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INTRODUCCIÓN

Introducción

caudillo, han logrado articular una inédita coalición de los "poderes fácticos", alianza que contribuyó a quebrar el orden constitucional. Mientras tanto, la desarticulada y excluída población popular no tiene otra alternativa que mantener sus esperanzas en que el presidente genere las condiciones necesarias para su sobrevivencia -lo que refuerza la calidad "delegativa" del jefe del Estado -, puesto que los desprestigiados partidos no dan visos de avanzar hacia su refundación.

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Existe la posibilidad de que, después de 30 años, la crisis post-oligárquica se resuelva mediante la instauración de un régimen plebiscitario y autoritario que, por su propia naturaleza, tiene dificultades para consolidarse debido a la intensificación de los problemas distributivos. Mientras Fujimori ha manifestado el propósito de instaurar una democracia "auténtica" - término bajo el cual no es el primero que busca esconder la naturaleza autoritaria y excluyente de los intereses dominantes - se observa la emergencia de nuevos actores sociales que postulan la democratización de la política y del Estado como condición necesaria para lograr la estabilización institucional del país y resolver las desigualdades, vinculando la democracia con la justicia social.

Así, la conclusión de la lectura del libro es similar a la del primer capítulo: el país afronta el reto de construir una comunidad política democrática para asegurar su cohesión social; desafío frente al cual estamos condenados a ser optimistas.

A lo largo de estas tres décadas, he contado con la generosa colaboración y la amistad de diversos colegas, en el país y en el extranjero. Entre ellos, guardo particular recuerdo por Guillermo Bonfill, François Bourricaud y Kalman J. Silvert.

El ambiente democrático y de amistad que hemos sabido construir en el Instituto de Estudios Peruanos es testimonio de sus logros y de sus posibilidades; por ello, las discusiones del café y las "mesas verdes" tienen un valor inestimable.

Las versiones originales de los artículos reunidos en este volumen fueron corregidos cuidando que los planteamientos formulados ini

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cialmente se mantuvieran, aún en el caso de que tuviera reparos al momento de revisados. Para la corrección de los textos y el análisis de información diversa, he contado, respectivamente, con las valiosas colaboraciones de Luis Andrade Ciudad y Patricia Zárate Ardela, a quienes agradezco.

El afecto y el aliento de Leonor han sido motivos para continuar en la brega.

Lima, noviembre de 1994.

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La mecánica de la dominación interna y del cambio social*

SE ENCUENTRA BASTANTE generalizada la percepción de que el país presenta dos formaciones sociales diferentes y simultáneas; o, para decirlo de otra manera, de que la sociedad se caracteriza por su dualismo estructural (Instituto Nacional de Planificación, 1964). Esta imagen se basa en los contrastes socioculturales que se observan entre la costa y la sierra, las dos regiones de mayor importancia en el país.

En la costa se concentran las actividades económicas con más alta productividad, tales como la pesca y la agricultura destinadas a la exportación, las manufacturas y los servicios financieros, lo que repercute en los ingresos y en la movilidad ocupacional de los pobladores. En cambio, en la sierra predominan las formas preindustriales, con excepción de los centros mineros, que son empresas organizadas y dirigidas desde el exterior del país.

*José Matos Mar, Augusto Salazar Bondy, Magaly Sarfaty, William F. Whyte y Larry Williams comentaron y contribuyeron a mejorar la versión original. Las observaciones de Giorgio Alberti me permitieron advertir el alcance de algunas ideas vertidas en este artículo. El trabajo circuló en edición mimeografiada en 1967 y luego se publicó en Perú problema. Cinco ensayos, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1968, pp. 153197; América Latina, Río de Janeiro, enero-marzo, 1968, pp. 72-104; Studies in Comparative International Development, Washington University, vol. III, Nº 12, 19671968; 1. Horowitz (ed.): Masses in Latin America, Oxford University Press, 1970, pp. 407-444; El Perú actual. Sociedad y política, México, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 1970, pp. 47-88; David Chaplin (ed.): Perovian Nationalism, A Corporatist Revolution, Transaction Books, 1976, pp. 3571.

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El sistema de tenencia de la tierra en la sierra, a diferencia del que se da en la costa, se caracteriza por el predominio de las comunidades indígenas y los latifundios. Las primeras constituyen organizaciones corporativas basadas en relaciones de parentesco que, al usufructuar tierras yagua en común, mantienen funciones político religiosas y lazos de solidaridad interna. Los latifundios, a su vez, se caracterizan por las formas "feudales" de las relaciones sociales y productivas que se dan en su interior. Estos establecimientos hacen hincapié en criterios de adscripción y suponen el mantenimiento de formas sociales y culturales "arcaicas".

En 1961, la costa tenía el 47% de la población total y aportaba el 61 % del ingreso nacional, lo que determinaba que el ingreso por persona fuera 23% superior al promedio nacional. Asimismo, el 69% de su población residía en áreas urbanas y el 79% de los mayores de 15 años eran alfabetos (Dirección Nacional de Estadística y Censos, 1965a, 1966a y 1966b). En 1966, se concentraba en la región el 69% de la población electoral.

En la costa se editan y consumen la mayor parte de los diarios, revistas y libros que se publican o se importan en el país. La mayor parte de las estaciones de radio y televisión se encuentran instaladas allí. En 1966, se concentraba en la costa el 99% de los aparatos de televisión (Thompson, 1966).

