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Prehistoria: del Paleolítico a la Primera Edad del Hierro. Chapter · January 2017
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LA CUEVA SEPULCRAL DEL MORO DE ALINS DEL MONTE / José María Rodanés Vicente
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José María Rodanés Vicente
Fernando Pérez-Lambán, Rafael Laborda Lorente, Marta Alcolea Gracia, Mario Gisbert León, Leyre Alconchel Navarro, Carlos Mazo Pérez, Ignacio Montero Ruiz, Paloma Aranda Contamina, José Luis Peña Monné, Josep Gallart Fernández, Juan Rovira Marsal
La cueva sepulcral del Moro de Alins del Monte Prehistoria de la Litera (Huesca)
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RODANÉS VICENTE, José María La cueva sepulcral del Moro de Alins del Monte : prehistoria de la Litera (Huesca) / José María Rodanés Vicente ; Fernando Pérez-Lambán… [et al.] . — Zaragoza : Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017 123 p. : il. ; 30 cm. — (Monografías arqueológicas. Prehistoria ; 51) ISBN 978-84-16933-56-3 1. Alins del Monte (Huesca, Yacimiento). 2. Alins del Monte–Restos arqueológicos PÉREZ-LAMBÁN, Fernando 903(460.222 Alins del Monte)
Monografías Arqueológicas 51 Prehistoria Consejo de Redacción de Prehistoria Directores: Pilar Utrilla y José M.ª Rodanés Vocales: Teresa Andrés, Carlos Mazo, Lourdes Montes, Carlos Pérez-Arrondo y Jesús V. Picazo Secretaría Técnica: Rafael Domingo *VUZLQV *PLU[xÄJV (ZLZVY KL 7YLOPZ[VYPH Paul Bhan; Ignacio Barandiarán (Universidad del País Vasco); Concepción Blasco (Universidad Autónoma de Madrid); Gerhard Bosinski (Universidad de Köln); Primitiva Bueno (Universidad de Alcalá de Henares); Margaret Conkey (Universidad de Berkeley); Soledad Corchón (Universidad de Salamanca); Germán Delibes (Universidad de Valladolid); Antonio Faustino Carvalho (Universidad de Faro); Carole Fritz (Universidad de Toulouse Le Mirail); César González-Sainz (Universidad de Cantabria); Miquel Molist (Universidad Autónoma de Barcelona); Lawrence G. Straus (Universidad de Nuevo México); Juan Vicent (Instituto de Historia, CSIC); Valentín Villaverde (Universidad de Valencia) Consejo de Redacción de Arqueología Director: Manuel Martín-Bueno Vocales: Almudena Domínguez, José Antonio Hernández-Vera, Elena Maestro, Ángeles Magallón, Manuel Medrano, Carlos Sáenz y Paula Uribe Secretaría Técnica: Carlos Sáenz *VUZLQV *PLU[xÄJV (ZLZVY KL (YX\LVSVNxH José d’Encarnaçao (Universidad de Coimbra); Angela Donati (Universidad de Bolonia); Piero Gianfrotta (Universidad de la Tuscia, Viterbo); Josep M.ª Gurt (Universidad de Barcelona); José Luis Jiménez (Universidad de Valencia); Jesús Liz (Universidad de Salamanca); Milagros Navarro (Instituto Ausonius, Universidad de Burdeos); Jean Michel Roddaz (Instituto Ausonius, Universidad de Burdeos); Desiderio Vaquerizo (Universidad de Córdoba) Intercambios: Teresa Artigas (tartigas@unizar.es) © Los autores © Departamento de Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza © De la presente edición, Prensas de la Universidad de Zaragoza (Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social) 1.ª edición, 2017 Impreso en España Imprime: Servicio de Publicaciones. Universidad de Zaragoza D.L.: Z 236-2017
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INTRODUCCIÓN /D FXHYD GHO 0RUR \ VX HQWRUQR QDWXUDO Fernando Pérez-Lambán, Rafael Laborda Lorente, Marta Alcolea Gracia, Mario Gisbert León ,QYHVWLJDFLRQHV José María Rodanés Vicente ESTUDIOS
DE LOS RESTOS HUMANOS PROCEDENTES DE LA
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DEL
MONTE (HUESCA) Leyre Alconchel Navarro 0HWRGRORJtD $QiOLVLV (VWLPDFLyQ GHO Q~PHUR PtQLPR GH LQGLYLGXRV 10, 'HVFULSFLyQ GHO PDWHULDO RVWHROyJLFR &RQFOXVLRQHV 3HUÀO GHPRJUiÀFR 3DWRORJtDV \ PDUFDGRUHV GH HVWUpV
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LA OCUPACIÓN DE LA CUEVA DEL MORO DE ALINS José María Rodanés Vicente . . . . . . 8QD YLVLyQ GLDFUyQLFD 1HROtWLFR (GDG GHO %URQFH eSRFD +LVWyULFD 3UiFWLFDV )XQHUDULDV 3DOHRDQWURSRORJtD
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ÍNDICE
LA CUEVA DEL MORO Y EL POBLAMIENTO PRERROMANO DE LA LITERA /D /LWHUD PDUFR JHRJUiÀFR \ JHROyJLFR GH OD FRPDUFD José Luis Peña Monné y Fernando Pérez-Lambán 3UHKLVWRULD 'HO 3DOHROtWLFR D OD 3ULPHUD (GDG GHO +LHUUR Josep Gallart Fernández, Juan Rovira Marsal y José Mª Rodanés Vicente
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5.2. PREHISTORIA: DEL PALEOLÍTICO A LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO
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JOSEP GALLART FERNÁNDEZ* JUAN ROVIRA MARSAL** JOSÉ MARÍA RODANÉS VICENTE*** La diversidad paisajística de la comarca de la Litera, asentada sobre dos unidades geológicas bien caracterizadas: los Pirineos, en sus últimas estribaciones al norte y la Depresión del Ebro en la parte media e inferior de la comarca, ha sido un factor determinante para su ocupación desde el Paleolítico. Los hallazgos de comienzos de los años noventa del siglo pasado en La Mina de Olriols (San Esteban de Litera), El Regal de Pídola y La Vispesa (Tamarite de Litera) fueron atribuidos al Achelense medio a partir del estudio tipológico de la industria lítica. Núcleos, choppers, choppingtools, bifaces ovalares tallados sobre cantos rodados y grandes lascas de cuarcita, corneana y esquisto, así como un nutrido conjunto de raederas y denticulados y una punta desviada con retoque escaleriforme de muy buena factura, elaboradas a partir de lascas de sílex y cuarcitas de regulares dimensiones, son las piezas más significativas (Rovira et al. 1991). A este interesante conjunto habría que añadir un bifaz sobre esquisto metamórfico, aparecido recientemente fuera de contexto en un solar urbano de Altorricón, que guarda gran similitud con una limande parcial del citado yacimiento de Regal de Pídola, y los recientes hallazgos en la terraza de Olriols (El Reil y La Coba) contemporánea de la T5 del Cinca cuya propuesta de datación nos remonta a fechas cercanas a 176 ka (Mis 6) (Montes et al. 2015, 7). Las industrias presentan una gran similitud morfotécnica con las procedentes de los ríos Farfanya (Castelló de Farfanya y Menàrguens, Lleida) (Mora et al. 1986) y del curso inferior del Femosa (Artesa de Lleida, Puigverd de Lleida, Juneda y Torregrossa) (Carbonell et al. 1993; López et al. 2003; Peña et al. 2005), situados en tierras llanas del extremo occidental de la depresión * Grup de Recerques Aqueològiques de la Femos.a ** Centro de Estudios Literanos. *** Departamento de Ciencias de la Antigüedad. Prehistoria. Universidad de Zaragoza. 1. Los dibujos han sido realizados por A. Llossá Guasch. Grup de Recerques Aqueològiques de la Femosa.
central catalana, plenamente comparables a las localizadas en terrazas de los afluentes del Ebro en su recorrido por tierras aragonesas tanto en su vertiente ibérica como pirenaica (Utrilla 2002). Estas industrias confirmarían la presencia en la comarca de cazadores-recolectores durante el Paleolítico inferior, asentados en campamentos estacionales, en parajes de alturas medias entre 400 y 600 m. Su dispersión nos hace pensar en grupos reducidos con gran movilidad, sobreviviendo mediante un aprovechamiento indiferenciado de los recursos (fig. 1). El Paleolítico Medio ha dejado sus huellas en Torre Perella (Tamarite de Litera), El Rossell, La Montanera, Sant Bartomeu y Cuquet (Altorricón). En estos pequeños asentamientos se documenta una industria musteriense caracterizada por la desaparición de las piezas bifaciales y una mayor presencia de las diseñadas sobre lascas, con claro predominio de tipos denticulados sobre raederas de buena factura, laterales y transversales (Rovira et al. 1991). En el yacimiento del Castilló del Pla, en el extremo sur de la Ribagorza y muy cercano a la Litera, localizado en un antiguo fondo lacustre, los útiles, elaborados sobre cuarcitas con un claro dominio de los denticulados y una buena proporción de raederas laterales, pudieron ser fabricados durante el Würm I. Los tipos coinciden con los asignados al Musteriense de denticulados de facies no levallois (Mir y Rovira 1978 y 1985). El yacimiento más significativo es la cueva de los Moros I de Gabasa. La excavación ha permitido identificar seis niveles musterienses que se desarrollan durante el Würm antiguo, con fechas que oscilan entre 50.700 BP y 39.900 BP. Las cinco primeras ocupaciones se adscriben a un musteriense típico, rico en raederas pero con pocas puntas, mientras que los tipos de la fase superior responden a una facies de tradición achelense, tipo B. Destaca la presencia de una rica y variada fauna de herbívoros (cabra, caballo y ciervo especialmente) y carnívoros (lobo, hiena, zorro, y también oso de las cavernas y panteras, entre otros). Especial relevancia adquiere la presencia de los primeros y mas antiguos restos humanos encontrados en territorio aragonés. No formaban parte de enterramientos intencionales. Se encontraron revueltos junto a otros restos de fauna. Los humanos alternarían la ocupación de la cueva con otros depredadores, especialmente hienas y lobos. La ausencia de estructuras y la falta de huellas de acondicionamiento explicaría su carácter estacional (Montes y Utrilla 2014).
