___slad,e.fama _e_sto.sde_Llffia pe_· r~-ona.ies e.ran_ m._igrantes___ desafortuna s que habían atraídos y esperanzados _de . encontrar ve tura'en una ciudad apare,tement,e próspera. Pero el capital comercial . es avaro. La situación se deterioró aú~ más cuando llegaron los eff'\'toS tempranos de la.crisis c mercial y la migración ~o se cont_uvo. ]Iacja 1790, e\ ~oeta andaluz Terralla. y L _dai observaba a 1~ entr~da_ de Lima, muchas pulperas, / ta,'.°bos, chinganas y puestos, / cocinenas y ferranos, / muchas gentes .y arneros_ . _1;-8 población fr ue¡¡tabalas fondas y ~bos ubicados_en_los suburbio~, pero tamb~en vivía en los' callejones de cuartos", c colados _en alredec!qr de un qentenar:allíel ¡

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hacinamiento y la promiscuidad eran inevitables. Terralla hacía otras anotaciones sobre la composición de esia especie de ''pueblo menudo",. de Lima: "Que ves a muchas mulaias /destinadas al comercio,/ las unas al de la cilme, / las otras al de lo 30 mes'?o". Repetía así consabidos prejuicios sobre las mulatl!s, recogidos antes por , los v1aJeros Jorge Juan y Antonio de Ulloa.. <?tro ~.stigo de_ la época ac~?,~ una expresiónpar~ englobar a vagos, mulatos y i_neslizos. gente vil de la plebe . Plebe fue un lérmmo usado con frecuencia en la epoca, para_denomi~ar a esa masa disgregada que era el pueblo de las ciudades. El termmo tema unaev~dente conn?taci~n despectiva, que a veces no era suficiente, por que se le_~cº,'.°P.ªnaba de "!!un ~dJe~vo, como vil; ínfim~, "gavilla abundante y siem~redañma ; bapesfe~ ... Smommodepopulachoypueblo. Losplebeyosse defmran po~ue, en una sociedad que pretendía acatar una,rjgnrosa estratificación social, su~ ~1embros_ ~arecían_ de_ ocupaciones y oficios permanentes. Pero, aparte de una frágil ~ond1c1~~ econon_uca, se cont¡-aponían a la aristocracia por vivir al m".'gen de la . cultura ·. no hab1a escuela, m maestros para ellos; eran -"'-<:orno ha sen"!adoPablo_Macera~analfabetos porqu~ la educación resultó ser uno delos más prec~ados pnvileg10s de cl_ase.32 Por _eso, !aristócraias como-José Baquíjano y Camilo; Antomo de Quereiazu y_M?llmed~ o José Bravo de Lagunas y Castilla, fueron retratados al.lado de sus b1bhotecas: lel libro era un símbolo de status; En · 17'70, de 49 casos que declaran efectos personales -sobre un total de 118 testamentos masculinos-, 9 declaran libros. Para la plebe no hubo ilustraciónprobable_m~nte no tu~eron noticia alguna del Mercurio Petuano o de1Diario d; Lzma >: m s1qmera supieron la existencia de un círcúlointelectuál llamado"Amantes del Pais".. · · ._ : . _¿Qué volum~n alcanzó la,plebe_ de Lima? Las frecuentes referencias de los YlllJeros, las medidas represivas, las denuncias en las actas de Cabildo, harían pensar en una elevada _cifra que,·al parecer, es confirmada por el historiador Manuel de Mendib~ al afnn_:,ar que en Lima; en 1770, había 19,232 vagos, es decir, 38% sobre . la poblac10n total. En n?estras búsquedas de fuentes censales no hemos podido e~contrar los datos cuanlital!vos que corroboren o corrijan, la cifra señalada. A , simple VISta, parece una exageración. Habría que considerar, sin embargo, que no se tra~ de un h1stonad?r_unprov1sado o ansioso de.liberar a su nnaginacióh, sino que, .s~duc1do por ese pos1IIY1Smo dels1glo pasado, Mendiburu se sujetó a un respeto casi ntual por los d~cumentos, ateniéndose a lo que llanamente le decían, sin forzarlos, · a veces sm s1qmeramterrogarlos. Quizálacifranos sorprenda menos siobservamos que Mendiburu la indica al tratar de la composición ocupacional de los habitantes de ''color" de Lima, es decir, to~os aquéllos que no eran esp\Jiíoles y que sumaban ., 30,581 personas. Esta cifra eqmvale a la suma de indios, negros, mestizos y casias · en elcens~ de 1791: _32, 721. Esta población, siguiendo aMendiburu, se distribuía · en los s1gmentes,ofic10s: 2,093sirvientes, l,027 artesanos, 9;229 esclavos y, al fmal, los menc10~dos 19,232 vagos; El volumen de sirvientes, artesanos y esclavos parece comc1dir .con otras fuentes. .Todo esto nos obliga a pensar que tal vez , Me?dibnru_ daba una acepción más amplia¡ al término vagabundaje, q~e no '!~ · hm1taba solo a los desocupados, mcluyendo también a -los semiempleados y

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subempleados, a los trabajadores estacion_ale~ o eventuales. Lo cierto· es que contrastan las múltiples referencias y descnpcmnes de la plebe, con la _es,~z de cifras. Varios decenios después, en 1829, se realizó_ un ce~so ?e la poblac'.611 luneña. El azar nos ha deparado sólo los resultados del pnmer distnto d~ Lim~.,, Jbre u1:1a . población total de 1,359 habitantes, 201 se declararon "hombres sm oficio es decir, · 14%.34

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Dentro de la plebe de Lima, es imprescindible considerar a los com :rciantes ambulantes: vendedores que, con sus mercaderías a la mano, reco_rr(an las calles de la ciudad o se establecían en las plazas y atrios de las iglesias. Rec1b1eron Inombre de "mercachifles''., aunque algnnos prefirieron llamarlos "zánganos'.', P a ~ la imagen que se trataba de gente ociosa. Evidentemente, no e;a un traba¡o r .onoc1do 0 socialmente admitido, por el contrario, era menospreciado y sele re rochaba constituir una conjpetencia desleal a los comerciantes establecidos en los_ Jon~s de · la plaza mayor o lbs portales. Algunos almaceneros propalaban 1~ espec1 segun la cual los mercach fles vendían productos de contrabando \evadiendo . fisco) Y mercaderías de m a calidad, quena ofrecíaiüamenor garantía al consum1 _or. Dado que aumentaban e númeroino faltaron las'. c¡uejas y recI:1mos ante e!Tn una! d~l Consulado: los m dianos comerciantes teffilmar_on ~dm111endo qu~ el me or prec10 en la venta de pro uctos de los mercachifles Sigm~caba una peligro~ c m~eten- . . • cia. No dejaron e señalar que, en la sola ¡:x1stencia de este comerc10, ?abra una violación a la ley igente,-que prohibía el ejercicio de actividadesmer~11les a las, "castas de baja. tofa". Piden a las autoridades que; por la fuerza, re'f"en a.los mercachifles de I plaza mayor, de las igl¡ias, de las calles centrales y1que sean· reducidos a las p uelas de los conventos.del baraW.lo .. El añ.o 1786 s~ acue·r.da arrojarlos de la p de armas. Sin embarg , al poco liempo regresan y, al parecer, en mayor número Como formaban parte (\< la plebe, era fácil que los acusaran no , sólo de engañara usclientes, sino además( ?e no cun_iplir _c~n ,sus acreedores Y de venderobjetos ro ados.35 Cualquiera los hup1era defm,do rap1.dam. ente com_o vagos. El comercio bulatorio, a pesar de 14s trabas impuesta~ ~r el Cabildo o ~l Tribunal del Con ulado, no sólo se mantuvo/, sino que parecena que se mc_remento.. Fue entonces qu se• vio a muchos criopos o españoles pobres o_f1c1ando de mercachifles. Da O elnúmero, no quedó otra alterriativa smo que termmaran todos' agremiándose, c lo que pudiera?.. hacer! frente a las ~res(ones de ~ercaderes, pulperos y cajon-ros,' pero, parado¡1camente, la a~emiacmn co1:1du¡o a que.las tensiones se repro ujeran en el interior del g¡-upo, ~n disputas _cad~diamayore~ entre los mercachifles:· e proyecta, por ejempl~;¡exclurr del grem1_0 ~ mulatos, chmos Y otras castas" o s pretende organizar a l(j)S. ambulantes, d1s11ng1:11endo en~ los "verdaderos me aclnfles" y los "zánganps"; los primeros debian adqumruna boleta en el Trib al de( Con~ulado q1;1e \bs ide:1~:'111"ª co~o tales, para de esa manera realizar na cal1ficac1ón previa . que evite <!ue se 11:1troduzcan_ negros, mulatos, y otras astas a un ejercicio que ;emp!e ha sido el pnmerescalon de)?! hombres honrado , criollos y de España P:m1 ¡nmaiar honestamente en esteReyno... . La honestidad y a honradez no eran vrrtudes accesibles a-las, <:_astas. ~ero_desde luego que ni los ulatos, ni los zambos, ni los chinos conseguman ser ~dicados

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ROSTROS DE LA PLEBE

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del oficio. El comercio ambulatorio, entre tanto, aumentaba y, al terminar el siglo XIX, ~e comenzó a esbozar ~tra curios~ distinción entre los 111ercachifles: aquéllos; los mas P?bres, que proseguian recomendo las calles de la ciudad pregonando sus ruercadenas y en busc~ desesperada de compradores y otros que consiguieron establecerse en puest?s lillpro':sados en lugares como el céntrico atrio de la iglesia de Desam~arados. L1b_e~dos s1emp~e de pagar impuestos, hacían una competencia que los ca¡oneros perSistian en calificar como desleal. • · Pero no se podía pensar que la opihión delos cajoneros fuese unánime. Existían, de ºU:º lado, artesanos y-comerciantes que recurrían a los ambulantes. Un sectordel ¡¡rem~o de sombrereros'. compuesto por españoles eindios; denunció a otro por fab1;car sombreros ocultamente y venderlos por las callés!.,".37 De esta manera poru:iamos advertir la existencia de una economía paralela que, por diversos cammos, desembocaba en la plebe: abastecedores y clientes de los asaltantes prov~ores dél comer~io ambulatorio, pr9tectores de los negros cimarrones.. '. Amplio margenpara la ilegalidad,· Estas transacciones no pasaban por los notarios Y P?cas veces tenían un contenido visi~le e1 ~oneda: el trueque y el intercambio rec11;roco eran s11_s r~gula~?res. Las dimen¡s,ones que alcanzaron contribuyen a explicar la poca s1gnifi~ac10n de los precios y salarios en Litna. Los precios -<le acue~do a las ~efere~c1as ~ue hemos podidó obtener de algunos hospitales- se mm:11enen casi estac1onanos, confirmando la tendencia qúé• para años anteriores hab1a o~servado Pabl? Macera en la documentación de los'colegios jesuitas; las referenc!as sobre salarios son demasiado furtivas •.Jodo esto configuró un mercado de traba¡o sumamente peculiar." : .. . ' 1 , • Aparte del c~mercio ambulatorio, la plebe de Lima tenía acceso a una amplia ·gama de ocupacmnes eventuales, como la recolección-de alfalfa la edificación ?rbana, el arrieraje, el servicio en las fondas ythihganas dela ciudad... Fue también );"POrta~te,!a milicia;, en Lima_,junto al batallón d.e españoles, existían otros dos de pardos_ Y ·morenos ·, respec11vamente, a quienes quedó reservada la caballería: En Ja _g:iiena de re~tos de Pancho Fierro -pintor popular y observadbr de Lima al m1c1arse la Republica-- figuraban .personajes como el "vendedor de velas" el "ag ad " I" . ·-" 1 - . ' . --. ' , u _or _~e mantequero -;e vendedor.de"Ieña",de"canastasyesteras"eincluso ~n "ne~o ~guador m~1'.1'1do perros los n\iércóles". Sus acuarelas se inspiraron en esos_m1l lipos tan exolicos que pululabaµ en fas calles, plazasly portadas de Lima" (38 bis). En muchas d~ estas -ocupacio1:1es, el contacto y la tompetencia con los . .negros Jornaleros era evidente. De igual manera se entrecruzaban en las actividades . de lipo _artesanal, ~unque en este caso, como indicamos en un capítulo anterior, P~~oml!laron los libertos ylos mulatos. La plebe engrosaba con aquellos esclavos vc1eios, enfefl:10S o inv~~~s a quienes sus amos daban libertad no por filantropía smo por considerarlos mutiles y de esa manera suprimir gastos. . · Los talleres de artesanos ofrecían la posipilidad de un trabajo relativamente estable. Pero, mu~has vec;es, quizá por ahorrar, los maestros preferían el recurso eventu_al ,ª negros io:1;1aieros o a esos esclavos,condenados al trabajo gratuito para • cumplir alguna sanc101:1 penal. Debemos añadir que el cense, hecho en tiempos de Gd de Taboada menc1onapa a 60 establec~entcis con el n1>mbre pomposo de


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~ .OUDAD SUMERGIDA

ROSTROSDELAPLEBE

"fábricas''c39 Tenemos sólo noticias de cuatro: una de pergaminos dirigida por .el presbítero Cayctano de León; otra de pólvora que .pertenecjó a.Juan Miguel de Castañeda; la fábrica de lona y tejidos de Felipe Quintela ' Joaquín de .Asin y, finalmente, la llamada fundición de Bellavista, sostenida p·>rla Corona para la reparación y acondicionamiento de embarcaciones. I'ero la pi :be, como indicarnos · páginas atrás, permitió el desarrollo de una economía para! :la que abasteció de productos al comercio ambulatorio. . . . . . , Losvagos,. como los llamó .lvlendiburu, o la plebe, con.o se les calificaba . entonces, eran una población nmnerosa y heterogénea, confu didafrecuentemente con los esclavos de la ciudad. Es evidente, por ejemplo, que m negro esclavo que salía todas las mañanas a las plazas y calles en busca de amo y ·orna!, vivía bajo una . condiqión semejante a lade cualquier trabajador eventual. Es proximidad entre los >esclavbs y la plebe significaba untiesgo para el equilibrio soci I dela ciudad, porque mien~as-sobre los primeros se cjcrcían.diversos_mecani-smos de contro_l y dominio (la-re giosid4d, la legislación, el paternalismo y la violenci ),-sobre la plebe era difícil y muchas veces imposible, establecer mecanismos ue requerían de un canta to estable- y permanente con, un amo. El esclavo si mpre, estaba bajo la vigila cía y tutela de un señor. pi mulato sin oficio definido,, arnbiab_a de taller, de ocupa ión y de amo con demasiada frecuencia. A esta ines ibílklad social, debía añad' e la convivencia con el 11/undo lumpen de la ciudad (h· didos, ladrones) y la organ zación de una vidacolidiana al margen de las convencio ,ies vigentes, con todo lo c 1 terminaban adquiriendo un perfil nítidamente diferenciado frente a la arista I.ncl.uso !.legar, o, n. a~lahorar_ io. :. µena.los je,rg."palanganas", arec.ogid_ª__ en algun racia_. s testimonios literarios, como enun eselenguaj,e, célebrepro·p. drama escrit para denostar al Virrey at. Junto con el léxico, otros elementos. fueron confi urando una cierta cultur contestataria: la elaboración de anti.héroes en la ideali ación de los bandidos; eEemplco de "apodos" o sobrenombres ("Brincata- · pías", "Tirapalo", "Ojotirado", "Endiablado", etc.) la sátira y la burla de la,aristocracia can,c_iones qu~ las persa as recatadas.califkaban como disolu_.1;;S (''Cu'.1P~º la ca a cruJe / y el mño llorn/. señal que entra Carlos en Barcelona ); la af1c10n por el , ar, distracción y esperahza a la vez: en las chinganas se juega cartas, en las pulpe 'as dados, en cualquier lqgar de la ciudad se puede adquirir una lotería.40 De esta_ Il\anern, al rriaigen delas co¡ivenciones,la pleb,egestó ciertos rasgos quetodavía define'n al habitante de Lima. Quizá esto permita n;cuperar el concepto de "cultura urban colonia¡" propuesto po~ Luis Millones.41 · E deterioro en las condiciohes económicas condujo a que los plebeyos aU1)1entaran n número y acabaran imboniendo su estilo de vida al conjunto de las capas popul es ae la ciudad. Plebe filie asi sinónimo no sólo de vago sino que, a la postre, la pal braterminó incluy_endo la !_os propiosesclavos jornaleros, a sectores d~ las empo rec1das capas medias y ! ciertos ameras; en un conglomerado heterogeneo comp esto por mestizos, mulatbs y negros que se diferenciaban de la homegeneidad rac(al r:Sfrvada porlosaristócbtas. En otras palabras, plebe y limeño se volvieron cas1snorumos. .. [ . . , _ j , .. , · P ro; en todo caso, s1 algo termmaba defmiendo a la plebe no era umcarnente la "igno ncia", el mestizaje, la nuria económica o la carencil1 de un oficio definido, h.

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·sino, ante todo, el hecho elemental de no tener esclavos. ¿Por qué las personas de clase medía de la ciudad hacían lo indecible por conseguir un esclavo? Además de consideraciones económicas, por la necesidad de asemejarse a la aristocracia y de distinguirse de la plebe. En cierta manera, la población de Lima podía dividirse en dos grandes bloques. De un lado, los señores, los amos, los propietarios y, en la margen opuesta, aquellos otros que sólo tenían el recurso inseguro de su fuerza de trabajo: la aristocracia frente a la plebe. Esta contraposición fue n¡cogidaen los versos de,Fray Francisco delCastillo, un lego de La Merced, propietario de 9 esclavos, cuyo hermano era dueño de una imprenta; a pesar de su ceguera, se las ingeniaba pararecorrer·la ciudad y frecuentar los barrios populares entrel750 y 1770.42 En una de sus muchas décimas imagina .una aglomeración de la plebe alrededor de,una·calle donde.dos negros caleseros discuten ásperamente; interrumpiendo todo eltráfieo, impidiendo que los nobles realicen sus gestiones comerciales, paralizando el centro de Lima Parece retratar un ánimo levantisco en la plebe cuando lamenta "que a estos negros por momento / no hay quien a palos muela''. ,En efecto, la desobediencia de dos esclavos, con el concurso pasivo de la plebe, es suficiente "para ver-de tal canalla/ dominada a la nobleza''; A pesar qúe Castillo, a qu\en Ricardo Palma _recuerda como el "ciego de La Merced'', era un versificador popular, al. momento de describir a las "clases subalternas" terminaba acatando las pautas imperantes. Para indicar la heterogeneidad, el temple agresivo y las diferencias de la plebe con la aristocracia, imagina . metafóricamente un conglomerado de animales tan feos como peligrosos: "sapos, · serpientes; culebras/raposas, monos y·harpías, / pues son los que van dentro/ racionales sabandijas'~43 En contraste con las mansiones aristocráticas, como la casa ' de don Miguel de Castañeda; en cuya fachada se exhlbía el mascarón de proa de uno de sus barcos, o de ese otro comerciante que disponía de un mirador para observar la llegada de sus navíos al puerto, las viviendas de la plebe en su promiscuidad, para el visitante ocasional, semejan un descenso a los infiernos. El callejón de Petateros, para el ciego de La Merced, era una verdadera "faltriquera" del diablo. Castillo describía los·"callejones" limeños-Petateros, Belén, Matamandínga, San Jacinto o La Recoleta- como lugares estrechos, '.'angostos y largos", habitados por asaltantes y prostitutas, donde eran frecuentes ]os robos y los crímenes. Es evidente que estas consideraciones no pueden ser leídas como una descripción confiable. Reflejaban más el temor que la realidad. Sin embargo, es cierta la estrechez. Un callejón típico era un pasaje angosto, perpendicular a la entrada, abierto al cielo, con una sucesión de cuartos a los costados.44 A veces, el pasaje adquiría forma de "T" o seramificabaamodo de laberinto. En promedio tenían hasta unos 30 m'. Pero, en realidad-como ocurre hasta ahora en Lima-, los tamaños variaban mucho. El callejón de Monopintadisponíade40 cuartos, eldeJáuregui 35, el de los Apóstoles 7.45 Algunos podían contar con una pulpería. Los servicios eran · comunes. La privacidad resultaba imposible. El hacinamiento era inevitable. El 'contacto "cara a cara", demasiado-frecuente. Un día de 1782, en el callejón del · doctor Orné, un negro fue herido por una zamba que era su amante; buscó refugio en el cuarto de la china Josefa Morales, quien junto con una "cholita'' que vivía con


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LACillDADSllMERG!DA

ella en el mismo cuarto, trató de atenderlo, pero la gravedad de la herida,.obligó a que pidieran auxilio; al final, en el mism.o callejón curarou al herido.46 Todos se conocían, por lo menos en apariencia. Muchos delos callejones me 'cionados, cerca de la plazamayoro en San Lázaro, remodeladosa principios de siglo forman todavía parte del paisaje urbano de Lima.

proliferación de bandidos la . .ROSTRos DE LA PLEBE 1.9, mencionadas, las autori~es:nes~ _Habria que añ~dir que,junto alas dos cárceles fupcionaba como prisión a escak°c1e;"; <!eífios).presid10s d<¡I Callao (el Real Felip~ improvisadas.celdas enJa isla S Lo ac 'ico . y, en los cfsos más peligrosos, oe' recur_so, ya señalado, dedesterr::i1o/i:;:~;:-ente,al puerto! Que_~b,¡ P?r último et: Fernandez fueron los 1u·gares m'as e,recuentes. . • · .· ados.Panamá,Vald1V1a,la1sladeJuan__• ·E · , · · •. , 1 estado de las dos cárceles de L' · · .' .· • '· .· · • . im~ginadó que, con la violencia una ,er~ dep/orable. El lft~r quizá.h:¡bria fmicionar con un míniino de efi . Y• e¡ temor impefantes, Jas carcek:s):eriían que, de_fi_1c_ iencias control; f/OIfue ~í. __ ··. ··. · · ÍJac'ºn'fre· · · = . c··u.ent·es· · IClefu.ncia gas YElbandid · Por.e_ .. 1· córiÍiaÍi_o. ····· ·· ,, Jas una sino en varias ocasiones de la cárceid I ,C . . ~ªC\O de Rojas h¡Íyó/nq ,é11 próxima ii Palacio. ·Lorenzri Pastr . e uo1cad;I .Sn la calle Pess,acl.eií~, alcan:zi.irlacalle: En l782fugaron~~~:C? andi~o,reclll:10 ~ un "forado:'.~\lf:l, gar¡z~, El esclavo cimarrón Pedro Martí 0 ~ de~u~s de abnr u_n.calabozo con µ11a su ce!~ empleando un palo ir~ó al techo~b~:sim•ó h~c:er llll ~ueco en la pared d~ · con pies y manos. consiguió . . P · . . spei:adamente, arañando las pare pes perdió én la ciudad, refumánd~enªel calacall._% s__ ed. des~ó ca.er a Ipsjardines y de allí se . . . ·. . ~.. eJ0n e anto Donungo " La·Rea1·c de 1 Corte ~recogiendo una información t arce!. alrededor del cual estaban las celdas.· A las ~~a en 178i..+ten1a un_palio c:entral, pallo para ser encerrados con grillos en lo · 'alabotarde, los presos ab1llldonaban ese un centinela .vigilaba todos esto . ~c ws .. Desde lo alto de lll1a garita presidente de patio,· el alcalde. S ;:;ovimientos, ~~ otros funcionarios eran el separados por:sexo per~ por la fetri/orterq .. · TeoTTc_amen~, l,ospresos estaban sector de fa cárcel.~' En der . . . ª po~an conm~carse !ácihnente uno y otro s1tuaciónruinosadelascárc ffilllva, s~meJaba otro calleJon" de la ciudad. La embargo, 110 se realizaron m~6r:~:::~.e v ~discusi9.nes en~} Cabildo. Sin era tan fácil entrar como salir. so es, qu ando la unpresmn que en ellas •

3. LA CIUDAD COMO CÁRCEL

La existencia de la plebe acarreó otra consecuencia más: c ses populares _Y clases peligrosas comenzaron a ser sinónimos. En una sociedad . uya anstocracia se imaginaba asediada por la criminalidad, resulta intivitable pr gnntarse por las cárceles. Ij.as prisiones pueden definirse -siguiendo a Guillermo Nugent- como la"histo-~--sura":traslucenlo.quehabitualm. nieg_ª_ os oc.u·l.·ta·. N·u.es·tr·oa siglo XX, lsincen·. imitación de Europa, se avergüenza deente.·se. sus. cárceles y usca mantener los presos en áreas apartadas, porque cuanto más.lejos están lo· criminales, los honestos e udadanos se sienten más tranquilos.47 ¿Cómo eran las risiones enLima del.siglo . VIll? La organización carcelaria permite entender, 'in atenuantes ni adjetivos, a mecánica de dominaciqn. Las cárceles nos proporcio ·.otra perspectiva(desddel subsuelo de laciudad),IParadesmontar las relaciones ntrearistocracia yplebe. • i ! En Li a existían tres cárceles llamadas, respectivamente, de Corte, Ciudad e inquisició . La última prácticame te no funcionaba como conseduencia del receso en las acti idades del Santo Oficio. En las otras dos estaban los Pfesos condenados por fa Au ·encia, el Cabildo y el S perior Gobierno.. ·

1

t .or:e,º.

1as·

1

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1

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.

••

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CUADR04

Cár eles de Lima, 1790 ·

-· I . 1

. Carceles

Españoles • 1

c rte C udad ·

29 29

T tal

58 •

o o o

.

.

CUADROS

Castas

Presidiarios eri él Réai Felipe

Total

70 57

4 5

103 91

127

9

194

1

Fuen e: A.G.I., Indiferente, 1521'

Rec ·endo a otra fuente, págmas atrás señalamos que en 1796 se encontraban ... 59presopenla_. cárceldelaciuda.d dlrpr·ed·o·m __ in_ando. m_estizosymµ.la1os . o_eac_ -uerdcl'_. ' con el · jerónorteamericano AmlisaDelano, el.totaldepresosascenderiaa 181 e.n. 1805. P ro la cifra total.de 174 ó 181 presos'püederesultar esc,asa en relación aW,_l

Fecha:

• 1.Xl.1800

· Presidiarios Leva . Ingleses

143 101 29

144 1

o

~

Total. Fuente:

' l.VIII.1801

273

14,5

A.G.J',t; Guerra y Marina; legs. 64 y 67... .

