MEDICINA Y SALUBRIDAD EN EL SIGLO XIX

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS SE M IN A R IO D E H IST O R IA R U R A L A N D IN A

AP CHIVO SEMINARIO DE HISTORIA RURAL ANDINA - UNMSM.

MEDICINA Y SALUBRIDAD EN EL SIGLO XIX

Alejandro Salinas Sánchez

Lima - 2000



UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS SE M IN A R IO D E H IS T O R IA R U R A L A N D IN A SEM IN ARIO

Hospi;;iF- "Dos de Maya".

Alejandro Salinas Sánchez

L im a - 2 0 0 0

DE

HISTORIA

RURAL ANDINA

UNMSM.



s

ARCHIVO

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SEMíNARfo Sg H ¡W fifcí

INDICE

INTRO DUCCIÓ N

I XX.

m. IV.

C A R R ER A M É D IC A Y C ENTR O S D E E N S E Ñ A N Z A -—»-—! HIGIENE Y E PID E M IA S-”- — - ............ r— —— ...................13

.m m A E s m u c T O R Á ' V A C U N A C IO N E S Y E S T U D I O S -——- ........ ..................

63



IN TR O D U C CIÓ N E ste trabajo analiza aspectos relacionados con el estado de las condiciones sanitarias y el desarrollo de la profesión m éd ica en el Perú durante el siglo pasado a p a rtir de un conjunto de inform aciones ap arecidas en lo s diarios E í Peruano y E l C om ercio en dicha época. N osotros hem os seguido el curso de e s a docum entación, p o r lo que a quienes desearan integrar nuestras conclusiones dentro de una p e rsp ec tiv a general de l a H isto ria de la M ed icin a les sugerim os re c u rrir a las obras especializadas de X Lastres y H. Valdizán» y a la legislación san itaria com pilada p o r O viedo (1821-59) y R. A panda (1878-79). E l principal

interés

dé nuestro

estudio

es

m ostrar

cóm o

evolucionaron

paralelam ente tees variab les b ásicas en la determ inación de una eficiente salubridad urbana, o rural: A ) Las condiciones sanitarias (higiene p ú b lic a ) y las epidem ias relacio n ad as con las lim itaciones de estas); B ) La. M ed ic in a en su enseñanza y en el ejercicio de la profesión m édica; C) L a p o lític a p ro filá c tic a estatal a p lic a d a a través de la im f ^estructura ho sp italaria y serv icio s m édicos preventivos (vacunaciones) ofrecidos a la población. E l continuo desfase en el desarrollo de estas v a ria b les condujo a que el P erú viviera, en el siglo XIX un período de deficiente salubridad y po r ende de aparición de cíclicas epidem ias y regiones endémicas. En el transcurso del siglo XIX las enferm edades epidém icas y las deficientes condiciones sanitarias urbanas y rurales constituyeron un circulo v icioso cuyos nefastos efectos no fueron com batidos apropiadam ente p o r los reducidos serv icio s m édicos y la vetusta infraestructura hospitalaria.


II La. trilo g ía in fe c c io sa estovo constituida por 1a. viruela, la fiebre am arilla y el c ó le r a En térm inos internacionales, estas enferm edades (junto coa la bubónica) eran las llam adas pestes; mientras que se calificaban de autóctonas la escarlatina, .gripe, fiebre tifoidea, tifus, saram pión o d isen tería L a fiebre amarilla, se había hecho presente en el Perú en el sig lo XVH y era una enferm edad de loe litorales en lo s clim as c á lid o s y para reproducirse requería una cierta p red isp o sició n individual y con d iciones e sp e c ífic a s de tip o clim atológico y social; de a llí que su . control debería efectuarse sobre todo a través de un plan sanitario "aislam iento de enferm os, d esin fección , etc." Las autoridades n acion ales produjeron su cesiv o s reglam entos de salubridad y p o lic ía , y crearon juntas de sanidad com o p ilares d eí sistem a sanitario n acional, pero no m ejoraron efectivam ente las con d iciones higiénicas de puertos y ciudades por lo que ia form ación de region es endém icas fue el ló g ico resultado de esa eq u ivocad a p o lítica p r o filá c tic a En las urbes p ersistía el precario sistem a de acequias y lo s antihigiénicos s ilo s u tilizados por las p o b la cio n es, m ientras que las haciendas y filudos no se d esecaban lo s n o c iv o s pantanos que lo s circundaban. A m bos problem as, acequias y pantanos, constituyeron perm anentes fo c o s de em anaciones tóxicas

que contaminaban el ambiente

p rovocando diversas enferm edades. Por otro lad o, alim entos tan importantes para la p o b la c ió n com o e l pan y

las carnes eran producidos y com erciados en circuitos

antihigiénicos (panaderías, m ataderos, m ercados), lo cual aumentaba e l volum en de p o ten cia les agentes in fecc io so s tal com o lo seis alaran reiteradas v e c e s lo s inspectores m unicipales de higiene o lo s p rofesion ales m éd icos. S i a e llo se agjregá que hasta e l agua potab le no tenía, la calidad requerida para el consumo humano el panorama de la. salubridad en el sig lo pasado era. ciertamente deplorable. En Unto no se com batía ia causa.de la s epidem ias el tratamiento de éstas s e centró en la atenuación de lo s síntom as y el im pedim ento de lo s contagios. En e s a

situación

la

carrera

m édica

no pudo satisfacer la n ecesidad de

s e r v ic io s sanitarios de la p ob lación , especialm ente la de lo s sectores rurales y urbanos populares.

La.

d isp onib ilidad de m édicos por habitantes era ínfim a, y estaba

circunscrita a las prin cipales ciudades, pues en las regiones andinas o am azónicas no se contaba con atención m éd ico ni p rovisión farm acéutica, salvo durante las esporádicas v is ita s de in sp ección o de vacunación que realizaban lo s m éd icos titulares asignados a


111 los departamentos. Sobre la re d u c id a c ifra de m édicos existentes en el p aís a m ediados del sig lo pasado, puede citarse un inform e de Cayetano H ered ta en donde se observa que el 52% del total de m édicos, (94)

e sta b a concentrado en dos grandes ciudades

(L im a y A requipa) e a desmedro: de otras regiones donde e ra im posible a cced er al

servicio m edico profesional. Ante este vacio l a s . gentes ..popularas encontraron una altern ativ a en los curanderos (m edio ru ral) y los m édicos chinos, (secto r urbano), estos últim os presentes desde la segunda m itad del siglo XIX. Las instituciones m édicas com batieron -a estos m édicos .populares b asta c o lo ca rlo s fuera de la ley y som eterlos

relativam ente bajo su control, achacándoles fiindamentabnexite 3a resp o n sab ilid ad de pro p ag ar las epidem ias con sus singulares preparados, que calificaban de tóxicos y antihigiénicos, si bien m ucha gente salió en defensa de estos incluso a .tr a v és de los d iario s de la é p o c a L as reform as del principal centro m édico de ensefíanza nacional tuvieron su punto clave en la conversión del antiguo C olegio de M ed icin a en F acultad (1856), que fue el momento culminante del toaba) o de H e rsd ia en la constitución de una nueva institución

académ ica de la m edicina p e ru a n a A p a rtir de entonces aum entaría el número de cátedras con solidándose nuevas generaciones de p rofesores, entre io s que destacan José C asim iro U lloa. Lino A larco, Leonardo V illar y F. A lm enara

En cuanto a la infraestructura hospitalar ia es evidente su creciente deterioro en la centuria

pasada,

y

lo s

insuficientes

gastos

fisc a le s en un sector de vital

im portancia, más en un p a ís como el P e n i de entonces constituido p or ciudades acordonadas de endem ias m ortíferas (viruela, m alaria, etc.) lo c a les e introducidas del

exterior. Lio hubo, pues m ejoras significativas en el sistem a hospitalario nacional, m ás b ien & e una ép o ca de reducción de centros de salud y hacinam iento de los subsistentes como el de San B artolom é. E sta situación hizo crisis con resultados desastrosos durante ia epidem ia de fieb re am arilla de 1868, lo que hizo que M anuel Pardo durante su gestión - p residencial construyera el H ospital 2 de M ayo, el único que sería ajustado a criterios m odernos de higiene y arquitectura P or lo demás, sucesivas v e c e s se mandó construir

• lazaretos p a ra im pedir la expansión de las epidem ias, los cuales p o r su d esaseo

i

provocaban el rechazo de lo s enferm os que só lo iba allí cuando sentían la proxim idad de

la raneríe.


IV L a prevención e inmunización de los n iñ o s sólo alcanzó a cu b rir sectores red u cid o s, -si bien ios esfuerzos de los m édicos y autoridades fueron evidentes. H ubo oposición de los p a d re s a la vacunación de sus hijos, y p a ra p ro p a g á rse la tuvo que recurrirse a m edios coactivos (m ultas). El sistem a de transm isión “ brazo a brazo” de la vacuna y la c alid ad de la m ism a determ inaron el lim itado éxito de las inm unizaciones h a sta casi fines de siglo en que- se comenzó a p ra c tic a r con la llam ada “ vacuna anim alizada” con m ejores resultados. P o r e sta é p o c a aparecieron las nuevas instituciones m édicas (Instituto V accicaí, N u e v a F acultad de M edicina) que durante el p re s e n » siglo cum plirían 3a. m isión de d esterrar de, las p rin c ip a le s ciudades las terrib les epidem ias iniciando la ofensiva contra ellas, en el secto r rural.

L im a diciem bre de 1,999.


h CARRERA M ED IC A Y C EN TR O S DE ENSEÑANZA A 'fin e s d el sig lo XVUI fiieron esca sa s las graduaciones d e m éd ico s, pues la U niversidad se encontraba en c r isis aí igual que la m ayoría d e instituciones colora ales. E n aquel entonces e l V irrey A b a sca l, asesorad o por H ip ó lito Unanos, randa en 2 808 el R ea l C o leg io 4® M ed icin a y C irqgía de San F em ando qua ibncioBÓ regularm ente a partir d e 1811.

E q 1821 el C o leg io de San Fem ando & e renom brado com o el C o le g io 'd e L a Independencia, al m ism o tiem po que el R ea l Tribunal d el JPrijtomedicato s e convertía en e i Protom edicaío G eneral del E stado, e l cual luchaba por conservar sus atribuciones académ icas y g r e m ia le s ante e í crecim iento d el e s p í n M m t ó m m ü y p r e s í i g i o

d el

renovado centro académ ico.

A sí, el gobierno dictatorial de B o lív a r en 1 8 2 6 reafirm ó al Protom edicaío la ju risd icció n que hasta entonces tenía en ía

v ig ila n cia d e l f e a

e je r c ic io de la m edicina, h

preparación de m edicam entos y la im p osición de m ultas a io s

infractores. L os

farm acéuticos se opusieron a e sta m edida solicitan d o que el control del Protom edicaío se turnara entre m éd icos y farm aéuticos. v si bien no consiguieron introducir esta reform a obtuvieron m cam bio la rebaja de 9 7 1/2 a 4 0 p e s o s en el derecho de v isita que le s cobraba e í Protom edicaío por inspeccionar la s farm acias. P oco después en 1831 obtuvieron del Congreso la separación de la Facultad de Farm acia del P rotom edicaío creándose e l Protofarm acéutico som etido a in sp ección de la s autoridades m unicipales. En 1840 E l Peruano d ecía que el C olegio de M ed icin a se había m antenido hasta entonces obteniendo transitoriamente "de u n o q u e o tr o g o b ie r n o p r o v i d e n c i a s f a v o r a b le s " pero insuficientes para su desarrollo. E l gobierno de Gamarra entonces le dotó de rentas con


es fin de restab lecer sus cátedras y así superar la. c r isis a que lo h ab ía conducido el G obierno Protectoral de Santa Cruz.

A fin es de 1841 el Dr. José M . V a ld é s(i) rem itió al M inistro de Instrucción P ú b lica, Agustín G. Charun, la segunda ed ició n corregida, de un trabajo suyo sobre el m étodo terapéutico m édico. Según V ald és no era conveniente de que ca d a m éd ico " a d a p ta n d o c ie g a m e n te e l s is te m a d e u n a u to r f a v o r ito , e s t é s ie m p r e en c o n tr a d ic c ió n c o n s u s c o l e g a s " por lo que planteaba un m étodo práctico adecuado al Perú y fruto de su dilatada

exp erien cia m éd ica para uniformizar la práctica sanitaria

En 1843 e l C onsejo de Estado, a través de B enito L aso, pensaba reabrir e l C olegio de M ed icin a de l i m a en el lo c a l d el C o leg io de la Independencia, y para becar a jó v e n e s provin cianos que quisieran estudiar a llí com unicó a lo s prefectos d el p a ís que selec cio n a sen lo s jó v e n e s que m erecieran obtener tal b en eficio, para lo cual debían cum plir lo s siguientes requisitos: a) T ener entre 14 a 2 0 años, b) N o tener im pedim entos corporales que limitaran e l ejercicio de la p ráctica m édica; c) H aber estudiado por lo m en os h asta latinidad; d) Presentar partida de bautism o y una d eclaración ante la autoridad que acreditara su p rocedencia, precaria condición econ óm ica y conducta m oral intachable. A dem ás aq u ellos que hubiesen cursado algún n iv e l de estudios podrían presentar sus certificad os y rendir exámen ante el R ector d el C olegio de M ed icin a para v erificar su grado de preparación. R esp ecto al plan curriculár la com isión com puesta p or lo s D rs. M iguel Tafür, J osé M anuel V ald és y J osé M aría D á v iia propuso el dictado de la s cátedras de Anatom ía, F isio lo g ía , P atología, M ateria M éd ica, Farm acia, C lín icas M e m a y Externa, M atem áticas, F ís ic a sensata y experim ental, H istoria Natural, Q uím ica y D ibujo, £1 C olegio d eb ía p roveer de m éd ico s, cirujanos y farm acéuticos a todo e l país. 1

(1) SI Dr, Jo sé M anuel V aldés {1 1 67 -1 8 4 3 ) d esem p eñ é d u ra n te la s d o s p rim e ra s d éc a d a s d e v id a in d ep end íen te la D irección d e l C oleg io d e la Independencia (¿ 8 2 7 )y e l F rotom edicato (1 3 3 6 ).y se con stitu yó d esd e 1 833 en la m a y o r a u to rid a d d e ía m edicina p e ru a n a lu ego d e la d esa p a rició n d e lo s Drs. H ipólito U nanos y M ig u e l Tajar.


3

Por entonces el C olegio ten ía 14 b ecad os y. ó p ensionistas, y sus cátedras eran dictadas con regularidad a pesar de. las esca sa s rentas que le otorgaba el Estado. A sim ism o, recom endaban que se cum pliera con. trasladar d hospital de Santa A na al de San A ndrés, tai com o estaba ordenado por, decreto de noviem bre de 182?, atendiendo un ped id o que lucieran en e s o s años lo s p rofesores d el C o leg io que necesitaban realizar sus prácticas en un hospital que estu viese integrado a dicho centro de estudios1.

En 1843 el cirujano José Leandro M endoza com unicó al P refecto d e Lim a, J.G, M enacho, haber atendido y curado a u n enfenno de elefan íasis (lepra) llam ado A lejandro Cantay, aprovechando e l "oxígeno cargado de sa le s muriáticas" y los "baños de mar" efectuados por Cantay durante la estadía que bajo su recom endación realizó éste en una is la guanera

Las com unicaciones cursadas en 1842 entre el Prefecto de L im a J osé V illa , Subprefecto de l e a

con

el

J.C. de M endiburu, y el Gobernador de P isc o , J osé M aría Conde,

revelan que el Dr. C arlos Corpancho constató que Cantay había curado de la elefantíasis (lep ra o m al de San Lázaro) al cabo de tres años de perm anencia en las isla s del guano.

A l resp ecto, E l Peruano en un editorial señ aló. que d eb ía estudiarse la sustancia-; e sp e c ific a d el guano que hab ía p o sib ilita d o la curación de Cantay, y otros dos e sc la v o s Üarados Pedro Ándrade y Lorenzo C áceres, siendo por e llo necesario que el G obierno y el Protom edicato enviaran enferm os de elefantiasis a las is la s de Chincha y P isc o donde podría estudiarse la evolu ción de la terapia del Dr. M endoza en e so s n uevos pacientes hasta descubrir donde rad icaba ¿1 m isterio de la curación de tan terrible mal.

E n 1846 el Protoraédico G eneral. Cayetano H ered ia dio cuenta al M inisterio de G obierno del núm ero de m édicos

existentes en el Pera.

Fueron registrados 94

profesion ales m éd ico s en tod o e l p aís, concentrándose en L im a y A requipa 50 de e llo s

(52% del total). D e ese número 20 eran extranjeros, mayormente franceses (15) y esp añ oles (5). En el resto de ciudades se contaba con m enor número de m éd ico s en el siguiente orden; le a (10), Junín (ó), Cuzco (ó). L a Libertad (5), M oquegua (5), Supe (3 ), Puno (2) y uno en ciudades com o Chincha, Cañete, P isc o , H uacho, H uancavelica, A ncash


4 y A yacucho. H ered ia señ alab a que la fa lta de m éd ico s en grandes region es del p aís

estim ulaba el crecim iento del curanderismo conform ado por gente que s e d edicaba a "curar después de haber probado su incapacidad para cualquiera otra profesión".

En 1 8 4 8 el G obierno suprim ió el Protom edicato cediendo sus funciones a. una Junta D irec tiv a de M ed icin a form ada para dicho fin, surgió a s í un con flicto entre esta ú ltim a y el C o leg io de M ed icin a el cual se resolvería

tiem po después con la conversión del

antiguo C o leg io en Facultad (1 8 5 6 ).

L os m éd ico s también buscaron desarrollar sus actividades de investigación fuera de las aulas universitarias, y así en 1854 una jo v e n generación form ada por Cayetano H ered ia d ecid ió fundar la S o cied a d de M ed icin a fijándose com o ob jetivos b á sic o s e l estudio de las endem ias y epidem ias, y el contacto con las so cied a d es m éd icas de A m érica y Europa para mantenerse inform ados dé lo s avances de la cien cia m é d ic a E sta S o cied a d se 'mantuvo' activa hasta la é p o c a de la'guerra con C hile, siendo rem plazada en 1885 por la. A ca d em ia L ibre de M ed icin a

En 1 856 s e aprobó el Reglam ento de la nueva Facultad de M ed icin a de la U niversidad de Lim aí2) cum pliendo con lo dispuesto en un decreto de abril de 1855. E ste Reglam ento suscrito por lo s doctores M. R ía s, C am ilo Segura y Julián Sandoval d el antiguo C o leg io de M ed icin a (de la Independencia) tom aba com o m odelo e l de su sim ilar de París. E ste R eglam ento se com ponía de tres seccion es: Enseñanza de la m edicina, E studios M éd ico s, y E ie rcic io de la M edicina, divid idas en 7, 13 y 5 títulos respectivam ente con 140 artículos en total.

E l plan de estudios fue fijado en 7 años a través de 17 cátedras (Q uím ica M éd ica, H istoria Natural M éd ica, F ísic a M éd ica e H igien e, Anatom ía D escriptiva, Anatom ía General y P atológica, F isio lo g ía , P atología General, N o so g ra fía M édica, N oso g ra fía

(2 ) Según J. 3. L a stres el in sp ira d o r d e la refo rm a d e l C olegio d e M edicin a f u e C a yeta n o H eredia, q u ien y a en 1 842 h a b la asum ido la ta r e a d e re o rg a n iza r e l C o leg io d e la Independencia a p o y a d o p o r p r e s tig io s o s cien tíficos com o E b o liy Saim ondi.


Anatom ía T opográfica, M ed icin a Legal y T o x ic o lo g ía , C lín icas Interna y Externa), En el ca so de io s farm acéuticos lo s estudios serían s ó lo de 4 años con la s siguientes cátedras: F ísica.

Quím ica,

Botánica,

Z oología, M ineralogía, M ateria M éd ica y Farmacia;

mientras que la s obstetrices en sim ilar tiem po estudiarían las cátedras de Id ea General del Cuerpo Humano y sus Funciones, Anatom ía de Organos G enitales Fem eninos, T eo ría d el P aito Natural, T eo ría de Partos V ic io so s , T eo ría de Sangría y Vacuna, R epaso general de la s materias- estudiadas, y practicas.- Tam bién liseron reglam entados la B ib lio teca , el M u seo y Jardín B otánico, y fueron fijad o s los requisitos para s e r adm itido com o estudiante en e l C olegio de M edicina, y las pruebas para la obtención del d iplom a de doctor en M ed icin a y Cirugía, asi corno las rentas del colegio y io s su eld os docentes, quedando estab lecid o que no podían ejercerse paralelam ente

Im

p rofesion es de

M ed icin a y F arm acia E l prim er D ecan o de la nueva Facultad file Cayetano H eredia, y entre los docentes destacaban A ntonio Raím ondi (H istoria Natural M éd ica) y Casim iro U llo a (T erapéutica General y M ateria M édica).

A principios de 1 8 5 7 , M iguel de lo s R ío s, P residente de la Sociedad M éd ica de Lima (fundada en 1 854) entregó su Reglam ento Orgánico ai M inisterio de Instrucción,, en donde adem ás de organizar su v id a grem ial se com prom etían a realizar investigaciones en tem as com o higiene p ú b lica y estad ística dem ográfica, lo s cuales serian p ublicados en A lm arios para consulta del Gobierno.

A p e sa r de la trascendencia de loa serv icio s profesionales de !a catrera m édica, ésta parecía no encontrar el reconocim iento social, pues eo 1 860, José C asim iro U llo a lú z o un ferviente alégalo en defensa de los "derechos del cuerpo medico '’. U tio a consideraba

que el trabajo m édico no. tenía en la sociedad y el Estado '‘una g a r a n tía eficaz d e s u s

derechos, un apoyo moral o material para el ejercicio de su santo ministerio. sólo e n c u e n tr a el abandono, de una parte, y d e la otra presión social que extiende su m a n o

hasta él pa ra arrancarle el tanto p o r ciento de ese honorario mezquino con q u e se le r e tr ib u y e "(EX C om ercio, N ro. 6 4 9 1 , 1,860), P or e llo , UUoa so lic ita b a que d e b ía

indem nizarse los serv ic io s prestados- p o r la carrera m éd ica exceptuándola del pago de


6 patente y defendiéndola contra el " charlatanism o ” de los curanderos que cam peaban en Lim a po r la “punible tolerancia de la s autoridades”,

A su vez u a secto r de los m édicos encontró en los cuerpos m ilitares un espacio p a ra d e sa rro lla r su profesión. A s i en 1861 figurabm en el E scalafón General del E jército un total de 43 c iru ja n o s /20 de ellos de clase m ayor, -10 de p rim era clase y 13 de segunda d ase,

E n 1863, el M inisterio de Instrucción recib ió una n o ta del Cónsul G eneral del Períi .en N u e v a G ranada donde inform aba sobre tos éxitos alcanzados en ía aplicación del guano como b e b id a m ezclada con m iel en el tratam iento de la elefantiasis (lepra), A l respecto se p id ió inform e a la F acultad de M edicina, cuyo decano,-M iguel de los R íos respondió que ese m étodo y a e ra conocido p o r los m édicos peruanos desde 1842, cuando, e l Dr, M endoza lo em pleó con éxito, p o r lo que era conveniente que se re c o rd a ra al personal m édico encargado del tratam iento de dicho mal en el H ospital del Refugio el uso de ese m étodo curativo.

En la segunda m itad del siglo XIX los m édicos profesionales encontraron una fuerte com petencia en los m édicos chinos asentados en L im a cuyos serv icio s eran requeridos principalm ente p o r los sectores populares y com batidos p o r la F acultad de M edicina,

Los defensores de la m edicina china acusaban a los “discípulos de H ipócrates" de contam inar el organism o de los lim eños con “dosis' de quinina, mercurio, calóme!ano,

ácidos venenosos y mí! preparaciones diversas ”, m ientras que el m édico chino con sus yerbas e “instrum entos de agujas sanada más enferm os que lo s sabios y bien

exam inados profesores de la Facultad de M edicina ” (El C om ercio, N ro. 10 ,0 0 0 ,1 8 6 8 ).