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Figura 1. Paleolítico inferior 1: La Mina de Olriols, 2: El Reil, 3: Regal de Pídola, 4: La Vispesa, 5: Altorricón, 6: La Coba. Paleolítico medio 7: Cueva de los Moros I, 8: Torre Perella; 9: Sant Bartomeu, 10: El Rossell, 11: La Montanera, 12: Cuquet.
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Los hallazgos antes mencionados son un claro exponente del Paleolítico Medio en el Valle del Ebro (fig. 1). Podemos hablar de un aumento demográfico, con una gran movilidad pero con una clara especialización que ha quedado patente en las diferentes funciones que se atribuyen a algunos de los yacimientos conocidos. Hasta la fecha no se han encontrado evidencias de Paleolítico Superior en la Litera, a pesar de que existen yacimientos significativos en el cercano Prepirineo oscense. Las cuevas de Chaves, Fuente del Trucho, abrigo de Forcas y Cova Alonsé, con situaciones estratégicas, buena orientación y altitudes entre 500 y 600 m, se convierten en lugares paradigmáticos. La secuencia más dilatada la encontramos en la Fuente del Trucho donde, partiendo de un nivel musteriense, se podría afirmar, a tenor de la tipología de la industria lítica y de una serie de dataciones absolutas, que la cueva continuó habitada durante el Auriñacienses, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense. Esta presencia desde los inicios del Paleolítico Superior quedaría, además, reforzada por la presencia de los conjuntos de arte rupestre, pinturas y grabados, conocidos desde finales de los años setenta del siglo pasado (Utrilla et al. 2010, 31). Durante la campaña de excavación de 1984, en el centro de la gran sala de la cueva de Chaves se documentó una ocupación solutrense. En otro lugar de la misma cavidad apareció un nivel con una interesante industria ósea de azagayas y punzones, junto a una significativa industria lítica atribuible al Magdaleniense Superior, más reciente que el Inferior del abrigo de Forcas en Graus (Utrilla, Mazo y Domingo 2014) o que los correspondientes, también, al Magdaleniense Antiguo de Cova Alonsé en Estadilla (Montes y Domingo 2013). Su presencia se podria explicar por la llegada de gentes, atravesando los pasos pirenaicos durante las fases cálidas. Entre la posibles rutas, la más factible sería la que parte del LanguedocGard, sigue por el Tet y Prades y penetra en España por Puigcerdá y el camino del Segre (Utrilla y Mazo 1996). Debido a la falta de prospecciones exhaustivas y a la dificultad que entraña reconocer yacimientos al aire libre que han estado sometidos a intensas transformaciones naturales y antrópicas, la presencia de los últimos cazadores-recolectores ha pasado desapercibida. No podemos descartar, como sucede en otras comarcas del valle medio del Ebro, que ya en las últimas etapas mesolíticas
pudiera existir un poblamiento disperso y estacional, precedente de las primeras aldeas, cuyos testimonios se limitan a escasas piezas tipológicas, esencialmente geométricos y útiles de substrato, y que tradicionalmente se han venido considerando como perduraciones, mantenidas a lo largo del tiempo en algunos asentamientos al aire libre (Rodanés y Picazo 2013, 122). Las primeras manifestaciones neolíticas en Aragón aparecen en el transcurso del VI milenio cal BC según las dataciones absolutas obtenidas en cuevas o abrigos. Entre la cuantiosa bibliografía sobre el proceso de neolitización, en la que se incluyen varias memorias de excavación, numerosos ensayos de síntesis, estudios historiográficos o más específicos sobre cronología, materiales, hábitat, poblamiento o ecosistemas, hemos seleccionado y haremos referencia a cinco textos recientes, de los últimos diez años, de distintos autores en los que se puede rastrear la importante labor realizada desde los años setenta del pasado siglo (Rodanés y Picazo 2005; Alday, Montes y Baldellou 2012; Rodanés y Picazo 2013; Utrilla, Mazo y Domingo 2014, 371-396; Rojo 2014). En estos trabajos, como no puede ser de otra manera, se aprecian grandes coincidencias, implícitas o explícitas, reconocidas o no, pero también evidentes discrepancias en los enfoques, terminología o tratamiento de la información. Con su lectura se puede comprender la evolución de las investigaciones, acceder a toda la bibliografía, contrastar las diferentes hipótesis sobre el proceso en Aragón y Valle del Ebro y contextualizar los hallazgos de nuestra zona de estudio que es nuestro objetivo inmediato. En la comarca de la Litera son varios los lugares en los que se localizan materiales del Neolítico antiguo (fig. 2). Las cuevas de los Moros de Gabasa son, en este momento, los yacimientos que cuentan con el conjunto más numeroso y representativo. En cinco cavidades se identificaron cerámicas con decoración impresa o impresa-incisa y piezas líticas típicas del Neolítico antiguo (Ramón 2006, 54). Se ha destacado el hallazgo de un magnífico cuenco hemisférico, con dos asas de cinta, decorado con tres líneas horizontales paralelas de impresiones formando una franja situada en la zona de las asas (Baldellou et al. 1989, 75; Baldellou y Rovira 2008, 62). En estas cavidades de reducidas dimensiones, que no ofrecen buenas condiciones para un hábitat permanente, los sedimentos se encontraban muy alterados a causa de actuaciones clandestinas, por lo que los mate-
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Figura 2. Neolítico 1: Cuevas de los Moros de Gabasa, 2: Riu de Calasanz, 3: Mont Ferrús, 4: El Tossal, 5: Barranc Alt de Minquillí, 6: Covacho del Congost, 7: Cuevas del Salgar, 8: Covacho del Noguera Ribagorzana o de Santa Ana, 9: El Turmo, 10: Sosa III o La Ortilla, 11: Olriols III, 12: La Mina de Orriols, 13: L’Estany, 14: Rocapintada, 15: Pla de la Magdalena, 16: La Colomina, 17: Les Plantes, 18: Miporqué, 19: Cornobis, 20: Tossal de Roiet, 21: Era de Florenso, 22: Tossal Gros.
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riales recuperados se hallaron fuera de contexto. La presencia de restos óseos humanos en alguna de ellas induce a pensar en una función sepulcral (Rodanés y Ramón 1995, 118; Ramón 2006, 274). Recientemente la hipótesis se ha visto confirmada por los resultados de una prospección intensiva en Gabasa 2, también conocida como Sima del Ciervo II o cueva Salaber. Los materiales indican una utilización durante el Neolítico Antiguo, Edad del Bronce y Antigüedad Tardía (Laborda y Gisbert 2016, 143-151). Coinciden con los aparecidos en momentos avanzados del Neolítico antiguo (finales del VI milenio cal BC e inicios del V), NA II (Rodanés y Picazo 2005, 82; Ramón 2006, 296; Rodanés 2007, 62-63), fase Neo-pionera (Baldellou 1994, 41-45) o NA epicardial (Baldellou 1992a). A este mismo horizonte se podrían adscribir los hallazgos en un pequeño covacho de la margen izquierda del río Noguera Ribagorzana, cercano a la presa del pantano de Santa Ana, en el término de Castillonroy. En su interior se recogieron algunos fragmentos de cerámicas neolíticas, entre los que destaca el borde de una vasija de perfil troncocónico que presenta una franja de cinco líneas de impresiones pseudorectangulares en la parte alta, cercana al labio (Rovira y Cura 1992, 125). Idéntica cronología presentarían los materiales
también cerámicos localizados superficialmente al pie de las cuevas del Salgar (Baldellou). Reproducimos un fragmento de cuenco hemisférico, con decoración impresa formada por tres líneas, paralelas entre sí, realizadas mediante impresiones de punto y raya o boquique, enmarcadas en la zona inferior por una serie de impresiones verticales cortas y, en la superior, por otras horizontales. Otro fragmento corresponde a la parte superior de una vasija globular, con el labio apuntado, decorada con un cordón horizontal liso de sección triangular, situado cerca del borde (fig. 3 y 4). Ambos presentan una buena cocción de tipo oxidante, con superficies de color gris. Las pastas son depuradas y compactas, con desengrasantes finos, de mica, calcita y cuarzo. La decoración impresa de punto y raya es habitual en cerámicas de cuevas cercanas del Alto Aragón, como el descrito fragmento localizado en la cueva de Alins que presentamos en esta monografía. Aparecen igualmente en el nivel 1a de Chaves, en el Forcón, en los Moros de Gabasa 2b, en la cámara superior del Moro de Olvena (Ramón 2006, 159-160) o en la, también, cercana Cova Colomera (Oms 2008, 21).
Figura 4. Cerámicas de la cueva de Salgar.
Figura 3. Cerámica con decoración impresa. Cuevas de Salgar.
En el transcurso del V milenio y comienzos del IV cal BC, se produce la expansión del proceso de neolitización (Rodanés y Ramón 1995; Rodanés 2007, 63-65; Rodanés y Picazo 2005, 18-19), que en la comarca de la Litera representa una colonización agrícola y ganadera de la llanura, en busca de los suelos fértiles. La dinámica no es exclusiva de esta zona. Se extiende, con mayor o menor intensidad, prácticamente por toda Cataluña (Martín 1992a) y Valle del Ebro (Rodanés y Picazo 2005). Se detectan ocupaciones en el Cinca Medio (Sopena 1992, 528), Flumen-Alcanadre (Rey 1987; Rey y Ramón 1992), confluencia del Segre y Ebro (Royo y Gómez 1996), Bajo Aragón (Montes 1996), curso inferior del Ebro (Bosch et
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al. 1996) o llanura occidental catalana (Gallart y Mir 1984; Gallart 1983-84; Costafreda y Llussà 1987; Piera et al. 2008; Piera 2010). En terrenos llanos del sur de la comarca se tiene constancia de yacimientos que confirman el proceso (Gallart , Rey y Rovira 1996): • Riu de Calasanz, en el término municipal de Peralta de Calasanz, donde se encontraron materiales en un pequeño llano, en el extremo de un altozano situado en la confluencia de dos barrancos: el Riu de Calasanz o Barranc del Molí con el Barranc de Bariciella (fig. 5).
Figura 5. Cerámica y hacha pulimentada de Barranc del Molí.