:,1 .

l. VIII.1807: 203

o

.O

. 203

.•


130

LA CIUDAD SUMERGIDA

· Ocurre ,-como explicación de este evidente descuido-:- qmi las cáf<;eles públicás reunían nn porcentaje menor del total de presos de Ll!"a. J,,a m~yona de . ellos estaban purgando sus penas en centros laborales: en _las edi¡fic11C1o~es del ¡iú~no, las construcciones urbanas,. la reparaci~n de empedrados ·:l aceqmas, los . .· hospitalés; la casa de desamparados,_las_zapatenas y, sob~ todo, e los centros d~ abasio yde elaboración de pan. El utillaJe de ima panadena ~a b nte elemental. tableros para separar la harina o amasar el_ pan, hornos, sill3:1 y ban :os, canasta&. Y. balanzas, algún oratorio y los esclavos que, como en las hac1enim,s, ,ran tasados al_ igual que cualquier instrumento de trabajo.51 Los _P~¡tderos_ te . . la fac~ltad de recurrir al trabajo gratuito de los presos, con la condic1on (no s1e~¡w cumplida) que se tratara de delitos de menor cuantía y que el propjetano . encargara de alimen\arlos; y vestirlos. 52 Pero no existía el menor con~! sobre las ~aderías. Al parecer, lo común era ver a los presos muy mal ~esti1?S: !'eof alimentados Y obligados·a~¡omadas fatigantes: el amasijo de la harina s~_1rncraba ·n la noche, en medi.·o del. c. or sofocan_te expelido·po·.r.·el.. horn··.·.º..,..co~ el n.. e.s.··g·o·pe.· .. anente. de un incendio. os presos muchas veces estaban. co_n gri\letes. · }.J , os empleados, látigo en o, se encargaban de m#'tener el ntino de ~baJo, d modo que las panaderías bbaban recordando a las¡galeras. No sorprendía quel presos fueran azotados, s· que el propietario tuvjera que dar cuenta del hech ala sala del

m

crimen.53 ·

ROSTROS DE LA PLEBE

1

CUADRO6

Presos en panad~rías, Lima, 1797 . ,'

Panadería - Calle ·'

0

_

_

f_

_

·

1

Los mo neros y otros gremios rivales de los panaderos den~n~ban los abuso~ que, conto impunidad, se cometírujen_esos c~ntros de trabaJo: 'jiº de¡ru:Jes casi lllS . · tan te par_ el sueño. y el descanso ~1so, .as1 los exasperan hasta prec1p1tarlo. s a ' . s y veladores . .' .a fuerza . de·- c,h'1cotes,, .54. Es cometer m enes en ,los mayordom probablequ en este documento-un ecursopresentado ~te el Supe.,:iorGob1erno en 1795, c·tado en el primer capít1 lo- se buscaran exag~rar c!eno~ ra~gos dantescos d . las panaderías, pero, en f.?_do caso, no eran acusacmnes 1magmativas, como lo mu stran esos reiterados conflictos que sucedían en ellas: atenta<!o_s de los esclavos co tra los e_mpleados, críme,es entre los propios ~resos'. l~vantam1e~tos Y motines fu~as masivas. Los defensores de las panadenas exigieron sanciones ejempia:ces ontra todos estos deli.·tos,i"por ser éstos el úni.co. auxilio que ti.·enen lo.s . dos-1ns9 . 1entes"-.55. amos para e nte~er a 1os cna . Para los esclavos que no cumplían con el Jornal comprometido, para aquellos otros que n · alcanzaban a conseguit amo cuando eran .puestos. en venta o para ·quienes no odian pagar deudas contrhídas, pendía p~rsistentei_nente la amenaza_ ~e acabar en un panadería. La prisión pot deudas. eracas1 tan_comun_ C?_mo l.aacusacmn de sevicia q elos esclavos hacían a s~s amos. Un~ detem?'l revlSlon de las fianzas por presos torga das ante el notarib Humac Minoyull1 entre 1!70 muestra la frecuencia e delilos menores en la ciódad: peleas, maltratos entre conyuges, hunos de poca cua tía,.etc."' Todos ellos sp purgaban en las P'.1°aderí:18·, ... Partimo del trigo, en el primer capítulo, para llegar, por cammos poco habituales, al pan y , s p~naderías. En 1787, Jas p~aderías de Luna fueron reglamen~das, reduciéndo e su !número a 40. Debían ubicarse leJoS del centro, de pre~erencia en los arrabale y suburbios, para así pr' teger a las grandes casas dellos nesgas que 1

'

.

13!

parecían tener como inherentes (incendios, sucesos criminales). No siempre se . cumpliócon estcedispositivo. En cada panadería se calcullJque trabajaban alrededor· de 10 operarios, entr~ esclavos, presos y eventuales lo que haría nn total de 400: trabajadores; repartidos por la ciudad..•·. (La panadería de Oyague -sin contar presos- tenía diez esclavos a su servicio;. la de Carnach6 trece, aparte de. cuatro empleados y dos mayordomos).57 · Podría añadirse el impreciso número de servido, res que se requerían en las 27 casas deabastp de pan." Eran indistintamente hombres y mújeres, incluso algunos menores. Una visita a algunas panaderías limeñas, realizada en 1797, proporcionaba las siguientes cifras sollre prisioneros: . ·

· Chacarilla San Francisco de Paula Del Bravo Recoleta Sauce .. Onneño · Total

Presos' 6

,,

Pre~s

\

10 3 1 9 3

3' l 1

32

5

Total 6 13 4 2 9 3

37

Las panaderías de Lima estapan en las antípodas de esas panaderías de Londres evocadas porPeter Laslett,_donde el, írabajo se regía ¡iot nonnas paternalistas, estando los aprendices incluidos en Ja: farnilia. del p~l:rói¡ .. 11'1adie ignoraba que los lugares donde se elaboraba el pan de todos los días eran también prisiones de la ciudad, porque no se practicaba la separación contemporánea entre cárcel- y vida cotidiana. Adjunta a la panadería estaba la c:asa del dueño o administrador, donde, por lo general, también vivía el mayordomo. Toda la violencia del orden colonial podía resumirse en una panadería cualquiera•. Así lo entendió Tadeo Escalante, un pintor cusqueño (descubieno por Uriel García y estudiado por Pablo Macera), que, a principios del siglo XIX, se refugió en el pue!>loandino de Acomayo (cercano al Cu,sco) para pintar febrilmente las paredes . de sus iglesias y molinos; nno de ello_s ha sido llamado por Macera el "Molino de San Francisco o los Negros"; alrededor de una gran sala, combinando diversos persona• jes y escenas, el artista pretendió representar la vida cotidiana de su tiempo. Allí aparece, primero, u.na gran mesa en la que se prepara la harina; luego, el interior de una panadería,donde newos y mestizos, hOIIJbres y mujeres, /odos figuran trabajando, algunos encadenados; al fondo se ve al mayordomo blandiendo un látigo que,


132

]33' A la postre, la violencia no sólo rige las relaciones entre aristocracia yplebe; sind que contamina al conjunto de la sociedad, se introduce y pnlpala en la vida cotidiana Y ag~diza las tensiones entre los ~upas o seciores populates: _escinde y fragmeÍliá'. _Aqm radica precisamente su efectmdad. Todo sistema cqlomal reposa en ladivisa elemental de dividir ¡Jara reinar: ''Europa ha fomentadolruj divisiones; las Oposiclo,: nes, ha for¡ado.clases y racismos, ha intentado por todos ,los medios --.:.sostiene Jeáil Paul Sartre-provocar y aumentar la estratificación de las'sociedades coloniales"~ Este principio fue ejecutado conscirnteinente por Iaadminjstración coloriial.En una d~scripción del Perú, el Virrey O'Higgins desecha los temores sobre unil posible alian~a entre negr?s e_indios recor~do aja Coroli/1 que la1lnimadversiónprofesaba entre ello~ era mas fu_erte que el odio a los españoles: "s.cin irreconciliables"."' ..· . Esta permanente tensión étnica, que· recorre y atraviesa a toda la sociedad colonial, acentúa la fragmentación de inireses. Es innegable el conflicto clásiCo entre españoles y criollos, pero no se deben omitir otras oposicion~s que dividen a la población. El término criollo '--<:onviene aclararlo- Íio existe oficialmente no apai:~e-en los censos'. ni en los documen~s j¡µidicos. Se _trata de uná importadióii lingmstica proceden1y de las Anullas, d<¡nde, bajo· ese nombre,. se designa a los vástagos de negros y metropolitanos. Dado este antecede!lte, alguien como José de laRiva Agüero Y. Sánchez Boquete, uno 1de los pocos aristócratas que apostaron tempranamente en favor de la independencia, lo considera'ima ofensa, es decir otro voc~blo empl~do por los "chapetones" para herir a los indianos: es un odi;soy ·demgrante epiteto, no tanto porque adquiera esa connotación en los labios de llII español, sino porque significa específicamente "negros nacidos en Améric:é:67 Riva Agüero puede considerar en sus 28 Causas -una requisitoria c~ntra el col?nialismo publicada en Buenos Aires (1814)- que españoles-americanos e mdms forman un solo cuerpo de nación, tienen los mismos intereses buscan la felicidad c?mún; pu~e i$ualmente criticar la tiranía impuesta por los' españoles, pero de all1 a confundir anstocracia y esclavos, blancos y negros, hay una distancia que_ m s1qmera se pro~one acortar.. El mismo tópico visto desde ·1a perspectiva andina: en 1780, una pintura cusqueña representa a América amamantando a dos hijos, un _negro y un criollo, mientras en el suelo, como evidente reproc~e del pintor, yace un mdígena.68 En ·la pintura y en la escritura se reitera elmisino. tema de la tensión étnica ' ' ' "' En el interior de·Jos escasos sectores;l!ledios, donde se entrecruzan y a veces confunden personajes de castas diferentes, teníári que producirse, quizá con' mayor encono, los enfrentamientos. El gremio de sastres acordó en 1794 privar de voz '.'activa" o "p_asiva" a, los_z_arnbos y mulatos en las juntas de españoles (el térrn.ino mcluía a penmsulares e indianos). 69 Mencionarnos antes. el intentó de excluir a las castas del gremio demercachines. Los carretoneros disputan en.tre n~gros, crioHos y bozales; mdios y españoles se enfrentan en el gremio de sastres; los sombrereros indígenas pretenden expulsar a los mestizos; el de botoneros se niega a admitir ni siquiera como aprendices; a zambos, chinos o mulatos.70 -· · ' · · ' · La rivalidad entre negros e indios no fu~desatendida porTerralla y Landa, quien, luego de hablar del enfrentamiento entre:Criollos y europeos, compara este hecho ROSTROS DE LA PLEBE

. LA CTUDAD SUMERGIDA

como se observa a continuación, sirve para.azotar a un negro; la secuencia culmina con los barrotes de una cárcel; mientras, en la pared opuesta, f~~tles orand~ Y ejerciendo la caridad, entregan pan a unos mendigos, todos e~os cnoUos o es~anoles.7' .La harina trabajada por esclavos y presos ~ustenta la piedad. ~~ funcmnes quedan claramente delimitadas: para unos_el traba!º• para otros la orac ,on, de un lado las cadenas, .el látigo, los negros y mestizos, mientras deto¡ro los blancos Y sus plegarias. Al principio la harina, al final el pan. . , . . , , El• ,castigo carecía de un espacio definido y reserva~o: esta ,magen podía corroborarse con las torturas públicas (los azotes prodigados P lI el verdugo· "Festejo"), la sevicia de los amos y los ajusticiamientos en la pi. a ~~yor. ~ violencia nq se ocultaba; era visible, a nadie avergonzaba Y_ su e¡ ~c~c~o llego_ a constituir un elemento distintivo de la aristocracia. No pudiendo diri~rr. el pais, encontraron una compensación, como observó Martín Adán, en el d mlillo mdiscutido en el rJinto doméstico."' Se podría criticar y hastasancmnar a cru_el~d Y el st uso indiscr, . inado dela violencia, ~ero, de _una manera_ U o , . an ocratasi burocracia olonial e Iglesia reconocian que ese era un pilar . isivo para e sostenimie to del edificio colonial: ¿l)O era la vida un ".alle de lágn as?, ¿ac_aso no era impre indible el sufrimiento para alcanzar la v_ida~terna?, ¿no_de~ian. sei: expiadas¡ faltas? "¿Qué me impqrta perder una vida_láng~da ~,i:,iste. Si mi cuerpo se truye, El lo hará renacer de sus carozos, mas glonos, • . . En los ecenios finales del sigld XV1II se incrementarán los l'gresos fiscales destinados gastos militares.62 Desd~ el gobierno del Virrey Gil de 'j'aboaru1; aparece 63 en Lima un especie de policía: las r¡das contra salteadores. Im1;orta senalar que los efectiv s del ejército aumentaron considerablemente._ Las tropa_s delaln~nd.encía llegara a disponer de 7,228 horn, res, entre los quef¡guraban 932 Espano~es d,:; Lima, 206 nmemoriales del Rey, l ,lí02 Pardos de Lima y 404 More?os.de Luna. Algunas v ces intervinieron devel:"Jdo un motín; fue, en carnbm, mas frec~ente s_u participaci 'nen la contención del b~ndolerismo. Lo cierto es. qu.e la sola exi~tenc,a de esta n erosa tropa servía de tespaldo al uso privado de la vmlencia: era,. sustrayen O una metáfora de Perryl Anderson, como el oro con ~e_specto al papel moneda, e decir, la indispensable g ntía para el empleo de los látigos Ycepos, de la horca y los grillos. 1

4. TENSI N ETNICA "Mi papá era zambo y nú mmná'ciwla. Es mezcl~Yo hubiera preferido· ser más negrito _Porqu(! mis·

hermanos so"n máS zambos. A mi me engríen por, ser un poco blanquiñoso"-. · · Testimonio de un poblador de Huerta Perdida, . . tugurio.de Lima.:recogi4o por_;Nancy-_ 1 '

Fukumoto, 1972.,,


134

LA c¡iT.JPAD SUMERGIDA

ROSTROS _DE LA PLEBE

con la violencia '.'entre los indios y negros/ quienes se profesan/ ~Jtalaborrecimiento".71 Para corroborar su observación; viene a la memoria el caso del indio Marcos Si¡ián, natural de San Juan de Végueta, que en uno de los ítem¡; de su testamento declara: ''desheredo a María Isabel Sipán, mí hija de segund , matrimonio, por desolledienciá y haber casa(!o contra mi voluntad con un. hom ,re de casta china, difamlindo mi sangre...".72 Podrían añadirse también los.· .últiples easos de campesinos que debieron soportar .elflagelo delos llandidos de la costa. . · Estas tensiones se traslucían incluso en la distribución i>oblac onalde Lima Los indioses.taban concentrados en el barrfodel cereado, originalmen constrµido en las afueras <je la ciudad. La población negra, de nianeraespontánea, eabó reuniéndose en deteri,nina~ zonas: sobre el total de esclavos que habitab·· · la capital enl813, 37% y 2~% vivían en las parroquias de La Catedral y San Láz J, mientras en Sari Marcelojy San Sebastián, barrios de españoles y mestizos, ape as 8% y 9%, y en Santiagq, el barrio indígena, sólo 5%73 (ver plano deUma). De . anera similar, en los hosp 'tales, así como .se buscaba mantener separados alas in rineros, leprosos y mujeres, también existía un hospital para españoles (el de Sán. ndrés), otro para negros y eastas (San Bartolomé) y; finalmente, une, para indios anta Ana).. Dado lo popul so que eríi el cul~ a Nuestra Señora del Rosário, com lían por la misma devodó , cofradías de negros, p~dos, indios y .blaric\)s.74 .· . · R.és ta revelador que entre las castas dé la ciudad (en total 3,078 habitantes) predomi asen aquéllas que resul ban delas uniones entre blan¡:o-negra o lllancÓmulata, uedando en lugar secun ·o los chinos, resultado dq la alianza negroindia. · · · ·

e

CUADRO7 Castas de Lima

· 5,972 3,384 2,383 1,120 219

Mulatos Zambos Cuarterones Chinos Quinteros •

.

45.6% ·2s,8 18.2 8.5 1.6

. 1

F ente: A.GJ.,fadiferente Jneral, 1527

• •

.

.

.

.

1

.El relacion Pocas v una cas diferent o justifi

aso número de los quii¡tteros (cuarterón-b\anca) se explica porque las s sexuales también estaE condicionadas ;por las diferencias étrrieas. es las mujeres optaban ppr mantener relaciones sexuales con hombres de considerada inferior; la ituación no se repetía entre. los varones porque la calidad entre los miemb~s de la pareja excb¡ía la aJterj¡ativa matrimonial 1 ba mantener una relación clandestina,75

J l


136

ROS1ROS ·oE LA PLEBE

LA OUDÁD SUMERGIDA

En la vida cotidiana los enfrentamientos étnicos contraponían alas propias. capas populares ..· Un día cualquiera, Isidro Peña, un mesti~o na_tural de Pjsco, de oficio arriero, iugresa a Lima trayendo leña desde Santa Ines y tiene, P?r 11zones que°:º interesan, una pelea con un zambo esclavo, que lo agr:?e, le ~roJa p'.edr3:l,_151 de¡a malherido y, en todo momento, no cesa de insultarlo, choleandolo y diciendole "otras palabras deshonestas"." El mestizo acabará hospi~izad~., por 1~, que su mujer decide ira quejarse ante el amo del agresor qmen le repica dici ndole que era criminosa porque era chola ...". Otro caso similar: una mujer fue ins Iltada "con las palabras de Puta, Chola, arrastrada, iudigna y sobrada.. .'' .77 E]~rm· 10 "cholo"era tan denigranie como "chapetón" o "go~o'_', aunque data ~el_si.glo XVI e1:tonces alcanzó amplia difusión como insulto cotidiano y, a la vez, smorumo d.e las diversas castas del país de manera que su.amo traslucía una cierta "esquiz".fr ni~"· Algun~ veces, la agr,esividad exigía que fuera acompañado de otros,cali~ ativos: el mas común fue el de "perro" Unos versos de Fray Francisco del Casti o recordaban: "Bien.sé qu~ la voz primera/ que l?,ronuncia ~¡ niño tierno/ e~: p~ º,!°dio, perro cholo / y o s elogios ';orno estos. . ;La a~ociación entr~ el témli o ch?lo · Y el apóstrofe ca ino, recogia en reahdad ,el mismo razonamiento que n el siglo XVI había unido loS vócáblos "mestizo~ y "perro" y-an,~s.a "moro,. Co · "marrano", Y en todos est s casos lo que subyacía era un desprecio por la·mezcla y por.lo que se pensaba dife ente contrapuesto a la exaltación de Ufil\ supuesta purez : "es mejor ser perro puro/ que :nonstruo de gato J?e:fo",78 decían on:os v~rs?s de C~tillo. Razonamie tos similares podrí¡m exhibirse ante cualqmer trlbu1nal. Asi, por 1 · · · ·· • d ejemplo, un presbítero, procesado P?~ haber m~tratadq a una mestiza, trata .~ descalificar marido de ésta porque es un cuarteronnacidode unaqmlataesclava., y sobre los¡ stigos: "dos de esos maulo son personas de baja extracción, una zamba y la otra chi chola".79 . ·. 1 . . . . .· . . . · Enfren ientos como aquél eu~e el mestizo y el zambo escla~o,_ que hem~s referido lío as atrás, eran frecuentes en la ciudad. Aparece una cnmmalidad sm adjetivos, u, violencia llistante del andolerismo social que ácr~ienta la imagen de Liula co o ciudad peligrosa.'° UnI dom1ngo, a plena luz del dia y a pocos pasos de la plaz de 'armas, cualquier tr\l°seúnte hubiera podido observar a Josefa Camacho, na vendedora, desafian~" cuchillo en mano a una mulata 1IB?1ada Candelaria . eral ta, también vendedora, quien "diciéndole que largase el cuchillo lo 1 ven.·ficó y e tonces se arrem.ea.·e.ron .rompieron_}a81r.opa, mordi~n.~ose.. amb.as, Y se pegaron ha ta que llegó la gente y _I de_sapartó . Un 24 de dici~mbre, e? plena víspera de avidad, Jaciuta Carp10 qumterona, soltera, de 22 anos, d<:dica~ a oficios eve tuales, como lavar, cocinar o coser, emborracha a una posible nval sexual, a la quefoego asesina.82 En~otra ocasión, también en la plaza mayor Y al promediar I medio día, un sastre hie e mortahnente a su ~ante, una ~1cei:a: u~ total de sie cortes en,diversas parte ~e ~u cuerp?, ademas deJo c;ual qmso ararle una piedra obre el craneo cu3!1dO 1~ vicuma ya~ia s~grante. , De esta ma_nera: la plaza m yor ,es un escenario central de la violencia, no solo ,porque allí ~slá emplazada a horca, siuo también p<)rque resultan frecue°:t,es las 11eleas a cuchillo. La plebe te iuó adueñándose de esb escenario. Es tambien un mercado en el que

y

t

137

se a_bigarran tiendas. y puestos de cualquier tipo: se puede adquirir pescado y mariscos, carnes de carnero y vaca; frente a las gradas se preparan misturas, al lado se expenden frutas. . . La ::sevici~''. afectab~ t_ru:nbién ~ rel~ciones entre marido y mujer. Es una acusacmn habitual en los Jmcios por divorcio o separación,de cuerpos. Desconfianza y celos son frec~entes_entre los aman_tes. Un rito violentó exigía "marcar" (cortar) las ~algas _de la muier_adultera. Las familia_;, de esclavos parecen esforzarse en repetir la ~10lenc1~ de los senoresyno falt¡m quei,as.de esclavas por el mal trato de que son objeto, lo~ msultos y los golpes que reciben, "Yo me casé '-dice un esclav~ para usar de mi muier y para ten~r él consuelo y el alivio de su asistencia...".84 El esclavo es.ún biendecambioenlasociedad: secompraosevende, varía de amos se traslada d~ una ocupación a o~a; la mujer del esclavo es un "bien de uso", conde~ada de por vida a servir a su mando o amante. "Los improperios, las iujurias y desvergñenzas eran el pan de todo el día", dice iuia demandante en Unjuició de divoréio'.85 Pero sería erróneo proponer la imagen de mujeres sumisas. Las "ainancias" saben,también b~dir cuchillo~ y enfrentarse a los hon¡bres. No es sorprendente que el iudio p1urano Pablo PIZarro acus.e a la. zamba Manuela Bracarnonte de sevicia.86 Por Jo general, son mujeres quienes toman la inibativa en los juiéios de divorcio.· ·· ·. El número de divorcios y conflictos matrimoniales, en general, resulta bastante . elev¡¡do_ si se compara, por ejempló, con ~rancia. En Rou~n. según R. Phillips, las 5:parac1?nes fu~ron raras ?asta 1792, luego se increment;m notáblemente, pero, a dif~re11~i~ de Lim~ col".mal, se trata de una ciudad que, vive los efectos de mia: ·leg1slac10n revolucmnaria, con uila iuiagen cada vez más profana del niatrimonio.87 E~ el Perú d~ eso~ años, el, divorcio nó significaba autorizaciéinpara contraer otra alianza matrlmomal. Quedaba canceládo sólo para los efectos de la convivencia mutua. •Ftie llila medida extrema a la que recurren fas partes en litigio únicamente en ~ituaciones _límites: ._Aparte del divorcio, existían otras, dos figuras jurídi~: la nulidad y el S!Illple litigio. Entre 1760 y 1810, en el Arzobispádo de Lima sé pr~entaron 390 de'°:andas de divorcio, d~ ¡as cuales 289 fueron plantea~as por muieres. Las acusaciones más usuales que esgrimen éstas contra· sus maridos son maltrato.físico, iujurias, falta de manutención, mientras ellos les enrostran abandom¡;.li?erta~ de cos,tumbres ..El _carg() de adu!~o ~parece yn ambas partes, aunque es mas frecuente contra las muieres. La familia era, de esta manerá, otro terreno de confüin~ción; Diversas reterencias, como ocupaciones y pimios, J.1:evan á Supm¡er un ii¡to num~ro de personaJes d\l procedencia popular en esros juicios. En .el lap~o de cmcu\lnta años, apenas aparece un ans!ócrata. A ~ que a su condición de pobreza, las mujeres sumaban la explotación doméstica e incluso la violencia sexual (car¡¡os d_~ ábortos provcic:ádos y violaciones), ellas,insistimos, no se resignaban a su situac10n. Cuando los mecanismos legales no funcionaban abandonaban á sU marido. Pero, freéueriteinénte, recaían en :sítua¡:iones siulilare; con sus amantes o 1!1- fa!1\ilia paterna a fa que habían regresadp .. De hecho, en la mayoría de los éasos., ~astraban con su~ hijos.88 , · · · · · ¡

.

.

...


13B

LA OUDAD SUMERGIDA

CUADROS Parroquia de San Lázaro. Hijos natnrale:; Declarados por ambos padres

Áños

1760 1770 1780 1790 1800 1810

8 19 12 5 8 1 38 1

24.2% 39.5

25 6 6,7 31.4

Declarados

·Declarados

por la

por el

madre

Padre

21 22 30 74 105 79

63.6% 45.8 62.5 89.1 88.2 65.3

2 4 2 1 3 3

6% 8,3 4.Í 1.2 2.5 2:4

.¡'

EJpósitos ' o h 1érfanos

Total

6% 6.2 8.3 3.6 2.5 0.8

33 48 48 83 119 121 -

2 3 4 3 3 1

,'.

i 1

-

¡ ;,

''

•.. . CUADRQ9 - -. Conflictos matrimoniales. Luna, 1760-JSl0 Liti'

_Años gios

Fu,e~te: iA.,Libros de Bautismo deSan Lázaro.

estos niiícis es muy poc~ lo que podrÍfill!OS añadir, a infancia fue nn silencio él mundo colonial,. pefo tendríamos .hi mipresión ne, para ellos, la familia n sería el principal teferertte en sus procesos 4e soc · _ · ción: carenteS de· padre y v colados a una.madre qtie debía-en la mayoría de lot casos-e- ganarse la vida d cualqui".'" m3?eí-a. _- L~ f~ilia no tiene enLima el peso ocia! que eh_}Jtros lugares. matnmomos tan rapidos como se forman se pueden separar (al ano, en - .-'· muchos · asos). Sin contar, de~•-luegó, las uniones ilegíilirias. · Incluso los · bautis_m? tar.dío _. s__•_· 1' ~ 179_0_, ej_e_-~_p.1-o,_Iaseclad___ _es_ d-el·o·sb ~º-_t-~ad.·,o_s fluctuan_· _ .- . desde 1 __ s.on hastaclos6 anos, el pr_-. ,_medio tema 10 meses, Poco..:cnsnanos, cuando lllenos e el senti_do parr9quial de la palabra Para eso,s niños coloniales, el barrio; las calles y el callejón<lebiero11 s".']ingtan~ias de socia_lización más i~portantes. _En esos esce anos, ~l~os fueron pas1:-ros tesngos de 1~ vi9lencia cc:ilonial.. . · Podef os encontrar un termó¡netro del detenoro, di" )a vida condiana en ~l increme to c.o~tante de los conflictosmatrimoniales. De lino, que es casi el promedi, erl el decenio de 1760, a 40 en l 79fi. ·Pero el ascénso obedeCe a ritmos d\ érsgs en los juicios: Oclrrreq_ue las nüli~es (matrinlonios qué canónicaménte o ~bríim tenido lugar) !le mantienen en el. mismo nivel durante cin_cuenta años; fo litigios (conflictos mendres que no desembocan en separaciones) única' mente d te algunos años de la década de 1790; consiguen sobrepasar a los divorcio , para luego descenderndtablemerite; deesta,manera, e) incremento rep0sll casi dir _ tainente en losjuicios ~ 1divorcios, con toill1 su correlato de menosprecio, tensión violencia en el recinto oméstico y en el barrio. Resultaba habitl!hl fa inte~en ión de vecinos -(más fUentem~nte que los propios J:arie?tes) CQ¡n() tesngos a favor de una u otra P_ai)te, defendiendo o atacando a algun conyuge. Lá mujer g lpeada por su marido, ~r ejemplo, tiénde a buscar refugio en el cuartó d¡, cualqui r vecino. La imp0rtancif que asume, el barrio pór encima de la familia se • manifie ta en la pérdida de terren , para la vida privada, Se podr~ ignorar el apellido

pasan

.

