Entonces, el esclavo, al ser azotado, se rebela contra su amo; en consecuencia, es una respuesta iracunda ante la impotencia y el dolor que le produce el castigo. La fuerte incidencia de las blasfemias entre los esclavos negros, además, se explica porque estaban convencidos de que, si blasfemaban, sus amos dejarían de azotarles. Las blasfemias de los esclavos también aparecen como una reacción contra el orden establecido; corresponden a una protesta, la única que podían esgrimir en ese momento, frente al estado y situación en que se encontraban. Ellos sabían que ese tipo de expresiones iba a impactar a quienes las escucharan, que no los iban a dejar indiferentes.267 ¿Cómo se justificaban estos negros esclavos ante el Tribunal, al ser acusados de blasfemias hereticales? Encontramos una respuesta muy típica en la mayoría de los casos: Que fruto del dolor que sentían no les quedaba otra que blasfemar contra Dios y los santos para intentar lograr que el amo dejara de azotarlos. Otro argumento que utilizaban era el confesar que habían renegado de la fe de Mahoma o del diablo. Nos sirve nuevamente el caso de Pedro, esclavo de Hernán Ramírez de Molina, porque en su confesión ante el Santo Oficio recalcó que, habiéndolo llevado al Tribunal por blasfemo, y por no haber disponibilidad para ver su caso, lo regresaron a casa y le volvieron a azotar. Tras dos o tres azotes, el amo le tornó a preguntar que de quién renegaba y el esclavo contestó que de “la Fee de Mahoma” y “del diablo”. Volvieron a azotarle y a hacerle la misma pregunta a lo que el negro contestó que “de la Fee de cristiano”. En su defensa también aseveró que él sólo había dicho “reniego”. Los inquisidores increparon al dicho negro y exigieron “decir verdad” pues no le creían, y tras el estudio del caso decidieron sentenciarlo con 200 azotes, recorriendo las calles públicas de la Ciudad de los Reyes con la espalda desnuda y con “mordaza en la lengua”, acompañado de un pregonero. Los negros también acusaron a sus amos de llevarlos ante el Tribunal sin tener razones poderosas. Un fragmento sirve como evidencia: “una vez estando el dicho su amo azotando una negra, [ella dijo] reniego de la leche que mamé; y la avía traído al Santo Oficio”.
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Cfr. Millar, René, Op. Cit. pp. 276-277.
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