• Mont Ferrús, en el barranco de Baells, en su agregado de Nachá, situado en una pequeña plataforma a media ladera de la cara sur de la sierra (fig. 6). • Orriols III, localizado en un llano elevado, situado en la margen derecha del barranco del mismo nombre, sobre el plegamiento anticlinal de Tamarite y dominando el curso fluvial, también conocido como barranco de Rocafort (fig. 7 y 8). • La Mina de Orriols, sobre una formación cuaternaria que domina el valle del barranco del mismo nombre, prolongación del barranco de Rocafort una vez atravesado el anticlinal (fig. 9 y 10).
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Figura 6. Fragmentos de cerámica de Mont Ferrús.
Figura 7. Cerámicas de Orriols III.
• La Ortilla o Sosa III, situado más al norte que los anteriores, al pie, también, de unas formaciones rocosas del plegamiento anticlinal, dominando el curso del rio Sosa y con una orientación hacia el sur, en el término de San Esteban de Litera (fig 11). • La Colomina, en llano, sobre un glacis cuaternario orientado NW-SE, poco elevado respecto a los terrenos circundantes y en contacto inmediato con los contrafuertes más meridionales del anticlinal de Tamarite (fig. 12, 13 y 14). • L’Estany, al norte de una pequeña laguna endorreica emplazada sobre los yesos del citado anticlinal y en la parte alta de la ladera orientada hacia el sur-sureste de las lomas circundantes.
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pastas, en general, son homogéneas y depuradas. En los desgrasantes cerámicos, a simple vista, se observa la presencia de calcita, cuarzo, mica; en algún caso es posible que se hubiese introducido algún elemento vegetal que desapareció durante el proceso de cocción. El tamaño y la cantidad de los granos está en relación con el grosor de las paredes, con el tamaño de las vasijas y con la depuración y homogeneidad de las pastas. Así, en general, las pastas de las vasijas de tamaño pequeño y mediano son depuradas, compactas y homogéneas, con desgrasantes finos, lo que permite unos acabados de las superficies de mayor calidad, mientras que las vasijas de gran tamaño presentan las pastas poco compactas, con inclusiones de tamaño mediano y grande. El proceso tecnológico, en conjunto, es similar al observado en otros yacimientos contemporáneos (Ramón 2006). Figura 8. Cerámicas, frag. de sílex, frag. de hacha pulimentada y colgante de Orriols III.
• Cornobis, más al sur, también en Tamarite de Litera, en terreno ligeramente ondulado y sobre una plataforma rocosa de naturaleza arenosa, con orientación SE (fig. 14 a 19). • Pla de la Magdalena, al pie de un reborde rocoso con ligera pendiente, en el término de Alcampell. • Tossal del Roiet en Altorricón, en llano, al pie de un pequeño montículo a la entrada de la población (Gallart, Rey y Rovira 1996). El material arqueológico más abundante recogido en prospecciones superficiales es la cerámica, que aparece muy fragmentada. Las formas simples, como cuencos de perfil hemiesférico y subesférico, de tamaño pequeño y mediano, tanto lisos como decorados, de cuerpo convexo y bordes reentrantes, o ligeramente exvasados, son los más frecuentes, seguidos de los globulares o sinuosos, de tamaño mediano y grande, que en algún caso debían de estar provistos de asas verticales. La alfarería en general es de buena calidad, con coloraciones rojizas, negras o amarronadas, ocasionalmente poco uniformes. Las cocciones serían reductoras y oxidantes incluso en algunos fragmentos se dan ambos tipos, mixtas, propias de hornos abiertos con poco control de la atmósfera por parte del artesano. Las
La mayoría de fragmentos de tamaño mediano y grande, procedentes de vasijas de perfiles globulares o sinuosos, son lisos. Las decoraciones presentan un diseño sencillo, que se limita al modelado de cordones, simples o múltiples, de desarrollo horizontal o vertical, de sección semicircular o triangular, tipo cresta, situados en la parte superior del vaso e, incluso, en el mismo borde (fig. 15). En algunos casos, los de sección triangular se encuentran muy juntos, de modo que configuran diseños acanalados. También aparecen, aunque de forma muy minoritaria, motivos impresos o incisos. La técnica impresa se plasma en un pequeño fragmento de cuenco de Cornobis, con un motivo de líneas horizontales y puntos triangulares (fig. 19); un segundo fragmento en Orriols III, con impresiones cortas en la parte externa de los bordes, y varios fragmentos de Riu de Calasanz, algunos con impresiones oblicuas en el borde y otros con impresiones circulares en el cuerpo. Especial relevancia adquiere la presencia de decoración peinada en cerámicas de Orriols III, La Mina de Orriols, Tossal del Roiet y Cornobis (fig. 9 y 15). Es un tratamiento de las superficies que se ha considerado tanto un acabado como una decoración. Se trata de incisiones, generalmente superficiales y poco profundas, practicadas sobre las superficies húmedas de los vasos mediante el arrastre de un objeto con púas o dientes, tipo peine. En Aragón se han documentado en las ocupaciones antiguas de Riols I, (Royo y Gómez 1996, 768), siendo frecuentes en el área levantina y, en
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Figura 9. Cerámica e industria lítica de la Mina de Orriols.
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cial láminas de grandes dimensiones con retoque abrupto (fig. 18). El conjunto se completa con hachas en rocas metamórficas (siete hachas completas, diez fragmentos, un cincel y tres azuelas), así como percutores esféricos de cuarcita (fig. 14).
Figura 10. Hachas pulimentadas de la Mina de Orriols.
Los escasos elementos de adorno recuperados son de procedencia alóctona y han sido realizados en concha marina, posiblemente de origen mediterráneo. Se reducen a un fragmento de brazalete o colgante, un fragmento de brazalete en pecten, un posible colgante ovalado de concha pulida con el diseño del orificio pero sin llegar a realizar la perforación y un fragmento de concha sin trabajar. Los brazaletes y los colgantes de conchas marinas en el Valle del Ebro aparecen con mayor intensidad entre el Neolítico antiguo y el Calcolítico, sobre todo en contextos funerarios, aunque no es rara su localización en asentamientos al aire libre (Rodanés 1987). Brazaletes semejantes a los descritos se encuentran en el poblado de Riols I y en una de las sepulturas de la necrópolis de la Mina Vallfera (Mequinenza) (Royo 1996; Royo y Gómez 1995, 768).
Figura 11. Cerámica e industria lítica La Ortilla.
especial, en el área central de Cataluña, donde se considera una característica definitoria de las producciones cerámicas del Neolítico antiguo evolucionado postcardial o tipo Molinot. La industria lítica en sílex mantiene elementos de substrato. Aparecen raspadores, geométricos de retoque abrupto, junto a otros en doble bisel, perforadores, taladros, piezas de hoz y en espe-
Figura 12. Cerámica de La Colomina.
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En todos los lugares descubiertos hasta la fecha, las áreas de dispersión de los materiales son reducidas, lo cual nos induce a plantear la hipótesis de que se trata de asentamientos al aire libre de pequeño tamaño. Además de las cerámicas, la industria lítica y los elementos malacológicos de ornamento, cabe citar la presencia de fragmentos de molinos de vaivén en granito que sugieren la producción y manipulación de cereales. Las hachas y azuelas podrían relacionarse con tareas de deforestación o propiamente agrícolas, al igual que las frecuentes piezas de hoz. Asimismo, el propio emplazamiento en zonas llanas, en terrazas fluviales o ligeras elevaciones con pendientes suaves, desde donde dominaban o estaban rodeados de tierras de buena calidad o de llanuras aluviales fértiles, óptimas para el cultivo, confirma el peso de esta actividad, complementada con la ganadería y la caza.
Figura 13. Cerámica e industria lítica de la Colomina.
En yacimientos como Pla de la Magdalena o Cornobis, junto a los abundantes pero pequeños fragmentos cerámicos se ha localizado un conjunto importante de industria lítica de sílex, en el que se aprecia un predominio claro de lascas y láminas (restos de talla) frente a las hojas u otras piezas elaboradas (fig. 17 y 18). Esto nos permite valorar la importancia de esta actividad en estos yacimientos concretos, incluso plantear la posibi-
Figura 14. Utiles pulimentados de Cornobis y La Colomina.
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lidad de que se trate de un taller de sílex como los que se han localizado en zonas del Cinca Medio y gran parte del Valle del Ebro (Sopena 1992, 409414; Rodanés y Picazo 2005, 18).
Calcolítico. Materiales de estas características se han localizado en cuevas y abrigos del Prepirineo y en asentamientos al aire libre del curso inferior del Segre (Martín 1992b, 280; Petit 2001, 55).
Los últimos momentos del Neolítico en el Valle medio del Ebro, durante el IV milenio cal BC, se caracterizan por un aumento notable de los asentamientos al aire libre, el desarrollo del megalitismo y el uso funerario de cuevas y abrigos. Si bien es cierto que el inicio de estas manifestaciones es anterior, no lo es menos el hecho de que estas alcanzan su mayor expresión a partir de esta fase (Rodanés 2007, 63; Rodanés y Picazo 2005, 82-86). En el Alto Aragón se aprecia una escasez notable de hábitats que puedan llenar de contenido esta etapa. En Cataluña, se identifica el grupo de Veraza, que se extiende por todo el territorio (Martín 1992b; Martín y Vaquer 1995, 5051; Martín 2003, 79-86) junto a otros estilos cerámicos relacionados con el Midi francés, de donde proceden los tipos Ferrières, Treilles e incluso Fontbouisse. Al mismo tiempo, se documentan ya las primeras evidencias de manufacturas metálicas de oro y cobre (Martín 2003, 86; Martín et al. 1999, 168) que preludian el desarrollo del
En la Litera destacaremos una serie de yacimientos que por las características formales de sus materiales podrían relacionarse con estos horizontes:
Figura 15. Cerámica de Cornobis.
Figura 16. Cerámica de Cornobis.
• Les Plantes (Albelda), situado en una zona elevada, sobre los últimos pliegues de yesos que dominan la parte llana de la comarca. Se recogieron algunos fragmentos correspondientes a cuencos hemisféricos o subesféricos de perfil recto o ligeramente reentrante, lisos o con decoración incisa de triángulos rellenos de líneas oblicuas, posiblemente formando bandas situadas en la parte alta del cuerpo, o con una línea de pastillas repujadas situadas en la parte alta del borde; motivos que originalmente en alguno de los cuencos pueden aparecer de forma conjunta. Un pequeño lote podría pertenecer a una misma vasija, de tamaño medio y perfil globular, con ligero estran-
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Figura 17. Industria lítica de Cornobis.