A ños después en 1870 el Congreso dictó una. ley p a ra que se restab lecieran m édicos titulares eo todas las p rovincias del país, la cual no Fie prom ulgada p o r el E jecutivo, p o r lo que se dispuso su v ig en cia am parándose en las facultades que concedía al Legislativo el artículo 71 de la C onstitución en cuanto a ía prom ulgación de leyes. L a ley consideró que los m édicos titulares serían de preferencia cirujanos m ilitares en actividad, y


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Cam» tánico se puede «oseante toaumid»» pee» ■se recupera fe» Sasiassa y sobre todo, sí se {«sis de coa«fe»fir fa exfejasaeíSn, fe iaconSncticto y p¡%rmsíir cd aieasm etóií» (tetondo» de fe sangre m «torios árganos; és$s3a> p o r « s a lta d » <jñe c ok fe ftsrrs» de te sangre vaslvea te frescura,

ía ftsera», la vivacidad y te «aftaS más complete.. El- m e ife a s a s a ta ' ¡níra vcgets! <ps« fer«ge as» para fes caxnekHMts .«a esteaido verdaderamente de vegetales preparaste* 3 yapar, este escek&fe medífemeaío áegmratfeo vegete} es el ésúcs

pímt fe ewradón radical y sin recaídas ée fes

enfermos q u e proceden de una sangre acre y vteteíte, d virus sMÍMfea* tes úlceras, tes herpes» fea fmwsoz. isa pk¡¿mm¿-$ y fa s porgacíoiíes de fea uire&rs. Coaso m édico y carne fhnoacéafkso fea hecho im presión e s s a i te d te k álted <gue «wperiiaeiiftass m achos «safem os g a ra seguir ciertos m étodos de «ar&ctán, he visto- receto», sscreihfes, im posibles por á&sssí& así, y <¡t¡e llevan consigo fe p érdida de tiem po y la necesidad irapreséim lihfc da iniciar c» el searete de fes parientes y a fes criado?. A íííí de a h o rr a r a fes enferm os esas m ofesüas, h e halfeá© el sites»; • 2* Ito pro n to y radkdtasenfe. 2° lí e sim plificar- el snéíoda de cMraesésa evjfenete te p érdida d e ¿tempo, ■ 3* -SSe dispensarlos de ta m w q m sc u íte rse a nadie, «**rii»áo!Mi altea m ism os en secreto a n a

«asviaje y cosí economs®.

L-ap personas <$&& deseen vereae pueden o c u rr ir a m í estonio caite de C am an á «míes Fiiimerseras núm ero t $ $ e« ¿I sgue m e encuentoe sí ewíiSííisesfera h o ra <M día, disponible p a ra is a s «om oitos g ra itsto s con ^'ae se Seags a Mea oettp am fe Se «»«ttaa*ra» ís»shtes¡s «s» m í estodto varias

«iras clases fe yes-baa mcdlchiates psra

c e n ln r s r h a rto fes «mferimedades sass ái^s'ifes. L ite s, S3 de seeterehsce da i§?> . KAM-dl'M. NOT.Á.~ Viendo ¿d «tbssésnfe asm represen to ®i no p e d e r á s r ora Bisígttésfíc® ecm pfeto «fe fes e n fe m e d a íte s, iestg» m sal com paSí» wn in té rp re te «pie toes to m ílte r fe es el chino «cas© ei español p a r» p o r esto iasoéíe serie más- éiH s i ■público en general.

E! C o m e r d o , N ro. 1 3 ,7 0 6 ,1 3 7 7 ,



ÁRCF.ÍÍVO 8 t ivi!NA n iO 0 E HIS10 RIA BUBAL ANDINA - UNMSM,

'¿vx-vtMnnsow

E l q « e su sc r ib e m h iic u

p a r t id o s a l p u ­

blico c|tio su IjüfctíJi*. y v&m do ooisaulia no está situada o» In. caHo do Plumoreroa KV* 10.% sf* no en la de Union (autos llosa) Sí." 340, w q m f»i bíon es oferto que da ahora despachaba ti tonta bu residencia en la tío Piumereroit, hoy :so la tiene sin© en la de Union* U sgo esta &4* veri mofa en virtud de haber viste xm m ím e s e l peuddico «Cmáerwio» del 27 del provento en el que % tim xm nombro plagiado del mfo, cora \ñ psopiVsile de especular cot í é l;'p u e s' &l ser m m habría t o l d o %m poco ele maa cuidado ©e redou-don como en ssoleracíots, jjím a, Setiembre 18 de 1877. 7ÍHÍÜ

E l Com ercio» N re. 13,710* 1877,



servirían p o r dos anos en la p ro v in c ia q m se le asignara so p e n a de ser separados de su cuerpo mi i liar sin goce de sueldo en caso abandonasen sus responsabilidades..

A m ediados de 1876 la Facultad de M ed icin a propuso al M inistro de Instrucción un nuevo reglam ento p a ra el ejercicio de la m edicina en todas sus carreras; m édico cirujano, obsteríz o p ro feso ra de partos, fle b o to m a d o , dentista, farm acéuticp y p rep arad o r de drogas y aguas m inerales, fijándoles una e sc a la po r derechos de examen y d ip lo m a E l proyecto iu e aprobado en ab ril de 18?7.L a c arre ra m éd ica encontró p o r aquellos años la com petencia de terapias alternativas como la m edicina hom eopática y la h erb o la ria china, é sta últim a de gran aco g id a entre las clases pobres. C on respecto a las h erbolarías y m édicos asiáticos

la Facultad da M edicina lim eña pid ió

que se

reconsiderase una resolución d ad a en 1879 que autorizó la venta p ú b lic a de las llam adas yerbas asiáticas; pues habían p roliferado las b oticas de esa clase. La presión fue eficaz pues el gobierno peruano ordenó que las herb o larias asiáticas sólo pudieran vender las llam adas sustancias sim ples p re v ia clasificación p o r la Facultad de M ed icin a y se les prohibió el despacho de recetas; y en cuanto a los m édicos asiáticos no se les perm itió el e jercic io de su m edicina salvo p a ra la restringida, v e n ta ele yerbas.

E n cuanto a la m edicina hom eopática sabem os que a fín e s de 1884 Jorge D e acón publicó avisos en los perió d ico s lim eños ofreciendo sus serv icio s como m édico homeópata. D e inm ediato ios m édicos presionaron logrando que e l'A lc a ld e n o tificara a D eacon que se abstuviera de e jerce r su profesión si antes no se som etía a l examen •p r o b a to r io de la Facultad de M ed icin a según lo dispuesto en e í ’ R eglam ento de fnstiucción vigente. D eacon recurrió entonces a l a s autoridades ju d ic ia le s soitciíaxido se respetase su derecho al libre ejercicio laboral. Al respecto se em itieron mes dictám enes p o r los fiscales suprem os. Paredes (1884), P asap e ra (1885) y C árdenas (1886).

E l F iscal Paredes reconoció

el carácter científico y

la antigüedad del sistem a

hom eopático ap licad o po r D eacon, el cual había sido desarrollado en 1799 por s i D r. H ahném an en A lem an ia y difundido luego al resto de E uropa y Am érica. Sin embargo, el título obtenido p o r D eacon m el Palie M edical C ollege de Cinc malí (O hio) no estaba legalizado en el consulado peruano en EE.XIU. p o r lo que e ra inevitable que lo v alid ara


rindiendo examen en la universidad peruana,

Á m tum o el F iscal F a s apera, señaló que el derecho de D eacon a e jercer -m profesión e sta b a enm arcado en dos hechos: ia supuesta suprem acía de la m edicina hom eopática sobre la alopática, y el respeto a! libre ejercicio de las profesiones consagrado en e! artículo 23 de la C onstitución vigente. E l p rim er punto m e ra com petencia del G obierno, pues éste no p o d ía censurar las enseñam os de las ciencias sino p rocurar su difusión. En lo segundo si ten ía la potestad de em itir leyes y reglam entos que m te rp re te ra a . las disp o sicio n es g enerales contenidas en Ja Constitución, Asi., m este caso el Reglam ento de S anidad exigía la p o sesió n de un diplom a de la F acultad de M edicina peruana p a ra ejerce r ki m edicina en el país, p o r lo .que D eacon deb ía p ro b a r arde e lla sus conocim ientos en las m aterias que se acordaste, pues ua nadie se le reputa instruido

m ientras no lo acredite " de lo contrario d eb ía ser visto como un em pírico.

Finalm ente el F iscal C árdenas señaló que los dictám enes de sus antecesores (P aredes y Pasapera). habían estado sujetos a las leyes vigentes anteriores, habiéndose p rocedido arbitrariam ente con D eacon, pues nadie p o d ía coactar la libertad de las personas a re c u rrir ante cualquier m édico p a ra la cura de sus m ales, ni o bligarlos a que se atiendan solo con m édicos diplom ados en la Facultad lim eña, pues ello restrin g ía el e jercic io de ia m edicina a otros profesionales de la salud. L a hom eopatía había, probado en otros p aíses sus beneficios, p o r lo que a D eacon no d e b ía exigirse le que dem ostrara las ventajas de dicho sistem a, sino sólo que exhibiera el título universitario que ío autorizaba p a ra ejercer su profesión, de lo contrario o curriría lo m ism o que con lo s m édicos chinos, los cuales a pesas" de estar prohibidos de h acer curaciones continuaban ejerciendo clandestinam ente con gran dem anda de sus habituales pacientes,

Este últim o dictam en hizo que D eacon reite ra ra en 1891 su pedido de exonerársele del exam en ante la Facultad de M e d ic in a

Sin em bargo, el F isc al A raníbar en un dictam en concluyente reso lv ió rechazar esta petición señalando que p o r ley de 1888 se dispuso “que nadie podra ejercer ramo

alguno de la profesión médica si no obtiene el diploma de la Facultad de M edicina de


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I {

¿ irn » , a g o s t o 3 d e 1 8 7 4 . E* 1

E l C om ercio, N ro. 12,574,1875*



9 ■Lima'’''. e sta b le cien d o .adem ás que los diplom ados en universidades extranjeras- debía» legalizar sus tirulos previo exornen ante la universidad p eru an a

El control de la m edicina a lternativa po r la F acultad de M ed icin a se mantuvo activ a en los años siguientes.

Asi,, a m ediados de 1888 el M inistro de Instrucción y B en e fic e n c ia A dolfo V il i ag arcía a p etición de la Facultad de M ed icin a reglam entó eí serv icio de v enta de m edicinas h erb o larias y atención p o r los m édicos tradicionales chinos. Según la F acultad da M edicina a s a resolución de octubre de 1879 había-perm itido el desarrollo de la s bobeas chinas qm - expendían irresponsablem ente yerbas tóxicas ejerciendo la farm acia y m edicina sin tener diplom as universitarios. E l M inisterio ordenó que las boticas chinas sólo venderían aquellas y erbas aprobadas p o r la C om isión de F arm acia de k F acultad de M edicina, debiendo pagar patentes m u n ic ip a les.y obtener los títulos respectivos en la universidad lim eña, facultándose a las autoridades universitarias a. denunciar a los infractores p a ra clausurar sus negocios.

.......

A l m ism o tiem po las instituciones, m édicas reforzaron su presen cia en la sociedad peruana, pues los curanderos y m édicos .chinos, atendían la dem anda de servicios sanitarios de los sectores rurales y clases populares urbanas.

A sí, a fin e s de 1889 el F isc al Suprem o em itió dictam en favorable a la propuesta...de; la A cadem ia de M edicina, apoyada p o r la F acultad lim eña p a ra establecer un Instituto H igiénico M e d ic in a l solicitando al M inisterio de Instrucción que apoyara o sa m edida. D os años después en 1891 se aprobó d Reglam ento p a ra la E s c u d a L ibre de P ráctica D entaria disponiendo que é sta sólo p o d ría fimeiott&r m ientras no existiese una E scuela del A rte D entarlo en la F acultad de M edicina. Los estudios tendrían una duración de tres anos, inego de los cuales ei alumno se p re sen ta ría con su certificado de prácticas a rendir examen ante la F acultad p a ra obtener el d ip lo m a d a dentista.

D e ¿ruerdo con este Reglam ento, en 1892 Jorge W. S parrock solicitó a la D irección de Instrucción que se le autorizara el establecim iento de una E sc u ela L ibre de P ráctica


10 Dentaria. A ! respectó, la D irección

no s a b ía com o interpretar la exigencia del

Reglam ento de Instrucción sobre la n ecesidad de p o se e r 5 años de experiencia profesional, pues éste no especificaba si ello s debían haberse desarrollado sólo en el P e rú o tam bién ibera, de él, p o r lo que trasladó la solución de este problem a a las resp ectiv as instancias superiores.

A fines de dicho año el gobierno de R. M orales B ennúclez asignó por ley la cantidad de 20 m il soles p a ra el establecim iento de laboratorios en la Facultad de M edicina, los

cuales serian entregados en anualidades de 4 mil soles. A dem ás se entregaría un fondo de 2 ,5 0 0 s o le s para la conservación y reparación de lo s m ateriales desgastados por el uso. A m ediados de 1894 el D ecano de la Facultad de M ed icin a so lic itó ai F iscal Supremo la

invalidación del acuerdo de la B en eficen cia de Lim a p or el cual se suprim ía la E scu ela de O b stetricia hasta entonces b ajo su patronato. E l fiscal Araníbar en su dictam en señaló que la profesión obstétrica era muy antigua y se había iniciado en el

C o leg io de la M aternidad instituido por decretos suprem os de 1 826 y 1830 cuyo objetivo era socorrer a las m ujeres p obres en sus partos y form ar parteras instruidas y hábiles. P o r entonces se le asignaron com o lo c ales lo s C olegios de Santo T om ás y La C aridad con un

fondo de m il p e s o s p a ra la form ación de una E scu ela de Partos y un presupuesto anual de 3 ,6 0 0 p e so s pagaderos del ram o de suertes. Los toneles de conventos supresos sirv iero n

tam bién p a ra comprar m ateriales de enseñanza

(lám inas, ■m uebles

Fue

en

esas

condiciones que la B en eficen cia asumió el establecim iento de la maternidad costeando sus gastos y reafirm ando e sa obligación en su Reglam ento Orgánico de 1865.

Anteriorm ente el G obierno en 1835 había dispuesto que de los 30 m il soles anuales que

re c ib ía la B eneficencia de ios distribuidores de pan entregaría 2,400 p a ra la Maternidad. A sim ism o la O bstetricia como cátedra figuraba desde 1 8 2 6 m

el C olegio de la

Independencia, y desde 1858 la B en eficen cia había m anifestado su deseo de lib erarse de costear am bas instituciones m éd icas, tai com o lo p id iera su D irector e l Dr. A U íer argumentando que al segregarse la C asa de M aternidad del H ospital de Sania Ana había

perdido su carácter de establecim iento de B en eficen cia p a ra adquirir el de in s to c c ió n p ú blica por lo que su manutención correspondía al M inisterio del ramo. En octubre de


11 1859 s e reitero e se ped id o que e i G obierno v o lv ió a rechazar,

Á sí se mantuvo la situación hasta que en 18S0 la B eneficencia resolvió sólo asum ir el costeo del hospital efe parturientas desvinculándose de la C asa de M aternidad y C olegio de O bstetricia, Con esa. resolución que no fije hecha, de conocim iento del gobierno quedó suprim ida l a e sc u e la de- O b stetricia Araníbar d escalificó lo actuado por -la B en e fic e n c ia

p o r s e r ilegal, pues no p o d ía suprim ir un local fundado con rentas nacionales y cuyo único patrono e ra ei Suprem o G obierno. L a B eneficencia sólo ten ía derecho de adm inistración de esa s rentas (suertes y harinas) a cam bio de mantener l a e sc u e la de

o b stetric ia A sí'o rd en ó a l a B en eficen cia qüe integrara una com isión conjunta..con la facultad de M edicina p a ra p re p a rar el presupuesto de la escuela de o b stetricia que d eb ía restituirse inm ediatam ente, fijándose la cantidad que d e b ía aportar la B en eficen cia para su manutención. :

Eií setiem bre de 1894 el fisc al A raníbar rechazó un p ed id o d e reconsid eración de su dictam en planteado p o r la B eneficencia, ratificando

que

la concesión de. las

cohíribuciónes de loterías; trig o s:-y harinas d e que ..g o za b a J a B en efíeen cia e sta b a cocdiciónada a l a manutención de la C asa de 'M aternidad y E scu ela de O bstetricia y no p o d ía d esligarse e l p riv ileg io de las ob lig a cio n es que éste' im ponía.

Posteriorm ente en 1896 el D irecto r de B eneficencia, T e o d o n c o 'ferry, dsngio -una n ota al Presidente ele la A cad em ia N acional de M ed icin a solicitándole- inform ación p a ra

evaluar la posibilidad, de instalar en Lim a ?m lab oráten o de estudio de enferm edades carbonosas, com o e l tifas, tétano y la dífieria. T erry n ecesitab a conocer s i lo s m éd ico s

peruanos podían fa b ric a r vacunas corríra es-v** m ales y 'lo s .c o s to s que demandaría, la instalación de lo s citad os laboratorios.

E s febrero de 189? fiie nombrada una com isión e sp e c ia l para sugerir lo s p a b ello n es que debían construirse para implantar una nueva E sc u e la de M ed icin a en el Jardín Botánico. E sa Comisión com puesta p o r los D rs. V elez, O driozola, Mufiiz, F lores, R om ero y Ouev Tñ d ividió la escuela en 5 grandes ambientes; e l edificio central (Laboratorio, B ib lio teca , Anfiteatro y oficinas adm inistrativas); e l Instituto de H isto ria Natural (S alas


12 de B otánica, Zoología, L aboratorio, Fotografía y O bservatorio m eteorológico}; el instituto de A natom ía y M edicina O peratoria (S alas de A natom ía y P atología, Fotografía,

M ed icin a O peratoria, O steología, M useo, y S a la de D ibujo y reactiv o s), Instituto de Q uím ica, T o x ic o lo g ía y M ateria M éd ica (S alas de T oxicología, m icroscopios, fotografía y anfiteatro); Instituto de F isiología, B acterio lo g ía e H igiene (S alas de F isio lo g ía , Fotografía, v iv ise c c io n e s , refrigeración, laboratorios, nmse-o y anfiteatro). C ad a uno de esto s se c c io n e s tendría d os p iso s con lo c a le s para p rofesores y alumnos (vestíb u los, bafío, ro p ería).

Finalm ente a m ediados de 1897 se em itió decreto reglam entando las funciones de los m éd ico s titulares según proyecto de la Junta Suprem a de Sanidad y fijá n d o seles las siguientes ob ligacion es: a) Prestar se r v ic io s en h osp itales o lazaretos que ex istiesen en su región; b ) A tender gratuitamente a la gente pobre en horarios determinados; c) H acer

v isitas m éd icas a cá rceles, cuarteles, escu elas y otros lo c a le s p ú b licos; d) A sesorar a la s autoridades en asuntos de salubridad pública; e ) Asum ir asuntos m éd ico -leg a le s cuando no hubiese m éd ico s p o lic ia le s; f) Inspeccionar b oticas y droguerías donde no h ubiese d elegado de la Facultad de M edicina; g) Constatar las defunciones; h) V erificar la buena salud d e lo s ingresantes a la guardia nacional; i) hacer cum plir el reglam ento de sanidad en lo s puertos donde no hubiese m éd ico sanitario; j ) Propagar la vacuna y realizar revacunaciones donde no hubiese serv icio m unicipal de ellas; k) L levar libros de docum entación anual y presentar m em oria sobre la salubridad de su región.


H. HIG IEN E Y EPID EM IA S Las autoridades' de la naciente R e p ú b lic a p e ru a n a heredaron do Vsi adm inistración colonial serios problem as de 'sa lu b rid a d pública, que se v ieron agravados p o r las consecuencias so ciales de la g u erra independeníisía.

E n 182-6 p o r efecto d e las continuas epidem ias' habidas entre 1800-1820, él P residente de 1 Consejó, de G obierno A ndrés ele S anta Cruz decidió c re a r na sistem a nacional de salud c w a m ásím a in stan cia s e r í a l a Junta S uprem a de Sanidad cap italin a a p o y ad a en «na re d adm inistrativa de juntas pro v in ciales y m unicipales y especialm ente p o r las llam adas justas' lito rale s 'que actuarían en lo s puertos' v ig ilando que el tráfico de p a sa je ro s y carga

no introdujera la s pestes ep id ém icas p ro p ia s de zonas cálidas com o las cosías ecuatoriana y centroam ericana. E n la Junta adem ás de las autoridades p o lític a s y los profesionales de salud (m édicos y quím icos)

se incluyó a dos vecinos (propietarios

casados que no fuesen com erciantes) en representación' de las poblaciones civiles.

Entre sus atribuciones se encontraba p re sc rib ir reglam entos p a ra conservar la higiene p ú b lic a -y dom éstica,' au torizar: ia iüu'oducción de m ed ica m en to s,' v ig ila n c ia de la

adm inistración de los hospitales, conservación del flu jo de acequias y lim pieza de letrinas y m uladares, así como la m atanza de las ja u ría s de p e rro s vagabundos que propagaban la sarna y r a b ia Entre sus obligaciones no sólo estab a conservar la salud

física, sino tam bién la em ocional im pidiendo que se presentaran "a í& expectación

pública monstruos y escenas horribles que tanto p erjuicio causan a la s mujeres em barazadas” así como p ro h ib ir que en las fiestas cívicas y relig io sa s hubiese personas, caballos, coches, calesas, etc., que incom odaban a lo s peatones. Se consideraron norm as específicas para la prevención de la fiebre a m arilla com o la destrucción de harina, c a rra s y com estib les que trajeran io s buques infestados y la fum igación de lo s m ism os.


14

E ií 1832 y 1833 se dispusieron rigurosas cuarentenas p a ra los barcos procedentes de G uayaquil y M éxico y C etiíroam érica que arribaran a ios puertos peruanos debido a la e p id em ia de c ó le ra m orbo d e sa rro llad a en esas regiones. A ños después, en 183? durante una n u ev a cuarentena se im puso una m ulta de 100 p e so s a quienes v isitaren esos barcos» asi com o el establecim iento de un lazareto en la is la San Lorenzo p a ra habitación de la tripulaciones extranjeras» y la fumigación con azufre de las naves. A l m ism o tiem po los v ia je ro s llegados p o r tie rra a P ia ra desde E cuador o N u ev a G ranada a P ia ra serían som etidos a una cuarentena de 6 días. E stas recom endaciones fueron com unicadas a. los p refecto s y gobernadores de los departam entos litorales costeños del Perú.

A p e sa r de las precauciones tom adas circulaban a m ediados de 183? rum ores en Lim a de l a existencia de focos epidém icos en v ario s puntos del litoral peruano. A nte ello el M inisterio del Interior encargó al Protom edicato G eneral a fin de que d isp u siera la s m edidas convenientes en aseo, salubridad y p o lic ía p a ra la errad icació n del c ó le r a Sin em bargo, el di m í o oficial, rebosante de optim ism o c re ía que el clim a "dulce y benigno" d e-L im a sería, la m ejor defensa co n tra del c ó le ra q m a rra sa b a en otras zonas p o r m

“rígida temperatura",

E ste mismo año el R egistro O ficial de T m jílío hizo c ircu lar la n o tic ia de que el c ó le ra hab ía ap arecido en P a t o Este hecho hizo que el G obierno so lic itara al Protom edi cato que determ inara las siguientes causas: a) P recauciones sanitarias p a ra evitar una epidem ia de cólera; b) Síntom as y m étodo curativo contra la enferm edad; c) D eterm inar si e ra o no contagioso dicho mal.

En cuanto a lo prim ero el Profom édico. José M anuel V aldés señaló a la atm ósfera como

"el asiento y conductor del cólera,, y que por d ía se comunica y propaga

Sin

em bargo, p a ra contraer la enferm edad d e b ía existir una “predisposición individualff que u n id a a. la "infección atm osférica" originaba el mal.

P o r ello debían tenerse precauciones p a ra conservar la "higiene p ú b lic a y privada" a través de la lim pieza perm anente de sus calles de anim ales o vegetales corrom pidos.


HfCfMxaci^o e á to-tas* p a r te a c o m o la m e jo r | pí^paraciO H pector& l se <*©w©r© p%zn **! 1 jJ iv m ium ediJitQ y c o m p le ta c u r a d o s 4 e to d o ¡ v a so d©

-Asm&~~Croispj Dolor de! P tebo, E sp u ta s da S&Bgr© y Tisis.

E ülfiAPft i MAS Y p u e d e d e c ir? * «gu« m xi® r e m e d ia i^i tPH toda-g !m® a fe cc lc as© la ( i e r g a ^ f a , «i ¡

Pecho ? los Palssoaes.