-¡,

de las - . - -Rosmos DE LA PLEBE 139 abig~:::; per~ ~os pro~le1]13s íntimos son excesivamente conocidos. El la o_b.servac·.,.·o·n· despac1a sbe tras uce en el c_h,sme, la mtr9misión en la vida familiar_ unos so reotros Todoestoco tra 'd . _, -tramiento de las grand · ·· ---- · n - Sil\ _emasiado con el enclauselemento más de confli~~Oc;s~~a~:~: a _la vez que ymcula, termina siendo un Amparándonos, en este cuadro," pod,emos · -: - . -_ . ~~:;~ial ~ fines del siglo XVIII, ~e su!Í'ó i~g~i;'d: ~~~a~'::IJ: :~:~ :- - poraneo pero que, en reaµdad; tiene .intecedentes, más antiguos de los que

1

1760 1761 i762 1763 1764 17~5 176,6 i767 -1768 1769 1770 Í771 Í772

1773 1774 1775 1776 1777 1778 1779 1780 1781 \782. .1783 ,1784 1.785

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:9 - 18<>9 1810., 10

- F~ente: A.A., Divorcios, litigios, nulidades, Ü60-18ÍO. - . ;- ·-- -.-, ·: '" ,_ '

dades

1786_ 1787 • 1788

•·-•j791. ,__ .... ,.-, :1792 1793 1794 '_1795 179,6 _1797, 1798 .1799 1800 1801 1802 1803 1804 1805 1806 , 1807 : 1sos:

Nlili• Divor-

2 1 2 1 2

12 12 20

ii 11 25 19 19 1"1 21 19 17 19 23 19 6 7

25 31 35 18 22 40

24 28 23 31

24 28 28 31 33 16 19

•,',

¡t


140

LA OUDADSÜMERGIDA

ROSTROS DE LA PLEBE

¡,,;dríarriossií¡,oner; El deterioro familiar¡,odría ser expresión del incremento en las · tensicinegy1a disgregación social. Contribuyó a acentuar, en el ocas)' del or~':n éblonial, ia arioníia imperante en Lima. Recordemos, a esta altura, la dei:esperacmn del negfo Anioriio, suicidado en la alameda una madrugada de 1812. ~ . . .• Los hechos violentos resultabau frecuent~ iucluso en los lu~ares . e div~rsicin a fos qúe acudía "la negrada", como con eVIdente menoSPrec10 rae st3; dice documento júdicial de la é¡,oca; uno de ellos era el llamado tambo de Miraflores, uhicadoen las afueras de la ciudad y en el que "la música o diversiones le tambores de los negros, es causa de que se fomente la embriaguez de )a que ~esu tan peleas_ Y otros desórdenes ...". Los bandidos a,cuden para gastar dispendios ente algun botín. En 1818,algunos españoles promueven un recurso autee!Sup~ri rGobiem~ reclamando el cierre del local por considerarlo peligroso, a lo quealgme reSPondera argumentando gue tambos como ése son necesarios porque "contienen os desórdenes que sin•ella~Uas diversiones públicasJ_necesariamente habría~ e~ 1pueb·l·o".'° En otras palabras se debe tolerar la v10lencrn entre la plebe para as1 ev1 que afecte l ' a los propios aros. .. . . . . . . ún ambie te similar al de tambo~ y calleJones se repite en :hinganl)S Y chicherías: Ju ares de diversión ubicados en el interior de la ciud d, pobres Y desaseados, d de se consume chicha (pebida preferida por indios o mestizos) Y guara¡,o (el ag ardiente de caña al que s~n afectos los esclavos),junto,con algunos platos excesiv ente condimentados pk el gusto eSPañol (los p1cautes). A ellos acuden desde ·ornaleros o artesanos, ~asta asaltantes y merodea1ores,, llegau indistintament hombres y mujeres, to~os, apenas por el h~ho de• ~eumrse, se convierten d·.e ·nmediato en "gente soi,echo.sa" para el Cabil~o de.f-1ma. ··.Estos lucrares llama la atención al propio V" ey Abascal cuando se mforma que en una chingana unn gro recibió un hrntal pis letazo de pólvora y sal ~n el rostro, p~r lo I que':termina r clamando que sean cerrldos, argumento que recibe u~ mgemosa objeción: ''L. a prohi.bición absoluta tal. v. z producirá peores consecuencias; pue.s en una población kle ese tamaño se debe to! .rar al populacho un desahogo prop1c10 a su clase, al mod;fque a la gente culta los cafés y Botellerías".'1 El Cabildo. ci"'"?1, en ocasiones pµ,lperías demasiado escan4alosas, pero, en general: la tend~ncrn es mantenerlas e' los barrios marginales, como el arrabal de Sau Lazaro, aleJadas de • 1 las grandes ca onru:. . i . . . · . . .. Hasta en as d1vers1ones era necesario preservar una estricta distmcmn y separación: lo cafés para la aristócracir, Ios burócratas e_ intelectuales; l~s ~hinganas y tambos para artesanos, esélavo~ o jornaleros, Sm embargo, e;'llsti~ tres espectáculos ue alcauzaron un cariz '¡'pluriclarista" y que abolían m_omentaneamente las dife encías sociales. Pensamos en las peleas de gallos, las cqmdas de toros y las procesitnes. Los dos primerosivieron escenarios definidos:·el colise,o.de gallos ¡íerten iente al Hospital de S , Andrés92 y una plaza de toros de n:e1en!e cons~cción 1768) y proporciones mol umentales (8,000 personas) para el tamauo

un

de L:.;_~tiplesl viajeros han descrito Iasi corridas, sin d~jar de ob_servrir él horror,,ª veces, y la re ugnaucia en otras ocasiones, de un mgles o frauces qqe se pretendía

141

ilustrado, _frente a u~ espec1;áculo que no dejabau de calificar como bárbaro.. Basil Hall;~anno escoc~ Y v1s1tante de Lima en julio de 1821, ¡Iescribe una corrida especialmente sang_nenta: el. torero ~~ embestido por él animljl, sobre el que luego se ab~zan, cu~hillo en, mano, hasta dos v9Iuntarios. del p~blico, en medio del ent~8:'asmo ~e todos )os asistentes, entre los que no sólo se encueni:ran hombres sino ~b1,én muieres y ~os., No.ly asombra .1? que sucede ~~ ~ arena com~ ese e tusµism? de la mmlltud y aunque es una ~mn para que el vrniero muestre, aute sus horronzados lectores., el desdén de up europeo frente a estas i;ostmnbres también es el m?mento para qu~ ~ simpatizante del liberalismo asoc/e toros y e;clavitucí como simbolos del domm¡o colonial de Lima .~En todos los casos en Sud América, don~e la causa de la mdep~ndencia ha triunfado, se hau tomado invariablemente dos medidas co~o cosa nat1J!1!1: una, la abolición de la trata de ne¡¡ros, y, en Jo posible, de la esc)avitud; otra, la supresión de.lii oorri<la de toros".'' . En. Lima colon_1al, las pro~siones e~ frÍ:qÍrntes, pero ~stas se qrgariízaban. alrededor de grelillos o ~o~~. mauteme~~o por tahto las .distinciones éinicas e~tre los devotos .. La procesmn del Señor de los Milagros,.aJic;,r~ únsíinbolo de la cmdad, a~que_se re~ontaba a 1687, sólo apllflir de 1747exíe¡uµósu itinerario y su d~c1on a cmco días, pero J??r ento~ces ~vía nq existía, la ,hefJIJaudad y los segu¡doi<;s se ~o_n,gr~gaban casi exclusivamente entre la plebe :y los esclavos.'' Resulta ~1~toma11c~, sm ei;n~~go, que consig,¡iera persistir y que el color morado de su~ hábitos termmara rep!tléndose cada añ~, dµraute fodo ~¡ ines de octubre.. Fmalmente: ,entre la anstqcracia yla pl¡,be hubo otro :coriiacto difícilde mensurar: la cnau~~ de lo~ niños ,en las grandfS casqnas coma á cargo de negras ~clavas llan_iadas amas de.leche",•por.medjo de lascuáles,debió in.filtiarsela cmtura Y, la \1da de la calle_ en esos recintos celcjsamente piotegidós. Pero éste sería otro cap¡tulo en esa histona. silenciosa que es la infancia en 1a:colrinia. · ·

tanto

5.UNA COMEDIAHUMANA: LAS TRADICIONES

Esta, Lima ~el siglo XY;III, :que éstamos ¡ntentando dibujar a partir de sus ~rsonaies dommautes, en_contraría un. intérprfte excepcionaj, .años después, en Ricard0Palmayenelgeculiares11lodelas1radic10nes:relatobreve,dondelahistoria se me~c½t c.on la/1cc10n, para tratar de resumir una época en ui\a auécdota . be las 453 tradicmnes mcorporad~ a las Obras Coi;npletas .de Palma, la gran mayoría tomau corno es~en~o aLllDa A.su vez, la colonia postergó a cualquier otro momento_de lah1stor¡a, pe~aua, porque, mientras apenas se conocen seis tradiciones sobre los 1'1CilS Yla conqmsta y 51 sobre la república, m¡\s de 200 se ubican en esos ~es siglos. ~alma tuvo especial interés precisamente por los año~ que emnarcán este hbr?. B1gu1endo con la elemental contabilidad temática, podemos incíicar que 166 tradicmntos transplJ!l"en \'ntrel 760 y 1830, es de¡:ir, 36% del tolljl." A ellas podrían · s_umarse otras seis e¡¡tre las llamactru:_de •·~sa ~!='rde": picaresc~ y de lenguaje más libre. )3n todos estos relatos, entreteJ1dos a partrr de 1854, Ricardo Palma se esforzó por bnndar al lector peruauo una imagen de su pasado, pero, de hecho, esta imagen


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LACIUDADSUMERG!DA

condujo a la identificación entre historia nacionaly colonia, la qu~, ~ su vez, se confundió con el devenir de una ciudad y, ala postre, con los acontecimientos de un momento determinado: el tránsito del virreinato a la repúblka. 1 . , · S¡:'Je ha reprochado a Palma haber inventado 1:,ima: supuesJamente ~abna imaginado.bajo el velo encubridor de algunas referencias documen -fos, un!;:udad apacible, habitada por "una galería de cortesanos respetuosos y res~ :tables , . en la que primaba una alegre e irresponsable~esignación. Ante la frustrac15n rep~bh~ana, la sociedad colonial sería una alternauva. Mundo en reposo, exen o de confhctos sociales, verdadera arcadia a la que, si bien es imposible volver,si :mpre se ~uede encontrar en los caminos de la imaginación. Estamitificación hab a conseg?ido el éxito de ocultar la verdadera ciudad para sustituir en la memoria , los habitantes de Lima, "la historia por la mentira". Llegando a esta conclusión hacia 1965, un ensayista apasionado arremetió contra Palma acusándolo de hab r elabor~do un "estupefaciente literario'.' que impedía enfre~tar el verdadero _ro_ tro deüma la, horrible. as críticas de Salazar Bondy senan aceptadas casi S1 reproche;_ pi técnica de onfección de las tradiciones era muy clara, de man ra qu~ el um~o problema e_ndiente sería explic,ir e;l consenso__alcanza~o. P a Juli? Ramon Ribeyro tro narrador contempo{llneo, tamb1en _obs~1onado o~ bma-? la explicació terminaba siendo bastankelemental: "S1 la imagen p ilm1ana deL!ma subsiste es orque nadie ha sido ca¡ía¡z de desembarazarnos d~ ella' -97 El fabulador habría sido después de Pizarra, el segundo fundador de la crndad, , Pero · reahnente cierto que la, nventó? Ricardo Palma se autodefima com~ historiadir condición que siempre e negaron los_ críticos literario~, pero no asi investigad res como Raúl Porras Rubén Vargas Ugarte. Es evidente que su manera de ncarar la his!Oria noten a _el apego "a ras de suelo"_ al documento que caracteriz a Paz Soldán o Mendib :· sus referencias son imprecisa~ y, por el contrario, i corpora la intuición. To, avía más: parececons1~~rar_que lo 1mporta~te no es ente der el acontecimienlO p tual, tal y como sucedio, SlllO las tende~~ias fundamen les de unmomen!O,para o cual el narrador puede, lícitame~te, aux~iar- · se de Ja im ginación. Historia y lite tura se aproximan en Palnrn, co1;10 sucedia en· cualquier tro historiador romántic . Entonces, Palma ~o encontrana una con~posición n evidente entre invención y realidad. El :verdadero !1roblema se_na discutir en qué'medida este caminoito condujo a la sociedad :º!omaL Esto exige releer las ,adiciones. En este caso, se trata de confrontar sus pagmas con imagen dela ciu d que hemos esbozado hlista aquL . ._ . _ . _· . · Lo pri ero_que llama la atencióq es no encontrar al su~~esto _escn\orauhco. No se exalta la colonia. Tanto Haya de la Torre como Mariategu1 ha~~n observad() que la b a, la ironía y la sátira 4-otros componentes de las tr~dic1ones- eran compatibl con un espíritu libefa\l ~ticforical. Ala ~nfirmacion de~te aserto, puede afia · se que Palma notendráinconvemente.en iusuficar ~! asesmato de un oidor, cri cará ásperamente a!osipersonajes que -:8t¡iban,_pr0';1Same1:te, ~n las . antípodas e los virreyes; en cambió, a cada uno de estos -c{;omo reparo PorraS-';; les asigna n a~odo y, así desfilan elNirrey "temblecóri", "el de lo~ milagros», el "de los pepin s".98 : ,

Ja

ROSTROS DE LA PLEBE

143

!,as tradiciones que_ nos interesan -!_as que refieren sucesos entre 1760 y 1830' -: uenen como escEnanos las panadErías, el coli~eo de gallps: las calles dela ciudad, el arrabal de San Lazara, una pulpena o una cantma; en ca111b10, rara vez transcurren en alguna ~¡¡_sa !13cienda, _gran establecimiento comercial o fastuosa casona limeña, En el mobiliario _de la Lima de Palma figuran también la horca y la cárcel. Esta esce1;ografía está habitada por personajes -algunos cíe los cuales desfilaron ante;1;10rmen~ P!;r estas página~ como ,los verdugos Pancho Sales y "Grano de Oro., Valentín. el ladronzuelo , JUDIO a maleantes, mercachifles, la comediante P,;mchoh, el Ciego de La MerE"?.• mendi~?.s de Los Descalzos y Santo Domingo, ~gunos esclavos, el loco Ramon ·ch,chefü:, , una costurera ... No aparecen héroes m son frecue?tes los precursores de la e_máricipación, pero abundan los personaje~ popular7s, mientras la clase alta de la cmdad se resume, apenas, en la mención de algunos hacendados, comerciantes y mineros. · · Para informarse ~obré esto~ personajes, Palma recurrió a diversos testimonios que tuvo el c_uidado de consignar en sus ll)~s¡nas tradiciones: En primer lugar figuran los manuscntos procedentes de la coleccmn Zegarra, papeles varios de la Biblioteca Nacional Ycó_dices del Archivo Nacional,jun conjunto documental que, si bien no ~v¡tla, nec_e;sanamente ~ 1:na "celosa erudicción",deberíai'obligar a pensar que la i1;iag1?ac10n no fue su rmco recurso. Junto con los documen!Os figura la lectura de histonadores como ~en~iburn, _sociólogos como Fuentes y testigos como Miller. Todo~ estos tex!Os senan mterrogados por rin escritor que, en cierta manera alcanzó todavía a ver,~ima col<;mial. Ric8:"do Palma nació en 1833y se crió en ple~o centro de. la pudad, en la calle Puno, proxima al mercadoy los barrios altos, recorrida por mer"\l,chifl~s, buhoneros y muchos de esos personajes dibujados por Pancho Fierro. Lasdime~smnes?elaI;imaenquetr~~urriósuinfanciaeransimilaresaladeAmat o Ab~scál1todavrn las murallas persistían y el trazo de las calles no había sufrido la me?or modificación. Palma pudo visitar los escenarios de sus tradiciories, como el cohseo de gallos. Algunos relatos fueron recogidos mediante la transmisión oral · P31'.1 lCl qlJe valéde."unviejograndísimo cuentero", de ''.las viejas de Lima",~ pane~te o sus recuerdos_ personales: ''.muchacho era yo cuando oí la frase ...". Las trad1c10nes; de esta manera, podría¡i ser leídas también como relatos orales Aquéllas que_ tr~nscm:en entre fi~es del sigloXVIII e iniciosrel siguiente, eran p~ de la memona mmediata de la cmdad, Antes de ser un género literario, fueron un ~omponen~ de la cult~a popu1'?". D~lhecho, Palma no fue el único que concibióla idea de olvidar la estenl 1mitac1ón hterana de Europa, para introducirlos relatos . popul¡¡resen la escritur_a. No fue el único; pero fue el mejor, tanto po_r su destreza ·· en el,e,mP,leo del lenguaJe c~mo porque ~rminó edificando ~na especie de "comedia hm_na~a acorde con la sociedad colonial, en la que sería c¡¡si imposible distinguir cu:mto fue producto de sus pesquisas o s\l imaginación y cuánto incotporó del recuerdo_ colectivo. · _En Ricardo. falma exist~ una imagen de la sociedad colonial donde, para el penado q_ue nos mteresa, c~s1 no ~par°:'en lds indios y; annque figuran los esclavos, la mayona de los personaJes se mscnben en lo que denominamos la plebe de la cmdad, a la que, cuando menos, trata con empatía, mientras resultan evidentes sus

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LAOUDADSUMERGIDA

críticas,reparos y burlas a la aristocracia, escribiendo, porejemplo, sobr¡: los títulos n.obiliarios en Un caballero de hábito. De esta manera, en elrecnerdo, I,,iinaapárece tambiéne~cindida entre aristocracia y plebe: ''El segundo día de Navida(Ldel año de gracia 1790, grandes y chicos, enCQpetados y plej)eyos, no hablaban e~ Lima sino del mismq asnnto"; "todo Lima, nobles y plebeyos; matronas y damisel IS, gente de medio pelo y de pelo entero";en ·otra ocasión contrapone nobles con pu ,blo.100 Las capas medias también tienen escasos representantes, tino de los.cuales e; Benedicta Salazar,. la costurera. de la .marquesa de Soto Florido; se mencion ma pocos intelectuales (Unanue, Baquíjano). La explicación quizá puede encon. arse enque las tradiciones tienen como escenario la ciudad y si¡s calles, poblada en eJsiglo XVIH por esclavos, semiempleados o gente sin oficio que salían'.' n busca de jor¡¡al''. La ple~e vivía en la calle. . · Pero antes cj_ue a las tradiciones, la plebe llegó a la pintura.· Nos he os referido a la galería de i tratos del mulato Pancho Fierro. La variedad de acu las que se le.atribuyen q 'zá permita pensar que su nombre designa a Jll~ de n dibujante popular,. Podrí confirmar esta hipótesis e) pil)tor Lorenzo Ferrer de zano que, alrededor. de l 70, siguiendo el inventario de bienes. de José Bravo e Lagunas, habíaretratlido nn "pobre con nn sombrero", "nn. mudo con una gallina ,n la mano", "un loco", ''m chachos comiendo fruta'[, varios borrachos, todos jun o con otros lienzos de San gnacio, la escala de Jacqb o el bautismo deCristo.101 . · .· Volviendo Palma un reproche final que se le ha hecho es no haber producido ningún tipo so ial de la colouia Aparein en las .tradiciones di versós ,:Uistóéral¡ls, pero no se dib. ja.la imagen social de la aristocracia.. De igual manera, aparece la plebe, pero no I plebeyo. :Un reproche ue, como otros, es.también ipiustificado. Evitar nna tip logía fue, sociológicam te, el mayor acierto. de Palma, más aún teniendo prese te que muchos de sus pe{sonajes provenían qe esa¡; ''clases popula_res" urbanas, p olíficas en biografías, pei¡o imposibilitadas de resumirse en una sola. Estasumaded stinosp.articulares,ense,tidoestricto.,nº. lle.góac.on. stitu.ir u.na clase··· social, sino un., onjunto tan heterogéneo fomo disgregado. Las formas artísticas que adoptaron sus térp.retes tuvieron un ~ácter similar .. : décimas .de Cas..tillo, pi.ntllf.•as ..· de Lozano, ac arelas de Fierro y tradi~ipnes de Palma. Frn, así como, en lugar de una novela o ~e UI1 vasto fresco histór:ico, la generación que vino, después de la indepcndenc · para entender a su ciuda~ encontró nn instrumento adecuado en ese conjun·to frag entario y disperso de relatos, donde se confundieron recuerd<;>s, imaginación y documentos. Así como I estilo de la plebe conttigió al conjunto de "clases populares" -, · excepción de as verdaderas vidas matginales que, como veremos más adelante, fueron los in ·os de la costa-, se prop~ó por la ciudad y sedujo a su segnndo fundador. La ima de Ricardo Palma es la Lima plebeya. ,Aquí radica una: de las claves de su v gencia como imagen de 11 ciudad. De hecho-como .veremos erj_un capítulo pos rior-, mientras la arist¿cracia no pudo resistir el vendaval de la independenc. , el destino de la plebe s!rió asociado. con la ciudad. : 1

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. VI. -V:tvIR SEPARAOOS

l. P!$SCADORES

Entre 1823 y 1824 un viajero de · · - . - . . • . ·· Pro~tpr, fue uno de 10 ; primeros en uiiil~~~:=::: ~g~da, el inffl~sRobert habila!!tes deJa otrora llamadaCiuda ·.. . · _ __ei;io para re,eru:se a los En su relato .de viaje ~mó en la Ld.- d.e..lods .RR~yesd. ¿Qmen.es eran ~stos limeños? · - ·. · .,. • . U11a e 1car o• Palma la ci d d contagiada por el estilq';de la plebe com uesta. b, -. · ,--, · . u ª· aparece absorbeninclusoalapoblaciónescla~a 1 as1carn,nte por mulatos,. que a múltiples e inestables oficios siend; al s mu at~s. a su xez, figuran dedi~ados ,frecuentadores de chinganas y "fiestas tumul:f:~~':;.~, ~':º Ti ladron~s conoc1dos ", nn esbozo de reflexión sociológica que a modo d cli s . -º ,servac1ones sustentan ~u relafo; "Mientras es\a clase social h~l azana e. gres10n I~te;1ru~pe-el curso de influencia en la mente popular es im osifle . arte~ contll)ue eJerc1endo ta!)ta o virtuosos. Una vez introducidos e~ la farnftue os -~itantes sean bien instruidos miembros, y, conociendo sus secreto . . . ia, se.!n _1 tran en la confianza de sus 1 l'fo solamente ejercen poder en 0~ ::i:o~%n;:~s:~sJ!1:'~ntei:vienen en mue os,casos asu~en Wdo el manejo de.los asU11tos mundanos" ' A a, s~oque en Y mulatos, el viaJero distingue sólo dos . . , . · Parle e negros blan~os, que se confunden con las namf~º! mf en la población .limeña:)os mesl!zos identificados con los tenderos negod= iasya:i:;JtablesU ~ neas, Y los clases-utilizandotérminosdeProcto ' bl , . os. n.1carnentetres · - - · · · . r-, ancos mesl!zosymulato u - dad sm ;:os. La misma ausencia que en la sociedad colonial que dibu{0 p~cm sta ahora los mdios han ap.arecido sólo aecide taJrn · · . · , ª·. cuando nos hemos referido .a la agricultura e al n . iJi.te en estas pagmas,

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l;s considerar nna actividad a la ue estu · • ._. . nea os sm indígena: la pesca. En efecto JiproxirnT¡:dt:recl.h~ente vrnculada fapoblación • . e mar Junto con el suave declive del