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Figura 18. Industria lítica de Cornobis.
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Figura 19. Cerámica impresa de Cornobis
gulamiento en el cuello, decorada por una banda horizontal en la parte inferior del estrangulamiento, formada por líneas oblicuas paralelas enmarcadas en dos líneas horizontales y paralelas entre sí (fig. 20). El grado de fragmentación de la pieza no nos permite conocer si tendría, en la zona del inicio de la panza, una segunda banda o algún otro tipo de motivo. Las superficies de estos vasos, que tienen un acabado cuidado, se muestran espatuladas y bruñidas. Las pastas son de colores oscuros, compactas y homogéneas, con desengrasantes de pequeño tamaño de cuarzo, mica y calcita. La industria lítica se reduce a algunas pocas láminas y lascas.
• En el Tossal se identificó un pequeño conjunto de materiales cerámicos informes, en una ladera de muy suave pendiente orientada al suroeste y próxima a la entrada del congosto de Camporrells. Entre ellos destaca el fragmento de la parte alta de un vaso globular o hemiesférico que, a pesar de su pequeño tamaño, presenta una compleja decoración incisa, formada por triángulos rellenos de líneas oblicuas, dejando entre ellos un zigzag (fig. 21). La pasta es de color gris, compacta y homogénea, con desgrasantes de pequeño tamaño; las superficies interna y externa, de color gris, están espatuladas. En cuanto a la industria lítica, contamos con una azuela pulimentada en roca metamórfica. • En Barranc Alt de Minquillí (Camporrells), en un pequeño abrigo con una galería semicegada por sedimentos, se recogieron varios fragmentos de cerámica a mano junto a escasas lascas de sílex. Se puede reconstruir el perfil de un cuenco hemiesférico liso, con las superficies interna y externa espatuladas, y un vasito de perfil troncocónico invertido, con el labio redondeado y fondo plano, con las superficies interna y externa alisadas, similar al de Vilanova de Remolins (Torres de Segre, Segrià), (Clop et al. 2006,
Figura 20. Cerámica con decoración incisa y pastillas repujadas de Les Plantes.
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106, lám. 1, fig. 1) muy frecuente en el Neolítico final-Calcolítico tipo Fontbouisse del sur de Francia, durante el III milenio ANE. • En el Covacho del Congost (Camporrells), pequeña oquedad de escasa profundidad y altura abierta en un farallón rocoso orientado hacia el sur, se localizaron escasos materiales cerámicos, casi todos ellos informes, destacando un fragmento de la parte media de un cuenco que presenta una decoración incisa a base de cinco líneas dispuestas horizontalmente. Las externas sirven de base a sendas bandas de triángulos rellenos de líneas oblicuas con los vértices contrapuestos (fig. 22). La pasta es de color negro, compacta y homogénea, con desgrasantes de pequeño tamaño. Las superficies, interna y externa, de color marrón claro, están espatuladas. • Miporqué (Tamarite de Litera) es un pequeño asentamiento en terreno llano, hoy destruido por las labores agrícolas. Se recogieron superficialmente diversos fragmentos informes de cerámica a mano, entre los que destaca uno con un motivo decorativo inciso en forma de espina de pez que interpretamos como una doble banda de triángulos con los vértices contrapuestos, rellenos de líneas oblicuas que tienen la misma base. Otros yacimientos como Turmo (Azanuy), Rocapintada (Tamarite), Tossal Gros (Altorricón) o Era de Florenso (Alcampell), han proporcionado restos menos significativos: cerámicas, que por su fragmentación y ausencia de decoración son difícilmente clasificables, útiles pulimentados con el cuerpo piqueteado, fragmentos de molinos barquiformes en granito e industria lítica de sílex poco representativa.
Figura 21. Cerámica decorada con motivos incisos de El Tossal de Camporrells.
Las características formales de la cerámica y las decoraciones incisas (motivos de triángulos rellenos de líneas oblicuas, bandas horizontales de líneas oblicuas paralelas, enmarcadas entre líneas horizontales y paralelas entre sí o dispuestas en zigzag) e hileras de pastillas repujadas en la parte alta del borde, se pueden relacionar con las producciones de los grupos culturales de Ferrières y Fontbouisse, con paralelos en un buen número de yacimientos catalanes y de la zona oriental aragonesa (Martín et al. prensa). Entre los hallazgos más cercanos podemos citar el de las Almacillas (Estiche), en el que aparece un fragmento cerámico con decoración incisa de triángulos rellenos de líneas oblicuas (Sopena 1992, 380) y la cueva del Forcón (La Fueva), donde encontramos diversos fragmentos de cuencos hemiesféricos decorados con motivos de bandas de triángulos incisos, incluso algunos se complementan con una línea de pastillas repujadas en el borde (Baldellou 1983, 156-157, fig. 7). El patrón de asentamiento no será muy diferente al de etapas anteriores y al que perdurará durante el Calcolítico. Predominan las aldeas de pequeño tamaño, ubicadas en zonas llanas o de pendientes suaves, en ligeras elevaciones o en terrazas fluviales, rodeadas de tierras de buena calidad. La base económica se apoyaría en la agricultura cerealista, como pone de manifiesto la existencia de cereal, útiles para su procesado y estructuras de almacenaje localizadas en las excavaciones arqueológicas de los cercanos asentamientos de Cantorella (Maldà, Urgell) y de Espina C (Tàrrega, Urgell). En estos casos la ganadería juega un papel complementario y la caza se man-
Figura 22. Cerámica con decoración incisa de la Cova del Congost de Camporrells.
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Figura 23. Pinturas y grabados rupestres 1: Les Coves, 2: Santa Ana I, 3: Santa Ana II o Pas de la Sabineta, 4: Montderes I, 5: Montderes II, 6: Montderes III, 7: Montderes IV, 8: Minquillí, 9: Pla de Mules, 10: Barranco Farrera.
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Figura 24. Calcolítico 1: Cuevas de los Moros de Gabasa, 2: La Malea, 3: Coma del Bep
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tiene como recurso minoritario. La cabaña estaba formada esencialmente por ovicápridos y bóvidos con notable presencia de équidos en el caso de Espina C (Escala et al. 2014; Piera et al. 2009). Al menos siete abrigos de la Litera contienen representaciones pictóricas de tipo esquemático con una cronología imprecisa que se extiende desde el Neolitico a época histórica (fig. 23). El situado más al norte es el de les Coves de Baldellou, en el barranco del Salgar, localizado en 1988 y en el que aparecen, al menos, 17 figuras: varios zigzags, un pectiniforme, tres cuadrúpedos y unas barras en negro, además de otras figuras de difícil interpretación debido al mal estado de conservación general (Montes et al. 2006). En 1996 y 1997, el escalador Francesc Subirà identificó en la zona del Noguera Ribagorzana varios paneles. Santa Ana I se localiza aguas abajo de la presa del mismo nombre, en su margen derecha, en un punto de muy difícil acceso. Presenta un interesante grupo de figuras: reticulados, escaleriformes, cuadrúpedos en posición vertical, pectiniformes, arboriformes y un antropomorfo tipo hombre golondrina. Los paralelos más próximos los encontramos en la zona del Vero: Mallata B o C, y Lecina; en la zona del Ésera: Remosillo (Baldellou et al. 1982 y 1986) (Baldellou et al. 996), así como en la vecina comarca leridana de la Noguera: Antona III, Aparets o Tabac (Castells 1990). En Santa Ana II o Pas de la Sabineta, aparece la figura de un antropomorfo en doble «phi», en pintura de color rojo anaranjado, y unas pequeñas barras en negro. En la margen izquierda, en Montderes I se aprecian una serie de antropomorfos esquemáticos similares a los de Antona III (Artesa de Segre, Lleida) y Vall de la Coma (Albi, Garrigues) (Alonso y Mir 1986). En Montderes II y III, existen sendas manchas inidentificables y en el IV dos conjuntos con puntiformes o digitaciones de color oscuro, agrupados en forma de círculo. En varios abrigos de la comarca se han inventariado también una serie de grabados de tipo lineal inciso. En su mayor parte se trata de elementos aislados que bien pudieran asociarse a contabilidades de tipo agrícola de cronología reciente. En tres de estos abrigos aparecen otros cuya intencionalidad escapa a esta interpretación; hay pectiniformes, arboriformes, reticulados, barras, cruciformes… Son los covachos de Minquillí (Camporrells), Pla de Mules (Castillonroy) y Barranco Farrera (Peralta de Calasanz) (Rovira 2003).