D a ? e a t& tm t o d a s 1&$ B o t ic a s \? !lr®< •

.

*1

E l C o m e rc io , N m 12,714* 1874.



ARCHIVO SEMINARIO DE HISTORIA RURAL ANDINA - UNMSM,

15

charcos cenagosos o p o d rid o s, m uladares, y fum igaciones de hospitales, así como

re a liza r sepulturas con 3 a 4 p ie s de profundidad. O tro condicionante e ra el “p ésim o pan que comen p o r lo com ún ios p o b re s”, pues desde la Independencia, d e cía Valdé®, el

pueblo co m ía "pan extremam ente nocivo" cansante de disenterías y fieb res b ilio sas. E n el caso de las viviendas recom endaban© perm itir a l form ación de silos o letrinas inmundas.

A las personas b ilio sa s que- eran las m ás predispuestas a contraer e l có lera le s sugería evitar e ico n su m o , de carne de puerco y alim entos condim entados con ají y .e sp e c e r ía s, m aní tostado, confitaras, pastas, y salchichas, e l aguardiente .y. café. .Finalm ente V aldás afirmaba que los episodios de ira. y terro r facilitaban el contagio del cólera.

Las autoridades tenían a sí la resp o n sab ilid ad de facilitar e l "mayor arreglo diéietico en

la comida y bebida".én. la p o b la ció n lim e ñ a

F rente a l a m ala calidad, d el pan, factor de malnutración y enferm edades en las gentes p o p u lares,, eí Jefe Superior de la R ep úb lica, dictó decreto nombrando una C om isión que su p erv isa ría la.bnena elaboración de dicho alim ento en b ien de la salubridad p ú b lic a Las m edidas sanitarias no. llegaron a ten er el éxito p rev isto , y a sí afíos después h a b ía quejas generalizadas sobre el estado de la salud p ú b lic a

En la d écad a de 1840 apareció la fieb re a m arilla en Guayaquil; sobre e sta enferm edad el

consulado peruano en ese puerto informó a las autoridades nacionales .de. una manera im precisa y contradictoria: "El capitán del buque inglés "Victoria" se enfermó: se dijo

que era la fie b re amarilla, pero no dejando él de lom ar su brandy murió á ¡os cinco di as: &i piloto del mismo buque le dio calentura a l día siguiente, y se declaró que era

la fiebre amarilla, pero este no quiso sangrarse, como se le había ordenado , ni hacerse otros remedios, y luego que se le pa só la embriaguez en que estaba, se vino á tierra bueno y sano. El capitán del "Tres am igos" se enfermó gravem ente después de un dia de.francachela, en el que se consumieron muchas botellas de champaña, p e ro al fin sanó, y ss f i é ayer . Asi es todo, mas sin enbargo, siendo un asunto sumamente delicado, y no entendiendo yo nada de medicina, no me atreveré á dar una opinión ■decidida. Puede ser que entre los enfermos haya algunos que toman síntomas verdaderos de dicha enfermedad; pero esto no seria extraño, porque en todos ¡os


p a íse s que han sufrido una epidemia, quedan restos p o r mucho tiempo, sin que estos se califiquen de enferm edad contagiosas1'{ E l Peruano, Tom o X, N ro. 40, 3843),

E n 1842 el G obernador P olítico y Comandante G eneral de la P ro v in c ia Litoral de Piura, C oronel de 'Infantería, C ipriano D elgado, com unicó íú M inisterio de G obierno h ab er tom ado las m edidas convenientes p a ra evitar el contagio de la fiebre a m arilla cerrando las comim icaci cites p o r m ar y tie rra con ese puerto, y la is la Puná con lo s cuales efectuaban continuo com ercio los tumbeamos. T am bién advirtió que los indígenas de S e d a r a y Coíén que viajaban regularm ente al E cu ad o r eran un potencial facto r de contagio., asi como los m igrantes de G uayaquil que habían llegado a C uenca de donde p o d ían p asar fácilm ente a Piura, En P aita los vecinos notables tom aron sus previsiones contra el amenazante m al : arm aron tees buques m enores a cargo de la capitanía de puerto p a ra tipoyes a l a g o leta de guerra "Libertad " en el control del ingreso o s a lid a de buques de la costa píurans, y aprobaron un reglam ento de sanidad p a ra lim pieza del puerto. D elgado dirigió tam bién dirigió una n ota al G obernador de L e ja com unicándole la n e c e sid a d del cierre de fronteras, y señalando que sólo d e ja ría entrar a P ia ra a los v ia je ro s'q u e p o rtaran un documento certificatorio de su sa n id a d

A sim ism o se ordenó la form ación de juntas de sanidad en Se chura, C olón, L a H uaca, A m otapé, Tum bes, A y a b a c a y Suyo, que otorgarían certificados p a ra v iajes, y se nom braron vigías y com isarios en las cuestas que salían de Paita, Coián» P iu ra y en diferentes pueblos (Tum bes, M otupe, L a H uaca, Sechura, A y abaca), asi com o la incineración de m ercancías que Hieran introducidas clandestinam ente del E cuador juzgándose, a sus p o rtad o res b ajo el caigo de "envenenadores".

Sin em bargo, la situación era grave por fa lta de recursos y la proxim idad geográfica y com ercial entre am bos p aíses, p o r lo que e! P residente de la Junta de Sanidad de Paita, Vicente Se q u iera decía: “Los ciudadanos reunidos saben que esta Comandancia no

tienn fo n d o s de que disponer ni tropa con que jecu ta r sus disposiciones: saben también que a Paita p o r su posición local, puede venirse clandestinam ente desde el Sam m illo, lindero del Ecuador, y no ignoran en fin que carecem os de un Lazareto y de los buques menores suficientes para guardar las caletas y otros p u n io s de


X A SAN G R E E l. r e m e d ia

m » % p m u í 0. j

se g u r© p a r a l a

. . • euraeí© s$ 4©

L lagas In v e te ra d a s, 'E rupciones 'm a lig n a s . E s c ró fu la s ,

Sífilis,

R e u m a tis m o , J to d a c la * e d e .e flfe rw á d a ü e * p ro * e o i^ c íe s t i i m p a r «su <$a 1 * f&r*gre y I..**- ¿ u r s a .- e s . N u s t& ; f a iU e n s o s e fe c to s . si se ' t m «I i e o j ^ m&«' .d e n te *

D e venta m todas la s Boticas y Bre­ gúem e. I

E l C om ercio? N ro . 1 2 ,8 1 2 ,1 8 7 6 .



17 desembarque desde Tumbes hasta nuestra bahía. La necesidad dei remedio es tan urgente que ni debem os esperar la s prodiciones que p ueda tomar en este negocio el gobierno lito ra r1 (E l Peruano T om o VIH, N ro , 6 5 , 1842).

E se mismo año se entregaba al ser v ic io d e.lim p ieza de Lim a a un c o n tratista É ste h a ría el barrido de calles en el siguiente orden: dos veces p o r sem ana las c alles a tres cuadras de la plaza, y una v ez p o r quincena a las que estuvieran m ás a llá de

10

cuadras de ía

plaza. A sim ism o' d e b ía lim piar y d a r mantenim iento a acequias, y em pedrados, podiendo tam bién contratar el aseo de. las acequias interiores con los vecinos que jo solicitasen al p recio máximo de 2 re a les p o r vara cubierta, y

1

1 /2 re a le s p o r una descu b ierta

Finalmente estab a obligado a elim inar lo s desm ontes que s e depositaban en las c a lle s

duraste la lim pia anual del río H aatica.

D eb id o a que en Guayaquil había aparecido la fieb re am arilla, el General F rancisco V idal, segundo vicepresidente d el C onsejo d e E stado, y encargado entonces d e l P od er E jecutivo em itió decreto (31 oct. 1 8 4 2 ) ordenando yna n u eva cuarentena para lo s buques llegad os al C allao d e la zon a com prendida entre Guayaquil y Panamá, estab lecién d ose adem ás un lazareto en la is la de San Lorenzo. L os buques serían fum igados con azufre, y la cuarentena la harían en e l mar a sotavento de la is la y a d istan cia de d os tiros de cañón. En Píura s e

ap licaría cuarentena a lo s

v iajeros

llegad os

del

Ecuador,

autorizándose a lo s subprefectos de la s p rovin cias fronterizas a tomar m edidas de em ergencia contra el contagio de la epidem ia.

A fines de 1842 el M inisterio de G uerra y M arina, ordenó al Comandante G eneral-de M arina, que m ientras se v o tab a el presupuesto p a ra construir el lazareto de l a isla. San Lorenzo e lig ie r a un barracón donde se depositaran los objetos para dicho sanatorio, así como armar una o dos em barcaciones m enores que controlaran el cum plim iento de la cuarentena p or lo s buques lleg a d o s allí asegurándose que lo s obreros que fueron a

re a liza r d icha obra no resultaran contagiados del mal.

En 1843 e l Prefecto de L im a J o sé R. Echenique d irigió una nota al G obierno P o lítico y M ilitar de l a P ro v in cia Litoral d el C allao, com unicándole que en Guayaquil y Manabí


h a b ía brotado la fieb re am arilla, p o r lo que se crearía, usía Junta de Sanidad en el C allao, encargándosele que ordenara la inversión de 250 p esos de jo s fondos de m uellaje p a ra construir eí proyectado

lazareto

cubriendo

los gastos

excedentes

m ediante

una

suscripción de particulares b ajo responsabilidad de la nueva Junta. T am bién se fo rm aría un reglam ento sanitario p a ra personas, cargam entos y correspondencia, debiendo e l p a ile b o t "Vigilanteff y íss rondas m arítim as h acer lab o r de p o lic ía sanitarias

A m ediados de este año el M inistro de Justicia, P o lic ía y O bras P ú b licas, José Luis Gómez Sánchez, comunicó a los prefectos de Arequipa, Moquegua, La. L ibertad, Á ncash, y al G obernador de P iu ra sobre la inminente incursión de la fiebre am arilla en Tum bes autorizándolos a disponer de los fondos m unicipales p a ra organizar la lim pieza de las casas particu lares, hospitales, pantanos y cam pos circunvecinos a las ciudades. A los subprefectos de Chañe ay, Cañete e le a se les ordenó rep rim ir el contrabando de cargam ento y personas de buques del norte que eludieran las cuarentenas p a ra descargar sus m ercancías en e s a r zonas del litoral.

Á su v e z el P refecto de Lim a, J.R, Bchem que decreté m conjunto de m edidas sanitarias com o la im posición de una m ulta de 4 a 10 pesos p a ra quienes arrojaran b a su ra a las m urallas, el entierro de anim ales m uertos en zanjas profundas f ie r a de la P o rta d a del M artinete, el traslado de los cam ales donde e sc a se ará el agua a lugares donde sí la hubiera, la lim pieza d ia ria de los corrales donde guardaban sus bestias cié carga los surtidores provincianos de v ív eres de la p la z a del m ercado, y de los conventos, cafes y po sad as, y h asta las cárceles, lo s cuales de no cum plir serian clausurados. A los hospitales se los "blanquearía ** c a d a dos m eses fum igándolos y regando el suelo con vinagre. Las tumbas deberían tener una profundidad de dos varas y re c ib ir 2 capas de cal como desinfectante. Los hacendados y chacareros m antendrían lim pios sus estanques de agua, c o rrales y establos bajo pena de m ulta de

10

a

20

pesos si no cum plieran.

Finalm ente se encargó al Intendente de P o lic ía la elección del lugar más apropiado p a ra d epositar los d esperdicios generados p o r la ciudad.

Entre tanto el G obernador de Piura, Juan José Arríela» comunicó al M inisterio de G uerra

y M arina, que la epidem ia retrocedía, en Guayaquil y Tumbes. Al respecto la Junta de


J>.tc

iir a h v u lo

rcprcscgaü&.Iu números «le w snr el

I n y e c t a d o r o l a H u e lla M a sa ! « e l B O C JT O It F IE B C S » I M e « s s.^ tris K ie n t® s e - « t e d i e » c w l u n í v n m e t i t e p i m t Ifi p e r f c c t » a p l i c a c i ó n « le í

(NEMESIO III il, l á l l M il CATABROS. A c a d a i n s t r u m e n t o acozup& u& n

ám plias y e x p líc ita dirccc¡on<& •p a r a s u nao* C a s a d o e l r e m e d io d e l Dr. S a g e , ¡ « c a t a r r o s , so u s a c o n e s to in s t r u m e n t o , quedan c u r a d o s e n p o c a s v e c e s lo s a t a q u e s | § | § r c c k n l o * d o “ f r ío e n la e a b c x a .” ; ÍM-nt<*iiia?* d e C a ta r r o .- —F r c c u o i i - : te-s d o la r e s d o cabera, descargas d e la g íív g a u ta , a l g u ó a s v e c e s a b u n ­ d a n ! e s, a c u o s a s , m n e o s i d a d e s p e s o , p u ru le n ta , a sq u e ro sa , o te .; e n o tr a s , s e q u e d a d , o jo s s e c o s , l a c r i m ojioíy d é b i l e s d ín f ta n ta d o s c o n d e t r a c c i ó n d e í m c o n d u c to s ele la n a r i z , m i d o o n 'l o s o íd o ? , s ■g a rra m ie n to y t o s j» a ra l i m p i a r k g a r g a n t a , u lc e r a c io n e s , c o s tr a s C ib e ra -, v o s a l t e r a d a , v o s g a n g o s a , a l i e n t o r e p u g n a n t e , p r iv a c ió n c o m p le ta d e los? s e n ti d o s d e l o l o r y e l g u s t o , m a r e o s , d e p r e s ió n • m e n ta l» | w * « lu la d e l a p e t i t o , in d i j e s t i o n , e n g r a n d e c i m i e n t o d e la* g lá n d u la s - d e l a le n g u a , a c c e s o s d e to s , e t c . S o lo a l g u n o s d e e s t o s s í n t o m a s se p r e s e n t a r á n d o « v e s en c u a lq u ie r caso .

Cuando el Kemedio de! .Br< & ge para Catarros se usa con la Hucha K»oal del Dr. Pieree, y se acompaña el tratam iento p ra crito cu c! folleto que en» s p e c ific o p•*— u r a* cr-ui v u e lv e c a d a b o t e l l a d e l H e r á e d io , r e b r ill a r á ir*■\ c u c a s e•*-* — **• f *" l i d i o s a e n f e r m e d a d . E l J l e m c d b er. s u a v e y ni ti y a g ra d a b le d e u> w , m c o n tie n e d r o g a s f u e r te * , c á u s tic a s 6 n o c iv a í

E l C o m e rc io , Mr©. 13*337, ia ? 7 .



19 Sanidad de P a ita recom endaba que no d e b ía im ponerse «na cuarentena, larg a (10 a 1 2 días) en el C allao a los buques procedentes de P aita, pues allí no h a b ía llegado la fiebre am arilla, y adem ás se m antenía un cordón sanitario sobre Tum bes a 60 leguas de allí. Sin em bargo, el v ap o r "P erú” llegado de G uayaquil alarm ó a las poblaciones costeras peruanas informando sobre el rebrote de la fiebre a m arilla en Ecuador.

E n i 844, el. G obernador P o lítico de Pinra, Dom ingo C asanova comunicó al Prefecto de P iu ra h ab er levantado el cordón sanitario de Tum bes, p u es sí G obernador M anuel Espantoso de G uayaquil, le h a b ía com unicado la declinación de la fiebre am ar illa en ese puerto. P ero las juntas, de sanidad lo cales se m antuvieron esperando desalm eerlas':cuando no existiese h epidem ia; considerando que en Tum bes se habían presentado algunos casos m ientras que en el río C hira existían unas ra ra s fieb res estacionales.

A m ediados de dicho año, el nuevo G obernador, de G uayaquil, F rancisco de Ic a sa inform aba a su hom ólogo de P iú ra la perm anencia de la fie b re a m arilla en e se puerto, esperándose que d e sa p a rec ie ra con la lleg ad a del invierno.

Este p a re ce r fue ratificado p o r el consulado peruano en G uayaquil, que consideraba que la fieb re a m arilla y a estab a en retirada, pues casi to d a la p o b lación la h a b ía sufrido, y no hab ía y a gentes nuevas que eran las más propensas a extender l a enferm edad.

A fines de año p e rsistía 1.a am enaza epidém ica, p o r lo que- M anuel de M endibum a nom bre del C onsejo de E stado autorizó al G obernador de P iara, p a ra que h ic ie ra los gastos n ecesario y levantara -em préstitos si e ra necesario p a ra organizar im cordón marítim o en P aita con partidas de soldados.

Asim ism o el Prefecto de Lima, Juan G ualbesto M enacho, comunicó al Protom edicato G eneral que el G obierno re q u e ría se pronunciam iento dictando m edidas de higiene contra las epidem ias de fiebre am arilla y el "botón de oro n existentes en la frontera norte. El Proiom édico G eneral, Cayetano H eredia, reunió al Tribunal del Protom edicaio, y éste recom endó restituir las juntas de. sanidad en el litoral peruano y e! cum plim iento del P.eglamento de P o lic ía vigente, especialm ente en ío relacionado a la lim pieza de


20 acequias y pantanos, así como la construcción ele chim eneas altas donde se usase carbón de p ie d ra , lim pieza de hospitales y del tajam ar com prendido entre el costado del B aratillo hasta la Cruz de las C abezas. Sobre el caso de! llam ado ffbotón de o ro " el Protom edícalo c re ía que e ra el "ántrax " (tum ores subcutáneos), pero no p o d ía sugerir te ra p ia contra dicho m al, pues desconocía su origen y tratam iento, p o r lo que e ra conveniente en v iar un m édico que consultase con sus cólegas de P iu ra y Guayaquil p a ra determ inar m ejor las condiciones de la aparición y d esarro llo .de':dicha enfermedad, : i,

:

A sí en io s inicios de 1845, m ientras se especificaban las nuevas m edidas sanitarias contra las epidem ias norteñas, el P refecto M eim cho, responsable de la Junta Suprem a de Sanidad de L im a repubiicó e l Reglam ento de las Juntas de Sanidad de en 1826. E se reglam ento de 34 artículos tuvo el carácter de provisional, pues se p en sab a reem plazarlo p o r m p o sterio r Código de Sanidad, pero las vicisitudes po líticas lo hicieron perm anente y en esen cia organizaba el sistem a sanitario nacional a través de juntas je ra rq u iz ad a s tem to rialm en te com o s e ia ia m u o s alprÍBcipiG.

A las epidem ias de c ó le ra y fiebre am arilla se anadió la de v iru e la que aunque se c re ía desaparecida, con la aplicación del fluido vacuno, re a p are c ió en 1839 durante la expedición chilena co n tra la C onfederación, y desde entonces no h a b ía dejado de

"recorrer algunos p ueblos del interior”. E l G obierno decidió co m batirla ordenando prim ero a los p árro co s que vacunasen a sus feligreses, y luego extendiendo la inm m dzación a tí'avés de las escuelas y talleres.

E lfio rte peruano seguía am enazado po r la fiebre a m arilla que a rra sa b a en G uayaquil,M ach ala y Cuenca, tal como lo probaban seis notas re c ib id as p o r el G obernador P o lítico de P iu ra A lejandro D eustua, de! capitán de puerto de Tum bes, M arcos Á guirre, el Juez p rin cip al de la p arro q u ia de Santa llo s a (E cuador) Jo sé A. V alam o, y el Comandante G eneral del cordón sanitario en Paita, D ionício B onlanger.

E s ta situación m otivó hizo que D eustua v isitara las iglesias, de su ciudad constatando que continuaba la p rá c tic a de los entierros en sus recintos a p e sa r de que las leyes lo p ro h ib ían y ordenaban el uso de los cementerios. L a p re sen c ia de esos focos infecciosos


ssisntg precioso. para te M im m tm m m d e C oqueluche, I n s m n k s . e t c ; co n tm feT o s n e rv io sa 4* & : T i$ im $ s h s j f i m m m i d 'b t ^ rü K q u io s , C a ta r r o s .* R e a fm d m ^ c íe .

P&HI&, a s f nso Brcnao*. y @§s tM E l C om ercio» Nr$$« t5 s5 2 6 9 1885.



.

S?sdVs\ jSiAH¡O De HíSI GBIA SURAL ANDINA - ÜNMSíVL

*

ov

y el convencim iento de que la fieb re am arilla se h a ría endém ica en G uayaquil lo anim ó a construir el cem enterio de C atacaos, esperando lograrlo en Se chura y A yabaca, al m ism o tiem po que efectuó vacunaciones en Paita. C atacaos, Se chura y Áy abaca, C o lá n y P ia ra

Los capitanes M anuel F rías y M arcos A guirre, de los p uertas de P a ita y Tum bes respectivam ente repostaron el retroceso de los casos de fiebre am arilla en sus regiones, y así tam bién lo informó el ju ez de M achala, A nastasio Rasmillo,, quien garantizaba la desaparición total de la fiebre a m arilla en el sur ecuatoriano descartándose que no existía * ¡ la enferm edad llamada. f"botón de o r o ” que algunas personan afirm aban atacaba Guayaquil.

En 1851 el C onsejero de Estado, José G regorio P a z Soldán, solicitó al Secretario del C onseja, Juan A. R ibeiro que expusiera la s razones legales que im pedían a p lic ar el decreto dé traslado de las herrerías del centro de L im a a las afueras de la ciudad p o r el efecto nocivo que sus ruidos y humos producían en la salud de la población,

R ibeiro señaló que la C onstitución en su artículo 169 garantizaba el libre ejercicio de la industria a los írab ajad o res, y p o r ello no p o d ía estorbarse su desarrollo.

D esde o tra posición, el M inistro de G obierno, Juan M . del M ar señaló que el pro b lem a tenta dos aspectos: lega! y el de conveniencia p ú b lic a En lo legal el G obierno no trataba de im pedir el trabajo de los herreros, sino que estos se sujetasen a las norm as de higiene vigentes en el Reglamentó, de P o licía , pues éste en su artículo 96 d isp o n ía que."no se p erm ita fraguas y hornos de fundición dentro de la ciudad”, y en el

221

p ro h ib ía el

establecim iento de cocinas en las tiendas que hicieran humos perju d iciales a. lo s vecinos.

E sta m edida e ra p o sitiv a, y y a hab ía dado resultados en el caso de las picanterías y chicherías alejando del centro urbano esos locales antihigiénicos. P o r eso si bien e ra inviolable el derecha a! tra b a ja de los h erreras, tam bién ellos estaban obligados a ejercer su oficio respetando .el ornato, seguridad y salubridad de Lima. Las henderías estaban ocupando solares con paredes de quincha, y techos de estera y basura, lo cual e ra un constante peligro de incendio creando inseguridad al com ercio y vecindario. A dem ás


el carbón de p ie d ra utilizado p o r los -herreros- com o com bustible p ro d u d a humos

"sofocantesy venenosos”

E l traslado de las h errerías e ra una necesidad a n tic u a ? asi fue sancionado en 1791 p o r el V irrey G il, p o r eso el C onsejo de Estado d eb ía re sp a ld a r el decreto del G obierno, En 1854 el 'M inistro de G obierno, J.F: P az Soldán, se ñ a la b a que el agua consum ida en Lim a e ra insalubre porque a lo largo de su re c o rrid o arra strab a im purezas y m aterias corrom pidas siendo n ecesario po r ello m ejorar- la A ta rje a y lo sí. acueductos que conducían el agua h asta allí. E s a sí que solicitó al Prefecto que rem atase la construcción de mi nuevo sistem a de cañerías de cal y lad rillo cubiertas p a ra conducir el agua de los puquiales en buenas condiciones hasta la A ta rje a

A I año siguiente, M anuel M, B asag o iíiaj asum ió la p ro p u esta que h ic ie ra antes su socio, T o m ás W eeiück, p a r a conducir é í agua potable p o r el sistem a de cañerías m etálicas d esd e el depósito de M arav illas a las calles lim eñas. L a p ropuesta de B asagoitia fue a cep tad a y éste asum ió el com prom iso de lle v a r las cañerías p o r la urbe sin costo alguno p a ra el Estado y el v ecindario obteniendo a cam bio tm priv ileg io de 50 años p a ra cobrar p o r el serv icio de abastecim iento de agua. L a o b ra debía teim mm’se éh diez airos caso contrario se p e rd e ría el privilegio.