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LA CTUDAD SUMERGIDA

terreno hicieron surgir.comunidades de pescadores en un litoral donde se alternaban -por lo meros desde Huacho hasta Paracas-pequeñas puntaS y bahías, amplias playas y parajes pro_tegidos del viento ! las olas, al. pie de pna _f~una ~ a excepcionalmente pródiga. La pesca fue siempre un component decisivo en el area antosubsistente de la economía regional, sin negar que la d oanda de pescado extendía su comercialización a lugares distantes, incluso cen ros wbanos de la serranía. Arqueólogos como Lanning, Fung y Ravines, lingüistaS e 1istoriadores como Torero y Rostworowski, han insistido suficientemente en la im ,rtancia que tuvo la peSca pirrael desarrollo de la cultura en los valles de la costa, de ;de el precerámico. En esos tiempos remotos fue posible organizar comuni es exclusivamente pesqueras dada la riqueza y variedad del mar. Esto hizo que, de. e un inicio, la vida indígena marchara en estrecha asociación con el mar, el cual,~ emás de proporcionar afürlentos, podía ser empleado como medio de comunicac · n, rompiendo con ese· ais iento en que el desierto pretendía sumir a los v es. Una temprana activi d artesanal llevará a la construcción de implementos p · ueros (redes) y de navíos ada vez más perfeccionados: desde el tradicional . ·to de totora todav· empleado en algunos puertos norteños-hasta guares balsas de si~catlvo ion laje,comciacjuéllaqueericontraríaFranciscoPizarr<>e wiadesuspruneras - expedí iones al Perú, . ta locali.dad de Chincha, por..izoo,e¡ todavía no bien eluci s/perfeccionó todas eijtas actividades, convirtiéndose, poco antes de la 'expans ón incaica, en urio de IosJinosregionales más iniporlaljtes del paK Gracias •al mar allí la división del tra1J/ljo se encontraba bastante aj,aniada: al lado de pesca · es, convivían arteSanosy comerciantes, queenbalsasrecorríanlos diversos puebl •y reinos de la costa. Ll,s trastornos ecológiéos y demográficos que trajo corisig la conquista cólouial, afectaron la actividad pesquera, haciéndola retroceder · ·en tod .el desarrollo conseguidb. Durante el siglo XVID, en Chincha apenas se ··fabric .embarcaciones de es9aso calado. Pero la:riq_~eza marítimapei:miti_ó q~ · este$reeso no afectara su5911cialmente la producc10n, aunque ésta termmaria limÍ. dos~; básicamente, a mairs'.:cis que ~ari recolectarse en la desenth';1C&dura de1os ·os (camarones); en las peñas (cangre¡os)ya la pesca del tollo, pe¡errey y , cojinoya, todos los cuales abundaban .en las proximidades de las playas.' .El · crecimiento de las ciudades dela costa, especialmente Lima e lea (10,000 habitan, tes); y asptácticasreligiosas qubprosr;ribían el consumo de carne determinados días del añ , generaron una demanda'. creciente de pescado. · · cia 1786, Manuel Veas, Jnespanol residente en Lima, pudo constatar que,no · obs te la gran demanda que tbnía el pescado eri fa ciudad; su precio er~ relat!vamenf ele\,ado y su calidad hejaba que desear. Fue entonces que mtuyo la posib lidad de establecer unapihgüeempresa si adquiría una embarcación de regular cal con la que pudiera pesc4i en alta mar y en abundanté cantidad, desplazando ·de es manera a las frágiles n~'fs de los indígenas. El proyecto de Veas significaba no sólo iniciar la transformacion de una actividad·artesanal, sino, además, quebrar un ménopblio que, desde la fundación dela ciudad, según se decía, condicionaba su abastkimiento: la pesca estab 1"sacrificada", citandcíla vetsipn del Cabildo limeño,

"a la voluntariedad y ocio de los . dio ,, 3 . ViVIR SEPARADbs . . 147 llegan~o incluso a imponer precio:obr~ io que pesc~ban cuando y donde querí/m, ~n el siglo XVI, cuando recién se iniciaba las::::_sumi?fres ~banos. Tiempo antes, indígena de la costa era notable se podía b ¡gracic¡n africana Yla despoblación. .• Lockhart Y Frederick Bowser_:__ dedic O servarª n~gros -como anotan James auxiliares de españoles propietarios de b~dos a labo,:es ¡esqueras en calidad de h.aber yersistido dos siglos después cuan~~ fquenos. E~ta situación parece no Su~~rGobiemo;cómpróelbarco~unc· ·. eas pre~nló s~_pedido formal al en la libertad de pesca" que apen . ,ado Ydescu9no un sohdo apoyo jurídico Escobed~. ·. TCJ<_!o parecía marcrui:1~:~s :os antes lfabía ~retado el Visitador empresanopodiatenerseguidores dadalatra: ~~ suponer, mclnso, que el .novel en.tonce.s componían el grupo· ·ás• a,_,;;_. . cmn pesquera de los vascos que por V ·· · · m =«ulllCO·.. de la. poblac · ' ima. smembargo,cuandoyatodoslosr , i·ó_nespañolaafincartaen · sólo que el escribano solicitara a M , leqVmSJtos habtan sido cumplidos y testaba acud • . · ·. anue · eas su matrícula de· · · ad •· • . e Y, a pesar de ms1stentes búsquedas · . 1am · ·•· pese or, este no P?<:<Je dar ~n del personaje: simplcbme~;ec . os,:no se le encuentra y nadie dic~embre de ese mismo año el Superi, G b. desaparece Y, no~ obstante que en nad1emtentaráretomarelproyecto La o _iemo reafirma la libertad·de pesca alo.sindí.genas. Unasituacio'nd'' . 'adicionparecíainsistirei:treservarlapes~ . . i,erentesedaríaalnorte , · p . XVIII, ~on el desarrollo de la pesca de ballena .' en atta, al tenninar el siglo No siempre la pesca colonial Ji la 1 · .. · . · ·. En .algunos parajes .resultó; en ~i~ro ongacmn de ~na actividad prehispánica. ,recurrieron comunidades escasás de ti manera, ~na elección posterior a la que haciendas e interesadas en vivir separa~:• lresmnadas por la expansión de las ese valle fue escenario de una tem· ' e os.es¡_,anoJes,comoocurrióenSurco· · · ·te ifi. ó · · .. prana expansión agrí ¡ . .· m . ns ic desde los inicios del siglo XVTII · , co a azucarera, que. se zaron a rodear, desde las haciendas Villa curdo los sem!mos de caña comen. pueblo de Santiago e, igualmente asedi ' an nan, Ch~arilla y Calera, al viejo dados com.o Pedro Tram•,..,.,- ab .' aro~ a las comumdades próximas." HacenM h -•= neron caminos que p ar . uc os campesinos encontraron refu . 1 . as on por entre las chacras s ·pescadores.cercana a Lima, fundada g~o en e pueblo de ~h?11illos; una caleta d~ mdios de Huacho y Surco. De eSta m:n:ss~~~ q~e imcialmente acudieron ydelotro,SanPedrodelosChorrill , T" q . . separadosdeunladoSurco · ¡ . os. 1empo antes 0 tras' al , , hacia e norte de la capital, habían incr . . . • ... c . etas, como Veguera, procedentes de la sierra. Feyjóo de So{1](;m~do_su poblacion gracias a migraciones como mecanismo de protesta silencios: fr::~ero e~ soste~er la tesis dela pesca . ~a~lo Macera ha propuesto la imagen de un " ·1?º agr~o, a P~ de lo cual m~gena~ procedentes de diversas etnías inv. ~mci O nrral . : En cierta manera, ·migratorias prehispánicas cuando de los llanrrt:Jero~ ~ecc10n de las tendencias . vallesmterandinos,parair, en la col . os Y _punas marcharon hacia los o el' mar, convirtiéndose de agn·cu1ºtoma, sde esos m.ismos valles hacia las alturas .0 ••• . . res en pastores o pescad P=OI>por este camino la·pesca signT 'ó . . ores. Para quienes . . Actividad tradÍcionai o consec i_ i~ una especie de regresión económica las comunidades pesqueras prolif~encia . e '::tigrac10nes recientes, lo cierto es que raron en costa c;mtral. Se trató siempre de .

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LAPlJDADSUMERGIDA

_poblasiones,pequeñas y hasta reducidas: fue el caso de las caletas de _Magdal~na cerca ,de. Pisco; Bujama, Playa Grande en_ Cañe!l>; San Pedro, La Cbira, Ancon, próximas a Lima, etc. Al terminar el siglo XVIII, Ancón, por ejemplo, tenfaapenas 6Jhabitantes, distribuidos en un aparente equilibrio demográfi 1l entre 33 hombres - y 30 mujeres. Cifras similares podrían darse sobre LaCbira. E todas esas caletas, - lapredqminancia indígena era evidente., Mien~ _en elconjunt , de la costa i:entral la población nativa alcanzaba sólo 26%, en C_hilca y Huacho, las_ dos localidades -pesque~ más importantes de la región, ascendía a 99 y 97%, r spectivamente. En Nuestra Señora de la Asunción de Chilca, frente a más de 2,0 indios, sólo había tres españoles, apenas tres curas, no obstante el rico templo í estableci~o; n? se pudierQn contar esclavos ni mestizos y sólo tres e111padron s fuemn mchudos -como z¡unbos. El mismo perfil demográfico se repite en Hua ho, donde tampoco . ~ncontiamos mestizos; apenas 30 esclavos, explicables por las _ iendas azucareras cércaruls; sólo 13 españoles, acompañados por dos curas.' Es ignjficativo el caso deaqu~1!os jugares donde, al lado de la caleta prehispáni_ca._ sur ,ó el puerto español. _Fue· eqcaso del Callao, donde todavía en el siglo XVIII ·rsistía, claramente separa a, la población de pesca(\ores conocida como Piti Piti: n 1712 aparecía en un ma dividida en dos sectores llamados nuevo y viejo, res :ctivamente, emplazados uno y otro lado del presi~odel Callao,conunaconfi ciónsemejante: una sola c e alrededor de la cua¡ se agolpaban desordena ente cmco o seis "manz as" disímiles. 9 .· Lo iI¡dios se dedicaban talljbién a la comercia!!"~ión de pescado. Algunas acuare atribmdas a Pancho Fierro conservan las Ullagenes F. una pescadora de Ch · osingresandoalaciuda~odeuna"pescafritera~establ,¡cidaenalgúnportal. En alg nos casos, como en La Obira, dada la cercanía a Lima;cpodían llegar luego de una exte_n,_nante caminata porllos arenales; en__ otro_s, debían recurrir a las mulas, incurs· nando de esa manera en fl arrieraje, actividad qne, tradicionalmente, estaba reserv da a los mestizos. Muchas comunidades pesqueras se encontraban en lugares aislad s,rodeados de arenales, ~ejados de las rutas terrestres, por lo 9-ue casi uU11ca eran v itadas por viajeros o funfionarios coloniales. Végueta, por eJemplo, estaba cerca· _por pantanos insalubre~ que constituían llll\l barrera natural para cualqmer curios . La mayoría acataron este patrón, pero las comU11idades más exitosas fueron aquéll q~e lograron compatibilizar la pesca con qtras activida<;les. En Chilca, al lado d un mar todavía hoy muy rico, existían salinas que abastecían incluso a las pobla iones serranas limítrofes~lagunas aptas para la pesca de liza y, además, los pobla ores habían cons_eguid-o esde tiempos remotos (los primeros sembrío_s de pallar en la región han sido t chados 8,000 años atrás), retroceder al desierto rec endo al procedimiento de las "chacras hundidas": unconjU11to de excavac10nes q e permitian llegar a las dapas.humedas (freijticas) y así sembrar. La pesca suste taba a la agricultura cuFdo algunas especies, como la anchoveta, eran empl adas a modo de abono: se introducía en la tierra llll pequeño pez _co_n una semi lo que permitía, según[la práctica tradicional; acrec~ntar los rendimientos agríe las. •Las salinas, a su vef, se empleaban en la "salazón" y cons~1;ac1ó_n ~el pese o. Estos procedimientos se repetían en H;uacho, dopde tambten extstian 1

VIVIRSEPARADOS

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yacimientos de sal, capaces de abastecer a todo el valle y comercializar elproducto - hasta Lima. Sedesarrolló, en las proximidades de esepnerto,la agricultura Ílehnalz'·: Yel pan!Ievar, alentada por pequeños propietarios, indígénas casi en su totalidad. -El , activo comercio lfoal hacía que Buacho fuera la loca!iiJad con· mayor número de ~nlas. en toda la provmc1a de Chancay: Pero, allll eri el caso de un puerto tan · • divers1fica<!9 com,o Huacho, la pesca fue una actividall especializada, si resulta representanvo el testamento del.indio pescador Felipe!Ramos: sus únicos bienes fueron un terreno, "el sitio en que actualmente vivo"; ties piezas de red, una balsa y una caja grande, 1~ ' _El crecimien,to:~emográfico del sigl~XVIII afectó a llis comunidades pesqueras, oblig~~o a que ~ertas norm~ se lor\I_aran más rígi<jas; especialmente las que prescnbian una muda separacmn entré las playas. CnaJquier comunidad no podía· pe~car en cnalqmer lugar. A cada una correspondía nn área previámente delimitada. ·-Ast, los pescadores de Bellavista no debían ni podían pescar en Chorrillos o Chilca viceversa. Todo fSto daría Inga¡: a vimos procesos judiciales entre los ptqpio; · mdios, en uno delos_ cuales, que tuvo lug!u- en 1784, el fiscal concluyó considerando que la pesca era llll objeto público, por lo que "a primera yista parece qneconvendría abnr la pesca, no sólo a los indios, sino'.a cnalquier otra casta.. ,".11

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2. PUEBLOSDEINDIOS

¿Por qné la pesca no estaba abierta? Elhecho quefüera una actividad tradicional de viejadataen la costa peruana, óo es una explicación suficiente::no dejó satisfecho; a los españoles, que no pudieron evitar plantearse el mismo interrogante e indagar nna respuesta. Vol.vemos al tema de la tensión étnica. La respuesta pareció encon~~e en el aislamiento de las comunidades pesqneras, que permitía a los mdios v1v1r separados de los españoles (y de otros grupos). La idea de la separación de castas fue, en los inicios de la conquista, .iinpnesta por la prnpia legislación colonial. Con el_t!empo, los_ indígen~ encontraron ~ue esta separación podía evitarles los pre1mc1os qne acarreaba el contacto con los españoles y establecieron como un ideal (contemporáneamente recogido en el mito de lnkam"} el hecho de "vivir sepfilados".= .i' , - .o - _- En Lima se estableció, con una lógica similar, el llamado,"cercado" de indíos nna especie de "ghetto" colonial en los_bordes del recinto urbano y que, no obstilnt~ eI~recimiento <lefa ciudad, persistió como llll barrio de indios.12 Aunque incluido de~tro de las murallas, el cercado quedaba separado por algunos terrenos baldíos; el trazo cuadrado de las calles era sustituido por un entrecruzamiento abigarrado similar a cnalquier pneblo andino. Todavía hoy, quienrecorre sus calles, entre la avenida de los Incas y el jirón Desaguadero, podrá observar este brusco cambio en la perspectiva urbana. El cercado tenía; su propio corregidor. Allí funcioriaba un colegio de curacas, destinado a la educación de la élite nativa. En 1775, argumentando "suma pobreza'', los feligreses se resistían a mantener al cura y el culto de la Iglesia.13 , · 1

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LA OUDAD SUMERGIDA

En aquellos otros lugares donde la población indígena sehabía reducido de manera·significativa, la separación fue un desesperado recurso ulsado para tratar de mantener hábiios ycostumbres tr¡idicionales. En lea, por ejem lo, fue evidente la . división entre dos ciudades: San Juan, de indígenas, donde habí , pocos mestizos y españoles yno se censaron esclavos ni castas y, paralelamente, I a, donde predominaban los mestizos y españoles y, en cambio, no se pocµan n merar indios.14 A criterios simil;lres .obedecía la separación entre Huacho y uaura; incluso. un jJOblado.pequeño como Bellavista se dividía en un barrio de.in lios y otro para las castas. En Ate la población indígena era inexistente. Cas s inversos fueron Pachacamac y Lurín. 15 En el norte, mientras Chimbote tenía a población mixta, el pueblo del Ferrol estaba habitado sólo porindios, "con un ec esiástico hacenda-.· . do".16 *n la población trujillana, hacia 18B, no fueron céns dos i_ndi?s que en cambio aparecían concentrados en.el cercano pueblo deMoche.1 Liinvalidad en~e Chepén Guadalupe traslucía, en el valle de Jequetepeque, co o las de El Ingemo yTúlín La Banda y San Javier ep Nazca, el enfrentamiento en e indios y ~egros. En emarcosocial lacomimidadpesquera~esempeñaba. afm¡ciónruslante, impresc .dible para un;cúltura que se sentía anjenazada, subsis iendo en el interior .. de. un aís ocupado. · Mostrab.a\ también, que para ·los sec es. indígenas• m_::ls irreduct bles a la influencia occidental, la separación implicab no sólo distanciamiento e los españoles sino talnbién de los. negros y de ltjs grupos que eran consec :enci~ de uniones raciales[·mix~s. como .los_ '~méstizos'~ !Y Ia:s _"castas" .. Los·.· pescad es vivían, pues, alejad¡s de las ciudades y de las: haciendas lo que signific ba también vivir a una rudente distancia de .adminis\fadores col_oni~es. (recole tores.. de tn.•·but?s.,corr ...eg.i ore.,s·º·. in.·ie.nde.n.·.tes.)y•.·· tambié11 . d.e·.c·uras. ·. .· · .'.•·•.·...· e ig.lesias ... La pleb estaba exclmda defa p sea. .. ·.. · < •· . • . . ·••>y}. ; • Un descripción de la commlidad pesquera de Cfiancay reiteraba g,ue solo su~ mie.mb s.·pes•caban allí, si_n perIT1itir ~ue. person.ª..J·~. p.r.º.ve.nientes.d~.º. .IJ·as·· c~tas.. .se··· dedicar a la misma aclJVJdad ~ m siqmera dejar ,que la comumdad vecma de . Huach cómpartiera con ellos la pesca. Otra descrip7ión más detenida se refiere, al . paraje l amado Playa Grande en ¡cañete, precisando que "los naturale.s que ¡;Ili se avecin , dela provincia deCañ()te viven comoMorqs si11 .señor; p~es ad~tefllll con total lib~rtad.y nunca oyen misa~. No se confiesan. 1No. se adoctrman, m hacen .la más levb obligación en la villa, á la manera que fop!'llctican los de ella, desarpparando aqu llos de. esta.suert.e, sus p·ú.pblos.; s.us.obliga(;ioues. •.· .Y l.o. •.qu. e es m.,ás n. º.tab.le la. · Religió Cristiana". Más adefaritp;el mismo testimonio comparaba a los pescadores con ':b barps_"~ "gentjles'',:los califie~ba de ','irrelifil9s~s"_y_ "fanáti~m(, hc;m1b~~s que viv 'an "al)straídos por solo ~civilidad de sus costmnbres".18 En Lurín, ~uyos poblad res ejercían la pesca valiéndose de sus embarcaciones de totora, segun ,llll infonn de la expedición Maia!spina, ·había "tiempo para el. ocio''. y Jos indios:.• parecí .. paco inclinados .al trab~jo, es decir, no tol~rab'.111 ~n¡.et~r~ a los españjlc: les." l calificativo de ''ocioso"! tan frecuentemente atnblll~:al mdígena,pareqa, enf dad, sinónimo de hombre libre. . . ·· , ·i .. :: · · ; ;,,:. Esta asociación entre pesca! e inclígenas, en muchos par¡ijes, ha consegmdq .· persis hasta la actualidad. César Espinoza, un acucioso investigador .d~)a, , ·

VIVIR SEPARApqs . 15!¡3¡ ·

l!niversidl)cim: S~ Marcos:ha podido obseniar enCarquín, cerca de Huacho, cómov1 sigu7n siendo mdígen'.18 qmenes pei:can y comerciali¡,:an el pescado local: ''En•súSm curt1do.s_ rostrosiodavia se guar~ ~mborrablemente¡,los rasgos étnicos de. aquella .. poblacm~. iuuga q~e ~, sob.re~vido 450 años . dtr dominacióll y ,explotaciónt,, cons~te ·: Una situacion similar ·a la pesca ocurrió, durante la colonia, en un·:·: gremm vecmo: los ~a1;1aroneros, .Todos eran,indios. En I 790 interponen unjuicio:u argmnentando que un1cameute ellos pudieran pescar¡en los ríos. 21 .• , ••• , ,, .. • •.,: En la:co~ta, la Vida de las éomunidades pesqueras,teníá un rilJno difereute, No •, estaba condicmnado por )allegada de los barcos al .Callao, nose perturbaba con las , , fluc_tuaciones en :el precm de los trigos; ni se convulsionaba con, las rebeliones.! andi~ o po~ las ~:rras europeas..V;ida en extremo rutinaria, perolibre, Alejada : de la vmfon.cia condiana dela ciudad colonial, independiente de la represiva moral . , ·sexual cns~atia: propensa, por todo esto, a fa.idealizaciónromántica,de los :viajeros. • · (o de los hJStonadores). A ca~sa delj aislamiento, es difícil encontrar referencias sobre!os pescadores enlos.archivos. Así como vivían al margen delosfuncionarios, ., c.olomales, tampoco eran tomados enl cuenta para las informaciones burocráticas, . sólo por excepción aparecían en los c~nsos y; de no s~por los litigiosqúe a,fme~ • · .del.s1gloXVIII se entablaron entre las propias comunidades, las referencias serían tD;iavía más escasas. ·Es una historia imposible de mensurar: siempre.distante del., numero.-.

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· '.· Lapesca,insistimos, no sólo desempeñóuna función eco~ómica· fue también un susteuto de la~cultura i~dígena :n la¡¡~sta. Este afán por ''vivir s;parados".pudo< constatarlo, anos despues, elviaJero s¡¡izo Tschudi, cuando, a fines dela.década de 1830,_ ~isi~ó, el villorrio de Chilcay anotó eu su .libro de viajes una conclusió~ categonca.. 'En pocos pueblos !os ·md1os han •evitado tan cuidadosamente toda mezclaconge~teque ~o_esdesur8:'ª• com_o lo han hecho en Chilca'.'.Tiempo antes,. i en otra relacion de viaje, se ·babia i;ons1gnado que los habitantes de. Chilca no.• consentí~ convivir con "gente de otras castas .. .'\22 Cuando fas tropas del.general···• San. Martín llegaron a ese pueblo (octubre de:,1820), uno de los jefes patriotas,• , observa_ndola sequed:ddel desierto, la estrechez del valle; la pobreza.de las chozas•> campesinas, pregunto al alcalde por qué no se·trasladaban a otro lugar más fértil, .. obten,e~docomor¡:spuesta que "sí ¡,en¡ianecíanallíen la miseria era para no excitar la c?<Jicia defo~ españ~les, porqlJ~ segwamente en otro lugar, una vez que tuviiran • culuvadas sus IJerras,estos vendnanaqui!árselas'', 23 ,. . • , . Los. indios de la costa, no obstante su condición numéricamente minoritaria, a)canzaron ª. reproducrr su cúltura... Aunque no tendrían una intervención protagó-. ruca en· el· ciclo de grandes rebeliones .¡mdinas que recorre .el siglo, .hay signos eVJdentes .que nos señalan la presencia .de la utopía andina entre los habitantes de.la •: .. ~os_ta central. Los indio_s del cercado acuden a las fiestas de. la ciudad portando · imagen~ ·de. sus .reyes'.~cas; en.1725•. don .Cris.tóbal ele,· Apoalay,i asiste a;')a ceremorua deproclamacmn deLms,Iai;!viado con vieja¡¡ joyas familiares y reliquias . de .sus antepasados; LI:ino Zapata, al promediar•el.siglo XVIII, se asombra que los . . cura~ de Canta y Lurm se muestren 01;gullosos de .su descendencia imperial?' Las ,•. , autondades españqlas desconfí;mdelcuraca de CJ¡ilca:, En 1750, algunps poblado- ·


152

LA OUDAD SUMERGIDA

VIVIR SEPARADOS

res del cercado participan de una conspiración contra las autoridru:les coloniales urdida élésde las alturas serranas de Huarochirí. Tiempo después, en 1820, cuando otro viajero inglés, Willian Ben 1etStevenson, pase por Huacho, observará que, entre los campesinos de esa localidad, «Ja veneración poda memoria de sus Incas excede de toda descripción, p "1icularmente en algunos de los distritos del interior,. donde el degüello deHnca mr Pizarra ·es representado anualmente. En esta representación su gesto es n úural aunque excesivo, sus canciones lastimeras y el total es como una escena de pena y de desgracia; y nunca la he presenciado (confiesa) sin mezclar mis lá · as con las de ellos. Las aqtoridades españolas han tratado de prohibir esta exhib ción, pero sin · resultado, a p<;sar que se dieron varias órdenes reales para ello" .25 Dentro de los muros de Lima, en el barriodeSanLázaro,específicamenteel)laca · la del beaterio de Copacabaha; donde se educabanJas.indias nobles y se reunían al nas cofradías indígenas, e · .tía un lienzo en el que figuraban todos los retratosd los supuestos miembros d la dinastía incaica. Al parecer, siguiendo a Teresa Gis rt, el:cuadro habríasidop tado entre 1746 y 1749; copia, a su vez, de un'grabado ntemporáneo hecho en Li a por Alonso de Cueva.'f Aunque población andina de la! costa asumió su propio ritrn , buscando fa 1 separación y en el mejor de los cas~ , el aislamiento, no siempr todo esto fue posible.. En 799., l.os habitantes de • uach_o entab~ un J?le!to por. ¡tierras con. lo.s hacendados el logar, que nos lleva a ,ues110nar la unparcialidad del subdelegado. Seguir este itigio -mya documenlación dispersa ha sido rem1:lda poi César Espinoza- rrnite. des.cubrir otros a~pecto.s en la VI.·da indígena de la costa. E..se· conflicto en e indios y españoles tienp una proyección geográfica en la ccintrapo sición entre nacho, la poblaciónªª' y Huaura, lavilla española, Esta últirna par.ece su.ste tarse. ·en los avances dela .gricultura. de expor.tación, el crecimiento d.e• haciendasaz careras, como Vilcah , pero al terminar el siglo XVIII, la economía campesina d la localidad no sólo ha ,odido resistir a la gran propiedad, sino que, además, co igue enfrentarla (de al ' el litigio), y con• éxito." Los indios se beneficiarán con. _la crisis ~gran·.·a q.·ue~ co.m.·. paña ª..~ gu~.s_de la inde.·pe_ndencia. · En 1820, P 01ssien tendrá que cons tar, en su.Jacoruco diario de campana·con el que sigue lo avances de las tropas pa .otas, que Huaura·,es un pueblo •sumamente miserable, c n apenas 600 habitan! ; mientras Hnacho• alcanza los 6,000. Por · entonces, es población encuentra tstento en la pesca y las salinas, a las que hicinlos alus ón páginas atrás, tambié en la caza de "los pájaros de lasislas", delos que aprovec an d guano y comen la , ame, en las parcelas-que definen el característico p.aisajf de )a. cam.piña huachan~en. e.l comercio entre la costa y ).asierra. y; por. último, en manufactura de· sombr . os y cajas de cigarros, hecha; de una paja selecta traí de Trujillo y trenzada a mano:" · · Quizá es última actividad expliq e el establecimiento en el pueblo de Huacho de una colo ·a trujillana, enfrentada chn los chacareros de los alrededores, que eran en cambio, riginarios de la localida~. Trataron de convivir armónicamente, acordando en el bildo que existiera unaldaldepara cada uno de los bandos, pero, a pesar del enfren ien,to con los españoles los conflictos internos no serían superados: 0

1

153' i

"no se pueden ver los trujillanos con los originarios",29 leemos en un documento f~hado en 1825. _De manera que la población indíge~ compartió también esa mISma fragmentac•?~ social que .escmdía a los esclavos y la plebe de Lima. Recordemos. los fü1g1os entre ·las comunidades pesqueras. En otras palabras parale~en_te a 1'.1 nval1dad entre negros, mestizos e indios, existieron conflicto; entre los mdios ongmanos y los forasteros, comparables a las tensiones entre'negros bozales y ladinos.