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El Calcolítico es un periodo de difícil definición. En la Península Ibérica, cuando se completa el proceso de neolitización se desarrollan nuevos procesos que desencadenan una mayor complejidad social a la vez que se producen cambios en el modelo económico. En el Valle del Ebro los inicios y los momentos finales no se identifican con nitidez, no tenemos un marco cronológico preciso, grosso modo lo podemos encuadrar entre los últimos siglos del IV milenio y el III cal BC. No representa una ruptura respecto a las fases finales del Neolítico, pero tampoco se aprecia esta ruptura o cambio en la transición al Bronce Antiguo (Rodanés 1992, 502). Sin embargo, aunque pueda parecer paradójico, hay una serie de rasgos arqueológicos que tradicional e inequívocamente se han atribuido a este periodo y que, en determinados lugares, se han desarrollado con más intensidad: incremento de los enterramientos múltiples, horizonte campaniforme, aparición de elementos singulares o de prestigio y primera metalurgia. No todos ellos aparecen en el Alto Aragón ni, por supuesto, en la Litera. Ausentes, hasta el momento, los sepulcros megalíticos en la comarca – los conjuntos más cercanos se encuentran en Cornudella (Arén), en la zona de Benabarre (Mas de Abad, San Salvador y Mas de Balón) y en Estall (Viacamp), en la Ribagorza – es posible que se recurra a las cuevas como panteones funerarios como en los Moros de Gabasa (Rodanés 1999) o el Moro de Alins, a la que dedicamos esta monografía, en cuyos capítulos se han analizado más detalladamente algunas características de este tipo de enterramientos. El último repertorio de los hallazgos con cerámica campaniforme en Aragón (Rodanés 1992 y Rodanés y Ramón 1996) no permitía establecer una secuencia decorativa tal como se ha propuesto para otras regiones próximas. Los hallazgos posteriores tampoco modifican sustancialmente el esquema propuesto (López y Picazo 2006; Montes y Martínez Bea 2006 y Rodanés y Sopena 2014). Mantenemos dos grandes grupos, cronológicamente diferenciados: estilos antiguos y estilos regionales con una prolongación en el denominado epicampaniforme que se desarrolla, con motivos decorativos mayoritariamente incisos, durante los primeros siglos de la Edad del Bronce. Los dos yacimientos, localizados en la parte alta de la comarca, que aportan materiales corresponden a dos momentos cronológicos diferentes (fig. 24). El primero, posiblemente relacionado
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con enterramientos, se identifica con las producciones antiguas del III milenio cal BC. Al pie del farallón rocoso donde se ubican las cuevas de los Moros de Gabasa, ya comentadas por sus materiales musterienses y neolíticos se recogió un pequeño fragmento que presenta una franja de triángulos puntillados rellenos de líneas horizontales, también puntilladas. El interior de los motivos aparece relleno de pasta blanca (fig. 25). Cerámicas con decoraciones similares se documentan en el Valle del Ebro y Cataluña (Serra Vilaró 1923; Cura 1987; Rodanés 1992). El segundo hallazgo coincide con las fabricadas ya durante el Bronce Antiguo y proceden de un pequeño asentamiento en La Malea, en un terreno de suave pendiente orientado hacia el N-NE, al pie de la sierra de Els Monts y próximo al curso del Reguer de Baldellou, afluente del Noguera Ribagorzana. En él se han localizado, junto a restos informes y sin decoración, tres pequeños fragmentos de cerámica a mano con decoración incisa (fig. 26). El primero corresponde un borde convexo de un cuenco hemisférico, ligeramente inclinado hacia el interior, con el labio apuntado, decorado por seis líneas incisas horizontales. El segundo, ligeramente convexo, pertenece, seguramente, a la parte superior de un cuenco hemisférico, en el que se observa la misma decoración de líneas incisas horizontales. El último, de muy reducidas dimensiones, es ligeramente convexo, lo cual parece indicar que se trata también de un cuenco, y presenta decoración incisa formada por dos franjas paralelas superpuestas, una formada por líneas oblicuas cortas y paralelas entre sí y la otra por líneas incisas horizontales. El grosor de los fragmentos es pequeño y la cocción uniforme de tipo reductora con reoxidación de las superficies. Las pastas de todos ellos son de color negro, bastante uniformes, depuradas, compactas y homogéneas, con desengrasantes finos de mica, cuarzo y calcita; las superficies externas e internas, de color negro y marrón, están espatuladas. Cerámicas con decoraciones incisas afines se documentan en yacimientos cercanos como el Portillo de Piracés, cueva del Moro de Olvena, Forcas o Tramaced (Baldellou y Moreno 1987; Rodanés y Ramón 1996; Rodanés y Sopena 2014; Rovira et al. 1983). Procedente de la Coma del Bep (Albelda), se ha estudiado recientemente una gran lámina de sílex veteado de 185 mm de longitud y 31 mm de anchura. Presenta retoque abrupto marginal en la parte proximal, plano continuo en la parte distal y
Figura 25. Cerámica con decoración campaniforme, puntillada geométrica , de la cueva de los Moros de Gabasa 2.
Figura 26. Cerámica con decoración campaniforme de La Malea.
plano cubriente bifacial en el extremo distal (Montes et al. 2006, 106-111). Podríamos considerar la pieza como un elemento singular, producto de una cuidada elaboración y que encuentra correspondencia con gran cantidad de tipos similares del litoral mediterráneo (Bernabeu 2014, 75). Tradicionalmente se ha aceptado que uno de los hechos trascendentales del periodo es el procesado de los primeros objetos metálicos en cobre, aunque, como se ha dicho, es posible una primera manufactura por grupos del Neolítico final, como se desprende de la cronología que se maneja para sus inicios, a partir del 4000 cal BC (Delibes 2014, 97). Los datos de que disponemos no permiten reconocer estas primeras prácticas ni en el Valle del Ebro ni en el nordeste de la Península Ibérica (Martín 2003, 86), aunque a buen seguro a lo largo del III milenio cal BC se incorporarían a estas prácticas junto al resto de los territorios de la Península Ibérica. En la Litera no hemos encontrado elementos metálicos, tampoco se han documentado afloramientos de cobre, aunque más al norte sí los hay de azurita y malaquita (carbonatos de cobre) en Benabarre, Sallent y Castanesa, así como de calcopirita en esta última (Rodríguez de la Espe-
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Figura 27. Bronce 1: Urría, 2: Cuevas de Urría, 3: Alrededores Cueva del Moro de Alins, 4: Barranco de Calasanz, 5: Sosa I, 6: El Turmo, 7: Vandolins I, 8: Vandolins II, 9: El Salinar, 10: La Torreta, 11: La Ganza, 12: Les Guilletes, 13: La Ortilla o Sosa III, 14: Sosa II, 15: Els Màrtirs, 16: Montderes, 17: Ermita vieja de Gabasa, 18: Cuatrocorz, 19: Olriols I, 20: Llavassui, 21: El Castellot, 22: El Pla, 23: Les Sentinelles, 24: Rodé, 25: El Tossal, 26: Sallent, 27: Penyaroies, 28: Las Forcas o Las Fosas, 29: La Penella, 30: Ermita de Santa Ana, 31: Pantano de Santa Ana, 32: Les Corques, 33: Pedreula, 34: Les Plantes, 35: Coma del Bep derecha, 36: Coma del Bep izquierda, 37: Coma de Lastanosa, 38: Roca de la Pistola, 39: Torrelles I, 40: Castellassos, 41: Miporqué, 42: Matacabras, 43: Camino de Algayón, 44: Torre Piniés, 45: La Vispesa, 46: Torre Folch, 47: Les Torrelles, 48: Regal de Pídola, 49: Cerro de la roca caída o La Torreta, 50: Subau, 51: Torre Perella, 52: Torre Peri, 53: Era de Florenso, 54: Tossal del Roiet, 55: Ullets, 56: La Melusa, 57: Vallbona, 58: El Romeral, 59: Los Turmos, 60: Cerro de la Clamor, 61: Espartal B, 62: Secaderos, 63: Les Coves, 64. Pleta de Gabasa.
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Figura 28. Les Corques.
Aunque disponemos de un mayor volumen de información sobre la Edad del Bronce carecemos igualmente de excavaciones arqueológicas. En consecuencia no poseemos secuencias estratigráficas amplias y dataciones absolutas. Los materiales también proceden de prospecciones superficiales más o menos exhaustivas o bien son fruto de hallazgos casuales fuera de contexto. Por tanto, la síntesis deberá abordarse esencialmente a partir de las comparaciones tipológicas con materiales documentados en territorios cercanos.
ni el Neolítico, ni los enterramientos múltiples en monumentos o cuevas, los complejos campaniformes, la metalurgia, el horizonte portador de cerámicas con asas de apéndice de botón, ni por supuesto los elementos de Campos de Urnas, han tenido su origen en nuestras comarcas. Sin embargo, estas manifestaciones están presentes y aparecen con mayor o menor intensidad sin que ello signifique que las poblaciones están en constante cambio, movimiento o sustitución. Es la dinámica entre la permanencia, incluso la reticencia al cambio, y la aceptación y llegada de nuevas formas y rasgos culturales, en ocasiones únicamente materiales pero en otras económicos, sociales e incluso ideológicos, lo que debemos tener en cuenta a la hora de trazar el discurso histórico.
Podemos tratar de describir estos siglos recurriendo a las tradicionales subdivisiones de la Edad del Bronce, basadas en arquetípicos esquemas cronológicos (Maya 1977 y 1990; Rodanés 1992, Rodanés y Picazo 1997 y 2002) o bien, dado la escasez y consistencia de la información, comentar los aspectos más significativos dentro de una dinámica cultural en la que debemos destacar, como sucede a lo largo de la prehistoria en esta u otras regiones, dos factores ineludibles: la continuidad y el cambio. Ni todo ha de ser explicado por continuas llegadas de gentes o influencias ni todo es producto y puede ser interpretado como una continuidad cultural. Es evidente que
La localización en los cursos inferiores del Segre-Cinca durante los últimos 30 años de un gran número de yacimientos al aire libre, que se pueden encuadrar entre el Calcolítico y la llegada de las primeras influencias de los Campos de Urnas durante el Bronce final, ha hecho cambiar la concepción que se tenía sobre el Bronce Antiguo, Medio y Reciente o Tardío de estas zonas. Podemos hablar de un intenso poblamiento al aire libre, con aldeas o pequeños poblados plenamente sedentarios ubicados en zonas llanas que presentan un gran potencial agrícola. Se trata de la culminación del proceso de colonización agrícola intensiva de las zonas llanas que se había inicia-
ranza 1999, 96-98; 2005: 38-40). Ya en el valle del Segre se han detectado en la zona de SosesSeròs-Aitona (Segrià, Lleida) y en Vall-llebrerola (Noguera), sin que se tenga constancia de su explotación (Martín et al. 1999, 122-127).