E ste contrato íhe elogiado p o r E l Peruano que c ritic a b a el uso de las antiguas cañ erías de b a rró porque se acum ulaban de im purezas y su maiÉenimiéiito e r a costoso róm piéndósé a la m enor presió n q u e d e les h a c ía dejando continuamente sin agua a sectores de L im a p a ra beneficio y especulación, de ios cargadores de ag u a La rep aració n de esas cañerías o b lig ab a a excavar en la r calles interrum piendo el tránsito y form ando charcos que eran focos de enferm edades epidém icas. E ste stetem a adem ás c re ab a un am biente húm edo p a ra la s viviendas que d e sap arecería con las cañerías m etálicas. D estacab a asim ism o que la em presa del agua no restrin g iría los derechos a nadie, pues estaba ob lig ad a a d ejar libre el aprovisionam iento de los vecinos a través de pilones públicos teniendo estos la p o sib ilid a d de contratar con e lla a precios m ódicos el tendido de cañerías h asta el interior de sus viviendas si así lo deseaban. N o existía pues m onopolio dado que se respetaban los derechos de la em presa, del vecindario y de la gente pobre que se


.P r& ftery aU v o . y ; I t e a e t i v a c e r n irá í m . Á M c p s t s . ' 'B m m m & ñ c lm t® a r te * t l 0 © t 9 f g l m o p é » * - A p & p l@ g !& 0 . | B é f g ^ s t t o « & 'W m h lá m . . E n f l e o i p n d e E p i d m t f a , j € M m % W U h r m - m a li@ ¡a .áft» ele* - ; ■ .

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El C om ercie, Nro. !S,S26s 1885.


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23 d ed icab a al carguío de agua.

En 1856 E l Peruano a lertab a sobre los pelig ro s de u n a epidem ia de viru elas en L im a com o prolongación de los casos ap arecid o s en todo el territo rio nacional.. A i mismo tiem po destacaba las m edidas tom adas en diciem bre de 1855 p o r el G obierno p a ra su prevención a través del M inisterio de Instrucción y B eneficencia, m ediante el envío dem édicos a A ndahuayias, Pataz y Huam achuco. Puno, C usco, Chota, Jaén, C ajaraarca, H u a n ca v eik a, H uayias, Conchucos, Tacna, A requipa, R ecuay y J a u ja con haberes de entre 200 a 50 peso s mensuales.

E l G obierno invirtió en el com bate de la epidem ia 7,680 p e so s m ensuales destinados aí pago de 33 m édicos p a ra 29 provincias. L a esta d ístic a de ios estragos, de la epidem ia, en núm ero de enferm os, fallecidos y curados en iodos los departam entos fue encargada a los prefectos,

A fic e s de 1856 eí G obierno representado p o r F e lip e B arre d a firm ó un contrato con Antonio B ursátil p a ra la conservación, aseo , y arborización de la A lam eda de los D escalzos. E ste contrato, de 20 cláusulas ob lig ab a a B orsani la colocación de tres mil plantas en dicho paseo ai p re c io de 4 re a le s p o r unidad debiendo adem ás reponer p o r su cuenta las que m uriesen, a sí como m antener lim pias las acequias y regar las calles circundantes evitando el: levantam iento de polvo. En lo s cuatro prim eros m eses de trab ajo se, la ab o n aría 200 p esos m ensuales, y después se re d u c iría a 140 h a sta el ím del contrato. E l G obierno adem ás d e b ía facilitar a B orsani un local en Santa L iberata p a ra la m ultiplicación de sus plantas, depósito de herram ientas y v iv ien d a de los jard in ero s.

L a sustitución de-i v iejo sistem a de cañerías lim eñas no se cum plió en su totalidad. A sí en 185?, el Intendente de P o lic ía de Lima, M anuel Tasar, comunicó a la P refectura que en la calle de L a M oneda se- h a b ía constatado el deterioro de las cañerías, que am enazaba con provocar una inundación en e sa zona. P a ra evitar aniegos que afectaran l a salubridad pú b lica, T afur se reunió con el arquitecto de E stado, M J . San M artín, e! M aestro M ayor de O bras P ublicas, José A n ía d illa y el Inspector de C añerías, M anuel G arcía, acordando evitar el tráfico de carruajes p o r la zona y l a inversión de 500 p eso s po r la T e so re ría


24 D^past-amental co a el fío de re p a ra r las cañerías dañadas.

O tro p ro b le m a sanitario de la capital a m ediados del siglo pasado- lo constituyó el b en eficio del ganado. En 1858 el E stado compró a P edro Conrov e l m atadero general por 320 m il p e so s obligándose éste a entregarlo luego de b a c e r la s rep aracio n es pendientes en dicho local. Conroy c ed ía sus acciones del m atadero al E stado del cual bis h a b ía adquirido en jillió de'1 85 5 . 'Está m edí da d e l G obierno b u scab a ev itar e lih ó n o p o lio sobre la carne, m ram o de subsistencias vital p a ra la alim entación en a q u ella époriL y a ia vez obtener dividendos con el arriendo de la adm inistración de esa. em presa.

Sin em bargo, en 1859, el cam alero 'Lorenzo Aeáo se quejaba del reglam ento del m atadero calificándolo de "mal, m editado" y qué sólo b en eficiab a M subastador en perju icio de los cam aleros y los consum idores, Según ÁédÓ e í subastador p ro v o c a b a la escasez artificiad del ganado p a ra dism inuir la oferta de carne y subir los p recio s, pues

"matando menos ganan más y ganan más teniendo ellos (los camaleros) que p a g a r como SO peso s diarios de p a sto s d eíga na do p ro p io que s é reserva (el subastador) " A p e sa r que e í subastador c o b ra b a i íegálmente 14 re a te s p o r ra s m uerta, pues el reglam ento lo h a b ía fijado en

12,

éste gan ab a m ás si" red u cía la m a ía iz a com prando todo eí ganado

de los cam aleros 5? ofertando carné en cantidad lim itad a p a ra hacer su b ir ei p re c io de é sta de 3 a 4 reates. A ed o dem andaba la derogación d e l reglam ento citado p a ra lib e ra r la m atanza ele ios ganados, E ste ped id o fue rechazado p o r el F isc a l de la C orte Superior, M anuel V icente V illsrárg quien consideraba d eb er d eí G obierno re sp eta r los contratos celebrados, p u es de lo contrario el em presario te n d ría todo el derecho de e rig ir iiídetim ización estatal. p riv a d a

(m atadero)

S eñalaba adem ás que e ra lógico que im cialm eníe u s a em presa enfrentase

la

oposición

de

intereses

privados

de

grem ios

(cam aleros), pues con ia apertura de carnicerías p o r e-i m atadero los precio s de la carne tenderían a b a ja r y e llo p e rju d ic ab a el negocio de los cam aleros. L a (m ica solución p a ra e! pedido de los cam aleros e ra h acer cum plir cabalm ente e!. reglam ento p a ra que los ganados de estos se beneficiaran antes que el de los subastadores, pero sin evitar la am pliación del negocio porque el aumento de la oferta y la com petencia b a jarían los p re c io s en fav o r de los consum idores.


y t ó s t ó t i m l w s i i í i i& dlm

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r.usba d é m i p i t o - y f^£«to*gi$d& l> Í£g. 2fo ® m * .tiene» m e s w i o m ^ ^ ? 4 . a i l a 0 s i t ■ P r a é b ií» y «©» o llas k i t ó iw d íík *

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E ! C o m e rc io , N ro . 16*023, .2.886*


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En 1859 trente a la epidem ia de v iru e la que se presen tab a en Lima, el M inistro de Instrucción y B eneficencia, Luciano M. Cano, solicitó al D ecano de ia Facultad de M edicina, Cayetano H eredia, que convocara una ju n ta m édica p a ra que recom endasen i as m edidas sanitarias contra dicho mal.

E n una reunión de 24 m édicos se plantearon las siguientes m edidas:

A islam iento de lo s epidem iados en mi hospital especial. b ) R enovación del finido vacuno, pues el usado databa de 1806, y h a b la perd id o su energía inmunizante. Al resp ecto , el Dr. A ros am ena propuso se experim entase con el ñ u id o obtenido en

Arequipa

que había dado buenos resultados.

A l mismo tiem po se

sugirió establecer un prem io p a ra quien descubriese una vacuna peruana, y m ientras tanto se la im portaría de E u ro p a p o r el sistem a de brazo a brazo, c) O rdenar m ia re vacunación general con el nuevo fluido. d) O rganizar el serv icio obligatorio de vacunaciones a cargo de m édicos v a d e a d o r e s asignados a los departam entos.

L a p ersisten cia de las epidem ias y el crecim iento dem ográfico h a c ía p en sar a las autoridades en ia necesid ad de nuevos espacios donde re alizarse la. h ig ién ica sepultura de los fallecidos resguardando a la. urbe de la contam inación. A fines de 1859, el Prefecto del C allao, lo s é G. Taram osia comunicó al M inistro de Instrucción, José F. M elgar, la inauguración de las obras en el cem enterio d e B ellav ista las cuales debían term inarse en cuatro m eses.

En 1861 el M inistro de G obierno, M anuel M o rales en nota, al Prefecto de Lim a le in d icab a que exigiera a la M unicipalidad que m ejo rara el aseo de Lima, pues las calles del centro se hallaban llenas de inm undicias, y el contratista de lim pieza no cum plía sus obligaciones. Las autoridades m unicipales debían determ inar un sitio a sotavento de las m urallas de la, ciudad donde el contratista lle v a ría la basura, así como sancionar a quienes destruyeran esos m uros con el fin de proveerse- de m ateriales de construcción

D ebem os h acer notar que las co ndiciones,sanitarias de las capitales provinciales eran


26 sim ilares o p e o r a las de la capital, y da allí la form ación, da n á d a o s endémicos.

Á i resp ecto , a m ediados de 1861 el Prefecto de L a L ibertad, M anuel Suárez transm iti ó al M inisterio de B eneficencia un informe sobre las condiciones sanitarias de T m jillo elaborado p o r José Ignacio H uidobro. m édico titular de dicha ciudad, H uidobro señ a la b a que se h a b ía superado las epidem ias de fiebre am arilla y v iru e la presentadas áfios atrás, y que sólo subsistían enferm edades estacionales, como las fiebres interm itentes, gastrob ilio sa s (otofio-m viem o), afecciones. catarrales,. bronquitis, pleu ritis y

reum atism o

(invierno), calculando el índice de m ortalidad en un,4 % del total poblacional.

E n 1863 J a Junta Suprem a de- Sanidad lim eña se reunió m la P refectura para.contem plar eí pelig ro d e jo s caso s de. saram pión y v iru e la presentados en ia capital. A i respecto, la Junta consideró que la .v iru e la no ten ía aún al carácter de epidem ia, pues los casos eran pocos y benignos (b a ja m ortalidad) y p a ra im pedir su avance e ra necesario una cam paña de revacunación. E l saram pión si h ab ía alcanzado carácter epidém ico, pero po r su benignidad p o d ía com batírsele con reposo y agua de cebada o cualquier b e b id a sudorífica, aislando a los enferm os p a ra evitar contagios p o r la atm ósfera, Como recom endación final s e .so lic ita ría al. G obierno la construcción.de. dos nuevos hospitales p a ra asi evitar el hacinam iento de los existentes, pues la fa lta de ventilación y desaseo p ro v o c a b a infecciones num erosas.

A m ediados de dicho año e l M inisterio de G obierno expresó su po sició n al. C onsejo de M inistros a cerca de la subasta del m atadero general como m edida para., ev itar el m onopolio de la venta de cerne. Según e; M inistro Freyre en épocas p asad as existieron v ario s m ataderos desaseados en Lima, sin régim en sanitario ni control.de calid ad de los ganados p o r la M unicipalidad, por lo que la gente term inaba consumí ando carne de reses enferm as y desnutridas. E stablecido el m atadero fue entregado prim ero a manos particulares, y luego com prado p o r el G obierno que trasladó ?;u adm inistración ai concejo lim eño,

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cual a su vez lo arrendó a m em presario que impuso un sistem a de

m atanza restrictivo con el fin. de buscar, la escasez de la carne y e lev ar su precio, privilegiando adem ás el beneficio de su propio ganado en perjuicio del de los cam aleros, E ste sistem a pues, e ra Inconveniente sugiriendo Freyre autorizar la coexistencia

de


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€ El amaleo cw&ldSaibó del B l W f ©&®~ t l l r l c © d® l a s ^?s© c m i áé&iñ íl« «iermiru» #o?&3 $?ss <** ¿ í f s y evita oí c á r fe t fortalece f e «¡iseife ra a tü e a S a i ios d ie n te s im M anco fttt& rtp * í» SerViCSO

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A RCH IV O SEMINARIO DE HISTORIA ’ BURAL ANDINA - UNMSM.

vsirios m e a d e ro s y el m atadero general;, susceptible de ser arrendados y v igilados todos ello s en su aseo po r la autoridad m unicipal.

A fines de 18.63 el M inistro de G obierno, C ipriano .Zegarra, rem itió una circular a los prefectos de la sección nor-central de la costa entre Lima y Puma; en prev isió n de que p u d ie ra extenderse a esos territorios la ep id em ia presen te en P anam á-debiendo e jercer e stricta v ig ilan cia sobre las em barcaciones que arribaran .con la llam ada patente suda y •cuyos p a sa je ro s y cargas debían ser internados e n mi lazareto o pontón. E l G obierno quiso a i m ism o tiem po regularizar las m odalidades y costum bres de entierros pero sólo se atrevió & sugerir como m edida higiénica* que todos los cadáveres fueran llevados dilectam ente al panteón y no fueran objeto de exequias en la 5? iglesias. Lo cierto es que el G obierno tem ía una extensión de l a enferm edad porque se h a b ía desactivado la vacunación.

A sim ism o a f in e s de 1865 el Prefecto de Lima». J.F, A sd raca, re ite ré la necesidad del traslado de herrerías y curtiem bres del centro urbano a los extramuros de la capital, tal com o se h a b ía dispuesto en 1851. P a ra ello A n d raca solicitó ai concejo m unicipal la prohibición de expedir nuevas licencias p a ra el establecim iento de tales negocios, y al G obierno que interviniese legalm enie afim de acabar con las p ropiedades “de escritura

indefinida **' que alegaban p o se e r estos negociantes sobre sus locales céntricos. E i c ó lera o la fiebre am arilla v o lv iero n a am enazar a la costa peru an a en 1866-186?.

En octubre de 1866 se h a b la registrado v a rio s enferm os del c ó lera en los hospitales lim eños p ero no se le dio im portancia por ser p rim av e ra que e ra según se p e n sa b a «na constitución atm osférica, desfavorable al desarro llo de esa 'funesta enfermedad t!, L a Facultad de M edicina de San M arcos nom bro tma com isión com puesta p o r los Drs, M anuel O driozola y M artin D uíanio, quienes en un breve informe d e cía s sobre el c ó lera

"que desde tiempo inmemorial no ha sido rara esta enfermedad en Urna, hacia la estación de la primavera y muy particularmente en el estío: pudiendo hasta cierto punto explicarse su manifestación entóneos, por cierto grado de debilidad que sufren los órganos digestivos bajo la acción del calor, asi como por el abuso que muy generalmente se hace de algunas frutas, refrescos y otras sustancias indigestas " (El


28 Peruano,-Tom o Lí^N ro. 4 2 ,1 8 6 6 ),

E l cauteloso inform e consideraba ios casos del co lera como norm ales dentro de la ex periencia peruana, y aunque m excluía una ep id em ia recom endaba que e lla podrís. superarse restableciéndose las juntas sanitarias en. los puertos y ejerciendo m ayor v ig ila n c ia sobre las em barcaciones que llegaban del exterior, y especialm ente en k s m edidas higiénicas de orden público. Á l respecto* Diñante? y O driozoía hacían énfasis en los efectos nocivos del sistem a de acequias lim eño, que convertía la capital en una ciénaga p erp etu a y fuente de ^emanaciones Im alu bles (y) muchas enferm edades de mal

carácter” imprim iéndole mayor gravedad a las que reconocían "una causa puram ente esta cio na l " L a rusticidad de ios canales que re co rrían la ciudad producían constantes inundaciones form ándose muchos 'Tocos m iasm áticos", los cuales unidos a m ontañas de inm undicias existentes en las calles daban una cru d a imagen de la. higiene p ú b lic a y am enazaban convertir L im a en un gran hospital atacado p o r enferm edades pestilentes constantemente p ro v o cad as y sostenidas po r esos pod ero so s elem entos de destrucción,

A dem ás de las acequias, en los co rrales, p atios interiores y azoteas de las viviendas lim eñas se form aban depósitos-- de m aterias fecales y oirás inmundicias.

A i respecto, El C om ercio a d v ertía en 1860 que tanto el auixiento .de la pob lació n como la altura, de la s edificaciones hacían d ifícil l a circulación y. elim inación de lo s gases tóxicos creados p o r acequias y silo s, los cuales durante el verano propagaban rápidam ente los m iasm as p o r to d a la capital debido a la v o l a t i l i d a d del aire cálido.

L a introducción del sistem a de abróm icos íue vista entonces como im s solución efectiva, p a ra el re c o jo higiénico de las m aterias fecales de las casas m edíam e los inodoros y con ello el m ejoram iento de la salubridad pública,

A l mismo tiem po se continuaba, pensando en el E cuador como un foco potencial de am enaza contra la salud. El G obierno peruano reco n o cía p o r ejem plo que el m edio "más

racional y e fica z” contra la fiebre am arilla e ra la incom unicación absoluta con G uayaquil pero esto exigiría un cordón sanitario en la frontera norte con h o p a s


m C * * r e i<*. NrOk 1 6 ,1 2 5 ,1 8 8 7 ,



29 suficientes en tie rra y buques de guerra, en el m ar; como e ra im posible hacerlo el G obierno se lim itó ; a las recom endaciones usuales; y una vez más se lam entaba la inexistencia de un lazareto que ia Facultad de M ed icin a h abía solicitado años atrás se construyese. En el C allao, p o r lo menos se pensó p a ra ese fin en arrendar un edificio que los em presarios l i a r o s habían construido en la. isla. San Lorenzo.

A nte la expansión del có lera m orbos p o r todo el continente ?! G obierno dispuso m edidas p a ra conservar el aseo en los sitios p ú b lico s, casas y personas, mayormente entre las clases populares de In capital, hacinadas en viviendas reducidas. El d iario oficial p e d ía a los m édicos dictar entre la gente las m edidas de higiene conveniente p a ra prev en ir la enferm edad.

A! afío siguiente se aplicó la cuarentena, p o r 7 días a los buques que llegaran de P anam á donde se h a b ía declarado una epidem ia de fieb re a m a rilla A l respecto, el cónsul peruano en Panam á inform ó al M inisterio de R elaciones E xteriores que la fuente de la epidem ia estaba en Saint Tilomas, pues a la lleg ad a de buques de ese puerto a Panam á se presentaban siem pre nuevos casos de la epidem ia,

D urante 1867 a p e sa r de ia ríg id a cuarentena se presentó en el C allao el p rim er caso de m uerte p o r fiebre a m arilla en mi pasajero del vap o r "Paita " de la C om pañía Inglesa de V apores ingresado e s e l H ospital de- G uadalupe. Ante este hecho el M inisterio de G obierno notificó a dich a C om pañía que tom ara m ayores precauciones en sus em barques de p asajero s, pues de lo contrario s e ría penado según la s leyes vigentes. A l mismo tiem po se exigió al Cónsul peruano en Panam á a tener m ayor celo en el control de los em barques destinados al Perú, y a las juntas de sanidad la. aplicación estricta de las cuarentenas.

A fines de 1867 se reunió la facultad de M ed icin a p a ra determ inar im m edidas destinadas a. prev en ir la introducción de la fiebre a m arilla actuante en G uayaquil Los m édicos opinaban que la m ejor m edida e ra la incom unicación total de la costa peruana con G uayaquil, pero dado que ello no e ra p o sible p o r razones com erciales, lo más apropiado e ra aplica*' la cuarentena p o r 10 días entre la zona de Tum bes y Santa, y 7 días


30 $n e l C a lla o , 'Cuando se detectase un caso de fieb re a m a irlia er» c u a lq u ie rb u q u e éste

s e ría puesto

«3

cuarentena p o r 40 días. Entre tanto d e b ía construirse el lazareto p a ra el

C allao en la is la San Lorenzo aprobado p o r decreto de 1866, al igual que en Paita, y

Tim bes.

E l silo de 1868 se produjo la m ás grande catástrofe para la salubridad p ú b lic a lim eña,

pues l a fieb re am arilla atacó a todos los sectores so ciales de la capital causando gran m ortalidad. X a s 'deficientes 'cond icion es sanitarias • de L im a unidas a. s u ' p recaria i!# a e stru c íu ra hosp italaria crearon él ambiente p ro p icio p a ra el d esarro llo d e . la epidem ia.

A in ic io s de dicho año, el Segundo V icepresidente P ed ro D iez C anseco m andó p o r decreto el restablecim iento de las jim ias de sanidad:- en L im a (Suprem a) y pro v in cias (S uperiores), la s cuales debían regirse p o r el reglam ento sanitario de 1826. A sim ism o reiteró la n ecesid ad de construir un lazareto en el C allao ante eí inminente brote epidém ico de fie b re am arilla. .

A su v e z el M inistro de G obierno, A ntonio Gutiérrez de la Fuente com unicó al A lcald e d e Lim a que habiéndose iniciado la epidem ia en el C allao e ra de extrem a urgencia d e sa p a rec e r los puntos insalubres de la capital p a r a lo cual le ofreció apoyo económ ico.

L a situación san itaria e ra c rític a y en los prim eros m eses de- 1868 s e rem itieron 2 ,5 0 0 s o le s aí H o sp ital dé T ru jiílo para el com bate de -«na ep id em ia de tifoidea, m ientras que

en L im a se entregaron 5 m il soles para construir ei lazareto, del C allao.

P oco después la epidem ia llegab a a Lima, y ei M inisterio de Instrucción y B eneficencia comunicó al Prefecto P edro Salta» Presidente de La Junta Suprem a de Sanidad los prim eros ca so s de fieb re am arilla en los hospitales de San A ndrés y Santa Ana, p id ién d o le que convocase a los m ieabros de la Junta» el D irecto r de B eneficencia, XM. de ia Puente, el A lcald e provincial, Isid ro E nsancho, el D ecano de M edicina, M iguel de los R ío s, a una reunión de em ergencia p a ra tom ar m edidas para combatir la peste. A sí, se aco rd ó esta b lecer un lazareto provisional én el H ospital del Refugio, suspender las obras


PARA' £L"CABELLO* Á n m m t& v M m m m ' f

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Y C Jfá A g e n te * E l C o m e r c io , N ro.' I 6 S4 6 8 S 1888.



31 de canalización o excavación que pro v o caran em anaciones tóxicas, y re a liza r visitas m unicipales de control higiénico a m ercados y barrios.

E í M inistro M uñoz dispuso adem ás la div isió n de lo s cuarteles de Lim a en dos distritos m édicos, que serían atendidos p o r los m édicos nom brados p o r el G obierno y m unicipalidad respectivam ente apoyados p o r practicantes, con el fin de atender a la gente m enesterosa, y la form ación de un cuadro de la p o b lació n epidem iada indicando sus direcciones y datos personales, la evolución del m al y respuesta al tratamiento. A sim ism o se autorizó a la B eneficencia a. .fundar un nuevo h o sp ita l con sus rentas y lo s fondos de cofradías que adm inistraban adem ás de 2 m il soles que el G obierno entregaría p a ra dicho trabajo.

A l respecto, El C om ercio recom endó a las autoridades que e ra im prescindible acabar con la “aglomeración dé hospitales e n e ! centro de la ciu d ad ”, pues estos constituían un te m b lé foco infeccioso donde se cobijaban a 1,700 epidem iados f'a una cuadra de la

Plaza del Mercado, e s decir, del depósito áe la alim entación pública y que todo eso se encuentra en el centro mismo de una población de cien m il almas, atravesada p o r acequias inm undas” (E l C om ercio, N ro. 9,702, 1868).

P a r a p re v e n ir el contagio de la fiebre amarilla p o r m edios am bientales se propusieron v a rio s elem entos desinfectantes.

