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Fig. 11 Cara oeste del cerro Ventarrón, formaciones simétricas, alineadas y coloridas.
EL CENTRO DEL COSMOS Además de la estratégica ubicación, detalles especiales de la morfología del cerro facilitaron el reconocimiento como eje de la “geografía sagrada”29 y montaña tutelar del valle. La ubicación entre dos ríos y forma alargada, como una gigantesca plataforma orientada al norte, complementaron su posición estratégica en el abanico del valle. Su eje permitía alinear la salida del sol por las quebradas de la cara oeste. Del mismo modo los colores de su composición mineral en tono oscuro, amarillento y rojizo, y las marcadas fallas geológicas fracturadas en planos verticales y horizontales a manera de grandes bloques cúbicos perfectamente orientados, cortados por la «red» metafísica que ordenó el paisaje, fomentaron la captación del simbolismo de “centro”. La ideología de los primeros pobladores les permitió apropiar y empoderar el territorio, a partir de la interpretación simbólica del paisaje. El otorgarle sentido cultural a la medición y celebración de los ciclos estacionales, fue una actividad inmemorial, los primeros habitantes recorrieron por milenios el paisaje observando alineamientos y rasgos significativos, señalados con petrografías y/o dispositivos ceremoniales de culto al agua, y más adelante con arquitectura ceremonial. En el contexto del valle el cerro Ventarrón fue el más antiguo referente de montaña cósmica o montaña del origen de la vida; “Apu tutelar30”, o “Pacarina31” como términos claves de la cosmología andina.
Fig. 12 Pared rocosa en la ladera oeste del cerro Ventarrón.