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do durante el Neolítico final y Calcolítico (López 2000, 163-165; López y Gallart 2002, 119-120). En la Litera, también en estos últimos años, se han localizado un buen número de yacimientos que se pueden situar en esta dilatada etapa, lo que denota una gran expansión del poblamiento, que supera en mucho al de periodos precedentes y sugiere un gran aumento de la población (Rodanés J Mª y Aranda, P. 2015: “La ocupación altoimperial de la cueva del Moro de Alins del Monte (La Litera, Huesca)”. Homenaje a Miguel Beltrán. IFC. Zaragoza: 763-772.. 27). Se localizan mayoritariamente en las tierras más meridionales: Les Corques y Pedreula (fig. 28 y 29) (Gallart et al. 1991, 224-226, lám. 8-9), Les Plantes; Coma del Bep (fig. 30, 31 y 32) y Coma de Lastanosa, en el término municipal de Albelda; Subau (fig. 33) (Gallart et al. 1986), Torre Perella y Ullets, en Algayón (Tamarite de Litera); Sosa I (Barril, Ruiz Zapatero 1980, 181-184), El Turmo y Urría, en el de Azanuy-Alins así como un asentamiento situado al este de la cueva del Moro y otro yacimiento cercano a las cuevas de Urría; Vallbona, en el de Altorricón; Les Sentinelles (Gallart et al. 1991, 220-221, lám. 4-5), El Castellot y El Pla, en el de Baells; El Romeral, en el término municipal de Binéfar; Rodé y El Tossal, en el de Camporrells; Los Turmos, en el de Esplús; Sallent, en el de Nachá; La Ganza (Maya 1979, 331-336, láms. VIIX), Les Guilletes, Vandolins I y II, El Salinar, La Torreta y otro cercano al Barranco de Calasanz, en el de Peralta de Calasanz; Penyaroies (fig. 34, 35, 36 y 37) (Gallart et al. 1991, 221-224, lám. 6-7), La Ortilla (fig. 38 y 39) o Sosa III (Gallart et al. 1991, 219-220, lám. 3-4) (Barril 1985, 64-66, fig. 19-21) y Las Fosas o Forcas en el de San Esteban de Litera; La Penella (fig. 40, 41 y 42) (Gallart et al. 1991, 217-219, lám. 3-4), Matacabras 2, Torre Piniés, Camino de Algayón, La Vispesa, Torre Peri, Ermita de Santa Ana, Torrelles I, Vallbona II, Torre Folch, La Melusa, Les Torrelles y Castellassos, en el de Tamarite de Litera; Santa Ana, en el de Castillonroy, y Cerro de la Clamor de RáfalesEspartal B, en el de Vencillón. Una gran parte de estos yacimientos se instalan en lugares llanos o zonas de pendientes suaves, al pie de montículos más o menos destacados o abruptos, aprovechando en ocasiones abrigos o resaltes rocosos. Por la dispersión de los materiales deducimos su escasa extensión, propia de pequeños grupos familiares. Ocupan parajes cercanos a cursos de agua permanentes o estacionales (ríos, torrentes o barrancos), zonas que en épocas
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Figura 29. Fragmentos de cerámica del yacimiento de Pedreulas.
de agostamiento, estiaje o sequía conservan la humedad y aseguran la cosecha o los pastos necesarios para el ganado. También colonizan los fondos de valles con tierras de depósitos aluviales de buena calidad para la agricultura. Se emplazan, por lo tanto, en lugares donde las tierras ofrecen buenas condiciones para las prácticas agrícolas y con una buena visibilidad sobre el entorno y sobre los pastos necesarios para el ganado, ya que también la ganadería debió de jugar un papel importante en las estrategias de subsistencia. Los escasos restos de fauna recuperados en el yacimiento de Subau (Algayón) (Gallart et al. 1986, 57) muestran una cabaña doméstica compuesta esencialmente por ovicaprinos y bóvidos. La excavación de yacimientos cercanos como Minferri (Juneda, Garrigues) (Equip Minferri 1997, 175-178; López 2000, 276-279; López y Gallart 2002, 121-122, fig. 13) nos pueden servir de referencia. Se trataría de asentamientos formados por pocas unidades de habitación, dispersas, con espacios abiertos entre ellas, en los que se sitúan silos, hogares, hornos, hoyos y otras estructuras de tipología diversa. Algunas de estas estructuras, en ocasiones, una vez amortizadas, se utilizarían como basureros o como fosas de inhumación como el propio Minferri (Equip Minferri
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1997, 193-196), Cantorella (Escala et al. 2014, 137-141), Llirians (Salàs de Pallars, Pallars Jussà) (Piera et al. 2013, 169-171), o la Balsa la Tamariz (Tauste, Zaragoza) (Rey y Royo 1992,: 21-23; Royo y Rey 1993, 50). La cerámica es el elemento mueble más numeroso. Presenta una gran fragmentación que habitualmente no permite reconocer sus formas. Entre los perfiles reconstruidos se identifican tinajas globulares de almacenaje —con bordes exvasados, lisas o decoradas por cordones impresos o incisos, que en algunos ejemplares forman decoraciones complejas—, vasijas globulares de mediano y pequeño tamaño; vasos troncocónicos; cuencos hemisféricos o subesféricos y tazas carenadas. Algunas vasijas presentan asas simétricas verticales, de cinta o sección circular, y sobre todo pezones y lengüetas como elementos de prensión, en algunos casos dispuestos de forma simétrica y en ocasiones por duplicado: combinación de dobles pezones, dobles lengüetas o de ambos elementos. Se sitúan siempre en el tercio superior del vaso, siendo habitual que la lengüeta superior aparezca en la parte externa del labio. Las bases de los recipientes son planas, en ocasiones cóncavo-convexas. Algunos ejemplares de tamaño pequeño y mediano presentan improntas de estera, motivo que desaparecerá en el Bronce final. Como motivos decorativos más típicos podemos mencionar las incisiones o impresiones situadas en la parte externa del labio o en el cuello, las impresiones digitales en la parte superior del labio, las impresiones ungulares o pseudoungulares dispuestas en toda la superficie del vaso, las líneas horizontales de pezones en la parte alta o distribuidas por todo el cuerpo, las incisiones angulares en la parte media del vaso y las encastaciones o aplicaciones de barro que cubren las superficies externas del cuerpo del vaso, siendo difícil precisar si se trata de un motivo decorativo o de un tratamiento de las superficies. En este apartado, cabe destacar un pequeño fragmento de taza o cuenco del yacimiento de Subau (Algayón) (Gallart et al. 1986, 56, 58-59, lám. VI, fig. 55), cuya carena aparece enmarcada en su parte superior por una banda formada por un motivo de espiga y en la inferior por una línea de trazos verticales, bajo la cual transcurre un motivo de guirnaldas trazadas por el sistema de Boquique (fig. 33). Se trata de un tipo de decoración de tradición o evolución del campaniforme regional que se documenta en asentamientos del nordeste de la Península Ibérica del Bronce antiguo y que perdura durante el Bron-
Figura 30. Fragmentos de cerámicas de Coma del Bep.
Figura 31. Fragmentos de cerámica de Coma del Bep.
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ce medio (Gallart et al. 1986, 56, 58-59; Maya y Petit 1986). En un momento que puede datarse a finales de la primera mitad del segundo milenio a. C., en fechas convencionales, durante el Bronce medio o Grupo Segre-Cinca I (López 2000, 550-557) se ha de situar en el nordeste de la Península Ibérica la aparición de vasos con asas de apéndice de botón de inspiración norditálica. En las zonas de los valles del Segre-Cinca, este tipo tendrá una gran difusión y su presencia continuará siendo muy habitual en los conjuntos cerámicos procedentes de asentamientos del Bronce Tardío o Reciente y, en menor proporción, durante el Bronce Final (Barril y Ruiz Zapatero 1980) o Grupo Segre-Cinca II. Este tipo de asa es una buena muestra de que los contactos durante las primeras fases de la Edad del Bronce de los territorios de nordeste de la Península Ibérica con las zonas meridionales y orientales francesas son muy habituales. Estos se harán todavía mas evidentes con la introducción de nuevos elementos metálicos, como hachas de rebordes (Barril 1982), brazaletes, y vasos polípodos. En zonas próximas se constata que los asentamientos se en sitúan lugares más elevados, en laderas de montículos suaves o en abrigos rocosos aunque no hay que olvidar la existencia de ocupaciones de cuevas como el Moro de Olvena con potentes niveles del Bronce Medio y otras contemporáneas del Segre que prolongan su ocupación, habitualmente estacional, hasta la Edad del Hierro. En la comarca de la Litera se documentan varios yacimientos, principalmente al aire libre, en los que aparecen tazas con asas de apéndice de botón y en los que están ausentes las vasos cerámicos con decoraciones acanaladas (uno de los elementos característicos de los repertorios cerámicos de los Campos de Urnas posteriores, sobre todo de la fase antigua, en la que ambos tipos cerámicos conviven en algunos poblados. Los yacimientos en los que se cumplen estas premisas son: Sosa I (Azanuy), Les Plantes (Albelda), Era de Florenso (Alcampell) y La Ganza (Peralta de la Sal) (Barril y Ruiz Zapatero 1980; Barril 1985). En estos lugares no se observa un cambio de patrón de asentamiento ni los materiales cerámicos presentan diferencias respecto a los del horizonte anterior a CCAA, aunque la fragmentación de la cerámica tampoco permite reconocer una gran variedad de formas. Durante el Bronce Reciente, Tardío o Bronce
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Figura 32. Cerámicas carenadas y con decoración incisa de Coma de Bep.
Figura 33. Fragmentos de cerámica de Subau.
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Figura 34. Vasijas de Penyaroies.
Figura 35. Fragmentos de cerámica y hacha pulimentada de Penyaroies.
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partir del Bronce antiguo son el testimonio inequívoco de la existencia de una metalurgia artesanal plenamente consolidada en estas pequeñas comunidades, como se pone de manifiesto en el poblado de Minferri, en el que se localizó la cubeta de un horno de fundición de metal, crisoles y moldes de hachas planas y varillas (Equip Minferri 1997, 188-193; Rovira 2006, 139-146), elementos que ilustran prácticamente toda la cadena operativa de producción metalúrgica y ponen de manifiesto que los artesanos locales poseían los conocimientos y técnicas necesarios para la fundición.
Figura 36. Cerámicas de Penyaroies.