154

LAOU!lAD.SUMERGIDA NOTAS

i

155:f

24.Macera, Pablo, op. cit., p. 66.

1

No( s (Cap. IV) . . . " .

.

l. Drama de los paianganas Veterano y BisOño, Limi i977 .. Publicado, rologadoy ám:,.: tado por Luis Alberto Sánchez, p. 52. Sobre el miedo ver cap. VI. . , 2. Llano Zapata. José Eusebio, Narración ·circunstancituJa de la dePI_ ablhnecatáStroLfe 3. 4.

5.6c 7. 8. 9.

sufrida en la ciudad de Lima e inundación del puerto del Callao, a, ¡,renta a Libertad, s.f., p. N. · A.GJ.• Lirtta, 800. 23 de junio de 1821. . . . . Bowser, Ftederick. El esclavo africano en el Perú colonial. 1524-165 , México, S1glo XXI, J97i, p. 122.. • DiariodeLimq,-11 denoviembrede_l7SXJ. , A.G.N.. C bildo'.Causas Civiles, leg. ~8. cuad, 1329, 179L · . . . A.GN.. R al Audiencia, Causas Criminales, leg: 138, cuad. 1693: 181 AG./.,Est · 73y38;Lirna, 75L No~emospodidocoteJarestascifras notrasfuentes. ARRA.. umentos de·Ranúrez deArellano, A-1-77. No_ obstante la demanda, en términos · cu1ares. el precio de los. esclavos se mantuvo practicame te ·estable._ Ver también ·1ocolos Notariales, Incltiso a principios del siglo XVII, le1 precio de un

esclávo es similar; (Ref~encia pr_oporfionada por Margarita_ ~Uárez). _! . . · __ . _ 10. Ri~, _G _ ar•.. Pro.,y_~C!?- relativo al. c~mer.cio: ~uerte y s.eryidum.br.e ~-los 'eS~lav~ inclmado sutransictonoportunaal bres,-Cá<liz.1813. _, :. . . ¡ !. A.G.N.• T huna! del Consulado, H-3, .N. 1087, 1795-98. . . i.

.H.istoria_de!amedicina/p.er·•.= .. ·.··.•.Lim.'.~ Univ~.rsid. Nac1onal_May ..-orde San Marc s, 1951, vol TI. p¡,. 24Jy s4, . . . , . . · . . 13. Paredes, O egorio, ''La epidemia de 1818"en.I,aGacetaMed,ca,Llma, 30de abril 1877,

J2.Lastres,J

14.

·.

ad.· .....

~.W.: ~ ·poralidades, leg. 90. Set los geógrafos Ma_reo Y Felipe Paz s.':ldán, el ·tabardillo· ra muy común~ los vall,ies de la costa; sus_ smtomas: ~~10n de la

transpirac·' , catarioy fiebresinflamátorias. Geografía del Perú. Pans, Didot, 1862, p. . 460. .·· 1 . . 15. A.M., Ac de Cabildo de~1 . . • . . . , . · 16. Villalobo Baltazarde,Metodo de curar tabardillos .... Luna, hnp. del Telegrafo P=a-

no,

1800, .57. i7.·_ Larnentab emente,

i . ., ..

br .

'rden

no.dis · ponemos d una infonnac10n similar so __e otras o _ _ ,.

es

religiosas. 18.AA.. Ce s,leg.6, 1813, "Padtónd ladoctrinadela~agdalena. 19. Lepkows • Tadeuz, Hait~ LaHabanJ Casa de las Américas, 1968. . 20. AA.. Cens s, leg. 19, 1774-1799,. . . . • 21. Macera, p lo, Trabajos de historia, una, loslltuto Nac1ooal de Cultura, 1977, t III. p.

I Manuel. "La hacienda en el P<if: evidencias y Tkrra-y Sociedad, Lima,,978, año I, n. l. · , bio;;Historia económicap~ruana (documerUos), Lima. Cehtro Peruano de

22. :~cera, P b!o,:oj,.cit.• p.92. Burg

método" 23.-Macera, Historia

onóhuca, 1975, p. 61 (pub . mimeografiada).

1

25; Al_respetto coinciden las observaciones de Manuel Burga ~nlade JavierTórd y Carlos):. I;..azo.- - . ,.-. " 26.A.G.N.,Temporalidades, leg. 90. 27. A.G.N., Temporalidades, leg. 71, cuad. 6 28. A.G N;, Temporalidades, leg. 83. 29. A.G.N.,Temporalidades, leg. 13. 30. A.GN, Real Audiencia, Tierras y·Haciendas, Jeg. 23,cuad.il54, 1808. 3LADN,Temporalidades, leg. 71 y84. . · , •.. , · •

32 .~emós señáladO anteriormente que, por sus modalidades derecáudacíón; los_die"zmosno segÚían cOn precisión los cambios en la coyuntura. · 33.A.G.N., Temporalidades, leg. 26, 83, 84 y 85. 34. A.G.N.• Superior Gobierno, leg. 14, cuad. 342, 1771; 35. A.GN., Protcicolos fiotariales,Velázquez 1185, 19 y 23, enero de 1770. · 36.'A.G.N.. Temporalidades. leg. 86. . ¡ . ·. . . 37. Kapso!i, Williedo; Sublevaciones de esclavos en· el Perú s,XVIII, Lima, Universidad: Ricardo Palnia, 1975, p. 67. / .· ; ·. · . . . · .•.••. ; 38. Kapsoli,Wilfredo, op. cit., p. 59. Cfr. tamoién las monografías de Carlos.Lazo y Javier Tord.. ' 39. AA., Causas de Negros, Ieg. 31. 40.AG.N,,Temporalidades;Jeg,·13. 4 l. A.G.N., Temporalidades, leg. J3, , 42. British Museuni, mss. Egerton, 1811, f. 123b. (Referencia proporcionada por Scátlett O'Phe!ani ·• , 43. Vermapaene!AH:.R,!. .• •· ... 44.,A.G.,Y.,Temporalidades,leg. 24.BN.• Madrid,mss.19262.· · 45. A.G.N., TemjJoralidades, leg. 3-. , · , · 1 ·. .•. :: ,·.• :· 46. A.G.N.• Real Audiencia; Causas Criminales, leg. 108;-cuad. 1307,A:/1806..• ·

>.

· ·

47-::-])eb~ós .a:_ Victoria Espinoza tjlúltiples ref~e_ncia_s•· sofue_Jo~-p_alenqúéS:,>Ella:ti~ .en pre¡:,¿rración-una tesis._ampliamenUt_d_0~~entada':~o_bre-es_t~--tem3.·. ·: P.ab\o·.Mac~ra-yJos -miembros_ del Seminario __de- Híst:Qria.-Rurál _:Artdma,eXploraron1os- r~toS_:-máteriales de: .algunos palenques de la costa. Cfr. nuevamerite Í-as'11lQilografías.-dé ciri4s Lazo y Javier

. Toro,

.

.·. . .

.· .. : . . •..

-' ,\ . . •:

...

:'i .: i 49 •Por _esto resultán excepcionahnérite vaJtosos]ó~-verSOs~ qll~ fos negí~s ~OilgoS Cartt:.aron,eii ,, 48. AG.N.• Real Audiencia, Causas Cr/minales;Jeg: 23; "1i!d, 264, 1781.

1 , .

su propia lengua a Baquíjano (1812)'. .LQi ideólogos. José Báqúíj,iilo.y .Cdttilta; Lj¡na, . ·. Co!ecciónDocumental de.Iafadependeneiadé! Perú,!976; t I. voJ:3,p. 568 . . · .. 50, <;fr: Tord,Javier y Lazo, Carlos,. E! twnulto.esc/avo en lahaciefldaSanJosédeNepeña, Lima, 1978. Hllnefeldt, Christine, "Los negros de Llma: 18004830'' enHisJórica, vol. III, n,1,julio de 1979, pp. 17 yss. •.. , ·.. ' : °. .· · · 51cA:GJ.. Indiferemé, 1527. . . . ·. ·.. . .. .. . . . · 52,AA.,.CausasdeNegr<)s,leg.32,J787c91. ,, , . • ··. ,: , ,, . ·.,, : (.: . ·· 53.A.Q.N.• SuperiorGobiemo,leg.16,cuad.406, 1n1 .A .G./.;lridiferente, 1527:H.N.,Uma, . · · C712. · ····· . ·· -,

l'· -

-

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·

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54_._ El :1énnino ·casta:Servfa_ pafa den_mrunar á=fas combinaciones raciales-que teruap.·.coriió· referencia a los hegio:s; equivalía a mestizó-'.en rela_ci6n-a fo iridíienai•:·\- - .,:,:_ ..._.=:-~- -; · 55.Ver fa: deScripci6n de las.-fiestas-:~hófuenaj~:a }Jaquíjano·y.Gairillo •. ," - · 56. AA.,.Cáusas.deNegrós,leg; 35.

•<

.,

:

·


NOTAS !56

LA CITJDAD SUMERGIDA

57. AA .. Causas de Negros, leg. 33. 58. AA., Causas de Negros, leg. 32, 1787-91. 59. Mercurio Peruano, t. X, n. 326, 18 de enero de 1794. 60. Hünefeldt, Christine, op. cit .. p. 20. _ _ 61. Unanue, Hipólito, El clima de Lima, Madrid, 1815, p. !39. 62.A.G.N., leg. 125, cuad. 1527, 1812. También Hünefeldt, Christine,.op. e :., pp. 31-32, 63. AA., Causas de Negros, leg. 30, 1762-80. 64. A.G.N., Cabildo, Causas Civiles, leg. 41, C.733, 1779. 65. A.G.N., Superior Gobierno, leg. 21, cuad. 592, 1790. 66. AA,, Causas de Negros, leg. 32, 1787-91. 67. AA., Causas de Negros, leg. 30, 1762-.80. 68. Loe. cit. 69. Loe. cit. , - _ -· 70. Adán, M ~J, De lo barroco en el Perú, Lima; Universidad Nacional ·aY,or-de-SanMarcos,-196 , p. 234. 71.AA., Causas de Negros, leg. 31, 1781-86. 72. AA .. Causas de Negros, leg. 33, 1786. 73. AA., Causas dé Negros, Ieg. 34. 74. Hünefeldt, istine, op. cit., p. 19 ', 75. Descola, Je op. cit., pp, 33-34. : _ - _ _ : · ·

76. Trazegnies, Fernando de, Ciriaco de Urtecho, litigante-peruano, :L'_ Universidad atólica, 1981, p . .139. Ex~lente libro en:tomo.a.-w:i ·litigio

a. .Pontificia

4e esclayos·en

·11.J1~~~ de los argum

Negros,leg. 31, t 78i'-86.t 'eamp~oparaestas afirtriaciJbsenel-~elato- . tos exhibidos diréctamentbpor-los esclavos ante el Tribumµ. -Pero todos · estos mee · os legales eran costoso;, lcte manera qÍJe enienderlos- exigé"indagar 'con- · mayor de ·ento por las relaciones citre esclavos, ilegros libres· y cofradías.·

78. Atenuaría es áfumación alrecordar.quJ en"Huamallga,-en los inicios de la colonia. tal- · como des~ _Stev_· eStem, lo~-~di·_º~ t➔an:rment~- apr~dieIOna utilizar Ialegislá.ción española, s que esto fuera. smommo-de¡occ1dentaliz.ac1on. · ·, 79.A.G.N., Prot colos Notariales, Velázquez, protocolo 1185, 1771. · ·

80. AA., Causas Ne_gro_s, leg. 33, 178-6. 1-- - - _• 81. Loe. cit. 82.A.G.N., Real diencia, Causas Criminales, leg . .138, cuad. 1691, 1817. 83; Lauer, Mirko '.'Límites de la plásticane en el Perú" enLaRepública, Lima, 29 agosto 1982, p, 6D.

Notas (Cap.. V) l. B N., Lima, 635, 1812. Sobre viajes_, ~~ ~conveni~tes y percan:;es eñ. ~a: -~S_tá.- ".eri. también Mu o _Nav_al de Madrid, expedfcmn Malaspma. _ms_.,-11~•. ,:Descnpctqn <:Je la · .-Jntendéncia Lima". · -1 -· . ·· : ·,· 2. A.G.N., Re_al udiencia, Causas Crinúnales, leg.129, cuad. 1567, 1814. , •

e

3. Loe. cit.

'

·

-

1

-

:

4. A.G.N.. Real udiciencia, CausasC,imi,¡.ales;leg.114, cuad. 1378; 1808¡5. Tord, Javier L~. Carlos, "Econonú .y sociedad.en el Perµ colonial,-';-Movimiento< Social" en H storia del Perú, t. V, Lima, editorial Juan Mejía Baca, 1980¡ p. 298. '

1

·)57

6 . .A.G.N., Real Audiencia, Causas Criminales, !eg. 114, cuad. 1382, 1808. 7. Laz_o,; Carlos y Tord. Javier, "El movimiento social en el Perú virreinal". enflistóricd, V()L I. n._ 1,julio 1977, p. 81. "Todós declaraban alguna profosi<?n aunque no un trabajo. Una -buen,a parte mantenía una familia. Al ser juzgado el bandolero mestizo Atanasia Gómez en 1731 se justificó declarando que la pobreza lo redujo a ese estado (AGNP, Audiencia,. crimen, leg. 48, c. 549, f. 40; 1731)". · 8; ;A_,G__J{:, Tribunaldela_A_cordada, le,g. l. DescripciQn con un.dibujo adjunto deunchafalo_te¡ .cuyas partes principales eran: "hoja vieja, mohosa, no amolada, tiene algunos dientes · __ en ·e1 fil_o"; "-puño_ _de palo forrado en ace~o'' y "brasadera".. · . - 9. Valdizán, Emilio, Los _locos en Irrcolonia, Lima, San Martín, 1919, p. 26. 10. Braudel, Femanct. El Miidite"áneoy el ,rµ4ndo mediterráneo, en la época de-Felipe[[, México;.Fondo de Cultura Económica, 1976, t.Il,-p.126. 1 11.A.G.N., Real Audiencia, Causas Criminales, leg. 1081, cuad. 1307-A, 1801. · 12. A.G.N., Temporalidades, leg. 3. · .- • 13. A.G.N., Real Audiencia, Causas Criminal\", leg. 74, cuad. 903, 1792. • 14. A.G.N., Superior Gobierno, leg. 27, cuad.:803, 1798, ;, 150 AA,. Inmunidades, leg.1744-1783., . _: . ·_ 16._,-No.hemos .r~c:Urrido a presentar una "~tadística, d~ 1~ crúniµalidad~• por varias razones: · . .~i).Jl~str~ referenc:ias_i:rovie~~n,.cle_fuen~s de!Jla5iado heté;ro_?éneas (Audiencia,·Cabil?o,--'~l;;1spado, ~otanos).; {n) ign_oramos por completo que volumen 9,e_.expédientes 3udic1ales s, han conservado y cuántos se perdido; (iii) tampoco podemos saber qué relación· existe ;en~e: el nÚJnero. de juitjos _y. la tealidac( criminal; (ivY finalmente, GODSider&11os que ~J1.d~mov,i1niento social~ irreductible y qµe no posipilita, por lo taríto, . ~laborar una•~serie'i equivalen~-ala qu!! ~-pu~ cpnfi;ccionar eri base a la_pro_dllcci6n agrícola. o_ l()s impuestos sobre_el comercio; son hechos cu.aliÍativament~_ diferentes. Para dibujar el roslrÓ:Qe.ia plebe hemos ~nido ~ue .~centrar l_as pi~W: del- rom~~abezas en .lossitiosmásdiversoséinesperados.. , . . ·._ · .17. Vieens Vives, Jaime, Historia social y económica de Espa~ y Am_érica, Barcelona, Tei. cte. 1950-59, ~ pp. 550-552, ._ _ 18. A.GJ., Lima, 751. . , _- _ -, 19.. Stevenson, William, "Memoriassobrelasc~pañásdeSanMaitínyCOchraneeneJPerú" · .· .-en J?élaci.ones de viajeros, Lima. Colección documental de Ja independencia del Perú, 1971, t. XXVJJ, vol. 3, pp. 110,171. 20.AcGJ.,Lima, 797., . _ _ _. . , 21. AA.;·• Libros.parroquiales de San.Lázaro. A,G.N.,- Protocolos Notariales, Testamentos. 22.AA., Causas criminalesdeclivorcio; leg.11, 1760-1773. , . · · 23. Valdizán, Emilio, op. cit. Verllunbiénlas referencias que proporciona Terra!la y Landa. , Fr~~isco ~l Castiµo, ensu des_cripción del'callejóD"de Petat~os. colindante con lapfaza mayor,.dice que "Allí es donde a todas h01:.as / a Ven~ se sacrifica, /por medio de sus _ mfames / inmundas sacerdotisas", Vargas Ugarte, Rubén S.J;,Obras de Fray Francisco · del Castillo Andracay Tamayo, Lima; Studium, 1948, p. 37, "-Portalera" era sinónimo de "prostituta". Ver tarnbiénAA.,InmÚrtidades, 17#1783)1'783-i83l. 24. Haencke, Tadeo, Descripción del l'erú, Lima, Imp. El Lucero; I90L pp. 93 y 94. El , .yerdadero.,~utor .parece ser Felipe Bauzá, marino español. :· · · · 25. B.N., Madrid; mss. 19262. _ _____ . 26. AM., Actas de Cabildo, enero 1790. Ver tarnbiénCórdova y:Urrotia, José María, Las 3 épocas de/Perú, Lima, 1844, pp. 34 y.55. •·- · . -- _ _

fu.ii

m.

,,


158

NOTAS

LA OUDAD SUMERGIDA

27. A.GN., Protocol<:)_S Nótariales, Testamentos._

· ._

- - :

28. A.GJ.,1527. Mercurio Peruano, n. 119, 23 febrero de 1792, p, 124. 29. AA., Pobres, ss. XVIll-XIX, leg.1. __ _ - • . . 30. Terralla y Landa, ver Ayanque, Simón, Lima por dentro y por fi-uera, Párfs¡'• hnprunene Rueff et Cie., 1924, p. 18. 31. A.GN., Inquisición, siglo xvm, leg. 6. 32. Macera, Pablo, Trabajos de historia, Lima, lnstituto Nacional de Cultura, 977, L 2, PP· 218-219 y 250-262. _ . _ . . 33. Mendiburu, Mariúel, Diccionario hist6rico biográfico, Lima, Imprenta E~ lue Palacios, 1932. 34. A.M., ''Primer dilitrito de Lima", !829. •· · . 35. A.GN., Tribtmal del Consulado, H-3, LN 907, Libro de Juntas, 1770-J 788. Ver también A.GN., TriblimÍl del Consulado, Contencioso, leg. 155. · _ 36. A.G N., Tribunal del Consulado, H-3, LN 103 !, Libro de informes y consul ; 1779-1785, ff. 53, 54, 54y. . - ___ • _ -· 37,LacitaprocededeA.GN., Grenuos,L. 2, Sombreros, 1767, . . 38. PabloMaceralene!SeminariodeHistoriaRuralAndinade!aUruversidadd S_anMarc_?s, hapublicado, eí1 una limitada ediciónminieogr~ada, _div~as s~es de pr ct?slR?enos · entre 1'667 y 1738. Marce! Haitin; his1;<>riador de la Untversidad de aliforrua._ha trabajado el ma para el período 1794-1,8?8; •Nuestras referertciasproced del_ hospital deBellav· enlásecciónMarinade!ApN. · · _ 38; (Bis) Gal!ag de Parks, Mercedes.MentiraAzul,Lima, !948 p,221. _ · 39. Macera, Pab , op; cit., t.2, p:203, "Un j,sPañol ínteligentede Lima., douMatías ?e la Reta. establ ió _telares_ y otras maquinari~ paraleJer-la tela de-algodon Y ,·orifecc_ 1onar algunos artí os ordinarios del mismo material", Stev~son, Williant, ºP_'. cit.;c_p. 192. Ver también ·.GN., Juzgado de Secues~~s, leg; 2, oollcias sobre las fabripas de lana Y pólvora.__La f bricade pólvor_a abast-ecía a _- asi d-a la_ érica del_ Sur-_ hls___P~-~- ~~-entes, - Manuel, Gu' del viajero de Lima, Lima, Librería Central, 1860, p.115. 1_ • • • • 40. -P_ara estas ob acionesnos han sido útil~_diversoSlegajos del A.A., Causas'Cmrunales f~matrimoni s, legs. U, 12, 13 y 14; 14unidad, 1744-1783 yl78H783; P~bres, leg. to--_

Ain · --

41. En cuanto al "cultura colonial urbana", iería un producto peculiar ~.la ~10n,en~e la "picaresca es añola" y la "cultura negra". Millones, Luis, :r,ugu:rw,. Llma. ?~1Sb.tuto

Nacional de u!tura, 1978, pp. 41 y 55. 1 . . . 42. Sobre Castill , ver Sánchez, Luis Aiberto,Poetas de la Coloma;Luna, Uruverso, 1978, y la tesis de illa Batres, Carlos; Vida y o~ra literaria inédita del c;_iego de La Merded_ (2 t.),Lima, tes de Dr. en Letras, Universi4ad de San Marcos, 1976, p. 81., 43. Vargas Ugart , Rubén S.J., op. cit., pp. 10 Y 83. __ _· . 44. ·Ffarth-Terré, 'Historia de la casa urbanÁ_ v_irreinal en LimaH en.Revista del Archivo Nacional del erú; Lima, 1962, t. XXVtjp~ 55. _ _ __- . 45. AA., Estadís ca, leg.4, 1779,1800._ En 1J:l9, Córdovay Urru1;\acalculó 247calleJoues en Lima, so_ un total de 10,695 vlVlen , - _ • _ • 1 46. AA .. Jnmuni ad, Jeg. 1, 1744-1783._ 47. Foucault, Mi 1, Vigilar y castigar, Mé ·c,o, Siglo XXI, 1976. , _ . 48. A.GN., Real udiencia, Causas Crimin es, leg. 113, cuad. 1376, 1808, AA., lnmurudades, !eg. 1 _-1783. 49. A.A., Jnmuni ades, leg. 1, 1741-1783. ._ _ . .1 , _ • 50 Una cárcel m <lema recién sería inaugura a en enero ele" 1856:·I~ pemtenct~a de LIIna. . A.GN., Peni ciaría, leg. 1, 1863-1868. 1

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51. A.G.N., Protocolos Notáriales, Asc<irrunz, 1770, ff. 401-404v. Ayllón Salazar, 13, 1810,' ff. 310v-321. José María la Rosa, 640, 1822-24,"ff, 113-113v. -- 52. A.GN., Superior Gobieruo, leg. 26, cuad._ 774, 1796. 53. A.M., Actas de Cábildo, 1 de marzo de 1799; , 54. A.GN., Superior Gobierno, leg; 24, cuad. 697, 1795. 55,AcGN.; Real Audiencia, Causas Criininales, leg.136, cuad. 1658; leg. 138, cuad. 1683 y leg, 140,cuad. 1727ycuad.1733. AA.;Causasciirninales de matrimonios, leg.11, 17601773. · -' · - 1 56.A.GN.; Protocolos Notariales, Velázquez (H.:Minoyulli), 1185, 1770-1778. Mediante la · Colaboracióri de_Magdaleita·_Chocano RUdini.óS fiChar-inás·de cien fianzas. 57, AA:, Estadísticas; 1802-1911; leg.4-Aill.GN., ProtocolosNotiu:iales, Ascarrunz, 1770, ff.401-404v. , 58. A.GN., Inquisición, si~lo XVIlI; !eg, 60, 1789 y Superior Gobierno, leg. 29, cuad. 517, 1787. ·. · • _-. -59. Macera, Páblo,Lasfurias y las penas, Lima.Mosca Azul editores, 1983, p. 320. Aparte de una visita l}ersonal.-a Acomayo. pudimos ;apreciádos murales de Escalante·en las fotografías reproducidas por Macera y_gracias: á las ·excelentes fotos _tomadas por la-Sra~ Mijoteck, alumna nuestra en la Univeisidad datólica. !· · 60. Adán, Martín, De lo borr.oco en el Perú, Llrµa, Universidad Nacional Mayó! de_ San Marcos, 1968, p. 234. _ ', , ,. 61 :ArchiVoDeparlainental ilelCusco, Sermones· di fines del S. XVIII. Citas sünilaf•es hemos encon_trado _en pinturas 4e1 _convento de los De~calzos (Lima) o ~n capillas de·hOCiendas deNazca. · • . . . , -- . _ '62. Tord. · Javíér"•y 1.azo~--'Carlos,··"Ecorióinía·.y--Soti~a.d ·en el ·Perú_- c~lonial" (Dominio económico)"enHistóriil del Perú, t. IV, 'Lima.:editorial JúanMejíaBaca, 1980. pp. 546 .... ·yss. ,: . ·.. '-· ·i,: ' ~3-_Sli·fuialidá.d era tam_?ién perseguir .a:JOs Vagos:: Aparte cle"Mendjburu, uno de los pocos . -autores que propo'rémna refereJlcias Sobre la._'J:µIarg_inalidád urb~a- colonial" es Rubén _ Vargas Ugarte en Historia generaZ-ddPerú; Linta, CarlosMillá; 1966, ts. VyVI. · 64. A-:GJ.; Linta,.647. Otra fuente indica que en Lima, en 1818,, los hombres de tropa ascendían a 4,500_. A(chivo R ubén Vargas Uga_rte, papeles. varios, mss. IO (6). 65 .:$artre;. Jean_Paul,"'Piefacio" 3. Franz Fahóh,Loscondenados·de ldtiára ·Méxiéo Fondo ·, deCultúniEcoriómiéá;_ 1977,p.'10. -- • · ·. ' ' 66. A.G.l., Éstado; lcg. 73, ri. 86, , 67 .Rávago, Enrique, Elgrdti,na;.isca:ÍRivaAgüero, Linta, 1959, p. 251. Sin embargo, sobre .e;.rérmino ..criollo'.'. _debemos decir que su emJ)Ieo_ fue más freCuente·en el Cusco,_ de '.'ácuerdo a las inveStigaciones de LuiS"Durand Flórez. ' __ 68_.-~isbert~ Teresa. Iconografía y mitos indígenas ~n el artei La_ Paz, 1980, p. 21. 69.AM., Actas de Cabildo, 16 de marzo de 1794. ' 10.A.GN., Gremiqs, C,2, legs. 3,y 5. -71. Ayanque, Simón, op. ci(., p. lU. __ , __ _ _ _; , · · 72. Harth-Terré, Emi!io,Negros e indios, Lima, edjtoÍi.al JuanMejfa,Baca, 1973, p: 18: 7_3. A.G.l.,,Lima, 75L _ - , . __ · _ , - - _. 74; Fu~tes,Manu.elA., Lima,_ ap_untes históricos, efescripti~os, ·estadÍS#cosy de costumbres, _ París, 1-ibreríaFei:min Didoq867, pp.113-11'(. •, ·. 75.Macera, Pablo, Trabajos de historia, t. 3, l,ima,¡lnstitutoNacional de Cultura, 1977, p. , 336. -:. - .• _ , ¡ • , i' ._ 76. A.GN., Real Audiencia, Causas Criminales, legi 126, .cuad. 153ñ, 1813.

