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en profundidad NUEVA VIDA, NUEVO LOOK

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La “magia” está en las MANOS

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por gonzalo fuster-fabra Desde el rincón que me brinda la revista C&C MAGAZINE me gustaría rendir un homenaje a nuestra “ilustre” profesión y a su herramienta principal, “LAS MANOS”.

En otros momentos he hablado de negocio, legalidad, servicios, gestión, comunicación, equipos; pero esta vez me quiero referir a una pequeña parte de nuestro cuerpo que tanta vida nos da y tan poco se reconoce desde un punto de vista intelectual y económico. LAS MANOS.

Las manos, siempre ligadas a oficios, nunca han sido valoradas con el mismo criterio que se ha aplicado al arte. Las manos son las que imprimen ilusión y sorpresa cuando nuestros ojos no son capaces de descubrir el juego de magia que un mago hace delante de nuestras narices.

Las manos son las que dan sosiego, cariño, expresan dureza y firmeza ante una discrepancia o un momento delicado, nos sostienen cuando hacemos una pirueta y hablan de nosotros más que nosotros mismos. Un discurso sin gestos no es un discurso, es una letanía.

Las manos, son la expresión más simple y gráfica de una persona y el medio por el cual expresa su estado de ánimo, su higiene, su expresividad, su emotividad y su esperanza. Las manos, en nuestra profesión esculpen, cortan o dan vida al cabello, esa materia hecha a base de tejido orgánico formado por queratina sintetizada de células que mueren alrededor del folículo capilar.

Esa materia inerte que sólo tiene vida en las manos de un peluquero, que puede tardar siglos en descomponerse, es sobre la que nuestro buen amigo Raffel Pagés creó su museo como síntesis de la historia de la humanidad. Historia sin la que no entenderíamos a las diferentes civilizaciones que se han ido sucediendo desde el principio de los tiempos.

El cabello y las manos son todo uno, pero ¿de qué sirven las manos sí detrás no hay un profesional capaz de planificar,

en profundidad

esculpir, cortar, dar color, recoger o dar forma al cabello?

El peluquero y la peluquera, como se dice ahora, ejercen una profesión entre la moda y el arte, entre los servicios y el elemento más básico de la higiene que ha generado una industria mundial, en la que el peluquero es una pequeña parte; y en donde el protagonismo más notorio suele recaer en las actrices, maniquíes, futbolistas, al final, sus usuarios finales y mejor escaparate; y por otro lado los fabricantes de producto, paradigma del éxito empresarial en la industria química.

La peluquería sólo la ama aquel que la conoce y la siente. La profesión ha sido la gran incomprendida de la sociedad, ridiculizándola en platós de televisión y en comedias de medio pelo.

La peluquería es una vocación, es una forma de vida, en la que de forma creativa un profesional expresa a través de sus manos, de forma escrupulosamente planificada por su creatividad y conocimientos aquello que la clienta le ha expresado es su estado de ánimo, su imagen, su anhelo, su diálogo; y todo ello se traduce en la imagen que proyecta en la sociedad actual sobre su situación personal y profesional.

Los peluqueros con sus manos son uno a uno y todos en conjunto una “rara especie en proceso de extinción” que entregan la vida al servicio de los demás, de la belleza, de la psicología y del bienestar de una sociedad cada vez más enferma y trastornada por obtener aquello que no posee. Esta sociedad se olvida muy a menudo de quien es cada uno, que es justo lo que interpreta la profesión de peluquería y todo ello lo plasmará en un estilo final, sobre unas células muertas que se mantendrán durante siglos, serán testigo de las diferentes civilizaciones y casi siempre habrán sido gestionadas por un peluquero anónimo y su mejor herramienta, las manos. 

Las manos en nuestra profesión esculpen, cortan o dan vida al cabello

Gonzalo Fuster-Fabra. Abogado | www.fusterfabra-abogados.com

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