Final I, a finales del segundo milenio y comienzos del primero a. C. según dataciones absolutas (Rodanés y Sopena 1998, 135-143), el proceso coincide con el documentado en zonas próximas del valle del Cinca medio e inferior en poblados como La Torraza, Pialfor, Tozal de Andrés, Tozal Macarullo o niveles inferiores de Masada de Ratón (Rodanés y Sopena 1998, 103-137; Rodanés y Picazo 2002, 276-280). Los elementos metálicos catalogados son escasos, se reducen a una aguja o cincel de bronce de sección cuadrada del yacimiento del Turmo (Azanuy), y un molde de fundición procedente de una cueva del pantano de Santa Ana (Castillonroy) (Maya 1991, 203-214), que se conserva, como el resto de materiales de la misma, en la «Casa Central» del embalse. Se trata de una valva en piedra arenisca de grano fino de un molde bivalvo, que presenta en la cara ventral la matriz de un hacha plana de cuerpo trapezoidal, un tipo de hacha con una amplia cronología que abarca desde el Calcolítico hasta el Bronce final (fig. 43). La aparición de moldes de fundición, crisoles y objetos de bronce en diversos asentamientos de los cursos inferiores de los ríos Segre y Cinca a
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La presencia de mineralizaciones de cobre en la zona de la Litera y en tierras próximas de los cursos inferiores del Segre-Cinca y sus afluentes es prácticamente nula (Rodríguez de la Esperanza 1999, 96-98; 2005, 38-40). Más al norte de la comarca, en la zona de Benasque, Sallent, Castanesa y Benabarre (Huesca), se localizan algunos indicios de mineralizaciones de azurita y malaquita (carbonatos de cobre); en la zona de Bielsa, Labata-Moranos y Riglos (Huesca) se han documentado indicios estratiformes de cobre (Rodríguez de la Esperanza 1999, 97; 2005, 38) al igual que en la zona de Cierco-Forcat, Estet, Castanesa y Montanuy (Alta Ribagorza) y en la cercana de SosesSeròs-Aitona (Segrià), en el Bajo Segre (Martín et al. 1999, 125 y 127), aunque en ninguno de estos sitios se ha constatado su explotación. En cuanto al estaño, es de destacar su ausencia en el valle del Ebro. Los indicios más próximos se localizan en zonas muy puntuales de Cataluña (Martín et al. 1999, 129-130). Ante esta evidencia, es muy posible que la materia prima utilizada fuera el propio metal, ya sea en forma de chatarra, lingotes u objetos amortizados, adquiridos a través del comercio o el intercambio. A finales del segundo milenio se produce, a través de los pasos accesibles de la cordillera pirenaica, la llegada de los primeros elementos de Campos de Urnas, esencialmente cerámicas con decoración acanalada, y progresivamente nuevos tipos metálicos y nuevas formas de enterramiento. Los esquemas de los años ochenta del pasado siglo ordenaron con cierta rigidez el proceso siguiendo propuestas europeas (Maya 1990 y 199293; Ruiz Zapatero 1985). En la actualidad se mantiene cierta inercia en las interpretaciones y, con escasas modificaciones, siguen estando vigentes a pesar de que las nuevas investigaciones modifican algunos aspectos sustanciales (López 2000; López Cachero 2007; Rodanés y Sopena 1998;
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Figura 37. Vista general del yacimiento de Penyaroies.
Figura 38. Cerámica de La Ortilla II.
Rodanés y Picazo 2002). El final del Bronce Tardío o Reciente viene marcado por la aparición de los primeros elementos de Campos de Urnas, o lo que en estos territorios viene a ser sinónimo: la presencia de cerámica acanalada (Rodanés y Sopena 1998; Rodanés y Picazo 1997 y 2001; Picazo 2005; Picazo y Rodanés 2009). La aparición de éste y otros rasgos asociados no debió resultar traumática. Su aceptación fue gradual. No se cuestiona su origen extrapeninsular nordpirenaico. La influencia de los CCUU se fue introduciendo sin producir cambios aparentes en la vida de estas gentes, ya que la mayoría de los rasgos que se habían atribuido a estos supuestos nuevos pobladores estaban ya presentes en la etapa anterior. El aprovechamiento de los recursos, el emplazamiento de los hábitats, sus construcciones en piedra, apenas sufrieron variaciones apreciables, excepto en algunos casos - no de la comarca de la Litera ni del Cinca medio - donde se generan poblados con nuevas plantas (calle, espacio central o cercado) (López 2000, 355-359). Es muy posible que su incorporación fuese lenta, más propia de
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LA CUEVA DEL MORO Y EL POBLAMIENTO PRERROMANO DE LA LITERA
Figura 39. Cuenco de La Ortilla II.
un fenómeno de aculturación que de superposición rápida o sustitución. Apenas modificaría las formas de vida de los habitantes de la zona que seguirían manteniendo una ocupación y vertebración del territorio, un sistema económico y posiblemente social ya establecido en la etapa anterior (Bronce Reciente). La etapa de cambio más acusada coincidiría con los denominados Campos de Urnas Recientes o Bronce Final III, a lo largo del siglo X cal BC, generalizándose la incineración, colonizándose nuevos territorios y extendiéndose el fenómeno hacia el centro y occidente del valle del Ebro.
Figura 40. Cerámica de La Penella.
En la Litera tenemos una buena muestra de asentamientos del Bronce final II-III, Campos de urnas Antiguos y Recientes, o Grupo Segre-Cinca II y III, identificados a partir de los materiales procedentes de prospecciones superficiales. Se pueden incluir Les Corques, Coma del Bep izquierda y Roca de la Pistola en el término municipal de Albelda; Vallbona y Tossal de Roiet en Altorricón; El Turmo, en Azanuy; Els Màrtirs, en Camporrells; Sierra de Monderes en Castillonroy; Ermita Vieja de Gabasa, Llavassui, Pleta de Gabasa y Cuatrocorz en Peralta de Calasanz; Les Coves y Secaderos en Baldellou; Sosa II (Barril 1980; 1985, 62-64), Olriols I y Las Forcas o Foses en el de San Esteban de Litera, y Regal de Pídola (con estructuras murarias en superficie y una cisterna en la parte superior de un montículo destacado) (Barril et al. 1982), La Vispesa, Torre Perella, Matacabras, Miporqué y Ermita de Santa Ana en Tamarite de Litera. Se establecen, al igual que en el Segre-Cinca, cerca de los cursos fluviales principales, de sus afluentes o de torrentes o barrancos subsidiarios. Se ubican en la cimas de montículos troncocónicos, alargados o circulares, los típicos tozales de la zona, y en algunos casos también en las laderas, en espolones de terrazas o de sierras, en zonas de
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Figura 41. Fragmentos de cerámica con aplicaciones plásticas de La Penella.
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pendientes suaves pero ligeramente elevadas o al pie de pequeñas elevaciones. Para la elección del emplazamiento parece que se valoraban las más posibilidades económicas del lugar y el hecho de disponer de un buen dominio visual sobre los campos del entorno que las defensivas (Junyent, 1989; Junyent et al. 1994, 77-78). La estructuración del espacio del poblado se hace siguiendo un patrón preconcebido, una planificación previa en función de las necesidades de la colectividad, a pesar del ineludible determinismo de la topografía y morfología del emplazamiento, a las que se adaptan las estructuras del poblado sin apenas modificaciones. En algunos casos las viviendas se estructuran en torno a un espacio central abierto, de forma radial alrededor de una plaza si el espacio es circular u ovalado, o a ambos lados de una calle longitudinal si es alargado como en Zafranales (Fraga) (Montón, 1988 y 2000), Vincamet (Fraga) (Moya et al. 2005), Genó (Aitona, Segrià) (Maya et al. 1998) y Les Paretetes (Albagés, Garrigues) (López 2000, 387393). Las viviendas, que tienen unas superficies similares, son de planta rectangular, cuadrangular o trapecial, con las puertas abiertas hacia la calle o la plaza central. Las paredes en algunos casos son de piedra en toda su altura (piedras locales colocadas en seco o unidas con barro) o, comúnmente, de tapial o adobes, o bien formadas por
Figura 42. Cuenco troncocónico de La Penella.
Figura 43. Molde de hacha plana del pantano de Santa Ana.
Figura 44. Vista del poblado del Regal de Pídola.
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LA CUEVA DEL MORO Y EL POBLAMIENTO PRERROMANO DE LA LITERA
Figura 45. Restos de una posible cisterna del Regal de Pídola.
un zócalo de unas pocas hiladas de piedra sobre el que se asienta el muro de adobe o tapial. Los recubrimientos de las viviendas son las partes más desconocidas, pero según la documentación que poseemos estarían hechos con materiales perecederos (entramado de vigas y otros elementos vegetales del entorno recubiertos de barro). Los techos, en algunos casos, debido a su gran superficie y peso, estarían soportados por postes verticales. En el interior de las casas, que pueden estar compartimentadas por muros, aparecen hogares y hornos junto a vasijas de cerámica, en algunos casos apoyadas en bancos adosados a las paredes. En algunos poblados, como en el del Regal de Pídola (Tamarite de Litera), se localiza en la parte superior una cisterna ovalada, posiblemente en el espacio comunitario central, excavada en el subsuelo y revestida con paredes de piedra (Barril et al. 1982) (fig. 45). Esta cisterna almacenaría para el consumo las aguas pluviales recogidas de las cubiertas de las viviendas, al igual que sucede en poblados como Tossal de las Tenalles (Sidamon, Pla d’Urgell) (Marí y Garcés 1988) y Zafranales (Fraga) (Montón 2000). La base económica se centra en actividades
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agrícolas y ganaderas. Se ha demostrado la práctica de una agricultura que combina los cereales de secano de invierno y de primavera y las leguminosas (Alonso et al. 2006). Los dientes de hoz de sílex con pátinas de corte de cereales, los molinos barquiformes y los materiales líticos pulimentados, así como algunos útiles metálicos se utilizarían para deforestar, preparar los campos, recoger y procesar los cereales. Junto a la agricultura, la ganadería desarrollaría un papel importante. La cabaña doméstica estaría compuesta, en orden de magnitud, por ovicaprinos, bóvidos, suidos y equinos. La alimentación se complementaría con la cacería de animales salvajes y la recolección de frutos silvestres (Alonso 1999). Los tipos cerámicos coinciden con los habituales en este tipo de poblados: tinajas ovoides de grandes dimensiones, con bordes diferenciados del cuerpo, con decoración de cordones impresos, lisos o incisos, de desarrollo horizontal o formando motivos compuestos, y bases planas, recipientes destinados posiblemente al almacenaje de productos agrícolas. Junto a ellas, aparecen las típicas vasijas bitroncocónicas o con perfiles en S, bordes y bases planas, con decoración acanalada simple
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Figura 46. Metalurgia 1: El Turmo, 2: Sosa II, 3: Las Forcas, 4: Olriols I, 5: Santa Ana, 6: Les Corques, 7: Regal de Pídola, 8: Camino de Algayón, 9:Montderes.