E n Lim a, Julio Senon propuso al concejo lim eño el em pleo del Imano p a ra lim piar casas y calles, pues éste contenía “propiedades alcalinas y p rincipios antipútridos ” . A su vez, el D ire c to r de la E m p resa del G as de Lima, F. M a rrio tt sugirió el uso del alquitrán, que p o d ía se r incinerado, ro se ad o o evaporado en los espacios públicos. Finalm ente en el C allao se quem aba p ó lv o ra aunque se p en sab a que **la desinfección de la atmósfera

al aire libre [era]punto menos que imposible

T o d o s estos m étodos fueron criticados po r el B r. R ic ard o D esm aison, quien afirm aba que "las grandes hogueras aconsejadas desde Hopócrates, son cosas que repitiendo

las palabras de una notabilidad médica nunca dejan de hacerse en tiempo de


32 ■epidemia, p e ro cuyos resultados kan estado siempre muy lejos de las esperanzas que han hecho con ceb ir” (El Comercio, Nro. 9 ,6 9 9 , 1868),

En medio de ia impotencia contra ía epidemia surgieron medicamentos experimentales, como el tónico del Dr. Jorge Ravanaugh, y el febrífugo de Juan Luis Guerrero., éste último ofrecía curar el mal en "d o s días y -nada m ás que co n d o s d o sis”, k< cual respaldaba con una larga lista desagradecimientos de los sanados con di dio febrífugo.

En 1872 se aprobó, el Reglamento de Policía Municipal para Lima compuesto. por. ó títulos y 250 artículos, abarcando temas como la salubridad de comestibles y bebidas, agua potable, aguas de aseo y riego, prevenciones higiénicas, tránsito urbano, .ornato, orden y moralidad, teatros, plazas de toros, circos, paseos, accidentes varios (incendios, inundaciones, exposiciones) y boticas y droguerías, Entre las medidas más. notables estaban la designación de tres botaderos públicos en las afueras de las murallas (Martinete, Montserrat y Piedra Liza), y la recomendación de que las viviendas debían considerar un espacio de 3 metros cuadrados por persona y 2 1/2 metros de altura

Ese mismo año el Ministerio de Gobierno rechazó la propuesta de Jorge L. Morton para que se le concediese privilegio por diez años a fin de introducir un sistema de desinfección de materias fecales y otros desperdicios por medio de aparatos especiales. Según el Gobierno, Morton no probó ser inventor de los aparatos que deseaba vender en Lima, y por ello se habla negado a presentar información sobre estos a la comisión nombrada para el estudio de su propuesta Además los empresarios de abrómicos, Joaquín Miró Quesada, Marcelino Arosemena y José María Viííartao, habían señalado que el sistema de Morton era. similar al que ellos utilizaban desde tiempo atrás por lo que no era novedoso.

En 1873 el Inspector de Higiene del Concejo del Callao, Luís Rúcelo, informaba sobre las mejoras sanitarias realizadas en el puerto, como la. difusión de la vacuna infantil, siendo conveniente el relleno de un zanjón abierto por la Empresa del Muelle Dársena, pues éste era un foco infeccioso que recibía la descarga de silos, debiendo clausurársele para obligar a que los vecinos prolongaran sus desagües hasta el mar. Asimismo detalló


A R C H IV O SEMINARIO

DE

HISTORIA

RUHAL ANDINA - ÜNMSM.

un pian de reformas sanitarias, en ios que destacaba la canalización genera! del Callao. el control de calidad de carnes.en ei matadero general, el combate de la venta excesiva de licores y comestibles adulterados, el aseo de callejones, y destierro de! arrojo de basura a ta v ía pública o techos.

A mediados de 1884 la sección de Marina del Ministerio del ramo fijó las multas que pagarían los buques que no portaran patentes de sanidad a su ingreso a puertos peruanos según la escala siguiente: 1) Los vapores de más ele 200 toneladas.de registro, pagarían 50 toneladas y los de mayor tonelaje 100 soles, 2) Los buques de vela de menos de 200 toneladas pagarían 30 soles, y los de más registro

60 soles. Cuando proviniesen de

zonas epidémicas los montos subirían a 300 y <500 soles para los vapores según su registro, y si se presentaba un caso de enfermedad a bordo, tendrían que pagar 500 o 1,000 soles del mismo modo.

En general, después de la guerra con Chile hubo un período de reorganización que por separado realizaron primero Cáceres-Morales Berrnúdez y luego Piérda. Dentro de ese contexto podemos entender algunas iniciativas relacionadas con salud pública.

En 1884 el territorio peruano fue dividido en dos administraciones (sanidad marina y sanidad terrestre) y fue creda una junta central que recibía colaboración consultiva de ía Facultad de Medicina limeña: de esa Junta Central dependían las juntas de sanidad tanto departamentales como, municipales. Esta ley de salubridad en sus diversos títulos y capítulos normaba toda la acción del Estado. En el caso del servicio marítimo el sistema se basaba en visitas, patentes, cuarentenas, desinfecciones y lazaretos. Más preciso éralo referente a la sanidad terrestre con indicaciones sobre la administración de mercados, mataderos y cementerios que sin em bago no filero» cumplidas en su generalidad. Menos todavía pudo establecerse los llamados hospitales-barracas en las afueras de la ciudad para las enfermedades infecto contagiosas; y en el caso de la población resultó lírico legislar el sitio donde debían lavar sus ropas o abandonar a todos los animales muertos.

Lo mismo podemos decir sobre las recomendaciones relativas a estadísticas y las sanciones correspondientes al incumplimiento de esta ley. En octubre de 1884 el

'


34 Presidióte 'Provisorio' (fe'la '-República, Migué! Iglesias, aprobó m nuevo Reglamento General de Sanidad que constaba de 6 títulos, 22 capítulos y 139 artículos. En él se organizaba el servicio de sanidad marítimo y terrestre, el ejercicio de las profesiones médicas, la elaboración de una estadística general y demografía médica y los derechos sanitarios que se cobrarían a los usuarios de los servicios prestados por el Estado (patente de sanidad, inspección de buques, ganados o locales, licencias y vacunas). El servicio sanitario continuaba bajo la supervisión de una Junta Suprema de Sanidad apoyada en otras departamentales y provinciales.

En noviembre de 1884 se instaló la nueva Junta Suprema de Sanidad de Lima integrada por el Decano de Medicina, José J. Carpancho, el Director de Benefíciencia, Felipe Varéis, e l Jete de la Sección Marina, Capitán de Corbeta, Juan Salaverry, el Prior del Consulado Aurelio Denegrí, el Alcalde Ignacio de osma, dos catedráticos de la Facultad de Medicina, y dos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Beneficencia Se nombraron seis comisiones para hacer cumplir el Reglamento de Sanidad vigente.

Por entonces la Compañía de Navegación por Vapor en ei Pacífico se quejó ante la Junta de los altos derechos de visita sanitaria cobrados a la navegación comercial. La queja pasó a la Comisión de Servicio de Sanidad marítima que decidió exceptuar deí pago de 5 centavos por visita a las embarcaciones menores de 200 toneladas, pues la. multiplicación de viajes que normalmente realizaba un buque lo obligaría a hacer demasiados gastos. Esta Comisión también dispuso la formación de lazaretos en el Callao, Paita elslay.

Un afio después ia nueva tarifa de visitas fue derogada para restaurar la existente antes de 1884, pues las com pañías habían ofrecido rebajar en 20% el precio de pasajes y fletes aumentando además los viajes ai norte y sur con la condición de que fueran suprimidos los derechos de visita.

La renovación urbanística de Lima se hacía imprescindible para conservar la higiene y salud de la población, pues la abundancia de edificios .ruinosos y establecimientos


■35 insalubres (fondas, cocinerías, etc.) creaban na ambiente contaminante, que sólo era remozado por la Municipalidad pasando un “p o c o d e c a l u o c r e " sobre las vetustas paredes durante las fiestas públicas. Si esta situación no se remediaba, decía Ei Comercio en 1885, Lima en pocos años se convertiría en un “k a c in c m ú e n to d e b a rn iza d a s r u in a s ’''.

En 188Ú se concedió privilegio exclusivo por diez años a Oscar La-Porte para introducir carnes conservadas por el sistema de aire c omprimido sin uso de sustancias químicas. La Pórte quedaba exonerado del pago de derechos aduaneros por la importación de las máquinas y materiales para sus frigoríficos, pero debía pagar- los derechos de sisa y camal y otros que correspondieran ai ejercicio del comercio. El Gobierno pensaba que este sistema abarataría los costos de la carne fresca en tanto se recuperaba la oferta de la ganadería nacional. Sin embargo, meses después la Municipalidad de Lima resolvió derogar' el privilegio concedido a La-Porte sin dar mayores explicaciones.

En cuanto al estado sanitario de las cárceles puede mencionarse la evaluación sanitaria hecha a inicios de 1836 por el Dr, Macedo, médico titular de Lima, en el Panóptico cuyos presos estaban afectados de tuberculosis, malaria, reumatismo además de gastroenteritis, catarros y enfermedades cutáneas. Casi todas ellas er an atribuidas a las pésimas condiciones de alojamiento en la cárcel. Entre las sugerencias profilácticas de Macedo estaban el aprovisionamiento de "cam a y a b r ig o s u f ic ie n te s ; v e s t i d o s d e la n a y tr a m a g ru esa ; a lim e n to s b u e n o s en c a lid a d y c a n tid a d e stim u la d o s p o r e l u so é l a lc o h o l b a jo c u a lq u ie r fo r m a y p r o p in a d o com o p r e m io , en a g u a filtr a d a , p o r q u e la d e u s o es en g e n e r a l im p u ra y a b u n d a n te en v a r ia d o s g é r m e n e s ; en el em b rea d o d e l p is o

d e l h o sp ita l p a r a q u e e sta m a te ria fa v o r e z c a e l tra ta m ie n to d e la tu b e r c u lo s i s q u e rein a e n l a s p r o fu n d id a d e s de ¡a p ris ió n , y p o r f in , en e l e sta b le c im ie n to d e un b a ñ o de vapor, a ¿a m a n era d e l ruso, p a r a

c o m b a tir e fic a zm e n te ta n ta s e n fe rm e d a d e s

g e n e ra d a s p o r e l f r i ó " (El Peruano, Tomo I, Nro. 25, 1886).

En ios inicios de 1887 ei gobierno de Cácere-s publicó el nuevo Reglamento General de Sanidad propuesto por lá Junta Suprema de Sanidad que constaba de 6 títulos y 140 artículos. Este reglamento reiteraba los pagos de derechos por visita a los buques, la


36 organización de las jim ias de sanidad en iodo el p a ís, los serv icio s de sanidad m arítim o y terrestre, reg u lab a el e jercic io de las profesiones m édicas, y la form ación de estadísticas sanitarias y dem ográficas. Finalm ente adjuntaba un cuestionario de 22 preguntas que u tilizarían ios v isita d o re s m édicos portuarios p a ra determ inar el curso del viaje y p ro c e d en c ia de lo s b arco s así como el estado de su tripulación y p asajeros. Fueron consideradas tam bién mi conjunto de 16 m édidas básicas para, el com bate del c ó le ra como la inspección de esp acio s públicos, centros de salud y m edios de com unicación, ía organización de lazaretos y cordones sanitarios y am bulancias p a ra el caso de que e sta peste lle g a ra desde C hile donde arra sa b a en el puerto de V alparaíso.

E n 1888 se celebró en Lim a un Congreso Sanitario A m ericano con la. particip ació n de B oisviá. C hile y Ecuador. A llí se planteó un proyecto de C onvención S anitaria internacional de 1? artículos fijando conceptos b á sic o s p a ra la evaluación de las condiciones sanitarias de lo s puertos y navegación regionales, como lo s de enferm edades pestilenciales que eran las que se presentaban cíclicam ente (fiebre am arilla, c ó lera asiático, peste oriental), puerto infectado (aquel en donde se desarrollaba, una epidem ia), puerto sospechoso (aquel en que se presentaban casos aislad o s de dichas epidem ias y mantenían com unicación con .zonas endém icas). A sim ism o los p a íse s suscripfores del C onvenio se com prom etían a c rear lazaretos y hospitales flotantes c o n tra ía s epidem ias, y a ñ o ap lic ar la clau su ra de puertos. T odas las naves tendrían que cum plir las m edidas p ro filácticas sugeridas y estarían sujetas a. la inspección de las autoridades nacionales. S ólo se re c o n o c e ría com o nave de p rim era clase- a aqu ella que lle v a ra m édico a bordo y registro de sus pasajero s, tripulación y carga, adem ás de po rtar su patente de sanidad (lim pia) del puerto de origen. Las cuarentenas podrían s e r rigurosas ( 8 a 20 d ías) o de observación' segó» el caso evaluado p o r los serv icio s sanitarios respectivos.

Este com prom iso tuvo contratiem pos en su aplicación, pues ese mismo

afío el

com andante E. López del blindado chileno "B lanco Encalada" llegado ai C allao se negó a aceptar la rev isió n de su nave por el m édico titu lar Santiago la v a r a , alegando que la C onvención no lo obligaba a som eterse a las autoridades saratan as de los puertos que visitara. López aseguraba h ab er fum igado su oave p o r dos veces consecutivas señalando

que una de ellas fue o b serv ad a p o r el Dr. M aurtua de la Junta de Sanidad del C allao, y


FERMEDAD' iü §*i

PEO»

31LYPIS1E LEBfUlH A L Q 'U A I A C Ó L « O O O F Q 'R I V I A O O %mmm á$ I«4í£¿r?j U Fra«$ m m ^zíss tala t e m* its e n i: € g m f t ú - - .' 'Wk 1*SW& % Faubourg Mantniurtre, Pa rv.’S.f S » H > ^ E R R

I I C om ercio» N r o . 2.1,653, U S



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37:

que p o r ello m p erm itiría que u n a p e rso n a extraña tuviese in jeren cia en el m anejo do su nave.

E n este panoram a de la acción m éd ica rep u b lican a ¿temos de considerar tam bién los informes sanitarios regionales. Los informes m édicos aparecieron en 1860 pero íüeron frecuentes sobre todo a p a rtir del gobierno de M anuel P ardo; de e s a producción liemos insertado algunos testim onios;

C kiá m o ¡ 2889 (Julián Arce): El m édico A rce fue com isionado a com ienzos de 1889 p a ra estudiar a n L am b ay aq u e la

aparición de unas

fieb res infecciosas cuyo centro-

p a re c ía estar en Chongoyape. A rce dio una d escrip ció n detallad a de sus síntom as y señaló que afectaba a los migrantes! de la s ie rra y no a lo s habitantes de ía m ism a localidad. Todo p a re c ía indicar que se tratab a del tifus o de la m alaria aunque al final los m édicos se inclinaron p o r caracterizar a la epidem ia como "fiebre remitente bilí osa de

ios p a íse s cálidos" y se descartó la fiebre am arilla: to d a v ía m ás cuando tal enferm edad no se p resentaba en las poblaciones del Interior m íeiaím ente sino que e ra p ro p ag ad a desde los puertos; se a trib u ía el origen de e sta peste a l a c re c id a de los río s y los pantanos producidos particularm ente p o r los arrozales.

Cúsmeg* 1889 (Casim ira M edina}: " M ed in a d e sta c ab a la in ap ro p iad a situación topográfica de este pueblo en el fondo de u n a h o yada y ro d e a d a de inm ensos c a n o s de aren a y sin renovación del aire, adem ás de so p o rtar tai clim a cálido (prom edio de 33 centígrados) y abundancia, de pantanos y lagunas estancadas, C usm a e ra reconocido como

m v a lle arrocero lo que m ultip licab a to d av ía m&¿ la hum edad del territo rio al punto que p o d ía decirse que C asm a estab a en m edio de un inm enso pantano. D e otro lado no h a b ía rem oción de basurales que se acumulaban en la v ía p ú b lic a

Estar: condiciones

explicaban el carácter endém ico de las fiebres palúdicas, pues "sabido es que ia

existencia de diversos p rin cip ios figurados, de sustancias orgánicas de naturaleza hidrogenada y p o r ultimo la naturaleza microbiótica de todos estos efluvios y miasmas, confirman plenam ente que son estos p rin cip io s y m iasm as los que absorbidos p o r el organismo en determ inadas condiciones, den lugar al desarrollo de fie b re s que revisten constante ó invariablem ente e l tipo de interm itentes, bajo diversas y m últiples


38 f o r m a s "'(El Peruano, Tomo I, Nro. 35,1889).

La población de Casma calificaba con ligereza de fiebre amarilla a cualquier tipo de calenturas que provocaban la muerte, como sucedió con el caso de un. italiano dedicado a la industria del carbón que .habiendo sido victima de "neum onía a lc o h ó lic a " &e tenido como epidemiado.

Para, la población migante andina la situación era muy aflictiva, pues por g» descuidado régimen, de vida y el. vicio del alcoholismo , que los agobiaba eran el sector con mayor índice de mortalidad. El alcoholismo y consumo de grandes cantidades de finia, regularmente verde y por consiguiente malsana los predisponían a sufrir algunas afecciones teles, -.como "hepatitis,. neumonías, congestiones y hemorragias cerebrales. Medina propuso; las..-, siguientes medidas sanitarias para Casma; desecación de los pantanos y el desagüe de las lagunas, prohibir el sembrío de arroz en las inmediaciones de ía ciudad y todavía más dentro, del mismo recinto donde también existían, plantación de eucaliptos que "purifican ía a tm ó sfe ra y refresca n e l a m b ie n te ", visitas médicas

domiciliarias, construcción de un nuevo cementerio y represión del alcoholismo.

P iura, 1 8 8 9 (Juan. C u eva ): En el caso de Piura habían ocurrido hasta tres epidemias en

apenas dos décadas (1 8 6 8 ,1 8 8 2 , 1889). En 1868 hubo también fiebre amarilla en Lima y en 1 8 8 2 ademas en Trujillo y Chielayo donde diezmó el ejército chileno que estaba de guarnición en esos lugares. Y a entonces los médicos peruanos aceptaban lo que llam aban %a. te o ría m o d ern a d e lo s microbios** y decían que las fiebres infecciosas ■como el

cólera y la fiebre amarilla se. desarrollaban espontáneamente en ciertas localidades y de allí se trasladaban por medio del tráfico comercial a lugares lejanos. Los fl'm icrobios d e l 6 8 y 8 2 f/ habrían permanecido en estado latente hasta que encontraron condiciones

climáticas para su desarrollo. Esto sucedía en Piura cuyas condiciones topográficas favorecían al desarrollo espontáneo de la fiebre amarilla como también ocurría en Guayaquil: alta temperatura, humedad, pantanos. Había que añadir la comunicación Piura- Guayaquil pues muchos trabajadores peruanos viajaban al Ecuador para trabajar en obras públicas. Cueva describía también la verdadera fiebre amarilla en sus dos formas; benigna (período de cinco días para luego pasar a la convalescencia) y maligna


39 (p eríodo da fres días finalizado con la muerte « e l pacien te) e hizo un d ia g n ó s tic o de las m ism as,

concluyendo

que

"la fie b r e

a m a rilla

rio

tie n e

s ín to m a s

ni

s ig n o s

v e m a d e r a m e n ie p a to ló g ic o s q u e fo r m e n d e e lla u n a e n tid a d ú n ica en su e sp e c ie y q u e la d is tin g a n p e r f e c ta m e n te d e c ie r ta s fie b r e s a n á lo g a s co n l a s q u e p u e d e c o n fu n d ir s e ”. ■Las f i e b r e s de. s in to m a to io g ía . s im ila r a ia fie b r e a m a rilla .eran la ic té ric a g ra ve, la fie b r e tif o id e a b ilio s a , la fie b r e rem ite n te d e lo s p a ís e s c á lid a s y la fie b r e d e reca íd a s q u e s e c o n o ce en ia c ie n c ia con e l n o m b re d e R ela p sin g F e b er d e io s in g le s e s ’'', Ante este am plio cuadro, C ueva d ecid ió centrar sus estadios en la rem itente c á lid a y ia

tifo id e a biliosa,

:

A firm aba que n a ataque'de fiebre am arilla so cordería necesariam ente inmunidad para el futuro. E n cuanto a los m edicam entos «o re su ltab a eficaz la quinina. P rocuraba diferenciar e sta enferm edad del tifus y la fiebre tifoidea. E n cuanto al tratam iento d e c ía

que sólo p o d ía atacar los síntom as esperando una reacció n defensiva del cuerpo.. E o ese se administraban su doríficos y frotaciones generales con vinagre arom ático m ezclado con agua, p a ra m odificar la temperatura e le v a d a de la p ie l Sí esto no lograba dom inar la. fieb re se adm inistraban los antitérm icos com o e! ácido salicílieo. .'ó el sa lic ila fo de so d a en dosis de un gram o cad a dos horas, hasta conseguir la rem isión de la

fiebre que ©a los casos comunes m a rc ab a de tre in ta y nueve á cuarenta grados, Celsius. A d id onalm en te y según el estado del paciente s e d a b a aceite de reciño (purgante),

bebidas gasificadas y extracto de quinina como tónico reconstituyente, y

E s Piura. la enfermedad rec o rrió todos los b u n io s de sur. a norte. Su form a m aligna o hem orrágica h a b ía atacado de preferencia,, a los oriundos de la sierra y & los 'europeos no

aclim atados de la ciudad. En zo m a próxim as no inmunizadas, contra dicho mal como Huancabam ba y A yabaca la m ortandad rae muy grande. C ueva c ritic a b a la opinión del

Dr. L arrea y Q uesada que sin pruebas experim entales h a b ía calificado ía fieb re de P iura como e! tifos -de la sierra. A cerca de las cuarentenas que la higiene p ú b lic a aconseja poner en p rá c tic a en los puertos p u ra ev itar la propagación de las enferm edades contagiosas. C ueva se m o strab a en desacuerdo porque ellas nunca habían "evitado el

p r o g r e s o de la s e p id e m ia s p o r fa lta de rig o r en la d is c i p lin a - y só lo han s e r v id o p a r a p o n e r tra b a s a l c o m e r c io ”, r e c o m e d a b a re e m p la za rla s p o r o fic in a s de h ig ien e


40 p o r tu a r ia s c o m o se h a c ía en In g la te r ra p a r a e v ita r e l "reinado d e la s e p id e m ia s ",

M e? a b o m b a , 1 8 8 8 -8 9 ( L a m i d a s A v en dono); Avendafio atribuyó la ep id em ia de "disenteria--palúdica" a las condiciones insalubres de la región , L a ciudad ubicada a

860 m sobre el nivel del m ar y a m enos de 100 m. sobre el río , ten ia un suelo poroso casi siem pre húm edo; el ambiente- era cálido y d e b ilita b a el organismo -humano según los m édicos y de a llí "el tin te p á lid o , ca q u éctico •, c a ra c te rístic o q u e s e h a lla im p re so en el ro stro d e la m a y o ría d e s u s h a b ita n te s " pero quizás el factor m ás d e cisiv o eran las

deficientes condiciones higiénicas de la ciudad, debido a que sus calles eran "fo c o s'd e in fecció n , p u e s en e lla s , en la s que nunca se d é la s e n tir la a cció n d e la b a ja p o lic ía , e x iste n a cu m u la d a s m u ltitu d d e m a te ria s o rg á n ica s, p r o v e n ie n te s so b re to d o d e ¡as h e c e s y m a te r ia s d e d ese c h o d e lo s a n im a le s que lib re m e n te vagan p o r la s c a ñ e s d e ¡a p o b la ció n . P or d o lo ro so que m e sea, e s d e m i d e b e r c o m u n ic a r á Ud. q m en M o yo b a tn b a lo s

cerdos no

tie n e n

o tro

re c in to q u e

la s c a ñ e s ;

la s

reco rren

c o n sta n tem en te; in g ie re n cu a n ta in m u n d icia ;en cu en tra n á s u p u s o ; s e revuelcan en la s a g u a s e sta n c a d a s q u e ta n to a b u n d a n , y fa v o r e c e n a s i e l d e sp re n d im ie n to d e io s v a p o r e s m e fític o s q u e co n sta n te m e n te exh a la n e s o s f o c o s " (E l Peruano, Tom o I, N ro.

2 3 ,1 8 8 9 ). Avendaflo tam bién hizo im portantes observaciones sobreda dieta alim enticia regional señalando que com o en todos los p a íse s cálid o s predom inaba úna alim entación m alsan a b a s a d a en eí consumo de plátanos verdes asados, yucas, ífe jo te s cocidos e ingeridos sin d esp o jarlo s d é la perisperina, carné de chancho-no muy bien c o c id a y en

muchos casos m al conservada, pescado salado, alcohol do eafía, d iv ersas bebidas confeccionadas con miel mal preparada- étc„ E s ta e ra .la causa de la disentería que. se había convertido en endém ica afectando adem ás de Moyobasaba a poblaciones próximas com o R ío ja, S é n io r, Habana, y Calzada.