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160

LAGIUDADSUMERG!DA

. 77.AA. Causas criminales de matrimonios, leg.14, 1786,1795 ... . 78. V ar~aslJg,.;te, Rubén S.J., Obras de Fray Francisco del Castillo Andraca y T amayo, pp. 54 y ~5 yBánchez. Luis Alberto, La Perricholi, l,,im.a, editorial Nuevo Mundo,_ 1964,-p.

79. J:?el tema se ha ocupado José Antonio del Busto.

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NOTAS

161'

100. Palma, Ricardo, op. cit.; pp. 734,743 y 761. .101. A.GN., Notarios, Torres·Preziado, legajo 1062, 1770, pp. 364:369.

79.AA, Causas criminales de matrimonios, leg. 14, 1786-1795.

80.: Podri;mnos enwnerar muchos otros _Casos; casi siémpre la violencia está·ac ,impañadapor

en

la t-~~:ió~~(6tnica, como el caso de Victoriano,~ zambo c_arretero, qu ~ mató p,r llll motivo banal a un indio ollero en el tambo de Mirones. AA., lnmunidade , leg. l, 1744-

ida4- ·en Lima:

-l-783.' Esta rivalidad entre lo negro y lo indio ha persistido hasta la actu

enfrentamiento del hampa de Lima (negros y zambos) con el hampa del illao (indios); de-los equip9s_ de fótbol Alianza Lima (morenos) y C:tialacq (chofos), etc._ l)e_ acu~do a la investigación que N ancy Fukuirtoto emprendió en la Huerta:Perdida -llll tugurio en el centro de la ciudad-, los indios consideraban a los negros _9omo "rat ros":y "gente ~álmí'á", as~ vez, los serranos eranias víctimas predilectas dé losnegrosp -a sus insultos. 81' A.GN., Real Audiencia, Causas c;'.riminales, leg.138, cuad, 1684, 1817. 82.A.GN., Reai Audiencia, Causas Criminales, leg.126, cuad; 1530, 1813. . 83.A.A., lnmunjdades, leg.1783-1831. . • 84. AA., Causa de Divorcios, leg. 84, 1805.,.1807. 85.,AA., Divor ios, leg. 86, 1799. 86. AA., Causa de negros, leg. 33. .. , .. / . ., , . 87. Philips, Ro rick, "Le divorce.eIJ..Fr:anc~ 3. la fjn.du-xvrn e.siécle'.'.-e11_. ales,-París~ 1979, n. 2. . 387. . . . . .· ¡ . . ., . .. . •... 88. Las fuentes· roceden de la sección.div:otcios en el Archivo Arzobispal. .,_-:: _ , ~~---No pueden lvidarse todas-las pregaucio¡es p.ec~arias~·- Rec~~q~_se nu9stras observa. . _ciones. en 1~ notaJ6. En este casQ, se- ,aia.-de__una fuen_te.h()mogép.ea, __qfe versa sobre 1

hechos sim· ares,·•. in sido lad.iver. sida·.¡!·. del.o a, mo.vim. ien.tos soc.i. al.·e·•.'. unq.·.~~.p ..ar·elecieraq. ue. la documen ción ha bien coll5:erva no podemos"sab~r conA.prec1S1,on ·volumen .d~ evenlll~ pérdi~as y el peso .que ést -han podido tener en .la.cuantificación-final. 90. A.GN., Su ·or Gobierno, leg. 36, cua . 1260, 1818. .· . . 91. A.C.!,. Lim 773. Antonio J>érez.al Mmistro de Estado. A.M.,l~g. sin numerar; 9 de febrero de 1 07. 92. "El juego de alloi; es un entretenirn,iento ·~o.-.~~cepto.los d9min$-OS-: ~e juegfill:_bu_en0s ejemplares egallosynohaytardesinq e.Se.echenal!lledocli_!'.1-tropcin~_pares. Elpo~ estárodead de g~·aderías de asien!OS que anhacia lo alto. Cada gallo tie":q.e una _largaho~a en formad lanceta atada a la p~ta". teVenson, William, op_. cit., p. 173., Mercurio Peruano, 2 .de enero de 1791, p, 93. Hall,Basit' lPerúen 182l"enC,DJ.P.,Relacionesdeviajetos, Lima, 1971, t.XXVll, 2 vol.1 , pp. 08-~09. . 1 . . • ,. · . . . 94. Vargas U gar , Rubén, Historia del·S. ant] Cns<o de los M.,lagro.·s, Lnn.a, ~tonal Lumen, 1949, pp. 9 -96. 95. Palma, Ric do, Tradiciones peruanas ompletas, Madrid, Aguilar, 1953. · 96, Salazar Bon y, Sebastián, Lima la horr ble, Lima, Peisa, s.f., P, 15. .· . . . 97. Ribeyro, Julio Rlimón, "Gracias, viejo sbcarr6n"enDebatell, Lima, 1981, p. 69. 98. Porras, Tref ensayos sobre ~tzlma~ Lima, Juan Mejía Baca, !954, p. 12. ,.

:~o.

.

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Raúi,

99 .. ''Ricardo P. un hogar m su partida d . se expresa Zan:utelli R

m. anac.ió en Lima el.7. de. fei,rero de 1833.•. en lá cal.le de Puno,. y procedía de to. Quizá mucho níás mbdesto de lo que puede "?agmarse el le~tor. En bautizo, que se encuentra':\' la Parroquia del ~agrar~o (tomo ,20, folio 18~/• ue era 'hijo natural de Pedro Palma y de Gwllermma Carn,llo, pardos ·. I sas, Manuel, Evocaciones istóricas, Lima, 1978, p. 6. ! i

'Notas (Cap. VI) 1. Proctor, Roberto, "El Perú entre 1823 y-1824" énRelaciones de viajeros, LUil~ Colección documental dela independencia del Perú, 19"71, t. XXVII, vol. '2, pp. 261 y 262. 2. Unanue, Hipólito, El clima de Lima, Nladrid, Imp. de Sacha, 1815, p. 5. 3. A.GN., Superior Gobierno, leg. 19, cuad. 516; 1786. 4. Bowser, Frede~ck, El esclavo africano en el Perú cólonitil;_México, Siglo XXI, 1977, p. 150. · 5. BN.. Lima, C 3457, 1791. 6. AA., Estadísticas, leg. 2, 1777. 7. Macera, Pablo, Trabajos de.historia, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1977,'t I, p . 220.BN.,Madrid,mss.1761. , 8. A.GJ., Estado, leg: 73, cuad. 36; Indiferente, l~g. 1524 y Lima, leg. 694. 9. A.C.!., Planos, 22. AA., Estadistica, leg. 1, 1790. 10. Sobre Huacho, ver: A.G.I., Lima, leg. 694. Laj; citas textuales p¡oceden del testamento de Felipe Ramos, A.GN., Protocolos Notariales, Velásquez, n. 1185, 1772. Bajo el apellido de Velásquez figuran, en realida4 los protocolos del notario indígena Francisco Humac Minoyulli. 11. A.GN., Superior Gobierno, leg. 18, cuad. 485, I 789~ Sobre el conflicto entre pescadores de Chancay y Chilca, ver BN., Lima. C822, 1798 . -12. Cárdenas, }darlo, "El pueblo de Santiago: un ghetto en fa Lima virreinal" en Boletín dél · · Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima, n. 3, 1980. también Tizón y Bueno, . · ·Ricardo, "El pueblo del Cercado" en La Crónica, edición especial, 28 de julio de 1921. 13. AA.; Estadísticas, leg. 2, 1777. .14.A.G./., Estado, leg, 73, cuad. 38. El curata de San Juan Bautista de lea sólo tenía indios: 1,079. AA., Estadísticas, leg. 2, 1777. · 15. AA .. Estadísticas, leg. 4, 1779-1800. 16. AA., Estadísticas, leg. 5, 1813. , 17.AA., Estadísticas, leg. 6, 1813. 18. BN., Lima, Cl768 19. MNM., mss. 119, 1768. 20. Espinoza, César.Investigaciones hist6ricas sobre Lima y fuerza de trabajo en el valle de Huacho~Carqufn (s·s. XVI-XX), texto mecanogiafiado. 21. BN., Lima. C712, 1790. 22.M.NM., mss.119, 1768. 23. Paroissien, James, "Anotaciones para un diario" en.Memoria, diarios y cr6nicas,. Lima, Colección documental de la independencia del Perú, 1973, t. XXVI, vol. 2; p. 977. . 24. Temple, Ella D., "Los .cacique~ ~poalaya" en Actas y trabajos_ científicos del XXVII Congreso Internacional de Ameriéanistds, Lima, 1942. Burga, Malluely Flores Galindo, Alberto, "La utopía andina" enAllpanchis, Cusca, 1982, n. 20, pp. 85-101. 25. Stevenson, William, "Memorias sobre las campañas de SanMartíny Cochraneen el Perú" en ~elaciones de viajeros, Lima, Colección ddcumental de la independencia del Perú, 1973, t. XXVII, p. 216. . 26. Gisbert, Teresa, Iconografía y mitos in4ígenas en el arle, La Paz, 1980, pp. 130-132.

ver


1.6Z

LA CilJDAD SUMERGIDA

27.-Laseconomíascampesinasdelacostatuvieronhastalainvasi9Ilespañola~1aarticulación transversal con._la sierra. que consiguió pf?Isistir todavía en el siglo x¡VIII y podrí~ rastrearse en·la relación entre Huacho. Sayán y Cerro de Paseo, o entre 1:hilca y Santo Domingo de los Olleros. Enfrentamiento eril:re occidente y el mundo anct· 10, entre costa , __ y s_ierr'½ -~ntre-uµa..geografía longitudinal y otra transversal. Huacho ob ·o una victoria

prov~lótíal frente a Huaura. En el siglo XIX, ·a partir -de 1840, los terratenientes recóbrarían po_der. · 28. Paroissieit, James, op. cit.,_p. 517. . . . . 29, BN., Lima, D!2577,. !825, citado ¡,or Espino za, César; Tierra y campesi 2do en el valle de Huacho-Hu<iura-Sayán: texto mecanog:c:afiado_. · ·

TERCERA PARTE

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VII. ¿UNA SOCIEDAE> SlN ALTERWATI!Wít?'

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1.QUIEBJIADEMARISTOCRACitf•lERl!:ANJilJ;, • ·

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··: A pesar de los ~videntesperjuiciosJcarreaclospodJ.reformas llomeifüas¡,ttmti.• tos comerciantes•contofa aristocracia.\ci!llonialen,suconjuntó, seriiántullieronterosm ficlelidad a la monarquía- éspañóla;. ·lila, pmebac decisilva- de esta•c111nsecuencíar:é, rerquedadpolilicase·produciña,enda,<iécada,de·F8•10;c'cuandO,la•marea>revofüci0,11aria continental llegue· a amenazar fruj puertas•de·Llma,: · La fidelidad de los comerci311tes qtied6'patenlizadlllprecisamenu\'emel!tem:eniJ, menos propiciopa¡,aun,meocadé,:· Ias:etogaci011eseéruj.émiGaS,· NO-se,tra~•sál(l,d(j reafrrmarla unidad0esencialentre·España y América;: lá,réiteracicfü,direswcodMies . cióll'füe acompañada con, sólidos aportes: ala1G:órol!ll10,a1 Vilrey, quepermitiemn, otiganizar expedicio11e&punitivascontra:'1osrel§eldes¡.armarejércims;.aoondici1Jruw navíos, todo ello parar intentar detenér varuunente fos avances" patrio!$. Tuima,se, convirtió, de estamánera,.en•élcentro,de,la,iéacción,coifünental\.noipor.lahalJ\ililll!di del Vrrrey Abascal---é()ilio,arostumbra\adinitürlafüslO!lÍogmfiatradicionalf ,sino pcir la solvencia del Tribllllal del Consulado, E1'retru$:en• laiproolamacióW.de la independencia.peruana• se .exp!ica:,si;. a 10-anotado sobre; ell podeL®:•la•elase alía ·colonial; añadimos esa eapacidadl para!mantener: eom¡/actas:sus·fiias, atenuar los ,.cOnflictos,intemós y. peFSisti< en,Ia,fidelidadirulaCoroni/, Emtodas.!l¡s,revoluciones: sociales-bay. un:actó-prev.io: ·Ia,división•dil<la:clasedoininante;:que; a-v.~s.cOmoeni Ftancia,de 1789 o: en Rusiade1917; de.i:faérieHnten/0,de una,revolímión "desde arrib~'- Nada:similiu:ocwrió,enLima.', ., . ,. . ._ • .. . ·Hemos mencíonadó,yrula.donaciómleLTribunaJ,del~oilsulado,plll';l'C0mbatir la revo!Ucióru u1pamarista. 'IRue só]Oiparte, de uriáJarga,serie:. Entre·Iílny.1:814,se calcula que. los,comerciailtes, limeños-·llabiiíam·aori¡¡!lo;i c0mo•parte integrante_,deli iniperio,españoli,más,ile·cincrnmillone~ &•pés0s:a,1a,cbrona•para,que'ésta:pudiera, solventar susc empresas:militaresen, EÍ!f0plÍl1.,Erani con~ientes:que'elf.predilininio; inglés em el mundo ,les 'sería perjudic~ y 'que eb pc:$río1 méroántiMimeiiOi erai próporcional:aI,podi:irde,Iamettópoll. P*msera;a,p31!1Í!'de lardécadi!1qe:f8lO•cuandQ, '. ' ! ' 0


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LA OUDAD SUMERGIDA

las donaciones entren a una espiral ascendente sumándose a los préstamos con los que el Tribunal acudía para solucionar los apremios fiscales. Ambos-préstamos y donaciones- derivaron en una sangría persistente, sin posibilicfad de recuperación, dado el desenlace desfavorable que tendrían los acontecimie~tos. Aunque la guerra pudo otorgar impulso a algunas actividades -<:orno la fábrida de pólvora de CastañedayAsín,-paralaabrumadoramayoría,elbalanceseríade;favorable.Los comerciantes hicieron la inversión menos conveniente: eri el band >perdedor. En 1808, para la guerra entre Francia y Espafia enviaron 18,845 pesos. Posteriormente se iniciará el levantamiento de las Juntas de Gobierno q ~ convulsiona a La Paz, Quito, Caracas, Buenos Aires. Los espafioles comienzan . sentirse, como tiempo después diría el Virrey Pezuela, rodeados de enemigos oc ltos.2 En 1810, el Tribunal del Consulado reúne l '000,000 de pesos. Al afio sigui nte entregará al Virrey Abascal 21,600 pesos para organizar el regimiento de la C ncordia, encargado de mahtener el orden en la capital y sus alrededores. Habría ue afiadir todas 1 las donácio es particulares. En 1808, ocasión propicia para expr el "fidelismo" limeñó ant . la invasión francesa, laaristocraciacompite públicarn nte ene! monto de las dona iones privadas: Sebastían de Aliaga entregará 4,000 esos, una suma similar el nde Monteblanco; 2,000 pesos·elTonde Villar de Fu ntes,Jo mismo que los co erciantes Pedro Abadía yDomingo Ramírez de Arel! o; 1,000 pesos Francisco oreyr3:~1 Matqué~.de fasa Boza,.Francis~o Arias , eSaavedra, el Marquésd Casa Dav1la;respeéllvamente;SOO pesos elConsul del:'l[nbunal Manuel I de Santiag y Rotalde y otro tanto~Joé María Sancho Dávila.. , La lista completa se encuentra e la Minerva Peruana;' , ' · · · " . .. . ! .. En 181 , eLTribunal del Con do entregó496,000 pesos para sos.tenera las tropas del to, Perú. Desde Areq ipa se organizarían. expediciones contra los rel;lel~cs de Altiplano y la Junta de uenos A!l'es. Ese mism'? afio se en~ega otro donativo as endiente a 45,285 pesos¡y, poste_r.10rm~nte,.unpres~o de 1 000,000 de pesos p a el virrey y la Corona, djtdas las . notonas c~c~nstancias de hallarse,el . erario del t do exhausto'.':• Ante~ qur llegue el m~s de d1c1embreprestan, ademas, 100,0.00 p os para cou~bmr as1 a ½t recuperacmn de Qmto. -. · _· Luria s sttene a los eJercitosrealistas del conllnente. Pero los esfuerzos del ano. 1812 termi an por esqufynar lasarca*antes cuanti'?sas, del Tri~unal del Consulado, . incapaz de poder acudir con los~. fo dos necesanos al afio S1gmente, cuando se reclame su oncursoparapodera · · a Montevideo. Peroenl814setecuperan los comerc · tes limeijos y3cuden, c , n un noevo aporte de ~ '000,00~ de pesos a la Corona, y, uego un,préstamo de 4Q,OOO pesos, que permiten al Vurey Abascal improvisar na ayuda alos contrarre¡volucjonarios detRío de.la Plata. . · En 181 ;ya¡10essúfiCl.·en!ec0~1_colaboraciónpe···curn.•·ana.Elco'?.ercio. limeño pone su fl ta mercante a dispos1c1 n de las .autondades y espec1ficamente se acondicion .seis navíos ~Palafo , Tagle, Reina de los Angeles, las corbetas Sebas.tiana . enganza y el bergantínj Potrillo-,- para prevenir cua)quier incursión pátriota en M¡rr del Sur. Al afio siguiente habrá que aprestar dos navíos más., A la postre, t da 1,a flota mercante teijmina convertida en improvisados barcos de guerra. La llegadade los patriotas ' la costa central peruana fue precedida por la

¡UNASOC!EDÁDSINALTERNATIVA? Í& destrucción o, en el mejor de los casos, !a captura de estos navíos. Se inició así, que necesariámente fuera previsto, la formación de la flota mercante chilena a colitii de las naves limeñas y el Callao acabó perdiendo s11lantiguahegemonfa eiil!' Pacífico. Económica y políticamente, sería el más rudq golpe que debieron suñii los comerciantes limeños, despojados del instrumenio que les liabfapermitidó•eri ei pasado dominar Guayaquil y Val.paraíso. · ' · ,· •· ·•, · , ,, • . Las donaciones prosiguieron, no tanto por voluntad del Tribunal del Consulado; smo por las exigencias cada vez llláS apremiantes de lá administración coloriial. En 1821, ésta solicita un préstamo de l '000,000 pesos. Ocurre que, aparte de las entregas voluntanas, aumentaron los impuestos sobre efltráfico mercantil: 8 reales por fanega de_lf!~o y 8 reales por quintal de cebo impor!!l(los.5 De esta manera, ya sea por 1mpos1c10n o por su voluntad, los comerciantes fueron, durante toda la dura décadá de 18W, la ''principal vertiente de subvención a Corona" .6 ' ' · Quizá el mayotperjuicio que acarreába esta permanente sangría económica era •l~ fo1~osibilidad ~e·~poner esas ~~og~íones (d'?11aéiones y prés,tarnos) porque .la· s1111ac1ón_ d~ los ingresos fiscales tendú{ a detenorarse y, adetnas, porque; cOmo ~nsecue?cia de ~ guerras, los cqmerc1antes debieron ,soportar olros dos graves· mc\)nvementes. Primero: el incremento !del contrabandc), .el ingreso cada vez. más ~ecuente de' barcos no sólo ingleses, sino ·también franceses y hasta rusos, que mtroducían mercancías por los puertos y caletas de lá costa; el Tribunal del Co~_sulado lo definió c_omo_ una especie de avalancha "focontenible";7 Segundo: a partrr de 1817, con la victoria patriota en Chacabuco; seinretrumpeelccimércio con Valpar~o y se c?rt3 abruptamente el intercambio de azúcar pof trigo. coR1erc1antes sugmeron reemplazar el c?nsumo de harina é:Qn menestras y arroz pero aquí .se produjo una. de. Jas pocas fisuras en la clase dominante, cuáiidó reclam~onlos productores de azúcar,im¡iosibilitados de cambiar de uri día para otro sus culllvos; el cuel.J)O dé.hacendados, presidido por Hipólito Unanue, dueño de nná hacienda en Cafiete, próiestó; Algunos argumentaron, amado de réplica, qué lós "labrad.ores", pertenecientes. al Tribunal del Consulado, debían. remmciar a la · !ns~tn_ción. En 1?dO caso, fos transtof!I'?S _políticos y: económicos posteriores unpt~e~on cual~~r cambio de cu_luvos: S1 bien los hace~dadoscartléían dél poder econom1ccl suficiente, los comerciantes, a pesar del respaldo de la Corona, ya no disponían de la capacidad de presión de antes. En sustitnción, sé pensó en exportar · azúcar ~ España en barcos neutrales. Lá idea tampoco prosperó: Algunos terratementes encontrarían m1a solución particular y más verosímil recurriendo al mercado interno con la producción de águardiente: el proyecto. se llevaría adelante a pesar de laoposición de los señores de la vid. Se agu~ó así el antiguo conflicto entre guarapo y vino: · · , · De esfa manera, iodos los trastornos comerciales afectaban casi de inmediato a la a~cultura: recordemos que, luego de un período de estagnación en la producción de los valles de la costa, en fa década de 1~10 se produce una baja especialmente en los valles azucareros: "es una verdad incoritestable que los azúcares de las haciendás de este '.'irreinato quedan sin sálida algun~ por faltarles el comercio de Chile.lugar. de su prmc1pal expendio sin contar con el que se exportana porfavía de Mendoza

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del Virreinato de Buenos Aires" .8 Pero no todos los comerciantes pehsaban de la mismamanerá.. Joaquín Lastra, por ejemplo; en 1812, en una carta epviada desde Lima, se quejaba de las escasas contribucione~ delos. hacendados, q~el,es no había_n sufrido .''.quebranto el menor"; por el contrano, la coyuntura econom ,:a los habna beneficiado. Las tensiones entre las corporaciones rivales (consulado r labradores) se intensificaron durante esos años. "Yo opino [escribía Lastra] que n. da se logrará voluntariamente, y q1,1e será preciso adoptar los recursos extraordinari JS de España poniendo en contribución todas las. propiedades, arriendos de fincas, r sus produ~cio.nes proporcionalmente: las·circunstancias lo exigen así...". U~ a-o ante_s habm explicitado todo su desconsuelo ante un futuro poco,alentador: quera Dios que todo suceda lo contrario ...".' Obviamente, no fue escuchado .. En 1818 un memorial delos comerciantes limeños constataeI«tris e y miserable estado en q~e se halla"" un gremio antes poderoso. En definitiva, e , situación se derivaba de tocjos 1os factores anotados- de 1~ pérdida del mercado chile.no. Siel ¡Tribu.na! del Consu.. lado había afrontado los ne.s_go~ de ~a luch~ d.el ladorealistaaescalacontinental, era porque, al margen de conVIcc1one ,1deológ,cas, no ignoraba qpe el poderío de sus iniemlíros nacía del roLrrietropoli o que Lima tuvo en el Paico. La independencia, aboliendola hegemonía esp ola, arrasaría también con e predominio limeño y el Reino de Chile dejaría de sei; a subcolonia. Aunque el pr ceso se había iniciado tiempo antes, con el crecunien o de Buenos Aires, es evi nte que se precipitó corl la crisis del orden colonial. 1En 1770-79, 28.4% delco ercio de importaciónde ~alparaíso pi:ocedía del Perú, No obsta1_1te el incremento de las mercaderíaJ proc<¡dente.s del R10_ de la Pla~ lo:5 porcentaJ~.s favorables a ima se mantendrían como. consecuencia del declive del comerciq directo con E palia. Es así como, en 1800-09, en término relativos,!Lima se ve¡-á beneficiada y ·vía 37.8% delcomer9io de Valparaíso segmrá viniendo del norte, mientras que 8.5% llega de Buenos Arrps. Pero, en la d~da siguiente, la pres~n~Ja limeña én el p erto chileno sereduc~ a ~8.6~0. Anunc10 sol?,de la c~ desapanc10n de las merca rías peruanas despues de la mdependencta. Las v1ctnnas de este desenlace fue on los comerciante.s, pem también. es.os ~ª.·Cy.ndados,. especiahne~te los productór .de caña, que hab~ anF:'~do su porvemr ~ los a~atares del ~apita! mercantil. C osamente, esos anos dlf1ctles para la clase dommante podrían ser remontados cbn inás éxito por los me<lianos propietarios, esos productores rutinarios, emplaza~os ~n el mercado internq, próximos l! la agricuJtura de sub~istencia. Al no depenher de las exportacione1, ni las guerras, ~i- las. amputac10nes_ de mercados, ni1' colapso de la flota m~rcante, los pefjudico. En alguna m_edida, sintieron ali~l'o al ·no segmr soportando .la presión de. los g,-andes comerciantes. "Hasta tal puJto fue el sector que menof padeciócon la lucha que precisa~ente s~n los propietari s rurales el grupo más faerte y poderoso que proyecta su mfluencta en los comie os de las naciones inde~endientes" .12 Estas conclusiones de Encarnación Rodri uez Vicente no serán de¡ tódo confirmadas en los vallesde. costa. central, com veremos luego, Ademlís, ·decir que "m,enos padecip" es sólo un argumento co parativo. En 1821, el tizobispado de Lima, co!1;o a¡totamos en~} primer capítu o, t~ndría que constatar 1descenso. de la producc1on agropecuana