Estos factores han condicionado una intensa comunicación intrarregional que, aunada a la erradicación de las culturas autóctonas y la integración al mercado capitalista internacional, ha contribuido a la aculturación de la población en una variante de la cultura occidentalcolonial denominada "cultura criolla" (Simmons, 1955; Morse, 1964).

En cambio, en la sierra la actividad preponderante es la agropecuaria, caracterizada por su baja productividad, lo que determina la limitada participación de la población en el mercado. De ahí que, en 1961, con el 46% de la población total, esta región aportara el 35% del ingreso nacional, y que el ingreso personal fuera 29% inferior al promedio total del país. Asimismo, el 26% de la población serrana radicaba en ciudades, el 41 % era alfabeta y constituía el 26% del elec

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La mecánica de la dominación interna

torado (Dirección Nacional de Estadística y Censos 1965a, 1966a; Banco Central de Reserva, 1966).

La escasez de medios de comunicación en la región y sus formas preindustriales de producción determinan la constitución de verdaderos bolsones culturales, donde perduran las lenguas quechua y aimara, así como las formas de organización social tradicional.

En gran parte, estos factores parecen responder al hecho de que en la sierra las inversiones públicas son seis veces menores a las que se realizan en la costa, según indicaciones de altos funcionarios gubernamentales (The New York Times, 1966a).

Estas características han dado lugar a que se describa a la costa como una región "en desarrollo, modernizante, occidental", mientras se define a la sierra como una región "subdesarrollada, tradicional, indígena"1 .

La disparidad señalada entre la costa y la sierra es parcialmente cierta, en la medida en que no permite discriminar las diferencias que se originan en cada una de estas regiones y subraya la existencia de un correlato entre la región geográfica y las formas de existencia sociocultural.

1. Los datos preliminares del censo de 1993 muestran la persistencia de las disparidades entre la costa y la sierra. En 1993, la costa alberga al 52% de la población - proporción que aumenta 13 puntos en relación a la registrada en 1961-mientras que la sierra disminuye en 15 puntos, al contar con el 36% de la población total. En 1990, la costa generaba el 77% del PBI y la sierra sólo el 16% (Instituto Nacional de Estadística e Informática, Dirección Nacional de Cuentas Nacionales, citopor Webb y Fernández, 1993: 340). Si bien en las últimas tres décadas la educación se ha extendido de manera considerable, en la sierra habita el 56% de los analfabetos del país. Asimismo, los índices de pobreza se concentran en esta región; el 93% de los hogares del área rural y el 35% de los que se ubican en el área urbana se encuentran en dicha condición, mientras que el 26% de las familias que habitan en Lima y el 36% de las que viven en el resto de la costa sobreviven en similares condiciones (Encuesta nacional sobre medición de niveles de vida 1991, octubre-noviembre 1991, cito por Webb y Fernández, 1992: 461). Así, no es de extrañar que los departamentos de la sierra tengan las tasas proyectadas de mortalidad infantil más altas para el período 1990-1995 (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 1993: 356).

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Pero, de toda suerte, esta imagen estereotipada sirve para conceptuar al país como un espacio constituido por situaciones sociales muy contrastadas, lo que favorece el arraigo de una percepción del Perú como un territorio en estado de "no integración". Desde esta perspectiva, la sierra estaría, en general, "al margen" del país, representado por la costa. El concepto de falta de integración nacional ha llevado a algunos autores a percibir al Perú como un archipiélago social o como una sociedad desarticulada, pluralista o heterogénea (Matos Mar, 1966; Salazar Bondy, 1966).

Es indudable la capacidad ilustrativa que tienen los conceptos de no integración, desarticulación, marginalidad y pluralismo, en tanto subrayan las diferencias internas a través de diversos indicadores. Pero es importante destacar que dichos conceptos soslayan las relaciones que de hecho existen entre las regiones y sus estratos sociales, en la medida en que éstos se encuentran afectados - aunque en diferente grado - por un mismo proceso histórico.

Si bien sería inexacto decir que la población serrana no se encuentra incorporada a la vida del país, es necesario calificar dicha incorporación como notoriamente inscrita en un marco de relaciones sociales de dependencia. O, para decirlo de otra manera, que los términos del intercambio social existente entre las dos regiones y sus respectivos sectores sociales resultan francamente desfavorables para la sierra, en tanto que su población no cuenta con la posibilidad de acceder a las oportunidades ni a los recursos existentes en la sociedad global. No es que la sierra, in toto, se encuentre al margen de la sociedad sino que está marginada por un sector de ella. Tal como dice A. G. Frank:

... esta población "marginal" o "flotante", se encuentra en proceso o, de hecho, totalmente integrada a la sociedad, en una forma que perjudica su bienestar y las posibilidades de su desarrollo personal, marcando al sector económico, rural o urbano, la posición social y la región económica o localidad como subdesarrolladas. Estas consideraciones sugieren que la sociedad latinoamericana no es una sociedad "dual" sino que tiene rasgos de una sociedad "integrada" en la que muchos de sus miembros no son "marginales" a ella, sino que por desgracia, se encuentran integrados a ella en una forma que perjudica sus intereses vitales (Frank, s/f: 7).

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