Las autoridades adoptaron diferentes m edidas toda?; e llas ineficaces, m siquiera ias

recomendadas p o r un m édico homeópata español (C esáreo Salinas y Fernández) que fue enviado p o r el Prefecto del departamento. El hom eópata se limitó a recomendar m ayor higiene observando con im potencia los progresos de la epidem ia, ía cual en sólo 8 m eses produjo la muerte al 4.3% (787 habs.) de la población provincial (17,500 habs.}, L a enferm edad cesó p o r sí sola, debido al cam bio de estación y al debilitam iento del germen


morboso, pues según Cueva las autoridades locales nada hicieron por mejorar el estado samíario de. la ciudad a pesarás sus exigencias y recomendaciones.

Tm jtllo, 2889 (Casimiro ü ííoa y M anuel Faene). H ilos describía

a la región de

Trujillc como ana zo n a .intertropical compuesta, por tres valí es

cuyos ríos se

desbordaban formando pantanos en las llamadas épocas de agua (verano austral). La

mayor mortandad se p roducía entre los j coniferos andinos que migraban a las haciendas, d e la costa, donde el duro clima caluroso, e i maltrato, la alcoholizados inducida y las

condiciones antihigiénicas de los galpones que se Ies daba como vivienda los convertía en victimas fáciles áe los m iasm as palúdicos. La epidemia de entonces surgió en Áse ope, punto interm edio entre la sierra . y TVujiHo, muy desaseado y. con ua permanente ideo palúdico en la hacienda Facalá. D e A sc o p e ía epidemia paso a Laredo (hacienda arrocera y cafiayelera) donde los numerosos pantanos y -una antihigiénica almidonería de

yucas generó gran muerte entre la peonada Las condiciones de vida a llí eran nocivas, pues

"las habitaciones de la peonada de la hacienda e ra n estrechas, bajas y oscuras, carecen de la suficiente ventilación, y se encierran en ellas gran número de personas, fu era de los anim ales dom ésticos f). Aquí se im p rovisó .un lazareto a i que s ó lo iban a

morir lo s enferm os, pues s e .hallaba, .en ua inapropiado lugar utilizado antes com o cem enterio para, v a r io lo so s, como lo .añonaba Manuel Fache. M uchos peones' enfermos., llegaron a T n ijilio llevan do el mal al llamado barrio de la sierra de esta ciudad, ü llo a .

estadio los casos y d escrib ió ios s ín to m a de esta fieb re palúdica, Se iniciaba con accesos de fiebre, irlo y sudor, acompañados después por cefalalgia, dolor ep igástrico y vómitos biliosos. La atención se hacia con purgantes y sal de quinina. De allí los síntom as variaban de paciente apaciente, por lo que machos médicos contundidos con la

multiplicidad de casos hablaban genéricam ente de liebres de forma grave., y abortada ligera. Es por eso que en el estudio de la naánraleza de la epidemia trujüiana debía considerarse tres aspectos: a) E xisten cia de fiebres simultáneas en la. región norte peruana: b ) Identidad topográfica de esas regiones con Trujilio; c) Identidad de co n d iciv ces meteorológicas entro ellas. Confrontados estos elementos ü llo a afirmaba

que existían tres tipos de fiebres para las ciudades de T n ijilio , Casma y C h id a y o , la


b ilio s a p a lú d ic a, la b ilio s a hem atúrica y ia fieb re am arilla, distintas en síntom as pero surgidas de am bientes parecidos. En ese sentido, presentó un interesante cuadro com parativo de cansas y sintom atología característicos de estas fiebres. E l p rin cip al síntom a p a ra d iferen ciar im m al de otro e ra la evolución de la tem peratura, pues en el caso de la fiebre am arilla e sta ñ o cedía, m ientras que en los oíros dos e ra interm itente,

Sin

em bargo,

un buen

diagnóstico

sólo

p o d ía h acerse

después

de

analizarse

detenidam ente los elem entos étioiégicós, sintom áticos y necro scó p ico s de ese conjuntó' de m ales. L as recom endaciones higiénicas dadas p o r fillo a consistían en im pedir la form ación de pantanos, m ejo ra de la calidad del agua potable, elim inación de botaderos en las ciudades, m ayor aseo de las habitaciones estacionarias de los peones agrícolas, prohibición de l a ven ta de alcohol de cana, y v ig ila r e im pedir la p rá c tic a del curanderism o, y c o n tro la rla s condiciones sanitarias de arrozales y cañaverales. Se llegó a recom endar q uedos peones de la sie rra fueran enviados de regreso a sus poblaciones originarias o que en m defecto fueran m ejor alojados quizás en el loca! de ia escu ela y con una alim entación conveniente; pero im a vez más hubo re siste n c ia de los hacendados.

Canta, 1S9G (ñVenceslao Sálm ár); Los factores determ inantes de la epidemia, de 1890 fueron básicam ente de tipo social y económ ico derivados de la m iseria de sus habitantes: pues la m a y o ría de ''enferm os pertenecían m su m ayor parte á la clase m as p o b re de ia pob lació n ” faltos de asisten cia m édica y desconocedores de las elem entales m ed id a higiénicas, habían agravado su estado y contribuido á p ro p ag ar el m?J haciéndolo t e n s i v o á algunas fam ilias de los citados pueblos. E n los distritos de E ncaraos y .Htovillós B ajo s, los casos de tifus debían su desarrollo a. los hábitos de v id a de los naturales

que aglom erados en pequeñas habitaciones, descuidaban com pletam ente e l

aseo de e llas, así com o el de- sus personas, sin e! m enor auxilio m édico, alim entándose de una manera, deficiente y entregados en su m ayor uparte al abuso de las b ebidas alcohólicas de la m a s pésim a calidad. E se e ra pues, un am biente propicio p a ra epidem ias como s i tifos que diezm aban pueblos en ios que se carece p o r com pleto de auxilios m édicos, pues no h ab ía ningún facultativo establecido ni b o tic a alguna en los cincuenta y dos pueblos que com ponían la provincia.

Un año antes la C om isión de A lcoholism o de la A cad em iaN acio n al de M ed icin a elaboró


^ [ m ñ ¡ 0 DE HfSTOBIA tiUrtAi AHüiHA - UNftíSM,

43

ya proyecto para. la represión de ese v icio social. Á nom bre de esa Com isión, José C asim iro U iíoa informó so b re las bebidas alcohólicas industriales fabricadas en Lidia, sus efectos nocivos sobre la salud p ú b lic a y los m edios de rep resió n convenientes p a ra a c a b a r con e s a la c ra s o c ia l Según ü llo a las corporaciones m édicas europeas h a b ías y a determ inado la toxicidad de Jos alcoholes llam ados superiores (m etílico, butírico, p ró p íiico , eneántico, c ap itico y eetílico). A dem ás, el investigador m édico G irard en el laboratorio de la M unicipalidad de P a rís estableció que todas las sustancias azucaradas sujetas a ferm entación producían adem ás del alcohol etílico u n a serie de pequeñas cantidades'de oíros alcoholes a éteres, y los alcoholes obtenidos p o r destilación del vino de uva eran los m enos peligroso. Finalm ente se d e c ía que ios aguardientes (cidra, cebada, caña) no debían ser consum idos p o r su toxicidad. En el Perú hacia 1884 cinco jó v e n e s quím icos de ia m unicipalidad lim eña h icieron loa prim eros estudios sobre la com posición ele lo s alcoholes industriales. E llo s d escribieron toda l a v a rie d ad de licores fabricados en L im a y sus p ro p ied ad es, destacando su gran aceptación en el m ercado local porque llenaban "las exigencias de consumo de L im a y pro v in cias, llegando ano á exportarse sus productos p o r su baratura, pues, p o r ejem plo, u n a d o cena de botellas de vernioufh cuesta de 60 á 70 soles b illetes, valiendo el legítim o hasta 15 soles p la ta la docena'3 (El Peruano, Tom o I, N ro. 38, 1892). U na segunda com isión fije nom brada en 1887 con m otivo de la ap arició n del c ó le ra en C hile p a ra exam inar los licores falsificados recogidos p o r los p erito s m unicipales. E sta C om isión estableció que ios alcoholes industriales peruanos pro ced ían m ayorm ente de la c a ñ a de azúcar y en poca, p ro p o rció n de la uva. A sim ism o señ alaro n que los procedim ientos de destilación y grado de toxicidad no estaban b ien determ inados, pero lo que si se co n o cía e ra que em pleaban arom as y

colorantes nocivos.

P a ra solucionar este

pro b lem a ios

com isionados

recom endaron; a) Inspección perm anente de las fáb ricas de bebidas alcohólicos por com isiones de la Junta Suprem a de sanidad y la Inspección de H igiene del concejo lim eño; b ) Aumento de im puestos a ía fabricación de b ebidas alcohólicas; c) Exigencia a io s fabricantes del uso át técnicas de destilación aprobadas p o r la Academia, de M edicina; d) Prohibición de! uso de sustancias nocivas m la elaboración de licores; e) P rohibición de venta de bebidas alcohólicas con m ás del 1% de- alcoholes tóxicos; f) P rohibición del uso de rótulos, envases y m arcas de fá b ric a no autorizadas p o r las m unicipalidades; g) C oncesión de prem ios anuales p o r ía Junta Suprem a de Sanidad a los


44 productores de bebidas alcohólicas de calidad; h) Limitación del número de licorerías y cobro de costosas licencias para la apertura de nuevos establecimientos; i) Prohibición de venta de licores a. menores de edad; j) Aprobación de un proyecto de ley reglamentario del comercio de alcoholes que la Junta Suprema de Sanidad presentaría oportunamente, A fines de .1891, Pedro Correa y Santiago, a nombre de la Cámara de Comercio de Lima remitió nota al concejo municipal saM ando que creía en los beneficios de las medidas propuestas por ülloa, pero rechazaba la perturbación del comercio que ellas podrían .cansar, como la inspección de las fabricas de bebidas alcohólicas que sólo empujaría a la clandestinidad a sus dueños. En cambio, sugería se inspeccionaran los centros de consumo de la gente popular, pues' ésta era lá principal consumidora de los malos licores. En cuanto al aumento de impuestos señalaba que éste sería rápidamente trasladado al consumidor, o de io contrario estimularía ia venta por contrabando. Asimismo consideraba que el fabricante no estaba interesado 'en ser premiado por el uso de nuevas técnicas destilatorias, sino en sacar el máximo provecho de las que ya empleaba, pues no podía esperarse esperarse que un fabricante de bebidas alcohólicas renunciara al provecho mercantil

que le

producían

sus nocivos

procedimientos de fabricación para aspirar a un premio anual por producir bebidas sanas pero que dejaban menor utilidad.

Rechazaba, ia limitación .de Hcorerías porque atacaba la libertad de industria, así como no aceptaba que la Junta de Sanidad reglamentase si comercio de licores porque ello significaba restringir los derechos de los consumidores para elegir libremente lo que quisiesen comprar,

A su vez el alcalde de Lima, Pedro Viliavicencío, opinaba que la inspección de fabricas era atribución del municipio y so de ia Junta de sanidad, añadiendo que cuando el Congreso aprobase los impuestos de sanidad las autoridades ediles harían visitas m ás continuas a las iieorerías Al mismo tiempo, señfdaba que el alza de impuestos a los licores sólo sería efectiva si iba acompañada de un eficaz combate al contrabando. En lo demás coincidía con Correa y Santiago, porque no podía atentarse contra la libre industria pero si reglamentar su ejercicio en salvaguarda de ía salubridad pública


45

*

M eses antes habían surgido problemas con la calidad del agua potable que se consumía ! en la capital considerándose necesario verificar su salubridad.

El Decano de la Facultad de Medicina, L. Villar remitió nota al Director General de Justicia, R. Morales, informándole que el mal estado del agua potable provocaba males digestivos en la población limeña. V illar solicitaba que lo s laboratorios m unicipales analizara»- m uestras-.de agua, para detectar las "su sta n cia s' r m n é n ú is a n te s ” que k estuvieran contanínanáo. Este pedido fue remitido al A lc a id e Pedro V illaeviceacio pasa,

que dispusiera la solución del problema,

A sim ism o e l G obierno aceptó la propuesta, del ingeniero M anuel A. v iñ a s para dotar de

agua potable -y desagüe a Barranco. Según este contrato, Viñas en diez años se obligaba a tender cañerías que llevarán un flujo de- 100 litros por habitante cada 25 horas. Igualmente debía construir albafíales de porcelana vidriada con un diámtro interior no

menor de 30 cms,

conservándolos litigios. La empresa se surtiría de agua de los

m anantiales de San Juan, asi como debía garantizar la calid ad de! agua distribuida rem itiendo una muestra de ella a la Municipalidad de Barranco para su exam en por una

comisión competente. El empresario estaba autorizado a fijar la tarifa por e í sservÍcio de agua (por servicio de lla v e) y desagüe (pensión por metro de frontera).

En 1892 una epidemia de influenza afectaba Lima, por lo que el Ministerio de Gobierno y P olicía atendiendo ei pedido del concejo lim eño para im pedir la práctica de sepultura de m onjas en la bóveda de los conventos, nombró una comisión de tres médicos para que

asociados coa oíros dos nombrados por el Arzobispado inspeccionaran dichos locales evaluando la p o sib ilid a d que tuviesen de constituir focos infecciosos.

Por entonces las autoridades volvieron a analizar las reformas necesarias en la legislación sanitaria

Al respecto el D irector de la S ecció n B e n e fic e n c ia del Ministerio de Instrucción, M.T. Silva, envió al P residente d e la A cad em ia N a cio n a l de M ed icin a v a rio s docum entos de la Junta Suprema de Sanidad para que &eran consultados antes de proyectar la reform a


46 d el R eglam ento Genera! de Sanidad, Eo esos documentos se expresaba la dificultad en el

cumplimiento de las cuarentenas por la falta de lazaretos, y por ello para impedirse la introducción del cólera en 18S7 aparecido en Chile debió rscurrirse ai cierre temporal de puertos. Era conveniente asi que ía Academia estudiara la posibilidad de construir un lazareto en la isla San Lorenzo o los menos costosos lazaretos flotantes, Otro problema era el plazo .fijado de 5 o ?

fllaa "de' 'cuarentena a ¡os buques llegados de zonas

epidémicas, pues m uchas veces estos recorrían 4 0 a, 60 días de v ia je, y habían sido d esin fectad os

entre tan to'p or' Id que era inapropiado aplicarles la cusrénfensL La

Academia recomendaba armonizar las exigen cias del serv ic io sanitario nacional con los . intereses del comercio y e! movimiento económico del país.

Más tarde,, afines de 1893, el Perú nombró a Manuel Á. Muftíz como delegado oficial al Congreso Médico Panam ericano de Washington. A su regreso; M üfíizhiso'íin resumen del trabajo en las diferentes secciones. En medicina militar hubo especial insistencia acerca de la higiene d el soldado yafuese eií cuarteles como en cámpáfias. Quizás las decisiones más importantes se refirieron a la creación de un sistema de profilaxia marítima, americana Relacionadas con esta materia estaban las normas sugeridas sobre migrantes y el cuidado higiénico que debía tenerse en ios buques. En ei orden científico hubo dos proyectos de alcance continental, el primero para efectuar un estudio integral de la flora médica americana y el segundo para que hubiera un sólo cuxriculum m éd ico en to d o s los países del hemisferio.

M.A. M uáiz &© también autor de un proyecto sobre'p ro fila x ia en el litoral peruano (1894) donde recomendaba medidas sanitarias que se basaban fimdamesrtálsnsráe en la higiene pública urbana es vez de las llamadas cuarentenas venecianas-que en la. práctica no impedías ei desarrollo de las epidem ias. En ese sentido el Reglamento de Sanidad vigente no ponía ©1 énfasis necesario en ía higiene pública por lo que debía hacérsele algunas reformas. Por ejemplo sus medidas restrictivas eran incompletas, sin unidad de plan sujeto a disposiciones para cada caso, im pidiendo el desarrollo de una auténtica

policía sanitaria, pues como decía Mufiiz: "Si se hiciera la historia d e sa p a sio n a d a de hüsüira Policía Sanitaria M arítim a de los últim os años,

se harían

visibles

escandalosos absurdos, y, m á s q u e todo, se e v id e n c ia ría l a fa lta d e ló g ic a e n tre los


.47 acuerdos de un día y los del siguiente., T e sto es natural, cuando s e .tien en -autoridades de responsabilidad colectiva y de p e r s o n a l variado; y, generalmente , en su m ayoría, p o c o entendidos en asuntos de higiene " (El Peruano, Tomo I, Nro. 37, 1894). En ei tema

de la profilaxia sanitaria litoral el Reglamento recogía los acuerdos de los congresos sanitarios de Río de Janeiro y Lima, los cuales erm atrasados, pues los nuevos avances estaban sancionados en los de V e a e c ia y B resd e. Las leyes profilácticas variaban segün el desairollo de la morbilidad de las epidemias y las condiciones sanitarias de las poblaciones. A sí, las cuarentenas y a habían dem ostrado ser in ú tiles para garantizar" la salubridad de los puertos y sólo entorpecían el comercio, pues con un sistema de desinfección de buques, pasajeros y cargase prevenían ios contagios. Las cuarentenas en caso de aplicarse, sólo debían prolongarse por 5 días y sólo para aquellos buques que tuvieran varios casos de epidemiados.

Muñiz estableció las medidas de' carácter

permanente y transitorio que debían cumplirse para organizar una buena profilaxia marítima nacional: a) Permanentes: M odificación de leyes m unicipales para destinárseles fondos ad-hoc dedicados á la higiene tabana .Creación de juntas municipales de higiene con atribuciones de redactar reglamentos de sanidad para las ciudades y puertos. Establecer cursos esco la r es de higiene pública y privada. Fomentar la fo rm a ció n 'd e sociedades de higiene que produjeran investigaciones y conferencias' periódicas; h) Transitorias; Organizar estaciones marítim as de desinfección en Paita, Callao, Pacoelm o Moliendo. Reglamentar e l servicio m édico en los buques. Obligar a los buques a portar estufas de desinfección. Nombrar ira módico sanitario para ca d a puerto de l a costa peruana, e inspectores médicos especiales para' los meses " de verano, o cuándo

aparecieran epidem ias en Panamá o Guayaquil Ampliar las bases generales de la proíi faxia marítima nacional hásta que se dictara una nueva ley sanitaria

En 1892 el cónsul peruano en Bélgica, D.M. Tolmos envió al Mínriterio de Relaciones Exteriores una nota detallando las medidas contra el cólera dispuestas por el. Colegio , Real de Medicina de Londres, las cuales eran las siguientes: a)'El cólera no se transmitía de persona a persona sino por el agua; b) Para defenderse del contagio debía mantenerse limpias las habitaciones, desagües, pozos y cañerías; c) El agua debía ser hervida, filtrada y consumida antes de 24 horas; d) Las comidas debían ser tres o cuatro por día preferiblemente frescas y cocidas, evitándose las conservas, pastas, legumbres o bebidas


alcohólicas; s) Los utensilios.de cocina sería® desinfectados diariamente; f) Evitar el exceso de trabajo, y la irritación y fatiga producto de! consumo de alcohol; g) Hacer 'ejercicio moderado dos veces al día En caso de., no contar con apoyo médico se recomendaba aislar al enfermo de cólera en un . cuarto, aseado acostándolo v manteniéndolo caliente con compresas en caso de escalo,fríos. Asimismo' hacerle consumir cada tres horas líquidos como leche hervida con arroz, te frío,, caldo de buey, camero o gallina Si persistía la diarrea se le darla usa cucharada de aguardiente en ana copa de agua caliente hasta 4 veces al día. Durante la diarrea se tomaría también aceite de castor,, y m casos graves se usarían lavativas de agua caliente con 30 grhmos de taaino por dos veces al día.

En 1894 el ingeniero Wakulski míormó al Presidente de la Junta Suprema de Sanidad sobre ja visite que realizara al Callao acompañado del médico titular Santiago Távsr% elingeniero departamental, Jacobo López de Castilla, y el capitán-de puerto, Ramón Freirá, en cumplimiento de una comisión para determinar tres pontones donde se instalarían estufas de desinfección Wakulski descartó los espacios elegidos por ser reducidos, recomendando en cambio crear una estación sanitaria de desinfección o cuaréntenaria en la isla San Lorenzo, pues desde allí los vientos no llevarían los gérmenes a La Punta o el Callao. La caleta de Harris se mostraba apropiada para establecer esa estación que podría atender hasta 170 personas por día, y estaría dividida en 5 secciones: Desinfección y aislamiento de pasajeros; Asistencia de enfermos .y Crematorio; Desinfección de Mercaderías y Carga; Desinfección de Buques y la de Transporte y Vigilancia, La primera sección tendría muelle, estufa de desinfección, salas de hados, depósito para ventilación de equipajes y servido de agua lim pia Estos locales serían adaptados en el edificio del sr. Harris. quien solicitaba permiso para instalar un hotel a . cambio de que se le penmtiera cobra!’ is a pensión diaria a cada pasajero según su dase. En la segunda sección ai norte de la caleta en el antiguo lazareto podría habilitarse una sala para atender 4 o ó epidemiados, y el crematorio se instalaría en el panteón de ia isla. La. tercera sección se asentaría ai sur construyéndose un gran depósito sin techo y ventilado para, desinfección de ropa y equipajes 4® fes pasajeros. La cuarta sección sería instaladas® el mismo fondeadero para desfinfectar los buques en un plazo máximo de 24 horas. Para la quinta sección se .necesitarían dos lanchas a vapor para mantener la


com unicación con el Calino. E l .gasto total de la, estación ascen d ería a . 5 mil solos am ortizabies con Jos derechos de d esin fección cobrados- a los p asajero s y carga, pudiendo obtenerse las estafas de desinfección, de ios boques com o adelanto de pago p o r

estos derechos.

A m ediados d e -1895 el fran cés A le jo Porgues, apoderado de, sü com patriota, D.E, H ónrate, so licitó a la Prefectura de L im a .se le c o n ced iera p riv ileg io para introducir un

nuevo sistem a de d esin fección de habitaciones y aguas estancadas .por ated io de 'aparatos electrolizadores y electrodos. E n v is ta de que las autoridades m unicipales y tos fis c a le s de la C orte S uperior y S uprem a verificaron que P orgues cum plía con los- requisitos exigidos p o r ley , opinaron porque se. le con ced iera p riv ileg io p o r 10 años p a ra lo cual e b ía p a g a - una fian za de 300 soles a fin de obtener la patente re s p e c tiv a

E n 1896 el M inisterio de Fom ento volvió a ordenar la construcción de un lazareto en ía isla San Lorenzo y que se ex ig iera a lo s vap ores p o seer estufas de d esin fecció n tal com o lo h a b ía recom endado la Jim ia Suprem a de S anidad p a ra d ejar de lado la s inútiles cuai'enteTiáií. E l cum plim iento de e sta orden s e r ía asig n ad a a «na C om isión com puesta del M m lríro de Fom ento com o Presidente de la m ism a, é integrada p o r lo s prefectos y alcaldes- de Lim a y C allao, y ■los- gerentes de la s com pañías de va p o res inglesa y sudam ericana.' P o r esos d ía s también -se -presentaron '.casos de v iru e la p o r 'lo que sé encargó ai A lcalde d e Lima previniera el surgim iento de una e p id e m ia

A sim ism o el .D irector de Fom ento, X C apelo, solicitó al D ecano de la F acultad de M ed icin a que consultara a su ¿lacustre y a la A cad em ia de M ed icin a sobre 1.a propuesta

que una C om isión h ic ie ra al G obierno para. |a construcción de un lazareto en el antiguo local de la factoría de! ferrocarril-de B ella v ista , c e rc a de la P o rtad a de G uía, en donde y a hablan cim ientos preparados y facilidades p a ra instalar red es de agua y desagüe. AI

mism o tiem po, C apelo com unicó al alcalde lim eño que p re p a ra ra una s a la tem poral p a ra reunir a lo s enferm os de viruela que po d ían p ro v o car una. epidem ia- si' se les d e ja b a

dispersos p o r los b a rrio s de L im a

E n mayo de 1898 el G obierno aprobó el plazo im prorrogable de 6 m eses p a ra que las


50 naves que arribaran al P en i «piplieran co a portar estafes de desinfección a v a p o r de i 10 a 120 grados como lo h ab ía dispuesto J a Junta Suprema de..Sanidad, y vencido «1 plazo s o se pennitiría ingresar a puerto peruano a. las naves infractoras cié esta disposición.