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A su vez, los hacendados, de manera metafórica, hablaron de los "campos talados por la guerra". 14 · , Tanto la crisis mercantil como la crisis agrícola fuero1' acompañadas -en esa decada de 18 W, ver9"deramente fatídica para la clase domjnante--por un descenso en ~ producción mmera. El fenómeno se había gestado tiempo antes, pero sólo a partrr de 1812 los rendimientos de Cerro de Paseo comenzarían a bajar. Con ello no sólo disminuyó el intercambio con España, sino también las acuñaciones monetarias. ' En 1822 se editó en Lima un Ensayo económico sobre:el sistema de la moneda de papel y sobre el crédito público, donde se recogían algunas apreciaciones sobre la situación_ del país. ''.El comercio del Perú es apático, po~ ser estacional, y porque los expendms y acopms se forman en grandes distancias", se decía en evidente alusión crítica al intercambio con Chile auspiciado a costa del comercio interno. La minería carecía de brazos y capitales. La agricultura debía soportar elevados costos. Par~ el anónimo autor_ de estos juicios, ui¡a alternativa posible sería optar por el canuno opuesto, abohendo la hegemonía del capital mercantil, fomentando el mercado interior mediant;, el aumento de ja población y distribuyendo la riqueza: "~ara aumentar consumidores, dividiendo los grandes fundos para que creciendo el numero de prop1etanos o yanaconas, se ¡mmenten las manos y bajen los precios". Este sistema ayu~a a fomentar unaindu~tria que, siendo escasa en el pasado, en esos m_omentos e~a i,~eXJstente.. Frente a un "modelo de desarrollo" que se había ar_nparado en la n:imena, y especialmente en el comercio internacional, se contraponta otro que consideraba a lamdustna y el agro como sus principales pilares." Estos planteamientos, sin embargo, no se incorporaron a ningún proyecto colectivo. Ideas similares habían sido esbozadas años antes en Potosí, por Cañete y Domfuguez, sin encontrar tampoco eco ni acogida. En 1821, la falta de moneda llegó a los niveles más bajos que se hubiera podido prever. Debió recurrirse a viejos sustitutos, como coca, ají, cacao. En Chachapoyas, algunas contribuciones se pagarán en cera e incienso y otras en maíz y frijoles." El erario público quedó literalmente sin fondos en julio de 1821.17 Las rutas comerciales ~e interrum?iero!' y, con la toma deLima, la extensared;mercantil, que desde la capital pretend1aart1cuJar centros mineros y ciudades del interior, se desmoronó. La derrota política y la ruina económica sólo dejaron a la aristocracia el camino de la e~igración._ Hubo al~os que intentaron, infructuosamente, adaptarse a las nuevas ctrcunstanc1as, como V1llardeFuentes o TorreTagle; otros,previsoramente, habían partido tiempo antes a Río de Janeiro o España, como los marqueses de Valle Umbroso o de Valdelirios; pero .la niayoría, tercamente realista hasta el momento final, tuvo que improvisar soluciones cuando las tropas patriotas ya habían desembarcado er las costas peruanas y ponían sitio a Lima: fue la emigración apresurada a los castillos del Callao. Aunque después de proclamada la independencia el Tri~uiw del Consulado intentó levantar un arco en homenaje a la "Patria", nadie podía olvtdar que, todavía en octubre de 1820, los comerciantes habían prometido 1~O pesos_afos soldados patriotas que desertasen con armas y 60 pesos a los que lo hiciesen sm ellas. 18 ·· 1


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2. UN MOTfN: 5 DE JUUO DE 1821

Muy de mailana, el 5 de julio de 1821, las tropas realistas, encabezádas por el brigadier La Serna; dejaron Lima para marcharen ~~ción a los castillo de1: C::allao (la fortaleza del Real Felipe). Fue el desenlace prev1s1ble de un P!olonga l? s1110 que debió soportar la capital. Después de desembarcar al sur, en PISCO (no ,embre de 1820), las tropas de San Martín recorrieron los valles de la costa centr 1: esclavos cimarrones y bandidos se incorporaron al ejército revolucionari~. A comenzar 1821 terminaron apostándose en el valle de Carabayllo, escenano d frustradas tratativas de paz con los realistas. Desde all_í, _los. pa~o~s se aproxi abán a las inmediaciones de la capital. Con un dom1mo mdisculldo en el m II, la flota americana, dirigida por Lord Cochrane, controlaba el ingreso de navíos puerto del Callao, mientras que los soldados impedían el tráfico normal de arríe s y recuas. En el interio} de las murallas, el precio del pan se multiplicó por c tro. Luego escasearon fos a ·mentos. Hicieron su aparición el hambre y las ente· edades. A la postre, se tuv.i ron que sacrificar mulas.y ~ballos para cubrir el d~fi ,t~~ carne,. pero esto no at nuó la aterradora presencra de la .muerte.. Sus ~1gn s. 'fiebre . amarilla" y "vó ito prieto"" Los realista~ -a pesar d~ ~o haber sufrido ~~ derrota militar signific ·va- se vieron obligad?s, por el srtlo y la desesper~c10n de la población lime~ , a abandonar la capital.¡ Imc1almente, fue una retuad\i ordena~a y hasta tranquila La Serna dejó el control e la ciudad a los marqueses de\vionte!"rra y del Valle de O elle, quienes deberían,a_su vez, esp?1" la llegada de l?s patnotas para así entreg a los vencedores la cap tal ~el Peru: Se esperaba qu~ esto fuera cuestión de alg nas horas, por lo que p ec1a suficiente -'a pesar d~ todas las tensiones acum ladas-que 200 milician s, deficientem_ente '.1rmado_s, contra)~º el orden, pero lo soldados de San Martín o entrarían a L1m~ sino hasta el 9 de Juho: cuatro días des ués, cuando llegaron a lbs puertas de la cmtlad los granaderos a caballo. · ·· .1 . . . . . · bla · Aunque pu iera parecernos ahora mcreíble, ~ i:nstocracia _Y 1a po . c10n española de la ci dad recién esa madrugada del 5 de Julio de 1821 VJeronmrmnente el triunfo patrio . A:penas corrió el rumd¡, de la partidadeLa_S~1;1a, se propal~ un vago temor ante lo que pudiera pasar, que a las horas se con"!f110 en un ostensib!e pánico. Un sect r defa aristocracia optó ~ar e8l'erar a los patnotas, pero la mayo1;1a pensó en seguir la ruta que llevaba.ª lo~ castillos d~l Callao o, P?' el contran?, refugiarse en al 'n convento, iglesia o po~erse b~JO la protec~~on de ~ nav10 extranjero en e puerto. El temor de 1~ anstocrac1~ se ~ontag10 al _conJunto de españoles de la iudad, pequeños comer9iantes, prop1etanos,o admm1stradores de bodegas, ching as,tiendas y panaderías. Cerraron J?Uertas. Buscaron esconder aquellos bienes , e mayor valor y eml!.acarpn lo que pudiero~·.·· Tanto el rumor como la agitación de ,¡uienes querían hmr no\pasaron madvertidos para la plebe._ La imaginación cot· tiva_exageró todavía ~ás los hechos: se decia que ysa manana muchos españo es abrian fosas en sus v1pendas para esconder supues,tos tesoros, que otros trasla ban sus objet~s de oro :y plata a los_ conve~tos de cla~sura Ya l~s sótanos de las iflesias."' El miedo de la anstocracia acabo por alentar un motín popular. 21 .• 1

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Hemos mencionado, páginas atrás, los trunultos en panaderías. Pero había un' ant':"edente más reciente: en julio de 1818, en un momento •de escasa vigilancia en la cmdad y cuando llega,:on noticias sobre la definitiva vic,toria patriota en Chile, aparentemente las autondades descubrieron que la plebe intentaba asaltar las cárceles, tanto en Lima como en el Callao, liberar a Jos priosos y apropiarse de la capital. Aunque parece que sólofue una presunción, la reiterada "fidelidad" al Rey quedaba en duda: las .autoridades no poqían .negar la presencia de enemigos ''encubiertos en la numerosa población". 22 •Ese mismo año, ;otro testimonio refiere que en el barrio de San Lázaro «tenían hecha una bandera de'raso en representación de la Patria, sin decir en qué lugar ni qué persona la ienía".2' Todos estos acontecimientos fonnan parte de la historiaidel miedo en Jai sociedad colonial. El temor reapareció en 1821. En efecto,' aunque los españoles recelaban de los des~anes_de tropas a las que se habían incorporado esclavos y bandidos de la costa, tem1an mas las consecuencias de un eventual: levantamiento urbano. Para el marino escocés Basil Hall -que estuvo en Lima pdco después de la salida de La Sernaese temor a "algUIJa catástrofe" tenía una eiplicación muy Clara: "la creencia, de mtentopropagada, y acogida con ansiaeiifenjiizadel terror, que la población esclava de la ciudad pensaba apf?vechar la ausenci~ de tropas para: levantarse en masa y masacrar a los blancos"."' -En realidad, no era precisamente el temor a los esclavos sino al conjunto dela plebe. · · · · . . ' Pero, a diferencia de cualquier antecedente, el5 de julio la plebe no se limitó a amotinarse en U1Ja panadería o atemorizar un barrio de la' ciudad. En ese día, excepcionalmente, los temores seríán corroborados .por la. realidad, cüando los pocos milicianos encargados del orden perdieron el control de las calles y se fonnaron en los barrios improvisados grupos que iniciaron el saqueo de tiendas y panaderías. Las filas de saqueadores se .incrementaron eón los esclavos que huían de las prisiones, los negros jornaleros que se sentían libres de sus amos y aquello otros convencidos que la partida de· los realistas equivalía a la libertad ansiada. ·Hall, por ejemplo, recorriendo Lima observó un grupo de doce asaltantes, todos negros, armados con garrotes. Otro testigo -una ll)ujer llamada María del Carmen Salazar- declararía que la ciudad había q11edado en realidad en manos de las "montoneras". 25 El propietario de una pulpt,ría añadiría desptiés "que asimismo le consta que estando ésta cerrada por los corrales inmediatos,losladrónes se llevaron tcJdos los efectos que se hallaban dentro de ella, con el motivo de la emigración que hizo para el Casullo del Callao don Manuel Domínguez"}6 Este caso es muy frecuente. En la mayoría de establecimientos saqueados suspropietários han huido· antes,es decir, han admitido previamente su temor a la plebe y su adscripcíóllal bando realista. El español Tomás Lema explicará, por ejemplo, que ''reCélando Justamente <J';e_con la llegada del Ejérci~ libertador; me infrrieni1a gente de color al_gunos perJ1Uc10s en mi persona, ypulpena [.. ,] me obligó a retirarme al Callao... ".27 Sm embarg~, en est~ asI?ecto,los temores nofueron confirmados, porque, excepción de un espanol (Jose V1daurrazaga), no hemos·encontrado ninguna referencia de hendos de gravedad o mu~rtos en el lapso que la ciudad estuvo en manos de la plebe; A medida que transcurrían las horas del 5;dejulio, el saqueo se propalaba. La plebe se sentía impune. Una sensación de libertad se apodero de la ciudad. En la 1

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noche, los ataques a las tiendas arreciaron. El dueño de una pulpería, u?ic~da en la calle de "7 Jeringas", recordaría que con la "llegada de la Patna a la Capital en la noche experimentó la citada casa pulpería una ruma total por los malhechores, • · dejándola en esqueleto y sus puertaS rotas"."' Un tambo fue saqueado hasta en dos.· 30 oeasiones.29 Las cerraduras no protegían de nada. · •• Parecía que los versos de Castillo en los que se vaticinabaala pl_e_be a rrop~dose de la ciudad, se estaban realizando. En cierta manera, la nnp~s10n d · ese día f~e recogida en esos murales que, en los inicios de la_ 1:'públicll; p fan to?11via observarse en ciertas calles de la ciudad. Un pmtor anonnnoparticipe del estilo de Pancho Fierro, había concebido el "mundo al revés", con las imágenes :le !ºTO_s que arremetían a los lidiadores, calesas conducidas por aristócratas, usure s eiemendo la caridad y reos aguardando al juez...31 Per.o, volv~endo a la reali~, enemas que pregunlllrllos c~áles fueron las consecuencias del mu_ndo ~ ~vés e ·Luna. . Resulta.sigjrificativo anotar que ninguna casona anstocrattca :ue s l(!U~da- A pesar de insistep.tes rumores, algunos _de ellos confirmado.s despues, q e señala1;M a iglesias y ccl,nventos como refugios de neos comerciantes, ~ co se~an asaltados por I s saqueadores. Estaríamos tentados a pensai: en un s1m le estallido de vicilencia q e extiende indiscriminadamente sus esqwrlas, enco trando sus víctimas más e tre las escasas "capas medias" de la ciudad que entre los grandes comerciantes. ara avalar esta imagen,¡ podría añadirse que ningún p_ímbolo del poder colonial -palacio del Virrey, Cabildo, Tnbunal del Consi¡rado-- fue destruido por J muchedumbre. Pero con~iene recordar que esos pulpe'?", panaderos O tenderos ran, por lo general, peT.nas que, aparte de haber h,µdo con los realistas, mant ían un negocio "al con algún gran comercian!(¡, cuando no eran simples a ·nistradores. En todos! scasossetratódeespaiioles.· Ap~~del hambre existe te y las tensiones de lo días prev10s, los saqueadores hicieron distinciones en , e sus víctimas. 1 • Existe un se timiento antiespañol qu~ cohesiona, aunqu~ sea momentan~~ente, a la plebe de la ciudad. Para constatarlo_podemos recurnr. a revisar los termmos utilizados pos ·ormente en los ¡irocesok lll\CfPUestos ~te el Juzga~o de Secues-. tras. Se trató d un tribunal especial esta*ecido por J~se ~ San Martín Y Be~do de Monteagudo descje octubre de 1821, paraque_ante el se Juzgas~n a los, espanoles partidarios del do realista, emi~i~ fugittvos. Las denuncias senan recompensadas con la entrega de la mitad o pw:F. _de los bienes. Todo -:sto formaba parte de una concepe ón, esgrimida por el jac9bmo M~nteagudo, s.eg~n. 1~ cual.· hace.r la. revolución era adicar a los españoles\ Tendrían éxito. Segun el, de cerca.~e. 10,000 hispano que se con~ban en la_Pfblació~ limeña antes de la p,roclarnacio~ . de la independ~crn; quedarían, dos anos despues, menos de _I,000. Indudable mente exageró, unque no podríane~arselque, suiru:~do los emigrados con todos l?~ que adquirier la nueva nacionali~ ~r vocac10n o :emor, el volum7_n deb10 descender sigu· cativamente. Pero el e~to no se debe solo a la persecuc1?n tenaz del ministro ar~entino o al hostigamiento consta_nte a qne fueron so~ettdos los peninsulares; d bell\º. s atribuirlo tambié~alaa~?gida que.por lo menos,.1mcialmente, acabó tenien. o esa política entre una poblacmn que estu".o presta ae<¡Ilaborar con denuncias de sTuestos conspiradores o lle eventuales fug¡Uv~s.

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Interesa, pues, indagar cómo se definen los denunciantes. En los doce legajos que reúnen la documentación del Juzgado de Secuestros, sólo en dos ocasiones aparece el término "peruano". Cuando se pregunta por la "patria", todos responderi indicando el lugar de nacimiento. Todavía en 1829, en un censo de Lima, se mantendrá esta acepción. 33 No es frecuente encontrar una petición que sea finnada pór "los peruanos principales del pueblo de Lunahuaná" .34 Sin embargo, se comienza a emplear una expresión como la "llegada de la Patria"; queriendo indicar elinicio de un nuevo período. No aparece la palabra "Perú" en cambio,es frecuente el uso de términos como "americano", "patriota", "ciudadano"·y "limeño", todos ellos con una evidente connotación positiva y opuestos a "europeo", "español", "gallego'', "catalán", a su vez sinónimos de "emigrado" y de otras dos palabras despectivas: "godo" y "chapetón". Es interesante observar que la frecuencia.de términos negativos sobrepasa a los positivos. La definición de los denunciantes es más por contraposición que por la necesida~ de afirmar algo. Es así como palabras que podrían tener una connotación ideológica, son escasas: "republicano" sólo la encontrarnos en una oc~ión. Aunque es preciso reconocer la rápida aceptación que tuvo el cambio de nombre de la capital: 1,anteS era deno\Ilinada oficialmente la "CiudaddelosReyes",pero,apartirde 182t, únicamentecotno "Lima". En cambio, el término "criollo" .:'.....de contenido despectivo para la aristocracia- no fue recuperado: es utilizado raramente en los expedientes. · En 1822, un versificador anónimo arremetió contra los españoles emigrados en una serie de décimas donde, burlonamente, se despedía de los "chapetones empleados de Lima": burócratas, mineros, hacendados y, especialmente, navieros, almaceneros; mercaderes, además de panaderos, cajoneros y bodegueros. Oficios y actividades, en efecto, casi monopolizados por peninsulares. El sentimiento antiespañol parece confundirse, en esos versos, con la indignación hacia la clase dominante. La caracterización de cada uno de los personajes mencionados resulta sumamente certera, en ocasiones podría adjuntársele un nombre propio como el de Juan Miguel de Castañeda: "De tres fragatas soy dueño" o Domingo Ramírez de Arellano y Gaspar de Osma: "Yo de mi tío llamado/ En mal punto vine aquí/ Y aunque fortuna adquirí/ muchas veces lo he llorado; / en la Mereed encerrado/ A gritos me confesé/ Cuando la voz escuché/ De: "¡ Mueran los viles godos! / ¡Nadie escape! ¡Mueran todos!"/ ¡Dios mío, cuál me quedé!"." La imprecisión ideológica se atenúa al revisar, en los expedientes del Juzgado de Secuestros, algunos calificativos que acompañan al léxico anterior. En el rubro de términos positivos, hay dos que aparecen con frecuencia: "Libertad" y "luz", que se contraponen a "opresión" y "obscuridad". El sentimiento antiespañol deriva, en realidad, en un sentimiento anticolonial que tiende a identificar España con esclavitud. La etapa anterior -en la prosa de Sárichez Carrión, la letra del Himno Nacional o los versos de Olmedo- es simbolizada por las cadenas y la acción delos patriotas es la ruptura de sus.eslabones ("tres siglos de horror''); Parece que esto fue tomado al "pie dela letra". San Martín alentó esta aspiración no sólo por una cierta consecuencia con el liberalismo, sino, además, por la necesidad de incrementar sus tropas y perjudicar.económicamente a los españoles: prometió la libertad de los 1 ;


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negros que se incorporasen al ejército patriota y después proclamó libertad de todos.los hijos de esclavos a partir de 1821, pero los que quedaban exc! mdos de estos dispo~itivos no parecieron resignarse fácilmente. Apenas desembarbado en Pisco, ataca la vecina hacienda Ca.ucato y libera a unos c.ien negro.s. Elm~f_m iento ~e las tropas y la leva eran ocasiones no necesariamente para luchar conu¡1 los realistas, sino simplemente para huir y engrosar el número de cimarrones. Aq .ellos esclavos que siguen en las haciendas, se niegau a obedecer las órdenes y sus nos temen que no acaten ningún dominio: "tal vez atentarán contra nuestras vidas" podemos leer en un. documento del cabildo limeño.36 San Martín terminó, daud un baudo que prescribía a los esclavos fugitivos volver donde s~s amos:" ·_ . . Dos fuerzas terminaron sumándose contra la arrstocracra colo 1: el sentumento antiespañol impulsado por Monteagudo y la agresividad de la pi be. Cualquier sospechoso de colaboración con los realistas reciben W?e~az'.13 de mue~e." Los emigrados aµmentaron. El Tribunal de Secuestros confisco bienes propi~des Y haciendas, e!;pecialmente en la costa central_, donde, como resulta _de la mdepen, dencia, se uce una variación significativa en la tenencra de la erra. Es así q el camino emigratorio s~guido por el Marqués de Vali Umbroso sería recorrido I go por el Conde de Casa Saavedra, Juan de Aliag , el Conde de Montemar, osé María Lobatón, Gaspar de Osma, Mariano de Goy~neche, Joaquín Nestares, F ancisco ~oreyra, Pe~ Tram~-- Hemos podid_p elaborar una relación de erca de cmcuenta comerfrantes ·e1_m~dos, a la que ~adimos, en los anexos, la li ta de haciendas que pasaron, por similar causa, a_prop1<¡dad ~e:,6stado (más de cu nta). Entre esos,comerdíantesestuvo don Martín Arainburu, uno de los princip es caudales del comerci de Lima", que hniría ill!ecla1"ente a España en la fraga inglesa "San Patricio"." Todo esto sería denuncrado, con_amargura: y acritud, sin enuantes y más bien con xageraciones productodelresentuniento: por Riva A.güe y Sánchez Boquete.: s_usl tempranas simpatías. po..r la independe.ncra se esfumarían frente al jacobinismo 4e Monteagudo y el temor ante_ las _clases populares. )\cusado de colaborar con los realistas, salva .su vida del fusilarmento a que lo con(\enó Bolívar, emigra ª. Euf-opa, donde. se cas.a con mra con_ des~ belga 'j, años despu~s, en 1858, con el seudónimo de Pruvonena, editará sns memonas_: sygun

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él, los- es_pª.~7o-les __•debier-on--sopo-_rtar_-_• 11'Par1_ de amenaz_ con_in_ b-u-ci~nes exacciones e los patriotas, no obstante loecual, «cayóas,,div-_ersas San Martín sobre sus bienes,Y 1 como cae el buitre sobre su presa" y e~ umera entr~ sus víctimas aFran~!sco de Izcu~, un comelt ante que fue despojado de su naVIo, lo mismo ocumo con Martín Aramburú, _los que podría añadirse siempre según Riva ~güero- los nombres de "todos lbs españoles ricos" e inc/uso de algunos naturalizados y de otros qne tenían más de una generación en el faís.40 . ._ Pero, tes que lo hiciera Pruvonf.na, algunos aristócratas alcanzaron a manifestar quejas reproches ante-el pro11io Juzgado de Secuestros. Fue el caso, por ejemplo,d. la Marquesa de Valle Uipbr_oso, abandonada por su m,¡ndo_ cuando este emigró a 'o de Janeiro, condena~ a mantener una numerosa ~\'ffiilia que, en la debacle d esos días, apenas alcanpi a conservar. algunas prop~edades, como la hacienda ~huquitanta en el valle de Carabayllo: dos veces fue ~queada por las •

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tropas, quedando como consecuencia los esclavos fugitivos, las sementeras descui0• dadas y los campos sin ganado. Siente-paraemplearun vpcabulario sociológicoque la clase deJa de corresponder con el estamento, es ~ecir, que la condición de. aristócrata ya no puede sustentarse en la solvencia económica. Al igual que doña Petronila Zavala, propietaria de la hacienda San Regis en! Chincha, hubiera podido . decir: "El hijo que por su nacimiento y por la ley debe ser rico, está como un mendigo y su suerte llega a tal extremo, que a las yeces no hay ni cómo costearle un par de zapatos y se ve precisado a estar c9n el pie en el suelo ...".~' Es la mejor descripción que habríamos podido encontrar del ocaso de la aristodracia colonial, realizada, precisamente, por algnien que fue arrastrada en ese procyso. ·

3. CAMPOS DEVASTADOS. -

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La violencia no se contuvo en las l)lurallas de Lima: siguiendo un antiguo derrotero, dela ciudad se propaló por los C/unpos. Primerofueron los ejércitos, tanto patriotas como realistas, cobrando cupos~ los hacendados.o simplemente apropiándose de cosechas y ganado, a cambio dtj simples proml3!las de pago que nunca se cumplirían. Luego ,vinieron los bandidos y. cimarrones. La quiebra del orden establecido pennite un reconocimiento ilnplícito de las bandas: en cierta manera, fonnan parte de cualquiera de los ejércitos y reciben el nombre de montoneras. Las encontramos en los valles de lea, dondeac¡úa el negro Bolívar; eu Sayán y Supe, pero también en· Ias inmediaciones de Lima,. en Surco, Chacra Ríos y Lurín.42 En el valle de Carabayllo, el propietario de una hacienda se quejará que los soldados españoles.''no solamente arrasaron y vendieron las semillas[... ] sino que demolieron e incendiaron cuanto no les fue útil, y algún tiempo,. podía serlo a otros. Que desolaron y arruinaron aquellas manos feroces, la Hacienda de Sapán, convirtiéndola en un espectáculo, en confusión y en espanto, aun para los irracionales".43 Quienes pensaron que el campo podía ser un refugio para posibles tropelías y desmanes urbanos, pronto verían multiplicados los motines, con el agravante para los propietarios que, a diferencia deJo ocurrido en Lima, .en esos campos donde los montoneros impondrán su ley por su largo período, no se respetan ni los linderos de las haciendas, ni las casas de los terratenientes. La hacie~da Buenavista, en el valle de Pachacamac, fue atacada repetidas veces por lasmontoneras; rompen las puertas, . destruyen los muebles y dejan "hasta el suelo desenladrillado" .44 En la hacienda La Huaca se saquea "hasta la ropa de los negros".45 Desde luego, los esclavos aprovechan para huir. Las visitas de haciendas entre 1822 y 1825 sólo servirán para conslatar la escasez de trabajadores. Los esclavos de las ]¡aciendas San Javier y San José se negarán, en 1827, al cumplimiento de cualqnier obligación.46 En los galpones de la costa predominan las mujeres, los niños y los ancianos. Tiempofilltes, en agosto de 1821,. José de la Riva Agüero se- había,pronunciado contra esta propalación del cimarronaje: "Para remediar las tropelías que diariamente se cometen en las Haciendas, y para hacer volver los negros esclavos a las labores de agricultura, sería necesario el que sin gravamen del Estado, se fonnasen partidas de··

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¿UNA SOCIEDAD S!NALTERNATIVA?

