Julio Cotler
dos y se erigieron como los puntos centrales del debate y de la polarización política que se establecieron durante la campaña desplegada para elegir al nuevo gobierno en 1962. Belaunde se enfrentó con Haya de la Torre y con el ex dictador Manuel Odría, quien encarnaba a los sectores oligárquicos desplazados por la "convivencia". Además, una serie de pequeños grupos de filiación izquierdista daban testimonio de la fragmentación política, expresión de los cambios sociales que se producían en el país. La campaña electoral fue particularmente reñida, los resultados fueron muy ajustados y no expresaron a la pluralidad de actores que se habían constituido en los años recientes. La restricción electoral que impedía el sufragio de los analfabetos determinó que sólo alrededor del 21 % de la población total pudiera votar y que el campesinado, que constituía la mayoría de los habitantes del país, fuera excluido; además, de acuerdo con los preceptos constitucionales, el presidente y los parlamentarios debían ser designados por mayoría simple, aunque en el primer caso la proporción no podía ser menor al 36%. Desde los inicios de la campaña electoral y para curarse en salud, sectores reformistas allegados al Ejército acusaron al gobierno de fraguar el triunfo de Haya de la Torre de acuerdo con lo pactado en 1956. Estas denuncias se intensificaron cuando los resultados que favorecían ajustadamente al líder aprista fueron publicados. Los votos que Haya de la Torre obtuvo eran insuficientes para proclamarlo presidente y, en consecuencia, el Congreso, donde los apristas eran mayoría, debía definir la situación. A fin de evitar un desenlace golpista, Haya de la Torre ofreció los votos de los parlamentarios apristas a Odría, lo que aseguraba su nominación presidencial, y le propuso formar una "superconvivencia" política para gobernar el país. Esta propuesta provocó una avalancha de críticas y una segunda escisión del APRA, que fortaleció los predios reformistas e izquierdistas en formación. La oferta de Haya de la Torre aceleró el golpe militar, puesto que el Ejército era igualmente reacio a que el líder aprista o el general Odría asumieran la jefatura del Estado. No sólo por las tradicionales 110