A fines de siglo y ya dentro del gobierno de L ópez de Romafta (1899) los médicos

consiguieron ia realización de un Primer. C ongreso Higiénico Escolar- (1899) para discutir ternas p re c iso s sobre la arquitectura, condiciones higiénicas, alimentación, etc.

de las' escuelas nacionales. Las conclusiones de dicho C ongreso fueron presentadas por el D r. V. M aúrtua al Ministerio de Instrucción, y p o r ese conducto al -Presidente, de: la

República, quien mediante decreto las sancionó com o prescrip cio n es de cumplimiento obligatorio en los colegios deí país. A l respecto, se estableció que las escuelas debían

funcionar en casas de un sólo p iso sobre terrenos secos y alejados de pantanos,, .-cloacas, estercoleros, m ercados, hospitales,'templos, cuarteles o cárceles. E l espacio calculado piara cada alumno fue de 1.2S-l.'50m2., prohibiéndose por razones de higiene -el uso de em papelados en la pared e incluso su pintado.con colores como el ro jo , azul oscuro, verde, v io le ta y café.' Se recomendó la. existencia.de..jardines de enseñanza desde 0.50 cm. h asta 2 n ? . por ahumó. Se insistió también en la enseñanza de educación física "con p r e d o m in io d e l s p o r t in g lé s" . E n cuanto a la alimentación se estableció un mínimo de

cuatro comidas en el siguiente orden: " I a d e s a y u n o á l a s 7 y m e d ia d e la m a ñ a n a , c o n s is te n te en u n a ta sa d e ch o co la te, c a f é ó té c o n le c h e y d o s p a n e s ; 2 a alm uerzo, m á s a b u n d a n te q u e l a co m id a ó m e r ie n d a , d í a s l i h asm., co m p u esto d e un p ia lo d e c a r n e . b if s te c co n a r r o s 6 con p a p a s frita s , un p la to de m e n e s tr a s , le n te ja s , g a r b a n zo s y

m e jo r a ún t r ig o ; u ñ 'p o s tr e , queso, d u lce ó f r u t a y d o s p a n e s ;

c o m id a ó m e r ie n d a á

la s 6 h. p .m . co m p u esta d e sopa, d e f i d e o s ó de verduras, d o s p a n e s y d o s p la to s , u n o .d e c a r n e y o tr o d e leg u m b res, y p o s tr e ; 4 c u n a ¡ fie r a co la ció n á la s 9 y m ed ia p .m ., c h o c o la te ó t é c o n le c h e y un p a n (4 0 g ra m o s) " (E l Peruano, T om o E , N ro. 1 3 6 ,1 8 9 9 ).

A ías m unicipalidades se .les encargó v igilar el cumplimiento d e . estas m edidas

ordenando la clau su ra de fes escuelas donde se cometieran faltas. En provincias los m édicos titulares deberían v isita r dos veces al m es las escuelas rem itiendo memorias m ensuales de su trabajo a fe- D irección de Instrucción especificando el estado sanitario

de maestro y alumnos, el n iv e l de conservación de las aulas, mobiliario escolar,


51

alum brado y ventilación, el régimen alimenticio y la educación física vigentes debiendo dar recom endaciones para mejorar esas carencias. E l concejo lim eño fue autorizado para re a liz a r la inspección esco lar en Lima, y ia organización de una escuela modelo para im partir educación, experim enta! según las conclusiones del Congreso H igiénico e sc o la r

cuando sus rentas se lo permitiesen. Finalmente los señores Leónidas Á vendafío y Juan' de D ios Ramos Palacios fueron comisionados para que redactaran un M a n u a l;de H igiene

Escolar, y se estableció «n'PatFohaíó; d éla Infancia para velar por la salud infantil.

Dentro de esa misma, política: preventiva podemos mencionar, los, estudios: y recom endaciones

relacionados con-í ienfenüedades del ganado. . L a s .inadecuadas

condiciones de crianza del ganado andino determinaban la m ala calid ad de sus- carnes,

leche y derivados. Según e l p r . Francisco A lm enara, L im a e ra u n a ciudad carnívora donde c a d a habitante consumía m ucha m as carne que en ningún lugar del mundo, "pues aquí ese articulo es el alim ento del p o b re ”. Londres p o r ejem plo consum ía 4 0 Jes. de carne ú año; P a rís 36.5; m ientras que en L im a el consum o e ra de SO kg. al ,asió.sin contar la dame p o rc in a A dem ás ' l a s e n f e r m e d a d e s d el g a n a d o vacuno, que. Im prim en s u s n o c iv o s e fe c to s h a sta la lech e y s u s d eriva d o s, a lim e n to p r in c ip a i d e t o s niños, y d e ¡os en fe rm o s

im p o n en fo r z o s a m e n te un e s tu d io d e s u s causas, d e su p r o fila x is y d e su

cu ra ció n , q u e n ic a n c e á la p o s ib ilid a d ád- a te n u a rla s é im p e d ir q u e d ifundan, n o so la m en te la tu b erc u lo sis, k m g e n e ra l e n tre n o so tro s, la h e l n ú n tia s ts y la d if te r ia , sino to d a s la s e n fe rm e d a d e s que, de m

m o d o c h i e t y d esva sta d o r, s e p ro p a g a n p o r eso s

m e d io s a i h o m b re e sp e c ia lm e n te en su in ik h c ia " (E l Peruano. T om o I, Nro. 2 5 , 1899).


52

III: INFRAESTRUCTURA: SANITARIA En los arios siguientes a la independencia peruana ios hospitales sfe encontraban

, .

descuidados y arrum ados debido a la d esaparición de sus rentas. E sta situación m o tiv ó : que el C onsejo de G obierno e rig ie ra el 30 de ju n io de 1327 la D irecció n de B eneficencia encargándole adm inistración de ios hospitales y el m anejo de sus.rentas.

., . q .,;

Y a en 1821 los adm inistradores de los hospitales habían- advertido al gobierno la im posibilidad de sostener esos ceñiros sanitarios. En el caso del H ospital de Sarita .Ana (de atención a indígenas) sus rentas hablan b ajad o de 28,900 a 8,000 pesos, viéndose p o r ello obligado a rem itir sus -pacientes ai hospital San Bartolomé» quedando tem poralm ente en condición de hospital p a ra m ilitares. En

e! caso de San Andrés las rentas habían

dism inuido de 35 a 7 mi! pesos, quedando sólo en sus am bientes 35 enajenados desnutridos y desaseados hasta-que la B eneficencia intervino p a ra m e jo ra r la -d ie ta y . vestido de estos pacientes. El H ospital de San B artolom é tam bién h ab ía visto re d u c irse sus rentas de 11 m il a 2,900 pesos.' E l G obierno invirtió 13,000 p esos en refaccionarlo, y p re s ta ra atenciones a individuos de todas las castas. En el caso de los leprosos. (lazarinos) el gobierno destinó más de mil p e so s.p a ra atender la m anutención de .estos enferm os a cargo de los pad res beletm itas en el H ospital de Incurables, que p o r entonces . estaba abandonado p o r la.esc&sez de rentas que en épocas p asadas h a b ía llegado; h a s ta :5 m il p esos anuales. L a .Casa de H uérfanos tam bién .se hallab a abandonada, pues d ssd 1794 en que se produjo una m ortalidad de casi el 90% de los niños pasaron.-los sobrevivientes a m anos de sus amas. P a ra am parar a esos m enores la B eneficencia dispuso concentrar los huérfanos en San Pedro 'No bese o m ientras se e sp erab a p o se e r reatas suficientes p a ra su refundaoión. En el caso de la M aternidad se encargó la organización de e lla en e! H ospital del E spíritu Santo bajo la dirección de m adam a F e sñ e f entendida en O bstetricia. E sta c a s a d e b ía encargarse de atender partos, alim entar

.


_ ARCH IV O SHíV h NAR'O DE HISTORIA RURAL. ANOI5VA ~ UNMS’M,

.

^3

p árvulos, adm inistrar vacunas a niños y dar instrucción b ásica a alumsiás en pastos, sangría y vacunación. A sim ism o se.p ro y ec ta b a establecer un hospital de contagio p a ra enféfm os epidém icos en el antiguo local de Incurables, p a ra lo cual se p en sab a tra slad a r a los padres que lo adm inistraban ai de B arbones que entonces estaba, v a d o . Igualmente se p la n ea b a organizar un serv icio de atención médica, doméstica, (hospital volante). E stas m edidas ap licadas p o r la D irecció n de B eneficencia fueron el prim er intento republicano p a ra m odernizar la infraestructura san itaria limeña, sin cargar de gastos excesivos al exhausto erario o a los em pobrecidos pacientes. '

Sin em bargo, las convulsiones p o lític a s de los anos siguientes deterioraron las rentas estatales a tal punto que a fines de 1830 D iego A ntonio López solicitó al G obierno que se le. oto rg ara la adm inistración de los hospitales, pues

ia B eneficencia no p o d ía

.sustentarlos debidam ente. M ás este pedido fue rechazado porque la experiencia;-de la adm inistración p riv a d a de- los hospitales hab ía sido negativa en cuanto al m anejo de los fondos asignados p a ra la atención de lo s centros de s a lu d P o r el contrario a p esar de la crisis el E stado reafirm ó su obligación de estab lecer hospitales en todas las capitales p ro v in ciales p o r decreto de 1831.

L a crisis se mantuvo y así E l Peruano m x m editorial de 1840 d e c ía que los hospitales estaban en. tal.''situación -de. abandono, que al v isitarlo s cu alq u iera se estrem ecía de

"compasión-por h s infelices confinados en e llo s " y todo p o r culpa de los ecónom os acostum brados al robo -y:dilap id ació n durante m uchos años con total im punidad Fue p o r eso que se encargó a las Sociedades de B eneficencia e jerce r el control de lo s hospitales p a ra reorganizarlos y controlar ios gastos p o r sem anas y con docum entación p ro b a to ria de ellos.

A ños después en 1843 e l Prefecto de Lima, José R, de E cheaique constató que la m in a de lo s hospitales p e rsistía siendo u n a de las causas de ello la deuda que el E stado m antenía con la .Beneficencia, ascendente a 20 m il p esos p o r gastos en atención a m ilitares en los hospitales á su cargo. P o r ese m otivo Eehem que consideraba que habían m edidas inmediíitas que- p o drían a liv ia r ia crisis, de. ios hospitales, com o í a rem isión de rentas dé • la B eneficencia que el T ribunal, del Consulado adm in istrab a A sim ism o se facultaba al


54 ■D irecto r de B eneficencia, a'abrir una suscripción entre los Vecinos limeños" á fa v o r d é los h o s p ita le s .. .

'

,;D ós años después, á m ed iad os de 1,845, se ordenó u n a v is ita de h osp itales que puso en “''ev id en cia su m al'.fünciótíéñjeiiío, En la visita, de $ m A ndrés y Sao B artolom é, p o r

’ ^ je n ip ló , el P refecto Joaquín T o rn e o denunció el desorden 'de la adm inistración y é l " estado lam entahlé de sus enferm os fV viendo que 'no hai ánclen ni economía y si mucho d e sa se o en t o d o s ellos, principalm ente en la loquería de hombres, a p e n a s q u ise creer q u e j a h u m a n id a d fu e s e tan desatendida, y q u e en lu g a r de s e r c a s a s exc lu siv a m e n te

c o n sa g ra d a s á a m p a ra r la m ise ria y c o n so la r a i d e sv a lid o no co rresp o n d en d ' s u in stitu c ió n . C om en za n d o p o r e! d e San B artolom é, p e q u e ñ o re cin to p o r su n a tu ra leza . l o p r i m e r a qu e. n o té en c a d a s a l a f u é e l tm h im íe n to d e l o s enferm os, c o lo c a d a s e ñ e lla s

la s ca m a s .á. c u a tro en fo n d o , e s d eci r, d o s H ileras en e l s u e lo y d o s en s u s r e sp e c tiv a s c o b q c k a s , l o q u e 'n e c e s a r ia m e n te hia' á e p ro d u cir'- un tifo h o s p ita la r io , a g re g á n d d k é á

••:esto l la in m u n d icia d e la cocina, la d e io s m a la g o n e 's'y a b so lu to m a l e sta d o d é la b o tic a ” (E l Peruano, Tom o ’X SÍ, N ró. 5 1 ,1 8 4 5 ),

E sta situación m otivó que en octubre de 1846 El Peruano en un editorial señ a la ra la. n ecesid a d de estab lecer «a h o sp icio de lo c o s é » el antiguo convento de Barbones; tal com o .lo h a b ía sugerido el P rotom édico G enera!, Cayetano H eredía, pues e s a zona de la

' c iu d ad estaba, a le ja d a del centro y pro p o rcio n ab a a ios dem entes tranquilidad y una buena “ vista. Ééasf 'condiciones no se cum plían en el H ospital San A ndrés donde lo s lo c o s eran v 'ab ald on ad os a su suerte,

E n m edio de ese am biente negativo fue publicada, a inicios de 1851 la m em oria"del D ire c to r de B eneficencia, A gustín G uillerm o Charüs, correspondiente al ejercicio de. 1 8 5 0 , «otándose que desde 1849 cuando asumió la d irección de esta entidad,T os centros hosp italario s"’ habían m ejorado

en

infraestructura y

se r v ic io s, - asi

contó

en

la

achbm isfraH on de ,s us, rentas. L os editorial i stas de E l Peruano so licitaban a ia "''beneficencia qué" p ro p u sie ra al G obierno nuevas fuentes de rentas, señalando -que‘c uándo e x istie se déficit p o d ía e l E stado cubrir éste con partidas presupuéstales o autorizando la

' cobranza de nuevos "impuestos en su provecho, com o sucedía en Francia donde el 10% de


los precios de billetes de espectáculos en-fevbrfdf la Beneficencia.

H ubo p o r entonces voluntad del G obierno com o''de la 'p r o p ia b e n e fic e n c ia lim eñ a por

m ejo rar la atención h o sp italaria tanto en la allmentaPíóxi como en el aseo de lo cales y d e -7 serv icio de b oticas para ,fhac¡er. menos-repugnante la entrada en lo s hóspiiálés”. Las; m edidas incluyeron .principalm ente la -renovarióa de a ire s m ediante la ventilación de; locáis®. En San A ndrés, s e . lleg ó a a b rir -.'hasta520 'ventanas, S e p rocuró asim ism o la construcción de tarimas-qup com plem entaban a l a s fam osas covachas y reem plazaron 7alas esteras y colch ones puestos en el suelo. Se quiso tam bién désíu girizar San Andrés, trasladando a lo s p reso s enferm os al hospital del E jército. É stas obras no im pidieron que e l D irecto r A gustín Charúa. tuviera, que-recondcter la ap ariencia c a rc e la ria :d d H ospital ..de Á m enles a p e sa r d e j o s trabajos que h a b ía efectuado el m ayordom o Jo sé G arcía

tír r a tia en su m ejoram iento,,Sin em bargo, la p e o r ínfiraestnictora e ra l a del H ospital de ■ Sania A na con las m ás altas, tasas de m ortalidad la s m ism as que era'.'atribuida a la repugnancia de las m ujeres p a ra ir .a lo s hospitales y al hecho que j a m ay o ría de estas eran las fam osas rabonas que.acom pañaban al E jército. D entro de Santa A n a la sección m ásidescuidada e ra d a llam ad a C asa de. M ujeres Amentes. El mism o cuadro de deterioro-se ob serv ab a en el H ospital M ilitar-ele San B artolom é y el ’d é 'I o s Incurables de los belsm itas donde term inaban -sus .vidas los lep ro so s y virulentos! A to d o s esos hospitales llegaban tam bién esclavos cuya pensión d ia ria (3 re a les) d e b ía ser pagarla p o r sus diseños, Por entonces el G q b ie tm .y algunas -familias lim eñas (F elipe B arred a) estaban ’ Interesadas en írasr ai P erú a las hermanas, d é L a Caridad y la B eneficencia h ab ía; eñcbm endado a Bernardo R o c a que h ic ie ra gd stion es’pará e se fin' en M éxico.

Otro sector de la población m is afectado p o r los serv icio s deficientes e ra el de ios huérfanos ¡atendidos en 3 establecim ientos: C asa de lactantes, C olegio de niñas de San Jo sé y C olegio de Santa Cruz. L a B eneficencia llegó a reconocer que en el caso de San Jo sé Ha moralidad e instrucción están mal conducidas f En eí oaso de niñas huérfanas 1 •

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■’ ""ja de Santa. Cruz a lo ja b a incluso a-algunas m ujeres de 40 'años, que no tenían ningún am paro. E n cuanto al llam ado B eaterío de A m paradas "en nada corresponde a lo s fin e s

de su institución \ pues allí .habían:3 beatas, ó colegialas ancianas, 20 con una m agra í

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pensión y 65 a las cuales se d ab a habitación”. E ste centro e ra en re a lid ad una especie de


56 cárcel privada cuyo dominio pertenecía anuas cuantas familias poderosas.

Las reformas incluso llegaron ai campo de la sanidad militar. A sí, en mayo de 1856 el Ministerio de Guerra y Marina publicó en El Peruano el Reglamento del Hospital Militar propuesto por el Director General de Hospitales, Francisco de Alvarado. En este reglamento de 20 artículos se establecía la administración de ese hospital a cargo de un Director y un subdirector, además de agrupar a ios profesionales que elegidos por el Director entres departamentos: Medicina, Cirugía y ambos según las circunstancias, •. •

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Cada departamento estrnla jefaíurado por un cirujano apoyado por un segundo médico cirujano, un dador de bebidas, un topiquero y dos barchilones. La supervisión del aseo y aprovisionamiento del hospital sería efectuada por un contralor, quien debía denunciar las taitas ante la Dirección General de Hospitales. Los médicos, acompasados de practicantes de la Escuela de Medicina, estaban obligados a hacer tres visitas diarias a los enfermos verificando su atención y alimentación, así como el abastecimiento de la farmacia El bañero y el ropero se encargarían de la limpieza de baños y ropas de los enfermos (soleras, catres, utensilios de comida, etc.). El despensero registraría diariamente los gastos diarios en el servicio de raciones impidiendo así fraudes en el manejo de los víveres. La caja de fondos del hospital sería custodiada por tres personas: Director, Contralor y Comisario, cada uno de ellos tendrta.una llave de la misma Los libros de ingresos y altas y el manejo de las cuentas sería inspeccionado por el Inspector General del Ejército. Quedaba prohibido todo juego de envite

entre los pacientes, y los

incurables pasarían a otro hospital debiendo costear su tratamiento el hospital militar.

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En noviembre de 1858 el Peruano publicó un cuadro de los 14 hospitales existentes en siete departamentos de la República (Ancash, Moquegua, Cusco, Puno, Arequipa, Lima y Amazonas), detallando sus ingresos y egresos, y su capacidad de atención (número de camas). De esos 14 hospitales, 8 eran mixtos, 3 de hombres y 3 de mujeres, con un total de 1,498 camas (44? mixtas, 645 para hombres y 406 para mujeres).

Aoiirnsmo un mes después, Juan de D ios Melgar, presentó una razón sobre lo producido por el tomín de hospitales en todo el país, la cual ascendía a 431,540 pesos 3 reales. Los


57 departamentos donde más se recaudaba eran Puno (10,336 pesos 7 reales- 27%) y Cuzco (9,107 pesos 6 reales= 2114), seguidos por Junín (3,853.4), Ayacueho (3,850.7), Lima (3.770.5) , Huancavelica (2,697.7), Ancash (2,678.1), Cajamarca (2,368.4), La Libertad (2.303.5) , Piara (1,373.5), Arequipa (1,343.7), Moquegua (1,119.5), Amazonas (971.2), Callao (472.7) e lea (318.1).

En noviembre de 1859 la Beneficencia presentó un proyecto de reglamento para el hospicio de insanos que debía inaugurarse pronto en Lima Este reglamento compuesto por dos capítulos y 96 artículos otorgaba la administración de este hospicio a un mayordomo elegido ¡entre los socios de la Beneficencia, quien como Director tendría baj o sus órdenes a un grupo de religiosos encargados de los servicios hospitalarios. También quedaba reglamentado el horario de actividad de los pacientes (7 a.m. a 6 p.m. en invierno y 6 a.m. a 7 p.m. en verano), los sueldos del personal y los requisitos para la admisión de dementes por la vía regular o de urgencia •

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A .línea de 1859 Eí Peruano decía que este nuevo Hospital de M isericordia sería construido, por el Gobierno y la Beneficencia apoyados por los señores Chacón y ligarte pon una inversión total de 113,699 pesos 4 y H reales. En este nuevo' local serían albergadlos ios dementes existentes en los hospitales de San Andrés y Santa Ana

En noviembre de. 1863 ei. Ministerio de Guerra y Marina dispuso que e! Hospital Militar de San Bartolomé proveyera regularmente de medicinas a los cuerpos del ejército y buques de la annada cada ó meses, debiendo recibir relación de las medicinas fallantes en esos cuerpos un mes antes de em olirse el plazo semestral respectivo. Los botiquines (mochilas) se entregarían a las tropas sólo cuando estuvieran en campaña o durante la realización de ejercicios militares, pues al regresar debían devolverlos.

La infraestructura hospitalaria limeña colapsó en 1868 durante la epidemia de fiebre amarilla que multiplicó las necesidades de atención sanitaria por parte de la población capitalina,

A pesar de que este mal había sido una permanente amenaza en el litoral peruano, los


hospitales nunca estuvieron preparados para enfrentar «na situación de emergencia sanitaria, por-el contrario étí cuatro décadas y'idédiá de vida republicana (2821-1866} se habían reducido' de. # a 4 •fofrbéntfós hbspitdísrios miétóras que la población se había duplicado,'-./i....

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E l informe sobre el H ospital San Andrés (abril de 1868) elaborado por el Director de

Beneficencia, Manuel Pardo, describe con crudeza las precarias atenciones que el Estado podía ofrecer a los enfermos. Segúá Pardo el' Hospital de San Andrés proyectado para albergar aun máximo1dé^Ü O pacientes, en 1 8 6 7 'mantenía 560 dé ellos, y en el primer trimestre de 1 8 6 8 llegó areunir más de 7 0 0 , para ío cual tuvo que emplear el sistem ado “c a m a s a lta s " ;(óaniároteá) provocándose un terrible hacinamiento en dicho hospital.

Pero no sólo había aumentado el número de enfermos, sino también el tiempo de perpanencía de ellos en el hospital, de 16 días en 1859 a 19 días en 1867. La necesidad de un nuevofrospiíaPerá imprescindible, y para esto Pardo recomendaba tener en cuenta dos factores: a) Reducción del número de camas por hospital hasta un promedio de 600, tal como sucedía en Inglaterra y Francia; b) Proporcionar adecuada ventilación a los amb ientes y salas hospitalarias. Así surgió e l proyecto del nuevo hospital que culminaría años más tarde cuando Pardo ejerciendo la Presidencia dé la República inauguró el “H o s p ita l M e M a y o ’1.

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Pero además de los hospitales la situación exigía la construcción de lagaretas especialmente-en lo s 'terríos poítéáos:? Al respecto una Comisión de la Sociedad ■Nacional d e . Medí Óiha"detall ó las' características que debían tener estos locales, sanitarios: 1} Lfrncaélón á sotaventa dé la ciudad en un espacio seco, elevado, aislado y expuesto «.¡los1vientos; 2) .Seguimiento dé aria línea esté-oeste en su construcción para '• ’

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que estayifes.e¡ e^ u esio 'ifr inayor paita del día a la luz solar; 3) Adoptar la taim a arquitectónica de una cruz) ó de las letras H o X, dividiéndose en salas por sexo (masculino-femenino) y estado de salud (epidemiados-pacíentes bajo observación); 4) Cada salapd®e¡eife45:,« tó á s dispuestas en 2 filas, y tendría suelo enladrillado y'techo plano con alguiíás íyentanás; 6) Las cáníás tendrían caire de fierro y colchón de paja o lana; 7) Además de contarse- con varias ventanas se abrirían espacios a nivel del zócalo para ventilar en todo momento por debajo de las camas; 8) Realizar periódicas


fumigaciones de los ambientes.

En e i periodo siguiente ios médicos limeños insistieron numerosas veces sobTe las carencias económicas de los establecimientos de salud. Pueden citarse apenas algunas iniciativas aisladas como aquella de la Beneficencia del Callao que además de atender a sus vecinos debía tener en cuenta a los marinos extranjeros que enfermaban en el puerto y elaboró un proyecto para ensanchar el Hospital de Guadalupe y pidió que se le d e v o lv ie r a e i de B e ü a v is ta para destinarlo a m ujeres (1 8 7 2 ).