LA OUDAD SmvrERGIDA

Caballería, desde la Nazca hasta los valles inmediatos a esta Capital..."." Un oficial que con un grupo de soldados organiza una redada en elvalle de Carab\tyllo, nece~1!'1 recurrir a refuerzos, para lo cual enrumba hacia el pueblo, per<; encu¡~ntra tamb1en allí ún espectáculo de desolación: sólo viejos y muje~s. Admilam';1 que exagera. Pero otros testimonios nos ofrecen cifras sobre el nnmero de esclavos, como el inventario de la hacienda San Nicolás de Supe: sobre un total:,de 84 :scla~os, sólo 16 podrían considerarse aptos para el trabajo. En la hacienda Conc ia, ubicada en La Legua, cerca de Lima, en diciembre de 1822, se habían tasado en :erca de 3,000 pesos sus cultivos y ganado, en noviembre de 1823 sólo quedan falfares Y, en cuanto a los esclavos, de 55 restan 21. Allí hasta el oratorio f~e saqu ,do, que~do "sin omamento,cáliz, ni virgen ..." .48 El cabildo limeño consideraba · n desaliento que ''sin manps auxiliares y animales de labranza, no hay agrien! "-~~ Aunque un jefe patriota, el coronel Deza, propuso en c~erta ru:10n ':lue las montoneras ~ólo estuviesen formadas por "blancos", en realidad, l situación fue más bien.a Iajinversa. 50 Pero en los motines rurales no sólo intervini !f.On ~sclavos. Así en la ha~·enda Buenavista,junto con 1os negros, se sublevan lo· mdios de los pueblos de urfu y Pachacamac. En otra propiedad, la huida de 1 .s esclavo~ es ocasión para ue se fuguen también lo$ yanacon_as: _ocurre en la loe dad de Asia Y también en el pueblo de Chilca, donde~¡ al.c.alde mdígena ~ecunda a lo,r rebeldes. De esta manera el sentimiento antiespañol parece acampanado con ciertos lazos. de solidaridad.' ª. montonera, a diferencie' de la partida de bandidos, tiehde a abolir las diferencias é icas. . ,, . -.,, . " . , . . ,, Pero, p

evitar la tentac1on de rec

a termmos ~orno con~1~ncm na~mnal ,

hay que me cionar que, al lado de Ids hechos anteno~es, tambi~ se asiste a la violencia in iscriminada de algunos lnontoneros: aquellos, por eiemplo, que en 1824 atacan ¡ pueblo de Supe, come~endo "robos", "violencias" y "veja~ione~", obligando a uir a los vecinos; o esos ?tro.s que, según.~¡ hacendado Joaqum m, atacan sin " ·stinción de personas'' YI asolan los cammos, desde la capital hasta Lurín, Chile· y Mala." Se termina prnduciendo una asociación entre los términos "ladrón" e "i urgente" .52 · 1 . _ Es un es · o violento que emerge dellas guerras de la independencia Yque termma propalándos e imponiéndose en la sotjiedad. Entre. el ejército y el bandolerismo_no parece exis · mayor distinción. En 1827, el Tnbunal d~ la Acordada conmutara la pena de mue a!,salteador José Mari~'IBuendía, a camb10 de su enrola1:1iemo en un cuerpo del ej •rcito. Había formado a banda que asaltaba en las pr~x1m1dades ds; la hacienda avala, junto con José Go, zález, un exsoldado de la mann~, que pe!eo en Guayaquil y después fue al~tado en ¡a po)icía,enfermó, pero abandono el hos_pital para huir a lo montes: un cammo mver~o. Resul~ entendible que, en un e~pediente fechado en ¡ 29 ,'Se aluda al ~·poco retet().'que ¡,enen lugar para las autondades en As.

las ~~e:;:. ~~i:::fs2?~emardo, e Monteagu~o sería ap~alado en un oscnro callejón lim - o. Como no pudo verififarse ningún robo,_ se pensó d~ inm~mo que se trataba d un 'crimen político o la venganza de qmenes fueror pe!Judic~dos durante su dministración, por lo q e serían arrestados y acus~dos Francisco

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Moreyra y Francisco Colmenares( Pero efabogado de Moreyra acusó al iiégn>"L( Calendario Espinoza,quien: supuestainerite atraídá s6Io por la cadena del reloj de''' oro de Monteagudo, no habría resistido fa 'tentac'ióndel apuñalarlo. Como 'lit 9 · acusación parecía como verósúnil, dado quélavíétima no perdió ninguna de sus" pertenencias y .ni siquiera elfuencionadb i-éloj, el abo¡¡ado debió recurrir a la fuerza ·· persuasiva de sú retórica, Los argumentofrés\iftáíi sintomáticos tanto del ambiente . liméñb de entonces, como de los piejuí/:ióS' yiás valoraciones sodales que lo contaminaban; "Nada ofrece de nuevo hl taró elcasó"; so:Sifone, considerando que · las muertes por robo no serían excepcionales. E~ ci~rtl\ manera, el hecho era consecuencia de la imposicfün de est\ esiilo violenio a que Mudíamos: "Así parece que Calendario ejercitado en el robo yhoinicidiÓ; y exaltado:porel désórdencon que· obraron los que se graduaban Montonerós~, ¡¡eró Como toda causalidad externa es · siempre aleatoria, tuvo que referirse a "el ¡\eiveiso coraió~ de Calendario, por su háb.ito cattlívom y abandono a todo crimen; sín <jue ofrezca esta deducción duda alguna" ,54 siempre y cuando '"'-añadirnos •rióso!rós--'-' se acintitiesen ·las reiteradas imágenes sdbre fa peligrosidad de la j)leóe.l . ' e . Cuando pensamos en el paso de la C()!Ojlia a la répúblic~, sentimos la tentadón de señalar sólo laspérmanencias. Es•évid~nte que la indeIJs'ndencia ...:-en Lima o . fuera de la ciudad--' n<> füe una.revolución social o'popúlar~ pemesta constatáción no obliga· a soslayar la inteivénción de-las ¡;!ases populares y, mérios, a negar los cambios.· Ocurrieron. · Quizá el 'más importante ~sin que mediara la voluntad mbnárquicá deSan Martí~ seá el ocaso de la aiistdcraéia colonia]: fueron tos grandes ¡ierdedoresde 182L Ene!Primer Corigreso Co~siituyente, con el que se inicia la historia republicana, sobre un total de 91 diputados entre propietarios y suplentes, apenas figuran 9 coíneréiantes.,.9 propietarios y 3':riünercis; ia máyoría de representantes son abogados, médicos, eclesiásticos o m'i!itares:'5 De. los 393 comerciantes censados en 1791; quedaban 266 en 1826.56 El 11 de noviembre de 1823 se declaratcm incompatibles a1bs títulos de Castilla con las instituciones republicanas y ennoviémbrede 1828 se abolieron los máyotazgos.57 Pero,admitido este desenlace, iquiénes' ganaron? Tras los patriotas, casi ·al IIDÍsono, fueron llegando los agentes mercantiles ingleses. Mientras el. comercio ccin España sé reduciría drásticamente, Inglaterra se convierte en la nueva',potencia hegemónica: la destrucción de la flota mercante peruana, el colapso del gran Tribunal del Consulado limeño y la crisis· económica, facilitan la penetración británica.58 Pero ésta fue posible, además, por la ruina paralela del comercio metropolitano. Durante 1821, mientras en Lima se proclamaba la independencia, en Sevilla quiebran varias empresas comerciales:. De la antigua clase dominante, únicamente conseguirán sobrepasar esos años difíciles algunas familias refugíadas en sus propiedades terratenientes, como los Aliaga, Sancho Dávila, que incluso incrementaron sus tierras, o los Riva Agüero. El Conde de la Vega del Rhen optó por retomar a Ayacucho, donde falleció en 1842. Re~tan aquellas familias que consiguen establecer una alianza favorable con algún ·empresario inglés. Fue el caso de los Mariátegui, descendientes de un comercíante navarro, don Ignacio de Maríátegui y Lema, entroncaron su árbol genealógico con Enrique Swayne y Wallace, socio de


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LA CIUDAD SUMERGIDA

la fÚmacSwayne Reid y Co. de Liverpool, quien arribó al Callao en 1824. Se estableció4esde,entonces en Lima y, aparte del giro comercial, ~dq~irió haci~ndas comoc;Ii;ltQuebrada y Casa' Blanca en el valle de Cañete (hab,an pertenecido al conventodéLaBuenaMuerte);posteriormenteseríaaccionistadelaiiritish.Sugar," La-hijadeFrancisco Moreyra se casó con Srutmel Stanhope Prevos cónsaj delos Estados- Unidos.~ Para completar :una imagen de_ los crunbios pr ducidos en la tenencia® la tierra costeña, podríamos añadir los. nombres de aqu llos generales que,. en recompensa, recibieron tierras: Reyes, .Balta, Echenique, ,ucre, O'Higgins... . . · -. · .. , _.· . La ind~endencia ..recogí(/. el anhéló de1os esclavos a la. hbe tad; todos los· nacidos mpru¡úr del 28 <lejuliode.1821Serjan libres: bando.de_ José d ·San Martín.61 A los beneficiados por este.dispositiVo,&,,)liíade el número -,-difíc' de calcularde · esclavos~fügitivos. De .esta;nianetatse acrecentó el deterio o del sistema esclavista. · · os hacendados, aparte deJos trastornos ocasionados p r la guerra, se · quejarían de la escasez de brazos y trátarían de presionar al Estado independiente . para que ges_ ionase-el restabl.ecimiento de la esclavitud:.,e·s decir, qu_ se_ permitiese la introducci 'u de nuevos esclavos. José M a Pando salió en defensa <)dos hacendados; argumenta _do, con alguna exag,ración ueningún otro grupo s¡x;ial había sido igualmentepllij dicadopor las guer:8:l de 1 ind~pendencia. Criti~ a San ~ X Monteagn<tl •. Justificó la escl:tv;tud parandose en dosargumentos:-lo meV!Jl\ble de la serndum!Jre·y la• "dulzur~en I trato .de lo~ negros" quel definían a"los descendie~tes¡run~ricanos de los. espanol ~ .. Pando anade que, en ~lpeor de los casos; debe md~mmzarse·a los hacendados: "el derecho de.propiedad de los hacendados ha sido violado".62 Esta reacdón ul . ontana conseguiría un~ efí~era victoria con el ascenso del ¡¡e~e,ral Felipe Sanll go Salaverry: restablece el trafico negrero, Pero el acto defm111vo ocurrirá .mo después, cuando CastillF·en 1854, declare.abolida la esclavitud; 'Este epílogo tar 'o eje un conflicto que remontaba, cuando inenos, a la centuria anterior, se explica porque tanto lo 1 esclavos· como el- conjunto de los grupos • . . . ' • populares e . Lüna colonial, no pn ·eron alentár una:_ opción específica en su enfrentamie to con la aristocracia.

VIII. Coloniali~mo y Violencia "Todo ~naza ruina "e),, ~ste país ..._"

BolíVar a Berindoagi 11 de diciembre de 1823

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Al terminar el siglo XVIII, eh Lima, él descontento existía de manera visible: fugas de esclavos, proliferación del bandolerismo; motines urbanos; pero todos estos acontecimientos no consiguieron d~linear un movimiento social, quedando sólo como sfaromas del malestar general. En el horizonte río se vislumbraba ninguna alternativa posible. ¿Cómo explicar este ilesenlace frustrante? Recápitulemos, la clase dominante, éomo hemos visto, se recompone en la · segunda mitad del sigloXVIII, runparada en el sustento qué le proporciona el capital · mercantil: desde Lima se expande hacia Guayaquil y Val¡:,araíso bordeando la Mar del Sur, y también hacia el interior, controlando los mercádos urbanos y mineros de Cerro, Arequipa, Cm,co e incluso el Alto Perú. Una complicada red mercantil, trabajosamente edificadá con el recurso a los <:0merciante~ itinerantes, parece ser el cáminó para que la élite limeña se convierta en una clase dominante a escala del virreinato. ·Muchos de sus miembros sonéspañoles, vinculados al aparato burocrático y detentadores de títulos nobiliarios. Es una aristocracia numerosa pero joven, · sin vinculaciones directas con el aparato productivo (se int~resa marginalmente por la inversión manufacturera o minera}y que, por lo mismo, ~on débiles las raíces que · la sostienenen este Rªís que aspira a hegerhonizar pero qu~ desconoce. Los inicios de la conformación de una clase dominante colonial fueron acompañados por un intenso ciclo de rebelion.es crunpesinas y, antes que culminara éon éxito, el proceso queda interrumpido por las sucesivas crisis que se desencadenan cori el ocaso del orden colonial. Crisis mercantil, crisis minera y crisis agraria que derivan en esa sociedad en ruinas y postración que encontrarán los patriotas en 1821. Las refornias . borbónicas (especialmente el libre comercio) perjudicaron visiblemente.a la aristocracia mercantil, pero, asediados por la irebelióÍI campesina y temerosos de un levantamiento de esclavos, mantuvieron hasta el final su fidelidad a la monarquía española. Por eso, elle] último episodio, ehechazci a la clase dominante-que no puede expresarse en térininós clasistas- se trasluce en ese sentimiento antiespañol : ' '

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que enardece a la plebe limeña y que recogen San ·Martín y Monteagndo. La aristocracia mercantil no alcanzó a constituirse en clase dominante. La situación de los esclavos, en cierta manera, obedece a un p~iceso inverso. Mientras la aristocracia. mercantil· iba emergiendo, los esclavos s disgregaban. .Grupo numeroso y heterogéneo, figuró siempre encerrado en los m ·:cos estrechos de una región (Lima y la costa central), para en el transcurso d 11 siglo XVill integrarse a la cultura·popular urbana, perdiendo muchas de sus tradi iones, a la par que se fragmentaba en ocupaciones múltiples. El esclavismo de la costa peruana quedó librado a sus mecanismos internos de reproducción. No surgió coino consecuencia de un sistema de plantaeiones sólidamente constituido y, a diferencia de otros espacios coloniales, se trata,en cierta manera, más de un ras o urbano que rural.

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En la ciupad, los esclavos conviven y se confunden con esos esocupados o semiempleados que viven precariamente entre el _artesanado de Lima y la población Jumpenesca didos, ladrones, mendigos), conformando la ple ,. Fenómeno urbano, per no exclusivo de Lima. El desempleo y _la men idad pueden observarse bién en Cusco y Ayacucho, en esos parajes del sur an :no recorrido por.vagabun os, que buscan el jornal 4e taller en taller. Proliferan, · almeIJ.le, en otros espacio coloniales, como Chile, .¡\rgentina o Venezu~la. En es último lugar, el bandoleris o adquiriótambiénrasg@s endémicos: acontecimiento secular que se agravará y p palara con las gnerras dta independencia (Bolívar y !}oves). En los tres países, e siglo XVill produce un "tipo social" en el que, post\riormente, se imaginarán r umidos ciertos rasgos _cionales, el roto chileno, el $aucho argentino, el l/ane o venezolano.1 No existeun equivalente en el Perú. Carecemos de algún perso cte ignalmente típico. ILa plebe, en particular, nunca perdió su heterogenei .d. Ricardo Palma sabrla captar este rasgo mediante los ÍI\últiples personajes d sus tradiciones. 1 La sola e ·stencia de la plebe pone i¡¡>arentementeen peligro el equilibrio social. La movili . y disgregación de esos Pfrsonajes hacen inviable el uso del consen.so · comomecani modedominio,deallílannportanciaquelasociedadcolonialtermma asignando a 1 violencia. Pero no se trata de la coerción organizada desde el Estado (aunque se dii"onga de fuerzas militare~ nada despreciables y se organicen servicios policiales); . trat:¡.· de.lempleocotidianp.delaviolencia. N.qe·n.contram._osel_m_;·ode~o absolutista q ,e nos ha descrit.o para Europa Perry Anderson. La acusac1on mas frecuente qu los siervos hacen a sus aqios es la sevicia El poco dominio alcanzado a escala del p , se compensa con el defpliegue aut.oritario en el recinto domésti~o. La violencia ue, de esta manera, µn componente estrnctural del orden colomal. Estamos aq i, a pesar de los arg11Il1entos de Pando, e_n las antípodas _de ese paternalismo esclavista que_ ha descri1o Gilberto Freyre para el Brasil._. El mejor símbolo del o limeño era el látigo. . . Sería e neo 'definir a la plebe utjlizando la categoría de marginalidad. Los plebeyos no pstuvieron excluidos ni fueron una minoría. , Por el contrario, esa población seljliempleada resultaba indíspensable para una ,sociedad, Fºn un mercado de trabajo rctuante e inestable, su8intada en la sobreexplotación¡ es justamente

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COWNIALISMOYV!OLmCIA

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la cara inversa en el apogeo del capital comercial .. Este rasgo fue otra constaníe del .· orden, colonialhispimoamericano que, así como se advierte enLiina,. se encuentra .· tamb1én,porejernplo, en México, donde laaristocraciacridllaes "escandalosamente: ri~a, Ysu p_rosperi<lad _va acompañada de una muy hondli miseria popular" .2 Un c_uadro surular_ se díbuJa en el Río de la Plata al terminar el siglo XVIH.3 Los muy neos frente a. los·muy pobres: desde tiempos lejanos, este contraste ha defmido el entramado soda] de nuestros país¡;s. La confrontación tlS ,tan visible que Ruggiero Romano opta por referirse a "riquísimos" y "miserables";• · · •. . _.· · · 1:,im~ col~rii:11 no f?e, ~n estas Condiciones, fa ciudad apaciblé que en alguna ocasión ¡magmo ese histonador acendradamente conservador qué fúe José de la Riv~ A!;iiero. Los enfrentamient.os recorre11 toda la vida cotidiana,désde el mercado . de trabajo hasta las diversiones. Pero no pÜede surgir-salvo enJ82ly de manera muy efím'."'ª-:- un movimiento social que articule esos inteieses múltiples, no porq?e eXIsta una subordinación a la arislix:racia, sino porque los conflictos en el mtenor de esas "clases populares" son demasiado intensos: _los esclavos divididos enm, bozales y criollos, enfrentados ambos!sect.ores_alos indios, y todos disputando con_ la plebe_ la· escasa ofétta·de trabajo, ·• Era imposible tecurrir a una solución n~~«;11al,que articulase a t~s ~nos contr¡t el c(}lonialismo:, P~ro·era igualmente difí51l ~ensar en µna altenial!va ,desde uno ~e esos grupos: P<iJ" estaraisládos; como los _md1genas de la costa; en visible proceso de disgregación, como los esclavos· 0 · fi:agme?tados ~n multitud de oficí~ t11ctividades, como la plebe.·.La violencia 'es eJ~ICJá con mas frecuencia para soh¡cio~ SUS disputas particulares, que contra la · anstocracrn. Queda apenas espacio para soluciones casi indíviduales como el bándo!eris1Do, la delincuencla, el comércio ilegal e, incluso, el suicidio.' Tenem(}S que concluir constatando la esterilidad de. esa violencia colonial. Ocurre qué, si bie~ ~Y conflicto, intereses co?trapuestos y luchas sociales, no puede hablarse Co() prec1smn de lucha de ~las{lS, si~ntendemos que ésta, _de acuerdo con Pierre Vilar; sólo ''apiirectl cuando,de una manera.bastante continua, una determina~ ~Jase de la sociedad, de caracterí$ticas económicas bien delimitadas, pone de manifiesto la conciencia de su solidaridady la voluntad de modificar la estrnctura social en beneficio propio.;:'','. La lucha de clases exige de pfoyectos y alternativas; pero est.os cammos D() se vis!Uinbran enUma durante el siglo XVIII._ Una sociedad •clausurada y fi-.tstraute; La anomia gen~zada.6 Franz Fanon distinguía dos etapas . en la violetJcrn del colonizado: primero, la agresividad contra los suyos y, más adelante, la l_ucha contra los colonos. Loswrsonajes' de Lima colonial se quedan en la pnmera etapa y no consignen trausform!lf a la violencia en un mecanismo de afirmación e identidad ·colectiva.' · . En estas condiciqnes, eliiberaiismo y la democracia, ,con los que pretendió ree1Dpfazarse el ordencolonial,fueronfuviables. Simón Bolívar, en su "Carta de _/ Jllil)aica" (1815),_h_allía, irytuidnque, e:° Lim~. la combinación entre oro y esclavos sena UlJ escollo dif1c1ldesortear: fos;ncos terminarían prefiriendo ''la tiranía de uno solo, por no padecerJás persecuciones tumultuarias y por establecer un. orden siquiera pacífico".' El persistente temor a:la revolución hizo de Lima con sus mansioIJ.es enrejadas, Ul)a ciudad del miedo, interior. Pareciera que la hlstoria se 1


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COW~ISM; YVIOLEN~A

LAOUDAOSUMERGIDA

esforzó por confinnar las palabras de Bolívar cuando, desde.1821, los motines se propalan por toda la costa, el bandolerismo impone su estilo incluso al ejército y reina la anarquía: un país convulsionado y a la deriva ~, el resultado de ja independencia. Pocos años después·, Bernardo de Mont~~:udo, teniendo como trasfondo su experiencia de gobierno en el Perú, planteó nue ·amente el tema de la · democracia en sus Memorias ... de Quito (1823). Cuatro prin :ipios. básicos pennitirían el establecimiento del nuevo sistema: la moral del p eblo, el estado de la civilización, la distribución de riquezas y la relación entre I clases. _Sorprende la contemporaneidad de este último criterio. No pasó inadverti la, para Monteagudo, la división y la fragmentación de intereses, es decir, que fre te a la aristocracia se erigiera no una clase social, sino ese cónjunto l)eterogéneo ue era la plebe. "La diverfdad de condi~iones _Y multitud de castas, la fuerte agr ión que se profesan ·unas a otras, el caracter diametralmente opuesto de cada 1a. de ellas, en fm, la difer ·ocia en las ideas, en los usos, en \as costumbres, en las necesidades, y t;n los medi s de satisfacerlas; presentan un cuadro de antipatías e· tereses encontrados, que enazan la existencia social"; para concluir: "las relaci mes que existen entre amos y esclavos, entre razas que se detestan, y entrt; honib es que fonnan tantas subd' isiones sociales, cuan~ modificaciones hay ·en su c lor, son enteramente inco patibles con las ideas democráticas".' , . · ¿ asta qué punto esta imagen es generalizable al conju$to del virreinato? El baró de l{umboldt habría dadcb una respuesta negativa: "En )'.,imano he aprendido nada. el Perú. Allí nunca se ttilta de algún objeto relativo ala felicidad pública del reino Lima está más separadáldeJPerú que Londres, y aunqu.e e.n ninguna parte de la érica española se peca pdr demasiado patriotismo, no conozco otra en la cual este s ntimiento sea más apag~do" .10 Conviene anotar que Humboldt estuvo pocos días nLitiia-e!'tre el 23_ de °9:ubre y el 24 de diciembre de 1802-y que frecuentó sobr todo ambientes anstocr¡iucos como la casona Torre Tagle, donde estuvo aloj , o. Aunque no fuera visib¡e, la expansión mercantil tendía a vincular Lima con el p . A diferencia de otros e~pacios regionales, la presencia de los esclavos podía dar c[· rtas características peculiares ala capital y lacostacentr.al del virreinato, pero lapo reza y el vagabundaje -,-k;omo yaindicamos- se repetían en otros lugares, com el Cusco y el Altiplano, ~onde la:violencia era un.componente igualmente de las re aciones sociales. Sin embargo, una diferencia significativa parece anunciarse preci am~~te en esa altema·ti"~'a fi:en. te al Orden c.o··.1om.·al .qu.·e fu. e. e.l pr. yec .... to. de la utopi andina: programa mlle ansia, sustentado en la esperanza de la vuelta del Taw ntinsuyo, que no obstan! acaba momentáneamente derrotado no tanto por la repr ión :colonial, como por la división y fragmentación de intereses en el mundo rural 11 Las diferencias que eiisten en el interior del campesinado andino -entre origi arios y forasteros como por ejemplo, existían en HuachG-parecen asemejarlo Ia imagen c¡ue hemos d bujado dela plebe limeña; aunque procesos sociales y ec nómicos (escasamente eStudiados) llevaron en. los Anqes del sur peruano a la ges ción de estratos sociales ya la aparición de ur grupo efectivamente rival de la arist, cra_oia limeña: los nobl~ y caracas indios.·' · _ . . n cierta manera, el argumento de este libro podría resumrrse negauvamente. Las ircunstancias que explicán por qué no tnvo lugar una.r¿volución. La imbricaº.

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ción entre situación colonial, explotación económica y segregación étnica edifica- . ron una sociedad, aunque suene paradójico, tan violenta como estable. En Lima,no · · • se cons!~uió rom¡Jer ~se b'?tal equilibrio .que h~biera permitido producir una revol~cion. Una histona disunta de la que tuvo como escenario al sor andino, pero todavia contrastable, de manera más evidente, con la de esos negros y pardos defos llanos venezolanos, donde la violencia indis,riminada pudo ttansfonnarseen un movimiento de. liberación. Desde Lima, por todo esto, el ocaso del orden colonial Y la _independencia, en el recuer~o colectivo, ap\rrecen ,cómo una •oportunidad perdida: En efecto, ~esapareció la aristocracia, perpla plebe =y junto con ellalós c:impesmos delmtenor-persistieronen su condición. Para ulilizarunaimagendel siglo pasado: eL mundo siguió derecho y todavía seguimos imaginando ,Cómo ponerlo al revés. Un desafío donde el pasado se confunde éón elJuturo, aunque esperando un desenlace diferente, , . . . · . ···.· · ,


Agradecimientos

Este libro tiene una largahistoria. Se renmnta a los estudios de posgrado que hice en París a partir de 1972: allí recifií el aliento de Femand Braudel, Pierre Vilar y Ruggiero Romano, mi direcµ,r de tesis. Dos instituciones financiaron, en mom~ntos difíciles; mi trabajo de archivo: el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y el Social Science Research CounC:il (SSRC). Durante la primera redacción del texto conté con la acogida dél lnstituto de Apoyo Agrario. A principios de 1983 fue presentadocomotesis en la Université de.Nantei:re, bajo el título . deAristocrátie etplébe:Lima, 1760-1830. Recogiendo los comentarios recibidos durante la sustentación, .revisé las páginas' sobre la plebe y · modifiqué ottos .aspectos déllibro: todo esto fue posíble gracias a una beca otorgadá por FQMCIENCIAS (entre agosto de 1982 y julio de 1983), que, ¡¡demás, me permitió recurrir ala colaboración de Aldo Panfiche yMagda. lena Chocano, para ampliar y completar la información; que disponía. · Quiero agradecer, a riesgo·de omisiones, también,a quienes de una · manera· u otra han estado presentes ·en los. momentos de entusiasmo o ·· desaliento; en la lectura silenciosa de documentos o. ei;t la agitación de. la escritura. NuevaménfüRúggieroRomano: nunca seagradecerá suficientemente su aliento To: jovennistoriografía peruana; Manuel Burga con sus observaciones cótlcas; Marina Cedronio y los amigos italianos de la Cité Üniversitaire; CecilfaRivera.miesposa, que, además de acompaílarme, se. · dio tiempo para leer los borradores; lós archíveros y bibliotecarios de.todos · los lugares mencionados.enel.libro, que•siempre me prestaron su desinte0 resada.colaboración. ·•Fueron inapreciables -.aunqueno neces¡¡riainente absueltos-- 19s comentariÍ>~ y objecciol!es de Pablo Macera, Steve Stem, '

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