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o compleja. Son muy comunes las tazas o cuencos carenados, con bordes exvasados y bases planas o umbilicadas, principalmente sin decoración o en algunos casos con decoración incisa. Perduran los vasos carenados con asas de apéndice de botón, mayoritariamente lisos, aunque en ocasiones presentan decoración acanalada; se trata de un tipo de vaso que como hemos dicho tiene su inicio durante el Bronce medio, a partir de contactos ultrapirenaicos, y que tiende a desaparecer durante los Campos de Urnas Recientes. En la Litera no se ha localizado ninguna necrópolis de este periodo. No obstante, creemos que no diferirían de las que encontramos en los valles del Segre y del Cinca, formadas por túmulos planos de estructura circular, rectangular o cuadrangular. Solo conocemos un posible ejemplar situado a unos centenares de metros del poblado del Regal de Pídola, sobre un otero rocoso muy afectado por la erosión. Se trata de un túmulo circular de unos 150 cm de diámetro, hecho con losas de piedra arenisca local, que presenta la zona interna completamente alterada por excavaciones clandestinas, lo que nos impide saber si se trataba de un túmulo de incineración (Rodanés y Sopena 2010, 25). En muchos de los poblados aparecen moldes de fundición y elementos metálicos de bronce que demuestran un importante desarrollo de la actividad metalúrgica local, al mismo tiempo que evidencian una gran diversificación de tipos (fig. 46). Entre los moldes aparecidos en la Litera cabe destacar las valvas recuperadas en el interior de la cisterna del Regal de Pídola, todas en piedra arenisca de grano fino (Barril et al. 1982). Uno de los fragmentos, múltiple, presenta por una cara el extremo distal de una hoja de espada y por la otra una empuñadura de espada de lengüeta tripartida Hemigkofen (fig. 47) (Barril et al. 1982, 371-375), o al tipo de Vilar Maior (Brandherm 2007,39-43, lám. 4); en el primer caso, su procedencia se ha situar en Centroeuropa, y en el segundo, en los talleres hispánicos. La segunda valva, entera, presenta la matriz de un martillo de cubo de boca cuadrada con decoración en V, un tipo de pieza de la que no se conocen paralelos en el nordeste de la Península Ibérica y solo alguno en Francia (fig. 48). El tercero es un fragmento de valva múltiple que presenta en una cara las matrices de una aguja de cabeza de aro de sección oval y una varilla de sección semicircular, ambas piezas muy corrientes en el valle del Ebro y en Cataluña (fig. 49). Según su tipología, estas piezas del
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Figura 47. Molde de empuñadura de espada de Regal de Pídola.
Figura 48. Valva de martillo de cubo de Regal de Pídola.
Figura 49. Molde de aguja de cabeza de aro y varilla de Regal de Pídola.
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Figura 50. Molde de hacha de anilla y aletas subterminales de Sosa II.
Figura 51. Molde de hacha de aletas y anilla lateral de Sosa II.
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Regal de Pídola se pueden situar en un contexto de Campos de Urnas Antiguos o Bronce final II. Otra de las piezas para la producción metalúrgica que cabe destacar es la valva entera de yeso cristalizado, de procedencia local, de un hacha de aletas subterminales y anilla lateral del yacimiento del Sosa II (Barril 1980; Barril 1985, 6264). Se trata de un tipo de hacha de inspiración nordpirenaica que cronológicamente se sitúa en la fase final de la Edad del Bronce (fig. 50 y 51). Se han encontrado también restos de moldes de fundición en los yacimientos de Olriols I (San Esteban de Litera), en el Camino de Algayón (Tamarite) y en Les Corques (Albelda). En el primero, se halló un fragmento de la parte distal de una valva de roca arenisca, de un molde bivalvo, que presenta las matrices de brazaletes acintados o láminas rectangulares con un motivo decorativo de tipo ramiforme dispuesto longitudinalmente (fig. 52). En el Camino de Algayón apareció un fragmento de la parte distal de una valva de molde de piedra arenisca con las matrices de cuatro varillas o brazaletes de sección planoconvexa (fig. 53), y en el de Les Corques se localizaron varios fragmentos de una valva tapadora de un molde de fundición de objetos indeterminados. En cuanto a productos ya elaborados en bronce, mencionaremos un cincel de cubo del yacimiento de Las Forcas (San Esteban de Litera) (fig. 54). Se trata de un útil que cronológicamente se sitúa en el Bronce final, con paralelos en el depósito de Camarillas (Teruel), (Harrison et al. 1974, fig. 8, b, 103-104; Ruiz Zapatero 1985, 876-878, fig. 246). La fabricación de cinceles tubulares aparece documentada en el poblado del Bronce final II (1240-990 cal. BC) de Vincamet (Fraga) (Gallart y Moya 2011, 232, fig. 9) y en la Pleta (Belianes, Urgell) (Gallart y Llussà 2013). Estas piezas ponen de manifiesto la existencia en estas pequeñas comunidades aldeanas de una producción metalúrgica artesana, que podría estar destinada en parte a satisfacer las necesidades locales y en parte al intercambio de corto alcance (Ruiz Zapatero, Rovira 1994-1996, 34-36). Los moldes nos informan, asimismo, de que los artesanos metalúrgicos locales poseían conocimientos avanzados de todo el proceso de fundición. Asimismo la variada tipología de objetos (armas, útiles, ornamentos, elementos suntuarios, etc.) que se pueden relacionar con prototipos europeos muy difundidos en el sur y el este
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Figura 52. Molde de fundición de brazaletes, procedente de Olriols I.
Figura 53. Molde de varillas del Camino de Algayón.
Figura 54. Cincel de cubo de Las Forcas.
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Figura 55. Hierro I 1: Cuatrocorz, 2: Las Forcas, 3: Cova d’Aguilar o de les Guaries, 4: Sierra del Montderes, 5: Castillo de Tamarite, 6: Camino de Algayón, 7: Torre Piniés, 8: Matacabras.
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francés durante el Bronce final, nos ilustra sobre el contacto y las relaciones transpirenaicas. En este mismo contexto del Bronce final o incluso ya de la Primera Edad del Hierro, pero con una problemática y características diferentes, hay que situar el depósito de bronces aparecido en una sima de la sierra del Montderes (Castillonroy) (Gallart 1991, 165). Se trata de un depósito típico de metalúrgico fundidor, tal y como prueba la presencia entre sus materiales de varios fragmentos de lingotes planoconvexos, junto a los que encontramos cinceles de varias medidas, punzones, algunas varillas, brazaletes de secciones diversas (la mayoría fragmentados), una hebilla de cinturón de un tipo desconocido en el valle del Ebro pero con un paralelo en la necrópolis de Can Bech de Baix (Agullana, Baix Empordà) (Toledo y Palol 2006, 134-138), hachas de aletas terminales y otros materiales indeterminados. Este depósito, que cronológicamente, como hemos dicho, se ha de situar entre la fase final de la Edad del Bronce y los inicios de la Primera Edad del Hierro, se puede emparentar con los depósitos de Francia y Cataluña, ya que responden a una casuística y finalidad parecidas, pues se trata de depósitos de piezas amortizadas destinadas a la refundición. La transición a la Edad del Hierro no está bien documentada. Como en el resto del Valle del Ebro, dos son los elementos esenciales que van a estar presentes en su génesis: la fuerte implantación de la Cultura de Campos de Urnas y las influencias llegadas desde el Mediterráneo. En la zona del curso inferior de los ríos Segre y Cinca, en esta Primera Edad del Hierro hay una clara continuidad en muchos elementos, uno de los más significativos son las necrópolis de incineración. Igualmente, las influencias mediterráneas seran perceptibles, dando lugar a desarrollos indígenas de naturaleza especialmente mutable, llena de procesos de avance, posibles rupturas y desarrollos tecnológicos y sociales de entidad que, desde el Bajo Ebro se extenderán a las comarcas del Medio y Alto Ebro desde el Hierro Antiguo (Picazo y Rodanés 2009). Creemos que estas relaciones y contactos continuados, con mayor o menor intensidad según las zonas, hay que retrasarlos a mediados del siglo VII a.C. o al comienzo del VIII en fechas calibradas. Las relaciones esporádicas todavía se podrían retrotraer en el tiempo. Junto a elementos constructivos como los sistemas de fortificación, se documenta un flujo de objetos o, si se quiere, una circulación de bienes de prestigio que tradicionalmente han que-
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dado restringidos a comarcas cercanas a la costa pero que es necesario hacer extensivas al valle del Ebro en general. El papel de las aristocracias locales del Valle Medio del Ebro que entran en contacto, directamente o a través de sus productos, con los comerciantes o colonos orientales, esencialmente fenicios en primera instancia y posteriormente griegos, es un factor importante en la recomposición del poblamiento del territorio. Los asentamientos de la comarca que podemos adscribir de una forma clara a la Primera Edad del Hierro son muy escasos (fig. 55). Como en los periodos precedentes, la documentación con la que contamos es fruto de prospecciones superficiales. Podemos mencionar los hallazgos del Camino de Algayón (Tamarite de Litera), en terreno llano y orientado hacia el este; Matacabras (Tamarite de Litera), situado en la cima de un tozal y con estructuras visibles en piedra; Castillo de Tamarite y una vasija de Torre Piniés; Las Forcas (San Esteban de Litera); Sierra de Montderes (Castillonroy) y Cuatrocorz (Peralta de Calasanz). Estos últimos, además, con materiales del Bronce final, que pueden ser indicativos de una dilatada ocupación. Al mismo tiempo, identificamos una ocupación testimonial de cuevas, quizás de carácter esporádico o estacional, como podemos comprobar en Les Guaries o Cova d’Aguilar (Castillonroy), con materiales cerámicos característicos de la época, junto a otros de época ibérica y romana. Esta escasez de hallazgos se puede interpretar como un descenso demográfico con un poblamiento más disperso, si bien es cierto que la falta de datos obliga a ser prudentes ya que la menor densidad de hallazgos puede también ser interpretada como una concentración en núcleos mayores con una mayor jerarquización del espacio y de las actividades socioeconómicas. Para poder contrastar cualquier hipótesis será necesario excavar uno de estos poblados o, incluso, rastrear en los niveles inferiores de los yacimientos indígenas de la segunda Edad del Hierro.
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