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Con la crisis fiscal en la década del 70 y la pobreza generalizada posterior a l a guerra con Chile, los establecimientos de salud apenas si pudieron satisfacer mínimos objetivos. Entre los que más padecieron estuvieron ios enfermos mentales y en especial los más empobrecidos.

En 1SS6 Joaquín Capelo denunció que no había en Lima un asilo de insanos que pudiera recwír a ios enfermos de escasos recursos q uienes no podían abonar la fuerte pensión que exigía el establecimiento sostenido por la Beneficencia de Lima Hubo entonces quiépes corno ei propio Capelo insistieron en el "deber inaplazable de la autoridad " d e p r e ñ a r eficaz y p o sitivo apoyó a los dem entes que eran la p a rle m ás desvalida d e la ) sociedad. En e l pensam iento de Capelo se delineaba una idea de la seguridad social, p u e s consideraba que el. Estado no tenía derecho de cobrar im puestos a la s gen tes sanas y robustas sino acudía en su ayuda cuando la salud y robustez le s faltaban p o r completo . A n te ¡a escasez de rentas para construir un nuevo hospicio de insanos Capelo sugirió un sorteo extraordinario que podía proporcionar 40 m il soles y q u e entre tanto se realizase estudios sobre el edificio conveniente p a ra "satisfacer las condiciones médicas y arquitectónicas dé que tu l vez carece la actual".

En medio de la austeridad impuesta por las circunstancias el Estado buscó que aprovechar los locales existentes. Así, en junio de 1886 el Ministerio de Instrucción y Beneficencia dispuso que el antiguo Hospital de San Andrés pasara provisionalmente al uso de ía Academia Libre de Medicina, bastáqle ?C<2e¡^reso Extraordinario decidiera su uso final, pues antes sejhabí a proyectado crear allí una Escuela de Química Industrial


60 <pe .no se realizó pór f«d$a>de fondos.

Años después, en 1888, dentro de. la política de reducción de .gastos el Ministerio.de Instrucción y Beneficencia pasó nota a los prefectos deLpdís indicándoles,que no debían remitir orates al Hospital de la Misericordia de Liíxia, pues éste sólo tenía, capacidad de atención para 150 pacientes, y además estaba facultado para admitir sólo a los.-dementes existentes en la provincia del Cercado de Lima,

Al afío simiente, en 1889, el Ministerio, de Instrucción y Beneficencia dispuso que la Beneficencia celebrara arreglos coa las sociedades de beneficencia extranjeras para fijar la cuota que Ies cobraría por atender en sus manicomios a los dementes que éstas le remitiesen, y así evitar la vagancia de ellos en Lima, especialmente de ios asiáticos.

Por estos añ os Lima carecía de una sala de autopsias, por lo que en mayo dé 1891 el f,Magisterio de Instrucción, y Beneficencia atendiendo al pedido del Subprefecto e *intendente de Policía del Cercado de Lima ordenó que ésta se estableciera flp r^ isio n a fa n en te en el local d ei "Jardín Botánico mientras s é creaba- una m orgue o | i p é é ,o sco m io definitivo, autorizando también la inversión de 150 soles.por la Junta

IrpépartssGaeritál de Lima p ara la adquisición de Otiles n ecesa rio s para su instalación. ¿ ¿ /- . a

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A sim ism o se dispuso-que se pagara 30 soles mensuales a un vigilante del local, y se '' nombró una comisión compuesta del Prefecto dé Lima, el'Presidente de la Corte superior y el Decano de la Facultad de Medicina para que fonmlanm un reglamento para el uso de dicha sala.

de .1891 la eomisiéá'especial para la formación del reglamento de la morgue de *;x,tiíis^.páegj^ap.or los D m . A.D. gapatei, S.G. Puedes y L. Villar presentó un proyecto J del-misino compuesto dé 4 títulos que cQiÉetñphb&n el objeto y con d iciones d el local, el ‘l-pofaoná! d el m ism o, el reconocimiento y entrega de cadáveres, y io s honorarios que ; podían recibir los médico.? por reconocimientos médico-légalos particulares.

En'ietiqmbre-.de 1891 el M inisterio de Gobierno nombró «na comisión compuesta dé los ingenieros Manuel A. V iñas y Julio Gálvez, y los médicos Octavio Vaientini y R em igio


En'equeís. presidida además por el Subprefecto de Huarpchirí, la cual debía reconocer los terrenos comprendidos entre Casapafca y Mahicana bascando una lugar- alejado sólo .en dos leguas,de la línea del ferrocarril central donde pudiera establecerse una colonia agrícola o villa para la convalecencia, de los tuberculosos de Lima y Callao.

El proyecto quedó detenido hasya que enjillió de 1894 e-i Concejo distrital de San Mateo (Huarochírí) solicitó al Gobierno y al Arzobispado de Lima se íes diera facilidades para establecer una casa de salud para enfermos del .pulmón... La. Sección de Beneficencia del M nisterio.de] ramo autorizó al Concejo a que utilizara el hospital que el Gobierno edificara en §an Mateo en 1879 y que fue destruido durante la guerra con Chile, debiendo reconstruirlo y otorgar su administración a las hermanas terciarias de la orden de Sama Francisco.

Un afío después, en junio de 1895, la comisión integrada por ios Dra. F. Almenara y R. Enteque tapara determinar un sitio en la quebrada de Matucasa donde pudiera levantarse un hospital de tuberculosos, elevó informe ante la Junta de Gobierno. Según estos comisionados la región cisaadina era el lugar apropiado para que los enfermos de tisis fardaran convalecencia, pues allí los parajes campestres máa o mesaos elevados y separados de las poblaciones poseían una atmósfera libre de bacilos y microbios aportando una brisa fresca

Esas condiciones no se cumplían en Jauja, donde otros habían sugerido debía construirse el b.ospii'ñí de tuberculosos, pues allí había fuertes corrientes de aire frío, y un sol abrazador al mediodía y m atmósfera seca no mitigaba, los síntomas de la. tisis. Finalmente, el lugar elegido foe Mayoe, al p ie de un cerro y frente a la estación de Tamboraque, a 17 kilómetros de Matoeanay 1 de San Mateo. En ese sitio el terreno tenía un pimío inclinado hacia la margen derecha del río san Mateo, y estaba rodeado de montañas eceepto por el norte y este, pantos p o r donde llegaban la ventilación y luz solar. El suelo era seco y en las alturas de los cerros había vegetación, as{i como en ios llanos cercanos se plantaban alfalfa, maíz, papas, etc..

Haciendo numerosos cálculos durante eí día los comisionados determinaron el clima de


62 lyíayoc como templad© moderado con una renovación permanente de aire» lo cual era ideal para 1.a terapia de los tuberculosos. Allí debía construirse el hospital no sólo con acertados cálculos de ingeniería sino atendiendo las recomendaciones de la higiene hospitalaria. • ■

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En marzo de 1896, el director de- Fomento, 1 .Capelo dirigió una nota al dkector .de -Beneficencia manifestándole la necesidad de tener un asilo de insanos, en Lima/

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La obligación del Estado era ayudar a los.enfermos, p^a.constrnir el .asilo, de insanos ■según los criterios de la ciencia médica, ase convocó, a .un, .concurso p o r la 3>ke,cc.ión.de Beneficencia para recibir los estudips de ios médicos sobre las condiciones que,.debía tener una casa de insanos donde se aplicase una terapia adecuada. En e! estudio debía considerarse dos tipos.de locales: uno. para menos de 100 dementes, y otro para más de 300,-indicótidq^, el posto de la obra

...


IV: V A C U N A C IO N E S

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Las autoridades •republicanas' no pudieron mantener actualizados los servicios de vacuna establecidos en el coloniaje. La vacunación, descubierta en íngiaterta por Jeúner en 1757 había sido rápidamente difundida en Europa y de allí a sus posesiones españolas de Ultramar. En el caso de la América española su difusión íüe organizada mediante la expedición de 1803 y llegó ai Peni en .1806 bajo la dirección del médico

José

Salvani(3); E i Virrey A v ilé s estableció entonces una Junta Central de Vacuna en la cual participaron. el Arzobispo y otros funcionarios civiles y eclesiásticos. Esa Junta funcionó adecuadamente, hasta 1820. Los principales gestores de la vacunación fueron los médi cos

Dáválos y Devoto quienes ayudados por los empleados del Cabildo recorrieron todos los barrios de Lima para vacunar. El filiado vacuno sé perdió en abril de 1820 pero pudo

regenerarse poco después por acción de los médicos mencionados. Con la Independencia se aip-imió-' la Junta Central y sus funciones derivadas a los municipios, ios cuales descuidaron la vacunación y filé ésta'la, principal causa de la epidemia de viruela de 1826.

El Gobierno tuvo incluso que organizar una vacunación compulsiva a través de los hospitales y la Maternidad semanalmente decretando multa para aquellos que, después de 3 0 días, cayesen enfermos de viruela Prohibió asimismo la atención de virulentos en sus

propios domicilios sin aviso previo a l a autoridad; y se pidió la intervención de los párrocos. Hubo también que vigilar la aparición de las llamadas "viruelas falsas" que en

(3) Según la s tr e s e l v e rd a d e ro in tro d u cto r d el flu id a vacu n o f m e l Dr. P edro Selam é, m édioo d el A p o sta d ero lé a y p r d e l C a lla o, quien la tra jo d e S u sno s A ires en 1 8 0 5 , p o r tío.- q u e d e b e co n sid er á rse le com o e l in ic ia d o r d e k t p ro fila x ia p ú b lic a .


64 real i dad era el fluido mal conservado por los sem ejos sanitarios antes del que elaborase en 1825 el bachiller Pedro Figueroa con lo cual se logró restablecer la verdadera vacuna

En diciembre de 1847 se ordenó la propagación del fluido vacuno contra la viruela en Cuzco, y en febrero de 1848, el Prefecto Miguel msdina calculaba qué con tres vactmadores tardarías dos años en vacunar a ia población de sus trece provincias. Por eso recomendaba aumentar su número a 17 con sueldos mensuales de :-30 pesos. Asimismo hizo publicar las "Instrucciones para propagar e! fluido vacuno" con el cual las autoridades locales apoyarían la campaña "brazo a brazo", A los vacunadores se- les exigiría ofrecer relación mensual de vacunados, y las autoridades se encargarían de la conservación del fluido.

El Gobierno de Castilla pensó mejorar la situación sanitaria del país con la creación en 1853 de los médicos titulares en todos los departamentos. Pese a todo en 1859 hubo una nueva epidemia de viruela. Fue entonces que se estableció la Comisión central de vacuna de ia cual dependía cada comisión departamental. Puesto que había resistencia en la población para vacunarse se .dispuso como obligatoria ia exhibición do certificados de vacuna en las escuelas así como por todos aquellos que pretendiesen empleo público. Cotí intervención de la Iglesia se procuró modificar' la desconfianza para convencer al publico que lejos de ser peligroso vacunarse en tiempo de epidemia era por el contrario el único medio de salvarse cié ella.

En abril de 1861 Manuel Freyre integrante de la Junta Central de Vacuna, remitió un informe al Ministro de Beneficencia sobre el estado de las vacunaciones en el país al cumplirse el primer año de trabajos de esa institución. Freyre recordaba que a consecuencia de la epidemia de 1859 el Gobierno convocó una reunión de médicos para planificar el combate de la viruela, y entre las medidas que se tomaron estuvo la creación de uña Comisión Central de Vacuna en Lima y otras tantas en provincias, asignándose 4 vacunadores para Lima y uno para cada provincia La Junta Central de Vacuna inauguró sus trabajos en noviembre de 1859 nombrando imcialmeute una comisión que debía elaborar un proyecto de reglamento interior, el cual aprobado en 1860 dividió la Junta en


3 secciones: a) La primera estaría encargada de registrar la estadística nacional de vacunaciones; b) La segunda realizaría estudios sobre la marcha de la viruela, y e ) La tercera mantendría informado al Gobierno sobre las actividades de la. Junta. Freyre tuvo problemas para conformar el cuadro nacional de* vacunaciones, pues los prefectos no cumplían, con remitir los reportes mensuales sobre la administración de la vacuna m sus departamentos, y por ello no se tenía información sobre zonas tan importantes como Puno. Ayacucho, Jimia, Tarapacá y la propia Lima. Este hecho era lamentable, pues por entonces se estaba probando la calidad de un nuevo fluido remitido en tubos de vidrio desde París por el cirujano mayor Tomás Moreno. Ese fluido fracasó en Pasco, Puno, Amazonas y Loreto, por razones no determinadas, y tuvo éxito en Jauja mediante' el sistema "brazo a brazo". Otro factor negativo para la difusión de la vacuna era que las juntas departamentales no cumplían con sus obligaciones debido a la falla de un reglamento que determinara

obligaciones y la forma de cumplirlas. Asimismo otras

medidas como ia exigencia de certificados cíe vacuna a ios niños y aspirantes a empleos públicos, y campañas de revacunación no eran aplicadas. La Junte'Central por ello recomendaba aplicar medidas coercitivas (multa de 1 a 4 pesos) a los padres que no > vacunaran a sus hijos, pues durante 1860 no se había logrado vacunar en Cañete y Canta (Lima), Pasco y Tanas, Tavacaja, Aymaraés, CasíroviiTeyna, Cercado de Huancaveiic% Cercado de Ayacncho, ‘ Chucuito, Lampa, Azángaro, Huaxicané, Carabaya, Tarapacá, Moquegua, Tacna, Trujíllo, Hiuaraz, Callao, Islas de Chincha, Isiay e Xquique. Podemos tener una idea del estado'de la salud sí consideramos que sobre 2 millones de habitantes calculados entonces el porcentaje de nacimiento era el 3% pero con una mortalidad en el primer ano del 3% . D e acuerdo a. esos cálculos en el Perú debieron de haber sido vacunados en 1860 un total de 40 mil niños y sólo se había podido ,e fe c to ' sobre el 15%. de los mismos. La. estadística revelaba que de 6,794 niños vacunados en todo el país, sólo lograron inmunizarse 5,733 de ellos, estimándose que esta cifra, podía subir a un máximo de 8 mil cuando se completase la información del resto del país lo cual era sólo el 20% de la población infantil en edad de vacunarse (4 meses)..

En lo que respecta al finido se confirmó, formalmente las 3 vías de- obtenerlo: importación directa brazo abrazo o en. tubos de vidrio desde Europa aplicación en Lima de la vacuna producida en Arequipa; o alcanzar el descubrimiento en el Perñ del cow-


66

pos o vacuna primitiva.

En la década de 1860 se adoptaron- n u ev a s•m edidas. Cayetano H ered ia redactó •unas instrucciones que habrían de ser impresas para luego distribuirlas junto con las lám inas

que hablan sido lit o g r a f ía t e en-Francia por-encargo d ei cirujano mayor del ejército Tomás Moreno. La ed ición era lim ít a t e ’- -Se calcu lab a que sobre 980 p rovin cias no . debería distribuirse m á s 'd e '20 instrucciónes/j aminas entre los hacendados ganaderos; coa un máximo de 4000 juegos im presos; lo cual de paso ños da una aproximación estadística gruesa sobre la concentración de la. propiedad y el número de conductores en J a ganadería peruana de entonces. H eredi solicitó además que ai descubridor dei, c o w p o x como muestra de gratitud nacional debía entregársele una medalla de oro y un premio

pecuniario.

E» octubre de 1862 la Sección de Beneficencia aprobó el Reglamento para las juntas departamentales de vacuna presentado por ía Junta Central. Este breve reglamento de ? artículos determinaba el personal integrante de las juntas (Prefecto, alcalde,, 1 médico titular y 3 vecinos notables)., sus objetivos y obligaciones (vacunaciones y reportes mensuales .de resultados, y vida institucional (sesiones mensuales y extraordinarias).

En el verano tí.® 1863 eí gobierno convocó a la Junta, de Sanidad Limeña y le sometió;un pliego sobre las p o s ib le s 'y supuestas epidemias. En cuanto a la viraeia reconocieron,su . existencia pero negaron su carácter epidémico, si- bien aconsejaron la revacunación de jos niños; asi como la ejdfracción de los enferm os de sus casas para trasladarlos a j a .estación de refugio. En el caso del sarampión adm itieron su carácter epidémico y se le dio la ca lifica c ió n de benigno. Debemos considerar también algunas medidas precautorias contra la viruela adoptadas a fines de siglo. En 1895 se h abía d ad o una ley de vacunación obligatoria con la cual se confiaba desterrar a las "m as te rrib le y rep u g n a n te de la s e n fe r m e d a d e s 1', Se in sistió

entonces en la creación de un instituto vaceín al, subvencionado por el Presupuesto Nacional con 10 m il sotes, y un' laboratorio m unicipal que tuvieran a su cargo ia; inoculación de terneras para obtener la vacuna, la conservación de ia s mismas,-.


desinfección de los envases, etc. El instituto tendría también a sá cargo la vacuna en to d o el p aís a través de las prefecturas.

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En octubre de 1896 el Director del reden creado- Instituto ’VacdnáL DiM; ■■■■Quiroga;.--:-:: señalaba que una de las principales preocupaciones de los médicQ&;éfa:ía 'd ^ iin h ^ iM ¿ b de-la vacuna con gérmenes patógenos (sífilis) por lo ,cual se .había buscado "animalizEr" la vacuna, procedimiento que tuvo'su eriges en Italia, 1855, y que tardó más de im cuarto : de siglo. (1885) en llegar al Pera, cuando de Argentina sé enviaron 12 placas de vacuna animal que permitió renovar el antiguo viras humano que se encontraba degenerado. En el easp del Pera quien primero animalizó la vacuna me el médico Aurelio Aiareo, 1888, pero sus esfuerzos quedaron paralizados porque e l municipio' no'-- proye^ól.ió^i'jfenddsp'' necesarios; tanto que .para faK^acMacíori sólo quedaron 10 estudiantes de medicina; pero más tarde (1894) otros médicos (Barrios, Pérez Roca, Ricardo Flores) consiguieron reiniciar los experimentos hasta instalar definitivamente él cultivo de la-vacuna animal, r

En diciembre de 1895 cuando aparecieron algunos casos de v ir u e la en Lima llegados de la'Sierra, el Inspector de-H igiene encargó que la vacuna animalizada sé ^ lsca i^ q á si porv:

casa por practicantes de J.a Escuela de Medicina, ob teniéndose gran -éxito'- con lo cual e l : Huevo-fluido había probado su efectividad y ¡.a capacidad'de los'médicos peruanos en lar elaboración de la vacuna.

La preocupación por. alcanzar nuevos descubrimientos en el campo imédicoiiapulsó.dos;): v ia je s de Ignacio de La Puente por la sierra de lim a y A ncash (1897). donde se: Había;) presentado epidemias de fiebre carbonosa. A lisaos hacendados habían-perdido hasta é l

40% de su ganado. En abril de 1897 L a Puente- llegó a las sierras de Chaacáy' y Caí atembo y visitó la hacienda "AIp&s" para escribir luego un minucioso inform e de su itinerario que- incluyó entre otros lib a r es las haciendas de Carilla y Obraje m ios distritos..) dé Cochas, O cros, Chíquíán. Una de las dificultades -para realizar experimentos c o n s is tía - ) e h q u e en Europa se contaba coa la mansedumbre del ganado- mientras que en la sierra d é -i Linxá "to s to r o s son b a s ta n te s sa lv a je s" . La-vacunación del ganado tenía, o tra -dificultad )' p a és era. casi im posible ap licarla 2-v e c e s com o s e recom endaba intem ácibnalm ehte y' n o : '

convenía reforzar a la única que. se colocase pues el ganado menor podía morir.


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La Puente estaba impresionado por la virulencia de la epidemia, lo cual le motivó a decir q m no existía entonces “ningún.,país en que el carbón h a g a m á s e x tr a g o s que en el

Perú, l e s quebradas quedan sembradas de cadáveres ; to d o s las añas, de las torillos que bajan d e la s serranías inmediatas. .Un 50 ó 6 0 p o r cie-nto perecen generalmente;

pero en las e p id e m ia s fu e r te s , e s ta s c ifr a s suben más, h a s ta e l 90 ó 95 p o r c ie n to ; . c ir c u n s ta n c ia p o r la que las vacunas deben ser más enérgicas que en Europa, a f í n de

que pueden c o n fe r ir a na in m u n id a d eficaz y duradera" -(El Peruano, T o m o 'I/N r o . ó ? ,

1®9?}, La falta de cam inos y medios de comunicación rápidos eran el-principal escollo .parala adopción de este sistema profiláctico; tanto que para las poblaciones del 'interior, ubicadas muy ai norte o muy al sur de ia'R epú b lica eran inútiles las vacunas elaboradas .en Lima, pues el éxito de la inoculación dependía de la frescura del finido, por lo que La Puente recom endaba instalar pequeños laboratorios en las inm ediaciones de lo s centros

ganaderos.

La Puente consideraba que la mejor vacuna astácarbonosa existente entonces era la elaborada por el sistem a Pastear. En la exp erien cia peruana íueron empleados dos tipos de vacunas, determinándose después de observar k acción de ellas en el ganado que para poder lograr la inmunización se necesitaban aplicar dos dosis espaciadas en un mes. Esta condición difícilm ente podida cum plirse en el medio pecuario'-andino, pues ese los sebadores de la costa, principales comerciantes del ganado andino no p q á ísn esperar. dicho tiempo. Cuando se lograba la inmunidad ésta duraba un año, siendo conveniente aplicar la vacuna, en prim avera para que los anímales .resistieran el ataque de las epidem ias durante el veranó.

En setiembre de 1897, La Puente hizo una segunda v isita a ia hacienda “A lp a s * durante la

época calurosa cu que escaseaban los pastos y observé que la vacuna no logró inmunizar .a sus receptores. L a Puente entonces fijo una estación sanitaria en G cros donde comprobó , que los anim ales inmunizados durante su anterior v is ita si resistías las enferm edades propias

de la estación. E sta nueva experiencia le hizo llegar a las 'siguientes

conclusiones; a) Las vacunaciones hechas contra e l carbunclo en Chiquiaa a p esar de su envejecim iento habían dado buenos resultados; b ) E l ganado andino no debía vacunarse


en la cosía o quebradas* pues se enfermaba antes de inmunizarse:.(2.7 días: como-niíniMojf c) S e necesitaban, n u evos experim entos para observar la efectividad- 'cteda'-'.vacanasen-'

ganados trashumantes.

Además de la fiebre carbonosa La Puente pudo estudiar otras 2 epizootias;: ífeAlienyá;^ la Peripneuraonía. Ambas eran cansadas por un 'caracol- que; v i v í a en ios pastizales cercanos a los pantanos donde e r a n . ingeridos por lo s 'ámraalesv ' - I & ^

exclusiva ni originaria del Peni com o habla creído A lced o ' ea-'su í)iccionariovG eográfico:r Histórico. No e x ig ía es verdad en e l Asia y era rara en-el África* salvo Egipto:y Argelia;:: pero s e le encontraba en toda Europa con excep ción de Islandia; abundaba en Tasmsíiia y A ustralia aunque era escasa en los E stados U nidos. L os efectos de éstos parásitos en;e l

organismo de ios animales eran fulm inantes, pues destruían ios conduciosbili&éá-.dtl'áL; pleura. Al respecto, La Puente creía conveniente experim entar con uña; vacuna hecha a

partir de las secreciones de íos órganos enfermos. Al mismo tiempo recomendaba destruir los pantanos, limpiar ios p u q u ia le s'y cuidar' q u e f e f ganado b e b ié se l-'i^ a s; corrientes. Había que combatir también viejas creencias.' y.-'iKíóS:'ptóg'-:; ^ ganaderos insistían en llevar sus anim ales allí donde había: Alicuya pues erroneáaieBte creían que servían para el engorde.

Finalmente a mediados de 1899, el M inistro de Fomentó" F . 'A lm enara dispuso que e l Instituto Nacional de V acuna quedase sujeto a. la aoniinishációii :del: Gobierno , que costearía el 80% de su .presupuesto, derogándose la resolución de 1896 que lo supeditaba al Concejo provincial, el cual sólo cubría el 20% do su presupuesto;--En adelanté e l D irector de dicho histitato daría inform e de .su- admiftisfraciófr y íentás; á!

Ejecutivo.


ARCH IV O SEMINARIO CE HISTORIA RURAL ANDINA - UNMSM.




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